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LAS DIMENSIONES POÉTICA, RETÓRICA,

ESTÉTICA, HERMENÉUTICA PARA LA


CONFIGURACIÓN DE TEXTOS LITERARIOS
José Manuel Mora Fandos
ÍNDICE
1. La comunicación literaria, una realidad multidimensional
1.1. Poética
1.2. Retórica
1.3. Semiótico-Estética
1.4. Hermenéutica
2. Aplicaciones sugeridas
3. Bibliografía

1. La comunicación literaria, una realidad multidimensional


La escritura literaria es una práctica rica y compleja, multidimensional, que muestra que la
literatura va más allá de la “literatura” pues alcanza aspectos relevantes del ser humano; y, al
mismo tiempo, retiene algo propio, queda en sí misma, para no diluirse en simple mostración
de cualquiera de esos aspectos.
Al mismo tiempo, la escritura literaria remite y se inscribe en un fenómeno de comunicación
literaria, con sus dimensiones, es multidimensional. Conocer esta multidimensionalidad
interrelacionada de la literatura es de provecho para el escritor, pues puede propiciar una
mayor o más rica conciencia de lo que hace, y de un modo más o menos indirecto, ayudarle a
orientar su trabajo.
Lo que voy a exponer es una selección de dimensiones y una articulación de sus
interrelaciones. Seguiré esencialmente al filósofo Paul Ricoeur, en su ensayo “Poética,
Retórica, Hermenéutica”, y añadiré algún desarrolló mío dentro del área circunscrita por él.
Evidentemente, lo que viene a continuación no agota la multidimensionalidad del hecho
literario, y se pueden plantear otras dimensiones (por ejemplo, la social, la ética, la política, la
historia, la religión, la educación, la psicología…) y otros modos de trazar las relaciones. Mi
propuesta está motivada porque me parece que permite enriquecer, a grandes rasgos, el
trabajo creativo.
Presento cuatro dimensiones, distribuidas dos a dos según el polo del que configura el texto y
según el de quien lo recibe en la lectura:

—Poética: configuración-producción del objeto artístico. Polo del escritor.


—Retórica: persuasión, elaboración de argumentos. Polo del escritor.
—Semiótico-Estética: recepción del objeto artístico, reconfiguración en objeto fenomenológico
sensorial-afectivo. Polo del receptor.
—Hermenéutica: comprensión de la obra, y desde ahí, del mundo, de los otros y de uno
mismo. Polo del receptor.

1.1. Poética
La dimensión poética refiere a la configuración del objeto, siguiendo el sentido etimológico
griego de poiesis: producción, que Aristóteles ponía frente a acción (praxis) y contemplación
(theoria). Aunque pueden verse como opuestos, lo cierto es que en la vida todo va junto e
interrelacionado: como decían los teólogos medievales, “distinguir sin separar”. Dos notas:
1. Poética refiere a la producción de un objeto físico que es al mismo tiempo un mundo posible
habitable imaginativamente por un lector. El modo de ser de ese objeto físico es un entramado
unitario de factores textuales que representa (mímesis) acción humana.
2. Por la representación de un mundo posible que efectúa la obra, el lector entra en ella con su
propio mundo personal. El mundo posible que la obra literaria ofrece desestabiliza, en algún
sentido, el mundo personal del lector (conexión con la hermenéutica).
3. Con respecto al resto de dimensiones, le doy a la poética el papel central y ordenador de las
otras tres, en cuanto que estamos enfocándolo todo desde la perspectiva de escritores en
formación; y en cuanto que, si no hay configuración textual, no puede haber comunicación ni
recepción.

1.2. Retórica
La dimensión retórica (finalidad pragmática del lenguaje, según Aristóteles) busca la
configuración de discursos persuasivos mediante la elaboración de argumentos (que pueden
ser de muy diverso tipo, vid. Retórica de Aristóteles, y cualquier manual actual) que integra en
un todo unitario. Tres características:
1. Si la poética remueve y desestabiliza mediante la experiencia de un mundo nuevo el
imaginario e ideario del lector, la retórica en cambio toma el imaginario e ideario aceptados por
el individuo y la sociedad (captatio benevolentiae, suelo común), sin ponerlos en cuestión,
como premisa para mover al receptor a una decisión concreta: no busca promover una
novedad en el conocer del receptor, sino que este actúe frente a algo que se le presenta como
bueno/conveniente/placentero.
2. La retórica se dirige a las tres facultades de la antropología clásica mediante tres fines:
docere, enseñar algo: dirigida a la inteligencia; movere, conmover y mover a la acción: dirigida
a los afectos y a la voluntad (apetitos); delectare, deleitar: dirigida a la sensibilidad.
3. Toda obra literaria (poética) tiene una dimensión retórica, asume en algún grado los fines
retóricos; pero no puede quedarse en ellos como si fueran sus fines principales, debe ir más
allá: de olvidar esto, no llegaría a configurar con centralidad ese mundo posible en sí, atractivo
para la imaginación del lector, que le lleva a nuevas posibilidades cognoscitivas. Se quedaría
en un texto de retórica política, ideológica, religiosa, educativa, comercial… —textos que
pueden ser muy legítimos en sí—, elaborado con “herramientas literarias” al servicio de la
persuasión: narración, ficcionalización, figuras de estilo, tropos…

1.3. Estética-semiótica
Etimológicamente estética significa percepción, sensación. Su parcela propia sería la recepción
sensorial y afectiva: sensaciones y sentimientos. Está estrechamente vinculada a las otras
dimensiones, especialmente a la hermenéutica en cuanto a “actividad” del lector, y a la poética,
en cuanto a que viene a ser una consecuencia de la obra poética bien configurada. Con
respecto a la retórica, la estética se pone en juego cuando la estrategia de persuasión atañe al
movere y al delectare. Dos características:
1. Cuando la obra poética es valiosa, además de posibilitar la fusión de horizontes
(hermenéutica, con esa sacudida/desestabilización del propio mundo del lector), puede
producir en el lector un efecto de catarsis: una purificación/descarga emocional saludable, si el
lector entra voluntaria y gustosamente en el mundo de la obra. Aunque catarsis es un término
aplicado por Aristóteles de modo concreto a lo que les ocurría a los espectadores de las
tragedias teatrales, puede ser utilizado también para otros géneros, como la comedia: una
catarsis cómica mediante la risa. Según la mayoría de investigadores de la catarsis poética
aristotélica, esta produciría tanto un efecto de iluminación cognoscitiva (asumido por la
hermenéutica), como otro de regulación saludable de las pasiones, racionalmente conducido
por esa iluminación cognoscitiva.

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2. La estética propone un trabajo al lector: actualizar imaginativamente (aunque la imaginación
es solo la punta de lanza que trae consigo a la inteligencia, la voluntad, la memoria) las
posibilidades sensoriales y afectivas indicadas por el texto: es decir, hacer “propio” el texto,
como un buen músico hace propias las indicaciones de la partitura y (re)hace la obra musical,
la vuelve a hacer real, la realiza. En la lectura, el hacer propio es (re)configurar el texto, ser co-
autor; el buen lector asume el papel de reproductor-productor de las dimensiones sensorial y
afectiva, indicadas por el texto a modo de esquema para su efectiva realización. Este es el
ámbito de la fenomenología del objeto estético a partir del objeto artístico (poética), y que han
desarrollado Roman Ingarden y Wolfgang Iser (este acuñó el término “estética de la
recepción”).
Semiótico lo entiendo aquí en cuanto producción de sentido: como la música hay que realizarla
a partir de la partitura, el sentido hay que realizarlo a partir del texto.
Todo texto tiene sentido como dimensión esencial, no así los signos, que solo tienen
significado. Pero ese sentido ha de ser realizado (está en el texto en cuanto causa y en el
lector en cuanto efecto), el texto es mediación de sentido que espera una actualización
por parte del lector, una realización. El texto es un mediador de sentido, pero el realizador
es el lector. El texto pone unas condiciones y unas posibilidades de sentido. Es como la
sensación de “dulce”, ¿quién produce la sensación, el caramelo o tú que lo notas? Ambos,
dice Aristóteles, y recuerda Paul Ricoeur.
A través del trabajo semiótico de producción de sentido acompañado del placer estético de la
construcción del objeto estético, el lector llega a tener una experiencia de refiguración
hermenéutica de sí mismo. Vamos a verlo ahora.

1.4. Hermenéutica
Reproducción de sentido y producción de sentido (hay que realizarlo, y pueden aparecer más
sentidos por los nuevos contextos). San Gregorio Magno, en el siglo VI, refiriéndose a la
lectura de la Biblia, escribe: “Scriptura cum legentibus crescit”: las Escrituras crecen (en
sentidos) con los que leen.
Situada en el polo de la recepción, asume que la universalización que hay en toda obra poética
valiosa hace que esta se desligue de su contexto de producción original y se abra a infinitos
contextos potenciales de recepción. Ej., Antígona remite, en su contexto de producción original,
al mundo griego particular de la Atenas del siglo V. a. C., pero su dimensión universal hace que
pueda ser recontextualizada. Dos ideas:
1. La hermenéutica busca comprender, pero no solo el sentido del texto, sino también, y
contando con él, la autocomprensión del propio lector (esto es la situación hermenéutica de la
que habla Heidegger, que toman Gadamer y Ricoeur). Si la poética configura, mediante un
entramado que representa acción humana, un mundo posible habitable por el lector, la
hermenéutica asume ese mundo posible y se ocupa del encuentro del mundo personal del
lector con ese mundo: encuentro dialéctico de dos mundos, que H. G. Gadamer llama “fusión
de horizontes”. Comprendiendo el mundo de la obra, el lector lo habita desde el mundo propio,
en un diálogo de preguntas y respuestas. De este diálogo el lector alcanza, en algún grado,
una comprensión nueva de -algún aspecto de- el mundo, los otros y, sobre todo, de sí mismo:
una autocomprensión.
2. Toda obra genuinamente poética conduce a una actividad hermenéutica profunda en el
lector. En cambio, la retórica parece ir en dirección contraria a la actividad hermenéutica,
especialmente en lo tocante a la autocomprensión. Quien quiere vender un producto a alguien
mediante un texto pragmático no lleva al posible comprador a una nueva autocomprensión de
sí, sino que afirma al posible comprador en el modo en que el comprador ya se comprende a sí
mismo.

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2. Aplicaciones sugeridas
Un ejercicio orientado a la percepción de estas dimensiones consiste en el análisis de un relato
literario, atendiendo a las diversas dimensiones. En este caso utilizaremos “La fiesta en el
jardín” de Katherine Mansfield.

El primer paso consiste en identificar los rasgos poéticos, es decir, aquellos rasgos textuales
que están construyendo un mundo posible, habitable por el lector, sin “despistarlo” hacia otro
tipo de fines textuales, como puede ser el de transmitir ideas, o simplemente persuadir. Se
trata de responder a la pregunta, ¿por qué este relato es un mundo y puedo habitarlo como
lector? ¿qué estructuras, elementos, y combinaciones se han puesto en juego para que esto
ocurra?
No se trata de alcanzar la exhaustividad, porque, entre otros motivos, es imposible, pues nunca
sabríamos en qué grado exacto un elemento influye en otro, y así en el total de la creación
literaria. Pero debemos alcanzar toda la objetividad posible, identificar todos los rasgos
posibles y sus relaciones.

El segundo paso consiste en utilizar las nociones de persuasión y autor implícito/implicado,


partiendo de la convicción de que todo autor tiene una postura ante el mundo y la vida, y desde
ahí ha tomado decisiones poéticas. De este modo, el texto trasluce esa orientación que apunta
a ideas. Se trata entonces de identificar los catalizadores retóricos, su lugar y función.

Una vez abordadas estas dos dimensiones en “La fiesta en el jardín”, podemos pasar a
plantearnos la dimensión estética-semiótica, que se introduce por la pregunta: ¿Qué
actualización he hecho, como lector, en cuanto a valores estéticos y afectivos, en mi lectura?
¿Cómo lo apoyo en la objetividad de las dimensiones poética y retórica? Y esto nos conduce a
la siguiente dimensión a través de la producción de sentido semiótica.

El último paso nos lleva a la dimensión hermenéutica, como experiencia imaginaria vivencial en
el mundo posible del relato. Se trata de identificar mi vivencia en términos de conocimiento
práctico, moral: mi reacción de aprendizaje, disposición a la acción moral, a contemplar el
mundo de otro modo.

3. Bibliografía

Gadamer, Hans-Georg. (1998.) Verdad y método. Salamanca: Sígueme.

Ricoeur, Paul (1990). “Rhétorique, poétique, herméneutique”. En: Lectures 2. La contrée des
philosophes. Paris Seuil, 1992; pp. 479-494.

Ricoeur, Paul (2002). Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica II. México: Fondo de
Cultura Económica.

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