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el momento en el que la persona fallece, y se caracteriza por ser un periodo de grandes cambios
en todas las áreas de funcionamiento” (OMS, 2006).
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Sin embargo, es preciso decir que aunque en América latina hay acuerdos con relación a la
perspectiva del adulto mayor, las concepciones de este varían de acuerdo con la cultura de cada
país, el momento histórico, la clase socioeconómica o la raza.
Los cambios a nivel biológico en la adultez mayor son identificados como “fracasos normativos de
adaptación que finalmente produce un declive en el organismo”, que lleva al origen y
mantenimiento de un sinnúmero de patologías, entre ellas las más comunes son la hipertensión
arterial y la diabetes (Duras Uribe-Rodríguez Molina, Barco & González, 2006).
A nivel psicológico, la persona en esta etapa de desarrollo atraviesa por un proceso de reflexión y
comienza a contemplar su vida como un conjunto, que lo lleva a evaluar la manera como ha vivido
su vida.
A nivel social algunos de los hechos que impactan la vida del adulto mayor se relacionan con el
temor por la pérdida de los seres queridos, la jubilación y con ella la inclusión social, la falta de
actividades físico-recreativas y la disminución de la interacción social (Gallar, 1998; Uribe-
Rodríguez, Buela-Casal, 2003).
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Hay una “crisis de senescencia”, similar a la “crisis de adolescencia” y que se caracteriza por:
a- Sentirse marginado socio-culturalmente;
b- Tener dificultades para concretar una tarea;
c- Tener graves dificultades para integrar una pareja, sino la tiene o la han pedido;
d- Estar presionados por prejuicios sexuales;
e- Estar invadidos por cambios corporales que se le imponen desde afuera;
f- Estar obligados a integrar una nueva identidad y a elaborar los duelos por las perdidas
ocurridas y, a veces, presionados por condiciones económicas deficientes.
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En la creatividad el anciano afirma su propia identidad.
Cuando la capacidad creativa disminuye, siempre está asociada a:
1. Enfermedad física;
2. Condiciones socioeconómicas y/o socioculturales adversas;
3. Perturbaciones de la personalidad.
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Concluyendo: que todo paciente de edad avanzada, capaz de dialogar y narrar libremente, es
pasible de ser psicoanalizado, y nuestra larga experiencia al respecto nos demuestra que toda
perturbación psíquica neurotica que tenga como fundamento un conflicto infantil, reprimido
sexualmente y cuyo paciente se avenga a respetar las normas de la asociación libre y las más
elementales del encuadre psicoanalítico: horarios, honorarios, vacaciones, etc., obtiene beneficios
incuestionables, que son observados primariamente como desaparición de los síntomas y
aplacamiento d la angustia.
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Trasferencia y reminiscencia
Uno de los aspectos importantes de la psicología del sujeto de edad avanzada es su preocupación
por el pasado. Es común que buena parte de su dialogo o relato este formado por reminiscencias,
entendiendo por estas al “acto o habito de pensar en las propias experiencias pasadas y relatadas
minuciosamente, en especial en aquello que consideran más significativo”. Es como un comprobar
cómo el anciano vive en el pasado y es muy común también tomar este hecho como signo de
deterioro mental.
El relato de la reminiscencia se incluye en la transferencia, el paciente hace nombres y menciona
lugares como si fueran familiares con el analista, quien se siente incluido en el relato como si la
situación fuera de vivencia contemporánea.
Las contratrasferencias en el analista provocan la remoción de sus propios temores al
envejecimiento, invalidez y muerte (castración), y es por eso que la premisa de Freud se vuelve tan
valiosa, el psicoanálisis personal del analista, su especial formación y entrenamiento en esta tarea
lo prepara al respecto. La culpa inconsciente, por contraidentificación con la vejez, el
desvalimiento, la enfermedad y la muerte, siempre presentes en paciente y terapeuta, pueden
generar sentimientos agresivos y rechazantes o sus formas reactivas de excesiva comprensión y
bondad, que culminan indefectiblemente en un fracaso del tratamiento.
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Las reminiscencias- Respuesta adaptativa.
La senescencia es una fase de la vida en que hacen crisis ciertos procesos de cambios específicos
del yo del sujeto, en relación con los objetos.
El sujeto debe ejercer una tarea de “control” de la “tristeza” y de la “depresión”, resultantes de
perdidas personales. El mantenimiento de la autoestima frente a la disminución de capacidades
físicas e intelectuales se vale de un mecanismo compensatorio: el aumento de las reminiscencias.
El aumento de las reminiscencias significa una conducta de control (tomado desde un lado mas
abarcativo que el de defensa) .
El proceso de identificación comienza con la vida misma y no concluye en ningún momento, está
en un permanente desarrollo; la senescencia constituye la ultima pero no por eso la menos
importante fase en la lucha por la constitución de la identidad del ser humano. Es decir que: el
proceso de identificación se realiza mas ampliamente dentro de una mayor y mejor adaptación, y
esta mayor y mejor adaptación en esta etapa del desarrollo, está vinculada al grado de capacidad
de reminiscencias del sujeto, y a la capacidad desempeñada por el analista para elaborarlas con
importantes momentos de su vida, que puedan haber sido hitos en su larga cadena de
identificaciones que llegaron a la constitución de su identidad.
LA sesión psicoanalítica, favorecida por su encuadre metodológico, tiene que ser el marco más
adecuado para que el psicoanalista, en dialogo permanente con su paciente y haciendo uso de las
reminiscencias que el mismo proporciona, como recuerdos cargados de afecto, pueda ir
construyendo y dando sentido a una vida que su paciente.
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LA SEXUALIDAD DE SENESCENTE.
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Sexualidad y senescencia.
Es una opinión generalmente aceptada por las personas y profesionales que la característica de la
sexualidad de la senescencia, es la persistencia de la tensión libidinal y la disminución de la
capacidad orgásmica y la erección. Esto relativamente cierto pero no se ajusta a la verdad en la
totalidad de los casos.
Casi todos los autores coinciden en que existe una correlación entre a intensidad de la vida sexual
en la vejez y la de épocas anteriores, habiéndose podido verificar que una vida sexual
particularmente intensa durante la juventud, se presenta a menudo como antecedente de una
prolongación de la vida sexual en la senescencia.
El envejecer no implica un deterioro del erotismo, entendido este como ese estado del ser
que tiende a poseer placenteramente al otro, y a la vez, en convertirse en el objeto del deseo
de ese otro, y en algunos casos ese otro puede ser el sí mismo. El erotismo se inserta en el
marco de lo psíquico alimentado por los factores orgánicos y sociales.
El erotismo es un factor constituyente e inmerso en la personalidad del individuo y su
función es proporcionarle placer mediante la satisfacción de sus deseos, anhelos, ilusiones y
pensamientos. No siempre se genitaliza el erotismo, el cual puede persistir de por sí en las
relaciones objetales del individuo. El erotismo se relaciona más con la capacidad expresiva
de la afectividad y del pensamiento, y con ese fenómeno espiritual que es el Amor.
El erotismo del anciano es una expresión vivencial, una experiencia psicológica de
pensamientos y emociones que necesitan ser comunicados, establecer una relación de
confianza y de amor y poder experimentar placer, aunque no se mantenga una relación
coital. El erotismo inunda los sentidos y le da sentido a la vida de la persona que lo ejerce.
La sexualidad constituye una función del ser humano que se alimenta del erotismo y a la
vez lo influencia, ejercida en el marco de la cultura y en la cual interactúan factores
hormonales, cardiovasculares, neuroendocrinos y osteomusculares.
Las características de la personalidad del anciano contribuyen al ejercicio de su erotismo y
sexualidad y, por lo tanto, el sentido de autosuficiencia, de autoestima, de confianza en sí
mismo, resultan indispensables para un comportamiento sexual placentero.
La sexualidad en el anciano se rige por el principio del placer y como consecuencia de ello
lo reafirma como un individuo que es capaz de compartir, amar, comunicarse y
experimentar sensaciones corporales que siguen siendo vitales para su existencia y lo
protegen contra el deterioro y el olvido.
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Acompañamiento en la tercera edad
El conocimiento actual sobre el envejecimiento cerebral y las funciones cognitivas nos permite
predecir que una persona cuando envejece puede seguir uno de los siguientes cursos:
Las demencias se caracterizan por un proceso neurodegenerativo de tipo progresivo, lento, que
provoca deterioro, casi siempre irreversible, de las funciones cognitivas.
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Cuando se instala el proceso demencial el paciente manifiesta pérdida grave de su memoria,
dificultades en la atención y concentración, compromiso de la capacidad para razonar y emitir
juicios adecuados, dificultades en el pensamiento y el lenguaje, alteraciones del comportamiento
(inhibición o agitación, conductas bizarras), trastornos afectivos (depresión, ansiedad),
alteraciones en los patrones del sueño.
En fase avanzada hay pérdida de control de esfínteres, compromiso de las actividades
instrumentales del diario vivir y pérdida paulatina de las actividades básicas de la vida diaria que
conlleva a un estado progresivo de dependencia de sus cuidadores y de indefensión para subsistir
en forma autónoma.
Es preciso aclarar, que la enfermedad de Alzheimer aunque es la más frecuente, hace parte del
denominado síndrome demencial, que comprende otros tipos de demencia, como las demencias
vasculares, la frontotemporal, la de cuerpos de Lewy o la asociada con la enfermedad de
Parkinson, entre otras.
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ALZHEIMER
Criterios clínicos para el diagnóstico Los criterios exigidos por el DSM-IV-TR de la Asociación
Americana de Psiquiatras para hacer el diagnóstico de demencia tipo Alzheimer se pueden resumir
así (49):
• Existencia de un deterioro múltiple de funciones cognoscitivas, que incluye:
a. Alteración de la memoria.
b. Una o más de las siguientes alteraciones: afasia, apraxia, agnosia, trastornos en las funciones
ejecutivas.
• El deterioro en a) y b) significa un deterioro en relación con el nivel de funcionamiento previo y
es lo suficientemente importante para afectar la vida social o laboral.
• El inicio del cuadro clínico es insidioso y su curso progresivo.
• Los defectos en a) y b) no son debidos a otra enfermedad neurológica conocida, a enfermedades
sistémicas ni a consumo de drogas.
• Los trastornos no ocurren exclusivamente dentro del curso de un delirio.
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Evolución clínica
De acuerdo con los criterios actuales comprende tres fases:
Fase preclínica: los individuos permanecen asintomáticos o presentan síntomas sutiles. Es
necesario tener en cuenta, que muchos de ellos no evolucionan hacia las dos fases siguientes, por
lo que pueden ser considerados como “portadores sanos”. El criterio diagnóstico de la fase tiene la
intención de que sea usado con propósitos investigativos, exclusivamente.
Fase demencial
Los trastornos de la praxis aparecen más tarde. CAMBIAR DIAPOSTIVA
El paciente muestra dificultad para vestirse (apraxia del vestir), para mantener su autocuidado,
para utilizar los cubiertos y presenta perseveración en la conducta.
La afectividad se altera. En un principio hay irritabilidad, ansiedad y depresión y más tarde
agitación psicomotriz intensa, especialmente en las horas de la noche, con inversión del ciclo
vigilia-sueño (sundowning), con manifestaciones de turbulencia nocturna, que es característica de
la enfermedad.
Su aspecto físico comienza a dejar de preocuparle, y cada vez le cuesta más trabajo seguir una
conversación, quedándose con frecuencia sin saber lo que iba a decir. Empieza a retraerse, tiende
a no salir y a abandonar sus aficiones habituales. Aparecen episodios de desorientación espacial,
que inicialmente se refieren solamente a los lugares menos familiares.
En un estadio posterior se insertan en el cuadro clínico los fenómenos delirantes y alucinatorios,
de tinte persecutorio, que complican el cuadro de confusión mental. El paciente cree “que esta no
es su casa”, que sus familiares “son unos impostores que le van a hacer daño” e, incluso, puede
tomar como reales las imágenes de la televisión para alimentar su cuadro confusional delirante,
originando una emergencia psiquiátrica y poniendo en peligro su vida, la de sus familiares y la del
personal que lo cuida.
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