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Adriana Chiroleu
Osvaldo Iazzetta
permita reconocer tanto los rasgos que comparte con la versión “ortodoxa” de la
Reforma del Estado –y sus modos de instrumentación- como las medidas que,
incluso apartándose de ese molde, también confluían en el objetivo de “achicar” al
Estado.
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Al respecto, puede consultarse entre otros, el texto de Orlansky (1999:119-120).
Tal vez convenga recordar que en un libro que escribieron en forma conjunta el Presidente Menem y
su Ministro de Obras y Servicios Públicos Roberto Dromi, se presentaba a la Reforma del Estado
como un “proceso cultural que pone su acento en el Estado, identificado como causa primera de la
crisis...” (1990:46).
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reconocidos como bienes a los que tienen derecho los ciudadanos -por el sólo hecho
de participar en una comunidad- sino que pasan a ser concebidos como bienes
intercambiables en el mercado a los que se accede de acuerdo a las oportunidades y
capacidades de intercambio individual reguladas por la libre contratación. 2
La retirada del Estado de sus responsabilidades sociales se asienta en el
propio descompromiso e indiferencia de los sectores más pudientes con el destino y
la suerte del resto de los ciudadanos que comparten esa comunidad. El principio de
solidaridad social es reemplazado, como expresa Rosanvallon (1995), por el principio
de responsabilidad individual por el cual cada uno responde aisladamente por su
éxito y fracaso, en una reedición aggiornada y remozada del “darwinismo social”.
Ello fue configurando un escenario social atravesado por fuertes disparidades
que se reflejan en una oferta de servicios dualizada: la que un Estado deteriorado
brinda a los sectores modestos y por el otro, la que el mercado ofrece a quienes
disponen de mayores ingresos.
Fuertemente enraizada en esta lógica, comienza a expandirse la idea de que
un grado académico es un ‘bien privado’ que privilegia el beneficio individual más
que al interés común de una sociedad. Esta noción que según Altbach (2002:8) está
ampliamente aceptada en los países centrales, generó en nuestro país, álgidas
discusiones3, no saldadas ni en los 90 ni en la actualidad. Sin embargo, esta
concepción está en la base de muchos de los proyectos presentados durante estos
años por el Poder Ejecutivo.
En este mismo sentido, Altbach (2002:8) señala que –a nivel planetario- la
lógica de la economía de mercado y la ideología de la privatización han constituido
una ayuda fundamental para la expansión de la educación superior privada aún en
espacios en los cuales no existían anteriormente.
Sin embargo, es preciso advertir que este “vuelco” hacia lo privado reconoce
como contraparte, un marcado desencanto con lo público, especialmente con el
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Menem y Dromi (1990:32) planteaban que la “Reforma es un proceso global que impone devolverle
a la sociedad funciones y estructuras de las que fue injustamente despojada por el Estado”.
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En esta sintonía se inscriben las declaraciones efectuadas en los últimos meses del año 1991 en
San Juan por el entonces Subsecretario de Coordinación Educativa Lic. Pablo Aguilera quien definiera
a la educación superior como un bien “social preferencial” ya que “beneficia a un porcentaje
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identificable de la sociedad” (en Conociendo, Órgano de Difusión de CONADU, Santiago del Estero,
Jueves 28 de noviembre de 1991).
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Dora Orlansky (1999:119), presenta tres ejes del proceso de reforma del Estado: a) privatización del
sector empresario estatal, b) recomposición política de la administración nacional, y c) la
descentralización de las funciones sociales.
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De modo que en este nivel asistimos –no sólo en nuestro país sino en toda la
región- a una “interesante combinación de privatización y de control gubernamental”
que imprime un sello particular a la reestructuración universitaria (Torres y
Schugurensky, 2001:23).
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Al respecto, el entonces Secretario de Coordinación Educacional, Científica y Cultural del Ministerio
de Educación y Justicia de la Nación, Enrique Bulit Goñi señala: “el sistema universitario es como una
empresa: para poder gastar tanto, tiene que entrar un monto equivalente” (Página 12, 29/05/90).
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Conviene precisar que descentralización y desregulación son dos procesos que se hallan
profundamente imbricados y que se articularon entre sí a los efectos de converger en el achicamiento
del Estado.
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1- DESCENTRALIZACIÓN
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Un interesante diagnóstico del Estado puede hallarse en Oszlak (2001 y 2003) y Orlansky (1999) .
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“De las operaciones descentralizadoras la provincialización es la que prevalece en jerarquía
institucional. Sin federalismo no hay Reforma. La democracia argentina es federal”. “La Reforma del
Estado debe ser, necesariamente integral. Es una exigencia para la eficacia de la transformación. Es
un profundo proceso de transformación, que abarca in ‘integrum’, lo político, lo económico, lo social y
lo administrativo, en el contenido y continente del Estado”, en Mensaje de Menem ante la Honorable
Asamblea Legislativa, 01/05/90.
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Véase también Oszlak (2003:532). Orlansky identificaba una combinación entre “reducción del
estado e inflación política”. A su entender, el achicamiento del estado nacional impulsado a partir de
1989 ocultaba un proceso subrepticio de “recomposición funcional que consiste en la intensificación
de su perfil político. El acento político no sólo resulta del mayor peso relativo que adquiere el personal
en funciones políticas una vez privatizadas las empresas y descentralizado el rol social. Este
segmento no sólo experimentó una recomposición en términos relativos sino también en términos
absolutos. Entre 1989 y 1993 creció el volumen de cargos en los sectores más políticos del gobierno,
es decir, la Presidencia de la Nación y el Ministerio del Interior. La magnitud de ese crecimiento es
notable: más del 20%. Este sobredimensionamiento del segmento político de la administración estatal
resultaba paradojal frente al achicamiento global del Estado que se pregonaba (1994:19). “La única
disminución de personal que hubo se debió pura y exclusivamente a los procesos de privatización de
las empresas públicas y a la reducción del sector bancario oficial (...) Es sorprendente descubrir que
una vez que el Estado Nacional se ha desembarazado de las funciones económicas y sociales, las
indelegables funciones políticas inflaron su volumen de personal (...) El sobredimensionamiento
estatal en las áreas políticas sugiere que estado se ha ‘politizado’, es decir, se ha hipertrofiado
políticamente” (1994:23-24).
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Véase al respecto Oszlak (2003:532-533). Este autor también destaca otros cambios importantes
registrados en el mapa del Estado originados en la creación de nuevos organismos; un conjunto
institucional relacionado con los entes reguladores que tomaron a su cargo tareas de fiscalización,
control y regulación de las empresas de servicios privatizadas. por otra parte.
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2- DESREGULACIÓN
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Cavallo lo anunció en septiembre de 1992, en el marco de la Octava edición de la Convención de
Bancos Privados Nacionales, organizada por la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) (véase La
Capital, Rosario, 08/09/92).
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Ley Nº 24447, art. 19.
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Cabe aclarar que estas medidas fueron adoptadas con gran renuencia por parte de las autoridades
universitarias.
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Para Menem y Dromi (1990:59), la reformulación del Estado se puede hacer por vía de la
desregulación, desestatización y privatización. Desregulación: “sustitución de aquella legislación que
traba los mercados, por un nuevo marco legal que posibilite la competencia. Implica simplificación,
desburocratización y transparencia del mercado”. Desestatización: se desdobla en privatización y
publicización no estatal: “la privatización es la transferencia al sector privado de actividades o sectores
gestionados por el estado”, en tanto “la publicización no estatal es la redistribución de actividades
estatales en organizaciones sociales o comunitarias, consorcios, cooperativas, consejos, sindicatos y
otras formas de gestión social”.
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Vale recordar que el Banco Mundial por ejemplo, recomienda evitar “desincentivos” como el control
de precios de aranceles de matrícula, sugiriendo poner el acento en los mecanismos de acreditación,
supervisión y evaluación de los aspectos académicos.
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3- PRIVATIZACIÓN
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La SPU asegura la participación en sus decisiones del Consejo de Universidades, el Consejo
Interuniversitario Nacional, el Consejo de Rectores de Universidades Privadas y los Centros
Regionales de Planeamiento de la Educación Superior.
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Debe recordarse que a través del artículo 5º del Decreto 451 de 1973 se habían suspendido los
trámites relacionados con la autorización de instituciones privadas.
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En opinión de Altbach (2002:7) “el arancelamiento y otras modalidades de cobro, hacen que las
instituciones públicas y privadas se parezcan cada vez más entre sí”.
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Entre 1959 y 1988 se habían creado catorce universidades privadas; entre 1989 y 1995 se crearon
veinticuatro.
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En este sentido, los medios gráficos daban cuenta entre septiembre y noviembre de 1990 de la
autorización para el funcionamiento de nuevas universidades privadas y de la originalidad de su perfil.
La Nación (15/09/90) reproduce declaraciones del Director Nacional de Asuntos Universitarios, José
Luis de Imaz, quien caracteriza como novedosos los aportes que harán las nuevas universidades:
Medicina en Maimónides recibirá un pequeño número de estudiantes que tendrán residencia y
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contexto marcado por un paulatino retiro del Estado de las áreas sociales, produjo
ciertos cambios en el comportamiento de la demanda. Se trata de nuevas
instituciones de origen heterogéneo, algunas confesionales (de diversos credos),
otras laicas; algunas orientadas a la atención de la elite social y otras volcadas a
captar el excedente de la demanda.
Como puede apreciarse en los datos del Cuadro Nº 1, en el período 1990-
1995 se registra una leve expansión de la demanda en el segmento privado -que
luego vuelve a retraerse- pero que, de cualquier manera, está lejos de los
parámetros que presentan muchos países latinoamericanos. La expansión de la
matrícula en universidades privadas parece pues coincidir con el cierre de las
oportunidades en el segmento público. En este sentido, obsérvese que el mayor
porcentaje de matrícula absorbido por aquel sector se da en 1980, en momentos en
que estaban severamente limitadas las posibilidades de acceso a las instituciones
públicas (ingreso restringido, cupos y persecuciones ideológicas).
Operaría en este mismo sentido, el mantenimiento –con pocas excepciones-
de la gratuidad de la enseñanza en el segmento público y el mayor prestigio relativo
de estas instituciones, a pesar de la desjerarquización que experimentó lo público en
general, y específicamente dentro del ámbito universitario, el bajo nivel de
graduación, la elevada duración media de las carreras, los conflictos gremiales y el
deterioro en términos de calidad, registrado en las últimas décadas. Estos procesos
deben insertarse sin embargo, en un contexto de crisis del financiamiento público y
de empobrecimiento relativo de las clases medias, principales demandantes de
educación universitaria.
Por otra parte, la oferta de las instituciones privadas suele replicar la de las
públicas, perdiéndose así un elemento incentivador para el crecimiento del sector. Al
respecto, es el sector no universitario privado el que efectúa una oferta de carreras
más ligado a las demandas del sector servicios, aunque en este caso es necesario
práctica full time en el Hospital Israelita; San Andrés es “una pequeña casa de estudios, con cuatro
años de enseñanza exigente enderezada a la excelencia”; la Universidad Pascal constituye la primera
casa de altos estudios dedicada a la Informática; la Universidad Austral ofrece carreras relacionadas
con las Ciencias Empresariales y tendrá sede en Buenos Aires y Rosario; la Universidad Puígari
(Adventista) en Entre Ríos se orientará a Medicina y Ciencias de la Alimentación.. De esa oferta,
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Cuadro Nº 1
Cuadro Nº 2
TASA DE CRECIMIENTO DE LA MATRÍCULATOTAL Y DE UNIVERSIDADES
PÚBLICAS Y PRIVADAS
Ámbito Financiero (21/9/90) recomienda a Maimónides para Medicina, y a San Andrés para Ciencias
Económicas.
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Pasa de 65 mil alumnos en 1990 a 186 mil en el 2000.
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Asimismo, a través del Decreto 990/91 se estableció la Comisión de Concertación Universitaria
(constituida por representantes del Ministerio de Educación y del de Economía, algunos Rectores y la
Secretaría de la Función Pública) que debía consensuar pautas y metodologías para la racionalización
administrativa de las instituciones nacionales.
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En algunas instituciones universitarias, esta relación había llegado ser de 1 a 1.
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5- TERCERIZACIÓN
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Véase “El mensaje presidencial ante el Congreso”, La Nación, 02/05/1992, pág. 6.
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económicas de los “clientes”.25 Tal como sugiere Coraggio (1998), el Banco .Mundial
identifica sistema educativo y sistema de mercado, escuela y empresa, padres de
familia y demandantes de servicios.
La creación de un mercado institucional -hasta entonces ausente-, con una
orientación hacia el conocimiento “útil” (vocacionalismo) contrapuesto al denominado
“academicismo”, promoverían una transformación sustancial del modelo de
universidad. En términos de Krotsch (2001:157), debajo de la orientación general
hacia la privatización y el mercado existiría una orientación centrada en el
vocacionalismo, cuya culminación lo constituye hoy el nuevo universal que
reemplaza al viejo humanismo: la escuela de negocios.
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Esta diversificación puede leerse como una diferenciación /segmentación de los sistemas,
retomando la discusión académica de los 80 sostenida entre otros, por J.J. Brunner y G. Rama.
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Cuadro Nº 3
INSTITUCIONES UNIVERSITARIAS SEGÚN GESTIÓN – Algunos años
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Las mismas son autorizadas por Resolución Ministerial de septiembre de 1990.
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En 1992 por ejemplo el Ministerio destaca que la Universidad Nacional de Córdoba ha creado una
contribución estudiantil y la Facultad de Arquitectura de la UBA, una “contribución solidaria” (Diario
Clarín 25/3/92).
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En septiembre de 1990, la Universidad Nacional de Cuyo decide afrontar sus dificultades
presupuestarias aprovechando inmuebles de su pertenencia para la producción, industrialización y
venta de productos regionales (Diario La Nación, 13/9/90)
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Musselin (2001) lo define como “Estado Regulador”, haciendo referencia al modelo de supervisión
(en vez de dirigismo), de la evaluación (más que del control a priori), de la regulación (más que de la
reglamentación). Este modelo –señala la autora- descansa sobre una delegación hacia las
universidades de la gestión de las tensiones y de las prioridades entre la Ciencia y la Sociedad, y
sobre un rol tutelar que consiste en “corregir”, más que “dirigir”, en “incentivar” o desalentar .
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BIBLIOGRAFÍA
30
Al respecto, puede consultarse Araujo,2003.
25
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