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El teórico del arte Jacob Burckhardt, entendía el arte y las demás producciones
humanas como un eslabón de la historia de la cultura. Sosteniendo que el arte de
cada periodo es la más completa expresión del espíritu en el que se produce, no
ajeno a la religión, el estado o los intereses del capital. Todo influye en sus
manifestaciones siendo así co-responsable del desarrollo de la propia historia.
Bajo esta óptica, el arte contemporáneo y sus distintas expresiones son fiel reflejo
de lo que vive la sociedad actual. El panorama muestra una gran diversidad y
comprende un conjunto muy heterogéneo de prácticas artísticas, así como
diferentes abordajes a la hora de acotar el período que comprende. Entender el
arte contemporáneo es entender conflictos, realidades y sociedades. Conocer el
arte nos lleva indefectiblemente a entender al hombre.
El arte y la sociedad
cuántos artistas locales y no locales conoce? Si sus respuestas han sido negativas
y poco abundantes, entonces usted no puede decir que no le gusta el Arte
Contemporáneo, usted sólo podrá decir que no ha tenido el gusto de conocerlo.
Así que lo invito, no, lo reto a que se enfrenta constantemente a este bicho raro,
no le tenga miedo, lo peor que puede pasar es que aprenda y/o experimente algo
nuevo (bueno o malo).
Pero, vamos a tratar de entender a los creadores del bicho. Los artistas son (deben
ser) ante todo curiosos compulsivos. Su fascinación por el arte los sublima, los
carcome, sin importar si estos impulsos son egodistónicos y egosintónicos. Están
llenos de defectos, como seres humanos que son. Algunos son presuntuosos,
otros son tímidos, otros son amables, otros son enojones. Lo primero que los
captura es la curiosidad por entender ¿Cómo se logra la belleza de un motete de
Palestrina? ¿Cómo puede Sergio Pitol escribir con tal claridad de pensamiento?
¿Cómo pudo Horowitz tocar el piano de esa manera y cómo logró su lectura a
primera vista? Así que primero la necesidad de saber cómo se logra tal belleza
(un tipo de belleza), perfección, emoción, los consume y se convierte en una
obsesión, un tanto autista para estas personas. Simplemente necesitan entenderlo.
Según Wikipedia, el artista es un explorador incansable que ha desarrollado su
creatividad y la capacidad de comunicar a los demás lo sentido y lo pensado
mediante el buen (y yo agregaría: y el mal) uso de la técnica, después de todo la
palabra arte deriva del griego τέχνη (téchne)).
El arte se vive. Pregunte a cualquier artista que conozca y todos le van a pedir
una sola cosa, su atención (mental y emocional) desenfadada y honesta. Muchas
veces (la mayoría) ni el mismo autor sabe como la obra lo va a impactar,
únicamente sabe que la tiene que hacer existir en este mundo. Los artistas sólidos
tratan (y digo tratan con énfasis) de ofrecer (consciente o inconscientemente) en
cada obra de arte una nano-respuesta a las dos palabras que hemos revisado con
insistencia, arte y belleza. Por ejemplo, puede usar argumentos tan radicales
como: “El arte es la negación de la belleza”. Si el artista es bueno,
inmediatamente cuestionara su propia obra: ¿será esto cierto? Si su respuesta le
gusta y quiere seguir por ese camino, propondrá otra obra donde nuevamente
haga reflexionar sobre el arte como negación de belleza. De lo contrario, se auto-
criticará fuertemente. Así seguirá dando respuestas a lo largo de su vida,
siguiendo una especie de bitácora en busca de lo que no se puede encontrar.
Picasso decía que cada obra es como escribir una página en el diario del artista.
Siempre en reflexión, en desafío. Como ya se dio cuenta querido lector, el artista
persigue lo inalcanzable. Su curiosidad supera lo racional. Ese es su valor y su
condena. Es esta curiosidad implacable lo que lo mueve a pasar incontables horas
estudiando contrapunto, a practicar un movimiento hasta la extenuación, a
intentar domar sonidos en una hoja de papel, o aprender lenguajes de
programación para animar unos pixeles o unos bits. Busca incansablemente
satisfacer esa maravillosa curiosidad por lo que no estaba ahí antes. Lo
desconocido. Lo único. Con suerte será honesto. Su fracaso o triunfo es
irrelevante, es el intento por la búsqueda lo que lo dignifica.
Los artistas tienen muchísimos roles sociales, no es casual que en todas las
civilizaciones conocidas hayan existido. Uno de ellos es el de servirse del bicho
raro como portador del virus de la fascinación por el mundo. La capacidad de
sorprendernos. Tan simple como vital. Seamos o no artistas, como individuos y
sociedad. La curiosidad por lo fascinante del mundo es el motor de muchos
pensadores. El mismo Einstein dijo muchas veces: “No tengo talentos especiales,
pero sí soy profundamente curioso.” O el filósofo catalán Salvador Pániker
mencionó que “la juventud de un ser humano no se mide por los años que tiene,
sino por la curiosidad que almacena.” El arte y especialmente el contemporáneo
nos recuerda que como adultos está bien ser curiosos. La curiosidad y
fascinación querido lector, son un signo de salud (de todo tipo).
Fuentes: