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Partiendo de nuestras premisas, podríamos considerar que una verdadera obra de arte es un
objeto que analiza parte de la realidad y que debe trasuntar la Unidad y el Movimiento
Transformador de la misma. El vuelo artístico se determina por el punto en el desarrollo
transformador que capta el artista. En última instancia, el mayor impacto estético está dado
en los últimos puntos, antes de la ruptura de la unidad. Por lo tanto el artista no logra una
buena obra cuando no plasma el movimiento transformador o, por lo contrario, capta sólo el
movimiento desordenado que destruye la unidad.
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Estos principios los podemos ver en todas las grandes obras de arte, en todos los tiempos, y
en cualquier cultura, desde las expresiones más figurativas hasta las de más alto grado de
abstracción. Después de todo lo dicho, debemos formularnos la pregunta: ¿Cómo el
hombre, en determinados momentos históricos, puede desvirtuar la estética de tal manera,
que se aleje tanto de los principios básicos que rigen al universo?
Si analizamos la historia, sobre todo desde el siglo XVIII hasta el presente, veremos que, en
especial en los países desarrollados, los cambios económicos, científico-técnicos y, por
consiguiente, sociales, fueron tan profundos que separaron al hombre de la naturaleza, de
tal forma que a éste le costó cada vez más interpretar los verdaderos mecanismos de su
funcionamiento y transformación. Esta incapacidad de interpretación no es otra cosa que la
manifestación de la alienación del hombre contemporáneo.
"Por alienación se entiende un modo de experiencia en el cual la persona se siente extraña a
sí misma, diríase enajenada en sí misma. Ya no se siente centro de su mundo, dueña de sus
actos, se ha convertido en esclava de sus actos y de sus consecuencias (sus obras), las
obedece y hasta a veces las reverencia." (Erich Fröm, «La sociedad sana»)
El arte alienado es la expresión del artista que se encuentra sumergido en una sociedad en
su momento de ruptura. El artista, por su alienación, no vislumbra nada, más allá de ese
momento caótico. La relación que tiene con su obra no pueder ser dialógica porque le es
extraña; fue hecha por él, pero no le pertenece, no se puede reconocer en ella, porque
además de hacerlo sería reconocer el caos donde está inmerso.
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¿Podemos encontrar esta concepción del arte en el ACTION PATTING de Jackson Pollok,
el expresionismo abstracto, el NEO DA DA de Rauschenberg, o los comics de Roy
Lichtenstein? Como ejemplo, tenemos a Barnett Newman (1905-1970), abstracto post-
pictórico, cuyo cuadro "CHARTRES 1969" (acrílico sobre lienzo, 2,89 x 2,70), consiste en
una inmensa superficie roja totalmente lisa. ¿Cuál es su interpretación de la realidad?
¿Existe un reconocimiento del artista en su obra?
El arte es una aventura personal realizada en forma dialógica con el mundo y, más
específicamente, en la época.
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Goya, con sus "pinturas negras" y sus grabados, no nos sorprende; nos conmociona con un
grito de atención, que se lleva a cabo de conciencia a conciencia. Si fue un maestro en el
arte, un renovador, lo fue por su nueva concepción pictórica y no por su temática; ésta fue
un medio en donde se encarnó su espíritu crítico.
La llamada "pintura social" no ha nacido con nuestro siglo. Eso lo demuestra la obra de
Boch, Bruegel, Hogarth, etc. Ellos, motivados por los problemas sociales de sus épocas,
elevaron la temática de su pintura a la categoría de obra de arte.
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En nuestra época se considera el cambio como un fin en sí mismo, sin importar hacia dónde
se dirige. El cambio de las cocepciones plásticas sólo tiene valor cuando estas se acercan a
la verdadera transformación de la realidad y, por consiguiente, de la interioridad del
hombre, colaborando en la creación de un hombre nuevo.
Todo lo antedicho no nos debe llevar al error de negar la obra de los artistas de principios
del siglo XX, quienes lucharon para derribar antiguos principios del arta académico realista.
Tampoco tenemos que cerrar los ojos a los caminos por ellos abiertos, o a la libertad
conquistada en materia de conceptos estéticos. Pero un error más grave aún es considerar a
todo el arte contemporáneo como el verdadero y siempre vigente.
Los conceptos plásticos y teóricos del Pop-Art, del arte abstracto, y concreto del
Informalismo, del Arte Óptico, se han transformado en el arte oficial de nuestra época. En
una academicismo sin academia. No es muy difícil constatar que esta desorientación del
artista en la sociedad de hoy comenzó a darse, por lógica histórica, en los países más
desarrollados.
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Debemos sumergirnos en la voz interior que habita esa distancia -y que seguramente no es
otra cosa que una exigencia de libertad-, para pensar, conocer, conocerse, crear; en última
instancia, ser. Es escucharnos a nosostros mismos, creando nuestras propias opciones. Es
ser nuestro propio censor y no nuestro peor carcelero. Es no mirar hacia afuera de nosotros,
repitiendo maquinalmente acciones y actitudes de otros, creyendo que los hechos culturales
de nuestro tiempo son siempre loables. El hombre no debe ser prisionero de sus
debilidades, sino un ser completo que cuestiona, se autocuestiona y a partir de la búsqueda
de su propia esencia llega al conocimiento esencial de toda la humanidad.
Ahora bien: Nosotros, como artistas que pertenecemos a las sociedades que recibe, como
reflejo, la problemática de muerte de las más desarrolladas, no podemos quedarnos pasivos.
Debemos revalorizar el concepto de estética. Para eso tenemos que romper con la
identificación del cambio (como fin en sí mismo) con el de creación.
El cambio puede ser reaccionario y servir a intereses que no necesariamente son los
nuestros. La creación va más allá de la descripción del movimiento caótico que nos lleva a
la ruptura de la unidad, a la muerte. La creación parte de la interpretación correcta del
momento actual y se proyecta al futuro con la construcción de una unidad nueva.
Además tenemos que contestarnos otra pregunta esencial: ¿El arte como manifestación del
hombre, tiene tan poca trascendencia que no puede influir en los cambios sociales? Si la
respuesta es No, debemos reformularnos la concepción de nuestro arte, apoyarnos en las
características comunes de nuestras culturas y lanzarnos sin miedos ni complejos a la
construcción de un proyecto que proponga fundamentalmente la vida.
Para esto es importante saber diferenciar de las propuestas ya lanzadas las que sólo
describen el caos, la falta de valores -en definitiva, la muerte-, de aquellas que, aunque no
han logrado sus fines en toralidad, no son elitistas, surgen de las bases de nuestras culturas,
aprovechan las otras culturas críticamente, y proponen una mayor participación de todos.
En definitiva, debemos asegurar que nuestro proyecto tenga la validez histórica que no
tuvieron los demás. Teniendo en cuenta que no son muchas las posibilidades que nos da la
historia para equivocarnos.
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En anterior escrito señalaba que la arquitectura esta alienada. Veamos que implica esta calificación:
El término alienación de acuerdo al RAE proviene del lat. alienatĭo, -ōnis. Se refiere a la acción y
efecto de alienar. Es el proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su
conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. La alienación es
el resultado de ese proceso.
Para que un hombre, o un grupo o clase, esté alienado es preciso que ciertas fuerzas le precipiten a
ese estado fuera de su naturaleza y de sus intereses, hacia objetivos que no son los suyos, pero que él
cree que los son. Por ejemplo, se dice que la mujer está alienada por su conversión en objeto de
consumo para el hombre: la moda, los cosméticos, la manera de andar, la convierten en una
servidora sexual, papel que ella acepta y perfecciona de manera aparentemente voluntaria, pero en
realidad está alienada, convertida en un ser distinto de su verdadera naturaleza y por tanto, sin
posibilidad de alcanzar plenitud y satisfacción, aunque le parezca lograr lo que se ha propuesto.
La alienación es un concepto que caracteriza tanto el proceso como los resultados de transformar,
en determinadas condiciones históricas, los productos de la actividad humana y de la sociedad
(productos del trabajo, dinero, relaciones sociales, etc.), así como las propiedades y aptitudes del
hombre, en algo independiente de ellos mismos y que domina sobre ellos. Según el marxismo
existen tres tipos de alienación:
Religiosa: Resignación, justificación capitalista; Marx lo denomina como "el opio del pueblo", la
dominación religiosa y consagración a un dogma[1], y según su teoría frustra el desarrollo de la
individualización de la conciencia humana.
Política: Pertenecemos al Estado. Según Marx No todos somos iguales ante la ley. O,
contractualmente aceptamos que "unos sean más iguales que otros".
· Económica: Según Marx, el trabajo nos esclaviza, el hombre se convierte en mercadería, el
producto que creamos no nos pertenece (es algo ajeno a nosotros). Es la condición en la que vive la
clase oprimida en toda sociedad de explotación, en toda sociedad que admite la propiedad privada
de los medios de producción.
Evolución del concepto de Alienación
El concepto latino de alienatio tenía siempre dos significados: uno de contenido jurídico, el otro de
contenido médico[2]. Así, Séneca y Cicerón hablaban de la alienación como de una "transferencia de
la propiedad",[3] como Rousseau lo hará más tarde en el siglo XVII para indicar la cesión de los
derechos individuales. En cuanto al contenido médico, Celso y Scribonius Largus describían la
alienación como "enfermedad mental" o como "desvanecimiento[4]".
Pero también se debe tener presente que el concepto latino conserva otros significados secundarios,
aunque no menos importantes, que influyeron en el significado posterior de la palabra alienación,
dado sobre todo por Feuerbach, Hegel y Marx. Por ejemplo, en Cicerón, el concepto de alienación
tiene el significado de "deserción" o "pérdida de la amistad".[5]
Adam Smith, en su investigación sobre la riqueza de las naciones, ya escribía, al hablar de la Edad
Media, que "el vasallo no se puede alienar sin el consentimiento de su superior".[9] Para Kant, por
ejemplo, la alienación no es sino, la transmisión de la "propia propiedad" a otro "La posesión (física)
-escribe- es, por consiguiente, la condición de la posibilidad del uso (manipulación) de un objeto
como de una cosa, aunque si bien este objeto, por otro motivo, deba ser tratado como una
persona."[10] Ya antes había escrito que el contrato de trabajo, o sea, loctio opere, no es sino la
"concesión del uso de mis fuerzas a otro por un determinado precio (merges)." Según este contrato,
por lo tanto, el trabajador es un mercenarius.[11] Por consiguiente, la alienación humana es la
condición del hombre en donde éste se convierte en un objeto vendible. Con razón, pues, Marx dirá,
siguiendo este sentido, que "la venta es la práctica de la alienación". [12]
Quien desarrolló con mayor plenitud la interpretación idealista de la alienación fue Hegel, en cuya
filosofía todo el mundo objetivo aparece como «espíritu alienado». El objetivo del desarrollo, según
Hegel, estriba en superar dicha alienación en el proceso del conocer. Por otra parte, en la
concepción que tiene Hegel de la alienación figuran conjeturas racionales sobre algunas
particularidades del trabajo en una sociedad de clases antagónicas.
La alienación si bien puede entenderse como una categoría relativa a disfunciones sociales del
individuo, encuentra su mayor uso en la filosofía. También la alienación caracteriza la
transformación de fenómenos y relaciones, cualesquiera que sean, en algo distinto de lo que en
realidad son, la alteración y deformación, en la conciencia de los individuos, de sus auténticas
relaciones de vida. Las fuentes de la idea de alienación pueden encontrarse también de manera
simbólica en los representantes románticos de la Ilustración francesa (Rousseau) y alemana
(Goethe, Schiller).
Objetivamente, esa idea expresaba la protesta contra el carácter antihumanista de las relaciones de
propiedad privada. Ese aspecto del problema encontró eco en la filosofía clásica alemana, pese a que
en ella se hacía hincapié en otras cuestiones. Fue Hegel quien la utilizó por primera vez como
negación, en relación con lo real. Las palabras alemanas Entfremdung (alineación) y Entässerung
(desposeerse) eran ya conceptos usados en la literatura filosófica anterior a Hegel.
K. Marx, que en distintas obras, sobre todo en sus Manuscritos económico-filosóficos (1844),
analizó con suma profundidad el problema de la alienación, parte de que ésta caracteriza las
contradicciones de un determinado nivel de desarrollo de la sociedad. Relaciona la alienación con la
existencia de la propiedad privada y de la división antagónica del trabajo. Entendida de este modo,
la alienación abarca toda la actividad humana, pues cada tipo de dicha actividad se convierte en
monopolio de un grupo aislado de personas, cuyo hacer es extraño a todos los demás miembros de
la sociedad.
En sus obras clásicas de las décadas de 1850 y 1860, Marx sustituye la categoría de alienación, que
figuraba en sus primeros trabajos, por todo un sistema de conceptos, entre los cuales la alienación
también aparece como característica concreta de las relaciones de producción del capitalismo
(fetichismo de la mercancía)[13].
Tanto para Marx como para Hegel, este concepto describe la siguiente situación que le puede
sobrevenir a un sujeto: cuando no se posee a sí mismo, cuando la actividad que realiza le anula, le
hace salir de sí mismo y convertirse en otra cosa distinta a la que él mismo propiamente es, decimos
que dicho sujeto está alienado; la alienación describe la existencia de una escisión dentro de un
sujeto, de un no poseerse totalmente y, como consecuencia de ello, comportarse de un modo
contrario a su propio ser. Sin embargo, aunque Marx tomó este concepto de Hegel, hay importantes
diferencias en el modo en que ambos filósofos la interpretaron:
En Marx la alienación se refiere a la explotación del hombre por el hombre, se refiere a la pérdida de
autonomía y libertad de una clase social como consecuencia de la explotación a la que le somete otra
clase social, principalmente por el hecho de existir la propiedad privada de producción.
Marx considera que con la aparición de la propiedad privada se produce una circunstancia social
totalmente nueva y que sólo podrá eliminarse con la abolición de dicha forma de propiedad.
Podemos entender esta nueva situación si nos fijamos en la alienación en la sociedad esclavista: en
esta sociedad el esclavo no se pertenece a sí mismo sino al amo; el amo puede disponer a voluntad
del esclavo, de su cuerpo, de su mente, de su personalidad y sus habilidades.
Cabe distinguir el individuo mismo, su actividad y los objetos producidos por su actividad; pues
bien, en dicha sociedad, el esclavo no es dueño ni de sí mismo (carece de libertad completa, no
puede hacer lo que quiera con su cuerpo, ni con su sexualidad, ni con su mente) pero tampoco es
dueño de su actividad, ésta le pertenece al amo, como también le pertenece al amo el conjunto de
objetos producidos por el esclavo (por ejemplo los objetos de su actividad manual, lo que obtenga
por trabajar en el campo, ...).
Según Marx, lo mismo ocurre en el sistema de producción capitalista: aquí el hombre se hace cosa,
mercancía, usada por el propietario de los medios de producción sólo como un instrumento más en
la cadena de producción de bienes. La propiedad privada convierte los medios y materiales de
producción en fines en sí mismos a los que subordina al mismo hombre. La propiedad privada
aliena al hombre porque no lo trata como fin en sí mismo, sino como mero medio o instrumento
para la producción.
La alienación en Psicología
En Psicología es el estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia
identidad. Se usa este término con referencia a todos los trastornos mentales; se refiere al hecho de
que quien los padece no es dueño de sí mismo, está fuera de sí, "no rige" su conducta, sino que actúa
tan contra sí mismo como si fuera otro quien toma las decisiones por él o por ella.
Esta es la forma culta de enajenación, que tiene como inconveniente el hecho de que no se usa
exclusivamente para nombrar la enajenación mental, sino también para la enajenación de bienes.
Las dos formas han venido a tener más importancia jurídica que clínica, por cuanto que los actos
delictivos realizados en condiciones de enajenación mental (circunstancia que corresponde
determinar a un médico forense) se homologan a lo que antiguamente fue la posesión diabólica.
Es más probable que precisamente venga de este fenómeno el concepto de enajenación o alienación
mental. La simetría es tal que del mismo modo que antiguamente era el exorcista el que certificaba
la expulsión del mal espíritu que tenía dominado al poseso, y en virtud de esa certificación se le
dejaba en libertad porque ya no era peligroso, en la modernidad es el informe del psiquiatra en el
sentido de que el reo ha quedado libre de la enajenación o de la reincidencia en la misma, lo que
determina que el juez decrete su libertad.
Hay un elemento más que configura el concepto de enajenación, y es que del mismo modo que se
enajenan bienes, se enajenaban personas. Y al que había sido enajenado, es decir al que había
pasado a ser propiedad de otro, no se le podía considerar a él responsable de sus actos, en especial si
actuaba bajo la voluntad de su dueño, sino a éste. Es una forma física y jurídica de enajenación.
Remitiéndonos a la etimología del término, se encuentra que Alius, alia, aliud significa otro, otra.
Alienus, aliena, alienum se ha transformado al pasar al español en ajeno, con la misma gama de
significados. Y existe también en latín el verbo alieno, alienare, alienatum, que se corresponde con
los significados de enajenación tanto de bienes como de la mente y del ánimo, aunque con una gama
más amplia. Y el participio perfecto pasivo alienatus, alienata, se usaba ya en latín con el valor de
enajenado, extraviado mental, que no es dueño de sí mismo. Se usaba también este participio en
medicina para expresar respecto al cuerpo humano la insensibilidad (como si los golpes, cortes, etc.
los recibiera otro).
Id quod astrictum est, alienatur, decía Celso: "lo que es sometido a presión, se insensibiliza". Es
evidente que no se le ha asignado a la palabra enajenación y a su cultismo alienación, ningún valor
que no tuviese ya en latín. Se trata en cualquier caso de ser otro, empezando por la sensibilidad
física, pasando por la anímica y acabando en la toma de decisiones. De este modo se considera
alienado al que no es él mismo actuando, sino que es otro (alius, alienus, ajeno a sí mismo).
En la actualidad no dejan de aumentar las circunstancias en las que cada uno no es dueño de sí
mismo: habrán desaparecido las posesiones diabólicas, pero no nos hemos liberado de los malos
espíritus, ni menos del mal espíritu. Ha desaparecido la esclavitud, pero hemos caído en la
alienación de los créditos asfixiantes, de drogadicciones esclavizadoras, de tremendas presiones
insensibilizadoras que han convertido nuestra actividad en alienada.
J. J. Rousseau (El Contrato Social, I, VI), G. F. W. Hegel (Fenomenología del espíritu, el espíritu), K.
Marx (Primeros escritos), J. P. Sartre, H. Marcuse (El hombre unidimensional)
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[1] Un dogma es una doctrina sostenida por una religión u otra organización de autoridad y que no
admite réplica. La enseñanza de un dogma o de doctrinas, principios o creencias de carácter
dogmático se conoce como adoctrinamiento.En su origen el término podía significar también una
norma o decreto emitido por una autoridad, o una opinión característica de una escuela filosófica.
Con el crecimiento de la autoridad de la Iglesia, la palabra adquirió el que ahora es su significado
principal, dogma teológico, del que derivan, por analogía, el resto de los usos habituales. Serían así
dogmas no sólo las verdades de la religión católica, sino las de cualquier otra religión, o cualquier
otra creencia que es proclamada verdad indiscutible.
[2] PIÑÓN G., Francisco. La fenomenología de la alienación y la crítica del fetichismo en el
pensamiento de Hegel y Marx. Dpto. de Filosofía de la UAM-Iztapalapa.
[3] SÉNECA. De Beneficiis, 5, 10: Cicerón. Topica, 5.
[8] MARX. Sulla questione ebraica, en Marx-Engels, Opere, III, Ed. Ruiniti, Roma, 1976, p. 187.
[9] ADAM SMITH. An lnquiry into the nature and causes of the wealth of the Nations, E. Everiman,
Vol. 11, p. 342.
[10] KANT. Principi metafisici della dottrina del dritito., UTET, Torinto, 1965, p. 551.
[11] Ibidem., p. 468.
[12] MARX. Sulla questione ebraica, en Marx-Engels,op, cit., p. 189.
[13] Actualmente, la alienación -como categoría analítica- se encuentra en una crisis teórica debido
a las profundas transformaciones sociales que han dado paso a la sociedad posmoderna.
[14] LACAN J., 1972 "El estadio del espejo como formador de la función del yo...´, Escritos I, Siglo
XXI.