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trábajos de;historiá
ANO DE LA UNION NACIONAL .

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© dé .esta edición:
Instituto Nacional de Cultura ·
Jr. Ancash 390,. Lima i, Perú
Carátula:
Octavio ·Santa Cruz,
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lima. ·- 1977
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. ECONOMIA
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SOCIEDAD .

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LAS PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS .•


( 1~21-1875) 0

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Este trabajo debió ser un prólogo a los documentos
que hemos publicado con el título Cayaltí: Organización
del traba;o en una plantación azucarera del Perú 1875-1920
(Lima 1973). Pero muy pronto se convirtió en un
texto independiente de carácter general y decidimos publi-
carlo por separado. Tal como se presenta forma parte de
un estudio sobre los sistemas andinos de plantaciones.
Fue pulicado con el título • ~ plantaciones azucare-
ras en el Perú ( 1921-1875)", por la Biblioteca Andina en
c_opia mimeografiada (1974).
l. CUESTIONES DE METODO

Esta investigación quiere insinuar algunas hi-


pótesis acerca de la,, formación histórica de .las
relaciones .de trabajo en la ~gricultura at;)!dina de
e:,¡:portación. No se ;trata de escribiJ' la "biogra-
fía de una hacienda" ni la ·historia de un cultivo.
Nuestra intención va más . allá del análisis de esas
ti otras situacion~ particulares. Nos pI'9ponemos
más bien en e1 futuro comparar lo~ diferentes
regímenes laborales que han imperado en las' ac-
tividades agropeou.anas directamente eo;nectadas
oon los mercados mundiales: recolectores liabili-
. tados ( caucho, barbasco), mejorero itinerante ( ca-
fé ~ principios del XIX), aparcero o yanacona
clásico costeño (·algodones),_explotación campesi-
na independiente (pirettro), etc. A base de infor-
maciones concretas . podremos enton~ saber có- •
mo ha funcionado en el Perú, en periodos y re-
giones · diferentes, la. agricultura de ·exportadón y
qué combinaciones específicas se han producido
· entre la coyuntura -económica mundial, · los nive-
les tecnológicos, las disponibilidades nacionales o.
12 PABLO MACBR,A

·\
regionales de mano de obra y el estado general
de la econoaúa interna. ·
Gran parte de nue~ tarea sólo consistirá
en empujar . algunas puertas abiertas. Sa~os
ya que la mano de obra rural empleada por la
caña en el Perú ha pasado por no menos de cua-
tro fases : 1) la esclavitu:d negra desde el siglo
XVI hasta mediados del XIX;. 2) el colono chino
en la segunda mitad.. del XIX; 3) el enganchado
de · la sierra ·.desde fines del XIX; ~) . el trabaja-
dor definitivamente proletarizado en los prime-
ros decenios del siglo XX. Ninguna novedad trae
esta periodificación que día tras día viene sien-
do confirmada por nuevos estudios. Podemos en-
contrarla en la monumental Historia de la Repú-
blµxi del Pero de Jorge Basadre, que tantos usan
sin citar. Así como en todos aquello~ que se han
ocupado directa o indirectamente de la historia
del trabajo en el PeirÚ durante loo siglos XIX y
XX ( P'az Soldán, Estevas, Dávllllos, Garland, .Ul:l.oa,
etc.) . A pesar de su exactitud general esa clasi- ·
ficaci6n necesita sin embargo ser manejada con
prudencia. En primer término, la cronología que
sugiere, está -lejos de ser válida a escala nacio-
nal peruana. Sólo es aplicable a ciertas regiones
('OOsta) y cultivos. Aunque -lo veremos en otra
ocasión- es p~ble 411e así. en el Perú como en
otras partes haya habido y ~ a un proceso ge-
neralizado que va desde forma.si arcaicas de re-
lación laboral ( esclavitud por ejemplo o servi-
du~bre) hacia categorías modernas e imperso-
nales qu,e ·conducen al obrero agrícola. Por otro
lado, no podemos limitamos a enunciar una suce- ·

, .
. PLANTAC!ONES AZUQ.RERAS ANDINAS 13

sión de tipos de trabajo. Niecesitamoo, ppmero,


. de una casuística histórica · que la someta a prue-
ba y descubra •sus variantes y, a:demás, de una
· complementación con~p:tual. Lo que m~ intere- -
sa, para todo· pensamiento científico, no ~ _e l
producto final, losi "resultaddS'', sino el proceso
de ·formación y dentro de ese_p~Q aquellas
transicion~ que evidencian la coyuntura crítica
de las diversas estructuras en juego, así como
los cambios que sufren esas estructuras ( la "des-
estructuración" ). Es qecir: ¿Qué factores deter-
minaron }a sustitución de una modalidad de traba-
jo por otra?_ ¿Cómo fue instrumentado el cambio
que condujo a los 1:iacendados· desde la explota- .
ción de los es<?lavos hacia la más refinada y ·has-
ta más dura explotación del proletario rural? ¿Qué
-alternativas existieron y por qué fueron proyecta-
da:s y abandonadas? ¿Por qu'é, para ejemplificar,
, la caña no him suyas las soluciones laborales de
' otras •actividade.s agropecuarias de e~~ción co-
mo el algodón y la lana? ¿Por qué no hubo un
yanacona del 08.ijaveral azucarero? ¿Y, a la inver-
sa, a qué se ha debido la especúfica asociación •
entre yanaconaje y algodonales? ¿Sería legítimo
llamar a 1~ a:lgo·donales peruanos "plantaciones
. frustradas"? ¿Qué causas impidieron que· en el
Perú se genera!lizar'a el modelo de los Ingenios
Centrales?
El estudio de todos esos probíemas va a per-
mitir el planteamiento ~e cuestiones de un orden
teórico· más ·general.· Es científica y política.men-
te muy imp~rtante explicar la_aparente paradoja
que dep.tro de un sistema, como la plantación azu-
i14 PABLO MACERA

carera, ha tolerado la más avanzada y moderna


estructura empresarial de tipo capitalista con al-
gunas de las relaciones $0ciales más ·arcaicas de
tipo precapitalista. .Alrededor de 1900, por ejem-
plo, los Aspíllaga, propietarios de un · cañaveral
en el nórte del Perú, mantenían correspondencia
comercial con la Casa Kend'all de Liverpool. Uno
de ellos, Ismael, observaba en Francia las venta-
jas . del cultivo intensivo. Otro viajaba a Valpa-
raíso para· estudiar la. ampliación de mercados.
Pagaban sueldo a un técnico inglés para que los ·
aiconsejara sobre la mod~ción de Cayaltí y
se dedicaban por afición a la crianza de caballos
de carrera. Pero ail mismo tiempo enviaban car-
a
tas M~rino de Piura, Medina, Barrantes Ho- . y
yos de Cajamarcll. paxa que les consiguieran "so-
corridos'' serranos; pagaban a esos engan-chados
en dinero sólo el 10% de sus salarios. Tenían
además yanaoonas para los pastos y el arroz y
hasta rezagos envejecidos de colonos chinos. ¿Có-
mo hacía esta gente para conciliar todas esas
modalidades y que fuera operativo el 00D4unto?
¿Cuál era la red que a través de Oayaltí ( como
de Pomalca y Casa Grande) vinculaba Liverpool
con la sierra peruana de Cajamarca? ¿De qué mo-
do se juntaban el siglo XX y la eda:d -neolítica?
Nos encontramos, según estas reflexiones, aden-
tro, en la hondura del Perú, ,pero también afuera
·y más allá del Perú, a un nivel que interesa a
todos aquellos países donde -el capitalismo ha si-
do un fenómeno invasor externo en vez de produ-
cirse por una evolución interior. Porque tal co-
Y\llltura ha determinado una específica articula-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
15

ci6n ( P. F. Rey, 1968), un escalonamiedto de modos


de producción ( Macera 1968, 1972) que nos impide
caracterizar a las respectivas socledades o a cual-
q~era de sus sectores como moderno-capitalistas
o arcaico-precapitalistas a secas y .excluyentemen-
te. Paxa explicar esas disparidades, m?Strar su
"racionalidad" interna -es decir su ajustamiento y
mediación a ciertos fines- no basta con .hablar de
imperialismo, oligarquía, masas populares, depen-
dencia interna, movimientos campesinos, explota-
j
ción y justicia social. Pues cualquiera que sea la -
· carga afectiva y política asociada a esas palabras
poco valen si no suministran también un esquema
de causaciones concretas o probables y una gene-
ralización que organice tipos y variantes. ·
Con relación al sector. agralrio urge· revaluar
la pertinencia teórica y la validez empírica de
todas aquellas investigaciones que hasta la fecha,
y sobre · todo después de la II Guerra. Mundial,
h3)1 tratado de ~eterizar cada uno de los fac-
tores y -actores de las sooi.edades rural~ depen-
dientes. Dentro de nu.~stro programa inmediato no
podremos considerar sin embargo, por ahora, los
estudios referentes a los sectores y fa9tores · más
tradicionales de las economías anoi.nas. Reitere- ,
mos sin _embargo lo dicho en un estudio anterior:
no debemos exageralr el exacto peso de haciendas
y plantacione$ dentro de la sooi.edad rural perua-
na. Es cierto que el azúoar y el algodón han te- ' 1

tenido durante todo el siglo XX un alto porcen-


taje del valor total de las expo~ci.ones del Pe-
rú.' También es verdad ·que los -dueños -de esos · 1

negocios, fuesen criollos o extranjeros, han sido


PABLO . MACEM
16

durante largo tiempo' ·el grupo de presión nacio-


nal más poderoso en el orden polítioo, económi-
co y social. Pero, de otro lado, no debemos olvi-.
dar que tanto esa~ plantaciones oomo las pro-.
pias haciendas ( modernas o tradicionales) nunca
, llegaron a tener un con.trol absoluto, efectivo y
directo sobre la mayoría ge la población campe-
sina del fyrú. En 1940 sobre una población ru-
ral censada de algo más de .4'000,000 de habitan- ·
tes, sólo vivían dentro de la:s haciendas -inclu-
yendo plantaciones- el 20%. Si bien los más al-
tos porcentajes (78.4% para el Callao; 50,.9%, 45.4%,
40.8% y 34.5% en Lambayeque, lea, Lima y La Li- ~
bertad r-espectivamen~e) correspondían a los de-
partamentos de la zona costeña donde se había ins-
talado de~de antiguo -la agricultura de expo.rtación.
Si pese a estas observaciones preferimos por
ahora estudiar algunos ejemplos de · haciendas y
plantacione~ se debe principalnien~e a nuestra..,
·dificultad~ actuales para obtener i:nfdnnación vá-
lida acerca de los sectores agrioolas tradiciona-
les del mundo· ruldino. Nue.s,tra abstención no in-
.dica ninguna: preferencia! p,ersorud: Ni significa
que los · factores tradicionales hayan, si.do, o sean
hoy, menos. importantes que fo~ modernos para
exp1iéar el pr<>deSO ~ocial económico -del Perú. To- ·
davía más: a) los d~ operan dentro de un solo
campo de intE(naoción que vertebra la economí~
peruana como una sola estructura; b) el compo-
nente tradicional de nlie.9tr.as sociedades no se
aisla y separa del moderno' en· una "zona de refu-
gio" sino que ambos ~ incoxporan ·al interior de •
cada una de las diferentes unidades de produc-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 17

ción agropecuaria, sean haciendas, · pJantaciones,


granias, cooperativas o comunidade.,; campesinas.
Al punto que ·1a división de la respectiva socie-
dad en dos secciones ( una moderna, la otra tra-
dicional) s6lo indica el mayor p~ específico de
u:no de los factores pero no su presencia ex-elusiva.
En cierta medida, por consiguiente, nuestra
omisión resulta compensada, puesto que al estu-
diar el sistema de plantaciones en el Perú nos
hemos d~ referir a un complejo empresarial de
tipo capitalista. donde actúan sin embargo los
componentes tradicionales generalizados' en toda
la sociedad peruana. Pero evitemos desde un
principio las confusiones: ¿A qué estamos lla-
mando plantaciones en el Perú? ¿Por qué no se-
guir hablando, como siempre se hizo, de hacien-
das de caña? La escasa fortuna ,del primer nom-
bre y su reciente adopción por los medios cien-
tífi<:os peruanos son, por sí mismos, un indicio
de que el Perú ha sido una zona· relativamente
·marginal y tardía. dentro de los sistemas inter-
nacionales de plantaciones. Desde luego que las
hubo desde muy temprano durante el ooloniaje
español pero nunca tuvieron el peso y la signi-
ficación que adquirieron en otros países. No es-
tuvieron tampoco esas primeras pJantaciones co-
loniales directamente vinculadas al tráfico atlán-
tico transoceán.ioo. Sus mercados· eran lo·s países
vecinos de Chile, Charcas y Buenos Aires. De
hecho ( P. Courtenay 1900) la plantación fue un
modelo intercontinental asociado a la expansión
europea mucho más generalizado en las colonias
francesas, inglesas. y holande~ que en aquellos
PABLO MACERA
18

dominios españoles, como el Perú, orientados prin-


cipalmente •a la . producción minera. Su distribu-
ción geográfica -mucho más extensa · que la del
feudo- asumió, en palabras de Thompson ( 1956),
la forma de un cinturón de círculos concéntricos
alrededor del eje económico dominante: Europa.
Su núcleo de implantación inicial fue América,
pero no la parte española del Pacífico sur-occi-
dental sino una amplia zona inmediata a los tró-
picos, entre los grados 35 de latitud norte y 30
de latitud sur, comprendiendo el sur de los ac-
tuales EE.UU., las costas del Brasil, las Guaya-
nas y el Caribe ( Mintz 1956). La amplitud de
este ~rritorio y la. diversidad de losi contextos
regiona:les, ha determinado variedades en los sis-
temas de plantaciones. Aunque, como lo ha ob-
servado Stewart, se advierte una cierta¡ regula-
ridad en la estructura social y es posible defi-
nir algunas característica:s comunes, cualquiera
que sea el país y el ctcltivo respectivo: caucho
en Java, algodón en EE.UU., azúcar en Cuba y el
Perú, ar,roz en Burma,, etc. En todos los casos
( según Courtenay, Greeves, Mintz, Stewart, Wolf)
nos encontramos ante empresas agrícolas de ti-
po capitalista destinadas a la producción especia-
lizada en gran escala de artículos tropicales para
la exportación y/ o mercados urbanos, mediante
un sist~ma. llllllOrme de (?ultivo, gran densidad
de capital bajo una dirección centralizada, cierto
grado de tecnología moderna y un sistema de re-
clutamiento, jerarquía y control internos de la
fuerza de trabajo en ténninos de mayor produc-
tividad individual y dedicación exclusiva. Una de-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
19

fioición combinada y enumerativa romo la pro--


puesta no pasa, desde luego, de ser una he.r ra-
,mienta provisionai de · trabajo. No enfatiza en
primer ténnino cuál( es) de los factores enun-
ciados resulta(n) ser prioritario(s). Nada dice
proceso
tampoco acerca -de los roles, el de for-
mación, la posición global y los efecto~ que a
cada sistema de plantaciones corresponde dentlro
del respectivo contextoi ''.nacional" donde opera.
Deja por último _abierta la discusión sobre las
diferencias que existen entre ~ prácticas, com-
portamientos, y alternativas que definen a las
plantaciones y aquell~ otras referent~ _a otras
unidades productoras como haciendas, cooperati-
~ o granjas.
En el curso de este trabajo esperamos po-
der reconsiderar algunas de ~ implicaciones
que en globo están reservadas para una próxima
publicación. .E ntretanto nos limitaremos a plan-
tear una sola de ellas muy brevemente: la dife-
rencia entre pwntación y haciell(W; por ser el
problema que entre nosotro~ se pres:ta todavía ,
a. mayores confusiones. En el caso del Perú esa
confusión proviene menos .de un error de apre-
ciación como m~ bien del hecho que hacienda-
pwntación han formado parte aquí de un conti-
nuum tipológico con numerosas modalidades in-
termedias. Por otra parte muchas de las actuales
plantaciones fueron antes haciendas o, como ha
. observado Mintz en el Caribe, constituyeron sus
territorios por suma de latifundios menores y no
sólo apoderándose de la pequeña propiedad. No
existe ad~ un acuerdo en el ·vocabulario in-
20 PABLO MACHR.A

teinacional 8(:erca del uso de cada unó de esos


nombres. En los Estados Unidos (T. Lynn Smith)
por ejemplo, según la definición censá1, el hacen-
dad~ ha sido ·identificado con el granjero en tanto
que p·equeño o mediano propietario que conduce
directa y personalmente la unidad de producción.
Todo lo contrario pues del hacenda.do peruano
cuyo nombre evooa la figura del poder. Entre
nosotros, aunque no haya habido una definición
explícita por los organismos· oficial~ el crite-
rio empleado. en los ooosos de 1876 y 1940 pare-
ce haber sido ex~usiw.mente el referido ail ta-
maño de la propiedad ,a juicio del funcionario o
del propio dueño. De tal modo que no se distin-
guía ninguna unidad mayor por encima de la ha-
cienda que comprendía así grandes latifundios
serranos dedicados a la ganadería como a planta-
ciones costeñas de caña o haciendas de algodón.
La nomenclatura peruana se limitaba, en cambio,
a mencionar sin mucha precisión a las unidades
menores que la hacienda bajo l~ nombres de
chacras y fundos. La; introduooión ,del término
latifundio desde mediados del siglo pasado tampo-
co añadió ninguna aclaraci~n puesto que convenía
por igual a plantaciones y haciendas.
A · pesar de todas esas inoertidumbre,g n~ca
resultó difícil en el Perú como en otros lugares
reconocer en el uso diario de un lado a la ha-
cienda tradicional y del otro ( aunque a veces
sin designación específica) a las empr~s agrí-
colas modernas dedicadas a la exportación de sus
productos. En esta situación, como en otras, la
tarea científica no ha heoho sino confirmar esa
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 21

clase de conocimientos informa!les, proporoionán-


<loles un · ordenamiento más racionalizado. Como
bien lo ha indicado Stewart si bien hacienda y .
plantación coinciden en la propiedad priváda de
la tierra y bienes de capitatl y en. el empleo de
tiubajadores, difieren fundamenl!almente "por sus
-diversas relaciones con el mercado y con la es-
tructura del poder co!oniaJ y nacional y sus dis-
tintas formas de mano de obra". De acuerdo a un
punto de vism complementario más d~ollado
1 (Wolf, Mintz) es posible precisar aquellas dife-
rencias teniendo en cuenta a) el tamaño del mer-
cado ( relativamente más pequeño para la hacien-
da); b) la intensidad de capital ( mayor en la
plantación); c) las motivaciones económicas de los
propietarios ( que en el hacen-dado incluyen aspi-
raciones de status y no s6Io acumulación de ca-
pitnil) y d) los diversos grados y modos de con-
trol sobre la población trabaja:dora. Desde lue!!:o
que . esta comparación no agota el problema. de
fas respectivas identificaciones. El propio Ste-
wart .ha señalado que ciertas haciendas moderni-
zadas forman .j unto con las plantaciones un géne-
ro especial de empresas que puede ser designa-
do como campo-fábrica. Por otro lado el tamaño
del mercado y la actividad exportadora no bastan
por sí solos ( como lo demuestran los latifundios
ganaderos del Pero) para modernizar totialmente
algunas haciendas. Todavía más: recientemente
Shane Hll'l1t ( 1973) ha propuesto como fa~tor bá-
sico de caracterización, parn plantaciones y hacien-
das, "el gra:do d~ control ejercido sobre la fuerza
laboral", y como factor básico de diferenciación no
22 PABLO MACERA

el tamaño del mercado sino el precio del merca-


do. Hunt se ha esforzado, según ·s us palabras,
en tender un puente sobre la brecha que separa
la tradición de la economía neoclásica sajona de
la escuela sociológica y estructurailista francesa.
Utili:,,a. en parte los trabajos de Shapley y Shu-
bik, con su aplicación de la teoría de los juegos
a ,los problemas de tenencia de la tierra; así
mismo la:s investiga:ciones de Bottomley sobre el
Ecuador. Si bien Hunt niega que existan eviden-
cias de imperfecciones en el mercado, las mi9-
mas que según Bottomley explicarían la baja in-
tensidad del uso de la tierra en ~ haciendas
tradicionales, Hun~ enfatiza por su cuenta la
"falta de alternativas" para el trabajador oomo
un medio principal del control que sobxe él pue-
de ejercer la hacienda, )' destaca las manipula-
ciones que relacionan el tamaño de los minifun-
dios con el monto de los salados a fin de man-
tener el ingreso campesino per cápita a1 nivel
de subsistencia. Nos preguntamo~ sin embargo
la medida en que también asistimos en las plan-
taciones ·a ese mismo vacío de oportunidades o
alternativas para el trabajador, aunque sea valién-
d9se de otros procedimientos. En todo caso Hunt
tiene razón al elegir, como otros lo han hecho, el
gra do y modo de control sobre la masa -laboral
como criterio de caracterización de la hacienda
o la plantación. No estamos mtJ.y seguros en cam-
bio que el material empírico que hn; manejado le
:rntorice todavía a sustituir el tamaño del merca-
do (factor mencionado por Wolf y Mintz) por el
precio del mercado.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 23

Para aplicar estas hipótesis a la realidad


peruana nos falta un largo camino. Habrá que
-anatlizar un número significativo de haciendas y
plantaciones antes de elaborar una tipología ade-
cuada, determinar sus diferencias y las causas
de esas diferencias. Lo poco que por ahora sa-
bemos nos permite negar por lo pronto que exis-
ta una conexión automática entre la exportación
del producto agrícola y el sistema de plantacio-
nes. Toda plantación supone la exportación. Pero
no aJ revés. Puede haber agricultura de expor-
tación sin plantacit>nes. Por lo menos en el Perú
donde la mayoría de los a!lgodonales por ejemplo
nunca han llega:do a constituir plantaciones a pe-
sar de su relación con los mercados mundiaJes.
El producto de ambos cultivos era exportado ca-
si en su totalidad; el resto era vendido a buenos
precios en los mercados urbanos internos. La si-
milar estructura de comercialización no determinó
sin embargo una igual organización empresarial
ni un idéntico régimen -d e producción. Comparé-
moslos rápidamente.

CANA ALGODON
l. empleo de peones li- l . empleo de arrendatarios
bres y enganchados des- y compañeros desde prin-
de principios del XX. Au- cipios del siglo XX.
sencia de yanaconas pa- 2. éstructuras administrati-
ra el cultivo principal. vas muy sencillas.
2. alto grado de compleji- 3 . producción exclusiva del
dad administrativa. producto agrícola prima-
3. integración de la agri- .rio.
cultura con la elabora- 4. influencia local reducida.
PABLO MACERA
24

clón industrial de la ma- 5. administración multi-em-


teria prima. presarial de diversas uni•
4. influencia local decisiva. dades de producción.
5. tendencia a 1a organiza- 6. i:etraso tecnológico.
ción uni-émpresarial. 7. bajas inversiones en bie•
-6. tecnología avanzada. nes de capital.
7. altas inversiones de bie- 8. bajo monto de capital
nes de capital. ciroulante.
8. alto monto de capital 9. empresa de menor esca-
circulante. la.
9. empresa de gran escala.

Las diferencias señaladas pueden ser atribui-


das -a dos series complementarias de factores re-
feridos unos a la situación particular de ca.da
unidad concreta de producción y otros a las con-
diciones propias de la agricultura algodonera o
azucarera como sistemas paralelos pero indepen-
dientes. Los más importantes seman la escala
empresarial y la asociación agricultura-industria.
Al parecer el mercado internacional ( o el mer-
cado urbano interno) sólo ha favorecido en el
Perú el desarrollo del sistema de plantaciones a
partir de una cierta escala empresarial y cuando
la actividad agrícola se ha visto directamente
viru:rulada con la activida:d industrial.
II. LA EPOCA COLONIAL ESPA~OLA:

1ntegración mediatizada a la economúi mundial

La caña y el sistema de plantaciones llegaron


al Perú con la invasión europea del siglo XVI al
finalizar un proceso mundial de desplazamiento
geográfico que había dura-do varios siglos. · Du-
rante mucho tiempo no hubo más caña que la cul-
tivada en Ja cuenca del Ganges "que producía
miel sin ayuda de abejas" elaborando el gur o
gud, jugo de caña concentrado ( Prinsen 1912).
Más tarde se desa!n()llaron las factorías chinas,
que visitó Marco Polo, mientras en Arabia y en
Egipto empleaban ya técnicas por recrista:lización
para purificar el azúcar. Desde el Extremo Orien-
te la caña fue introduci-da en el Mediterráneo.
En el siglo IX era ya conocida en Sicilia y en
'1a -gran provincia árabe de Espafia. Poco des-
pués los caballero~ cruza.dos generalizaron su
plantación en Palestina, · Siria, Antioquía y Chi-
pre. A mediados del siglo ?{V se había extendido
hasta el sur de Francia y 1~ Calab~a comple-
26 PABLO MACEM

tando un arco que incluía además ~l Asia Menor,


Egipto, Trípoli, Tún~ y Mam1ecos. Poco antes
de la conquista de Amérioa. se produjo un des-
plazamiento decisivo: la caña pasó del Medite-
rráneo al Atlántico ganando las islas . de Madei-
ra, Azores, Cabo Verde, Santo Tomás, Príncipe,
A~obin y· Canarias.
No sabemos aún cuánto y qué de toda esa
experiencia fue introducida en América por la
expansión europea. Es probable que la magrútud
espacial del nuevo continente y el gran vacío social
de la conquista absoluta fueran factores combi-
nados que promovieron · el desarrollo en gran es-
cala de modalidades que el cultivo de la caña
sólo había conocido hasta entonces en menor
cuantía. La oaña ganó sin embargo los grandes
espacios americanos en -condiciones iniciales no
del todo favorables. Dmante el último tercio del
si~lo XV y la primera mitad del XVI los precios
del azúcar habían bajado en los mercados euro-
peos con relación a los promedios alcanzados en-
tre 1401-1470. La gran expansión se produjo du-
rante el siglo XVII con el explosivo desarr9llo
de las plantacione,g -en la zona del Caribe. Es
cierto que los altos precios del azúcar durante
los años 1623-1644 en la bolsa de Amsterdam
. nunca más se repitieron durante ese siglo y sólo
fueron superados a principios -del siglo XIX con
las guerras napoleónicas. Pero entretanto las
plantaciones americanas mantuvieron altos már-
genes de utilidad debido a un aumento en el vo-
lumen de ventas y una reducción de costos.
PLANTACIONES AZUCARERAS ~NDINAS 27

El Pení, como hemos dicho, no participó de


este gran mercado mundial y la producción de
sus cañaverales quedó arrinconada durante toda
fa época colonial en las costas del Pacífico Sur.
Por otra parte el desarrollo de sus plantaciones
era todavía a fines del siglo XVIII muy infe-
rior -al de los otros países americanos. Por en-
tonces su producción total de azt'tcar no supera-
ba las 500,000 arrobas. Cifra inferior a la que
Brasil había obtenido dos siglos antes y cinco
veces menor que la d~ Cuba. La brecha resulta
mayor si comparamos a las plantaciones perua-
nas de esos años ( 1785-1795) con la producción
de las -colonia.si francesas (93,045 tns. ), inglesas
( 78,020 tns. ) y danesas (20,550 tns.) . Ninguna de
estas. comparaciones debe sin embargo hacemos
olvidar la importancia local, en ténninos económi-
cos y sociales, de las plantaciones azucareras en
el Perú. El monto de los oapital·es invertidos fue
cafoula:do a principios del siglo XIX entre 37 a 4ü ·
millones de pesos ( Gaspar Rico 1813) si bien
algunos cáJculos más moderados, a nuestro pare-
cer demasiado prudentes ( Garland 1896), han re-
bajado esa cifra hasta los 20 millones de pesos.
La rentabilidad de estas inversiones era conside-
rada una de las más altas del sector agrícola
colonial, junto con los viñedos. Mientras la renta
promedio de la tieiira en el Perú variaba entre
un 3% - 5%, correspondía a los cañaverales entre
un 7% - 10%; los mejores podían rendir h ~
un 17% del capital invertido.
En cuanto a la extensión y el tipo de unidad
de producción de la caña hay que evitar el ana-
28 PABLO .MACER:A

cronismo cie proyectar sobre la época colonial


las condiciones que prevalecieron más tarde du-
rante el siglo XX. No debemos en consecbencia su-
gerir que durante el siglo XVIII hubo una asocia-
ción general, permanente y absoluta entre cañave-
rales y gran extensión. Hubo desde luego grandes
latifundios y grandes 'COncentraciones de capital
oscilantes entre los 100,000 y 1'200,000 pesos. Pe-
ro también eran ·muy frecuentes pequeñas ex-
plotaciones de tamaño casi famiili:ar. En Saña y
Lambayeque por ejemplo un visitador oficial res-
ponsabilizó en 1767 a los "trapicichitos" de indios
como la causa del abandono de varias haciendas
( entre las que mencionaba Caya:ltí). Asimismo
para la sierra norte, los Cabezones de alcabalas
mencionaban en Huánuco ( 1754): "Huertas de ca-
ñaveraJ.", "cañaveralcitos", y "pedazillos de caña-
veral". La distribución geográfica de la caña ade-
más no coincidía exactamente con la que se im-
puso más tarde, desde la segunda mitad · del si-
glo XIX. Los valles de Trujillo ( 13,000 arrobas)
y de Saña-Lambayeque (16,000 arrobas) eran los ,
de más baja producción en la costa y hasta in-
feriores a las plantaciones serranas de Abancay
( 35,800 arrobas). En ora.en de importancia po-
dríamos señalar con Lequanda y Garland ( 1793,
1896) las zonas que aparecen en el cuadro l.
El gran núoleo estaba compuesto por los va-
lles inmediatos a Lima, desde Chancay a Cañete.
La mayor parte de la produoción peruana era
destinada al consumo interno. Y sólo algo más
de un tercio (150,000 arrobas) se vendía a los
mercados externo~. En cuanto ~ la organización
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 29
CUADRO 1

Producción anual de azúcar. Perú fines s. XVI 11

arrbs.
ll costa central (desde el Santa hasta Lomas)
y sur chico .. . .. . . . . . ... .. . .. . . . . 3~0.000
2) sur grande (Camaná, Tam_J;,o) 70,000
3) Abancay . . . .. . . . . 35,600
4) Saña-Lambayeque . . . . . . . .. 16,000
Sl Trujlllo . . . . . . . . . . . . . . . . .. 13,000
6) Cuzco y otros valles de la sierra 24,200

TOTAL . .. 509,000

de esta industria azucai:era colonial no qu1S1era


repetir lo que ya he dicho en diferentes estudios
de 1965 en adelante. Podrla ~ s e en los si-
guientes puntos:
l . Las grandes 1.midades de producci6n con-
trolaban íntegramente el ·comercio exterior del
azúcar. Sus propietarios constituían, asimismo, el
grupo de presi6n más importante a nivel econ6-
mico y político de -la colonia. Pertenecían a,de--
más, o estaoon vinculados, a la aristocracia, el
_alto comercio, la ad~ci6n pública, la uni-
versidad y la minería.
2. La modalidad predominante de trabajo era
la esclavitud asociada en algunas regionas ( Cuz-
co, valle de Santa Ana) a for.ma~ •de ~dumbre.
30 PABLO MACER&A

3. Además del cultivo princip·aJ (caña) las


plantaciones tenían cultivos asociados o comple-
mentarios ( panHevar, pastos) para el autoabaste-
cimiento y la organización del transporte.
4. La tecnología de las plantaciones peruanas
era arcaica en ténninos generales. Las más de-
sarrolladas eran muy inferiores a sus equivailen-
tes en otras partes del mundo.
Aproximadamente esta situación se mantuvo
en el Perú después de ,l a Independencia hasta
por lo menos, 1860-70. Por enton~ se habían
ido produciendo fuera del Perú cambios funda-
mentales en el cultivo de. la caña y la elaboración ·
y comercio del azúcar. Cambios que a largo pla-
zo afectuon las estructuras de la producción pe-
ruana, aunque al momento de ocunir no parecie-
ron infiluirla debido ·a!l. relativo aislamiento de
nuestra · economía agrícola, que en el mejor de
los casos sólo se relacionaba con un mercado
provincial como Chile y Argentina. A · escala
mundial uno de los hechos decisivas fue el au-
mento del consumo per cápita de azúcar, desde
mediados del siglo XVIII. Este fenómeno había
sido de mayor magnitud en Inglaterra donde la
primera revolución industria!l elevó los ingresos
y estándares de vida de ciertos sectores urbanos
determinando mayores demandas y una recalifi-
cación del consumo. En 1760-69 el consumo de
azúcar del Reino Unido era de 8 libras por cabe-
za; entre 1810-19 se había elevado a 17 libras.
Los precios internacionales habían conocido de
su lado un -alza excepcional desde fines del siglo
XVIII debidq a -~ guerra~ europeas y el blo-
\
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 31

queo francés. A partir de 1820 sin embargo esos


precios iniciaro~ una fase de estabilización con
altibajos que se definieron a fines de fa década
de 1840 como una tendencia a la baja de larga
duración durante toda la segunda mitad del siglo ·
XIX. Aquellos productores de caña que tenían
conexiones más inmediatas con los mercados mun-
diales supieron aprovechar en unos casos las
ooyunturas favorables y en todas las situaciones
demostraron una extraordinaria versatilidad para
adaptarse a las circunstancias procurando redu-
cir . sus costos unitarios y aumentar los rendi-
mientos en el campo y la fábrica. En el orden
tecnológico las plantaciones ~ modernas ( en-
tre las que no estaban las del Perú) empezaron
'desde 1754 a usar al, rodillo horizontal ( Deerr
1949). Poco. después ensayaron la aplicación de
las máquinas de vapor. El primer intento fue he-
cho en Jamaica 1768. La experimentación fue di-
ficultosa pero ya a fines de1 XVIII se había
demostrado su éxito en Cuba donde en 1808 exis-
tían 25 máquinas a vapor en diversos ingenios.
La difusión de esta téonica fue sin embargo muy
len,ta. Al Brasil llegó en 1813, a EE. UU. en 1822,
a la India entre 1836-45 y a Java en 1838. El Pe-
JTÚ la importó muy tardíamente en la década de
los años 1860.
Menos publicitada pero de igual importancia
fue la búsqueda y adaptación de nuevas especies
de caña. Hasta finales del siglo .XVIII todas las ·
cañas del continente americano, desde el Perú
hasta Cuba y los EE.UU. eran variedades del
tipo sin~ y barberi. Pero en 1791, gracias a
32 PABLO .MACERA

Bligh, Jamaica empezó a cultivar variedades de


Saccharum offinarum L. ( Ochse 1961). Las cañas
de· Bligh eran al parecer originarias de una zona
del Pacifico Sur oon su probable foco en la Nue-
va Guinea. Esta caña con sus diversas varieda-
des ( Bourbon, Lahaina, Caña Blanca y Otahiti)
fueron rápidamente reemplazando a las cañas
colombinas y similares. ·
Todo este proceso de d~brimientos y adap-
,taciones permitió a la caña enfrentar- con éxito
1la competencia, por entonces débil, que le había

iniciado la betarraga. 4 posibilidad de extraer


azúcar de la betarraga había sido demostrada
desde mediados del XVIII (1747) por Margraff
quien obtuvo los primeros cristales en laborato-
rio. Pero sólo fue 2.5 años -más tarde que su dis- .
· clpulo Achard consiguió apoyo oficial para dar
un desar-rollo comercial al desc;ubrimiento. Aún
entonces la · betarraga no constituía un recurso
supletorio y oompetitivo en gran escala para el
azúcar de la caña. Hasta que Napoleón ordenó
en 1811 su sembrío obligatorio en 79,000 acres
( 32,000 hectáreas) para compensar la _carestía
del azúcar pr~vocada por el bloqueo continental
que él había decretado. A -partir de esa fecha
ila betarraga avanz6 lenta pero seguramente .so-
bre los grandes mercados europeos. Durante todo
el siglo XIX hubo un activo proceso de experi-
mentación ( selecciones genéticas de .Vilmorin, po-
lariscopio de Biot, difusiones de Donsbale y Ro-
bert) mayor al que ocuma. en las plantaciones
de caña. Hasta mediado~ del siglo XIX sin em-
...
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 33
'
bargo la betarrága había captu:ra:do m~mos del
10% del mercado mundial de azúcar.
E•l Perú e.mivo casi al margen · de estos pro-
blemas y desan:ollos ~ a 1821-24, puesto que has-
ta esas fechas el aparato colonial mediatizaba,
-l as relaciones con el ex:terior determinando una
menor integración de la agricultura peruana con
los mercados mundiales.. Los productores perua-
nos tuvieron sus propios problemas ~ fueron
de · una magnitud y naturaleza diferentes a los
conocidos por otros pa¡ses azucareros. Fueron <
muy graves por cierto pero pudiefOn ser solucio-
nados con algunos reájustes de los precios ·y del
aparato comercial y casi no afectaron a las téc-
nicas <!e producción.
&as crisis cubrieron un cuarto de siglo
(1795-1824) y ' pueden ser clasificadas en tres . .
grupos diferentes de una misma seriación:
a) Crisisde 1795 ( competencia br-asmeña en
los mercados del Plata)
-b ) Primeros efectos de la Guerra Criolla Ame-
ricana ·( mercados de Chile)
e) Los mercados internos y la Guerra de la
Independ~cia. ·

a) La crisis de 1795 fue originada· por una


real cédula que por vía de ensayo auto~ el
comercio entre Brasil y Buenos Aires. Entre
los productos del intercambio figuraba el azúcar
(4unto con el arroz, café y algodón). Br~ em-
pero entonces a sustituir a:l Perú como provee-·
dor del virreina~or del Plata sobrtf todo eni las
PABLO MACl!RA
34

provincias del litoral y sus territorios inmedia-


tos. No parece haber perjudicado. fa internación
peruana en las provincias m~ cercanas de la
audiencia de Chuquisaca ni tocado para nada el
protegido mercado chileno. Los productores pe-
ruanos sin embargo enviaron una ,reclamación a las
autoridades españolas a través deil Tribunal del
Consulado:
"Que desgraciada suerte 1a del Reino del }!erú que
cuando se debían abrir nuevos canales para que
prosperase; aun se le cierran aquellos peculiares
·conductos que forman mucha parte de su subsis-
tencia. La decadencia a que ha llegado es extre-
mada y un solo dato la comprueba, pues al paso
que en todas las plazas se encuentran compañías
de seguro, sólo ~ Lima y en todo el Reino no se
ha podido establecer un arbitrio tan benéfico y de
común aceptación. Hasta aquí han sido desventa-
tajas las que se han experimentado. ¿Mas, qué po- .
drá en adelante esperarse cesando la exportación
· del azúcar nacional que aniquila a tantos vasallos
americanos y destruye infaltablem.ente el comercio
exterior y 1a Marina Mercantil? ¿No son estos Va-
sallos los que mantienen el Estado sufriendo todas
las cargas y pensiones que les ejecuta la fidelidad?"
En realidad, .po~ más que exagerasen los azu-
careros, la baja de ·sus exportaciones no sólo da-
ñaba sus intereses sino también a otros secto-
res de la economía peruana. Quienes comercia-
ban con ·et azúcar eran al mismo tiempo habili-
tadores de los mineros en un país donde prácti-
camente no .exisúa un verdadero mercado de -cré-
ditos y capitales. Una disminución de los bene-
ficios. de la gran agricultura ·creaba. por consi-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDil)IAS 35

guiente , clificl,lltadesj inmedjatas en la minería.


Aun más: acarreaba un encarecimiento del trigo
en toda la costa· centraj. y norte del Perú; por-
que en el mecanismo de los filetes, el trigo chi-
leno figuraba como mercancía de retomo en los
barcos que Uévaban azúcar para Valparaíso y
Buenos Aires:
b) Los docwnentos disponibles no dicen si
fue o no revocada la real cédula. de 1795. En to-
do caso, a esta ,primera crisis ,siguió o~ poco ·
después, hacia 1810, con las guerras de la In-
dependencia. El az4car peruano tuvo dificulta~
des para ingresar a 1~ mercados de Charcas,
Buenos Aires y Chile. Los productores locales
decidieron entonces buscar nuevos JJ}ercados. En
1810 consi~eron enviar un primer embarque de
. , azúcar a Inglaterra. Pero ·cuando en 1817 quisie-
ron iniciar un tráfico similar con Francia, el
penn.iso ·1es fue denegado porque iba contra los
principios políticos del Imperio. Como no les
era posible ampliar ·y diversificar sus mercados ·
ex:t_eriores, fos· hacendados imaginaron una solu- ,
ción doméstica más expeditiva: conquistar y ·e~-
pandir el mercado 'interno. No se trataba desde
lu~go de vender (¿a quienes?) más chancaqa o
azúcar pues e,l consumo había alcanzado ya su~
ínáximas posibilidades inmediatas. Sino -d e aña-
dir ~ nuevo derivado -el aguardiente- a lós dos ·
ya mencionados. ·Lo que significaba desplazar el ·
aguardiente de uva. Se enlr~taban así los inte-
reses de los cañaveleros de la costa· central con-
tra los intereses de los dueños. de viñas en' el sur.
. Estos últimos tenían además sus propias clifi-
36 PABLO MACERA

c'u:ltades. A principios del siglo XIX habían p~1:-


dido buena parte de las plazas de Guayaquil y
Panamá como consecuencia de la instalación del
E'Stanco · del aguardiente en esos lugares. Sucesi-
voi;.. impuestos · sobre el valor, de las cosechas
(12% en 1777; 2~25% en 1796) y algunos de-
rechos municipales habíán elevado sus costos.
El Estado y la Iglesia dieron la razón a los
productores de uva ordenando que los azucare-
ros se limitaran al azúcar y .:la chancaca. La
réplica fue un comercio clandestino, bajo el pre-
texto de consumo interior en las mismas p~anta-
ciones. Este fue, como veremos, uno de los tan-
tos problemas heredados por la República.
Al revés de ' lo que ocurrió más tarde, a_ fi-
nes del siglo XL"'{, fa industria azucarera penia-
na se limitó durante esta época a buscar solucio-
nes estrictamente comerciales para sus proble-
mas. NQ consideró la posibilidad de cambios tec-
n~lógicos. La única iniciativa registrada fl!.e la
del minero-comerciante español Pedro Abadia,
quien introdujo las primerasi máquinas a ·vapor
para. desaguar Cerro de ,Paseo. Abadia se pro-
puso sustituir la Caña Criolla por la .que él lla-
mó Caña de la In~a. Quiso también difundir el
infortunado Gramalote ( "Yerba Anadia") como fo-
rraje. La Caña Criolla, de •tallos delgados, demo-
raba 30 meses en crecer y además de los cortes
de planta y soca, daba hasta tres resoéas. Era,
según algunos, una variedad de escaso rendi-
miento en los ca:ldos y no había merecido nin-
gún cuidado por parte de los plantadores perua-
nos. La cafia Abadia fue ensayada primero en la
PLANTAqlONES AZUCARERAS ANDINAS 37

costa central pero todavía en la segunda mitad


del siglo XIX no había llegado a cubrir toda el
área cañavelera del Perú.
e) Cuándo 1a guerra llegó al propio Perv
después de 1818, dio un nuevo golpe a los azu-
careros. La economía militar de am:bos · ejérci-
tos ( realistas y patriotas) exigió requi#torias,·
préstamos, cupos · y sanciones. Mientras. que el
reclutamiento convertía en soldados a los traba-
jadores del campo ( esclavos y jornaleros libres) .
La baja de producción •ocasiona~ por la guerra:
fue •parcialmente compensa.da por una elevación
de precios. El quintal de azúcar que había va-
- lido alrededor de.' 10 pesos antes de 1818, subió
hasta 30 pésos. Desconocemos todavía sin em-
bargo cuál fue el movimiento general y el pro-
medio de alza de la inflación ocurrida durante
esos años. Mientras no tengamos una historia
de los precios en el _Petú es imposible por con-
siguiente estimar cuáles fueron las· gaµancias
· efectivas de l~ azucareros.
\
111. LA REPUBLICA MILITAR (1826-185. .. ):
1

Crisis de adaptación_

Después de la •Independencia, y por un cuar- .


to de siglo, hasta mediados del siglo XIX, la in-·
dustria azucarera tuve; lo que llamaríamos una
crisis de adaptaci6n. Esa fue tambjén una c~s
general para toda la economía peruana. Su de-
terminante principal, pero no único, fue el nuevo
tipo de ·relaciones entre el Perú y la econonua
murtdial; lo que a su vez era una consecuencia
de la ruptura del lmpe1io español. Pero con ser
verosímil esta hip6tesis: ,es s6lo tina · generalizá-
ci6n. Conveniente y a la vez p~ligrosa. Ya es
tiempo q~ losi historiador~ nos demos cuenta
cómo vamos tonta y servilmente sustituyendo ~
positivismo elemental, descriptivo y · funcionalis-
ta de la vieja historiografía, por nuevas f6rmulas
mágicas que vistas de cerca nada dicen o dicen
demasiado. "Apertura a los mercados mundia-
les" es nada más que una ·bonita. frase mientras
no pongamos en evidencia su proceso interno de
40 PABLO MACERA

causaci6n. Necesitamos saber de qué modo_con-


creto esa Apertura se relacionó . con otros fen6-
menos políticos y sociales y afectó negativa o
positivamente. al sector agrícola. Habría que•con-.
siderar entre otros los siguientes hechos:
l. Desequilibrios de lo~ intercambios regio-
nales SU:dameri~nos.
2. Exceso de importaciones provenientes fue-
ra del área.' · ·
3. lmportacioñes . agrícolas competitivas de
rlas exportaciones peruanas a ~ merca-
.dos tradicionales.
4. Guerrilla de Aduanas.
5. Conflictos por las hegemonías regionales
( Cuencas del Plata y el Pacífico Sur).
6. Presiones del sistema capita,lista mundi~.
7. Ideologí~ y política de Libre Cambio.
8. Desorganizaci6n administrativa interna.
9: Previo·s condicions.µnientos ecol6gicos . e
hist6ricos.
10. Incluyendo en 9 la estructuraci6n de la
agricultura.
11. Reorganización de ilos mercados de .traba-
jo rural.
12. Fluctuaciones de precios.

No quiero ni puedo · ver por separado cada


uno de esos puntos. Esa tarea • valdría tanto
como una historia entera ·del Pero moderno.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
41

Mal que bien el Orden Imperial español era un


orden. En todo aquello que no afectaba directa-•
mente los intereses metropolitanos el Despotis-
mo Ilustrado había favorecido desde mediados
del XVIII el comercio entre las oolonias. Mar-
gen estrecho pero suficiente para ·explicar algu-
nas prosperidades locales. Losi precios del pro-
ducto ·agropecuario sudamericano en este mer-
cado común prot~do variaban mucho. Al~os
~e hallaban por debajo de los niveles mundiales
( el cuero por ejemplo, ciertas lanas). Pero otros
artículos resultaban · más caros puesto que una
tecnología arcaica imponía altos costos de pro-
duc2i6n y bajos rendimientos del suelo .p·ese a la
baratura de. mano de obra on itlgunos países.
Bast;ó por consiguiente que España desapareciera
como metrqpoli para que cualquier mayor inte-
_graci6n del área, con ese mercado mundial, tra-
jese ahaio ~l precario edificio del mercado in-
tracolonial. Sin el Imperio que unificaba, Améri-
ca no podía seguir funcionando como un todo:
cada uno de los pequeños estados sobrevivientes
tuvo que enfrentar entonces, desventajosamente,
por sí mismo la ofensiva .econ6mica de los pode-
res de ultramar. La balcanizaci6n del . Imperio
español fue una de las causas de la nueva de-
pendencia econ6mica de la América criolla. En
menos de diez a'lios, después . de 1824, muchns
de las exportaciones agi,ícolas que cada uno de
los países sudamericanos 'enviaba a sus! vecinos
fueron parcialmente sustituidas por competidores
, fuera del área: ·
..
42 PABLO · MACE&\

"El azúcar, el tabaco, . el arroz y otros artículos pe-


ruanos se consunúan en Chile que enviaba en re-
tomo trigos, cebos, maderas, carnes .saladas y otras
especies. Nosotros mandábamos a Bolivia, el Ecua-
dor y Centro América licores para recibir en re-
compensa el aiiil y los pesos fuertes. . . Nos vela- - ,\
mos libres de esa fatal con<:urrencia que la liber-
tad ilimitada de comercio ha venido ' a establecer
en el Perú para herir mortalmente la agricultura y
la industria nacional. El limeño y el iqueño ven-
azúcares
dían bien sus · y s~ piscos; el arequipeño
sus· harinas y S'!JS licores; el moqueguano sus aguar-
dientes y el cuzqueño y el puneño no dejaban por
eso de expender sús cocas, sus granos y los sobran•
tes de sus terrenos cultivados. No habla el tremen-
do excedente del vino de ultramar ni el alcohol
de 36 grados ni la harina introducida casi libremen-
te en losº mismos lugares que pueden proporcionar-
la; ni lasgrasf y aceites, particularmente el fran-
cés y genovés que tan ventajosamente combaten
· en el consumo con el nuestro; ni las carnes vivas
y muertas que ya no dejan respirar a 111- industria
pastoril" (Rivero 1845).

Los mismos países sudamericanos alentaron


esta política desatando entre ellos una suicida
guerrilla de aduanas, Ecuador prohibió por un
tiempo la internación de aguardientes peruanos.
Bolivia· consintió que los licores del Perú fueran
casi expulsados por sus equivalentes catalanes y
franceses. Estas _medidas no siempre fueron apli-
cadas por ·un proteccionismo intermitente ( caso
de las disposiciones peruanas de 1826 y 1828) .
Fueron debidas sobre todo a la actuación de tres
factores: a) necesidad de aumentar los ingresos
fiscales mediante las rentas de aduana; b) pro-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 43

pósito de fortal~ al respectivo Estado Nacio- .


nal contra los países limítrofes; c) instrumen-
tar presiones para negociar v~ntajas en los acuer-
dos bilaterales de comere:i,o.
Estos fenómenos de alcance continental com-
binados con la9 situacion~ de carácter interno
afectaron desigualmente a los diferentes secto- ·
res de cada economía amei.icana. Por más que
sus efectos -multiplicados alcanzaron a · todos
ellos, podemos sugerir una escala de sensibilidad
económica en que los mayores efectos éorres-
pondieron a los sectores 1) más relacionados
con la economía internacional; 2) mejor 'integra-
dos dentro de la respectiva economía nacional;
3) y en función directa a su importancia dentro
de ella; 4) con mayor indice de ,monetización y
5) comparatl:vamente menos tradicionales dentro
del arcaísmo general del continente. En otro
estudio ( P. Macera: "Estadísticas históricas del
Perú. Vol. Ir'. 1973) he aplicado e·stas hipóte-
sis al ,análisis comparado de fa minería y la
agricultura peruanas del siglo XIX. Basta por
ahora r~ferirnos al s~or agrícola. Un buen
indicador de sus problemas durante este perío-
do lo encontramos en el descenso de la renta de
la tierra. A principios del XIX el promedio de
esa · renta llegaba enb·e nosotros' al 5%. Desde
luego, había profundos desniveles por cultivos
y regiones. Ya hemo~ visto -cálculos de Rico y
de Garland- que los-rendimientos más altos co-
rrespondían a -los cañaveleros. Pu~ bien, a me-
diados del XIX esa tasa general del 5% había
bajado hasta el 2~% se~n Rivero ( 1845). ¿Exa:
44 PABLO MACERA.

' . '
geración? Es posible. Pero otros infor-mes ( ma-
triculas de contribuyentes, inventarios· de heren-
cia); dan estimaciones apenas más bajas.
El caso de las plantaciones peruanas. de caña
ilustra bien todo ese proceso. · Para simplificar
la exposición propongamos una cronología:
1: 1824-1829: continúa la tendencia alcista de
la guerra.
2. 1829-32: baja de prE:clos.
3. 1832-39: ·dificulfade$ con el mercado chi-
leno. ·
4. 1835: primer ensayo republicano de expor-
tación , azucarera a Europa_
5. 1839: ensayos de' modernizació'n.
6: 1~185. . . : reorganización del mercado de
trabajo rural.
Imnediatamente después de la Independencia
los caña.veleros gozaron de una coyuntura favo-
rable. Los precios continuaron subiendo y el
quintal de azúcar llego a vltler 50 pesos a prin-
cipios de 1829. Se · había normalizado también
parcialmente el tráfico con Chile. Pero los ha-
cendados, con excesivo optimismo, especularon
con esta, tendencia alcista. Contrajeron presta- ·
mos a fuerte interés pa.rn rehabilitar sus pro-
piedades y creyeron que les <;<>nvenía aumentar
el volumen de, producción por encima de los ni-
veles pre-1820. Muy pronto se vieron envueltos, ·
sin embargo, por un movimiento deflacionario..
Los precios bajaban y a fines · de 1830 el" quintal
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS

de azúcar sólo valía 8-12 ·pesos. En esos mo-


mentos el superávit de la producción nacional
llegaba a 35,000 quintales;- Los hacendados con-
fiaban con vender ésas y mayores · cantidades· a
Chile. Pero, entre 1827-29, fracasaron las nego-
ciaciones para f4-mar un tratado comercial en-
tre Chile y Perú. Valparaíso y el Callao inicia-
ban además. una batalla oculta por el dominio
portuario del Pacífico Sur. Ese conflicto ·preci-
pitó más tarde dos guerras internacionales ( Gue-
rra de ·la Confederación, Guerra del Pacífico) y
era en realidad la disputa entre d<?s poderosas
oligarquías ( limei?.a y santiaguina) que busca-
ban una 'ilusoria hegemonía regional que ~ermi-
n(, en las manos de Inglaterra primero y · d~-
pués de los EE. UU. A esa~ alturas, apena~
firmada la Paz de Ayacucho, y en medio de una
dífícil i-econversión económica, Chile supo usar
sus ventajas. El Ministro Portales decreto en
1832 un impuésto discriminatori~ de 12 pesos
sobre cada quintal de azúcar peruana. Muy pion-
to el Perú vio cómo su antiguo mercado chileno
era solicitado por los azucareros de Brasil, Cuba
y las Antillas. Entretanto el Perú casi no pudo
( aunque quiso) tomar represalias. "Continuaba
viniendo el trigo chileno a nuestros puertos -re-
cuerda un testigo de la época- por la sencilla
razón de que nosotros no teníamos de donde re-
cibir trigo y los chilenos sí tenían de donde re-
cibir azúcar".
Hasta 1839, durante todo el tiempo de la
Confederación, siguieron . errq>eo1•ando · las rela-
ciones con Chile. Los. cañaveleros peruanos bus-
PABLO MACEU
46

caron otras salidas. Como a principios del siglo


XLX: volvieron a pensar en diversificar sus mer-
cados dentro y fuera del pajs, En: 1835 la Casa
Gibbs exportó a . Inglaterra~ por vía de experi-
nientación, 280 toneladas de azúcar peniana. El
negocio no prosperó. Mejor suerte tuvieron ·en
cambio al disputar con los. viñedos la elabora-
ción de bebidas alcohólicas. · Esta vez ·el arzo-
bispo limeño _n i siquiera pudo lanzar a_natemas·
ni condenar este comercio desleal. Una· demo-
cracia que se respetaba, un Estado soberano no
podía tolerarlo. En toda la costa las plantacio-
nes de caña empezaron a producir ron. . Desde
un principio · aparecieron especializaciones regio-
nales: el ron del norte servía de combustible
. o _para venderlo a los buques. El ·ron del sur.
falsificaba aguardiente de uva. El ron de Lima
se destinaba principalmente a exportación.- Por
entonces para obtener un quintal de aguardiente·
de 28-30 gr,ados . se empleaban 16 arrobas · de
miel. Si calculamos · real y medio por arroba y
10 reales por quintal de destilación, el costo fi-
na:l era· de 5 pesos ·por quintal. Esta suma 4ebía
ser todavía reducicla. Los cañaveleros peruanos
no p.r~endían competir co~ lbs productos ex-
tranjeros ( 36-40 grados). Ni siquiera igualar a
'los mejores o similares locales ( 20-22 grados).
Les bastaba mantenerse al promediq de los aguar- ,
dientes de uva ( 17-18 grados). Por consiguiente de-
bilitaban sus ca:ldós hasta la mitad.
A partir de 1839 la industria azucarera pe-
ruana ingresó a una fase de recuperación. El
hecho positivo más. visible fue la reapertw:a del
PLANTACIONES AZU~ERAS ANDINAS 47
· mercado chileno. Pero éontaron también otras
causas: a) los _grandes propietarios tuvieron en-
tonces más poder que nunca apoyando con fran-
queza el conservadorismo de Gamarra y explo-
tando después la rivalidad entre los caudillos
.militares;- b) . al mismo -tiempo ·consoli~aron sus
vínculos con las casas comerciales extranjeras
residentes en · el Peiú, asegurándose el crédito
para sus operaciones agrícolas; c) por último
agilizaron su mentalidad empresarial. Supieron
aprovechar la experiencia adquirida durante ·los
diez años de crisis ( 1830-39) compren<:1,iendo que
debían jugar en grande las · cartas de su iI_it":·
gración a los mercados munQ.iales. Detengámo-
nos por un momento en este último factor. Lo
hacemós sin temor pero con riesgo porque así ·
la historiografía conservadora como la historio-
grafía seudo-marxista ( no la verdaderamente
marxista) · desprecian estos fenómenos ( "super-
estructurales") calificándolos alegremente d~ pro-
blemas secundarios de psicología •colectiva. He
aquí . un peligroso vacío. histórico. La ciencia
de las saciedades no puede limitarse. a compro-
bar la ocurrencia de . hechos. a nivel de las es·
tiucturas económico-sociales. · D·e be también ex-
plicar su gé~esis. . Lo cual significa poner en evi-
dencia la interacción entre estructuras y super- ·
estructuras. No basta con hablar ·de "intereses
de clase". 'Es necesario--indicar cómo se' h·ami-
tan esos intereses. Dentro de este programa ca-
be un lugar prioritario a la Teoría e Historia
d'e las Decisiones que cada grupo social ejecuta.
Lo que a ~ vez ~pone un· análisis de las co-
48 PABLO ~1ACJ::Rñ

nespondientes ideologías, es decir de 1~ imá-


genes y justificaciones elaboradas para promo-
ver un comportamiento social concreto. Precisa-
mente para poner en . evidencia la predetermina-
ción, la nece~dad histórica, de ese comportamien-
to. · Sin ,un estudio de los procesos de mediación
toda historia• s~a una teología. En otras pa-
labras; necesitamos saber lo que pensaban de sí
mismos y de sus .intereses los grandes azucareros
pe:r;uanos. . De qué modo esta ideología armoniza
o no con otras del sector agrícola. Cuál~ eran
las opciones dentro del sistema dado. Para enton-
ces reconstruir la integridad del proceso.
La definición b~ica ·del grupo agrícola do-
minante puede ser expresada en función de va-
rias preguntas: ¿Cuál era el rol del · Perú dentro •
de la moderna división internacional del trabajo?
¿La República debía ser económicamente igual a
la Colonia? ¿El futuro del · país estaba en la in-
dustria o en la a~culturai' ¿Qué clase de ~ -
tegra,ción a los mer~dos mundiales convenía
más? ¿Q~é política adoptar a corto plazo: Libre
Cambio o Proteccionismo? Todas estas cuestio-
nes fueron debatidas desde los prim~os años
de la República. El punto de vista industrial
fue durante esos años el más débilmente repre-
sentado. Es cierto que durante los años 1840 hu-
bo algunos proyectos para montar una manufac-
tura moderna en el ramo textil ( Casanova 1845).
Pero no tuvieron mayor éxito. La posición oficial
había sido definida diez años antes ~r el minis-
tro José Maria Pando cuando con pesimismo ha-
bía rechazado toda posible industrialización. En-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 49

tre ·los años 1850-1880, hubo, como ha demostrado


Basadre, uri "industrialismo enano". Pero en ge-
neral prevalecieron las opiniones de quienes con-
trolaban los sectores primarios de la econorrúa
nacional ( minería, agricultura). En el caso de
la agricultura no hubo, sin embargo, durante este
período un pensamiento unificado. Los propieta-
. rios de viñedos defendieron casi siempre una po~
-lítica proteccionista que era la conveniente a sus
intereses_. El libre cambio significaba en su caso
la liquidación económica. Uno de sus voceros de-
cía a mediados de siglo, repitiendo a un econo-
mista español: "Yo también profesaría (las doc-
trinas del libre cambio) si fuese inglés o si mi
patria estuviese tan adelantada en la carrera de
la industria como Inglaterra". Los azµcareros en
cambio fueron más cautos. Apoyaron circuns-
tancialmente ciertas medidas proteccionistas. Al-
gunos de ellos, a título personal, disertaron so-
bre sus beneficios. Pero en su mayoría se incli-
naban sólo pdI1 acuerdos preferenciales con sus
países clientes. Hasta que ya en la segunda mi•
tad del XIX y durante todo el siglo XX se d~
clararon campeones del Libre Cambio.
Pero todos coincidían en que el comercio
exterior podía tener un. efecto positivo sobre la
agricultura nacional. Hasta los mismos refor-
mistas partidarios de la pequeña propiedad sus-
cribían esta opinión. Un buen testimonio de to-
da esa compleja y a veces contradictoria actitud
fueron las Consideraciones sobre la agricultura
de Carlos Ledos (Lima 1847). Su autor aconse-
faba nuevos sistemas de tenencia de -la tierra
50 PABLO MACEAA

( horticultura, colonización), cambios tecnológicos


( pozos artesianos, inigación, arados diferentes) y
la introducción de nuevos cultivos ( añil, café) .
Pero sobre todo planteaba una teoría general
sobre el desarrollo del Perú en función de la
agricultura. Ledos estaba convencido que la agri-
cultura de autoconsumo equivalía a pobreza
mientras que la conexión con los grandes merca-
dos era un pre-requisito para mode,:nizar la agri-
cultura. . En consecuencia debía planificars~ los
cultivos a escala nacional en función del trans-
porte escogiendo productos d(' alto valor y bajo
volumen en razón directa de la distancia. Sólo
cuando el Pení hubiese asegurado una agricultu-
ra de altos rendimientos podía ensayar su in-
dustrialización. Esa le parecía una ley históri-
ca de valor universal. "De pastoras, las nacio-
nes se vuelven agricultoras y cuando tienen una
gran población y sobrados productos se hacen
manufactureras". La industria por otra parte no
s_ólo venía a ser un recurso históricamente pos-
terior a la agricultura, . sino también una estruc-
tura dependiente de aquella para todos los efec-
tos incluyendo su ubicación geográfica: Si EE.UU. .
había logrado un desarrollo indusbial se debía
a sus largos períodos invernales sin ocupación
agrícola. Por esta razón creía Ledos que si en
el Pení aparecf_a n complejos fabriles en el futu-
ro habrían de estar en el interior de la sierra
"en los puntos de bajos recursos agrícolas".
Es dentro de ese contexto que debemos en-
tender el proceso de modernización relativa que
se produjo en algunas de las empresas agrope-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDlNAS 51

cuarias peruanas de tipo exportador. Desde lue-


go esa modernización varió según la respectiva
actividad, en función principalmente de la renta-
bilidad del cambio y las facilidades de crédito.
Los latifundios serranos productores de lana fue-
ron los más rezagados. El único hecho a men-
cionar fue el de los· grandes ganaderos de Puno
( Romaña, Campos, San Román, Núñez) quienes
en 1840 introdujeron merinos españoles para me-
jorar sus cabañas. Esto mismo terminó en un &a-
caso: por falta de vigilancia sanitaiia· preventiva
no advirtieron que los merinos venían "apiojados".
Muy pronto se produjo una gran mortandad en
los ovinós locales. · En la agricultura costeña el
sector más retrasado fue. el .de los algodonales.
Los nueve principales valles donde ~e le produ-
cía (Piura, Casma, Santa, lea, Nazca, Camaná,
Tambo, Saina y Azapa) no totalizaban más de
40,000 quintales al año; todos trabajaban en con- •
diciones arcaicas. Eran prácticamente descono-
cidas 1~ máquinas! de despepitar y prensado.
Las pocas innovaciones fueron debidas aquí a
Domingo Ellas en sus. propiedades de lea. Los
cañaverales, después de todo, dentro de esta re-
signación tradicional, demostraron mayor ~da-
tiva, con la renovación de su~ trapich~, hornos
y calderas.
Lo que no fue removido y quedó prá_ctica-
mepte intacto- fue la estructura . social interna
de las plantaciones. He aquí, como dijimos en la
Introduoéión, una de las paradojas aparentes del
sistema. capitalista mundial_: la conexión entre la
agricultura peruana y los mercados mundiales po- .
52 PABLO MACERA

día exigir una modernización del proceso de co-


mercialización y estimular cambioSl tecn~lógicos,
pero por sí misma esa conexión no suponía que se
modificaran las relaciones sociales de tra:bajo.
Continuaron la esclavitud en la costa y la servi-
dumbre en la sierra. Lo que es más, esos regí-
_menes se agravaron tanto cuanto mayor fue la
demanda del respectivo producto agropecuario.
Lo dicho vale con toda evidencia para el período
que estudiamos, a .partir de 1824 hasta 1854 fecha
en que el gobierno .peruano prohibió la esclavitud
en todo el país. Pero puede hacerse extensivo
tanto a esa misma liberación de esclavos de· 1854
como al régimen de trabajo que los reemplazó ( el
tráfico de colonos chinos). Porque, como veremos,
la supresión de la esclavitud no fue un resultado .
automático de la relación "plantación tradicional
peruana-mercado capitalista mundia,l'' sino de una
relación mucho más compleja entre todos los sec-
tores de la economía mundial. La subsistencia de
la inmigración china al Perú, hasta 1874 por lo
menos, indica también hasta qué punto el sistema
capitapsta del siglo XIX pudo funcionar sin alte-
rar necesariamente los sistemas locales de traba-
jo por tradicionales y "pre-capitalistas" que estós
fuesen o pareciesen.
Consideremos primero el mundo social interno
de las plantaciones peruanas sin pretender escri-
bir una historia de la esclavitud en Sud América.
Nos limitaremos a resúmir trabajos de otros au-
.tores ( Távara, Arona, Garland, Romero, Mendibu- ·
ru, Basadre) y algunas investigaciones persona-
les. Al producirse la Independencia política el
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 53
. .

sistema esclavista ·estaba firmemente establecido


en el Perú desde el siglo XVI y su número ha-
bía ido aumentando desde las primeras interna-
ciones oficialmente autorizadas en favor de Piza-
rro y Va(?a de Castro. Los cálculos que dispone-
mos, son los siguientes:

· CUADRO 2

Esclavos del Perú s. XVI - XIX (cifras aproximadas)

ll Fines del siglo XVI (Cronista Herrera) ·. . . . 20,000

2) 1630 (Virrey Chinchón) . . . . . . . . . 30,000

3) 1795 (Virrey Taboada) . 40,336

4l 1821 (San Martln) ... 41,228 -

(Garland 1896)

Algunas de estas cifras pueden ·ser relacionadas


con los principales ciclos de la economía colo-
-nial peruana: 1) acumulación primitiva de la Con-
quista ( tesoros incas, primeras encomiendas); 2)
auge de Potosí; 3) expansión_y consolidación de la
gran agricultura a mediados del XVII y estruc-
turación del comercio monopolista; 4) desplaza-
miento de la minería a la zona central del Perú·
/

54 PABLO MACER:A

( Cerro de Paseo); 5) reajustes en los sistemas


comerciales. De este modo tendríamos algunas
pistas para fijar en el futuro las diversas fuen-
tes de los capitales empleados en la esclavitud;
indicándonos al mismo tiempo los modos y ten-
dencias de la reinversión hacia· el sector agnco-
la. · Serla este un hermoso trabajo que evidencia-
rla basta qué punto se hallaban interrelacionados
los .múltiples modos de producción vigentes en el
Ferú. Recientes estudios (L. Huertas 1971) pro~
han por ejemplo que para la compra de esc1avos
se utiliz6 también el beneficio obtenido en la ex-
plotación del campesinado indígena ( mitayos, re-
. parto de mercaderías, deudas, ~mercialización de
los excedentes, créditos de las Cajas de Censos) .
En otras palabras para implementar una relación
social de trabajo anterior a los sistemas feuda- ·
les y capitalistas intervinieron y fueron .aprove-
chados excedentes de procedencia muy distinta:
trabajo de las comunidades primitivas, ·servidum-
bre de tipo feudal, capitalismo comercial y hasta
la propia esclavitud.
Cualquiera que fuese el origen de los capita-
les, la esclavitud estuvo directamente asociada.
desde un principio a ·la gran agricultura. De los
41,228 esclavos registrados en 1821, sólo el. 20%
estaba dedicado a tareas domésticas y artesana-
les. De los restantes, casi la mitad ( G8.!rland) o
hasta los 2/3 trabajaba en las plantaciones caña-
veleras. Su distribución geográfica coincidía a
fines del XVIII con la que hemos descrito para
la industria azucarera. ·
r

CUA D RO 3
Perú 1795. Esclavos por Partidos
'
Intendencias Partidos Esclavos Porcentaje
Cercado · 17,SM 60.0
Cañete 3,363 11.2
lea 4,0M 13.4 '
Intendencia de Lima
Yauyos
Huarochirf 84
.. 0.2
Canta
Chancay 3,604 µ.1
Santa 827 2.7
Total : 29,766 99.6
Cercado 1,581 33.4
Lambayeque 1,831 38.B
Piura 8M 18.7
Intendencia de Trujillo Caxamarca 328 6.9
' Guamachuco 79 1.6
Pataz 8 0.1
· Chachapoyas 13 0.2

Total: 4,724 99.7


CUADRO 3 (continuación>
Perú 1795. Esclavos por Partidos
Intendencias Partidos, Esclavos Porcentaje
Cercado 1,225 23.2
Camaná 887 16.8
• Condesuyos 44 0.8
Intendencia de Arequlpa Collagues 29 0.5
Moquegua
~
1,525 29.0
Arica 1,294 24.6
Tarapacá 253 · 4.8

Total: 5,258 99.7


Tarma
Jauja 58 23.6
Caxatambo
Intendencia .de Tarma Huaylas 96 40.6
Conchucos
Huamalies 43 18.2
Huánuco 30 16.5
Total : · 236 99.8
Perú 1795. Esclavos por Partidos
Intendencias Partidos Esclavos Porcentaje

Huancavelica 13 31.7
Intendencia Angaraes . 3 7.3
de Huancavellca Tayacaxa
Castrovirreyna 25 60.9

Total : 41 99.9

Cercado 30 100.0
Aneo, Huanca, Cangayo,
Intendencia de Guamanga Andahuaylas, Lucanas
y Parinacochas --
Total : 30 100.00

Cercado 203 71.4
Abancay Sl. 28.5
A.ymaráes, Calcaylares,
Intendencia del Cuzco
Urubamba, Cotabambas,
Paruro, Chumbivllcas, Tinta,
Quispicanche, Paucartambo.
Total : 284 99.9
58 PABLO MACERA

CUADRO 4

Perú 1795. Esclavos por intendencias

. Intendencias Esclavos Porcentajes

Intendencia de Lima 29,766 73.78


Intendencia- de Trujillo 4,724 11.71
· Intendencia de Arequipa 5,258 13.03
Intendencia de Tarma 236 0.58 :
Intendencia de Huancavelica 41 0.10
Intendencia de Guamanga 30 0.07
Intendencia del Cuzco 284 0.70

TOTALES 40,336 99.97

Fuente ~ Memoria de los Virreyes. .. Fray Don Fran-


cisco Gil de Taboada y Lemus. Lima.
Lima, 1859 (Estados y documentos pág. 9).

Sabemos muy poco acerca de la vida cotidia-


na y el régimen laboral de estos esclavos. Los
datos disponibles se refieren principalmente al
período 1650-1767 con relación a las haciendas
jesuitas ( Macera 1965) . S~ ha pretendido que la
.esclavitud fue en el Perú, como en los demás "'
países católicos, mucho menos dura que en otros
territorios. G. Freire es uno de los que mejor
ilustra, con romántica exageración este. punto de ·
vista en el caso del Brasil. Tannenbaum ( 1947)
y Juego Elkins ( 1959) han insistido en que hubo
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS . 59

diferencias significativ~ entre cada sistema es-


clavista según cual fuere la cultura y la economía
d,e ntro de las cuales opere. Elkins ha enfatizado
particularmente la oposición entre dos sistemas
esclavistas: de un fado el que ·s e desarrolló en
sociedades de tipo liberal, protestante, seculari-
za-do y de cultura capitalista. Y del otro, aquel
sistema más "humanitario" que se dio dentro de
contextos conservadores, patemalista's, católicos
y casi medievales como fue el caso en los impe-
rios de España y Portue:al. · Mintz {"Slavery and
emergent capitalisms, 1961") ha puesto en evi-
dencia las debilidades de esta hipótesis.· Cuenta
poco en primer lugar la presencia o ausencia de
una tradición esclávista en cada una de las por-
ciones comparadas. Importa más, en palabras dé
l-4intz, el resoectivo fenómeno de .trasferencia
(total, incompleta, no habida). La evidencia em-
pírica demuestra, l>Ol'. otro lado, que ]a ..deshu-
manización" del esclavo no fue menor en las colo-
nias cat6licas francesas que en las plantaciones
protestantes británicas. "A despecho -:-dice Elsa
Goveia ( 1966)- de las diferencias religiosas, ( am-
bos). mostraron profundas similitudes ( que con-
tr;\staban) con las actitudes·. . . aceptadas en Cuba
antes ( cursiva nuestra) que esta última comen-
zara a desarrollar un sistema de -gran plantación".
Lo decisivo serla en consecuencia más bien el
grado de desarrollo del capitalismo emergente y
el crecimiento de las plantaciones dentro de una
sociedad determinada. Sub.sisten sin embargo al-
gunos problemas: a) definir lo que entendemos
por capitalismo "emergente" y decir cuáles son
PABLO MACER.A
60
sus umbrales ( económicos, sociales, ideológicos)
de aparición; b) selecci_o nar criterios comparati-
vos de valor universal ( lo cual significa la' pe!'-
tinencia regional) para medir los grados de esa
emergencia, y c) explica'I' para cada situación
histórica concreta las causas del proceso. Aña-
diremos por último dos observaciones comple-
mentarias: !)¿Hasta qué punto, nos preguntamos
nosotros; un plantador -un minero, un comercian-
t~ es católico, protestante o musulmán? ¿Hasta
qué punto s61.o el capitalismo introduce factores
de secularización? O sea -y sin considerar el ca-
so socialista- ¿hasta qué punto toda actividad
económica ( aun en sociedades pre-capitalistas)
no supone un cierto grado de "neutralización re-
ligiosan anterior incluso a un proceso cualquiera
de secularización global? Si bien es cierto que ·
existen otros tipos de racionalidad económica ade-
más de la racionalidad capitalista ( Godelier), tam-
bién es cierto que en todas esas racionalidades
figura un componente de eficacia, de cumplimien-
to de objetivos, de laboriosidad ( el workmanship
de Veblen) que pone bajo su control estructu-
ral ·relativo _todos los otros componentes inclu-
yendo eventualmente al religioso. 2) Nos inquie-
ta también una probabilidad: el endw·ecimiento
de un régimen de trabajo no está necesaria, bis.,
tórica y exclusivamente asociado con el tránsito
desde un sistema económico A hacia un sistema ·
económico B. Puede ocurrir también dentro del
sistema A, y absolutamente dentro de ese siste-
ma, como resultado_de sus crisis típicas, cícli~ .
y particulares, sin traer consigo ninguna modifica-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
61

ción global. En tales ocasiones una economía tra-.


dicional, para seguir siendo tradicional ( y mante-
ner sus márgenes igualmente tradicionales de be-
neficios) puede acudir a la solución más fácil: tra-
tar de elevar la productividad de la mano de obra.
Sin que esto signifique modernización. . ·
En resumen: Podemos aceptar en parte las
conclusiones de Elkins-Tannebaum-Freire pero no
por las mismas razones que ellos aducen. Las '
diferencias entre los sistemas de esclavitud ame-
ricanos admiten una localización regional pero
ésta no es de carácter cultuml religioso. Pero
tampoco podría ser explicada esa diferencia úni-
camente en función de la presión ejercida por el
capitalismo ·competitivo (D. Brion ·Davis 1966) ni
por la emergencia del capitalismo y el creci:
miento de las plantaciones ( Mintz). Habría que
considerar también el comportamiento y las leyes
privativas de las sociedades tradicionales donde
se daba el esclavismo incluyendo en primer lu-
gar el efecto coyuntural de .sus crisis cíclicas.
Pero también las relaciones entre la esclavitud
y los otros sub-conj~fo~ laborales ( mano de obra
servil, estacional, etc.) .
Bien se comprende que en el caso del Perú ca-
si todas estas cuestiones siguen siendo materia de
conjetura y también, fo que es peor, . de silencio
o cruda demagogia. No todos han escrito sobre
el tema con. la· imparcialidad -de Basadre. Los
historiadores de la derecha dicen la verdad a
medias para fabricar una rosada imagen de la
esclavitud en el país, mientras que los historia-
dores de izquierda traicionan la alt9: seriedad y
62 PABLO MACERA

exigencia del pensamiento marxista, y vulgarizan


unos cuantos lugares comunes ( entre las pocas
excepciones: Mariátegui, Choy). Lo cierto es que
a todos nos falta información. Tenemos indicios
que en el Perú los esclavos, pese a, la dureza
de 1~ haciendas costeñas, sufrieron menos que
en el área franco-inglesa. En ese sentido no pa-
rece una simple cortesía diplomática la declara-
ción del ministro inglés en Lima cuando en 1846
declaró "su voluntario testimonio al trato gene-
ralmente bueno de que goza la población esclava
en el Perú y su aquiescencia al elocuente argu-
mento. . . de que la esclavatura presenta un as-
pecto muy diferente en el Perú de aquel que el
infrascrito ha sido testigo en el Imperio de Bra-
sil y en los EE. UU." Parece, en primer término,
que los esclavos tuvieron en el Perú mayores
oportunidades para preservar su estructura fami-
liar. Aunque su nivel al respecto era mucho más
bajo que el de los otros grupos sociales como lo
indica su alto porcentaje de hijos ilegítimos. La
posibilidad teórica ( siempre igual) y la probabi-
lidad práctica, variable según las circunstancias,
de que el dueño vendiera al hijo de sus escla-
vos fue .de hecho un factor de dislocación fami-
liar. Más ~eguras parecen haber sido otras "ven-
tajas" relativas: organización de cofradías de so-
·corros mutuos, ma:yor fijación territorial de los
esclavos rurales, miseginación ron otras castas,
combatido derecho de vientres libres, compra de
libertad y cambio de dominio por razones de
sevicia.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 63

Pero nada de lo dicho inclina a tener por


verdad absoluta la imagen paternalista de la es-
clavitud divulgada por los hacendados peruanos
del siglo XIX y luego por una sub-literatura ro-
mántica. Los estereotipos del "buen patrón", la
"amita blanca", la "mamá negra" y el "palangana
engreído" han consolado muchas malas conciencia~.
En el mejor de los casos sólo tuvieron algún so-
porte real en los centros urbanos, dentro del ser-
vicio doméstico de las clases más pudientes. Pero
no en los medios rurales. Se puede comprobar ade-
más que la versión idílica fue siempre sostenida
por quienes· eran pa.rtidarios del sistema esclavista •
(puesto que los esclavos eran felices ¿a qué dar-
les libertad?) . En su "Reclamación de los venera-
dos derechos de los hacendados" ( 1833) el conser-
vador José María Pando manipuló precisamente
estos argumentos clásicos para defender la escla-
vitud en atención a: 1) el patemalismo de los
propietarios criollos; 2) _las peores condiciones de
vida que sufrían trabajadores de otros países:
l . Patemalismo
"Seamos justos con tod0&. Entre los infelices
amos de esclavos, los descendientes americanos
de los españoles son los que generalmente se
han distinguido por la dulzura en el trato de
los negros. . . Aun en los repugnantes pormeno-
res del tráfico, los criollos se hallan comparati-
vamente sin culpa y es claro que de esto ha
nacido en gran parte la tranquilidad de sus sier-
vos. . . Los actuales poseedores en las repúblicas
americanas, particularmente los del Perú, se dis-
tinguen aun más todavía por su dulzura e indul-
64 PABLO MACERIA

gencio.. ¿Será justo, equitativo o razonable que


se les quiera hacer responsables de los crime-
ne6 de sus mayores y reducir a la indigencia?

2. La esclavitud y otros sistemas de trabafo (capi-


talistas y precapitalistas)
"No comparemos a los esclavos del Pení con
los de las colonias o los de Norte América: nos
avanzaremos a decir que su condición es supe-
rior no sólo a la de los villanos del norte de
Europa, sino igualmente a la de infinitos cul-
tivadores de Irlanda y a la de la generalidad
d~ los jornaleros y manufactureros de la Gran
Bretaña".

Durante el primer gobierno de Castilla ( mucho


antes de que éste fuera "Libertador de los negros")
el Canciller Paz Soldán consagró oficialmente este
punto de vista. Paz Soldán -propietario de hacien-
das él mismo- creía como Pando que los escla-
vos peruanos llegaban a vivir mejor que los ofi-
cinistas franceses y que los obreros de Inglate-
rra. Vale la pena copiar íntegramente su largo
párrafo como alegat_o representativo de la opinión
que prevalecía en las clases dominantes peruanas:
"Y no son ciertamente los amos -peruanos los que
merecen sufrir esos descalabros judiciales. En las
poblaciones el negrito o negrita crece retozando con
los niños, participa de sus ~mentw y golosinas,
visté de sus desechos, va a ]a escuela y aprende
en su compañia. Cuando llegan a ser grandes, vi-
ven con cierta familiaridad con los compañeros de
su niñe2; y las más veces ~on los favoritos de los
padres que naturalmente les han tomado un cari-
ño poco inferior al que profesan a sus hijos, par-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 65
ticula.rmente las señoras dotadas de almas por lo
común mAs compasivas y afectuosas. Como es con- ·
siguiente el resto de· su vida lo pasan muy feliz,
disfrutan comodidades muy superiores a su clase
y en muchas casas hasta de lujo reprensible. ¿Hay
cosa más corriente que encontrar en las calles de
Lima esclavas con ricas medias de seda, zapatos
de raso y pañuelones bordados, y aún joyas de valor?
Los escla~ dedicados al campo n!) son menos di-
chosos, en proporción a su género de vida.. El re-
gl1µ11ento prescribe diez horas de trabajo, y en· las
mAs chacras y haciendas se darían por muy satis-
fechos con que fuesen ocho. Generalmente el tra-
bajo se hace por tareas, es decir designando a ca-
da esclavo una porción de terreno que debe labrar.•
Frecuentemente · se ve que los laboriosos e inteli-
gentes despachan su ~rea temprano y piden una
segunda, y algunas· _veces hasta tercera, por cada
una de las cuales reciben el jornal de un hombre
libre. Generalmente el monte les está abandonado
para que en las ~ras de descanso corten leña, que
llevan a vender a las poblaciones inmediatas: al-
. gun_os . conducen pasto, canastos u otras baratijas,
• que siempre encuentran oompradores. Estos siem-
bran tierras que se les designan: todos crian galli-
nas, chanchos y otros animales domésticos, que man-
tienen con ·_los granos del amo cuya generosidad
les deja tomarlos francamente. El producto de es-
tas pequeñas industrias, unido a la propina domi-
nical. .les hace siempre poseer algún dinero que
los económicos van acumulando para comprar un
día su libertad; pero que la mayor parte consagra,
de preferencia. a adquirirse los goces de mejorar
el vestido y el alimentp, proporcionarse cabalgadu-
ras que mantienen en la hacienda a costa del amo; .
y sobre ~do a satisfacer la sed insaciable de lico-
res fi:tertes, que en todo el globo es la suprema di-
66 PABLO MACBIM

cha de la clase ínfima de la raza humana.- Acér- ·


c__ueme los declamadores contra la esclavitud los
días de fiesta a cualquiera de las tiendas inmedia-
tas a las portadas ·en que se vende ~ bebida fa-
vorita. y verán enjambres de n ~ y negras, ves-
tidos aquellos de paño o dril, éstas de zarazas o
muselinas, cubiertas sus cabezas con sombreros de
tres y cuatro pesos de valor, montados todos en
asnos o caballejos, y digan si esos trajes y la atro-
nadora algazara y risotadas excitadas por el alcohol
predilecto que resuena en todas partes, son sínto-
mas de miseria o de d_esgracia. Un día de cum-
pleaños, de bautismo, o de matrimonio en los gal-
pones, es ocasión de un tosco banquete en que se
devoran huevos, gallinas, carne de chancho o de
carnero, pescados diferentes, acompañados de buen
pan de trigo, y regados con copiosos tragos del ex•
oelente aguardiente de Pisco; t$gase a presenciar-
lo uno de esos irlandeses, que terminan su vida sin
que sus paladares hayan sido nunca regalados con
otros sabores, que los ingratos del suero, y tal o
cual papa, ganados con el sudor de doce horas y
. catorce de infatigable trabajo; y ¿digan si son des-
graciad0& nuestros negros? ¿Qué encuentran prefe-
ferible si su famélica libertad nominal, o la calum-
niada esclavitud de' estos? Ni es tampoco un fenó-
meno tan raro, que desdeñen romper esas .cadenas
que se ponderan como tan pesa&s, a pesar !le po-
seer los medios de lograrlo. Galpón ha sido inva-
dido por los 1,llontoner0& en. nuestras guerras civiles
cuyo botín no ha valido menos de quin~ mil pe-
sos, cuyos dueños no soñaban antfs en . dedicarlos.
a la adquisición de una libertad que no apetecían.
Se lá han ofrecido también muchas veces esos mis- .
mos montoneros, sin más trabajo que unhseles en
sus correrlas, y lejos de aceptarla, han huido apre-
surados del contacto de sus peligr0&05 protectores.
PLANTACION ES AZUCARERAS ANDINAS
67

¡Qué síntoma más doloroso de la vergonzosa degra-


dación de la especie humana, qué estado produce!
esclamarán muchos doctores petulantes. Mas los
pensadores juiciosos, . acostumbrados a sondear los
rincones del corazón humano, interpretaran seme-
jante abnegación como prueba inequívoca. de UD
bienestar real y positivo, que habla más elocuente-
mente que las metafísicas charlatanerlas de sus de-
tractores. ·
Jlún existe otra clase de esclavos que superan en
bienestar a los del servicio doméstico o rural; és-
tos son los jornaleros. Pagan a sus amos una can-
tidad diaria moderada., mediante la cual viven por
su cuenta dedicados al ejercicio que prefieren. Los
hombres generalmente se dedican a aguadores o
cargadores de esquina; las mujeres a cocineras o
lavanderas. Todos ganan sobrados para pagar su
jornal y vivir en medio de cuantas comodidades
apetecen: a muchos les produce su industria más
de dos pesos diarios. ¡De tres a cuatro mil fran-
cos anuales! Blanco suspirado de la afición de UD
oficinista francés, que sólo obtienen para consuelo
de la vejez uno que otro · bienhadado como galar-
dón de asiduo trabajo, de inteligencias bien culti-
vadas! Y lo ganan fácilmente los envilecidos escla-
vos dol Perú sin más que un trabajo grosero de
seis u ocho horas en los días que quieren. durmien-
do a pierna suelta las noches en mullidos colcho-
nes, después de henchir. sus estomagas de comidas
· suculentas y sabrosas; mientras que al trabajador de
las fábricas de la opulenta y libre Inglaterra ·le va-
le UD chelín catorce o diez y seis horas de labo-
res mortíferas para las que no les da fuerzas su
desapacible y desustanciada sopa, y el suficiente
sueño que apenas se le permite. Y estos son los
bienaventurados, porque se les dice que son libres,
68 PABLO MACERA

y aquellos infernalmente malhadados, porque lle-


van el apellido de esclavos de que tal vez no se
a~uerdan jamás".
El nivel de satisfacción de los esclavos debe
haber sido con todo, en e~ Perú, mucho más bajo
de lo que suponía el Canciller Paz Soldán. Prue-
ba son los palenques y cimarro~s, el bandoleris-
. mo social y las sublevaciones de esclavos. ocurri- ·
das durante el propio siglo XIX. Los criollos y
españoles del Pei;:ú fueron en esto los majares
jueces. Durante todas las campañas de la Inde-
pendencia el gran temor· de los colonos -fueran
del Rey o de la Patria- era una posible rebelión
de esclavos. Por esa razón San Martín fue recibi-
. do en Lima como un Salvador hasta por 'los realis-
tas más decididos: su presencia garantizaba el or-
den social en peligro. ·
¿Cuáles · eran para los propietarios de ti~rras ·
las ventajas de este sistema esclavista? ¿Cuál .la
rentabilidad del trabajo esclavo en el Perú a prin-
cipios del XIX? ¿En qué medida resultaba econó-
micamente conveniente la esclavitud para los mis-
mos grandes agricuitores? ¿Qué otras opciones .
cabían? El capital empleado por los hacendados
en la compra de esclavos era, como dice Mintz,
una · forma inelástica de inversión. El dueño no
podia disponer fácilmente de la fuerza de 'trabajo.
que había adquirido y venderla de un día a otro.
Para los efectos de una einpr~a agrícola los es-
clavos eran un capital tan fijo e inmovilizado coino
la tierra misma. De hecho además ( Macera 1966)
superaban en monto, casi siempre, a cada uno de
los demás factores de la producción individualmen-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS · 69

te considerados ( tierras, máquinas, herramientas,


etc) . Estamos hablando, como es sabido, de \Wa .
agriculnira pre-industrial ·en que la mayor parte
de la energía era proporcionada por el músculo
humano.
El valor de la invefsión efectuada estaba sujeto
a variaciones debidas a numerosas causas ( nivel
general de precios, situación del mercado esclavis-
ta, calidad individual del trabajador, etc.) pero de-
pendía fundamentalmente de una curva biológica
que alcanzaba su máximo entre los 20-35 años ae
edad del trabajador, para luego ir declinando ,Pr!>•
gresivamente, teniendo en cuenta que el ciclo la-
boral estaba comprendido entre los 10-50 años de
edad (Macera 1966). Esta era al menos la apre-
ciación de los propietarios de la épóca. Para con-
firmarla o no debemos llenar en el futuro esa an-
cha laguna que en el Perú es la demografía re-
troopectiva, por ahora no digamos en pañales pero
ni siquiera en estado de ser concébida. Los es-
pecialistas en la materia ( Kubler, Vollmer, Noble
Cook; Watchel) han preferido estudiar a los in-
dios en vez de a los negros. Con toda razón pa-
ra ·los fines de un diagnóstico global del ·Perú.
Entretando nada sabemos acerca de: expectativa
media de vida, edades nupciales, índices de nata-
lidad, tasa de crecimiento.. . de la población escla-
va peruana. Una v~ más en el terreno de la hi-
pótesis. · ·
El hacendado peruano calculaba todos esos
factores, aunque fuese. de un modo empfrico, para
programar sus negocios. Sobre esa base debía fi. ,
,jar los costos de oper~ción del trabajo esclavo.
70 PABLO MACER?A

Los c6mputos al respecto son muy variados, como


lo hemos indicado en estudios anteriores ·( Macera
1969, 1971). A fines de la época colonial, Gaspar
Rico ( 1807-1813) los elevaba basta un 26% del 4

precio del esclavo. Ese porcentaje se descompo-


nía en 121 de manutención,. ~ ·p or riesgo de vi-
da y 6% por el «premio ordinario" (interés) del
dinero. L!t suma resultante era inferior en 1/ 3 al
jornal que por entonces' se hubiera podido atribuir
al esclavo ( 2 reales y medio) . Más célebres y
acreditadas que éstas de Rico han sido las estima-
ciones hechas por Garland·( 1895). Mucho es el mé-
rito de Garland como hemos dicho en otra ocasión
( Macera 1972). Pero en estas materias de agricul-
tura ha sido sobreestimado por algunos aprendices
de historiadores que no han conocido las fuentes
primarias consultadas por Garland. En sus páginas
sobre la industria azucarera, Garland se valió de,
los estudios anteriores del propio Rico, de Távar~.
Martinet y Casós. No hemos podido' confir~ar que
.revisara, CQmo se ha su-gerido, los archivos de nl-
gu~os cañaverales penianos ( Monte~co· de Lima,
por ejemplo). Según Garland los gastos ocasiona-. .
dos por un esclavo a principios del XIX eran apro-
ximadamente de tres reales por día. Garland de-
terminó esa suma estimando: ·1) un interés de 6%
anual sobre un valor promedio de 500 pesos por
esclav~;-2) una ta$a de reproducción biológica que
cubría el SOi de los que morían; 3) pérdidas por
fugas; 4) gastos de manuteµción. En general nos
parece que Garland ha incurrido en unn sobreesti-
mación. O sea un costo aproximado de 90 pesos
por año-esclavo equivalía al 251 del pr~o de un
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS · 71

esclavo adulto sin ·agregar nada a su valor inicial.


He aquí algunas críticas a esas estimaciones:
l. Garland no cuantificó explícitamente· el último
factor (manutención), pero lo contabilizó. Come-
tió así un error muy frecuente aún hoy en día
entre los economistas modernos y que ha sido se-
ñalado por Kula: utilizó métodos de cálculo de ti-
po capitalista para estimar situaciones de carác-
ter precapitalista o que correspondían a un capi-
talismo infantil, coloni::.1, alterado, a medio hacer
y mal hecho. Cuando un hacendado limeño apun-
taba en una libreta que había gastado 300 pesos
de frijol en alimenta¡ a sus esclavos, ese apunte
no atestiguaba un costo y ~enos aún un gasto.
Esos _frijoles en primer lugar, habían sido 'produ-
cidos por el mismo esclav,o. El precio señalado
era absolutamente ilusorio. Correspondía al ' mer-
cado más próximo a J..a hacienda, no a los "precios
.de la hacienda" si de esto se puede hablar. Por
úJtimo: si en vez de llevar el frijol a la cacerola
del esclavo hubiese el dueño preferido llevarlo a
ese mercado inmediato, no lo hubiese podido ven-
der o hubiese bajado muclúsimo su precio. Pues
antes de 1867-70 el abastecimiento de las ciudades
peruanas estaba equilibrado, salvo casos como la .
gueNa de la .independencia. 2. La atribución de un
interés (M) al capital en esclavos supone una "al-
ternativa de inversión.. que estarla por demostrarse,
a mediano plazo, ·en medio de una economía carac-
terizada por el estancamiento relativo· y la insti-
tucionalización de circuitos de crédito. 3. Supone
también considerar al esclavo una merca~.cl~ y un
valor mobiliario, como cualquier otro de este gé-
72. PABLO MACERA

nero. Por cierto que éste era el punto de vista


extremo de los propietarios. Pando sostenía en
1833 que "los esclavos han circulado en toda cla-
se de contratos como un -papel moneda garantizado
por la autoridad pública". Pero ésta es la que lla-
maríamos wia definición persuasiva que adelanta
subrepticiamente lo que está por demostrar. Ni en
la teoría jurídica ni en la práctica económica el
esclavo tuvo en el Perú una calidad de circula-
ción económica comparable ni siquiera a la de los
semovientes ( máquinas, ganado) donde a veces se
le incluyó. En cambio figuraba sí en contratos
de tipo hipotecario relacionados con los inmue-
bles. Estamos hablando des4e luego del esclavo-
comprado, parte y!l del capital fijo de la hacienda.
Esta abusiva identificación entre esclavo y mone-
da fue una argucia invéntada por los aboga4,os li-
meños para convertir la esclavitud en una cues-
tión de fe pública y exigir compensaciones al Es-
tado en el caso eventual de manumisión. Pando
mismo dijo: "por consiguiente el soberano n~ pue-
de libertar a los esclavos o ,Jo que es lo mismo
ertinguir los billetes o vales sin reembolsar al
propietario de la suma que ha invertido". ¿A dón-
de iríamos. a parar nosotros hoy en día en el Pe-
rú. si aceptáramos esta teoría de las compensacio-
nes? 4. Garland no consideró, por ú·ltimo, el largo
plazo de amortización del capit¡µ esclavo: tanto
como durase la vida del trabajador. ·
Hemos apurado y hasta exagerado voluntaria-
mente nuestras reservas frente a los cálculos de
Rico-Garland. Nos queda al final una mezclada
~en~ación de cansancio y futilidad. ¿De qué sir-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
73

ven nuestras criticas ( en este, mismo momento


dudamos de la pertinencia de algunas de ellas) si
nada ofrecemos en su reemplazo? Las dificulta-
des de Garland fueron las mismas q~e hoy ten-
dría cualquier ·otro historiador. Só]o sabremos al-
go más cuandó tengamos nuevos materiales de in-
formación ( antiguas cuentas de hacienda)_pero so-
bre, todo nuevas herramjentas conceptuales que nos
permitan abordar el problema de contabilizar 4en-
. tro de su propia óptica a los sistemas económicos
no capitalistas o sub-capitalistas. Para entonces
habrá que recordar en el caso de los esclavos un
hecho que no· hemos mencionado hasta ahora: la
improductividad estacion~ de toda actividad agrí-
cola, como- un factor que recarga los co~tos de
trabajo. , Si bien esta improductividad variaba se-
gún zonas y cultivos, fue menor en los cañavera-
les debido a las peculiaridades ecológicas de la ·
costa.
Cualquiera que haya sido su costo, todos los
testimonios coinciden en que la esclavitud arroja-
ba altos dividendos a los terra_tenientes peruanos.
Por eso durante el cuarto de siglo posterior a ]a
independencia esos propietarios luchruron con todo
su poder para evitar que la República suprimiese
]a esclavitud. Al comienzo estuvieron a la defen-
siva. Poco tiempo después de su ingreso a Lima
San Martín decretó ( 12 de agosto de 1821) la li-
bertad de todos los esclavos nacidos en el Perú a
partir del 28 de julio de 1821. No exigía otra
formalidad que la partida de nacimiento. Los gran-
des agricultores peruanos nunca perdonaron esta
decisión a San Martín. Todavía 25 años más tar-
74 PABLO MACEAA

de el Canciller Paz Soldán, a •quien · ya hemos


mencionado, sostenía que toda la legislación anti-
esclavista de aquel período sólo había s!do "una
máquina de guerr11 inventada para combatir el co-
losal poder español". Paz Soldán negaba incluso.
la validez jurídica de las disposiciones en favor
de los esclavos. . "Es del todo innecesario, dijo,
detenerse a demostrar la ninguna misión legislati-
va que investía al General San Martín, como cau- ·
dillo de un ejército extraniero auxiliar" ( cursiva
nuestra). Paz Soldán simulaba. olvidar que el de-
creto de · San Martín había ·sido después ratifica-
do por diferentes constituyentes . y convenciones
enteramente "peruanas" ( 1822-1823, 1828, 1834).
¿Cómo explicar este anti-esclavismo de San
Martín? ¿Acaso toda su política no estuvo orien-
tada a solicitar el apoyo de las clases crio-Ilas ·
pudientes que resultaban heridas por esta posi-
ción suya? Hubo sin duda algunos propósitos mi-
litares de por medio: asegurar la colaboración de
los _esclavos para el Ejército Libertador; como lo
prueban aquellas disposiciones adicionales ( 2 de
setiembre de 1821, 11 de abril de 1822) que esti-
.pularon como causal de libertad la acción distin-
guida contra los españoles. Pero intervinieron tam-
bién otros factores. En primer lugar la influencia
de aquellos a quienes Botivnr Uamó más tarde
"ideólogos•. Liberales en su mayoría, habían esta-
do en contacto con San Martín desde antes de su
llegada al Pení. Pertenecían casi todos a los gru-
pos profesionales criollos sin mayores vínculos
directos con la aristocracia terrateniente. La in-
fluencia de estos hombres fue muy grande al prin-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 75

cipio ha·s ta que San Martín, poco a poco, se dejó


rodear por la antigua noble-La lirrieña. Su opinión
debió ser sin duda del todo favorable a la liber-
tad de los esclavos, tanto más fácil de aconsejar
cuanto que esa libertad en muy poco perjudicaba
sus propios intereses profesionales. Contó ·también
· en segundo término la propia experiencia perso-
nal de San Martín. En todos los países donde ha-
bía vivido antes de llegar al Perú había él visto
cómo una agriCtJltura podía funcionar sin escla-
vos. Como años más tarde casi se lo reprocha-
rla un comentarista: "En Buenos Aires y Chile (la
libertad de esclavos) no fue sino una medida de
lujo, una balandronada de liberalismo. .. _Ninguno
de esos países encerraba en su seno un número
tan crecido de esclavos ni como el Perú tenía e}
cultivo de sus costas encomendado a sus brazos.
Para ellos _la desaparición de la esclavatura era
una pérdida insignificante, imperceptible, de nin -
gún influjo en la riqueza pública: para nosotros
equiyalía a la condenación sucesiva, a la esterili-
dad por muchos años de nuestros valiosos fundos
de la costa•.
San Martín tuvo que ceder sin embargo. De~•
pués de todo él no creía posible una · República
en el Perú; y una monarquía, por constitucional
que fuese, necesitaba de una aristocracia local.
El compromiso fue tácitamente establecido por el
Reglamento del 24 de noviembre de 1821 que en
la práctica daba a los dueños de esclavos 25 años
para a.justarse a las nuevas condiciones. El Re-
glamento reiteraba el principio general de liber·
tad proclamado meses antes, pero, a cambio de
PABLO MACER.'\
76

ciertos deberes impuestos a los ainos ( manuten-


ción, enseñan7.a de religión y oficios) les .concedía
un patronato-tutela sobre todos los "esclavos-li-
bres" hasta la edad de 24 años para los· hombres
y 20 para las mujeres. Esa tutela, como nos infor-
ma Távara, fue interpretada por los amos como un "
verdadero derecho de señorío.
Después de Ayacucho y una ve-z que Bolívar,
su gran enemigo, salió del Perú, los hacendados
intensificaron su campaña contra los esclavos. Eran
entonces más poderosos que nunca. Más podero-
sos incluso que en tiempos del Rey: porque co-
mo ha dicho V. A. Belaúnde ( insospechable de cual-
quier "izquierdismo") ya no tenían encima suyo
ni al Rey, la Audienda o el Consejo de Indias.
No podían desde luego anular directamente la
declaración de libertad hecha por San Martín
porque se arriesgaban a una sublevación general
de las masas rura:les. Péro fueron poco a poco
mediatizando sus efectos y recortando -los dere-
chos de los libertos hasta convertirlos de nuevo
en verdaderos esclavos. Hubo por cierto algunos
intelectuales criollos que se opusieron a estos
designios. Los hacendados paga.ron ·1a pluma -de
algunos escritores (Pando 1833), mientras que
·los liberales criollos se oponían tercamente a esta
ideología reaccionaria. Invocaban el heroísmo de
los esclavos que h_ab(au combatido bajo las órde-
nes de San Martín y Bolívar. Pero a nadie le im-
portaba esos recuerdos incómodos. "La raza crio-
lla", recordaría en 1863 un liberal, "se apresuró a
olvidarse de sus aliados de la revolución". En de-
fipitiva la estrategia conservadora esclavista fue
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 77

más eficaz entre otras !I'azones porque se dirigía


a un auditorio pequeño y previamente auto-persua-
dido; en tanto que los liberales apelaban a una
ilusoria opinión pública que no existía. "¿Dónde
estaba tal opinión pública, se preguntaba más tar-
de el neogranadino Samper, si no teníamos verda-
deros pueblos sino apenas poblaciones?" ( cursi-
va nuestra). ¿Ni -a qué hablar de servicios a .
la "Nación" si el Perú ( González Prada) en vez '
de uná Nación era sólo un <territorio habitado?
Encontraremos testimonios de esta contraofen-
siva de los propietarios de tierras en casi toda ·1a
legislación entre 1825-1854. · Se comen:z6 por r~-
tringir las causales de libertad ( 19 de abril de
1825, 19 de noviembre de 1825, 15 · de diciembre
de 1826-) mediante exigencias probatorias que ha-
cían quimérico el premio por mérito de guerra.
Al mismo tiempo se dictaba el famoso Reglamen-
to de Fundos Rústicos que codificaba y consagra-
ba legalmente las costumbres ya establecidas en
el trato de los esclavos, no yendo más allá de
la antigua legislación española. Ese mismó Regla-
mento contenía una norma -de privil~gio en favor
de las plantacion~ de .caña pues mienvas el tra-
bajo de los esclavos debía terminar en -las chacras
a las 6 de la tarde, toleraba en cambio la exten-
sión del horario hasta las ocho de la noche en
la:s Casas de Paylas.
Poco a poco los esclavos fueron perdiendo lo
que habían ganado en la primera hora de la. Revo-
lución: los pupilos fueron nuevamente convertidos
en esclavos ( 19 de noviembre de 1830); -se negó
al esclavo el derecho concedido por Bolívar de
78 PABLO MACERA

.cambiar de dominio a su voluntad (27 de agosto


de 1831) y por último en tiempos de ~alaverry
( 183.5) se legalizó el comercio e importación de
esclavos procedentes de otros países americanos.
,E l endurecimiento de la legisl!).ción esclavista
no puede ser explicado solamente teniendo en cuen-
ta la crisis ae la industiia azucarera durante ese
· periodo; crisis a. la que nos hemos referido en·
páginas. anteriores. Ese endureci.Iµiento del;>e ser
considerado más bien como u.na "invariante" en la
conducta de los terratenientes costeños. En efecto,
después de 1839, ya derrotado Santa Cruz, m_!;jor6
la_ situación econó~ca de las plantaciones, pero
no cambió la política esclavista sino que, al con-
trario, continúo su escalada. Las circunstancias
políticas eran- entonces más favorables a los pro-
pietarios que en tiempos: de la Confederación, ya
que el Presiden~e Gaman-a se apoyaba en esta
clase . social para . implementar su política conser-
vadora. "En 1~. dijo Távara, triunfaron los par-
tidarios de la esclavitud má.s allá de todas sus
esperanzas". Fue así como el patronato sobre los
libertos fue extendido hasta los 50 años de edad;
los amos fueron dispensados de sostener a los ne-
gros viejos o inválidos y se fijó el módico salario
de 8 reales a ·1a :semana para cada trabajador.
Todas estas medidas internas -n o satisfacían
a los hacendados: Si en época de crisis habían
pretendido recuperar y .fijar la esclavatw-a, des-
pués de 1839 quisieron aumentarla restableciendo
el tráfico. El esclavo debía en ambos casos finan-
ciar con su trabajo así los costos de la depre-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 79

sión como los nuevos costos del auge económico. ·


El testimonio de Távara fue muy claro al respecto:
. .
"La situación habla cambiado, pero no cambiaba
la declamación ( de los hacendados). En la época
anterior (a 1839) debían los libertos volver a la es-
clavitud porque moría la industria agrícola, porque
sus productos no podían venderse; ahora restable-
cida, era necesario aumentarla, porque sus p¡:oduc-
tos decuplados por el a1Lulio de las artes, no bas-
~ban para los niercádos de dentro y fuera del te-
rritorio. Como esta progresión era creciente y la
mayor parte del terreno de cada fundo estaba in-
culto por falta de -población, la necesidad de es-
clavatura no tenía otro limite que la dotación de
_agua para hacer cultivable el terreno eriazo".

No resultaba sin embargo muy fácil restable-


cer el tráfico esclavista. A pesar de todo había
qu~ remover algunos obstáculos legales; y vencer ·
la resistencia de Inglaterra empeñada entonces,
para su propio beneficio, en abolir fa esclavitud. .
Hasta fines de los años 1840 la ofensiva esclavis-
ta tuvo algunos éxitos relativos. La Constitución
Conservadora de Hua·~cayo -el inás vergonzoso do-
cumento de la historia republicana del siglo XIX-
había suprimido ( art. 158) los dispositivos de las
Constituciones de 1828 ( art. 152) y 1834 ( art. 146)
según los cuales "nadie entra en el Perú sin quedar
libre". Quedaba pues ~nstitucionalmente abierto
el camino para la internación de esclavos. Se em-
peñaron después en evitar que las Comisiones crea-
das ( 1846, 18491 1851) .para elaborar los nuevos
códigos jurídicos introdujeran una "declaración de
ingenuidad" en favor de los hijo~ de libertos. Cuan-
80 PABLO MACERA

do fracasaron, presionaron al Ejecutivo para que


derogara esa norma. Y si no fueron atendidos se
debió a la conjunción extraordinaria de varias cau-
sas: temor de una revuelta, oposición liberal mu-
cho más organizada •que en épocas anteriores y al
coraje del Obispo de Trujillo, entonces Ministro
de Justicia. Mencionamos lo último muy expresa-
mente porque sin perjuicio de las determinaciones
sociales de tipo global, nos viene preocupando la. ·
"cuota de responsabilidad individual" en el proceso
histórico.
Los agricultores no pudieron recabar del Go-
piemo peruano una franca autorización para res-
tablecer el comercio generalizado de esclavos; pe-
ro sí recibieron permiso pa¡ra traerlos desde el
Brasil y Colombia. 53 hacendados firmaron una
· quejosa representación pintando a la agricultura, se-
gún diría agudamente Juan de Arona, ·como la Ve-
nus de Milo ( desnuda y sin brazos). El Consejo
de Estado se CO!]lpadeció de los sufrimientos de •
estos "ciudadanos ilustres". Y para nuestra ver-
güenza ( después de todo me pregunto; ¿para ver-
güenza de quién? -ese "nosotros"- me parece ex-
cesivo en este país larval y discontinuo) el Can-
ciller del Perú escribió un lacrimoso informe en
defensa de la internación de esclavos del Chocó
colombiano. Alguna vez pensé compilar una anto-
logía .universal d~ la infamia· en el. Perú, para
uso de masoquistas. Un lugar de honor tocaría a
ese texto que conozco gracias a Jorge Basadre:
Dice el Ministro del Perú:
"En Nueva Granada trabajan los esclavos ocho ~
diez honi.s al día en los lavaderos de oro con
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 81

el agua hasta la rodilla, bajo un sol infernal, con


bozalillo en muchas haciendas para impedir que se
traguen el oro, y sin más alimentX> que diez o do-
ce plátanos al día. De suerte que el esclavo de
· Chocó, por comer algo que no sea plátanos, come
lagartijas, ratones y aun parte de las • culebras. ¿Y
en el cambio de tan odiosa vida por la cómoda, re-
galada y aun comparativamente opulenta de los es-
clavos del Perú se cometerá ofensa de hecho a la
humanidad?"

Al gran funcionario peruano no le preocupaba


desde luego cómo vivían los esclavos de Colombia.
El mismo sabía que en el Perú se les daba, si
de comida hablamos, "dos raciones de frijol, y ha-
rina de maíz, arroz y carne en' ciertos casos". Una
dieta-carburante. Su caridad oficial había sido con-
movida por las ventajas que esa _transferencia de
esclavos ocasionaba en las haciendas peruanas,
eventualmente una de las suyas. El Ministro del
Perú continuaba ingenuamente:
.
"Y no se crea que son de pequeña monta los be-
. neficios que se buscan en la solicitada concesión.
Mil esclavos basta.rían para el cultivo de 5 hacien-
das de caña, cada una de las cuales dejaría una
utilidad liquida anual de treinta mil pesos. . . Si la
importación de esclavos ascendiese a cuatro mil,
cosa IJ\UY posible, rendirían 600,000 pesos anuales
que en diez años serían 6'000,000 y en veinte
12'000,000".

En definitiva s6lo llegaron al Perú 500 escla-


vos del Chocó y de ser ciertos los cálculos ofi-
ciales la agricultura costeña sólo acumuló 15,uOO
pesos anuales de· ganancia al cambiar culebras por
82 PABLO MACERA

frijol. ¿Por qué no pudieron los hacendados perua-


nos restablecer plenamente a mediados del XIX el
tráfico de esclavos? ¿Por qué el sistema escla-
vista peruano, políticamente triunfador con el mi-
litarismo de Gamarra fue derrotado quince años
más tairde por el militarismo de Castilla? ¿Por qué
el ejército-gendarme de 1839 ( hecho de indios y
mestizos) se convirtió en el ejé,:-cito "liberal" de
1854 ( también de indios y mestizos) que decía que-
rer una "reforma agraria"? Serla ingenuo hablar
de una "conversión de conciencias" y atribuir el
cambio exclusivamente al innegabl-e oportunismo
de Castilla. La explicación se encuentra fuera del
escenario local. Se refiere más bien a lQs cambios
que iban ocurriendo desde principios del síglo
XIX en la totalidad del sistema capitalista.
En otras palabras: la presencia y desarrollo
de la esclavitud en el Perú fueron un subproducto
y condicionante de su integración a la economía
mundial. La desaparición de esa esclavitud fue
asimismo una exigencia impuesta desde afuera.
Nuestras hipótesis son en lo principal las de Eric
Williams (Capitalism and Slavery, 1944) . Es evi-
dente que la esclavitud ( así el tráfico como el
trabajo directo de los esclavos) fue un.a. de las
fuentes que proveyeron la· acumulación de capi~al
necesaria para el desarrollo europeo del capitalis-
mo. No sólo una de las fuentes sino la primera.
de t9(las. Pues el sistema colonial ('"espina dorsal
del capitalismo comercial") dependía de un modo
o de otro de esa esclavitud. Pero, sin considerar
este último argumento, si quisiéramos limitarnos
a lo's efectos y circuitos directos, bastaría con es-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
83

timar los beneficios obtenidos por Europa · en •el


Triangular Trade ( manufactura de Europa-escla-
vos de Africa-productos. coloni~les de ~m~rica )
que dio un múltiple estímulo económico a Inglate•
rra a través de: l. Nuevas demandas a la manufac-
tura. 2. Crecimiento de las ciudades portuarias
( otros tantos merca.dos internos) . 3. La inversión
de ganancia en bancos e industrias.
El capitalismo ·maduro no necesitaba ya de la
esclavitud. Hasta le resultaba nocivo y no preci-
samente debido a escrúpulos de conciencia. Por
supuesto que esta ~madurez" de capitalismo fue y
sigue siendo un fenómeno de larga duración. No
todas las manzanas del huerto pudieron ser cose-
chadas al mismo tiempo; y algunas todavía están
verqes. Para los sectores metropolitanos esa fase "
de maduración cubrió _casi los 2/3 del siglo XIX y
determinó una dosificación de las .medidas aboli-
cionistas en función de los costos generales del
reemplazo, incluyendo en este factor la situación
de cf;lda economía esclavista periférica. La abo-
. lición de la esclavitud no terminó ·en .1835 cuando
Jo decretó Inglaterra. Lo prueba la subsistencia
del sistema en ·toda la segunda mitad del XIX: en
las colonias francesas ( 1848), holandesas ( 1863),
Puerto Rico ( 1873), Santo Tomás ( 1876), Cuba
( 1880). Durante todo este tiempo Inglaterra par• .
ticip6 indirecta o directamente en los beneficios
del tráfico. El capitalismo dejó definitivamente de
extraer ·esclavos del Africa cuando se interesó en
la "puesta en valor" y la colonización tierra aden-
tro del coqtinente africano ( Borah, Mellafe) .
84 PABLO MACERA

Hasta mediados del XVIII, gracias a Barba-


dos y Jamaica, Inglaterra había reemplazado a
Portugal como despensa azucarera de Europa: Pe-
ro, como indica Williams, esa h_egemonía se vio
am~mazada por la colonia de Santo Domingo que
dio a Francia el control del mercado europeo.
"Era la vieja ley de la producción esclavista. San-
to Domingo era más grande que· cualquier colonia
británica; su suelo era m~s fértil y menos exhaus-
·to; por eso sus costos de producción eran más
bajos". El guano del ·Perú no habta sido "descubier-
' to" por la agricultura mundial y Jamaica no tenía
defensa. Fue entonces que Pitt para arruinar a
Santo Domingo pensó no sólo en desarrollar el
sistema de plantaciones en la India sino también
en abolir la esclavitud cortando a los franceses su
provisión de brazos. No pudo hacerlo debido a la
resistencia internacional y a las leyes de prefe'-
rencia aduanera en favor de las Indias Occiden-
tales inglesas. Después de las guerras napoleóni-
cas Santo Domingo no fue de temer. fero había ·
tambiéµ pasado ya la gran época ael Capbe inglés.
Entre 1793-1833 doblaron las importaciones ingle-
sas de azúcar pero en cambio la produ_cción de
Jamaica y Barbados se mantuvo estacionaria. Al
mismo tiempo surgían otros fantasmas y amena-
zas ( Cuba, ~rasil, Mauricio) y las pl'antaciones de
caña se extendían a Louisiana, Australia, Hawai y
Java. La· misma Europa,· como hemos visto, desa-
rrollaba el cultivo de la betarraga. ·
Era obvio que Inglaterra no podía controlar
el mercado del azúcar basándose en la producción
de la materia prima en ~ propia~ colonias. Me-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
85

nos aún podía convenirle que otras potencias la


· sustituyeran explotando mejores tierras gracias al
trab~jo esclavo. Pese a· las resistencias de sus pro-.
pios colonos, el poder metropolitano se propuso
· una doble política: a) refinar azúcar más que pro-
ducir caña; b) jaquear la producción de sus com-
petidores aboliendo la esclavitud.
Por otra parte, Inglaterra organi:r.aba su eco-
nomía a una escala planetaria dentro de la cual ·
In esclavitud ·y la suerte de sus propias colonias
azucareras era uno de los numerosos hechos a te-
ner en cuenta. La sola. independencia de los his-
panoamericanos el_dgía mi replanteamiento general.
"The nail is df'iven, decía Canning, Spanish ·Ame-
rica is free and if we do not mismanage our
affairs sadl,y she is english.... Inglaterra, en pala-
bras de Williams, "olvidó Jamaica, Granada y Bar-
bados; comerciaba y pensaba ahora en términos
de Valparaíso, Antofagasta, Callao y c;;uayaquil".
Pero esta expansión del comercio británico, . según
el mismo autor, dependía de la capacidad inglesa
de absorber· materias primas en pago. Para ven-
der había que comprar. O sea ·abrir los merca-
dos ingleses l!- nuevos clientes aunque hubiese
que recortar los privilegios de lás colonias ingle-
sas. En la medida, sin embargo, que muchos de
esos países se valían del trabajo esclavo ( expor-
taban trabajo esclavo) para pagar las importacio-
nes inglesas ( Perú, Brasil, etc.), Inglaterra tuvo
que adoptar una línea conciliatoria difiriendo es-
calonadamente la abolición del tráfico. Las deci-
siones finales dependían .de un ~culo de costos
y beneficios: ¿cuál era la diferencia de costos en-
86 PABLO · MACERA

tre el producto del trabajo capitalista y el produc-


to del trabajo no capitalista? ¿Cuál era la signi-
ficación económica de este último producto dentro
del área colonial inglesa de control directo?
No ·era mucho lo que podían hacer los terra-
tenientes pero.anos en estas circunstancias. Du-
rante 20 años, a partir de 1835, resistieron, sin em-
bargo, las presiones inglesas. Su defensa fue há-
bil, como hemos visto, pues si bien no pudieron
evitar que se prohibiera en principio el tráfico ~
comercio exterior de esclavos, en •cambio mantu-
vieron intacto el sistema interior de, · esclavitud. ,
Las gestiones inglesas que mencionamos se ini-
ciaron en 1836 por el Ministro_ inglés en Lima
Belford Hinton Wilson siguiendo las instrucciones
generales dadas por Palmerston en noviembre de
1835.. El gobierno de Santa Cruz "prometió" ( sin
formalizar un compromiso) decretar la_ abolición
del tráfico. Las negociaciones continuaron en los
años siguientes adoptando el Pen't una.. diplomacia
dilatoria. Oficialmente se admitía del lado penia-
no la necesidad de abolir el tráfico ( Tuan Távara
1840, Paz Soldán 1846) pero se invocaban algunas
normas de excepción para el comercio esclayista
entre los mismos países americanos ( caso ya men-
cionado del Chocó por ejemplo) . ·
La campaña . anti-esclavista dentro del Perú .
fue asumida por los liberales. No queremos pro-
nunciarnos por falta de estudios acerca de la ideo-
logía y acción política de este grupo. Será nece-
sario en el futuro analizar qué I conexiones hubo
entre ese liberalismo peruano y algunos sectores
(¿cuáles?) de la burguesía local. En términos g~
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 87

nerales el liberalismo era partidario del desarro-


llo industrial del país y de la formación de un
mercado moderno, "libre" de trabajo, que excluía
la esclavitud. Con respecto al sector agrario la
doctrina liberal tuvo_desarrollos teóricos muy po-
bres y no sólo en el Pení. Podemos aplicar para
este caso la opinión de Wyn F. Owen ( 1~) en el
sentido que "el núcl~ de la doctrina económica oc-
cidental surgió enfocado principalmente hacia las
economías urb!lllo-industriales. Se dejó a la econo-
mía rural-agrícola seguir separadamente y con
retraso su propia carrera académica in_dependien-
te". Este fenómeno se agravó en el Perú. por el
carácter colonia!l, receptivo y con escasa elabo-
ración propia, de todas las ideolo~as, fuesen con-
servadoras o liberales. Para los liberales perua-
-nos fue muy difícil además compatibilizar las teo-
rías de sus maestros· europeo·s con algunos propó-
sitos concretos de su política local. · Todos ellos
eran desde luego partidar!os de la división del
trabajo y la mecanización productiva. Pero no es-
taban muy disouestos a encontrar en esos ~prin-
cipios una fustificación automática en favor de las
~andes unidades de producción y las economías
de mayor escala en el :Sector agrario. Opiniones
como las de Andrés Garrido (Ayacucho 1832) con-
tra. el comercio en detalle y · lit agricultura de pe-
queños ~pitales tuvierop pocos seguidores conse-
cuentes. Por el contrario, los lj.berales estaban
convencidos que el latifundio era en el Pení el
principal obstáculo para el desarrollo agrí~la. Lo
que. es más, ese régimen de gran hacienda impe-
día también el propio desarrollo urbano. A prin-
88 PABLO MAC~RlA.

cipios del XIX Gaspar. Rico y Angulo había dicho


ya que en el Perú las ciudades no cumplían su
verdadera función. Los grandes centrQs urbanos
no · habían podido construir alrededor suyo una
red económica efectiva. En vez de comunicación
había aislamiento. El mundo urbano se deshacía
en el Perú en un conglomerado inorgánico de pe-
queñas unidades sumergidas en el universo rural
controlado por la gran hacienda. Años más tarde
( 1854) nada había cambiado según Santiago 'Tá-
vara. El galpón de esclavos dominaba el paisaje
agrario de la costa., No existía campesinado libre
ni aldeas y caseríos autónomos. .
Caspar Rico 1807•1813:
"La posición de nuestra población urbana se divisa
en un desconcierto tan extraordinario, que supues-
tas 38,00Q leguas cuadradas de terreno en la parte ·
pequeña de nuestro actual departamento, no hay
en ellas otra cosa que ·ranclierlas infelices.. . De
l~ nueve pueblos capitales de provincia no hay
uno bien situado ni que centrifiqu.e las relaciones
de su jurisdicción en términos de comunicarse opor•
tunamente los influjos del poder y las luces que
se 1;1ecesitan para el sosiego, conservación y progre-
so de todos. Por sus distancias enormes, por la con-
tradicción en que les han puesto los intereses y las
costumbres, por la falta de auxilios y regularidades
en sus dedicaciones, · productos y consumos; en fin
porque los resultados de las labores individuales
van a sumergirse en muy pocas ~ersonas ( cursi•
va de Rico) de una manera que la naturaleza y la
justicia prohiben y repugnan, los pueblos del pri·
mer nombre en el Perú inhabilitan o destruyen la
multiplicación de los subalternos" . '
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 89
Santiafto T4oara 1854:
"Conforme se acerca el caminante a la capital ·del
Perú se encuentra un cuadro enteramente opuesto
al trazado más arriba. No hay población rural, no
hay aldeas, no hay caserío ni industria doméstica.
El que pret.endiera comprar cincuenta pavos u otras
aves en un día de función en nuestro mercado en-
contraría burladas sus esperanzas. En las cercanías
de· la capital del Perú se ven pueblos pobres, po-
treros de pastoraje, sembrios de caña y de viña,
crías de cochinos, cortijos distantes los unos de los
otros y en el centro el soinbrio galpón de negros
cubiertos de harapos y encorvados bajo el yugo".

Este efecto de despoblación producido por la


concentración de la propiedad rural afectaba ·tam-
bién el interior de las haciendas, gran parte de
cuyos territorios se hallaban sin cultivo ni traba-
. ~adores. La gran propiedad ni siquiera beneficia-
ba a sus ·dueños como podía hacerlo puesto que
era improductiva. Pero además era responsable
del emprobrecimiento y desempleo generalizado
en el campo. Hacia 1847-48 se había comprobado
que el 40.81 de los contribuyentes indígenas del
Perú carecían de tierras. Habían sido desposeí-
dos por el latifundio sin. · que éste les ofreciera
otra alternativa que la sub-ocupación crónica.
Este proceso de expansión de los grandes · do- ·
minios rurales era anterior a la República. Desde
la época colonial se conocían sus defectos. El es-
tado español no pudo sin embargo evitarlos. Mu-
chos pensaban que para cambiar las estructuras
económicas y sociales del campó había que g7ne-
rar nuevos dinamismos. A principios del siglo •
90 PABLO MACBRA

XIX ei fiscal Eyzagttlrre creyó encontrar -l a so-


lución en una modernización de -las comunidades
indígenas -mejor dicho en su liquidación progre-
•siva- sustituyéndolas por un campesinado libre de
pequeños propietarios. Esta fue también como sa-
bemos la convicción de Bolívar. En la práctica,
contra' la voluntad de sus promotores, esta políti-
ca en vez de crear ese campesinado no hizo si~
no favorecer la expansión latifundista. ·
A mediados del siglo XIX la estn.tctura agra-
ria del Pení seguía. siendo tan deficiente como
cien años ant~, entorpeciendo la formación del
país moderno, democrático y capitalista ron que
soñaban los liberales. Fracasaron por igual tanto
la mi.e:ra<:ión selectiva de campesinos europeos co-
mo la formaci6n de colonos. Al decretarse en 1854
la libertad absoluta de esclavos, el liberalismo pe~
ruano estuvo seguro que había puesto en marcha
. un proceso irreversible que habría de cambiar la
~otalidad del agro peruano. La falta de brazos ba-
ria que los hacendados repartieran la tierra, y, en
. vez de la esclavitud aparecerían relaciones de pro-
ducción mucho más modernas y eficaces. "A con-
secuencia de esta situación, decía Távara, ·se divi-
.dirá la tierra y el trabafo, introduciéndose el co-
loniaje y el arrendamiento para los que la aboli-
ción de la · esclavitud ha preparado elementos a
propósito.. . I:.os ingenios y los libertos se lanza•
rán en ese anch.o camino de riqueza y de bie-
nestar'". · ·
Nada de esto ocurrió: Contra todas las previ:
siones la abolición de la esclavitud terminó siendo
un gran negocio para los antiguos dueños. Antes
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 91

que nada una maniobra dolosa~ cálculos pruden-


ciales estimaban que el Gobierno peruano sólo te-
nía que compensa~ a los propietarios por 16,000
esclavos comprendidos en los 35-40 años de edad.
Los hacendados reclamaron 22,000; la cifra final
{Levin 1964) fue de 25,505. Obtuvieron además
las siguientes ventajas: 1) Compensación por los
"esclavos" {que legalmente no eran tales) nacidos
entre el 28 de julio de 1821 y el 27 de noviembre
de 1839. 2) Igual pago {o sea 300 pesos) para
los libertos posteriores a 1839, cuyo valor, sin em-
bargo, no excedía de 100 pesos. 3) Ausencia de
una tabla de indemnización por edades; lo cual
permitió que recibieran 300 pesos por ancianos
que . en el propio mercado esclavista carecían ·de
todo precio. Por consiguiente en vez de los 300
pesos señalados por la ley, los dueños recibieron
en realidad 414 pesos por cada uno de aquellos
esclavos {16,000) sobre los que podían alegar al-
gún derecho. (Távara 1854). Esta indemnización
fue excesiva y muy por encima de la que habían
reconocido otros países: colonias inglesas •{60 _ps. ),
Honduras (265), Nueva Granada (74).
\
IV. LA REPUBLICA "HACIA AFUERA"
(185...1875)

Prosperidad de las economías peruanas de


exportación

Los grandes agricultores podían mirar con op-


timismo el futuro. Desaparecía el esclavo pero
~e encontraban disponibles, como veremos, otiros
recursos humanos para trabajar las plantaciones.
Entretanto, además, habían pasado los tiempos de
estrechez. La exportación del guano abría nuevas:
fuentes de capitales y créditos. Los mercados mun-
diales por último parecían garantizar a corto y
mediano plazo una demanda constante de azúcar.
La conjunci~n de todos estos factores provocó una
mayor expansión azucarera en la costa del Perú.
Determinó asimismo que se consolidara y amplia-
se ·el poder de los terratenientes dentro de la
sociedad global peruana. Con ser exacto este re-
sumen, hemos de usarlo con ciertas precauciones.
Cubre casi 25 años, hasta la guerra con Chile
( 1879-1881); largo período durante el cual pode-
mos :distinF una primera fase h~ta 1860 que
94 PABLO MACJ!~

podríamos llamar de experimentación linútada y


que se expresó en el crecimiento lento de la pro-
ducción. f>J. lo cual siguió el desarrollo explosivo
de los años 1860 hasta mediados, de la siguiente
década eri que la crisis financiera, sin disnúnuir
el volumen de la proaucción y exportación de azú-
car, afectó en cambio la estructura económica de .
todo el sistema peruano de plantaciones. Todo es-
te proceso sectorial resulta incomprensible si no
lo relacionamos con la evolución económica gene-
ral del mismo período. Para tal car¡icterizaci6n
nos valdremos por ahora de unos pocos indicado-
res referentes al crecimiento combinado de los
sect9res público y privado. Estudiaremos luego
el caso particular de los cañaverales con mención
de algunos problemas específicos: subvenciones
fiscales a la agricultura, uso ( y abuso) del cré_di-
to hipotecario, cambios tecnológicos y nuevas re-
laciónes de trabajo mediante la migración china,
para finalizar con dos apéndices sobr_e . la Infla-
ción de 1869 y el sistema de haciendas en el Pe-
rú durante el XIX.

El comercio exterior
El primer factor básico a definir es el comei·-
cio exterior. Este fue entonces sin cJuda el sector
más dinámico de la economía peruana. Su histo-
ria, sin embargo, está por hacer. Los mejores y
más recientes estudios son los de Heraclio Boni-
lla ( La coyuntura comercial del siglo XIX en el
Perú, Lima 1967-68) y Shane Hunt (Price and
Quantum Estimates of Peruvian Export, 1830-1962,
Princeton 1973). Cada uno de ellos ha usado mé-
PLA_NT_ACIONES AZUCARERAS ANDiNAS 95

todos y fuentes de información diferentes para


analizar las exportaciones peruanas sin int~resar-
se provisionalmente por las importaciones. Boni-
lla, . trabajando desde Europa y alejado del Perú,
debió valerse casi únicamente de los datos britá-
nicos y franceses. Shane Hunt ~n cambio ha podi-
do consultar ·además las estadísticas locales pe-
ruanas. Su punto de vista es predominantemente
económico de acuerdo a su propia formación pro-
fesional. Bonilla, con más amplitud, incluye consi- .
deracioµes políticas· y . sociales. En general puede
afirmarse que ambos trabajos son complementa-
rios. Lo~ dos autores admiten desde luego estar
muy lejos aún de una conclusión definitiva. Lo
prueba, sin dudas; las diferencias entre ambos tan-
to en lo que toca a valores y volúmenes como en
lo que se refiere a la cronología de todo el pro-
ceso exportador peniano durante el siglo XIX. Es-
pecifiquemos esas diferencias en primer término.
(Ver cuadro de la página siguiente) .
Lo que para Hunt es un proceso de recupera-
ción hasta 1840, resulta según Bonilla un receso
hasta 1833. El estancamiento de otras exportacio-
nes que el guano hasta 1852 ( Hunt) es más bien
para Bonilla progresión y cambio de composición.
Para el período que estudiamos nosotros en este
capítulo ( 1852-1878) Bonilla ha preferido una ca-
racterización global destacando el desarrollo de
las exportaciones. Mien~s Hunt distingue dos
sub-períodos limitando esa expansión de otros que
el guano a los años post-1860. Bonilla no cree ne-
cesario especificar los efectos económicos directa-
mente imputable~ a la guerra con Chile ( 1879-81) ·
PABLO MACERlA
96
Cronologfa ele la exportación peruana, siglo XIX, según
Bonilla y Hunt

Bonilla Hunt
l. 1819-1833. Postración co- l. . . .hasta 1840. Recupe-
. lonial y Receso Republi- ración post-independien-
cano. te.
2. 1840-1852. Primera Edad
2. 1833-1852. Iguales ten- del Guano. Estancamien-
dencias. Pero "progresión to de ]as otras exporta- ·
inint-errumpida'.' ( quini- clones.
na, salitre, guano). Nue- • 3. 1852-1878. "Mature Gua-
va composición de las ex- np Age". Estancamiento
portaciones. de las otras exportaciones
hasta 1860. ',Expansión
3. 1852-1876. Se consoUda posterior hasta mediados
el desarrollo de las ex- de 1870.
portaciones. 4. 1878-1881. Invasión y
colapso.
4. 1876-1894. Depresión pro- 5. 1881-1896. Recuperación
funda. lenta.
6. 1896- Nueva Eco-
5. 1894-19. Sin definir. nomía de Exportación.

y define un solo período de gran depresión que


corre de 1875-1894 coincidente con la coyuntura
económica mundial. Hunt no se pronuncia ni de-
fine acerca de esta depresión. La ignora de hecho
o, implícitamente, la adjudica exclusivamente a la
guerra. Hunt adelanta además la fase de recupe-
ración '1enta'" ( que. Bonilla no enun~a) hasta fe-
cha tan temprana como 1881. ·
Acerca del quanturn del comercio ~xterior, los
dos autores han efectuado laboriosos cálculos sin
llegar a coincidir del todo. Bonilla tuvo que en-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 97

frentar las conocidas complicaciones que presen-


tan las estadísticas francesas e inglesas ( Bonilla
¡967-68; Macera 1972). Los criterios de sc;>lución
que escogió (págs. 162-163) eran los únicos que le
eran entonces posibles." Con más cautela Hunt con-
centró su esfuerzo en establecer los volúmenes de
exportación (cuadros 14 y 21). Cons~yó luego.
precios base para los años 1870 y 1900 ('cuadro
23) y utilizando estos últimos obtuvo índices ·para
, todo el período 1830-1900 ( cuadró 24). El propio
Hunt no parece sin embargo muy satisfecho. Las
diferencias que él señala ( cuadro 22) entre los
precios peruanos y los precios ingleses para los
mismos productos en 1900, el año base, abren in-
terrogantes y brechas para tod~ la argumentación.
Resultan al final claras discrepancias entre Boni-
lla y Hunt que este _último ha resumido ( cuadro
25) cOI:r~parando sus propios. e~timados con los de
Bonilla. ( Ver cuadro 5). ·
No siendo esta nuestra especialidad debemos
quedar a la espera como testigos de una posterior
.aclaración. En cuanto a las cifras, que nos dispen-
sen Bónilla y Hunt si además de las suyas, prefe-
rimos por momentos las más antiguas que elaboro
J. M. Rodríguez Montoya . ( 1907, 1911, 1921) a
quien tanto deben historiadores· y economistas. Pa-
ra nuestros objetivos basta por ahora una estima-
ción de los valores del comercio ( así exportación
como importación) que nos evidencian la tenden-
cia global del crecimiento. (Ver cuadro 6) .
Se observa con claridad un ascenso seguro de
las exportaciones a partir de 1845, en que se ini-
ciaron los negocios del guano y ~ue a l ~ su má-
;

e u AD R O 5,
Bonilla/ Hunt - Indices de cantidad (Ratios)
<1880 - 1889 Lana exportada =100)

La~a N_itratos Azúcar Guano Algodón Cobre . Quina

1833 - 1839 11/23 13/15 0/7 0/0 3/3 1/13 7/3

184-0 - 1849 24/57 48/38 0/8 62/85 6/6 4/24 9/5

1850 - 1859 63/68 117/94 0/6 467/604 5/5 21/41 17/11

1860 - 1869, 92/95 301/184 2/17 51/752 13/14 56/62 24/14

1870 - 1879 111/113 712/426 209/182 491/810 41/56 56/62 .· 32/15

1880 - 1889 100/100 707/0 189/189 82/52 33/ 42 34/37 19/11


1890 - 1894 • 118/119 158/0 168/ 177 2-i/53 60/101 14/42 3/23

Fuente: Hunt 1973 - cuadro 25


PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 99

CUADRO G

Comercio exterior del Perú 1821 - 1878


(Pesos de á reales y soles de 10 reales>
según J . M. Rodr.fguez

Derechos de
Años lmPortaci6n Exportación Aduana sobre
la Importación
$ $ $

1821 4'602,189 5'939,437 1'050,328


1822 3'316,235 3'245,468 1'218,172
1826 4'546,110 3'972,118 1'312,083
1831 7'962,720 4'973,550 1'500,118
. 1832 5'500,000 5'122,300 1'258,306
1839 4'632,115 5'253,829 918,650
1845 5'072,192 4'823,506 1'518,486
1846 4'312,596 5'119,307 1'619,679

1847 4'875,492 6'213,922 1'947,244

1848 5'773.409 7'V37,763 2'106,552

1851 6'129,306 7'524,812 1'983,280

1~53 7'214,115 8'614,320 1'796,512

1854 7'586,918 8'934,125 1'850;192

1858 15'000,000 16'(i00,000 2'387,904 '

1859 15'319,222 16'715,677 3'138,085


1860 15'428,305 35'078,524 3'225,969
1861 14'897,859 36'659,755 2'995,496
100 PABLO MACERIA

CUADRO 6 (continuación)
Comercio Exterior del Perú 1821 - 1878
Años Soles de plata Soles de plata Soles de plata

1863 14'904,612 34'680,146 3'068,420


1666 15'075,998 21'511,240 3'113,119
1867 10'766,635 23'030,442 2'9'1,575
1868 11'618,210 20'334,761 2'904,905
1869 10'935,872 19'698,004 3'958,119
1870 ,11'509,613 20'500,826 4'660,420
1871 12'126,332 20'877,513 4'978,527
1672 13'111,904 18'622,574 6 '714,470
1673 14'653,822 21'342,1~8 7'295,177
1874 13'902,ll8 19'597,162 6'125,947
1875 16'499,802 19'4~8,300 5'942,396
1876 20'132,509 2l'u83,411 4'613,4lG
1877 24'179,094 31'634,275 5'818,763
1878 23'149,012 25'208,435 5 '029,612

mno en .el quinquenio 1858-1863.. A partir de en-


tonces la tendencia se invirtió con igual firmeza
sobre todo en las exportaciones. A mediados de ,los
-años 1870 hay un nuevo movimiento de recupera-
ción en parte !l"elacionado con el salitre y en párte
con otros productos. Ese movimiento, por su indi-
ce anual de crecimiento, fue mucho más temprano
y pro,nunciado en las importaciones..
Es difícil establecer la composición de este
comercio, sea en la importación cómo en la expor-
tación; y sobre todo indicar en este último renglón
lo que correspondió al guano. Pese a los estudios
de Rodríguez ( 1921) y Levin ( 1959) carecemos
de cifras indudables. ¿Cuántas toneladas de guano
se vendieron al extranjero; éuál fue su precio y
valor final? He aquí preguntas todavía sin res-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 101

puestas. Bonilla ( cuadros 5, 7 y 8) nos ha dado


los valores <iel guano y oh·as exportaciones .para
los años 1833-1894. Pero antes de usar esas ci-
fras necesitamos saber algo más acerca de los
criterios y operaciones ejecutados por Bonilla.
Probablemente el esfuerzo más serio y completo
sobre esta materia sea hasta la fecha el de J. M.
Rodríguez ( 1895, 1921) . Así Lévin como Hunt se
han basado principalmente en las cifras de Rodrí-
guez para elaborar las suyas propias. Rodríguez
mismo sin embargo era relativamente escéptico
y desilusionado acerca de · sus propias conclusio-
·nes. "Hemos tropezado, decía, con una serie de
obstáculos y vacíos verdaderamente insuperables.
Así no se sabe cuantas toneladas exportaron . de
· las islas cada uno de los consignatarios. . . ni en
los archivos de Hacienda existen todos los datos
necesarios ni las memorias de los ministros ofre-
cen al respecto toda la luz que es de desear". Al-
gunas de las fuentes oficiales más usadas aun
hoy en día ( Ortiz de · Zevallos, Elguera) sólo
contenían cifras globales para períodos muy lar-
gos o cantidades parciales. Ni los propios minis-
tros de Hacienda de la época podían hacer más.
Como recuerda Rodríguez, la contabilidad del gua-
no en el tiempo de las consignaciones se redujo
hasta 1865 a unos libros llamados de Cuen~J. Co-
rriente que copiaban textualm~nte las cuentas
de los consignatarios, "oscuras y lacónicas" se-
gún ·la expresión de los contadores públicos Hol-
guín y Reinel ( 1870). A partir de 1866 el siste-
ma. cambió: hubo dos libros ( Diario y Mayor),
'"pero en éstos crece la oscuridad si es posible
102 - PABLO MACt.RA

pues se ha formado un laberinto de cuentas tan


iiregulates y desconcertadas que su estudio de-
mandará mucho tiempo". Las cosas no mejoraron
con el Contrato Dreyffus. Cómo no , será de frá-
gil la información disponible cuando Hunt calcu-
la, sin duda para su propio asombro, que el bene-
. ficio obtenido por el Gobierno pernano en ese con-
trato alcanz6 al absurdo de un 102%( 1) de las
ventas totl!,les.
, .
Teniendo en cuenta esas y otras limitaciones
las ramnables cifras de J. M. Rodríguez son las si-
guientes: -

CUADRO 7
Perú - Guano exportado 1840-1880

Toneladas
efectfvas
l . Primeros contratos <1840-54) . .. . . 377,763
2. Primeras consignaciones 11854- 69) .. 6'697,431
3. Contrato Dreyffus (1869-1874) ... 2'000,000
4 . Segundas consignaciones y últimas
remesas Dreyffus (1874-1880) . . . . 1'728,839

TOTAL .. . ..... . · . . . 10'804,033

C :mo indicó Rodríguez estas cifras sólo son


aproximativas. No incluyen, en primer término, las
exportaciones a Ghile y Centro América. -Impli-
can además una sub-valuación pues según Rodri0
guez las cantidades efectivamente exportadas du-
rante algunos años fueron ( debido a .maniobras
dolosas) el doble de las que él consignó. Hay
. PLANTAaONBS AZUCARERAS ANDINAS 103

pues Uila primera diferencia entre los volúmenes


oficiales y los volúmenes efectivos de exporta-
ción. Cualquiera de esas cantidades resulta asi-
mismo inferior al guano extraído de las · diversas
cavaderas puesto que no se computan averías, pér-
didas, etc. Por último, y es lo más grave, no hay
coincidencia automática entre las cifras de expor-
tación ( oficiales o efectivas) y la cantidad de gua-
no véndido en el extranjero. Cada tonelada -de gua-
no de buena calidad podía ser mezclado con dós
o itres toneladas de guano inferior. De estas ma-
nipulaciones, nos dice Rodríguez, hay prueba evi-
dente después de 1869 para las firmas Ohlendorff
•Y Schroder conectadas con Dreyffus. Pero fue un
procedimiento aplicado desde mucho antes.
Todavía más complicado es el problema del
valor del guano. Estamos esperando todavía que
alguien nos aclare definitivamente los problemas
relativos al Precio del Guano y ·a1 Tipo de Cam-
bio de la moneda peruana. No se trata aquí sola-
mente de . establecer · con claridad la. oscilación
'internacional de esos dos factores. Sino, además,
de relacionarlos con las estipulaciones de los di-
versos contratos firmados por el Gobierno perua-
no con relación al guano, incluyeJ1.do aquellos de-
rivados de adelantos, empréstitos, interés y amor-
tizaciones. Entretanto debemos mantener acerca
de los: valores la misma prudencia que · acerca
· de los. volúmenes de guano extriµdo, exportado o
vendido. Con mucha cautela Rodríguez supuso
que ese valor había llegado en cuarenta años ( 1840-
. 1880) a S/. 648'241,980. Se trata de un mínimo po-
sible calculado sobre la base de 10 libras por to-
104 PABLO MACE!~

nelada efectiva y a un cambio constante de 40


peniques por sol. Hunt ( 1973) supera estas ci-
fras calculando en pesos -no soles- 762'900,827
combinando los precios que simplificó Cruchaga
( 1886-1929) con un volumen de guano más alto
( 12'009,190 toneladas) que el señalado por Rodrí-
guez. J?ara otros fines Hunt ha establecido los
• valores del guano multiplicando esos volúmenes
por el precio base constante 1900, lo cual carece
.de significación para nuestro propósito actual.
Resulta difícil en estas condicio~es precisar
con exactitud lo que correspondió al guano sobre
el valor total de las .exportaciones peruanas. Hunt
ha presentado .los siguientes porcentajes: ·

CUADRO 8
% Guano sobre valor total de Exportac:ión

1849 ... . 34.3%


1850 ... 50.2-%
1854 .. . 73.8-%
1850 - 60 .. . 57 . -% (promedio anual)
1861.,. 70 . . . 55 .5 %
1877 - 78 • . . 40 %

Pero su cálculo se refiere a precios constan-


tes 1900. Una información complementaria y de
control podemos quizás encontrar en los datos
oficiales. ingleses sobre las exportaciones perua-
nas a Gran Bretafi.a entre 1854-1879. Sin olvidar
las dificultades de esas estadística~ ( Bonilla 1967-
68, .Macera 1972) .
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 105

CUADRO 9·
Porcentajes del algodón, azúcar sin refinar y guano
sobre el valor total de exportaciones del ~rú a
Gr~n Bretaña - 1854-1879

Año · Al9od4" Azúcar Total


1854 Ó.2 77. 7
1855 0.1 82.3
.1856 0.8 67.3
18S7 . 0 .4 77.8
i858 0.1 78.5
1859 0.6 35 . 7
1860 0 .3 56.9
1861. 0 .5 61 .1
1862 0 .5 36 .7
1863 0 .5 68 .4
. 1864 0.02 0.5 51 .1
1865 2.i 0.07 .63 .2
1866 1 .7 o.o 43.3
1867 3.6 o.o 53.2
.1868 . -6 .3 0.6 55 .5
1869 0.9· 0.4 64.6
1870 2.0 1.0 66 .'5
.1871 7 .5 2.2 43 . 0
1872 11 .0 4.1 20.7
1873 9 .0 6 .6 33·_0
1874 6 .7 11.3 26 .8
1875 5 .3 19.0 • 21.s·
1876 3 .9 16 .2 34. 9
1877 4.2 30.3 29 .2
1878 3.3 23 ,1 28.0
1879 6 .~ 40.7 14.1
Fuente: Accounts and Papers : Londres - años res-
pectivos. ·
A partir de 1870 los % han sido obtenidos sobre valores
reales declarados. Antes sobre valores reales computados.
106 PABLO MACEM

Existe pues un acuerdo general para. señalar


al guano como el producto líder de la exporta-
ción peruana entre las décadas 1850-1870. No exi-
j~os mayores precisiones. . De fo contrario esti 0

mularemos la imaginación de econonµstas e bisto-


riadoi:es obligándoles a un "tour de force" profe-
sional. Producirán números en apariencia exactós
y sólo habrán ree~p]azado la honesta imprecisión
de J. M. Rodríguez ·por una magia cuantitativa.

El Sector Público. Los presupuestos


La prosperidad repentina causada por el gua-
no trastornó al Perú, como antes lo había hecho
el auge de Potosí y más tarde en el siglo XX se
creyó que habría de hacerlo la anchoveta. Per-
mitió en primer lugar un crecimiento desorbita-
do de los gastos públicos. Lo que es más ( Basa-
dre, Levin 1959) estimuló, como dijo Manuel Par- ·
do; la destrucción del sistema normal de ingre-
sós fiscales para reemplazarlos violentamente
por las renta~ extraordinarias originadas por el
guano. Este proceso puede ser definido oomo una
combinación explosiva de crecimiento cuantitativo
y deterioro estructural del sector público. Exa-
minémoslo de cerca mediante un rápido análisis
del régimen presupuesta] peruano. _N o nos haga-
mos ilusiones sin embargo. El presupuesto fue en
el Perú durante el siglo XIX más un deseo, una
ficción que realidad efectiva; "mentira convencio-
nal de Congresos y Gobiernos" según un buén tes- .· ·
tigo. El primero de los presupuestos ( 1845) sólo
fue de gastos y no de entradas aunque tuvo un
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 107

CUADRO 10

Ingresos y gastos públicos - ·Perú 1821-1878

Renta ·s Gast o s

Peso~ plata 1 Pes95 plata '-


1821 1'302,464 2'747,070
1831 7'002,720 4'973,550
1841 6'340,908 5'325,916
1846 5'162,009· 6'028,303
1847 - 48 7'863,695 7'863,695
1850 - 51 5'450,976 5'450,976

,. 1852 - 53
1854 - 55
7'113,500
9'941,404
7'113,500
9'941,404
1861 - 62 20'763,036 16'456,018

Soles de plata• Soles de plata •


1863 - 64 23'053,332 22'082,242
1869.:. 70 2~'366,550 • 30'974,448
1871 - ·72 29'291,425 29'291,425
1873 - 74 30'644,276 . 37'821,707
1875 - 76 32'783,516 37'188,690 '
1877 - 78 21'989,084 21'614,794

' Un peso $ plata, igual a 80 centavos de sol de plata.


• Comienza -el régimen presupuestal.
• Un sol de plata, igual a 100 centavos de sol.
Fuentes : Moreno 1895 - . Rodrlguez 1896 - 1921.
PABLO MACER.A
108

anexo: Estado de Valores. Fue uµ ensayo rudimen-


tario. No tenía pliegos, ramos ni capí~os; y los ·
egresos fueron . presentados por divisiones políti-
cas (prefecturas) . En los 25 años siguientes has-
ta 1870 hubo ocho presupuestos bienales con dos
grandes interrupciones: 1856-1860 y 1865-1868, jus-
tamente en pleno auge de la e.xportación guanera.
Faltaron luego presupuestos de 1879-80 ( sin eje-
cución legal) .y de 1881-86. Sin estimar esos va-
cíos, podemos decir que el see:tor público peruano
tuvo un desarrollo paralelo y dependiente cori res- -
pecto al desarrollo del comercio e.xportador y que
tal clase de relación fue mayor después de 1845
que en los años anteriores. Ese paralelismo puede
ser apreciado en las series de contabilidad fiscal
para el período 1821-1878. (Ver cuadro 10).
En cuanto a la dependencia mencionada nos re-
mitimos a la composición de las rentas públicas.
Es sabido que antes del guano la R~pública del
Perú fue .sostenida casi íntegramente por sus in-
dios y aduanas. La llamada contribución personal
no era otra cosa que el tributo colonial ·d e indíge-
nas bajo otro nombre (Kubler 1957, Macera 1972).
Representaba aproximadamente entre el 30%-40%
y hasta más de los ingresos públicos\ antes de
1845, como puede apreciarse por los cálculos de
J. M._Pando. (Ver cuadro 11).·
Las aduanas, cuyos valores hemos dado en cua-
dro anterior recaían .sobre la importación y no
sobre los productos exportados. Debido al bajo
porcentaje de insumos y bienes de capital impor-
tados por eJ Perú en la primera mitad del XIX
CUADR · O 11
Ingresos Públicos - Perú 1831

l. Contribución de los indígenas y de otras clases: per-


sonal y de Industria; de predios rústicos y urbanos;
de patentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . $ 1'200,000 36.2 %
2. Productos de las aduanas . . . . . . . . . . . . . ... . . . 1'400,000 42.3 %
3. Novenos decimalés; vacantes mayores y menores . .
4. Auxilio patriótico . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 100,000 3.0 %
5. Papel sellado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 600,000 - 18.0 %
6. Productos de amohedación: derechos de fundición
diezmos de plata labrada . . . . . . . . . . . . 125,000 3 .7 %
7. D~rechos· de extracción de moneda . . . . . . . . . . . . · 70,000 2 .1 %
3. •Arrendamiento de tierras, fincas y tiendas, estanco
de nieve, .irrcndamiento de derechos sobre la sal · 20,000 0.6 %
9. Contrata sobre derechos de importación de tabaco 40,000 1 . 2%
10. Medio y real en marco de minería . . . 18,000 0 .5 %
11. Títulos pasaporte.s; tomas de razón .. . 6,000 0 .1 %
12. Contribución sobre trigos y guiñapos, peculiar del
departamento ·de Arequipa . . . . . . . . . 70,000· 2 .1 %
J:l . Cobro de deudas de años anteriores . . . 200,000 6 .0 %

TOTAL $ 3'309,000 99.6 %


110 PABLO MACE&A

( Macera 1972), -las aduanas pueden ser considera.-


das por sus efectos finales como impuestos indi-
rectos al consumo interno. Evidencian también,
por la misma razón, la parte que tocaba al Estado
sobre la descapitalización y no-reinversión de los
excedentes generados por el producto interno pe-
ruano. Esta composición de ingresos varió funda-
mentalmente en la segunda mitad del siglo XIX.
Entre 1845-1870, en los siete presupuestos apli-
cados ( excluido el de 1845), las rentas extraordi-
narias representaron los 2/3 del total de ingresos.
Entendemos po,r rentas extraordinarias, en este ·
caso el Guano, los Empréstitos y Ramos -Ajenos
( Anónimo 1900). El principal rubro fue el guano.
Al comienzo hubo prudencia. En el presupuesto
de 1848-49 se previno que el guano se aplicaría
a la !lIJlOrtización de la deuda pública y no a los
gastos ordinarios, del Estado. Pero las barreras .
· fueron cediendo. Ya en 1850-51 se consideraba al
guano con más amplitud' corno "ramo destinado a
reemplazar el déficit". A partir de entonces se
inició la orgía fiscal. "Principia el guano ( nos di-
ce el meritorio autor de Una excursión p01' 'las
regiones del Presupuesto. Lima 1900) oon 600,000
pesos para el bienio 1850-51 y llega después a
16'000,000 de soles. .Esta desorganización fiscal
puede ser apreciada en el cuadro 12.
Aclaremos que los ingres~ . del guano nunca
llegaron oportunamente al Gobierno del Perú. El
vicioso sistema de las consignaciones y el poste-
rior Contrato Dreyffus hicieron que el Estado
peruano apareciera oomo recibiendo de gracia, co-
e u A D R o 12
Ingresos Fiscales - Perú 1845·- 1870 - % por Ramos

Contribu- Otras Emprés- Ingresos en


Bienio ciones Aduanas Rentas Guano · tito Ajenos un ai\o

1845 43.2 46.8 9.8 .99.8


1848-49 35.4 46.9 9.5 - · 2.8 5.2 99.8
1850-51 37.1 37.1 12.5 5.3 1.6 6.3 99.9
1852-53 20.7 35.5 12.9 26 .3 4.3 99.7
1854-55 , 16.6 30.1 4.7 43 .2 5.1 99.7
1861-62 1.8 ·16.3 2.9 78.4 0.4 99.8
1863-64 1.6 - 14.7 2.9 62.6 17.5 0.4 99.7
1869-70 1.9 17.8 1.9 72.4 5.9 "99.9
112 PABLO MACER.A

~o préstamo y en calidad de deudor aquello que


. le correspondía como acreedor y dueño. El pro-
ducto bruto de las 16 primeras consignaciones
· ( enero 1849~noviembre 1859) 1ue de L 36'656,687,
de· las cuales -debían corresponder al Estado co-
mo producto liquido L. 18'049,950, o sea el 49.2%.
Para el período -1862-72 ese producto liquido al-
canzó a $166'918,140. "De esta suma, nos dice J. M.
Rodríguez -de quien tomamos t~os ·los datos an-
teriores- hay que rebajar $27'9'll,830 pertenecientes
al guano vendido por Dreyffus". Pese a estas ci-
fras, nos recuerda el mismo autor, a fines de 1867
el Perú estaba en quiebra. Su presupuesto estaba
en déficit, duplicada su deuda pública y debía a
los consignatario~ cerca de $~6'000,üOO por razón ··
. de empréstitos.
Si .la estructura de los ingresos era precaria,
los gastos fiscales padecían a su vez de igual de-
~orden. Algunos de esos gastos se emplearon es
cierto como veremos para estimular al sector pri-
vado empresarial. La mayor párte tuvo sin embar-
go un carácter improductivo. . Los gobiernos pe-
ruanos manejaban el presupuesto como un instru-
mento de clientelización política. O en el mejor
de los casos asumiendo un rol ·redistributivo ele-
mental y discriminatorio. Buena porción de las
rentas públicas fueron empleadas dentro de. esta
política en el sostenimiento del aparato burocrá-
tico-militar. "El examen de los gastos militares,
dice J. M. Rodríguez ( 1915) como el de todos los
que afectan a la vida financiera en el Perú de-
muestra que el promedio de los fondos públicos
destinados a 1~ servicios militares ha sido alre-
PLANTACIONES AZUCARERAS AJl:DiNAS 113

dedor .de una tercera parte de los gastos públi-


cos votados en el Presupuesto General, excepto
en los de 1869 y 1879, que sucesivamente fluctua-
ron entre la cuarta y Ja quinta parte y que han
seguido l~ escala de los gastos generales, es de-
cir siempre crecientes y siempre manejados por
la mano derrochadora de la imprevisión y la bu-
rocracia. La historia del Perú proporciona las si-
guientes cifras sobre los servicios militares":
CUADRO 13
Porcentaje anual de gastos militares - Perú 1847 - 1880

Presupuesto % Presupuesto ¾

1847 - 48 32 % 18S5 40 %
1849 45 % 1866 41 .<!•ó
1850 - 51 44% 1867 34 %
1852 • 53 34 % 1868 27 11-'tl
1854 • 55 33 % 1869 - 70 18 %
1856 • 57 31 % 1871 - 72 19 %
1858 _. 50 , 44 % 1873 - 74 40 %
1860 45 % 1875 - 76 '18 %
1861 • 62 31 % 1877 - 78 25 %
1863 - 64 27 % 1879 • 8') 33 %

Este exagerado pes!) del sector terciario no es


una característica privativa de la historia ~nó-
mica del Perú. Lo encontramos también en todas
las sociedades que pertenecen a uno de estos dos
114 PABLO i\1ACERA

grupos: a) o bien en los sistemas arcaicos pre-


capitalistas con fuertes Estados centra.les de tipo
despótico oriental; b) o bien en aquellas econo-
mías tradicionales incorporada~ al sistema capita-
lista en calidad de subordinadas. Dos son las ca.u-
~ que detenninan esa conformación:. Primero,
. el carácter artificial y por consiguiente más cos-
toso de la red urbano-administrativa. La ciudad
es · entonces una necesidad política. previa para
instrumentar la dominación interna antes que el
resultado de la respectiva evolución económica.
No son ciudades que luchan contra el feudo sino
prolonga.clone!¡ administrativas del aparato polí-
tico· a cuyo amparo nacen sin necesitar combatir-
lo. Pueden, luego de aparecer por esta razón, ge-
nerar el dinamismo propio de todo núcleo urbano.
Pero es un dinamismo mediatizado puesto que a
esa ciudad no le conviene crecer de modo econó-
micamente autónomo so pena ,de perder los espe-
. cíficos privilegios de sus relaciones con el cam-
po; y so pena de enervar la .cadena general de
privilegios del sistema al cual pertenece. Histó-
ricamente estas ciudades, sean waris, incas, es-
pañolas o criollas, son por la naturaleza., orig~n,
y sostenimiento de sus funciones ( y no por una
~imple cronología.) ciu_dades coloniales. En · se-
gundo lugar, toda redistribución del ingreso que
no favorezca al sector tei:ciario inevitablemente
afectaría positivamente los sectores productivos
primario y secundario. Los cambios cuantitativos
y cualitativos en esos sectores ~a.erían consigo
una modifica.ció??- global de la estructura social. Pe-
ro esa estructura se encuentra sacralizada. Es
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 115

precisamente lo único que no se quiere cambiar.


Si ·la mayoría de loo benefici<;>s. del guano no hu- .
biesen caído principalmente en manos extranje-
ras y se hubieran invertido razonablemente en
minería, agricultura y obras públicas infraestruc-
turales el Perú hubiera . quizás pasado de un ca:
pitalismo subordinado a un capitalismo avanzado,
autónomo y competitivo a nivel internacional. Pe-
ro quienes tenían en sus manos la decisión final
( los grupos de poder internos y externos) excluían
esta opción.
Hay un último argumento. La mayQr parte de
.las soluciones políticas y económicas concretas
son compromisos que combinan los problemas de
corto y mediano plazo. Cuanto más desarrollada
sea una economía mayor será su capacidad de pro-
gramación a largo plazo. Parte de su capitaliza-
ción abundante es reinvertida en términos de tiem-
po, error, experimentación y hasta aventura. Este
margen se estrecha a medida que una economía
cualquiera ( feudal, ·capitalista o ·esclavista) se en-
cuentra incluida .e n la clase subordinada del con-
tra-desarrollo y la desinversión.
Las decisiones econó~cas tomadas por los go-
biernos peruanos después de 1821 hasta hoy mis-
mo pueden ser explicadas según esas hipótesis.
No eran decisiones puramente económi~as sino
dadas también en función de consideraciones polí-
tico-sociales ( conservar una estructura de privile-
gio colonial interno) y en función de las relacio-
nes objetivas de dependencia que guardaban, con
la economía mundial. Pero además, nunca pudie-
ron ser· d~iones a largo plazo. Hay una frase
. 1

· 116 PABLO MACiiRA 1

1
que por flojera no busco, pronunciada a mediados
del XIX por un político peruano. Afirma que el
presente no debe ser sacrificado al futuro. Cas-
tilla en 1.845 no podía gobernar para el año 1880; 1
tenía que hacerlo para 1845 y 1846 porque en de-
finitiva todo gobierno debe cuidar su operancia in~ 1
mediata. Y porque el largo plazo ( donde todos
estaremos muertos según Lord Keynes) es para . 1
un político, en pai:te, la suma de varias coitas
duraciones, sean o ~o planificad~s. Poco podía ha- 1
cer cualquiera de esos gobiernos teniendo en
cuenta la deuda que heredaba, el desempleo y la 1
sub-ocupación crónica. No sabemos en consecuen-
cia si es ingenuidad o tergiversación de las peo- 1
res reducir todo el problema del guano, y los
gastos públicos peruanos y el crecimiento del sec- 1
tor terciario a una simple cuestión de psicología.
y voluntad de los grupos dirigentes peruanos sin ~
examinar -las probabilidades históricas concretas
de las otras opciones teóricas que supuestamente 1
tenían. Esta explicación no exime de responsabili-
dad a esos· grupos pero sí la convierte en una res-
ponsabilidad compartida donde intervienen muchos
otros factores.

El SfJctOr privado. Los mercados mundiales


No podemos continuar este añálisis que nos 1
ha ido alejando· grad~almente de nuestro tema
original ( la agricultura de exportación). Renun-
ciamos por consiguiente a un análisis total y mi-
nucioso del sector privado peruano y de "todas 1
sus complicadas relaciones con el comercio exte-
. rior y el sector _público. Y no~ limitamos nueva-· 1
1
~
l'LANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
117

mente al desarrollo y organización en el Perú del


sistema de plantaciones ~n la segunda mitad del
XIX. Al finalizar este trabajo discutiremos sin
embargo algunos de los problemas que ahora de-
jru.nos en suspenso. Nos hemos de referir espe-
cialmente entonces al reciente debate sobre lo que
fue la econonúa peruana de ese tiempo: ¿un Mo-
delo de Enclave ( Levin); o una Economía Rentís-
tica ( Hunt)?
. Para economizar aburrimiento mío y ajeno,
ordenaremos la exposición en función de sólo cua-
tro puntos: 1) factores generales que influyeron
en el desarrollo de la agricultura exportadora; 2)
el crédito hipotecario y la inflación interna y limi-
tada de precios; 3) el trabajo en las plantaciones;
4) estructuración de la industria• azucarera al fi-
nal del periodo. ·
Alrededor de 1860-70 el sector agropecuario
peruano experimentó, como dijimos, un activo pro-
ceso de cambios cualitativos y cuantitativos. Gran
parte de lo que después ha sido el Pení contem-
poráneo del siglo XX arranca de esas fechas, sin
perjuiéio de un fenómeno de recepción y continui-
dad de las estructuras coloniales y de la Primera
República. Ese proceso estuvo caracterizado .fun-
damentalmente por el explosivo crecimiento de al-
gunas agriculturas de exportación ( azúcar, algo-
dón); y al mismo tiempo por un desplazami~to
geográfico general de la import~cia económica
de los centros de producción agrl~la. Antes de
esa época la sierra y su hinterland de la yunga
oriental retenían una alta proporción de aquel pro-
ducto .agrícola interno que era monetariamente co-
PABLO MACERA
118

mercializado dentro o fuera del país ( lanas, co-


ca). En la segunda mitad del XIX la costa tomó
la delantera, y mantuvo esa ventaja en todos los
años posteriores a pesar del boom cauchero y a
pesar del mejoramiento tardío de la ganadería
lanar. La hacienda serrana se refeudaliz6 mien-
tras la hacienda costeña continuó su evolución ha- ·
cía una agricultura industrial. La sierra fue el
campo, la costa fue la ciudad.
Esta hegemonía costeña culminaba un proceso
de muy larga duración del que nos hemos ocupa:.
' -do en otro estudio. Decíamos que en el Perú po-
dían reconocerse los siguient~ desplazamientos
y ubicaciones de los polos de crecimiento, desa-
rrollo y poder ( político, económico, social y cul-
tural): . .

l. Mayor desarrollo relativo del nor-ande ( in-


cluyendo Ecuador interandino) durante todo el
Formativo Temprano y Medio.
11. Generalización del desarrollo y multiplica-
ción de los polos de crecimiento desde el Forma-
tivo Tardío hasta el Horizonte Medio.
III. Desplazamiento hacia el sur durante el Im-
perio Wari, pese a Pachacámac.
IV. Nueva generalización y multiplicación ~u-
rante el II Período Intermedio.
V. Segun.do desplazamiento hacia el sur con. el
Imperio Inca.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 119

VI. Preservación del sur ( pese a Lima) en


los siglos XVI-XVIII debido a Potosí y concen-
tración demográfica quechua-aymara.
VII. Desplazamiento hacia el Perú central ( cos-
ta y sierra) por el azúcar Y. Cerro de Paseo ( me-
diados del XVIII) .
VIII. Reacción sureña frustrada : Túpac Ama-
ro, Pumacahua,_Confederación Perú-Boliviana.
IX. "Empate" en la desorganización general:
1821-1850.
X. Predominio de la costa nor-central: guano,
azúcari algodón, Cerro de Paseo: lBSu-1900. Pese
al salitre sureño por estar localizado como una
economía de enclave.
Durante casi todas estas "movilizaciones" histó-
rico-geográficas la costa, en su parte nor-central
( de Chincha a Lambayeque), fue siempre una de
las regiones económicamente más dinámicas. Du-
rante las etapas 111 a VI, que cubre tres imperios
(Wari, Incas, y Austria) , la sierra sur entre Aya-
cucho y el Altiplano acortó las distancias y se
definió como uno de los polos dominantes. Pero
. desde el siglo XVIII . se produjo una .inversión
del proceso interrumpido eri las etapas VIII y IX
sólo de un modo transitorio.
Lo que µosotros estudiamos es pues, exclusiva-
mente, la porción final de una larga y muy compli-
cada historia. Dentro de esa mismá porción cro-
nológica . sólo es pertinente y nos interesa por
ahora un fenómeno sectorial: el desplazamiento
geográfico ocurrido con el sistemá peniano de
120 PABLO MACERA

plantaciones. En un capítulo anterior señalába-


mos que desde la. época colonial y durante toda
la primera mitad del XIX los cañaverales se con-
centraron entre los valles de Santa y Cañete, es '
decir las provincias litorales de los actuales de-
partamento de Ancash y Lima, provincias que ~ns~
tituyen la llamada Costa Central. En ese terri-
-toriolas plantaciones azuqareras se beneficiaron
también de la expansión económica de los años
i860. _Pero el crecimiento verdi,.deramente explo-
sivo ocurrió más al norte, en los vall,es tle Truji-
llo y Í.ambayeque. Para apreciar este cambio ana-
·Jizaremos la distribución, por -regiones, del núme-
ro de cañaverales y su . volumen de exportación.
Según J. A. García ( 1875) había en el Perú, me-
,jor dicho· en su costa, 23.5 cañaverales, de los
cuales 161 ( 681) ubicados en los departamentos
de Lambayeque y La Libe1tad. Es cierto que mu-
chos de estos cañaverales no eran plantaciones
sino muy pequeñas unidades de producción. .Las
propias comunidades indígenas sembraban enton-
ces ten-enos'. de caña. En Lambayeque existían
50 de éstoo ( comunidades de _Chiclayo, Picsi, Mon-
sefú, Req:ue, Eten y Saña); y en Trujillo no me-_
nos de 20 ( comunidades de Chepén, Pueblo Nuev9
y Jequetep.eque) . Fuera de 25 .pequeños propieta-
. rios en la provincia de Lambayeque. O sea un to-
tal de 95 minifundios azucareros. Pero el 41%
restante estaba compuesto por grandes plantacio-
nes de a:lto re~miento. De modo que aunque
la costa central no. desconocía el minifundio y
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 121

CUADRO 14
Exportación azucarera del Perú 1875 • 79
(% segün puertos y region_e s)-

Lugeres de
exportación Kilogramos Porcentajes ·

'
Paita 1,070.20 0 :01·
Pimentel 26,530.00 0.31
Eten 870,275.34 10.37
Pac~smayo 360,080.80 4.29 Norte :
Malabrigo .99,126.90 1 .18 67.95

Huanchaco 1'078,495.80 - 12.86


Salaverry 2'928,229.25 34.91
Guañape 337,339.80 4.02
· Santa 2,715.40 0.03
Chimbote 470,400.00 5 ._61
Samanco 67,2!l5_.00 o.so
Súpe 667,423.20 _ 7.95 Centro :
Huacho . 132,224.6Ó 1.57 30 .77
Chancay 198,584.20 2.36·
Ancón• 465,072.40 5 .54
Cerro Azul ' 580,286.55 s :91
Pisco. 100,072,?0 1.19} Sur :
i\llollendo 225.20. 0.00 1 .19

Totales 8'385,983.84 99 .91

Fuente: Esteves 1882.


122 PABLO MACERA

este modelo sólo era aplicado fuera del norte,


en las provincias sureñas de Camaná e Islay ( con
22 "cañaverales chicos..), bastaba ese 41% de gran-
des plantaciones radicadas en el norte para que
la balanza se inclinara en su favor. Lo compro-
bamos fácilmente por el volumen del pro.dueto
exportado: El norte retenía el 67.95% del tótal
nacional; mientras que el centro sólo contribuía
con el 30.77%. ( Ver cuadro 14).
¿Qué factores determinaron concretameI_1te la
expansi6n agrícola costeña en la se~da mitad
del XIX? ¿Qué recursos fueron ~ovilizados por la
industria azucarera para salir del estancamiento
~el período 1821-50? Hay que .considerar prime7
. ro las tendencias de la economía mundial y sobre
todo de los mercados internacionales de produc-
tos agrícolas. Por bajo que fuera en Europa el
salario obrero · algunos productos ( azúcar, · des-
pués el café y el té) habían dejado de ser pri-
vilegios de las clases más ricas para convertirse
~n hábitos populares. En el caso particular del
azúcar ·ocurrían sin embargo co_ndiciones contra-
dictorias. Entre 1852-1875 la producci6n y consu-·
mo mundiales de azúcar más que duplic6 sus ci-
fras. Pero ese crecimiento favoreci6 mucho más
a los productores de betarraga que a los de caña.
La producción de betarraga aumentó ese período
en un roo,;; el azúcar de caña lo hizo solamente
en un ~- De tal modo que mientras en 1852-
53 la caña proporcionaba el 86% del azúcar mun-
dial, hacía 1875 s6lo con.corría con el 59.4i .
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 123

CUADRO · 15
Producéi6n mundial de azúcar 1852 - 75 (toneladas)

%
Año Azúcar de Azúcar Total de azúcar
betarraga de caña de caña

1852 - 53 202,818 1'260,404 1'463,214 86.0


1859 - 60 451,584 1'340,980 1'792,564 74 .3
1864 - 65 529,793 1'446,934 1'996,727 73 . 5
1869 - 70 846,422 1'740,793 2'586,915 67 . 3
1874 - 75 l'.302,999 1'903,222 3'2C6,221 59.4

Fuente: Prinsen· 1912.


1 •

Como veremos, la competencia betarraga-caña


se hizo más aguda en el último tercio del siglo
XIX y fue una de las causas -de la gran crisis
azucarera que sólo terminó temporalmente con el
acuerdo de Bruselas en 1902. Entretanto, a media-
dos del XIX, permitía aún la expansión de aquellos
sistemas de plantación que llamaremos margina-
les; es decir aquellos como el Perú que hasta
entonces habían participado escasamente en los
mercados mundiales. Desgraciadamente no es po-
sible dar al respecto cifras exactas y completas
sobre todo para los primeros años 1850-1860. Nos
valdremos por lo pronto de las fuentes más se-
guras: Paz Soldán ( 1877) para el período 1862-
1866; los Parliamentary Papers para 1864-79; Es-
teves ( 1882), Moreno ( 1895) y Prinsen ( 1912) pa-
ra 1870-78.
PABLO MACERA
124 ,
CU A DRO 16
.Exportación de c1zúcar y chancaca ·
Perú 1862- 1866 (quintales)

Artfculos 1862 1863 1864 18SS 18$6

Azúcar 74,127 65,658 25,CES 77,0S!i 28,664


Chancaca 16,275 18,319 19,041 24,397 2,843

Fuente: M. F. Paz Soldán 1877.

. .
CUADRO 17 .

Azúcar : exportación Perú a Gran Bretaña


1864 - 1879 (Libras esterlinas)

Año Azúcar

1864 13,752
1865 3,029
1866 3 (?)
1867 10 (?)
1868 20,659
1869 19,821
1870 SS,499
1sn 90;564
-1872 174,347
1873 348,267
1874 512,112
1875 928,765
1876 912,799
1877 1'424,494
1878 1'211,792
1879 1'380,622

Fuente: Accounts and Papers : Londres.


PLAHTACION.ES AZUCARERAS ANDINAS 125

CUADRO 18

Exportación de azúcar: Perú 1870 - 1879

Año Toneladas• Toneladas•

1870 251 251'


1871 4,500 4,500
1872 6,550 6,550
1873 15,950 15,950 16,0<i0
1874 23,700 23,700 34,000
1875 50,000 50,000 50,000
"1S.76 55,000 55,630 71,000
1877 63,000 63,370 78,000
1878 69,763 60,763 85,000
- 1879 80,000 81,280

Fuentes:
1
El Economista, 1895; • Esteves, 1882; • Deer, 1949

No .tenemos ninguna . razón ahora para prefe-


rir una de esas cifras en vez de otras ya que sus
autores no revelaron o criticaron las fuentes qu~
consultaban. Para el vacío 18.50-1862. existen dos
informaciones: una de valores y otra de volúµ-ie-
nes ambas por Hunt {los valo:res son una vez más
en .precios 1900). Transcribimos los volúmenes
sin confiar demasiado en la~ _estadísticas oficia-
les de las que todos dependemos al igual que
Hunt y con cargo de una apreciación posterior.
1

126 PABLO MACBRA

i
CUADRO 19
Exportación total de azúcar
Perú 1850-1862 según Hunt (Tns.)

Año A,zúcar Año Azúcar


1
1850 1,612 1857 890 1
1851 2,358 1858 462
1852 1,539 1859 819
1853 1,409 1860 618 '
1
1854 1,442 1861 885
1855 · 1,149 1862 1,257
1
1856 1,020

La formaci6n de capitales
Qui7.ás cualquiera de esos cálculo~ sea mejo•
rado en el futuro; pero en tal caso pensamos
que se confirmarla la tendencia general que ellos
revelan. Entre las 6,000 toneladas de azúcar que
aproximadamente producía -el Perú antes de 1821
y las 85,000 toneladas (Prinsen) que pudo expor-
tar en 1879 media una distancia que no fue re- 1
corrida gradualmente en el curso de medio siglo,
sino sólo en la mitad o hasta en la tercera parte
de ese tiempo. Ese crecimiento implicó necesaria-· 1
mente en el caso Perú esfuerzos adicionales ex-
traordinarios en términos de capital, trabajo, tec-
nología y empleo del suelo.
1

~
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
1.27

En ·cuanto a los capitales, no basta con mencio-


nar al guano como fuente original, sino mostrar
sus canales de distribución y compararlos con
otros posjbles. El primero de esos canales fue
paradójicamente la supr~ión -de la esclavitud. En
la medida que como hemos visto, fueron indemni-
zados los propietarios con pagos al contado, la
abolición puede ser económicamente definida como
un procedimiento mediante el cual un capital fijo
( los esclavos) fue convertido en capital circu-
lante ( la indemnización), permitiendo un despla-
zamiento de las inversiones. "Los esclavos, decía
Ignacio Novoa (1861) .·.. han desaparecido conver-
tidos en capital metálico". Una segunda desviación
de las 1iquezas del guano hacia la agricultura se
produjo_ a través ~e la Consolidación que en un
50$, según Casós, benefició a l<;>s harendados. La
tercera . vía directa está en las primas por inmi-
grantes acordadas por el -Estado peruano entre
184~1. No hemos heclio en esta _interpretación
sino seguir la argumentación de Cas6s ( 1876) apli-
cándola al caso de las plantaciones azucareras.
Decía Casós en "La minería ,y la agricultura des-
de el punto de vista del progreso":
• "Nuestros grandes propietarios rurales o hacendados
se han quejado siempre de nuestros gobiernos .ar-
guyendo que (la agricultura) .. . no ha recibido pro-
. tección ninguna del Estado. • . Nada es sin emb~
go menos cierto••• 'Cuando en 1845. . • fueron abo-
lidas las contribuciones de indígenas y castas (que) ...
producían al Estado. . . 2'500,000 pesos, .es innega- .
ble que la agricultura se benefició porque los pro-
pietarios agrícolas eran responsables de los trib)ltos
de sus colonos. Cuando en 1850 se sancionó la ley
128 PABLO MACE.RA

de la deuda interna consolidada: . . (por- 16'000,000


de pesos), es innegabl~ que se ·hizo un grande servi-
cio a la agricultura, porque desde entonces comen- ·
zó también 'e l desarrollo agrícola del pals. Cuando
en 1~9 y después en 1851 (pagó) el Estado 30
pesos por inmigrante (dio) 450,000 pesos a la agri-
cultura. . . Cuando en 1855 se abolió la esclavitud,
pagó el I Estado a Jos propietarios 8'000,000 de
pesos".

Por consiguiente ·e n apenas diez años. ( 1845-


1855) el comercio exterior a través del sector
público transfirió al sector agrícola privado par-
te de los capitales que necesitaba para su desa-
. rrollo. No consideramos aquí a las contribucio-
nes indígenas puesto que su monto ( calculado
con cierta exageración en 75'000,000) durante treiJ?-
ta años, influyó principalmente en -la agricultura
de la sierra. y no en la costa. Sumando los demás
rubros podemos estimar én 15'450,000 los capita-
les entregados por el Estado a los azucareros:
1. 1850 . : Consolidación CS 16'000,000)
· 50 % a la agricultura costeña $ 8'000,000
2. 1839-51 : . Prima de in migración .. . . . ., 450,000
3. 1854 : Abolición de la esclavitud ··.: ,, 7'000,00~

Total de transferencia 1845-54 . . . . . . $15'450,000

~ 2/3 de. esa cantidad beneficiaron a los


cañaveleros. Pero no terminan aquí las finan-
ciaciones directas o indirectas del sector público
en favor de la gran agricultura exportadora. Ca-
sós citaba también por lo menos el 50% de los
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 129

112'000,000 de soles que según él costaron los


ferroc:ui,riles. Es indudable que ésas y otras obras
públicas de infraestructura favorecieron el desa-
rrollo agrícola. No las incluimos sin embargo en
' los cálculos anteriores porque no fuerbn un capi•
tal a disposición de los propios agricultores.
Habría también que considerar una parte ( pe·
ro ¿cuál?) de las utilidades percibidas por los
consignatarios nacionales del. guano. Los peruanos
o sus socios tuvieron a su cargo directo y predo•
minante no menos de diez de los contratos de con-
signación celebrados;_ entre 1849-1872. No sabe-
mos cómo emplearon sus ganancias: ¿Comercio?,
¿Construcción urbana?, ¿Minería?, ¿Agricultura?
En cuatro casos ( Pardo, Barreda, . Alvarez Calde·
rón, Zaracondegui) estamos seguros que los con•
signatarios invirtieron parte de sus beneficios en
el azúcar y el algodón. Pero éste ~ un terreno
todavía por explorar. La mejor r~spuesta podría
hallarse en un estudio, aunque sea por muestlreo,
de los inventarios de bienes de Jo~ principales
consignatarios nacionales.

El crédito agrícola.

Pero todos esos capitales no bastaban para


financiar los cambios que exigía la industria azu.
carera. Los agricultores recun.-ieron también al
crédito ·a través de cuatro mo4a]idades principa•
les: el mutuo · simple, las habilitaciones, la cuenta
comercial y el présfamo hipotecario. Las tres pri•
~eras fueron conocidas desde la época colonial,
constituyendo, junto ~n la~ Caja; de Comunida·
PABLO MACERA
130

des, los censos y capellanías, las principales fuen-


tes dinerarias de esa época. Hasta principios del
siglo XIX el crédito no era muy caro en el Perú.
Las oportunidades de inversión eran limitadas y
eran pocos tanto los .que podían solici~ un prés-
tamo como aquellos que estaban en situación de
otorgarlo. Hacia 1805 el interés legal era sólo
del 6%. Con la guerra de la independencia el di-
.nero encareció y en 1832 el gobierno decretó que
no existía en el Perú tasa fija legal de intereses
y que "estos pueden pactarse según la voluntad
de los contratantes". Entre 1832-1839 se llegó a
pagar 24% anual por los préstamos; y este nivel
se mantuvo hasta los primeros años de la siguien-
te década. Luego el guano, una Ve'L más, al pro-~
ducir una gran abundancia de numerario abarató
el interés. En 1854 no se pagaba más del 12%. La
·tendencia era a la baja. Hacía 1860 el interé~
llegó con frecuencia sólo al 9% y 8%. Pero en ge-
neral, entre 1854-1870 quedó estabilizado en el 12%
debido al monopolio que sobre el crédito ejercían
unos cuantos particulares. !'Si no ha bajado Pl,ás
( el dinero) decía Nicolás Rodrigo en 1869, es
porque aunque h~y más dinero que antes, sus ma-
yores acumulaciones, aquellas que cubriendo las
necesidades de siµ poseedores, dejan un sobrante
pan los préstamos, se hallan en pocas manos,
que lo emplean con ventaja y por su número com-
parativamente reducido pueden sostener el inte-
rés en un tipo más permanente y fijo".
No estamos muy seguros de lo que ocurrió
después, entre 1870-1878. Alguno~ autor~. como.
Martinet, afirmaron que el interé.s había ~_ubido
.
PLANTACIONES AZUCARE.RAS ANDINAS
. 131

en esos últimos años hasta el 18%. Otros ( Cope-


llo Petriconi 1876) lo reducían para las hipote-
cas al mismo 12% ya citado. Aunque si tenemos
en cuenta las cláusulas penales y la depreciación
del billete ese 12% subiría hasta muy cel'ca de
la cifra de Martinet. Por Jo dicho, sugerimos la
siguiente cronología: 1) tasa legal reducida · del
coloniaj~ a fines del XVIII (6%); 2) alza ocasio-
nada por 1~ guerras de la Independencia ( monto
desconocido) ; 3) intarés usurario formalizado
(24%) a partir de 1832; 4) baja del interés oca-
sionada por el guano; 5) tendencia a· la baja pe-
ro estabilidad ficticia ( 12%) entre 1854-1870; 6)
nueva alza posterior a 1873. Dentro de este és-
quema estudiaremos la org~ción del crédito
agrícola peruano a mediados del XIX, limitándo-
nos por ahora a las habilitaciones y las hipotecas.
Las habilitaciones pueden. ser definid!IS como
transferencias provisionales de capital desde el
comercio hacia la agricultura. Conocidas désde el
coloniaj~. compitieron primero y sobrevivieron des-
pués a la gran moviliz~ción hipotecaria de la dé-
cada del 60-70; y en 1875 constituían la · tercera
fuente de crédito para los azucareros, quienes· por
este concepto debían sólo al extranjero 4'500,000
soles. La habilitación era a veces considerada
.. por los juristas peruanos como una promesa de
venta del producto agrícola con antitjpo_de su va-
lor mínimo por el acreedor. O también como un
contrato mixto de préstamo y comisión. Pero SC?··
lía incluir garantías de prenda y hasta de hipo-
teca o préfer~ncia de cobro. Y no era rara la pro-
hibida capitalización de intereses. El habilitador
1

132 PABLO MAC:i;RA

concedía un adelanto hasta por -los 3/4 del valor 1

en plaza del azúcar y especulaba su beneficio con


la diferencia entre este primer pr~io y el de la
venta futura. Asumía por ronsiguiente los riesgos
l
eventuales del mercado mundial. Pero a este res-
pecto los comerciantes estaban mejOII' provistos ·
que los hacendados a quienes habilitaban. ( "El al-
to comercio de esta capital, decía Casós en 1876, ·
es el único que puede hacer uso diario de la co- 1
municación telegráfica con Europa") . El result,do
final era casi siempre desfavorable a los agri-
cultores. ·
l
Al lado de las habilitaciones hechas por los
comerciantes debemos considerar aquellas otras 1
efectuadas por algunos grandes plantadores en fa-
vor de produ9tores menos importantes. Unas ve-
ces para comerciar el azúcar, otras para moler
la Cá.ña. De lo último tenemos noticia en Trujillo
donde había por lo men9s cinco medianas_planta-
ciones que carecían de ingenio propio. Podemos
calificar esas . hal>ilitaciones como los primeros
ensayos -fracasados- para instalar en el Perú el
sistema de las Usinas o Ingenios centrales.
Viniese del comerciante o de un agricultor la
habilitación era tan temida por los agricultores
-pero igualmente tan necesaria y solicitada- como
l~s hipotecas. Se decía que el habilitador no sólo
se consagraba a prácticas usurarias sino que per-
seguía además apropfarse de la tierra de su deu-
dor. Un caso concreto nos explicará este .siste-
ma. En 1866 L. F. Pinillos y W. Rosell consQtuye-
ron una sociedad agrícola para elaborar azúcar,
parecida a la que en 1859 habían firmado Zara-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 133
condegui y Aspíllaga para Cayal_tí. No les al-
canzó el capital y tuvieron como habilitadores a
Chávez, ~charán y Larco. En un momento de cri-
sis, el fundo Bazán tuvo que aceptar un contra-
to de habilitación leonino por parte de Chávez.
Chávez daba, es cierto, 4,000 ·libras esterlinas ini-
ciales y, -además, 150 libras esterlinas por quince-
na pnra las operaciones diarias del cañaveral_ Pe-
ro en compensación recibía .todo el azúcar, gairan-
tizaba su crédito con una hipoteca y exigía 1%
de interés mensual fuera de 5% de comisión sobre
c1 producto b_ r uto. La habilitación funcionaba en
este ca1!0 como un método de endeudamiento pro-
. gresivo cuyo f!n oculto era obtener la propiedad
de la tierra más que el control comercial de sus
productos. Esta variante (deuda-apropiación) no
caracterizó a las habilitaciones anteriores a 1850.
Y aunque apareció durante el período que estu-
diamos, desconocemos cual fue su extensión. Resul-
ta asimismo difícil distinguir la habilitación en
general de algunos créditos comerciales de otra
naturaleza. ·
Considerados en globo, todos estos tipos ( mu-
tuo, habilitación, préstamo comercial simple) fi-
nanciaron aproximadamente según Garland ( 1896 )-
el 40% de las necesidades de crédito de las plan-
taciones peruanas. durante las .décadas l860-70.

El crédito hipotecario .
En cuanto al crédito hipotecario, su períodó
de auge puede ser fijado entre 1866-1873 en coin-
cidencia con el boom económico general de esos
134 PABLO MACERA

añ,os. · En la memoria actual de las familias cri~-


llas del Perú ( que recuerdan más de lo que pa-
rece y dicen) la hipoteca es una evocación ambi-
gua. Alguna vez quisiera escribir una historia
de las pequeñeces políticas del Perú para mos:
trar c6mo grandes decisiones públic~s, profundas
rivalidades de · caudillos y hasta guerras civiles,
tuvieron su origen en la orgía hipotecaria de la
segunda mitad del XIX que derrumbó y levantó
fortunas de la noche a la mañana. A pesar de es-
ta importancia no tenemos aún una historia de
la hipoteca en el Perú. Casi todo lo que sa'bemos
se entresaca del estudio general de Camprubí
( 1957) sobre los bancos en el Perú. En las pró-
ximas páginas nos valdremos de Camprubí com-
pletando su información con los trabajos de Gar-
cía Calderón ( 1868). Arias , ( 1876), Carlos Paz
Soldán (1885) y M. P. Olaechea (1892) coteiados
eón las memorias de los diferentes bancos hipo-
tecarios que funcionaxon en el Perú. No nos ocu-
paremos de la totalidad del régimen bancario pe-
ruano si bien su periodificación, {>ropuesta por
Camprubí, conviene en lo principal a las institu-
ciones hipotecarias: 1) libertad privada, ausen-
cia dé normas públicas y orgía del crédito, 1862-
1873; 2) crisis financiera e intervención fiscal :
1873-1877.
Aunque conotidas, las hipotecas no -tuvieron
gran desarrollo en la época colonial por más qu~
desde 1778 hubo registro hipotecario con el fin
de ampliar y garantizar esos préstamos. Los pri-
meros bancos peruanos aparecidos entre 1862~1865
(La Providencia, Banco del Perú, Banco de Lon-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 135

dres yMéxico) no otorgaron hipotecas. Se diiigían


principalmente al sector comercial y sus operacio-
nes principales' eran las de depósito, descuento,
créditos a corto plazo y emisi6n de billetes. El in-
terés cobrado . por estos bancos era demasiado
alto para los agricultores: 11 mensual en présta-
mos a corto plazo ( 6 meses) y 10% por un máximo
de cinco años. "El agricultor, decía García Calde-
r6n en 1868, que recibe una cosecha cada año,
que necesita algún tiempo para venderla y que no _
saca de su fundo, sino el intérés de 5% ó 6% no
puede celebrar esos contratos porque tio se. puede
pagar tanta interés...
Si bien, como nos recuerda Camprubí, se ha-
bían presentado proyectos desde 186'0 para crear
instituciones hipotecarias, el primer Banco espe.:-
cialmente ·dedicado a ese efecto sólo apareció en-
1866. Los factores que influyeron en primer tér-
mino para su fundaci6n fueron sin duda el creci-
miento general de la economía y las presiones de
los agricultores, pero también hay que contar el
efecto de demostraci6n provocado por Chile, térmi-
no de emulación para los criollos costeños del Pe-
rú. El Banco de Crédito Hipotecario autorizado
por la dictadura de M. I. Prado ( 1866) se bas6
en los precedentes normativos de los bancos hi-
potecarios de Prusia, Polonia, Francia y. Chile y
sirvi6 de modelo para algunos de Ar~entina, Boli-
via y Ecuador. En el Perú se desvió, como vere-
mos, de los preceptos aceptados en el sistema
bancario mundial.
Desde el primer momento los bancos hipote-
carios conquistaron una fácil clientela. El prime-
PABLO l\iACERA
136

ro de ellos, el Banco Territorial Hipotecario, no


sólo suscribió totalmente · su capital de $1'000,000
de pesos, sino que tuvo que ampliar!~ en $500,000
más. Cuatro años más tarde el Banco Territorial
• Hipotecario ( 1870) podía vender sus acciones con
un 10% de premio.
Pero el régimen hipotecario no estuvo sujeto
a una conveniente vimlancia fiscal. Como todos
los demás bancos peruanos, 20 en total en apenas
10 añ0$, se dictaban en la práctica: sus propias
normas, amparados por la debilidad del Estado
y la credulidad especuladora de sus clientes. Has-
ta los más escépticos veían en el crédito banca-
rio una salvación contra la usura -y el monopolio
que sobre el mercado de préstamos ejercían- unos
pocos particulares. "El Crédito, decía José Mar-
tín de Cárdenas ( 1867) es hoy en la esfera eco-
nómica lo que el vapor como fuerza motriz en la
mecánica: un poder inconmensurable que todo lo
mueve... Hablo de la de~ocratización del Crédi-
to. En el Perú, país democrático, a dif~encia de
otros estados donde ·la· aristocracia es una insti-
tución; en el Perú, cosa rara, el crédito está aris-
tocratizado'. .. Unas cuantas casas de comercio son
las que hoy abarcan los beneficios del crédito en-
tre nosotros, dando la ley a toda la sociedad". Ha-
bía llegado la hora de suprimir estos privilegios
y de poner al alcance de todos, ricos y pobres, la
oportunidad de endeudarse. Un nuevo concepto
del tiempo económico venía a remover el concep-
to tradicional basado en una estrecha relación en-
tre pasado y presente ( ahorro ya efectuado, gas-
tos inmediatos) que limitaba cualquier µso o pro-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
137

yección hacía el futuro. Ahora en cambio el futu-


ro, un futuro incluso aleatorio, se convertía en el
factor dominante. La generalización del crédito
suponía una nueva psicología y un nuevo compor-
tamiento, dentro de los cuales el futuro; para au-
to-realizarse se "adelantaba" y operaba en el pre-
sente. Todo era ·mañana.
Esta ~slocación- ideológica y mental que era
~fecto y a la vez causa de una disgregación más
amplia de la sociedad peruana antigua, explica la
extrema tolerancia de' los poderes públicos perua-
nos frente al régimen bancario. Quienes defendie-
ron el derecho superior del Estado para contro:
- lar los Bancos (Salcedo, Gálvez, Novoa, Elguera)
fueron derrotad~s por los ideólogos de la liber•
tad privada ( Pardo, Chacaltana, (?arda Calderón).
Algunos, como Pardo, rectificaron su_primer entu-
siasmo; otros no fueron sino demagogos ( Chacal-
. tana) o simples abogados. que pusieron su gran
inteligencia al servicio de los banqueros, éomo
García Calderón, Presidente-Vichy del Pení ·bajo
el triunfo chileno que había preparado sin que-
rerlo. Fue, al igual que muchos otros menos ca-
paces que -él, uno de los responsables de ese caos
económico que nos condujo directa y fatalmente a
. 1879. Al final sólo fue gobernante de un balnea-
rio, vivió en el destierro y le quedó como consue-
lo la portada de mármol que en 1874 hizo cons-
h1.1ir para. su casa de la calle Amargura.
Los bancos hipotecarios violaron, en primer
término, su -propia definición institucional. Se les
consideraba como intermediarios entre los capita-
' listas y los propietarios. _Por consiguiente no de-
138 PABLO MACERA

bían percibir otra utilidad, como bien , dijo Carlos


Paz Soldán, que la· diferencia entre el interés que
el Banco pagaba al capitalista ,tenedor de una cé-
dula y el interés total, que en la anualidad pagaba
peri6dicamente el propietario deudor. Su funci6n
era pues la de simples garantes o fiadores. En la
realidad . no cumplieron· sus deberes ni para con
los tenedores de cédulas ni para con los agricul-
tores que hipotecaban sus propiedades. Violentan-
do la doctrina quisieron definir la hipoteca como
un mutuo directamente otorgado por ellos al deu-
dor, creando así dos sistemas paralelos e incomu-
nicados, el uno para recibir los capitales que lue-
f!.O prestaban; el otro para cobrar los préstamos.
Este doble juego era evidente en las amortizacio-
nes anticipadas sobre las que nada había dicho
el decreto del 31 de enero de 1866 que autoriz6
la banca hipotecaria en el Perú. Este vacío ·fue
mañosamente cubierto por los Estatutos del ori-
mer Banco Hipotecario ( artículo 12 Y- •tablas"
anexas) oue fueron aprobados por el 1tobierno
( ae:osto 1866) sin advertir la tergiveisaci6n. Le-
galmente esos estatuto's y en consecuencia las fa-
mosas tablas quedaron en suspenso puesto gue
por ley el Estado s6Jo dei6 vi_!!ente en 1869 el de- ·
. creto de enero de 1866 sin nada decidido sobre el
de ·agosto de 186(J. Las tablas sin embargo se co"n-
tinuaron aplicando. Ningún otro banco hipoteca-
rio de América ( Argentina, Chile) adopt6 por en-
tonces ese procedimiento, salvo el de Guayaquil
que los rectific6 muy pronto. Expliquemos. El deu-
dor s6lo debía pagar según ley un interés del
8% sobre el capital prestado mediante una anuali-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 139

dad del 12% que sumaba ese, interés y la respec-


tiva amorti7.ación. Las _tablas en cambio le exigían
un interés que variaba entre 9.72%-10.62%. Al can-
celar un préstamo el deudor habja pagado 24.45%
demás.
Otra fuente discutible dé ganancias para los
bancos · fueron sus manipulaciones con las cédu-
las. Hubo sosp~has de que realizaron sorteos .
fraudulentos y está probado que pusieron nueva-
mente en circulación cédulas ya amorti7.adas. Por
último, al igual que todo el ·sistema bancario de
esos años, las instituciones hipotecarias se bene-
ficiaxon con el billete bancario y fiscal. El billete
o .sus equivalentes habían existido antes de que
aparecieran los bancos en 1862. Carnprubí nos _re-
c;merda algunos de sus antecedentes: a) vales co~
merciales ( manuscritos o en talonarios impresos) ;
b) billetes de los Consignatarios ( Allsop, Gibbs,
Templemann, Rowe, Zaracondegui. . . ) . Podríamos
añadir, con ciertas precauciones, y como otro
ejemplo de moneda fiduciaria de facto a las fi-
chas emitidas por algunos grandes terratenien-
tes. Por lo menos cuando ( Swayne en lea y Li-
ma) circularon fuera de sus haciendas y reém-
plazaron parcialmente al metálico en algunas ciu:
dades. Pero sólo fue en la segunda mitad del si-
J!:lo XIX que el billete dominó la economía del
Pení como antes lo había hecho la moneda feble-
boliyiana. El Gobierno peruano dio fácilmente a los
bancos privados el permiso de emitir billetes con-
vertibles, subrogándose en sti propio derecho emi-
nente sobre la moneda nacional. Nadie sabía muy
bien por cierto en qué consistía el Billete. Casi

. 1
PABLO MACERA
140

todos lo consideraban un insb·umento privado de


crédito sin advertir .:...por malicia o ignorancia-
sus funciones monetarias. En el Congreso del Pe-
rú, ~o de los más influyentes diputados, llegó a
decir sin ma:la fe que el Billete no era sino un
vale o pagaré al portador. Y este hombre era
uno de los más decididos partidarios de la vigi-
lancia estatal sobre los bancos, y ofrecía esta de-
finición como el mejor modo de garantizar los
derechos del público frente a los emisores. Los
bancos sostenían_por su lado que el billete era
una relación absolutamente privada en la que nn-
da tenía que hacer el Estado. E invocaban el ar-
tículo 23 de la Constitución del Perú que dec1a-
raba libre el ejercicio de toda industria, oficio y
profesión. Todavía en 1877, cuando el billete es-
taba ya del t9(io desacreditado, podía decir uno
de esos bancos:
"¿Qué derecho hay para obligamos a retirar nues-
tros billetes? No tenemos ninguna relación con el
Gobierno. Ningún contrato nos liga con él ni nos
somete en este orden a su autoridad y por oonsi-
gtüente nada tiene que ver con nuestros negocios
que son enteramente privados, que descansan en
la fe que nos otorga el público y que no se opo-·
nen a la moral, a la salud ni a la seguridad pú-
blica". ·

_H ubo algunos · que denunciaron los peligros


del b.Qlete bancario, pronosticando lo que después
ocurrió y haciendo ver la enorme influencia polí-
tica y económica que a través suyo · obtenía el
sector privado. Uno de ellos, al escribir · para el
Gobierno unas _ Consideraciones... sobre el peligro
fLANTACIONES AZUCARERAS ANDJNAS 141

de la emisión de billetes de banco sin garantía


( Lima 1866), decía: "Existe una enwme diferencia
e~tre el capitalista de un Banco. . . y el público .
falto de garantía que admite unos retaZ?s de pa-
pel como si fueran moneda circulante. . . El ban-
quero usufructúa con el capital efectivo que de-
bería guardar en caja, pero que le sirve para un
doble giro, puesto que no necesita sino del nume-
rll;liO competente -p ara el rescate de los billetes
que se presente al cobro. Simultáneamente lucra
con los billetes en diseminación que igualen a su
capital efectivo". Esta prudencia no fue comparti-
da por la mayor parte de los empresarios y polí-
ticos peruanos. Creían haber descubierto el secre-
to de la prosperidad. Se puede apreciar los ·extre-
mos a que se llegaron con las cifras recogidas
por M. F . Paz Soldán ( 1877) acerea de la cantidad
de cédulas_y billetes emitidos por los bancos en.
relación con sus capitales. (Ver cuadro 20) . ·
En el libro de Camprubí puede seguirse la
· evolución de este debate y la historia del billete
desde la primera etapa cuando era convertible en
metálico ( 1862-1873) . hasta la inconversión y cur- '
. , so forzoso de los , mismos ( 1875-77) y su trans 0

. formación final en -billete .fis~al ( 1877) . Creemos


que -hay todavía algunos puntos oscuros.. En pri-
mer lugar en lo que respecta a la _g arantía efec-
tiva que dieron a sus billetes los bancos emiso-
res durante los primeros diez años .mencionados.
El Estado nunca fijó entonces expresamente y con
claridad cuál debía ser el encaje, aunque casi
todos se inclinaban por un· 25%. Las- estadísticas
compil~das por Camprubí parecerían indicar que
142 PABLO MACERA

CUADRO 20
Porcentajes del valor de Cédulas y Billetes sobre
Capital bancario - Perú 1876

A B
Billetes y Cé-
dulas emitidas B/A
Nombres Ctpital Marzo ·1876 %

Banco del Perú 8'000,000 · 3'422,270 42.77


Banco de la Providencio 3'200,000 977,097 30 .55
Banco de Londres,
' México y Sud América 4'500,000 405,465 9 .01
Banco de Linla · 5'000.000- 2'822,344 56. 45
Banco Nacional del Perú 12'000,0()0 5'101,296 42 .51
Banco Anglo Peruano 10'000,000 166,792 1 .66
Banco Garantizador 1'094,000 44,951 4 .10
Banco Hipotecario 3•000,000. 9'291,200 309. 70
Banco Hipotecario
Territorial 1'000,000 2'817,100 281.73

Fuente : M. F . Paz Soldán 1877.

en los primeros tiempos ese porcentaje fue "mu-


cho menor que el mantenido voluntaria e indivi-
dualmente por los Bancos de Lima" (Campmbí,
pág. 148); y que en plena crisis, hacia 1873 no es-
taba por debajo de los uso!> internacionalmente
aceptados. Podría llegarse a otras conclusiones si en
el futuro examinamos más de cerca y hacemos
una lectura más critica de la contabilidad banca-
ria revi.~ada por Cam¡>rubí. Las ·reservas metáli-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINA'.S
143

cas y las disponibilidades de caja resultarían en-


tonces ,quizás mucho menores de lo que · aparen-
taron,.
El gran negociado de los bancos hipotecarios,
y de todos los , demás emisores de billetes, con-
sistió en varias operaciones escalonadas: 1) Pri-
mero, la emisión sin control hasta 1873. El billete,
como hemos citado, era un "asunto pri','.ado". 2)
Conseguir en 1875 que el Estado declarara de cir-
culación forzosa esos billetes para evitar la quie-
bra de los Bancos que lqs habían . emitido. 3) A
partir de 1877, endosar al Estado la responsabi-
lidad del billete ·bancario, convertido desde en-
tonci,s. en· billete Fiscal. En cada una de esas
fases, los bancos, hipoteearios o no, especularon
con el billete que ellos solos crearon. Inundaron
de papel el país y, como dijo cáusticamente un
periodista "hicieron m1a montaña de la nada y al ·
caer no cayó sobre ellos" ( 1878). Cuando les
convino subiero~ el precio del oro y se negaron
a recibir en pago los mismos billetes que habían
puesto en circulación. En 1880-1881 por ejemplo
el Banco de Crédito Hipotecario amortizó cédulas
( vendidas por metálico) con billetes que nomi-. _
nalmente valían S/. 5'082,000. Ent;retanto exigían
·a sus ~eudores hipotecarios que pagasen las anua-
lidades en plata. ( Con. el tiempo, sin embargo,
ocurrió lo contrario: luego de la guerra con Chile, ·
muchos acreedores ( hipotecados o ·no) se vieron
obligados a recibir moneda depreciada) .
¿Por qué,. entonces, después de todo, tuvi~ron
aceptación los Bancos hipotecarios? ¿A qué se de-
bió · que lo~ agricultores solicitaran sus créditos?
PABLO MACERA
144

¿Cómo n~ re·sultó evidente la irracionalic~.ad de to-


do el prpceso? Esas preguntas son útiles en la
m~dida que procuran poner en evidencia las pro- ·
habilidades o alternativas de una situación histó-
rica concreta. Son en cambio científicamente pe-
ligrosas si, a través del asombro o la acusación
implícita, olvidan que el historiador tiene frente
al hecho histórico que estudia un tipo de cono-
. cimiento diferente al que poseen quienes parti-
cipan en la realización de ese hecho. El historia-
dor observa una ocurrencia histórica como tota-
lidad finalizada y ya cumplida. Quienes hacen la
historia la viven en c~bio como una sucesión.
En cada 11Da de esas posiciones varían la natura-_
leza y grado respectivos del informe. Cuando el
historiador investiga por ejemplo los levantamien: .
tos andinos de l78Q-1814 contra el Imperio espa-
ñol sabe desde un principio: 1) primero, que fra-
casaron; 2) luego que San l\fartín desembarcó en
Pisco y Bolívar triunfó en Ayacucho; 3) conoce
también la circunstancia internacional europea; y
4) lo que ocurría en el resto de Europa. Con al-
go de paciencia y buena suerte puede hasta de-
cir cuantos hombres armados tenían los virre-
yes en cada punto del Perú. Pero todo esto, o
gran parte, .era ignorado por Túpac Amaro y Pu-
macalma. Zela no supo por ejemplo que casi al
mismo tiempo en . que se levantaba en Tacna, al
sur del Pero, los bonaerenses, cuya ayuda espera-
ba eran derrotados en la actual Bolivia. Por con-
siguiente, el comp?.rtamiento asumido por ellos y
las masas. que dirigían no estuvieron relaciona-
dos con nuestra informaci~n posterior sino con su
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
145

propia información contemporánea_. El· historiador


posee al respecto una obvia ventaja. El margen
de ignorancia o diferencia informativa debe ser
•enunciado para poner en evidencia la "objetivi-
dad" de las causalidades ,históricas; pero no sir-
ven para explicar las responsabilidades y -motiva-
ciones asociadas a una determinada conducta his-
tóiica.
Pero basta de filosofía; de -la: historia que a
tan pocos, pór desgracia, interesa en este tiem-
po. Nos hemo.s permitido esta gimnasia por puro
placer y para que los historiadores v~ que es
más fácil profetizar el pasado que el futuro. Mu-
cho de lo que hemos dicho acerca de los bancos
hipotecarios lo sabemos nosotros ~ora pero sólo
fue conocido por sus contemporáneos .de un modo
tardío e incompleto. Entretanto había que tomar
decisiones inmediatas. El mercado mundial espe-
raba nuevas ofertas de azúcar y los capitales
faltaban. El crédito · hipotecario, con todos sus
riesgos, . aparecía como una. salvación. Por esta
causa, como hemos visto, el Banco de Crédito
Hipotecario pudo én 1866 vender todas sus accio-
nes en tan poco tiempo. Igual demanda hubo en
la solicitud de préstamos: en sólo un año, hasta
diciembre de 1867, los agricultores recibieron me-
diante hipotecas un total de 1'500,000 pesos. Diez
·años más tarde ( 1878) ·. ese Banco había emitido
cédulas hasta por 14'442,400 ~oles y las hipo-
tecas rurales vigentes sumaban 7'404,800 soles.
El mismo éxito tuvo el Banco Territorial Hipoteca-
rio pues en sólo sus primer?s cinco años ( 1870-
75) dio préstam~ por 3'750,000 ~oles de los cua-
146 PABLO MACERA

les un 70% fueron al sector agrícola. Que es-


tas instituciones satisfacían una necesidad públi-.
ca, aunque con defecto y abuso, lo prueba el que
todavía quedase entonces margen para otras ins-
tituciones similares. La mayor parte de los efíme-
ros bancos abiertos en provincias estuvieron des-
tinados a la agricultura y tuvieron ( o pretendie-
ron tener) secciones hipotecarias. Lo~ mismos
agricultores quisieroµ. en ·repetidas ocasiones crear
para su beneficio un gran organismo de crédito
hipotecario. Entre los más importantes de estos
proyectos podemos recordar el Banco Hipotecario
de Agricultura ( 1868-1876) y· la Sociedad Agríco-
la Mercantil ( 1868), fuera del Banco Peruano
Agrícola Hipotecario de 1872 que cita Camprubí.
El primero fue sintomáticamente gestionado por Jo-
sé Félix Arias, diputado por Trujillo, provincia
entonces en plena expansión azucarera. Preten-
día crear una gran red hipotecaria en cada uno
. de los 15 departamentos peruanos, valiéndose del
Estado que suscribirla un 20% del capital calcula-
do en 2'500,üOO pesos. Sus procedimientos serían
similares a los del Banco de Crédito Hipotecario
y concedería préstamos sólo hasta el 50% del va-
lor de los· fundos. La Sociedad ·Agrícola Mercan-
til fue más ambiciosa. Imaginada por algunos
grandes propietarios ( O'Higgins, Boza, Goytizolo,
Castañeda) pretendía asumir la .representación y
defensa . de los intereses agrícolas y crear un
gran Banco Agrícola Peruano que además de to-
das las operaciones normales ( d~ósito y des-
cuento) tuviera tres secciones especializadas en:
a) habilitación a corto y mediano_ plazo ( herra-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 147

mientas, maquinarias); b) consignación de produc-


tos agrícolas para comertjalización; y e) crédito
hipotecario. Este último cobrada hasta un máxi-
mo de 9% anual de interés. En vez del 50% del
valor del fundo tolerado por el Banco de Crédi-
to Hipotecario, admitía hasta .un 70$ para el cas-
co; 50% sobre capitales raíces inmuebles ( inge-
nios por ejemplo) · y el mismo porcentaje, pero
con garantí_a personal, para los semovientes.
Toda esta movilización crediticia favoreció
principalmente a la agricultura de exportación y
dentro de ella a la industria azucarera o, como
entonces se les llamaba, a las "haciendas de caña
dulce". Se produjo, por consiguiente, una doble
concentración geográfica y sectorial que acentuó
como dijimos nuestras disparidades económicas
internas. Ent;re los factores determinantes de es-
ta distribución estuvieron la_s condicione~ econó-
micas específicas que carai;:terizaban a· cada re-
gión del P~rú antes . de la' aparición del sistema
bancario. Los teóricos dé la época y el propio
Estado no pudieron compensar estas tendencias.
A mediados de los años 1860 se ordenó a los ban-
cos que abrieran sucrirsale~ en provincias para
que el crédito beneficiara a todos los · agriculto-
res. Los bancos se opusieron y argumentaron que
el Perú no era un territorio económicamente uni-
ficado. Resultaba imposible establecer las mismas
reglas de crédito en Lima que en el Cuzco o Ca-
jamarca. La renta de la tierra era mucho más al-
ta en la Costa Central que en otras partes; el in-.
terés hipotecario podía en consecuencia competir
con el int~és comercial corriente que era muy
1

148 PABLO MACERA


1

elevado; y siempre quedaba margen para el pro


pietario después de pagar sus anualidades. Donde
las técnicas eran tradicionales, los suelos pobres,
0

i
los precios bajos y la oferta y demanda se equi- ..1
libraban, el estancamiento general resultante pro-
hibía o limitaba las especulaciones de crédito.
García Calderón decía en 1868:
" ( El cr&lito hipotecario) no puede tener aplicación
completa en el resto de la República, por las cir-
cunstancias económicas especiales de los otros de-
partamentos. En Lima el interés corriente del di-
nero en la plaza es el 1% (me~ual) y sobre esta
base está calculado el interés del Banco ( hipoteca
rio). Hay además muchos capitales en circulación '
que pueden pasar cómodamente de una industria
a otra; y las haciendas y las casas de habitación
producen tanto, que los propietarios que toman di-
nero pueden hacer el servicio del capital prestado
sin perder sus fincas. Pero no sucedió lo mismo en
otros departamentos. En Arequipa por ejemplo hay
pocos· capitales: el interés corriente del dinero es
muy bajo porque hay pocas personas que pidan ca-
pital prestado y las fincas producen el 5% de in-
terés. . . Un p~pietario cuya finca vale diez mil
pesos, percibe de ella quinientos o seiscientos pe-
sos: hipotecada al Banco, recibirla sobre ella 5,000
pesos cuyo s~cio ascenderla a 600, calculado al
12% y por consiguiente no tendría un peso para ,
vivir. La escasez de cosechfl en un año o la falta
de alquiler de la casa pondría al propietario en
atraso y el remate lo privarla de su propiedad".
Un balance de la situación en 1875 oonfirma-
ba esta conexión entre el crédito hipotecario y
la gran . agricultura co~teña; oomo se aprecia en
el siguiente cuadro: ·
PLANTACIONES AZUCARERAS .~b!DINAS . 149

Préstamos · rurales del Banco Territorial Hipotecario


('X, por departamentos)
1. Lima . . . 44 .5%

2. La Libertad 44.7%
3 . Ancash . . . . . . . . ·. . 7.7%
4. Huánuco · . . . . '. . . . . 1.4%
5. lea ...... . . . . . . . . . . . . 1 .1%
6 . Arequipa . . . . . . 0.3%

Las hipotecas y los ~emás tipos de crédito


ya mencionados ( habilitaciones, etc.) sumados a
las trasferencias del secto,r público ( indemniza-
ción de esclavos, primas de migrantes, CQnsolida- ·
· ción) generaron uha aflu_encia de capitales hasta
entonces desconocida en el Perú. Es ·difícil calcu-
lar su monto. Pero una aproximación nos ha sido
ofrecida por Garland quien calculaba que -en 1875
la industria azucarera ·peruana tenía deudas en
cifras "1·edondeadas" por 30'000,000 de soles, de los
cuales el 551 provenía del crédito bancario de
acuerdo a la siguiente distribución:
1. Banco de Crédito Hipotecario S /. 9'500,000
2. Banco Territorial Hipotecario . . . . ., 3'000.00'.l
3. Otros Bancos . . . . . . . . . . . . . . . ., 5'00:J.000
4. Préstamos del Comeréio de Lima . ,. 5'000,000
5. Habilitaciones del extranjero . . . ,. 4'500,000
6. Préstamos de p¡irUculares vcruanos ., 3'000,000

TOTAL : .. . . . . . . . . .. . .. . . . S I . 30'000,000

¿Cómo fueron invertidos esos capitales por


la industria azucarera? Hay que considerar pri-
mero que esa industria era algo más que una
150 PABLO MACERA

plantación y que esta última además del cultivo


. principal incluía otras actividades complementa-
rias (panllevar .para los trabajadores, forraje pa-
ra el ganado): Y que todo este sistema sQlo fun-
cionaba gracias al empleo intensivo de una abun-
dante mano de obra. No siempre resultó fácil pa-
ra los agricultores peruanos de esa época aplicar
racionalmente los capitales que obtenían al desa-
rrollo equilibrado de esos diversos factores de
producción. "Se aplicaron fuertes cantidades en
obras y gastos improductivos e indebidamente en
otros objetos y los que realmente se aplicaron al
fomento de la industria no se hicieron con el
aci~rto y la prudencia que demanda la inversión
de capitales en una industria; capitales que gra-
van la producción con el recargo de los intere,.
ses" (Garland 1896). Hubo sin duda un enorme
margen de experimentación y error que alguna
vez podrá ser apreciado si se recuper~ los ar-
chivos de la época. Los que hoy están disponi-
bles revelan que los principales objetivos perse-
guidos por los hacendados fueron primero la ob-
tención de mano de obra y luego Ja modernización .
del proceso de elaboración del azúcar. Pocos gas-
tos se efectuaron en can1bio para mejorar los ti-
pos y sistemas de cultivo.

La organizaci6n del traba;o


Antes que la máquina. y el préstamo hipoteca-
rio venía la mano de obra, puesto que la libertad
de los esclavos exigía una solución alternativa a
corto término. La agricultura pernaua, decía Juan
de Arona ( 1891) era como la Venus de Milo : un
-1
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
151

icuer¡:io sin brazos. Frase que desde antiguo re-


1

petían los propietarios costeños y que, como dijo


Távara ( 1855) "rectamente analizada significa
falta de brazos que trabajen . barato o de balde".
i
- El desarrollo de la economía peruana, el creci-
miento de la industria azucarera, los camhios en 1
el sector agrícola debían producirse sin alterar
un módelo social basado en el prestigio y la "dis- 1
tancia", que a su vez suponía el m_!lntenimiento de
relaciones de trabajo lo más · tradicionales posi-
bles. Dentro de esta perspectiva examinaremos 1
la migración de colonos chinos semi-esclavizados
traídos al Perú entre 1849-1875. ¿Por qué se pre-'
firió esta opción? Había otras desde luego: engan- 1
chados, yanaconas, jornaleros libres, colonos euro- ·
peos. Todos ellos fueron experimentados en el Pe-
rú antes y después de la migración china pero en
la costa tuvieron un carácter accesorio y limitado
en la segunda mitad del XIX. Esos diversos tipo·s
de trabajo rural pueden ser clasificados según di-
versos criterios ( procedencia, oferta, relación so-
cial, costo comparativo con el esclavo) corno sin
duda los hicieron en su tiempo quienes tuvieron
que elegir:

A. Nomenclatura B. Proce- c. Reta- D. E.


dencia ci6n Oferta Costo

l. Chino Asia semi-esclavo abundante +


2. Yanacona Local semi-servil Excluida
3 ~. Enganchado Sierra semi-servil bloqueada
4 . Jornalero libre Local moderna limitada +
5. CQlono europeo Europa moderna limitada +
152 PABLO MACl!.RA

No fueron decisivµs, es nuestra hipótesis, ni


la procedencia ( en cuanto "distancia" como gasto
de transporte o resistencia cultural) , ni · el costo
del trabajo por sí solo, sino más bien la natura-
leza y disponibilidad de la oferta así como la re-
lación social implicada. Aclaremos el significado
de estos factores.- En primer término el costó.
Debido a la aparente sencillez que le confieren
las cifras, este concepto ha sido abusivamente em-
pleado. Ya en páginas anteriores, a propósito del
"salario" ·esclavo, decíamos cuán aventurada es lá
contabilidad del trabajo en una economía que no
sea enteramente moneµzada, moderna y capitalis-
ta. Pero, además de esta precaución, hay que ad-
vertir también la ambigüedad funcional del Coºsto.
En nuestro contexto el costo del trabajo no se
identifica necesariamente con el salario sino que
lo incluye y significa aquella parte del producto
bruto que · directa o indirectamente es separada
durante una cierta unidad de tiempo para: a) ob-
tener; b) hacer operativa; y c) mantener -disponi-
ble en un plazo dado una determinada fuerza de
trabajo. 1-ncluye por consiguiente: 1 )- las retribu-
ciones en dinero acordadas· al trabajador; 2) los
servicios o especie·s que reciba siempre que no
los produzca él mismo en su tiempo iibre"; 3)
gastos de reclutamiento; 4) el interés que hubie-
sen recibido los capitales comprometidos en esas
operaciones siempre que exista una alternativa de
inversión. Así definido, el costo no es una varia-
ble independiente sino u-n concepto final que re$u-
me y expresa a todos lo~ demás factores. Por
desgracia sin embargo, así economistas como bis-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 153

toriadores acuerdan a los costos laborales un fun-


cionamiento autónomo y no perciben, a menudo,
su función puramente testimonial, expresiva y cuan-
tificadora.
Debe recordarse este comentario cuando com-
paremos los "costo~" de · esélavos, colonos chinos,
yanaconas, etc. O sea, que una vez evidenciadas
las diferencias numéricas, siempre hemos de re-
lacionarlas con· los hechos de carácter social que
las determinan. Esta es, después de todo, la dife-.
rencia _que hay entre econometría e historia; vale .
decir entre indicadores testimoniales y causas ,
eficientes.
Son numerosas y contradictorias las noticias
que tenemos sobre los costos del trabajo rural
en el Pei:ú durante el siglo XIX. Por falta de una
historia de los precios y salarios debemos conten-
trunos con simples aproximaciones. De todas es-
tas, usaremos por ahora solamente ocho:

ll Ministerio de Gobierno (1848) para 1848


2) Montero, Elguera, Vlllacampa <1870) ,. 1854-1869
3) Martinet (1878) . ... . . .. . .. , _. .. ,. 1854-1876
4) Dirección de Contribu~ones· (1866) ,. 1866
5) Garland 1896 . . .. . . : . : ... . ., lSG0-1874 ( ?)
6) Arona (1891) . . . . .. · . . . . .. ,. · 1869-1871 l '? J
7Í Anónimo (1873) . . . . . .... . . . ., 1873
8) Larrabure (1874) . . . . . . . . . . .. ., 1874

[Los interrogantes (?) indican fechas aproximadas]


154 PABLO MACERA
1
Un análisis cuidadoso de los préstamos e in-
fluencias reducirla drástic_amente el número de
esas fuentes. Además de sus propias investigacio-
nes Martinet, Garland y Arana utilizaron quizás
los datos oficiales de 1848 y 1866 ( 1, 4) así como
la encuesta municipal de 1870 ( 2). · Casós trascri-
bió al parecer un informe prefectura! de 1874.
Como Esteves ( 18{32) siguió a Larrabure, cuya
obra entrecomilló pero sin mencionar el autor. Pa-
ra toda esta bibliografía socio-económica del ocho-
cientos urge esa misma tarea de limpieza y filia-
. ción que con tanta agudeza hizo Carlós Araníbar
( 1963) con las crónicas andinas dei XVI. Los
buenos usos de la erudición historiográfica no de-
ben ser olvidados sino puestos al s~rvicio de la
Nueva Historia. No será nuestra tarea ahora pero
nos creemos obligados; por lo menos, a una cali-
ficación interna de los testimonios: ¿hasta qué
punto sus autores estaban interesa,dos en decir la
verdad o en condiGiones de conocerla? ¿Cómo di-
jeron la verdad a pesar de sus intereses? ¿Cuál
es el residuo utilizable?
Las p1imeras encuestas sobre el trabajo agrí-
cola en el Perú datan de 1848-cuando por iniciati-
va de José Dávila CondemarÚl el Ministerio de
Gol?iemo hizo que los prefectos convocaran a los
agricultores ( es decir a los propietarios) y les so-
metieran a un cuestionario de ocho preguntas acer• ·
ca de: ·
l. Número de esclavos
2. Disminución de los mismos entre 1839-1848
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
155

3. Costos diferenciales del esclavo y el jorna-


lero libre
4. Inconvenientes del jornalero libre
5. Horario de trabajo del jornalero
6. Conveniencia de la migración laboral eu-
ropea
7. Posible remuneración de esta última
8. Sistemas altemativos d~ trabajo, fuera del
esclavo, el ~omalero y los migrantes.

El interrogatorio sólo tuvo un· éxito parcial


debido a la renuencia o incapacidad de los ha-
cendados para dar precisiones. Los _agricultores
costeños se declararon partidarios de la esclavi-
tud y consideraron mucho más gravosos todos los
. otros modos de trabajo. El costo del esclavo fue es-
timado en 8 pesos al mes ( incluyendo gratificacio-
nes, gastos de mantenimiento e interés del capital).
Pero ese esclavo "tan caro" era preferible al jo~-
nalero que sólo trabajaba efectivam~nte siete ho-
ras y al yanaconaje que exigía capitales de habili-
tación inicial . que muchos hacen4ados no tenían.
Así, los propietarios de la costa como de la sierra
rechazaron la conveniencia de los migrantes euro-
peos. Sólo en el departamento de Amazonas dije-
ron poder recibir 5,000 familias europeas para
ubicarlas en las fronteras de Tabatinga. Puno,
Ancash y Ayacucho se declararon satisfechos con
el trabajo de sus siervos. En general los dueños
de la tierra querían mantener el sistema tradi~
clona! de trabajo ( esclavitud, servidumbre) y só-
lo pedían inigaciones (la costa') y caminos (la
PABLO MACERA
156

sierra). Se deslindaban ·así, digamos de paso, dos


agriculturas: la co~eña, caracterizada por una de-
manda en expansión que estimulaba la ampliación
del área cultivable. Y la serrana, sin buenos mer-
cados y con bajos precios, tratando de romper su
bloqueo a través de las vías de comunicación.
Casi 15 años después, en 1865-66, los apuros
fiscales ocasionaron nuevos informes sobre el tra-
bajo agrícola. En un desesperado esfuerzo por
normalizar los ingresos y generar rentas indepen-
dientes del . guano fueron creados numerosos im-
puestos en menos de dos meses ( diciembre 1865-
enero · 1866) : predios, movimientos de capitales
( timbres y sucesiones), consumo de aguardientes,
exportaciones, y contribución personal. Entre los
últimos se dispuso que todo trabajador pagase el
equivalente a 12 días de su trabajo al año; o se~,
más o menos, entre el 5~10% de sus ingresos. El
Ministerio de Hacienda elaboró una Escala de Jor-
nales compuesta por seis clases. La primera, con jor-
nal de S/. 0.80 sólo comprendía a la ciudad .de.Li-
ma. Las demás variaban entre S/. 0.60 y S/. 0.20. Pa-
ra aplicar estos esquemas en todo el Perú se cons-
tituyeron Juntas Valorizadoras del Jornal ( en la
que tenían representación los agricultores en tanto
que "mayores contribuyentes") . Esas juntas tuvie-
ron grandes dificultades para establecer los jorna-
les promedios de cada provincia e incluirlas por
aproximación en la respectiva clase. Al final se tuvo
un Cuadro·General de los Jornales del Perú, el pri·
mero de la República y posterior en casi 200 años
al famoso Arancel compuesto a fines del XVII .
_p or el Duque de la Palata. Con todas sus arbi-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS

trariedades y vacíos ese cuadro puso en eviden-


cia la enorme diversidad económica del país y la
imposibilidad de establecer normas generales para
organizar el trabajo• agrícola en cada una de sus .
regiones.
CUADRO 21
Salario Promedio. de los Jornaleros Libres del Perú 1866

Poblaciones Clases Jornal

1) Ciudad de Lima -1
2) Chorrillos S /. 0 .80
~
1•
3) Callao
4) Provincia de Santa 2• .. 9.60
5)
6)
Provincia de Cañete
Id. Chancay } 3• o.so

. 7) Id. Trujillo
8) Id. ., Chiclayo
9) Id. .. Pacasmayo
10) Id. .. Lainbay:.que
11) Qiudad ·de· Cerro de Paseo .. 0.40
12) Provincia de Huarochirí
13) Departamento de lea
14) Id. de Moquegua
15) ·Provincia de Piura
16) Id. Payta
17) Id. Huaraz
18) Id. .. Huaylas
19) Id. ., Cajatambo
20) Provincia de -Huinuco
21 l Id. ,. Tarma
22) . Id. .. Yauyos
PABLO MACERA
158
e U AD R O 21 (continuación)
Salario Promedio de los Jomaleros Libres del Perú 1866
23) Provincia de Canta
24) Departamento de Puno
25) Provincia de Arequipa } 5~ S I. 0.20

26) Departamento de Amazonas

l
27) Id. de Loreto
28) Provincia de Ayabaca
29) Id. Huancavelica
30) " de Cajamarca
Departamento
31) Provincia de Pataz
32) . Id. Huamachuco
"
33) Id. Otuzco
" Huari .
34) Id.
"
35) Id. Pallasca
36) Id. " Pomabamba
37) Jd. ,." Huamalies
38) Id.
"
Jauja s• 0.20
39) Id. Huancayo
40) Distritos de lÍuari, Paccho
y Checras de Chancay
41) Departamento de Huancavelica
42) Id. de Ayacucho
43) Id. Cuzco
"
44) Provincia de Camaná
45) Id. Condesuy<is
46) Id. Unión·
Id. "
47) Castilla
48) Id. " Islay
49) Id. .. Yanqui
Fuente : J. M. Rodríguez 1895

Por lo que se ve, en· sus 2/3 el Perú estaba


compuesto por un territorio de bajos salarios, pró-
ximos. o inferiores a los S/. 0.20. Esta misma
' . . suma
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
159
. .
por otra parte no siempre se pagaba y era con
· frecuencia puramente nominal. Ya sea porque sim-
plemente expresaba bienes y servicios sobrevalo-
rados por el patrón que los daba; o porque ese
salario era una simple anotación .d e contabilidad
para compensar d_eudas anteriores.· En esta con-
dición se encontraba toda la sierra sin otra excep-
ción que los distritos minero~ de H'liarochirí y
Cerro de Paseo. ~l tercio restante por encima de
los S/ ..0.40 se concentraba en la costa, entre lea y
Lambayeque, puesto que · los salarios de Piura y
el extremo sur eran iguales que en la sierra, sal-
vo Moquegua. Dentro de esta gran zona costeña
de altos s·alarios podría di~tinguirse a su vez cua-
tro escalas: a) correspondía el máximo, como vi-
mos a Lima con sus 13 "valles". Le seguían b)
la provincia de S~ta ( 0.60); c) Cañete y Chan-
cay (0.50) y d) por último toda la sección norte
de Trujillo a .Lambayeque. ·
Hay ~a evidente coincidencia geográfica en-
tre los altos salarios de un lado y, del otx:o, el
grado de concentración urbana . y la gran agricul-
tura de exportación. ¿Pero hasta qué punto esa
coincidencia implicaba también ciertas relaciones
causales? Y en caso afirmativo ¿cuál era el meca-
nismo concreto de causación? · Desde luego que -
Lima producía alrededor S';IYº un efecto de in-
flación. Pero, una vez ~ás. · ¿cómo, porqué? En
cuanto a la agricultura de exportación, por el so-
lo hecho de ser exportación, no parece haber si-
do causa suficiente. Ni los mayores beneficios de
una empresa cualquiera ni su; organización más
moderniza~a -derivados ambo~ de, :SU conexión
1
PABLO MACERA
160

con el mercado mundial- determinan necesaria-


mente mejores pagos salariales. De poder, el gran
1

ha~dado mantenía los salarios en un punto de


congelación por más que subieran sus ventas en
Liverpool. La relación precios mundiales/ salarios
internos coloniales ha sido en nuestro país una
l
relación asimétrica, recortada: si los precios in-
ternacionales bajaban, -el salario real peruano baja-
ba. Pero si los precios internacionales subían, los
salarios peruano~ no subían ~empre, necesaria-
ment~ ·
No es una equivocación J;iistórica sino una sim-
ple tontería explicar este problema de los sala-
rios mencionando exclusivamente al Mercado Mun-
dial con las mismas mayúsculas que Bossuet em-
pleaba para la Providencia Católica. Ese merca-
do fue. sin duda uno de los faotQres pero no el
único, más próximo o principal. La localización
geográfica de los altos salarios peruanos a media-
dos del XIX puede ser mejor comprendida en
función de fenómenos mucho más complejos: pro-
ceso histórico de "e;,,.,-:pulsión" demográfica del cam-
pesino originada por la hacienda esclavista y la
competencia del regadío; ecologías que posibilita-
ron zonas de refugio· geo-económico ( mar, chala,
loma, desierto y acequia marginal) y nuevos re-
ajustes campesinos (pesca, horticultura. artesanía
rural, arrieraje, pequeño comercio) . .Todo lo cual
determinó una serie de reacciones en cadena que
concluyó en la aparición de una economía cam-
pesina costeña con alternativas .propias, ajenas al
eventual salario que la hacienda podía pagar a
un jornalero. Mientra~ hubo esclavismo, nada de
PUNTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 161

e~to importó a los hacendad(?s. Luego fue dema-


siado tarde para imponer bajos salarios y para con-
vertir masivamente al campesino antiguamente
expulsado en jomaler:o a tiemp? completo.
Muy poco después de las Valorizaciones de
1866, el Gobierno se vio otra vez obligado, hacia
1869-70, a investigar la situación económica de
'los trabajadores del campo. El problema más ur-
gente era el de la escasez y alza de precios de
los alimentos en· la capital. Pero esto era· a su
vez sólo parte de una crisis generalizada en todo
. el país, aunque no siempre por. las mismas causas
y con iguales manifestaciones. La. inflación de
precios en las ciudades costeñas, los desastres sís-
micos y las inundaciones . en el sur,· fas rebelio- ·
_nes de chinos e indios, pusieron de manifiesto a
fines de los años 60 la fragilidad del edificio so-
cial peruano. ¿Qué .había fallado en la economía
peruana para que se produjeran estos conflictos
después de veinte años de comercio guanero y
en medio de la abundancia del dinero y el cre-
cimiento de las exportacíones? ¿Toda esa prospe-
ridad resultaba ficticia y la conexión con los mer-
cados externos perjudicaba en vez de favorecer
a la sociedad interna? ¿Qué podía ~cer el Go-
. biemo; cuáles eran las responsabilidades del sec-
tor privado? ¿Qué soluciones cabían? Para respon-
der esas preguntas preparó Manuel Pardo, como
alcalde de Lima, un pliego de "Cuestiones" so-
bre diferentes aspectos de la economía peruana
clasificados en diez capítulos principales ( Capital
y Moneda, Alimentación, Tierras, Combustibles,
etc.). Los resultados fueron. publicados en un va-
162 ,PABLO MACERA

lioso y casi inhallable folleto que hemos reedita-


do én nuestra Biblioteca Andina: "Datos e Infor-
mes sobre las causas que han producido el alza
de precios de los artículos .de primera necesidad
que se consumen en la capital" ( Lima 1870). Lo ·
comentaremos por extenso más adelante. Desde
luego la mayor parte de los datos se referían a ~a
agricultura· costeña y una dé las "cuestiones" exa-
minadas fue la _de los salarios, confiada a R. Mon-
tero, B. Elguera y M. A. Villacampa, terratenien-
tes todos ellos. Es posible que estos informantes
exagerasen, por conveniencia propia, los gastos de
las empresas agrícolas y que _los chinos por ejem-
plo recibiese!l en realidad men~s de Jo que di-
jeron. . .
Como se ve, la limitación principal de los tes-
timonios públicos citados no P,rocedía de su pro-
pio carácter oficial. Consistió al contrario en la
delegación de funciones en favor del sector em-
presarial. privado- o.l cual no siempre le convenía
divulgar la verdad en materias económicas. Sin
olvidar que, en cualquier caso, la misma natura-
leza de esas materias y la complejidad del país,
hacían difícil su conocimiento. Lo último es tam-
bién aplicable a investigadores part;iculares como
Martinet, Arona, Garland y Casós. Dos de ellos
(Casós y Arona) asumieron un papel crítico fren-
te a los agricultores. Mientrast que Martinet y
Garland trataron de ser objetivos sin poder evitar
del todo sus compromisos profesionales. Pero en
. todos los casos, además de tener que usar los in-
fo1mes ofici~es y empresariales previamente afec-
tados, no estaban en las mejores condicion~ pata
obténer datos. alternativos por ~u cuenta.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS ; 163

Hay, por último, un proceso de ideologización


que traspasa todas las opiniones emitidas durante
el .siglo XIX acerca del trabajo rural, incluyendQ
los cálculos que esas opiniones invocaban como
fundamento. Del lado de los propietarios conve~
nía sobrevaluar los costos de chinos, esclavos y
Jornaleros libres para : a) reducir el margen del
beneficio empresarial; y b) demostrar simultánea-
mente que por ser "más caro" el jqrnalero libre
había que mantener_sin embargo al esclavo o al
chino. Mientras que a su tumo quienes combatían
a los grandes agricultores tendían a subvaluar el
salario del jQmalero y a exagerar los costos de es-
clavos y chinos, para probar que debido a S? es-
casa diferencia, convenía sustituir las formas tra-·
dicionales de trabajQ por otras más modernas. Pe_- .
ro la ID!lfilpulación de los hechos tenía un límite '
en el mismo proceso de conf_rontación ideológica
tan activo durante esos años. Ninguno podía arries-
garse a una desviación demasiado grande de la
realidad ni aun descontand.o que esa desviación
fu~ra . eventualmente a coincidir con el interés de
. su adversario. Por lo dicho no cqncluimos que
cada una y todas las afirmaciones que discutimos
deban ser aceptadas íntegramente ( lo que resul-
taría imposible e°' los puntos que se contradigan).
Ni ir a la búsqueda automática de un ·mínimo
común denominador, sino al empleo de un prin-
cipio de congruencia interna de cada testimonio
y de compatibilidad exterior con otras situaciones
históricas acreditadas por formulaciones indepen-
diente~ al testimonio en causa.
164 PABLO MACERA

Sin adherimos por ahora a ningú~ testimonio


trascribiremos sus datos primarios más importan-
tes : alterando el orden establecido separamos la
fuente N9 2 para el final de este acápite. Los dat?s ·
de la fuente 4 lian sic;lo tran~critos en el cuadro 21.
1) Ministerio de Gobierno 1848.
a. Esclavos b. Jornaleros c.% 2/1
al dfa : 2 .1 rls. . 3 rls. + 40 %
(Estimaciones diarias. P ara el esclavo, promedio de
interés y gastos generales. Para los jornaleros sin
alimento; sólo habitación ).
3) Martinet 1854--1876.
a. Esclavo 1854 b. Jornalero 1854
ar día : 0 .10 - 0.12 cts. 0 .30 - 0 .40 cts.
c. Jornalero 1876 d. Chino 1876
0 .80 - 1.20 cts. o.so - 0.90 cts.
<Para c. hay un máximo de S/ 2.00 en Lima y habría
que añadir 0.30-0.40 cts. diarios por alimenta~ión).
5) Garland 1860 - 74 (?) ·

Costo Trabajad.o r Chino


a . Contrata 8 años:
1/8 al año .... . .. ... S I. 62 .50
b . Interés al año ... ... 25
c . GratificaciQn al año
<SI. 4 al mes) ... . .. . ~- 48
d . Alimentos (0.10 dia l 36 .50
e . Vestido al año . .. . . . ... 6
f . Mortalidad (5% año ) ... 25
g . Enfermedad, fuga, varios 7

Total al año . . . . . . . . . . . . . . . . . . S I. 210


Promedio dia : O. 70 cts.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 165

6) Juan de Arona 1869-74 (?)

a. Trabajador Chino• b. Jornalero Libre


al día: 0.60 0.611

7) Anónimo 1873. Estos cálculos se basaron en las ne-·


cesldades durante 6 años de un "mediano fundo"'
que empleara 50 trabajadores. Para el jornalero
libre suponia uh salario promedio de S I. 1. 50 diario.

a. ·costq del Trabajor o¡/tno.


e/u. SO hombres
al año en 6 años

a . Adquisición, contrata du-


rante 6 años para 50 hbres. 1) S I. 41_,600

b. Salario anual cl u. 48

c . Vestido ... . , . .. . 12

d . Manutención (0.30 cts. dial 99

e . Medicinas . . . . .. 20
f . Varios (muerte, desfal-
co, etc.> 10 ·

Total al año por· cada uno 189

Total en 6 años por 50


hombres . . . 2) S I. 56,700

Total de 1 y 2 S I . 98,300
166 PABLO MACERA

b . Costo del Jornalero Libre.


SI . 1.50 diario por 30 dias al año cl u. S I. 360
S I. 360 por 50 trabajadores . . . . . . . . . 22,500
si. 22.SOO por 6 años ........... : .. ,. 135,000
Diferencia de Jornalero sobre Chino ,. 36,700

8) Larrabure 1874.

Costo del Trapajador chino al año

a . Contrata (SI. 400 por 8 años ) ... SI. ·so


b . Interés del capital . . . . .... . 48
c . Alimentos ··cs1. 6 al mes) .. . 72
d . Gratificación . . . . .. . . . .. . ~
e . Servicios extraordinarios· ... 6
f . Médico ..... . . .. 11 24

Total al año . . . . .. SI. 248

Promedio 1\1 dia : O.87 cts.

Salario del Jornalero Libre: 0 .60 - ·o.so cts.


Diferencia del Jornalero con
respecto al chino : 0.27 cts.

Para comodidad gráfica luego de estas seis in-


formaciones p,resentamos según dijimos los datos
de la Encuesta municipal organizada por Ma-
nuel Pardo en 1869, datos como se recordará co-
rrespondientes al período 1854-1869:
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 167

Costo y Salario : Escfavo/ JÓmalero


1854-55 (re'i1les)

A B B/A
Esclavo Jornalero . Aumento % '

1.-Montero 1,25· 3.50 · 2.25 180.0


2.-Elguera 0.37 3 .50 3.13 845.9
3.-VillJ¡ampa 4 5 1 25.0

Chino/Jomaleros · 1869 <,:eales)

A B B/A
Chino Jornalero Aumento %

1.-Montero 6 7 1 16.6
2.-Elguera 6. 75 8 1.25 18.5
3.-Villacampa 8 9 1 12.5

Jornalero 1854-69 (reales)

A B B /A
1854-55 1~9 Aumento %

1.-Montero 3.50 . 7· 3.50 100.1


2.-Elguera 3.50 8 4.50 - 128.0
3:-Villacampa 5 9 4 80.0
168 PABLO MACERA

Esclavos/Chinos 1855-1869

A B B/A
Esclavo Chino Aumento ¾
1854 1869
!.-Montero 1.25 6 4.75 380.0
2.-Elguera 0.37 0.75 5.38 1,724.3
3.-Villacampa 4 8 4 100.0

Costo y Salario: ' Chino/Jomalero


1869

A B B/A
Chino Jornalero Aumento ¾

!.-Montero 6 7 1 16.6
2.-Elguera 6.75 8· 1.25 18.5
3.-Villacampa 8 9 ·1 12.5

Resulta difícil encontrar una base común de


comparación entre cifras tan heterogéneas. Su_so-
la enumeración evidencia la complejidád- del te-
ma y cuán .liviana serla cualquier generalización
que escogiera arbitrariamente uno solo de esos
informes. Para -vencer este impasse hemos ana-
lizado las proporciones internas establecidas por
los dif~rentes testimonios entre ciertas categorías
de trabajadores. En el cuadro siguiente mostra-
,. mos el porcentaje de aumento o disminución del
salario del jornalero libre C<>n respecto al costo
del trabajador chino. Se sobreentiende que el pe-
riodo 1869-1876 debe ser descompuesto y referi-
do a las fechas anteriormente asignadas a cada
autor.
PLAN'l'ACIONES AZUCARERAS ANDINAS
169

Aumento (+) o Disminución (:._) del Asalariado Libre


con respec:_to al Chino Contratado. 1869-1876. ·

Testimonios Testimonios
. l. Martinet + 5. Montero +
2. Arona = 6 . Elguera +
3. Anónimo 1873 + 7. Villacampa +
4. Larrabure

¿Qué preferir? ¿El jornalero libre ganaba igual


que un chino contratado? (Arona). ¿Menos? (La-
rrabure). ¿O más (como dicen los otros)? La:tTa-
bure y Arona nunca fueron muy parti~arios de
la migración china y esto podría explicar los ba-
jos jornales ~que consignan. Su argumento era:
puesto que el _trabaja~or chino cuesta lo mismo
o hasta más que el peruano, sería conveniente
emplear a este último. Pero del ladQ de Monte-
ro, Elguera, yillacampa actuaba asimismo un in-
terés bien opuesto: mantener la migración china
y "demostrar" la menor rentabilidad del jornale-
ro nacional. ,Dejamqs · en suspenso el . p,roblema
para retomarlo en las próximas páginas.

Los jornaleros libres


Pero ¿quiénes eran estos trabajadores 'libres?
Los jornaleros habían coexistido desde antiguo ,al
lado de la esclavitud en la costa y el yanacona-
je en la sierra. Pero su nombre conYino en diver-
sas épocas y regiones a grupos sociales muy dife-
rentes: el jornalero criollo, el peón serrano, el en-
. gancbado estacional, el chino que seguía traba-
170 PABLO MACERA

jando en la hacienda después de vencida su con- •


trata; o el esclavo que hizo lo mismo después .de
libertado. Aunque no siempre como veremos era
correcto llamarles jornaleros y menos aun libres.
Los primeros jornaleros, después de la inva-
sión española, estuvieron compuestos casi exclu-
sivamente por los indios. desplazados que además
de haber perdido sus comunidades de · origen no
habían sido efectivamente incorporados a ningu-
no de los sistemas coloniales de control laboral ·
(hacienda, redu~ones, yanaconaje, mita, enco•
miendas, etc.). Fueron los llamados "indios suel-
tos" para quien~ hubo desde mediados del XVI
un. modelo de contrato de trabajo a cargo de los
escribanos de indios y bajo la vigilancia inútil del
Protector de Naturales o de quien hiciera sus veces.
Posteriormente, en pleno siglo XVII, también
fueron llamados ~ornaleros los campesinos de las
comunidades indígenas que . temporalmente se
"concertaban,. con los hacendados. La mayoría de
ellos eran indios sin tierra: -primitivamente lla-
mados "forasteros..- pero también había hombres
con tierra ( en principio originarios) que por me-
dio del salario pagaban el tributo que sus caci-
ques cobraban para .el Rey o cancelaban ·las mer-
caderías que a la fuerza repartía el corregidor.
Esta situaci~n de jornaleros fue a veces una cate-
.goría intermedia, un pasaje hacía el trabajo servil. .
El indio, concertado para trabajar unas pocas se-
manas, gastaba en el tambo de la hacienda más
de lo que ganaba; o por lo menos así decía la
contabilidad que llevaba el propietario. Al fina-
lizar su periodo de trabajo este jom~lero se ha-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
171

Daba con un saldo en contra. Terminaba siendo


entonces un simple endeudado a dispositjón de .
su acreedor. De tener suerte era incorporado a
la población yanaconizada de la hacienda.
Durante todo ese tiempo la relación jornale-
ro-hacienda fue una relación estrictamente veci-
nal y no. suponía, como la mita de minas, un gran
desplazamiento de los trabajadores desde su vi-
vienda a los centros de trabajo. Pero en algún
momento (¿cuándo?) se inició la migración es-
tacional si~rra-costa. Calendarios agrícolas com-
plementarios permitieron que, después de termi-
nar sus labores propias, -los- campesinos baja~en a
· las haciendas costeñas durante los tiempos de
siembra y cosecha. ¿Eran enganchados estos jor-
. naleros? No lo sabemos. Algunos testimonios pa-
recen negar la existencia de un reclutamiento for-
malizado. Se tratarla más bien de migraciones
"voluntarias" causadas por la necesidad de pagar
el tributo ( durante la_.colpnia) o la contribucióp
personal durante la República. En todo caso,
estos movimientos aparece~ registrados por · lo
menos desde finales del siglo XVIII y se gene-
. ralizarán durante -t oda la primara mitad del si-
glo XIX: El proceso quedó g~gráficamente con-
finad~ a los valles costeños que no tenían suficien-
te población esclav.a. Una buena descripción de
este fenómeno fue hecha en 1845 por Francisco
de. Rivero:
"Sabido es que en lo.s ·valles donde nunca iíá exis-
tido esclavatura sino en limitada cifra o · donde se
halla agotada por la corrida d~l tiempo y los ma-
les "de la guerra, elaboran las heredades jornaleros
172 PABLO MACERA

que bajan del interior, permanecen un periodo de


un mes a lo más trabajando y regresan a sus ho-
gares. Ul)IL parte de la ganancia de estos infelices
sirve para cubrir la contribucióq directa que grava
sobre sus personas y muy poco les q11eda como pre-
mio de su penalidad · y privaciones".
. 1
' E_sta corriente de trabajadores estacionales que-
dó interrumpida después de 1854 por razones
que•diremos. Pero al mismo tiempo que desapa-
recían de la costa los campesinos serranos, un nue-
vo contingente aumentó el número de jornaleros:
los esclavos que después de su libertad no tenían
otro empleo disponible, que el mismo de siem-
pre, al servicio del patrón. El tránsito . esclavo-
. jornalero está poi' investigar. Los liberales, co-
. mo hemos visto, habían pensado que éste habría
de ser un proceso automático. Pero los hacenda-
dos ·y los grandes funcionarios públicos no com-
partían este optimismo. Apenas decretada la li-
bertad de los esclavos, el propio gobierno_ dicta-
ba medidas para que fuesen reincorporados al tra-
~ajo de las haciendas en c~lidad de asalariados
libres. Llegó incluso a nombrar una comisión que
debía elaborar un Reglamento Rural que previ-·
niese la vagancia y escasez de brazos. Por des-
gracia esa comisión estuvo compuesta por lós mis-
mos hacendados quienes incluyeron dentro de la
policía preventiva a toda la población campesina
del Perú. El proyecto que presentaron no limitó
el monto de los adelantos al jornalero e introdujo
las leyes de caza y persecución para el endeuda-
do. Su misma exageración la hizo fracasar. Los J
propietarios perdieron por un momento el con- ,
PLANfACIONES AZUCARERAS ANDINAS 173

trol absoluto de sus antiguos trabajadores. En'tre


estos esclavos hubo los que dejaron las haciend~s
y se trasladaron a las <:iudades; y qu~, por consi- .
·guiente, nunca llegaron a _ser jornaleros rurales.
Pero ¿cuántos fueron? Manuel Pardo suponía en
1860 que la mayor parte: "Esta carencia repenti-
na de brazos originada por la manumisión provi-
no de que una gran parte de los esclavos libres
abandonó el trabajo de las grandes haciendas y
vino a establecerse en las ciudades". No estamos
muy seguros de que así ocurriera; por lo menos
en la escala .que sugirió Pardo.
Cabría añadir algunas categorías más de ·jor-
naleros. En primer lugar el llamado jornalero
criollo, es decir el indio o mestizo costeños pró-
ximo a las haciendas donde trabajaba temporal-
mente. Luego los propios chinos que habiendo
terminado su contrata continuaban -t rabajando en
el campo, fuese por su voluntad o para satisfa-
cer deudas con el propietario o con el engancha-
dor de la cuadrilla.
¿Cuántos ~ran todos estos jornaleros? ¿En qué
medida esta categoría laboral hubiese podido re-
•emplazar a los esclavos y excluir por innecesaria
la migración china? Como en el curso ·de toda
~uestra investigaéión anterior cada una de esas
preguntas se .descompone por desgracia en una
serie de otras preguntas para las que también hay
que buscar respuesta por falta .de estudios hechos
por otr!)S. P¿i.ra saber la ~sponibilidad y el nú-
mero de los Jornaleros existentes en el Perú nos-
vemos obligados a considerar el problema de la
clasificación ocupacional del Perú a fines del si-
174 PABLO MACERA

glo _XIX. Utilizaremos fundamentalmente el Cen-


so General de 1876 sin repetir, pero sí resumien-,
do, una anterior publicación nuestra ( Macera
1972) . Nos excusamos por estos .rodeos.
El Censo de 1876 había previsto una informa-
ción especial sobre las ocupaciones de la pobla-
ción peruana. Pero al imprimir las hojas censa-
les J!.O reservó ningún casillero para ese _fin. Y
fue al par~ sólo después del Censo que M. A.
Fuentes preparó un formulario al l·especto siguien-
do las recomendaciones del C~mgreso Estadístico
de Bruselas. Los empadronadores tuvieron pues
que anotar en la columna "Observaciones" tanto ·
la ocupación de los ppbladores como la naciona-
lidad de los extranjeros. Pei:o -no todos lo hicie-
ron, creyendo, razonablemente que ese casillero
Observaciones era secundario o marginal. Por otra
parte tampoco .recibieron instrucciones precisas pa-
ra ubicar convenientemente cada actividad. Las
autoridades por ejemplo definieron como Sin Pro~
fesión a "toda persona que viva de sus recursos"
( es decir sin trabajar: de l~s xenta~ de la fami-
lia; lo mismo que el propieta,rio), despertando
dudas acerca de si los propietarios (¿de inmue-
·bles w:banos?) debían o no ser incluidos dentro
de esa categoría. La. falta de una nomenclatura
hizo también que se adoptaran diferentes nom-
bres locales para una misma ocupación; asf e.orno ·
a la inversa, es decir que un solo nombre se apli-
caba a ocupaciones diferentes. En nuestra recopi-
lación hemos numerado un total de 394 designa-
ciones pero, por lo dicho, no estamos segurns que
correspondan a otr~ tantas ocupaciones efectivas.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 175

Fue tal el desorden que se decidió no pubü-


car en el tomo VII un resumen general de ocu-
paciones para toda la Repúbüca. M.- A. Fuentes ·
decía ál justificar esta medlda: .
'.'Habrase notado a primera vista lo defectuoso de
los cuadros de nacionalidad y de profesiones que
figuran en los resúmenes de los disbitos de las pro-
vincias y de los departamentos. Con respecto a las
profesiones el resumen general de toda la Repú-
blica habrla ofrecido Ul\ conjunto tan absúrdo que,
en -buena ley, ha debido ser s°:primido.
Los defectos del Censo, en cuanto a ~os dos gru-
pos importantes de ·datos, ' no se deben ciertamente
a los empadronadores, sino a la imperfección de
los cuadros que se les diera. En ellos se dividió
la nacionalidad sólo en c~anto a peruanos y extran-
jeros, sin indicación alguna de la pabia de éstos.
La casilla referente a profesiones fue suprimida.
Los empadronadores, aconsejados algunos de ellos
por el buen sentido, inscribieron en la columna de
observaciones, no los hechos que en ella debieron
consignarse, sino la nacionalidad y la profesión; ·
otros dejaron enteramente de considerar esas con-
diciones. • . Largo e inútil serla llevar adelante esta
critica; basta decir que si el censo adolece de los
defecto~ ya insinuados nl principio de esta obra, la
parte referente· a nacionalidad y profesiones no pue-
de menos de ser declarada la más inoompleta y
' absurda".

Algunos ejemplos pueden mostrar pasta qué


punto, lamentablemente, tenía r~ón Manuel Ata-
nasio Fuentes. Si creyéramos al Censo de 1876
no había entonces én todo el P~rú sino 10 hacenda-
dos, otros tantos peones y nada más que 5 yana-

· I
176 PABLO MACERA

conas ( l ) . El error es tan grande que por momen-


tos parecería mejor abandonar estas cifras por com-
pleto. Todavía más porque resulta imposible . sa-
ber cuánto de ese error fue debido a omisiones .
censales absolutas y cuánto a los defectos de no-
menclatura y ubic::ación. Todo lo que sigue sólo
es en consecuencia una exploración crí~ca. ·
Según el Censo, sobre tina población de
2'69!},105 estaban ocupados -registrados con pro-
fesión- el 48% ( 1'322,314). De los re.stant~s
1'376,791 ( 52%) sólo 635,414 pueden ser califi~
cadas de traba¡a~s sin empleo. En efecto,· del
total sin profesión hay que restar a la población
pre-labóral y pos-laboral. Desde luego que estos
son conceptos culturales antes que biológicos y
que sólo parcialmente coinci,den con las ·nuciones
de niñez y ancianidad. Nosotros hemos consti~i-_
do esos grupos sumando todas las edades com 0

prendidas entre 0-fü años con 1~ posteriore~ a


los 75 y añadiendo las edades sin clasificar. No
ignoramos que en el P~rú, como dice el refrán,
"se comienza temprano y se acaba tarde'. Pero
pensamos que lo~ limites _escogidos representan
con mucha aproximación los umbrales labor~les
de esa época. El índice de desocupación bajaría
si el límite de edad pre-lab()ral lo fijáramos en
.los 15 años en vez de los diez. Tpdos los habi-
tantes menores . de 15 y mayores de 75 años su-
. marían entonces 1'023,618. Los desocupados pro-
bables llegarían a su vez a 353,173. Pero, a pe-
sar ·.de la disminución, esta cifra representaría el
20% de la, población en edac\ laboral; es decir
un por~entaje altísimo que revéla que la utiliza-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS ' 177

ción de los recursos humanos en el Perú estaba


lejos de haber alcanzado sus limites a fines del
siglo XIX.
De la población econ6miGamente activa ( "con
profesión" en palabras del Censo) nos interesa úni-
camente por ahora aquellos ocupados en relación
más o menos directa con lo que llamaremos el
sector primario básico: a) Agricultura; b) Gana-
, dería; c) Pesca y Caza-. Al respecto hemos selec-
cionado un total de 42 actividades ( en su mayo-
ría agrícola: 28.) .
Hemos justificado en nuestro estudio antes ci-
tado la categorización que aho~ emplea:r;nos.. Di-
sipamos entonces algunas dudas sobre aquellas
ocupaciones que aparentemente podían referirs~
menos a la producción primaria misma que a otros
sectores: elaboraciones (¿alambiqueros?), comer-
cio (¿yerbateros?), servicios semi-urbanos (¿pla-
yeros?) . Lo hicimos teniendo en cuenta tanto el
lenguaje de la época como el hecho de que, en
todo caso, se b.-ataba de actividades directamente
dependientes 4e la producción agropecuttria y
pesquera.
Sumamos también a los jornaleros pero los
mantenemos por separado. Lo hacemos, después
·de muchas vacilaciones, primero a) porque una
parte de esos jornaleros trabajaba en minas o en
tugunos pequeños centros manufactureros y luégo
porque b) no es posible saber cuántos se dedi-
caban a la ganadería y cuánt~s a la agricultura.
. 178 PABLO MACERA

Para disminuir el margen de error hemos calcu-


lado los ~ornaleros de las provincias litorales del
Perú, . excluyendo Ta,rapacá donde casi todos tra-
bajaban ·en las salitreras. Un resumen de .todo
este traba10 puede ·aP.reciarse en ,los ocho cua-
dros siguientes:

CUADRO 22

Población oc1.1pada en ganadería - Perú 1876

Ocupación Peruanos % Extranjeros Total

1. Crianderos 2,014 , 99.9 1 2,015

2. Chalanes 163 94.2 10 173

3. Gallineros 1 100.0 1
...
4. Ganaderos 15,487 99.6 58 15,546

5. Leñadores o
Leñateros 724 97.4 19 743

6. Llameros 2 100.0 2

7. Pastores 39,196 99 .8 60 39,256

8. Rodeadores 4 100.0 -4

9. Vaqueros 3 100.0 3

Total: 57,594 99.7 148 57,743


e u A D R Q 23
Población ocupada en agricultura - Perú 1876

Ocupación Peruanos
". Extranjeros
" Total
"
\ l. Agricultores 496,782 96.7 16,495 3, 2 513,277 100.0 .
· 2. Aguardienteros 14 78.8 4 22.2 18 100.0
3. Alambiqueros · 13 100.0 13 100.0
4.· Alfalferos 437 roo.o ··- 437 100.0
-~. Azucarero~ 28 77.7 8 - 22.2 36 100.0
6. Cafeteros 10 -90.9 1 9.0 11 100.0
7. Casapaileros 6 66.6 3 33.3 9 100.0
8. Cascarilleros 1,563 99;8 3 0.2 1,566 100.0 .
9. Caporales· 2 100.0 2 100.0
10. Chacareros 25 100.Q 25 100.0
11 . Chancaqueros 7 100.0 7 100.0
12. Cocaleros 18 100.0 18 100.0
13. Destiladores .31 72.1 12 27.9 43 100.0
14. Floricultores 25 47.2 . 28 . 52,8 53 100.0
15. Gañanes 50 100.0 50 100.0
e u Aº D R o~ 23 (continuación)
..
Población ocupada en agricultura - ·P erú 1~76

O~upación Peruanos '6 Extranjeros % Total '6

16. Hacendados 10 100.0 10 100.0


17. Hortelanos 231 . 70.8 95 29.1 326 100.0
· 18. Horticultores 18 '12.0 7 2.8.0 25 100.0
19. ·Junqueros 1 100.0 1 _.100.0
20. Labradores 112,054 98.5 1,669 1.4 , 113,'123 100.0
21 . Menestrales 2 28.6' 5 n .4 7· 100.0
22. Peones 10 22.2 35 77.7 45 100.0
23. Trapicheros 1 100.0 1 100.0·
24. Triguera 1 100.0 1 l(I0.0
25. Vinícolo 38 62.1 22 37.9 58 100.0
26. Viñadores 69 98.6 1 1.4 70 100.0
27. Yanacones 5 100.0 5 100.0
28. ·Yerbateros 78 92.9 6 7.1 84 100.0

Totales: 611,525 97.1 18,396 2: 9 629,921 lQO.!l


·'
c u A D R o 24
Población. ocupada en pesca y caza - Per~ 1876

Ocupación· · Peruanos ,. Extranjeros ,. Total

l. 'Buzos 3 42.9 4 57:1 7

2: Camaroneros 32 100.0 o.o 32

3. Cazadores 20 100.0 o.o 20

4. Pescadores 4,093 95.7 183 4.3 4,276


s. Playeros 92 97.9 2 2.1 94

'
Total : 4,240, 95.7 . 189 4.3 4,429
e u A D R o 2 5

Pobi ación ocupada en -el Sector Primario· Bisico - Perú 1876

Peruanos Extranjeros Total

( A) Agricultura 611,525
"
97.1 18,396
"
2 .9 629,921.
,(8) Ganadei:ia 57,595 99.7 148 0 .3 57,743
(C ) Pesca 4,240 95.7 189 4 .S 4,429

Total : 6~,360 97.3 18,733 2 .7 692,093

( A ) + (B) + (C> : 673,360 97 .3 . 18,733 2 .7 692,093


Jornaleros 70,246 70.0 30,131 30.0 ' 100,377

Total : 743,606 93.8 48,864 6 .2 792,470


PLAN'I'ACIONBS AZUCARERAS ANDINAS 183
-CU AD R .O 26

Población desocupada y no laboral - Perú 1876

Población
menores de 10, Población Población
,riayores . sin ocupada
de 75 e ignorada profesión ( 10 a.75 años)

741,377 1'376,791 635,414


<de 10 a 15 años)
282,241

( menores de 15 y
mayores de 75) <15 a 75 ajios)
1'023,618 1'376,791 353,173
184 . PABLO MACERA

CUADRO 27

Población ocupada y sin profesión - Perú 1876

Sin Total Diferencia


Departamentos profesión general ocupada

l . Ancash 139,514 284,830 145,316


2. Amazonas 15,041 34,28:4 19,243
3. Apurimac 75,516 118,525 43,009
4. Arequipa 73,522 157,046 83,52(
5. Ayacucho 58,629 142,215 83,586
6 . Cajamarca 118,031 212,746 94,715
7. Callao _ 20,379 34,492 14,113
8. Cuzco 121,645 243,032 121,387
9. Huancavelica 57)28 103,069 45,941
10. Huánuco 44,631 78,991 34,360
11. Ica 31,327 60,255 28,928
12. Junin 107,904 209,759 101,855
13. Lamba~eque . 52,940 86,738 33,798
14. La Libertad 87,805 147,336 59,531
15. Lima 119,864 225,800 105,936
16. Loreto .' . 34,777 · 61,905 27,128
17. Moquegua 9,596 28,785 19,189
18. Piura 71,489 135,615 64,126
19. Puno 106,172 259,449 153,277
20. Tacna 17,371 36,009 18,638
21. Tarapacá 13,510 38,225 24,715

Totaies ·1'378,791 2'699,106 1'322,315


c·u AD R o 28
Jomalero1 . - 1876

Departamentos Peruanos ". Extranjeros


"
Total

Amazonas 11 100.0 11
Ancuh 8,350 91.5 . 769 8.4 9,119
Apurfmac . 703 100.0 -. - '703
Arequipa 12,547 93.4 878 6.5 13,425
Ayacucho 259 100.0 259
Cajamarca 7,546 97.8 165 2.1 7,711
Callao 495 70.4 208 29.5 703
Cuzco 8,987 . 99.9 3 8,990
Huancavelica 1,086 100.0 1,086
Lima 2,381 24.8 7,210 75.1 9,591
Loreto 98 100.0 98
e u A D R o 28 <continuación)
Jomaleros - 1876

Departamentos· Peruanos Extranjeros Total

Moquegua 909
"
65.9 470
"
34.0 1,379
HuAiluco 4,879 99.7 13 0.2 4,892
lea 2,924 50.2 2,890 49. 7 5,814
Junin 2,140 99.2 · 17 0 .7 2,157
Lambayeque 3,856 59.8 2,583 40.1 ~.439
~a Libertad 3,969 34.S 7,600 65.6 11,569
Piura 4,294 98.5 64 1.4 4,358
Puno .1,973 92.1 168 7.8 2,141
Tacna 1,356 74.1 473 25 .8 · 1,829
Tarapacá 1,483 J8.3 6,620 81 .6 8,103

Totales • 70,246 69.9 29,706 29.5 100,377


J

!
j
e U .A D R o ' 29 ·
.,, Jornaleros. Provincias litorales
j
Total J
Departamentos Provincias Peruanos Extran_jeros
100" J
PIURA Paita 98 .8 1.2 ·1,149 j
Piura 99.4 0.6 . 2,153
Tumbes
TOTAL 99.2 0.8 3,302
j
1
LAMBAYEQUE Chiclayo 41 .3 58.7 3,120
Lambayeque (1) 70.5 29.S 2,538
T o ·T AL 54.4 45.6 5,658
LA LIBERTAD Pacasmayo 36.1 63.9 3,664
_T rujillo 26 .8 73.2 7,186
TOTAL 30. 0 70 .0 10,850
ANCASH Santa 70.3 . 29.7 2,177
LIMA Cañete (2) 13.9 · 86.1 1,490
Chancay (3) 66 .8 33.2 · • 773
Lima 20.S 79.5 . 7,100
TOTAL 23.2 76 .8 9,363
C U A D R O 2 9 . Ccontlnuaciónl
Jomaler'os. Provincias litorales

Provincias Departai:nentos Peruanos Extranjeros· Total

- CALLAO Callao 10., 29.6 ~


ICA Chincha 42.9 57.1 4,088
lea (4) · 67.7 32.3 1,726
TOTAL 50.3 49.7 5,814

TOTAL GENERAL 44.2 55.8 37,867

·NOTAS : (1) En la provincia de Lambayeque no se ha considerado el distrito de Salas.


(781 jornaleros).
(2) En la provincia de Cañete no se ha considerado el distrito de Lunahuaná y
Pacarán. · ·
(3) En la provincia de Chancay no se ha considerado el distrito de Checras (40),
Huarl y Paccho.
(4) En la provincia de lea. no se ha considerado el distrito de San Juan Bau-
tista (397).
PL.\NTACIONES AZUCARÉ.RAS ANDI NAS
189

Esos cuadros confirman el carácter fundamen-


talmente agrario del Perú ,a: fines del · XIX. La
agricultura. figura como la dominante en el sector
primario básico que, sin ·contar los , jornaleros, re-
presentaba el 54.111, según el Censo, de la pobla-
ción económicamente activa. Pero estas cifras son,
al mismo tiempo, engañosas pues· sugieren un desa-
rrollo de las manufacturas, la minería y el sector
terciario en una magnitud que no ocurrió por ese
entonces en el Perú. Muchas de las llamadas in-
dustrias de trasformación eran en 1876 manufac-
turas campesinas y no industrias urbanas. No
eran i;i.ctividades de tiempo completo sino alterna-
das con la agricultura. y similares. Qui~nes fue-
ron registrados en ellas bien podían simultánea-
mente haber figurado como campesinos.
¿Cuántos de· todos ésos habitantes vinculados
al sector agrícola podían ser tenidos como traba-
jadores dependientes? Con toda evidencia desde
ltJ.ego los jornaleros, ya.naconas, caporales, gañanes,
me~estrales y peones. . Salvo los jornaleros, todas
·1as demás de esas categorías figuran con núme-
ros bajísimos. Recuérdese lo dicho ac~rca de ya-
riaconas y peones. Debemos suponer en consecuen- ·
cia que un elevado número de trabajadores depen-
dientes se hallan "escondidos" bajo categorías de-
signadas equív~ente. ¿Cuántos de los llame-
ros y pastores eran indepen~entes? ¿Cuántos de
los agricultores y labradores eran asalru.iados? Una
solución aparente consistiría en establecer el nú-
mero de pobladores que residían dentro de las ha-
ciendas. Hemos efectuado ese cálculo que analiza-
remos más adelante. Pero ~oblación en hacienda
1

190 PABLO MACERA


1

a
no· es igual población rural dependiente ya que 1
fuera del ocultamiento de la primera hay que es-
timar porcentaje de ocupación estacional dentro
del segundo grupo. ¿Conclusiones? Casi ninguna.
1
Simplemente saber lo que ignoramos y por qué
razones. 1
Para nuestros fines, inn~ediatos debemos pues
trabajar con los 100,377 jornaleros explícitamente 1
registrados como tales en 1876. Pero ése es un
total nacional que no puede ser referido exclusi- 1

vamente a la agricultura de exportación y menos


aún a las plantaci~nes azucareras. En el c~adro
]
N9 29, hemos reducido esa cifra calculando única-
mente a los jornaleros de las provincias litorales 1
donde_se hubieran desalTollado principalmente los
cultivos de caña y algodón. No hemos considera-
do a todo el extremo sur, a partir de Arequipa,
l
debido al menor desarrollo que en esa zona tuvie-
ron los cultivos de exportación. Nos quedan así
las provincias litorales e~ siete departamentos
del sector · Piura-Ica. El Censo I registró en esa
zona 37,867 jornaleros. Pero dudamos que todos
fueran efectivamente jornaleros libres. El 55.81
(21,138) eran extranjeros, lo que quie!"e decir chi-
nos, en mayoría. ¿Estarían fuera de contrata; ha-
bían sido reenganchaqos como libres? Sospecha-
mos por el contrario que un alto porce!ltaje de es-
tos ¡ornaleros extr_an;eros no eran sino chinos ba-
jo el régimen de contrata, para los cuales el Cen-
so· no tuvo una designación _ específica. O sea
que los jornal~ro~ nacionale~ li~res de 1876, in-
mediatamente disponible~ para el azúcar y el al-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 191

godón, ·no pasaban de 16,729, apenas el 15$ apro-


ximadamente deI total de jornaleros del país.
Resulta obvio que había en la costa peruana
mucho más de 16,729 hombres en condiciones de
ser empleados por las plantaciones y haciendas ex-
portadoras. ¿Por qué no fueron movilj.zados? ¿Por
qué acudir a los chinos? La diferencia entre las
respectivas remuneraciones en dinero no parece
haber sido el único factor a consiiderar. Hemos
mencionado antes la "resistencia" o mayor capaci-
dad defensiva que frente a la hacienda tuvo el
campesino costeño por comparación al de la sierra.
Pero tampoco ésta puede ser tenida por causa su-
ficiente y única. ¿Sería entonces lo decisivo el
mayor rendimiento del trabajador chino? Sí y no
a la ve-z. Almenara ( 1869-70 )' demosb·ó, como ve-
remos, que los chinos por estar pésimamente ali-
mentados, trabajaban con 1/2 y hasta 1/3 de me-
nor rendimiento que los antiguos esclavos. Pocos
años después ( 1873) un periódicó limeño, La Pa-
tria, insistía en que los jornaleros libres trabaja-
_b an más que los c~os. De acuerdo a estos tes-
timonios es probable que el rendimiento indivi-
dual por hora de trabajo fuese m&s bajo en el
chino que en otros trabajadores. Pero el jornale-
ro peruano, por lo menos el criollo o mestizo de
la costa casi nunca trabajaba seis días a la se-
mana y acostumbraba descansar de domingo a mar-
tes inclusive (Tiz6n 1874). O sea que el rendi-
miento final promedio terminaba siendo más alto
en el caso de los clúnos. Por otra parte la dura
disciplina esclavista de las plantaciones no era
admitida fácilmente por lo~ trabaja~ores locales
192 PABLO MACERA

pero sí se imponía a los chinos "gente más dócil


y sufrida", decía un hacendado en 1870-74, "que el
voluntarioso hijo del pafs". Así Juan de Arona
como Larrabure subrayaron la importancia de es-
te mayor con~ol y disponibilidad sobre el traba-
jador chino como la principal razón para prefe-
rirlos en vez .de los jornaleros loajes.. .
Arona: "Los hacendados buscaban la ~eguridad
inalterable del peón por ocho años y el único me-
'dio de acción que aquí puede tener un hombre
sobre la canalla, es el de la fuena".
Larrabure: "En los trabajos agrícolas no hay como
recompensar suficientemente la seguridad de poder
disponer de un hombre en el momento que se Je
necesite, no importa la hora ni el día. . • Lo que
se paga y no tiene precio en el colono de IR Chi-
na no ~ el trabajo sino esa seguridad",

El traba¡ad01' de la ~erra
Tampoco recurrieron los hacendados costeños
a la gran masa de población residente en la sie-
rra. Su us~. como hemos visto había sido .muy
restringido en tiempos ele la ·esclavitud, .durante
la primera mitad del XIX; y no parece haber
aumentado significativamente· sino ·hasta después
de la guerra con Chile. . ¿Por qué? Aquí se acu-
mularon una serie continua de factores de muy
diversa naturaleza, algunos fortuitos y otros es-
• tructurales. Todos ellos se refieren en lo princi-
pal al tipo de sociedad rural que se había venido
desarrollando en la sierra del Perú después de la
independencia. Nuestra hipótesis es que el con-
flicto secular entre comunidades indígenas y ha-
PLANTACION ES AZUCARERAS AN DINAS .

ciendas había alcanzado un punto de equilibrio a


fines del XVIII. Equilibrio ventajoso quizás para
los hacendados, pero equilibrio al fin. · El gran ci-
clo de expansión territorial de las grandes propie- .
dades en la primera mitad del XVII, no se repitió
después hasta terminada la colonia. Durante los ·
primeros años de la independencia esta situación
se prolongó en lineas generales. 'La autorización
oficial para que los indios pudiesen vender sus
·tjeJ:'!l'SS y la expoI:taci6n de lana influyeron nega-
tivamente sin duda pero no ~ gr~ magnitud El ·
· hacendado serrano podía o no ser un latifundista.
Pero había comprendido la ventaja de elaborar un
modelo económico que relacionaba la propiedad,
bajo gerti.6n dir«;ota del hacendado, con un núme-
ro variable de unidades económico-sociales relati-
~ente independient~. Sobre esta~ últimas el
hacendado _retenía un poder suficiente co_mo para
obligarlas a un inte!cambio-de bienes y servicios
en su favor. Gran parte de la lana exportada des-
de el Perú a Europa no era, estrictamente, "lana
de hacienda" sino el resultado de una red de co-
merci~ci6n muy complicada, uno de cuyos po-·
los era •l a hacienda, es . verdad, y que · alcanzaba
hasta el pastoreo comunitario o el campesino in-
dividual.
. .
Los controles limitados que la hacienda serra-
na ejercía alrededor su.yo se basaban fundamen-
talmente en dos hechos. De un la,do en un de-
terminado quantum y tipo de distribución ~e la
población rural; distribución que permitía que el
hacendado tuviera siempre una reserva demográ-
fica laboral a ~u alcance. V del otro lado en el
PABLO MACERA
194

tributo: · Al igual q~e el .Imperio colonial, el ··Es-


tado criollo se había visto obligado a delegar
funciones político-económicas en favor de los pro-
pietarios puesto que carecía del aparato adminis-
trativo propio para controlar directamente a la
población campesina. El tributo fue usado por los
hacendadc>s como un instrumento de coerción. Pa-
gaban su monto a fas cajas fiscales; y luego io
exigían al indio quien para cumplir debía traba-
jar en la hacienda o vender sus productos al pro-
pietario. · El tributo funcionó así, tanto en la Colo-
. nia como en la República como un doble instru-
mento de reclutamiento laboral y de relación for-
zosa con la economía monetizada exterior a las
comunidades.
Todo este mecanismo tradicional de explota-
ción se quebró en la s~gunda mitad del siglo XIX
para ser reemplazado por otro mucho más duro
y eficaz. El factor desencadenante fue la supresión
del tributo. Los hacendados de la sierra perdj.e-
ron el más importante de sus controles sobre la
población indígena. "La supresión de la contribu-
ción personal, decía en 1867 un testigo de las rebe-
liones indígenas de Huanctlllé, 'produjo una doble
revolución económica en las provincias del inte-
rior del ·Perú como la produjo la manumisión en
nuestro-litoral". De golpe, pensaban con ilusión los
liberales µmeños, se había eliminado la esclavi-
tud en la costa y la servidumbre en la sierra.
Todo lo contrario por desgracia. Los hacendados _
reaccionaron rápida y eficazmente. Puesto que ya
no podían control!ll' a los campesinos indios por
el medio indirecto del 'tributo, decidieron quitarle
PLAN'TACIONES AZUCARERAS ANDINAS
195

a esos campesinos sus medios de pr~ducción bási-


cos ( la tierra). De este modo no sólo se resta-
bleció la antigua dependencia sino que ésta fue to-
davía mayor. Se comprende · bien que en estas
condiciones los hacendados costeños tuviesen es-
casas posibilidades para obtener un suministro
regular de trabajadores estacionales engánchado~
• de la sierra. ·
Hubo otras circunstancias que a mediados del
XIX agudizaron los problemas sociales de la sie-·
rra y sus eventuales rolaciones laborales· con la
agricultura costeña. Fueron de carácter demográ-
fico-sanitario y han ~do ampliamente descritas
por el médico Archibald Smith ( On the spotted-
hemorragic yellow fever of the perooian Andes.
Edimburgo 1861). Nos referimos a las diferentes
epidemias que ·asolaron el Perú entre 1851-59 y
que terminaron con la difteria y el "small-pox" de
1858-59. Todo esto ocurrió justamente durante el
período de conversión laboral producido por la li-
bertad de los esclavos y la supresión del tributo.
Fueron varios los orígenes de estas epidemias.
Los primeros centros de difusión fueron Califor-
nia, Guayaquil y Río de Janeiro. Quizás también
algún punto indeterminado en la ruta del tráfico
que conducía los chinos al Callao. Lo cierto es
que durante esos años, violentos y repentinos mo-
.vimientos migratorios extracontinentales alteraron
los contactos biológicos normales de los habitan-
tes de las costas ·americanas. La fiebre amarilla
se extendió po~ las .costas d~l Ecuador ( 1842-45)
y el Brasil ( 1851-52). De alú fue trasportada al
:eerú por lo~ colonos alemanes y los vapores de
196 PABLO MACERA

la Pacific Steam Navigation Company. Los prime-


ros brotes ocurrieron en la costa sur (Pisco) . Y
probablemente la enfermedad hubiera tenido me-
nor difusión de no haber sido por las grandes
IIJO'vi:lizaciones poblacionales que ocasionaron las
guerras civiles de entonces. Los combatientes,
-licenciados y · desertores de los ejércitos en lucha
llevaron la enfermedad por t9do el Perú.
La geografía de esta epidemia desconce1t6 a
los médicos. De Pisco "saltó" a Huari y se exten-
dió por todo el caUej6n de Conchuoos. Desde
Chacas-Yurna alcanzó Huaraz, Caraz y Yungay. De
Hµaraz irradió a San Luis, San Marcos, Chavín,
Cajatambo, Piscobamba, Huamachuco, toda La Li-
bertad, Amazonas, Cajamarca y Moyobamba. A tra-
vés de Huamalíes alcanzó Huánuco y por las tie-.
rras de Chinchao penetró a otras provincias.
Pronto dominó el sur y se extendió hasta Puno.
En sólo la ciudad del Cuzco se calculó que ha-
bían muerto 12,000 habitantes o sea casi el 30%
del total. Las pérdidas globales entre los ·campe-
sinos se estimaron en 1/4 de su población. El .
"gran castigo':', como fue llamado, tuvo la misma
magnitud que la gran epidemia de principios del
XVIII que en su hora ·provocó varios movimien-
tos mesiánicos y cuyo recuerdo perdura en los
murales ingenuos de Catea y Marcapata, en los
retablos de Acomayo, Paruro y Abane;ly y en las
pinturas jesuitas de Tiobamba. A la epidemia de
mediados del XIX los indios la llamaron "enfer-
medad del misti» o "enfermedad del wiracocha".
Los blancos y ·mestizos le decían "fiebre de los
indio~... Uno~ y otros se culpaban _del de~astre
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS. 197

ahondando las separaciones y enemistade·s étnicas


tradici.onales. ·
Como vemos, al iniciarse la segunda mitad
del XIX se producen dos series de hechos que
se copibinan y encadenan hasta trastornar las · re-
laciones sociales vigentes en la sierra peruana.
La supresión del tributo desata el despojo. de la
tierra campesina por parte de los hacenda~os. Las
epidemias disminuyen la población total y por con-
siguiente·también el número de traba.jadores. Baia
. la producción agrícola; ~be el precio de los ali-
mentos en las ciudades de la sierra mi.entras aden-
tro sufren .carestía las poblaciones campesinas. E-s-
ta crisis se acentuó y prolongó durante la déca~
da de los años 1860 por efecto de las sequías,
inundaciones y sismos ocurridos . en varios pun-
. tos del Perú. El sistema social abusivo que opri-
mía al campesino indio de la sierra se endureció
· · todavía más que en el coloniaje español. "Los in-
dios, 'decía al. coronel Juan Bustarnante en 18671
jamás han sido ni son hoy a pesar de todas las
leyes, sino esclavos de los mestizos y peor tra-
tados aun que los procedentes de Africa". Hasta
· qué extremos podía llegarse entonces en la sie-
rra nos lo demuestra ·el increíble proyecto de ley
presentado en 1867 por los diputados Quiñones,
Luna y Riquelme para sancionar a los indios re-
beldes de Puno. No sólo pedían el envío de una
división entera del ejército con- sus tres anñas,
. I
sino la instalación de un Consejo de Guerra para
los caudillos indígena~ que impusiera severas
penas de confinamiento y penitenciaría. Peor
a{m, solicitab11,n que los ayllus rebeldes fueran ex- ·
198 l>ABLO MACERA

pulsados de sus territorios y trasladados . a las


_montañas de Carabaya. Sus ti.erras debían ser
vendidas y con su producto se pagarían las he-
rramientas que esos indios necesitaban para· colo-
nizar . la selva, etc.
Bien se comprende por todo lo dicho que en-
tre 1850-1870 las condiciones sociales; econ6micas,
demográficas y políticas que prevalecieron en la
sierra no hacían posible que el campesino serra.- .
no reemplazara a los esclavos negros en las plan-
taciones costeñas. Esos campesinos constituían en-
tonces una población bloqueada.

}'.'anaconas costeños y colonizaci6n


. Consideremos por último otras do~ opciones
igualmente excluidas: empleo ( simultáneo o alter-
nativo) de yanaconas locales y colonos europeos.
Nos abstenemos de resumir la historia de la mi-·
gración· europea en el Perú. Esa migracl6n fue
escasa durante el siglo XIX y, en lo que respecta
a la agricultura, un fracaso. Los europeos no iban
desde luego a venir al Perú para reernplazar a. los
esclavos. "Precis<;> es desengañarnos, decía Casós
en 1876, el europeo no vien~ a la América para
prolongar aquí la servidumbre de su~ necesida-
des; esa situación la tiene en su país sin el agre-
. gado temor de terremotos y tifus". Esperaban algo
más; venían a mejorar. Pero la sociedad peruana
era demasiado ~adicional y cerrada como para
ofrecerles verdaderas oportunidades de ascenso y
movilidad social. El testimonio de Copello y Petri-
coni ( 1876) resulta aquí pertinente. Porque ellos
PlANTAClONES AZUCARERAS ANDINAS
199

•mismos efan emigrantes, aunque de clases altas


o medias y habían podido ver de cerca la frustra-
ción de muchos europeos después de algunos años
de trabajar en el Perú: ·
"¿A qué conduce, a quién aprovecha qÜe vengan
inmigrantes si no• tienen en qué ocuparse? ¿Que
vengan hombres muy aparentes para las minas,
cuando en' virtud de muchas trabas está estancado
el trabajo de las minas? ¿Que vengan hombres apa-
rentes para la agricultura cuando, o las condicio-
nes agrícolas actuales o las preocupaciones de los
propietarios no les permiten tener ni el dominio di-
recto ni el dominio útil del suelo qtie vienen a re-
gar con el sudor de su frente? ¿Que vengan hom-
bres aparentes para las artes, cuando no hay ni ta-
lleres, ni oficinas, ni fábricas?.. .

Las declaraciones coincidentes de Manuel Pardo


( 1861), Pedro Gálvez ( 1863), Luis Esteves ( 1882),
.y otros prueban que los obstáculos ( sociales y
económicos) que afrontapa la migración europea
eran. suficientemente conocidos en el Perú. ¿Pero
cuál era la solución? Una vez más, todos decían
lo mismo: convertir al migrante en propietario de
la tierra o por lo menos en arrendatario a largo
plazo. La · condición de prqpietario era posible
(teóricamente) en los grandes espacios "vacíos"
del oriente amazónico donde se ensayó una polí-
tica de frontera en la segunda mitad del XL-X.
Pero resultaba menos fácil en la sierra y la cos-
ta donde el latifundio se había instalado desde el
·siglo XVI. La tierra que no pertenecía a un gran
propietario era de las comunidades y en cualquie-
ra de ambos casos no estaba disponible.. Aquellos
200 PABLO MACERA

mismos que criticaron esta situación s6lo recomen-


daron, llegado el momento, algunas soluciones muy
tímidas. Esteves, por ejemplo, ~girió que en ca-
da uno de los 765 distritos de la Repúbµca los
municipios expropiasen cinco lotes .de terreno pa-
ra efectos de colonización. Copello-Petriconi a su
vez no iban más allá de una repartición de las
tierras del Estado entre los colonos a cambio de
un censo "moderado y perpetuo".
E~ cuanto al arrendamiento de tierras, tampoco
parecía muy viable en la costa. Ese arrendamien-
to (bajo diversos nombres: aparcería, yanacona-
,ie, etc.) se babia generalizado en las haciendas
de la sierra. Pero en cambio no 'había sido adop-
tado por los propietarios costeños. "No se cono-
cía entonces, dice Dancuai-t, la idea de dividir Ja
propiedad y fomentar el trabajo libre que más
tarde prevaleció con el nombre de yanaconas".
¿,Pol' qué esta diferei:icia entre costa y sierra?
.Martinet ( 1878) sugirió una explicación que más
tarde fue desarroll~da más amP,liamente por J.A.
de Lávalle {1932). La concentración· de la pro-
piedad en la costa y la resistencia de sus dueños
contra la división de la tierra sería una conse-
cuencia d~ la escasez de aguas y una mala dis-
tribución de las mismas:
"Es verdad que la división de la propiedad· p re-
señta en la costa del Perú graves inconvenientes.
El principal "de todos es el que proviene de la dis-
tribución de las aguas de irrigación, distribución
que aun con un pequeño número de propietarios,
es ya en algunas partes de la costa una fuente de
querellas y hasta de riñas más o men~ sangrien-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 201

tas y que se convertirla en una _verdadera calami•


dad si el número de poseedores del suelo se mul-
tiplicara. Esta es al menos la opinión de. casi todos
los propieta):ios que añaden que en lugar de pen-
sar en dividir sus dominios, tratan de aumentarlos
lo más que pueden, con el fin de volverse dueños
de un valle entero por la eliminación sucesiva de
vecinos incói;nodos.. ."
(Martinet 1878)

Por el contrario, continuamos nosotros, allí


donde predominaba, como en la sierra, una agri-
cultura basada en la lluvia había una menor re-
sistencia · contra el desarrollo de los sistemas de
arriendo. Puesto que el arrendatario no se conver-
tía, como en la costa, en un eventual competidor
~el dueño para el uso. de las aguas. .
Por ahora ésta es s6fo una hipótesis y lo que
es más una hipótesis que nos · exige planteamos
previamente el problema de las "predisposiciones"
sociales y económicas asociadas a los sistemas de
regadío. Entretanto, por verosímil que sea la su-
gerencia Martinet-Lavalle, hay que explorar otras
explicaciones ·complementarias. Pensamos por ejem-
plo: ~) en _el rol que pueden haber jugado los
respectivos sistemas de trabajo ya establecidos
en la costa y en la sierra antes de 1850; b) en
las diferencias que· pudo haber entre costa y sie-
rra respecto a. los montos ,de im~ersión necesa-
rios en cada una de sus agriculturas; En cuanto
a lo primero es evidente que los propietarios de
la costa no necesitaron arrendatarios mientras tu-
vieron esclavos. Los hacendados de la sierra en
cambio no tenían esclavos ( ni podían. tenerlos
202 PABLO MACERA

por diferentes causas ecológi,cas y sociales) : por


consiguiente necesitaban arrendatarios. Cuando
los esclavos costeños fueron libertados ¿por qué
sus antiguos dueños no los convirtieron en arrenda-
tarios?, o, ¿por qué . no se estimuló el desarro-
llo del yanaconaje mestizo o europeo? Quizás, ·nos
preguntamos, ¿porque el yan·aconaje exigía en la
costa ( para los cultivos de algodón y caña) una ,
inversión más alta que en la sierra y superior a
los gastos que ocasionaba la migración china?
Por todo lo dicho conviene dudar de aquellas
interpretaciones que, en el prop~o siglo XIX, sub-
raya.r:on con demasiado énfasis el prejuicio seño-
rial de los propietarios costeños como razón prin-
cipal de su negativa a dividir la tierra y qu~
vieron en el . sistema de arriendos un medio pa-
ra_contemporizar .con ~e prejuicio. Pedro Gálvez
( 1863) fue un buen exponente ·d e esta p·osición
cuando di.jo: "En el Perú donde hay muchos propie:
tarios de grandes terrenos sin medios de cultivar- ·
los y que adolecen de la preocupación de conser-
var a toda costa el título de esas propiedades, .
puede adoptarse con ventaja la forma de compa-
ñía que sin tocar directamente con las 'ideas del
propietario de no deshacerse de su terreno, le per- .
mitiría aprovechar del trabajo del inmigrante. Es-
ta forma podría ser un medio de transición entre
el actual estado de propietário puram~nte nominal
y el verdadero estado de propietario efectivo, cu-
yos terrenos todos rinden productos... Gálvez oo-
nocía bien, sin duda, la mentalidad de los hacen-
dados peruanos, pero parece haber subestimado
los factores que hemos venido analizando. En todo
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 203

caso, históricamente, los hacendados de la costa


terminaron ya en _el siglo XX por , aceptar y g~-
neralizar el yanaconaje cuando se encontraron
frente a una situación límite: ausencia total de
trabajadores permanentes. Aún entonces cuidaron
severamente de retener el control de los servicios
de água y disminuir el monto de sus responsabili-
dades en la compañía cqn el aparcero.
Por estas razones la colonización por arrien-
dos no prosperó en el Perú. Hubo es verdad pe- .
qu~ños agricultores europeos a lo largo ~e toda la
costa. Pero no fueron muchos. El Censo de 1876
registr~ un total de 18,396 agricultores extranje-
ros en .todo el Perú. De estos no sabemos cuán-
tos eran europeos ·n i cuántos, en vez de aparecer·
como agricultores independientes, debieron haber
sido inscritos más bien como jornaleros. De otro
lado estos colonos más que el campo prefirieron
la ciudad y sus alrededores. La suya fue una
agricultur~ urbana, una agricultura ~e huerta y
jardín. Este fue el caso de aquellos europeos
( franceses, italianos, alemanes) que en 1858 p~
seían el 40% de las huertas ex;istentes dentro de
las murallas de Lima. Fueron ellos responsables
de un importante cambio dietético: el uso de le-
gumbres frescas en la cocina criolla ( Almenara
1870) pero no influyeron decisivamente por lo de-
más en la oomposición rural del país.
Con todo no faltaron algunos proyectos para
asociar la agricultura de exportación con el si$-
tema de· yanaconaje o arriendo. El más conocido
de todos terminó en un escándalo internacional
. y fue una de las causas o pretextos de la guerra
204 PABLO MACERA

entre España y el Perú en 1866. Hablamos de los


colonos vascos que Azcárate y Salcedo tra.jeron a
la gran hacienda norteña Talambo con la esperan-
za de sembrar y cultivar 500,000 plantas de algo-
don. Todos los cálculos fallaron. Cada planta dio
1/2 libra ·d e algod6n y no 4 como creían; y la
primera cosecha no comenzó a los cinco ·meses.
Aunque los colonos no pagaban intereses por los
adelantos que .recibían y podían vender su pro-
ducto a quien quisieran, estaban obligados en cam-
bio a pagar tres jom~les por cada media fanega-
da que tuvieran. El porcentaje de la tierra desti-
nado al algod6n (9/10) fue considerado exoosivo
por algunos colonos que prefirieron sus cultivos
alimenticios. El incumplimiento dé algunas prome-
sas por parte de Salcedo contribuy6 al desconten-
to de los vascos. Según algunos testigos. ( Fano,
Sorazu, 1864) Salcedo quería tratar a los colo-
nos como a sus antiguos esclavos. Les dio arroz
de mala calidad, les dej6 sin médico ni cura y
por último prohibi6 la escuela .sosteniendo que ·
'1os hijos del pueblo deben .permanecer sumidos
en la ignorancia para· vivir felices". Los resulta-
dos de esta primera y desgraciada experiencia
parecieron· demostrar que el sistema social eco-
n6micó y . tecnológico imperante en las haciendas
.peruanas de la costa era incompatible con la im-
f?lementaci6n tanto del yanaconaje como de la co-
lonización europea. Ejemplos como los de Piura
con su viejo régimen de yanaconas o d~ lea que
utilizaba a los jornaleros estacionales de la sie- ·
rra y experimentaba tímidamente los arriendos,
se consideraban excepcionales y sin aplicación en
la zona central de la costa.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
205

. ¿Qué ocurría con las plantaciones de azúcar?


Martinet decí_a en 1878 que era un gravísimo erro1·
de sus propietarios no separar la agricultura· de
la industria como se hacía en las Antillas, ·Bra-
sil y Mauricio. Siguiendo el modelo de los llama-
dos ingenios centrales, los dueños de la tierra
podían arrendarla a pequ~ños cultivadores que _le
venderían la caña al gran ingenio que el pr~pie-
tario mantendría bajo su control. · .
''Que no se nos diga que el gran cultivo, el culti-
vo indusbial, aquel de la caña de azúcar, por ejem-
plo, no admitiría tal sistema de explotación ( por
arriendo), pues nosotros creemos que ese deoir no
tiene fundamento. Las grandes explotaciones azu-
careras perderían para su propio provecho el carác-
ter que revisten hoy día ( a desprecio de las leyes
económicas que recomiendan la asociación y la di-
visión del trabajo) de ser productnras de la' materia
prima y al mismo tiempo, ocuparse de la manufac-
tura de esa misma materia".

Nos ocuparemos más adelante de estos inge-


nios centrales y de fas causas que impidieron su
desarrollo en el Perú. Que sepamos sólo prospe-
ra.ron muy limitadamente en los valles de ·Lima ·:
·pero vinculados no a los pequeños arriendos sino
a las ·haciendas medianas. Al parecer las teorías
de Martinet no fueron bien acogidas por los azu-
careros peruanos salvo excepciones, como los As-
píllaga que experimentaron a fines del XIX en
Cayaltí el yanaconaje de la caña, pero lo abando-
naron muy pronto.
En conclusión al igual que con los jornaleros
y enganchados, tampoco lo~ yan!lCOn~ y colon~
206 PABLO MACERA

fueron ·empleados en la costa peruana para sus>


tituir a los esclavos en el trabajo de las planta- .
clones de caña. Por diferentes razones ( mayor
disp<>nibilidad, simplificación de gestiones, rendi-
miento final más alto, menores costos, etc. ) la
migración china quedó como 'la única solución pa-
ra la gran agric~tura exportadora. ·

Los traba;adores chinos


1

Durante un cuarto de siglo ( 1849-1875) un


tráfico . _esclavista disimulado reemplazó el Africa
por Asia y trasladó más de 100,000 chinos a las .
cost~s del Perú para que qabajasen en los culti-
vos de caña y algodón en condiciones todavía más
penosas que los esclavos negros. No faltan hoy
quienes quisieran explicar ese y otros procesos
migratorios como un resultado casi automático de
la desigual distribución de la población humana
en el mundo a mediados del XIX. Examinemos
de cerca esta hipótesis que tiene el moderno ·
atractivo de pretender ser una explicación glob~.
América .del Sur (20'000,000) sólo tenía la mitad
de los habitantes de Norte América, el 2% del- to-
tal en el mundo y era el penúltimo de los conti-
nentes en términos de población. Asia en cam-
bio era el primero de los continentes poblados
( 671'000,000) casi triplicando .-a su más .inmedia-
to seguidor (Europa) y constituyendo el 67% de
todo el mundo. El Perú con una población aproxi-
mada de 1'700,000-1'888,000 ocupaba el cuarto lu-
gar dentro de Sud-América, por encima de Argen-
tina y debajo de Bolivia, como puede verse en los
cuadro~ siguientes:
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 207

CUADRO 29a.
Población mundial por continentes - 1850

Continentes Millones de habitantes

l . Europa 286 .
2. Asia 6n
3. Africa·
,.
100
Norte América 39
s. Sud América 20
6. Australia y Polinesia 2
TOTAL 1,098
Fuente : W. F. Willcox 1931; en parte según Dieterici,
1859.

CUADRO 29b.
· Población del Norte y ·sud América 1850
(millares)

Cifras
América del Norte 1859
revisadas

' América Británica 2,sn · 2,400


Estados Unidos 23,192 . 23,200
México 7,662 , 7,300
América Central
Haiti 2,l!i0 2,100
Rep. Dominicana 1,133 1,133
Cú~a 1,149 . • 1,186
208 PABLO MACERA

C UA D R O 29b (continuación )
Población del Norte y Sud América 1850
(millares) ·

Jamaica 376 400


Otras Antillas 445 1,154

Cifras
Sud América . 1859 revisadas

Nueva Granada 2,250 2,250


Venezuela 1,356 1,490
Ecuador 900 818 ,
Perú 1,700 1,888
Chile 1,300 1,287
Bolivia 2;326 1,800
Brasil 7,618 7,678
Argentina 1,235 i,1OO
Uruguay 150 150
Paraguay 800 500
'Guinea 171 100
Tribus Salvajes 320 1,000
Reglón Polar (Sud. A.l 10

Total América del Norte 38,981 38,873


Total América del Sur 19,996 20.~9

TOTAL 58,971 · 58,932


PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 209

Pero todas esas cifras ¿qué dicen? Nada, por


sí solas, acerca de las causas de los flujos migra-
torios, ya que estos no son funciones directas y
exclusivas del volumen demográfico. Ni siquiera
bastaría ·que este último dato fuera completado
con el de las respectivas extensiones territoria-
les con vistas a establecer las zonas de sabre-po-
blación relativas. Ambos factores combinados só-
lo indicarían cuales eran, en principio _las posibi-
lidades te6ricas de los movimientos demográficos
desde uno a otro continente, pero sin definir su
grado· de probabilidad y menos aún expli~ la
· ocurrencia histórica concreta. Una vez más, henios
de situarnos al. niv~l de los hechos sociales ·mis-
mos y sus determinantes económicas para com-
prender esos fenómenos. Lo demás es magia, .aso- ·
ciación. arbitraria y aparente.
· Por esas razones en los anteriores párrafos
hemos demorado el estudio sobre las condiciones
~erales de la economía peruana y sus vínculos·
con la población laboral en el sector agrario. Pa-
ra poder entender cómo y por qué lo~ teirrate-
nientes peruanos prefirieron traer chinos del Asia
en vez de emplear colonós europeos o reclutar
mano de obra local. Sólo ensayaremos una visión
de conjunto pero provisional. Ya que pese a ·una
selecta bibliografía ( Az:ona, Basadre, Cboy, Levin,
Millones, Stewart, etc.) estamos lejos aún de .co-
nocer la totalidad d.e ese proceso así como los
diferentes .efectos que produjo en el contexto de
la sociedad peruana. Durante rinichos años, ade-
más, cualquier análisis del problema de los colo-
nos chinos despe~ba de inmediato ese racismo
210 PABLO &!ACERA

oculto que habita en todo "buen peruano" ( sea


blanco, indio, negro, mestizo) <:0mo subproducto
de su experiencia colonial Cada una- de las mi-
norías étnicas ·peruanas, comenzando por la mi-
noría étnica dominante (blancos) se halla tan jn-
segura y tiene tal urgencia de mejorar su auto-
estima que busca a menudo un motivo para de~-
preciar a los demás. Los chinos fueron durante
mucho tiempo los chivos emisarios de este com-
plejo de inferioridad generali?'Ado en el Perú y
sirvieron para consolar al negro de su esclavitud,
al indio de su servidumbre y ·aliviar los sentí-.
mientas de culpa de los blancos. Esta actitud ca-
si llegó a ser oficializada entre nosotrc,>s. Toda-
vía en· 1929, por ejemplo, el Parlamento peruano
ªP.laudió y ordenó publicar una tesis universitaria
que, entre otras cosas, decht: "Fue una gran ca-
lamidad nacional la que trajo al Perú la inl!llgra·
ción china. País tan debilitado por el mestizaje
no podía soportar esa infusión de sangre más ~-
bil todavía y la introducción de vicios malsanos .
y deplorables". Estos prejtftcios no han desapa-
recido del todo, aunque cambien de apariencia y
objetivo. La historia científica ( que nunca es una
historia neutral) tiene al respecto una tarea higié-
nica que cumplir en nuestra mentalidad colec~va.
· De otro lado, el análisis del caso Perú en re-
lación con la migración' china ilustra mejor que
otros un fenómeno que ocurrió a escala mundial:
la excepcional movilización ·demográfica provocada
por el desarrollo del sistema de plantaciones. El
número de trabajadores chinos venidos al Perú
durante el siglo XIX representó casi el 100: del f
··
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 211

total de ios chinos emigrados a los países azuca-


reros durante los años 1837-1917 (Levin) . Fue
pues el Perú uno _d e los principales receptores de
ese movimiento en América y el lugar donde el
consiguiente proceso de aculturación fue más in-
tenso, complicado y de larga duración.
El tráfico laboral de ohinos puede· ser califi-
cado de un fenómeno moderno asociado a la gran
expansión económica ·a largo plazo ocurrida en
Europa y sus anexos después de las guerras na-
poleónicas. Des9e luego que existen, para el Pe-
rú y otros países, antecedentes más lej~os, pe-
ro de muy escaso peso demográfico y social. Ya
a principios del siglo XVII el holandés Jan Pie-
terzoon (1587-1630) había aconsejado· como gober-
nador de la~ Indias/ Oriental& que se utilizara
"gran número de chinos, especialmente mujeres y
niños" para poblar y trabajar Bativia, Molucas y
. otros asientos coloniales en el Asia. Este proyec-
to .y otros parecidos no tuvieron mucho éxito. Por •
esos mismo-s años es posible ( Millones 1973) que
arribaran a las costas peruanas algunos "Shangle-
yes" o comerciantes viajer?s de la China. De ha-
ber ocurrido fueron muy pocos como ·lo demues-
tra el Censo de Montesclaros ( David Noble Cook
1968). No tenemos mayores noticias para el siglo
XVIII y comienzos del XIX. Pero a mediados de
este último siglo el tráfico se encontrab_a total~
mente organizado. Al principio el negocio fue con-
trolado por los ingleses. Hacia 1852 las casas
Tait y Syne ·Muir, instaladas en Cantón y Amoy,
tenían un monopolio de hecho para la embarca-
·ción de migrant~· chio~ hacia Cuba, Reunión,
212 PABLO MACl>RA

Mauricio y otros lugares. Más tarde fue el tráfi-


co transferido a Macao, bajo soberanía y toleran-
cia de Portugal, hasta cesar en 1879 debido a las
p~esiones· de Inglaterra.
~l creciente volumen, la violencia y los abu- .
so~ de esta nueva trata se vieron favorecidos por
la suicida política que hasta 1860 adoptaron los
gobernantes chinos contra los que se atrevieran
a salir sin: permiso del territorio imperial. Los ·
trabajadores contratados por 'los europeos eran ~e-
nidos por d~lincuentes y no recibían protección
oficial. Dentro de esta .absurda linea debe ser in-
cluido el famoso edicto imperial de 1852 que con-
denó dramática y literariamente el tráfico sin ha-
c~r nada efectivo por -interrumpfrlo. "Los bárba-
ros, pro?lamó con desprecio el Emperador Celeste,
son ingobernables en extremo y su únioo motivo
de aoción es la gan~cia. Des_d e. este día cu~l-
quier persona que tuviese negocios con el Te-Ri ·
· (Tait) y el Ho-Ki (Muir) será condena~ a muer-
t~". Fue mucho más tarde como veremos, a prin-
cipios de la década de 1870, que el gobierno chino
reaccionó con cierta eficacia movilizado por. algu-
nas autoridades celosas, como· el virrey Li Hung
Chang y por el descontento de los terratenientes
chinos temerosos de ver despobladas s_u s propie-
dades ( Stewart).
¿Qué causas impulsaron a tantos hombres pa-
ra que se decidieran a abandonar sus ~tiguas
tierr~ para viajar a países alejados, extraños e
incluso hostiles~ ¿Qué cosa era la China, qué co-
sa era el Rerú para los propios chinos? La de- .
· manda o urgencia de mano de obra en las plan-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS_ 213

taciones americanas nada tiene. que ver con estas


preguntas y por si sola no basta, tampoco, para
explicar la totalidad del proceso migratorio escla-
vista que estudiamos. Importa también que deter- ·
minemos los factores que condicionaron la oferta
al interior de China. Levin y Stewart han insi~ti-
qo con razón en este aspecto, señalando las condi-
ciones económicas peculiarmente desfavorables
que prevalecían entonces en la China meridional.
La tradicional y siempre precaria ~ación hombre-
tierra se babia roto negativamente y la penuria
de las poblaciones se había agravado por la gran
rebelión de Taiping (1849-1864) que desplazó de
sus asentamientos a miles de campesinos que se
convirtieron en una tropa desesperada y sin ocu-
pación que moría de hambre y pedía trabajo in(1-
tilmente en los puertos y ciudades. Paradójica-
mente muchos de estos "coolies" ( nombre de una
tribu bengalí sin relación con la China) creyeron .
ver en la contrata que les sacaba de su país no
sólo una -solución económica sino también ·religio-
sa, casi •un camino místico que les salvarla de
la miseria., la muerte, el dolor, el hambre y las
he1idas para llevarlos a las Colinas Doradas. Las
colinas doradas resultaron ser al final las hacien-
das de Cuba y el Perú o las islas guaneras de
Clúncha, los barcos .infestados, el galpón costeño
sin abrigo, la malaria, el azote de los caporales
negros, la prostitución masculina, el insulto de los
_ señores y el insulto del pueblo. A veces la muer-
te, mejor que otras cosas. ·
Pero al lado de los· que viajaban empujados por
la .pobreza o seducidos por sus convieciones reli-
. PABLO MACERA
214

giosas, abundaron también quienes fueron embar-


cados a la fuerza o con engaños. A medida·que la
demanda ·aumentaba del lado americano, se genera-
lizaban los secuestros en los puertos de la trata.
Una encuesta hecha a fines de los años 60 ·demos-
tró que el 60-70% de los contratados ignoraba su
país de destino y habían viajado contra su vo-
luntad. ·
, Ya desde las primeras horas_en el barco em-
pezaban a comprender los chinos el destino que ·
les esperaba. Muchas veces ha sido relatada esta
penosa travesía de los campesinos chinos en los
barcos que los traían al Callao. El recomido du-
raba aproximadamente cuatro meses. Los. futuros
trabajadores eran hacinados a razón de 12 pies
cuadrados por hombre en el mejor de los casos
(ingleses de Hong-Kong); espacio que bajaba a 8
pies cuando partían del Macao portugués. En es-
tas circunstancias la mortandad era muy alta. Del
Río ( 1929) la ha . calculado en 15%-20%. Stewart
y Levin la elevan hasta un. 33%. Si bien hubo
años y embarques en que subió hasta un 49%. Ha-
cia. 1864 los cálculos oficiales. peruanos ( minis-
tro Gómez Sánchez) estimaron una pérdida huma-
na de hasta. 1/3 de los embarcados. Ninguna re-
gulación desde el Asia o las costas de América
pudo aliviar esta situación. El Pení dictó, es cier-
to, dos reglamentos higiénicos ( 1853, 1864) per~
no . fueron cumplidos. Menos aún fue obedecida
la disposición de 1864 que decretaba el máximo
de un hombre por cadn tonelada de registro.
Aunque todos estos hechos eran conocidos en
. el Pení y habían sido ·denunciados varias · veces
Pl-,\NTACION~ AZUCARERAS ANDINAS 215 ·

por la prensa local y los políticos liberales, la


migración china sólo -fue suspendida entre 1856-
. 61 y su prohibición en 1875 se debió a la -acción
de factores internacionales. Durante ese tiempo
llegaron al Perú, según las cifras . oficiales, 87,952
chinos ,de acuerdo al · cuadro· siguiente.

CUADRO 30
)· Chinos desembarcados en er' Callao 1850-1874

·1850 - 1860 13,000 1867 2,184


1860 1,413 1868 4,266
1861 1,440 1869 2,991
1862 1,008 1870 7,544
1863 1,6~ 1sn 11,812
1864 6,410 1872 13,391
1865 4,~o 1873 G,sn
1866. 5,929 1874 3,825 .

(Martinet 1878)

Los números revelan una. estreoha relación


entre, de un lado, la migración. china y, del otro,
la expansión agrícola exportadora y los progra-
mas de obras ·públicas. Durante los trece prime-
ros años, hasta 1863 el promedio anual de ingre-
santes fue de 1,500-2,000. Pero estas cifras su-
ben bruscamente en 1864-1866, descienden entre
1867-1869, para luego alcanzar su máximo en el
cuatrienio 1870-1873. ·
PABLO MACBRA
216

Directa o lateralmente conectados con este


tráfico humano se hicieron en el Perú numerosos
negociados en que intervinieron los más altos
personajes políticos, las grandes familias criollas
de Lima y los ricos comerciantes de toda naciona-
lidad. Le tocó a un candidato frustrado a la pre-
sidencia del Perú, el gran terrateniente iqueño Po-
mingo Elías, el triste privilegio de haber sido el
iniciador de ~sta trata. Gracias a su inmenso po-
der económico ( producía el 50% de todo el algo-
dón peruano hacia 1850) y a sus complicadas re-
laciones políticas, Ellas obtuvo en la década de
los años 1840 el privilegio de internar, durante
cuatro años, trabajadores chinos .en· los departa-
mentos de Lima y La Libertad. Recibía en cam-
bio 30 pesos, por cada uno, pagados por el tesoro
público. Después de él intervinieron en el tráfi-
co los italianos Canevaro y Figari, el chileno Can-
damo y el gran comerciante Ugarte. Las grandes
fortunas locales nacidas del guano emplearon par-
te de sus ganancias en la importación de chinos.
La nueva oligarquía peruana tuvo de pronto sue-
ños de grandeza y aspiraciones internacionales y
a _principios de los años 1870 tenía en su poder
buena parte de los embarques desde el Asia.
Es obvio que la coalición de tan variados in-
tereses paralizó durante varios años todos los in-
tentos por suspender definitivamente la trata de
chinos. Maca.o se había visto obligado a interrum-
pirla en 1868. Y hacia 1869-71 circularon en el ex-
terior, llegando a Pekín, representaciones y quejas
de los chinos residentes en el Perú. . Estos infor-
mes dramáticos unido~ a las averiguaciones orde-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 217

nadas por el ya citado virrey Li Hung Chang pro-


movieron las reclamaciones oficiales chinas. Algu-
nos incidentes escandalosos (barcos: Nueya Pené-
lope y María Luisa) alertaron asimismo a la opi-
nión pública mundial contra el Perú-. Sin embargo,
el gobierno peruano, bajo l?, presión de los hacen-
. dados, parte. integrante y muy principal de ese
gobierno, siguió buscando, hasta el último, solucio-
nes de compromiso que permitieran continuar con
la migración esclavista. De este modo deben ser
entendidas las instrucciones dadas a la misión Gar-
cía y Gar~ía en 1872, cuyas gestiones fueron forma-
lizadas por el llaµi_ado tratado (,le Tient-Sin. Por
esas mismas razones se acordó todavía en 1876
subvencionar a la casa Oliphant con S/. 160,000
anuales ( en plata o salitre y no en nuestros malos
billetes depreciados) si conseguía traer al Callao
500 chinos por viaje.
Hay que añadir ·que el gobierno peruano y los
grupos de presión locales no hubiesen podido
mantener la corriente de "colonos" chinos, si no hu-
biera sido porque en ese negocio intervenían tam-
bién grandes firmas internacionales. Cuando des-
pués de 1874 se interrumpió el tráfico directo
desde el Asia, la Pacific Steam Navigation Com-
pany, por. ejemplo, ofreció transportar hacia el
Perú a los trabajadores chinos que habían queda-
do cesantes en Califomia una vez terminado el fe-
rrocarril transcontinental. Por esos mismos años
la Casa Grace empezó a enviar chinos al valle
de Chicama. Hacia 1884 por último hay constan-
cia de las actividades de un rico comerciante chi-
no de San Francisco, Chin Sin, muy vinculado con
PABLO MACERA
218

hombres de negocios norteamericanos e ingleses.


. Chin Sin_ofreció en esa fecha tan tardía . al Agen-
te Peruano de Emigración ( Andrés Sauri) orga-
nizar embarques de chinos desde San Francisco
e incluso el Asia hasta el Callao.
¿Cuáles fueron las condiciones de vida y tras
bajo de los chinos en el Perú? ¿Cómo fueron in-
corporados y distribuidos en la nueva sociedad
global de la que empezaban a fonnar par.te? Co-
mencemos por fijar su ubicación geográfica. En
términos generales fue, como es de suponer, la
misma que habían tenido los esclavos negros a
quienes los chinos venían a reemplazar. : Así po-
demos comprobarlo con las siguientes cifras del
censo ·de 1876, ejecutado un año después de la
suspensión de la trata. ( Ver cuadro 31).
Aunque algunos chinos habitaban en las ciu-
dades o trabajaban en la construcción de los fe-
rrocarriles, la mayoría pasaba directamente del
puerto a las hacien~as de caña y ,algodón. Sus con-
tratas señalaban períodos variables entre cinco a
ocho años.. Debían trabajar durante todo el año
un promedio de 12 y hasta más horas diarias sin
más que tres días de fiesta. Recibían en cambio
cuatro soles al mes, fuera de médico y un vesti-
do y frazad9: que a veces se les descontaba junto
con el adelanto que habían recibido . en China. Si
enfermaban debían compensar- estos días al fina-
lizar su contrata. . Se les alojaba en galpones co-
lectivos sin ninguna higiene. La alim~ntación que
recibían era como hemos dicho de las peores en
el Perú. Un hacendado limeño, Don Atanacio Pa-
gador, dueño de Menacho, decía en 1851: "Su
PLAN'I'ACIONES A,ZUCARERAS ANDINAS 219

CUADRO 31
Chinos por nacionalidad. Perú 1876

"sobre p_obla-
Departamentos Número ción total

l. Ancash 2,945 1 .0
2. Amazonas 5
3. Apurfmac 16 .
4. Areqµipa 1,034 0.6·
5. Ayacucho 41
6. Cajamarca 342 0 .1
7. Callao 1,474 4 .2
8. Cuzco 47
9. Huancavellca • 7
10. Hutnuco 75
11. lea 4,920 8 .1
12. Junfn 169
13. Lam~ayeque 4,095 2.7
14. La Libertad 8,834 10.0
15. Lima 24,298 10.8
16. Loreto 27
17. Moquegua 586 2.0
18. Piura 29
19. Puno 36
20. Tacna 185 0.5
21 . Tarapacá 791 2.0
TOTAL 49,979 1.8

Nota : Consignamos el número de chinos ~gfstrados por


su nacionalidad cuyo total es inferior al de los
registrados por su raza como asiáticos (51,186).
1
PABLO MACERA
220

mantención es una cosa tan ligera qué a pesar


de que todavía se manifiestan de buen comer, es-
tá compuesta de poca cosa. Ellos quedan satisfe-
chos con el arroz, que es su Suerte, al cual se·
le agregan degolladeros de vaca, entraíias y co-
sas así tan· ordinarias como b~tas en el país. A
veces se les agregan camotes y yucas si las hay
en abundancia. En una palabra, el mantenimiento -
de los chinos dejándolos bien satisfechos es más
equitativo que el de nuestros peones contratados
y puedo· asegurar a Ud. que no pasa su costo
de tres cuartillos por hombre". La realidad pare-
ce haber sido muy inferior a lo que aseguraba Pa-
gador como veremos más adelante al comparar la
alimentación de los chinos con la que recibían
otros trabajadores en el Perú. de esa épocn.
Al revés de lo que había ocurrido con los es-
clavos. africanos, la trata de chinos fue¡ entera-
mente masculina. Muy pronto muchos de estos
hombres, en su mayor parte jóvenes, cayeron en
prácticas de sexualidad anormal: onanismo, homo-
sexualidad, prostitución masculina. José Gregorio
Paz Soldán hacendado en Caleta decía: ""Me han
asegurado que los que trabajan en las islas de
Chincha y otras partes son inclinados al onanis-
mo y pescado rufado y que por esto se enferman
y destruyen. La Empresa debe pensar en reme-
diar ,este mal y en no separar a los maridos de
sus muj~res ni obligarlos al crimen privándolos
de los consuelos de su "familia". Y otro testigo
contemporáneo admitía: "Los chinos son también
, hombres; la. Empr~sa haría muy bien en traer
alguna~ mujeres y los que tienen gran número
PLAN'I'ACIONES AZUCARERAS ANDINAS 221

de ellos deberían proporcionarles un lugar para


que .se diviertan a. su modo los días de · fiesta
bajo el celo de la policía co~ el fin de evitar de- ✓
sórdenes".
Fue para olvidar y compensar la dureza con
que se les trataba que muchos de los trabajado-
res chinos se iniciaron en el conswµ.o del opio.
Los mismos hacendados se encargaron-de organi-
zar· la venta del opio en sus tambos y estancos
cómo parte de una red en la que estuvieron epm-
prometidas grandes casas comerciales peruanas.
La gran fuente de aprovisionamiento y principal
beneficiario de este comercio de narc6ticos fue In-
glaterra que compraba el opio· en Asia para re-
exportarlo al Perú. Obsérvese, en el próximo cua-
dro~ cómo· las cifras de importación· de opio suben
y coinciden ert estrecha relación con. el movimien-
to de la migración c,hina. ( Ve~ cuadro 32).
. Alejados qe sus familias, engañados por el
contratista, con alimentación insuficiente y obli-
gados a una soltería forzosa, lo$ trabajadores
chinos se vieron impulsados . a orga:nizar un com-
portamiento de rechazo que incluía divers~s mo-
dalidades, desde el consumo de opio hasta la re-
belión contra el hacendado o su propio suicidio.
Los suicidios fueron más numeroso~ al principio
de la trata que luego, cuando la existencia de ·
una colonia más o menos organizada proporciona-
ba una ayuda emocional a los recién llegados. Es-
tos suicidios parecen -haber estado asociados con
movimientos milenaristas frustrados -si nos atene-
mos a lo que observó Eugenio Larrabure por los
años 1860: · ·
222 PABLO MACERA

"No se puede olvidar, sin embargo el mal éxitó de


las primeras expediciones de chinos. La frecuencia
con que éstos se suicidaban era un justo recelo y
desconfianza: el tiempo se ha encargado de hacer
desaparecer poco a poco esa tendencia criminal.
Creían ciegamenfB que suicidándose resucitaban en
• .su paf.s (cursiva nuestra). ¿No servirá esta creen•
cia para explicarnos la profunda bisteza que se apo-
.deraba de esa pobre gente al encontrarse de im•
proviso en tierra extraña, lejos de sus familias y sin
poder continuar disfrutando de Úna vida ociosa y
disipada?".

_E n cuanto a las rebeliones de los· chinos con-


tra los hacendados, preferimos d~jar el tema pa•
i:a otra oportunidad. Stewart ha recogido noti-
cias sobre las sublevaciones · o conspiraciones de
Lurín ( 1869), ~ativilca ( 1870), Huaura ( 1875),
Trujillo (1876). Sólo subrayaremos tres aspectos:
a) el liderazgo de las rebeliones fue asumido al
parecer por los ohinos libres. Por esa ru.ón el
Congreso peruano discutió la conveniencia de la
recontratación obligatoria para todos los ..chinos;
b) pese a la confrontación de los chinos con otros
grupos étnicos populares del Perú, existe la posi-
bilidad de que a fines de 1870 se hubiera estadd
gestando una rebelión .general de chinos, negros
e indios contra la minoría blanca dominante. ¿O
se trata de una falsa acusación hecha por los ha-
cendados para conmover al gobierno y a la opinión
pública?; c) la cropología de las rebeliones chinas
confirma una vez más que a fines de la década
de 1860 se produJo una· crisis .global de la soéie:
dad peruana, particularmente en el sector rural
PL\N'l"ACIONES AZUCARÉRAS ANDINAS 223
CUADRO- 32
Opio .vendido por Inglaterra il Perú. 1853 - 1879
18.54 = 100 . 0
I

Años Cantidad Lbs. Indicador~

1853 744 35.7


1854 2,079 100.0
1855 2,793 13:'.3
1856 1,125 54.1 _
·1857 3,152 151.6
1858 3,493 168.0
1859 6,224 299.3
1860 16,041 1n.5
1861 - 7,704 370.5
1862 3,243 155.9
1863
1864 3,700 177.9
1865 4,535 218.1
1866 3,880 186.6
1867 10,136 487.5
1868 8,147 391.8
1869 ~.876 186.4
1870 22,201 1,067.8
18n 52,422 2,521. 5
1872 70,657 3,398.6
1873 59,437 2,858.9
1874 " 66,085 3,178.6
1875 65,833 3,1.66.5
1876 67,744 3,258.4
1877 63,130 "3,036 .5
1878 121,585 5,848.2
1879 97,399
- 4,648 .8
224 PABLO MA~ERA

donde por entonces también• hubo rebeliones de


campesinos indígenas.
Por desgracia desde que llegaban al Perú has-
ta que terminaban su contrata, ya fuese en las ciu-
dades o en las haciendas, los chinos nunca tuvie-
ron la simpatía · de las clases populares peruanas.
Los jornaleros, el antiguo esclavo, los artesanos,
todo el proletariado criollo y mestizo vieron en
los · chinos una desleal competencia sin compren-
der que la responsabilidad recaía exclusivamente
sobre la clase dirigente peruana y no sobre los
chinos. Desde un principio esta clase utilizó la
migración china para envilec,er lo~ iornales: del
trabajador local y mantener .bajo su control el
mercado de trabajo. Esta no es una suposición
nuestra más o menos verosímil ni un caso de
"paleontología psicológica" en que ponemos el hue-
so que falta por reconstrucción inferencia}. Sino
un crudo hecho histórico acreditado por numero-
sos testimonios. Citarem9s apenas como prueba
suficiente la Encuesta de 1851 constestada por un
. total de 98 empresarios, en su mayoría hacenda-
dos, pero también dueños de talleres y molinos.
Con una sola excepción todos estaban satisfechos
con la migración china. Indicaban a veces ( coro-
nel José Montes) un menor rendimiento de hasta
un cuarto con relación a los esclavos. Pero lo
consi~eraban una situación transitoria y· de adap-
tación. En general comparaban ventajosamente a
los chinos con respecto a los trabajadores perua-
nos y pronosticaban y celebraban la inminente ba-
1ª de los jornales; y la imposición de condiciones
laborales más duras: ·
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 225
Joaqutn Villanueva, lulcendado de Santa Beatriz:
"Hay más para calculnt las ventajas que pueden
resultamos del chino, ·es preciso establecer una ra-
zón relativa entre el trabajo hecho por 'ellos y el
que hacen nuestros trabajadores. De estos úÍtimos
apenas puede obtenerse más días útiles para el
trabajo que a lo sumo y generalmente menos, por-
que lunes y martes los emplean en diversiones o
quizás. cosas peores. Pero del trabajo del chino re-
sultan cinco días, esto es considerado su trabajo en
menos valía que el de los otros, puesto que traba-
jan todos los días de fiesta que en algo debe re-
putarse. Resulta pues de esto para el hacendado
un aumento real de trabajo, que en la necesidad
indispensable de brazos en que se encuentran nues-
tros fundos, es un beneficio de no pequeña impor-
tancia aun cuando los chinos no tuviesen otra ca-
lidad buena".
Atanacio Pagador, hacendado de Menacho: "Los
chinos trabajan en los días fe;iados y en los días
de fiesta para nosotros, hacen su faéna en propor-
ción que se necesita y se les hace suspender no
por ellos que se prestarían ·a trabajar en nuestros
días de precepto sino por no$otros mismos",
A. Valle Riestra, comandante de Buque: "Estos
( los chinos) me sirven mejor que otros libres y que
los esclavos que anteriormente he tenido, sin oca-
sionarme tampoco las molestias que aquellos me da-
ban con frecuencia".
ºB, Salcedo, P. Buenaño, J. Leguía, M. Vertiz, M.
Mayorga, hacendados de Lambayeque: Opinión a
favor del chino que el compilador de la Encuesta
comenta diciendo: "Debe tenerse presente que en
esta hacienda como en casi todas las del litoral de
La Libertad, el peón trabaja, de 6 a 6 en labores
226 PABLO MACERA

fuertes por dos reales al día y aun asi les convie-


nen los ch¡nos y los encuentran buenos".
La Empresa de Inmigraci6n China: "Preciso es con-
fesar que estos hombres han abaratado el servicio
en Lima y suplen regularmente la falta de brazos;
decimos regularmente porque ganan poco y porque
.al principio su trabajo es poco, siendo de esperar
que ·sean más útiles con la práctica de nuestras cos-
tumbres y nuestras labores". ·
Juan de Arona (1891): "Mientras el negro cargador
nos dice -insolentemente.-Me dará Usted un cuatro
( 0.40) .-el chino solicito y agradecido nos lleva un
bulto por un real".

Desde luego esta· competencia afectó sobre to-


do a los jornaleros rurales. Pero, a medida que
aumentaba la migración y se vencían las contra-
tas, los chinos, se hicieron más numerosos dentro
de las ciudades. Probabl~mente, esta omnipresen-
cia del chino en todas las actividades económicas
del país, o por lo menos en la costa, era una ima-
gen falsa o exagerada; pero era la imagen que por
entonces circulaba y que Juan de Arona nos trans-
mitió en· sus versos:
"No hay donde al chino no te lialles
Desde el ensaque del Huano
Hasta el cultivo en los oolles
Desde el seroicio de mano
Hasta el bamdo de calles
Aun de la plebe es sin>iente
Y no hay servicio ¿lo ols?
Que él no abarque diligente"
Era pr_evisible la reacción da las clases po-
pulares peruanas: resentimiento, odió, enemistad,

\
PUNTACIONES AZUCARERAS ANDINAS · 227

contra los chinos. El· enfrentamiento más encarni-


zado fue con los negros. Algunos de estos últi-
mos servían de caporales en ·las haciendas y usa-
ron de sus cargos para vengar sobre los chinos
las anti~as humillaciones que habían recibido de
sus patrones. "Los mayordomos negros, decía .
Martinet, en su mayor parte educados bajo el
látigo de la. esclavitud veían pasar con placer .
los golpes que antes habían acariciado sus espal-
das sobre aquellas de 9tros como los ~hinos que
estaban sometidos a sus órdenes y a quienes con-
sideraban con un soberano desprecio". Este con-
flicto, económico antes que étnico, dificultó la in-
tegración de los chinos dentro del Perú. Mejor
dicho, la demoró. Explica bien la colaboración que
llegado el momento los chinos dieron a los inva-
sores chilenos del 79. Ex-plica asimismo esa san- ·
grienta y feroz matanza de Cañete ( febrero 1881) .
cuando indios, negros y mestizos persiguieron, tor-
turaron y asesinaron a los chinos que trabajaban en
las haciendas de ese valle.
No _sorprende que, en las condicionés que re-
señamos, la esperanza media de vida entre los
chinos del Perú haya · sido muy baja hasta fines
del XIX. Veamos el problema valiéndonos de las
cifras oficiales, pese a sus defectos. De los 87,952
chinos, que citamos antes, ingresados durante 2.5
años (1850-1874) sólo sobrevivían en 1876 un má-
ximo de 50,000. O sea una mortandad de 45,. De-
cimos mortandad porque, como dice Stewart, el
porcentaje de los que volvieron a China fue núni-
mo (U). Ahora bien ese índice de mortalidad
resultaría todavía más alto si pensamos que pro-
228 PABLO MACERA

bablemente entre los chinos censados en 1876' se


encontraban casi todos los que habían ingresado
entre 1870-1874. Poi: consiguiente de todos los
migrantes anterióres a esa fecha ( un total, de
41,000) sólo quedaban 5,000, es decir un 1'0% de
sobrevivientes. , Este fue el precio del algodón y
el azúcar peruanos durante el siglo XIX.

Las plantacione_s 1815-79

El concurso extraordinario de todos esos fac-


tores ( crecimiento de la demand~ internacional,
abundan~a.de capitales y créditos, migración chi-
na) convirtió en apenas 20 ·años a la pequeña
agricultura de exportación peruana en una de las
primeras del mundo. Poco antes de la Guerra con
Chile ( 1879) se l~ mencionaba ya en 69 lugar, in-
mediatamente después de Mauricio y Filipinas. El
aumento de la producción y la conquista de nue-
vos mercados no se debieron exclusivamente a la
expansión del consumo europeo, que fue muy gran-
de como hemos visto: Contó también la tecnifica-
ción y modernización, aunque fuese párci.al, del sis-
tema peruano de plantaciones y por consiguiente,
asimismo, el mejoramiento de la cali<latl del pro-
ducto. Por esos años el Pe1ú, por ejemplo, fue -el
único país sudamericano que gracias a sus nuevas
maquinarias ( concretadoras, "racompanes", centrí-
fugas) pudo exportar azúcar granulada que tuvo
una cotización superior ( 17-23 chs.) · al azúcar de
B:rasil y Cuba ( 13-18 chs.) .
Este J?rocesÓ terminó por confinnar la supre-
macía de las plantaciones azucareras sobre todas
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 229

las demás actividade.s agro¡>}lCuarias del Perú. En


la clasificación hecha por Tizón, en 1872-74 sobre
los 11 valles principales de la oosta, los prime-
ros siete puestos correspondie~ón a las zo~as azu-
careras. (Trujillo, Cañete; Chiclayo, Santa, Huacho,
Lambayeque, Pacasmayo). La producción de azú-
car había retrocedido, es cierto, en los mercados in-
. ternos cediendo el primer lugar a .los derivados
de la viña; pero en cambio controlaba casi los 2/ 3
de· -IA~ exportaciones agropecuarias: ·
CUADRO 33
Producto agríco la de la costa peruana 1874

Consumo
Productos Exportación
' Interior

o/o %
Azúcar 12'000,000 72 3'000,000 '19
Vinos, aguardientes
y rones 1'000,000 6 8'000,000 51
Algodón 1'285,000 7 500,000 3
Arroz 272,768 1 1'000,000 6
Diversos productos 2'000,000 12 3'000,000 19

Total 16'558,145 98 15'500,000 98


(Esteves 1882)

El poder político y el beneficio económico


derivados de este crecimiento se concentraron en
unas pocas familias. En cuanto a su número las
plantaciones_ representaban una n:ifnima fracción
230 PABLO MACERA

. .
del total de haciendas peruanas. . Pues sobre 3,807
:... 4,404 haciendas ceiislidas en 1876 (Macera 1972),
había nada más que 235 cail.averales; y de estos s6-
lo la mitad operaba en gran ~l¡t. Podemos apre-
ciar este fenóm~no a nivel regional escogiendo
para ejemplo a los valles de Cañete y- Trujillo, al
sur y .norte de Lima. Cañete había sido desde
antiguo, es verdad, un valle azucarero pero de
magnitudes moderadas. En -1839 · sólo producía
1'249,250 libras. Si exceptuamos algunas pequeñas
haciendas ( Cerro Azul) todo ese volumen se debía,
en la segunda mitad del XIX, a grandes unidades
de ·producción, ya que ninguno de los cañaverales
registrado~ por Larrabure (1872-74) elaboraba me-
nos de 1'500,000 libras. Doce latifundios (9 de
ellos dedicados a la caña) retenían el 80% de los
productos comercializados por los 207 predios de
toda la provincia. Todavía más, un solo ' planta- ,
dor, Enrique Swayne, controlaba el 491 de la pro-
ducción de todo el valle pues además de· sus pro- .
. piedades tenía arrendadas las haciendas del con-
vento limeño de los Camilos ( Casa Blanca, Que-
brada) .
Lo mismo ocurrió en los distritos costeños
de Trujillo. Conocemos dos estimados agrícolas
de los años 1872-76; y si · bien cada uno s_eñaló
. distinta superficie, ambos coincidieron en la pro-
porción de cultivos. Esa primera diferencia no in-
.valida por otra parte a ninguno de los dos testi-
monios. Al parecer uno de ellos ( Amar~ Tizón)
se basó en los datos del Deán Saavedra ( siglo
XVIII); y por eso también numeró para Chicama
4'-0 fundos en vez de 53.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 231

CUADRO 34

Distribucl6n de la tierra en Trujillo 1872-76


(fanegadas)

Superficie Superficie Superficie


Valles total cultivada cultivable Caña

Sta. Catalina 20,000 5,000 ' 15,000 50 96


Chicama 40,000 15,000 25,000 ' 93.596 ,
Virú · 40,000 6,000 34,000 25 96

Cas6s 1876

Aproximadamente veinte · familias eran · las


due~as de este territorio y de sus principales
plantaciones. En conjunto poseían capitales por
100'000,000 de soles, ~ando el valor de sus tie-
rras y _maquinarias.
El cambio tecnológico que· sustentó toda esa
1iqueza no es todavía bien co~ocido. De hecho
no fue un cambio generalizado. Primero porque
no comprometió a la totalidad de los cañaverales.
Luego porque al propio interior de las más gran-
des plantaciones, por "modernas" que fuesen, sub-
sistieron técnicas tradicionales, Dijo Martinet en
1878: "Se puede ver sobre la costa del Perú la
h!storia completa de los, progresos que ha ~o
en el mq.ndo el ins~ental· para la fabricación
del azúcar, desde el equipo del padre Labat has-
ta los magníficos aparatos de evaporaci~n y e<».
ción a vapor y en el vacío que fabrican los me-

232 PABLO MACERA

jores constructores europeos y norteamericanos".


Los pequeños sembradores de caña siguieron ela-
borando sus productos como sus antecesores lo
habían hecho, "en tiempo de los españoles". La
desotipci6n de sus sistemas de trab~jo ha sido
hecha minuciosamente por los informantés que en
1874 respondieron al cuestionario preparado por
La Rosa-Toro como anticipo ·a l censo general· rea-
lizado dos años después. Bastaría leer las Ins-
trucciones que para el · manejo de sus cañaverales
redactaron los jesuitas en los siglos XVII-XVIII
para tener una imagen de lo que seguía ocurrien-
do a fines del XIX- con estas pequeñas empresas.
Algunas ni siquiera producían azúcar sino aguar-
dientes y chancaca para elaborar chicha. Usaban
los antiguos "fondos" de cobre y sus medidas eran
la Per9lada ( 12 arrobas) y el Porronel ( 2 - 2.5 por
Perolada). Aun las medianas plantaciones conser-
varon, por falta de recursos, las técnicas colonia-
les. En el propio valle de Chicama hacia 1872,ha-
bía 27 trapiches a vapor, pero, los otros catorce
se movían por agua o bueyes; y contra, 103 "ta-
chos" ·simples sólo se contaba con 17 pailas a
vapor.
Pero lo más importante es evaluar esa supues-
ta "revolución industrial de la agricultura" ( ¡qué
~sto por las grandes palabras!) . Distinguimos
dentro de las plantaciones de · un lado el proceso
industrial de elaboración y del otro el proceso
agrícola del cultivo. La tecnificación moderna ocu-
rrió en el primer caso; no en el segundo. Y hasta
en la propia elaboración hubo límites. Las refine-
rías por ejemplo tuvieron entonces muy poco de-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS . . 233

sarrollo. . No sólo porque ~ste er~ un negocio que


reservaban las compañías inglesas para su propio
país; sino también por la alta calidad "natural" de
'los azú¿ares peruanos que rara vez tenían, desde
las primeras operaciones, menos de 951 de cris-
talización.
Pese a tod~s. las maquinarias compradas en
EE. UU. e Inglaterra, gran parte de la energía•gas-
tada en las plantaciones era proporcionada en 1875
por el músculo de hombres y animales más que
por el vapor, el agua o el fuego. Al igual, como
vimos, que en 1839, antes .del guano y los bancos,
para explotar 500 hectáreas de caña eran nece-
~arios 400-500 chinos, 150 yuntas y 100 caballos
o mulas. Y en cuanto a las jactanciosas "vías fé -
rreas~ de los cañaverales, sólo contadas veces tu-
vieron locomotoras a vapor. Con mayor frecuencia.
se trataba de fe"ocarriks de sangr~ es decir ja-
lados por bueyes. Aquí en el transporte el único
otro cambio significativo ( además de los rieles)
fue haber introducido la carreta europea o norte-
americana en vez de la vieja carreta criolla.
En el campo, cuando había que preparar las
"cuadras", "manzanas" o "cuarteles" de caña, un
mayordomo mestizo del siglo XVII hubiera podido
en 1875 dirigir los trabajos co~ toda facilidad. La
Edad Moderna industrial se hacía presente allí en
el ingenio y en la estrecha cinta de fieJ'l'O que
atravesaba los cultivos. Pero no aquí. Los arados
Fowler y Howard no conocían todavía el éxito
que tuvieron después y sólo habían sido compra-
dos por cinco de las plantaciones costeñas. No
era solamente desconfianza razonable
. frente
. a ·la
234 PABLO MACt!RA

innovación ni .pobreza d~ capitales. Era también


el resultado de un condicionamiento ecológico. Ya
que esos arados a vapor podían ser más econó-
micos en la costa cen-tral donde .Ja labor ·del sue-
lo era más continua puesto que la caña daba
tres cortes ( primera, soca, resoca). Pero no en el
norte donde las cañas duraban a veces 15-20 años.
Todo ese mejoramiento, aunque incompleto, de
las antiguas haciendas causó un alza del precio y
la ·renta de la tierra. Este hecho generalmente
reconocido en su tiempo fue materia· sin embargo
de estimaciones muy diferentes. La, mayor parte
de éstas tomaban como base el año 1855. Algunos
( Elgtiera, 1870) afirmaban que esos valores se ha-
bían triplicado en menos de quince años ( 1855-·
1869). Mientras que Martinet aceptaba ese máxi-
mo por excepción y consideraba que el aumento
promedio había sido del 100% en veinte años ( 1855-
1876) . Pero el año 1855 no era una buena elec-
ción ya que como bien dij9 M. Mendoza y Boza
(1869) fue un período. anormal y de transición;
Muchas de las cifras utilizadas como referencia
correspondían a años anteriores o habían sufrido
una reducción a raíz de la libertad de ]os es-
clavós.
"El valor que tenían los fundos rústicos en 1855,
decía Mend07.8, . . . no puede tomar.;e por tipo co·
mo perteneciente a ese año, en el que las transac-
ciones de compra\'enta y de conducción estuv.ieron
algún tiempo paralizadas; pues este valor venía .de
una -época anterior de la cual fue pactado y a la
•que pertenecía. En c,l.icho año se modificó en algu-
nos fundos el precio de la merced conductiva, ha-.
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 235
ciéndose en él un castigo o reducci6~ fuerte, con
motivo de la cesación en sus trabajos de los ya
manumisos••. ~

Esta circunstancia había favorecido a los arren-


datarios a largo plazo ( ..escrituras largas.. )• quie-
nes en 1869 en vez de pagar más, pagaban menos
que en 1855. El alza afectó principalmente a los
arrendamientos cortos y comprometió no s6lo a
las grandes haciendas sino también a las ~ue-
ñas propiedades incluyendo las huertas.. Si, con la
misma prudencia de Mendoza, rebajamos las cifras ·
de Elguera, el au.mento habría sido de 100% para
1855-1869. La mayor elevación debe haberse pro-
ducido después de 1866 como sugirieron CoP,ello
y Petriconi.

La inflacioo de los precios: 1869


La expansión de los cultivos de exportación, y
las nuevas conexioqes con el mercado mundial no
sólo produjeron cambios de e~ctura en la eco-
nomía peruana. Junto con otras causas determi-
naron también un efecto coyuntural inmediato so-
bre los precios, ocasionando una inflación que al-
canzó su máximo a fines de los años 1860. Lo
poco que sabemos al respecto nos viene de la En-
cuesta Pardo, ya citada a propósito de los sala-
rios. Por desgracia no todos los 28 informantes
respondieron a los once cuestionarios oficial~s
con igual veracidad; _ algunos fueron reticentes,
ocultaron la información o la presentaron de un
modo confuso. .H ay pues urt ancho margen de du-
/ da tanto acerca de las cifras ·que consignaron co-
'
PABLO MACERA
236

mo en lo . que se refiere a !as explicaciones que ·


propusieron y la política económica a seguir. El
punto de vista más simplista fue el de Nicolás
Rodrigo para quien el alza de precios era un sub-
producto del "progreso material" del país y no te-
nía otra causa que la abundancia de dinero, al
cual calificaba de una mercancía como cualquier
otra.
''Es un hecho manifiesto, decía, que cuando un
producto abunda, se abarata· o baja su valor; de
suerte que si, por ejemplo, abunda el trigo se da-
rá de este artículo más cantidad que anteriormen-
te en cambio de otro producto que está más es-
caso. El dinero es en realidad una mercancía co-
mo cualquier otra; y por consiguiente si abunda,
baja; es decir se da de él e'f cambio de otro ar-
tículo mayor cantidad que cuando llega a escasear,
subiendo desde luego en proporción igual los pro-
ductos que con él se compran o por los cuales se
cambia. El alza general pues de los artículos de
riqueza de un pais, indica, prescindiendo 'de causas
· anormales y transitorias, baja de valor en el dine-
ro·, ésto es . que hay de él exuberancia".

Era verdad, de hecho, que el circulante ha-


bía aumentado en el Perú desde 1850 en adelan-
·te, fuese ( como dijimos) por los ingresos del gua-
no o por los créditoS" bancarios. Pero algunos ob-
servadores de la época advirtieron que más q~e
el circulante en sí mismo contaban las modifica-
ciones en el monto y naturaleza de los ingresos y
los patrones de oonsuino. Manuel de Alfara com-
paraba con cierta nostalgia la moderación econó-
mica de la vida peruana en la primera mitad del
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
237
siglo XIX, con la ambición, el lujo, el derroche '
espléndido y las grandes fortunas posteriores a
la · célebre consolidación.
"Antes de 1855 las fortunas del país no pasaban
sino por lo que hoy puede llamme la mediocri-
dad; la vida de entonces· era moderada desde la
primera a la última clase y relativamente todos vi-
vía'n bien; pero desde esa data memorable en que
la consolidación derramó -tantos y· tan fuertes capi-
tales, viene a mi entender la difícil situación eco-
nómica 'que nos lleva preocupados; ella trajo el lu-
jo, despertó la ambición y el deseo de adquirir vio-
lentamente, crefodose desde luego muchísimas ne-
cesidades, que hoy sólo están al alcance de las per-
sonas acomodadas, mientras el infeliz sufre sus fa-
tales consecuencias".

Pero con buen criterio, aunque sin la misma


insistencia, Alfaro mencionaba además otros fac-
tores inflacionistas: la moneda feble, los ·cultivos
de exportación, ef aumento demo,gráf.ico, el, tipo de
cambio. Esta fue también la. opinión del propio
Mlinuel Pardo quien clasificó las causas de la in-·
flación en tres grupos: 1) aumento de los centros
d~ población y del consumo me<3:io por habitante;
2) disminución de la producción de algunos víve-
res; 3) mayor costo de la producción.
En general podemos decir que el método usa-
do por quienes entonces estudiaban la· inflación
no sólo fue descriptivo sino también insuficiente-
mente descriptivo, ya que enunciaban las causas
probables . pero no mostraban su articulación in-
terna. Hubo en esa abstención algo más que un~
deficiencia teórica o instrumental. Tanto a Ma-
238 PABLO MACERA

nuel Pardo como a sus informantes no les inte. ,


resaba porque no les convenía poner en evidencia
todo el proceso formativo de la inflación. Pues de
ese examen podían derivarse responsabilidades
políticas y sociales contrarias a los grupos de los
que eran parte. Por eso todos coincidían ~n ca-
lificar el alza de los precios como un hecho nor-
mal, inevitable y hasta positivo en términos gene-
rales. Lamentaban los "sufrimientos del pqeblo"
pero sólo aconsejaban meros paliativos ( libre im-
portación de alimentos). Y pensaban que era ne- •
, gativa cualquier intervención del Estado: ·
·•i..a ciencia econ6mica como la médica nos enseña
que frecuentemente el curso libre de las fuerzas
naturales restablece la armonía que ha podido ser
turbada por des6rdenes pasajeros y aconseja limi-
tarse a remover los obstáculos que pudieran opo-
nerse a la marcha natural de los acontecimientos
o a secundarla con prudencia. As(, impotentes to-
dos para suspender o disminuir los efectos ' de aque-
llos hechos consumados que han modificado la mar-
cha econ6mica del pals, la sana política aconseja
no perturbar el curso regular del movimiento que
actuahnente se opera. . . Ese movimiento es indis-
cutiblemente de progreso y es necesario soportar
sus inconvenientes de pasajeros si se quiere disfru-
tar de sus ventajas definitivas..• Creemos (incluso)
ajeno de la intervenci6n del Gobierno y fuéra en-
teramente de su alcance el gran costo que para la
alimentaci6n de Lima tiene las utilidades reputa·
das por los diversos intermediarios entre el produc-
tor y el copsumidor. La autoridad no. tiene ni el
derecho ni los medios efectivos para intervenir en
las. . . transacciones de los particulares" ( Manuel
Pardo 1870).
PL\ Ni ACIONES AZUCARERAS ANDINAS
239

Para comprender el proceso · inflacionista de


esos años debemos pues compulsar todos esos tes-
timonios en función de la postura ideológica que
asumían y reordenar sus datos primarios dentro
de un esquema que al hacemos ver el escalona-
miento cronológico de la inflación, así como sus
límites geográficos, grados y tipos, nos pennita
elaborar una expliqación de la misma. En el aná-
lisis que sigue presentaremos para ese fin los
índices de inflación de 1854-1~; para luego exa-
minar algunos sectores particulares ( ganadería,
combustibles, harinas) antes de la discusión final.
La crisis de 1869 formaba parte de un largo
proceso inflacionista iniciado en 1854-55 y que tu-
vo una· aceleración a partir dé 1864-67. Sus efec-_
tos se dajaron sentir en· toda la' década de 1870
complicándose con el desastre fiscal y bancario de
esos últimos áños. Pero dentro de esas fechas que·
cubren quince o veinte años .de historia económica
peruana se produjeron también otros movimientos
inflacionistas relativamente independientes en sus
orígenes. Estos no pueden ser vistos ni como pro-
longaciones del proceso que estudiamos ni tampo-
co, en todos los casos como sus causas o agra-
vantes. Nos referimos a cuatro hechos diferentes:
~) Primero la inflación general que desde los años
1830 afligió al Perú por causa del peso feble bO:
liviano. Fue un ejemplo clásico de devaluación mo-
netaria ql}e después de 1854 elevó por sí sola los
precios en un 251 ( Lembclce 1869). 2) El alza
que ocasionó la Guerra con España 1864-66 sobre
todo en los artículos sujetos ·a l transporte marí-
timo. Esta alza dio mayór impul~o a la inflación
240 PABLO MACERA

ya en desan-ollo. 3) El colapso económico de


grandes regiones de la sierra entre 1851-59 como
consecuencia de las epidemias. Provocó una infla-
ción urbana (Cuzco, Ayacucho, Huánuco. .. ) que
estuvo ~ociada con una carencia a veces absolu-
ta en · el sector rural. Fue una crisis de la pro-
ducción campesina. 4) La cárestía que· en _el sur
peruano desataron las inundaciones, sequías y su-
blevaciones de 1868-69. La guerra con España y
el peso feble con sus respectivos ciclos estuvie-
ron vinculados a la inflación que estudiamos. Pe-
ro lo qu~ ocurrió en la sierra no afectó a la cos-
ta. Hubo también aquí por los mismos años en- ·
fermedades y cambios climáticos pero con sus pro-
pias derivaciones regionales.
En cuanto al territorio, por lo dicho, la Gran
Inflación.no cubrió todo el Perú. Mientras· no apa-
rezcan nuevos datos sólo está probado que ocu-
rrió en la costa. Aunque mucho menos en· el ex-
tremo sur donde hubo inflaciones particulares aso-
ci-adas -a los ferrocarriles ( Arequipa) y el salitre
(Tarapacá). Ninguna noticia tenen:ios que haya al-
canzado Ayacucho, Cuzco o Puno ni las tierras del
oriente amazónico. Fuera de la costa nor-central
sólo se extendió 1) a las provincias serranas ad-
yacentes, sobre todo las cuencas del Rímac, Lurín
y Chillón, parte del departamento de Junín y algu-
nos distritos ·del departamento de Cajamarca; 2)
en menor grado afectó también a Loj-a y Cuenca
en el Ecuador cuyos ganados eran enviados al
mercado peruano.
Pero todos los últimos casos mencionados sólo
constituyeron una zona marginal donde la infla-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 241
\

ción costeña _fue limitada y secundaria. El Perú


era· entonces un país de baja integración económi-
ca. Nunca hubo, es cierto, aislamiento absoluto,
pero los subsistemas regionales eran capaces de
generar un dinamismo propio q-qe atenuaba las ten-
dencias de la economía global o de sus núcleos
dominantes más modernos y "desarrollados". El
propio Manuel Pardo lo decía en 1860: "Si se pien-
sa que en esta misma nación, el Pe.ni, y a cuarenta
leguas del punto agobiado por la carestía (Lima)
hay provincias en que se pudren las cosechas so-
brantes por falta .de vías de comunicación, ese sín-
toma que económicamente ~ alarmante pasa a
ser moral y políticamente un hecho escandaloso.. .
Es lo cierto que de 5 a 6 años a, esta parte está ·
sufeto ,el departamento de Lima a una espantosa
carestía mientras que en un departamento Umítro-
. fe -se teme como una gran calamidad una.cosecha
abundante" ( cursiva nuestra). O sea que podía
en el mismo país darse sin1ultáneamente una cri_--
sis qe sobre-producción agrícola y otras crisis in-
dependientes de sub-prod1,1cción sin nexo alguno
entre ellas. ·
Habría también que discutir u:na tercera res-
tricción; no temporal ni geográfica, sino relacio-
nada con los bienes. y servicios afectados por la
inflación. La encuesta Pardo sugirió tres excep-
ciones: · las harinas_, el vino y ''los utensilios de
· labranza agrícola que podemos denominar crio-
llos" ( M. Mendoza y Boza). A las harinas dedica-
. mos un párrafo especial más adelante. ,E n cuanto
a las artesanías criollas, M. Mendoza admitía que
habían experiment~do "poca alteración" como para
242 PABLO ~CERA

indicar que su índice de inflación era muy bajo y


en todo caso inferior al promedio. Pudo ser, si
ocurrió que los agricultores en vez de las manu-
facturas locales prefirieron las extranjeras. No sa-
bemos de qué utensilios se trataba y si eran produ-
cidos por las mismas · haciendas o en talleres ur-
banos. . En ambos casos alguna alza debió regis-
trarse aunque no fuese sino aquella que corres-
pondía al -valor de los salarios y el alza de to-
dos los bienes y servicios. Acerca del vino Juan
de Dios Quintana fue mµy e1ifático: su precio en
1869 era igual al de 1855 "por haher aumentado
las fábricas". O sea que un incremento de la pro-
ducción había estabilizado los precios a p~ar del
mayor consumo. Es posible, pero también lo es
que mediante la adulteración de los caldos se .hu- .
hiera efectuado en la. práctica una elevación de
los precios.
En general la inflación cubrió todos los bienes
y servicios aún cuando hubiese razones particula-
res para que algunos precios bajasen, coino vere-
mos que sucedía con el carbón y quizás con las
harinas. Esta nivelación fue para ciertos artículos
un factor inflacionista mucho más decisivo que la
escasez de la oferta o el comportamiento de la de-
manda. Como bien decía en su informe José Ig-
na9Ío Larrea: "Muchas y muy divei;sas son 1~ cau-
sas que, además de las apuntadas ( de tipo par-.
ticular) . influyen en el alza y baja de los pr~-
cios... : Ellas se refieren a la reciprocidad y rela-
ción íntima que tienen entre sí, económicamente
consideradas, todas las sustancias que •,d e algún
modo contribuyen al biene~tar material del hom-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 243

bre. La carestía de una de éstas, conexionada ló-


gica y rigurosamente con las demás da el infali-
ble resultado del aumento d~ precios en cada
una. n

Desde luego, el fodice d_e inflación· varió por


sectores y artículos como se apreciará en los cua-
dros siguientes donde hemos tabulado ·los precios
correspon!,lientes a 29 artículos durante el perío-
do 1855-1869. Para mayor claridad separamos los
datos en dos secciones: agricultura y ganadería. ·
Luego reclasificamos los precios en tres grupos
convencionalmente designados como de- inflación
moderada, media y alta. No nos referunos a la
renta inmobili!llla .ni a los salario~ y el interés
del dinero porqu~ reservamos estos · temas para
otro estudio. La lectura de estos cuadros descon-
cierta.· Debido a la falta de coincidencia entre los
testigos, un mismo producto (por ejemplo el maíz
y la ganadería vacuna) puede figurar tanto entre
los artículos de inflación moderada como entre
los de alta inflación. Nos limitam9s a consignar
el hecho. (Vei: cuadros 35, :36 y 37).

Ganadería
Veamos, ahora po,r s~ara.do algunos casos
particulares. E-n primer lugar la ganadería. En
este renglón distinguimos a la ganadería de con-
sumo de 19. ganadería "industrial" ( bueyes, mon-
tas). En ambos casos el Perú tenia un antiguo
problema sobre todo para los animales de trans-
porte y molienda como lo prueba el comercio co-
lonial de mulas con el Virreinato de Bue.nos Aires
e u A D R o 35
Precios de productos agrícolas 1854 ó 1855 y 1869 (Precios promedios en reales)
1854 6 1855 = 100.0 .
Aumen~
Medida 1854' 6 1855 1869 en '6 de Testi- Lugar
Productos
A a B/A monio

l ." Aguardiente de uva Botija de


6 arrobas 96 .0 128.0 33.3 11 Pisco/lea
2 . Arroz (por menor) saco 85.3 !N.O 10.1 14
'

3 . Azúcar ,blanca arroba 16.2 27.0 66.0 12
azúcar blanca arroba 16.0 24.0 so.o 11
4. Carbón vegetal quintal 11.5 20.0 73.9 7 Callao
5. Carbón de piedra tonelada 128.0 152.0 18.7 7
6 .- Cebada (por menor) fanega 28.0 40.0 42.8 14
7. Chancaca quintal 28.0 36.0 28.5 11
8. Frijol fanega 22.0 112.0 409.0 3 Costa
Frijol cocacbe (por menor> fanega 68.0 112.0 64.7. - 14
Precios de productos agrícolas 1850 6 1855 y 1869 (Precios promedios en reales)
1854 6 1855 = 100.0

Aumento
Productos Medida 1854 6. 1855 1869 en % de 'Testi- Lugar
A · B B/A monio

9. Garbanzo (por, menor> fanega 50.0 72.0 44.0 . 14


. 10. Lentejas (por menor) fanega 20.0 48.0 140.0 14
11. Leña (por mayor) 5.0·• · 7.5 so.o .7
Letia (por menor) 7.5 12.5 66.6 7
12. Maíz fanega 17.0 . 44.0 . 158.8 3 . Costa
Maíz . fanega 32.0 48.0 so.o 4
Maíz (por menor) ~e 1• fanega 38.0 52.0 S6.8 14
1~. Ron galón · 2.5 4 .5 80.0 11 . .
-14. Semilla (de alfalfa) 144.0 440.0 205.5 9 Costa/Sierra
Semilla (de alfalfa) 128.0 .. ..o 240.6 3 · Costa
15. Semilla (de papas) 64.0 124.0 93.7 9 Costa/Sierra
16. Vino arroba 20.0 20.0 00.0 :u
CUADRO ,N t 36
Pr~ios de pr~uctos ganaderos. 1854 6 1855 y 1869 (Precios promedios en reales) - 1854 6 1855 = 100.0
Precio Precio Aumento
promedio promedio en ,r. Testi- Lugar .
Productos Medida 1854 6
1855=A 1869 = B de B/A monto -
1 Borregas unidad 8.5 15,0 130.7 3 Sierra
Borregas unidad 7.0 1 Lima
2 Bueyes unidad 300.0 760.0 153.3 3 Costa
Bueyes unidad 420.0 880.0 109.5 1 Lima
Bueyes (yunta> yunta 640.0 2,000.0 212.5 ,9 . Costa y Sierra
3 Cabras unidad 15.0 22.0 46.6 2 Jaén
Cabras unidad 11.0 19.0 72.7 15
4 Cameros uniclad 8.5 21.0 147.0 10 , Jauja
Carneros unidad 9.0 23.0 155.5 6 Sierra
Carneros unidad u.o 19.0 72.7 15
Carneros unidad 12.0 32.0 166.6 8
Carneros (en los camales> uni~ad 18.0 30.0 66.6 1 Lima
s Cerdos unidad 44.0 104.0 136.3 6
Cerdos unidad 44.0 108.0 145.4 1 Lima
Cerdos flacos unidad 44.0 120.0 172.7 15
Precios de productos ganaderos 1854 6 1855 y 1869 (Precios promedios en reales) - 1854 ó 1855 = 100.0
Precio Precio Aumento
promedio
promedio erdl'. ' Testi- Lugar
Productos Medida 1854 6
1855 = A 1869 = B de 8/A monio
Cerdos flacos
Cerdos gordos
unidad·
unidad
48.0
132.0
~-º
312.0
166.6
136.3
8
15
Cerdos gordos unidad 132.0 320.0 142.4 8
6 Gallinas unidad 7.0 12.0 n., 1 Lima
Gallinas unidad 6.5 20.0 207.6 8
Galllnas (carnes de . . . l 2.0 4.0 100.0 15
Gallinas (carne de ... ) 6.0 14.0 ·. 133.3 15
7 Manteca 1.5 3.5 133.3 15
8 Novillos unidad 128.0 240.0 87.5 10 Jauja
Novillos unld!ld 176.0 208.0 18.1 ' 15
9 Pavos 22.0 44.0 100.0 15 ·
10 Res unidad 220.0 506.5 130.2 8
11 Toros unidad 176.0 440.0 150.0 . 1 Lima
Toros y vacas unidad 128.0 160.0 25.0 15
12 Vacas unidad 44.0 128.0 190.9 10 Jauja
Vacas (en ' partidas> 80.0 272.0 240.0 2 Jaén (puestas
en Monsefll)

I ,
e U A D R O 36 (continuación>

Precios de productos ganaderos 1854 ó 1855.. y 1869 (Precios promedios en reales) - 1854 6 1855 = 100.0

Precio Precio Aumento


promedio
promedio ·en % Testl- Lugar
Productos Medida 1854 6
1855 = A 1869 = B de 8/A monio

Vacas 136.0 276.0 102.9 6


Vacas 168.0 400.0 138.0 1 IJma
13 Vacas con cría 252.0 640.0 153.0 1 Lima

Vacas (carne de . . . carnales) arroba 15.0 42.0 180.0, 15

TESTIMONIOS: (Valen para los cuadros 35 y 36> 1) Antonio M. Araos, 2l Juan N. Delgado,
ll) Juan Antonio Garcfa, 5) Francisco J. de .Goitizolo, 6) Tomás Gutiérrez, 7) José
L. Larrea, 8) Manuel A. Larriva, 9) Manuel i'dendoza y Boza, 10) Demetrlo Ola-
vegoya, 11) .Juan de D. Quintana, 12) Enrique Swayne, 13) Federico Urlza, 14)·
ValdeaveU:mo, 15) '_JuUán del Valle, 16) José Maria Varela - 1869- 70.
e u A D R o 37
lnflaci6n de los precios - 1869

Productos agrícolas o/o

A) Modera~• (hasta 49%)


" 7. Malz (por menor) 1•
" 36.8 · 14. Ron 80.0
l. Arroz (por menor) 10.1 B) Media (50 a 100%) 15. Semilla de papas 93.7
2. Carbón de. piedra 18.7 8. Azúcar blanca so.o ' Cl Alta (más de 100%)
3 . Chancaca 28'.5
9. Lefia (por mayor) so.o. 16. Lentejas . 140.0
10. Frijol 64.7
4. Aguardiente de '-'va 33.3 11. Azúcar blanca «16.6 17. Malz 158.8
5 . Cebada 42.8 12. Leña (por menor) 66 :6 18. Semilla de alfalfa 205.5
6 . Garbanzo 44.0 13. Carbón vegetal 73.9 19. Semilla de alfalfa 240.6

9' Animales y Productos Derivados 9'

Al Moderada (hasta 49%) · Bl Media '(50 a 100%) 7. Ca.meros 12.1


.l. Novillos. 18.1 4 . Carneros (en camales) 66 .6 8 . Novillos 87.5
2 . Toros y vacas 25.0 5. Gallinas n.4 9 . .Gallinas (carnes de... ) 100.0
· 3. Cabras 46.6 6. Cabras 72.7 10. Pavos 100.0
c u .A o· R o 37 .(continuación)
Inflación de precios - 1869

¾ Animales y productos derivados¾

C) Alta ·(mú de 100%) · 18. Cerdos gordos 136.3 ·.27. Carneros 166.6
19. Vacas 136.0 28. Cerdos flacos 166.6
11 . Vacas
12. Bueyes
102.9
109.5
. 20. Cerdos gordos 142.4 29.' Cerdos flacos 172.7
21 . Cerdos 145.4 30. Vacas (carnes de..:
13. Borregas 130.7 en carnales) 180.0
22.
. Carneros
. 147.0
14.. Res 130.2 23. Toros 150.0 31. Vacas 190.9
15. Gallinas (carnes de ...) 133.3 24.. Bueyes I 153.3 32. Gallinas· 207 .6
16. Manteca 133.3 25. Vacas con crfa: 153.9 33. Bueyes (yunta) 212.S
17. Cerdos 136.3 26. Carneros 155.S 34. Vacas 240.0

NOTA : La repeUclón de arUculos y la diferente tnflació~ de los precios de los mismos se debe a los
diversos testimonios. · F:,UEN TE : _Elaborado en base a los cuadros 35 y 36. ·
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 251

( Sánchez Albornoz, 1965). En cuanto a las car-


nes rojas de consumo· el panorama era muého míÍs
complicado. Abun~ban en toda la sierra los ovi-
nos, valorizados p~cipa:lmente como ganado la-
nar. En la costa, a ~ vez, los algarrobales, las Jo.
mas y el "rastrojo" de las cosechas, garantizaban
buenas estaciones de engorde a los pastores trans-
humantes de cabras. Todo esto casi inalterable
desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX.
En cuanto a los cerdos, Lima se proveía tradicio-
nalmente del valle de Chancay. La ganadería va-
~ - había ~enido en cambio ~ menor desarrolló
puesto que no estaba convenientemente adaptada
a los pastos naturales de las máximas ,alturas an·
dinas. ;No estamos seguros sin embargo que exis-
tiera verdaderamente un déficit a nivel nacional.
Lo que fallaba eran las vías de comunica.ci6n que
impedían establecer una adecuada comercializaci6n
entre todas las zonas productoras y cada una de
las plazas de consumo. Cada regi6n se veía obli-
gada a depender de su propio sistema de aprovi-
sionamiento. Lima y toda la costa nor-central no
podía ·esperar como hoy los ganados de Puno o
Cuzco. Pequeños circuitos transversales conecta-
ban a cada centro cost~ño de alguna importancia
(haciendas, ciudades) con su inmediato hinterland
serrano y los intercambios mayores, de ocurrir,
s6lo tenían un carácter zonal. Los dtsequilibrios
. de 1869 en este aspecto deben ser pues interpre·
tados, en gtan parte, como fenómenos regio~ales.
Esa misma desarticulaci6n había ocasionado que
desde mucho antes de 1869 la producci6n disponi-
·ble -resultase insuficiente para el consumo de to-
252 PABLO MACERA

da la costa: el Perú se había visto obligado para


· tal efecto a importar anualmente un promedio de
8,000 - 10,000 vacunos desde Ecúador y ~gentina.
Con todo, hasta · 1a década de 1850, la costa
tenía un régimen· normalizado que le garantizaba
precios relativamente estables para los vacunos.
La_inflación posterior puso en evidencia la fragi-
lidad de este régimen. En gran parte debe ser
reconocida como inflación de la demanda. Pero
tambié~. como un desajuste y disminución· de la
oferta. Para ponderar ambas causas nos servire-
mos de las estadísticas posteriores a 1859, fecha
en que se abrió el Matadero Oficial de Urna. An-
tes de ese año funcionaban en esta ciudad hasta
cinco· "carnales" particulares de los cuales no ha
quoo.ado registro, pues, según decía Domingo del
Solar ( 1869) eran sus dueños poco cuidadosos ae
~nservar libro ni documento alguno y todo se ha-
cía a "la criolla". En el cuadro 38 se aprecia w1
progresivo aumento del consumo así de cameros
. como de reses, de más de un ®% para los cinco
.
años considerados.
Crecimiento de la demanda, sin duda, que
·

atestiguan otras fuentes. Pero ¿en qué medida y


por qué? ¿Y qué pasaba del lado de la oferta?
Demetrio Olavegoya, gran ganadero, suponía que
el aumento de consumo_'h abía sido del 70% en Li-
ma entre 1855-1869. Algunos imputaban ese mayor
porcentaje, entre otras ramnes, al incremento de
la población en Lima, calculada hasta en un 33%
(Pardo) para el período considerado. Sobreesti-
mación si nos atenemos a los estudio·s de Manuel
Rouaud ( 1869) . Pero también mencionaban cam-
PLAN TACIONES AZUCARERAS ANDINAS 253'

CUADRO 38
Reses y cameros muertos en el Camal General de Lima
1859 - 1859

Indica- Car- . lndica-


, Años Reses neros dores·
dores

1859 20,155 100.0 69,758 100 .0


1860 25,094 124 .5 87,873 125.9
1861 25,909 128.5 92,892 . 133.1
1862 27,412 136.0 "88,887 127.4
1863 27,637 137.1 97,626 139. 9
1864 1 14,567 54,190
- 2

1867 31,300 . 155.2 110,681 158.6


1868 34,324 170.3 95,057. 136.2
1869 34,908 173.1 101,902 146.0

1 1864 : sólo inc~uye· los meses de enero a julio. ·


.2 "Desde el 14 de mayo de 1864 al 13 de mayo de 1865.
murieron 28,104 reses y 79,223 carneros".

bios cualitativos en los hábitos alimenticios de las


clases populares. Antes de 1854 no había mucha
diferencia entre la comida de los esclavos y la·
del pueblo urbano. La dieta era fundamentalmente
de menestras.-· Después se gener¡µizó el uso de
las carnes:
"Si nos remontamos al año 1854, es decir a la
época de la esclavitud, recordaremos fácilmente que
la alimentación de la esclavatura toda consistía en
e

PABLO MACERA
254

raciones de menestras y que la mayoría de las cla-


ses proletarias no era de muy distinta naturaleza.
Hoy, 1869, las fondas u hosterías para el pueblo
se han generalizado por todos los barrios de la ca-
pital y es curioso para quien conserva vivos los
recuerdos de épocas no muy remotas ver en ellos
sentados delante de pequeñas mesas, almorzando
con el uso de los útiles de la civilización, platos de
carne sustanciosa aún los indígenas que han sido
siempre los más parcos por su naturaleza y sus há-
bitos" (Pardo 1869).

Lima llegó a ser una de las ciudades de más


alto consumo per cápita de carne en el mundo,
incluso por encima de Londres. Este hecho pue-
de ser explicado por una elevación general de
los ingresos per cápita; y supone también un apro-
to mejor de carnes, cualquiera que sea
su origen.
La nueva demanda resultante de mayores in-
gresos y cambios dietéticos, tuvo desde luego un
gran impacto inflacionista sobre los precios de la
carne. Pero hubo además un desarreglo de la pro-
ducción y de toda la estructura de la oferta. La
ganadería, al igual que la agricultura había veni-
do pasando por crisis sucesivas desde 1854 en
adelante. Fuera de las guerras civiles y las epi-
demias ya aludidas, la ganadería sufrió, a partir
de 1864-65, debido a la sequía que disminuyó en
la zona central, en la sierra y lomas costeñas, la
producción de pastos. Por esos años también enfer-
maron los pastos y fracasó la semilla chilena de
alfalfa que degeneró en nuestro clima. El maicillo,
.
gramadal, yerba del Pará, que sustituían estacio-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 255

nalmente a las alfa:lfas subieron entonces de pre-


cio. Lo mismo ocurrió con las pancas o chalas
del maíz cuando el panllevar empezó a ser re-~_
emplazado por los cultivos de exportación. Mien-
tras el afrecho doblaba su valor porque los expor-
tadores chilenos aumentaban dolosamente su mez-
cla con los .trigos que vendían al _Perú. La única
circunstancia favorable para la ganadería de con-
sumo fue que cada vez compartió menos sus pas-
tos con los arrieros de '1lanos" parciálmente r~
emplazados en algunos lugares por los ferrocarri- ·
les y el cabotaJe más intensivo.
Hay que mencionar además como factor infla-
cionista al sistema de comercialización de carnes.
A un mayor consumo se hubiera podido l'espon-
der con una mayor importación de carnes que de-
tuviern los precios al compensar las limitaciones
locales. No sabemos si ocurrió; aunque ya en 1869
se preveía que esa importación debía llegar en
. los siguientes años hasta las 20,000 cabezas por
año. Por otra parte no debemos confundir los pre-
cios de camal con los precios de la plaza. E-ntre
ambos existía una brecha que no ben~ciaba al
ganadero· productor o al importador sino al inter-
mediario. Francisco de Goitizolo reconocía tácita-
mente que los ganaderos cobraban más por sus
reses, vendidas en el Matadero, pero decía que l
mucho mayor era el alza de -la carne al menu-
. deo en ~l mercado. Y generalizaba esta observa- .l
ción · para los demás artículos alimenticios:
1
"La carne se· encuentra a buenos precios en el ca-
mal y en la plaza sumamente cara; porque las pla- 1
ceras la compran por peso, del cual hacen su pago
1

1
256 PABLO MACERA

en arrobas, sin qµe ninguna pa~e libras. . . las


yucas y camotes estaban caros porque todos están
desalentados para sembrar esos frutos, que se cul-
tivan sólo para la utilidad del desordenado place-
ro, que en la cosecha se presenta para co~prarlo,
imponiendo al dueño el precio y sin ninguna me-
dida, para tiranizar enseguida al pobre consumidor:
en estos desórdenes y en la falta de seguridad pa-
ra el trabajo por falta de buena policía, está la cau-
sa de lá escasez. . Su Señoría verá cómo remediar
esos males".

Esta puede ser' una disculpa. Pero coincide


con otros informes que ya desde el siglo XVIII
nos hablan de los "regatones•~ y "alcanzadores" que
monopolizaban los merccados urbanos. De ser cier-
tas estas denuncias el precio de la carne en 1869
no sólo fue determinado por el comportamiento
particular de su oferta y demanda, sino también
por ~na especulación que se .ajustó a la tendencia
y al nivel general de precios. De algún modo se- ·
ría pues una "inflación refleja".

Los combustibles
En las carnes hemos comprobado que la in-
flación estuvo referida al aumento de la demanda,
al desajuste de -la oferta, la especulación comer-
cial y la igualación con el nivel y la tendencia
general de los precios. La inflación no alteró la
estructura ni los volúmenes de la producción. Tam-
poco ocas~onó nqevas modalidades de distribución
y comercio. Los combustibles nos presentan una
situación diferente. No hubo aquí en primer tér-
mino un alza continua sino una oscilación de pre-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS . . 257

cios. El proceso puede ser definido como una ma-


yor demanda que estimuló un aumento y diversi-
ficación de productos que estuvo al final relacio-
nada con la aparición de un arreglo oligopólico.
Al hablar de a>mbustibles. nos referimos a los
carbones de palo y piedra qu_e cubrieron· las nece-
sidades peruanas hasta muy avanzado el siglo XX,
las .cocinas domésticas los siguieron usando en Li-
ma hasta por lo menos 1940-45. .·
· Hacia :1865-66 sólo tenía importancia económi-
ca la leña y el "carbón de palo" o vegetal Las
explotaciones de "carbón de piedra" o mineral
eran insignifi?Ultes. Antes de 1855 la costa oen- ·
tral peruana y en particular los valles de Chan-
- cay, Lima y Cañete, se abastecían con el c~bón
traído desde los puertos de Chimbote, Sarita y Ma-
labrigo. Entre 1855-58 el aumento de la demanda
exigió la habilitación de· otras zonas; y comenza-
ron sus exportaciones el puerto de Guañape y la
caleta de Chao. La rápida reaéción de los produc-
tores impidió, nos dice José Ignacio Larrea, c~al-
quier alza inmoderada de precios. En los d~s 9:µos
siguient~ (.1859-1860) los precios cayeron en un
25% a causa de una sobre-oferta: lo~ productores
habían confiado en una ampliación continua del
mercado y habían mejorado sus instalaciones y
extendido sus negocios. Esa baja desalentó a mu-
chos de los carboneros. La producción se redujo
y el precio volvió a subir en 1861 has~ 2.2 pe-
sos, el quintal, cifra que se mantuvo hasta 1864,
cuando llegó hasta lo~ 3 pesos, por causa de la
Gu~ con España que interrumpió el cabotaje.
Esta fue la época . de .oro para el carb6n vegetal.
258 PABLO MACERA

A partir de 1865-66 se generalizQ el carbón


de piedra, cuyos costos de labor y transporte eran
inferiores a los del carbón de· palo. Muy pronto
la producción superó a las necesidades del merca-
do y el carbón se depreció de nuevo en los años
1867-68 llegando a venderse a 12-14 reales quintal.
Fue entonces que un pequeñ~· grupo de comercian-
tes constituyó una 7logia" y celebró contratos con
los hacendados pro<:Iuctores de carbón vegetal pa-
ra detener la baja y eventualmente subir los pre-
cios. Tampoco aquí, por lo visto, funciona la hi-
pótesis de una inflación ·ocasionada por la presión
directa de la demanda. ·· ·

Harinas
Diferente fue~ en apariencia, el caso de. las
harinas. Casi todos los testimonios coinciden en
exceptuarla de la inflación junto con el trigo y el
pan. Una lectura más atenta de las declaraciones
de Pfeifer, Urizar y Ayala, informantes de la En-
cuesta Pardo, matizaría esa conclusión: Acepte-
mos provisionalmente las estadísticas tal como
nos han sido presentadas. ( Ver c_u adro 39 ) .
¿Baja continua? Sí ·y no a la vez. El cuadro
anterior maliciosamente no especifica la calidad
de las harinas. Pero sabemos que los molineros
vendían como de primera las que eran de segun-
da clase. Desde antes de 1869 se había generali-
zado por ejemplo emplear el Repaso (harina para
fideos de pobre) en la harina de primera a razón·
de una arroba por quintal. Por otra parte las ha-
rinas extranjeras (Chile, Francia) debieron subir

PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 259

CUADRO 39
Precios de las harinas en Lima - 1852- 1869

Precios Precios
Años · medios Años medios
(pesos) (pesos)

1852 7.36 1861 5.79


1853 6.52 1862 6 .25
1854 5.94 1863 5._65
1855 7.33 1864 5 .50
1856 7 .98 1865 5 .85
1857 6.86 1866 6.23
1858 7.44 1867 7.25 '
1859 6·.as 1868 7.12
1860 6.11 1869 6.09

de precio, a partir de 1850, si consideramos los


nuevos aranceles de aduana hechos para proteger
a los molinos locales. Habría también que compu-
tar las fluctuaciones en los ·cambios. Según nos
dice Pfeifer el cambio sobre Chile fue a la par
:hasta 1858 y recibió luego _premios de 8-18% ( 1858-
60) y de 2.5% a partir de 1861. Acerca del- pan .po-
dría haber asimismo una baja aparente pues las
comparaciones se basaron en las unidades de venta
· sin decir el peso de las mismas, Ese peso varió
en Lima desde la implantación del sistema deci-
mal porque, nos dice Federico Urizar, "se ha te-
nido que elaborar piezas, que a 'centavo, se pudie-
se procurar el pueblo".
260 PABLO MACERA

Las manipulaciones soore todas esas diferen-


cias permitieron que, como en el caso del carbón,
apareciera en las harinas un pequeño grupo mono-
polista. Disminuida o_extinguida la importación de
· ~ a s extranjeras ( no la del trigo) cuatro m~li-
nos se apoderaron de la plaza limeña. Lent~mente,
entre 185.5-1869, presionaron a los panaderos para
obligarlos a vender sus ·negocios o integrarse con
los molineros. De 36 panaderos independientes que
había· e~ 1850, sólo quedaba uno en 186J. Se for-
maron entonces las grandes fortunas de Suito y
de Reinuso, cada uno con capitales superiores al
millón de peso~.
· En resumen, para, la harina, el trigo y ·. sus
derivados la elevación de precios no puede ser fi.
jada. por ahora. Pero. debió ser, como la del car-
bón, originada no por las condiciones propias del
sector, sino por el movimiento al_cista global.
En todos los demás casos nos encontramos, sin
duda, con un alza ·continua pero· de intensidad di-
versa cuyo mecanismo y causalidad sólo podrán
ser cabalmente comprendidos el ~a que conozca-
·mos con toda precisión su escalonamiento cronoló-
gico. ¿Dónde comenzó la inflación? ¿~ómo se mo-
vilizó? Por lo pronto todos los testimonios consul-
tados indican que esa inflación no fue provocada
automática ni exclusivamente por una expansión ·
de la demanda ocasionada, a su vez, por ·el gran
flujo del dinero y los ingresos movilizados inicial-
mente por el guano. Como en el caso de los "te-
soros americanos" y la inflación europea del siglo
XVI, ( Hamilton 1934) hay que moderar, para es-
te fenómeno peruano del siglo . XIX, los entusias-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 261

mos de la Escuela Cuantitativista que hoy renace


entre ciertos economistas, aunque d~ su -lado los
historiadores la critiquen (Nadal, Vilar). No sólo
porque la masa y velocidad del circulante en vez
de operar directamente sobre el conjunto .dispo-
' nible de bienes y servicios, lo hizo más bien a
través de un sistema dado y en combinación con
otros factores; sino, además, sobre todo porque
el alza de precios o mejor dicho las alzas ( para
subrayar con este plural su variedad) tuvieron ini-
cios, ,desarrollos y características diferentes según
el respectivo sector afectado. En algunos casos la
abundancia del dinero y las presiones de la deman-
da fueron sus ~usas originarias. Otras · veces,
por el contrarió más que la demanda, antes ( cro-
nológicamente antes) que ella fue decisivo el com-
portamient<> de la oferta, y la inflación _fue conse-
cuencia de una previa falla y escasez de la pro-
d:4cción. Desde luego· ~1 final todo el proceso po-
difa ser fácilmente descrito como un desequili-
~rio oferta/ demanda. Pero esa superficialidad ocul-
taría el movimiento interno del proceso y dejaría
sin explicar pr8?samente ese desequilibrio.
. No desconocemos que durante las décadas
1850-1860 hubo un cambio en la estructura y mon-.
to de los ingresos y que se des~llaron nuevos
. hábitos de consumo. Hemos destacado a este pro-
pósito las d~waciones de Alfaro y Manuel Par- .
do, y hemos estudiado el problema con re1ación a
los salarios y las rentas inmobiliarias. Esto del
lado de la demanda. Pero con independencia de
ella y como resultado de las mismas causas g~
nerales ( el .guano y las nuevas conexiones con la
262 PABLO MACERA

economía mundial) . se había trastornado· en la


costa, territorio de la inflación, todo . el sistema
productivo agrícola. No pensamos aquí en la evi-
dente elevación de costos de la producción deriva-
da de mayores costos de mano de obra al reem-
plazarse a los esclavos negros por los chinos, de-
sorganizarse el mercado de trabajo, y aumentar
la demanda de los trabajadores. Aludimos a otro
fenómeno: la sustitución generalizada en todo el
litoral de los cultivos de panllevar por .Jos cul-
tivos de exportación ( algodón, azúcar). Esa sus-
titución disminuyó el volumen de productos ali-
menticios y· provocó la escasez- de los mismos en
el mercado urbano y el consumo rural; y por
consiguiente la carestía de su~ precios. En un
. círculo vicio~o de efectos multiplicados y circu-
lares, la escasez y carestía de alimentos empujó
hacia arriba a todos los demás predos sobre los
que eventualmente impactaba una creciente de-
manda. ·
Estos hechos fueron bien conocidos en su tiem-
po. De la propia Encuesta Pardo podemos extraer
numerosas citas probatorias. Seleccionamos algu-
na~:
J. F. Lembcke: "Anteriormente s6Io los grandes fun-
dos eran cultivados de caña, pero desde el año
1860 cuando, en consecuencia de la guerra en los
EE. UU., se generaliz6 también en el Perú el culti-
vo de' algodón, no solamente los fundos grandes
, sino hasta los dueños de . los medianos y aun las
chacras se dedicaron a , este ramo. Es fncrefble el
ntñnero de fundos que antes pt0ducfan nada más
que maíz, yucas, camotes y s6lo JHUtos, que actual- ·
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 263

mente cultivan tdgodón ( oursiva. nuestra)'. La


consecuencia es que Lima que antes era provel-
da de estos artículos de su inmediata vecindad, tie-
ne que recibirlos ahora de mucho m&s, lejos, o de
la sierra o de los pueblos del Litoral y necesaria-
ment~ aumentados sus precios con los gastos de
la conducción".
R. Mendm:a y BO%a: "..• cubiertos los campos, de-
dicados• antes a sementeras y a' pastos para ganado
con plantaciones más nobles como las de caña ( por
haber subido de precio el azúcar). • • (asimismo) la
guerra de los EE.UU., levantando el precio, del al-
godón, hizo que se genemlizase la plantación de
algodoneros en toda la costa del Perú, cuando só-
lo se habla cultivado antes en cuatro lugares".
Juan N. Delgado: "Aunque no me pide Ud. mi opi-
nión sobre la causa del alza de los precios me per-
mitirá ·ud. la libertad de exponer que a mi juicio
son: 1) aumento de los jornales. . . 2) las ventajas
que ofrece desde algún tiempo el cultivo del al-
godón y- de la caña de azúcar, que está reempla-
zando el de los pastos y granos que· servía de fo-
mento para la crla de animales. Nótese en Huacho
cuántas haciendas hay que antes producfan malz
para el engorde de chanchos y hoy sólo producen
algodón. Agréguese el incremento natural de la po-
blación y se tendrá una tercera causa".
Manuel de Alfaro: "No _deja de ser una causa muy
poderosa tanto para la carestía de estos productos
( papa, malz, yucas) como pará los antes menciona-
dos, el que muchos agricultores hayan abandonado
el cultiv~ de los cereales y crianza de gaMdos, por
sembrar el precioso producto del algodón".
Antonio Araoz: "Dedicados los agricultores prefe-
rentemente al cultivo del algodón, comom&s pro-
'
PABLO MACERA
264

ductivo, han destruido las pocas crías que tenían,


apenas hay pastos en estos departamentos. . . La
industria algodonera en que emplean los agriculto-
tores casi todos sus elementos ha tra[do por conse-
cuencia la extinci6n de los pastos y crlas que antes
conservaban".
Manuel Pardo: "La primer y más principal causa
( de ]a inflaci6n) consiste en e] cambio de cultivo
de una gran parte de la agricultura de 1a Costa.
Todos los valles del Norte, desde Carabayllo y
Chancay hasta Santa, consagrados antes casi exclu-
sivamente a la alimentaci6n de Lima, ya en la crin
y ceba de ganados, ya en el cultivo de granos y
s~menteras, son hoy principalmente algodoneros y
azucareros hasta el punto que siendo muy larga
la nomenclatw:a de las propiedades antes consagra-
das a las sementeras o a la engorda de ganados,
que de algún tiempo a esta parte se han · entrega-
do al cultivo del algodón o de la caña de azúcar,
no hay un~ solo que ál contrario haya abandonado
estos cultivos para consagrarse a . aquéllos".

Basta y sobra. La responsabilidad y la causa


del al7.a de precios estuvo primariamente en la
decisión de obtener una mayor renta de la tierra
reorientando su producción hacia los mercados ex-
ternos. Ignoramos. muchas situaciones regionales
pero arriesgamos la hipótesis que esta expulsión
del panllevar tuvo dos fases. Una primera, que
duró tanto como el "Cotton Famine'", en que se
ex-tendieron los_algodonales. Y otra desde media-
dos de los años ·1860 con la gran expansión azu-
care~ que en · algunas provincias cubría áreas
ya previamente conquistadas por el algodón. Una
investigación en marcha insinúa que la fase al-
PLAN'fAClONBS AZUCARBRAS ANDINAS
265

godonera fue · más negativa para los cultivos ali-


menticios ·que -los propios cañaverales. Para sem-
brar algodón no era, ni nunca ha sido _necesario
en el Perú, contar con grandes extensio~es de te-
rreno ni inversiones muy cuantiosas. La breve-
dad del ciclo vegetativo, muy inferior al de la
caña, garantizaba una rápida recuperación del ca-
pital y facilitaba el cambio de cultivo. Los pre-
cios mundiales del algodón, durante los años de
crisis, fueron ppr último, comparativamente más
altos que los del azúcar. Cualquier pequeño o me-
. diano agricultor _podía convertirse de la noche a
la mañana en un algodonero. Dentro de la agri- ·
cultura de exportación, el algodón constituía la Ií-
' nea de menor resistencia. De ahí que pequeñas
unidades agrícolas que n1>,-podían aspirar al títu-
lo de plantaciones azucareras, pudieran ·e n cambio
dedicarse al algodón y abandonar el maíz, las yu-
cas o legumbres. Las plantaciones azucareras vi-
nieron a completar y aprovecharon este desarro-
llo. La convergencia de estas dos agriculturas de
exportación sobre la economía peruana, y en par-
ticular sobre su región costeña, trastornaron ~od!ls
· las reglas y previsiones establecidas. • Los precios
no hicieron sino registrar, con mayor sensibilidad,
esta crisis más profunda.

La alimentación
· Los datos anteriores permitían conocer el mo-
vimiento económico general de la época; pero só- .
lo ilustraban muy débilmente acerca de sus efec-
tos sobre la vida <:9tidiana. ¿Qué significaba esa ·
alza de precios en términos de ~ina y comida
266 PABLO MACER¡\

diaria para las diferentes clases sociales de Li-


ma? ¿Qué reajustes· dietéticos podían ~ealizar
dentro de sus niveles de ingresos? La Comisión
Municipal nombrada por el gobierno necesitaba
responder esas preguntas para tener una visión
integral del problema. "Su estudio, decía Francisco
Almenara, no sería completo si a las investiga-
ciones económicas no prestasen su importante coo-
peración las luces de la fisiología y de la higie-
ne... Este fue el motivo de sus investigaciones, las
primeras en el Perú, sobre modelos alimenticios.
Almenara seguía de este modo las tradiciones de
la Escuela Médica peruana que fundó Unanue, ca-
. racterizada por una aproximación interdi9Ciplinaria
entre la medicina y los estudios sociales. Las en-
fermedades eran cuestione~ de salud pública y no
sólo acontecimientos fisiológicos individuales, y de-
bían ser examinados a la vez como hechos natura-
les y hechos ·sociales. Almenara estaba por consi-
guiente bien preparado para abordar el tema que
había elegidQ. Lo hizo utilizando un método com-
parativo al recoger efemplos de otros países (In-
glaterra, Francia, Bélgica, Irlanda, Italia, China}
gracias al excelente nivel de información biblia- ·
gráfica que tenían entonces las ciencias médicas
en el Perú. 4 suya no fue sin embargo una: diser-
tación erudita. Todos los autores que citó ( Lyon
Playfair, Noebeog. Mersman, Edward Smith,_Gas-
parin, Lehman, Henry, Chevalier, Bocker, etc. . . )
le servían pertinentemente para su examen con-
creto del caso peruano.
Según Almenara los déficits alimenticios eran
debidos en el Perú a dos factores. Unos de carác-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 267

ter econ6mico .y los otros relacionados con cier-


tas preferencias culturales. Almenara se preocu-
pó· particularmente de estos últimos; quizás para
disimular la gravedad de la crisis econ6mica y
dejar abierta la ilusi6n de una alternativa. Con
todo no parece haber exagerado al describir cier-
tos usos. Al parecer entre las mismas clases aco-
modadas predominaba una alimentaci6n inconve-
niente. Era regla general, por ejemplo, que las
mujeres y los niños comiesen menos que los hom-
bres adultos. ªSus raciones no cubren el presu-
puesto indispendable para reparar las pérdidas
diarias que sufren y promover el crecimiento. ..
y apenas alcanzan a llenar las cifras que consti- .
tuyen una raci6n de entretenimiento, es decir, fo
estrictamente indispensable para no morir de ina.:
nici6n". En la ·primera· infancia no eran mejores
los hábitos dietéticos. Antes de 1854 hasta las
clases medias tenían la costumbre de contratar
nodrizas esclavas para que lactasen a sus hijos ya
que «tas madres no pueden amamantar a sus hijos
por falta de fuerzas ( casi siempre por insuficien-
cia alimenticia)". Pero con la ~xtinci6n de la es-
clavitud el salario de esas nodrizas fue tan alto
que s6lo los muy ricos siguieron empleándolas. La ·
mayoría de las familias busc6 un sustituto en di-
ferentes mezclas de leche de· vaca ·con aguas o
"panetelas" de arroz, pan o chuño.
Almenara señaló también un cambio radical
en la dieta limeña a partir de los años 1850. Al-
gunos fueron, según su juicio, negativos: por ejem-
plo las tres comidas diarias fueron reemplazadas
por dos; y en vez del chocolate y las mazamorras
268 PABLO MACERA

se difundió· el té " (bebida) insustancial que amor-


tigua el apetito sin reparar las fuenas". Pero hu-
bo otros que implicaban un mejoramiento. Uno de
-ellos fue la introducción -de veg_etales verdes en
los- platos criollos por influencia, como vimos, de
las huertas que en los alrededores de Lima con-
ducían los hortelanos europeos. Habría que aña-
dir el aumento de consumo de carnes que hemos
-comentado en otras páginas.
Almenara se veía obligado sin enbargo a con-
siderar estos cambios no sólo como médico sino
también como economista. Gran parte de su di-
sertación estuvo precisamente dirigida a buscar
sustitutos para aquellos productos cuyo precio ha-
bía subido excesivamente en el mercado. Por eso,
afumaba que la carne era saludable para "las per-
,sonas delicadas" que habitan las ciudades, pero. no ·
indispensable para quienes trabajaban en el campo.
Y en vez de las carnes frescas de vaca y chancho
de primera clase, creía suficiente, dentro· de las
posibilidades económicas de las clases populares,
el consumo de . carnes de segunda y tercera, del
"charqui", las menudencias de res y la carne de
llama. C~nvencido que estos sustitutos no basta-
ban para equilibrar el consumo, Almenara, enfa-
tizó la riqueza alimenticia de las carnes de pes-
cado "que encierra más cantidad de azoe y tanta
de carbono como la mejor carne de vaca". Y su-
girió el empleo del "oocbayuyo" ( algas marinas) :
"El público fija muy poco su atención en ella, de-
cía, pero está llamada a alcanzar gran auge cuan-
do se conozcan sus cualidades nutritivas. Esta al-
ga marina contiene tanto azoe como la ~ e de
l'J,.ANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS
269

carnero y tres -veces tanto carbono como la car-


ne de vaca de segunda... Muy conocida, pero po-
co usada, es más . nutritiva que el maíz y ·está ,
llamada a hacer un papel distinguido en la ali-
mentación de los pobres. . . La cantidad de estas
algas en nuestras costas es inagotable y no re-
quiere otra industria que recogerla y ponerla al
alcance del consumidor".
Con ser valiosas estas observaciones son me-
nos · importantes que las dedicadas por Almenara
a las condiciones álimenticias de los trabajádores
del ferú. El entusiasmo y la veracidad lo pusie-
ron casi. al limite de un conflicto con su eviden-
te moderación ideológica. Almenara pensaba que
la alimentación podía llegar a ser un instrumen-
to de dominación política y que estaba en la raíz
de muchas jerarquías sociales y fenómenos de co-
lonización y dependencia:
"No es solamente el, vigor coi:poral sino la energía
moral la que se resiente de una alimentación esca-
.sa en elementos re~dores. Es seguro que la In-
glaterra no reinarla tranquila sobre la Irlanda si
ésta pudiese disponer de un alimento más azoado
que la papa; ni 140- millones de indios obedecerian
a unos cuantos millares de ingleses_ si aquéllos se
alimentasen como éstos.· Esta picante y oportuna
observación de Mr. Longet tendería a e5tablecer
el siguiente aforismo económico: El despotismo só-
lo puede ser permanente en los pueblos mal alimen-
tados".
Influía asimismo en el rendimiento promedio ·1
de los trabajadores. En las fundiciones y ferro-
carriles europeos lo~- operarios franceses habían
rendido 1/ 3 . menos que los ingleses antes,
. de que 1
PABLO MACERA
270

se igualaran las dietas. Y los esclavos de EE.UU.


( Georgia, Louisiana) con sus cuatro conridas dia-
rias trabajaban el triple que los ~clavos de las
Antillas.
El Perú podía ser definido en ese sentido · co-
mo país de grandes desigualdades. Sólo un redu-
bido número de trabajadores gozaba de una ali-
mentación suficiente. Los demás tenían, en su ma-
yoría, raciones inferiores. a. los de un _preso de
la cárcel de Lima. Para estas comparaciones hemos
adoptado como '?ase la ración de los esclavos pe-
ruanos en 1854 para ~mpararla con nueve cate-
gorías de trabajadores nacionales y siete catego-
rías de extranjeros para el año 1869. En los dos·
primeros cuadros ~cluimos también los modelos
(A, B, C) recomendados por Almenara para -los co-
lonos chinos. ·
Si aceptamos las estimaciones de Almenara,
la base escogida ( el esclavo 1854) no habría si-
do en su tiempo de las peores internacionalmente.
Baja en su provisión de carbono ( sólo encima del
marinero chino y del soldado francés), la comida
de ese esclavo superaba en azoe no sólo a las dos
últimas categorías m~ncionadas, sino también al
obrero irlandés y- al marinero francés. Con todo,
estaba lejos de ser un óptimo. Pero, aún peor que
la del esclavo 1854 fue la alimentación de los tra-
bajadores peruanos en 1869. Los únicos favoreci-
dos fueron la tropa militar ( soldados y marine-
. ros) y el operario- de los ferrocarriles de Aie-
quipa. . Los otros comían menos q~e el esclavo. Así
lo comprobamos en los cuadros siguientes prepa-
rados por Almenara :
PLAN·TACIONES AZUCARERAS ANDINAS 271

CUADRO 40

. Modelos de alimentación : Perú 1869

Aumento o
Tipo de trabajo
Grs. úoe · disminución

l. Esclavos 1854 25'66 100%

2. Trabajadores de ferrocarr),l · 32'24 + 25.6


<Arequipa)

3. Marinero 27'n + . 7.9


4. Chinos (A) 24'35 + 5 .2

5. Presó de cúcel ?3'27 9 .4

6. Chinos (B) 22'55 -12.7

7. Indio, correo de la sierra 20'87 -18.8

8. Soldado · 20'84 -18.8

9. Trabajador de minas 20'66 -19.5

10. Alumno (Escuela de 19'61 - 23 .6


Artes y Ofs.>

11. Chinos (C) 13'36 -48,0

12. Chino labrador 5'86 ,- 77 .2


PABLO MACERA
272

CUADRO 41

Modelos de alimentación : Peró 1869

Grs. Aumento o
Tipo de trabajo Carbono dismin·ución

l . Esclavo . 1854 3n•oo 100.096

2. · Trabajador de ferrocarril 500'60 + 34 .9


(Arequipa)

3. Marinero 468'30 + 26.2

4. Soldado (Pichincha> 394'01 + 6.2


s. Chinos (A) · 394'00 + 6 .1
6. Indio, correo de la sierra 344'00 - 7.3
7. Preso de la c!rcel 335'46 9 .6

8 . Trabajador· de minas 332'29 -10.S

9. Chinos <B> 327'00 - ll.9


10. Preso de la Peajtenciaria 295'31 -20.5
11. Alumno (Escuela Artes 233'50 -37.1
y Ofs.)

12. Chino labrador 221'80 -38.8

13, Chinos
0
(C) ~7•70 -38.7

,Nota: (A) , (B) y (C) en los cuadros 40 y 41 no indican


raciones efecUvas, sino modelos aconsejables.
.PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 273

CU ADRO 42

Modelos de alimentación : extranjeros 1869

Gramos Aumento o
Tipo de trabajo úo_e disminución

Esclavos (Perú 1854) 25'66 100.0%

l. Obrero inglés 31'90


'
+ 24 .S
2. Labrador chileno 28'28 + 10.2

3. Obreri, de Lombardia 27'60 + 7.5


4. Marino francés (puerto) 24'21 5.7

5. Marino chino (puerto). 23'62 8 .0

I 6. Soldado de caballerfa 21'60 - 15 .9


<Francia)

7. Obrero irlandés. 18'50 - 28 .0


274 PABLO MACERA

CUADRO 43

Modelos de alimentación : extranjeros 1869

Gramos Aumento o
Tipo de trabajo
carbono. disminución

Esclavos (Perú 1854) an·oo


l . · Obrero de Lombardfa . 694'06

2. Obrero irlandés . 669'80 + 80.S

3 . Labrador chileno 573'40 + 54.3


4. Obrero inglés 484'10 + 30.4

s. Marino francés (puerto) 439'82 + 18.S

6. Soldado de ca~alleria 360'57 2.9


(Francia)

7. Marino · chino (puerto) 276'38 - 25.G


PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 275

La categoría laboral menos favorecida como


se ve fue la de los colonos chinos. Sólo recibía
1a quinta parte del U® y 38.7% menos del carbo-
no que un esclavo. Su ración consistía en una li-
_bra diaria de arroz sin gr~a y ( si el patrón era
"generoso y caritativo") pequeñas cantidades de
carne o pescado dos veces a la semana; en algu-
nos casos vegetales. Como resultado el chino tra-
bajaba sólo la mitad o la tercera parte de lo que
antes habían trabajado los esclavos.
"Si se compara la alimentación que tenia ua escla-
vo con la del asiático, sorprenderá ver esta gran di-
ferencia de acción dinámica de uno a otro¡ pues
mientras el esclavo consumía una libra de frijol y
otra de . maíz diaria.,~ nte, que representa una ali-
mentación suficientemente nutritiva, el chino ape-
nas obtiene lo puramente indispensable para vivir.
Parece innecesario decir que si se aumentara ( al
• chino) su ración alimentaria se podría exigir de él
doble suma de trabajo; lo que ocasionarla sin duda
una disminución notable en los gastos de produc-
ción, en que entra por mucho el salario. Pues si
con 0.70 cts. que es el gasto que ocasiona un chi-
no, incluyendo alimentos, vestid~, enfermedades,
$alariO, interés y amortización del capital adelan-
tado, se puede obtener un trabajo que podemos re-
presentar como siete, añadiendo el gasto de . 0.10
cts. más, en menestras o pescado, lo que haría un
gasto total de 0.80 cts. se obtendria un trabajo do-
ble que en cifras representaremos por catorce".

Las haciendas en el Perú 1876

Decíamos en el primer capítulo sobre Cues-


tiones de método que 1~ plantaciones peruanas
276 PABLO MACERA

(~careras) cuya· expansión hemos venido exami-


nando, formaban parte del sistema de haciendas ins-
talado en el Perú por los españoles desde el siglo
XVI. El mundo rural peruano puede desde enton-
ces ser definido por la interacción entre, · de un
lado, las haciendas, r del otro, las comunidades in-
dígenas y los pequeños propietarios criollos, mes-
. tizos y extranjeros. Dentro de . este conjunto la
hacienda fue la unidad dominante sobre .todo en
sus· versiones extremas cuando por la gran exten-
sión (latifundio) o)a mayor productividad y tec-
nología ( plantación costeña) se encontraba muy
por encima del promedio de las unidades agríco-
las peruan~. _
Durante . el período que estudiamo& ( 1821-
1875) las haciendas se expandieron así en la cos-
ta como en la sierra. En esta última región fue
para,dójicamente estimulada, según vimos, . por la
supresión del tributo. En la costa estuvo asociada
fundamentalmente a esa reorientación agrícola ha-
cia los mercados muncµales sobre la que· hemos
insistido en el curso de este ensayo. Ambos pro-
cesos difiri~ron tan:to en su magnitud y costos
sociales como en los objetivos concretos que per-
seguían y los procedimientos que usaban. En la
. sierra ,la hacienda creció muchas veces para bus-
car el control de la mano de obra. Y lo hizo a
costa fundamentalmente de las comunidades cam-
pesinas. En la costa estas últimas no existían.· o
eran muy débiles y no ofrecían una buena Unea
de resistencia. Y las grandes haciendas que tra-
bajaban con esclavos o chinos no buscaban hom-
br~ al expandirse ( puesto que no abundaban) ; Su
, .
PLANTACIONES AZUCARERAS. ANDINAS 277

propósito fue o bien apoderarse de los suelos ve-


cinos para aplicar sus operaciones o bien contro-
lar la tierra. para controlar el agua_dentro de una
agricultura de irrigación. Los principales afecta-
dos fueron los pequeños y medianos propietarios.
Manuel Pardo lo vio y lo dijo n pesar de estar
1\
vinculado familiarmente a grandes propietatjos.
En la En~esta de 1869 analizada en otras páginas
responsabilizaba . implícitamente a las grandes ha-
- ciendas de la crisis alimenticia de esos años por
la desaparición de la pequeña propiedad:
"La producción de víveres es principalmente la in-
dustria de la pequeña propiedad y ninguna más
que ella sufre con la inseguridad de los campos.
Los grandes cultivos por una parte y por otra la
inseguridad de la. vida campestre están convirtien-
do nuestros fundos en factorías pobladas por asiá-
. ticos, ·casi con exclusión de otra población rural".

¿Qué proporción del mundo rural peruano se


. . encontraba bajo el control de las haciendas? Para
finales del siglo XIX la falta del Censo Agrope-
. cuario que quiso ejecutar Maitinet nos impide
una respuesta exa~. Los porcentajes que hemos
dado para los valles de Cañete y Trujillo ( 1870)
parecen indicar los máximos en la co~ta peruana.
Pero ésta es una suposición. Fuera de que mucho
menos sabemos acerca de lo que ocurría en la
·sierra. Sin duda que el 4'.0.5% de indios con tie-
rras citado por Rivero para el año 1845 había
disminuido cuarenta años más tarde. Pero ¿cuánto?
Para compensar siquiera ~n parte estas lagu-
nas nos valdremos .del Censo General_de 1876 ·pa-
278 PABLO MACERA .

ra establecer por departamentos y ·a escala nacio-


nal: a) la población urbana y rural; b) el núme-
ro de haciendas y c) el porcentaje de habitantes
que directamente vivía entonces bajo el régimen
de las haciendas. Es sabido que los resultados
de ese Censo difieren•según que se consulten los
siete volúmenes departamentales o el Resumen Ge-
neral extractado en 1878 por M. A. Fuentes. Aho-
ra únicamente citaré los volúmenes departamen-
tales. Una información ampliada puede encontrar-
se en nuestro estudio "Las haciendas del Perú
1876" (Lima 1972-1974) donde hemos cote,jado am-
bas fuentes.
Para los fines censales, y 'ya en directa referen-
cia con nuestro asunto, la población fue dividida
en tres categorías diferentes: a) población urba-
na; b) población rural y c) población especial. Los
criterios definitorios de distinción son para noso-
tros discutibles. Población urbana fue "todo agru-
pamiento de casas desde la capital de départa-
mento. . . hasta el pueblo o caserío donde exista
· un Gobernador o Teniente Gobernador'". Población
rural, "aquellos caseríos aislados que, no siendo
de gran· importancia, carezcan aW1 de Tenientes
Gobernadores... Población especial, "los estableci-
mientos públicos o privados, como s'on: cuarteles,
monasterios, hospitales, colegios internos, hoteles,
tambos de hospedaje, haciendas, estancias, asien-
tos mineros, buques fondeados en !Jos pu~os. etc.".
(Cursiva nuestra).
Esas definiciones son arbitrarias. La población
rural del C~nso de 1876, no se encuentra íntegra-
mente co~prendida denh·o de su respectiva cate-
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 279
gorla censal. Parte de ella figuraba como pobla-
. ción especial (haciendas) y parre de ella ~mo po-
blación urbana pues es evidente que no por el
hecho de existir gobefD.ador o teniente goberna-
dor un pueblo o caserío puede ser considerado
"urbano". En el caso de las haciendas incluidas ·
dentro de "poblaciones especiales", el problema
des_apareció en la presentación de los resultados
finales pues fueron sumadas · con. la restante po-
blación rural. La dificultad subsiste para todos .
aquellos centros rurales que por haber poseído
alguno de los servicios administrativos elegidos
por el Censo ( Gobernaciones y Sub gobernacio-
ciones) fueron calificados de urbanos. Esté he-
cho no afecta las cifras absolutas de población
rural en haciendas ( puesto que éstas fueron cla-
ramente especificadas) pero sf su correspondien-
te proporción con la Población Rural Total. De
nuestro lado no hemos querido introducir ningu-
na corrección, sino a lo más una información com-
plementaria: mantenemos -la distinción ta:1 como
• fue usada; pero al mismo tiempo hemos elaborado
un cuadro de centros poblados según el número
de habitantes ~arándolos en dos grupos: 1) cen-
~os de más de ¡,ooo habitantes; 2) centros infe-
riores a los 1,000 habitantes. No sugerimos que
todos los que ingresan en esta _segunda catégorla
deban ser tenidos por rurales ni que su ocupa-
ción exclusiva hubiese sido la agricultura. En un
próximo trabajo serán establecidas las 'respecti-
vas situaciones. Pretendemos más bien mostrar
el exiguo tamaño depiográfico de la mayor parte
de los centros poblados considerados Urbanos en
280 PABLO .MACERA

el Censo de 1876. De hecho estamos obligados a


una futura rectificación que aumentará las cifras
globales de .población rural y por consiguiente, al
mismo tiempo, habrá de disminuir el porcentaje
de la población. sujeta al régimen de hacienda.
Todavía otras observaciones sobre los prooe-
dimientos de ejecución del Censo de 1876. En lo
que respecta a las poblacio11es rurales se dispu,
so el erp.padronamiento d"!lrante 8 días en vez de
uno solo. (?orno tarea previa las autoridades polí-
ticas confeccionaron una nómina de todas las ha-
ciendas. El empadronamiento mismo fue confiado
· a los propios hacendados y sólo en circunstancias
especiales actuaron otras personas. Sin duda que (,,
estas medidas pueden haber influido en las cifras
finales. Pero desconocem~s cómo, dónde y_cuánto.
Una priínera sorpresa: oficialmente el Perú
de 1876 simulaba ser un país de avanzada urba-
nización pues sólo el 50.31 de sus pobladores fue-
ron registrados como rurales ( ~úadro I). Este
fue un error causado' por una inconveniente defi-
nición de conceptos. Es fácil _inferirlo si annliza-
mos el tamaño· de las unidades de población. So-
bre 11,62;3 eran caseríos y haciendas el 83.5%
(9,698). De las 1,915 restantes que fueron cata-
logadas como urbanas sólo el 15.11 tenía sin em-
bargo más de mil habitantes. El 84.91 corres-
pondía a pequeños' centros poblados por debajo
de los ·mil habitantes, cuya reducida escala demo-
, gráfica no permitía el establecimiento de activi-
dades ·propiamente urbanas. En rigor el Censo de
1876 debería haberlos incluido en el sector ntral.
PLANTACIONES AZUCARllRAS ANDINAS 281

Las haciendas OC'1pában por ·su número ( 3~867) ·


el segundo. lugar de importancia entre las unida-
des de población, inmediatamente después de los
caseríos. Pero de acuerdo al Censo solamente
el 27.4% de la población rw-a~ peruana vivía en
estas haciendas. ( Cuadro II) . Una vez más nos ·
asombramos. ¿Querría decir entonces que la ma-
yor parte del campesinado peruano ~ra un campe-
sinado "libre,.? Creemos más bien que la opera-
ción censal fue defectuosa. El resumen general
aumentó ese primer número hasta en un 20i se-
ñalando un total de 4,403 haciendas. Hemos detec-
tado varia$ causas de error u omisión: 1) hubo
distritos ( ¡>9r ejemplo Huambalpa y Vischongo en
Ayacucho) donde no penetraron los encargados
del Censo por resistencia de los pobladores; 2)
no registraron el total de haciendas ( Pisac, Cuz-
co); 3) o sin ninguna explicación dejaron de oon-
signar sus habitantes ( Moquegua); 4) otras veces
- nominaron .a las haciendas como si fueran cáse-
lios; y 5) conSdlidaron dos' o más haciendas en
una sola. Sospechamos además que algunos case-
ríos ubicados dentro de las haciendas fueron em-
padronados como unidades independientes.
La residencia sólo nos da, por otra parte, una
· medida insuficiente del ámbito de influencia de
las haciendas. Muchos campesinos no eran peones
permanentes de una hacienda pero dependían de
ella indirectamente. Ya fuese en condición de tra-
bajadores estacionales o en virtud de ·1as relacio-
nes de clientela, patronazgo y ~xtensión familiar.
·Con frecuencia, además, las unidades de produc-
ción campesina funcionaban ·en estrecha relación
PABLO · MACERA
282
con la' hacienda para el intercambio de productos.
Como. interm~aria-la hacienda · compraba los ex-
cedentes campesinos para comerciarlos en los mer-
cados internos o exteriores; y a su vez suminis-
traba a los campesinos manufacturas urbanas o
efectos agrícolas procedentes de otras zonas eco-
lógicas. La hacienda construía alrededor suyo una
red muy comeleja cuyo territorio de operaciones
excedía al de la sola propiedad e incluía pobla-
ciones que se encontraban. fuera de ella.
Los dueños de hacienda acumulaban de este
modo un inmenso poder económico, político y· so•
aial que dentro de sus propiedades era superior
al que podían ejercer la -Iglooia y el Estado. Así
había venido ocurriendo desde el coloniaje espa-
ñol. ( Macera 1964). Pero hay indicios que des-
pués de la Independencia política los hacendados
fueron aún más poderosos. Les eran consultados
todos los no~bramientos públicos para su distri-
to; y 'd esde el juez ·hasta la policía y el cura
obedecían sus órdenes. "La República, decía un.
liberal en 186.2, no existe sino en las ciudades.
A mucho andar llega a las villas. Más abajo ni el
olor siquiera. La parroquia es en Hispano-Améri-
ca un feudo o una licencia poética de. la Consti-
tución. Está fuera de la República y por lo mis-
mo fuera de la ley". Fue por en~on~s, al prome-
diar el siglo XIX, que los peruanos empezaron a
llamar Gamonales a los hacendados copiando un
modismo centroamericano ( probablemente introdu-
cido en Lima por ·el escritor colombiano José Ma-
ría Samper). La primera vez que hemos podido
PLANTACIONES AZUCARERAS ANDINAS 283

registrar su empleo fue en 1863 por un redactor


de la Revista Americana.:
''Tenemos que explicar la etimología curiosa de
nuestra nomenclatura. La lengua castellana da el
nombre de Gamonal a un terreno. que abunda en
plantas afrodilas. Pero algunos de los pueblos ame-
ricanos, ampliando la idea ·y tomando por extraña
analogía y pícarnmente el propietario por la pro-
piedad; llaman -Gamonal (.p or no · decir capataz o
cacique) al hombre rico de un lugar pequeño, pro._
pietario de las tierras más valiosas, especie de se-
ñor feudal de parroquia, que influye y domina so-
beran11,mente en el distrito, maneja a sus arrendata-
rios como a borregos, ata y desata ·como un San
Pedro en caricatura y campea sin rival como el · ga-
llo entre las gallinas. El gamonal es pues el sá-
trapa de la parroquia". ·

I
Sf
\ .1
. ·¡
284 PABLO MACERA

CUADRO I
1878. - Poblacl6n rural (VD)•
Población . Población Total de
Departamento
"
urbana rural pobtaci6n

Amazonas 20,402 13,329 39.5 33,731


Ancash u~.943 167,886 59.3 282,829
Apurimac 61,105 55,745 47.7 ll6,850
Arequipa 99,131 58,842 37.2 157,973
Ayacucho 81,422 63,793 43.9 145,215
· Callao (1) M,108 384 1 .1 M,492
Caja.marca 57,138 . 155,608 73.1 212,746
Cuzco 100,608 135,472 57 .3 ~ .oso
Huancavellca 50,897 52,122 50 .5 103,019
Hutnuco 46,256 31,295 39.3 79,551
lea 26,396 33,859 56.1 60,255
Junin 146,449 80.310 28.8 208,759
. .
La L ibertad 60,598 86,843 58.9 147,441
Lambayeque 68,191 . 19,447 22 .1 87,838
Loreto 49,801 11,168 . 18.3 60,969
Lima 180,697 44,150 19.6 224,847
Moquegua (2) 10,475 18,310 63.6 28,785
Piura 39,969 95,646 70.5 135,615
Puno M,081 224,368 · 86.8 258,449
Tacna 22,238 13,761 38.2 35,999
Tarapact (3) 25,092 13,133 M.3 38,225
TOTAL 1'333,997 1'355,471 50 .3 2'689,468
• VD : Volumen Departamental. (1), (2), (l ) : Provincias en ese
entonces.
CU AD R -O I I
1876 - Unidades de poblaci6n (VD)

Poblaci6n urbana
Departamento
Unidades
poblaci6n
1,000 Unidades
Caseríos
Haciendu ,.
Amazonas 374
Unidades

2
"
~-5
- 1,000

73
"
19.5 299 80.0
Ancash 1,137 31 2.'i 154 13.5 952 83".8
Apurfmac 655 10 l .~ 115 17.5 530 81.0
Arequipa ~ ,20 3.9 93 18.5 391 77.6
Ayacucho 688 13 1.9 147 21.5 528 77.3
Callao (1) 13 2 15.3 1- 7.7 10 77.0
CájaJIUll'C3 993 15 1.5 98 9.8 880 88.7·
Cuzco 1,313 31 . 2.3 109 8 ..3 1,m 89.4
Buancavellca 66S 9 1.3 103 15.5 553 83.2
Hu6nuco 527 9 l. 7 79 14,-9 ~ 83.4
lea 310 3 0.9 27 8.7 280 90.4 .
e u A D R o II (continuación}
1876 - Unidades de población (VD)

Departamento
Unidades
poblacl6n Unidades
1,000
Poblacl6n urbana
~ Unidades
- 1,000 %
Caseríos
Haciendas
,. .
lunfn
La Libertad
876
509
50
Zl
7.3
,.1
127
'1
18.8
8.0
••
441
'13.9
87.9
Lambayeque 122 18 1'.7 13 10.7 91 1,.6
Loreto 287 ,13 , .8 69 25.9 181 67.8
L1ma 609 12 1.9 193 31.7 ,i(K· 66.4
Moque¡ua (2) . ~ 2 0.9 10 , .8 196 9'.3
Piura
Puno
, 1~
1,312 ,.
1, 2.9
o., ,,,
27 5.7
5.6
'21
1,232
90.1
9'.I
Tacna 169 3 1.7 47 27.8 119 70.5
Tarapac! (3> 98 7 7.1 M M.5 61 . 68.,
,,
TOTAL 11,623 291 2.5 1,624 13.9 9,698 83.5
PI..A!l:TACIONES AZUC\RERAS ANDINAS 287
CUADRO 11a
1876 - Porcentaje de unidades de población urbana
(VD)

Unidades Unidades Unidades


Departamento
1,000 '6 -1,000 '6 Total

Amazonu 2.6 97.4 75


Ancash 16.7 83.3 185
Apurimac 8.0 92.0 125
Arequlpa 17.6 82.4 · 113
Ayacucho 8.1 9i.9 160
Callao 66.6 33.4 3
Cajamarca 13.2 86.8 113
Cuzco 22.1 77.9 140
Huancavellca 8.0 92.0 ·112
HuAnuco 1.2 98.8 . ~
lea 10.0 90.0 30
J'wún 28.2 71.8 177
La Libertad 33.8 66.2 62
Lambayeque 58.0 42.0 31
Loreto 15.8 84.2 º82
Lima 5.1 9'.2 205
Moque¡ua 16.6 8,1.4 ~
Piura 34.0 86.0 41
Puno 7.5 92.S 80
Tacna 8.0 IN.O 50
Tarapac! 22.5 77.5 31
TOTAL 15.1 84.9 1,915
288 P~BLO MACERA

CUADRO I I I
1876 - Poblacl6n- rural ( RG) •

Total
Departa- Poblac:l6n Población
mento urbana ,_rural " pobla-
c:16n

Amazonas 20,609 13,636 39.8 34,245


Ancasb 108,607 !75,484 61.7 284,091
Apurimac 61,099 58,147 48.7 199µs
Arequipa 101,697 58,585 36.-5 160,282
Ayacucbo 76,493 65,712 46 .2 142,205
Callao 34,108 384 1.1 34,492
Cajamarca 59,046 154,345 72.3 213,391
Cuzco 97,330 141,125 59.1 238,455
Huancavellca 52,206 51,949 49.8 104,155
Huinuco · 47,823 31,033 39.3 78,856
lea 26,378 33,733 56.l 60,lll
.......
Junfn • 145,752 64,119 30.5 209,871
La Libertad 62,135 85,406 57.8 147,541
,
Lambayeque 66,679 19,305 22 .4 85,984
Loreto 50,104 ll,021 18.0 61,125
Lima 183,637 43,355 19.0 226,ffl
Moquegua 10,477 18,309 63.6 28,786
Piura 39,816 95,686 70 .6 135,502
Puno 32,856 223,738 87.1 256,584
Tacna 22,258 13,761 38.2 36,019
Tarapacá 28,869 13,133 31.2 42,002

TOTAL l.!327,979 1'371,966 50.8 2'699,945


• RG : Resumen General.
e u AD R O IV
1876 - Comp,racl6n de las cifras de población entre los Volúmenes Dep11rtamentales (VD)
y el Resumen General (RG)

Nt de haciendas Población rural en Hdas. Total población rural


Departamento Vol. Vol. Vol, Vol, Vol. Vol.
Resumen Resumen Resumen Resumen Resumen Resumen
Dptal. Gral. Dptal. Gral. Dptal. Gral,

Amazonas 117 172 5,378 9,648 13,329 13,636


Ancash 182 196 26,459 30,378 167,888 175,484
Apurimac 167 180 13,200 14,197 55,745 58,147
Arequipa 35 37 3,295 2,619 58,842 58,sM
Ayacucho 188 m 12,949 13,558 63,793 65,712
Callao 8 8 200 248 384 384
Cajamarca 316 335 45,787 48,062 155,608 154,345
Cuzco 612 692 34,452 38,386 135,472 141.125
Huancavelica si2 352 21,052 21,351 52,122 51,949
Huánuco 82 85 7,855 7.858 31,295 31,033
lea 190 199 13,991 7,253 33,859 33,733
e u A D RO IV <continuación)
1876 - Comparación de 1~ cifras de población entre los Volúmenes Departamentales _(VD)
y el Resumen General (RG) ·

Nt de haciendas Población rural en Hdas. Total población rural


Departamento Vol.- Vol. Vol. Vol. Vol• . Vol.
Resumen Resumen Resumen Resumen Resumen Resumen
Dptal, Gral. Dptal. Gral. Dptal. Gral.
Junfn 168 319 15,334 19,290 60,310 6',119
La Libertad . 185 2M 44,128 47,n0 86,843 85,406
Lambayeque 55 60 12,193 12,190 19,447 19,305 .
Loreto 32 33 1,593 1,513 11,168 11,021
Lima 284 321 27,322 29,264 44,150 43,355
M9quegua 62 77 2,016 2,016 18,310 18,309
Piura 168 170 43,345 43,167 95,646 95,686
Puno 709 '123 42,126 41,253 224,368 223,738
Tacna 15. 16 638 .665 13,761 13,761
Tarapacá 13,133' 13,133
Total General 3,867 4,404 373,355 388,626 1'355,4n_ 1'371,966
e u A D Rº O V
1876 - C~mparaci6n porcentual entre los Volúmenes Departamentales (VD)
y Resumen General (RG )

,.
"
%
Departamentos Números Hdas. Pob. Rural Hdas. Total Población Rural
R.G. V.P. R.G. V.P. R.G. , V.P.
Amazonas 3.0 3.0 70.7 40.3 39.8 39.5
Ancash 4.1 4.2 11:s 16.2 61.7 59.3
Apurimac 4.3 4.3 24.4 · 23.6 48.7 47.7
Arequlpa 0.9 0.9 4.4 5.5 -36.5 37.2
Ayacucho 4.8 4.8 20.6 20.2 46.2 43.9
Callao 0.2 0.2 64.5 ' 64.5 1:1 1.1
Cajamarca 8.1 8.2 29.8 29.7 72.3 73.1
Cuzco 15.6 15.8 27.2 25.4 59.1 57.3
Huáncavellca 8.0 8.0 41.0 40.3 49.8 50.5
Huánuco 2.1 2.1 25.3 25.0 39.3 39.3
lea 5.0 4.9 21 .7 41.3 56.l 56)
e u A D R o V (continuación)
1876 - Comparación Porcentual entre los Volúmenes Departamentales (VD)
y R~umen General (RG)

% % %
Departamento Número Hdas. Pob. rural Hdas. Total poblacl6n rural
R.G. V.P. R.G. V. P. R.G. V.P.

Junin 4.3 4.3 30.3 25.8 30.5 28.8


La Libertad 4.8 4.7 55.8 50.8 57.8 58.9
Lambayeque 1 .4 1.4 63.1 62.6 22.4 ·22.1
Loreto 0.8 0.8 13.7 13.6 18.0 18'.3
Lima 7.4 7.3 67.4 61.9 19.0 19.6
Moquegua 1.6 1.5 11.0 11.0 ~ -6 · 63.l ·
Piura 4.4 4.3 45.1 45.3 70.6 - 70.5
Puno 18.3 18.2 18.4 18.7 87.1 86.8
Tacna 0.4 0.3 · -4.8 4.6 38.2 38.2
Tarapacá - 31.2 34.3
1

PLANTACIONES AZUCARE.RAS ANDINAS


293
1

~
CUA' DRO VI
1876 - Volúmenes Departamentales .

Departa-
mento
Número Pob.
rural %
Total
pob.
j
Hdas. en Hdas. rural

Amazonas 117 5,378 40 .3 13,329 j


Ancash 162 26,459 15.7 167,886
Apurimac
Arequipa
167
35
13,200
3,295
23 .6
5 .5
- 55,745
58,842
~
Aya.cucho
Callao (l>
188
8
12,943
248.
20.2
64.5
63,793
. 384 ~
~
Cajamarca 316 45,787 29.4 155,608
Cuzco 612 34,452 25.4 . 135,472

j
Huancavelica 312 21,052 40 .3 52,122
Huánuco 82 7,855, 25 .0 31,295
lea 190 13,991 41.3 33,859
Junin 168 15,334 25.4 60,310
La. Libertad 185 44,128 50.8 . 86,843
Lambayeque 55 12,193 62.6 19,447
Loreto 32 1,593 13.6 11,168
Lima 284 . 27,322 61.8 44,150
Moquegua (2) 62 _2,016 11.0 18,310
Piura· 168 ,43.345 45 .3 95,646
Puno 709 42.126 18.7 224,368
Tacna 15 638 4 .6 13,761
Tarapacá (3) 13,133

Total General 3,867 ' 373,355 27 .4 1'355,471


294 fABLO MACERA

CUADRO VII
1876 - Vqlumen Resumen General

Departa- Número Pob. Total


mento
Hdas.
rural
·en Hdas. " Pob.
rural

Amazonas 172 · 9,648 70 .7 13,636


Ancash 196 30,378 17.3 175,484
Apurfmac 180 14,197 24 .4 58,1:47
Arequipa 37 2,619 4 .4 58,585
¡\yacucho 225 13,558 20 .6 65,'112
Callao \ 8 248 64.5 38'
Cajamarca 335 46,062 29.8 154,345
Cuzco 692 38,386 27 .2 141,125
Huancavelica 352 21,351 41.0 51,949
Huánuco 85 7,858 25 .3 31,033
lea 199 7,253 21 .7 33,733
Junín 319 19,290 30 .0 64,119
La . Libertad 204 47,'110 55.8 85,406
Lambayeque 60 12,190 63 .1 19,305
Loreto 33 ' 1,513 13.7 11,021
Lima 321 29,264 67 .4 43,355
Mq,quegua 77 2,016 11.0 18,309
Piura 170 43,167 45 .1 95,686
Puno 723 41,253 18.4 223,738
Tacna 16 665 4 .8 13,761
Tarapacá 13,133

Total General 4,404 388,626 28 .2 1'3'71,966


CAAAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875

Nombre Departamento y Provincia . v Total de


dueftos empresarios caftaverales

LAMBAYEQUE Lambayeque
Mayarcon Bemardino Salcedo El mismo 1
Capote Pilar M. de Iturregul Juan M. Iturregul 1
Cha~a Tello José TomAs Tello T~mAs Tello y L6pez 1
Tres Tomas Juan Barragán El mismo l
En esta provincia exis•
ten -mAs de veinte y
cinco plantaciones pe-
queñas con trapiche de
bueyes 25
-Chiclavo
• Pátapo Solf y Compañia 1
Tulipe Solf y Compañia Los mismos 1
Tumán l',1:ariana Barreda . de P. Solf y Compañía 1
Pomalca Vicente Gutiérrez 1
Coyud. Vicente Gutiérrez El mismo 1
CAAAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875 (Continuaci6n)
Nom_b re Departamento y Provincia y Total de
dueños empresarios cañaverales

Saman SebasUán Salazar El mismo 1


Combo José Maria Arbldulla 1
Calupe José Maria Arbldulla El mismo i
Pucalá José Maria Izaga El mismo 1
Vista Florida A,rbulú y Pinto Rosendo Arbulú 1
Almedral Juan Gange El mismo 1
Cayaltf Ramón Aspillaga El mismo 1
Ucupe ·José del C. Baca .El mismo 1
Palomino Manuel Polo El mismo 1
La otra Banda yega 1
Las comunidades de
Chlclayo, Pecsi, Mon-
setú, Reque, Eten y
Saña tienen cincuenta ·
cañaverales • ·
TOTAL DEPARTAMENTO DE LAMBAYEQUE 94
• Tienen en sus tierras más de cincuenta plantl!tcioues de caña, con trapiches de .
bueyes.
CARAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875 (Continuación)

Nombre Departamento y Provincia y Total de


dueños empresarios ' cañaverales

Hay mis de veinte


plantaciones pequefias ·
con trapiches de bueyes .
en tierra de las comu-
nidades de Chepén,
Pueblo Nuevo y Jeque-
tepeque 20
Tr .u j i llo
Valle Chicama
Chiqultoi Juan Manuel Iturregul Larco Hermanos 1
Nepen Máximo Pinillos El mismo ·1
H . Arriba ' Alzamora El mismQ 1
Cartavio Alzamora· El. mismo 1
Chiclln Estevan Ríos . Alzamora y Montalvin· 1
Chicamita Ignacio Bracamonte Santiago Plnlllos 1
Gasñape José Maria Puente Lamas Pinillos y Ca. l .
o Sau~ Luis G. Albrecht El mismo ·1
.D
Q
Pampas Ramón Barúa R. Barúa e hijos 1
CAAAVERALES ' DE LA COSTA PERUANA 1875

Nombre Departamento y• Provi,:icia y Total de


dueños empresarios cafiaveraies

LA LIBERTAD Pacasinayo
Talambo Manuel Salcedo El mismo ·i
Lurifico ~ 1
Tambo 1
Molino Enrique Melggs El mismo 1
Cultambo Manuel Flores El mismo 1
Tecapa Manuel Vertis El mismo 1
Salpaque Agustín Salcedo El mismo 1
Fáclo Grande Fuente Hermanos Los mismos . 1
Faclo Chico Eusebio Esteves El mismo 1
Chafan Saavedra 1
Catalina 1
Charcape Alejandro Fuentes El mismo 1
{Ilegible) Timoteo Plaza El mismo 1·
Limoncarro Remigio Saco El mismo 1
Montevideo Andrés Zapata El mismo 1
~
CARAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875

Nombre Departamento y Provincia y Total de


dueftos empresarios cañaverales

San Antonio Morales Morales Hermanos 1


Griselda Flores Flores H. Carranza y C. 1
San José Flores Flores H. Carranza y é . 1
FacaiA F. IU!!co de Madalengoltla Carlos Pblucher y H. 1
Santa Clara Modesto Banco Carlos Phlucher y H. 1
Mac~ José Maria .Puente Orbegozo y Puente 1
Tulape Flores H. Carranza_ y c. Los mismos 1
Casa Grande Luis G.. ·Albrecht El mismo 1
·sazan Luis Plnlllos Pinillos y Rossel 1·
Lache Guerra Augusto Cabada 1
Montego Juan Manuel Valle El mismo 1
La Viiia ' P:. Venturo Venturo Hermanos 1
La Vlfilta José Antonio Garc[a El mismo 1
Cerro Prieto Mateo Paredes Mateo Paredes e Hijos 1
Salamanca Apollnario Bracani.onte 1
Cajanleque Juan Tasonl . Tasoni y _Alvarado 1
San Jacinto Rosales 1
CAlilAVERALES DE LA COSTA PERUAl\!A 1875 (Continuación)

Nombre Departamento y Provincia y Total de


dueños empresarios cañaverales
Farfas Araujo El mismo 1
M. de Moneada Guillermo. E. Orbegozo -1
Sultuco Guillermo Orbegozo 1
Campo de M. Rodolfo Vúquez S. 1
Nazareno Francisca Madalengoitla José Del Solar 1
Valle de Santa Catalina
Menocucho Eli Hoyle Hoyle y Compaiiía ~
Gallndo José Pascual Vivero 1
s. Domingo Manuel A. Chopitea El mismo 1
Guambos Manuel A. Chopltea El mismo 1
Laredo Manuel A. Chopltea .El ·mismo 1
rraplche Test. De Femando Fortunato Barúa 1
Ganoza
Valle de Virú
Santa Elena José Félix Ganoza- Ganoza Hermanos 1

TOTAL DEPARTAMENTO DE LA LIBERTAD 73


CAAAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875

Nombre · Departamento y Provincia y Total de


d1,1eños empresarios caftaver.ales

ANCASH Santa

Puente Gonzalés y Derteano Dlonlsio Derteano 1


Vlnzos Valdeavellano y Alfaro Los mismos ·1
San Bartolo José Angel Lostan~un El mismo · 1

Valle de .Nepeña

San José Salas y Terry -. Los mismos 1


San Jacinto Enrique Swayne El mismo 1 -
Valle de Casma
San Rafael Rafael Salazar El mismo 1
San Franclseo Manuel Carvellldo El mismo · 1

TOTAL DEPARTAMENTO DE ANCASH 49


CAAAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875 (Continuación)

Nombre Departamento y Provincia y Total de


dueftos empresarios c~f\averales

LIMA Chancay
Galpón Zuloaga Hermanos Los mismos 1
Paramonga Enrique Canaval El mismo 1
San NlcolAa Domingo Laos El .mismo 1
Carretería Romero Hermanos Los mismos 1
Huayto Saco Hermanos 1
Andabuasi José Aucejo El mismo 1
Humaya SebastiAn Sallnás El mismo 1
Vllcahuaura Viuda de Arhuelles Montero Hermanos 1
lnjenió Enrique Rosi Corsi 1
Palpa Caferino 'Elguera El mismo 1
Huando Waldo Graña Gerónimo Sánchez 1
Huaca Gerónimo Sánchez El mismo 1
Caqui Gerónlmo Sánchez El mismo 1
Esqulvél Jullán Guimet El mismo 1
Huayan Vargas Hermanos 1
CARAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875

Nombre Departamento y Provincia y Total de


dueflos empresarios • cañaverales

Lima
Carapongo José Herrera El mismo 1
Chacón Mariano Laos El mismo 1
Huacoy M~o L•!>s El mismo 1
Pampallbre Mariano Laos El mismo 1
Caudlvilla Mariano Laos El mismo 1
Colllque Arrleta Hermanos Los mismos 1
Chacra de C. Arrieta Hermanos Los mismos 1
Asnapuqulo ' Althaus y Ferrand Althaus y Ferrand 1
Tambo Inga. y Foneaud Althaus y Ferrand 1
Infantas Althaus y Tenaud Los mismos 1
Mulerfa Federico Lembek 1
Pro Aurello Rodrigo El mismo 1
Chiqultanta Nicolás Rodríguez Nicolás Rodríguez 1
· Naranja~ J. M. Sancho Dávlla El mismo 1
Boca Negra José Calmet 1
CAAAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875 (Continuación)

Nombre Departamento y Provincia y Total de


duefios empresarios cañaverales

San Aguatfn Enrique Meiggs . El mismo l


Huancbinaylaa l
Lomo-Largo l
Santa Clara .l
Trapiche Francisco Bryce Bryce y Llona l
Monterrfco Pio Jorge Echeniqu~ El mismo l
La Mollna Manuel Garcla Merino ,M . Garcla y Merino 1
San Juan Cavieses y Femández Los mismos l
Villa · Juan M. ~oyeneche El mismo l
San Pedro Convento de· San Pedro Vicente Silva l
Cañete
Casa Blanca Convento de la . Buena M. Enrique Swayne 1
La Quebrada Convento de la Buena M . Enrique Swayne 1
Santa Birbara Enrique Swayne Enrique Swayne 1
La Huaca Enrique Swayne Enrique Swayne 1
Montalvan T. de D. O'Hlggins Bartolomé del Pino 1
CARAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875

Nombre . Departamento y · Provin_c ia y Total de


· · . dueños empresarios cafiaverales

Gómez· - José Unanue El mismo 1


Hualcará T. de A. T. Ramos Los herederos 1
S. J. éie Arona iPeciro· Paz-Soldán . El mismo 1-
R. de Mala J'osé Asín El mismo 1

'.fOTAL DEPARTAMENTO DE' LIMA 49

ICA Pisco
Laran Antonio F. Prada El mismo 1
Caucato Montero Hermanos Los mismos 1
José y San Rejjs Testml de Carrlllo 1
lea
Trapiche Juan de Dios Quintana El mismo 1
Chocavento D. Denegrl e Hijos Los mismos 1
Callona · Federlcó Navarro Navarro 1

TOTAL DEPARTAMENTO DE ICA 6



CAAAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875 (Continuación)

Nombre Departamento y Provincia y Total de


dueños empresarios cañaverales
AREQUIPA Caman6
· Pastor ·, Samuel Pastor El mismo 1
Flores Manuela F. de Piérola La misma 1
S. Gregorio . León Prado El mismo 1
H. del Medio José Manuel Flores El mismo 1
H. de Abajo Segundo de la Cadena . El mismo 1
Pucchun Ezequiel S. Rosptgllosi El mismo 1
CastilÍa
Cantas M. Darlo Llosa El mismo 1
lslay
Checa Manuel de la Guarda El mismo 1
La Benavides M. Darlo Llosa El mismo 1·
La Pampllla·· Ignacio OlazA~al El mismo 1
La Hadlt i;;ra. Vargas de GuUérrez La misma 1
Buena Vista Silverio Chbez El mismo 1
Paseana Jl'Sefa O. de So~ocurclo La misma 1
Caraquen José B. Martln El mismo 1
. Chucarapi . José Manuél Romatia El mismo 1
\
CAfilAVERALES DE LA COSTA PERUANA 1875
Nombre Departamento y Provincia y Total de
dueños empresarios cañaverales
Pampa B. .Juan G. Lira El mismo 1
Santo D. Mateo Cosio Mateo Cosio El mismo 1
Hda. Vieja · Manuel OJeda El mismo 1
H. del Medio
H. del Canto
Luis Manuel Arupe
Josefa· A. de S. Romafia
Lós ~mos
La misma
1
1 .
El Pino Manuel G. Castresana El mismo 1
Bombón José M. Llosa El mismo 1
S. Francisco Gavina O. de Cant"eco La misma l·
TOTAL DEPARTAMENTO DE AREQUIPA 23
TOTAL GENERAL 251

.
NOTA: En el texto consultado figuran anotaciones manuscritas de la misma época.
.
D. J., A. García y García (1875)
La
mayorfa se refiere a nombre de . dueños y empresarios. Pero dos de ellas aumen-
tarla el n_úmero de cañaverales a 254 : Los fundos Cusicanqul y Tomasiri .en el ex-
tremo sur. ·
La primera cifra total ~nslgnada en el texto consultado fue 235, después de co-
rregir nosotros las sumas parciales · encontramos un total superior de 254 inclu-
yendo los dos fundos anteriormente citados.
\
EL GUANO Y LA. AGRICULTURA
PERUANA DE EXPORTACION
1909-194,5 º
• El presente trabajo fue realizad~ el año 1~ por
encargo d~ la Corporación Nacional de Fertilizantes, bajo
el título de "Historia de la Compañia Administradora del
Guano ( 1909-1~5)".
INTRODUCCION

Temas y Fuentes

Este trabajo es apen~ un adelanto de la itl-


vestigación que se ha proyectado sobre los ferti-
lizan.tes en el Perú, durante el período 1890-1945.
Por diversas razones entre ellas el espacio dis-
ponible, nos hemos limitado a estudiar la Compa-
ñía Administradora del Guano que inició sus ºlabo-
res en l ~ y las continuó hasta ser sustituida
medio siglo ~ tarde ( 1963) por la Corpora-
ción Nacional de Fertilizantes -CONAFER O • Pero '
aún dentro de es~ historia institucional han que-
dado excluidos algunos_aspectos. E~ primer tér-
mino lo que se refiere a las operaciones de la lla-
mada Pe-ruvian C orp()t'aticfn que obtuvo con~o-
nes de explotación del guano para ventas al extran-
jero desde fines del siglo pasado. El desarrollo de
la agricultura peruana; la política del Estado y de
0
En 1973 fue transformada en FERTIPERÜ. En 1974
se declara en liquidación; los fertilizantes fueron asumidos
por la Empresa Nacional de Co~rcialización de Insumos
(ENCI) y el guano por PESCAPERU. (N. ed. ) .
312 PABLO MACERA

la Compañía Administradora del Guan,o respecto


al abonamiento, no .podrán ser cabalmente enten-
didos mientras no se conozca lo que signific6 la
Peruvian. No dejamos de referirnos a este proble-
ma, cuando estudiamos la wnificación de las islas
y el sistema de prorrateo del guano y de las ci-
fras de exportación: Pero el asunto rebasaba nues-
tra -comisión inmediata _por lo que hemos preferi-
do diferir su estudio para otra oportunidad. Se ha
omitido también mayores referencias a las crisis
que han enfrentado tanto la Compañía Administra-
dora del Guano como la CONAFER, después dtr la
Segunda Guerra Mundial, sobre todo a partir de ·
la década del 50 como resultado de la expansión
de la · indu~ia pesquera peru~a. Estas cuestio-
nes, incluyendo la liquidación de la Compañía Ad-
ministradora, están siendo estudiadas por el Inge-
niero Luis Gamarra Du.lanto para una publicación
que junto con ésta completará la Historia del Gua-
no que escribió D. Ricardo Vegas García. En fa
división de trabajos y temas me ha correspondido
por consiguiente sólo una descripción muy sorne-
• ra del estado de la pesca peruana en la segunda
post-guerra. El Ingeniero _Gamarra considerará
también la historia contemporánea de CONAFER
incluyendo no sólo la producción de fertilizantes
a cargo de la empresa privada sino además l~s
progr!U}las estatales para sustituiir o/y completar_
el guano con otros abonos. La instalación de Ca-
chimáyo (Cuzco) y las concesiones de los fosfa-
tos de Bayóvar ( Pittra) no son considerados pues
en este trabajo. ·
BL GUANO 313

Nu~ primer •p roblema h~ sido ubicar . y


seleccionar las fu~ntes; fuentes que ab_u ndan y es-
casean. al mismo tiempo. La Compañía Administra-
dora. del Guano tuvo· buen cuidado de organizar
. uñ archivo sobre sus diversas gestiones. Pero por ·
, desgraciai parte de ese archivo ha! desaparecido
por el habitual · desprecio que entre nosotros se
tiene por los "papeles viejos~. Subsisten es cier-
. to, algunas antiguas secciones, como las Actas del
Directorio y los Libros de Cont_abilidad. Las pri· .
_meras corren ininterrumpidamente desde 1909 y · .
consignan puntualmente todas las sesiones, pero ·
no son . ni podrían ser actas verbales . de debate:
Testimonian los acuerdos toma:dos, los puntos fi.
nales de cada reunión, pero nada dicen sobre las
diferentes propuestas. En cuanto a la sección Con-
tabilidad, conserva los ·libros de Caja y algunos
legajos de comprobantes. Es una documentación
riquísima que por su extensión no hemos utiliza:
do como_hubiésemos querido. Pensamos ·sobre to-
do en las cuentas de jornales, dónde figuran clasi-
ficados los pagos en especie y -dinero; en el futuro
podrán servir para un estudio especial sobre la or-
ganización del salario y la política laboral de la
Compañía, temas que sucintamente tratamos en las
págicas siguien~es. A partir de estos libros de
Contabilidad hemos podido reconstruir parcial-
mente. la ,lista de los primeros accionistas, gra-
cias a una! colaboración muy generosa de Nora
M~ntezuma, bibliotecaria actual de CONAFER.
. Pero fuera de estos dos grupos de docume~tos,
los demás no ha~ sido todavía organizados o han
·sido destruidos. Su actual encargado no~ ayudó a
314 PABLO MACERA

explorar el archivo, que ha tratado de clasificar


en los últimos ~ños con esfúerzo no siempre bien
comprendido. Pero en las condiciones presentes la
consulta es difícil Al menos hemos podido compro-
~ar que hay grandes lagunas para los primeros años
y que la Compañía no ha estimado que fuese útil
conservar algunos testimonios valiosísimos como los
Censos Agropecuarios y los informes técnicos pre- -
parados por Lavalle. De hecho por esta razón, co-
mo lo dijimos, nos vemos privados hoy de una infor-
mación que no sólo valdría para una historia del
guano sino también para una historia de la agri-
cultura peruana.
Los vacíos y defectos de las fuentes directas·
manuscritas han podido ser compeIU"ados en par·
te por las publicaciones de la Compañía Adminis-
tradora del Guano. Estas son de dos tipos; las
primeras, periódicas como las Memorias y Boleti-
nes, están completas en la Biblioteca c\e CONA-
FER; pero en cambio otros impresos individuales
no han sido conservados a pesar del celo de la
señorita M~ntezuma. En el ·futuro serla recomen- .
dable que la actual CONAFER proporcionara a los
servicios de Biblioteca y Archivo, los medios eco-
nómicos mínimos que neoesitan para cumplir su
labor. No se trata de una consideración románti-
ca en pro del recuérdo de la acción ya cumpli-
da; la experiencia ha demostrado en los últimos
años a la administración pública peruana la utili-
dad de conocer sus propias gestiones anteriores.
Recientemente, 1965-67, por no 'h aber conservado
los planos de la ·red de agua potable de Lima, la
EL GUANQ 315

COSAL • y el Municipio 'han encontrado dificulta-


des para el trazado de nuevas vías y ampliación de
servicios, con la ronsiguiente elevación de cos-
tos. Más todavía nos ha costado el vacío docu-
.mental respecto a las primeras oonoesiones "pe-
troleras• en el norte peruano. Similares circuns-
tancias pueden presentarse en el futuro para CO-
N AFER; y s6lo entonces, pero ya muy tarde, se
comprenderá por qué debió concederse atención
especial a los archivos y bibliotecas de ·la insti-
tución.
Hemos completado .Jas fuentes institucionales
de la Compañía con la bibliografía general que so-
bre el guano y temas conexos ha aparecido en el
.Perú · durante el período de nuesp-o estudio. Las
mejores informaciones han sido recogidas de los
trabajos de Rodríguez y Dancuart sobre la Ha-
cienda pública peruana y de esos magníficos bo-
letines del Ministerio de Fomento, tan escasamen-
te consulta.dos y cuya diwlgación como fuentes
históricas se ha iniciado en la Universidad de
San Marcos. Es gracias a · esos boletines últi-
mos que hemos podido conocer las investigacio-
nes de Marie, Vanderghem, Zapatero y Lavalle, en-
tre otros, sobre la agricultura nacional. Queda
todavía mucho por ver y leer. Habría en primer
término que revisar muy cuidadosamente los ar-
chivos y la biblioteca de la Sociedad Nacional
Agraria, algunas de _cuyas publica?ones hemos
utilizado. Serla necesario también revisar a lar-
go plazo los Diarios de Debates. de las Cámaras
• COSAL: Corporación de Saneamiento de Lima. ( N.
ed.)
316 PABLO MACERA

Legislativas y los periódicos limeños y de pro-


vincias. En todos ellos hay comentarios sobre· la
Compañía Administradora del Guano; algunos de
esos comentarios son desfavorables y llevados
por la pasión personal o política, •pero en todo
caso sólo un análisis muy cuidadoso podrá det~-
minar su valor. histórico. Es una labor inmensa·-
que sólo podrá realizarse con más tiempo, en el
cuadro más amplio de un estudio que considere
el cont_exto global_peruano en los primeros trein-
ta años de . este siglo.

A la vista de todo este material --tuvimos


que renw1ciar a m~estro plan primitivo. IJ;_abía- '
mos proyectado un informe referido especialmente
a l~ actividades económicas de la Compañía Ad-
ministradora del Guari.o; pensábamos reemplear
las estadísticas ya elaboradas para comparar pro-
ducción y costos por cW?pañas. Pero Ja ri_queza
. y variedad de los datos y su conexión interna nos
han obligado a llÍla perspectiva diferente. Com-
prendimos que cou esta visión exclusivamente
estadística, deformábamos y empequeñecíamos la
realidad histórica, porque la Compañía Adminis-
tradora -del Guano no fue solamente una empresa
comercial sino además un activo centro de inves-
tigación en los dominios de la agricultura costeña
y la biología marina. Estos aspectos no debían-ser
omitidos; la misma historia del guano era incom-
pleta sin ellos. Valía l~ pena divulgar toda esta la-
bor que ha sido conocida sólo por un reducido pú-
blico de especialistas. Hemos querido que otros
EL GUANO 317

compartan el piacer que_nosotros hemos obtenido


. con la lectura de los trabajos de Lavalle sobre las
necesidad:es de fertilizantes en los valles peruanos
o de Vogt, Murphy y Schweigger sobre el mar
peruano. Por eso podríamos definir nuestra tarea
como una tarea de resumen y vulgariza<:i,~n; nos
hemos limitado a leer . y ~t lo que todos
. esos autores escribieron, volviendo a poner en
circulación para un público más amplio de lecto-
res, obras que erróneamente se enéuentran -clasi-
ficadas entre las que todos respetan pero nadie
lee.· Por otra parte toda esa litera~ científica,
fuera de su valor propio, era indispensable, como
veremos, para ·comprender la gestión de la Compa- · .
ñía Administradora del Guano. Por igual~ razo-
nes, con igual criterio de extensión y éOnexión,
hemos tenido que incluir un capítulo ~bre la agri-
cultura costeña del algodón y el azúcar. Podrá pa-
recer a primera· vista. que el desarrollo d~ esos
temas ha sido excesivo. Pero como se comproba-
rá, desde las primeras páginas, esa agricultura
fue en definitiva la que presionó sobre los gobier-
nos de entonces .hasta conseguir que se organiza-
ra la explotación del guano con acuerdo a su~ in-
tereses.
Queda para ·e1 futuro un programa de investi-
gación que quizá rectifique y que en todo caso
ampliará algunas de las conclusiones que presen-
tamos. El trabajo en las islas por ejemplo debe-
rá ser estudiado · en relación con las econouúas
de aqll_ellas regiones donde eran reclutados los
"engan~adof. La:s J,'eS:istencias locales (Arequi-
318 PABLO MACERA

pa, Moquegua, Chincha) contra la política de la


Compañia Administradora ·exigen parecido trata-
miento. La enumeración sería larga: vínculos de
la Compañía con el Ministerio d~. Marina, situa-
ción de los llamados contrabandistas, etc. . . En un
orden prioritario cree~ que la mayor atención,
dentro de este registro de omisiones, la conce-
deríamos a la pequeña agricultura costeña entre
1900-1945; a la crisis alimenticia de la II Guerra
y swi relaciones oon. ila distribución de abonos;
y sobre todo a un examen muy detenido de la com-
posición social y económica del Directorio y la
Junta de-Aocionistas de la Compañía.en sus diver-
sas épocas para deslindar sus conexi9nes ·con los
grupos d~ presión más poderosos dentro de la so-.
ciedad peruana. · .
Durante todo el tiempo de mi b·abajo he con-.
tado oon la ayuda y el consejo oe ,muchas perso-
nas. Hay problemas en la historia. de la Compa-
ñía que no hubier~ podido comprender sin las
conversaciones con D. Carlos Llosa, D. Luis Ga-
marra Dulanto y D. Juan Castañeda, quienes des-
de luego no son responsables de mis opiniones
ni ha,n. compartido mi "agresividad". Nora Monte-
zuma ha trabajado con · excesiva buena volun-
tad buscando para mí, impresos y documentos.
César Elejalde absolvió mis consultas sobre as-
pectos jurídicos. Mi gratitud también a mis co-
. legas Emilio Choy y José Fernández que siempre
me han asistido en mis consultas bibliográficas.
Y a varios "libreros de viejo" como Jorge Vega
y Miguel Bonilla que encontraron en los "rastros"
EL GUANO 319

de La Parada algunos raros folletos sobre la agri-


cultura peruana. A J~rge Vega. le debo 'además
sus inteligentes oomentarios. Por último,· siendo
primero, el r~ocimiento de siempre a íni mujer
Yolanda Urquizo de Macera, que desde hace tan-
tos años tolera las incomodidades que él estudio
. suele imponer a nuestras familias .

. .

-1
\
I. ORGANIZACION

La constitución en 1909 de la Compañía ·Ad-


. ministradora del Guano ( 1909-1963) significó un
nuevo tipo de solución al viejo problema de la ex-
plotación de las islas guaneras del Perú, solución
que fue adoptada no como una medida aislada si-
no co~o parte de un programa: general de recti-
ficaciones de la política económica. _peruana que
fue puesto en ejecución después de la guerra con
Chile. La principal innovación· respecto al siglo
XIX consistió en 110 seguir considerando .al guano
como un prod'UCto de exportación con las miras
estrictamente fiscalistas de aumentar las rentas
públicas y subsanar los déficit presupuestales. El
guano por el contrario debía ser explotado en be-
neficio de la propia agricultura nacional antes de
venderse a los agricultores del exterior, competi-
dores potenciales de esa agricultura. Es decir
que se le miraba como un factor de promoción
interna, aunque en· definitiva, como lo veremos,
siempre en función, si bien indu:ecta, del comer-
cio exterior puesto que -el sector agrícola más be-
n1::ficiado habría de ser el de -los grandes produc-
322 PABLO MACERA

tos exportables de la caña y el algodón 1• Este


cambio de actitud frente al guano se debía a va-
rioo factores. En primer término contaba la ex-
periencia acumulada en cerca de 70 años duran-
te los cuales ·casi la totalidad del guano había si·
d~ enviada al extranjero sin que, al final de cuen-
tas, la econonúa peruana hubiese obtenido gran-
des beneficios. Podría haberse argüido que aquello
era debido no tanto al régimen de exportación poi·
si mismo como a la administración que se había
hecho de sus rentas fiscales; pero, a pesar de to-
do, era un heqho que a principios del sigló la ex-
portación de guano gO"Laba de un pésimo prestigio
y" evocaba de inmediato ]a imagen de los desacre-
ditados "consignatarios". Por otra parte los arre- _
glos firmados con los tenedores de bonos ingleses
( quienes dieron origen a la llam?,da Peruvian Cor-
poration) cerraban ·1a explQtación de las islas por
el Estado oon miras a la exportación. Hay que
oonsiderar, por último, la presión interna ejercida
por los grandes agricultor~ que en diversas Íor-
mas exigían al gobierno una política proteccionis-
ta en favor de la agricultura y en· particular fren-
te a los privilegios ooncedidos a la Peruvian Cor-
poration. No está demás decir que muchos de esos
grandes agricultores pertenecían a loo mi$DlOS gru-
pos familiares que pocos años antes se habían be-
neficiado oon la exportación del guano; y ahora
se ingeniaban para encontrar un nuevo modo de
seguir aprovechándolo. Todos los técnicos agrlco-
1~ de la época se 6Qmprometieron en esta campa:

l. Ver más adelante pág. 364 y ss.


EL GUANO 323 ,

ña que por otra parte se presentaba ante la opi-


nión p4blica urQana como una reivindicación na-
cionalista en que !as motivacion~ ~ctam.ente
económicas aparecían disimula~ y justificadas
por el idealismo de post-guerra. La ,m:ayor parte
de esos técnicos estaban asociados de un -modo u
otro a la gran agricultura ~eña que era la úni-
ca que podía ofrecerles entonces oportunidades de
empleo; ·Sabían por propia experiencia que el pro-
blema mayor e inmediato de las emp~ azuca-
reras y algodoneras peruanas a principios de es-
te siglo no consistía tanto ni solamente en ampliar
sus á!reas de cultivo como en ~1 aumento de la pro-
ducción mediante mayores rendimientos unitarioo.
. Para ello era indispensable emplear los fertilizan-
tes y entre todos el guano de islas.. Ya en 1906
J. P. Otero, promotor de las investigaciones agro-
pec~as, lo expresó en: calidad casi oficial de
funcionario del recién creado Ministerio de. Fo-
mento.

"Es tiempo, decía, que el Gobierno solucione defini-


tivamente el asunto de la provisión de ~ o a la
agricultura nacional, es decir que todo se destine
exclusivamente a la producción del país, prohibién-
dose la exportación, reglamentando debidamente su
extracción y viendo la manera de que llegue en con-
diciones ~nómicas a poder de los pequeños agri-
cultores y en cantidades que estén en relación con
sus necesidades" 2. · ·

2. Otero, J. P '1nformaci6n agropecuaria de la ~ta


peruana" B. M.F. 1909.
324 PABLO MACERA.

La opinión de Otero era también compar.tida


por los agrónomos peruanos y emanjeros ocupa-
dos enton~ en tecnificar la agricultura p.e ruana
y por algunos haoen"dad~ que desde la. Sociedad
Nacional Agraria, desde los periódicos y las tri-.
hunas políticas, no perdían oportunidad para re-
clamar mayor atención del Estado. Los agricul-
tores e9ntaban también con el apoyo de las ins-
tituciones de crédito y casas comerciales ya que
en definitiva, por relaciones económicas y familia-
res, formaban todos un solo grupo. Por su compo-
sición clasista el propio · Estado les ~ favora-
ble, exceptuando algun~ sectores marginales de
escasa influencia.
No existía, sin embargo de todas esas circuns-
tancias, acuerdo unánime acerca del modo concre-
to como debía hacerse viable esta nueva política
estatal frente al guano y la ·agricultura. No falta-
ban agricultores que habían resuelto por su ini-
ciativa sus problemas de abonamiento dé ti.erra~.
Era el caso por ejemplo de la negociación Chiclm
en el valle azucarero de Chicama ( norte del Perú,
departamento de La Libertad), que por su propia
cuenta explotaba el guano de las islas de Lobos
de Afuera y Guañape 3• Lo hacía es cierto en can-
tidades ínfimas en relación a la potencia de los ya-
cimientos, pero suficientes para la-s necesidades
de sus plantaciones. Para esta clase de -agricul-
tores, la· intervención del Estado no era necesa-
ria y más bien, al contrario, podía ser perjudicial

3. Otero, J. P. '1nfonne relativo a las pro~cias de


Trujillo y Santa", Lima 1905.
BL GUANO
325

en la medida que se impusiera un régimen gene-


ral de control sobre el guano. Otros pensaban
en un sistema de concesiones particular~ o au-
torizaciones que para cada caso permitiera que el
agricultor retirase de las islas e1 .guano que esti-
mase conveniente. Pero unos y otros sabían que
ante los derechos adquiridos por la Peruvian Cor-
poration la única solución posible tenía que ser dic-
tada por el propio Estado en coordinación con los
intereses privados del capital agrícola que por en-
tonces era tanto peruano como extranjero.
¿Cómo, en qué momento surgió el proyecto
de la Compañía del Guano? Hay indicios que la
responsabilidad y el mérito fueron de un gran fi.
nancista d~ la época, el· cubano José Payán, que
fue desde fines del siglo XIX el "mago de la eco-
nomía peruana... . Recientemente Carlos Camprubf
ha estudiado las actividades bancarias y comercia-
les de Payán, demostrando el <rol que desempeñó
en la reconstitución de post~guerra: 4• Payán es-
taba particularmente bien situado para concertar
opiniones e intereses e imponer al fin un criterio
práctico de acción. Proyectos St,1yos habían sido
los Estancos del Tabaco· y de la Sal, la comercia-
lización del azúcar de consumo interno bajo el con-
trol del Estado, la Caja de Depósitos y Consigna-
ciones y la Compañía de Recaudación de Impues-
tos. Hubo de organizar también la Compañfa In-
ternacional de Seguros, la Compañía de Tranvías·
y promover en diversas épocas una nueva legis-

4. De próxima publicacl6n .en la Reol.tfa Hist6rlca del


Pení.
326 PABLO MACERA

!ación corr,ercial sobi:e cheques, 4uicios ejecutivos,


fianzas de seguros y .Bolsa Comercial. Estaba co-
nectado además con 1i banca internacional, sobre
todo inglesa y en segundo 1ugar francesa, y fue
gracias a ello que pudo reconstruir el sistema '
bancario peruano quebrado por la Gue~ con Chile ·
creando lo que con el tiempo se llamaría el Ban-
co del Perú y Londres. El Estado peruano. se -ha-
. bía servido de él paira algunas de sus negociacio-
Qes de empréstitos; y poco antes de la formación
de la Compañía intervino -decisivamente para en-
jugar los déficit fiscales de 1904-1908. Payán no
era solamente un práctico en los negocios; era
un organizador entusiasta, un capitán de empre-
sa que gozaba con las realizaciones económicas.
Su larga experiencia con los negocios privados y
públi006 del Perú lo habían llevado ai elaborar
una concepción propia según .la cual el desarrollo
del país sólo podía conseguirse mediante una coor-
<linación entre el Estado y la empresa privada,
dentro de un régimen de beneficios mutuos, en
que las ganancias fiscales fueran 1·eorientadas al
sector privado mediante una política promocio-
na!. Paxa Payán -y él hizo posible que otros gran-
des comerciantes de la época compartieran -esta
opinión-, no había ni podía haber separación en-
tre los intereses del Estado y lo~ intereses del
capital privado. J>odríamos decir que fue el teó- -
rico y el ejecutor de un E stado empre5:!lrial en
0

que políticos y gerentes .tomaron a su ca!l'go la di- .


rección del país. Ni antes ni después de el hubo
quién tomara conciencia tan clara¡ del carácter
clasista del Estado peruano y sacara consecuen-
EL GUANO 327

cias prácticas inmediatas de ese hecho. A largo


plazo fa economía peruana que Payán quiso re-
-construir debía terminar en un desan-ollo econó-
mico bajo el doble control del -Estado y la gran
empresa. capitalista. Punto clave dentro de esta
concepción eran las entidades mbctas con aporte
privado y concesiones estatales. Este fue el tipo
de solución que Payán proyectó para la explota-
ción de :} as islafs guaneras. ·Payán 5 se sirvió de
sus influencias, coordinó a
los principales Tepre-
sentantes de la banca, el comercio y la agricul-
tura residentes en Lima y ya en 1908 tenía avan-
zadas las gestiones para formar la Compañía Ad-
ministradora del Guano. En los primeros meses
del año siguiente el Gobierno, por -sugerencias de
Payán, dictó una Resolución Suprema ( 1-111-1909)
.aqtorizando la constitución. de una sociedad anóni-
ma que tendría a su cargo, con carácter exclusi-
vo, "la extracción y venta del guano a la Agricul-
tura Nacional". El mismo dispositivo encomenda-
ba a la Bolsa Comercial d~ Lima ( otra ve-z Pa:
yán) la venta al público de las accion~. El va-
lor de cada una de estas acciones era de S/. 10.00
con el ·propósito de atraer 'el ahorro privado y
div~car la inversión. Payán y el gobierno ha-

5. Para 1as actividades comerciales de Payán y en par-


ticular las bancarias puede consultarse la bibliografía so-
bre el Banco del Perú y Londres: Uriarte, L. Breves
apunte.t sobre la Hi!toria del Banco del Perú y 1..ondru.
Lima 1919; Anónimo. Breve reseña l1ist6rlca de la funda-
ci6n y desQ1TOllo del Banco del Perú y Londres al cum-
plirse el cincuentenario de au establecimiento 1877-1927.
Lima 1927; Joslin, D. A centry of banking in Latin Ame-
rican. Londres 1963.
328 PABLO MACBR,4

bían esperado una gran demanda de tos nuevos


valores y para ello habían previsto un sistema de ·.
prorrateo y remate; sin eml?ru:go de las 30,000 ac-
ciones emiµdas sólo llegaron a adjudicarse 29,892.
¿Quién~ fueron los primeros accionistas? Es di-
fícil sabeilo porque aunque las acciones de la Com-
pañía fueron nominales hasta 1922 los arc}µvos...,de
CONAFER no conservan ninguna relación. Por
nuestra parte hemos consultado diversas fuentes
tratando de contestar la pregunta. Los Libros de
Actas nos han sido al respecto de escasa utilidad
porque sólo oonsignan el número de ·acciones re-
gistradas para las elecciones sin mencionar qui&
nes eran sus titulares. Mayor información contie-
nen los Libros de Contabilidad donde hemos po-
. dido encontrar los pagos de dividendos hechos a-
cada á:ccionista. Pero aún en este caso existen va-
cíos, pues algunos accionistas encomendaban sus
cobros a los ~ancos, de modo que los Libros de
Contabilidad· se limitaban a dar el nombre de es-
tos últimos ·s in· decir a quien.representaban 6 • Con
todo, hemos podido reconstruir en cerca de un 701
la lista primitiva de accionistas. Abundan los pe- ·
queños accionistas poseedores de una a cien ac-
ciones, pero lo más notorio es la presencia de los
grandes agricultores costeños, algunos de los cua-
.Jes · poseían más de mil acciones; entre 'los parti-
culares el mayo~ accionist~ fue Tomás Valle ( azú-
6. Para estas referencias a la lista de accionistas, he-
. mos recibido la- colaboración de la señorita Montezuma que
!1a copiado según nuestras indicaciones los respectivos docu-
mentos. Nuestras fuentes principales han sido el "Libro
de Juntas Generales 1909-1929" y los Libros de Contabi-
lidad I, 11 y III.
BL GUANQ 329

car en el valle de Llma) quién adquirió 3,00() a~


cione~, el máximo tolerado por ley. No todos es--
tos accionistas intervinieron en las actividades
de la Compañía. La may~r parte fueron "recorta-
dores de cupones" que se limitaron a oobrar sus
dividendos y ql,rizás eventualmente a obtener al-
gunos beneficios eµ sus trámites individuales como
agricultores. De hecho por el carácter que en-
tonces tenían las sociedades anónimas, los accio-
nistas minoritarios parecen haber oomprendido
que su rol era el simplemente pasivo del inver- .
sionista. No de otra manera podemos interpretar
el número de · representantes que asistía a las
Juntas Generales; en la primera, del 10 de abril de
1909, s6lo fueron 60 y en las posteriores siguie-
ron disminuyendo a 14, ·e n julio de 1909, a 17 en
,1910 y a 9 en agosto de ese mismo año. De he- •
cho pues, a pesar del número de accionistas, la
Compañía estuvo bajo el oontrol de unos pocos,
en quienes por diversas razones oonfiaban los de-
más. Los resultados de las elecciones dejan sos-
pechar que en un primer momento quizás existie-
ron grupos de competencia para el control de la
Compañía. Así, en la primera Jui1ta General, el .
89% de los vorant~ eligieron a los miembros de
la "directiva entre los grandes agricultores pe~
ruanos y extranjero.s ( Barreda, Montero, Grace, Va-
lle), mientras qu~ se registraron 20 votos para
Dammert, Graña, del Solar, Vizquerra y Solari;
con excepción del primero y del último, los otros.
tres eran propietarios en el valle de Chancay; po~
dría pues tratarse de un gmpo <le carácter . re-
. gional. En los años siguientes no se oQserva es-
330 PABLO MACJ!,RA

te fenómeno; todo parece indicar que las eleccio-


nes eran "conversadas" y que el grupo Chancay
había conseguido integrar sus intereses con los
de quienes representaban a la mayoría. Pero esta
es cuestión sobre la que no existen todavía datos
suficientes. Lo que sí parece demostrado por las
diferentes nóminas de Directorio es que desde
el primer momento las altas finanzas y los agri•
cultores de algodón y ·azúcar tuvieron el control
de la Compañía. La presencia de Angus Clay, Ja·
mes W. Grace, Paul Richards en los primeros di-
rectorios prueba asimismo ·el interés de los . in•
versionistas extranj'eros en compartir ese control
estratégico sobre los fertilizantes peruanos. Tanto
el sistema de representación, en. que los mino-
ristas renunciaban y delegaban en favor de los
principales accionistas, como los resultados con-
. creltos de 1ais elecciones de Directorio, con neto
predominio de ciertos sectores de la "gran eco-
nomía", determinaron que con el tiempo se lle-
gara a hablar de "oligarquía" y "monopolio" divul-
gándose la versión de que la Compañía Adminis-
tradora del Guano ,servía preferencialmente los in-
tereses de los algodoneros y azucareros que deten•
taban ia mayor parte de su capital. Tendremos
ocasión de volver más tarde sobre estas acusa-
ciones que tenían sin duda una base concreta,
pero que no describen en toda su complejidad las
relaciones entre el Estado, la Compañia y la gran
agricultura costeña de e~-portación. Al respecto
hay además que tomar en cuenta. las sucesivas
ampliaciones y reorganizaciones de la Compañía
( 1915, 1919, 1929).
JU., GUANO , 331

Suscritas las acciones y constituido · el Dir~-


-torio, la Compañía procedió -a organizar su fµn-
cionamiento. No -se trataba, era evidente, de una
·empresa !)rivada igual a las otras, pero tampoco
era una corporación estatal. El capital activo ha-
bía sido. aportado por los p~cu1ares, pero el Es-
tado no había renuncia¡do a sus derechos sobre
el guano y sólo había efectuado una cesión con-
dicional, casi podríamos decir con un carácter
de prueba y experimentación, por lo que se había
previsto un plazo inicial dé funcionamiento por
cinco años que en sucesivas prórrogas llegó como
es sabido a:l medio siglo. La nueva compañía de-
bía pues adoptar una organización que sati.sfacie-
ra por igual en lo posible tanto los inte~ pú-
blicos del Estado como los privaddS de los ao-
'cionistas.
De un lado la Compañía pe! C~ano como toda
empresa privada racionaiizó ·sus operaciones bus-
cando eficiencia: y bajos costos. Pero al mismo
tiempo a semejanza de los Estancos dispuso la pu-
blicidad periódica de su gestión ( Memorias y Bo-
letines) y tuvo en ciertos casos que renunciar a
posibles ganancias para sujetarse a una política
que le era <liotada por los. organismos oficiales.
Hubo también de asumir por delegación algunas
funciones fiscales en la percepción de impuestos.
Ya en la Resolución Supr~a de su fundación co-
mo en fos primeros Estatutos ( que fueron someti~
dos a la aprobación del Estado) se expresa este
carácter mixto. de la Compañía. No -sólo el Esta-
do indicaba normas precisas pax:a constituir el
capital, sino también otras referentes a la admi-
PABLO MACERA
332

nistración del guano, bien nacional que se entre-


gaba en "comisión" a la Compañía. Incluso los
precios debían ser fijados por el Gobierno, con un
criterio promociona! en favor de lai agricultura;
y los gastos de mayor .monto debían contar oon
una autorización. En cuanto ,a las utilidades eran
· del Estado, una vez descontados todos los gastos
( inclúyendo bajo este rubro los impuestos) y se-
parando para la Compañía un 51 de comisión, pe-
ro quedando entendido que dicha comisión no po-
día sobrepasar el l<>i del capital efectivo eroga-
do. Normas de esta clase que confirmaban la pre-
eminencia .del Estado dentro de •l a Compañía, abun-
dan tanto en los primeros Estatutos oomo en los ,
posteriores. · Nos limitaremos a subrayar aquellas
por las que la Compañía hubo de aswniJr algunas
funciones fiscales en la percepc::ión de impuestos,
los cuales figuran puntualmente cobrados en todas
las Memorias. No era nuevo este sistema que te-
nía antiguos orígenes en la administración colo-
nial, durante la cual -algunas instituciones, como
- el Consulado limeño, tomaron a su cargo ciertas
rentas públicas. Para el caso del guano se decla-
raron vigentes un impues.to fiscal de S/. 1.00 por .
cada. ~onelada de guano y tres impuestos espe-
ciales; uno de ellos local, en favor de -a lgunas
Beneficencias de la costa; otro pa:ra el .Colegio de
Guadalupe y el último en favor de la Instrucción
Pública. Cada uno de ellos montaba S/. O.OS ( 5
ctvs.) por tonelada de guano 7• ·

7. Acerca de -las disposiciones relativas a la Compañía


del Guano, consultar la recopilación de I,.anatta, R6mulo.
Legislacián sobre la industria del Guano. Lima 1944 ( 2da.
BL GUANO 333
La Compañía del Guano tuvo desde el prin-·
cipio que resolver dos problemas: el de la ex-
tracción del ·g uano de fas islas y su transporte
a los puertos y el de la distribución del abono
entre los agricultores. Ambas gestiones suponían -
una serie de complejas -soluciones previas. Orga-
nización del trabajo, equipamiento de inmuebles,
evaluación del recurso- 'l)atural, determinación de
los costos, regularización y formalización de rela-
ciones ~urldi~, acumulación de información técni-
ca, etc. .. Por desgracia, como ya se dijo, las fuen-
. .tes que hemos podiido consultar no son completas
y de gran parte de esa labor sólo conocemos hoy
los resultadoo finales y no todo el proceso de su
preparación. Hubiésemos queridO' por ejemplo un
análisis de loo gastos · generales que permitiera
apreciar las prioridades establecidas por la Com-
pañía 'y el costo de cada una d~ ellas. Pensába-
< mos también en los informes legales que sirvie-
ron a la Compañía para . consolidar su posición
frente a las pretensiones de los particulares; en
los proyectos conversados con el Ministerio de .
Marina y las Oficinas de Aduana pa-ra normalizar
los servicios de transporte y de carga. Por ine-
vitables lagunas de información, sólo podremos co-
. mentar una mínima parte de esas cuestiones.
El primero de Jos problemas era el de la
producción. La Compañía Administradora según
se ha visto, surgía en parte por oposición a las
situaciones adquµidas · por :la Peruvian Corpora-
edic.), que a pesar de· su valor tiene vacíos para los pri-
meros años que en estas páginas interesan; noticias com-
plementaiias en las Memorias del Directorio.
334 PABLO MACERA

tion. El origen de esta situación era el Contrato


suscrito por el Estado y los tenedores de -l a deu-
da externa el 11 de enero de 1890, oontrato me-
diante ~ cual el gobierno Cácere.9 concluyó una
larga negociación originada por un~ deuda exter-
na cuyo monto era discutible 8• Para pagarla hu-
bo que conceder a la Peruvian Corporation, entre
otros, el derecho de eniaer el guano entonces
existente ( 1890) hasta 2'000,000 de toneladas. Por
esta cesión la Peruvian Corporation había expor-
. tado en 17 años hasta 1908 la cantidad de 866,980
toneladas de guano, la mayor parte extraídas de
Lobos de Afuera. (307,169) y Loboo de Tierra
(273,024) -de acuerdo a las info~ones oficia-
les 9 que segun se afirmaba eran inf~riores a la
cifra real No poseemos suficientes elementos de
juicio pam decidir la cuestión, pero hay indicios
que esas acusaciones eran fundadas. Contamos al •
respecto oon m1a opinión insospechable de parcia-
lidad, la del Dr. H. O. Forbes, sobre cuya misión
en el Perú volveremos más adelante. En su infor-
me "Sobre el estudio de la:s aves guaneras" ( 1912-
13), Forbes llamó la atención sobre el hecho que
mientras la Peruvian Corporation declaraba en Li-
ma haber extraí~o de Lobos de Tierra 176,780 to-

8. No podemos ocuparnos aquí de la historia de In


deuda externa dél Perú. Fuera de la indispensable con-
sulta de los Anal& de Rodríguez y Dancuart, es funda-
mental la obra de Basadre, Jorge.· Historia <k la Repú-
bllca del Perú. Lima 1963, sobre todo los tomos V, VI .
y VII.
9. Schreiber, G. "Memorias que el Ministro de Ha-
cienda r, Comercio G. S. presenta al Congreso Ordinario
de 1908 '. Lima 1908.
\ .
EL GUANO 335 ·

neladas durante cinco años, de 1907 a 1912 en sus


libros figuraba una cantidad mucho mayor (234,000
toneladas) que equivalía a un 32% de extractjón ile-
gal. Pero ni la Compañia Administradora del Gua-
no ni el Gobierno estaban en condiciones ·d e pro-
bar esa defraudación y tenían que aceptar como
buenas las ~ de fa Peruvian 10• Había · que
buscar por consiguiente un $tus que hiciera po-
sible que la Compañía del Guano dispusiera de lo
necesario para .Ja agricultura sin iniciar reclamos
inútiles por el momento y sin desconocer los de-
rechos, buenos o malos, de 1a .Peruvian Corpora-
tion. Para ello .se dictaron n011ffla!S provisionales
( Resolución Suprema 25 de febrero de 1909) se-
gún las cuales la Peruvian Corporation sólo po.:
día extraer el guano de las islas situadas al nor-
te del Callao, a partir de Hormigas de Afuera y
en el sur de 1as islas Ballestas y Lobitos, que-
dando las demás,a disposición de la Compañía del
Guano, de acuerdo a un plan de rotación. En cuan- :
to a las islas de Chincha, estaban reservadas pa-
ra la agricultura· nacional por el propio contrato
de 1890. En los años siguientes esta zonificación
~ fue modificada en algunos puntos para favorecer
el consumo interno, todo lo cual fue ca.usa de
conflictos con la Peruvian Corporation. La verdad
es que por otra parte como )o veremos más ade-
lnnte, .} a zona -a.signada a fa Compañía del Guano
habría de resultar insuficiente. Se explica. así,

10. Guevara Víctor. La Re,,úbllca del Perú y la Peru-


oian Corporatlon. Lima 1932. Un parlamentario de la
época. Osores, -calculaba en 3'000,000 tns. la cantidad de
guano extraída por la Peruvian.
PABLO MACERA
336

que pocos mes~ después de · iexp.e dida la Reso-


lución de · Zonas, los agricultores costeños publi-
caron un Memorial que :recibió el apoyo de la Com-
pañía del Guano, pidiendo que el. litoral se divi-
diera en dos secciones: para la agricultura nacio-
nal se reservaría todos los yacimientos al norte
del Callao, exceptuando las islas de Lobos que que-
darían para- la ·Peruvian Corporation. Al sur del
Callao ·la Compañía del Guano dispondría de Ba-
llestas y Chincha; lo demás para la Peruvian 11•
Todavía más radical fue la propuesta que después
hizo Forbes en el informe mencionado; ya que re-
comendaba que toda la explotación del guano que-
dara bajo la administración del Estado a través
de la Compañí0, y que a la Peruvi!an se le asigna-
ría una sola isla. Estos y otros proyectos simila-
res no contaban desde luego con la buena volun-
tad de la Peruvian Corporation que pretendí~ tener
derechos sobre todos los yacimiento$ de gue.no
del Pení y calificaba de arbitraria cualquier li-
Ipitación qu~ al respecto impusiera el Gobierno pe-
ruano. En realidad el criterio .de fa zonificación
le era favorable a la Pemvian C<?rpGration pues
como lo demostró la Compañía del Guano, el Con- ,
trato de 1890 sólo había cedido el guano "enton-
ces existente" y no el que posteriormente se for-
mara 12• Incluso el artículo 21 de ese Contraito,

11. Memoria 1909/10.


12. Memoria 1913/14. Sin embargo la Compañia del
Guano modificó mls tarde su criterio y en la 18• Memoria .
1927 se decía que la Peruvian tenía derecho todavía para
exportar 652,871 tns. sin discutir ya las pretensiones de
ésta última sobre los depósitos posteriores a 1890.
EL GUANO 337

estipulaqa que si el guano -1890- no nlcnnzaba los


2'000,000 de toneladas cedidas, nada podría recla-
mar -la Peruvian Corporation. Pese a la claridad
de los textos, los gobiernos- peruanos no pudieron
ni quisieron interpretarlos estrictamente en be-
neficio de sí mismos. La Peruvran Corporation y
la Embajada Inglesa ejercían continuas presiones
en ci:rcunstancia:s q~e -toda la política t,Xterior del
Perú e~ una política de fronteras dirigida a so-
lucionar nuestras diferencias . con· Chile, Bolivia,
Colombia y Ecuador. La Cancillería Peruana tenúa
el probable desprestigio de up.. litigio internacional
con los antiguos tenedores de bonos. Por otra pa:r-
te fuera de -su influencia sobre las negociaciones
de ·límites, cualquier medida contra. -la Peruvian
Corporation, podía ,t ambién obsta:cu.li:mr los em-
préstitos que el Perú estaba obligado a contraer.
Por todas esas razones, la Peruvian pudo go-
zar de una situación excepcional, mientras el Es-
tado peruano ·vacilaba. Las disposiciones oficiales
l<? demuestran·con evidencia. Pues si bien el De-
creto de 1909 fue derogado cinco años más tar-
de por la Ley 2107 (4-11-1914) en que se rat:it
fica la preferencia de la agricultura nacional en
relación oon el guano; en cambio por esa misma
época se permitió que la Peruvian extrajera el
guano rico renovado de algunas islas e incluso
se le autorizó a que e:i..-plotara_ los depósitos de
Ballestas, pese a la protesta de la Asociación_ de
Defensa Agraria. Desde luego que se tomaron to-
das las precauciones literarias para que· esos per-
misos ·fueran nominalmen~e compatibles con la
Ley 2107 pues se les limitó a los excedentes
338 PABLO MACERA
1

que sobraran después de cubrir la qemanda inter-


na peruana. Precaución inútil, como podrá com-
probarse al leer más tarde las respectivas -esta-
dísticas. Estas complacenci•a s fueron todavía más
notorias cuando en 1914 el Gobierno toleró que la
Peruvian ingresa:ra, aunque fuese por una sola
vez, en el merca-do interno reservado a fa Com-
pañía del Guano y llegase a vender 1,688 tonela-
das de guano rico, a 1a British Sugar, que ope-
raba en los valles centrales de San Nicolás.
Durante un tiell_lpo la. Peruvian si.guió ope-
rando por s~ cuenta pero después, ~unque se ,sir-
vió de la Casa Grace para la 6"p<>rtación de las
Islas de Lobos, la Compañía tomó -a su cargo los
embarques de exportación, tlo que supuso un con-
trol efectivo sobre· las cantidades de fertilizantes
que se extraí~ con ese fin; desqendieron asimis-
mo notablemente los promedios anuales destina-
'dos _a la Peruvian Corporation. Hasta el año 1915,
·e n 25 años, las cifras oficiales eran de 1'237,128·
_toneladas; en los años siguientes, 1920-1928, ·se ex-
trajeron 138 mil toneladas más.
Pero el Contrato de 1890 y la constitución de
la Peruvian Corporation Ltd., no sólo afectaron a la
Compañía del Guano en sus cifras de producción,
sino también en los costos y organización del trans-
porte. Desde 1909 en adelante la Compañía de1
Gua.no luchó año tras año contra las tarifas de fe-
rrocarriles que la Peruvian Corporation imponía
-dentro del país, con autorización del Gobierno es
cierto pero siempre con desmedida ganancia; Des-
pués del Contrato de 1889, 1a Peruvian Corporation
había organizado varias -administraciones que co- _
BL GUANO 339

rrespondían a los nueve servicios que se le habían


concedido: Ferrocarril Central del Perú, Ferrocarril
del Sur del Perú, Navegación del Lago Titicaca,-
Ferrocarril de Paita a- Piura, Ferrocarril de Tru-
jillo, Ferrocarril de P!!casmayo a Guadalupe, Ferro-
carril de Chimbote, 'Ferrocanil de lea a Pisco y
Ferrocarril de Guaqui !:l La P.az. Los ingreoos ob-
tenidos por todas esas ·l íneas fueron fabulosos as-
cendienc\o progresivamente desde S/ . 2:797,745 en
1800 a más de cuatro millone.9 en 1899 para al-
canzaT en 1928 ~rea de S/. 2rooo,OOO. Poseía ade-
más el uso gratuitó de los principal~ muelles de
la República, y en 1907 se_le había conoedi'do 300
artículos de libre importación.
. Por e_lescaso desarrollo de 1las carreteras pe-
ruanas, dúrante todos esos años, tanto la Compa-
ñía oomo los --agricultores, sus· clientes, utilizaron
los servicios de la Peruvian y de ail~as otras
líneas. La Compañía del Guano estaba interesada
en que los fletes del guano tuvieran un carácter
proteccionista a fin de promover · su. mayor y más
intensivo oonsumo. E-1 Gobierno coincidía con esa
política y la habi·á expresado en sus reglamentos
de tarif~. La propia Peruvian ha:bía accedido a
ciertas rebajas · en algunas líneas. Pero la s_itua-
ci6n estaba lejos de ser satisfactoria. Ya en 1916
la Sección Técnica de la Compañía ( Lava:lle) pre-
paró un "Inforine sobre el flete, actual del Guano
en los ferroca:rri~es de ·la _R8P,ública" 13, donde se

13. Lavalle, José Antonio. "Informe sobre el flete ac-


tual del Guano en· los ferrocarriles de la República". Me-
··morlas 1916/11
340 PABLO MACi::-RA

examinaban los diversos aspectos jw·ídicos y eco-


nómicos del transporte ·y se proponían algunas so-
luciones inmediatas. Entre los principales proble-
-mas contaba el de la falta de uniformidad en la ca-
tegoría y .en. la tasa del flete, que correspondía
•al guano en tlo~ diversos ferrocarriloo. Las di- ..
ferenci~ de tasa eran explicables y justificadas
teniendo .en cuenta la diversa :topografía de la~
region~ servi<lasj por lo~ ferrooarril~ así como
su longitud y el volwnen de carga que moviliza-
ban; pero no pasaba fo .mismo con la categoriza-
ción. En algunos ferrocarriles, el guano era con-
siderado carga de 7ma. clase (F. C. Central), mien-
tras que en otros lo era de Sta. ( P3ita a Piura),
1ta. (Pimentel a Chiclayo, Ferrocarriles del · sur)
y h~ta de 3ra.· ( Pacasmayo a Chilete, Salaverry
a Ascope, Trujillo, etc.. . ) . · Lo~ e.midios de la
Compañía, demostraban que sin perjuicio paira1las
empresas ferrocarrileras podía rebajarse el flete
del guano en porcentaje que sobre -las tarifas vi-
gentes variaban desde un 10% hasta un 50% se-
gún los casos. Esa reducci"ón serla, absorbida y
compensada por el mayor volumen de carga que
-alentaría tanto directamente con la movilización ·
del guano <:<>mo también por la mayor producción
agrícola que determinaría y habría de ·~er trans-
portada por" el femx,:arrii.
Tendremos ocasión más tarde de volver a
considerar la incidencia de los sistemas· de trans-
porte sobre las operacion~ de la Compañía. Lo
que ahora interesaba era completar el examen de
sus relaciones con la Peruvian Carporation y da5-
cribir uno de lo~ mucho~ problemas que la Com-
KL GUANO 341

pañía tuvo que resolver en los primeros años de


su organización 14•

Geografía y biowgía
Al mismo tiempo que delinea:ba sus relacio-
nes con la Peruvian Corporation, la Compañía Ad-
ministradora del Guano, tuvo que proceder a una
evaluación de los recursos naturales a su dis-
posición. La, división por zonas y el criterio de
preferencia para la agricultw·a naciona:l, así como ~
el señalamiento de las cifras de exportación y con-
sumo interno, ·suponían el conotjmiento previo de
la potencia de los diversos depósitos y una pro-
yección de su desarrollo con las consiguientes me-
didas promocionales y de proteoción que técnica-
mente se recomendaran. La Compañía no podía ac-
tuar, como hasta el momento de su fundación ha-
bían procedido los particulares, es decir agotando
sin escrúpulos una riqueza renovable. Había que
solicitar el concurso dé geógrafos y biólogos, esta• .
dísticos .y agrónomos, de modo que se contara con
un inventario oompleto de las islas! y sus aves
guaneras. La Compañía debió pues, desarrollar
un programa .técnico científico. Desde luego que
esa -labor fue fa.rga y costos~ y sobre todo mal
comprendida. No faltan en los pe1iódicos de la épo-
ca, quejas de los mismos agricultores contra los
gastos de la Compañía, que ellos consideraban ex-
cesivos, en el pago de misiones y servicios cien- ·

14. Para otras noticias sobre el problema de los fletes


consultar en especial Memoria 1919/ 20; Memoria 1921/22.
PABLO MACERA
342

tíficos 15'. Pero tanto el Directorio como los prime-


ros asesores técnicos (y entre todos José Antonio
de Lavalle), consiguieron imponer su criterio y
hacer entender que todos -aquellos gastos t-aoha-
dos de superfluos, ~ indispensables para el
desenvolvimiento económico de la empresa. No
podemos aquí seguir paso a pa~, cada una de
las actividades que en este sector propició la
Compañía; el propio resumen tlivulgatorio es di-
fícil. Pero es indispensable intentar siquiera una
visión de conjunto. Para facilitar la exposición lo
haremos sin seguir un estricto orden cronológico,
prefiriendo una agrupación por temas, que des4e
,la geografía de las islas nos Ueve hasta la bio-
.historia de sus diferentes pobladores. Desde lue-
go que este tipo de exposición presenta el incon-
veniente de obligamos. a¡ sobrepasar el período
inicial de organización, al cual regresaremo5> pe_-
ro en cambio permitirá apreciar en todo su de-
~llo, el esfuerzo científico de la Compañía del
Guano en lo que se refiere -a la producción del fer-
tilizante.
Antes de }a formación de la Compañía .del Gua-
no, las islas habían sido estudiadas durante toda
la segunda mitad del siglo XIX por algunos cien-
tíficos peruanos y extranjeros ( Rivero, Raimondi)
y por algunas comisiones oficiales, -pero la suma
de todos esos conocimientos, distaba mucho de
ser completa. La Compañía del Guano tuvo que ac-
tualizar en primer •lugar 1os -mapas del litoral
peruano y precisar la exacta ubicación de todas

15. Memorias 1912/13; 1914115.


EL GUANO 343

las islas, morros y puntas habitados por las di-


ferentes especies de aves productoras del guano.
Para ello se utilizaron primeramente los depósi-
tos del Ministerio de Marina y las cartas que al-
guno.s viajeros extranjeros del siglo pasado habían
publicado. Pero esa información presentaba algu-
' nas lagunas, al punto que todavía en 1915 circu-
laban rumores que existían islas guaneras del to-
do desconocidas y se llegó a organizar una expe-
dición para encontrarlas 16• Los viajes de los pro-
pios técnicos de la Compañía o de oficiales de la
Marina de Guerra, comisionados por el Gobierne;>,
permitieron que entre 19Q9-1915 se contara Y!l con
una descripción minuciosa de las islas, que ade-
más de su posición geográfica indicaba sus dis-
tancias a los puertos más próximos, dato este ú'l-
timo indispensable para que la Compañía calcula-
ra los costos de transporte. Al mismo tiempo que
esta geografía de las posiciones, fa Compañía dis-
puso un ·levantamiento topográfico .de oada isla
y un estudio de sus condiciones climáticas. Gran
parte de ese trabajo fue realizado por el equipo
de colaboradores peruanos, que dirigía José An-
tonio de LavaN.e y más tarde ,por misiones de
técnicos extranjeros. Ya en 1919, la Compañía
del Guano había conseguido instalar estaciones
metereológicas y organizar un servicio perm~-
nente de partes •semanales que eran registrados
y examinados después en las oficinasi centrales
de Lima. Como · veremos a continuación, un ser-
vicio similár, proyectado y controlado desde Lima,
pero con ejecución directa por personal suba:lter-
16. Memorias 1912/13.
344 PABLO MACE-RA

no en cada sitio concreto, fue aplic~o también


para conocer la biología de las aves.
, M~pas de fas costas y planos de las islas per-
mitieron en pocos años de trabajo intensivo acu- ·
mulair un material científico cuyas aplicaciones
prácticas fueron inmediatas. De la imprecisión
empírica, que bajo el nombre genérico de "las is-
las" mencionaba sin mayor distinción a todas ellas,
se pas6 a clasificaciones zonales y a la inclividun-
lización. Tomando como eje el puerto del Cal,Iao,
se podía distinguir no menos de cinco zonas. Dos
d~ eJ.las a:l norte, una para la costa central y ·las
otras al sur. El primer grupo lo formaban al ex-
tremo norte, las islas de Lobos de Tierra y Lo-
bos de Afuera, ambas frente ail desierto de Sechu-
ra. Con una ,.distancia de 9 y 34 miHas de las
playas costeras respectivamente, muy por encima
del promedio general, sus condiciones climáticas
eran excepcionales por la combinación de -los vien-
tos marinos de alta mar con su proximidad a los
trópicos. Más a,l sur, frente ,a fos buenos valles
azucareros de Lambayeque y La Libertad, hasta
la desembocadura del Santa ( enh·e los 7949' y los
9"2') estaban -los grupos de Macabí y Guaiia:pe.
La tercera zona corresponde a lo que hoy llama-
mos la costa central ( sector costeño de los de-
partamentos de Ancash y Lima), que alcanzaba
por el sur hasta las islas de Asia 17• Los grupos

17. Cf. Forhe$ H. O. "Puntos principales del informe


presentado al Supremo Gobierno por el ornitólogo Dr.
H. O. Forbes sobre el estudio de tas islas guaneras... Me-
morias 1913/14. Y también S, N.A. "Islas y Puntas Gua-
neras de la Costa del Perú". Boletín 1945.
EL GUANO 345

de Santa, Blanca, Ferro!, Tortuga., Don Martín,


Huaura, Chancay, Pescadores, San Lorenzo, Pacha-
camac y Asia, ofrecían una característica "dis-
persión", concentrada sin embargo en un~ sola
área; fenómeno éste que si de un lado determinó
una correlativa diversificación de sus operaciones,
con inevitable elevación de costos, al mismo tiem-
po simplificaba: la distribución del fertilizante en-
tre los correspondientes valles costeños que "en-
frentaban" a estas islas. · En la cuanta zona que ·
en gran parte coincidía ·con lo que algunos hoy
llaman el "sur chico''., con una expresión copiada
de los geógrafos chilenos, predominaban geográ-
ficamente las islas de Chincha y Ballestas y los
ricos depósitos de Santa Rosa ( muy seca) que
daban por entonces el guano rico de más : alta
ley de nitrógeno. Después la masa ,continental
retrocedía y el suelo marítimo permanecía mucho
más sumergido; puntas, peñones y •p equeñas islas
oonfoomaban esta quinta zona de muy secundario
valor econórhico.
Todas estas is~ forman parte geológica de
lo que podríamos llamar los Andes marítimos se-
parados de .fa cordillem continental por el mar
desde hacía millones de años. Con e:ccepción de
la gran isla norteña de Lobo:; de Tierra, las dimen-
siones promedio varían- enbre media milla y milla
de diámetro. Pero esta circunstancia no ha influi-
do de modo exclusivo sobre '1a potencia de los
depósitos de guano: Guañape, Santa Rosa y Chin-
cl1a produjeron individualmente más guano entre
1909-1942 que por ejemplo Lobos de Tierra. Des-
de Juego que en este último caso hay que tener
346 PABLO MACERA

en cuenta la explotación intensiva que en esas


islas habían efectuado desde 1890 la Peruvian
Corporation. Pero también han sido detemrinan-
tes Jos factores climáticos y entre ellos la; tem-
peratura d~ cada isla. Al respecto hay gr-andes
variaciones como pudieron observarlo desde 1909
los servicios técnicos de la Compañía del Guano.
E'O el norte y la costa central hasta Asia, la tem-
es
peratura húmeda tolerando en algún caso ( i~-
la de Santa) la vegetación del_ musgo. Más al sur
predomina la sequedad en -las islas. En cuanto a
las distancias de las islas respecto a la costa,
el mayor promedio corresponde a las islas situa-
das entre Chicama y Hua-cho, disminuyendo desde .
. Chancay para el sur. Este mayor o menor aleja•
miento fue señailado ·P.Or la Compañía, como causa
complementaria en el desarrollo de la población
aviar de las islas, no tanto por la incidencia cli-
mática sino má:s bien porque en_ algunos casos
favorecía la intervención negativa del hombre ( pes-
~ con dinamita, depredación de huevos, instala-
ción de aves domésticas, · etc... ) ..
Desde luego que cuando la Compañía del Gua-
no inició esas investigaciones, oomo para noso- ·
tros en este momento, las islas le interesaban co-
mo· habitat de las aves guaneras. · La geografía fí-
. sica -no era para los técnicos de entonces sino el
anticipo de una biología que· a su vez era función
de las actividades económicas. De ahí que además
de los mapas y levantamientos topográficos se pro-
moviera la investigación de ·los biólogos. Ya en
1912 se cont;ra,t6 -al_científico inglés Forbes parte
de cuyos gastos fueron pagados por la Peruvian
J,,L GUANO
347

Corporation. En esos mismos años Lavalle, aun-


que agrónomo, estudiaba: también eL ciclo vital
de las aves y su relación con a:lgunos fenómenos
marítimos como el llamado aguaje. En los años si-
guientes la Com~a obtuvo la colaboración de
otros técnicos peruanos o extranjeros como Vogt,
Murphy, Schweigger y del Solar, todos. los cuales
contribuyeron ep, diversas épocas y desde dife-
rentes ángulos al conocimiento de fas aves o por
extensión de todo el ciclo biológico de los mares
peruanos 18• Gracias a -todos ellos la Compañía pu-
do conocer pocos años después de su fundación
el "e.stado vital" de hls isla:s cuya administración
se le confia:ba. El simplismo que no veía en -las
islas otra forma de vida que las aves guaneras,
18. Entre otros cóqsultar: Mwphy, R. "Los invertebra-
dos terrestres de .las islas guaneras del Perú". Lima 1921;
Lavalle, J.A. "La destrucción de las garrapatas en las is-
las guaneras por· sus enemigos naturales... Memorias
1922/23; Forbes, H. O. "Puntos principales del informe
presentado al Supremo Gobierno por el ornitólogo Dr. H. O.
Forbes, sobre el estudio de ·las .islas guaneras". Lima 1914:
Lavalle, J. A. "Datos para el estudio de la relación entre
las épocas de realización de las principales fases de la vi- .
da de las aves y las condiciones climatéricas", Memoria .
1919/20; Lavalle, J. A. "Estudio sobre los factores que in-
fluyen sobre las distribuciones de los nidos de las aves pro-
ductoras de guano". Lima 1927; Vogt, W. "Enumeración
preliminar de algunos problemas ' relacionados con la pro-
ducción del guano en el Perú", I:.ima 1939; Vogt, W. "La
importancia para la agricultura de la conservación de los
animales silvestres, demostrada por la industria del gua-
no". Boletín de la Compañfa 1940; Vogt, W. "Informe
sobre las aves guaneras por el ornitólogo americano señor
W. Vogt". Lima 1942; Llosa Belaúnde, Carlos. "La pro-
ducción del guano de las islas y sus relaciones biológi-
cas". Boletín ae la Compañía 1974.
PABLO MACERA
348

se olvida que éstas· desde tiempo muy antiguo ha-


bían tenido que compartir su espacio no sólo con
el hombre, ocupante precario y estacional de las
islas, sino también con otras formas de vida en al-
gunos casos complementarias y hasta parasitarias
de las aves u otras veces simplemente poblacio-
ne~ invasoris, impuestas. por la presencia humana.
. Como fo indicaron Forbes, Mw,phy y Vogt un c~-
so demográfico ·~e las islas tendría en consecuen-
lrla que comprender diversos grupos dentro de un
gran conjU'l1to de convi.vencia biológica, en la cual
como se ha dicho habría que incluir al hombre,
que gracias a la política biológica de la Compañía,
se convertía en un agente positivo r~gulador de
:] a naturale-za; y fuera de las -mismas islas, por úl- .
timo, los peces y otras formas de vida botánica
y animal en los mares .q ue sui;tentan la totalidad
del ciclo biológico al que pertenecen las aves.
Esta enumeración y el estudio de las relacio-
nes mutuas entre las unidades del conjunto, no de-
ben hacernos olvidan-, como muy bien· lo advertían
los biólogos al servicio de la Compañía, que el eje
biológico de las islas son las aves guaneras. No
se b·ata de un antropomorfismo que nos lleva a
otorgar un. ·primer . puesto ·ai ser vivo, que para
el hombre ha tenido mayor. importancia, hasta ha-
ce pocos años. El ave guanera ha sido desde ha-
ce varios siglos fa población predominante en las
islas no s6lo por razones ~nómicas, sino porque
es en función de su presencia _que han surgido
· y desarrollado casi todas ,las demás poblaciones .
permanentes y estacionales. Desde luego que es-
tas aves sólo constituyen una de las muchas espe-
. EL GUANO
349

1 · cies de aves que frecuentan los mares peruanos.


Sin considerar ·a fos Tubinares y al Ave del Tró-
pico "únicas aves de alta mar en el Peiní", hay que
distinguir entre las oostaner.as recientemente cla-
sificadas por María Koepcke 19 ya sea endémi:c;:as
de la Corriente Peruana o a las emigrantes del
norte, del sur o de las tierras continentales. Pero
para los fines de este trabajo nos limitaremos ex-
clusivamente a las tres principales guaneras: Gua-
nay, Piquero y Alcatraz, sin mencionar otras es-
pecies como -los Potoyuncos, Pingüinos y Zarcillos
que en épocas ·antiguas depositaban su guano en'
las islas pero que han desaparecido, porque como
. textualmente lo indican Jordán y Fuentes, fueron
destruidas las grandes acumulaciones de guano que
les- servían de ·albergue 20• Todasf e ~ especies·
han ocupado las islas mucho antes que los hom-
bres habitaran las tierras continental~. Vogt ( 1942)
calculaba esa residencia en varios cientos de miles
de años. Algunas de estas ~ves, como el guanay
y el piquero,, habíanj llegado -a l litoral peruano
desde el antáatico, mientras ·que el alcatraz ve-
nía de los trópicos. Unos y otr~s se habían dis-
tribuido -a todo Jo largo de fa costa peruana adap-
tando sus modelos hereditarios a -las influencias
selectivas de un nuevo medio ambiente particu-
·. lannente favorable por ser lo que ,podríamos de-

19. Koepc]se, Maria. "Lo.s tipos de distribución geo-


gráfica de las aves marinas del Perú" en Memoria del Pri-
mer Seminario Latinoamericano scbre el Pacífico Orien-
tal. Lima 1967. Universidad de San Marcos.
.20. Jordán. R. y Fuentes, H. "Estudio preliminar so-
b~ las fluctuaciones de las poblaciones de aves guane-
ras", En la misma publicación citada en la nota anterior.
350 PABLO MACERA

signa,r como un ambiente de transición entre los


calores del Ecuador y los fríos crulenos. Pero ese
poblamiento había sido desigual. El alcatraz y
el camanay por su mayor tolerancia al calor vi-
vían allí donde habitualmente no lo hacía el gua-
nay, pero en ·c ambio no preferían los ambientes
del sur. De las otras . dos especies, el piquero
predominaba a. mediados del siglo XIX, según el
testimonio de Tschudi y Raimontli 21 , pero ya a
fines de ~ siglo cedía posiciones frente ·al gua-
nay que recuperaba así la posición que según
Hutchinson. había gozado durante el siglo XVIII 22•
Según cálculos de Godoy ~l guanay que sólo cu-
bría en 1915 el 16% de -la población total de las
aves, quince años m~ tarde representaba el 60%
y en 1937 el 75% 23• · ·

Los biólogos contratados por la Compañía del


Guano (sobre todo Vogt) han subrayado las dife-
rencias específica$ .entre esos diver~ grupos
de aves no sólo en su anatomo-fisiologfa, sino
también en lo que Sf? refiere ~ sus patrones de
vida ( alimentación, actividad sexual, etc... ) . De
, las tres especi~ guaneras principa:loo, la menos
gregaria es la del alcatraz que 'llega a pescar so-
litariamente y cuya sociabilidad está casi limita-
da a la primera época del apareamiento en la que
Vogt observó una e.stimulación de 'grupo. Pero
después que lo~ ·alcatraces han vestid~ su, plu-
maje prenupcia:1, de un blanco Hamativo que brilla

21. Citado por Jordán y Fuentes, op. cit.


22. Citado por Jordán y Fuentes, op. cit.
23. Gráficos de fa Biblioteca de CONAFER, sin indica-
ción de fuentes. ·
EL GUANO 351

al sol y los excita sexualmente, se aislan en pa-


rejas y forman un subgrupo familiar durante la
anidación y la posterior crianza de loo polluelos.
El guanay oomo él piquero son más gregarios
que el -alcatraz aunque en diferentes gradoo. No
. forman por cierto sociedades sino agregados en
que los factores determinantes han sido el poco
espacio disponible en las islas y él hábito de
agrupación de la anchoveta que ,l es sirve de ali-
mentos. No hemos de· exagerar sin embargo el
comportamiento de los guanllv'es y piqueros pro-
yectando sobre ellos -las pautas de la conducta
humana. Contra lo que algunos sostenían a prin-
cipios de aste siglo, observaciones posteriores han
probado que no existen entre elioo "exploradores
de grupo", ni líderes regular~ En cuanto _a sus
vuellls migratorios es un· proceso todavía no muy
bien estudiado en el que la única evidencia es la
coordinación de los movimientos individuales den-
tro de un esquema colectivo, pero sin que se pue-
da determinaJr qué tipo de comunicaciones produce.
El gregarismo del guanay y en segundo lugar
el de los piqueros ~ vin~ado como se ha di-
cho ·al ciclo de sus actividad~. sexuales que son
las predominantes en fa biología del -ave, al punto
que los ornitólogos, observaron que a medida que
se acerca la época de cría, y coincidiendo con
ciertas .variaciones de' temperatw:a, los órganos
sexuales del guanay crecen, principalmente en las
hembras, que producen el huevo; y tanto que és-
tas últimas tienen dificultad entonces para volar.
El celo de las aves dura un mes, y la asociación
sexual un total de cuatro mes~ contando la po~-
352 PABLO MACERA

tura e incubación ( 30 días), y el tiempo de crian-


za ( 2 meses) . Durante gran parte de ese perío-
do, por lo menos hasta que el pichón tiene · tres
semanas, las parejas de guanayes. practican un
cierto tipo de cortejo y .hasta algunas copulacio-
nes parciales; -ambos comportamientos instintivos
favorecen Ja unió~ entre los padrns que a su vez
asegura la sobrevivencia de los polluelos y la con-
tinuidad de la especie 24• . La anidación comienza -
con la apropia-ción de un sitio por el macho; hay
un territorio sexual y familia!!" qu~ en °las aves
guaneras como en otras especies de animales, pa-
rece indispensable para el desan-ollo armónico
del individuo. Macho y hembra compruten la in-
cubación y alimentan por igual a sus hijos. Cada
uno de ellos, fuera de la "familia" que ha fol'm.a-
do, se s ~ para incorporarse -a su propio gru-
po sexual puesi se ha indicado que hay ciertas
tendencias a que los machos salgan juntos a pes-
car y las hembras por su lado. Como cada indi-
viduo emplea seis horas promedio al día para ali-
mentarse, fa: asociación de la pareja s.ólo cubre
la mitad de una jornada ~ sin contar las horas de
dormir, estrictamente "individuales"). Durante su
estancia en -las islas no se ha advertido marca-
dos antagonismos entre -los guanayes, mientras
que sí es notorio entre los piqueros debido, se-
gún se supone, . a . su incapacidad para ·distinguir
los sexos.

24. En esta explicación hay sin duda · un cierto fina-


lismo disimulado por la exposición cronológica sucesiva de
funciones y efectos.
EL GUANO
353

En lo que se refiere al valor de cada una de


es~ diferentes especi~ como productoras de
guano contamos con numerosos estudios, algunos
pocos del siglo pasado y otros posteriores a la
formación de la Compañía. Administradora. En
1911 J. A. de Lavalle, realizó algunas observacio-
nes al respecto que arrojaron. ~clusiones que
consideramo~ mejor transcribir texru~ente: "A
pesair, dice Lavalle, de ser idéntica la alimen~-
ción de los pájaros productores del guano y más
o menos análoga; la constitución de su aparato
digestivo, la composición de sus deyecciones no
es idéntica; hay entre ell051 apreciables diferen-
cias cuantitativas en su tenor respectivo en ele-
mentos nutritivos y principalmente en e1 grado
de asimibilidad de éstos. Esas diferencias pue-
den apreciarse comparando la composición del gua-
no de las tres p~ipales especi~ productoras:
el alcatraz, el guanay y el piquero":

Alcatraz Guanay Piquero


Humedad 18,95 s:ss
Insoluble en áeido 0,39 0,47 2,40
Cenizas 27,46 36,06 72,70
Mat~rias solubles
en agua 38,86 44,96 15,40
Cloro ' 0,54 0,10 0,35
Cloro (en NaCll 0,89 0,17 O.SS
Nitrógeno total 15,54 11,76 5,46
Orgánico 12,18 8,12 2,02
Amoniacal 3,22 3,50 3,30
Nltrico 0,14 0,14 0,14
Acido Fosfórico 10,15 13,10 5,75
Potasa 0,67 1,94 . 2,07
Cal 9,16 13,16 7,20
354 PABLO MACERA
.
"Como puede verse, continúa La.valle, por la •com-
paración de las composicion~ respectivas, el gua-
no del guanay es el mejor. A pesar de ser su ri- .
queza en nitrógeno total, menor que los guanos •
de alcatraz, él contiene proporción mayor de ni-
trógeno inmediatamente asimilable, pues ~ más .
elevado su tenor en nitrógeno amoniacal y seme-
jante en su riqueza en ese elemento bajo la for-
ma rutrica. Además el guano· de guanay es oon-
siderablemente más rico en ácido fosfórico, pota-
sa y cal, lo que le da _u na superiori<lad sobre los
guanos de alcatraz y piquero" 25•
Ya dijimos que en ·el curso de ios mil~ de
años que han habitado estas aves el litoral perua-
no se han visto ob1:iga~ a compartir las islas
con otros poblador~ Algunos como el ave ho-
radora, desaparecieron ·en la segunda mitad del
siglo XIX u.. La coexistencia -de estas diversas
poblaciones ha tenido efectos positivos y negati-
vos sobre las aves guan~. Depredadores suyos
han sido la gaviota, el simión, el ,gallinazo y el
cóndor, fauna que desde tiempo ·a ntiguo ha ~ita-
do las islas en busca de huevos y polluelos. De
una acción diferente pero igualmente dañina fueron
·las aves domésticas introducidas desde el conti-
nente a partir del siglo XVI con la conquista es-
pañola.. Cu~do la Compañía se hizo cargo de la
administración de las islas comprobó que en -mu-
chas de ellas habían corrales de gallinas instala-·
dos por los peones de los contratistas. Fue nece-
sario imponer drásti~ sanciones para que esta·
25. Lavalle, J. A. Memoria 1912/13.
26 Cf. en especial Memorias del período 1915/1929.
BL GUANO · 355

costumbre no continuara y aún así la Compañía


descubrió en los primeros años algunos casos ais-
lados de desobediencia. Las aves domésticas ,lle-
varon a las islas enfermedades nuevas, contra las
cuales las aves guaneras no habían desarrollado
resistencia especifica. Junto con las aves domés-
ticas llegaron también gatos y ratones; los segun-
dos del todo perjudiciales mientras que en el ca-
so ·d e los gatos muchos recomendaban su presen-
cia para controlar el crecimiento de ·los roedores
aunqu~ con la· precaución de domesticarlos para·
· que no apresasen a los polluelos. Otros habitan-
tes de las. -islas sobre lo~ . cuales se prestó una
atención especial fueron las diversas clases de in-
sectos. Murphy en un estudio que fa Compañía
tradujo y publicó en 19.00 inventarió no menos
de 27 especies. Desde arañas y escorpiones ( es-
tos sobre todo en Chincha) hasta diferentes eséara-
bajos ·como "El Abuelito" de Lobos de Tierra. Pe-
ro :los más dañinos para las aves y el hombre eran .
las moscas ladronas y de carne y en particular
las garrapatas. La Compañía trató de reducir al
mínimo esta fa~tna perjudicial. Lavalle, en consulta
con algunos biólogos, presentó al irespecto un plan,
Lo que más preocupaba era fa acción de fas ga-
rrapatas; los hábitos de vida de este animal eran
parecidos a ios del. chinche común, con gran acti-
vidad nocturna que desvelaba a sus víctimas. Una
hembra de garrapata ponía .20 mil huevos y en las
condiciones higiénicas de las islas, la especie pros-
peraba. Lavalle propuso dos medidas coordinadas;
en primer término barrer las islas y remover 1~
piedras para destruir nidos; y además desencade-
PABLO MACERA
356
nar una guerra· biológica, oponiendo a la gartapa-
ta una especie adversaria, la araña llamada Dide-
1

ra Murphy que existía en algunas islas¡.


Sobre todo este complejo biológico, la Compa-
ñía del Guano impuso un orden planificador de
acuerdo con los técnicos científicos que la aseso-
raban. La primera medida fue la extracción rota-
tiva en vez de la expl9tación anual que si bi~n de
inmediato rendía más, en cambio era desfavora-
ble para la tranquilidad de las aves. Por la misma
razón obtuvo el controf de la pesca ~eando como
ya se dijo una -~urisprudencia _alimenticia priv;ativa
de las aves en la inmediación de cada isla. Toda
esta política dirigida a corregir la devastación
que el hombre había provocado en las guaneras
durante el siglo XIX, se complementó con una
modificación artificial del habitat de las aves. Re-
moción de piedras, limpieza e igualación de los
suelos, •muelles art:i.fi.ciales, etc. . ., al punto que
las islas que hoy conocemos son tanto obra de la
naturaleza como consb.ucción del hombre, puesta
al servicio inmediato de las aves 26•
C o~mo y distribución
Otro problema por resolver dentro de la or-
ganización de la Compañía era el de la canti-
dad de guano que habría de producir de acuerdo
con lo~ requerimientos. de fa agricultura nacio-
nal. La Compañía no podía limitarse a la eva-
luación de los 1·ecursos naturaJ.es sino que debía
complementar esa primera información con el es-
tudio de su mercado interno, ·lo cual, en resumen, ·
26. Cf.. en especial Memorias del período 1915/1929.
~ GUANQ 357

equivalía a un censo agropecuario del Perú en que


por regiones y cultivos se estimara fas, necesi-
dades de fertilizantes. Hemos de ver cómo fue
resuelta esta cuestión pero a fin de entenderlo
mejor es indispensable antes conocer el estado
de -l a agricultura peruana desde mediados del si-
glo XIX hasta principios del 'siglo XX. Desde
luego que no podemos ni qu·eremos intentar una
presentación completa del tema y nos limitaremos
a estudiar los cultivos de exportaci6n -azúcar y
algodón- ya que fueron éstos los más vinculados
a la explotación del -guano. Se tratará sólo de
-una desoripción <le conjunto con inevitables vacíos
en muchos casos involuntarios. Aún así nuestra
exposición podrá parecer ·excesiva. Creemos sin
embargo que a medi-da que en las páginas poste-
riores a este capítulo se consideren las' .relacio-
nes entre la Compañía del Guano y los exporta-
dores agrícolas, se comprenderá la utilidad del
largo paréntesis que ahora abri~os.
Seña:lemos en primer lugar las deficiencias de
nuestras fuentes particularmente en lo que se re·
fiere a datos estadísticos. Ya es sabido que el
Estado Peruano sólo tuvo una Dirección de Esta-
dística en 1872; antes! de esa fecha el control
fiscal no había sido unificado y· la información es-
tadística estaba confiada a diversas reparticiones
que actuaban con relativa independencia unas de
otras. En Jo que toca a la agricultura se habín
ensayado desde la Independencia ( 1821-24) conti-
nuar y perfeccionar la administración colonial, pero
sin mayor éxito. Primero, porque las famosas Ma-
trículas de Cabezones, vigentes en el siglo ~II,
358 PABLO MACERA

fueron inoperantes después que Bolívar suprimió


la alca:bala impuesta sobre el comercio interior
de las haciendas que esas Matrículas oontrola-
ban 27• Subsistieron sí los Diezmos pero oon los
mismos defectos de la época ·oolonial, es decir oon
la interferencia. de la administración eclesiástica
y manteniendo una ,organización arcaica. Durante
muchos años el nuevo ~stado Peruano tuvo pues
qu~ valerse de otras fuentes de información para
conocer ila producción agropecuaria del país. De
un lado las llamadas Matrículas de Contriooqen-
tes y del otro las estadísticas sumarias de algu-
nos impuestos ( sobre ·el aloohol, la coca o la ex-
plotación del azúcar y fanas). Las Matrículas de
Contribuyentes fueron organizadas al principio se-
gún ·el modelo de las Revistas de Tributarios
establecidas desde el siglo XVI por el régimen
colonial. De estas Matrículas interesan para la
historia de la agricultura tanto las de predios ní"s-
ticos donde se consignaba el tipo de producción v
la renta anual del ·suelo, como también las de ln-
díe:enas en que -la población eral clasificada ·en
ori)!inarios ( con tierras) y forasteros ( sin tie-
rras). En al1?Unos caso·s los funcionarios añadían
a las Matrículas u.ni informe s'obrei la situación
económica general de la región 28• De algunos de
esto·s documentos se valieron en el curso del si-
glo XIX todos ·,aquellos que, como Paz Soldá~ o

27. Archivo Nacional del Perú; Sección Histórica. Renl


Hncienda, siglo XVIII, lgs. 1, 3 y 15.
28. Archivo Histórico del Ministerio de Hacienda. "Li-
bros de Contribuventes" ( 1833-1853) ; entre otros los Nos.
0027 y 0034 . .
BL GUANO 359

Carrasco, quisieron esti~ nuestros totales de


población o el estado económico del país. A fines
del siglo XIX después de la guerra con Chile, el
Gobierno de Piérola decidió que esta información
fuera impresa y gracias a esta medida contamos
con las Matrículas de Contribuyentes de 1896 29•
Por el volumen del material no podemos presen-
tar ahora su interpretación que ·ha tomado a su
cargo el Seminario de Historia Rural Andina de
la Universidad de San Marcos. En cuanto a las
estadísticas de exportación e impuestos, los técni-
cos de la época consideraban que sus cifras esta-
ban castigadas por un gran margen de evasión, P.e-
ro con todo han sido sus datos los preferidos por
Esteves, Gadand y otros que se preocuparon, desde
ángulos diversos, de conocer el estado de la agri- · ·
cultura peruana en el pasado siglo.
Fuera -del ámbito estrictamente fiscai1 de ·l as
contribuciones, hay que tener en cuenta otros ti-
pos d~ información oficial, referidos al sector agro-
pecuario: las llamadas Listas de Regantes que con-
tinuaban las que antes de la República tuvieron a
su cargo los Jueces de Aguas. En su mayor par-
te estas list~•han sido destruidas. .'
Ya desde antes de la guerra con Chile ·el Es-
tado Peruano había procurado corregir los vacíos
de información ·que :t~09 1~ métodos referidos
proporcionaban acerca de la agricultura; y en
1875, tres años después de crear la Dirección de
Estadística se encomendó al técnico Marchand la
realización del primer censo agrícola del Perú. Pe- .

29. "Matriculas de Contribuyentes" ts. 1-IV, Lima 1896.


PABLO MACERA
360
ro Marchand no pudo cumplir el · encargo porque
las autoridades de provincias no colaboraron. · Por .
la misma época, la novel Dirección de Estadística
consiguió en cambio que los Prefectos y Subpre-
fectos respondieran algunas preguntas SUll\WaS
sobre agnrultura ~mo parte de un plan muy am-
bicioso que pretendía llegar a ser una Descripción
Geográfico-Estadísti_ca General del Pení. Esas Me-
morias, como se las llamó, fueron publicadas duran-
te el gobierno de· Manuel Pardo y aunque fueron va-
liosísimas no contienen muchas veces apreciacio:
nes cuantitativas y se resienten ádemás de la falta
de preparación de los funcionarios. Después de la
Gúerra, en 1896 también fracas6 un segundo pro-
yecto, similar al ~e Marchand, parai realizar ~l
Censo A,gropecuario del Perú. Lo mismo sucedió
con los Censos Económicos que a principios del si-
glo XX quisieron realizar la Sociedad Nacional de
!nJdustrias y el Instituto Técnico Industrial, y fue
sólo en 1903 que José Balta, desde su puesto en
la Dirección de Fomento,· reunió los datos nece-
sarios sobre la producción agrícola .que . él y ·sus
colaboradores organizaron y publicaron en el 130- ·
letín del Ministei.io de Fomento. Faltan ,alli, es
cierto, algunas provincias, en particular de la sie-
rra, pero presentan un gran material de primera
mano sobre áreas cultivadas, precios! regionales,
costos de producció_n, col_)diciones de fa mano de
obra, etc.. . 30•
30. Boletín del Ministerio de Fomento. El primer nú-
mero fue publicado en enero de 1903. Según el proyecto
de J. Balta, entonces Director de Fomento, estarla dividi-
do en nueve secciones, una de las cuales seña la, de Agri-
c-ultur.> . .
BL GUANO . 361

Las dificultades oficiales par~ organizar una


información adecuada sobre la producción agrí-
cola son un buen indicio del estado de atraso en
que este sector económico se encontraba.•Los agri-
cultores peruanos, sobre todo antes de 1879, pero
aún en los primeros años del siglo XX, no sólo
descoi:lfiaban ·de esas iniciativas sino que en gene-
ral no consideraban útil ninguna racionalización
de sus propias actividades. Desconocían técnicas
agrícolas elementales y se mantení~ en los lími-
tes de un estrecho tra8.icionalismo. En 1904, Ro-
dríguez Dulanto, uno de los propulsores del estu-
dio científico del agro peruano :lo dijo muy clara-
mente: · -;¡¡. ·f,"~lr,~J-"':
"La agricultura ·nacional se encuentra salvo muy ra-
ras excepciones en un estado de atraso deplorable;
sus procedimientos se inspiran tan sólo en la rutina
y el empirismo. La mayor parte de nuestros hacen-
dados se consideran satisfechos con obtener al fin de
sus trabajos culturales una pequeña ganancia, un in-
terés muy bajo del capital invertido" 31.

En realidad el tradicionalismo y la ignorancia


de los agricultores eran una ronsecuencia de la
estructura de la tenencia de ·l a tierra en el Perú.
Durante gran parte del siglo XIX, hasta las crisis
posteriores a la guerra con Chile, se era agricul-
tor por razones de herencia y pocos procuraban
agenciarse ~e conocimientos adecuados. .
"La agricultura, decía Klinge en 1924, quedó con-
fiada siempre a los . hijos fracasados de las familias

31. Rodrigue-z Dulanto, A. M. "Agricultura -Nacional".


En Boletín del Ministerio de Fomento. Lima 1904.
362 PABLO MACERA

ricas poseedoras de la mayor parte de los fundos


de la costa. . El hijo que por tara f~ica o por mala
educacl6n no pudo surgir en la Universidad o en
la vida política, era irremediablemente destinado a
la agricultura y llevaba a ella el patrimonio de sus
vicios, de su ineptitud y su pereza. • • Los métodos
de cultivo heredados de los antepasados no eran pro-
ducto de una e.~riencia y observaci6n inteligente,
sino más bien el resultado de la iniciativa del pe6n
o caporal negro" 12.

Con este personal directivo puede suponerse


el grado de mf?demización bajísimo de las empre-
sas agricolas peruanas. Por otra parte no eran mu-
chós los hombres y las instituci9nes a los que po-
día xecunir un agricultor para remediar los de-
fectos de su formación individual Los propios
Manuales de Agricultura que enton~ circulaban
tenfan un tiraje muy reducido y no. siempre corres-
po~día su •contenido a las necesidades de sus olien-
tes, Ejemplos de esos manuales .fueron el que re-
dactó Manuel Alfaro en tiempos de Balta 33 y la
Cartilla de agricultura del Perú editada por José
Luis Torres en 1896 34• En cuanto ·a publicaciones
, especializadas, las qúe existían se referían prin-
cipalmente a fa 4ldustria azucarera, como La Re-
vista de Agricultura, La Industria Azucarera y el
Bo'letín de la Sociedad de Agricultura, en las que
32. Klinge, ·Gerardo. La industria azucarera en el Pe-
ní. Lima 1924. .
33. Aliaro y Larriva, Manuel de. Trato te6rico prác-
tico de agricultura. Lima ( s. f . ). Editndo en época de
Balta: .
34. Torres, José Luis. Cartilla de agricultura d~l Pení.
Lima 1896.
l\L GUANO . 363

bieri se advertía-que por lo menos algunos de :los


principales empre.58rios agrícolas peruanoS1 reac-
cionaban contra la inercia de su propio grupo so-
cial. Fue eµ gran parte la crisis de los precios in-
ternacionales del azúcar a fines del siglo pasado
Jo que contribuyó a que este descuido, casi diría-
mos ~e desprecio por la técnica:, fuera desapare-
ciendo. Los agricultores, como lo veremos en las
páginas siguientes, se vieron obligadoo a dismi-
nuir sus costos de operación y aumentar el rendi-
miento unitario ~e sus campos. Para ello era in-
dispensable tma modernización que no podía serlo
solamente de herramientas o máquinas, sino tam-
bién, antes que nada de personal y oonocimient06.
De esta ~ounstan<;ia surgió la Escuela Nacional
de Agricultura ,y el equipo de.técnicos extranjeros
y primeros agrónomos peruanos que a principios
del siglo XX tomaron a su cargo una verdadera
revolución en el agro peruano. Algunos de eUos,
como José Antonio Lavalle, habrían de ser más tar-
de impulsores y colaboradores de la Compañía Ad-
ministradora tlel Guano. En vez de las cátedras de
Agricultura y Zootecnia que se dictaban en -la Fa-
cultad de Ciencias de San Maroos, se pudo contar
·con una institución dedicada exclusivamente a la
preparación de agrónomos. Se crearon estaciones
experimentales para el análisis de suelos y estu-
dios de fertilizantes; se multiplicairon los contactos
entre los agricultores nacionales y ]a Escuela de
Agronomía; y lo ·que es más, se organizó una cam-
paña en periódicos y revistas para tlivulgar entre
el medio agrícola los modernos procedimientos de
CU'ltivo. . De entonces son los grande~ informes pre-
364 PABLO MACERA

para4os por estos agrónomos sobre varios distri- .


tos del Perú: De ellos nos hemos de valer a conti-
nuación como lo hicieron Garlancl, Klinge, U garte y
otros, procurando r~catarlos de la postergación en
que se les tiene. Pero sin olvidar que no fueron
trabajos estrictamente "intelectuales" destinadosso-
lo -a la lectura, sino la expresión y el resultado
de un proceso muy complejo de modernización de
la agricultura ·peruana a principios del siglo XX.

"El azúcar
En cierto modo, en compru:ación con las de-
más regiones, ·l a agricultura de la costa se en_con-
traba relativamente adel~tada aunque su moder- •
nización no fuera completa a fines del' siglo XIX.
Los cultivos más prósperos eran los de azúcar y

l
~ algodón, productos de exportación que se habían
beneficiado -con precios que no podían alcanzar
aquellós otros productos que dependían de los pe·
queños mercados locales pe~anos. El azúéar pre-
dominaba entonces en la costa norte y central del
, país, d:e acuerdo a una distribución que tenía sus
orígenes en la época colonial. Ya en 1826 el Conde
de Mogel había distinguido en sus informes dos
paisajes agrarios en la costa peruana: desde Lam-
bayeque hasta Chincha, la caña'y má.s al sur el país
de la vid. Desde luego que hal?ía excepciones regio-
naJes. En el sur gran~e ( exceptuándose Arica y
Tarapa~ hoy en poder de Chile) los valles de .
Arequipa. habían desarrollado una agricultura de
panllevar y cultivaban también la caña; más allá
las tierras de Tacna se destinaban a la alfalfa y al
EL GUANO 365

algodón que se exportaba a Charcas. Mientras que


en los valles centrales, Chancay, al lado de la caña
(por ejemplo el gran ingenio jesuita de La Huaca)
cultivaba el maíz para el engorde de puercos que
vendían en la buena y cercana plaza de Lima. l{a-
bía también cultivos de caña en fos valles inte-
randinos de la sierra que atendían a los consumos
locales; o también, para el caso de Abancl!,y y Cuz-
co a la demanda e~terna de la actual Bolivia ( prin-
cipalmente La Paz, Oruro y Potosí).
No es fácil conocer en cifiras la producción glo-
bal de azúcar en la época colonial; para fines del
siglo XVIII contamos con los cálculos de Lequan-
da 35 _q ue Garland aceptó como buenos: un total
exportado de· 2,000 to~eladas anuales, de las que
una mayor parte iba a Chile, siguiéndole Charcas,
Buenos Aires y en último témrino Guayaquil. A fi-
nes del mismo siglo y comienzos del XIX el azú-
car peruana sufrió una seria crisis al perder el
-mercado de Buenos Aires que empezó a ser abas-
tecido por los plantadores brasileños; y poco más
tarde cuando las sublevaciones criollas interrum-
pieron el tráfü::o marítimo en el Pacífico Oriental,
tampoco se pudo vender a Chile. De esos años, 1813,
es la primera exportación documentada de azúcar
peruana a Europa 36; pero como las autoridades
virreinales prohibieron este Cómercio, .Jos azucare-
ros pensaron entonces en el mercado interno, no
para suministrarle más azúcar porque en este r~-
35. Garlan<l, Alejandro. Reseña industrial del Perú.
Lima 1905. ·
36. Macera, Pablo. '1nfonnaciones geográficas del Pe-
rú colonial". Lima 1963.
366 PABLO MACERA

gl6n el consumo estaba relaf;i~mente saturado, si-


no tratando de oompetir con los viñedos en el abas-
tecimiento de aguardiente. Hubo entonces agrias
disputas entre ambos sectores que teóricamente
fueron resueltas en favor de los viñedos aunque los
azucareros continuaron clandestinamente elaboran- ..
do el licor n.
No han sido todavía muy ,bien estudiados los
· procedimientos de cultivo de la caña y producción
del azúoair. durante todo ese período.colonial. Por
lo que se ha publicado parece ser que el azúcar
se encontraba técnicamente más desarrollada que
otras agriculturas, pero sin llegar al nivel que al-
canzaron México y Brasil, las Guayanas y las plan-
taciones francesas e inglesas de las Anti1las. La
variedad predominante hasta fines del siglo XVIII
fue la llamada Caña Criolla de tallos delgados; has-
ta que el minero Pedro Abadía ( que introdujo ~ -
bién -la primera máquina a vapor para el desagüe
de las minas) trajo la Caña de la India. De la
criolla se obtenía además de los cortes de . planta
y soca hasta tres de resocas, aunque los· técnicos
de Ja época habían observado que los últimos cor-
tes no daban buen caldo. Esta caña demoraba 30
meses en crecer y duraba a veces hasta 20 años 38•
Las plantaciones de -azúcar, tanto las oosteñas co-
mo las SeJII'anas, se caracterizaban por la presencia
de cultivos asociados y complementario~ de pan-

37. Id. ant.


38. Macera, Pablo. '1nstrucciones para el manejo de
las haciendas jesuitas del Perú" (siglos XVII-XVIII). Li-
ma 1966.
EL GUANO 3'67

llevar y alfalfa que servían para mantener a la po_.


blación de tra:bajadores y alimentar el ganado ( mu-
las y bueyes) que servían para :la elaboración y
transporte del producto. Los ingenios y trapiches
eran de d95 clases; los más eran movidos a fuerza
• de músculo y algunos con agua. La mano de obra
era proporcionada en la cost~ -por los esclavos y
algunos pocos jornaleros libres y en ia sierra por
los campesinos indios a través de múltiples sis-
temas de servidumbre como la mita, el socorro y
el yanaconaje 39• •• -

Los azucareros peruanos después de haber su-


frido las condiciones adversas de 1780-1820 tuvie-
ron también que résistir los efectos de la guerra
de la Independencia en su propio territorio. Los
precios subi~ron es cierto por lo menos hasta 1830,
pero en cambio su economía quedó desorganizada.
San Martín y Bolivair .montaron una economía mi-
litar de. requisitorias y préstamos forzosos que en
gran parte recayeron sobre los azucareros, muchos
de los cuales tenían simpatías por el antiguo régi-
men. Al mismo tiempo los ejércitos combatientes
desorganizaron el régimen de trabajo con el reclu-
tamiento forzoso de soldados no sólo entre los jor-
nales libres, sino también entre los esclavos. Ter-
minada la contienda en 1824 se reiniciaron las ven-
tas al mercado tradicional -de Chlle, pero por des-
gracia dentro de la nueva organización nacionalis-
ta. de las r~tivas economías, la competencia
Valpa,raíso-Callao provocó aranceles y reglamenta-
.ciones discriminantes por ambas ·partes que difi-

39. Id. ant.


368 PABLO MACERA

cultaron nuestro comercio. Por entonces se inició


la exportación de azúcar ·a E~opa, a partir de
1835 en que la Casa Gibbs despachó el primer
embarque destinado a Inglaterra: A ~ediados del
siglo los azucareros ya recuperados ocupaban cer-
ca de 17,000 esclavo~. Sus principales represen- "
tantes ocu~ban alt~. puestos políticos y sociales
,y constituían un poderosísimo grupo de presión
dentro del Estado_pel"l;lano, grupo que estuvo com-
prometido en-todos los grandes negocios de la épo-
ca, desde la Consolidación de Castilla-Echenique
hasta los tristes contratos de oonsignaci~n del
guano. Los gobiernos peruanos cedían a sus peticio-
nes y fue gracias a los azucareros que ~e aplaz6 la
. emancipación de los esclavos y que se dieron pri-
mas a la introducción de migrantes chinos. La pro-
tección y el régimen de favor que obtenían los azu-
careros te:úa una aparente justificación, no sólo en
la importancia de los capitales que tenían invertido~
sino también en el ~echo que la ~ociedad peruana
de entonces no daba margen para otro tipo de solu-
ciones. En el caso .de l~ negros esclavos y de los
"coolies" chinos, se trataba por ejemplo de las úni-
cas medidas factibles -a corto plazo para remediar
la carestía de mano de obra en la ·costa.- Eran ya
socialmente imposibles el mitimae incaico y la re-
ducción toledana como cwtlquier otro tipo de
reubicación demográfica mediante una migración
interna oficialmente dirigida. A lo más que ~ lle-
gó, con el tiempo, fracasada la esclavitud de ne-
gros y chinos, fue al envilecedor enganche que _hu- ·
bo de durar hasta el siglo XX y se.continúa toda-
vía empleando hoy ~ -
EL GUANO
369

Resueltos sus problemas internos con gobier-


nos amigos, nacidos de su propia clase social y
c;on una mano de obra organizada dentro de un
régimen de explotación,. los azucareros peruanos
desarrollaron su economía durante da segunda mi-
tad del siglo XIX aprovechando la creciente deman-
da mundial .·de productos de so6remesa. ( té, café,
tabaco, azúcar, cacao, etc... ) . En 1849 la produc-
ción de los principales países sólo totalizaba 848,782
toneladas y menos de 30 años después, en 1876,
Uegaba a ·1'881,49i'.>. En América los productores
más importantes eran Cuba, Brasil y Las Antillas.
El Perú ocupaba un puesto de muy tercer orde~.
Para nuestro caso fue decisiva la década 1860-70.
En 1871 la exportación peruana era 'd e 4,500 tns.;
dos años después habja más que triplicado ( 1873 :::;:
15,900 tns.) y en 1879, vísperas del conflicto con
Chile alcanzaba aproximadamente 60,763 tos. Es
decir que durante esos •años si bien la participación
· del Perú en el mercado mundial era mínima, en
cambio nuestra tasa de cr~ento fue elevadísi-
ma 40• Estas ciEras fueron vistas con gran optimis-
mo en un país que entre tanto veía declinar las
rentas del guano y atravesaba una gravísima cri-
sis fiscal como resultado de una mal coordinada
política de empréstitos y obras públi-cas. Era sin,
duda wi optimismo razonable, cuyo mayor funda-
mento era esa demanda mundial que hemos men-
cionado en pleno proceso d~ expansión por la eleva-

40. Para la historia del Úúcnr peruana en el siglo


XIX consultar en especial la ohm ya citada de Garlaud
y Esteves. Apuntes para la historia econ6mica del Perú.
Lima. 1882.
370 PABLO MACERA

ción continua del standard de vida de las pobla-


·ciones europeas. Pero un auge que dependía tam-
bién de factores internos, algunos de los cuales
- en los siguientes años, sufrieron algunas modifica-
ciones: institucion~ · (casa de comercio, baru:x>s)
dispuestas, por ejemplo, a otor-gar crédito a ¡os
agricultores. En algunos casos esos préstamos
fueron concedidos por casas exportadoras predomi-
nantemente inglesas que aspilraban a controlar la
comercialización -mundial del azúcar. En segundo
lugar hay que tener en cuenta el bajo costo de la
mano de obra peruana, situación a la que hemos
al~dido; ese bajo costo permitió a fos azucareros
compensar las desventajas de la distancia del Perú
respecto a los centros consumidores. Eran los tiem-
pos del "chino barato" o 09mo lo ha dicho con auto-
ridad Gerardo Klinge "eran los tiempos en que el
éxito de la agricultura estribaba no en explotai: a
la¡ tierra.. sino al hombre" 41 •
A esta prosperidad, cerca de 30 -añ9s carac-
terizados por la apertura de -los mercados eu-
ropeos, siguió una crisis determinada por varias
causas: suspensión de la migración china, quiebra .
de bancos, baja de los rendimientos unitarios ~o-
rno consecuencia de un monocultivo intensivo que
no empleaba abon~ento adecuado. La guerra
con Chile no hizo-sino agravar las consecuentjas
de estos defectos, no sólo porque desorganizó tem-
poralmente la economía peruana, sino pórque, si-
guiendo al parecer instrucciones militares y poli.
ti~ muy precisas, el ejérci~o chileno inv~~or, ~e

41. Klinge, op cit.


• EL GUANO
371

dedicó a talar y quemar algunas plantaciones. En


1883 el Perú sólo hubo de pr~ucir 39,233 tns. y
muchas empresas quebraron y desaparecieron.
· Pero, en la década del 90, un mejoramiento de los
precios internacionales abrió una nueva etapa al
azúcar peruano. El mercado intemo permaneció
estacionario pues en ·cada año desde 1895 a 1904
sólo consumió 25,000 tn~.. pero en cambio. las ex- ·
portaciones subieron ha:sta alcanzar un promedio
de 100,000 tns. por año. Se produjo entonces una
expansión desorbi~ada e irracional. Los hacenda-
. dos compraban equipo~ costosísimos cuya utili-
dad inmediata era discutible. Cada plantación por
pequeña que fuese aspiraba. a una autarquía ·an-
tieconómica.. Todo este derrOdhe fue muy pronto
sancionado cuando una baja continua del precio
mundial del azúcar encontró a los azucareros pe-
ruanos sin capital líquido de operaciones y con
equipos que no habían sido totalmente. amortiza-
dos. En 1900 el Cwt. 0 se pagaba a 12 chelin~; en
· los años siguientes bajó a 8.5 ~- y a. 6 ~-
M_uchos agricultores peruanos no pudieron resis-
tir esta baja. Las ~ s de exportación no sirven
en este caso concreto como .índice de la crisis,
pues continuaron en ascenso ( en 1900: · 112,000
-tns. y en 1904: 131,000 tns.), en. parte porque los
productores querían compensar la devaluación uni-
taria con mayores volúmenes de venta. Pero la
crisis 'qu~ en evidencia al comprobar la inten-
sa movilidad y transferencia de propiedades rus-
ticas. Muchas de las viejas familias criollas de-
bieron vender ~ hacien~ y ~eron su~titui-
• Hundredweight: quintal ( 50.8 Kg.,,).
372 PABLO MACERA

das por nuevos dueños, que con el tiempo consti-


tuyeron la élite económica ~ l de la República
durante el siglo XX.
Sin considerar por ahora · los efectos estricta-
mente sociales de este p ~ pe crisis ·con su
directa expresión en _la movilidad de la tenencia
agrícola, hay que reconocer que en lo económico
favoreció en cierto modo a. la industria peruana .
del azúcar, pues le obligó a una rápida tecnifi-
cación. En primer lugar se acentuó la concen-
tración de la propiedad y se desarrollaron toda-
vía más las grandes plantaciones. En ve-z; de los
pequeños sembradores de caña con algunas de-
cenas de fanegadas ( tipo Pacasmayo} predomina-
ron las extensas hatjendas tipo Chicama. Los
nuevos capit.alistas, entre los que contaban repre-
sentantes de la inversión extran,jera n'Orteameri-
cana, inglesa y alemana, equiparon mecánicamen-
te sus empresas sustituyendo parte de la mano
de obra. De entonces es la introducción del ara-
do a vapor tipo Fowler y la sustitución de las
carretas por el ferrooarril; y un poco más tar-
de ( 1904}, pero dentro del mismo proceso, el
descargador aut~mático que en Casa Grande re-
emplazó el trabajo de 50 braceros. Se prolonga-
l'On • y modificaron las antiguas acequias mejo-
rando el sistema de irrigación fluvial que en al-
gunos sitios fÚe completado con la excavación de
poros. Las empresas más progresistas y mejor
dotadas de capital contrataron agrónomos france-
ses, holandeses e ingleses, instalaron gabinetes
para el estudio de los suelos y campos de expe-
rimentación agrícola. buscando como decía lite-
ralmente Martinet "la opinión de la~ plantas". Si
BL GUANO

se quiere saber lo q~e ha:bía llegado· a ser alre-


dedor de 1900-1904 la e~presa azucarera perua-
na tendríamos un buen ejemplo en Chiclín que
la familiá Larco había comprado en 1895 trans-
formándola después radicalmente. El ingeniero
José_ G. Otero que la visitó a principios de este
siglo habló con entusiasmo de las innovaciones
allí introducidas llegando a· decir que yalia más
conocer sus métodos de trabajo que escuchar
cien discurso~ o lecciones de agronomía 42•
_ Fue también durante esta época qu~ los azu-
careros_ peruános resolvieron para su propio be-
neficio el problema. de la mano de obra, reac-
tualizando y generalizando el viejo ·sistema del
enganche, conocido desde la época .colonial. Nos
ocuparemos más adelante por extenso, d'e este ré-
gimen de· esclavitud disimulada que hasta hoy
mismo subsiste en la costa peruana. Los agri-
cultores han defendido el enganche recordando
la frase de Juan de Arona {cuya familia era' de
grandes agricultores de Lima y Cañete) quien
decía que, por falta de brazos, la agricultura
peruano. era la Venus de Milo. La verd11;d es que
sin el esclavo ne~o y el migrante chino, los ca-
ñav~rales peruanos no tenían hombres para sus
empresas. Todavía en 1901," la Sociedad Nacional
Agraria hubo de convocar un concurso premiado
sobre el tema "Provisión de brazos para la agria
_cultura nacional". Los testimonios abundan sobre
esta _si'tuación angustiosa de la gran agricultura.

42. Otero; José G. "Información agropecuaria de la


costa del Perú". En Boletín del Ministerio de Fomento.
Lima 1906.
374 PABLO · MACERA
. .
Uno de . los grandM técnicos de la generación·
de principios de este siglo diría en 1924 ...:.defen-
diendo tácitamente el sistema de enganche-- que
la falta de trabajadores había ·preocupado duran-
te años a todos los sectores dirigentes de la eco-
i:iomía peruana:
"Cuando el que esto escribe -nos dice- era niño tu-
-vo ocasión de oír discutir este problema en la Cá.te-
dra, en el Parlamento, en la Prensa, donde quiera
que se reunían dos agricultores o personas interes-a- .
das en el movimiento econ6mioo nacional. Hoy ~die
habla ya de este problema. La costa tiene en las se-
rranfas un vioero humano que dará elemento nece-
sario para el desarrollo de la agricultura cualquie-·
ra que ésta sea" 43•

Es ilustrativo que en el párrafo citado se em-


. · plee la palabra. "vivero.. con evidente evocación
agropecuaria de crianza de anirriales. No quere-
mos fonar la figura! pero haiy pruebas de que
ésa era la palabra que mejor servía a la imagen
que el gran hacendado costeño tenía de la sie-
ITa andina con su alta tasa de crecimiento de-
mográfico. Hay incluso un caso concreto que lo
dice con toda evidencia: la negociación azucare-
ra Chiclin (valle de Chicama). compró a princi-
pios de siglo el fundo Tulco · ( Santiago de Chuco
en la sierra de La Libertad) no para diversifi-
car sus operaciones con un nuevo renglón, sino
con dos objetivos complementarios: de un lado
producir parte de los víveres que se consumían
en la plantación costeña y, sobre todo, además
para poder utilizar a los campesinos ·poblado-
43. Klinge, op. cit.
BL GUANO 375

res de Tulco como braceros enganchados. Ejem-


plo extremo sin duda en que el enganche alcan-
zó su máxima perfección y complejidad pero no
es ~r único, pues con algunas modificaciones ~e
repitió en otras empresa~ ~aveleras del norte ·
peruano como las negociaciones· Gildemeister y
·Piedra. . ..
Todo el aparato político y administrativo dei
Estado se puso al servicio de ·e ste vicioso siste-
ma. A menl,\do el enganchador era también Go-
bema'.dor o Alcalde de un distrito y se dedicaba
además por cuenta propia al comercio minorista
como dueño de la principal tienda de su. pueblo.
Periódicamente bajaba a la costa donde los gran-
des señores del azúcar y el algodón o alguno de
sus delegados inmediatos lo. recibían . como a un
'leal mayordomo. Su comprometía con ellos para
llevarles en momento oportuno y por un plazo
acordado un número determinado de hombres. Re-
cibía dinero en habilitación para los "socorros'~ al
inq.ígena y un adelanto sobre su propia comisión.
De vuelta a su provincia iniciaba sus operaciones;
aprovechaba los días de fiestas, otorgaba crédi-
tos en su tienda y cuando el campesino no podía
cancelarlos, le proponía como solución el traba-
jo en la costa como enganchado. Si el indíg~na
rio había llegado a endeudarse o no quería reci-
bir préstamo alguno y se resistía ál enganche,
recurría entonces el eng1µ1ohador a las autorida-
des políticas ( si es que él mismo no desempe-
ñaba esas funciones) y se. exigía al indígena
para que firmase el contrato o pusiera su hue-
lla digital_... ante testigos _previamente instruidos
376 PABLO MACl!.RA

para el caso. Estos procedimientos eran consi_.


derados normales y defendidos con los mismos
argumentos que habían utilizado en la época co-
lonial los partidarios de las mitas. A tal punto
que en · el libro yal citado de Torres, dedicado
nada menos que a un Ministro de Estado, se lle-
gó a recomendar que el "enganche" fuera coor-
dinado con la conscripción militar, de modo que
el conscripto pudiera durante el tiempo de servi-
cio o después dé él "jornalear" en las haciendas
costeñas.· Así, al menos en teoría, fueron algu-
na vez consagrados el carácter coactivó de ambqs
reclutamientos y quedó en evidencia la estrecha
relación entre el Estado y los poderosos secto-
res . económicos que dominaban la agricultura de
~xportación. ·
El enganchador no terminaba sus funciones
al momento de entregar ·en las haciendas su "tro-
pa" de enganchados. En muchos casos dirigía
las la·bores según un sistema que en Chincha fue
llamado de capitanías. Otras veces asumía el rol
de contratista de obra encargándose de alguna
labor específica con sus enganchados que enton-
ces . s61? mantenían relaciones jurídicas y eco-
nómicas indirectas C?n la gran empresa. Las
haciendas propiciaban esta permanencia del · en-
ganchador entre otras razones para que vigilasen
a los enganchados que, cuando podían ha.cerlo,
huían de . regreso a la sierra. Con estas miras,
la comisión reconocida al enganchador era de un
porcentaje elevadísimo ( 25 al 30%) sobre los jor-
nales del enganchado. En algunas plantaciones
cañaveleras del norte se le concedía además el
EL GUANO 377
ptjvilegio de elaborar ron con melaza regalada
por los hacendados, ron que después era- ven•
elido a los mismosi enganchados, lo cual dismi•
nuía de hecho sus salarios y los inducía al al•
coholismo. En las empresas más modernas estas
costumbres fueron prohibidas, porque se advir•
tió que el alcoholismo dominical afectaba la ca-
pacidad de trabajo en los primeros días de la
semana.
En lo que tóca a la remuneración y_a las con•
diciones de vida del enganchado hay testimonios
suficientes oomo para. considerarlos inferiores a
los de la esclavitud del negro ·o a la servidumbre
del chino. A ftnes del siglo XIX el mayor sala-
rio del enganchado era de 0.50 cts. por día in-
cluyendo rancho. Pero de esta suma se le des-
contaba por semana al enganchado el monto de
sus adelantos, las comp~as en el tambo de la ha-
cienda y el porcentaje de comisión que corres-
pondía a su enganchador. Abundaban los casos
en que al término de su contrato el enganchado
estuviese todavía endeudado, debiendo comprome-
terse por nuevo plazo. Si el trabajador quería
aumentar sus ingresos, podía aceptar la propues-
ta de Huarache o Ht~~achear que le hacía el
capataz de las labores. El Huarache practicado
sobre todo. en las .minas regentadas por norte-
americanos, consistía en una segunda jornada
complementaria de trabaf o una vez terminada la
jornada normal que era de· 9 a 11 horas por .día.
Según Alberto Ulloa no faltaban hombres que an-
te el . temor de la deuda aceptaban repetidas ve-
ces huarachear, llegando a dormir sólo 15 noches
al mes.
378 PABLO MACBRA

En cuanto a la alimentaci6n era del tipo "com-


bustible", de bajo contenido protéínico y sin aten-
der a las necesidades· compensatorias del cambio
de clima. Los médicos peruanos de fines del si-
glo XIX y principios del siglo XX advirtieron en
reiteradas ocasiones, los peligros de este régi-
men alimenticio, pero ~ vece~ fueron escu-
chados porque tanto en las minas como en las
haciendas la palabra de orden era reducir al má-·
ximo los costos de operaciones incluyendo desde
luego, en pñmer lugar, el rengl6n de fos ~a-
rios. Las estadísticas médicas demuestran .que
en consecuencia,. los más altos índices de enfer-
medades ( entre ellas la malaria) correspondían ·
a la poblaci6n de enganobados. Si añadimos que
las viviendas eran precarias, de caña y barro, ~
aire, ni luz, ni espacios de _recreaci6n o salubri-
dad, de acuerdo a un patr6n habitacional que
hasta hace cinco años todavía era tolerado en al- \
gunas grandes negociaciones azucareras de Lam-
bayeque (lo hemos visto en Pátapo), no es de
extrañar que los campesinos_ serranos huyeran a
menudo ~e regreso a sus provincias sin esperar
el término· de su enganche. En castigo ·y preven-
ción de esas fugas el hacendado y el engancha-
dor habían dispuesto que en tales casos se le
cobrara al fugitivo un interés sobre su deuda y
se le cargara además · los ga·stos de su propia r
persecución: 44•
Este fue el sistema empleado por los empre-
sarios peruanos <!el azúcar para aumentar sus
44. Sobre el enganche, ver más ádelante la bibliogra-
fía citada en el capítulo sobre los trabajadores de las islas.
El. GUANO 379

ganancias y enfrentar las fluctuaciones del mer-


cado mundial.. Pero a pesar de su eficacia y a
pesar también de la mecanizaci6n y el reequi-
pamiento de sus ingenios, hubo un corto perío-
do durante el cual estuvieron en peligro sus in-
versiones. Una vez más la dependencia exclusiva
de •tin mercado controlado por un pequeño grupo
de consumidores ( los p~ses europeos) se ~e-
laba como una condici6n negativa para los inte-
reses de los productores. Se han dado varias
explicaciones de esta crisis que cubrii> los ólti-
~os años · del siglo XIX y primeros de1 XX y .
cuya principal causa fue la poütica: proteccio-
nista de algunos ·países europeos en favor de
sus propias industrias nacionales de "azúcar" de
remolacha. Los precios cayeron desde . 12 oheli-
nes v medio el Cwt. en 1000 hasta 6 chelines dos
años· más tarde. La situaci6n hubiese emp_eorado
de no ser por la intervenci6n de Inglaterra que
.promocionó la Confereneia de Bruselas en 1902.
La verdad es que Inglaterra defendía no ~lo
sus propias colonias azucareras sino también a
sus inversionistas que habían montado varias· plan-
taciones en diversos países sobre todo ameri-
canos, entre ellos el Perú. La poütica protec-
cionista de Europa Continental resultaba pues
contraria, tanto a los intereses ingleses directa-
mente coloniales en Asia y Af.rica como también
a la expansión de· sus capitales en la América
Central y del Sur. Por otra parte no convenía a
la economía prestataria inglesa . ni a su ren-:
gl6n de exportaciones que disminuyera la capa-
cidad de pago y ~mo de sus países deudo-
res, ca~o Perú._ Tod~ ~ circum,tancias pro-
• 1

380 PABLO MAC&RA

movieron el Convenio de 1902. que estabilizó el


precio del azúcar entre 10 y 13 chelines. El Pe-
rú se favoreció con ello, o ~ejor dicho. los azu-
careros de la costa quienes auguraron una pros-
peridad que en los años siguientes aumentaría
como resultado de la Primera Guerra Mundial
del siglo XX ( 1914-1918).

El algod6n
El algodón fue el otro gran producto agrí-
cola de exportación vinculado a la _extracción del
guano de ]as islas por la Compañía Administra-
dora. A la inversa. de la caña de azúcar, el al-
. god.6n, aunque originariQ de América no había
sido materia de un cultivo intensivo durante el
coloniaje. Sus principales zonas de pi:oducci6n
eran Piura en el extremo norte y Chincha-lea
en Ja costa sur, territorios donde posiblemen-
te sel inició su domesticación en la antigüedad.
En Piura era tan abundante que un observa-
dor del siglo XVIII, el español J. l . de Lequanda
lo consideraba "silvestre" 45• La variedad que por
entonces existía entre nosotros era el llamado
algodón Peruano ( Gossypium Peruvianum) áspero,
de color blanoo pardo. Se le empleaba para el
consumo famili~ o para artesanías locales de di-
ferentes tipos: algunas restrictivas. y de lujo co-
mo los pañolones y manteles de Chiclayo y otros
de "género basto" para ei vestido de las clases
pqpulares. Del mismo modo que los obrajes se-

45. Lequanda, J. l . de. ~'.Descripción del Partido de


Piura". En Mercurio Peruano. 1793.
EL GUANO 381

rranos . de lana, esta textilería costeña d~l algo-


dón no pudo enf,rentar con éxito a las importa-
ciones inglesas sobre todo d~de la segunda mi-
tas del siglo XVIII. No hay estimaciones sobre
el total de área algodoner_a peruana entre los si-
glos XVI y XVIII; pero hay indicios que su ex-
pansión es muy posterior y que en general era
cultivo tan despreciado que a fines del siglo
XVIII hubo de dictarse órdenes para que los
hacendados de Chancay sembraran algodón en
los cercos de sus propiedades 46• ·

Durante toda esa época y hasta. principios


. del siglo XIX, la industria textil europea, y · so-
bre todo la inglesa, consumía el algodón de las
áreas tropicales, sirviéndose principalm~nte de
la producción India y del Mediterráneo africano
. y subsidiariamente de las plantaciones de Chipre
y Malta. Había: también exportaciones proceden-
tes del continente americano, donde los principa-
les productores eran Br~, Las Antillas y Méxi-
co 47• Pero a principios del siglo XIX se produjo
como lo ha indicado G. ·Klinge, un desplazamiento
geográfico del cultivo del algodón desde las áreas
tropicales hacia las tierras t~pladas y semide-
'sérticas de Norte América. Este desplazamiento
tuvo su origen en diversas innovaciones técnicas
como la desmotadora Whitney ( 1793) y el des-
cubrimiento de nuevas variedades de algodón, he-

46. Así lo comprobó el Tribunal del Consulado Lime-


ño en las encuestas que por orden del Rey organizó en
1802. .
.47. Klinge, Gerarclo. Evolución histórica de lcu ,we-
cw del algodón y su.s tendencias actuales. Lima 1937.
382 PABLO MACERA

chos todos que· bajaron los costos de operación.


Los EE.UU. ~e convirtieron en uno de los grandes
productores ,de algodón y los principales pr<>Vee-
dores de materia prima para las fábricas perua-
n·as. Así mientras en 1791 los EE.UU. sólo produ-
1eron 870 tns. de algodón, veinte años ·después,
en 1811 casi iguala:ban la producción de los de-
más pa.ises american(js que totalizaba _47,170 tns.
Diez años después los EE.UU. duplicaban su pro-
ducción y en 1824 llegaban a los 208,000 tns. mien-
tras Sud América, México y Las Antillas queda-
ban retrasados con sólo 33,100 tns. Los precios
mundiales bajaron desde 44 et~. de dólar por li-
bra en los primeros años del siglo XIX. hasta
cts. 9.6 entre 1840-41 48• Este descenso casi ex-
cluyó del mercado mundial a los países tradicio-
nalmente algodoneros, como el Brasil, cuyos cos-
. tos de operación eran mucho más altos que los
norteamericanos. El predominio de los EE. UU. hu-
bo de durar largo tiempo hasta los primeros de-
cenios del siglo XX, pero durante ese lapso hubo
algunas coyunturas favorables a una mayor par-
ticipación de otros país~ en el mercado algo-
donero, entre ellos el Perú. La primera circuns-
tancia · fue la Guerra . de Secesión Americana
( 1861-1866) que desorganim temporalmente las
plantaciones sureñas; la segunda, el deterioro que
en el algodonero americano produjeron a. fines
del siglo XIX las plagas del "picudo" _mexicano
y del gusano rosado de la India. Para combatir
esas plagas hubo que aplicar programas especia-
les de s.anidad vegetal que aumentaron lós cos-

48. Id ant. ·
EL GUANO 383

~os de ·1a producción norteamericana y por oon-


~guiente disminuyeron la distancia . entre esos
costos y los costos de países como el Pe1ú de
tecnología menos desarrollada. Nuestras cifras
de exportación son un buen índice de ese proce-
so. Mientr~ en. 1838 sólo .vendimos ·a Europa
72,024 _libras de algodón, cuarenta años más tar-
' de, el mismo año de la invasión chilena, las ci-
fras habían aumentado a 214~229 libras. Hay que
advertir sin embargo, como lo hizo Esteves en·
1882, que por la división colonialista entre paí-
ses manufactureros y países productores de ma·-
terias primas (Perú), que el valor de esas expor-
taciones no era pagado poJ.1 el país importador
( para el caso Inglaterra) sino por los mismos
consumidores peruanos a cuyos mercados reen-
viaba Inglaterra ese mismo algodón fabricádo en
telas. Por ese concepto pagábamos · nosotros en
1875 la suma de 375,000 Lbs, equivalente de 25
mil .varas de tejidos. Este desfavorable intercam-
bio disminuyó en los años siguientes al insta-
larse textilerías nacionales. Ya en 1876 la pro-
ducción de la fábrica de Vitarte ( negociación L6-
pez Aldana) cleterminó que importáramos 100
mil Lbs. menos que el año anterior 49• Cerca de
10 años después ( 1890) Vitarte fue vendida a ca-
pitalistas ingleses. El proceso . de industrializa-
ción progresó en los años siguientes y .ya en 1904
existían 6 fábricas con . un total de 1,305 telares
y una producción anual de 20'000,000 de yardas
de telas de algodón ( ~obre todo tocuyo); el 20i

49. Esteves,' op cit. ·


384 PABLO MACERA

de ~ta producción era exportada a Bollvia 50• Ten- .


dremos oportunidad de examinar la incidencia de
esta industrialización sobre la siembra del algo-
dón. Basta ahora presentar su descripción gene-
ral a fines del siglo XIX, como uno de los facto-
res tenidos en cuenta por los economistas de la ·
época para pronosticar con acierto un. optinlista
futuro a los cultivadores de algodón. En un tiempo
en que no podía preverse el invento de las fi-
bras artificiales, el aumento de la población mim-
dial y la elevación· de los estándares de vida pare-
cía garantizar consumos cada vez mayores y casi
ilimitados. Todavía en 1910 J. A. Lavalle pudo es- •
pecular con esos factores indicando que sobre .
l,500'000,000 habitantes en -l a ·tierra, habí-a 750
millones que vestían :a medias y 250 -millones
que prescindían casi totalmente _del vestido; am-
bos grupos constituían el mercado potencial del
·aJgodón. .
Este auge algodonero de fines del siglo ;XIX,
que contrastaba con la c,risis del mercado azu-
,carero, determinó la extensión de su cultivo ha-
~a áreas tradicionalmente ocupadas por el azú-
car y el panllevar. Además del algodón peruano
( en Piura· y en Chincha) se introdujeron otras
variedades como el egipcio localizado ·en los va-
lles de la. costa cen~ Y. el Mitififi y el Sea
Island de mu~a menor importancia y .restringi-
do a las tierras de Pativilca, Supe y Huacho.
De estas variedades ( sin mencionar el llamado
algodón de Chachapoyas) la . más sollcit~da era
la del algodón peruano o Rough Peruoian cuyas

50. Garland, op. cit.


EL GUANO 385

fibras eran tan parecidas a -l a lana que una mez-


cla de ~godón en un 1-0% sólo podía ser revela-
da por el análisis químico.
Es preciso observar que la creciente exporta-
ción de algodón peruano con su margen de utili-
dades y revalorización de tierras agrícolas, no
detenninó de modo inmediato la modernización
de su cultivo. Desde este punto de vista la tecnifi-
cación de los cañaverales fue mucho más acele-
irada. Incluso la introducción de la desmotado-
ra y el tratamiento de .la pepita para' obtener
aceite no exigió capitales ·tan cuantioso~ como
los empleados en los ingenios azucareros. Dife--
rentes expertos 51 como Marie, Vanderghem, Zapa-
tero -¡ otros han descrito el estado de los algo-
doneros peruanos a f4,.es -del siglo XIX. Caso
extremo era el de Piura donde se operaba siguien-
do pauta~ antiquísimas quizá algunas . precolónia-
les. Allí no se labraba ni abonaba. El espacio
era dividido en cuadras ( 83 x 60m.) donde se
abrían 12 surcos separa4os entre sí por 6.68
ms.; entre •cada ,planta dejaban 5 a 7 metros. · En
todos los espacios intermedios se sembraba el
primer año maíz, sandía~ y melones con un cn-
51. Entre otras fuentes nos hemos servido, para este
capitulo, de Vanderghem, Van Hoorde, Michael, Marie.
"Memorias presentadas al Ministerio de Fomento del Pen'1
sobre diversos viajes emprendidos en varias regiones 'de
la República". Lima 1902; Archimbaud, M. "Infom10 re- •
lntivo al departamento de Piura". En BQletín del Mi-
nisterio de Fomento. _ Lima 1905; Otero, José G. '1nfor-
me relativo a l.as provincias de Chincha y Pisco", En
Boletín del Ministerio de Fomento. Lima 1904; Lavalle,
J. A. "La producción de algodón en el Perú". En Bole-
tín de lp Direcci6n de Fomento. Lima 1911.
386 PABLO P.~CBRA

rácter complementario muy diferente a los culti- ·


vos de alialfa en los cañaverales, pues en el caso
del algodón servía para prorratear los oostos. El .
algodón se mantenía en producción durante 4 a 6
años sin más trabajo que riegos, escardas y po-
das; en algunos lugares el ingeniero Marie vio
sin embargo algodón de 20 años pero ya sin bello-
ta. Se obtenía. dos oóseohas por año en San Juan
y Navi~d de acuerdo a un ·calendario agrícola
indígena que fue también: · adoptado por la admi-
nistración española colonial para la percepción
de lo~ tributos. En otro~ valles costeños los pro-
cedimientos ' no eran tan antiguo~ y tradicionales
pero dejaban mucho que d~ear.
En lo que se refiere a la¡ ,mano !de obra, su
organización era diferente a la que hemos des-
crito para 1~ haciendas de caña y, en cierto
sentido, más· "arcaica". Los algodoneroo, utiliza-
ban. por cierto el Eng_anche sobre todo en los va- ·
lles de Pisco, Chinchá e lea donde bajaban cam-
pesinos de Huancavelica y Ayaoucho; pero al mis- ·
mo tiempo se• serviÍan de 1~ Yanaconas, institu-
ción de trabajo generalizada en todo el Perú, tan-
to en la sierra como en la costa, aunque oon cier-
tas caracterizacion~ regionales. El caso mejor
conocido es el de los arrozales piuranos estu-
diado por H. Castro POZQ y el menos conocido
el de ·1os compañero~ de Chincha. El yanaconaje
podía adoptar desde la forma de un arriendo de
tierras pagado con ~ervicios de mano de obra y
venta preferencial del producto agrícola al due-
ño de la tierra, hasta usufructos precari~ ~ iti-
m;rant~ ( cambio~ de lot~ cadá 5 ·ó 6 año~ cuan-
EL GUANO 387
1

do ya la _tierra "estaba hecha"). El propietario


aparecía frecuentemente como financiador ·parcial
de la tarea agrícola, proporcionando semillas y
en algunos casos herramientas de trabajo. En al-
gunas regiones retenía. una cantichld fija de al-
godón, cualquiera que fuese el resultado de la co-
secha; en otros casos "iba al partir", en porcen-
taje. La parte de algodón que . correspondía al
yanacona n9 era de su libre disposición: debía
ser ~endida al dueño a un precio inferior al del
mercado. Consideraremos de nueyo este problema
del yanaconaje algodonero en relación con los su-
ministros de guano cuando comentemos. los magní-
. ficos informes de J. A Lavalle. · Nos interesa aho-
ra subrayar su asociación preferente en la costa
con el algodón antes que con la caña, donde no
lo hubo y su condicionamiento por una serie de
factores: naWraleza Be ambos cultivos, crisis
azucarera, auge algodonero, concentración de la
propiedad en las tierras de la caña ( oon prome-
dios· mayores de extensión para cada emp.resa
comparados con los del ·algodón); menor tecnifi-
cación y capitalización del algodón, etc.
Esta era en sus lineamientos generales la si-
tuación ~e la . gran agricultura costeña exporta-
dora a principio~ del siglo XX cuando la Com-
pañía Administradora del Guano inició sus fun-
ciones. No era por supuesto toda la agricultura
peruana; al margen de ella. se encontrab!Ul' los
cultivos de vid y panl!evar en la costa y la gran, ,
regi~n agropecuaria tradicional de la sierra; pe-
ro sí representaba lo repetimos el , sector más
moderno y el más. eficaz y pode~o en s.us. rela-
388 PABLO MACERA

clones políticas. La compañía Administradora del


Guano hubo de tomarlo en · éuenta para progra- .
mar sus propias operaciones; y desde el primer
año procuró conocer el estado de esa agricultura
y en forma particular sus necesidades reales de
abonamiento; datos ambos que ~ indispensa-
bles para organizar racionalmente la distribución.
Con ese fin en· 1909 se puso en circulación urios
foi:mularios que debían ser respondidos- poi: los
agricultores al momento de presentar su solici-
tud de compra de guano. Esos formularios fue-
ron ampliados y mejorados en 1912 y contenían
:preguntas . no sólo sobre el abonamiento de los
suelos sino también sobre otros aspectos de l~
economía agrícola. Algunas de esas pregunta$,
que copiamos a continuación, incidian sobre el
tipo. de tenencia de la tierra y esta~an dirigidas
a .permitir una evaluación dentro de la cu~ ha-
.bría de situarse la política .nacional de abona-
miento: ·

Preguntas del · formulario cié 1912


5a.-Extensión total del fundo.
8~.:....¿Dispone el fundo de los servicios de un
químico? ·
lOa.-Producción total anual del fundo.
lla.-Extensión de terreno ya.coniza.do.
Por desgracia los . primeros resultados no
fueron muy satisfactorios por falta de colabora-
ción de los ·agricultoi:es que no respondían o lo
hacían maliciosamente a los cuestionarios. De na-
da valieron las . gestiones de la Compañía y . del
Ministerio de Fomento. ~ agricultores, como
CUADRO i: PRODUCCION DE GUANO 1909 - 1946
GUANO EXPLOTADO
POR 1A PERUVIAN
CAMPARAS POR 1A COMPARIA
CORPOMTION ·TOTAL
Guano Guano Total Guano Guano Total· Guano Guano ,Total
azoado fosfatado azoado , fosfatado uoado fosfatado
T.M. T. M. T. M. T.M. T. M. T.M. T.M. T. M. T.M.
- 1., 1900- 10 23,340 782 24,122 25,469 20,701 46,170 48,SOCJ 21,483 70,292
2., 1910-11 22,9Tl 9,340 32,267 43,660 14,820 58,480 66,587 i4,160 90,747
3., 1911- 12 17,164 19,136 36,300 34,582 30,684 65,266 51,746 49,820 101,566
4., 1912-13 22,402 11;34S 33,747 16JC)S 20,220 36,425 38,607 31,56S 70.172
s., 1913-14 28,967 6,716 . 35,683 19,865 IiJ,612 34,477 48,832 21.328 70.160
1 6., 1914-1S 22,490 9,793 32,283 28,498 15,419 43,917 50,988 25,212 76,200
1., 1915-16 . 40,223 40,223 18,706 18,706 58,929 · 58,929
s., 1916-17 54,472 54,472 54,472 54,472
!i>., 1917 - 18 80,866 80,866 80,866 80,866
10., 1918-19 14.(1'16 • 74,f116 74,f116 74,ffl6
u., 1919-20 50,628 50,628 50,628 50,628
12., 1920-21 64,110 64,110 , 4,064 .4,064 68,174 68,174
u.,
14.,
1!>21-22
1922-23
56,712
62,849
- 56,712
· 62,849
6,045
21,488
6,045
21.488
62,757
84,337
62,757
84,337
1s., 1923-24 110.SOS 110,SÓS 110.SOS 110,508
16., 1924 - 25 13S.417 135,417 12,629 12,629 148,046 148,046
1V 1925 - 26 125.99S 125,995 10,338 . 10,338• 136.333 136,333
18., 1926-27 80,404 80,404 80,404 80,404
19., 1927 • 28 78,493 78,493 78,493 78,493
-
CUADRO 1 : PRODUCCION DE GYANO lllO'J - 1946 ( continuación)
GUANO EXPLOTADO
CAMPARAS POR. LA COMPAftlA POR.LAPERUVIAN
COR.PORATION TOTAL
Guano Guano Total Guano Guano Total Guano Guano Total
azoado fosfatado azoado fosfatado azoado · fosfatado
T.M. T.M. T.M. T.M. T. M. T.M. T.M. . T. M. T. M.
20., 1928-29 125,471 125,471 125,471 125,471
21., 1929-30 136,263 15,198' . 151,461 136,263 15.198 151,461
22., 1~30-31 123,317 9,651 132,974 123,317 9,651 132,974
23_, 1931-32 94,700 94,700 94,700 94,700
· 24_, 1932-33 133,741 133,741 133,741 133,141
25_, 1933-34 157,634 4,724 162,358 157,634 4,724 162,358
26., 1934-35 137,203 11,053 148,256 11,053 148,25(

137,203
21., 1935-36 126,634 1,087 127,721 126,635 1,087 127,722
28., 1936 • 37 134,442 1,614 136,056 134,442 1,614 136,056
29.,
30.!
1937 -38
1938
152,532
168,633
6,606
1,167
159,138
169,800
- 152,532
168,619
6,606
. 1,167
159,138
169,786
31., 1939 152,198 580 152,778 152,198 580 152,77&
32.! 1940 125,637 908 126,545 125,637 908 -126,545
33_, 1941 119,399 243 119,642 119,399 243 119,642
34_, 1942 67,643 11,558 79,201 67,643 11,558 . 79,201
35., 1943 69,697 22,123 91,820 69,697 22,123 91,820
36.! 1944 75,939 2,903 78,842 75,939 2,903 78,842
37.! 1945 86,418 6,941 93,359 86,418 . 6,941 · 93,359
38.! 1946 110,608 2,928 . 113,536 110,608 2,928 113,536
3'450,152 156,402 3'606,554 241.549 116,456 358,005 3'691,688 272,858 3'964,546
CUADRO II : DISTRIBUCIÓN INTERNA i>EL GUANO 1909 - 19iID
PEDIDOS DE LA AGRIC~TURA VENTAS· A LA AGRICULTURA NACIONAL
NACIONAL
Ventas Mayores
-Guano Guano . Total Guano Guano Total Ventas · Rea. Sup. Ventas
azoado fosfatado azoado foafatade mayores 21/6 946 menores
Afios T.M. T. M. T.M. .T.·M. T.M. T.M. T.M. T.M. t. M~
1900 35,491 782 36,272 23,008 782 23,790 21,902 1,888
1910 54,189 9,340 63,529 22,598 9,340· 31,938 29,317 2,621
1911 67~ 19,136 86,658 14,753 19,136 33,889 31',294 2,595
1912 91,3(1} 11,345 108,654 22,492 11,345 33,837 30,300 3,537
1913 114;397 6,716 121,113 27,362 6,716 34,078 28,854 · 5,224
1914 129,380 9,793 139,173 20,814 9,193 30,607 26;m 4,330
1915 36,931 36,931 42,678 42,678 39,093 . 3,585
1916 43,374 43,374 51,211 51,211 42,706 5,505
1917 65,006 65,006 . 79,408 19,408 70,415 8,993
1918 62,454 62,454 72,892 72,892 • 66,087 6,805
1919 34,326 34,326 , 50,926 50,926 43,997 6,929
1920 . 55,586 55,586 57,351 57,351 51,161 6,190
1921 43,035 43,035 .' 54,683 54,683 49,354 5,329
1922 43,372 . 43,372 63,743 63,743 57,235 6,508
1923 .71,874 71,874 85,935 85,935 77,(HJ 8,335
1924
1925
92,477
89,144
- 92,477
89,144
109,146
97,4il
109,146
97,411
99,072
87,172
10,074
· 10,239
1926 64,347 M,347 68,301 68,301 61,004 7).97
1927 49,270 49,270 72,485 72,485 63,616 8,869
1928 97,487 97,487 106,271 106,271 95,675 10,596 .
CUADRO II : DISTRIBUCION INTERNA DEL GUANO 1909 - 1940 ( Continuación)
- - -PEDIDOS DE LA AGRICULTURA
VENTAS A LA AGRICULTURA NACIONAL
NACIONAL
Ventas Mayores
Guano Guano Total Guano Guano Total Ventas Res. Sup. ven•
azoado fosfatado azoado fosfatado mayores 21/6 946 menorea
Aftoa T. M. T.M. T.M, T. M. T. M. T. M. T. M. T.M. T.M.
1929 9S,362 8,560 103,922 10&,386 8,308 116,694 106,581 10,113
, 1930 83,806 2,805 86,611 90,674 1,779 92,453 84,633 7,820
1931 64,229 630 64,859 73.I70 261 73,531 65,017 8,514
1932 19,4'TI 79,4'TI 88,616 70 88,686 79,464 9.222
1933
1934
103,619
136,310 410
103,619
136,720
115,170
131,400
232
440
115,402
131,840
103,626
114,3S7 ,
- 11,776
17,483
1935 161,815 l,l'TI ' 163,012 125,854 l,l'TI 127,051 103,110 23,941
1936 205.243 1.185 206,428 132,342 1.253 133,59S 105,697 27,898
1937 237,127 1,117 · 238;244 142,782 1.121 143,903 114,059 ·29,844
1938 262,522 462 262,984 147,857 6S7 148,514 126,630 21.884
1939 227,689 635 228,324 136,537 S68 137,105 111,166 25,939
1940
1941
229,453
1'T1.571
985
263
230,438
197,834
120,302
114.147
850
275 _
121,1S2
114,422
96,'Tl6
90,923
- - 24,176 .
23,499
1942 2.04,663 11,809 216,472 71,613 11,607 83,220 51,535 31,68S
1943 248,890 22,766 271,656 67.537 21.908 89,445 _S5,609 33,836
1944 267,913 1.727 269,640 7S,177 3,107 78,284 43.078 35.206
1945 293,684 ' 3,404 2'Tl,088 83,932 6,921 90,853 58,729 32,U4
1946 361,241 1,740 362,981 100,449 1.677 102,126 72,456 5,828 23,842

4'807.~5 116,807 4'924,412 3'069,513 119,343 3'188,856 2'658,m 5,828 524.251


TONELADAS METRICAS

1909-10
1910-11
1911-12
.1912-13
.,-~
..,
.,
1913- 14
1914 -15
.., 1915-16
.,3 1916- 17
c. 1917 -18
.,e
(>
1918 - JI)
., 1919-20
::s
o 1920- 21
,.
<) 1921- 22
'ti 1922 • 23
o
;r
e') 1923 - 24
o
Q. > 1921- 25
c.
.,e
~
.,, 1925. 2S
)926-27
. .,
::s > 1927 • 28
;; z 1928- 29
¡;¡ > 1929-30
"'(") V, 1930- 31
., 1931 - 32
!! 1932 . 33
.,::,,
'ti
)933 - 34
.., 1934 - 35
"' 1935 - 36
g 1936- 37
1937 - 38
:¡; 1936
~ 1939
1940
)941
mz
1943
19~4
1945
19~S
TONELADAS Ml,.TRICAS

1909-10
1910- ti
1911 - 12
1912-13
1913 · 14
1914 - lS

..
e
¡¡·
.i
1915- 16
1916- 17
1917 - 18
.,9 1918-19
1919- 20
.., .
.Q. 1920 - 21
·E" 1921-22
"' 1922 · 23
",.,
::s
(") 1923 -24
¡:;- > 1921- 25
"' ~ 1925 · 2f
!.J Q.
:SI r:I ..., 1926- 27
~ > 1927 - 28
-u

~o ::s Z• 1928. 29
> 1929 -30
1
"
i:"...,
V, 1930- 31
1931 - 32
1932-33 ·
;:;· 1933- 34
!.
1934 · 35
.,E., 1935 - 3~
.,::sn 1936 . 37
1937 · J8

::, 1938
:.
,., 19.'9
::, 1940
o
VI
1941
19~2
1943
¡.944
1945
J946
EL GUANO 395

todo el sector privado, temían la intervención del


Estado. Y por otra parte ( factor inmediato prin-
cipal) estaban inter~dos en que la Compañía
no conociera cuáles eran las verdaderas necesi- .•
dades de abonamiento a fin de poder burlar las ·
reglas de distribución que prescribía el articu-
lo 47 de los primeros estatutos. En efecto, se
. había previsto, que por lo menos en su primera
etapa la Compañía Administradora del Guano no
podría sátisfacer íntegramente las drmandas del
mercado interno y por esa razón se dispuso un
régimen de prorrata por cultivos. Para burlar y
· eludir esa prorrata los agricultores, en especial
algodoneros y azuca.reros, no s61o se. negaban a
contestar las encuestas de la Compañía, sino que
desde un principio inflarop artificialmente sus
solicitudes de compra. Calculaban sus necesida-
des reales pero presentab_an luego pedidos por ci-
. fras mayt;>res, en · cantidades suficientes como pa-
ra que la prorrata fijada no pudiera afectarles;
de modo que a cada nueva menor cuota correspon-
día al año siguiente un aumento proporcional de
l.os pedidos. Lás cifras evidencian esta situaci6n:
en su primera campaña, la Comp~a Adm.inis-
tra~ora dél ·Guano recibió solicitudes de compra
por 38,577 tns. ( exceptuando Arequipa e Ilo) ; pe-
ro s6lo pudo entregar el ooi de _esos pedidos
·( 22,990) 'q ue sumado a las 1,807 tns. · vendidas .
1

· en el extremo ·sur daban un total de 24,787. En


los siguientes años hasta 1914/1915 52 la demanda
de los agricultores fue aumentando a ramo de ,
una tasa anual media del 52.90% hasta llegar ~ .
52. Memorias 1914/1915.
396 PABLO MACERA

' 140,630 tns. es decir un 264.54$


1914 a la cifra de
con relación · a sus priineras solicitudes. Entr~
tanto la producción de guano sufría un descenso
durante los tres primeros añós del mismo perío-
do como puede verse en las siguientes cifras:
1909/fü 25,370 tns.
1~10/11 24,921 "
1911/12 18,656 "
1912/13 24,350 "
1913/14 31,486 "
1914/15 24,446 "
. No es el momento de analizar ahora las cau-
sas de ese descenso que sólo en una campaña
. . ( 1911/12) puede ser explicado por fluctuaciones
naturales de la población aviar. Lo ·que se evi-
dencia son las tendencias opuestas de los pedidos
con el estacionamiento de la producción. ·AI 6()%·
del primer año · siguieron porcentajes- de prorrata ·
ca-aá. vez menores sobre los pedidos: 39% en la
segunda campaña; 20% en las tres siguientes ( 1911~
1914) y 13% en la campaña 1914-15.
De mantenerse y prosperar esta política de
falsas. solicituldes de abono, la Compañía A!fmi-
nistradora: del Guano se vería imposibilitada de
organizar racionalmente la distribución; podía año
tras año recurrir ·a: la prorrata' ·y disminuir ca-
da vez más su- producción, pero, todo ello fuera
de ·elevar los costos internos del control estadís-
tico y de ventas, daba margen. también a una agi-
'tacion política en su contra. Era necesario encon-
trar una solución inmediata diferente a los for-
mularios confiados a la bt~ena fe de los solici-
EL GUANO 397

tantes. El problema fue examinado por la Sec-


ción ·Técnica de la Compañía y por fin en 1914
se decidió que la propia Compañía recogiera la
información que _necesitaba. Fue entonces que se
comisionó a· J. A. Lavalle para que visitara toda
_la costa peruana e inspeccionara sus valles ~ in-
formara a base de su propia observación cuáles
eran las condiciones . agrícolas generales y las
posibilidades de consumo de cada unidad agro-
pecuaria. No era~ Comisión la primera de su
clase; estaban muy próximas .las visitas que a prin-
cipio.s del siglo XX habían realizado por cuenta
del Ministerio de Fomento diferentes agrónomos
como Vanderghem, Marie, Van Hoorde, Zapatero,
etc. Pero el trabajo de Lavalle 53 hubo de superar
a todos los . anteriores no sólo por 1~ e:rtensión
del te~torio y la calidad de la encuesta sino
también por el análisis de los datos. En este
sentido la obra de Lavalle sobrepasa los limites
de nuestro estudio y merece ~ consideración
aparte que no es oportuna en el momento. La co-
misión de Lavalle duró un año, desde el segundo
semestr_e de ¡914 hasta fines del año siguientf?
visitándose numerosos fundos además de sus res-
;, peotivos anexos. . Los tados fueron agrupados en
cuatro zonas convencionalm~nte propuestas por
Lavalle y que respondían en realidad a otras tan-
tas regiones geo-económicas de la época: 1) Zona
de los valles de Lambayeque,. Chiclayo, Zaña, Pa-
casmayo, Chicama y Santa Catalina; 2) Zona de
Santa, N_epeña, Pativilca, Supe y Huaoho;-3) Zopa

53. Lavalle, [· A. La$ necedclades de Guano de la Agri-


cultura Nacicma Lima 1916. .
...
398 PABLO MACf.:RA , ·

de Chancay, Lima y Cañete; 4) .Zona de los valles


de Chincha, Pisco, Tambo, Moquegua y campiña: · •
de Arequipa. En cada una de esas regiones La- .
vall<?, aplicó un cuesti~nario que ampliába los de
1909 y de 1912 complementándolos con· su obser-
vación personal. El objetivo principal era conocer
el promedio de las exigencias de abono por cul-
tivo y zona Y. considerar las ~ejor.es técnicas ·pa-
ra el empleo del guano. Pero aquello ~ponía al
mismó tiempo localizar y cuantificar los diferen-
tes cultivos en cada casp especifico; es decir, en
buena cuenta, fa realización de un Censo Agrope-
cuario de la, costa .peruana. Lavalle, a ~ de la -
magnitud de esta tarea la emprendió, incluyendo
al mismo tiempo los cuadros de rendimiento para
algodón, -azúcar de los principales valles; y, lo cual .
es · hoy uno de sus _a¡>Qrtes más valiosos, un e~-
tudio sobre el tipo de tenencia de la tierra en ca-
, da fundo, det~ando el porcentaje que corres-
poµdía a los yanaconas.
La primera dificultad de Lavalle para cumplir
los fines de su visita y construir las respectivas
esta~stica~ fueron las unidades de medida. En
general para las superficies se adoptó .la fanega-
da española de 28,084m2• Pero en. alguno~ luga-
res hubo de tenerse en cuenta el régimen local
de medidas c,omo la fanegada de Cañete de 212
vs. x 212 vs. y el topo de Tambo de 5,000 varas
cuadradas. En cada caso Lavalle dio las conversio-
nes. Lo inismo para las unidades de peso ya que
por ejemplo en Pativilca y Huacho \as fanegas
de maíz tenían un valor ( 160 y. 250 libs. res-
.pectivamente) diferente al de la ~anega usada
BL ~UANO 399
en · los restantes valles costeños donde era de
156 libras.
. Contra el simplismo de -algunos agricultores,
simplismo que en algunos casos escondía un pro-
pósito de especulación, Lavalle afirmó que no po-
día establecer una cuota fija y general para to-
do~ los cultivos sino que era preciso determinar
sus necesidades específicas. Este había sido por
cierto, desde antes _d e la visita, el criterio téCJ;iico
de la Compañía impuesto por el propio Lavalle
en coincidencia con la opinión de todos los agró-
nomos; pero no se le había dado cumplimiento
por falta de las respectivas evaluaciones. Por eso
Lavalle dedicó gran part_e de su comisión al aná-
lisis ,de las tierras agrícolas. -Como ya se venía
diciendo desde, el siglo anterior, Lavalle insistió
en que ese análisis demostraba la gran variedad
de los suelos ·costeños con la consiguiente diver-
sificación de las técnicas de abonamiento. En ge-
neral esos suelos ( francos, arcillosos, alcalinos,
etc.) eran ricos en nitrógeno pero la falta de cal-
cáreos determinaba que ese nitrógeno permane-
ciera inactivo. La riqueza de nitrógeno la ·atri-
buía Lavalle a diversos factores: 1) la mayor par-
te de · esos suelos habíarr sido antes bosques o
terrenos de monte ei:,. los que abunda la acumula-
ción de materia orgánica. 2) · empleo de la alfalfa
en rotación con los cultivos principales. 3) uso
~uy antiguo del guano de islas. Las tierras cos-
teñas eran también ricas en fósforo sobre todo
en las plantaciones de caña donde se acostumbra-
ba .quemar las hojas y mezclar la ceniza con la
tierra¡.
400 PABLO MACERA

Las técnicas· de abonamiento que los agricul-


tores apücaban a esos suelos no siempre eran
las más recomendables. En lo que respecta al
-guano las mezclas con otros fertilizantes minera-
les u orgánicos de éontenido nitrogénico o po-
tásico no_ se ha~a siempre en las¡ proporciones
requeridas; no se contaba tampoco con cantida-
des suficientes de guano pobre, estiércol de gana-
do o cachaza . que eran los elementos utilizados
parai dichas mezclas. Por otra parite los agii-
cultores creían que un aumento indiscriminado
de fertilizantes y abonos sería siempre beneficio-
so a sus cultivos. Lavalle pudo observar en mu-
chos fundos un abuso de productos nitrogenados
o potásicos que en algunos cultivos como la caña,
determinaban un excesivo desa1Tollo vegetal con
detrimento ·de la produ~6n. Había por último
algunos valles costeños, en que a la inversa de la
situaci6n descrita, se empleaba el abono en pro-
porciones muy reducidas o se recurría a sustitu-
tos del guano de inferior calidad, como el ~so
de Chincha, Pisco, Humay y otros en el sur, don-
de se hábía generalizado el estiérC?l de camero
y aves de corral.
En cuanto a 1~ cultivos favorecidos por el abo-
namiento, el estudio de Lavalle demostr6 que en
su mayor parte el guano era destinado a las tie-
rras de caña y de algod6n ( y dentro de ellas vir-
. tualmente monopoüzado por las grandes empre-
sás) quedando escaso margen para los cultivos .
. de panllevar, así como para el cultivo indirecto a
cargo de los yanaconas. En toda la costa se cal-
. culaba en un 63.75% la ~perficie abonada, co·-
BL GUANO 401

rrespondiendo en la cifra total el 62.73% a la caña


y el 31.52% al algodón. Los porcentajes de otros
cultivos eran mínimos: maíz = 3.78%; arroz =
1.32%; cebada = 0.17%; camote = O:C>6%; papas
= O.OSI y otros de· panllevar = 0.37%. No está
demás anticipar que la distribución del abono por .
tipo de cultiv<> reflejaba· la estructura social de la
tenencia de la tierra en el Perú con su régimen
de preferencia para ciertos sectores, en el caso
de los grandes productores de .la agricultura de·
exportatj.ón.
Gracias a este magnífico e inmenso · esfuer-
zo de Lavalle, la Compañía Administradora del
Guano pud~ pos~r una información que en can-
tidad y calidad superaba a la que entónces tu-
viera ~alquier otra entidad, fuera oficial o pri-
vada. La publicación de los resultados en 1916
sentó definitivamente el prestigio institucional de
la Compañía que por ese solo hecho se ponía_ a
la vanguardia dentro de su propio país y asumía
el liderazgo técnico de la agricultura peruana. El
libro de !.avalle, que es uno de los grandes clá-
sicos de la literatlll'a científica peruana, sirvió
además de modelo para las posteriores encuestas
que tuvo a su cargo la Sección Técnica de la Com-
pañía. Desde entonces, año por año, se tuvo un
archivo completo y al día da cadai una de las
empresas agrícolas costeñas. Por desgracia esa
documentación no ha sido conservada. Hoy mismo
podrla utilizarse como un censo agropecuario re-
trospectivo que junto con las estadisticas perió-
dicas deJ Ministerio de Fomento cubriría todo
el primer cuarto de siglo actual h ~ 1929 en
:402 PABLO MACERA

que se organizó y editó el primer censo agríco-


la del Perú.
Los estudios de Lavalle coincidieron con· una
elevadísima producción de guano en la campaña
1915/16 que llegó !?- las ~.721 tns. ( el año ante-
. rior sólo había sido de 24,446). Ambos hechos
permitieron a la Compañía enfrentar de un modó
definitivo el · problemai de la distribución y ter-
minar con la viciosa costúmbre de las solicitu-
1des infladas. En efecto, hizo saber ·que atende-
ría el ingreso de los pedidos que se le hicie-
ran, segura como estaba, por los informes de
Lavalle, que su producción 1915/16 bastaba p_ara
las verdaderas necesidades de sus consumido-
res. El efecto fue espectacular. Los agriculto-
res no quisieron arriesgarse a que llegado el
momento tuvieran que comprar y pagar los pe-
didos inflacionistas que hacían; y como estaban
además seguros que serúan cubiertas todas . sus
necesidades, r~dujeron el monto de sus solicitu-
des. Por eso mientras éstas ha,bían alcanzado
en 1914/15 el máximó. de 140,630 tns., al año si-
guiente apenas quedaron en 40,142 tns. A partir
de ese año hasta avanzada la -década del ~ poco
antes de II Guerra Mundial, 193.5, . la producción
de guano pudo cubrir con cierta holgura las de-
mandas interna~ peruan&.l! 54•

54. Memorla.r 1915/18; 19S9/30; 1935/36:


II. ESTABILIZACION DE LA COMP~IA
1915-1929. '

.
Con fos emidios de Lava.lle, el a~to de
producción y el abandono de la prorrata, los
años 1915/16 marcan unaJ fecha decisiva en la
historia de la ·compañía Administradora del Gua-
no. Ese mismo año (30 de marzo 1915) el Go-
bierno y la Compañia prorrogaron su contrato por
cinco años más regularizando la prorroga v~-
bal de 1912/13 y el contrato del 5 de junio . de
1914. El Estado recibió como adelanto de sus de-
rechos 30,00:0 libras peruanas. Se dictaron tam-
bién nuevos estatutos. Podría hablarse con la
relatividad de todas las cronologías, de un perío-
do de estabilización y pleno desarrollo que duró
hasta 1929¡ fue la fase "clásica" de ]a Compañía.
Administradora del Guano. Lo más característi-
co fue la organización definitiva de las modalida-
des de producción. Este es un ~ t o al. que he-
mos de dedicarle especial atención en las pági-
nas siguientes, refiriéndonos también al sistema
de explotación por "contratistas" que estuvo vi-
gente hasta 1913; - sistema éste que no hemos
tratado antes por razones expositivas para guar-
dar · la coherencia interna de los temas.
404 PABLO MACERA

Conviene en primer término indicar que la


. . Compañía A ~ d o r a producía dos tipos di-
ferentes de abono que durante mucho tiempo .
fueron llamados Guano· Rico y Guano Pobre ss por
referencia a la cantidad de nitrógeno que respec-
tivamente contuviesen. La distinción databa des-
de el siglo XIX en que el guano pobre fue lla-
mado también guano :rojo. Estas cuestioñes. de
vocabulario no son indiferentes pues revelan una
pqlítica errónea sobre las riquezas que admi-
ni~ba -la Compañía ya que en realidad el gua-
no pobre y el rico debieron ser -llamados con
mayor propiedad guano· fosfatado y guano ni-
trogenado; pues si . -b ien el guano pobre tenía
baijísima ley de nitrógeno era' en cambio muy ri-
co en fosfatos. Pero estas últimas denominacio-
nes aunque fueron usadas . ocasionalmente por la
Compañía Administradora en sus Memorias de
Directorio no predominaron sino a Partu: de 1928
· cuando se autori7.6 la exportación ide guano di-
rectamente por la Compañía Administradora, coin-
cidiendo en esto con los grandes agricultores
que estaban interesados en que el guano . fuera
estimado sólo en función ·de su nitrógeno.
El guano tjco más reciente y el guano po-
bre o viejo (fosfatado) correspondían a depósi-
tos de diferentes antigüedades; y por eso en el
lenguaje popular se les conocía respectivamen-
te co~o guano dlJ ave y guano dlJ mina. Al mo-

55. Para la caracterización de cada uno de estoo gua-


.nos cf: Lavalle, J. A. "Estudio sobre el aprovechamiento
del guano de baja ley existente en el litoral". En Memo-
ria. 19!1.0/21.
EL GUANO 405

mento de excrementar las aves, su gu~o .tenía


una alta ley que variaba entre el 12% y el 151
de nitrógeno; pero ese nitrógeno disminuía con
el tiempo debido a varios factores. En primer
lugar la · volatilización, luego el lavado de las Hµ-
vias y por último la movilización de las prime-
ras capas por el viento que a1Tastraba el "pol-
villo de guano" a veces hasta las plaiyas del li-
toral. Los . más viejos conterúan por consiguien- .
te merios nitrógeno al punto que en los prime-
ros años la Sección Técnica de la Compañía Ad-
ministradora encontró alguno con ley de ü.50% 56•
El guano viejo, rQjo, fosfatado o "pobre", po-
dría · ser llamado también ·guano residual pues
lo constituían aquellos depósitos que por diver-
sas razones no habían sido retirados por la ex- -
plotación ·humana. Desde la primera campaña
hasta 1915/16 este guano residual . permitió com-
plementar en parte la producción de guano rico
dedicado a los agricultores peruanos. Por esa
· época. se calculaba que sw:nando el .guano, 'fósil
abundante en el sur (·bahía Independencia, Lo-
mas) y el guano pobre de otras islas se conta-
. ha con una .reserva 'de 1'500,00'0 tns. de las cua-~
les 958,315 tns. correspondían a los depósitos
- de Chincha. Por su alta proporción de ácido fos-
fórico todo ese guano podía ser uti1izado tam-
bién específicamente para los suelos ricos ·e n ni-
trógeno ( desmonte reciente, alto contenido. de
materia orgánica) o en el abonamiento de legu-
minosas como alfalia, frijol, pallar, arveja, etc.

56. Lavalle, op. cit. en la nota anterior.


406 PABLO MACERA

Cabían además otras aplicaciones que fueron su-


geridas en 19'ZO por J. A. Lavalle quieh preveía su
exportación por cuenta de la Compañía para las
fábricas de abonos fosfatados o algunos procesos
de integración con nitrato de sodio, sulfato amó-
nico o sales de potasa. A largo plazo, si se es-
tablecía previamente una industria de ácido sul-
fúrico, el guano "pobre" podía ser utilizado así-
mismo en la. preparación de supedosfatos. La
Compañía _Administradora ~lo pudo sin embargo
explotar este guano, como queda dicho, para su-
marlo al nitrogenado~ alcanzando hasta la campa-
ña 1914/15 poco más de 57 mil toneladas. A par-
tir de ese año suspendió su extracción hasta
1929 en que con algunas interrupciones (·cam-
pañas de 1913 y 1923) lo continuó haciendo pero
con un promedio anual menor que el del perío-
do estudiado si exceptuamos 1932 y 1935. Al fi-
nalizar la II Guerra Mundial la Compañía había
extraído un total de 146,533 tns. de guano po-
bre, lo que representaba menos del 5% del total
del guano producido entre 1909/ 1944 por la Com-
pañía A~radora del Guano ( 3'399,646 tos.).
Durante las ptimeras campañas, la gran bene~- ,
ciaria del guano "pobre" fue la Peruvian Corpo-
ration Ltd. que en s6lo cinco años declaró haber
exportado 116,456 tns., cifra que como lo hemos
. indicado era: menor a la real.
Los dos tipos de ·guano no fueron en -las pri-
meras campañas extraídos directamente por la
misma Compañía Administradora del Guano. · Por
falta, dCl! equipo~ ei ' instalaciones adecuadas se
!ldoptó un régimen transitorio de ·eKP,lotación a
BL GUANO 4f1l

través de '"oontratistas". En el · pnmer año los


quince depósitos fueron explotados por tres con-
tratistas. Uno de ellos Carlos. Leguía no pare-
ce haberse dedicado a esta empresa sino oca-
sionalmente. De los otros dos, cuyos nombres
habrían de· figurar en las campañas posteriores,
el principal era la Casa Muelle y Dammert , que
si bien tuvo a ~go nada más que un depósito,
el de las islas de Chincha,· extrajo en cambio la
mayor parte del guano: 23,512 tns. sobre 26,220,
mientras que· el conflictivo Bernardo Castellaro,
con 13 islas contratadas, apenas participaba con
cerca de 2,000 tns. Pero en los años siguientes la
situación se invirtió: Castellaro asociado con Chia-
ppe ocupó Ün lugar pr~nderante entre los con-
tratistas, y" Muelle y D~ert pasó en cambio a
la posición de "minorista". El régimen · de contra-
tos ·fue considerado d~de el principio como un
mal menor necesario y provisorio por la Compa-
ñía Administradora. Estaba comprobado que los
tales · contratistas s6lo veían sus intereses inme-
diatos particulares. El sistema de explotación que
habían organizado era rudimentario. Llegaban a
las islas en la época que mejor les convenía sin
respetar las temporadas de incubación y crianza
de las aves. Penetraban incluso en el área de los
nidos y hasta los deshacían para retirar mayor
cantidad de guano. Quedó demostrado también
que sus operarios vendían huevos de guanay en
los puertos. Y · como si fuera¡ poco terminaban
por mezclar el guano con arena, tanto que el Di-
rectorio de la Compañía Administradora del Gua-
no en una de sus reuniones dispuso que no se re-
408 PABLO MACERA

cibieran sacos de guano que contuviesen más


del ~ de mezcla 57•
Los informes de la Sección Técnica, sobre los
costos y posibilidades de la1 · explotación directa
de ,las islas por la Compañía Administradora del
Guano, decidieron la cancelación definitiva del
régimen de contratos a partir de la. campaña
1915/16. Ya hemos comentado los resultados in-
mediatos en el monto de la. producción; añadi-
remos que al mismo . tiempo mejoró la ley de
ázoe, aunque no . espectacularmente ·a l principio .
( 10.161) comparada con la primera campaña
(10.14%), pero sí con las inmediatamente ante-
riores (9.18%; 8.651 y 9.36% para 1912 a 1914);
y sobre todo si se tiene en¡ cuenta: el ascenso
continuo desde 1915 en adelante para • alcanzar
al finalizar la I Guerra Mundial casi el 13% y
luego hasta más del 14% en 1922. Hubo des-
pués una fase de retroceso, que estudiaremos, es-
tabilizándose en la década de1 30 en cerca del
1;3%. Por otra parte, la Compañía Administrado-
ra pudo gracias al nuevo sistema asumir plena-
mente sus responsabilidade$ y explotar .racio-
nalmente las islas sin · perjudicar, sino al _contra-
rio, favoreciendo el desarrollo de la población ·
aviar como no lo habían hecho los contratistas.
Hablamos de explotación directa pero es ne-
cesario precisar que durante algunos años des-
pués de haber suprimido a los contratistas, 1~
. Compañía' Administradora tuvo que organizar un
régimen mixto transitorio, re~ándose . la ex-

57. Libro I de Actas del Directorio 1909.


BL GUANO 409

tracción del guano, -pero dejando en cambio el


transporte en manos de particulares. El criterio
• fue emplear a los armadores nacionales y en lo
posible no conceder preferencias sino una; justa
prorrata. El sistema no dejó de presentar in-
convenientes. Primero porque el costo de los fle-
tes .en detenninados años, durante la I Guerra
· Mundial, fue muy elevado y no siempre se ha-
llaba dentro de los cálculos de la Compañía.
Luego porque las embarcaciones peruanas dis-
ponibles carecían de equipamiento moderno. Muy
pocas tenían motores a vapor y la ~ayor parte
navegaban a vela. En la ~ptirna campaña de la
Compañía, por ejempl!>, sobre 176 viajes, 104 fue-
ron hechos por simples balandras. Es cierto que
el tonelaje transPortado lo fue en su mayor par-
te (74.58i) en buques de vela, pero en cambio
la proporción de buques a vapor era mínima ( 30
viajes con el 15.7~ de toda la carga). La Com-
pañía 'Administradora adoptó frente al problema
· de transporte la _pusma política que había de-
san:ollado con la extracción. Preplµ'Ó sus equi-
pos para asumir este renglón de actividades y ya
al tenninar la I Guerra Mundial, para su ne. cam-
paña contaba con 4 lanchas motoras, un vapor
_remolcador, cuatro pailebot motor y una barca,
25 lanchas, lO· botes de vela y 6 chalanas. Esta
flota fue aumentando en los años siguientes y
al terminar el Gobierno de L~guía al fin del
• período de estabilización, los vapores, · buques
mQtores, veleros, lanchas, etc. representaban la
más alta inversión (882,673.71) dentro de su
Cuenta de Muebles e Inmuebles estimada en
1'244,151.36.
410 PABLO MAC!.RA

Sería imposible para nosotros en este mo-


mento continuar analizand() individualmente cada
una de las operaciones de la Compañía Admi-
nistradora dentro de su proceso de producción.
Este es un capítulo todavía por investigar para el
cual existe rica documentación en los archivos
de la Compañía Administradora del Guano. A
lo más y como un ejemplo de importancia, del
tema bosquejaremos ahora un solo aspecto de to-
do ese proceso, el que se refiere a la extracción
del guano de las islas. Lo hacemos porque pen-
samos que conviene insistir dentro de la histo-
ria de UBa empresa, como la Compañía Adminis-
tradora, en el rol que denµ-o de ella ha jugado
el trabajo concreto de los hombres, en esp_ecial·
el trabajo manual que a menudo sólo es anali-
zado como "costo de operación", disminuyendo,
ronscientemente o no; 1á calidad y cuan,tía de su
participación en el proceso de la producción. Ha-
blaremos pues ahora no de· los técnicos de la
Compañía ni tampoco de los financistas y hom-
bres de negocios que tuvieron la responsabilidad
de los programas generales de la institución; si-
no de los trabB4adores de las islas, campesinos
convertidos en isleños temporarios que año tras
año fueron contratados por la Compañía.
Para organizar el trabajo manu¡u en las i~las,
la Compañía Administradora del Guano implantó
un régimen similar al que regía en las minas
y haciendas de. entonces, basado en el enganche
-estacional de cámpesinos de la sierra. Ya hemos
tenido oportunidad de referirnos .a este sistema
al hablar de, los fundos algodoneros y azucareros
de la costa. Indiquemos que no obstante su ge-
EL GUANO
411

neralización en la economía. peruana de princi-


pios de este siglo, el enganche era condenado
por algunos profesionales y -políticos que no te-
nían mayores vínculos con aquellas empresas
que se servían de este reclutamiento semi escla-
vista de mano de obra. A esos profesionales se .
les oponía la opinión conservadora que negab.a al
Estado cualquier derecho para intervenir y regu-
lar la actividad privada pidiéndole que se abstuvie-
ra de intervenir en lo que llamaban el mercado
libre del traba¡o regido por la ley de la oferta
y la demand~ llegando. a decir que "toda ley
que norme el precio del trabajo es antieconómi-
ca e injusta" 58• Coincidía con esa opinión la
de aquellos juristas que no creían necesario cons-
tituir un Derecho .del Trabajo diferenciado de las
normas civiles comunes. En lo que se refiere
concretamente al. enganche, el debate entre re-
formistas y conservadorés fue uno de los temas
preferidos. Samanamud en 1902 sostuvo que no
era sino un tipo especial de la locación de ser-
vicios, dándole así una aparente consagración
jurídica a pesar de condenarlo S9. Alberto Ulloa
en cambio sostendma, diez años más tarde, en
1912, que era una figura ilegal, tolerada por el
abuso de la• costumbre. Ulloa decía que el en-
ganche venía a ser -u na sustitución disimulada
de la antigua Mita del coloniaje y no vacilaba
en calificarlo como "la más inadecuada de las
modalidades que el régimen de trabajo ofrece
58. Torres, José Luis. Cartflla de Agricultura del
Perú.
59. Samanamud, P. "El contrato de enganche". En Re-
vista Universitaria. Julio 1912.
412 . PABLO MACbRA

entre nosotros" 60• De hecho como bien lo decía


Ulloa el enganche se hallaba fuera de la ley. Es
cierto que los mineros y agricultores habían tra-
tado de legalizarlo. Los prim~ros habían co~-
seguido en 1903 que el Ministerio de Fomento
diera un Reglamento de Enganche cuyos 38 ar-
tículos les eran del todo favorables sin casi
oonsiderar los derec~os del operario. En cuanto
a los · agricultores, por esa misma .época, en
1902 fueron llamados por el Gobierno para re-
dactar un Código de Agricultura cuyo proyecto
fue preparado por una Comisión formada por al-
gunos poderosos e influyentes agricultores ( Par-
do, Beltrán entre otros) . El artículo 378 de ese
proyecto autorizaba el enganche y los artículos
42 a 45 lo reglamentaban con la intención de ga-
rantizar la estabilidad de los trabajadores en
beneficio de las empresas llegando a establecer
una Matrícula Nacional de Mayordomos y. Jorna-
leros . a cargo de las . autoridades políticas 61 •
La Compañía Administradora ~el Guano mo-
dificó en algo las modalidades de este enganche
tradicional pero en lo fundamental se valió de
los procedimientos usuales: agentes ~ga~chado•
res, adelanto de salario, pago parcial en especies,

60. Ulloa, Alberto. La, OTganizaci6n .social y legal del


trabajo en el Perú. Lima 1912; también del mismo au-
tor Lineamiento de una legislaci6n rural. Datos comple-
mentarios en Mostajo, F. Algunas ideas sobre la cuesti6n
obrera (el contrato de enganche). Arequipa 1913 y Sala-
zar, J. M . El conmito de enganche. Lima 1912.
61. Pardo, José; Beltrán, Pedro y otros. "Proyecto de
· Código de Agricultura para la República del Perú". Lima
1912.
Bl. GUANO 413

servicios adicionales de vivienda y alimento. In-


novaciones suyas fueron el aislamiento excepcio-
nal en el lugar de trabajo que favorecía la fija-
ción casi absoluta del operario y la atención mé-
dica aunque en los primeros años muy irregu-
lar. Con todo, las condiciones de vida y traba-
jó de esos hombres, aunque superior -a: las muy
miserables de los .trabajadores del C{lmpo, si-
gtrleron siendo . de las peores. La mayor parte
de esos ·enganchados procedían de las serranías
de Ancash, sobre todo de la provincia de Yun-
gay. Otro grupo bajaba desde_ Ayacucho y sólo
unos· pocos provenían , del Callao y Pisco. El he-
cho que, según estadísticas de 1920-1929, el 751
de los operarios de Jas islas fueran originarios
de la sierra, tuvo como veremos graves con~ecuen-
cias en la adapta~ón psicofisiológica. ·
. El enganche para las islas contó desde el prin-
cipio con ·1a oposición de diversos sectores. Des-
contada la act:jtud de los antiguos "contratistas"
suplantados con el nuevo régimen, los más con-
trarios fueron los agricultores del sur de Lima
para quienes iba destinado el guano que extraían
esos enganchados pero q1,1f? temían la competen-
cia que según' ellos les hacía la Compañía Admi-
nistradora del Guano en su mercado de trabajo 62 •
A medida que pasaron los años la situación fue
más tensa agravándose en~e 1925-1927. La Com-
pañía Administradora. sostuvo que en todo mo-
mento había tratado de no interferir en las ne-
cesidades de mano de. ob~ de ~ gran agricul-
62. "Oposición de los agricultores de 1~ al enganche
de peones para la extracción del guano". Lima 1925.
PABLO . MACERA
414

tura. La verdad es que pagaba menos que 18;5. ha-


ciendas pero en cambio las condiciones de vid!l
que ofrecían las islas ( malas pero con todo su-
periores a las del campo costeño) determinaban
que los campesin~ de la sierra y hasta los bra-
ceros libres prefiriesen el enganche del · guano
de aves en vez de acudir a los algodonales y plan-
taciones de caña. La Compañía ·Administradora
no ocultó estos hechos y como los agricultores
recibieron el apoyo de alguno~ periodistas influ-
yentes, salió ~ su propia defensa sosteniendo la
legitimidad de su política de trabajo. "Trátase,
decla en 1925 el Gerente Ballén,. <le una libre y
leal concurrencia en la provisión de brac~ros en-
tre dos industrias, 1~ una y nacional la otra,
en que la Compañía se ve_favorecida por estos en
· vista de las ventajas económicas que les reporta
trabajar a su servicio" 63• Esta situación se pro-
longó sin que se le di~ra una solución definitiva .
por otra parte• imposible en esos años. Con el
tiempo sin embargo su agudeza disminuyó, por-
que tanto la . Compañía como ·por su lado los
agricultores red~eron sus necesidades ~e mano ,
de obra con la mecanización progresiva. de sus
operaciones. Política. esta última, digamos de pa-
so, que fue pensada y aplica.da calculándola en tér-
minos estrictamente comerciales ( "reducir los
gastos" ) sin considerar los efectos sociales nega-
tivos de la desocupación que provocaba.
En cuanto a fas condicion~ de vida y tra-
bajo de los enganchados en las islas hay datos
suficientes, ya lo indicamos, como para concluir
63. Memorias. 1925/26.
BL GUANO
415

que sin llegar -al extremo de los tristes haci-


nami~tos temporarios de las haciendas,· seguían
siendo li~eralmente infrahumanos. Desde el prin-
cipio en diferentes periódicos de Lima y provin-
cias fueron denunciadas esas condiciones. La
Compañía Administradora y el Gobierno nom-
braron algunos comisionados para desmentir esos
ataques. En 1916 la primera de esas comisiones
informó plenamente· en favor de la Compañía Ad-
ministradora demostrando a su entender que al '
menos la alimeptación de }os. operarios de las is-
las era superior a la del promedio. Su fórmula
de racionamiento era mejor que la del ejército,
aunque se reconocía que los precios eran supe-
riores en un 10% a; los de las pl~ del lito-
ral por razón del transporte 64• Informes poste-
riores corrigieron en parte esta versión optimis-
ta. Contamos sobre todo con los estudios de Fe-
derico Ocampo 6.S y con el texto confidencial de
Hurnberto Bravo Otayza 66• Ambos trabajos son
fundamentales para aclarar definitivamente cuá-
les eran en realidad. los beneficios y las des-
ventajas que la Compañía Administradora ofre-
cía a sus trabajadores. Como Ocampo expuso
~s observaciones . sobre las islas de Chincha
( 1924) y Bravo Otayza estudió l<;>s depósitos , de
la zona central y las i~las d~ Lobos de Tierra

64. Menaorias 1916/17.


65. Ocampo, F. "Las condiciones sanitarias de las is-
las del Sur". Boletfn, ol. II. N. l.
68. Bravo Otayza, H. "Condiciones sanitarias de las
islas guaneras del Perú". Lima 1929; textos mecanogra-
fiados en los_archivos de CONAFER.
PABLO MACf!,RA
416

.en el norte ( 1929), nuestras conclusiones pueden


generalizarse y hacerse válidas para todo el gran
imperio geográfico económico d~ la Compañía Ad-
ministradora del Guano.
Habría primero qüe subrayar, como lo hizo
Bravo Otayu, que los -trabajadores trasplantaban
a las islas la patología peculiar de sus diversas
regiones de origen: la helmintiasis y la disente-
ría entre los serrano~; el paludismo y las ve-
néreas entre los costeños. A estas infeociones
habría que sumar 1~ enfermedade~· propias · de
las islas como las picaduras de garrapata, la con-
juntivitis, la irritación de las mucosas, los cata-
rros nasales y los sufrimientos de tráquea y
bronquio~ por la aspiración del amoníaco; asP,i-
raci6n esta última que en _algunos casos compro-
bados ·había provocado ver~aderas intoxicaciones.
El porcentaje de est~ enfermedades ~bre el.
total de. población y en cada isla varió en di~
ferentes períodos. En los comienzos uno de lo~
principales problemas médi~ fue la malaria o
paludismo, el gran azote de la costa ~ruana has-
ta las· recientes campañas de salubridad. Los
informes médioos de principi~ de este siglo
eran verdaderamente pavorosos: En 1901 por ejem-
plo se calculaba que el 90% de la población de
Saña ( Opto. de Lambayeque) era palúdica y el
hecho no parecía excepcional. Los médicos que
en 1909, el mismo año que se fundó la Compañía,.
organizaron La Humanitaria, una especie de coo-
perativa de salud; estimaban también que la mala-
ria era la principal de 1~ enfermedad~ endémi-
EL GUANO
4P
C;lS de Ja costa peruaua 67• Diez años · después
Carlos Enrique Paz Soldán recogió datos de todos
los médicos rurales a lo largo del litoral y llegó
a idénticas conclusiones 68• Los médicos poco o
nada podían hacer pues no recibían ayuda del
Estado ni de las empresas interesadas y obliga-
das a vigilar la salud . de ~s trabajadores. Paz
Soldán dirigiéndose ·a esos empresarios les decía
eh 1919:
"Yo quiero utilizar la prese~cia de algunos' propie-
tarios rurales . en esta actuación para decirles que
el verdadero abono· que necesita nuestra agricultura
.es el abono sanguíneo, es sangre de homb~. es qui-
nina, es ~eamiento. Que esos millones que llevan
gastados en máquinas. .. deben gástarlos en esas má-
quinas vivas que son .los jornaleros rurales" 69•
Y añadía sin que fuera escuchado:
"No hay que olvidar que el cable es muy veloz. Que
allá en Rusia como una erupción formidable cornien- ,
za' a predicaISe doctrinas que enseñan que 'la tierra
es del que la cultiva con amor, con tenacidad; con
cotidiana devoción'. Que el primitivismo de Trotzs-
ky y la justicia ,estricta de Lenin ha le.vantado a los
tristes e indiferentes campesinos rusos que a los ro-
jos resplandores del incendio van con sus teas libcr-
• tari8$ enseñando. al proletariado que sufre y que
muere que es posible volcar los viejos conceptos y
escribir sobre las ruinas de la propiedad la pala-
bra comunismo. No lo olvidéis, el cable es muy ve-
loz, la escuela ha enseñado ya a leer a buena par-·

61. Boletín La Humanitaria 1909.


68. Paz Soldán, C. E. El saneamiento rural de la e<»•
ta peruana. Lima 1919.
69. Id. ant.
418 PABLO MACE·RA

te de nuestros campesinoo y si algún día se · deci-


den. . . no, no quiero seguir hablando de este asun- .
to" 70_

De nada valieron durante muchos años las cam-


pañas de Paz Soldán, uno de los grandes incom-
prendidos "maniáticos" del Perú que ha termina- •
do aislado y marginal, ni los artículos de otros
médicos como él o las publicaciones técnicas de .
la Dirección de Salubridad. La malaria siguió
castig~do_ a las poblacion8!> costeñas c~~dose
~obre todo, como lo dijeron el médico Aljovín, -el
mismo Paz Soldán y muchos otros, en los .engan-
chados de la sierra. ~ isl~ no pudieron ser
esta vez Was de salubridad y entre 1916 y · 1920
la malaria fue uno de sus grand~ males. La
Compañía Administradora enfrentó el problema
primero mediante un~ seleoción previa de los en-
ganchados rechazando a los palúdicos y después
con medidas de profilaxia dentro de los mismos
centros de trabajo. Hacia 192.5 la proporción de
palúdicos era relativamente baja y variaba entre
el 5% y el 10% según los lug~. ·
Pero si el paludismo pudo ser controlado, en
cambio otras enfermedade:s no meno~ graves si-
guieron debilitando a lós pobladores de las islas.
En primer término el beriberi, afección carencial
determinada por la ausencia de una dieta que
compensara los efectos de adaptación en los en-·
ganchadores de la siena. ' La alimentación era
puen!l, sí, y quizá suficiente para los costeños,
minoría en la m~a de trabajadores, pero no pa-

70. Id. ant.


l!L GUANO 419

ra los serranos. Basada . fundamentalmente en


arroz y menes~s y carne, casi no contenía ali-_
inentos frescos. Los médicos ·reoomendaton insis-
tentemente ~n varias oportunidades ~á política
alimenticia preventiva, pero ~ólo mucho después
del periodo que estudiamos se tomaron algunas
medidas eficaces. ·
Descontada la salud, en cuanto al doimil: y
vivir diarios, los habitantes de las islas no goza-
ban de mejor estado. Bravo Otayza no vaciló ~n
, decir que entre los hombres de las islas ~e ha-
bía producido "una nivelación al estado en que .
se· encuentran los animales". En algunas islas ' .
habían canchones y tarimas de ·~adera; pero en
la mayoría las habitaciones precarias estaban
hechas de carpas ron carrizo y costales, sir-
viendo estos últimos. también para. dormir. No
había camal; las letrinas al lado de las vivien-
das. De día el enjambre de moscas de los de-
tritus reposaba en los platos de -comida. De no-
che el in5:0mnio, las garrapatas no dejaban dor-
• 71
rrur •
No es de extrañar los confüctos sociales que
se producían dentro de la sociedad de hombres
heterogéneos, enfermos e insomnes que estacio-
nalmente eran reunidos en las islas. Las pel~s
eran frecuentes y obügaron •a la instalación de
una policíá especial. Había un desarrollado sen:
tido de competencia entré costeños y serranos
que· era-estimulado por los empleados de la Com-
pañía para procurar un mayor rendimiento en el
trabajo. Según observaron los médicos, el traba-
71. Ocampo, op. cit.; Bravo Otayza, op. cit.
420 PABLO MACERA

ja.dor de la costa parecía adaptarse mejor a las


islas y su adaptación se manife~taba con la "ale-
gría". Los serranos en cam_bio, según Bravo Otay-
za, permanecían tristes y en las noches tocaban
sus quenas. La promiscuidad en. que todos vi-
vían, · el hecho · que dw·ante un tiempo acudieran
a las islas tanto adulto~ como menores, produ,jo
"una lamentable confusión de instintos" n siendo
frecuente Jos caso~ de pederastia y sodomismo:
Estas eran la~· i~las peruanas tal como la~
vivieron a principio~ de este ·siglo quienes ~as
trabajaban. Vale la p~na saberlo porque en de-
finiµva el alto costo humano, social del abono
que usaban los grandes agiicultores, nunca fue
pagad.o; ni podía serlo en dinero. Es justo de-
cir que los mejores hombres de la Compañía
Administradora · del Guano trataron repetidas ve-
ces de corregir estos · males. Ajj.o tras año ~e
invirtió en viviendas e instalaciones sanitarias has-
ta que entre 1930-45~ el cuadro que hemos des-
crito había en gran parte desaparecido. Pero
esas inversiones nunca fueron tan cuantiosas co-
mo hubiera sido necesario y por otra parte la
política social de la Compañía frente a sus tra-
bajadores no obstante ser del tipo tradicional,
no siempre fue bien recibida: por, aquellos que
desde fuera de la Compañía protestaban por el
precio del guano y pedían que cada vez fueran
más bajos lo~ costos de operación. .
Como ya dijimos, entre los primeros. y más
inmediatos- efectos de .esta explotación directa
estuvo el aumento de producción, uno de los fac-
72. Brav,o Otayza, op. cit.

\
EL GUANO 421

tores que determinaron el abandono de la pro-


rrata. La cifra de ]a campaña 1915/16 ( 40,223
tns.) que casi duplicaba la del año anterior si-
. gliió elevándose año tras año. Entre 1916-1922 e]
promedio anual de producción. fue de 60 mil to-
neladas y en el período siguiente 192.1-1929 . de
apro~madarneute 110,000 tns. Hablamos de pro-
ducción total y no sólo de lo efectivamente con-·
sumido por el mercado interno peruano.
Los precios de v este guano sufrieron varias
modificaciones desde 1909 hasta el final del pe-
ríodo ·d e estabilización que estudiamos 73• Entre
1909-1914, hasta principios de la I Guerra Mun-
dial, la Compañía establecía el precio de venta
calculando previamente •]os costos y añadiéndo-
les el 5% de su comisión legal y el monto de ]os
impuestos creados en 1888. La suma global era
repartida considerando el total de· .producción y
el promedio de ]as unidades de ázoe sin evaluar,
el fosfato que contenía el guano ( ver ~ginas
anteriores) que por tal razón iba de "regalo" a
los agricultores. No se computaba aparte el pre-
cio de los sacos vacíos. ~l costo i)ara _el consu-
midor fue reduciéndose desde S/. 18.40 por _tone-
lada en la primera campaña hasta S/. 16.05 en ]a .
de 1914/15. En ]os años · siguientes, durante to-
do el período de la I Guerra, no se ap1ic6 el
sistema ya descrito de evaluación· de costos si-
no el precio fijo regulado por la Ley 2107 de
febrero de 1915; el valor de los sacos se cobra-
ba aparte, así como los derechos fiscales. La
tonelada de guano subió desde S/. 34.44 en 1915/

73. Memorias 1909-1929. ,


422 PABLO MACbRA

16 (casi el doble del año anterior) a S/. 44.50


en 1918/ 19; la elevación del precio se--atribuyó
tanto a una mayor ley de nitrógeno ( 12.28% pa-
ra la última campaña mencionada) como tam-
bién a las variaciones en el precio de los sa-
cos importados.
Después de la I Guerra Mundial, el régimen
de precios tuvo tm decidido carácter promocio-
na! . y proteccionista en favorl de la -agricultura
costeña. La Compañía Administradora del Gua-
no volvió, como para el período 1909/15, a calcu-
lar sus costos de operaciones, t;ratando en lo po-
sible de disminuirlos. Pero la postguerra trajo
consigo una fluctuación mundial ·de precios que
afectó a la economía dependiente y exportadora
de materias primas que era la peruana. Fuera
de la elevación de fletes que fue materia de
discusión entre 1919 y 1922 y a la cual nos he-
mos referido en páginas anteriores, muchos o~os
renglones sufrieroh también un ~ . En primer
término las operaciones de extracción. Los prin- .
cipales materiales y herramientas habían. subido
para 1921 en un 40% a 100%% tomando como ba-
,se el año 1916. He aquí algunas de las cifras: ,

Precios
Artíc;ul0$ Unidad 1916/17 1921/22
l. Lampas docena S'/. 24.00 SI. 45.00
2. Picos 20.00 42.00
3. Escobillones
4. Cabo mánlla
..
quintal
'19.00
24.00
28.00
56.00
5. Pita para sacos 120.00
6. Cadenas
7. Madera
..
millar pies
85.00
25.00
130.00
42.00
230.00 .
8. Carbón de piedra tonelada 51.00 65.00
·EL GUANO
.
423

La ración de los obreros de las islas había


sido incre_mentada en una escala muy pareci<;la.
Con ,relac!ón al mismo año de 1916 los porcenta-
jes de alza en 1921 eran los .siguientes:

Carne 30% Azúcar 75%


Manteca 139% . TI- 118%
Arroz corriente 151% Galletas 80%
Frijoles 129% Leña 87%
Papas 40%.

Los salarios a su vez eran de S/. 1.74 por jor-


nada en vez de S/. 1.11 para el período anterior.
Como lo resumía el Directorio de la Compañía
en una comunicación al Gobierno Central el au-
mento entre la campaña 1916 ·y · la de 1921 era
de 56.75% para los jornales; 64.34% para la ra-
ción y 59.16% para el costo total de ambos 74•
Todas estas variaciones de precios influyeron en
el costo total de la tonelada que entre 1919/1929
v~ó entre un máximo de S/. 32.26 para 1921/22
y un mínimo de S/. 'jf,)_77 para 1923. ·
Frente a estos hechos los grandes agricul-
tores ( azúcar y algodón) reaccionaron con un
ataque frontal a la Compañía Administradora,
en la cual sin embargo tenían asiento muchos
de ellos. · Interpretando muy literalmente la ley
3069 ( enero de 1919) consideraban ilegítimos y
sin justificación muchos de los gastos efectua-
dos por la Compañía Administradora. · Los agri-
cultores sostenían que sólo eran costos lega/e~

14 Memoria.s 1915/16; 1916/17; 1921/22.


PABLO . MACERA
424

los directos de extracción, flete, seguro, impues-


tos especi~es, sacos vacíos, administración y
utilidad de los· accionistas. Todos los demás, que
no fueran éstos debían ser prohibidos. ¿Cuáles
eran esas demasías? Vale la pena reproducir
aquí literalmente el pensamiento de la Sociedad
Nacional Agraria, 6rgano de los agricultores re-
clamantes para conocer el criterio con que al-
gun_os veían entonces la explotación de las islas
guaneras. Negaba en primer término la Sociedad
Agraria que pudiera incluirse entre, los costos
de operación la Administración de Faros, confiada
por el Gobierno a la Compañía, así como las in-
versiones para completar la flota de extracción y
lo que es más, los gastos que derriandaba la pro-
tección . de las aves:
"El dueño o propietario ( en este caso el Estado) de-
be evidentemente conservar por sí mismo y a su pro-
pio costo, la cosa de su propiedad hasta el momen-
to en que la enajena. La Compañía Administrado-
ra... interpretando equivocadamente la ley... en vez
de cargar a cuenta -del gobierno los gastos que de-
manda la guardianía de las islas y la destrucción de
aves dañinas. • . los carga a los gastos de explota-
ción del guano. . • Los compradores ( del guano} no
tienen la obligación 'd e contribuir a la conservación
e incremento de las guaneras ni es posible que tal
haya sido la mente del legisle.dor, porque los gastos
que ello ocasiona no solamente benefician al Estado
sino también a la Peruvian Corporation que explota
el guano; de manera que. . . result:n que los agricul-
tores conservll!} e incrementan las gunnerns en bene-
ficio también de esta Compañía" 1s.

15. Memoria 1920/21.


BL GUANO 425

Descontada la justa obsefVaci(m sobre los b~-


neficios que obtenía la Peruvian·, toda la actitud
de los grandes agricultores revela el criterio es-
trictamente parti.cularista que adoptaban frente
~ abonamiento, •p unto de vista que .era, en gene-
ral, el que teman frente a todos los problemas
deJ país que de un modo u otro afectaran sus
intereses más inmediatos. • Llegaron incluso a
pedir que el Estado fijara un precio m6vil para
el guano según fueran las cotizaciones mundia-
les del azúcar y el algod6n, y arguyeron en su
defensa que sus costos de producci6n habían su-
bido desde 1916 en adelante. No veremos ahora
el problema del margen de. ganancia de la gran
agricultura durante esos años. Examinando ex-
clusivamente la propuesta concreta del precio
m6\ril, ·habría que observar como lo hizo el Ge-
rente de la Compañía Administradora que _ese
procedimiento suponía establecer el precio me-
dio anual de los productos de exportaci6n y dis-
tin~ sus diversas clases: y que el trato exi-
gido por los exportadores importaba un desco-
.nocimiento (aparente) de que el guano no se,be-
neficiaba a su vez ·c on los altos precios intema-
<:ionales pues estaba destinado ál consumo in-
terno.
. Continuaremos estudiando éste y otros con-
flictos entre la Compañía · Administradora del
Guano y los agricultores. Digamos, en relaci6n
concreta con los precios del guano, que si ·bien
los azucareros y algodoneros que consumían jun-
tos el ~ del guano nacional no consiguieron
todos sus objetivos, sí al menos· obtuvieron del
PABLO MACBRA
426

Estado una rebaja de tipo proteccionista de modo


que cubiertos los ·costos de operación, el Estado
renunció a parte de sus· utilidad~. La tonelada
de guano resultó can todo más . cara que en los
primeros años y en ve-z; de los .S/. ~8.4-0 de la
campaña 1909/10 alcanzó ai S/. 48.78 en la de
1919/20 reduciéndose después (salvo· los años
1900/22) hasta llegar a S/. 44.26 para 1929/30.

El· guano y 'la agricultura de exportación


No es fá~ exa1~ar las relaciones entre la ,
explotación del guano durante · el ·siglo XX- y el
desarrollo de la agricultura peruana de exporta-
ción; o más concretamente las relaciones entre
la Compañía Administradora de un lado y del
otro los algodoneros y a.zooareros de la Sociedad
Nacional Agraria que desde su fundación en 1905,
cuatro años antes que la Compil.ñía Administrado-
ra, ha sido hasta nuestros días una de las insti-
tuciones privadas más poderosas del país. Con
razón se le han atribuido las más altas influencias
políticas y de hecho ha intervenido en las prin-
cipales decisiones tomadas por el Estado perua-
no en materia de agricultura. ·
Para el período que estudiamos, de organiza-
ción y estabilización de la Compañía Administra-
dora ( 1909-1929) sería necesario analizar el plan-
. tel de altos funcionarios. del Estado que al mismo
tiempo estuvieron vinculados de un modo o de
otro a la Sociedad Nacional Agraria. Los más
ronspfouos fueron Romaña, Pardo y Leguía que
gobernaron el-Perú durante 30 años; pero, es lar-
ga la lista de ministros, paijlamentarios, directo-
EL GUANO 421
res de reparticiones púb~cas, etc. sujetos a la
influencia de esa institución. Habría al mismo
tiempo que estudiar las conexiones personales y
comerciales con otros sectores de. la actividad .
económica (bancos, empresas industriales~ nego-
ciaciones importadoras) ; y dedicar un largo tiem-
po a la ideología de est~ poderoso grupo tal co-
mo se encuentra expresada en sus boletines y
memorias, en la publicación periodística de avi-
sos, informaciones y editoriales y en los discur-
sos de algunos políticos. Probablemente todas
esas i~vestigaciones combinadas no hagan más
que confirmar la imagen popular que desde hace
mucho tiempo se ha formado sobre la Soci~d
Nacional Agraria; imagen según la cual esa jn~-
tituci6n ha sido . política y socialmente conser-
vador~ Sin considerar por ahora estas cuestio-
nes nos limitaremos a estudiar la política segui-
da por estos grandes agricultores como conjun-
to, frente a la explotación del gua.no que tan di-
rectamente les interesaba.
Al considerar el período de organización muy
·brevemente hemos descrito la intervención de los
grandes empresarios agrícolas en la formación
de la Compañía Administradora del Guano y có-
mo estuvieron representado~ indirectamente ep.
la nómina de acciopistas y eF personal del Di-·
rectorio. Pero los algodoneros y azucareros com-
probaron que, a pesar quizá de la buena volun-
tad de los que dirigían la Compañía Administra -
dorá, no todo se haría a la medida de sus inte-
reses. Se les prefirió siempre, pero oo~ ciertas
limitaciones impuestas por el Gobierno, que fue-
PABLO MAC~
428
ra de cautelar 'su~ g-anancias fiscales actuaba
bajo la presión combinada de los interes~ ex-
tranjeros 59bre el guano ( Peruvian Corporatioh,
prestatarios de 1922) y d~ algunos intereses par-
ticulares peruanos que no siempre coincidían
con los del azúcar y algodón. Por otra parte
los _mismos agricultores accionistas de la Compa-
ñia Administradora del Guano se vieron obliga-
dos muchas veces a no ceder ante las peticio-
nes de su propio grupo. Esta fue una causa de
,conflictos internos que no es del caso ·examinar
en este momento y que fueron expuestos muy
claramente por Víctor Marie. "La presencia~ de•
cía Marie, de varios agricultores entre los ac-
cionistas y direct()rio de la I Compañía Adminis-
tradora del Guano no es .tampoco garantía sufi-
ciente de fiscalización de las operaciones . de di-
cha compañía. .. ; el · interés del aocionista o di-
rector puede ser mayor que el del comprador
del guano" 76• Los primeros conflictos entre agri-
cultores y la Compañía del Guano surgieron alre- .
dedor del régimen de prorrata que ya hemos ex-
puesto. La tensión se agudizó entre 1912 y 1913
y determinó que los agricultores publicaran un
Memorial 77 donde · presentaban un cuadro pesi-
mista del estado de . la agricultura peruana ( se
entiende, la de exportación). Seg(m ellos los prin-
cipales probl~mas eran la falta de caminos en e~
Perú, su alejamiento de los mercadós intemacio-
76. Marie, Víctor. '1nfo1me del Director de la Escuc-
b de Agricultura, sobre la nueva base de adquisipón de
guano por los agricultores peruanos". Lima 1919.
77. "Memorial de los agricultores sobre las necesida-
des de guano en la agricultura nacional". Lima 1913.
'
EL GUANO 429
' .
nales -de consumo, Las altas tarifas de ~a11spor-
'te y la carencia de . mano dé obra y baja prepa-
ración de la misma. Todos estos factores influían
en una elevación de costos que la agricultura pe-
ruana no podía resistir. Indicaban también el
alto valor de la tierra : una fanegada que antes
(¿qué fecha?) costaba S/. 300 se vendía en 1913 ,
a S/. 2,000 y S/. 3,000; mientras la renta de arrien-
do por fanegada/año había subido de un prome-
dio de S/. 20 en la costa hasta S/. 100 y S/. 180.
En cuanto a la mano de obra afirmaban que su
pago promedio era d~ S/.. 9.00 por jornal contra
S/. 1.00 que habían recibido los esclavos chinos.
No era mejor la situación en lo que se refería
a los ci-éditos que por entonces no eran conce-
didos por los banco~ sino sobre todo por babi- .
litadores extranjeros que imponían onerosas con-
diciones, cobrando además de altos intereses, co- ' ·
misiones de venta y liasta falsas comisiones
cuando el producto no Jlegabá. a una; cantidad
coiwenida. Lo único que compensaba el efecto
negativo de todas esas circunstancias era la posi-
.bilidad de emplear el guano para la agricultura
naciolnal, tanto más importante cuanto ésta trans-
fo_rmaba su técnica extensiva en otra de tipo in-
tensivo. Pero loJ agricultores se habían visto
idefraudado~ e!li sus expectativas. Es cierto que
a · fines del siglo pasado la agricultura peruana
consumía solamente 500 tns. de guano al año y
que en cambio la Compañía Administradora ha-
bía puesto a su , disposición v~os miles de to-
neladas; pero aún estas cantidades cada vez ma-
yores resultaban insuficientes para unas empre-
SB:S en crecimiento y habían ob~gado a una im-
430 PABLO MACERA

portación de · abonos minerales que para 1912 se


estimaba en casi 70 mil libras peruanas.
"Ese guano. añadían, que se · niega a la agricultura
nacional, que pasa en abundancia frente a sus tie-
rras exhaustas, va a servir para fertilizar tierras
e.'Ctrañas, para la obtención de otros productos que
van luego a competir con los nuestros. . . Nosotros
mismos favorec_emos, estimulamos as(, la competencia
a nuestros productos agrícolas y muchas veces la de-
rrota en los mercados" 78.

No saibemos hoy cuál sería el efecto de este


Memorial entre los diverso~ públicos para los
cuales había sido redactado. Si lo ~ceptamos · li-
teralmente tendríamo~ que convenir con los agri-
cultores en que su situación económic::a era crí-
tica y al borde de una quiebra definitiva. ¿Era
así en realidad? ~ fuent~ que -hemos consul-
tado ló niegan en gran parte. No nos referimos
a las respuestas¡ dada~ por ·la Compañía Admi-
nistradora del Guano. a este Memorial, respues-
tas firmes pero prudent~ en , que no se ponía
del todo en evidencia las inexactitudes y sobre
t?do las omisiones en que incurrían los agricul-
tores; pensamos más bien en las informaciones
de la propia Sociedad Nacional Agraria, y ade-
más sobre todo en 1~ estadístic~ o§.cial~ que
si algún índice de error contenían no era preci-
samente en contra de lo~ agricultores.
Esta gran agricultura ~ortadora que tan an-
gustiosamente solicitaba la protección del .Estado
era entonces una de las actividades económicas
m~ floreciente~ del Perú .al lado de la minería
78. Id. ant.
EL GUANO 431

y del petróleo. Su situación había ido mejorando


año tras año desde fines del siglo pasado, aun-
que con ciertas diferencias de desarrollo entre
sus dos grandes renglones, el algodón y el azú.
car. Ya se ha indicado el efecto favorable que
en la industria azucarera peniana tuvo el Con-
venio de Bruselas (1902). Desde entonces y du-
rante todos los primeros años de· funcionamiento
de la Compañía Administradora del Gµano, esa
industria se expandió, favorecida circunstancial-
mente· además por la I Guerra Mundial. Los pre-
cios subieron vertiginosamente desde 10 y ·13 che-
lines a principios de ~glo hasta 30 chelines en
1919 y 65.8 en 1920. Al mismo tiempo se produ-
cía una expansión de las áreas de cultivo pon
un mayor .requerimiento de abo~os; para 1914
el área cañavelera peruana se estimaba en poco
más de 36 mil hectáreas; • en 1923 llegaba a
54,834 hectáreas. Las cifrasi totales de exporta-
ción _siguieron el mismo ritmo:
Año Kilos
1900 · 112'222,898
1905· 134'234,261
1913 142'901,655
. 1915 220'257,564
. 1916 . . 239'000,529
1917 212'040,073
1918 197'985,791
1919 272'122,913
1923 282'492,000
Como en épocas anteriores gran parte de este
azúcar. era producido
.
por
. lo~ · ingenio~ del norte
432 PABLO MACE·RA

( sólo el valle de Chicama en 1919 representaba


el 37.Sli del total); en ·esa misma región se da-
ban también los inás altos rendimientos. por hec-
tárea que entre 1914-1919 eran relativament_e ba-
jos en la costa! sur pues con la: sola excepción
de Cañete que rendía 12 tns. por hectárea, los.
demás de esta región variaban entre 7 u 8 tus.
por hectárea; mientras el promedio norteño era
de 14 tns./ha. No mencionaremos la producción
serrana mucho menor, para el solo consump in-
terno, especialmente en chanca.ca y aguardiente
y que no estuvo vinculada ni al ~ectacular movi-
miento del comercio exterior de ~os años ni a
los problemas de la explotación del guano de is-
las. Digamos que esta gran industria, .a · pesar
de sus evidentes ganancias mantenía un régimen
salruial bajísimo. El promedio de trabajo efecti-
vo era calculado en 1914-1919 en 8.30 horas· en el
campo y 10.19 en el ing~nio. Algunas haciendas
manteniari a sus hombres trabajando un tiempo
todavía mayor ( entre 11 y 12 horas). Los pagos
variaban entre S/. 0.91 para la mujer en el cam-
po. hasta S/. 1.67 (sin ración) para los hombres
en el ingenio. Altos precios de venta y bajos
salarios' y de ser'posible guano cada vez más. ba-
rato resumían la política ~grana .d'e 1~ cañave-
rales en eso~ años 19• ·
.
79. Para los datos estadísticos citados en el texto con-
sultar l ) "Estadística de la producción de caña de azúcar
y azúcar de caña en el Perú, conespondiente al . año
1905"; 2) Id. ant, años 1910 a 1923; 3) Klinge, Gerardo.
La Industria 0%ucarera en el Pení. Lima' 1924; 4) Banco
de Crédito del Perú. El Perú en maf'cJta. Ensayo de Geo-
grafía econ6mica. Lima, 1943.
EL GUANO
433

En cuanto a la agricultura algodonera_ se fa-


voreció con la coyuntura .económica ~mndial des-
de pdncipios de este .siglq hasta fines de la Pri-
mera Guerra Mundial. Entre 19'03-1907, poco an-
tes de la fundaci?11 de la Compañía Administra-
dora el Pe~ e,.-portó 9,305 tns; el p1i~er año de
la gue1Ta esa cifra se elevaba a 22'933,753 kilos;
con algunos altibajos ascendió progresivamente
y para 1923 era de 43'427,200 kilos. Los precios
mundiales·subieron desde S/. 0.61 por kilo en 1914
a S/. 1.47 para el año final de la guérra alzan-
zardo ,SU máxima cotización en 1920 (S/. 3.22
por kilo) para sufrir una brusca baja al año si-
guiente (S/. 0.98) y fluctuar hasta 1929 entre
un mínimo de S/. 0.91 en 1926 y un máximo de
S/. 1.60 para el bienio 1924-25. El área de culti- _
vo algodonero se duplicó en menos de 5 años, .
avanzando desde 55,635 hectáreas en 1916 a
108,356 en 19~1. Después la e~-pansión fue más
lenta, acorde con la situación de los mercados
mundiales y .para 1929 era de 126,883 hectáreas.
El régimen de trabajo impuesto por los algodo-
neros par11. los "jomaleros, libres" era similar al
de las plantaciones de azúcar y en alguno~ lu-
gares todavía peor porque tenemos certificado y
probado para Chincha el ,trabajo de niño~ de 6
años. En 1915/16 los algodoneros ocupaban un·
total de 20,514 braceros, en su mayor parte ho~-
• bres (18,120) ; el horado promedio de trabajo
efectivo era de 8.45 hrs.; pero en Ancash y -Lima
- se confesaba entre 9 ·y 10 horas; los salarios o~-
cilaban entre S/. 0.53 pru:11: las mujeres en lea y
de S/. 1.50 para los hombres en Lima; con pro-
PABLO . MACERA
434

medios generales de S/. 1.10 )' S/ . 0.79 r.especti- .


vamente.
La· agricultura algodonera peruana conoció por
otra parte en esos años una verdadera, "revolu-
ción" nQ sólo por. el empleo cada .vez mayor y
técnicamente dirigido del abonamiento, sino tam-
. bi~n sobre todo por el descubrimiento de una
nueva variedad, el Algodón Tangüis, que con el
tiempo habría de cubrir casi todas las ~eas
algodoneras del país. No nos · toca considerar
aquí los orígenes de ese descubrimiento; fuese
por mutación como sugiere González Tafur 80 o
por hibridación según la tesis qe Ferrero 81 , lo
cierto es que el Tangüis permitió a los algodo-
neros librarse •de las plagas que atacaban al·
Upland:, variedád, ésta, generalizada en toda. la
costa con excepción. de Piw·a donde el Pjma y
el Acala reemplazaron al algodón nativo. Desde
1914 en que fue descubierto el Tangüis progre-
só al principio muy lentamente y en 1917 sólo·
cubría el 8.14i del algodón desmotado, pero ya
cinco años después esa participación era del 61.2$
y para 1930 del 88.B,;.
A la luz de estos datos, el Memorial de -1913
y la actitud de los agricultores durante toda la
I Guerra Mundial no parecen muy justificados,

80. González Tafur, O. El problema genático del algo-


d6n Tangüis. Lima 1932. , ·
81. Ferrero, Rómulo. El algodón Ta11g~is y su origen.
Lima · 1935. Consultar también : Tangüis, Femún. C6mo
formé una variedad de algod6n. Lima ·1925 y Boza, T. El
• problema del mejoramiento de la oariedad Tangüis. Lima
1934; ambos citados por Ferrero.
EL GUANO 435

por decir lo menos. Situación diferente fue la


que-afrontaron los cultivos de exportación duran-
te la postguerra, cuando el mercado mundial
controlado por Europa y EE. UU. diseñó una polí-
tica deliberadamente contraria a los países pro- ,
ductores de materias· primas. Los precios del
algodón y el azúcar se . vinieron ~bajo y los agri-
cultores peruanos acudieron al Gobierno y a la
Compañía Administradora en busca ·d e ayuda;
solicitando una protección qúe aunque legítima
no coincidía con ~l librecambismo teórico que
desde en~once~ era su ideología oficial. •
En 1921 cuando. se derruml>aron espectacular-
mente los precios agrícolas mundiales, los cul-
. tivadores de algodón que habían sufrido más aún
• que los azucareros, quisieron resolver siquiera
parte de sus problemas solicitando un régimen
~e exec¡pción para el pago de los. abonos._ La si-
tuación era en realidad ~ave como lo demostra-
ba la reducción de los pedidos de guano en toda
la costa ( con excepción de 1~ valles de Supe,
Chancay y Huacho). Los algodoneros dirigieron
un Memorial a la Compañía Administradora del
Guano que ésta apoyándolo lo remitió a la Direc-
ción General de Hacienda. En ese memorial los
agricultor~ pedían: , 1) rebaja en el precio del
guano mediante una renuncia de la utilidad fi~ •
cal desde S/. 2.50 á S/. l.(}(J ~r unidad centesi-
mal de ázoe; 2) moratoria de. lo~ pagos y refi-
nanciación de las deudas por compra· de guano.
El gobiemo accedió al segundo punto pero no
al primero quizá porque ya estaba en discusión
el empréstito que habría de firmarse al año si-
.436 PABLO MACERA

guiente y del cual nos ocuparemos más adelan-


te. Pero bien puede decirse que éste fue un gran .
triwúo de los agricultores puesto que tánto el
Gobierno como la Compañía habían coincidido en
el principio general· de relacionar el guano con
las fluctuaciones de precio~ mundiales. De ese
principio habrían de servirse insistentemente en
los años siguientes tanto algodoneros 90mo azu-
careros hasta perfeccionar un sistema que lo ad-·
mitiera en toda su amplitud y con todas su~ con-
secuencias. Pero ese nuevo sistema para el Ere-
cío y comercio del guano sólo hubo de ser con-
seguido en el cur~o de largas negociaciones, in-
cidei;i.tes y presiones, Algunos de · estos hechos
han sido ya comentados como cuando nos reíeri-
mos a las críticas que en 1922 hizo la Sociedad
Nacional Agraria contra los costo~ de operación
de la Compañía Administradora, o al pedido he-
cho por esos mismos grandes agricultores para
tener mayor representación directa en el Direc-
torio de la Compañía. Después de 1925 las pre-
siones de los exportadores aumentaron sobre to-
do por paite de l<;>s azucareros- que conocieron a
paitir de esa fecha una de sus peores crisis. Los
precios del azúcar bajaron ese año a S/. 0.11 por
kilo en vez de los S/. 0.19 del año anterior; para
1926 fue de S/. O.p y después de un ligero re-
punte en 1927 (S/. 0.15) siguió bajando hasta
llegar a S/. 0.09 en 1929. Como si fuera poco
.los cañaverales sufrieron, como toda la agricu!-
tura costeña, la sequía de 1924 y las _grandes
lluvias de 1925. Se organizó entonces por parte
de la Sociedad Nacional Agraria una campaña
ante lo~ organismo~ oficiales y la opinión públi-
EL GUANO 437

ca. De esos años ( 1926) es Í~ publicación de


Ismael Aspfllaga ( copropietario de Cayaltí) so-
bre el estado de la industria del .azúcar en el
Pen.'1 así como infinidad de artículos de -perió-
dicos; descontadas las exageraciones, las cifras
demuestran que- la gran agri'cultura de exporta-
ción estaba en peligro pues a~ cuando el vo-
lumen de exportaciones siguió aumentando año
tras año, en cambio el valor total de las mismas
disminuía. En 1920, con el excepcional precio
de S/. 0.62 por kilo de azúcar, los ingresos ·ha-
bían sido de S/. 15.5'848,892 y en 1925 ( con S/.
0:10) sólo llegaron a 21'586,510; mejorando des- .
pués pero siempre con una tendencia a la baja.
Entretanto el Gobierno' de Leguía organizaba
una política favorable a los agricultores y en
1925 creaba un impuesto de S/. 0.05 por saco de
guano para la Sociedad Nacional Agraria que de-·.
bía aplicar su monto a, 'la creación de un Labo-
ratorio de Patología vegetal 82• Ese mismo año
también se concedió una moratoria a los com-
pradores de guano y la reducción dei interés de
l'enov:ación del 8% al 6% ~' que más tarde en
1928, por acuerdo con los Bancos habría de 'ba-
jar hasta el 4.5% anual~- Por su parte los
agricultoi:es insistían en la· vieja. idea de que
et' precio del guano estuviese condicionado ~l
de sus produotos en · el merca!do mundial. Esta
tesis era opuesta al texto de las leyes 4574 y
4545 por lasi cuale~ . se había. contraído el em-

82. Memorias ~925/26; 1926/27.


83. Id. ant. '
84. Memoria 1928/29.
PABLO MACERA
438

préstito de 1922. En efecto uno. de sus artículos


( 39) decía expresalJlente que el precio del gua-
no no podía ser rebajado sin consentimiento de
los prestatarios. .Para vencer este obstáculo la
Sociedad . Nacional Agraria gestionó el consen-
timiento de los tenedores de bonos. De hecho
algunos de estos tenedores se hallaban vincula-
dos al comercio peruano de_ exportación y se
hallaban pues interesados en la soluci6n plantea-
da por la Sociedad Nacional Agraria, en la me- ·
dida en que esa soluci6n no afectara el pago
del empréstito... Por fin a fin.es de 1926, la So-
•ciedad' Nacional Agraria reactualiz6 el texto de
sus peticiones de 1922 volviendo formalmente a ·
solicitar la . derógatoria del precio fijo estatuido
por la ley 3069 y su reemplazo por una escala
m?vil •que rigiera el precio que el Supremo Go-
.biemo percibe por el ~ano en forma propor-
cional ·entre su precio y el de venta de los pro-
ductos· agrícolas de exportación" 85• La Compa-
ñía Administradora del Guano se pronunci6 so-
bre esta .solicitud poco tiempo . después ( 1926)
apoyando en lo fund.amental a los grandes agri-
cultores s:upque con algunas restricciones for-
males. Reconocía la Compañía Administradora
que era necesario reducir los' costos de la pro-
ducci6n agrícola, pero no · manifestaba gran en-
tusiasmo . porque lo fuera en el rengl6n de los
abonos a su cargo que, en definitiva, po:rt ob·a.
parte, sólo representaban una mínima parte de
los gastos de operaci6n agrícola: el 20$ en el
algod6n y el 1~ en el azúcar. Cabía en cambio

85. Memoria 1927.


BL GUANO 439

una nueva política que permitiera disminuir


otros costos, • entre los cuales mencionaba el va-
lor locativo de la tierra y los llamados gastos ·
generales y también la mano de obra. Acerca
de esta última la Compañía Administradora re-
comendaba sustituir en lo posible el trabajo hú_.
· mano o reducir el salario, textualmente, "al lí-
mite ·qú~ hagan posibles las condiciones de vida
de la población rural y su reducción o sustitu~
ción. por la intensificación del empleo de maqui-
naria agrícola". En cuanto al fondo d~ la cues-
tión, la Compañía era contraria a reducir el pre-
cio del guano pero, buscando una salida favorá-
ble a los agricultores, sugería que . ese precio
fuera subsidiado con el excedente de la utilidad
fiscal u'.na vez cubiertos los servicios del emprés-
tito de 1922. Tal bonificación o subsidio no se-
ría absoluto sino nióvil, sujeto .a las cotizacio-
nes del mercado extranjero de acuerdo a una
· escala que la Compañía adjuntaba en un proyec-
to de Ley. Para el algodón: 1) .2. .~-65 de rebaja
a partir de una: cotización de 12 peniques que
disminuiría en S/. 0.2.5 por cada penique de au-
mento sobre esa primera co~ción; 2) si la co-
tización pasaba de los 15 peniques, se aumenta-
ría S/ . 0.25 por cada penique sin que el precio
final pudiera exceder de S/. 3.00 por unidad.
Para el azúcar: 1) S/. 0.75 de rebaja a partir
de una cotización de 11 chelines 6 peniques; 2)
disminuiría en S/. 0.375 por. chelín de aumento
hasta 13.6 peniques; 3) a partir de es~a álti}na
cotización el precio se recargaría en S/. 0.50 con
el mismo máximo de, tres soles señalado para el
algodón. .
. '
440 PABLO MACERA

Para que la utilidad fiscal no resultara muy


afectada por este nuevo régimen, la Compañía
· Administradora. recomendaba qu~ el pr~o del
guano· para los cultivos de panllevar, en ·vez
de favorecerse con la proteo,ción señalada por
la Ley 3609. fuera . asimilado a la escala pro-
puesta para· el algodón. En otras palabras, sin
decirlo explícitamente, la tal protección a los
productos agrícolas de exportación no sería pa-
gada: sólo a. cargo de .Ja utilidad fiscal: en la
medida que el abonamiento de panllevar fu~ra ·
más caro, eran los consumidores locales quie-
. nes pagarían el subsidio del azúcar . y del algo:
-dón. ·

Los otros· cultivos


Mientras los grandes agricultores. del azúcar
)' el algodón defendían eficazmente sus propios
, intereses, consiguiendo del Estado y la Compañía
Administradora un trato :de excepción ¿cuál era,
en Jo que se refiere al abonamiento, la situación
de los otros cultivos? Ya lo : dijimos de paso al
comentar las primeras estadísticas de distribu-
ción dadas por Lavalle en 1914-16 según las cua-
les el más alto porcentaje éo1Tesp~ndía a los
productos agrícolas de exportación. En la cam-
paña 1909/10 por ejemplo, descontado lo expendi-
do en las campiñas de Arequipa y Moquegua y
algunas ventas probables en Cerw Azul y Tam-
bo· dé Mora, las cifras totales para . los pequeños
agricultores eran mínimas y apenas llegaban a
725 sacos concentrados en los . valles de Supe,
Huacho, Chan<;ay y Callao, próximos a Lima. El
EL GUANO 441

régimen de ventas implicaba ya una primera dis-


criminación socio-económica; pues la Compañia
Administradora exigía que al momento de pedir,
cada . solicitante depositara un adelanto de S/ .
5.00 por cada tonelada pedida y que el resto, se
pagara en dos partes, una al desemba~90 del gua-
no y lo demás a los 90 días. Este tipo de cré-
dito no era favorable a los pequeños agriculto-
res, muchos de los cuales carecían de capital,
sobre todo los yanaconas del algodón. El resul-
tado fue que casi todos los poseedores de pe-
queñas parcelas agrícolas cayeron en manos de .
los grandes agricultores que los incluían en sus
pedidos globales de guano para después distri-
buir y revender ese guano a un precio más al-
to que el oficial. Esta especulación· fue denun-
ciada muchas veces, incluso por el personal de
la propia Compañía, sin que · se hiciera nada
por evitarlo. El asunto fue hasta debatido en las
Cámaras Legislativas por intervención del diputa-
do Salyán ( 1924) y fue el tema de uri Memos
rial de los Delegados de la campiña de Huacho
{1924). Como en Huacho también en otros va-
lles costeños hubo similares reclamaciones, de-
mostrando sus. necesidades de abonamiento y el
virtual monopolio que azucaréros y algodoneros
habían establecido sobre el guano. En realidad
habfa regiones .íntegras de} país ( en la propia
costa tan favorecida) Y. \tU amplio sector de cul-
tivadores, que no empleaban el guano. En 1921
Lavalle, completando su trabajo de 1914-16 seña-
laba entre esas regiones a más "de los valles al-
godoneros de Piura e lea, a los arrozales de
Lambayeque-Pacasmayo, a gran parte de_lás cha-
442 PABLO MACERA

eras de cultivos alimenticios y a los valles inter-


andinos de Jauja, Cajamarca y Cu7,C0 86• Lava-
lle recomendaba una ate.nción especial para los
últimos tres citados pues siendo lo de panlleva:r
destinado al consumo interno, sus pedidos de
guano serían · ,más regulares por no El!ltar suje-
tos .a las fluctuaciones internacionales. Este in-
forme de Lavalle decidió la organización de un~
Campaña de Propaganda 1922/23 para la que el
país fue divi~do en tres áreas que compr~n-
dían tanto la costa como la. sierra: Area Sep-·
tentrional (Piura, Lambayeque, La Libertad, Ca-
jamarca, Ancash); Area Meridional (lea, Arequi-
pa, Moquegua, Puno y Cuzco); y Area Central
( Huánuco, Junín, Ayacucho, Huancavelica). Cada,
una de esas áreas estuvo a cargo de un' ingenie-
ro agrónomo, previamente instruido por Lavalle,
cuya acción fue tan decisiva durante todo este
período de formación de la Compañía Adminis-
tradora del· Guano. En total, las tierras visitadas •
sumaron 200;000 hectáreas; •se distribuyeron 5,000
CartiJlas de Abonamiento, fueron jnstaladas par-
celas experimentales y sé hicieron 365 ensayos
de guano. La Compañía Administradora trató, · de .
acuerdo con esto~ y otros informes de extender
sus servicios y lo hizo aunque no en la escala
necesaria. Primero se instalaron depósitos en
Jauja y Huancayo (1921) y más tarde se proyec-
tó similares para Tarma y Con?epción; en los
años siguientes se montaron !Uás agencias en la
sierra, pero en todos los casos a ~ de las
reclamaciones de las provincias a través de sus

86. Memoria 1922.


EL GUANO · 443
..
Diputados a Congreso, el principal Óbstác;ulo era
el alto costo de los fletes a cargo de la Peru....
vian Corporation. Completa!}do estas medidas y
· pai:a compensar los precios y la cantidad de los •
pedidos se · dispuso también un régimen esp~l
de crédito para los agricultores serranos que
pudieron pagar el guano eri largos plazos de has-·
ta nueve meses. .
Una pÓlitica similar de protección fue aplica-
da a los cultivos alimenticios de la costa para co-
rregir, aunque ~ese parcialmente, la situación
de privilegio que -gozaban el azúcar y el algo-
dón, cultiv~ alimenticios de ' la costa, no tanto
o no solamente para abastecer una cierta equi-
dad en la distribuci6n del guano sino con la in·
tención de abaratar los productos alimenticios.
Esa política fue propuesta y aplicada: con oca-
sión de la I Guerra · Mundial cuando en Lima
los obreros y artesanos se declararon en huel-
ga por el alza del costo de vida:-87• ·La · "agita-
ción social" _no podía ser_ controladal ~n medi-
das policiales y el Gobierno decidió encarar
frontalmente el problema. Fue entonces -de nue-
vo Lavalle-- que ·1a· Compañía Administradora en
coordinación con el Ministerio de Fomento estu-
dió el mercado de productos alimenticios· en la
Gran Lima con especial referencia a las legum-
bres. · Los estudios realizados demostraron que
las necesidades alimenticias de Lima eran en
parte· satisfechas por .huertas y pequeñas cha-

87. Consultar en especiai' Martinez de la Torre, Ricar-


do. Apuntes para una interpretaci6n marxis1a de la Histo•
ria Social del Perií. Lima 1947. ·
444 PABLO MACE,RA

eras situadas en todos ·los terrenos adyaceµtes a


la ciudad en un radio de 5 lans. sin petjuicio de
algunas haciendas que destinaban alguna de sus
tierras a ese fin. La mayor concentración se da-
ba en el camino de Lima a Callao c:.on un total
entre 540 y 600 hectáreas divididas en lotes pro-
medio ·de 4 a 6 hectáreas con un má.ximo de 22·
. has. y un mínimo de 1 ha. La renta de la tie-
rra variaba entre S/. 180 a S/. 200 por fanega-
da/año en los fundos próximos h~ta S/. 600-800
en · las huertas de los suburbios. Los salarios
eran bajos, con braceros de la sierra que reci-
bían S/. 30 al mes fuera de · comid1t. La mayor
parte de los cultivadores eran italianos reunidos
en una Asociación de Horticultores de Lima y
Callao, algunas de cuyás familias, .hechas ya due-
ñas de ]a tierra serían con el tiempo los urba-
nizadores y e~u]adores de terreno para el
gran "boom" de 1950-1967. Los altos precios que
los productos de ~tas tierras tenían en el mer-
cado de Lima no siempre beneficiaba a los pro-
ductores. Sin considerar ]a variación estacional
las cifras demuesb·an que los intermediarios re-
cargaban, sobre sus precios d~ compra un: pro•
medio de 78% con un máximo de 3()(Y,g (acelga)
~, un mínimo de 20% (zanahoria) 88•
A base de estos datos la Sección Técnica de
· la Compañía ·AdmiÍ1\stradora del Guano propuso

88. A la producción local habría que añadir las im-


portaciones que en 191;3 alcanzaron a S/. 234,000.00. Mu-
chas de esas importaciones eran suntuarias y para un gru- ·
po minoritario; era el cnso de los encurtidos (S/. 93,000.00)
y ·hongos (S/. 31,000.00) .
. EL GUANO ·445

Wl plan para _el abaratamiento de las legumbres ·


mediante el cual se abarcaba; desde la produc-
ción hasta el comercio. Para este último objeti-
vo, punto principal era la supresión del interme•
diario a través de la organización de depósitos
para cosechas, puestos municipales de venta y
· cooperativas obreras de consumo. En cuanto a
la producción el objetivo era no sólo ampliar el
área cultivada sino elevar sus rendimientos. Pa,
ra ello Lavalle estudió los abonos usados por
Ios horticultor~s ( estiércol de corral, basura de
la ciudad, cenizas de los hornos de ladrillos) in-
dicando las diversas té~nicas y combinaciones y
la proporción conveniente, en cad~ caso, de gua-
no de isla. ·
Una medida práctica en relación con estos
cultivos alimenticios fue dada en 1919 con la Ley
N9 3069 por la cuál el E_ stado renunció · al 50%
d~ su parte en el precio del guano_ en fa~or
de los agricultores dedicados al panllevar; este
precio de estímulo rigió también para la sierra
y para aquellos que tuvieran fundos distantes
,más de 70 kilómetros del ferrocarril o puerto
de desembarque. En el próximo capítµlo vere-
mos de qué modo 'varió esta política proteccio-
nista en los año~ siguientes.
En términos generales, no obstante las linii-
tadones impuestas por el Estado y la protec-
ción cedida al panllevar mediante precios dife-
renciales, bien podemos volver a ratificax lo que
hemos dicho en el curso de este trabajo: la ex-
plotación del guano por 1a Compañía Administra-
dora favoreció sobre todo a la agricultura perna-
446 . PABLO MACERA

na de expo~tación. ¿Había qtra salida? ¿Hubiera


podido la Compañía del Guano ,organizar otro ti-
po de distribución? Es difícil responderlo por-
que serla necesario evaluar las <u>iniones den-
tro del mru:co de. referencias disponibles du- •
rante todo el primer cuarto de este siglo. La
Compañía del Guano debía op~rar dentro de un
esquema económico-social ya dado, que no podía ,
modificar por sí sola ni tampoco quería hacerlo.
Como hoy, también en esos años la exportación
de materias primas era una palabra sagrada, el
eje de -toda la actividad económica. de un país
dependiente como el nuestro. Fue para esa ex-
po1tación que los · agricµltores y polítioos de
principios de siglo habían pensado "recuperar· el
guano". Si se hubiera _atendido con más equidad,
dentro de una política de promoción, a los agri-
cultores de la sierra o de panllevar, en detri-
mento del ·algodón y de la caña, se temía que
sobreviniera una baja del comercio exterior que
repercutiría sobre toda la sociedad. Estas consi-
deraciones influyeron sin duda en la actitud ~dop-
. tada por· el Gobierno y la Compañía Administra·
dora. En definitiva esa gran agricultura exporta-
dora resultó ser durante todo ~e' período una
agricultura subsidiada no sólo por el régimen
de precios, sino también porque dispuso del ,abo-
no al que tenía!\ también derecho y necesidad
otros cultivos. El gu~o algodonero y el guano
azucarero eran pues en ~ e el guano que. no
,pudieron utilizar el trig~. las papas, el maíz o
los frutales. Lo cual sólo podía justificarse si
estas transferencias de un sector a· otro, que en
última in~ancia eran fagad~ por l~ oonsumi-
EL GUANO 447
1
d~res peruanos, hubiesen estado sometid~ a una-
-explícita norma de reciprocidad; pero, y ésta es
ya o~a cuestión, . es bien sabido ' Y demostrado
que aquella gran agriéultura mientras de un la-
do pedía y obtenía la protección del Estado, pa-
ra otros efectos en cambio, siempre ~n su bene-
ficio, exigía el respeto más absoluto a la "liber-
tad de comercio". No rios toéa en este trabajo
juzgar esa doble moral.

Aspectos complementarios
Aunque han ~ido examinados los principales
aspectos de la historia de la Compañía Admi-
nistradora del Guano durante el · período 1909-
1929, quedan aún algunos otros que merecen una
atención · especial. Nos ref~rimos a las importa-
ciones de · fertilizantes por cuenta de la Compa-
ñía Administra9ora, a la explotación del aceite
· y cuero de lobos marinos y a las relaciones en-
h·e la pesca de consumo y la protección de las
aves isleñas. Lo -haremos muy bz:evemente, dejan-
90 para el próximo capítulo algunos tema~ co-
nexos ( sistema de distribución por agencias, expor-
tación del guano; variaciones en la población de
aves guaneras, empré~titos de 1922, etc... ) .
Tanto- la Compañía Administradora del Guano
como los propios agricultores declararop desde
el principio que la producción de guano era in-
suficiente para cubrir todas las necesidades in-
ternas, no sólo por la cantida~ disponible en las
, primeras campañas, sino porque el guano debía
ser completado .con otros elementos; .como la 'p o:
448 PABLO MACER,A

tasa, el salitre o· la cal. Ya en 1918 se estudió


las necesidades potásica~ de algunos valles . ·y
cultivos y la composición química de algunos sue
0

los 89• La mayor parte de la potasa empleada .


en el Perú procedía de la~ fábtjcas alemanas .
del Sindicato de Potasa, que hasta a~tes · de la
guerra tenía representante pruticular y exclusi-
vo . en el país; el . año anterior a la I Guerra,
la impo1tación peruana había ~alcanzado 2'297,083
Ks. a precio~ variables, la tonelada, según el
producto (S/. 130 por suHato de potasa; S/. 115
por cloruro de potasa; S/. 43 la kainita). No há-
bía en perspectiva ningún proyecto de sustitu- . .
ción por equivalentes nacionales a pesar de la
existencia de yacimientos de nitrato, sulfato y
cloruro potásico y de la. proteéción que a sus
probables industria~ se había concedido legal-
mente desde 1888. Lavalle propiciaba por eso es-
' tablecer un Estanco de la Potasa, expropiand~
yacimientos denunciados y considerando a .todos
los existentes como propiedad del Estado pajo
directa administración, que podría coordinarse con
la Compañía Administradora del . Guano.
Pasada la I Guen·a Mundial y reorganiza4o
el . comercio exterior con Europa, la Compañía
Administradora consiguió que el Estado le· con-
cediera, el monopolio de la venta de potasa )'
fosfatados con lo cual no sólo se añadía un
renglón de ben~ficio, sino que ·a1 mismo tiempo
se impedía la competencia indirecta con el gua-
no. El mismo privilegio le fue concedido más
tarde ( 1923) _con respecto al salitre que era
'89. Memoria 1918.
EL GUANO 449

import~~o al Perú por casas co~troladas por


la Asociación Salitrera. EL monopolio en favor ·
de la C. A. G. fue discutido por el Gobierno Chi-
leno algunos años <;lespués, interesado como esta- •
ha en aumentar los ingresos que el salitre le
daba desde la: incorporación de los yacimientos
penianos y bolivianos como botín de la guerra.
del 79. Chile cuidaba 'de este modo una riqueza
que por entonces encontraba serios competido-
1·es en algunos "reemplazos" parciales como el co- ·
que, el gas y el ázoe sintético · descubierto en
· 1909. Por estas raz<:>nes se explica¡ la nota dF
· plomática que én . 1930 entregó 8J la ·Cancillería
Peruana el Embajador chileno en Lima, que con-
tenía jui~ios y solicitud~ que fuera de su al-
cance económico suponían una m1erencia en
asuntos de competencia, i·ntenia. Decía el E~ba- ·
jador chileno:
"La ach!al organización de la Compañía Administra-
dora del _Guano con sus- sistemas de venta y propa-
ganda no es lo que conviene para el salitre por lo
tanto es absolutamente necesario e indispensable que
el salitre entre Ubre ti in-dependiente <le esta Com-
pañia".
Y añadia:
"La abonadum en •el Perú no co~nde a un sis-
tema- racional que contemple las cantidades de los
elementos que deben componerlas. . Se requiere lo.
instrucción de nuevos servicios para la educación de
los agricultores". '

No sabemos cuál sería la reacción . oficial,


pero conocemos la opinión contraria de la: Com-
450 PABLO MACERA

parua a _las pretensiones chilenas. Sobre este


asunto volveremos . más tarde.
Dentro de esta 'misma política expansiva que
le había procurado a· la Compañia la venta mo-
nopolista de la potasa y el salitre, qebemos con-
siderar la explotación de los lobos marinos que
habitaban las islas. Acerca de estos animales
circulaban leyend·as que los hacían devoradores
· de las guaneras. ~ observaciones de los biólo-
gos contratados por la Compañilll Adminis?"ado-
ra, demos_traron que el lobo destruía sí; ocasio-
nalmente, a las aves pero que no . las comía. No-
había tampoco concurrencia en la alimentación
pues los lobos cazaban los peces de mediano ta-
maño (bonito, lisa, corvina); si lobos y aves pes-
cab~n . juntos, era porque los peces buscados por
los primeros perseguían al igual que las ~ves
a las sardinas y la anchoveta. En cierto sentido
pues los -lobo~ eran colaboradores de las aves,
pues destruían a sus competidores en la pesca.•
Cuando se estudió la posibilidad de aprovechar
económicamente . a las colonias de lobos, fue des-
cartada · la explotación de ~ guano, pues era
muy inferior al de. las aves; tenía es cierto m(ls
ácido fosfórico, pero mucho menos nitrógeno;
además se encontraba .en poca cantidad pues los
mismos lobos . lo arrastraban en su camino al
mar. Cabía en cambio organizar una industria
primaria de aceite y pieles, y hasta quizá comó
en· otros países (·E E.UU., México) la exportación
de testículos a China, donde eran usados paro
fines médicos. Y en cuanto a las pieles se ·con-
. taba ya con · categorías internacionales.; las más
EL GUANO 451

codiciadas eran las ,jóvenes, utilizadas en artícu-


los de fantasía; las viejas servían ,para el puli-
mento de metales y las malogradas para ela:bo-
ración -de kola. Orientada por su Sección Téc-
nica, la Compañía Administradora inició desde
los primeros años la caza racional de lobos ma-
rinos limitando su número y estableciendo tempo~
radas de veda. En 1921/~ la Compañía Adminis-
tradora conh·at6 en el Crystal Explotation Syndi-
cate la exportación de, un, mínimum de 3,000 lo-
bos de un pelo y 2,000 de dos pelos. Al mismo
tiempo dio órdenes precisas .a sus guardianes
y a la policía pesquera paira detener la matan-
.z~ c_landestina de lobos. En los años siguientes
no liay testimonio . de que la Compañía hubiese
proyectado ampliar· sus operaciones respecto a
los lobos, por ejemplo con instalaciones especia-
les para el tratamiento de aceite; se trataba de
una actividad complemeJ!.tarla a la cual r_:iunca se
le dio. gran i~portancia. Además la Compañía
no tuvo siempre en este renglón el apoyo decidi-
do del Gobierno pues si: bien losi •E statutos de
1929 (ar.t:. 55) le reconocían la ~ exclusiva,
e.se privilegio fue desconocido por el ·Estado dos
veces; la primera cuando otorgó licencia de caza '
a Martín Wais ( que la cedió-a The Sea! and Wha-
Je Co.) y después en 1935 cuando declaró libre
la explotación de lobos 9(). •

90. Acerca de los lobos marinos consultar: Coker, Ro-


berto. "La caza de Lobos en el Pe~" ( trabajos de 1906-
1908, publicados en Boletín de la Compañía 1913) ; Gama-
rra Dulanto, Luis. "Los lobos marinos". Boletín de la Com-
pañia 1943; Memorias 1915/16; 1921/22; 1934/35.

..
452 PABLO MACERA

Por último anticipando un problema. que será


estudiado en las próximas páginas, consideramos
la política _que la Comp~ñía Administradora si-
guió durante estos primeros años frente a la
pesca -peruana. No describiremos su estado -ni
desarrollo sobre lo~ cuales contamos con las
valiosas observaciones de Coker 91 • Se trataba de
una actividad;- la más antigua ,de la costa perua-
na, que con escasa variante operaba según mo- -
delos tradicionales de la época colonial e inclu-
so preincaica. Desde el" primer momento cuando
la Compañía Ad'nµnistradora tomó. a su cargo
las islas consideró que esa pesca tal como era
practicada era contraria a sus intereses y al
mantenimiento y progreso de las aves. ,Los pes-
cadores en ·ull. 75% usaban la dinamita, Ilegaban
hasta las playas de la~ islas molestando a las
av~ · y lo que es más, desde hacía siglos ha-
bían instalado habitaciones temporales en las .
mismas islas donde en algunos casos efectuaban
la salazón del pescado. En 191~ por ejemplo en
el grupo de Lob(?S de Afuera, había 36 botes, 2
balandras y 136 pescadores adultos, sjn contar
los muchachos. En otras islas, ,nientras no se ge-
neralizó el servicio de guardianí~ se presenta-
ban situaciones similares. El Gobierno accedió a
las .peticiones · de la Compañía Administradóra
y reglamentó la pesca, prohibiendo 'la dinamita
y la recolección de_conchas en ciertos períodos;,
pero a menudo las mism!!_S ~pit¡uúas de puerto
y las autqridades encargadas de Cúmplir esas

91. Coker, R. "Estudio sobre la pesca en el Perú". En:


Boletín de la Dirección de Fomento. Lima 1910.
.EL GUANO 453

disposiciones se identificaban más con 'los pes-


cadores ( indirectamente ~n su propio consumo ,
familiar) que con lw Compañía AID"Qinistradora
que, digamos de paso, encontró en todo esto una
nueva fuente de impopularidad.
,Todas esas circunstancias obligaron a una
mayor intervención de la Compañía Administra-
dora del Guano entre 1923/24. Con la asistencia
de su Sección Técnica . y coordinando con la Poli-
cía Marítima, preparó un estudio sobre la pes-
quería -nacional que incluía un calendario de pes-
ca que indicaba! la: rota_ción y zonas por espe-
. cie 92• Se propuso dividir el litoral en siete zo-
nas en función de los puertos centrales: Paita,
Eten, Salaverry, Huacho, Callao, Pisoo y Mollendo,
cada uno de los cuales tendría el control de su
respectiva jurisdicción. La Compañía ' Administra-
. dora sugirió también la activa intervención del Es-
tado a fin de modernizar los· métodos de pesca
y educar a los trabajadores. Insistía en que
fuera de- la utilidad indirecta no se tr~taba ya
solamente de las islas ·guaneras sino ¡de resol-
ver siquiera en parte fas necesidades alimenti-
'cias y ~ mismo tiempo evitar la fuga do divi,.-
sas. En 1923.' el Perú había tenido . que . pagar
S/. 584,000 por 981,567 kilos de diversos deri:va-
dos de la - pesca, como sardinas, salmón, pesca-
do ahumado, etc~. . muchos de los cuales. podían
ser producido~ en el país; de otro lado la ca-
restía y, estacionalmente y a ·largo plazo, el dé-
ficit en suministros de vacuno, hacían recomen-
92. "Proyecto para el control de la industria pesque-
ra". En Memoria 1924/25.
PABLO MACERA
454
.
dable un mayor desarrollo d'e las pesquerías de
consumo. Para todo· ello la Compañía planteaba
la creación de una Escuela de Pesquería · con un
presupuesto inicial de S/. 150,000 que sería fi-
nanciado con las matrículas de pesca y los dere-
chos de importación sobre derivados de la pesca.
Veremos al finalizar este trabajo cuál fue ·la
evolución de estos primeros contactos entre la
pesquerí~ peruana· y la Compañía Administrado-
ra. Para el período en estudio, _esas relaciones
aunque conflictivas no revestían grav:edad y se
hallaban bajo el común control del Gobierno y
la Compañía Administradora. Nada h!!-cÍa pre- _·
ver la historia posterior · en la que el guano lle-
garía a .ocupar tui lugar secundario en las preo-
cupaciones oficiales mientras la pesca y quie1ws
habrían de dominarla avanzaban al primer plano
social, económico y político.
III. LA CONSERVACION 1929-1945

El tercer período en la historia de la Com-


pañía Administradora del Guano comprende des-
de la caída de Leguía hasta el final de la II
Guerra Mundial. En rigor no es una etapa me-
Tamente institucional; es_' toda una época e~ el ·
desarrollo de la sociedad global peruana duran-
te la cual se consolidó una política estatal con-
servadora que sin. modificar sustancialmente la:s
condiciones económi~ y sociales del país y sin
proponerse nuev~ objetivos, consintió en algunos
progresos menores. Las actividad~ de la Compa-
ñía Administradora del Guano participaron de
estas características. No fue ya el grupo inno-
vador que de la nada habfa creado una gran
empresa. Habían pasado los tiempos inicial~s
en que cada a:ño traía un descubrimiento. La
experiencia acumulada en veinte años pesaba ya
como un modelo consagrado. Hubo siempre den-
tro de la Compañía profesionales peruanos y
científicos entranjeros que desde la Sección T~c-
nica se mantuvieron a la vanguardia de sus. estu-
dios y siguieron elaborando proyectos e iniciati-
vas; pero su opinión no tuvo durante éste tercer
momento la influencia de que habían gozado an-
456 PABLO MACERA

tes Forl;>es o Lavalle, Vogt, Schweigger, Gonza-


les, etc. . .; sólo fueron escuchados en la medida
que sus puntos de vista coincidían con los de µna
institución que renunciaba a -los riesgos. La Com-
pañía Administradora entró en un proceso de
franco conservadorismo institucional que algunas
veces, como en el caso de sus trabajadores ~n
las islas, se confundía con el conservadorismo
político. En apariencia ese conservadorismo : era
adecuado para una empresa que había ya so-
brepasado la etapa de las pruebas, pero fue a
fargo plazo contraria a, sus propios intereses,
porque ·sin iniciativa ni espíritu de aventura le
fue imposible reaccionar _vigorosamente cuando
surgió en el Perú un nuevo tipo de pesca indus-
trial. Sólo pudo en~onces diseñar upa política
defensiva .y fracasó. .
Siguiendo los tenias principales que han sido
estudiados en los capítulos precedentes exami_-
naremos. ahora las relaciones entre el Estado y
la Compañía Administradora, la política de abo-
namiento frente a los cultivos de exportación, el
sistema· de distribución en . el mercado interno y
el régimen de trabajo en las islas. En las pági-
nas finales nos ocuparemos de la incidencia de la
pesca de anchovetá. en la producción de guano,
aunque el asunto pertenece más bien al período
siguiente, fuera de nuestro esquema.
Conviene primero considerar las bases jurí-
dicas y los vínculos con el Estado sobre los
cuales operaba la Compañía Administradora del
Guano. Ya se ha! visto que desde los primeros
Estatutos de 1909- el Estado peruano intervenía
BL GUANO 457

de diversos modos en la explotación del guano,


materia d~ ·contrato con la Compañía. Esta in-
ten~encjón fue ratificada en todos los instrumen·-
tos posteriores, como la Ley 3069 de 1919 y la
~ Resolución Suprema del mismo año sobre el au-
mento de capital; y c ~ o en los Estatutos de
1929 que resumieron y en parte modificaron las
disposicioµes anteriores. De ~cuerdo a estos úl-
timos la Compañía Administra4ora, cuyas accio-
nes habían dejado de ser nomin~tivas desde 1922,
fue reconocida como una sociedad; anónima que
tenía a su exclusivo cargo, por concesión del
Estado, la explotación del guano y su venta den-
tro y fuera d~l país. Pero su gestión se .halla-
ba limitada de diversos modos. En· prlmer h.igar,
del capital autorizado, que fue de 200,000 libras
peruanas, la mitad más una de la~ . acciones fue-
ron adquiridas por los prestatarios del Emprés-
tito de 1922, al cual nos referiremos a . conti-
nuación. Es cierto que la representación direc- .
ta de estos prestatarios ~ el Drrectório era só-
lo de dos miembros y por lo tanto _no era pro-
porcional al n_úmero de sus acciones. Pero ·como
según el artículo 1~: de los, Estatut~ su voto
en las Juntas Generales se computaba por el
de las acciones que poseyeran, en la ·práctica
ellos y el Gobierno intervenján e influyeron de-
cisivamente en la composición del D.ifectorio en
el cual, por otra parte, el Estado tenía derecho
a nombrar un miembro. Según el mismo· artícu-
, lo ,1()9 sin embargo, una vez cancelado el Emprés-
tito, el Estado . ( que asumiría las acciones del
prestatario) no concurriría a las votaciones si-
no según la regla_ general, ~ decir en . repre-
458 PABLO MACE·RA

sentación de cuatro. mil acciones, aunque pose-


. yera m~ Se quería así limitar para el futu-
ro la influencia gube~ativa y mantener a la
Compañia en el status mixto que había asegu-
rado su éxito en 1~ año~ anterio~ 93•
Esta intervención del· .Estado dentt~ de la
Compañia Administradora estaba asociada con
~o hechos: el Empréstito de 1922 y el arreglo
con la Peruvian Corporation en 1928. De esto
último no nos ocuparemos por extenso. Fue uno
de los peores "arreglof de la historia fiscal del
Perú, sólo comparable al Contrato ae 1890 que
dio origen a la misma Péruvian Corporation. El
arreglo de 1928 fue ~lificado como una permu-
ta por la cual la Peruvian Corporation cedía al
Gobierno peruano el _:Saldo de lo que aún resta-
ba , por extraer de los 2'000,000 de tns. de gua-
no con~das en 1890 {saldo muy discutible-co-
mo ya lo dijimos), recibiendo en cambio la pro-
.piedad de los ferrocairile~ .que hasta entonces
admir.a.istrilba en usufructo. Obte1'ida esta ce-
. sión, el Estado a su vez autorizó a la Compañia
· Administradora a exportar el guano "por cuenta
del gobierno", añadiéndole así un nuevo renglón
de o~acion~ que con el tiempo_ sería causa
de fricción con los agi:icultores peruanos. La_
primera exportación_. fue de 24,800 tns. de guano
rico y 6,400 del pobre. Esas cifras continuaron
subiendo hasta 1933. Desde entonces . hasta 1938
se suspendió la exportación para atender el con-

93. Consultar al respecto la recopilacl6n de Lanatta,


R6mulo. Legislación ,obre la Indtinria del Guano. Lima
1944! (segunda edici6n).
CUADRO 111 : Exportación de Guano (voÍún;ienes)
19@ - 1946
Guano Guano
.-do . fosfatado Total
T. M. T.'M. T. M.

. Cantidad exportada entre


A6oa 1891'/1900
1900 25,469 20,701 953,484
1910 43,660 14,820 46,170
· 1911 34,582 30,684 · , 58,480

f
1912 16.205 · 20,220 65,266
36,425

1
1913 19.865 14,612
1914 28,498 15,419 j 34,417'
1915 18,706 43,917'
1916 18,706
1917

1
1918
1919
1920 4,064
1921 6,045 4,064
1922 24,028 .-- ,:¡;¡ 6,045
1923
1924
1925
23,142
22,332
21,128
..
.a
&
24,028
23,142
22,332
1926 10,983 21,128
1927 12,657 10,983

q
1928 16,208 12,657
1929 ' . 23,814 . 5,9(¡0 16,208
29,774 -
1930 25,375 7,112 32,487
1931 16,500 16.SOO
1932 47,357 . 47,357
1933 44,042 4,761 48,803
1934 3,983 10,480 &: 14,463
1935 254 2S4
1936 375 375
1937 5,420 5,420
1938 - 16,911 510 17,421
1939 . 14,927 _14,927
1940
1941 8.474 8,474
1942
1943
· 1944
1945 81
. 81
1946
520,562 159,802 1'633,848
PABLO MACERA
460 '

sumo interno, salvo algunas cantidades del guano


fosfatado. Se reinició en 1938 durante tres ve-
ces hasta 1944. En total duranté los · 15 años se .
vendió al extranjero 238,482 toneladas de los dos
. . tipos de guano dejando una utilidad fiscal de
más de 19 · millones de soles.
En cuanto al Empréstito de 1922 fue uno de
los muchos contraídos por el gobierno de Leguía
para financiar .s u ambicio~o programa de obras
públicas que no podían· ser pagadas con las ren-
tas normales del Estado. 'Leguía pensaba como
Balta y otros gobiernos recientes de es.ta segun-
da mitad del siglo XX, que el rendimiento a
largo plazo de ~ obras compensaba las des-
ventajas del adeudamiento público. Lo~ capitalis-
tas extranjeros no estaban dispuestos sin embar-
go a otorgar crédito~ ~ garantíB.li: específicas;
lo hacían no ~ólo para salvaguardar ~ inver- .
· siones sino también q ~ especulando con la po-
sibilidad futura .de una concesión sobre las_ rique- ...
zas hipotecadas. Se comprende que en estas cir-
. cunstancias tanto unosi oomo otros, el Gobierno
y los prestamistas, negociaran ~obre la base del
guano de las islas que la Compañía había oon-
vertido en una fuente saneada de! ingresos fis-
cales. No oonocemos el desarrollo de t ~ las
gestiones que culminaron el 12 d.e diciembre de
1922 con la firma del Contrato de Londres; se-
gún el cual el Estado peruano recibía qn pré~-
tamo de 1'250,000 libras esterlinas con garantía
de la utilidad fiscal en la venta del guano y a
un interés no mayo~ del 8j; anual. Lo~ presta-
~º a través del Anglo South American Ban~
BL GUANO 461
t
y de los banquero$ Schroder y Baring. adelan-
taron 105,000 libras esterlinas sobre el monto
del préstamo para adquirir 101,000 acciones del
guano que quedaron depositadas en el menciona-
d.o banco inglés. No podemos ahora discutir la
co~veniencia de este empréstito. Hubo entonces
acusaciones de "negociados" ( se · dijo que algu-
nos altos funcionarios habían recibido comisio-
nes). Para muchos, además, ese empréstito signi-
fica·b a retroceder a la mala política del siglo XIX,
los que as{ pens.aban: temían que el desarrollo
. futuro fuera similar y que el guano tenninaría
otra vez en manos extranjeras.
Algunas d~ las disposiciones acordadas por
el Contrato de Londres eran impracticables . en
lo que se refiere a la Compañía Administrado-
ra. Por ejemplo su cláusula tercera según la
cual la . Compañía Administradora debía entre-
gar semanalmente a los agentes de los b~que-
ros todas las sumas recaudadas por la venta de
guano; los banqueros retendrían lo necesario
para el servicio de la deuda y devolverían lo
restante. La Compañía Administradora se opuso
al cumplimiento total de esta cláusula y ·proce-
dió de hecho a en~egar cada semana solamente
las cuotas de amortización. Y más tarde, en 1938,
reemplazó las remesas sémanales por otras se-
mestrales a fin de no afectar el mercado de cam-
bios. Despe el primer año del Empréstito, 1922,
la Compañía Administradora cumpl:ió con los com-
promisos impuestos por el Gobierno. Su primer
pago fue de 6 mil libras que aumentó en los .
·años siguientes, ,!llanteniéndose entre 1925-1930 en
462 PABLO MACERA

114,00()· libras anuales. Estos pagos fueron sus-


pendidos en 1931 para reiniciarse al año siguien-
te. Para 1939 los prestatarios habían ya recibi-
do l'~,237 libras esterlinas, fuera de los divi- ·
dendos por las acciones compradas. La. deuda
fue definitivamente canceladat después de la 11
Guerra Mundial 94•
El servi·oio del Empréstito de 1922 · y la ex.-
portación de guano, consecuencia ·del Arreglo de
1928, ~eron las dos actividades nuevas y extra-
or~arias que caracteriza.ron las relaciones de
la Compañía' cori el Estado de59e fines del gobier-
no de Leguía en adelante. Al mismo tiempo la .
Compañía Administradora ·s eguía cumpliendo las
comisiones regulares que el Estado le había en-
comendado desde su funcionamiento. Nos refe-
rimos a la percepción de impuest~ y el pago
de utilidades al Estádo sobre las ventas de gua-,
no. Estós ingresos, entre los más saneados del
Fisco, habían sido al principio muy reducidos
hasta 1915 en que llegaron a las 20,000 librás
peruanas para ascender continuamente de acuer-
do a diversas normas señaladas por el propio
Estado (ley& 2107 y 3069 en~e otras). Al fi-
nalizar la I Guerra Mundial eran aproximada-
mente . de 170,000 libras. La renta alcan.z6 su
máximo entre 1923/24 con más de 360,000 libras.
Hubo después un brusco d~enso debido a la
crisis agrícola que ya hemos comentado para re-
cuperarse en 1928/29. Después de esa fecha las
utilidades fiscales subieron con la exportación
" a 1929; 1931, ·1932 en
94. Memorias 1922; 1926
adelante.
CUADRO IV : Guano; utilidades-fiscales netas segó.n ventas
1909 - 1946

Ailos A la agricultura En el exterior TOTAL


1909 SI.
1910 ',,
23,008.28
33,317.36
-- S/. 23,008.28
33,317.36
1911
1912
,.
.... 32,137.53
33,867.90
-- 32,137.53
33,867.90
1913 34,074.44 --
- - 34,074.44 .
1914
191S
1916
..
...
32,038.10
862.355.00
1'050,326.22
- ·-
32,038.10
862,355.00
1'050,326.22
,. 1766,351.53
1917
1918
1919
.. 1'299,023.85
1'682,985.11 •• --
1766,351.S3
1'299,023.8S
1'682,985.11
1920 l '976,608.09 --. 1'976,608.09
--
......
1921 2'014,333.18 2'014,333.18
1922
1923
2'214,27S.81 .
2'805,84S.30
-- 2'214,275.81
'2'805,84S.30
1924
1925 ....
3700,814.S6
3'182,934.18
-
---
3700,814.56
3'182,934.18
1926
1927 ..
2'224,623.02
2'296,523.39
- - .. . 2'224,623.02
2'296.523.39
1928
1929 ..
3'695,066.66
3'474,747.4S S/.
- -
1'600,449.46
3'695,066.66
5'07S,196.91
--
1930
1931 •
1932
.... 2'1S3,979.90
1'695,023.21
2'102,722.49 ....
1'326,091.63
3'~3,DS.78
4'388,354.82
3'021,114.84
·5'436,058.27
,. 1'712,199.S8
1933
1934 ....
· 2'81S,35754
3'340,127.94
517,185.24
S'052,32752
3'332,542.78
1935
1936 ..3'217,322.48
3'396,780.20
1,322.92
6,092.77
135,883.91
n18.64S.40
3'402,872.97
5'413,101.84
1931
1938 ..S'277.217.93
6'173.281.34
., 4'659,644.30
.... 2'979,595.30 9'152,876.64
1939
1940 .. 6'258,377,60
2'983,303.40 7'642J947.~
6'258,377.60
1941
1942
1943
....
,. ' 6'201,682.04
l'SS7,044.69
3'472,194.49
l '080,968.32
--
7'282;65().36
2'557,044.69
3'472,194A9
1944 3'294,856.93 3'294,856.93
194S " 2'.310,774.93 8,307.79 2'319,082.72
1946 ",, 5'332,505.24 -- S'332,505_.24 .
S/. 97'066.221.85 S/. 19'547,039.38 S/. 116'613,261.23
464 PABLO MACBRA

del guano, exportación· que sólo f~e interrumpida ·,


en la década del 40. El neto fiscal promedió las
500,000 · libras anuales entre 1930-40, con años
excepci~malmente buenos en que sobrepasó las ·
600,000 librs.s 95• '
Con toda su importancia, al menos para la
Hacienda Pública, los aspectos comentados ( im-
puestos, empréstito) 09nstituían operaci~nes se-
cundarias o mejor dicho accesorias y dependien-
tes de la primera de todas o sea la extracción
del guano de islas para su venta a los agriculto-
res. Primera no sólo históricamente por haber
sido el objetivo inicial que promovió la fundación
de la Compañía Administradora; sino también·
primera desde el punto . de vista social y econó-
mico puesto que · los agricultores pen,1anos se-
guían reteniendo la mayor parte· de la produc-
ción. _Aunque como hemos visto las ventas de abo-
no al extranjero fueron cada vez mayores si' ex-
ceptuamos los años de la II Guerra Mundial. La
producciÓJ! de guano · siguió elevándose durante
este período; las ventas internas siguieron el
mismo ritmo salvo los años 1930-33 por razones
que expondremos. En 1934 el consumo llegó a
131,840 tns. aumentando cada año hasta 1940 en·
que los cambios 'hidroclimáticos en la Corriente
del Perú afectaron la población de aves guaneras.
Si sumamos · estas cifras a la's exportaciones ya
citadas podrá advertirse el incremento compara-
do con • los años iniciales. La política a largo
plazo aplicada desde 1909 daba cada vez mejo-
·res resultados. En sus líneas generales los mo-
95. Memorias 1909/1915; 1929; 1930 en adelante.
EL GUANO 465

delos de prodpcoión eran iguales a los usados


en el período anterior. Se mecanizaron algunas ,
operaciones de extracción, se continuó modifi-
cando en favor de las· aves su habitat · de las is-
las pero no hubo mayores innovaciones. Incluso
la flota de la Compañía Administradora no fue
· incrementada espectacularmente. Fueron más las
embarcaciones_ a motor, pero el número de · uni-
d!ldes y el tonelaje total hubo de ajustarse al ín-
dice anual' de producción. En 1929, la Compa-
ñí_a Administradora tenia dos vapores, 6 pailebot
a motores, 3 -ernbarcaciones cisterna, 3 lanchas pa-
trulleras, 14 remolcadores a motor, 3 veleros, un
pontón y una flotilla ·auxiliar de 1,700 tns. Pai:a
1~ est~ flota, ·c on algunas substituciones por
desuso era aproximadamente de la misma magni-
tud. . Mayor atención merecieron ~gunos servi-
cios auxiliares como los astilleros de Piséo y Do11
Martín ( este t'1ltimo suprimido más tarde) y el
• varadero de Chucuito con su taller de maestranza. ·
La Compañía Administradorá se preocupó tam-
bién de mantener y ampliar su Sección Técnica.
·ne este· periodo son los trabajos de Vogt y las pa-
cientes observaciÓnes de Schweigger· sobre el inar
peruano así como los trabajos de la misión norte-
ameri~a sobre la pesca en lá costa. Algunos
de los mejores_ agrónomos peruanos fueron por
entonqes colaboradores de la Compañía Admi-
nistradora. El Boletín de la Compañía Adminis-
tradora continuó publicándose y registró estu-
dios no sólo directamente relacionados con las
islas y sus aves sino también acerca de diver-
sos aspectos de la agricultura ~acional. Los tra-
466 PABLO MACERA

·bajos de Gonzales Tafur, Ráñez, OdriO'LOla, Gama-


rra, etc. prueban la asociación entre la <;:ompañía
Administradora y la ciencia agronómica, asocia-
ción que desde los tiempos de Lavalle había sido
institucionalizada. Sin embargo como lo dijimos,
·por valiosos que fueran estos trabajos no siem-
pre influyeron definitivamente en las decisiones
del' Directorio de la Comp~a Administradora.
Con todo, gracias a ese esfuerzo técnico-científi- .
co, pued~ hoy decirse que esa Compañía del Gua-
no no fue solamente una más entre las empresas
privádas ~anas. · -
·Es ~foil apreciar el efect_o positivo de la Sec~
ción ~Técnica en la . producción del guano y la
política de su distribución en el mercado inter-
no. Como en toda historia institucional hay ta-
r~ colectivas y anónimas que son · aceptadas
como hechos "normales" a los cuales no - se les
presta átencióri ni reconocimiento, pese a que.
constituyen el apoyo estructural de todas las de- .
más actividades. Los puntuales cuadros estadísti-
cos son un ejemplo, así como el registro de isla
por isla y en cada . año de la población de las
aves y los cambios met_ereológicos. De todo ese
conjunto nos limitaremos a: destacar un proble-
ma específico referente a las fluctuaciones de la
población de aves guaneras. Desde 1~ primeros
· años de la Compañía se había conocido que en
detern}inados años se presentaba una mortandad'
extraordinaria de aves, muy superior al promedio
normal. · Estos años. de crisis eran periódicos. An-
tes de la época que ahora estudiamos fueron los
de 1911, 1~17 y l~.- Pero ninguno de ellos tu-
~ GUANO

vo la gravedad de la gran crisis de 1939-41, in-


ferior solamente a: la de 1957-58. Los biólogos
que colaboraron con la Comp~a dieron varias
explicacion~ acerca de estos fenómenos. No se
trataba de causas bien conocidas como las fuer-
tes mareas o wj altas temperaturas ~val~
que obligaban a las aves jóy~nes a permanecer
mucho tiempo en el agua, más de lo que permi-
tía la impermeabilidad de su plumaje• en forma-
ción. El factor principal residía en los cambios
hidroclimáticos en la Corriente Humboldt, cam-
bios que alt~aban de diversos modos las con-
.,, diciones de vida de las aves. E~ modifica-
ciones en la Corriente marina · determinaban una
elevada mortandad y un al~amient_o de los ~
ces que servían de alimento a las aves. Coinci-
día · todo . esto con una nueva coloración y- olor
del mar, fenómeno que era conocido desde muy
antiguo en el Perú con los nombres de aguafe,
agua enferma o agua mala y también con otras
denominaciones locales como Salgazó ( en Pacas-
mayo). Las aguas apestaban con emanaciones de .
gas sulfhídrico. Estos hechos h~bían sido estudia-
dos desde antes de la fonnación de la Compañía
,Administradora entre otros por Ra,imondi, Wool- ··
ridge, Carrillo y Carranza. Después de 1909 fue
reexaminado por Lavalle, Forbes y Murphy y pa-
ra el período que estqdiamos lo observaron Vogt,
Schweigger, Del Solar, etc. Para algunos el ·mal
olor de las aguas se debía. a lo~ peces muer-
tos ( confundiendo como lo dijo Lavalle el efec-
to con las causas) o le daban un origen volcá-
nico. Otros autores sugerían: que· la C()rrentada
tropical del norte removía las profundidades del
468 PABLO MACERA

mar o que la materia orgánica arrastrada por


los ríos entraba en descomposición. Lav~e a_
su vez supuso que la causa principal se encon-
traba en la contracorriente ecuatorial no por la
"remosión" de aguas sino porque siendo de tem-
peratura más elevada que la Corriente Humboldt,
al entrar en ia "jurisdicción" de esta última al-
teraba su clima y provocaba la: muerte de los
microorganismos m~os: Estos seres al morir
cambiaban de color y daban el color y los malos
olores caracterlsticos del aguaje. Esta era la ca-
dima biológica-climática básica cuy~ efectos in-
mediatos secundados eran el alejamiento o muer-
te de los peces y _las aves. Los trabajos poste-
riores de Vogt y Schweigger confirmaron o am-
pliaron esta hipótesis de Lavalle. El problema es-
tá lejos de ser resuelto como lo demuestran las
recientes ·oublicaciones del Instituto del Mar 96 •
Por otra parte la cuestión ha pasado a un segun-
do término en los últimos años en fo que se ,r e-
fiere a los efectos prácticos de la conservación
de las aves, pues como lo. veremos éstas se en-
cuentran amenazadas de extinción no ya por cau-
sas naturales dir~ sino por la indiscrimina-
da pesca de anchoveta. ·
En cuanto al sistema .de trabajo, base de la
producción continuó siendo el mismo que hemos
descrito: enganchados de la sierra, ocupados tem-
96. Lavalle, J:A. "Informe preliminar sobre la causa
·de la mortalidad anormal de· las aves ocurridas en el mes
de mar20 ' del presente afio". En Memoria 1916; consultar
además la bibliografía citada en los capítulos referentes_
a la geobiología de las islas y en las páginas finales so-
bre 1?5 efectos de la ._ pesca en las aves guaneras.
BL GUANO 469

poralmente eµ las i~las por wi promedio de cin-


co meses al año. SU& coñdiciones de vida mejo-
raron pero muy lentamente. Las islas más favo-
recidas fueron las de Chinch~ y Santa Rosa que
contaban con µn número de viviendas propor-
cional al de SUSI ~bajadores. En ·o~ por el ·
contrario hubo durante toda la década del 30 un
notorio déficit; sabemos por ejemplo que en las
islas .de Guañape y Lobos no se afrontó el pro-
blema sino muy tardíamente en 1935. El patrón
..habitacional fue modificándose desde las primi-
tivas carpas de costales hasta los canchon~ de
madera con lit.e~ superpu~ sólo en 1939
estos canchones fueron hechos con material "no-
ble" · (cemento.). En término~ generales las car-
pasi y las .construcciones ·de madera no desapa-
I"ecieron del· todo y . coexistieron con instalacio-
nes inás modernas. Los servicios médicos fueron
más eficaces y las estadísticas; es cierto ·que
oficiales y destiná~ a 181 publicidad, demues-
tran una disminución de las enfermedades carac-
terísticas de 1~ isl~ que describimos en pági-
nas anteriores. En parte esta mejora del estado
físico de los trabajadores se debió .a una dieta
más racional en la que no predominaban la car~
ne salada ni los alimentos secos usados entre
1914-1930;· pero también influyó la política. sani-
taria puesta en ejecución por los gobiernos pe~
ruanos ( en especial Benavides) principalmente
en la costa contra el paludismo.,,_

97. Vargas, Manuel. "Datos estadís~cos sobre la aten-


ción médica en las islas". En Memoria 1936. '
470
-
' PABLO MACERA

Conocemos asimismo con más precisión que


para los períodos iniciales, el modo cómo fue or-
ganizado el traba.jo dentro de las islas. Los sa-
larios aunque nominalmente en dinero compren-
dían pagos en especies con precios diferenciales .
a los que era cargado el costo del transporte. El
pago en especies era una "facilidad" para el tra-
. bajador, 'sin duda, pero al mismo tiempo permi-
tía eludir las leyes sociales de _indemnización,
pues no se computaba a menúdo como parte del
salario. - ~l jornal de 8 horas fue reemplazado
por el de tareas en una ~al que iba desde,
peones de pampas ha.$. los de cabri~ y embar-
que. Los obreros especializados ( herreros, alba-
t,
ñiles) eran los mejor pagados. Al respecto exis-
tía una clasificación que fue hecha públi~ en
1942 a petición del Ministerio de Justicia 98• En
primer ·1uga:r -estaban lo~ sobrestantes, algunos
de los cuales eran trabajadores permanentes pues
tenninada la "temporada" qu_e daban en las islas
como guardi;mes. Les seguían en categoría y pa-
go los llamados Jefes de Mar encargados de las
embarcaciones menores, 1uego los ar:readores, ope-
rarios especializados, mayordomos, cuarteleros y
vigilantes; y por último la masa de peones que
realizaban diversas operaciones desde el picado,
am()l).tonamiento, barrido y ensacado del guano
hasta la costura del envase y su carga"· ,

98. "Clasificaci6n d~ pe~nal ·obrero". MflfflOf'ia 1942.


99. No consideramos en el terto ,a los laneheros ni al
personal sanitario como a los empleados de las islas. Ha-
bría también que incluir y analizar a 1a tripulación de
la flota de la Compañía Administradora.
BL GUANO
471

Hay indicios de que ·después de 1930 hubo pro-


. blemas laborales en las islas. La Compañía Admi-
nistradora del Guano los atribuyó a la agitación .
política. La situación fue particularmente grave
entre 1934-1936. Por entonces el periódico Ade-
lante de Yungay fue acusad.o por la Comp~a Ad-
ministradora de hacer propaganda disociadora en-
tre los isleños, ·"camp~ dirigida. a procurar el
descontento de los trabajadores cooperando así a
la campaña disociador.a. que algunos elementos es-
tán realizando". Se tomaron algunas medidas poli-
ciales, como el envío de destacamentos de la guar-·
dia civil, y el asunto fue: discutido algunas veces
con el Ministerio de Gobierno. No poseemos más
referencias sobre este aspecto.
Caña, algodón, -panÚevar y guano _
• Sin repetir lo ya dicho sobre el rol prepon-
derante que gozó la agricultura peruana de ex-.
portaci.ón en relación con el uso de guano debe-
mos sin embargo presentar ahora muy sucinta-
mente lo que al asunto corresponde dmante el
· período 1930-1945. . Al respecto lo esencial ~n la~
cantidades y precios de guano por tipo de culti-
vo. ,Pero antes de ocuparnos de este aspecto es
útil considerar también la injer~ci.a de los gran-
des ,agricultores en el sistema de distribucion de
ventas. Abriremos pues un corto parént~ para
después r~esar con más libertad al tema oen-
. tra1 de es\:e párrafo. Desde su fundación en 1909
la Compañía Administradora . se había servido de
algunas empresas particulares para que la susti- ·
tuyan ~ algunas de sus operaciones, como la ex-
tracción del guano d~e las isla~ o la poste-
PABLO MACERA
472

nor distribución ~el producto en diversos luga-


res del país. Acerca de la extracción ya hemos
hablado y de cómo fueron suprimidos los contra-
tistas. En el caso de las ventas, la sustitución per-
duró. En 1912 existían 13 agentes particulares;
para 1919 había ya un total de 30. Algunos era.n
comerciantes que ampliaban y complemei:itaban
sus giros principales con la ·vellta. de abono. Pe-
rn también hubo entre ellos algunos _grandes agri-
cultores como Larco Herrera en el norte, Sayán
en Huacho, Espantoso en Cañete y la poderosa
Duncan Fox en Piura. Sin prescindir de esta or-
ganización privada 1.á Compañía Administradora
procuró abrir agencias propias en varios puer-
tos y valles. Sin embargo en 19~ sobre 33 agen-
cias reconocidas sólo seis eran de la misma Com-
pañía Administradora y · para '1945, on~ sobre un
total de 38. De modo que en definitiva la distri-
bución del guano quedó en manos de particulares.
En el caso de agentes como Piedra ( Pimentel)
Gildemeister ( Chicama), Empresa Agrícola .Nepe-
ña (S!llllanco), Ayulo (Supe y liuacho) y Grace
( Arequipa) el privilegio se buscaba no tant~ por
la utilidad comercial directa sino dentro de una
política más amplia que tendía a controlar todo
el desarrollo de la economía agrícola peruana.
Se ha defendido este sistema aduciendo los cos-
tos que para la Compañía hubiera representado
mantener todas · esas agencias. Es cierto, pero
una de las consecuencias, social y ·económica a la
vez, fue acentuax: todavía más la ·dependencia de
los pequeño~ agricultores frente a los grandes
terratenientes. Fue sobre todo el caso de los ya-
nacon~ del algodón que dux~te todo~ ~to~ años
EL GUANO 473

como. para el período anterior sólo pudieron ser-


virse del guano que sus habilitadores les entre-
gaban, valiéndose éstos habilitadores de las agen-
cias pa,rticulares, de las ·que algunos eran_ dueños.
·una vez más, ·por lo dicho, queda en evidencia
. que no es posible estudiar aisladamente las ope-
r~ciones de la Compañía Administradora del Gua-
no y toda la econouúa del abono agrícola del Pe-
rú . en este siglo, stn: referu el tema al proceso
global de la sociedad peruana y, más · concreta-
mente, a las tstructuras económicas y sociales
que sustentaban a la gran economía costeña ex-
portadora. . Vale dec4" que una historia institucio-
nal monográfica que sólo fuera es~, ni siquiera
cumpliría sus limitados propósitos pues su auto-
nouúa es artificial. No insistiremos en estas
cuestiones de método que sólo aducimos para ·
justificar, como antes se hizo (1800-1909), la aten-
ción que hemos de prestar al desarrollo del 8;1-
godón· y del azúcar entre 1929 y 1945 aunque sin
la extensión que quisiéramos.
Al caer Leguía los grandes . agricultores cos-
teños estaban convaleciendo de l~s crisis que ha-
bían sufrido en la década del 20 por la disminu-
ción de precios y como consecuencía de fenóme-
nos climáticos. A elld se ,agregó en l:929-31 el
crack financiéro internacional con inmediatas re-
percusion~ en nuestra economía: ( quiebra. del
Banco del _Perú y Londres, paralización de ope-
raciones comerciales, desocupación, etc. . . ) . La r~
, cuperaci6n de los azucarei:os fue más lenta que
la de los algodoneros. De 42 ingenios producto-
res de azúcar antes de la caída de Leguía ( Cen-
474 P-ABLO MAChRA

so Agropecuario 1929) en 193.3 ~ólo quedaban ·


28. Parte del área de cultivo abandonada por la
caña fu.e cubierta por el algodón sobre todo en
los valles centrales de la costa. Los azucareros
enfrentarqn una baja continua de sus precios; en
el quinquenio 1929-193.3 el precio unitario por to-
nelada había sido de S/. 85.3 C-en el anterior ha-
bía llegado a 147.5), bajando ~n los_ cinco ~os
• siguientes a S/. 84.9. A esta coyuntura desfavo-
rable se unió la pésima cosecha de 1938 que re-
duj_o en cerca del 17% la producción costeña de
azúcar. Fueron más o menos 10 años, hasta 1939
en que el azúcar fue gravemente castigada en los
mercados extranjero~, ·encontrando una ligera com-
pensación en el aumento del consumo ·interno
(75,000 f;ns. en 1938) aunque a precios de favor.
Hasta comienzos de la II Guerra Mundial los prin-
cipales compradores del azúcar peruana fueron
Inglaterra y Chile; después¡ tomó la delantera
EE. UU. durante todo el conflicto bélico. Los azu-
careros hicieron en su oportunidad valer todas
estas circunstanci~ P.ara co~eguir un trato ~-
pecial en .el abonamiento. ·
Por .depender como el azúcar de los merca-
dos internacional~, también el algodón conoció
entonces algunos años difíciles aunque no en la
inisma ~agnitud. Su peor período fue entre 1930-
32 en que el quintal bajó d~de $ 113.40 en 1929
a $ 76.00 ( 1930); $ 65.80 ( 1931) y $ 73.30 ( 1932).
Después sin embargo y con la sola excepción de
1938 ( $ 86.40 por quintal) mejoraron sus precios.
Los álgodoneros prOC'-!l'aron como los azucareros .
aumentar sus rendimientos unitarios y mantener

EL GUANO 475

sus volúmenes de 1a exportación para coril.pen·


sar las pérdidas de precio; lo cual queda demos•
. tr~do en sus cifras globales que entre 1930·1939,
a p~ar de los tres primero~ malos años, fueron
superiores a la de cualquier período anterior.
Su área de cultivo continuó además expandiéndose
y en 1934 llegaba a las 148,517 hectáreas contra
126,883 en 1929. Como en el caso del azúcar, la
contrapartida social de esta economía era el ré•
gimen de trabajo al nivel de explotación, con sala•
rios muy bajos que daban en 1934 el promedio
de S/. 1.54 por hombre y S/. 0.95 por mujer con
un total de 68,257 braceros,
Gran parte del algodón exportado era produ·
cido por los yanaconas, calc~ándose para 1935·
1941 que el 31% de los fundos algodoneros eran
füflotados · en forma indirecta por. el yanacona•
.je. El caso mejor conocido es el de Chancay, cer·
ca de Lima, donde de 36 fundos algodoneros, .S
eran cultivados exclusivamente por 'yanaconaa y
12 parcialmente por ellos. . Como nota marginal .
añadiremos. que en el yanaconaje de Chancay ha·
bía una elevada proporción de japo1:1-eses cuyos
capitalistas• ( firma Okada) controlaban el 40% del
área cultivada del valle con siete grandes fundos
de ]os. cuales tres eran trabajados . exclusivamen· .
te por yanaconas 100•
100. Sobre el caso de Chancay consultar las obras de
~áñez citadas en la nota siguiente y el estudio de Matos,
Jos4. La Hacienda en el Perú. Lima 1967. Sobre la~ •
netraci6n japonesa en el mercado- algodonero mundial que
eventualmente expüca sus inversiones en los valles perua•
nos, es útil el artículo de Paulet, N. La rivalidad anglo•
·;aponesa. Lima 1933.

PABLO MACERA
476

Tanto los algodoneros como los azuoaseros,


pero sobre todo estos últimos, quisieron hacer
valer reiteradas veces todas las circunstancias
desfavorables del mercado internacional para ob-
tener mejores precios y facilidades de abonamien-
to. En 1933, por gestión de la Sociedad Nacional
Agraria, el Gobierno dispuso que no se les cobra-
ra los envases que tuvieron que ser incluidos en
el renglón de costos de la Compañía Administra-
dora. A mediados del año siguiente se dictó un
Reglamento de Ventas estábleciendo tarifas dife-
renciales por cultivos. Se favorecía en el respec-
tivo Decreto Supremo al panllevar con 15,000 tns.
a S/. 48.00 por tonelada con 129 de nitrógeno;
mientras los llamados cultivos industridles paga-
rían S/. 63.50 por la tonelada ide 13% de ázoc.
Pero pocos meses después se dictó la Ley 7920
(21 de noviembre de 1934) otorgando rebajas es-
peciales a los azucareros que podrían comprar
el guano al mismo precio de protección que el
panllevar y los agricultores de la sierra. También
-

fueron exceptuados los azucareros del prorrateo


que se implantó ese año dando a los cultivos de
algodón solamente el 70%. La misma ley comple-
taba esta protección exonerando de la contribu-
ción predial e industrial al azúcar y autorizando
al Ejecutivo para que la exonerase de cualquier
impuesto que gravase la producción, exportación
o consumo interno de azúcar. En los años siguien-
tes el déficit de producción obligó a mantener
el prorrateo que la Compañía Administradora su-
girió en un 60% y que para 1937/38 era la mitad
de los pedidos. Los precios siguieron siendo se-
ñalados con un criterio promocional pagando más
BL GUANO 477
el algodón y la vid y menos el azucar. Cuando
en 1939, dos años de~pués del Convenio de Bruse-
las y un año después de la mala cosecha de 1938,
se trató de igualat los precios, los azucareros,
ya en buena situación, pretendieron no obstante
que se niantuvi,e ra en favor suyo las condiciones
temporarias dictadas desde 193;3. La Compañía
Administradora mantuvo con firmeza su J;>Olítica
I y aplicó el prorrateo del 50% di_sp~>niendo al mis-
mo tiempo ventas adicionales fuera de prorrata ·
a precios may~res. La II Guerra obligó también
por entonces a un i;eajuste de costos por la ca-
restía de saco~ de yute que debieron ser paga-
dos por ·todos. Los agricultores muy poder:osos con-
siguieron a pesar de todo, escapar a esta igua-
lación. •
No vale la pena repetir los comentarios que
estas presiones de la gran . agricultura sobre, la
Compañía Administradora del Guano nos han me- ·
1
recido en páginas anteriores.' Lo que nos pre-
guntslmos sencillamente es si esta política de pro-
- tección no exigía moral y econqmicamente la reci-
procidad, puesto que indirectamente todos los ~ec-
_tores del Perú contribuían a salvar, con su pr<>7
pio sacrificio,· una agricultura en crisis. Era rázo-
nable esperar que a su turno, el día de las "va-
cas gordas" esa agricultura pusiera· parte de s~s
ganancias a disposición del Estado y de la socie-
dad que la ayudaban. Pero estas son reflexiones
marginales en las que introducimos dentro de la
explicación histórica consideraciones de moral,
justicia y razón que por desgracia' le son habi-
tualp,ente extrañas a nuestro país.
;
PABLO MACBRA
478

Ajustándonos al mismo esquema. del segundo


capítulo revisaremos ahora la situación del pan-
llevar, los pequeños agricultores y la sierra pe-
ruana en la distribución del guano. Considera- ·
mos aparte del extremo sur peruano, l~ férti-
les tierras de A¡equipa, Moquegua·. y Tacna que
habían gozado desde el primer año de funciona-
miento de la Compañía Administradora del Gua-
no un status excepcional, en parte ( Tacna) por ,
razones de po}.ítica intern~cioiral. Aquí ' no se
trata de "provincias olvidadas'' sino de todo lo
contrario. .Se les exceptuaba del prorrateo y se
les acordaba el precio ,menor de los agricultores
';ie la sierra. .Para Tacna .regían normas incluso
más protectoras. pues sus precios eran inferio-
res a los de las próximas provincias de Arequi-
pa y Moquegua, lo cual favorecía al contraban-
do y la venta ilegal de guano. En Arequipa los
bien organizados agricultores estuvieron satisfe-
chos de la Compañía Aclmi.nistr:ador~ pese a lo
ya dicho sóbre su situación muy superior a otras
regiones. Periódicamente presionaban a las auto-
ridades hablando de la_"pequeña agricultura". Ha-
bría sh\ embargo que anotar .que según los es-
tudios de Francisco Belaúnde ( 1942) si bien el
741 de los lotes eran inferiores a los tres topos
-casi una hectárea- la mayor parté de extensión
de tierras estaba en mano de los que tenían más
de 40 a 50 top~.
E·n las demás provinci~ el estado de los agri- ,
cultores i10 exportadores era en cambio muy pre-
cario en lo que tocai al abonamiento. A pesar
de las protestas políticas de algunos sectores
EL GU~O 479
( la representación socialista en 1934; Federico
Uranga e.n 1939) ni siquiera ~ran tratados en el
mismo pie que · 1os grandes agricultores, pues du-
rante mucho -tiempo se les obligó a pagar al con-
tado sus pedidos, mientras los otros gcnaban dE:
créditos de hasta un año. Se pretextaba la mayor
capa'c idad de· pago de estos últimos, a pesar de
que la .misma Compañía declaró en alguna oca-
sión que tenía en¡ cartera letras incobrables de
, esos mismos. "buenos clientes" ( 1933/34).
Hubo ai una política ·de. protección aunque
teórica respecto al .panllevar. · Dentro del nuevo
esquema socio-político de la época era necesa-
ri~ contar co~ -l a opinión pública urbana a la
que se quería satisfacer por lo menos en los
preciós y provisión de subsistencias. Por esta
razón los gobiernos de Benavides y Prado dic-
taron •disposiciones que exceptuaron del prorra-
teo al pan'llevár y señalándole además precios me-
n<?res. Muy pronto se advirtió que. algunos agri-
cultores simulaban dedicarse al panllevar em-
pleando en realidad el guan.o para otros culti-
vos. De modo que cuando revisamos las estadís-
ticas de distribución no podemos estar m~y segu-
ros de si efectivamente las cifras corresponden
a los cultiv,.os que allí se confiesan. Esta simula-
ción dolosa fue practicada sobre todo por los al-
godoneros· que forzaron la complicidad de sus
yanaconas y habilitados. Por oq:a parte, la infla-
ción de precios durante l~ Il Guerra hizo lucra-
tivo el negocio de ~entos, dándose el hecho que
· algunos inversionistas se dedicaron "en grande" al
cultivo de panllevar; Fue entonces necesario li- ·
480 PABLO MAC}?RA •
'
mitar la producción a las unidades agropecúarias
de •no más de 15 hectáreas y hasta de 10 tone-
. ladas de pedido, núe~tras la agricultura mayoris-
ta de panllevar era asimilada en precios al mismo
régimen que el azúcar y el algodón .
.Por su parte la Compañía Administradora a
través de sus técnicos trat6 de estudiar las opi:
niones de mejoranúento agrícola· alimenticio en
relación con su producción e importación de abo-
nos y enmiendas. Los trabajos de Gonzales Tafur
( 1945) 101 y de Barton ( 1946), entre otros, demos-
traro~ -los déficit actuales y potenciales; llegándo-
~e a estimar que para wi programa de ,desarrollo
agrícola en etapas a nivel nacional y en, todos
los · cultivos principales se necesitaría un total
de 157 millones de kilos de•nitrogenados sin con-
tar las necesida~~ de ácido fosfórico y potasa.
En ótras palabras treinta años después de su
101. Para todas las referencias sobre el algodón, azú-
car, panllevar y guano en el periodo 1929-1945 ver entre
·otras fuentes : Gonzales Tafur, O. El cultivo de la caña de
azúcar y la elaboración de azúcar y alcohol en los valles
del departamento de Cuzco y Apurimac. ·Lima 1928; Cen-
so Agropecuario del Perú. Lima 1929. ~emor-ias de la So-
ciedad Nacional Agraria de 1929-1943; Estadística de ·la
Producci6n de Algod6n. PubUcación seriada 1929-1942;
Estadística de la Producci6n del ~úcar, ed. ant. Socie-
dad Nacional Agraria. La situación actual del · azúcar..
Lima 1933; Ferrero, .Rómulo. Orientación econ6mica de la
Agricultura Peruana. Lima 1937; Ferrero, R. La Agricul-
tura en la vida del Pero. Lima 1937; Ferrero, R. Tierra
y p oblaci6n · en el Perú. Lima 1938; Odriozola, E. Consi-
d eraciones sobre el momento por el qu~ atraviesa el cul-
tivo de algod6n: Lima 1939; ~áñez: Víctor. Régimen de
e.q,lotaci6n de los fundos algodoneros; Sociedad Nacional
-Agraria. C6mo se produce el algod6n. erl el Perú. Lima
BL GUANO 481

fundación, a pesar de sus esfuerzos, la .Compañía


Admipistradora no ·estaba en condiciones de sa-
tisfacer las· necesidades de una agricultura que a
su vez era insuficiente para. el crecimiento de- ·
mográfico y la concentración urbana. La magni-
. tud del déficit impedía a largo p'la~ solucionar-
lo con importaciones. Se presentaba con toda evi-
dencia ,una "esquina" en la historia de la Compa-
ñía. En la medida que no se viera a sí misma, -
exclusivamente como administradQra de las islas,
debía proyectar una expansión y un Cll!llbio cua-
litativo· de sus operaciones. Pensar en términos
•agrícolas de abono y no en términos de guano.
Esta era la opinión al terminan la. II Guerra
Mundial, momento eri que concluye nuestro estu-.
dio. ·Por esta razón y para no ingresar en el te-
mario. asignado a otros investigadores no insisti-
remos en el asunto. A lo más por vía ilustra-
tiva _dedicaremos \fil último acápite . a la indus-
~a de harina de pescado; ·sin pretender ·con ello·
1936; KHnge, Gerardo. Evoluci6n hist6rica de los precios
del algod6n y sus tendencias actuales. Lima 1937; Socie-
dad Nacional. Agraria. Leyes, Decretos y R.esoluciones, re-
lacionados con la Industria azucarera. Lima 1941; Gerbi,
A. El Pero en Marcha. Lima 1943; Ferrero, R6mulo. El
valor de la producci6n agropecuaria nacional. Lima 1941;
Marie, Víctor. Algunos problemas de actualidad en la'
Economía Rural Peruana. Lima 1941; Jelicio, J. Aleunas
consideraciones sobre los problemas ele la Agricu1tura.
·Lima 1945; Belaúnde,. Francisco. Explotaci6n del suelo
en la campiña de Arequipa. Lima 1942; Í3arton, Alber-
to. La producci6n alimenncia para la gran L ima. 1946;
Gonzales Tafur, O. Períi, Poblaci6n y Agricultura ( reed. ).
Lima 1952; KHnge, Gerardo. Política Agrí_cola alimenticia,
Lima 1946; Roe!, Virgilio. La Economía · Peruana ( ri:ed.)
Lima 1961.
482 PABLO MACE·!½

agotar su estudio ni presentar un cuadro de con-


junto sobre las posibilidades de acción de la Com-
pañía .despué~ dé '1945. . ·

El guano, la pesca y la industria de harina de


pescado
Durante 'cerca de treinta años la Compañía Ad-
ministradora del Guano había ~nseguido, como se
- ha visto, que la pesca se mantuviera dentro de los
límites _q ue convenía a la supervivencia y aumento
de las aves guaneras. Esa pesca había sido hasta
entonces de consumo interno, para los· merca-
dos locales de las ciudades costeñas y, en muy se-
gunda importancia, utilizada por una precaria in-
dustria de salazón de tipo doméstico ( caballa, to-
yo, sardina) que vendía sus productos en los
pueblos de la sierra: 102• La industria del guano
, era de hecho la principal actividad económica del
hombre peruano en relación con sus recursos ma- ·
rinos y la única que ·posft.ía los capitales, el equi- .
po y la organización propia de una empresa mo-
derna. Estas circunstancias y sus conexiones con
la gran agricultura y la exportación, unidas a la
imagen qu~-de la "i:iqueza del guano" ·se había for-
' .
102. Para el estado de la pesquería peruana antes del
.auge de la harina de pescado. Cf. Coker, R. E. "Condi-
ciones · en que se encuentra la pesca marina desde Paita
hasta Bahía -de Independencia". Bol. M . F. 19()lJ. Lima; y
sobre todo el libio de Schweigger, E. Pesquería y Ocea-
nografía del Peri! y Pf'OfJosiciónes para su desarrollo . fu-
turo. Compañía Administradora del Guano, Lima 1943.
También los informes de la Misión ' Americana . 1941 que
citaremos en nota siguiente.
BL GUANO 483

macio en el curso de la historia republicana, ha- .


bía asegurado a la Compañía el decidido respal-
do del Estado que, además, tenía intereses fisca- ,
les al respecto. Podríamos decir que durante
este período que va desde la, primera exporta-
ción de guano en el siglo XIX hasta la· Segunda
Guerra Mundial no tuvo -el Pení, frente al mar,
otra política qu~. la del guano 'convertido en su
eje económico, social e ideológico. Pero a partir
de 1940 se produjeron nuevas situaciones en el
Pení y en la economía mundial que obligaron a
revisar esta actitud y que a relativo corto plazo,
en menos de 20 años, enfrentaron a la industria
del guano con el desarrollo de la pesquería en
el Pení. Se trata de un COII_lplicado proceso én
el que es ~ecesario, p~a comprenderlo, distin-
guir no menos de dos series de hechos comple-
mentarios oero diferentes. De un lado el creci-
. miento de ..los me.reados ·urbanos de alime~tos, y
del otro, mucho más impm;tante, la demanda in-
ternacional de derivados de la pese~. Como ha de
examinarse a continuación fue este último un fac~-
tor decisivo en el desarrollo de 1a pesquería pe-
ruana. ' y der hecho es el que más no~ interesa
para explicar esta última etapa en la historia ,
de la Compañía del Guano. Los mercados inter-
nos en cambio tuvieron una incidencia secundaria.
Pero esta es una conclusión que sólo puede ser
aceptada después que ambos aspectos sean estu- .
diado~. · ·
El primer ~echo a considerar concierne al ·rá-
pido proceso de urbanizaci6n de las poblaciones
peruanas. Las condiciones imperant~ entre los
484 PABLO MACERA

campesinos de la sierr~ impulsaron la migración


interna, ya no sólo estacionalmente a las hacien-
das (enganche) sino hasta a las mismas ciudades
de la costa. Mejoraban al mismo tiempo los ser-
vicios médicos estatales que al disminuir la mor-
talidad favqrecían el aumento demográfico. Lima,
por 'efecto de la concentración administrativa y
económica, fue el primer polo de atracción de fe-
nómenos migratorios. Su · área urbana se expan-
dió explosivam~nte abarcando antiguos terrenos
de ~ultivo y la producción agropecuaria nacional
cada vez fue menos suficiente para alimentar a
sus grandes poblaciones. Similares procesos; aun-
que en escala menor se produjeron en otras ciu-
. dades. Hubo qtte recurrir a la importación de ali-
mentos ( sobre todo trigo, carne y . grasas) con
drenaje_de divisas y deterioro de la balanza de
pagos. La situación se agravó durante la Segunda
Guerra Mun<Jia1 con .todos sus efectos _sobre el
comercio exterior, entre ello~ una revalorización
de los productós alimenticios. F~e entonces que
-surgió una literatura sobre la "política de abas-
tecimientos" dentro de un .debate en el que parti-
ciparon agrónomos, técn.icos de la propia .Compa-
. ñía del Guano, empresarios y líderes políticos.
A muy largo plazo to~os coincidían en la necesi-
dad de estimular 1~ ·producción agropecuaria na-
cional de _alimentos. Pero se reconocía que aque-
llo suponía no sólo grandes inversiones para el
mejoramiento técnico sino, lo que era más, cam-
bios estructurales en el tipo de tenencia de la tie-
rra y distribución geográfica d~ lo~ cultivos. Más
inmediata y menos costosa era la parcial sustitu-
EL - GUANO 485

ción del alimento agropecuario por las carnes de


pescado. Lo que no daba la tierra había que ob-
ten.erse en el mar. La pesca aparecía pues en ·
una nueva dimensión, más urgente y actual que
-.el fertilizante guano, ya que en definitiva la utili-
zac_ión de este último, en el caso que _se aplica-
ra a los cu!tivos de. panllevar, · suponía un pro-
ceso largo e_ indirecto para obtener iuimentos. '
La pesca en cambio con la simplicidad primaria ·
que entonces tenía resultaba más económica.
La Compañía Administradora· del Guano pudo
y supo adaptarse a estas presiones. : La pesca
de consumo aunque se incrementara hasta satis-
facer en un próximo futuro todas las necesi-
dades alimenticias de la) emergencia urbana no
significaba un peligro · para las aves guaneras.
El cumplimiento de los reglamentos de pesca que
la propia Compañía había en parte redactado,
aseguraban a las aves un territorio vedado. In-
cluso como lo decían · entonces algunos bjólogos
Y. en parte· más tarde (1945) el propio Murphy,
ese tipo de pesca com~ble favoi:ecía a las aves
guaneras puesto que suprinúa a sus competido-
res en la depredación de la anchoveta. , La Com-
pañía Administradora no se mantuvo pasivamente
a la espera de los nuevos -acontecimientos. No
parece haber considerado ;eriamente la posibilid9:d
de ampliar sus · operaciones tradicionales creando
un ser.vicio pesquero, pero en cambio encargó a
sus técnicos el examen del proJ>lema. De esa
época son los estudios de · la Misióh Pesquera
Norteamericana y las investigaciones de E. Schwei-· ·
gger, así ~mo lo~ ~abajos de E. del Solar y los
486 PABLO MACbRA

_artículos divulgatorios de Gonzales Zúñiga 103•


·De todos los mencionados, Schweigger, cuya au:
foridad era indiscutible, fue el que más contri-
buyó a formar la opinión pública de· la década
del 40 acerca de las pesquerías _y podemos de-
cir que en ciert~ modo representó el punto. de
vista casi ofiqal de _la Compañía del Guano. Se
dijo . entonces y se ha repetiqo después, sobre
1
todo por los grandes industriales de la pesca,
que Schweigger y todos lo~ técnicos que aseso-
raban a la Compañía pensaban los· problemas del
mar peruano como biólogos antes que como eco-
nomistas. · Similares objeciones ~e , habían escu-
chado antes, entre 1909-1915, frente a J. A. Lava-
lle en lo que se refiere a: la agricultura. . Se ha-
blaba del "romanticismo de los científicos''. opo-
niéndole el -buen sentido . y la peiicia empírica de
los empresa.dos privados. Los trabajos de Schwei- •
gger demuestran hasta qué punto estas versio-

103. Fiedler, Jarvis y Lobell. La pesca ·y las indus-


trias pesqueras en el Perú con recomendaciones para su
· futuro desarrollo. Compañía Administradora del Guano.
Lima 1943. Los datos y opiniones coinciden con las de
Schweigger pero tanto éste último como los -científicos
norteamericanos t;rabajaron con tal independencia, igno-
rando mutuamente sus resultados. Del Solar, E. "Ensayo
sobre la Ecología de la Anchoveta" B. C. A. G. 1942. Del
Solar tuvo a su cargo la sección: pesquerla en el nuevo
Ministerio de Agricultura creado durante el primer go-
bierno de Prado, y quiso aplicar en el Perú las expe-
riencias que había recogido en el Japón. Posteriormente
abandonó la administración pública y es hoy uno de los
empresarios de la harina de pescado. El estudio citado
se refiere a los efectos de la tropicalización de las aguas
sobre el bioma pe~no. Gonzales Zúniga. "La riqueza
ictiológica de nuestro litoral" B. C. A. G. 1946. ·
EL GUANO 487
ne~ no pasaban de ser ideologías · puestas al ser-
vicio del neo-capitalismo peruano de esos años.
Como ya era tradición en los expertos de la
Compañía, quien~ por encargo de ella estudia-·
ron los problemas de la pesca, se negaban a
considerar .sus aspectos económicos en forma ais-
lada y autónoma con absoluta independencia del
conocimiento científico y, lo que es más, si!l to-
mar en cuenta los intereses generales a largo
plazo del país antes que los puramente inmedia-
tos de los particularest En los trabajos escritos
por Schweigger en 1941 y sobre todo en su obra
fundamental sobre pesquería -peruana, editada dos
años después, es d~nd~ mejor ha quedado expre-
sada esta actitud, según la cual el futuro desa-
rrollo de la pesquería peruana -debía estar suje-
ta a un plan regulador dispuesto por la autori-
dad del Estado. Era necesario en primer término
organizar una administración especializada a tra-
vés de un Ministerio de la Pesca con servicios
completos de control ( inspecciones regionales de
pesquería), información ( estadí~ca) y organiza-
ción científica ( oficinas técnicas). Bajo esta orien-
tación estatal se proveerían los cambios cualita-
tivos ·sin los cuales la pesquería peruana no po-
dria satisfacer las crecientes· demandas alimen-
ticias. En vez de la p~ca empírica, que todavía
en 1940 tenía el- mismo carácter tradicional que
Coker había descrito en 1908, se pensaba en
una industria moderna. mediante nuevos equipos
de redes y barcos y la previa capacitación ·de los
trabajadores en una Escuela de Pesquería cuyos
programas de estudio fueron,, elaborados por Sch-
wei~~ y publicados por la Compañía del Gua-
488 PABLO ~CERA

no. El pescador individual sería reemplazac;lo por


las cooperativas asistidas por el crédito público. .
Por último todo el litoral peruano sería dividi- , \
do en zonas • de pesca, estableciendo 10 Centros
Pesqueros desde Talara a Ilo donde se con~en-
trarían flotas de barcos, industrias- de conserva-
ci6n ( frigorífico y-enlatado), plantas de reducci6n
par~ · utilizar los d~erdicio~ y pesca,do sin valor
c;omercial 104• ·

. Aunque el plan de la Compañía ( Schwe_igger)


no m·a rginaba a. la inversi6n particular y distaba ~J

mucho de ser un programa de estatizaci6n, . no


fue recibido con mucho entusiasmo por los empre-
sarios privados que es posible que hayan temido
que su ejecución supondría con el tiempo una
mayor injerencia de la Compañía del Guano en
los asuntos_ de lal pesca. . P~r otra parte esos
empresarios no estaban interesados en el merca-
do interno peruano. El problem~ de la alimen-·
taci6n popular no era su. problema. Ellos mira-
ban más allá, por encima del hombro de los con-
sumos internos, a los grandes mercados interna-
cional~ que estaban con_struyéndose alrededor -~
. de la pesca. La guerra había creado. una gran
demanda de las vitaminas A y D y de alimentos
conservados. Aprovechando esa coyuntura los ca-
pitales peruanos montaron . empresas destinadas

·104. Para lo dicho en el texto cf. en particular: Sch-


weigger, E. '1nforme sobre un Proyecto de creación de
una Escuela ele Pesquería". B. C. A. G.; 32. 1942;· y tam-
bién del mismo autor "Memorandum del· técnico pesque-
ro Dr. E. Schweigger sobre la fabricación de harina de
pescado" Idem. ant. ·
EL GUANO 489
al tratamiento del hígado de bonito 'y tiburón, más
tarde fábricas de enlatados. En 1941, sólq en el
puerto del Callao fueron procesados 600,()()() · ki-
los de hígado de tiburón. Seis años más tarde
existían ya 10 fábricas dedicada$ a la deshidra-
tación y secado y 5 a las conservas. Surgió al
compás de esta riqueza una nueva élite de ca-
pitanes de empresa cuyo · más alto ejemplo fue
el médico Miguel Capurro, el pionero de la in-
dustria pesquera arruinado pocos años después
por los consorcios y trusts · peruanos y extranje-
ros. Los grupos financieros tradicionales . ( Ban-
co Popular) · e incluso los grandes agricultores
invirtieron en este nuevo filón de. exportaciones.
Al terminar la guerra. se calculaba en cerca de
. 2'500,000 · dólares los capitales destinados a la
pesca. Pero en los primeros años gran parte de
esa suma se empleaba en el montaje de las fá-
bricas y los servicios administrativos, más que
en equipos de extracción. Todavía en 1946 sobre
2,300 unidades de pesca, sólo . 240 tenían motor;
en cierta medida como lo ha dicho Gonzales Zúñi-
ga nuestra pesca seguía siendo por entonces ar-
tesanal 105•
Esta primera etapa industrial de la pesquería
no era aún por sí misma, una amenaza contra
los recur~os marinos utilizados por las guaneras.
A la elaboración de harina ( fish meal, fish seraa)
según procedimientos ensayados en algunos gran'-
des países pesqueros en los últimos años de la
década del 30, casi nadie prestaba atención. Es-

105. Cf. en especial los estudios ya citados de Schwei-


gger y la Mis~ón Americana. .
490 PABLO MACERA

ta nueva posibilidad y todas las proyecciones fa-


vorecían más bien a las fábricas, de conservas
enlatadas. Como esa "harina de pescado" no era
entonces considerada tanto un alimento· como un
fertilizante hubo incluso una cierta tendencia a
considerar el asunto como de la competencia de
la Compañía del Guano. . Los primer9s estudios
y debates alrededor de la harina de pescado se
, realizaron, sobre todo, por consiguiente en térmi-
nos de abonos para la agricultura nacional. To-
davía en 1946 Pozzi-Escott, en el Boletín de la
misma_ Compañía Administradora, llamaba por
eso a la harina de pescado "guano de pescado"
expresando de este modo muy bien cuál era a su
juicio ( que era el de muchos) la función que ha-
bría de desempeñar la industria en ciernes. De
esa opinión fue también Fernando Fuchs quien
poco antes de la fecha mencionada en el II Con
~eso Pe~ano de Industria. Minera, había pre-
sentado una moción recomendando que el Estado
propiciar.a el desarrollo de la industria de hari-
na de pescado. Fuchs pensaba en la harina co-
mo sustituto y complemento del guano 106•
Dentro· de la propia Compañía Administrado-
ra hubo, un sector partidario de aprovechar esta
circunstancia proyectando que en vez de simple
extractora . de guano isleño, la empresa se dedi-
cara además a la fabricación de harina de pes-
cado. El principal defensor de esta tesis fue Luis

106. La moción de Fernando Fuchs y .el pronuncia-


miento del Congreso en "la fabricación de hari!lÍl de
pescado y su relación con la industria del guano en el
Perú". B. C. A. G. 1945.
EL GUANO 491

Gamarra Dulanto que en- 1940 tenía a su cargo


la · Oficina Técnica de la Compañía, quien antes
de la tenninación de la guerra, antes que cual-
quier empresa privada instalara la primera fá-
brica de harina, preparó un informe- sobre la cues-
tión 107• Había, en primer lugar, como lo indi~a-
.ba Gamarra, que comparar los costQs y el valor
final tanto del guano de islas como el de la harina
de pescado. Los experimentos arrojaban que eran
necesarias 16.5 partes de pescado para que las
· . aves defecaran una parte del guáno. Pero todo ese
guano no era aprovechable porque una buena par-
te iba al mar; algunos autores ( Krober, Forbes)
estimaban que se perdían las 4/ 5 partes y otros
1/2 ó 1/3. Es decir que p<jr cada tonelada dé gua-
no que producían las aves habían consumido 32
toneladas de pescado. A una producción de 150,000
toneladas de guano correspondía pues una depre-
dación de 5'000,000 tns: de anchoveta; puest<;> que .
el valor de la tonelada de guano era de $ 104.00,
cada tonelada de pescado equivalía solamente a
$ 3.25. Esa 'misma cantidad de anchoveta proce-
sada como harina daría en cambio ganancia~
. mucho mayores. Por cada 32 toneladas de pesca
( 1 tonelada de guano), se obtendría 8 toneladas
de harina y 200 galones de aceite; en vez de
los $ 3.25 se obtendría $ 45.79. La diferencia era
todavía mayor traducida al mercado internacional,
pues en vez de los $ 7.91 pagados por tonelada
de pesca ( calculada en guan~ exportado) esa mis-

107. Gamarta Dulanto, Luis. "Relación entre la can-


tidad de alimento ingerido por las aves guaneras y el gua-
no aprovechable que producen". B. C. A. G. 1941.
492 PABLO MACERA

ma tonelada de harina y aceite valdría $ 81.25. A


base de estas cifras Gamarra calculaba que si
por el procedimiento de la harina se aprovechaba
sólo la mitad de lo que las aves consumían por
año se obte~drla una ganancia aproximada de
100'000,000 de dólares.
El informe de Gamarra fue tachado de he-
: terodoxo. La ComparuJI. solicitó la opinión de
Schweigger quien sin negar el futuro de la harina
de pescado moderó los entusiasmos colocándose
en una posición ecléctica y .cautelosa frente a
los proyectos de Gamarra. La Compañía publicó
el Memorandum de Schweigger quizá en parte .
para contran-estar e\ efecto de los estudios de
Gamarrá e -imp~dir que se le _considerara como
una ·opinión oficial. Schweigger partía del hecho
de que tal industria era accesoria en la mayoría
de los países y utilizaba los desperdicios o la pes-
ca no comerciable sin que, con la sola excepción
de la costa atlántica norteamericana, existiese una
pesca especializada y exclusiva para su·ministrar-.
le sus materias primas. Reconocía Schweigger
que otra excepc~ón podría ser la anchoveta pe-
ruana por su abundancia y porque no era gene-
ralmente comida por el hombre debido a su ta-
maño "o tal vez por ser contemplada como casi
i
.1
sagrado alimento de las aves peruanas". Pei:o ob-
jetaba esta . posible utilización siendo más bien 1
partidario de introducir la anchoveta en lo~ hábi-
tos alimenticios peruanos. A su entender la fabri-
cación de harina a partir de la anchoveta sólo po·
día justificarse si se mostraba que el abono que
se obtuviera había de producir nuevos alimentos a ·
EL GUANO 493

través de la agricultura y la ganadería. Schw«:i-


gger no parece haber creído que tal pudiera
ser el caso. Examinando el problema desde otro
·punto de vista y adoptando provisionalmente la hi-
pótesis de que a pesar de todo la Compañía Ad-
ministradora acogiese las propuestas de Gamarra,
Schweigger llamaba_ la atención sobre los futu-
ros peligros que para las ave~ tendría la nueva
industria .108•
Reconociendo que la fabricación de harina re-
presentaría un procedimiento más barato y produc-
tivo qué el abono conseguido por las aves, Schwei-
gger tenúa que con el tiempo la situación esca-
para al control de la Compañía. Con todo pro-
puso que se aceptara <:9n algunas modificaciones
el proyecto que se estudiaba en la Compañía pa- .
ra montar una planta reductora ~ harina.
La falta de acuerdo entre los técnicos de la
Compañía fue sin du~ uno de los factores que
influyeron para que ésta mirara con ciertas re-
servas la prodµcción de la harina-fertilizante.
Por vía experimental se dispuso una inversión de
1'000,000 de soles para instalaciones. ·
El escepticismo y la cautela. de Schweigger
fueron compartidos por otros expertos igualmen-
. te vinculadQS a la agricultura y sus fertilizantes:
En.el mismo Congreso de Minería ya citado, don-
de Fuchs había abogado en favor de la fabrica-
ción de harina, l!l Comisión de Fertilizantes se

108. Sdiweigger, E. "Memorandum del técnico pesque-


ro Dr. E . Sch'!Veigger sobre la fabricación de harina de
pescado". 32 Memoria 1942.
PABLO MACERA
·I
494

pronunció deci~damente en contra de esos pro-


yectos. En el_informe de esa Comisión ( que fue
1

acogido _e impreso por la Compañía del Guano) se


emplearon las mismas palabras de Schweigger ca-
lificándo a la industria de harina de pescado como
"accesoria utilización de desperdicios". Su costo,
decían, habría de ser m~s alto ·que el del guano
producido ."gratuitamente" por las aves; y .el fer-
tilizante que se obtuviera muy inferior al de las
islas pues no contenía sino de 6% a 10% de ni-
trógeno y de 4% a 8% de anhidrido fosfórico
mientras que el guano azoado ( guano rico) t-enía
de 12% a 15% de nitrógeno y 10% de ácido fo~-
fórico. A mayor abundancia, el nitrógeno de la
harina se encontraba bajo su forma proteínica
de muy lenta descomposición en los suelos, mien-
tras que en el guano se presentaba en diversos
estados de combinación, incluyendo las formas or-
gánicas, amoniacal y nítrica.
Como consecuencia de esta campaiia, ante la
calidad de los oponentes, la Compañía del Guano se
limitó a invertir por vía experimental S/. 1'000,0:00
para instalar una planta de harina de pescado que
nunca llegó a fonciq_nar y fue vendida en 1954.
Nada más se hizo. No nos toca juzgar esta polí-
tica en que los errores fueron· cometidos de bue-
na fe. Aunque cuesta resignarse ante la pérdjda
de esta ,gran oportunidad que habría permitido
que colectivamente el Pení a través .de la :Compa-
ñía del Guano aprovechase lo que habría de ser
una de lás grandes fuentes de· riqueza del Perú
contemporáneo. La verdad es que durante dema-
siados años la Compañía había pensado los pro-
EL GUANO 495
blemas de la·producción de abonos en términos de
guano de islas como para qµe repentinamente cam-.
· biara sus giros e iniciara una operación riesgosa
de la cual desconfiaban altas autoridades científi-
cas. Cuando qÚiso reaccionar, fue ya tarde en to-
dos los sentidos; porque mientras estas discusio-
nes técnicas se prolongaban, el capitalismo priva-
do tomó a su cargo. la nueva industria. Ese ca-
pitalismo no estaba técnicamente mejor informa, · ·
do que la Compañía pero carecía en cambio de
las responsabilidades de ésta y libre de todo com-
promiso o consideración con el Estado y la colec-
tividad inició una carrera espectacular que ha crea-
. do en los últimos 10 años una situación económi-
.. ca y social sólo comparable a la que a su turno
produjo el guano a mediados del siglo XIX. En
1946 sólo habían 5 fábricas de harina de pesca-
do; ·pero a partir de 1948 se multiplicaron gra-
cias a una liberal política del gobierno de enton-
ces que duró hasta 1956 cuando las licencias em-
pezaron a·· estar sujetas a un régimen de control. ·
Durante esos 8 año~ la Compañía del Guano adop-
tó una política defensiva tratando inútilmente de
encontrar apoyo en los organismos oficiales. Fue
contratado R. C. Murphy para estudiar la inciden-
cia de las nuevas fábricas de harina sobre el
stock de anchovetas 1®. Murphy· no ~e li.mitó a
pz,esentar un informe a la Compañía sino que se
convirtió en el cen~o de una activa campaña de
declaraciones periodísticas y conferencias en la
Universidad de San Marcos que provocaron la in-

109. Murphy, R. C. "El gwino y la pesca de .anchove-


ta". Lima 1945. · ·
496 PABLO MACERA

mediata reacción de la poderosa Sociedad Nacio-


nal de Pesquería. Murphy so5t:enía que la ancho-
veta n~ era uno dt, los tantos peces pelágicos
del mar peruano sino el más importante de to,
dos como eslabón crítico del co·mplejo biológico
marino en su calidad de agente intermediario en-
tre el plancton y seres superio~es y más comple-
jos, agrupados en dos cadenas, una de las cua-
les correspondía a ·las aves isleñas. E"ste era un
hecho fundamental que no podría olvidarse aun-
que se admitiera, como lo hacía Murphy, que
los métodos industriales de reducción de ancho- ··
veta eran. por lo menos dos veces más eficientes
que en el tracto digestivo -df? las aves. Era nece-
sario buscar una vía media de conciliación entre
dos intereses opuestos y que en definitiva eran
uno . solo: conservar, fuese para las aves o para
los fabricantes de harina, los. reéursos naturales
del mar. La Compañía y Murphy pidieron al Go-
bierno Peruano que tomara medidas inmediatas
en momentos en que, a pesar de su crecimiento,
todavía la industria de harina se encontraba en
sus comienzos; como que los empresarios más
optimistas esperaban alcan.za:r con grand~ es-
fuerzos e inversiones un máximo de 500,000 to-
·neladas anuales de anchoveta, cifra que en esos
años era consi"derada elevadísima. "De lo éxpues-
to, concluía Murphy, se desprende que la activi-
dad pesquera del Perú gravita sobre la anchove-
ta, va desarrollándose rápidamente como conse-
cuencia de ser un. negocio muy lucrativo y que
es de temer que en pocos años llegue a tomar
un carácter masivo, peligroso para la superviven-
cia de la especie. Cuanto mayo~ ~ los inte-
..
EL GUANO 497

_.reses que sé creen alrededor de esta riqueza


fundamental, más difícil será después· tratar ,de
controlarla o sup:rimi¡rla. El porvenir de la pro-
ducción del guano en el Pení y también el de la
pesquería mayor para la alimentación humana de-
pende del. tino con que se maneje en la actuali-
dad el porvenir de la anchoveta. .. Un viejo refrán
a.ice que más vale pájaro en mano que cien vo-
lando y, en realidad para el Pení el pájaro en .
mano es el guano de islas, base sustantiva de la
economía agrícola peruana y fuente inagotable
•de riqueza privada y pública".
La Compañía no fue escuchada y parte· de
los peores temores de Murphy se cumplieron en
los años siguientes. Después de un corto período
de restricciones para prevenir un desastre bioló-
gico ( 1957/ 59) la industria de harina entró en
nueva fase de expansión que ha durado hasta la
fecha, aunque con algunas crisis de preciosj en
los mercados internacionales. Ya en 1962 el Pe-
ní era el tercer país pesquero en el mundo con
6'500,000 tns. anuales de pescado de las cuales
el 97.81 correspondía a la anchoveta. El núme-
ro total de barcos pas6 de 433 en 1959 a 1,848
en 1964; y de 2.5,638 tns. de bodega ·a 192,000 tns.,
pero al mismo tiempo, como lo dicen los estudios
del Instituto del Mar, hay ya indicios que ~e es-
tá alcanzando el máximo racional de explotación
y que el rendimiento de pesca·por unicla:d de es-
fuerzo es cada vez menor 110•
Perdida la batalla de la harina de pescado la
Compañía .ha tomado una nueva orientación en
498 PABLO MACERA

los últimos años, sobre todo a partir de 1963 ·en


que fue convertida en Corporación Nacional de
Fertilizantes. Pero ya no es la misma entidad
de sus comienzos cuando tanto el Estado como
los particulares la consideraban como el único
organismo autorizado para afrontar la produc-
ción y· e:,..-pendio de fertilizantes. Conserva, es
cierto, las islas pero no controla más que el 40%
de la importación de fertilizantes. Dentro del
mismo país su ·monopolio de p.coducción ha sido
r?to. Varias empresas privadas elaboran, ahora,

110. Para estos datos y sus ampliaciones consultar los


estudios del Instituto del Mar del Perú.; sobre todo: 1)
"La industria pesquera de la anchoveta. Informe · presen-
tado al Gobierno del Perú en setiembre de 1962". La •
Punta, Callao 1963; 2) Tille, l. "La ubicación de la in-
dustria peruana de harina de pescado". La Punta, Callao,
1962; 3) Tilic, l. "Capacidad de producción de harina
ae pescado en el Perú". La .Punta, Callao . 1962; 4) Tille,
l. "Material estadístico S'-''.>re la Industria peruana de
harina de pescado". La ! ·unta, Callao 1963; 5) Arnesen
y Sánchez. "Análisis técnico de la Industria · de harin:i
de pescado". La Punta, Callao 1963; 6) Jordán y Fuen-
tes. :'!lesultados de los centros gráficos d_!l aves .~an~-
ras. .. . La Punta, Callao 1964; 7) Lora, Juan. Creci-
miento -de ]a flota pesquera industria]: ..". La Punta, Ca-
llao 1965; 8) "Efectos de ia pesca en el stock de anchove- A
ta"_. La Punta, Ca11ao 1965; 9) "La pesquería de la ancho-
veta". La Punta, Callao, 1965; 10) Boerema, Saetersdal, ;
. Tsukayama. '1nforme sobre los efectos de la pesca en el
recurso peruano anchoveta". La Punta, Callao 1967; 11)
'1nforme complementario sobre la pesquería de 1a ancho-
veta". La Punta, Callao 1967. ·
Las Memorias de la Compañia Administradora del Gua-
no y el Boletín de la Compafiía AdministradoTa del Guano
son citados en las notas como Memoria y Boletín respec-
tivamente, seguidos del año que corresponde.
EL GUANO 499
diversos abonos: hiperfosfatos (Abonos Comple-
tos S.A.), nitrógeno (FERTISA), superfosfatos (Yn-
ron) , ácido sulfúrico, calcio ( Industrias Quími-
cas). Esas empresas han organiza'do un merca-
do imperfecto de falsa· competeJ!.cia con precios
de oferta previamente_fijados por ellas. ·
Es ·difícil predecir el futuro de la actual Cor-
. , poración de Fertilizantes. Un gran esfuerzo. téc-
nico y organizativo ha permitido en los últimos
. años modemizlµ' algunos equipos y mejorar la·
producción de las plantas fijas y móviles de pre-
paración del guano . que constituyen· junto con las
islas el eje de la ~conomía de la Corporación.
Se ,ha contratado también el servicio de varias
misiones extranjeras ( entre otras la de la Uni-
versidad de Iowa) y se ha estudiado la prospec-
ción futura de los fertilizantes peruanos. Pero·
se ha a-enunciado al parecer al antiguo ·criterio
nacionalista que podía llevar a una estatización
de la industria de abonos en el Perú. El relati-
vo y lamentable fracaso de Cachimayo · (Cuzco)
ha dado argumentos a los partidarios de la libre
émpresa privada y dentro de esta nueva actitud
se ha considerado conveniente entregar en conce-
sión los riquísimos yacimientos de fosfatos · de
Bayóvar ( Sechura) a una empresa subsidiaria de
la Compañía Canadiense Midepsa.
LL."1A, 1968 .
\
INDICE

9 LAS PLANTACIO~ AZUCARERAS ANDINAS


.( 1821-1875)
11 I. Cuestiones de método
25 II. La época colonial española
· 39 III. La República Militar (,,1826-18.5.. . )
93 IV. La República ''hacia afuera" ( 18.5.. . ·.
1875)
309 EL GUANO Y LA AGRICULTURA PERUANA
DE EXPORTACIÓN (1909-1945)
311 Introducción
321 I . Organización
4~ II. Estabilización de la Compañía ( 1915-
1929)
455 III. La conservación (1929--1945)
\
TRABAJOS DE lhsroRIA, tomo IV, de Pa-
• blo Macera, se tennin6 de imprimir en
el mes de mayo de 1977, en los talle-
res de INDusTIUALgráfica s. A., Chavín ,
45, Lima. 5, Perú. La edición constó de
tres mil ejemplares.
e'
Si muchas son las maneras de proximarse a la hit;.
toria de una nación, pocos so los estudiosos que
consi8\!en,.ahar la agudeza el análisis y el manejo de
la teoría, ia severa utilizació,i de fas fucnt~:s y la c~a-
cidad de interpretacioo, la ·sión ítica y el compro-
miso con sq tiempo. Son m1:nos arm los que deciden
cues ionar lo que todos act:ptan, ~isar loo viejos cri-
terios y proponer nuevas p tas de trabajo en la inves-
tigación científica.
A este pequeño grupo ie homl> es pertenece Pablo
Macera -uno de esos ruos telecttJ es orgánicos que
defin'a Gramsci-- quien, co~ pa.,ióQ, inteligencia, in-
cide ejemplarmente a lo I · o de su bra tanto en el
deslinde teórico como e 1 an' 'sis de la realidad
soda1, 1mdando las base e una nueva historiografía
encl Per'.
Pablo Macera nac ó en 1929 en Huacho (Lima).
Cursó estudios de D ec o e Historia en la Universi-
dad Nacional Mayoo ae S Marcos y¡ el post-grado en
Francia. Ha sido p¡:,fes r tn'\l~tado en las universida-
des de Vancouver, .r;jv ol y Oxford así COIJlO con-
fereñcista en lás de Mon tivideo y Valparaíso. Es pro-
fesqr principal de Hist ,· n la nivenidad de an
Marcos en donde ha srdo ·rector del Programa de
Ciencias Sociales y Jefe dDepar mento d Ciencias
Histórico-Sociales. En él.l actualida se dedica exclusi-
vamente al Seminario Hirto i . Rural Andina aue
fundó en San Marcos ce diez - os. La Edito ial del
Instituto Nacional de
su importante estudio

Este cuarto volum ajos de historia


recog sayos ac dones azu~are-

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