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PAOLA SYLVA CHARVET
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I
GAMONALISMO
Y
LUCHA CAMPESINA
(Estudio de la sobrev de un sector terra-
teniente: el caso de la p o: 1940-1979).
\\W
ED ¡C ION ES
ABYA YALA
1 986
?
I PRESENTACION
i CitlTR0 DF |)0cittl¡'1"¡¡n
A ii YA "t,\ r. r
La calmg aparente del agro ecuatoriano -comparatíuamente
con las rebelianes campesinas protagonizadas en otros países andinos-
ha lleuado a algunos estudiosos y polfticos a la enada conclusión de
que Ia resistencia campesina a la dominación terrateniente fue débil o
insignífieonte Entre sus logros. Paola Silra no eoneibe la lucha en tér'
minos hercicos y mas bien analiza Ia resistencia cotidiana del eampesi' f
no y como este desaf rc el control ejercido por los terratenaentes. Lu
aparente negligencia en el trabaio (p. e., deiando una parte de la cose-
cha en las sementeras para que luego sea recogida por los familires)
juega un papel tan importante en su reflexión sobre la lucha de los cam-
pesinos contra la dominación tercateniente como las acciones colectiuas
mós clarumente ofensiuas que se lleuan a cabo en forma de huelgas u
otros esfuerzos de organización contestataria. Mós aún, en este trabaio
que busca conEtantemente tras las apariencías. eIIa descubre que las de-
mandas salariales no representaron la emergencia de una conciencia pro'
letana stno que mas bten fueron uttlizadas por los campesinos como un
mecanismo de negociación para retener o expandir sus "derechos tradi'
cianales", el mós importante de los cuales era el accen a la tierra de la
hacienda.
Liisa Norüh
CERLAC, York Universtiy
I
¡ Toronto, Awust 1985
{
lo
El otro polo de la estructura hacendal sobre la cual se
asienta la clase terrateniente serrana
-los campesinos- no puede
ser concebido tampoco dentro de un marco uniforme de situacio-
nes, a pesar de homologarse a través dellvfnculo precapitalista
con la hacienda. Las distintas condiciones demográiicas, ecológi-
cas, culturales e ideológícas confíguran respuesras coyunturalés,
en general dispersas y aisladas, aunque no por ello menos impor-
tantes. Los brotes de violencia y rechazo al sistema de explota-
ción resultan esporádicos, controlables y de corto alcance, excep-
to en aquellos sectores en donde se combina el monopolio de la
tierra y la densidad poblacional. Alrf es donde se hace necesario
estudiar cómo las alternativas de la clase terrateniente se condi-
cionan al conflicto interclasista, en contraposición a lo que
ocurre en aquellas zonas donde la presencia campesina no alcanza
niveles muy agudos y el capital penetra con mayor facilidad.
It
estructura precapttal¡sta de la hacienda.
c) Las contradicciones, fruto de la resistencra de los terra-
tenientes a la pérdida del monopolro terrrtorial, de tas
dif icultades para la transformación y de la lucha campe-
sina por la tierra, atentan contra la sobrevivencia de la
clase, aún como f racción capitalrsta.
I
Por qué, entonces, la clase terrateniente de la provin-
cra de Chimborazo?
ArJyA,yatA j
cons¡go el debilitamientc y/o la autoeliminación de la clase, el
análisis debe combinar el plano estructural con las instancias po-
llticas que es donde ,los terratenientes estructuran su defensa. Pa'
ralaclase precapitalista que retiene control sobre lasestructuras
polfticas locales (a diferencia de la fracción capitalista cuyo po-
der se relativiza al interior del bloque dominante), el problema
del poder regional se welve importante como eje de resistencia
a la transformación. A este nivel también la posibilidad que los
terratenientes atrasados brindan para integrar en el análisis las
instancias estructurales y superestructurales es más totalizante
desde una perpectiva teórica e histórica.
la
En suma, la provincia de Chimborazo sintetiza admira-
blemerrre los rasgos sobresalientes del atraso regional. En primer
lugar, es una de las zonas serranas en dondeelconfricto intercla-
sista ha sido muy agudo y la estructura de poder local ha perma-
necido casi exclusivamente bajo el control terrateniente. por otro
lado, es una de las provincias con mayor concentración de la pro-
{ piedad: en 1964 el 47.5 o/o de la superficie total de la provincia
está en manos de un O.25 o/o de explotaciones mayores de b00
hectáreas. Además, en ella la entrega ant¡cipada de huasipungos
tiene poca relevancia y, cuando se dd, no alcanza a convertirse en
estrategia de capitalización de la clase. Por último, es una área en
donde los terratenientes resisten la transformación hasta bien
avanzada la década anterior y, adicionalmente, presenta un
interesante cuadro de disolución hacendal.
2.-- I\fetodologfa.
ABYA .YALA
pasan por la forma como éste enfrenta su carácter precapitalrsta
(disolrrcjón de las relaciones serviles) sino por el juego de contra-
d cci ones po1 ft*cas present€s en coy u n tu ras deter m i na das.
i
Const¡r¡cción de l¡ muesh.
Considerando que nos interesa estudiar la transforma-
ción de una clase y no los cambios al interior de la hacienda nues-
tra unidad de análisis es el terrateniente poseedor de predios ma-
yores de quinientas hectáreas. Y, aunque para este tipo de inves-
tigación lo óptimo hubiera sido realizar al menos un estudio
comparativo entre dos o más regiones, las limitaciones de tiempo
nos obligaron a reducir el universo a una sola provincia.
ló
o aún poseen ,más de un predio, la muestra se vió considerable-
mente incrementada.
!7
Y, por tlltimo, en el quinto capltulo adelantamos algu-
nas conclusiones y fundamentalmente tentamos una problema-
tización de ciertos aspectos que tienen que ver con ra compreji-
dad estructural de la clase y su relación con otras fraccionós
oe
capital.
!
I
tt
CAPITUIO I
l9
En otro lugar, tenemos a la clase terratentente la misma
que enfrenta tanto las compulsiones del proceso de
acumulación,
como el cercamiento ¡nterno por paite de los campesinos.
En
efecto, los cambios que se operan en el país a partir Oel Ooom
bananero, las presiones de una base social urbana cada vez más
amplia, el proceso de transformación del Estado en el contexto
nacional y la readecuación del poder local como sistema político
en conformación van restando poder a la clase a nivel de los ór-
ganos de dominación provincial al mismo tiempo que la obligan
a ref ormular su relación con las masas campesinas en tanto éstas,
con sus demandas crecientes. ponen en peligro la estabilidad
del flujo de renta y la integridad territorial de la hacienda.
n
" . . . ahora la cria¡rza de la oveja se la hace por lo
común en lugares que se hallan muy próximos a los
páramos, si no en loe páramos mismos ya que los valles
interandinos se lo¡ dedica de una manera especial a la
ganadería lecher¿" (MORENO, 1940: 4).
22
De esta manera, la elevación de la renta depende de las
facilidades gue ex¡sten para incorporar un conlngenre mayor
de fuerza de trabajo que permita ampliar la frontera de pro-
ducción.
23
que el ahorro (es decir, la ausencia de inversión) provenfan me-
nos de la fuerza de trabajo barata que de las caracterfsticas pro-
ductivas de aquella época. Mientras no se habfa generalizado el
uso de abonos qulmicos y, por lo tanto, no podlan incorporarse
nuevas zonas al cultivo, los precios y la rentabilidad alcanzaban
márgenes harto considerables (Entrevista DAVALOS, Gonzalo,
1980).
25
las contradicciones que se generan en la base económica.
Deahí
que la clase terrateniente requiera contar con un aparato ideoló-
gico y represivo que, a la vez que garantice su reproducción indi-
vidual, haga posible a la clase en cuanto tal, ejercer la supremacía
a niwl de la provincia (13).
,6
Por otro lado, la vigencia de un sistema político local en
donde el resto de fracciones de la clase dominante -industriales,
comerciantes y las capas medias, aún no han alcanzado una pre-
sencia cuantitativa y cualitativa importante, los terratenientes
aparecen no sólo ante el campesino sino ante el conjunto de la
sociedad local a la que someten, como su único representante
(Cuadro No. 3). De ahf que ejerzan en forma directa y elitista la
dirección de los más importantes aparatos de dominación, sean
éstos administrativos, represivos, culturales, socrales, políticos
e ideológicos. (15).
Esta es, en definitiva, la forma en que se materializa la
coacción extraeconómica que el terrateniente precisa ejercitar
para poder apropiarse de la renta preveniente de un sector de la
población cuya reproducción biológica y social no depende de
aquel (cfr. GUERRERO, 1975: 32-33).
27
Por otra parte, l¿r dtvr:rsilir-aciÓn productlva que s€l opera
al rnterror de la clase terrateniente durante las dos décadas anall-
zadas (conversión del hacendado en comerciante, peqtreño
industrial, banquero) viabiliza su inserción en el tncipiente proce-
So de capitalización urbana -lo cual supone también la emergen-
cra de nuevas fracciones de la clase dominante-, y hace posible
que ésta asuma como propios no sÓlo los intereses del campesina-
do -por lo demás nrarginado de la participación electoral- sino
también los de aquellas fracciones de clase a las que se incorpora.
28
(alcald ía, gobernaciórr, iglesia, prefectura, cen tro agr tcola, med ios
de cor ,unicac¡ón, partidos políticos seccionales, intendenc¡¿r,
jefatura civil provincial, juzgados, organismos públicos) y los me
canismos a través de los cuales se da la relación entre el actor so-
cial concreto V la clase subordinada a su control inmediato;
mecanismos que, a su vez, constituyen la encarnación del poder
gamonal (tenientes polfticos, curas de parroquia, administradores
mayordomos, mayorales, capataces) (Ver Grdf ico No. 1).
29
GRAFICO No, 1
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C.ttUvIBORAZA
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(,ecac-
t0
En todo caso, durante los primeros años de la década del
s€senta las ramificaciones de la clase terrateniente local a
nivel
del aparato estatal, l.or partidos polfticos y de las uttá, árt.r.,
99
de la jerarqula ecresiástica son muy importantes
todavía (cuadro
No' 7); asl mismo, sigue manteniendo'ras más importantes
drgni-
dades polfticas y administrativas de ra provincia
ro'.uai te plrmite
neutralizar el eventuar resquebrajamiento de
su poder a nivel
local (Cuadro No. 8).
lt
ner, cada cual, srj propia alternat¡va, va a marcar no únicamente
pero sl fundamentalmente, ras caracterfsticas
básicas de la trans-
formación.
t
Por otra parte, la disponibilidad de acceso al páramo,
legaliz"da por el Código del Trabajo, les permite mantener un
nivel de producción pecuaria -casi exclusivamente ovina- que
es, a nuestro juicio, el canal más seguro de articulación con el
mercado (22).
En otro lugar, su objetivo tampoco parece ser, al menos
en un primer momento, la abolición del huasipungo y el acceso
a la propredad de las tierras de hacienda (23).
33
Ahora bien, las características que adopta er confricto
traen impllcítamente una contradicción porque a ra par que ra
lucha salarial resquebraja la estructura autoreproductiva'de la
hacienda (ya que contar con un fondo de salarios estable supone
racionalizar el uso de la fuerza de trabajo), imposibilita la ruptura
con dicha estructura precapitalista (los campesinos se resisten
a alterar su esquema reproductivo anterior).
t1
pesinos que sufren la explotación del terrateniente al entregar
diarian,lnte su sobre-trabajo a la hacienda y que deciden enfren-
tar los riesgos de una demanda salarial poniendo en entredicho la
integridad de la estructura del poder terrateniente (25). Esta
demanda, sin embargo, t¡en€ sus lfmites en tanto no cuest¡ona
la persistencia del sistema precapitalista de hacienda, y, antes
bien, lo fortalece. Los campesinos han estructurado una forma
de reproducción biológica V social que se expresa en las caracte-
rlsticas de su economfa y que se halla indisolublemente art¡cula-
da alahacienda. Por ello y porque aún no visualizan su derecho
a cuest¡onar el monopolio territorial, se res¡sten a proletarizarse
aunque, formalmente,lalucha aparezca como una lucha prole-
ta ria.
3ó
expresión utilizada por el campesino para conquistar derechos
sobre :as tierras del terrateniente. Existen mecanismos muchas
veces sutiles y sobre todo pacfficos a través de los cuales los
campesinos van socavando las bases estructurales de la hacienda
precapitalista. Para referirnos a uno de ellos, mencionemos el
mecanismo aquel de extensión arbitraria de tierras anexas a los
huasipungos que acusa caracterfsticas de verdaderas tomas de
los terrenos hacendales, muchas veces los mejores y con excelen-
te ubicación respecto al resto de la unidad predial.
37
de remuneración existentes en la década de los años cuarenta ya
no pueden compensarse con una mayor libertad para acceder
a los pastos de la hacienda o a la tierra laborable.
3t
cr¡minado de la población campesina a su interior, no sólo en
términos del número de huasipungueros sino en términos de
apropiación de tierras de la hacienda:
39
a través de la creación de un fondo de salarios mientras persista
un elevado número de población campesina articulada a las ha-
crendas. Por otro lado, las exigencias campesinas por la restitu-
ción de jornales devengados obligan a seguir entregando derechos
a cambio de dinero lo cual antes que solucionar, dificulta aún
más la transformación.
Tlansición precapitalista.-
.O
tfmulos de mercado y transformaciÓn de las relaciones de pro-
ducción/ desarrollo de las fuerzas productivas.
a2
Ahora bien, en argunos casos ros terrateriertes tienden a
especializarse en la producción ganadera a consecuencra de lo
cual se produce un desplazamiento paulatino de las funciones de
los campesinos en la perspectiva de limitar el número de huasi-
pungueros. El caso extremo es la hacienda Guaillabamba la mis-
ma que elimina a través de los años las relaciones precapitalistas
(37), por no requerir cantidades muy significativai de flerza de
trabajo. Sin embargo, es un caso fortuito sin ninguna importan-
cia para establecer generalizaciones dado que la gian mayoría, si
no la totalidad de haciendas, adopta una estrategia mixta.
La resistencia campesina
-a la cual hicimos referencia_
es otro elemento clave para la definición de este perlodo de tran-
sición. A los terratenientes les resulta dif lcil, por decir lo menos,
expulsar indiscriminadamente a los huaspingueros y transformar
las. relaciones de producción vigentes (3g); asf, se ven obligados
a incluirlos en su estrategia productiva, aunque en ra medida.
que se pasa de una lógica de renta a un lógica de ganancia capita_
lista los requerimientos de productividad y, por ende. de eficien-
cia en el trabajo resultan cada vez mayores. Al respecto,el ex-te-
rraten¡ente de la hacienda Tiocajas nos deja entrever que las
caracterlsticas de la relación precapitalista impiden la racionali_
zac.ió.n de la fuerza de trabajo huasipunguera, tal que permita
satisfacer las expectativas productivas de la hacienda. Asf, duran-
te perfodos de cosecha, por ejemplo, los campesinos procuran
recoger la menor cantidad de producto posible, a fin de benefi-
ciar a su familia que viene detrás recuperando el sobrante (3g).
4t
fuerza de trabajo que requieren regularmente para grandes exten-
siones de tierra (42). Esto, de todas maneras, supone un aumento
apreciable de capital variable y estimula la selecciÓn paulatina
de mano de obra. Asl, se limita poco a poco la entrega de racio-
nes de tierra a aquellos campesinos cuya eficiencia productiw
amerita dicha concesión y, por otro lado, se reducen progresiva-
mente las zuperficies de tierra regularmente entregadas.
u
CUADRO No. 1
1 941
CUADRO No. 2
Galte
Pasniac lq.gq oto
tn Z',2
Totorillas 19.35 o/o 80.65 o/o
Guaillabamba 100 olo
Bisñag 100 olo
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CUADRO No.4
Vélez-Guerrero 20.221.72 6
Garc ía- López + 10.000,oo 2
Dávalos-Valdivieso + 6.500,oo 3
Sáenz- R ivadeneira + 4.500,oo 4
GallegosArau jo 20.000,oo 6
Borja 20.000,oo 2
Salem-Gallegos 20.000,oo I
¡lB
CUADR0 tUo.6
ElPrado Carlos
Cordo,¡ez
Cerámica Pablo E.
Nacional Chiriboga
ndustrias
I Dávalos Hnos. Tiocajas,
Unidas etc.
Corporaciór Espinoza-Meri-
Nacional de no y Cía.
Comercio Daniel Galleg,os
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FUENTE: Castillo, 94ll; Archit'()';, enlr('v¡sl¿s' etc.
ELABORACI6\l' P¿¡¡1.¡ S¡ lr.r
CUADR0 f[o. 7
Vice-presidencia Rep ú-
blica Alfredo Chiriboga pertenece a flias. terra_
ten ientes.
candidato presidencia Ruperto Alarcón F. Director partido con-
de laRepública seryador
Pre-candidato Presi- Fausto Cordovez Ch. Terrateniente
dencia de la Repüblica
Director Parüdo Liberal Pedro Jose Arteta Terrateniente
Jefe Nacional de Abraham Romero Vincurado a los terrate-
ARNE Ca1rera nientes
Diputados provinciales Gonzalo Dávalos Terrateniente
Abraham Romero C. Vinculados a los
Dr. josó V. Ortuño terratenientes
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GUADRo trto.8
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CUADRO No. 9
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ÉEfE 35
CUADRO No. 13
PARTICIPACION RELATIVA
DE LA PROVINCIA DE CHIMBORAZO
RESPECTO AL TOTAL DE PRODUCCION DE LA SIERRA
AñOS lg39-42 y 1946-53
s7
++ I Entre los costos INDIRECTOS tenemos: gastos de mantenimiento, ad-
ministración, arriendo (real o imputado), amort¡zación e íntereses del
capital de explotación.
3t
NOTAS CAPITULO I
tt
(6) " . . . antes todo lo que no sembraba la hacienda -{ue era la mitad-
tenían para pastar los indios; tanto los que ganaban jornal como los
huasipungueros" (Entrevista GALLEGOS V., Arrltides, 1980)
(9) Los yanaperos y sitiajeros, entre otros, entregaban dos o más d r'as de
trabajo a la semana por su derechc¡ a acceder al pasto -jeneralmente
páramo- de la hacienda. Existen muchos ejemplos en nuestra investi-
gación de la forma como las comunidades libres se supeditaban a los
requerimientos productivos de la hacienda.
Por otro lado, según GANGOTE NA, las comun idades sem i- independ ien-
tes proveían de fuerza de trabajo a las haciendas en aproximadamen-
te un 30 o/o de sus necesidades (GAI{GOTENA. 1980)
(11) De nuestros datos de campo podemos colegir quc este sistema fue el
predominante y que reportaba una serie de ventajas al terrateniente;
entre otras, el adelanto de dinero en efectivo y la organización de la
cosecha.
|n
ta; y, por ende, la clase terrateniente. Podemos hablar Lle burgtresia-te-
rrateniente ya que el segundo término indica que el nuevo capitalista
que emerge en el campo, además de percibir una ganancia, se apropia
de aquella parte d€l trabajo social que corresponde al derecho de usar
en forma productiva un medio de producción no producido, escaso y
monopolizable.
ól
(18) "El término "gamonalismo" -dica MARIATEGUI- no designa sÓlo
u na categor ía social y económ ica: lade los latif u nd istaso grandes propie-
no está
tarios agrarios. Designa todo un fenómeno' El gamonalismo
comprende
iápr.r.n"t.¿o sólo pór los gamonales.propiamente dichos. parásitos'
una larga ierarquía de funóionarios, intermediarios' agentes' prolria ra-
e r'ínóio attáo"to se transforma en un explotado¡
de su
"t..
za porque se pone al servicio del gamonalisrno El factor central del
la hegemonia de la gran propiecla! tey{alen la po-
fenómeno es ¡e-m!
lítica y un et mecaíismo del Estado" (MARIATEGUI' J C Sierr: En
pp 3J\'Ltra'
sayossobretarealidadperuana. Lima r.lrl Amarrta' 1969'
do por GUERRERO, Andrés, 1975
|.oInteresanleCjeIacitaanter¡orestrIr)aenqUeMariátegui'p|arrteaeI
hechomuyciertodeque|atierra_articuIadaarelactonesCJe[)root]C.
ciónprecapitaIistas-espoder.MientraseIterrater}ief)tesr-ñletealos
campesinos,aIapob|aciónurbana,a|atlurocraciaestataIregionaIasu
de eiercitar
doniinación, pone en eviclencia lo qtre sería una forrrra
ese
poder:elgamonaIisrrro,GarnonaIisrno(|Ueconstittlyetodotlrlsistema
politicas pero que tiene
iomote¡o áe relaciones econónlicas, sociales y
como e¡e central la presencia del terrateniente
Riobamba'
(19) Documento oel Centro AgrÍcola clel Cantón Riobamba'
mecanograf iado, 1972.
grandes
(20) La lglesia es, en la provincia cle Chimborazo' urla de las nlás
terratientes. Sólo dos haciendas de la Curia -7-ula
y Monias ('orrall
Tepeyac - sumaban 23.000 has' aproximadatrtcr tltr
prr¡pietario de la lra-
Además, para 194-/ el Colegio San Felipe Neri es
ciendaMolobog-ylaig|esiaParroQuia|cjeChunchide|ahaciendaCa-
llanga.
|21\Apartirdelg3SseirrstituciorraIizanIasIur:hascampesinascotl|aex.
pedición del Código del Trabaio. Ver IBARRA, 1980'
(lue
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(221 De los datos de investigaciórr se despren(le
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famiIiascampesinas,duranteIosprinrerosañostjeIadécar]adeIcest)|l
Un eierrt¡'l¡l ¿¡
ta, tenían un mínimo de 30 cabeeas de ganado ovino'
(Cuadro No' 9)'
respecto es la comuniclad Atapi-Santa Cruz
\23\Esteplantearnientoir.tcluyesc-'loaloscarnpesinossujetosporrelacto-
jornales esta-
r)es precapitalistas a la hacierrrla y a quienes se adeudaba
blecidos por ley. Por ello no sc tolna en cLlenta los litigios Por c1eslrej1l
IBA'
de tierras que lievan a cabo comunidades libres. Al respectover:
RR,A. Hernán, 1980: 54-55
62
Según Jorge MACIAS, "los peones sueltos forman una gran mayoria en
-l sindicato campesino . AsÍ misrno las rnujeres tanto en la or-
ganización del sindicato como en las resoluciones de éste cuando ya
está estructurado, son las más decididas y las que empu.jan el movi-
rniento. La reivindicación o aspirac¡ón de los sueltos es convertirse
en huasipungueros, arrendatarios o partidarios " (CIDA, 1965.
pp.92).
AByA .l,At^ J
ji
(30) El21 defebrerode 1961 VELASCO IBARRA, eneseentoncesPresider¡
te de la República, viala a Riobamba para tratar con trabaiadoresv ha-
cendados el problema del levantamiento indfgena ocurrido en la zona
de columbe'-hacienda columbe Grande- los primeros días de ese
mes. Durant€ la audiencia en la Gobernación, el secretario de dicha
institución, Gonzalo Merino, lee un comunicado firmado por,los dl'
rigerit* campesinos de aquella dpoca en el que se decía que "los h8-
cendados han formado una especie de KU-KLUS-KLAN para la re'
presión del movimiento indfgena". (EL COMERCIO, 1961: 2l defe-
brero l.
u
cados €n esta prov¡ncia gozan de gran fama en el mercado
ecuatoriano.
65
tal Inagnitud la inversión requerida para ¡ncorporar a la produccion
zonas anteriorrnente improductivas -por el control monopólico de la
tierra- que resulta indispensable combinar las ventajas de la estructu-
ra anterior con la capitalización de la unidad productiva.
(39) "En uno de los años hice una siembra en Atapo y Tioca-
ias de 600 quintales de cebada cervecera. Lo hice con el
ánimo de encontrar máquinas para poder cortar la ceba-
da y trillarla con máquinas. Pero me equivoqué, la inclina-
ción del suelo no permitió meter maquinaria. Se me había
calculado el rendimiento de cebada en un 1B por 1. Metí
gente y apenas, sin calcular los impuestos, sclamente to-
6
Inando en consideración rnano de obra, abonos v semillas.
gané 6.000 sucres en 600 hectáreas.
Sirr embargo, sabernos Fror otras fuentes qlte en esta hacienda aún se
rnantienen relaciones prr:capitalistas (entrega de renta en traba¡o por
acceso a recursos del predio) Totorillas es otro ejernplo al respecto.
(43) Durante los prinreros años de la década del sesenta es frecuente escr¡,
char a los terratenientes de la zona quejarse de que los huasipunqlreros
rro han sembrado, o no les han permitido co*char, etc.
67
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CAPITULO II
RESISTENCIA TERRATENIENTE A LA PERDIDA DE PODER
LOCAL
?a
viabilizan posteriormente la supervivencia de la clase a part¡r de có-
mo ésta resuelva -al menos a nivel local- el conflicto con los cam-
pesinos.
7l
En lo que respecta a la demanda, la situación es un tanto
diferente, por varias razones. Primero, el fenómeno migratorio
campo-ciudad eleva el nivel de consumo de productos alimenticios
de los sectores urbanos, estén o no incorporados al proceso de in-
dustrialización. Segundo, el crecimiento de la economía y la
mayor disponibilidad de divisas provenientes de la exportación del
banano acentúan, de alguna manera, el crecimiento de los sectores
medios, los mismos que presionan sobre el nivel de la demanda de
productos agrícolas y pecuarios (7). Tercero, el crecimiento vege-
tativo de la población urbana también actúa sobre la erevación de
los requerimientos alimenticios de ésta (8). Sin embargo, sería in-
teresante determinar la magnitud en que aumenta esta demanda y
si ésta efectivamente desfuncionaliza el esquema de reproducción
precapitalista.
7'
Lo que deseamos relievar es el hecho de que, de nrnguna
mane:-a son las exigencias de orden económico provenientes del
proceso de acumulación de la época, los determinantes únicos y/q
fundamentales para explicar la decadencia de la hacienda precapi-
talista local. Como ya lo habíamos manifestado, en la provincia
de Chimborazo dichos requérimientos no atentan contra la estruc-
turación interna de la hacienda precapitalista y, por otro lado, en
el plano político nacional tampoco generan una contradicción an-
tagónica entre burguesÍa y clase terrateniente.
7t
fuezas productivas con cambios en las relaciones de producción)
de una fracciÓn terraten¡ente las que delinean la forma en que el
Estado -a través de la expedición de la ley agraria- da una salida
a la coyuntura 1960-64.
7a
ta razón, ahora haremos referencta prtnctpalmente a la relación do-
m Inantcs-subord inados
7t
Trabajadores Ecuatorianos, Federrción Ecuator¡ana de Indios, Fe-
deración de Estudiantes Universitarios, Partido Socialista Revolu-
cionario, Unión Revolucionaria de la Juventud Ecuatoriana, etc.),
ponen de manif ieto su descontento frente a las condiciones de ex-
plotac¡ón en quo viven, dando un nuevo y decisivo golpe a la capa-
cidad esutalde la clas terrateniente (11 y 12).
'ra
2.- Búsqueda de una solución ventajosa y estrategia de sobre-
vivencia.
77
planteamientos que afecten definitivamente su sobrevivencia
(19 v 20).
7t
constituye un freno para el aumento de los ingresos de los hacen-
dados, al romperlo puede generar en no pocos casos una contradic-
ción inter-clases mucho más grave en la medida que al resquebra-
jarse el equilibrio de la producción campesina se socavan paralela-
mente las bases de la dominación terrateniente.
7t
favor a una amplia mayoría (27). Aunque puede parecer obvia,
la pregunta es pertinente ya que nos sitúa frentea quienesde una
u otra manera inviabilizan la expedición de la ley, y que no son
otros que los representantes de la clase terrateniente en las diver-
sas instancias del poder político y gremial (28).
to
subsistan otras formas de extracción de renta en trabajo- la
estructura de relaciones sociales a las que supuestamente piensan
combatir.
Es más, en algunos casos se extrema la intencionalidad te-
rrateniente de atenuar los efectos de la reforma y se elaboran pro-
yectos que como el presentado durante el gobierno de VE LASCO en
1961, prácticamente recrea la forma huasipungo de trabajo bajo la
eufemlstica denominación de "trabajador depend¡ente agrícola"
(30). Por otro lado, se incluyen cuestiones tales como el reasenta-
miento el mismo que, además de desplazar a los campesinos de las
mejores tierras, hace posible reducir el tamaño de los terrenos que
se entreguen.
tl
"Deberíamos meter a l¡ cárcel a todos los que maltratan
a los indios . . . pero me siento ¡mpotente para tomar re-
medios absolutamente rad¡cales como ustedes quieren;
me siento impotente por los honrbres, por el ambiente de
nue¡tro pars" (EL COMERCIO, lg6l: febrero 15, cub-
yado nuertro).
t2
Ahora bien, independientemente de ello. la respuesta de
la clal, dominante agraria de la provincia de Chimborazo durante
los años 1960-64 objetiviza, de alguna manera, el estado transicio-
nal al que hasta ese entonces ha llegado la estructura hacendal pre-
capitalista. Es decir, pone de manifiesto contrad¡cciones intra-
clase que hasta el momento de enfrentar decisiones importantes
-como la inmínencia de la abolición de ciertas formas de trabajo-
se habían mantenido latentes. La correlaciÓn de fuerzas a nivel
nacional permite acceder a la vanguardia de la clase local a un
sector terrateniente que representB un momento de transición
entre el terrateniente rent¡sta y el terrateniente capitalista (36)'
Talvez por primera vez se evidencian divergencias internas en torno
a la política agraria a seguir, las mismas que srrancan de las dis-
tintas alternativas que se abren para la transformación o disolución
de la clase.
Aproximación a una tipología.
83
a) La primera tendencia -territorial monopólica- es la do-
minante y lidera a la clase durante los años pre_reforma
dado que reúne algunos elementos que le infunden un carácter
transicional: por un lado, el monopolio de la tierra -en el sentido
de control extensivo sobre inmensos territorios (39)- y la renta en
trabajo; por otro lado, cambios en el proceso de producción
inmediato a partir de una inversión mayor de capital que se
traduce en el mejoramiento de la calidad de la producción, en la
introducción parcial de maquinaria y en el aumento del capital
variable para ciertas tareas.
t¿t
sas comisiones de discusión y elaboración de anteproyectos de ley
y, en calidad de dirigente local de la clase terrateniente, logra
sr.t
combinar su interés personal signado por la estrategia de transfor-
mación que adopta, con los requerimientos más generales de la cla-
se, por un lado, y la relación de fuerzas existente en la sociedad,
por otro,
8t
porque intuyen que la ley lesionará gravemente los fundamentos
básicos de su existencia como clase precapitalista ya que al abolir
los huasipungos no sólo se acabard con esta forma especffica de
trabajo sino que, en primer lugar, se pondrá en peligro la propie-
dad territorial estimulando la disolución hacendaria; en segundo
lugar, se contribuirá a aumentar la presión campesina externa a la
hacienda obligando a ceder importantes extensiones de tierra; y,
en tercer lugar, se propiciará la pérdida de control sobre la tuerza
de trabajo quebrando la viabilidad del monopolio territorial (43).
tó
cién cuando ésta se da y no mediante el sistema de entregas antr-
cipadas.
Dos casos que ejemplif ican esta posición son los de las ha-
ciendas Chimborazo y Jipangoto. La primera pertenece a los terri-
torial monopólicos y sufre un interesante proceso de concentra-
uión/desconcentrac¡ón territorial que está marcado por la evolu-
ción de la estructura agraria durante las últ¡mas décadas. El dueño
recibe en herencia (1941) alrededor de 2.000 has. y posteriormen-
te adquiere 4.000 has. adicionales para iniciar un programa exten-
sivo de producción pecuaria (45). Durante esos años resulta facti-
ble optar por esta práctica porque se dispone de fuerza de trabajo
suficiente y las masas campesinas se hallan articuladas, de una u
otra forma, al sistema de la hacienda. Sin embargo,
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Ahora bien, aunque desconocemos ra rmportancia cuantr-
tativa de las diferencias procJuctrvas que se ponen de manifiesto al
Interior de la clase terrateniente provincral, dado que nos apoya-
mos básicamente en estudios de caso, podriamos qurzás preguntar-
nos la relevancia de aquellas diferencias en la def iniclón de la poli
tica de la clase en momentos de crisis. Nuevamente, a nuestro mo-
do de ver, la respuesta polÍtica de los terratenientes locales duranre
los años pre-reforma (1960-64) se basa menos en tratar de imponer
los intereses de una fracción sobre el resto, que en rescatar lo esen-
cial al conjunto de aquella. Ya hemos dicho que la configuración
poster¡or que adquiere la ley no pretende lesionar def initivamente
los intereses de la clase precapitalista y, en esa medida, corrobora
una intencionalidad favorable a sus Intereses.
t9
ley la clase terrateniente sigue controlando la regrón, en esa medr-
da, el monolitismo de la correlación de fuerzas ñacronar se rompe
ya que en el espacio local el s¡stema político es capaz de reencap_
sularse y detener, de alguna manera, la liquidación brusca de las
raíces precapitalistas, fuertemente arraigadas hasta entonces.
to
Esta readecuación de las relaciones precapítalistas puede
ser interpretada como una forma transícional hacía la generalizan
ción de las relaciones de producción capitalista (49); o, como un
mecanismo de sobrevivencia de la clase terrateniente rentista o te-
rritorial monopólica que al persistir en su estrategia agudiza su
contradicción con el campesinado.
,r
llín, Bisñag, etc., "tienen como negocio recibir a mesada (bt¡ 6,
bueno porque no invierten medio. Tienen el páramo abandonado
y obtienen dinero sin hacer nada. Vale la oena" (Entrevista FAL-
CON l, Guillermo, 1980).
v2
CUADRO No.1ó
93
CUADRO No. 16
TIPO DE PROPIETARIO
Colonias 1
9t
CUADRO No. 17
Superficie total de
la provincia (has.) {< 701.400 701 400 701 400
Disponibilidad de
t|erras por persona
ru ral 3.61 2.49 2.26
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97
NOTAS DEL CAPITULO il
(1) El control de grandes extensiones de tierra es importante por dos razo-
pro-
nes: cofilo fuente de poder local y como medio de producción no
ducido pero que se valoriza constantemente.
(1979:
t2l Uno de los que plantean lo anotado es Fernando VELASCO
76), quien dice:
"Para el desarrollo industrial es imperativo la ampliación
del mercacio interno, por un lado, y el increnlento de la
capaciclad productiva del campo, a f in de responder más
eficientemente a la demanda urbana de alimentos que cre-
cia rápiclanrente creando presiones inflacionarias que re-
percutían, por cierto, sobre el nivel de salarios Esto supo-
n ía, en def initiva, una rdpida leliminación de aquellas rela-
crones precapitalistas de producción que obstaculizaban
tanto la proletarización del campesinado como un más sig-
nif icativo desarrollo de las fuerzas productivas"'
9t
(7) En las exportaciones totales el peso relativo rlel banano pasa de un
B o/o en 'l 948 a un 53 o/o en 1962. En los años c¡ncuenta el país se
convierte en el primer exportador munclial de la fruta (GUERRER0 y
OU INTE RO, 1981 : 9). Respecto al tema existe abundante literatura, sin
emoargo recornendarnos el trabajo de Carlos Larrea soL¡re el banano
ecuatoriano, FLACSO Ouito, 1980.
En otro lugar:
"Es indiscutible que el indio se encuentra todavía suieto a
tratoinjustodepartedeciertosterratenientesentranca
pugna con normas democráticas de la civilización contem-
poiánea, y a este ministerio preocúpale seriamente las con-
secuencias que dicha anomalía pudiera acat(6( al país",
dice el Ministro de Gobierno Dr. Carlos CORNEJO ORBE'
encircu|arenviadaa|osGobernadoresdeprovincias(EL
COMERCIO. 1961: febrero 13).
100
que la reforma agraria sea técn¡camente planificada. enmarcada dentro
de las prescripciones constitucionales, orientada con sentido nacional
/ basada en el conocim¡ento real de las condiciones especÍficas de
cada una de las regiones del pafs (EL COMERClO, 1961: diciembre
16).
Por su parte, la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE) y
su Comisión Nacional Campesina llaman a integrar las acciones de uni-
dad obrero-campesina-popular "para hacer de ellas jornadas brillantes
de lucha, en procura de una reforma agraria radical y democrática, que
posibilite el progreso integral del país y el bienestar del pueblo ecuato-
riano" (EL COMERCIO, 1961: diciembre 16)'
A nivel de los partidos pol íticos: el tradicionalista partido Conserva-
dor anuncia nuevos principios que lo modernizarán,luego de su Asam-
blea General realizada en diciembre de 1961. Dice, entre otras cosas,
que la economía estará sólidamente constituida sólo cuando a todos
se procure bienes que la industria y la naturaleza, así como una .iusta
organización social y económica, tienen la posibilidad de producir (E L
COMERCIO. 1969: diciembre 18).
(14) La presión exterior la inician organismos de Naciones Unidas --€spe-
cialmente CEPAL y FAO-y se ve reforzada con la Carta de Punta del
Este que establece la llamada Alianza para el Progreso en 1961 (VE-
LASCO, 1979:85€7).
En otro lugar:
"Estados Unidos está d¡spuesto a f inanciar el progreso de
las naciones de menos desarrollo . . . pero éstas deben em-
peñarse en realizar la reforma agraria y la reforma tributa-
ria y administrativa. De no hacerse esto sería lo mismo
que financiar la 'bolchevización' de estas naciones, dijo el
senador norteamericano Hubert HUMPHREY en su visita a
Ouito" (EL COMERCIO, 1961: noviembre 13).
(16) En los años pre-reforma 1960-64 la única diferencia que marca a estas
tendenciasJes su mayor o menor acercamiento hacia el capitalismo;
hecho que no logra a nivel de lo político cristalizar en formas de ex-
presión propia que las convierta en conjuntos sociales. diferentes unos
de otros por sus intereses específicos.
r0t
(17) Los gremios de terratenientes pelean por conseguir buenas indemniza'
ciones frente a la expropiaciÓn. Por otro lado, en los proyectos de ley
que se elaboran durante el período 196062 se incluyen importantes
estímulos para la transferencia de capital del sector agrario al indus-
trial. Por ejemplo, en el artlculo 97 del anteproyecto de ley de refor-
ma agraria presentado durante el gobierno de VELASCO IBARRA en
l96l se dice que:
"los bonos de reforma agraria serán redimibles automáti-
camentea|aparcuandosusposeedores|osinviertanen
industrias que impulsen el desarrollo económico del país"'
102
cultura para las discr.lsiones antenores a la expedrcrón de la ley de re
forma agraria
" . . v , en realidad de verdad, era ¡ncontenible la cuestión
6sta de la reforma. Se habfa hecho un punto de vista polftico
indispensable. Yo le hice ver que lbamos a comenzar antes
de hora, (pero el asunto) era insostenible. Ya se había he-
cho conciencia en el pueblo ecuatoriano, a través de la
propaganda pol ítica, de que se iba a hacer esto. Y como
quien ofreció fuera el Dr. VELASCO.
t03
régimen legal por equivocado que fuese siempre es mejor
que el caótico de la arbitrariedad y el abuso" (IERAC,
Archivo de Tierras, Ouito).
(26) "Al Dr. CORNEJO, en algunas oc¿tsiones que tuve que inter-
venir, le expresé que me parecÍa que debía demorarse (la
expedición de la ley de reforma agraria), hasta rener un
agricultor consciente de la responsabilidad que tenia fren-
te al pafs" (Entrevista DAVALOS, Gonzalo 1990).
r0a
el sitiaiero. Enesta categoría estará también el huast-
punguero, hasta que IERA cumpla con lo dispuesto en
el art.40 de esta Lev.
Art ícu lo 1 89: " La distribución del trabaio . . . se hará según las necesi-
dades del patrono . . el trabajador tendrá las horas de
desc¿nso y para lascomidasal mediodía (excepto) . . en el
caso en que él traba.iador esté ocupado en labores de
emergencia. . ."
Artículo 191 : "El patrono está obligado a rendir cuentas . . . por lo
menos cada año".
l05
"L¡ clase torrateniente del Chimborazo era particularmen-
te tradicionalifta y disponfa de fuertes instrumentos polf_
tícos e ideológicos para opon€rse eficazmente a cambios
demmiado brutales,, (pRoNAREG, l gTg: gg:g0).
(41) Esto se expresa también en la pérdida de una base de apoyo que hu-
biese permitido a los rentistas irnplementar una abierta estrategia de-
fensiva. Al respecto veamos lo que opina el dueño de Tiocajas:
l(b
"Si la tierra hubiera estado produciendo normalmente,
imagfnese Ud. la revolución que habrfa provocado la re
forma agraria. Ud. ve'que ágta ce ha hecho con la tranqui-
lidad m& grand6".
107
"Al principio comenzó la reforma agraria en forma un tan'
to tranquila. A los primeros que se los tomó, la reforma
agraria fue una cosa benigna, fue una ley que no molesta'
ba a nadie, una ley que dejó las cosas más o menos como
estaban" (Entrevista DAVALOS, Gonzalo, 1 980).
l0t
CAPITULO UI
r09
Tanto ésta como la fracción capitalista, sin embargo, con-
vergen en su objetivo central de alcanzar las mejores condiciones
de negociacion. De manera que el problema ya no se sitúa sólo en
relación con la defensa de una estrategia productiva tal en donde
tpriman, por ejemplo, vínculos precapitalistas, sino en relación con
las mejores alternativas de capitalización, en unos cascs, y de mo-
netarización de la renta territorial, en otros. que el Estado a través
de sus leyes o los campesinos a través de sus demandas por tierra
puedan ofrecer.
lr0
ción de huasipungos en la provincia opera en forma poco ágil. En
el Cuadrc No. 20, por ejemplo, vemos cómo la entrega anticipada
de huasipungos, lue es una de las estrategias de la fracción capita-
lista en la Sierra norte, no tiene importancia en el contexto local.
En otro lugar:
"En algunas provincias como la de Chimborazo, no se ha
liquidado el huasipungqie porque los huasipungueros se
han negado a aceptar el beneficio" (COSTALES, 1971:
146).
Ahora bien, en términos generales, nosotros sostenemos
que a la clase terrateniente local le conviene en principio, la entre-
ga de huasipungos, primero porque la extensión de tierra adjudica-
da resulta poco significativa en relación a la totalidad del predio;
segundo, porque con su liquidación no desaparecen otras f
de control regular de la fuerza de trabajo; y, tercero, p
ella se tiene la ventiija de limitar los derechos de los pesrn os
sobre usos y servicios de la hacienda.
C[iviR0
Dt D0f ijiiti t^.ti]üi
ABlA.l,r! I
Sin embargo, en la provincia de Chimborazohay resisten-
cia a la entrega. Esta resistencia parece tener un triple origen: su-
perficie predial, número de huasipungueros y problema financie-
ro. En el primer caso tenemos que la extensión territorial de la ha-
cienda no puede afrontar el desmembramiento de un sector de la
misma que representa, a veces, casi la mitad de lasuperficie total.
Paradojalmente son las haciendas medianas y pequeñas las que ma'
yor resistencia presentan a l¡a aboüción dado que ésta efectivamen te
atenta contra la supervivencia hacendataria (3). Y es lÓgico, pues
los grandes latifundios no pierden -en la adjudicación- sino pe-
queños sectores de tierra marginal que poco o nada alteran su
magnitud anter¡or.
tt2
Tiocajas es otro ejemplo. Los doscientos huasipungueros
de la hacienda han extendido sus fronteras de cinco has. originales
a un promedio de veinte en donde trabajan sus familias ampliadas
de hasta quince miembros.
I l3
(1.99 o/o de la superficie agraría de la provincia) sino en términos
del proceso que desata: para unos est¡mula la capitalización
(transformación ) ; para otros su pone la desintegraci ón (d isol uci ón ).
l14
nen algo de humedad; sin embargo, para aprovecharlos el propte-
tario debe realizar prácticas adecuadas y utilizar fertilizantes, ade-
más de iniciar un plan de forestación para el área de páramo e in-
troducir cambios en el manejo de pastos (lERAC, Archivo de Tie-
rras),
n5
viales cuya característica principal es la profundidad del suelo; y,
en la parte alta, se encuentran sr.¡elos misceláneos (lE RAC, Archivo
de Tierras).
uó
La localización respecto del mercado, si bien no es decisi-
va en la zona dado que carece de un mercado interno importante y
los productos son generalmente enviados a la Costa o a Colombia
(lo cual homogeneiza la distancia para todos) puede incidir en la
determinación de los precios y en la orientación de la producción.
En el primer caso, los comerciantes que acceden a sitios muy aleja-
dos y con dif íciles vías de comunicación, adquieren el producto a
un precio menor, en razón del aumento del costo del transporte.
Volvamos a la hacienda Galte:
rt7
ción de estas áreas cuya caracterísitca central parecería estar dada
por la presencia mayor o rnenor del conflicto inter-clasista (B).
IF
de financiamiento (10). Aparte del Banco Nacional de Fomento
con un magro presupuesto anual de alrededor de veinte millones
de sucres (cantidad que ahora se gasta en menos de una semana, se-
gún criterio del Dr. Arnaldo lvlerino) y de algunas agencias y sucur-
sales de bancos privados que otorgaban créditos comerciales (no
favorables para el agricultor), el acceso limitado a las fuentes de f i-
nancramiento constituia un obstáculo para la capitalización en una
zona donde las inversiones resultan proporcionalmente más altas
por las caracter ísticas ecológicas ya mencionadas ( 1 1 ).
Tal parece, además, que el Estado -a través de la política
del Banco de Fomento- dificultó, ya desde los años sesenta y aún
antes, la situación de la clase dominante agraria en la medida que
favorecía indiscriminadamente líneas de crédito para un solo cul-
tivo, saturando el mercado y provocando dos graves consecuen-
cias: bala del nivel de precios y disminución de ingreso de los terra-
ten rentes.
rw
Á,.f
_ ""$,
los factores más importantes para definir la opción de la clase agra-
ria, en tanto destruye el esquema reproductivo anterior.
1,20
los campesinos en la provincia de Chimborazo hacen lo
posible por no trabajar en las fincas de las cuales recibie-
ron su respectiva parcela, y tratan de ir a trabajar en otros
sitios" (Entrevista Ir'lERINO, Arnaldo, f 980).
t2l
La hacienda Totorillas es, nuevamente, el ejemplo más tI
prco:
t22
cómo ampliar la superficie usufructuada; además existía el sistema
de rotación de tierras, de tal suerte que cuando la fertilidad del
suelo disminu ía por el uso cont¡nuado e intensivo, el terrateniente
les permitía su reubicación en zonas más productivas. Elacceso al
páramo era prácticamente indiscriminado, pudiendo engrosar sus-
tancialmente el rebaño campesino, especialmente de ganado me-
nor; la leña y el agua eran, también, facilitadas para las necesidades
domésticas. En fin, en términos puramente económicos, las condi-
ciones db reproducción campesina podian fdcilmente resultar me-
jores que las actuales. Por ello, la súbita limitación de estos recur-
sos, indispensables para la sobrevivencia campesina, provoca una
reacción muchas veces violenta, que se agudiza significativamente
en determinadas zonas donde persiste el monopolio de la tierra
unido a condiciones naturales sumamente deterioradas.
r23
Otro sistema de producción que utüiza frecuentemente la
hacienda, aunque menot que el anterior, es el ACUDE,
que consiste en entregar al hacendado una renta en traba'
jo a cambio de la utilización de pastos, caminos, agu4 le-
ña, etc.
t24
veniente ahorrar en la cornpra de abono) Y es desde esa perspectt-
va que pretende hacer cumplir tanto su contrato firmado en los
años cuarenta como todo aquello que est¡pula laley agraria al res-
pecto.
126
La huelga del 68 se inicia en la hacienda Pul' Loscampe-
sinos liden que se salden cuentas de salarios pendientes V Se resti-
tuvan los huasipungos en extensiÓn y lugar de origen Posterior-
mente Se declaran huelgas solidarias en las otras haciendas, parali-
zando más de la mitad de la producción cantonal'
AlEstado,atravésdelgobiernocentral,yanolelnteresÓ,
detener la lucha campesina contra el monopolio territorial; por
ello, la presión que ejerce la clase dominante agraria no surte nin-
gún efecto. La correlación de fuerzas desfavorece a la clase terra-
ieniente; ésta ha perdido capaciclad estatal y en cierta nredida no
r27
puede imponer su vía de transformación porque está sujeta
a las
condiciones impuestas por los campesinos.
l2t
te en la medida que cuestiona y desaf ía la dominaciÓn terratenien-
te; denrrncia las arbitrariedades de la clase, impulsa a los campesi-
nos para que las combatan, concientiza a las masas indígenas sobre
sus derechos y las dirige contra la existencia del latifundio.
r29
capital¡stas re$llta harto complejo y poco pert¡nente para el pre-
sente trabajo; s¡n embargo, conviene plantear el hecho de que la
disolución de formas ideológicas y políticas precapitalistas es par-
te de un proceso que toma más tiempo aún en consolidarse que los
cambioe que se operan en la base económica y que tal como lo he-
mos visto son muy lentas.
130
bordinadas ya no aceptan el gobierno de una élite política, econÓ-
mica V social que no cumple con la tarea burguesa de representar
el interés general.
ü
Qué nos indica este hecho aparentemente contradictorio?
En primer lugar, que la clase terrateniente ya no puede ejercer su
propia representación política; tiene que delegarla a sus interme-
diarios y, en esa medida, que se des-etiliza el poder local. En
segundo lugar, pone de manifiesto el tránsito hacia formas indi-
rectas de dominación política, propias del capitalismo.
I
"Recién sé que ha sido nombrado para Subintendente de r.
r
ese sector ( Alausí) el señor Alejandro Ortiz Guerrero, he-
redero de la hacienda Shilishul. Este señor ha hecho de es. ;
tt2
masas campes¡nas y obreras a nuestras tes¡S (consenso), antes de
que, por derivación lÓgica, sea el comunismo el que capte la lngus-
tia colectiva que bien conocemos que existe" (CRESPO PAREJA
1966: agosto).
r33
salojos. El año 1968, sin embargo, durante las sesiones de octubre
de la Cámara de Diputados, se aprueban nuevas adiciones realiza-
das al proyecto de reformas a la ley mencionada, en las que rees-
tablecen los derechos de los aparceros.
134
Por su parte, el economrsta Abdón CALDE RON MUÑOZ,
representante de la fracción caprtalista costeña pide a la Asamblea
Nacional se pronuncie a favor de que el Ministro de Agrtcultura,
Homero ANDRADE ALCIVAR, se presente ante ella a rendir cuen'
tas. CALDERON MUÑOZ consrdera necesario llamarlo pues las
declaraciones v actuación del Ministro han interrumpido elproceso
cJe reforma agraria, corriendo el peligro de que "los latifundistas
vuclvan a destrozar con sus garras la legislaciÓn existente". Miles
de campesinos -dice- "están a la expectativa desde el momento
en que el Presidente (Otto AROSEMENA)dijo que se terminaba la
reforma agraria y se entraba a una política de colonizaciÓn como
corolario de la cual el señor Ministro de Agricultura lespide la re-
nuncia a los ejecutivos del IERAC" (DlARlO DE DEBATES,
1967 rnayo 4).
135
CUADRO No. 20
t3ó
NOTAS DEL CAPITULO NI
(1) Con pelna razón -dice Lenin- A. ENGELHARDT en sus Cartas desde
el.Campo
t37
(4) Julio CASTILLO JACOME (1942: 266) dice de la parroquia Chambo.
(51 Pablo THUR DE KOOS afirma que mientrasmásalto esel pisoenel que
se siembre, el tiempo de maduración es mayor pero la calidad del pro-
ducto compensa el retraso.
(71 La hacienda Pul -nos dice Enrique BAZANTES- aunque se halla ubica-
da en un piso altitudinal mayor que la hacienda Totorillas (más de
4.000 msnm. en algunos lugares), es la mejor hacienda de la provin-
cia -y talvez del país- pues tiene una capa de metro y medio apro-
ximadamente de tierra negra. Esto permitió a la familia Vélez producir
dos y medio millones de sucres al año cuando la papa valía veinte su-
cres.
138
ción sobre las masas campesinas. Porque, prectsamente en las ¿onas
en donde la represión violenta y sistemática fue menor (torturas, en-
carce lamiento arbitrario en la propia hacienda, f lagelamientos, multas,
castigos, aumentos de la jornada de trabajo, etc.) ya sea porque el con-
tacto con las comunidades aledañas no existía o era esporádico, la
reacción campesina poster¡ora la reforma fue menos radical y por ello
menos peligrosa para la sobrevivencia de la clase terrateniente. Por
oposición, en aquellos lugares, famosos por las crueldades que los te-
rratenientes cometían con los campesinos se desata con persistencia la
lucha -apoyada en organizaciones gremiales y políticas de izquierda-,
ya no sólo por la tierra sino por la destrucción de la f igura del terrate-
niente. El cantón Guamote y parte del cantón Colta son ejemplos ilus-
trativos que serán desarrollados más ampliamente en el siguiente capí-
tulo.
(10) claro que lo que ocurría muchas veces era que los terratenientes soli-
c¡taban grandes préstamos -que les eran concedidos- (ningún entre-
vistado se quejó de su acceso al crédito cuando lo solicitabgü y los ¡ias-
taban en consumo suntuario, no productivo De ahíqu¡a4uando vino
la lev aqraria, se escondiesen por temor a ir a la cárcet.iJado el monto
de las deudas pendientes. Esto nos estaria indicando queel problema
de los res¡rsos necesarios para la acumulación resulta relativo en tér-
minoo de descubrir la "racionalidad" del terraten¡ente pre-capitalista.
(13) Hasta f ines de la década del 70 la provincia, además del ferrocarril, só-
lo contaba con la Panamericana (sin asfaltar), la Cajabamba-pallatan-
ga-Bucay (en construcción) y la Urbina-Cajabamba; esto a nivel desu
conexión con las otras provincias.
140
(16) Las 14 comunidades indígenas de la parroquia de ouirlrlac, cantón
Riobarnba, pelean hasta conseguir los páramos (Entrevistas MAG,
1 976)
(201 Estos desaf Íos tamb¡én recibían la represión brutal de los aparatos del
Estado. Así, duiante las huelgas que se producen en la zona de Gua_
mote, el Gobernador envía. poricías para que vioren a ras mujeres cam-
pesinas; una de ellas "tenia pedaceadas ias costillas
v
violación". En una segunda ocasión que ros poriclas'quisieón
l.
"rtrágoiJ"
rracei
lo mismo aprovechando ra ausencia de los varones que ée hailaban res-
guardando los páramos, las campesinas indias
l4l
FEI) comenzó a hacer huelgs en Pul y Galte, también
ouiso incluir a Totorillas v se encargó de hacer todo lo po-
sible porque este THUR DE KOOS -que era el únicoqueno
obedecÍa- no pudíera trabaiar. Entonces, los campesinos
se sentaban con palos en las lomas a esperar a los que que-
rían trabajar para meterles una paliza. Tuve que ir al Go-
bernador, a la policía y al Ministerio (de Gobierno) para
que me presten policías para poder sembrar y cosechar"
(Entrwista THUR DE KOOS, Pabto. 1980).
(22l- Mucho se ha escrito acerca del potencial revolucionario del campesi-
no, de sus €racterísticas conservadoras, de su acentuada ideología
pequeño burguesa, etc. Existen diversas opiniones respecto a las for-
mas en que el campesino puede responder polfticamente frente a si-
tuaciones coyunturales; sin embargo, parec€ ser un hecho histórica-
mente comprobado que el campesino es incapaz de repr,)sentarse a
sf mismo a nivel del Estado. Y carece, a su vez, de una estrategia que
le permita visualizar la transformación rwolucionaria de la sociedad.
Por ambas razones compartimos el criterio de que "su liberación de-
finitiva sólo lo logrard en tanto se alíe pol íticamente al proletaria-
do" (VELASCO. 1980; 133).
(231 Recordemos que estamos hablando de las tendencias que emergen en
un período de transición y, por lo tanto, no niegan la persistencia de
ciertas formas precapítalista de trabajo en el terreno empírico.
t12
t27l "Se estima que en el 25 olo de la tierra cultivada se hacen
buenas prácticas de labores, fertilización, controles fito-
sanitarios y empleo de semillas fertilizadas; pero es indu-
dable que el 75 olo restante no practica nuevos metódos
de cultivo, por lo cual no se logran buenos rendimientos
ni en cantidad ni calidad de grano" (E L COMERCIO, 1970
febrero 26).
(28) El economista JORDAN es reemplazado en sus funciones por el Ing.
Eduardo BURNEO, de clara tendencia pro-terrateniente. Posteriormen-
te accede al cargo el Ing. agrónomo Jaime DIAZ MORENO (1980), in-
dustrial de la provincia de Bolfvar y pro-terrateniente y en el año 1970
lo hace el Dr. Ricardo IZUR IETA MORA BOWEN, agro industr¡al, pro-
norteamericano. vincu lado con ¡ntereses terraten ientes.
t43
o
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z
TiAPITIJLO tV: TRANSFORMACION Y DISOLUCION DE
LA CLASE TERRATENIENTE DE LA PROVINCIA
DE CHIMBORAZO.
145
nes materiales para la capitalización de la hacienda sean cada
vez
mayorcs, nc srempre resurtan suficientes para asegurar la super-
vivencia de crertos hacendados en determinadas áreas en
donde
la lucha de clases ha alcanzado niveles de ruptura; es decir, nrve-
les en los cuales la readecuación de los terratenientes, vr'a la capr-
talización, ya no garantiza su sobrs/ivencia.
l{6
antiguos miembros en part¡clos políticos de claro srono burgués, ta-
les como ia lzquierda Democrática o er partido Demócrata.
w{!!j
proletaríos que son cada vez más numerosos- producto del boom
poblacional urbano, no sólo de Quito y Guayaquil sino también
de las ciudades intermedias (cfr. CARRON 1978) (3).
Nuevamente, durante el gobierno militar del general RO-
DRIGUEZ LARA (19721, se abre un espacio de discusión agraria
que aunque sumamenterestringidoen sualcance, de todas manerases-
timula la mor¡ilización campesina en algunas regiones del pafs (4).
A partir de esc años el Estado se convierte progresivamente en
el eje central del desarrollo capitalista en el campo; primero, co
mo reorganizador de algunas dreas particularmente conflictivas:
se declara a la prwincia de Chimborazo como zona prioritaria
para la aplicación de la reforma agraria y se delegan funcionarios
progresistas a su jefatura regional, mientras en otros lugares en
donde la presión campesina es menor la lev tiene muv poca tras-
cendencia.
Posteriormente, como intermediario de la capitalización
agraria - a través de políticas estatales específ icas - que ya no
incluye una estrategia de reestructuración de la propiedad territo-
rial sino más bien crédito, precios, infraestructura, servicios para la
población campesina, comercial izaorón.
En 1973 se expide una segunda ley de reforma agraria,
la misma que va a responder a una presencia estatal reforzada que
intenta estimular el desarrollo capitalista en el agro. En efecto,
con dicha ley se pretende básicamente coaccionar la eficiencia y
eliminar los rezagos precapitalistas en el campo, sin poner limi-
tes a la propiedad.
i48
el proyecto del gobierno militar y los intereses de la clase terra-
teniente, la misma ctue se opone frontal y monolÍticamente a
dicho proyecto.
Quienes durante el Congreso de Agricultores celebrado
en Portoviejo el año 1969, planteaban rodear de garantt'as, seguri-
dad y esl'mulos a la actividad agropecuaria eficiente -básicamen-
te lo que dicta el artrbulo 25-, cuatro años mds tarde lo impug-
nan hasta lograr la renuncia del Ministro de Agricultura, Guiller-
mo MALDONADO LINCE, luego de una intensísima campaña de
prnesa a la que se unen industriales, comerciantesy f inancistas invo-
cando la necesidad de devolver la confianza al productor y ase'
gurar la propiedad privada sobre la tierra.
149
ambiente de agitación que mueve a los campesinos de sierra y
costa a llenar las oficinas del TERAC con una serie de pedidos de
expropiación. Durante el año 197t: el nivel de la lucha alcanza su
punto culminante. Lm poloo de conflícto se localizan en las pro-
vincias del Carchi, Chimborazo, El Oro, Los Ríos, Guayas y pi-
chincha. La movilización combativa produce el efecto de agilitar
la aplicación de algunos artt'culos de la ley y, sobre todo, lá pró-
rroga del Decreto 1001 que favorece a los precaristas de las zonas
arroceras de la costa. Este efecto movilizador que ejerce la legis-
lación sobre el campesinado, acelera enormemente el proceso de
disolución/ transformación terrateniente (7)
lfi
Esta hacienda de aproximadamente 8.000 hectáreas te-
nr,a en el año 1962 apenas 153 cabezas de ganado menor,
49ca'
ganado vacuno y siembras en una extensión que repre-
bezas de
uno por mil de la superficie total del predio.
sentaba rñ.nor del
cuatro años más tarde, en 1966, el rebaño ovino se había redu-
cido en un 54 o/o y la manada de ganado vacuno en un 83 o/o;
lm sembríos, por su parte, disminuyeron hasta alcanzar volÚme-
nes de producción irrisorios: cinco quintales de papas; 4 quintales
de meliocos; 8 quintales de ocas. Parte del predio lo ocuparon si-
tiajeros que pastaban alreded or de 24 cabezas de ganado ma-
yo,. ".n.ontrándose toda la hacienda en completo abandono"
(l E RAC, Archivo de Tierras).
ElTdeagostodelg6SIaRegionaICentroorientetiene
todo listo para iniciar el trámite de expropiaciÓn de la hacienda
y dos meses después el Director Ejecutivo del IERAC, Ing. Jaime
ótnz H¡onENo, agro industrial de la provincia de Bolívar, cor|trni-
ca a la delegación regional que la familia GALLEGOS VALLEJO
y
quienes tienen relaciones de trabajo "están en
los campesinos con
completo acuerdo para realizar una parcelaciÓn de iniciativa pri-
vada" lo cual favorece a la Instrtución dado que ésta "no pLtede
entrar en negociaciones de bonos" (lBlD)'
rlt
1975 eljefe regional declara la afectación total de la haciencra, el
Comité Regional de Apelaciones recién confirma la sentencia el
31 de mayo de 1978.
152
Chunchi, por otro lado, la agudización del conflicto inter-clmes
"comienza a expresarse últimamente casi en toda el área de una
forma estructurada y fuerte" (VALLEJO, l97B: 4g). Ejemplo de
ello son los conflictos de lltuz que reclama tierrasarrebatadas por
los antiguos propietarios de la hacienda Magna y que culmina en
1971; de Tuculay que a part¡r de 1969-70 inicia la lucha por
las tierras pertenecientes a la hacienda Magna; y, de Toctezi-
nin que en 1973 comienzan su demanda por salaric justos y
la tierra que venían trabajando como precaristas en el predio d+
nominado Almidón-Pucará (VALLEJO, 1978).
t{l
cultivadas en la mayor parte de estos predios o pidiendo
otros la entrega de huasipungos o expropiación,, (EL CO-
MERCIO, 1976: noviembre 18).
t54
"Guaillabamba es la única hacienda grande que queda
en|aprovinciayfuelaprimeraenso|icitarcertificado
de in'afectabilidad" (Entrevista FALCON l, Guillermo'
1980).
Concomitantemente con la decadencia de la gran pro-
piedad, los recursos disponibles para la capitalizaciÓn de las ha-
ciendas -muchas de ellas reducidas a los núcleos de tierra más
productiva y con regadrb- se incrementan sustancialmente. Des-
graciadamente no contamos con información muy detallada al
respecto, pero de todas maneras se pueden establecer compara-
ciones interesantes para las décadas del sesenta y setenta'
l5ó
ción se tornó bastante dif icil en cuanto al reclutamiento de fuer-
za de trabajo debiendo, en su caso, optar por la capitarización
del predio. Seis años después de expedida la primera ley agraria el
lerrateniente de Jipangoto inicia er proceso de transfoimación
de su unidad hacendal; para esos años contaba ya con una carre-
tera asfaltada que lo vinculaba directamente con el mercado de la
provincia del Guayas.
Esto, a su vez, transformó la fisonomía del lugar (Palla-
tanga) incentivando la presencia de una unidad del Ministerio de
Agricultura provista de veterinarios, agrónomos, especialistas en
suelos, en bosques, en frutales, con locual se facilitaba la tecnifi-
cación de la producción. Paralelamente, el Estado inició una polf-
tica de capitalización del Banco de Fomento que le permitió
mecanizar y mejorar la calidad de la producción.
t57
Cambio a nivel del poder tocal.-
t58
centristas (concentración de Fuezas Populares --Democracta
ói¡stia,,a e lzquierda Democrática), pone de manifiesto el forta-
lecimiento local de partrdos pollticos de clara filiaciÓn popular
(Unión Democrática Popular- Frente Amplio de lzquierda y
üovimiento Popular Democrático) (Cuadros No. 26 Y 27l''
Es decir que un número representativo de votantes pro-
venientes de los sectores populares y pequeña burguesía de la
provincia no sólo rechazan a los representantes polrtrcos de la cla-
se terrateniente tradicional sino que van más allá al dar su voto
por la izquierda que recibe el 1B o/o V el14.4 o/o de la votación
para la elección de representantes provinciales, consejeros y con-
cejafes, convirtiéndose en la tercera fuerza electoral de la provin-
cia (11)
Porotro|ado,e|accesode|campestnoaIatierraagudi.
za el proceso de diferenciación facilitando la entrada regular y
signifitativa de un sector con posibilidades de acumulaciÓn'a la
esfera de circulación mercantil.
lóo
Disolución de la crase te*atenienüe y emergencia de una
vía campesina (13)
i ABYA -yA LA i:
\ ¡ó, ,l/
\*r**---*-t"t''
las tres tendenclas
feCtamente Se pOdría inscrrblr a sus dueños en
existentes.Enefecto,sonrentistasen.lahaciendaCañiví;territo-
y El za'
riat monopóticm ,^'ó.p",. cusanchi, La clementina
gu¿n;y, capitalistas terratenientes en El Rosario. Por ello, aunque
ella no
ü nacienOá Cañivr'desaparece, los propietarios de patrimonro. lo ha-
cen porque dicho predio sólo constituye parte de zu
Suprimeramedidapara|ograrIosobjetivostrazadosftle
expulsar treinta y nueve de ciento quince huasipungueros'
acu-
el terrateniente queria
sáÁdolos de rebótdr'a. Presumiblemente
deshacerse paulatinamente de la fuerza de trabaio
huasipunguera
peligro para la integridad territorial de las
óói i.prur"ntar ésta un escasas' y por-
i¡erras aprovechables, que eran compaiativamente
que deseaba reemplazar aquella, poco productiva' con mano
de
obra asalariada que resultaba más eficiente'
162
resto de campes¡nm qu¡enes, para aquel entonces. se hallaban li-
derad<.¡ por Lln indÍgena conoctdo como el Coronel Ambroslo
Laso, mien¡bro del Partldo Comunista desde 1946 y muy cono-
cido y respetado por los indl'genas debido a su temer¡dad y fir-
meza para enfrentar el poder terrateniente (14)
Noobstante,engeneral,losterratenientesrentistasson
aquellos que no liquidan progresivamente las relaciones precapi-
talistas de producción y extraen de las unidades hacendales sólo
aquello que la relación precaprtalista -vl'a la renta en trabajo o en
especies- es capaz de proporcionar. Es decir. son aquellos cuya
práctica auto-reproductiva se basa en la existencia de mano de
obra adscrita al predio a través de formas precapitalistas de traba-
io.
ró3
terratenientes persisten en conservar otras formas de
rectuta-
miento para evitar la constitución de un fondodesalarios atavez
que asegurar la presencia de una tuerza laboral casi gratuita.
De esta manera, cuando se dictan desde er Estado iotiti..,
tendientes a reforzar ra fracción capitalista, estos
terratén¡óntás-
se encuentran sin ninguna base prevía que les permita
sobrevivir.
Además, como consecuencia de ras piácticas'prrofit.tirtas
oe
conservación de ra fuerza de trabajo, ros campesinos pueden
con
mucha mayor faciridad recramar ra afectación de rai
ii.rrá, pr"o
to que las han venido trabajando ininterrumpidamente.
Vía campesina
161
Las haciendas Llinllín y Totorillas ejemplifican clara-
mente nuestro planteamiento. La primera es bastante grande
-4.500 hectáreas- y en 1965 liquida alrededor de 120 huasi-
pungueros los mismos que posteriormente siguen usufructuando
de los páramos de la hacienda. La topograf r'a laderosa del predio
obliga a los dueños a ocupar gran cant¡dad de fuerza laboral que,
luego de la abolición del huasipungo, generalmente migra fuera
de la región.
lóó
za una huelga de "brazos cardos" que cuesta a la hacienda alre'
dedor de 14.000 quintales del producto'
PosteriormentesiguenIosenfrentamientosinstiqados
-a juicio de los dueños- pbrel Secretario General de la FEl, Es-
tuaido Gualle. I ntentan entregrles 900 hectáreas de páramo pero
en una zona de litigio con la hacienda Sabloc-Grande, ante lo cual
el IERAC se opone terminantemente, hecho que es calif icado por
cALlsTo como inoperancia que impidió efectivizar la donación a
t¡empo.
Apartirdelasolucióndelconflicto,noobstante'laem-
presa entra en liquidaciÓn:
167
qutnaria; y, después, toda la hacienda, a ellos mismo o a
otros. No se puede asi. para trabajar en el campo se ne-
ces¡tan dos cosas: estar a gustoy tener confianza,,. (En_
trevista CALISTO, Carlos, 1gB0).
tó8
ga a los campesinos que utilizan los páramos del predio a dejar su
rebaño de o¡inos en terrenos de la hacienda durante cuatro meses
al año, con lo cual se crea un primer frente de conflicto. ya en
1966,THUR DE KOOS recibe una comunicación de su administra-
dor en la cual le informa que "la gente de Totorillas-Yacupamba
estd sacando todo el ganado ovino que abona la hacienda"; aquel
contesta la misiva dando la orden de que paguen o salgan (lERAC,
Archivo de Tierras).
ló9
una ser¡e de comunidades campesinas que sf- reclaman su
derecho a la tierra.
-ahora
t70
Es asf como, en lg65 el Contralmirante Ramón Castro Ji-.
Jón envfa una comunicación al Director Ejecutivo del IERAC en
Quito, proponiendo la inmediata expropiación de la hacíenda Gal-
te, vfa decreto supremo, por sr la mejor muestra de concentra-
ción latifundista y por constituir "el foco principal de agitación
social en esa región estratégica de la agricultura interandina". Es-
ta sug€rencia es rechazada por la Instítución en tanto escapa a las
disposiciones presentes en la ley de reciente expedición (lERAC,
Archivo de Tierras, Ouito).
t'l I
cap¡talizarse (rentistas). De ahf que las presiones de la cámara de
Agricultura de la I zona y del centro agrfcola son -desde la ópti-
ca de los afectados- totalmente irrela¡antes:
t72
Constitución de una burguesía-terrateniente
t73
Dentro de este mosaico de posibilidades de capitalización
terraten¡ente vamos a tratar de inteErar en lo posible todos aque-
llos factores -o al menos los que a nuestro juicio son fundamen-
tales- que viabilizan, en cada caso, la consoiídación de la burgue-
sfa terrateniente ( 1 9).
t7a
fórtiles y de regad fo aptas para la ganaderfa; poresto último, necesi-
dad rclativamente menor de articular a la hacienda un significati-
vo número de población campesina. En fin, cond¡c¡ones específi-
cas que hacen posible que esta micro-regiÓn presente meng! trabas
a la penetración del capital y acorte el momento de transición.
¿BYA,YALA
t7s
bajo, dadas a conocer a los campesinos por act¡v¡stas de las nuevÍN
organizaciones gremiales que $¡rgen en la provincia vgr. CEDOC,
estimulan a partir de esos años las demandas por tierra.
t16
ren trabqiar en el ca¡npo. Me refiero al campesino de aquí
de [¡ zon¡ y, en general al campeeino de lr provincia . . .
Preñeren ganar menos, vivir en condiciones infrahumanr¡,
pero prefieren estar o en la Costa o en la ciudad. Conside-
ran, h mayor parte, que el tnbqjo en el campo ee un tra.
bqfo denigrante . ." (Entrevista GARCIA, Patrieio,
1980).
t77
brio total por le falta de rerponrabiMad de l¡ m¡no de
ob¡a . . . Tt¡ve que empezar ¡ bu¡car perronal por otror
lador, al norte . . . Todo cl perronal (¡ch¡at) . . es de Pf-
llalo" (Entrcryi¡ta GARCIA Patriclo, f98O).
t7E
que. busca
Clase. COntrariamente a esto, la fracción capitalista
ve presionada, por asf decirlo'
afianzerse con la transformación se
a fin de defender la propiedad
a detener el proceso de subdivisiÓn
ieir¡tor¡at ,n principio y asegurar la ganancia y la práctica
renta terri-
"n
iái¡ut, posteriormente. be atrf qul se haya vuelto una co-
ii
*f,n formación de compañías limitadas, casisiempre familiares,
que tienden a proteger la pervivencia de la clase y promueven su
capitalización.
Nuevamente,e|casode|ahaciendaChimborazopuede
pen-
¡lustrar nuestra afirmaciÓn y, aunque se trata de un ejemplo,
samos que resulta generalizable -a cierto nivel- para toda la sie-
rra ecuatoriana.
EIaño1967e|señorVíctorManue|GARCIAdonaasus
ocho hijÁ la hacienda chimborazo que, para la.fecha,.tiene 800
Áás. oe i¡rrra, bajas con riego y 5.699 has. de
páramo. Las ventas
a
sucesivas de tierrás altas a loi campesinos de la zona desmembran
ia ñuci.nOa las b.688 has. y dejan disponible únicamente la superfi-
al
i.tiunt" ta rnismá que, áe náOerse b¡v¡d¡do, hubiese convertido cada
"¡" ocho unidad'es productivas de atrededor de 100 has.
;;ai;; el inte-
Lna, sujetas a su vez a una nueva subdivisión' Sin embargo'
rés de conservar un patrimon¡o territorial
que amenazaba con desa-
p.i".ar, cOnduce a sus dueños a asociarse en una empresa de res-
Lanecesidaddeconservarlatierracomomed¡odepro-
ducción que asegure paralelamente la adscripción de clase de algu-
no, t.rrai"nientés .ubyrc", igualmente, como factor de ca.pitaliza-
y
ción en la medida que detener la fragmentaciÓn territorial cons-
de las prácticas pro-
tituir empresas trae consigo la racionalización
ductivas.
r79
sultado de una respuesta inmediata a una situación local de con-
flicto inter-clasista, la ompresa patronal se const¡tuye menos suje-
ta a los perigros de expropiación y más en función'de
aprovechar
ciertas ventajas de orden natural y'r.onOriao.
rt0
HACIENDA COSTO POR HA. DE PASIOS CULTIVADOS
(1e80)
Llinllín 100.000 sucres
Jipangoto 30.000 "
Guaillabamba 10.000 "
Aunque pensamos que el dato para la hacienda Llinllfn es
sumamente exagerado, de todas formas sus costos resultan muy
por encima de las otras dos haciendas lo cual evidentemente debe
traducirse en niveles de rentabilidad distintos:
Itl
no le pr€ocupa €levar la productivldad y er rendimiento en
tanto h
invenión rer,lizd,a maximico sr,¡s ganancias; de ahf que ev€ntual-
mento,e,meria cono contrad¡cción la relación eficiencia/9anancia.
como bien lo anou BARSKy el desarrollo de formas cJpitalistas
de producción no implica necesariementd un erarado desarroflo
de las fuezas productivo; en tal vlrtud, fa cepitalización de la ha
clenda €mprecl puede s€r, a su vez, intensive inversión de c*
pital y recnologfa d3 "punta"- o extensiva -alta
-inversión de capital
rn€nor e introducción de tecnologfa tendiente a reemplazar irer.
za de trabajo y a reducir costoq-, dependiendo de la práctica que
el terrateniente adopte para optimizar sus ingresos (cfr. BARSKy.
1978b).
t12
En el caso de Jipangoto, por el contrario, el propietario
e3 parte de aquelloe nuwos burguess para quienes la tlerra, antes
quá frrnt de poder/prestigio, es un medio de producciÓn delque
hry qu" extraer el máximo-beneficio posible, adecuando a este ob-
modo de v€r, el tlpo de
¡etivo la práctica productlva. Es, a nuestro
lirrgu¿J ierrateniénte con meiores perspectivas de afianzamiento
;; it prñ¡nc¡a y el que mayór confianza tiene en zu sobreviven-
c¡a futura.
Estaopcióndecapiulización,comolohemosvisto'estó
que ver
menos sujeta al asedio campesino y., qor esta razÓn, tiene
,á, ías condlciones generales de la acumulación; condicioltes
"on alrededor de lo que ocurre con su situación prodr.rctiva
creadas
óuiiúufri, con ta fracción capitalista en un contexto extra-regio-
;;l t .* rr participación del Est¿do como sustentador financie-
ro del desarrollo en el agro serrano.
Ene|gráficoNo.2encontramosUnaslntesisde|proceso
cle disolución/tiansformaciÓn hacendal ocurrido en las tres
etapas
(1973-791 puede resumirse
ánuiiiuOát. Lo referente a esta última
como sigue:
. tendencia rentista: en decade¡rcia; desapalece por efecto
de un¡ prolongada y radical prerión campesha
.tendenciaterritorialmonopóüca:ent¿nto.quetransl.
cional, no pemratrente, entra en descomposiclón y ee
bifu¡ca hacia la tr¡nsformación capitalista o bacia la di-
rclución hacend¡L Alimenta la vfa burguesa y la vfa carn'
pedna.
rt3
sectorcs emergentee Se caracterba por haber logrado
controlar el a¡edlo campedno o, rimplemente, porque ér.
te no ha estado prcsente c,omo factor de preeión.
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CUADRO No.22
NI,'MENO Y SI.NERFTCIE DE PREDIOS FOB ESTRAT1O PARA EL
PEBIODO INTERCENSAL 1964 .1974. PROVINCIA DE CHIMBORAZO
1954
Estratos Número olo Superficie olo
Sin tierras
MenosdelaShas. 28.625 86.10 59.300 16.60
5- l0
has. 2.550 7.70 17.700 5.60
10 - 20 has. 936 2.80 12.100 3.80
20 - 50 has. 585 1.80 18.800 6.00
50 - 100 has. 205 0.60 14.100 4.50
100 - 5@ has. 236 0"70 50.700 16.00
-
500 1000 has. 38 0.10 25.100 8.00
1.000 has. y más 46 0.20 124.000 39.50
100.00 100.00
197 4
Estratos Número c¡lo Superficie olo
ltó
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CUADRO No.25
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Guabug 934.400
Chimborazo 2'.132.900 Ganadería bovina de leche
Jipangoto 3',M3.200 Ganadería bovina de carne
Santa Rosa
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Chuquipogio 1',023.200
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Z,M.H. 3',346.000 ,,
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D.C.G. 2'093.280
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M.C.H. 3'280.220
FUENTE:B.N.F.
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CUADRO No. 26
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CUADRO No. 29
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CUADRO No. 30
t95
Fecha Solicitud Solución
1975 Venta a la Asoc. Ya-
guarcocha - Caspitotora
1000 has. en 180.000
sucres, sin interés.
,
1975 Venta voluntar¡a del
páramo Totorillas
(3.500 has.)
t96
NOTAS DEL CAPITUI,O ry
(1) Utilizamos modelo de acumulación en un sentido histórico; es decir,
como una forma especffica que adopta el proceso de reproducción
ampliada en una etapa de desarrollo del capitalismo. En nuestro caso
se habla de un nuevo modelo de acumulación por cuanto el Estado y
las clases dominantes desplazan temporalmente el eje del procco de
reprodución ampliada de la agricultura -básicamente aquella de agro-
exporlación- a la economfa urbana: comercio e industria sustituti-
va de importaciones.
(3) Dicho boom se da, entre otras causas, como producto retardado del
prooeso migratorio ocurrido en la década de los sesenta, así como
tambión por las oleadas -temporales, intermitentes, estacionales,
etc.- de fuerza de trabajo proveniente del campo: pauperización de
las maas campesinas intensificada a ralz de la abolición del huasi-
pungo; expectativas de mejores salarios y una relación menos depen-
diente entre patrono y trabajador; creación efectiva de nuevas fuen-
tes de trabajo vgr. sector de la construcción, etc.
Parece que. entre otros, este fue un elemento que estuvo presente en
la renuncia dc Guillermo MALDONADO LINCE como Minisrro de
AqricirltLrra el ailo 1974
t91
{5) A nu€ctro luicio, la lucha contra el artlculo 25 de la segunda ley de re-
forma agraria (expropiación de aquellos predioo qu€ no se hallen efi-
cienternente cultivadoo) no radica únicamonte -como afirman los te
rratenientes- en la luctra @ntra la inseguridad de la tenencia de la tie-
rra dada la subjetividad que encierra el término eficiencia; esta luct¡a
va m& allá en el sentido de que tiende a protq¡€r una determinada
tendencia, que habiéndose transformado en capitalista es básicamente
íneficiente, en tanto no es capaz de utilizar la tierra en forma intensi-
va, elwar la relación producción/productividad, sat¡sfacer la demanda,
generalizar el proceso de agro-industrialización. Por ello, en la Ley de
Fomento y Desanollo Agropecuario, expedida el 6 de nnrzo de lg79
por el triunv¡rato. militar y basada en las propuestas prE$ntadas por
las Cámaras de Agriolltura, aparece una forma tal de computar b bf¡-
ciencia que prácticamente reduce a oero la posibilidad de expropia-
ción, sin crear ninguna exigencia adicional para que el terratóniente
mejore su unidad productiva. Al respecto ver losartfculos 92 y g3 de
la mencionada ley.
l9t
Por otro lado, aunque la cifra no resulta muy significativa en términos
de la provincia, sin embargo en algunas áreas como el cantón Guamo-
te, casi toda la tierra ha pasado a manos de los campesinos, transfor-
mando la estructuración económica y polftica de dicha micro'región.
(9) Tomemos el mismo caso de la familia Gallegos Vallejo. Esta ten ía, has-
ta la década del setenta, las siguientes haciendas:
Como vemos, de los seis predios sólo uno, que según el mismo dueño
es bastante pequeño, ha podido sobrevivir a la lucha contra el mono-
oolio territorial desatada durante la década pasada'
(11)EIFAD|.UDPobtuboen19795.265votosyg|.MPP4.137.'locua|da
un total de 9.402 votos que, frente a los 52.296 de la provincia, repre-
pro-
senta el 1B o/o. Ahora bien, aunque la elección de representantes
presidencial, va'
vinciales no es directamente cote¡able con la elección
mos a ¡ntentar establecer una comparación Con el comportamiento
de 1968. En eseaño, el candidato presidencialpo'UDP-GA-
"teCtoral
L LEGOS- alcanzó una votación de apenas 842 votos
respecto de u n to-
i"t ¿" 38.0b9, lo que significa un escftso 2.2 olo en relación con los
otrcn candidatos.
r99
l12l P...o lr presentación de esh unidad temática vamos
a utilizar informa-
ción de los nueve c6os €stud¡ados (aunque a argunos no ros mencione
mos explfcitamente), adem& de material adic'ionáir"iri"r,t.
."r*
de cuarenta haciendas de distintos tarnaños. "
(131 Entendemos por vfa campesina n-o aquella forma irruptiya, violenta,
ruptur¡sta_ que acompañó las transformaciones agrarias áe pafses como
México Bolivia o cuba (este último inmerso en un proc€so ;ár;;-,
olio de construcción sociaristai:;sino más bien ra."".ip"r*¡án progre-
siva -aunque no por elro exenta de violencia- de las tierüs antaño
monopolizadas por el terraten¡ente.
Es el resultado de un pro@so en el cual las contradicciones inter-clases
se h-an agudizado hasta un llmite en que determinados terráiénientes
rentistas se ven_presionados por ros campesinot ántr"gaiüiiérr",
a través der TERAC, sea en transacción directa," r rrio*iiriÁarse
,o
v oe
la zona en donde tal vía se impone.
(141 Ambrosio Laso fue un dirigente campesino tan importante en las déca_
das cuarenta-sesenta que ros terfatenientes, aunque re temfan,
respeta-
ban su poder de movilización.
2ú
(18) Los herederos de SabtogGrande, por ejemplo:
". . . al no ten€r
un fuerte interés en mantener la unidad
productiva hacendaria, inician la venta de lot€s de terreno
al mejor postor o a las personas que de alguna fnanera
mantuv¡eron vfnculos laborales con ellos,, (GANGOTENA,
1980: b9).
lgual cosa ocurre en las parroquias de Flores y Licto del cantón Rio-
bamba.señatada por BURGOS (19771y pRONAREG (1979).
Para una argumentación más detallada en torno a este tema ver: FlcH-
MAN, 1977; MURMtS. 1978a - 1978b; BARSKY, 1978b.
(20) Al respecto hay un interesante artlculo de CASAGRANDE en dondeel
autor presenta los cambios ocurridos en la estructura de poder parro_
qulal desde la década del veinte hasta el año ,|969.
l21l En 1967 los trabajadores de las coop€rat¡va San Antonio y san Fran-
cisco desean adquirir por compft¡ una extensión de páramo qu€, a su
juicio, estaba subutilizado. Sin embargo, el director del departarnento
de Reforma Agraria les indica que por estar la hacienda considerada
como una de las mejores empresas pecuarias de la provincia, no sería
sujeto de expropiación. Ese fue el primero y rlltimo intentocampci-
no que, por lo demás, no les permitió acceder a ningún sector de la
hacienda (lERAC, Archivo de Tierrasl.
tot
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I¡J¡>
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xs o
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¡rE
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H
CAPITULO V
203
clase dominante rural/urbana y la relación de fuerzCI en el terre-
no de la lucha de clases,
2U
grandes centro urbanos: Ouito y Guayaquil, donde se van acumu-
lando iodos los capitales del país, capitales que . . . van a fecundi-
zar cualquier operación financiera menos la agricultura . . ."
205
ma muestra de esta cr¿Ne terraten¡ente que se recrea
como domi-
nante en otras fracriones de capital.
2ú
En las provincias de Chimborazo Y Bolívar hemos en-
contrado dos ejemplos ilustrativos: la familia CORDOVEZ BUSTA-
MANTE y la familia GALLEGOS BANDERAS.
207
nos ¡ndican el desarrollo de ciertas tendencias que pueden ser im-
portantes. El hecho de que unas cuantas familias de terraten¡entes
hayan logrado sobrevivir con ventaja respecto al resto de su clase-in-
clu fda poaiblemente la fracción capitalisu-, a trayés de su articu-
lación con $ctores extraagrar¡os, nos wgiere que la transferencia
pudo actuar como palanca de transformación agraria, al menos a
nivel del proceso de producción, ya que no a nivel del monopolio
territorial; entre otras cosas, porque el terraten¡ente, al participar
de otras fracciones de capital está en posibilidad de financiar la
modemización y tecnificación parcial de la hacienda.
2(ts
nal controlados por los terratenientes. Y, en ese sentido, la incor-
poración de sujetos de origen no agrario, no necesariamente cons-
tituye factor de transformación ha.cendal aunque, en general, cree-
mos que de alguna manera su presencia la debe haber estimulado.
209
hace 60 a¡1os la agriculhrra de la Sierra se viene yendo pa-
ra abajo. Qué agricultor de la Sierra puede parecérsele a
Juan MARCOS? Los hombres más ricos con bienes agíco-
las de Pichincha y Gtimborazo cuánto valen? Orál agi.
cultor hay que sea realmente heredero de haciendas y que
solo se dedique a la agricultran y que sft¡a siendo rico to-
davía:" (Entrevista CALISTO, Carlos, 1980).
210
De no darse la diversificación temprana o la disolución
hacencial, es preciso que el terrateniente se vea fatorecido con g8-
nancias extraordinarias -distancia al mercado, calidad de suelos,
altitud -que hagan posible la apropiación de un margen adicional
y permafiente de ingresos. O bien, que ciertas venta¡as tales como
la ubicación del predio respecto del perfmetro urbano aumenten
territorial (7).
sus expectativas de monetarización de la renta
2tl
ha fraccionado, dando paso a la unidad productiva
media (cfr. AR_
cHETTt, 1979) (8).
212
Al igual que en la diversificación, el terrateniente se ad-
hiere p:ogresivamente a la clase de la cual depende principalmente
para sil.r reproducción pero, contrarianrente a lo que ocurre con
aquella, el terrateniente "en decadencia" se resiste más a la pérdi-
da de la supremacfa regional porque, con ello, pierde la base de
su poder como clase dominante:
Podríamosafirmarque,engeneral,enlaprovinciade
Chimborazo se ponen de manifiesto las tendencias que advertimos
para la clase terrateniente serrana. Sin embargo cabe añadir que en
iüfra prov¡ncia --en parte como consecuencia de la mayor res¡sten-
destruc-
;i; qr; opone la estiuctura precapital¡sta ante su eventualpasado
á¡én- los aristócratas terratenientes de fines del siglo su-
irrr, -u lo largo de las etapas que hemos analizado- alteraciones
,n ,u aornpoS¡ó¡ón ¡nterna las mismas que, en muchos casos, signi-
fican decaóencia y pauperización para familias de abolengo.
"Aquí en la Provincia de
GRAFICO No.3
NIETOS:
. profecional (COFIECI
. proferlcnal (Ag¡¡a Potablol
. proferlonal (Gerente Financiero
Banco Preüsora)
tl hlio - omdodo ost8trl . profe¡lonal (CornpañÍa Constructora)
. empleado Banco de Amdrica
211
cendadoe, la gente pudiente, aalÍa de Riobamba y se iba
mucho fuera de Riobamba. Esa gente acabó zus forüunas
afuera y ahora están de empleados, ha¡ buscado trabajos
y otros ban rn¡elto . . . mucha gente que antes era rica se
quedó pobre. Ahora hay los nuevoE ricos y la clase me-
di¡.. .
2r5
se noE h¡ en¡eñ¡do a hacer las cosas en fotma pnáctica
Vea Ud., por ejemplo,los cuencanos. Habfa el Dr. tal, ho-
jalatero; el Dr. taln sombrerero; el [lr. tal, ebanista, carpin-
tero. Con eda evolución, todoe e¡os han parado a ¡er los
ejecutivos de las gtandes empresas de primer ordm, por
la condición en que h¡ egtado esa gente. A más de obte-
ner un doctorado sabían qué hacer con las manos y se de-
fendlan.
2t6
"He tenido un molino y he sido indu¡hi¡l;he tenido una
tbnda y he sido comerciante y soy ag¡icultor. Y en todo
me he tratado de tecnificar y de ver b r€alidad. Por eso
no me he cafdo' Porque hay ag¡iorltorcs que les quitan
l¡ tierra y ae quedan e¡¡ nada Y hay rgricrrltoree que lee
quitan el zana¡ro y las eryuela¡ y no pueden deeempe
ñar un¡ secnetarlq peor una gerencia" (Entnevist¡ GA'
LLEGOS, Arfstides, 1980).
217
De lo presentado, tal parecería que los terratenientes de
la provincia no se ubican en las empresas ejes de la acumulación de
capital, sino más bien en los estratos medios de la fracción indus-
trial. Si además consideramos la posiblidad de que no ejerzan con-
trol mayoritario sobre el paquete accionario de las distintas empre-
sas, la situación se complica aún más pues esto les restaría capaci-
dad para imponer decisiones y poder al interior del bloque domi-
nante.
En el sector f inanciero
-la banca concretamente_ los te-
rratenientes de la provincia de chimborazo, a diferencia de hacen-
dados de otras provincias, no alcanzan una participación de al me-
nos un 10 o/o del paquete accionario en ninguno de los veintidós
bancos nacionales existentes en el país. Sin embargo cabe conside-
rar que aunque la capacidad de controlar el capital financiero sea
reducida, las posibilidades para acceder a fuentes de crédito se am-
plían enormemente para quienes tienen acciones o ejercen funcio-
nes ije dirección en el sistema bancario por ollo, aunque la articu-
lacrón de Ios terratenientes locales a la fracción financiera se res-
trinja a los directorios o a la ocupación de cargos gerenciales, su
capacidad f inanciera puede aumentar considerablemente
2rt
bamba-Pallatanga-Bucay; y, en la actualrdad, la proliferaciÓn
de grar¡des edificios construídos por la empresa de arquitectos VE-
LEZ-CALISTO, descendientes de los dueños de lahacienda Pul, ade-
más de unos cuantos profesionales -terratenientes, ex-terratenien-
tes, hijos de terratenientes- en varias empresas y negocios co-
nexos.
Disolución / Reinserción.
219
Al parecer, una buena proporción de hacendados carecen
de fondos propios para solventar sus requerimientos productivos,
razón por la cual acuden al crédito como fuente de f inanciamien-
to. Por otro lado, el monto de dinero que los bancos les otorgan
digamos tres y hasta cuatro millones no representa un capital cuan-
titativamente importante para iniciar una inr,ersión y, aunque los
terratenientCI.distrajesen los fondos creditlcios de su objetivo espe-
cífico, no alcanzarfan sino a adquirir algunos bienes tales como
casas, edificios, automóviles, fincas, acciones, que de ninguna ma-
nera los coloca en situación económica favorable frente a otras
fracciones de la clase dominante (14).
220
que la unidad productiva, antes que fuente de excedentes, deja de
ser eje de reproducción de la familia terrateniente; v, en muchos
casos, hasta obliga a sus miembros a buscar otras actividades com-
plementarias, no ya como inversores sino más bien como funcio-
narios subalternos del capital vgr. profesionales de menor nivel,
funcionarios estatales de segundo y tercer orden. Poco a poco es-
tos terratenientes en franco proceso de decadencia, pierden su oe-
recho a pertenecer a la clase dominante y se articulan cEda vez más
a sectores de la pequeña burguesía. En el Cuadro No. 3b presenta-
mos algunos ejemplos de esta progresiva pérdida de adscripción
por parte de una buena parte de descendientes de familias gran
terraten ¡entes.
22r
la clase terrateniente serrana y su participación en proceso
er de
acumu lación capital ista.
222
ción muy compleja donde la ruptura con la tradiciÓn precapitalista
resulta dif fcil y sumamente lenta.
Estapro|ongaciónde|períododetransiciÓn-adiferen.
cia de otras áreas en donde la penetración del capital resultó más
fácil- desplaza la defensa de los intereses de la clase del plano eco-
223
lóry.o al plano porítico y de ras esferas nacionales a las regiona-
les.
En efecto, mientras la fracción capitalista acusa requer rmrentos
económicos cuya satisfacción depende de las instaniias estatales
centrales-crédito, infraestructura, comercialízación-, la clase te-
rrateniente que adopta formas intermedias y que se ni'ega a ser de-
bilitada por el capital, retarda ra transformación a travéi cje ra ma-
nipulación política del espacio regional y de ciertos aparatos na-
cionales. consigue la deregación uér podei por parte dér Estado y
se encapsula en la provincia cuya base de reproducción sigue
oe-
pendiendo de la hacienda; de esta manera, mientras
conreiuu po_
der el terrateniente se da tiempo y logra desfasar la correlación
de fuerzas nacional a la región con roiuar prolonga por a-lgunos
años más el plazo de su declinación.
2U
Entonces, no es que la crisis provenga del atraso de la cla-
se dominante agraria; proviene, entre otras cosas, de la incapacidad
de la clase -ya transformada- para organizar eficazmente la agri-
cultura. Proviene de las caracterfsticas estructurales del modo de
producción i mperante cuya clase terraten iente capital izada privi le-
gia la renta especulativa y el aumento incesante de la ganencla
frente a la satisfacción de la creciente demanda urbana.
225
presencia estatal en cuanto a recursos económicos y
técnicos, y
do la transferencia de sus excedentes a la economfa'urbana (pue-
blgr y grandes ciudades), las limitaciones de la lógica de produc-
ción familiar de autoconsumo, aún vigente; presión por un aumen-
to regular de los precios y deterioro de ta calidad del producto en
fa perspectiva de minimizar costos y maximiza, ganan.ius.
226
En regiones como la de Chimborazo no puede preverse,
a medrano plazo, el futuro de la clase. Una serie de factores difi-
cultan su consolidación definitiva en el marco del modo de pro-
ducción capitalista. Por una parte, el eventual resurgimiento del
conflicto campesino -factible de producirse por las propias limi-
taciones que encierra la entrega comunal; diferenciaciÓn campe-
sina acelerada, desplazamiento de fuerza de trabajo, aumento
cuantitativo de campesinos sin tierra, deterioro de sus condicio-
nes de vida-antes que forUlecer, vuelve precaria la alternativa capi-
talista recién implantada. Por otra parte, la misma transformación,
al incentivar el mercado de tierra por la vía de la elevación de los
precios, despierta la expectativa de los terratenientes capitalizados
y, al hacerlo, se convierte en traba adicional para la pervivencia de
la clase.
227
En uno y otro caso, sin embargo, condicionan el proceso,
aunque no por ello trascienden los llmites que ímpone el desarro
llo del capital.
27A
ción, además de mostrarnos la imagen de una clase agraria con una
estructuración múltiple, vuelve drfusos los | ímites intersectoriales
y hace menos transparente, por así decirlo, la conf iguración de las
distintas fracciones de la burguesía ecuatoriana. Paralelamente el
sistema político se complejifica porque absorbe lasdificultadesde
la interdependencia mutua entre las clases dominantes y hace más
complicado aún el acercamiento de la economfa a la política. Las
raíces agrarias están presentes detrás del andamiaje clasista ecuato-
riano. "Son las mismas familias", como diria exagerando algún li-
terato contemporáneo ecuatoriano. Y esto ya no solo en cuanto a
su composición sino también en cuanto a que han logrado transmi-
tir una cierta práctica ideológica que posiblemente pueda explicar-
nos mejor la ineficiencia endémica de la burguesía criolla.
AB\ A -Y ALA
729
CUADRO No. 3l
DTVEBSIFICACION TEMPRAT.TA DE ALGUNOS
TERRATENIENTES SEBRAT.IOS EN OTRAS FRACCIONES
DD CAPITAL
230
Famitias Origen Base do cu replo
ducclou
CUADRO No. 32
FUENTE:DINAC
ELABORACION : Paola Sylva.
23r
CUADRO No. BB
BEINSEBCION DE LA CLASE TEBBATENIENTE DE LA PROVINCIA
. DE CHIMBORAZO EN LA FRACCION INDUSTRIAL
Directivos "
Gremiales Nombre ,a1pr,6í_-.
(en sucr€s)
;;;" producción
(1960'80) C.A. Ecuatoriana
de g3 millones artículos cerámicos para
-r-^^ Cerámica
lres ENDESA piso y pareo
34 millones madera contrachapada
ALES lb2millones manteca, aceite, jabón,
ALFESA 2 miuones itli..nu
Cía. Industrial b1b.000sucres artículos de cuero: bi-
Nacional Ltda. lleteras, portadocumen-
tos, etc.
PLYWOOD ECUATO- 31 miltones madera
RIANA S.A.
Cemento Chimborazo cemento Portland y pu-
zolánico
ECUANDINA licores
TéZulay 37 millones té
Molinos Puyol- harina de trigo y afre-
Perdomo S.A. ch illo
TESA 34 millones hilos y tejidos de algo-
dón
ECUATORIANA DE ch icles
CH ICLES
RECIAL (Guayaquit) 23 millones reparación de llantas
LA INTERNACIONAL tejidos
El Campeón (Guayaquit) balanceados para aves
INCA KOLA 10 mi'llones gaseosas
AGA 22 millones ox ígeno
EDESA 60 millones porcelana
Cerámica Andina 48 millones cerámica
Siderú rgica Ecuatoriana 48 millones cerám ica
FECSA 6 millones cerracluras
SEGURO 13 millones cerradu ras
Ind. Oro Cía. Ltda. 3 millones filtros de aceite, aire y
comb.
Ind. Forestal Cayapas tableros contrachapados
FUENTE: Anuario Industrial, 1977, I 978, 1979; Entrevisras.
ELABORACION:Nuestra.
232
CUADRO No. 84
REINSERCION DE LA CI,ASE TERRAIE¡nENTE DE LA PROVINCIA
DE CHntBoBAzo EN LAs FRAocIoNEs coMERcIAL, FINANCIERA,,
DE LA CONS"TRUCCION Y EL TRANSPORTE
2tt
CUADRO No. 85
2t4
CUADRO No. 86
235
NOTAS DEL CAPITULO V
(21 Para una visión más detalrada de la fábrica chillo Jijón en donde
se
pfantea que sólo la huelga de los obreros ocr¡rridá en 1g72pudo
rom-
per con las relaciones precapitalistas de producción imperantes y con
la prosperidad de la fábrica, ver VILLAMARIN. 197b.
236
tot Entendemos por centralización de capital la integración horizontal de
varias empresas que se unen pero que operan en distintas ramas. Esta
es una caracterlstica del gran capital transnacional y del desarrollo ca-
pitalista en su fase monopólica.
(8) Esta unidad productiva media, sin embargo, ha sido adquirida por
algunos comerciantes intermediarios de los pueblos que forman parte
de la clase dominante regional en ascenso. Habría que estudiar su ca-
pacidad económica y su poder político al interior de las f racciones do-
minantes, para poder determinar su importancia a nivel nacional.
.
(e) PORTELLI en su libro sobre GRAMSCI y el bloque histórico. nos di-
I
ce
"A cada modo de producción corresponde una clase fun-
damental y, por lo tanto, un tipo de ¡ntelectual" (1979:
101).
y citando a GRAMSCI en su ensayo sobre la cuestión meridional dice:
2t7
(11) cabe indicar que partimos del hecho de que los terratenientes de ra
provincia de chimborazo no invierten en proporciones considerables
en su provincia de origen y tienden, más bien, a ubicarse ya sea en
Ouito o en Guayaquil (dificultades para la acumulación en la provin-
cia de Chimborazo, migración en busca de mejoreducación y de con_
tactos con los centros de poder económico y polftico). por esta razón,
el análisis de la diversificación no puede restringirse al plano regional
sino que tiene que centrarse en aqueilos rugares hacia donde fruyen
los capitales terraten¡entes. En otro lugar, la determinación der peso
de los terraten¡entes en la dirección de los organismos gremiales de las
d¡st¡ntas fraccic¡nes de capital también habrá de hacerse en función de
lo que ocurre en las cámaras de la producción de las provincias más
importantes. Para el caso presente, y dado que se trata de ,.rna aproxi-
mación reflexiva, hemos tomado como punto de referencia únicamen-
te los gremios de la provincia de pichincha.
(13) Según el historiador de la Revista Nueva. Jorge Núñez, las familias te-
rratenientes y ex-terratenientes de Riobamba ya mencionadas son una
de las pocas que se dedican a ra importación de licores. La comperen-
cia proviene únicamente de las empresas comerciales Industrial Moli-
nera de Luis NOBOA y la de Roberto DUNN BARREIRO, ex-Minis-
tro de Gobierno del régimen del abogado ROLDOS.
(15) Resulta dif ícil la reinserción, entre otras cosas porque el dinero que re-
ciben como indemnización -cuando tienen derecho a ella es poco
-
significativo. Por ejemplo, er dueño de la hacienda Galte obtuvo oor
ella tres millones de sucres, la nlitad de los cuares tuvo que pagar al
Banco de Fomento y el resto lo recibió en bonos que a ra final se con-
virtieron en no más de 800.000 sucres.
2:lt
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
AGEtr. t'hilip. Inside the Company: CIA Diary. England, Penguin, 1975.
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Quitr¡, El Conejo, t979.
DOCI.JMENTACION DE ARCHIVO :
Archivo de Tierras del rERAC de euito y Riobarnba: juicios de haciendas para varios
años.
Archivr del Palacio Legislativ. <.lc euito: Diario dc Debates. Añ<¡s r940, 1960-196g.
Archivo personal del Sr. Enrique Bazantes de Riobamba.
ztA
MATERIAL DE VARIAS INSTITUCIONES:
1 uperativos 1978'1979.
ENTREVISTAS
3. Rodrigo Cabezas Naranjo, hijo del Sr. Leopoldo S' Cabezas, ex'
dueño de la hacienda Galte.
2at
1- Csrüú Calisto Cabezas, gerente de Agropecuaria Llinllln.
7#
19. Esperanza Páez, egresada del Departamento de Antropologla. Ha
\t:q
trabajado durante años en la zona de Guamote.
I
20. Diego Pólit, ibid.
CENiRC DF 00CiJ0tt¡lTa
ii0f.
AEYA -YAL^
247
t
rf,VIRO
0i |l0CtJHE:,n;
r,
AByA -y.{¿Á
V
I
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!
A ts YA .YALA
1 INDICE GE RAL
i
€¿I INTRODUCCION -v
...........7
l.- Planteamientodelproblema .........g
: 2.- Metodología ...........15
Construccióndelamuestra ......................... 16
CAPITULO I:
ALTERNATIVAS DE DISOLUCION Y TRANSFORMACION
CAPITALISTA HACENDARIA Y ESTRUCTURA PRECAPITALISTA
l.- Consolidacióndelsistemadeapropiaciónrentista ..............2019
2.- control del poder locar y sistema áe aüanzas con la estructura porítica
nacional
3.- Asedio campesino y estrategia de transformación en su contexto....'',.....'.',.25
precapitalista
j.. 'vi" Transición precapitalista
........ 3l
l'c ............ 40
t1 CUADROS CAPTTULO I ..............
................. 45
¡ NOTASCAPITULOI ..................59
-¡
t* ;
CAPITULO II:
RESISTENCIA TERRATENIENTE A LA PERDIDA DE
PODER LOCAL ..... 69
li Consensopolítico sobre lanecesidadde unareformaen elagro
P'
1.-
2.- ............... 7l
Búsqueda de una solución ventajosa y estrat€gia de sobrevivéncia
¡ ............ 77
I
¡..
3.- Liderazgo tenitorial -monopólico ................ g2
+
[¡
Aproximación a una tipología ...... g3
tl Expedición de la primera ley agraria
I ................ g9
r! CUADROSCAPITUL,OII.............. ................. 93
rt NOTAS CAPITULO II .............
Í ..... 98
tt CAPITULO III:
It CRISIS DE LA DOMINACION POLITICA LOCAL
109
rl
,itl
l.- Aceptación compulsiva de la ley agraria
ll0
t
i
219
2.- Segunda instancia del a¡;edio campesino r23
3.- Progresiva des-+litización del poder local 129
4.- Fortalecinüento de una posición anti-monopólica .......... 134
CUADROS CAPI'|ULO Iil ,,.......... 136
¡
NOTAS CAPITULO III 137 f
t
;
CAPITULO IV:
TRANSFORMACION Y DISOLUCION DE LA CLASE rr
145
TERRATENIENTE DE LA PROV. CHIMBORAZO
t47
v
1.-Coyuntuladebonanzayconsolidacióndeunnuevomodelodeacumulación t:
150
2.- Coyuntura local Ft
Cambios a nivel del poder local'"""" 158 I
160
3.- Disvuntiva: t¡ansformarse o perecer
una vía campesina ..... r61 i
Disolución de la clase terrateniente y emergencia de
-ferratententes renusuts 161
Vía campesina
r&
r73
Consútución de una burguesía terrateniente
r't4
a) Enrega compulsiva del excedente territorial
r76
b) Escasez ficticia de fuerza laboral
178
c) Reformaagruiaterrateniente
170
d Ausencia del asedio camPesino
185 ,{
CUADROS CAPITUL.O IV ....."..... 'II i
NOTASCAPNULOIV
r9'7 $l
IF
t?
-f
CAPITULO V:
203
A MODO DE CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES
1.-DificuludesdealgunostenatenientesparalareinserciónenoEas n
dominante
fracciones de la clase "' 203 ti
DiversificaciÓneconómica(1940-1960) """""2U
Diversihcaciones como signo de poder (1960-1979) """" "' 209
Tendencias limitadas a laáiveniñcación anivel provincial ..................213
reinserción
Disolución / "" " "" " 219 $
+
2.- Algunaslíneasdereflexiónfinal """"""""221 *
CUADROSCAPnULOV '.....'..... """"""""232 tr
NOTAS CAPITUTO V """""""' 236
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
239 i
2M F
OTRAS FUENTES l
v
*I
a
I
:
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250 i
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