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e al sancto apóstolo, clavero celestial

que por salvar su monje sufrió porfazo tal;


non fue esti miraclo de precio sivuelcual.

180 Non haya nadi dubda entre su corazón


nin diga esta cosa podrié ser o non;
ponga enna Gloriosa bien su entencïón,
entendrá que non viene esto contra razón.

181 Como es la Gloriosa plena de bendición,


es plena de gracia, e quita de dicïón;
no'l serié negada ninguna petición,
no li disrié tal Fijo a tal Madre de non.

El romero engañado por el enemigo


malo

182 Señores e amigos, por Dios e caridat,


oíd otro miraclo, fermoso por verdat;
Sant Ugo lo escripso, de Gruniego abat,
que cuntió a un monje de su socïedat.

183 Un fraire de su casa, Guiralt era clamado,


ante que fuese monje era non bien senado:
facié a las debeces folía e pecado,
como homne soltero que non es apremiado.

184 Víno'l a corazón do se sedié un día


al ap'lo de España de ir en romería;
aguisó su facienda, buscó su compañía,
destajaron el término cómo fuesen su vía.

185 Cuando a esir hobieron fizo una nemiga:


en logar de vigilia yogó con su amiga.
Non tomó penitencia como la ley prediga,
metióse al camino con su mala ortiga.

186 Poco habié andado aún de la carrera,


habés podrié ser la jornada tercera,
hobo un encontrado cabo una carrera,
mostrávase por bueno, en verdat no lo era.

187 El dïablo antigo siempre fo traïdor,


es de toda nemiga maestro sabidor;
semeja a las veces ángel del Crïador
e es dïablo fino, de mal sosacador.

188 Transformóse el falso en ángel verdadero,


parose si delante en medio un sendero:
«Bien seas tú venido -dísoli al romero-
seméjasme cosiella simple como cordero.
189 Esiste de tu casa por venir a la mía;
cuando esir quisiste ficist una folía:
cuidas sin penitencia complir tal romería;
non te lo gradirá esto Sancta María.»

190 «¿Quién sodes vos, señor?» dísoli el romeo;


Recudió'l: «Yo so Jácobo, fijo de Zebedeo;
sépaslo bien, amigo, andas en devaneo,
semeja que non aves de salvarte deseo.»

191 Dijo Guirald: «Señor, pues vos ¿qué me mandades?


Complirlo quiero todo, quequier que me digades,
ca veo lo que fici, grandes iniquitades,
non prisi el castigo que dicen los abades.»

192 Diso el falso Jácob: «Esti es el judicio:


que te cortes los miembros que facen el fornicio;
desent que te degüelles: farás a Dios servicio,
que de tu carne misma li farás sacrificio.»

193 Crediólo el astroso, loco e desesado,


sacó su cuchellijo que tenié amolado;
cortó sus genitales, el fol malventurado,
desende degollóse, murió descomulgado.
194 Cuando los compañeros que con elli isieron
plegaron a Guiraldo e atal lo vidieron,
fueron en fiera cuita en cual nunca sovieron;
esto cómo avino asmar no lo pudieron.

195 Vidién que de ladrones non era degollado,


ca no'l tollieran nada ni'l habién ren robado;
non era de ninguno homne desafiado,
non sabién de cuál guisa fuera ocasionado.

196 Fusieron luego todos e fueron derramados,


teniénse d'esta muerte que serién sospechados;
porque ellos no eran enna cosa culpados,
que serién por ventura presos e achacados.

197 El que dio el consejo con sus atenedores,


los grandes e los chicos, menudos e mayores,
travaron de la alma los falsos traïdores,
lebávanla al fuego, a los malos suores.

198 Ellos que la lebavan non de buena manera,


víolo Sanctïago cuyo romeo era;
isiólis a grand priesa luego a la carrera,
paróselis delante enna haz delantera.
199 «Desad -dijo- maliellos la preda que levades,
non vos yaz tan en salvo como vos lo cuidades;
tenedla a derecho, fuerza no li fagades,
creo que non podredes, maguer que lo querades.»

200 Recudióli un dïablo, paróseli refacio:


«Yago, ¿quiéreste fer de todos nos escarnio?
¿A la razón derecha quieres venir contrario?
¡Traes mala cubierta so el escapulario!

201 Guirald fizo nemiga, matose con su mano,


debe ser judgado por de Judas hermano;
es por todas las guisas nuestro parroquïano;
¡Non quieras contra nos, Yago, ser villano!»

202 Dísoli Sanctïago: «¡Don traïdor palabrero!


Non vos puet vuestra parla valer un mal dinero;
trayendo la mi voz como falso vocero,
disti consejo malo, matest al mi romero.

203 Si tú no le disieses que Sanctïago eras,


tú no li demostrases señal de mis veneras,
non dañarié su cuerpo con sus mismes tiseras,
nin yazdrié como yace fuera por las carreras.
204 Prisi muy grand superbia de la vuestra partida,
tengo que la mi forma es de vos escarnida,
matastes mi romeo con mentira sabida,
demás veo agora la alma maltraída.

205 Sedme a judicio de la Virgo María,


yo a ella me clamo en esta pleitesía;
otra guisa de vos yo non me quitaría,
ca veo que traedes muy grand alevosía.»

206 Propusieron su voces ante la Glorïosa;


fo bien de cada parte afincada la cosa;
etendio las razones la reina preciosa,
terminó la baraja de manera sabrosa:

207 «El engaño que priso, pro li debié tener,


elli a Sanctïago cuidó obedecer,
ca tenié que por eso podrié salvo seer;
mas el engañador lo debié padecer.»

208 Dijo: «Yo esto mando e dólo por sentencia:


la alma sobre quien habedes la entencia,
que torne en el cuerpo, faga su penitencia,
desend cual mereciere, habrá tal audïencia.»

209 Valió esta sentencia, fue de Dios otorgada,


fue la alma mesquina en el cuerpo tornada,
que pesó al dïablo, a toda su mesnada,
a tornar fo la alma a la vieja posada.

210 Levantóse el cuerpo que yacié trastornado,


alimpiaba su cara Guirald el degollado;
estido un ratiello como qui descordado,
como homne que duerme e despierta irado.

211 La plaga que hobiera de la degolladura


habés parecié d'ella la sobresanadura;
perdió él la dolor e toda la cochura,
todos dicién: «Est homne fue de buena ventura.»

212 Era de lo ál todo sano e mejorado,


fuera de un filiello que tenié travesado;
mas lo de la natura cuanto que fo cortado,
non li creció un punto, fincó en su estado.

213 De todo era sano, todo bien encorado,


pora verter su agua fincóli el forado;
requirió su repuesto, lo que trayé trosado,
pensó de ir su vía alegre e pagado.

214 Rendió gracias a Dios e a Sancta María,


e al sancto apóstolo do va la romería;
cueitóse de andar, trobó la compañía,
habién esti miraclo por solaz cada día.

215 Sonó por Compostela esta grand maravilla,


viniénlo a veer todos los de la villa;
dicién: «Esta tal cosa, debiemos escribilla;
los que son por venir, plazrális de oílla.»

216 Cuando fo en su tierra, la carrera complida,


e udieron la cosa que habié contecida,
tenié grandes clamores, era la gent movida
por veer esti Lázaro dado de muert a vida.

217 Metió en su facienda esti romeo mientes,


cómo lo quitó Dios de maleítos dientes;
desemparó el mundo, amigos e parientes,
metióse en Gruniego, vistió paños pumientes.

218 Don Ugo, homne bueno, de Gruniego abat


varón religïoso, de muy grand sanctidat,
contaba est miraclo que cuntió en verdat,
metiólo en escripto, fizo grand honestat.
219 Guirald finó en orden vida buena faciendo,
en dichos e en fechos al Criador sirviendo,
en bien perseverando, del mal se repindiendo,
el enemigo malo non se fo d'él ridiendo.

El clérigo simple

220 Era un simple clérigo, pobre de clerecía,


dicié cutiano misa de la Sancta María;
non sabié decir otra, diciéla cada día,
más la sabié por uso que por sabiduría.

221 Fo est misacantano al bispo acusado,


que era idïota, mal clérigo probado;
Libro de los ejemplos del Conde Lucanor y su consejero Patronio
de Don Juan Manuel. 13331-1335 aprox.

Ejemplo XLV
De lo que aconteció con el Diablo al hombre bueno que fue
hecho rico y después fue pobre.

Hablaba una vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, y


le decía:
— Patronio, un hombre me dice que sabe muchas maneras,
tanto agüeros 142 como otras cosas, para conocer de antemano el
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porvenir y para hacer grandes negocios. Y yo estoy convencido que


todo esto debe ser de escaso fiar. Y por la confianza que tengo en vos,
os ruego que me aconsejéis en esto.
— Señor conde –dijo Patronio–, para que en esta materia
acertéis lo que a vos más interesa, placeríame que supieseis lo que
aconteció a un hombre con el Diablo.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
— Señor conde –dijo Patronio–, un hombre muy rico llegó a
tanta gran pobreza, que no había cosa de que mantenerse. Y porque no
hay en el mundo tan gran desventura como ser muy desdichado quien
muy dichoso solía ser, por ello, aquel hombre dichoso y rico que había
terminado en la peor indigencia se sentía hundido en la mayor tristeza
y desesperación. Y un día que iba andando solo por un monte, muy
triste y apenado, encontróse con el Diablo.
Y aunque el Diablo conoce todo lo que pasa y ha pasado, y
sabía la gran desgracia que sufría aquel hombre, preguntóle por qué
venia tan triste. Y el hombre díjole que para qué se lo iba a decir, si él
nada podría hacer para remediar la tristeza que tenía.
Y el Diablo díjole que si él quisiese hacer lo que él le
propondría, pondría remedio a todos sus males. Y para que viese que
lo podía hacer, que le diría la razón por la que estaba tan triste.

142
Agüeros: fórmulas para adivinar el futuro mediante la interpretación del canto o
vuelo de las aves, fenómenos meteorológicos, etc.

164
Entonces le contó toda su vida y la razón de su tristeza, con todo lujo
de detalles. Y díjole que si quisiese hacer lo que él le diría, le sacaría
de toda necesidad y lo haría más rico que nunca fuera él ni nadie de su
familia; pues él era el Diablo y tenía poder para hacerlo.
Cuando el hombre oyó decir que era el Diablo, le entró mucho
miedo, pero por la gran pena y gran necesidad que sufría, dijo al
Diablo que si él le ofrecía la manera de volver a ser rico, haría cuanto
él quisiese.
Entonces formalizaron el contrato y aquel hombre quedó como
vasallo del Diablo. Y al acordar las condiciones del trato, dijo el
Diablo al hombre que en adelante podría ir a hurtar cuando quisiese,
pues nunca hallaría puerta ni casa, por bien cerrada que estuviese, que
él no la abriese enseguida; y si por casualidad en alguna apretura se
viese o fuese preso, que lo invocase enseguida diciendo:
«Acorredme 143 , don Martín», que de inmediato se presentaría y lo
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libraría de cualquier peligro en que estuviese.


Y así acordado todo esto entre ellos, partiéronse.
Y el hombre enderezó 144 a casa de un mercader, bien de noche,
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pues los que mal quieren hacer siempre aborrecen la luz. Y luego que
legó a la puerta, el diablo abriósela, y eso mismo hizo a las arcas, de
modo que consiguió al momento un gran botín.
Otro día hizo otro hurto muy grande, y después otro, hasta que
fue tan rico que no se acordaba de la pobreza que había pasado. Y el
infeliz, no dándose por satisfecho con haber dejado la miseria en que
vivía, comenzó a hurtar aun más y más, hasta que, por su avaricia, fue
preso.
Y cuando lo prendieron llamó a don Martín que lo acorriese; y
don Martín llegó muy deprisa y librólo de la prisión. Y como vio que
don Martín cumplía con su palabra, comenzó a hurtar de nuevo e hizo
muchos hurtos, hasta lograr ser muy rico.

143
Acorredme: Socorredme, auxiliadme.
144
Enderezó: Se encaminó, se dirigió.
165
Y en uno de los hurtos fue otra vez preso. Llamó a don Martín,
mas don Martín no vino tan presto145 como él quisiera. Los alcaldes
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del lugar en donde ocurrió el hurto comenzaron a hacer pesquisas146 . F F

Y estando así el asunto, llegó don Martín; y el hombre díjole:


— ¡Ay, don Martín! ¡Qué susto me has dado! ¿Por qué tanto
tardabais?
Y don Martín le dijo que andaba ocupado en otras urgencias, y
que por eso había tardado; y sacólo luego de la prisión. El hombre
volvió de nuevo a hurtar y después de muchos hurtos fue hecho preso.
Y hecha la pesquisa, dictaron sentencia contra él. Y después de la
sentencia dada, llegó don Martín y sacólo.
Y él volvió a hurtar porque veía que siempre le acorría don
Martín en los apuros. Y otra vez fue preso y llamó a don Martín, pero
no vino. Tanto tardó esta vez, que dio tiempo a juzgarle y a
condenarle a muerte. Y siendo juzgado, llegó don Martín y librólo de
la prisión.
Después volvió a hurtar y volvió a ser preso. Llamó a don
Martín, pero no vino hasta que le juzgaron y le condenaron a la horca.
Y estando al pie de la horca, llegó don Martín; y el hombre le dijo:
— ¡Ay, don Martín, sabed que esto no era broma, que bien os
digo que gran miedo he pasado!
Y don Martín le dijo que le traía quinientos maravedíes en una
limosnera 147 , para que los diese al alcalde, y que luego sería libre. El
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alcalde había mandado ya que lo ahorcasen, pero no encontraban una


soga para ahorcarlo. Y cuando buscando estaban la soga, llamó el
hombre al alcalde y diole la limosnera con los dineros. Cuando el
alcalde vio que le daba los quinientos maravedíes, dijo a las gentes
que allí estaban:

145
Tan presto: Con tanta rapidez.
146
Pesquisas: Indagaciones, investigaciones para averiguar la verdad de unos
hechos.
147
Limosnera: Bolsa con dinero para dar limosnas.
166
— Amigos, ¡cuándo se ha visto que no haya a mano una soga
para ahorcar a un hombre! Ciertamente este hombre no es culpable y
Dios no quiere que muera, y por eso nos falta la soga; mas tengámoslo
en la cárcel hasta mañana, para revisar el caso, pues si el reo es
culpable, tiempo habrá para ejecutar la sentencia.
Y esto hacía el alcalde con intención de ponerlo en libertad, por
los quinientos maravedíes que le había dado. Y habiendo esto así
acordado, apartóse el alcalde y abrió la limosnera, y pensando hallar
los quinientos maravedíes, no nos halló; mas halló una soga en la
limosnera. Y cuando esto vio, mandóle ahorcar. Y poniéndolo en la
horca, vino don Martín y el hombre le dijo que le acorriese. Pero don
Martín le dijo que siempre él acorría a todos sus amigos hasta verlos
en aquel lugar.
Y así perdió aquel hombre el cuerpo y el alma, creyendo al
Diablo y confiando en él. Y cierto sed que nunca nadie que en él creyó
ni de él se fió que no acabase perjudicado.
Y vos, señor conde Lucanor, si el bien queréis hacer tanto a
vuestro cuerpo como a vuestra alma, fiaos derechamente en Dios y
poned en Él toda vuestra esperanza, y ayudaos a vos mismo cuanto
pudiereis, y Dios os ayudará. Y no creáis ni os fiéis de agüeros, ni de
cosas tales.
El conde tuvo éste por buen consejo; hízolo así y hallóse muy
bien.
Y porque don Juan tuvo este por buen ejemplo, hízolo escribir
en este libro e hizo estos versos que dicen así:
El que en Dios no pone su esperanza,
morirá de mala muerte, habrá mala andanza 148 .
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148
Mala andanza: Infelicidad, desventura.
167

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