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Cenr E.

ScHoRSKE xIu
Le rrrsroRlA Y EL ESTUDIo DE r-A cULTURA

L, nirtoria es una de las pocas disciplinas que cuentan


Prxsen coN rA r{rsroRrA con una musa, Clío, gracias a la intelectualidad acadérnica
de Alejandría que la asignó a nuestro oficio. Naturalmente,
Exsevos soBRE rA TRANsrcróx las musas son ferneninas. Si hayalguna que haya comparti-
A I-A MODERNIDAD do más que ninguna otra la naturalezay el destino de la
mujer en un mundo de hombres, ésa es Clío.
Traducción de Isabel Ozores
En 1988 tuvo lugar en Scripps College un congreso en
el que se puso de rnanifiesto hasta qué punto Clío ha sido
depend,iente. El simposio se titulaba "Flistoria y.--"r. Se pi-
dió a participantes de diversas disciplinas no históricas que
examinan'an sus relaciones con la historia a lo largo de una
serie de parejas o combinaciones: historiayfilosofía, histo-
ria y antropolo§ía, etcétera, Tenían que reflexionar sobre
nuevos intereses en la historia que hubieran surgido en la
cultura académica posmoderna. Sin embargo, obsérvese
que la historia, aun siendo el centro de la cuestión, no
era quien planteaba las preguntas. El congreso se organizó
para explorar elvalor de Clío como compañera, Presente o
futrrra: ¿Se trata de una buena ayudante? ¿Puede, podría,
TAURUS
1
Este artículo se escribió para la conferencia de Scripps, donde fui uno de
PENSAMIENTO los pocos representantes de la historia como disciplina.

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PrNs¿.n coN Lq HrsroRIA Ceru- E. ScHoRsrx

o de hecho enriquece los resultados de sus compañeros historiador no dejará que un poema o Lrn texto se manten-
de otras disciplinas de la cuadrilla académica? ga de forma autónoma, como hace un analista literario,
¿Cómo debería comportarse Clío en este juego de en_ dejándolo que ilurnine su particularidad encerrada, sino
cuentros? más bien buscará significados al relativizar el poema con
Para bien y pal.a rnal, lo único que realmente se le da relación a otros objetos en una serie ternporal. No escu-
bien son las fechas: "fecha" corno medida y lugar en el tiem_ c\tará el grito enfadado del poeta Archibald Macleish,
po, y "fecha" como cita, encuentro erótico exploratorio *un poema no debiera significar, sino ser"2 lema del
que puede llevar a una relación gratificante de duración -ttn
que se hicieron eco posteriorrnente los nuevos críticos li-
indeterminada. La obsesión de Clío por las fechas es pro_ terarios y sus sucesores intratextualistas de todos los cam-
funda y seria. Para ella, el calendario es una especie de li_ pos artísticos, tras años de sometimiento al efecto aplana-
bro sagrado, pero la ha preparado nluy mal a la hora de dor de la historización en las artes-. En la fidelidad del
establecer una existencia autónorna o una fe con cuerpo. historiador hacia su objeto hay algo par:cial y poco fiable,
Todas las demás disciplinas se definen a sí mismas bien si se compara con el especialista de una disciplina definida
por slr materia, el ámbito u objeto de estudio (como la an_ por su tema. El historiador se dedica aI análisis de la parti-
tropología,la critcaliteraria o la biología), bien por buscar cularidad del objeto (ya sea un poema, Lrna institr-rción o
principios a través de procedimientos mentales internos una unidad de cultura) sólo hasta el PLrnto en que puede
rigurosos para crear un mundo de significado (filosofia, apropiárselo como un elemento al tejer un modelo vero-
matemáticas). Esto no es así para la historia. No tiene ni símil de cambio.
territorio ni principios propios. Los historiadores pueden Si pasamos del tema, de los dominios y objetos del his-
elegir su materia de estudio a partir d.e cualquier d"ominio toriador, a los principios o conceptos que emplean los his-
de la exper.iencia humana. Aveces, hemos tenido historia_ toriadores para organizarlos, encontramos de nuevo un
dores universales, qr.re han aspirado a hacer del mundo en cierto límite en su compromiso. IJn científico político o
su totalidad su perla. En momentos más modestos, los his_ un filósofo se esñrerzan por formular conceptos y crear un
toriadores han hecho de su mundo la perla cuan_ conjunto de operaciones mentales para demostrar su vali-
do estudian un pequeño episodio: un incidente -como
diplomáti_ dez. Ei historiador es singularmente estéril a la hora de
co o, err la actualidad, un festival rural o un texto aislado-. idear conceptos. No sería demasiado decir que los histo-
Sin embargo, a los historiadores siempre les hapreocupado riadores son dependientes desde el punto de vista conceP-
describir sus objetos de estudio bajo el aspecto d.el cam_ tual. Aquí es donde comienza eljuego de los enclrentros.
bio, bajo el mandato del tiempo. pueden delinear un tema Los historiadores no demuestran la verdad de los con-
con la simplicidad tineal rnás pura o con la complejidad ceptos qlre toman prestados, sino que los usan solamente
textural más densa? pero nunca se apartan de la conüc_ corno medio para dar verosimilitud o contundencia a las
ción elemental de que el inicio d.el conocimiento es saber
si algo sucedió antes o después de otra cosa. por tanto, un 2
Archibald M acLeish, Poems, 1 9 2+ 1 93 3, Boston y Nueva York, 1 933, 722-123.

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PeNsen coN LA HISToRLq C¿nr, E. Scr¡oxsxr

Gestalten que aparecen, a través de las que reconstruyen un ren mucho a Clío, aveces para su tribulación, aveces para
pasado. Así pues, los historiadores podrían uttlizar el con_ su esclavitud. Necesariamente, desea involucrarse en rela-
cepto freudiano de nar,cisismo para explicar el compor_ ciones con otras ramas de la cultura, ya que sin ellas perde-
tamiento de un actor histórico, pero no se sienten con la ría su poder para desarrollar su propia identidad. El pro-
obligación de demostrar ese concepto, como tampoco de blema, aLtora más que nlrnca, reside en elegir libremente
suscribir completamente el sistema psicoanalítico que lo esas relaciones y hacer que sean significativas, fructíferas.
generó. No adoptan los principiosy conceptos para demos_ ***
trar o incluso para ilustrar su verdad, sino para dar autori_ Apartir d.el fondo de la historia como modo de conoci-
dad, fi-rerza explicativay significad.o a las convergencias que miento y de ser:, tal como 1o he descrito, ¿qué dirección ha
se entretejen en un proceso o configrrr.ación temporal. seguido la historia respecto del estudio de la cultura? No
Sin estar confinados a un único dominio de la experien_ puedo eütar abordar el problema históricamente; es la úni-
cia humana, los historiadores se mueven en cualquier te_ ca forma en que puedo tomar una posición aI respecto,
rreno en busca de los materiales que organizarán en un como ser moderno autorreflexivo, igrral que el resto de los
sistema temporal con la aqdade los conceptos prestados hombres. Así pues, trataré, m bon historien, de abordar los ti-
de esas áreas de conocimiento que las generan. Recons_ pos de relaciones intelectuales que caracterizanla historia
truyen eI pasado aI relatiüzar los detalles respecto de los en eIámbito del estudio cultural actual, mediante la forma
conceptos y los conceptos respecto de los d.eta)les, sin ha_ de distanciamiento especial que proporciona el pasado.
cer plenajusticia a ninguno de los dos, y, sin embargo, li_ No se asrlsten si empiezo por Heródoto. No está muy le-
gándolos y uniéndolos en una vida integrad.a como expli_ jos del problema de la historia y del estudio de Ia cultura
cación bajo el mandato del tiempo3. En el tapiz que teje el en la actualidad. Arnaldo Momigliano observó correcta-
historiador, la urdimbre es Ia dinámica d.iacrónica,y la tra_ mente la "extrañaverdad de que Heródoto se ha converti-
ma las relaciones sincrónicas. Clío, dicho brevemente, do realmente en el padre de Ia historia solamente en los
está en el lado de la rueca. Hace girar el hilo en parte a tiempos modernos"4.Laraz6r, de esto es que Heródoto
partir de materiales que ha elegido y cardado, pero que permitió que la cultura (en su sentido amplio, antropoló-
no ha cultivado, y en parte a partir de conceptos que ha gico) desempeñara un papel esencial en sus Hi,storias. Si
adoptado pero que no ha creado. Su habilid.ad especial bien el núcleo narrativo de su obra eran las guerras per-
consiste en tejerlos en forma de explicación con significa_ sas, trató el conflicto entre los griegos y los bárbaros como
do en el telar del tiempo telar que verdaderimente un choque de sistemas culturales. La historiografía inte-
es de su propiedad-. Esta-un habilidad hace que orros valo- grada de Heródoto fue derrocada por la historiografía po-
lítica rnás precisa, pero más restringida, de Tucíd.ides. Éste
3Para una exposición más completa de esta postura, véase Leonard Krie-
ger, 'The Florizons of History", American llistorical R¿uiew, 62, lgb7_lgbg, +Arnaldo Momigliano, 'The Place of Herodotus in the History of Historio-
62-74. graphy", Studies in Historiography, Londres, 1 966, I 4 1.

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PENSAR CoN I.A HISToRIA

también mantenía relaciones externas que t orr5ida.a.-u-


rnos interdisciplinarias con Ia filosofía sofista,
la medicina hipocráttcay-vínculos
la. dramarurgia de Sófocies-. Sin
embargo, con toda su amplitud, redujo el análisis cultural
de Heródoto a Ia dinámica del poder dentro del esquema
del sistema de la pokshelena. Con Tucídides, la ¡:olítica se
convirtió en Ia principal preocupación del historiador, y
su ámbito se definió etnocéntricamente. A partir de en-
tonces, Ia misma amplitud de Heródoto se utilizó contra é1.
Por cierto, los alejandr-inos le tenían en gran estlma como
fabulista y artista prestigio excelente en una cultura
-un como rama de ia |i¿s¡¿¡Lr¡¿-. lg
que valorabala historia
honraron vinculando el nombre de una musa a cada uno
de los libros de sus l{istorias, Sin embargo, el "universalis-
mo" grecorromano y cristiano produjo un tipo de etno-
centrisrno de cultura de elite que condenó a la incom-
prensión el enfoque cultural multifacetado de Heródoto
respecto de la historia durante rnás de dos mil años.
La acogida de las lli.storias de Heródoto perrnite acce-
cler a los cambios en las a,lianzas intelectuales y las modas
epistemológicas mejor, quizá, que cualquier otro texto
dentro de nuestro oficio. Ahora no seguiré con esto; pero
perrnítaseme que presente, por medio de una imagen del
trabajo del historiador (véase figrrra 13.1), dos puntos de
referencia en Ia [¡is¡6¡i2-¡no de l7l6y eI otro de 1980-.
En el grabado se muestra cómo se veía a Heródoto con
é1, Ia historia cultural- al principio del siglo x\,,rrr, -y
cuando
comenzó a recuperarse la estima Ltacia é1. Se trata de un
frontispicio aiegórico para una edición holandesa de las
Ifistorias, en la que se representa a Heródoto siendo coro-
nado por las musas. Como corresponde a sus mecenas ho- L!nd;$ t""}{t B;r"i'¡Y il ]¿ L' .*t .

\r,'.,1 .\ .\ U t' P'. I.P, ll I I- t.' lt r ¡( \ ! S lt r', '' \\,


landeses, estas musas utilizan un mapa, indicado en un i:,.,,, r'4" lreBq &dt.-*rr{' Ir rr' (h'iJd*lh I r,ri¡.-l.* * lq til''r' "

gran pergamino desplegado para conmemorar la obra de


Figura 13.1.HerÓdoto coronado porlas Musas.

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PrNs¡n coN r-A HrsroRIA CARL E. ScHoRsK¡

Heródoto. En este mapa están dibujados los grandes mo_ torio, para ser captado en un instante en Ltn marco calei-
vimientos de las huestes bárbaras y de los defensores grie_ d.oscópico, al estilo de Theodore Zeldin o Eugen Weber')
gos, las luchas políticas y militares que, desde el punto Heródoto obtendría sus laureles como historiador Por sus
de
vista del siglo xlrrr, constituían el centro de atención de servicios en la constrLlcción de una representación sincró*
He_
ródoto y la reiündicación de ia corona de laurel d.e Clío. nica de la cul&rra del pasado, con ritos funerarios y todo,
AI otro lado de la parte izquierda sombreada de Ia repre_ sistemas de parentesco y hábitos de crianza' Mientras tan-
sentación están dispersos los símbolos de las culturas no to, relegadas a las sombras de la parte izquierda y ia infe-
griegas que describió Heródoto el etnógrafo: las pirámi- rior de nuestra versión de la década de 1980 estarían las
des egipcias y la imagen de un escriba; el típode J¿se imágenes de las grandes huestes Persas y griegas, recorda-
tra_
ta del trípode dorado que dio a Delfi el rey Creso de Li_ torios del interés de Heródoto por Ia política, la grrerra y
dia?-; la cabeza de un caballo embridad,o al estilo escita; los cataclismos, que han perdido en gran medida su posi-.
un símbolo solar persa y un león alado; al fondo del todo, ción dominante corno temas para el historiador'
la ciudad de Babilonia con sLr torre. Estos restos culturales Lo cierto es que he encontrado el grabado de 1716 en
se presentan de forma desordenada, restcls del etnógrafo un rabajo reciente de historia antropológicay textual, pu-
y
mitógrafo Heródoto, cuyos relatos podían entretener al blicado en 19805. Su autoq Frangois FIarto$, 1o ha repro-
público de1 siglo xv[r, pero no instruirlo, como hicieron ducido como emblema de ia tradición historiográfica que
los relatos políticos. En 1716, hacíaya mucho tiempo pretend.e superar. Hartog ha elegido un título para su ex-
que
se había perdido para el lector la conexión entre la celente libro que 1o sitúa claramente en el filo del esn-idio
narra_
tiva y los grandes acontecimientos. fncluso se perdió para cultural de 1980: Le Miroi.r d'I{fuod,ote. Essai, sur ln, représenta-
la propia Clío, corno se representa en el g.abáo. Ella ale- tion d,e l'autre (Et espejo de Heród6¡e. Bnsayo sobre la repre-
ja nuestra mirada de los símbolos cultura-les, al señalar in- sentación d.el otro). El libro se centra en una de las culturas
sistentemente al gran pergamino que valida la coronación bárbaras que Heródo to encontró espe ciaf mente fascinante,
de Heródoto como historiador de grandes acciones. la escita. FIartog, haciendo caso orniso de Ia cuestión de Io
Si alguno de nuestros historiadores cultura-les tuviera que pud.iera haber sido Ia cultura escita, muestra cómo He-
que preparar urr tributo parecido a Heródoto en la actua_ ródoto creó una imagen de los escitas que serviría como
lidad se cambiarían de lado los temas de la imagen. Clío una especie de espejo rnágico para definir Ia identidad he-
señalaría con su dedo aprobador el pergarninol pero se lena, que reforzaríalosvalores culturales griegos que com-
habría borrado el mapa, y en la superficie blanca ,p-..._ partíaHer:ódoto. El "otro", la cultura'escita, se ve engulli-
ría el título de écriture. Se presentaríanlos símbolol de las do dentro d.el punto de vista griego sobre elLz;y, a su vez, el
culturas no helenas, tomad.as de la parte inferior. (podría punto de üsta g.i"go se ve engullido por el constmcto men-
haber alguna disputa entre las musas en cuanto a si debie_ tal y literario d.e Heródoto, el texto. El estudio de Hartog
ran organizarse sistemáticamente los símbolos, al modo de
5 Frangois Hartog, Le Miroir d'Iffuodote. Essa,i. str la représmtation de l'autre,
los antropóIogos, o ser dispuestos corno un bricola,j e alea_
París,1980.

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PrNs.tn coN r¿. HrsroRIA CARL E. ScHoRSxE

dría actualizar el potencial de la raz6n para ordenar el para poner en tela dejuicio el rnod.o de conocimiento na-
mundo del hombre y de la naturaleza. Sin embargo, sos_ rrativo de la historia. Fue en este contexto donde la histo-
tendré que, dentro y fuera de la academia, incluso quie_ ria cultural, la otra mitad del interés de Heródoto, comen-
nes se resistieron a esas reivindicaciones se encontraron zó a surgir de las sombras. Los principales pioneros de este
aceptando la historia corno fundamento sobre el que ten_ campo Burckhardt y Fustel de Coulanges, y en
drían que debatirse los problemas del destino del hom_ -jacob
ciertos aspectos Alexis de Tocqueülle- eran conservado-
bre. Muy pronto, la historia como modo de pensar pe_ res qrre rect:'azaron el sistema sociopolítico liberal del si-
netró prácticamente en todas las ramas de la cultura erud,ita glo xrx, su fe en el progreso,ylahistoriografia política que
europea, incluso cuando empezaron a desvanecerse las es_ expresaba sus propósitos. Frente a la orientación teleoló-
peranzas y los miedos que conllevaba la Revolución Fran_ gica dominante de la historia, con sr.r énfasis diacrónico,
cesa, rnientras que los análogos míticos d.e los que nunca crearon un contraproyecto: la historia organizada en un
se había alejado demasiado se difund.ieron a través de la retablo sincrónico, en el que los componentes más diver-
política entre el pueblo. En lo que se refiere a la academia, sos de la vida cultural, a menudo en colisión
se fundaron cátedras de historia por tod.a Europa, y en los nes, producciones intelectuales y artísticas, -inr¡i¡r.io-
costumbres,
catnpos d.e conocimiento humanístico nuevos y antiguos relaciones sociales-, podían presentarse en una sección
se organizó su enseñanzabasándose en premisas históricas. transversal, en un panorarna horizontal. Burckhardt espe-
Clío, cuya carrera en su totalidad se había viüdo en inde_ cialmente mostró por primeravez el poder coaligador de
pendencia de otras ramas del saber:, no sólo pareció ganar Ia historia, su posibilidad de confrontar de forma cohe-
su autonomía, sino su soberanía sobre todas las demás. rente los rnateriales más heterogéneos de la cultura. Por
Se convirtió en la reina de las ciencias humanas. Igual que supuesto, el tiempo no se detuvo durante la construcción
la filosofía había dominado en un momento la teología de estos maestros, aunque, podría decirse, se ralentizó.
como grría de la vida y el sabe4 la historia sustituía ahora a Tarnpoco se detuvo el proceso de transformación, arnque
la filosofia. la coherencia cultural se convirtió en el centro de la aten-
Durante el breve reinado de Clío como reina de ias dis_ ción. Merece la pena señalar, para entender la situación
ciplinas durante el siglo XrX, la historia política mantuvo contemporánea de la historiografía americarta, que estos
una clara prioridad dentro del campo de la propia histo_ autores provocaron rln entusiasmo intelectual y alcanza-
ria, tal como había profetizado Kant. Asociado a ello iba ron una categoría canónica entre las personas cultas de
un compromiso constante con una orientación teleológi- este país sólo tras la II Guerra Mund.ial, cuando comenzó
ca. Apesar de que la historia política amplió su sustancia de a disolverse la identificación de la historia con el progreso.
los gobernantes a los gobernados, de los Estados a las na_ En Norteamérica, la forma favorecida de compromiso
ciones y a los pueblos, las formas no políticas de historio- de la historia con la cultura fue la historia intelectual. El
grafía tuvieron problemas para afirmarse, igual que otros tema no era la cultura en el sentido amplio, antropológi-
tipos de análisis social, como la sociología, que surgieron co, sino en el sentido más limitado de la historia de las ideas

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PBNsen coN LA HISToRIA CARL E. Scnonsr<¡

originadas en el seno de la clase culta. El propio término a dudas una disciplina autónoma. Cultivó en su seno las
en sí mismo, "historia intelectual", lleva la marca .,made in ciencias sociales. Patrocinó y ut:Iízó la cultura humanísti-
USA". Al principio apareció estrechamente r.elacionada ca, especialmente el pensamiento político y la filosofía,
con la historia social. Algunos recordarán asignaturas de aLrnque sóIo hasta el punto en que esta culfura pudiera re-
historia de la universidad denominadas ..Ffistoria sociaf e lacionarse con su proyecto sociopolítico. Las artes no se
intelectual de...". Actualmente, este entrecomillado sería consideraban constituyentes de la historia, sino ilustracio-
casi impensable. Estas asignarr_rr.as llevaron al ámbito de la nes de los procesos socialesy políticos.
educación las ideas de la nueva historia de1 cambio d.e si_ *{<*
glo, cuando una generación de intelectuales reformado_ La historia corno actualidad socavó la concepción exce-
res, entre los que se encontraban John Dewe¡ Charles sivamente confiada en la nattxa)ezayfunción de Clío de la
Beard y James Harvey Robinson , trataba de reanimar la nueva historia norteamericana. Aún más: cambió el presti-
tradición ilustrada y de actualizar ésta para un mundo in_ gio de Clío en el sistema de creencias de Ia sociedad mo-
dustrial moderno. Si bien no rechazaron la historia políti_ derna. En las dos grrerras mundiales se afrontó una serie
ca, los nLtevos historiadores lucharon contra su limitado de golpes a la confianza que había depositado la cultura li-
foco de atención instituciona-l, a-l ampliar la historia para beral occidental, especialmente la cultura norteamerica-
que incluyera los movimientos sociales populares y las na, en la historia como escenario del progreso, de la auto-
condiciones sociales, por un lado, y las ideas que promo_ rrealización colectiva, racional. Con la pérdida de Ia fe en
vieron o resistieron el proyecto democrático de los intelec_ el progreso, también se debilitó la historia como modo de
tuales reformadores de delegación política y dejusticia so_ conocimiento de los diferentes dominios de la culrura hu-
cial, por otro. mana, de las artes a la economía. Se relajaron los vínculos
Al estilo ilustrado, cuya tradición reavivaron estos nor_ con el pasado. Aunque el complejo proceso de ruptura con
teamericanos; el prog,reso de las ideas y el progreso de la la tradición en las artes y otras ramas de la cultura de elite se
sociedad parecían avanzar juntos y transformarse mutua- remonta aI siglo xrx, se aceleró por la crisis del progreso.
mente. La "cultura" que esta perspectiva histórica conside- En algún momento durante la década de 1950, la rup-
ró digna de mención tendía a ser bien religiosa, bien polí- tura con la historia adquirió lafuerza de un cambio de pa-
tica. Su historia de las ideas se interpretó en una forma radigma generalizado en Ia cultura académica. En las cien-
diacrónica estrecha pero dinámica, lo opuesto alahistoria cias humanas, rlna disciplina tras otra rompió sus vínculos
cultural del conservadurisrno europeo a lo Burckhardt, con la historia, fortaleció su autonomía con la teoría y el
con su exhaustividad un tanto estática, sincrónica, y su re- análisis crítico autoorientado, y prod.ujo sus significados
nuncia a 1o narrativo. prescindiendo de la perspectiva histórica omnipresente
La nueva historia, social ¿ intelectual, se sentía cierta- que había irnpregnado durante eI siglo xrx el conocimiento
mente ---fio a diferencia de su prima europea, la historia propio de prácticarnente todas las ramas del saber. Mien-
rn¡-¡i5¡¿- si no la reina de las disciplinas, sí que sin lugar tras que las ciencias sociatres se volüeron hacia el conduc-

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PsNsAR coN LA HrsroRIA Caru- E. Scr¡onsxr
a.rl

tismo y los modelos natlrrales científicos, las disciplinas ,t,


pararon diversas nuevas historias durante las décadas de
humanistas crearon una crítica formalista autorreferen_ 1960 y 1970, ya que dentro de la historia corno disciplina
cial. Rosalind Krauss, recurriendo a Clement Greenberg, se repitió lapolarización de las ciencias humanas. La "his-
ha expresado muy bien la orientación interiorizadora del
toria social e intelecfual" llegó a significar no complemen-
cambio de paradigma modernista: *La arnbicién de una tariedad sino antítesis. Clío, derrocada como reina, no
cultura modernista [es] que cada una de sus disciplinas se sóIo dejó de ser cortejada, sino que se encontró en el lecho
racionalice al fundamentarse en su dominio d.e elperien- de Procusto en su propia casa, hechapedazos entre los his*
cia único e independiente, lo cual debe lograrse ,,ilirurr_
toriadores que buscaban inspiración para las ciencias so-
do los métodos característicos de dicha dilciplina, tanto ciales deshistorizadas y los historiadores que miraban por
para restringirla como ,para aftanzarla más ármemente unas humanidades deshistorizadas.
en su área de competen cia,,,7.
Clío se sumergió entonces en una crisis real de identi-
La consecuencia d.e esta ambición fue que las ciencias dad que duró alrededor de veinte años. Pienso que ahora
humanas como totalidad. no sólo se especializaron, sino está saliendo de esta crisis con una idea más claray modes-
que, como grupo, se polarizaron. Mientras que la abstrac_ ta de sus poderes,y quizá con una sensación más firme de
ción científtca fire un polo de atracción para las ciencias su necesidad de libertad de elección respecto de sus rela-
sociales (economía matemática, cuantificación y conduc_
ciones.
tismo en sociología y políti ca, y así sucesivamente), las hu_
Puede segrrirse rnuybien la crisis de identidad de la his-
manidades descontextualizaron su investigación y trataron toria en las páginas de llistory and Theory fundada en 1961,
sus objetos de estudio desd.e un punto de vista totalmente
con el propósito de concienciar, de llevar la historia a la
interno. Las ciencias sociales trataron de volverse más era de la autorreflexión y de la sofisticación metodológica.
empíricas y menos humanistas; las humanidades, más abs_
Sin embargo, gran parte de la actividad de esta publica-
tractas y rnenos sociales.
ción periódica esto me parece la característica parti-
¿En qué lugar dejó a Clío el camt¡io del paradigma, la -y
cular de la naturaleza esencial de la historia que salió a Ia
deshistorización de la cultura académicai
¿Crái-es han superficie solamente en el contexto general de la deshis-
sido sus consecuencias paralahistoria en el estudio de la
torización- se dedicó a la discusión de otras disciplinas
cultura? en brrsca de la luz,la a¡rda y la crítica que podrían ofrecer
Me resultarárnásfácil contesta-r a ambas pregunras al re_
a nuestro campo tan poco teórico. Durante los cuatro pri-
cordar unavez más esa antigua asignatura áel siglo xrx de_
meros años, aproximadamente un tercio de los artículos
nominada "Historia social e intelectual de...,,. Áí pues, lo se dedicó a crear un método científico para los historiado-
que la antigua nueva historia unió alrededor de 1gó0lo se_
res. En 1966, surgió la cuantificación como un subtema
7
Véase Rosalind E, Krauss, .The Story of the Eye,,, en
Ralph Cohen y Mi_
firerte, donde aparecieroR trece artículos relativos a esta
chael S. Roü, eds., Ifistury and. ... Ifisimies uithin the ftuman Sciences,
Char_ área durante 1964y 1983 Beihefiespecial en 1969-.
lottewille y Londres, lgg5, Z 4- -yun
El tema de once artículos durante aproximad.amente el

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PrNs¡n coN L4. HrsroRIA
CARL E. ScHonsr¿

rnismo periodo fue el enfoque de la historia desde la an_


La característica más sorprendente de los artículos de
tropologÍa, la más directamente preocupada por el mlrn_
E{istory andTheorl es la constante distribución regular de las
do rnental de ia cultura de todas las ciencias sociales, si
d.iversas posturas que representa. No es 1o que yo esperaba
bien la menos preocupada tradicionalmente por la trans,
a partir de mi experiencia personal; a saber, un gran hin-
formación temporal. En el extremo del espectro de disci_
capié en la dirección de la historia social y de sus ciencias
plinas se encontraba el dominio de la cultura de elite, de
sociales afiliadas durante la década de 1960, seguido de un
la que la historia intelectual extr.ajo su objeto d.e estudio.
gran predorninio del di,scours sur le discoursinspirado por la
Aquí es donde comenzaron a explorarse los nuevos méto_
crítica literaria durante la década de 1980. Esto no es así;
dos de la crítica literaria estrLlctural y lingüísti_ las distintas posiciones aParecen distribuidas con bastante
ca- para su aplicabilidad-textual,
a la historia. Hayden White fue
regrrlaridad a 1o largo de las dos décadas.
quien, quizá, realizó el acto más audaz d.e autocrítica his_ toda-
En términos de intereses a corto plazo, podría
rórica cuando propulsó la historiografia totalmente fuera
vía puede- percibirse a los historiadores
-y
proclarnando
del tiempo y del contexto histórico concreto, al analizar_
los inicios de una nueva historia basada en una nueva aso-
lo como género literario. Desd.e su aparición en lg7b,
ciación interdisciplinaria que reúne a los seguidores que
Metahistorl de White dio origen a no menos de catorce ar_
trabajan de forrna productiva en el nuevo filón. Sin em-
tículos en l{istory and Theory, así como también a:un Beihefi
bargo, la expectativa militante de cada grupo de vencer
independiente8. Lo que es más importante, abrió la puer_
sobre los otros modos se disuelve rápidamente.
ta a otros intentos de definir la historia intelectual como
EI documento de flistory and Themy cuenta laverdad su-
un campo metahistórico con el armamento del análisis in-
prema: que Ia historia no puede encontrar una identidad
tratext-ual. Hasta ahora, esta escuela ha dedicado su aten_
clara basándose en priüle giar una disciplina de terrninada
ción fundamentalmente a la reflexión crítica sobre la his-
fuera de la historia como socia. Sostengo que la historia ha
toria y apenas ha tratado de escribir historia.
incorporado en su propio cuerPo la automattzaciínde las
Entre estos dos polos'ámbién puede encontrarse en
disciplinas académicas. Por consiguiente, Ia historia está
Ifistury and Themy el intento de la escuela analítica de filo_
haciendo proliferar unavariedad de subculturas. Su tradi-
sofía anglosajona de esclarecer la explicación históric a, así
ción universalista, agotada en gran medida, no puede crear
como la discusión sobre hermenéutica. Desde 19g3, el nue_
un esquema macroscópico de grandes periodos- En su lu-
vo tema de las representaciones ha inspirado ocho artícu_
gar, aborda una materia vastamente expandida de forma
Ios. Entretanto, los enfoques psicoanalítico y marxista de la
microscópica. En consecuencia, ha aumentado exponen-
historia siguen explorándose, y se ha recuperado la narrati_
cialrnente Ia necesidad de distintas disciplinas extrahistóri-
va como la cuestión de fondo del pensamiento histórico.
cas, de nuevas aJiarrzas. La historia cultural, tanto la popu-
lar como Ia de elite, está transformándose Por las nuevas
8 Véase Hayden V. White, Metahistory: The l{istmical Imagination in Nine_ forrnas de análisis que han creado las otras disciplinas his-
teenth-Century Europe, Baltimore, 1973.
tóricas durante su periodo posthistórico. La política, tanto

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PrNsen coN LA HrsroRlq C¿n¡- E. Scuonsx¡

dentro como fuera de la academia, también ha dado lugar en la psicología, se han impuesto exigencias similares so-
a rruevas disciplinas dentro de la historia. En una nueva era bre sí. Previamente, seguros en la centralidad de su relato
de política de identidad, los grupos que pugnan por el po_ social o político, los historiadores simplemente destiiaban
der social fuera de la academia clases infeiiores, Ias la n:ata ideológica del pensamiento artístico del que se
minorías y las mujeres- producen -lastanto una historia épi_ apropiaban. La llegada del anáIisis formal a las artes plan-
ca pasada de moda como un tipo nuevo de historia social teó exigencias de rigor que han socavado este tipo de enfo-
cultural en su seno. que impresionista. Este cambio se refleja en las licenciatu-
La historia de la ciencia pued.e servirnos aquí de mod.elo ras. FIe conocido los métodos de otras disciplinas a través
de vía principal a través de la que la historia intelectual ac_ de mis colegas, tarde yno con demasiado rigor. Actualmen-
tual aborda esta tarea. La historia de la ciencia se ha presta_ te, los estudiantes de historia se inscriben en seminarios
do de buena gana a un tratamiento puramente interno, ba_ sobre arte o literatura incluso en formación psicoana-
sado en una premisa progresiva que comparten tanto los lítica- con el defin -o
adquirir las técnicas analíticas de la
científicos naturales como el público en general. Hubo una materia que quieren explorar desde el punto de vista his-
resistencia contra los historiadores que trataron de embutir tórico. En nuestros seminarios de historia aparecen estu-
el conocimiento científico en una rnatríz social, en parte diantes de otras disciplinas, que buscan, del mismo modo,
cortrazórt, debido a su comprensión científica inadecuada, una forma más profesional de iluminar con la historia su
pero también debido a que anduvieron con la mitología de rnateria. IJna generación formada de este modo, como to-
la autonomía de la ciencia y del descubrirniento que pre_ dos sabemos, está empezando ahora a producir trab{os
dominaba en el gremio científico. El requisito previo en los que se combina el análisis riguroso con la textura
fundamental para avaflzar en la historia de la ciencia era histórica bien hilvanada.
el dominio de la propia ciencia. Requería que el historia_ ***
dor estuviera formado debidamente en Ia materia median_ AI mirar hacia la historia hoy en día, muy bien puede
te profesionales. A esta formación, el historiador de la cien_ hablarse de glasnosl. En el siglo xx se ha sacudido a fondo
cia añadiría, de la historia, la filosofíay Ia sociología, el eI orden jerárquico de las disciplinas. Por primera vez en
conocimiento del contexto y las técnicas sociale, .rr.iíti..r, su larga vida, Clío juega al juego de las citas con sus pro-
a fin de crear una relación conüncente entre el pensamien_ pias reglas. Ha perdido la ilusión de ser una reina, monar-
to científico y otros aspectos pertinentes del espacio cultu_ ca de todo lo que estudia en eI panorama académico. Ya
ral y social del pasado. La historia de la ciencia todavía sufre no está al servicio de la teología o del derecho, y tampoco
la división entre los internalizadores y los contextualizad.o_ está ligada a la filosofíaparallevar a cabo con su compañe-
res. No obstante, la presencia de ambos corno participantes ra proyectos burgueses en el mundo de la política. Ahora
en la misma empresa aumenta los criterios de iendimiento. elige libremente sus propios compañeros.
No ha sido sino hasta hace muy poco cuando los histo_ Aun nivel, Ia nueva glasnostes excitante. Estamos produ-
riadores que trabajan en literatltra y en las artes, e incluso ciendo nuevas creaciones en las fionteras del sistemay Ia

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