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Teoría, práctica y persuasión

Estudios sobre historia del arte

Keith Moxey
VIII. Después de la muerte de la «muerte del autor»

,La au1obiog¡alía revela hueros, y no sólo hueros en legitimaron en el pasado, este capítulo pretende
el úe¡npo y e11 el espacio o en1re lo individual y lo explorar las condiciones en las que podemos vis-
social. sino 1ambién una crecteme divergencia emre lumbrar la autonomía autorial en la actualidad.
la manm yla llliltetia de su discurso. Esto es. la au-
1obiognlía revela la imposibilidad de su propio sue- ¿Cuáles son las circunstancias epistemológicas en
ño: lo que romienz.a con la presunción de au1oco- las que opera actualmente la historia del arte?
ooámien10 acaba con la creación de una licción que ¿La proclamación de Roland Barthes de la •muer-
ocuha las premisa. de su construcción, , te del autor• eliminó la necesidad de un concep-
SbariBensrock Authoring fhe ~u1obi09raphíml to de autoría en la interpretación histórica, o en
cambio nos ha obligado a concebir de nuevo la
naturaleza misma de la autorfa? 1 Si el conoci-
, ¿Pero es la es1ructura de L, aurobiogralía dileren-
le a la de la licción? El rele,eme de la ficción siem-
miento ya no depende de las demandas univer-
pre·esta ausenle; no puede ser U~mado a presencia salizadoras de la incorpórea •voz de ningún si-
pata tes1ificar sobre la verdad de ·1a escritura de 6c- tio•, ¿cómo deberíamos redefinir la agencia
ci6n. El relereme ficcional es ,ideal•. producido y sos- autorial? Las varias formas de identidad que han
1enido por convenciones y códigos. ¿Pero cuándo demandado la atención académica, como las pro-
está preseo1e el releteme, el objeto de la escrit\ir,I au-
1obiográfica? ¿Cuándo sale él a tesúlicar?,
puestas por el feminismo, los estudios homose-
xuales y el poscolonialismo, ¿reproducen simple-
Michael ~y~, Sdf~vid,11a
mente las pretensiones universales antes asociadas
con la tr¡¡dición humanista, o las ideas de agencia
e identidad pueden ser entendidas en términos
que difieren radicalmente de los del pasado?
Las dos cuestiones cruciales que obsesionan a
El título de este capítulo sugiete una doble nega- la escritura de la historia como r~sultado del pos-
ción. Implica que la kffiUerte del autor>>postes- tesn:ucturalismo, son la cuestión .de la identidad
tructuralista, el reto a la autonomía autorial asó- y la definición de subjetividad2• Varios autores
ciada con la visión humanista del sujeto como
algo unificado y constante, cap42 de entender tan-
to el mundo como a sí mismo, está caducada y
1- Barthes, Roland:,TheDeath ol the Autho(». lmage, Musk,
posiblemente sea ya irrelevante. Por supuesto, Text Hill&wang, Nueva YO!k. 1977, p. 142-48.
esto no puede estar más lejos de lo que tengo en
mente. Lejos de afirmar que dos negaciones-dan 2 Para reflexiones:sobre las ifl1)ítcador.e.s de las teorías postes-
tructuralistl'i de la subjetjvidad en la producción artística, ver
lugar a una afirmación. me gustaría detenerme Pollock, Griselda: ,Art, Art School. Culture: lndiYidualism ~f-
en la paradoja implícita en esta disyuntiva. Más ter the Death ol the Artisb. The «Bfockl, Reilder in Visual
que sugerir que debemos resucitar el sujeto hu- Culture. Jon Bird etal. eds., Routledge, Londres, 1996, p. 50-
67; ySoussloff, Cathe¡ine: , Toe Aura oí Power and Miste!}'
manista, y que la producción de conocimiento that Surr01inds the Artist». Riickkehr de5 Authoo? fotis Jan-
debe volver a los principios universalistas que la nkf~ (ed,), Ma;( Niemeyer, Tübingen, 1999, p. 481-93.
postestructuralistas como Roland Banhes, Jac- Esta concepción de la posición y la función
ques L,ican, Michel Foucault y Jacques Derrida del conocimiento ha tenido un impacto dramáti-
argumentaron, no hace tanto tiempo, que el su- co en la historia del arte. Si la historia no es con-
jeto autónomo de la tradición humanista fue un templada como la interpretación del pasado pro-
sueño utópico de la Ilustración europea. Esta vi- ducida desde una perspectiva neutra~ sino como
sión de la identidad humana debía ser abando- una interpretación del pasado producida desde
nada en un periodo que asumía la existencia de una perspeaiva panicular. entonces no puede ser
una mente incoruciente, la opacidad del lengua- perseguida por su propio interés. La función cul-
je y el papel de las prácticas discursivas en la di- tural de la interpretación histórica puede ser re-
seminación del poder social. conocida abiertamente y no disimulada bajo un
Esta revisión de la idea \le subjetividad ha te- ideal de objetividad. Como consecuencia de esto,
nido importantes reverberaciones en nuestro con- la forma de la disciplina ha sido alterada decisi-
cepto del conocimiento en general y de la historia vamente. Más que operar según una ideología de
en particular, Si la identidad es imaginada como la neutralidad y el desinterés que insiste en que el
inestable y cambiante, no trascendental y cons- autor o autora.reprima su suqjetividad en su bús-
lante, el conoámiemo humano ya no puede ser vis- queda de los hechos -y más que convertir los da-
to como un edificio permanente. Vivimos en una tos empíricos en fetiches en los que confiar para
época que desafía los mismos fundamentos sobre ofrecer las interpretaciones que de hecho ya les
los que se construyó esa estructura, Las dudas acer- han sido impuestas por los historiadores partlcu-
ca de las prémisas tradicional~ en las que se ba- lares-los estudiosos han emµeiado a traer a pri-
saban las acti,~dades productoras de conocimien- mer plano su compromiso con una foona especí-
to de las disciplinas de humanidades, fueron la fica de entendimiento. Al su$tituir un programa
ju~ificadónpara la introducción de varias formas interpretativo por·la supuesta¡nente imparcial de-
de interpretación inspiradas políticamente, como dicación a la descripción, mµchos historiadores
los estudios de género, los estudios émicos y los es- del arte nos ofrecen ahora acceso a los procedi-
tudios culturál5, Estos nuevos enfoques de la in- mientos metodológicos y los objetivos políticos
terpretación histórica ya no demandan la catego- que informan sus visiones. Lo que ames se ocul-
ría epistemológica tradicionalmente asociada con taba en aras de formar un frer¡te común en la idea
el aéademicismo positivista. Sus hallazgos y cori- de que la subjetMdad humana era de naturaleza
dusiones·son definidos espeó.ficamente como for- universal, ahora aparece abiertamente, alegando
mas de conocimiento local que rechazan preten- los intereses en conflicto de ~liferentes comuni-
siones a la universalidad. Estas perspectivas dades interpretativas,
subvierten las pretensiones de conociill.iento es- Las consecuencias de estos cambios han sido
tablecidas previamente, calificándolas de man- profundas, aunque no siempre beneficiosas, la
chadas o teñidas por los valor~ inherent5 a las cir- historia del arte se caracteri~ ahora por una ca-
cunstancias de sú produ<;ción. La voz de ningún cofonía de voces, cada una pretendiendo repre-
sitio, la objetividad postulada por la epistemología sentar a diferentes sectores d.e la población de la
fundacional, ha sido puesta bajo sospecha por su disciplina, Las co1úerencias de -Ja disciplina ofre-
identificación con la cultura occidental, el dominio cen varios puntos de vista alternativos que com-
de las razas blancas, el sesgo masculinista y el pre- pi,er¡ por la atención de los profesionales del cam:
juicio de clase media. El conocimiento producido po. En esta situación, las cuestiones de identidad
durante los siglos XIX y xx, sobre el que se funda- cobran un nuevo significado. No es suficiente de-
ton las disciplinas de humanidades, ahora es con- sestabilizar las nociones humanistas del sujeto
siderado como una forma de entender el mundo, como esencial y autónomo sin reflexionar sobre '
no la forma en que el mundo debe ser entendido. un concepto de identidad que las sustituya. El

1 T~oria, prd,1iCJJ y persuasló,i


problema es enunciado efectivamente por Ernes- toriador interesado en las iniciativas teóricas que
to Laclau: habían afectado la estructura de disciplinas veci-
nas (como los esrndios literarios, la antropología
«Así, una vez desaparecido el objetivismo y la historia}, iniciativas que parecían haber teni-
como «obstáculo episremológicm, ha sido po- do poco impacto en la histo{ia del arte. La razón
sible desarrollar las implicaciones plenas de de adentrarme en esas te01ías era intentar incor-
la ,,muerte del sujeto,,. En ese punto, este úl- porarlas a las interpretaciones de la historia del
timo mostró el veneno secreto que llevaba arte, usar la teoría para desestabilizar ]os relatos
dentro, la posibilidad de una segunda muer- maestros que habían dominado la disciplina du-
te, «la muerte de la muerte del suje10», la re- rante tanto tiempo. Estaba abiertamente enfras-
aparición del sujeto como resultado de su pro- cado en una polémica, enarbolando el cambio y
pia muerte; la proliferación de finitudes la transformación en la articulación de múltiples
concretas cuyas limitaciones son la fuente de discursos y perspectivas.
su fuerza; la consciencia de que puede haber En los años que han pasado desde entonces,
«sujetos1, porque el hue~o que «el Suje10» las historia del arte ha cambiado sustancialmen-
quería abarcar es de hecho inabarcable»3 • te. No es que la institución de la disciplina haya
visto la luz de repente y haya abandonado un aca-
¿Cómo se podrá teorizar sobre este sujeto (con ; demicismo positivista informado por las nociones
minúscula) para que no sea sfmplemente un epí- de objetividad, para reconocef'!a imposibilidad de
gono de su ancesrro? ¿Cómo J)uede uno teorizar, separar la subjetividad de la objetividad. En lu-
por ejemplo, la relación de un hist0riador o una gar de esto, la institución se ha acomodado a los
historiadora con su texto? ¿Hay una correspon- nuevos intereses teóricos y'políticos de mudlOS de
dencia entre la subjetividad por un lado y el tex- sus miembros. Además, hay relativamente pocas
to por otro? ¿la identidad de: clase, género o et- instituciones, con la excepción de algunos depar-
nia del historiador determina:la naturaleza de su tamentos de universidad y alguna que otra fun-
intervención en la escriturad~ la historia? ¿Cómo dación proveedora de becas, que no haya res-
se inscriben las políticas de identidad en la escri- pondido de alguna forma a los cambios forjados
tura de la historia? en la manera de hacer las cosas.
En el curso de la escritura de este libro, he te- En un interesante cambio de rumbo, los es-
nido que reflexionar sobre mí relación con su ar- tudiosos comprometidos con las metodologfos tra-
gumento. Las circunstancias ~n que esta empre- dicionales se llaman a sí mismos «pluralistas•.
sa fue llevada a cabo son muy diferentes a las que Bajo el lema «dejad que flore~can muchas flo-
reinaban hace unos pocos año~. Cuando escribí La res>1, estos pluralistas de nuevo. cuño argumen-
práctica de la teoría (1994), asurµí que la historia del tan que ya (lUe no hay forma objetiva de deter-
arte aún terúa un centro disciplinario y que la voz minar que el valor de una interpretación sea mayor
que yo articulaba estaba deliberadamente situada ·que otro, todos deben ser iguahnente viablesS. La
al margen•. Me calificaba a mí mismo como un his- aparente tolerancia de esta postura, si.u embargo,
enmascara las necesarias tensiones que caracteri-
-z.anlas relaciones existentes entre diferentes for-
3 l.adaú, frnesto: •Universalism, Particulaí11m, and the Ques-
tion ol ldentity». The ldentity in QUéstion. John Rajchman
ed., Routledge, Nueva York, 1995, p. 95. Para la iunción de una ideología del pluralismo eo el en-
! torpecimiento de un cambio en la disciplina. ver Rooney,
4 Moxey, Keith, The Practice ofTheory: Postst/lJc/t.JraNsm, Cul- Ellen: Seductive Reasoning: Pluralism as t/le Problematic of
tural Pofitics, and M Hístory. Comell Un'1ve1sily Press, ltha- Contemporaiy Litera/yTheo¡y. CorrieU'UriiYersity Press, lthaca,
ca, 1994. 1989. '
mas de interpretación y a menudo sirve para de- con un guión preescrito pero con u.na puesta en
sactivar los retos que se le planteán al statu quo. escena necesaliamente diferente. La performance de
]s muy frecuente que no se reronozca que en el la identidad es una forma de repetición sin du-
nuevo paisaje teórico no puede haber t.al cosa como plicación, y es esta producción simultánea de la
una posición neutra de valores. La teoría y el mé- igualdad y la diferencia, o de la diferencia dentro
todo han pasado a formar parte de la vida inte- de la igualdad, lo que permite la posibilidad con-
lectual de la disciplina en la misma medida que el ceptual de la agencia.
estudio empírico. En estas circunstancias, los plu-
ralistas han hallado que es más atractivo legitimar QParadójicamente, la reconceptualización de
su posición y su poder apelando a la tradición que idenüdad como efecto, es decir, algo producido
sometiendo sus presupuestos al escrutinio crítico. o generado, abre posibilidades de «agencia•
De ese modo, se evaden deliberadamente de una que están excluidas insidiosamente por posi-
de las principales demandas de ias nuevas pers- ciones que toman las categorías·de identidad
pectivas, a saber: que el discurso académico no por algo fundadonal y fijado. Que una iden-
puede disociarse de las cuestiones de poder. La tidad sea un etecto :sJgnifica que ni es fatal-
~tolerancia», en otras palabras, se convierte en mente determinada, ni CQmpletarnente.artifi-
\IIla defensa más contra el cambio. cial y arbitraria ... La construcción no está en
Antes de intentar definir mi posición y loca- contra de la agencia; es la escena necesaria de
lizar.mi propia voz en el nuevo Gontexto del dis- Ja agencia, los propios términos en los que la
curso múltiple de la historia del.arte, quiero vol- agencia es articulada y se vuelve cultural-
ver a considerar las teorías de identidad. ¿En qué mente inteligible»6•
medida se ve registrada en un texto histórico· la
conciencia personal de un escritor? ¿Cuál es la Si, como Butler sugiere, las subjetividad del his-
relación entre la identidad autorial y el producto toriador está tanto coPStruida como construyén-
textual? Las teorías de identidad-y la naturaleza de dose -si la subjetividad es un·efecto de los proce-
la agencia humana han sido muy discutidas en el sos discurSivos y e1 vínculo entre un autor o autora
contexto de la teoría feminista. Siguiendo la su- y su texto es más relacional. que determinado-
gerencia de Foucault de que la subjetividad se de- luego es imposible defender que el texto es el re-
fine-por los sistemas éonvendonales responsables flejo de una identidad panicul~. De este modo, las
de crear significado cultural -sistemas que él de- perspectivas en contienda qpe caracterizan ac-
nomina·prácticas discursivas- Judith Butler ha ar- tualmente la historia del arte
no pueden ser en•
gumentado que la identidad está constituida por tendidas corno completament~ inconmensUiables
esas prácticas yfacultada por ellas para,actuar so- entre sí. Más que fijas y perll\anentes, las identi·
bre los procesos que les dieron forma. Butler teo- darles que se manifiestan en formas de interpre-
riza la instanciació.n de la subjetividad por medio tación inspiradas políticamente, son ellas mismas
del.concepto de performance*. Explotando la am- parte de un proceso de cambio y transformación.
bivalencia inherente de performance, ella invoca Sin embargo, Joan Scott ha advertido la per-
su significado tanto como acto de repetición, como sistencia de la retórica del s~jeto humanista, de
acto de agencia personal. La identidad (en el caso omnisciencia y finalidad, en las formas de inter-
de Butler, subjetividad de género) es un prnceso pretadón que responden a nociones de identidad
en la producción de conocimiento situado. Dicha
• Performance es una palabra polisémka. Entre otros signif~
cados, en el ámbito lingü~tico es sinónimo de ejecución,
desempeño; en elámbito teatral, es sinónimo de interpre- 6 Butler, Judlth: Gende! Trouble: Feminislli and lhe Su~n '
tación, actuación, represeotición. (N. del T.l, of ldentiry. Routledge, Nueva York, 1990, p. 147.
retórica, por supuesto, no podrí¡¡ estar más en contextos, y que el proyecto de la hístoria no
contra de la idea de subjetividad como proceso. es cosificar la identidad sino entender su pro-
Scon argumenta que el interno de afumar intereses ducción como un -proceso continuo de dife-
locales postulando identidades minoritarias, ha renciación, inexorable en su repe1ición pero
sido s·ubvertido a menudo por una tendencia a también -y es-te me parece el 1Junto político
concebirlas en términos antes usados para asegu- importante~ sujeto a rédefinición, resistencia
rar el dominio del sujeto trascendental. y cambio,,&.

«La lógica del individualismo ha estructurado Luego si as-urnímos que la identidad es un «pro-
el enfoque del multiculturalismo de muchas ceso continuo de diferenciación», ¿qué condu•
formas. La llamada a la tolerancia está en- siones podemos extraer de los análisis 1eóricos de
marcada en términos de respeto a las carac- Butler y Scott para el trabajo del historiador?
terísticas y actitudes indivitluales; las diferen- ¿Cómo concebimos las prácticas discursivas de las
cias de grupo son concebid¡¡., categóricamente que el historiador es un 1,efecto» y cuál es la na-
y no relacionalmente, más como entidades turaleza de la «agencia» que el historiador o la
distintivas que como estructuras interconec- historiadora tienen en la producción de interpre-
tadas-o sistemas-creados a µ-avés de procesos tación histórica?
repetidos de enunciadón ~e la diferenóa» 7 • En primer lugar, para intervenir en el géne-
ro literario conocido como história' del arte, el es-
La tentación de ver las subjetivídades en con- tudioso debe haber adquirido un alto grado de
tienda que han aparecido a cons.ecuencia del aban- educación general y pro.lesiona!. El historiador no
dono del sujeto humanista como radicalmente sólo está constituido por las prácticas discursivas
inconmensurables, se basa en l¡¡. supervivencia de asociadas con las instituciones educativas, él o ella
la noción de individualismo asociada con el anden también deben absorber los paradigmas impe-
régime. Esta tendencia, aparent~en aquellos cuyos rantes de producción de conocimiento que ca-
programas políticos se han basado en la aserción racterizan el momento historiográfico9• Las prác-
de diferencias y en aquellos que han pretendido ticas discursivas de la formación educacional y
desacreditar las políticas de diferencia, es un tra- profesional tienen necesariamente una flexión de
vestin1iento de la concepción ~ subjetividad pro- clase. El historiador del arte, por ejemplo, está ne-
puesta por Butler. Scott escrib~: cesariamente implicado en la transmisión de ~ca-
pital cultural» de una generación a otra19. El co-
«... tiene más sentido enseñarles a nuestros es- nocimiento de las artes vísuales pa sido asociado
tudiantes y decimos a nosotros mismos que las t!'adicionalmente con la elite social y, desde _fina-
identidades son atribuidas Iµstóricamente, que les del siglo xvm, las obras de arte visual han sido
esta atribución es ambigua (aW1que funciona identificadas romo una forma de valor espiritual,
-precisamente·y necesariamente imponiendo conocido como valor estético, que hasido parte in-
una falsa claridad), que afirmar que los suje-
tos se producen a través d~ múltiples identi-
ficaciones, algunas de las cuales se convier-
ten enrelevantes durante un tiempo en ciertos B lbi.dem, p. 11.
9 Para una discusión del concepto de paradigma en la Soéio·
logia del conocimiento, ver Kuho, Thomas: La estructura rJe
las revof[J(iofles dentificas. FCE de 'España, 2000.
7 Scott, loan: ,Multiculturalism and tne Politics of ldeotityt.
Tñe ldentity in Questíon. John Rajchrnan (ed.), Rouledge, 1O Para una discusión de este concepto ver Bourdieu, Pierre: l.a
Nueva York, \995, p. 9. dislineión. Taurus, Madñd, 1998.

ts de la #llltrltdt lo .,nmtrtt dtl autQ~


Dlspu_ (ID
tegral de la vida cultural de la burguesía. El his- En segundo lugar, ylejos de los procesos ideo-
toriador del arte está así implicado inextricable- lógicos en los que voluntaria o involuntariamen-
mente tanto en la creación como en el manteni- ce está implicado el historiador, debemos conside-
miento de las distinciones de clase. El canon de la rar los mecanismos inconscientes o psicoanalíticos
historia del arte, esa colección de obras de ane a que caraderizan el rrabajo del historiador, tamo
la que tradicionalmente ha dedicado su acención como estudioso deJ pasado como pedagogo de ge-
la historia del arte -un canon establecido según neraciones futuras. En otras palabras. ¿en qué me-
gustos principescos y aristocráricos, nacionalizado dida son transmitidos y recibidos racionalmente
para convertirse en propiedad del estado duran- los paradigmas disciplinarios de la producción de
te los siglos xvm y XIX- ha sido tanto ennoblecido conocimiento? ¿Hasta qué punlo está determina-
como cambién democratizado por medio de la da inconscientemente, más que elegida conscien-
idea de valor estético para convenirse en un as- temente, la absorción de las prácticas discursivas a
pedo esencial de la educación burguesa. las que penenecen las alternativas metodológicas
La formación del historiador del arte y su par- de la historia del arte?
ticipación en los procesos que perpetúan las dis- Dominic.k LaCapra ha señalado que la situa-
tinciones de clase, ¿.implican inevitablemente que ción·en que un estudiante adquiere los modelos
los valores elitistas impregnen las historias que interpretativos de una disciplina, esto es, su re-
producen? Sólo la versión más reducida de las lación con el profesor, es aJláloga a la relación
políticas de .identidad argumentaría que esto es existente entre analista y anéllizado en el psicoa•
así necesariamente. Si el estudioso es tanco un nálisis 11 • El estudiante está vinculado con la his-
efedo de las formaciones culturales como un agen- toriografía de la disciplina de un modo muy per-
te de su construcción, entonces su texto (de él o sonal en eJ que el vínculo inconsciente puede ser
de ella) debe, bien rransmitir la ideología de da- tan importante como el consciente. Así como el
se del discurso académico de la historia del ane re- analizado adopta ciertas actitudes del analista en
lativamente sin cambios, o bien mamener una su intento de reestrudurar el'pasado en relación
relación tangencial con ella. Dada la importancia con el presente, proceso que se conoce como rrans-
de la identidad de clase para el discurso de la his- ferencia, el estudiante adoptará algunas de las ca-
toria del ane, sin embargo, yo argumentarla que racterísticas del profesor para transformarse en
la relación del historiador o historiadora con la una figura con una autoridad cultural equivalen-
función social de la disciplina, su comprensión te. Este tipo de identificación resulta a menudo en
del papel de la historia del arte en el manteni- una perperuadón de las formas aceptadas de pro-
miento de las distinciones de clase debería ser de ducción de significado a expensas de alternativas
interés en la ledura de la obra de w1 autor o au- mas innovadoras. Incluso si el estudiante repu-
tora. Si la conexióo entre el historiador y el tex- dia conscientemente los mod11los absorbidos du-
to es más relacional que determinada, como he di- rante su formación. ese rech~o será también re-
cho antes, la inscripción de actitudes de clase levante en la evaluación crítica de su eventual
puede tomar muchas formas. Una muy común, contribución historiográfica. ,El rechazo puede,
por ejemplo, es la del académico que afirma la por ejemplo. representar una «ansiedad de in-
noción de valor estético, la idea de que hay al- Ouencia•, uo miedo a imitar a una autoridad res-
gún sustento espiritual que podemos extraer de las petada y un deseo de romper el molde profesio-
obras de arte que las ~itúa aparte del resto de lapa·
rafemalia de la vida cotidiana, sin reconocer que
esa comprensión del valor estético es una carac•
terística de una.elite social con el capital cultural 11 LaCapra. Dominick: •History and Psychoanalysis•. Sou11·
dings in Critica/ Theo!y. Cornell Uni'lersity Press, lthaca, '
para apreciarlo. 1989. p. 3(W,,

• Ttorio. prlÍtliaJ y ptflllOSiÚ/1


na! para alcanzar una autoridad equivalente o su• dan ser nunca plenamente reconocidos el carác-
perior a la del mentor originalu. ter de la narrativa histórica individual y todas las
Y en tercer lugar, las prkticas discursivas de implicaciones que suponen.para el momento his-
formación proiesional demandan que el historia- tórico en que es escrita. (A n1enudo, el proceso de
dor del arte ponga su sello personal en su pro- investigación y escritura debe acabar antes de que
ducción literarla, sin tener en cuenta si el estudioso el estudioso pueda percibir el patrón que infotma
está simplemente duplicando o ampliando nea- la obra.) Como señala LaCapra, en el caso del bis-
tivamente y manipulando un paradigma discipli- lOriador puede haber un mecanismo psicológico
nario establecido. Aunque parezca paradójico en que sirva para hacer que la obra sea opaca a su
una tradición positivista que insiste en que la ta- creador.
rea del historiador es proporcionar el acceso pú- A la luz de esto, es posible argumentar que el
blico a la verdad -un proceso que podría ser lle- 1exto hlstórico sólo guarda una relación oblicua con
vado a cabo en principio por cualquiera con el la identidad autorial-esto es, la relación está me-
tiempo, la fom1ación y la inclinación a hacerlo-las diada por varias consideraciones culturales y psi-
convenciones de la vida profesipnal fomentan que cológicas- y que el texto no es sino una metáfora
cada estudioso o estudiosa disrujga su contribución ampliada de la fonnación psicológica, cultural y
de la de sus pares. Es una de lªs ironías del posi- profesional del amor, y también de su participa-
tivismo enfatizar en lugar de eliminar el papel del ción en las prácticas discursivas preestablecidas
intérprete individual. El llamamiento a la cons- que pem1iren la creación de si"gnificado histórico.
trucción de una subjetividad ú(lica, el culto al in- Si por un lado el significado pleno de un texto
dividuo excepcional, es, por supuesto, la heren- histórico nunca está dispopible para su autor, y sl
cia de una cultura profundalUente basada en la ,por otro, es imposible que el historiador pueda
ideología del sujeto huroanista. El grado en que el discernir-el pasado porque su acceso está media-
historiador es susceptible a estas demandas ideo- tizado por los paradigmas de producción de sig-
lógicas también se registrará significativamente nificado de1emúnados históricamente y conjuga-
en cualquier explicación de la historia de la dis- dos psicológicamente, parece posible concluir que
cipliua13. no hay relación entre un texto histórico y su au-
Espero que este breve esbozo de algunas de las tor y, simultáneamente, que el texto es una ale-
_prácticas discursivas que constitvyen, permiten y goría de la identidad autoriaJ. Es precisamente la
autorizan la escritura histórica: pueda ayudamos ausencia de una correspondencia unívoca .entre las
a pensaracerca de la relación entre el lúsroriador prácticas discursivas que han dado forma al his-
y el texto interpretativo. Dado que los impulsos y toriador o historiadora y los telitos que produce,
neurosis que determinan la formación psicológi- lo que hace que el análisis de la vida del historia-
ca del historiador ohistoriadora y la naturaleza de dor y el análisis del texto histórico, sean relevan-
las prácticas discursivas que dan forma a su iden- tes para un.examen de la importancia del texto his-
tidad profesional no están neci;sariamente abier- toriográfico. Aunque Barthes túviese razón al
tos a la autorreflexión, es inevitable que no pue- insistir en que la puerta entre autor y texto está
guardada por el ángel de la flamígera espada, esto
110 significa necesariamente que la vida y el tex-
12 Bloom, Harold: 7ñe Anxietyof lnfluence: A T/)eory of Poerzy. to, signos pertenecientes a diferentes registros 0 có-
Oxford lJniversity Press, Nueva Yorl;. 1973.
digos, no puedan tener valor para aquellos que
13 La ideología del indMdualismo es también una cof'\dición p<e- pretenden hacer sentido ·del pasado.
via para la .autobiografia como género literario, Ver Guns- Dada la complejidad de la relación autor/tex-
dorf. Geor_ges: «Conditions and Limi15 of AutobÍography, .
Autobiography: Essays Theoretica/ and Critica/. James 01- to, parece paradójico volver a n·aer a colación la
ney (ed.), Princetoo University Press, Princeton, 1980, 28-48. referencia al papel manifiesto de este libro en los

Dtspuir dt la /llljtrlt. dt la timutrtt dtl aitror- @


debates contemporáneos sobre la naturaleza de identidad cité anteriormente. Argumentando que
la historia del ane como disciplina. Algunos de no hay nada transparente o inmediato en apelar
los q1pítulos constituyen un alegato por una ma- a la biografía, sqgiere que esos eventos conside-
yor diversidad teórica y metodológica en los pro- rados cruciales para la definición de nosotros mis-
cedimientos interpretativos de la disciplina, mien- mos siempre son decididos en retrospectiva. Ade-
traS que orros pretenden articular los modos en que más, el concepto freudiano de Nachtriiglic/1keit
las prácticas discursivas que constituyen la histo- sugiere que lo que nuestra memoria llama expe-
ria intelectual de la disciplina, revelan las actitu· riencia es algo suje10 a un continuo proceso de
des que caraeterizan su posición cultural así como cambio, ya que esas experiencias son evocadas
la manera en que determinados historiadores han en las dinámicas circunstancias del presente15• El
reiterado esas ideologías o las han puesto en cues- flujo cotidiano de eventos no hace distinción en-
tión en el proceso de construcción de sus propias tre las experiencias que nosotros consideramos
intervenciones. Mi propósito al teorizar sobre el forma ti vas y las que no; además, el proceso de
papel de ia identidad y la subjetividad en la pro- transformar un evento en ima experiencia sólo
ducción de relatos históricos es desnaturalizar las revela retrospectivamente el pensamiento que se
tradiciones de la disciplina que pretenden man- implica en esa metamorfosis. Yalgunos de los
tener la idea de que la voz histórica es mejor si es eventos más importantes quúos han afectado, los
una voz iñcorpórea. de naturale-za traumática, no pueden ser evocados
Al llamar la atención sobre mi propia aporta- en su forma original, sino sólo a través del filtro
ción a estos relatos metahistóricos, soy plena- de memorias construidas.
mente consciente del debate alrededor del papel
de la autobiografía en la escritura académica 14• «No son los individuos los que tienen expe-
La introducción de lo personal en una práctica rienda, sino los sujetos quienes son consti-
disC1Jisiva como la escritura de la historia, puede tuidos a través de la experiencia. La expe-
constituir a menudo una forma de esencialismo, riencia en esta definición no se convierte,
upa manera de postular una conexión directa en- pues, en el origen de nu"estra explicación, ni
tre w1 autor o autora y su texto. En este escena- en la prueba determinílJ\te (ya que es vista o
rio, lo autobiográfico sirve para basar el relato en sentida) en la que se basa lo que es conocido,
la éxpericncia del autor, de modo que el íntimo sino en aquello que pretendemos explicar,
lazo entre subjetividad y memoria siNa como fun. aquello acerca de lo que se produce conoci-
damento inexpugnable de las opiniones que se miento. Pensar en la experiencía de esta ma-
presentan. Según esta lógica, sólo los afroameri- nera es historizarla, y también ltistorizar las
canos pueden re¡ireseñtar las visiones de los afro. identidades que produ<:e;t16•
aÍnericanós y sólo las mujeres pueden articular
los programas femitpstas. Si, como he venido argumentando, no hay co-
El concepto de experienda, ese fundamento rrespondencia directa entre un autor o autora y su
supuéstamente ·sin ilite_!D)ediarios en el que se texto, ¿cuál es entonces la razón de introducir eso
basan algunas veces las afirmaciones de un co-
nocimiento asentado, ha sido teorizado de modo
muy iítil por Joan Scott, cuya discusión sobre la 15 Laplanche. J y Pontalis, J.B.: The Language of Psychoa-
nalysis. Nort.on, Nueva York. 1973, p. 111-14.

16 Scott •The E'Yidena! of Experience•. úitica/tnqwy, nº 17,


1991, p. n9-80. Para una articulación illlteri01 de un pon-
14 Himmelfarb, Gertrude: cProlessor NarcisslJs: In Toda'{skil- to de vista parecido, ver De laU1etis, Teresa: «Semiotks and
(lemy Everything Is Peooial•. The weeko/ Slofldard, 2de ju- Experienm.A/ice Down: F€mini5m, Semiorics, C111ema. In•
nio de 1997, p. 17-21. · • · diana Univeisily Press, Bloomington, t 984, p. 158-86.
que llarn~os lo personal? ¿A qué propósito epis- gráficos representan sólo el orden que sus auto-
temológico puede servir la referencia a la biografia res han impuesto en sus circunstancias existen-
para la comprensión de un texto sl es imposible ciales, no las circunstancias·en sí mismas13• El se-
demostrar la conexión entre ellos? Volver a la no- guidor de Derrida, 1'aul de Man, aíinna que el
óon de Buúer de performance nos pem1ite concebir lenguaje incluso le niega a la subjetividad la ca-
los actos de agenóa de una subjetividad particular pacidad de conjugar y manipular los procesos por
como (1) prescritos, en el sentido de haber sido ins- los que se hace significado, lo que implica que el
tálados en la subjetividad por medio de las prácti- lenguaje le inflige una especie de ml,lerte meta-
cas discursivas que la hicieron posible, y (2) ins- fórica a la noción de sujeto como ageme19•
tanciada, pues esas prácticas discursivas deben ser la idea de que el sujeto es el producto del len-
escerúficadas por la subjetividad en cuestión en guaje en vez de su creador, sin embargo, ha sido
unas circunstanóas en cambio constante-que ne- interpretada de manera muy diferente por otros
cesariamente le otorgan un n\jevo significado. Así teorizadores de. la autobiografía. James Olney y
como es necesario tener en cuenta los procesos psi- Paul John Eakin, así como Llz Stanley, Shari Bens•
cológicos y culturales que con:tribuyeron a la for- tock y otras autoras feministas, interpretan el po-
mación de un acadén1ico o aca~émíca para apreciar der prescriptivo del lenguaje positivamente, con-
su _posición historiográfica, es apropiado considerar siderándolo un proceso que faculta y que, en
el relato autobiográfico del autor o autora respon- palabras de Butler, permite a las subjetividades
sable de la producción de un ~exto específico- particulares jugar un papel performativo y pqr tan-
La función de la autobiografía ha sido teorizada to un rol activo dentro de la cultura que les da
extensivamente a partir del ac,unirable esbozo au- forma20. Para Olney, la autobiografía no es una re-
lObiográfico de Roland Banhes, Roland Barthes por ferencia a una realidad preestablecida, sino más
Roland Barthes. Barthes insiste en textualizar su bien una metáfora del intento del .sujeto de poner
vida, rechazando rigurosamente mirar a través de orden en el universo.
la red del lenguaje hacia cualquier realidad sub-
yacente, argumemando que 11uestras nociones de
subjetividad son producto de} propio lenguaje.
18 Srn~h. Robert Derrida and Autobiography. Cambridge lJrú-
«Este libro consiste en lo que no sé: el in- Vfüity Press. Cambridge, 1995.
consciente y la ideología, cosas que se pro-
19 De Man, Paul; •Autobiography as De-facement•. Modem
nuncian a sí mismas por las voces de otros. l.anguage Notes, nº 94, 1979, p. 919-30.
No puedo poner en escena (en el texto), como
tal, lo simbólico y lo ideológico que pasan a tra- 20 Vei Oloey, James: Metaphro of rhe 5?/f: The Meaning of Au-
vés de mí, ya que yo soy su punto ciego...»17• tobiogtaphy. Princeton University Press, Princeton, 1972; Ea-
ldn, Paul John: Ficlions in Autobiography: Studies in the Art
ofSelf-lnvention Princeton Univooity Press, Prínceton, 1985;
La visión de Barthes anticipa,la posición más ra- Benstod:, Sha.í (ed.): The Prívate Self: ·Theoty and Practice of
Women'sAu!obiog{aphica/Wrilings. Universityof NorthCa-
clical de Derrida, para quien él lenguaje aliena la rolina Press, Chapel Hill, 1988; Brodzki, Bella ySchenck, Ce-
subjelividad de la experienci~. Su insistencia en leste (eds.): Ufe/Unes: TheoriZing Women's Autobiography.
que la •verdad» del lenguajr:c reside en lo que le Cornell University Press, lthaca, 1988; Stanley, Liz: The
Auto!Biograp/¡jca/ /: The Theory and Praetice of Femini,t
aportan quienes lo 1.1san, más 'QU e en su relación Auto-8iography. Manchester Univelsity Press, Manchester,
con el murido, significa que ios relatos autobio- 1992; Ashley, Kathleeo, Gilmore, Leigh y Peter.;, Gerald (eds.):
Autobiography and l'Qstmodernism. Unive~ity of Massa-
chusetts Press, Amberst, 1994; y Gilmore, teigh: Autobio-
graphics: A Femimst Theory ofWomen Self-Represenlation.
17 Barthes, Rolaod: Roland Borthes por Ro/and Barthes. Kair6s, Cornell lJni'lersity Press, lthaca, 1994. Agradezco a Janet
1978. Wolff la aportaeión de alguna de estás referencias.

.Dts,ntés dt Jn mucrtt dt la •lmttrit dtl aut«• e


•Una metáfora, pues, a través de la cual es- El valor de la concepción de Miller de lo personal
tampamos nuesrra propia imagen en la cara de como mito autobiográfico más que como hecho
la naturaleza, que nos pennite conectar lo CO· autobiográfico nos permite considerar la función
noódo de nosotros mismos con lo desconocido crucial de la anécdota bajo una nueva luz. Joel
del mundo, y, al hacer posibles nuevos esque- Fineman, por ejemplo, ha teorizado la anécdota
mas relacionales, organiza al mismo tiempo el como creación de un •efecto realidad•, la forma
yo en una entidad nueva y más rica; de modo en que por ejemplo un historiador puede anidar
que el viejo yo conocido se une a y se transfor- una narrativa dentro de otra para que se refuer-
ma enel nuevo y hasta ahora desconocido yo»21• cen mutuamente en su demanda de lo real21 • Den-
tro del texto, la anécdota abre una ven rana al con-
Siguiendo esta línea de pensamiento, Nancy Mi- texto, para que este último pueda justificar y
ller argumenta que la autobiografía es una •auto- apoyar al primero. La anécdota se sale de la na-
ficdón» que le permite al historiógrafo compren- rrativa primaria en un gesto más persuasivo ha-
der los propósitos que están detrás de la escritura cia lo real. Por contraste, la visión de Miller de la
del autor. Mantiene que la inuoducción de lo per- anécdota como fabricación nos pennite apreciar
sonal en la práctica discursiva de la escritura no es el papel de la autobiografí¡¡ no como intento de
necesariamente una forma de esencialismo, ni una crear un efecto de realidad; sino como efecto de
forma de sugerir que hay una correspondencia atraer la atención hacia la auto-ficción del autor.
entre autor y texto, porque la autobiografía debe La razón de referirme a mí mismo y a mis propias
ser necesariamente una versión cuidadosamente intenciones no es para persuadirte, lector, de la
editada de la experiencia personal cuya forma de- ~realidad• de mi argumento, sino para indicane
pende de la acción diferida de la memoria. La au- la perspectiva desde la que !Jle gustaría que pen-
tobiografía nos dice qué eventos de la vida del au- sases que mi relato está siendo escrito. Sobra de-
tor han sido dignificados con la categoría de cir que ni las practicas discursivas que me ban
experiencia, con cuáles de esas experiencias se formado, ni la naturaleza de mis propias inter-
identifica el autor o autora, y con cuáles no. Mi- venciones en esas prácticas ·de escritura histórica
ller piensa que la inserción de un mito autobio- me son transparentemente asequibles. A pesar de
gráfico es una forma de •materialismo personal• todo, asumo que mi propia Jnterpretación de es-
que llama la atención sobre quien está hablando. tos procesos rulrurales es relevante para una apre-
ciación del argumento que te he puesto delante.
«Por los riesgos de su escritura, la crítica per- Volviendo pues una vez¡nás a mi propia apor-
sonal materializa un pacto, como el 'pacto au- tación a la escritura de este ~bro, me es difícil sa-
tobiográfico' que ata al escritor y al lector en la ber qué forma de mito autobiográfico será más
fabricación de la auto-verdad, el pacto de que útil para entender la perspectiva que informa mi
lo que está enjuego también le impo1ta a otros; escritura. Nacido de padres·ingleses ea Buenos
en algún lugar de la auto-ficción de la vozper· Aires, durante mis años escolares seguí el plan de
sonal hay una voz autorial en escena, la escri- estudios argentino y tambien el británico en la
tura personal teori7.a las apuesras de su propia escuela primaria. Mi «experiencia• ea la escuela
perfon11ance: un materialismo personal» 22• y en todas panes se vio complicada por el cono-
cimiento de que yo operaba en dos sistemas cu!-

21 01ney: Metaph(xs o! the Sel!. p. 31-31.

22 MiAer, Nancy: •Gettirig Peoonal: Autobiography as CuJtu.. 23 Fineman, Joel: •The History of the Aoecdote: fíctioo anp
·ral Critici,m•. Getting Persona/. Routledge, Nueva York, Fiction,. TIJe/'lewHistOridsm. Aram veeser (ed.), I\Outled-
1991, p. 24. ge, Nueva York, 1989, p. 49-76.
turales diferentes, dos sistemas que tenían dife- que retrospectivamente he entresacado de mi ex-
rentes actitudes hacia casi todos los aspectos de la periencia están claramente escogidos para su apli-
vida diaria, A la mitad de mis estudios secunda- cación al propósito de este ensáyo, que es poner
rios tuve que decidir si estudiaba para entrar en en cuestión la voz de ningún sitio de la historia.
nna utiiversidad argentina o en una británica. Mi Si la escritura de la historia quiere ser genuina-
elección del plan de estudios británico me permi- mente histórica tiene que ser capaz de asumir el
tió apreciar hasta qué punto las identidades na- programa culmral particular que informa su en-
cionales son construcros fabrlcados dependientes foque del pasado.
de procesos de aculturación y educación. Luego de Parece claro, sin embargo; que las construc-
completar mi educación secundaria en Argentina, ciones de la identidad del tipo que se ensaya aquí
viajé a Gran Bretaña para cursar estudios en la' sólo pueden estar dotadas de significado cultural
Universidad deEdimburgo. Aunque siempre ha- si coinciden con los intereses políticos de un sec-
bía pensado que una parte de mí era «británica~. tor slgnüicativo de la población en general La per-
fue una desagradable sorpresa descubrir que la Jornumce de la identidad sólo puede adquirir po-
Gran Bretaña que yo había absorbido de mis pa- der político si puede ser compartida, Aunque esto
dres y sus amigos era la Gran Bretaña de los años pueda parecer que descalifica mi propio mito au-
40, un Jugar muy diferente al que encontré en t0biográfico-por su excentricidad, creo que su va-
los 60. En vez de cricket y bollitos, ¡descubrí sexo, lor metafórico puede tener un gran atractivo. Las
drogas y rock & roll! Mi graduación y vida profe- circunstancias de la cultura contemporánea son ta-
sional en los Estados Unidos confirmó lo que ya les, que cada vez es más difícil suscribirse a las
sospechaba, que cada cultura nacional fobrica su consrrucciones de identid~d nacional basadas en
propia versión de la realidad: y que los extranje- la homogeneidad cultural. Los movimientos de
ros deben acomodarse a las identificaciones re- población masivos ocasionados por el capitalismo
queridas por cada mito nacio11al14• global en los siglos x1x y xx -movimientos res-
Yo argumentaría que esta auto-ficción en con- ponsables, por ejemplo, del traslado de mi famf-
serva, que tanto está determinada como faculta- lia de Londres a Buenos Aires-significan que la
da por identidades nacionales en conflicto, pue- comunicación, y también la fricción, intercultural
de ser usada como metáfora ele mi afirmación de son una característica de muchas vidas contem-
que todas las identidades son construidas y que el poráneas. Mi experiencia en \a vida americana,
alcance de la producción de conocimiento debe ser con su plétora de culturas inmigrantes, puede ha-
necesarlamente limitado y loéal. Esta auto-ficción ber exacerbado mi consciencia de las limitacio-
es claramente un mecanismo heurístico, un me- nes de mi formación. La sustitución de la noción
dio de extraer de la complejidad de mis expe- de "crisol de culturas,i por aquella de «guerra de
rieilcias algunos de los factores que soportan mi culturas» como tropo dominante de la interac-
tesis;.es una afirmación de que los mitos de iden- ción intercultural, no sólo ha af~ctado a mi pro-
tidad importan, incluso aunque su validerno pue- pia autoconsciencia, sino también la de muchos
da ser justificada en lo «real~. Los pocos hed10s otros segmentos de la población, En los Estados
Unidos, estos desarrollos han puesto un nuevo
énfasis en la diferencia cultural, una diferencia
que desafía a la ideología universallsta asodada con
24 Para teorizaéiones sobre hibridaciones transnacionales. ver
Appadurai. Arjun: Modemity at L~rge: Cultural Dimensioos la retórica dieciochesca de- la naturaleza humana
of Globalization. Unive~ity of Minnesota Press, Minneapo- que inspiró a los redactores de la constitución. Un
lis, 1996; Joseph, May: Nomadic ldentities: The Performan- entorno bicultural como el que be descrito está le-
ce of Cirizen;/lip. University of Minnesota Press, Minnea-
polis, 1999; Joseph, May yFink, Jennifer (erls.): Performing jos de ser excepciona.!. Si el potencial metafóriéo
H;bridity. Universiiy of Minnesota Press, Mtnneapolis, 1999. inherente a este tipo de experiencia puede ser ex-
plotado en interés de políticos dedicados a la _pre- tión, Al darle a la voz autoría! una ubicación y
misa de que la verdad es una función de la per- una cara, las auto-ficciones pueden jugar un po-
suasión, es algo que está por ver. deroso papel en la persuasión de una audiencia de
Las teorías de la subjetividad contemporáneas un particular programa político.
Je o(recen, pues, al historiador una paradoja, Su- En conclusión, el abandono de la noción de su-
gieren que la e>.'])eriencia personal, en forma de au- jeto completamente racional y autónomo provo-
tobiograña, importa y al mismo tiempo no im- có la proliferación de nuevas voces basadas en la
porta para el entendimiento de un texto bistórico, afirmación de identidad"es espeáfkas que habían
Por un lado, la autobiografía nunca nos podrá dar sido reprimidas anteriormente u ocluidas por et pa·
acceso a la relación entre el historiador y el tex- radigma dominante. En estas circunstancias_se
to, porque depende de la fabricación de una auto- hace necesario teoi-izar un nuevo concepto de
ficción basada en la acción diferida de la memo- subjetividad cuya categoría como proceso asegu-
ria. También imervienen fuerzas psicológicas e re que no se le pueda d~r una definición estable.
ideológicas para garanti7.ar que el texto sea siem- La idea de subjetividad ha sido tepensada en tér-
pre opaco a su autor. Por otro lado, la autobio- mi11os que la habrían he.cho desconocida a sus úl-
grafía, o auto-ficción, nos ofrece tilla compren- ti111os y lamentados ancestros. De esta nueva gui-
sión del tipo de auto-consdenda que i1úorma la sa, J'a referencia a la identidad como agencia
agencia de una subjetividad particular. Le pro- también invoca su categoría como producto de
porciona .il historiógrafo. y¡al filósofo de la histo- esas fuer1.as inconscienies e ideológicas que ace-
ria un medio para comprender alguna de la mul- chan a la producción de significado. Según esta vi-
titud de prácticas cultur les que informan la sión, la escritura de la historia nunca podrá ser
escritura. Si la autobiograf.í no las hace asequibles, un proceso enteramemc racional, ya que sus re-
al menos sugiere la complej dad de los procesos in- latos siempre estarán matizados por la perspecti-
volucrados en la escritura e la historia. Más im- va del autor en cuestión. Como hemos visto, la au-
portante, las auto-ficciones utobiográficas pueden sencia de una deJinició¡1 esencialista de identidad
servir como ·una fonna de ersuasión. Al articu- no excluye necesariamente la posibilidad de trans-
lar la particular perspectiv desde la que se cuen- mitirle a un texto el carácter de un enfoque par-
ta un cuento, pueden inv tar a la identificación ticular. La paradoja de las auto-ficciones auto-
de aquellos cuyas auto-fic ones coincidan con la biográficas es que pueden servir como un medio
del autor, así como la de quellos que puedan de crear relatos efectivos de persuasión,
empalizar con la naturalez¡ del enfoque en cues-

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Los textos de donde han -~ '


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,i~;;;éonsecuencia del postestructuralismo. ~-
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t,J La filosofía del lenguaje de Derrida, la teoría del poder de Foucault,


fl k\el análisis de la formación de la identidad de Lacan, por ejemplo,
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J:t•
,~:;', i· que reflexionar acerca del arte. \ t ·,
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¿.,. . . .·,', ..}~/\' ·- -··. ' ·\... . - •'. ,' :·i)}
~fií;~il~(~~Ps~:.:\; ,·'·. Después de estos trabajos resultaba difícil seguir viendo la historia .'~ .

,f!~O\!JiJ~,¡;:l['.'\1¡\ · del ar~e en I~s ~ismos téími~os. ~a idea de q~e la histori~ del ar~e ·
!/iifui .Bpi¡pf'} ,. debena cons1sllr en: a) u11a h1stona de los estilos; b) co1mo1sse11rs/11p
{]t j;(:J:'; , (la habilidad de distinguir la mano de un artista de la de otro);
~.i:! 3/1~ : ·. e) iconografía (la capacidad de identificar el tema de una obra de arte;.
•; .') '' d) historuia social (la relación de la obra de arte con el contexto
cultural que la rodea), parecía forzada y banal. ¿Podía reducirse
.. el estudio del arte a estas alternatívas? · · ·· ·

Cultura artística

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