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Números en el Diccionario

Cuarto libro del •Pentateuco. En hebreo el título es Bemidbar, que significa “en el
desierto”. El nombre de N. le fue puesto por los traductores de la •Septuaginta, en razón de
los censos que se mencionan en esta obra. De la Septuaginta pasó a la Vulgata con el título
de “Liber Numeri” o “L. de los N.”

Autor y fecha. El libro se atribuye a Moisés (Dt. 31:9, 24), lo cual define también la
época en que fue escrito ( •Pentateuco).
Tema. Esta obra contiene una serie de narraciones de eventos acontecidos a los
israelitas al peregrinar por el desierto. Mientras que en •Éxodo encontramos los detalles
para la construcción del •tabernáculo, y en •Levítico para la consagración de los que
trabajarían en él, el énfasis de N. es el tabernáculo en movimiento y su interrelación del
pueblo con él.

Primera parte. Los preparativos en Sinaí. El libro comienza con un censo, ordenado
por Dios, para que Israel supiera cuántos hombres podían “salir a la guerra” (Nm. 1:1–54).
Dios establece el orden de marcha que se ejecutará (Nm. 2:1–34). Se ordena la forma en
que se transportará el •tabernáculo por los levitas (Nm. 3:1–51; 4:1–49).
Se ratifican las instrucciones sobre la forma de expiar los pecados por medio de
sacrificios. Se establece el juicio de •aguas amargas para el caso de •celos. Se regulan los
votos del •nazareato y la llamada “bendición sacerdotal” (“Jehová te bendiga y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti...” (Nm. 5:1–31; 6:1–27).
Luego sigue el registro de las ofrendas de “los príncipes de Israel ... para la dedicación
del altar”, cuyo detalle llena el capítulo más largo del Pentateuco (Nm. 7:1–89). Los levitas
fueron consagrados “conforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés” (Nm. 8:1–
26). Se ratifican las ordenanzas sobre la Pascua (Nm. 9:1–14).
Se erige el •tabernáculo. Aparece la nube de Dios sobre él (Nm. 9:15–23). Se
confeccionan las trompetas para anunciar las marchas y dar la alarma (Nm. 10:1–10). La
nube se levanta y señala el camino. El pueblo parte en el orden establecido (Nm. 10:11–
36).

Segunda parte. De Sinaí a Cades. En •Tabera, el pueblo se queja del maná. Dios
manda un fuego consumidor. Moisés intercede y Dios perdona. Se establece que “setenta
varones de los ancianos de Israel” llevarán con Moisés “la carga del pueblo”. Éstos
profetizan. Dios envía codornices para el pueblo, pero también una plaga como castigo
(Nm. 11:1–35).
“María y Aarón hablaron contra Moisés”. María es castigada con una lepra y luego
curada (Nm. 12:1–16). Dios ordena que se envíen hombres “para que reconozcan la tierra
de Canaán”. Son elegidos doce y enviados “desde el desierto de Parán”. Su reporte es
negativo, con excepción de Josué y Caleb (Nm. 13:1–33). El pueblo se lamenta y no
atiende a los consejos de éstos. Dios se enoja con el pueblo y decide que no entrarán en la
tierra los que actuaban con tanta incredulidad. Los diez espías que reportaron mal mueren.
El pueblo se arrepiente y decide ir a la tierra, pero son rechazados por los amalecitas y los
cananeos (Nm. 14:1–45). Se ratifican leyes sobre los holocaustos y ofrendas (Nm. 15:1–
41).
Se produce otra rebelión, esta vez encabezada por •Coré, •Datán y •Abiram. La tierra les
traga a ellos y sus familias. Los incensarios usados por los doscientos cincuenta hombres
que usurparon la función levítica se convierten en “planchas batidas para cubrir el altar”. De
nuevo una plaga consume en el pueblo, pero Moisés y Aarón interceden “y cesó la
mortandad” (Nm. 16:1–50). Se ratifica el liderazgo del sacerdocio aarónico al florecer la vara
de Aarón (Nm. 17:1–13) y se habla de las ofrendas que le corresponderán (Nm. 18:1–32).
Se establecen estatutos para la purificación de individuos que hayan tenido contacto con
difuntos o sus objetos (Nm. 19:1–22).

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Tercera parte. De Cades a Moab. Al llegar a •Cades, muere •María y el pueblo protesta
por falta de agua. Dios ordena a Moisés y Aarón que hablen a una roca, pero éstos la
hieren. Sale agua, pero Dios no se agrada de ellos y dice: “... no meteréis esta
congregación en la tierra que les he dado”. Se pide permiso a •Edom para pasar por su
territorio, pero los edomitas se niegan. Muere Aarón (Nm. 20:1–29).
Se hace guerra contra el rey de •Arad, Dios da la victoria a los israelitas. El pueblo parte,
rodeando la tierra de Edom. En el camino, se queja del maná (“... tiene fastidio de este pan
tan liviano”). Vienen entonces serpientes que mordían al pueblo. Tras la confesión del
pecado, Dios ordena a Moisés hacer “una serpiente ardiente” ( •Nehustán) y son sanados
los que la miran. Victoria contra •Sehón, rey amorreo, y •Og, rey de Basán (Nm. 21:1–35).

Cuarta parte. En los campos de Moab. “Junto al Jordán, frente a Jericó”, Balac, rey
moabita contrata a •Balaam Este lo que hace, contra su voluntad, es bendecir a Israel (Nm.
22:1–41; 23:1–30; 24:1–25). Incidente de Baal-peor. Por recomendación de •Balaam, “las
hijas de Moab.... invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses”. Dios ordena un juicio.
•Finees encabeza a los levitas que comienzan una matanza de los culpables (Nm. 25:1–
18).
Dios ordena un nuevo censo. Se confirma que los que habían sido incrédulos habían
muerto, “porque Jehová había dicho de ellos: Morirán en el desierto” (Nm. 26:1–65). Las
hijas de Zelofehad presentan su caso ante Moisés y éste consulta a Dios. Se estatuye que
las mujeres podían heredar a sus padres. Dios dice a Moisés que va a morir, por lo cual
éste pide que se nombre un sucesor. Dios señala a Josué (Nm. 27:1–23). Se estatuye
sobre el “holocausto continuo” y otras ofrendas (Nm. 28:1–31; 29:1–40), así como sobre los
votos (Nm. 30:1–16).
Guerra y victoria contra •Madián. Muerte de •Balaam Se estatuye sobre la distribución
de los botines de guerra (Nm. 31:1–54). Las tribus de •Rubén y de •Gad piden vivir en
•Jazer y •Galaad. Se les concede, a condición de que los hombres de guerra rubenitas y
gaditas pasen el Jordán a conquistar la tierra con las demás tribus (Nm. 32:1–42).
Se presenta una lista de “las jornadas de los hijos de Israel” desde “que salieron de la
tierra de Egipto”. Dios ordena no hacer pacto con los cananeos (Nm. 33:1–56). Se dan los
límites de la tierra de Canaán. Se selecciona a los varones que habrían de repartir la tierra
(Nm. 34:1–29). Se establece la forma en que se darían propiedades para habitación de los
levitas; se ordena la creación de ciudades de refugio, indicando las regulaciones para los
casos de homicidio involuntario (Nm. 35:1–34).
Se aclara que las hijas que hereden deben casarse con personas de su propia tribu. El
libro termina con las palabras: “Estos son los mandamientos y los estatutos que mandó
Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel en los campos de Moab...” (Nm. 36:1–13).

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