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DEPARTAMENTO DE PSICOLOGIA
0900 – CONSEJERÍA
LIC. CARMEN ZÚÑIGA
CONTENIDO: LA ENTREVISTA
Freud reconoció un elemento crucial: el entrevistador, o terapeuta, no es un observador neutral.
Para minimizar su influencia en la dinámica de la entrevista, el terapeuta debía adoptar un papel
pasivo. Esta noción marcó un cambio significativo en la forma en que se llevaban a cabo las
entrevistas terapéuticas. Harry Sullivan, otro destacado psicólogo, contribuyó a la evolución de
la entrevista al enfocarse en la relación interpersonal. Para Sullivan, la entrevista era un proceso
de relación interpersonal planificada (Perpiñá).
Él argumentaba que la interacción entre el terapeuta y el paciente tenía un valor real y que el
terapeuta debía actuar como un "observador participante". Esta perspectiva subrayaba la
influencia activa del terapeuta en la dinámica de la entrevista y cómo esta interacción social
podía ser aprovechada para beneficiar al paciente. Carl Rogers llevó la entrevista a un nuevo
nivel con su enfoque de la terapia centrada en el cliente. En esta perspectiva, la entrevista adopta
un estilo "no directivo" en el que el terapeuta se centra en el marco de referencia del cliente y en
su expresión emocional. La interpretación se evita en favor de la comprensión emocional del
cliente. Rogers también contribuyó a la investigación de la entrevista al realizar transcripciones
textuales y grabaciones de audio de las sesiones para su estudio posterior (Vera, 2015).
Cada uno de los elementos de la entrevista tiene un papel crucial en su funcionamiento. La
"comunicación" en la entrevista se establece mediante el diálogo entre dos o más personas,
donde el entrevistador desempeña un papel activo al formular preguntas específicas con un
objetivo predefinido. Esta comunicación es mayormente oral, pero también incluye aspectos no
verbales que pueden revelar información valiosa. La "interacción" es un proceso bidireccional en
el que los participantes influyen mutuamente. Aunque generalmente involucra a un entrevistador
profesional y a un cliente o paciente, esta interacción puede variar en función del contexto (Díaz
Bravo, 2013).
El entrevistador guía y dirige la entrevista, estableciendo una relación asimétrica donde cada uno
tiene roles y responsabilidades específicos. El "propósito" de la entrevista es el objetivo que guía
la conversación. Aunque el motivo inicial puede surgir del entrevistado, el entrevistador
generalmente conoce y dirige el propósito de la entrevista, que puede incluir evaluación,
diagnóstico, asesoramiento o intervención. Las preguntas y las intervenciones se realizan de
acuerdo con este propósito. En el ámbito clínico, la entrevista es una técnica longitudinal que
abarca todo el proceso clínico, desde la evaluación inicial hasta la intervención y la posterior
evaluación de la efectividad de la intervención. Esta herramienta es fundamental para
comprender y ayudar a las personas en el campo de la psicología, y su estructura única garantiza
que se utilice de manera efectiva para alcanzar objetivos específicos en el contexto de la salud
mental y el bienestar emocional (Díaz Bravo, 2013).
La entrevista, esa conversación con un propósito definido, es un proceso que se divide en tres
fases esenciales: inicial, intermedia y final, cada una con objetivos específicos y enfoques
particulares. La fase inicial, de aproximadamente 10 minutos, se enfoca en establecer un buen
rapport con el entrevistado. Aquí, se explica claramente el propósito de la entrevista y cómo se
llevará a cabo, reduciendo así la incertidumbre y estableciendo expectativas realistas. La fase
intermedia es la más extensa, donde el entrevistado es el protagonista. El entrevistador debe
fomentar una conversación fluida, utilizando tanto preguntas habilidosas como una escucha
activa. La duración puede variar, pero el objetivo siempre es recopilar información relevante para
cumplir con el propósito de la entrevista, que puede ser un diagnóstico o una selección de
personal, entre otros (Vera, 2015).
En la fase final, que dura unos 10-12 minutos, se resumen los puntos clave, se planifican futuras
citas y se explican tareas o acciones a seguir. También se brinda la oportunidad al entrevistado
para hacer comentarios o plantear dudas, garantizando que se vaya con un estado de ánimo
positivo. La flexibilidad del entrevistador es esencial, adaptándose a las diferencias individuales
de cada entrevistado, como edad, género y cultura. Además, la capacidad de escuchar
activamente y formular preguntas adecuadas son habilidades cruciales para lograr una entrevista
exitosa, donde el entrevistador mantenga el control y se alcancen los objetivos (Perpiñá).
CONCLUSIONES
La entrevista ha evolucionado desde su uso inicial en el campo clínico hasta convertirse
en una herramienta versátil en la psicología. Su capacidad para adaptarse y enriquecerse a
lo largo del tiempo es un testimonio de su importancia continua en el campo de la salud
mental y más allá.
La entrevista es una conversación con un propósito que involucra comunicación,
interacción y objetivo. Estos elementos se entrelazan para crear un proceso único que
permite la exploración profunda de la experiencia humana y la prestación de ayuda
profesional.
Bibliografía
Díaz Bravo, L. T.-G.-H.-R. (2 de julio de 2013). La Entrevista. Recurso Flexible y Dinámico. Obtenido de
Sistema de Información Científica Redalyc: https://www.redalyc.org/articulo.oa?
id=349733228009
Perpiñá, C. (s.f.). Manual de la Entrevista Psicológica: Saber escuchar, saber preguntar. Manuales
Prácticos, Psicología Pirámide.