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DÍA 7

Santa María
Ruega por nosotros
Todos los cristianos pertenecen a San José porque Jesús y María le pertenecieron.1
— San Leonardo de Puerto Mauricio

P erteneces a Jesús. Él quiere que crezcas en virtud y santidad; es decir, en


verdadero amor a Dios y al prójimo. Para que eso sea posible, debes imitar a
Jesús, particularmente en su total abandono a María y San José.
Jesús no se ofende cuando la gente se encomienda a María y José. ¿Cómo
podría hacerlo, si Él fue el primero en poner toda su confianza en ellos? Él, más
que nadie, quiere que ames a María y San José. Quiere que los ames y te
asemejes a ellos.
Qué hermano se sentiría ofendido si sus hermanos menores expresaran
reverencia hacia su madre y padre? ¿Qué hombre se sentiría ofendido si otra
persona escribiera una canción sobre su madre o pusiera rosas a sus pies?
Asimismo, ¿qué hijo se sentiría perturbado si alguien alabara las virtudes de su
padre? Si ese alguien honra a su padre, no sería condenado por el hijo de éste, al
contrario, sería reconocido y recibiría grandes favores del hijo. Bueno, eso es
exactamente lo que Jesús hará por aquellos que honren a María y a San José;
Jesús les dará todo. ¡Jesús está listo para darte todo!
Ahora bien; si un hijo está dispuesto a recompensar a la persona que honra a
su madre y a su padre, ¿qué clase de recompensa daría un esposo a quien honre a
su esposa? Lo único que tenemos que hacer es mirar a San José y descubrirlo.
San José vaciará el tesoro del cielo para aquellos que honren a María, ¡su
esposa!
SAN JOSÉ BENDECIRÁ EN ABUNDANCIA A LOS QUE AMEN Y HONREN A MARÍA. La
Virgen María es la esposa de San José, su reina y la delicia de su corazón. Ella
era la única mujer que podía satisfacer su casto corazón. Así como Adán no
podía sentirse pleno hasta tener una creatura similar a él mismo (Eva), José se
sintió en paz solamente después de haber hallado a María. Cuando tomó la mano
de María en matrimonio, se consagró a ella y prometió atesorar su femineidad,
especialmente su bendita virginidad. Él fue su amado proveedor, protector y
siervo. San José desea fervientemente que ella sea honrada y amada por todos.
SAN JOSÉ HARÁ QUE CREZCA TU AMOR POR LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. San
José ama tanto a María, que quiere que todos reconozcan su belleza. ¿Qué
esposo no querría esto para su esposa? ¿Acaso no desean todos los esposos que
sus esposas sea amadas y honradas por los demás? ¿Qué esposo no haría todo lo
que está en su poder para que crezca la reverencia debida a su esposa? Si tú
permites que San José aumente tu amor por su Reina, él vaciará los tesoros del
cielo para ti. ¡Él tiene acceso a todos los tesoros del cielo!
¡LA CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ TE CONVERTIRÁ EN UN CABALLERO DE LA SANTA
REINA! San José sabe que por María vale la pena vivir, luchar y morir. Ella es la
Reina del cielo, y luchar por ella es luchar por el Rey. San José, el más valiente
de todos los caballeros, sabe que el camino más seguro, fácil y rápido para llegar
al Rey es a través de la Reina. Su misión es revelar esta verdad a las almas.
Por su parte, María tiene plena confianza en el amor respetuoso de San José,
su caballero, en quien confía totalmente. San José también te enseñará cómo ser
un caballero de la santa Reina, haciéndote capaz de conquistar los corazones
para el Reino de los Cielos.
Un siervo de María tendrá una tierna devoción a San José, y mediante su piadoso homenaje de
respeto y amor, se esforzará en merecer la protección de este gran santo.2
— Beato Guillermo José Chaminade

Oh mi querido padre San José, quiero amarte con el amor que María te tiene.3
— Beato Bartolo Longo

Leer “El Caballero consagrado”


Rezar la Letanía de San José
santo y justo. ¿Qué padre, estando cuerdo, daría en matrimonio a su amada hija a un hombre de
categoría y estado de vida inmoral e irreprochable?8
— San Lorenzo de Brindisi

En conclusión, ¿qué puedes ganar de estas reflexiones sobre San José? ¿Estás
obligado a creer que San José era joven? Por supuesto que no, pero ¿al menos
comprendes, sobre la base de las exigencias físicas que inevitablemente habría
requerido su misión, por qué tiene más sentido que San José haya sido un
hombre joven y no un anciano cuando se casó con Nuestra Señora? Sin importar
cuál representación de San José prefieras, él es tu amoroso, fuerte y valiente
padre espiritual. Agradécele por todo lo que hizo por amor a Jesús y por tu
madre espiritual, María. Agradécele por todo lo que hace por amor a ti.
Te agradezco, oh santo patriarca José, porque nosotros, que incluso somos incapaces de saber cómo
amar a Jesús y a nuestra Madre Inmaculada, sabemos y nos alegramos de que al menos tú la amaste
como ella se mereció, como la digna y verdadera Madre de Jesús.9
— Beato Gabriele Allegra

El Caballero consagrado
Con gran amor, San José nos impulsa constantemente a amar, servir e imitar a la Reina de su
corazón, la Inmaculada Madre de Jesús.1
— Beato Gabriele Allegra

S an José es el santo más mariano de todos. Su amor por María es mucho más
grande que el de San Bernardo de Claraval, San Luis de Montfort, San
Alfonso María de Ligorio, San Maximiliano Ma. Kolbe y San Juan Pablo II
juntos. Jamás ha habido un santo mariano más grande que San José, y jamás lo
habrá.
San José es el modelo de la consagración total a María. Mucho antes del
evento del Calvario, cuando Jesús instruyó a todos sus discípulos a acoger a
María en sus corazones y hogares (ver Jn 19,26-27), San José ya había acogido a
María en su corazón y en su hogar. Ella es su corazón, ella es su hogar. Todo lo
que él hizo fue por Jesús y María. Vivió y murió por Jesús y María.
Como José, no teman acoger a María en su hogar.2
— Papa Benedicto XVI

San José fue la primera persona humana en haber estado totalmente


consagrado a la Santísima Virgen María. Si tuvieses que preguntarle a Nuestra
Señora qué persona de toda la cristiandad la ha amado más, que haya sido la más
devota a ella, y que la haya servido con mayor fidelidad, sin duda te diría que
San José. Él es el prototipo, el sello, y el modelo de cómo vivir una vida de total
consagración a María.
Las varias formas de consagración mariana promovida por los santos a lo
largo de los siglos — por ejemplo, la de San Luis de Montfort, el Beato
Guillermo José Chaminade, San Maximiliano Kolbe, el Siervo de Dios José
Kentenich, y otros — encuentran su plenitud y perfección en la persona de San
José.
El programa de la consagración mariana de San Luis de Montfort enseña que
hay que ser esclavos de Jesús y María; el Beato Guillermo José Chaminade
enseña a los fieles que hay que ser como el talón de María que le aplasta la
cabeza a Satanás; el Siervo de Dios José Kentenich instruye a la gente para que
se conviertan en una “aparición” de María; y el método de la consagración
mariana de San Maximiliano María Kolbe enseña cómo convertirse en propiedad
de María. Todas estas son formas maravillosas de describir la única dimensión
fundamental de todas las consagraciones marianas: ser otro José para María.
Los grandes movimientos marianos (la Milicia de la Inmaculada, Schoenstatt,
la Legión de María, el antiguo Ejército Azul que ahora se llama Apostolado
Mundial de Fátima, y tantos otros, tienen como esencia la caballería, porque ser
caballeroso con María significa estar en el camino hacia la santidad. Una
persona caballerosa es noble, de buenos modales, valiente en la batalla, y es un
refugio para los débiles. San José es el más caballero de todos los cristianos y
nos enseña que todos, incluyendo mujeres y niños, pueden ser caballeros
espirituales de la Reina del cielo. Ciertamente, San José es el primer caballero
consagrado de la Santísima Reina.
Durante siglos, los cristianos se han dirigido a la Virgen María como
“Nuestra Señora.” Es un término que reconoce el gran amor, respeto, honor y
reverencia que se le debe a María; un término caballeroso. No debería
sorprender, pues, que San José sea el primer hombre que se refiera a María como
su Señora. María es la mujer de San José quien, ante tal belleza y maravilla
femenina, se inclina en amorosa reverencia, y su misión es hacer que todos los
corazones hagan lo mismo. Por eso San José es el caballero más excelso de
Nuestra Señora.
Durante la Edad Media hubo cantidad de historias y leyendas sobre caballeros
que viajaban largas distancias involucrándose en heroicas aventuras en busca del
Santo Grial, el cáliz que contuvo la Sangre de Jesús durante la Última Cena. En
esa época de caballería medieval, nadie fuera del sacerdote podía beber la Sangre
de Jesús en el cáliz durante la Misa. Por esa y muchas otras razones, las historias
nos cuentan que los caballeros salieron en busca del Santo Grial extraviado con
la creencia de que si tomaban del cáliz tendrían vida eterna. Si bien sus heroicas
aventuras eran nobles y bien intencionadas, eran del todo innecesarias. Todos los
católicos que en estado de gracia reciben el Cuerpo de Cristo durante la santa
Misa tienen asegurada la vida eterna, aunque no beban del cáliz. Sin embargo,
deben mantenerse en estado de gracia, observar los 10 Mandamientos y obedecer
las enseñanzas de la Iglesia. Pero las aventuras históricas de los caballeros
medievales también fueron innecesarias por otra razón, ya que lo único que
tenían que hacer para encontrar el verdadero cáliz de la Preciosa Sangre de
Nuestro Señor era mirar a San José, ¡el primer y más grande caballero de
Nuestra Señora! Él sabe en dónde encontrar el cáliz vivo que contiene la sangre
de Jesucristo dadora de vida. El Santo Grial que posee San José no se ha
perdido, y él está listo para dar este cáliz a todos sus hijos espirituales.
Lo que San José enseña a sus hijos es que ¡la Virgen María es el Santo Grial!
Ella es lo que busca todo caballero cristiano. A diferencia del cáliz utilizado en
la Última Cena, este vaso no se ha perdido. María, el Santo Grial, se encuentra
fácilmente. Los que la encuentran a ella encuentran a Jesús, encuentran la
religión católica y su mayor tesoro: Jesús en la Santa Comunión. María desea
llevar a todas las almas a la Santa Misa en donde podrán recibir al Cordero de
Dios y obtener la vida eterna. Todos los que imitan a San José descubrirán a
María y el misterio salvífico de la santa Misa.
María, Madre mía; José, padre mío, préstenme sus ojos para contemplar a Jesús. Préstenme sus
corazones y espíritus para comprenderlo y sentirme apasionado por Él.3
— Venerable François-Xavier Nguyễn Văn Thuận

Desde el cielo San José se sigue esforzando por llevar a todas las almas a
Jesús por María. Desde el cielo busca almas que estén dispuestas a ser caballeros
de la Santa Reina. Desea suscitar amorosos defensores y campeones heroicos de
Jesús, María y la fe católica. Quiere hombres, mujeres, niños, sacerdotes y
monjas que sirvan a María y guíen a otros al Reino de los cielos. Hoy en día se
necesitan almas valientes, almas que se parezcan a José, almas que se esfuercen
apasionadamente por guiar a otros a la fuente de la vida eterna.
¡A Jesús por María y San José!
Él (San José) siempre favorece y protege especialmente a las almas que se amparan bajo el
estandarte de María.4
— Santa María Magdalena de Pazzi

¡La intercesión conjunta de la Santísima Virgen y San José es sumamente poderosa!5


— San Andrés Bessette
Concédenos que siguiendo tu ejemplo (San José), mantengamos nuestros ojos fijos en nuestra
Madre María, tu dulcísima esposa.6
— Venerable Papa Pío XII
LETANÍA DE SAN JOSÉ
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros
Santa María, Ruega por nosotros
San José, Ruega por nosotros
Noble Retoño de David, Ruega por nosotros
Luz de los Patriarcas, Ruega por nosotros
Esposo de la Madre de Dios, Ruega por nosotros
Casto Guardián de la Virgen, Ruega por nosotros
Padre Nutricio del Hijo de Dios, Ruega por nosotros
Ferviente Defensor de Cristo, Ruega por nosotros
Jefe de la Sagrada Familia, Ruega por nosotros
José Justísimo, Ruega por nosotros
José Castísimo, Ruega por nosotros
José Prudentísimo, Ruega por nosotros
José Valientísimo, Ruega por nosotros
José Obedientísimo, Ruega por nosotros
José Fidelísimo, Ruega por nosotros
Espejo de Paciencia, Ruega por nosotros
Amante de la Pobreza, Ruega por nosotros
Modelo de los Obreros, Ruega por nosotros
Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por nosotros
Guardián de las Vírgenes, Ruega por nosotros
Pilar de las Familias, Ruega por nosotros
Consuelo de los Afligidos, Ruega por nosotros
Esperanza de los Enfermos, Ruega por nosotros
Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.
V. Lo hizo Señor de su Casa
R. Y administrador de todas sus posesiones
Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José para ser
esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener como nuestro
intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra como nuestro
protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Letanía de San José (latín)
Kýrie, eléison. Kýrie, eléison.
Christe, eléison. Christe, eléison.
Kýrie, eléison. Kýrie, eléison.
Christe, audi nos. Christe, exaudi nos.
Pater de caelis, Deus. Miserére nobis.
Fili, Redémptor mundi, Deus. Miserére nobis.
Spiritus Sancte, Deus. Miserére nobis.
Sancta Trínitas, unus Deus. Miserére nobis.
Sancta María. Ora pro nobis.
Sancte Ioseph. Ora pro nobis.
Proles David ínclyta. Ora pro nobis.
Lumen Patriarchárum. Ora pro nobis.
Dei Genetrícis Sponse. Ora pro nobis.
Custos pudíce Vírginis. Ora pro nobis.
Filii Dei nutrície. Ora pro nobis.
Christi defénsor sédule. Ora pro nobis.
Almae Famíliae praeses. Ora pro nobis.
Ioseph iustíssime. Ora pro nobis.
Ioseph castíssime. Ora pro nobis.
Ioseph prudentíssime. Ora pro nobis.

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