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.;Luma lo son por el papel que han represenrado en la historia filogenética de las es-
peCJes.
Las características del estado de miedo o angustl.i son las siguientes: una deter-
minada representación mental displacentera, más o menos consciente, que va
acompañada de 1) sensaciones corporales (sensación de opresión o tensión, etc.); 2)
alteración del estado funcional de ciertos órganos (sistema nervioso central, sistema
nervioso autónomo, órganos endocrinos, etc.; aceleración del pulso, sudoración,
temblor, etc.); 3) alteraciones del comportamiento (alteración de la frecuencia res-
piratoria, expulsión frecuente de heces y orina, sobrecogimiento, huida, gritos,
brusco repliegue para saltar después, actitud de cobijarse, actitud tensa y vigilante,
actitudes elusivas, etc.).
Para diferenciar el miedo y la angustia, tanto en biología como en psirnlogía se
ha apelado clásicamente a dos criterios: En primer lugar, en el miedo o temor
existiría un objeto amenazador. Nos asustamm de alguien o algo, aunque el
causante del miedo pueda ser real o imaginario. En la ansiedad, por el contrario, no
existe un objeto desencadenante patente o bien el objeto desencadenante no es sen-
tido como un objeto remible o tratado como tal. Por eso se habla clásicamente de la
angustia como ''miedo sin objeto''.
En se-gundo lugar, para diferenciar el miedo de la ansiedad, se dice que el
comportamiento correspondiente al miedo es, en líneas generales, adecuado a la
magnitud del peligro: a más peligro, más miedo. Por tanto, tiene un claro sentido
protector, mientras que en la ansiedad se observan situaciones extremas de la mis-
ma que no resultan adecuadas, parejas con respecto a la magnitud del peligro.
Sin embargo, los usos que hacemos de ambos términos en el lenguaje ordina-
rio no son unívocos: A veces se habla de ansiedad a pesar de que tal reacción está
claramente referida a un objeto. Tampoco desde el punto de vista fenomenológico,
descriptivo, se pueden trazar límites claros entre el miedo y la ansiedad. Además, la
situación se complica con el uso frecuente del término angustia, estrechamente em-
parentado con el de ansiedad. Para unos, el término angustia, más que el de an-
siedad, habría que referirlo a una situación vivencia! del tipo de la enunciada pero
en la que queremos hacer hincapié en los aspectos mentales, psicológicos, en la vi-
vencia de tal experiencia y en sus representaciones mentales acompañantes. Para
otros, por elcontrario, y en ello coinciden con usos castellanos populares, angustia
se llamará a la situación de desazón, temor o malestar dominada en su vivencia por
elementos vegetativos. En otras ocasiones, por último, se hará una diferenciación
cuantitativa: la angustia en este caso se considera una ansiedad enormemente exa-
cerbada y, por tanto, psicológicamente perturbadora.
En la obra de Sigmund Freud, a quien debemos gran parte de estas aclara-
ciones y diferenciaciones, suele decirse que se encuentran dos teorías de la ansiedad.
En esquema,. en la primera teoría Freud 6 7 atribuía la ansiedad a la libido insatis-
fecha, que no puede descargarse adecuadamente y se transforma en la emoción pe-
nosa, desagradable, a la que llamamos ansiedad. La ansiedad sería pues una conse-
cuencia de la represión: desde el punto de vista económico, la energía para la mis-
ma nacerá de la libido reprimida y, eventualmente, de las energías corilenidas en el
propio proceso de la represión.
En una segunda teoría, y en especial a partir del trabajo Inhibición, síntoma y
angustia 9 (complejo y discutible, pero apasionante), la ansiedad o angustia es una
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·'señal intencwnal creada por el yo·· y entraña un proceso defensivo tal como por
ejemplo el de la represión, proceso que se pone en marcha ante un peligro interno o
externo, imaginario o real.
Del párrafo precedente puede deducirse que Freud, a pesar de todo, s1gu10
dudando a lo largo de su obra y su clínica entre ambas conceptualizaciones de la
ansiedad e incluso manejando una posible síntesis de las mismas. Sin embargo, una
consecuencia de la segunda teoría desde el punto de vista psicológico y, más en
concreto, desde el punto de vista de una psicología basada en la relación, sería la
posibilidad de entender la ansiedad como una señal psicofísica que nos avisa y avisa
al objeto de (/pego ' de la posibilidad de que el vínculo se rompa. Siempre que esa
separación se da o pueda llegar a darse, desarrollaremos ansiedad como reacción ante
ese peligro, el de máxima magnitud psicológica, según vimos en el tema 1.
Aún hoy seguimos muy influidos, no sólo en psicoanálisis, psicología "diná-
mica" y psicología de la relación por las ideas de Sigmund Freud al respecto, sino
en muchos más campos de los que inicialmente podríamos pensar y, en especial, en
el campo de la psico(pato )logía. Las teorías freudianas, mantenidas en gran parte
por muchos psicoanalistas actuales, siguen siendo de fundamental importancia para
la comprensión y la explicación psicopatológica y psicodinámica y han jugado un
importante papel progresivo en el conjunto de las ciencias humanas e incluso en las
ciencias biológicas. Pero también en sí mismas o en sus derivaciones han dado lugar
a una serie de supuestos confusos o incluso erróneos.
De entre ellos, hay tres que me interesaría especialmente resaltar aquí: uno de
esos supuesros tradicionales haría referencia a que las situaciones principales que
producen miedo o ansiedad son aquellas caracterizadas por la presencia de algo (in-
terno o externo) que pueda herirnos o dañarnos. El segundo se deriva fácilmente
del primero: no se presta o ha prestado suficiente atención al temor provocado por
la ausencia real de situaciones u objerns esperados. Del tercer problema ya he dicho
unas palabras: la diferenciación entre miedo o temor por un lado y ansiedad y an-
gustia por otro, básica en la segunda teoría de la ansiedad de Freud y básica tam-
bién en gran parte de psicopatología actual, dista mucho de ser una distinción clara
o terminante.
Según Bowlby 3 , la razón por la cual Freud se vio ran limirado en el desarrollo
de una teoría qe la ansiedad habría que buscarla en su adhesión a la hipótesis del
impulso secundario (tema 1) para explicar el vínculo afectivo madre-hijo, y en el ex-
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cesivo peso que en su concepción de la teoría de la evolución jugaba todavía el la-
marckismo. Este último aspecto le llevó por ejemplo a confundir frecuentemente
causas y funciones en sus explicaciones Je la "conducta instintiva", de las conduc-
tas innatamente determinadas o pre-programadas. En el caso de la pulsión sexual,
por ejemplo, la condición hormonal del organismo y ciertas características de la pare-
ja (que en conjunto, provocan el interés sexual) son los roles causales de la conducta
sexual, mientras que la función biológica de tal conducta es la que llevará a la fertili-
zación y reproducción. Por eso, cuando Freud en 1926 9 se propuso replantearse su
teorización de la ansiedad, este replanteamiento se vio parcialmente obstruido por
su modelo originario de motivación de la relación de objeto y por el supuesto de
que la única situación que debería provocar miedo en el ser humano debería ser
aquélla relacionada con la amenaza de un peligro externo (o, como mucho, también
de un peligro interno). Así, como señala Bowlby \ Freud definirá el peligro real
como aquél que amenaza a la persona desde un "objeto externo". Si el peligro es
conocido, la ansiedad sera "realista". Si el peligro es desconocido, la ansiedad se
calificará como neurótica (o al menos, tenderá a calificarse así). En tal sentido, como
el temor de verse rodeado de extraños o en la oscuridad son reacciones ante un
peligro desconocido, habrían de valorarse, sobre todo si se dan en adultos, como
temores o ansiedades de naturaleza neurótica. La consecuencia es que la neurosis
infantil es omnipresente, ya que todos los niños manifiestan temores o ansiedades
ame una serie de estímulos ambientales comunes en el desarrollo.
En la medida en que algunos de tales temores o ansiedades son sumamente lla-
mativos, consecuentemente será necesario calificarlos con un término especial: así se
acuñó el término de fobias. Una y otra vez Freud se encontró con problemas para
descifrar lo que él llamó las ''enigmáticas fobias'' de los niños pequeños, entre las
cuales incluía "el temor a permanecer solos o en la oscuridad o rodeados de extra-
ños" 9 • Así, la conclusión a la que se ve impulsado, como muchos psicoanalistas
posteriores a él, es que el temor en esas situaciones tan comunes' 'ha de equipararse
inicialmente al temor a perder el objeto'' y, en último extremo, al temor al desam-
paro. Un desarrollo adecuado hará que el niño "supere" tales fobias. Un desarrollo
"inadecuado" hará que tales fobias permanezcan.
M. Klein y muchos de los psicoanalistas kleinianos y postkleinianos. ame la
misma situación, tienden también a aventurar hipótesis, aunque en otro sentido.
Como hay que interpretar de alguna forma los temores ''no realistas'', Klein, en
1946, en S'US "Notas acerca de algunos mecanúmos esquizoides" 13 y en otros
trabajos ' 2 · 14 , postulará "que la ansiedad surge por la influencia del instinto de
muerte en el organismo, se experimenta como temor de la aniquilación (muerte) y
adopta la forma de ansiedad (miedo) persecutono". Esta hipótesis, además, es bá-
sica en el sistema kleiniano.
Por el contrario, según numerosos etólogos y según algunos psicoanalistas y
psicólogos dinámicos, la tendencia a experimentar miedo ante lo que llamaremos
indicios naturales del peligro ha de entenderse como connatural al hombre, una
conducta pre-programada para desencadenarse ante determinados estímulos (el ob-
jeto extraño, el cambio repentino en las características de los estímulos sensoriales,
el acercamiento rápido de un objeto, la altura, la soledad ... ). Todas esas respuestas
de ansiedad preprogramadas lo son ante señales o estímulos potencia/mente pe-
ligrosos, pero no intrínsecamente peligrosos. Incluso en épocas anteriores de evolu-
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ción de la especie, el acercamiento rápido de un objeto grande en sí mismo no es se-
ñal de peligro, ya que puede tratarse de un perro guardián o un caballo de carga o
caza, pero la respuesta psicofísica surgirá si no es inhibida rápidamente por el cono-
cimiento, por el aprendizaje de que tal situación no es peligrosa.
La consecuencia será que tales manifestaciones de ansiedad en esas situaciones,
y entre ellas la que nos ocupa más directamente (la soledad, la pérdida del objeto o,
mejor dicho el peligro de), no pueden ser consideradas ni "fo bias" ni "infantiles",
ya que hay bastantes evidencias de que en nuestra especie y en otras muchas espe-
cies son comunes en la infancia y permanecen, más o menos atenuadas, hasta la se-
nectud. En tal sentido, por Fjemplo, podría considerarse mucho más ''anómala'',
"transtornada" o "patológica" la no existencia o la no percepción de ansiedad en
esas situaciones. Por ejemplo, desde esta perspectiva, habría que preguntarse si no
es más ''patológica'' la actitud y las representaciones mentales de quien no siente
nunca conscientemente ansiedad ante la soledad o el peligro de ella, la del self
made-man del que hablábamos en el tema anterior, la del personaje individualista
e insolidario, la del autosuficiente, que las conductas y representaciones mentales
de la persona dependiente que muestra a menudo su necesidad del otro. Parece que
en este punto, el psicoanálisis moderno, a partir del estudio del narcisismo como es-
tado mental dominado por fantasías de autosuficiencia (tema 4), coincide notable-
mente con las perspectivas enunciadas, derivadas todas ellas de la etología.
En definitiva, la presencia de reacciones de ansiedad ante esas situaciones no
puede considerarse anómala en la infancia ni en la vida humana adulta sino cuando
el temor se provoca muy fácilmente, con mucha intensidad o rapidez; o bien al
contrario, cuando dicha incidencia es prácticamente nula. Y ello tiene repercu-
siones también técnicas en el campo de lo psico(pato)lógico: nos obligará a profun-
dizar en el conocimiento científico de lo individual (Tizón 25 ), ya que teóricamente
- quedamos desprovistos de la fácil dicotomía anterior y tenemos pues que mensurar
los grados, intensidades, calidades concretas de la ansiedad de esta persona concreta
en esta situación concreta y con esta historia anterior concreta.
Indudablemente, las críticas de Bowlby, de las que hasta ahora he hecho un
breve resumen, han de ser tenidas en cuenta, aunque a veces produzcan una oscura
impresión de que, tras su meritorio y profundo estudio etológico (de más de dos dé-
cadas de duración), la perspectiva estrictamente psicoanalítica, la perspectiva de la
relación de objeto (en especial de las relaciones internas de objeto) hubiera queda-
do algo difuminada en sus apreciaciones. A menudo uno se pregunta, cuando con-
sulta o lee las magníficas obras de). Bowlby 3 , si no pierde de vista en ocasiones las
capacidades animales y humanas de representación mental, de procesamiento men-
tal de los datos.
Sin embargo, indudablemente la terminología de las fobias y su teoría quedan
fuertemente afectadas por estas críticas, así como numerosos problemas concep-
tuales en este campo.
Otra de las consecuencias de tales replanteamientos es que tal vez el término
alarma y reacción de alarma es el que debería utilizarse para hacer referencia a las
transformaciones corporales, sensaciones y representaciones mentales ante una si-
tuación en la que tratamos de huir o emprender la retirada, ante una situación co-
nocida, mientras que el vocablo ansiedad podría ser útil para describir nuestras
representaciones -incluyendo, claro está, nuestras sensaciones corporales- cuan-
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do buscamos una figura de afecto y no podemos lograrla o alcanzarla.
Naturalmente, un estímulo que provoca en nosotros alarma o temor es el dolor
físico. En otros tiempos fue postulado como el único estímulo que provoca una res-
puesta de temor genéticamente determinada, pero los estudios etológicos han rela-
tivizado su importancia, ya que en último extremo su valor filogenético es posterior
y, posiblemente, inferior a las reacciones de alarma que se producen cuando el pe-
ligro todavía no ha dañado nuestra integridad física. (En tal sentido, el dolor sería
la última frontera del organismo antes de la lesión por parte del peligro externo o
interno.)
En los círculos intelectuales suele soslayarse muy a menudo la importancia de
1a tendencia a reaccionar con alarma o ansiedad ante los "indicios naturales de pe-
ligro" y, en consecuencia, el temor a perder o alejarse de la persona amada suele
considerarse infantil o neurótico. Por el contrario, la teoría de la ansiedad y el temor
que proponemos aquí, siguiendo parcialmente a Bowlby, admitirá la existencia de
al menos tres grupos de fuentes de temor, alarma y ansiedad para los seres humanos
adultos:
- Los indicios naturales y sus derivados.
- Los indicios culturales de peligro, aprendidos a través de nuestra inevitable
inmersión en un cultura concreta.
Los indicios individuales, personales, del peligro.
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:nulación excesiva por causa de necesidades corporales insatisfechas. Una variante
de tal interpretación es propuesta por Spitz en 1950 23 y teorizada por Joffe y
Sandler en 1965 11 : la situación traumática que debe evitarse es la de una herida al
:iarcisismo de la persona.
4. El sistema de M. Klein propondrá dos desencadenantes diferentes para los
dos diferentes tipos de ansiedades elementales tal como son vividas desde el punto
de vista psicológico. En último extremo, sin embargo, la ansiedad surgirá como re-
;ultado de la actuación del instinto de muerte innato a todo ser humano, impulso
il que el bebé aplicará un mecanismo psicológico fundamental: la proyección. Al
proyectar su agresividad y destructividad, el niño puede sentir a su madre corrío
perseguidora, como no-amante, como no complaciente, como abandonante: de ahí
;urgirá la ansiedad paranoide o persecutoria. Más tarde, con el desarrollo psicológi-
co del bebé, éste comienza a interpretar o sentir la desaparición de la madre como
-:onsecuencia del daño que él mismo le ha causado, como una reacción ante sus ra-
bias y exigencias infantiles y esta tonalidad culposa es la que tiñe todas las manifes-
raciones de ansiedad psicofísica: es la ansiedad "depresiva", basada en la ambiva-
lencia, la culpa y la percepción del objeto total ("bueno" en unas ocasiones y "ma-
lo" en otras, cuidante en unas y persecutorio en otras).
5. Según lo que venimos defendiendo desde los primeros temas, la ansiedad
podría ser considerada una respuesta psicofísica programada en la especie de forma
innata, cuyo desencadenamiento habría que buscarlo en la ruptura del apego o el
vínculo (o en el peligro de) y cuya historia ontogenética se remontaría a las separa-
:iones del bebé y su madre. Bowlby i llama a esta teoría la teoría del apego frustra-
.;'r,, En último extremo sería la contrapartida de la hipótesis de la motivación por la
:endencia relacional primaria, de la que antes hablamos (tema 1): la unión del bebé
con su madre a nivel psicológico es tan primaria y fundamental como el placer que
le produce el alimento y el calor. Por ello, la separación entre un niño pequeño y su
figura de apego es profundamente perturbadora en todo momento y suministra las
condiciones necesarias para que se experimente un miedo o ansiedad muy intenso.
Como resultado, cuando en el futuro el niño o el adulto percibe posibilidades ó
perspectivas de separación de sus figuras de apego, surgirá en él de nuevo esa reac-
ción a la que llamamos ansiedad, estrechamente emparentada desde el punto de
·•ista genético con las reacciones de alarma y, por tanto, con los indicios naturales de
,;/.irmá o peligro .
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programa está iJredeterminado en la especie (aunque sufra variaciones individuales
y grupales en cu:·~·uo a su vivenciación y en cuanto al grado de intensidad de los
cambios psicofisiológicos y sus repercusiones en los diversos aparatos y sistemas or-
gánicos) y cuyo prototipo es la reacción y la experiencia vivida reiteradas veces cuan-
do en la infancia nos vemos separados de nuestras figuras de apego. Dejaré pues
fuera de mi visión actual la diferenciacion clásica, propuesta ya por Freud en
1926 9 , de que el vocablo ansiedad (Angst) ·'posee cierta cualidad de indefinición y
ausencia de objeto. En un lenguaje preciso utilizamos la palabra miedo (Furcht) en
vez de ansiedad (Angst) si se ha determinado el objeto'' 9 • El problema de esta con-
ceptualización freudiana es que no parece tener muy en cuenta el postulado básico
de sobredeterminación por lo inconsciente: ¿a quién le resulta indefinido el objeto
y por qué' ¿Estamos hablando de indefinición consciente o inconsciente? ¿Y las
percepciones para la "indefinición" son a su vez conscientes o inconscientes?
Una vez situado el problema y el término, podremos darnos cuenta de que, al
contrario de lo que postulan diversas escuelas psicológicas, para nosotros la ansiedad
debe ser considerada algo básico e indispensable en el desarrollo humano, tanto por
lo que tiene de respuesta a situaciones que inevitablemente se van a dar en más de
una ocasión a lo largo de tal desarrollo como por lo que tiene de preparación, im-
pulso y asiento ontogenético del mismo desarrollo, en especial a nivel psicológico.
Lo importante por tanto no será el buscar una ''paradisíaca'' situación libre de an-
siedad, sino el lograr que ésta se mantenga dentro de determinados límites y cuali-
dades favorecedoras del desarrollo. Si pudiéramos decirlo en términos únicamente
cuantitativos diríamos que un cierto monto de ansiedad es necesario para sobrevi-
vir: como muy poco, la ansiedad como reacción y/o preparación ante peligros de se-
paración. Ahora bien: si la ansiedad es excesiva, es posible que en vez de ayudar al
desarrollo, y por lo tanto, a la estructuración del sujeto, pueda dificultár ese de-
sarrollo y esa estructuración. Pero hablar en meros términos cuantitativos es total-
mente insuficiente y parcializador: habría que considerar también las características
de la vivenciación, la experiencia psicológica de la ansiedad. En cualquier caso, en
lo que sigue consideraré la ansiedad como una señal de alarma y una preparación
del organismo ante el peligro (y en especial, ante el peligro de separación del obje-
co). Su función biológica yacería en la conservación de la homeostasis biopsicoso-
cial, más o menos teleonómica 16 •
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Tabla J.!. Cuacteríslica1 de la1 anliedades /un,d_amentales
INCIDENCIAS
I7PO 1UAN!FESTAC!ONES CONDUCTAS N!VELÁDORAS EN EL CONSULTANTE EN EL CONSULTADO
ANSIEDADES confusión ·ordenar, separar. en casos graves 1 con pacientes muy iova-
CONFUSIONALES indrt·isión
PRIMITIVAS ', cktsificar en. in:e.rvencio~es n:iuy sivos o psicóticos
(desesnucturación por
vadlación pregumar mnsivas 1 en instituciones des-
inniordinación rdk>:ionar en urgencias organizadas
confusión, no
torpeza planifirar
1 en inte!"Venciones
diferenciación ...
= ¿Ansiedades percutorias : temblor. tártamudez .. (OíltTO)<Lr .. 1 urgentes
"tempeStad de 1 en trabajos.bajo gran
pdmitivas, muy poco
movimientos" tensión externa o
elaboradas .. ?; 1
estupor catatónico interna ..
= ¿Ansiedades de
diferenciación- -·
indiferenciaciñn?). . . en relaciones sirnbiótica1
más a'otfS de ia ~ntr~- 1 más antes qe la entre-
vista y en la primera 1 vista y en la primera
parte de ella. parte de clla.
•más en pacientes deli-
1 más con pacientes para-
cantes y depresivos .1 noides ylo reivindi-
ANSIEDADES miedo, temor pretaución más ante "interrogatorios" · 1 , cativos. ·
PERSECUTORIAS desconfianza rnutela , más si la entrevista o ·I más si el consultado
{desestruc1ur.tclón terror indagaciones intervención fue mal. tiene rasgos para'.
por ataque) pánico, paralirnción huid<L, contraataque ,., '1 · noides o vive la
pur fL. auwafirmación agresiva 1 consulta en po5ición
cautela extrema ... paranoide.
1 más si no controlamos -
1. la ..contratransferer:cia
en relaciones de persecHCÍÓn
en la segunda parte de 1 más en la segunda par-
ANSIEDADES la entrevista y des- 1 te de !a entrevista
"DEPRESIVAS" O tristeza-(alegrla) ··uenane": pués de ella. y después
más si favorecemos la ex- 1 si el narcisismo profe-
REPARATORIAS: aburrimiento-hipomanía uear 1
basadas en la depresión-manía (AD+AP) reparar presión libre del consul- siona! no es muy
preornpadón por el fatiga, preorupación elaborar !os duelos tan te 1 acusado
más si vivencia la .culpa 1 si el consultado puede
objeto insomnio pasajero. trabajar 1
(desestructuración por ." entablar relaciones la ambivalencia, los observar los pro-
· vaciamiento, pérqida del sociales propios errores ... 1 · pios errores. y clrlpas
objeto, tulpa, comer-beber más si participa él tam- 1 si se logra un trabajo
ambivalencia, dormir bien en la investiga- 1 en colaboración con
aumrreproche... ) divertirse ... ción 1 el consultante ..
'"
e"n relaciones de trabajo conjunto
un mecanismo tan básico como es la disociación (tema 5) funciona adecuadamen~e
en nosotros.
''Al principio. creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las' ti-
nieblas cubrían la haz del aQismo ( ... ).Dios dijo: "Haya Luz"; y hubo luz. Y vio
Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas; y a la luz llamó día y a las tinieblas,
noche, y hubo tarde y mañana, día primero." Gé.nesis I, 1-6
Así pues, la ansiedad confusional primitiva, según muestra la tabla 3 .1, se
manifestará por confusión, indecisión, vacilaciOnes, incoordinación psicomottiz ... Es-
pontáneamente tendemos a elaborar las ansiedades confusionales ordenando la reali-
dad o nuestras percepciones de la misma, disociando, clasificando, preguntando, re-
flexionando, planificando, controlando ... que son todas ellas actividades, como es
fácil observar, destinadas a organizar la realidad ("separar la luz.de las tinieblasn).
En las profesiones asistenciales encontraremos ansiedades confusionales ante las situa-
ciones graves) en intervenciones quirúrgicas o psicológicas (interpretaciones por ejem-
plo) mµy incisivas, en las situaciones y servicios de urgencias ... Como profesionales
nos podemos sentir dominados por ansiedades confusionales ante pacientes con ese
tipo dominante de ansiedad, ante pacientes muy invasivos y psicóticos, en instirucio ..
nes o encuadres muy desorganizados ... En general, las ansiedades confusionales pri-
mitivas predominarán en siruaci9nes de simbioJis y ambigüedad, en el sentido en que.
· Bleger 2 las describe. En ese mismo sentido, en ocasiones me referíré a las mismas
con el término 11ansiedades de diferenciación-indiferenciación 11 • No puedo extender-
me aquí sobre el por qué de este término· por lo que. ~ólo diré que está en relación
·can el estudio psicoanalítio? moderno del autismo infaiiti(. .
En iíltimo extremo, SIIl erilbargo;·'.eS dudoso que se pueda hablar con totil cer-·
teza de este tipo de ansiedad como.claramente difer~nciable de la ansiedad para-
noide no elaborada, no trabajada .suficientemente. Para muchos, las ansiedades
confusionales no serán sino ansiedades paranoides insuficientemente elaboradas o,
con más propiedad aún, defensas contra la ansiedad paranoide. De está forma, el
_bebé o el adulto que siente que no puede soportar la percepción de la figura de ape-
go como persecutoria puede·entrar en una situación confusional, de ambigüedad
sujeto-objeto, de no definición, que en último extremo se apoyará en una relación
' probableménte sliiobi6i:ica erírre ral sujeto y el objeto que podtia ser vivido como per-
seguidor. .
· ¿Cómo se experimentará por tanto la ansiedad persecuton:a o paranoide? Co-
mo la amenaza de desintegración o desestructuración por ataque, por agresión. Su
origen yacería, tal como ya hemos. explicado, bien en los ataques externos, reales,
bien en la fantasía de ser atacado por causa de la proyección de la propia agresivi-
dad: mediante la actuación del mecanismo de defensa psiCológico contra ansieda-
des excesivas que es la proyección, remedo psicológico de actividades biplógicas ele-
mentales (excretar lo molesto, las heces; alejar al perseguidor o alejarse de él), el ser
humano tiende a colocar en el exterior de sí mismo lo temido, lo agresor, lo
".;nalo" ... La consecuencia, Como demuestra la observa~_ión "Clínica, es la prolifera-
ción de fantasías más o menos primitivas de haber dañado al objeto y, junto con
ellas, de temores de retaliación, de venganza consecutiva. La ansiedad persecutoria
·sería la reacción psicofísica a.rite los ataques e:XretñoS, ante los ataques internos' (de
nuestras propias representaciones mentales: recuerdos vergonzosos o dolorosos, por
ejemplo) y(o ante; el ataque del objeto sobre el que hemos proyectado nuestra agre-
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sividad u hostilidad. la ansiedad persecutoria se manifiesta al exterior en las si-
tuaciones de temOr in ten.So, de alarma en el sentido en qu'e antes· decíamos, de 'deS-
corrfianza, de paralización por el pánico o el terror ... Tales ansiedades tendemos a
controlarlas, a eJa,borarlas mediante la precaución, la cautela, la indagación, el
contraataque o la huida (psicológica o real), mediante la aceptación de nuestra cul-
pa hasta entonces proyectada ... En las relaciones asistenciales, las ansiedades para-
noides dominan antes de la entrevista y en la primera parte: tanto el entrevistado
como el entrevistador temen cómo les va a tratar el otro, si va a ser tolerante o no
con ellos,.qué va a suceder con la información que se le va a proporcionar al entre-
vistador, cómo recibirá éste las confesiones del entrevistado ... De ahí las fantasías
persecutorias que casi invariablemente aparecen antes de cada entrevista y el que só-
lo progresivamente entrevistado y entrevistador puedan ir entrando en una relación
menos precautoria, admitiendo más los problemas propios de tal situación e incluso
las dificultades de cada uno de los dos en general o para esta situación en
particular ... El éntrevistado se sentirá en principio casi siempre más perseguido si·
la entrevista adopta el tipo de "entrevista-interrogatorio" que si se le deja una ciér-
ta libertad para ir escogiendo él mismo la forma de aproximarse a lo conflictivo y el
"tempo" mismo de la relación. Por otro lado, un paciente paranoide (esquizofré-
nico, delirante Crónico paranoide, caracterópata esquizoide ... ) tenderá a senrirs·e
dominado más fácilmente por ansiedades persecutorias. Del mismo modo, en la
profundidad de toda situación melancólica, de depresión grave, existen abundantes
ansiedades persecutorias"no elaboradas, que son las que dificultan la salida de la .
depresión y la elaboración del duelo (tema 8) ... Si la entrevista fue mal, por otro la-·
do, es hasta cierto punto lógico que en. el entrevistado aparezcan fá.ntasía-5 y an-
siedades paranoides ...
El entrevistador. es mi.s probable qúe se sienta dominado por ansiedades perse-
rutorias por ejemplo en relaciones con personas o grupos paranoides o reivindicati-
. vos, con psicóticos paranoides; o en situaciones en las que no controlamos nuestra
contratransferencia y la actuamos en la relación, con las dificultades suplementárias .
que esta conducta traerá a· la entrevista... En general, toda relación ~e perseCució.i,:i.,.
en la que uno es.el perseguidor y otro el perseguido, tenderá a exacerbar las ansieda-
des persecutorias de cada uno de los miembros de la relación. ·
1
:En la: ansiedad "depresiva!/, sin embargo, el peligro se halla indudablemente
dentfO, en nuestro mundo interno. El temor a la desintegración psicofísica por la
. pérdida del objeto, el vaciamiento) la falta de fuerzas, la sitllación sin .~oluci9n ... será
. vivido como consecuencia de Ja percepción de la totalidad y autbnomía del objeto
(a veces benéfico para nosotros; otras, perserutorio o frustrante) y, por lo tanto, de
nuestra ambivalencia amor/odio hacia él, con el sentimiento de culpa aparejado a
nuestro odio contra él. la inquietud en este caso proviene pues del sentimiento de
' culpa, los celos, la duda, la ambivalencia ... Esa tonalidad "depresiva" de la ansiedad
puede vivirse en distintas situaciones de inquietud que van desde la depresión a la.
manía pasando por el aburrimiento y la hipomanía y, desde. luego, por las situacio-
nes vivenciales de tristeza y alegría ... También en las situaciones de fatiga, preocupa-
ción, insomnio ... las ansiedades "depresivas" están siempre ligadas a la preocupación
por el objeto, por su bienestar. Por é?O en ocasiones las llamaré "reparatqrias". No
hay que asimilar por tanto las ansiedades" depresivas" con la depresión, cuadro clíni-
co psico(pato)lógico: en la depresión o melancolfa lo que predominan son ansiedades
persecutori~ insuficient~ente elaboradas, _q1:J.~ clificulrarán por tanto la posterior
101
Tabla 3.2. ·Cómo detectar las ansiedades fundamentales'
103
Tabla 3.4. Cómo facilitar la elaboración de ias ansiedade; fund,1mentaln ·
ANSIEDADES ayudando a elaborar el duelo: la pérdida, la culpa, pudiendo acercarse y esludiar tanto los éxitos como !os fracasos
PERSECUTORIAS la ambivalencia .. del equipo (elaborar el duelo)
Y DEPRESIVAS ayudando a aumentar el 1'1Jight, la captación .. evitando proyecciones grupaid masivas
insuficienteillente dando posibilidades de colaborar, responsabilizarse, ,evitando una excesiva actuación externa ..
elaboradas personalizar la ayuda ... evitando actitudes seductoras o mesiánicas ..
y entremezcladas .. no introduciendo nuevos elementos hasta la aSimilación realizando una adecuada supervisión de la dinámica i"nstit11cional,
de los anteriores .. del grupo o equipo y del trabajo, entrevistas, terapias concretas ...
evitando la depresión o la euforia extremas, ayudando evitando las condiciones que dificultan la elaboración de tales ansiedades
a elaborar las ansiedades que !as subyarén, (tabla 3.3.)
evitando las condiciones que impiden elaborar tales
.. ansiedades (tab/aJ 3.3.)
' Jdi:a tomada de Mar.claras '·'. Tabla amp!iamenre modificada por el autor
elaboración de las pérdidas, el duelo, las ansiedade's ''·depresivas',.. Precisamente p6r
eso trato de utilizar comillas .Para ¡:eferirme a estB:s últimis, pues si bien están perfec-
tamente definidas desde el plJ.lltO de vista del psicoanálisis. y la psicología basada en
. la relación, podrían inducir a error en el canipo clínico. Ante las ansiedades "depresí-
vas" también ponemos en rriarcha una serie de concjucta.s nive{adoras. Todas ellas
tiene en común el deseo simbólico de "llenarse", de llenar el vacío interno y/ o dar
descanso a nuestras tribulaciones; desde comer y beber, pasando por domir y diver-
tirse, hasta situaciones abiertamente basadaS en la creatiyidad: establecer relaciones,
trabajar, dedi~arse a actividades creativas ... Como más adelante veremos, rodas ellas
no son sino formas de elaborar el duelo y reparar lo que en la realidad o en la .
fantasía hemos daiiado, ya sea directamente (sobre el objeto daiiado), yá sea median-
te sustitutivo~, desplazando nuestro afecto a objetos. representativos del primero. Esa
es por ejemplo una de las motivaciones de muchas grandes obras artísticas, científicas
o políticas de la humanidad, realizadas comq una reparación (a menudo inconsQen-
· te) por los ataques dirigidos a los objetos.
Si la entrevista ha marchado bien, la seguiida parte de lá rriism'a tenderá a estar
dominada por ansiedades "depresiVas": el entrevistado o grupo entrevistado ten-
derá a poder mostrar sus errores, ctilpas, insuficiencias, sin grandes temores de per-
secución por parte del entrevistador; mostrará una actitud colaboradora en la bús-
queda de motivos y asociaciones; podrá expresar más o menos su culpa, ambivalen-
cia y celos dirigidos hacia las figuras de apego; podrá admitir la ayuda del experto (y
no sólO en el futuro, sino incluso en el modo actual de conducción de la entrevista)
y colaborar con él: .. Sí la entrevista está ene.u adrada por el profesional dentro de
una actitud mínim:µnente honesta.y con un encuadre adecuado y no muy dificulta-
• do por circunstancias externas o por los propios conflictos del entrevisrante, en la se~
· gunda parte de toda entrevista tenderán a predoininar anSiedades "depresivas", re-'.·
· paratorias 1 y el profesional podrá percibir por un lado sus deseos de ayudar al/a los.
consultante/s y por otro, sus dificultades en este caso concreto; o~ por el contrario,
la contradicción entre su dedicación profesional y personal .y los. esc<i.sos dese.os de
ayuda que le inspira/n este paciente concreto o grupo concreto ... Para todo ello,
naturalmente, el entreyistante ha de tener mínimamente aclarados sus conflictos pe;-
sonales con el fin de que los mismos no interfieran demasiado Con la marcha de la
' enrrevista y la captación de los significados de la misma: ese rninimo de objetividad
para la observación, imprescindible para_todo trabajo clínico serio) tiene que venir,
. proporcionado por un adecuado manejo de la conttatransferencia, como ya vimo.s en .
el tema 2 y 1 desde luego, es imposible si el narcisismo profesional es ·muy.importan-
te. Ese conjunto de interacciones entre entrevistado y entrevistador puede crear un
espacio de trabajo conjunto, que es la base de toda relación dominada por las ansie-
dades "depresivas" o "reparatorias".
Como hemos visto, pues, se puéde observar una escala jerárquica en cuan-
to al gtado de elaboración de conflictos que implica cada una de las ansiedades
fundamentales: de esta forma, las ansiedades confusioilales (primitivas) impli-
carán conflictos muy primitivos .o modos muy arcaicos de . afrontarl.os (poca ,
elaboración); las ansiedades paranoides, conflictos y modos esquizoparanoides de
elaborarlos; y, por último, las ansiedades "depresivas", probablemente representa-
rán la forma más madura, más elaborada, de enfrentarse con cualquier tipo de
ranf1icto. En ese sentido, como veremos al hablar del tema de las po.siciones, duran~
105
te la primera parte del pri~er año de la vida, durante el primer trimestre, todos vi-
vimos dominados fundamenralmenre por ansiedades paranoides (y confusionales,
que según algunos autores corresponden específicamente al primer mes de la. vida);
a partir del segundo-tercer trimestre de la vida ya comienzan. a aparecer las ansie.da-
des "depresivas", precisamente a parrir de la captación del objeto de apego como,.·
total e independientemente de nosotros y' por lo tanto, ·a partir de la experien0ia de
nuestra ambivalencia hacia él. Desde ese momento, la.mayoría de las personas, to-
dos aqueiIOs que no tienen grandes conflictos psicóticos, alternarán a lo largo de su
vida momentos en los que predominen las ansiedades paranoides, dec..-persecución,
con las ansiedades depresivas, de ambivalencia, culpa, vaciamiento ... dependiendo
de la situación vital concreta: la persona con núcleos psicóticos o conflictos ·psicóti-
cos (esquizop:iranoides) importantes no resueltos tenderá a experimentar ansieda-
des de tipo persecutorio en muchos más momentos de la vida que la persona que ha
elaborado mejor sus propiOs núcleos psicóticos.
Ello nos debe hacer pensar también que tales ansiedades o, mejor dicho, tal to-
nalidad vivencial de la.ansiedad, no se presenta nunca en estado "puro''. Siempre
que sentimos ansiedad ésta se presenta: como una mezcla de elementos paranoides
más o menos elabórados y elementos ''depresivos'', salvo en los momentos agudos
y en situaciones o personalidades muy extremas, Además, la idea de jerarquíi y de
desarrollo ontogenético entre las diversas formas de vivenciar la ansie~ad tiene im-
portancia porque una insuficiente elaboración de_ las ansiedades persecutorias pri-
mitivas (las propias de la primera posición esquizoparanoide) va a dificultar la ela-
boración de las ansiedades ''depresivas'' i con lo que si a posteriori" Ias circunstancias
vitales de tal persona han sido favorables, si no se ha hundido en la confusión o en
la psicosis por insuficiente elab9ración de las primeras, presentará siempre una
mezcla de rasgos paranoides y ''.depresivos" en s1.is manifestaciones y representa-
ciones mentales de ansiedad. Por eso los esquemas. que acompañan a estas" líneas
presentan a veces un recuadro específico para describir un poco más de cerca las
características de esa combinación especial de ansiedades persCcu.torias insuficiente-
mente elabor~das más ansiedades depresivas insuficientemente elaboradas que es
típica en numerosas situaciones de la vida social y de la psico(pato )logía, Un
ejemplo paradigmático .de tal combinación p.uede encontrarse en la melancolía, en
la depresión psicótica; en ella, precisamente una dificultad en la elaboración de las
ansiedades persecutorias iniciales dificultfl,rá a su vez la elaboración de las ansieda-
des "depresivas" y, por lo tanto, de la ·ambivalencia, la culpa, las pérdidas intér-
u.aS, etc. Ante una pérdida interna, en vez de elaborar el due~o, esa persona o grupo
puede verse progresivamente bloqueado, e incapacitado para ~dapt~rse a la pérdida,
, para sentir la tristeza, de.ndo lugar a esa mezcla especial de ansiedades "depresivas" \
· insuficientemente elaboradas, culpas persecutorias (conscientes, sobre todo, senti-
··- mltñ."tO"S iñcoñScleüteS-d.e. Cuipii.),· inhíDíClóil,· apS.tla, terrioi- de Persegllif 6 Ser"perse- ··
guido por los o~jetos, inso~idaridad, sensación de v:iciam_iento, etc., tan típicos en
algunas depresiones graves, psicóticas 13 ' 14 • A menudo; las situaciones sociales in-
justas dificultan especialmente la elaboración de· las ansiedades persecutorias y
".~epresivas" y, por lo tanto, el desarrollo hµmano, tal como en el"ejemplo siguien-·
te. En él, ansiedades ya difíciles de elaborar por su naturaleza (las relacionadas con
la propia muerte) se tornan prácticamente~ 'inelaborables'' y negadas en virtud del
106 . 1
medio psicosocial (y, tal vez también, en virtud de las características personales del
sujeto). . ·
En el curso de una investigación a propósito de las relaciones entre los usuarios
y el sistema sanitario, las asistentes sociales de la Asociación para la Lucha contra el
Cáncer tuvieron la posibilidad de obtener la colaboración voluntaria, con conoci·
miento dél objetivo de la investigacióO; de varios pacientes canCerosos. Gracias a la
aportación desinteresada de dichas profesionales y, anteriormente, del paciente_,
puedo presentar aquí los siguientes extractos de una de tales entrevistas cori un pa-
ciente terminal(deshauciado). Ante la invitación de que el propio paciente realiza·
ra una evalu~ción global de su situación, "explicara el proceso de su enfermedad,
los síntomas, las primeras visitas, los ingresos ... Sus impresiones sobre todo'', el pa·
ciente, que poseía un buen nivel cultural, explicó una prolija historia. En ella"ias
ansiedades persecutorias intensas, provocadas tanto por la situación interpersonal y
social como por las propias tendencias relacionales, impedían la. elaboración· de la
pérdida definitiva en el acontecer vital de un individuo·: la pérdida de la propia
vida.
"Todo esto cdmenzó hacia el mes· de jülio o agosto. Una mañana·me levanté y me
vi dos bultos en los sobacos que, ·claro, me asustaron mucho. La misma tarde.me fui al
médico y éste me dijo que eran dos bolsas de grasa y que no tenían imponancia ningu-
na. Me recetó una crema y me dijo que me la pusiera dándome un masaje y qüe a Jos
dos dias me desaparecerían los bultos.
Efectivamente, el del.a axila izquierda me desapareció, pero quedaba el derecho.
Este fue en aumento y de tal manera que ya me salía otro rumor pequeño en el cuello,
cefvical, .en el mismo lado izquierdo.
Fue pasando el tiempo y· ya hacia el mes de octubre tenía una especie de abulta-
. miento muy feo en el pecho, en la misma parte izquierda.Entonces, fui a un médico
privado. Me· recibió, aunque t~rdó bastante porque pr-imero tuve que pasar por dos se-
ñoritas con fichas, nombres y tal. El escenario, la casa, era fantástico. Al final, a] cabo
de media-hora·;· m·e hlio :PaSar. EStÜVe hablañdo y- me..dijo: "¿-Qitlln le ha dicho a
usted que tiene un lipoma? Yo no sé lo que es. Nadie puede saber lo que es. Lo que
· podemos hacer - esto ~ un viernes- es operarle el lune.s en la. Clínica .. Tiene que
hacerse un análisi.s hoy mismo o mañana por la mañana1 me lo lleva a la Clínica y allí
'.entonces le operaré. El lunes queda u.sted operado." .
·Se trataba de hacerme un vaciado de cuello y quitarme el rumor de a.~a. A todo
· esto, yo al final le dije: 11Mire usted1 yo escribo. Me dedico a esto y todos somos unos
desgraciados, no tenemos dinero ninguno ni seguro, ni nada que nos ampare¡ por tanto,
1
107
mes en el Clínico yendo cada día a las 6.30 ~ 7 de la mañana para poder coger un buen
número. Todo esto era para ingresar.
Ingresar era dificilísim•: porque i~cluso había gente que tenía que operarse y les
habían diLho que hasta el mes de abril -esto era en octubre-. No había i:nanera y yo
me dijt a mí fnismo qul' tenía que ingresar como fuera. Estaba dispuesto a operarm(t,.
no sabía ni a lo que iba ni lo que tenía. aunque ya estaba un poco mosca de que era
cáncer. ¡claro!
Por fin, un doctor jDven se inreres(¡ y me hiz¡J ingresar. En 2 o 3 días me dio el
ingreso, pero un ingreso l'uriosísimo porque estuve ingresado una sem:¿,na y dUrante
tal serriana pillé por fatalidad un symposium durante e! cual no se me pudo atender.
daro; aJlí no había médicos ele ninguna dase. Toda la mañana estaban ocupados con
el s.ymposium y únicamt:nre hacían las operaciones más urgenres.
Estuve en una espeL·ie de tubo subrerráneo, ulgo depn"mente, en donde al entrar y a
la izquierda hay una zdna de quirófanos y. a continuación, una sala abierta. sin puer-
tas ·'-yo al menos nu las vi-'' en donde había unos señores hechos polvo. desnu~
dos. con iparatos y tubüs por el vientre, por la nariz ... Aquello era horrible. Creo que
estaban en recuperación o }'o qué sé. Después. había una sala con 2 o 3 personas
quejándose, recién operados. y luego venían unas salitas de 4 en donde estaba la gente
esperando para operarse comc;i si fuesen. no sé, a com~r churros ... Porque allí la gente
n0 tiene ni idea de qué es esto, ir a operarse.. Induso"tenía a un señor en la cama de al
lado que se había operado ya S. v~ces y p'ensaba. operarse la sexta: tenía un cáncer de
ano que ya no tenía solución, era un señor anciano.
Allí me estuve una semana. Al cabo de una semana, conseguí ver al jefe del equipo,
"no al profe~or de la cátedra, sino al jefe de equipo. Este me atendió bastante bien y
me hizo pasar allí con 2 o 3 médicos. Me explicó lo q·u~ había, me enseñó el historial,
lo que se había hecho hasta entonces ... Y dije: "No sé ló q.ue Vd. me dirá. pero yo ya
sé lo que tengo·". Me dijo: "Un tumor así no conduce necesariamente alu muerte -a·
mí me importaba bien poco la cosa- porque aqui tenemos el caso .de un médico que
fo tiene hace años, se ha operad..o 2 o 3 veces y sigue trabajando''..
Pero yo reC\lrrí muy tarde, el cáncer estaba muy avanzado. El tumor de la axila pesa-
ba. por lo menos, kilo y medio y el rumor cervical erá de! tamaño de una naranja,
enorme.
En fin, que en vista qe que lo que había que hacer era una biopsia, que de.opera-
ción nada, me dije" ¿y para qué rengo que estar aquí más días si aquí no hago nada?
Me voy a la calle." Y así fue, me marché del clínico." Voy a la cal!e, por fin enrue.nrro.
una clínica, allí ingreso sobre J.as 3,30 de la tarde y a !as '5 ya estaba operado. Me
habían hecho una biopsia, 2 trocitos del sobac6 y del cuel1o. A Jos 4 o '5 días me dieron
el diagnóstico .. Yo ya sabía lo que era y me dije bueno, pues ya no hay solución. ya no
hay nada que hacer y a otra cosa.
Entonces, el mismo cirujano que me hizo la. b.iopsia me tecomendó. al Hospital C.
Me dii.o que a su. j.uicio tenía que ~eguir un rraram.iento mixto, es dedr, un tratamien-
to de ra~ioterap.ia y bioquímica con el cual ''esto mejora, se cur.a unpaco. no .re le va a
curar del todo, pero-, por lo menos, ·paliar un pot;o lo que es el cáncer··.
Así lo hicimos. Me fui pari allá, fui a ver a este· señor en su casa. Me visi.ta muy
amable,· muy simpático, muy afectuoso ... Era un hombre .de mediana edad. hasta
, inclliso con afecto y todo. i,Claro!, era un cliente privado. Me miró de arriba a abajo .
. . . m·e exainlnó y d.ijo ciue estaba avanzado, "que hii.bía acudidó un poco ~de, 'pero.
1 "puede todaVía tener solución".
· Estuve allí como una media hora laria. TuvO ffiUcha gracia Porque durante e·sta me-
dia hora y i:nienrras estaba en plena consulta, Hamaron, de fuera, un compañero, y es-
tuvieron como 20 minutos hablando de un congre~o". de unas ponencias que se habían·
hecho ... y mientras yo. colgado en una mesa hasta q1:le, por fin, se hizo cargo o.era vez
108
d(· mí. Total me: fui. me uibr(¡ .~.000 pia:-.. de la uJn:;ulta y me mandó al Hospital C
por la mañana. Re:-.ulia que era jefe dt equipo allí. ¡Claro!: a este hombre no le he
\'Uelto a ver el pelo. Le ht vi:-.tn allí una vez: o dos: me vio y ni me saludó siquiera.
Podía habc:r dithn: ..,.fíol.1. cr)1110 e·.11.J. 0)1110 le: z1r.l t:stu.1' •• Nada, ni el mínimo caso.
Me dejó en manil;. dt (l!ni médiru. una d(Jltora joventirn. que e:; la que me sigue el ua-
tamiento ha.'>ta ahor~.
He vi~to que en e'>(l' mt'>t:. he mejnrJ.do una ¡empurada, e-mpeorado ouas, pero
ahora noto que tada día e~tDy mutho peor. <:'>tny llegando a Un momento en que il.o
puedo casi andar. n1 comer. apen:a:-. duermo, t':. dttir. son unos sínton:ias fatales._
E:. to t•:. t•l re,ultado final de todo lo que llev~i. desde el me:. de octubre por lo menos
.. ).
"A!!í. en e! Cliniui. un enfermo enrra enfermo y se pone doblemente enfermo al
ver e! arribientt. Al vtrme en una salita Lon tre:. señore~ de 80 afios, que no· podía
hablar con ellos. no podí~ hablar Lon nadie. i.on una e:-ptl·ie de disciplina cuartelera .
Sul'iedad por todas parte.~ ... ¡Horroro~o~ Entonn:'s. dije yo. iñgre;.;ar allí ... Aquf'llo pa·
ra mi era ün pánico tremendo. 'preferiría morir en la ralle. Me dije "prefiero monT en
un,¡ p/,¡yJ. o en un prádo dt' t:sloJ de: por .Jhi que me: busque ju. /11e cojo el trel]. y Jhí
me mue'ro "gu.rtu. p¿•ro nu uquí dentro". ¡Es horroroso! .... No entraba ni la luz del·
día, vaya. no !e digo má:-.."
( ... ). El patienté mtnciona de pasada su familia numerusa. fru¡o de sus relaciones
con una segunda l'ompañera rra.~ la separación legal de la primera. de la que rn.mbién
tuvo dos hijos. Luego prosigue: .
.'.. "Aceptar, lo acepté, cómo diría yo ... de una manera muy fría y yo creo que hay
que macizar dos· cosas: no tiene ningún mérito el aceptarlo fríamente. Primero por la
edad que tengo. Quizá por· la edad estas cosas se acepten con más resignación, con
más frialdad. Uno ya ha vivído, ya está muy cansado de todo o de casi todo y uno
piensa "Bueno, si tengo 58 años y tengo que vivir diez años hecho una porquería, pues
lo mismo me da morirme diez años antes o despuis". Es decir, hay una especie de filoso-
fía barata que le impide a uno arrancarse los cabellos. Yo lo acepté pues con toda
tranquilidad, copio una enfermedad más. La palabra cáncer asusta a todo el mundo
de una forma tremenda. A mí, sin embargo, no me asustó en absoluto: ¡una -enfetme-
düd más! Como podría haber sido una diabetes, un infarto de miocardio ... En fin,
una enfermedad grave a la que estaba condenado. Es una especie de condena que yo
acepté sin ninguna pena.
(. .. ) "Yo creo que, lo he pensado muchas veces en estos tiempos, creo que todo
e'sto podría mejorar: los establecimientos deberían ser más pequeños" ... (Sigue ha-
blando de cuestiones organizativas de la sanidad.)
La entrevista (al menos su transcripción literal) terminaba abruptamente, como si
estuviese incompleta. (¿Por las ansiedades persecutorias del entrevistante, por las an-
sie}lades despertadas en la persona que la mecanografió o porque esas mismas ansieda-
des hicieron que la entrevista en realid,a_d terminase así, abruptamente?)
Para rerminar: ya que hemos hablado someran:ieme. de
los esquemas aoljumoo,
cú.atro palabras a propósito de los mismos. En la enseñanza de cualquier materia,
los esquemas son una pieza didáctica· básica. Pero la asimilación teal de cualquier
materia ha de suponer, tanto por parte del discente como del docente, .una posibili-
dad posterior de relativizar y sobr~pasar eso~ mismo.~ esquemas. En ciencias sociales
y ciencias humanas, dada la complejidad del tema estudiado y las repercusiones tre-
menda e inmediatamente negativas que ri·ene el esquematismo, hay que extremar,
si cabe, tales precauciones. Los esquemas nacen para ser superados y rotos. El fi.n úl.
timo de cualquier esquema es preparar las condiciones para ser superadq y des-
esquerr:iatizado en el contacto con la realidad. Todo ello es. si cabe, mucho m.ás ne-
cesario en la psicologí~ de·la relación y, en general, en cualquier aproximación que
109
implique el conocimi!'.:'nto clínico. en el sentido del aonocimiento científico de lo
in dividua/ 25 .
Estas ideas deben matizar y llenar de cautela las aproximaciones a' los esquemas
adj.untos 1 cuya idea ~nicia1 me fue proporcionada por el interesante libro de EdúarM
do Mardarás 15 • Posiblemente, inclu.So el lector, con los conocimientos ya adquiridos
y con la bibliografía adjunta, pueda perfeccionarlos. Sin. embargo prefiero dejarlos
en su· estado actuai'-de reiativa imperfección y "nO ¡)ulimiento" para facilitar el
''desapego'' con respecto a los mismos una vez que hayan sido asimilaC!'os. Todo esM
quema mutila de forma importante la realidad, máxime si se trata de una realidad
clíni¡:a, una de cuyas características es la imposibilidad de ser estudiada por un esM'
quema predeterminado (y ni tan siquiera por un esquema que ordene y jerarquice
los esquemas a utilizar). Una de las características y maestrías del tecnólogo (como
del tfrlesano) yace precisamente ahí: en su capacidad de uti1i.zar los esquemas y
aproximaciones a la realidad ·más útiles, eficaces o comprensivos en función de las
necesidades del objeto de estudio y trabajo. ·
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