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XXIV-XXV

año 2019-2020
CONSEJERÍA DE UNIVERSIDADES, IGUALDAD,
CULTURA Y DEPORTE DEL GOBIERNO DE CANTABRIA

sautuola XXIV-XXV
revista del instituto de prehistoria y arqueología sautuola

Santander
2019 - 2020
La revista científica Sautuola figura en el directorio Latindex y en el portal Dialnet, así como en DICE, MIAR, ZDB,
COPAC, SUDOC, OCLC WorldCat, ULRICHSWEBTM. Sus artículos están indexados en las siguientes bases de datos:
ACADEMIA.edu, ISOC (Ciencias Sociales y Humanidades), INTERCLASSICA, DIALNET, REGESTA IMPERII, 360º GRADOS,
REVIUN. Además Sautuola figura como revista fuente en el Índice de Impacto de Revistas Españolas de Ciencias
Humanas (IN-RECH) en las áreas de Arqueología y Prehistoria.

© De la presente edición:
El Editor y el Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”

Fundador de la publicación:
Prof. Dr. Miguel Ángel García Guinea

Edita:
Consejería de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria

Redacción:
Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
C/ Ebro, 8 - bajo
39008 - Santander (Cantabria, España)
Correo electrónico: revistasautuola@gmail.com

• Consejo de Redacción • Comité Científico



Dirección: Dr. D. J. Antonio Abásolo Álvarez (Universidad de Valladolid)
Carmelo Fernández Ibáñez Dr. D. Pedro Castaños Ugarte (Sociedad de Ciencias Aranzadi, San Sebastián)
Dr. D. Germán Delibes de Castro (Universidad de Valladolid)
Vocales: Dr. D. Francisco Etxeberria Gabilondo (Universidad del País Vasco)
Elena de Diego Anbuhl Dr. D. César González Sáinz (Universidad de Cantabria)
Carmelo Fernández Ibáñez Dr. D. J. Avelino Gutiérrez González (Universidad de Oviedo)
Rafael Palacio Ramos Dr. D. Norbert Hanel (Universidad de Colonia, Alemania)
Raquel Peña Suárez Dra. Dña. Salete da Ponte (Instituto Politécnico de Tomar, Portugal)
Jesús Ruiz Cobo Dr. D. Ignacio Ruiz Vélez (Institución Fernán González, Burgos)

Coordinación:
Carmelo Fernández Ibáñez

Asesor lingüístico:
Peter Smith

Título clave: SAUTUOLA

I.S.S.N: 1133-2166

Depósito Legal: SA - 1097- 2010

Impreso en España / Printed in Spain

Impresión, maquetación y fotomecánica:


Gráficas Copisán - imprenta@graficascopisan.es

- La publicación de un trabajo en esta revista científica, no implica que la Redacción ni el Gobierno de Cantabria estén de
acuerdo ni se solidaricen con el contenido de aquel. Las opiniones y los hechos consignados por los distintos autores de los
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INDICE / INDEX

PRESENTACIÓN: SAUTUOLA 1975 - 2020. Cuarenta y cinco Años - XXV Números -


23 Volúmenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7-8

IN MEMORIAM . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9-27

I. PALEO-MESOLÍTICO / PALAEO-MESOLITHIC

Ocupaciones del Paleolítico antiguo en el tramo bajo de la cuenca del río Pas: los yacimientos de
La Rueda, El Sarzón y terrazas de Zurita (Piélagos, Cantabria)
Ancient Palaeolithic occupations in the lower section of the Pas river basin: the sites of La Rueda,
El Sarzón and Terraces de Zurita (Piélagos, Cantabria)
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ, Ramón MONTES BARQUÍN . . . . . 31-50

II. PROTOHISTORIA / PROTOHISTORY

Las fíbulas de la Edad del Hierro en Cantabria


Iron Age fibulae in Cantabria
Rafael BOLADO DEL CASTILLO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53-69

El conjunto de armas de la Segunda Edad del Hierro de Castromayor (Los Ausines, Burgos):
un posible depósito votivo
Late Iron Age weapons in Castromayor (Los Ausines, Burgos): a possible votive deposit
Ignacio RUIZ VÉLEZ, Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71-88

III. ÉPOCA ROMANA / ROMAN PERIOD

Nuevos hallazgos de una población romana en Suances (Cantabria)


New archaeological find of a Roman settlement in Suances (Cantabria, Spain)
Javier MARCOS MARTÍNEZ, Lino MANTECÓN CALLEJO, Eva María PEREDA ROSALES,
Belén MIGUEL AMO, Vicente BAYARRI CAYÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91-112

Prospección geofísica, detección remota y otros indicios en el yacimiento romano de


“La Capilla” de Santa María de Mave (Aguilar de Campoo, Palencia). Una aproximación a su
estructura urbana
Geophysical surveying, remote sensing and other evidence in the Roman site of “La Capilla” of Santa María de Mave
(Aguilar de Campoo, Palencia). An approach to its urban structure
Javier QUINTANA LÓPEZ, María Soledad ESTREMERA PORTELA, Javier VALLES IRISO,
José Ignacio GARCÍA DE LOS RÍOS COBO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113-128

Las camas de bocado de caballo en Hispania (siglos I al V d.C.): origen, evolución, contexto
material y catálogo actualizado de 206 ejemplares (73 de ellos inéditos)
Origin, development and material context of the Hispano-Roman bridle cheek-pieces from the 1st to the 5th century,
with an updated catalogue of 206 examples (73 of them unpublished)
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129-231

La villa romana de Noheda (Villar de Domingo García, Cuenca): ¿retiro y recogimiento de un general?
The Roman Villa of Noheda (Villar de Domingo García, Cuenca): Place of Retirement and Reception of a General?
Alejandro ANTOLÍN ABAD, Cruces BLÁZQUEZ CERRATO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233-247
Amphorae imports in the legionary fortresses of León (north Spain) from the Augustan period
to late 1st century A.D.: a new pattern of military supply
Importación de ánforas en los campamentos romanos de León (norte de España) entre el periodo augústeo y
finales del siglo I d. C.: un nuevo modelo de abastecimiento militar
Ángel MORILLO CERDÁN, Rui MORAIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249-268

IV. MEDIEVO / MEDIEVAL PERIOD

Un scramasax de época visigoda procedente del Cueto de Camino (Campoo de Suso, Cantabria)
A scramasax from the Visigothic period found at Cueto de Camino (Campoo de Suso, Cantabria)
Raúl CATALÁN RAMOS, Ángel GARCÍA AGUAYO, Enrique GUTIÉRREZ CUENCA,
José Ángel HIERRO GÁRATE, Eva María PEREDA ROSALES, Roberto ONTAÑÓN PEREDO . . . . . . . . 271-282

Ermitas olvidadas en las cuencas de los ríos Pas y Miera (Cantabria)


Forgotten hermitages in the river basins of the Pas and Miera rivers (Cantabria)
Ana RUBIO CELEMÍN, Jesús RUIZ COBO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283-307

Tras la sombra de la muerte en la Edad Media: estelas funerarias de la ciudad de Soria y sus barrios
Behind the shadow of death in the Middle Ages: medieval funerary stelae from the city of Soria and its neighbourhoods
Carlos DE LA CASA, Manuela DOMÈNECH . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309-322

INFORMACIÓN EDITORIAL / EDITORIAL INFORMATION . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 323-330


SAUTUOLA 1975 - 2020

Cuarenta y cinco Años - XXV Números - 23 Volúmenes

Dentro del amplio patrimonio legado por el cuantioso pasado de Cantabria, no cabe duda de que la cavidad
de Altamira y su arte prehistórico son universalmente conocidos y se encuentran reconocidos en todos los sen-
tidos. Y junto a ella, la excelsa figura de Marcelino Sanz de Sautuola, quien con visionaria perspectiva científica
supo valorar la importancia de su hallazgo. Gracias a su pensamiento, reflexiones y desvelos nació y se perpetuó
hasta hoy aquel legado pictórico. Mas, este mundo no fue, ni lo es, ni será justo jamás, aunque a veces “pone
a cada persona en su lugar” y es entonces cuando resplandece lo auténtico. La máxima autoridad científica de
aquella época, Émile Cartailhac, tuvo la grandeza de dar a conocer su error al haber desacreditado las tesis del
erudito cántabro en un ya célebre escrito de 1902, lo que le enalteció como persona y como investigador, pero,
sobre todo, reestableció públicamente la lúcida valía intelectual de Sautuola.

En 1962, ochenta y tres años después de aquel notable descubrimiento, Miguel Ángel García Guinea, director
en ese momento del Museo de Arqueología y Prehistoria de Santander, contó con la colaboración de un puñado
de jóvenes entusiastas y fundó el Seminario Sautuola, antecesor y origen de nuestro actual Instituto de Prehistoria
y Arqueología. A través de él y hasta su jubilación en 1987 desarrollaba la actividad arqueológica, que resultó
adicional a la museológica que ya desplegaba aquella institución. Contó a su vez con la denominada Sección de
Espeleología del Seminario Sautuola (SESS) complementaria al Seminario pues en muchos aspectos era sus ojos
en las cuevas, emblemáticos lugares naturales de la región y potenciales enclaves arqueológicos, ya que incluso
entre sus miembros alguno compartía ambas actividades.

En el año 1975 salió de imprenta el primer tomo de Sautuola, una lujosa publicación para la época. En
principio fue proyectada como una edición limitada a sólo tres volúmenes. Con la celebración a nivel nacional
en 1979 del Centenario del Descubrimiento de Altamira, García Guinea, siempre consciente y responsable de la
necesidad de dar a conocer los resultados de las investigaciones arqueológicas de campo y laboratorio en y de
Cantabria, culminaría este proyecto editorial, con el fin de que coincidiese conmemorando el siglo del evento pic-
tórico descubierto en la célebre caverna. No obstante, hubo la posibilidad de alargarse en el tiempo y convertirse
en una revista con un inherente carácter periódico. Una propuesta que se materializó, consiguiendo alcanzar el
número cinco, no sin problemas, en el año 1988; diríamos que esta fecha llegó a ser el final de la primera época.
Sin embargo, el persistente empeño del profesor Guinea hizo posible su continuidad quince años después, y así
Cantabria y la comunidad científica en general pudieron homenajearle en el tomo seis (año 1999) y comenzar
esta segunda época en la que felizmente nos encontramos inmersos.

En este necesariamente resumido balance es obligado recordar a nuestro compañero Ramón Bohigas, re-
cientemente desaparecido, quien fuera eminente arqueólogo cántabro y digno discípulo del profesor Guinea así
como su continuador en la dirección del Instituto. Junto a él compartimos durante lustros las arduas labores de
edición y mantenimiento de la publicación. Gracias a sus afanes y a la responsabilidad que para él también supo-
nía la prosecución de este anuario científico, Sautuola ha logrado sobrevivir a las adversidades.

Podemos considerar sin ningún intento de preponderancia, que esta revista científica es primordial órgano
de expresión de la arqueología cántabra, naturalmente, junto a otras mucho más temporalmente pretéritas en el
ámbito regional como lo es Altamira, aunque su temática no sea tan especializada. También es posible calificarla
como una de las más veteranas de España sobre la disciplina arqueológica en la actualidad. Las cifras que titulan
esta presentación aúnan la firma de decenas y decenas de autores que redactaron una suma total de 766 trabajos
publicados, acumulados en 10.443 páginas impresas. Además Sautuola ha recogido en su interior un libro (vol.
VII), dos homenajes (vol. V y VI) y dos monografías colectivas (vol. XIII y XX). Desde 2017 cuenta al mismo tiempo
con una serie aneja de libros titulada Documentos de Arqueología Cántabra (DAC), habiéndose publicado hasta
la fecha tres tomos.

En el Instituto Sautuola somos deudores y continuadores del espíritu que desde un principio le proporcionó
su fundador, y por ello proseguimos con este espacio editorial de carácter regional y universal. Esta labor no ha
resultado nada fácil. Las adversidades económicas producto de momentos especialmente delicados nos han obli-
8 PRESENTACIÓN

gado a componer tomos dobles. En este aspecto también Sautuola resulta ser un espejo historiográfico de cara
al futuro en cuanto a situaciones concretas; particularmente característico es este mismo año 2020.

Y de esta manera y en relato tan necesariamente resumido, número a número hemos llegado al emblemático
guarismo que ha dado lugar a esta presentación, al igual que lo hizo García Guinea en otro escrito de pareci-
das características con motivo de la publicación del también significativo volumen X (año 2004). Pero este feliz
evento no hubiera sido posible sin un patrocinio que tiene como preferente y único protagonista al Gobierno
de Cantabria y su Consejería de Cultura (hoy de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte) a lo largo de tantos
años. Sin su desinteresado, realista y generoso apoyo económico, derivado de una comprensión convertida en
responsabilidad en torno al conocimiento de la memoria colectiva de y para Cantabria, no habría sobrevenido
esta posibilidad de plasmar tomo a tomo y de forma perenne, conocimientos que ya permanecen impresos para
las futuras generaciones. Asimismo las formas de pensar y sus derivados se van renovando al ritmo del transcurrir
temporal, gracias al también generoso esfuerzo de los investigadores, protagonistas indiscutibles de sesudas y
nunca remuneradas reflexiones, dando sentido a la existencia de este medio de expresión científica que tiene por
título Sautuola en honor a uno de los montañeses más universales.

¿Y a partir de ahora…? Seguimos y seguiremos apostando y obrando en pos de la investigación, en y por la


mejora en el conocimiento para que, entre otras cosas, su producto devenga en el beneficio del hecho cultural y
por ende educacional para la más amplia colectividad.

Tanto desde esta publicación como desde el Instituto somos y seremos optimistas, trabajando y perseveran-
do como hasta ahora, con fe, con tesón en un devenir más próspero, o al menos no peor al otrora vivido en
ocasiones. La comprensión en todo lo redactado requiere el apoyo de las instituciones públicas y privadas para
la continuidad de este proyecto editorial llamado Sautuola, y que ahora el lector tiene en sus manos. Y que en
definitiva pretende llegar a ser una memoria en el tiempo.

Carmelo Fernández Ibáñez


Director de Publicaciones del Instituto Sautuola
IN MEMORIAM 9

IN MEMORIAM

José Manuel Caamaño Gesto


(A Coruña, 1946 - Santiago de Compostela, 2019)

El día 7 de noviembre de 2019 a los 73 años nos dejó el profesor José Manuel Caamaño Gesto, profesor titular
de Arqueología de la Universidad de Santiago de Compostela desde 1984. Descansa ya para siempre en el campo
santo de la parroquia que lo vio nacer, San Xián de Lendo, municipio de Laracha en la comarca de Bergantiños.

Ha sido un profesional de primer orden con un riguroso trabajo de investigación, que le llevó a realizar sin-
gulares aportaciones a la Arqueología gallega. Pero antes de ensalzar su carrera profesional, quiero recordar la
llegada al departamento de aquel jovencísimo Caamaño, recién acabada su licenciatura en el año 1971, lleno
de ilusión para realizar el trabajo de investigación
con el que obtener el grado de licenciatura con
el tema Los nomina Imperiales en la Península
Ibérica: Los Aelii. Así emprendió una gran tarea
universitaria, como docente y como investigador,
hasta alcanzar una voz respetada y querida en el
diálogo de las ciencias arqueológicas.

Dirigía el departamento el recordado Dr. Al-


berto Balil Illana y allí estábamos el inolvidable
Dr. Acuña Castroviejo y servidora. El Seminario
de Arqueología, como lo había bautizado el Prof.
Balil, era un despacho único, muy amplio con
una enorme mesa rectangular, que ocupábamos
indistintamente profesores y alumnos que hacían
sus trabajos de investigación. La camaradería era
total y Caamaño nos hacía disfrutar a todos con
sus historias del Seminario, donde había pasado
unos años, al igual que gran parte de los mozos gallegos que nacían en el rural, y por ello sus conocimientos del
latín eran la envidia de todos cuantos teníamos que tratar con la epigrafía latina.

En los años 70 comienzan las excavaciones arqueológicas sistemáticas, bajo la batuta del Prof. Balil, en Torres
de Oeste (Catoira, Pontevedra), castro de O Neixon (Boiro, Coruña) y, en todas ellas, participa el Prof. Caamaño,
ayudante de clases prácticas desde octubre de 1971. Se puede decir que estuvo en todas las excavaciones que se
realizaban en Galicia en aquel momento, tal era su amor y afición por la arqueología de campo: el castro de Tora-
lla (Vigo), el yacimiento romano de A Lanzada (Noalla, Pontevedra), el castro da Forca (A Guardia, Pontevedra), la
ciudad romana de Lugo, en los Codos de Larouco (Puebla de Trives, Ourense), en Castromao (Celanova, Ourense),
etc. También participó en excavaciones fuera de Galicia como la del Castillo de Henayo (Álava), en la necrópolis
romana de Cabriana (Burgos) o la necrópolis hallstática de Villanueva de Teba (Burgos), por citar algunas.

En el año 1976 se doctora, con el tema La vía número 18 del Itinerario de Antonino a su paso por la actual
provincia de Orense, obteniendo la calificación de Sobresaliente Cum Laude. A partir de aquí se incrementarán los
trabajos arqueológicos dirigidos por él y, sobre todo, comenzará a dirigir desde 1981 un yacimiento que siempre
será suyo, el campamento romano de A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña), en el que verano tras verano
dirigió, hasta 1993, las campañas de excavación/consolidación de dicho yacimiento, participando en las actua-
ciones posteriores, hasta el año 2010, como coordinador científico; siempre estuvo allí, para aportar su conoci-
miento y su enorme humanidad, para dar consejos o para contar anécdotas mil a los trabajadores. También fue
él, por cierto, quien redactó el informe pertinente para que desde la Dirección Xeral del Patrimonio Histórico de la
Xunta de Galicia, que yo detentaba aquellos años (1984 - 1988), se pudiera iniciar el expediente para la compra
del yacimiento, que era de propiedad particular, para la Xunta de Galicia. En esos momentos, en los que todavía
10 IN MEMORIAM

no existía cuerpo de arqueólogos en la Administración autonómica, el profesor Caamaño realizó, además, a pe-
tición mía, gratis et amore, numerosos informes, solicitados desde la dirección Xeral, sobre denuncias o noticias
de hallazgos arqueológicos que había que verificar, labor que nunca le agradecí suficientemente.

El gusanillo de la arqueología de campo no iba a desaparecer nunca de su cuerpo, hasta el punto que, en los
últimos años, se apuntaba a excavaciones de compañeros del departamento, como por ejemplo las realizadas en
el Castelo da Rocha Forte (Santiago de Compostela) donde nos hizo disfrutar enormemente de su buen hacer.

La cordialidad y el buen humor nunca lo abandonaron; puedo jurar que, durante los casi cincuenta años de
convivencia en los que disfruté de su compañía diaria, nunca vi al profesor Caamaño enfadarse con nadie. Era una
persona de paz, afable, cariñoso e incapaz de ver maldad en nada, a todo lo que le podía acontecer le buscaba
la parte buena. De los cientos de alumnos que pasaron por sus manos, puedo afirmar que todos sin excepción
le guardan un gran cariño por su capacidad, el buen hacer de sus enseñanzas y disponibilidad, no solo en el
despacho sino también en las horas del vino o del café. José Manuel se convertía en el colega que le daba sabios
consejos y múltiples anécdotas que nunca olvidaran.

No es la ocasión de enumerar todos sus logros, sus aportaciones científicas o sus decenas de publicaciones,
que se saldan con un balance muy meritorio. Libros, artículos en revistas especializadas, colaboraciones en obras
colectivas o comunicaciones a congresos son testigos de su amplia labor investigadora, destacando, sobre otras
aportaciones, sus trabajos sobre las vías, la cerámica, el vidrio o el ejército romano, temáticas en la que era un
gran experto. Deja como testigo varias generaciones de discípulos, a los que dirigió tesis y tesinas, que se for-
maron gracias a su inmensa experiencia, inculcando en ellos su particular método y cariño por el mundo de la
arqueología. Quienes le conocieron personalmente, saben de sus muchas virtudes y cualidades, tanto científicas
como humanas, de primera mano. Fue un profesional de primer orden, un buen compañero, excelente docente
e infatigable investigador.

Haber sido testigo cercano de su peripecia personal e investigadora, compañera y amiga tantos años, ha sido
un privilegio y en mi memoria quedará tan vivo como lo recuerdo en los años en que ambos aspirábamos a ser
alguien en el mundo de la Arqueología.

Aprovecho también para recordar la memoria de su encantadora mujer Victoria, (“Vivi” para los amigos),
fallecida unos meses antes, y a sus hijos Olaia y Gonzalo que sepan que son muchos los amigos y amigas de su
padre, que nunca le olvidarán.

Como decían los romanos a sus difuntos: Sit tibi terra levis. Te deseo que la tierra te sea ligera como tú lo
fuiste para ella.

Raquel Casal García


Departamento de Arqueología
Universidad de Santiago de Compostela
IN MEMORIAM 11

Manuel Osuna
(Córdoba, 1945 - Lucena, 2020)

El 29 de marzo del 2020, en el momento más crudo


de la pandemia de la COVID-19, falleció a los 75 años,
víctima de la enfermedad y en Lucena (Córdoba) donde
residía, Manuel Osuna Ruíz, director de los museos de
Cuenca, Huelva y Ciudad Real entre 1973 y 2012.

Nacido en Córdoba, desde su juventud se vinculó a


la arqueología local, de la mano del tándem Ana María
Vicent y Alejandro Marcos Pous y especialmente colabo-
rando en el museo.

Estudió Magisterio y, apenas cumplidos los 20 años,


se trasladó a Madrid donde ejerció de maestro de prima-
ria en un colegio de Orcasitas; trabajo que simultaneó
con los estudios de Filosofía y Letras en la universidad
Complutense, ‘siempre en el turno de noche’, donde fi-
nalizó la especialidad de Historia del Arte en 1972.

Su paso por la facultad fue decisivo, pues se vinculó a


las excavaciones que emprendió uno de sus profesores,
Juan Pedro Garrido, en Huelva y participó en algunas tan
importantes como la necrópolis orientalizante de La Joya. A raíz de ello entró en contacto con Mariano del Amo,
recién nombrado director del museo, con el que continuó excavando en lugares como la isla de Saltés, las cistas
de Castañuelo y otros lugares.

A través de Garrido, Osuna entró en contacto con D. Martín Almagro Basch, el catedrático de la facultad,
quien le sugirió ampliar el horizonte de su interés y quizás pensó orientarlo –infructuosamente- hacia el mundo
de la protohistoria, ya que por su indicación participó en las excavaciones del entonces jovencísimo Martín Al-
magro Gorbea en Pozo Moro (Albacete) o en estudios de la necrópolis de Villaricos o dólmenes de Guadalajara.

Apenas acabada la carrera, Osuna se presentó a la oposición al cuerpo de conservadores de museos, la con-
vocada en el 73, que ganó obteniendo la plaza del de Cuenca. Una oposición histórica por el número de plazas,
por la juventud y carácter de quienes las ganaron y la época que les tocó vivir: la Transición en su versión cultural
y en los museos en particular. Los malogrados Argente, en Soria y Dimas Fdez. Galiano en Guadalajara, el propio
Osuna y Alonso (recién retirado) en Segovia, además de amigos, formaron una generación crucial en la museo-
logía española que ya empieza a reclamar su historia propia.

En Cuenca, donde llegó en 1974, encontró una provincia que nunca había tenido una destacada actividad
arqueológica anterior pero que había llegado a consolidar a través de la Comisaría de Excavaciones un proyecto
muy organizado y eficiente, a la sombra de D. Martín Almagro y con la figura excepcional de Paco Suay, director
del anterior museo de Cuenca (municipal). La Comisaría como tal ya hacía tiempo que no existía pero sí el modelo
que había conseguido crear y que resultó muy eficaz, a pesar de lo precario, ya que preservó el patrimonio ar-
queológico en aquellos años pasada la postguerra. Una red de conocimientos personales, basados en la amistad
personal dentro del magisterio provincial, una dedicación abnegada y entusiasta permitió que los hallazgos más
importantes entre el año 40 y el 75 fueran detectados, rescatados y llevados al museo. Incluso existía un Patro-
nato Arqueológico provincial, donde la diputación, el ayuntamiento de la capital y el ministerio de educación,
ordenaban una actividad que incluyó excavaciones programadas (Segobriga) y algunas publicaciones.

Esto se encontró Osuna al llegar a Cuenca y lo aceptó y trató de consolidar, con la ayuda inestimable de Paco
Suay que construyó el sistema entero. Aumentó el número de colaboradores e informantes en toda la provincia
hasta crear una verdadera red sobre el territorio, consolidó la edición de una colección propia de arqueología
12 IN MEMORIAM

(Arqueología Conquense) y así se inició una fase expansiva en la investigación arqueológica de la que Osuna fue
la figura capital.

Osuna, tan pronto conoció la realidad arqueológica completa, pergeñó un plan muy ambicioso de investiga-
ción, que abarcaba todas las etapas históricas, desde la Prehistoria más antigua (ya estaba aquí en, Verdelpino,
Fernández Miranda) hasta la arqueología histórica que en España no hacía prácticamente nadie: la medieval
(entonces naciente y vigorosa) y moderna, como indican sus excavaciones en el Castillo de Cuenca y el alfar del
s. XVII.

Arrancó las excavaciones de los grandes yacimientos romanos, además de Segobriga, como Ercavica y Valeria
y para ello llamó a un numeroso grupo de arqueólogos jóvenes para llenar todos los huecos posibles, incluidos
numísmatas y epigrafistas. Un ramillete de jóvenes entusiasmados que deberían dar el empujón a una arqueo-
logía en gran parte desconocida: De aquel grupo que fue en algún momento, destacan nombres como Teresa
Chapa, Isabel Martínez Navarrete, Santiago Valiente, Santiago Palomero, Juan Manuel Abascal, Jorge Juan Fer-
nández, por poner algunos de los que han tenido un recorrido posterior en la docencia universitaria o los museos.

Paralelamente a este programa de excavaciones, preparó la tarea de organizar el Museo de Bellas Artes de
Cuenca, que subsumió el viejo museo arqueológico y su colección, pero también la colección de pintura de los
siglos XIX y XX de los fondos del ayuntamiento conquense que guardaba para su propio museo, así como una
exigua colección etnográfica. De hecho el Estado compró una casa junto a las que el ayuntamiento había desti-
nado para museo municipal y así se creó el Museo de Cuenca. Fue su primera tarea.

Una parte importante consistió en reforzar la colección de Bellas Artes no sólo con los fondos existentes, sino
con la obra de artistas locales notables como los escultores Fausto Culebras o Luis Marco Pérez, que donaron
mucha de su obra personal al naciente museo. De la misma manera que hizo por valorar el paso por la ciudad de
algunos autores internacionales como el cubano Wifredo Lamb, del que aún había obra en manos particulares
en la ciudad. En la sección de Bellas Artes consiguió esbozar una verdadera historia de la pintura y esculturas en
Cuenca en los siglos XIX y XX y no sólo las colecciones prestadas por el propio ministerio, rescatadas en su con-
servación y que buscaban acomodo en cualquier sitio. Y verdaderamente lo consiguió.

Lo mismo hizo con la sección de Etnografía, prácticamente inexistente, que, aunque no llegó a completarla, sí
que reunió una colección importantísima, que nunca se llegó a exponer por falta de espacio y por no haber sus-
tanciado la entrega de las casas prometidas por el ayuntamiento para la extensión del museo. Andrés Carretero
se vinculó, como etnógrafo, al nutrido grupo de los arqueólogos.

Desde 1975 Cuenca contó con un Museo de Bellas Artes que nunca antes tuvo, moderno, completo, y apo-
yado en una actividad -frenética durante un tiempo- de un grupo muy joven, animado desde la discreta segunda
fila por el propio Osuna y que llamó la atención en todo el país.

El éxito del proyecto radicaba en el reciclado y mejora del viejo sistema de la Comisaría de Excavaciones, unido
a un equipo nutrido y muy prometedor, en volandas de la ilusión por los nuevos aires que soplaban en el país.
Todavía entonces los museos funcionaban como los centros que estructuraban la vida arqueológica de la mayoría
de las provincias, a falta de lo que las autonomías supondrían desde los 80.

Osuna supo llegar a una provincia ya animada culturalmente por la modernidad del grupo de pintores en
torno a la abstracción y su museo y captar un espacio de cultura, complementario y muy ancho; perfectamente
insertado en la entonces robusta armazón cultural de algunas capitales de provincia, como Cuenca, que trata-
ban de respirar tras el ahogo de la dictadura. Osuna supo granjearse el apoyo de otros espacios culturales que
andaban en la misma dirección (archivos, casa de cultura…) y gracias a ellos la segunda mitad de los 70 fue un
momento culturalmente apasionante y muy vivo.

Cuenca tuvo uno de aquellos museos que fueron capaces de animar la cultura y canalizar las ansias de reno-
vación y libertad en las provincias españolas. Para completar las actividades, en el propio museo creó un taller de
grabado para que jóvenes artistas pudieran aprender, pero también porque Osuna sabía que los pintores más
asentados ensayan y perfilan sus obras en proyectos que se pueden grabar y estampar. Así consiguió atraerse a
pintores contemporáneos que residían o aparecían por la ciudad, que lo mismo alternaban espacio y experiencias
con noveles, que participaban en la renovación expositiva del museo con la perspectiva complementaria y estética
del artista, como sucedió con Zapata en 1981.
IN MEMORIAM 13

Desde 1982 ocupó por varios años el cargo de delegado provincial de cultura de la reciente Junta de Comuni-
dades. Desde entonces su actividad científica y técnica se resintió como es lógico, aunque durante su paso por el
ayuntamiento entre 1991 y 95 como concejal de cultura, incentivó el proyecto de ceder espacios a los creadores
y artistas jóvenes para fomentar la vida cultural, cosa que consiguió efectivamente.

En 1997 dejó Cuenca para ocupar la plaza del museo de Huelva, lugar que le era muy querido desde estu-
diante, donde permaneció hasta 2002 y llegó a intervenir en alguna excavación como la de la c/ Méndez Núñez,
aunque no le dio tiempo a dejar una huella pareja en el museo.

En 2002 se trasladó al Museo de Ciudad Real, donde seguiría hasta su jubilación en 2012. En Ciudad Real,
además de alguna innovación museográfica menor, retomó la vieja idea de aunar en un espacio de creación la
exposición y la animación cultural, para lo cual trabajó en el proyecto de La Merced, donde dispuso de un taller de
grabado y un espacio donde exponer obra en depósito de la Junta junto a las creaciones de jóvenes; en definitiva
una puesta al día del proyecto ya ensayado en Cuenca y que obtuvo también su éxito y reconocimiento.

Una vez jubilado, volvió a su tierra natal, donde mantuvo una discreta vida cultural más local, pero siempre
volcada a la difusión y animación cultural que ocupó toda su vida. Su fallecimiento pone fin a esta pasión.

Personas como Osuna encarnan, entre sus anhelos de cambio y de emancipación y sus limitaciones (no siem-
pre fruto de errores propios sino más bien de omisiones de otros) la huella de una generación que ensoñó una
España en la que la cultura (y el patrimonio especialmente) jugara el papel transformador y modernizador por
el que se llevaba luchando cuatro decenios y que se acabó tropezando con la realidad. Esa generación se está
retirando ahora o, como Osuna, desapareciendo en este tiempo complejo; pero ello no puede pasar con nuestro
silencio y sin nuestro reconocimiento más sincero.

Ángel Fuentes Domínguez


Universidad Autónoma de Madrid
14 IN MEMORIAM

Mikel Unzueta Portilla


(Bilbao, 1957 -2020)

De nuevo aquí, una vez más volvemos a presentarnos ante el PC, con el fin de dejar nueva constancia histo-
riográfica de un amigo y colega, un profesional del Patrimonio de los que hacen que el concepto y sobre todo
su fin último consiga significancia en sus objetivos primordiales. La investigación, la conservación y la difusión
llegaron a ser los pilares fundamentales tanto de su gestión como de sus desvelos en la profesión, todo aquello
que una persona desarrolla a lo largo de su proceder vital con un fin de trascendencia de (sobre el pasado) y para
la memoria colectiva (cara a un devenir más próspero).

Mikel nos dejó en un momento álgido de su la-


bor, de manera inesperada, en ese preciso período en
el que se ofrece el más exquisito producto tras años
de continuada experiencia. Recordamos que se formó
como profesional de la antigüedad en la Universidad
de Deusto en la cual se licenció en Geografía e Histo-
ria. Sus inicios en la disciplina arqueológica los practicó
de la mano del profesor Antonio Rodríguez Colmenero
quien desarrollaba por entonces buena parte de su in-
vestigación de campo y laboratorio en Ourense, y en
cuyas excavaciones participa: campamento de Aquis
Querquennis, castros de Saceda y Lobosandaus, villa de
Sta. Marta o bien el oratorio paleocristiano de Ouvigo.
En esta universidad igualmente impartió docencia de Hª
Antigua (a cuyo Departamento estuvo vinculado), a la vez que también Epigrafía y Numismática en la Escuela de
Arqueología del País Vasco que fundase el asimismo profesor Juan Mª. Apellániz.

Como no podía ser de otra manera la especialidad que en arqueología desarrolló fue el hinterland cultural
entre la Edad del Hierro y la romanización en el centro-oeste de la cornisa cantábrica (entre otras cuestiones como
las filológicas o epigráficas), aproximadamente el área geográfica que hoy abarca la provincia de Bizkaia, sin que
por supuesto ello signifique sus actuales límites administrativos. El fin último era desvelar la cultura material y el
devenir histórico a partir de las antiguas localizaciones del pueblo autrigón del que hablan las antiguas fuentes
escritas (Tito Livio, Estrabón, Ptolomeo), desde sus orígenes y en relación con las poblaciones limítrofes (cánta-
bros, caristios, turmogos o berones). Pero también la llegada de Roma y todo lo que ello conllevase, dado que
el conocimiento que por entonces se tenía sobre la presencia del Imperio en aquellos lares era extremadamente
parco, lo cual él amplió, llevándole desde los poblados o las cavernas hasta las necrópolis tardoantiguas del siglo
VI d. C. Así mismo trabajó como colaborador en el antiguo Museo Vasco de Bilbao, elaborando finalmente la ya
extinta “tesina” sobre el material cerámico de época tardorromana de la caverna vizcaína de Guinerradi. A este
libro se unirían un centenar más de escritos.

Todo aquel planteamiento necesariamente le abocó a realizar una serie de excavaciones (a veces con amigos
y colegas) tanto en Cantabria como en Álava, pero sobretodo en su Bizkaia natal. Así los castros de Berreaga,
Kosnoaga y Peña de Sámano, escaramuza/batalla de Andagoste, asentamiento costero de Portuondo, conjunto
de Buradón, necrópolis de S. Martín de Finaga, etc. Más por encima de todos descolla el yacimiento estrella
como es el poblado costero de Elejalde (Forua), el más amplio y mejor conocido del Cantábrico. El estudio y la
excavación de este enclave de singular importancia para la compresión de la presencia dominante, comercial y
de explotación del territorio por parte del Imperio, lo compartió con su inseparable compañera Ana (Martínez
Salcedo) con quien formó más que un equipo.

Un giro radical para su persona, su actividad y para la provincia de Bizkaia acaeció a principios de los años
noventa del pasado siglo, cuando se incorporó como arqueólogo de Servicio de Patrimonio Cultural de la Dipu-
tación de Bizkaia. A ritmo creciente y con el paso de los años desarrollaba un plan que Mikel fue tejiendo para al
patrimonio arqueológico vizcaíno en base al trinomio básico del que hablábamos líneas atrás: investigación-pro-
tección-difusión. Más adelante comenzó a diversificarlo con nuevas fases para que alcanzase el lógico orden sos-
tenible que en la actualidad debe ser esencial en cualquier proyecto inversor, cultural y económico, cara al futuro.
IN MEMORIAM 15

Son ejemplos la prospección/descubrimiento de nuevos enclaves arqueológicos en el territorio del Señorío, o bien
la bidireccionalidad en la gestión a fin de lograr un sentido práctico tanto para los estudiosos (investigación)
como para el público en general (difusión). La materialización comenzó con los cursos de formación para agentes
forestales y espeleólogos, lo que redundó tanto en la mayor protección de los yacimientos y sus entornos como
en el descubrimiento de nuevos enclaves arqueológicos, entre la cuales descolla la multiplicación del arte rupestre
paleolítico.

Como tan importante fue el descubrimiento no menos lo fue la protección del siempre frágil patrimonio. Y de
esta manera se señalizaron por ejemplo los monumentos funerarios de la prehistoria (entre otros muchos) para
su conocimiento y defensa, se clausuró el acceso a ciertas cavernas de singular consideración por el valor de sus
contenidos, en especial en arte rupestre en cuya conservación nuevamente se volcó; esta voluntad incidió con
exclusiva relevancia en el santuario de Santimamiñe. No menor fue su empeño en la puesta en valor de lo des-
cubierto y que mereciese particular acondicionamiento (conjuntos arqueológicos de Arrola, Forua, Tribisburu…)
para su visita.

Kobie fue desde 1969 el vehículo de publicación científica de la Diputación vizcaína. Desde entonces y de la
mano de nuestro recordado amigo en los últimos años su mejora fue notable, tanto en volúmenes como en cali-
dad editorial o en el nacimiento de nuevas series monográficas de anejos abiertas y accesibles todas de inmediato
en la red. En ellas ya se vierten los estudios de otro proyecto salido de su voluntad, como fue la re-excavación
de los más señeros yacimientos en cueva, y también otros trabajos de investigación o de excavación de nuevos
enclaves arqueológicos. Y, en fin, tantos empeños más que se nos quedan en el tintero y que estamos seguros
serán semilla que tendrán clara continuidad.

Un amigo y compañero común (E. Alkorta) publicaba y comentaba de Mikel hace unos meses con más que
claro afecto que “Era ordenado y metódico, poco amante de los imprevistos y con tantas cosas pendientes por
hacer, irónico y sibarita”. Añadiremos nosotros, después de tantos años, características que apreciabamos en él
como sus sentencias premonitorias, para mí su más que hilarante media sonrisa, la ponderación de sus consejos
donde claramente se dejaba sentir su amistad, su humor inteligente y sutil y… otras tantas cosas que no volvere-
mos a escuchar a la otra parte del teléfono.

Descansa en paz, buen amigo.

Carmelo Fernández Ibáñez


Museo de Palencia e Instituto Sautuola
16 IN MEMORIAM

Manuel Sotomayor Muro


(Algeciras -Cádiz-, 1922 - Salamanca, 2020)
Un gran maestro en el recuerdo

Nacido en 1922 en Algeciras, por entonces un pequeño pueblo en nada comparable al actual, cuyas gentes,
entonces y ahora, como habitantes de un buen puerto de mar sureño, se caracterizan por tener una peculiar e
importante visión de la vida y, sobre todo, un gran sentido del humor. Don Manuel adquirió pronto esa gracia
acompañada de una fina dosis de ironía para deleite de las personas que tuvimos la inmensa suerte de conocer-
le y trabajar con él. Desde pequeño, a decir de sus hermanas mayores, amigas de mis tías, mostró una gran in-
quietud por todo lo que le rodeaba y un gran deseo de aprender, de conocer el porqué de las cosas, en definitiva,
“ya apuntaba maneras”, como dirían en su tierra natal.

Desde temprana edad, mostró una inclinación muy fuerte hacia las diversas ramas de las ciencias, con especial
predilección por las matemáticas. Muy pronto, con 17 años, partió del lugar que le vio nacer hacia El Puerto de
Santa María para ingresar en la Compañía de Je-
sús donde entró en contacto las humanidades clá-
sicas. Desde el Puerto se trasladaría a Chamartín
de la Rosa con sus estudios de filosofía y, tras fina-
lizarlos, se desplazaría a la Universidad Gregoria-
na de Roma donde obtendría la licenciatura en
Teología en 1953. Durante su estancia romana,
además, se preparó para ser ordenado en el rito
bizantinorumano y siempre se enorgulleció de
ello. Había solicitado, y se le había concedido, un
destino en Rumanía. Su objetivo era trabajar por
el acercamiento con los ortodoxos de aquel país.
Dicha aspiración no se llegó a materializar al serle
denegado el correspondiente permiso de entrada.
A pesar de esto, una prueba palpable de su espíri-
tu inquieto y a la vez ilusionante la constituye, por
una parte, la publicación de un libro años más
tarde, en 1965, en el que abordaba las iglesias ortodoxas y las relaciones con los ortodoxos (El decreto sobre las
Iglesias Orientales Católicas. Introducción, texto y comentario, Madrid) y, por otra, que a lo largo de su vida nun-
ca dejó de pensar en ese país. Incluso llegó a organizar un viaje que, desgraciadamente, se truncó por la gran
tragedia de Chernóbil. Con este último inconveniente, desaparecía la posibilidad de pisar suelo rumano, hecho
que lamentaba en muchas de las conversaciones que manteníamos junto con Mercedes Roca, también tristemen-
te fallecida hace unos años. Ante esa imposibilidad y puesto que dominaba perfectamente la lengua rumana
cada día leía, a través de internet, los periódicos rumanos lo que le posibilitó, en cierto aspecto, seguir en contac-
to con aquel país en el que puso muchas de sus ilusiones.

Tras la inviabilidad de destino en Rumanía y, después de una corta estancia de menos de un año en Bélgica,
fuese designado como futuro profesor de la Facultad de Teología de Granada con el encargo de dedicarse a His-
toria de la Iglesia Antigua y Medieval así como a Arqueología Cristiana. Ello originó que se desplazase a la Uni-
versidad Gregoriana de Roma para especializarse en la Facultad de Historia de la Iglesia cuya licenciatura obtuvo
en 1956 y unos años más tarde, en 1962, defendió su Tesis Doctoral que versó sobre San Pedro en la iconografía
paleocristiana. Testimonios de la tradición cristiana sobre San Pedro en los monumentos iconográficos anteriores
al siglo sexto, que fue publicada en Granada en ese mismo año.

Una vez en su puesto en la Facultad de Teología convalida sus estudios y, en 1969, obtiene el doctorado en
Filosofía y Letras por la Universidad de Granada con una Tesis en la que analiza minuciosamente los sarcófagos
romanos de temática cristiana en España, que desglosaría en dos publicaciones posteriores Datos históricos sobre
los sarcófagos romano-cristianos de España (1973) y Sarcófagos romanocristianos de España. Estudio iconográfi-
co (1975), ambos publicados en la ciudad en la que ya estaba establecido y en la que permaneció sesenta años
hasta que en 2017 fue trasladado a la ciudad de Salamanca donde falleció en 2020.
IN MEMORIAM 17

Sus estancias en Roma marcaron, en cierto aspecto, sus líneas prioritarias de investigación centradas en la
disciplina arqueológica y en la historia de la Iglesia. Son innegables sus numerosas e importantes aportaciones,
en las que no nos vamos a detener por ser de sobra conocidas en el ámbito científico nacional e internacional.
Brillantez es la palabra que designa el trabajo desarrollado durante toda su vida y que, por mérito propio, lo
convirtieron y lo convierten, en un claro referente. De su actividad arqueológica destacaría la excavación en los
hornos romanos de Cartuja en Granada no sólo por lo que supuso en la investigación sino también por su lucha
constante para su conservación. Situados en terrenos de la Compañía de Jesús podía verlos desde su habitación.
En mi memoria quedan sus palabras cuando narraba las vicisitudes por las que pasó hasta lograr un techo de
uralita que los protegiese y la tristeza que le causaba observar su deterioro “ya no tanto por acción de los cua-
drúpedos, que algo influían, sino muy especialmente por la actuación de bípedos”. Estos, con gran destreza y
agilidad conseguían quitar los tornillos que afianzaban la uralita y, tras esta delicada operación, parte de la cu-
bierta desaparecía de la noche a la mañana. Mucho antes de su partida a Salamanca recibió la grata noticia que
el alfar de Cartuja se reactivaba y se convertía en uno de los yacimientos donde se desarrollaría el practicum de
los alumnos del Grado y del Máster de Arqueología de la Universidad de Granada.

Igualmente, excavó en el yacimiento de Gabia (Granada) cuyos terrenos, tras una ardua negociación, fueron
adquiridos por el gobierno pero cuyos propietarios nunca dejaron de plantar en tierras que ya no les pertenecían.
Era un tema que le preocupaba y, desgraciadamente por unos meses, no hemos podido comunicarle que se ha
solucionado y se ha procedido a la reactivación de la investigación en la que intervenimos varias universidades
andaluzas. No puedo dejar de mencionar las excavaciones en Los Villares de Andújar en la década de los 70 que
sentaron las bases, junto con las desarrolladas en los años 80 por Mercedes Roca, del posterior desarrollo de una
investigación que sigue activa cuyo relevo me pasaron ambos maestros y cuyo magisterio está presente en todas
y cada una de las actuaciones que efectuamos.

Su labor investigadora y su lucha por el Patrimonio le granjeó el respeto y el reconocimiento de la comunidad


científica nacional e internacional. Igualmente, fue distinguido a lo largo de su trayectoria vital con el ingreso en
instituciones de prestigio (Miembro numerario del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino desde
1983; Miembro numerario de la Real Academia de Bellas Artes de Granada desde 1988; Consejero de Honor del
Instituto de Estudios Campogibraltareños desde 1991; Miembro correspondiente del Deutsches Archäologisches
Institut desde 1965; Miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia desde 1987) así como con el
Premio Andalucía (Patrimonio Histórico) en 1991.

Quisiera finalizar este pequeño recuerdo a D. Manuel, como le llamábamos, recogiendo las últimas frases de
una semblanza que realizamos con motivo de su obituario y que, ciertamente, reflejan su personalidad. La perso-
nalidad de una persona excepcional tanto a nivel profesional como humano. D. Manuel era muy humilde como
sólo los sabios saben serlo. Era muy vitalista, muy honesto, con una mente privilegiada, con un gran sentido del
humor y, ante todo, una gran persona como dirían en nuestra tierra algecireña. Conocerlo ha sido un privilegio y,
no cabe duda, que su legado permanecerá para siempre al igual que ocupará un lugar muy especial en el corazón
de todos los que le conocimos y disfrutamos de su amistad. Descanse en paz.

Mª. Isabel Fernández García


Universidad de Granada
18 IN MEMORIAM

Gonzalo Alcalde Crespo


(Palencia, 1953 - 2020)

Este año 2020 ha sido pavoroso en muchos sentidos, en múltiples aspectos, todos nosotros los sabemos.
Quedará en los anales de la Historia, qué duda cabe, y a la vez en el de cada uno traducido en diferentes formas.
Ocurrieron muchas cosas, acaecieron cuantiosos hechos…, y se nos fueron grandes personas y aún mejores ami-
gos, aparte de magníficos profesionales.

Miguel Ángel García Guinea, quien fuese a lo largo de veinticinco años director del Museo de Santander y
fundador de nuestro Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola” aparte de añorado maestro, siempre tuvo
a Castilla por territorio tan apreciado como a su propia tierra cántabra. Y Palencia más en concreto, el rincón
favorito de los descansos de su alma de investigador y poeta; pero también algo más. Sus exploraciones ora de
arte, ora de arqueología, le llevaron a desarrollar múltiples proyectos en los que fue integrando a colaboradores
de la región, jóvenes entusiastas por entonces y que a la postre llegaron a ser notables amigos y meritorios cole-
gas. Gonzalo Alcalde, qué duda cabe, resultó ser para él
sin duda alguna uno de los más destacados.

“De Palencia ha escrito mucho Gonzalo Alcalde, ¿le co-


noces?: ¡Soy yo!”. Así le conocí la Semana Santa de 1985
en Revilla de Pomar (Palencia) llegado en aquellos lares
para dirigir a un grupo de jóvenes, afanados todos en la
limpieza y reacondicionamiento de la turística cueva de
Los Franceses que la Diputación Provincial le había encar-
gado. Sólo la perversa e implacable señora de la guadaña
nos separaría treinta y cinco años después.

Gonzalo era un hombre de los que se puede decir que


se hizo a sí mismo. Ya de joven y a todo lo largo de su
vida, permaneció muy ligado a la naturaleza en general: la
montaña, y las cuevas en particular donde fue el pionero
provincial en cuanto a su descubrimiento, investigación y
divulgación. De hecho su primera gran obra, con al me-
nos tres ediciones, fue una publicación en cuatro tomos
titulada La Montaña palentina (I. - La Lora, II. – La Braña,
III.- La Pernía, IV.- Fuentes Carrionas), amplio territorio que es abrupta región y que linda con Cantabria por el
septentrión. Contaba por entonces (a caballo entre los años 70 y 80 del pasado siglo XX) con el “Equipo de In-
vestigaciones Espeleo-etnográficas” que él mismo crease, y con el que semana tras semana recorrían a pie todo
aquel norte -su norte-, recogiendo mitos y leyendas, arqueología e historia, patrimonio, fauna y flora, geología,
clima, geografía y un muy largo etcétera. Sin duda alguna ha constituido -y constituye- una obra de referencia.
Aquellos trabajos de campo y laboratorio eran registrados con dibujos y sobre todo con miles de fotografías que
comenzaron siendo en blanco y negro, para luego traducirse en color, más adelante diapositiva, y digitales en los
últimos años. Porque otra de sus pasiones, todos la conocíamos, era la fotografía, en cuyas lides se encontraba
muy versado además de con reconocida experiencia y sus múltiples publicaciones hablan por sí mismas. Desde
entonces aquella primigenia y magna empresa le consagró como lo que a posteriori llegó a ser considerado en
su provincia: “uno de sus intelectuales más destacados” señalaban los medios de comunicación; adjetivos que le
acreditarían como tal en posteriores afanes. Escritor, ilustrador, naturalista, investigador, viajero…

No hemos podido recoger la totalidad de sus escritos ya que diarios como el Norte de Castilla, Carrión o Diario
Palentino publicaron múltiples artículos en temática y cantidad salidos de su ágil y diversificada pluma. Pero sí
podemos contabilizar una cuarentena de libros -se dice pronto-, y al menos una treintena de artículos y capítulos
en obras colectivas de carácter científico y especializado: Dialnet los recoge aunque no en su totalidad. Desde el
pasado más remoto y la cultura más reciente -por tradicional- tuvieron un gran calado en su péndola. Trabajó en
arqueología y paleo-fauna palentinas desde las culturas prehistóricas (Cueva Tino, Cueva Corazón y sima Albe-
rich), el poblado vacceo de Tariego de Cerrato o el complejo tardorromano de Quintanilla de la Cueza, amén de
la arquitectura rupestre de época plenomedieval y múltiples hallazgos aislados, siendo colaborador del Museo de
IN MEMORIAM 19

Palencia en la fúlgida época de Mª. Valentina Calleja, su directora, quien consideraba que la valía científica era
otorgable por el trabajo, la seriedad, la pasión y el afán, no exclusivamente por la titulación. Es precisamente en la
especialidad museológica donde hemos de mencionar que fue el coordinador y durante varios años primer direc-
tor (aunque a él no le gustase reconocerlo), además de dinamizador del Museo del Cerrato palentino en Baltanás.

Pero su bibliografía abarca también otras temáticas divulgativas o doctas que encierran varios géneros como
libros sobre etnografía y arquitecturas civil y religiosa. Nos referiremos también al turismo en multitud de guías
tanto de Cantabria como y sobre todo regiones y pueblos castellanos en Soria, Valladolid y como no, Palencia.
No pasamos por alto su blog en la red (gonzaloalcalde.blogspot.com) desde 2006 a 2020, en el cual plasmaba
sus ponderadas reflexiones y comentarios satíricos sobre los temas de actualidad más diversos, incluso fotografías
y videos de su cosecha.

Era así mismo miembro añejo (y por encima de todo compañero) de nuestro Instituto de Prehistoria y
Arqueología “Sautuola”, miembro-fundador de la Sociedad Española de Espeleología, académico numerario de
la Institución Tello Téllez de Meneses, además de Patrono de la Fundación Villa Romana de la Olmeda.

Pero ya basta de tanto curriculum. Eso a Gonzalo no le importaba en absoluto, e incluso enflaquecía un ego
inexistente, aunque a los ajenos ojos de la buena gente contrariamente le engrandeciese; la valía de un ser hu-
mano ha de ser (debería de ser) fundamentalmente valorada por su caudal como persona. Afirmamos que era un
buen amigo, gran conversador de mente ágil, despierta, ocurrente, positivo, sociable y de agradable compañía;
daba gusto tomar un café (elaboración que le entusiasmaba) junto a él cada jueves. De hecho, fue habitual ter-
tuliano en programas de actualidad tanto en la radio como en la televisión regionales (Canal 8 Castilla y León y
PalenciaTV). Las palabras de Alberto Rodríguez, presidente de la asociación cultural Grupo Muriel y recogidas por
la prensa local, le definen de manera tan egregia como fiel: “Gonzalo fue un empedernido optimista, de eterna
sonrisa y alegría contagiosa, amigo de sus amigos, entusiasta de las diferentes comarcas palentinas, monumen-
tos, montañas, ermitas... consultando con los vientos y las nubes. También era muy destacable su vocacional
obstinada paciencia en su mentor de saber que acudían a él en busca de su sagaz consejo, aportado a espuertas
su experiencia, su sabiduría en la vida, su humanidad solidaria y su formación moral y espiritual”.

Gonzalo, la Montaña, la luz, el mare nostrum…. y tus amigos, te echamos de menos. Dejaste mucho, te fuiste
pronto.

Ossa tibi bene quiescant tibi terra levis sit

Carmelo Fernández Ibáñez


Museo de Palencia e Instituto Sautuola
20 IN MEMORIAM

Joaquín Gómez-Pantoja Fernández Salguero


(Madrid, 1953 - Alcalá, 2020)

Documentos como el que escribo aquí son


inmensamente dolorosos de realizar, especial-
mente cuando se trata de glosar la vida acadé-
mica e investigadora de quien fue mi profesor,
mi compañero y, sobre todo, mi amigo. Joaquín
Gómez-Pantoja, Profesor Titular de Historia Anti-
gua de la Universidad de Alcalá, falleció a finales
del mes de agosto del año 2020, después de lu-
char contra una terrible enfermedad durante diez
años. Diez años en los que, con un magnífico hu-
mor y estado de ánimo, no dejó de preocuparse
por la docencia y por la investigación, incluso or-
ganizando seminarios para aquellos estudiantes y
doctores con los que formó un grupo de reflexión
sobre la epigrafía y las nuevas tecnologías. Cada
semana se reunía con ellos para analizar inscrip-
ciones y reflexionar acerca de las posibles inter-
pretaciones que podían darse a una pieza. Los
integrantes de este seminario, entre ellos su hija
Elisa, son los depositarios, como ellos me comen-
taron el día en el que se dio sepultura a Joaquín,
de esas reflexiones, que, con seguridad, verán la
luz en forma de libro o de artículos.

Es cierto que, desde sus tiempos doctorales en la Universidad de Navarra y como becario Fullbright e investi-
gador en las Universidades de Harvard y Berkeley, se preocupó por estudiar en profundidad a personalidades que
imprimieron su huella en el último siglo de la República Romana. Aún recuerdo como si fuera ayer, sus clases,
siendo yo estudiante de quinto curso de la licenciatura de Historia; el modo en el que nos hablaba de Lucio Cor-
nelio Sila y de cómo había que utilizar las fuentes históricas.

Pero el Dr. Gómez-Pantoja fue ante todo un epigrafista, de gabinete y de campo; también un epigrafista
consciente de que las nuevas tecnologías no debían quedar ajenas al ámbito de las Humanidades, de la Historia
Antigua. Joaquín fue uno de los pioneros de España en desarrollar bases de datos bibliográficas en momentos en
los que incluso el ahora indispensable correo electrónico aún no era una herramienta común. También marcó un
hito su puesta en marcha de bases de datos epigráficas, fruto de las cuales fueron su colaboración seminal en el
proyecto Hispania Epigraphica y la concesión de un proyecto europeo en el que se aunaban las Nuevas Tecnolo-
gías y las Humanidades, en concreto, la epigrafía, como no podía ser de otro modo.

Joaquín se preocupó por escribir manuales de Historia Antigua; como buen investigador, dirigió proyectos,
como “Ubi erat Lupa”; participó en proyectos de investigación nacionales integrándose en el equipo conocido
como “El Archivo del Ordo”, o internacionales como los vinculados al Instituto Ausonius de Bordeaux. Fueron
muy numerosos sus artículos en revistas de prestigio, en los que daba a conocer hallazgos de epígrafes y sus inter-
pretaciones; del mismo modo, participó y organizó congresos especializados en la Historia Antigua de la penín-
sula Ibérica y en la epigrafía latina. Si algo caracteriza su curriculum son sus publicaciones a menudo elaboradas
con colegas historiadores y epigrafistas, pero también con conservadores de museos y con jóvenes doctorandos
y doctores a los que quiso ayudar en su faceta investigadora inicial.

De todos es, además, conocida su implicación en la renovación de los volúmenes que el Corpus Inscriptionum
Latinarum dedica a Hispania. Gracias a sus gestiones, los archivos de este volumen llegaron a la Universidad de
Alcalá, donde se creó el Centro CIL II, que sigue hoy funcionando. Pero Joaquín no se dedicó únicamente a traer
el CIL a Alcalá; siguió colaborando en la elaboración de las fichas epigráficas y en la redacción de los volúmenes
dedicados al Conuentus Cluniacensis.
IN MEMORIAM 21

Joaquín vivió más de cuarenta años en el ager Complutensis, en torno a la ciudad de Complutum. No extra-
ñará que también su investigación e intereses se articularan en torno a la epigrafía de la ciudad y territorio com-
plutense, de lo que dejó magnífica muestra en sus publicaciones en artículos y capítulos de libro.

Dirigió varias tesis doctorales, casi todas de ellas de temática epigráfica. Ha querido el hado que su más que-
rida discípula, mi compañera y amiga, la Dra. Mª José Rubio Fuentes falleciera también en la primavera del año
2020. Maestro y discípula, ambos epigrafistas, han dejado una huella imborrable en el Área de Historia Antigua
de la Universidad de Alcalá. A ambos: Sit Tibi Terra Leuis.

Margarita Vallejo Girvés


Catedrática de Historia Antigua
Universidad de Alcalá
22 IN MEMORIAM

Paloma Cabrera Bonet


(Madrid, 1954 - 2020)

El fallecimiento de Paloma Cabrera Bonet pilló de sor-


presa a casi todos/as los/las compañeros/as del Museo
Arqueológico Nacional (MAN). Pocas semanas antes de
recibir la noticia nos habíamos cruzado en los almacenes
y comentamos lo duro que había sido el confinamiento,
pero también cómo pudimos aprovecharlo para terminar
algunos trabajos científicos. No me extrañó, pues yo sabía
que era una investigadora incansable. Lamentamos que
hubieran cerrado la cafetería de la Biblioteca Nacional,
pues ya no podríamos compartir el rato de la comida en
una temporada. Y nos despedimos hasta la próxima.

En mi caso, llevando a penas un año y medio formando


parte del cuerpo facultativo de Conservadores de museos
y trabajando en el Museo Arqueológico Nacional, tuve
poco tiempo de trabajar y disfrutar de Paloma. No obstan-
te, su nombre era conocido para mí desde la licenciatura
como una experta de la Cultura Clásica y su nombre no
podía faltar en varios de mis temas de oposición. Este hecho dejaba claro que ella era un referente científico en
el ámbito español y el mediterráneo, una compañera de profesión de la que aprender.

Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid con especialidad en Arqueología, recibiendo
el Premio Extraordinario de Licenciatura en 1980. Bajo la dirección de su maestro Ricardo Olmos defendió su
tesis El comercio griego en Huelva en época arcaica, convirtiéndose después, ella misma, en maestra de otros
alumnos de esta universidad al impartir la asignatura de “Arte Clásico” como profesora asociada entre los años
1981 y 1988.

Su vinculación con el MAN comenzó cuando, en 1988, desarrolla en esta institución su beca postdoctoral,
convirtiéndose en 1992 en la Jefa del Departamento de Antigüedades Griegas y Romanas, puesto que ocupará
hasta su fallecimiento. No obstante, entre ambos desempeños, y tras aprobar las oposiciones de conservadora,
dirigió el Museo Nacional de Arqueología Marítima de Cartagena.

En la institución que fue su casa durante veintiocho años llevó a cabo diversas labores en las que destacó.
Como museógrafa desempeñó labores como el diseño, junto con sus compañeras de departamento, de las nue-
vas salas de Grecia y Roma tras la última reforma, así como fue comisaria y editora científica de catálogos de nu-
merosas exposiciones temporales como las destacadas Los griegos en Iberia: Tras las huellas de Heracles (Madrid,
2000) o El vaso griego y sus destinos (Madrid, 2004). Desde el museo potenció programas internos de investi-
gación como Iconografía de la muerte en los vasos apulios del MAN y formó parte de proyectos de investigación
externos como Hombres y dioses. Literatura, religión y filosofía entre Oriente y Occidente vinculado a la Universi-
dad Complutense de Madrid o La construcción de la naturaleza desde el poder: imágenes de la Grecia arcaica y
clásica promovido por la Escuela Española de Arqueología en Roma (CSIC). Su compromiso con el Ministerio de
Cultura y Deporte así como con el Patrimonio Cultural la lleva a ser vocal de la Junta de Calificación, Valoración
y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español. En el museo organizó diversas jornadas científicas que
gozaron de gran afluencia de público, entre las que destacaré Alma: entre ciencia y religión por haber sido una
de las que tuve el placer de asistir y en la que participó ella misma con una visita guiada por las salas de Grecia.

Su labor investigadora iba más allá del MAN y colaboró con prestigiosas instituciones, siendo miembro co-
rrespondiente del Instituto Arqueológico Alemán, patrona de la Fundación Pastor, miembro del Consejo del
Instituto Universitario de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad Autónoma de Madrid, así como mantuvo
una relación estrecha con el CSIC. Además, fue miembro del Consejo Rector del Centro Iberia Graeca (Ministerio
de Cultura y Deporte y Generalitat de Catalunya) y responsable científica del proyecto de Documentación Iberia
Graeca. El comercio y la presencia griega en Iberia. Realizó diversas excavaciones arqueológicas y estancias en
IN MEMORIAM 23

prestigiosos centros como el Museo Arqueológico Nacional de Chipre, la Fondation Hardt en Ginebra, l’École
Normale Supérieure de París o la Escuela Española de Arqueología en Roma. Todo ello se plasma en la abundante
bibliografía generada con la publicación de artículos, capítulos y libros que abarcan temáticas variadas del ámbito
Clásico como la religión, la iconografía o el sincretismo del ámbito griego en la Península Ibérica.

Disfrutar de los vasos griegos expuestos en el Museo Arqueológico Nacional se convierte ahora en un home-
naje a esta compañera, investigadora que tanto se interesó por su puesta en valor y difusión, y que tanto aportó
en el ámbito del universo de los seres híbridos, la iconografía femenina y, de manera especial, del mundo órfico
y dionisiaco.

Tras su muerte, destacaron las palabras de agradecimiento a Paloma venidas de numerosos profesionales e
instituciones que llenaron de homenajes, ese día, las redes sociales y las páginas webs. En muchos de ellos se
destacaba el amor por la amistad que sentía y profesaba. Por ello, me gustaría terminar este escrito citando una
de las frases por ella seleccionada y que dirigió a su maestro Ricardo Olmos, en una oda a esa amistad que tanto
valoraba: “Decía Aristóteles que cuando queremos contemplar nuestro rostro, lo vemos mirándonos en un espe-
jo… cuando queremos conocernos a nosotros mismos, nos miramos en el amigo, porque… el amigo es otro yo
(Magna Moralia II, 1213 a 20-25)”.

Susana de Luis Mariño


Conservadora del Departamento de Protohistoria y Colonizaciones
Museo Arqueológico Nacional
24 IN MEMORIAM

Anna Jover Armengol


(Barcelona, 1944 - 2020)

El inicio de la relación de Anna Jover con la arqueología subacuática fue totalmente casual, fruto de una serie
de circunstancias favorables. En 1978 el entonces Patronato de Excavaciones Arqueológica Submarinas de la
Provincia Marítima de Gerona, con más ilusión que recursos, inició la excavación de un pecio de época romana
datado en el cambió de Era y hundido en la costa de la
población de Port de la Selva (Girona).

En esa localidad Anna tenía su residencia de vacacio-


nes y una embarcación con la que hacía submarinismo por
los alrededores. No es extraño que una persona dinámica
y generosa como Anna, pusiera inmediatamente a dispo-
sición de los trabajos: su embarcación, su habilidad como
submarinista y sobre toda su enorme y contagiosa ilusión
por todo lo que hacía.

Desde entonces, gracias a su formación como química,


y sus acertadísimos consejos, ha estado siempre presente
en la evolución de la arqueología subacuática de Cata-
luña, convirtiéndose en una referente en la conservación
y restauración de materiales arqueológicos empapados de
agua.

Anna Jover Armengol se licenció en Ciencias Químicas


por la Universidad de Barcelona en 1970 y, como hemos
dicho, unos años más tarde, en 1978, de forma casual,
tuvo su primer contacto con la arqueología subacuática en el pecio de Cap del Vol (Port de la Selva), excavación
que continuó hasta 1980.

En 1981 se inició un proceso de reorganización de la arqueología subacuática catalana desde el Centre d’In-
vestigacions Arqueològiques de la Diputació de Girona para lo que en el mismo año y con el doble objetivo de
experimentar si era posible adaptar una correcta metodología de excavación subacuática a los escasos medios
disponibles y para ir formando un equipo de técnicos, se realizó una campaña de excavación en un pecio con
un cargamento de ánforas ibéricas en la cala Sa Tuna (Begur – Girona). En aquella primera campaña de la nueva
etapa, que culminaría once años más tarde con la creación del Centre d’Arqueología Subaquàtica de Catalunya
(CASC), dependiente de la Generalitat de Catalunya, ya participó Anna Jover y desde aquel momento inicial su
relación con el CASC fue continuada.

Todo material arqueológico húmedo requiere, desde el momento de su extracción del fondo de las aguas, y en
ocasiones incluso desde antes, unos tratamientos específicos y complejos para evitar la degradación de la pieza,
especialmente por los fenómenos que acontecen con su secado.

Anna se recicló formándose en Urbino (1978), Copenhaven (Dinamarca), en Japón (1987), en Australia
(1987), en Grenoble (ARC-Nucleart - 1998)… y adaptó sus conocimientos de química a la conservación de mate-
riales arqueológicos húmedos. Diseñó y construyó el primer tanque que hubo en España para la conservación de
materiales orgánicos mediante la saturación con polietilenglicol. Investigó, experimentó y evolucionó hasta crear
un protocolo para la conservación de estos mismos materiales mediante la liofilización, alcanzando magníficos
resultados que le valieron el reconocimiento de los colegas y de los numerosos alumnos que se formaron con ella.

La excavación entre los años 1984 y 1987 del barco Culip IV, de finales del siglo I d.C., proporcionó más
de 1.900 vasos lisos y más de 800 decorados de Terra Sigillata Sudgallica junto a más de 1.400 vasos del tipo
conocido como de paredes finas, entre otros materiales, además de los metálicos, orgánicos y silíceos. Aquí se
manifestó otra característica de Anna, su ímpetu sensato y contagioso gracias al cual todo parecía fácil, y no nos
referimos únicamente a superar la dificultad de desalar y liberar de concreciones marinas calcáreas a los vasos
IN MEMORIAM 25

cerámicos, sino a poner en práctica la logística que hizo posible la operación con los escasos medios humanos y
materiales disponibles. Creo que nunca hasta entonces un pequeño laboratorio de restauración arqueológica se
había enfrentado al reto de conservar tal volumen de vasos cerámicos.

Partiendo del conocimiento de este carácter y cualidades de Anna, no sorprende que también pareciera
factible y fácil recuperar en 1990 y conservar, por primera vez en España, un barco arqueológico, el conocido
como Sorres X datado en el siglo XIV. Esta embarcación apareció durante la construcción del Canal Olímpico de
Remo (Castelldefels) en el que se celebrarían las Olimpiadas del 1992 por lo que era imprescindible y urgente
trasladar el barco a Girona para proceder a su conservación y restauración. En la actualidad la embarcación se
encuentra expuesta en el Museu Marítim de Barcelona. Anna diseño una enorme cuba de acero inoxidable y su
automatización para posibilitar tanto la calefacción como la recirculación del polietilenglicol producto que, tras la
documentación de todas las piezas, traslado, limpieza y desalado, posibilitó la conservación de la barca después
de más de cuatro años de procesos.

La creación de una nueva sede para el CASC posibilitó que Anna diseñara y construyera ex novo un laborato-
rio especializado en el tratamiento de todo tipo de materiales arqueológicos subacuáticos. Su inauguración en
1995 supuso una nueva etapa provista de todos los medios que ella consideró necesarios y que se completarían,
a partir de 1999, con un gran liofilizador con el que experimentó y estableció protocolos de tratamientos de
materiales orgánicos para aplicarlos a las herramientas de madera del yacimiento lacustre neolítico de La Draga
(Banyoles) del 5.400-4.900 a.C., a los materiales de Iesso (Guissona), y también, entre otros, a los de Can Guar-
diola (Terrassa) en donde, entre los sedimentos aluviales de una rambla, aparecieron: frutos, coprolitos, troncos
de árboles de hace un millón de años.

El ser pionera en su campo profesional y los magníficos resultados alcanzados le valieron el reconocimiento
de los colegas y de los numerosos alumnos que se formaron con ella. Por ello no es extraño que frecuentemente
se le invitara a participar en cursos, congresos y en publicaciones científicas, que nos ha dejado como magnífica
herencia, no solo en el tratamiento de materiales orgánicos húmedos sino también en la recuperación y conser-
vación de maderas en general, como las del Abric Romaní, en donde trató maderas carbonizadas e hizo moldes
de maderas fosilizadas datadas en 45.000 B.P. y no sólo en Cataluña. En 2004 y 2005 se ocupó en el tratamiento
de la barca de Urbieta y de su montaje y primera exposición en el Museo Marítimo de Bilbao.

Anna fue pionera, dejo huella y dejó una herencia activa que se comprueba en el laboratorio que ella inventó
y construyó y que sigue utilizándose por las personas que ella formó.

Caty Ager
Xabier Nieto
26 IN MEMORIAM

Eduardo van den Eynde


(Santander, 1959 - 2020)

Quiero comenzar expresando un doble agradecimiento al Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”


y a su revista, en primer lugar, por vuestra labor de di-
vulgación, protección y conservación de la prehistoria
y la arqueología de Cantabria, un valioso patrimonio
del que vosotros cuidáis y por el que la sociedad de
esta tierra os debe su reconocimiento. El otro motivo
de agradecimiento es, el de concederme el privilegio
de reconocerme como amigo de vuestro compañero
Eduardo van den Eynde y proponerme escribir estas lí-
neas en su memoria.

De Eduardo, solo puedo hablar desde el cariño fruto


de nuestra amistad y sobre todo, desde la admiración,
una admiración que nunca escondí, hacia alguien a
quien consideraba un “hombre del Renacimiento”, ca-
paz de hacer las cosas más diversas y hacerlas bien.

Cofundador del Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola” junto a su amigo y referente, el profesor
García Guinea, con él y con otros colegas, publicó en esta revista varias aportaciones sobre la prehistoria de
Cantabria. Su relación con García Guinea, le llevó a comprar una casita vecina a la de don Miguel Ángel, en un
pueblecito del antiguamente conocido como Val de Ripa Ibre, hoy Valderredible y rehabilitarla, trabajando en ella
como cantero, albañil, carpintero, pintor y otros oficios.

En sus ratos libres ejercía de rockero, tocaba la guitarra y el bajo en dos grupos, los + turbadores y los Vanden.
Disfrutaba una barbaridad con sus amigos y su hijo en los ensayos, en los que se sentía “el Eduardo” que a él le
gustaba ser, libre, creativo y parte de un equipo. Tuve el privilegio de ser uno de los fans que asistió a su último
concierto.

Los avatares de la vida le llevaron a ser director de la Escuela Taller de Santoña, donde dejo su impronta y por
mi relación con esta villa supe de su trayectoria, de manera que, cuando fui elegido alcalde de Astillero, no dudé
en crear la Agencia de Desarrollo Local y pedirle que se presentara al puesto de director de la misma. Desde ese
momento, se fue cimentando nuestra relación laboral y a la par nuestra amistad. Trabajamos juntos muchas ho-
ras, de muchos días, en muchos proyectos, que después nos ilusionaba ver convertirse en realidades.

En ellos, fuimos adquiriendo unos hábitos de trabajo compartido y disfrutando de nuestra complementarie-
dad, tanto en cuanto a nuestro carácter como a nuestras capacidades.

Cuando fui elegido por mis compañeros como presidente del Partido Popular de Cantabria, no lo dudé, pro-
puse a Eduardo seguir trabajando juntos en el partido. Para él, este era un paso de enorme trascendencia, que
dio lugar entre ambos a largas conversaciones, pues suponía entrar a participar en la toma de decisiones del
partido en Cantabria. Aceptó el compromiso, condicionándolo a otro por mi parte, que mis nuevas responsabi-
lidades no me cambiaran en cuanto a mis convicciones y que mantuviéramos la sinceridad como premisa básica
en nuestra nueva labor. Aceptó, advirtiéndome que entraba en “el Partido Popular de Nacho Diego” y que si yo
le fallaba, saldría de él discretamente. Fue Vicesecretario de Comunicación, en tres legislaturas Diputado Regional
y Portavoz del Grupo Parlamentario, se hizo respetar y apreciar, tanto por sus compañeros como por sus rivales.
Sabía escuchar y utilizar la palabra con ironía, mordacidad, sutileza, también con contundencia, pero siempre con
consideración. Llevó a cabo en todo momento el desempeño de sus funciones con brillantez, quedan en el Diario
de Sesiones y en la videoteca del Parlamento, intervenciones de Eduardo realmente geniales.

Eduardo luchó contra su grave enfermedad durante ocho años, lo hizo con enorme entereza y mucha dig-
nidad. Su estado de salud, no era uno de sus temas de conversación preferidos, pero hubo momentos, en los
que pesaba demasiado en su estado de ánimo. Recuerdo solo dos ocasiones en las que se le escaparon amargas
IN MEMORIAM 27

lágrimas, cuando al comienzo conoció el diagnóstico y experimentó esa incertidumbre, esa desazón angustiosa
de enfrentarte a algo que no se ve, no se toca, pero temes que pueda contigo y te separe de todo lo que amas.
La otra ocasión fue, cuando después de distintos cambios de tratamiento, el último había fallado y supo que solo
quedaba disfrutar de una vida que se le escapaba como agua entre las manos.

Hoy, confieso que escribir estas líneas me ha costado gran esfuerzo, pues fueron muchos los alegres y gratos
momentos que vivimos, algunos duros y difíciles, pero unos y otros reforzaron nuestra amistad y debo reconocer
que le añoro, que en muchas ocasiones, ante las noticias que la política nos trae, hago el ejercicio de pensar qué
diría Eduardo, es la manera que he elegido para evitar que se vaya del todo.

Mis últimas letras quiero que sean, para lo más importante de Eduardo, su mujer, su amiga, su compañera
desde la facultad, Lola y su hijo, que bien sabe lo orgulloso que estaba de él su padre.

He confesado ya mi admiración hacia él, pues le considero una “pieza única”, una persona difícilmente repe-
tible.

Nacho Diego Palacios


I. PALEO-MESOLÍTICO / PALAEO-MESOLITHIC
I. PALEO-MESOLÍTICO / PALAEO-MESOLITHIC

Ocupaciones del paleolítico antiguo en el tramo bajo de la cuenca del río Pas:
los yacimientos de La Rueda, El Sarzón y terrazas de Zurita (Piélagos, Cantabria)
Ancient Palaeolithic occupations in the lower section of the Pas river basin: the sites of La Rueda,
El Sarzón and Terraces de Zurita (Piélagos, Cantabria)
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ, Ramón MONTES BARQUÍN .31-50
Sautuola / XXIV-XXV
Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
Santander (2019-20), 31 - 50

Ocupaciones del Paleolítico antiguo en el tramo bajo de la


cuenca del río Pas: los yacimientos de La Rueda, El Sarzón y
Terrazas de Zurita (Piélagos, Cantabria)

Ancient Palaeolithic occupations in the lower section of the Pas river basin: the
sites of La Rueda, El Sarzón and Terraces de Zurita (Piélagos, Cantabria)

José Manuel MORLOTE EXPÓSITO1


Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ1
Ramón MONTES BARQUÍN1

RESUMEN
Se presenta un grupo de tres yacimientos descubiertos durante las obras de construcción del tramo Encina-Torrelavega de la “Autovía
del Cantábrico” (A-8). Importantes lotes de industria lítica han sido recuperados en el sistema de terrazas fluviales conservadas en la margen
izquierda del río Pas, a la altura de la localidad de Zurita. La posición estratigráfica y los caracteres tecno-tipológicos de las series permiten
situar los hallazgos entre el final del Pleistoceno Medio y el final del último período interglaciar (estadios isotópicos 6 y 5, circa 190-89 ky
B.P.), documentándose caracteres industriales compatibles con los tecno-complejos Achelense superior y Musteriense, sin que ello tenga un
valor cronológico realmente.

ABSTRACT
A group of three sites discovered during construction work in the Encina-Torrelavega section of the “Cantabrian Highway” (A-8) are
presented. Important assemblages of lithic industries have been recovered in the river terrace system located on the left bank of the Pas River,
near the village of Zurita. Their stratigraphic position and the techno-typological characteristics of the series allow us to date the lithic remains
between the end of the Middle Pleistocene and the end of the last interglacial period (isotope stages 6 and 5, circa 190-89 ky B.P.), with in-
dustrial characters compatible with typical features of both Upper Acheulean and Mousterian techno-complexes but these techno-typological
features do not really possess chronological value.

PALABRAS CLAVE: Achelense superior. Estructura edáfica (suelo). Industrias líticas. Musteriense. Paleolítico antiguo. Terrazas fluviales.

KEYWORDS: Ancient Palaeolithic. Edaphic structure (soil). Lithic industries. Mousterian. River terraces. Upper Acheulean.

I. INTRODUCCIÓN gico de todos los movimientos de tierra. El fin último


de estas actuaciones ha sido, como cuestión general,
Los trabajos que permitieron el reconocimien- garantizar la correcta gestión de los elementos del Pa-
to, documentación y estudio de los yacimientos de trimonio Cultural (tanto de los conocidos en las inme-
La Rueda, El Sarzón y Terrazas de Zurita, que ahora diaciones del trazado, como de aquellos que pudieran
presentamos, fueron realizados durante las labores aparecer en la zona de afección de las obras durante
de seguimiento y control de obra del “Programa de la ejecución del proyecto), y de manera más específi-
atenuación de impacto sobre el Patrimonio Cultural ca, rescatar los vestigios de potenciales ocupaciones
previsto con motivo de la ejecución del tramo la En- prehistóricas en la red de terrazas del río Pas -a la al-
cina-Torrelavega de la Autovía del Cantábrico A-8”. tura de la localidad de Zurita-, en donde se conocían
Este programa arqueológico fue contratado por la indicios previamente (Muñoz, San Miguel y CAEAP,
empresa adjudicataria del tramo, la U.T.E. LA ENCI- 1988; Montes, 2003).
NA (ACCIONA S.A.-IZEL S.L.), al gabinete de arque- El control arqueológico se extendió, en diversas
ología GAEM arqueólogos, en cumplimiento de las fases y momentos (debido a diversos avatares de la
directrices marcadas en el proyecto de construcción obra), desde septiembre de 2007, hasta noviembre
de dicho tramo y de la normativa vigente recogida en de 2016.
la Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria de 1998.
Los trabajos han consistido, básicamente, en la II. EL POTENCIAL GEO-ARQUEOLÓGICO DE LA
realización de sondeos y en el seguimiento arqueoló- ZONA

El principal rasgo geo-arqueológico de la zona


1. GAEM Arqueólogos afectada por el tramo de autovía que generó el descu-
Correo electrónico: gaem@gaemarqueologos.com brimiento de los sitios que presentamos es el de “vía

ISSN: 1133-2166
32 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

de paso”, ya que constituye un corredor natural de de depósitos edáficos y extensas terrazas fluviales del
comunicación entre los valles bajos del Pas-Pisueña y Pleistoceno.
el Saja-Besaya. Este rasgo debió de ser clave para el A pesar de la presencia de calizas, no se docu-
establecimiento en la zona -desde muy antiguo- de menta en la zona la existencia de modelados kársticos
asentamientos humanos. Las condiciones orográficas bien desarrollados, exceptuando áreas muy puntuales
del área son muy propicias para la existencia de asen- de las localidades de La Cueva y Socobio (municipio
tamientos humanos, al tratarse de una zona -en ge- de Castañeda), donde aparecen algunas cavidades de
neral- llana situada, en su mayor parte, muy cerca de muy escaso desarrollo. Por tanto, el principal poten-
importantes cauces fluviales. El trazado discurre por cial arqueológico de las zonas recorridas por el tramo
fondos de valles, en áreas cuyas altitudes raramente está vinculado a la presencia de depósitos cuaterna-
superan el centenar de metros y que disponen de muy rios al aire libre, terrazas pleistocénicas y estructuras
buenas condiciones para el desarrollo de actividades edáficas (suelos) bien desarrollados. En general, la
propias, tanto de bandas de cazadores-recolectores, mayor parte del trazado discurre por el tramo inferior
como de sociedades productoras (agricultura y gana- de la red de terrazas de los ríos Pisueña y -sobre todo-,
dería). Pas, de formación muy reciente, geológicamente ha-
A lo largo del trazado, y muy en especial en la blando.
zona de localización de los sitios arqueológicos (Fig. Al margen, es preciso referir que, una parte im-
1), los relieves alternan las lutitas rojas, areniscas, portante del trazado discurre próximo a los núcleos
margas y conglomerados del Jurásico-Cretácico Infe- rurales actuales, la mayor parte de los cuales poseen
rior, con las terrazas y depósitos fluviales del Cuater- un origen medieval. En estos lugares es frecuente la
nario. También aparecen, hacia el valle del Pisueña, aparición de yacimientos medievales como necró-
calizas grises, dolomías y carniolas del Triásico-Jurási- polis, casi siempre situadas en los alrededores de las
co; lutitas rojas, areniscas, margas y conglomerados fábricas religiosas o despoblados. La mayoría de las
del Jurásico-Cretácico Inferior y areniscas rojas, luti- iglesias y ermitas conservadas en las localidades de la
tas. Es decir, una litoestratigrafía variada recubierta zona son de la Edad Moderna, aunque se sabe que,

Figura 1: Localización de la zona a estudio en el centro de región cantábrica y delimitación de los yacimientos sobre la traza de la A-8 “Autovía
del Cantábrico”, a la altura de la localidad de Zurita (Piélagos, Cantabria).
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 33

buena parte de las mismas, tienen un origen más an-


tiguo, generalmente alto y pleno-medieval.

III. TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS DESARROLLADOS

Las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo en


el tramo han consistido, como es preceptivo en este
tipo de obras, en la documentación precisa de algu-
nos elementos del Patrimonio Cultural que se veían
afectados -directa o indirectamente- por las distintas
obras de apertura de traza y obras de construcción,
incluyendo la apertura de sondeos arqueológicos pre-
vios a la realización de la obra en aquellos lugares
que el proyecto de construcción determinaba y en el
seguimiento permanente de todos los movimientos
Figura 2: Realización de sondeos preventivos en el trazado de la
de tierra en el trazado y zonas anejas. Igualmente, se
A-8.
ha procedido a la documentación y estudio de todos
aquellos materiales localizados durante el segui- la actual vía Solares-Torrelavega (Fig. 2). La ubicación
miento diario de las obras. de los sondeos coincidía con los PK 2+500/2+800
De manera pormenorizada, se han efectuado las del proyecto. En todos los sondeos se alcanzaron
siguientes actuaciones arqueológicas: hasta 160 cm de profundidad.
- Reconocimiento del trazado previo a los trabajos La estratigrafía que pudo documentarse en estos
de movimientos de tierra y localización planimé- sondeos fue la siguiente:
trica de los yacimientos arqueológicos conocidos - En los sondeos 1, 2, 3 y 4, y por debajo del humus
que pudieran estar situados en el área de afección superficial (horizonte 0-A), se documentaban: un
de las obras. nivel de arcillas de color pardo de entre 10 y 30
- Inspección de los movimientos de tierra ejecuta- cm de potencia (horizonte B), y un espeso nivel de
dos con motivo tanto de los trabajos de desbroce arcillas amarillentas (horizonte C). A 160 cm no
como de las obras de apertura de la traza. afloraba roca madre.
- Documentación del trazado del ferrocarril Astille- - En los sondeos 5 y 6, el nivel húmico superficial
ro-Ontaneda, en la zona que se vio afectada por el (horizonte 0-A) recubría un paquete de arenas y
trazado de la autovía. limos edafizados (horizonte B) bajo el cual apa-
- Sondeos arqueológicos en el entorno de la iglesia recía el paquete de cantos rodados -en matriz
de Santa María de Vargas. limo-arenosa-, de una terraza del río Pas (Fig. 3).
- Sondeos arqueológicos en las proximidades de la Hay que decir que, si bien los seis sondeos mecá-
Necrópolis de La Ribera en Vargas. nicos practicados resultaron estériles, arqueológica-
- Sondeos arqueológicos en las terrazas pleistocéni- mente hablando, permitieron la definición geo-es-
cas de Zurita. tratigráfica de los yacimientos que presentaremos a
- Seguimiento arqueológico intensivo de los traba- continuación.
jos en la obra.
- Documentación, recuperación y estudio de los IV. LOS YACIMIENTO PALEOLÍTICOS
materiales arqueológicos y/o elementos históricos
aparecidos durante el seguimiento. Las medidas de seguimiento y control permanente
- Redacción de informes mensuales y de la memoria de los movimientos del terreno realizados durante la
final, en la que quedan reflejadas las actuaciones ejecución de las obras del trazado, permitió la locali-
arqueológicas llevadas a cabo y sus resultados. zación de una serie de emplazamientos arqueológicos
En relación con las terrazas fluviales del río Pas al aire libre que fueron documentados de manera
próximas a la localidad de Zurita, zona donde se paulatina con periódicas recogidas sistemáticas de
habían hallado con anterioridad algunos materiales materiales líticos.
arqueológicos, el proyecto de construcción del tramo
recogía, como medida de atenuación de impacto IV.1. Yacimiento de La Rueda (Zurita, T. M. de
sobre el Patrimonio Cultural, la realización de sondeos Piélagos)­
mecánicos en el lugar del hallazgo y en sus proximi-
dades. Se sitúa en el barrio de “La Rueda”, a la altura
Se realizaron un total de seis sondeos mecánicos del ramal 3 del Enlace de Zurita (P.K. 2+440). La
(de 2 x 1 m), dispuestos en una banda de trescientos zona central se sitúa en las coordenadas UTM ED50:
metros de longitud por veinte metros de anchura, 419.680/4.799.545 y su perímetro ha sido delimitado
orientados en dirección noreste-suroeste, al oeste de por las coordenadas UTM ED50: 419.660/4.799.599;
34 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

-entonces- inmediato lecho pleistoceno del río Pas.


El sílex pudiera proceder de la zona del Rostrío y del
Monte Picota o Langre, si bien la intensa pátina lechosa
que presentan las piezas no facilitó las identificaciones
macroscópicas (solamente en dos piezas pudo obser-
varse el color y los caracteres originales del material).
Los restos de talla no son muy numerosos si con-
sideramos el número de utensilios recuperados. Así,
únicamente se recuperaron 49 ejemplares (59,75%
de la serie) (Tabla I).

Sílex Cuarcita Arenisca Otros Total

1. Lascas simples

Figura 3: Aspecto de la estructura edáfica desarrollada en el techo a. Completas - 1 1 - 2


de la T-3 del río Pas.
b. Rotas 1 1 - - 2

419.597/4.799.559; 419.645/4.799.490 y 2. Lascas


419.706/4.799.533. secundarias
El enclave, de pequeña extensión, se encontraba
a. Completas 3 6 9 1Cuarzo 19
en una ladera muy poco pronunciada (Fig. 4). Los
materiales -exclusivamente- líticos fueron localizados b. Rotas - 5 - 1Lutita 6
y recuperados, por un lado, en un paquete formado
por limos y arenas que cubre una capa de arcillas roji- 3. Lascas
zas -muy plásticas- del Cretácico Inferior y, por otro, primarias
en el tramo superior -edafizado- de la terraza fluvial.
Se recuperaron un total de 82 piezas líticas, en gene- a. Completas - - - 1Cuarzo 1
ral con un buen grado de conservación (sin evidencias
b. Rotas - - - - -
de rodamiento y/o fuertes pátinas).
La materia prima más utilizada en esta serie es
4. Lascas simples
la cuarcita, con 35 ejemplares (42,68%), seguida
-muy de cerca- por la arenisca, 33 ítems (40,24%), y de borde núcleo
ya con valores más discretos, por el sílex (11 piezas,
13,41%), el cuarzo (2 elementos, 2,43%), y la lutita a. Completas - 2 - - 2
(1 sola pieza, 1,21%). Considerando únicamente los
b. Rotas - - - - -
útiles (un total de 33 ejemplares), la materia prima
más utilizada para su conformación fue la arenisca,
5. Lascas 2ª de
con 19 piezas (57,57%), seguida de la cuarcita con 9
(27,27%) y del sílex con 5 (15,1%). borde de núcleo
La cuarcita, la arenisca y el cuarzo proceden, sin
duda alguna, de cantos de la propia terraza o del a. Completas 1 3 2 - 6

b. Rotas 1 1 - - 2

6. Núcleos

a. Levallois - 1 - - 1

b. Discoides - 3 - - 3

c. Unipolares - 2 1 - 3

d. Sobre lasca - 1 - 1

d. Fragmentos - 1 - - 1

Total 6 26 14 3 49

Figura 4: Aspecto general del yacimiento de La Rueda en el mo-


mento de su reconocimiento. Tabla I: La Rueda. Restos de talla.
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 35

La mayor parte de los restos de talla son lascas una sencilla recta, una sencilla convexa y una trans-
(40 ejemplares, 81,63%). Entre ellas predominan las versal convexa.
de decorticado secundario (62,5%), seguidas de las También se recuperaron 2 raspadores típicos, uno
secundarias de borde de núcleo (20%), las simples inverso con retoques sobreelevados y con el frente
(10%), las simples de borde de núcleo (5%) y las de muy amplio convexo, sobre una lasca secundaria y el
decorticado primario (2,5%). otro muy grande, con retoques simples directos en
Se dispone de 9 núcleos (18,36%), entre los que un borde, elaborado sobre una lasca secundaria de
predominan los discoides (33,33%) (Fig. 5) y los borde de núcleo con el talón liso.
unipolares (33,33 %). Además, se documenta un
ejemplar Levallois, con toda la cara inferior reservada. Sílex Cuarcita Arenisca Total
Finalmente, aparece otro ejemplar sobre lasca y un
fragmento de núcleo (probablemente unipolar). Lasca Levallois - 1 - 1
atípica
No se documentan restos menores de producción
de soportes y/o retoque (lascas pequeñas, debrises, Punta pseudo-
astillas…), lo cual era esperable en un enclave al aire - 1 - 1
Levallois
libre ubicado en una terraza, aunque no se docu-
mente un régimen de alta energía en la zona de Raedera doble - - 2 2
convexa
recuperación del registro.
Los elementos disponibles nos indican que predo- Raedera de cara
minó en el sitio la talla unipolar y discoide, aunque 1 1 1 3
plana
también la talla Levallois, de lasca preferencial.
La colección no es laminar (ILám: 1,51), ni está Raspador típico - - 2 2
facetada, (IFestricto: 0 y IFamplio= 1,63) y presenta
Pieza con truncatura
un bajo índice Levallois (ILev: 1,51). Predominan los 2 - - 2
retocada convexa
talones corticales (50,82%) y lisos (40,98 %), mientras
que los talones rotos son escasos (7,57%) (Tabla II). Cuchillo de dorso - 2 4 6
natural

Liso Cortical Diedro Puntiforme Suprimido Roto Total Bec aburilante 1 1 - 2


alterno
Levallois
Escotadura 1 3 3 7
Lascas 1 - - - - - 1

No Denticulado - - 1 1
Levallois
Chopper - - 1 1
Lascas 23 31 1 1 3 5 64
Hendedor sobre lasca
Láminas 1 - - - - - 1 - - 3 3
tipo 0 de Tixier
Total 25 31 1 1 3 5 66
Bifaz - - 2 2

Total 5 9 19 33
Tabla II: La Rueda. Talones de los productos obtenidos.

Los útiles son muy abundantes, alcanzando el Tabla III: La Rueda. Utillaje recuperado.
40,24% del registro total (Tabla III).
De los 33 elementos, 27 pueden ser adscritos a la Hay 2 lascas de sílex con truncaturas retocadas
lista tipológica de F. Bordes (1961). Los productos de convexas, una de ellas simple con el talón roto y la
técnica Levallois tan sólo están representados por una otra secundaria de borde de núcleo con el talón corti-
lasca Levallois atípica, con córtex y con el talón liso, cal, con huellas de rodamiento.
de cuarcita. Hay una punta pseudo-Levallois sobre Se han documentado hasta 6 cuchillos de dorso
una pequeña lasca secundaria con el talón cortical, natural, lo que supone una gran abundancia de este
de cuarcita. útil. Dos son de cuarcita y cuatro de arenisca, todos
Entre las cinco raederas del conjunto, dos son ellos sobre lascas secundarias con el talón cortical,
raederas dobles convexas elaboradas sobre lascas con la excepción de uno de cuarcita que tiene el talón
secundarias de arenisca (una con retoques inversos roto.
en el extremo distal de ambos bordes y la otra con Hay dos becs aburilantes alternos, uno sobre lasca
retoques amplios) y tres son raederas de cara plana, secundaria con el talón liso, de sílex y el otro sobre
36 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

Figura 5: Yacimiento de La Rueda (Zurita): 1 a 3.- Hendedores tipo 0 sobre lasca de decorticado primario de arenisca; 4.- Raspador sobre lasca
de decorticado primario de arenisca.
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 37

lasca secundaria de cuarcita con el talón cortical y con suprimido, con una escotadura lateral directa y con
un denticulado marginal lateral inverso. algunos retoques aislados; una lasca secundaria con
Las escotaduras son los útiles más frecuentes de el talón liso, de arenisca, con una escotadura lateral
la colección, con 7 ejemplares. Se documenta una clactoniense y con retoques marginales directos en
lasca simple de borde de núcleo, de sílex, con una el mismo borde y una lasca secundaria con el talón
escotadura lateral inversa; una lámina simple de suprimido, de arenisca, con dos escotaduras conti-
borde de núcleo con el talón liso, de cuarcita, con guas directas en el talón, de tipo clactoniense.
dos escotaduras laterales contiguas inversas; una También aparece un denticulado marginal trans-
lasca secundaria de dorso cortical, de cuarcita, con versal inverso realizado sobre una lasca primaria rota
dos escotaduras laterales contiguas directas en un con el talón cortical, de arenisca.
borde, de tipo clactoniense; una lasca secundaria Por último, se recuperó un canto tallado unifacial-
con el talón cortical, de cuarcita, con una escotadura mente (chopper) de filo sencillo sinuoso, con única-
lateral directa y con retoques marginales directos en mente tres levantamientos, realizado sobre un canto
el mismo borde; una lasca secundaria con el talón de arenisca.

Figura 6: Yacimiento de La Rueda (Zurita): 1 y 2.- Bifaces sobre cantos rodados de arenisca.
38 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

Figura 7: Yacimiento de La Rueda (Zurita): 1.- Raspador sobre lasca de arenisca; 2.- Núcleo irregular de arenisca; 3.- Núcleo discoide de
cuarcita.
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 39

El macroutillaje está representado por elementos la zona a lo largo del seguimiento (lote denominado
muy característicos, como son 2 bifaces (Fig. 6) y 3 “Área 1”). Por otro, un lote recuperado en una reco-
hendedores sobre lasca (Fig. 7), todo ello de arenisca. gida sistemática en una zona reducida y delimitada,
Uno de los bifaces es de pequeño tamaño y en posición estratigráfica, sita en la zona central del
espeso, con la punta rota, de tipo ovalado, y encajaría yacimiento. Ambos lotes se estudian de forma sepa-
en la banda IV de F. Bordes (1967). Ha sido elaborado rada.
a partir de una lasca primaria. Tiene retoques bifacia- Área 1: Los materiales de este primer lote proceden
les en los bordes y en el extremo distal, donde son de recogidas de superficie en la superficie de arenas
cubrientes, mientras que en la base solamente pre- y limos que aparece por encima de la capa de cantos
senta retoques en la cara ventral. Queda únicamente de la terraza pleistocénica. Los restos aparecían de
sin retocar la parte central de ambas caras, conser- forma dispersa, bien conservados. Se han recuperado
vando por la inferior el antiguo plano de lascado. 21 piezas líticas, todas de aspecto fresco (salvo 4
Todos sus bordes son cortantes, incluida la base, y intensamente patinadas).
tiene retalla regularizadora, con las aristas rectilíneas. La materia prima más utilizada es el sílex, con
Medidas (l: 106 aprox.; m: 63; a: 40; n: 60; o: 34; e: 10 piezas (47,61%), seguido de la cuarcita con 6
33). Índices (l/m: 1,76; l/a: 2,65; m/e: 1,90; o/m: 0,53; (28,57%), la arenisca con 2 (9,52%), el cuarzo con
n/m X100: 95,24). El otro bifaz es igualmente espeso, 2 (9,52%) y el cristal de roca con 1 (4,76%). El sílex
de tipo ficrón, y encaja en la banda II de Bordes. Pre- utilizado es de distintas variedades: tres calcedoníticos,
senta retoques bifaciales en ambas caras, incluyendo de tipo Maachtrichtiense -procedentes, o bien de La
el talón, y tiene las aristas rectilíneas. Tiene retalla Picota, o bien del área de Langre-, cinco grisáceos
regularizadora en ambos bordes y una melladura (probablemente procedentes de El Rostrío), uno
reciente en una de las caras. Medidas: l: 114, m: 73, negruzco (quizás también procedente del área de El
e: 50, n: 68, a: 30 y o: 47. Índices: l/m: 1,56, l/a: 3,8; Rostrío) y uno opalino de gran calidad (probablemente
n/mx100: 93,15; o/mx100: 64,38. foráneo).
Los tres hendedores sobre son del tipo 0 de Tixier
(1957) y han sido elaborados sobre lascas primarias. Cristal
Sílex Cuarcita Arenisca Cuarzo de roca Total
En dos de ellos el eje de la lasca se corresponde con el
del útil, mientras que en el otro el eje es perpendicular 1. Lascas
secundarias
al eje del útil. Los tres conservan el bulbo, uno de ellos
parcialmente. Uno es regular, con el filo recto y tiene a.
- - - - 1 1
Completas
una escotadura directa de uso, otro es irregular, con
b. Rotas 1 1 - 1 - 3
un filo estrecho y oblicuo y el último es irregular, con
2. Lascas
el filo oblicuo. El primero tiene retoques carenados primarias
directos en el borde izquierdo, el segundo presenta a.
grandes levantamientos en el borde izquierdo (inver- - - 1 - - 1
Completas
sos por la parte proximal y bifaciales en la distal) y b. Rotas - - - - - -
levantamientos amplios inversos en el borde derecho, 3. Lascas
y el último, únicamente tiene un retoque inverso, 2ª borde
bastante amplio, en el extremo proximal del borde núcleo
izquierdo. a.
1 - - - - 1
Completas
V. YACIMIENTO DE EL SARZÓN (ZURITA, T. M. DE b. Rotas - - - - - -
PIÉLAGOS) 4. Lascas
- - - 1 - 1
de retoque
5. Núcleos
Yacimiento situado en la zona utilizada como prés-
Irregular - 1 - - - 1
tamo (PG1), junto al Enlace de Zurita (Fig. 8). Se trata
Total 2 2 1 2 1 8
de una zona llana formada por una terraza elevada
sobre el fondo del valle del río Pas, alrededor de las
coordenadas UTM ED50: 419.862/4.799.571. Su perí- Tabla IV: El Sarzón, área 1. Restos de talla.
metro ha sido delimitado por las coordenadas UTM
ED50= 419.660/4.799.599; 419.871/4.799.792;
419.894/4.799.754; 419.927/4.799.709; También la cuarcita empleada es de distintas
419.954/4.799.674; 419.985/4.799.602; variedades, procedentes, al igual que las areniscas y el
420.010/4.799.476; 419.778/4.799.500 y cuarzo, de las terrazas o del propio cauce pleistoceno
419.705/4.799.533. del río Pas.
Se han diferenciado dos lotes líticos; por un lado, Los restos de talla son escasos en relación con los
las piezas recuperadas de manera dispersa por toda útiles, con únicamente 8 ejemplares (38,09% de la
40 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

industria). Hay 6 lascas (4 lascas secundarias, 1 lasca


secundaria de borde de núcleo y 1 lasca primaria), 1
núcleo (unipolar con un solo plano de fractura y del
que se han extraído lascas) y 1 lasca de retoque (Tabla
IV).
La colección no es laminar (Ilám: 5,26), ni está
facetada (IF: 0). Predominan los talones lisos (47,05%)
y los corticales (35,29%) (Tabla V).

Liso Cortical Puntiforme Suprimido Roto Total

Lascas 7 6 1 2 2 18

Láminas 1 - - - - 1
Figura 8. Aspecto general del yacimiento de El Sarzón en el mo-
Total 8 6 1 2 2 19 mento de su localización.

Tabla V: El Sarzón, área 1. Talones de los soportes.


simple) de sílex tienen retoques marginales inversos en
Se han recuperado 13 útiles (61,90% de la un borde. Una lasca secundaria de borde de núcleo,
industria) un altísimo porcentaje para lo que suele ser de sílex, tiene retoques alternos en la parte proximal
habitual en este tipo de yacimientos (Tabla VI). del borde izquierdo y una lasca secundaria de borde
de núcleo con el talón cortical presenta retoques
Sílex Cuarcita Arenisca Total
marginales inversos en el extremo distal y en parte del
borde izquierdo.
Raspador sobre lasca 1 - - 1 Los 3 ejemplares de escotaduras son: una lasca
secundaria con el talón cortical con una escotadura
Truncatura marginal recta - 1 - 1
lateral inversa y retoques simples directos en un
Pieza con retoques en un 4 1 - 5 borde, de sílex grisáceo; una lasca secundaria de
borde borde de núcleo con el talón cortical con una
escotadura transversal inversa, de cuarcita de grano
Pieza con retoques en dos 1 - - 1
grueso y una lámina secundaria con el talón liso
bordes con dos escotaduras laterales contiguas inversas y
Escotadura 1 2 - 3 dos escotaduras transversales contiguas alternas,
realizada en cuarcita.
Pieza astillada 1 - - 1 Además, hay una raedera transversal convexa
Raedera - - 1 1 con retoques tipo La Quina, que ha sido elaborada
sobre una lasca secundaria de borde de núcleo rota
Total 8 4 1 13 con el talón roto, de arenisca muy patinada y una
lasca secundaria con el talón cortical con retoques
Tabla VI: El Sarzón, área 1. Utillaje sobre lasca. astillados, de sílex opalino oscuro de gran calidad,
probablemente de procedencia foránea.
Los útiles más característicos son el raspador y la Área 2: El segundo lote fue recuperado en una
pieza truncada. El primero es un raspador de tamaño zona restringida, delimitada por las coordenadas UTM
reducido, que ha sido elaborado sobre una lasca ED50= 419.818/4.799.560; 419.851/4.799.553;
secundaria de borde de núcleo con el talón liso, de 419.900/4.799.568 y 419.881/4.799.600. Los
sílex grisáceo oscuro, probablemente procedente de materiales se localizaban en una capa de limos y
El Rostrío de Ciriego. La pieza con truncatura marginal arenas pardo-amarillentas situada, justo por debajo
recta ha sido realizada sobre una lasca secundaria del tapín superficial y por encima del paquete de
con el talón liso, de cuarcita gris-morada de aspecto cantos rodados de la terraza.
vítreo. Las 26 piezas líticas recuperadas, en aparente
Son abundantes las piezas con retoques continuos posición primaria, no están rodadas y apenas poseen
en los bordes, con 6 ejemplares. Hay una lasca pátina (salvo la pieza de sílex que presenta pátina
secundaria con el talón roto, con retoques simples lechosa, por hiperhidratación).
directos en un borde, de cuarcita gris-morada de La materia prima más frecuente es la arenisca,
aspecto vítreo. Tres lascas (dos secundarias y una con 15 ejemplares (el 59,69%) y la cuarcita, con 9
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 41

efectivos (el 34,61%). Por el contrario, sólo hay un completados los ejemplares de talón rotos (21,05%)
ejemplar de sílex y de cuarzo (3,84% cada uno). (Tabla VIII).
Los 21 restos de talla representan el 80,76% de la
industria (una frecuencia razonable). De ellos, 17 son Liso Cortical Puntiforme Suprimido Roto Total
lascas (80,95% de los restos de talla). Entre las lascas
predominan las de decorticado secundario (64,70% Lascas 6 9 - - 4 19
de las lascas), seguidas de las simples (23,52%) y, en
mucha menor medida, las de decorticado primario Tabla VIII: El Sarzón, área 2. Talones de los soportes recuperados.
y las secundarias de borde de núcleo (5,88 % cada
tipo). Junto con las lascas hay presencia de núcleos Los 5 útiles documentados representan el 19,23%
(19,04% de los restos de talla): 3 irregulares y 1 de la industria lítica (Tabla IX).
discoidal, todos ellos de cuarcita, salvo uno -irregular- Cuarcita Arenisca Total
de arenisca (Tabla VII).
Raedera transversal convexa 1 - 1

Sílex Cuarcita Arenisca Cuarzo Total Cuchillo de dorso natural 1 - 1

Pico triedro sobre lasca - 1 1


1. Lascas simples
Hendedor sobre lasca tipo 0 de
- 1 1
Completas - - - - - Tixier

Hendedor sobre lasca tipo II de


Rotas - - 4 - 4 - 1 1
Tixier
2. Lascas Total 2 3 5
secundarias
Tabla IX: El Sarzón, área 2. Utillaje sobre lasca.
a. Completas - 2 6 - 8
Tan sólo hay dos útiles sobre lasca (Fig. 9), una
b. Rotas - 1 1 1 3 raedera transversal convexa elaborada sobre una lasca
secundaria de cuarcita y un cuchillo de dorso natural,
3. Lascas también en cuarcita.
primarias Los macroútiles han sido realizados en arenisca.
La pieza más característica es un pico triedro
a. Completas - - - - - sobre lasca con la punta de sección triédrica y con
amplios levantamientos desde los bordes. También
b. Rotas - 1 - - 1 se localizaron dos hendedores sobre lasca, uno
del tipo 0 de Tixier y el otro del tipo II. El primero
4. Lascas sec. ha sido elaborado sobre una lasca primaria, tiene el
borde de núcleo filo oblicuo y es muy espeso, presentando amplios
levantamientos bifaciales en el borde izquierdo. El
a. Completas - - - - - segundo ha sido tallado en una lasca secundaria que
conserva el talón cortical; tiene el filo recto y el perfil
b. Rotas 1 - - - 1 regular, con amplios levantamientos carenados en
ambos bordes, directos en el derecho y bifaciales en
5. Núcleos el izquierdo, además de retoques inversos en el talón,
de supresión de bulbo.
Irregular - 2 1 - 3
VI. YACIMIENTO DE LAS TERRAZAS DE ZURITA (T.
Discoidal - 1 - - 1 M. DE PIÉLAGOS)

Total 1 7 12 1 21 Yacimiento ubicado en el préstamo PG1. Se


encuentra en torno a las coordenadas UTM ED50=
Tabla VII: El Sarzón, área 2. Restos de talla. 419.810/4.799.429. El yacimiento está delimitado por
las coordenadas UTM ED50= 419.705/4.799.533;
En la colección no se documentan productos 419.778/4.799.500; 420.010/4.799.476;
laminares ni talones facetados. Predominan los 420.012/4.799.455; 420.017/4.799.439;
talones corticales (47,3%) sobre los lisos (31,5%), 420.040/4.799.416; 420.001/4.799.216;
42 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

Figura 9: Yacimiento de El Sarzón: 1.- Raedera transversal; 2.- Lascas de decorticado secundario con retoques marginales; 3.- Lasca simple
retocada; 4.- Lasca de decorticado secundario con retoques.
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 43

419.914/4.799.178 y 419.645/4.799.491 y se localiza


en la plataforma llana formada por la misma terraza
del río Pas en la que se sitúan los enclaves anteriores
(Fig. 10). Los materiales aparecen en un estrato de
arenas y limos edafizados que sella el paquete de
cantos rodados de la terraza pleistocénica.
Los materiales, bien conservados, se encontraron
en posición primaria y aparecieron de forma dispersa,
con 17 piezas líticas -9 intensamente patinadas y 8 de
aspecto fresco-.
La materia prima más utilizada ha sido la cuar-
cita, que supone el 41,17%, la arenisca representa el
35,29% y el sílex y el cuarzo 11,76%, respectivamente.
Los restos de talla suponen 14 piezas, además de
1 fragmento de canto (Tabla X).
Figura 10: Aspecto general del yacimiento de las Terrazas de Zurita
en el momento de su hallazgo.
Sílex Cuarcita Arenisca Cuarzo Total

1. Lascas simples
Entre los restos de talla predominan las lascas,
a. Completa - - - - - con 11 ejemplares (78,57% de los restos de talla). Las
más abundantes son las de decorticado secundario
b. Rota - - 2 - 2 y las secundarias de borde de núcleo, con 4 ejem-
plares cada una (72,72% de las lascas). Además, se
2. Lascas halló una lasca simple rota y una lasca Kombewa con
secundarias córtex, de arenisca, intensamente patinada. Los pro-
ductos laminares están representados por una lámina
a. Completa 1 1 1 - 3
secundaria rota, de sílex.
b. Rota - 1 - - 1 Por lo que respecta a los núcleos, hay uno unipolar
sobre canto de cuarcita y uno discoidal bifacial sobre
3. Lascas 2ª de canto de arenisca, intensamente patinado. También se
borde de núcleo recuperó un fragmento de canto hendido de cuarzo.
La colección no es laminar (Iám: 8,33), ni está
a. Completa - 1 1 1 3 facetada, siendo el índice de facetaje estricto de 0 y
el de facetaje amplio de 8,33. Predominan los talones
b. Rota - 1 - - 1 corticales (50%) y los lisos (33,33%) y no hay talones
rotos (Tabla XI).
4. Lascas kombewa
- - 1 - 1
con córtex
Liso Cortical Diedro Suprimido Roto Total
5. Láminas
secundarias Lascas 4 6 1 - - 11

a. Completa - - - - - Láminas - - - 1 - 1

b. Rota 1 - - - 1
Total 4 6 1 1 - 12
6. Núcleos
Tabla XI: Terrazas de Zurita. Talones de los soportes.
a. Unipolar - 1 - - 1
El utillaje está representado únicamente por dos
b. Discoidal - - 1 - 1
piezas de cuarcita (11,76% de los restos): un frag-
7. Fragmento de mento de canto con huellas de percusión en un
- - - 1 1 extremo cortical (creemos que un percutor) y un
canto
hendedor de tipo II de Tixier elaborado sobre una
Total 2 5 6 2 15 lasca simple (Fig. 11), cuyo perfil es regular, el eje
de la lasca se corresponde con el del útil y tiene un
Tabla X: Terrazas de Zurita. Restos de talla. filo muy amplio en el tramo distal; presenta retoques
44 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

bifaciales en el talón y amplios retoques inversos en del sector mesial de este río (en el interfluvio con su
ambos bordes. afluente por la derecha, el Pisueña), en la localidad de
Zurita de Piélagos (Fig. 12).
VIII. EL CONTEXTO GEOLÓGICO DE LOS Los registros líticos recuperados aparecen englo-
YACIMIENTOS: LA TERRAZA T-3 DEL RÍO PAS bados en los limos y arenas (parcialmente edafizados),
que sellan el tramo superior de esta terraza (Fig. 13),
Como podemos comprobar (Figs. 1 y 12), los tres es decir, en el relleno de colmatación sedimentaria de
yacimientos se encuentran muy próximos entre sí y la misma.
en un mismo contexto geológico: una terraza fluvial Como es sabido, en la Cornisa Cantábrica estas
de época pleistocénica, parcialmente edafizada en su formaciones aparecen preferentemente en los cursos
tramo superior. Se trata de la terraza T-3 del río Pas medios e inferiores de los valles, aunque casi siempre

Figura 11: Yacimiento de Terrazas de Zurita: 1. Lámina de decorticado secundario de sílex; 2. Hendedor tipo II sobre lasca de arenisca.
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 45

Figura 12: Delimitación sobre ortofoto del sistema de terrazas de la margen izquierda del río Pas a la altura de las localidades de Carandía y
Zurita (T. M. de Piélagos), incluyendo la delimitación espacial de los tres yacimientos estudiados.

altura sobre el cauce actual. Así, las terrazas de los


valles centrales de Cantabria rara vez sobrepasan
los +20/25 m sobre el cauce actual, siendo terrazas
breves, tanto en anchura como en desarrollo longi-
tudinal, y suelen estar enmascaradas por procesos
edáficos recientes y por la profusa cobertera vegetal
(praderías en el caso del valle del Pas en Zurita). Si
bien las terrazas pueden tener espesores apreciables,
raramente alcanzan los 10 m.
En este mismo sector, son perceptibles series
escalonadas de terrazas en los valles medios y, sobre
Figura 13: Aspecto general de la terraza T-3 en la zona de Zurita
todo, en las vegas del tercio final de los cursos flu-
de Piélagos.
viales, como es el caso del Saja (vegas de Cabezón
de la Sal y Reocín -valles-), Besaya (valle de Buelna y
en forma de secuencias incompletas, asimétricas y de vegas de Cartes/Viérnoles) y Pas (vegas de Castañeda
escaso desarrollo (Hoyos, 1989). En el occidente del y Piélagos).
Cantábrico son reseñables las secuencias de terrazas La aparición de materiales líticos de tipología
del Nalón y el Noreña, al margen de los depósitos Achelense superior y/o Musteriense en terrazas fluvia-
aluviales de la cuenca central del Sella. En el centro de les del sector central de la cornisa cantábrica ha sido
la región (en la actual Cantabria) poseen importantes una constante desde los mismos inicios de la inves-
depósitos aluviales los ríos Saja, Besaya y Pas. tigación arqueológica: materiales de la terraza del
En general, las terrazas de los ríos del centro de Besaya ubicada cerca de Hornos de la Peña (Alcalde
la región cantábrica, como la que nos ocupa en la del Río, Breuil y Sierra, 1911), materiales de la terraza
cuenca del Pas, pueden incluirse en el tercer modelo del Pas en Cudón (Carballo, 1922), etc. Sin embargo,
de los propuestos por M. Santonja y P. Villa (1990) tan sólo en fechas muy recientes han comenzado a
para la Península Ibérica. Se trata de un modelo pro- ser frecuentes los estudios específicos sobre los siste-
pio de valles con pocas terrazas y situadas a escasa mas de terrazas de los ríos de esta zona.
46 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

Al margen del trabajo de Hernández Pacheco que se superponen a las gravas de T-5 con contac-
(1941) sobre el valle del Besaya, escasamente apro- tos netos. Su cronología es superior, según data-
vechable para un análisis geo-arqueológico de los ciones absolutas efectuadas en esta terraza, a los
depósitos contenedores de materiales paleolíticos de 100.000 años, si bien su origen cabe ser ubicada
la cuenca (el trabajo aborda el estudio de las cuencas en el Pleistoceno antiguo.
alta y media, mientras que los yacimientos se ubican - T-5. +35 m de altitud máxima sobre el cauce
en la cuenca baja), y del excelente estudio de la cuenca actual. Se compone de gravas y cantos en matriz
del Nansa desarrollado por M. Frochoso (1991), no limosa de origen fluvial. Ha sido datada por car-
se habían elaborado otros trabajos de este tipo en bono 14 (tronco de madera recuperado de la
el sector central de la región, en especial de los ríos terraza), en más de 47.000 años B.P., al superar el
Saja, Besaya y Pas, los más fértiles en localizaciones resultado el rango del método radiocarbónico. Su
de yacimientos paleolíticos en terrazas fluviales. Esta origen pudiera estar en las fases más antiguas del
cuestión, afortunadamente, ha sido paliada en buena Pleistoceno Medio.
medida con algunos trabajos desarrollados en la Uni- - T-4. +30 m de altitud máxima sobre el cauce
versidad de Cantabria, especialmente a finales de los actual. Muy alterada y compuesta de cantos, en
años noventa del pasado siglo. ocasiones englobados en depósitos edáficos de
Así, y centrándonos en la cuenca del Pas, la tesis edad posterior. De edad incierta, su génesis se ha
doctoral del geólogo Alberto González (Dpto. de Cien- situado en el Pleistoceno Medio.
cias de la Tierra y Física de la Materia condensada, de - T-3. +15-25 m sobre el cauce actual. Bien repre-
la Universidad de Cantabria, 1995), abordó el estudio sentada en todas las cuencas. Compuesta de espe-
del río Pas y sus series de terrazas desde una perspec- sos niveles de cantos sobre los cuales se depositan
tiva multidisciplinar. En ese estudio tuvimos la posi- arenas fluviales. En el interfluvio Saja-Besaya, a la
bilidad de colaborar aportando datos arqueológicos, altura de Requejada de Polanco, se documenta un
lo que nos permitió analizar los sistemas de terrazas sistema de paleocanales en esta terraza los cua-
del Pas (también del Saja y del interfluvio Saja-Besaya les se corresponden con la parte alta del estua-
-que genera la ría de San Martín de la Arena de Suan- rio de estos ríos durante el último Interglacial. Su
ces-, Montes, 2003) de manera directa. Los resulta- cronología se sitúa a caballo del límite Pleistoceno
dos de ese análisis que interesan a nuestros intereses medio/superior y el estadio isotópico 5e (intergla-
pueden ser sintetizados en los siguientes puntos: ciar Eemiense).
- La génesis de la actual red fluvial de las cuencas - T-2. +5-10 m sobre el cauce actual. Potente depó-
de los valles centrales de Cantabria, quedó con- sito de cantos en todas las cuencas, englobados
formada, con seguridad, a finales del Plioceno, o en matriz arenosa. Su génesis parece estar en las
quizás los inicios del Pleistoceno. últimas fases del Pleistoceno superior e inicios del
- A lo largo del Pleistoceno se habría formado la red Holoceno.
de terrazas, en general de desarrollo incompleto - T-1. +2 m sobre el cauce actual. Cantos engloba-
e irregular. En el caso de los ríos Pas y Saja esta dos en matriz arenosa. De cronología plenamente
red consta de hasta 6 niveles principales, sobre los holocena, se encuentra frecuentemente enmasca-
cuales se documentan restos de otros niveles más rada por los depósitos de llanura de inundación,
antiguos imposibles de definir que, en algunos compuestos principalmente de arcillas y limos.
casos, alcanzan alturas superiores a los +100 m La aparición de materiales del Paleolítico antiguo
sobre el cauce actual. El avance ha sido relevante, en las terrazas de los ríos del centro de la región can-
en cuanto hasta hace poco tiempo se reconocían tábrica (Saja, Besaya y Pas), suele estar limitada al
tan sólo 4 niveles (Sánchez, 1990). nivel de limos/arenas fluviales de la parte superior del
- Igualmente, durante el Pleistoceno se produciría nivel T-3 (es decir, a su fase más antigua de forma-
una intensa erosión de los valles producto del ción) y a algunos escasos hallazgos en el nivel masivo
fuerte desnivel de los ríos en esta fase. Este des- de cantos de la parte inferior de este nivel (fase más
nivel, posteriormente reducido con un proceso reciente de formación), siempre en el tercio inferior
de relleno de las cuencas bajas en cronologías ya de las grandes cuencas, cuestión que hemos podido
holocénicas, se debió a procesos neotectónicos contrastar sobre el terreno (Montes, 2003) en diver-
(Marquínez 1992: 156) y al ascenso del nivel del sos yacimientos, con el apoyo de los geólogos Alberto
mar, procesos que habrían producido un ascenso González (Universidad de Cantabria), Ángel Duque
del nivel de base de las cuencas. (empresa CETYMA) y M. Hoyos (C.S.I.C.). Es decir, al
- La secuencia de terrazas de los ríos Pas, Saja y contrario de lo que se documenta en otras regiones
Saja-Besaya, sistematizada por A. González (1995), peninsulares, la mayor parte del registro cantábrico
documenta 6 niveles, como hemos comentado: recuperado en este tipo de contextos no aparecen
- T-6. +60 m de altitud máxima sobre el cauce generalmente dentro de depósitos de alta energía
actual. Se compone de clastos y de arenas fluviales (compuestos de cantos y bolos), sino en los depósitos
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 47

de baja energía mayoritariamente compuestos en el cual se documenta una apreciable transgresión


por limos y arenas, generalmente cementados por marina Cerraeta et alii (1992) para el episodio 5e
aportes masivos de carbonatos procedentes de las (Fig. 14), entre la playa de La Franca (Asturias) y el río
estructuras edáficas desarrolladas inmediatamente Bidasoa. El deshielo de los glaciares cantábricos del
por encima. Esto produce que los materiales no Riss y el aumento de la pluviosidad debió aumentar
presenten rodamiento, e incluso aparezcan casos, la capacidad erosiva y de transporte de bolos de los
como el que nos ocupa, que el material presente un ríos cantábricos, lo que en algunas cuencas produjo
sorprendente estado de conservación, con filos vivos la construcción de potentes terrazas, que hoy día
y libre de pátinas. localizamos en el piso T-3.
Al igual que en el caso de las secuencias de terrazas Igualmente, el estudio de las alteraciones
de las cuencas de los ríos Nalón, Noreña, Saja y Besaya transgresivas del nivel marino durante el estadio
(las que han ofrecido mayor número de yacimientos y isotópico 5e (128.000 -110.000 B.P.), indican la
lotes líticos), la cronología del nivel de terraza T-3 del existencia de una fuerte elevación del mar durante
río Pas -continente de las industrias paleolíticas que el último interglacial que alcanzó, en la región
analizamos- se ajusta a la cronología previsible que, cantábrica, una subida de hasta 7 m sobre el nivel
al margen de los argumentos geo-estratigráficos, se actual (Fig. 14), para progresivamente ir retirándose
desprende del estudio tecno-tipológico de las series hasta llegar a una regresión datable en los inicios
líticas, todas ellas con caracteres propios del tecno- de la última glaciación (estadio isotópico 5a, ca.
complejo Achelense superior y/o Musteriense. Es 90.000 B.P.). Esa transgresión marina ha sido
preciso añadir, además, que la altitud sobre el cauce también apuntada por otros autores dedicados a
actual de la terraza T-3 del Pas viene a ser la misma que estudios diferentes de los marinos, como Bowen
las constatadas en las cuencas del Nalón, Noreña, Saja (1978) en los estudios edáficos y Woillard (1980)
y Besaya, lo cual refleja una elevada homogeneidad en palinología. Estos últimos autores coinciden en
en el proceso de formación de estas estructuras, que señalar, además, la estabilización del nivel marino
parecen plenamente contemporáneas. en niveles semejantes al actual en fechas en torno
Por tanto, todos los datos disponibles apuntan a al 110.000 B.P. y una progresiva regresión en torno
una cronología de formación para esta terraza que al 90.000 B.P., coincidiendo con lo expuesto por los
abarcaría el tramo final del Pleistoceno medio (estadio autores dedicados al estudio de niveles marinos.
isotópico 6, al menos) y el inicio del Pleistoceno El fuerte enfriamiento que caracteriza al episodio
superior (estadio isotópico 5). Se trata de un período 5a (inicio de la glaciación Würm) habría producido
de recuperación climática -final de la glaciación Riss- y un súbito descenso del nivel marino (por una rápida
la mayor parte del interglacial Eemiense, caracterizado absorción de agua por parte de los polos), que sumado
por un clima extremadamente templado y húmedo, a una fuerte degradación climática (con condiciones

Figura 14: Variaciones del nivel del mar durante el Pleistoceno Medio y Superior y delimitación del período estimado de formación de la
terraza T-3 del río Pas.
48 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

generales mucho más frías y secas), habría frenado parte del sílex tiene una intensa pátina lechosa, por
la capacidad de arrastre de los ríos y producido una lo que no es posible determinar sus características y,
estabilización sedimentaria que favoreció el inicio de por tanto, su procedencia. No obstante, hay algunos
la formación del nivel T-2 de las series de terrazas, al elementos bien conservados que orientan sobre la
menos en las cuencas medias/bajas de los ríos Nalón. procedencia de la captación, que sería la zona costera
Noreña, Saja, Besaya y Pas, las ubicadas en las zonas del centro de la región (El Rostrío, Monte Picota y/o
más llanas y abiertas de la cornisa cantábrica. zona de Langre), a partir del color, aspecto y textura
de las calidades presentes.
VIII. CONCLUSIONES. UNA VALORACIÓN DE LAS La mayor parte de los restos de talla del
INDUSTRIAS RECUPERADAS yacimiento de La Rueda y del área 2 del El Sarzón
son lascas, preferentemente secundarias y simples,
A lo largo de los trabajos de seguimiento y control aunque hay también lascas primarias. Esto se debe,
de las obras de construcción del tramo La Encina- probablemente, al pequeño y mediano tamaño de
Torrelavega de la Autovía del Cantábrico A-8 han sido los núcleos empleados. Todos los núcleos son de
localizados tres nuevos yacimientos arqueológicos, cuarcita y arenisca, probablemente porque los cantos
todos ellos con industrias líticas ubicables en el en que están elaborados han sido recogidos en el
Paleolítico antiguo (según los datos geo-estratigráficos propio yacimiento. Por el contrario, no hay núcleos
comentados, a lo largo de los estadios isotópicos 6 -al de sílex, seguramente por la lejanía de las fuentes de
menos- y 5). aprovisionamiento, por lo que parece más probable
Si bien el conjunto del yacimiento de La Rueda que las piezas de sílex hayan llegado al lugar en forma
parece ser muy homogéneo, no ocurre igual con de soportes y/o utensilios ya conformados.
los materiales obtenidos en los yacimientos de El Entre los núcleos, destaca el ejemplar Levallois del
Sarzón y Terrazas de Zurita, en donde aparecen yacimiento de La Rueda, elaborado sobre un pequeño
algunos elementos que cabrían considerarse como canto de cuarcita de buena calidad y que presenta
“musteroides”. El área 2 de El Sarzón (con únicamente toda la cara inferior cortical. Este tipo de núcleos -y
26 piezas) y las piezas patinadas del área 1 pueden ser en la misma materia prima- aparece con profusión en
atribuidas -sin demasiados problemas- al Achelense niveles musterienses antiguos de la cueva de Covalejos
superior, pero tenemos más dudas para el resto de (Velo, Piélagos), próxima a la desembocadura del Pas
materiales de área 1 de este sitio y algunas del enclave y a tan solo 9 km en línea recta (Montes y Sanguino
de Terrazas de Zurita. -dirs-, 2021). Igualmente, son frecuentes en niveles
En el yacimiento de La Rueda las materias primas musterienses antiguos de Covalejos los núcleos
más abundantes -casi empatadas- son la cuarcita y discoides (que en la T-3 de Zurita son todos de
la arenisca, mientras que es poco frecuente el sílex cuarcita).
y excepcionales otras materias. Curiosamente, la Las colecciones no son laminares, ni están
arenisca ha sido más seleccionada que la cuarcita facetadas, y en ellas predominan los talones corticales
para el retoque. Las areniscas empleadas son de y los lisos, como es esperable en un yacimiento al aire
grano fino, las únicas que ofrecen posibilidades de libre del Paleolítico antiguo regional (Montes, 2003).
talla, manteniendo los soportes normalmente amplias A pesar de la escasez de utensilios del yacimiento
zonas corticales, que han sido muchas veces usadas de La Rueda, su conjunto de útiles sobre lasca (con
como filos, dada su consistencia, como sucede escotaduras, cuchillos de dorso natural, raederas,
con los hendedores. Así, la arenisca se ha usado raspadores, truncaturas, becs aburilantes alternos, una
preferentemente en la fabricación de determinados punta pseudo-Levallois, etc.) es muy característica, así
tipos de útiles, como las raederas, los raspadores y los como los macroútiles (representados por dos bifaces
macroútiles, tanto los hendedores sobre lasca, como espesos, tres hendedores sobre lasca de tipo 0 de Tixier
los bifaces. Sin embargo, la cuarcita se ha empleado y un chopper), todos ellos de arenisca. Desde luego,
en útiles más especializados, como la punta pseudo- estaríamos ante una serie industrial prototípica del
Levallois y las escotaduras. Achelense superior cantábrico. Lo mismo podemos
En el área 2 del yacimiento de El Sarzón predomina decir de la serie del área 2 de El Sarzón, pero no así de
también la arenisca frente a la cuarcita, apareciendo las más heterogéneas piezas del área 1 del El Sarzón
macroútiles (dos hendedores y un pico triedro), (con una raedera con retoques tipo La Quina, muy
fabricados sobre grandes y espesas lascas de arenisca, característica del Musteriense) y del yacimiento de las
mientras que los útiles pequeños han sido elaborados Terrazas de Zurita (donde, no obstante, se recuperó
sobre soportes de cuarcita. un hendedor sobre lasca de aspecto arcaico).
El sílex, la tercera materia prima más empleada en Por lo tanto, y dados sus caracteres tecno-
los enclaves, no procede de cantos de origen fluvial, tipológicos, la mayor parte de las piezas que hemos
sino de riñones o nódulos procedentes de extracciones analizado de las tres localizaciones de la T-3 de la
directas en afloramientos de roca caliza. La mayor cuenca del Pas (a la altura de Zurita), caben ser adscritas
José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ y Ramón MONTES BARQUÍN 49

al tecno-complejo Achelense superior cantábrico, la desaparición de los neandertales -ca. 40 ky B.P.-),


aunque esta adscripción no tenga realmente un valor nos aproximamos al límite -teórico- entre el Paleolítico
cronológico y se base únicamente en las frecuencias Inferior y el Medio, el cual vendría a coincidir, en las
de las materias primas documentadas (con alta periodizaciones tradicionales, con el límite Pleistoceno
presencia de arenisca y cuarcitas escasamente Medio/Superior. En ese momento, encontramos
seleccionadas, y escasas frecuencias de sílex), la soluciones técnicas y productos tipológicos de ambas
presencia de macroutillaje característico (en especial fases y son, como venimos reiterando, aspectos como
cantos tallados y bifaces -incluido un triedro, útil la materia prima empleada (su grado de selección
ausente en conjuntos musterienses regionales-) y el y procesado), la distinta estrategia de uso de los
“aspecto tosco” de los productos de talla (más en yacimientos o la “inmediatez” de los procesos de
relación con la abundancia de materia prima y una captación, fabricación, uso y abandono del registro
probable “inmediatez” de los procesos de captación, lítico en los yacimientos al aire libre, los que explicarían
producción, uso y abandono del registro lítico). esta aparentemente dicotomía que, lejos de ser tal,
Una simple comparación de estos caracteres no sería sino el reflejo de diferentes actividades, en
con los característicos en los conjuntos líticos de diferentes contextos de ocupación del mismo espacio.
yacimientos en cueva -cercanos- del Musteriense del
Pleistoceno superior (El Castillo, Morín, Covalejos, BIBLIOGRAFÍA
El Ruso…) justifican sobradamente esa adscripción,
y más si nos basamos estrictamente en el programa Alcalde del Río, H., Breuil, H. y Sierra, L. (1911): Les cavernes de la
bordesiano de análisis tecno-tipológico de las series region cantabrique (Espagne), Monaco.
Bordes, F. (1961): Typologie du Paleolithique ancien et moyen, 2 vol.,
líticas. Bordeaux.
Sin embargo, si buscamos conjuntos líticos Bordes, F. (1967): “Considerations sur la typologie et les techniques
contemporáneos (es decir, prewürmienses) recu­ dans le Paleolithique”, Quartar 18: 2555.
perados en excavaciones arqueológicas sistemáticas Bowen, D. Q. (1978): Quaternary Geology, Oxford.
Carballo, J. (1922): El Paleolítico en la costa cantábrica, Memoria de
recientes, tanto en yacimientos al aire libre (en Doctorado, Facultad de Ciencias, Universidad Central, Madrid.
contextos fluviales -El Hondal (Montes, 1999)-, y Cearreta, A., Edeso, J. M. y Ugarte, F. M. (1992): “Cambios del nivel
edáficos -La Verde, Montes et al. 2018)-, como en del mar durante el Cuaternario reciente en el Golfo de Bizkaia”,
cueva (Covalejos, Montes y Sanguino -dirs.- 2021), The Late Quaternary in the Western Pyrenean Region (A.Cearreta,
F.M.Ugarte eds.), Vitoria: 57-94.
encontramos que, en cronologías análogas, podemos Frochoso Sánchez, M. (1991): Geomorfología del valle del Nansa,
documentar ejemplos -muy cercanos- de series líticas Santander.
que no pueden ser definidas estrictamente como de González Fernández, A. (1995): Cartografía de movimientos de ladera
“achelenses”, respondiendo mejor a lo esperable en y su aplicación al análisis del desarrollo temporal de los mismos
y de la evolución del paisaje, Tesis de Doctorado, Universidad
conjuntos definibles como “musterienses”. Ello nos de Oviedo, Dpto. de Ciencias de la Tierra y Física de la Materia
muestra el escaso valor cronológico que tendrían las condensada, Universidad de Cantabria, Santander (Inédita).
adscripciones tecno-tipológicas bordesianas clásicas Hernández Pacheco, E. (1941): Estudio geológico y fisiográfico del
para el límite Pleistoceno Medio/Superior en nuestra valle alto y medio del río Besaya, Anales del Museo Nacional de
Ciencias Naturales, Madrid.
región y como son otras variables tecnológicas Hoyos Gómez, M. (1989): “La Cornisa Cantábrica”, Mapa del
(materias primas, soluciones de talla aplicadas, Cuaternario, Madrid: 105-118.
naturaleza de los yacimientos y, en relación con Marquínez, J. (1992): “Tectónica y relieve en la Cornisa Cantábrica”,
ello, utensilios fabricados…) las que pueden explicar The Late Quaternary in the Western Pyrenean Region (A.Cearreta,
F.M.Ugarte eds.), Vitoria: 143-159.
que, en un mismo contexto espacial y cronológico, Montes Barquín, R. (1999): “El yacimiento al aire libre de «El Hondal»
podamos encontrar series aparentemente muy (Requejada de Polanco): Actuaciones arqueológicas y resultados
distintas, unas “de aspecto arcaico” y otras de geoarqueológicos”, Estudios en Homenaje al Prof. García Guinea
“aspecto musteriense”. (C.Fernández Ibáñez, R.Bohigas Roldán eds.), Sautuola VI,
Santander: 135-144.
Con ello, queremos poner de manifiesto que la Montes Barquín, R. (2003): El primer poblamiento de la Región
adscripción “achelense” y/o “musteriense”, o si se Cantábrica. El Paleolítico inferior cantábrico, Monografías del
prefiere, Paleolítico Inferior y Medio, no tendrían Centro de Investigación y Museo de Altamira 18, Madrid.
realmente un valor cronológico en esta fase concreta, si Montes Barquín, R. et alii (2018): “El yacimiento arqueológico de La
Verde (Herrera de Camargo, Cantabria) y el Paleolítico Antiguo
no únicamente un valor tecno-tipológico (bordesiano). en el centro de la región cantábrica”, Septem. Homenaje a
A este respecto, Montes (2003) ha señalado como, Alberto Gómez Castanedo, Santander: 69-92.
cuando comparamos series prewürmienses (en Montes Barquín, R. y Muñoz Fernández, E. (1994): “El yacimiento
especial, al aire libre) y series en cueva würmienses, de La Verde (Herrera de Camargo, Cantabria): Informe
preliminar”, Trabajos de Arqueología en Cantabria II: 13-32.
toma todo el sentido diferenciar entre “lo” Achelense Montes Barquín, R. y Sanguino González, J. (1998): “Diferencias
y “lo” Musteriense, entre Paleolítico Inferior y Medio. en las estrategias de adquisición de recursos líticos entre el
Pero esta dicotomía pierde valor y se difumina a medida Paleolítico Inferior y Medio en la Región Cantábrica: implicaciones
que, desde los extremos cronológicos (el inicio de las económicas y territoriales”, Los Recursos Abióticos en la
Prehistoria: Caracterización, Aprovisionamiento e Intercambio (T.
ocupaciones humanas de la región -ca. 300 ky B.P.- y Orozco, J.Bernabeu, X.Terradas coords.), Valencia: 55-72.
50 OCUPACIONES DEL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN EL TRAMO BAJO DE LA CUENCA DEL RÍO PAS: LOS YACIMIENTOS DE LA RUEDA, …

Montes Barquín, R. y Sanguino González, J. -dirs.- (2021): La Tixier, J. (1957): “Le hachereau dans l’Acheuléen nordafricain. Notes
cueva de Covalejos (Velo de Piélagos, Cantabria). Ocupaciones typologiques». Congres Prehist. de France. C.R. de la XV Session,
neandertales y sapiens en la cuenca baja del río Pas. Actuaciones Paris: 914-923.
arqueológicas 1997-1999 y 2002, Monografías del Museo de Woillard, G. M. (1980): “The pollen record of Grande Pile (France)
Prehistoria y Arqueología de Cantabria 2, Santander. and the climatic chronology through the last interglacial cycle”,
Muñoz Fernández, E. (2005): “El musteriense en el centro de la Problemes de Stratigraphie Quaternaire en France et dans les
región cantábrica”, Actas de la Reunión Científica: Neandertales Pays Limitrophes, Dijon: 95-103.
Cantábricos, Estado de la Cuestión (R.Montes, J.A.Lasheras eds.), Woillard, G. M. (1980): “The pollen record of Grande Pile (N.E.
Monografías del Centro de Investigación y Museo de Altamira France) and the climatic chronology through the last interglacial-
20, Madrid: 75-100. glacial cycle”, Problèmes de Stratigraphie Quaternaire en France
Muñoz Fernández, E., San Miguel Llamosas, C. y C.A.E.A.P. (1988): et dans les Pays Limitrophes (J.Chaline ed.), Dijon: 95-103.
Carta arqueológica de Cantabria, Santander. Zazo, C. et alii (1994): “Variaciones del nivel del mar: Estadios
Sánchez Alonso, J. B. (1990): Historia y guía geológico-minera de isotópicos 7, 5 y 1 en las costas peninsulares (S. y SE.) e insulares
Cantabria, Santander. españolas”, Gibraltar During the Quaternary (J.Rodríguez et alii
Santonja, M. y Villa, P. (1990): “The Lower Paleolithic of Spain and eds.), AEQUA Monografías 2, Sevilla: 26-35.
Portugal”, Journal of World Prehistory 4(1): 4594.
II. PROTOHISTORIA / PROTOHISTORY
II. PROTOHISTORIA / PROTOHISTORY

Las fíbulas de la Edad del Hierro en Cantabria


Iron Age fibulae in Cantabria
Rafael BOLADO DEL CASTILLO ........................................................................................... 53-69

El conjunto de armas de la Segunda Edad del Hierro de Castromayor


(Los Ausines, Burgos): un posible depósito votivo
Late Iron Age weapons in Castromayor (Los Ausines, Burgos): a possible votive deposit
Ignacio RUIZ VÉLEZ, Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ ....................................................... 71-88
Sautuola / XXIV-XXV
Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
Santander (2019-20), 53 - 69

Las fíbulas de la Edad del Hierro en Cantabria

Iron Age fibulae in Cantabria

Rafael BOLADO DEL CASTILLO1

RESUMEN
En este trabajo presentamos un estudio, a modo de corpus, de todas las fíbulas de la Edad del Hierro de Cantabria. Para ello se han
analizado las piezas tanto de forma individual como conjunta atendiendo a aspectos métricos, tipológicos y cronológicos, los cuales se han
basado tanto en las obras de referencia existentes como en los contextos arqueológicos de donde proceden.

ABSTRACT
In this paper we present a study of Iron Age fibulae in Cantabria. The pieces have been analyzed individually and jointly, taking into ac-
count metric data and typological and chronological aspects, which have been based on existing reference works and on the archaeological
contexts.

PALABRAS CLAVE: Cantabria. Cultura material. Edad del Hierro. Fíbulas.

KEYWORDS: Cantabria. Fibulae. Iron Age. Material culture.

I. INTRODUCCIÓN depositadas en el Museo de Prehistoria y Arqueología


de Cantabria.
Las fíbulas constituyen un elemento de singular Atendiendo a su antigüedad, el primer enclave
importancia en la Edad de Hierro pues se trata de que nos proporciona una pieza es el castro de Ar-
un objeto cuyas múltiples características permite la güeso-Fontibre (Campoo de Suso) en donde, dentro
creación de cronotipologías, una herramienta de gran del registro material procedente de las campañas
utilidad a la hora de realizar propuestas cronológicas de 1990-1991 (Bolado, 2018; 2020; Van den Eyn-
en contextos de los que apenas tenemos datos. En de, 2000) encontramos un pasador T. A este mismo
Cantabria, tanto para la Primera como para la Se- momento pertenece el otro ejemplar procedente del
gunda Edad del Hierro, carecemos de un corpus en castro de Castilnegro (Liérganes-Medio de Cudeyo),
el que se incluyan todas las fíbulas conocidas hasta el cual fue hallado en la zona de la acrópolis o Área I
el momento. A excepción del trabajo de J. Ruiz Cobo (Valle, 2008; 2010; Valle y Serna, 2003). En hierro se
sobre las fíbulas de pie vuelto evolucionadas (Ruiz dio a conocer en este último enclave otra posible fíbu-
Cobo, 1996), todas las noticias sobre los tipos exis- la. Esta estaría representada por parte de un puente y
tentes deben ser extraídas de las publicaciones de los la prolongación de un pie con remate trapezoidal que
resultados de las distintas actuaciones arqueológicas podría incluirse dentro del grupo 7 de Argente (1994:
y hallazgos casuales. El objeto de este trabajo, deri- 78-83; Valle, 2008; 2010; Valle y Serna, 2003). No
vado del proyecto de investigación denominado “La obstante, tras su análisis, la pieza conservada no nos
cultura material de la Edad del Hierro en Cantabria permite llegar a las mismas conclusiones, no advir-
(España)” (Bolado, 2020), es aunar todas las informa- tiéndose el puente, la prolongación, su remate o los
ciones disponibles y presentar el primer catálogo de restos de una posible cama por lo que, por el mo-
fíbulas de la Edad del Hierro de Cantabria, realizando mento, debemos considerarla como un objeto inde-
a su vez una propuesta cronotipológica basada en los terminado compuesto por un vástago y una cabeza
contextos de los hallazgos y en las obras de referencia cuadrangular.
existentes. A la Segunda Edad del Hierro pertenecen las fíbu-
El catálogo está compuesto por un total de 67 fí- las de Monte Ornedo (Valdeolea), el Abrigo del Puyo
bulas, incluyendo dos pasadores en T, las cuales pro- (Miera), la cueva de el Covarón (Miera), la cueva de
ceden de doce yacimientos enmarcados entre el siglo Ziguste (Sámano), la cueva de la Llosa (Arredondo), la
VIII a.C. y el siglo I a.C. (Tabla I). Todas se encuentran cueva de Coquisera (Ruesga) y el castro de Las Rabas
(Cervatos). De este último proceden 47 fíbulas entre
las que encontramos ejemplares de aro sin resorte
“omega” (n=33), de tipo La Tène o apéndice caudal
1. SCOPE. Social Evolution, Organization of Space and Symbolism from the
Paleolithic to the late Neolithic.
(n=9), de pie vuelto (n=1), zoormorfas esquemati-
Proyecto “El uso de las cuevas durante la Edad del Hierro”. zadas (n=1) o varios fragmentos vinculados a fíbulas
Correo electrónico: rafael.bolado@outlook.es indeterminadas (n=3) (Bolado, 2020). Doce proceden

ISSN: 1133-2166
54 LAS FÍBULAS DE LA EDAD DEL HIERRO EN CANTABRIA

de la vaguada situada al norte (Cata Tierra Julia, n=3; 1996: 46-47), dos fíbulas de La Tène o apéndice cau-
Cata 3B, n=3; Cata 3C, n=2; Sondeo 1/2011, n=3; dal halladas en la cueva de El Covarón (Miera) (Mor-
zona indeterminada, n=1), trece del entorno de las lote et alii, 1996: 247-248) y en la cueva de Zigus-
estructuras defensivas (Cata Poblado, n=3; Sonde 3 te (Sámano) (Bohigas et alii, 1999; Molinero, 2000:
de 2011 y 2013, n=1; Sector 1 de 1986, n=1; Sector 199-202; Molinero et alii, 1992) y dos fíbulas de aro
2 de 1986, n=7; Sondeo 1/2009, n=1), siete del área sin resorte “omega” recogidas en la cueva de la Llosa
intramuros (Cata 1, n=5; Sondeo 2/2010, n=2), tres (Arredondo) (Martínez y De Luis, 2020) y en la cueva
son fruto de las prospecciones magnéticas y doce son de Coquisera (Ruesga) (Ruiz Cobo y Smith, 2001: 21).
de procedencia desconocida. En todos los casos se tra- Así mismo se han incluido tres piezas que fueron
ta de piezas halladas en el marco de las intervenciones halladas de forma casual: la fíbula doble resorte de
arqueológicas realizadas en 1968-1969, 1986 y 2009- Bárago (Vega de Liébana) (González Echegaray, 1983)
2013 (García Guinea y Rincón, 1970; Fernández Vega y las fíbulas de La Tène o apéndice caudal de Cueto
et alii, 2012; Bolado et alii, 2019; Bolado, 2020). Pro- del Agua (Arenas de Iguña) (Peralta y Ocejo, 1996:
cedentes de Las Rabas sabemos de otras seis piezas, 34) y Monte Mijedo (Noja) (Bolado, 2020: 426-427).
dadas a conocer por J. Ruiz Cobo (1996), que forman Hemos de señalar que para este trabajo no se han
parte de una colección privada. Este autor las inclu- tenido en cuenta aquellas piezas que, a pesar de con-
ye dentro de sus tipos propios denominados “fíbulas tar con una morfología y una tipología propias de la
de cono”, “fíbulas de cono con apéndice lenticular” y Edad del Hierro, han sido halladas en contextos poste-
“fíbulas de pie cilíndrico integrado”, todos los cuales riores a las Guerras Cántabras para los que, a fecha de
forman parte del grupo de fíbulas de La Tène o apén- este trabajo, no hay evidencias de niveles prerroma-
dice de Argente. Al no haberse podido consultar no se nos. Este grupo formaría parte de las pervivencias de
han incluido dentro del cómputo total. la cultura material prerromana que suelen documen-
Las campañas realizadas en Monte Ornedo en- tarse en los yacimientos inmersos en el proceso de ro-
tre 2004 y 2013 proporcionaron diez piezas, cuatro manización del territorio y entre el que encontramos
procedentes del escenario de enfrentamiento bélico fíbulas como la anular hispánica expuesta en el Mu-
acontecido durante las Guerras Cántabras (Fernández seo Marítimo del Cantábrico procedente del entorno
Vega y Bolado, 2011), cuatro descubiertas en el vaso de Flaviobriga (Castro Urdiales), o las fíbulas del yaci-
de la sauna (Fernandez Vega et alii, 2014) y una ha- miento romano de Retortillo (Campoo de Enmedio)
llada durante las prospecciones magnéticas en el inte- fechadas en un momento de La Tène temprano, que
rior del oppidum (Bolado, 2020: 298). Desde el punto pueden ser incluidas en el tipo de fíbulas simétricas
de vista tipológico es posible distinguir fíbulas de La (Lenerz de Wilde, 1991: 32-36) o pertenecer al grupo
Tène o apéndice caudal (n=4), fíbulas de aro sin re- 7D y 8A2 de Argente (Hernández Morales, 1946: 102
sorte “omega” (n=4), fíbulas de doble resorte (n=1) y 107). Tampoco se han incluido dos puentes de fíbula
y fíbulas zoomorfas esquematizadas (n=1). de aro sin resorte “omega” procedentes de Monte Or-
Fruto de las prospecciones superficiales realizadas nedo al hallarse en un contexto de enfrentamiento bé-
en abrigos y cuevas se han podido sumar a este ca- lico en el que se entremezclan materiales prerromanos
tálogo un total de cinco fíbulas: el ejemplar de pie y romanos, pudiendo estas pertenecer a cualquiera de
vuelto del Abrigo del Puyo (Miera) (Peralta y Ocejo, los dos bandos (Fernández Vega y Bolado, 2011).

Tabla I: Fíbulas de la Edad del Hierro de Cantabria.


Rafael BOLADO DEL CASTILLO 55

II. METODOLOGÍA Y CLASIFICACIÓN Los análisis realizados revelan que nos encontramos
ante un bronce ternario compuesto por cobre (78%),
La metodología de estudio ha tomado como uni- estaño (19%) y plomo (3%). Procede de las campañas
dad de análisis el fragmento, entendiendo como tal realizadas entre 1990 y 1991 aunque, de un área que
tanto las fíbulas completas como cualquier parte de no ha podido ser determinada (Bolado, 2018; 2020:
ellas (aguja, resorte, puente o aro y remate decorati- 118).
vo) que aparezca de forma aislada e independiente - Pasador del castro de Castilnegro (Fig. 1, 2). Está
en los registros. De esta forma es posible obtener un formado por un sencillo vástago recto de 3,9 cm de
número máximo de fíbulas existentes y un número longitud con sección circular de 0,5 m de diámetro,
mínimo atendiendo solo a los puentes o aros que en cuyos extremos se disponen dos remates decorati-
conservan todo su desarrollo o que muestran caracte- vos con forma cónica suavizada de 1,1 cm de anchura
rísticas únicas, como puede ser la decoración. por 1,2 cm de altura y 1 cm de anchura por 1,3 cm
A la hora de proceder a su descripción se ha aten- de altura. Los análisis realizados sobre la pieza revelan
dido a tres aspectos: valores métricos, materia prima y que se trata de bronce ternario. Fue hallada durante
clasificación. Desde el punto de vista métrico han sido las excavaciones realizadas en el Área I (Valle, 2008,
analizadas en función de sus tres partes: el puente o 2010; Valle y Serna, 2003).
aro, la prolongación del pie y su remate, y el resor- Ambas piezas, desde el punto de vista tipológico,
te y la aguja. Por lo que respecta a la materia prima se incluyen dentro del tipo C de Palol (1955-56: 98),
su determinación es algo que se observa de forma caracterizándose por tratarse de un elemento único
macroscópica, siendo mayoritario el uso del bronce que funcionaría de forma independiente o comple-
(n=60) frente al hierro (n=7). De forma ocasional, mentado por otro pasador complejo.
para algunas piezas contamos con los resultados de
los análisis obtenidos con el microscopio electrónico III.2. Fíbulas de doble resorte
de barrido (SEM) con microsonda de energía dispersi-
va de rayos X (EDX) realizados en el Laboratorio de la - Fíbula de doble resorte de Monte Ornedo (Fig. 1,
División de Ciencia Ingeniería de los Materiales de la 3). Se trata de un puente de bronce de 6,5 cm de lon-
Universidad de Cantabria por J. Sitien Marquínez y E. gitud y 1,3 cm de altura con forma de cinta y sección
Ruiz Martínez, con la colaboración de I. Montero Ruiz rectangular que fue hallado durante las prospecciones
(CSIC), Pablo Arias Cabal y el Museo de Prehistoria electromagnéticas realizadas en 2009 (Bolado, 2020:
y Arqueología de Cantabria, y con los que podemos 298). Conserva parte de los dos resortes, compuestos
acercarnos a determinar la composición elemental de cada uno de ellos por tres espiras. Esta fíbula se inclu-
estos artefactos. ye dentro del subtipo 3B de Argente (1994: 51-58).
La clasificación tipológica de las fíbulas se ha ba- - Fíbula de doble resorte de Bárago (Fig. 1, 4). Esta
sado en los trabajos de J. L. Argente (1994), R. Eri- pieza de bronce, hoy en paradero desconocido, fue
ce (1995), M. Mariné (2001) y P. Palol (1955-1956) hallada en 1981 por el cazador Gregorio González
habiéndose podido distinguir siete grandes grupos: Pardueles en el Collado del Salce (González Echega-
pasadores en T, fíbulas de doble resorte, fíbulas de ray, 1983). De ella solo se conservan las imágenes pu-
pie vuelto o de apéndice caudal, fíbulas de La Tène blicadas, las cuales nos permiten afirmar que poseía
o apéndice caudal, fíbulas de aro sin resorte “ome- un puente de 9 cm de longitud máxima con forma
ga”, fíbulas zoomorfas esquematizadas y fíbulas in- cruciforme cóncava y una decoración a base de líneas
determinadas. Estos posibilitan a su vez la realización incisas que lo contornean creando rombos centrales.
de propuestas cronológicas, las cuales, recogidas en Entre las líneas, a modo de relleno, J. G. Echegaray
un apartado independiente, han sido adaptadas al distingue puntos que pudieran ser decorativos. Uno
territorio cántabro teniendo en cuenta los contextos de los brazos conservaba una de las espiras del resor-
arqueológicos en los que aparecen algunas de las fí- te. Desde el punto de vista tipológico puede incluirse
bulas. dentro del subtipo 3D de Argente (1994: 57-58).

III. LAS FÍBULAS III.3. Fíbulas de pie vuelto o de tipo La Tène

III.1. Pasadores en T - Fíbula de pie vuelto del Abrigo del Puyo (Peralta y
Ocejo, 1996: 46-47) (Fig. 1, 5). Se trata de un remate
- Pasador del castro de Argüeso-Fontibre (Fig. 1, de fíbula de bronce formado por el extremo distal de
1). Pieza compuesta por un sencillo vástago recto de la prolongación del pie, de 1,5 cm de longitud, y un
3,9 cm de longitud y 0,5 cm de altura, de sección remate con forma de dado rómbico de 17,4 mm x
circular, a cuyos extremos se disponen sendos remates 19,5 mm sobre el que se ha dispuesto una decoración
con forma semiesférica de 1,1 cm de anchura por 1 de líneas incisas que enmarcan un motivo troquela-
cm de altura y 1 cm de anchura por 1,1 cm de altura. do de círculos concéntricos. Esta composición solo se
56 LAS FÍBULAS DE LA EDAD DEL HIERRO EN CANTABRIA

Figura 1: 1.- Pasador en T de Argüeso-Fontibre; 2.- Pasador en T de Castilnegro (Dib. Valle y Serna, 2003); 3.- Fíbula de doble resorte de Monte
Ornedo; 4.- Fíbula de doble resorte de Bárago (Dib. González Echegaray, 1983); 5.- Fíbula de pie vuelto del Abrigo del Puyo; 6.-. Fíbula de
pie vuelto u 8A3 del castro de Las Rabas.
Rafael BOLADO DEL CASTILLO 57

conserva en una de las caras del remate. Aunque se Tanto el puente como el resorte poseen una decora-
ha interpretado como parte de una fíbula de torrecilla ción lineal que sigue su desarrollo longitudinal. En la
o de cubo, debemos incluirlo dentro del subtipo 7D mitad inferior de la prolongación del pie se observan
de Argente perteneciente a las fíbulas de pie vuelto restos de lo que podría ser un motivo creado a base
(Argente, 1994: 78-83). de líneas paralelas horizontales. Tipológicamente per-
- Puente de bronce procedente de un área inde- tenece al subtipo 8A2 de Argente (1994: 88).
terminada del castro de Las Rabas (García Guinea y - Puente de fíbula de bronce hallado en la Cata
Rincón, 1970) (Fig. 1, 6). Fue realizado a partir de una 3B del castro de Las Rabas (García Guinea y Rincón,
lámina de sección rectangular de 11,7 mm x 1,2 mm, 1970) (Fig. 2, 3). Presenta un perfil semicircular de 5
creando un perfil semicircular pronunciado de 4,2 cm cm de longitud y 2,1 cm de altura que desarrolla una
de longitud y 2,3 cm de altura que conserva el arran- aleta por ambos lados del pronunciado nervio central,
que de la prolongación del pie donde se dispone la otorgándole una sección con forma de sombrero de
cama para la aguja. Esta se crea a partir de un sencillo 18,4 mm x 4,4 mm. El pie cuenta con una morta-
recorte en el pie y un leve levantamiento de la lámina ja rectangular y una prolongación soldada al puen-
en la parte lateral. Por su exterior se realizó una deco- te de tipo torre circular en cuya parte superior existe
ración de líneas verticales paralelas. El puente, por su un hueco que pudo acoger algún remate decorativo.
parte, muestra líneas longitudinales en los bordes. El Conserva el agujero para el resorte. Forma parte del
estado fragmentario de la pieza dificulta su inclusión subtipo 8A2 de Argente (1994: 88).
dentro de un único tipo, pudiendo formar parte del 7 - Puente de fíbula de bronce procedente de la Cata
o del subtipo 8A3 de Argente (1994: 78-83, 88-89). 3C del castro de Las Rabas (García Guinea y Rincón,
1970) (Fig. 2, 4). Muestra un perfil semicircular pro-
III.4. Fíbulas de La Tène o apéndice caudal nunciado de 4,4 cm de longitud y 2,2 cm de altura
que desarrolla una aleta por ambos lados de su base
- Fíbula completa de bronce procedente de la Cata central, otorgándole una sección lobulada o con for-
Tierra Julia del castro de Las Rabas (García Guinea y ma de sombrero de 7,5 mm x 11,9 mm. Conserva el
Rincón, 1970) (Fig. 2, 1). Presenta un puente de perfil agujero para el resorte y tanto la mortaja como la pro-
semicircular de 5,5 cm de longitud y una altura de longación del pie han desaparecido. Puede incluirse
2,1 cm que desarrolla una aleta por ambos lados del dentro del grupo 8A de Argente (1994: 84-95).
pronunciado nervio central, otorgándole una sección - Remante decorativo hallado en la U.E. 2 del
con forma de sombrero de 5,9 mm x 15,9 mm. El pie Sondeo 2/2010 del castro de Las Rabas (Fernández
cuenta con una profunda mortaja ovoide y una pro- Vega et alii, 2012) (Fig. 2, 5). Puede relacionarse con
longación soldada al puente de tipo torre con cuatro la prolongación del pie de una fíbula de tipo 8A de
escotaduras. La prolongación tiene un pasador que la Argente (1994: 84-95). Posee una forma trapezoidal
atraviesa verticalmente. La aguja, de 3,8 cm de longi- con molduras anulares que es atravesada en su parte
tud, es de sección cuadrangular y da origen al resorte media por un pasador que lo fijaría a la prolongación.
del muelle, de tres espirales a cada lado del puente; Su parte superior ha sido decorada con un aspa doble
este, de 3 cm x 5,4 cm, es semicircular y pronunciado, y pequeñas incisiones en torno al borde. Mide 1,9 cm
tiene una sección semicircular y se une al puente me- x 1,6 cm.
diante un pasador longitudinal. Tanto el puente como - Remate decorativo de bronce hallado durante las
el resorte poseen una decoración lineal que sigue su labores de prospección magnética de 2011 en el cas-
desarrollo longitudinal. En el caso del puente, en am- tro de Las Rabas perteneciente a la prolongación del
bos extremos se observan también líneas transversales pie de una fíbula de tipo 8A de Argente (1994: 84-95;
respecto al motivo principal. A nivel tipológico perte- Fernández Vega et alii, 2012) (Fig. 2, 6). De forma
nece al subtipo 8A2 de Argente (1994: 88). trapezoidal con molduras anulares marcadas, cuenta
- Fíbula de bronce procedente de la Cata 1 del cas- en la parte superior con una decoración a base de un
tro de Las Rabas (García Guinea y Rincón, 1970) (Fig. aspa doble. Esta parte conserva igualmente un pe-
2, 2). Tiene un puente de perfil semicircular de 5,1 cm queño círculo sellado que acoge el pasador que lo fi-
de longitud y 2,5 cm que, por ambos lados del pro- jaría a la prolongación del pie. Mide 1,7 cm x 1,3 cm.
nunciado nervio central, desarrolla una aleta que da a - Remate decorativo de bronce hallado durante
su sección forma de sombrero de 11,5 mm x 6,4 mm. las labores de prospección magnética realizadas en
El pie posee una mortaja con forma irregular y una 2009 en el castro de Las Rabas (Fernández Vega et
prolongación, soldada al puente en su mitad inferior, alii, 2012) (Fig. 2, 7). Forma parte de la prolongación
de tipo torre con cuatro escotaduras. Aunque carece del pie de una fíbula de tipo 8A de Argente (1994:
de aguja conserva parte del resorte del muelle. Este, 84-95). Muestra una forma trapezoidal con molduras
de 4 cm x 2,7 cm es semicircular, como su sección, anulares marcadas. En la parte superior se ha decora-
y pronunciado; conserva tres de los muelles por los do mediante un aspa mientras que en las molduras
que atravesaría el pasador que lo uniría con el puente. del cuerpo se disponen tres líneas que lo circundan.
58 LAS FÍBULAS DE LA EDAD DEL HIERRO EN CANTABRIA

La pieza conserva los vanos de entrada y salida para la - Prolongación de pie de una fíbula de bronce de
introducción de un pasador que lo fijaría a la prolon- tipo 8A2 de Argente (1994: 88) hallada en Monte Or-
gación del pie. Mide 1,4 cm x 1,4 cm. nedo (Fernández Vega y Bolado, 2011). La pieza, con
- Prolongación de pie de bronce hallada durante una altura de 3,5 cm y un grosor de 6,3 mm en el
las labores de prospección magnética realizadas en vástago, cuenta con un remate discoidal de 2,3 cm de
2009 en el castro de Las Rabas (Fernández Vega et diámetro y una decoración de líneas incisas paralelas
alii, 2012) (Fig. 2, 8). Presenta una longitud de 3,1 y horizontales en el vástago. El rebaje en la parte más
cm y un remate discoidal de 1,8 cm de diámetro. Bajo próxima al pie indica que no fue fundido con el puen-
este se dispone una decoración a base de líneas ho- te de la fíbula a la que pertenece, sino que se hizo por
rizontales y bandas de líneas verticales paralelas que, partes y luego se soldaron (Fig. 3, 1).
en ambos casos, circundan la pieza. En su parte in- - Fíbula de bronce procedente de la cueva de El
ferior se aprecia un apéndice que posibilitaría unir la Covarón (Bolado, 2020: 366-369; Morlote et alii,
prolongación al pie. Formaría parte de una fíbula de 1996: 247-248). Esta está formada por un puente
tipo 8A2 de Argente (1994: 88) de perfil semicircular de 3,9 cm de longitud y 1,6
- Remante decorativo de bronce hallado en la U.E. cm de altura que desarrolla una sección con forma
2 del Sondeo 2/2010 del castro de Las Rabas (Fer- de sombrero con un pronunciado nervio central de
nández Vega et alii, 2012). Se trata de una parte de 19,72 mm x 6,99 mm (Fig. 3, 2). El pie cuenta con
la prolongación del pie de una fíbula de tipo 8A de una mortaja rectangular y una prolongación soldada
Argente (1994: 84-95) (Fig. 2, 9). Posee una forma al puente que posiblemente se une al pie por un vás-
circular de 1,6 cm x 1,5 cm que conserva en superficie tago que lo atraviesa verticalmente. El remate de la
una decoración a base de una triple aspa rematada prolongación es discoidal de 16,33 mm x 17,72 mm.
en su parte central por una pequeña esfera. Por el La parte posterior del puente conserva la perforación
borde dos líneas paralelas circundan la pieza, siendo que acogería el pasador para el resorte y la aguja. La
interrumpidas por tres pequeñas esferas. superficie del puente conserva una decoración a base
- Puente de fíbula de bronce precedente de Monte de líneas paralelas y dos resaltes en las aletas, mien-
Ornedo (Fernández Vega y Bolado, 2011) (Fig. 2, 10). tras que en la prolongación se combinan las líneas
Posee una longitud de 2,7 cm, una altura de 1,6 cm paralelas y oblicuas. La forma de la prolongación jun-
y una longitud del pie de 1 cm. Es amplio, de forma to con el remate se aleja ligeramente de la representa-
rómbica y sección oval, y muestra una decoración de ción en torre del tipo 8A2 de Argente (1994: 84-95),
aspa a base de una doble línea incisa. En los vértices no obstante mantiene el resto de características por lo
de los lados mayores se dispone un remate circular. que puede tratarse de una interpretación o evolución
Los remates de las prolongaciones, de 1,6 cm y 2 cm de la misma, acercándose a piezas como las del castro
de altura y 2,1 cm de longitud, representan cabezas de Las Rabas.
de caballo estilizadas. Desde el punto de vista tipo- - Fíbula de la cueva de Ziguste (Bohigas et alii,
lógico puede incluirse en el subtipo 8AI2 de Argente 1999; Molinero, 2000: 199-202; Molinero et alii,
(1994: 88) 1992). Se trata de un ejemplar de bronce, fragmen-
- Puente de fíbula de bronce recuperado en Monte tado, que posee una longitud de 3,6 cm y una altura
Ornedo (Fernández Vega y Bolado, 2011) (Fig. 2, 11). de 2,5 cm. Conserva parte del puente, la cama para
Con 1,9 cm de longitud, 1,9 cm de altura desde el la aguja y la prolongación del pie doblada hacia el
puente y 1,1 cm de longitud del pie, se trata de una interior (Fig. 3, 3). La fractura no permite apreciar el
pieza robusta de sección ovalada en su parte superior. contacto entre el puente y la prolongación, algo que
Los remates de las prolongaciones, de 1,9 cm y 2 cm se deduce por su desarrollo. El remate de la prolonga-
de altura y 1 cm y 1,2 cm de longitud, representan ción, de tendencia rectangular de 1,9 cm x 1,3 cm y
cabezas de ánades estilizadas. Puede incluirse en el con un extremo redondeado, muestra una doble de-
subtipo 8AI2 de Argente (1994: 88). coración a base de una moldura en su parte distal y
- Puente de fíbula de bronce incluido en el grupo cuatro incisiones oblicuas en forma de V. Se trata de
8A de Argente (1994: 88) hallado en Monte Ornedo un ejemplar de fíbula de La Tène o apéndice caudal
(Fernández Vega y Bolado, 2011). Presenta un perfil incluida en el grupo 8 de Argente, concretamente en
semicircular de 2,2 cm de longitud y 2,1 cm de altura el subtipo 8B correspondiente a las fíbulas de La Tène
que desarrolla una aleta a ambos lados del pronuncia- II, diferenciadas respecto a las piezas de La Tène I por
do nervio central, otorgándole una sección con forma sujetar en la parte alta del puente la prolongación del
de sombrero de 21,2 mm x 6,5 mm. El arranque del pie (Argente, 1994: 89).
pie cuenta con media forma horquillada que serviría - Fíbula de Cueto del Agua (Peralta y Ocejo, 1996:
para fijar la prolongación. La superficie del puente fue 34). Se trata de una pieza de bronce de 5,4 cm de
decorada por ambos lados con líneas incisas paralelas longitud y una altura de 3,9 cm, que está formada
en la zona más cercana al arranque del pie (Fig. 2, por un puente de perfil y sección semicircular de 13,9
12). mm x 5,2 mm. La prolongación del pie, de 2,8 cm x
Rafael BOLADO DEL CASTILLO 59

Figura 2: 1 a 9.- Fíbulas de La Tène o apéndice caudal del castro de Las Rabas; 10 a 12.- Fíbulas de La Tène o apéndice caudal de Monte
Ornedo.
60 LAS FÍBULAS DE LA EDAD DEL HIERRO EN CANTABRIA

Figura 3: 1.- Fíbula de La Tène o apéndice caudal de Monte Ornedo; 2.- Fíbula de La Tène o apéndice caudal de la cueva de El Covarón;
3.- Fíbula de La Tène o apéndice caudal de la cueva de Ziguste; 4.- Fíbula de La Tène o apéndice caudal de Cueto del Agua (Peralta, 2003);
5.- Fíbula de La Tène o apéndice caudal de Monte Mijedo; 6 a 22.- Fíbulas de aro sin resorte “omega” del castro de Las Rabas.
Rafael BOLADO DEL CASTILLO 61

1,8 cm, adquiere forma de torre cónica, muy próxima tienen una longitud de 1,4 cm y 1,1 cm y unos rema-
al puente pero sin tocarlo. Conserva la cama para la tes bitroncocónicos de 5,89 mm x 4,35 mm y 5,38
aguja y el extremo con forma de argolla destinado al mm x 4,35 mm respectivamente. La aguja, de sección
pasador para el resorte. Toda la pieza esta profusa- circular de 3,33 mm de diámetro máximo, conserva
mente decorada. Sobre el puente se disponen en los una longitud de 2,8 cm y una línea longitudinal de-
laterales y en su parte central, a modo de nervio, tres corativa en la arandela (Fig. 3, 7). Forma parte del
filas de esferas que lo recorren, las cuales son emplea- tipo 35.1.a.1 de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b1 de
das igualmente para rematar la torre. En ambas zonas Mariné (2001: 258-272).
se aprecian también decoraciones lineales dispuestas - Fíbula completa de bronce procedente del castro
de forma longitudinal en el puente entre las líneas de de Las Rabas pero sin área determinada (García Gui-
esferas, y vertical en la torre. Conserva la cama para nea y Rincón, 1970). Presenta un aro de sección de
la aguja y el extremo perforado para el resorte (Fig. circular de 5,38 mm x 4,8 mm cuya longitud alcanza
3, 4). La pieza se incluye en el tipo 8A2 de Argen- los 3,7 cm y su altura desde las terminaciones 3,9 cm.
te (1994: 84-95) en el cual se incluyen las fíbulas de Estas tienen una longitud de 1,28 cm y 1,23 cm con
La Tène o apéndice caudal cuya prolongación del pie unos remates de molduraciones anulares de 5,12 mm
está representada por una torre. x 3,58 mm y 4,61 mm x 3,58 mm. La aguja, de 3,84
- Fíbula de Monte Mijedo (Bolado, 2020: 426- cm es de sección circular de 2,05 mm. En la base de la
427). La pieza, de bronce, se trata de un puente de argolla presenta una decoración a base de tres líneas
perfil semicircular de 3,7 cm de longitud y 2,4 cm de paralelas (Fig. 3, 8). Forma parte del tipo 35.1.a.2 de
altura que desarrolla una aleta a ambos lados de un Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b1 de Mariné (2001:
pronunciado nervio central, otorgándole una sección 258-272).
con forma de sombrero de 22,2 mm x 9,3 mm (Fig. - Fíbula de bronce procedente de la Cata 1 del
3, 5). Su superficie muestra una decoración en ambos castro de Las Rabas (García Guinea y Rincón, 1970).
lados a base de una línea longitudinal que discurre Conserva un aro de sección poligonal de 4,1 mm x
por la parte alta del puente y una composición de cír- 3,58 mm, con una longitud y una altura desde las
culos troquelados situados principalmente en la aleta. terminaciones de 4,1 cm. Solamente conserva una
Hacia el extremo donde se localizaría el resorte con- terminación, de 1,2 cm de longitud, rematada en una
serva la mitad superior del vano por el que se dispon- molduración anular de 5,89 mm x 3,58 mm. La aguja,
dría el pasador. En el lado opuesto ha desaparecido el de 2,82 mm de diámetro, tiene una longitud de 4,3
pie y la prolongación del mismo. Un rebaje en la parte cm y una decoración a base de tres líneas paralelas
inferior del puente es el único indicio que nos permite sobre la argolla. El puente muestra a su vez una deco-
saber que la prolongación se unía a este, permitién- ración a base de líneas longitudinales de SSS paralelas
donos proponer a su vez su inclusión dentro del tipo troqueladas (Fig. 3, 9). Forma parte del tipo 35.1.a.2
8A de Argente (1994: 84-95) y, muy probablemente, de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b9 de Mariné (2001:
en el tipo 8A2. 258-272).
- Fíbula de bronce completa procedente de la Cata
III.5. Fíbulas de aro sin resorte “omega” Tierra Julia del castro de Las Rabas (García Guinea y
Rincón, 1970). Tiene un aro de sección circular de 5,7
- Fíbula completa de bronce procedente de la U.E.4 mm x 5,4 mm, con una longitud de 3 cm y una altura
del Sondeo 1/2011 del castro de Las Rabas (Bolado et desde las terminaciones de 3,5 cm. La aguja, también
alii, 2019). El aro, de sección circular de 3,49 mm x de sección circular de 2,82 mm de diámetro, tiene
3,36 mm, tiene una longitud de 2,5 cm y una altura una longitud de 3,4 cm. Las terminaciones poseen
desde las terminaciones de 2,4 cm. Estas, de 1,2 cm una longitud de 1,5 cm y 1,2 cm, estando remata-
y 1,2 cm de longitud, están rematadas en formas bi- das con molduras anulares de 5,5 mm x 4,7 mm y
troncocónicas de 4,35 mm x 3,33 mm y 4,1 mm x 6,5 mm x 4,7 mm respectivamente. La superficie del
3,84 mm. La aguja, de 2,8 cm de longitud, tiene una puente conserva restos de una decoración a base de
sección de tendencia rectangular con incisiones lon- líneas paralelas de SSS troqueladas dispuestas a lo lar-
gitudinales y verticales en el extremo proximal. Sobre go de su desarrollo. En la zona de la argolla de la agu-
la superficie del puente se adaptan al mismo suaves ja se conservan restos de líneas paralelas decorativas
acanaladuras decorativas (Fig. 3, 6). Forma parte del verticales y horizontales (Fig. 3, 10). Forma parte del
tipo 35.1.a.1 de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b1 de tipo 35.1.a.2 de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b1 de
Mariné (2001: 258-272). Mariné (2001: 258-272).
- Fíbula completa de bronce procedente del nivel - Aro de fíbula de bronce procedente del nivel II
II del Sector 2, cuadro C1, del castro de Las Rabas del Sector 2, cuadro B2, del castro de Las Rabas (Bo-
(Bolado, 2020: 253). El aro, de sección circular de 4,1 lado, 2020: 253). De sección circular de 4,6 mm x
mm x 3,5 mm, muestra una longitud de 2,7 cm y 4,35 mm, tiene una longitud y una altura de 4,7 cm.
una altura desde las terminaciones de 2,6 cm. Estas Carece de terminaciones y conserva una aguja de 2,7
62 LAS FÍBULAS DE LA EDAD DEL HIERRO EN CANTABRIA

cm con sección ovoide de 2,3 mm x 1,79 mm (Fig. 3, lar de 5,38 mm x 1,79 mm que ha sido alterada por
11). Forma parte del tipo 35.1.a de Erice (1995: 207- un troquelado decorativo en ambas a base de líneas
225) ó 21.2.b1 de Mariné (2001: 258-272). paralelas a modo de sogueado (Fig. 3, 17). Atendien-
- Aro de fíbula de bronce del castro de Las Rabas do a la sección podría incluirse en el tipo 35.1.c de
pero de área indeterminada (García Guinea y Rincón, Erice (1995: 207-225) o 21.2.a2 de Mariné (2001:
1970). La pieza, fragmentada, carece de terminacio- 258-272).
nes poseyendo una longitud de 3,2 cm y una altura - Fíbula de bronce procedente del nivel II del Sec-
de 3,1 cm. Su sección es circular de 4,1 mm x 3,53 tor 2, cuadro B2, del castro de Las Rabas (Bolado,
mm. En el puente conserva la argolla de la aguja (Fig. 2020: 254). El aro, de sección rectangular de 6,15
3, 12). Forma parte del tipo 35.1.a de Erice (1995: mm x 1,79 mm, tiene una longitud de 4,2 cm y una
207-225) ó 21.2.b1 de Mariné (2001: 258-272). altura desde las terminaciones de 4,4 cm. Estas, de
- Fragmento de aro de bronce hallado en un área 1,92 cm y 1,79 cm de longitud muestran un remate
indeterminada del castro de Las Rabas (García Guinea apuntado. La aguja, de sección circular de 1,79 mm
y Rincón, 1970). Se trata de medio puente sin termi- de diámetro, se haya fragmentada a la altura de la
naciones de 3,3 cm de altura por 1,6 cm de longitud argolla, conservando una longitud de 3,9 cm (Fig. 3,
con una sección ovalada de 4,63 mm x 3,07 mm (Fig. 18). Forma parte del tipo 35.1.c de Erice (1995: 207-
3, 13). Forma parte del tipo 35.1.a de Erice (1995: 225) ó 21.2.a de Mariné (2001: 258-272).
207-225) ó 21.2.b2 de Mariné (2001: 258-272). - Fíbula de bronce fragmentada procedente de
- Fíbula completa de bronce procedente del nivel II la Cata 3B del castro de Las Rabas (García Guinea y
del Sector 2, cuadro B2, del castro de Las Rabas (Bola- Rincón, 1970). Está representada por medio aro de
do, 2020: 254). El aro, de sección cuadrada al bies de sección rectangular de 5,2 mm x 2,4 mm con una
4,85 mm x 3,93 mm, tiene una longitud de 3,3 cm y longitud de 1,8 cm y una altura desde la terminación
una altura desde las terminaciones de 3,5 cm. Estas de 3,8 cm. Esta, con una longitud 1,2 cm tiene un
presentan una longitud de 1,4 cm y 1,5 cm, estando remate trapezoidal de 5,8 mm x 5,1 mm. En la super-
rematadas por molduraciones anulares de 5,79 mm ficie del puente se advierten restos de una decoración
x 3,85 mm y 5,03 mm x 4,23 mm. La superficie del de líneas verticales paralelas (Fig. 3, 19). Forma parte
puente conserva una decoración a base de una línea del tipo 35.1.c de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.a2 de
de SSS troqueladas que se debió disponer por las dos Mariné (2001: 258-272).
caras. La aguja, de 3,7 cm de longitud y una sección - Fíbula completa de bronce procedente de la Cata
circular de 2,3 mm x 1,8 mm, conserva en la argolla Tierra Julia del castro de Las Rabas (García Guinea y
una decoración a base de tres líneas paralelas (Fig. Rincón, 1970). Posee un aro de sección con tendencia
3, 14). Forma parte del tipo 35.1.b.2 de Erice (1995: rectangular de 5,64 mm x 2,9 mm, con una longitud
207-225) ó 21.2.b3 de Mariné (2001: 258-272). de 3,1 cm y una altura desde las terminaciones de 3,3
- Aro de fíbula de bronce procedente de la Cata cm. La aguja, sin decoración y con sección rectangu-
3B del castro de Las Rabas (García Guinea y Rincón, lar de 2,48 mm x 1,61 mm, tiene una longitud de 3,5
1970). Tiene una longitud de 3,3 cm y una altura de cm. Las terminaciones, de 1,3 cm de longitud, están
3,5 cm, con una sección cuadrada al bies de 5,89 mm rematadas con molduras anilladas de 8,3 mm x 5,5
x 4,87 mm. Sobre su superficie se conserva una deco- mm y 8,1 mm x 4,9 mm (Fig. 3, 20). Forma parte del
ración a base de líneas paralelas enmarcadas, a modo tipo 35.1.c de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.a2 de
de jamba, por líneas que recorren el desarrollo de to- Mariné (2001: 258-272).
das sus caras (Fig. 3, 15). Carece de terminaciones. - Aro de fíbula de bronce hallado en el cuadro C2
Forma parte del tipo 35.1.b de Erice (1995: 207-225) del Sector 2 del castro de Las Rabas (Bolado, 2020:
ó 21.2.b3 de Mariné (2001: 258-272). 255). De sección con tendencia rectangular de 4,61
- Aro de fíbula de bronce procedente del nivel III mm x 2,43 mm, tiene una longitud de 3,5 cm y una
del Sector 1, cuadro 1a, del castro de Las Rabas (Bo- altura de 2,8 cm. En una de sus superficies existe una
lado, 2020: 254). Tiene una longitud de 3,2 cm y una decoración a base de dos bandas de líneas parale-
altura de 2,8 cm, con una sección cuadrada al bies de las que se desarrollan a lo largo del puente. Conserva
3,84 mm x 3,07 mm. Sobre su superficie se conserva restos de lo que fue la argolla de la aguja (Fig. 3, 21).
una decoración a base de líneas longitudinales que Forma parte del tipo 35.1.c de Erice (1995: 207-225)
siguen el desarrollo del puente, una por cada cara. ó 21.2.a de Mariné (2001: 258-272).
Carece de terminaciones (Fig. 3, 16). Forma parte del - Fíbula completa de bronce procedente de la Cata
tipo 35.1.b de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b3 de 3C (García Guinea y Rincón, 1970). El aro, de sección
Mariné (2001: 258-272). lobulada de 4,2 mm x 4,8 mm, posee una longitud
- Aro de fíbula de bronce hallado en la U.E.2 del de 3,4 cm y una altura desde las terminaciones de
Sondeo/2011 del castro de Las Rabas (Bolado et alii, 3,7 cm. La aguja, de sección circular de 2,3 mm, tiene
2019). Conserva una longitud de 3,1 cm y una altura una longitud de 3,5 cm. Las terminaciones, de 2 cm
de 2,9 cm. Tiene una sección de tendencia rectangu- y 1,7 cm de longitud, están rematadas en molduras
Rafael BOLADO DEL CASTILLO 63

anulares de 6,1 mm x 4,1 mm y 4,8 mm x 4,3 mm. La Estas, de 2,2 cm x 1,2 cm y 2,3 cm x 1,2 cm, están
aguja, en la argolla, conserva dos líneas troqueladas rematadas en formas bitroncocónicas de 1 cm x 1,2
paralelas decorativas (Fig. 3, 22). Forma parte del tipo cm con una moldura anular central. El puente conser-
35.1.d de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b6 de Mariné va una decoración a base de dos líneas de triángulos
(2001: 258-272). troquelados que recorrían su parte central. La aguja,
- Aro de bronce procedente de un área indetermi- de 5,1 cm de longitud, tiene una sección circular de
nada del castro de Las Rabas (García Guinea y Rincón, 4,1 mm de diámetro en su parte media (Fig. 4, 8). La
1970). De sección lobulada de 7,17 mm x 6,92 mm, pieza puede incluirse en el tipo 35.1.a.1 Erice (1995:
muestra una longitud de 3 cm y una altura de 2,9 cm. 207-225) ó 21.2.b8 de Mariné (2001: 258-272).
Carece de terminaciones (Fig. 4, 1). Forma parte del - Aro de fíbula de bronce procedente de Monte
tipo 35.1.d de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b6 de Ornedo (Fernández Vega et alii, 2014) de 3,8 cm de
Mariné (2001: 258-272). longitud y 3,7 cm de altura desde las terminaciones,
- Fragmento de aro de bronce de un área indeter- con sección de tendencia circular con baquetón re-
minada del castro de Las Rabas (García Guinea y Rin- saltado de 6,9 mm x 7,3 mm. Solamente se conserva
cón, 1970). Conserva una longitud de 2,9 cm y una una terminación de 16,3 mm x 7,5 mm en su posición
sección lobulada de 5,89 mm x 4,87 mm (Fig. 4, 2). original, hallándose la otra fragmentada. El remate
Forma parte del tipo 35.1.d de Erice (1995: 207-225) conservado es de tipo bitroncocónico de 5,2 mm x
ó 21.2.b10 de Mariné (2001: 258-272). 7,5 mm (Fig. 4, 9). Forma parte del tipo 35.1.a. de
- Fragmento de aro de bronce recuperado durante Erice (1995:207-225) ó 21.2.b8 de Mariné (2001:
las prospecciones de A. Peña en el castro de Las Rabas 258-272).
(García Guinea y Rincón, 1970). Tiene 2,8 cm de lon- - Aro de fíbula de bronce de 3,4 cm de longitud
gitud y una sección de tendencia rectangular-ovoidal y 2,9 cm de altura con sección lobulada de 5,8 mm
de 6,41 mm x 3,58 mm (Fig. 4, 3). De forma genérica x 8,8 mm que carece de terminaciones (Fernández
se puede incluir en los tipos 35 y 21 de Erice (1995: Vega et alii, 2014) (Fig. 4, 10). Se incluye dentro del
207-225) y Mariné (2001: 258-272). tipo 35.1.d de Erice (1995: 207-225) o 21.2.b8 de
- Aguja de bronce de 3,7 cm de longitud y sec- Mariné (2001: 258-272).
ción circular de 3,54 mm de diámetro de procedencia - Aro de fíbula de bronce sin terminaciones de
desconocida dentro del castro de Las Rabas (García 3,5 cm de longitud y 3,1 cm de altura con sección
Guinea y Rincón, 1970) (Fig. 4, 4). poligonal de 4,3 mm x 3,7 mm (Fernández Vega et
- Aguja de bronce de 3,3 cm de longitud y sección alii, 2014). Sobre su superficie se desarrolla por todas
circular de 3,05 mm de diámetro procedente de la sus caras una decoración lineal de SSS troqueladas.
U.E. 7 del Sondeo 1/2009 realizado en el castro de Se conserva la parte proximal de la aguja la cual pre-
Las Rabas. Conserva en el extremo proximal dos líneas senta una sección ovoidal de 3,7 mm x 2,6 mm y una
paralelas decorativas (Fernández Vega et alii, 2012) decoración a base de cuatro líneas incisas paralelas
(Fig. 4, 5). dispuestas en la argolla (Fig. 4, 11). Forma parte del
- Aguja de bronce de 2,9 cm de longitud y sección tipo 35.1 de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b9 de Ma-
circular de 2,4 mm de diámetro procedente de la U.E. riné (2001: 258-272).
4 del Sondeo 1/2011 realizado en el castro de Las - Fíbula procedente de la cueva de Coquisera (Ruiz
Rabas (Bolado et alii, 2019) (Fig. 4, 6). Cobo y Smith, 2001: 21; Bolado, 2020: 382-386). Se
- Aguja de bronce 4,3 cm de longitud y sección trata de un aro de bronce de sección rectangular de
circular de 2,61 mm de diámetro recuperada durante 4,1 mm x 1,8 mm con una longitud de 3,4 cm y una
las prospecciones de A. Peña realizadas en el castro altura desde las terminaciones de 3,8 cm. Una de ellas
de Las Rabas (García Guinea y Rincón, 1970). En la ar- ha sido doblada mientras que la otra posee una longi-
golla conserva una decoración a base líneas paralelas tud de 1,4 cm. Las terminaciones decorativas se reali-
verticales y horizontales (Fig. 4, 7). zan en ambos casos a partir de un remate rectangular
- Aguja de bronce de 2,9 cm de longitud y sección de 5,4 mm x 4,1 mm con decoración anular. Ambas
circular de 3,2 mm de diámetro procedente del cua- superficies conservan una decoración troquelada a
dro C2 del Sector 2 del castro de Las Rabas (Bolado, base de SSS dispuestas de forma lineal a lo largo del
2020: 255). desarrollo del puente (Fig. 4, 12). Forma parte del tipo
- Aguja de 3,9 cm de longitud y sección circular de 35.1.c de Erice (1995:207-225) ó 21.2.a2 de Mariné
7,5 mm procedente del nivel 2 del Sector 2, cuadro (2001: 258-272).
C1, del castro de Las Rabas (Bolado, 2020: 255). - Fíbula de bronce de la cueva de la Llosa (Martí-
- Fíbula completa de bronce procedente de Monte nez Velasco y De Luis, 2020). Se trata de un aro de
Ornedo (Fernández Vega et alii, 2014). Posee un aro bronce fragmentado de sección circular de 5,2 mm
de sección de tendencia circular con baquetón resal- de diámetro cuya longitud alcanza los 21 mm y su
tado de 9 mm x 8,6 mm con una longitud de 5,1 altura, desde las terminaciones, los 50 mm. La única
cm y una altura desde las terminaciones de 5,4 cm. terminación conservada muestra un remate apuntado
64 LAS FÍBULAS DE LA EDAD DEL HIERRO EN CANTABRIA

Figura 4: 1 a 7.- Fíbulas de aro sin resorte “omega” del castro de Las Rabas; 8 a 11.- Fíbulas de aro sin resorte “omega” de Monte Ornedo (Dib.
Fernández Vega et alii, 2014); 12.- Fíbula de aro sin resorte “omega” de la cueva de Coquisera; 13.- Fíbula de aro sin resorte “omega” de la
cueva de la Llosa; 14 a 20.- Fíbulas de aro sin resorte “omega” de hierro del castro de Las Rabas; 21.- Fíbula zoomorfa esquematizada del
castro de Las Rabas; 22.- Fíbula zoomorfa esquematizada de Monte Ornedo; 23 y 24.- Fragmentos de fíbula indeterminados..
Rafael BOLADO DEL CASTILLO 65

de 2,4 cm de longitud y sección circular de 2,9 mm de cía Guinea y Rincón, 1970). De sección elipsoidal de
diámetro. Sobre la superficie del puente se observan 7,2 mm x 3,1 mm, se trata de la mitad de un puente
varios signos incisos consistentes en la repetición de de 2,2 cm longitud y 5,5 cm de altura. Carece de ter-
“X I I” (Fig. 4, 13). A nivel tipológico puede agruparse minaciones. Su sección no responde a ninguno de los
dentro de la forma 35.1.c de Erice (1995:207-225) ó tipos propuestos por Erice (1995: 207-225) o Mariné
21.2.b1 de Mariné (2001: 258-272). (2001: 258-272) por lo que engrosa los modelos 35 y
- Fíbula de hierro procedente de la Cata Pobla- 21 de forma genérica (Fig. 4, 19).
do del castro de Las Rabas (García Guinea y Rincón, - Fragmento de aro de fíbula de hierro procedente
1970). La pieza conserva la mitad de un aro de sec- de la Cata 1 del castro de Las Rabas (García Guinea
ción circular de 3,53 mm de diámetro, una longitud y Rincón, 1970). Se conserva un tercio del mismo
de 2,4 cm y una altura desde la terminación de 4,1 con una altura de 3,5 cm y una sección elipsoidal de
cm. Esta, de 1,2 cm esta adosada al puente y carece 6,92 mm x 3,33 mm. Carece de terminaciones. En el
de remate, formándose simplemente mediante el do- puente parecen apreciarse los restos de la argolla de
blez del mismo. La aguja, de sección circular de 2,8 la aguja. Su sección no responde a ninguno de los
mm de diámetro tiene una longitud de 3,2 cm (Fig. tipos propuestos por Erice (1995: 207-225) ó Mariné
4, 14). Forma parte del tipo 35.1.a.2 de Erice (1995: (2001: 258-272) por lo que engrosa los modelos 35 y
207-225) ó 21.2.b1 de Mariné (2001: 258-272). 21 de forma genérica (Fig. 4, 20).
- Fíbula de hierro completa procedente de la Cata
1 del castro de Las Rabas (García Guinea y Rincón, III.6. Fíbulas zoomorfas esquematizadas
1970). Conserva un aro, de sección circular de 4,3
mm x 3,8 mm, con una longitud de 4,7 cm y una - Puente procedente del nivel 5, cuadro B6, del
altura desde las terminaciones de 4,9 cm. Estas, de Sondeo 3 de 2011 y 2013 realizado en el castro de
18,7 mm x 2,8 mm y 1,53 mm x 3 mm se forman Las Rabas (Bolado y Fernández Vega, 2018; Fernán-
a partir del doblez de puente. La aguja, también de dez Vega et alii, 2012). Se trata de un puente con
sección circular de 3,5 mm de diámetro, tiene una tendencia rectangular de 3,9 cm de longitud, 2,5 cm
longitud de 3,2 cm (Fig. 4, 15). Forma parte del tipo de altura y 7 mm de grosor, que fue fabricado con
35.1.a de Erice (1995:207-225) ó 21.2.b1 de Mariné una aleación de bronce binario en donde el cobre re-
(2001: 258-272). presenta el 88,05% y el estaño el 9,52%. En la parte
- Aro de fíbula de hierro procedente de la Cata superior izquierda y en la prolongación inferior proxi-
1 del castro de Las Rabas (García Guinea y Rincón, mal se aprecian pequeñas fracturas que no impiden
1970). Posee una longitud y una anchura de 3,3 cm y identificar el recorte o moldeado de la parte medial
una sección circular de 5,89 mm x 5,64 mm. Las ter- inferior para las prolongaciones. En la distal no se
minaciones, al igual que la aguja no se conservan (Fig. conserva ningún resto de la cama mientras que en la
4, 16). Forma parte del tipo 35.1.a de Erice (1995: proximal se aprecian indicios de la perforación desti-
207-225) ó 21.2.b1 de Mariné (2001: 258-272). nada al pasador para el resorte. Ambas caras fueron
- Aro de fíbula de hierro procedente de la Cata decoradas con una línea de cinco círculos concéntri-
Poblado del castro de Las Rabas (García Guinea y Rin- cos troquelados que, ocasionalmente, son interrum-
cón, 1970). La pieza, de sección circular de 6,15 mm pidos por las perforaciones. Esto nos indica por tanto
de diámetro, está fragmentada en tres partes, lo que que fueron realizadas con posterioridad, disponién-
nos impide saber su longitud y altura. Carece de ter- dose por los bordes laterales y superior para la fijación
minaciones. En el puente parecen apreciarse restos de anillas (Fig. 4, 21).
de lo que fue la argolla de la aguja (Fig. 4, 17). For- - Puente de fíbula de bronce hallado en 2009 en
ma parte del tipo 35.1. a de Erice (1995: 207-225) ó Monte Ornedo durante la realización de prospeccio-
21.2.b1 de Mariné (2001: 258-272). nes magnéticas (Bolado y Fernández Vega, 2018; Fer-
- Aro de fíbula de hierro procedente de la Cata nández Vega y Bolado del Castillo, 2011). Muestra una
Poblado del castro de Las Rabas (García Guinea y Rin- tendencia rectangular de 4,2 cm de longitud, 3 cm de
cón, 1970). De sección cuadrada al bies de 5,38 mm altura y 0,66 mm de grosor, con recorte o moldeado
x 4,6 mm, presenta una longitud de 4,6 cm y una en la parte medial inferior para las prolongaciones de
altura desde las terminaciones de 4,9 cm. Estas mi- los lados. En la parte inferior de la prolongación distal
den 1,84 cm y 1,51 cm de longitud, no apreciándose preserva el comienzo de lo que sería el arranque de la
remates, por lo que parece indicar que se han crea- cama de la aguja, mientras que en la proximal obser-
do simplemente mediante el doblez del puente. De la vamos la parte superior de la perforación destinada al
aguja se conserva la argolla (Fig. 4, 18). Forma parte pasador del resorte. En ambas caras se desarrolla una
del tipo 35.1.b de Erice (1995: 207-225) ó 21.2.b3 de decoración a base de dos líneas paralelas de cuatro
Mariné (2001: 258-272). círculos concéntricos troquelados que toman como
- Aro de fíbula de hierro posiblemente procedente eje una perforación. Los tres bordes muestran igual-
de la zona de la vaguada del castro de Las Rabas (Gar- mente restos de perforaciones destinadas a las anillas,
66 LAS FÍBULAS DE LA EDAD DEL HIERRO EN CANTABRIA

de las cuales se ha conservado una. La ruptura de la Primera Edad del Hierro (pasadores en T y fíbulas de
decoración troquelada por estas indica que se realizó doble resorte), mientras que a la Segunda Edad del
con posterioridad a la misma (Fig. 4, 22). Hierro pertenecen el 89,6% (n=60) (fíbulas de pie
vuelto, fíbulas de La Tène o apéndice caudal, fíbulas
III.7. Fíbulas indeterminadas de aro sin resorte “omega” y fíbulas zoomorfas es-
quematizadas). El restante 4,4% (n=3) lo constituyen
- Aguja de bronce procedente del castro de las las piezas de fíbulas indeterminadas. Las fíbulas de
Rabas de 4,4 cm de longitud, sección circular y con aro sin resorte “omega” representan el 58,2% (n=39)
tres espirales que formarían parte del resorte (García del total, las fíbulas de La Tène o apéndice caudal el
Guinea y Regino, 1970) (Fig. 4, 23). 25,4% (n=17) y los pasadores en T, las fíbulas de do-
- Aguja de bronce procedente del castro de Las ble resorte, pie vuelto y zoomorfas esquematizadas
Rabas de 3,4 cm de longitud y sección circular que constituyen en cada caso el 3% (n=2).
conserva tres espirales vinculadas al resorte (García Atendiendo a los subtipos observamos que los
Guinea y Regino, 1970) (Fig. 4, 24). pasadores en T responden todos al tipo C de Palol
- Fragmento de muelle de bronce de tres espirales (1955-1956: 98); las fíbulas de doble resorte están
de 1,5 cm de longitud y 7,3 mm de altura proceden- representadas por un ejemplar del tipo 3B y otro del
te del castro de Las Rabas (García Guinea y Regino, tipo 3D de Argente (1994: 51-58); las fíbulas de pie
1970). vuelto pertenecerían al subtipo 7D de Argente (1994:
78-83) aunque sin descartar, dado su estado de con-
IV. CRONOLOGÍA E INTERPRETACIÓN servación, que una pudiera incluirse en el modelo
8A3 de fíbulas de La Tène o apéndice caudal de este
Las fíbulas que actualmente pueden adscribir- mismo autor. Dentro de este último grupo en Canta-
se a la Edad del Hierro en Cantabria ascienden a un bria contamos con ejemplares del subtipo 8A2 (n=7),
número máximo de 67 y un número mínimo de 45, 8AI2 (n=2) y, de forma más genérica, incluidos en
habiéndose fabricado mayoritariamente en bronce el grupo 8A (n=7) y 8B (n=2). Las fíbulas de aro sin
(n=60) frente al hierro (n=7). Desde el punto de vis- resorte “omega” presentan una mayor variabilidad,
ta tipológico un 6% (n=4) pueden ser datadas en la distinguiéndose cuatro subtipos en base a la tipología

Tabla II: Cuadro cronológico.


Rafael BOLADO DEL CASTILLO 67

propuesta por Erice (1995), y dos si nos basamos en la tibre y Castilnegro nada en sus contextos y registros
de Mariné (2001). En el primero de los casos el 38,5% materiales nos permite, por el momento, considerar
(n=15) lo componen piezas del grupo 35.1.a, el 18% que sean posteriores al siglo IV a.C.
(n=7) del grupo 35.1.c, el 10,3% (n=4) del grupo Las fíbulas de doble resorte suelen fecharse de for-
35.1.b y la misma proporción para el grupo 35.1.d; ma genérica entre finales del siglo VII a.C. y princi-
una pieza puede ser incluida en el grupo 35.1 mien- pios del siglo IV a.C. (Argente, 1994). En el caso del
tras que las nueve restantes solamente se pueden re- ejemplar de Monte Ornedo su pertenencia al grupo
lacionar de forma genérica con este modelo. Dentro 3B permite datarlo entre la segunda mitad del siglo VI
del grupo 35.1.a. es posible distinguir fíbulas de los a.C. y finales del siglo V a.C. (Argente, 1994: 51-58)
subtipos 35.1.a.1 (n=7), 35.1.a.2 (n=4), y dentro del lo que nos podría indicar que este yacimiento pudie-
grupo 35.1.b del subtipo 35.1.b.2 (n=1). Si atende- ra poseer una ocupación más antigua que la hasta
mos a la obra de Mariné el 61,5% (n=24) forman ahora conocida y en la que tampoco es descartable
parte del grupo 21.2.b, el 15,4% (n=6) del grupo que tuvieran también cabida otras piezas como las
21.2.a y nueve piezas se incluyen de forma genérica fíbulas de tipo 8A, 8AI, 8AI2 y la cerámica a torno,
en este modelo de fíbulas. Dentro del primer grupo que podrían remontarse hasta finales del siglo V a.C.
se encuentran representados los subtipos 21.2.a2 o comienzos del siglo IV a.C. (Bolado, 2020). La fíbula
(n=4), 21.2.b1 (n=11), 21.2.b2 (n=1), 21.2.b3 de doble resorte de Bárago fue asimilada inicialmente
(n=4), 21.2.b6 (n=2), 21.2.b8 (n=3), 21.2.b9 (n=2), por J. González Echegaray a los ejemplares catalanes
21.2.b10 (n=1). Las fíbulas zoomorfas esquematizas del siglo V a.C. y meseteños y del valle del Ebro, como
son las únicas que constituyen un tipo propio que, Cortes de Navarra, que sitúa entre el 650 a.C. y el 550
por el momento, debemos considerar como de origen a.C. Argente (1994: 57-58) no se aleja en demasía de
local (Bolado y Fernández Vega, 2018). la propuesta original, datando su subtipo 3D entre el
A nivel cronológico el uso de los pasadores en T siglo VI a.C. y mediados del siglo IV a.C. La falta de un
podemos fecharlos de forma genérica entre el siglo contexto arqueológico nos lleva a dar por buena esta
VIII a.C. y el siglo IV a.C., coincidiendo con la Prime- última propuesta, considerando por tanto la fíbula de
ra Edad del Hierro. En el caso de Argüeso-Fontibre Barago como una pieza de la Primera Edad del Hierro
la datación del poblado en este marco cronológico o, a lo sumo, de comienzos de la Segunda Edad del
en base al registro material es extrapolable al pasador Hierro.
mientras que en Castilnegro podemos situarlo entre El grupo 7D de Argente (1994: 78-83), en el que
los siglos VI-IV a.C. (Bolado, 2018; Valle, 2000; 2008; se incluiría la fíbula de pie vuelto del Abrigo del Puyo,
2010; Valle y Serna, 2003). Este acotamiento tempo- es datado entre el siglo IV a.C. y el siglo III a.C., pro-
ral es posible gracias a que en el lugar de hallazgo puesta que se ajusta bien con la cronología del ya-
del pasador, la zona de la acrópolis o Área I, pudo cimiento, en donde el nivel C del único túmulo ex-
obtenerse una fecha de radiocarbono de la fundación cavado pudo ser datado por radiocarbono entre la
de la defensa que la sitúa entre la segunda mitad del segunda mitad del siglo V a.C. y mediados del siglo
siglo VI a.C. y la primera mitad del siglo IV a.C. Pasa- I a.C. (Arias, 1999: 253; Morlote et alii, 1996: 276).
dores en T de tipo C con fechas similares los hallamos El ejemplar del castro de La Rabas, de tratarse de una
en los momentos más antiguos de la Campa Torres fíbula de pie vuelto, solamente se podría catalogar de
(Gijon, Asturias), concretamente en el estrato VII del forma genérica dentro del modelo, el cual es fechado
sector XX, el cual está fechado entre los siglos VI-V por Argente (1994: 78-83) entre la segunda mitad del
a.C. (Maya y Cuesta, 2001: 124-126). Otros tres han siglo VI a.C. y finales del siglo III a.C., mientras que si
sido documentados en el poblado de la Primera Edad perteneciese al subtipo 8A3 de fíbulas de La Tène o
del Hierro del Picu Castiellu de la Collada (Siero, As- apéndice caudal podría datarse entre la segunda mi-
turias), que es situado en la fase Ib de Marín (Marín, tad del siglo IV a.C. y la primera mitad del siglo III a.C.,
2011: 242; Maya, 1983-1984: 194; Maya y Escortell, acorde con la ocupación del poblado.
1972: 44-45). Hemos de señalar que los pasadores Según la propuesta de J. L. Argente (1994: 93-
en T no son piezas exclusivas de la Primera Edad del 95) las fíbulas de La Tène o apéndice caudal datan
Hierro, documentándose igualmente el tipo C en la de entre finales del siglo V a.C. y el cambio de era. El
Campa Torres en el primer nivel de cenizas del sector grupo de fíbulas 8A, representado en el castro de Las
XII, fechado en los siglos II-I a.C., o en niveles más Rabas y Monte Ornedo, es fechado entre finales del
antiguos al siglo II a.C. en el testigo XVIII-XIX (Maya siglo V a.C. y el siglo II a.C., un arco cronológico que
y Cuesta, 2001: 124-126), mientras que en el El Cas- coincide con los momentos de ocupación prerroma-
tiellu del Llagu (Latores, Asturias) son datados en la nos de estos enclaves, los cuales son datados entre el
Segunda Edad del Hierro o momentos de transición siglo IV a.C. y finales del siglo I a.C. (Bolado, 2020:
(Berrocal et alii, 2002: 180-182). Un uso tardío que 289-290) y entre finales del siglo V a.C/comienzos del
también se documenta en el resto del territorio penin- siglo IV a.C. y finales del siglo I a.C., respectivamente
sular (Villaverde, 1993). En el caso de Argüeso-Fon- (Bolado, 2020: 289-290, 311). Mayor precisión ob-
68 LAS FÍBULAS DE LA EDAD DEL HIERRO EN CANTABRIA

tenemos del subtipo 8A2, el cual es fechado entre hacia una avanzada Segunda Edad del Hierro (Bolado,
mediados del siglo IV a.C. y finales del siglo II a.C.; 2020: 379-381; Martínez y De Luis, 2020).
del subtipo 8B, que es datado entre finales del siglo Por último, las fíbulas zoomorfas esquematizadas
IV a.C. y finales del siglo I a.C., y del subtipo 8AI2. son fechadas entre los siglos III/II a.C. y el siglo I a.C.
Este último E. Cabré y J. A. Morán (1977:140-141) (Bolado y Fernández Vega, 2018; Peralta, 2007: 495).
lo sitúan entre finales del siglo IV a.C. y principios del Para este grupo solo contamos con dos paralelos, am-
III a.C., alargando su final Argente (1994: 93 y 100) bos procedentes de territorio cántabro: el ejemplar
hasta el primer cuarto del siglo II a.C. M. L. Cerdeño del campamento de campaña de La Muela (Peralta,
(1978: 605-616), por su parte, lo lleva hasta el siglo 2003; 2004; 2007; 2009; 2015a), en donde se entre-
VI a.C. Si atendemos a los contextos arqueológicos de mezcla el material indígena y romano, y la pieza pro-
las piezas cántabras, los ejemplares del castro de Las cedente del castro de La Loma (Santibáñez de la Pena,
Rabas y Monte Ornedo de los subtipos 8A2 y 8AI2 Palencia) (Peralta, 2015b). Este hecho, junto a sus ca-
pudieran extender su uso hasta finales del siglo I a.C., racterísticas formales casi idénticas, nos permite pro-
algo que puede confirmarse en este último caso al poner, como ya sugiriera E. Peralta (2007: 495), que
aparecer relacionadas con el enfrentamiento bélico nos encontramos ante un modelo propio asentado en
que tuvo lugar durante las Guerras Cántabras. No territorio cántabro, tras el que podría esconderse una
sucede lo mismo con las fíbulas de Cueto del Agua, evolución o reinterpretación esquematizada de las fí-
Monte Mijedo, la cueva de Ziguste o la cueva de El bulas de caballito (Bolado y Fernández Vega, 2018).
Covarón, del tipo 8A2 y 8B, ya que, al carecer de un
contexto claro, solamente podemos proponer para
ellas una cronología que las sitúa de forma genérica V. CONCLUSIONES
en la Segunda Edad del Hierro, apoyada en el caso de
El Covarón por la producción cerámica documentada Con los datos expuestos podemos observar como
(Bolado, 2020: 366-369). las fíbulas de la Edad del Hierro en Cantabria consti-
Las fíbulas de aro sin resorte “omega” son suma- tuyen un elemento de adorno personal bastante co-
mente imprecisas como indicadores cronológicos, mún cuya distribución dentro del periodo es dispar.
pues se documentan desde el siglo V a.C. hasta el Así, en la Primera Edad del Hierro, parecen estar en
siglo VII d.C. sin apenas variaciones formales (Erice, uso dos modelos (pasadores en T y fíbulas de doble
1995: 212-215; Mariné, 2001: 268-272). M. Mariné resorte) mientras que, en la Segunda Edad del Hierro,
(2001: 258-272) plantea la posibilidad de que se trate se documentan cuatro (fíbulas de pie vuelto, de La
de una creación autóctona peninsular del siglo I a.C., Tène o apéndice caudal, de aro sin resorte “omega”
la cual derivó de las fíbulas anulares hispanas, aunque y zoomorfas esquematizadas). Esta diferencia se ob-
no descarta la posibilidad de un origen multifocal. serva igualmente si atendemos al número de piezas,
Su difusión y dispersión para este autor pudo tomar alcanzado el 89,6% del total las pertenecientes a la
como vehículo al ejército romano, el cual tuvo que Segunda Edad del Hierro frente al 6% que se cataloga
hacer frente a numerosos conflictos en la península en dentro de la Primera Edad del Hierro. Todo ello parece
los últimos siglos de la Edad del Hierro. En el caso de indicar que nos encontramos ante un adorno cuyo
las fíbulas de Monte Ornedo, todas proceden del nivel uso se extendió durante la segunda fase del periodo,
inferior de relleno del vaso de la sauna (nivel 9). El ni- aunque no debemos descartar que las cifras nos estén
vel 7, inmediatamente encima de este, fue datado por mostrando una realidad sesgada al concentrarse la
C14 entre el siglo II a.C. y I a.C. lo que nos permite con- mayor parte de las intervenciones de las que se nutre
siderar que estas fíbulas no son más tardías del siglo nuestro corpus en yacimientos de la Segunda Edad
II a.C. ni posteriores al momento de destrucción del del Hierro. Lo que sí parece evidente es la existencia
edificio, acontecido durante las Guerras Cántabras. de una preferencia por las fíbulas de aro sin resorte
Esta propuesta podría ser extensible a los ejemplares “omega” frente al resto, entre las cuales destaca es-
del castro de Las Rabas y el de la cueva de Coquise- pecialmente la creación de un modelo propio, local,
ra, en donde la producción cerámica nos habla de la como es de las fíbulas zoomorfas esquematizas.
existencia de un uso de la misma durante la Segunda El presente trabajo nos ha permitido elaborar un
Edad del Hierro (Bolado, 2020: 382-386; Fernández primer catálogo de fíbulas con propuestas cronoló-
Vega et alii, 2014). En el caso de la fíbula de la cue- gicas basadas en los contextos de hallazgo y obras
va de la Llosa, en función de cómo se interpreten los de referencia, que es nuestra intención que sirva de
elementos decorativos del puente, si como numerales base para futuras identificaciones y documentaciones
latinos o motivos ornamentales, nos encontraríamos de hallazgos. Un catálogo que debe ser entendido
ante una pieza romana o prerromana, siendo más como una fuente viva modificable ante la aparición de
plausible este segundo caso al existir objetos dentro nuevas piezas y contextos, los cuales nos permitirán
del registro material, como el tampón de torque o el ajustar cronologías y reinterpretar modelos, así como
disco decorativo de una vaina de puñal, que apuntan descartar o afianzar las hipótesis propuestas.
Rafael BOLADO DEL CASTILLO 69

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El conjunto de armas de la Segunda Edad del Hierro de


Castromayor (Los Ausines, Burgos): un posible depósito votivo

Iron Age weapons in Castromayor (Los Ausines, Burgos):


a plausible votive deposit

Ignacio RUIZ VÉLEZ1


Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ2

RESUMEN
El descubrimiento por el SEPRONA de un conjunto de armas de la Segunda Edad del Hierro en Los Ausines (Burgos, España) permite plan-
tear la hipótesis de un depósito votivo.

ABSTRACT
The discovery by SEPRONA of a collection of weapons from the late Iron Age in Los Ausines (Burgos, Spain) allows the hypothesis of a
votive deposit to be posed.

PALABRAS CLAVE: Conjunto de armas. Santuario. Segunda Edad del Hierro.

KEYWORDS: Late Iron Age. Sanctuary. Set of weapons.

I. INTRODUCCIÓN Infantes, Lara de los Infantes hasta Villavieja de Muñó


en el vía natural del río Arlanzón (Figs. 1 y 2).
A finales del 2017 las pesquisas del SEPRONA lle- Junto al pueblo hay dos yacimientos muy próxi-
varon al descubrimiento y localización de un conjunto mos: Castromayor, donde aparecieron las armas y
de armas cuya procedencia era el topónimo Castro-
mayor del término municipal de Los Ausines (Burgos).
La localidad de Los Ausines está a 21,6 km al SE
de la capital burgalesa ubicada en una vía natural pre-
rromana y romana hacia Numantia con yacimientos
como los castros de Hontoria del Pinar, Salas de los

Figura 1: Situación del yacimiento en la Comunidad Autónoma de


Castilla y León (España).

1. Real Academia Burgense de Hª y BB.AA. Institución Fernán González,


Edificio del Consulado, Paseo del Espolón nº 14, 09003 - Burgos.
Correo electrónico: ignacioruiz932@gmail.com
2. Museo de Burgos, Calle Miranda nº 13, 09002 – Burgos.
Correo electrónico: adelaida.rodriguez@jcyl.es Figura 2: Situación de Castromayor (Los Ausines, Burgos).

ISSN: 1133-2166
72 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

Figura 3: Situación y emplazamiento: 1- Castromayor; 2- Ntra. Sra. Figura 4: Situación y emplazamiento: 1- Castromayor; 2- Ntra. Sra.
del Castillo (Visor Sigpac). del Castillo (LiDAR).

Figura 5: Ortofoto del vuelo americano de 1956, antes de la can- Figura 6: Cerro de Castromayor visto desde el oeste. A la izquierda
tera. el lugar del hallazgo de las armas (punto negro sobre blanco).

Ntra. Sra. del Castillo, castro prerromano y romano


destacando la época celtibérica y romana.
El yacimiento de Castromayor ocupa un cerro alar-
gado orientado en sentido NE-SO, invadido por una
cantera de extracción caliza. En la ladera nororiental
es donde, según testimonio del descubridor, se en-
contró el conjunto de armas que ahora estudiamos
(Figs. 3 a 6). Tabla I: Modelos y número de ejemplares.
Ante estas perspectivas, en 2019 iniciamos una
primera campaña de excavaciones arqueológicas para
poder precisar e identificar el contexto del hallazgo. III. CARACTERES GENERALES DEL CONJUNTO
Para ello contamos con el soporte económico del
Ayuntamiento de Los Ausines a quien agradecemos El primer rasgo físico es que todas las piezas pre-
su apoyo. sentan la misma apariencia. Una de sus caras, la ex-
puesta hacia arriba, tiene un elevado grado de calcifi-
II. EL CONJUNTO DE MATERIALES ARQUEO- cación. Pero la otra cara es de color por la oxidación.
LÓGICOS Únicamente las incautadas en Toledo habían sido
limpiadas y tratadas presentando un color negruzco.
El conjunto de materiales llegó al Museo de Bur- Estas observaciones pueden indicarnos que las pie-
gos en cuatro bloques sucesivos constituyendo un zas estaban depositadas juntas formando un bloque,
conjunto de 92 piezas distribuidas así (Tabla I): constituyendo un posible depósito de armas.
Ignacio RUIZ VÉLEZ y Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 73

Por otro lado, en los ámbitos ibérico y céltico éstas antenas”. Siendo de finales de la Primera Edad del
suelen aparecen en contextos funerarios como ajuares Hierro no se integra en los grupos de dicha etapa (Far-
en los que, con elementos del arnés del caballo, son nié y Quesada, 2005: 136) pero está emparentado
indicadores de estatus, elites locales que controlan los con los modelos del Bronce Final III.
medios de producción y los circuitos comerciales. Los viejos modelos del Bronce Final y de la Primera
Son escasos los testimonios de armas relacionadas Edad del Hierro se abandonan siendo sustituidos por
con el mundo bélico. Por eso se distingue entre valo- el grupo genérico denominado “de antenas” de ori-
res guerreros y valores bélicos. Parece cierto el hecho gen ultrapirenaico.
de que, tanto los celtas peninsulares como iberos, no
acostumbraban a consagrar a los dioses las armas ob- IV.1.1. Puñal tipo Monte Bernorio-Miraveche
tenidas tras un combate, como ocurría entre griegos (Fig. 7)
y romanos o celtas continentales. Un caso aparte es
el del NE de la península ibérica, por influjos del nor- Es un puñal que nace, se desarrolla y se difunde
te, en los que sí hay spolia hostium unidos a cráneos exclusivamente en la Meseta norte con un número
humanos y espadas perforadas: Castellar de Pontón de hallazgos muy importante desde finales de la Pri-
o Ullastret. mera Edad del Hierro hasta su sustitución por otros
Las armas de los distintos depósitos son mayori- modelos (de espiga y de filos curvos: Pablo Martínez,
tariamente de carácter ofensivo (moharras, regato- 2010: 363-396; 2012: 281-293) como el bidiscoidal
nes, espadas, puñales) y a veces de carácter defensivo o el de Villanueva de Teba, presentes estos dos en la
como los cascos, escudos, grebas, etc. provincia de Burgos3 y que el segundo llegó hasta la
Carpetania (Cerdeño y Gamo, 2015: 115-120). Yaci-
IV. ESTUDIO TIPOLÓGICO, CULTURAL Y CRONO- mientos como Monte Bernorio y Miraveche al norte
LÓGICO de la meseta, Padilla de Duero en el centro de la cuen-
ca del Duero y Las Cogotas y La Osera en el sur, son los
IV.1. Armas ofensivas más importantes en hallazgos de este tipo de puñal.
Sin embargo, aparece en otras zonas próximas como
La mayoría de las armas protohistóricas de la pro- en Álava (La Hoya y Carasta), Cantabria y Guadalajara
vincia de Burgos proceden generalmente de las ne- (Almaluez).
crópolis, sobre todo, del segundo Hierro. Miraveche y En la Meseta se distinguen tres grandes focos: NE
Villanueva de Teba, ambas en La Bureba, son las más de la meseta (norte de Palencia, Burgos y Álava); el
importantes pero hay otras como Ubierna, Pinilla Tras- centro del valle del Duero (Padilla de Duero); y el sur
monte, Lara de los Infantes, Villamorón o Monasterio de la Meseta (Ávila).
de Rodilla. Los estudios más recientes del puñal presentan
Un caso aparte es le supuesto depósito votivo de visiones globales como el de Griño (Griño, 1989),
Los Ausines, quizás de un santuario, compuesto por desde el punto de vista evolutivo y cultural Sanz Mín-
armas ofensivas (ninguna defensiva) y arreos de ca- guez (Sanz Mínguez, 1989: 25-46; 1990: 170-188;
ballo. De dicho conjunto procede la única espada de Sanz Mínguez, Escudero y Fontaneda, 1993: 79-93)
lateniense conocida de la provincia de Burgos aunque y valoración general de Quesada Sanz (1997). Sanz
es frecuente en Soria y Ávila. Mínguez aborda una evolución cronocultural con tres
Sin embargo sabemos de algunos ejemplares muy momentos, de fines del siglo VI hasta el II a.C.: fase
interesantes procedentes de hallazgos de fases ante- formativa (fines del siglo VI a comienzos del IV a.C.),
riores, Calcolítico y Edad del Bronce. fase de desarrollo (siglos IV y III a.C.) y fase de expan-
Respecto a la Primera Edad del Hierro es muy es- sión (siglos III y II a.C.).
casa la información porque los ajuares funerarios son En la provincia de Burgos está presente en las
escasos por causas rituales. Esto ocurre en las pocas necrópolis de Miraveche (Griño, 1989: cat. 60-90;
necrópolis excavadas tanto de la facies Soto de Medi- Schüle, 1969: láms. 137-152), Villamorón (Huidobro
nilla (necrópolis de Pinilla Trasmonte) como en las de Serna, 1954: 6), Villanueva de Teba (Ruiz Vélez, 2002:
los “castros de altura” con tumbas tumulares (Ubier- 309-314), Pinilla Trasmonte con otra vaina, inédita,
na y Monasterio de Rodilla). Soto de Bureba (Ruiz Vélez, Sanz Serrano y Parzinger,
No sabemos de las típicas espadas de la Primera 2002: 310-311, fig. 6), Sasamón (Gil Farrés, 1963:
Edad del Hierro (Farnié y Quesada, 2005: 37-164). cat. 92), Peña de Amaya y Monasterio de Rodilla (Abá-
Sin embargo, en los momentos finales de la etapa se solo, Ruiz Vélez y Rodríguez, 2003-04: 131, fig. 6).
producen unas espadas peculiares cuya mayor pro-
ducción conocida se registra en la necrópolis de Mira-
veche: por eso la llaman de “tipo Miraveche” o Grupo
3. El único bidiscoidal en la provincia de Burgos es el de El Castro de Hon-
VIII de Quesada (1997: 227-229; Farnié y Quesada, toria del Pinar (Ruiz Vélez, Rodríguez y Castillo, 2000: 375, 382-385, fig.
2005: 136-160) dentro del colectivo de “espadas de 7, 1 y 2).
74 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

Figura 7: Anverso y reverso de la vaina y parte superior de la hoja con su espiga .

Sanz Mínguez (Sanz Mínguez, 1990: 172-187; Los siglos III y II a.C. son el marco de desarrollo de
1997: 427-439) distingue tres etapas en su produc- esta variante que coincide con una serie de cambios
ción; la primera, la denominada fase formativa con cuando las placas de cinturón de tipo Burela son sus-
los primeros ejemplares desde finales del siglo VI a.C., tituidas por las rectangulares ibéricas. El final de este
a comienzos del IV a.C. La siguiente fase, fase de de- puñal nos lo marcan las tumbas 509 y 514 de la zona
sarrollo, abarca el siglo IV y el III a.C., con unos cam- VI, fosilizadas por el recinto amurallado relacionado
bio morfológicos referidos a la mayor longitud de las con la campaña militar de Postumio (179 a.C.) o con
piezas y a algunas modificaciones que se refieren a la las acciones de Viriato (155 a.C.).
vaina, a la hoja y al tahalí tendentes a la hipertrofia de En conclusión, en Burgos están todos los modelos
los mismos como señala Sanz Mínguez. El foco palen- de este puñal, de una sociedad de jefaturas con una
tino-burgalés pasa a ser el sector dominante. La últi- aristocracia guerrera que se entierra con ajuares en
ma, la “fase de expansión”, a la que pertenece nues- los que las armas, los arreos de caballo y otros objetos
tro ejemplar, es la de máxima expansión y desarrollo funcionales como signos de estatus tanto en tumbas
de tamaño más reducido con vainas que suelen ser masculinas como femeninas. Este puñal en estas tie-
inferiores a 200 mm. Los focos más importantes son rras convive con dos modelos de espadas: la de tipo
el del sur de la Meseta (Ávila) y valle medio del Duero “Miraveche o de gavilanes curvos” y la espada de La
pero con representación en Álava y algo en Mirave- Tène del depósito de Los Ausines.
che. En la necrópolis de Villanueva de Teba, la tumba La vaina del puñal de Los Ausines tenía la hoja em-
22 es la única tumba con puñal de este tipo y de esta potrada pero al intentar sacarla se partió. Así llegó al
fase asociado a una placa de cinturón de tipo Bureba. Museo de Burgos. Todas las características morfoló-
Ignacio RUIZ VÉLEZ y Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 75

gicas y estructurales encajan en la llamada “fase de


expansión” de Sanz Mínguez. La vaina presenta el es-
trangulamiento típico, la hoja también, con sección
de cuatro mesas y suave nervio central. Sus hombros
son rectos y la espiga es de sección circular remata-
da en una virola cilíndrica fijando el pomo. No se ha
conservado nada de la empuñadura. La vaina tiene
rotas las aletas de su embocadura pero son alargadas
como es lo habitual porque el arriaz de la empuñadu-
ra también es alargado. Sí que se conserva la lengüeta
de la embocadura que en estos momentos es más
pequeña. Cerca de la embocadura se disponen, en
la lámina anterior, dos orejetas (dos o cuatro en el
modelo) que sujetan la presilla del reverso mediante
dos botones cuyas cabezas están formadas por seis
troncos de cono escalonados. Esto también es típico
de esta fase. También de esta fase es el sistema de
fijación en el reverso de la contera formado por una
hembrilla soldada a la placa conservando una anilla
de la cadena (Fig. 7, 1, 2 y 3).
En conclusión, nos encontramos en los momentos
finales de este tipo de puñal que todos los investiga-
dores centran a finales del siglo III a.C. (Pablo Martí-
nez, 2010: 375).

4.1.2. Hoja de puñal bidiscoidal

Esta hoja se aproxima al tipo Monte Bernorio-Mi-


raveche pero hay elementos que son del puñal bidis-
coidal. Por una parte, la mitad proximal tiene los la-
dos casi paralelos produciéndose en la mitad distal un
estrangulamiento típico de los puñales bernorianos,
por lo tanto no encaja en los perfiles establecidos por
Kavanagh (Kavanagh, 2008: 52) (pistiliforme, de base
dilatada, de filos paralelos y de forma triangular). La
sección es de sección romboidal al ser de cuatro mesas
pero con un potente nervio central semicircular desde
la zona proximal a la distal. Lo primero nos vincula a
dichos puñales bernorianos pero ese nervio nos acerca
a los puñales bidiscoidales (Kavanagh, 2008: 50).
Los hombros son rectos como en los últimos pu-
Figura 8: Hoja del posible puñal bidiscoidal.
ñales bernorianos (Fig. 8) y en todos los bidiscoidales.
Por otro lado, las dimensiones sí que encajan con es-
tos últimos porque, dentro de la variedad que presen- Con esta información da la impresión que asisti-
tan, la media establecida por Kavanagh es de 18,18 mos a momentos de cambios en la morfología y es-
cm de largo en los ejemplares peninsulares. Nuestra tructura de ciertas armas por las nuevas condiciones
pieza tiene 17,9 cm de longitud, con lo cual encaja de luchas y tácticas empleadas. Es precisamente en
con esos parámetros. Es difícil precisar la forma de la esos momentos finales del siglo III-inicios del II a.C.,
espiga porque aparece rota en su base. Otro elemen- cuando el puñal bernoriano va siendo sustituido por
to importante afecta a las aletas de la zona proximal; otros modelos como el de filos curvos; cambio ya pre-
una de ellas no se conserva porque está rota pero al visto por Filloy y Gil (1997: 139 y 149) la que llamaron
otra, que aparece doblada, tiene en su extremo una de enmangue en espiga.
perforación perfectamente circular que sería simétri- Los puñales bidiscoidales, de factura indígena,
ca a la del otro lado. Servían para segurar el arriaz o más próximos a este son las dos empuñaduras del po-
guarda de la empuñadura. Este elemento sí que es blado de El Castro de Hontoria del Pinar (Ruiz Vélez,
típico de muchos puñales bidiscoidales o, por lo me- Rodríguez y Castillo, 2000: 375, 382-385, fig. 7, 1 y
nos, no está presente en los bernorianos. 2), en la ruta hacia Numancia.
76 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

Figura 9: Fotografía de la hoja, perfil y carena de la punta de la espada.

4.1.3. La espada de La Tène gía. Sin embargo los atributos formales de la hoja nos
pueden ayudar a acercarnos de una forma relativa.
Entre las espadas que hay en la península ibérica, Está muy oxidada y no parecer estar acerada. La
más en el ámbito céltico, destaca una que, por los in- espiga no está completa pues le falta la punta donde
flujos norpirenaicos, llaman tipo La Tène. Pero será en ensamblaba el pomo a través de un botón o virola. Su
estos últimos años cuando se le dedique análisis más sección es rectangular con 1,6 x 0,58 cm en el arran-
profundos como son los llevados a cabo, entre otros, que de la espiga cuyas dimensiones se van reduciendo
por Quesada Sanz (Quesada, 1997: 243-260) y por hacia el extremo distal que es de sección cuadrada o,
García Jiménez (García Jiménez, 2006; 2011; 2012). quizás circular. Los hombros son altos, es decir, caídos
formando una V invertida. La hoja tiene una longitud
4.1.3.1. Atributos morfotécnicos de la hoja (Fig. 9) conservada de 56,7 cm a los que habría que añadir la
punta de dicho hoja que aparece fracturada. Su sec-
Está hecha de hierro. Mide 68,7 cm de largo de ción es biconvexa o lenticular, rasgo importante, para
los que 12 cm son de la espiga. Es decir, la hoja mide su clasificación. El perfil de la hoja no es perfectamen-
56,7 cm. Pesa 495,2 gramos. No tiene nervio ni es- te recto con sus lados casi paralelos en el 72,53% de
trías, aparentemente. ella, desde la guarda. La anchura de la hoja en los
Sólo apareció la hoja de la espada (su parte útil) hombros es de 4,3 cm, 4 cm en el centro y 3,3 cm
prácticamente completa y en su estado original, recta, en el arranque de la carena. Después sus lados son
a la que le falta el remate de la espiga y la punta de la convergentes hasta la punta en un aparente 27,47%
hoja. No sabemos cómo era su vaina lo cual no permi- ya que le falta su extremo por lo que estimamos que
te determinar con exactitud la tipología y su cronolo- la parte carenada podría corresponde al 20% de la
Ignacio RUIZ VÉLEZ y Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 77

Figura 10: Perfiles de espada, 1.- paralelos; 2.- semiparalelos; 3.- progresivos; 4.- pistiliforme (García Jiménez, 2006: fig. 34; 2011: fig. 20) y
distintos tipos de puntas de espada con indicación de la carena (García Jiménez, 2011: fig. 21).

hoja, parámetro presente en alguno de los grupos de fig. 22, 6-7) llama “caídos” (hombros curvos o semi-
estas espadas. curvos y una altura por encima de 1,5 cm), como es
nuestro caso. Además, este tipo se desarrolla desde
4.1.3.2. Estudio tipológico y cronológico (Fig. 10) finales del siglo IV a.C., lo cual encaja muy bien en la
cronología de nuestro conjunto de armas.
Si bien la vaina es muy importante para la clasifica- La punta, según las tipologías generales, presenta
ción tipológica y cronocultural de este tipo de espada, tres formas básicas implicando evolución tipológica y
la hoja no es menos significativa ya que su longitud, cronológica siendo la primera la de punta afilada evo-
la sección de la espiga, la forma de los hombros, la lucionando hacia otras más chatas, al final con la pun-
sección y perfil de la hoja y la forma de su punta son ta roma; pero en el camino hay muchas posibilidades.
criterios que nos sirven para clasificarla dentro de las Como bien indica García Jiménez (García Jiménez,
tipologías conocidas con sus implicaciones culturales 2011: 171), en la península ibérica se reducen a dos
y cronológicas. variedades típicas: la punta muy larga y estrecha y la
Por lo que respecta al filo de la hoja, siguiendo más corta y estrecha. Nuestro caso encaja en el pri-
los cuatro tipos de García Jiménez (2006: 119; 2011: mer. Por otro lado, el citado autor (ibidem), indica un
168-169, fig. 20; 2012), nuestra espada encaja en el parámetro interesante relativo a la proporción entre
llamado de “filos semiparalelos” que corresponde al la longitud de la hoja y la que hay entre la carena y la
tipo más habitual donde la anchura de la hoja es casi punta. Según esto, las más estrechas y afiladas tien-
idéntica en el tercio superior, disminuye ligeramente den a tener más del 20% de la hoja. En nuestro caso,
en el siguiente para decrecer tras la carena. Es muy aunque no conocemos la exactitud desde la carena
parecida al tipo de perfil paralelo aunque es más tar- a la punta, porque falta, estimamos un 27,47%. Es
dío. Por otro lado, esta hoja correspondería al módulo decir, es el tipo 1 de puntas, el más abundante en la
grande de Rapin (1995: fig. 1; 1999: 51 y figs. 7 y 8; península ibérica, aunque encaja también en el tipo
2008: 249-251 y fig. 6) para las espadas de La Tène 4 porque la punta es de forma triangular; pero este
del siglo IV cuya longitud está en más de 65 cm. La tipo, presente en el ejemplar más próximo geográfi-
anchura de la hoja en sus distintos sectores encaja camente al nuestro, el de La Azucarera de Alfaro, es
perfectamente en este modelo. ya de época muy tardía, incluso romana. El contexto
Las formas habituales de las hojas en estas espa- arqueológico de nuestro conjunto no encaja con esa
das son: la lenticular, la de cuatro mesas y la que pre- cronología tan tardía por lo que hay que remontarse
sentan nervio. La nuestra es lenticular o biconvexa, al siglo III a.C. por el contexto.
sin nervio. Si las dos últimas son más típicas de La Tipológicamente seguiremos las categorías plan-
Tène Antigua (García Jiménez, 2011: 170), la tercera teadas por Quesada Sanz (Quesada Sanz, 1997: 24-2)
empieza a desaparecer a partir del siglo III a.C., que primero y García Jiménez (2006; 2011; 2012) después
es cuando la sección lenticular comienza a ser más que son las más completas siguiendo a importantes
habitual pues aparece unida a las espadas más lar- investigadores que les precedieron. El primero de ellos,
gas ya de La Tène C. En la península ibérica son más partiendo de criterios de investigadores anteriores (di-
corrientes las secciones lenticular y de cuatro mesas. mensiones de las espadas y las características de las
El tipo de hombros es un indicador tipológico y vainas) incluye en su tipo VII las espadas latenienses.
cronológico interesante al vincularse a la empuñadura Dentro de él establece cuatro grupos. En el primer,
aunque en nuestro caso no sabemos cómo era ésta. VIIA, incluye aquellas con doble sistema de suspen-
Encaja en el grupo que García Jiménez (2011: 175, sión al cinto (pontet lateniense e ibérico y celtibérico)
78 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

y que significarían una modificación local de espadas a la moharra. Era el arma principal de los celtas por
importadas o copia fiel de ellas; sólo unas pocas apa- su eficacia, por eso es muy habitual en los depósitos
recen en la celtibérica. Al tercer grupo, VIIC, que sería votivos y de armas y en los ajuares funerarios. Ade-
el último estadio evolutivo, pertenecen la mayoría de más es el arma de elaboración menos complicada lo
las espadas celtibéricas, muchas del ámbito ibérico cual explica su frecuente presencia en esos depósitos
con escasa presencia en el noreste de la Península. Sus y lugares domésticos. Las lanzas y las espadas eran las
vainas ya no son enterizas sino de armazón metálico armas más importantes de los celtas según Diodoro
y cuerpo orgánico. El último grupo, VIID, es coetá- de Sicilia (V, 30) o Estrabón (IV, 4, 3).
neo del anterior con imitaciones menos estrictas y la La diferencia entre lanza y jabalina se establece a
presencia de elementos de otras armas típicas de la partir de 2 m de longitud, ya lanzas (Brunaux y Rapin,
Península con acanaladuras en las hojas siendo más 1988: 8-88) con hoja más consistente y grande por
cortas y anchas. Según esto la nuestra podría ser del ser arma de ataque; si es más corta sería ya un arma
grupo VIIC con una cronología, típica de la Meseta, arrojadiza con una punta más pequeña (Sanz Mín-
desde finales del siglo IV y durante el siglo III a.C. guez, 1997: 421). Quesada (1997: 347) establece un
En segundo lugar, García Jiménez el cual establece diámetro en torno a los 1,5 cm para los cubos (sus
cuatro grupos distintos, con sus variantes y series. Es- tipos X, XI y XII). En nuestro caso el mayor diámetro
tas tipologías están definidas por el estudio de las ho- es de 1,9 cm y el menor 1,5 cm pero la mayoría están
jas, las vainas y las empuñaduras. Al carecer de vaina entre 1,5 y 1,7 cm.
y empuñadura esto impide concretar su clasificación, Las formas de las moharras de este conjunto son
ya que si la morfología de la hoja es importante lo son muy uniformes siendo casi todas del tipo llamado
más las vainas y las empuñaduras. “hoja de laurel”, sin nervio aunque hay algún caso
Por esto podemos afirmar que no puede ser inclui- con nervio suavemente esbozado. Las dimensiones
da ni en su Grupo A ya que implica módulos cortos también varían mucho. La jabalina corresponde a una
(entre 40 y 52 cm de longitud) y anchos en sus di- lanza corta y servía de complemento a la lanza habi-
ferentes variantes ni del Grupo D (anchos hombros, tual. Cada guerrero llevaba, al menos, dos lanzas y/o
hojas largas y perfil pistiliforme). El grupo A4 presenta una jabalina (más escudo redondo: caetra).
rasgos híbridos de espadas de antenas que en nuestro Todas son de hierro, con enmangue tubular for-
caso no se manifiestan. El Grupo B es más uniforme, mado por un cubo cilíndrico con orificio para sujetar.
con módulo más largo y punta alargada (más típica No ha aparecido ninguna abrazadera. Constituye un
de los modelos hispánicos). Es el grupo más represen- importante conjunto ya que son 74 ejemplares de for-
tado en la península ibérica. La nuestra presenta ras- ma variada, como ocurre en todo tipo de yacimientos,
gos tanto del grupo B1.2 como del B1.3 (módulo de todos con el enmangue tubular. Únicamente hay una
longitud grande aunque próximo al mediano de Ra- pieza, la nº 75, que en vez de cubo presenta una es-
pin, punta delgada) pero es la sección la que define su piga para insertar en el astil cuyas medidas coincide
identificación pues es lenticular o biconvexa, típica de con el grupo más numeroso que veremos luego. Es
la segunda variante frente a la primera cuya sección es un caso atípico pero encaja en el contexto general de
de cuatro mesas. Las espadas de este grupo B1.3 son la península ibérica donde es muy escaso; inexistente
mayoritariamente de la Celtiberia. Para la variante B2, esta forma en el Bronce Final peninsular, sí se da en el
casi idéntica a B1.2 y B1.3, García Jiménez establece Mediterráneo oriental y en Francia e Inglaterra (Mo-
un parámetro que le separa del B1, y es que la barrera hen, 1980b: 121). Por otra parte, Bruhn de Hoffmayer
de la anchura de la hoja es de 4,2 cm. Nuestra hoja (1972: 33) apunta su presencia en España, circuns-
tiene un anchura de 4,3 cm que le acerca al grupo tancia que es negada por Quesada (Quesada, 1997:
B2.2, pero coincide también la sección de la hoja que 346) quien afirma que las lanzas de espiga están por
es lenticular. Todas las espadas de este grupo B2.2 son completo ausentes en las panoplias, tanto ibérica,
de la Celtiberia. Del grupo C habría que considerar la como celtibérica. Este prestigioso investigador afirma
circunstancia típica del grupo que es la presencia de que el único ejemplar conocido es el de Almedenilla
hombros altos o caídos, como en nuestro ejemplar, que aparece en Schüle (1969: II, lám. 76, 11). Aunque
pero no coinciden otros parámetros como la punta las medidas de la hoja coinciden con las de algún tipo
más ancha y la correspondencia con módulos media- de puñal coetáneo hay que indicar que la base de la
nos que coinciden con el grupo B. En cualquier caso hoja debería ser transversal a la espiga y, en este caso,
corresponden a fabricaciones autóctonas. aparece la carena típica de las moharras de todo el
conjunto.
4.1.4. Moharras o puntas de lanza Respecto al tamaño indicamos que las más peque-
ñas son, la nº 18 con 8,6 cm de longitud total (5
Las lanzas celtas tienen tres elementos: la punta cm de la hoja), la nº 31 con 10,3 cm (6,6 cm de la
metálica o moharra (hierro), astil de madera y regatón hoja) y la nº 17 con 11 cm (6,3 de la hoja) con las
de hierro para contrapesar la lanza y complementar hojas de menor tamaño. Es interesante la nº 20 por-
Ignacio RUIZ VÉLEZ y Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 79

Figura 11: Comparativa de la mayoría de las moharras de Castromayor. Relación entre longitud total y la proporción de la hoja.

que de los 11,6 cm, 4,6 corresponden a la hoja y 7 so. Así la nº 3 que es la más larga con 32 cm pesa 148
cm al cubo que es mucho más largo4. Por otro lado, gramos; la segunda que es la nº 54 mide 31,2 cm y
las más grandes no alcanzan dimensiones aparatosas, pesa 100 gr; la tercera, el nº 72 con 31 cm pesa 117;
más bien modestas, pues sólo tres superan los 30 cm: la nº 1 con 29,9 cm pesa 128 gr; y así en muchos
la nº 3 con 32, la nº 54 con 31,2 y la nº 72 con 31. casos. Esto es debido, según muchos investigadores,
Cerca están la nº 4 con 30 y la nº 1 con 29,9 cm. El al carácter artesanal y no industrial, producción no
64,8 % tienen una longitud entre 15 y 29,9 cm; ocho estandarizada.
ejemplares tienen entre 10 y 14,9 cm y una sola punta En estas últimas décadas los estudios dedicados
tiene menos de 10 cm. Hay, pues, una gran uniformi- a las armas de asta han avanzado mucho. Algunos
dad que da coherencia al conjunto en lo que respecta destacan por su importancia como los de Lorrio (Lo-
a su identidad. Respecto a los diámetros exteriores del rrio, 1994a: 212-257; 1994b: 391-414; 1997: 147-
cubo ocurre algo parecido en ese sentido de uniformi- 198) sobre las lanzas celtibéricas; Jimeno (Jimeno, de
dad porque setenta puntas tienen entre 1,5 y 2 cm de la Torre, Berzosa, Martínez, 2004: 246-256) sobre la
diámetro, lo que supone un 94,6% del total; sólo hay necrópolis de Numancia; Sanz Mínguez (1997: 421-
un ejemplar que mide menos de 1,5 cm y ninguno 2 426) en la necrópolis de Padilla de Duero; Argente,
cm ó más. Por otra parte, estas medidas están dentro Díaz y Bescós (2001: 65-70) sobre la necrópolis de
de lo normal pues en El Cigarralejo (Cuadrado, 1989: Tiermes con 152 puntas de lanza; y con carácter ge-
61), por citar un ejemplo ibérico, están entre 1,6 - neral los densos y exhaustivos trabajos de Quesada
2,2 cm, dominando los que tienen entre 1,7 y 2 cm. (1997: 352-434) y García Jiménez (2011: 573-633)
Se discute si estas moharras son armas arrojadizas o cuyas tipologías son muy interesantes a la hora de cla-
armas empuñadas de ataque directo porque intervie- sificar cultural y cronológicamente las distintas piezas.
nen aspectos sociológicos y tácticos en esa cuestión. Sin embargo, comenzaremos con las catego-
Lo que sí parece cierto es que las más largas corres- rías establecidas por Sanz Mínguez para las prime-
ponden a modelos antiguos, a la fase I de Lorrio para ras 55 piezas de Las Ruedas (Sanz Mínguez, 1997:
los celtíberos. 421-426). Indicando que todas tienen una carena de
Respecto a la relación longitud hoja/cubo hay una idénticas características en el arranque de la hoja, con
cierta proporcionalidad en mayor o menor medida mayor o menos medida en el sector más ancho de la
contando con algunas peculiaridades como la nº 20 hoja (siempre cerca de la carena), podemos decir que
en el que el cubo es más largo que la hoja; o los nos corresponderían al modelo tradicional denominado
17, 18, 31, 43 y 73 donde la diferencia es mucho me- “hoja de laurel”.
nor. En las demás la hoja es más del doble del cubo Sanz Mínguez indica cinco grupos. El Grupo I con
hasta los 2/3 de la longitud total. moharras pequeñas entre 7 y 15 cm al que pertene-
Las más grandes, como es lógico, son las más pe- cerían los nos 16, 17, 18, 19, 20, 27, 28, 31, 34, 43,
sadas; pero no hay una relación directa longitud-pe- 57, 65 y 73; es decir 13 de los 75, pero en la variante
b) porque la longitud de la hoja tiene más del 53% del
4. García Jiménez señala que los cubos largos suelen corresponder a armas
total, como es nuestro caso. Pero hacemos notar que
arrojadizas, jabalinas o faláricas. si bien la mayoría presentan una forma de “hoja de
80 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

Grupo II se integran aquellas que tienen entre 17 y


20 cm de largo donde la hoja ocupa el 63/68% de la
longitud total. Es un grupo homogéneo en el que se
igualan los de hoja de laurel y los de sauce; es el más
numeroso, como en nuestro caso, ya que pertenecen
los nos 5, 7, 8, 14, 15, 24, 25, 26, 29, 37, 38, 40,
42, 44, 45, 46, 50, 53, 55, 56, 60, 61, 64, 67, 68,
69 71, 74 y 75; es decir, son 29 piezas pero hay que
señalar que los nº 39 y 56 pertenecerían al Grupo IX
de Quesada, el nº 60 es de sección lenticular y el nº
75 es el único con espiga en vez de cubo. Las del
Grupo III tienen entre 21 y 23 cm, representado en
Los Ausines por los nos 6, 9, 11, 13, 22, 23, 30, 32,
33, 47, 48, 49, 58, 59, 63 y 66, siendo 16 ejemplares
pero en su variante a) porque la hoja es el 65/71 % de
la longitud total.
Figura 12: Tipos VB, IVB y IX de Quesada (1999). También hay que señalar que el nº 11 se integra en
el Grupo IX de Quesada; los nos 58 y 59 en el Grupo
IV; y el nº 48 que participa de los dos grupos citados.
laurel”, los nos 18, 65 y 73 entrarían en la Variante IX El Grupo IV integra a las puntas entre 25 y 29 cm,
de Quesada que veremos luego, y el nº 31 cuya hoja grupo escaso, como en nuestro caso porque está re-
tiene sección lenticular. Para Sanz Mínguez este grupo presentado por los nos 1, 2, 10, 12, 21, 35, 41, 51, 52,
está formado por armas arrojadizas o jabalinas. En el 62 y 70. En Las Ruedas corresponden al modelo de

13 14 15 16

Figura 13: Moharra nº 54 con mayor longitud del conjunto. Grupo VB de Quesada.
Figura 14: Moharra nº 48, del grupo IVB de Quesada.
Figura 15: Moharra nº 18, del grupo IX de Quesada.
Figura 16: Moharra descubierta en 2019 en el mismo lugar del supuesto depósito. Grupo VB de Quesada.
Ignacio RUIZ VÉLEZ y Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 81

Nº Longitud total Longitud hoja/tubo Ø cubo Sección Anchura hoja Vaceos Peso
1 29,9 22,5 / 7,2 15 Romboidal - no 128
2 28,6 25 / 3,6 15 Romboidal 2,7 no 90
3 32 26 / 6,3 18 Romboidal 3,31 si 148
4 30 23 / 7,0 16,2 Romboidal 3 no 104
5 20 13 / 7 16 Romboidal 2,9 no 76
6 23,5 18 / 5,5 16,9 Romboidal 1,9 no 108
7 20,5 13,7 / 6,8 15 Romboidal 1,5 no 70
8 18,4 13,4 / 5,0 16,2 Romboidal 3,35 no 61
9 21,8 15,3 / 6,5 17 Romboidal 2,38 no 64
10 26,8 20 / 6,8 16,3 Romboidal 2,7 no 98
11 23 16 / 7 19 Romboidal 2,2 no 61
12 24,7 18,2 / 6,5 15,6 Romboidal 3 no 86
13 22,9 16,9 / 6 17,7 Romboidal 1,69 no 74
14 17 9 / 7,6 15,6 Romboidal 2,5 no 53
15 16,7 10,8 / 5,9 15 Romboidal 2,26 no 56
16 14,5 9 / 5,5 15,7 Romboidal 2,2 no 40
17 11 6,3 / 4,7 17,6 Romboidal 2,4 no 35
18 8,6 5 / 3,6 14,5 Romboidal 2 no 20
19 14,9? 14,9 / - 9 (?) Romboidal 2,4 no 34
20 11,6 4,6 / 7 16 Romboidal 1,8 no 44
21 28,7 22,2 / 6,5 17 Romboidal 1,7 no -
22 20,9 15,1 / 5,8 5,8 Romboidal 2,98 no -
23 22,2 16 / 6,2 18,5 Romboidal 2,16 no -
24 20 13,1 / 6,9 15 Romboidal 1,5 no -
25 18,8 13,1 / 5,7 16,8 R.con nervio 3 no -
26 16,8 11,2 / 5,6 17 R.con nervio 2,4 no -
27 13,7 8,7 / 5 16 R.con nervio 2,2 no 51,90
28 15,8 10 / 5,8 16 R.con nervio 1,9 no 39,8
29 17,3 11,7 / 6,5 17,5 R.con nervio 2,5 no 60,80
30 21 14,3 / 6,7 15,3 R.con nervio 1,53 no 54,13
31 10,3 6,6 / 3,7 14,9 Lenticular 1,7 no 20,46
32 21,6 15,9 / 5,7 15 Romboidal 2,58 no 68,82
33 23,1 16,8 / 6,3 16 Romboidal 2,5 no 97,75
34 14,6 10,1 / 4,5 18 Romboidal 2,44 no 49,10
35 26,4 20,1 / 6,3 15,6 Romboidal 2,7 no 92,97
36 - - - Romboidal - - -
37 19,4 13,6 / 5,8 16,6 Romboidal 2,32 no 61,31
38 16,9 10,6 / 6,3 14 Romboidal 2,24 no 53,25
39 19 13,7 / 5,3 17 Romboidal 2,32 no 49,42
40 17,7 12,4 / 5,3 15 Romboidal 1,93 no 55,22
41 27,2 21 / 6,2 17,5 Romboidal 2,4 no 89,54
42 16,2 10,2 / 6,0 15,8 Romboidal 2,4 no 62,65
43 14,8 8,3 / 6,5 18 Romboidal 2,5 no 66,24
44 16,3 10,5 / 5,8 17 R.con nervio 2,1 no 62,31
45 20,6 15 / 5,6 19,4 R.con nervio 1,94 no 55,47
46 18 11,1 / 6,9 18 R.con nervio 2,1 no 70
47 22,2 15,7 / 6,5 16,4 R.con nervio 1,83 no 64,65
48 22 17,3 / 4,7 16,4 “(IV) 2,58 no 59,27
49 21,4 15,2 / 6,2 16 “(IV) 2,88 no 77,87
50 20,4 14,5 / 5,9 18,8 “(IV) 3,8 no 91,53
51 26,4 20,1 / 6,3 16,5 “(IV) 2,75 no 90,85
52 16,3 20,1 / 6 16,7 “(IV) 2,8 no 103
53 20,5 14,6 / 5,9 15,4 “(IV) 2,4 no 60,31
54 31,2 24,6 / 6,6 17,4 “(IV) 2,84 no 100
55 16 9,8 / 6,2 17 “(IV) 2 no 41,3
56 16,2 11,5 / 4,7 15,4 R.con nervio 2,24 no 37,8
57 15,5 10 / 5,5 16,6 R.con nervio 1,98 no 47,44
58 23,4 17,8 / 5,6 19 “(IV) 3,17 no 107,4
59 21,3 14,2 / 7,1 16 “(IV) 2,3 no 59,27
60 16 10,1 / 5,9 17 Lenticular 2,2 no 47,17
61 18,7 11,8 / 6,9 15,6 Romboidal 2,95 no 83
62 24,8 17,8 / 7 18 Romboidal 2,54 no 91
63 23,4 16,7 / 6,7 15 Romboidal 2,4 no 67,41
64 18,37 12,3 / 6,7 17,3 Romboidal 2,6 no 74,90
65 15,8 10,8 / 5 17 Romboidal 2,8 no 57,35
66 24,2 17,1 / 7,1 16 Romboidal 2,64 no 85
67 17,7 13,4 / 4,3 15,9 R.con nervio 2,9 no 59,57
68 19,5 14,5 / 5,5 15,8 R.con nervio 2,76 no 62,16
69 20 15 / 5 15,8 R.con nervio 2,76 no 62,16
70 25,2 19,6 / 5,6 17 R.con nervio 2,54 no 58,67
71 17,1 11,9 / 5,2 17,5 Romboidal 2,26 no 67
72 31 24,8 / 6,2 15 Romboidal 2,6 no 117
73 14,9 4 / 5,5 18 Romboidal 2,46 no 63
74 17,2 11,3 / 5,9 16,7 “ 1,86 no 43
75 17,5 14 / 3,5 0,84 / 0,59 Romboidal 2,64 - 46

Tabla II: Conjunto de moharras de Castromayor (Los Ausines). Todas las medidas en centímetros.
82 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

Figura 17: Regatón nº 4.

sauce, por excelencia, pero en Castromayor la carena en arista de la Meseta norte y Cataluña. Precisamen-
tiene la misma forma que en casi todas las piezas del te las moharras de nervio en arista y perfil ondulado
conjunto, más próximas al de laurel. (“flameante”) van a ser típicas de la Celtiberia y de la
Del Grupo V, con más de 35 cm de longitud, no parte occidental meseteña (modelo típico lateniense).
hay ningún ejemplar en nuestro conjunto pero hace- Así, están presentes en el ámbito vacceo (Las Ruedas),
mos notar que hay cuatro moharras, los nos 3, 4, 54 y cántabro (Monte Bernorio), alto Ebro con Miraveche
72, que miden entre 30 y 32 cm de largo con la salve- (Schüle, 1969: lám. 150, 1)5 y La Hoya y celtibérico
dad de que el nº 3, la más larga de todas, encaja en el (Arcóbriga, Atienza, La Mercadera). Suelen tener es-
Grupo IX de Quesada. En el gráfico inferior podemos trías en los laterales siguiendo el perfil de la hoja.
ver cómo se corresponden los grupos citados. El Grupo IX también está poco representado, por
Si atendemos a la clasificación de Quesada vemos los nos 11, 18, 39, 48, 56, 65 y 73. Corresponden a
que nuestros ejemplares encajan en sus Variantes IVB, un modelo peculiar y de aspecto “chapucero” como
VB y IX (Quesada, 1997: 366, 366-369 y 382, respec- señala Quesada porque el cubo no se cierra del todo
tivamente). quedando abierto en ambos extremos y la hoja es de
La Variante IV, tiene un perfil de desarrollo cón- dos mesas por un lado y plana por donde está el cubo
cavo-convexo, suavemente esbozado en sus perfiles, abierto. Son los nos 18, 65 y 73 en el Grupo I de Sanz
de clara influencia europea y con medidas variadas, Mínguez, los nos 11, 39 y 56 en el Grupo II, y el 48
según Quesada, porque sólo corresponden al grupo en el Grupo III con la peculiaridad de que su perfil es
entre 21 y 23 cm. Son los nos 48, 58 y 59, grupo esca- suavemente cóncavo-convexo. Este modelo está es-
so y que puede estar en relación con la presencia de casamente representado a nivel peninsular y, según
la espada La Tène. Las tres son de sección romboidal Quesada, es tardío del siglo III a.C. en adelante.
sin nervio. Este modelo, según Quesada, se distribu- Todas las demás piezas de nuestro conjunto (el
ye por Ávila, alto Duero y Tajo y alto Ebro, estando 85%) se integrarían, porque no encajan en otro, en
ausente en el ámbito ibérico. Se explica por la pre- el Grupo V de Quesada, sobre todo en su variante
sencia de influjos norpirenaicos y su cronología es de c) aunque no coinciden con sus dimensiones ya que
finales del siglo IV y años posteriores. Recuerdan el abarca desde los 36,3 a los 65 cm; la media es de
Grupo A de García Jiménez (2011: 601-608) aunque 48,3 cm. No hay ninguna de esas medidas en Castro-
en el NE peninsular siempre son más grandes que las mayor; en consecuencia la dimensión del cubo siem-
nuestras. Por otra parte, este tipo de moharras tie- pre es inferior al 1,9 cm de diámetro de este Grupo V.
nen una cronología antigua en la Meseta como es el Si en este grupo los nervios aparecen bien marcados,
caso de la tumba 28 de la necrópolis de Las Ruedas en nuestro caso sólo los nos 25, 26, 28, 44 y 67-70 lo
(Sanz Mínguez, 1997: 425) fechada en la segunda tienen suavemente esbozado. Dicho de otra manera,
mitad del siglo IV a.C., como en la sepultura 200 de únicamente la carena y el perfil cóncavo-convexo son
La Osera (Álvarez Sanchís, 2003: 182-184, fig. 74), aspectos comunes. Por otra parte, habría que añadir
integrada en la Fase 1 de dicho autor. Las moharras ciertas vinculaciones con la variante II en cuanto que
galas son algo posteriores. Al hilo de este asunto, tienen la base de la hoja redondeada pero con una
Quesada (1997: 395, figs. 238-243) ya advirtió de di- carena más marcada en las nuestras.
versas distribuciones de carácter regional en la Penín- En la provincia de Burgos hay tres yacimientos los
sula según los tipos de secciones de estas moharras. cuales han aportado una importante cantidad de pun-
Entre ellas citaba las secciones sin nervio de la Meseta
(en nuestro caso sólo ocho tienen nervio frente a 74 5. Esta moharra, más que de perfil ondulante parece efecto de la corrosión
piezas) y norte de Levante; o las secciones con nervio correspondiendo a un perfil recto.
Ignacio RUIZ VÉLEZ y Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 83

tas de lanza. Lara de los Infantes (Ruiz Vélez, 2015: su morfología. El nº 5 responde al modelo habitual
404-405) que se encuentra a muy escasa distancia de por su forma troncocónica, de escasa longitud, con la
Los Ausines, y Miraveche (Ruiz Vélez, 2001: 71-84; hendidura lateral típica porque no se ha cerrado bien
Schüle, 1969: 287-292, láms. 136-152 y 153) y Vi- la lámina al configurar el regatón y un diámetro del
llanueva de Teba (Ruiz Vélez, 2001: 690-702; 2005: cubo, de 1,45 cm que está relacionado en gran medi-
38-41, figs. 20-24) en La Bureba. Estos dos últimos da con el diámetro de las moharras citadas más arriba
corresponden a contextos funerarios y el primero qui- cuyo diámetro es un poco mayor debido al astil.
zás a funerario y poblacional. Los otros cuatro ejemplares presentan una forma
En las excavaciones de La Muela en Lara de los más elaborada con dos sectores bien diferenciados:
Infantes se encontraron 26 puntas de lanza y dos por el cubo cilíndrico con el orificio para el perno,
regatones. Destacan unas con la hoja ancha y otras de pequeño diámetro (1,3; 0,8; 1,24 y 1,2 cm res-
de gran longitud lo que nos trasladan a fechas de la pectivamente) y el sector piramidal más o menos
transición de la Primera a la Segunda Edad del Hierro, alargado, con un elemento de transición a modo de
certificado por su asociación a fíbulas de doble resor- acanaladura. Son unos diámetros pequeños para ser
te, algunas con el puente que nos lleva cronologías regatones y puede que haya otra posibilidad de uso
finales del modelo. diferente. No es un modelo raro porque aparece en
Acabamos este apartado señalando una circuns- otros yacimientos como los ejemplares de la tumba
tancia interesante. El último día de excavaciones de 26 (dos moharras y tres regatones) de la necrópolis
2019, subiendo hacia la excavación, un miembro del de Villanueva de Teba (Ruiz Vélez, 2005: fig. 24). Otro
equipo encontró una moharra nueva en el mismo lu- paralelo lo encontramos en el ejemplar de la necrópo-
gar donde el descubridor del conjunto señala su lugar lis de Padilla de Duero (Sanz Mínguez, 1997: fig. 189,
de procedencia. Pertenece al grupo más numeroso, el nos 912 y 913). Al ser un modelo más elaborado tiene
VB de Quesada, con la carena en la base de la hoja, una cronología más reciente.
perfil recto, con 22,7 cm de largo (falta la punta de
la hoja, 17,7 cm de hoja y 5 cm de tubo), 2,9 cm de 4.2. Arreos de caballo
anchura máxima de la hoja y 1,6 cm de diámetro en la
base del tubo. Es decir, está en los parámetros medios Los pueblos célticos, copiando a Quesada (2011:
del grupo. 20-27), amaban más a sus armas y a sus caballos
que a su propia vida. Por eso, en este caso, junto a
4.1.5. Regatones las armas, aparecen arreos de caballo. El papel del
caballo, asociación al hombre y al guerrero, ha sido
Es una pieza unida a la moharra ya que es, gene- muy importante en el mundo mediterráneo y europeo
ralmente, el otro extremo de la lanza. Su presencia en (Quesada, 2005: 97-150). Los arreos de caballo del
los poblados y, sobre todo, en los ajuares funerarios conjunto son: dos bocados o bridones, dos muserolas
es habitual con las moharras aunque la proporción o narigueras, dos anillas con agarradores, un posible
sea muy diferente a favor de éstas en las diferentes un pecho petral, un agarrador en áncora y otro en-
fases sobre el armamento. En todos los estudios, bien ganche o agarrador.
de necrópolis, bien de carácter general sobre arma-
mento de esta época, se trata su definición, tipos eu- 4.2.1. Bocados o bridones (Figs. 18 y 19)
ropeos y peninsulares, sistema de elaboración, origen,
distribución geográfica peninsular, función, etc. Están fabricados en hierro forjado como es la cos-
En este conjunto de armas se han recogido cinco tumbre. Los dos son prácticamente idénticos con la
ejemplares de los cuales cuatro son interesantes por misma estructura, del tipo que llaman “bridón con

Figura 18: Bocados de caballo de camas curvas.


84 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

Figura 19: Segundo bocado de caballo de camas curvas.

aros”. Este modelo está formado por un filete articu-


lado en dos cañones, torsionados en sentido levógiro
el derecho y dextrógiro el izquierdo en un caso. Este
filete es el que se ubica en el diastema del caballo. Figura 20: Muserolas o nariguera del conjunto.
Dicho filete se remata en ambos lados por dos aros
o camas perfectamente circulares y lisas, ubicados al
exterior de la boca del animal y donde se enganchas
otras piezas de la cabezada del animal (riendas, mu-
serola, carrilleras y ronzal). En un caso conserva dos
agarradores de ambas camas y en el otro sólo un aga-
rrador.
Este es el modelo más común y más difundido du-
rante toda la Edad del Hierro en el mundo celtibérico
hasta fechas tardías como demuestran Lorrio (1994:
213-243) y Quesada (2005: 116-123) pudiendo abar-
car su cronología desde finales del siglo V hasta el
Figura 21: Segunda muserola del conjunto.
siglo II a.C. Corresponde al “Tipo 2: Bridón de aros”
definido por Argente, Díaz y Bescós (2001: 73-74) en
la necrópolis de Carratiermes. De finales de la Primera curvada con tres engrosamientos en el centro y en los
Edad del Hierro es el bocado de Lara de los Infan- extremos los cuales presentan una perforación para
tes (Ruiz Vélez, 2015: 406, fig.15), de filete articu- insertar los correspondientes agarradores. Los latera-
lado liso y camas circulares, pasando por Miraveche les irían a las camas del bocado y el central enlazaría
(Schüle, 1969: lám. 136, 18 -de camas rectas- y lám. con la frontalera a través de una correa o una pla-
145, 14, como los nuestros) hasta los momentos fi- ca metálica, llamada prometopidia7, lisa o decorada,
nales del periodo como lo demuestra la necrópolis de para proteger la parte superior de la nariz del caballo
Villanueva de Teba (Ruiz Vélez, 2002: 666-673, figs. Este tipo de muserola, pero ricamente decoradas,
263-267)6. Desde las excavaciones de Las Cogotas, lo encontramos en dos tumbas de Las Cogotas: la
con una rica muestra y algunos ricamente decorados tumba 287 (Cabré, 1931: lám. LXXI; Schüle, 1969:
con nielados de plata, y La Osera, también con una lám. 114, 6) que aparece asociada a un bocado idén-
numerosa muestra y su singularidad decorativa, hasta tico al nuestro, a un agarrador circular y plano con
su presencia en muchas necrópolis de la zona oriental tres agarradores (pecho-petral?) y a un puñal de tipo
de las Meseta, hasta Echauri (Navarra) pasando por la Monte Bernorio-Miraveche de la fase de expansión, lo
surtida muestra de la Colección Pérez Aguilar (Álva- que nos lleva al siglo III a.C. y también al II a.C.; y la
rez, Cebolla y Blanco, 1990: 273-273, figs. 18 y 19). tumba 605 (Cabré, 1931: lám. LXXII, Schüle, 1969:
lám. 117, 3) con el mismo tipo de bocado, muchos
4.2.2. Muserolas o narigueras (Figs. 20 y 21) agarradores y un puñal de frontón implicando una
cronología parecida. En las tumbas 288 y 383 de la
También son dos los ejemplares del conjunto, he- necrópolis abulense la muserola ya es de otro modelo
chos en hierro forjado y con la curvatura que nos in- formado por una lámina de hierro doblada y calada
dica su catalogación como muserolas o narigueras. por la cara externa con lámina de bronce decorada in-
Su estructura viene definida por una lámina de hierro tercalada. Este modelo o es un elemento de distinción

6. Donde los hay de filete articulado liso y articulado torsionado, ambos con 7. Del griego pro-metopídios con el significado de “colocado al frente, piel
camas anulares, de camas ovaladas, y sobre todo con desveno. de la cabeza de los caballos o frontalera”.
Ignacio RUIZ VÉLEZ y Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 85

4.2.3. Agarradores de correas (Figs. 22, 23 y 24)

Aparte de los elementos metálicos de la cabezada


del caballo, tenidos por los más destacados y con la
premisa de que la silla de montar (Quesada, 2005:
135-138) no estaba presente en estas tierras en aque-
llos momentos aunque sí en el mundo ibérico en con-
sonancia con el ephippion griego (especie de manta
o gualdrapa), hay otros que podrían formar parte de
otros elementos de los arreos del caballo o de la mis-
ma cabezada.
En este conjunto que estudiamos aparecen cuatro
piezas que son un aro ancho y plano con tres agarra-
dores que podría ser un pecho-petral, un agarrador
ancoriforme, una anilla con tres agarradores (la única
pieza del conjunto hecha en bronce) y otro agarrador
rectangular muy alargado que remata en un gancho.
Ya desde las excavaciones de Las Cogotas y La
Osera, y más tarde en El Cigarralejo, se inició un re-
Figura 22: Anilla con tres agarradores.
pertorio de piezas aparentemente secundarias que se
integraban en los arreos del caballo. Kurtz (1986-87:
89-135; 1990) hizo una sistematización de los proce-
dentes de la necrópolis de Las Cogotas. Mucho más
tarde Argente, Díaz y Bescós (2001: 70-90) hicieron lo
mismo con la necrópolis de Carratiermes.
Las grandes necrópolis de la Meseta Norte duran-
te la Segunda Edad del hierro han aportado muchas
piezas de esta naturaleza (salvo algunas como la de
Padilla de Duero) e incluso en algunas tumbas las re-
feridas a los arreos del caballo son las dominantes
como en las citadas tumbas 287 y 605 de Las Cogo-
tas, o la tumba 9 de la necrópolis de Villanueva de
Teba (Ruiz Vélez, 2002: 217-234) donde se observa
Figura 23: Agarrador en áncora. que estos objetos también aparecen en tumbas feme-
ninas como signo de pertenencia a la elite social (Ruiz
Vélez, 2014).

V. CONCLUSIONES

Lo primero a destacar es que son armas de distin-


ta naturaleza, incluidos los arreos de caballo porque
era animal de guerra e indicador de estatus en una
sociedad aristocrática guerrera. El elevado número de
moharras coincide con otros conjuntos de naturaleza
similar sabiendo que la lanza era el arma de guerra
más habitual en el ámbito céltico y más fácil de fabri-
car respecto a las demás.
Si las lanzas y los bocados no acotan una crono-
logía precisa, tenemos otras que sí lo permiten. Es el
caso de la vaina tipo Monte Bernorio-Miraveche, de
Figura 24: Anilla con tres agarradores.
la hoja del puñal bidiscoidal y la espada lateniense. La
vaina del puñal, como señalamos más arriba, corres-
ponde a la “etapa de expansión” de Sanz Mínguez,
elitista y/o es de cronología posterior como nos indi- de los siglos III-II a.C.; la hoja del puñal bidiscoidal (a
can ejemplares similares de las necrópolis de Numan- falta de la empuñadura y la vaina) nos traslada tam-
cia o Carratiermes donde también aparecen bocados bién al siglo III a.C., hasta el siglo I a.C.; finalmente
con desveno y barbada. la espada lateniense (sin empuñadura ni vaina) nos
86 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

lleva a esa cronología: segunda mitad del siglo III a.C.


Contrastando estos tres tipos podemos centrar el con-
junto en la segunda mitad del siglo III a.C. y en los
primeros decenios del siglo II a.C.
Cuando Lorrio Alvarado (2016: 229-272) estudia
la armamentística celtibérica distingue tres fases: fase
I, del Celtiberismo Antiguo, hacia el siglo VI a.C.; fase
II o Celtiberismo Pleno, entre el V y finales del III a.C.,
con dos versiones IIA caracterizada por las panoplias
aristocráticas y muy variadas, y IIB cuyas panoplias se
simplifican y se generalizan desde finales del IV a fina-
les del III a.C.; y una última fase, fase III, del Celtiberis-
mo Tardío desde finales del III y el siglo I a.C., con una
serie de cambios importantes y los primeros enfrenta-
mientos con los romanos. Nos interesan las fases IIB y
la fase III porque corresponden al contexto de nuestro
conjunto. Durante la fase IIB de Lorrio se produce lo
que llama García Jiménez (2012: 398) “fase de asi-
milación” referida a las espadas latenienses, a finales
del IV-inicios del III a.C. Esta sería la fecha ante quem
non para nuestro conjunto que se continuaría con la
“fase de desarrollo” (primera mitad del siglo III a.C.),
contexto en el que encaja mejor nuestra espada como
posible producción local que coincide con la fase III
de Lorrio, que no deja de ser una continuación de la
anterior, en cuanto a armamentística se refiere.
En este caso el modelo de puñal es el que antes se
llamó de tipo numantino y ahora bidiscoidal, con una
hoja en nuestro conjunto, tipo muy bien estudiado
por Kavanagh, que aparece asociado a las espadas Figura 25: Vista general del conjunto de armas.
de influjo lateniense y de fabricación local. Durante
esta fase el armamento no aparece sólo en los ajuares razones rituales: como ofrenda colectiva, como botín
funerarios sino en los poblados formando parte de (spolia hostium), como ofrenda personal, como ob-
depósitos. jetos de culto o de lujo (spolia opima), como instru-
Y al hilo de esto, hay que referir un parámetro mentos ceremoniales o como tesoro (keimelia); bien
nuevo para entender este conjunto de armas. Es su por razones no rituales: resultado de un conflicto con
posible valor simbólico por lo que acabamos de seña- construcción de una victoria (tropaia) o un simple ar-
lar. Depósitos votivos y rituales, de distinta naturaleza, senal.
se conocen en la península ibérica como ocurre con Sería interesante determinar el marco de influen-
los casos conocidos de cascos ofrecidos a las divini- cias externas de este conjunto pero da la impresión de
dades en las aguas o presentes en santuarios poliádi- que los aires vienen desde el ámbito celtibérico como
cos (Graells, Lorrio y Quesada, 2014) como los cascos queda reflejado en la hoja lateniense y la hoja del
hispano-calcídicos de Aranda del Moncayo. Recorde- puñal bidiscoidal utilizando la vía natural que luego
mos también el depósito de armas de La Azucarera usará Escipión en el cerco y destrucción de Numancia
de Alfaro en La Rioja (Iriarte et alii, 1996: 173-194) sirviendo de intermedio el castro de Hontoria del Pinar
con espadas de influjo lateniense de las mismas carac- donde aparecieron dos empuñaduras de puñal bidis-
terísticas que nuestra hoja de espada y con una hoja coidal como precisamos antes.
de un puñal bidiscoidal, también idéntico al nuestro. En lo que se refiere a las moharras también es un
Nos viene al recuerdo la noticia de las excavaciones conjunto relativamente uniforme con algunos datos
en la década de 1940 en la Peña de Lara, importante relevantes: no son puntas muy largas, sólo tres de un
castro de la Edad del Hierro y a escasa distancia de Los total de 75 que superan en muy poco los 30 cm de
Ausines, donde bajo un túmulo “se recogió un lote largo; la sección romboidal de la hoja es dominante,
de armas de hierro, principalmente cuchillos, espadas la mayoría sin nervio; la anchura máxima de la hoja,
y lanzas en mal estado de conservación” (Luis Mon- cerca de su base, es relativamente uniforme y peque-
teverde, 1958: 194). Quizás pudiese tratarse de algo ña, con algún caso aislado (tres) de más de 3 cm; los
parecido a lo de Los Ausines. De ser éste un depósito diámetros de los cubos no llegan en ningún caso a los
votivo, podría responder a esta motivación, bien por 2 cm; el peso de cada una de ellas es pequeño; hay un
Ignacio RUIZ VÉLEZ y Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 87

Tabla III: Regatones con sus medidas y sectores.

Cabré Aguiló, J. (1931a): Excavaciones de Las Cogotas. Cardeñosa


reducido grupo que Quesada califica de “chapucero”,
(Ávila). II - La necrópolis, Memorias de la Junta Superior de
su Tipo IX, por su simple fabricación y escasa consis- Excavaciones y Antigüedades 120, Madrid.
tencia, representado por las moharras nos 11, 18, 39, Cabré Aguiló, J. (1931b): “Tipología del puñal en la cultura de Las
48, 56, 65, 73. Según esto da la impresión de que es Cogotas”, Archivo Español de Arte y Arqueología VI: 221-241.
Cabré Aguiló, J. y Cabré Herreros, Mª. E. (1933): “Datos para la
un conjunto uniforme, de fabricación rápida y poco
cronología del puñal de la cultura de Las Cogotas”, Archivo
consistente para un uso militar y que pudo hacerse Español de Arte y Arqueología 25: 37-45.
para un fin votivo. Cabré de Morán, Mª. E., Morán Cabré, J. A. (1982): “Ensayo cro-
Desde otro punto de vista, todas las piezas presen- nológico de las fíbulas de La Tène en la Meseta Hispánica”,
Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología,
tan unos rasgos físicos de conservación muy unifor-
15: 4-26.
mes. Por una de las caras hay una fuerte calcificación, Cerdeño Serrano, Mª. L. y Gamo Pazos, E. (2015): “Un cinturón
por la naturaleza del suelo, que cubre toda la super- tipo Villanueva de Teba en Carpetania”, Navigare necesse est.
ficie; sin embargo, por la otra cara esa incidencia es Estudios en Homenaje a José María Luzón (J.García Sánchez,
I.Mañas, F.Salcedo eds.), Madrid: 115-120.
mínima manifestando el color marrón de la oxidación
Farnié Lobensteiner, C. y Quesada Sanz, F. (2005): “Espadas de hier-
del hierro. Esto nos puede indicar que fueron oculta- ro, grebas de bronce. Símbolos de poder e instrumentos de
das en el mismo momento. Si aparece alguna alte- guerra a comienzos de la Edad del Hierro en la Península Ibé-
ración de la cara calcificada ha sido por la acción de rica”, Monografías del Museo de Arte Ibérico de El Cigarralejo
2: 37-164.
la máquina que las sacó a la luz recientemente. Esta
Filloy Nieva, I., y Gil Zubillaga, G. (1997): “Lasa armas de las necró-
circunstancia non apoya en la idea de que todas for- polis celtibéricas de Carasta y La Hoya (Álava, España): tipolo-
maban un conjunto. gía de sus puñales y prototipos del pugio”, Journal of Roman
Finalmente, otro aspecto importante a destacar, Military Equipement Studies 8, Oxford: 137-150.
García Jiménez, G. (2006): Entre iberos y celtas: las espadas de tipo
que incide en la idea de conjunto uniforme, es que
La Tène del noreste de la Península Ibérica, Anejos de Gladius
todas están íntegras, en su estado original. Las úni- 10, Madrid.
cas que están dobladas, muy pocas, son aquellas cuya García Jiménez, G. (2011): El armamento de influencia La Tène en
doblez ha sido provocada por la máquina que las gol- la Península Ibérica (siglos V-I a.C.), Tesis de Doctorado, Univer-
sitat de Girona, Girona.
peó presentando la correspondiente erosión por el
García Jiménez, G. (2012): El armamento de influencia La Tène en
impacto en la cara interna doblada. la Península Ibérica (siglos V-I a.C.), Monographies Instrumen-
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88 EL CONJUNTO DE ARMAS DE LA SEGUNDA EDAD DEL HIERRO DE CASTROMAYOR (LOS AUSINES, BURGOS): UN POSIBLE…

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III. ÉPOCA ROMANA / ROMAN PERIOD
III. ÉPOCA ROMANA / ROMAN PERIOD

Nuevos hallazgos de una población romana en Suances (Cantabria)


New archaeological find of a Roman settlement in Suances (Cantabria, Spain)
Javier MARCOS MARTÍNEZ, Lino MANTECÓN CALLEJO, Eva María PEREDA ROSALES,
Belén MIGUEL AMO, Vicente BAYARRI CAYÓN.................................................................. 91-112

Prospección geofísica, detección remota y otros indicios en el yacimiento romano


de “La Capilla” de Santa María de Mave (Aguilar de Campoo, Palencia). Una
aproximación a su estructura urbana
Geophysical surveying, remote sensing and other evidence in the Roman site of “La Capilla” of Santa
María de Mave (Aguilar de Campoo, Palencia). An approach to its urban structure
Javier QUINTANA LÓPEZ, María Soledad ESTREMERA PORTELA, Javier VALLES IRISO,
José Ignacio GARCÍA DE LOS RÍOS COBO ........................................................................ 113-128

Las camas de bocado de caballo en Hispania (siglos I al V d.C.): origen, evolución,


contexto material y catálogo actualizado de 206 ejemplares (73 de ellos inéditos)
Origin, development and material context of the Hispano-Roman bridle cheek-pieces from
the 1st to the 5th century, with an updated catalogue of 206 exemples (73 of them unpublished)
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ ............................................................................ 129-231

La villa romana de Noheda (Villar de Domingo García, Cuenca): ¿retiro y


recogimiento de un general?
The Roman Villa of Noheda (Villar de Domingo García, Cuenca): Place of Retirement and
Reception of a General?
Alejandro ANTOLÍN ABAD, Cruces BLÁZQUEZ CERRATO ................................................. 233-247

Amphorae imports in the legionary fortresses of León (north Spain) from the
augustan period to late 1st century A.D.: a new pattern of military supply
Importación de ánforas en los campamentos romanos de León (norte de España) entre el periodo
augústeo y finales del siglo I d. C.: un nuevo modelo de abastecimiento militar
Ángel MORILLO CERDÁN, Rui MORAIS ........................................................................... 249-268
Sautuola / XXIV-XXV
Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
Santander (2019-20), 91 - 112

Nuevos hallazgos de una población romana en Suances


(Cantabria)

New archaeological find of a Roman settlement in Suances (Cantabria, Spain)

Javier MARCOS MARTÍNEZ1


Lino MANTECÓN CALLEJO2
Eva María PEREDA ROSALES3
Belén MIGUEL AMO4
Vicente BAYARRI CAYÓN5

RESUMEN
Con ocasión de unas obras en el entorno de la iglesia parroquial del pueblo costero de Suances (Cantabria), se redescubrieron vestigios
de una población romana. El trabajo da a conocer el hallazgo de estructuras arquitectónicas que conforman un entramado urbanístico. Las
ruinas afectadas se asocian a materiales de irrefutable cronología romana. La caracterización del enclave se ha realizado desde una actuación
multidisciplinar, en la que los datos arqueológicos han sido asistidos por prospección geofísica; así como, labores de extracción y consolida-
ción de restos de pintura mural. Las evidencias constatadas indicaron la existencia de un edificio noble o de función pública, posiblemente
asociado a estancias calefactas o sauna: hallazgo de téselas de mosaico, pilae, opus signinum, estucos. A tenor de un fragmento de terra
sigillata con inscripción latina (primera manifestación de escritura en la cuenca baja del Besaya), o el conocido denario de Augusto, se sostie-
ne que se trata de una población de elevada romanización. Se maneja una cronología no contrastada enmarcada en los primeros siglos de
nuestra era. Un análisis de arqueología espacial, sugiere la vinculación de este enclave arqueológico con un puerto marítimo.

ABSTRACT
Construction works in the vicinity of the parish church of the coastal town of Suances (Cantabria) uncovered new evidence of a Roman
settlement. In situ investigation revealed architectural structures that clearly imply the existence of an urban framework. The ruins damaged
by the construction work are associated with archaeological materials of undeniable Roman chronology. A multidisciplinary approach, combi-
ning geophysical survey tools (georadar prospection) and the removal and consolidation of mural paintings in order to support archaeological
data, was applied to characterize the site. Verified evidences suggest the existence of a noble or public building, possibly linked to heating or
sauna facilities: mosaic tiles, pilae, opus signinum and stucco were discovered. On the basis of a terra-sigillata fragment with a Latin inscrip-
tion (first evidence of writing in the lower Besaya River basin), and a well-known Augustus denarius also found in the site, we argue that this
was a highly Romanized settlement. The settlement is considered to date back to the early first centuries AD (chronology to be confirmed).
An archaeological landscape analysis suggests the site is linked to a maritime port.

PALABRAS CLAVE: Arqueología de urgencia. Cantabria antigua. Estucos. Georradar. Hypocaustum. Puertos romanos. Terra sigillata. Urbanismo romano.
KEYWORDS: Ancient Cantabria. Georadar. Hypocaustum. Professional archaeology. Roman ports. Roman urbanism. Stuccos. Terra sigillata.

I. INTRODUCCIÓN parroquial de Nuestra Señora de Las Lindes del pue-


blo costero de Suances (Cantabria), y ante el notable
Marcial, poeta latino (40-104 d.C.), sobre la trage- interés de las estructuras arquitectónicas y materiales
dia del volcán Vesubio sobre la ciudad de Pompeya: asociados exhumados de cronología de Edad Antigua
“…nec superi uellent hoc licuisse sibi” (ni los dioses reconocidos científicamente, se ha creído convenien-
querrían tener poder para esto). Epigramas, Libro IV te realizar su publicación con destino a la ciudadanía
(XLIV). interesada y a la comunidad científica especializada
Transcurridos varios años de nuestra intervención en el estudio del poblamiento romano de la cornisa
arqueológica en un solar (Figs. 2 y 3) junto a la iglesia cantábrica y los puertos atlánticos.
El trabajo divulgado sintetiza las labores de coor-
dinación multidisciplinar entre profesionales de la ar-
1. Arqueólogo profesional. Colegiado 1550 Colegio Oficial de Doctores y
Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Cantabria.
queología, la restauración patrimonial y los servicios
Correo electrónico: arqueogestion.marcos@gmail.com geomáticos. El crisol elaborado desde distintas ópti-
2. Arqueólogo profesional. Colegiado 1531 Colegio Oficial de Doctores y
Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Cantabria.
cas ha conseguido identificar un yacimiento de rele-
Correo electrónico: linomantecon@gmail.com vante valor histórico para la presencia de Roma en la
3. Técnico en Conservación-Restauración de Bienes Culturales. Museo de desembocadura de la cuenca del Besaya y la antigua
Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC).
Correo electrónico: pereda_em@cantabria.es Cantabria costera.
4. Técnico en Restauración de Bienes Culturales. Esta publicación ofrece exclusivamente una carac-
Correo electrónico: belenmiguelamo@gmail.com
5. Colegiado 6060 del C.O.I.T.T. GIM GEOMATICS S.L.
terización de los resultados arqueológicos y de patri-
Correo electrónico: vicente.bayarri@gim-geomatics.com monio cultural. En este sentido, no se explicitan los

ISSN: 1133-2166
92 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

procesos urbanísticos que originaron la intervención zación del patrimonio arqueológico. Por una parte, se
arqueológica; así como, la gestión ulterior por parte desarrollaron tareas de prospección visual de la super-
de la Administración con competencias en la materia. ficie del terreno de la finca; así como, electromagnéti-
Nuestro equipo de arqueólogos recibió encargo pro- ca. Un trabajo, con el objeto de reconocer estructuras,
fesional por parte de Excmo. Ayuntamiento de Suan­ irregularidades topográficas y recogida de objetos.
ces para la elaboración de un primer informe, que En la tapia o cerca de la finca, concretamente en
incluyó una cata con metodología arqueológica; así el lienzo septentrional, se observa a una determinada
como, posteriormente trabajos de seguimiento y con- cota, una hilera de tejas romanas (tegulae), aprove­
trol de la construcción de un aparcamiento público en chadas como calce. Este nivel señala un recrecimiento
la calle Quintana nº 12, atendiendo al cumplimiento de la cerca. En parte, este vestigio ha sido afectado
de los requerimientos exigidos por la Consejería de por los trabajos de la obra (rejuntado del muro); si
Cultura del Gobierno de Cantabria. Estas labores se bien, la cara norte de este muro no ha sido interveni-
desarrollaron en el otoño de 2017 y concluyeron en el da, por lo que se aprecia perfectamente este “estrato”
año siguiente, 2018. Como exigencia explicitada por compuesto por tejas romanas (tegulae), que proce-
la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, den en origen del subsuelo de la finca.
se desarrollaron labores de extracción de vestigios de Junto a la esquina que forma el muro de piedra
pintura mural (estucos) asistidos por personal cualifi- del cierre de la finca, al lado del parque infantil, en
cado; así como, una prospección geofísica del terreno el corte que queda a la vista tras las obras de excava-
mediante la técnica no destructiva del georradar. ción se observaban restos de muros de igual técnica
constructiva que los documentados en el sondeo (que
II. ANTECEDENTES. UN ENCLAVE ARQUEOLÓGICO en la parte de la finca afectada por la obra fueron
CONOCIDO desmantelados por la maquinaria). Este indicio indica
que los restos arqueológicos se extienden también ha-
El solar objeto de estudio, denominado popular- cia el parque contiguo y quizás posiblemente hacia el
mente como “Huerta Quintana” o “Huerta del Cura”, templo parroquial. En superficie se adivinan trazados
conoció en el año 1967 una pequeña excavación con longitudinales y ortogonales de muros soterrados; así
metodología arqueológica dirigida por don Miguel como, abundante material constructivo como morte-
Ángel García Guinea, entonces director del Museo de ros de cal, tejas y fragmentos de estucos.
Prehistoria y Arqueología, que aportó material de cro-
nología romana y medieval. Entre los vestigios inven- IV. UN SONDEO CON METODOLOGÍA ARQUEO­
tariados, destaca un denario de plata de Augusto, de LÓGICA
la ceca de Roma, datable entre 28-26 a.C.
Distinta bibliografía arqueológica e histórica ha Se realizó una cata (Figs. 1 y 2) con sistemática
publicado la existencia de vestigios romanos en este arqueológica de 19 m2. Se ejecutó un planteamiento
lugar (Bohigas Roldán, 1986: 172; Fernández Ochoa de un sondeo con dimensión de 2 x 5 m, que poste-
y Morillo Cerdán, 1994: 104-105; García Bellido et riormente fue ampliado (3 x 3 m) ante el interés y
alii, 1970: 66; González et alii, 1986; Iglesias y Muñiz, fertilidad arqueológica. Los trabajos científicos mos-
1992: 60; Ortiz, 1997: 15-16; Vega de la Torre, 1982: traban que los vestigios arqueológicos se encontra-
257). ban en superficie (al menos en los lugares en donde
Es por ello, que el yacimiento se hallaba inscrito en el proyecto en fase de ejecución no había procedido a
el Inventario Arqueológico Regional (INVAC), con nú- cubrir con capa de grava), ya sea en posición original
mero 85.018 y con los nombres de “Huerta de Quin- o primaria, o en situación descontextualizada.
tana” o “Huerta del Cura”, existente en el Servicio de Las labores de excavación vinculadas con el proyec-
Patrimonio de la Consejería de Cultura del Gobierno to de obra de construcción de un aparcamiento habí-
de Cantabria. an socavado el terreno, “descarnado” el yacimiento y
dejándolo expuesto. Probablemente, desmantelando
III. PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA (1ª FASE) horizontes arqueológicos de las capas superiores.6. La

Durante la realización de unas obras de construc-


6. En la tesis doctoral de Ramón Bohigas Roldán se recogía la potencia y
ción de un aparcamiento en el año 2017 se produjo la profundidad del yacimiento: “Junto a la iglesia de la localidad fue realiza-
destrucción y desmantelamiento parcial del yacimien- do en 1967 un sondeo de dos metros de lado por uno y medio de pro-
fundidad. En su corte aparecieron dos niveles claramente diferenciados.
to arqueológico; así como, su exposición a la intem- El más bajo, situado entre -70 y -1,40 proporcionó abundantes ‘tegulae’,
perie. En consecuencia, se encargó a nuestro equipo conchas de lapas y fragmentos de terra sigillata, uno de los cuales se
la realización de una primera evaluación técnica del decoraba con círculos concéntricos. Además, aparecieron fragmentos de
cerámica común hecha a torno, entre los que cabe mencionar un fondo
estado del yacimiento que incluía sondeos y pros- plano de pastas ocre claro y trozo de asa de sección circular. Por encima
pección arqueológica. Las labores de exploración con había otro nivel, que proporcionaba materiales más modernos, de dife-
rentes épocas entremezclados. Por una parte, tenemos pequeños frag-
metodología arqueológica resultaron muy fructíferas, mentos informes de terra sigillata, junto a pequeños trozos de apariencia
desde el punto de vista de la identificación y caracteri- altomedieval, de pastas ocres, anaranjadas y grises. Junto a estos se reco-
Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 93

Figura 1: Localización enclave. Localización del enclave arqueológico junto a la iglesia parroquial.

Figura 3: Vista del sondeo arqueológico.

Figura 2: Imagen fotogramétrica del sondeo arqueológico realiza-


do en 2017. Arriba a la izquierda muros de edificaciones romanas.
Abajo a la derecha restos de paredes con pintura mural.

potencia de los niveles estratigráficos identificados,


fértiles a efectos arqueológicos y de sumo valor cul-
tural, queda reducida a apenas 25 cm en este son-
deo (al menos en la superficie del terreno en torno
a la cata), circunscritos a unidades estratigráficas de
época romana. Sin embargo, se desconocía cuál es el
estado de conservación en el resto de la finca. Es por Figura 4: Pintura mural romana exhumada en el sondeo realizado
en 2017.
ello, que en la estratigrafía reconocida en el sondeo,
aparece como primer horizonte una capa fértil desde
el punto de vista arqueológico. La estratigrafía registrada es la siguiente:
- Nivel 1: Horizonte compuesto por un lienzo/s
gieron algunos fragmentos de cerámica esmaltada…” (Bohigas Roldán, murario. Más concretamente, una cimentación de
1986: 172). muro. Se trata de una estructura de albañilería y can-
94 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

tería. Mampostería de piedra en bruto, formada por dos por distintos componentes: cerámico, metálico,
fragmentos toscos de piedra con apenas labor de la- malacológico, otros.
bra, de diferentes tamaños y formas. Se emplea mor- En cuanto a los materiales arqueológicos recupe-
tero de cal como argamasa (cal y canto). Potencia: 10 rados en el sondeo y en la prospección arqueológica
cm. Se conserva una (o dos hiladas en algún punto). (otoño 2017) se destacan los fragmentos ceramoló-
- Nivel 2: Estrato de un espesor entre 15 a 20 cm. gicos (un total de 26 ítems -Tabla I-). Dentro de este
Es la matriz del nivel 1. Compuesto por tierra de co- conjunto de piezas destacan los que poseen una ads-
lor negruzco y color ocre. En este estrato se localizan cripción cronológica al mundo romano: Cerámica
materiales arqueológicos: tégulas, fragmentos cerá- tipo terra sigillata (4 ítems), una de ellas Terra sigillata
micos, restos de estuco (Fig. 4), otros. gálica. TSSG Dragendorff 29; cronología: siglo I d.C.
- Nivel 3: Suelo natural o geológico. Terreno arci- con decoración en el borde de ornato de ruedecilla;
lloso. Se alcanza una profundidad en la excavación líneas de perlas a ambos lados del baquetón de se-
del sondeo de unos 45 cm. paración entre el friso y la panza. En el friso posee
decoración de guirnalda onduladas con terminación
V. UN COMPLEJO ARQUITECTÓNICO DE CRONO- en hojas. Se observan estrellas (quizás disposición re-
LOGÍA ROMANA gular) de siete puntas (Fig. 27 A). Además, de otros
fragmentos de cerámica común romana (4) y una
El sondeo con sistemática científica logró recono- (1) de “paredes finas”. El resto del lote de cerámicas
cer la cimentación de unos muros construidos con ar- se compone por fragmentos que quizás puedan ser
gamasa de mortero de cal y material latericio macha- identificados como cerámica común romana, pero no
cado (técnica habitual en la albañilería romana). En la existen argumentos fidedignos para su catalogación;
superficie del terreno aflorando, se adivinaban lienzos así como, otros que se corresponden con facturas de
soterrados que deben vincularse con un/os edificio/s. fábrica asimilables a periodos históricos posteriores
Se intuyen muros de 49-56 cm de ancho y una cimen- (Edad Media o Edad Moderna) probablemente de ni-
tación de anchura notable (94 cm) que posiblemente veles superficiales removilizados por la obra.
se corresponda con el rudus o asiento de un suelo de Se identificó un volumen destacado de material
Opus reticulatum (de los cuales se recogieron varios constructivo. Reseñable son los fragmentos de cu-
ejemplares fuera del sondeo -Fig. 16). Alrededor de bierta de tejado. Se ha inventariado un conjunto de
este sondeo se reconocían trazas de muros sepulta- tejas planas, con forma plana y planta rectangular o
dos; así como, algunos lienzos bajo el talud al oeste trapezoidal, en el que se le reconocen pestañas o re-
de la finca, que indican que el yacimiento se extiende bordes laterales; así como escotaduras de encaje, en
por gran parte de la parcela. El uso de la argamasa de su cara inferior. Se identifican como las características
mortero de cal, se debe relacionar con construcciones tejas romanas o tegulae. Se han recuperado un total
de prestigio (edificio público o magnaticio), y no con de 14 fragmentos (dos se corresponden con tejas cur-
viviendas del común que solían ejecutarse con materi- vas (imbrices) (Fig. 5).
ales modestos y perecederos (p.e. paredes de tapial y Entre los aparejos de construcción se han recupe-
muros sin mortero). rado 14 fragmentos de material latericio. Este ma-
terial constructivo fue igualmente identificado en la
VI. LOS MATERIALES ARQUEOLÓGICOS RECU- excavación arqueológica del año 1967, dirigido por
PERADOS EN EL SONDEO Miguel Ángel García Guinea7. Resaltan diez (10) reco-
nocidos por su forma romboidal8, identificados como
A continuación, se presenta una síntesis del con- Opus reticulatum. La forma de disponer este material
junto de materiales muebles reconocidos, conforma- constructivo en pavimentos y paramentos era crean-
do una red de rombos. Muy habitualmente usados en
la pavimentación de salas de los complejos termales.
Entre el material latericio, se ha identificado un
fragmento de ladrillo de suspensura (hypocaustum).
Se trata de un ladrillo utilizado en los suelos del sis-
tema de calefacción romano (Fig. 6). Este es un ma-
terial constructivo vinculado a estancias calefactadas
(hypocaustum) o saunas. Presenta en la cara superior
incisiones cuádruples paralelas en forma de retícula
romboidal destinado a mejorar el agarre de las capas

7. “Hallazgo de tégulas e imbrices armadas, restos de pavimento (rombos y


teselas) y monedas en el barrio “la Jerra” (la sierra en documentos anti-
guos) y huerta inmediata a la iglesia parroquial, que fue propiedad del Sr.
Gómez Quintana, capitán de la marina mercante” (Pedraja, 1977: 47).
Tabla I: Material arqueológico procedente del sondeo. 8. Forma romboidal. Tipo 8 de Gisbert (Rico et alii, 1999: 65-102).
Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 95

Figura 5: Secciones de tégulas recuperadas en el solar.


96 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

decisión fue adoptada en base a estrictos criterios de


conservación del patrimonio11. Respecto al lote de
muestras de estuco recuperadas, debemos señalar
que se trata de pequeños trozos (el más grande no
superaba los 8 cm de longitud). Asociado a los restos
de pintura mural (como no podía ser de otra manera)
encontramos vestigios de mortero.
El estado de conservación del material es muy
precario, habida cuenta de la fragilidad intrínseca del
estucado; así como, del tiempo transcurrido desde su

Figura 6: Ladrillo de suspensura de un sistema de calefacción ro-


mana (hypocaustum).

de mortero de cal (del cual conserva aún adherido) de


estancias calefactadas.
Tan sólo se ha logrado identificar una pieza de te- Figura 7: Indicación de las zonas con pintura mural. Fue necesaria
sela de mosaico. Este pequeño indicio arqueológico9 la intervención de restauradores para su extracción.
debe ponerse en relación con la noticia recogida por
A. García y Bellido, a principios de los años 70 del pa-
sado siglo, en que menciona el hallazgo de “monedas
romanas y de un mosaico, en la huerta que fue de
Quintana, capitán de la marina mercante y en la del
cura” (García y Bellido et alii, 1970: 66; Pedraja, 1977:
47). Este vestigio, como otros similares detectados en
nuestra intervención arqueológica, remite a materia-
les suntuarios que inexcusablemente se circunscriben
a estamentos elevados de la sociedad; o bien, a cons-
trucciones de carácter público.
Entre los materiales encontrados, sobresale la
conservación de restos de pintura mural (estucos).
Técnica ornamental sobre pared o techo en el que se
reconoce el uso de color a través de técnicas al fresco, Figura 8: Labores de consolidación e inventario en el laboratorio
en seco, o una combinación de ambas. Este procedi- del MUPAC.
miento pictórico, permitía cubrir la pobreza de mate-
riales de construcción empleados, al mismo tiempo confección y los usos reiterados de la finca. Situación
que decoraban las paredes con escenas narrativas de que motivó el envío del material al servicio de res-
diversos temas, motivos geométricos o bandas lisas. tauración del Museo de Prehistoria y Arqueología de
Se contabilizaron en el sondeo 582 fragmentos Cantabria (MUPAC) (Fig. 8).
de pintura mural10. No obstante, un volumen impor- Según el informe preliminar elaborado por la res-
tante y los pedazos de mayor dimensión, se dejó en tauradora Eva Mª Pereda Rosales, del MUPAC: “La
el propio yacimiento y sin su extracción (Fig. 7). Esta pintura mural recuperada en 2017 destaca su estado
fragmentario y reducidas dimensiones (comprendidas
9. Se ha recogido un conjunto de pequeños cantos de rio. Se baraja la
posibilidad, no descartándose, asimismo, una génesis geomorfológica,
que puedan tratarse de material constructivo vinculado con un mosaico 11. Se debe señalar que esta primera actuación se enmarca en una inter-
(capa de lecho de grava o asentamiento (statumen) o la capa de cal y vención arqueológica de urgencia, en la que los medios técnicos son
gravilla (rudus) de asiento del opus tessellatum. primarios. La exhumación y extracción de los vestigios de un lienzo con
10. Dada la suma fragilidad del vestigio y su mal estado de conservación se pinturas murales exige un equipo más sofisticado, en el que se incluya
decidió, como medida preventiva de salvaguarda, enviarlo al laboratorio indefectiblemente personal cualificado con formación en restauración.
de restauración del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria Existen metodologías extractivas que pueden permitir el levantamiento
(MUPAC). Se debe destacar la colaboración de esta institución pública, de grandes superficies de estucado. Posibilidad que puede ofrecer una
dirigida por D. Roberto Ontañón Peredo. visión de conjunto de la temática decorativa de la pintura mural.
Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 97

entre 78x50x31 y 3x10x5mm) y revuelto, lo que impi-


de concluir una hipótesis sobre el programa decorati-
vo. Sin embargo, respecto a los colores lisos, los tonos
predominantes son rojos, blancos y ocres; también
hay fragmentos en color azul y negro. Ello permite
diferenciar alrededor de una veintena de composicio-
nes, entre paramentos murales lisos y decorados (Figs.
9, 10, 11, 12 y 13).
Se ha registrado policromía en la pintura mural:
rojo, ocre, blanco, azul, verde, marrón y negro. La
mayor parte de fragmentos son de color rojo (“rojo
pompeyano”), en menor cantidad, de color ocre. En
Tabla II: Colores de pintura mural reconocidos en el sondeo ar-
torno a veintidós (22 pedazos) se observan franjas o queológico.
cenefas en blanco. En principio (a falta de una restau-
ración integral de los restos recuperados), no pare-

Figura 9: Pintura mural. Fragmentos decorados con motivos o líneas curvas.


98 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

Figura 10: Pintura mural. Fragmentos decorados con líneas bicolor.


Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 99

Figura 11: Pintura mural. Fragmentos decorados con líneas tricolor.


100 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

Figura 12: Pintura mural. Fragmentos lisos.


Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 101

Figura 13: Pintura mural. Panel remontado.

cen reconocerse imágenes figurativas. El registro de fondo blanco, banda blanca sobre fondo negro y rojo,
cenefas indica que el panel pictórico que decoró el banda ocre oscura sobre fondo ocre claro y banda
lienzo murario poseyó un diseño artístico; aunque en blanca sobre fondo ocre.
el estado de conocimiento actual nos es imposible re- Algunos fragmentos presentan combinación
componer su temática (Tabla II). cromática con colores rojo y blanco, o rojo oscuro y
No se ha podido concretar y situar espacialmen- gris. Hay otros diseños parejos tales como el fragmen-
te ninguna secuencia completa, si bien se distinguen to rojo en el que las pinceladas blancas se entrecruzan
distintos diseños caracterizados por su sencillez y es- de forma perpendicular con un trazo menos definido.
quematismo. Son realizados principalmente a base de También responden a una decoración más libre donde
bandas de color de distinta definición y anchura que se ha trazado una línea azul en zigzag sobre fondo
destacan sobre los tonos del fondo. Las combinaci- rojo”.
ones son las siguientes: banda blanca sobre fondo Se debe indicar que el lote de estucos recuperado
rojo, banda blanca sobre fondo rojo y ocre, banda y los vestigios in situ suponen un hallazgo arqueoló-
blanca sobre fondo rojo y azul, banda blanca y roja gico de relieve a escala regional. La escasa superficie
sobre fondo ocre, banda negra sobre fondo rojo, en la que se ha intervenido ha ofrecido una elevada
banda blanca sobre fondo negro, banda negra sobre riqueza artística, comparable a los descubrimientos
102 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

realizados en otras poblaciones romanas en la Comu-


nidad Autónoma de Cantabria, como en la localidad
cam­ purriana de Retortillo (Fernández Vega, 1993;
Hernández Morales, 1946; VV.AA., 2008), en la Casa
de la Matra y el cine Ágora en Castro Urdiales (Illa-
rregui, 1986-88: 205-211) o en el yacimiento de Ca-
mesa-Rebolledo y en La Cueva en Valdeolea (Balbín,
2002: 155-173, Cepeda-Ocampo y Cortés Bárcena,
2018: 157-166).
Los restos de pintura mural son de gran valor, no
sólo porque informan del estilo de la decoración de
la estancia y, por tanto, de su cronología; sino tam-
bién, porque proporcionan datos sobre su cultura y
organización social, ofreciendo igualmente informa- Figura 14: Preparación para la extracción mediante la aplicación de
ción sobre el proceso de ruina de la construcción consolidantes con soporte textil.

(Abad Casal, 1982). En definitiva, son muestra de la


preocupación y afán por ennoblecer y dignificar de-
terminadas estancias recurriendo al sentido estético
y artístico.

VII. RECUPERACIÓN DE VESTIGIOS DE PINTURA


MURAL

En cumplimiento de la disposición establecida por


la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria,
se desarrolló en el mes de mayo de 2018, la conso-
lidación y extracción mediante asistencia técnica en
conservación de los restos de pintura mural o estuco
depositados en el sondeo arqueológico exhumado
por Javier Marcos Martínez y Lino Mantecón Callejo
Figura 15: Suelo de “opus reticulatum” en la zona de aparición,
en el otoño de 2017. fuera del sondeo prácticamente en superficie (posterior a la elimi-
Estas labores se realizaron bajo dirección técnica nación de las capas superiores por la obra que las dejó expuestas).
de la restauradora, Dña. Belén Miguel Amo, quien
desarrolló una labor de recuperación de estos precia-
dos vestigios de arte (Fig. 14).
Las conclusiones del informe redactado por dicha
restauradora (Miguel Amo, 2018) fueron las siguien-
tes:
“Se han recogido un total de siete bloques amal-
gamados que han sido nombrados con letras para
facilitar su posición topográfica y en el plano. Sus di-
mensiones son las siguientes:
- Bloque A de 65 x 41 cm y 15 cm de espesor
- Bloque B de 40 x 25 cm y 6 cm de grosor
- Bloque C de 58 x 47 cm y 9 cm de grosor
- Bloque C1 de 25 x 14 cm y 5 cm de grosor
- Bloque D de 52 x 43 cm y 9 cm de grosor
- Bloque E de 58 x 35 cm y 5 cm de grosor
- Bloque F de 37 x 30 cm y 7 cm de grosor
El Bloque C1 formaba parte del Bloque C, que re-
sultó desmembrado en el momento del levantamien-
to a causa de su tamaño y de la descohesión de los
materiales que lo constituían.
El total de fragmentos sueltos extraídos son:
- Caja 1: 75 fragmentos de los que el más grande Figura 16: Colección de ladrillos romboidales de suelo de opus re-
llega a unos 14 cm de largo. ticulatum.
Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 103

- Caja 2: 12 fragmentos numerados y otros 46 ha- secuencia del pluvioso invierno del año 2018. En el
llados en diferentes momentos de la extracción, con área contigua al sondeo arqueológico, en el lado nor-
unas dimensiones no mayores de 6 cm. te se recogieron un número elevado de mampuestos
Las labores de extracción se han llevado a cabo, de ladrillo romboidales (opus reticulatum) (Fig. 15).
únicamente, dentro de la cata de 19 metros cuadra- Aunque aparecían movidos, parecen estar en una po-
dos delimitada en otoño de 2017. El hecho de que sición primaria. Es decir, se localizó un posible suelo
se haya encontrado una acumulación importante de de tránsito realizado en este tipo constructivo. La im-
restos pictóricos en los márgenes de la cata, nos hace presión (no se excavó con metodología científica pues
pensar que éstos se extienden fuera de ella y quizá no era el objeto de la intervención permitida por las
en otros puntos, ya que, incluso en superficie, llegan autoridades con competencia) es un suelo compuesto
a apreciarse indicios de existencia de pintura mural”. en base por piedras planas en disposición horizontal,
La intervención de la extracción de la pintura mural una capa de mortero hidráulico con ladrillo machaca-
se desarrolló bajo el seguimiento y control del equipo do (opus signinum) y a techo un pavimento de mam-
de arqueólogos. Esta actuación ejercida con sistemá- puestos romboidales (Fig. 16).
tica arqueológica permitió el registro y caracterización Señalar que la identificación del empleo de opus
de otros vestigios existentes en el cuadro del sondeo. signinum refuerza la hipótesis de la existencia de un
En este sentido, aunque las evidencias poseen un edificio termal. El opus signinum era un tipo de pa-
escaso porte, se reconoció la existencia de dos fases o vimento o recubrimiento de pared compuesto por
fábricas. Los vestigios de pintura mural aparecían en mortero de cal hidráulica y cerámica machacada. Esta
un sector bajo lechada de mortero de cal (junto con característica le confiere impermeabilidad a la mez-
pedazos de teja machacada y piedras pequeñas in- cla que una vez carbonatada era muy usada tanto en
crustadas), con síntomas de rubefacción, que en nin- arquitectura como ingeniería en la construcción de
gún modo puede ser interpretado como un incendio estructuras hidráulicas (cisternas, piletas, natatio…).
por su grosor. En esa misma lechada se encontraban
fragmentos de teja y ladrillo machacado o en pe-
VIII. PROSPECCIÓN EN EL VERTEDERO DE INER­
queños pedazos. En el estado actual de conocimiento
TES DE SUANCES
no se puede aventurar una cronología segura para
esta segunda fase, aunque en verdad, todos los ma-
Se realizó, a petición de la Consejería de Cultura
teriales asociados son de tiempos antiguos. Se cons-
del Gobierno de Cantabria, una revisión de la terrera
tatan dos momentos o fases de cronología romana12.
en la que fueron depositadas las tierras extraídas de la
Como se hace constar en el informe de la restau-
Huerta Quintana antes de la paralización de la obra,
radora profesional Belén Miguel se constató (apreció
con el fin de localizar posibles restos arqueológicos.
que ya había sido señalada en nuestro primer informe
El martes, día 29 de mayo de 2018, se realizó una
presentado en la Consejería de Cultura) que los vesti-
gios de pintura mural se extienden en el espacio más revisión del vertedero de residuos inertes procedentes
allá del terreno ocupado por el sondeo arqueológico de la construcción y la obra pública, así como restos
(Miguel Amo, 2018). A resultas del modesto alcance de poda. Este depósito se localiza en las cercanías de
de la actuación resulta complicado determinar su ex- los pagos de Treslayos y Jerra.
tensión integral. La exploración se realizó empleando una pala
La disposición y la colocación de los vestigios de mecánica mixta propiedad del Ayuntamiento de
pintura mural no es primaria, sino que se encuentra Suan­ces, bajo supervisión de los arqueólogos:
removilizados y descontextualizados. Algunos trozos 1.- Una vez, personados en el lugar se constató la
se encuentran “cara arriba”, otros en posición vertical dificultad de localizar el lugar y cota de profundidad
y otros tumbados. La superficie de pintura mural se del depósito de tierras originarias de “Huerta Quin-
encontraba fragmentada en múltiples pedazos. tana”.
Conjuntamente con las labores de extracción de 2.- El frente del vertedero había avanzado bastan-
“estucos” se realizó una labor de recuperación de tes metros desde el momento de vertido. Desde el
materiales arqueológicos en la finca, que permane- mes de septiembre de 2017 habían transcurrido prác-
cían a la vista en la superficie del terreno como con- ticamente ocho meses, en los que el vertedero había
mantenido una actividad intensa y constante.
La gestión de las tierras y materiales de construc-
12. En el sentido de aquilatar el cómputo temporal de los vestigios, se pudo ción exige una continua labor de explanación y ex-
recoger muestras de depósitos de carbón vegetal, susceptibles de su da-
tación absoluta por la técnica de Carbono 14. Se seleccionaron muestras tensión de los depósitos heterogéneos, con objeto de
previas al nivel compuesto por la pintura mural y otras extraídas de ese compactar y distribuir los materiales con objeto de
mismo horizonte (igualmente existe la posibilidad de la fechación de
morteros de cal mediante la técnica de termoluminiscencia). A pesar de alargar la vida del vertedero de residuos inertes. Esta
su importancia científica para ceñir el origen y evolución temporal del labor conlleva una remoción constante de los mate-
yacimiento, estos análisis de datación se encuentran pendientes de su
elaboración. riales, comportando una mezcla de éstos.
104 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

sión de las tierras extraídas procedentes de “Huerta


Quintana”. O bien, su localización es harto complica-
da; o se encuentran entremezcladas con los diversos
y heterogéneos vertidos realizados desde el mes de
septiembre de 2017.
Igualmente, si bien parece que los materiales
constructivos recuperados en el vertedero tienen una
factura romana, tampoco se puede asegurar que
proceden incuestionablemente de la finca junto a la
iglesia parroquial de Suances.

IX. ESTUDIO DE PROSPECCIÓN CON GEORRADAR


DE LA FINCA
Figura 17: Tejas romanas recuperadas en el vertedero de inertes
8 meses después. El vertedero había sido removilizado frecuente- El ayuntamiento de Suances, cumpliendo las exi-
mente para allanarlo.
gencias de la Consejería de Cultura del Gobierno de
Cantabria, contrató la elaboración de un trabajo de
prospección geofísica, mediante técnica de georradar
a la empresa GIM-GEOMATICS Servicios Geomáticos
Especializados (Fig. 18).
Las conclusiones de dicho informe, firmado, con
fecha de 15 de julio de 2018, por el ingeniero D. Vi-
cente Bayarri Cayón:
“Tras la realización de una malla de perfiles de ge-
orradar densa y significativa, y el análisis de los resul-
tados, las conclusiones más relevantes de este estudio
son las siguientes:
La existencia de agua en el medio ha permitido
profundizar entre 1 y 1,5 m, en función del material
y la saturación que presentaba. Se han realizado cál-
culos de estimación de señal de suelo para verificarlo.
Figura 18: Prospección con georradar.
En el subsuelo, han aparecido ciertas zonas con
alta concentración de agua, con agua estancada.
Se ha encontrado restos de una cimentación mo-
Se optó por realizar sondeos de forma aleatoria derna de un edificio en la zona sur de la pantalla en
aproximadamente en la línea de frente que en su día el primer metro.
tuvo el vertedero. La ejecución de los sondeos cons- Se detectan en las zonas central (parcialmente ex-
tató que nos encontrábamos en un gran depósito, cavada) y norte de la parcela una serie de elementos
sin horizontes establecidos, en los que se hallaban los de interés formados por estructuras lineales (muretes
materiales mezclados y revueltos. o similares) con zonas de rellenos heterogéneos entre
No obstante, se logró de forma afortunada, loca- ellos.
lizar un punto donde se descubrió una pequeña bol- Se han determinado una serie de elementos singu-
sada en la que se recuperó material constructivo de lares con reflexión hiperbólica, que se han clasificado
posible adscripción cronológica a tiempos romanos. por profundidad para determinar su nivel de relevan-
Inventario de materiales recuperados. Se trata de cia en función de su posición en la zona de estudio.
material latericio fragmentado (Fig. 17): Los demás datos encontrados no los consideramos
- 8 tejas romanas (1 imbrex y 7 tégulas). relevantes para la finalidad de este estudio.
- 2 ladrillos de suspensura de uso en hypocaustum. Los resultados y conclusiones de este estudio por
- Otro posible material de cronología antigua (5 georradar anteriormente expuestos, se basan necesa-
ladrillos). ria y exclusivamente en los perfiles de georradar rea-
La matriz donde se localizaban estos materiales no lizados, sin que se pueda desestimar variaciones con
tenía mucha extensión y tampoco excesiva potencia. lo aquí descrito, ajustándose en todo momento a los
Asimismo, se localiza a escasa profundidad (unos 20 condicionantes del emplazamiento en el que está en-
a 30 cm) de la superficie del vertedero. marcado este estudio geofísico”.
Realizados varios sondeos en los alrededores, los Los datos obtenidos en el informe elaborado por
resultados fueron en todos de naturaleza negativa. La la empresa GIM GEOMATICS Servicios Geomáticos
pequeña extensión de esta bolsada con materiales ar- Especializados, complementan la información con-
queológicos no se puede corresponder con la dimen- seguida por medio de la aplicación de técnicas de
Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 105

Figura 19: Los resultados del georradar verificaron la existencia de una trama urbana ocupando gran parte de la finca. Aquí indicios en uno
de los sectores.

sistemática arqueológica (prospección del terreno (vi-


sual y con detector de metales) y excavación de un
sondeo -19 m2- con metodología científica).
El informe de prospección con georradar, firmado
por D. Vicente Bayarri Cayón refrenda la interpreta-
ción de los vestigios exhumados por el equipo de ar-
queólogos; así como, sus conclusiones referidas a la
interpretación espacial de esta estación arqueológica
de cronología romana.
La memoria del estudio geofísico, mediante la
técnica no destructiva de georradar, que contempla
107 perfiles tanto longitudinales como transversales
de la finca objeto de análisis, caracterizó la parcela
en la que se ha logrado reconocer un nivel de suelo,
con presencia de muros en diferentes lugares (Bayarri,
2018: 13) (Figs. 19 a 21). Se detectan en las zonas
central (parcialmente excavada) y norte de la parce-
la una serie de elementos de interés formados por
estructuras lineales (muretes o similares) con zonas
de rellenos homogéneos y heterogéneos entre ellos
(Bayarri, 2018: 14 y conclusiones).
En el sector septentrional de la finca, como en el
central en los mapas de anomalías (tanto en el mapa
de anomalías a 0,5 m de profundidad, a 0,8 m y a
1,1 metros) evidencia la existencia de estructuras re-
gulares, lineales y en varios casos compartimentadas. Figura 20: Mapa de anomalías superficiales a 1,1 m de profundi-
Se deduce un espacio de “fuerte antropización” (so- dad.
106 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

Figura 21: Radargrama Nº 29 procesado. Se aprecia un nivel de suelo y la presencia de diferentes muros.

Figura 22: Detalle de máximas anomalías en zona norte de parcela.


Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 107

Figura 23: Interpretación arqueológica de los indicios más evidentes detectados con el georradar.

bremanera en el Sector Norte) que este equipo de ar- Resultan de sumo interés el mapa de elementos
queólogos dilucida como estructuras constructivas y singulares (Estimación de señal de suelo y elementos
de edificaciones. Se adivinan retículas, que bien pue- singulares (Bayarri, 2018: 15). Una guía y herramien-
den ser viviendas o estructuras anejas; así como; zonas ta que deberá ser tenida en cuenta en un momento
de paso (calles o pasillos) que articulan las construc- futuro cuando se puedan abordar campañas de ex-
ciones de planta rectangular y/o cuadrangular (3-4 humación e investigación arqueológica de este encla-
x 3-4 m de dimensiones aproximadas). El desarrollo ve. En la zona central el estudio de georradar revela
de análisis comparativos con otros asentamientos del irregularidades y formas cupulares; así como, señales
norte de la península ibérica de cronología romana con un cierto patrón en disposición en paralelo y en
se hace necesario, con el objeto de definir modelos posición vertical13. Este equipo de arqueólogos, ma-
urbanísticos. neja como hipótesis la existencia en el subsuelo de
En la zona meridional de la parcela (Fig. 22), el hornos (praefurnium)14 posiblemente vinculados a es-
estudio de georradar detectó restos de una cimenta- tancias calefactadas o saunas (hypocaustum). En este
ción de cronología contemporánea. Concretamente, sentido, cabe mencionar los hallazgos obtenidos en
lo define como “cimentación moderna”. Esta señal nuestra intervención arqueológica. Entre el material
debe corresponderse con el edificio y construcciones latericio, se ha identificado fragmentos de ladrillos
anejas que existieron a mediados del siglo pasado y de hypocaustum y ladrillos romboidales (opus reti-
que son reconocibles en la fotografía área del año culatum). Este es un material constructivo vinculado
1956/57. No obstante, el mismo estudio de georradar a construcciones calefactadas. Asimismo, el hallazgo
reconoce haber “encontrado una serie de señales de de pintura mural o estuco refuerza la interpretación
interés a mayor profundidad en torno a 1 m”. Con el
nivel de conocimiento actual no se puede asignar una 13. Radargrama, corte 56/15. Aproximadamente a unos 15 m de la cerca
septentrional de delimitación parcela y a unos 6 metros de la cerca de
cronología histórica a esas señales; si bien, no se de- deslinde con la iglesia parroquial.
biera descartar un origen en la Edad Antigua. La den- 14. Las señales paralelas asociadas a estas estructuras abovedadas tal vez
sidad de hallazgos de restos arqueológicos muebles puedan corresponderse pilae de ladrillos por donde circulaba aire ca-
liente procedente de un horno (praefurnium) que servía para calentar la
(principalmente fragmentos cerámicos y materiales estancia superior. No obstante, esta hipótesis requiere una verificación.
de construcción) se reduce en este sector meridional En este mismo sentido (que exige una comprobación) puede deducirse
de la lectura en la prospección geofísica en el terreno de algunas láminas
de la finca; no obstante, se debe señalar que se han homogéneas de agua (¿quizás vestigios de piscinas de agua? (¿frigida-
encontrado. rium o tepidarium?).
108 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

de encontrarnos ante un edificio de prestigio (edificio dal, identificados como Opus reticulatum (Fig. 16).
público o magnaticio). La forma de disponer este material constructivo en
Por último, la extensión del complejo arquitectóni- pavimentos y paramentos era creando una red de
co y constructivo reconocido en el estudio de georra- rombos. Habitualmente se usaban en la pavimenta-
dar no parece estar delimitado a la parcela objeto de ción de salas de un complejo termal. También pueden
análisis. Muy al contrario, parece que las estructuras ser empleados para revestimiento de pared. Su uso
regulares se extienden más allá de la finca de “Huerta es frecuente desde la época de Sila, pero será en la
Quintana” y hacia ambos lados. En este sentido, se de Augusto cuando se elabore cuidadosamente y en
confirma la interpretación de hallarnos ante una ex- la de Adriano cuando adquiera su esplendor (Marta,
tensa estación arqueológica (Fig. 23). 1991: 22-23).
- Es reseñable el conjunto (un total de 13) ladri-
X. PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA (2º FASE, CU­ llos de forma paralepípeda rectangular de pequeñas
BRICIÓN DE LA FINCA) dimensiones; quizás, destinado a formar parte de un
suelo con trama de retícula de espina de pez (opus
La elevada fertilidad arqueológica de la parcela y spicatum) -Fig. 26A-. Algunos ejemplares conservan
(el entorno próximo a la parcela) ha permitido la recu- el característico mortero hidráulico romano adherido
peración de piezas y objetos de interés arqueológico. (opus signinum) (Fig. 26B).
Esta afirmación fue puesta de manifiesto durante los - También, se ha encontrado algún fragmento de
trabajos de excavación con sistemática arqueológica cerámica romana, terra sigillata con ornamentación,
en el otoño de 2017. En este mismo sentido, durante como un fragmento de galbo terra sigillata hispánica.
los días de desarrollo de las labores de seguimiento de TSH (posible forma 37 o estilo de círculos) con de-
la cubrición y ejecución del proyecto de aparcamien- coración de (1) roleo de series de círculos concéntri-
to, se encontraron otros ítems de interés cultural. To- cos (sencillos, segmentados y sogueados) dispuestos
dos ellos encontrados en la superficie del terreno. a modo de frisos continuos. Cronología desde época
Así mismo, el movimiento de tierras depositadas neroniana hasta finales del s. II y principios del III d.C.
en los “parterres” (más bien, pedazos del terreno sin (Fig. 27B).
excavar por la obra) de la finca resultaron espacios de - Se ha recuperado un fragmento de ladrillo de
inusitado valor arqueológico. forma circular (pilae), que corrobora sin lugar a dudas
Entre los numerosos materiales recuperados se la existencia de un edificio o estancia calefactada en
puede destacar los siguientes: algún punto del entorno próximo (Fig. 28). Este pe-
- Fragmento de un base con pie indicado de cerá- queño fragmento se suma a otros vestigios localiza-
mica terra sigillata, con grabado “a punta de navaja” dos como son los ladrillos del sistema de suspensura,
de inscripción. En el galbo se puede leer las posibles restos de pintura mural, escasas teselas que formarían
letras “LGA” y en fondo base “IIVII”. Esta singular pie- parte de superficies con mosaicos, que nos viene a
za escrita con letra cursiva romana y en idioma latín, determinar la existencia de un edifico público termal,
es el primer documento escrito conocido realizado en tan abundantes en el mundo romano.
el pueblo de Suances y en el Bajo Besaya (Fig. 24).
- Al elevado número de fragmentos de teja ro- XI. RELEVANCIA ARQUEOLÓGICA DE LOS RESTOS
mana (tegula) se suma un fragmento encontrado de ENCONTRADOS EN SUANCES. SIGNIFICACIÓN
grandes dimensiones (34 x 20 cm y 2 cm de grosor) PA­RA LA HISTORIA DE LA ANTIGUA CANTABRIA
(Figs. 25 y 5). ROMANA
Se ha recuperado un volumen destacado de ma-
terial constructivo. Reseñable son los fragmentos de Se han registrado vestigios arqueológicos inmue-
cubierta de tejado. Se ha inventariado un conjunto bles y muebles que remiten a una indudable crono-
de tejas planas, con forma plana y planta rectangular logía romana. Por las dimensiones y extensión de los
o trapezoidal, en el que se le reconocen pestañas o muros registrados, junto con los materiales encontra-
rebordes laterales; así como escotaduras de encaje, en dos en la finca, se puede afirmar que estamos ante
su cara inferior. Se identifican como las características construcciones de porte, y que en algún caso pueden
tejas romanas o tegulae; así como, alguna teja curva tener sentido noble. El empleo de argamasa de mor-
(imbrices). tero de cal en la construcción de lienzos murarios y,
- Entre los aparejos de construcción recuperados sobremanera, el hallazgo de paredes decoradas con
destaca el material latericio. Este material construc- pintura mural (estuco) testifican un carácter magna-
tivo fue igualmente identificado en la excavación ar- ticio de alguna de las edificaciones exhumadas, que
queológica del año 1967, dirigido por Miguel Ángel remite a un uso restringido a las élites sociales o, tal
García Guinea y en el sondeo arqueológico dirigido vez, a una construcción de sentido público.
por nuestro equipo en el otoño de 2017. Resaltan Asimismo, algunos objetos reconocidos (ladrillo
un total de 27 reconocidos por su forma romboi- de suspensura o el opus reticulatum) aluden a la po-
Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 109

Figura 26: Posible disposición de los ladrillos. A la derecha ladrillo


con restos de mortero hidráulico romano.

Figura 27: Izquierda: fragmento de Terra Sigillata Gálica Dragen-


dorff 29; cronología: siglo I d.C. Derecha: Terra Sigillata Hispánica
posible forma 37 o Estilo de círculos. S. I d.C. a fin s. II e inicios del
III d.C.

Figura 24: Sigillata romana con grafitos. Sin duda alguna, corres-
ponde el primer documento escrito del municipio de Suances.

Figura 28: Fragmento de ladrillo de forma circular. Posible pilarcillo


Figura 25: Teja romana conservada de gran dimensión. (pilae) de suelo radiante (hipocausto).
110 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

Figura 29: Detalle del plano del “Proyecto de mejora de la barra y ría de San Martín de la Arena” (Revista de Obras Públicas, 1878). El recuadro
señala la posible ubicación portuaria.

sibilidad de estancias calefactadas (hypocaustum) o obtenidos en la excavación (19 m2), junto con los in-
sauna. Se desconoce, en el actual estado de conoci- dicios de trazado de muros soterrados y hallazgos de
miento, si se trata de una instalación privada o se en- materiales diversos por la “superficie” de la finca, se
cuentra integrada en un edificio de carácter público. sostiene que nos encontramos ante los vestigios de
La cercanía a la iglesia parroquial de Suances, con una población romana. El reconocimiento de mues-
primera cita en las fuentes escritas en el año 870 d.C., tras de arquitectura de prestigio, junto con evidencias
hace sospechar que el yacimiento se puede extender suntuarias (sauna, pintura mural, mosaico) inducen a
hasta el subsuelo del actual edificio del templo cris- sospechar que se puede tratar de un asentamiento de
tiano. En la finca objeto de análisis (con dimensio- entidad y altamente romanizado.
nes en torno a los 2.000 m2) se han registrado restos Estas conclusiones arqueológicas, han sido re-
materiales de cronología de Edad Antigua. Todo este frendadas por la información obtenida mediante
conjunto de indicios, desde una interpretación funda- el estudio de georradar elaborado por la empresa
mentada en los métodos de la arqueología espacial, GIM-GEOMATICS, Servicios Geomáticos Especiali-
nos inclina a deducir que nos encontramos ante un zados, elaborado a instancia del Ayuntamiento de
asentamiento extenso de una población de cronolo- Suances. La prospección geofísica ha logrado discer-
gía romana (con antecedentes en el cambio de Era o nir estructuras murarias regulares, lineales y en varios
siglo primero (Alto Imperio), como parece indicar la casos compartimentadas, que se interpretan como
moneda de Augusto y alguno de los materiales recu- retículas de un complejo urbanístico.
perados -opus reticulatum, Terra sigillata gálica Dra- El hallazgo de vestigios de pintura mural (estuco),
gendorff 29-). nos informa de la relevancia socioeconómica del en-
La intervención arqueológica de urgencia ha ac- clave, manifestando muestras de arte romano a orillas
tuado sobre una pequeña superficie del terreno de del mar Cantábrico. La fragilidad e importancia de es-
la finca, registrando una elevada fertilidad y riqueza tos restos pictóricos aconsejó la incorporación de un
cultural. Es por ello, que atendiendo a los resultados técnico en conservación en el momento de su extrac-
Javier MARCOS MARTÍNEZ et alii 111

ción, para lo cual se pudo contar con la restauradora denominada de “El Esquilar” (p.e. Iglesias y Muñiz,
Belén Miguel Amo y la colaboración, en las labores 1992: 60-61; Ortíz, 1997; Pedraja, 1977: 47; Schul-
de campo, de Gema Labayen Beraza. Así mismo, es ten, 1962). Una antigua ría, hoy en día colmatada,
reseñable el trabajo de inventario, limpieza y consoli- que se localiza al pie de ladera de la iglesia parroquial.
dación de los fragmentos de estuco llevado a cabo en Todavía existe memoria de la existencia de un embar-
el laboratorio del Museo de Prehistoria y Arqueología cadero en la zona de El Espadañal18. Esta ría aparece
de Cantabria (MUPAC), por Eva María Pereda Rosales en parte cartografiada en el “Proyecto de mejora de
y Raquel Monteagudo Jimeno. la barra y ría de San Martín de la Arena”, promovida
Los restos arqueológicos en torno a la iglesia pa- por la Real Compañía Asturiana y redactado por el in-
rroquial de Suances remiten a una población romana, geniero de caminos y canales, Carlos Larrañaga, en el
muy próxima a la ribera costera. Un enclave que os- año 187819 (Fig. 29). Este antiguo puerto romano se-
tentó una elevada romanidad, como revela el empleo ría sustituido en tiempos medievales, hacia el entorno
de decoración con estucos de los lienzos, el uso de de la bocana de la Ría de San Martín, donde en el año
estancias calefactadas o la existencia de muestras de 1403 la Casa de la Vega construye una torre señorial
escritura latina en un cuenco de terra sigillata. No se junto al puerto, tras su transacción con la Abadía de
han registrado horizontes cronológicos previos -co- Santillana (Pérez Bustamante, 1979: 55 y 317).
rroborados por ejemplo en el cercano castro protohis- Parcos eran hasta el día de hoy, los indicios ar-
tórico de El Cincho, en Santillana del Mar- (Mantecón queológicos de la presencia romana en el pueblo de
y Marcos, 2014: 159-186), por lo que se intuye que Suances20. Los resultados conseguidos a través de
es una localidad de nuevo cuño. La principal ciudad nuestra intervención arqueológica patrocinada por el
mencionada por las fuentes escritas latinas en el te- Ayuntamiento de Suances permiten colegir el hallaz-
rritorio cántabro fue Iuliobriga, que según Plinio el go de una población romana. Unas estructuras arqui-
Viejo ejerció una cierta relevancia o capitalidad en re- tectónicas, con manifestaciones suntuarias, que por
lación con los restantes núcleos de población urbana su localización geográfica costera debe asociarse con
de Cantabria15. Entre este conjunto de poblaciones de una estación portuaria: ¿Portus Blendium?
menor rango, las fuentes antiguas mencionan otras En memoria de Ramón Bohigas Roldan. Compro-
como Portus Blendium16. Tanto la mención de este metido, crítico, arqueólogo.
último puerto por Plinio en el s. I d.C., como la refe-
rencia como etapa final de la tablilla I del “Itinerario BIBLIOGRAFÍA
de barro”17 datada por termoluminiscencia en la se-
gunda mitad del s. III d.C. (Fernández Ochoa et alii Abad Casal, L. (1982): “Aspectos técnicos de la pintura mural roma-
2012: 171-172), indican un poblamiento de al menos na”, Lucentum 1: 135-171.
Balbín Cabarga, M. (2002): “La pintura mural romana en Camesa”,
de tres siglos. Hasta la fecha, distintos investigadores Sautuola VIII: 155-173.
han localizado este puerto romano y su asentamiento
en el entorno de la villa costera de Suances. En este
sentido, este trabajo no trasciende en la identificación
nominal de las ruinas romanas redescubiertas; sino,
en el análisis de su localización espacial y en su rele- 18. “Cubriendo muchos solares hoy día edificados (y por completo la actual
vancia como arquitectónica con construcciones con- Playa de la Concha en marea alta y en marea baja) entraba la mar por
formando una trama urbana. Asimismo, se subraya la parte plana, hasta donde hoy están el Camping, El Álamo y parte
de El Espadañal, lugares en que se encontraba entonces una playa de
la calidad de los materiales asociados que señalan bastante menor tamaño que la actual, denominado Arenal de Viroiruela,
una incuestionable cronología antigua. La falta de que llegaba hasta la cuesta. Tenemos noticias personales de que esto fue
así, pues recordaba Pedro Delgado, el que fue barbero de Suances en
un estudio cronológico fehaciente (ante la carencia la primera mitad del siglo XX (tras prender el oficio en París) que había
de dataciones absolutas), los indicios apuntan a que un embarcadero donde hoy está El Espadañal, al principio de la cues-
ta; y la Satur (dueña de la mercería ya mencionada) aseguraba haberse
los vestigios probablemente se enmarcan en los siglos bañado de niña donde hoy está la calle Burgos. Más aún, quedan en la
primeros de nuestra era. No obstante, se han recono- actualidad indicios de lo que antes hubo. El nombre de Bazar Esquilar se
cido dos fases en el depósito arqueológico. debe al lugar que ocupa, que así se llamaba antaño cuando se pescaban
esquilas ahí” (González Velasco, 2001: 9). Rastreando nuestro equipo en
Distintos prestigiosos investigadores, han señala- fotografías aéreas, ha distinguido en las series más viejas, una estructura
do como posible área portuaria en Suances, la zona soterrada en El Espadañal que difiere de las cercas del parcelario y la
línea de ribera que se llega a intuir de lo que antaño fue una marisma. La
construcción posee en planta forma de arco.
19. Revista de Obras Públicas (1878), 26, Tomo I, vol. 5: 54-57; vol 8: 87-90
15. “nam in Cantabricis VIIII populis Iuliobriga sola memoretur” PLINIO, Na- y vol. 9: 97-100. Así mismo, el Boletín Oficial de la Provincia de Santan-
turalis Historia, libro III, 27. der (viernes, 29 de diciembre de 1916) publica una nota en la Sección
16. “civitatium novem regio Cantabrorum. flumen Sauga. portus Victoriae de Minas del Gobierno Civil sobre la solicitud de un vecino de Suances
Iuliobrigensium; ab eo loco fontes Hiberi XL p. portus Blendium. Orgeno- para la explotación de una concesión minera de turba, en el subsuelo del
mesci e Cantabris; portus eorum Veseiasueca”, PLINIO, Naturalis Historia, sitio llamado Espadañal. Muy posiblemente estamos ante la cita de un
libro IV, 111. yacimiento costero de turba.
17. [VIA] L(EGIONE) VII GEMINA AD PORTVM / BLE(N)DIVM / RHAMA VII 20. Un sondeo con metodología arqueológica en la “Huerta de Quintana”,
MIL(L)IAS / AMAIA XVIII / VILLEGIA V / LEGIO I[III] V / O[C]TA[V]IOLCA V en el año 1967, noticias (no contrastadas) de hallazgo de monedas en el
/ IVLIOBRIGA X / ARACILLVM V / PORTVS BLEN[DIVM] / [C(aius) LEP(idus) barrio de Jerra y los materiales romanos encontrados en el interior de la
M(arci filius)] II. VIR. Cueva de Las Brujas.
112 NUEVOS HALLAZGOS DE UNA POBLACIÓN ROMANA EN SUANCES (CANTABRIA)

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tuola XIX: 159-186.
Sautuola / XXIV-XXV
Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
Santander (2019-20), 113 - 128

Prospección geofísica, detección remota y otros indicios en


el yacimiento romano de “La Capilla” de Santa María de
Mave (Aguilar de Campoo, Palencia). Una aproximación a su
estructura urbana
Geophysical surveying, remote sensing and other evidence in the Roman site
of “La Capilla” of Santa María de Mave (Aguilar de Campoo, Palencia). An
approach to its urban structure

JAVIER QUINTANA LÓPEZ1


MARÍA SOLEDAD ESTREMERA PORTELA2
JAVIER VALLES IRISO3
JOSÉ IGNACIO GARCÍA DE LOS RÍOS COBO4

RESUMEN
En los años 2018 y 2019 el yacimiento de La Capilla ha sido objeto de un trabajo de prospección geofísica que ha abarcado una superficie
algo superior a las 2 ha. La cantidad de evidencias de estructuras enterradas se unen a aquellas conocidas por las excavaciones de 1967 y
2017 y a otras huellas documentadas mediante teledetección o por testimonios y a los hallazgos antiguos. En conjunto muestran la existencia
en la vega del Pisuerga de un yacimiento romano de tamaño intermedio, con estructura urbana, una aglomeración secundaria, vinculado a
la vía del Pisuerga y plantea con nuevos argumentos su relación con la ciudad de Maggavi.

ABSTRACT
In 2018 and 2019 the site of La Capilla was the object of geophysical surveying which covered a surface area of just over 2 hectares.
The evidence of buried structures is added to those known from the 1967 and 2017 excavations and to other traces documented by remote
sensing or by testimonies and to the ancient finds. Together they show the existence of an intermediate-sized Roman site in the fertile plain of
the Pisuerga river, with an urban structure, a small town or minor settlement, linked to the Via del Pisuerga, and they suggest new arguments
to explain its relationship with the city of Maggavi.

PALABRAS CLAVE: Cántabros. Civitas. Civitas Maggaviensium. Georradar. Monte Cildá. Romanización. Urbanismo Maggavi. Vicus.

KEYWORDS: Cantabrian. Civitas. Civitas Maggaviensium. Georradar. Monte Cildá. Romanization. Urbanism Maggavi. Vicus.

I. INTRODUCCIÓN lación documental y revisión de los materiales de la


inédita excavación efectuada en La Capilla en el año
En el año 2015 iniciamos un proyecto de inves- 1967 para obtener una primera lectura estratigráfica
tigación en la Zona Arqueológica de Cildá con una de las excavaciones realizadas y continuó en 2017 con
primera aproximación al yacimiento de La Capilla de la excavación de dos sondeos, uno de ellos destinado
Santa María de Mave, ubicado en la vega del Pisuer- expresamente al contraste de esa estratigrafía inter-
ga a unos 2,5 km del castro y con el que siempre se pretada de los años sesenta al efectuarse en un área
ha considerado que estaba íntimamente vinculado, inmediata a uno de los sondeos. La excavación per-
entendiéndose como un binomio cuyo centro de mitió comprobar el buen estado general de los restos
gravedad se desplazaba de uno a otro asentamiento de estructuras de la zona conocida, la intervenida en
en función de la peligrosidad del contexto histórico, el año 1967 por García Guinea al norte de la iglesia
sin que ello suponga que el hábitat complementario del convento de Santa María de Mave, al encontrarse
quede necesariamente desocupado (Aja et alii, 2008; enterradas bajo una capa de cerca de ochenta cen-
Albertos, 1975; Gamarra, 1990; Ruiz Gutiérrez, tímetros de espesor, producto de las tierras despla-
1993). Nuestra investigación se inició con la recopi- zadas por la construcción del edificio románico, y
además precisar la complejidad constructiva de época
romana, con cuatro niveles de ocupación desde un
1. Patrimonio Inteligente Castilla y León, S. L. momento impreciso del siglo I a la segunda mitad del
Correo electrónico: jql1966@gmail.com IV, tres de ellos asociados a estructuras de habitación
2. Doctora arqueóloga.
Correo electrónico: estremeraportela@gmail.com (Quintana et alii, 2020).
3. C.A.I. DE ARQUEOMETRÍA Facultad de Geografía e Historia Universidad La dinámica constructiva desvelada por las excava-
Complutense de Madrid. Correo electrónico: javall01@ucm.es
4. Geólogo. ciones hacía pensar que La Capilla era un asentamien-
Correo electrónico: jigarciarioscobo@gmail.com to de carácter urbano y semiurbano, lo que traía a

ISSN: 1133-2166
114 PROSPECCIÓN GEOFÍSICA, DETECCIÓN REMOTA Y OTROS INDICIOS EN EL YACIMIENTO ROMANO DE “LA CAPILLA” DE SANTA…

Figura 1: Ubicación de La Capilla en relación a Cildá y la via Pissoraca - Ivliobriga y delimitación del yacimiento con los nuevos hallazgos.

Figura 2: Área investigada con georradar con la identificación de las distintas zonas en las que organizó el trabajo.
Javier QUINTANA LÓPEZ et alii 115

colación la identificación planteada en la bibliografía bronce”6. Sin duda, y al margen de otros hallazgos
con la civitas Maggaviensium recogida en la tessera al arar la tierras, la apertura de una gran zanja para
de hospitalidad encontrada en Herrera (García y Be- la traída de aguas de riego desde el Pisuerga al ex
llido, 1966; Illaregui, 2010; Marco Simón, 2002). Esa convento muy a inicios de la década de 1960 atra-
ciudad, Maggavi5, perduraría en el topónimo de San- vesando el yacimiento, supuso el descubrimiento de
ta María de Mave (Albertos, 1975: 49), que aparece gran cantidad de restos, noticia que llegó a García
por vez primera en la documentación histórica en el Guinea, que en el año 1963 inicia las excavaciones
siglo XI, teniendo como nexo de unión la acuñación de Cildá, y que le impulsó a realizar la excavación
de monedas de la ceca visigoda de Mave en el siglo de La Capilla de 1967. Desde ese momento y hasta
VII (Gamarra, 1990: 505-507). Una de las posibles nuestro trabajo de 2017 no se habían realizado más
vías para intentar confirmar esa identificación entre la excavaciones arqueológicas, aunque sí varias labores
civitas y el yacimiento de La Capilla pasaba por reco- de prospección superficial y catalogación (Quintana
nocer en este una trama urbana de tipo romano. Por et alii, 2020).
este motivo nos decidimos en el año 2018 a realizar
una campaña de prospección geofísica mediante II. LA PROSPECCIÓN GEOFÍSICA: PLANTEAMIEN-
georradar, campaña que ante los buenos resultados TO, METODOLOGÍA Y RESULTADOS
obtenidos se amplió en 2019, abarcando algo más de
2 ha de extensión. Ambos trabajos fueron realizados II.1. Planteamiento
por el C.A.I. DE ARQUEOMETRÍA de la Facultad de
Geografía e Historia de la Universidad Complutense Los resultados obtenidos en el sondeo 1 de nuestra
de Madrid. Otros indicios de estructuras fueron des- intervención de 2017 en la parcela situada inmediata-
velados por el análisis de la serie de ortofotografías mente al norte de los restos conservados del convento
históricas disponibles o por el análisis de imágenes (parcela 97 del polígono 416 del catastro de rústica
de satélite mediante tecnología LIDAR. Finalmente, de Aguilar de Campoo), que es la misma donde en
antiguos hallazgos en las tierras del yacimiento y 1967 García Guinea realizó los sondeos más fértiles,
testimonios orales recabados entre los lugareños han el 1 y el 3, demostraban que era una zona densa en
aportado otros datos a la discusión. ruinas enterradas, por lo que se convirtió en el área
El yacimiento de La Capilla se localiza en las in- elegida para la prospección geofísica de 2018. A ella
mediaciones del casco urbano y del cementerio de se sumó la parcela situada al otro lado de la carretera
Santa María de Mave, localidad pedánea del munici- (parcela 5025), al oeste de la anterior, donde los ha-
pio palentino de Aguilar de Campoo, a ambos lados llazgos superficiales de cerámicas y algún resto cons-
de la carretera P - 621, y en la margen izquierda del tructivo (tégulas, ladrillos, ímbrices, posibles piedras
Pisuerga. Ocupa una extensión que una vez sumadas de muros) eran frecuentes y donde los testimonios
las nuevas evidencias supera las 18 ha, en una zona orales advertían de la posible presencia de tumbas y
de vega llana, pero con una ligera caída hacia el men- otros muros enterrados. De esta manera la primera
cionado río y hacia el sur, por donde fluye el arroyo fase de la prospección geofísica aprovechó todo el
Monegro en dirección este-oeste, mientras que hacia espacio libre de edificaciones al norte y al noroeste del
oriente el terreno se vuelve más ondulado. Ya en ori- convento y abarcó una superficie algo superior a una
gen se encontraba a salvo de las posibles avenidas hectárea.. La distribución de las estructuras detectadas
del Pisuerga, que no han superado la cota 870,0 m, en esta campaña motivó que en la del año siguiente
estando el punto más bajo del yacimiento al menos los trabajos se extendieran en dirección norte, a las
un metro por encima de esa cota incluso en los ni- parcelas 109 y 112 al este de la carretera y a la 103 al
veles más profundos (Fig. 1). El conocimiento de la oeste, que había quedado liberada de los chopos que
existencia de restos romanos cerca del desamortizado la ocupaban. Se inspeccionaron también los terrenos
monasterio de Santa María de Mave parece datar de bajo la carretera y los caminos (parcelas 9005, 9012
inicios de la segunda mitad del siglo XIX, cuando hay y 9022) con el fin de obtener una imagen sin inte-
noticias de la aparición de un tesoro al abrir la trinche- rrupciones de las posibles estructuras. Esta segunda
ra del ferrocarril, que discurre al borde de la primera campaña ha sumado otra hectárea más a la inspec-
terraza sobre la vega del río, en concreto al hablar de cionada en 2018 (Fig. 2). La definición del área de
Mave se dice que en 1867 “Más hacia Reynosa de la investigación en función del estado de los cultivos y
estación (la estación de Mave está en Santa María de del conocimiento arqueológico del terreno se ha rea-
Mave) ha aparecido en este año una vasija o botella lizado por los directores del proyecto de investigación
de vidrio con 10 ó 12 monedas, entre ellas de gran en coordinación con el personal técnico del Centro de

5. Maggavi mejor que Maggavia. Aunque se ha venido publicando así, por


razones de declinación de ese genitivo plural de la tessera parece más 6. La noticia la recoge Gervasio de Eguarás Fernández en un manuscrito
probable que el topónimo fuera Maggavi. Precisión que debemos a J. L. de la Biblioteca Menéndez Pelayo titulado “Noticas para la Historia de la
Ramírez Sádaba Provincia de Santander” y la cita Vega de la Torre (1994: 360, nota 24).
116 PROSPECCIÓN GEOFÍSICA, DETECCIÓN REMOTA Y OTROS INDICIOS EN EL YACIMIENTO ROMANO DE “LA CAPILLA” DE SANTA…

Figura 3: Interpretación de los resultados del georradar.

Asistencia a la Investigación de Arqueometría de la principales -cinco de la primera campaña y cuatro


Universidad Complutense de Madrid. de la siguiente- junto con otros secundarios que bá-
sicamente coinciden con los ubicados bajo los viales
II.2. Metodología y resultados que atraviesan la zona –carretera y caminos- y zonas
marginales o de transición entre los sectores princi-
Se aplicó la metodología de georradar 3D, o geo- pales (Fig. 2). No obstante, para la descripción de los
rradar multicanal, con el fin de cubrir la extensión resultados vamos a agrupar la interpretación de las
requerida y adquirir datos de gran resolución a baja anomalías en cinco áreas. La primera es la parcela
profundidad, ya que se estimaba que la mayor parte ubicada al este de la carretera (parcela 97), delimi-
de las estructuras podían localizarse a menos de 1,5 tada por esta, el monasterio al sur y la nave agrícola
m de profundidad, por lo que se empleó la antena de construida dentro del área del yacimiento al norte. La
600 MHz (11 secciones cada 8 cm de espaciado a una segunda es la ubicada al oeste de la carretera, tenien-
profundidad estimada de 1,5 metros) con la que se do como límite occidental las casas construidas junto
realizaron un total de 394 transectos y se obtuvieron a la vía del ferrocarril y al norte un camino que lleva
4334 secciones de georradar para cubrir la superfi- hasta ellas (parcela 5025). La tercera, inspeccionada
cie conjunta de las dos campañas. Los recorridos de en 2019, es la situada inmediatamente al norte de
los georradares se referenciaron topográficamente la primera, es decir, al norte de la nave agrícola, al
mediante un GPS diferencial TopCon GR5 en una este de la carretera y al sur del camino que lleva al
proyección de UTM ETRS89 Huso 30. Se realizó un cementerio de Mave (parcela 109). La cuarta se ubica
procesado de datos con el software GPR Slice7. al norte de la anterior, hasta el primero de los molinos
El área de estudio definida fue dividida en el de esta zona este de la carretera (parcela 112). La
trabajo de prospección geofísica en nueve sectores última se localiza en la zona oeste de la carretera y al
norte del sector investigado en 2018, en una parcela
que había sido despejada de chopos entre una y otra
7. La secuencia de procesado es un ajuste de 0 ns, corrección wobble, ajus- campaña (parcela 103) (Fig. 3).
te de ganancia, background removal, bandpass filter, otro ajuste de ga-
nancia y transformación de Hilbert. La velocidad del medio fue de 0,14 En la primera de las zonas, que es donde se había
m/ns en la campaña de 2018, media del valor obtenido mediante el cál- realizado las excavaciones de 1967 y de 2017, se han
culo de tamaño y profundidad de 16 hipérbolas de diferentes secciones
y lugares ya que se estima que el terreno es más o menos homogéneo, y detectado diferentes tipos de anomalías. Se observan
de 0,12 m/ns en 5 hipérbolas de diferentes secciones y lugares en 2019. dos posibles niveles de ocupación. Uno a unos 40 cm
Javier QUINTANA LÓPEZ et alii 117

de profundidad estimada con estructuras de cierta


entidad: un edificio rectangular junto a otras estruc-
turas que no se definen con claridad. Junto a éste se
ha interpretado una especie de calle o calzada con
dos horizontes que podrían ser de suelo apisonado
o pavimentado. Presentan cierto buzamiento hacia el
oeste. Se detecta otro nivel a unos 79 - 80 cm de pro-
fundidad con edificios de menor tamaño y que proba-
blemente conserven algún tipo de suelo pavimentado
debido a las anomalías de reflexión horizontales. En
la zona oeste de esta parte se detecta otro edificio
a esta profundidad que es cuadrado y con compar-
timentaciones en su interior. En la zona de la zanja
de abastecimiento de agua vinculada a los molinos
de viento, obra de inicios de la década de 1960, y la
de las excavaciones de 1967 y 2017 no se detectan
estructuras con claridad, probablemente debido a un
aumento de la humedad en el terreno por posibles
influencias de las canalizaciones antiguas. En la zona
situada más al noroeste se distinguen anomalías de
rellenos y remociones en el entorno de la torre eléc-
trica, pero no se detectan otros tipos de anomalías
que indiquen la presencia de posibles edificaciones o
urbanismo.
En la segunda de las áreas, en la parte oeste de la
carretera (parcela 5025) se han detectado anomalías
a una profundidad estimada de entre 20 y 60 cm que Figura 4: Ubicación de los indicios obtenidos por teledetección, ins-
corresponden con alineaciones claras de edificaciones pección del terreno y hallazgos antiguos.
y urbanismo. En las zonas periféricas al norte y cerca
de la carretera se han localizado dos tuberías a 80 y En la quinta zona, la parcela más al noroeste de las
40 cm de profundidad respectivamente, a buen se- investigadas (parcela 103), se ha localizado un área
guro de agua, ya que en la esquina donde se juntan con gran acumulación de diferentes anomalías y que
se ha detectado un área con gran amplitud de señal se ha interpretado como una zona con escombros
y reverberación, con lo que pudiera tratarse se trata o de posible vertido. No se descarta que se trate de
de una zona con humedad o embebida en agua. Por un espacio con derrumbes y que se conserve alguna
debajo de estas estructuras, en torno a los 1,1 m de pequeña estructura, pero esto es menos probable.
profundidad se detectan anomalías que se interpretan En la parte central de la parcela se localizan zonas
como raíces de los árboles de una antigua chopera puntuales con algunas agrupaciones de anomalías
que ya no existe. que no presentan morfologías constructivas y que
En la tercera de las zonas (parcela 109) se detectan podrían tratarse de zonas con derrumbes. Se localiza
edificaciones junto a la posible calzada, cuya continui- un posible suelo o pavimento con una morfología
dad respecto al tramo de 2018 se ha identificado con rectangular muy clara y al que le rodean estructuras
claridad, y que ahora se presenta con una anchura de poca entidad y que seguramente se encuentren
de unos 4 m, aunque con sectores degradados. Los muy alteradas. Asimismo se han podido interpretar
muros de esta zona parecen rodeados de derrumbes, los límites de un edificio de gran tamaño con orien-
por lo que podrían estar alterados o ser de poco es- tación sureste-noroeste. También en esta parcela se
pesor. En la cuarta zona (parcela 112) se detectan cla- localiza una canalización o tubería en torno a los 70
ramente muros de gran tamaño y con mayor espesor cm de profundidad que va desde el edificio descrito
que conforman una edificación muy bien marcada, hacia el noreste. En el límite oriental de la parcela,
con divisiones internas, lo que indica que se trata de paralelo a la carretera, se observa una tubería que es
muros en mejor estado de conservación. Todos estos la continuidad de otra situada hacia el sur y que se
presuntos restos de muros se identifican a profundi- cartografió en la campaña del año 2018 (Fig. 3).
dades de entre los 30 y 110 cm. A una profundidad
de entre los 1,3 y 1,6 m se observa una canalización o III. OTROS INDICIOS, TESTIMONIOS Y HALLAZGOS
tubería con una dirección noroeste-sureste. En toda la
zona al oeste de la carretera se ha podido cartografiar En el trascurso de la primera campaña de la pros-
la zona de alteración de la zanja conocida de traída de pección geofísica se procedió a georreferenciar hasta
agua al monasterio. un total de 40 crecimientos diferenciales de la vege-
118 PROSPECCIÓN GEOFÍSICA, DETECCIÓN REMOTA Y OTROS INDICIOS EN EL YACIMIENTO ROMANO DE “LA CAPILLA” DE SANTA…

Figura 5: Fotografía del hallazgo del bote de plomo funerario y su piedra de asiento y el mismo bote en la colección Fontaneda. Nótese que
la piedra de encaje de esta última foto no parece la misma que la de la foto del hallazgo.

tación o manchas de forma circular y diámetros en 112. Finalmente, en varias de las imágenes es posible
general en 1 y 4 m distinguidos en la ortofotografía advertir la continuidad hacia el norte, en la parcela
de 2017 y en algún caso también sobre el terreno y 32 y paralela a la carretera actual de la sombra que
que podían corresponder a subestructuras de alma- identificamos en los resultados del georradar como
cén tipo silos u hoyos basurero8. De todos ellos, al una posible calzada (Fig. 4). También es significativo
menos 26 presentan estabilidad en las imágenes de que estas trazas recurrentes, lo mismo que sucedía
al menos dos años diferentes, lo que parece avalar con los silos, solo se detectan en las parcelas incluidas
que responden a una realidad enterrada, del resto no en el área de yacimiento, cuya delimitación se realizó
tenemos tanta seguridad. Estas posibles estructuras exclusivamente a partir de la presencia de materiales
enterradas, al menos aquellas que parecen más segu- arqueológicos en la superficie del terreno (Fig. 4).
ras, aparecen concentradas en dos de las parcelas, la Mayor interés aún puede tener otra de las trazas
suroeste (5025) y la central (109). Pero también hay que aparece al este del yacimiento, parcialmente fuera
otras evidencias más al norte del área revisada por la del área delimitada, y que se puede completar a partir
geofísica, en la parcela 32 (Fig. 4). de dos fuentes distintas, la imagen Google Earth de
También a partir del análisis de la serie ortofotográ- 2019 y la ortofoto del PNOA de 2009. A partir de
fica se han podido distinguir algunas posibles trazas estos documentos se puede seguir una línea de 439
que quizás respondan a muros o zanjas enterrados, m de longitud que incluye un trayecto rectilíneo en
ya que no son producto de parcelaciones antiguas, dirección NNO-SSE y dos tramos simétricos en ángulo
claramente marcadas en las fotos de los vuelos de obtuso en sus extremos cruzando las parcelas 37, 38,
1946 y 1956-1957 (Series A y B del llamado Vuelo 39, 108 y 109; es decir, el flanco de una típica plan-
Americano). El hecho de que muchas de esas trazas ta “en naipe” e identificado como un campamento
se presenten solo en algunas de las tomas disponibles romano (Menéndez et alii, 2020), cuestión que debe
nos hace ser precavidos, por lo que, al igual que hi- ser al menos matizada, como hacemos más adelante
cimos con los supuestos hoyos o silos, en el plano de (Figs. 4 y 7).
posibles evidencias solo reflejamos aquellas que apa- Contamos también con el testimonio de dos de
recen en varios de los documentos. Por su desarrollo, los vecinos de más edad que trabajaron en la planta-
la mayor parte de estas parecen zanjas, tal vez para ción de la chopera que durante unos años ocupó la
traídas o evacuaciones de aguas o de riego. Una de parcela 5025. El uso anterior de esa parcela fue como
ellas es la misma detectada por el georradar bajo la era, por lo que no estuvo sometida a remoción me-
gran edificación de la zona norte, en la parcela 112, cánica. Estos vecinos comentan que además de restos
observándose en las ortofotos su continuidad hacia el de muros o pavimentos, como dijimos reflejados en
suroeste por las parcelas 109 y 97, incluso atravesan- el georradar, se encontraron enterramientos en fosas
do otra de las trazas de estructuras del georradar. Hay cubiertas con lajas. Este camposanto no se refleja en
otras cuatro evidencias que parecen dibujar estruc- los resultados del georradar, a no ser que la zona de
turas ortogonales con dimensiones apropiadas para anomalías indeterminadas junto a la carretera, que se
ser edificios de habitación, en particular en la parcela interpreta como de raíces de árboles (Fig. 4), pudiera
tratarse en realidad de la ubicación de unos enterra-
mientos hoy muy desmantelados.
8. Trabajo realizado por Javier Vallés Iriso e Irene Ortiz Nieto-Márquez del
C.A.I. DE ARQUEOMETRÍA Facultad de Geografía e Historia Universidad
De esta misma parcela 5025 proceden con seguri-
Complutense de Madrid. dad un as de Tiberio y un sestercio de Adriano. Otros
Javier QUINTANA LÓPEZ et alii 119

Figura 6: Interpretación arqueológica de los resultados del georradar, otros indicios y hallazgos.

tres sestercios aparecieron en la parcela 112 donde del yacimiento, o de una combinación de estas dos
se ubica una de las edificaciones, se trata de tres opciones. Tan solo señalar que la ausencia de pátina
numismas de cronología altoimperial, en concreto de de la mayor parte de las piezas, al contrario de lo
Adriano, Faustina Madre y Lucio Vero, fechables entre que sucede con los hallazgos recientes sueltos sobre
los años 117-169 d. C. Estas monedas, que se unen el terreno, puede estar apuntando a un conjunto ce-
a las aparecidas en la excavación de García Guinea rrado9. Lo que parece totalmente descartado, por las
y al tesorillo de las obras del ferrocarril (Vega de La referencias de sus descubridores, es que las monedas
Torre, 1994), forman parte de la colección familiar de pudieran haber llegado de otro lugar que no sea San-
uno de los firmantes de este artículo, natural de la ta María de Mave.
localidad, y de otro de los vecinos. Excepto en el caso Por último, sabemos que hacia el año 1962 apa-
de tres piezas de hallazgo reciente, los tres sestercios reció un bote de plomo dentro de un hoyo en una
de la parcela 112 señalados, el resto de las monedas, zona al norte del yacimiento, cerca del núcleo de edi-
23 piezas romanas y otras 12 de época medieval o ficaciones que empezó a levantarse pocos años antes,
moderna, debieron encontrarse a finales del siglo no lejos de la vía romana y a unos 180 m al norte
XIX o comienzos del XX, tal vez en el transcurso de de la edificación más septentrional identificada por el
trabajos agrícolas en las parcelas del yacimiento de georradar (Fig. 4). Este bote de plomo presuntamente
La Capilla o en obras cercanas. En lo que se refiere a es el que se conserva en la colección Fontaneda de
las piezas romanas, aunque la colección numismáti- Ampudia y allí aparece asociado a una piedra con un
ca va a ser objeto de publicación en otro trabajo en orificio, que sin embargo no nos parece la misma que
preparación, podemos adelantar que incluyen ases la que aparece en la foto del hallazgo (Fig. 5).
de las cecas ibéricas del Ebro del siglo II a. C., varias
piezas más del siglo II d. C. y monedas de finales del
siglo IV y se desconoce por completo si obedecen a
un conjunto (tesorillo) o a un agrupamiento de ha- 9. De hecho ni siquiera es descartable que se trate del tesoro de las obras
del ferrocarril de 1867 ya indicado, o de otro aparecido en esas mismas
llazgos a lo largo de varios años y en distintos lugares obras o en las casas que pronto se levantan junto a la vía, como el edifi-
cio de 1907 construido lindando con la actual parcela 5025.
120 PROSPECCIÓN GEOFÍSICA, DETECCIÓN REMOTA Y OTROS INDICIOS EN EL YACIMIENTO ROMANO DE “LA CAPILLA” DE SANTA…

Figura 7: Interpretación arqueológica en la zona del conjunto urbanizado de los resultados del georradar y de los otros indicios y hallazgos.

IV. INTERPRETACIÓN DE LAS EVIDENCIAS trama proporcionada por la prospección geofísica.


A todo esto hay que añadir que obviamente la zona
Tal y como se ha relatado, una de las conclusiones más privilegiada para el asentamiento es la situada
que se pueden extraer del trabajo de georradar es que sobre la confluencia del río Monegro en el Pisuerga
en la zona objeto de nuestras excavaciones y de García y el borde de la terraza sobre la vega, precisamente
Guinea, la situada inmediatamente al norte de la igle- aquellas que no han podido ser investigadas por las
sia del convento (parcela 97) (Fig. 7), la prospección edificaciones en pie del monasterio, del ferrocarril y
geofísica no ha permitido localizar las estructuras que de las construcciones levantadas en los márgenes de
tenemos documentadas por excavación. No es baladí la vía férrea.
recordar que los muros más superficiales de la excava- Otra conclusión del estudio del georradar, que
ción estaban a bastante profundidad, a unos 80 cm, viene a corroborar lo advertido en las excavaciones es
y los más antiguos a más de metro y medio. En otros que la superposición de estructuras no se restringe a
sectores a esa profundidad, entre 0,70 y 1,20 m, el la zona excavada, sino que es algo generalizado. En
georradar sí ha podido documentar muros y otro efecto, a pesar de que este detalle de fases sucesivas
tipo de construcciones, pero es evidente que aquí la de edificaciones es complicado de detectar, sobre
dispersión de la señal no lo ha hecho posible. Uno de todo cuando la superposición es directa o la distan-
esos factores es sin duda la remoción del terreno para cia en vertical o en horizontal entre las estructuras
la excavación de la cercana zanja de los molinos para es reducida, el estudio señala este hecho en varios
el impulso del agua de riego de inicios de los años puntos, tanto en la parcela 97 como en la 5025. En
sesenta del pasado siglo, cuya dispersión de tierras el plano de interpretación de resultados se hace una
alteradas es patente en la prospección geofísica, que lectura a dos profundidades aproximadas, a 40 cm y
marca una anchura muy superior a la de la propia a 70 cm de la superficie, que no deben entenderse
zanja (Figs. 6 y 7), visible en alguno de los fotogramas inmediatamente como dos niveles constructivos (Fig.
aéreos. Pero la principal conclusión arqueológica de 4). En efecto, como hemos dicho, sabemos que en la
esa falta de detección de restos que sabemos que zona de la parcela 97 hay muros de la ocupación más
existen es que la densidad de construcciones en esta superficial enterrados hasta 80 cm por las acumula-
zona del yacimiento es muy superior a la ya densa ciones de tierras y que no lejos de los puntos sondea-
Javier QUINTANA LÓPEZ et alii 121

dos el georradar, además de detectar otros al oeste No obstante, si aventuramos que pudieran alcanzar la
a unos 70 cm, también localiza muros a 40 cm de la calzada ahí detectada, estaríamos ante edificios que
superficie, que entendemos que deben ser también superaron los 1500 m2 de planta. De esa imprecisa
de la ocupación más reciente. El dato es relevante organización en torno a espacios rectangulares puede
porque impide realizar una lectura simple en función inferirse una identificación con una domus de peris-
de la profundidad de las estructuras detectadas. En tilo, pero también podemos estar ante dos insulae,
conclusión, si bien es muy importante la circunstancia dada esa complejidad de interpretación, pero que al
de que la prospección geofísica haya detectado que menos remite a dos conjuntos de edificios.
existen estructuras superpuestas, su correcta asigna- Del mismo modo en la parcela al este (97), próxi-
ción crono-cultural solo puede realizarse mediante mo a esa posible vía, un espacio rectangular de 15 x
excavación arqueológica. 6 m con muros rodeándolo al sur y al norte pudiera
Otro resultado del que se puede obtener con- indicar otra construcción organizada en torno a un
clusiones sobre el asentamiento es el hecho de que patio menor. Al respecto hay que recordar que la basa
la mayor parte de las estructuras, incluso las que se de columna documentada en la excavación de 2017
superponen, respetan la orientación aproximada sur- realizada en esta misma parcela puede pertenecer al
suroeste-nornordeste, que es la misma que siguen los peristilo de otra posible domus situada más al este y
muros de nuestro sondeo y de la cata 1 de García a la que pertenecerían los restos de la cercana cata 1
Guinea. Parecen organizarse, por tanto, siguiendo un de 1967, como dijimos ni unos ni otros detectados
viario que actúa como eje y que permanece más o en la prospección geofísica. Otras estructuras aisla-
menos estable en el tiempo de uso del yacimiento. das, entre ellas dos espacios más pequeños donde la
Ese eje vertebrador es con seguridad la vía romana reflexión del georradar parece indicar algún tipo de
del Pisuerga, entre Pisoraca y Iuiobriga, cuya traza se pavimento a unos 70 cm de profundidad y otras dos
defiende por margen del Pisuerga (Moreno Gallo, en también con posibles pavimentos a unos 40 cm de
línea) y que por lo visto debió seguir en esta zona profundidad, o la ubicada más al oeste resultan más
una orientación ligeramente más inclinada hacia el difíciles de interpretar. Y lo mismo cabe decir de las in-
oeste que la carretera de Mave actual en el sector más ciertas evidencias próximas a los muros del convento
meridional, para adoptar al norte un trazado paralelo. o marcadas como anomalías puntuales (Fig. 7).
En este sentido hay que señalar que en la interpre- Al norte del camino que divide el área investigada
tación de los resultados del georradar se identifica las evidencias de superposición de estructuras son
como zona pavimentada -empedrado, piso terrero u
otros- y posible calle una banda de entre 5 y 8 m
de anchura al oeste de la carretera, a una veintena
de metros, aunque con un ensanchamiento o giro
en ángulo recto hacia el este. En el georradar esa
anomalía parece tener un cierto buzamiento como
para evacuación de aguas e incluso se apunta que
otra traza paralela puede ser una canalización. Esa
zona, aunque sin este último ángulo, también está
marcada en algunas fotos aéreas, en especial en el
llamado vuelo interministerial realizado entre 1973 y
1986, y su continuidad al norte en fotogramas más
recientes (Figs. 6 y 7).
En lo que se refiere a las posibles edificaciones mar-
cadas por el georradar su interpretación es en algunos
casos complicada, pues pueden estar mezclando en la
misma imagen muros de varias fases de edificación,
pese al esfuerzo realizado de diferenciarlas por pro-
fundidades (Fig. 7). Con todas esas precauciones cree-
mos distinguir en la zona meridional algunas estan-
cias de pequeño tamaño en torno a grandes espacios
rectangulares o cuadrangulares en la zona al oeste de
la carretera (parcela 5025) separadas por un amplio
espacio vacío de más de veinticinco metros, salvo por
dos pequeñas edificaciones al este que pudieran ser
de otra fase. Los muros de esos dos conjuntos edili- Figura 8: Traza del flanco oriental de la estructura campamental
(fosa) sobre el montaje de los documentos fotográficos donde se
cios se interrumpen en la actual carretera, bajo la cual aprecia con más claridad. En la parte norte foto satelital Google
no hemos detectado evidencias, ni tampoco su conti- Earth de 2019. En la parte inferior ortofoto PNOA de 2009 (con-
nuidad en las parcelas situadas al este de la carretera. traste forzado).
122 PROSPECCIÓN GEOFÍSICA, DETECCIÓN REMOTA Y OTROS INDICIOS EN EL YACIMIENTO ROMANO DE “LA CAPILLA” DE SANTA…

más escasas. La práctica totalidad de las anomalías Pisuerga sobre la vega. De las habitaciones internas
que pueden responder a estructuras se localizan entre de este edificio al menos tres parecen estar pavimen-
40 y 80-110 cm de la superficie, con una significativa tadas. Ya comentamos además que se evidencia una
excepción en la parcela más al norte de las situadas posible conducción que llega a estas construcciones
al este de la carretera, la 112, donde se identifica una desde el noreste, a unos 70 cm de profundidad, pero
posible conducción subterránea a una cota de 1,30- resulta difícil determinar si corta los muros o está por
1,40 m, que lamentablemente más que una conduc- debajo de ellos. En la zona central de la parcela, a
ción de época romana parece tratarse de una tubería unos 15 m de la edificación, se localizan otras eviden-
de riego de época reciente, según nos confirmaron cias de planta cuadrada o rectangular que también
vecinos de la zona. En la parcela ubicada al oeste, pueden indicar zonas pavimentadas. El hecho de que
la anteriormente ocupada por una chopera, la 103, estas anomalías sigan una orientación diferente a la
a unos 70 cm de profundidad parece advertirse otra de la edificación anterior, más próxima a la general del
conducción hacia un grupo de edificaciones arqueo- resto de las estructuras del yacimiento y de la vía, hace
lógicas; en este caso no tenemos testimonios que pensar que pertenecen a otra construcción (Fig. 7).
desmientan su posible naturaleza arqueológica, pero Volvemos ahora al resto advertido por las imáge-
tampoco hay evidencias para asegurar si es anterior nes en la zona este del yacimiento identificadas con
o posterior a las edificaciones romanas (Figs. 6 y 7). un campamento romano en la ruta de penetración
Por lo que se refiere a las anomalías identificadas del Pisuerga hacia las montañas y, por el tamaño
como muros, las ubicadas en la parcela 109 se dibujan deducible del recinto, muy posiblemente en el marco
de forma más imprecisa, según se comenta en el in- del conflicto bélico de las Guerras Cántabras (Me-
forme técnico posiblemente por el grado de alteración néndez et alii, 2020: 20-21, 32-33). En efecto, las
de los muros y por la acumulación de escombros. No dimensiones de su lado mayor, 411 m descontados
obstante, ha sido posible identificar un muro paralelo los ángulos curvos, cuadran con lo que conocemos
a la vía, a unos 20 m de la misma y a lo largo de al de otros campamentos romanos tardorrepublicanos
menos 45 m, que parece ser el exterior de un edificio y altoimperiales, por ejemplo los aestivia del conflic-
cuyas habitaciones se aprecian muy parcialmente en- to cántabro-astur. A partir de esos paralelos puede
tre esa pared y la vía, hacia donde parece lógico que proyectarse un lado menor de unos 280 m, lo cual
se abriera la fachada principal. Detrás de la fachada nos da una planta de 11,5 ha (Figs. 4 y 6), propia
oriental también parece sencillo deducir la existencia para el contingente de una legión sin tropas auxilia-
de una calle interna del poblado paralela a la vía, aun- res (Costa García, 2015: 39-41). Como decimos, el
que se aprecian muros que parecen de otra fase cons- hecho de que esa zanja enterrada comparezca en
tructiva invadiéndola. En la parcela situada al norte de dos imágenes de distinta fuente y con una década de
la anterior las evidencias, en cambio, son muy nítidas, diferencia hace difícil dudar de su existencia (Fig. 8) y
posiblemente por el mejor estado de conservación de por su forma y dimensiones su identificación con una
sus muros, pues es posible observar la planta de una planta campamental parece cierta. No obstante, hay
edificación cuadrada o rectangular, con fachada de 19 dos hechos que nos hacen dudar de que este campa-
m de largo hacia la vía y un desarrollo de al menos 23 mento realmente se concluyera y, por consiguiente,
m hacia el oeste, donde queda interrumpida por la que deba interpretarse en el marco bélico: no hay la
excavación de la zanja hidráulica de los años sesenta menor evidencia de los lados cortos ni del otro flanco
del siglo XX. Esta edificación está compartimentada largo y el cierre norte coincidiría con una zona topo-
internamente, con un corredor tras la fachada este, de gráficamente inadecuada.
unos 4 m de ancho, que da paso a un conjunto de ha- La falta de rastros del resto del perímetro puede
bitaciones al norte que posiblemente miran a un patio tener explicación en cambios más recientes en el terre-
al sur. La planta así desvelada puede identificarse con no. El trazado sur pudo haber quedado destruido por
una domus de más de 500 m2. el caz derivado del arroyo Monegro para dar servicio al
Otro conjunto de edificaciones se distingue en monasterio, que se observa en los vuelos americanos
la parcela investigada al este de la carretera (parcela de mediados de los años cuarenta y de mediados de
103), pese a la alteración experimentada por la plan- los cincuenta del siglo XX. El lado largo oeste también
tación de chopos y la acumulación de escombros en pudo quedar destruido, al menos parcialmente, por
alguna zona, así como por el grado de alteración de la zanja excavada a inicios de los años sesenta para
los muros. Se trata de otro edificio de más de 500 m2 llevar el agua del Pisuerga al exconvento mediante la
que, a diferencia de los anteriores y de los vistos al sur fuerza eólica de los molinos en línea, pero lo cierto es
no sigue el eje marcado por la vía romana sino que se que no hay la menor traza de ese foso campamental
dispone de sureste a noroeste, lo que parece indicar ni en las fotos aéreas previas a esa obra ni en las pos-
que algunos de los viales del poblado, por razones teriores en aquel tramo donde no debería haber sido
que se nos escapan, no seguían la trama ortogonal. El afectado (parcela 32), ni tampoco en la lectura del
conjunto de construcciones se ubica a unos 67 m de georradar efectuada en esa zona (parcelas 97, 109 y
la vía y muy próximo al borde la primera terraza del 112). Tampoco hay la menor evidencia del cierre norte
Javier QUINTANA LÓPEZ et alii 123

donde pudo quedar afectado por las construcciones permitan en el futuro cerrar algunos de esos recintos,
levantadas a partir de mediados del siglo XX, ya que en nuestra opinión eso no va a ocurrir en muchos de
antes se limitaban a la zona más próxima a la carrete- ellos, como en La Capilla, sencillamente porque nun-
ra. Pero aquí además está la dificultad añadida de que ca se trazaron, e impide asumir que la distribución
el ángulo curvo noroeste termina justo en el límite conjunta de esos asentamientos esté marcando nece-
con una parcela en forma de media luna (parcela 35) sariamente las vías de penetración hacia la cordillera
que en realidad es un meandro fósil del Pisuerga, una en el momento del conflicto. En todo caso, lo que nos
zona encharcadiza y con un desnivel actual de cerca demuestra el trabajo citado es el significativo aporte
de metro y medio respecto a las tierras de su alrede- de la teledetección en este tema de la presencia del
dor (Figs. 4 y 6), desnivel que sin duda hace 2000 ejército romano en el norte de la Meseta y la necesi-
años fue mayor. Los autores que identifican la traza dad de profundizar la investigación para caracterizar
creen salvar esta objeción con un argumento que todos esos indicios de los que no tenemos nada más
debemos refutar: “another argument could be used que una imagen, por muy explícita que pudiera pa-
against the characterisation of the traces mentioned recer.
above as part of a Roman camp. The northern side of En lo que se refiere al cementerio indicado por los
the enclosure is located on a wetland plain that used testimonios de los vecinos en la parcela 5025 (Fig.
to be a meandering river. The PNOA 2009 NIR image 7), dando por buena su existencia no es posible asig-
shows clearly the palaeo-bed of the river, and this narlo, creemos, al convento de Santa María de Mave,
meander was possibly a development that took place por cuanto el camposanto monacal, como es lógico,
after Roman times. Otherwise, neither the camp nor se distribuye en torno al ábside de la iglesia y zonas
the vicus could have ever existed” (Menéndez et alii, inmediatas, además del interior del templo. Tampo-
2020: 20). Lo cierto es que el estudio geológico de co se conocen en toda esta vega restos de época
las terrazas del Pisuerga demuestra que ese meandro visigoda, confirmando que el lugar de habitación en
fósil es de las primeras etapas del Holoceno (ITGE, esta época y posiblemente desde algún momento de
1997). De todo su desarrollo en tiempos históricos la la segunda mitad del siglo IV fue el castro de Cildá,
única parte que no se colmató de sedimentos era la luego reocupado durante la repoblación medieval,
zona externa del meandro, donde más dinamismo y como prueban sus enterramientos. La actual iglesia
capacidad de erosión tuvo el río, que ya antes de la románica del monasterio de Santa María de Mave
llegada de Roma era una zona inundable al acumular se levanta entre finales del siglo XII y muy inicios del
las aguas del entorno. El resto del meandro se relle- XIII bajo el patrocinio de Doña Sancha Jiménez, pero
nó de forma natural, lo que permitió la edificación el monasterio ya existe en 1011 cuando es donado
de la aglomeración secundaria de La Capilla y la vía al monasterio de Oña con ocasión de la fundación
del Pisuerga que hemos identificado, y ambas evitan del cenobio burgalés (Del Álamo, 1950: 1030) y ese
intencionadamente esa zona inundable. Por tanto, convento primitivo se supone edificado en el mismo
esa zona húmeda nos indica que estamos ante un lugar que la actual edificación románica. A priori des-
campamento inacabado, que no tiene su contexto en cartamos, por tanto, que este presunto cementerio de
el conflicto bélico, sino como práctica de castramen- la vega tenga cronología visigoda o que esté asociado
tación de la Legio IV asentada en Herrera de Pisuerga al monasterio. También opinamos que es descartable
a una jornada de marcha (iustum iter). que se trate de una necrópolis tardorromana, dado
El caso de La Capilla es, por tanto, un claro ejem- que estaría en medio de las edificaciones. Así las
plo de que las trazas campamentales incompletas a cosas, la hipótesis más probable es que pertenezca
media o una jornada de marcha desde las bases es- a una aldea plenomedieval crecida a la sombra del
tables de las legiones (Legio, Asturica Augusta, Peta- cenobio, cuestión que deberá resolver el avance de la
vonium, Pisoraca) participan de la misma explicación investigación.
dada para los descubiertos en el entorno inmediato Entre las monedas altoimperiales cuya proce-
de esas bases en el sentido de que son prácticas del dencia es segura del yacimiento, los hallazgos más
ejército (Menéndez et alii, 2020: 33-34); significativa- recientes, datan del siglo I y del II d. C. Las otras
mente son varios casos donde de manera consistente piezas de la colección, presumiblemente en su ma-
en las ortofotografías de distintos años siempre se yoría también del yacimiento y quizás de un hallazgo
ven perímetros incompletos, a veces solo un ángulo o cerrado, son acuñaciones de los siglos II y IV. Como
un flanco10. Aunque es posible que nuevas imágenes vemos, repiten las cronologías de las piezas encon-
tradas por García Guinea en 1967 (Vega de La Torre,
1994), con la excepción de que no hay en la nueva
10. Baste el dato de que la Legio IV, luego sucedida por una cohorte, estuvo colección monedas del siglo III y que están presentes
en Herrera de Pisuerga más de 50 años para entender el gran número
de maniobras que tuvo que desarrollar, algunas de las cuales sin duda piezas ibéricas del Ebro, que tienen su sentido, como
conllevaban el trazado de campamentos, o al menos la excavación de un sucede en muchos yacimientos del norte, como pago
tramo significativo de fosas y terraplenes. Y qué decir de los tres siglos de
presencia del ejército en Petavonium entre la Legio X y el Ala II o los más de soldada en el contexto de las guerras cántabras y
de cuatro que suman en León primero la Legio VI y luego la VII. el periodo inmediatamente posterior de pacificación y
124 PROSPECCIÓN GEOFÍSICA, DETECCIÓN REMOTA Y OTROS INDICIOS EN EL YACIMIENTO ROMANO DE “LA CAPILLA” DE SANTA…

que tienen un largo periodo de circulación (García Be- guramente porque la imagen obtenida esté mezclan-
llido, 2005: 34-35; 2006: 221). La existencia de este do muros de varias fases con una diferencia de cota
numerario en La Capilla recalca la vinculación con el entre ellos muy pequeña. A falta de comprobación
ejército de esta zona de la provincia de Palencia, lógi- mediante excavación, interpretamos la existencia en
ca si tenemos en cuenta el pasado militar de Cildá, un esa parcela de dos grandes conjuntos constructivos,
castellum en algún momento del conflicto o en la fase de más de 1200 m2 si los proyectamos hasta la vía,
de pacificación, y la misma cercanía del asentamiento el norte con habitaciones de cierto tamaño y el sur
permanente de la Legio IV. con espacios más pequeños que pueden abrirse a una
Lo que sí parece indicar la situación de la necró- estrecha calle (¿tabernae?). Ambos espacios pueden
polis altoimperial, aquella de la que presuntamente estar organizados en torno a patios, por lo que qui-
proceden buena parte, al menos, de las estelas recu- zás estaríamos ante otras domus, que incluso serían
peradas en la muralla de Cildá, primero por Romualdo mayores que las de la zona norte, pero tampoco es
Moro a fines del siglo XIX y luego por García Guinea descartable que se trate de insulae o de otro tipo de
en sus excavaciones de los años sesenta y setenta de edificios complejos. En la parte este, en la parcela
siglo XX, es el hallazgo del bote de plomo, por cuanto situada inmediatamente al norte del monasterio ro-
todo parece indicar que se trata de una urna cineraria mánico, hay otro conjunto de edificaciones alrededor
altoimperial, en concreto, por su tipología cilíndrica, de un posible patio rectangular algo menor, y más
del tipo ossuarium, es decir, la caja protectora de la lejos, al oeste, otra construcción cuadrangular. Entre
verdadera urna, que solía ser de vidrio, con paralelos ambas se localiza el espacio excavado por nosotros en
en los siglos I y II en todo el imperio, sobre todo en 2017 y por García Guinea en 1967 y donde se locali-
la parte occidental (Cano, 2003: 124; Martín, 1991). zaron tres niveles de edificación, el más moderno de
ellos, de la primera mitad del siglo IV, sin duda otra
V. LA CAPILLA, ¿VICUS VIARIUS O CIVITAS MA- domus con su patio de peristilo con columnas áticas y
GGAVI? estancias revestidas con mármoles. Esta edificación se
levantó sobre otra previa del siglo III, que a su vez se
Con todo lo expuesto hasta ahora más aquello que superpone sobre otras anteriores, de fines del I o de
sabemos por las excavaciones (Quintana et alii, 2020) inicios del II, con pavimentos de signinum, asentadas
tenemos una serie de datos claros sobre el urbanismo sobre niveles arqueológicos previos del siglo I (Quin-
del yacimiento romano de la vega del Pisuerga en tana et alii, 2010). Fuera del conjunto de estructuras
Santa María de Mave. Lo primero, que el conjunto de desveladas por el georradar, que se extiende por más
estructuras desvelado por el georradar y por las otras de 9000 m2, hay trazas de otros edificios y posibles
estrategias de detección remota, así como el resto de silos o pozos al oeste y el norte, y no podemos olvidar
los indicios y de hallazgos, se organizan en torno a que hacia el sur colindan con la zona ocupada por las
un vial principal, sin duda la vía del Pisuerga (Moreno dependencias conventuales.
Gallo, en línea), de la cual conocemos que tiene una Obviamente, de todas estas edificaciones, silos y
anchura de más de 5-6 m y que quizás conserva sus pozos solo podemos afirmar la cronología en la zona
cunetas laterales. También es posible deducir, por las excavada. Sin más datos, las domus de peristilo cla-
fachadas de los edificios, la existencia de viales inter- ramente dibujadas de la zona norte parecen remitir
nos paralelos y ortogonales a ese vial principal, así a una tipología altoimperial, pero esto no puede
como de estrechas callejas o callejones que pueden asumirse de forma acrítica, porque lo cierto es que el
separar algunos edificios. Y que hay alguna edificación edificio de la primera mitad del siglo IV documentado
de gran porte, cuya orientación señala la existencia de en la excavación seguía teniendo patio con columnas
otras calles que no siguen la trama regular respec- y mármoles de revestimiento, por lo que su planta a
to a la vía. Este núcleo urbano contó con su propia buen seguro no difería de los modelos altoimperia-
necrópolis, al menos en el momento altoimperial, al les, a pesar de que sabemos que es una edificación
norte del conjunto edificado. Respecto a la tipología superpuesta sobre otra del siglo III cuyos muros no
de las construcciones del asentamiento, la investiga- aprovecha. Parece lógico pensar también que allí
ción mediante georradar ha desvelado la existencia donde hay superposiciones sean las plantas de la fase
de al menos dos domus de más de 500 m2 de planta más reciente las que con más probabilidad o nitidez
bien dibujada en la zona norte del área investigada e se muestran en el georradar, pero tampoco esto pue-
indicios de otras edificaciones en ese sector y quizás de asumirse de forma automática, pues no sabemos
de canalizaciones (acueductos o cloacas), aunque si el núcleo tardío ocupó el mismo espacio que el
algunas son con seguridad tuberías recientes. altoimperial y no está de más recordar que el georra-
Las estructuras de la zona meridional, al sur del dar no localizó ninguna de las fases de edificación, ni
camino que divide la zona investigada, especialmente siquiera la tardorromana, en la zona excavada, segu-
las del lado oeste de la carretera entre Santa María de ramente porque se encuentran a más 80 cm de pro-
Mave y Mave, tienen una lectura más complicada, se- fundidad. A falta de las necesarias excavaciones que
Javier QUINTANA LÓPEZ et alii 125

resuelvan estas incógnitas, tan solo podemos afirmar caso mantenemos la idea tradicional de que buena
que el urbanismo de La Capilla seguía muy activo en parte si no la mayoría de los epígrafes utilizados como
la primera mitad del siglo IV, construyendo edificios material constructivo en la muralla de Cildá proceden
con elementos de lujo. Frente a la idea tradicional del de la necrópolis altoimperial de La Capilla, además de
decaimiento de las ciudades tardías, en particular de aquel recuperado en la iglesia de Mave (García Gui-
las residencias lujosas, en favor del régimen vilicario, nea et alii, 1966: 38), necrópolis sobre cuya ubicación
nuevos trabajos han llamado la atención sobre la ne- ya hemos aportado fuertes indicios; y hay también
cesidad de matizar esas ideas. Así, junto a los casos en Cildá dos aras votivas (Iglesias, 1974; Hernández
de abandono de residencias lujosas urbanas y su reo- Guerra, 1993; Gómez Martín, 2015) y parte de una
cupación por edificaciones modestas son también nu- inscripción monumental (García Guinea et alli, 1966:
merosas las ciudades que asisten a la construcción de 60), tal vez un monumento de promoción imperial
grandes residencias privadas o a la reforma de domus dedicado a Augusto y quizás en conmemoración de la
previas manteniendo o acrecentando su extensión y victoria sobre los cántabros, en opinión de Alicia Ruiz
lujo, una tendencia a privatizar la representación so- (Ruiz Gutiérrez, 2016: 134-135).
cial del poder que arranca del progresivo abandono Ese “al menos” con el que encabezábamos el
del evergetismo privado desde el siglo III y que en el párrafo anterior obviamente alude a que pensamos
IV tiene una doble manifestación, las villas rurales y que el yacimiento puede ser algo más, en concreto
las domus de las ciudades, y hay testimonios textuales la civitas Maggaviensium. En el año 1965 aparecía de
que aluden al uso simultáneo por parte de las élites de forma casual y fuera de contexto la llamada Tésera de
los dos tipos de residencias (Ruiz López, 2007: 357- Herrera de Pisuerga, una lámina de bronce en forma
378). En relación con el tema que nos ocupa es muy de jabalí que recoge la mención a una civitas hasta
interesante la opinión del autor de que la existencia entonces desconocida, la ciudad de los Maggavien-
de esas domus urbanas y de villas y el embellecimien- sum, que tiene un órgano de gobierno citado como
to tardío tanto de unas como de otras quizás debe senado y tres magistrados que lo representan en la
relacionarse con la presencia de “una élite que se firma del pacto de hospitalidad por el que se le conce-
desarrolla al calor de la creciente burocratización del de a un tal Amparamus de la gens de los Nemaiocos
Imperio y que debe su nueva posición socioeconómi- de la civitas de Cusabura la ciudadanía honoraria
ca y política a su labor en los officia de los praesides y de esa ciudad de los Maggaviensum. La Tésera está
vicarii, motivo por el cual dicha monumentalización se perfectamente datada por la mención a los cónsules
testimonia preferentemente, pero no exclusivamente, romanos en el año 14 d. C. Desde el momento de pu-
en las capitales provinciales” (ibidem: 388-389). En blicación del documento epigráfico (García y Bellido,
un ámbito como el de la Meseta Norte, que cobra 1966) hubo que encajar esa nueva civitas Maggavi,
especial relevancia en el contexto hispano del tardío en el esquema de la organización del territorio, en
imperio por la importancia estratégica de la Via Anno- principio en el cercano a Herrera de Pisuerga, dada
naria (Fuentes Domínguez, 1996), esas élites tendrían la mención del documento de que los votos que con-
una doble fuente de acumulación de riqueza, por el firman el acuerdo se hacenen el límite de esa ciudad
ejercicio burocrático en las ciudades y por la produc- de Maggavia (vota omnia ei fecerunt finibus Mag-
ción de sus grandes latifundios rurales. gaviensi(u)m que civi<s> Maggaviensiu(m)) (Marco
En resumen, y dejando ahora al margen la posible Simón, 2002: 172). Una de las primeras autoras en
estructura campamental, podemos afirmar que el proponer su identificación, por reducción del topó-
yacimiento de La Capilla de Santa María de Mave es, nimo, con Santa María de Mave fue María Lourdes
al menos, una aglomeración secundaria, un vicus viari Albertos (1975). Esta tesis la ha defendido también
nacido a la vera de la vía del Pisuerga en el siglo I d. Solana (Solana Sainz, 1990: 610; 1999: 313; 2019:
C., con seguridad en momentos preflavios, aunque 124-125) y más recientemente Gómez Martín (2015)
no podemos determinar con precisión su fundación, y también nosotros (Quintana et alli, 2020), situando
y que mantiene gran dinamismo constructivo hasta la urbs de esta civitas en Monte Cildá-Santa María de
la primera mitad del siglo IV d. C. Un asentamiento Mave, y de paso rebatiendo la tesis de la identificación
similar al identificado también como vicus viari 12 km de Cildá con la Vellica de Ptolomeo, la más defendida
norte, en el yacimiento de Huerta Varona de Aguilar en la historiografía (Shulten, García Guinea, González
de Campoo (Fig. 9), con materiales claros de la primera Echegaray, Iglesias Gil, Rodríguez Colmenero) y por
mitad del siglo I en su fase inicial (Torres et alii, 2018). Ruiz Gutiérrez en su tesis doctoral (1993), una vez
En estos dos lugares, pero sobre todo en La Capilla, rechazada también como carente de toda validez la
coinciden muchos de los criterios considerados para identificación del castro de Cildá con la Bérgida-Attica
la identificación de estas aglomeraciones secundarias, de Floro y Osorio (Gómez Martín, 2015: 208-210) .
como la vinculación al trazado viario, la presencia La ubicación de Pisoraca, sede al menos hasta el
de domus en entornos rurales o la concentración de año 39 d. C. de la Legio IV Macedónica, 20 km al sur
epígrafes (Orejas y Sastre, 2020: 45), si en nuestro de Mave, y de sus bien conocidos hitos de delimita-
126 PROSPECCIÓN GEOFÍSICA, DETECCIÓN REMOTA Y OTROS INDICIOS EN EL YACIMIENTO ROMANO DE “LA CAPILLA” DE SANTA…

Figura 9: Situación de Maggavi (núcleos de La Capilla-Cildá-Huerta Varona) en la vega del Pisuerga y de las civitas de Pisoraca y Ivliobriga.

ción entre sus prata y el territorium de Iuiobriga, no es justo en el límite de esa distancia desde Pisoraca se
óbice para considerar la existencia de una civitas a la emplacen al menos dos aglomeraciones de cierta en-
altura de Cildá-Santa María de Mave si consideramos tidad como los núcleos de La Capilla y Huerta Varona.
que el ejército romano no tuvo nunca un estatuto En conclusión, con los nuevos datos la identifi-
jurídico en la organización del territorio, al no poder cación del yacimiento de Santa María de Mave con
poseer el suelo y carecer de funciones burocráticas ni un asentamiento de características urbanas, la civitas
soberanía territorial, sino que se enmarcó en el esque- de los magavienses, ya defendido anteriormente por
ma del sistema provincial creado a partir de Augusto, otros autores, pero a partir exclusivamente de la re-
que descansaba en las civitates y dentro del cual el ducción toponímica, las hipótesis de la situación de
ejército solo tenía concedido el derecho exclusivo de los territorios de las civitates conocidas por las fuentes
sacar aprovechamientos de los terrenos, discontinuos, o por la inusual concentración de epígrafes de Cildá y
delimitados como prata y que se habían extraído solo su contenido (Albertos, 1975; Gómez Martín, 2015;
a tal fin de los territorii de las civitates donde se asien- Solana Sainz, 1990; 1999; 2020) ha ganado peso.
ta (Solana Sainz, 2019: 132). Además, la existencia de Otra cuestión es que a falta de una “imago urbis”,
una ciudad entre Pisoraca y Iuiobriga parece razona- pues ni en La Capilla o en Huerta Varona conocemos
ble desde un punto de vista geográfico al considerar edificios públicos de administración, culto o entrete-
la distancia que separa ambos núcleos (60 km) y el nimiento ni un foro y no hay pruebas de que Cildá,
hecho de que medie una cadena montañosa (Fig. 9). a diferencia de La Capilla y Huerta Varona, estuvie-
Hay que tener en cuenta, igualmente, que hay ciertos ra ocupado desde mediados del siglo I d. C. y a lo
trámites que los habitantes de un territorium tienen largo de los dos siglos siguientes, defendemos que
que hacer en los órganos administrativos de la civitas el esquema que mejor le cuadra es de “civitas sine
y que los magistrados deben recorrer ese territorium urbe”. Recordemos al respecto que el concepto de
en ejercicio de sus funciones de inspección, censo, civitas en el mundo romano no implica la existencia
resolución de conflictos, etc. y que por los medios de de una urbe, “una civitas es una población (populus),
transporte e infraestructuras de la época una distan- con sus propias leyes, y un territorio donde esas leyes
cia superior a 28-35 km suponía invertir más de una rigen. Lo que nos interesa destacar de todo esto es
jornada, de ahí que son varias las ciudades situadas que esta definición no presupone una determinada
a unos 30 km una de otra (Mangas Majarrés, 2018: forma de organización social ni una morfología única
21-22). Desde esta consideración parece difícil que de poblamiento” (Sastre et alii, 2017: 538), es decir
Javier QUINTANA LÓPEZ et alii 127

que las “civitates sine urbe” cuadran perfectamente (¿templo?) o monumento de referencia (recordemos
en el modelo romano (Oller Guzmán, 2011) y de ese fragmento de inscripción conmemorativa) e inclu-
hecho las ciudades dispersas son predominantes en so alguna población residual, pues es tan poco lo que
territorios rurales del norte y el noroeste peninsular conocemos del castro que cabe la posibilidad de que
donde varios núcleos a la vez, uno o ninguno pudie- futuras excavaciones sí detecten materiales de los si-
ron servir como foco de centralización del territorio de glos II y III. En este esquema, la traza campamental de
una civitas, incorporando o no elementos urbanos en La Capilla, que interpretamos como una práctica de
un panorama complejo donde sin embargo pueden la Legio IV cuyo perímetro nunca se llegó a terminar,
verse indicios de desigualdad y jerarquía en la existen- debe datar, por tanto, de los años inmediatamente
cia de domus u otras construcciones (Orejas y Sastre, posteriores al establecimiento de la legión en Herrera,
2020: 42-43). Estas autoras insisten en que la mayor no lejos del 17 a. C. En el tardío imperio la población
parte del noroeste hispano, su área de estudio, quedó del entorno se concentrará en el castro, cuya muralla
organizado en civitates rurales y peregrinas que en la de inicios del V se levanta con los restos de los núcleos
epigrafía normalmente aparecen empleando el nom- altoimperiales más próximos, entre ellos sin duda de
bre del pueblo que conforma esa civitas en genitivo La Capilla, pero quizás también otros, pues en un en-
plural (igual que sucede en nuestro caso con la estela torno de 15 km hay inventariados casi 60 yacimientos
de Herrera, que se refiere a la civitas de los magavien- romanos11. Esta posición castreña de Maggavi conti-
ses), y que estas fórmulas indican claramente que sus núa en época visigoda, pues la ausencia de materiales
habitantes “no conformaban un cuerpo cívico como visigodos en Santa María de Mave tanto en nuestra
tal, pero sí una colectividad censada que tributaba a excavación como en la de García Guinea indica que la
Roma a través de su civitas, a la que se refieren como ubicación de la Mave visigoda que acuña moneda a lo
su origen” a veces con límites perfectamente fijados largo del siglo VII sería el castro, convertido por tanto
(ibidem: 43). en un lugar central del poder, y pone en cuestión la
En nuestra opinión, esa Maggavi nacería de la hipótesis de que en este momento histórico perdu-
reorganización augustea consecuencia de las Guerras rara o se repitiera ese binomio castro/asentamiento
Cántabras en el alto de Cildá, conviviendo en un pri- en llano (Aja Sánchez, 2008: 213-214). Ese centro
mer momento con un castellum de la Legio IV, pues de poder en el castro sería el objeto de la conquista
los materiales altoimperiales prácticamente se redu- musulmana de inicios del VIII, pues Mave se cuenta
cen a los vinculados a la presencia militar, un cuerpo, entre las ciudades “reconquistadas” por Alfonso I a
posiblemente de caballería (Alonso Gregorio, 2004; mediados de esa centuria (Besga Marroquín, 2000:
Ruiz Gutiérrez, 1993). La coexistencia de un núcleo 258-271; Martínez Díez, 2005: 84-85). Y de hecho, el
civil y un destacamento en el mismo lugar, aunque foco de la vega de Santa María de Mave es probable
pudiera parecer un tanto anómala en la política ge- que no se reocupe hasta los siglos de la repoblación
neralizada de descenso de los núcleos indígenas al medieval.
llano, sucede también en otros lugares del mismo
contexto, como Amaya (Quintana López, 2017: 260). BIBLIOGRAFÍA
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V, deben centrar las funciones administrativas propias
de una civitas (jurisdiccionales, censales, etc.), aunque
no conozcamos de momento los edificios destinados 11. Un dato procedente de la consulta de los inventarios de Palencia y Bur-
a esas funciones en esos núcleos, si es que tuvieron gos sobre ese radio teórico para un territorium, que lógicamente hay
que matizar con los condicionantes geográficos y políticos, como los
una arquitectura particular, y aunque no es descar- derivados de la existencia de civitates próximas, por ejemplo Pisoraca al
table que en Cildá pudiera permanecer algún edificio sur y Amaya al este.
128 PROSPECCIÓN GEOFÍSICA, DETECCIÓN REMOTA Y OTROS INDICIOS EN EL YACIMIENTO ROMANO DE “LA CAPILLA” DE SANTA…

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Las camas de bocado de caballo en Hispania (siglos I al


V d.C.): origen, evolución, contexto material y catálogo
actualizado de 206 ejemplares (73 de ellos inéditos)

Origin, development and material context of the Hispano-Roman bridle


cheek-pieces from the 1st to the 5th century, with an updated catalogue of
206 examples (73 of them unpublished)

Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ1

RESUMEN
El propósito del presente trabajo es el estudio de las camas de bocado halladas en la Hispania romana desde una perspectiva diferente.
Estas piezas no son exclusivas de nuestra provincia pues se enmarcan en un contexto más amplio que abarca todo el Imperio Romano, refle-
jando las distintas modas que se sucedieron en el tiempo. Tampoco son exclusivas del periodo tardorromano, ya que se usaron ininterrumpi-
damente desde los siglos I al V d.C. En consecuencia, se realiza una interpretación evolutiva, cronológica e iconográfica de los modelos, así
como de su función y significado, basándonos en los contextos arqueológicos.

ABSTRACT
The main subject of this paper is the study of Hispano-Roman bridle cheek-pieces. These pieces are not exclusive to our province but are
part of a wider context that covers the entire Roman Empire, reflecting the different fashions. Nor are they exclusive to the Late Roman period,
since they were used continuously from the first to the fifth centuries AD. Consequently, an evolutionary, chronological and iconographic
interpretation of the models, as well as their function and meaning, is made based on the archaeological contexts.

PALABRAS CLAVE: Arnéses romanos. Bronces romanos. Camas de bocado romanas. Frenos romanos. Hispania.

KEYWORDS: Hispania. Roman harnesses. Roman bits. Roman bridle cheek-pieces. Roman bronzes.

I. INTRODUCCIÓN E HISTORIA DE LA INVES­ una primera tipología. Durante aquellas décadas de


TIGACIÓN la segunda mitad del siglo XX se publican también
numerosos hallazgos aislados (Almagro Basch, José
Las camas de bocado romanas gozan de una larga María Blázquez, Caballero Zoreda, etc.) que poco a
tradición de estudio en la bibliografía española, en poco incrementan el número de camas conocidas. En
gran parte debida al anhelo decorativo de muchas de 1994 ve la luz el primero y hasta ahora único estudio
ellas que las elevan a la categoría de obras de arte me- recopilatorio de la mano de Ripoll y Darder, el cual
nor. En este sentido, nuestro país es pionero frente al incluye 78 ejemplares. Paradójicamente, desde enton-
resto de los territorios que ocupó el Imperio Romano, ces el interés ha decrecido en nuestro país, a pesar
puesto que en ninguno de ellos se ha llevado a cabo de que el número de camas conocidas no ha parado
la catalogación y estudio sistemático de estas piezas, de aumentar gracias a estudios de especímenes indi-
salvo casos aislados como en la región panónica, si viduales (Carnero, Barrero, Esojo, etc.). En Portugal,
bien en esta zona los estudios han ido encaminados por el contrario, las publicaciones que recogen estos
hacia el tipo de bocado que acompañaban (Palágyi, materiales siempre han sido recopilatorias más que
1989). Podríamos situar los albores de la investigación estudios individuales, destacando los repertorios de
española con De los Santos Gener (1950-51 y 1954), Pereira (1970) y Arezes (2015).
quien fue el primero en atribuirles una función dentro Estas piezas también han sido objeto de nues-
de los atalajes equinos. Poco después, Palol desarrolla tra investigación en varias ocasiones, centrándonos
una línea de investigación personal centrada en es- en aspectos concretos, como las camas figurativas
tos objetos, la cual mantiene desde 1952 hasta 1989, o su conexión con el mundo militar tardorromano
cuyo fruto son una serie de artículos donde establece (Aurrecoechea-Fernández, 1995-96: 72-74; 2007a:
341-342; 2007b: 439-441; 2009: 488-489; Aurre-
coechea-Fernández y Ager, 2000: 275-292; 2003:
283-299). Viendo los resultados de las investigacio-
1. Universidad de Málaga. nes precedentes, propias y ajenas, a nuestro juicio se
Correo electrónico: jaurreco@uma.es; jaurreco@msn.com
Researcher ID: C2886-2016. echaba en falta la elaboración de un nuevo catálogo
ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-5854-7258. que reuniese todas las novedades, máxime cuando

ISSN: 1133-2166
130 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

muchas de ellas eran producto de excavaciones cientí- perdió, evidentemente, el origen extremeño de la pie-
ficas. Esta carencia era aún más acuciante si tenemos za, hasta el punto de que es recogida en el catálogo
en cuenta que en investigaciones anteriores se había de Ripoll y Darder (1994: 319-321, fig. 18, nº 62)
obviado la abundante serie de camas de freno roma- como de procedencia desconocida. La casuística que
nas de época altoimperial descubiertas en Centroeu- nos hemos encontrado con estos 206 ejemplares que
ropa e Inglaterra, con las que sus homólogas hispanas hemos logrado compilar es enorme, pues los avatares
guardan paralelismos más que notables, aunque oca- de la administración pública, con la desaparición de
sionalmente se había puesto de manifiesto su seme- museos o la reorganización de estos tras el estado de
janza con productos del norte de África. Tampoco se las autonomías, ha llevado incluso a que se pierda la
habían considerado otro tipo de piezas relacionadas pista de piezas bien conocidas en el pasado, pudien-
estrechamente con estas camas, como los elementos do citarse, entre otras las dos camas de Pollentia (Ma-
de carruaje. Al abrir el panorama hispano al resto del llorca) que Palol vio en el Museo de Lonja (Mallorca)
Imperio obtendremos una visión más amplia, que nos (nos 91 y 92), pero que tras el cierre de éste pasaron
permitirá comprobar como Hispania estaba sujeta a al Museo de Bellver y de ahí se les pierde la pista pues
modas que involucraban a amplias zonas del mundo nunca llegaron a ingresar en Museo de Mallorca tras
romano. Esto nos permitirá romper no solo la visión la clausura del Bellver. Pero incluso cuando se loca-
localista que muchos autores tienen sobre estos ob- lizan en excavaciones científicas puede suceder que
jetos, sino que también servirá para desterrar otro de estas se entreguen a los museos décadas después sin
los grandes tópicos de la investigación española sobre la pertinente documentación estratigráfica, o incluso
la cronología de estas camas, que es datar todas ellas que nunca lleguen a depositarse en la institución per-
exclusivamente en el periodo tardorromano. El que la tinente, incumpliendo la legislación vigente. Por todo
cronología inicial debía ser más antigua de lo que se ello, consideramos esencial dejar testimonio del esta-
pensaba se puso de manifiesto hace mucho tiempo do actual del tema.
con el hallazgo de la Vega Baja de Toledo en 1970,
cuyo contexto arqueológico apuntaba a los siglos II-III II. ESTABLECIMIENTO DE UN ESTADAR DESCRIP­
d.C., pero a pesar de ello la mayoría de los autores TIVO
españoles las ha seguido fechando en época tardo-
rromana e incluso visigoda. Los nuevos hallazgos en Para estandarizar las descripciones dividiremos las
contextos estratigráficos demuestran una temporali- camas en cinco elementos principales que las inte-
dad mucho más amplia que abarca desde finales del gran, denominando cado uno de ellos con términos
siglo I hasta pleno siglo V d.C. propios de la hípica moderna a los que sumaremos
La necesidad de publicar un nuevo catálogo ac- algunos vocablos cuyo único propósito es facilitar su
tualizado no sólo tiene su justificación en el crecido ubicación (Fig. 1):
número de ejemplares inéditos aparecidos en las úl- - El portamozo, situado invariablemente en la par-
timas décadas, que elevan la nómina a 206 camas te superior del objeto, cuya función es servir de en-
conocidas, sino también en la necesidad de contar ganche a la correa del montante.
con un inventario exhaustivo debido a que muchas de - El campo, o parte central de la cama, donde sue-
estos ejemplares sufren el riesgo de perderse para la le recalar en mayor anhelo decorativo.
comunidad científica, por cuanto gran parte de ellos - El contorno o zona externa del campo, que a
se encuentran en colecciones privadas. Lo sucedido menudo cuenta con una ornamentación secundaria.
con la pieza actualmente expuesta en el Metropolitan - La caña es la parte metálica perforada por un
Museum de Nueva York (nº 119 de nuestro catálo- orificio donde se inserta la barra de filete del bocado
go) ejemplifica el destino que han tenido muchos de y que puede estar localizado tanto en el centro de la
estos objetos debido a su sesgo artístico, lo que les cama como en su parte baja.
convierte en bienes potenciales para el mercado del - El orificio, generalmente circular, perfora la caña
arte y las antigüedades. Su historia la hemos podido para poder atravesar el mencionado filete.
reconstruir gracias a los contactos mantenidos con Es interesante constatar como suelen observarse
instituciones y particulares para la realización de este huellas de desgaste tanto en el portamozo (debido al
artículo. Originalmente depositada en la colección roce de la correa de cuero), como en el orificio (por
madrileña J. Castro, donde fue documentada en 1985 la barra metálica del filete) y en la caña (a causa del
por Cesáreo Pérez González y Carmelo Fernández Ibá- golpeteo de la anilla de la rienda o, de existir, por los
ñez, fue puesta a la venta en 1988 por el anticuario repetidos impactos del pasador doble troncocónico).
Robin Symes en Londres, quien se la vendió a Rogers Analizando estos desgastes o roturas podemos inferir
Fund y compañía, quien a su vez la cambió por otra si la cama se encontraba situada en la carrillera iz-
pieza de su colección a George Blumenthal en 1989, quierda o derecha de la cabeza del équido, aspecto
siendo este último quien la donó al Metropolitan en que ha pasado desapercibido a los investigadores que
1990. En todas estas transacciones comerciales se hasta el momento se han ocupado de estas piezas, los
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 131

con calados geométricos podemos encontrar una am-


plia gama de sintaxis decorativas, las cuales pueden
conformar las siguientes subcategorías:
- Geométricas a base de elementos trompetifor-
mes y derivados (“I.3.a”).
- Peltiformes simples, es decir, con una sola pelta
de tipo clásico (“I.3.b”).
- Camas radiales con varias peltas clásicas (“I.3.c”)
o con peltas simplificadas/escudetes (“I.3.d”).
- Camas radiales con “ojos de cerradura” o “arcos
de herradura” (“I.3.e”).
- Camas radiales cuyos radios perfilan una estrella
de cuatro o más puntas (“I.3.f”).
- Camas radiales de radios simples (“I.3.g”).
Figura 1: Distintas partes de una cama de freno (Fotografía: Aurre-
- Camas radiales con motivos abstractos comple-
coechea-Fernández).
jos (“I.3.h”).
Las camas que ostentan campos decorados con
cuales únicamente han pormenorizado la ubicación motivos figurativos pueden dividirse, ateniéndose a la
de la cama teniendo en cuenta el sentido de la orna- iconografía que presenten, entre:
mentación del campo decorativo, aspecto éste último - Camas delfiniformes con delfines afrontados
que puede ser subjetivo2. (“II.1”), distinguiendo: delfines sin hibridar (“II.1.a”),
En cuanto al campo, suele ser el elemento tradi- delfines hibridados con caballos y panteras que rema-
cionalmente usado por todos los investigadores para tan sus colas (“II.1.b”) y delfines hibridados con otros
definir las distintas categorías (Palol, 1952: 297-391; animales (“II.1.c”).
Pereira, 1970: 7-15. Ripoll y Darder, 1994: 292). Si- - Camas ornamentadas con felinos en actitud he-
guiendo esta tradición estableceremos los distintos ti- ráldica (“II.2”).
pos, si bien también tendremos en cuenta la estructu- - Camas con équidos (“II.3”), diferenciando: pare-
ra general del objeto (Fig. 2). Hemos de advertir que, ja de équidos afrontados sin jinete (“II.3.a”), un solo
a priori, las distintas categorías no están vinculadas a équido al paso sin jinete (“II.3.b”) y équido montado
una temporalidad precisa, aunque como veremos a por jinete sin otros animales que indiquen que están
lo largo del estudio, algunas ornamentaciones si nos cazando (“II.3.c”).
ofrecen tendencias relacionadas con cronologías rela- - Camas con escenas cinegéticas (“II.4”), recono-
tivas. Una primera división puede hacerse en función ciéndose las siguientes variantes: cazador montando
de que la cama tenga o no decoración figurada, así un équido (“II.4.a”), cazador a pie (“II.4.b”) y anima-
obtendremos: camas no figurativas (tipo “I”) y camas les sin cazador (“II.4.c”).
figurativas (tipo “II”), entendiendo por estas últimas - Camas con escena mitológica (“II.5”).
las que ostentan representaciones humanas o anima- - Camas ornamentadas con cabeza humana
les. Por otra parte, la categoría “III” se reserva para (“II.6”).
las camas “epigráficas”, es decir, aquellas cuyo campo - Camas con forma de recipiente o cualquier otro
ostenta una inscripción, incluyéndose entre estas las objeto (“II.7”).
que cuentan con un monograma del tipo crismón. - Camas con motivos no recogidos anteriormente
Entre las camas geométricas o no figurativas po- (“II.8”), como por ejemplo ánades con hojas vegeta-
demos distinguir: aquellas elaboradas mediante la les. Las prolijas variedades iconográficas que presen-
forja de una barra de hierro, a las que denominare- tan estos objetos recomiendan la creación de un sub-
mos filiformes (subtipo “I.1”), y las que se confeccio- tipo que recoja todos los casos singulares, a la espera
nan en una aleación de cobre/bronce (subtipos “I.2” de comprobar si se suceden nuevos hallazgos con
y siguientes); pudiendo separar estas últimas entre las idéntico desarrollo iconográfico.
que tienen un campo macizo sin perforaciones (“I.2”) En cuanto a las camas epigráficas (tipo “III”),
y las que cuentan con una ornamentación geométrica tendremos en cuenta que en este grupo se incluyen
calada (subtipos “I.3”). Entre las camas no figurativas solamente aquellas piezas caladas cuyas letras son
producto del molde. Por tanto, los epígrafes que se
2. En este sentido y valga sólo a título ilustrativo, no tenemos que dar por
realizan mediante letras incisas o punteadas se en-
sentado que todas las camas ornamentadas con un caballo al paso de- globarán en las correspondientes categorías tratadas
bieron situarse con la testa del animal dirigida hacia el exterior. Baste anteriormente, puesto que son un complemento y no
observar el freno de Alange compuesto por nuestras camas 154 y 155,
en el que ambas piezas son idénticas, por lo que por fuerza una vez el principal motivo decorativo. Entre las camas con
colocadas en la cabezada del equino una de ella debió colocarse con el leyendas realizadas mediante calados encontramos:
équido mirando hacia el interior. Otros frenos que se han encontrado
completos y que cuentan con ambas camas idénticas son los nos 160-161 epígrafes que forman frases (“III.1”) y monogramas/
y 195-196. crismones (“III.2”).
132 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 2: Tipología de las camas de freno según el campo decorativo (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 133

Figura 3. Distintas categorías de portamozos (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).

A su vez, algunos de los elementos que las inte-


gran pueden presentar una gran variedad formal,
sobre todo el portamozo, cuyo contorno tiene que
adaptarse a la estructura del objeto. Así, las camas
con una pareja de animales en posición heráldica con-
dicionan a que el portamozo sea triangular. De este
modo, podemos delimitar las siguientes categorías
principales de portamozos (Fig. 3): “A” (circulares),
“B” (ojos de cerradura), “C” (triangulares), “D” (pen-
tagonales), “E” (rectangulares), “F” (trapezoidales) y
“G” (delfiniformes). En todos ellos la forma condicio-
na el tipo, salvo los delfiniformes que están definidos
por la decoración. A su vez, para algunas de estas
categorías merece la pena distinguir una serie de sub-
tipos, ya que como veremos posteriormente en nues-
tro estudio, algunos de ellos están asociados a de-
terminados motivos iconográficos del campo. Así, los
perfiles de los portamozos rectangulares “E” pueden
ser de contornos rectos (“E.1”), “cornudos” o rema-
tados por apéndices (“E.2”), de lados curvos (“E.3”)
y con cercos subcirculares divididos en tres secciones
(“E.4”). Dentro de los portamozos trapezoidales (“F”)
distinguimos también los de contornos rectos (“F.1”) y
“cornudos” (“F.2”), añadiendo una categoría que sólo
hemos documentado en ese tipo (“F.3”), la cual tiene
los travesaños más cortos con un mayor volumen en
alzada, insertándose en la zona media del contorno Figura 4: Variantes de cañas constatadas (Fotografía: Aurrecoe-
en vez de su perfil externo. Entre los portamozos “del- chea-Fernández).
134 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 5: Diferentes formas que puede presentar el contorno (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).

finiformes” podemos diferenciar los que son natura- sin enmarcar, por lo que el contorno sigue el perfil
listas (“G.1”) de los que son esquemáticos, y dentro de lo que se plasma (delfín, crátera…) (“E”); o que el
de estos últimos aquellos en que los hocicos de los campo cuente con un motivo geométrico cuyo desa-
animales miran hacía el campo (“G.2”), los que diri- rrollo protagonice el perfil de la cama, bien sea una
gen sus hocicos hacia el exterior de la cama (“G.3”) y pelta, una flor de lis, etc. (“F”).
los que se dividen en tres secciones (“G.4”). Aclarar,
que con estas distinciones simplemente queremos III. CATÁLOGO
organizar una terminología que permita abreviar las
descripciones del catálogo. Presentamos a continuación el inventario de las
Dentro de los distintos tipos de cañas, podemos 206 camas que hemos logrado reunir, aunque somos
encontrar: “cañas exentas” situadas fuera del campo conscientes de que la información que poseemos es
y del contorno (“A”) y cañas alojadas en el campo de- incompleta a pesar del notable incremento de ejem-
corativo (Fig. 4). Dentro de ésta última categoría po- plares conocidos en comparación con el anterior catá-
demos encontrar: cañas sin desarrollo volumétrico o logo publicado por Ripoll y Darder (1994), el cual pro-
con escaso desarrollo que implica una simple moldura porcionaba 78 especímenes3. La recurrente aparición
que enmarca el orificio, situándose prácticamente a de este tipo de piezas en los circuitos comerciales, re-
ras del campo o directamente al mismo nivel (“B”); lacionados con el mercado de antigüedades, nos lleva
cañas circulares cilíndricas (“C”), cañas cilíndricas con a sospechar que son muchas aún las camas deposi-
apófige o borde destacado (“D”); cañas troncocónicas tadas en colecciones públicas y privadas que están a
(“E”); y cañas poligonales, siendo éstas generalmente la espera de su identificación y publicación científica.
hexagonales u octogonales (“F”). Lo más habitual es
que la caña ocupe una posición más o menos central
3. Una labor de recopilación como la que hemos llevado a cabo no es
en el campo, aunque en ocasiones se desplaza hacia posible sin la colaboración de numerosas personas. La implicación de
la parte inferior del mismo o incluso se sitúa fuera algunos profesionales con nuestra investigación, máxime si tenemos en
cuenta las circunstancias que aquejan a los museos en estos tiempos de
de él, colocándolo en oposición al portamozo y con- pandemia de COVID-19, es diga de elogio. Vaya nuestro reconocimiento
figurando la categoría de “caña exenta” que hemos para con Concepción Choclan (Museo Íbero de Jaén), Xulio Rodríguez
González (Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense), Luis Araus Ba-
recogido en nuestro tipo “A”. llesteros (Museo de Burgos), Miryam Hernández Valverde (Museo de
El contorno es un elemento secundario que suele León), Guillermo S. Kurtz Schaefer (Museo Arqueológico de Badajoz),
estar condicionado por la decoración del campo. Si Antonio Fernández Ugalde (Museo de Écija), David Ruíz García (Colec-
ción Museografica de Gilena), Rosa Maria Aguiló Fiol (Museo de Ma-
el campo ostenta un motivo central enmarcado por llorca), Concepción Rodríguez Ruza (Museo de Cuenca), Marian Arlegui
un contorno circular se constatan cuatro tipos (Fig. Sánchez (Museo Numantino de Soria), Nova Barrero (Museo Nacional
de Arte Romano, Mérida), Dominik Kimmel y Jessica Ast (Museo Romá-
5): contorno totalmente liso (“A”), resaltado median- nico-Germánico de Maguncia), Stephanie McClure (Hispanic Society of
te dientes cuadrangulares o rectangulares de sección America, Nueva York), Mario Iozzo (Museo Archeologico Nazionale di
Firenze) y Christian Schmidt. Otros compañeros nos han cedido materia-
plana (“B”), culminado con dientes semejantes a es- les procedentes de sus excavaciones aún en proceso de estudio, siendo
feras de sección curva (“C”), y destacado con dien- merecedores de nuestro agradecimiento no sólo por su colaboración,
tes de formas más complejas que combinan distintas sino también por su generosidad, como Alfonso Fanjul Peraza (cueva de
La Cerrosa), Fernando López Bravo (Sagunto), David Exposito (Cástulo)
curvas (voluta, nacela, gola, cuarto bocel, etc.) (“D”). y José Carlos Álvarez Ordás (Puente Castro). Finalmente, el inestimable
Cuando no se plasma un marco circular envolviendo apoyo de amigos como Carmelo Fernández Ibáñez (Museo de Palencia)
o Barry Ager (Museo Británico), siempre dispuestos a ayudar en la bús-
el motivo central encontramos dos casos diferentes: queda de paralelos y el intercambio de ideas, ha contribuido al resultado
que en el campo se representen animales u objetos de este estudio.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 135

La relación de camas que exponemos está orde-


nada según un criterio meramente formal en función
de la tipología del campo, desde las piezas más sim-
ples (filiformes y macizas) hasta las más elaboradas
(figurativas). Las descripciones que ofreceremos serán
premeditadamente concisas. Igualmente, en aras de
la brevedad, resumiremos la bibliografía de las piezas
a la primera vez que se publicaron, ya que los ejem-
plares conocidos de antiguo han sido reiteradamente
publicados sin aportar nada relevante. Consideramos
de mayor importancia una buena representación grá-
Figura 7: Bocado de la sepultura 1 de Fuentespreadas (Zamora),
fica en la que primen fotografías, máxime cuando el con las camas 3 y 4 (Fotografía: Cases Ortega).
anterior catálogo de Ripoll y Darder ofreció básica-
mente dibujos de las piezas, siendo alguno de sus
ilustraciones incorrectas por estar elaboradas, a nues- queológico: Necrópolis. Tumba número 1. Sobre
tro juicio, a partir de fotografías sin haber visto el ob- el ajuar, ver camas 1 y 2. Cronología contextual:
jeto. No obstante, en determinados casos, tendremos Probablemente entre finales del siglo IV a inicios del
que recurrir a imágenes de poca calidad, al no haber siglo V. Descripción: Bocado completo con camas fi-
sido posible localizar el espécimen en la actualidad. liformes ejecutadas con una barra torsionada. Campo
- Números 1 y 2 (Fig. 6). Procedencia: Fuentes- “I.1”. Portamozo “B”. Caña “B”. Contorno “F”. Hierro
preadas (Zamora). Depósito: Museo Arqueológico forjado. Longitud total del bocado 18 cm. Camas con
Nacional (nº inventario 1970/67/53). Contexto ar- 6,7 cm de altura y 5,4 cm de ancho. Bibliografía:
queológico: Necrópolis. Tumba número 1. Varón Caballero, 1974: 74-76, fig. 18. 1.
acompañado por un rico y variado ajuar integrado - Números 5 y 6 (Fig. 8). Procedencia: Las Ermi-
por elementos de arnés (dos bocados de caballo, pa- tas (Espejo, Álava). Depósito: Museo Arqueológico
sadores doble troncocónicos, petrales, botones arro- de Álava (nº inventario LER.95.50027.897). Contex-
blonados, etc.), objetos personales (dos broches de to arqueológico: Ocultamiento. Aparecieron depo-
cinturón), enseres de caza (cuchillo de montería tipo sitadas en un saco enterrado intencionadamente en el
“Simancas” con su funda y un par de puntas de lan- interior de una fosa practicada para tal efecto. Junto
za de hierro), recipientes de vidrio (jarra) y cerámica a ellas se localizaron una serie de herramientas, en su
(fuente de terra sigillata estampada y botella), vajilla mayoría de carpintería, y cuatro cencerros. Asociado
elaborada en cobre/bronce (botella, acetre y pátera) y
hierro (sítula); así como un nutrido elenco de útiles de
ganadería (cencerros, tijeras de esquilar), agricultura
(hoz y podadera) y diversos útiles específicos de varios
oficios (hachas, gubias, barrenas, dolabra, cortafríos,
escoplos, etc.). Cronología contextual: Probable-
mente entre finales del siglo IV a inicios del siglo V.
Descripción: Bocado completo con camas filiformes
decoradas mediante puntillado que recorre el perfil
de la pieza. Campo “I.1”. Portamozo “B”. Caña “B”.
Contorno “F”. Hierro forjado. Longitud total del bo-
cado 23,40 cm. Camas con 6,8 cm de alto y 6,5 cm
de ancho. Bibliografía: Caballero, 1974: 74-76, fig.
18. 2.
- Números 3 y 4 (Fig. 7). Procedencia: Fuentes-
preadas (Zamora). Depósito: Museo Arqueológico
Nacional (nº inventario 1970/67/54). Contexto ar-

Figura 8: Bocado de Las Ermitas (Espejo, Álava), con las camas 5


Figura 6: Bocado de la sepultura 1 de Fuentespreadas (Zamora), y 6 (Fotografía: César San Millán/Bibat-Museo de Arqueología de
con las camas 1 y 2 (Fotografía: Cases Ortega). Álava).
136 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

al freno podrían ser un par de anillas de hierro con - Número 9 (Fig. 10). Procedencia: Tinto Juan de
restos de tejido aún adherido y una pequeña campa- la Cruz (Pinto, Madrid). Depósito: Museo Arqueoló-
nilla (tintinnabulum). En las camas se observan resi- gico Regional de Madrid (nº inventario CE1992-6-54).
duos de cuero. Cronología estratigráfica: Primera Contexto arqueológico: Villa. Fase previa a la des-
mitad del siglo V d.C. Descripción: Bocado completo trucción de la villa. Asociada a la pieza se encontraron
con camas filiformes de sección rectangular. Campo dos pequeños clavos/remaches de hierro de cabeza
“I.1”. Portamozo “C”. Caña “B”. Contorno “F”. Hie- piramidal y escasas dimensiones (1,6 y 1,5 cm de lon-
rro forjado. Camas con 9´5 cm de altura y 7 cm de gitud). Cronología estratigráfica: Siglo V d.C. Des-
ancho. 12 cm es el espacio entre las camas, corres- cripción: Cama filiforme de sección cuadrangular
pondiente a la parte del freno que se introduce en la en el portamozo y rectangular en el campo. Campo
boca del animal. Bibliografía: Filloy y Gil, 2000: 225, “I.1”. Portamozo “B”. Caña “B”. Contorno “F”. Hierro
nos 135-139. forjado: 12 cm de altura y 11,3 cm de ancho. Biblio-
grafía: Barroso et alii, 2001: 191, lám. LXXIX, nº 656.
- Número 10 (Fig. 11). Procedencia: Castro de
Alvarelhos (Alvarelhos, Trofa, Portugal). Depósito:
Museo Municipal Abade Pedrosa (nº inventario ALV.
96 B, A4, op. 24). Contexto arqueológico: Área ha-
bitacional sudeste, Nivel de destrucción de la ocupa-
ción correspondiente a la fase IV-V, Domus da Lucerna
do Cavalo, Ap. V, corte estratigráfico 1, camada 1.
Cronología estratigráfica: Inicios del siglo V d.C.
Descripción: Cama filiforme de sección cuadrangu-
lar en el portamozo y rectangular en el campo. Cam-
po “I.1”. Portamozo “B”. Caña “B”. Contorno “F”.
Figura 9: Bocado de Torre de Palma (Monforte, Portugal), con las Hierro forjado: 9,2 cm de altura y 6,8 cm de ancho.
camas 7 y 8 (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández). Bibliografía: Moreira, 2010: 996, lám. CCXX, nº 2.

- Números 7 y 8 (Fig. 9). Procedencia: Torre de


Palma (Monforte, Portugal). Depósito: Museo de la
Villa de Torre de Palma. Contexto arqueológico: Vi-
lla rústica. Cronología del yacimiento: siglos II al IV
d.C. Descripción: Bocado completo con camas fili-
formes. Campo “I.1”. Portamozo “B”. Caña “B”. Con-
torno “F”. Hierro. Bibliografía: No hemos podido lo-
calizarlo en la bibliografía sobre este enclave romano
¿Inéditas?

Figura 11: Cama del Castro de Alvarelhos (Alvarelhos, Portugal) (nº


10) (Fotografía: Museo Municipal Abade Pedrosa).

- Número 11 (Fig. 12). Procedencia: Conímbri-


ga (Condeixa-a-Nova, Coímbra, Portugal). Depósito:
Museo Monográfico de Conímbriga (nº inventario A.
914). Contexto arqueológico: Urbano. Excavacio-
nes anteriores a 1962. Descripción: Cama filiforme.
Figura 10: Cama de Tinto Juan de la Cruz (Pinto, Madrid) (nº 9)
Ripoll y Darder (1994: fig. 6, 1) indican que esta pie-
(Fotografía: Mario Torquemada/Museo Arqueológico Regional de za no conserva el orificio, aunque si observamos el
la CAM). ejemplar con detenimiento veremos que se encuentra
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 137

Figura 14: Camas de un mismo bocado halladas en Conímbriga


(nos 13 y 14) (Coimbra, Portugal) (nos 13 y 14) (Fotografía: Areces,
2015: figs. 3 a 6).

de sección rectangular. Campo “I.1”. Portamozo “C”.


Caña “B”. Contorno “F”. Hierro forjado: 9,2 cm de
altura y 7,8 cm de ancho. Bibliografía: Alarcão et alii
(1979: 104, lám. 22, nº 99).
- Números 13 y 14 (Fig. 14). Procedencia: Co-
nímbriga (Condeixa-a-Nova, Coímbra, Portugal). De-
pósito: Museo Monográfico de Conímbriga (nº in-
Figura 12: Cama de Conímbriga (Coimbra, Portugal) (nº 11) (Foto- ventario A. 915). Contexto arqueológico: Urbano.
grafía: Areces, 2015, figs. 1 y 2).
Excavaciones anteriores a 1962. Descripción: Camas
filiformes pertenecientes a un mismo bocado. Campo
presente, aunque taponado por la oxidación, ya que “I.1”. Portamozo “E”. Caña “B”. Contorno “F”. Hierro
esta cama es muy similar a la hallada en Tinto Juan forjado. Dimensiones del ejemplar más completo: 9,6
de la Cruz. Campo “I.1”. Portamozo “B”. Caña “B”. cm de altura y 8,9 cm de ancho. Bibliografía: Are-
Contorno “F”. Hierro forjado: 9 cm de altura y 6,8 cm ces, 2015: 6, figs. 3 y 4.
de ancho. Bibliografía: Pereira, 1970: 7, lám. II. 2. - Números 15 y 16 (Fig. 15). Procedencia: Cás-
- Número 12 (Fig. 13). Procedencia: Conímbri- tulo (Linares, Jaén). Depósito: Museo de Linares.
ga (Condeixa-a-Nova, Coímbra, Portugal). Depósito: Contexto arqueológico: Urbano. Excavación cam-
Museo Monográfico de Conimbriga (nº inventario paña 2017, área 1. Bocado depositado directamente
70.282). Contexto arqueológico: Urbano. Excava- sobre el pavimento de losas, delante de la entrada a
ciones luso-francesas. Descripción: Cama filiforme una de las construcciones tardorromanas que ocupan
parcialmente el Cardo maximus de la ciudad. Crono-
logía estratigráfica: Finales del siglo IV a primera
mitad del V d.C. Descripción: Bocado completo de
hierro que conserva ambas camas macizas. Campo
“I.2”. Portamozo “F.1”. Caña “E”. Contorno “A”. Alea-
ción de cobre/bronce. Dimensiones del ejemplar más
completo: 11,2 cm de altura y 9,1 cm de diámetro.
Bibliografía: Inéditas.
- Números 17 y 18 (Fig. 16). Procedencia: Clu-
nia (Coruña del Conde, Burgos). Depósito: Museo
de Burgos. Contexto arqueológico: Urbano. Exca-
vación científica de Blas Tarazena de 1932-33. Casa
número 1. Habitación soterrada del ángulo sureste de
la estructura. Entre los hallazgos relacionados se en-
cuentran veintisiete monedas, siendo seis de ellas de
Galieno (Hoyo y Rodríguez 2014: 130). Cronología
estratigráfica: Probablemente perteneciente al nivel
de ocupación de la casa del siglo IV (Palol, 1972: 139,
nota 7). Descripción: Bocado completo realizado en
hierro con camas macizas. Campo “I.2”. Portamozo
“F.1”. Caña “E”. Contorno “A”. Camas en aleación de
Figura 13: Cama de Conímbriga (Coimbra, Portugal) (nº 12) (Dibu- cobre/bronce. Bibliografía: Palol, 1989: 48-49, fig.
jo: Ripoll y Darder, 1994: fig. 6, 2). 11.
138 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 17: Cama de la villa de Falces (Navarra) (nº 19) (Fotografía:


Mezquíriz).

- Número 19 (Fig. 17). Procedencia: San Este-


ban de Falces (Navarra). Depósito: Museo de Nava-
rra. Contexto arqueológico: Villa rural. Excavación
científica realizada en los años 1969-1970. Estrato III,
zona 6. Corredor al que daban las habitaciones. “Da
la impresión de tratarse de un estrato formado por
la destrucción de la villa, ya que en algunas zonas la
gran cantidad de tégulas e ímbrices hallados deben
indicar el hundimiento de las techumbres” (Mezquí-
riz, 1971: 53). Cronología estratigráfica: Siglo IV,
probablemente en su segunda mitad. Descripción:
Cama maciza. Campo “I.2”. Portamozo “F.1”. Caña
“C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 7,7 cm
de diámetro. Bibliografía: Mezquíriz, 2011: 105, nº
5.
- Número 20 (Fig.18). Procedencia: Española.
Depósito: Museo Episcopal de Vic (nº inventario
MEV 16490). Descripción: Cama maciza que osten-
Figura 15: Bocado completo con camas macizas de Cástulo (Lina- ta como decoración una moldura de media caña que
res, Jaén) (nos 15 y 16. (Fotografía: David Exposito-Proyecto Forvm sigue el perfil circular de la pieza. Campo “I.2”. Por-
MMX). tamozo “E.1”. Caña “B”. Contorno “A”. Aleación de
cobre/bronce: 11,3 cm de altura y 8 cm de diámetro.
Bibliografía: Palol, 1989: 40, fig. 4.
- Número 21 (Fig. 19). Procedencia: Puente Cas-
tro (León). Depósito: Museo de León (sin entregar).
Contexto arqueológico: Vicus militar. Excavación
dirigida por Álvarez Ordás (2000-2001). Fase 2, es-
trato de color pardo verdoso y textura arenosa del
“pasillo entre casas” de la “zona este”. Cronología
estratigráfica: Segunda mitad del siglo I a la primera
mitad de la centuria siguiente. Descripción: Cama
maciza con caña exenta secundaria ubicada en lateral
izquierdo. Campo “I.2”. Portamozo “E.2”. Caña “A”.
Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 8´3 cm de
altura y 6´2 cm de ancho. Bibliografía: Inédita.
Figura 16: Bocado de Clunia (Coruña del Conde, Burgos) con camas - Número 22 (Fig. 20). Procedencia: Término
macizas (nos 17 y 18) (Fotografía: Museo de Burgos). municipal de Mérida (Badajoz). Depósito: Colección
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 139

Figura 18: Cama de procedencia española del Museo Episcopal de


Vic (nº 20) (Fotografía: Museo Episcopal de Vic).

Figura 20: Cama de los alrededores de Mérida (Badajoz) (nº 22)


(Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).

cobre/bronce. 6,6 cm de altura y 8,2 cm de ancho


estimado tras la reintegración. Bibliografía: Inédita.
- Número 24 (Fig. 22). Procedencia: Española.
Depósito: Museo Frederic Marés (Barcelona) (nº in-
ventario 460). Descripción: Cama decorada con mo-
tivos denominados trompetiformes en alto relieve que
adquieren la forma de delfines estilizados. Campo
“I.3.a”. Portamozo probable “A”. Caña “B”. Contorno
“A”. Aleación de cobre/bronce: 7,8 cm de diámetro
estimado tras la reintegración. Bibliografía: Cataleg,
2010: 287, nº 44.

Figura 19: Cama de Puente Castro (León), anverso y reverso (nº 21)
(Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).

particular. Descripción: Cama maciza cuyo campo


fue pulido en un torno giratorio, lo que provocó la
aparición de círculos concéntricos en el frente de la
pieza dejados de forma intencionada visibles para
que sirvieran de decoración. Campo “I.2”. Portamo-
zo “F.1”. Caña “C”. Contorno “C”. Aleación de cobre/
bronce: 10,1 cm de altura y 8,3 cm de ancho. Biblio-
grafía: Inédita.
- Número 23 (Fig. 21). Procedencia: Término
municipal de Villarrubia de Santiago (Toledo). De-
pósito: Colección particular. Descripción: Cama
incompleta ornamentada con motivos de abultado Figura 21: Cama de Villarrubia de Santiago (Toledo) en su estado
relieve denominados trompetiformes. Campo “I.3.a”. actual (izquierda) y tras su reintegración fotográfica (nº 23) (Foto-
Portamozo “C”. Caña “A”. Contorno “E”. Aleación de grafía y reintegración: Aurrecoechea-Fernández).
140 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

pelo, cucharilla, plaqueta de pizarra), tachuelas para


suela de calzado y un as de Marco Aurelio. Cronolo-
gía contextual: terminus post quem 160-180 d.C.
Descripción: Freno completo con camas peltiformes.
Campo “I.3.b”. Portamozo “D”. Caña “B”. Contorno
“F”. Aleación de cobre/bronce. Camas con 8,5 cm de
altura y 7,8 cm de ancho. Bibliografía: Palol, 1972.
- Número 28 (Fig. 25). Procedencia: Puente Cas-
tro (León). Depósito: Museo de León (sin entregar).
Contexto arqueológico: Vicus militar. Excavación
dirigida por Álvarez Ordás (2000-2001). Fase 3, estra-
to de tierra arcillosa compacta del “ángulo sureste”
del “peristilo”. Cronología estratigráfica: Segunda
Figura 22: Cama del Museo Frederic Marés en su estado actual (iz- mitad del siglo II a la primera mitad del siglo III d.C.
quierda) y tras su reintegración fotográfica (nº 24) (Fotografía: Mu- Descripción: Cama peltiforme. Campo “I.3.b”. Por-
seo Frederic Marés. Reintegración fotográfica: Aurrecoechea-Fer-
nández).

- Número 25 (Fig. 23). Procedencia: Término


municipal de Villasequilla de Yepes (Toledo). Depó-
sito: Colección particular. Descripción: Cama orna-
mentada con una serie de motivos trompetiformes
planos y peltas estilizadas. Campo “I.3.a”. Portamo-
zo probable “F.1”. Caña probable “B”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce: 8,5 cm de diámetro esti-
mado tras la reintegración. Bibliografía: Aurrecoe- Figura 24: Bocado completo con camas peltiformes encontrado en
la Vega Baja de Toledo (nos 26 y 27) (Fotografía: Aurrecoechea-Fer-
chea, 1995-96: 73, fig. 4, nº 2. nández).

Figura 23: Cama de Villasequilla de Yepes (Toledo) en su estado


actual (izquierda) y tras su reintegración fotográfica (nº 25) (Foto-
grafía y reintegración: Aurrecoechea-Fernández).

- Números 26 y 27 (Fig. 24). Procedencia: To-


ledo. Depósito: Museo de Santa Cruz (nº inventario
2279). Contexto arqueológico: Necrópolis localiza-
da en la Vega Baja (Avenida de la Reconquista, Toledo)
en 1964. La pieza apareció en el interior de un sarcó-
fago de plomo acompañada por sendos pasadores
doble troncocónicos y una serie de botones arroblo-
nados peltiformes muy deteriorados que formaban
parte del adorno de la cabezada. El ajuar funerario se Figura 25: Cama peltiforme de Puente Castro (León) (nº 28) (Foto-
completaba con utensilios de carácter médico (escal- grafía: Aurrecoechea-Fernández).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 141

tamozo “E.2”. Caña “B”. Contorno “F”. Aleación de


cobre/bronce: 8,2 cm de altura y 6,8 cm de ancho.
Bibliografía: Inédita.
- Número 29 (Fig. 26). Procedencia: Fuentes de
Andalucía (Sevilla). Depósito: Colección particular.
Descripción: Cama peltiforme simple en forma de
escudete con eje central. Líneas incisas y puntilladas
siguen todo el perfil de la pieza. Campo “I.3.b”. Por-
tamozo “D”. Caña “C”. Contorno “F”. Aleación de
cobre/bronce: 9,9 cm de altura y 8,3 cm de ancho.
Bibliografía: Inédita.

Figura 27: Cama con calados peltiformes del Museo de Barcelona


(nº 30) (Fotografía: Palol).

de la pieza. Descripción: El campo lo ocupan cuatro


peltas afrontadas separadas por sendos triángulos.
Contorno recorrido por una moldura. Campo “I.3.c”.
Portamozo “E.1”. Contorno “A”. Aleación de cobre/
bronce: 5 cm de altura conservada y 6,7 cm de an-
cho conservado. El alto total tras la reintegración de la
pieza seria aproximadamente de 9,7 cm y el ancho to-
tal de 8 cm. Bibliografía: Heras y Bastida, 1998: 11.

Figura 26: Cama peltiforme de Fuentes de Andalucía (Sevilla) (nº


29) (Fotografía Aurrecoechea-Fernández).

- Número 30 (Fig. 27). Procedencia: Española.


Depósito: Museu d’Arqueologia de Catalunya (Bar-
celona) (nº inventario MAC-BCN 5391). Descripción:
Cama calada con cuatro peltas en alto relieve dispues-
tas simétricamente. Campo “I.3.c”. Portamozo “E.2”.
Caña “A”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce:
8,5 cm de altura. Bibliografía: Palol, 1953-54: 280,
fig. 1, d.
- Número 31 (Fig. 28). Procedencia: Vareia (Lo-
groño). Depósito: Desconocido. Contexto arqueo-
lógico: Urbano. Excavaciones científicas llevadas a
cabo por S. Andrés Valero entre 1979 y 1988. Desco- Figura 28: Fragmento de cama de Vareia (Logroño) (nº 31) (Foto-
nocemos las referencias topográficas y estratigráficas grafía: Heras y Bastida).
142 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

- Número 32 (Fig. 29). Procedencia: Vilauba


(Banyoles, Gerona). Depósito: Museu Arqueològic
Comarcal de Banyoles (nº inventario 7018). Con-
texto arqueológico: Villa rural. Excavación científi-
ca. Aparecida junto con el material general que no
permite datación. Descripción: Cama calada cuya
sintaxis decorativa se articula en tono a cuatro peltas
simples o escudetes, separados por un par de calados
de tendencia triangular. Como decoración “en frío”
presenta muescas en los bordes del contorno y líneas
incisas marcando los ángulos del portamozo. Cam-
po “I.3.d”. Portamozo “F.1”. Caña “B”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce: 8,4 cm de altura y 6,2 cm
de diámetro. Bibliografía: Roure et alii, 1988: 86, 90
y 118, fig. 57, 21.
- Número 33 (Fig. 30). Procedencia: Española.
Depósito: Museo Arqueológico Nacional. Descrip- Figura 30: Cama del Museo Arqueológico Nacional (nº 33) (Foto-
grafía: Palol).
ción: Sintaxis decorativa similar a la pieza anterior,
pero con las peltas invertidas y contorno diferente.
Profundas líneas concéntricas a torno bordean el
campo decorativo en su tránsito hacia el contorno.
Campo “I.3.d”. Portamozo “E.1”. Caña “C”. Contor-
no “C”. Aleación de cobre/bronce: 9 cm de altura y
8,5 cm de ancho. Bibliografía: Palol, 1952: 304-
305, fig. 3.10.
- Número 34 (Fig. 31). Procedencia: Villamar-
tín (Cádiz). Depósito: Colección particular. Descrip-
ción: Motivo decorativo central con cuatro peltas,

Figura 31: Cama de Villamartín (Cádiz) (nº 34) (Fotografía: Aurre-


coechea-Fernández).

similar al número 33, pero con un solo calado de ten-


dencia triangular en vez de dos. Las peltas cuentan
con trazos incisos que describen un sogueado, lo que
les dota de un aspecto similar a coronas vegetales.
Figura 29: Cama de la villa romana de Vilauba (nº 32) (Fotografía: Círculos concéntricos recorren el contorno y orna-
Museu Arqueològic Comarcal de Banyoles). mentan los dientes. Líneas incisas en los ángulos del
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 143

portamozo. Campo “I.3.d”. Portamozo “E.3”. Caña


“B”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: 8,6 cm
de altura y 7,1 cm de ancho. Bibliografía: Inédita.

Figura 33: Fragmento de cama de procedencia desconocida (nº 36)


Figura 32: Cama de Astorga (León) (nº 35) (Fotografía: Aurrecoe- (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).
chea-Fernández).

- Número 35 (Fig. 32). Procedencia: Astorga Descripción: Freno articulado de hierro que conserva
(León). Depósito: Museo de León (nº inventario AA/ una de las camas en su extremo. El campo lo ocupan
GP1-5/01/4040/10). Contexto arqueológico: Exca- cuatro peltas afrontadas separadas por sendos trián-
vaciones en la Domus del Gran Peristilo (c/ García Prie- gulos. Contorno recorrido por círculos troquelados.
to, 1-5) efectuadas por Ángeles Sevillano en 1996. Campo “I.3.d”. Portamozo “F.1”. Caña “C”. Contorno
Descripción: Motivo decorativo central con cuatro “B”. Aleación de cobre/bronce: 7,8 cm de altura y 5,5
peltas, similar al anterior, pero con las peltas inver- cm de ancho. Bibliografía: Ramallo, 1987: 1364-
tidas y giradas. Círculos troquelados y líneas incisas 1365, fig. 2, nº 1.
remarcan los brazos de las peltas. El contorno está re- - Número 38 (Fig. 35). Procedencia: Valencia
corrido por una sucesión de círculos trazados a mano de Don Juan (León). Depósito: Museo de León (nº
alzada y líneas curvas, sugiriendo roleos esquemáti- inventario 2008/35/54). Contexto arqueológico:
cos. Cuenta con muescas en el borde del contorno.
Campo “I.3.d”. Caña “C”. Contorno “A”. Aleación de
cobre/bronce: 10,5 cm de diámetro. Bibliografía: In-
édita.
- Número 36 (Fig. 33). Procedencia: Española.
Depósito: Colección particular. Descripción: Moti-
vo decorativo central similar al número 35. Las peltas
ostentan círculos troquelados. Círculos concéntricos
troquelados recorren el contorno, acompañados de
líneas incisas curvas a modo de ramas, configuran-
do una serie de roleos. Otros círculos troquelados se
sitúan en los dientes del contorno. Campo “I.3.d”.
Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: 5,2 cm de
longitud máxima conservada. Bibliografía: Inédita.
- Número 37 (Fig. 34). Procedencia: Salto de la
Novia (Ulea, Murcia). Depósito: Museo Arqueoló-
gico de Murcia. Contexto arqueológico: Poblado.
Excavación científica de Jorge Aragoneses, entre los
años 1970-1972. Cronología contextual: Segunda Figura 34: Cama de Ulea (Murcia) (nº 37) (Fotografía y dibujo: Ra-
mitad del siglo IV a la primera mitad del siglo V d.C. mallo).
144 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 35: Cama de Valencia de Don Juan (León) (nº 38) (Fotogra-
fía: Museo de León).

Figura 37: Fragmento de cama de la provincia de Sevilla (nº 40)


(Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).

ción: Fragmento de cama cuyo campo estuvo com-


puesto por una sucesión de doce arcos de herradura,
enmarcado por dos círculos concéntricos producto de
torno que siguen el perfil circular de la pieza. Campo
“I.3.e”. Caña “C”. Contorno “B”. Aleación de cobre/
bronce: 8,6 cm de ancho máximo. Bibliografía: In-
édita.
- Número 40 (Fig. 37). Procedencia: Provincia
de Sevilla. Depósito: Colección particular. Descrip-
ción: Pieza idéntica a la anterior, incluso en lo que
debió suponer sus dimensiones originales, salvo que
no presenta círculos concéntricos a torno. Campo
Figura 36: Fragmento de cama de la provincia de Sevilla (nº 39) “I.3.e”. Portamozo “E.3”. Contorno “B”. Aleación de
(Fotografía: Aurrecoechea-Fernández). cobre/bronce: 5,9 cm de longitud máxima conservada
y 7 cm de ancho máximo conservado. Bibliografía:
Procede de una escombrera moderna. Descripción: Inédita.
Fragmento de cama, rota en la zona del portamozo,
que presenta seis peltas simples en forma de escudete
dispuestas radialmente. Sendas semiesferas se sitúan
al final de los brazos, en el tránsito entre el campo y
el contorno. Profusa decoración incisa y punteada eje-
cutada en frío, de cuidada factura. Borde de la caña
con sogueado inciso. Serie de líneas incisas alterna-
das con líneas punteadas siguen el perfil de las peltas.
Contorno con líneas concéntricas centrales rellenas
mediante un sogueado y flanqueadas por minúsculas
excisiones elípticas que constituyen un marco foliáceo
semejante a una guirnalda. Campo “I.3.d”. Caña “D”.
Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 10,4 cm de
diámetro. Bibliografía: Inédita.
- Número 39 (Fig. 36). Procedencia: Provincia Figura 38: Fragmento de cama de Andalucía (nº 41) (Fotografía:
de Sevilla. Depósito: Colección particular. Descrip- Museo Episcopal de Vic).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 145

Figura 39: Prueba de fundición en plomo de Morón de la Frontera (Sevilla) (nº 42) (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).

- Número 41 (Fig. 38). Procedencia: Andalucía. tarse de un objeto sin funcionalidad práctica. Campo
Depósito: Museo Episcopal de Vic (Gerona) (nº in- “I.3.e”. Portamozo “E.2”. Caña “D”. Contorno “C”.
ventario MEV 16489). Descripción: Fragmento de Plomo. 11,5 cm de altura hasta el doblez del porta-
cama con arcos de herradura enmarcados por un par mozo y 10,8 cm de ancho. Bibliografía: Inédita.
de círculos concéntricos producto del torno. Campo - Números 43 y 44 (Fig. 40). Procedencia: Po-
“I.3.e”. Portamozo “E.3”. Contorno “B”. Aleación de llentia (Mallorca). Depósito: Museu d’Arqueologia
cobre/bronce: 9 cm de ancho máximo reintegrado.
Bibliografía: Palol, 1989: 36, fig. 3.
- Número 42 (Fig. 39). Procedencia: Morón de
la Frontera (Sevilla). Depósito: Colección particular.
Descripción: Prueba de fundición en plomo de una
cama con nueve arcos de herradura. Portamozo do-
blado sobre sí mismo, probablemente de forma inten-
cionada tras desechar el objeto. Caña maciza por tra-

Figura 40: Camas de un mismo freno de Pollentia (Mallorca) (nos 43 Figura 41: Cama de la provincia de Murcia (nº 45) (Fotografía: Mu-
y 44) (Fotografía: Palol). seo Arqueológico de Murcia).
146 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

de Catalunya (Barcelona) (nº inventario MAC-BCN


28522 y MAC-BCN 28528). Descripción: Pareja de
camas de un mismo freno ornamentadas con ocho
arcos de herradura de trazo descuidado. Círculos con-
céntricos en el portamozo y en los radios de los arcos.
Muescas en el borde del contorno. Campo “I.3.e”.
Portamozo “E.1”. Caña “C”. Contorno “A”. Aleación
de cobre/bronce. 8,5 cm de altura y 7 cm de diáme-
tro. Bibliografía: Palol, 1952: 302, fig. 2, 3-4.
- Número 45 (Fig. 41). Procedencia: Región de
Murcia. Quizá originaria de la colección Saavedra y
Pérez de Meca de Lorca. Depósito: Museo Arqueoló-

Figura 43: Fragmento de cama de procedencia desconocida (nº


47). Fotografía Aurrecoechea-Fernández.

Figura 42: Cama de procedencia desconocida (nº 46) (Fotografía: Figura 44: Fragmento de cama de procedencia probablemente an-
Aurrecoechea-Fernández). daluza (nº 48) (Fotografía: Römisch-Germanisches Zentralmuseum,
Mainz / V. Iserhardt).

gico de Murcia. Descripción: El campo lo ocupa una - Número 47 (Fig. 43). Procedencia: Española.
estrella de cuatro puntas cuyos brazos presentan sen- Depósito: Colección particular. Descripción: Frag-
dos triángulos, enmarcada en un círculo descentrado mento de cama idéntica a las documentadas con los
producto de torno. Círculos troquelados decoran el números 45 y 46, salvo por la decoración ejecutada en
portamozo y los dientes del contorno. Campo “I.3.f”. frío. El campo se ve surcado por líneas incisas agrupa-
Portamozo “F.1”. Caña “C”. Contorno “B”. Aleación das en dientes de sierra. Portamozo con líneas incisas
de cobre/bronce. Bibliografía: Ramallo, 1987: 1368, en laterales y ángulos, así como muescas en la zona
fig. 4, nº 1. superior. Campo “I.3.f”. Portamozo “F.1”. Contorno
- Número 46 (Fig. 42). Procedencia: Española. “B”. Aleación de cobre/bronce. Bibliografía: Inédita.
Galería Jesús Vico, subasta 8, lote 730. Depósito: - Número 48 (Fig. 44). Procedencia: Sur de Es-
Colección particular. Descripción: Morfológicamente paña. Depósito: Römisch-Germanisches Zentralmu-
es idéntica a la precedente. La decoración en frío que- seum (Maguncia) (nº inventario O.40912). Descrip-
da restringida a una serie de círculos troquelados que ción: Cama con campo en forma de estrella de cuatro
siguen el contorno. Campo “I.3.f”. Portamozo “F.1”. puntas con perforaciones circulares en sus brazos. El
Caña “C”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: aspecto de la estrella es similar a un cuadrado. No
8 cm de altura y 5,6 cm de ancho. Bibliografía: Iné­ cuenta con decoración en frío. Campo “I.3.f”. Por-
dita. tamozo “F.1”. Caña “B”. Contorno “B”. Aleación de
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 147

Figura 45: Freno con sendas camas de Cubillas de Cerrato (Palencia) (nos 49 y 50) (Fotografía: Palol).

cobre/bronce: 6,8 cm de altura y 5,3 cm de ancho.


Bibliografía: Ripoll, 1993: 228, fig. 35.2, lám. II, 2a
y 2b.
- Números 49 y 50 (Fig. 45). Procedencia: Cubi-
llas de Cerrato (Palencia). Depósito: Instituto Valen-
cia de Don Juan (Madrid)4. Descripción: Dos camas
cuyo campo está ocupado por una estrella de seis
puntas, al parecer asociadas a un freno de barra rígi-
da, aunque el hallazgo de una barra de cobre/bronce
asociado a un freno equino de este período y el hecho
de que no remate en anillas para la inserción de las
bridas, teniendo en su lugar una serie de presillas, nos
hace dudar de la asociación entre estos objetos. Tres
círculos concéntricos realizados a torno enmarcan el
campo. Los dientes del contorno están decorados me-
diante una escotadura central en “V”. Campo “I.3.f”.
Portamozo “F.1”. Caña “C”. Contorno “B”. Aleación
de cobre/bronce: 6 cm de ancho. Bibliografía: Palol,
1952: 302-303, fig. 2, 6-7.

Figura 47: Cama las excavaciones de la Plaza de España en Écija


(Sevilla) (nº 53) (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).

nio Fontaneda en el Museo del Castillo de Ampudia5.


Descripción: Freno completo de hierro que conserva
las dos camas, si bien una de ellas se encuentra prác-
Figura 46: Freno de la provincia de Palencia (nos 51 y 52) (Fotogra- ticamente perdida. Curiosamente las camas tienen
fía: Palol). una morfología y decoración diferente, por lo que en
nuestra descripción nos atendremos a la única que se
conserva integra. Cama cuyo cuerpo central está for-
- Números 51 y 52 (Fig. 46). Procedencia: Pro- mado por una estrella de seis puntas cuyos brazos se
vincia de Palencia. Depósito: Originalmente en la an- marcan mediante perforaciones. El contorno está de-
tigua colección particular de E. Fontaneda (Aguilar de corado mediante una sucesión de “S” probablemente
Campoo, Palencia). Desconocemos sí en la actualidad estampadas, a modo de guirnalda. Círculos concén-
se encuentra entre los fondos de la Fundación Euge- tricos estampados en campo y ángulos superiores del
portamozo. Borde del contorno con muescas en “V”
4. Presuponemos que las piezas siguen en dicha institución, aunque no
hemos recibido respuesta por parte del Instituto a nuestra petición de 5. Nuestros reiterados esfuerzos para que la mencionada fundación nos
información. confirmara el paradero actual de la pieza no han dado fruto.
148 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 48: Fragmento de cama El Bovalar (Lleida) (nº 54) (Fotogra-


fía: M. Feugère).

Campo “I.3.f”. Portamozo “F.1”. Caña “B”. Contorno Figura 50: Cama de procedencia española (nº 56) (Fotografía: Su-
“A”. Aleación de cobre/bronce. Bibliografía: Palol, bastas Catawiki).
1967: 236-240, lám. 4-6.
- Número 53 (Fig. 47). Procedencia: Écija. De-
pósito: Museo de Écija. Contexto arqueológico:
Urbano. Excavaciones efectuadas en la Plaza de Espa-
ña en Écija por S. García (1997-2007). Descripción:
Cama cuyo campo decorativo se articula en torno
a una estrella de cinco puntas. Rota en la zona del
portamozo. No presenta decoración en frío. Campo
“I.3.f”. Caña “D”. Contorno “C”. Aleación de cobre/
bronce: 9,8 cm de diámetro. Bibliografía: Inédita.
- Número 54 (Fig. 48). Procedencia: El Bovalar
de Serós (Lleida). Depósito: Museo de la Noguera
(Balaguer). Descripción: Cama cuyo campo decorati-
vo se articula en torno a una estrella de cinco puntas.
Rota en la zona del portamozo. Círculos concéntricos
estampados en campo y contorno. Campo “I.3.f”.
Caña “C”. Contorno “C”. Aleación de cobre/bronce.
Bibliografía: Web de Artefacts (MRS-5002)6.

Figura 51: Cama de Aleas (Guadalajara) (nº 57) (Fotografía: Aurre-


Figura 49: Cama de São Torcato (Guimarães) (nº 55) (Fotografía: coechea-Fernández).
Arezes).

- Número 55 (Fig. 49). Procedencia: São Torcato


6. Disponible en línea: https://artefacts.mom.fr/es/result.php?id=MRS- (Guimarães, Portugal). Depósito: Museu da Socieda-
5002&find=Bovalar&pagenum=1&affmode=vign de Martins Sarmento (nº inventario MSA-2641. Des-
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 149

cripción: Una estrella de ocho puntas, formada por - Número 58 (Fig. 52). Procedencia: Española.
brazos con perforaciones elípticas conforma el motivo Subasta Catawiki, procedente de antigua colección
central de la cama. Muescas en “V surcan el borde madrileña. Depósito: Colección particular. Descrip-
del contorno. Campo “I.3.f”. Portamozo “E.3”. Caña ción: Cama con estrella central de nueve puntas eje-
“B”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 8,8 cm cutada mediante calados elípticos, separadas por bra-
de altura y 7,2 cm de diámetro. Bibliografía: Arezes, zos en forma de “Y”. El contorno presenta las clásicas
2015: 66, figs. 9-10. “semiesferas”, pero en esta ocasión, en vez de situar-
- Número 56 (Fig. 50). Procedencia: Española. se en el borde externo se ubican en la cara interna. Sin
Galería Jesús Vico, Catawiki lote 35654065. Depó- decoración en frío. Campo “I.3.f”. Portamozo “E.1”.
sito: Colección particular. Descripción: Similar a la Caña “C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce:
anterior salvo por que la estrella presenta seis pun- 9,3 cm de altura y 7,6 cm de diámetro. Bibliografía:
tas. Sin decoración en frío. Campo “I.3.f”. Portamo- Inédita.
zo “F.1”. Caña “B”. Contorno “A”. Aleación de cobre/ - Número 59 (Fig. 53). Procedencia: El Algalla-
bronce: 8 cm de altura y 6,5 cm de diámetro. Biblio- rín (Adamuz, Córdoba). Antigua colección Sebastián
grafía: Inédita. Muñoz Cortes. Depósito: Museo Arqueológico de
- Número 57 (Fig. 51). Procedencia: Aleas Córdoba (nº inventario 28.170). Descripción: Cama
(Guadalajara). Depósito: Colección particular. Des- radial con ocho brazos. Portamozo con delfines muy
cripción: Cama que cuenta con una rica decoración estilizados. Decoración a base de incisiones que cu-
calada, cuyo motivo principal es una estrella de seis bren toda la pieza en un auténtico horror vacui. El
puntas ejecutada con perforaciones elípticas. Mues- trazado de las incisiones es irregular y no parecen se-
cas en “V recorren el borde del contorno. Campo guir un patrón definido salvo en algunos puntos del
“I.3.f”. Portamozo “E.2”. Caña “B”. Contorno “A”. contorno en el que forman motivos almendrados o
Aleación de cobre/bronce. 10,2 cm de altura y 7,3 cm elípticos; así como en los brazos de los radios donde
de diámetro. Bibliografía: Aurrecoechea-Fernández, se disponen en líneas paralelas. Campo “I.3.g”. Por-
1995-96: 73-74, fig. 4, nº 3. tamozo “G.1”. Caña “C”. Contorno “B”. Aleación de

Figura 52: Cama de procedencia española (nº 58) (Fotografía: Au-


rrecoechea-Fernández).

Figura 53: Cama de El Algallarín (Córdoba). (nº 59) (Fotografía: Figura 54: Cama de procedencia española (nº 60) (Fotografía: Au-
Museo Arqueológico de Córdoba). rrecoechea-Fernández).
150 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

cobre/bronce: 11 cm de altura y 8,8 cm de ancho. - Número 61 (Fig. 55). Procedencia: Coním-


Bibliografía: Marcos y Vicent, 1981: 32-45. briga (Portugal). Depósito: Museo Monográfico de
- Número 60 (Fig. 54). Procedencia: Proba- Conímbriga (n° inventario 70.281). Contexto ar-
blemente hispana. Subasta Den of Antiquity, item queológico: Urbano. Excavaciones científicas. Nivel
153789379969. Depósito: Colección particular. estratigráfico revuelto que no aporta datos crono-
Descripción: Cama radial con ocho brazos que re- lógicos. Descripción: Cama radial con diez radios.
matan en forma geminada. Portamozo con delfines Portamozo con líneas incisas paralelas. Perforación en
estilizados. Decoración a base de puntillados que se la zona superior del campo en su unión con el por-
distribuyen por toda la pieza sin definir un esque- tamozo. Campo recorrido por media caña en relieve
ma determinado, puesto que en el lado izquierdo se que sigue el perfil circular de la pieza. Contorno con
agrupan en semióvalos, pero en el izquierdo se di- borde decorado mediante muescas. Campo “I.3.g”.
seminan desordenadamente. Campo “I.3.g”. Porta- Portamozo “F.1”. Caña “C”. Contorno “A”. Aleación
mozo “G.1”. Caña “C”. Contorno “B”. Aleación de de cobre/bronce: 8 cm de altura y 6,2 cm de diáme-
cobre/bronce: 7,4 cm de altura y 5,7 cm de diámetro. tro. Bibliografía: Alarcão et alii, 1979: 104, lám. 21.
Bibliografía: Inédita. - Número 62 (Fig. 56). Procedencia: Aceitera
de Espuny, próxima a «Los Arroyos» (Puente Genil,
Córdoba). Depósito: Museo de Puente Genil (n° in-
ventario 1617). Contexto arqueológico: Funerario.
Hallazgo fortuito de un enterramiento de inhumación
recubierto por tégulas, del que se pudieron recuperar
resto de un freno equino (cama y pasador doble tron-
cocónico), así como un par de piezas cerámicas. Los
materiales asociados a esta sepultura se encuentran
recogidos en el museo con los números de inventario
1617 al 16247. Descripción: Cama radial con ocho

Figura 55: Cama de Conímbriga (Portugal) (nº 61) (Fotografía:


Arezes).

Figura 57: Cama radial de Turiaso (Zaragoza) (nº 63) (Fotografía:


Museo del Centro de Estudios Turiasonenses).

7. Los datos inéditos sobre el enterramiento del que procede esta pieza
fueron gentilmente comunicados por Francisco Esojo Aguilar, a quien
Figura 56: Cama radial de Puente Genil (Córdoba) (nº 62) (Foto- además se debe la preservación de estos ejemplares en la institución de
grafía: Esojo). la que fue director.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 151

radios, por cuyo campo discurren sendas molduras de


media caña en relieve que remarcan la forma circu-
lar del ejemplar. Portamozo con líneas incisas en los
ángulos. Campo “I.3.g”. Portamozo “F.1”. Caña “C”.
Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 9,7 cm de
altura y 7,9 cm de diámetro. Bibliografía: Esojo,
2014: 312-313, lám. 1.
- Número 63 (Fig. 57). Procedencia: Polígono
industrial de Tarazona (Zaragoza). Depósito: Mu-
seo del Centro de Estudios Turiasonenses. Contexto
arqueológico: Urbano. Excavación científica en el
Polígono Industrial, nivel 1 de época tardorromana,
aunque quizá con inclusiones de otros periodos debi-
do a la plantación de pinos. Cronología contextual:
Probablemente siglos IV-V d.C. Descripción: Cama
radial con diez radios en los que se disponen sendas
escotaduras en modo alterno. Portamozo con líneas
incisas en los ángulos. Campo con círculos produc-
to de torno que siguen el perfil de la pieza. Campo
“I.3.g”. Portamozo “F.1”. Caña “C”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce: 9,4 cm de altura y 7,6 cm
de diámetro. Bibliografía: García, 1996-97: 25-26,
fig. 8.

Figura 59: Cama de Lora del Río (Sevilla) (nº 66) (Fotografía: Museo
Íbero de Jaén).

Figura 58: Cama del Museo Arqueológico Nacional (nº 65) (Foto-
grafía: Palol).

- Número 64 (Fig. 63). Procedencia: Antigua co-


lección Caballero-Infante, depositada posteriormente
en la colección arqueológica de la Universidad de Se-
villa. Depósito: Desconocido. Descripción: Cama
radial con siete radios. Campo “I.3.g”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce. Bibliografía: Henares,
Figura 60: Cama de Osuna (Sevilla) (nº 67) (Fotografía: Museo Íbero
2016: 445, fig. III, 35.
de Jaén).
152 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

- Número 65 (Fig. 58). Procedencia: Española. contorno. Muescas agrupadas de tres en tres situa-
Depósito: Museo Arqueológico Nacional (Madrid) das en el borde externo del contorno. Campo “I.3.g”.
(nº inventario 9403). Descripción: Cama incomple- Portamozo “F.2”. Contorno “A”. Aleación de cobre/
ta que originalmente tuvo nueve radios. Portamozo bronce: 8,6 cm de alto y 6,8 cm de ancho. Biblio-
fracturado que presente un orificio en el único ángulo grafía: Inédita.
externo conservado. Campo con moldura de media - Número 68 (Fig. 61). Procedencia: Talavera la
caña en relieve que enmarca el calado central. Cam- Nueva (Toledo). Depósito: Colección particular. Des-
po “I.3.g”. Portamozo “F.1”. Caña “C”. Contorno “A”. cripción: Cama con nueve radios. Círculos estampa-
Aleación de cobre/bronce: 8,5 cm de altura y 8 cm de dos en la unión de los brazos con el campo y en el
diámetro. Bibliografía: Palol, 1953-54: 280, fig. l, c. portamozo. Campo “I.3.g”. Portamozo “E.1”. Caña
- Número 66 (Fig. 59). Procedencia: Mesa de “C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 8,3 de
Lora II (Lora del Río, Sevilla). Fondo Arqueológico Ri- alto y 6,9 cm de diámetro. Bibliografía: Aurrecoe-
cardo Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero de chea, 1995-96: 73, fig. 4, nº 1.
Jaén (nº inventario FARMM T13-047/84). Descrip- - Número 69 y 70 (Fig. 62). Procedencia: La Ce-
ción: Cama con seis radios. No describimos la deco- rrosa (Suarías, Asturias). Depósito: En estudio. Con-
ración en frío porque la pieza no ha sido restaurada texto arqueológico: Cueva. Excavación científica de
y presenta una capa uniforme de concreciones que 2020. Descripción: Dos camas de ocho radios per-
no permite vislumbrarla. Campo “I.3.g”. Portamozo tenecientes al mismo freno. Sin decoración en frío.
“F.1”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 8,1 Campo “I.3.g”. Portamozo “E.1”. Caña “B”. Contorno
cm de alto y 6 cm de ancho. Bibliografía: Inédita. “A”. Aleación de cobre/bronce: 9 cm de diámetro. Bi-
- Número 67 (Fig. 60). Procedencia: Canteras bliografía: Serna y Fanjul, 2018: 20.
de Osuna (Osuna, Sevilla). Fondo Arqueológico Ri- - Número 71 (Fig. 63). Procedencia: Española.
cardo Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero de Depósito: Instituto Valencia de Don Juan (Madrid).
Jaén (nº inventario FARMM E21-002/6). Descrip- Descripción: Cama con 8 radios. Perforación entre
ción: Cama con nueve radios. Posible reparación de el campo y el portamozo. Campo “I.3.g”. Portamo-
fisura en su lado izquierdo, entre el portamozo y el zo “C”. Caña “B”. Contorno “A”. Aleación de cobre/
bronce: 9,5 de alto y 8 cm de diámetro. Bibliografía:
Palol, 1952: 304, fig. 3.9.
- Número 72 (Fig. 67). Procedencia: Numancia
(Cerro de la Muela, Garray, Soria). Depósito: Museo

Figura 61: Cama de Talavera la Nueva (Toledo) (nº 68) (Fotografía: Figura 62: Cama de La Cerrosa (Asturias) (nos 69 y 70) (Fotografía:
Aurrecoechea-Fernández). Fanjul).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 153

Figura 63: Camas radiales de Villanueva de la Serena (nº 79) y Monesterio (nº 80) (Fotografías: Museo Íbero de Jaén). Cama de la Universi-
dad de Sevilla (nº 64) (Fotografía del Archivo Fotográfico de la Universidad de Sevilla). Cama del Instituto Valencia de Don Juan (nº 71) y del
Museo Arqueológico de Barcelona (nº 74) (Dibujos: Palol). Cama de La Bienvenida (nº 81) y de procedencia desconocida (nº 80) (Dibujo:
Aurrecoechea-Fernández).

Numantino de Soria (nº inventario 6515). Contexto zo probable “E.1”. Contorno “A”. Aleación de cobre/
arqueológico: Urbano. Excavaciones de la Comisión bronce: 9 cm de altura y 7,9 cm de diámetro. Biblio-
Ejecutiva de Excavaciones de Numancia. Localizada grafía: Palol, 1953-54: 280, fig. 1, b.
sobre las cenizas al norte. Descripción: Objeto circu-
lar con 4 radios. Muescas en “V” en el perímetro del
contorno. Campo “I.3.g”. Portamozo “A”. Caña “B”.
Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 4,5 de alto y
3,6 cm de diámetro. Bibliografía: Palol, 1952: 306,
fig. 5.14.
- Número 73 (Fig. 67). Procedencia: Numancia
(Cerro de la Muela, Garray, Soria). Depósito: Museo
Numantino de Soria (nº inventario 6514). Contexto
arqueológico: Urbano. Excavaciones de la Comisión
Ejecutiva de Excavaciones de Numancia. Hallada su-
perficial en manzana X. Descripción: Objeto circu-
lar con 4 radios. Muescas en “V” en el perímetro del
contorno. Campo “I.3.g”. Portamozo “A”. Caña “B”.
Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 5,7 de alto y
4,5 cm de diámetro. Bibliografía: Palol, 1952: 306,
fig. 5.13.
- Número 74 (Fig. 63). Procedencia: Española.
Depósito: Museu d’Arqueologia de Catalunya (Bar-
celona) (nº inventario MAC-BCN 5392). Descripción:
Cama radial de diez brazos curvos que giran en el sen- Figura 64: Cama de Ortigueira (La Coruña) (nº 75) (Fotografía: Pa-
tido de las agujas del reloj. Campo “I.3.g”. Portamo- lol).
154 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

el perímetro del contorno. Campo “I.3.g”. Caña “C”,


Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 9,8 cm de
diámetro. Bibliografía: Rodríguez, 2000: 36-37.
- Número 77 (Fig. 66). Procedencia: La Olmeda
(Pedrosa de la Vega, Palencia). Depósito: Museo de
Saldaña (Palencia). Contexto arqueológico: Villa.
Procede de las excavaciones o prospecciones efectua-
das con anterioridad a 1986. Cronología contex-
tual: el período de uso de la villa es desde los inicios
del siglo IV a la segunda mitad del V. Descripción:
Cama radial de ocho brazos, que ha perdido el porta-
mozo. Contorno decorado con la técnica del damas-
quinado mediante hojas elípticas dispuestas a ambos
lados de una línea dorada, formando una corona. La
caña parece haber tenido también ornamentación
damasquinada a base de triángulos. Campo “I.3.g”.
Caña “E”, Contorno “A”. Hierro con incrustaciones
doradas. Bibliografía: Inédita.
- Número 78 (Fig. 67). Procedencia: Numancia
Figura 65: Cama de Santomé (Orense) (nº 76) (Fotografía: Rodrí- (Cerro de la Muela, Garray, Soria). Depósito: Museo
guez González). Numantino de Soria (nº inventario 6516). Contexto

- Número 75 (Fig. 64). Procedencia: Castro de


Seur (¿Castro de Punta dos Prados?) (Ortigueira, La
Coruña). Depósito: Decanato de la Facultad de Filo-
sofía y Letras de Santiago de Compostela. Descrip-
ción: Cama radial de seis brazos. El campo calado se
encuentra enmarcado por sendos círculos a torno que
a su vez presentan incisiones transversales. Campo
“I.3.g”. Caña “F”, Contorno “B”. Aleación de cobre/
bronce: 8,4 cm de ancho. Bibliografía: Palol, 1953-
54: 280-281, fig. 1, a.
- Número 76 (Fig. 65). Procedencia: Santo-
mé (Tras do Hospital, Orense). Depósito: Museo
Arqueolóxico Provincial de Ourense (nº inventario
DX0012/38). Contexto arqueológico: Poblado. Ex-
cavación científica efectuada por X. Rodríguez Gon-
zález en 1988. Sector II. Ampliación del espacio, capa
2 respecto al muro central. Cronología contextual:
Segunda mitad del siglo III a finales del siglo IV d.C.
Descripción: Cama radial de doce brazos. Entre el
portamozo, hoy perdido, y el campo se localiza un
orificio de tendencia rectangular. Muescas en “V” en

Figura 66: Cama de La Olmeda (Pedrosa de la Vega, Palencia) (nº


77). A la izquierda antes de su restauración (Fotografía: Fernández
Ibañez), a la derecha restaurada en imagen tomada a finales de los Figura 67: Camas de Numancia (Soria) (nos 72, 73 y 78) (Fotografía:
años 80 (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández). Museo Numantino de Soria).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 155

arqueológico: Excavaciones de la Comisión Ejecutiva el perímetro del contorno. Campo “I.3.g”. Contorno
de Excavaciones de Numancia. Descripción: Frag- “B”. Aleación de cobre/bronce: Aproximadamente
mento con seis radios que no presenta decoración en 8,3 cm de ancho tras la reintegración. Bibliografía:
frío. Campo “I.3.g”. Caña “B”. Contorno “A”. Aleación Aurrecoechea-Fernández, 1995-96: 73, fig. 4, nº 4.
de cobre/bronce: 3,6 de alto conservado y 3 cm de - Número 82 (Fig. 63). Procedencia: Española.
diámetro. Bibliografía: Palol, 1952: 306, fig. 5.15. Subasta Cityfossil, item 122838062732 (lote). Depó-
- Número 79 (Fig. 63). Procedencia: Los Casero- sito: Colección particular. Descripción: Fragmento
nes, La Coronada (Villanueva de la Serena, Badajoz). de cama radial. Tres círculos incisos a torno siguen
Fondo Arqueológico Ricardo Marsal Monzón. Depó- el perímetro del contorno. Incisiones en los ángulos
sito: Museo Íbero de Jaén (nº inventario FARMM B16- superiores del portamozo. Campo “I.3.g”. Portamozo
003/6). Descripción: Cama radial incompleta. Inci- “F.1”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: Bi-
siones remarcando los radios. Escotaduras centrales bliografía: Inédita.
en los dentados del contorno. Campo “I.3.g”. Caña - Número 83 (Fig. 68). Procedencia: Mérida
“C”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: 6,9 cm (Badajoz). Depósito: Museo Arqueológico Nacional
de alto conservado y 5,4 cm de ancho conservado. (Madrid) (nº inventario 62285). Descripción: Cama
Bibliografía: Inédita. de esquema radial complejo que cuenta con un perí-
- Número 80 (Fig. 63). Procedencia: Finca de metro externo con calados de tendencia semicircular y
Gabriel Rojas, Monesterio (Badajoz). Fondo Arqueoló- otro interno con calados de tendencia triangular. Rica
gico Ricardo Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero decoración en frío consistente en círculos concéntri-
de Jaén (nº inventario FARMM C21-005/13). Descrip- cos estampados en campo, contorno y portamozo.
ción: Fragmento de cama radial. Círculos concéntri- Los brazos se perfilan mediante líneas incisas en sus
cos troquelados en contorno y radios. Escotaduras lados mayores que se rellenan en su espacio interior
dobles en los dentados del contorno. Campo “I.3.g”. con incisiones en “V”. Leyenda incisa en el contorno
Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: 5,3 cm de que se ha interpretado como “EX OFFICINA NECLEC-
alto conservado y 5,5 cm de ancho conservado. Bi- TI” o “EX OFFICINA NECLEC[L]TI”. El portamozo pre-
bliografía: Inédita. senta también líneas incisas en los ángulos superiores.
- Número 81 (Fig. 63). Procedencia: La Bienve- Campo “I.3.h”. Portamozo “E.1”. Caña “C”. Contor-
nida (Almodóvar del Campo, Ciudad Real). Depósito: no “B”. Aleación de cobre/bronce: 10,4 cm de alto y
Desconocido. Contexto arqueológico: Excavacio- 9 cm de ancho. Bibliografía: Palol, 1952: 304, fig.
nes científicas anteriores a 1984. Descripción: Frag- 3, 8.
mento de cama con seis radios. Molduras de media
caña que siguen el perfil circular. Muescas en “V” en

Figura 69: Cama de Regina (Badajoz) (nº 84) (Fotografía: Museo


Arqueológico Provincial de Badajoz).

- Número 84 (Fig. 69). Procedencia: Regina


(Casas de Reina, Badajoz). Depósito: Museo Arqueo-
lógico Provincial de Badajoz (nº inventario 10507).
Figura 68: Cama de Mérida (Badajoz) en el Museo Arqueológico Contexto arqueológico: Excavaciones efectuadas
Nacional (nº 83) (Fotografía: Cases). en 1982 por José Mª. Álvarez Martínez. Descrip-
156 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

superficie de haber estado estañada o plateada. Cam-


po “I.3.h”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce:
9,2 cm de ancho. Bibliografía: Inédita.
- Número 85 (Fig. 70). Procedencia: Las Cabe-
zuelas (Santaella, Córdoba). Fondo Arqueológico Ri-
cardo Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero de
Jaén (nº inventario FARMM T16-023/1). Descripción:
Cama con esquema decorativo calado similar a los
números 83 y 84. Círculos concéntricos troquelados
en campo y dentados del contorno. El contorno está
recorrido por una línea circular producto de torno.
Campo “I.3.h”. Caña: “B”. Contorno “B”. Aleación de
cobre/bronce: 9,4 cm de alto conservado y 9,2 cm de
ancho. Bibliografía: Inédita.
- Número 86 (Fig. 71). Procedencia: Castro de
San Adrián (Triacastela, Lugo). Depósito: Museo
Provincial de Lugo (nº inventario 2009/110). Des-
cripción: Cama radial con calados complejos cuya
sintaxis decorativa se articula en torno a un motivo
cruciforme complementado con motivos curvos de
Figura 70: Camas de Santaella (nº 85) (Fotografía: Museo Íbero tipo peltiforme y escutiforme. Sin decoración en frío.
de Jaén).
Campo “I.3.h”. Portamozo “F.2”. Caña “B”. Contorno
“C”. Aleación de cobre/bronce: 9,8 cm de altura y 8,7
ción: Cama similar a la anterior desde el punto de cm de ancho. Bibliografía: Carnero, 2006: 157.
vista morfológico, pero fragmentada. Decoración en
frío consistente en círculos concéntricos estampados
y líneas incisas en el campo. El contorno cuenta con
una profusa decoración puntillada que acompaña a
una línea incisa sinuosa, dando el aspecto general de
un roleo o motivo vegetal. Los dentados del contorno
se rellenan mediante un círculo concéntrico impreso
y muescas en “V” en el borde. Conserva restos en su

Figura 72: Cama de Menorca (nº 87) (Fotografía cortesía de la His-


panic Society of America, Nueva York).

- Número 87 (Fig. 72). Procedencia: Menorca,


probablemente de los alrededores de Mahón. Inicial-
Figura 71: Cama de Castro de San Adrián (Lugo) (nº 86) (Fotogra- mente en la Colección Ramis de Mahón de donde
fía: Denis Estévez). paso a la colección Vives Escudero. Depósito: Hispa-
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 157

Figura 73: Un par de camas del mismo freno hallado en Palencia


(nos 88 y 89) (Fotografía cortesía de la Hispanic Society of America,
Nueva York).
Figura 75: Camas del freno de Pollentia (Mallorca) (nos 91 y 92). Di-
bujo a color del diario inédito de Llabrés e Isasi en el momento del
descubrimiento (1) y fotografía (ángulo inferior derecho) de Palol
años después (2).

curvilíneos, pertenecientes a un mismo freno. Con-


torno con círculos incisos producto de torno. Campo
“I.3.h”. Portamozo “E.1”. Caña “C”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce: 10,3 cm de altura y 8,7 cm
de ancho. Bibliografía: Parcialmente inéditas. García
y Bellido (1993: 198, nº 2) reproduce el dibujo del
álbum de Vives en el que se muestra una sola de las
camas, por lo que desconocía la existencia de una se-
gunda cama y que el conjunto había sido adquirido
por la Hispanic Society.
- Número 90 (Fig. 74). Procedencia: Valeria (Las
Valeras, Cuenca). Depósito: Museo de Cuenca (nº in-
ventario AA-74-15-754). Contexto arqueológico:
Urbano. Excavaciones anteriores a 1984. Descrip-
ción: Cama calada con una circunferencia exterior
formada por escudetes y una interior que no pue-
den concretarse los motivos por estar fragmentada.
Moldura de media caña en relieve que sigue el perfil
Figura 74: Cama de Valeria (Cuenca) (nº 90) (Fotografía: Museo de
Cuenca/Rodríguez Ruza). circular de la pieza. Muescas en el borde del contor-
no. Campo “I.3.h”. Portamozo “E.1”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce: 9,7 cm de alto y 8,7 cm de
diámetro. Bibliografía: Osuna, 1978: 163, fig. 24, 2.
nic Society of America (Nueva York, USA) (nº inven- - Números 91 y 92 (Fig. 75). Procedencia: Po-
tario R4510). Descripción: Cama radial de esquema llentia (Alcúdia, Mallorca). Depósito: Desconocido8.
cruciforme. Contorno perfilado mediante un círculo Contexto arqueológico: Urbano. Excavaciones de
inciso producto de torno. Campo “I.3.h”. Portamo- Llabrés e Isasi de 1933 en la “Casa del Pintor” (Ca’n
zo “E.1”. Caña “C”, Contorno “A”. Aleación de cobre/ Basser de Jaume Ques y de Tous). Cronología con-
bronce: 8,8 cm de altura y 7,1 cm de ancho. Biblio- textual: Probablemente el tercer cuarto del siglo III
grafía: Palol (1952: 302, fig. 2.5) da solo un dibujo d.C. Descripción: Dos camas de un mismo freno
muy aproximado basado en una fotografía antigua, que apareció completo. Calados que configuran cua-
desconociendo que había pasado a la colección Vi- tro motivos en disposición cruciforme, los cuales re-
ves. Posteriormente, García y Bellido (1993: 198, nº 2) cuerdan por sus morfologías a peltas simplificadas.
ofrece la ilustración del álbum de Vives, pero sin saber
que había sido adquirida por la Hispanic Society.
- Número 88 y 89 (Fig. 73). Procedencia: Palen- 8. Palol (1952) refiere que en su época estaban en el Museo de Lonja. Gra-
cias a la inestimable colaboración de Rosa Maria Aguiló Fiol (actualmente
cia. Inicialmente en la Colección Heras de donde paso conservadora del Museo de Mallorca) sabemos que cuando el Museo
a la Colección Vives Escudero. Depósito: Hispanic de Lonja cerró, los materiales de Pollentia pasaron al Museo de Bellver y
posteriormente ingresaron en el Museo de Mallorca, aunque en el expe-
Society of America (Nueva York, USA) (nº inventario diente de ingreso en este último museo no aparecen referenciados, por
R4527). Descripción: Pareja de camas con calados lo que en la actualidad se desconoce su paradero.
158 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Ricardo Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero de


Jaén (nº inventario FARMM B03-001/5). Descrip-
ción: Cama delfiniforme. Incisiones y escotaduras en
las colas de los delfines y en el portamozo. Campo
“II.1.a”. Portamozo “C”. Caña “C”. Contorno “E”.
Aleación de cobre/bronce: 7,2 cm de alto y 6,2 cm de
ancho. Bibliografía: Inédita.

Figura 76: Cama de Villanueva del Río y Minas (Sevilla) (nº 93) (Fo-
tografía: Museo Íbero de Jaén).

Moldura de media caña en relieve que sigue el perfil


circular de la pieza. Portamozo en forma de ojo de ce-
rradura que es único entre las camas documentadas
en Hispania. Campo “I.3.h”. Portamozo similar a “B”.
Caña “B”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce.
Bibliografía: Las camas han sido publicadas varias
Figura 78: Cama de Herrera (Estepa) (nº 95) (Fotografía: Museo
veces sin relacionarlas ni con el contexto arqueoló- Íbero de Jaén).
gico ni con los restos de freno, siendo el primero en
recogerlas Palol (1952: 301-302, fig. 2.1). Contexto
arqueológico y freno completo en la memoria inédita - Número 95 (Fig. 78). Procedencia: Las Carri-
de Llabrés e Isasi (1933: 7-8 y 30). zosas (Herrera, Estepa). Fondo Arqueológico Ricardo
- Número 93 (Fig. 76). Procedencia: Puente Ga- Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero de Jaén (nº
lapagar (Villanueva del Río y Minas, Sevilla). Fondo Ar- inventario FARMM D03-003/1). Descripción: Cama
queológico Ricardo Marsal Monzón. Depósito: Mu- delfiniforme en la que los rasgos anatómicos, como
seo Íbero de Jaén (nº inventario FARMM R03-022/1). ojos y X-aletas, son representados mediante molduras
Descripción: Cama delfiniforme. Incisiones, muescas producto de molde. Campo “II.1.a”. Portamozo “C”.
y otros retoques en frío matizan la anatomía de los Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce:
animales. Campo “II.1.a”. Portamozo “C”. Caña “C”. 9,6 cm de alto conservado y 7,9 cm de ancho. Biblio-
Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce: 7,5 cm de grafía: Inédita.
alto y 6,4 cm de ancho. Bibliografía: FARMM, 2014: - Números 96 y 97 (Fig. 79). Procedencia: Er-
164. cávica (Cañaveruelas, Cuenca). Depósito: Museo de
Cuenca (nº inventario AA-83-1-15 y 16). Contexto
arqueológico: Urbano. Excavaciones científicas de
las termas. La peculiar decoración de las dos piezas
de nuestro catálogo demuestra por si misma que
ambas pertenecieron al mismo freno, aunque al no

Figura 77: Cama de Los Villares de Andújar (Jaén) (nº 94) (Fotogra-
fía: Museo Íbero de Jaén).

Figura 79: Camas de Ercávica (nos 96 y 97) (Fotografía: Museo de


- Número 94 (Fig. 77). Procedencia: Los Villa- Cuenca/Rodríguez Ruza. Composición y retoque fotográfico: Aurre-
res de Andújar (Andújar, Jaén). Fondo Arqueológico coechea-Fernández).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 159

Figura 80: Camas de La Olmeda (Palencia) (nº 98) (fotografía Palol) y Mérida (nº 99) (Dibujo: Barrero). Camas de procedencia desconocida
(nos 100 a 104).

mencionarse su hallazgo conjunto en la publicación de tierra practicadas en las lindes del teatro con ante-
original puede dudarse de que aparecieran en el mis- rioridad a 1936. Descripción: Cama con dos delfines
mo contexto cronoestratigráfico. Descripción: Cama afrontados. Círculo troquelado en ojos e incisiones en
con dos delfines afrontados rodeando una pelta. In- la cola. Campo “II.1.a”. Portamozo “C”. Caña “C”.
cisiones semejan escamas y marcan otros rasgos ana- Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce: 8,4 cm de
tómicos Campo “II.1.a”. Portamozo “C”. Caña “C”. alto y 8,2 cm de ancho. Bibliografía: Barrero, 2013:
Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce: 7,8 cm de 39-43, fig. 1.
alto y 6,5 cm de ancho. Bibliografía: Parcialmente
inéditas. Barroso y Morín (1993-94: 256, fig. 11) dan
a conocer una sola de las camas, sin aludir a un se-
gundo ejemplar ni al hallazgo conjunto con restos de
freno.
- Número 98 (Fig. 80). Procedencia: La Olmeda
(Pedrosa de la Vega, Palencia). Depósito: Museo de
Saldaña (Palencia). Contexto arqueológico: Villa.
Procede de las excavaciones o prospecciones efectua-
das con anterioridad a 1986. Cronología contex-
tual: el período de uso de la villa es desde los inicios
del siglo IV a la segunda mitad del V. Descripción:
Cama con dos delfines afrontados que carece de
decoración en frío. Campo “II.1.a”. Portamozo “C”.
Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce.
Bibliografía: Palol, 1986: 51.
- Número 99 (Fig. 80). Procedencia: Mérida (Ba-
dajoz). Depósito: Museo Nacional de Arte Romano
(Mérida, Badajoz) (nº inventario CE02171). Contexto Figura 81: Cama de Cástulo (Jaén) (nº 105) (Fotografía: Ceprián
arqueológico: Urbano. Excavaciones y remociones del Castillo).
160 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 83: Cama de probable origen extremeño (nº 107) (Fotogra-


fía: Pérez González).

berg (Zürich) del 16 de noviembre de 1992, lote 696.


Depósito: Colección particular. Descripción: Dos
camas de un mismo freno. Decoración en frío de cír-
culos concéntricos. Campo “II.1.a”. Portamozo “F.2”.
Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce.
Aproximadamente 5,7 cm de alto. Bibliografía: In-
éditas.
Figura 82: Cama de Alamillo (Ciudad Real) (nº 106) (Fotografía: - Número 105 (Fig. 81). Procedencia: Cástulo
Aurrecoechea-Fernández). (Linares, Jaén). Depósito: Museo Arqueológico de
Linares (nº inventario E00905). Contexto arqueoló-
- Número 100 (Fig. 80). Procedencia: Proba- gico: Urbano. Excavación arqueológica efectuada por
blemente hispana. Depósito: Colección particular. Blázquez en la acrópolis. Sondeo IV, cisterna, profun-
Descripción: Cama con dos delfines afrontados. didad 4 m. Cronología estratigráfica: Posterior al
Incisiones en los cuerpos y escotaduras en las colas. siglo III d.C. Descripción: Cama en la que las colas de
Campo “II.1.a”. Portamozo “C”. Caña “C”. Contorno los delfines rematan en testas equinas. Las cabezas de
“E”. Aleación de cobre/bronce. Aproximadamente 9,5 los caballos aparecen enjaezadas con sendas cabeza-
cm de alto. Bibliografía: Inédita. das. Campo “II.1.b”. Portamozo “D”. Caña “C”. Con-
- Número 101 (Fig. 80). Procedencia: Provincia torno “E”. Aleación de cobre/bronce: 8,8 cm de alto y
de Málaga. Depósito: Colección particular. Descrip- 5,5 cm de ancho. Bibliografía: Blázquez, Contreras y
ción: Cama delfiniforme. Pátina con concreciones Urruela, 1984: 48-51, fig. 22.
que impiden apreciar la decoración en frío. Campo - Número 106 (Fig. 82). Procedencia: Alamillo
“II.1.a”. Portamozo “D”. Caña “C”. Contorno “E”. (Ciudad Real). Depósito: Colección particular. Des-
Aleación de cobre/bronce. Aproximadamente 8 cm cripción: Cama delfiniforme con testas equinas por
de alto y 6,5 de ancho. Bibliografía: Inédita. colas. La cabeza de caballo de la izquierda es de un
- Número 102 (Fig. 80). Procedencia: Probable- tamaño mucho menor, bien por falta de pericia del ar-
mente hispana. Depósito: Colección particular. Des- tesano durante el repaso en frío tras salir del molde, o
cripción: Fragmento de cama delfiniforme. Círculo por rotura posterior y arreglo. Profundas incisiones en
troquelado en ojo e incisiones en el portamozo. Cam- las colas de los delfines para simular que forman parte
po “II.1.a”. Portamozo “D”. Contorno “E”. Aleación del cuello del caballo, por lo que se marcan las crines
de cobre/bronce. Bibliografía: Inédita. mediante incisiones. Campo “II.1.b”. Portamozo “D”.
- Números 103 y 104 (Fig. 80). Procedencia: Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce:
Probablemente hispana. Subasta 26 de Frank Stern- 8 cm de alto y 5 cm de ancho. Bibliografía: Inédita.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 161

Figura 85: Cama de procedencia desconocida (nº 109) (Fotografía:


Ariadne Galleries).

Figura 84: Cama del Museo Lázaro Galdiano (nº 108) (Fotografía:
Museo Lázaro Galdiano).

- Número 107 (Fig. 83). Procedencia: Probable-


mente Extremadura. Colección J. Castro de Madrid9.
Depósito: Desconocida10. Descripción: Fragmento
de cama similar a la anterior, aunque con mayor pro-
fusión de incisiones. Campo “II.1.b”. Portamozo “C”.
Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce: 5,2 cm de
altura conservada. Bibliografía: Pérez y Fernández,
1986: 181-182, nº 2.
- Número 108 (Fig. 84). Procedencia: Españo-
la. Depósito: Museo Lázaro Galdiano (nº inventario
01179). Descripción: Cama delfiniforme con dos
protomos de caballos que portan parte de sus arreos
(cabezada y probablemente petral). Campo “II.1.b”.
Portamozo “C”. Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de
cobre/bronce: 7,62 cm de altura. Bibliografía: Palol,
1952: 313, fig. 6.24.
- Número 109 (Fig. 85). Procedencia: Probable-
mente hispana. En la colección de Ariadne Galleries

9. C. Fernández Ibáñez y C. Pérez González me dieron a conocer esta y otras


piezas de la colección, proporcionándome el último de ellos la docu-
mentación gráfica que se reproduce en nuestro trabajo. Desde aquí vaya
nuestro agradecimiento por su colaboración.
10. Probablemente se encuentre en el Walters Art Museum, institución don-
de acabaron otras piezas de la misma colección, aunque no podemos
asegurarlo ya que el museo en cuestión no nos proporcionó información Figura 86: Cama de procedencia desconocida (nº 110) (Fotografía:
al respecto. Ariadne Galleries).
162 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

(Nueva York, USA) en la década de 1990. Depósito: nas. Portamozo decorado con incisiones curvas que
Colección particular. Descripción: Cama ornamenta- recuerdan motivos vegetales. Campo “II.1.b”. Porta-
da con delfines cuyas colas desarrollan cabezas equi- mozo “D”. Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de co-
bre/bronce: 8,5 cm de altura aproximada. Bibliogra-
fía: Ripoll y Darder, 1994: fig. 17, nº 56.
- Número 110 (Fig. 86). Procedencia: Probable-
mente hispana. En la colección de Ariadne Galleries
(Nueva York, USA) en la década de 1990. Depósi-
to: Colección particular. Descripción: Cama prácti-
camente idéntica a la precedente salvo por la deco-
ración en frío, ya que este ejemplar apenas cuenta
con ella. Al proceder del mismo anticuario, Ariadne
Galleries, es probable que proceden del mismo freno,
pero que esta pieza haya perdido su ornamentación
en frío por desgaste. De no ser así, serían producto
del mismo molde. Campo “II.1.b”. Portamozo “D”.
Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce:
8,5 cm de altura aproximada. Bibliografía: Ripoll y
Darder, 1994: fig. 17, nº 57.
- Número 111 (Fig. 87). Procedencia: Espa-
ñola. Ha pasado por varias colecciones (primero en
Inglaterra y después en la colección holandesa de
Figura 87: Cama de procedencia desconocida (nº 111) (Fotografía:
Barry Ager). Joop Weij), hasta que fue ofrecida para su compra
al Museo Británico en 2013, quien denegó la adqui-
sición. Depósito: Colección particular. Descripción:
Cama delfiniforme con un elaborado portamozo que
implica un laborioso trabajo en frío. Campo “II.1.b”.
Portamozo “D”. Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de
cobre/bronce: 7,7 cm de alto y 5,6 cm de ancho. Bi-
bliografía: Inédita.
- Número 112 (Fig. 88). Procedencia: Española.
Depósito: Colección particular. Descripción: Frag-
mento de cama delfiniforme cuya peculiaridad es pre-
sentar un prótomo de animal en la cola que no parece
el caballo clásico que ostentan estas piezas, pudiendo
ser incluso una pantera o una leona, lo que le haría
adscribible al tipo “II.1.c”. No obstante, la ejecución
artística del ejemplar es distinta a la de otras camas
del mismo grupo, lo que nos impide precisar el animal
del que se trata. Campo “II.1.b”. Contorno “E”. Alea-
ción de cobre/bronce: 6,3 cm de altura conservada.
Bibliografía: Inédita.
- Número 113 (Fig. 89). Procedencia: Conímbri-
ga (Condeixa-a-Nova, Coímbra, Portugal). Depósito:

Figura 88: Cama de procedencia desconocida (nº 112) (Fotografía: Figura 89: Cama de Conímbriga (Portugal) (nº 113) (Fotografía:
Aurrecoechea-Fernández). Arezes).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 163

Museo de Conímbriga (nº inventario A512). Contex-


to arqueológico: Urbano. Excavaciones anteriores a
1962. Descripción: Fragmento de la zona inferior de
una cama idéntica a la anterior. Conserva el extremo
del cañón del freno y la argolla para sujetar la rienda.
Campo “II.1.c”. Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de
cobre/bronce: 5,5 cm de altura conservada y 9,5 cm
de ancho. Bibliografía: Pereira, 1970: 14, fig. 1, 2.
- Número 115 (no se ilustra). Procedencia: Co-
nímbriga (Condeixa-a-Nova, Coímbra, Portugal). De-
pósito: Museo de Conímbriga (nº inventario A913).
Contexto arqueológico: Urbano. Excavaciones an-
teriores a 1962. Descripción: Fragmento del extremo
inferior de una cama similar a las dos anteriores, si
Figura 90: Cama de Conímbriga (Portugal) (nº 114) (Fotografía: bien lo ínfimo de lo conservado no es suficiente como
Arezes). para afirmarlo con rotundidad. ¿Campo “II.1.c”?
Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce:
Museo de Conímbriga (nº inventario A511). Contex- 4 cm de anchura conservada. Bibliografía: Pereira,
to arqueológico: Urbano. Excavaciones anteriores 1970: 14, fig. 2, 4.
a 1962. Descripción: Cama con un animal híbrido - Número 116 (Fig. 91). Procedencia: “Pueca
cuyo cuerpo sinuoso recuerda a los delfines, cola de Baja”, Santaella (Córdoba). Depósito: Museo Histó-
pescado y cabeza con hocico y melena similar a un rico Municipal de Santaella (Córdoba). Descripción:
león. Campo “II.1.c”. Portamozo “C”. Caña “C”. Con- Cama con animales híbridos, formados por el cuerpo
torno “E”. Aleación de cobre/bronce: 10,2 cm de alto de un delfín con patas delanteras y cola rematada por
y 9,5 cm de ancho. Bibliografía: Pereira, 1970: 14, la cabeza de un caballo. Tiene la peculiaridad de que
fig. 1, 1. las cabezas de los delfines miran hacia el interior, al
- Número 114 (Fig. 90). Procedencia: Conímbri-
ga (Condeixa-a-Nova, Coímbra, Portugal). Depósito:

Figura 92: Camas del Castro de Viladonga (Lugo) (nos 117 y 118)
(Fotografía: Fernando del Río, Museo Arqueolóxico de Ourense).

Figura 93: Cama de origen extremeño (nº 119). A la izquierda en


la actualidad, en el Metropolitan Museum (fotografía Metropolitan
Figura 91: Cama de Santaella (Córdoba) (nº 116) (Fotografía: Eso- Museum); y a la derecha en 1985, aún en la colección madrileña J.
jo). Castro (Fotografía: Pérez González).
164 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

igual que las testas equinas, mientras que el resto de “C”. Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/
las camas delfiniformes tienen estos elementos miran- bronce: 8,7 cm de alto y 8,6 cm de ancho. Bibliogra-
do hacia el exterior. La caña está rodeada de un relieve fía: Pérez Rojas, 2018: 244, nos 1 y 2.
plástico que asemeja la cabeza de un murciélago con - Número 119 (Fig. 93). Procedencia: Proba-
la boca abierta. Campo “II.1.c”. Portamozo “C”. Caña blemente Extremadura. Originalmente en la colec-
“C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce. Biblio- ción madrileña J. Castro. Depósito: Metropolitan
grafía: Esojo, 2014: 316-317, lám. 5. Museum (Nueva York, USA) (nº inventario 1990-56).
- Números 117 y 118 (Fig. 92). Procedencia: Descripción: Cama con dos felinos en posición herál-
Castro de Viladonga (Castro de Rei, Lugo). Depósito: dica. Líneas incisas se distribuyen por todo el cuerpo
Museo du Castro de Viladonga (Lugo) (nº inventario insinuando el pelaje. Rota a la altura de la caña. Cam-
1970/00132). Contexto arqueológico: Castro. Ex- po “II.2”. Portamozo “D”. Contorno “E”. Aleación
cavación de 1976 en la zona centro-oeste de la croa. de cobre/bronce: 8,9 cm de alto y 7,6 cm de ancho.
Descripción: Cama con dos felinos afrontados. En el Bibliografía: Pérez y Fernández, 1986: 181, nº 1
pecho ostentan una decoración de círculos concén- (cuando aún se documenta en España). Brow, 1990:
tricos a modo de arnés, así como líneas incisas en el 17 (cuando ya se encuentra en el Metropolitan). Has-
cuello como si se tratara de un collar. Otra serie de in- ta que nos pusimos en contacto con el Metropolitan
cisiones marcan detalles anatómicos del pelaje, como se desconocía que fuera un hallazgo extremeño y su
los extremos de las colas. Campo “II.2”. Portamozo pertenencia a la colección Castro.
- Número 120 (Fig. 94). Procedencia: Proba-
blemente Elche. Originalmente en la colección Vives
Escudero. Depósito: The Walters Art Museum (Bal-

Figura 96: Cama de la colección Aridane Gallery (nº 122) (Fotogra-


Figura 94: Cama de Elche en Walters Art Museum (nº 120) (Foto-
fía: Aridane Gallery).
grafía: Palol).

Figura 95: Cama de la colección Axel Guttmann (nº 121) (Fotogra-


fía: Artemission). Figura 97: Cama de Elche (nº 123) (Fotografía: Cases Ortega).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 165

timore, USA) (nº inventario 1990-56). Descripción: rior. Campo “II.2”. Portamozo “C”. Caña “F”. Contor-
Cama prácticamente idéntica a la precedente. Rota, no “E”. Aleación de cobre/bronce: 9,8 cm de alto y
también, a la altura de la caña. Campo “II.2”. Porta- 8,3 cm de ancho. Bibliografía: Palol, 1953-54: 284
mozo “D”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce: y 286, fig. 5, c.
9 cm de alto y 7,4 cm de ancho. Bibliografía: Palol, - Número 124 (Fig. 98). Procedencia: Proba-
1953-54: 286, fig. 5, a y b. blemente hispana. Christie´s, subasta 7325, lote 8
- Número 121 (Fig. 95). Procedencia: Probable- (25 octubre 2006). Depósito: Colección particular.
mente hispana. Subasta Artemission, item 15.7391
Originalmente en la colección de Axel Guttmann (Ber-
lín). Depósito: Colección particular. Descripción:
Cama con felinos afrontados. Incisiones a lo largo del
cuerpo de los felinos. Bajo la caña presenta una gota
en alto relieve. Campo “II.2”. Portamozo “D”. Caña
“C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce. Biblio-
grafía: Inédita.
- Número 122 (Fig. 96). Procedencia: Proba-
blemente hispana. Colección Aridne Gallery (Nueva
York). Depósito: Colección particular. Descripción:
Cama con felinos afrontados. Incisiones y motivos en
“S” simulan el pelaje y las manchas del cuerpo. Rota
a la altura de la caña. Campo “II.2”. Portamozo “C”.
Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce.
Bibliografía: Inédita.
- Número 123 (Fig. 97). Procedencia: ¿Elche?
Originalmente en la Colección Vives Escudero. De-
pósito: Museo Arqueológico Nacional (Madrid) (nº
inventario 57453). Descripción: Cama con felinos
afrontados con decoración en frío similar a la ante-

Figura 99: Cama del Museo Lázaro Galdiano) (nº 125) (Fotografía:
Museo Lázaro Galdiano).

Figura 98: Cama hispana de procedencia desconocida (nº 124) (Fo- Figura 100: Cama de La Torre (Ávila) (nº 126) (Fotografía: Museo
tografía: Christie´s). de Ávila).
166 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Descripción: Cama con felinos afrontados. Incisio-


nes señalando los pormenores anatómicos y el pela-
je. Círculos concéntricos troquelados en los dentados
que emergen del motivo curvilíneo que ciñe a la caña.
Campo “II.2”. Portamozo “C”. Caña “C”. Contorno
“E”. Aleación de cobre/bronce: 11 cm de alto. Biblio-
grafía: Inédita.
- Número 125 (Fig. 99). Procedencia: Españo-
la. Depósito: Museo Lázaro Galdiano (Madrid) (n°
inventario 1.180). Descripción: Cama con felinos
afrontados. Incisiones marcando diferentes zonas del
pelaje. Campo “II.2”. Portamozo “C”. Caña “C”. Con-
torno “E”. Aleación de cobre/bronce: 9,2 cm de alto.
Bibliografía: Palol, 1952: 314, fig. 6.26.
- Número 126 (Fig. 100). Procedencia: Los Te-
jares (La Torre, Ávila). Depósito: Museo de Ávila (n°
inventario 77/1/1). Contexto arqueológico: Villa.
Hallazgo fortuito. Cronología del yacimiento: si-
glos III-IV d.C. Descripción: Cama con felinos afron-
tados. No cuenta con decoración en frío para simular
el pelaje. Campo “II.2”. Portamozo “C”. Caña “C”.
Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce: 9,2 cm de
Figura 101: Cama del Museo Lázaro Galdiano) (nº 127) (Fotografía: alto. Bibliografía: Palol, 1952: 314, fig. 6.26.
Museo Lázaro Galdiano). - Número 127 (Fig. 101). Procedencia: Españo-
la. Depósito: Museo Lázaro Galdiano (Madrid) (n°
inventario 1.182). Descripción: Cama con felinos
afrontados. Muy gastada, lo que impide apreciar po-
sibles decoraciones en frío. Portamozo partido. Cam-
po “II.2”. Caña “C”. Contorno “E”. Aleación de cobre/
bronce: 8,1 cm de altura conservada. Bibliografía:
Palol, 1953-54: 291, fig. 5.d.
- Número 128 (Fig. 102). Procedencia: Las Bea-
tas (Gilena, Sevilla). Depósito: Colección Museográ-
fica de Gilena (n° inventario 00340-A). Contexto
arqueológico: Villa. Hallazgo fortuito. Descripción:
Fragmento de cama con felinos afrontados, del que
solo se conserva uno de ellos. Muy gastada. Portamo-
zo partido. Campo “II.2”. Caña “C”. Contorno “E”.
Aleación de cobre/bronce: 7,5 cm de altura conser-
vada y 3,5 cm de anchura conservada. Bibliografía:
Inédita.

Figura 102: Cama de Las Beatas (Gilena, Sevilla) (nº 128) (Fotogra- Figura 103: Cama de procedencia española ¿Levante peninsular?
fía: Colección Museográfica de Gilena). (nº 129) (Fotografía: Palol).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 167

Aleación de cobre/bronce: 10,3 cm de alto y 7 cm de


ancho. Bibliografía: Palol, 1953-54: 284, fig. 4.c.
- Número 130 (Fig. 104). Procedencia: Hispana.
Depósito: Museu Nacional de Arqueología (Lisboa)
(nº inventario 2000.48.4). Descripción: Dos leones
afrontados. Campo “II.2”. Portamozo “E.2”. Caña
“B”. Contorno “C”. Aleación de cobre/bronce: 9,8 cm
de altura y 7,9 cm de diámetro. Bibliografía: Arezes,
2015: 75, figs. 13-14.
- Número 131 (Fig. 105). Procedencia: Proba-
blemente hispana. Originalmente en Ariadne Galle-
ries (Nueva York, USA). Depósito: Colección particu-
Figura 104: Cama de Museu Nacional de Arqueología (Lisboa) (nº
130) (Fotografía: Arezes).
lar. Descripción: Dos caballos sin enjaezar portando
penacho o palma en la cabeza, se disponen afron-
tados a una columna de fuste salomónico y capitel
- Número 129 (Fig. 103). Procedencia: Española dórico. Es probable que en sus ancas porten marcas
¿Levante peninsular? Depósito: Originalmente, en la de cuadra, aunque la reproducción fotográfica con
colección Rosentingel. Aunque se ha publicado por la que contamos no puede precisarse con seguridad.
Ripoll y Darder (1994: nº 66) como depositada en el Se apoyan sobre una moldura que los separa de un
Museo de Barcelona, en la actualidad no se localiza registro inferior de intencionalidad vegetal. Borde ex-
entre los fondos del Museu d’Arqueologia de Cata- terno del contorno señalado mediante muescas. Con-
lunya (Barcelona), por lo que pensamos que, como torno con roleos formados por líneas incisas curvas de
indica Palol, se encuentra en una colección privada. tipo meandro. Campo “II.3.a”. Portamozo “F.2”. Caña
Descripción: Dos animales enfrentados en posición “C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 8,5 cm
heráldica separados por motivos foliáceos y apoyados de diámetro. Bibliografía: Ripoll y Darder, 1994: fig.
sobre una base similar a una hoja o pelta esquemá- 16, nº 53.
tica en forma de escudete. La complexión física más
gruesa, así como el pelaje más voluminoso, hace que
en ocasiones se les interprete como plantígrados,
aunque no puede descartarse que sean felinos. Cam-
po “II.2”. Portamozo “E.1”. Caña “B”. Contorno “E”.

Figura 106: Cama del Museo Arqueológico y Etnológico de Córdo-


ba (nº 132) (Fotografía: Rodríguez Escudero).

- Número 132 (Fig. 106). Procedencia: Espa-


ñola. Depósito: Museo Arqueológico de Córdoba
(nº inventario DJ030310). Descripción: Équido al

Figura 107: Cama de Santa Elena (Jaén) del Museo de Jaén (izquier-
Figura 105: Cama de procedencia desconocida (nº 131) (Fotogra- da, nº 133) y del Museo Arqueológico de Linares (derecha, nº 134)
fía: Ariadne Galleries). (Fotografías: Ceprián del Castillo y Martínez Ocaña).
168 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

paso mirando hacia la derecha. Sin enjaezar y sin


silla de montar. Marcas de cuadra en muslo (círculo
concéntrico) y espalda (estrella). Contorno con círcu-
los concéntricos estampados, así como muescas en
borde exterior. Destaca un signo inciso en forma de
“B” tumbada debajo del portamozo, al que le siguen
otras letras incisas distribuidas entre los círculos tro-
quelados del contorno. Campo “II.3.b”. Portamozo
“E.2”. Caña “C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/
bronce: 10,5 cm de alto. Bibliografía: Inédita.
- Números 133 y 134 (Fig. 107). Procedencia:
Santa Elena (Jaén). Según Palol, no está totalmente
claro si fueron halladas en una excavación clandesti-
na, o en la finca Solana del Tío García. Depósito: Mu-
seo de Jaén (nº inventario CE/DA03023) para la cama
con caballo a la izquierda, y Museo Arqueológico de
Linares (nº inventario CE00398) para la cama con ca-
ballo a la derecha. Descripción: Pareja de camas con
équido al paso. Sin enjaezar y sin silla de montar. Mar-
cas de cuadra en muslo (círculo concéntrico) y espalda
(estrella). Contorno con círculos concéntricos estam-
pados, así como muescas en borde exterior. Campo
“II.3.b”. Portamozo “F.3”. Caña “C”. Contorno “B”.
Figura 109: Cama de Clunia (Burgos) en el Instituto Valencia de Don
Aleación de cobre/bronce: 10 cm de alto y 8,6 cm Juan (nº 136) (Fotografía: Palol).
de ancho. Bibliografía: Palol, 1960: 217-228, fig. 7.
- Número 135 (Fig. 108). Procedencia: Santa
Elena (Jaén). Depósito: Museo Arqueológico Na-
cional (nº inventario 1918/65/1 BIS). Descripción:
Cama con caballo representado con su arnés, indica-
do someramente mediante incisiones. Se encuentra
parado hacia la izquierda, delante de un motivo cur-
vilíneo que parece un árbol. Campo con algunos ca-
lados que recuerdan arcos de herradura. Muescas en
“V” presentes en los dentados del contorno. Campo
“II.3.b”. Portamozo “E.1”. Caña “C”. Contorno “B”.
Aleación de cobre/bronce: 9,5 cm de alto y 8 cm de
ancho. Bibliografía: Inédita.

Figura 108: Cama de Santa Elena (Jaén) del Museo Arqueológico


Nacional (nº 135) (Fotografía: Cases Ortega).

- Número 136 (Fig. 109). Procedencia: Clunia


(Coruña del Conde, Burgos), según López Serrano. De
procedencia desconocida, según Palol. Depósito: Ins- Figura 110: Cama de Clunia (Burgos) en el Museo de Burgos (nº
tituto Valencia de Don Juan (Madrid). Descripción: 137) (Fotografía: Museo de Burgos).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 169

Cama con caballo a la izquierda cuya única represen- - Número 137 (Fig. 110). Procedencia: Clunia
tación de arnés es una correa del montante. Sobre el (Coruña del Conde Burgos). Depósito: Depósito:
anca la marca incisa de cuadra A, mientras que sobre Museo de Burgos. Descripción: Caballo sin enjaezar
la espalda figura la N (o M invertida). En el cuello la delante de un motivo vegetal similar a una palma o
leyenda incisa en griego “EAYX”. Contorno decorado palmera, apoyado sobre una pelta. Campo “II.3.b”.
con incisiones formando un motivo circular en espiga Portamozo “C”. Caña “B”. Contorno “E”. Aleación
semejante a una guirnalda. Círculos concéntricos es- de cobre/bronce: 9 cm de alto. Bibliografía: Palol,
tampados en los dentados del contorno. Portamozo 1952: 312, fig. 5.23.
con delfines estilizados señalados mediante incisiones - Número 138 (Fig. 111). Procedencia: Proba-
y círculos concéntricos estampados. Muescas en el blemente hispana. Originalmente en la colección de
ángulo del portamozo. Campo “II.3.b”. Portamozo Ancient and Oriental. Depósito: Colección particular.
“G.2”. Caña “B”. Contorno “B”. Aleación de cobre/ Descripción: Caballo a la izquierda levemente en-
bronce: 9,5 cm de alto y 8 cm de ancho. Bibliogra- jaezado. Anca con marca de cuadra en forma de “L”
fía: López, 1963: 814 y 817; Palol, 1952: 311. tumbada, ejecutada con un punteado. Contorno con
roleos insinuados mediante líneas curvas formadas
por puntos muy apretados. Dentados del contorno
con profunda escotadura en “U”. Caña fracturada de
antiguo. Reparación practicada en el cuerpo del caba-
llo realizando un orificio circular. Campo “II.3.b”. Por-
tamozo “F.3”. Caña actual “B”. Contorno “B”. Alea-
ción de cobre/bronce: 8 cm de ancho. Bibliografía:
Inédita.
- Número 139 (Fig. 112). Procedencia: Castro
del Río (Córdoba). Depósito: Colección particular.
Descripción: Caballo a la derecha sin enjaezar, con
incisiones para denotar las crines. Anca con círculo
Figura 111: Cama de procedencia desconocida (nº 138) (Fotogra- concéntrico estampado, posible marca de cuadra. Es-
fía: Ancient and Oriental). palda con marca de cuadra en forma de “X” incisa.
Contorno con idéntico motivo de círculos concéntri-
cos. Campo “II.3.b”. Portamozo asimilable a “E.2”.
Caña probable “B”. Contorno “A”. Aleación de cobre/
bronce: 6 cm de altura conservada y 5,8 cm de ancho.
Bibliografía: Inédita.

Figura 113: Cama de procedencia desconocida (nº 140) (Fotogra-


Figura 112: Cama de Castro del Río (Córdoba) (nº 139) (Fotografía: fía: Kidd -tomada con Polaroid, que actualmente está decolorada
Aurrecoechea-Fernández). y desvaída-).
170 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

- Número 140 (Fig. 113). Procedencia: Españo- - Número 142 (Fig. 115). Procedencia: Españo-
la. Presentada al Museo Británico entre 1990-1995 la. Galería Jesús Vico, subasta 9, lote 629. Depósi-
para su adquisición, la cual rehusó. Depósito: Ori- to: Colección particular. Descripción: Caballo a la
ginalmente en la colección S. Hadida. Descripción: izquierda ricamente enjaezado que incluye pinjantes
Caballo a la derecha en el que no podemos apreciar en forma de punta de flecha y silla de montar. Cam-
decoración en frío, quizá por la mala calidad de la po “II.3.b”. Portamozo “C”. Caña “E”. Contorno “A”.
imagen de que disponemos. Portamozo peculiar, no Aleación de cobre/bronce: 9,6 cm de alto y 8 cm de
solo por su forma (flanqueado por motivos en “S” que diámetro. Bibliografía: Inédita.
guardan cierto parecido con otras camas que tienen - Número 143 (Fig. 116). Procedencia: Proba-
delfines), sino porque está unido a una cadena. Con- blemente hispana. Inicialmente en la colección Jules
torno con moldura de media caña. Campo “II.3.b”. Sambon (París). Depósito: Desconocido11. Descrip-
Portamozo “A”. Caña “B”. Contorno “A”. Aleación de ción: Caballo a la derecha con algunos arneses y
cobre/bronce. Bibliografía: Inédita. probablemente silla de montar. Delante de sus patas
delanteras un espacio de tendencia rectangular, al pa-

Figura 114: Cama de Monturque (Córdoba) (nº 141) (Fotografía:


Rodríguez Escudero).

- Número 141 (Fig. 114). Procedencia: Las Pozas


(Monturque, Córdoba). Depósito: Museo Arqueoló-
gico de Córdoba (nº inventario 11.311). Contexto
arqueológico: Hallada en la excavación realizada
por Samuel de los Santos en 1950, concretamente
próxima a un recinto sepulcral altoimperial, aunque
no parece tener relación con el contexto funerario.
Descripción: Caballo a la derecha en el que se detalla Figura 116: Cama de procedencia desconocida (nº 143) (Dibujo:
Palol).
pormenorizadamente el arnés, distinguiéndose inclu-
so las riendas y la silla de montar. Decoración del con-
torno basada en un punteado que describe “dientes
de sierra” con interpuntos entre ellos. Campo “II.3.b”.
Portamozo “E.1”. Caña “B”. Contorno “A”. Aleación
de cobre/bronce: 9,4 cm de alto y 7,2 cm de diáme-
tro. Bibliografía: Marcos y Vicent, 1981: 25-32.

Figura 117: Cama de Leiria (Portugal) (nº 144) (Fotografía: Arezes).

Figura 115: Cama de procedencia desconocida (nº 142) (Fotogra- 11. Nuestro intento por localizar la pieza en diversas instituciones públicas
fía: Vico). parisinas ha resultado infructuoso.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 171

recer, con la leyenda “TAGVS”. Roleos formados por


líneas curvas recorren el contorno. La pieza no se ha
fotografiado nunca y solo se conoce por referencias
antiguas. Campo “II.3.b”. Portamozo “E.2”. Caña
probable “C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bron-
ce. Bibliografía: Palol, 1952: 311, fig. 5, 21.
- Número 144 (Fig. 117). Procedencia: Leiria
(Portugal). Depósito: Museu Nacional de Arqueolo-
gía (Lisboa) (nº inventario 2000.48.5). Descripción:
Caballo a la izquierda con arneses completos y silla de
montar. Motivo cruciforme tras el équido. Contorno
ornamentado con círculos concéntricos estampados.
Campo “II.3.b”. Portamozo “E.1”. Caña “B”. Contor-
no “A”. Aleación de cobre/bronce: 9,6 cm de alto y
7,8 cm de diámetro. Bibliografía: Arezes, 2015: 68,
figs. 11 y 12.

Figura 119: Cama de Dehesa Boyal (Cáceres) (nº 146) (Fotografía:


Aurrecoechea-Fernández).

- Número 146 (Fig. 119). Procedencia: Dehesa


Boyal (Santa Cruz de la Sierra, Cáceres). Depósito:
Colección particular. Descripción: Similar a la ante-
rior. Équido a la derecha con jinete alzando su mano
diestra. Caballo con arnés pormenorizado, incluyendo
silla de montar. Marca de cuadra en forma de hedera
en el cuarto trasero del animal. Pulida con torno gi-
ratorio que deja círculos concéntricos bien definidos
que siguen el contorno circular de la pieza, marcán-
dose el punto de apoyo del torno bajo las nalgas del
jinete. Campo “II.3.c”. Portamozo probable “E.4”.
Figura 118: Cama de Cañada Afán (Córdoba) (nº 145) (Fotografía: Caña “C”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce:
Esojo). 8,2 cm de ancho. Bibliografía: Aurrecoechea-Fer-
nández y Ager, 2003: 290-291, fig. 5.
- Números 147 y 148 (Fig. 120). Procedencia:
- Número 145 (Fig. 118). Procedencia: Cañada Probablemente hispana. En la colección de Ariadne
Afán (Puente Genil, Córdoba). Depósito: Museo Ar-
queológico de Puente Genil (Córdoba) (nº inventario
458). Descripción: Caballo a la derecha montado
por jinete que alza su mano diestra, galopando sobre
un motivo curvilíneo calado con incisiones. No parece
que porte silla de montar. Sobre la cabeza del équido
líneas incisas representando una palma o penacho.
En el anca del animal hierro de cuadra inciso forma-
do por las letras “XT” inscritas en un círculo radiado.
Contorno decorado con series de círculos concéntri-
cos troquelados complementados por líneas curvas
incisas que los enmarcan. Campo “II.3.c”. Portamozo
“E.4”. Caña “B”. Contorno “A”. Aleación de cobre/
bronce: 8,5 cm de alto y 6,2 cm de diámetro. Biblio- Figura 120: Cama de procedencia desconocida (nos 147 y 148) (Di-
grafía: Delgado, 1996: 301-307. bujo: Ripoll y Darder).
172 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Galleries (Nueva York, USA) en la década de 1990. nea incisa y tres puntos, que coinciden con cada den-
Depósito: Colección particular. Descripción: Dos tado, estando este último remarcado mediante una
camas de un mismo freno. Similares a la anteriores. muesca en “V”. Líneas incisas minúsculas en el borde
Équido con jinete alzando su mano diestra. En el anca del contorno sirven de nexo de unión entre diente y
una hedera y en la espalda un círculo inciso que en diente. Campo “II.3.c”. Portamozo similar a “E.4”,
uno de los ejemplares prácticamente no se conser- pero sin las divisiones laterales. Caña “B”. Contorno
va, siendo ambos la marca de cuadra. Contorno con “B”. Aleación de cobre/bronce: 8,4 cm de ancho. Bi-
dientes que presentan una muesca en “V”. Campo bliografía: Inédita.
“II.3.c”. Portamozo “E.4”. Caña “C”. Contorno “B”. - Número 150 (Fig. 122). Procedencia: Espa-
Aleación de cobre/bronce. Bibliografía: Ripoll y Dar- ñola. Depósito: Metropolitan Museum (Nueva York,
der, 1994: fig. 22, nº 75. USA) (nº inventario 1990.77). Descripción: Caballo
- Número 149 (Fig. 121). Procedencia: Españo- a la derecha con jinete. Muy esquemática representa-
la. Galería Jesús Vico, Catawiki lote 42519985. De- ción del arnés. No parece portar silla de montar. Como
pósito: Colección particular. Descripción: Similar a marca de cuadra las letras incisas “CLD” y debajo un
las anteriores, salvo por el portamozo y por su factura círculo. Contorno surcado por motivos curvilíneos en
muy cuidada, característica esta última que la distin- clara alusión a un motivo vegetal (ramas con hojas).
gue del resto de la serie. Équido a la derecha con jinete Escotaduras en “V” en el dentado del contorno. Cam-
alzando mano. Caballo con detallado atalaje, aunque po “II.3.c”. Portamozo probable “E.4”. Contorno “B”.
no parece portar silla de montar. No hay marcas de Aleación de cobre/bronce: 8,3 cm de ancho. Biblio-
cuadra. Contorno dividido en secciones mediante lí- grafía: Ripoll y Darder, 1994: fig. 21, nº 73.
- Número 151 (Fig. 123). Procedencia: Cártama
(Málaga). Depósito: Museo de Málaga (nº inventario
1990.77). Cronología contextual: Probablemente
siglo IV a inicios del siglo V, por el período de uso de
la villa. Descripción: Caballo a la derecha con jinete
que levanta ambas manos y en el que se representa el
arnés, destacando la brida. Contorno con gruesas se-
miesferas o bolas que se sitúan en su interior, y no en
el borde (siendo esto último lo más habitual). Campo
“II.3.c”. Portamozo “G.1”. Contorno asimilable a “C”.
Aleación de cobre/bronce: 7,5 cm de diámetro. Bi-

Figura 121: Cama de procedencia desconocida (nº 149) (Fotogra-


fía: Vico).

Figura 122: Cama en el Metropolitan Museum (Nueva York) (nº Figura 123: Cama de Cártama (Málaga) (nº 151) (Fotografía: Se-
150) (Fotografía: Metropolitan Museum). rrano y Luque).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 173

Aleación de cobre/bronce. Aproximadamente 8 cm de


ancho. Bibliografía: González, 2012: 147, fig. 12.
- Número 153 (Fig. 125). Procedencia: Espa-
ñola. Galería Jesús Vico, subasta 11, lote 853. De-
pósito: Colección particular. Descripción: Caballo
a la izquierda con jinete que sujeta con una mano
la rienda y apoya la otra en la grupa del équido. El
jinete parece llevar un ajustado gorro semiesférico y
túnica corta plisada. Caballo con detallada cabeza-
da. Campo “II.3.g”. Portamozo “G.1”. Contorno “C”.
Aleación de cobre/bronce: 7,6 cm de diámetro. Bi-
bliografía: Inédita.

Figura 124: Cama de La Muralla de Valdehúncar (Cáceres) (nº 152)


(Dibujo: González Cordero).

Figura 126: Camas del freno de Alange (Badajoz) (nos 154 y 155)
(Fotografía: Fallola Collazos).

- Números 154 y 155 (Fig. 126). Procedencia:


Alange (Badajoz). Depósito: Museo Nacional de Arte
Romano (Mérida, Badajoz) (nº inventario CE37084 y
CE37084). Descripción: Pareja de camas pertene-
cientes a un mismo freno. Jinete montando un caba-
llo cazando a un felino que aparece a sus pies. Abun-
dante decoración en frío a base de incisiones finas.

Figura 125: Cama de procedencia desconocida (nº 153) (Fotogra-


fía: Aurrecoechea-Fernández).

bliografía: Serrano y Luque, 1979: 157 y 159, lám.


4.
- Número 152 (Fig. 124). Procedencia: Cancho
de las Letras (yacimiento también conocido como La
Muralla de Valdehúncar) (Valdehúncar, Cáceres). De-
pósito: Perdida12. Descripción: Similar a la anterior.
Los restos del jinete parecen indicar que levantaba las
dos manos, o al menos la mano izquierda. Campo
“II.3.c”. Portamozo “E.2”. Contorno asimilable a “C”.

12. Gracias a Antonio González Cordero, de la Fundación Antonio Concha,


sabemos que la pieza fue encontrada por un pastor de la zona, quien la
guardaba junto a otros restos antiguos que fue recogiendo en su casa.
Dicha casa sufrió un incendio en el que la estructura colapsó, por lo que
la cama se da hoy día por perdida. Sólo queda el dibujo que se realizó de Figura 127: Cama de Brenes (Sevilla) (nº 156) (Fotografía: Museo
ella. Arqueológico de Sevilla).
174 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Campo “II.4.a”. Portamozo “G.4”. Cañón “C”. Con-


torno “A”. Aleación de cobre/bronce: 11,6 cm de alto
y 8,6 cm de diámetro. Bibliografía: Barrero, 2013:
45-47, fig. 3.
- Número 156 (Fig. 127). Procedencia: Villamar-
tín (Cádiz). Anteriormente colección Carriazo. Depó-
sito: Museo Arqueológico de Sevilla (nº de inventario
CE12756). Descripción: Caballo a la derecha con ji-
nete que levanta la mano diestra. Cuadrúpedo tipo
felino volviéndose sobre su espalda a los pies del équi-
do, como si este acabara de arrollarlo. Motivos inci-
sos en forma de una palma de considerable tamaño
cubren el lateral de cazador y su montura. Contorno
ornamentado con excisiones elípticas a modo de espi-
ga. Campo “II.4.a”. Portamozo “G.1”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce. Aproximadamente 8 cm
de diámetro. Bibliografía: La pieza se ha publicado
reiteradamente con una atribución geográfica equi- Figura 129: Cama de procedencia desconocida (nº 158) (Fotogra-
vocada, pues Palol (1989: 46, fig. 9) la da a conocer fía: Natrayo).
como de El Coronil, error seguido posteriormente por
Ripoll y Darder (1994: nº 72, fig. 21).
- Número 157 (Fig. 128). Procedencia: Hispana. de altura conservada y 8,6 cm de diámetro. Biblio-
Depósito: Museu Nacional de Arqueología (Lisboa) grafía: Inédita.
(nº inventario 2005.116.1). Descripción: Fragmento - Número 159 (Fig. 130). Procedencia: Españo-
de cama similar a la anterior, de la que sólo se con- la. Presentada al Museo Británico entre 1990-1995
serva el felino, una de las patas delanteras del caballo para su adquisición, la cual rehusó. Depósito: Ori-
y parte de una pierna del jinete. Contorno con borde ginalmente en la colección S. Hadida. Descripción:
destacado cubierto de incisiones. Círculos concén- Cama con jinete que porta una lanza con la que atra-
tricos estampados se distribuyen por el contorno. viesa a un felino que se encuentra a sus pies. Campo
Campo “II.4.a”. Caña “C”. Contorno “A”. Aleación de
cobre/bronce: 7,3 cm de ancho máximo conservado.
Bibliografía: Arezes, 2015: 70, figs. 15-16.

Figura 128: Cama del Museu Nacional de Arqueología (Lisboa) (nº


157) (Fotografía: Arezes).

- Número 158 (Fig. 129). Procedencia: Proximi-


dades de Cazorla (Jaén). Depósito: Colección parti-
cular. Descripción: Fragmento de cama con jinete
cazando un felino, el cual vuelve su cabeza hacia el Figura 130: Cama de procedencia desconocida (nº 159) (Fotogra-
caballo. Campo “II.4.a”. Caña “B”. Contorno “A”. fía: Kidd -tomada con Polaroid, que actualmente está decolorada
Aleación de cobre/bronce. Aproximadamente 7,1 cm y desvaída-).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 175

“II.4.a”. Portamozo “G.1”. Caña “B”. Contorno “A”. 9,2 cm de alto y 8 cm de ancho. Bibliografía: Aurre-
Aleación de cobre/bronce. Bibliografía: Inédita. coechea-Fernández y Ager, 2003: fig. 7.
- Números 160 y 161 (Fig. 131). Procedencia: - Número 162 (Fig. 132). Procedencia: Proba-
Española. Originalmente en la colección de Lord Alis- blemente hispana. Originalmente en la colección de
tair McAlpine. Depósito: Museo Británico (Londres) Ancient and Oriental. Depósito: Colección particular.
(nº inventario 1990,0402.1 y 1990,0402.2). Descrip- Descripción: Cama en la que se alternan dos ciervos
ción: Pareja de camas de un mismo freno en las que con dos jabalíes. Los cuerpos de los jabalíes cuentan
se representan a una serie de personas y animales, con una profusa decoración incisa para indicar su tu-
dispuestos en sentido giratorio. Un animal preside el pido pelaje, mientras que en los ciervos se optó por
registro superior, probablemente un felino persegui- un minucioso punteado. Dentados del contorno con
do por un perro a la derecha y acosado por un caza- círculos concéntricos troquelados. Campo “II.4.c”.
dor con venablo a la izquierda. Detrás del perro apa- Portamozo “E.3”. Caña “F”. Contorno “B”. Aleación
rece otro cazador agachado y en el registro inferior un de cobre/bronce: 10 cm de alto y 8,5 cm de ancho.
ave insinuada con líneas incisas. Contorno remarcado Bibliografía: Inédita.
por círculos concéntricos bien definidos producto de - Número 163 (Fig. 133). Procedencia: Norte de
torno. Dentados del contorno con escotadura central la provincia de Burgos. Depósito: Museu d’Arqueolo-
en forma de “V”. Campo “II.4.b”. Portamozo “G.2”. gia de Catalunya (Barcelona) (nº inventario MAC-BCN
Caña “D”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: 15786). Descripción: Cama en la que se encuentran
representados cuatro animales. Un probable oso en
el registro superior y un jabalí en el inferior, mientras
que en el de la izquierda se plasmó un ciervo y en
el de la derecha un cuadrúpedo que quizá pudiera
ser un perro. Contorno recorrido por un sogueado
realizado mediante “S” troqueladas. Campo “II.4.c”.
Portamozo “E.3”. Contorno “A”. Aleación de cobre/
bronce: 11 cm de alto y 9,2 cm de diámetro. Biblio-
grafía: Almagro, l959: 329-330, fig. 1.

Figura 131: Camas de un mismo freno del British Museum (nos 160
y 161) (Fotografía: British Museum).

Figura 133: Cama del norte de la provincia de Burgos (nº 163) (Fo-
tografía: Almagro).

- Número 164 (Fig. 134). Procedencia: Española.


Figura 132: Cama de procedencia desconocida (nº 162) (Fotogra- Anteriormente en la colección Gabriel y Galán. Depó-
fía: Ancient and Oriental). sito: Museo Arqueológico Nacional (nº de inventario
176 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

1962/34/1). Descripción: Similar a la anterior. No se


aprecian detalles ejecutados en frío salvo el trazado
de los ojos. Campo “II.4.c”. Portamozo “E.1”. Caña
“C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 11 cm
de alto y 9 cm de diámetro. Bibliografía: Inédita.

Figura 136: Cama de Nogar (León) (nº 166).

- Número 167 (Fig. 137). Procedencia: Hispa-


nia. Galería Jesús Vico, subasta 8, lote 730. Depó-
sito: Colección particular. Descripción: Cama con
dos perros persiguiendo a un pequeño cuadrúpedo
de alargadas orejas (¿liebre?). Líneas incisas ponen de
manifiesto el pelaje de los cánidos, así como el collar
Figura 134: Cama del Museo Arqueológico Nacional (nº 164) (Fo- que portan, el cual se rellena en su interior median-
tografía: Cases Ortega). te un fino punteado. Portamozo fracturado. Campo
“II.4.c”. Caña “C”. Contorno “B”. Aleación de cobre/
- Número 165 (Fig. 135). Procedencia: Andalu- bronce: 9 cm de altura conservada y 8,6 cm de ancho.
cía ¿Provincia de Sevilla? Depósito: Museo Episco- Bibliografía: Inédita.
pal de Vic (Gerona) (nº de inventario MEV 16.488).
Descripción: Similar a las anteriores, pero fragmen-
tada, faltándole algunos animales. Perforación en el
contorno junto al portamozo. Contorno ornamenta-
do con círculos concéntricos troquelados unidos por
líneas incisas, formando un motivo continúo tipo ro-
leo. Dentados del contorno con escotadura central en
“V”. Campo “II.4.c”. Portamozo “G.1”. Contorno “B”.
Aleación de cobre/bronce: 9 cm de ancho. Bibliogra-
fía: Palol, 1989: 35-36, figs. 1 y 2.

Figura 135: Cama del Museo Episcopal de Vic (nº 165) (Fotografía:
Museo Episcopal de Vic). Figura 137: Cama de procedencia desconocida (nº 167) (Fotogra-
fía: Vico).
- Número 166 (Fig. 136). Procedencia: Nogar
(Castrillo de Cabrera, León). Depósito: Museo de
los Caminos (Astorga). Descripción: Fragmento de - Número 168 (Fig. 138). Procedencia: La Se-
cama circular con un cuadrúpedo que podría ser un villana (Esparragosa de Lares, Badajoz). Depósito:
felino. Solo contamos con una fotografía de mala ca- Museo Arqueológico Provincial de Badajoz (nº de
lidad, por lo que no podemos especificar la decora- inventario D.01267/173). Contexto arqueológico:
ción en frío. Campo “II.4.c”. Contorno “B”. Aleación Villa. Excavaciones científicas, aunque desconocemos
de cobre/bronce. Bibliografía: Inédita. el contexto concreto de este hallazgo. Cronología
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 177

contextual: Probablemente siglo V d.C., a tenor de Hércules, círculo troquelado para el ombligo del hé-
las fechas dadas por la instalación de los mosaicos y roe). Contorno con ornamentación de roleos forma-
el desarrollo de la villa. Descripción: Cama con per- dos por líneas curvas en espiral. Dentados con esco-
sonaje masculino (Hércules) que sujeta maza con su tadura central, en vez de situarse en el borde. Campo
mano diestra, mientras que con la izquierda agarra a “II.5”. Portamozo “G.1”. Contorno “B”. Aleación de
un león por el cuello. Campo “II.5”. Portamozo “G.2”. cobre/bronce: 7 cm de altura conservada y 7,5 cm de
Caña “C”. Contorno “C”. Aleación de cobre/bronce: anchura máxima. Bibliografía: Pozo, 2002: 109, nº
10,5 cm de alto y 9,3 cm de ancho. Bibliografía: 102.
Inédita. - Número 170 (Fig. 140). Procedencia: Españo-
la. Anteriormente colección Lázaro. Depósito: Museo
Lázaro Galdiano (Madrid) (nº de inventario 1.181).
Descripción: Similar a la precedente. Incisiones mar-
can el pelaje del león, así como la clava y el cabello de
Hércules. La cola del león sale del campo decorativo
para desarrollarse mediante incisiones en el contorno.
Círculos troquelados se suceden en el contorno acom-
pañados en su borde interno y externo. Campo “II.5”.
Portamozo “F.1”. Caña “C”. Contorno “A”. Aleación
de cobre/bronce: 9,6 cm de alto y 6 cm de diámetro.
Bibliografía: Palol, 1952: 309-310, fig. 5, 19.

Figura 138: Cama de La Sevillana (Badajoz) (nº 168) (Fotografía


Museo Arqueológico Provincial de Badajoz).

- Número 169 (Fig. 139). Procedencia: Brenes


(Sevilla). Depósito: Museo Arqueológico de Sevilla
(nº inventario CE13603). Descripción: Similar a la
precedente, aunque con un mayor desarrollo de de-
coración en frío (incisiones para indicar los bigotes del
león, punteado para señalar los nudos de la clava de

Figura 140: Cama del Museo Lázaro Galdiano (Madrid) (nº 170)
(Fotografía: Museo Lázaro Galdiano).

- Número 171 (Fig. 141). Procedencia: Espa-


ñola. Anteriormente colección Lázaro. Depósito:
Museo Lázaro Galdiano (Madrid) (nº de inventa-
rio 1.185). Descripción: Casi idéntica a la anterior,
aunque peor conservada. Junto con la nº 170 pudo
pertenecer al mismo freno, aunque las dimensiones
difieren en 6 milímetros de altura entre una y otra.
Figura 139: Cama de Villamartín (Cádiz) (nº 169) (Fotografía: Au- También es ligeramente diferente la decoración “en
rrecoechea-Fernández). frío” del portamozo, ya que este ejemplar presenta
178 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

unos círculos concéntricos troquelados que el en el una rotura irregular. Campo “II.5”. Portamozo “F.1”.
otro, mejor conservado, no se observan. La zona in- Caña “C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 9
ferior del contorno, por debajo del cañón, está muy cm de alto. Bibliografía: Palol, 1952: 309-310, fig.
desgastada o ha sido reparada limándola debido a 5, 20.
- Número 172 (Fig. 142). Procedencia: Mérida
(Badajoz). Depósito: Museo Nacional de Arte Roma-
no (Mérida, Badajoz). Contexto arqueológico:
Urbano. Excavaciones en la Avenida Fernández López
(fullonica). Cronología contextual: Probablemente
siglo IV d.C. Descripción: Cama cuyo principal moti-
vo decorativo es un rostro humano que ocupa todo el
campo. Se encuentra muy deteriorada y sin restaurar,
por lo que apenas se aprecia la decoración en frío,
aunque se intuyen roleos incisos en el contorno traza-
dos con líneas curvas, así como otras incisiones quizá
fitomorfas a los lados del cañón. Profundas escota-
duras en “V” se sitúan en el borde de los dentados.
Campo “II.6”. Portamozo “F.1”. Caña “B”. Contorno
“B”. Aleación de cobre/bronce: 8,1 cm de alto y 6,8
de ancho. Bibliografía: Barrero, 2013: 53-54, fig. 5.
- Número 173 (Fig. 143). Procedencia: Sala-
manca. Originalmente en la colección J. Castro (Ma-
drid), en la década de 1980, de donde pasó a la co-
lección del canadiense Neil F. Phillips. Tras la muerte
de este último se vendió en la subasta 8804 de Chris-
tie’s en Nueva York del 18 de diciembre de 1997 (lote
318), suponiendo que desde entonces se encuentra
Figura 141: Cama del Museo Lázaro Galdiano (Madrid) (nº 171) en una nueva colección particular que no hemos lo-
(Fotografía: Museo Lázaro Galdiano). grado localizar. Descripción: Cama con una elabo-
rada decoración en el campo, consistente en cuatro
cabezas, probablemente de équidos, enmarcadas en
medallones realizados con molduras convexas a las
que se aplicó incisiones, presidido el conjunto por
una esquemática testa humana. Contorno por el que
discurren líneas curvas incisas irregulares, ubicándose

Figura 142: Cama de Mérida (nº 172) (Fotografía: Archivo MNAR/


Nova Barrero). Figura 143: Cama de Salamanca (nº 173) (Fotografía: Christie’s).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 179

una serie de escotaduras en su borde. Campo “II.6”. Profusa decoración incisa y punteada recorre todos
Portamozo “F.3”. Caña “C”. Contorno “A”. Aleación los elementos que componen el campo, portamo-
de cobre/bronce: 10,2 cm de alto y 8,3 cm de diáme- zo y contorno, en un verdadero horror vacui. Cam-
tro. Bibliografía: Pérez y Fernández, 1986: 182, nº 3 po “II.7”. Portamozo “F.1”. Caña “B”. Contorno “E”.
(cuando aún estaba en la colección Castro). Aleación de cobre/bronce: 10,7 cm de alto y 8,5 de
- Número 174 (Fig. 144). Procedencia: Coním- ancho. Bibliografía: Pereira, 1970: 14, fig. 2, 3.
briga (Condeixa-a-Nova, Coímbra, Portugal). Depósi- - Número 175 (Fig. 145). Procedencia: Los Cas-
to: Museo Monográfico de Conímbriga (nº inventario tellares (Puente Genil, Córdoba). Depósito: Museo
A.309). Contexto arqueológico: Urbano. Ángulo de Puente Genil (n° inventario 1617). Descripción:
N-E de las termas. Excavaciones anteriores a 1962. Cama que adopta la forma de un vaso, probable-
Descripción: Camas con dos felinos situados a los mente un cantharus o un ánfora, cuyo pie se apoya
lados de un cantharus, como si de sus asas se tratase. en la caña. Asas constituidas por delfines estilizados.
Nuevamente encontramos profusa decoración incisa
y punteada en toda la superficie de la pieza. Cam-
po “II.7”. Portamozo “E.1”. Caña “A”. Contorno “E”.
Aleación de cobre/bronce: 8,7 cm de alto y 4,4 de
ancho. Bibliografía: Esojo, 2014: 314, lám. 2.
- Número 176 (Fig. 146). Procedencia: Coním-
briga (Condeixa-a-Nova, Coímbra, Portugal). Depósi-
to: Desconocido. Contexto arqueológico: Urbano.
Excavaciones efectuadas en 2006 en la Domus tan-
cinus. Cronología estratigráfica: Segunda mitad
avanzada del siglo IV d.C. a inicios del V. Descrip-
ción: Cama con forma de vaso. Aunque disponemos
de imágenes de mala calidad, parece que la pieza se
Figura 144: Cama de Conímbriga (nº 174) (Fotografía: Arezes). decora con círculos concéntricos troquelados. Campo
“II.7”. Portamozo no recogido en la tipología. Caña
“B”. Contorno “E”. Aleación de cobre/bronce: 8,5
cm de alto y 7 de ancho. Bibliografía: López, 2020:
179, fig. 9.

Figura 146: Cama de Conímbriga (nº 176) (Fotografía: López).

- Número 177 (Fig. 147). Procedencia: Españo-


la. Galería Jesús Vico, subasta 157, lote 2076. De-
pósito: Colección particular. Descripción: Cama
en forma cordiforme cuyo borde superior remata en
cabezas de ánades. En su cuerpo alberga una hoja
Figura 145: Cama de Puente Genil (nº 175) (Fotografía: Esojo). de hiedra o parra. Ornamentada en frío con círculos
180 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 149: Cama de procedencia desconocida (nº 179) (Fotogra-


fía: Palol).

concéntricos troquelados e incisiones. Orificio entre el


Figura 147: Cama de procedencia desconocida (nº 177) (Fotogra-
contorno y el portamozo. Campo “II.8”. Portamozo
fía: Vico). no recogido en la tipología. Caña “A”. Contorno “F”.
Aleación de cobre/bronce: 13,1 cm de alto. Biblio-
grafía: Inédita.
- Número 178 (Fig. 148). Procedencia: Al-
mazarrón (Cartagena, Murcia). En el año 1900 era
propiedad del profesor Andrés Baquero, de Murcia.
Depósito: Probablemente perdida. Cronología pa-
leográfica: siglos V-VI d.C. Descripción: Cama epi-
gráfica con leyenda en dos registros, una exterior y
otro interior: “SCE PAVLINE VIVAS ETEORIS / ET SEM-
PER SEDAS”. Campo “III.1”. Portamozo “E.3”. Caña
“C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 12 cm
de alto y 10 cm de diámetro. Bibliografía: Palol,
1952: 305, fig. 3, 11.
- Número 179 (Fig. 149). Procedencia: Españo-
la. Depósito: Desconocido. Depositada inicialmente
en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
de Santiago de Compostela, aunque en la actualidad
se desconoce su paradero13. Descripción: Cama epi-
gráfica con leyenda en un solo registro: “EX OFICINA
I”. Campo “III.1”. Portamozo “E.1”. Caña “C”. Con-
torno “B”. Aleación de cobre/bronce: 8 cm de alto y

13. Hemos contactado con la mencionada facultad para intentar localizar el


ejemplar. Aunque en el decanato se conservan piezas arqueológicas (en-
tre ellas nuestra nº 75), esta cama no se encuentra entre ellas ni entre los
bienes culturales de la universidad, por lo que no sabemos su paradero
Figura 148: Cama de Almazarrón (Murcia) (nº 178) (Fotografía: actual. Agradecemos a Ana Suárez Piñeiro las pesquisas que ha llevado a
Hübner). cabo en su institución para intentar localizarla.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 181

Cama epigráfica incompleta con leyenda en un solo


registro: “¿VRAV?”. Moldura de media caña siguien-
do el contorno. Campo “III.1”. Portamozo “F.1”. Caña
“C”. Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 6,8 cm
de alto reintegrado y 5,5 cm de diámetro reintegrado.
Bibliografía: Inédita.

Figura 150: Cama de La Olmeda (Palencia). (nº 180) (Fotografía:


Museo de Saldaña).

6 cm de ancho. Bibliografía: Palol, 1953-54: 282,


fig. 2, a.
- Número 180 (Fig. 150). Procedencia: La Ol-
meda (Pedrosa de la Vega, Palencia). Depósito: Mu-
seo de Saldaña (Palencia). Contexto arqueológico:
Villa. Procede de las prospecciones efectuadas con
anterioridad a 1986. Cronología contextual: el pe-
Figura 152: Cama de Lancia (León) (nº 182) (Fotografía: Aurrecoe-
ríodo de uso de la villa es desde los inicios del siglo IV chea-Fernández).
a la segunda mitad del V. Descripción: Cama epigrá-
fica con leyenda en un solo registro: “ASTVRI VIVAS”.
Campo separado del contorno por una profunda mol-
dura de media caña. Incisiones que sigue el perfil ex-
terno del contorno. Campo “III.1”. Portamozo “G.3”.
Caña “C”. Contorno “D”. Aleación de cobre/bronce:
11,3 cm de alto y 10,5 cm de ancho. Bibliografía:
Palol y Cortes, 1974: 95-98, fig. 24, 10.
- Número 181 (Fig. 151). Procedencia: Espa-
ñola. Depósito: Colección particular. Descripción:

Figura 151: Cama de procedencia desconocida (nº 181) (Fotogra- Figura 153: Cama de procedencia desconocida (nº 183) (Fotogra-
fía: Aurrecoechea-Fernández). fía: Durán).
182 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

- Número 182 (Fig. 152). Procedencia: Lancia


(Villasabariego, León). Depósito: Museo de León (nº
inventario 1997/25/sn). Descripción: Cama con cris-
món en el campo. Decoración en frío de líneas incisas
para remarcar las letras y escotaduras en el borde del
contorno. Campo “III.2”. Portamozo “E.2”. Caña “C”.
Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: 7,1 cm de
alto y 6,2 cm de ancho. Bibliografía: Grau, 2018:
164, nº 102.
- Número 183 (Fig. 153). Procedencia: Españo-
la. Durán, subasta 541, lote 487. Depósito: Colec-
ción particular. Descripción: Cama con crismón en el
campo. Círculos concéntricos troquelados recorren el
contorno. Campo “III.2”. Portamozo “E.1”. Caña “C”.
Contorno “A”. Aleación de cobre/bronce: 9 cm de alto
y 7,5 cm de diámetro. Bibliografía: Inédita.
- Número 184 (Fig. 154). Procedencia: Provin-
cia de Soria. Inicialmente en la colección Monteverde
(Burgos). Depósito: Paradero desconocido. Descrip-
ción: Cama con crismón en el campo. Contorno de-
corado con roleos trazados con líneas incisas curvas
y punteados a modo de pámpanos racimos. Campo
“III.2”. Portamozo “F.1”. Caña probable “D”. Contor- Figura 155: Cama del Instituto Valencia de Don Juan (Madrid) (nº
no “A”. Aleación de cobre/bronce: 10 cm de alto y 8 185) (Fotografía: Palol).
cm de diámetro. Bibliografía: Palol, 1953-54: 283,
fig. 3.
- Número 185 (Fig. 155). Procedencia: Espa- tro con un punto impreso. Campo “III.2”. Portamozo
ñola. Depósito: Instituto Valencia de Don Juan (Ma- “F.1”. Caña “C”. Contorno “D”. Aleación de cobre/
drid). Descripción: Cama con crismón en el campo. bronce: 7,5 cm de alto y 6 cm de ancho. Bibliogra-
La forma circular del contorno se acentúa mediante fía: Palol, 1952: 308, fig. 4, 17.
un punteado. Los dentados se ornamentan en el cen- - Número 186 (Fig. 156). Procedencia: Palma
del Rio (Córdoba). Depósito: Colección particular.

Figura 154: Cama de la provincia de Burgos (nº 184) (Fotografía: Figura 156: Cama de Palma del Rio (Córdoba) (nº 186) (Fotografía:
Palol). Aurrecoechea-Fernández).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 183

Descripción: Cama con crismón en el campo. Cír- po. Círculos concéntricos troquelados en el campo,
culos concéntricos troquelados en los brazos del cris- contorno y dentados del contorno. El tránsito entre el
món. Contorno recorrido por un sogueado ejecutado contorno y el portamozo hoy perdido se señala me-
con líneas incisas. Los dentados se ornamentan con diante molduras con incisiones. Campo “III.2”. Caña
incisiones. Campo “III.2”. Caña “C”. Contorno “D”. “C”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: 11,2
Aleación de cobre/bronce. Bibliografía: Inédita. cm de ancho máximo. Bibliografía: Rodríguez y Sea-
- Número 187 (Fig. 157). Procedencia: Mura- ra, 1982: 301-04.
dela (Mourazos, Orense). Inicialmente en la colección - Número 188 (Fig. 158). Procedencia: Espa-
Torres García (Orense). Depósito: Colección parti- ñola. Depósito: Museo Arqueológico Nacional (nº
cular. Descripción: Cama con crismón en el cam- inventario 50166). Descripción: Cama con crismón
en el campo. Sin decoración en frío. Campo “III.2”.
Caña “C”. Contorno “B”. Aleación de cobre/bronce: 8
cm de diámetro. Bibliografía: Palol, 1952: 307-308,
fig. 4, 16.
- Número 189 (Fig. 159). Procedencia: Fuentes
de Andalucía (Sevilla). Depósito: Colección particu-
lar. Descripción: Cama con crismón en el campo. Sin
decoración en frío. Campo “III.2”. Caña “C”. Contor-
no “A”. Aleación de cobre/bronce: 6,7 cm de diáme-
tro. Bibliografía: Inédita.
- Número 190 (Fig. 160). Procedencia: El Mo-
nastil (EIda, Alicante). Depósito: Museo Arqueoló-
gico de EIda (Alicante). Descripción: Fragmento de
cama con crismón en el campo. Sin decoración en
frío. Campo “III.2”. Portamozo “E.1”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce: 6 cm de diámetro. Biblio-
grafía: Ripoll y Darder, 1994: nº 42, fig. 14.
- Número 191 (Fig. 161). Procedencia: Espa-
ñola. Depósito: Colección particular. Descripción:
Fragmento de cama con crismón. Decoración de lí-
neas incisas y círculos concéntricos troquelados. La

Figura 157: Cama de Muradela (Orense) (nº 187) (Fotografía: Ro-


dríguez y Seara).

Figura 158: Cama del Museo Arqueológico Nacional (Madrid) (nº Figura 159: Cama de Fuentes de Andalucía (Sevilla) (nº 189) (Foto-
188) (Fotografía: Martínez) Levas. grafía: Aurrecoechea-Fernández).
184 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

letra que se conserva presenta en su interior un so-


gueado realizado con líneas incisas. Campo “III.2”.
Aleación de cobre/bronce. Bibliografía: Inédita.
- Número 192 (Fig. 162). Procedencia: Españo-
la. Subasta Stormbroek, Catawiki, procedente de la
colección madrileña DNZ de 1989. Depósito: Colec-
ción particular. Descripción: Cama con crismón en
el campo. Letras con incisiones en “zig-zag”. Líneas
incisas curvas rematadas por puntos en el contorno,
constituyendo un motivo de origen vegetal. Campo
“III.2”. Portamozo “G.1”. Caña “C”. Contorno “A”.
Aleación de cobre/bronce: 9 cm de alto y 7,5 cm de
diámetro. Bibliografía: Inédita.
- Número 193 (Fig. 163). Procedencia: Españo-
la. Depósito: Museo Arqueológico Nacional (nº in-

Figura 160: Cama de El Monastil (Alicante) (nº 190) (Fotografía:


Poveda).

Figura 163: Cama del Museo Arqueológico Nacional (nº 193).


Figura 161: Fragmento de cama de procedencia desconocida (nº
191) (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).
ventario 7458). Descripción: Cama con crismón en
el campo. Doble registro de calados mayoritariamente
en forma de escudete, con el monograma en el re-
gistro interior. Campo “III.2”. Portamozo “F.2”. Caña
“C”. Contorno “C”. Aleación de cobre/bronce: 8,5 cm
de ancho. Bibliografía: Palol, 1952: 308, fig. 4.18.
- Número 194 (Fig. 164). Procedencia: Sur de
España. Depósito: Römisch-Germanisches Zentral-
museum (Maguncia) (nº inventario O.40913). Des-
cripción: Cama con crismón en el campo, que a di-
ferencia de las anteriores cuenta con la letra A (alfa) y
W (omega). Letras con líneas incisas formando un so-
gueado. Contorno con círculos concéntricos troque-
lados unidos mediante líneas incisas. Campo “III.2”.
Portamozo “E.1”. Caña “C”. Contorno “B”. Aleación
de cobre/bronce: 10,6 cm de alto y 9,1 cm de ancho.
Bibliografía: Ripoll y Darder, 1994: nº 41, fig. 14.
Figura 162: Cama de procedencia desconocida (nº 192) (Fotogra- - Números 195 y 196 (Fig. 165). Procedencia:
fía: Aurrecoechea-Fernández). Probablemente hispana. Depósito: Colección C.S.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 185

Figura 164: Cama de procedencia probablemente andaluza (nº


194) (Fotografía: Römisch-Germanisches Zentralmuseum, Mainz /
V. Iserhardt).

(Múnich) (nº inventario 1929). Descripción: Freno


completo. Camas con crismón inscrito en un marco
rectangular y sobremontado por un arquitrabe. Con-
torno con incisiones curvas y círculos troquelados for-
mando roleos. Arquitrabe con incisiones en forma de
espiga y una cruz que se extiende bajo sobre el mo-
nograma. Escotaduras en los dentados del contorno.
Campo “III.2”. Portamozo “E.4”. Caña “C”. Contorno
“B”. Aleación de cobre/bronce. Las camas miden 12,5
cm de alto y 10,8 cm de ancho. Bibliografía: Ortisi, Figura 166: Camas de la colección C.S. (Munich) (nº 197) (Foto-
grafía: Ortisi).
2004: 352, nº 776.
- Número 197 (Fig. 166). Procedencia: Proba-
blemente hispana. Depósito: Colección C.S. (Múnich)

Figura 165: Freno con sendas camas de la colección C.S. (Múnich)


(nos 195 y 196) (Fotografía: Ortisi).

(nº inventario 1360). Actualmente en el Diözesanmu-


seum Freising (Museo Diocesano de la Archidiócesis
de Múnich y Frisinga). Descripción: Cama con cris-
món central. Caña ornamentada con líneas incisas.
Campo “III.2”. Portamozo “E.3”. Caña “C”. Contor- Figura 167: Camas de la colección C.S. (Munich) (nº 198) (Foto-
no “B”. Aleación de cobre/bronce: 10,1 cm de alto y grafía: Ortisi).
186 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

8,8 cm de ancho. Bibliografía: Ortisi, 2001: 350, nº cobre/bronce: 4,30 cm de alto conservado y 4 cm de
IV.100.1. ancho conservado. Bibliografía: Inédita.
- Números 198 (Fig. 167). Procedencia: Proba- - Número 201 (Fig. 168). Procedencia: Mesas
blemente hispana. Depósito: Colección C.S. (Múnich) de Asta (Jerez de la Frontera, Cádiz). Fondo Arqueoló-
(nº inventario 508). Actualmente en el Diözesanmu- gico Ricardo Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero
seum Freising (Museo Diocesano de la Archidiócesis de Jaén (nº inventario FARMM R06-040/88). Descrip-
de Múnich y Frisinga). Descripción: Cama de forma ción: Fragmento de cama. Contorno “B”. Aleación de
acorazonada. Crismón inscrito en un marco que sigue cobre/bronce: 3,7 cm de alto conservado y 5 cm de
el contorno de la pieza, compuesto por tábulas re- ancho conservado. Bibliografía: Inédita.
matadas en arcos de herradura. Campo “III.2”. Porta- - Número 202 (Fig. 168). Procedencia: Sagun-
mozo “F.1”. Contorno “F”. Aleación de cobre/bronce. to (Valencia). Depósito: Desconocido. Contexto
10,4 cm de alto y 7,1 cm de ancho. Bibliografía: arqueológico: Urbano. Excavación científica en la
Ortisi, 2001: 351, nº IV.100.2. denominada “Casa de los peces”. Cronología con-
- Número 199 (Fig. 168). Procedencia: Los Vi- textual: siglos II-III d.C. Descripción: Dos fragmen-
llares (Quintana del Marco, León). Originalmente en tos de una misma cama. Contorno “A”. Aleación de
la colección Rodríguez Cenador. Depósito: Museo cobre/bronce. Aproximadamente 8 cm de diámetro
de León (n° inventario 1994/23/100). Contexto ar­ tras su reintegración. Bibliografía: López y Delapor-
queológico: Villa. Hallazgo fortuito. Descripción: te, 2018: 328-329, fig.6, 4.
Fragmento de cama. Portamozo “F.1”. Contorno pro- - Número 203 (Fig. 168). Procedencia: Mesas
bable “B”. Aleación de cobre/bronce: 4,4 cm de alto de Asta (Jerez de la Frontera, Cádiz). Fondo Arqueoló-
conservado y 3,9 cm de ancho conservado. Biblio- gico Ricardo Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero
grafía: Inédita. de Jaén (nº inventario FARMM R06-040/68). Descrip-
- Número 200 (Fig. 168). Procedencia: Mérida ción: Fragmento de cama. Contorno “A”. Aleación de
(Badajoz). Depósito: Museo Nacional de Arte Roma- cobre/bronce: 6,7 cm de alto conservado y 2,5 cm de
no (Mérida, Badajoz) (nº inventario CE02172). Con- ancho conservado. Bibliografía: Inédita.
texto arqueológico: Urbano. Excavaciones y remo- - Número 204 (Fig. 168). Procedencia: Castro
ciones de tierra practicadas en las lindes del teatro del Río (Córdoba). Fondo Arqueológico Ricardo Mar-
con anterioridad a 1936. Descripción: Fragmento de sal Monzón. Depósito: Museo Íbero de Jaén (nº in-
cama. Portamozo “F.1”. Contorno “B”. Aleación de ventario FARMM T10-080/147). Descripción: Frag-

Figura 168: Fragmentos de camas de Torreparedones (nº 206), Mesas de Asta (201 y 203) y Castro del Río (204) (Fotografías: Museo Íbero de
Jaén). Cama de Las Beatas (Gilena) (nº 205) (Fotografía: Colección Museografica de Gilena). Cama de Los Villares (León) (nº 199) (Fotografía:
Museo de León). Cama de Mérida (nº 200) (Fotográfia: Fallola). Cama de Sagunto (202) (Fotografía: López).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 187

mento de cama. Contorno “A”. Aleación de cobre/ tipo de bocado, como se puede comprobar a tenor
bronce. Bibliografía: Inédita. de los hallazgos arqueológicos en que aparecen con-
- Número 205 (Fig. 168). Procedencia: Las Bea- juntamente ambos elementos (camas más freno de
tas (Gilena, Sevilla). Depósito: Colección Museográ- filete). A título meramente complementario diremos
fica de Gilena (n° inventario 00340-B). Contexto ar- qué en el resto de los bocados, las riendas suelen su-
queológico: Villa. Hallazgo fortuito. Descripción: jetarse en las anillas porta-riendas situadas como una
Fragmento de cama. Portamozo “E.3”. Contorno extensión de las alargadas camas que enmarcan las
probable “A”. Aleación de cobre/bronce: 4,7 cm de carrilleras del caballo.
altura conservada y 3,3 cm de anchura conservada. El bocado o freno es la parte de la brida que se
Bibliografía: Inédita. introduce en la boca del caballo para poder dirigirlo
- Número 206 (Fig. 168). Procedencia: Torrepa- (Fig. 170). Sus partes esenciales son la embocadura y
redones (Baena, Córdoba). Fondo Arqueológico Ricar- las camas laterales. La embocadura une las camas y
do Marsal Monzón. Depósito: Museo Íbero de Jaén descansa en los asientos de la mandíbula del caballo,
(nº inventario FARMM R03-004/13). Descripción: provocando al equino dolor si no obedece lo que la
Fragmento de cama. No describimos la decoración en mano del jinete le ordena a través de la rienda. La
frío por no haber consultado directamente la pieza embocadura hispanorromana asociada a las camas
y disponer solo de una reproducción gráfica que no que estudiamos está constituida invariablemente por
lo permite. Portamozo “F.1”. Contorno “A”. Aleación dos cañones de hierro unidos mediante una articu-
de cobre/bronce: 8,2 cm de alto y 6,1 cm de ancho. lación. Las camas quedan en el exterior de la boca,
Bibliografía: Inédita. pudiendo fabricarse en hierro o aleación de cobre/
bronce. Se unen a la embocadura gracias al orificio
IV. FUNCIÓN E INTEGRACIÓN CON OTROS ELE- presente en su caña, pues el terminal de cada cañón
MENTOS DE LA CABEZADA: DEFINICIÓN DE lo atraviesa. La parte superior de las camas es el por-
CAMA DE FRENO Y PRIMER DESCARTE DE PIEZAS tamozo, por cuyo ojo pasa el extremo de la correa
quijera que sostiene el bocado. La embocadura, una
Durante el período romano existió un variado ca- vez que atraviesa la cama, remata en una argolla que
tálogo de bocados y cabezadas (Fig. 169), aspecto se sujeta la rienda. Dicha rienda suele abrocharse a la
que ya hemos tratado en publicaciones anteriores anilla mediante un pasador doble troncocónico (Fig.
(Aurrecoechea-Fernández y Ager, 2003: 285-286), 180), característica que distingue a los frenos hispa-
por lo que no creemos necesario reflejarlo aquí de norromanos de los del resto del Imperio. Estos frenos
nuevo. Entre los distintos bocados nos quedaremos articulados en el centro representan un avance técni-
con el freno de filete, es decir, aquel en el que las co frente a los frenos rígidos, pues mejoran la manio-
riendas se sujetan a las argollas que se imbrican di- brabilidad del caballo al permitir una mayor libertad
rectamente al freno, puesto que las camas objeto de de movimientos del équido, pues la presión sólo se
nuestro estudio se emplearon básicamente en este ejerce sobre los extremos de los labios, en vez de so-
bre toda la boca. En el Imperio Romano, estos frenos
articulados se usaron sobre todo en los caballos de
parada, pero también en el mundo militar y en las
carreras del circo.
La estructura de los frenos hispanorromanos de
los que formaban parte nuestras camas ha podido
ser reconstruida gracias a los hallazgos de ejemplares
completos, entre los que destacan los descubiertos en
Fuentespreadas (Zamora) (nos 1-2 y 3-4 de nuestro ca-
tálogo), Las Ermitas (Espejo) (nos 5-6), Torre de Palma
(Monforte) (nos 7-8), Clunia (Burgos) (nos 17-18), Vega
Baja (Toledo) (nos 26-27) o Palencia (nos 51-52). Junto
a los hallazgos materiales también son útiles para re-
construir el aspecto de estos frena equorum algunas
representaciones iconográficas, tales como el caba-
llo representado en la villa de Dueñas (Palencia) (Fig.
171). Se trata de una magnífica muestra iconográfica
contemporánea a estos objetos que ilustra el modo
de colocación. El detalle con que fue ejecutado el mo-
saico y la representación tan minuciosa de una cabe-
zada completa merece destacarse. La excepcionalidad
Figura 169: Cabezada con las correas básicas (Montaje fotográfico de la representación de Dueñas estriba, además, en la
Aurrecoechea-Fernández). aparición de dos de las piezas metálicas más típicas
188 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 170: Despiece de un freno de caballo de época romana (Montaje fotográfico Aurrecoechea-Fernández).

Figura 171: Caballo de la villa de Dueñas (Palencia) (Fotografía: López Monteagudo).

de los arneses hispanorromanos: las camas de bocado documentado en otras piezas; mientras que el ejem-
y los pasadores doble troncocónicos. La cama de fre- plar mallorquín posee dos discos de bronce adiciona-
no que aparece en este mosaico es de tipo filiforme, les entre las camas y la articulación central del freno14.
recogida en nuestra categoría “I.1”. Hay que resaltar también que, ninguno de estos dos
Existen otros hallazgos que se salen de la norma
vista y que son dignos de mencionar, pues hasta aho-
ra no se les había tenido en cuenta. Nos referimos al 14. La descripción del diario de excavación es la siguiente: “han aparecido
dos discos de bronce con su manecilla y eje de hierro para girar, cada
bocado de Cubillas de Cerrato (Palencia) (nos 49-50) disco tiene su anillo de bronce que también giraba sobre este eje, el me-
y Pollentia (nos 91 y 92). Ambos son de un tipo dis- canismo que estaba entre los dos elementos se ven atravesando la masa
de hierro oxidada hay dos círculos de bronce como inclinados en relación
tinto, por cuanto el espécimen palentino posee una a los discos el conjunto hace sospechar algo de astrolabio” (Llabrés e
embocadura rígida y unos ajustadores que no se han Isasi, 1933: 8).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 189

frenos apareció junto a pasadores doble troncocóni- elaboradas a partir de finas chapas metálicas que se
cos. remachaban al cuero, por lo que las camas quedaban
Como hemos visto, todas las camas romanas se fijadas a las quijeras sin posibilidad de desabrocharlas
unen al freno a través de la caña. Quedaría por dilu- (Fig. 172, a la derecha), caso del caballo encontra-
cidar como se imbrican dichas camas con las correas do en la fosa de Doitkhova Moghila (Bulgaria) (Seure,
que componen las quijeras. En Hispania creemos que 1901: 178, fig. 11). Este sistema de fijación que de-
se pasaba directamente la tira de cuero a través del nominaremos “centroeuropeo”, aun siendo conscien-
portamozo, sujetando la cama mediante hebilla o bo- tes de que se extiende por otras zonas del Imperio, no
tón arroblonado. Lo más lógico sería pensar que di- se ha constatado nunca en Hispania.
cha unión se realizaba siempre a través de hebillas, tal
y como se efectúa desde hace siglos hasta la actuali-
dad. No obstante, la reiterada ausencia de hebillas en
los conjuntos cerrados donde han aparecido cabeza-
das hispanorromanas completas nos lleva a plantear
otras hipótesis de trabajo, si bien no descartamos que
en el futuro puedan documentarse hebillas asociadas
a nuestras camas. Es probable que dichas correas se
cerraran y ajustaran mediante ojales, en cuyas abertu-
ras se insertarían botones arroblonados, piezas estas
últimas que aparecen reiteradamente en los mismos
contextos arqueológicos donde se localizan nuestras
camas, como en la Vega Baja de Toledo o Fuentes-
preadas. Si lo anterior no pasa de una mera hipótesis,
otro método de abrochado ha podido constatarse
recientemente gracias al hallazgo de un freno com-
pleto en Cástulo (Fig. 15), donde una de las camas
aún conserva una aguja abatible alojada en el orificio Figura 172: Freno de Cástulo con portamozo/hebilla (1) (Fotogra-
del campo, por lo que el asa que constituye el por- fía: David Exposito). Cama de origen centroeuropeo con presilla de
tamozo funcionaba como una auténtica hebilla (Fig. unión a la quijera (2) (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).
172, a la izquierda). Gracias al ejemplar de Cástulo
cobra sentido la perforación que presentan algunas
camas, localizada siempre en la confluencia entre el Esta clase de freno ligero contrasta con los boca-
campo y el portamozo, y que servía para colocar una dos de época visigoda, pues, aunque las piezas de
aguja, convirtiendo al portamozo en el marco de una los siglos VI y VlI también presentan camas, éstas son
hebilla. Así, en su día las camas de Cástulo (nos 15 y siempre alargadas y simples, en realidad constituidas
16), Conímbriga (nº 61), Santomé (nº 76), Instituto por una barra con dos asas. Son bocados mucho más
Valencia de Don Juan (nº 71), Castro de San Adrián pesados y duros, que generalmente cuentan con des-
(nº 86), ¿Andalucia? (nº 165) y probablemente Méri- veno en vez de una embocadura articulada. A título
da (nos 154 y 155)15; se hebillaron a través del propio ilustrativo podemos mencionar los ejemplares con
portamozo con la quijera. Nuestra pieza 140 conserva dos camas y embocadura rígida del Museo Arqueo-
una cadena unida al portamozo, lo que se trata de un lógico Nacional y el Instituto de Valencia de Don Juan
caso único que quizá podría indicar que la cabezada (Blázquez, 1957: 6, figs. 5 y 6), o los ejemplares con
contaba con eslabones metálicos en vez de correas cuatro camas y embocadura articulada del Castro de
de cuero en la zona de las carrilleras, ya que en Cen- Yecla (Santo Domingo de Silos, Burgos) (González Sa-
troeuropa se han encontrado cadenas similares en las, 1945: láms. 22-23). De este periodo visigodo se
bocados, pinjantes o faleras. Los métodos descritos, conservan también algunos ejemplares con prolijas
bien sean botones arroblonados o portamozos que incrustaciones de hilos de plata sobre el hierro, cuyas
funcionaban como hebillas, permiten separar el freno camas cuentan con un mayor desarrollo formal y an-
del resto de la cabezada de manera rápida y sencilla, helo decorativo, apareciendo roleos, rostros humanos
lo que parece una característica propia de Hispania, y anagramas (Fig. 173). Entre estos últimos destacan
ya que en otras zonas del Imperio se prefería una ca- los bocados de la Armería Real de Madrid y el Metro-
bezada con bocado indivisible. Si nos fijamos en las politan Museum (Nueva York) (Artiñano, 1919: 40-
camas de época romana descubiertas en la Europa 42, nº 182 y184). Ninguna de las camas presentes en
Central encontraremos un método diferente de suje- estos bocados, guardan relación con las piezas objeto
tar la cama a la quijera, pues se empleaban presillas de nuestro estudio, por lo que sólo han sido traídas
aquí para justificar el que en nuestro catálogo no in-
15. Las camas emeritenses presentan un calado junto a la cabeza del jinete cluyamos los ejemplares sueltos que a veces pueden
que pudo haber servido para el fin que comentamos. catalogarse erróneamente como romanos, caso del
190 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 173: Bocados más duros de época tardorromana y visigoda. Los Pardales (1) (Fotografía: Cabré) y Armería Real de Madrid (2) (Foto-
grafía: Armería Real).

aparecido en la villa de Saucedo (Toledo) (Aguado et caballos. La única vinculación existente entre nuestras
alii, 1999: 234, figs. 19, 18). piezas y los équidos es iconográfica, el ya nombrado
También hemos dejado fuera de nuestro estudio el mosaico de Dueñas donde aparece una cama filifor-
bocado con su cama aparecido en Los Pardales (Agui- me.
lar de Anguita, Guadalajara), ya que presenta unas Si nos detenemos a observar las dimensiones de
características morfológicas diferentes a las piezas nuestras camas comprobaremos que existen tamaños
que estudiamos, estando más próximo a los frenos vi- muy diferentes entre ellas, que van desde los 4,5 x 3,6
sigodos que a los romanos (Fig. 173). Descubierto en cm de la pieza más pequeña (nº 72) a los 12 x 11,3
la sepultura 18, acompañaba al cuerpo de un varón cm de una de las más grandes (nº 19), lo que nos lleva
del período tardorromano que muy probablemente a pensar que quizá se deba a su empleo en diferentes
se inhumó con un equipo de montería (calzando bo- animales. Para nuestro análisis matemático tuvimos
tas con tachuelas en la suela, lanza de caza mayor, en cuenta, en un primer momento, aquellas piezas
freno equino y algunas herramientas de hierro) (Pérez para las que conocemos su proporción entre al alto y
y Barril, 2010-12: 223, fig. 5). ancho; aunque posteriormente observamos que el an-
cho de la pieza no era un valor relevante, ya que pie-
V. ANÁLISIS DIMENSIONAL: ÉQUIDOS DE MONTA zas con una altura menor contaban con una anchura
VS ÉQUIDOS DE TIRO Y NUEVO DESCARTE DE proporcionalmente mayor debido a un significativo
PIEZAS anhelo decorativo. Por eso nos fijamos especialmente
en la altura, ya que esta dimensión nos puede servir
Si la función de estas camas como unión entre el para dilucidar las medidas de los carrillos del animal.
bocado y el resto de la cabezada está clara, quedaría De esa forma pudimos agrupar nuestras camas en
por dilucidar otras cuestiones menos obvias, concre- cuatro conjuntos: piezas minúsculas (menores de 6
tamente: ¿sobre qué animales se usaron y para qué cm de alto), pequeñas (entre 6,5 y 8,5 cm de alto),
se emplearon dichos animales? Estas últimas interro- medianas (entre 8,6 y 10,5 cm de alto) y grandes (ma-
gantes no han sido tenidas en cuenta anteriormente, yores de 10,5 de alto). Llama la atención el que todos
pues siempre se ha dado por supuesto su pertenencia los ejemplares que hemos denominado “minúsculos”
a frenos de caballo de monta16. Ahora bien, no exis- hayan aparecido en Numancia (nos 72, 73 y 78), sin
ten estudios zooarqueológicos que vinculen nuestras que podamos asegurar su vinculación con contextos
camas con ninguna especie animal concreta, pues romanos, a pesar de que tanto Palol (1952: 306, fig.
nunca se han encontrada asociadas a restos óseos de 5) como Ripoll y Darder (1994: fig. 8, nos 13-15) los
incluyan en la nómina de camas hispanorromanas17.
El que otros autores, como Lorrio (1997: figs. 96, 16-
16. Solamente Ripoll y Darder (1994: 289-290), al hablar del hallazgo de
Cubillas de Cerrato (Palencia), se cuestionan si pudo pertenecer a otro
tipo de animal o incluso a un juguete, debido a la escasa entidad de la 17. Es curioso que, aunque Palol reconoce que tienen un tamaño muy redu-
pieza. cido las incluye en su inventario.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 191

18), circunscriban estas mismas piezas al mundo de La respuesta es negativa, aunque contamos algunos
los adornos personales prerromanos, así como sus estudios científicos sobre su alzada durante la Edad
reducidas dimensiones, nos obliga a descartarlas de del Hierro basados en hallazgos materiales (Quesada,
nuestro estudio. Centrándonos en las camas “peque- 2004), pero éstos no nos son útiles a la hora de apli-
ñas”, prácticamente todas aquellas que miden entre carlos al tema que nos ocupa. Por lo tanto, no po-
6 y 7 cm de alto están vinculadas con nuestro grupo demos concretar cuáles de nuestras camas pudieron
“I.1” de ejemplares filiformes. Por el contrario, las ca- estar asociadas con asnos, mulares o caballos.
mas “grandes” parecen estar relacionadas con el tipo Lo que si podemos confirmar gracias a la arqueolo-
“I.2”, así como con un buen número de camas figu- gía es que estas camas no son potestativas únicamen-
rativas, siendo esto último lógico por cuanto a mayor te de los équidos de monta, puesto que se conocen
espacio mayor desarrollo decorativo. Ateniéndonos numerosos contextos en los que aparecen asociadas
a la proporción entre los distintos grupos, las camas con elementos metálicos de carruaje, como en los ca-
“grandes” son minoritarias (18 ejemplares), frente a rros de Doitkhova Moghila, Pastoucha (Seure, 1901:
las “pequeñas” (35 piezas), siendo mayoría el rango 178, fig. 11; 1925), Lyubimets, Svilengrad, Dimitro-
de piezas “medianas” (63 de ellas inventariadas). Hay vche o Bazikova Mogila (Pencheva e Ivanova, 2006:
que tener en cuenta que para nuestra estadística he- 14-18), todos ellos en Bulgaria. Citaremos también
mos desestimado todos aquellos especímenes para el carro del depósito de Mautern (Austria), fechado
los que no podíamos concretar la altura. en la segunda mitad del siglo III (Groh y Sedlmayer,
Por los tamaños de las camas podríamos inferir la 2006: 512, fig. 226), cuyos caballos portaban camas
existencia de varios tipos de équidos. Sería interesan- de bocado peltiformes muy parecidas a las españo-
te dilucidar si esta diversidad obedece a la dicotomía las de la Vega Baja (nos 26 y 27) y Puente Castro (nº
entre équidos de monta (fundamentalmente caballos) 28), mientras que el yugo se adornaba con el bus-
y équidos de tiro (básicamente mulas y asnos, aunque to de una divinidad y apliques con peltas (Fig. 174).
también caballos). El primero de ellos apunta a un También en contexto urbano tenemos los restos de
tipo de caballo primordialmente destinado a ser usa- un carro en un nivel de incendio ocurrido a media-
do como montura por un jinete, siendo su principal dos de la tercera centuria en la “casa de Poseidón”
cualidad la velocidad. Los segundos se usan por su en Zeugma (Turquía), junto al que se localizaron tres
capacidad de tracción, siendo la fuerza y la resisten- frenos de caballo con camas macizas similares a las
cia sus condiciones más valoradas. Las hibridaciones que aparecen en Hispania (Dieudonné-Glad, Feugère
entre las dos familias de équidos domésticos (Equus y Önal, 2013: 239, nos 1383 a 1387). A la vista de es-
ferus caballus y Equus africanus asinus): mula (asno tos datos, se podría conjeturar que algunas de las ca-
+ yegua) y burdégano (caballo + burra), producen mas hispanorromanas fueron empleadas también en
buenos animales para la carga y el tiro. Estos híbridos équidos de tiro, lo que no sería de extrañar dado que
tienen, además, las ventajas de ser menos asustadizos las camas figurativas españolas participan de los mis-
y exigentes a la hora de su alimentación o hidratación mos motivos ornamentales constatados en las faleras
que los caballos puros, por lo que son idóneos para con anillas laterales o en los denominados “pasarrien-
carruajes que han de recorrer largas distancias. Des- das”, lo que podría significar que en ocasiones todos
de el punto de vista morfológico, la cabeza de todos
estos animales, así como la alzada, es diferente. Mula
y caballo se parecen en altura, aunque si tenemos en
cuenta la cabeza, la mula tiene una testa gruesa y
corta similar a la del burro. Los burdéganos tienen un
tamaño similar al asno, pero la proporción de su cara,
larga y delgada se asemeja más al caballo. Si recurri-
mos al conocimiento que tenemos sobre los carruajes
romanos, existen dos de ellos que frecuentemente se
asocian a los mulares. En primer lugar, la basterna,
usada primordialmente para viajes interurbanos, la
cual era un vehículo sin ruedas transportado por dos
mulas enganchadas una delante y otra detrás. Pero
además, la carruca, coche más lujoso y grande con
espacio para dormir solía ir tirada por mulas. Ahora
bien, ¿cómo podemos distinguir a todos estos anima-
les apoyándonos en el registro arqueológico? Si tene-
mos en cuenta que el tamaño de los équidos usados
durante el Imperio Romano, al menos el del caballo
y sus hibridaciones, era diferente al de la actualidad Figura 174: Reconstrucción del carro de Mautern (Austria) (Dibujo:
¿Conocemos sus dimensiones durante aquella época? Groh y Sedlmayer).
192 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

ellos configuraban un mismo programa iconográfico Sarmizegetusa (Rumanía), concretamente nos referi-
destinado a adornar un carruaje. Tampoco habría que mos a los hallazgos del denominado “nivel 9” corres-
cerrarse a la posibilidad de que algunas de las camas pondientes a la primera década del siglo II (Găzdac,
más simples, como las filiformes, pudieron utilizarse 1999: 743, fig. 1, nº 3; 2007: 110, fig. 12). En el li-
ocasionalmente para este fin, lo que quizá justificaría mes renano también se localizan en asentamientos ci-
el hallazgo de dos frenos completos con sus camas en viles, teniendo buenos paralelos el ejemplar de Puente
la conocida tumba de Fuentespreadas (nos 1-4). Castro en las camas localizadas en Wijk bij Duurstede
Ya sin que se constate evidencia arqueológica, (Países Bajos) (Nicolay, 2007: 47, fig. 52, nos 291.43
podemos aventurar su uso esporádico en otro tipo y 291.44), fechadas en la primera mitad del siglo I.
de bestias, quizá algún tipo de animal exótico que se También aparecen en la Galia en contextos urbanos,
tuvieran en cautividad, lo que podría explicar el redu- como sabemos por el bocado completo aparecido en
cido tamaño del freno de Cubillas de Cerrato, el cual Autun (Francia) (Autun, 1985: 227-232). Tres camas
consta de una única barra de tan sólo 4,5 cm para asociadas a los inicios de la presencia romana en Bri-
insertar en la boca o embocadura. tania se han localizado en Hod Hill (Brailsford, 1962:
2, fig. 2, A25-A27) y Staffordshire18. Los paralelos
VI. LAS CAMAS “MACIZAS” (TIPO “I.2”): ORIGEN vistos y su temporalidad nos llevan a pensar que la
DE UN MODELO DE LARGA PERVIVENCIA (SIGLOS cama de Puente Castro debe estar relacionada con los
I AL IV) primeros momentos de ocupación del fuerte de León
por la legio VII, siendo su cronología más probable la
Hasta el presente el ejemplar más antiguo docu- del último tercio del siglo I d.C., por lo que quizá fue-
mentado en Hispania es el hallado en el vicus militar ra llevada hasta allí por los primeros contingentes de
de Ad Legionem (Puente Castro, León), adscrito a un esa unidad militar recién llegados de Centroeuropa.
estrato datado entre finales del siglo I y la primera El resto de la serie lo constituyen las camas maci-
mitad de la centuria siguiente (nº 21). Esta cama, li- zas con una sola caña, estando ésta centrada, las cua-
geramente distinta a las del resto de nuestro catálogo les representan la mayoría de los hallazgos del tipo
por incorporar una segunda caña exenta desplazada “I.2” (nos 15-20 y 22) en la península ibérica. Desde
del eje, inaugura un modelo de larga pervivencia que el punto de vista cronológico, las camas hispanas con
probablemente abarque todo el periodo romano: el datación asegurada se fechan en el Bajo Imperio, así
tipo “I.2”. Las camas macizas con una caña lateral los frenos de Linares (nos 15-16), Clunia (nos 17-18) y
secundaria son, desde el punto de vista cronológico, el ejemplar de San Esteban de Falces (nº 19), confir-
las primeras de la serie, teniendo una temporalidad mando una fecha de uso entre mediados del siglo IV
relativamente corta, que abarca desde el reinado de a la mitad de la centuria siguiente. Constatar que un
Augusto hasta la época flavia. Ortisi (2003: 51-55) ha tipo de caña francamente minoritaria, la variante “E”,
realizado una tipología de esta variante a tenor de su parece estar asociada en Hispania a las camas del tipo
estudio sobre los arneses del área vesubiana, distin- “I.2” tardorromanas (la poseen los nos 15 a 19), lo
guiendo una serie de tipos y subtipos distintos, per- que quizá defina la existencia de un taller, tal y como
teneciendo el espécimen leonés a su “Forma 1,b-2” comprobaremos en el apartado correspondiente.
(camas con portamozo rectangular o cuadrado con En el occidente del Imperio Romano se documen-
botones decorativos en las puntas y caña lateral). El tan numerosos ejemplares de camas macizas con
ejemplar de León es coetáneo formal y cronológico una sola caña centrada, careciendo todos ellos de
de las camas localizadas en Pompeya, las cuales es- decoración en frío al igual que las piezas hispanas.
taban en uso en el momento de la erupción del año Sin embargo, la temporalidad de las camas descu-
79 d.C. (Ortisi, 2003: NK02-04, NK08 y NK10). Piezas biertas en el resto de Europa es mucho más amplia,
idénticas a la leonesa se han encontrado en fuertes pues parece arrancar de fines del siglo I o comien-
militares, tanto preflavios, así el de Valkenburg (Paí- zos del siglo siguiente, como demuestra el hallazgo
ses Bajos) (Glasbergen y Groenman, 1974: fig. 16, de un freno completo en Reckingen (Suiza) (Sauter y
2), como en otros abandonados en el periodo flavio, Bouffard, 1945: 298-302, fig. 3). En el campamento
entre los que se encuentra Asciburgium (Alemania), de Vindonissa conviven ejemplares de la variante con
desalojado en el 85 d.C. (Deschler-Erb, 2012: 70, fig. caña exenta descentrada con piezas de caña centrada
16, D69-70). Los campamentos de Risstissen y Aislin- (Unz y Deschler-Erb, 1997: 50, fig. 68, nº 1959), lo
gen (Alemania) (Ulbert, 1959: 67 fig. 13, taf. 51), así que a nuestro juicio demuestra la cronología tempra-
como el de Krefeld-Gellep (Fahr, 2005: 126-127, fig. na de éstas últimas. De un nivel de abandono en las
8, nº 16), Novaesium (Simpson, 2000: 81, fig. 27, 4) postrimerías del siglo II son los ejemplares de Tavaux
y Vindonissa (Suiza) (Unz y Deschler-Erb, 1997: 50, (Francia) (Rabeisen, 2014: 40, fig. 26). En Villetelle (Le
fig. 68, nº 1958), también han proporcionado varias Sablas, Francia) se han documentado hasta tres ejem-
camas de este tipo. Los ejemplares más tardíos se han plares en el mismo horizonte estratigráfico que va del
localizado en la Dacia romana, correspondiendo a los
primeros tiempos de vida de la colonia Ulpia Traiana 18. Portable Antiquities Scheme, WMID-F11707.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 193

Figura 175. Camas macizas con doble caña, una de ellas lateral. Freno de la colección Axel Guttmann (1). Camas de Pompeya (2) y Herculano
(3) (Fotografía: Simon-Ortisi). Bocado de Autun (Francia) (4) (Fotografía: Claudine Massard).

180 al 230 d.C. (Fiches, 1989: 159). Más tardías son de una línea temporal. Como veremos al desarrollar
las camas asociadas a un carro de Pastoucha (Bulgaria) cada uno de los tipos en los apartados sucesivos, to-
(Seure, 1925: 417, fig. 4, nos 29-30), cuya datación es dos ellos se encuadran en las modas que recorrieron
ya del siglo III. Galo es el arnés de Feurs, fechado tam- prácticamente la totalidad del Imperio Romano du-
bién en la tercera centuria (Feugère, 1983: n° 9-10). rante sus siglos centrales, teniendo por tanto una vo-
En Zeugma (Turquía) tenemos tres frenos con camas cación universal.
macizas de hierro asociadas a un nivel de incendio Si las camas “macizas” inauguran la secuencia de
de mediados del siglo III (Dieudonné-Glad, Feugère camas hispanas, pronto se introducirán dos nuevos
y Önal, 2013: 239, nos 1383 a 1387). En Augst (Sui- diseños prácticamente sincrónicos y característicos de
za) hay otra de estas piezas elaborada en hierro, pero la segunda centuria, el trompetiforme y el peltiforme,
asociada a niveles tardorromanos (Schwarz, 2002: si bien el último es mucho más longevo pues perdura
240, fig. 121, nº 44). De Marruecos son las camas en- hasta finales del siglo III. Estos estilos ornamentales
contradas Banasa y Thamusida (Boube-Piccot, 1980: quedan recogidos en nuestros tipos “I.3.a”, “I.3.b” y
235 y 300-301, fig. 82, nº 381 y fig. 107, nº 505). “I.3.c”, todos ellos de clara filiación altoimperial.
Junto a las pautas que nos ofrece la evolución de
VII. LAS CAMAS ALTOIMPERIALES (SIGLOS II-III): estilos decorativos que acabamos de ver, hay una serie
MODELOS DE AMPLIA DIFUSIÓN GEOGRÁFICA de rasgos formales que hemos observado se repiten
(TIPOS “I.3.A” A “I.3.C”) en las camas hispanorromanas de época altoimperial,
al igual que en las del resto del Imperio. Las cañas
Es evidente que las camas de freno no podían empleadas entre los siglos II al III suelen ser exen-
sustraerse de las tendencias de estilos en boga en el tas (categoría “A”) o tienen muy poco desarrollo en
momento de su elaboración, por cuanto eran objetos volumen (tipo “B”). Los portamozos característicos
que reflejan una época determinada, lo cual favorece que ostentan son los definidos en las clases “A”, “C”,
la datación de piezas descontextualizadas y el trazado “E.1”, “E.2” y “F.1”; es decir, los perfiles de formas
194 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

geométricas más simples. El tamaño de los portamo- hasta Dura Europos en Siria. Apliques trompetiformes
zos también es importante, porque los portamozos idénticos, en cuanto a su forma, fueron empleados
suelen ser más pequeños que los tardíos y además no indistintamente tanto en correas de atalaje como de
suelen llevar decoración en frío. Otro rasgo que define cíngulo (Fig. 176, 1). Desde el punto de vista cro-
a las camas de las primeras centurias de nuestra era nológico podemos señalar los siguientes hitos: ente-
es esa misma ausencia de decoraciones en frío en el rramiento 186 de Richborough (Inglaterra), datado
campo decorativo principal o en el contorno, donde entre el 125 y el 170 d.C. (Busche-Fox, 1949: lám.
no suelen emplearse ni las más simples incisiones o 40, nº 151); tumba de Carnuntum (Austria), fechada
escotaduras. entre el 117 y el 150 d.C. (Ertel et alii, 1999: lám.
25, 7); y la sepultura 13 de Alba Iulia (Rumanía) de
VII.1. Las camas trompetiformes (tipo “I.3.a”) mediados del siglo II (Ciugudean, 2017: 356). Los
ejemplares del área germana (Saalburg, Zugmante,
Los motivos trompetiformes o “Trompetenmus- etc.) tendrían según Oldenstein (1976: 207) una cro-
ter” son característicos de la metalistería romana nología entre mediados del siglo II a inicios de la ter-
asociada a la indumentaria personal (cinturones y cera centuria. Las fíbulas trompetiformes, las cuales
fíbulas) y el arnés equino desde el segundo tercio responden exactamente a los mismos modelos que
del siglo II d.C. hasta pleno siglo III d.C., tratándose otros bronces de cinturón o arnés, están recogidas en
de una serie de diseños calados de influencia celta o el tipo “31.G” de Jobst (1975: 120) y su cronología se
vegetal. Están muy relacionados con el mundo mili- sitúa también desde mediados de la segunda centuria
tar, situándose en este colectivo humano su origen, a todo el siglo III.
por lo que se han encontrado multitud de piezas con El estilo trompetiforme, frente a lo monótono que
esta ornamentación en los campamentos fronterizos pueda parecer inicialmente por emplear como único
desde Gran Bretaña, a lo largo del Rin y el Danubio, motivo principal una “trompeta”, en realidad consi-

Figura 176: Apliques y botones arroblonados de arnés o cinturón: Buren (Holanda) (1) (fotografía Nicolay), campamento romano de León (2)
(Fotografía: Aurrecoechea-Fernández), sepultura nº 1 de Fuentespreadas (3) (Fotografía: Cases). Falera y botón con “tritones” (4 y 5).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 195

gue una gran diversidad ornamental por la multiplica- por ejemplo en los mosaicos, donde se usaba en ce-
ción y combinación libre de dicho elemento. Debido nefas y esquinas como protector de los espacios que
a ello no hemos encontrado otra cama idéntica a la envolvían. Las peltas clásicas simples (tipo “I.3.b”), es
de Villarrubia de Santiago (Toledo) (nº 23), es decir, decir, aquellas constituidas por una sola pelta ejecu-
con dos “trompetas” sin enmarcar que giran en sen- tada mediante calados que indican el tallo y las volu-
tido diferente, si bien hallazgos datados en la tercera tas, son las primeras que aparecen en el mundo de la
centuria, como el freno de santuario de Mont-Rivel metalistería destinada a los caballos, conociéndose ya
(Champagnole, Francia) (Leng, 1990) y una de las ca- ejemplos de esta forma en pinjantes descubiertos en
mas de bocado de Dura Europos (James, 2004: fig. las ciudades sepultadas por el Vesubio (Ortisi, 2012:
44. 335) cuentan con una sintaxis decorativa pare- fig. 11). Su popularidad se acrecienta aún más du-
cida, salvo por el detalle de que las “trompetas” se rante los siglos II y III, convirtiéndose en un diseño
enmarcan en un contorno circular. Otras camas con decorativo canónico para gran parte del equipo mili-
motivos trompetiformes son, por ejemplo: las búlga- tar romano (Ciugudean, 2017: 371), siendo también
ras del enterramiento equino de Pastoucha (Seure, profusamente empleado en contextos civiles. Pronto
1925), o las del campamento de Novae fechadas en estas peltas simples evolucionaron hacia un estilo más
la segunda mitad del siglo II (Genćeva, 2000: 80-81, complejo que estuvo en boga hasta prácticamente fi-
fig. 11, 2 y 6). En Marruecos se ha encontrado una nales del Bajo Imperio, el cual involucra a varias peltas
rica colección de camas con motivos trompetiformes desarrolladas sobre marcos geométricos con calados
(Volubilis y Thamusida) (Boube-Piccot, 1980: nos 94- secundarios que las acompañan (variante “I.3.c”).
95, etc.), pero ninguno de los ejemplares conocidos El ejemplar de Fuentes de Andalucía (nº 29) pre-
se asemeja a los aparecidos en la península ibérica. senta una sola pelta esquemática y podría tratarse de
Otra variedad de las camas trompetiformes insi- un producto local. Esta cama sevillana no posee un
núan delfines esquemáticos, como nuestra cama nº contexto arqueológico definido, aunque presenta al-
24. Entre finales de la segunda centuria y la primera gunas características que quizá indiquen una datación
mitad del siglo III se popularizaron unas represen- más temprana que la del resto de sus hermanas his-
taciones esquemáticas de estos animales acuáticos, panas, debido a su semejanza con las camas de Her-
derivación de los motivos denominados “Trompeten- culano documentadas en época flavia (Ortisi, 2003:
muster”, que se usaron exclusivamente en los bron- NT01 y EKT 01) (Fig. 175, 3). Aunque desde el punto
ces de arnés (camas, faleras y botones arroblona- de vista formal también parece estar conectado con el
dos). Este estilo decorativo zoomorfo es conocido bocado de Doukhowa-Moghila cuya fecha cae ya en
en la bibliografía francesa como “décor ajouré figu- los siglos II-III (Seure, 1901: 178-179, fig. 11, lám. 2).
rant des tritons” y en la alemana como “stilisierten Para Hispania contamos con varios exponentes de
Delphinen”, encontrándose en la península ibérica camas con peltas clásicas simples (“I.3.b”), los cuales
algunos representantes genuinos de esta expresión han aparecido en contextos estratigráficos que confir-
artística (Fig. 176, 4 y 5). Los hallazgos de estos “del- man una cronología idéntica a la de sus homólogos
fines esquemáticos” o “tritones” proliferan en los ya- en el resto del Imperio. Descuella el hallazgo pertene-
cimientos romanos de occidente durante toda la ter- ciente a un enterramiento localizado en la Vega Baja
cera centuria, aunque los hallazgos más notorios se de Toledo (nos 26 y 27) por cuanto se descubrió el
concentran en Bélgica, Austria y Hungría (Boulanger freno completo y los apliques de la cabezada. El fre-
y Galliou, 2018). Un arreo prácticamente completo no se encontraba compuesto por un bocado articula-
ornamentado con estos delfines estilizados se localizó do al que acompañaban dos camas laterales y otros
en Celles (Bélgica) (Massart, 2000: 509-522), siendo tantos pasadores doble troncocónicos. La cabezada
el paradigma de la serie. contaba con una serie de botones arroblonados que
El ejemplar de Villasequilla de Yepes (nº 25) tam- ornamentaban o sujetaban los correajes. Una misma
poco cuenta con paralelos en el mundo de las camas, inspiración decorativa hermana a todos los elemen-
aunque su morfología está cercana a bronces de ar- tos de bronce, pues camas y botones son peltiformes
nés centroeuropeos de la tercera centuria. (Fig. 177). El ajuar funerario incorporaba una mone-
da de Marco Aurelio que fecharía el conjunto en la
VII.2. Las camas peltiformes de formas clásicas segunda mitad del siglo II, teniendo en cuenta que la
(tipos “I.3.b” y “I.3.c”) numismática no ofrece un valor absoluto de datación.
A las mismas fechas apunta el ejemplar encontrado
La pelta es uno de los motivos más tradicionales de en la fase 3 del vicus militar de Puente Castro (nº 28),
la metalistería romana y uno de los que tuvo una vida estrato datado entre la segunda mitad del siglo II y la
más longeva. Inicialmente relacionada con la forma primera mitad del siglo III.
del escudo de las amazonas, en realidad su populari- Camas que siguen el perfil de una pelta simple
dad se debe a su carácter apotropaico, lo que propi- (“I.3.b”), idénticas a las hispanas, han sido encon-
ció su empleo en una multiplicidad de soportes, como tradas numerosas partes del Imperio Romano, por lo
196 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

general asociadas a yacimientos castrenses del limes,


si bien los ejemplares más tempranos escasean. Entre
estos últimos destaca la cama de Augusta Raurica (Sui-
za) (Deschler-Erb, 1999: 64, fig. 39, nº 724), no sólo
por su parecido con las del freno toledano, sino por-
que su cronoestratigrafía confirma su uso inicial entre
los años 90 al 130 d.C. También de fecha temprana
es el freno completo aparecido en los establos de la
legio X en Nigmengen (Holanda), correspondiente a
fines de la primera centuria (Weiss-König, 2018: 121-
122, fig. 5); así como una de las camas de bocado
de Vindonissa (Suiza) (Unz y Deschler-Erb, 1997: 51,
fig. 68, nº 1960). Los caballos del carro de Mautern
(Austria), datados en la segunda mitad del siglo III,
llevaban también piezas de este tipo (Groh y Sedlma-
yer, 2006: 517). Uno de los carros de Pastoucha (Bul-
garia) también llevaba un bocado con camas peltifor-
mes (Seure, 1925: 422, fig. 7, nos 56). De Lauriacum
(Austria), Saalburg y Regensburg-Großprüfening (Ale-
Figura 177: Reconstrucción de la cabezada depositada en la Vega
mania) proceden otras camas cuya cronología apunta Baja (Toledo) (Fotografías: y montaje fotográfico Aurrecoechea-Fer-
nuevamente al siglo III (Bojanowsky, 1997: 258-265. nández).
Fischer, 1990: 168 fig. 28, B3). El ocultamiento de ob-
jetos metálicos de Affecking (Alemania), de mediados
de la tercera centuria (Fischer, 1995: 340, fig. 1, 2), Quizá algo posteriores en el tiempo, pero sin que
incorporaba camas peltiformes. Entre otros ejemplos se pueda precisar su cronología inicial, se desarrolla
podemos citar, también, algún espécimen húngaro un rico repertorio de camas que combinan varias pel-
datado entre los siglos II-III (Palágyi, 1989: 77, fig. tas clásicas, apareciendo estas por regla general dis-
1, 4), las búlgaras del fuerte de Novae fechadas en la puestas de modo radial, las cuales hemos recogido
primera mitad del siglo III (Genćeva, 2000: 81, figs. en nuestro tipo “I.3.c”. El modelo se desarrolla es-
12, 1 y 3), o la de Dranovec (Sellye, 1941: 97, fig. 22, pecialmente durante el siglo III, momento en el que
3). Los ejemplares de Dura Europos están adscritos nuevamente se encuentra difundido por numerosos
nuevamente a la tercera centuria (James, 2004: fig. establecimientos militares y civiles, pudiendo citar
44, nos 331-334). En Marruecos son particularmente entre aquellas camas con una sintaxis decorativa for-
abundantes las camas con pelta simple, conociéndose mada por cuatro peltas radiales divididas por haces
incluso piezas inacabadas que garantizan la existencia el ejemplar de Sagvar (Burger, 1966: fig. 124, nº 9).
de un taller en Volubilis (Boube-Piccot, 1980: 99, fig. Nuestra cama número 30, depositada en el Museo
27, nº 82), sin embargo, el desarrollo formal de las de Barcelona, cuenta con un travesaño separando
piezas marroquíes difiere notablemente de las halla- la caña del campo, característica que hemos podido
das en Hispania, lo que descarta al norte de África observar en algún espécimen panónico, como el del
como origen de la serie hispana. fuerte de Brigetio (Szony, Hungría) (Palágyi, 1989: 77,
Un complemento habitual de las camas peltifor- fig. 1, 4). Un paralelo para la pieza hispana, práctica-
mes, como las descubiertas en Toledo o Puente Cas- mente idéntico, se encuentran en Museo Nacional de
tro, son los botones arroblonados de las categorías Belgrado (Serbia), fechado entre finales del siglo II y la
“I.2.a-b” y “I.3.a-c” de Aurrecoechea-Fernández primera mitad de la tercera centuria (Ratkovic, 2008:
(1994: fig. 1; 1996: nos 137-172), los cuales comen- 800-801, 809, fig. 23). Otros paralelos, pero esta vez
zaron a usarse ya en los siglos centrales del Imperio sin travesaño separando la caña del campo, tenemos
(II-III d.C.), como sabemos por los recientes hallazgos en Dura Europos (Siria), con una cronología próxima
inéditos del campamento romano de la legio VII en a la destrucción del yacimiento en el 265 d.C. (James,
León (Fig. 176, 2) y los especímenes de la tumba de la 2004: fig. 44, nos 329-330). Adscrito también a la ca-
Vega Baja, donde aparecen en los mismos contextos tegoría “I.3.c” es el ejemplar de Vareia, (Logroño) el
arqueológicos que las camas descritas (Fig. 177). No cual, pese a haberse hallado en excavación científica,
obstante, el uso de estos botones se prolongó en el carece de cronología conocida, aunque su fecha de
tiempo mucho más allá que las camas con peltas sim- fabricación debe situarse también en la tercera cen-
ples, pues aparecen acompañando a los arreos depo- turia (nº 31). Piezas semejantes a la de Logroño en-
sitados en Fuentespreadas (Aurrecoechea-Fernández, contramos, por ejemplo, en Aquileia (Italia) (Buora,
1996: nos 137-138), fechados ya en la cuarta centuria 2002: 48, fig. 2, 1). La adscripción al altoimperio de
(Fig. 176, 3). estas dos camas hispanas viene avalada por la ma-
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 197

nera en que la zona inferior del portamozo se une al algunas fíbulas hispanas de los siglos III-IV tienen una
contorno, a través de un elemento curvo en forma de clara semejanza con los botones arroblonados carac-
voluta, característica que no está presente en ninguna terísticos de las caballerizas hispanorromanas, como
de las otras camas incluidas en nuestro inventario19. es el caso del ejemplar de Loporzano (Huesca) (Fig.
La cronología más probable para las camas de Vareia 178, 4). Desde el punto de vista cronológico, las “ca-
y el Museo de Barcelona se sitúa entre mediados del mas transicionales” de la península ibérica cuentan
siglo II y mediados del siglo III. con ejemplares bien datados estratigráficamente que
Al igual que existe una relación entre las camas demuestran como el cambio se operó en la tercera
peltiformes simples (“I.3.b”) y los botones ornamen- centuria, así, el freno de Pollentia (nos 91 y 92), fecha-
tales para caballerizas, los ejemplares con varias peltas do en torno al 280 d.C; o la pieza de la “Domus de los
(“I.3.c”) tienen su complemento en otras piezas arro- peces” de Sagunto (nº 202), la cual apunta al siglo III.
blonadas descubiertas en España (Aurrecoechea-Fer-
nández, 1996: nos 135, 192-193).

VIII. LAS CAMAS CALADAS: MODELOS DE


TRANSICIÓN ENTRE EL ALTO Y EL BAJOIMPERIO
(TIPOS “I.3.D” A “I.3.H”)

Con la tercera centuria se inaugura en todo el Im-


perio Romano una etapa de eclosión de los motivos
realizados en opus interrasile, la cual perdurará en el
tiempo hasta gran parte del siglo IV, de ahí que con-
sideremos a las camas con calados geométricos his-
panorromanas como transicionales entre el Alto y el
Bajo Imperio. En este momento transicional comien-
zan a desarrollarse en Hispania modas locales que no
guardan paralelo con el resto del Imperio. Frente a las
camas vistas en apartados anteriores que responden a
modas universales, surge un estilo propio cuyos máxi-
mos exponentes son las camas radiales y las ornamen-
tadas con arcos de herradura. Los motivos empleados Figura 178: Fíbulas caladas con escudetes (1 y 2). Fíbula radial (3).
abandonan los estilos precedentes que implicaban un Fíbula de Loporzano (Museo de Huesca) (4), similar a los botones
arroblonados hispanos de época tardorromana. (Fotografía: Alvira
volumen en dos dimensiones, como el trompetifor-
Lizano).
me, iniciándose una tendencia con calados más sim-
ples y abstractos, por lo general en un solo plano. El
estilo peltiforme evoluciona desde los modelos más Entre los rasgos morfológicos que sirven para
naturalistas de la época anterior, que poseían un ta- identificar a las camas de este periodo, teniendo en
llo central y unas volutas laterales bien definidas, a cuenta que algunos de ellos tendrán plena vigencia
un estilo más simplificado en el que priman los que aún en la etapa tardorromana, podemos mencionar
denominamos escudetes (con forma de concha, seta, los siguientes. La decoración en frío comienza a pro-
etc.), siendo estos calados más geométricos que vege- liferar en las superficies del campo y del contorno:
tales. Ya hemos desarrollado anteriormente la idea de muescas situadas a lo largo del borde externo del
que el mundo de la metalistería romana está imbuido contorno, círculos concéntricos troquelados, e inclu-
de tendencias que competen a un buen número de so algunos roleos. Aunque excepcionales, pero ya en-
objetos, es por ello qué un buen exponente de lo que contramos los primeros casos de campos con una de-
hablamos son las fíbulas del mismo período, cuyas coración en frío con auténtico “horror vacui”, siendo
sintaxis decorativa guarda evidentes paralelos con las estas probablemente las piezas más tardías del grupo.
guarniciones de cinturón y de caballo. Pretendiendo Los portamozos también empiezan a ornamentarse
solamente reforzar esta idea, mencionaremos los ti- con incisiones y otros elementos. Junto a los porta-
pos de fíbulas con opus interrasile recogidos en las va- mozos de formas más simples comienzan a aparecer
riantes “28a-b” de Genćeva (2004: 70), datados entre portamozos con delfines muy esquemáticos (cercanos
la segunda mitad del siglo II y toda la tercera centuria a nuestra variante “G.2”), los cuales deben correspon-
como muestra de lo que exponemos. A destacar que derse con los ejemplares más modernos de la serie,
datando a los ejemplares que los llevan ya en plena
época bajoimperial. Las cañas del tipo “D”, franca-
19. Las camas de la Ariadne Galleries con un jinete, de fecha tardía, pre- mente minoritarias frente al resto puesto que sólo se
sentan un portamozo conceptualmente diferente a los altoimperiales,
producto de abrir los perfiles laterales de un portamozo de la categoría han documentado seis ejemplares que las posean,
“E.4”. parecen ser típicas de esta fase transicional, ya que
198 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

cinco de ellas pertenecen a camas de esta etapa. Apa- campamento de Lauriacum (Austria) y en Oedenburg
recen los primeros dentados de sección plana en los (Francia) (Bojanowsky, 1996: 306, fig. 2). Más abun-
contornos, por lo general adscritos a la variante “B”, dantes son otros tipos de piezas de arnés pertenecien-
aunque también hay algunos de la clase “C”. Estos tes a la misma área geográfica decoradas con calados
dentados son idénticos a los que aparecen en otras idénticos a los que aparecen en las camas “transi-
camas de bocado de la parte occidental del Imperio cionales” del tipo “I.3.d”, como son las faleras y los
a fines de la segunda centuria y el siglo III, surgiendo botones arroblonados. Entre estos últimos hallazgos
simultáneamente en otras piezas de arnés, como fa- cabe mencionar los arreos depositados en una tumba
leras y pinjantes. fechada en el primer tercio del siglo III en Halbturn
(Austria) (Doneus, 2014: 118, 135, fig. 259), ya que
VIII.1. Las camas peltiformes con escudetes demuestra la existencia de esta variante decorativa en
(tipo “I.3.d”) los inicios de la tercera centuria.

La variedad respecto a esquemas compositivos que VIII.2. Las camas con “arcos de herradura” (tipo
adoptan las camas con escudetes (nos 32-38) hace di- “I.3.e”)
fícil su comparación con otras piezas, aunque si nos
atenemos a la mera presencia de escudetes calados Las camas hispanas con “arcos de herradura” (nos
sin buscar idéntica sintaxis decorativa, comprobamos 39-44), aunque tradicionalmente se han considera-
que es un motivo usado repetidamente en la metalis- do de época tardorromana, deben tener un origen
tería hispanorromana, tanto en botones arroblonados más antiguo, es por eso el que las incluimos entre
(Aurrecoechea-Fernández, 1996: 136), como en bro- las denominadas camas “transicionales”. A pesar de
ches de cinturón (Aurrecoechea-Fernández, 2001a: que la bibliografía española desde principios del siglo
nos 103-104, fig. 61, nº 2, etc.) o pinjantes (Fig. 179, XX reconoce que este motivo decorativo se encuentra
5). Advertir que en la península ibérica los broches ya ampliamente documentado en la península ibérica
de cinturón con escudetes calados son predominan- durante la segunda y tercera centuria, especialmente
temente bajoimperiales y datados en el siglo IV, en- como protagonista omnipresente de las estelas fu-
contrando buenos exponentes de lo que hablamos nerarias aparecidas en el área de León (Montenegro,
en yacimientos tales como La Morterona (Palencia), 2018), resulta curioso que nunca se haya tenido en
Hornillos del Camino (Burgos) o Fuentespreadas. A cuenta la posibilidad de que los bronces calados con
dicha cronología apunta también la única cama bien “arcos de herradura” pudieran surgir por en el mis-
datada de nuestro catálogo, hallada en Ulea (nº 37). mo periodo. No obstante, la popularidad de los “ar-
Aunque no son muy numerosas, encontramos cos de herradura” en la metalistería bajoimperial es
camas de bocado ornamentados con escudetes simi- evidente, siendo un tipo de calado muy frecuente en
lares a los hispanos en la Europa Central, así en el los broches de cinturón hispanorromanos de los tipos

Figura 179. Petrales (1 y 3) y pasacorreas (2) de atalaje de Fuentespreadas, y broche de cinturón de la misma sepultura (4) (Fotografía: Cases).
Pinjante de arnés con calados en forma de escudetes (colección particular (5)).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 199

“Totanes” y “Tirig” (Aurrecoechea-Fernández, 2001a: de la zona aneja denominada “poblado”, lugar este
108-110, figs. 35 y 36), ambos fechados en la cuarta último donde las estructuras y el material arqueológi-
centuria. También aparecen, aunque con mayor es- co recuperado definen ambientes domésticos y arte-
casez, en la variante denominada “Simancas”, que sanales más tardíos, ya de la sexta centuria.
se desarrolla en contextos datables entre la segunda
mitad del siglo IV y los inicios de la quinta centuria VIII.4. Las camas con radios simples (tipo “I.3.g”)
(Aurrecoechea-Fernández, 2001a: 155-158, fig. 61,
nº 3) (Fig. 179, 4). A pesar de la simplicidad de trazado de este moti-
Respecto al mundo de los atalajes, la combinación vo geométrico, sin embargo, no es muy habitual en-
de opus interrasile con formas de arcos de herradura y contrarlo entre los bronces calados de época romana.
anillas es frecuente en las faleras tardorromanas de la Excepción a lo expuesto son las fíbulas, donde apare-
península ibérica, como en los ejemplares de Lourizán ce ya en época temprana con la variante denominada
(Pontevedra), Instituto Valencia de Don Juan, Museo de “timón” (segunda mitad del siglo I a mediados del
Arqueológico Nacional de Madrid y Carratejera (Se- siglo II), aunque nos resultan más interesante por su
govia); combinándose a veces con la representación parecido formal con las camas hispanas los modelos
central de un rostro, así en las de San Millán (Orense) ya tardíos de la tercera centuria (Genćeva, 2004: 70,
y Satarém (Portugal) (Baratta, 2017: nos 4-9) (Fig. 194, tipo 28a), pues no sólo son similares estructuralmen-
3). Es también un motivo conocido de los grandes te, sino que además incorporan decoraciones en frío
apliques arroblonados circulares (petrales) y de los semejantes, como los círculos troquelados (Fig. 178,
distribuidores de correas, como los de Fuentespreadas 3). Mencionar también un broche de cinturón tipo
(Fig. 179, 3). La línea temporal que hemos trazado “Simancas” con tres círculos radiales aparecido en Vi-
nos lleva a pensar que nuestras piezas de la varian- llarrubia de Santiago (Toledo) (Aurrecoechea-Fernán-
te “I.3.e” pudieron surgir a fines del siglo III, aunque dez, 2001a: fig. 63, nº 1). En la órbita de los bronces
su época de apogeo debió ser ya la cuarta centuria. de atalaje, existen dos variantes de botones arroblo-
Muestra de su fabricación local es una prueba de fun- nados típicamente hispanos (“A.1.a.1” y “A.1.b.1”)
dición en plomo aparecida en Morón de la Frontera (Aurrecoechea-Fernández, 1994: 159, fig. 1) con una
(Sevilla) (nº 42, fig. 39). sintaxis decorativa idéntica a nuestras camas, lo que
unido a la robustez del roblón que poseen, les hace
VIII.3. Las camas con forma de “estrella” (tipo ser firme candidatas a decorar arneses y cabezadas
“I.3.f”) de caballería junto a las piezas que estamos tratando.
Entre las camas de bocado hispanas (nos 59-82),
Estas piezas suponen nuevamente un grupo he- esta variante supone una da las más numerosas desde
terogéneo (nos 45-58), si bien pueden advertirse una el punto de vista cuantitativo. Advertir que hemos de-
mayor tendencia a los motivos geométricos rectilíneos jado fuera de nuestro estudio los ejemplares numan-
que curvos. Su fecha parece ser ya claramente tardía, tinos 72, 73 y 78, por los motivos que expusimos al
carácter al que apunta su parecido con determinados descartarlos en el apartado correspondiente, aunque
bronces de atalaje (botones arroblonados y petrales) hemos preferido seguir incluyéndolos en nuestro ca-
cuya cronología ya es del siglo IV (Fig. 179, 2). Pro- talogo ya que los autores anteriores que han tratado
bablemente la pieza más reciente de este grupo sea el tema de las camas de bocado así lo han hecho y
la descubierta en El Bovalar (nº 54), cuyo conjunto podían echarse de menos, no obstante, estas piezas
eclesiástico parece corresponder al siglo V, aunque no ni son de arnés ni son romanas. Continuando con las
sabemos si nuestro ejemplar procede de la basílica o camas radiales que nos ocupan, la fecha más anti-

Figura 180: Ajuar funerario inédito que acompañaba a la cama nº 62 en la sepultura de la Aceitera de Espuny (Puente Genil, Córdoba) (Fo-
tografía: Esojo).
200 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

gua quizá nos la proporcione el ejemplar de Santomé


(Orense) (nº 76), cuya cronoestratigrafía señala una
datación entre la segunda mitad del siglo III a fina-
les del siglo IV d.C. A tenor de los nuevos hallazgos
sabemos que estaban en pleno uso durante la época
tardorromana, como demuestra el freno equino de-
positado como ajuar funerario en una sepultura de
Puente Genil (Córdoba) (nº 62) (Fig. 180). También
bajoimperial parece ser el ejemplar de Tarazona (nº
63) debido a su contexto arqueológico. Particular-
mente interesantes son las camas localizadas en una
sima en La Cerrosa (nos 69 y 70), actualmente en estu-
dio por el equipo arqueológico que excava la cueva,
las cuales podrían ofrecer una cronología más con-
creta para este grupo de piezas gracias las muestras
de Carbono-14 que se han tomado en su entorno y
cuyos resultados serán pronto publicados.
La cama radial de La Olmeda (nº 77), elaborada en
hierro con motivos damasquinados, es una nota dis- Figura 181: Cama del Museo Arqueológico Nacional de Florencia
(Italia) (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández).
cordante frente al resto de la serie hispana. En primer
lugar, por su soporte material, el hierro, y en segundo
lugar por la decoración damasquinada. Tal tipo de de-
coración rara vez se prodiga en los arreos que estudia- radiales en Banasa (Marruecos) (Boube-Piccot, 1980:
mos con posterioridad a la segunda centuria, y no nos 235, fig. 82, nos 379-380), una incompleta a la que
referimos solo al caso hispano, sino también al resto le falta el portamozo y otra íntegra. Ésta última pre-
del Imperio. Este tipo de ornamentación complemen- senta un portamozo muy alargado, que aún no se ha
taria, que requiere una mayor laboriosidad y la expe- constatado en la serie de camas hispana, por lo debe
riencia del artesano en una técnica más compleja, no tratarse de un producto local.
suele emplearse en los atalajes de los siglos III al V.
Solo podemos encontrar algún caso aislado fechable VIII.5. Las camas con motivos geométricos abs-
en pleno siglo III y fabricado en bronce, como la falera tractos (tipo “I.3.h”)
nielada de Novae (Bulgaria) (Sellye, 1941: fig. 13, 4) y
otra de Volubilis (Boube-Piccot, 1980: 109, fig 33, nº Bajo el término “motivos geométricos abstractos”
102). Esto nos lleva a proponer que, quizá, el ejem- venimos a recoger el resto de los motivos realizados en
plar de La Olmeda, pese a haberse encontrado en una opus interrasile no incluidos en los grupos anteriores
villa de cronología posterior, se fabricara en fecha más (nos 83-92). Todos ellos se rigen por un esquema simé-
temprana (¿tercera centuria?), tratándose de un ma- trico que en gran medida es radial. Unas pocas camas
terial que pervivió en uso mucho tiempo después de siguen un diseño geométrico de líneas rectas, como
su fabricación. la de Triacastela (nº 86), moda que también vemos
Sólo conocemos unos pocos ejemplares de camas en Galia, aunque allí la composición escogida es dife-
radiales simples fuera de nuestras fronteras. De una de rente, tal y como se puede comprobar en el ejemplar
ellas, aún inédita y depositada en el Museo Arqueo- de Espondeilhan (Francia), datado probablemente en
lógico Nacional de Florencia (Italia) con el número de la tercera centuria (Feugère, 2002: 90, nº 43). Otras
inventario 129320, se desconoce su lugar de hallazgo, cuentan con un doble registro de calados (nos 83-85)
por lo que podría tratarse de una pieza hispana, aun- con una disposición similar a algunos distribuidores
que no la hemos incorporada a nuestro inventario por de correas, botones y petrales arroblonados de atalaje
las incógnitas respecto a su procedencia (Fig. 181). que cabe fechar en el siglo IV, a raíz del hallazgo de
Dado que podría ser una pieza originaria de la penín- Fuentespreadas (Aurrecoechea-Fernández 1996: nos 7
sula ibérica completaremos la información añadiendo y 189; 2001a: fig. 30).
que mide 9,7 cm de longitud máxima. Perteneció a la Los ejemplares más antiguos dibujan peltas muy
colección de las familias Medici y Lorena que recopi- esquemáticas “en negativo”, es decir, en los huecos
laron objetos antiguos de muchas zonas, estando ya que deja el bronce, siendo claramente versiones de los
inventariada en el catálogo de 1784 entre los bronces bronces del siglo III con esta misma temática. Entre
de la Galería de los Uffizi. Aparte de la pieza deposita- ellos se encuentran las dos camas de Pollentia (nos 91
da en Florencia, se han descubierto un par de camas y 92) (Fig. 75) cuya cronología contextual concuerda
con la propuesta. Los hallazgos de las excavaciones
20. Gracias a la inestimable ayuda de Mario Iozzo pudimos acceder a la in- que Juan Llabrés y Rafael Isasi efectuaron en Pollentia
formación sobre esta pieza. entre los años 1930 y 1936 han permanecido en gran
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 201

manera inéditos hasta ahora. Para nuestro estudio es IX. DESARROLLO DE LOS MODELOS FIGURATIVOS
de gran importancia las labores arqueológicas reali- (TIPO “II”): PROGRAMAS ICONOGRÁFICOS DE
zadas en 1933 en las parcelas Ca’n Basser de Jaume AMPLIA DIFUSIÓN
Ques y de Tous, y más concretamente en esta última,
donde se localizaron varias habitaciones que pasaron Durante la tardorromanidad se siguieron usando
a denominarse la “Casa del Pintor”. Gracias a Rosa los motivos de raíz vegetal, como pueda ser la pelta,
Maria Aguiló Fiol, conservadora del Museu de Mallor- a menudo combinando varias de ellas en una mis-
ca, quien conoce de primera mano el diario de exca- ma sintaxis decorativa calada, tal y como vimos en
vación y nos facilitó una copia, podemos reconstruir el apartado anterior, pues muchos de los ejemplares
el contexto todavía inédito de un freno que apareció adscritos a la variante “I.3.d” podrían fecharse en el
completo. El hallazgo se produjo el 9 de agosto, en un siglo IV. Pero como mecanismo apotropaico también
nivel inferior al gran incendio que destruyó parte de se usó de manera aislada como complemento de mo-
la ciudad hacia el 280 d.C. puesto que por encima se tivos figurativos. En alguno de ellos copan parte del
encontró un mortero de mármol reducido a polvo por protagonismo, concretamente en las camas con delfi-
el efecto del calor. Entre los materiales que acompa- nes que abrazan una pelta, como en el freno de Ercá-
ñaban al freno se encontraron diez monedas (Llabrés vica (nos 96 y 97); mientras que en otros ocupan una
e Isasi, 1933: 7), la mayoría de ellas del siglo III, siendo posición excéntrica, sirviendo de “peana” a la figura,
las más modernas acuñadas bajo el emperador Tácito como en el caso de la cama con un caballo de Clunia
(275 y 276 d.C.) y Carino como César (282-283 d.C.). (nº 137), o los presuntos “osos” de la cama nº 129.
A la fecha temprana de los ejemplares mallorquines Intuimos que estas camas figurativas que acabamos
ya apuntaba el portamozo en forma de bocallave que de reseñar puedan ser las más antiguas del grupo “II”,
poseen, siendo únicos representantes de este estilo no sólo por ser las únicas que integran la pelta en su
entre las camas documentadas en Hispania. Dichos esquema ornamental, sino porque también constitu-
portamozos guardan evidentes semejanzas con los yen ejemplos singulares en su especie que se salen de
ajustadores de atalaje empleados en las faleras de los la norma habitual fijada para cada uno de los tipos en
primeros siglos del Imperio, cuya presencia material que se integran (“II.1.a”, “II.2” y “II.3.b”).
en Hispania puede rastrearse a través de ejemplares Si el momento incipiente de los modelos locales
como el hallado en Ocaña (Aurrecoechea-Fernández, es el siglo III, al menos para Hispania, el siglo IV verá
1995-96: 79, fig. 7, nº 5 y foto 17). su eclosión de la mano de los motivos figurativos,
La vigencia de este tipo aún en plena época ba- los cuales son paradigma de la cultura tardorromana
joimperial queda demostrada por el ejemplar de Mé- en la península ibérica. Gran parte de la iconografía
rida (nº 83), el cual con una inscripción incisa alusiva que presentan dichas camas está relacionada con una
al taller donde se fabricó cuya fórmula fecha la pieza misma moda contemporánea que recorre a todo el
en ese periodo. Imperio Romano, como el gusto por los protomos

Figura 182: Plato del tesoro de Mildenhall (1) (Fotografía: Aurrecoechea-Fernández) y terminal de cinturón del Museo Carnavalet (París) (2)
(Fotografía: Museo Carnavalet).
202 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

de animales enfrentados, recurso estético repetido de carros, como el tapacubos de Los Villares (Zamora)
hasta la saciedad en un sinfín de objetos. Por tanto, (Regueras y San José, 1994-95: 128-129).
desde el punto de vista temático están íntimamente
conectadas con el imaginario bajoimperial, por lo que IX.1. Las hojas de hiedra y otros motivos vege-
encontramos motivos similares en mosaicos, pinturas tales (tipo “II.8”, etc.)
parietales, broches de cinturón, orfebrería, vajilla me-
tálica, etc. La originalidad de la provincia hispana ra- La hoja de hiedra que protagoniza la ornamenta-
dica en redirigir y concentrar la iconografía que esta- ción de una de nuestras piezas del tipo “II.8” (nº 177)
ba en boga durante aquellos siglos (delfines, asuntos quizá sea también el primer motivo figurativo que se
dionisiacos, carreras de caballos, cacerías, crismones, introduce en las camas hispanas, ya que tales hojas
etc.) hacia un soporte que no fue explotado en otras aparecen en arneses equinos y equipamiento personal
partes del Imperio, las camas de bocado; así como legionario desde el siglo I. Por citar solo algún caso, el
hacía algún otro tipo de bronces de atalaje, como las mandil legionario de la tumba de Aznalcázar (Sevilla)
faleras con anillas laterales, los petrales o los botones incorpora un colgante con la forma de una hoja de
arroblonados. Curiosamente, alguna de estas mate- hiedra (Aurrecoechea-Fernández, 2001: fig.2, nº 2).
rias iconográficas, como la dionisiaca o las cacerías, Muchos más frecuentes son estas hojas como pinjan-
habían sido ampliamente usada para decorar los ele- tes de los atalajes de la primera centuria los cuales
mentos de carro de zonas como la balcánica durante conforman los subtipos “4.a-e” de Bishop (1988: fig.
los siglos centrales del Imperio, pero no conocemos 45), los cuales aparecen no sólo en los campamentos
casos en que llegara a emplearse para ornamentar los castrenses sino también en contextos urbanos, como
frenos equinos y sus camas laterales. son las ciudades sepultadas por el Vesubio (Ortisi,
Junto a la temática del campo, existen otros ras- 2015: 124, fig. 23, nº 29). Durante el siglo III este
gos que sirven para definir e identificar a las camas motivo decorativo se extiende también a los apliques
tardorromanas. En cuanto a la decoración en frío, los y las faleras, como una hallada en Carnuntum (Sellye,
círculos concéntricos troquelados son típicos de la 1941: fig. 15, 1).
cuarta y quinta centuria, como demuestra su exten- Dado que se conocen en suelo hispano bastan-
dido uso en todo tipo de objetos, como los broches tes ejemplos de la utilización de estas hojas entre la
de cinturón del tipo “Bienvenida” (Aurrecoechea-Fer- metalistería empleada para los arreos equinos, y que
nández, 2001a: 164-166). Los portamozos copan incluso existe una variante de botón arroblonado de
parte del protagonismo, ya que sus perfiles se hacen atalaje atestiguada en la península ibérica con forma
más complejos que en las etapas anteriores (variantes de hoja de hiedra, el tipo “K” de Aurrecoechea-Fer-
“E.4”, “F.3” y “G.4”), decorándose frecuentemente nández (1994: fig. 1); no es de extrañar su aparición
con delfines (tipos “G.1 a G.3”). Algunos portamo- en las camas de bocado, pues simplemente continúan
zos cuentan con esquinas rematadas en esferas, al una larga tradición de uso. A buen seguro pinjantes,
igual que las hebillas “cornudas” de algunos broches faleras y camas pudieron utilizarse en conjunto si-
“Simancas” (Aurrecoechea-Fernández, 2001a: 147- multáneamente para ornamentar a un mismo équi-
151). La decoración en frío de los contornos se vuelve
más numerosa, siendo típica la presencia de roleos y
pámpanos. A veces aparece en dichos contornos un
auténtico “horror vacui” que llena el espacio de pun-
tos o incisiones. Si los contornos dentados de sección
plana (categoría “B”) aparecieron en la tercera cen-
turia, los que tienen una sección curva o un volumen
esférico, similar a pequeñas bolas (categoría “C”) son
ya inequívocamente tardíos (siglos IV-V), puesto que
responden a una estética desarrollada en la metalis-
tería romana durante ese período, como se pone de
manifiesto en los bordes de la vajilla metálica de aquel
periodo y en los accesorios de cinturón. A este res-
pecto son paradigmáticos los recipientes argénteos
del tesoro de Mildenhall (Inglaterra), o el terminal
de cinturón del Museo Carnavalet (París) (Fig. 182).
No olvidemos que la cama de La Sevillana (nº 168)
cuenta con un contorno del tipo “C” y está datada
probablemente en la quinta centuria por su contexto
arqueológico. Estos contornos con dentados esféricos
los encontramos también en bronces ornamentales Figura 183: Falera del siglo III (colección privada).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 203

do. La cama hispana (nº 177) cuenta también con


dos pequeñas cabezas de ánades, siendo la primera
y última vez que vemos representada un ave en las
piezas que estudiamos, lo cual no deja de ser extraño
dada la frecuente aparición de este animal en nume-
rosos enseres metálicos de época romana (sobre todo
en la vajilla, donde a menudo sus testas rematan las
asas), estando también presentes como elemento de-
corativo secundario en los remates laterales de varios
“pasarriendas” o vainas de suspensión documenta-
dos en Hispania (Burguillos del Cerro, Zaragoza, etc.)
(Fernández de Avilés, 1958). Aunque no hemos en- Figura 184: Pinjante de arnes (1) (colección privada) y hebilla de
contrado camas similares a las hispanas en el resto atalaje de Hontheim (Alemania) (2) (Fotografía Rheinisches Landes-
museum, Bonn).
del Imperio Romano, habría que señalar que perfiles
cordiformes análogos presentan un par de camas ma-
rroquíes de Volubilis (Boube-Piccot, 1980: 103, fig. 1980: 148, fig. 47, n° 180); o grandes hebillas de ar-
29, nos 88-89). nés, así la localizada en Hontheim (Alemania) (11 x
Todos los autores coinciden en relacionar este 11,5 cm) (Fig. 184).
motivo vegetal con Dioniso. La hiedra es uno de los El siglo IV coincide con la proliferación del delfín
atributos de Baco, dios del vino y de las fuerzas rege- en numerosos enseres personales (anillos, fíbulas), de
neradoras de la naturaleza. Los romanos ya utilizaban arnés y mobiliario (tiradores de muebles, apliques).
el nombre de hedera para referirse a esta planta. Su De este periodo son típicos del occidente romano los
gran longevidad hizo que en la antigüedad fuera con- broches de cinturón cuyas hebillas ostentan delfines
siderada como símbolo de la inmortalidad, a lo que (tipos “Colchesster”, “Sagvar”, “Tongern” o “Cham-
colabora su relación con el mito de Ciso, danzante pdolent” de Sommer, por citar algunos) (Aurrecoe-
querido por Baco que tras su muerte se convierte en chea-Fernández, 2001a: fig. 6), conociéndose en
la hiedra que eternamente abraza la vid. Así se habla Hispania versiones locales de estos cierres, las cuales
de la hiedra como símbolo del amor y la amistad entre conforman las variantes “Tirig”, “Totanes” y “San-
otras muchas cosas. La coronación con ella pasó a tomé” (Aurrecoechea-Fernández, 2001a: fig. 8). Al-
significar el triunfo, como el que había tenido Dioniso gunas de estas hebillas presentan animales híbridos
tras vencer en la India. Por su relación con el triunfo es con cabeza de delfín y cola enroscada en forma de
probable que se empleara en el mundo de los caba- testa equina, la cual insinúa el contorno de una pel-
llos, así encontramos mosaicos romanos con équidos ta. Respecto a los bronces de atalaje, para Hispania
en los que se inscribe el nombre del caballo precedido contamos con una magnífica hebilla de arnés apa-
y pospuesto de una hedera, sin que esta última tenga recida en la provincia de Sevilla (Aurrecoechea-Fer-
por significado separar palabras, o con varias hederas nández, 2001a: 79, nº 31)21, la cual presenta un asa
bajo la cartela (Ennaïfer, 1983: figs. 14 y 15). que se asemeja a los portamozos delfiniformes que
hemos recogido en nuestra categoría “G.1” y posee
IX.2. Las camas ornamentadas con delfines una decoración en frío a base de roleos idéntica a la
(tipo “II.1”) documentada entre las camas hispanorromanas, por
lo que no sería extraño que en su momento forma-
La metalistería romana usó recurrentemente la fi- ra conjunto con las piezas objeto de nuestro estudio
gura del delfín para adornar todo tipo de objetos, en- (Fig. 185). También hispano es un aplique claveteado
contrándose los arreos equinos entre ellos. Ya vimos, con la figura en relieve de un delfín procedente de El
al tratar nuestra cama nº 24, como en los siglos cen- Quinto (Toledo) (Aurrecoechea-Fernández, 1995-96:
trales del Imperio surgió una variante decorativa de fig. 10, nº 13).
los motivos trompetiformes con delfines estilizados Todas estas analogías que exponemos nos llevan
(Fig. 176, 4-5). Es muy probable que estos modelos a pensar que dentro de las distintas variantes de ca-
tempranos evolucionaran en Hispania hacia un mayor mas delfiniformes recogidas en nuestro tipo “II.1”
naturalismo, como parecen reflejar las camas de Co- debe haber diferentes temporalidades, aunque la ma-
nímbriga (nos 113-115), las cuales guardan evidentes yoría de ellas cabe fecharlas en época bajoimperial.
similitudes con la moda de los “tritones” pero deben Podemos distinguir aquellas con delfines sin hibridar
ser de una cronología posterior. Esta misma tenden- (“II.1.a”), probablemente el modelo más antiguo; y
cia hacia un mayor verismo también tiene su reflejo delfines hibridados con otros animales (“II.1.b”), de
en otras partes del Imperio, pues entre la tercera y la cronología más tardía.
cuarta centuria se documentan una serie de arreos
equinos con delfines naturalistas; bien sean pinjan- 21. En un principio catalogamos esta hebilla como perteneciente a las guar-
tes, como el de Volubilis (Marruecos) (Boube-Piccot, niciones de cinturón, ya que desconocíamos sus dimensiones reales.
204 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Es probable que las mencionadas camas de Co-


nímbriga (nos 113-114) y algunas otras del tipo
“II.1.a” se daten en las últimas décadas de la tercera
centuria. Tengamos en cuenta que en la zona danu-
biana ya en el siglo III se conocen camas de bocado
con delfines como único motivo decorativo, así un
ejemplar de Poetovio (Eslovenia) (Vomer, 2018: 186,
fig. 13). Además, algunos de nuestros especímenes,
como el bocado de Ercávica (nos 96-97), ostentan pel-
tas evolucionadas que son propias de los bronces de
cinturón de la tercera centuria. Continuando con la
secuencia temporal, el paralelismo que guardan algu-
nos ejemplares de la variante “II.1.b” con fíbulas orna-
mentadas bien con delfines o con cabezas de caballo
esquemáticas (Genćeva, 2004: tipo “32b”), apuntan
a una cronología que va desde el siglo III avanzado a
pleno siglo IV. El ejemplar de Cástulo (nº 105) confir-
ma dicha temporalidad al haberse encontrado en un
estrato posterior al siglo III. La cuarta centuria sería
presumiblemente la fecha de apogeo de los frenos
hispanos ornamentados con delfines, a tenor de la
pujanza en ese mismo siglo de los broches de cinturón
con delfines afrontados en la península ibérica (Au-
rrecoechea-Fernández, 2001a: 108-112, figs. 35-37).
Por tanto, el tipo “II.1.a” seguiría de moda, al menos,
durante ese siglo, como avalan también otros hallaz-
gos, así el de la villa de La Olmeda (Palencia) (nº 98). Figura 185. Hebilla de arnés de la provincia de Sevilla (Fotografía:
Römisch-Germanisches Zentralmuseum, Mainz / V. Iserhardt).
Respecto a las hibridaciones, la variante “II.1.b”
(delfín/caballo) es prácticamente omnipresente (nos
105-112). Resulta llamativo observar cómo en las ca- dos de la cultura cristiana que empezaba a imponer-
mas delfiniformes con testas de equinas, los équidos se. Probablemente estas camas caen en desuso en la
aparecen siempre sin enjaezar, lo que podría insinuar quinta centuria, momento en que la moda imperante
que no se trata de caballos domésticos. Anteriormen- en la metalistería romana populariza otros modelos.
te hemos visto como las cabezas de caballo aparecen En la amplia serie de camas procedentes de la Mau-
ornamentando fíbulas en el área danubiana, a lo que ritania Tingitana, existen dos ejemplares cuyo motivo
habría que añadir la aparición de testas equinas en los ornamental principal son delfines, siendo estos los
terminales de cinturón de la segunda mitad del siglo hallados en Volubilis (Boube Piccot, 1980, 95, fig. 26,
IV (Aurrecoechea-Fernández, 2001a: fig. 11, nos 2, 4 nº 81) y Thamusida (Mugnai et alii, 2013: 381, fig.
y 7). Especial mención merecen las hebillas de cintu- 33, nº 1573). Lamentablemente, aunque el ejemplar
rón britanas de finales del siglo IV e inicios del V, por de Sidi Ali ben Ahmed apareció en unas excavaciones
cuanto ostentan un aro con dos delfines afrontados científicas modernas, se descubrió en la denominada
que incorporan sendas testas equinas (“Clase 1, for- “fase 4” de época islámica, por lo que no es posible
ma C, tipo C, variante 6” de Sommer). Traemos aquí establecer su periodo de uso real. Las coincidencias
a colación estas hebillas inglesas debido no sólo a su formales entre los ejemplares marroquíes y los hispa-
similitud conceptual con nuestras camas híbridas del- nos invitan a pensar en una intensa relación con el
fín/caballo, sino también porque se ha encontrado un norte de África, puesto que no conocemos en todo
ejemplar de estos broches en suelo hispano, concre- el Imperio Romano otras camas similares a nuestros
tamente en Iruña (Aurrecoechea-Fernández, 2001a: tipos “II.1.a”, “II.1.b” y “II.1.c”. Respecto a la cama de
129-133, figs. 3, 7 y 46, mapa 8). Otras hibridaciones Volubilis con delfines/caballos, formalmente es idénti-
de animales son difíciles de interpretar actualmente, ca a los especímenes de la península ibérica por lo que
como la de Santaella (nº 116) con un murciélago, probablemente proceda de algún taller hispano. Para
animal por lo demás raro en la iconografía clásica, la encontrada en Thamusida no podemos asegurar lo
asociado a un delfín/caballo. También resulta extraña mismo, ya que pertenece a la subcategoría de delfines
a ojos actuales la hibridación delfín/león que se da en sin hibridar, la cual es tan heterogénea que no permi-
Conímbriga (nº 113), salvo que la justifiquemos como te hacer conjeturas.
una adaptación naturalista de los motivos con “trito- El delfín es un símbolo estrechamente relacionado
nes”. De cualquier modo, estos híbridos están aleja- con Neptuno, ya que refleja las habilidades del dios
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 205

para moverse dentro y fuera del agua, es por ello qué lismos con el equipamiento equino, las guarniciones
se le representa rodeado de delfines y otras criaturas de cinturón. Al igual que hemos visto cuan populares
marinas. Aunque sea un animal marino, el delfín está eran las hebillas ornamentadas con delfines en el siglo
íntimamente ligado al mundo ecuestre debido a su IV, las que incorporaban felinos están igualmente ex-
asociación con Neptuno, ya que dicha divinidad fue tendidas durante aquella centuria (“Clase 1, forma A,
adorada por los romanos como un dios de caballos, tipo C” de Somer, por ejemplo), si bien son menos fre-
bajo el nombre de Neptuno Ecuestre, patrón de las cuentes que las delfiniformes, aunque pervivieron du-
carreras de caballos. En la Antigüedad también se rante las primeras décadas de la quinta centuria en los
pensaba que él mismo había creado al équido. Reflejo broches de técnica excisa (Aurrecoechea-Fernández,
del estrecho vínculo entre el dios y los caballos era 2001a: fig. 2, 7). Por ello no sorprende la recurrente
su templo situado cerca del Circo Flaminio, lugar de aparición de estas bestias en los elementos metálicos
las carreras de caballos con un jinete y su montura, a que decoraban los carros y los arreos equinos. Entre
diferencia del Circo Máximo, que era el lugar para las los ejemplos hispanos citaremos su empleo en las
carreras de carros en Roma. Tal asociación procede vainas de suspensión (“pasarriendas”) del Museo de
del mundo griego, donde Poseidón tenía, entre otros Mérida y del Museo Arqueológico Nacional (Molina
epítetos, el de Hippios (Señor de los Caballos). Hesío- y Mora, 1982: 205-210), bronces fechados entre los
do se refiere a Poseidón como dios de la tierra y de siglos III y IV d.C.; o en los bronces con pantera ata-
los caballos al presentarle como esposo de Medusa; cando a un herbívoro de La Lantejuela (Sevilla) (García
mientras que un himno homérico nos transmite su y Bellido, 1956: fig. 1, 3) y Camarzana (Zamora) (Re-
duplicidad de carácter como dueño al mismo tiem- gueras e Iturbe, 2016: fig. 7). En estos “pasarriendas”
po del mar (navíos) y de la tierra (caballos). Como incluso puede aparecer solamente la cabeza del felino
consecuencia de ello, en todos los hipódromos se sobre el pedestal, caso de Plana del Sot (Algerri, la
le reservaba un altar, ante el cual era invocado por Noguera) (Pérez Almoguera, 2004). Caras o mascaro-
los participantes en las carreras de carros antes de la nes de leones suelen aparecer en los “tapacubos” y ti-
competición. La popularidad de Neptuno y su séqui- mones que llevaban estos carruajes, así en Los Villares
to marino durante los siglos III-IV d.C. queda patente (Zamora) (Regueras y San José, 1994-95: 128-129)
por la abundante serie de mosaicos aparecidos en las o en Óbidos (Portugal) (García y Bellido, 1956: 210,
villas hispanorromanas y norteafricanas, muchos de figs. 12-15). Una testa de león ostenta la falera con
ellos adornados con el denominado “thiasos marino”. baño de plata de La Olmeda (Palencia) (Palol, 1986:
En estos séquitos suelen aparecer animales híbridos, 51). También se conocen botones arroblonados que
como el hipocampo, mitad caballo y mitad pez, aun- adoptan la forma de estas bestias (tipo “N” de Aurre-
que ninguno de ellos se asemeja a los que aparecen coechea-Fernández, 1994; 1996) (Fig. 186), los cuales
en las camas hispanas. debieron utilizarse para decorar correas de cinturón o
En época tardorromana el delfín siguió empleán- atalaje, como los de Mengíbar (Jaén) y Sanlucarejo
dose en la iconografía cristiana como decoración se- (Cádiz) (Aurrecoechea-Fernández, 1999: fig. 3, nos 5 y
cundaria y más raramente principal, en este último 6). Algunos de estos felinos (panteras y tigres) suelen
caso puede aparecer asociado al tridente (símbolo asociarse a la iconografía dionisiaca, siendo impor-
de Cristo en la Cruz) o a la leyenda spes in Deo. En tante el hecho de que recurrentemente se escogieran
ese período ejemplifica el concepto de guía o acom- motivos báquicos para los accesorios que ornaban los
pañante fiel con un sentido cristológico (Marcos y carruajes romanos de los siglos centrales del Imperio,
Vicent, 1981: 44). En la glíptica bajoimperial es fre- incluidos los carros funerarios tracios, posiblemente
cuente la unión de motivos tales como el delfín y la
rama de palma, probablemente porque tenían un va-
lor protector y serían un símbolo de buen augurio. De
la popularidad que siguió teniendo el delfín nos habla
el uso que tuvo como figura decorativa secundaria en
los portamozos de las camas tardías (tipos “G.1-4”).

IX.3. Las camas ornamentadas con felinos (tipo


“II.2”)

Junto a los delfines y los caballos, los felinos son


otro de los motivos animalísticos preferidos por los
broncistas romanos. Estos animales protagonizan
gran parte del repertorio faunístico en boga durante
los siglos III al V, siendo representados en infinidad Figura 186. Botón arroblonado del tipo “N” de Aurrecoechea-Fer-
de objetos del periodo, destacando por sus parale- nández.
206 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

debido al carácter psicopompo del dios. (Tassignon, linos de las camas hispanas; mientras que leopardos,
1996: 131-132). guepardos y leonas las tienen más cortas y redondea-
La rica serie de camas hispanas con felinos está das. Por tanto, no es factible asegurar plenamente el
compuesta casi exclusivamente por las piezas con animal representado, pues comparte características
“panteras” en disposición heráldica (nos 117 a 128), de felinos diferentes. No obstante, intuimos que en
a las que hay que añadir un ejemplar descubierto nuestras camas se plasmaron distintas especies de
allende nuestras fronteras, concretamente el apare- felinos (tigres, panteras, leonas, leopardos o guepar-
cido en Lectoure (Gers, Francia) (Boube Piccot, 1986: dos) y que muy probablemente, partiendo de un úni-
387-392, lám. 3, 4), el cual al tratarse de un caso úni- co prototipo broncístico y dependiendo del artesano,
co debe ser interpretado como un producto hispano se singularizara mediante la decoración en frío cada
descubierto en suelo galo. En sólo una ocasión los pieza para que el comprador identificara al animal de
animales representados fueron leones (nº 130). Desde su preferencia. Concretamente, los ejemplares 121 a
el punto de vista cronológico, sólo el ejemplar de La 124 de nuestro inventario llevan una decoración in-
Torre (Ávila) (nº 126) ofrece una temporalidad relativa cisa que parece insinuar las rayas de un tigre, animal
entre los siglos III-IV d.C. también asociado a Baco y que significaba el triunfo
Respecto a las camas de la categoría “II.2” cabe de dicha religión en la India, puesto que se asemeja al
preguntarse si representan a un tipo de animal con- mismo recurso visual al que se recurre en un mosaico
creto, ya que siempre se las asocia con “panteras”. de Susa (Túnez) que comentaremos a continuación
Algunos de los felinos representados (por ejemplo, nos (Fig. 187).
122-123) tienen marcado el pelaje no sólo median- Las camas con felinos del castro de Viladonga (nos
te incisiones rectas sino también con incisiones que 117 y 118) nos ponen sobre la pista del verdadero
forman motivos curvilíneos recurrentes, pudiendo ser carácter que podrían tener algunos de estos animales.
estos últimos las motas o manchas que identifican Aunque dichas camas apenas cuentan con decora-
al animal como un leopardo o un guepardo, si bien ción ejecutada en frío que incida en detalles anatómi-
encajaría mejor con el primero de ellos por ser más cos, sin embargo, los felinos a los que nos referimos
robusto, puesto que el guepardo tiene una anatomía presentan una especie de collar inciso y un petral en el
más estilizada. Otro detalle anatómico que comparten pecho que parece estar decorado con apliques circu-
prácticamente todos los felinos representados en las lares. Éste podría ser el modo de insinuar que se trata
camas hispanas es la prominente barbada que recorre de animales domesticados con su arnés, a la manera
la quijada inferior, que podría indicar los característi- de las panteras o los tigres que tiran del carro del dios
cos mechones de pelo largo peculiares de los linces. Baco. Para este paralelismo nos basamos en algunas
Ahora bien, el lince tiene la cola corta, mientras que representaciones musivarias, entre ellas, la escena del
todos los felinos que vemos en nuestras piezas tienen Triunfo de Baco en el Museo de Susa (Túnez), donde
la cola larga, a menudo rematada en una especie de vemos a cuatro felinos tirando del carro con arneses
pompón alargado similar al de las leonas (no olvide- tachonados de apliques metálicos circulares (Fig. 187,
mos, además, que el género plasmado suele ser hem- izq.), elementos éstos últimos que tal vez se quisieron
bra, pues los artesanos inciden en marcar las tetillas indicar en las camas de Viladonga mediante círculos
del animal). Las orejas largas y puntiagudas también troquelados. Tampoco podemos olvidar la serie de
es otra de las características de los linces y de los fe- mosaicos tardorromanos en los que podemos ob-

Figura 187: Mosaicos romanos con felinos que llevan un arnés. Panteras tirando del carro de Baco (Museo de Susa, Túnez) (izq.) (Fotografía:
Aurrecoechea-Fernández). Guepardo cazando (Lod, Israel) (dcha.) (Fotografía: Assaf Peretz).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 207

servar a felinos que portan un arnés y están cazan- en infinidad de objetos metálicos, como por ejemplo
do para su dueño humano (Fig. 187, dcha.), lo que en asas de lucerna (Fig. 189, 4), lucernas zoomorfas
implica que estaban lo suficientemente domesticados con la figura de un équido (Blázquez, 1959, nº 13),
como para realizar dicho menester. La posesión de un soportes de trípodes (Fig. 189, 5), etc. Añadir, que
“felino cazador” entraba dentro de la categoría de los los broches de cinturón tipo “Santomé” ostentan un
“animales de prestigio”, puesto que era un símbolo caballo en su placa, como los ejemplares descubier-
de rango y estatus solo al alcance de los más adinera- tos en Argeliers (Francia) y ¿Santiago de Compostela?
dos (Gorzalczany y Rosen, 2018: 88-89, fig. 2). (Aurrecoechea-Fernández, 1999: fig. 3, nos 1 y 4) (Fig.
En otras ocasiones, los felinos no cuentan con ar- 189, 7).
nés. Para estos casos es probable que se escogiera a El grupo de camas con caballo es uno de los más
este animal como motivo decorativo por recordar a numeroso y heterogéneo, pues el punto de unión es
las uenationes. Esta hipótesis estaría avalada por la el interés del artista por la figura del équido, convir-
postura que adoptan los animales cuando no se les tiendo al animal en protagonista de la pieza. A partir
representa en actitud heráldica. Efectivamente, las de este principio los modelos resultantes son relativa-
panteras que aparecen en las camas están dispuestas mente variados, aunque pueden agruparse fácilmen-
heráldicamente pues esa colocación es la que mejor te en cuatro familias diferentes: caballos afrontados
conviene a la forma del objeto. Pero cuando se re-
presentan panteras en los pasarriendas o en botones
arroblonados la postura es totalmente diferente. En
estos otros objetos las panteras se muestran como
animales feroces, con posturas que recuerdan actitu-
des como el ataque o la carrera huyendo del cazador.
Si observamos el aplique decorativo de Sanlucarejo
(Cádiz) (Aurrecoechea, 1996: nº 185) con una pante-
ra a la carrera que vuelve su cabeza hacia la espalda,
comprobaremos que sus mejores paralelos iconográ-
ficos son las escenas musivarias en las que aparece
una pantera o un león perseguido por un jinete (Fig.
186). Escenas similares con felino y jinete cazador en-
contramos, por ejemplo, en el mosaico de El Hinojal
(Mérida) (Álvarez, 1976: 433). Los motivos vegetales
esquemáticos, como las curvas presentes en el por-
tamozo de la cama nº 124, o las hojas de la cama
129, podrían remarcar la idea de que la escena se
desarrolla en la naturaleza, aludiendo al marco idó-
neo de una cacería. Estas camas con felinos, además,
podrían ilustrar un fenómeno propio de la cultura ro-
mana, como es la posesión de animales en las villas y
fincas privadas, y con esto no solo nos referimos a los
útiles perros o a los caballos, sino también a animales
exóticos. Es muy probable que pequeños zoológicos o
animales exóticos asociados a narraciones mitológicas
o el mundo del anfiteatro estuvieran presentes en los
latifundios de las élites romanas.

IX.4. Las camas ornamentadas con équidos (ti-


pos “II.3.a” y “II.3.b”)

La importancia de la cría caballar en Hispania du-


rante el periodo tardío se pone de manifiesto en la
abrumadora presencia de la figura del caballo como
elemento decorativo. Como es lógico, dicho animal se
convierte en el principal protagonista de los reperto-
rios ornamentísticos que decoran los objetos destina-
dos a ser usados por los propios équidos. La predilec-
ción por este motivo figurativo está en consonancia
con la moda contemporánea vigente en todo el Impe- Figura 188: Lucerna de Mérida (arriba) (Fotografía Museo Arqueo-
rio Romano. Su popularidad llevó a que fuera usado lógico Nacional de Arte Romano). Lucerna de taller africano (abajo).
208 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

heráldicamente (tipo “II.3.a”), équidos representados una palma de la victoria o a un modius o cilindro de
en solitario sin jinete (tipo “II.3.b”), caballos con jinete premio (Ennaïfer, 1983: 817-858), frecuente en pa-
y caballos en escenas de cacería; siendo estas dos úl- vimientos musivarios del norte de África, como por
timas categorías tratadas en el siguiente apartado de ejemplo el aparecido en la casa de Sorothus en Ha-
nuestro estudio. Desafortunadamente, a pesar de que drumetum (Schlunk y Hauschild, 1978: 57, lám. 35).
conocemos una treintena de ejemplares ornamenta- En Hispania los mejores paralelos para esta pieza son
dos con équidos, ninguna de las piezas posee una el mosaico de Aguilafuente (Segovia), datable en el
cronología fiable, sólo la cama aparecida en Cártama siglo IV (Lucas, 1986-87, 219-235), y un ladrillo con
(Málaga) (nº 151) podría darnos una fecha aproxima- decoración en relieve encontrado en Osuna (Sevilla)
da entre el siglo IV a los inicios de la centuria siguien- (Schlunk y Hauschild, 1978: 177, lám. 72, a). En cerá-
te, debido al período de uso de la villa en la que se mica conocemos, entre otras, una lucerna de Augusta
encontró. Emérita (Badajoz) de cronología antonina-severa con
El tipo “II.3.a” está íntimamente ligado a las repre- un caballo victorioso atado a una palmera, que de-
sentaciones de caballos victoriosos, teniendo buenos muestra como en la Hispania del siglo II esta icono-
paralelos formales en las artes aplicadas del periodo. grafía ya estaba en boga (Fig. 188, arriba).
El prestigio del que gozaban los caballos de carreras La clase “II.3.b” de équidos en solitario tiene sus
justificaría que se empleara dicha iconografía para en- equivalentes en los bronces para carruajes y otros ac-
jaezar a cualquier tipo de caballeriza. No podemos ol- cesorios de atalaje. Destacan los denominados “pasa-
vidar el carácter simbólico del tema escogido, ya que rriendas”, pudiendo mencionar entre los numerosos
de todo el ciclo iconográfico circense se seleccionan ejemplares hispanos que tienen como único protago-
aquellas representaciones del triunfo. Aunque, por el nista un caballo, los hallados en Morón de la Frontera
momento, sólo se conoce una cama con dos caballos (Sevilla) (Blanco, 1967: 99-103), Burgillos del Cerro
afrontados a una palmera muy estilizada, este motivo (Badajoz), Museo Arqueológico Nacional (Fernán-
iconográfico tiene su correspondencia en las asas de dez de Avilés, 1958: 37-38, figs. 16-17, 40-43, fig.
lucernas de bronce y la musivaria. Respecto a las asas 19), Villaobispo (Zamora) (Regueras e Iturbe, 2016:
de lucerna, contamos con buenos paralelos hallados 25-40), Villafáfila (Zamora) (Fig. 189, 3), etc. Otros
en el Campo Santo Teutónico de Roma (Frühchrist- elementos de carro, como los bronces que decoraban
liche, 1962: nº 92) y en un hallazgo descontextua- caja y tiro, también fueron engalanados con figuras
lizado hispano hasta ahora inédito (Fig. 189, 6). En de caballo, como las magníficas piezas halladas en
los mosaicos, el tipo responde a una típica represen- Utrera (Sevilla) (Fig. 189, 1). También abundan en los
tación de caballos circenses vencedores afrontados a distribuidores de correas (faleras con anillas laterales),

Figura 189: Elementos de carro hispanorromanos decorados con caballos enjaezados: Utrera (Sevilla) (1), Museo Arqueológico Nacional (2)
y Villafáfila (Zamora) (3). Asas de lucernas hispanas con équidos: Museo Arqueológico Nacional (Madrid) (4) y Galería Jesús Vico (6). Trípode
con escenas de la vida de un caballo en el Paul Getty Museum (5). Placa de cinturón con caballo de Santomé (Orense) (7). Fotografías de
Camacho Moreno (1), Elena Suárez (2), Museo de Zamora (3), Cases Ortega (4), Galería Vico (6), Bruce White (5) y Museo Arqueolóxico
Provincial de Ourense (7)
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 209

aunque la mayoría de las piezas españolas conocidas biente lúdico mediante su peculiar universo creativo,
proceden del mercado de antigüedades (Fig. 201). lo que hace que algunos de los ejemplares adscritos
Incluso algunos apliques decorativos, como el encon- a las categorías (“II.3.a-b”) bien pudieran ser repre-
trado en Borox (Toledo) (Aurrecoechea-Fernández, sentantes de las nociones de triunfo y simbolizaran
1999: fig. 3, 3), centran en este équido toda su aten- a los équidos que participan en las carreras (aquellos
ción ornamental. acompañados de una palma, símbolo agonístico de
La forma en que se representa a los caballos den- victoria), aunque hemos preferido separarlos en un
tro de la categoría de camas “II.3.b” adopta una gran grupo diferente para integrar en una misma categoría
libertad de estilo. Hay équidos sin silla de montar y a los équidos que se representan sin jinete, ya que
sin enjaezar (nos 132-134), con arneses someramente para la mayoría de ellos no contamos con elementos
indicados mediante una sola línea incisa (nº 135), o iconográficos que nos los relacionen ni con las carre-
con los arneses detallados muy pormenorizadamente ras, ni con las cacerías, ni con el triunfo.
(no. 141 y 142). A veces dejan claro que son caballos Antes de analizar las camas hispanas, las cuales
de monta, pues se les representa con silla de montar, pensamos que en su mayoría deben ser bajoimperia-
aunque no soportan a un jinete (nº 142). En ocasio- les, queremos hacer una reflexión sobre la dificultad
nes la silla de montar parece ser del tipo de “cuernos” de datar ejemplares descontextualizados, puesto que
(Connolly y Driel-Murray, 1991), característica de los ninguna de las piezas aparecidas en la península ibé-
entornos militares (nº 141). La personalización de los rica cuenta con una cronología segura. No debemos
caballos representados en estas camas hispanas, aña- olvidar que ya en el siglo III encontramos bronces de
diendo nombres propios o marcas de cuadra, sirve arnés decorados con motivos análogos a nuestras ca-
para refrendar el vínculo entre el caballo que la porta mas, así un ajustador de correas de la villa de Borg
y la yeguada a la que pertenece, aspectos que tratare- (Alemania) (Junkelmann, 1992: 74, fig. 80) ornamen-
mos en otro apartado de nuestro trabajo. tado con un cazador a caballo acompañado por su
Algunos de los équidos que protagonizan las ca- perro, cuya estética es muy similar a alguno de nues-
mas del tipo “II.3.b” están asociados a la palma de tros ejemplares. Dichas piezas de la tercera centuria
la victoria, como en el ejemplar de Clunia (nº 137), nos hacen cuestionar si alguno de los ejemplares his-
motivo por el cual entroncan con el siguiente apar- panos pudiera tener un origen más antiguo, aunque
tado de nuestro estudio, ya que se trata de caballos insistimos en que la mayoría de ellos deben ser pro-
vencedores. Podríamos interpretar este esquema de- ducciones de los siglos IV-V d.C.
corativo como un deseo de buena suerte, manifestan- Centrándonos ya en las camas de bocado de esta
do posiblemente el anhelo de buenos augurios en las categoría, distinguiremos un primer conjunto de imá-
actividades cinegéticas o deportivas para las que se genes en la que encontramos jinetes montados a ca-
reservaban a estos caballos. ballo, pudiendo éstos aparecer sin un contexto que
defina la actividad (“II.3.c”) o inmersos en una escena
IX.5. Las camas ornamentadas con iconografía que indica que son cazadores (“II.4.a”).
alusiva al triunfo, las carreras y las cacerías (ti- Con la mayoría de las camas del primer grupo
pos “II.3.c”, “II.4.a”, “II.4.b” y “II.4.c”) (“II.3.c”) no se puede discernir si nos encontramos
ante un jinete que participa en una carrera de caballos
La cultura material tardorromana utiliza como (no de carros) o un cazador, pues no se representa nin-
temática recurrente las alusiones al mundo del circo gún animal en su entorno. Todas ellas, a excepción de
y el anfiteatro, con las clásicas representaciones de una, escogen el momento en que el jinete levanta una
carreras (de cuadrigas o caballos) y las uenationes, o sus dos manos en señal de victoria. Y es precisamen-
actividades populares en la época y cuyas imágenes te esa excepción, nuestra cama número 153, la que
están íntimamente ligadas al mundo del caballo. Por probablemente esté más relacionada con la actividad
añadidura, el triunfo, deseable en toda competición, deportiva de la carrera, puesto que tanto su atuendo
es un valor añadido que acompaña a muchas de las (gorro y túnica con una especie de faldellín plisado),
imágenes, es por ello que encontramos una palma como su actitud al caballo (en posición dinámica en
de considerable tamaño, realizada con incisiones, cu- vez de estática, echado hacia delante y con una mano
briendo el lateral de cazador y montura en la cama apoyada en la grupa), son aspectos que la diferen-
de Villamartín (nº 156), subrayándose también la idea cian del resto de la serie. Otras camas de esta variante
de victoria con la decoración en frío plasmada en el plasman a un jinete erguido en su silla, prácticamente
contorno de la cama, pues ésta representa una coro- “posando” mientras alza una mano (nos 145-150) y
na, elementos que no dejan lugar a dudas de que nos su caballo reposa sobre un motivo curvilíneo. Algunos
encontramos ante la representación del éxito. Am- autores han interpretado estos jinetes con mano le-
bos ciclos iconográficos tienen magníficos paralelos vantada como una imagen mitológica (Ripoll y Darder,
en el arte bajoimperial, sobre todo en la pintura y la 1994: 350), mientras que Eger (2008-09: 264-266)
musivaria. Nuestras camas de freno ilustran este am- ha señalado la relación iconográfica de estas camas
210 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 190: Terminales de cinturón: British Museum (1) y Museum of Fine Arts, Boston (2) (Fotografías de los respectivos museos).

con la imaginería del adventus, a la vez que vincula el como la “Caza de la liebre” de El Djem (Túnez) (López
motivo curvo bajo las patas del caballo con el acto de Monteagudo, 1991: fig. 8), donde se puede observar
pisar la serpiente, esquema figurativo tomado de las a un jinete en la misma aptitud que nuestras camas.
representaciones tardorromanas en que se muestra El grupo de camas que claramente se inserta en un
al emperador como debellator hostium (vencedor de escenario de cacería son aquellas que captan al jinete
todos los enemigos), tema éste que será reinterpre- en el momento de prender su pieza (tipo “II.4.a” (nos
tado a la manera cristiana haciendo portar al sujeto 154-159), ya que en la musivaria y en la pintura parie-
una cruz con la que mata a la serpiente. En este caso, tal del siglo IV en Hispania son habituales escenas se-
Eger sigue la premisa ya esbozada por Ripoll y Darder mejantes. En ellas el cazador levanta su mano derecha
(1994: 350) quienes postulaban que el motivo en “S” tras haber arrojado la lanza, mientras que entre las
que aparece bajo algunos caballos podía ser una ser- patas del caballo agoniza el animal herido. La mano
piente y concluían que quizá hiciera referencia a un levantada podría ser simultáneamente una expresión
motivo mitológico. No obstante, nosotros pensamos de júbilo ante el triunfo conseguido y una señal reali-
que, aunque la alusión al triunfo es clara dado el ges- zada a los demás cazadores indicando que la pieza ya
to del jinete, el motivo curvo traído aquí a colación ha sido cobrada. Entre los casos hispanos, fechados
es simplemente la esquematización de un elemento en la primera mitad del siglo IV, están el mosaico de
vegetal que nos sitúa la escena a campo abierto, para la calle Holguín de Mérida (Álvarez, 1990: 84, lám.
lo que nos basamos en escenas musivarias similares, 45), o la pintura de la Dehesa de las Tiendas (Méri-

Figura 191: Grandes apliques circulares para cajas de carruajes: Museo Lázaro Galdiano (3) (Fotografía: Museo Lázaro Galdiano), Estrasburgo
(2) (fotografía Hatt) y colección privada (1).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 211

da) (Abad, 1982: 85, fig. 115). A fines de la cuarta len combinarse jinetes con cazadores a pie (Guardia,
centuria se data el mosaico de El Ramalete (Blázquez 1992: 325-335). Es perfectamente reconocible en
y Mezquíriz, 1985: 64 y ss.) y el de Cardeñajimeno nuestras camas el estilo clásico de representar al ca-
(Burgos) (Blázquez et alii, 1986: 310, fig. 7). También zador a pie, ligeramente agachado, dispuesto a clavar
se conocen broches de cinturón decorados con jinetes la lanza y al mismo tiempo en actitud defensiva. Este
idénticos a los que estamos viendo, así: uno de plata tipo de cacerías, sobre todo en las que un personaje
de Szösény-Puszta (Hungría), con un ciervo entre las a pie arremete contra un jabalí, son una trasposición
patas del caballo (Thomas, 1988: pl. V, 6-7); otro de del mito de Meleagro a un contexto en donde el tema
oro del Museo de Bellas Artes de Boston, con un jabalí pierde su carácter mítico para convertirse en un reflejo
que se enfrenta al jinete (Baratte, 1979: fig. 21); y uno de las actividades cotidianas. Entre los múltiples ejem-
más del Museo Británico con una pantera frente al ca- plos que podrían citarse nos referiremos solamente al
ballo (Fig. 190). Curiosamente muchas de estas piezas pavimento de la “Gran Caza” de la villa romana de La
de cíngulo en las que aparece esta escena cuentan Olmeda (Palencia) (Palol, 1989).
con un marco dentado a modo a bolas idéntico al Las camas de Alanje (nos 154 y 155) las hemos in-
que poseen nuestras camas de bocado con contorno cluido aquí y no entre las camas de tema mitológico
del tipo “C”. Sobre el sentido más trascendental de porque no estamos seguros de su auténtico significa-
esta imaginería, Tóth (1971: 115-138) ha analizado do. Barrero (2013: 45-47) propone interpretar la es-
este tipo de representaciones, relacionándolas con cena como Belerofonte montando a Pegaso en lucha
las imágenes ecuestres que glorifican al emperador con Quimera, atribución que, aunque creemos que
victorioso, populares en el siglo IV d.C. No obstante, podría ser acertada, no explica plenamente el sentido
Mackintosh (1995: 1, 15-16) demuestra como las va- de la figura. Es muy probable que nos encontremos
riaciones que presentan las distintas imágenes de jine- ante un caballo alado, pues el motivo elíptico con
tes en el arte romano son muy escasas, lo que hace re- incisiones entrecruzadas sobre el cuerpo del animal
currir a los artistas siempre a los mismos estereotipos, parece indicárnoslo. Ahora bien, ni el jinete ni el cua-
incluso para expresar personajes tan distintos como drúpedo que se encuentra a los pies del cazador se
los emperadores victoriosos, los héroes divinizados o corresponden con la iconografía clásica del mito de
los Dioscuri, etc. Por tanto, lo más probable es que Belerofonte. Quimera echaba fuego por la boca, te-
nos encontremos ante la mera representación de un nía una cabeza de león, otra de cabra en el lomo y
cazador a caballo, en cierta manera “heroizado”. En una cabeza de serpiente en la cola. Ninguno de los
efecto, si analizamos la figura del cazador a caballo rasgos anatómicos descritos los posee el animal re-
en el arte romano tardío comprobaremos la existencia presentado en las camas de Alange, éste, más bien,
de dos modelos básicos: el jinete con la mano de- se asemeja a los típicos felinos que abundan en el arte
recha hacia abajo, cuando aún empuña la lanza; o tardorromano. El exagerado tamaño de sus garras
el jinete con la mano derecha levantada, cuando ya muy probablemente sirva solo como recurso dramá-
ha arrojado el venablo. Entre el repertorio de camas tico para poner de manifiesto su fiereza, puesto que
hispanas también encontramos plasmado ese primer esta misma desproporción anatómica la encontramos
tipo, pues en nuestro ejemplar 159 se puede ver al
jinete todavía lanza en ristre, hundiéndola en el ani-
mal que se encuentra a los pies del caballo. Actitud y
pose idénticas la encontramos en mosaicos como el
del “Gran Triclinio” de Apamea (Siria) o, en nuestras
tierras, en el Hinojal (Mérida) (López Monteagudo,
1991: figs. 1 y 10).
Más raro es mostrar una cacería a pie, como es
el caso del par de ejemplares del mismo freno depo-
sitados en el Museo Británico (nos 160-161), siendo
este asunto, hasta ahora, único por lo que respecta a
las camas de bocado conocidas. Las camas del Briti-
sh reflejan una imagen aislada de una gran caza, en
las que solían participar un gran número de perros y
hombres acosando a una variada gama de animales
salvajes. Entre los elementos decorativos de carros si
son más habituales este tipo de escenas, como los
grandes apliques circulares para las cajas de carruaje
halladas en Estrasburgo (Hatt, 1970: fig. 219), u otra
pieza depositada en una colección particular estadou- Figura 192: Detalle de los perros con collar que aparecen en la
nidense (Fig. 191, 1 y 2). En el arte musivario sue- cama nº 167 (Fotografía y montaje: Aurrecoechea-Fernández).
212 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

en otras panteras del mismo grupo. Otro recurso ico- cuales demuestran que se empleaba más el collar que
nográfico imprescindible del mito es la lanza de plo- el arnés introducido por las patas y asido a la espalda
mo que porta Belerofonte para hundirla en la boca (Gorzalczany y Rosen, 2018: 84, 89-90).
de Quimera, logrando de este modo ahogarla tras Como ya hemos apuntado a tenor de alguna pie-
fundirse el plomo por la acción del fuego que exhala za, las camas ornamentadas con temas cinegéticos
el animal. Dicha lanza no aparece en las piezas de tienen buenos paralelos en los bronces empleados
Alange. Por tanto, puede que nos encontremos ante para ornamentar carros, así el depositado en el Mu-
una simple escena de caza en la que se quiere enfa- seo Arqueológico Nacional de Madrid (VV.AA., 1990:
tizar las características positivas del caballo, como su 101, nº 302). Algunos de los grandes apliques que
rapidez, dotándole de alas. No obstante, hemos de ornamentaban las cajas de estos vehículos son tam-
advertir que el tema de Belerofonte no es ajeno al bién un magnífico complemento para las camas que
mundo de los arreos equinos, ya que se conocen pie- hemos visto, como el cobijado en el Museo Lázaro
zas con dicho motivo, como un elemento de carro de Galdiano (Palol, 1989: 48, fig. 10) (Fig. 191, 3). Inci-
La Lantejuela (Sevilla) (García y Bellido, 1956: fig. 4, diremos nuevamente en la idea de que seguramente
6), por lo que la correcta interpretación de las piezas alguna de las camas de bocado vistas formaría, junto
de Alange queda abierta. a estos otros bronces, una agrupación que se emplea-
Como hemos visto, las escenas de cacería con ji- ría para engalanar carruajes de prestigio.
nete aluden a la exaltación de la virtus y a la glorifica-
ción de la aristocracia, es por ello qué la uenationes IX.6. Las camas ornamentadas con iconografía
constituyen uno de los ciclos iconográficos más ca- mitológica (tipo “II.5”)
racterísticos de estos objetos, en consonancia con las
actividades cinegéticas propias de los grupos sociales Aunque algunas de las camas estudiadas en otros
más pudientes. Pero, no son solo los jinetes interpre- apartados pudieran tener un acervo mitológico, tales
tados como cazadores a caballo, sino que también como las panteras de Viladonga (nos 117-118) relacio-
se representan en solitario a los animales objeto de nadas quizá con los misterios dionisiacos, o los jine-
tales uenationes. Completan, por tanto, este pano- tes que levantan la mano (nos145-150), la cuestión es
rama venatorio las camas nos 162 al 165, todas ellas que este tipo de temática es minoritaria frente a otras.
con cuatro animales dispuestos en movimiento gira- Además, otro rasgo que caracteriza a este grupo de
torio entorno al anillo. Los cuatros cuadrúpedos que camas es la monotonía, pues las únicas que podemos
aparecen en estas camas son identificados por Alma- relacionar indiscutiblemente con un episodio mitológi-
gro (l959: 329) y posteriormente por Ripoll y Darder co son todas iguales, plasmando el legendario trabajo
(nº 70, fig. 20) como un oso (en la parte superior), de Hércules y el león de Nemea siempre de la misma
un perro que vuelve la cabeza hacia el oso (en el eje manera. Vemos a un hombre de pie que sostiene una
central derecho), un jabalí (en la parte inferior) y por maza con la mano derecha mientras lucha contra un
último un ciervo (en el eje central izquierdo). Nosotros felino rampante. La leyenda dice que Hércules se en-
pensamos que no siempre se puede interpretar co-
rrectamente a estos animales representados de forma
tan esquemática, así el “oso” del registro superior en
la cama 162 podría ser un jabalí, lo que indica que el
trabajo en frío tras salir del molde era determinante
para imprimir el auténtico carácter al animal. Del mis-
mo modo, el cuadrúpedo de la derecha interpretado
siempre como un perro, nos resulta raro por su ana-
tomía ya que la apariencia física con la que se repre-
sentan a los canes en estas camas, como puede ob-
servarse en nuestro número 167, es muy diferente a
la de las estas piezas, entre otras cosas porque suelen
llevar un collar. En este sentido, la cama 167 muestra
a dos perros con collar persiguiendo a un animal que
se parece al plasmado en las camas nos 162-163, por
lo que este último no puede ser otro cánido y debe
tratarse de una presa, posiblemente una liebre (Fig.
192). Advertiremos que el tema plasmado en la cama
número 167 es hasta el momento único. Sobre la for-
ma de sujetar a los perros domésticos empleados en
la caza, contamos con estudios iconográficos efec-
tuados sobre mosaicos romanos de Asia Menor, los Figura 193: Falera de la colección Axel Guttmann.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 213

frentó al león arrojándole flechas, pero tras compro- faleras de tahalí se observan motivos vegetales cala-
bar que estas no lograban matar al animal, opta por dos enmarcando la escena que recuerdan a los que
enfrentarse a él con una maza y ahogarlo después. Es aparecen en algunas camas hispanas. En la iconogra-
precisamente este el momento elegido por el broncis- fía romana siempre se representa a Hércules estran-
ta para ser representado en las camas. Esta iconogra- gulando al león con sus manos, mientras la clava des-
fía demuestra la continuidad en la Antigüedad tardía cansa cerca de él, así podemos verlo en el mosaico de
hispana del más puro clasicismo romano de la pri- Llíria (Valencia) en el Museo Arqueológico Nacional o
mera época. Esa mezcla entre tradición e innovación en infinidad de relieves, esculturas o cerámicas. Ahora
imbuye a gran parte de las artes aplicadas del período bien, en todas las camas hispanas, Hércules sostiene
tardorromano. No obstante, hay que considerar que en su mano derecha la clava como si fuera a golpear
en época cristiana la figura de Hércules fue asimilada con ella al felino, en vez de agarrar con las dos manos
a la nueva religión, como símbolo de hombre virtuoso al león, como es lo habitual. Esta peculiaridad de las
cuyas hazañas cabía interpretar como el triunfo sobre camas hispanas se aleja del modelo clásico y no he-
el mal, siendo al mismo tiempo, alegoría de la fuerza mos podido encontrarle paralelos, salvo en algunas
y la resistencia. Por añadidura se le podía asimilar a la monedas del reinado de Caracalla acuñadas en Lidia,
figura de Cristo, pues tras su muerte ascendió al cielo aunque en este último caso la posición del personaje
para sentarse junto a su padre divino. y el felino es diferente. Respecto a la temporalidad
Bustos o figuras de Hércules se emplearon ha- de las camas de bocado hispanorromanas, solo con-
bitualmente como decoraciones de carro (Ignatov, tamos con la cronología relativa que nos ofrece el
2018: fig. 5, nos 2.6.3.4.2 y 2.6.3.4.4), si bien es ejemplar de La Sevillana (Badajoz) (nº 168), proba-
una temática muy rara entre los atalajes corporales blemente datado en la quinta centuria a tenor de las
del caballo, lo que resalta la peculiaridad de la serie fechas dadas por la instalación de los mosaicos y el
hispana ornamentada con este semidios. Aunque la desarrollo de la villa.
representación de Hércules y el león fue popular en
el arte romano, los mejores paralelos estilísticos para IX.7. Las camas ornamentadas con rostros hu-
las camas hispanas los encontramos en las faleras mi- manos (tipo “II.6”)
litares empleadas para abrochar el tahalí que sujetaba
la espada en el siglo III (Fig. 193), las cuales siguen El rostro humano fue un motivo decorativo muy
en gran manera el modelo marcado por el numerario frecuente en la metalistería romana ya desde el si-
(sobre todo el del emperador Maximiano). En estas glo I, donde con carácter propagandístico se deco-

Figura 194. Falera del siglo III de Vajta (Hungría) (1) (fotografía Sellye). Faleras con anillas laterales del Museo Arqueológico Nacional (Madrid)
(2) (fotografía Cases) y San Millan (Orense) (3) (Fotografía: Del Río Martinez). Botón arroblonado hispano (4) (Fotografía: Aurrecoechea-Fer-
nández). Broche de cinturón encontrado en Andalucía (5) (Fotografía: Römisch-Germanisches Zentralmuseum, Mainz / V. Iserhardt).
214 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

raban con la cara del emperador reinante algunos


enseres militares o anillos (Aurrecoechea-Fernández,
2001b: 291-302). Se inauguraba entonces este es-
tilo decorativo en el que se plasma solo el rostro o
el busto del personaje, encontrándose dos corrientes
diferentes, una naturalista y otra muy esquemática.
La naturalista está más ligada al retrato y a las élites
romanas, teniendo una continuidad en el tiempo has-
ta bien entrado el siglo V, como podemos constatar
en las placas broncíneas de Totanes (Toledo) (Aurre-
coechea-Fernández y García Leicher, 2017: 85-220).
La esquemática se ha relacionado en la bibliografía
centroeuropea e inglesa con elementos apotropaicos
de raíces “celtas” que desde mediados de la segunda
centuria perviven hasta el siglo IV (Mackreth, 2011), si
bien no está claro como estos motivos “célticos” apa-
recen por vastas zonas del Imperio, muchas de ellas Figura 195: Pinjante de arnés centroeuropeo (1). Broche de cintu-
sin que tuvieran previamente un sustrato celta. rón de la provincia de Burgos (2) (Fotografía: Palol).
Las camas de freno hispanas responden a este
modelo esquemático. Respecto a la que procedente es que nos encontramos ante una representación de
de Mérida (nº 172), fechada presumiblemente en la un Despótes Híppôn o “Señor de los caballos”, el cual
cuarta centuria, no sabemos si se quería plasmar a un aparece en camas de bocado protohistóricas (Tipo
personaje concreto, quizá el propio Baco o alguien “B” de Maluquer”) (Quesada, 2005: 109-110, fig.
asociado a su cortejo, como dice Barrero (2013: 54), 15), aunque resultaría un anacronismo, por cuanto se
porque su deficiente estado de conservación impide trata de una divinidad íbera. Una visión del frontal de
asegurarlo. En la península ibérica tenemos broches una cuadriga muy esquemática sería otra posibilidad,
de cinturón datados en la cuarta centuria cuya de- aunque nos parece una interpretación muy forzada.
coración está protagoniza exclusivamente por caras Aunque no suele ser muy frecuente este motivo
esquemáticas (Aurrecoechea-Fernández, 2001a: 115- iconográfico entre los arreos equinos de época al-
116: fig. 40, nos 1-2) (Fig. 194, 5). Idéntico motivo toimperial, encontramos algunas piezas del área pa-
iconográfico se repite en algunos botones arroblona- nónica fechadas en la tercera centuria que ostentan
dos aparecidos en Hispania (Fig. 194, 4), así como este tipo de decoración, así las faleras de Vajta (Hun-
en apliques claveteados, caso del castro de Viladon- gría) (Sellye, 1941: 88, fig. 16, 1-2) (Fig. 194, 1). Citar
ga. En el mundo de los arneses encontramos caras también la hebilla de arnés para abrochar la silla de
análogas ocupando el centro de la composición en montar perteneciente a un ajuar funerario del cemen-
las faleras de anillas laterales (Fig. 194, 2 y 3), así en terio de Halbturn (Austria), depositada en una tumba
las de Camparañon (Soria), Carratejera (Segovia), San fechada en el primer tercio del siglo III (Doneus, 2014:
Millán (Orense), Museo de Santarém (Portugal), La 118, 135, taf. 259) y ornamentada con tres pequeñas
Olmeda (Palencia), etc. (Baratta, 2017: nos 1, 3, 8, 9 cabezas. Los hallazgos aparecidos fuera de la penín-
y 16); aunque a veces también se encuentran caras sula ibérica nos hacen ser cautos respecto a la crono-
repetidas entre las anillas, como en el caso de Mogón logía de las camas de freno hispanas, las cuales pu-
(Jaén) o Chaves (Portugal) (Baratta, 2009: nos 17 y 20). dieron surgir ya en la tercera centuria, puesto que la
El tratamiento de los rasgos anatómicos suele ser muy hebilla de Halbturn apareció junto a faleras y botones
esquemático y sólo en casos aislados podemos entre- arroblonados ornamentados con escudetes similares
ver algún retrato más cuidado que incluye elementos a nuestras camas “transicionales” del tipo “I.3.d”. Hay
“a la moda” como la figura de Camparañon o la de que tener en cuenta que estos rostros aparecen tam-
Santarém. bién sobre un tipo de fíbula esmaltada característica
La pieza salmantina (nº 173) merece una especial de la segunda y tercera centuria en el occidente del
consideración, pues la cabeza humana se combina Imperio, entre cuyos ejemplos podemos citar las pie-
con cuatro testas zoomorfas (¿équidos?). El esque- zas de Schwabmünchen (Alemania) (Garbsch 1994) y
ma compositivo es muy peculiar y, aunque recuerda Tetbury (Inglaterra) (Mackreth, 2011: nº 14429).
a las fíbulas centroeuropeas con forma de esvástica
cuyos brazos rematan en cabezas de caballo (siglos IX.8. Las camas ornamentadas con diseño es-
III-IV) 22, los animales se disponen más bien en forma queumórfico (tipo “II.7”)
heráldica. La primera impresión que produce la pieza
Las piezas que cuentan con un diseño esqueumór-
22. Ya hablamos de estas fíbulas a tenor de las camas delfiniformes con hi- fico, es decir, en forma de objeto, son muy escasas,
bridaciones de caballos. repitiendo todas ellas el mismo motivo, el perfil de
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 215

una crátera (cantharus). Nuevamente encontramos


un vínculo entre las camas de bocado y el culto de
Dionisos, pues estos vasos están frecuentemente aso-
ciados al dios, si bien en época cristiana su imagen se
vinculó a la nueva religión como símbolo del paraí-
so. Su popularidad en época romana y paleocristiana
llevó a que se representara en infinidad de soportes,
como los espejos de plomo, punzones de terra sigi-
llata, recipientes metálicos y numerosos pavimentos
musivarios, frecuentemente junto a roleos de vid que
emergen o envuelven al recipiente (Aurrecoechea-Fer-
nández, 1990: 265-266).
Nuestra número 174, procedente de Conímbriga,
está a medio camino entre las camas de bocado or-
namentadas con felinos en disposición heráldica y el
tipo “II.7”, ya que puede interpretarse de dos mane-
ras diferentes: “panteras” bebiendo de un recipiente,
o recipiente con “panteras” por asas. Aunque se trata
de un caso único respecto a las camas que nos ocu-
pan, sin embargo, contamos con paralelos en otros
bronces de carruaje y pinjantes de atalaje que tienen
idéntico motivo iconográfico, así los yugos de suje-
ción del Museo de Bonn (Alemania) (Franken, 1998:
78-79, fig. 22) y Vardar (Macedonia) (Ignatov, 2018: Figura 196: Falera del siglo III de Szalacska (Hungría) (1) (fotografía
fig. 6, nº 2.6.6.1.1), o una pieza de procedencia cen- Tóth). Aplique circular para caja de carro (2). Cama de bocado de
Thamusida (Marruecos) (Fotografía: Palol).
troeuropea (Fig. 195, 1).
Otra de las camas de Conímbriga (nº 176), cuya
cronoestratigrafía apunta a finales del siglo IV y prin- los carros y las faleras epigráficas, pudiendo citarse a
cipios de la quinta centuria, cuenta con buenos equi- título de ejemplo entre estas últimas la encontrada en
valentes entre los accesorios de cinturón hispanorro- Szalacska (Hungría) (Tóth, 1980: nº 48) (Fig. 196, 1).
manos. Entre ellos, el broche completo de la provincia La costumbre continúo en boga durante la época
de Burgos (Aurrecoechea-Fernández, 2001a: 119, fig. tardorromana. Al Bajo Imperio parecen corresponder
40, 3) (Fig. 195, 2). Su relación con otros elementos todas las camas epigráficas hispanas, a tenor de las
de cíngulo, como la nutrida serie de terminales anfo- fórmulas que emplean. Podemos dividirlas en tres
riformes que se prodigan por todos los rincones del apartados: inscripción aclamatoria (con el término
Imperio, es evidente. Dichos remates de correas, reco- “vivas”), especificación del taller y anagramas (por lo
gidos en la “Forma A” de Sommer son característicos general, un crismón). Aunque estas camas son más
del siglo IV y, a menudo, acompañan a los broches sobrias desde el punto de vista de la decoración en
de cinturón de hebilllas delfiniformes. En Hispania frío, los motivos empleados (punteados y círculos
tenemos varios representantes de esta categoría, por concéntricos troquelados) confirman una datación
ejemplo, los encontrados en la actual provincia de To- tardía. Las inscripciones también aportan algunos ele-
ledo (Mazarambroz y Villarrubia de Santiago) (Aurre- mentos cronológicos; por cuanto la grafía de las letras
coechea-Fernández, 2001a: 124, fig. 42). incorpora un apéndice, señal de temporalidad tardía;
la fórmula ex officina se populariza desde los siglos IV
X. LAS CAMAS EPIGRÁFICAS TARDORROMANAS al VII; o la imagen del crismón señala una etapa cons-
(TIPO “III”) tantiniana o posterior. Desde el punto de vista mor-
fológico, los contornos de la variante “D” son, por el
La moda de incorporar letras o epígrafes en acce- momento, exclusivos de las camas epigráficas (así los
sorios metálicos de cinturón y de atalaje comienza en nos 180, 185 y 186).
el siglo II, aunque su etapa de apogeo fue la tercera Al tipo “III.1” pertenecen sólo cuatro especímenes.
centuria. En los cíngula solemos encontrar durante Camas con expresión aclamatoria referida al dueño
esa época guarniciones con expresiones de buenos del freno equino se conocen con seguridad un par. La
deseos (“Vtere felix”, “Bona spes”), que invocan a los que cuenta con una inscripción más compleja glorifica
dioses (“Iovi”. “Martis”), nombre de unidades milita- a Paulinus (nº 178), siendo de difícil lectura, máxime
res (“Leg I Cyr”), etc. En los arneses son habituales cuando el ejemplar se ha perdido y se tiene que tra-
los grandes apliques circulares con nombres de pro- bajar con fotografías antiguas para su interpretación.
pietarios usados como decoraciones en las cajas de No recogeremos aquí los distintos significados pro-
216 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

movidos por Palol (1952: 305), Vives (1969: 137-138, unicum en la rica y variada serie de camas marroquíes
nº 401,5) o Ripoll y Darder (1994: nº 43), ya que al (Fig. 196, 3). Teniendo en cuenta que el castellum de
no ser epigrafista nada podemos aportar. La expresión Tamuda se abandona en la primera mitad del siglo V,
“Sce Pauline, vivas et floreas / et semper sedas” parece podemos inferir que esta cama debe fecharse con an-
ser la más consensuada (González, 1996: 178). Otro terioridad a ese momento. Con letrero alusivo al taller
ejemplar, menciona a Asturius (nº 180), mediante la contamos con un solo ejemplar (nº 179), en el que
fórmula “Asturi vivas”, tratándose de la cama apare- puede leerse Ex oficina I (Palol, 1953-54: 282, fig. 2.
cida en la villa de La Olmeda. El contorno externo tan a)23. La aparición de la atribución a un taller ocupan-
peculiar que posee esta última pieza, el cual no se do totalmente el campo decorativo, pues se supone
repite en ninguna otra cama, sin embargo, se docu- que la otra cama que acompañaba a esta en el freno
menta en piezas de arnés de tipología militar de los desarrollaría el nombre completo, pone de manifies-
siglos II-III, como el distribuidor de correas en opus in- to la importancia de dicha manufactura o su carácter
terrasile del fuerte de Viena (Austria) (Maspoli, 2014: oficial, aspectos que trataremos posteriormente en el
67, nº 212). Probablemente a este mismo grupo de apartado correspondiente.
inscripciones aclamatorias pertenezca el ejemplar has- Mucho más numerosas son las piezas adscritas al
ta ahora inédito que presentamos aquí (nº 181), cuya tipo “III.2”, ya que se han descubierto hasta diecisiete
inscripción puede interpretarse como “¿vrav?”, si bien ejemplares ornamentados con crismón. No vamos a
al conservarse incompleto debemos manifestar nues- incidir aquí en el significado y cronología relativa de
tras reservas. Fuera de la península ibérica se ha en- este símbolo religioso, sobradamente conocido. Se-
contrado en Thamusida (Marruecos) un ejemplar con ñalar, que en los contornos de las piezas con crismón
la leyenda “Vir bone vivas” (Boube-Piccot, 1980: 357, puede desarrollarse un motivo vegetal del tipo roleo
fig. 125, nº 614), el cual cabe explicarlo como llega- o guirnalda, que quizá debe interpretarse como señal
do desde la cercana Hispania, ya que se trata de un de la victoria de la nueva religión. Crismones enmarca-
dos en un clípeo formado por una guirnalda son muy
habituales en la iconografía cristiana del momento,
conociéndose multitud de ejemplos en piedra, mo-
saico o marfil. También es habitual que líneas incisas
en forma de soga o espiga rellenen las letras del mo-
nograma, como si estas fueran escitas con elemen-
tos vegetales, al igual que la guirnalda que las rodea.
El que aparezca un emblema cristiano en un arreo
equino podría parecer algo extraño, a ojos de hoy en
día. No obstante, es evidente que el crismón tenía en
época tardorromana unas connotaciones distintas,
las cuales no sólo debían ser reivindicativas del triunfo
de la nueva fe y la manifestación de la pertenencia
del dueño del caballo a dicha religión. Quizá con el
empleo del crismón se pretendía simplemente buscar
la protección divina para el caballo, el carruaje o su
dueño, a fin de garantizar un buen viaje. El crismón se
usó profusamente entre los accesorios para carruajes.
En los denominados “pasarriendas” el crismón ocu-
pa un papel protagonista de la decoración, como en
el de Espejo (Córdoba) donde aparece junto a una
piña; o se utiliza como motivo secundario, caso del
ejemplar del Museo Arqueológico Nacional (Madrid)
(Fig. 197, 2). Incluso contamos con pinjantes de arnés
hispanorromanos ornamentados con un crismón, así
el encontrado en Sant Josep (Castellón) (Rosas, 1980),
complemento ideal de un arreo que incorporara un
bocado ornamentado con camas como las que he-
mos visto (Fig. 197, 1).

23. Ripolll y Darder (1994: 306) abogan por considerar que “I” es un signo
que sólo sirve para señalar el inicio/final de la inscripción, por lo que leen
Figura 197: Pinjante de Sant Josep (Castellón) (1) (fotografía Ro- solamente Ex oficina. Nosotros consideramos que se trata de una letra
sas). “Pasarriendas” de carro de Espejo (Córdoba) (2) (Fotografía: más, por lo que damos por buena la interpretación de Palol como Ex
Velasco). oficina I.
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 217

XI. LAS CAMAS DE HIERRO FILIFORMES (TIPO et par un mors complet de Verulamium, venant d´u-
“I.1”) ne couche stratigraphique datée des années 310-315
après Jésus-Christ”.
Camas filiformes elaboradas en bronce se cono- Camas filiformes en hierro, morfológicamente asi-
cen, al menos, desde la primera mitad del siglo III, milables a las hispanas, se han documentado con re-
como podemos comprobar por los arreos del caballo lativa frecuencia en Britania (Fig. 198, 2), asociadas a
de Tihany (Hungría) (Fig. 198, 1), si bien en este caso los bocados del tipo “I” de Manning (1985: 68, fig.
los portamozos son abiertos por abajo, lo que con- 29, H18). Entre los ejemplares descubiertos citare-
fiere a las piezas un perfil más estilizado. Podemos mos los hallados en: Worth (depositado en el Museo
señalar a este tipo de camas broncíneas muy simples Británico), Silchester (ReadingMuseum), Caerwent
como las precursoras de las posteriores elaboradas en (Newport Museum) y Caistor-by-Norwich (Norwich
hierro, máxime cuando el rico ajuar de la sepultura de Castle Museum). A ellos habría que añadir las únicas
Tihany demuestra que estas primeras camas se usaron camas britanas con cronología estratigráfica, descu-
junto a un freno de filete articulado (Palágyi, 1990). biertas con su freno en un contexto de principios del
En la tercera centuria se fecha otra de las cabezadas siglo IV en Verulamium (Frere, 1972: 170-171, fig.
húngaras con camas filiformes, esta vez con porto- 62, nº 23). Otro freno completo proviene de Blies-
mozo cerrado por abajo, descubierta en la localidad bruck (Francia) (Petit, 2010: 165 y 177, fig. 7), fecha-
de Mözs (Palágyi, 1989: 77, fig. 1, 13). Curiosamen- do estratigráficamente con bastante exactitud hacia
te, las camas panónicas de bronce que hemos visto el 270/275, pues se encontró en un nivel del incen-
se usaron para reforzar la acción de un hackamore24. dio junto a otros elementos de arnés. La información
Aunque se fechan en el siglo III, Palágyi considera que ofrecida por estas últimas camas francesas establece
la forma de este modelo hunde sus raíces en la fase que la variante filiforme fabricada en hierro estaba
final de La Tène. también en uso a mediados del siglo III.
En la península ibérica, nuestro tipo “I.1” siempre Desde el punto de vista morfológico, añadiremos
se fabricó en hierro y parece tener una cronología que los portamozos de la categoría “B” son caracte-
claramente tardorromana. El mosaico de la villa de rísticos de las camas filiformes.
Dueñas, donde se plasmó una de estas camas, proba-
blemente se fecha en la cuarta centuria (Palol, 1963: XII. ASPECTOS TÉCNICOS Y COMERCIALES:
34). Los frenos de la sepultura de Fuentespreadas (nos DECORACIONES SECUNDARIAS EN FRÍO, MODOS
1-4) podrían estar datados en la segunda mitad del si- DE PRODUCCIÓN Y TALLERES
glo IV. El ocultamiento de Las Ermitas (nos 5-6) se data
en la primera mitad de la quinta centuria. También XI.1 Aspectos técnicos
al siglo V señala el ejemplar de Tinto Juan de la Cruz
(nº 9), mientras que a los inicios de la misma centuria Respecto a la materia constitutiva de estos obje-
pertenece la cama del Castro de Alvarelhos (Portugal) tos, las aleaciones de cobre/bronce fueron las elegidas
(nº 10). Sin embargo, habría que desestimar como para fabricar casi todos los tipos descritos. Las únicas
hito cronológico la cama de Conímbriga (nº 12). En la camas de hierro son todas las filiformes (“I.1”) y una
bibliografía española, esta cama portuguesa ha sido de La Olmeda (nº 77) perteneciente a la clase “I.3.g”.
publicada erróneamente como del siglo IV, debido Esta última cama de La Olmeda es muy peculiar, tanto
presuntamente a la estratigrafía donde se insertaba, por contar con una técnica decorativa no constatada
ya que en el catálogo de Ripoll y Darder (1994: 295) en ningún otro ejemplar (damasquinado), como por
se indicaba textualmente que el “hallazgo procedente estar ejecutada en hierro, y por poseer una caña de la
de un nivel estratigráfico fechado entre el 310-315 variante “E” (minoritaria).
d.C.”. No obstante, consultadas las memorias de ex- Las camas en cobre/bronce suelen contar con hue-
cavación del yacimiento luso no hemos encontrado llas de uso que demuestran como el portamozo y la
ningún dato temporal relacionado con esta pieza, por zona alrededor de la caña son las que soportan un
lo que pensamos que la cronología que dan Ripoll mayor desgaste, lo que provoca a menudo la fractura
y Darder se debe a un error de traducción, confun- del asa del portamozo y la torsión y posterior des-
diéndose con la temporalidad de la pieza de Verula- prendimiento de la caña que arrastra consigo toda
miun que cita Alarcão. En la memoria de Alarcão et el área inferior de la cama. La presión que tienen
alii (1979: 103) figura textualmente: “Sa forme en 8 que soportar estas piezas dificulta su reparación para
est bien connue et datée par une mosaïque romaine continuar en uso, aunque hemos constatado varias
de Dueñas, attribuée au second quart du IVe siècle, ocasiones en las que parecen haberse manipulado. Al
ejemplar número 138 se le practicó un orificio circular
en el cuerpo del caballo, probablemente tras la rotu-
24. El hackamore es una “embocadura” que no va dentro de la boca del ca- ra de la caña, para ser nuevamente utilizado quizá
ballo, sino que va colocada por encima de la nariz. Sirve para presionar,
por acción de las riendas, sobre la nariz del équido. como pinjante en un arnés equino, ya que es habitual
218 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

Figura 198: Camas filiformes de bronce de Tihany (Hungría) (dibujo Palágyi) y cama de hierro de Worth (Inglaterra) (Fotografía: Museo Bri-
tánico).

que los colgantes de gran tamaño cuenten con una incluirse detalles ornamentales que singularizan unas
perforación para asirse a una correa de cuero y no piezas de otras, lo que hace que no encontremos dos
dañar al animal por roce. La zona inferior de la cama ejemplares idénticos. A priori, podemos constatar
número 171 fue limada intencionadamente para re- que existe una mayor libertad en las decoraciones en
bajar el contorno, seguramente porque previamente frío en el grupo de las camas figurativas frente a las
se produjo una rotura irregular de la superficie que no figurativas, pues en las figurativas es donde el ar-
se pretendió igualar para que no dañara el belfo del tista desarrolla una mayor creatividad. La calidad de
equino. Uno de los remates en forma de cabeza de los detalles ornamentales varía mucho de unas mues-
caballo de la cama de Alamillo (nº 106) fue posible- tras a otras, pudiendo encontrar incluso especímenes
mente retocado tras su deterioro. La pieza de Osuna que parecen estar rematados por un artesano poco
(nº 67) presenta unas rebabas y un engrosamiento en hábil, aunque quizá sea más plausible pensar que las
la cara frontal, concretamente en la zona de unión camas con una decoración en frío descuidada, como
del portamozo con el contorno, que sugiere la repara- la de El Algallarín (nº 59) quizá fueran acabadas por
ción de una fisura por estrés. Un arreglo similar se ha la propia mano del dueño y no del artesano, ya que
constatado en una de las camas del bocado de Millau frecuentemente se trata de incisiones poco profundas
(Francia) (Feugère, 2008: 36-37, fig. 3). a modo de “arañazos grafitados” y nunca incisiones
Solo en una ocasión se ha podido constatar el es- de trazo regular o motivos estampados (círculos tro-
tañado o plateado superficial sobre el bronce, caso de quelados, series de “S”, etc.). También cambia mu-
la cama (nº 84), aunque es probable que dicho aca- cho la riqueza ornamental de unas piezas a otras.
bado estuviera presente en otros ejemplares sin que Las camas altoimperiales (tipos “I.3.a-c”) no cuentan
pueda apreciarse hoy día. nunca con ornamentación en frío. Por el contrario,
En cuanto al método de fabricación, desde los pri- los ejemplares tardorromanos presentan una gran
meros tiempos de la investigación se ha diferenciado riqueza decorativa en frío sin que encontremos un
las camas realizadas recortando una chapa, de época patrón común geográfico o tipológico, lo que quizá
presuntamente altoimperial, de las más tardías pro- signifique que su variedad viene determinada por los
ducidas a molde (Palol, 1952: 306; 1972: 141‑142), gustos de la clientela y no por modelos de taller, ya
teoría que ha seguido vigente hasta nuestros días que tenemos desde piezas tan sobrias que no cuen-
(Arezes, 2015: 65-66). Tras analizar las ciento noventa tan con ningún detalle ornamental (como muchas de
y una camas de nuestro catálogo ejecutadas en cobre/ las camas epigráficas) a otras con un auténtico horro
bronce no hemos encontrado pruebas de que ningu- vacui (nº 174).
na de ellas se fabricara recortando una chapa, es más, Entre las distintas partes de una cama, el porta-
muchas presentan rebabas de fundición en su rever- mozo, debido a su pequeña extensión es el menos
so, lo que implica una fundición a molde. El grosor propicio para poseer una decoración en frío muy
de la mayoría de las piezas dificultaría, además, un compleja, aunque a menudo se encuentran en él mo-
proceso de ejecución basado en el corte y la lima en tivos simples como círculos, escotaduras o incisiones.
frío. Incluso los ejemplares tempranos que no cuen- El campo, zona donde recala el mayor anhelo orna-
tan con decoración figurada (siglo I-II), como la cama mental, tiene su propio lenguaje estético que alcanza
maciza y la peltiforme de Puente Castro (León) (nos con los calados sobre el metal, por lo que los remates
21 y 28), fueron confeccionadas a molde y retocadas en frío vienen a ser meramente auxiliares. Sin embar-
posteriormente en frío. go, en el contorno es donde nos encontramos con
una banda perimetral circular lisa, idónea para con-
XII.2 Las decoraciones secundarias en frío centrar en ella la atención sobre la decoración en frío.
Por ello, es en el contorno donde la decoración en
Al ser piezas producto de fundición a molde re- frío se convierte en protagonista, lo que merece que
quieren un posterior acabado en frío, en el que suelen nos centremos en él para recoger los motivos más
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 219

significativos, pues gracias a ello comprenderemos en cinturón del tipo “Simancas”25 (Aurrecoechea-Fernán-
su integridad el programa decorativo que plantean dez, 2001a: 90, nº 79, fig. 62, 2).
nuestras camas. Pasando a las sintaxis decorativas más complejas
El acabado ornamental en frío más sencillo y que presentes en los contornos, casi todas ellas están ads-
suelen tener como único detalle ornamental las ca- critas a la familia de los roleos y los pámpanos, toma-
mas macizas (tipo “I.2”), aunque no es exclusivo de dos en sentido amplio, ya que los tenemos ejecutados
ellas, es remarcar el contorno circular de la pieza. Esto desde formas esquemáticas o abstractas a otras más
se consigue de varias formas: naturalistas. En todos ellos es clara la intencionalidad
- Con una moldura de media caña en relieve que de plasmar un motivo vegetal en el que las líneas cur-
sigue el perfil (por ejemplo, nos 20, 21, 24, 31, 61, 62, vas serían las ramas, si bien la forma de conseguir
65, 74, 81, 90, 91, 92, 140, 180 y 181). este resultado es sumamente diversa. Asociados fre-
- Con pulido en un torno giratorio, que sirve para cuentemente a temas báquicos en la cultura romana y
dibujar círculos concéntricos incisos bien definidos empleados ampliamente en la metalistería bajoimpe-
(por ejemplo, nos 39, 75, 82, 87, 88, 146, 160 y 161). rial, curiosamente nunca aparecen en las camas que
- Pulido en un torno giratorio similar al anterior, pudieron tener un claro carácter dionisiaco (panteras,
pero que deja la impronta de unos círculos concén- cráteras, etc.), siendo, sin embargo, habituales en las
tricos poco definidos y descentrados, por lo que cabe camas con équidos y en menor medida en las que
la duda de si se trata de un recurso decorativo o de tienen un crismón, por lo que quizá deban de ser en-
un mal acabado del pulido de la pieza (por ejemplo, tendidos como una mera alusión al paraíso vegetal,
nos 22 y 63). los entornos naturales o el triunfo en una actividad.
También de fácil ejecución son las escotaduras en Tampoco podemos olvidar que el cristianismo les dotó
“V” o las muescas que recorren el perfil exterior de de un nuevo contenido simbólico, puesto que la vid
los contornos de la variante “A”, solución ornamental pasó a ser sinónimo de la sangre de cristo. Entre las
sencilla y efectiva para dar sensación de profundidad, distintas formas de representarlos en nuestras camas
lo que implica un uso muy extendido en los ejempla- podemos distinguir:
res tardorromanos (por ejemplo, nos 32, 35, 43 y 44, - Roleos desarrollados con círculos a mano alzada
51, 55, 57, 61, 67, 76, 81, 90, 131, 132, 170, 171, y líneas curvas (por ejemplo, nº 35).
173 y 182). - Roleos hechos con círculos estampados y líneas
En los contornos de la variante “B” encontramos curvas (por ejemplo, nº 36, 195 y 196).
una variedad más rica a la hora de marcar en frío los - Roleos formados por puntillados que siguen una
dentados, pudiendo encontrar: línea curva o sinuosa (por ejemplo, nº. 84).
- Dentados con escotadura en “V” o “U” en el - Roleos realizados con líneas incisas curvas de tipo
borde (por ejemplo, nos 49, 50, 133, 138, 147, 148, meandro (por ejemplo, nos 131, 143, 173 y 192).
149, 150, 160, 161 y 165). Se trata de la forma más - Roleos con círculos concéntricos troquelados
habitual de ornamentación en frío de los dentados, unidos por líneas incisas rectas (por ejemplo, nos 165
contando con ella prácticamente todas las camas con y 194).
jinete (tipo “II.3.c). - Roleos constituidos por líneas curvas rematadas
- Dentados con escotadura central (en vez de en el por espirales (por ejemplo, nº 169).
borde) (por ejemplo, nº 169). - Roleos trazados con líneas incisas curvas y pun-
- Dentados con círculos concéntricos (por ejemplo, teados a modo de racimo de pámpanos (por ejemplo,
nos 34, 36, 84, 85, 136, y 187). nº 184).
Otro motivo en frío de carácter sencillo es el pun- También con un sesgo vegetal tenemos las guir-
teado, aunque curiosamente es poco habitual y apa- naldas o los sogueados que suelen desarrollarse en
rece también en las camas de hierro (por ejemplo, nos el perfil circular del contorno, enmarcando el campo
1, 2, 29 y 84). Ocasionalmente los puntos se agru- como si se tratara de un clípeo. Nos encontraríamos
pan siguiendo un esquema determinado, siendo éste en este caso con otro recurso decorativo típico del
los “dientes de sierra”. Muchos más frecuentes son arte romano, utilizado con mayor frecuencia en los
los círculos concéntricos estampados, que a menudo últimos siglos del Imperio. En las camas que estudia-
protagonizan de modo exclusivo la ornamentación en mos, la técnica para perfilar estas guirnaldas varía
frío, ya que no van acompañados de ningún otro mo- tanto de un ejemplar a otro que prácticamente no
tivo decorativo (por ejemplo, nos 34, 37, 54, 68, 83, encontramos dos piezas semejantes, configurando
132, 133, 139, 144, 183). También estampadas son desde versiones naturalistas que recuerdan a las co-
las series de “S” que dibujan un sogueado, aunque ronas de laurel a otras mucho más esquemáticas. Así,
en esta ocasión sólo conocemos un caso (nº 163), podemos mencionar:
singularidad que resulta rara si tenemos en cuenta
que estas mismas “S” se documentan en otros bron- 25. No confundir con las “S” troqueladas, morfológicamente diferentes y de
ces hispanos tardíos, como determinados broches de mayor tamaño, que aparecen en los chatones de los anillos visigodos.
220 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

- Sogueados realizado con líneas incisas (por ejem- difieren de los aparecidos en el norte de África, por lo
plo, nos 34 y 186). que habría que desestimar dicho origen. Por el con-
- Espigado confeccionado con líneas incisas (por trario, los paralelos morfológicos de las piezas hispa-
ejemplo, nº 136). nas tempranas señalan a la zona centroeuropea como
- Líneas concéntricas centrales rellenas mediante una probabilidad más plausible. De cualquier forma,
un sogueado y flanqueadas por minúsculas excisiones el uso de estos objetos es aún esporádico en nuestro
elípticas (por ejemplo, nº 38). suelo durante el siglo II, siendo la tercera centuria el
- Incisiones elípticas (por ejemplo, nº 59). momento donde empezó a desarrollarse una produc-
ción local que comenzó con la elaboración de mode-
XII.3 Talleres: ubicación geográfica y caracterís- los antiguos que habían sido previamente importa-
ticas de la producción dos, caso del tipo “I.2” cuyos primeros hallazgos se
debieron a contactos externos, como parece demos-
La cantidad de piezas recogidas en nuestro estu- trar la pieza de Puente Castro (León). El siglo III vería
dio permite abrir nuevas vías de comprensión sobre el paulatino desarrollo de las camas con diseños au-
los talleres que las produjeron y el lugar donde se ubi- tóctonos, vinculados inicialmente a las piezas geomé-
caban En primer lugar, la existencia de una gran varie- tricas de las categorías “I.3.d-h” y posteriormente al
dad de tipos formales (tanto de campos como de por- estilo figurativo ya plenamente tardorromano. Por lo
tamozos) y las diferencias de acabado que presentan tanto, será entre los siglos III al V cuando florezcan
entre sí los ejemplares decorados con idénticos mo- los talleres hispanos que exponemos a continuación.
tivos invitan a pensar en la presencia de numerosos Los grandes talleres, algunos de los cuales podrían
talleres trabajando simultáneamente. Baste observar ser incluso estatales, estarían representados por las
las camas con équidos en solitario (tipo “II.3.b”) para camas en las que se indica el nombre de la factoría,
comprender lo que exponemos. Por añadidura, el que sobre todo aquellas en que aparece en un epígrafe
las camas de freno en Hispania se usaran a lo largo de realizado mediante calados en el propio molde. El
cuatro siglos, sugiere numerosos talleres que debie- ejemplar paradigmático es nuestro número 179 con
ron sucederse en el tiempo. Todo ello dificulta sobre la inscripción “EX OF I”. Ya hemos señalado en otro
manera el poder reconocer producciones concretas, lugar como no deja de ser extraño el hecho de que el
aunque en algunos casos esto es posible, pudiendo nombre o la indicación del taller ocupe todo el cam-
incluso atisbarse la zona donde se elaboraron. po decorativo, constituyendo la inscripción el único
El panorama se complica si consideramos la posi- recurso ornamental del objeto. Esto podría ser sínto-
bilidad de la coexistencia de grandes talleres ubicados ma del prestigio del taller broncista que la fabricó, o
en núcleos urbanos que distribuyen su mercancía en
un territorio más amplio, junto a pequeños obrado-
res ubicados en asentamientos rurales o quizá en la
propias villae. Siempre es un hecho a lamentar el des-
conocimiento de la procedencia geográfica concreta
de los ejemplares que se estudian, pero más aún en
el caso que nos ocupa debido al elevado porcentaje
de piezas procedentes del mercado de antigüedades.
Dada esta carencia sólo podremos iniciar un camino
en el que habrá que profundizar en el futuro.
Comenzando con el Alto Imperio, no hay eviden-
cias arqueológicas que indique una producción local
hispana en un primer momento. Las camas conocidas
son escasas y tan dispares entre sí que cada una su-
pone prácticamente un “caso único” (tipos “I.3.a-c”).
Desde el punto de vista geográfico, estos primeros
modelos se circunscriben a la mitad norte peninsular,
pareciendo estar relacionados con ambientes milita-
res bien conocidos, como León, o aún por estudiar,
como el área septentrional de la Submeseta Sur. En
este contexto se puede sospechar la llegada de estas
piezas desde talleres ubicados fuera de Hispania. Si la
primera candidata lógica sería la Mauritania Tingitana,
pues la serie de camas marroquíes es muy numerosa e
incluso se conocen moldes, tal y como vimos anterior- Figura 199: Prueba de fundición en plomo de un elemento de arnés
mente, los esquemas formales de nuestros ejemplares (colección privada austriaca).
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 221

quizá que nos encontramos ante algún taller oficial, de Neglectus, si bien al tratarse de caracteres incone-
como los especializados en enseres militares, si bien xos y de difícil lectura no podemos saber si aluden al
en la Notitia Dignitatum no se menciona ninguna fa- taller o fueron hechos a posteriori por el propietario.
brica en la península ibérica. En cualquier caso, su- Probablemente estos grandes o afamados talleres
giere que se realizó en un obrador afamado que muy serían los que recibirían encargos particulares, en los
probablemente distribuía su producto más allá de un que se grabarían a molde las inscripciones caladas
entorno regional, por lo que identifica su producto aclamatorias que mencionan al propietario del fre-
con su propio nombre como valor añadido. Aunque no que iba a usarlo. Este sería el caso de nuestros
la pieza se conservaba en Santiago de Compostela, ejemplares 178 y 180, los cuales aluden a Paulinus
desconocemos su lugar de origen, por lo que no po- y Asturius respectivamente. Si observamos la cama
demos señalar su ubicación. de Asturius nos daremos cuenta de que es muy dife-
Caso diferente es el de otra cama con indicación rente al resto de las conocidas en muchos aspectos.
de taller, si bien esta se realizó mediante incisiones El cuidado estilo de la decoración en frío, el cual es
(nº 83). Porta la inscripción “EX OFFICINA NECLECL- también completamente singular en cuanto a los mo-
TI”, aludiendo a un tal Neglectus (Palol, 1952: 304) tivos escogidos, o el perfil externo del contorno junto
que incluso pudiera ser de género femenino (García y a un portamozo de la variante “G.3” son aspectos tan
Bellido, 1955: 19). Procedente de Mérida, pensamos particulares que suponen un unicum entre la serie de
que es representativa de la existencia de un taller lusi- objetos que estudiamos. Todo apunta a un encargo
tano, muy probablemente situado en la propia Eme- particular en el que el cliente escogió cada uno de los
rita, y que debe fecharse en el siglo IV. Dicha aprecia- detalles que debían figurar. Tal nivel de detalle y pre-
ción la basamos en el hallazgo de camas caladas con cisión para ejecutar un encargo de este tipo requiere
idéntico esquema decorativo en la misma zona, como un nivel que solo puede estar al alcance de fundido-
es la de Regina (Badajoz) (nº 84). Lo cual no deja de res con gran maestría. No creemos posible que dichos
ser llamativo pues ya hemos visto que la diversidad objetos pudieran ser realizados en los talleres de las
de modelos es lo que caracteriza a nuestras piezas. villas, los cuales, de existir, estarían más destinados a
La cama de Regina, además, conserva restos de pla- la reparación de enseres y la ejecución de pequeños
teado, técnica ornamental que se ejecuta en talleres trabajos que implicaban un dominio menor del oficio.
especializados. La distribución de su producción por Cabe preguntarse, a este último respecto ¿necesitaría
zonas próximas se intuye por el hallazgo de una pieza una villa emplazar permanentemente en sus instala-
similar en Santaella (Córdoba) (nº 85). ciones un taller de fundición de este nivel? ¿Tendría
Debida a la significativa concentración de ejem- sentido mantener en el tiempo al personal altamente
plares con procedencia conocida, podemos postular cualificado que necesitaría y los requerimientos de in-
la presencia de talleres en las actuales provincias de fraestructura necésarios? Pensamos que la respuesta
Sevilla y Córdoba. Esta presunción se confirma por es negativa por cuanto la ejecución de estos bron-
un hallazgo arqueológico inédito que presentamos ces de gran calidad sería una necesidad puntual y no
en este trabajo, una cama con “arcos de herradura” permanente. Otro tipo de enseres, como los botones
elaborada en plomo que es una prueba de fundición arroblonados de cobre/bronce, o las camas de hierro
realizada por un broncista para comprobar la calidad filiformes (tipo “I.1” de nuestra clasificación) son más
del molde que ha creado (nº 42). Dicho testimonio, factibles de elaborar en talleres menos especializados,
encontrado en Morón de la Frontera corroboraría la abocados a una producción autárquica que entraña
fabricación de camas en el territorio de Hispalis. No menores requisitos técnicos y artesanos menos cua-
hemos encontrado piezas de arnés plúmbeas en la lificados, los cuales vendrían a resolver los proble-
bibliografía española consultada, aunque si se cono- mas esporádicos derivados de la rotura de materiales
cen pruebas de plomo asociadas a los típicos broches de mucho uso en los latifundios de mayor tamaño,
de cinturón tardorromanos tipo “Simancas”, curiosa- compensando su establecimiento permanente en la
mente también pertenecientes a la variedad decorada propia villa. A ello se debe el que en La Olmeda apa-
con “arcos de herradura” (Aurrecoechea-Fernández, reciera un “árbol de fundición” con botones arroblo-
2001a: 94, nº 100). Hemos de mencionar una prue- nados, objetos frágiles que necesitaban ser repuestos
ba de fundición en plomo inédita depositada en una frecuentemente (Aurrecoechea-Fernández, 1996: fig.
colección privada austriaca que por sus característi- 12, nº 197).
cas podría proceder de Hispania, pues los motivos Frente a la abundancia y repetición de determina-
decorativos empleados (delfines y dentados semies- dos modelos, como las camas con animales híbridos
féricos del contorno encajan en las piezas que estu- delfín/caballo o el grupo de piezas con jinete que alza
diamos (Fig. 199). Respecto a Córdoba, aparte de la una mano, que podrían implicar una producción más
abundancia numérica de ejemplares, conocemos una estandarizada, encontramos otras piezas que cabría
cama hasta ahora inédita (nº 132) que conserva una calificar de “originales”. Entre ellas, la cacería a pie
inscripción incisa en posición similar a la emeritense del Museo Británico (nos 160 y 161) o la cacería con
222 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

perros (nº 167). Estas últimas podrían ser también otros talleres locales, cuyos productos curiosamente
encargos individuales realizados a talleres broncistas. no parece que alcanzaran la península ibérica. Esta hi-
La estandarización de la que hemos hablado puede pótesis se desprende de las diferencias formales entre
comprobarse en determinados rasgos morfológicos. las encontradas a uno u otro lado del Estrecho. Por el
Por ejemplo, entre las camas con jinete que levanta contrario, entre los hallazgos marroquíes existen unos
la mano encontramos la siguiente división: las camas pocos ejemplares, algunos de los cuales ya hemos
con jinetes que levantan una sola de sus manos suelen ido señalando al desarrollar nuestros distintos tipos,
contar con un portamozo de la variante “E.4”; mien- que probablemente procedan de talleres hispanos. Tal
tras que las piezas con jinete que no levanta ambas afirmación la realizamos basándonos en qué frente a
manos nunca llevan un portamozo de ese tipo y ade- los numerosos ejemplares idénticos descubiertos en
más presentan un contorno perlado no en el borde ex- suelo africano, las piezas procedentes presuntamente
terior, sino en el interior del propio contorno (nos 151 a de talleres hispanos suponen casos únicos o singula-
153). Constatar esta uniformidad en el mundo de las res que no se repiten en Marruecos. Entre ellos cabría
camas de freno hispanas, que por lo general muestran citar la cama con un delfín/caballo de Volubilis o el
una manifiesta diversidad formal, es algo raro, por lo par de camas de un freno de Tanger (Boube-Piccot,
que pensamos que debe tener algún significado. En- 1980: 367, fig. 128, nos 624-625). Así, las camas de
tre las peculiaridades formales que quizá nos estén in- Tanger cuentan con un portamozo idéntico a nuestra
dicando un taller, por presentar rasgos excepcionales variante “G.1”, el cual no se vuelve a darse en ningún
que se escapan de la generalidad, están las camas que otro ejemplar marroquí, además, los calados radiales
cuentan con una caña del tipo “F”, ya que dicha caña y en forma de estrella de su campo son de carácter
es muy minoritaria, conociéndose solo tres ejemplares hispano, mientras resultan completamente extraños a
con ella (nos 75, 123 y 162). Las cañas “F” podrían la estética que manifiestan el resto de los ejemplares
ser el “rasgo de identidad” de una manufactura que del norte de África.
producía un variado elenco de modelos, pues en solo
tres piezas se constatan varios modelos iconográficos. XIII. ASPECTOS SOCIOLÓGICOS: PROPIETARIOS
Igualmente podríamos decir para los escasos tres fre- Y CARÁCTER MERAMENTE FUNCIONAL, APO­
nos conocidos que poseen cañas de la variante “E” TROPAICO O REPRESENTATIVO DE ESTATUS
(nos 15-18 y 77), máxime cuando todos ellos están
adscritos a un solo tipo de cama (“I.2”) y parecen estar XIII.1. Contextos habitacionales y propietarios
datados en un mismo momento temporal, el siglo IV,
a tenor de haber aparecido en yacimientos objeto de En Hispania el uso de frenos con camas laterales
excavación (Linares, Clunia y La Olmeda). estuvo muy extendido, al menos en época tardorro-
La serie de camas encontradas en Portugal, a pesar mana. Sorprende no sólo el volumen de piezas re-
de ser numéricamente más escasa, denota algunas cogidas, sino también el hecho de que se conserven
particularidades diferentes a las aparecidas en Espa- muchas parejas completas, lo que supone que aún se
ña. A veces, aparecen temas iconográficos distintos encontraron junto al freno que complementaban, si
a los españoles (hibridaciones de delfines diferentes, bien de este último suelen quedar menos restos ma-
como en las camas 113-115), animales representados teriales por ser de hierro. Su uso fue tan común que
en escorzo (nº 130), etc. Ello probablemente se deba propició su difusión por todo tipo de asentamientos,
a que fueran elaboradas en talleres ubicados en la tanto militares, como rurales o urbanos. A pesar de
Lusitania portuguesa. Conímbriga parece focalizar un que en el pasado se ha dicho que estas camas esta-
mayor número de hallazgos, lo que pueda significar ban vinculadas al mundo de las villas y sus latifundios,
que fuera un centro productor, si bien al ser una gran nuestros conocimientos actuales nos llevan a apreciar
ciudad recibía productos de múltiples áreas. Solo que aparecen con la misma frecuencia en ciudades
hay unas pocas excepciones al panorama que hemos (Conimbriga, Cástulo, Astorga, Lancia, Vareia, Clunia,
planteado, entre ellas, las camas filiformes de hierro, Écija, Ercávica, Valeria, Mérida, Pollentia, Sagunto,
las cuales se asemejan a las descubiertas en la parte etc.), castros (Alvarelhos, Seur, San Adrián, Viladonga,
española. No obstante, estas camas, son las más sen- etc.), poblados (Salto de la Novia, etc.), vicus milita-
cillas de fabricar, encontrándose perfiles idénticos en res (Puente Castro), cuevas (La Cerrosa), necrópolis,
otras zonas del Imperio Romano (Britannia, Pannonia, y por supuesto, en núcleos rurales indeterminados.
etc.), pudiendo estar elaborados incluso por herreros Tengamos en cuenta que el empleo de estas camas en
locales, lo que implicaría una distribución cercana del caballos de tiro puede implicar una mayor dispersión
producto. de hallazgos de la que se había creído. Igualmente
La serie de camas de la Mauritania Tingitana tam- sabemos que debió ser un bien apreciado o impres-
bién merece comentarse, ya que a menudo se han cindible, por cuanto se documentan camas filiformes
señalado las coincidencias entre las piezas hispanas y en ocultamientos realizados por su propietario junto
las marroquíes, pero nunca se han indicado las dife- a herramientas, como en Las Ermitas (nos 5 y 6) o qui-
rencias. Las camas africanas obedecen claramente a zá también en Fuentespreadas (nos 1-4), ya que algu-
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 223

nos investigadores han propuesto que el yacimiento ra en su contorno, los cuales empiezan con una “B”
zamorano podría haber sido mal interpretado y no tumbada debajo del portamozo y continúan hacía el
se trataría de una tumba sino de un depósito/oculta- lado derecho del objeto, sin que podamos precisar
miento (Filloy, 1998: 13), lo que explicaría el hallazgo si aluden al nombre del caballo, propietario o marca
de dos frenos completos26. Del valor utilitario dado del taller. Frente a la escasez de piezas en bronce con
por sus propietarios es también indicativo el que los el nombre del caballo, la costumbre de inscripciones
frenos se recomponían una vez rotos, incluso susti- con nombres de équidos es muy habitual en los mo-
tuyendo una de las camas por otra de tipología dife- saicos de época romana (Ennaïfer, 1983: 817-858).
rente, haciendo que en el mismo freno convivan dos Es aún más frecuente, en las imágenes equinas de la
camas con decoración desigual (caso de nuestros nos antigüedad tardía, la aparición de signos (hedera, cír-
51 y 52). culos, etc.) o letras (iniciales o palabras completas en
Considerando que tuvo un empleo tan amplio, es genitivo) correspondientes a los hierros que identifi-
evidente que estos objetos pertenecieron a una gran caban a las cuadras y sus propietarios. Entre los múl-
variedad de propietarios, aunque teniendo en cuenta tiples ejemplos que pueden citarse sólo para Hispania
que todos ellos deberían pertenecer a grupos socia- mencionaremos los caballos circenses de los mosaicos
les que pudieran mantener la posesión de un caballo, de Mérida y Barcino. De esta dinámica general no po-
algo que no estaba al alcance de todo el mundo. Co- dían sustraerse las camas de freno que estudiamos,
merciantes, militares, médicos, artesanos itinerantes, donde habitualmente encontramos marcas de cuadra
trabajadores de las villae, terratenientes y personas en sobre las ancas y espaldas de los caballos adscritos a
general que pudieran necesitar équidos para sus des- nuestra categoría “II.3.c”. Podemos presuponer que
plazamientos son usuarios potenciales. Pensemos que las camas con idénticas marcas pertenecieron a la
no todas las camas tienen las pretensiones artísticas y misma cuadra, así las camas con jinete nos 147-148
de ostentación que poseen las piezas figurativas de (Ariadne Galleries) y 146 (Dehesa Boyal) pertenecerían
bronce, pues los ejemplares más modestos, como las a una misma caballeriza. Curiosamente estas camas
camas filiformes de hierro, abren aún más el abanico que acabamos de mencionar parecen salidas del mis-
de probables consumidores a aquellos profesionales mo molde, lo que podría indicar la fabricación de bo-
que solo buscaban el objeto por su funcionalidad. Un cados y camas por encargo de un terrateniente para
hallazgo fundamental para comprender lo que expo- abastecer de arneses a los caballos de sus establos.
nemos es el freno de la Vega Baja (Toledo), localizado El ejemplar del Metropolitan Museum (nº 150) que
en la tumba de un doctor, el cual debió usar el caballo sigue el mismo modelo iconográfico de las preceden-
como una herramienta más de su trabajo, de ahí que tes, pero con un acabado estilístico distinto y con la
se enterrara con la cabezada del équido como rasgo marca “CLD”, representaría por tanto a una cuadra
identificativo junto a sus útiles médicos, pues en la distinta. Lo mismo podríamos decir de la cama de
Hispania del siglo II no era habitual depositar arreos Puente Genil, similar a las anteriores, pero con la mar-
de caballo como ajuar funerario. ca “XT” (nº 145). Los hierros de cuadra que hemos
Algunos de estos propietarios sintieron la necesi- documentado son los siguientes:
dad de marcar como de su propiedad estas camas, - En anca (círculo concéntrico estampado) y espal-
al igual que se hacía con otros objetos cotidianos en da (estrella) (nº 132).
época romana, para lo cual solo tenemos que pensar - Sobre el anca la marca incisa de cuadra “A”,
en los grafitos sobre cerámica. Una forma de perso- mientras que sobre la espalda figura la “N” (o “M”
nalización del freno era insertando el nombre del pro- invertida) (nº 136).
pietario en la decoración calada producto del molde, - En el anca una hedera y en la espalda un círculo
aspecto del que ya hemos hablado anteriormente. inciso (nos 147 y 148).
También se podía singularizar la propiedad inscri- - En el anca incisas las letras “XT” inscritas en un
biendo el nombre del équido que portaba el freno o, círculo radiado (nº 145).
más habitualmente, mediante lo que en equitación - Anca con “L” tumbada, ejecutada con un pun-
se denomina “carácter” (marca o hierro con que los teado (nº 138).
animales de un rebaño se distinguen de los de otro). - Anca con círculo concéntrico estampado. Espal-
La personalización mediante el nombre del caballo la da con “X” incisa (nº 139).
encontramos solamente en las piezas del tipo “II.3.b” - Hedera en el cuarto trasero del animal (nº 146).
y en número muy escaso, así el ejemplar 136 con la - Letras incisas “CLD” y debajo un círculo inciso
inscripción en griego: “Eλyx” (quizá “[f]elix”), o el nú- (nº 150).
mero 143 con la leyenda “Tagvs” (en alusión al río
Tajo). La pieza del Museo de Córdoba (nº 132) pre- XIII.2 Carácter funcional vs valor añadido se-
senta una serie de caracteres incisos de difícil lectu- cundario

26. Parece extraño que se depositaran dos frenos para caballos de monta en Como cualquier objeto material, las camas de fre-
la sepultura de un solo individuo. no son piezas complejas, reflejo de la tecnología, es-
224 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

tética y creencias de su época. Enfocando nuestras (cacerías, actividades lúdico/deportivas, posesión de


camas desde esta perspectiva podemos ver que en animales exóticos, etc.), así como su pertenencia a
ellas confluyen diversos aspectos. El valor primordial una élite heredera del mundo clásico (iconografía re-
es el funcional, el cual influye en la forma del objeto. lacionada con Meleagro, Dioniso, Hércules, etc.), pero
En este primer nivel, en el que sólo se trata de que abierta a la nueva religión (camas con crismón).
cumpla un propósito determinado adecuado a un fin,
prima sólo el carácter práctico o técnico. En este tipo XIV. CONCLUSIONES
de piezas no existe ningún valor añadido, ni tan si-
quiera el estético. Dentro de este grupo entrarían to- A través de nuestro estudio hemos logrado trazar
das las camas “macizas” del tipo “I.2” (el más antiguo un panorama detallado de las camas de freno en la
de toda la serie), y la categoría filiforme “I.1”. península ibérica, gracias al cual podemos compren-
Un siguiente nivel es cuando se incorpora un valor der la línea temporal que siguieron desde el siglo I
añadido al meramente funcional. Desde el punto de al V, así como revisar e incluso desterrar algunos de
vista temporal este fenómeno comienza pronto, pues los tópicos que han rodeado a estas piezas durante
ya en el siglo II surgen las camas peltiformes, las cua- décadas. El primer axioma, ampliamente extendido
les incorporan el componente apotropaico al mundo entre los investigadores españoles, que habría que
de las camas. Los équidos constituían una preciada matizar es el de fechar todas estas piezas en época
posesión que podía suscitar envidia, siendo objetivos tardorromana. Como hemos comprobado, el inicio
potenciales del “mal de ojo”. Si a esto le añadimos la de su empleo es mucho antiguo, situándose en los
facilidad para enfermar de los caballos sin explicación postreros años de la primera centuria o en los inicios
aparente para los conocimientos veterinarios de la del siguiente siglo. Durante el siglo II y, sobre todo,
época romana, como los cólicos que eran capaces de en el siglo III, se afianza su uso, divulgándose los mis-
matar a un caballo sano en pocas horas, o lo vulne- mos diseños decorativos que imperan en otras partes
rables que resultaban ante una fatalidad, como una del Imperio Romano, es decir, motivos que podríamos
pata rota que significaba una sentencia de muerte, denominar “universales”, como los esquemas trom-
comprenderemos la necesidad que sentían aquellos petiformes y peltiformes (nuestros tipos “I.3.a-c”), o
hombres de proteger a sus animales de las influencias las camas “macizas” (tipo “I.2”). En estos primeros
mágicas y malignas (Hoss, 2018: 81). La pelta tenía siglos de vida su difusión geográfica es restringida y
un gran contenido simbólico en la cultura romana, el número de ejemplares conocidos escaso. Todo ello
por lo que se usó ampliamente sobre todo tipo de nos lleva a pensar que la introducción en Hispania
objetos con el fin de protegerlos. Algunos autores de este tipo de objeto fue un aporte que llegó des-
han señalado que el uso intensivo de las peltas en la de fuera de nuestras fronteras, siendo muy probable
moda militar del período comprendido entre media- que estas primeras camas sean un producto de im-
dos del siglo II y la mitad de la tercera centuria, está portación. Los agentes que introdujeron estas piezas
relacionado con un periodo de mayor inestabilidad en en nuestro suelo son desconocidos, aunque se puede
la sociedad romana, momento en el que se dispara intuir como vehículo de transmisión al ejército, pues
el uso de alusiones visuales a la protección divina o los mejores paralelos para las camas hispanas los en-
mágica (esvásticas, guarniciones con expresiones de contramos en los campamentos militares del limes
buen augurio, etc.), pues aumentan el número de ba- europeo y en los asentamientos castrenses del norte
tallas y campañas con grandes pérdidas (Hoss, 2015: de África y Siria (Dura Europos). Además, varios de
204). Esto explicaría el empleo sistemático de camas los ejemplares de este primer periodo han sido des-
peltiformes en los siglos centrales del Imperio (tipos cubiertos en el vicus militar de Puente Castro, mien-
“I.3.b” y “I.3.c”), no sólo en los entornos castrenses, tras que otros han sido documentados en una zona
sino entre toda la población. Este carácter protector de la Meseta Sur donde se testimonian numerosos
puede que fuera sustituido durante el bajoimperio por hallazgos de militaria fechados en los siglos II-III. En
las camas que cuentan con un crismón como motivo Hispania, la tercera centuria trajo un importante au-
decorativo omnipresente, el cual cumpliría la función mento cuantitativo de este tipo de piezas, así como
de resguardar al caballo y su montura. el principio de la fabricación de modelos locales de
Finalmente, un último valor añadido que podemos la mano de las camas ornamentadas con opus inte-
encontrar en los ejemplares bajoimperiales es la mani- rrasile, las cuales, sin embargo, siguen hundiendo sus
festación de estatus. Con algunas de nuestras camas, raíces en las modas decorativas utilizadas en amplias
sobre todo las que son figurativas, su propietario ha- zonas del Imperio. Muchos de los modelos caracte-
cia patente su filiación a un determinado grupo so- rísticos de esa época tienen su correspondencia con
cial con un alto poder adquisitivo (camas epigráficas los apliques empleados en los cinturones romanos y,
con nombres de los propietarios, determinadas pie- sobre todo, con las fíbulas. Este es el momento de las
zas ornamentadas con équidos, etc.). Sirven también camas ornamentadas con calados geométricos o pel-
para exteriorizar sus gustos y su forma de vida ideal tas simplificadas (tipos “I.3.d-h”), las cuales tendrán
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 225

e interiores que aún entierra a sus difuntos con ajuar


funerario, y los grandes núcleos urbanos y de la zona
mediterránea donde las sepulturas se caracterizan por
la práctica ausencia de mobiliario fúnebre. También
habrá que tener en cuenta, a partir de ahora, el en-
terramiento inédito de la Aceitera de Espuny (Puente
Genil, Córdoba), en el que se incluyó un freno con
sus pasadores doble troncocónicos y sus camas, pues,
aunque estas son del tipo “I.3.g”, documentan la cos-
tumbre de enterrar con arreos de caballo en la actual
campiña cordobesa durante el Tardo Imperio.
Vayamos ahora al segundo principio ampliamen-
te extendido sobre estas camas que hay que revisar.
Desde los inicios de la investigación se ha vinculado
estas piezas con la órbita de los terratenientes lati-
fundistas, los cuales habrían empleado este sopor-
te como símbolo de ostentación y distinción (Ripoll
Figura 200: Reconstrucción de una cabezada con distintos elemen- y Darder, 1994: 277). Evidentemente muchas de las
tos a juego (Fotografía e integración fotográfica: Aurrecoechea-Fer- camas figurativas, sobre todo las que denotan en-
nández.
cargos personales planteados al broncista, como la
de Asturius de La Olmeda, pueden pertenecer a este
una dilatada pervivencia que llega hasta el final del ambiente aristocrático. Pero, desde el punto de vista
Bajo Imperio. Exponentes tempranos de estas camas sociológico, creemos que hay que romper la dinámica
caladas, datados en la tercera centuria, son las asocia- que vincula a estas camas con estos grandes poten-
das al freno de Pollentia (nos 91-92). Mientras que en tiores y verlas como lo que realmente son, un objeto
el resto del Imperio Romano el empleo de frenos con funcional. La amplitud cronológica que caracteriza a
camas prácticamente se pierde durante los siglos IV-V, estos objetos, la diversidad de modelos y calidades,
en Hispania, por el contrario, en época tardorromana así como su difusión por prácticamente todas las ca-
se dinamiza su uso, proliferando los diseños autóc- tegorías de yacimientos existentes, desde enclaves
tonos que sólo podemos encontrar en la península vinculados a la órbita militar, hasta castros y ciudades,
ibérica. No obstante, estas producciones locales están pasando naturalmente por las villae, nos hablan de
imbuidas de los gustos estéticos contemporáneos que un uso mucho más extendido que abarca a amplios
centran su atención en determinados aspectos mito- grupos sociales. Soldados, mercaderes, médicos y un
lógicos de la cultura clásica o en el mundo de las com- sinfín de gente que tenía acceso a la posesión de un
peticiones deportivas y la caza. A la tardorromanidad équido son propietarios potenciales de estas camas.
netamente hispana corresponderían la mayoría de las Ya hemos señalado como los primeros ejemplares do-
camas adscritas a nuestros tipos “II” y “III”, cuyos ex- cumentados en la península ibérica están vinculados
ponentes más destacados son los ejemplares epigrá- con la esfera castrense, pudiendo haber sido usados
ficos o los ornamentados con caballos, cacerías, delfi- por legionarios, auxiliares o veteranos. A un miles me-
nes o felinos. No deja de ser curioso como otro diseño dicus podría pertenecer el ajuar funerario documenta-
característico de los siglos IV-V, las camas filiformes do en la Vega Baja de Toledo (nos 26-27). Los contac-
de hierro (tipo “I.1”), a pesar de estar ampliamente tos formales que denotan las camas trompetiformes
documentado en yacimientos asociados a una cultura y peltiformes de ese momento con sus homólogas de
local, la denominada de las “necrópolis del Duero” o los campamentos en el resto del Imperio, quizá sig-
de los “cementerios tardorromanos con ajuares tipo nifique que fueran traídas a Hispania desde el limes
Simancas-San Miguel del Arroyo”27, sin embargo, es literalmente en la cabezada del caballo que las usa-
el menos hispanorromano de todos, puesto que ejem- ba. Los ejemplares de hierro, mucho más humildes en
plares idénticos se prodigan en lugares como Britania, cuanto a su materia constitutiva y fáciles de fabricar,
lo que no ocurre con los modelos figurativos “tipos II- son meramente funcionales y no guardan correspon-
III”. Esto pone de manifiesto que las camas filiformes dencia con las pretendidas ansias de ostentación de
reflejan un horizonte cultural diferente al de las camas la clase dirigente, por mucho que puedan aparecer en
figuradas contemporáneas, visibilizando la dicotomía contextos como Fuentespreadas acompañados de un
entre la Hispania rural de las regiones septentrionales rico y variado ajuar metálico. Los ejemplares filiformes
de Fuentespreadas o Las Ermitas nos hablan más bien
27. No desarrollaremos aquí la prolija bibliografía que ha protagonizado esta de un entorno rural, propio de artesanos ambulantes,
cultura local, para la que se han empleado numerosos epítetos, entre mercaderes, aparceros o capataces, y no de la visión
los más conocidos: “necrópolis del Duero”, “necrópolis de la Meseta”,
“necrópolis postimperiales” o “cementerios tardorromanos con ajuares mundana característica de los grandes señores pose-
tipo Simancas-San Miguel del Arroyo”. sores de villas. Estos últimos potentiores encajarían
226 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

tipo muy distinto, mucho más pesados, complejos y


duros para el caballo que los usados junto a las ca-
mas estudiadas, tal y como vimos en el apartado IV.
Finalmente, es cuestionable que las camas hispanas
decoradas con animales o escenas, cuya iconografía
está íntimamente relacionada con los espectáculos
de los viejos circos romanos, puedan datarse mucho
más allá de finales del siglo V; especialmente cuando
por aquellos tiempos vemos que estos espectáculos
habían desaparecido de todas las provincias, inclui-
da Italia, y que ya eran raros en muchas ciudades del
siglo IV.
Durante el Bajo Imperio, cuando la fabricación de
camas de bocado en el occidente romano descien-
de drásticamente, sino desaparece, Hispania vive un
momento de apogeo en el que sus productos llegan
Figura 201: Detalle de la parte central de una falera hispana con
anillas laterales (Fotografía: Baratta).
a las zonas limítrofes de nuestra provincia, como se
pone de manifiesto con los ejemplares de Lectoure
(Gers, Francia) (Boube Piccot, 1986: 387-392, lám. 3,
más con las elaboradas camas de temas cinegéticos, 4) o Volubilis (Marruecos) (Boube Piccot, 1980: 95,
mitológicos o deportivos. Incluso las camas epigrá- nº 81). En este sentido no podemos olvidar los estre-
ficas con crismón podrían ser más propias de estos chos contactos entre Mauritania Tingitana e Hispania
señores, ya que con ellas demostrarían su pertenencia durante el tardo imperio, visible no solo en la meta-
a la nueva fe y su fidelidad hacia la dinastía reinante listería de este período sino también en la musivaria
de religión cristiana. y la arquitectura. Así, en el área marroquí existieron
La cronología final de estas camas es otro de los talleres broncistas que produjeron camas peltiformes,
tópicos a revisar, ya que necesariamente ésta debe fi- trompetiformes y geométricas para el mercado norte-
jarse en el siglo V d.C. La dinámica de datar algunos africano, aunque los productos de dichos talleres no
ejemplares en época visigoda debe romperse, ya que llegaron a distribuirse en la península ibérica como
de haber un uso en ese momento sería meramente demuestran sus diferencias formales, ni fabricaron
residual. Como hemos visto, las camas de bocado ya camas figuradas en época bajoimperial. Traemos esto
formaban parte del equipamiento ecuestre romano a colación porque muchas veces se menciona una re-
del siglo I (campamentos en el Rin y el Danubio, ciu- lación estrecha entre las camas hispánicas y las en-
dades sepultadas por el Vesubio, etc.), continuándose contradas en la Mauritania Tingitana (Ripoll y Darder,
su uso ininterrumpido hasta época tardorromana, por 1994: 282). Ahora bien, dicha relación, aunque exis-
lo que responden a una tradición cultural plenamente te, no es tan estrecha, teniendo en cuenta que las
romana y no germana. Ya Palol (1952: 298) en fechas analogías se circunscriben solo a los ejemplares de los
tempranas de la investigación ponía en tela de juicio siglos I al III (tipos “I.2”, “I.3.a-c” y “I.3.g”), los cuales
su pertenencia a la órbita visigoda, aunque el mismo son precisamente aquellos que responden a modelos
autor fechaba algunos ejemplares en ese período de “universales”, los cuales podemos encontrar también
la historia peninsular contradiciéndose a sí mismo28. en amplias zonas del Imperio Romano. Más similitu-
Las camas objeto de nuestro estudio son ajenas a las des morfológicas guardan las camas hispanas de los
producciones de la metalistería visigoda (tanto des- siglos centrales del Imperio con los ejemplares galos o
de el punto de vista formal como iconográfico), y lo centroeuropeos que con los norteafricanos. Del mis-
que es más importante, no se ha descubierto nunca mo modo, para la época tardorromana, los paralelos
ninguna de ellas en contextos arqueológicos visigo- más cercanos para las piezas filiformes (tipo “I.1”) los
dos. Observemos, a título de ejemplo, que elementos hallamos en Britania y no en África.
característicos de las camas tardorromanas como los En nuestro estudio hemos comprobado que no
delfines que decoran campo o portamozos son extra- podemos entender las camas de bocado sin el con-
ños a la imaginería de época goda. Hay que tener en texto donde se integran, es decir, sin una visión de
cuenta, además, que los bocados visigodos son de un conjunto de los atalajes de los que formaban parte.
Al ser habitual su hallazgo descontextualizado ten-
demos a considerarlas como entes aislados, sin em-
28. Literalmente Palol (1952: 298) comentaba inicialmente: “Forman un bargo, la realidad era bien distinta, pues estas camas
conjunto de piezas repetidamente publicadas en obras de síntesis como
“visigodas” sin ninguna clase de descripción ni de estudio científico. Todo solían participar de los mismos programas estilísticos
ello podría inducir a atribuirles un origen germánico falso y una cronolo- o iconográficos que servían para engalanar al équido.
gía errónea”. Aunque en ese mismo trabajo, también indica (pág. 307):
“De todas maneras, su baja romanidad es evidente, pero debieron fabri- Apliques, botones arroblonados, pasacorreas y faleras
carse, también, en avanzada época hispanovisigoda”. participan de los mismos motivos decorativos que las
Joaquín AURRECOECHEA-FERNÁNDEZ 227

Tarragona (Mayer, 1992: 28-29) y Museo Lázaro Gal-


diano (Millán, 1947: 198-199, fig. 21, 3), ambas or-
namentadas con la cabeza de Medusa. Sin embargo,
los ejemplares bajoimperiales son los que presentan
un mayor desarrollo figurativo, siendo los que tienen
mayores coincidencias con nuestras piezas. Baratta
(2009) ha realizado una clasificación de estas fale-
ras en la que se constata un repertorio iconográfico
coincidente con las camas de freno hispanorromanas,
pues las faleras figurativas tardías son también, has-
ta el momento, exclusivas de la península ibérica. No
obstante, dicho repertorio es más reducido, restrin-
giéndose a las formas geométricas o la aparición de
rostros humanos o caballos. Entre está últimas las hay
con marcas de cuadra y palmas incisas en el cuerpo
Figura 202: Mapa de dispersión de las camas de bocado en Hispa- del équido (Baratta, 2008: 1355-1364), siendo esti-
nia (Mapa: Aurrecoechea-Fernández). lísticamente muy próximas a algunos ejemplares ex-
puestos en nuestro estudio (Fig. 201). Igualmente, el
camas de freno que hemos visto, aunque el menor paralelismo existente entre nuestras camas de freno y
tamaño de estos otros objetos condiciona la elección los bronces que adornaban los carruajes romanos se
del motivo decorativo. Muchos de los caballos que ha señalado durante la exposición de los diferentes ti-
portaron estas camas se engalanaron con otros bron- pos. Tanto los “pasarriendas” o vainas de suspensión,
ces que conjuntaban desde el punto de vista orna- como los grandes apliques ornamentales alojados en
mental, como se observa en la cabezada de Toledo la caja participan de idénticos ciclos iconográficos, y
(Figs. 177 y 200). Particularmente interesantes son las lo que es más importante, similares recursos forma-
faleras con anillas laterales, cuyo origen en Hispania les (Figs. 189, 191, 194 y 196-197). Tal paralelismo
puede rastrearse al menos desde el siglo III, cuyos ex- demuestra que pudieron usarse conjuntamente, por
ponentes tempranos más conocidos son las piezas de lo que estas camas serían empleadas no solo por ca-

Figura 203: Distribución geográfica de las camas tempranas de los siglos I-II (arriba-izquierda), filiformes (arriba-derecha), con crismón (aba-
jo-izquierda) y con felinos (abajo-derecha) (Mapas: Aurrecoechea-Fernández).
228 LAS CAMAS DE BOCADO DE CABALLO EN HISPANIA (SIGLOS I AL V D.C.): ORIGEN, EVOLUCIÓN, CONTEXTO MATERIAL Y …

ballos de monta, sino también por caballos de tiro. na. Como ya hemos visto, los ejemplares tempranos
La confirmación arqueológica de tal convivencia viene de los siglos I-II tienen una distribución mucho más
dada por el hallazgo conjunto de camas y elementos limitada (Fig. 203). En cuanto a la expansión de los
de carros en numerosos lugares del Imperio. Un ele- distintos tipos y variantes en zonas concretas, por el
mento que frecuentemente se encuentra asociado a momento no se puede llegar a conclusiones válidas,
nuestras camas hispanorromanas son los pasadores ya que los objetos con procedencia confirmada pre-
doble troncocónicos, descubiertos en los ajuares fu- sentan una gran dispersión, lo que se comprueba ob-
nerarios como los anteriormente citados o el, hasta servando la difusión de las camas con crismón o las
ahora inédito, encontrado en Puente Genil (Fig. 180). decoradas con felinos. Sólo en el caso de las camas
Dichos pasadores se documentan en tumbas siempre filiformes parece confirmarse un patrón que las sitúa
formando un par. Su vinculación con los frenos equi- en el cuadrante noroccidental (Fig. 203).
nos parece fuera de toda duda, pues además de los
hallazgos arqueológicos tenemos la representación BIBLIOGRAFIA
musivaria de estos objetos, contextualizados en la ca-
beza del equino de Dueñas (Palencia) (Fig. 171). A Abad, L. (1982): La pintura romana en España, Alicante-Sevilla.
pesar de ello, recientemente se ha cuestionado esta Aguado, M. et alii (1999): “El yacimiento arqueológico de El
Saucedo (Talavera la Nueva, Toledo)”, Cuadernos de Prehistoria
interpretación (Jiménez, 2015: 55), considerándose y Arqueología 25(2): 193-250.
que se trata de alamares empleados en los sistemas Alarcão, J. et alii (1979): Fouilles de Conimbriga. VII. Trouvailles
de cierre de las correas que unen a los animales con diverses. Conclusions générales, Paris.
los yugos del carro o con otros elementos del atalaje, Almagro, M. (1959): “Una pieza de arnés hispano-visigoda en el
Museo Arqueológico de Barcelona”, Ampurias 21: 329-330.
como pretales o gualdrapas. No obstante, esta nue- Álvarez, J. Mª. (1976): “La villa romana de El Hinojal en la dehesa
va teoría no tiene ninguna base arqueológica para el de Las Tiendas (Mérida)”, Noticiario Arqueológico Hispánico 4:
periodo romano, pues no se ha encontrado ninguna 433-488.
evidencia material de carros u otros atalajes distintos Álvarez, J. Mª. (1990): Mosaicos romanos de Mérida, nuevos
hallazgos, Monografías Emeritenses 4, Mérida.
a los de la cabezada en los enterramientos de época Arezes, A. (2015): “Guarnições de freio de equídeos: perspectivas
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Arqueología Madrileñas 10: 49-100.
Jiménez los de época romana, es precisamente esa Aurrecoechea-Fernández, J. (1996): “Bronze studs from Roman
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favor del uso de estos pasadores en los frenos roma- Aurrecoechea-Fernández, J. (1999): “Origen, difusión y tipología de
nos que incorporaban camas, pues el objeto de nues- los broches de cinturón en la Hispania tardorromana”, Archivo
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tro estudio es otro, pero apuntaremos a la diversidad Aurrecoechea-Fernández, J. (2001a): Los cinturones romanos en la
de tamaños y materiales que caracterizan a dichos Hispania del Bajo Imperio, Monographies Instrumentum 19,
pasadores para entender que su uso debió aplicarse Montagnac.
a otros menesteres, tal y como desarrollamos en otro Aurrecoechea-Fernández, J. (2001b): “Accesorios metálicos de co-
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bien habría que matizar que tan extensa propagación Hispania y las representaciones iconográficas de las camas de bo-
cado tardorromanas, a propósito de unos nuevos ejemplares”,
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Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
Santander (2019-20), 233 - 247

La villa romana de Noheda (Villar de Domingo García,


Cuenca): ¿retiro y recogimiento de un general?
The Roman Villa of Noheda (Villar de Domingo García, Cuenca): Place of
Retirement and Reception of a General?

Alejandro ANTOLÍN ABAD1


Cruces BLÁZQUEZ CERRATO2

RESUMEN
A pesar de no conocerse en su totalidad, esta villa ubicada en el interior de Hispania es famosa tanto por sus espectaculares dimensiones
como por sus ricos pavimentos musivos. Todas estas características, además de la riqueza de los materiales de importación recuperados, ya
han hecho pensar en su vinculación con personajes ilustres de la sociedad tardorromana e incluso con la familia imperial gobernante en
esa etapa. Una revisión a fondo de las escenas presentes en cierto sector del mosaico de la Sala Triconque, nos ha inducido a proponer una
reinterpretación de los personajes allí representados. El contraste de los datos contenidos en las fuentes escritas con el diseño del repertorio
figurativo de este mosaico nos hace pensar que el dominus de la villa podría haber sido el general Estilicón.

ABSTRACT
This villa located in the interior of Hispania, although not completely known, is famous for its spectacular dimensions and for its mosaic
pavements. Due to these characteristics, as well as the richness of the imported materials found, it is thought there is a link with illustrious
people of the Late Roman age and even with the imperial government family of that period. A revision into the background of a sector of
the mosaic located in the Sala Triconque has induced us to propose a reinterpretation of the characters represented there. The comparison
of the dates in written sources with the design of the figurative repertoire in this mosaic leads us to believe that, in this case, the dominus of
the villa might have been the general Stilicho.

PALABRAS CLAVE: Dominus. Época teodosiana. Establecimiento rural. Estilicón. Iconografía. Mosaico. Tardoantigüedad.

KEYWORDS: Dominus. Iconography. Late Antiquity. Mosaic. Rural settlement. Stilicho. Theodosian period.

I. INTRODUCCIÓN

Situada en el término municipal de Villar de Domin-


go García, en la pedanía de Noheda, la villa romana
homónima se ubica a 15,37 km al noreste de Cuenca
(Huso 30, x UTM 563052.737, y UTM 4448765.864)
y a unos 180 km de la antigua Saguntum, siendo este
antiguo enclave portuario la vía de acceso marítima
más cercana (Fig. 1). Además, las proximidades del
yacimiento se hallan bañadas por dos arroyos, el Tejar
y el Bascuñana, que abastecen en la actualidad las
necesidades hídricas de la zona, la cual se encuentra
repleta de explotaciones agrícolas debido a las buenas
condiciones ofrecidas por el terreno. Aunque la exis-
Figura 1. Localización de la villa de Noheda en la península ibérica y
tencia de la villa se conoce desde antiguo, las labores en el contexto del interior peninsular con indicación de otros sitios
arqueológicas se han ceñido en su mayoría al interior citados en texto (a partir de https://es.wikipedia.org/wiki/Calzada_
de la Sala Triabsidiada y a una parte de la Sala Oc- romana#/media/Archivo:Hispania_roads.svg, modificado).

togonal3. En ellas se profundizó estratigráficamente


1. Universidad de Salamanca. hasta llegar al pavimento musivo de cada una de las
ORCID iD: https://orcid.org/0000-0003-0475-7257
Correo electrónico: alejandroantolin@usal.es
2. Universidad de Salamanca. 3. Como ha observado Valero Tévar (2015: 133): “… fue en 2005 cuando
ORCID iD: https://orcid.org/0000-0002-8296-7295 se realizó la primera campaña de excavaciones arqueológicas. Se planteó
Correo electrónico: crucesb@usal.es como una exploración de reducidas dimensiones cuyo único objetivo era
Este trabajo se integra en el Proyecto de Investigación “Paisaje y territorio la localización del mosaico. La implantación de las catas se fundamentó
militarizado en la Hispania romana: movilidad y transferencia cultural (ss. en unas fotografías de 1984 en las que los propietarios de la finca posa-
II a. C.-IV d. C.)” Ref.: HAR2017-85929-P, cuyos II. PP. son los Dres. A. ban junto a los restos exhumados del tapiz. Evidentemente, la localiza-
Morillo Cerdán y C. Blázquez Cerrato y está financiado por el Ministerio ción de la parte del solado que apareció en los últimos decenios del siglo
de Economía, Industria y Competitividad en el ámbito del Programa Es- XX no tardó en cristalizarse y, veintiún años después, volvieron a emerger
tatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia. las mismas caras representadas en la alfombra teselar…”.

ISSN: 1133-2166
234 LA VILLA ROMANA DE NOHEDA (VILLAR DE DOMINGO GARCÍA, CUENCA): ¿RETIRO Y RECOGIMIENTO DE UN GENERAL?

dependencias (Valero, 2015a: 133). Fue a partir de


2008 cuando los estudios arqueológicos comenzaron
a tener en cuenta la totalidad del conjunto arqueoló-
gico, llevando a cabo actuaciones relacionadas con la
Arqueología del Paisaje. Recientemente, la puesta en
valor de los restos y la apertura al público de la gran
Sala Triabsidiada, interpretada como un triclinium
(Valero, 2014a: 522) y que alberga los mosaicos, han
vuelto a poner los restos de Noheda a la cabeza de los
hallazgos arqueológicos nacionales (Fig. 2).
En la actualidad siguen siendo pocos los datos
que podemos manejar referentes a la villa, ya que
desconocemos la forma, las dimensiones, la com-
partimentación y la distribución de todo el estableci-
miento. Hasta ahora ha sido posible documentar una
serie de restos estructurales que no llegan a aclarar
aspectos como, por ejemplo, el tamaño de la villa ni
su estructuración espacial. Sin embargo, entre los es-
pacios documentados encontramos algunas estructu-
ras pertenecientes tanto a la pars rustica como a la
pars urbana. En esta última ha sido posible identificar
dos espacios: el balneum, ubicado en el Sector B y el
triclinium ubicado en el Sector A (Fig. 2). Es en este
triclinium de 290 m2 donde apareció el espectacular
mosaico que ha sido objeto de nuestro análisis (Fig.
3). Este pavimento musivo está compuesto por varias
escenas de compleja constitución (Figs. 4 y 5) entre
las cuales uno de los más significativos e intrigantes
es el denominado por Valero (2015a: 303-351) como
Panel Figurativo A, cuya composición y contenido re-
visamos en este trabajo.

II. ANÁLISIS FIGURATIVO DEL PANEL FIGURATIVO


A: EL MITO DE PÉLOPS Y ENÓMAO Figura 3: Sala Triabsidiada, posible triclinium: A.- planta y dimen-
siones; B.- distribución de paneles musivos en la sala y aledaños. En
la zona lateral izquierda del Panel Figurativo A, situada en el área
Pasamos ahora a centrarnos en el examen del pa- de acceso a la sala, se sitúa la escena cuya interpretación se revisa
nel del mosaico triclinal, concretamente del conjun- en este trabajo (según Moreno, 2018: fig. 13; Valero, 2016: 127,
to figurativo ubicado en su parte izquierda. Tanto el fig. 1).

diseño como la factura evidencian una gran pericia


artística del artesanado encargado de su realización,
que no escatimó tampoco a la hora de dotar al panel
de un claro simbolismo iconográfico.
Este conjunto figurativo presenta 2,19 m de altu-
ra, sin incluir las cabezas cortadas, por una anchura
máxima de 1,65 m (Valero, 2015a: 303). La escena
está compuesta por dos figuras femeninas y cuatro
masculinas que configuran un bloque cerrado. Es po-
sible distinguir un personaje principal en el conjunto;
una figura que asume el papel central y dominante en
la escena y que tiende su mano a un joven vestido a
la moda oriental. Por encima de ellos se ubica, en el
ángulo nordeste del conjunto, un grupo de tres ca-
bezas cortadas de 0,61 m de altura sujetas por unos
ganchos de las que brotan copiosos chorros de san-
gre (Valero, 2015a: 303). Este bloque compacto de
Figura 2: Plano del sector residencial excavado de la villa conquense figuras, en el que todas ellas mantienen una relación
(según Moreno, 2018: fig. 1). aparentemente cercana y familiar, ha sido interpreta-
Alejandro ANTOLÍN ABAD y Cruces BLÁZQUEZ CERRATO 235

Figura 4. Panel Figurativo A situado en el acceso al triclinium de la villa de Noheda; en el dibujo inferior están numerados los personajes para
detallar la identificación (según Valero, 2016: 131 y 132, figs. 3 y 4).

do como parte del mito de Pélops, hijo de la pléyade figura principal de la escena5. En la actualidad está
Dione y de Tántalo, rey del monte Sípilo. Sin embargo, incompleta, ya que presenta deterioros en algunas
a continuación, ofrecemos una revisión iconográfica, zonas, pero sigue siendo visible en gran medida (Fig.
que podría revelarnos una narrativa diferente (Fig. 5). 6A). Se trata de un individuo masculino adulto que
se representa barbado, cuyo cabello, tocado con una
II.1. Descripción figurativa4 diadema de tonos blanquecinos, está realizado con
teselas de tonos castaños6. Aparece sentado en un
II.1.1. Enómao trono dorado y su postura sedente no es frontal, sino
que se encuentra girado hacia la derecha para, apa-
En la zona central del panel, y en un primer plano
respecto al resto, se encuentra la que parece ser la
5. Tiene unas dimensiones de 1,82 m de altura desde los pies a la cabeza y
0,44 m de anchura entre hombros que ha sido denominada por Valero
4. Para esta revisión hemos utilizado el minucioso trabajo de M. A. Valero “Figura Masculina I” (Valero, 2015a: 311).
(2015a), del que también proceden las espléndidas ilustraciones elabo- 6. Para esta descripción y las siguientes se sigue, en gran medida, la propor-
radas por J. Latova que hemos usado para ilustrar nuestra publicación, cionada por Valero (2016) cuyos datos, sumamente detallados, hemos
según consta en los correspondientes pies de las figuras. recopilado y comprobado.
236 LA VILLA ROMANA DE NOHEDA (VILLAR DE DOMINGO GARCÍA, CUENCA): ¿RETIRO Y RECOGIMIENTO DE UN GENERAL?

Figura 5: Detalle del grupo que se revisa en este trabajo y que está
situado en el lateral izquierdo del Panel Figurativo A; las líneas mar-
can los diferentes planos de representación (según Valero, 2015:
308, fig. 189, modificado).

rentemente, mirar con gesto serio al personaje que se


encuentra situado de pie frente a él.
Viste paludamentum de color granate vinoso, pro-
bablemente sujeto por una fíbula en su hombro de-
recho, aunque es precisamente esta zona una de las
afectadas por los deterioros antes señalados. Además,
bajo esta prenda porta una túnica blanca decorada
con bordados en tonos amarillos en hombro, tórax y
muñeca (Valero, 2015a: 311). Es bajo el paludamen-
tum donde se puede apreciar cómo este personaje
semioculta, con cierto recelo, un objeto que sujeta
con su mano izquierda, una pequeña capsa blanca
atada con tiras de color rojizo y cuya tapadera, en
tonos amarillos, aparece claramente cerrada, proba-
blemente conteniendo un volumen. En la parte infe-
rior la figura calza carbatinae de tonos ámbar (Valero,
2015a: 312). Sus pies descansan sobre un reposapiés
de tonos ocres situado bajo el trono y decorado con
motivos cuadrados realizados con teselas de tonos ro-
jizos. El cabello y la barba están representados con te-
selas anaranjadas y rojas, junto a otras negras usadas Figura 6: A.- Detalle del personaje central del grupo de Noheda
(según Valero, 2015: 311, fig. 194); B.- mosaico con temática si-
para definir las formas y conceder volumen (Valero, milar en el Museo de Damasco (según https://www.akg-images.de/
2016: 135). Tanto el cabello como la barba caen de archive/-2UMDHUUUN8JB.html; consulta: 12 / IX / 2020).
forma lacia sobre la faz del personaje, proporcionan-
do al conjunto del rostro cierta sensación de armonía
y serenidad. identificado como una posible representación de Hi-
podamía7. La figura, con unas dimensiones de 2,03 m
II.1.2. Hipodamía de altura x 0,30 de anchura máxima (Valero, 2015a:
308), se encuentra de pie y dispuesta ladeada hacia
A la izquierda del grupo y, a su vez, de la totali-
dad de la escena se sitúa un personaje que ha sido 7. Valero (2016: 134) la denomina “Figura Femenina I”.
Alejandro ANTOLÍN ABAD y Cruces BLÁZQUEZ CERRATO 237

Figura 9. Figura juvenil situada tras el personaje entronizado (según


Valero, 2015: 314, fig. 197).

Figura 7: Personaje femenino situado en el margen izquierdo del


Panel figurativo A (según Valero, 2015: 309, fig. 191).

B
Figura 10: A.- Figura masculina situada a la derecha de persona-
je entronizado (según Valero, 2105: 315, fig. 199); B.- solidus de
Figura 8. Otra figura femenina situada a la izquierda del personaje Honorio (según http://www.wildwinds.com/coins/ric/honorius/RI-
entronizado (según Valero, 2015: 309, fig. 191). C_1352.2.jpg; consulta: 12 / XII / 2019).
238 LA VILLA ROMANA DE NOHEDA (VILLAR DE DOMINGO GARCÍA, CUENCA): ¿RETIRO Y RECOGIMIENTO DE UN GENERAL?

el margen derecho del trono (Fig. 7), pareciendo así II.1.4. Disponteo / Leucipo
ubicarse en un plano secundario tras el individuo en-
tronizado. Además, su mano derecha reposa suave- También ubicado tras la figura entronizada, en
mente sobre el respaldo al mismo tiempo que cruza un segundo plano respecto a la narrativa principal
sutilmente su pierna izquierda sobre la diestra (Valero, de la composición, encontramos siguiendo el sentido
2015a: 308). Viste una stola de color blanquecino con horario un nuevo personaje masculino10. Debido su
adorno en las mangas, realizados en tonos báquicos localización solo es posible apreciar parcialmente la
y negros, distribuidos alternadamente (Valero, 2016: figura, pero se observa que está representada de pie
133). Además, en su parte inferior luce, desde las rodi- en posición frontal (Fig. 9). Además, su cabeza está
llas hasta el extremo final de su vestimenta, una franja ligeramente girada a la derecha buscando la mirada
amarilla plegada y ornamentada con una nueva tira del personaje colocado frente a la figura entronizada.
horizontal de análogas características a las empleadas Valero (2016: 137) le identifica con uno de los hijos
en la parte superior. Las vestiduras de la figura están de Enomao y Estérope, Disponteo o bien Leucipo. Se
rematadas por una palla de tonos ambarinos que tie- trata de un individuo masculino, juvenil e imberbe,
ne una orla a juego con la stola (Valero, 2016: 133). vestido con una túnica de tonos verdosos cubierta por
El peinado de esta figura femenina está represen- un paludamentum que deja al descubierto su hombro
tado con teselas de tonos cálidos que se ven comple- izquierdo. Su cabello está representado mediante te-
mentadas con otras tiras rojas o negras que dibujan selas de colores crudos y amarillos que remiten a un
líneas que conforman las ondulaciones, la disposición pelo rubio (Valero, 2015a: 314).
y el volumen del cabello, mientras tres pequeños me-
chones de pelo caen sobre su frente. A su vez, la me- II.1.5. Mirtilo
lena se encuentra recogida en la parte superior de su
cabeza mediante un rodete, empleando para ello una En el lateral derecho del conjunto se halla una
trenza. La ornamentación y los atributos con los que nueva representación de un individuo masculino de
se representa a esta mujer están compuestos por di- aspecto juvenil11 que, siguiendo el patrón anterior,
versas joyas indicadoras de su elevada posición social; parece ocupar un lugar secundario respecto a la se-
en concreto porta unos pendientes y una gargantilla8. cuencia narrativa del conjunto. En este sentido, se
encuentra erguida en posición frontal con la cabe-
II.1.3. Estérope za girada hacia la izquierda provocando así un con-
tacto visual con el personaje principal. Según Valero
Siguiendo el sentido de las agujas del reloj, aneja (2016: 137) se trataría de Mirtilo, auriga de Enómao
a la figura antes descrita se sitúa otra representación (Fig. 10). En la indumentaria del personaje destaca
femenina más9, también ubicada en un plano secun- que está ataviado con una túnica blanca sobre la cual
dario respecto a la secuencia narrativa. En este caso porta un peto sin mangas (Valero, 2015a: 315). Este
la mujer está representada de pie tras el trono, en tipo de prenda puede ser interpretado como un to-
posición frontal con la cabeza girada y levemente in- racomachus o subarmalis cuya finalidad era cubrir al
clinada hacia la izquierda (Fig. 8). De hecho, parece individuo de las rozaduras provocadas por una arma-
que observa a la anterior, por lo que ha sido identifi- dura. Incluso podemos apreciar un posible pteruges
cada por Valero (2016: 134) como Estérope, mujer de en su parte inferior. Este tipo de vestimenta quizás
Enómao y madre de Hipodamía. pudiera relacionar al individuo que la porta con acti-
Su atuendo es similar al de la figura anterior, por- vidades castrenses, ya que es relativamente común la
tando palla que, en este caso, es de color rojizo. So- representación de individuos pertenecientes al ejérci-
bre ella, en la zona inferior del cuello presenta una to de esta manera durante la etapa en la que se fecha
gargantilla formada por una hilada de teselas verdes este mosaico.
ribeteadas en tonos ocres que, a su vez, está bordea-
da por otra hilera de teselas que simulan posibles per- II.1.6. Cabezas cortadas
las (Valero, 2016: 134). También su peinado presenta
unas características análogas al descrito para el per- En el ángulo superior izquierdo de la escena se ha-
sonaje anterior. De forma similar, porta unos pendien- lla una tabula ansata anepígrafa de la que cuelgan
tes dorados que resultan reveladores de su posición tres cabezas amputadas sujetas por sendos ganchos
social. (Fig. 11). De ellas parece manar chorros de sangre a
borbotones. El hecho de recalcar explícitamente el
acto violento puede ser un indicativo reflejo de la ex-
trema violencia subyacente en la narrativa del panel.
8. En gran medida esta descripción sigue la proporcionada por Valero
(2016: 133) cuyos datos, sumamente minuciosos, hemos recopilado y Los miembros amputados parecen corresponder a
comprobado. Valero (2015a: 134) denomina a este personaje “Figura
Femenina II”.
9. Tiene con unas dimensiones de 0,51m de altura x 0,32 m de anchura 10. Valero (2015a: 137) la denomina “Figura Masculina II”.
(Valero, 2016: 134). 11. Valero la denomina “Figura Masculina III”.
Alejandro ANTOLÍN ABAD y Cruces BLÁZQUEZ CERRATO 239

dos individuos jóvenes, los ubicados en los extremos, ñuelo visual en la representación; es decir, estaríamos
y a un adulto, el ubicado en su parte central. Esta re- ante el camuflaje de un hecho histórico real bajo la
presentación ha sido asociada con los pretendientes escenificación de un mito clásico. Esa es la razón por
de Hipodamía asesinados (Valero, 2015a: 318); sin la que la figura de Pélops está integrada en la mis-
embargo, creemos que no podemos pasar por alto ma escena pero a diferente altura. A nuestro juicio,
la discordancia existente en la cifra de las cabezas, este personaje aparece junto al resto de personajes
ya que, según el mito, serían trece y no los tres in- precisamente para desviar la atención de la secuen-
dividuos aquí representados. También consideramos cia narrativa principal, la protagonizada por las otras
significativa la ausencia de una de inscripción en la cinco figuras, haciendo más difícil la comprensión del
tabula que pudiera remitir a esa temática, como ex- auténtico mensaje en el que profundizamos a conti-
plicaremos más adelante. nuación.

III. REINTERPRETACIÓN DEL CONJUNTO


REPRESENTADO EN EL PANEL FIGURATIVO A

Una primera revisión del panel del mosaico que


pavimenta la Sala Triabsidiada, identificada como el
triclinium de la gran villa conquense, permite observar
que la escena representada pudiera corresponderse a
la audiencia concedida por Enómao a Pélops (Valero,
2015a: 319); sin embargo, un análisis a fondo revela
la presencia de una serie de detalles que no concuer-
dan con el mito original (Figs. 4 y 5). En ese sentido,
a pesar de tener conciencia de las mutaciones que los
relatos mitológicos han sufrido con el paso del tiem-
po, encontramos un sector de este mosaico donde las
discordancias merecen ser reconsideradas detenida-
mente. Por este motivo, para este apartado de nues-
Figura 11: Grupo de cabezas cortadas situadas en el ángulo su-
perior derecho de la escena examinada (según Valero, 2015: 318,
tro trabajo nos centraremos en el grupo establecido
fig. 203). en torno a la figura masculina entronizada.
Según el relato oriental Enómao era el rey de Pisa
en Élide; sin embargo, la figura que supuestamente
II.1.7. Pélops aquí le representa carece de indicios que lo identifi-
quen como una imagen regia. Por el contrario, no
Finalmente contamos con una figura masculina porta corona sino una diadema rodeando su cabeza
más, aunque ésta, a nuestro juicio, no se encuentra configurada por teselas albinas. Es cierto que habría
en relación directa con el grupo de personajes sobre que tener en cuenta que las imágenes imperiales del
los que recae la acción. Este personaje, cuya imagen siglo IV, tanto en relieves, como en estatuas de bul-
se reitera en las distintas escenas que configuran el to redondo o incluso en las emisiones numismáticas
pavimento musivo de la gran sala de Noheda, presen- también presentan sus cabezas diademadas con per-
ta una indumentaria de claro aspecto oriental (Fig. 5) las; sin embargo, ni esta figura masculina ni las dos
y no se encuentra en el mismo plano representativo femeninas que la acompañan, y que teóricamente
que el resto, por lo que creemos que no debe ser con- también pertenecerían a la realeza, portan ningún
siderada como parte de la secuencia narrativa aquí tipo de signo indicativo de esa condición regia.
examinada. Respecto a la vestimenta también conviene señalar
Para una mejor comprensión de la representa- que el paludamentum que lleva el personaje central
ción espacial, hemos señalado con diferentes grafías se corresponde más con la de individuos pertenecien-
los planos de representación: con trazado continuo tes a la oficialidad del ejército que con la propia de las
se ha marcado la línea de apoyo de las figuras del figuras regias.
plano principal, mientras que con un trazado pun- Por otro lado, según la mitología griega Enómao
teado aparece el plano de representación espacial contaba con dos veloces yeguas; sin embargo, en el
de esta tercera figura masculina. Todo parece indicar mosaico de Noheda aparecen representados cuatro
que, este hecho podría ser un elemento diferenciador caballos. Este hecho ya ha sido observado por Vale-
dentro del Panel Figurativo A de Noheda del resto de ro (2015: 305) que lo justifica como una mutación
alusiones al relato mítico (Fig. 11). derivada de la fecha de fabricación del mosaico; no
Por tanto, la disposición de un elemento fuera de obstante, hemos comprobado que la cifra de caballos
plano puede ser indicativa de la existencia de un se- no varía en el mito con el paso de los siglos.
240 LA VILLA ROMANA DE NOHEDA (VILLAR DE DOMINGO GARCÍA, CUENCA): ¿RETIRO Y RECOGIMIENTO DE UN GENERAL?

En este sentido, también sabemos gracias al rela- cias15 que confirman que los jóvenes augustos serían
to mitológico que el rey Enómao abatía con su lanza títeres en manos de terceros, de origen bárbaro-ger-
a los pretendientes de su hija Hipodamía, cortándo- mánico en muchos casos, siendo estos últimos los
les más tarde la cabeza. Según las distintas versiones que realmente gobernarían (De Miguel, 2014: 107).
del mito, posteriormente las colgaba en la puerta o En la pars Orientalis parece que originariamente ese
en unas columnas de madera de su palacio. Fueron papel de tutelaje de Arcadio lo ejercía Rufino, un
numerosos los pretendientes muertos por la lanza de militar de origen galo que había ganado poder con
Enómao hasta la llegada de Pélops12; sin embargo, las tropas al servicio de Teodosio (De Miguel, 2014:
solo encontramos tres cabezas amputadas en la esce- 108). Paralelamente, en la pars Occidentalis del Impe-
na representada, una barbada y otras dos imberbes. rio fue Estilicón, un general de origen vándalo, quien
En este caso, dada la amplitud de la propia estancia afianzará su poder al desposar a su hija María con el
la ausencia del resto de cabezas no puede justificarse emperador Honorio. Este bárbaro controló el Imperio
ni por una falta de presupuesto ni por una supuesta de Occidente durante la minoría de edad de Honorio,
carencia de espacio13. A lo largo del panel aprecia- convertido en su preceptor y comandante supremo.
mos como tanto el volumen como la calidad del pa- La rivalidad entre Rufino y Estilicón por expandir su
vimento musivo de la estancia evidencian la notable hegemonía en la zona contraria estalló pronto.
solvencia económica del dominus. De hecho, en toda A todas las tensiones y las difíciles relaciones de
la composición es posible observar que el musivario alianza y rivalidad, se suma la entrada en escena en
juega constantemente con el escorzo figurativo com- este momento de los godos, quienes liderados por
binando diversos tamaños y perspectivas para las fi- Alarico penetrarán hasta la zona de Grecia (De Mi-
guras. Por ello, parece que habría sido perfectamente guel, 2014: 111). Rufino fue incapaz de solventar la
posible reducir el tamaño de las cabezas aludidas en situación, lo que fue aprovechado por Estilicón para
el relato original para encajarlas en la parte superior expulsar mediante la fuerza a los godos del Pelopo-
del panel. Esta situación permite suponer que la no neso. Esto generó una mala imagen pública de Rufi-
representación de todos pretendientes abatidos por no que, poco a poco, sumado a las intrigas palatinas
Enómao y aludidos en el mito en esta franja del panel generó un caldo de cultivo de conspiración, proba-
ha de responder a otra naturaleza. blemente instigada por Estilicón, mediante la que se
Ante estas discordancias entre el relato original y la eliminó a Rufino (Cameron, 1970: 63).
representación iconográfica en el mosaico de Noheda Tras su caída, Eutropio se apoderó de sus bienes,
hemos considerado adecuado buscar una lectura di- acaparando también para su persona el control de la
ferente para el Panel Figurativo A. Creemos que cabe fiscalidad16, algo que necesitaba para mantener su
la posibilidad de considerar que estamos ante una es- ejército y prácticamente el control de toda la corte
cena con un doble mensaje; es decir, podría tratarse (De Miguel, 2014: 112). Es en este punto, cuando
de una narración del mito de Pélops y Enómao que aparecieron las tensiones entre Estilicón y Eutropio.
paralelamente expone un suceso diferente. De ser así, En torno al año 395 d. C. fue cuando, a raíz de la
nos encontraríamos ante la ilustración de un hecho convulsa situación, se comenzó a apreciar la debilidad
histórico camuflado como una auténtica “intrusión” de los hijos de Teodosio, incapaces de gobernar autó-
en la escena mitológica. nomamente. Honorio pasó a ser un títere al servicio
de Estilicón, que en este momento controlaba real-
III.1. Los datos históricos mente la pars Occidentalis del Imperio. Cabe suponer
que esta inestabilidad vino acompañada de toda una
Tras la muerte de Teodosio, sus dos hijos, Arcadio serie de oleadas de conspiraciones e intrigas palacie-
y Honorio asumieron el poder14. Se trataba de una gas que trataron de poner en riesgo la hegemonía del
situación política particular y son muchas las eviden- bárbaro Estilicón.

12. Según Pausanias (Graec. Descript., VI, 21, 9-11) fueron: Eurímaco, Calco-
donte, Lasio, Tricólono, Alcátoo, hijo de Portaón, Mármax, Eurilíalo, Cró-
talo, Acrias, Cápeto, Licurgo, Priante, Pelagón, Eolio, Aristómaco, Cronio
y posiblemente Eritras, hijo de Leucón, y Eyoneo, hijo de Magnes. 15. Por ejemplo, el de Zósimo (Hist. Nova, V, 11, 1-2): “… Habiendo pasado
13. Los tres miembros amputados ocupan un espacio relativamente peque- el Imperio a manos de Arcadio y Honorio, nominalmente era como si és-
ño del panel resultando perfectamente posible haber representado el tos tuvieran el poder, pero la dirección del Imperio la ejercía en el Oriente
conjunto completo, de haberlo deseado así. Rufino, mientras que el Occidente se plegaba a los designios de Estilicón
14. Sobre la sucesión de este emperador, Procopio (De Bellis, I, 1, 2-3 y I, […] Los emperadores, sin percatarse en absoluto de lo que ocurría, se
2,1) comenta: “… A la muerte del emperador Teodosio, que había dado limitaban a promulgar cuanto disponían Rufino y Estilicón…”.
muestras excepcionales de justicia y de valentía, sus dos hijos se repartie- 16. El texto de Zósimo (Hist. Nova, V, 8, 1-2) ilustra bien la situación: “… A
ron su imperio: Arcadio, el primogénito, gobernó la parte oriental, mien- partir de entonces, la hostilidad deEutropio y Estilicón quedó al descu-
tras que la occidental quedó en manos de Honorio, el más joven. [1, 3]… bierto. Pero aún enemistados entre sí, se deleitaban en los daños que
La soberanía romana estuvo dividida así desde la muerte de Constantino infligían a sus gobernados con toda impunidad: el uno ya había casado
y de sus hijos: el emperador, al trasladar a Bizancio la autoridad imperial a su hija María con el emperador Honorio, el otro dominaba a Arcadio
y agrandar esta ciudad, había potenciado extraordinariamente su desa- como si de una res se tratase. Si alguno de los súbditos poseía cualquier
rrollo antes de autorizarla a tomar su nombre... [I, 2, 1] En la época en cosa digna de admiración, ésta pasaba a poder de uno de los dos, y todo
que Honorio gobernaba en occidente los bárbaros se adueñaron de su lo que fuese oro o plata iba aparar, de sus antiguos propietarios, a manos
territorio”… e ellos…”.
Alejandro ANTOLÍN ABAD y Cruces BLÁZQUEZ CERRATO 241

III.2. Prosopografía de los personajes históricos Por otro lado, hemos observado que la figura en-
tronizada de Noheda presenta numerosas similitudes
No son abundantes las escenas en las que en- con la representación del general Estilicón reflejada
contramos representaciones del rey Enómao en la en el díptico de marfil conservado en el tesoro de la
iconografía romana. Uno de los restos musivos más catedral italiana de Monza18. Esta talla, fechada entre
destacados que es el mosaico procedente de Shahba, finales del siglo IV e inicios del V, muestra, dentro de
en Siria, y actualmente depositado en el Museo de un marco arquitectónico, una figura masculina (Fig.
Damasco (Fig. 6B) que fue examinado hace ya años 12) que unánimemente ha sido identificada como el
por Balty (1989: 498). En una primera revisión y con- retrato de Estilicón19, quien aparece aquí como ma-
traste de ambos diseños, el de Noheda y el de Damas- gister militum, vestido con clámide y una túnica bor-
co, puede detectarse una serie de similitudes pero su dada.
observación, ya en profundidad, permite comprobar En la otra tablilla del díptico aparece, en un mar-
que la composición de las dos escenas es sustancial- co similar, una figura femenina acompañada de un
mente distinta. Destaca, en primer lugar, la notable niño (Fig. 12). Ambos han sido identificados como
diferencia en cuanto a la cantidad de personajes re- Flavia Serena20 y Euquerio, esposa e hijo de Estilicón
presentados en ambos mosaicos17. Pero éste no es el respectivamente. Ella viste una larga túnica, una dal-
principal aspecto a destacar ya que la representación mática carente de mangas y un manto. Además, en
del propio Enómao en el mosaico damasceno dista su mano izquierda porta un pañuelo y en la derecha
mucho de la plasmada en Noheda. Frente al suntuo- una flor. El niño, ataviado con paludamentum suje-
so trono sobre el que se ha representado a la figura to en el hombro mediante una fíbula, destaca por su
de Noheda, en el caso del mosaico de Damasco, ésta actitud seria y ceremonial, pese a su corta edad. Con
aparece representada sobre un asiento mucho más su mano derecha realiza un gesto oratorio y en la iz-
sencillo y humilde. Además, las vestiduras y atributos quierda sostiene el libro de protocolos, representado
que Enómao porta en este caso se corresponden mu- como tribunus et notarius.
cho más con el ámbito regio que los representados en A pesar de la estrecha vinculación familiar con la
el caso de Noheda. dinastía teodosiana de Serena y de Euquerio, a tra-
vés de su propia madre, la figura que ostenta una
posición dominante en el díptico de Monza es la de
Estilicón. Esta figura masculina se sitúa en la parte de-
recha de la pieza, una zona reservada habitualmente
al personaje o al tema principal representado.

III.3. Reconsideración del Panel Figurativo A de


Noheda

Ya hemos señalado que la figura principal de


esta escena, en torno a la cual se sitúa el resto de
los personajes, es la del adulto barbado (Fig. 6A) que
se presenta entronizado y ataviado con vestimentas
vinculadas al ámbito castrense. Como se ha observa-
do previamente, no porta ningún elemento propia-
mente relacionado con atribuciones monárquicas, lo
que permitiría descartar su carácter regio. Se presenta
cubierta casi totalmente por un paludamentum, de-
jando al descubierto el costado izquierdo, donde se
puede apreciar que en su mano izquierda sostiene

Figura 12: Díptico de marfil con las figuras de Estilicón en la tabla 18. El díptico se ha conservado al haber sido utilizado como elemento de
derecha y de Flavia Serena y Euquerio en la izquierda, del Tesoro del encuadernación de alguna obra litúrgica en la catedral italiana. Según un
Duomo de Monza (según https://upload.wikimedia.org/wikipedia/ inventario de los siglos IX-X y tradiciones locales, contenía en su interior
commons/8/8b/Stilico_diptych.jpg; consulta: 12 / XI / 2019). un breve texto en griego tomado de los evangelios o de la epístola pau-
lina, lo que revelaría un primitivo uso litúrgico en la zona grecoparlante
del Imperio Romano (Cracco, 2013: 58 nº 8).
19. La pieza, que se ha atribuido a un taller milanés, ha sido datada por unos
en 395 d.C., fecha en que Estilicón asumió el rango de magister militum
de la pars Occidentalis del Imperio y por otros en 400 d. C., cuando
obtuvo la condición de cónsul.
17. En el panel de Noheda aparece, en un mismo plano, un conjunto de 6 20. Serena era sobrina e hija adoptiva de Teodosio; el propio emperador,
figuras, cuatro masculinas y dos femeninas; sin embargo, en el mosaico antes de su muerte concertó el matrimonio con su magister militum. Al
de Damasco solamente aparecen 4 figuras diferentes y otra más que está año de la ejecución de su marido, acusada de conspiración, ella corrió la
duplicada. misma suerte.
242 LA VILLA ROMANA DE NOHEDA (VILLAR DE DOMINGO GARCÍA, CUENCA): ¿RETIRO Y RECOGIMIENTO DE UN GENERAL?

una capsa de color blanquecino. Valero (2015: 312) individuo joven del mosaico conquense23 guardan se-
insiste en su identificación con Enómao; sin embar- mejanza con los retratos de bulto redondo y con los
go, los detalles que hemos detectado generan una que aparecen en las monedas (Figs. 10a y b) acuña-
escena con una narrativa que parece contener un sutil das por el futuro emperador Honorio24. En el mosaico
mensaje. de Noheda esta figura parece mantener la mirada fija
Ya hemos señalado antes que la comparación de sobre la imagen de Estilicón (Fig. 8a). Este “desafío vi-
esta figura de Noheda con la del general Estilicón ta- sual” estaría reflejando la difícil relación entre ambos
llada en el díptico de Monza (Fig. 12) revela notables personajes. El general preceptor mantiene oculto a los
similitudes. Creemos que esa semejanza, tanto de sus ojos de Honorio el testamento de su padre y, debido
rasgos físicos como su vestimenta, parecen indicar a la temprana edad del futuro imperator, usurpa su
la posibilidad de que ambas imágenes representen cargo legítimo.
a la misma persona. De aceptarse nuestra propues- Respecto a las figuras femeninas situadas en el la-
ta cobrarían sentido algunos elementos y actitudes teral izquierdo del conjunto es posible observar tam-
presentes en la escena del mosaico hispano. Así, por bién la diferencia respecto a su edad25. Una situada
ejemplo, la figura entronizada de Noheda porta una justo detrás del personaje entronizado parece estar
capsa que podría contener el testamento fallido de casi “escondida”; esa colocación y actitud podrían
Teodosio y que el general custodia con cierto recelo. remarcar un concepto de inocencia y vulnerabilidad.
Si estamos en lo cierto, en este Panel Figurativo A, el Porta una serie de elementos que ponen de manifies-
primero que encontraría el visitante que accediese a to su pertenencia a la alta jerarquía social; sin embar-
la Sala Triabsidiada, una vez cruzado el umbral de la go, esta figura no aparece acompañada por ningún
puerta (Figs. 3B y 4), estaría representado, como in- distintivo regio, lo que indicaría que no se trata de
negable protagonista, un personaje que respondería una mujer miembro de la domus imperial. Creemos
a la doble lectura Enómao/Estilicón. Además, se trata que este personaje respondería a María, hija de Es-
de la banda a la que se ha concedido mayor tamaño tilicón y hermana de Euquerio. A su vez, ella resulta
dentro del pavimento musivo (Valero, 2015a: 307) lo ser observada atentamente por Honorio, de quien se
que induce a plantear que el general romano, respon- convierte en el 398 d. C. en su consorte26. Dado que
sable del gobierno del Imperio Occidental, pudo ser María fallece en el 407 d.C., si esta identificación es
también el dominus de esta residencia palaciega rural acertada podríamos acotar aún más la fecha de fabri-
en Hispania. cación del mosaico que, obligadamente, debería ser
Esta interpretación cobra credibilidad mediante el anterior a la fecha de su muerte.
examen detallado de las figuras, todas de marcado A continuación nos detendremos en una de las fi-
porte aristocrático, que acompañan en un plano se- guras femeninas que, situada tras el personaje entro-
cundario al personaje central de la escena. Se trata nizado, creemos que podría representar a Serena, la
de dos parejas, una masculina situada a la derecha y mujer de Estilicón y, a su vez, sobrina e hija adoptiva
otra femenina en la izquierda (Fig. 5) De ellas, la que de Teodosio (Williams & Friell, 1994: 42). La compa-
menos destaca en el conjunto es la imagen dispuesta ración, teniendo en cuenta los atributos físicos y es-
justamente tras la supuesta figura de Estilicón. Este téticos, de esta imagen con la presente en el díptico
desarrollo compositivo podría estar indicando una re- de Monza antes citado parece confirmar que ambas
lación filial respecto a la figura principal, ya que se figuras (Figs. 8 y 12) podrían representar a la misma
encuentra colocada en el mismo meridiano que ésta, persona. La figura femenina del mosaico de Nohe-
pero en lugar secundario, casi sin intervenir en la na- da27, con su cabeza ladeada, mantiene la mirada fija
rrativa del panel21. De nuevo, si se la compara con la en la joven vecina. Se trata de una mujer adulta cuya
representación infantil presente en el díptico de Mon- vestimenta es relativamente similar a la de la figura
za (Figs. 9 y 12), se observan similitudes, tanto en los femenina de Monza y porta elementos ornamenta-
rasgos faciales como en la vestimenta, entre ambos les que la vinculan con la alta sociedad romana. Sin
personajes. Por ello, consideramos que cabe la posi- embargo, no muestra ningún tipo de distintivo que la
bilidad de que sea una representación de Euquerio, el relacione de forma directa con el mito griego.
descendiente de Estilicón.
Cerca del anterior, y también en posición secun-
23. Valero (2015a: 315) le denomina “Figura Masculina III” y lo identifica
daria, se sitúa una tercera figura masculina que pre- con Mirtilo; cf. supra apartado II. 1.5.
senta rasgos más juveniles22 y porta elementos de la 24. La misma apariencia con la que es plasmado en el mosaico puede obser-
indumentaria militar. Los mismos rasgos faciales del varse en las emisiones de Aquileia de los años 395-402 d. C. (RIC X, nº
1357), en las de Antiochia de los años 395-401 d.C. (RIC X, nº 72) o en
el as de Roma de los años 401-408 d. C. (RIC X, nº 1280).
25. Se trata de la que Valero (2015a: 134) denomina “Figura Femenina I”
21. Se trata de la que Valero denomina “Figura Masculina II” y la identifica (Valero, 2015a: 308); cf. supra apartado II. 1.1.
con Disponteo o Leucipo, es decir, con uno de los hijos de Enómao; cf. 26. Detalles sobre este matrimonio los proporciona el poeta Claudiano en su
supra apartado II.1.4. Epithalamium de nuptiis Honorii Augusti (Frings, 1985).
22. Honorio, era cinco años mayor que Euquerio; por ello, su semblante pre- 27. Nos referimos a la que Valero (2016: 134) denomina “Figura Femenina
sentaría una apariencia más adulta que la de la figura vecina. II” identificándola como Estérope; cf. supra.
Alejandro ANTOLÍN ABAD y Cruces BLÁZQUEZ CERRATO 243

Finalmente, nos referimos al grupo de cabezas cor- En primer lugar, referimos la interesante información
tadas situadas en la zona superior derecha del panel proporcionada por Claudiano30 con ocasión de su
de las que manan chorros de sangre. Según Valero consulado en 400 d. C., según la cual Minerva otorga
(2016: 139) esa composición se trata de una repre- ex profeso un manto a Estilicón. Este suceso, aunque
sentación simbólica de la suerte corrida por algunos probablemente narrado de forma desproporcionada,
pretendientes de Hipodamía. Sin embargo, ya hemos permite apreciar una clara muestra de búsqueda de
señalado previamente que, según el relato mitológi- una paralelización con la figura imperial y su evidente
co, la cifra de los individuos asesinados por Enómao ambición dinástica. En esta prenda aparecería repre-
fue muy superior. De lo que no cabe duda es de que sentado, según el relato poético, el parto de su hija
este tipo de representaciones conmemoran un triun- María, casada en 398 d. C. con su primo el empera-
fo violento lo suficientemente importante para que el dor Honorio, y profetizando que su nieto guiaría el
vencedor lo considere digno de representación. Sin mundo ya que su abuelo materno, Estilicón, le ense-
embargo, las escenas de cabezas cortadas siempre se ñaría a hacerlo; también aparecería la princesa Gala
han utilizado como trofeos, es decir como verdaderos Placidia, hija de Teodosio que se ve casada con Euque-
símbolos del poder28. En nuestra opinión, las cabezas rio aunque esta unión nunca llegó a celebrarse ya que
colocadas en los extremos de la tabula ansata pueden ésta se unirá en matrimonio con el bárbaro Ataúlfo
constituir una alegoría de la victoria lograda por Estili- (Uscatescu, 2015: 34).
cón en la Guerra Gótica, es decir, de su triunfo en 395- La alusión a algunos temas mitológicos, como el
398 d. C. sobre la rebelión de Gildo, quien finalmente de Pélops y Enómao, responde al deseo de conseguir
fue ajusticiado en el 398 d. C. (Bury, 1923: 122). De una “remasterización” romana de los relatos clásicos
ser así, la cabeza de Gildo podría ser la representada helenos en el nuevo contexto debido a la situación
en el centro del conjunto figurativo. La ausencia de un existente (Neira, 2009: 35). Esta remasterización, tal y
texto escrito en la tabula quizás se deba a que su pro- como observa Neira (2009: 44) conlleva una finalidad
pia naturaleza bastaría para la comprensión del men- ideológica que parece concentrarse en la defensa a
saje entre los contemporáneos. De hecho, la presencia ultranza de los pilares sobre los que se había venido
de una tabula ansata anepígrafa en este tipo de repre- asentando el orden establecido, inserto y anclado en
sentaciones podría aludir directamente a la damnatio el marco conceptual de una tradición, un legado, un
memoriae aplicada a los individuos que sufrieron el patrimonio. Este hecho llama la atención si tenemos
castigo. En este sentido, debemos recalcar el mensa- en cuenta el contexto histórico en el que se diseñan y
je subyacente en el panel. De ser correcta esta nueva elaboran los mosaicos de Noheda, cuando el Cristia-
interpretación, la representación de las cabezas de los nismo ya afianzado parecía acabar con las tradiciones
rebeldes aludidos contendría una gran carga simbóli- paganas. Por este mismo motivo, Estilicón, necesitaría
ca para sus contemporáneos, al margen de constituir autorrepresentarse de una forma mucho más “a la ro-
un claro mensaje de advertencia para los enemigos de mana”, obligado por su origen bárbaro a justificarse
Estilicón29. de esta manera si deseaba acceder al poder. El mito
de Pélops y Enómao resultaría uno de los mitos más
IV. ¿UNA VILLA RESIDENCIAL PARA ESTILICÓN EN indicados para justificar su “romanización” y reprodu-
HISPANIA INTERIOR? cir la situación del momento.

En este apartado del trabajo expondremos otras IV.2. Un refugio para el general
argumentaciones para tratar de consolidar nuestra
hipótesis de identificación de los personajes represen- En este sentido, no es descabellado tampoco su-
tados en el Panel Figurativo A. poner que ante la sensación de inestabilidad y riesgo
constante el general vándalo decidiera construir una
IV.1. La inclusión del retrato del dominus en la nueva residencia estacional que resultara segura ante
escena musivaria los ataques de sus enemigos, un lugar donde mante-
ner aislados y a salvo a sus familiares en Hispania, en
No ha de resultarnos extraño que el general ván- la provincia Carthaginensis.
dalo decidiera autorrepresentarse de forma épica en La elección de esta provincia como lugar de resi-
su residencia, ya que no es la única situación en la dencia, al menos estacional, no es baladí, ya que las
que Estilicón juega con dobles sentidos mitológicos. favorables condiciones climáticas y la orografía permi-
ten un abastecimiento constante de las necesidades
de una residencia de estas características. Además,
28. Sobre este tema versa la reciente exposición Cabezas cortadas. Símbolo sabemos gracias los textos clásicos que, en ese mo-
del poder que ha recorrido los museos españoles ilustrando numerosos e
interesantes ejemplos de diferentes etapas históricas. mento, la familia imperial estaba estrechamente rela-
29. Es posible que la aparición de estos elementos en el interior de la vivien-
da funcionase como un recordatorio tanto para el propio dominus como
para los visitantes de la residencia. 30. Poemas II, 340-360, datos comentados por Uscatescu (2015: 34).
244 LA VILLA ROMANA DE NOHEDA (VILLAR DE DOMINGO GARCÍA, CUENCA): ¿RETIRO Y RECOGIMIENTO DE UN GENERAL?

Figura 13: Grupo de la Villa de Casale en Piazza Armerina, Sicilia (según https://twitter.com/historyjouney/status/975744448767373312;
consulta: 12 / IX / 2020).

cionada con esta región del limes Occidentalis. Nueva- porticado de 4300 m2, que delimitaba un monumen-
mente la obra de Claudiano informa de que el general tal estanque central con una pérgola o isleta octo-
vándalo tenía una buena relación con las provincias gonal en su interior (Pérez González, 2018: 104). En
hispanas a raíz de la unión entre María y Honorio31. cuanto a su cronología, tanto el estudio de su técnica
En este sentido, cabe recordar que, según Zósi- edilicia, como la planta y la propia arquitectura apor-
mo, la ciudad de Cauca habría sido patria Theodosii tan una cronología centrada en la segunda mitad del
Magni32, es decir, el lugar donde pudo haber nacido siglo IV d. C., con un momento de máximo esplendor
el emperador en el 346 d. C. (Santos Yanguas 1997: entre 340 y 380 d. C., según los restos numismáticos.
233). Además, incluso cabe la posibilidad de que la Además, en esta villa se ha documentado la presen-
villa existente en dicho enclave respondiera a una cia de ricos materiales provenientes de los confines
de las residencias del emperador en momentos más del imperio. De todos ellos destaca el mármol que es
avanzados de su vida. La posible residencia imperial, empleado abundantemente, al menos en el patio y las
se encuentra en las proximidades del núcleo urbano estancias más representativas, dispuesto en forma de
de Cauca, por lo que podríamos hablar de una villa opera sectilia en paredes y pavimentos, pero también
suburbana, un complejo de gran extensión y ostenta- usado en elementos exentos como basas, capiteles,
ción estructurado en torno a un peristilo rectangular semicolumnas, celosías y barandillas. La notable va-
riedad de los tipos marmóreos, según su procedencia,
aparece vinculada, en ocasiones, a la explotación de
31. En sus Laudes Stilichonis (II, 230 y 235) afirma “…Entonces Hispania,
coronada su cabellera con la glauca fronda de 230 Minerva, y con un
canteras imperiales, especialmente de las orientales.
vestido radiante entretejido con oro del Tajo 15, profiere la primera tales Entre los materiales marmóreos de origen hispano
palabras: Siempre me concedió Estilicón todo lo que le pedí y sólo a sí usados están los de Estremoz, Macael y Almadén.
mismo se negó los honores. Pudo despreciar las fasces de manos de su
augusto suegro; ya se las rehúsa también a su yerno. Si como guía no Por otro lado, el hallazgo de teselas de pasta vítrea
las acepta del orbe que gobierna, acepte 235 las al menos de la corte son indicativas de la presencia de mosaicos ubicados
como allegado. ¿Considera él poco importante el hecho de que, habien-
do abrazado a la descendencia ibera, sostiene a mis nietos 16 en su firme en paredes o bóvedas; también el nácar desempeñó
poder, de tal modo que la púrpura ennoblece a su paterno Betis? ¿Con- un papel relevante como elemento decorativo en los
sidera de poco valor el hacer fecundo al imperio con el hermoso retoño
de María, el hecho de que va a ser abuelo de los soberanos 17?”.
revestimientos parietales de la villa segoviana (Pérez
32. Información proporcionada por Zósimo (Hist. Nova, 4, 24). González y Arribas, 2018: 104).
Alejandro ANTOLÍN ABAD y Cruces BLÁZQUEZ CERRATO 245

También hay una gran variedad entre los mármo- IV.4. Localización y escenario geográfico
les localizados en el balneum de Noheda33. Al com-
parar estos materiales con los recuperados en la vi- No sorprende la aparición de villas de similar na-
lla caucense hemos observado que siete de ellos son turaleza en lugares relativamente próximos y con
coincidentes; al marmor de canteras locales, como el características similares (Fig. 1). En este sentido, hay
de Estremoz, se unen otros muy particulares como el que tener en cuenta que la villa de Noheda está ubi-
lunense, de Carrara; el pavonazzetto, de Turquía; el cada a una distancia de 222 km en línea recta de la
porfido rosso, de Egipto; el giallo antico, de Túnez y cercana a Cauca, en un enclave privilegiado, dada la
el portasanta o el rosso antico, ambos de procedencia situación política y social del momento. También des-
griega. Creemos que la coincidencia de todos estos taca el hecho de que ambos complejos residenciales
tipos de mármol en las dos villas podría ser un indi- están localizados en un mismo marco administrativo,
cativo de la relación existente entre los habitantes de la provincia Carthaginensis.
estas dos residencias palaciegas, al margen de eviden- Durante el siglo IV, mientras se agudizaba la fal-
ciar su opulencia mediante la aparición de materiales ta de sincronía entre las diferentes zonas del mundo
provenientes de canteras imperiales muy alejadas del antiguo, la península ibérica comienza a sentir su ais-
lugar de uso. lamiento (Alonso, 1990: 8). Por este motivo, la ubica-
ción de un establecimiento con carácter de “residen-
IV.3. Material numismático en Noheda cia imperial” en esta zona resulta más que idónea, ya
que en esta parte de la Carthaginensis los convulsos
Entre los abundantes restos exhumados las mone- coletazos de la política occidental no sacudirían en
das tienen una posición destacada. La mayoría, con- exceso el devenir de la población hispana. Este encla-
cretamente el 57,15% corresponde a emisiones del ve en los fines Occidentales del Imperio pudo ser un
siglo IV a. C.; el 28,57 % son acuñaciones del siglo III paraíso de relativa tranquilidad para quienes, como
y finalmente el 14,28% son del siglo II d. C. (Valero, Estilicón, desempeñaban papeles cruciales en ese mo-
2015a: 250-255). A partir de la datación del material mento.
numismático se puede situar el inicio de la fase de Además, la villa se encuentra a unos 180 km en
desarrollo monumental de la villa a mediados del si- línea recta de Saguntum, localización que favorecería,
glo IV, continuando esta etapa hasta bien entrado el de ser necesaria, una salida hacia el mar relativamente
V, aunque también después continuará ocupada de fácil y rápida (Fig. 1). El desnivel entre el área central
forma residual (Valero, 2015a: 256). meseteña y la zona costera permitiría una veloz eva-
La moneda más reciente es un AE2 de Teodosio I cuación en caso de que la situación lo requiriese, a la
de la ceca de Antiochia (RIC IX, 68a) datado en 392- vez que favorecería una relativa buena comunicación
395 d. C. Es cierto que ésta es la única que se ajusta con el resto de las zonas del Imperio35.
a la cronología de Estilicón pero no podemos olvidar
que el numerario del siglo IV está representado fun- V. VALORACIONES FINALES
damentalmente por emisiones de la familia constan-
tiniana posteriores a la reducción ponderal del 330 El emperador Teodosio murió a los cuarenta y ocho
d. C. Son ejemplares que se utilizaron frecuentemen- años de edad en el 385 d. C., dejando como herede-
te no sólo durante ese siglo, sino también estuvie- ros a sus dos hijos, Arcadio y Honorio. A ellos, se les
ron en uso en el siguiente, lo que permite ampliar brindaba el mermado poder del Imperio otorgándoles
su horizonte cronológico de circulación. Además, las sendas partes imperiales una vez que fueran adultos
pruebas de 14C realizadas indican que en la primera y, hasta entonces, la regencia la ostentaría Estilicón. Es
mitad del siglo V d. C. se desarrolló la fase de máximo en esta fecha cuando la villa de Noheda parece haber
esplendor de la villa34. Por tanto, los datos cronológi- experimentado el inicio de su proceso de monumen-
cos disponibles indican una actividad antrópica clara talización. Creemos que esta coincidencia pudo estar
entre el 385 d. C. y el primer cuarto del siglo V d. C. supeditada a la propia idiosincrasia de sus habitan-
que se correspondería con su monumentalización y tes que, como los restos marmóreos, la ubicación y
también con la cronología estiliconiana. demás características de la villa revelan, debieron es-
tar íntimamente relacionados con la familia imperial.
También las gigantescas dimensiones de la zona resi-
33. Se ha constatado la utilización de marmor lucucellum; marmor lunen- dencial hacen suponer que sus moradores pudieron
se; bardiglio de Carrara; breccia de Sciro gris; breccia de Sciro; cipollino
marino; breccia coralina; breccia rossa con estilolitos; cipollino; cipollino
incluso formar parte de la misma domus imperial.
marino gris; brocatello de Tortosa; Chemtou giallo brecciato; Chemtou Por tanto, de ser correcta nuestra interpretación
rosso brecciato; Estremoz; Estremoz blanco con venas rosáceas; Estre- de los datos histórico-arqueológicos aquí expuestos,
moz gris veteado; greco scrito; giallo antico; pavonazzetto; porfido ros-
so; porfido verde; porfido nero; portasanta; rosso antico; rosso brecciato;
verde antico y mármol de Taxos (Valero, 2015a: 684).
34. La segunda de las pruebas de 14C se ha realizado sobre la UE 18 de la 35. Este mismo desnivel podía ser aprovechado para desplazarse hacia el
Cata 16; este análisis determinó una datación entre 385 y 475 d. C. interior peninsular con una cierta ventaja en caso de sufrir algún tipo de
(Valero, 2015a: 254-256). amenaza desde la costa.
246 LA VILLA ROMANA DE NOHEDA (VILLAR DE DOMINGO GARCÍA, CUENCA): ¿RETIRO Y RECOGIMIENTO DE UN GENERAL?

podemos ubicar cronológicamente la elaboración de buen ejemplo está en la villa romana de Salar en Loja,
los mosaicos en algún momento entre los años 398 y Granada, donde recientes intervenciones arqueológi-
408 d. C., cronología plenamente coincidente con los cas han sacado a la luz parte de un pavimento musivo
resultados derivados de las pruebas de 14C. También donde el propietario de esta vivienda se presenta a
los materiales cerámicos y numismáticos aparecidos manera del héroe griego Meleagro enfrentándose al
en la villa atestiguan una fuerte actividad antrópica en jabalí de Calidón (Jiménez García, 2018). De esta ma-
la villa de Noheda durante dichos años, coincidiendo nera se mostraba al dominus ostentando la valentía,
con su fase de monumentalización (Valero, 2015a: el coraje y la dignidad, es decir, las virtutes que debían
234-254). Además, las coincidencias existentes en los adornar al buen romano. Este otro caso hispano po-
siete tipos de mármoles que se repiten en la villa de dría indicar una mentalidad idéntica a la de Noheda
Cauca y en la de Noheda y que pueden justificar la en territorio peninsular: el desarrollo de un diseño
estrecha vinculación entre los habitantes de ambas. para la autorrepresentación a través de diferentes re-
Respecto a la representación de una escena con latos míticos parece ser una tendencia presente entre
narrativa oculta en pavimentos musivarios no es algo los miembros de la alta sociedad romana.
exclusivo de Noheda ya que existen ejemplos similares Por tanto, consideramos que la elección del mito
durante la misma etapa en otros lugares del territorio de Pélops y Enómano como historia principal del Panel
imperial. El diseño más cercano iconográficamente es figurativo A no es casual. Se trata de un relato cuyo
el de la Villa del Casale en Piazza Armerina, Sicilia, desarrollo narrativo da pie a la autorrepresentación
donde hay una representación figurativa similar a la que se encontraría “camuflada” entre los personajes
de Noheda. En la villa siciliana se observa una escena mitológicos. Esa narración subyacente y secundaria es
compuesta por un grupo de tres figuras, de las que la que justificaría las diferencias entre el relato original
dos están desplegadas tras una central que ostenta y su representación musivaria. Como hemos visto, to-
todo el protagonismo de la composición (Fig. 13). dos los detalles representados en el panel de Noheda
Esta representación, según la interpretación tradicio- parecen haber sido expresamente seleccionados para
nal (Polzer, 1973: 143) correspondería al emperador colocar al personaje humano en el mismo plano que a
Maximiano; sin embargo, investigaciones posteriores los del relato mitológico. Nos referimos a alguien que
demostraron que este emperador no pasó sus últimos tuvo en sus manos el destino de un imperio y que,
años en Sicilia, sino en Campania. La propuesta más debido a sus pretensiones, será decapitado en el año
aceptada en los últimos años (Carandini et alii, 1982: 408 d. C. por orden directa del emperador Honorio
31) identifica al propietario con un gobernador de junto a su hijo Euquerio.
Sicilia en época constantiniana, Proculus Populonius,
quien debido a su rango social y a su conexión con FUENTES LITERARIAS
la provincia de África, sobre todo con los ludii de los
años 315-318 d.C., pudo haber sido el possessor de Claudiano: Elogium de Serena = Consolino, F. E. edit. (1986): Clau-
esta espléndida residencia36. También se han propues- diano. Elogio di Serena, Venecia.
Claudiano: Laudes Stilichonis I-III, Castillo Bejarano, M. y Rivero
to como posibles propietarios de la villa un prefecto García, L. traduct. (1993): Poemas I y II, Biblioteca Clásica Gre-
pretoriano, un procurador imperial, un funcionario dos 180 y 181, Madrid, edit. Gredos.
de origen africano o un dux. En ese sentido, la mo- Pausanias: Graeciae Descriptio, Herrero Ingelmo, M. C. traduct.
numentalidad de la villa ha superado estas hipótesis (1994): Descripción de Grecia: Libros III-VI, Biblioteca Clásica
Gredos 196-198, Madrid, edit. Gredos.
en favor de un alto administrador o un comandante Procopio: De Bellis, Flores Rubio, J. A. traduct. (2000): Historia de
militar (Franco, 2014: 57). Parece que nos encontra- las guerras, Vol. II: Guerra Vándala. Libros III-IV, Biblioteca Clá-
mos de nuevo ante la autorrepresentación musivaria sica Gredos 282, Madrid, edit. Gredos.
del dominus en los pavimentos de su propia vivienda. Zósimo: Historia Nova, Candau Morón, J. M. traduct. (1992): Nueva
Historia, Biblioteca Clásica Gredos 174, Madrid, edit. Gredos.
Los horizontes de ocupación de las villas de Noheda
y de Piazza Armerina son muy cercanos y ambas re-
sidencias se encuentran asociadas a individuos de la BIBLIOGRAFÍA
élite romana, por lo que no debe extrañar la adopción
de un modus operandi similar en cuanto a la elección Alonso-Núñez, J. M. (1990): “Aspectos de la Hispania romana
temática musivaria de carácter autorrepresentativo en del s. IV: Límites cronológicos y consideraciones sobre las
fuentes para su reconstrucción histórica”, Studia Historica.
las dos. Historia Antigua 8: 7-1.
Además, tenemos otros casos peninsulares del de- Bury, J. B. (1923): History of the Later Roman Empire, Dover
sarrollo de una iconografía de temática mitológica en Publications, London.
la que se da cabida nuevamente al possessor, como Cameron, A. (1970): Claudian. Poetry and propaganda at the
court of Honorius, Oxford.
nosotros proponemos para el mosaico de Noheda. Un Cameron, A. (2016): “The status of Serena and the Stilicho dip-
tych”, Journal of Roman Archaeology 29: 509-516.
Carandini, A. et alii (1982): Filosophiana: the Villa of Piazza
36. Se piensa que algunos de los temas de cacería y de índole circense pudie- Armerina: the image of a Roman aristocrat at the time
ron ser un intento de inmortalizar el fastuoso evento que le proporcionó of Constantine, Palermo.
gran parte de su fama.
Alejandro ANTOLÍN ABAD y Cruces BLÁZQUEZ CERRATO 247

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Scienze Archeologiche e Storiche dell’ Antichità, Università
di Macerata XV-XVI: 31-89.
Sautuola / XXIV-XXV
Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
Santander (2019-20), 249 - 268

Amphorae imports in the legionary fortresses of León


(north Spain) from the Augustan period to late 1st century
A.D.: a new pattern of military supply

Importación de ánforas en los campamentos romanos de León (norte de


España) entre el periodo augústeo y finales del siglo I d. C.: un nuevo modelo
de abastecimiento militar

Ángel MORILLO CERDÁN1


Rui MORAIS2

ABSTRACT
Over the last decades, numerous amphorae fragments have been retrieved in the excavations carried out in the city of León (Spain) in
the contexts corresponding to the 1st century AD, which correspond to the occupation of the León site by the legio VI victrix (change of
Era – AD 68) and the first decades of the legio VII gemina camp after AD 74. The amphorae of the León camps show a great typological
variety, confirming the consumption of wine and its by-products, olive oil, fish products and alum, as well as the origin of the amphorae. Their
diachronic study informs us about a pattern of self-supply, which moves away from the civil consumption in Hispania. This study also presents
considerable differences from that of the large legionary fortresses of the limes of Germania and Raetia, and at the same time it shows
greater similarities with other camps closer to the southern transport networks. Based on the identification of a local or regional production
of flat-bottomed amphorae and common ceramic bottles (intended for the internal redistribution of oil rations for the troops) different
considerations are raised on the issue of supplies in perishable containers (skin flasks and barrels), providing new research paradigms.

RESUMEN
En las excavaciones realizadas en la ciudad de León (España) a lo largo de las últimas décadas se han recogido numerosos fragmentos
de ánforas en los contextos correspondientes al siglo I d. C., que corresponden a la ocupación del solar leonés por parte de la legio VI victrix
(cambio de Era-68 d. C.) y las primeras décadas de acantonamiento de la legio VII gemina a partir del 74 d. C. Las ánforas de los campamentos
de León muestran una gran variedad tipológica, que confirma el consumo de vino y derivados, aceite de oliva, preparados piscícolas y alum,
así como su procedencia. Su estudio diacrónico nos informa sobre un patrón de abastecimiento propio, que se aparta del panorama del con-
sumo civil en la antigua Hispania. Presenta asimismo considerables diferencias respecto al de los grandes asentamientos militares coetáneos
del limes renano-rético, mientras manifiesta mayores semejanzas con otros campamentos más próximos a las redes de transporte meridiona-
les. A partir de la identificación de una producción local o regional de ánforas de fondo plano y botellas en cerámica común, destinadas a la
redistribución interior de las raciones de aceite para las tropas, se plantean distintas consideraciones sobre la cuestión del avituallamiento en
envases perecederos (odres y toneles), proporcionando nuevos paradigmas de investigación.

KEYWORDS : Amphorae. Hispania. León. Perishable Containers. Roman Legionary fortress. Roman Trade. Supply Pattern.

PALABRAS CLAVE: Ánforas. Campamento romano. Comercio romano. Envases perecederos. Hispania. León. Modelo de abastecimiento.

In this study we present the main results of a which generated very different occupation landscapes
monograph on the supply of amphorae to Roman from those that arose around the conquered cities or
camps in León between the Augustan period and founded by Rome.
the end of the 1st century AD (Morillo and Morais, The amphorae of the León camps are particularly
2020), in this case providing more information on illustrative of the complexities of cultural transfer in
some issues already outlined in the aforementioned a zone of military occupation both because of their
publication. Rather than returning to the data already detailed typological variety and because of the diffe­
obtained, our aim is to re-evaluate issues related to rences of supply pattern, which moves away from the
the military supply model based on different scales panorama of civil consumption on a peninsular scale,
of analysis. This research will offer a better unders­ as well as from that of the large legionary fortresses
tanding of the cultural transfer processes arising of the limes of Germania and Raetia. This study also
from the military occupation of the Iberian Peninsula, outlines the implications that the meticulous strati­
graphy associated to these amphorae have to be able
to establish a precise chronology. It has been possi-
ble to establish a well-defined sequenced occupation
1. Complutense University of Madrid. based on the amphorae and also on other associa­
E.mail: amorillo@ghis.ucm.es
2. Complutense University of Madrid. ted archaeological materials (imported and local fine
E.mail: amorillo@ghis.ucm.es ware, oil lamps, coins, etc.).

ISSN: 1133-2166
250 AMPHORAE IMPORTS IN THE LEGIONARY FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …

Figure 1: Location of León (image from Google Earth).

I. THE LEGIONARY FORTRESSES IN LEÓN:


LOCATION AND CONTEXTUALIZATION

León is located on a hilltop at the confluence of


the Bernesga and Torío rivers, commanding a wide
view of the valley. This site also represents a strategic
communication node between the central Spanish
plateau and the Cantabrian Sea, controlling the main
natural route to the Cantabrian Mountains in this sec-
tor (Fig. 1).
The first legion to settle in this place was legio
VI victrix, which built two successive camps: León I,
founded from 5 BC to AD 5, and León II, established
at the beginning of the reign of Tiberius in AD 15/16.
Although little is known about the layout of León I,
its defensive system was of the agger type, built with
earth and timber and with a “V” shaped ditch. The
second camp (León II) from AD 15/16 to 74/75, was
practically identical to the latter legionary fortress of
legio VII gemina, with an agger formed by two con-
verging walls about 4 m wide at their base, made
with caespites (box rampart type) (Morillo and García
Marcos, 2006: 231-232; Morillo, 2012: 227-228).
Around 74/75 AD, a new military unit established
themselves in the old legio VI Victrix settlement in
León. This was the legio VII gemina, which built a new
rectangular camp (León III) with stone structures, par- Figure 2: Topographic situation of the legio VII gemina legionary
tially dismantling the previous constructions and re- camp in León, with subsidiary civil settlements and in relation to
used some of the pre-existing agger. Excavations are the road network. In the southeast corner the military vicus of Ad
gradually revealing details about its defensive system Legionem (Puente Castro) (Á. Morillo).
and gates, the sanitary infrastructures, the water su-
pply, the internal arrangement and the inner buildings
of the camp, as well as the constructions correspond- 195; Morillo, 2012: 237; Morillo et alii, 2018; Morillo
ing to the two military vici (García Marcos, 2002: 189- and García Marcos, 2003) (Fig. 2).
Ángel MORILLO CERDÁN y Rui MORAIS 251

Figure 3: Distribution of the sectors that have provided amphorae findings in relation to the plan of the Legio VII gemina camp in León: 1.-
Escombrera de La Candamia (Villaobispo); 2.- Iglesia de San Salvador de Palat del Rey; 3.- Casa Pallarés; 4.- San Pedro; 5.- San Pedro (2nd
phase); 6.- Calle Serranos nº 19 on the corner with Corral de San Guisán; 7.- Calle San Salvador del Nido on the corner with calle Maestro
Copín; 8.- Calle Pablo Flórez on the corner with calle Serranos and plaza Vizconde; 9.- Edificio Botines; 10.- Santa Marina; 11.- Calle General
Lafuente on the corner with calle La Rúa; 12.- Plaza S. Salvador del Nido on the corner with calle Panaderos; 13.- Instituto de Enseñanza
Secundaria Juan de la Enzina (2nd phase); 14.- Calle Serranos nº 25 con the corner with plaza Corral de San Guisán¬ nos 6-8; 15.- Calle San
Pedro nº 6 on the corner with calle Panaderos; 16.- Plaza del Conde Luna nº 1 on the corner with Calle Pozo nº 13; 17.- Calle la Rúa nos 27-
31; 18.- Calle S. Francisco on the corner with calle Hospicio; 19.- Puente Castro (Á. Morillo).
252 AMPHORAE IMPORTS IN THE LEGIONARY FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …

Figure 4: Typology of amphorae documented in the León camps. Wine amphorae: Dressel 1 Italic (1); Dressel 2-4 Italic (2); Forlimpopoli/Agora
K 114 (3); late-Rhodian (4); Dressel 5 oriental (5); pseudo-Koan (6); Dressel 2-4 Gaul (7); Gauloise 2 (8); Gauloise 3 (9); Gauloise 4 (10); Dressel
28 Gaul (11); Pascual 1 Tarraconensis (12); Dressel 2-4 Guadalquivir (13); Haltern 70 (14); Dressel 2-4 Cádiz (15). Oil amphorae: Oberaden 83?
(16); Dressel 20 (17); León 1/Dressel 28 similis (18). Amphorae for salted products: Dressel 16 Gaul (19); Fréjus/Lenzbourg (20); Dressel 7-11
Cádiz (21); Beltrán II B Cádiz (22); Ramón T-7.4.3.3 (23); Dressel 12 Guadalquivir (24); Dressel 7-11 Guadalquivir (25); Lusitanian ovoid and
Dressel 14 (26). Amphorae for alum: Richborough 527 (27). Multipurpose or indeterminate containers: Ovoid 1 Guadalquivir (28); Amphorae
of the Rías Bajas? (29).
Ángel MORILLO CERDÁN y Rui MORAIS 253

The archaeological interventions carried out during na camp from AD 74. The amphorae of Puente Cas-
the last decades in León have allowed the retrieval of tro, identified with the military vicus Ad Legionem,
a huge amount of archaeological data from the three are also included. A total of 313 fragments (Nmi /
superimposed Roman legionary camps that were built NFR), corresponding to 231 individuals (MNI [mini-
in this area in just under a century (Fig. 3). These ma- mum number of individuals]), have been retrieved.
terials have facilitated the gradual reconstruction of This amount is quite small when compared to other
the chronostratigraphy and patterns of cultural sup- long-term legionary camps on the northern borders
ply and consumption in these camps. of the Empire, such as Neuss or Nijmegen. In con-
trast, a very high number of amphorae types have
II. AMPHORAE IN THE LEÓN CAMP. A DIACHRONIC been identified (29) which is surprising considering
ANALYSIS that only the context of one century has been con-
sidered (Fig. 4).
The study of the amphorae of the Roman camps As can be observed in the corresponding table
in León offers an overview of the supply system to (Graph Ia-b), Baetican imports represent more than
the permanent Roman legionary camps founded by half the total number of fragments retrieved in the
Augustus in Hispania after the Cantabrian wars (29- archaeological records of León (53.2%). Out of this
19 BC). Numerous amphora sherds have been collec- amount, 37.2% corresponds to amphorae from the
ted in León from 18 different archaeological sectors, Guadalquivir valley, while the remaining 16% come
which coincide chronologically-speaking
90 with the from the Cádiz bay area. Imported products are fo-
occupation of the legio VI80victrix camp (change of Era llowed in importance by those of the eastern Mediter-
- AD 68) and the first decades of the legio VII gemi- ranean (10%) and Italy (8.2%). Somewhat behind are
70

60
90
50
80
40
70
30
60 NMI
20
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10
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Graph Ia & Ib: Percentages of amphorae in the León camps according to the supply areas.
io
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Productos envasados NF NMI % Total
Wine and by-products 106 76 32,90
Olive oil 82 54 23,38
Fish sauce 51 43 18,61
Alum 1 1 0,43
254 containers
Multipurpose AMPHORAE
7 IMPORTS IN
6 THE LEGIONARY
2,60 FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …
Indeterminate 66 51 22,08
Total 313 231 100,00

those from Gaul (6.9%), showing a very considerable


Productos envasados typological variety with some very rare forms and also
120 other shapes which are unknown in the Iberian Pen-
100 insula environment. Imports from Lusitania (3.5%)
80
and Tarraconensis (1.3%) are far fewer in number. An
60
indeterminate production (1.3%) has also been iden-
40
tified, possibly manufactured in the south of Galicia.
20
One of the most striking novelties is the presence of
0
local or regional products, which reach a percentage

e
um
ts

of sauces
15.58%. These
Alum are represented by a single formal
oi

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Porcentaje por tipo de productos Wine Olive oil Fish Multipurpose Total
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variant of flat-bottomed amphora, which we have


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Late Augustan 68 8,0 22 0 2 100


by

de
se

In
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called León 1/Dressel 28 similis (Morillo and Morais,


po
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Tiberian 36,37 36,4 27,27 0 0 100


ur
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tip
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NF NMI % Total 2020).


W

ul

Claudian-Early Neronian 40,7 40,7 18,6 0 0 100


M

Regarding the amphorae contents, wine and its


Late Neronian - Flavian 25,53 38,3 29,78 2,13 4,26 100
Graph II: Percentages of amphorae from the León camps according by-products are the most common (32.90%), in-
to the packaged products.
cluding the results from the controversial Haltern 70

80
70
60
50
40
30
20
10
0
Late Augustan Tiberian Claudian-Early Late Neronian - Flavian
Neronian

Wine Ol ive oil Fish sauces Alum Multipurpose

Graph III: Diachronic evolution of the amphorae supply to the León camps by products.

Graph IV: Diachronic evolution of the amphorae supply to the León camps by supply areas.
Ángel MORILLO CERDÁN y Rui MORAIS 255

amphorae. Fish sauce (18.61%) make up almost half II.1. The “internationalization” of the supply:
of the total amount. Amphorae for olive oil which the Late-Augustan period
represent 23.38% are thus noteworthy, but it should
also be noted that the oil imported from Baetica only The lower layers of the stratigraphic record co­
reaches 7.96%, while the rest corresponds to local rrespond to the first camp built in León by the legio
flat-bottomed amphorae for internal oil distribution VI victrix c. the change of Era. However, the ma­tching
(15.58%). Only one container carrying alum was re- artefacts were found in archaeological layers that
corded, a Richborough 527 amphora (0.43%). correspond to filling or levelling strata related with
These figures are even more striking if the uncla­ the construction of the afterwards camp c. AD 15/16
ssified shard shapes, mostly corresponding to sherds (García Marcos, 2002: 176-177; Morillo, 2012: 230).
with clays from the Guadalquivir valley and the bay Thus, they come from layers that would be in primary
of Cádiz, are added (22.08% of the total) (Graph II). dump deposition but were mixed in contexts re­lated
A 42.22% of the amphorae correspond to wine and to the construction of the second camp (León II).
by-products; oil reaches 30% (10% imported oil am- These are contexts with much and well-dated arte-
phorae from Baetica and 20% in local amphorae); fish facts (Italian sigillata, local sigillata of Italian tradition,
products reach 23.89%. Multipurpose types (ampho- lamps, thin-walled ware, Iberian, late-republican and
ra Ovoid 1, Lomba do Canho 67/ Room I) and inde- Augustan coinage) (Morillo, 2015: 292-294; Morillo
terminate type amphorae reach 3.33% (Morillo and and García Marcos, 2003b: 298; Morillo and Gómez
Morais, 2020). Barreiro, 2006: 292 -294).
Undoubtedly, we are confronted with a military Within these Late-Augustan contexts, ampho-
supply pattern that is somewhat different from that rae also have a leading role. A total of 60 amphorae
of the great legionary camps of the limes of Germania (MNI) have been found in the Late-Augustan con-
and Raetia. This different pattern can be explained texts of León, 50 of them show well-identified shapes
by the north-west location of León in the Iberian Pe­ (Graph V). The amphorae corresponding to wine and
ninsula, inland and away from the maritime-fluvial its by-products reach 68%, almost three quarters
communication routes. Notwithstanding, at the same of the total, and 16% of the amphorae transpor­
time this supply pattern is quite different from that of ted fish sauce from the Guadalquivir valley and the
the civilian settlements of Hispania. Cádiz coast. This number should be higher, since the
These general figures are much better appreciated non-identifiable shape sherds have clays with that ori­
through examination of the position of the amphorae gin, in addition to various opercula, which must co­
in their chronostratigraphic contexts. Previous strati­ rrespond to amphorae for sea products. Fish products
graphy studies in the León camps have helped to es- are completed with 6% coming from Lusitania. Olive
tablish several well-defined chronological horizons of oil amphorae add up 8%, a very modest amount, even
occupation through their archaeological pattern. The more if we take into account that imported amphorae
existence of three superimposed camps in less than are represented by a single type (Oberaden 83) while
a century makes it easy to obtain reliable sequences. the rest correspond to local flat-bottomed amphorae
Most of the materials come from earth fills for the of the León 1/Dressel type 28 similis, used for the in-
topographical adaptations to prepare new camps, ternal redistribution of oil (Morillo et alii, 2015). This
mainly on the western and eastern slopes of the hill. shortage of imported oil amphorae represents a very
The archaeological materials were carried out with the marked trend in the supply to the León camp. Finally,
earth coming from a primary deposit that was used the Ovoid 1 multi-purpose Baetican vessel, used for
to level and accommodate the natural topography both fish sauce and olive oil, completes the overview
of certain sectors. These are secondary deposits with of product supply.
materials that are of great importance for dating, As for the supply areas, the most important obser-
despite the post quem date chronological distortion vation is the important role of the Baetica, which sup-
(Morillo, 2015; Morais and Morillo, 2015: 231-232; plied wine and by-products, fish sauce and, to a lesser
Morillo and García Marcos, 2006: 292-298). extent, oil, and comprises 50% of all imported pro­
It has been possible to identify several chrono- ducts. Surprisingly, the eastern Mediterranean wines
logical phases through the different stratigraphies: occupy first position in terms of external imports from
Late-Augustan period (Change of Era- AD 15), Tibe- outside the Iberian Peninsula, reaching 20%. This is
rian period (AD 15-40), Claudian-Early Neronian pe­ almost double the imports of Italian wine, totalling a
riod (AD 40-60) and Late Neronian-Flavian period (AD 1.6%. Gaul and eastern Tarraconensis wines, as well
60-100). The diachronic analysis of the basic product as fish sauce from Lusitania represent less than 5%
supply (wine and its by-products, oil and fish sauce) of external imports. Overall, the amount of imported
packed in amphorae and the pattern of military sup- products reaches 95%. It should also be pointed out
ply (products, origins, routes of arrival, etc.) is provid- that 5% correspond to the León 1/Dressel 28 similis
ed below (Graphs III & IV). variant of flat-bottomed amphora.
256 AMPHORAE IMPORTS IN THE LEGIONARY FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …

NMI
2
4 0 1 2 3 4 5 6
st) 5
4 Dressel 1 (Campania/Lazio)
3 Dressel 2-4 (Campania/Lazio)
1 Late-Rodian/Camulodunum 1 84 (East)
2
2
Dressel 5 (East, Cos)
5 Pseudo-Ko an (East)
4 Dressel 2-4 (Gaulish)
1 Gauloise 2 (Gaulish)
1
3 Pascual 1 (Tarraconensis)
3 Dressel 2-4 (Guadalquivir)
1 Hal tern 7 0 (Guad alquivir)
1
3 Dressel 2-4 (Cádiz)
3 Ob eraden 83 (Guadalquivir)
1 León I/Dressel 28 similis
50
Dressel 7-11 (Cádiz )
Ramón T-7.4 .3.3 (Guadalquivir?)
Dressel 12 (Guadalquivir)
Dressel 7-11 (Guadalquivir)
Ovoid Lusi tanian type
Ovoid e 1 (Guadalquivir)

Graph V: Quantities (MNI) by typology of amphorae in the León camp during the Late-Augustan period.

These figures allow for the comparison of this in archaeological sites such as Anreppen (González
Late-Augustan amphorae record with that of ­other Cesteros and Tremmel, 2015: 346), Novaesium IV
military and civil contemporary sites to ascertain if (Carreras and González Cesteros, 2013: 755) and
there are similar or asymmetric consumption and Oberaden (González Cesteros and Tremmel, 2011-12:
trading patterns. The supply scenario in León ge­ 531). Well-established legionary camps, such as the
nerally coincides with other similar chronology sets, Kops Plateau (Nijmegen) (Almeida et alii, 2014: 384;
such as the military camps established on the new Almeida and González Cesteros, 2017) and Neuss as
northern borders of the Empire during the period of a whole (González Cesteros and Berni, 2018: 120),
Augustus, especially those established c. the change show the same features. One of the reasons for this
of Era, such as Anreppen (AD 5/6 - 9), Oberaden (12 massive arrival of Baetican fish products, occasionally
BC - AD 8/7) or the main phase of Haltern (9 BC - supplemented with Lusitanian fish products (ovoid or
AD 9/16). But they also show similarities with other Dressel 14 amphorae) (Almeida et alii, 2014: 389),
single-phased camps established in the previous 10 and Gaul fish sauce container from the Marseille
- 15 years, such as Rödgen (12 - 8 BC) or Dangstetten and Lyon area (González Cesteros and Berni, 2018:
(15 - 9 BC), or multi-phased camps, such as Nijmegen 120), can be explained not only by the needed pro-
(10 BC - AD 10) or the early camps of Neuss (16 BC). tein supply required by soldiers during the military
Nevertheless, differences can be established. In all of campaigns, but also by the need to supply the troops
them, Baetican imports are always over 60%, which is with salt (Carreras and González Cesteros, 2013: 756;
related to the new model of military supply in which González Cesteros and Tremmel, 2013: 540). These
this province and its elites played an important role in figures clearly contrast with those of the León camp
product supply (Almeida et alii, 2014: 391). On some presented in this study, in which fish products has a
occasions this percentage can reach up to 86%, as much smaller presence, being less than 25%.
is the case of the Novaesium IV camp (Carreras and As for olive oil, Baetica, in this case the Guadalqui-
González Cesteros, 2013: 755), dated between 4 BC vir valley, almost exclusively covers the needs of the
and AD 16 (Hanel 2002; 2002b). Two products seem army deployed in Germania and Raetia. In Nijmegen
to concentrate the main part of the Hispanic supply the proportion of vegetable oil amphorae reaches
to the Rhine camps, being these fish products and 21% (Almeida et alii, 2014: 389). The most represen­
olive oil, while wine plays a secondary role (González ted containers are the Oberaden 83 and the Haltern
Cesteros and Berni, 2018: 120). 71 amphorae. Nevertheless, in the Late-Augustan
Regarding fish-products, the Bay of Cádiz (re­ contexts there is a certain dichotomy, since while the
presented mainly by Dressel 7-11 amphorae and, to first type (Oberaden 83) is the only one that can be
a lesser extent, by Dressel 12 and Ramón T-7.4.3.3. found in Oberaden (González Cesteros and Trem-
amphorae) already dominates the imports to the ol­ mel, 2013: 532) and in the overlapping camps at
dest camps, such as Neuss I (16-12 BC) (Carreras and Novae­sium (Hanel, 2002), the Haltern 71 amphora
González Cesteros, 2013: 750), Dangstetten (Ehmig, is the type found in Haltern (Carreras and González
2010: 51-55), Nijmegen-Hunerberg (Van den Berg et Cesteros, 2013: 750-755) and Anreppen (González
alii, 2017), Oberaden (González Cesteros and Trem- Cesteros and Tremmel, 2015: 346). This duality of
mel, 2011-12: 531) or Rodgen (Ehmig, 2007), reach- different types of amphorae coexisting at the same
ing up to the Late-Augustan period. This is confirmed moment in time may be explained by the existence
Ángel MORILLO CERDÁN y Rui MORAIS 257

of different sources of supply (towns, workshops or account for 68% of the total) are very different in this
farms in the area of the Baetis Valley) which supplied sense from the contemporary military settlements es-
different products. This overall situation also differs tablished by Augustus on the northern borders of the
significantly from that of the León camp, in which Empire. Furthermore, not only are they different from
only a single shard from an imported amphora for oil this pattern regarding the quantity, but also from
(an Oberaden 83) has been recovered. The amount the origin of the imports, which requires a separate
could be a little higher if the multipurpose Ovoid 1 consideration. In our case, high quality and expensive
type amphorae for olive oil, fish sauce or wine were wines coming from Italy and of eastern origin reach a
included. That said, under no circumstances would disproportionate percentage in relation to other set-
it exceed 5%. The proportion of oil amphorae seems tlements (38%). Compared to them, Baetican wines
to be even lower in the marching-camps (Carreras and derived products, represented by the Dressel 2-4
and González Cesteros, 2013: 753), which hints to and Haltern 70 amphorae of the Guadalquivir valley,
the use of alternative containers such as wineskins in account for only half of this amount, roughly 20%.
the context of the sporadic supply to the army on the The amount of Baetican wine would be even lower if
terrain (Morillo, 2006b: 57). The most similar pattern we consider that the Haltern 70 Baetican amphorae
with to that of León in oil supply seems to be that of not only transported wine, but also complementary
Neuss, based on both the proportion and the types products (defructum, sapa). The arrival of products
of amphorae (Carreras and González Cesteros, 2013: from Tarraco (4%) and Gaul (6%) is anecdotal to-
750-755). wards the supply of the camp of León.
All in all, the biggest difference between the Au- The question arises on how it is possible for the
gustan camps of the limes of Germania and Raetia quality wine to be almost twice the amount of that
and the camp in León can be seen in the number of of the lower quality Baetican wine. There is no doubt
wine amphorae. It has already been pointed out that that the quantity of low-quality wine for the troops
in the camps on the northern borders of the Empire would have had to be much higher than that of the
amphorae for wine and by-products amphorae tend officers. This apparent contradiction can only be ex-
to be a minority compared to olive oil and fish pro­ plained through the existence of other perishable
ducts containers in all Augustan contexts. These am- containers such as barrels (cupae) and wineskins (cu­
phorae show a great morphological variety, which llae). The presence of wooden barrels made in Lyon
implies a diversification of the supply regions. Once and the lower Rhône area for lower-quality Gaul wine
again, the Baetica, with the characteristic Haltern 70 is quite evident in the camps of the limes of Ger-
amphorae for wine and by-products from the Au- mania, where they were reused to trench-shore wells
gustan-Tiberian period (García Vargas et alii, 2011: (Marlière, 2002: 188; 2004), and in the camp of Fré-
242-248), and to a lesser extent the Dressel 2-4 and jus (Brentchaloff, 2009: 558). We must outline also a
the flat-bottomed fragment type, account for a good military context of the end of the 1st century AD such
part of imports in all camps, reaching up to a third as in Vindolanda, to which 78% of the wine arrived
of the total in Nijmegen (Almeida et alii, 2014: 385- in barrels (Marlière and Torres, 2005: 229-230). Mar-
386). With Baetican products also appears a constant lière and Torres even consider whether the amphorae
quantity of high-quality Italian wines, the presence represented only the consumption of the officers. A
of which is confirmed by the Dressel 1B and Dressel similar solution must have been taken with the Baeti-
2-4 Tyrrhenian amphorae, and also by eastern am- can wines that would have arrived in bulk at the León
phorae, supported by the late-Rhodian shaped, pseu- camp, although there is no archaeological evidence
do-Koan, Dressel 5 amphorae of the Aegean and also of this.
by amphorae of Chios and Cnidos. At much reduced Some years ago a similar response was su­ggested
numbers, we can find imports of wine from Tarraco regarding the very high number of lamps in the le-
(Pascual 1, Dressel 2-4, Oberaden 74 flat base shaped gionary camps established in Hispania by Augustus
amphorae) and Gaul wines from Narbonne and the and the shortage of vegetable oil amphorae, a combi-
Rhone valley (Gauloise 2, Dressel 1B Narbonensis nation that could only have been solved by the trans-
and Oberaden 74 flat base amphorae) (Almeida et port of the substance in wineskins or skins (Morillo,
alii, 2014: 385-386; Carreras 2017b; Carreras and 2000: 629), something that recent research has con-
González Cesteros, 2012; 2013: 750-755; González firmed (Morillo and Morais, 2020: 139-146).
Cesteros and Berni, 2018: 120-121; González Ces- León I does not seem to be the only Augustan
teros and Tremmel, 2013: 535-536; 2015: 345-347). camp that deviates from the standards of the Ger-
The possible existence of local wine in camps such manic camps. The contemporary phase of the Fréjus
as Nijmegen is also suggested (Almeida et alii, 2014: camp (AD 5 - 15) has unmistakable similarities. The
385-386; Van den Berg, 2017; 2017b). wine amphorae appear in similar numbers to those
As can be seen, the typical flow patterns of the of León I (almost two thirds). The Italic (Dressel 2-4)
first camp in León (in which wine and its by-products and Aegean (late-Rhodian and Dressel 5 of Cos/Chios)
258 AMPHORAE IMPORTS IN THE LEGIONARY FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …

0 1 2 3

Dressel 2-4 (Campania/Lazio)

Forlimpópoli / Agora K 114 (Italic)

Late-Rodian/Camulodunum 1 84 (East)

Dressel 2-4 (Gaulish)

Hal tern 7 0 (Guad alquivir)

Dressel 20 (Guadalquivir)

León I/Dressel 28 similis

Dressel 7-11 (Cádiz )

Dressel 14

Graph VI: Quantities (MNI) by typology of amphorae in the León camp during the Tiberian period.

amphorae almost reached the same number as the Bracara Augusta (Braga) (Morais et alii, 2012: 501-
Haltern 70 Baetican amphorae. The main differences 507). Undoubtedly, they must be considered in rela-
result from the use of local or regional products such tion to the existence of differentiated supply routes
as the Tarraco wine amphorae (Pascual 1, Dressel 2-4) for this geographical area, in direct connection with
or the local and fish sauce from Massalia. Even one of the Atlantic route that would have provided supplies
the oldest examples of Dressel 20 amphorae has been to the region through the natural harbours of the Ca­
found here (Brentchaloff, 2009: 536). llaecian coast, such as the Rías Bajas or the river port
Yet, without a doubt the flow pattern which is of Bracara Augusta. These routes already must have
most similar to that of León is the one corresponding been part of the huge provisioning effort that the Ro-
to the military camp of legio X gemina that precedes man State had to organize to supply the great army
the city of Asturica Augusta (Astorga, León, Spain), of more than 50.000 men deployed in the northern
established between 15/10 BC and AD 15/20 (Morillo territories of the Iberian Peninsula for the Cantabrian
and García Marcos, 2001: 598-599). The joint study wars, between 26 and 19 BC (Morillo, 2006b: 37).
of all the Astorga material, both from the camp and Being able to transport an enormous volume of basic
from the latter Roman city, revealed similarities with products and manufactured goods to these regions
the León record (Carreras and Berni, 2003). A more which are far from the maritime-fluvial communica-
detailed analysis of the military archaeological layers tion routes controlled by Rome, and still without a
(Blázquez Cerrato, 2006; Morillo and García Marcos, developed land transport network, must have meant
2006b; Morillo and Morais, 2020: 99-100) confirms a large logistical task. At that time, Baetica must have
trends such as the importance of wine imports above had to undertake most of the military supply effort,
60%, the ample presence of Italic (Dressel 2-4) and which was later extended to the new northern pro­
Aegean amphorae (late-Rhodian or Pseudo-Koan), vinces3 (Morillo and Morais, 2020: 105-107). Possibly
which are very rare in these same contexts in the the State mediated in the solution through preferen-
western provinces of the Empire, or the reduced role tial supply contracts (locatio conductio) entrusted to
of Oberaden 83 oil amphorae. The presence of lo- certain negotiatores, who would commit to delivering
cal or regional flat-bottomed amphorae (of the same certain products at destination in exchange for a cash
type as in the legio VI victrix camp in León) is also payment. Another solution was likely for military ins­
confirmed. The similarity of both contemporary His- tallations to be as self-sufficient as possible, especially
panic castra, isolated in a region which had recently in terms of manufactured products (Morillo 2006b:
been conquered and was far from the maritime-river 42-43; Morillo and Morais 2020: 107).
communication routes, leads to the conclusion that
both must have shared the same supply systems and
networks.
3. Perhaps a reflection of this specialization in the military supply of Baetica
Some similarities are also recognized in the is the leap forward in the scale of agricultural exploitation towards the
Late-Augustan contexts of the civil settlements in the export of wine and olive oil and the concomitant shift from multipurpose
amphorae to the association of a specific type of amphora for the trans-
Northwest of the Iberian Peninsula near León, such as ported product, as shown by the Oberaden 83 or Urceus type amphorae
Lucus Augusti (Lugo) (Carreras and Morais, 2011) and (Morillo and Morais, 2020: 163-164).
Ángel MORILLO CERDÁN y Rui MORAIS 259

This experience, both from the logistical point of was the beginning of a process of streamlining the
view and from the role assigned to the Guadalquivir provisioning mechanism on a more solid and lower
valley and the coast of Cádiz, would be repeated years cost basis, coinciding with the development of the
later in the supplying of troops deployed in the new annona (Remesal, 1986). Nevertheless, not all re-
theatres of Germania and Raetia to establish the limes searchers agree with this centralized development of
system. the annona (Ehmig, 2003; Eck, 2006; Eich, 2006).
As it has been pointed out above, regarding the
II.2. The Tiberian period: between continuity comparison of this record with other records of a
and a new military supply structure military nature, we face a common problem related
with the scarcity of clearly defined Tiberian contexts
The Tiberian period coincides with the establish- in the camps of Germania and Raetia. Tiberian set
ment of the second camp of legio VI victrix (León of artifacts can normally be found in the same strata
II) established over the previous one c. AD 15-16. A together with the Claudian-Early Neronian materials,
post-quem terminus of this horizon is, in addition as it happens in some contexts linked to the second
to the presence of Tiberian coins, the appearance of camp of legio VI victrix in León. However, we can trace
stamps in planta pedis on Italian sigillata and, above some trends in the supply of staple products that will
all, the arrival of South Gaulish sigillata vessels (Mo- be reinforced during the following period.
rillo, 2012: 228; 2015: 295-296), which began to be Compared to the usual flow pattern of the nor­
manufactured between the end of the reign of Augus- thern military camps (González Cesteros and Berni,
tus and AD 30 (Genin et alii, 2002: 56). Stratigraphic 2018: 120), the percentage of wine amphorae in
problems in defining this horizon from theprevious León continues to be very high (over 30%). During
and following one in some contexts (Morillo and Gó- this time, there is evidence of the disappearance of
mez Barreiro, 2006: 294-295), have brought about the Tarraco amphorae both in León and in the limes
a reduction in the number of amphorae that can be camps, confirming that wine from the Layetanian
diagnosed at a statistical level (Graph VI). These are coast could not compete in these areas with the wine
reduced to 16 (MNI), 12 of which have identifiable from other regions, which had greater advantages
shapes. However, a clear continuity can be seen from thanks to their closeness, their quality or their price
the Late-Augustan period, while there are indications (Carreras and Berni, 2014: 190 and 198). An excep-
hinting at the appearance of new trends, such as the tion in this regard is the Fréjus camp, in which the Ta­
gradual increase in Baetica imports (almost two thirds rraco amphorae Pascual 1 and Dressel 2-4 continued
of the total). Wine and its by-products remained as to play an important role in the supply, without doubt
very important, although having dropped to around due to their geographical proximity to the production
40%. The Italic (Dressel 2-4), eastern (late-Rhodian) area (Brentchaloff, 2009: 536-537).
and Gallic (Dressel 2-4) manufactures are still present, As for fish products, in León they remain at levels
while the Baetican amphorae (Haltern 70) are poorly which are similar to those of the Late-Augustan pe-
represented and the ones from Tarraco disappear. The riod (around 20-25%) following the military supply
figures of the wine supply confirm a bulk supply in pattern of the Germania border. Baetican fish pro­
perishable amphorae coming from the south of the ducts declined gradually at Novaesium following the
Iberian Peninsula. end of Augustus’ reign (Cesteros and Berni, 2018:
The south of the Iberian Peninsula occupied at the 121), but they continued to be the most abundant
same time the main supply of fish products (27.27%), imports to the camp. The gradual decrease in impor-
with Dressel 7-11 amphorae from coastal Baetica and tance of the Baetican imports observable in the mili-
the Guadalquivir valley being present. Lusitanian am- tary camps in Germania such as Nijmegen is not ob-
phorae continue to appear from time to time (Dressel served in León (Carreras and Berni, 2014: 188-190).
14). As far as olive oil is concerned, and although it In Nijmegen they are replaced by products from Gaul,
can only be mentioned as a hypothesis due to the which is much closer geographically, and therefore
reduced documentary base, there seems to be an in- reduces significantly transport costs. In our case, the
crease in imports from Baetica, with the appearance obvious geographic proximity reasons explain this
of Dressel 20 amphorae. Flat-bottomed local-regional trend, which is also verified in the naval base of Fré-
amphorae (León 1/Dressel 28 similis) used for the in- jus, where local sauce productions appear alongside
ternal redistribution of the oil continue to appear. Dressel 7-11 Baetican amphorae (Brentchaloff, 2009:
The increase in the importance of Baetica in the 536-537).
supply of all products (wine, oil and fish sauce) during One of the novelties that can be seen in the Tibe-
the Tiberian administration seems to indicate that the rian archaeological record of León is the increase in
State assigned this province with the responsibility of the percentage of imports of Baetican oil, following
supplying the Hispanic military forts and also those the trend of all the military settlements of the limes
forts which were not in the Iberian Peninsula. This of Germania and Raetia. This import trend will take
260 AMPHORAE IMPORTS IN THE LEGIONARY FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …

0 2 4 6 8 10 12 14 16
NMI Dressel 2-4 (Campania/Lazio)
zio) 3
m 184 (East)
Late-Rodian/Camulodunum
3
1 84 (East)
2 Pseudo-Ko an (East)
3 Dressel 2-4 (Gaulish)
1
7 Gauloise 4 (Gaulish)
3 Dressel 2-4 (Guadalquivir)
1 Hal tern 7 0 (Guad alquivir)
r) 4
3 Dressel 2-4 (Cádiz)
14 Ob eraden 83? (Guadalq uivi r)
4 Dressel 20 (Guadalquivir)
3
) 2 León I/Dressel 28 similis
1 Dressel 7-11 (Cádiz)
54 Dressel 12 (Guadalquivir)
Dressel 7-11 (Guadalquivir)
Dressel 14

Graph VII: Quantities (MNI) by typology of amphorae in the León camp during the Claudian-Early Neronian period.

hold throughout the central decades of the 1st cen- Berg, 2017a: 155), although no analyses have been
tury AD, as can be confirmed by camps such as Kops performed.
Plateau (Nijmegen) (Almeida et alii, 2014: 388) or In the same vein, the abundance of flat-bottomed
Neuss (González Cesteros and Berni, 2018). In all re- amphorae of the Dressel 28 type in the naval base of
cords, the first Dressel 20 amphorae, which will soon Fréjus must be mentioned. Their manufacture, inspired
monopolize olive oil supplies, begin to appear at this by the models of Massalia, started precisely during
time (Carreras and Berni, 2014: 200), along with the the Tiberian period. Although they have been directly
Oberaden 83 amphora documented in the Tiberian associated with the local production of fish products,
levels of Trier (Trier) and Cologne (Köln) (Carreras and which has indeed been verified (Brentchaloff, 2009:
Morais, 2011: 45). 543), their high number in the legionary castra raises
The start of the use of local flat-bottomed am- the question of whether it is a phenomenon similar to
phorae that we have called León 1/Dressel 28 similis that of León and other Germanic camps.
takes place during the Late-Augustan period, a pres- The comparison of the records of León with some
ence that remains on the horizon after AD 15/16. contemporary occupation horizons in Hispanic civi­
Ho­wever, the presence of flat-bottomed amphorae lian settlements such as Valencia (Ribera, 2010: 280),
is also confirmed in the permanent legionary bases Celsa (Beltran et alii, 1998: 82 and 706-714) and
of the Rhine, in this case from Tiberian times, as in Caesaraugusta (Mostalac and Pérez Casas, 1989: 95-
Novaesium (Neuss), associated with Camp 7 (Carreras 104) shows different trends, with a lower percentage
and Berni, 2014: 191; 2018: 121). In other camps of imported wine amphorae, as they are replaced by
(Kops Plateau-Nijmegen, Dangstetten, Oberaden, regional ones (Tarraco or Baetica). The shortage of
Haltern...) these amphorae could date even earlier amphorae for olive oil must also be taken into consid-
(Almeida et alii, 2014: 383-384), the same as in León. eration. This variation should be ascribed to the exis­
As in the Hispanic camp, a great formal variety can be tence of very different supply patterns (Morillo and
observed within the standard model in Nijmegen and Morais, 2020: 114-115).
they are present especially in mid-1st century con-
texts (Van den Berg, 2017a: 177). Their appearance II.3. The Claudian-Early Neronian period and the
is also verified in Xanten (Carreras 2006; Carreras and role of Baetica in military supply
Berni, 2014: 191). However, in few of these cases
hypotheses have been made regarding the content With regards to ceramics, the Claudian-Early Nero-
and function of these amphorae. The performance of nian period (AD 40-60) is dominated by imports of
different chemical analysis on the León amphorae has South Gaulish sigillata, which completely replace
allowed us to identify them as amphorae for vegeta- the Italian terra sigillata as tableware (Morillo, 2015:
ble oil and to link them to oil redistribution inside the 296- 297). In this case they also coincide in time with
camp (Morillo et alii, 2015). In Kops Plateau-Nijme- the second camp of legio VI victrix in León (León II).
gen, they have been linked to the transfer and redis- The number of amphorae during this period is high,
tribution of wine from southern Gaul, which arrived even higher than those of the Late-Augustan phase.
in barrels through maritime-fluvial routes (Van den The origin of 70 amphorae (NMI) has been identified
Ángel MORILLO CERDÁN y Rui MORAIS 261

(based on the clays), but it has only been possible to zation of the panorama of León to that of the military
classify of 54 specimens. The consolidation of the pattern of the stable legionary bases of the limes of
trends that had begun in the previous stage can be Germania. One of the most important aspects that
seen in these decades (Graph VII). Wine and derived can be seen in the camp of León is the decrease of
product imports remain quite high compared to other wine and derived products at this time (González Ces-
military camps (over 40%) but far from the 68% of teros and Berni, 2018: 121). The presence of high-
the Late-Augustan period. This decrease is mainly due priced wine amphorae confirms that these wines con-
to the fall of high quality and expensive wine imports tinued to arrive from Italy or the Aegean, although
from the Aegean and Italy. There is still a reduced pro- in smaller and smaller quantities. A very illustrative
portion of Gaul wine but Baetica becomes the main case is that of Rhodian or pseudo-Koan wine ampho-
supplier of the camp, totalling more than half of the rae, which continued to be present in military (and
wine and its by-products imports. civil) contexts until the beginning of the Flavian pe-
Fish products barely represent 20% of the total. riod, both in Germania (Ehmig, 2003; González Ces-
As usual, clays from the Guadalquivir (Dressel 7-11 teros and Berni, 2018: 121) and in the new province
and Dressel 12 amphorae) and from the bay of Cádiz of Britannia (Peacock 1977: 269-270), which shows
(Dressel 7-11 types) monopolized almost all ship- that they continued to be in demand by the officers.
ments. The presence of Lusitanian amphorae is quite Alongside the imported expensive wines from Italy
small. and the Aegean the presence of wines from Baetica
Following a general trend in camps during this pe- and Gaul can also be seen in León, gradually gaining
riod, the use of oil amphorae, which had already risen market share. The high presence of this wine from
during the Tiberian period, reached the same amount Gaul in the military contexts of the limes (transported
as wine containers (40.7%). Although these figures in barrels or wineskins), can also be clearly inferred to
conceal the fact that Baetican amphorae imports the case of León, as the supply needed for the troops
represent 15% of the total, and also that more than would in no way have been covered only with foreign
20% corresponds to local flat-bottom amphorae used wine imports, although there is no evidence of these
for redistribution. The Dressel 20 amphorae, contai­ containers.
ner that is popular at that moment in the camps of Regarding fish products, a different behaviour
the limes of Germania (Ehmig, 2003; Martin-Kilcher, pattern compared to the camps in the Germania limes
1987; Remesal, 1986) and Britannia (Carreras, 2000; can be seen. In León the quantities remain constant
Carreras and Funari, 1998: 55-56), can also be found (around a 20%) while the decline that the Germania
at this moment. The presence of a significant number contexts experience after the second third of the 1st
of Oberaden 83 amphorae, which apparently ceased century AD is not seen here (González Cesteros and
to be manufactured at the end of Tiberius’ reign (Ber- Almeida, 2017b: 84; González Cesteros and Berni,
ni, 1998: 27-30), is very striking in these contexts. We 2018: 122; Morillo et alii, 2018). For the moment, no
cannot dismiss that we are facing a container with hypothesis can be formulated to explain this variation
chronological limits not yet well defined, which must in the supply behaviour beyond the evident proximity
be contextualized and individualized based on “aty­ of the producing regions of Baetica and Lusitania to
pical” findings (such as ours) in stratigraphic contexts the León camp.
contemporary to those of León (Morillo and Morais, However, the most striking phenomenon in the ar-
2020: 121). Some indicators already hint at the pre­ chaeological layers of León is the increase in imported
sence of Oberaden 83 amphorae in more advanced olive oil amphorae from Baetica (15%), already noted
contexts, such as at Olisipo (Filipe, 2019: 419). in the Tiberian period, but which increased and inten-
As can be seen, Baetica occupies the most pro­ sified in the contexts of the middle of the 1st century
minent role in terms of wine and fish products and AD. The figure is much higher than the 2% that was
olive oil supply (reaching a 63%). Imports of wine seen for these amphorae during the Late-Augustan
and by-products from Italy (4.28%), Eastern Me­ contexts. This increase is in line with what happened
diterranean (7.1%) and Gaul (4.28%) is still present in all the camps on the borders of Germania, in which
although in ever-decreasing amounts. The presence the Dressel 20 amphorae quickly and massively dom-
of Lusitanian fish sauce is demonstrative of this (at inated from the decade of AD 30-40 (Martin-Kilcher,
1.4%). The remaining 20% of amphorae correspond 1987; Remesal, 1986). This rise is quite evident in re-
to local productions (León 1/Dressel 28 similis), which cently analysed settlements, such as the one of Kops
increase significantly and continuously compared to Plateau-Nijmegen (González Cesteros and Almeida,
previous moments (5% in Late-Augustan and 12.5% 2017). The data from Britannia are quite similar (Ca­
in the Tiberian period). rreras and Funari, 1998). This fact supports a situation
The abovementioned figures already show signifi- in which we can see a very high consumption of olive
cant changes in the importance of the products com- oil inside the camps, linked both to its nutritional va­
pared to the oldest contexts, reflecting the standardi­ lue and to its use for lighting and body care, in addi-
262 AMPHORAE IMPORTS IN THE LEGIONARY FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …

0 2 4 6 8 10 12 14 16
Forlimpópoli / Agora K 114 (Italic)
Late-Rodian/Camulodunum 1 84 (East)
Gauloise 3 (Gaulish)
Dressel 28 (Gaulish)
Dressel 2-4 (Guadalquivir)
Hal tern 7 0 (Guad alquivir)
Ob eraden 83? (Guadalq uivi r)
Dressel 20 (Guadalquivir)
León I/Dressel 28 similis
Dressel 16 (Gaulish)
Fréjus/Lenzbourg (Gaulish)
Dressel 7-11 (Cádiz )
Dressel 12 (Guadalquivir)
Dressel 7-11 (Guadalquivir)
Dressel 14
Richborough 527 (Italic)
¿Rías Bajas?(Galician)

Graph VIII: Quantities (NMI) by typology of amphorae in the León camp during the Late Neronian-Flavian period (AD 60-100).

tion to other functions such as lubricant (artillery ma- The comparison with contemporary occupation
chinery) and the polishing of weapons and armour. phases in civilian environments shows a different be-
Parallel to the increase in oil imports, the flat-bot- haviour in amphorae circulation. This is surely because
tomed amphorae León 1/Dressel 28 similis, used for cities live outside of the policy of the annona militaris
the redistribution of oil for the troop rations inside and are exclusively supplied by commerce, which is
the camp (Morillo et alii, 2015: 149-150) conside­ limited by the laws of supply and demand. Among
rably increase their importance in the layers of León, other consequences, this means a greater influence
exceeding 20% of the total. The large number of this of the closest producing areas and a much smaller
same type of amphorae in the camps of Germania oil supply. For example, in Caesaraugusta (Zaragoza)
has already been pointed out in the previous section, (Hernández Pardos, 2016) or Asturica (Astorga) (Car-
which leads us to think of similar behaviour patterns reras, 2010).
to those of the León compound which have not yet
been identified (Van den Berg, 2017: 155). The exis- II.4. Diversification of supply and transport cost
tence of cullae, which were essential for the bulk land reduction: Late Neronian-Flavian period
transport to the destination point, can be inferred
from this unquestionable abundance of oil (Morillo, The Late Neronian and Flavian contexts (AD 60-
2000: 629; 2006b: 47). 100) are also very well represented in León. They
In line with the hypothesis by Remesal (Remesal, correspond to the time of the dismantling of the Ju-
1986), this increase in the role of Baetica towards the lio-Claudian camp and the building of a new camp af-
military centres undoubtedly points to the consolida- ter the arrival of legio VII gemina c. AD 74. The cons­
tion of the annona mechanism in the military supply. truction of its defensive system in stone and the new
The procurator Augusti (Strabo III.4.20) oversaw the interior urban planning caused intense topographic
supply of troops stationed within his province, cen- transformations (Morillo, 2012: 233-234). Archaeo-
tralizing the efforts of the praefecta castrorum res­ logical evidences also revealed an intense adaptation
ponsible for supplying each legion. One aspect that of the space outside of the walls, with massive land-
continues attracting attention within this scheme is filling on the western and eastern slopes, keeping the
the import and transport of products between very regularization work of the occupied area begun in the
distant provinces, such as Baetica and Germania Augustan period.
or Britannia. Taking into account the high costs of This archaeological phase reveals a ware set cha­
long-distance transport and that it was cheaper to racterized by the archaeological contexts with mate-
consume products grown in closer regions, the most rials of this time are characterized by the high pre­
plausible explanation would be found in economic sence of Hispanic terra sigillata manufactured in the
policy decisions, in which the decisions of the state Ebro valley pottery workshops, in the surroundings of
administration to cover the needs of the annona pre- Tritium Magallum, which started working around AD
vailed, perhaps promoting the interests of certain 60 (Beltrán Llorís and Mínguez, 2014: 285; Romero
groups of power of certain regions (the Gallic or Bae­ Carnicero, 2015: 164). This new tableware quickly
tican oligarchies, for example) against others4. replaces the Gaulish sigillata in the records of León
(Morillo, 2016: 299).
Once again, the quantity of amphorae recovered
4. For a clear instance of the importance of New Institutional Economics for
thinking about transactional variations in the Roman Empire, especially in these contexts is very similar to that of the pre­
as regards the annona, check Temin (2013: 97-113). vious periods, indicating a regular supply pattern. 53
Ángel MORILLO CERDÁN y Rui MORAIS 263

individual pieces have been counted (MNI), of which Regarding fish sauce, it growth from 18.6% in the
the shape and content of 47 was be identified (Graph previous period to 29.78% in this phase, meaning
VIII). Wine and its by-products hardly add up to 25% an increase of more than 10% while the areas from
of the total, a significant decrease in comparison to which they come diversify. The role of Baetica in this
previous periods. The percentage of fish sauce am- field also shrinks as salted fish from Gaul (Dressel 16
phorae increases up to almost 30%, coming from dif- amphorae and Fréjus-Lenzbourg) and Lusitania are
ferent origins. Olive oil remains at the same levels as introduced.
the previous phase (38.3%) but the importance of the The percentage of olive oil remains compared to
imported oil from Baetica drops to 8.5%. In addition, the previous period. However, imported oil reduces
20% of the oil amphorae correspond to local flat-bot- its presence to about half of the total (8.5%), while at
tomed León 1/Dressel 28 similis amphorae type. Two the same time the number of flat-bottomed ampho-
regional amphorae, possibly from the Callaecian coast rae for internal redistribution of this substance rises,
(4.2%), and an amphora for alum (Richborough 527) reaching figures higher than 25% of all documented
complete the picture. amphorae. This indicates a very well-developed local
Baetica continues to occupy the most prominent military supply mechanism. Again, in this field, the
role in terms of supply, but its participation falls by abnormal endurance of the Oberaden 83 amphorae
almost 20%. From the 63% of the previous period, or one similar in shape which we have already referred
the products of the Guadalquivir valley and the bay to must be highlighted.
of Cádiz fall to 39.6% at this time, decreasing in all The panorama described for León is already very
areas. The Italian (3.7%) and eastern (5.6%) products similar and comparable to that of the camps on the
represent a minimal amount. One aspect that must be Germania border. These combine the import of cer-
highlighted is the increase in products of Gallic origin, tain products (which are impossible to obtain in the
both wine and fish sauce, reaching 15%. These come area) such as fish sauce and olive oil from very re-
with a greater presence of Lusitanian products (5.6%) mote regions, in particular Baetica, with the supply
and the first Callaecian coastal products (3.7%). Local of goods such as wine from closer producing regions
flat-bottomed amphorae already account for over a (Gaul, areas of Upper Germania).
quarter of the amphorae registry (26%). All these changes indicate that an improvement
The most striking aspect of these figures and their in the military supply model aimed at reducing costs
comparison with the previous time horizons is the de- can be seen. In this model, the existence of alterna-
crease in the number of imported wine amphorae, tive packaging such as wineskins and barrels must be
which, after having been more than two thirds of the included. The departure of most of the troops of the
total amphorae at previous moments, fall to a quar- exercitus Hispanicus during the years AD 69-70 and
ter. This means a homologation of León regarding the the reduction of the permanent garrison to a single
patterns of trade of this period in civilian contexts and legion (the legio VII gemina, established in León from
also in the military contexts within and outside the AD 74) and several auxiliary units must have simplified
Iberian Peninsula. Eastern and Italian imports conti­ the problem of military supply significantly (Carreras,
nue to reduce their overall importance in the total, as 2002: 79; Morillo, 2006b: 61-62). Likewise, we wit-
do the Baetican ones, observed by the reduction in ness the definitive establishment of the administrative
the Haltern 70 amphorae, which had previously mo- system of military supply within the general scheme
nopolized a large part of the presence of wine and of the Empire, which involved institutional changes
by-products from the Guadalquivir valley. The only and changes related to the producing areas. One of
Italic amphora is the Forlimpopoli north Adriatic type the most relevant pieces of archaeological evidence in
amphora, which is rare in the Iberian Peninsula. At this respect is the full operation of the Atlantic route
the same time, wine from southern Gaul continues along the coasts of Hispania and Gaul (Carreras and
to arrive, represented by the most characteristic am- Morais, 2012: 431-434; Morillo et alii, 2016: 275-
phorae variants of this period. This change in trend 277; Fernández Ochoa and Morillo, 1994: 182-183).
in terms of wine amphorae importation can be inter- In Hispania, agriculture and livestock farms, in regions
preted in relation to the long-distance transport cost such as the central Spanish plateau and the Ebro va­
savings. Undoubtedly, there must have been good lley, reach their maximum performance during this pe-
quality wines in regions close to León, which must riod (Peña Cervantes, 2010: 168-171) and they would
have had to be packed in barrels or wineskins to be undoubtedly be in a position to meet the needs of the
transported by land to the camp. The reduction of troops deployed in the Hispanic northwest. The most
imported wine could perhaps be related to a change consistent testimony of export from some northern
in taste from the officials, who no longer needed to regions can be found in the abundance of Hispanic
resort to expensive imports as an indication of class or terra sigillata produced in various workshops in the
sociocultural status compared to the rest of the troop Ebro Valley which was certainly sent together with
(Morillo and Morais, 2020: 128-129). staple products.
264 AMPHORAE IMPORTS IN THE LEGIONARY FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …

III. FLAT-BOTTOM AMPHORAE PRODUCTION IN many copies are preserved, but mainly in perishable
THE LEÓN CAMP AND THEIR CONNECTION WITH containers such as wineskins, much more suitable for
OLIVE OIL REDISTRIBUTION overland routes. Taking into account that the mine­
ralogical analysis confirms that the flat-bottomed am-
As it has already been advanced above, one of phorae were produced in the León area, it is logical
the most remarkable aspects in this study of Roman to assume that they were intended for redistribution
amphorae in the León camps has been the identifica- within the camp of the oil transported there in other
tion of some locally or regionally manufactured am- vessels (Morillo et alii, 2015: 147-150).
phorae. These are characterized by a globular body, Performing the corresponding calculations, the
moulded cylindrical neck, short rounded handles, approximate maximum capacity of most León 1/
and a flat bottom with a height ranging from 40 to Dressel 28 similis amphorae is around 6.4 litres. This
55 cm. Their morphology is similar to the Dressel 28 capacity corresponds, more or less, to 2 congii (1 con-
amphora type, but with peculiar features which are gius, basic Roman measure for liquids = 3.27 litres)
accen­tuated by a certain variability of sizes. Hence, and it has its equivalent in weight of 20 librae (1 libra
we have called them León 1/Dressel 28 similis (Fig. = 327.45 grams). The largest variation of the same
5). This type of amphorae is considerably difficult to flat-bottomed amphorae produced in León has a ca-
identify, as isolated sherds of this model have normal- pacity between 16 and 17 litres (5 congii = 50 librae),
ly been classified as common ware, due to both their two and a half times the previous one (Hilgers, 1969).
shape and to their productive similarities (Morais, Archaeometric analyses revealed that these León
2008: 267). 1/Dressel 28 similis amphorae had the same type of
clays as the single handled bottle or jar shape. These
small vessels were also coated on the inside with re­
sin derivatives and had also contained vegetable fatty
acids. This data has allowed us to connect both pro-
ductions within the same redistribution mechanism
inside the León camp, possibly as individual oil ration
vessels. Their capacity is about 1.3 litres, approximate-
ly 2.5 sextarii (1 sextarius = 546 ml). The relationship
between this quantity and that one available in the
classical literature that established the distributed ra-
tions to the troops is highly suggestive. According to
a papyrus from Panópolis, P. Panop Beatty (2, 245-9),
each soldier received about 4 librae of oil per month
from the military administration (48 librae per year)
Figure 5: Comparison to scale of the two sizes of Leon I / Dressel 28
similis flat-bottom amphorae and the single handle bottles or jars (Duncan-Jones, 1978; Remesal, 1986: 76-77). If the
used to carry out the volumetric capacity calculation (Á. Morillo). Roman librae equals 327.45 grams today, the month-
ly amount of oil consumed by a Roman soldier would
be exactly 1.3 litres, the maximum volume contained
This is the most abundant type of amphorae in each jar or single handled bottle.
found in the archaeological layers of León (15.58% Absolute mathematical calculations always involve
of the total) and they are present in all phases of oc- some degree of distortion. In this case the use of dif-
cupation, from the foundation of the camp until the ferent weight and measurement or calculation sys-
end of the 1st century AD. At this time, they become tems with different indices (Latin system and Arabic
especially numerous, remaining in circulation during decimal system) must be taken into consideration. On
the following centuries. Their high quantity and their the other hand, the amounts distributed between the
production similarities led us to hypothesize that we troops by the military administration may have varied
are dealing with a local or regional production made slightly between the 1st century AD and the beginning
in or near León. Gas chromatography analysis of the of the 4th century, the time to which the available
aforementioned amphorae revealed plant oils and papyrological documentation we have corresponds.
fatty acids that confirmed their vegetable oil content. Taking these determinants into account, the exis-
The inside of the amphorae had also been coated with tence of a correlation between the storage capacity
pine resin (Morillo et alii, 2015: 130-147). Conside­ of flat-bottomed amphorae and the bottles is striking.
ring that León is in a region were the growth of olive These bottles are equivalent to approximately 1/6 of
tree is difficult, the vegetable oil had to have been the capacity of the smallest León 1/Dressel 28 similis
imported from regions such as Baetica. His transpor- (Morillo et alii, 2015: 150) and to 1/13 of the largest
tation would have been carried out partly in canonical ones. If we correlate this with the figures of the sup-
Oberaden 83 and Dressel 20 amphorae, of which not ply to the soldiers, 20 individual 327.45 gram rations
Ángel MORILLO CERDÁN y Rui MORAIS 265

would fit in the first ones (6.4 litres), which would be suggesting in this case that they would be destined
a 5-month supply for one soldier (or for 20 soldiers for wine rations for soldiers (Schindler Kaudelka and
(two complete barracks including the Decurion) for Mantovani, 2018: 333, figs. 6 and 7).
a week), while the largest amphora (17 litres) could
contain up to 52 individual 327.45 gram rations, a IV. BEYOND THE AMPHORAE. CLARIFYING
year´s supply for one soldier (or for 52 soldiers for a TRENDS IN IMPORTS AND LOCAL PRODUCTION
week). AT THE ROMAN CAMP OF LEÓN
In view of these data, the single handled jug or
bottle seems to be the smallest unit of measurement The analysis of the 1st century AD amphorae re-
used in this ration distribution mechanism, while the covered in León shows the supply trends of this His-
capacity of flat-bottomed amphorae is scaled as mul- panic camp during the 1st century. Its comparison
tiples of this quantity. with other contemporary camps from outside the Ibe-
Analysis of the available data on other military rian Peninsula, particularly those in the Germanic-Rae-
camps confirms that the abundance of flat-bottomed tian limes, shows coincident patterns in some aspects
amphorae is also validated in the permanent legio­ but with peculiarities due to the different geographi­
nary bases of the Rhine. The presence of an increas- cal framework and temporal parameters. The supply
ing number of local flat-bottomed amphorae from patterns will standardize throughout the 1st century
the Augustan period and, above all, from the mid- AD. Nevertheless, these patterns are quite different
dle of the 1st century AD is verified in Novaesium from those of civilian settlements due to the presence
(Carreras and Berni, 2014: 191; González Cesteros of the military administration which oversaw supplies
and Berni, 2018: 121), the Kops Plateau of Nijme- by means of a directed market policy that turns the
gen (Almeida et alii, 2014: 383-384; Van den Berg, camps into fairly closed areas of circulation.
2017a: 177) or Xanten (Carreras, 2006b; Carreras To consider amphorae as the only material guide
and Berni, 2014: 191; Martin Kilcher, 1994). Howev- to rebuild the Roman trade in wine, olive oil and fish
er, in few of these cases have hypotheses regarding sauce, omitting alternative wood and leather contai­
the content and function of these vessels been made, ners such as barrels or skin flasks deprives us of funda-
something that has been possible through analytics mental information. This would fit within the denomi­
in the case of León. In Kops Plateau (Nijmegen) the nation of “ephemeral” archaeology or archaeology of
use of these amphorae is related to wine from south- the “ephemeral”, a term that we have recently applied
ern Gaul, which arrived through the Atlantic routes to these questions (Morillo et alii, 2019) and that is
in barrels, and even to regional wine (Van den Berg, of significant importance to be able to gather infor-
2017: 155). The same abundance of flat-bottomed mation on entire areas of the Roman economy and
amphorae for transport is verified in the naval base trade. Undoubtedly the biased nature of the artefact
of Fréjus, connecting them in this case to the local data, in which perishable containers are not usually
production of fish sauce (Brentcha­loff, 2009: 543), a preserved, can lead to erroneous conclusions and to
hypothesis that does not seem to fit in with the reality mistake the amphora trade for that of staple prod-
of consumption: ucts. The works of Marlière (2002; 2019; Marlière and
1.- However, in none of these cases have these Torres, 2005; Tamerl, 2010) have been essential for
amphorae been seen as a mechanism for the internal understanding the reach of this trade. The needs of
redistribution of military rations. It would be neces- the military supply forced the transfer of an enormous
sary to review the materials of many of these mili- quantity of essential products into packages which
tary settlements and to carry out chromatography gas are often invisible in the archaeological record. The
analysis to identify the contents instead of resorting León camp is a paradigmatic case in this sense, as it
to the usual and easy association between the shape is isolated in an interior area, which makes it need to
of the amphorae and its probable content, something resort to containers that can withstand land transport
that more and more often we see does not always better. Hence the small number of amphorae which
happen. In fact, for instance, single handled jugs were undoubtedly replaced by barrels of wine and oil
of the same type as those presented in the current skin flasks. Undoubtedly, amphorae are very interes­
paper have been found in 1st century AD camps or ting indicators of the origin and the trade routes of
forts such as Burghöfe (Ulbert, 1959: 51, abb. 8, nº staple products, but their role as the main and only
1-36) or Mogontiacum (Mainz) (Baatz, 1962: abb. evidence of trade patterns must be relativized. We
4, n.º 6-11; abb. 5, n.º 1-12; abb. 12, n.º 1-25; Eh- cannot relate the commerce of first need products di-
mig, 2003), although these have not been analysed rectly with their ceramic containers, as there are other
with the aim of understanding their functionality in containers that are coming to light which also fulfil
the camp. A recent publication on the Magdalens- that function. It is necessary to resort to the much
berg camp shows very similar single handled bottles more appropriate idea of the concurrence and com-
to those of León (Morillo et alii, 2015: 149-150), plementarity of a great diversity of products in dif-
266 AMPHORAE IMPORTS IN THE LEGIONARY FORTRESSES OF LEÓN (NORTH SPAIN) FROM THE AUGUSTAN PERIOD TO LATE …

ferent containers, ceramic and perishable ones (skin Brentchaloff, D. (2009): “Amphores et amphorettes”, Le Camp de la
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which adapt to different circumstances, competing 557.
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the Mar Exterior from the Republic to the Principate (C.Carreras,
new interpretive instruments. Furthermore, this study,
R.Morais ed.), B.A.R.-International Series 2162, Oxford: 239-
based on different scales of analysis, has helped to 244.
provide a better framework for the processes of cul- Carreras, C. (2017): “New Views on the Wine Import from Hispania
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lona: 262-293.
IV. MEDIEVO / MEDIEVAL PERIOD
IV. MEDIEVO / MEDIEVAL PERIOD

Un scramasax de época visigoda procedente del Cueto de Camino (Campoo de Suso,


Cantabria)
A scramasax from the Visigothic period found at Cueto de Camino (Campoo de Suso, Cantabria)
Raúl CATALÁN RAMOS, Ángel GARCÍA AGUAYO, Enrique GUTIÉRREZ CUENCA,
José Ángel HIERRO GÁRATE, Eva María PEREDA ROSALES, Roberto ONTAÑÓN PEREDO .. 271-282

Ermitas olvidadas en las cuencas de los ríos Pas y Miera (Cantabria)


Forgotten hermitages in the river basins of the Pas and Miera rivers (Cantabria)
Ana RUBIO CELEMÍN, Jesús RUIZ COBO .......................................................................... 283-307

Tras la sombra de la muerte en la Edad Media: estelas funerarias de la ciudad de


Soria y sus barrios
Behind the shadow of death in the Middle Ages: medieval funerary stelae from the city of Soria and
its neighbourhoods
Carlos DE LA CASA, Manuela DOMÈNECH .................................................................... 309-322
Sautuola / XXIV-XXV
Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
Santander (2019-20), 271 - 282

Un scramasax de época visigoda procedente del


Cueto de Camino (Campoo de Suso, Cantabria)

A scramasax from the Visigothic period found at Cueto de Camino


(Campoo de Suso, Cantabria)

Raúl CATALÁN RAMOS1


Ángel GARCÍA AGUAYO
Enrique GUTIÉRREZ CUENCA2
José Ángel HIERRO GÁRATE3
Eva María PEREDA ROSALES4
Roberto ONTAÑÓN PEREDO5

RESUMEN
Este trabajo recoge el estudio de un scramasax procedente del lugar conocido como Cueto de Camino (Campoo de Suso, Cantabria). Se
da noticia de su hallazgo descontextualizado, del proceso de restauración al que ha sido sometido y de su caracterización tipo-cronológica.
Pese a que los ejemplares de este tipo de armas de filo son escasos en la península ibérica, los sax formaban parte de la panoplia del guerrero
en el reino visigodo de Toledo, aunque las distintas costumbres funerarias a uno y otro lado de los Pirineos hacen que tengan un menor
protagonismo en el registro arqueológico hispano que en otras zonas de Europa.

ABSTRACT
This article studies a scramasax found in a site known as Cueto de Camino (Campoo de Suso, Cantabria, Spain). It describes the decon-
textualized find, the restoration process that it has undergone and its typological and chronological characterization. Although examples
of this type of edged weapons are scarce in the Iberian Peninsula, sax were part of a warrior’s panoply in the Visigoth Kingdom of Toledo.
Nevertheless, the different funeral customs on either side of the Pyrenees means that this kind of weapon is less prominent in the Spanish
archaeological record than in other areas of Europe.

PALABRAS CLAVE: Armamento. Cantabria. Leichtsax. Scramasax. Visigodo.

KEYWORDS: Cantabria. Leichtsax. Scramasax. Visigothic. Weaponry.

I. INTRODUCCIÓN objetos en contextos funerarios hispano-visigodos li-


mita en gran medida el corpus disponible. Por eso,
A pesar de que el imaginario colectivo presenta cualquier hallazgo que venga a aportar algo de in-
a los protagonistas de las “invasiones bárbaras” en formación sobre la materia resulta relevante. Incluso
Hispania -suevos, vándalos, alanos y visigodos- como aquellos ejemplos en los que el conocimiento del con-
despiadados guerreros armados hasta los dientes, lo texto arqueológico es reducido, como es el caso que
cierto es que la presencia de armamento en el registro nos ocupa, adquieren un gran valor documental para
arqueológico de la península ibérica entre los siglos V identificar el uso de este tipo de armamento en terri-
y VIII es poco habitual. A diferencia de lo que sucede torio peninsular.
en otros territorios europeos en este mismo periodo, En su contexto geográfico inmediato, el hallazgo
donde las armas tienen un gran protagonismo en las de un scramasax es, si cabe, mucho más relevante.
sepulturas, la escasa representación de este tipo de Aunque el conocimiento de la cultura material de esta
época en Cantabria se ha incrementado en las últi-
mas décadas, la identificación de determinadas cate-
1. Asociación Cultural Zamora Protohistórica.
Correo electrónico: raulcatalanr@gmail.com
gorías de objetos, como sucede con el armamento,
2. Proyecto Mauranus. es testimonial. No es extraño, sin embargo, que en
Correo electrónico: egecuenca@gmail.com esta zona se documenten hallazgos singulares, como
3. Proyecto Mauranus.
Correo electrónico: jahierrogarate@gmail.com este leicht­sax campurriano, que suponen hitos muy
4. Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. visibles para un periodo que, todavía en la actualidad,
Correo electrónico: pereda_em@cantabria.es
5. Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. sigue planteando más preguntas que respuestas des-
Correo electrónico: ontanon_r@cantabria.es de el punto de vista histórico.

ISSN: 1133-2166
272 UN SCRAMASAX DE ÉPOCA VISIGODA PROCEDENTE DEL CUETO DE CAMINO (CAMPOO DE SUSO, CANTABRIA)

II. HALLAZGO Y DEPÓSITO EN EL MUPAC un trozo de hierro, fue rápidamente identificado


como lo que era en realidad: un magnífico ejemplo de
El objeto al que se dedica este artículo ingresó en metalistería antigua. El hallazgo fue comunicado de
calidad de hallazgo casual en el Museo de Prehistoria inmediato al MUPAC, que, atendiendo a su singula-
y Arqueología de Cantabria (MUPAC) con fecha de 8 ridad, organizó de inmediato la entrega del material.
de noviembre de 2018, entregado por uno de los fir- Tras su ingreso en el museo, la pieza metálica ha
mantes (AGA)6. El lugar del descubrimiento se conoce sido objeto del correspondiente estudio de estado de
como “Los Riscos” o “Alto del Cueto”, en terrenos del conservación y ulterior tratamiento de restauración
pueblo de Camino y término municipal de Campoo que ha permitido la estabilización del material. Dado
de Suso (Cantabria). Desde este punto (Fig. 1) se do- su interés científico y patrimonial, y su singularidad en
minan todas las entradas desde la Meseta al valle de el contexto del registro arqueológico de la comunidad
Campoo -puerto de Pozazal, collado de Suano o So- autónoma de Cantabria, se incorporará a la exposi-
mahoz-, así como los pasos hacia el norte a través de ción permanente del museo en un lugar destacado
la cordillera Cantábrica. Es, por tanto, un sitio excep- dentro de la sala denominada “Vida y muerte en la
cional para el control del territorio, desde el que llega Edad Media”. Se exhibirá junto con otros objetos de
a divisarse Peña Amaya por el sur. la Antigüedad Tardía localizados en la región, entre
los que destacan los ajuares funerarios de tipología
visigótica procedentes de necrópolis y, sobre todo, de
contextos en cueva como los de La Garma, Las Penas
o Riocueva.
Tal y como se ha señalado, una vez registrada la
pieza se realizó un examen organoléptico para deter-
minar su estado de conservación con carácter previo
a la intervención restauradora. En dicho análisis se
pudo comprobar que el estado de conservación era
bueno, ya que se encontraba completa y con peso su-
ficiente como para considerar la presencia de núcleo
metálico abundante. Se pudieron distinguir, asimis-
mo las patologías más evidentes a nivel macroscópico
(Fig. 2), y señales de las intervenciones anteriores a su
depósito, llevadas a cabo por su descubridor (AGA).
Estas habían consistido en la restitución con un adhe-
sivo epoxídico de parte del soporte, separado como
resultado de una fractura en el extremo apuntado, así
como en la realización de una limpieza superficial en
la que se habrían eliminado la mayor parte de arcillas
y raíces, quedando únicamente aquellos restos más
compactados. Esta limpieza pudo haber arrastrado los
depósitos salinos de naturaleza pulverulenta que de-
terminarían los focos activos de corrosión de la pieza
y que, más tarde, se reactivarían provocando señales
de inestabilidad a través de un proceso de descama-
ción leve del estrato superficial, sin llegarse a producir
exfoliación por láminas. No obstante, esta circunstan-
Figura 1: Localización del hallazgo del scramasax del Cueto de Ca- cia ha favorecido la disgregación de materia en for-
mino. ma desprendimientos y levantamientos de pequeñas
lascas, fruto de la reactivación del fenómeno corro-
El sax se localizó en un terreno calizo profunda- sivo. En cualquier caso, estas pequeñas lagunas no
mente erosionado por la acción del hielo y deshielo; han afectado a la morfología original de la pieza, que
una ladera que debe su fuerte pendiente a los desliza- presenta un alto grado de cohesión, al tiempo que
mientos resultantes de los efectos de los referidos pro- mantiene bien definida su estructura, distinguiéndose
cesos erosivos. En el momento de su descubrimiento, en la mitad distal del filo dos muescas de probable
emergía parcialmente en la superficie, habiendo que- factura antigua, posiblemente producidas durante su
dado expuesto el extremo proximal de la espiga de primera vida atmosférica. En el extremo opuesto, co-
enmangue. Reconocido en un primer momento como rrespondiente al enmangue, se conserva el remache
en uno de sus lados, mientras en el otro, ha desa-
6. Queremos agradecer a E. Peralta Labrador su intermediación en este parecido, quedando una marca circular de distinta
asunto. textura. Con carácter general, la superficie metálica
Raúl CATALÁN RAMOS et alii 273

Figura 2: Patologías detectadas en la pieza en el momento de su depósito en el MUPAC; 1 y 4.- Fragmento del extremo distal desprendido
por fractura y restituido; 2 y 5.- Superficie cubierta de concreciones metálicas, pequeñas escamas y levantamientos; 3 y 6.- Anverso y reverso
del enmangue con remache conservado en uno de sus lados.

presentaba una pátina homogénea, de aspecto fibro- rácter previo a la intervención, se realizó una pre-con-
so, con concreciones metálicas de tamaño medio y solidación puntual de aquellos elementos desprendi-
restos arcillosos y orgánicos en menor porcentaje. Tal dos o disgregados para proceder a la limpieza de la
y como se ha señalado, se detectaron levantamientos superficie en dos fases (Fig. 3): una primera en la que
en forma de escamas, asociados a fenómenos de exu- se eliminaron en seco depósitos poco compactos o
dación de cloruro férrico deshidratado y solidificado pulverulentos; seguida de una segunda limpieza me-
en forma de cloruro ferroso (Fernández Ibáñez, 2003: cánica empleando microabrasímetro y completándola
282) cuya localización se extendía por toda la pieza con microtorno. Para la estabilización del material se
de forma igualitaria, dando lugar a un tipo de corro- llevaron a cabo tratamientos de inhibición con benzo-
sión uniforme (Alonso, 1995: 23). Es arriesgado infe- triazol y de ácido tánico en solución hidroalcohólica.
rir el mecanismo exacto del fenómeno corrosivo, sin Tras el secado en estufa, se aplicaron dos películas,
embargo, se debe considerar el impacto sufrido por consolidante y protectora, a base de copolímeros
las piezas una vez producido el hallazgo, durante su acrílicos y cera microcristalina, respectivamente. Fina-
readaptación al nuevo ecosistema, haciendo especial lizados los procesos de intervención, la pieza ha sido
hincapié en los cambios de las condiciones termohi- embalada en contenedor semirrígido e insertada en
grométricas y la exposición a radiaciones luminosas7 nicho de espuma de polietileno, envuelto, a su vez,
(Porto Tenreiro, 2000: 10), así como a todos aquellos en film con Prosorb® en láminas, en espera de su ex-
efectos derivados de su manipulación. posición.
Los procesos de restauración se han ajustado a los
criterios de mínima intervención, encaminados a la III. EL SCRAMASAX: ESTUDIO TIPO-CRONO­
estabilización del material y a la aplicación de medi- LÓGICO
das de conservación preventiva para su depósito (AA.
VV., 2015: 43). Tras el análisis de patologías y con ca- El arma (Fig. 4) tiene una longitud total de 43,5
cm, de los que 6,8 cm corresponden a la espiga de en-
7. Los cambios en la HR son los máximos responsables de la reactivación mangue triangular y los restantes 36,7 cm a la hoja de
de procesos corrosivos. Sin embargo, a esta circunstancia hay que sumar un solo filo, característica de este tipo de objetos. La
otros factores que favorecen las reacciones químicas, como son el au-
mento de la temperatura, el incremento en la concentración de oxígeno anchura media de la hoja es de 3,6 cm, disminuyendo
o el aporte energético de las radiaciones luminosas. a medida que filo y dorso convergen suavemente para
274 UN SCRAMASAX DE ÉPOCA VISIGODA PROCEDENTE DEL CUETO DE CAMINO (CAMPOO DE SUSO, CANTABRIA)

Figura 4: Scramasax del Cueto de Camino.

que provocó esas deformaciones tan características


Figura 3: Distintos momentos del proceso de restauración: 1.- Pre- de la hoja8.
consolidación puntual de zonas descamadas y levantamientos;
2.- Primera fase de limpieza en seco; 3.- Segunda fase de limpieza
Si se consideran las características morfológi-
mecánica. cas que acabamos de mencionar, esencialmente las
proporciones entre longitud y anchura de la hoja, el
scramasax de Campoo puede incluirse dentro del tipo
formar la punta, simétrica. El espesor del dorso, de leichtsax de Wernard (1998) o entre los petits scrama-
0,3 cm en la zona de la punta, llega a alcanzar 0,7 cm saxe à dos courbe de las tipologías francesas (Legoux
en otras, si bien el volumen ha podido verse aumenta- et alii, 2006). Si bien en ambos casos la cronología
do por procesos de corrosión y dilatación del soporte. de arranque se establece a inicios del siglo VII, hay
Como ya se ha señalado anteriormente, conserva par- divergencias en cuanto a la continuidad de este tipo
cialmente un único remache de sujeción de las cachas de arma, ya que para Wernard este modelo no perdu-
-que serían de materia orgánica y han desaparecido ra más allá de mediados de siglo, mientras que en la
completamente- y que atravesaba la espiga a 1,7 cm sistematización francesa estos continúan hasta inicios
del arranque de la hoja, con un tamaño de 0,6 cm del siglo VIII. Esta divergencia tan amplia, teniendo en
en la parte preservada. También se ha mencionado la
existencia de dos grandes muescas o melladuras en el
filo, prácticamente idénticas. Tienen forma aplanada 8. Tanto el tamaño de la superficie golpeada como la mencionada incli-
nación podrían casar con un refuerzo metálico o cantonera del borde
y 2 cm de anchura, y están situadas muy próximas la de un escudo, la cimera de un yelmo o bien con el filo de otra arma
una de la otra, cerca del extremo distal del arma. De como una spatha o incluso otro scramasax, por lo que sería necesaria
una recreación experimental para poder ratificarlo. De ser correcta esta
su observación se desprende que fueron producidas interpretación, nos encontraríamos ante auténticas “huellas de uso”, en
al golpear desde arriba, con la parte distal del filo y este caso en combate, del arma, con todo lo que ello puede implicar
acerca de su significado y de su vida útil. Conviene recordar que la parte
dos veces consecutivas, una superficie dura, de 2 cm del filo en la que se localizan las muescas se corresponde con la zona en
de ancho y ligeramente inclinada hacia el arma, lo la que se concentra el área de golpeo en este tipo de armas.
Raúl CATALÁN RAMOS et alii 275

Figura 5: A.- Ajuar y scramasax de la sepultura 27 de Septeuil (a partir de Barat et alii, 2001: fig. 10); B.- Leichtsax y ajuar de la sepultura 306
de la necrópolis de Saint-Sauveur (a partir de Legoux y Ben Redjeb, 2007: fig. 190); C.- Leichtsax y ajuar de la sepultura 46 de la necrópolis
de Neudingen (a partir de Brendle, 2014: taf. 25).

cuenta que la base de ambos estudios incluye varios ralelos se encuentran dentro del ámbito merovingio.
miles de ejemplares -1200 tumbas en el caso francés Entre ellos hay que mencionar las piezas recuperadas
y más de 1600 sax en el trabajo de Wernard-, puede en la sepultura número 27 de Septeuil (Barat et alii,
tener su origen en aspectos regionales, ya que ambos 2001) y en la sepultura 306 de Saint-Sauveur (Legoux
trabajos ponen su foco en ámbitos geográficos muy y Ben Redjeb, 2007), en Francia; o las de las sepultu-
determinados: el noreste de Francia y el sur de Alema- ras 46 y 112 de la necrópolis alemana de Neudingen
nia, respectivamente. Es importante tener en cuenta (Brendle, 2014: 384) (Fig. 5).
este dato, ya que además hay que considerar que am- La presencia de elementos de indumentaria en va-
bas muestras se nutren fundamentalmente de contex- rias de estas sepulturas permite situarlas en un lapso
tos funerarios -de forma absoluta en el caso francés-, que abarca casi todo el siglo VII (ca. 600-675), dentro
por lo que esta divergencia puede reflejar más aspec- del arco cronológico propuesto tanto por Wernard
tos relacionados con las costumbres funerarias de esas como por la sistematización francesa, por lo que pa-
zonas concretas que con la perduración real de este rece apropiado asignar una cronología similar a la
tipo de arma. Por lo tanto, su desaparición de los re- pieza de Campoo.
pertorios alemanes a mediados del siglo VII no tiene En muchos casos, este tipo de scramasax aparece
por qué significar su caída en desuso, sino únicamente como la única pieza de armamento depositada en las
que deja de ser considerado como un elemento válido sepulturas, a diferencia de lo que ocurre con los mo-
para articular el discurso funerario en ese territorio; delos anteriores, que suelen ocupar una posición sub-
mientras que sí funcionaría como tal en el ámbito alterna, acompañando a espadas o puntas de lanza.
noreste del mundo merovingio, lo que explicaría su Este hecho resalta la elevada carga simbólica de estas
presencia en tumbas de la segunda mitad del siglo VII. armas, ya que parecen representar toda la panoplia
Por desgracia, la ausencia de un contexto arqueo- del guerrero a la hora de articular el discurso fune-
lógico con el que relacionar nuestro ejemplar no per- rario, de forma que se está simbolizando también el
mite poder precisar, por el momento, aspectos más estatus del inhumado y su importancia dentro de la
concretos acerca de su cronología, para lo que se- comunidad9.
ría necesario llevar a cabo futuras intervenciones que
permitieran localizar más elementos para datar de
forma más precisa la pieza. No obstante, en virtud de 9. Es importante recordar que la presencia de armamento en las sepulturas
su morfología y paralelos se pueden obtener una serie de este periodo en Europa no identifica forzosamente al inhumado como
un militar o con el desarrollo de actividades de ese tipo. En algunos casos
de datos que ayuden a acotar su cronología y su con- se verifican enterramientos de militares en los que hay una ausencia total
texto social. En primer lugar, hay que señalar que se de armas, mientras que en otros se corrobora la presencia de elementos
de armamento en sepulturas infantiles de niños de muy corta edad, que
trata de un modelo inédito hasta ahora dentro de los forzosamente no pudieron tomar parte en actividades de este tipo (Cata-
repertorios peninsulares y para el que los mejores pa- lán, 2015).
276 UN SCRAMASAX DE ÉPOCA VISIGODA PROCEDENTE DEL CUETO DE CAMINO (CAMPOO DE SUSO, CANTABRIA)

Gracias a la información proporcionada por los nerarios hispanos es muy anterior, como confirman
paralelos europeos y por las fuentes contemporáneas los ejemplares documentados en las necrópolis de
es posible reconstruir el contexto social en el que hay Loranca, Pla de l’Horta y Carranque, que pueden fe-
que entender estas armas. Como se ha indicado, su charse sin problemas en el segundo tercio del siglo
presencia en contextos funerarios parece confirmar, en VI (Entero et alii, 201713; Catalán, 2015). Si bien se
buena parte de los casos, un vínculo estrecho entre trata de los modelos precedentes del leichtsax, su pre-
los leichtsax y el desempeño de funciones de carácter sencia como la única pieza de ajuar -junto al correaje
militar, lo que parece corroborarse en el ejemplar de empleado para portarlo- son indicativos de la eleva-
Campoo a través de las huellas de uso que presenta la da carga simbólica que conllevaban, y es interesante
pieza. Si esta observación es correcta, y dados lo ajua- remarcar el carácter aristocrático de la necrópolis de
res a los que suelen asociarse este tipo de piezas en las Carranque, instalada sobre un gran complejo señorial
necrópolis de los entornos culturales merovingio y ala- tardo romano y vinculada a un importante edificio de
mán, creemos plausible relacionar este scramasax con culto. Todos estos datos parecen indicativos de que
un contexto social relativamente elevado, familiariza- este tipo de elemento tenía un significado similar en
do con actividades militares propias fundamentalmen- las distintas sociedades de la Europa occidental de los
te del grupo de los hombres libres. Entre ellos hay que siglos VI y VII, que seguramente adjudicaba a los scra-
incluir también los diferentes niveles de aristocracias masax un rol importante como signo de pertenencia
existentes en ese periodo, ya que en muchas ocasiones a grupos aristocráticos o, cuando menos, al grupo de
este tipo de armas presentan una cuidada decoración los hombres libres; un significado que creemos que se
damasquinada y fundas con guarniciones en plata, sin puede aplicar también al scramasax de Campoo.
duda fuera del alcance de la mayoría de la población,
aunque éste no sea el caso. Por otra parte, es impor- IV. APROXIMACIÓN AL CONTEXTO ARQUEO­
tante señalar la posibilidad de un uso diferencial de LÓGICO
este tipo de armas por los distintos grupos sociales,
ya que es muy probable que para aquellos individuos Por el momento no consta la existencia de nin-
con menos recursos jugara el papel de sustituto de gún yacimiento arqueológico en la zona del hallaz-
la espada10, mientras para los escalafones más altos, go con el que relacionar directamente el objeto. Sin
mejor equipados a priori, su rol fuera complementario embargo, la revisión de las fotografías aéreas y de los
o para su uso en situaciones en las que las dimensio- modelos digitales del terreno obtenidos a partir de
nes de una espada eran más un inconveniente que procesado de datos LiDAR del Cueto de Camino nos
una ventaja11. En cualquier caso, parece seguro que, han permitido identificar los restos de posibles estruc-
para todos aquellos que poseían este tipo de objetos, turas en su cima. Concretamente, de lo que podría ser
estos jugaban un importante papel como elementos un recinto de planta vagamente rectangular -aunque
de representación de estatus en contextos de vida co- con tendencia ovoide- de unos 3000 m2 de superficie,
tidiana, señalando el derecho del individuo a portar rodeado completamente por lo que parece un terra-
armas sin la necesidad de ir completamente armado. plén y conectado con otras estructuras de más difícil
Por otro lado, aunque el scramasax no hace su interpretación (Fig. 6). Tanto la verdadera naturaleza
aparición en las fuentes de época visigoda hasta un de estos restos como su eventual conexión con el ha-
momento muy tardío12, su presencia en contextos fu- llazgo del scramasax son incógnitas que únicamente
podrán aclararse mediante trabajos de campo, pero
la posibilidad de que exista esa relación resulta muy
10. En ese sentido, la mención de la ley militar de Ervigio, de finales del siglo sugerente y queremos dejar constancia de ello en es-
VII y recogida en el Liber Iudiciorum (Libro IX, Título II), a la obligación de
que los nobles instruyeran a una parte de sus siervos en el manejo, en- tas líneas.
tre otras armas, de los scramasax (“spathis, scramis, lanceis sagittisque”) En cuanto al entorno más o menos cercano al lu-
para cuando fuese necesario movilizarlos para la guerra, muestra bien
a las claras la importancia de ese tipo de armas dentro de la panoplia
gar del hallazgo, en la zona de Campoo de Suso y En-
de época visigoda. Se trata de una referencia que también sirve para medio se localizan algunos importantes yacimientos
relativizar en parte las connotaciones sociales elitistas de este tipo de de época visigoda (Fig. 7), evidenciando una elevada
armas, ya que vemos que en ocasiones podían ser usadas por esclavos en
determinadas circunstancias. Esta aparente contradicción quizá pudiera ocupación del espacio que algunos autores vinculan
suavizarse si entendemos, como esas spathae del texto, no las espadas a la vía de comunicación que unía la Meseta -y los
de dos filos y ricas empuñaduras que asociamos con las capas más altas
de la sociedad de época visigoda sino los scramasax de mayor tamaño; valles del sur de Cantabria- con la costa ya desde épo-
los mismos que han sido calificados como “sables” por uno de los auto- ca romana (vid. Fernández González, 2018). Los más
res de este trabajo (RCR) (Catalán, 2015: 297 y ss.).
11. Existen incluso representaciones gráficas altomedievales del uso simultá-
señalados son las necrópolis de El Castillete (Reinosa)
neo de spatha y scramasax en combate, la primera en la mano diestra y (Pérez Rodríguez-Aragón y De Cos, 1985), Santa Ma-
el segundo en la izquierda. Así, por ejemplo, en una ilustración de finales
del siglo IX contenida en un ejemplar de la Psychomachia de Prudencio
conservado en la Biblioteca Real de Bélgica (ms. 9987-91). 13. Aunque los autores identifican bien la pieza de Carranque como un scra-
12. El término no fue recogido por San Isidoro y sólo aparece en la mencio- masax, las dimensiones de la hoja no permiten incluirla dentro del grupo
nada ley militar de Ervigio (r. 680-687). Aunque, como hemos visto, lo de los langsax, fechados en el último tercio del siglo VII y el primero del
hace bajo la forma scramis (ablativo plural), su nombre latino, en nomi- VIII, y cuyas dimensiones son muy superiores a las de la pieza toledana
nativo singular, sería scrama. -nunca menos de 4 cm de anchura de hoja y más de 50 cm de longitud-.
Raúl CATALÁN RAMOS et alii 277

Figura 7: Yacimientos arqueológicos de época visigoda en el entor-


no más cercano del lugar del hallazgo.

La presencia de armamento en el registro arqueo-


Figura 6: Fotografía aérea del Cueto de Camino en la que se ob- lógico de los siglos VI-VIII en el territorio de la co-
servan las posibles estructuras mencionadas en el texto. Ortofoto: munidad autónoma de Cantabria es muy escasa, por
PNOA 2018 (vuelo auxiliar) [mapas.cantabria.es]. no decir anecdótica. Para las armas de filo, como la
que nos ocupa en este trabajo, no contamos con nin-
ría de Retortillo (Gutiérrez Cuenca, 2015: 130 y ss.) y, gún ejemplo seguro, más allá de algunas referencias
con más dudas, Espinilla (ibidem: 159-165); y la cue- vagas e identificaciones dudosas. A la primera cate-
va de Los Hornucos de Suano (Hierro, 2020: 64 y ss.; goría correspondería la mención al hallazgo en una
Pérez González et alii, 2020)14. Además, queremos cueva situada en la península de La Lastra (Las Rozas
llamar la atención acerca de la existencia de una posi- de Valdearroyo) de varias “espadas” (Marcos, 2000).
ble estructura, a unos 5,5 km al noreste siguiendo la El hecho de que, del mismo lugar, conocido como El
línea de cumbres, que pudiera estar relacionada con Corral de los Moros, o de sus inmediaciones proceda
el hallazgo. Descubierta por el mismo firmante de este una placa de cinturón de tipo liriforme, hace que pu-
trabajo que encontró el scramasax (AGA), consiste en diera pensarse en la presencia en la gruta de armas de
un caballón de tierra de anchura considerable, unos este momento, aunque no pasa de ser una mera es-
130 m de largo y con foso al exterior que desciende peculación. Por otra parte, J. Carballo menciona en su
por la ladera occidental de un estrechamiento de la diario de excavaciones, conservado en el archivo del
sierra, al norte de La Muela, en Aradillos, y poco antes MUPAC, el hallazgo de una espada corta en la cueva
del Alto de Pagüenzo; en una zona conocida como de Los Hornucos de Suano (Campoo de Suso)16. Aun-
Los Valladíos. Tanto su morfología como su ubicación que esa identificación ha sido considerada probable
permiten proponer para ella, a modo de hipótesis y a en una publicación reciente (Pérez González et alii,
falta de la necesaria intervención arqueológica, una 2020: 39), lo cierto es que tanto el dibujo que de ella
caracterización como una defensa lineal de montaña, realizó el propio Carballo en su diario, con una forma
del mismo tipo que las documentadas en el Principa- marcadamente curva, como el nombre que usó para
do de Asturias, datadas a finales de época visigoda describirla en un primer momento, “gumía”17, hacen
(vid. Camino et alii, 2010)15. que haya que tomarla con bastante cautela, ya que
uno de los rasgos que caracterizan a los scramasax de
época visigoda es su hoja casi completamente recta.
14. Excluimos de esta nómina la fortificación de Los Castillejos, en el alto En cualquier caso, la pieza se encuentra desaparecida,
del Endino, considerada en un principio como de época tardoantigua
a partir de sus características morfológicas pero cuyo aspecto actual re- por lo que resulta imposible salir de dudas, más allá
mite más a las obras realizadas sobre un establecimiento anterior, de del recurso al dibujo ya mencionado. En cuanto a su
planta indeterminada, durante la Guerra Civil que a una construcción de
aquellos momentos (vid. Bohigas, 2011: 38). Tanto la entrada en esviaje presencia en la cueva, que ahora sabemos que tam-
como los presuntos bastiones circulares, que creemos emplazamientos bién tuvo un uso sepulcral en estos momentos, todo
para ametralladoras en realidad, responden a modelos en boga entre los
bandos contendientes en 1937, momento en el que tropas republicanas
del Cuerpo de Ejército de Santander realizaron importantes trabajos de
fortificación en el lugar que denominaban “posición de Varillas”. Existe 16. La última anotación de J. Carballo sobre su excavación en Los Hornucos
un paralelo, prácticamente idéntico, aunque al otro lado de la línea de dice así: “Entre las herramientas de Suano está el serrote (objeto único,
frente, en zona nacionalista, en el Alto de Marul (Burgos). según Taracena, y el otro es un machete, en alemán Scraxmasse – (úni-
15. Aparte de los ejemplos asturianos, en Cantabria contamos con otra po- co)”.
sible defensa de ese tipo en un estrechamiento de la sierra que discurre 17. Entre sus notas del 26 de septiembre de 1935, se puede leer: “Varios
por el interfluvio Pas-Besaya, en el lugar conocido como Cotero del Me- trozos indefinidos de hierro: dos clavos grandes y una gumia (?) rota en
dio (Camino et alii, 2010). la punta – mide 0,23 x 0,04 m. La empuñadura mide 0,07 m.”.
278 UN SCRAMASAX DE ÉPOCA VISIGODA PROCEDENTE DEL CUETO DE CAMINO (CAMPOO DE SUSO, CANTABRIA)

parece apuntar a que formaba parte de un impor- arma. Todas ellas se encuentran desaparecidas en la
tante ocultamiento de objetos metálicos destinados actualidad.
al reciclaje (vid. Hierro, 2020). Finalmente, hay que Para concluir este repaso hay que descartar algu-
señalar la presencia de un posible fragmento de la nos otros objetos que antiguamente fueron incluidos
hoja de otro objeto de este tipo entre los materiales en esta categoría, como los cuchillos (vid. Ardanaz et
procedentes de la cueva de La Pila (Miengo) que se alii, 1998: 420 y ss., 443-445), presentes en algunos
conservan en el MUPAC. Debido a su carácter frag- yacimientos, como Las Penas (Serna et alii, 2005), Por-
mentario y su mal estado de conservación esa atri- tillo del Arenal (Valle et alii, 1998) y Riocueva (Gutié-
bución funcional es dudosa y podría corresponder a rrez Cuenca y Hierro, 2019); así como los objetos de
algún otro tipo de instrumento afilado o cortante, hierro recuperados también en esas tres cuevas y que
quizá alguna herramienta para el trabajo de la ma- fueron interpretados inicialmente como puntas de
dera o la piel. No corren mejor suerte las armas arro- dardo o flecha (Valle et alii, 1998: 58-59), cuando se
jadizas o de asta, para las que sólo pueden señalarse trata, en realidad, de ganchos de huso (vid. Gutiérrez
el testimonio indirecto que proporciona al respecto la Cuenca y Hierro, 2010).
presencia de un posible regatón de lanza en la cueva Fuera de los límites autonómicos, aunque en su
de Las Penas (Mortera, Piélagos) (Serna et alii, 2005) entorno inmediato y dentro del territorio considerado
y una posible punta de jabalina procedente de la ya cántabro en época romana20, existen algunos ejem-
mencionada de Los Hornucos (Hierro, 2020), además plos de armamento de época visigoda, aunque tam-
de la referencia periodística a otras del mismo tipo en- poco son abundantes. Destaca el conjunto de Monte
tre los materiales recuperados en la cueva de Cudón18 Cildá, con una espada casi completa, puntas de lanza
(Cudón, Miengo) (ibidem). Son, sin duda, las hachas y de flecha, estas últimas de enmangue tubular y dos
las armas mejor representadas en este territorio, con pequeñas aletas (García Guinea et alii, 1966: 12, 25
ejemplares encontrados en las cuevas de Los Cirrios, y 27). De Amaya procede una posible francisca, aun-
Las Penas y Cudón, aunque también plantean algunos que, hasta la fecha, no haya sido catalogada como tal
problemas de interpretación. La de la primera, de pe- (Quintana, 2017: 92-93).
queño tamaño y con dos escotaduras muy marcadas En un ámbito geográfico más amplio, en la zona
en el talón (Muñoz, 2006), podría ser un ejemplar de norte de la Península, pueden señalarse los hallazgos
tipo arrojadizo del siglo VI, aunque sus mejores para- de armas en contexto funerario de Vigaña (Fernández
lelos se encuentran entre las hachas de los siglos IV-V Mier, 2015: 189-191) y Rodiles (González y Fernández
de la villa de La Olmeda y la necrópolis de Cabriana19, Vallés, 1976: 225-233), en Asturias, con un “sable”
por lo que su cronología podría ser anterior. Sin em- en el primer caso, y un hacha y varias puntas de lanza
bargo, la perduración de tipos de armas “antiguas” y jabalina en el segundo21; y de San Martín de Fina-
en el periodo que estamos estudiando tampoco per- ga (García Camino, 2002) y Santimamiñe (Sánchez
mite descartar la primera de las cronologías o inclu- Rincón et alii, 2008), en Vizcaya, con un hacha de
so adelantarla (vid. Hierro, 2020: 327, nota 276). El combate, una espada y un par de puntas de lanza o
hacha de Las Penas, por su parte, es de tipo barba- jabalina en el primer caso y otro hacha del mismo tipo
do y, aunque fue identificada como un ejemplar de en el segundo. Estos cuatro ejemplos se localizan al
combate en el momento de su hallazgo (Serna et alii, norte de la divisoria de aguas, pudiéndose relacionar
2005), tanto su pequeño tamaño como su tipo de los ajuares pertenecientes a estos momentos (siglos
enmangue permiten interpretarla también como un VI-VII) de los dos vizcaínos con los de las necrópolis
útil destinado a la corta de leña o el trabajo de la contemporáneas localizadas en La Llanada Alavesa,
madera, por lo que su caracterización como arma no como Aldaieta (Azkarate, 1999), San Pelayo (Azkara-
sería segura. Finalmente, conocemos la existencia de te, 2005) y Alegría-Dulantzi (Loza y Niso, 2016); así
otros dos o tres ejemplares procedentes de la cue- como con algunas situadas en Navarra: Argaray/Obie-
va de Cudón, aunque sólo a partir de una fotografía tagañe, en Pamplona (Mezquíriz, 2004), y Buzaga
de no muy buena calidad (Alcalde del Río, 1934), lo (Azkarate, 1993: 158 y ss.), caracterizadas todas ellas
que dificulta en gran manera su estudio. Uno de ellos por la abundancia de armamento en las sepulturas,
parece de tipo barbado, otro se asemeja más a las
franciscas arrojadizas y el tercero podría ser un hacha
20. La extensión de la provincia visigoda de Cantabria nos es desconocida,
de dos filos, aunque su identificación es más dudo- aunque con toda probabilidad desbordaba los límites del territorio de los
sa y, en cualquier caso, no puede ser considerado un cántabros en época romana, especialmente hacia el sur y el sureste.
21. En estos dos enterramientos con armas localizados en el territorio de la
Asturia trasmontana se observa un marcado conservadurismo tipológico,
18. Concretamente, en la sección del diario El Cantábrico titulada “Las mil con un “sable” -y otros elementos, como la guarnición de cinturón que le
y una tardes” se menciona, el 24/10/1928, la presencia de “hierros oxi- acompaña- fechable en el siglo VI, pero formando parte del ajuar de una
dados, instrumentos cortantes, armas arrojadizas”; y el 4/9/1929, la de tumba datada por 14C en el VII, en el caso de Vigaña (Fernández Mier et
“muchos utensilios de hierro, dardos, picos, hachas, azadas y algunos alii, 2019: 113-114); o un hacha con paralelos idénticos en yacimientos
otros objetos”. del siglo V, como la necrópolis palentina de La Morterona (Abásolo et alii,
19. Las procedentes del primero de esos dos yacimientos pueden verse ex- 1984: 57-62), en una sepultura que se puede llevar a finales del siglo VI
puestas en el Museo de la villa romana de La Olmeda. Las del segundo se ó inicios del VII en Rodiles (Fernández Mier, 2015; González y Fernández
exponen en el Museo de Burgos (vid. Vigil-Escalera, 2012: 77, fig. 2). Vallés, 1976).
Raúl CATALÁN RAMOS et alii 279

sobre todo en comparación con las de otras zonas de -con ejemplos como el de Cerro Muriano u Obieta-
la Península. El hacha de la cueva alavesa de Los Goros gañe-.
sería otro objeto a destacar, del mismo tipo que algu- Frente a los argumentos, sostenidos en buena me-
nos de los presentes en los mencionados cementerios, dida en tesis etnicistas, que defendían que la ausencia
pero procedente de un yacimiento distinto, aunque de scramasax en el territorio del Reino de Toledo se
también de tipo funerario (Hierro, 2018). Moviéndo- justificaba por ser elementos ajenos a las tradiciones
nos hacia occidente por el piedemonte cantábrico y la militares del mismo, la realidad parece distinta, a te-
zona más septentrional de la Meseta, se cumple esa nor de los hallazgos realizados en los últimos años.
norma y escasean los ejemplos, pudiéndose mencio- Como hemos indicado, este tipo de armas aparecen
nar únicamente los restos de dos posibles scramasax documentadas, si bien de forma tardía, en la pro-
recuperados, lamentablemente sin contexto conoci- pia legislación de época visigoda, lo que es de por
do, en Herrera de Pisuerga (Fernández Ibáñez, 2005: sí elocuente respecto al grado de familiaridad que
195-196)22. También contamos con la mención a la este objeto tenía que poseer en la sociedad visigo-
presencia de armas en algunas de las tumbas de la da, a lo que hay que añadir que su documentación
necrópolis tardoantigua asociada a la basílica de Ma- en contextos funerarios y de hábitat es cada vez más
rialba de la Ribera (León) (Gutiérrez González, 2020: frecuente (Fig. 8). Entre los primeros cabe destacar
396), aunque desconocemos su número y tipo, más los ejemplares antes mencionados de Loranca, Pla de
allá de la mención a “lanzas, cuchillos o puñales” y l’Horta y Carranque, ya que se trata de contextos ex-
a la imagen de un posible regatón colocado sobre el cavados recientemente y con una metodología actual.
pecho de uno de los inhumados. Y, finalmente, debe- A ellos se podrían sumar hallazgos antiguos como los
mos indicar el hallazgo de una punta de jabalina que,
por su tipología, podría ubicarse cronológicamente
en estos siglos, en A Valía Cavada (Ibias, Asturias)
(Ron, 2000: 92)23.

V. UN NUEVO TIPO DE SCRAMASAX EN LA


PENÍNSULA IBÉRICA

El hallazgo del leichtsax de Campoo constituye


una aportación importante para saber más sobre la
cultura material de un periodo que, a día de hoy, dista
mucho de ser bien conocido, a pesar de los evidentes
avances que se han producido al respecto en los úl-
timos años. En primer lugar, hay que destacar que se
trata de la primera vez que se documenta un arma
de este tipo en ámbito hispano, ya que hasta la fecha
esta clase de scramasax ligero de dorso curvo estaba
totalmente ausente del registro arqueológico penin-
sular24, ya que todos los modelos documentados se
englobaban o bien dentro de los modelos más cortos
y antiguos, -como los kurzsax de Loranca o Aldaieta-,
o bien dentro del tipo langsax, más masivo y tardío

22. En este caso hay que señalar que sus características formales, especial-
mente el remate de la empuñadura aunque también la propia forma de
ésta y la hoja, los alejan de los ejemplares de época visigoda y los ponen
en relación con las espadas de un solo filo o machetes altomedievales
posteriores, como las de El Castellar de Villajimena (Palencia) (García Gui-
nea et alii, 151 y fig. 31), las del castillo de Aitziki (Bizkaia) (Llamosas y
Gil, 1995) o el ejemplar soriano con decoración damasquinada de Oce-
nillas (Dohijo,2011: 96-97 y 465). Conviene recordar que todos ellos han
sido considerados en algún momento como de época visigoda, lo que
da una idea de la dificultad de distinguir los ejemplares más antiguos de
estos otros más recientes. En cuanto a la datación de este tipo de armas
medievales, el propio contexto de Aitziki, con uso entre los siglos XI y XIII,
es ilustrativo.
23. Dos de los firmantes de este trabajo (JAH y EGC) tuvimos la oportunidad
de ver la pieza, de manos de su descubridor y gracias a la mediación de
C. Fernández Ibáñez, pudiendo comprobar que se trata de una punta de Figura 8: Scramasax de época visigoda de la península ibérica: 1.-
jabalina o lanza ligera del mismo tipo que algunas de las documentadas
Pla de l’Horta (Gerona); 2.- Madrona (Segovia); 3.- Cerro Muriano
en las necrópolis alavesas mencionadas en el texto (vid. supra).
24. Para una revisión de los recuperados en contextos funerario, ver el traba- (Córdoba); 4.- La Vega (Boadilla del Monte, Madrid) (Foto: Museo
jo previo de uno de los firmantes (RCR) (Catalán, 2015: 301-303 y figs. Arqueológico Regional, Madrid); 5.- Loranca (Fuenlabrada, Ma-
16.5 y 16.6). drid).
280 UN SCRAMASAX DE ÉPOCA VISIGODA PROCEDENTE DEL CUETO DE CAMINO (CAMPOO DE SUSO, CANTABRIA)

de Daganzo y Madrona, del siglo VI (Catalán, 2015), relación con un contexto funerario, como es el caso
o el ejemplar, especialmente interesante, recuperado que nos ocupa, llama la atención sobre la importancia
cerca de Córdoba, en Cerro Muriano (Raddatz, 1959). de otro tipo de yacimientos, en el territorio hispano,
A pesar de que se trata de un modelo más tardío -un frente a la representatividad y el peso que los hallaz-
langsax de finales del siglo VII ó inicios del VIII-, su gos funerarios tienen dentro del registro arqueológi-
presencia en un contexto funerario de esa cronología co de este periodo en buena parte de los contextos
indica la vigencia del elevado valor simbólico que se culturales de nuestro entorno. Recintos fortificados,
otorgaba a este tipo de arma, por lo que entendemos espacios de hábitat o enclaves de función indeter-
que ese mismo significado se puede adjudicar a las minada aportan un volumen menor de armamento,
piezas que, como la recuperada en Campoo, se pue- pero eso no le resta importancia al papel de este tipo
den fechar entre los hallazgos del siglo VI y los más de objetos en el conjunto de la cultura material de la
tardíos, como el ejemplar cordobés. En lo que respecta época.
a los hallazgos procedentes de contextos de hábitat,
se vuelve a constatar la vinculación de este tipo de ele- VI. CONCLUSIONES
mentos con el ámbito aristocrático y militar. Hasta la
fecha se conocen ejemplares como el de Puig Rom, un A pesar de tratarse de un hallazgo casual, el leicht-
espacio fortificado con funcionalidad eminentemente sax del Cueto de Camino supone una incorporación
militar (García y Vivó, 2003), y el langsax recuperado de gran interés al corpus de armamento de época vi-
en el asentamiento rural de La Vega, en Boadilla del sigoda conocido en la actualidad en la península Ibé-
Monte, en el que la presencia de elementos como un rica. Por un lado, las armas de filo son mucho menos
tremis de Egica-Witiza podrían indicar que se trata de abundantes en el registro arqueológico hispano que
un conjunto de corte aristocrático (Alfaro y Martín, en otras zonas de Europa, por lo que cada nuevo ha-
2006; Catalán, 2015). A ellos habría que sumar, ya llazgo amplía de forma notable nuestro conocimiento
fuera de la Península pero indudablemente dentro del sobre la materia. Por otro, aunque los scramasax es-
ámbito sociopolítico visigodo, los dos ejemplares de tán documentados para este momento en el territorio
Ruscino, un complejo en el que se ha recuperado un del Reino Visigodo de Toledo y se dispone de ejempla-
significativo conjunto de materiales de época visigo- res cuyo encuadre tipológico en esta categoría está
da junto a elementos de armamento tan relevantes fuera de toda duda, no se tenía constancia de casos
como una coraza laminar, umbos de escudo o un ha- del tipo concreto al que se adscribe el que hemos
cha de combate (Feugère, 2014). presentado en este trabajo, por lo que creemos que
A partir de los hallazgos documentados y de las constituye una aportación muy relevante. Y como tal
fuentes de la época, se puede afirmar que el scra- ocupará un lugar destacado en la zona dedicada a es-
masax era un arma bien conocida y cuyo uso pare- tos momentos históricos en la exposición permanente
ce generalizado en el ámbito del Reino de Toledo. del MUPAC.
El leichtsax de Campoo viene a sumarse a la lista de Todo parece indicar que, a diferencia de lo que
ejemplares que testimonian su difusión en ámbito pe- ocurre con la mayoría de los ejemplares europeos,
ninsular, si bien su empleo no se circunscribe única- este sax no procede de una sepultura ni de ningún
mente al entramado sociopolítico visigodo, sino que otro tipo de contexto funerario. De hecho, la existen-
también parece haber tenido una importancia similar cia de estructuras correspondientes a un posible re-
en el mundo vascón, con ejemplares como el kurz- cinto fortificado en la zona del Cueto de Camino abre
sax de la tumba B62 de Aldaieta, el recuperado en la una vía de interpretación sugerente en relación con
necrópolis de Buzaga (Azkarate, 2004; 1993) o los el contexto de su hallazgo. A lo que hay que sumar
tres procedentes de Pamplona25 (Mezquíriz, 2004: 59 las marcas de uso presentes en su hoja, que podrían
y 86). Si la aparición de este tipo de armas en el regis- estar indicando su utilización en combate y, por tan-
tro arqueológico peninsular es menos frecuente que to, la posible existencia de un escenario de conflicto
en otras zonas de Europa tiene que ver con el hecho armado en ese mismo lugar, algo que sólo los futuros
de que la deposición de armamento no constituye un trabajos de campo previstos podrán confirmar.
elemento prioritario a la hora de articular el discur- En lo que respecta a su cronología, los paralelos
so funerario en el ámbito visigodo, a diferencia de lo con los que se puede relacionar permiten situarlo en
que ocurre en el mundo merovingio o en los reinos el siglo VII, concretamente entre el año 600 y el 675,
anglosajones. El hallazgo de un sax sin una aparente aunque su uso haya podido prolongarse en el tiempo
más allá de la última fecha. La mayor parte de los
25. El tema de las necrópolis pamplonesas de la Tardoantigüedad y la Alta yacimientos de época visigoda que se conocen en su
Edad Media es complejo, ya que la ciudad contó con varias zonas ce- entorno presentan niveles o materiales asignados a
menteriales en esos momentos en las que aparecen objetos relacionados
tanto con el mundo hispanovisigodo peninsular como con el norpire- esa misma centuria, así que el scramasax no desen-
naico merovingio-aquitano. En el caso concreto de los tres scramasax tona ni desde el punto de vista cronológico ni, por
señalados, estos proceden de las excavaciones antiguas de la necrópolis
de Argaray/Obietagañe y desconocemos las circunstancias concretas de supuesto, desde el cultural. Los valles del sur de la
su aparición, más allá de que lo hicieron en el interior de sepulturas. comunidad autónoma de Cantabria parecen haber
Raúl CATALÁN RAMOS et alii 281

tenido una ocupación relativamente densa en esos Fernández Ibáñez, C. (2003): “La alteración del hierro por sales.
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consideraciones sobre el carácter del objeto, contribu- Fernández Ibáñez, C. (2005): “Objetos metálicos del asentamiento
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Ermitas olvidadas en las cuencas de los ríos Pas y Miera


(Cantabria)

Forgotten hermitages in the river basins of the Pas and Miera rivers (Cantabria)

ANA RUBIO CELEMÍN1


Jesús RUIZ COBO2

RESUMEN
Se ofrecen algunos resultados de un proyecto de investigación centrado en el estudio de las ermitas de Cantabria, en este caso limitado
a aquellas situadas en las cuencas de los ríos Pas, Miera y Campiazo que se encuentran en estado de ruina parcial o ruina arqueológica o que
han sido reconvertidas en capillas de cementerio. El objeto del trabajo es, básicamente, dar a conocer una serie de arquitecturas olvidadas con
el objeto de ayudar a su conservación futura. El método de trabajo, además de una fase previa de gabinete, parte básicamente del estudio de
campo de las ruinas. Tras el aparato descriptivo se contextualiza este tipo de elemento patrimonial y arqueológico en la realidad del fenómeno
de la proliferación de este tipo de templos en la Región en los siglos XVI a XVIII, prestando una especial atención a los factores que parecen
haber incidido en su conservación diferencial.

ABSTRACT
Some results of a research project focused on the study of hermitages in Cantabria are offered, in this case limited to those located in the
basins of the Pas, Miera and Campiazo rivers that are in a state of partial ruin or archaeological ruin or that have been converted into cemetery
chapels. The purpose of the work is, basically, to present a series of forgotten architectures in order to help their future conservation. The wor-
king method, following a previous research phase basically starts with the field study of the ruins. After the descriptive documentation, this
type of patrimonial and archaeological element is contextualized in the reality of the phenomenon of the proliferation of this type of temple
in the region in the 16th to 18th centuries, paying special attention to the factors that seem to have influenced their differential conservation.

PALABRAS CLAVE: Conservación. Ermita. Miera. Pas. Ruina arqueológica. Ruina parcial.

KEYWORDS: Archaeological ruin. Conservation. Hermitage. Miera. Partial ruin. Pas.

I. MARCO DE ESTUDIO

Este trabajo se integra en un proyecto más amplio


en que se estudian determinados aspectos de la
arquitectura religiosa menor, es decir, las ermitas, de
todo el territorio de Cantabria. Hasta el momento
se han publicado las evidencias de las cuencas del
Nansa - Saja (Rubio Celemín y Ruiz Cobo, 2016b) y en
otro trabajo independiente, la ermita de San Martín
de Posadorio en Barcenilla de Piélagos (Ruiz Cobo y
Rubio Celemín, 2013), ambos en esta misma revista.
En este artículo se recoge información sobre varias
ermitas de la zona central de la región -cuencas del Pas
y del Miera- que han entrado ya en las últimas fases de
su vida o que casi han desaparecido por completo. El
objetivo básico del trabajo es dar a conocer sus restos
colaborando así, en la medida de lo posible, a su
Figura 1: Área de trabajo: 1.- Cuenca del Pas; 2.- Cuenca del Miera
conservación y también, en cierto modo, realizar un y del Campiazo.
último homenaje a su existencia con la publicación de
lo que de ellas ha llegado hasta nosotros. Las ermitas los catálogos de patrimonio, quizás por la humildad
han ocupado siempre una posición secundaria en de su arquitectura, o en ocasiones por sus posicio-
nes marginales respecto al hábitat. Y esto se agrava
si el edificio ha sido desacralizado o cuando sólo se
1. Centro de Estudios Montañeses e Instituto de Prehistoria y Arqueología
Sautuola. ha conservado de forma parcial. En este caso, si se
Correo electrónico: anaruce@hotmail.com las nombra, a menudo se hace de forma marginal,
2. Centro de Estudios Montañeses e Instituto de Prehistoria y Arqueología
Sautuola. sin aportar información sobre su situación, historia,
Correo electrónico: jesuscc70@gmail.com documentación, estado de conservación, etc.

ISSN: 1133-2166
284 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

- Conservadas (total o parcialmente, pero conso-


lidadas)
- En ruina parcial
- En ruina arqueológica
- Desaparecidas
- Nuevas fábricas, levantadas en el lugar que
ocupaba otra anterior.
Para este trabajo se han seleccionado aquellas
que se encuentran en estados de ruina, sea parcial o
arqueológica, y conservadas de forma parcial reutili-
zadas como capillas de cementerio.
El sistema de trabajo parte de la realización de
un dosier, lo más detallado posible, que reúna la
información publicada sobre cada una de las ermitas
e iglesias -a menudo muy escasa-, incluyendo datos
Figura 2: Dibujo de la ermita de Nª. Sª. de la Higuera en Carriazo en arquitectónicos y referencias documentales. El estudio
1969 (a partir de Sánchez Landeras, 1986). continúa con una visita al lugar y con la realización de
una planta y la obtención de una serie de fotografías.
Se trata en muchos casos de ruinas, de mayor o Dado el importante número de templos a incluir,
menor entidad, y en algún caso edificios reutilizados la información aportada en el artículo es lógicamente
como capillas de cementerio que creemos merece un resumen del total y se ofrece en una ficha muy
la pena conocer. Aunque no se ha intentado ser sencilla. Tras el nombre, localidad, municipio y coor-
exhaustivos en la recogida de ejemplos de ermitas denadas UTM (ETRS89) se ofrece una breve descrip-
desacralizadas o abandonadas, creemos que están ción del lugar que ocupa y su forma de integración
presentes un alto número de las que existen en el área en el espacio y en el paisaje cultural: caminos, barrios,
de estudio. fuentes.
No se han incluido algunos edificios desacraliza- El segundo bloque recoge los datos históricos.
dos y que todavía se conservan hoy más o menos Cuándo puede considerase que se construyó y cuál ha
completos aunque con otro uso, como casas, cuadras sido la evolución del edificio hasta su estado de ruina
o pajares. Este sería el caso de la de Santa Mónica de actual. Se indicará lo que ha podido saberse gracias a
la Cavada, utilizada como casa, San Julián de Velo, los vecinos de la localidad. Si se cuenta con informa-
convertida en garaje, o San Jose de la Cueva en Cas- ción documental también se citará aquí.
tañeda, usada como pajar. Un caso similar, de trans- En el siguiente epígrafe se realiza una sucinta
formación de ermita-hospital en casa y cuadra se ha descripción del edificio en su estado actual, que se
producido en La Magdalena de Selorga, en Meruelo limita a aquellos elementos de cierta relevancia esti-
(Rubio y Ruiz, 2016a). En otros casos los edificios han lística o cronológica, haciendo hincapié en su estado
sido reutilizados para usos culturales, como es el caso de conservación. En un último bloque se ofrece un
de San Antonio de Vega de Pas, que alberga el Museo breve resumen historiográfico, si es que la ermita ha
de las Villas Pasiegas. Tampoco se incluirán ermitas sido objeto de alguna intervención, estudio, cita y
levantadas en el siglo XIX y XX, es decir, fuera del publicación. Sólo se incluye un croquis o planta del
Antiguo Régimen. monumento en caso de que se encuentren inéditos.
Un caso peculiar son los restos de ermitas que La información obtenida se analizará en el apar-
hoy se conservan como parte de la estructura de tado de resultados, intentando establecer una serie de
los cementerios rurales. Generalmente se trataba de ejes que expliquen las razones por las que un templo
templos situados en las inmediaciones de las locali- ha entrado en esta vía muerta a diferencia de otros.
dades y que, precisamente por ello, fueron elegidas
para ubicar allí los camposantos. Se añaden además III. CATÁLOGO DE EVIDENCIAS
algunos edificios que, por su situación aislada o su
morfología poco destacada, han pasado más o menos III.1. Valle del Pas
desapercibidos en los estudios de patrimonio.
III.1.1. San Román de Carandía. Piélagos. UTM:
II. MÉTODO Y OBJETIVOS 421.232/ 4.799.353

Los criterios de inclusión utilizados son por una El lugar. El barrio de San Román se encuentra
parte su cronología en el Antiguo Régimen, su situa- al norte de Carandía, entre este núcleo y Renedo y
ción dentro del área de estudio - Pas, Miera y Cam- está formado por media docena de casas repartidas a
piazo - y su precario estado de conservación. Para el ambos lados de la N-623. De aquí partía un vial, hoy
estudio de conjunto se diferenció entre: privatizado, que ascendiendo la ladera llevaba direc-
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 285

tamente a la ermita. Actualmente es posible acceder


por una pista que arranca unos 100 m más adelante
y que conduce a un amplio rellano de la ladera, cono-
cido como El Pindio, escasamente elevado sobre el
fondo del valle pero desde que el que se domina toda
la vega. Justo al llegar a él, rodeados por eucaliptos,
se encuentran los restos de la ermita. Todavía crecen
allí varios buenos ejemplares de roble milagrosamente
conservados en los alrededores de la ermita. En la
cartografía 1:25.000 se indica la existencia de estas
ruinas, aunque por error lo que se señala realmente
es una vieja casa de sillería, casi una torre, situada al
fondo del mismo rellano.
Son pocos los vecinos del barrio que recuerdan la

Figura 3: Restos de San Román de Carandía. Piélagos.

existencia de la ermita. Sólo algunos mayores la cono-


cieron, en la postguerra y ya abandonada. La imagen
del santo patrono, San Román, se conservó algún
tiempo debajo de una escalera en la iglesia parroquial
de Carandía.
Historia. Las primeras referencias que conocemos
sobre ella son del Catastro de Ensenada, gracias al cual
sabemos que tuvo ermitaño. En concreto dice que el
santuario tenía una huerta con frutales -perales, man-
zanos y ciruelos-, y en la que el ermitaño cultivaba Figura 4: Planta de San Román de Carandía.
hortaliza para su mantenimiento. Además, tenía “un
cagigal que con diez cagigas que se hayan podadas, mente su planta fue rectangular, a juzgar por las líneas
pegando a dicha ermita” (leg. 197). Mantuvo su acti- de muro soterrado que parten del lienzo conservado
vidad al menos hasta mediados del siglo XIX, pues se hacia el sur. Si esta es la representación correcta no
conserva documentación sobre ella en el AHN hasta respetaría la orientación canónica.
1842 (Pares: Clero - secular- regular, L. 11221, años: Historiografía. No se conocen estudios previos
1811-1842). El diccionario Madoz (1995) cita tres sobre esta ermita.
ermitas en Carandía, dos de ellas casi en ruinas, pero
no especifica sus advocaciones. III.1.2. San Miguel de Quijano. Quijano. Piéla-
El edificio. Se conserva en pie un muro, proba- gos. UTM: 422613 / 4802427
blemente el de los pies, hasta una altura de unos 5
metros y con un desarrollo longitudinal de 7 m y una El lugar. Se levanta en un pequeño rellano de
anchura de 0,80 m. Gracias a su forma de remate ladera sobre la localidad de Quijano, en concreto algo
superior se percibe que el edificio tuvo tejado a dos más arriba de su cementerio. Se trata de una ladera
aguas dispuesto en el eje largo de la ermita. Probable- bien orientada.
286 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

Historia. Hasta las años 90 el edificio estuvo en III.1.3. Ermita de la Virgen de los Remedios de
ruina y en las series de fotografía aérea se observa Vioño. Piélagos. UTM: 421.373/4.801.871
que los cuatro muros del ábside estaban en pie, sin
tejado y el lugar estaba lleno de maleza. La ermita El lugar. Los restos de la ermita se encuentran en
estaba adosada al oeste de un camino, hoy perdido, el extremo de una estribación del monte Sisos que se
que partía de Quijano y ascendía por la ladera en asoma al valle bajo del Pas sobre el barrio de Salcedo,
dirección noreste. Es posible que la nave, mucho a 73 m de altura absoluta. En concreto la ermita está
más derrumbada, estuviese al norte del ábside. En las en el ángulo noroeste del cementerio y ha podido ser
series de foto aérea de los años 80 se aprecia que la utilizada como osario.
ermita está inmediatamente al este de un cercado de Historia. El lugar fue elegido para situar el cemen-
piedra en que hay una casa de tamaño medio que terio de Vioño, en los años 30 del siglo pasado, pero
cayó en ruina hacía finales del siglo XX. En los prime- dado que la Junta Vecinal no era propietaria del
ros años del siglo XXI la finca fue adquirida por un templo se respetaron, al menos parcialmente, sus
particular, que restauró la casa, la ermita y levantó un ruinas y el muro del cementerio se adosó a sus restos.
muro, incluyendo en su interior también a la ermita, El edificio. Al levantarse el cementerio sólo se
que antes quedaba fuera. Actualmente, donde debió conservó una parte de la ermita, lo que parece que
de estar la nave, se encuentra un edifico cubierto con era su ábside, de planta cuadrada y con unos 6 m de
tejado a dos aguas y la propia ermita también ha sido lado. Hoy día el edificio no resulta accesible pues no
cubierta por un tejado metálico y sus muros han sido tiene puerta y su interior está cubierto por maleza.
consolidados. Los vecinos de cierta edad recuerdan la En una de las paredes de una pequeña capilla que se
existencia de la ermita y dicen que era del Concejo, levanta en el centro del cementerio se ha empotrado
pero que llevaba muchos años en ruina, sin tejado. una clave de la bóveda de la ermita de Los Remedios.
El edificio. Se conserva en buen estado el ábside, Historiografía. No se conoce ningún estudio
de planta cuadrada y de unos 6,5 m de lado. Los sobre este edificio.
rasgos más destacados son la presencia de dos vanos
altos y estrechos en el muro sur y la existencia de con-
trafuertes ortogonales de poca anchura -parcialmente
conservados- y que en origen debían de llegar hasta
la cornisa. La nave podría haber medido unos 9 m y
tener la misma anchura que la cámara. Los rasgos de
la cornisa, que recorre también la cima de los contra-
fuertes, sugieren que se trata de un edificio de finales
del siglo XVII o más probablemente del siglo XVIII.
Historiografía. No se conoce ningún trabajo
sobre este templo, que sí se cita en una la página web
del Ayuntamiento de Piélagos (s.f.). En esta fuente se
dice que fue donada al pueblo por D. Juan de Solór-
zano Otero.

Figura 6: Clave de la ermita de la Virgen de los Remedios de Vioño,


insertada en una de las paredes interiores del campo santo.

III.1.4. Ermita de Santa Lucía de Villabañez. Cas-


tañeda. UTM: 422.826 / 4.795.937

El lugar. Se encuentra en el bajo valle del Pisueña,


muy cerca ya de su confluencia con el Pas, en el fondo
de la llanura aluvial. Desde ella se ve la Colegiata de
la Santa Cruz y a escasa distancia hacia el suroeste se
levanta la torre de los Ceballos.
Historia. Aparece citada en un testamento otor-
gado en 1586, de D. Juan Díaz de Ceballos y su esposa,
Dª Mª de Ceballos: “mandamos que a costa de nues-
tros bienes se haga una capilla en la nuestra ermita
Figura 5: Ermita de San Miguel de Quijano (Piélagos) en su estado que tenemos e fundamos delante de la nuestra torre
actual, tras su reciente reconstrucción por sus propietarios. de Villabañes, a la invocacion y devoción de la visita-
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 287

ción de Nª Sª Santa Isabel, que cueste cien ducados, mayor parte de los muros levantados hasta unos 3 m,
juntándose para ello los maravedíes que parecieron y sobre ellos algunos restos de vigas. Presenta planta
por un memorial de letra de mi el dicho Juan Diaz de rectangular, con 10 m x 8 m, con acceso por vano,
Cevallos, que yo confieso deber a la dicha ermita, en probablemente adintelado, abierto en el muro oeste y
la cual dicha ermita y al lado de ella mando se pongan con ventanas abocinadas a ambos lados de la puerta.
mis armas de Cevallos, no por vanagloria y pompa Otra ventana se abre en el muro sur. Casi con seguri-
del mundo mas por ejemplo que otro haga obras dad presentaría cubierta a dos aguas y espadaña a los
buenas” (dato publicado por Lobo y Marañón, 2005). pies, siguiendo un modelo muy repetido en el valle.
El edificio. Construida con gruesos cantos rodados En cuanto a su estado de conservación actual-
-cudones- en los lienzos y con sillería de arenisca de mente no queda nada de su cubierta y en su interior
calidad en las esquinas y en los vanos. Conserva la crece una densa vegetación de avellanos y saucos. Su
muro norte está parcialmente derruido por la caída de
una encina que creció en el exterior.
Historiografía. Citada P. Lobo y E. Marañón en su
guía del patrimonio artístico de Castañeda publicada
en 2005.

III.1.5. Ermita de la Virgen de La Paz. Puente


Viesgo. UTM: 421.360 / 4.793.998

El lugar. Originalmente fue levantada en el barrio


de Tremenal, en el fondo de la vega, junto al antiguo
camino que comunicaba Puente Viesgo y Aes. El barrio
Tremenal o Terminal se encuentra junto a las laderas
del Pico de Castillo, entre éste y el curso del rio Pas.
La ermita estaba tras la línea de casas en hilera que
forman el barrio, junto a una de las torres de la familia
Figura 7: Estado actual de Santa Lucía de Villabañez.
Ceballos, hoy desaparecida. Se trataba por tanto de
un lugar de paso, aunque la ermita era privada.
Historia. Según recoge C. González Echegaray
(1974) aparece citada en un documento en que un
matrimonio cede a su hijo sus propiedades. Así, los
señores Juan Gutiérrez de Zevallos y doña María de
Zevallos, en el año 1649 (Archivo Histórico Provincial,
ante S. Quijano) dicen que la casa donde vivían estaba
sita en el lugar de la Puente Viesgo y Barrio del Treme-
nal “derecho a la Ermita que está delante de la casa,
con el parral y huerto que está junto a dicha ermita de
Nuestra Señora de la Paz...”3. En 1646, en el barrio de
Tremenal, se cita también un molino propiedad de la
misma familia. Por tanto sabemos que a mediados del
siglo XVII ya estaba construida y que era propiedad de
la familia Cevallos y se encontraba frente a su casa. En
el siglo XVIII fue reconstruida y ampliada por un nieto
del fundador, D. José Antonio Gutiérrez de Zevallos,
Arzobispo de Lima, quien colocó su escudo de armas

3. En el documento, fechado en 1649, se dice que don Juan Gutiérrez de


Ceballos el Caballero y su mujer, doña María de Ceballos, vecinos de
Puente Viesgo, ceden a su hijo Juan “por el mucho amor que le tenemos
y para que mejor se pueda portar conforme su calidad y cumplir con las
obligaciones de nuestra casa y porque es nuestro único hijo varón y co-
nociendo su virtud le hacen gracia y donación de la casa principal donde
vivimos de morada, sita en este lugar de la Puente de Viesgo y Barrio del
Tremenal, con su colgadizo que está delante de ella y el huerto que está
detrás de la casa […] derecho a la Ermita que está delante de la casa, con
el parral y huerto que está junto a dicha Ermita de Nuestra Señora de la
Paz y con más asimismo la dicha ermita y sus ornamentos, todos los cua-
les bienes: casa, ermita, colgadizo, parra y huerta le donamos, para que
sea suyo propio y de sus herederos” (Archivo Histórico Provincial, ante
Figura 8: Planta de la ermita de Santa Lucía de Villabañez. Toribio de Quijano, año 1649, a partir de González Echegaray 1974).
288 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

en la fachada, sobre una lápida en forma de meda- pared del fondo combina ladrillo, con una larga base
llón con una inscripción alusiva. Hasta el año 1920 la de mampostería y sobre ella los esquinales en sillería
ermita estuvo abierta al culto. labrada. El lienzo situado a los pies del templo sólo
A mediados del siglo XX la ermita “quedó oculta y fue levantado, en piedra, hasta 0,5 m de altura, a
en ruinas” y al ampliar la carretera nacional se planteó modo de basamento. En todo el entorno del edificio
desmontarla. Gracias la iniciativa de Fernando Calde- se acumulan bloques labrados, dovelas de los arcos,
rón y Gómez de Rueda y otros vecinos sus piedras segmentos de pilares, pilares con decoración acana-
fueron trasladadas a un punto inmediato a la carre- lada, etc., en gran parte cubiertos por el musgo y la
tera de acceso a las cuevas de Puente Viesgo, a unos hojarasca, entre los árboles. En la fotografía aérea
30 m al sur del arranque del vial que parte hacia Santa de los años ochenta se observa que la zona estaba
María del Monte y el Dobra. Allí se comenzó a remon- limpia, aunque la ermita, sin acabar de montar, se
tar el edificio en 1971, pero no llegó a completarse, al encuentra igual que hoy.
parecer por falta de recursos económicos. Historiografía. Sólo conocemos el estudio reali-
El edificio. La construcción original tendría dos zado por C. González Echegaray (1974), incluido en
tramos y fue levantada en piedra de sillería, con puerta su libro sobre el valle de Toranzo.
de ingreso flanqueada por pilastras rehundidas, de
carácter clasicista. Se conserva una fotografía de esta III.1.6. San Cristóbal de las Presillas. Puente
fachada publicada por C. González Echegaray (1974). Viesgo. UTM /89: 418.903- 4.794.811
Su elemento más interesante es un ramo de azuce-
nas, símbolo de la pureza de la Virgen. Al parecer la El lugar. Se localiza en un collado labrado en la
ermita albergaba una talla de grandes dimensiones estribación oriental del Pico la Capía. Es posible que,
de Nuestra Señora de la Paz (quizás conservada en la según plantea C. González Echegaray (1974) este
iglesia parroquial, junto con otras antiguas imágenes). topónimo “Capía”, proceda de “capilla”, por lo que
Actualmente, en un pequeño bosque, en la ladera la ermita habría dado nombre al sitio. Para llegar a
de la Peña del Castillo, podemos encontrar el edificio ella hay que tomar una pista que parte, en direccion
sin acabar de montar. En la estructura se integran, oeste, de la carretera que lleva a la gran cantera que
en los laterales, lienzos de ladrillo en doble hilera, se extiende al este de la Peña del Ramo, poco antes de
combinados con tramos montados en sillería. La alcanzar el aparcamiento. La pista debe de recorrerse
unos 550 m y los restos se encuentran junto a ella, en
su lateral derecho, es decir, en su flanco norte.
Historia. Según recoge Reigadas (1994) se trata
de una ermita medieval, quizás del siglo XIII-XIV, que
se mantuvo en pie hasta comienzos del siglo XIX.
El edificio. Hoy día solo encontramos algunos
vestigios de lo que fue la ermita de San Cristóbal. En
el lugar se aprecia un alomamiento alargado formado
por piedra y tierra con un eje máximo de tendencia
este-oeste de unos 18 m y con una anchura de unos
8 m inmediatamente al norte del camino. Puntual-
mente aparecen restos de argamasa y fragmentos de
teja. Es muy probable que en el sitio sólo se conserven
los cimientos del edificio.
Historiografía. El lugar fue dado a conocer y
estudiado por D. Reigadas Velarde, en el año 1994
que publicó un capitel de tradición románica y un lote
cerámico de cronología alto y pleno medieval.

3.1.7. La Magdalena de Vargas. Puente Viesgo.


UTM: 421.926 / 4.796.860

El lugar. Se encontraba en el extremo de una


pequeña estribación alargada, en la zona sureste del
pueblo. Se trata de un lugar con buenas vistas sobre
la vega. Junto al sitio hay una fuente tradicional y hoy
en el lugar se encuentra un depósito de aguas.
Historia. La ermita estuvo vinculada a un hospital
Figura 9: Fachada de la ermita de Nª Sª de la Paz Puente Viesgo, citado ya en 1550, en documentación conservada en
antes de su traslado (González Echegaray, 1974). el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, en con-
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 289

creto un pleito entre los hospitaleros y otros vecinos


de la localidad. Como tal ermita aparece recogida en
el Catastro de Ensenada de la localidad de Vargas, que
dice que tiene como bienes una tierra de secano de
un carro y segunda calidad a 200 pasos y dos censos.
En el interior de la pequeña ermita se conservaba una
inscripción, citada por Barreda (2003) que indicaba
que ermita y hospital se levantaron para acoger cami-
nantes. Ya en los años cincuenta del pasado siglo la
nave de la ermita se reutilizó como escuela, en que
estudiaron algunos años muchos vecinos del pueblo,
hoy de edad avanzada. Inmediatamente al sur del edi-
ficio se sabe que aparecieron tumbas de lajas, según
informa Bohigas Roldán (1986). Figura 10: Santa Leocadia de Borleña tras la intervención del Insti-
Hasta hace unos años el edificio estaba abando- tuto Sautuola.
nado, después de utilizarse como escuela y a prin-
cipios de este siglo se ha transformado en una casa
particular, para lo cual se desmontó el ábside de la conservación de patrimonio llevados a cabo por el
ermita. Se dispone de algunas fotografías del con- Instituto de Prehistoria y Arqueología Sautuola. Esta
junto y del proceso de desmontaje. reciente publicación nos exime de incorporar aquí
El edificio. Hasta hace unos años el edificio más información sobre la ermita.
estaba formado por una larga nave, espacio que Historiografía. Aparece recogida en la reciente
sirvió de escuela y que quizás en origen fue el edificio publicación ya citada de García Alonso y colaborado-
del hospital, de planta cuadrada de 10 m de largo res (2017) que incluye su planta.
por 9 de ancho, con una altura de 3,8 m. Tenía una
sola altura, con cubierta a cuatro aguas y utilizaba III.1.9. San Vicente de El Pombo. Luena. UTM:
mampostería de cierta calidad, combinando bloques 422.933/ 4.775.400
desbastados de arenisca y cudones y sillares de are-
nisca en esquinales y vanos. La ermita se adosaba en El lugar. Sus escasos restos se localizan en la cima
su muro oriental y era de planta cuadrada de 5 m de del cordal del Escudo, a 400 m al sur del cruce de la
lado, tejado a dos aguas y un pequeño vano en su Cabaña del Pombo, donde existió una antigua venta
muro este. En su interior se abre una credencia en de la que hoy sólo quedan los cimientos. La ermita se
el muro sur y se aprecia también un arco de medio encuentra inmediatamente al oeste del viejo trazado
punto cegado. Todo indica que para convertirse en del camino que recorría la sierra, antes del Mojón del
escuela el conjunto sufrió una importante remodela- Pombo (González Riancho, 1988).
ción. Historia. No se cuenta con información sobre la
Historiografía. Sobre la necrópolis aporta infor- evolución de este edificio. Algunos vecinos de Silió
mación Bohigas (1986). El hospital anexo y la ermita que han sido entrevistados identifican sin problema
han sido publicados por Rubio y Ruiz (2016a), inclu- la ermita como unos restos de muros situados junto
yendo una planta, una reconstrucción y una fotogra- a una finca todavía en explotación, pasado el collado
fía del edificio cuando todavía existía la ermita. hacia el sur.
El edificio. La estructura de la ermita está par-
III.1.8. Santa Leocadia de Borleña. Corvera de cialmente soterrada pero puede reconocerse bien.
Toranzo. UTM: 422.691/ 4.788.088 Se observa bien todo el perímetro de la nave y del
ábiside con un alzado máximo de 1,2 m. En todo su
El lugar: Sus ruinas se encuentran en el extremo entorno afloran las piedras que formaron sus muros.
de una estribación que en forma de morra se ade- Presenta planta rectangular, de unos 12 m de largo y
lanta, en sentido noreste, sobre el valle medio del Pas. ábside cuadrado de algo más de 5 m de lado. Al norte
Historia. Se trata de una fundación medieval, se observa la existencia de un pequeño cercado, de
probablemente vinculada a una aldea hoy perdida. forma trapezoidal, también perdido hoy. En el interior
En su entorno, inmediatamente al sur, fue localizada de las zonas deprimidas del ábside y nave, además
y excavada parcialmente en régimen de urgencia, una de piedras escuadras y de mampostería se observan
necrópolis de lajas (Muñoz et alii, 2002). algunos fragmentos de tejas.
El edificio. En 2016 fue objeto de una interven- Historiografía. No se conocen estudios de detalle
ción, previa a su consolidación, por miembros del sobre ella. Ha sido citada por A. González Riancho
Instituto Sautuola cuyos resultados han sido publi- (1988) en su trabajo sobre el camino del Escudo.
cados recientemente (García Alonso et alii, 2017). La Aparece recogida en la cartografía del I.G.C., aunque
excavación se realizó en el marco de los proyectos de ligeramente desplazada hacia el oeste.
290 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

Figura 11: Restos soterrados de la ermita de San Vicente de Luena,


en el sitio de El Pombo.

Figura 13: Croquis de la planta de la antigua ermita de San Vicente


de Luena.

Figura 12: Placa explicativa de la reconversión de la iglesia en ce-


menterio, expuesta a la entrada del recinto, en Cocejón - Carrascal.

III.1.10. Iglesia de Carrascal - Cocejón. UTM:


429863 / 4771599

El lugar. El conjunto se encuentra junto a un


collado, en la divisoria de aguas Pas-Magdalena: hacia Figura 14: Planta de la iglesia de Carrascal - Cocejón, hoy cemen-
terio.
el noreste las aguas vierten al río Toja, que pronto se
une al Pas y al suroeste al arroyo Baperullo, afluente
del Magdalena. Se trata de una zona de típico paisaje tras una reforma, se ha desmontado el ábside y se
pasiego, con fincas cerradas por muros, bien cui- ampliado, conformando ahora un recinto de planta
dadas, con sus cabañales. Está junto al camino que rectangular. Se ha conservado una placa, en el muro
recorre el cordal. de acceso, que estuvo en el primitivo cementerio, con
Historia. En un momento indeterminado, proba- el siguiente texto: “Dejé de ser iglesia en 1832 y fui
blemente en el siglo XVIII, los términos de Carrascal dedicada a cementerio por los vecinos de Cocejón y
y Cocejón acordaron levantar un templo cerca de sus Carrascal, 1902”.
cabañales. Y a comienzos del siglo XX optaron por Historiografía. No se conoce ningún trabajo
darle, quizás a sus ruinas, un uso como cementerio. sobre este edificio.
El edificio. Durante la segunda mitad del siglo XX
el cementerio estuvo casi abandonado, con mucha III.1.11. Santiago de Saro del Medio. Saro. UTM:
vegetación en el interior y exterior. Hasta hace pocos 432082 / 4789594. Z: 178 m.
años todavía se apreciaba el perfil de la antigua
iglesia, con nave de planta rectangular, de 15 por 9 El lugar. Situada en la parte superior de un alto-
m y ábside cuadrado de 6 m de lado. Actualmente, zano inmediatamente al este del camino tradicional
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 291

que llevaba desde Saro del Medio a Bárcena de


Carriedo. El lugar se conoce como La Coterilla y como
la Mies de Santiago.
Historia. Sin información histórica, sólo se cuenta
con la información recogida por R. Bohigas (1986).
El edificio. Ha desaparecido casi totalmente. En el
lugar sólo se observa una plataforma de unos 20 m de
largo por 10 de ancho, con un reborde en pendiente
en su flanco noroeste. En la zona media se aprecia la
existencia de irregularidades en el terreno que revelan
la existencia de muros soterrados. Además los restos
han sido afectados por la instalación de una torre del
tendido eléctrico. En sus alrededores afloran algunas
piedras desbastadas de arenisca y abundantes frag-
mentos de teja.
Este lugar fue citado por R. Bohigas en su Tesis de
Doctorado (1986), que recoge informaciones facilita-
das por el cura párroco sobre la aparición de tumbas
de lajas en este altozano años después de la Guerra
Civil.
Historiografía. Bohigas Roldán (1986).

III.1.12. Nª Sª de las Nieves de Aldano. San


Pedro del Romeral. UTM: 429529 / 4777125. Z:
468 m.

El lugar. Situada en un pequeño rellano de ladera,


en el despoblado de Los Picones, entre Riolangos al
norte y Aldano al sur, sobre el curso del arroyo Alano. Figura 15: Ermita de Nª. Sª. de las Nieves de Aldano: 1.- Plano; 2.-
Historia. Los Picones era un núcleo formado por Reconstrucción hipotética.
algunas cabañas vividoras que se abandonaron en los
años 60 - 70 del siglo pasado. Probablemente hacia
la segunda mitad del siglo XVIII los vecinos de varios
cabañales de Aldano - Riolangos, Busnuevo, El Hondal
y Aldano, levantaron un “pueblo” de nueva planta en
un punto intermedio de su territorio. Entonces toda
la zona se encontraba deforestada y construyeron
una bolera, una escuela, un cementerio y una iglesia.
Se levantó junto al antiguo camino que llevaba de
Aldano hacia el norte, hasta Riolangos y conectaba
con Entrambasmestas. El lugar se abandonó en la
primera mitad del siglo XX.
El edificio. La ermita conserva todo el muro peri-
metral y en el interior las bases del arco toral, aunque
éste ha caído. El arco de la puerta de acceso, de medio
punto, situada en el muro sur presenta una dovela
desplazada. El único elemento significativo, además Figura 16: Vista del muro de los pies de las ruinas de Nª. Sª. de
Aldano, en San Pedro del Romeral.
de este arco, es el que cubre el paso a la sacristía desde
la cabecera y un remate de las pilastras, de sección
en papo de paloma. Estos pocos rasgos estilísticos
indican que corresponde a un momento avanzado del III.2. El entorno de la Bahía, Miera y Trasmiera
siglo XVIII. El interior está cubierto por pies de robles
y maleza y en avanzado estado de ruina. Todo el III.2.1. San Justo de Adarzo, Peñacastillo. San-
templo se encuentra rodeado por un bonito robledal. tander. UTM: 430708 / 4811566
Se conserva el empedrado original de algunos tramos
del camino, en dirección a Aldano. El lugar. Se encuentra cerca del camino real
Historiografía. Se encuentra inédita. que llevaba a Santander desde Burgos, junto a una
292 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

importante fuente en que se instaló un lavadero y


bebedero, conocido como el lavadero de San Justo,
todavía conservado hoy, restaurado aunque en un
entorno muy degradado. En concreto se levantaba
inmediatamente al oeste de la finca en que se encon-
traban las instalaciones de la Ibero Tanagra.
Historia. La ermita de San Justo, o Santiuste,
aparece ya citada en el Memorial de algunas Anti-
güedades de Juan de Castañeda, obra del siglo XVI.
Citada Fernández González (2002).
El edificio. Sus ruinas estuvieron en pie hasta
finales del pasado siglo y de hecho Camus (1992)
publica una fotografía de sus restos. Según los regis-
tros de foto aérea fue desmantelada en 2001. Se
trataba de un edificio de buen tamaño, identificable
en las fotografías de las series de los años 60 a 80
dispuesto en sentido este – oeste, inmediatamente al
norte del camino. Medía unos 15 m de largo por 7
de ancho con nave rectangular, testero plano y sin
distinción con el ábside, con tres contrafuertes en
cada lado y parece observarse una espadaña centrada
sobre el muro de los pies. A pocos metros hacia el este
se encontraban tres grupos de casas tradicionales.
Una de ellas a unos 10 m en disposición este – oeste,
junto al camino y las otras formando una hilada inme-
diatamente al este de la primera. Quizás esta fuese la
Figura 17: Ménsula de la ermita de San Saturnino de Villanueva
casa de ermitaño que se sabe tuvo la ermita. Hoy día,
(Villaescusa).
en el lugar donde debió de estar la ermita, en el arran-
que de la ladera y junto a un vial, aparece una gran
acumulación de restos de construcción. Es probable en el ábside que no llegaban hasta la cornisa. Estaba
que estén en parte mezclados los de la ermita con montada en mampostería mixta, de caliza y cudón,
los escombros procedentes del muro que rodeaba el trabado con argamasa con mucha arcilla. Todavía se
complejo industrial Ibero – Tanagra. conserva en buen estado el altar, adosado al muro
Historiografía. Citada por Camus (1992) y por del fondo del ábside, de mampostería y en posición
Fernández González (2002). ligeramente descentrada respecto al eje.
Actualmente se conservan todos los muros,
III.2.2. San Saturnino de Villanueva. Villaescusa. algunos completos y otros a media altura. El muro
UTM: 430017/ 4801033

El lugar. Sus restos se levantan en el borde de la


vega de Villanueva, en un lugar protegido por una
colina de los vientos dominantes y orientado al este.
A pocos metros de la ermita un pequeño arroyo cruza
el prado.
Historia. Sólo se conoce una referencia docu-
mental a este templo. En el testamento de Mariana
de Liermo, de 1686, que tenía casa en la Concha de
Villaescusa, se encargan misas en la capilla que fundó
su cuñado, don Juan de Ceballos del Río, en la iglesia
de San Pedro ad vincula y dispone también que se
reconstruyera la ermita de San Saturnino, “de gran
antigüedad y veneración” (Herrán Ceballos, 2014).
Así pues, a finales del siglo XVII la ermita se encon-
traba en mal estado de conservación.
El edificio. Se trata de una ermita de planta rec-
tangular, de 6 m de ancha por 13,6 de larga, con
ábside cuadrado. Presentaba contrafuertes angulares Figura 18. Planta de San Saturnino de Villanueva (Villaescusa).
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 293

del ábside presenta un plinto o basamento en todo Historiografía: Estudiada de forma somera por
su recorrido. La bóveda se ha desprendido comple- García Guinea (1996) y en detalle por Montes Barquín
tamente. En el interior crecen algunos arbustos, (2019), que publica su planta integrada en el con-
aunque ha sido limpiado hace poco de vegetación junto del yacimiento.
por el ayuntamiento. Se han arrancado los bloques de
sillería de los contrafuertes y también ha desaparecido III.2.4. Ermita de San José de Cacicedo. Camargo.
la estructura de la entrada, situada en el muro sur. UTM: 429.174 / 4.809.485
Las claves de la bóveda las conservaba, según Herrán
Ceballos, Celestino Mazón Colsa. Se trata de piezas El lugar. Se levanta en la cima de una de las
decoradas, de cierta calidad. suaves colinas enrasadas que conforman el flanco
Historiografía. La ermita fue estudiada por el sureste de la bahía.
vecino de una casa inmediata, Celestino Mazón Colsa, Historia. Se considera que pudo ser obra del
que le facilitó la información a J. Herrán Ceballos, que maestro cantero Francisco de la Mampuesta, que
la incluye en su trabajo sobre Villaescusa (2014). había trabajado en la iglesia de San Pedro de la misma
localidad, y se habría levantado a finales del XVII, con
III.2.3. San Juan de Maliaño. Camargo. UTM: dinero de los vecinos del Concejo y con donaciones de
432.916 / 4.808.208 oriundos del lugar (Polo Sánchez, 2000). Al parecer
los provisores del arzobispado de Burgos no autori-
El lugar. Se localiza junto a la antigua línea de zaron la celebración de oficios sagrados en la ermita,
costa del borde occidental de la bahía de Santander. pues dudaban del patronato y no había constancia
Todo el entorno, hacia el norte y el este, se trata de documental de que los recursos pudiesen mantener
tierras ganadas al mar. En origen, el lugar era una el culto con dignidad. Para resolver este problema, ya
península, conocida como de la mies de San Juan, en agosto de 1700 se reunió el Concejo con presencia
desde la que podía accederse al mar hasta finales del del cura de la localidad y del alcalde y se comprome-
siglo XIX4. tieron a atender las necesidades del culto, a repararla
Historia. Según recoge García Guinea (1979) esta y conservarla (AHPC: Sección Protocolos, leg. 651,
ermita pertenecía a principios del siglo XV al monas- fol.79 ante Antonio de la Torre Herrera).
terio de la Santa Cruz de Castañeda.
El edificio. Actualmente se conserva todo su
perímetro de cimentación, lo que permite la recons-
trucción parcial del conjunto y en alzado el muro este
donde se sitúa la entrada, conformada por un arco
de medio punto con capiteles de cimacio con billetes
y decorados, uno con representaciones animales y
humanas y otro con decoración vegetal. Se trata de
una ermita románica, de nave rectangular y ábside
semicircular, quizás de la primera parte del siglo XII
(García Guinea, 1995). Este autor considera que su
estilo es similar al de Castañeda y quizás fuese del
mismo taller que esta. Sus muros fueron levantados
aprovechando en gran parte los de la instalación
termal subyacente (San Miguel Llamosas et alii,
2003), lo que provoca que se desvíe de la orientación
canóniga.
Las excavaciones realizadas entre los años 1995
y 1998 pusieron de manifiesto la existencia de una
amplia y rica necrópolis medieval en el entorno de la
ermita. Se documentaron 95 tumbas, de ellas 52 de
lajas. Recientemente se ha publicado la monografía
con los resultados de estos trabajos, que incluye el
estudio de la ermita románica y de la necrópolis,
además de la ocupación romana (Montes Barquín,
2019).

4. De hecho, según recogen San Miguel Llamosas et alii (2003), en el ex-


tremo noreste del promontorio existía un fondeadero donde desembar-
caban los obispos de Santander para asistir a los retiros espirituales en el
inmediato convento de las Carmelitas Descalzas. Figura 19: San José de Cacicedo. Camargo. Vista desde el sureste.
294 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

Hasta mediados de los cincuenta del pasado en varias ocasiones hoy se encuentra de nuevo en
siglo todavía no se había construido el cementerio y ruinas y ha perdido totalmente su carácter de edificio
la ermita estaba abandonada pero en la foto aérea sagrado.
todavía se percibe el tamaño real del templo com- El edificio. Presenta planta rectangular y hoy
pleto. En el primer trazado del campo santo de planta día no conserva ningún elemento arquitectónico de
triangular, en 1956, ya se recorta el edificio hasta su interés.
estado actual. Historiografía. Estudiada por Gil Aguirre (1999),
El edificio. Presenta una interesante planta de que publica también su planta.
ábside poligonal con capilla absidal cuadrada confor-
mada por cuatro arcos y en su momento debió de III.2.6. San Lázaro del Prado. Elechas. Marina de
tener nave rectangular, como se aprecia en la foto- Cudeyo. UTM: 438.450 / 4.808.109
grafía aérea previa a la construcción del cementerio
que hoy la rodea. Como elementos más destacados El lugar. Se encuentra junto al camino de Elechas
destaca la presencia de basamento facetado corrido a Pedreña, actualmente la S-430 Rubayo - Pedreña.
y de cornisa de papo de paloma. El ábside con Ermita asociada a un antiguo hospital para pobres
cubierta encamonada y la capilla mayor debían de y caminantes. Aparece citado como tal hospital en
estar techados con crucería cerrada con plementería. documentación de 1663, en una sesión de la Junta
Actualmente, tras su integración en el perímetro del de Cudeyo. En el Catastro de Ensenada, en sus Res-
cementerio, se conserva completamente su cabecera puestas Particulares, se relacionan un buen número
con los arcos torales de medio punto, asentados de propiedades.
sobre pilastras y el arranque de los muros de la nave. Historia. Estudiado por Escallada (2004), que
cita y analiza sus libros de cuentas de la segunda
mitad del siglo XVIII. Esta documentación indica la
existencia de la capilla anexa al hospital. La última
documentación del hospital es de medidos del XIX.
Durante la segunda mitad de ese siglo y la primera
parte del XX es de propiedad privada y se utiliza como
casa de labranza, cuadra y pajar. Hacia mediados del
XX sufrió un incendio que provocó su ruina y el solar
fue desescombrado en 1975, apareciendo en estas
obras el suelo original formado por gruesas losas bajo
las que había abundantes restos humanos (Escallada,
2004).
El edificio. En una de las fachadas de sillería de
la ermita aparecía, junto a las siglas IHS, la fecha de
1624 que hoy no se ha conservado (Gil Aguirre, 1997).
Presentaba nave de planta rectangular, de 12 m de
largo y ábside de tendencia cuadrada de 6 m de lado.
En los ángulos disponía de contrafuertes ortogonales.
Actualmente se conserva de forma marginal el muro
norte del conjunto: nave, ábside y edificio del antiguo
hospital. Destaca la basa del pilar del que soportaba el
arco toral. La ermita responde a un modelo frecuente
Figura 20: Ermita de San José de Cacicedo integrada en el cemen- en siglo XVII, con basamento facetado.
terio en su trazado de 1956. Historiografía. Estudiado por Gil Aguirre (1997)
y por Escallada (2004) que aborda su estudio desde
Historiografía. En el tomo III del Patrimonio Cul- el aspecto documental. Rubio y Ruiz (2016a) reúnen
tural de Cantabria, dedicado a Santander y su entorno la información conocida e incluyen una planta y una
(Polo Sánchez, 2002) se recogen algunos datos y se reconstrucción de la ermita y del hospital.
publica la planta del sector conservado del edificio.
III.2.7. San Pedro de Ambojo. Pedreña. Marina
III.2.5. San Andrés de Rubayo. UTM: de Cudeyo. UTM: 438178 / 4809401
439533/4807954
El lugar. El sitio elegido para levantar este templo
El lugar. Sus restos se encuentran en la rasa litoral, es sin duda especial: en la cima de una pequeña
cerca del pueblo. colina desde la que se domina toda marisma y la des-
Historia. Se trata de una ermita relativamente embocadura del Miera. Se encuentra lejos del núcleo
moderna y que a pesar de haber sido restaurada antiguo del pueblo, a unos 600 m de su centro.
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 295

Figura 21: Ermita y hospital de San Lázaro del Prado. Reconstrucción a partir de las evidencias conservadas y de la métrica recogida en las
fuentes documentales (a partir de Rubio y Ruiz, 2016a).

Historia. Se trata realmente de la antigua iglesia El edificio. La construcción del cementerio en


de la localidad. Aunque el edificio pudo ser levantado el propio solar de la ermita ha supuesto la desapa-
en el siglo XVI (Polo Sánchez, 2000), la documenta- rición de gran parte del edificio. Se conserva todo el
ción nos dice que entre 1692 y 1731 se llevan a cabo lienzo norte, que comienza en su extremo este con
importantes modificaciones: la edificación de la torre, un contrafuerte del ábside en disposición angular.
la separación de la capilla de San Roque y el refor- Entre otros dos contrafuertes se sitúa una capilla de
zamiento de la capilla del lado del Evangelio, entre escaso fondo. Desde el interior del cementerio puede
otras. La iglesia fue destruida durante la Guerra Civil. verse el arco que conectaba la capilla con la nave,
con sencillos pilares. Aunque se ha planteado (Gil
Aguirre, 1999) que pudo tratarse de un templo de
planta de cruz latina, el diseño general de lo conser-
vado no parece apuntar esa idea. Todo indica que era
una iglesia de planta de salón, rectangular, de unos
21 m de longitud, con una anchura de unos 9 m sin
distinción del ábside, salvo por los contrafuertes que
revelan la posición del arco toral. En su lateral norte
se encontraba una capilla, la de San Roque, y a los
pies una torre, construida en el XVIII. En conjunto
parece una construcción del siglo XVI con profundas
remodelaciones en el XVII y XVIII.

Figura 22: San Pedro de Ambojo de Pedreña. Contrafuerte y capilla Figura 23: Planta de San Pedro de Ambojo. Pedreña: 1.- Torre; 2.-
del templo original. Capilla de San Roque; 3.- Ábside; 4.- Nave.
296 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

Historiografía. Este conjunto ha sido citado, trataba de un templo levantado en mampostería y


desde el punto de vista documental en el catálogo con sillería de arenisca en esquinales y vanos, de nave
realizado por E. Gil Aguirre (1999) del municipio de rectangular de 11 m de largo por 6 de ancha y ábside
Marina de Cudeyo. También se recoge esta misma de tendencia cuadrada, de unos 5 x 5,5 m de lado.
información en el catálogo de la Merindad de Tras- El ábside era algo más alto que la nave. Presentaba
miera (Polo Sánchez, 2000). contrafuertes angulares, tanto en el muro del fondo
del ábside como en el contacto entre este y la nave,
III.2.8. Nuestra Señora de La Higuera. Carriazo. a la altura del arco toral. En el muro aparece el típico
UTM: 445.196 / 4.811.207 plinto en faceta. Gracias al dibujo citado sabemos que
en el muro de los pies se abría la puerta de acceso
El lugar. Sus restos se levantan junto al antiguo cubierta con arco de medio punto, a su derecha un
camino que recorre la llanura litoral entre Carriazo y vano cuadrado y a su izquierda otro apaisado, mono-
Castanedo, a unos 650 m al este del primero de estos lítico, con reborde enfajado. Sobre la zona media de
núcleos, en un entorno de relieves casi llanos, al pie la nave estaba la espadaña, asentada en un refuerzo
de la sierra del Encinal. El grupo de casas antiguas sobre elevado respecto a la cubierta. Es posible que a
más cercanas se sitúa en la Mies de Somavilla, a unos los pies se encontrase un pórtico, al principio abierto
430 al oeste. Así pues se puede considerar que se y en la última fase de vida de ermita cerrado, según
trata de una ermita en despoblado, aunque vinculada refleja ya el dibujo de G. Gaspar.
sin duda a Carriazo. En esta zona, siempre junto al En lo que respecta a la conservación, hoy día se
viejo camino, se sabe que hubo otras ermitas, como pueden ver en el exterior del cementerio, las paredes
la de La Magdalena, ya desaparecida y la conservada norte y este del ábside con sus tres contrafuertes
de San Antonio de Carriazo. angulares. Dentro del cementerio se ha levantado un
Historia. Un protocolo notarial, conservado en
el AHPC y citado por C. González Echegaray (1988),
recoge que en 1608 se estaba construyendo por
el Concejo y da a conocer a los artífices de la obra,
vecinos de los pueblos cercanos (AHPC sección pro-
tocolos, leg. 5455, ante Pedro de Cubas Palacio, fol.
9). Por su parte, en el Catastro de Ensenada, en los
gastos del Concejo se recoge: “Treinta reales importe
de cuatro Celemines de Maíz y dos de trigo, con que
anualmente se contribuye a la Beata de dicha Ermita
de Nuestra Señora de la Higuera, por su asistencia de
cuidar de ornamentos y trabajo de tocar las campanas
y barrer”.
El edificio. Actualmente sólo quedan restos de
la construcción, dado que ha sido muy afectada al
levantar los muros del cementerio en una remode-
lación llevada a cabo en los años setenta. De todos
modos gracias a las viejas series de foto aérea y a
un dibujo en vista frontal de G. Gaspar, de 1969, se
puede realizar una reconstrucción aproximada. Se

Figura 25: 1. Planta de Nª Sª de la Higuera de Carriazo, integrada


en el muro del cementerio. 1, 2, 3.- Contrafuertes angulares; 4.-
Figura 24: Muro este del ábside la ermita de la Virgen de la Higuera. Vano monolítico; 5.- Puerta; 6.- Vano cuadrado; 7, 8.- soporte de
Carriazo. la espadaña y espadaña. 2. Croquis.
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 297

murete, entre dos bloques de nichos, en que se ha III.2.10. Ermita de San Pantaleón. Galizano.
incrustado la ventana monolítica que antes estaba en Ribamontán al Mar. UTM: 446447 / 4814862
el muro de los pies. El muro norte del cementerio está
montado con la piedra procedente de la ermita. En El lugar. Se levanta sobre la rasa acantilada, en
la iglesia parroquial de Carriazo se guarda la imagen un sector ya en suave ladera, con buenas vistas sobre
de la Virgen de la Higuera, una escultura realizada en la costa y el pueblo de Galizano. Se trata de un sitio
el siglo XVII. Tanto el estilo de la construcción, como aislado, sin poblamiento tradicional.
sobre todo la documentación, indican que se trata de Historia. Aunque la documentación más antigua
una ermita levantada en el siglo XVII, probablemente que hace referencia a esta ermita es de 1642 es
en la primera década. posible que se trate de una construcción anterior.
Historiografía. Autores como Sánchez Landeras También aparece citada en el diccionario Madoz,
(1986) y González Echegaray (1988) han citado y como en uso. Tradicionalmente los fieles acudían a
estudiado documentación que habla de esta ermita. la ermita la víspera de la festividad del santo, el 27
Los restos del edificio estaban inéditos. de julio, descendiendo en procesión al atardecer a la
iglesia mayor del pueblo, donde lo veneraban dos o
III.2.9. Ermita de San Miguel. Galizano. Riba- tres días. Todavía hoy se celebra esa festividad y tras la
montán al Mar. UTM: 445.472 / 4.814.163 misa hay una comida campestre.
El edificio. Edificio de mampostería con sillería en
El lugar. La ermita se levantaba en la rasa litoral, esquinales y vanos, con nave de planta rectangular, de
inmediatamente sobre los acantilados que conforman 12,5 de larga por 9,5 de ancha y ábside ligeramente
el flanco sur de la playa de Galizano, o playa de la más estrecho, de 8,5 m de ancho por 6,5 de fondo.
Canal. Ha dado nombre al barrio, integrado por una Se trata de un edificio alto, conservado parcialmente.
larga hilera de casas adosadas, dispuestas junto al Sólo tiene contrafuertes en el muro de los pies y a la
camino. En este mismo vial, entre dos casas tradicio- altura del arco toral, todos ortogonales y poco des-
nales, una de ellas muy modificada, se encuentran
aún los restos de la ermita. En la información gráfica
catastral todavía se detalla el pequeño polígono de la
planta del edificio como “ermita”.
Historia. No tenemos muchos datos sobre este
templo, salvo la cita del diccionario Madoz en que
aparece como funcional. A mediados del siglo XX,
gracias a la foto aérea, se sabe que estaba ya en
ruinas.
El edificio. Dado que la ermita se levantaba
inmediata al oeste del camino, es muy probable que
la ampliación de este supusiera demoler su pared
oriental. En la fotografía aérea de mediados del siglo
XX se observa una masa de vegetación de forma rec-
tangular que coincide exactamente con su ubicación.
Actualmente su muro occidental forma parte
del cierre de la antigua casa levantada junto a ella y Figura 26: San Pantaleón de Galizano, en 2018.
hoy reconstruida. Se observa con claridad el tipo de
paramento que corresponde a la ermita, en su cara
interior, con enlucido y fragmentos de tejas. También
se aprecian los arranques de los muros norte y sur,
y la marca de la cumbre del tejado del muro oeste,
situado a 2,7 m de altura. En el corte del terreno
situado frente al muro conservado de la ermita apa-
recen fragmentos de tejas integradas en un nivel rico
en materia orgánica.
Es fácil establecer sus medidas a partir tanto de los
restos conservados como de la foto aérea antigua: se
trataba de una capilla, de planta rectangular, de 7 m
de largo por 5,5 m de ancho, construida en mampos-
tería de arenisca mezclada con margas arenosas de
mala calidad.
Historiografía. No se conocen estudios sobre
este edificio. Figura 27: Planta de San Pantaleón de Galizano.
298 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

tacados. En los muros de la cabecera presenta basa- que fue realizado en 1638, aunque también es posible
mento facetado. Destaca la decoración de la puerta que haya sufrido importantes reformas posteriores.
conservada en el muro oeste, adintelada y decorada El edificio. Presenta nave de planta rectangular
con motivos geométricos muy peculiares. En la pared y ábside semicircular, con espadaña de una tronera
del fondo del ábside aparece una arquería ciega de en el muro de los pies. Todo el remate perimetral de
arco semicircular y todo el perímetro absidal interior los muros está recorrido por una cornisa de papo de
va recorrido en altura por una cornisa moldurada paloma. En el muro meridional aparecen dos vanos
igual a la de los capiteles toscanos que rematan las rectangulares y estrechos, abocinados, uno en la nave
pilastras sobre las que descansa el arco toral. Otra y otro en ábside. A la nave se accede por una puerta
cornisa similar recorre la parte alta de los muros en adintelada situada en el muro sur. En el interior el
el exterior. único elemento de interés es la benditera de caliza,
El edificio se conserva de forma parcial, sin ningún empotrada en el muro sur, junto a la puerta. En lo
resto de cubierta y con el muro meridional parcial- que respecta a la conservación, está abierta, bastante
mente desmantelado. En la cumbre de algunos tramos abandonada, sobre sus muros crece vegetación y el
de los muros crece la vegetación. A pesar de que se ha interior ha sido objeto de actos vandálicos, además de
limpiado en varias ocasiones, el ganado vacuno entra ser utilizada como almacén por algún vecino.
libremente en el templo, lo que progresivamente va
acelerando su ruina.
Historiografía. La información documental sobre
San Pantaleón ha sido recogida por Sánchez Landeras
(1986) en su trabajo sobre Ribamontán al Mar.

III.2.11. San Miguel de Elguera en Ajo. Bareyo.


UTM: 448.178 / 4.814.972

El lugar. Se encuentra en la parte alta de la rasa


litoral, junto al camino de la costa que lleva desde Ajo
y Sopoyo hacia Galizano, por el Alto de las Minas.
Historia. No se dispone de información sobre
este edificio, que no parece que haya sido citado
Figura 28: San Juan de Lurcia, en Ajo.
en Madoz. Hasta mediados del siglo XX se conservó
como tal y así lo recuerdan algunos vecinos de edad
de Ajo. También aparece registrada en la cartografía Historiografa. No se conocen estudios sobre esta
de esa época como “ermita de San Miguel”. ermita.
El edificio. A partir de la foto aérea de la segunda
mitad del siglo XX se aprecia que era un edificio de III.2.13. Santiago de Azaga. Ajo. Bareyo. UTM:
planta rectangular, sin diferenciación neta del ábside, 452472 /4816745
de 14 de largo por casi 9 m de ancho, orientado en el
sentido del camino en ese tramo, noreste - suroeste. El lugar. Se localiza en el borde oeste de la ría de
De todos modos es posible que ya en ese momento Ajo, inmediatamente sobre el acantilado, en el lateral
la ermita hubiese sido convertida en cabaña y modi- de una ensenada labrada por un pequeño arroyo. En
ficada. En 2007 el edificio fue objeto de una obra en el lugar se ha citado la existencia de un antiguo puerto
la que se amplió hacia el suroeste el anterior, pero del que todavía quedan parte de las estructuras. Los
respetando la anchura y muros originales. escasos restos de la ermita están precisamente sobre
Historiografía. Citada por Escallada (1999) en un muro del muelle.
una relación de ermitas situadas junto al camino de Historia. Las fuentes escritas hablan citan la exis-
Santiago. tencia de ermitaños, a menudo un matrimonio, que
residían en una casa inmediata (Escallada, 2009). Las
III.2.12. San Juan de Lurcia. Ajo. Bareyo. UTM: primeras referencias documentales sobre los ermi-
450.389 / 4.819.978 taños son de 1676, aunque hay citas del sitio algo
anteriores, de 1614. En las inmediaciones se realiza-
El lugar. Se localiza en la rasa litoral, en el barrio ron excavaciones de las que se han citado materiales
de Lurcia, junto a una casona montañesa con la que romanos (Pedraja, 1977).
estuvo vinculada. El edificio. Todavía se conservan algunos restos
Historia. El lugar aparece citado en documen- de la zona baja de los muros de la ermita, hoy aprove-
tación medieval, en concreto en el Cartulario de chados como cimentación de una segunda residencia.
Santoña, a finales del siglo XI. El edificio actual parece Se trata de muros de mampostería con mortero de
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 299

cal y en sus extremos aparece alguna pieza de sillería el dedicado a Trasmiera (Polo Sánchez, 2000), donde
de arenisca. El elemento más destacado es un gran se describe y se publica la planta. Ha sido declarada
muro que sigue el borde de la ensenada, montado como Bien Inventariado, junto con las otras dos
con gruesos bloques y sobre el que se levantaría la ermitas de Noja5.
pared meridional de la ermita.
Historiografía. Citado por J. M. Pedraja (1977) III.2.15. San Pedro de Noja. Noja. UTM: 457317
en un trabajo dedicado a los antiguos puertos de la /4815997
región. Parte de la documentación en que se la cita la
estudia Escallada (2009). El lugar. Sin duda ocupa un lugar especial, un
pequeño islote situado junto a la costa, que no resulta
III.2.14. San Nicolás de Helguera. Noja. UTM: accesible caminando.
459.925/ 4.812.988 Historia. Probablemente se trate de una obra del
último tercio del siglo XVI y la primera documentación
El lugar. Se eligió para su construcción un punto que nos habla de ella es de 1576 (Aramburu Zabala
junto al camino que recorre la costa, entre Santoña y Losada, 2000). Era una ermita de concejo y todavía
al este y Noja al oeste, entre la playa de Helgueras en el siglo XIX se hacía una romería en ella, a la que
al norte y la sierra caliza de Mijedo al sur. No existe se pasaba en barco. Al parecer se dejó de celebrar tras
ninguna construcción antigua en las inmediaciones producirse un naufragio con un ahogado.
por lo que debemos de interpretar San Nicolás como El edificio. Es un pequeño edificio de nave rec-
una ermita del camino. tangular, relativamente larga y estrecha y ábside cua-
Historia. La documentación más antigua que drado, más ancho y más alto que la nave. Se trata de
habla de esta ermita como tal es de 1576 y es muy una construcción muy compacta, pensada para resis-
probable que haya sido construida en la segunda tir los embates directos de las olas en los temporales y
mitad de ese mismo siglo XVI (Aramburu Zabala y los muros de sus naves están muy reforzados. Su arco
Losada, 2000). de triunfo es de medio punto y el acceso se realiza por
El edificio. Se trata de un edificio de mamposte- un vano situado en la pared meridional. En el muro de
ría con sillería en vanos y esquinales, de planta rectan- los pies se abre un vano cuadrado.
gular, dispuesta en orientación canóniga, con ábside
cuadrado reforzado con contrafuertes angulares muy
destacados. Entre la nave y el ábside presenta otros
contrafuertes, uno recto y otro angular. La capilla
absidal estaba cubierta por una bóveda de nervaduras
que arrancan de ménsulas decoradas.

Figura 30: San Pedro de Noja.

Historiografía. Publicada en el trabajo sobre el


patrimonio arquitectónico de Noja, de Aramburu
Zabala y Losada (2000).

III.2.16. Santa Juliana. Hoz de Anero. UTM:


Figura 29: San Nicolás de Helgueras de Noja.
444954 / 4805453

En cuanto a su conservación, aunque se encuentra El lugar. Sus restos se levantan en una terraza a
en estado de ruina parcial más o menos consolidada y modo de rellano sobre el cercano fondo de la vega
ya sin cubierta, mantiene todos sus elementos arqui-
tectónicos. Falta el muro norte de la nave y en el muro
sur del ábside aparecen importantes erosiones. 5. Mediante resolución de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, Di-
rección General de Cultura de 28 de mayo de 2003. En el Anexo descrip-
Historiografía. Incluida en el catálogo patrimo- tivo no se describe el edificio, simplemente se comenta que se encuentra
nial de Noja (Aramburu Zabala y Losada, 2000) y en en estado de ruina.
300 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

III.2.17. San Vicente del Campo. Pámanes. Liér-


ganes. 436.288 / 4.800.502

El lugar. El punto elegido para situar esta ermita,


en el barrio de La Herrán, combina la cercanía al valle
con una posición destacada, en el extremo de una
estribación. Desde ese lugar se domina todo el fondo
de la vega de Elsedo y Tarriba. La ermita ha dado
nombre a la zona.
Historia. Se cuenta con información documental,
conservada en el ADS, sobre su construcción gracias
a la cual sabemos que se había levantado antes de
1647 y de hecho, en la campana, aparecía grabado
el año 1630. Unos años más tarde, en 1686, un
escultor y un ensamblador construyen su retablo.
También sabemos que 1856 se realizaron obras en
la ermita. Se trataba de una ermita “sufragánea a
la parroquial”, que hasta los años treinta del siglo
pasado conservaba todavía su retablo mayor, aunque
ya comenzaba su ruina. En la caja mayor del retablo
aparecía la imagen de San Vicente y en el sagrario
llevaba un relieve de Cristo Resucitado. Al parecer su
estado de abandono se produce a mediados del siglo
XX (Polo Sánchez, 2000). A finales de ese siglo aún
conservaba buena parte de su estructura, pero estos
últimos años el deterioro se ha acelerado.
Figura 31: Santa Juliana de la Serna, Anero.

labrada por el rio Aguanaz. Es un lugar bien orientado


y con visibilidad sobre el suave paisaje del entorno. A
escasa distancia al norte se encuentra el barrio de La
Serna, con varias casas barrocas, contemporáneas de
la ermita.
Historia. Según recoge Cofiño (2004), fue
construida antes de 1706-1709. También la citan
Aramburu Zabala y col. (1993), en su catálogo del
patrimonio de Ribamontán al Monte.
El edificio. Pequeño edificio montado en sillarejo
y sillería de arenisca en los esquinales y vanos. Es de
planta rectangular y no hay diferenciación entre la
nave, de 8,5 m de largo por 7 de ancho y el ábside
cuadrado, de 7 m de lado. Los elementos más desta-
cados son la cornisa de papo de paloma que recorre
la parte superior de los muros, el basamento facetado
de todo el perímetro y una ventana de planta alta Figura 32: Planta de Santa Juliana de la Serna, Anero.
y estrecha, de planta trapezoidal, que se abre en el
muro meridional del ábside. Las ménsulas de las que
arrancan los nervios de la bóveda son lisas. Actual- El edificio. Se trata de un edificio de cierta
mente se conserva el muro perimetral, pero el arco entidad, con nave rectangular, ábside cuadrado y
toral, que todavía podía verse a finales del siglo XX una curiosa capilla absidal de planta trapezoidal
hoy ha caído. que ocupa el extremo este del conjunto. A los pies
Historiografía. Cofiño (2004) recoge documen- del templo se anexa otro volumen rectangular, de
tación sobre ella. También la citan Aramburu et alii dos plantas, que podría ser la casa del ermitaño y de
(1993), en su catálogo del patrimonio de Ribamontán novenas y que disponía de entrada independiente.
al Monte. Desde su segunda planta se podía acceder al coro
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 301

a través de una estrecha y alta puerta adintelada. tera y en el extremo sur un núcleo formado por otras
Además, en la fachada norte, se adosa una sacristía a pocas casas, varias en estado de ruina. La ermita se
la que se accede desde el ábside bajo un bonito arco encuentra aproximadamente en medio de la distri-
rebajado. Como rasgos estilísticos más interesantes bución de casas, en un estrecho rellano de la ladera,
cabe destacar la cubierta de la capilla anexa al ábside, sobre la carretera.
con una bóveda de crucería con pinjantes, la puerta Historia. Disponer de un templo fue una reinvi-
de acceso con arco semicircular y amplias dovelas y la dicación tradicional para los vecinos de Angustina,
elegante espadaña situada en el centro del muro de como queda reflejado en la documentación, por la
los pies. Se conserva todavía parcialmente una cornisa importante distancia que debían de recorrer para
de papo de paloma y en la base de los muros el típico asistir a los oficios en Lierganes. Y una vez construida
basamento facetado. tuvieron problemas para que el sacerdote oficiase allí.
La documentación recogida por Cofiño (2004: 294),
indica que en 1706 se levantó la sacristía.

Figura 33: San Vicente del Campo. Pámanes. Figura 34: San Roque de Angustina.

En cuanto al estado de conservación el edificio se El edificio. La nave es casi cuadrada, con unos
encuentra en avanzado estado de ruina: ha perdido 9 m de largo y la capilla mayor también, con 7 m
toda la cubierta, salvo la de la pequeña capilla absidal. y presentaba tejado a cuatro aguas. Algunos rasgos
En el muro sur han caído dos tramos de lienzo a constructivos indican que, aunque se trata de una
ambos lados de la puerta. Se conservan el resto de obra de finales del siglo XVII, ha sufrido una impor-
los muros perimetrales, restos de los arranques de tante reforma hace no demasiado tiempo.
las bóvedas, el ábside, la espadaña, de un solo vano La ermita se encuentra hoy en estado de ruina
y la entrada, en arco de medio punto, situada en avanzado. Hasta comienzos de la década de los años
la fachada sur. Milagrosamente aguantan todavía, sesenta del pasado siglo mantenía el tejado completo,
aunque con grietas, los arcos de triunfo.
Historiografía. Esta ermita se ha incluido en
estudio del patrimonio de Liérganes (Aramburu
Zabala, 1997) y en el catálogo de la Merindad de Tras-
miera (Polo Sánchez, 2000), trabajo en que se publica
su planta. También se recoge documentación sobre
ella en el estudio de C. González Echegaray et alii
(1991) sobre Artistas cántabros de la Edad Moderna.

III.2.18. San Roque de Angustina. Riotuerto.


UTM: 442.141 / 4.796.803

El lugar. Sus restos se encuentran en un lugar


poco habitual para una ermita, una pendiente ladera
y su única lógica es su posición junto al camino que
lleva al pueblo. Realmente Angustina no es un pueblo
en el sentido habitual: lo forman sólo media docena
de edificios aislados dispuestos a lo largo de la carre- Figura 35: Planta de San Roque de Angustina.
302 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

perdiendo el del ábside a finales de los ochenta y ruinoso hace que sus muros se reutilicen para cons-
recientemente ha caído el arco de triunfo. El principal truir el cementerio, ya en 1877.
problema de conservación es una amplia grieta verti- El edificio. Actualmente sus restos se integran en
cal que, de abajo a arriba, afecta al muro del fondo los muros del cementerio. La ermita original era un
de la cabecera. edificio de planta de cruz latina con ábside poligonal.
Historiografía. Citada por Aramburu (1997) en Se conserva bien todo el sector este, con el perímetro
el catálogo monumental de Lierganes. del ábside y el arranque del muro norte, todo ello con
una altura importante. El edificio medía en su eje este
III.2.19. La Magdalena de Rucandio. Riotuerto. - oeste 22 m, con una anchura de nave de unos 7 m.
UTM: 441.956 / 4.799.111 La longitud del crucero es de 13 m. Destaca la presen-
cia de una larga placa de piedra decorada, casi con
El lugar. Se levanta en la parte alta de una seguridad procedente de la propia ermita, empotrada
pequeña dorsal que partiendo de la estribación en el muro norte, cerca de la puerta del campo santo.
donde se instala el pueblo de Rucandio cierra la vega Historiografía. Ha sido citada por Polo et alii
del mismo nombre por el este. Se trata de un lugar (2000) y por Sojo y Lomba (1983-84).
aireado, con vistas sobre toda la depresión. Frente
a ella, en el fondo de la cubeta, se abre una de las III.2.20. Los Llanos de Navajeda. Entrambas-
bocas de la cueva La Magdalena. Y, a poca distancia aguas. UTM: 445.210 / 4.800.109
hacia el norte, en otra estribación similar, se localiza
el topónimo de Casas del Canónigo. Se dice que se El lugar. Los Llanos se encuentra en un amplio
encontraba en la “maza de Cabrahigo”, quizás mal rellano labrado cerca de la cima del cordal que separa
reflejado en la toponimia como “Canónigo”. la cuenca del Revilla y el Aguanaz, dos afluentes que
Historia. La iglesia de La Magdalena aparece el Miera recibe por el este. Está junto al camino tra-
recogida en el listado de posesiones realizado por dicional que llevaba del barrio de Arriba (La Cavada),
el Obispado de Burgos, en 1515, donde se indica al barrio de San Antonio de Entrambasaguas, en un
que tenía pila bautismal (Solórzano Telechea, 2001). lugar bien orientado, ocupado hoy por prados de
Según informa Sojo y Lomba (1983-84), allí se reunía siega.
el concejo del pueblo. La primitiva ermita fue cons- Historia. Se cuenta con bastante información
truida sobre otra anterior en el siglo XVII y se mantuvo sobre esta fundación. En resumen podemos decir
en pie hasta el XIX. En el momento en que comienza que ya estaba en funcionamiento y ampliándose en el
la construcción de la nueva iglesia, ya en el centro primer tercio del siglo XVII y que a finales de este siglo
del pueblo, en 1740, la Magdalena se convierte en y a lo largo del XVIII siguió siendo objeto de reformas.
ermita, según recoge Madoz (1845-1850). Su estado La documentación explica que el santuario tuvo dos

Figura 37: Ermita del beaterio de Los Llanos de Navajeda.

capillas, sacristía y torre. Allí vivió una comunidad de


beatas en número variable hasta el final de la Edad
Moderna.
El edificio. Se trata de la ermita de un beaterio,
un conjunto formado por varios edificios, hoy día
parcialmente conservados. Los más antiguos, carac-
terizados por la presencia en su perímetro exterior de
Figura 36: Planta de La Magdalena de Rucandio. un basamento en chaflán, son la ermita y una casa
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 303

III.2.21. Santa Cecilia de Solórzano. UTM:


451.291 / 4.803.490

El lugar. Los restos de esta ermita se encuentran


en Barrio de Santa Cilde, en el reborde occidental del
valle del Campiazo, en la vega de Solórzano. La ermita
se localiza junto al camino que lleva desde el barrio
de Quintana hasta el barrio del Rincón, pasando por
Las Ánimas.
Historia. Sólo se conoce la cita de este monu-
mento en el catálogo de Trasmiera (Polo et alii 2000).
En él se indica que su primera referencia documental
es de 1623, en que una visita arzobispal manda a
los patronos de la ermita que la reparen. Gracias al
diccionario Madoz, se sabe que estaba aún en pie y
funcional a mediados del siglo XIX.

Figura 38: Planta del beaterio de Los Llanos de Navajeda. 1.- Ermita;
2.- Beaterio original del XVII; 3.- Ampliación del beaterio en el XVIII;
4.- Edificio puente, hoy perdido; 5 y 6.- Casa y cuadra, que quizás
ya formaban parte del beaterio; 7.- Muro oriental; 8.- Huerto.

torre, de planta cuadrada situada al oeste de ella. La


ermita podría ser un templo de planta rectangular, de
12,5 m de largo por 6 de ancho sin una diferenciación
neta en el exterior entre la nave y el ábside. Este es de
menor altura que la nave y presenta planta rectan-
gular de unos 4 m de largo por 6 de ancho. Como
rasgos más destacados de la ermita destaca que se ha
conservado lo que podría ser el arco toral, hoy cegado
y un contrafuerte ortogonal situado en el ángulo
sureste de la nave. Además aparece una pequeña
ventana muy característica, rectangular, alta, estrecha Figura 39: Santa Cecilia de Solórzano.
y abocinada en el muro norte del ábside. Todo indica
que el muro sur ha sido parcialmente desmontado y
vuelto a montar, tanto en la nave como en el ábside. El edificio. Se trata de una ermita de planta rec-
En cuanto a la casa - torre inmediata mantiene tangular, de 7 m de largo por 8 de largo y ábside
el mismo basamento que la ermita, y como ella cuadrado, de 5 m de lado, construida en mamposte-
podría ser del siglo XVII. Tiene planta rectangular y ría en esquinales y vanos, sobre todo de piedra caliza.
tres alturas, con un enfajado entre la segunda y la Presenta contrafuertes en disposición angular en el
tercera planta, que hace ya de desván. En algunos
lienzos presenta dos tipos de vanos: rectangulares,
amplios y adintelados y otros, en los pisos superiores,
de pequeño tamaño y abocinados. Es muy posible
que esta torre sufriese una ampliación hacia el oeste
y sur, que utiliza muros sin plinto y sin enfajado. En
su muro norte conserva una puerta cubierta por arco
de medio punto. Hoy día este edificio ha sido objeto
de una obra bastante agresiva que ha modificado su
lateral este donde se adosa una extraña escalera de
hormigón. En la misma finca del beaterio aparecen
otros edificios, algunos probablemente antiguos,
además de una amplia huerta en su flanco oeste.
Historiografía. La documentación sobre esta
fundación ha sido presentada en trabajos como el de
González Echegaray (1988) y el de Aramburu - Zabala
y Asúa de la Torre (2014). Figura 40: Planta de Santa Cecilia de Solórzano.
304 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

ábside. Sólo se observa una ventana, de pequeño


tamaño, en el muro sur. Sobre el muro de los pies, en
posición centrada, conserva una pequeña espadaña
de una tronera. En la cimera de este muro apare-
cen pináculos piramidales sobre cornisa de papo de
paloma, que también conforma un frontón. El acceso
se realizaba por un vano adintelado abierto en el
centro del muro oeste. Por el arranque de los nervios
se puede establecer que el ábside estaba cubierto por
bóveda de nervaduras. El rasgo más interesante es
la decoración de los capiteles del arco toral, con un
collarín en la parte baja, una serie de bolas aplana-
das y sobre él una especie de hojas de acanto muy
gruesas enrolladas y sobre ellas otro collarín y una
moldura. En cuanto a su conservación, actualmente
se mantienen en pie todos sus muros y ha perdido la Figura 41: San Sebastián de Solórzano, antes de su “consolidación”
techumbre. Los restos del edificio actual apuntan a en que ha perdido la espadaña y parte del alzado de sus muros.
una cronología más cercana al siglo XVIII que al XVII,
aunque se sabe que ya estaba levantada a comienzos
de este último siglo. En las inmediaciones hubo una del fondo del ábside se conserva una especie de
casa señorial de la que se conserva un arco de acceso frontón, a modo de retablo, rematado con una cruz y
en caliza, que es posible que fuese la residencia de los en su zona media se abren tres hornacinas cubiertas
patronos de la ermita. por arcos de medio punto, que sin duda es el ele-
Historiografía. Citada por Polo et alii (2000). mento más destacado del templo. Aunque el formato
exterior responde a un modelo muy típico del siglo
III.2.22. San Sebastián de Solórzano. Solórzano.
UTM: 452.589/ 4.802.618

El lugar. Sus restos se encuentran en el fondo de


la vega de Solórzano, junto al camino que la cruza.
Actualmente el sitio está muy degradado por la proxi-
midad de naves ganaderas y la falta total de respeto a
que se la somete algún vecino.
Historia. Se trataba de la ermita de un antiguo
hospital y como tal ha sido estudiada (Rubio Celemín
y Ruiz Cobo, 2016a). Hasta los años 80 del pasado
siglo estuvo bien conservada, con su tejado completo.
Será a comienzos de los años 90 cuando se derrumbe
el techo del ábside y comience el proceso de deterioro
que se ha agravado mucho últimamente. Conservó la
espadaña y los muros hasta su altura original hasta
hace sólo unos años, aunque se encontraba llena de
basura y escombros y muy afectada por las hogue-
ras que en la parte trasera realiza algún vecino de
la zona. Pero recientemente ha sido consolidada la
parte alta del muro, retirándo la espadaña y bajando
sensiblemente la altura de los lienzos, especialmente
el de los pies, en una actuación absurda que la ha
desnaturalizado.
El edificio. Se trata de una ermita de nave rec-
tangular, de 11 m largo por 7 m de ancho y ábside
cuadrado de 7 m de lado. Gracias a las antiguas series
de foto aérea, en que se observa bien conservada se
aprecia que el ábside era algo más alto que la nave y
tenía tejado a cuatro aguas. La espadaña estaba en
el muro de los pies. Presenta una puerta con arco de
medio punto, al igual que el arco toral. En la pared Figura 42: Planta y alzado de San Sebastián de Solórzano.
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 305

XVI, todas las características exteriores e interiores de valores menores en el XVIII (4) y en la Edad Media (3).
lo conservado parecen responder a una reforma del Para 7 casos no hay evidencias cronológicas claras.
siglo XVII o comienzos del XVIII. También su localización en el espacio sigue la tenden-
Historiografía. Citada en varios trabajos sobre cia general y así encontramos muchos ejemplos en
arte, como en el Campuzano (1985) y Polo Sánchez la rasa litoral (9), el fondo del valle (8), en pequeñas
(2000). El hospital adosado ha sido estudiado por estribaciones sobre la vega (7), en accidentes de la
Rubio y Ruiz (2016a). Fue declarada Bien Inventariado costa (3), collados (2) o en cimas de colinas (2).
en 2004, cuando todavía estaba relativamente bien La mayor parte de las ermitas estudiadas son del
conservada, lo que no impidió que haya sido mutilada Concejo, sólo dos estaban vinculadas a casonas, otras
en la última intervención que ha sufrido. tres a fundaciones de tipo hospital y otra más a un
beaterio.
IV. RESULTADOS Donde sí que aprecia un comportamiento diferen-
ciado entre las ermitas en ruina y las conservadas en
Durante la Edad Moderna, especialmente en el el territorio Pas - Miera es en su situación respecto al
XVII y el XVIII, las tierras de Cantabria estuvieron sem- hábitat. Ambas categorías siguen la pauta de que las
bradas de ermitas. En un estudio en curso realizado más frecuentes son las de vecindario pero situadas en
por los autores se ha recogido información de más de la periferia (el 50% de los casos en ambos grupos).
1200 edificios, de los quedan todavía evidencias físicas Pero para las otras dos categorías Aislada y en el
de más de 700, aunque una parte de estas últimas se Núcleo, el comportamiento es inverso, como en cierto
encuentra en estado de ruina más o menos avanzado. modo es lógico. Así las ermitas en ruinas están mucho
Para el territorio concreto de las cuencas del Pas y del más frecuentemente situadas en posiciones alejadas
Miera la cifra de conservadas es, respectivamente, de de los núcleos de poblacion (40% frente al 13% de
81 y de 68. Si se excluyen aquellas en estado de ruina las conservadas) y son mucho más escasas (9%) en
parcial o arqueológica, los valores se reducen a 68 en el interior de los pueblos (9% frente a casi el 40% de
el Pas y 60 en el Miera. En este trabajo se recogen 33 las conservadas). Así pues parece que las ermitas de
ejemplos entre los dos territorios, casi exclusivamente vecindario se cuidan mucho más que las aisladas y su
ermitas, pues sólo se considera que fue iglesia la de probabilidad de llegar conservadas hasta nosotros es
San Pedro de Ambojo, en Pedreña. mucho más alta.
En cuanto al estado de conservación la categoría Para tener una percepción más general sobre la
más representada es la de ruina, más o menos avan- conservación de las ermitas de este territorio deben
zada, con 17 casos, frente a la conservación parcial incluirse también las desaparecidas. El registro total
situación en la que se encuentran 9 edificios, en varios de ermitas del que se tienen referencias en las cuencas
casos reconvertidos en capillas de cementerio. En del Pas y Miera está formado por 338 edificios de las
cuanto a las ermitas desmontadas y en ruina arqueo- que 147 habrían desaparecido de forma completa, es
lógica se han incluído 7 casos. decir, el 43,5%. Resulta muy dificil establecer donde se
La cronología de las ermitas estudiadas mantiene, encontraban estas últimas, dado que la informacion
de forma aproximada, la pauta de las conservadas en disponible sobre ellas es muy fragmentaria. Para las
la zona y de las del resto de la region, con una fuerte que sabemos donde estaban, casi la mitad se localiza-
concretación en siglos XVI, (7 casos) y XVII (12) y ban en despoblados: en la línea de costa, en puertos
de montaña y a menudo junto a los caminos altos
que surcaban las colinas de la comarca uniendo los
pueblos. Muchas de estas vias ya han desaparecido al
situarse la red viaria en los fondos de las vegas y con
ellas los elementos patrimoniales asociados a ellos:
fuentes, ventas, ermitas y humilladeros.
Puede servir de ejemplo la ermita de Santa
Olaya, en Vioño de Piélagos. Se encontraba junto a
un camino que comunicaba el valle Piélagos y el de
Polanco, desde San Antonio a Soña, pasando por el
alto de Sisos, en el extremo de una estribación. En
los años cuarenta del pasado siglo el paisaje de esa
zona era un mosaico de fincas cerradas por muros de
piedra con algunas cabañas dispersas, entre las que
pasaba un camino flanqueado por árboles. Junto a él,
Tabla I: Histograma comparativo de frecuencias de ermitas según
su situación y estado de conservación. Se aprecia como las ermitas
en una de las morras que miraba al sureste, estaba la
aisladas están mucho más frecuentemente en ruinas que las ermi- ermita. Hoy de ella queda su reflejo en la toponimia y
tas situadas en los núcleos de los pueblos. su memoria en algún vecino de Vioño y es posible que
306 ERMITAS OLVIDADAS EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS PAS Y MIERA (CANTABRIA)

algún resto perdido en los eucaliptales, si es que se ha


salvado de las roturaciones6.
En conjunto, en el estudio integral de ermitas de
Cantabria, se ha apreciado que las primeras abando-
nadas fueron las de los puertos de montaña, como las
de los puertos del Pas -San Roque, La Magdalena y El
Escudo-, las de San Bartolomé de Aruz, o Las Nieves
de Sierras Albas o la de San Glorio, en el puerto del
mismo nombre. Varias de ellas ya fueron registradas
como en ruinas a mediados del siglo XIX por Madoz.
Pronto fueron abandonadas también las situadas
sobre los acantilados, en los caminos litorales, como la
de San Cristobal, en el Faro de Bellavista de Santander,
o la de San Pedro de Monte o Santa Catalina de San
Vicente. Las últimas en perderse fueron las situadas
en despoblados, junto a los caminos, muchas de ellas
todavía recordadas por nuestros mayores.

V. VALORACIÓN FINAL

Como epígrafe de este trabajo consideramos


relevante señalar alguna de las ermitas en estado de
ruina que sin duda resultaría clave recuperar para
nuestro patrimonio monumental. En primer lugar se Figura 43: Mapa de distribución de las ermitas estudiadas. Se ha
encuentra Santa Leocadia de Borleña. Para su reha- utilizado la misma numeración que en el texto. A simple vista se
bilitación se firmó un acuerdo entre el Instituto de aprecia que la mayor concentración se registra en la plataforma
Prehistoria y Arqueología Sautuola y una asociación litoral y los tramos más abiertos de los valles, coincidiendo como es
lógico con la mayor densidad de población.
cultural que opera en la zona y que toma el nombre
de la ermita: los primeros se encargarían del trabajo
de limpieza, desescombro y excavación y la Asocia-
ción Santa Leocadia, realizaría la consolidación de entorno, totalmente degradado, es un triste reflejo de
la ruina. Hace ya tres años que el Instituto Sautuola la falta total de política cultural de algunos de nuestros
cumplió con su parte del trato pero la ermita no ha municipios. En este término encontramos también las
sido consolidada, por lo cual su integridad corre aún ruinas de Santa Cecilia, también a la espera de una
más riesgo que antes de la intervención. Resulta por mínima inversión que las rescate del olvido.
tanto fundamental que desde cualquier instancia, se
finalice este trabajo, lo que permitiría dotar al munici- BIBLIOGRAFÍA
pio de Corvera de Toranzo de un interesante espacio
monumental. Ayuntamiento de Piélagos (s.f.): https://www.pielagos.es/
También sería importante recuperar San Pantaleón arquitecturas-religiosas/arquitectura-religiosa/capilla-de-san-
miguel (consulta: 20 / II / 2020).
de Galizano. Simplemente sería necesario consolidar Aramburu-Zabala, M. Á. -dir.- (1997): Liérganes. Catálogo
sus ruinas, mantener cerrado el recinto, realizar un monumental del municipio, Santander.
panelado del monumento e integrarlo en las rutas Aramburu-Zabala, M. Á. et alii (1993): Catálogo monumental del
que recorren la costa. Con una mínima inversión se municipio de Ribamontán al Monte, Santander.
Aramburu Zabala, M. Á. y Losada Varea, C. (2000): Catálogo
podría dotar al término de un nuevo ítem cultural. monumental de Noja, Santander.
Algo similar se puede plantear para San Vicente Aramburu-Zabala, M. Á. y Asúa de la Torre, P. (2014): Patrimonio
del Campo, en Pámanes, en el ayuntamiento de Liér- artístico de Entrambasaguas, Santander.
ganes. Sus ruinas conservan aún un especial encanto Barreda y Ferrer de la Vega, F. (1993): “Los caminos de Santiago
por Cantabria”, Las Rutas Jacobeas por Cantabria (F.Barreda,
y sólo están esperando un apoyo institucional que J.L.Casado Soto, Mª.C.González Echegaray eds.), Santander:
evite que se pierdan para siempre. 49-171.
Quizás ya es tarde para San Sebastián de Solór- Bohigas Roldán, R. (1986): Los yacimientos arqueológicos
zano, donde, como ya se ha dicho, la última actua- altomedievales del Sector Central de la Montaña Cantábrica,
tomo I, Monografías Arqueológicas, 1, Santander.
ción de “restauración” ha dejado mutilada la ruina. Su Campuzano Ruiz, E. (1985): El gótico en Cantabria, Santander.
Camus, M. (1992): Efemérides del lugar de Peñacastillo, tomo I,
6. De todos modos, un estudio integral - documental y de campo- de cual- Santander.
quiera de estas ermitas podría proporcionar información relevante que Cofiño Fernández, I. (2004): Arquitectura religiosa en Cantabria
permitiese ir completando nuestro precario conocimiento sobre ellas. La 1685-1754. Las montañas bajas del arzobispado de Burgos,
información sobre la situación de esta ermita se la debemos a Chuchi, Burgos..
vecino de Vioño, a quién desde aquí agradecemos su colaboración.
Ana RUBIO CELEMÍN y Jesús RUIZ COBO 307

Escallada González, L. de (1999): La casa de las ballenas y el Camino Pedraja, J. M. (1977): “Noticias sobre antiguos puertos de la costa
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Tras la sombra de la muerte en la Edad Media: estelas


funerarias de la ciudad de Soria y sus barrios

Behind the shadow of death in the Middle Ages: medieval funerary stelae from
the city of Soria and its neighbourhoods

Carlos DE LA CASA1
Manuela DOMÈNECH2
“La estela es hoy todavía símbolo
sujeto y soporte de un mundo de
creencias y de una actitud humana
vinculada a un ideal que
tras­ciende esta vida terrena”
(José Miguel de Barandiarán)

RESUMEN
La intención de realizar la recreación de un cementerio medieval en la ciudad de Soria, a partir de la reproducción de las estelas funerarias
medievales de este municipio, nos ha llevado a revisar los hallazgos conocidos, algunos lamentablemente desaparecidos, y dar a conocer
otros.

ABSTRACT
The intention of recreating a medieval cemetery in the city of Soria, based on the reproduction of medieval funerary stelae from this
municipality, has led us to review the known finds, some unfortunately missing, and make others known.

PALABRAS CLAVE: Edad Media. España. Estela funeraria. Muerte. Soria.

KEYWORDS: Death. Funeral stela. Middle Age. Soria. Spain.

I. PRESENTACIÓN No hace mucho nos propusieron colaborar en la


recreación de un cementerio medieval cristiano, don-
Desde hace muchos venimos defendiendo el tu- de se instalarían una serie de reproducciones de este-
rismo cultural y la rentabilidad económica del mismo las de matiz funerario.
(Casa, 1997). De la misma forma hemos potencia- Como era lógico recibimos este proyecto con ilu-
do, o al menos lo hemos intentado, el necroturismo sión, pues se contribuiría a difundir unos modestos
(Casa, 2015). monumentos, que aun siendo Bienes de Interés Cul-
Exponemos ambas premisas para introducir y ra- tural (Decreto 571/1963), apenas son reconocidos y
zonar la explicación del porqué de esta colaboración. mucho menos respetados.
Últimamente estamos asistiendo, de forma gene- Pero nuestra sorpresa fue mayúscula al compro-
ralizada, y no entendemos el motivo a un intento de bar como la intención era provocar una llamada al
cubrir los calendarios de efemérides y actividades cul- espectador y, bajo justificación de tomar como base
turales con un único fin: el turismo. un documento literario y no histórico, pretendiendo
Esto, que en un principio puede ser positivo, tie- dar a entender que estábamos ante un cementerio
ne un cierto peligro y este no es otro que buscar el templario, cuando ninguna de las estelas previstas
turismo por el turismo, sin racionalizar ni motivar la pueden interpretarse como tales.
temática sobre la que se actúa. De ahí nuestro interés por dar a conocer este tema
con el planteamiento que nos marcamos en un prin-
cipio. Explicar qué es una estela, su función en el me-
dievo y exponer el catálogo de las piezas conocidas
de origen capitalino de la provincia de Soria, incluidos
sus barrios (Fig. 1).
1. Doctor en Historia Medieval. UNED. Soria. Sí debemos indicar que, como se observará en el
Correo electrónico: casmarca1953@gmail.com
2. Licenciada en Historia Medieval. UNED. Soria. catálogo, la mayor parte de estas piezas fueron publi-
Correo electrónico: domenechesteban@hotmail.com cadas hace varias décadas (Casa y Domènech, 1983;

ISSN: 1133-2166
310 TRAS LA SOMBRA DE LA MUERTE EN LA EDAD MEDIA: ESTELAS FUNERARIAS DE LA CIUDAD DE SORIA Y SUS BARRIOS

En lo que a la Edad Media corresponde, estos


“modestos monumentos arqueológicos”, como los
denominó el profesor Almagro Basch, eran de piedra
y estaban constituidos esencialmente por un disco
pedúnculo, monolítico y decorado, por lo general, al
menos en una de sus caras, por una cruz, en sus dife-
rentes tipologías, y un vástago o pie.
Estos variaban en sus formas: prismática, trian-
gular, rectangular etc. pero todas suele guardar una
unidad formal y corresponden al grupo que se puede
denominar discoidal o discoidea. Sin olvidar, su pauta
antropomórfica.
Recordemos lo que decía el prof. Frankowski: “En
un principio en las estelas más antiguas la cabecera
guardaba armonía con todo el cuerpo expresado en
forma de cuadrilátero. Desde el momento que el dis-
co que corona la estela pierde su significado de cara
humana y sirve ya de superficie para la ornamentación
relacionada con su forma, vemos constantemente au-
mentar su tamaño. Junto con este fenómeno viene
la disminución del cuerpo de la estela, el cual última-
mente degenera en un pie estrecho, que en algunos
Figura 1: Emplazamiento geográfico de la ciudad de Soria.
casos desaparece completamente bajo la tierra”.
Su decoración es altamente variada y, por lo ge-
neral, se sitúa en las caras del disco: en su mayoría
Heras, 1994), pero nuevos motivos, nuevas investiga- cruces, motivos vegetales, juegos geométricos, ani-
ciones e incluso el traslado y la desaparición de algu- malística, heráldica, temas gremiales, epigráficos, etc.
nas nos permiten establecer importantes novedades y Dentro de nuestra provincia este tipo de piezas,
dar a conocer un nuevo e interesante hallazgo. que se aproximan a las setecientas, están dispersas
por todo el territorio de una forma desigual, estima-
mos que es más por desconocimiento que por otro
II. ¿QUÉ ES UNA ESTELA? motivo. Concentrándose, en su mayor parte, en de-
terminados núcleos como: Andaluz, Gormaz, Tiermes
En la Antigüedad, se designaron como estelas a y entornos de Almazán
los monumentos en forma de piedras monolíticas co- La cronología de estas estelas, aunque localizadas
locadas verticalmente y cuyas inscripciones estaban fuera de su contexto, puede ubicarse en pleno medie-
destinadas a conservar el recuerdo de un hecho his- vo, es decir siglos XII-XIII.
tórico. Desde hace décadas se da este nombre a las
columnas rotas, cipos o piedras erguidas que sirven III. FUNCIÓN DE LAS ESTELAS
de monumentos, por lo general funerarios.
En definitiva, la estela funeraria no deja de ser un La muerte es una compañera inseparable de todo
símbolo y la concreción de unos esquemas mentales ser vivo, es uno de los elementos más omnipresentes,
vinculados con la idea trascendental de la vida terrena en la Edad Media.
(Guler, 1986). Así vemos como en este periodo, en el ámbito cris-
Estas existen desde la Antigüedad y con diferentes tiano, se enterraba en el entorno de los templos y es
motivos abstractos se extienden desde Asia hasta la ahí en donde encontramos la función de las estelas.
vieja Europa. Suelen llevar diferentes elementos orna- La ciudad de Soria contó en el medievo con treinta
mentales y figurativos, siendo de especial interés las y cinco collaciones y por tanto con otros tantos cam-
escandinavas, sin olvidar las cruces del mundo anglo- posantos, amén de los correspondientes a los monas-
sajón y celta (Irlanda), que están claramente relacio- terios extramuros.
nadas con las estelas. Las investigaciones de las últimas décadas han
Entre los diferentes y variados monolitos fune- contribuido de forma sustancial al conocimiento de
rarios que se encuentran en la península ibérica y estas cabeceras de sepulturas en nuestra península
Francia, destacan las estelas discoideas dispersas por ibérica y a ello no han sido ajenos los diferentes con-
todo estos territorios, por supuesto que existen otras gresos nacionales que han tenido lugar en España.
variantes como las rectangulares o las trapezoidales, Lamentablemente son escasos los hallazgos detec-
pero en un número infinitamente menor. tados dentro de su contexto arqueológico, lo que ha
Carlos DE LA CASA y Manuela DOMÈNECH 311

Figura 2: Cántiga nº 164, detalle del cementerio con las estelas de


cabecera de sepultura.

Figura 4: Omeñaca (Fotografía: J. J. Fernández).

cidas, como el caso de las detectadas en Pedrajas de


San Esteban.
Las estelas de Soria y sus barrios se han localizado
fuera de su contexto. De hecho, en la provincia de
Soria únicamente se han detectado in situ dos pie-
zas: una en la necrópolis de Tiermes y otra en la de
Omeñaca, ambas en sus correspondientes cabeceras
de sepultura, y muy posiblemente un conjunto, hoy
prácticamente desaparecido, señalizando el recinto
sagrado, en Renieblas.
Si debemos indicar que en algunos yacimientos
han aparecido como material de relleno o reutilizadas
Figura 3: Ermita de Ntra. Sra. de Tiermes, Soria (1975) (Fotografía:
C. de la Casa).
en diferentes puntos del conjunto cementerial, como
en los mencionados de Andaluz, Gormaz o Tiermes.
Estos pequeños monumentos tenían, quizás debe-
impedido a lo largo del tiempo mostrar con fiabilidad mos decir tienen, un carácter funerario y así conoce-
la función de estos cipos. Sin embargo, de lo que no mos que se ubicaban en la cabecera de las sepulturas
ha existido duda alguna es de su función funeraria. como indicador de las mismas. Así pueden observarse
La mayoría de las piezas se vienen localizando des- ya en las Cantigas de Alfonso X “El Sabio”, concreta-
contextualizadas y así vemos como se custodian en el mente en la número 146 (Fig. 2).
museo provincial, en los templos, bien en su interior En Soria, y como hemos indicado, aparecieron con
bien en su entorno, e incluso insertadas en sus facha- esta función en la necrópolis medieval de Nuestra Se-
das, en edificios civiles, en cementerios, en coleccio- ñora de Tiermes (Fig. 3), en su frente meridional y
nes privadas e incluso en lugares inauditos. Ello ha en el pórtico del templo románico de la localidad de
hecho que algunas de estas se encuentren desapare- Omeñaca (Fig. 4).
312 TRAS LA SOMBRA DE LA MUERTE EN LA EDAD MEDIA: ESTELAS FUNERARIAS DE LA CIUDAD DE SORIA Y SUS BARRIOS

Una segunda función de estos cipos era delimitar - Técnica: Bajo relieve.
las necrópolis. No olvidemos que en estos espacios, - Estado de conservación: Bueno.
considerados recintos sagrados, no se podía entrar - Altura total: 82 cm.
por la fuerza, salvo autorización, ya que de lo contra- - Diámetro disco reverso: 40 /36 / 32 / 16 / 10,8/6
rio se podía caer en pena de excomunión. Como zona cm.
sagrada era inviolable y estaba bajo la jurisdicción de - Diámetro disco anverso: 40 / 36 / 32 cm.
la Iglesia. - Grosor disco: 12 cm.
En la provincia soriana solo se ha localizado un - Anchura vastago: 32 / 34 cm.
posible caso en la localidad de Renieblas (Fig. 5). - Grosor vástago: 17 cm.
Esta ubicación, según las investigaciones, especial- - Bibliografía: Casa y Domènech, 1983: 95.
mente las realizadas por Aguirre Sorondo en el País 2.- So.So. 2-1983 (Fig. 6, B)
Vasco, es más habitual en momentos postmedievales. - Procedencia: Monasterio de San Polo (Soria).
Existe una tercera función que se viene atribuyendo - Lugar de depósito: En 1974 la detectamos ubica-
a esta piezas y esta es la de indicadores, fundamental- da en el jardín del monasterio de San Polo. Tras la
mente en el cruce de caminos, de acontecimientos de reforma y rehabilitación realizada en el año 2016
una muerte, por lo general violenta o accidental, aun- se depositó en la capilla el cenobio.
que estas son más frecuentes en tiempos muy poste- - Material: Piedra arenisca.
riores. En Soria no se han detectado con esta misión - Tipología: Antropomorfa discoidea.
en momentos medievales o modernos. De hecho en - Decoración anverso: Inscrita en un clásico doble
la provincia son escasísimos los cipos que conocemos sogueado cruz patada de brazos curvilíneos y re-
con esta función y pertenecen a momentos relativa- mate convexo (Ucla 10,5I), en el centro un punto
mente recientes, del siglo XX. por incisión y en los espacios interbrazos incisiones
asemejando una flecha.
- Decoración reverso: Tiene el mismo motivo deco-
rativo que en el anverso.
- Decoración canto disco: Tres bandas verticales pa-
ralelas y en cada extremo del perfil de la pieza, un
zig-zag ondulante. Todo ello realizado mediante
incisión.

Figura 5: Estelas delimitando el conjunto cementerial de Renieblas


(Soria) (Dibujo de Fernando Fernández).

IV. CATÁLOGO

IV.1. Monasterio de San Polo

1.- So.So. 1-1983 (Fig. 6, A)


- Procedencia: Monasterio de San Polo (Soria).
- Lugar de depósito: En 1974 la detectamos ubica-
da en el jardín del monasterio de San Polo. Tras la
reforma y rehabilitación realizada en el año 2016
se depositó en la capilla el cenobio.
- Material: Piedra arenisca.
- Tipología: Antropomorfa discoidea.
- Decoración anverso: Cruz patada de brazos cur-
vilíneos y remate convexos. Inscrita en un doble
círculo inciso (Ucla, 10.5I).
- Decoración reverso: Circunscritos en un doble cír-
culo y partiendo de un doble aro, que en su centro Figura 6: Estelas nos 1 y 2 del Monasterio de San Polo (Fotografías:
tiene un punto inciso, doce pétalos. C. de la Casa).
Carlos DE LA CASA y Manuela DOMÈNECH 313

- Técnica: Bajo relieve e incisión. - Lugar de depósito: Museo Numantino de Soria


- Estado de conservación: Bueno. 74/9/6.
- Altura total: 67 cm. - Material: Piedra arenisca.
- Diámetro disco: 31 / 21 cm. - Tipología: Antropomorfa discoidea.
- Grosor disco: 13 cm. - Decoración anverso: Dos círculos concéntricos rea-
- Anchura vástago: 30 cm. lizados mediante incisiones. En el centro se aprecia
- Grosor vástago: 15,30 cm. una cruz patada.
- Separación decoración del canto del disco: 3 cm. - Decoración reverso: Se observan unas líneas curvas
- Observaciones: En 2016 ha sido extraída y a raíz e inscritas en un círculo. Nos atreveríamos a decir
de ello hemos cambiado de opinión sobre la ico- que podría tratarse de la clásica cruz patada de
nografía. brazos curvos y remates convexos, con un punto
- Bibliografía: Casa y Domènech, 1983: 95. en el centro. No podemos confirmar si la decora-
3.- So.So. 3-1983 (Fig. 7) ción está desgastada o inacabada.
- Procedencia: San Polo (Soria). - Técnica: Incisión.
- Lugar de depósito: En 1974 la detectamos ubica- - Estado de conservación: Muy malo, solo se conser-
da en el jardín del monasterio de San Polo. Tras la va el disco y está algo desgastado.
reforma y rehabilitación realizada en el año 2016 - Altura total: 39 cm.
se depositó en la capilla el cenobio. - Diámetro disco: 39 / 36 cm.
- Material: Piedra arenisca. - Grosor disco: 21 cm.
- Tipología: Antropomorfa discoidea, con lóbulos - Observaciones: Fue entregada por el párroco de
marcando los hombros. Nuestra Señora del Espino, don Teógenes Beltrán
- Decoración anverso: Cruz patada de brazos curvi- Rodríguez.
líneos y remates convexos (Ucla 10,5I), inscrita en
un doble círculo inciso.
- Decoración reverso: En el centro una estrella de
seis puntas (Ucla 12IF) y en su entorno en forma
de orla ocho rosáceas de cinco pétalos.
- Decoración canto: Decoración incisa en zig-zag.
- Técnica: Bajo relieve.
- Estado de conservación: Bueno.
- Altura total: 75 cm.
- Diámetro disco: 37,2 cm.
- Grosor disco: 13 cm.
- Diámetro disco anverso: 37,2 / 33,6 / 29 cm.
- Anchura vástago: 28 / 34 cm.
- Grosor vástago: 13,5 cm.
- Bibliografía: Casa y Domènech, 1983: 95-96.
4.- So.So. 4-1983 (Fig. 8)
- Procedencia: Iglesia de San Juan de Rabanera (So-
ria).

Figura 7: Estela nº 3 del Monasterio de San Polo (Fotografías: C. Figura 8: Estela nº 4 de la iglesia de San Juan de Rabanera (Fotogra-
de la Casa). fía: Alejandro Plaza, JCYL. Museo Numantino).
314 TRAS LA SOMBRA DE LA MUERTE EN LA EDAD MEDIA: ESTELAS FUNERARIAS DE LA CIUDAD DE SORIA Y SUS BARRIOS

- Bibliografía: Casa y Domènech, 1983: 96. - Observaciones: Fue entregada por el párroco de
5.- So.So. 5-1983 (Fig. 9) Nuestra Señora del Espino don Teógenes Beltrán
- Procedencia: Iglesia de Nuestra Señora del Espino Rodríguez.
(Soria). - Bibliografía: Casa y Domènech, 1983: 96-97.
- Lugar de depósito: Museo Numantino de Soria. 6.- So.So. 6-19833
74/9/13. - Procedencia: Iglesia de Nuestra Señora del Espino
- Material: Piedra arenisca. (Soria).
- Tipología: Discoidea. - Lugar de depósito: Museo Numantino de Soria.
- Decoración anverso: De un círculo central parte 74/9/21.
una cruz patada de brazos rectos y remate conve- - Material: Piedra caliza.
xos, variante de Ucla 10.3A. Va circunscrita en un - Tipología: Discoidea.
círculo. - Decoración anverso: Cruz patada realizada en bajo
- Decoración reverso: Mismo motivo que en el an- relieve. En los cuadrantes inferiores vemos dos pe-
verso. queñas bolas, una a cada lado. Va inscrita en un
- Técnica: Bajorrelieve. doble círculo inciso.
- Estado de conservación: Malo, solo se conserva el - Decoración reverso: Debía existir un motivo deco-
disco. rativo formado por la cruz patada, pero hoy solo
- Decoración canto: Dos líneas verticales paralelas, apreciamos la existencia de uno de los brazos
en bajo relieve. transversales realizado en bajo relieve.
- Altura total: 30 cm. - Estado de conservación: Regular.
- Diámetro disco: 32 / 20 cm. - Altura total: 58 cm.
- Grosor disco: 15 cm. - Altura vástago: 27 cm.
- Anchura vástago: 32 cm.
- Grosor vástago: 14 cm.
- Grosor disco: 13 cm.
- Diámetro disco: 36 / 30 / 25 cm.
- Observaciones: Fue entregada por el párroco de
Nuestra Señora del Espino don Teógenes Beltrán
Rodríguez.
- Bibliografía: Casa y Domènech, 1983: 97.
7.- So.So. 1-2005 (Fig. 10)
- Procedencia: Soria.
- Lugar de depósito: Se localizó sobre la jamba de-
recha de la puerta de acceso a una casa en la calle
Santa Cruz nº 24. Soria. Con fecha de 7-5-2019 se
ha depositado en el Museo Numantino al cambiar
la casa de propietarios.
- Número de inventario: 5110/2019/2/2.
- Material: Piedra caliza.
- Tipología: Discoidea antropomorfa, marca clara-
mente los hombros.
- Decoración anverso: Inscrita en un círculo, cruz
patada de brazos rectos y extremos rematados
con una curvatura convexa, los brazos parten de
un círculo central (Ucla 10-3-C).
- Decoración reverso: Cruz patada de brazos rectos
que arranca de un círculo. Astada o arvorada (Ucla
10-2). Han utilizado la técnica de rehundido.
- Decoración canto: Sogueado en bajo relieve.
- Técnica: Bajo relieve en el anverso y en el canto y
rehundido en el reverso.
- Estado de conservación: Regular.
- Altura total: 55 cm.

3. De esta pieza únicamente tenemos las referencias tomadas para nuestro


trabajo de 1983. Al ir a comprobar datos y proceder a fotografiarla he-
Figura 9: Estela nº 5 de la iglesia de Ntra. Sra. del Espino (Fotogra- mos conocido que no aparece en el expediente que teníamos referencia-
fía: Alejandro Plaza, JCYL. Museo Numantino). do y no hemos podido detectarla.
Carlos DE LA CASA y Manuela DOMÈNECH 315

Figura 10: Estela nº 7 de la calle Sta. Cruz (Soria) (Fotografías: Policía Local de Soria y Alejandro Plaza, JCYL. Museo Numantino).

- Diámetro disco anverso: 35 cm. - Lugar de depósito: Se localizó sobre la jamba iz-
- Diámetro disco reverso: 35 / 29 cm. quierda de la puerta de acceso a una casa en la
- Grosor disco: 14 cm. calle Santa Cruz nº 24. Soria. Con fecha de 7-5-
- Anchura vástago: 29,5 cm. 2019 se ha depositado en el Museo Numantino al
- Grosor vástago: 14 cm. cambiar la casa de propietarios.
- Observaciones: Los datos primitivos se deben a un - Número de inventario: 5110/2019/2/1.
informe realizado por la unidad de intervención - Material: Piedra caliza.
inmediata de la Policía Local de Soria el día 17 de - Tipología: Tipo: Discoidea antropomorfa, marca
Abril del 2005. Agentes, 7046 y 7054. claramente los hombros.
8.- So.So. 2-2005 (Fig. 11) - Decoración anverso: Cruz patada de brazos rectos
- Procedencia: Soria. y extremos rematados con una curvatura convexa
316 TRAS LA SOMBRA DE LA MUERTE EN LA EDAD MEDIA: ESTELAS FUNERARIAS DE LA CIUDAD DE SORIA Y SUS BARRIOS

Figura 11: Estela nº 8 de la calle Sta. Cruz nº 24 (Soria) (Fotografías: Alejandro Plaza, JCYL. Museo Numantino).

Figura 12: Estela nº 9 procedente de Pinar Grande (Fotografías: Arquetipo).


Carlos DE LA CASA y Manuela DOMÈNECH 317

izquierda una pequeña aspa. Los cuatro brazos fi-


nalizan en unos remates geométricos, el superior y
los laterales, significando unos triángulos. Hacia el
vástago parte una figura pentagonal estilizada, 35
x 5 cm. Todo realizado por incisión.
- Decoración reverso: Cruz patada que cubre todo
el disco, los brazos van rematados en forma de
triángulos, sólo cuenta con base el inferior. Hacia
el vástago la decoración es un rectángulo estiliza-
do, 35 x 5 cm. Con la misma técnica.
- Decoración canto disco: Una incisión circular de
pequeño diámetro algo profunda en la zona supe-
rior, acompañada por dos pequeñas cruces a los
Figura 13: Estela nº 10. Carretera de Agreda, frente al denominado lados de pequeño tamaño.
“Cementerio Templario”. - Estado de conservación: Bueno.
- Técnica: Incisión.
(Ucla 10-5.1), los brazos se juntan en un círculo - Altura total: 120 cm.
central en donde se ha marcado un punto descen- - Altura vástago: 74 cm.
trado. Entre los brazos, un cuadrado que inserta - Anchura vástago: 53 / 44 cm.
a su vez cuatro cuadrados a modo de taqueado - Grosor vástago: 18 cm.
jaqués. Todo ello circunscrito en un triple círculo. - Diámetro disco: 50 cm.
- Decoración reverso: Tres círculos concéntricos, en - Grosor disco: 18 cm.
el interior se aprecia un punto en el centro, en la - Observaciones: Se encontraba en un camino que
parte superior e inferior del aro intermedio vemos parte de la carretera S-840 que une Abejar y Mo-
una especie de sogueado curvo y en los puntos linos de Razón, en un bosque de pinos y robles.
laterales unas figuras similares a las anteriores sin No se pudo profundizar dado el entramado de
poder determinar. Dependiendo de la luz también raíces, pero sí se comprobó la ausencia de restos
puede interpretarse como una cruz patada de bra- arqueológicos relacionados con el cipo y a la vez
zos curvilíneos y remate convexo (Ucla 10.5I). se descarta la presencia de enterramientos. Fue ex-
- Técnica: Incisión. humada por la empresa de arqueología Arquetipo
- Decoración canto: Tres líneas paralelas incisas. y trasladada al Museo Numantino en el mes de
- Estado de conservación: Regular. diciembre de 2005.
- Altura total: 54,5 cm. - Bibliografía: Gonzalo et alii, 2005.
- Diámetro disco anverso: 39,5 / 32 / 27cm. 10.- So.So. 1-2021 (Fig. 13)
- Diámetro disco reverso: 34 / 26,5 / 11 cm. - Procedencia: Soria.
- Grosor disco: 17 cm. - Lugar de depósito: Insertada en la fachada de una
- Anchura vástago 33 cm. casa. Está ubicada en la parte trasera de las casas
- Anchura vástago hombros: 44,5 cm. existentes en la carretera de Agreda, frente al de-
- Observaciones: Los datos se deben a un informe nominado “Cementerio Templario”.
realizado por la unidad de intervención inmediata - Material: Piedra arenisca.
de la Policía Local de Soria el día 17 de abril del - Tipología: Discoidea.
2005. Agentes, 7046 y 7054. - Decoración de anverso: Inscrita en un doble círculo
9.- So.So. 1-2005 (Fig. 12) una cruz patada de brazos curvilíneos con extre-
- Procedencia: Monte Público Pinar Grande y Am- mos convexos (Ucla 5I). En el centro un punto in-
blau4, Soria. ciso y en los cuadrantes bolas.
- Lugar de depósito: Museo Numantino. Nº Inv. - Técnica: Bajo relieve.
2005/97. - Estado de conservación: Muy malo, solo se conserva
- Material: Piedra arenisca. la parte superior del disco.
- Tipología: Antropomorfa discoidea, marcando cla- - Observaciones: La localización nos fue facilitada por
ramente los hombros. don David Ortega.
- Decoración anverso: El motivo central es una cruz
griega, dividiendo la cara en cuatro partes, en la IV.2. Oteruelos (Municipio, Partido Judicial y Co-
superior derecha una pequeña cruz griega y en la marca de Soria)

4. La estela se encontraba situada en las coordenadas 41º52’ 31’’ de lati- 11.- Ote.So. 1-1983 (Fig. 14)
tud norte y 2º 46’ 33’’ de longitud oeste UTM 518583 / 4636036 en el - Procedencia: Oteruelos.
término municipal de Soria, concretamente en el monte conocido como
Pinar Grande y Amblau, próxima a los municipios de Molinos de Duero, - Lugar de depósito: Sobre una roca cerca del frente
Salduero y Vinuesa. sur de la iglesia parroquial de Santo Domingo
318 TRAS LA SOMBRA DE LA MUERTE EN LA EDAD MEDIA: ESTELAS FUNERARIAS DE LA CIUDAD DE SORIA Y SUS BARRIOS

- Material: Piedra arenisca.


- Tipología: Antropomorfa discoidea, con vástago
rectangular.
- Decoración anverso: Cruz patada, de brazos curvi-
líneos con cerramientos convexos (Ucla 10 I), ins-
crita en un círculo inciso.
- Decoración reverso: Cruz patada, de brazos curvilí-
neos con cerramientos convexos (Ucla 10 I), muy
perdida. Circunscrita en un círculo inciso.
- Técnica: Bajo relieve.
- Estado de conservación: Regular.
- Altura total: 56 cm.
- Altura vástago: 26 cm.
- Anchura vástago: 30 cm.
- Grosor vástago: 17 cm.
- Diámetro disco: 26 / 38 cm.
- Grosor disco: 16 cm.
- Bibliografía: Casa y Domènech, 1983: 84.

IV.3. Pedrajas de Soria (Municipio, Partido Judi-


cial y Comarca de Soria)

12.- Pdj.So. 1-1983 (Fig. 15)


- Procedencia: Pedrajas de Soria.
- Lugar de depósito: Esquina sureste de la iglesia de
Santo Tomás Apóstol5.
- Material: Piedra Arenisca.
- Tipología: Discoidea.
- Decoración anverso: Inscrita en un círculo inciso
vemos una cruz patada de brazos curvilíneos y
remate convexos (Ucla 10.5I). En el centro de la
misma vemos un pequeño cuadrado inciso y en
los espacios de los brazos hay una pequeña línea
oblicua igualmente incisa.
- Decoración reverso: Mismo tema, casi inaprecia-
ble.
- Técnica: Bajorrelieve.
- Estado de conservación: Regular.
- Diámetro disco: 46 cm.
- Grosor disco: 13 cm.
- Círculo interior: 8,5 cm.
- Bibliografía: Casa y Domènech, 1983: 182, fig. 45.
13.- Pdj.So. 1-1994 (Fig. 16)
- Procedencia: Pedrajas.
- Lugar de depósito: Dehesa de Pedrajas. Posible-
mente sirva de mojón, difícilmente in situ6.
- Material: Piedra arenisca.
- Tipología: Antropomorfa discoidea.
- Decoración anverso: Cruz patada con los brazos
rectos ((Ucla 10.3A). Presenta una pequeña bola

5. Al ir a fotografiar de nuevo la pieza hemos observado que ha desapareci-


do. No sabemos la fecha, es muy probable que aconteciese al urbanizar
el entorno del templo. De ahí que presentemos el dibujo realizado en
1983.
Figura 14: Estela nº 10 procedente de Oteruelos (Fotografías: Car- 6. Esta pieza, al igual que la anterior procedente del mismo barrio de Pedra-
los de la Casa). jas, desapareció. Desconocemos fecha y motivos, aunque sospechamos
que fue al convertir la Dehesa en Campo de Golf.
Carlos DE LA CASA y Manuela DOMÈNECH 319

Figura 15: Estela nº 11 procedente de Pedrajas (Dibujo: Fernando Fernández).

- Altura vástago: 7 cm.


- Anchura vástago: 42 cm.
- Grosor vástago: 15 cm.
- Diámetro disco: 40 cm.
- Grosor disco: 12,7 cm.
- Bibliografía: Heras, 1994: 569-570.

V. ANÁLISIS

Afortunadamente la arqueología medieval ha evo-


lucionado y de forma paralela los estudios sobre la ar-
queología funeraria y con ello el mundo de las estelas.
Aún recordamos nuestros inicios en este campo y
como la única obra era la del prof. Frankowski, por
cierto hace cien años, y que abarcaba un amplio pe-
riodo histórico, hasta el punto de pensar que este tipo
de cipos solo se concentraban en la región norte de
España y más concretamente en el País Vasco y Na-
varra.
Pero la realidad era muy otra y muy sencilla. Prác-
ticamente nadie se había dedicado a estudiar “estos
modestos documentos arqueológicos”, como los de-
nominó el prof. Almagro Basch y una prueba de esta
afirmación es que hoy se conocen y existe bibliografía
sobre ellos en toda la península ibérica, y concreta-
mente en Soria nuestro catálogo nos permite hablar
Figura 16: Estela nº 12 procedente de Pedrajas (Fotografías: Carlos
de la Casa).
de casi setecientas piezas, cuando en 1983 y después
de años de prospección solo conocíamos 138 (Casa y
Domènech, 1983).
en cada una de las oquedades que quedan entre Tipológicamente todas son discoideas e incluso
los brazos de la cruz. podemos afirmar que antropomorfas, marcando al-
- Decoración reverso: Bordadura de ocho centíme- gunas de ellas claramente los hombros.
tros, con motivos en zig-zag que enmarca una ro- No vamos a entrar en la tipometría, poco pode-
sácea de ocho pétalos con círculo central. mos decir al respecto, aunque sí destacar la altura de
- Técnica: Bajorrelieve. la procedente de Pinar Grande. Pero dado el estado
- Estado de conservación: Malo (falta un fragmento de conservación de los vástagos, en una parte impor-
del disco). tante desconocidos, por diferentes motivos, estima-
- Altura total: 43 cm. mos conveniente no realizar este análisis.
320 TRAS LA SOMBRA DE LA MUERTE EN LA EDAD MEDIA: ESTELAS FUNERARIAS DE LA CIUDAD DE SORIA Y SUS BARRIOS

En la decoración prima, como es habitual en este de Grecia (Quehen, 1995), Alemania (Azzola, 1977;
tipo de piezas, por lo general y muy particularmente Azzola y Müldner, 1999; Müller y Baumann, 1988) o
en Soria, la cruz. Esto no nos debe sorprender, puesto en Chequia (Autorú, 2001).
que estamos en un ámbito funerario cristiano. Ob- Cronología, siempre cronología. Sin duda, el tema
servando como en las piezas en bajorrelieve nos en- más complejo, al menos que el epígrafe nos diga
contramos con cruces patadas de brazos curvilíneos y algo. No es este el caso.
remates convexos (Ucla 10,5I). Ya hemos indicado, en los inicios del texto, que el
No vamos a entrar, pensamos que no procede, en problema es la localización de estas piezas, la prácti-
un profundo estudio simbólico dadas las caracterís- camente totalidad se hallan fuera de su contexto ar-
ticas de este artículo y la existencia de diccionarios queológico, de ahí que, por regla general, se daten
(Bango et alii, 2017; Cirlot 1979, Fatás y Borrás, 1980; por crono-tipología o por sus motivos decorativos.
Fluvia, 1982) y publicaciones al respecto (Ukar, 1994). Estas piezas que nos ocupan no poseen en sus dis-
Pero sí debemos hacer un comentario al respecto. cos una iconografía que nos permita establecer una
La cruz, como ya dijimos en su momento, podría base para fecharlas, pero estimamos que sí existen
estar perfectamente encuadrada en el campo de la otras.
geometría (Casa y Domènech, 1983: 138), de ahí que Veamos: las tres primeras piezas procedentes del
en algunas representaciones aparezca desde tiempos Monasterio de San Polo, es evidente que proceden
inmemoriales, pero su significación y su sentido pro- de la necrópolis medieval de ese cenobio; las corres-
viene, sin duda alguna, de las tesis cristianas. pondiente a San Juan de Rabanera y Nuestra Señora
El mundo cristiano ha sido clave para enriquecer del Espino, lo más probable es que se detectasen en
su simbolismo al unir o condesar su imagen a la his- algunas de las intervenciones en los en tornos de esos
toria de la salvación y de la Pasión del Salvador (Ukar, templos, ambos con sus consabidos camposantos de
1994: 411) y podíamos seguir hablando de su sig- momentos medievales.
nificado tanto geográfico como religioso, pero bas- De las piezas localizadas en el chalet de la calle
te, a nuestro entender, y pensando en la muerte y en Santa Cruz, hoy en el Museo Numantino, descono-
el más allá y en esos círculos centrales que aparecen cemos su procedencia. Pero por información popular
uniendo los cuatro brazos, el siguiente texto: “la cruz sabemos que los antiguos propietarios de ese inmue-
trae una función de síntesis y de medida. En ella se ble eran originarios de Renieblas y sabemos, lamen-
unen el cielo y la tierra. En ella se entremezclan el tablemente, que las estelas que marcaban el recinto
cielo y el espacio. De todos los símbolos es el más to- sagrado del cementerio medieval de esa localidad es-
talizante, el más universal. Es la que recorta, ordena y tán dispersas. Algunas permanecen en el lugar; otras
mide los espacios sagrados, como los tiempos; dibuja se han reubicado por el pueblo, tres han sido roba-
las plazas de las ciudades, atraviesa los campos y los das recientemente y una se depositó en el museo Nu-
cementerios. La intersección de sus ramas marca las mantino (Casa, Momènech y Ucla, 2016: 219-244).
encrucijadas en ese punto central se eleva un altar, ¿Quién nos dice que estas no puedan proceder de
una piedra, un mástil. Centrípeto su poder es tam- allí?
bién centrífugo. Ella explica el misterio del centro. Es Las de Oteruelos y Pedrajas no ofrecen dudas que
difusión, emanación pero también reunión, recapitu- procedan de la necrópolis medieval de su respectivo
lación”. (Chevalier y Cheerbrant, 1986: 364). pueblo.
Los motivos vegetales, tanto en Soria como en La estela que, dada su localización, más dudas nos
otras zonas de España y Portugal, son frecuentes y, puede plantear es la de Pinar Grande. ¿Necrópolis,
por lo general es, como en algunas de estas piezas, cruce de caminos?
de carácter secundario. Por ello, no puede sorprender En tierras foráneas a Soria se han detectado ha-
que en esta representación este emparentado con los llazgos de estelas discoideas en cruces de caminos,
elementos geométricos. De ahí que algunos estudio- incluso correspondientes a momentos antiguos, baste
sos incluyan, y creemos que correctamente, las flores con ver los trabajos de Aguirre Sorondo, Ukar, Cam-
de pétalos dentro del tema vegetal. pillo o Colomo. Pero en Soria, hasta ahora, de esas
Dada la temática estimamos que no procede es- casi setecientas piezas localizadas y correspondientes
tablecer elementos comparativos, pues sería excesivo, al medievo ninguna, salvo esta, se ha detectado en un
sí podemos indicar que para referencias similares es cruce de términos.
suficiente con acudir a la bibliografía que emanan de Sí tenemos varias marcando accidentes o muertes
los Congresos Internacionales de Estelas Funerarias, anómalas, pero son de momentos relativamente re-
especialmente los celebrados en Pamplona, Soria y cientes y nunca discoideas.
Santander y muy especialmente en la reciente obra Es más, la pieza que estamos citando, por su for-
magistral sobre las cabeceras de sepulturas en Portu- ma de estar trabajada, amén de ser más basta, es-
gal del prof. J. Beleza (2019), llegando a ser un tema timamos que incluso podría ser más antigua que el
habitual y extendido por Europa, baste citar los casos resto y además está cerca de localidades en donde se
Carlos DE LA CASA y Manuela DOMÈNECH 321

han prospectado necrópolis medievales y es una zona Casa, C. de la (1985): “Anotaciones metodológicas: esquemas y
fichas de trabajo para el estudio de las estelas medievales”,
en donde se viene observando cómo se han traslada-
Revista de Investigación del Colegio Universitario de Soria IX(3),
do elementos arqueológicos de su lugar de origen a Soria: 67-80.
otros puntos. Casa, C. de la (1991): Mundo funerario del medievo cristiano en
Por todo ello, y mientras no tengamos más datos, Soria: estudio arqueológico de sus necrópolis, Co.lleció de Tesis
Doctorals Microfitxades 1055, Barcelona.
nos atrevemos a indicar que estamos ante una estela,
Casa, C. de la (1992): Las necrópolis medievales en la provincia de
sin duda alguna, correspondiente al medievo y que se Soria, Valladolid.
puede situar en las centurias del XII-XIII, como mucho Casa, C. de la (1997): “Mecenazgo cultural y Patrimonio Histórico”,
XIV. Mercurio 1: 75-87.
Casa, C. de la (2015): “Ruta de los cementerios o necroturismo”, El
Desde hace algún tiempo venimos finalizando
Mundo-Diario de Soria, 30 de agosto, pág. 2.
nuestras colaboraciones sobre estos monumentos de Casa, C. de la y Domènech, M. (1983): Estelas medievales de la
la misma forma y esta no es otra que referenciar su provincia de Soria, Soria.
protección. Casa, C. de la y Domènech, M. (1994): “La estela funeraria hispano
cristiana”, Actas del V Congreso Internacional de Estelas Fune-
Recuérdese que las estelas están consideradas por
rarias, Soria: 445-461.
la normativa de Patrimonio tanto española como de Casa, C. de la y Domènech, M. (1995): “La estela funeraria en la
las Comunidades Autonómicas como Bienes de Inte- Península Ibérica. Desde los orígenes a nuestros días”, Actas del
rés Cultural. VI Congreso Internacional de Estelas Funerarias, Cuadernos de
Etnología y Etnografía de Navarra 65, Pamplona: 63-76.
Por ello, cualquier movilidad que se les quiera dar
Casa, C. de la y Domènech, M. (2020): “Demografía provincial de
o enajenación e incluso obsequio de las mismas debe las estelas medievales de Soria. Objetivo protección y seguri-
ser autorizado por las respectivas Comisiones Territo- dad”, Hil Harriak. Actes du Colloque International sur la Stèle
riales de Patrimonio. En caso contrario el titular, ges- Discoidale, Bayona: 30-40.
Casa, C. de la y Monraval, M. (1994): “Conjunto de estelas funera-
tor o custodio de la pieza podría ser sancionado por
rias medievales de Sagunto (Valencia)”, V Congreso Internacio-
incumplimiento de la normativa en vigor: nal de Estelas Funerarias vol. II, Soria: 497-597.
El Decreto 571/1963, de 14 de marzo, sobre pro- Casa, C. de la, Domènech, M. y Ucla, P. (2016): “Espacio funerario
tección de los escudos, emblemas, piedras heráldicas, en el medievo: Las Cantigas y Renieblas (Soria, España)”, Oppi-
dum 12: 219-244.
rollos de justicia, cruces de término y piezas similares
Casa, C. de la, Josue, C. y Menchón, J. (1989): “Estelas medievales
de interés histórico-artístico (B.O.E. núm. 77, de 30 de cristianas en la Península Ibérica”, III Congreso de Arqueología
marzo de 1964). Medieval Española vol. I, Oviedo: 237-254.
Concretamente debemos mencionar el Art. 1. ... Casa, C. de la, Josue, C. y Menchón, J. (1989): “Apostillas al estu-
dio: Estelas medievales cristianas de la Península Ibérica”, IV
cuya antigüedad sea de más de cien años. Art. 3.- El
Congreso Internacional de Estelas Funerarias, San Sebastián:
cuidado de estas piezas y monumentos queda enco- 595-608.
mendado a los ayuntamientos, los cuales serán res- Cirlot, J.-E. (1979): Diccionario de símbolos, Barcelona.
ponsables de su vigilancia y conservación. Chevalier, J. y Gheebrant, A. (1986): Diccionario de los símbolos,
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nerarias. Ponencias. Cuadernos de Etnología y Etnografía de
Navarra 65, Navarra.
Normas de redacción y presentación de originales /
Notes for the composition and manuscripts

Línea editorial

“Sautuola” es una revista de carácter eminentemente científico, fundada por el Prof. Dr. D. Miguel Ángel García
Guinea en el año 1975. Con periodicidad anual, la edición corre a cargo de la Consejería de Universidades, Igual-
dad, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria a través del Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”,
a instancias del cual fue creada y sigue manteniéndose desde su fundación. En sus índices tienen cabida todo
tipo de estudios relacionados con la Prehistoria, la Arqueología, el Patrimonio y todas las ciencias afines a ellos
de carácter universal. Al ser la publicación oficial y monográfica de los temas que se difunden en y de la comuni-
dad autónoma de Cantabria, se dará especial relevancia a los temas que traten de la Comunidad y la Cantabria
histórica, en especial, aquellos informes y/o estudios que hayan sido financiados por el Gobierno regional. Serán
aceptados trabajos en español, francés e inglés, aunque excepcionalmente podrán tenerse en consideración con-
tribuciones escritas en otras lenguas por su especial relevancia científica.

Editorial line

“Sautuola” is an eminently scientific journal, founded by Prof. Dr. D. Miguel Ángel García Guinea in 1975. It
is published annually by the Consejería de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte of the Government of
Cantabria through the Sautuola Institute of Prehistory and Archaeology, which created the journal and has
maintained it ever since. It is open to all kinds of studies related with Prehistory, Archaeology, Heritage and all
similar sciences of a universal nature. As it is the official and monographic publication of studies disseminating in
and about the Autonomous Community of Cantabria, special attention will be given to papers connected with
the Community and Historical Cantabria, especially reports and/or studies funded by the Regional Government.
Papers will be accepted in Spanish, French and English, and in exceptional circumstances contributions written in
other languages might be considered for their special scientific significance.

Ligne éditorial

“Sautuola” est une revue scientifique, fondée par le professeur García Guinea en 1975. Elle est publiée une
fois l’an et les frais d’édition sont couverts par le Consejería de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte du
Gouvernement de Cantabria à travers l’Institut Sautuola, qui l’a créée et qui la soutient depuis sa fondation. Au
sommaire on trouve toutes sortes d’études relatives à la Préhistoire, l’Archéologie, le Patrimoine et toutes les
sciences universelles de la même branche. En tant que publication officielle et monographique dont la diffusion se
fait principalement en Cantabrie, elle privilégie les rapports et les études qui ont été financés par le gouvernement
régional. Elle accepte des travaux en espagnol, français et anglais et, à titre exceptionnel, elle peut prendre en
compte des con-tributions écrites en d’autres langues du fait de leur intérêt scientifique particulier.

Linea editoriale

“Sautuola” é una rivista di carattere prevalentemente scentifico, fondata dal Prof. Dott. Miguel Ángel García
Gui-nea nel 1975. L’edizione, con periodicità annuale, è a carico della Consejería de Universidades, Igualdad,
Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria. Fu creata su richiesta dell’ “Instituto de Prehistoria y Arqueología
Sautuola”, e fa tutt’ora parte della sua fondazione. Nei loro indici trovano spazio tutti tipi di contributi riguardanti
la Preistoria, l’Archeologia, il Patrimonio e tutte le scienze affini di carattere universale. Essendo questa, una
pubblicazione ufficiale e monografica della Comunità Autónoma della Cantabria, vengono ritenuti di particolare
relivanza e saranno presi in considerazione i lavori che si occupino della “Comunità” e della “Cantabria Storica”;
in particolare, quelle relazioni e/o studi che siano stati finanziati dal Governo Regionale. Saranno accettati lavori
in spagnolo, francese e inglese, sebbene eccezionalmente si potranno considerare contributi scritti in altre lingue,
per la loro speciale relevanza scientifica.
324 Normas de redacción y presentación de originales / Notes for the composition and manuscripts

Profil der Zeitschrift

“Sautuola” ist eine wissenschaftliche Zeitschrift, die von Herrn Prof. Dr. Miguel Ángel García Guinea 1975 ge-
gründet wurde. Die Zeitschrift wird jährlich von der Consejería de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte der
Kantabrischen Regierung, vom Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola” (Institut für Vorgeschichte und
Archäologie), unter deren Schirmherrschaft die Zeitschrift steht, herausgegeben. In Sautuola werden alle Beiträge
zur Vorgeschichte, Archäologie, zum Kulturerbe und zu allen benachbarten Fächern weltweit publiziert. Da in der
Zeitschrift Themen aus der Autonomen Region Kantabrien veröffentlicht werden, finden Beiträge zur Autonomen
Region und zur Geschichte Kantabriens sowie die von der Regionalregierung unterstützten Forschungen und
Berichte besondere Berücksichtigung. Es werden Beiträge in spanischer, französischer oder englischer Sprache
publiziert. Aufgrund ihrer wissenschaftlichen Bedeutung können auch Beiträge in anderen Sprachen angenom-
men werden.

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en la lengua original del trabajo y el otro en inglés. (minimum 50 characters, maximum 175 characters,
Si el trabajo a publicar no se encuentra redactado en approx.). These should be in font size 10 with sin-
español, siempre llevará además un tercer resumen gle line-spacing. The abstracts will briefly explain the
Normas de redacción y presentación de originales / Notes for the composition and manuscripts 325

en este idioma. Dichos resúmenes no deberán exce- object, methodology, results and conclusions of the
der las 10 líneas (mínimo 50 caracteres, máximo 175 paper.
caracteres aprox.). El tamaño de los caracteres será de
10 puntos y el interlineado sencillo. En él se expondrá 5. The abstracts will be followed by a maximum of
brevemente el objeto, la metodología, los resultados eight keywords or phrases (never fewer than four)
y las conclusiones del trabajo. which the author(s) choose, without repeating any
words that appear in the title, in order to enhance the
5. Le seguirán como máximo ocho palabras clave o criteria for the digital search of the paper according
expresiones (aunque nunca inferior a cuatro) que el/ to its topic, methodology, geographic location and/or
los autor/es consideren, no repitiendo ninguna pala- chronology. They will be written in the previous lan-
bra que aparezca en el título con el fin de potenciar guages in alphabetic order, separated by full stops.
mediante los criterios informáticos la búsqueda del They should be in font size 10 with single line-spacing
artículo por temática, metodología, localización geo-
gráfica y/o cronología. Estarán redactadas en los idio- 6. The text should include its justification, the objec-
mas antedichos en orden alfabético y separadas entre tives, the methodology used, a discussion of the data,
sí mediante puntos. El tamaño de los caracteres será the results and conclusions. The author(s) should at-
de 10 puntos, y en su caso el interlineado sencillo. tempt to write in a clear and simple style, with short
sentences, so that it will be more easily understood by
6. El texto del trabajo deberá incluir en su contenido foreign readers. The different section headings should
la justificación, los objetivos perseguidos, la metodo- be given in capitals, bold type and without under-
logía utilizada para alcanzar los mismos, discusión lining, and numbered with Roman numerals (I., II.,
contrastada de los datos, resultados y conclusiones. III. …). Sub-section headings will be in small letters
Procurarán los autores que la redacción emplee tan- and bold, and also numbered (III.1., III.2, III.3. …).
to un estilo como una sintaxis claros y sencillos, con Further sub-section headings will be in small letters,
frases cortas, en aras de una mejor comprensión para bold and italics, and numbered (III.3.1., III.3.2. …).
el lector extranjero. Se cuidará la correcta ordenación
jerárquica de los distintos epígrafes. Estos serán rea- 7. Acknowledgements to people and institutions, etc.
lizados en mayúscula, negrita y sin subrayar e irán may be given at the end of the paper in a non-num-
numerados correlativamente con numeración romana bered section
(I., II., III. …). Los sub-apartados también irán nume-
rados, en minúscula y negrita (III.1., III.2, III.3 …). 8. All latinisms should be presented in italics and liter-
Los demás (III.3.1., III.3.2. …), numerados, en minús- al quotations should be in italics and between invert-
cula, negrita y cursiva. ed commas. If a paper makes use of a writing system
not based on the Latin alphabet, the author(s) should
7. Al final del trabajo podrá redactarse un epígrafe no provide the font used together with their paper, so
numerado donde queden reflejados tanto los agrade- that it can be given to the printers to allow the perfect
cimientos como reconocimientos a personas, institu- reproduction of the text.
ciones, etc. que se estimen oportunos.
9. Reviews of scientific literature connected with the
8. Todos los latinismos lo estarán en cursiva así como journal subject matter are accepted. They should be
las citas literales, hiendo estas últimas también “entre- written from a critical point of view and not be mere
comilladas”. Asimismo cuando un determinado autor descriptions. They should include a full bibliographi-
haga uso en su artículo de algún sistema de escritura cal reference to the work being reviewed. The maxi-
que no esté basado en el abecedario latino, deberá mum length is 4 pages at 1.5 line-spacing (approx.
acompañar su trabajo de las fuentes tipográficas uti- 10,000 characters).
lizadas, con el fin de que puedan ser entregadas a la
imprenta para su perfecta reproducción. 10. The postal address, email address and telephone
number of each author should be provided in a sep-
9. Se admiten Recensiones de literatura científica re- arate file so that they can be sent the published jour-
lacionada con la temática de la revista. Su redacción nals, proofs, the acceptance or rejection of the paper
deberá tener eminentemente un contenido crítico y and, in general, for all necessary contact with the Ed-
no meramente expositivo. Deberá incluir la informa- itorial Board. If an author changes any of these con-
ción bibliográfica completa de la obra analizada. La tact details, the journal editors should be informed
longitud máxima admitida será de 4 páginas (10.000 immediately. Otherwise, the editors decline any re-
caracteres aprox.) a 1,5 espacios. sponsibility in the case of errors, lost or returned mail
or any similar anomalous circumstance.
326 Normas de redacción y presentación de originales / Notes for the composition and manuscripts

10.Para el envío de los volúmenes ya publicados, co- II. Footnotes


rrecciones, aceptación o no del trabajo y en general
para que la Redacción de la revista mantenga el siem- 11. Footnotes should be numbered consecutively in
pre ineludible contacto, será necesario que en archivo the text with Arabic numerals and given at the foot
aparte se adjunte la dirección postal, correo electróni- of the page, in font size 10 with single line-spacing.
co y teléfonos de localización de cada autor/res. Si por
cualquier circunstancia cualquier autor cambia algu- III. Illustrations
no de estos contactos deberá indicarlo de inmediato
a la Redacción. De otra manera, esta declina cualquier 12. Illustrations in general (photographs, drawings,
tipo de responsabilidad ante errores, pérdidas, devo- maps, graphs, table, etc.) should be of good enough
luciones o circunstancias anómalas similares. quality for their perfect technical reproduction, num-
bered independently and consecutively with Arabic
II. Notas numerals, and should always be referenced in the
text.
11. Serán redactas a pié de página de forma correla-
tiva, respetando el mismo orden en el que se encuen- 13. Drawings, tables, maps and graphs should also
tren citadas en el texto mediante numeración arábiga. be of good quality, sharp and clean, with a scale if
Los caracteres tendrán un tamaño de 10 puntos y el necessary. Archaeological objects should be present-
interlineado será sencillo. ed in the standardised way and with their conven-
tional orientation. Maps will indicate geographical
III. Ilustraciones north.

12. Las ilustraciones en general (fotografías, dibujos, 14. Photographs should equally be of high quality
mapas, gráficas, tablas, etc…) serán de buena calidad with good contrast. They will be submitted in .jpg or
para su perfecta reproducción técnica, numeradas de preferably .tiff format with a minimum resolution of
forma independiente y correlativa mediante números 300 dpi. Their details should bear reduction if that is
arábigos, así como también deberán tener siempre necessary for reasons of the journal layout.
referencia en el texto.
15. If any of the illustrations are taken from other
13. En el caso de los dibujos, cuadros, mapas y gráfi- publications, their source and/or author should be
cos serán asimismo de buena calidad, nítidos, limpios cited clearly and explicitly in order not to infringe au-
y con su correspondiente escala gráfica si fuera nece- thorship rights. The Editorial Board will not accept
sario, normalizada su representación y orientando de any responsibility in the case of any infractions. The
forma convencional los objetos arqueológicos. En los author(s) must provide the relevant permissions for
mapas vendrá representado el Norte geográfico. copying the illustrations if the Editorial Board requests
them.
14. Las fotografías deberán ser también de buena ca-
lidad y estar bien contrastadas, entregadas en forma- 16. In the case of papers on a topic associated with a
to JPG o TIF con una resolución no inferior a 300 ppp/ certain place or geographical area, to help research-
dpi. Deberán tener presente así mismo en sus detalles ers locate that place or area, one of the first illus-
la posible reducción por motivos de maquetación de trations must be a regional map indicating the area
la revista. of study, together with a map of the corresponding
country. For greater simplicity, the illustrations (pho-
15. Si cualquiera de las ilustraciones son tomadas de tographs and drawings, either in “plate” format to
otras publicaciones, deberá citarse de forma clara y be reproduced on a full page or in a smaller size) will
explícita su procedencia y/o autor con el fin de no in- all be referenced in the text with the term “Figure”
currir en responsabilidades sobre los derechos de au- or the abbreviation “Fig.” and numbered consecu-
toría, sobre cuya infracción el Consejo de Redacción tively with Arabic numerals. If they are termed “Ta-
declina toda responsabilidad. De cualquier manera el ble”, “Chart”, “Graph”, etc., Roman numerals will
autor o autores deberán aportar los permisos de re- always be used.
producción pertinentes si el Consejo de Redacción así
se lo solicitase. 17. The author(s) should indicate in the manuscript
the place between paragraphs where they would
16. Con el fin de facilitar a los investigadores la like each figure, table, map, etc. to be inserted. This
localización en aquellos trabajos cuya temática se will always be an approximate position and the exact
encuentre relacionada con un determinado lugar place will depend on the journal design.
o área geográfica, será obligatorio presentar como
Normas de redacción y presentación de originales / Notes for the composition and manuscripts 327

la primera o una de las primeras ilustraciones un 18. The captions for the different figures should be
mapa regional, etc. donde aquel se encuentre. En submitted in a separate MS Word file.
el cual, se muestre claramente señalizado el área o
lugar de estudio, así como otro del país correspon- IV. References
diente. En aras de la simplicidad, las ilustraciones
serán todas ellas referenciadas siempre en el texto 19. References will be included in the text, not as
mediante la abreviatura “Fig.”, y numeradas corre- foot-notes or end-notes. Only those publications that
lativamente mediante guarismos arábigos. have been cited in the text will be included. These
references will be listed at the end of the text in al-
17. Deberá ser indicado en el texto el lugar entre pá- phabetical order according to the authors’ surnames.
rrafos donde se desea (siempre de forma aproximada In the case of several authors, their names will be
y nunca fija pues esto depende de la maquetación) separated by commas. If the same author has several
que quede reproducida cada figura, lámina, tabla, publications, they will be listed according to the date
mapa, etc... of publication, from the earliest to the most recent.
If two or more publications by the same author or
18. Los textos de las figuras vendrán redactados en authors were published in any one year, they will be
formato Microsoft Word y en archivo aparte. differentiated by small letters (a, b, c …). They should
be listed in the following styles:
IV. Bibliografía
A. Monographs
19. Las referencias bibliográficas serán incluidas dentro
del texto, no a pie de página ni al final del trabajo. Tan - Delibes de Castro, G. et alii (1999): Metalurgia de
solo serán incluidas aquellas obras que hayan sido cita- la Edad del Bronce en el piedemonte meridional de
das en el texto. Dicha lista bibliográfica vendrá norma- la Cordillera Cantábrica, Arqueología en Castilla y
lizada al final de cada escrito por orden alfabético del León 3, Valladolid.
primer apellido del autor. Si son varios los autores sus
respectivos nombres vendrán separados por comas. En - Barry, J. (2009): Pompeya, Akal, Madrid..
el caso de que un mismo autor tenga varias obras, la
ordenación se hará por la fecha de publicación, de la B. Papers in journals
más antigua a la más moderna. Si en el mismo año
coinciden dos o más obras de un mismo autor o auto- - Tejero Cáceres, J. M. (2009): “Industria en mate-
res serán distinguidas con letras minúsculas (a, b, c...). rias duras animales de los niveles auriñacienses (5,
Su cita en el texto atenderá a la siguiente normativa: 6, 7) del yacimiento de Cobrante”, Sautuola XV:
199-205.
A.- Monografías y libros
- López Pérez, C. y Muiño, X. A. (2011): “La ter-
- Delibes de Castro, G. et alii (1999): Metalurgia de ra sigillata en A Coruña: primeros resultados de
la Edad del Bronce en el piedemonte meridional de la intervención practicada en el nº 8 de la calle
la Cordillera Cantábrica, Arqueología en Castilla y Damas”, Gallaecia 30: 127-134.
León 3, Valladolid.
C. Conference proceedings and collective works
- Barry, J. (2009): Pompeya, Akal, Madrid.
- Martin, A. (2011): “Olympia. Roman pottery in
B.- Artículos en revistas the archaeological record”, Acts of the Interna-
tional Colloquium Pottery in the Archaeological
- Tejero Cáceres, J. M. (2009): “Industria en mate- Record. Greece and Beyond, Aarhus: 86-94.
rias duras animales de los niveles auriñacienses (5,
6, 7) del yacimiento de Cobrante”, Sautuola XV: - Sánchez Goñi, M. F. y d´Errico, F. (2005): “La
199-205. historia de la vegetación y el clima del último ci-
clo climático (0IS5-OIS1 140.000-10.000 BP) en
- López Pérez, C. y Muiño, X. A. (2011): “La te- la península ibérica y su posible impacto sobre
rra sigillata en A Coruña: primeros resultados de los grupos paleolíticos”, Neandertales Cantábri-
la intervención practicada en el nº 8 de la calle cos, Estado de la Cuestión (R.Montes Barquín,
Damas”, Gallaecia 30: 127-134. J.A.Lasheras Corruchaga eds.), Monografías del
Museo Nacional y Centro de Investigación de Al-
C.- Actas y monografías colectivas tamira 20, Madrid: 115-129.
328 Normas de redacción y presentación de originales / Notes for the composition and manuscripts

- Martin, A. (2011): “Olympia. Roman pottery in D. Book chapters


the archaeological record”, Acts of the Internatio-
nal Colloquium Pottery in the Archaeological Re- - González Sainz, C. (2007): “Los grupos humanos
cord. Greece and Beyond, Aarhus: 86-94. del Paleolítico Superior y el primer arte figurati-
vo”, Historia de Cantabria. Tomo I – La Cantabria
- Sánchez Goñi, M. F. y d´Errico, F. (2005): “La his- Histórica y la Montaña, Santander: 25-40.
toria de la vegetación y el clima del último ciclo
climático (0IS5-OIS1 140.000-10.000 BP) en la - Morillo Cerdán, Á., Perea Yébenes, S. y Ramírez
península ibérica y su posible impacto sobre los Sádaba, J. L. (2008): “Las guerras cántabras”, Los
grupos paleolíticos”, Neandertales Cantábricos, Cántabros en la Antigüedad (J.R.Aja Sánchez,
Estado de la Cuestión (R.Montes Barquín, J.A.Las- M.Cisneros Cunchillos, J.L.Ramírez Sádaba eds.),
heras Corruchaga eds.), Monografías del Museo Santander: 101-131.
Nacional y Centro de Investigación de Altamira 20,
Madrid: 115-129. E. Electronic documents

D.- Capítulos de libros - Gómez, J. Mª., Fernández, C. y Soria, A. (2002):


“Natural degradation of blinkers dated on the Ro-
- González Sainz, C. (2007): “Los grupos humanos man Empire, from Herrera de Pisuerga, Palencia
del Paleolítico Superior y el primer arte figurativo”, (Spain)”, Frontiers in Corrosion Science and Tech-
Historia de Cantabria. Tomo I – La Cantabria Histó- nology, Proceedings of 15th International Corro-
rica y la Montaña, Santander: 25-40. sion Congress (CR-ROM), Granada (Comunication
nº 825).
- Morillo Cerdán, A., Perea Yébenes, S. y Ramírez
Sádaba, J. L. (2008): “Las guerras cántabras”, Los - Rasines del Río, P. et alii (2009): “Los tiempos de
Cántabros en la Antigüedad (J.R.Aja Sánchez, Altamira: un proyecto de investigación de la cueva
M.Cisneros Cunchillos, J.L.Ramírez Sádaba eds.), de Altamira y su entorno Paleolítico”, Medio Sig-
Santander: 101-131. lo de Arqueología en el Cantábrico Oriental y su
Entorno: Actas del Congreso Internacional (A.Lla-
E.- Documentos electrónicos nos Ortiz de Landaluce coord.), Vitoria: 709-728
(edición electrónica).
- Gómez, J. Mª., Fernández, C. y Soria, A. (2002):
“Natural degradation of blinkers dated on the Roman F. On-line
Empire, from Herrera de Pisuerga, Palencia (Spain)”,
Frontiers in Corrosion Science and Technology, Pro- - Ramírez Galán, M. y Jiménez Sanz, P. J. (2013):
ceedings of 15th International Corrosion Congress “Los campos de batalla: un nuevo espacio de mu-
(CR-ROM), Granada (Comunication nº 825). sealización”, Arqueoweb 14, http://pendiente-
demigracion.ucm.es/info/arqueoweb/numero-14.
- Rasines del Río, P. et alii (2009): “Los tiempos de html#13 (consulta: 6 / XI / 2013).
Altamira: un proyecto de investigación de la cueva
de Altamira y su entorno Paleolítico”, Medio Siglo - Verão, T. (2010): “Os azulejos do mosteiro de
de Arqueología en el Cantábrico Oriental y su En- São Bento de Cástris de Évora”, Cenáculo. Boletim
torno: Actas del Congreso Internacional (A.Llanos on-line do Museu de Évora 4, http://museudevora.
Ortiz de Landaluce coord.), Vitoria: 709-728 (edi- imc-ip.pt/pt-PT/Boletim/numero4/ContentList.aspx
ción electrónica). (consulta: 3 / XII / 2013).

F.- En línea V. Final considerations


- Ramírez Galán, M. y Jiménez Sanz, P. J. (2013):
“Los campos de batalla: un nuevo espacio de mu- 20. The Editorial Board reserves the right to reject any
sealización”, Arqueoweb 14, http://pendientede- manuscript it considers does not reach the necessary
migracion.ucm.es/info/arqueoweb/numero-14. quality, is confusing in its composition or does not
html#13 (consulta: 6 / XI / 2013). follow the editorial line and/or regulations of the jour-
nal. Equally, it may suggest the modifications consid-
- Verão, T. (2010): “Os azulejos do mosteiro de ered appropriate. It also reserves the right to make
São Bento de Cástris de Évora”, Cenáculo. Boletim minor corrections to the style, if it is deemed neces-
on-line do Museu de Évora 4, http://museudevora. sary, in the manuscripts that have been accepted for
imc-ip.pt/pt-PT/Boletim/numero4/ContentList.aspx publication.
(consulta: 3 / XII / 2013).
Normas de redacción y presentación de originales / Notes for the composition and manuscripts 329

V. Consideraciones finales 21. The Editorial Board may request expert external
reviewers to assess manuscripts submitted for pub-
20. El Comité de Redacción se reserva el derecho de lication. These will be specialists (who will remain
rechazar aquellos trabajos que a su juicio no alcancen anonymous), independent of the journal and with a
la calidad necesaria, redacción confusa o bien no se widely-acknowledged scientific reputation.
ajusten a la línea y/o las normas editoriales de la revis-
ta. De igual manera podrá sugerir las modificaciones 22.In the case of any inquiries, unless informed oth-
que estime oportunas. Asimismo, y en los textos que erwise, the Sautuola Editorial Board will only contact
sean presentados y aprobados para su publicación, se the first of the authors.
reserva el derecho a la corrección menor de estilo que
a su juicio fuera necesaria. 23. During the publication process, the authors must
correct the printing proofs and return them within
21. El Comité de Redacción, sobre los originales que ten days of receiving them. It will not be possible to
sean enviados para su publicación y si lo estima opor- include or remove illustrations, unless this can be duly
tuno, podrá contar con las expertas valoraciones de justified. These proofs will be sent in pdf format by
cuantos evaluadores externos considere, especialistas email to the first of the authors. The Board requests
(anónimos en todo momento) ajenos a la revista y de the greatest speed in returning the proofs in order to
reconocida solvencia científica. avoid delays in publication. The total or partial pub-
lication of these printer’s proofs in Internet is totally
22. Para cualquier tipo de consulta siempre y cuando forbidden. Should this regulation be infringed, the
no exista indicación en sentido contrario, la Redacción paper will be excluded from the corresponding issue
de Sautuola solo mantendrá contacto con el primero of the journal and all future issues.
de los autores firmantes.
24. Each of the authors will receive a printed copy of
23. Durante el proceso de edición los autores se the journal and a copy or offprint of their paper in
comprometerán a corregir las pruebas de imprenta y pdf format.
enviarlas en un plazo no superior a diez días a partir
de la recepción de las mismas. En las pruebas no 25. Sautuola is an annual scientific publication open
será posible la inclusión o eliminación de ilustracio- to all opinions, but it does not necessarily identi-
nes sino por causa debidamente justificada. Dichas fy with them. The authors of the papers that have
pruebas serán enviadas en formato PDF mediante been, are and will be published are solely responsible
correo electrónico al primero de los autores. Con el for the opinions expressed in them. The Government
único fin de evitar retrasos en la publicación, la Re- of Cantabria, “Sautuola” Institute of Prehistory and
dacción ruega la máxima rapidez en su devolución. Archaeology, and the Editorial and Scientific Boards
Queda totalmente prohibida la publicación total o are excluded from any responsibility in this respect.
parcial de estas pruebas de imprenta en internet. El They also decline any responsibility in the case of
incumplimiento de esta norma implica la exclusión a breach of any kind of intellectual or commercial
de dicho artículo en el tomo correspondiente y su no copyright.
publicación en otros posteriores.
26. The publication of papers in Sautuola scientific
24. Los autores recibirán un ejemplar de la revista journal does not give the right to any payment. When
cada uno de los firmantes y una separata digital en a paper is accepted for publication in any volume, it is
PDF de su trabajo publicado. understood that the author or authors renounce the
rights to its total or partial publication.
25. Sautuola es una publicación de periodicidad anual
y carácter científico que está abierta a todas las opi- 27. The authors (individually or together) of any
niones, pero que necesariamente no se identifica con published article also grant their permission for
ellas. Los autores de los diferentes artículos que han the publication of the paper in any websites of in-
sido, son y serán publicados son los únicos respon- tellectual nature that the Editors consider appro-
sables de las opiniones expresadas en los mismos, priate, solely for scientific purposes in general, or
lo que exime al Gobierno de Cantabria, al Instituto outreach, training, education, cultural and research
“Sautuola” de Prehistoria y Arqueología, al Consejo interests.
de Redacción y al Comité Científico de cualquier res-
ponsabilidad en este sentido. Como también decli- 28. In any case, the definitive admission of papers for
na toda responsabilidad respecto a la trasgresión de their publication in Sautuola is inexorably dependent
cualquier tipo de Derechos de Propiedad Intelectual o on compliance with all the above guidelines. In this
Comercial. respect, and in order to improve the quality of this
publication, in the preparation of any issue of the
330 Normas de redacción y presentación de originales / Notes for the composition and manuscripts

26. La publicación de los trabajos en la revista cientí- journal, the guidelines published in the immediately
fica Sautuola no da derecho a remuneración alguna. previous volume will always be considered valid.
Cuando un artículo haya sido admitido para su pu-
blicación en cualquier volumen, se deberá entender
que su autor o autores renuncian a los derechos de
publicación y de reproducción de parte o la totalidad
del mismo.

27. La publicación de los trabajos en la revista cientí-


fica Sautuola no da derecho a remuneración alguna.
Cuando un artículo haya sido admitido para su pu-
blicación en cualquier volumen, se deberá entender
que su autor o autores renuncian a los derechos de
publicación y de reproducción de parte o la totalidad
del mismo. También, que los autores (individual o la
totalidad de los firmantes) de cualquier trabajo pu-
blicado, dan su consentimiento para que su trabajo
sea colgado en la red, y en aquellas webs de carácter
intelectual que los editores estimen oportuno y siem-
pre con un fin científico en general, de divulgación,
educativo-formativo, didáctico-pedagógico, cultural
o de investigación.

28. De todas formas, la admisión definitiva de los ori-


ginales para su publicación en “Sautuola” está con-
dicionada inexorablemente al cumplimiento de todas
las normas aquí expuestas. En este sentido y con el fin
de mejorar la calidad de esta publicación, para la con-
fección de un determinado número de la revista siem-
pre serán consideradas como normas vigentes las que
aparezcan en el volumen inmediatamente anterior.
CONSEJERÍA DE UNIVERSIDADES,
IGUALDAD, CULTURA Y DEPORTE

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