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La vocación: Un llamado a la Felicidad

¿Qué es la vocación?
significa "llamada". Es un diálogo de amor entre dos personas, Dios quien es el
que llama y el hombre quien es el llamado.
El amor de Dios llama, elige, forma, consagra, envía. En estas palabras se
inscribe el camino de la vocación del hombre.
Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. Cada ser humano es único e
irrepetible. Cada persona ha sido creada para dar un aporte a la historia y es
tarea de cada persona descubrir qué es lo que Dios ha puesto en ella para darlo
a los demás.
Todos los hombres estamos llamados a la SANTIDAD... "Sean perfectos como el
Padre es perfecto..." La vocación a la santidad no es un privilegio exclusivo de
los sacerdotes o religiosos sino de todos los cristianos.
La vocación es un don de Dios, una llamada en nuestra vida, es una tarea que
debemos realizar. Si queremos ser fieles a la voluntad del Señor.
Llamados a la vida:
En primer lugar, Dios nos llama a la vida, una vida digna feliz. El primer regalo
que tenemos es la vida. Tu no pagaste para nacer, tampoco para tener la familia
que tienes, o la cara, la fuerza, la salud; ves la vida es gratis, es el primer regalo
que has recibido.
Pero fíjate que no solo tus padres te han regalado la vida. Porque tus papas no
sabían si ibas a ser varón o mujer. ¿Te das cuenta que hay alguien más que ha
intervenido para darte la vida? Es Dios que te conocía y amaba desde antes que
nacieras, que “te ha tejido en el vientre de tu madre" (Salmo 139), que conoce
todo de ti, que "tiene contados hasta los cabellos de tu cabeza" (Mt 10,30), que
te mira con amor en cada momento de tu vida.
"Recibir bien el regalo de la vida" significa no sólo estar vivo/a, sino sentirse
llamado a vivirla con responsabilidad, siendo útiles a los demás. Tu vida es,
pues, una deuda que tienes pendiente, que no puedes pagar sólo con un
"gracias", ni con dinero, sino viviéndola en una actitud agradecida a quienes te
la han dado: tus padres y Dios.
¿Cómo estas respondiendo a este llamado?
Llamados a la felicidad
Buscamos la felicidad. Todos queremos ser felices, estar muy bien, realizar
nuestros sueños. Nuestro cuerpo busca estar satisfecho, todo nuestro ser busca
estar de lo mejor posible.
Pero no somos felices. Muchos buscan la felicidad en el TENER (dialogar al
respecto). En el PODER ¿cómo se manifiesta esta búsqueda del poder? En el
PLACER. Es importante tener bienes, que tengamos poder y placer, sin
embargo, lo que se logra es muy débil y pasajero, pasa rápido. ¿Dónde entonces
está la felicidad duradera y verdadera?
Yo he venido para que tengan vida abundante (Juan 10,10)
Dios sale a nuestro encuentro en esta búsqueda de felicidad. Él nos da la
felicidad plena, abundante, para siempre. Nos ha creado a su imagen y
semejanza para ser felices, no para ser desgraciados (Gén. 1,27-28). Dios nos
llama a VIVIR. Dios nos llama a ser como Él, sus hijos e hijas: VIDA CRISTIANA.
Dios nos llama a DAR VIDA por medio de una vocación específica.
Llamados a una vocación específica:
Si en toda vocación es Dios quien llama, toca al hombre responder a dicho
llamado. El hombre es libre por designio divino, puede responder
afirmativamente…o no. Es nuestra decisión y Dios la respeta porque no quiere
autómatas. Él pone ante nosotros la vida o la muerte, la gracia o la condenación,
¡terrible cosa ser tan libres!
La pregunta de cada creyente es ¿Tiene Dios un plan para mí? ¿Ha promulgado
en un decreto en el que decide que yo deba casarme o entrar en la vida
religiosa, aceptar un puesto determinado o prepararme en tal materia?
Tener vocación para = tener aptitud para.
Vocación del laico:
Trabajando como pastor y agricultor, como albañil, herrero y carpintero, pero
siempre por amor al Padre y a sus hermanos, Jesús es la realización perfecta de
la vocación del LAICO cristiano: Dios llama a éste a participar en la obra de la
creación, a liberarla del influjo del pecado ordenando las realidades cotidianas
según su plan eterno; a santificarse contribuyendo a la salvación del mundo
desde adentro, a modo de sal y levadura, en el matrimonio o en el celibato, en
la familia, la profesión y en las diversas actividades sociales.
Vocación al Matrimonio:
En esta comunión de amor que es siempre fecunda y dadora de vida (aunque no
pudiéramos engendrar biológicamente) está nuestra vocación y nuestro
destino: toda nuestra felicidad en el tiempo y en la eternidad. Realizar mi
vocación al matrimonio, es "madurar" física y psicológicamente, social y
espiritualmente; crecer constantemente primero como persona, y luego como
pareja y familia.
Vocación Religiosa:
Esta vocación es la llamada a "dejarlo todo" para seguir a Cristo "a tiempo
completo" en una comunidad de hermanos que muestre a todos, con el mismo
testimonio de vida pobre, obediente y casta, que Su "Buena Noticia" es
verdadera y Su proyecto realizable; que ya en este mundo podemos comenzar a
ser familia de Dios, como Dios es familia, con su mismo amor.
Vocación Sacerdotal:
La vocación sacerdotal es una llamada de Dios y no una iniciativa de los
hombres, necesita de la respuesta permanente en un diálogo de aceptación, en
un crecer constantemente, con las crisis y éxitos propios de todo crecer
humano.
Jesucristo sigue llamando y enviando a algunos hombres para seguirle de una
manera más radical y hacerles "pescadores de hombres" (Mt. 4,19). Continúa
repitiendo a través de la Iglesia, "Como el Padre me envió, así el envío yo a
vosotros".
El sacerdote es enviado por Jesucristo y no es elegido por el pueblo. Su
sacerdocio es una misión y un servicio que le lleva a realizar la voluntad de
quien le envía y no hacer su propia voluntad; es dar la vida por las ovejas, como
el Buen Pastor, completando en su propio cuerpo lo que falta de los
sufrimientos de Cristo por la Iglesia, ofreciéndose voluntariamente.

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