Está en la página 1de 74

TEMA

1
MÓDULO I

¿QUÉ, QUIÉN Y CÓMO ES UN


PSICÓPATA?: ACLARANDO
ASPECTOS CONFUSOS
CONFUSOS Y
CONTROVERSIALES

José Manuel
Pozueco Romero
Experto en Psicología Jurídico-Forense y
Criminológica
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 10 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 11 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

MÓDULO I:
Psicópatas Criminales Versus Psicópatas Integrados:
Diferencias Muy Sutiles

1. INTRODUCCIÓN
Controversia y Debate 1. La psicopatía como un concepto esquivo con matices moralistas
y atavistas: Perspectivas obsoletas y mentalidades bizantinas aún por superar

2. RETRATO ROBOT DEL PSICÓPATA


2.1. EL SEXO DEL PSICÓPATA: ¿¿MUJERES PSICÓPATAS??
2.1.1. La edulcorada realidad sobre la delincuencia femenina y las mujeres psicópatas
La Realidad Psico-Social 1. La sexualización de las mujeres: Un lenguaje
aparentemente inocuo, pero cargado de sexismo
La Realidad Psico-Social 2. La sexualización de la delincuencia femenina:
Una justicia injusta y sexista-machista
2.1.2. Criminología de las asesinas en serie psicópatas: Viudas negras, enfermeras de la
muerte y síndrome de Münchhausen por poderes
Caso de Estudio 1. Pilar Prades Expósito (“La Envenenadora de Valencia”),
Margarita Sánchez Gutiérrez (“La Viuda Negra de L’Hospitalet”) y Francisca
González Navarro (“La Parricida de Santomera”)
2.2. LA EDAD DEL PSICÓPATA: ¿¿¿NIÑOS PSICÓPATAS???
2.2.1. Algunas reticencias profesionales sobre la psicopatía infanto-juvenil: La cruda
realidad sobre los niños, adolescentes y jóvenes psicópatas
2.2.2. Algunos matices de rigor: Criminalidad, trastornos de conducta y trastorno
antisocial de la personalidad
La Realidad Criminológica 1. Agresión de jóvenes a vagabundos
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 12 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

La Realidad Criminológica 2. Las peleas entre vagabundos: Última “moda”


en internet generada por psico-frikies y cobardes en el anonimato

3. EL PERFIL PSICOSOCIAL Y CRIMINOLÓGICO DEL PSICÓPATA: PERSONALIDAD Y


ESTILO DE VIDA
3.1. LAS CARACTERÍSTICAS DE LA PSICOPATÍA: PERSONALIDAD Y CONDUCTA
3.2. TRES PERSPECTIVAS O ENFOQUES SOBRE EL PERFIL O CARACTERÍSTICAS DE LA PSICOPATÍA
3.2.1. El enfoque de K. G. GRAY y H. C. HUTCHINSON (1964): Los rasgos más notables de
los psicópatas según 677 psiquiatras
3.2.2. El enfoque de HERVEY M. CLECKLEY (1941–1976): Los psicópatas no criminales
3.2.3. El enfoque de ROBERT D. HARE (1991–2003): Los psicópatas criminales
3.3. LAS PRIMERAS TIPOLOGÍAS DE PSICÓPATAS: PRIMARIOS, SECUNDARIOS Y DISOCIALES
3.4. LOS TRES TÉRMINOS QUE ACTUALMENTE SE MANEJAN AL HABLAR DE PSICÓPATAS

4. EL MUNDO PSICOSOCIAL Y EMOCIONAL DEL PSICÓPATA: ESCRUTINIO DE SUS


CARACTERÍSTICAS CENTRALES
4.1. LA MENTE, PERSONALIDAD Y EMOCIONES PSICOPÁTICAS: ¿UN CEREBRO REPTILIANO?
4.1.1. La mente y personalidad del psicópata: Procesos intrapsíquicos
4.1.2. Las emociones del psicópata: La analogía de los estados reptilianos
4.1.3. Los procesos mentales psicopáticos y la experiencia emocional consciente
4.2. LA CONDUCTA Y MUNDO PSICOSOCIAL DEL PSICÓPATA: PURA FACHADA, MERAS APARIENCIAS
4.2.1. Personalidad, conducta y estilo de vida: Interrelaciones evidentes y no tanto
4.2.2. Tres teorías que explican el mundo psicosocial del psicópata
A. Una deficiencia en la habilidad de representar un papel (GOUGH, 1948)
B. La construcción de una fachada social (GREENACRE, 1945)
C. Una demencia semántica (CLECKLEY, 1941) y una racionalización de las
emociones (ARIETI, 1967)
4.3. LAS CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DEL MUNDO PSICOSOCIAL DEL PSICÓPATA
4.3.1. La mente psicopática: Factores cognitivo-emocionales y conductuales del mundo
psicosocial del psicópata
A. Sentido de autovaloración grandilocuente: Un narcisismo que da vértigo
B. Locuacidad y encanto superficial: Una personalidad hechizadora
C. Mentira cuasi-patológica, engaño y manipulación: Fantasmas de oficio
D. Ausencia de remordimientos y de sentimientos de culpa: No lo siento
E. Ausencia de empatía: No puedo calzarme tus zapatos
F. Agresividad manifiesta y encubierta: Cuando las cosas se tuercen
4.3.2. Las emociones psicopáticas: Sin conciencia y amorales
A. Un razonamiento moral inmaduro: Entre el juicio moral y la infracción penal
B. Un fracaso de la conciencia: Pero, ¿cómo que “sin conciencia”?
La Realidad Psico-Social 3. Es difícil no tener conciencia, pero los hay

5. RESUMEN Y CONCLUSIONES
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 13 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

TEMA 1
¿QUÉ, QUIÉN Y CÓMO ES UN
PSICÓPATA?: ACLARANDO ASPECTOS
CONFUSOS Y CONTROVERSIALES

JOSÉ MANUEL POZUECO ROMERO


DEA y Doctorando en Psicología

¿Qué es la psicopatía? ¿Quién puede ser un psicópata? ¿Cómo son este tipo de personas? Son tantas
las cuestiones al respecto y tan diversos los aspectos confusos y controversiales que giran en torno a la
problemática de la psicopatía que se hace necesario comenzar este curso con un tema como el presente.

La mayoría de las investigaciones se han concentrado en la población penitenciaria, y, además, han


sido los hombres los que principalmente han acaparado la atención de estos estudios. Desde hace una
década, el tema de la psicopatía ya no es, por decirlo de alguna manera, ni “cosa de delincuentes” ni “cosa
de hombres”. Las modernas investigaciones ya han generalizado el uso subclínico de la psicopatía a la
población general o no delincuente, y asimismo se han obtenido baremos y datos normativos para de la
psicopatía en las mujeres, tanto delincuentes como de la población general. En este primer tema vamos a
escrutar una serie de aspectos que siguen confundiéndose incluso dentro del mismo gremio científico.

Palabras clave: conducta, edad, emociones, género, matices moralistas y atavistas, perfil,
personalidad, psicópata.

«Nada es verdad ni es mentira,


todo depende del cristal con que se mira»
WILLIAM SHAKESPEARE
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 14 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

1. INTRODUCCIÓN

Permítanme empezar con un marco de referencia que me ayude a dar sentido a lo que a
menudo parece un comportamiento sin sentido:

Los psicópatas pueden ser descritos como depredadores de su propia especie que utilizan el encanto, la
manipulación, la intimidación y la violencia para controlar a los demás y satisfacer sus propias necesidades
egoístas. Faltos de conciencia y de sentimientos hacia los demás, toman con extraordinaria sangre fría lo que les
viene en gana y cuando lo desean, violando las normas y expectativas sociales sin el menor sentimiento de culpa ni
remordimiento alguno (HARE, 1996a, p. 25).

Esta cita magistral pertenece al doctor canadiense ROBERT DOUGLAS HARE, el mayor experto
mundial en psicópatas. En esta cita ha descrito la esencia misma de la “psicopatía”, recogiendo
casi todas sus características definitorias y, lo más importante, sin mencionar los términos
“criminalidad” ni “delincuencia”: sin embargo, la realidad es más compleja. Aquí, el profesor HARE
describe a un tipo de persona que reúne una serie de rasgos o características que bien usted
mismo pudiera ya haber identificado o asociado a alguien de su alrededor o a alguien que conoce:
de nuevo, la realidad es mucho más compleja.

Sin duda, el gran escritor británico WILLIAM SHAKESPEARE tenía razón. Se suele decir que «Nada
es lo que parece» o, también, que «No todo lo que reluce es oro». Frases tan populares como éstas
bien las podemos aplicar, desde luego, al controvertido y polémico caso de los denominados
psicópatas integrados. De los psicópatas criminales sabemos ya bastante. Sin embargo, ¿qué
hay de aquellos sujetos que, sin llegar a involucrarse en actividades delictivas, ya sean éstas de
mucha o de poca trascendencia social y jurídica, se parecen y/o se comportan de manera parecida
a los psicópatas delincuentes? ¿Es posible que existan psicópatas que no delincan, es decir,
psicópatas no criminales? Las últimas investigaciones al respecto lo tienen muy claro: no sólo es
que sea posible la existencia de este tipo de sujetos entre y dentro de la población normal, sino
que este tipo de individuos viven y conviven entre nosotros, pasando desapercibidos ante nuestros
propios ojos, al menos hasta que nos cruzamos personal o circunstancialmente con alguno de ellos.

Pero el concepto de psicopatía, en sentido amplio –es decir, tanto en lo tocante a la


vertiente delictiva/criminal como a la no criminal/integrada/subclínica–, está lleno de prejuicios y
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 15 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

estereotipos, como muchos otros términos que ya se han quedado incrustados en el imaginario
popular a través de unas ideas y creencias muy mediatizadas y sensacionalistas que, en su mayor
parte, proceden de la difusión dada por parte de los medios de comunicación, si bien hay que
admitir que algunos autores también han contribuido desde el ámbito académico a incrementar
este sensacionalismo y populachería cotidiana. Es evidente, como nos demuestra la revisión
histórica de este término, que la psicopatía es un concepto esquivo/elusivo con matices
tanto moralistas como atavistas; en la siguiente controversia y debate.

CONTROVERSIA Y DEBATE 1.
La psicopatía como un concepto esquivo con matices moralistas y atavistas:
Perspectivas obsoletas y mentalidades bizantinas aún por superar

En parte, y si tenemos en cuenta los alejadísimos orígenes del término (que tiene ya más de 200
años de historia), podemos afirmar, sin lugar a dudas, que el concepto de “psicópata” ha resultado ser
una especie de cajón de sastre donde los antiguos médicos, psiquiatras y psicoanalistas encuadraban a
todos aquellos individuos cuyas personalidades y conductas no eran capaces de explicar mediante los
enfoques teóricos con los que contaban por entonces (BABIAK y HARE, 2006; HARE, 1993). Toda esta
situación sigue aún resonando incluso en la actualidad, ya que hay autores que continúan manteniendo
que la psicopatía no es más que un artificio conceptual que tiene unas implicaciones psicosociales y
legales muy graves (POZUECO, 2010b, 2011d).

El doctor JOHN GUNN, profesor del Departamento de Psiquiatría Forense de la Universidad de Londres,
es uno de estos autores actuales que niegan y rechazan la validez y utilidad del concepto de “psicópata”.
Para GUNN (1998, pp. 32-39), el término “psicopatía” es un concepto elusivo con matices moralistas. El
debate empeora y se agria aún más si echamos un pequeño vistazo a las profundidades de la
incertidumbre psiquiátrica.

En la base de las objeciones del doctor GUNN reside la idea de que buena parte de la investigación
actual ha dado una imagen falsa al psicópata, es decir, ha construido una realidad que no es tal, ya que
no se sustenta en el conocimiento de los procesos etiológicos u originarios del “trastorno”. En este
sentido, el autor arguye, incluso con cierta ironía lo siguiente:

No tenemos conocimiento de los mecanismos patológicos involucrados en el “trastorno


psicopático”. Peor aún, una mirada detenida a lo abstracto del concepto nos dice que también
hemos entrado en un discurso moral. “Psicópata” es casi sinónimo de “malo” –un concepto
poderosamente subjetivo que resulta inútil en la ciencia médica–. Los pacientes pueden ser más
difíciles de tratar si son calificados de “psicópatas” o de cualquier otro nombre que sea sinónimo
de “maldad” y que invite a la oposición [rechazo, repulsa]. “Oh, es simplemente un psicópata”
significa “No me gusta; lo considero un tipo malo”. Es perfectamente posible tratar a la gente
buena o mala bajo el mismo prisma, pero es muy difícil de hacerlo así. En Medicina, la moralidad
de los síntomas o conducta de un paciente debe ser irrelevante (GUNN, 1998, pp. 33-34).
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 16 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Pero, además de los matices morales del término “psicopatía” procedentes de los pensadores del
siglo XIX, asimismo existen los matices atavistas, también procedentes de los enfoques clásicos del
siglo XIX y las dos primeras décadas del XX, matices que igualmente siguen resonando aún en la
actualidad entre aquellos autores más nostálgicos que continúan empleando clasificaciones psiquiátricas
que, bajo la moderna y actualizada investigación, ya han pasado de moda. Conceptos y etiquetas como
“defectos morales”, “imbéciles morales”, “intratabilidad”, “cerebros malvados”, “inferioridad psicopática
constitucional”, “degenerados constitucionales”, “criminales natos/atávicos”, etc., fueron la tónica general
en el pensamiento de aquellos autores de los siglos XIX y parte del XX, que estaban férreamente
empeñados en hallar bien una base fisiopatológica o fisionómica –tener “cara de psicópata”, “cara de
delincuente”, “cara de…”–, bien una base patológica de índole psicoanalítica –traumas infantiles, por
ejemplo– como causantes de lo que hoy conocemos como psicopatía.

¡Qué duda cabe que todos estos vocablos le hicieron un flaco favor al concepto de psicopatía para la
posteridad! Los franceses estaban empecinados con el término manie sans délire (“manía sin delirio”), los
ingleses estaban obsesionados con el de moral insanity (“insania moral”) y los alemanes vinieron a
empeorar aún más el estado de la cuestión cuando el psiquiatra KURT SCHNEIDER, en 1923, publicó su
obra maestra Las Personalidades Psicopáticas, en la que estableció una clasificación de 10 tipos de
personalidades psicopáticas en las que metía o aglutinaba cualquier forma de psicopatología. Por
ejemplo, habló de psicópatas lábiles de ánimo, depresivos, hipertímicos, inseguros de sí mismos,
necesitados de estimación, fanáticos, explosivos, desalmados, abúlicos y asténicos.

Sin duda alguna, lo que hizo SCHNEIDER no fue otra cosa que llamar personalidades psicopáticas a
todas aquellas personalidades anormales que actualmente se conciben en la Psiquiatría como trastornos
mentales (POZUECO, ROMERO y CASAS, 2011a). Así, por ejemplo, los psicópatas explosivos de
SCHNEIDER se llaman ahora –según la APA– trastorno límite de la personalidad, trastorno histriónico de
la personalidad e incluso trastorno explosivo-intermitente. En suma, que para el autor alemán, todas las
enfermedades mentales actuales eran personalidades psicopáticas. Probablemente, el mayor acierto que
quizás tuvo SCHNEIDER respecto al moderno concepto de psicopatía fue cuando señaló que los psicópatas
no sólo se hallan en las prisiones e instituciones psiquiátricas, sino en toda la sociedad, ya que muchas
veces eran personas que tenían éxito en los negocios y la vida social mundana, ostentando incluso
posiciones de poder en la política y en otros ámbitos socialmente bien considerados.

Tuvo que ser el psiquiatra norteamericano HERVEY MILTON CLECLEY quien, en 1941, viniera a poner
orden a todo este caos terminológico. En su obra cumbre, The Mask of Sanity (La Máscara de la
Cordura), realizó una serie de descripciones clínicas que cristalizaron en las primeras 16 características
realmente definitorias del moderno constructo de psicopatía. Estas características fueron posteriormente
recogidas por el doctor ROBERT D. HARE para ir creando, desde 1980 hasta 2003, la única herramienta
que en la actualidad sirve para evaluar y diagnosticar psicopatía criminal: el PCL-R o Psychopathy
Checklist-Revised (Listado de Psicopatía Revisado). Como ya veremos, el PCL comenzó en 1980 –en 1985
ya existía un “borrador” al uso– con 22 ítems o rasgos psicopáticos hasta que se fue depurando para, en
1991, cristalizar con 20 ítems o rasgos en el actual PCL-R. En 2003 se publicó su segunda edición,
incluyendo esta vez datos normativos y validados procedentes de muestras con mujeres psicópatas.
Desde 1991 hasta la fecha de hoy, los diversos instrumentos derivados del original PCL-R (el PCL: SV, el
PCL: YV, el APSD y el P-SCAN) han sido una continuidad científica imparable con el objetivo de adaptar la
evaluación y diagnóstico de la psicopatía tanto a nivel de sexo –hombres y mujeres– como a nivel de
edades –para niños, jóvenes y adultos–, así como también generalizar su empleo no sólo en el ámbito
penitenciario, sino también en los ámbitos clínico-forenses, civiles y empresariales, una muestra científica
más de que los psicópatas no solamente aparecen en el submundo o subcultura de la delincuencia.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 17 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Sin embargo, desde entonces hasta ahora, como suele decirse coloquialmente, “ha llovido mucho”: el
término psicópata se ha venido aplicando a una inusual variedad de personas, incluyendo a algunas que,
como T. E. Lawrence, por ejemplo, realizaron singulares hazañas. Como se refleja en la ácida historia
del concepto de psicopatía (MILLON, SIMONSEN y BIRKET-SMITH, 1998), los individuos crónicamente
inadecuados y dependientes también ha solido recibir el calificativo de psicópatas; al igual que los
pervertidos sexuales, los esquizoides, los alcohólicos, los drogadictos y los vagabundos. Este
injustamente tratado término, en fin, ha venido cubriendo una variedad tan amplia de seres humanos
inusuales que extravió casi por completo su significado esencial, exceptuando la connotación que indica
desaprobación o falta de comprensión.

FUENTE: Elaboración propia a partir de los autores citados.

Al margen de todos los inagotables términos “sinónimos” del o “intercambiables” por el


concepto de “psicopatía”, así como de todas las disquisiciones moralistas y atavistas históricas
que, como se dice en la jerga de los historiadores, todos “se pierden en la noche de los tiempos” y,
además, alimentan una serie de repercusiones sociales y académico-científicas que se asientan en
meras «especulaciones de sillón» (HARE, 1998a, p. 188), lo que, sin duda, la investigación ha
quedado reiteradamente probado es que existe un consenso generalizado en las características
principales de la psicopatía, características que estudiamos en este TEMA 1 y en el TEMA 2.

RETRATO ROBOT DEL


2. PSICÓPATA

Si por distintos motivos y variables, en los que no vamos a profundizar aquí, la delincuencia
está masculinizada, en el caso de la psicopatía, el estado de la cuestión se recrudece aún más si
cabe. Y aún en peor estatus científico parece quedar la psicopatía cuando hablamos de niños,
adolescentes y jóvenes psicópatas.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 18 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Ante todo este panorama, las diversas ciencias o áreas de estudio han salido a “dar la cara”
para demostrar que este actual estado de la cuestión tiene una razón de ser. En primer lugar, el
sexo de la psicopatía está tremendamente edulcorado cuando se hace referencia a la psicopatía
femenina, y la edad de los psicópatas tienen muy mala prensa cuando hablamos de una realidad
muy dura y cruda pero real: la psicopatía infanto-juvenil. Estos dos tópicos son los que vamos a
estudiar en detalles en los siguientes subepígrafes.

2.1. EL SEXO DEL PSICÓPATA:


¿¿MUJERES PSICÓPATAS??

2.1.1. LA EDULCORADA REALIDAD SOBRE LA


DELINCUENCIA FEMENINA Y LAS MUJERES
PSICÓPATAS

Al igual que es cierto que la mayoría de los estudios sobre la psicopatía se han centrado en la
población de sujetos delincuentes –de ahí que la psicopatía esté tan sobrerepresentada en las
prisiones–, igual de cierto es el hecho de que la mayoría de los estudios sobre la psicopatía se han
llevado a cabo con sujetos varones adultos. Sin embargo, la realidad también es otra.

Sin ánimos de pretender crear mayor alarma social ni ningún tipo de impacto de estilo
mediático, lo que tampoco podemos hacer es enmascarar la realidad social y criminológica. La
psicopatía, aunque en menor proporción, también se da entre las mujeres. Por otro lado, la
psicopatía infantil, a la luz de las investigaciones que se vienen llevando a cabo desde los años 60
hasta la actualidad, dejan muy a las claras que la problemática es un asunto muy serio al que
debemos comenzar a prestarle una mayor atención personal e interés científico. Sin embargo, bien
es cierto que para que todo el estado actual de la cuestión cambie, antes se hace necesario que los
especialistas de hoy día comiencen a desprenderse tanto de los prejuicios socio-personales que aún
circundan al respecto como de las ya obsoletas clasificaciones diagnósticas y de los modelos y
teorías clásicos y generales que no sirven para poder explicar una nueva realidad que necesita
otros enfoques y miradas más avanzados.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 19 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

En una sociedad lamentablemente machista aún en pleno siglo XXI, es evidente que existe
una notable sexualización de las mujeres, y esto viene ya de lejos e incluso inmerso en el
propio lenguaje de la sociedad, cargado de un sexismo que muchos varones han pretendido
banalizar y que es, por utilizar una expresión coloquial, vomitivo. En este sentido, hay aspectos
que no se pueden pasar por alto ni tolerar. En un capítulo del libro Mujeres, Derecho Penal y
Criminología, titulado “Sexismo y Lenguaje: Las Implicaciones Lingüísticas de Ser Mujer”, las
doctoras KAREN L. ADAMS y NORMA C. WARE (1994) revisan la literatura al respecto y nos explican en
detalles esta problemática, precisamente, dentro de un subepígrafe al que titulan La sexualización
de las mujeres.

Son tantos y tan vulgares los estereotipos y prejuicios en torno a la mujer que considero
importantísimo que los revisemos en la siguiente realidad psicosocial porque, de un modo u otro,
influyen en las actuales creencias que se tienen respecto a la psicopatía femenina, la cual
también está llena de mitos –sobre todo cuando se hace referencia al caso de las mujeres
asesinas en serie psicópatas–.

LA REALIDAD PSICO-SOCIAL 1.
La sexualización de las mujeres:
Un lenguaje aparentemente inocuo, pero cargado de sexismo

Según ADAMS y WARE (1994), las palabras que se utilizan para designar a las mujeres están
normalmente «cargadas de sexo». Ello es evidente en algunos sustantivos que tienen un equivalente
masculino, pero cuya forma femenina ha adquirido connotaciones sexuales. Un primer ejemplo de ello es
el uso de los términos de “dueño” -master– y “dueña” –mistress–. En el idioma inglés, ambas palabras se
refieren a alguien que posee y/o tiene poder sobre algo o alguien más, como, por ejemplo, es “El dueño
de su destino” o es “La dueña de una gran fortuna”.

De todas formas, como ROBIN LAKOFF, profesora del Departamento de Lingüística de la Universidad
de California, Berkeley, ha mostrado en varios escritos (LAKOFF, 1973, 1975, 1981), «la palabra mistress
ha adquirido una connotación sexual que no tiene su homónimo masculino» (LAKOFF, 1975, p. 29). Hasta
qué punto la palabra mistress se usa en su sentido originario es discutible. Por ejemplo, en su libro
Language and Woman’s Place –con traducción al castellano como El Lenguaje y el Lugar de la Mujer–,
LAKOFF (1975) indica que esta palabra se usa «exclusivamente en tonos sexuales». Por otro lado, una de
las autoras señala que ella no tiene inconveniente en decir que es la mistress de su perro y gato.
También BETTY LOU DUBOIS e ISABEL CROUCH, en su artículo “The Question of Tag Questions in Women’s
Speech: They Don't Really Use More of Them: Do They?” critican el trabajo de LAKOFF y citan las
ocasiones en las cuales la palabra no se utiliza con sentido sexual: «No es que ella quisiera realizar
ninguna demostración. Sencillamente, no quería que la mirasen cuando no era mistress de sí misma».
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 20 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Por ello, «podemos utilizar la frase “Jane es la mistress de Tom” para señalar que ambos duermen
juntos y todos lo entenderán, pero si intentamos describir la misma situación con “Tom es el master de
Jane” estaremos promoviendo un desastre comunicativo. La última frase no consigue expresar lo mismo
porque la palabra master no tiene connotaciones sexuales» (ADAMS y WARE, 1994, p. 44).

Como señala LAUREL RICHARDSON WALUM en su libro Dynamics of Sex and Gender: A Sociological
Perspective (WALUM, 1977, p. 18), este tipo de relación asimétrica entre lo que ostensiblemente son
equivalentes femeninos/masculinos no está restringida a un solo ejemplo. En el par señor –sir– y señora
–madam–, la última sirve tanto para designar a la propietaria de un burdel como para dirigirse a una
mujer. Incluso las palabras hombre y mujer parecen reproducir este esquema. Las connotaciones
sexuales de la palabra mujer se muestran en frases como: “Después de seis meses en el mar, lo primero
que Bill quería era una mujer”. Luego está el caso de aquel profesor que se opuso al título de un nuevo
curso porque era “demasiado sugerente” –el título era “Las mujeres en el orden social”–. WALUM también
advierte que la misma palabra puede tener connotaciones sexuales dependiendo si se refiere a él o a ella.
Por ejemplo: «un sintecho –tramp– masculino es simplemente un vagabundo, pero una tramp femenina
es una furcia».

Otra indicación de la sexualización de las mujeres en el idioma inglés es que el lenguaje parece tener
muchas más formas de describir a las mujeres en términos de su sexualidad que las que tiene para los
hombres. MURIEL R. SCHULZ (1975) ha mostrado los resultados de dos investigadoras, quienes, en un
proyecto más amplio de argot, consiguieron recoger 500 sinónimos de prostituta, pero sólo 65 para el
término masculino de proxeneta –por ejemplo, un rufián, según el Webster’s Third New International
Dictionary of the English Language Unabridged (de 1966, p. 2612), es un término arcaico que significa:
«un hombre que vive con prostitutas o con tendencias lascivas», y sus sinónimos son proxeneta o chulo.
Y la misma SCHULZ localizó «aproximadamente 1000 palabras y frases que describían a la mujer en
términos sexuales derogatorios. No existe nada similar para los hombres» (SCHULZ, 1975, pp. 64-75).

SCHULZ (1975, pp. 66-68) también mostró cómo los antaño considerados términos neutros,
refiriéndose a las mujeres, han degenerado en términos que tienen connotaciones sexuales o negativas o
ambas. Explica, por ejemplo, cómo la palabra inglesa zorra –hussy– se deriva del antiguo término de
ama de casa huswif –housewife–, cuyo significado era, simplemente, “la cabeza femenina de la casa”.
Una solterona –spinster– era alguien que hacía funcionar la rueca, una fulana –broad– era, simplemente,
una mujer joven, y repipi –tart– y puritana –biddy– eran ambos, originariamente, términos cariñosos.

Los lingüistas están normalmente de acuerdo en que si un lenguaje tiene un vocabulario


elaborado respecto a un determinado tema, ello significa que este tema concreto tiene cierta
importancia para toda la sociedad. ¿Qué podemos concluir, entonces, acerca de que el idioma
inglés tenga tantas palabras para describir a la mujer en términos sexuales? ¿Obedece, quizás, a
que su sexualidad se considera el rasgo más sobresaliente, compitiendo o sobrepasando incluso al
conjunto de ella como persona? Más aún, ¿por qué tantos de estos términos son peyorativos? ¿Se
debe, quizás, a la actitud bien conocida de nuestra sociedad de que «el sexo es sucio»? Si ello es
cierto, observen en qué lugar deja a las mujeres: en la posición de definir su esencia en términos
de algo que es considerado sucio y desagradable. Las implicaciones de esto son, cuando menos,
chocantes (ADAMS y WARE, 1994, p. 46).

FUENTE: Elaboración propia a partir de los autores citados.


PSICÓPATAS INTEGRADOS: 21 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

En la misma línea y en otro capítulo dentro del libro Mujeres, Derecho Penal y Criminología,
las doctoras NANETTE J. DAVIS y KARLENE FAITH (1994) nos hablan sobre la sexualización de la
delincuencia femenina en un subepígrafe homónimo.

La Criminología es una ciencia aún joven, que si bien ha conseguido en apenas un siglo de
historia un alto nivel de desarrollo, tanto teórico como empírico, todavía adolece de importantes
déficits en el conocimiento de aquellos temas que son su objeto de estudio. Parte de estos déficits
se derivan de la existencia de áreas relacionadas con el fenómeno criminal sobre las que apenas sí
se ha incidido hasta ahora. Es el caso, por ejemplo, de la criminalidad femenina, y de las
diferencias en la conducta antisocial entre sexos. El interés de los criminólogos por la delincuencia
femenina ha sido tan escaso que ha estado prácticamente ausente de los trabajos criminológicos
(BROWN, 1989, MORRIS, 1987; WARREN, 1979), lo que la convierte en uno de los fenómenos menos
conocidos de la Criminología. Y esto a pesar de que la persona delincuente ha sido, y sigue siendo,
uno de los objetos básicos de investigación en criminología (GARCÍA-PABLOS, 1988).

Las razones que explican esta falta de interés son, básicamente, dos (CANTERAS, 1992): el
puesto “marginal” que la mujer ha ocupado en la sociedad hasta las últimas décadas, y el escaso
volumen de delitos femeninos, lo que se interpretó desde el inicio de la Criminología científica como
una supuesta incompatibilidad mujer-delito (EXNER, 1946; LOMBROSO, 1903). Esta tesis, según la
cual la actividad criminal se contrapone y es prácticamente incompatible con la “naturaleza
femenina”, ha sido defendida durante décadas, sin base científica alguna que la apoyara, para
explicar por qué la mujer delinque en una proporción muy inferior al hombre y para justificar la
falta estudios sobre el tema. Curiosamente, esta contraposición mujer-crimen, no se entendía
como una mayor resistencia de la mujer a la opción criminal y, por tanto, como un valor positivo
del que los hombres carecen, sino como una muestra de su inferioridad respecto a éstos (GIMÉNEZ-
SALINAS y RIFÁ, 1993).

También las tesis argüidas por las teorías clásicas –que equiparaban la delincuencia femenina
con trastornos biológicos (anormalidades bioantropológicas, desarrollo sexual, delincuencia
catamenial, etc.) y/o psíquicos– han tenido una gran repercusión en los trabajos criminológicos,
pudiéndose encontrar prácticamente hasta nuestros dios (POLLACK, 1961). De hecho la concepción
de la delincuencia femenina como expresión de un problema mental continúa fuertemente
arraigada en la sociedad e influye en las reacciones de control sobre la mujer (SMART, 1979).

Es evidente, pues, que la criminalidad femenina no sólo ha sido muy poco investigada, sino
que es un «campo cargado de prejuicios ideológicos» (GOPPINGER, 1975), en el que se han dado
como válidas explicaciones biológicas y/o psicológicas que habían sido rechazadas para explicar la
delincuencia masculina (MIRALLES, 1983) y se ha preferido aceptar manidos estereotipos sobre la
mujer delincuente a llevar a cabo estudios serios y rigurosos que se acercaran a la realidad.

En la siguiente realidad psicosocial queremos poner de manifiesto esto mismo que acabamos
de decir respecto a los estereotipos sobre la mujer delincuente, revisando la polémica aún vigente
sobre la archicitada sexualización de la delincuencia femenina.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 22 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

LA REALIDAD PSICO-SOCIAL 2.
La sexualización de la delincuencia femenina:
Una justicia injusta y sexista-machista

La expresión “niña rebelde” –


refiriéndose a las chicas jóvenes
involucradas en status offences
(HATCH y FAITH, 1985) como faltas
de asistencia no justificadas,
incorregibilidad y mala conducta
sexual– suena anticuada. Aún así, la
categoría de “rebelde” ha sido la
principal fuente de reclutamiento de
chicas en el sistema penal (DAVIS y
FAITH, 1994). De hecho, «hasta la
década de los sesenta, en EE.UU se
llegó a inculpar a las chicas en un
88,5% de la cifra total de delitos por
este tipo de conducta, mientras que
sólo un 22% de los chicos lo fueron»
(DATESMAN y SCARPITTI, 1980, p.
40). Oficialmente, las chicas
delincuentes fueron etiquetadas por
este motivo y encarceladas por
conductas que si hubieran sido
cometidas por un adulto no hubieran
sido criminalizadas.

«La sexualización de la
delincuencia femenina implica que
los tribunales castigan a las mujeres
que mantienen una sexualidad
socialmente “inadecuada”, mientras que los hombres reciben penas proporcionales a la mayor
gravedad de los delitos. La frase del sistema de justicia juvenil “por su bien” es utilizada para justificar la
mayor rigidez del control de las chicas jóvenes respecto a la de sus coetáneos masculinos» (DAVIS y
FAITH, 1994, p. 126). Los actos de fuga, incorregibilidad, promiscuidad y prostitución son considerados
“ofensas morales” que requieren la “protección” de los tribunales (CHESNEY-LIND, 1977).

Según STEFFENSMEIER (1980), existen tres factores que explican el incremento de detenciones de
mujeres durante la pasada década. El primer factor consiste en la mayor tendencia a procesar por delitos
de hurto en los almacenes y por estafa. El segundo se basa en la mayor voluntad de los ciudadanos de
denunciar delitos cometidos por mujeres. Y, finalmente, la nueva política del sistema penal, que
promueve más detenciones, procesos y condenas de mujeres, lo cual ha alterado los índices de
criminalidad. Globalmente, las mujeres continúan representando menos del 15% de las personas
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 23 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

detenidas, y siguen existiendo las diferencias entre hombres y mujeres por lo que se refiere a la comisión
de delitos violentos y de cuello blanco (STEFFENSMEIER, 1980). Por el contrario, las actuales
investigaciones sobre los roles sexuales destacan que, a pesar del incremento de la flexibilidad del rol de
la mujer y de los cambios legales que se han producido, se mantienen los roles tradicionales de la mujer
como esposa-madre y como objeto sexual (BLAKE, 1974; STEFFENSMEIER, 1980; WEITZ, 1977). «Esta tesis
se puede ilustrar claramente en las investigaciones sobre la prostitución» (DAVIS y FAITH, 1994, p. 126).

FUENTE: Elaboración propia a partir de los autores citados.

Dos hechos relativamente cercanos han propiciado algunos cambios importantes en el


tratamiento de este tema: el movimiento de liberación femenina, por un lado, y la percepción
social de un aumento considerable de la delincuencia femenina, con la consiguiente alarma social,
por otro. Ambos han despertado desde finales de los 60 un cierto interés de la Criminología por el
delito femenino y han impulsado el desarrollo de nuevas teorías sobre el mismo.

En este tiempo, se ha venido insistiendo, por parte de algunos autores, en la necesidad de


estudiar la delincuencia femenina, por su interés en sí misma y como medio de avanzar en el
conocimiento de la génesis de la conducta antisocial (RUTTER y GILLER, 1983, 1988). Aunque se
considera que el modelo ideal para hacerlo sería el bio-psico-social, que permitiría superar
obsoletos reduccionismos teóricos, las mayores aportaciones al estudio de este fenómeno han sido
de carácter puramente sociológico, y han partido de las teorías funcionalistas y de la
Criminología Crítica.

2.1.2. CRIMINOLOGÍA DE LAS ASESINAS EN


SERIE PSICÓPATAS: VIUDAS NEGRAS,
ENFERMERAS DE LA MUERTE Y SÍNDROME DE
MÜNCHHAUSEN POR PODERES

En cuanto a la psicopatía femenina, y como bien advierten varios autores, no es justo negar
que existen mujeres psicópatas, ciertamente en porcentajes mucho menores que sus contrapartes
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 24 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

masculinas (JACKSON y RICHARDS, 2007; VERONA y VITALE, 2006), pero también mujeres que adoptan
formas muy peculiares (GARRIDO, 2004), como ya veremos. El problema es que, como sucede con
otras problemáticas referidas a las mujeres, la psicopatía femenina está tremendamente
edulcorada (POZUECO, 2010b).

Como explica la criminóloga PILAR ABEIJÓN


CASTRO (2005) en su libro Asesinos en Serie,
estos sujetos poco tienen que ver con los
sanguinarios criminales que acostumbramos a
ver en las películas. De hecho, la mayoría son
psicópatas de apariencia banal, normalmente
sociables e incluso simpáticos, que se parecen
a cualquiera de las personas que nos rodean a
diario. En el caso de las mujeres psicópatas,
en general, éstas no suelen utilizar la violencia
física ni sus actuaciones están relacionadas
con el sexo. La delictividad de las mujeres
psicópatas tiene mucho más que ver con el
enriquecimiento económico, las estafas, los
hurtos, las apropiaciones indebidas, etc., y es
por ello que suele denominárseles como las
viudas negras, entre otras cosas por el uso
generalizado del veneno en sus crímenes. Por
otro lado, al igual que en el caso de los
asesinos en serie masculinos, las
motivaciones de las mujeres asesinas en
serie también tienen que ver con el control y
el poder sobre otras personas, pero son los
casos menos frecuentes.

Respecto a este último caso, el de las


asesinas en serie psicópatas, y para los
concretos objetivos de este subepígrafe,
cabría recordar, sin pretender hacer aquí una
especie de catálogo de los horrores, los casos
de algunas ya tristemente célebres mujeres
que se encuadran en esta peculiar tipología.
Para ello, entre otros recursos, nos serviremos
del estimulante libro Asesinas: Cuatro Siglos
de Crímenes con Nombre de Mujer, escrito en
Italia, en 1998, por la periodista romana CINZIA TANI, y traducido al castellano en 2003, en la
editorial catalana Lumen. En el siguiente caso de estudio agrupamos a tres de las asesinas en serie
más conocidas de la crónica negra de España.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 25 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

CASO DE ESTUDIO 1.
Pilar Prades Expósito (“La Envenenadora de Valencia”), Margarita Sánchez
Gutiérrez (“La Viuda Negra de L’Hospitalet”) y Francisca González Navarro
(“La Parricida de Santomera”)

Comenzamos brevemente con el


caso relativamente antiguo de Pilar
Prades Expósito, más conocida como
“La Envenenadora de Valencia”,
quien mató a varios maridos
empleando la ya clásica arma por
excelencia de las asesinas en serie:
el veneno.

Pilar fue recluida en la ya sin


uso (desde 1991) Cárcel Modelo de
Valencia, una cárcel con un precioso
Panopticón diseñada en plena
capital, en 1877, por el arquitecto
Joaquín María Belda. Prades fue
ejecutada, mediante el garrote vil, el Pilar Prades Expósito
19 de mayo de 1959, siendo la
última mujer ajusticiada en España
y reflejo de una época en la que la
miseria y la incultura podían llevar a
las personas más desvalidas a
trágicos finales. Fue condenada por
el asesinato de la señora de una
casa donde trabajaba como
empleada doméstica. También se le
inculpó de dos homicidios
frustrados. Los tres crímenes tenían
el veneno como elemento común.

Más recientes y de nuestra


época son también los casos
españoles (para no irnos a otros
países) de Francisca González
Navarro (bautizada por los medios
de comunicación como “Paquita”) y
de Margarita Sánchez Gutiérrez
(conocida como “La Viuda Negra de
L’Hospitalet”, “La Viuda Negra de Portada de un periódico de la época
Barcelona”, “La Tuerta”, etc.).
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 26 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Margarita Sánchez Gutiérrez, natural de


Málaga, y nacida en 1953, empleó un veneno
llamado Colme (cuyo principal componente es la
cianamida, muy tóxico en grandes dosis) para
ejecutar sus múltiples (hasta 7)
envenenamientos, de los que 4 se
materializaron en asesinatos.

Margarita Sánchez Gutiérrez


(escuchando su sentencia judicial)

Como señala MARISOL DONIS SERRANO en su


inquietante libro Envenenadoras, publicado en
2002 (en la editorial La Esfera de los Libros), la
“viuda negra” es una araña –su nombre técnico
responde al de latrodectus mactans– de color
negro, cuyo modus operandi nos recuerda
bastante al de la amantis religiosa: aquélla,
después de aparearse con el macho, le pica y
envenena; ésta –la amantis– decapita a su pareja
sexual. Pues bien, ése fue el apodo que los policías
le pusieron a Margarita Sánchez. Pero el apodo de
“viuda negra” no parece ser el más adecuado para
Margarita, ya que la araña mata al macho después
de aparearse, y ella no se conformó con
envenenar a su marido, sino también a su suegra,
a su cuñado, a unos vecinos…, a un total de 7
personas entre 1991 y 1995 (DONIS, 2002).

Desde la Criminología Ambiental, y a través de


la denominada teoría de las actividades
rutinarias (desarrolada por los criminólogos
LAWRENCE E. COHEN y MARCUS FELSON, en 1979),
también conocida como teoría de la oportunidad
(elaborada por los criminólogos MARCUS FELSON y
RONALD V. G. CLARKE, en 1998), se nos recuerda
una vez más, ahora a través de este caso concreto
de Margarita, que la teoría se cumple en la
práctica, lo que queda mejor resumido y reflejado
en ese ya clásico adagio o dicho popular de que «La oportunidad hace al ladrón».
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 27 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Además de un indiscutible caso de asesina en


serie, el de Margarita también es un caso más que
bien puede encuadrarse en ese conjunto de teorías de
la oportunidad. Desde pequeña se sintió acomplejada
por el estrabismo que padecía en su ojo derecho, de
ahí que en Hospitalet la conocieran como “La Tuerta”.
Se trasladó a vivir a Barcelona y allí conoció a Luis
Navarro, un conductor del metro que se convertiría en
su marido, y también en su víctima. Como la situación
económica de la pareja no era muy boyante que
digamos, Margarita se dedicaba a cuidar ancianos en
su barrio: vamos, el ambiente oportuno perfecto para
comenzar a “diseñar” e idear sus posteriores acciones
criminales.

De hecho, el 3 de agosto de 1992 se cobra su


primera víctima, Rosalía M. C., vecina y amiga de las
dos sospechosas (Margarita y su hija Sonia, que
Margarita Sánchez Gutiérrez también participó en todo esto) cuando vivían en el
(en su boda con su marido Luis
Navarro, al que también envenenó) barrio de Sants de Barcelona, la cual fue hallada
inconsciente en su domicilio dos días antes de morir.
Rosalía tenía 20 millones de pesetas en su cuenta corriente, de los que Margarita se apropió de un millón.
Y así hasta un total de cuatro asesinatos y tres tentativas de homicidio por envenenamiento.
Afortunadamente, el miércoles 19 de junio de 1996, Margarita Sánchez Gutiérrez, de 43 años (de la que
los vecinos decían que “tramposa y mala pagadora”), y su hija Sonia Navarro Sánchez, de 17 (de la que
los vecinos decían que “es peor la hija que la madre”), fueron detenidas por efectivos del Grupo de
Homicidios de la Jefatura Central de Policía de Barcelona.

Y, por último, tenemos el caso


de Francisca González Navarro,
quien ejecutó a sus dos hijos de 4
y 6 años de edad,
estrangulándolos con el cable del
cargador del teléfono móvil, en la
noche del 18 de enero de 2002, en
Santomera (Murcia), en un intento
de lo que algunos calificaron de
“castigo al marido” por los celos
patológicos que ésta sentía por
las infidelidades de aquel. De
hecho, estando acostada en la
Francisca González Navarro
cama matrimonial junto a sus dos (sentada en el Tribunal)
hijos y en ausencia del marido, en
uno de los SMS que le envió le escribió lo siguiente: “Voy a hacerte daño donde más te duele”. Como
sucede en la mayoría de los casos, esta parricida salió por la televisión llorando la muerte de sus hijos,
rodeada de la gente del pueblo y gritando desgarradamente ante la capilla ardiente llamando a sus hijos
ausentes y a su marido: vamos, todo un máster en teatralidad. Como también es frecuente en estos
casos, la infanticida negó haber sido la autora de los horrendos crímenes, inventándose la absurda
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 28 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

historia de que unos ladrones habían entrado en su casa y que la habían paralizado con un aerosol,
mentira que posteriormente fue detectada porque el reconocimiento médico probó que tal aerosol no
estaba en su cuerpo. La Audencia Provincial de Murcia, en sesión de tarde del 30 de octubre de 2003,
condenó a Francisca 40 años de prisión por ambos asesinatos con alevosía.

La parricida de Santomera, en su intervención previa a la deliberación de los componentes del


jurado, se volvió a mostrar tranquila y con mucha sangre fría, a pesar de que tanto los informes
periciales como los testificales fueron muy contundentes sobre su autoría y sobre la preparación con
antelación de las coartadas. Igualmente, los informes técnicos descartaron una posible enfermedad
mental. Francisca se limitó a decir, tras la sentencia, que “ha sido un juicio bueno”. “He perdido lo que
más quería, que eran mis hijos, y aunque rehaga mi vida y tenga dos o tres más, ya no será lo mismo”,
insistió la asesina dirigiéndose al jurado. “Hay muchas cosas que no se van a saber ni se han llegado a
decir”, añadió. Parece ser que, paradójicamente, Francisca también se manifestó molesta por los
calificativos de fría y calculadora: “Pregunten a mis amigas o en la prisión y verán que soy una persona
muy cariñosa y trabajadora”. Terminó dando las gracias a los asistentes porque no quería alargar su
intervención: “Estoy cansada y supongo que ustedes también”. Para el Fiscal –en sus conclusiones–,
Francisca no está loca, “simplemente es que es mala. La muerte alevosa de sus hijos es de una crueldad
inexplicable”.

FUENTE: Elaboración propia a partir de varios recursos webs y libros.

Que muchas envenenadoras sean de


Valencia es un dato circunstancial. Lo que
en absoluto es casual es su modus
operandi, ya que, como hemos dicho, la
mayoría de las asesinas en serie emplean
el veneno como arma mortal.

Si bien no podemos hablar


estrictamente de asesina en serie en el
caso de Francisca González Navarro, sí que
podemos hacerlo en los casos de Pilar
Prades Expósito y de Margarita Sánchez
Gutiérrez, quienes, además, dejaron
transcurrir el característico período de
enfriamiento o “parón de actuación”
entre crimen y crimen de los asesinos
seriales. En cualquier caso, las tres
responden con exactitud al perfil
psicológico criminal del psicópata.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 29 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Que “ellas maten mejor” que los


hombres, como sugiere ABELLÁN (2004)
en su libro homónimo, tampoco es un
alivio que digamos: no es muy
profesional que digamos tratar de
banalizar con la gravísima
problemática de los asesinatos. El
contenido de este libro es muy bueno,
pero quizá es un desacierto el título
del mismo –no obstante, como suele
decirse, “para gustos, los colores”–.

Dentro de la tipología de asesinas


en serie delineada por KELLEHER y
KELLEHER (1998), además de las
viudas negras, otra tipología de
asesinas en serie psicópatas son las
llamadas Enfermeras de la Muerte,
las cuales eliminan a numerosos de
sus pacientes a su antojo, haciéndose
cargo después de sus testamentos y
otras pertenencias (HICKEY, 2002,
2003). Y también existe la tipología de
asesinas en serie que padecen el
Síndrome de Münchhausen Por
Poderes, una patología psiquiátrica
mencionada en el DSM-IV-TR –el libro
de los trastornos mentales de la
Psiquiatría– como una forma de
maltrato infantil por proximidad
(VRONSKY, 2007). Se trata de una
supuesta psicopatología –patología
mental– por la cual un adulto –una
mujer, generalmente– provoca o hace
fingir las enfermedades sobre un niño
que está bajo su control,
frecuentemente hijos o sobrinos; la
intención de todo esto descansa en
aparecer posteriormente como las
“salvadoras” o “madres coraje” de los
supuestos enfermos a los que ellas
mismas inducen a tal estado (HOLMES y
HOLMES, 2010).
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 30 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

La investigación
sobre la psicopatía
femenina no deja lugar a
dudas, y cada vez son
más los estudios de
investigación al respecto
(VERONA y VITALE, 2006).

Aun con todo este


conjunto tan variopinto de
mujeres psicópatas
criminales, huelga decir
que, al igual que en el
caso de los hombres,
también existen mujeres
psicópatas no
criminales o
integradas. No obstante,
sobre este tópico de las
psicópatas integradas o
subclínicas volveremos en
el MÓDULO IV, ya que es
en las relaciones de
pareja donde más
abundan, aunque por los
contextos político y
empresarial también
pululan.

2.2. LA EDAD DEL PSICÓPATA:


¿¿¿NIÑOS PSICÓPATAS???

Si la problemática candente sobre la psicopatía femenina aparece frecuentemente como


edulcorada, la problemática de la psicopatía infanto-juvenil es, sin duda, tema aparte de una
cruda realidad difícil de digerir: ¿se puede hablar de psicopatía en el caso de niños y
jóvenes?
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 31 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

2.2.1. ALGUNAS RETICENCIAS PROFESIONALES


SOBRE LA PSICOPATÍA INFANTO-JUVENIL: LA
CRUDA REALIDAD SOBRE LOS NIÑOS,
ADOLESCENTES Y JÓVENES PSICÓPATAS

Ésta es la pregunta con la


que VICENTE GARRIDO GENOVÉS
(2003), Profesor Titular en la
Facultad de Educación de la
Universidad de Valencia, abre
uno de sus epígrafes en su libro
Psicópatas y Otros Delincuentes
Violentos.

Sin lugar a dudas, la


pregunta se responde por sí sola
si tenemos en cuenta el amplio
conjunto de investigaciones
existentes al respecto: no es
que sólo se pueda hablar de
psicopatía infanto-juvenil, sino
que, además, los psicólogos
criminalistas debemos hacerlo
sin reparo alguno,
independientemente de las
resistencias mostradas por
algunos psicólogos clínicos y
otros profesionales, ya que los
estudios de investigación al
respecto, hasta la fecha actual,
son muy numerosos (SALEKIN y
LYNAM, 2010). Tema aparte es la
supuesta y manida
heredabilidad que algunos
autores han postulado, sin
fundamentos empíricos, sobre la
conducta delictiva.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 32 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Como explicaba HARE (1993) en su libro Sin


Conciencia, los psicólogos clínicos y otros
profesionales prefieren no emplear el término de
psicopatía cuando se habla de niños y jóvenes,
quizás por las severas implicaciones socio-legales que
conlleva esta etiqueta diagnóstica. En su defecto, y de
manera intercambiable –y también errónea–, optan
por usar el término eufemístico de Trastorno
Disocial, que no es más que una patología de la
personalidad incluida en los sistemas clasificatorios de
la Psiquiatría, tales como el DSM –de la Asociación
Americana de Psiquiatría (APA, 1952, 1968, 1980,
1987, 1994, 2000)– o la CIE –de la Organización
Mundial de la Salud (OMS, 1977, 1992)–.

2.2.2. ALGUNOS MATICES DE RIGOR:


CRIMINALIDAD, TRASTORNOS DE CONDUCTA Y
TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD

En este punto, se hace preciso matizar un


par de aspectos. En primer lugar, lo de las
severas implicaciones socio-legales del
término psicopatía infanto-juvenil es una
cuestión muy discutible que probablemente
venga generada por el sensacionalismo
mediático y popular del concepto de psicópata
en sí mismo. En este sentido, decir que un niño,
adolescente o joven es un psicópata no equivale
a decir que es bien un asesino bien cualquier
otro tipo de delincuente; lo que quiere decir es,
simple y llanamente, que tal niño o joven se
caracteriza por una serie de rasgos
psicopáticos que han sido reiteradamente
puestos de manifiesto por las investigaciones
clínicas y forenses (POZUECO, 2010b; SALEKIN y
LYNAM, 2010).
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 33 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

En segundo lugar, más discutible es la propia equiparación de Trastorno Disocial –TD–


con psicopatía. Como bien señala GARRIDO GENOVÉS (2003) en Psicópatas y Otros Delincuentes
Violentos, serias son las dudas que tenemos de que este trastorno de índole psiquiátrica –el TD–
pueda recoger adecuadamente a un grupo especial de niños y jóvenes que parecen –y lo son–
cualitativamente diferentes del grueso de los que habitualmente son clasificados dentro del ámbito
de este trastorno, de igual manera que sucede, precisamente, con el denominado Trastorno
Antisocial de la Personalidad –TAP–, que es el concepto que se emplea para diagnosticar a la
misma clase de individuos pero que son ya adultos –mayores de 18 años–. Las pruebas científicas
de investigación al respecto son sólidas e indiscutibles: ni el TD ni el TAP son equiparables ni
solapables con la psicopatía; no son la misma entidad.

Una prueba aclaratoria de esto que estamos diciendo la constituyen, por ejemplo, los diversos
programas de intervención y tratamiento psicológicos diseñados para estos niños: ¿por qué
funcionan bien en niños con TD y no en el caso de los niños psicópatas?

Aportemos a ésta otra prueba mucho más cercana a la sociedad, más palpable de la gravedad
del problema que aquí estamos presentando. Para ello, vamos a hacernos eco de la misma noticia
que el profesor VICENTE GARRIDO recoge en su anterior libro respecto a un caso de jóvenes que nos
conmocionó y a la vez nos produjo repulsa a todos los españoles. Seguro que enseguida nos suena
si recordamos, por ejemplo, aquel caso aún reciente de aquellos tres jóvenes de 16 y 18 años que,
en la madrugada del jueves 19 diciembre de 2005, en Barcelona, vejaron, apalearon y finalmente
quemaron viva a María Rosario Endrinal Petit, una vagabunda que simplemente se limitaba a
dormir en un cajero automático del barrio de Sant Gervasi y que solamente les pidió que la dejaran
en paz. Pero no vamos a exponer este caso concreto. El caso que vamos a exponer a continuación
en la siguiente realidad criminológica es aquel otro caso, parecido al anterior y en la misma ciudad,
en el que un grupo de jóvenes se divertía en Barcelona grabando en vídeo sus agresiones
cometidas contra vagabundos. Casos similares a éstos también se dieron en Valencia y en Madrid.

LA REALIDAD CRIMINOLÓGICA 1.
Agresión de jóvenes a vagabundos

La Policía de Barcelona detuvo a un grupo de siete jóvenes de entre 18 y 20 años, tres de ellos de
estética skin, que “se divertían” pegando y vejando a determinadas personas, sobre todo a indigentes y
ancianos, y que grababan sus actos vandálicos con una cámara de vídeo. Según la Policía, los detenidos,
que actuaban en el distrito barcelonés Nou Barris, casi siempre bajo los efectos de las drogas,
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 34 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

aprovechaban sus salidas nocturnas para apalear a indigentes que dormían en la vía pública, o a otras
personas que se encontraban por la calle, y grababan sus agresiones, en las que abundaban las burlas a
sus víctimas.

Las investigaciones se iniciaron a raíz de un aviso dado por un vecino de la plaza Maragall, que alertó
hace varios días de la existencia de un grupo de jóvenes que estaba agrediendo a un indigente. La
patrulla policial que llegó a auxiliar al indigente localizó e identificó poco después en las inmediaciones de
la plaza Maragall a seis jóvenes que coincidían con la descripción aportada por la víctima, y se incautó de
una cinta de vídeo en la que aparecían escenas de agresiones a indigentes y varios actos vandálicos.

Ninguno de los jóvenes tenía antecedentes penales. Uno de los arrestados estudiaba Ingeniería, otro
cursaba estudios de Protésico Dental, y el resto eran bachilleres o trabajaban en profesiones manuales.

En las grabaciones se observan agresiones y vejaciones a cuatro mendigos que dormían en la vía
pública o en el interior de cajeros automáticos, insultos a dos jóvenes que llevaban una bandera catalana
durante la Diada del 11 de septiembre, golpes a un vehículo que querían abrir y daños en la vivienda de
una anciana a la que amenazaron, así como destrozos en el mobiliario urbano de las inmediaciones de la
casa. En el contenido de la cinta de la que la policía dio detalles se pueden observar también hechos
como los siguientes. El día 6 de septiembre lanzan una botella a un indigente que duerme en la calle.
Cuando despierta, le quitan los cojines y se los arrojan a la cara, junto a unos cigarrillos que le habían
sustraído y una cerilla encendida. Todo eso estaba intercalado con insultos como “portugués de mierda”,
“gilipollas, hijo de puta y payaso”. El día 23 insultan, humillan y agreden con un palo a un vagabundo. Le
cogen la radio que llevaba y la destrozan contra el suelo.

Ante la reiteración de las agresiones y la posibilidad de que éstas se pudieran repetir y derivar en
hechos de mayor gravedad, la Policía contactó con la Fiscalía, que vio en estas acciones indicios de
posibles delitos contra la integridad moral y daños. El Juez sentenciador escribió en su resolución por la
que encarceló a tres de los detenidos lo siguiente: “Los tratos degradantes ocasionados a los mendigos
constituyen no únicamente un menosprecio o vejamen a uno o varios seres humanos, sino también una
transgresión de la condición humana en la esfera del infranqueable claustro de la ética y la moral de la
persona”.

FUENTE: Elaboración propia a partir del periódico Elaboración propia a partir de: El País, de 2 de noviembre de 2002.

¿Seguro que el caso de estos jóvenes agresores de vagabundos son simples casos que
podamos encuadrar dentro de la generalista categoría diagnóstica psiquiátrica de TD o TAP? Por
otro lado: ¿crees que, como sucede con el término de “asesinos en serie”, los psicópatas solamente
son casos que se dan en los Estados Unidos (y lo digo por aquello de las películas que de allí nos
vienen vendiendo desde antaño)? Pues bien. El caso anteriormente expuesto (como tantos otros
que no caben aquí) es español. Recojamos ahora un peculiar caso norteamericano que parece estar
actualmente de moda en aquel país y que, al igual que las películas procedentes de allí, veremos
cuánto tiempo tardamos en importarlo a España. En la siguiente realidad criminológica exponemos
dicho caso, esta vez de grabaciones de peleas entre vagabundos para posteriormente difundirlas
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 35 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

también por Internet, un lugar que, por cierto, últimamente se está convirtiendo en un gran
escondite de cobardes, pseudo-“tarados” y psico-frikies que no se atreven a dar la cara y que
creen que por este medio sus acciones quedarán impunes.

LA REALIDAD CRIMINOLÓGICA 2.
Las peleas entre vagabundos: Última “moda” en internet generada por
psico-frikies y cobardes en el anonimato

En Estados Unidos, la nueva moda se llama “Pelea entre Vagabundos”. Por apenas un dólar, o incluso
ofreciendo alcohol y drogas, los creadores del macabro pasatiempo consiguen que algunos mendigos se
peleen ante las cámaras. Todo para formar parte de un recopilatorio de vejaciones que sus instigadores
venden a través de internet. En los primeros meses facturaron más de 200.000 euros. Pocas veces la
humillación sale tan barata. Totalmente indefensos, en ocasiones completamente ebrios, los mendigos
son objeto de todo tipo de vejaciones. Su dramática situación es motivo de burla. Los más perturbados
grababan la agresión para poder exhibirlo en internet.

Es su idea de diversión, pero en Estados Unidos, además, se ha convertido en un negocio. Las peleas
entre vagabundos. Es la nueva moda. Sus instigadores aprovechan la necesidad de estas personas para
poner precio a su humillación. Un dólar, 6 latas de cerveza, es el precio que pagan para grabar las
imágenes de sus peleas. A los ideólogos de este esperpento les sale barato. Algunos de estos vídeos han
facturado más de 200.000 euros en sus primeros meses en la red.

La violencia es lucrativa para el que graba las imágenes. Sus tristes protagonistas se juegan la
integridad física, y en ocasiones, presionados por el sádico que busca el más difícil todavía, se ven
obligados a cometer delitos. Se calcula que más de 86.000 vídeos como éstos circulan por la red.

FUENTE: Elaboración propia a partir de: http://www.antena3noticias.com/PortalA3N/sociedad.

Tras estas dos crudas informaciones periodísticas sobre nuestra más lamentable y repudiable
realidad social juvenil, volvamos a retomar la pregunta que nos formulaba antes el profesor VICENTE
GARRIDO: ¿se puede hablar de psicopatía en el caso de niños y jóvenes? Como ya dijimos
antes, no sólo se puede, sino que además se debe. Casos como los que figuran en las dos
realidades criminológicas anteriores nos llenan de inquietud, y también de dudas, de muchas dudas
sobre la verdadera personalidad de estos jóvenes; además, casos como ésos nos avisan de que
algunas formas de violencia juvenil son esencialmente predatorias y sádicas, las cuales nos
recuerdan, por ejemplo, a La Naranja Mecánica.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 36 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Sin embargo, desgraciada e incomprensiblemente, la psicopatía sigue siendo hoy día un


concepto tabú cuando hablamos de niños y jóvenes. Como han señalado en varias ocasiones el
mismo HARE (1998a, 1998b, 1999, 2000) y otros investigadores (LAHEY y KAZDIN, 1990; LYNNAM,
1996; ROBINS, 1966; ROBINS y RUTTER, 1990), la mayoría de los clínicos e investigadores se resisten
a hablar de niños psicópatas, pero es probable que los rasgos de personalidad y los
comportamientos que definen la psicopatía adulta comiencen a manifestarse ya en la misma
infancia –HARE (1993) incluso sitúa la edad a partir de los 3 años–. De ser así, la intervención
temprana es esencial si es que aún albergamos alguna esperanza de interferir en el desarrollo y la
expresión conductual de esta gravísima anomalía de la personalidad.

Una implicación importante derivada de los distintos estudios y hallazgos sobre la psicopatía y
los diversos trastornos de conducta infantiles estriba en que los niños con TD constituyen un
subconjunto específico con las características psicopáticas y un subconjunto mayor sin ellas.
Probablemente, pues, cada subconjunto tenga una historia y un curso de desarrollo distinto y, por
tanto, requiera de estrategias de tratamiento diferentes (SALEKIN y LYNAM, 2010).

EL PERFIL PSICOSOCIAL Y
CRIMINOLÓGICO DEL
3. PSICÓPATA: PERSONALIDAD
Y ESTILO DE VIDA

3.1. LAS CARACTERÍSTICAS DE LA


PSICOPATÍA: PERSONALIDAD Y CONDUCTA

La psicopatía comenzó a tomar forma como un constructo o concepto clínico formal elaborado
a lo largo del siglo XX, fundamentalmente a partir de los años 40, con los trabajos del doctor
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 37 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

CLECKLEY a la cabeza. Sin embargo, las referencias de las personas que ahora fácilmente
reconocemos por haber sido psicópatas se pueden encontrar incluso dentro de fuentes bíblicas,
clásicas, medievales y otras fuentes históricas (CLECKLEY, 1976; ROTENBERG y DIAMOND, 1971).

Como la mayoría de los constructos clínicos elaborados, la psicopatía ha sido, y continúa


siendo, un tema de considerable debate científico aparte. Algunos comentaristas, sin duda
influenciados por lo inconsciente lo confuso y las formas legalistas en las cuales el término ha sido
usado, han sugerido que esta anomalía de la personalidad –la psicopatía– es un concepto
mitológico, una perspectiva que, como nos recuerda el mismo HARE (1996a), atrae a aquellos que
se sienten incómodos con las etiquetas psiquiátricas o con el papel de las diferencias individuales
en el comportamiento anormal y antisocial.

La evidencia clínica y empírica, sin


embargo, indica claramente que el
constructo, lo etiquetemos como lo
etiquetemos –psicopatía, sociopatía,
trastorno antisocial de la personalidad,
trastorno disocial de la personalidad,
etc.– es cualquier cosa excepto
mitológico (HARE, 1996a).

Es cierto que la etiología, la dinámica


y los confines conceptuales de esta
anomalía de la personalidad son objeto
de mucha especulación, pero, al mismo
tiempo, existe una tradición clínica
razonablemente consistente acerca de su
núcleo afectivo, interpersonal y de los
atributos conductuales, sean criminales o
no criminales (MILLON ET AL., 1998).
Interesantemente, esta perspectiva
tradicional de la psicopatía atraviesa un
amplio espectro de grupos, incluyendo a
psiquiatras, psicólogos, funcionarios de la justicia criminal y psicopatólogos, así como también al
público lego (ALBERT, BRIGANTE y CHASE, 1959; GRAY y HUTCHINSON, 1964).

Las características del psicópata las podemos identificar fácilmente si analizamos tanto su
personalidad como su conducta y/o estilo de vida. De forma general, podemos conceptualizar
y caracterizar a la psicopatía como una anomalía de la personalidad definida por una
constelación de rasgos afectivos, interpersonales y conductuales, donde se incluyen
egocentrismo, irresponsabilidad, emociones poco profundas, carencia de empatía, de culpabilidad y
de remordimientos, mentira patológica, manipulación y violación persistente de las normas y
expectativas sociales.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 38 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

3.2. TRES PERSPECTIVAS O ENFOQUES


SOBRE EL PERFIL O CARACTERÍSTICAS DE
LA PSICOPATÍA

3.2.1. EL ENFOQUE DE K. G. GRAY Y H. C.


HUTCHINSON (1964): LOS RASGOS MÁS NOTABLES
DE LOS PSICÓPATAS SEGÚN 677 PSIQUIATRAS

Hace ya unos 45 años, y con el fin de sondear la opinión entre los profesionales y de disponer
de un perfil definitivo del psicópata desde el punto de vista clínico, los psiquiatras KENNETH GEORGE
GRAY y HARRY C. HUTCHINSON llevaron a cabo, en 1964, un estudio entre 937 psiquiatras
canadienses. Se les mandó un cuestionario por correo en el que se les pedía que consideraran
cuáles eran, para ellos, los rasgos más notables de los psicópatas. Entre un total de 29 ítems o
rasgos psicopáticos, los 10 ítems que los 677 psiquiatras respondieron finalmente e identificaron
como los más importantes o esenciales en el diagnóstico de la psicopatía fueron los que se reflejan
en el Cuadro 1.

CUADRO 1. Los 10 rasgos más significativos de la psicopatía según 677 psiquiatras

1. No saber aprovechar las enseñanzas de la 6. Actitud crónica o reiteradamente antisocial.


experiencia pasada. 7. Ineficacia de los castigos para modificar o
2. Falta de sentido de la responsabilidad. cambiar la conducta.
3. Incapacidad para establecer relaciones 8. Inmadurez emocional.
interpersonales. 9. Incapacidad para experimentar sentimientos
4. Fallos en el control de los impulsos. de culpabilidad.
5. Fallos en el sentido moral. 10. Egocentrismo.

FUENTE: Elaboración propia a partir de GRAY, K. G. y HUTCHINSON, H. C. (1964). The psychopathic personality: A survey of
Canadian psychiatrists’ opinions. Canadian Psychiatric Association Journal, 9(1), 452-461.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 39 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

3.2.2. EL ENFOQUE DE HERVEY M. CLECKLEY


(1941–1976): LOS PSICÓPATAS NO CRIMINALES

Partiendo de una idea intuitiva de los rasgos


más relevantes del psicópata, y con la ayuda de
descripciones de casos clínicos extraídos de su
práctica privada, el psiquiatra norteamericano
HERVEY MILTON CLECKLEY, entre 1941 y 1976, a
través de las sucesivas ediciones de su magistral
obra The Mask of Sanity (La Máscara de la
Cordura), reflejó en 16 criterios las cualidades que
él consideraba distintivas de la psicopatía. Se trata
del autor que ha proporcionado las más detalladas
descripciones clínicas de la psicopatía y sus
diversas manifestaciones.

Aunque reconocía que estas


características solían ir acompañadas de una
conducta antisocial grave y persistente,
CLECKLEY (1976) mantenía que la presencia
de esta última no era un factor ni suficiente
ni determinante por sí mismo para
establecer un diagnóstico de psicopatía. Por
el contrario, acentuó la importancia de los
aspectos afectivos e interpersonales en el
origen y el diagnóstico de esta anomalía de
la personalidad. Esta labor descriptiva
permitió identificar un problema específico y
diferenciarlo de las manifestaciones psicopatológicas y de la conducta criminal (HART y HARE, 1989).

La distinción entre psicopatía y criminalidad común fue resaltada también por la mayoría
de los defensores de esta corriente teórica (LYKKEN, 1984; MILLON, 1981; GACONO, 2000). En su
práctica clínica privada, el doctor CLECKLEY habían tenido la oportunidad de observar que no todos
los individuos con los rasgos de personalidad psicopáticos mostraban comportamientos delictivos;
los psicópatas así definidos también se encontraban desempeñando profesiones socialmente bien
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 40 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

consideradas, como médicos o abogados, pero, debido a su elevado estatus socioeconómico,


buenas habilidades sociales y alto nivel intelectual (WIDOM, 1977), habían logrado evitar el contacto
formal con la justicia, o bien habían obtenido algún beneficio de otros sin cometer ninguna
transgresión legal.

Fue a partir de todas estas observaciones clínicas y distinciones entre la conducta anormal y la
criminal cuando CLECKLEY se dispuso a elaborar el citado listado de 16 rasgos o características de la
psicopatía. Esos 16 rasgos que el doctor CLECKLEY identificó como principales de los psicópatas se
reflejan en el Cuadro 2.

CUADRO 2. Los 16 rasgos psicopáticos o criterios diagnósticos de la psicopatía según H. M. CLECKLEY (1976)

1. Encanto superficial y notable inteligencia. 10. Escasez habitual de reacciones afectivas


2. Ausencia de alucinaciones y otros signos de básicas (afectos poco profundos, simulados).
pensamiento irracional. 11. Pérdida específica de intuición.
3. Ausencia de nerviosismo o de manifestaciones 12. Insensibilidad en las relaciones interpersonales
psiconeuróticas. ordinarias.
4. Indigno de confianza. 13. Conducta exagerada y desagradable bajo el
5. Falsedad o insinceridad. consumo de alcohol y, a veces, sin él,
6. Incapacidad para experimentar remordimiento 14. Amenazas de suicidio constantes pero
o vergüenza raramente consumadas.
7. Conducta antisocial sin aparente justificación. 15. Vida sexual impersonal, frívola y poco estable.
8. Falta de juicio y dificultades para aprender de la 16. Incapacidad para seguir cualquier plan de
experiencia. vida.
9. Egocentrismo patológico e incapacidad para
amar.

FUENTE: Elaboración propia a partir de BODHOLDT, R. H., RICHARDS, H. R. y GACONO, C. B. (2000, p. 57). Assessing
psychopathy in adults: The Psychopathy Checklist-Revised and Screening Version. En C. B. Gacono (Ed.), The clinical an
forensic assessment of psychopathy: A practitioner’s guide (pp. 55-86). Mahwah, NJ: Lawrence Earlbaum Associates.

Como podemos observar, las tres primeras características señaladas son, en sí mismas,
positivas, y sirven para subrayar el hecho de que el comportamiento psicopático no es una mera
manifestación de un funcionamiento mental alterado –por ejemplo, un esquizofrénico paranoide
tiene un nivel de inteligencia muy pobre, no es encantador, sí tiene delirios y alucinaciones, y
también suele ser nervioso y neurótico–. Por otro lado, las dos últimas características son
indicativas de que el psicópata jamás termina por integrarse en sociedad; es un individuo
extorsionador, que puede ocultar su verdadera máscara, pero que jamás está ni estará realmente
integrado –precisamente porque parece pasar por alto–.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 41 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Según CLECKLEY (1976), al psicópata lo que le falta es la capacidad de experimentar los


componentes emocionales de la conducta personal e interpersonal; mima la personalidad humana,
pero sin poderla sentir realmente. Así, por ejemplo, aunque se exprese de un modo aparentemente
normal –dirá cosas como: “Siento causarle molestias”–, carece de emociones, defecto que
CLECKLEY denominó demencia semántica.

Como ya establecieron JOHNS y QUAY (1962), el psicópata conoce la letra, pero no la música; es
decir, se sabe la teoría –se la sabe “de guión” y la suelta “de parrafada”–, pero en la práctica,
aunque trate de imitarla, no tardará mucho en cansarse de ella y no poder ni querer seguir
sosteniéndola. Es en este sentido en el que podemos decir que el psicópata no puede mostrar
simpatía o genuino interés por los demás; los manipula y utiliza para satisfacer sus propias
conveniencias, y muchas veces incluso sabe convencer a los mismos que ha utilizado de su
inocencia y de sus propósitos de enmienda, recurriendo a una exuberante sofisticación verbal y a
una aparente sinceridad.

Por su parte, el psicoanalista BENJAMIN KARPMAN (1961) describió y caracterizó al psicópata


como una persona insensible, emocionalmente inmadura, desdoblada y carente de real
profundidad. Sus reacciones emotivas son simples y casi animales, y solamente surgen en él tras
una frustración o en una situación incómoda. En cambio, es capaz de simular estos estados
emocionales y estos afectos cuando cree que le van a ayudar a obtener lo que desea de los demás.
No experimenta ninguna de las manifestaciones psicológicas y fisiológicas de la ansiedad o del
miedo, si bien puede reaccionar de un modo parecido –incluso mostrando un histerismo
descomunal y desproporcionado en vistas de la situación– cuando su bienestar inmediato se ve
amenazado o por alguna razón piensan que los demás podría perturbar su “normal” y corriente
cotidianeidad.

Como decíamos antes, algunos autores como DAVID T. LYKKEN (1984) propusieron también el
argumento inverso que sostenía CLECKLEY, es decir, que los individuos que presentan un
comportamiento antisocial crónico no tienen por qué ser necesariamente psicópatas.

3.2.3. EL ENFOQUE DE ROBERT D. HARE


(1991–2003): LOS PSICÓPATAS CRIMINALES

Ante tanta especulación personalística y tanta confusión terminológica, tuvo que ser el doctor
canadiense ROBERT D. HARE quien viniera al auxilio y rescate del concepto de psicopatía. Parecía que
ya estaba superado ese sinfín de sustantivos obsoletos que venían arrastrándose desde antaño
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 42 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

–manía sin deliro, insania moral,


locura de degenerados, etc.–,
pero sólo lo parecía, y por esta
misma razón el doctor HARE lo
que hizo fue recoger los 16
criterios de CLECKLEY para
pulirlos y reciclarlos
sometiéndolos a comprobación y
operacionalización empírica. Fue
de esta forma como, finalmente,
tras 10 años de investigaciones
intensas, terminó de elaborar,
en 1991, el PCL-R,
constituyéndose en el único
instrumento de evaluación
válido y fiable de la psicopatía.
El PCL-R es un conjunto de 20
ítems, rasgos o características
que son las que actualmente
definen el moderno concepto de
psicopatía. En el Cuadro 3
exponemos el listado de dichas
20 características.

CUADRO 3. Los 20 rasgos o características del psicópata según el PCL-R de ROBERT D. HARE (1991)

1. Locuacidad y encanto superficial. 11. Conducta sexual promiscua.


2. Sentido de autovaloración grandilocuente. 12. Problemas de conducta en la infancia.
3. Necesidad de estimulación y propensión al 13. Incapacidad para establecer metas realistas
aburrimiento. a largo plazo y aprender de la experiencia.
4. Mentira patológica. 14. Impulsividad.
5. Estafador-engañador y manipulador. 15. Irresponsabilidad.
6. Ausencia de remordimientos y de 16. Incapacidad para aceptar la responsabilidad
sentimientos de culpabilidad. de sus actos.
7. Afecto superficial. 17. Relaciones maritales frecuentes y breves.
8. Insensibilidad, crueldad y falta de empatía. 18. Delincuencia juvenil.
9. Estilo de vida parásito. 19. Revocación de libertad condicional.
10. Pobre control de la conducta. 20. Versatilidad criminal/delictiva.

FUENTE: Elaboración propia a partir de: HARE, R. D. (1991). The Hare Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R): Manual (1ª
Edición). Toronto, Ontario, Canadá: Multi-Health Systems.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 43 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

A modo de resumen, la personalidad y emociones


del psicópata aglutina los rasgos o características de los
ítems 1, 2, 4, 5, 6, 7, 8 y 16. Por otro lado, la conducta
antisocial y criminal y el estilo de vida desviado del
psicópata se condensan en los ítems 3, 9, 10, 12, 13,
14, 15, 18 y 19. Los tres ítems restantes –11, 17 y 20–
son también rasgos de la psicopatía, sólo que se trata de
características que no encajan en ninguna de las dos
facetas o factores principales –personalidad y conducta–
del PCL-R, que son las más características del psicópata.

Esas 20 características de la psicopatía son las que


actualmente definen el moderno concepto de psicopatía,
integrando tanto a la psicopatía criminal como a la no
criminal. Respecto a esta última, simplemente quitando
los ítems o rasgos que comportan conductas
criminales/delictivas se terminaría creando, en 1995, un
instrumento de evaluación de la psicopatía no criminal
o integrada derivado del original PCL-R de 1991: nos
estamos refiriendo al PCL: SV –Psyhopathy Checklist:
Screening Versión (Listado de Psicopatía: Versión
Reducida)–, elaborado por los doctores STEPHEN D. HART,
DAVID N. COX y ROBERT D. HARE. Esta vez, el nuevo
instrumento ya no sólo servía para evaluar la psicopatía
en contextos correccionales/penitenciarios, sino también
en contextos clínicos y forenses –con pacientes psiquiátricos– y en contextos civiles –para la
selección de personal y en estudios de la comunidad social, de personas no delincuentes–. En el
Cuadro 4 exponemos dicho listado de 12 ítems psicopáticos “transformados”.

CUADRO 4. Los 12 ítems o rasgos psicopáticos según el PCL:SV

1. Superficial. 7. Impulsividad.
2. Sentido desmesurado de la autovalía. 8. Pobre autocontrol de la conducta.
3. Mentira y manipulación. 9. Ausencia de metas realistas.
4. Ausencia de remordimientos. 10. Irresponsabilidad.
5. Ausencia de empatía. 11. Conducta antisocial adolescente.
6. No aceptación de responsabilidades. 12. Conducta antisocial adulta.

FUENTE: Elaboración propia a partir de HART, S. D., COX, D. N. y HARE, R. D. (1995). The Hare Psychopathy Ckecklist:
Screening Version (PCL: SV). Toronto, Ontario, Canadá: Multi-Health Systems.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 44 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Así, pues, el PCL: SV no es


más que una versión reducida a
12 ítems de los 20 originales
que componen el PCL-R.
¿Problemas? Algunos de los
típicos de los instrumentos de
observación, además de que el
PCL:SV sigue incluyendo varios
rasgos no de conducta
criminal/delictiva pero sí de
conducta antisocial. En este
sentido, y como ya hemos visto,
CLECKLEY (1976), entre otros
autores, estimaba que la
conducta antisocial y/o
criminal de cualquier sujeto no
es un criterio suficiente para
diagnosticar psicopatía, pues
ello implicaría algo así como
asimilar, sin más, que todos los
delincuentes son psicópatas,
dato que es totalmente incierto,
ya que ni todos los delincuentes son psicópatas ni todos los psicópatas son delincuentes
(RAINE y SANMARTÍN, 2000). Recientemente, entre otros muchos estudios de investigación, se ha
hallado que la conducta criminal y/o antisocial no es un componente central de la psicopatía (SKEEM
y COOKE, 2010).

3.3. LAS PRIMERAS TIPOLOGÍAS DE


PSICÓPATAS: PRIMARIOS, SECUNDARIOS
Y DISOCIALES

El problema de la conceptualización de la psicopatía no se acabó por el mero hecho de


operacionalizarlo a través de un instrumento de evaluación empírico como el PCL-R y sus
derivados. La posterior proliferación de una infinidad de tipologías de psicópatas agrió aún más
la polémica, ya que se pretendió incluir en algunos rasgos de personalidad que chocaban
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 45 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

frontalmente con los rasgos principales de la psicopatía. Tal es el caso, por ejemplo, de la
denominada psicopatía secundaria o neurótica, habida cuenta que uno de los rasgos centrales de
los trastornos neuróticos es la presencia de ansiedad, de mucha ansiedad, y ya hemos visto que
uno de los rasgos centrales de la psicopatía es, precisamente, la ausencia total de ansiedad, o al
menos la ausencia de ansiedad tal como la sentimos las personas normales en situaciones que son
claramente ansiógenas. A pesar de esto, muchos autores pasaron por alto este importante matiz, y
hoy día son tantas las posibles tipologías de psicópatas como autores que las postula; pero
revisemos brevemente la configuración de estas tipologías.

Como ya hemos visto, HARE (1980, 1985) comenzó a crear su PCL-R o instrumento de
evaluación de la psicopatía a partir de los 16 criterios que CLECKLEY ya ofreciera entre 1941 y 1976,
probando ser una herramienta clínico-forense de gran utilidad en la identificación de sujetos
psicópatas encarcelados, a los cuales se los conocía con el concepto de psicópatas primarios. No
obstante, el mismo HARE (1970, 1974) y las investigaciones sucesivas establecieron que era
necesario diferenciar entre éstos y los “secundarios”. Así, los psicópatas primarios –también
denominados psicópatas “puros”– serían aquellos individuos que cumplen los 16 criterios de
CLECKLEY, mientras que los psicópatas secundarios –también denominados psicópatas
“neuróticos”– serían aquellos individuos capaces de mostrar culpa y remordimiento, así como de
establecer relaciones afectivas, estando su conducta motivada por problemas de índole neurótica.
En 1978, HARE y COX introdujeron un tercer tipo, al que denominaron psicópata disocial, con
objeto de designar a los sujetos con una remarcada conducta antisocial que pertenecen al mundo
marginal o delictivo y que disponen de una subcultura propia –la subcultura delictiva tan
mencionada en Criminología–; tendrían una personalidad normal y serían capaces de funcionar
dentro de su propio grupo delincuencial, mostrando culpa, afecto y apego a la banda o grupo, pero
operando ante los demás sin el menor atisbo de escrúpulos ni remordimientos (HARE y COX, 1978).

Todas estas diferenciaciones o subtipos de psicópatas quizás se hicieron necesarias, y quizás


sigan siéndolo, pero lo que desde luego conllevó fue una mayor confusión todavía respecto al ya
devaluado concepto de psicopatía. Ciertamente, a los psicólogos forenses criminalistas nos resulta
un tema realmente espinoso separar a los psicópatas secundarios de los disociales, ya que, como
remarcara el profesor GARRIDO GENOVÉS (1994), nosotros, en general, abogamos por el único
empleo del término “psicópata” para los denominados psicópatas primarios. La idea central es que
lo que realmente parece hacerse más necesario aún es «cortar tajantemente la definición de
psicópata en los términos establecidos en los criterios de CLECKLEY, ya que es obvio que el resto de
sujetos no hace sino engrosar la lista de delincuentes o de sujetos normales, con las peculiaridades
de cada uno de ellos» (GARRIDO GENOVÉS, 1994, p. 69). Si esto debiera ser así, entonces tampoco
tendría sentido hablar de psicópatas integrados, ¿o quizás sí?

Éste es, precisamente, el grandísimo problema de la definición y criterios diagnósticos del


denominado Trastrono Antisocial de la Personalidad –TAP– recogido por la APA (2000, 2002)
en su DSM-IV-TR. Esta categoría diagnóstica –el TAP– es tan amplia que abarca a todo delincuente
con una carrera delictiva amplia, iniciada en la pre-adolescencia. Pero esto no es todo; el problema
se agrava aún más por el simple hecho de categorizar las conductas antisociales y criminales de los
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 46 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

delincuentes dentro de un sistema de clasificación que se supone sólo debería abarcar trastornos
mentales, que es para lo que inicialmente fueron creados estos sistemas psiquiátricos de
clasificación. Al hacer esto, lo que realmente está haciendo la APA, además de un ostensible
intrusismo en el campo de la Criminología, es elevar a la categoría de “enfermos mentales” a todos
los delincuentes, independientemente del delito que hayan cometido. Esto es un gravísimo error,
muy parecido al que cometería la Criminología si tratara de criminalizar a todos los enfermos
mentales diciendo que los “locos” son los sujetos más peligrosos y delincuentes de todos.
Afortunadamente, los criminólogos no suelen operar de esta forma, subrayando, de hecho, que los
pacientes enfermos mentales delinquen poquísimo y sólo representan un ínfimo porcentaje del
grueso de la delincuencia en general.

Sin embargo, por culpa de –o a causa de, como


se prefiera– aseveraciones tan generalistas como las
anteriores de la APA y de su Comité de científicos de
turno –los que estaban en su momento–,
posteriormente han de andar los psicólogos forenses
y criminólogos pronunciando frases justificativas y
aclaratorias tan célebres como la de que ni todos
los delincuentes son psicópatas, ni todos los
psicópatas son delincuentes (RAINE y SANMARTÍN,
2000). Además, teniendo en cuenta los 10 tipos de
trastornos de la personalidad que actualmente
establece la APA en su Manual de Trastornos
Mentales, es que resulta incluso muy cuestionable
que tales trastornos de la personalidad sean
verdaderas enfermedades mentales (MILLON,
1981), cuando lo que parecen ser son meramente
anomalías de la personalidad que se dan en la vida cotidiana, en mayor o menor grado (MILLON,
1998, 2006), es decir, simplemente desequilibrios psíquicos que sólo representan variantes
anormales de la personalidad normal (BONNET, 1983).
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 47 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Psicópatas primarios, secundarios y disociales: ¿de veras tiene sentido hablar de “psicópatas”
capaces de expresar afecto, culpa o remordimientos? Sin lugar a dudas, si aceptamos la definición
contenida en el PCL-R, la respuesta a esta pregunta no sólo es que no, sino que además parece
absurdo hablar de psicópatas que puedan exhibir tales rasgos. Por el contrario, si aceptamos
positivamente ese hecho o posibilidad planteada retóricamente, quedará claro que el psicópata se
nos diluirá en los diferentes trastornos de personalidad diseñados por la APA: no es casualidad, y
se da uno cuenta en seguida si echa un pequeño vistazo al DSM, que la psicopatía aglutina varios
rasgos de personalidad de algunos de los denominados trastornos de la personalidad,
fundamentalmente rasgos procedentes de los trastornos narcisista, antisocial e histriónico.

3.4. LOS TRES TÉRMINOS QUE


ACTUALMENTE SE MANEJAN AL HABLAR
DE PSICÓPATAS

Resulta obvio que la mayor parte de las descripciones sobre la personalidad y conducta de
los psicópatas aluden a su acentuado egocentrismo, a su falta de empatía, a su incapacidad para
trabar relaciones cálidas y afectivas con los demás, razón por la cual los tratan como meros
objetos/cosas en lugar de como personas, no experimentando ni siquiera el menor atisbo de
sentimientos de culpabilidad ni remordimientos por lo que han hecho. Todas estas características
se daban –y se dan–, de manera omnipresente tanto en los psicópatas criminales como en los
psicópatas no criminales. La importancia de esta etiqueta diagnóstica –la psicopatía– nunca fue
baladí (POZUECO, ROMERO y CASAS, 2011a, 2011b); de hecho, llegó a alcanzar tremenda importancia
en conflictos bélicos tan despiadados y sanguinarios como la Segunda Guerra Mundial, donde
paradójicamente se intentaba reclutar, por un lado, a sujetos con la cabeza bien sentada y, por
otro, a sujetos camicaces que fueran capaces de sentir el menor miedo posible y no mostraran
ningún reparo en portar y usar armas de manera indiscriminada.

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) le dio al debate sobre la definición y características


de la psicopatía una nueva y práctica urgencia; ahora se requería más que una sencilla
especulación. Primero, con el reclutamiento militar, se hizo necesario identificar, diagnosticar y
tratar a esos individuos capaces de interferir o incluso destruir el estricto control militar, y este
tema despertó el interés general. Pero el tema alcanzó más relevancia (aunque ominosa) ante la
revelación de la maquinaria nazi de destrucción y exterminio a sangre fría. ¿Cuál era la dinámica
de tal desarrollo? ¿Cómo y por qué tales individuos, incluso el que estaba a cargo de la nación,
podían operar fuera de las reglas que la mayoría de la gente aceptaba como restricción de sus
impulsos y fantasías más básicas?
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 48 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Muchos escritores aceptaron el


reto, pero ninguno tuvo el impacto
del psiquiatra norteamericano HERVEY
MILTON CLECKLEY. En su famoso libro,
The Mask of Sanity –La Máscara de
la Cordura–, publicado por primera
vez en 1941, CLECKLEY llamaba la
atención sobre lo que él veía como
un funesto problema social, aunque
ampliamente ignorado y banalizado.
Escribió con dramático detalle sobre
sus pacientes y le dio al gran público
la primera exposición detallada de la
psicopatía.

Por ejemplo, en su genial libro


incluía notas sobre Gregory, un
joven con un expediente delictivo
larguísimo que no pudo matar a su
madre porque no le funcionó el arma
en el momento crucial. Lo siguiente
es un extracto de la descripción que
CLECKLEY dio sobre Gregory:

Sería imposible describir adecuadamente la carrera de este joven sin escribir cientos de páginas. Sus actos
antisociales y la aparente trivialidad de su motivación, así como su incapacidad para aprender de la experiencia
para adaptarse y evitar peligros inminentes que cualquiera podría ver, me hacen pensar que es un ejemplo clásico
de personalidad psicopática. Creo muy posible que continúe comportándose como lo ha hecho hasta ahora y no
conozco ningún tratamiento psiquiátrico que pueda influir en su conducta o ayudarle a adaptarse mejor (CLECKLEY,
1976, pp. 173-174).

Expresiones como “sagacidad o agilidad mental”, “habla de modo muy ameno” o “encanto
excepcional” salpican los textos de CLECKLEY. Este autor se dio cuenta de que, en la cárcel, un
psicópata puede usar sus considerables habilidades sociales para persuadir a un juez de que debe
ir a un hospital psiquiátrico. Una vez en el hospital, donde nadie le quiere –porque es demasiado
molesto e inmiscuye a los demás en problemas–, puede aplicar sus habilidades para obtener un
permiso de salida. Intercaladas entre sus vivas descripciones clínicas se hallan las propias
meditaciones de CLECKLEY (1976) sobre el significado que actualmente se maneja sobre la
conducta psicopática:

El [psicópata] no está familiarizado con los hechos o datos que definen lo que podríamos llamar valores
personales. Tiene una gran incapacidad para entender tales temas. Por ejemplo, le es imposible dedicarle el más
mínimo interés a la tragedia o a la alegría humana representada en la literatura o el arte.
También permanece indiferente a esas mismas emociones en la vida real. Belleza y fealdad (excepto de una
manera muy superficial), bondad, maldad, amor, horror y humor no tienen significado para él, no le motivan.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 49 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Le falta, desafortunadamente, la capacidad de ver que los demás se conmueven. Es como si estuviese ciego
para ver el color, a pesar de su inteligencia y su apariencia humana.
Además, todo ello no se le puede explicar porque no hay nada en su órbita de atención que se lo pueda hacer
entender. Puede repetir las palabras y decir que sí lo entiende, pero ni siquiera él puede darse cuenta de que, en
realidad, no entiende (CLECKLEY, 1976, p. 90).

El libro The Mask of Sanity tuvo


una gran influencia en los
investigadores de los Estados Unidos
y Canadá durante la segunda mitad
del siglo pasado y se convirtió en el
marco de referencia de la mayor
parte de la investigación científica
sobre psicopatía que se llevó a cabo
en aquella época. Sin lugar a dudas,
esta obra cumbre se erige como la
base fundamental desde la cual hoy
en día se define al psicópata.

La mayor parte de esta


investigación se ha centrado en
encontrar lo que mueve o motiva al
psicópata. En estos momentos, ya
tenemos algunas de las claves para
resolver el enigma. Debido a que
nuestro conocimiento sobre la
devastación que producen los
psicópatas en nuestra sociedad va en
aumento, la investigación más actual se plantea un nuevo objetivo: el desarrollo de vías fiables
para identificar y tratar a los psicópatas y así minimizar el riesgo que plantean a los demás. Esta
tarea es de inmensa importancia tanto para los clínicos como para el público general.

A título comparativo, en el Cuadro 5 de la página siguiente se presentan los tres conceptos


que actualmente emplean los estudiosos del tema cuando hablan de la psicopatía, mantenidas por
tres enfoques diferentes. No obstante, cabe advertir que el malogrado concepto de TAP manejado
por la APA en su DSM-IV-TR suele confundirse tantos con las descripciones clínicas ya clásicas de la
psicopatía formuladas por CLECKLEY (1976) como con las descripciones empíricas más actuales de
HARE (1991, 2003b). A este respecto, algunos autores han advertido que «la psicopatía, por mucho
que digan algunos psiquiatras, no es sinónimo de trastorno antisocial de la personalidad, una
definición que comprende sólo a la “mitad del monstruo”» (BERBELL y ORTEGA, 2003, p. 50).
Quitando el adjetivo peyorativo y sensacionalista de “monstruo”, la aseveración es correcta: la
psicopatía, globalmente, comprende muchos de los rasgos antisociales y delictivos del TAP, pero
nada más, ya que ni es un trastorno mental ni tampoco la conducta antisocial/delictiva es
definitoria y exclusiva de la psicopatía.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 50 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

CUADRO 5. Los 3 conceptos que actualmente se manejan al hablar de psicópatas

PSICÓPATA PRIMARIO (SUBCLÍNICO) PSICÓPATA CRIMINAL O “PURO”


(CLECKLEY, 1941, 1976) (PCL-R; HARE, 1991, 2003b)

1. Encanto superficial y notable inteligencia. 1. Locuacidad / Encanto superficial.


2. Ausencia de alucinaciones y otros signos de 2. Sentido de autovaloración grandilocuente
pensamiento irracional. (Vanidoso).
3. Ausencia de nerviosismo o de 3. Necesidad de estimulación / Propensión al
manifestaciones psiconeuróticas. aburrimiento.
4. Indigno de confianza. 4. Insinceridad / Mentira patológica.
5. Falsedad e insinceridad. 5. Engaños / Manipulador / Controlador.
6. Incapacidad para experimentar 6. Ausencia de remordimientos y de
remordimiento o vergüenza. sentimientos de culpabilidad.
7. Conducta antisocial sin aparente 7. Afecto superficial.
justificación. 8. Insensibilidad / Crueldad / Ausencia de
8. Falta de juicio y dificultades para aprender empatía.
de la experiencia. 9. Estilo de vida parásito.
9. Egocentrismo patológico e incapacidad para 10. Pobre control de la conducta.
amar. 11. Conducta sexual promiscua.
10. Escasez habitual de reacciones afectivas 12. Presentación precoz de problemas de
básicas o primarias. conducta.
11. Pérdida específica de intuición. 13. Falta de realismo / Incapacidad para
12. Insensibilidad en las relaciones establecer metas a largo plazo.
interpersonales ordinarias. 14. Impulsividad.
13. Conducta desagradable y exagerada bajo el 15. Irresponsabilidad.
consumo de alcohol y, a veces, sin él. 16. Incapacidad para aceptar la responsabilidad
14. Amenazas de suicidio raramente consumado. de sus actos.
15. Vida sexual impersonal, frívola y poco 17. Relaciones maritales frecuentes y breves.
estable. 18. Delincuencia juvenil.
16. Incapacidad para seguir cualquier plan de 19. Revocación de la libertad condicional.
vida. 20. Versatilidad criminal (delictiva).

TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD


(DSM-IV-TR; APA, 2000, 2002)

A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la
edad de los 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes síntomas:

(1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta a comportamiento legal, como
lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
(2) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener
un beneficio personal o por placer
(3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
(4) irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
(5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
(6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con
constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas
(7) falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado,
maltratado o robado a otros

B. El sujeto tiene al menos 18 años.


C. Existen pruebas de un trastorno disocial antes de la edad de 15 años.
D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un
episodio maníaco.

FUENTE: Elaboración propia a partir de los autores citados.


PSICÓPATAS INTEGRADOS: 51 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

EL MUNDO PSICOSOCIAL Y
EMOCIONAL DEL

4. PSICÓPATA: ESCRUTINIO
DE SUS CARACTERÍSTICAS
CENTRALES

4.1. LA MENTE, PERSONALIDAD Y


EMOCIONES PSICOPÁTICAS: ¿UN
CEREBRO REPTILIANO?

4.1.1. LA MENTE Y PERSONALIDAD DEL


PSICÓPATA: PROCESOS INTRAPSÍQUICOS

En 1988, el doctor, psiquiatra y psicoanalista


norteamericano JOHN REID MELOY escribió un libro realmente
interesante sobre la psicopatía al que, precisamente, tituló The
Psychopathic Mind –La Mente Psicopática–.

Para este autor, la supuesta perturbación o alteración


mental del psicópata tiene sus orígenes en factores de
índole psicobiológica y psicoanalítica:
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 52 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

La psicopatía es una alteración desviada del desarrollo caracterizada por la ausencia de una capacidad de
relación objetal para establecer vínculos afectivos. La psicopatía es un proceso: una continua interacción de
factores y operaciones que implícitamente están progresando y regresando hacia un particular punto final, una
desidentificación fundamental con la humanidad (MELOY, 1988, p. 5).

En este sentido podemos


admitir, pues, que la mente
psicopática queda desligada o
desidentificada de las emociones
más básicas y genuinas del género
humano. Así, el doctor MELOY concibe
la personalidad del psicópata
como un proceso intrapsíquico
que posee tanto una estructura
como una función:

La psicopatía describe un
proceso intrapsíquico que tiene
tanto una estructura como una
función. Este proceso, aunque
vulnerable a varios estados
fisiológicos y emocionales, se
caracteriza por patrones
permanentes, o rasgos, que se
expresan comportamentalmente en
las relaciones interpersonales a lo
largo del tiempo. La estructura y
función de la psicopatía, ambas
necesarias y por sí mismas
insuficientes con medidas de
cualquier trastorno de la personalidad, son descriptibles en términos tanto metapsicológicos [primariamente
estructural] como clínicos [primariamente funcional] (MELOY, 1988, p. 17).

En este sentido, la mente del psicópata está estrechamente ligada a su propia


personalidad, es decir, el psicópata no piensa sin dejar de ser él/ella mismo/a. Lo que parece
fallar en la mente psicopática es la capacidad de estos sujetos para sentir las emociones humanas
de la manera correcta en que solemos sentirlas el resto de las personas normales. A esta crónica
incapacidad le tenemos que sumar su peculiar perfil de personalidad, un perfil que, como ya hemos
visto, está compuesto de una serie de rasgos o características que dificultan el establecimiento de
relaciones cálidas con los demás.

Siendo esto así, se nos plantean dos cuestiones de capital importancia: ¿cuál es la
capacidad biológica del psicópata para sentir emoción? y ¿cómo percibe el psicópata sus
propios estados emocionales? En los dos siguientes subepígrafes tratamos de dar respuestas a
estas dos preguntas.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 53 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

4.1.2. LAS EMOCIONES DEL PSICÓPATA: LA


ANALOGÍA DE LOS ESTADOS REPTILIANOS

En cuanto a la primera cuestión –¿cuál es la capacidad biológica del psicópata para


sentir emoción?–, el doctor MELOY (1988) emplea la analogía de los “estados reptilianos”
para tratar de dar una explicación más o menos plausible y comprensible. Su explicación se basa
en unos fundamentos sociobiológicos y psicoevolutivos de corte tanto etológica como biológica.

Así, MELOY (1988) arguye


que los mamíferos, a través
del sistema límbico –un grupo
diverso que contiene
estructuras cerebrales
relacionadas con los
sentimientos y las emociones,
tales como el hipocampo o la
amígdala–, tienen la capacidad
de relacionarse entre sí de
manera significativa,
“emotiva”, haciendo de la vida afectiva consciente un aspecto singular en sus pautas de crianza e
interacción diarias. Los reptiles, a diferencia de los mamíferos, no cuentan con un sistema
parecido, estando ausente de su cerebro la respuesta emotiva hacia sus crías, así como la conducta
de acumular –la cual se emplea para hacer frente a periodos de escasez– y la conducta social.

En este punto, y antes de


proseguir, se hace necesario
realizar un pequeño matiz.
Quizá, alguna vez habrás
advertido, tras ver algún
documental, cómo las
hembras de cocodrilos
transportan a sus crías hacia el
río o pantano entre sus dientes
sin hacerles el menor daño,
con lo cual podrías haber
inferido la idea de que los
cocodrilos no tienen tanta
sangre fría como se les pinta.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 54 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Y en cierto modo, tienes razón, pero sólo en cierto modo. Si has visto también en otros
documentales algo más que ese significativo transporte de sus crías en la boca hacia el agua, te
habrás percatado también de que las mismas madres devoran a sus crías cuando éstas ya están
relativamente crecidas. Tal como expresan los mismos etólogos, hay que tener en cuenta que esa
conducta aparentemente social –la de transportar a las crías sin dañarlas ni comérselas– responde
simplemente al conocido instinto maternal de carácter animal generalizado. En el particular caso de
los cocodrilos, este instinto, dado su primitivo o reptiliano cerebro, está mucho más arraigado que
en cualquier otro subtipo de la especie animal.

Así, pues, desde el punto de vista etológico –que estudia el comportamiento animal– y
psicoevolutivo –un enfoque explicativo procedente de la Psicología Evolutiva o Psicología del
Desarrollo–, el instinto animal, en sentido general, es una pauta biológica que la poseemos todos
los animales –incluidos los humanos–, pero una pauta que poco tiene que ver con los procesos
psicológicos básicos. En este sentido, y para que nos entendamos todos, pongamos un ejemplo:
aquella persona que nunca se ha pinchado con las espinas de una rosa tras cogerla puede
desarrollar y poner en funcionamiento la capacidad de reacción instintiva primaria o primitiva de
soltar y dejar caer la rosa al suelo de la misma forma que la persona que ya haya experimentado
esta experiencia aversiva. Por tanto, puede haber aprendido a reaccionar así tanto a través de la
observación ajena o simplemente porque le hayan dicho que el tallo de las rosas tiene espinas que
pinchan mucho. Así, no será necesario que condicione psicológicamente esta experiencia aversiva
para que en posteriores ocasiones reaccione de manera instintiva.

Pero volvamos de nuevo a nuestra hipótesis de los estados reptilianos de MELOY (1988). La
conducta maternal y aparentemente social de las hembras de cocodrilo simplemente responden a
un instinto biológico –una reacción instintiva, si lo prefieren– muy primitivo que específicamente
los reptiles tienen asentado de manera mucho más fija que el resto de animales, pero no a una
respuesta emotiva hacia sus crías tal como la entendemos en general. El resto de conductas
sociales y de supervivencia las tienen bastante atrofiadas o no desarrolladas, conformándose,
pues, con lo más básico. Por tanto, el instinto maternal, la conducta de almacenar o acumular
como forma de previsión y la conducta social son tres aspectos bien característicos de los
mamíferos, pero no de los reptiles ni de los psicópatas.

En primer lugar, la conducta de almacenar implica la capacidad de proyectar en el futuro y


anticipar consecuencias aversivas. En este sentido, tal como se ha reflejado en los ítems del PCL-R,
precisamente uno de los rasgos típicos de la psicopatía es la incapacidad de prever las
consecuencias ni de establecer metas a largo plazo. Tal como han demostrado reiteradamente las
investigaciones, el psicópata anticipa de manera deficiente las situaciones aversivas (HARE, 1970,
HARE y COX, 1978; MOLTÓ ET AL., 2001). En este sentido, se ha dicho en repetidas ocasiones que los
psicópatas no tienen ni miedo ni ansiedad ante diversas situaciones:

Los clínicos frecuentemente describen a los psicópatas como individuos dotados de poderosos mecanismos de
defensa que sofocan perfectamente la ansiedad y el miedo. La investigación de laboratorio apoya esta versión y
sugiere que debe haber una base biológica detrás de esa habilidad para controlar el estrés. Suena como si
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 55 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

tuviésemos que envidiarles. Sin embargo, lo malo del asunto es que la línea que separa la valentía y la temeridad
es muy delgada: los psicópatas están siempre metiéndose en líos, en gran medida porque su conducta no se ve
motivada por la ansiedad o por las claves que les avisan del peligro. Es como si llevasen gafas de sol por la noche:
parecen estar “de moda”, pero se pierden lo que pasa a su alrededor (HARE, 1993, pp. 194-195).

En segundo lugar, el impulso paterno o el instinto maternal de los mamíferos, ausente en la


mayoría de los reptiles, nos recuerda esta ausencia de cuidado hacia la prole muy típica de los
psicópatas, así como la historia de abuso y malos tratos en algunas de sus biografías.

Finalmente, en cuanto a la conducta social, los psicópatas «comparten con los reptiles la
incapacidad para socializar de un modo afectivo y genuinamente expresivo» (MELOY, 1988, p. 68),
lo cual nos recuerda la proverbial ausencia de empatía y de vínculos significativos que CLECKLEY
(1941, 1976) ya postulara sobre este tipo de personas.

4.1.3. LOS PROCESOS MENTALES PSICOPÁTICOS


Y LA EXPERIENCIA EMOCIONAL CONSCIENTE

Por tanto, y refiriéndonos ahora a la


segunda cuestión que planteábamos –
¿cómo percibe el psicópata sus propios
estados emocionales?–, los procesos
mentales psicopáticos permiten la
experiencia consciente de la emoción,
sólo que tal emoción es egoísta, ya que se
estructura en relación al propio “yo”, es
decir, como una extensión del sentimiento
grandioso del “yo” del sujeto, lo cual casa
perfectamente con el marcado carácter
narcisista que MELOY, en su libro La Marca de
Caín, confiere a la psicopatía.

La parte del “yo” que es activada por la


relación con los demás –self-object (“auto-
objeto”), en la terminología psicoanalítica del
autor– depende de los atributos de la
persona en cuestión con la que interactúa el
psicópata (MELOY, 2001).
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 56 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Así, puede decirse que los otros son percibidos por el psicópata de forma defensiva, como una
especie de actualizaciones de parte de su estructura grandiosa del “yo”, es decir, que el psicópata
se irá sintiendo más grandioso –se irá actualizando su propio ego– con cuantas más víctimas
cosifique –empleé como meros objetos o cosas que les resulten útil para sus propios fines
egoístas–. La forma defensiva en que percibe y se presenta el psicópata ante los demás,
simplemente, forma parte de su peculiar forma de pensar, y así procede siempre porque cree que
establecer lazos afectivos y duraderos con cualquier persona podría perturbar su continuo e
imparable estilo de vida asocial, antisocial y/o parásito, que no deja de ser tan cotidiano y rutinario
como el de cualquier otra persona normal.

Las tesis de MELOY pueden resumirse en el hecho de que los psicópatas parecen tener una
emocionabilidad condicionada por ciertos sustratos biológicos infrahumanos. El desarrollo de esta
experiencia emocional se realiza mediante un planteamiento psicoanalítico del desarrollo, en el que
un carácter marcadamente narcisista permite la expresión de instintos que no han sido
adecuadamente elaborados por el “yo” consciente y socializado. Muy al contrario, “el yo” del
individuo –grandioso, narcisista– no hace sino potenciar pautas de conducta y deseos que son
impelidos por una biología “reptiliana”, una biología muy básica y primitiva incapaz de posibilitar
una socialización prosocial.

4.2. LA CONDUCTA Y MUNDO


PSICOSOCIAL DEL PSICÓPATA: PURA
FACHADA, MERAS APARIENCIAS

4.2.1. PERSONALIDAD, CONDUCTA Y ESTILO DE


VIDA: INTERRELACIONES EVIDENTES Y NO TANTO

Si la mente del psicópata hemos dicho que es especialmente peculiar por sus marcados
rasgos de personalidad anormales, la conducta de este tipo de sujetos no lo es menos dados
sus rasgos comportamentales desviados. CLECKLEY (1941, 1976) afirmó que la característica
esencial del psicópata consiste en la deficiente respuesta afectiva que manifiesta hacia otras
personas, lo cual explicaría parte de su conducta asocial y/o antisocial.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 57 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Siendo esto así: ¿cómo es el mundo psicosocial del psicópata?, ¿cuál y cómo es su
manera de relacionarse con y comportarse ante los demás?

Ya en 1962, JOHNS y QUAY habían señalado que el psicópata es incapaz de mostrar simpatía o
genuino interés por los demás; eso sí, cuando predominan sus propias conveniencias, los autores
afirman que el psicópata recurre a una exuberante sofisticación verbal y a una aparente sinceridad
para manipular, engañar y convencer a los demás. En la misma línea, FOULDS (1965) y BUSS (1966)
consideraban que el egocentrismo y la falta de empatía son los factores responsables de las
anormalidades de los psicópatas en sus relaciones interpersonales.

No estamos redundando en la personalidad del psicópata por puro arbitrio. La conducta


del psicópata está invariablemente relacionada o conectada con su personalidad, y esto es así
porque, precisamente, son los rasgos de personalidad los que más destacan e importan de cara a
evaluar a los denominados psicópatas integrados o no criminales. Se sobreentiende que la
conducta criminal o delictiva de cualquier persona –sea o no psicópata– es claramente ostensible
porque se traduce en hechos o conductas directas –observables–. Sin embargo, la personalidad de
cualquier sujeto no es tan sencilla de desgranar porque aparentemente no se manifiesta de forma
visible. Los rasgos de personalidad no se pueden palpar o ver tan fácilmente como las conductas
desplegadas por las personas, de ahí que necesitemos valorar primero sus intenciones y
motivaciones, las cuales suelen quedar posteriormente reflejadas en hechos o conductas visibles.

En este sentido, resultará lógico que cualquier manifestación verbal de intenciones y


motivaciones tiene que ser necesariamente contrastada con la realidad actual –no tanto con la
pasada– visible y mensurable de la persona de la cual estemos intentando elaborar un perfil o
evaluación psicológica. En el caso de la psicopatía, a diferencia de la evaluación de la personalidad
de los sujetos normales, las cosas se complican y los procedimientos de diagnóstico son más
exhaustivos aún si cabe, pero dicha identificación es ciertamente posible, siempre que el contraste
entre la información verbal y los hechos visibles se lleve a cabo convenientemente. Hay que
recordar, llegados a este punto, algo muy importante cuando estamos intentando detectar a un
psicópata, y es lo siguiente: el psicópata no es ni lo que dice que es ni lo que dice que hace,
sino simplemente lo que hace a diario.

Si realmente pretendemos saber cómo es la conducta y el mundo psicosocial del


psicópata, el investigador debe tener muy claro que hay que fijarse, además de en sus peculiares
características de personalidad, en su estilo de vida: éste es, sin duda alguna, un factor
importantísimo, porque su estilo de vida, en buena medida, es reflejo de su propia personalidad,
de su forma de ser y estar en el mundo.

Quizás el lector, a pesar de la advertencia que venimos dando sobre la relatividad de la


conducta delictiva de los psicópatas, pueda tener una impresión errónea, probablemente también
influida por el sensacionalismo engendrado por los mimos medios de comunicación sobre casos que
causan o han causado gran impacto y alarma social. Si los sujetos que presentamos en este curso
–y otros tantos que no estudiamos aquí– no hubiesen cometido asesinatos y agresiones sexuales,
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 58 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

¿podrían haber sido considerados como psicópatas? Indudablemente, como veremos más adelante
con el caso de los psicópatas integrados, sí.

Es importante insistir en que la conducta delictiva no determina la psicopatía ni de los sujetos


que aquí analizamos como casos de estudio ni de las personas que potencialmente pudieran
cumplir un conjunto de rasgos psicopáticos suficiente como para poder establecer el diagnóstico de
psicopatía sin lugar a equivocaciones. Psicópata no es sinónimo de asesino –ni de violador, ni
de terrorista, ni de pedófilo, ni de traficante, ni de mafioso, ni de cualquier otro tipo de
delincuente–, si bien es cierto que no podemos negar la presencia de la psicopatía en casos
criminales como éstos. Aun así, cuando analizamos todos los demás datos no relacionados con sus
conductas delictivas –asesinatos, violaciones, etc.–, los psicólogos criminalistas han comprobado
que podemos seguir confirmando su personalidad antisocial y/o asocial. Y he aquí, precisamente,
donde residen las características principales de la conducta y mundo psicosocial de los psicópatas.

Muchos psicópatas presentan episodios


agresivos y/o violentos ya desde su
infancia, marcados por modelos educativos
incoherentes y centrados en un ambiente familiar
desestructurado –por ejemplo, una familia
(monoparental o no) con un padre alcohólico,
irresponsable y agresivo, o con una madre
neurótica, infantiloide, obsesiva e inflexible–
(MELOY, 1992).

Muchos psicópatas los presentan, pero


muchos otros, no. Asimismo, las adversidades
vivenciadas en la infancia tampoco son un
“grillete” a modo de condena que
irremediablemente causen la psicopatía; si esto
fuera cierto, entonces tendríamos que muchos
niños y niñas maltratadas en sus etapas infantil
y/o adolescente acabarían convirtiéndose posteriormente en verdugos, y la realidad tanto clínica
como criminológica, por más que se empeñen algunos autores, no constata exactamente esto.

En general, los y las psicópatas son personas incapaces de establecer lazos afectivos ni
duraderos con nadie; de hecho, ninguno de ellos habrá demostrado algún tipo de sentimiento
genuinamente humano hacia alguien. Sus relaciones con los demás están llenas de connotaciones
egoístas, manipulándolos con gran facilidad y sin el menor atisbo de escrúpulos. Su desarrollo
personal gira en torno a sus propios impulsos y necesidades inmediatas –aquí, ahora y ya–,
manteniendo un estilo de vida inestable, muchas veces errante, ambulante o nómada –sin tener un
lugar fijo, lo que, lógicamente, le supondría una atadura que le impediría seguir moviéndose a su
antojo y libre albedrío–, parásito y sin propósito alguno –un “sin oficio ni beneficio”, que se suele
decir a nivel coloquial–.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 59 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Algunos psicópatas tienen un elevado coeficiente de inteligencia –CI–; muchos realizan –los
terminen o no– estudios superiores o son conocedores de temas concretos; viven exclusivamente
el presente y de forma muy intensa, ya que no saben hacer planes de futuro a largo plazo –más
concretamente, los saben trazar o esbozar (de boquilla), pero no saben qué hay que hacer para
llevarlos a cabo y, además, con eficacia–.

Lógicamente, los casos “puros” o “de libro” son difíciles de hallar. Hay muchas teorías que han
intentado explicar la personalidad, emociones y conducta del psicópata, cada cual basada en un
enfoque o modelo propio. A continuación vamos a exponer brevemente tres de las más relevantes,
basadas, fundamentalmente en una perspectiva psico-sociológica.

4.2.2. TRES TEORÍAS QUE EXPLICAN EL


MUNDO PSICOSOCIAL DEL PSICÓPATA

A. UNA DEFICIENCIA EN LA HABILIDAD DE


REPRESENTAR UN PAPEL (GOUGH, 1948)

Desde una perspectiva sociológica, la teoría de la deficiencia en la habilidad de


representar un papel de HARRISON G. GOUGH, planteada ya en 1948, aún sigue siendo válida como
una de las explicaciones más plausibles del comportamiento y mundo psicosocial del
psicópata del que venimos hablando.

GOUGH (1948) ha delineado una teoría de la psicopatía basada en el concepto de


“interpretación de un papel/rol”, que supone ponerse “en la piel” del otro, tratando de verse
uno mismo tal como le ven los demás. Para este autor, tanto la socialización como la
cooperación y el autocontrol dependen de estas experiencias de interpretación, puesto que
todas ellas permiten al individuo predecir cómo se comportarán los demás y cómo reaccionarán
ante su propio comportamiento.

GOUGH (1948) estaba convencido de que el psicópata presenta deficiencias en esta


habilidad interpretativa o de representar un papel. Por consiguiente, es incapaz de mirarse a
sí mismo como un objeto social y de prever las consecuencias de su conducta. Y, como no puede
juzgar su modo de obrar desde el punto de vista de los demás, es también incapaz de
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 60 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

experimentar vergüenza, lealtad, contrición o identificación con un grupo. No sabe comprender las
razones por las que la sociedad censura su conducta ni tampoco los castigos que le impone. Es
insensible a los deseos y a las necesidades de los demás, carece de inhibiciones y escrúpulos, y no
siente ningún afecto profundo o genuino a causa de su incapacidad para identificarse con las
demás personas.

B. LA CONSTRUCCIÓN DE UNA FACHADA SOCIAL


(GREENACRE, 1945)

Otra explicación relacionada con la anterior es la teoría de la fachada social, que se basa en
la sugerencia lanzada por GREENACRE (1945) de que la psicopatía es consecuencia de haber tenido
un padre inflexible y distante, y una madre indulgente, frívola y sólo deseosa de agradar; en una
palabra, de haber tenido unos padres narcisistas y únicamente preocupados por las apariencias
externas. El hijo lleva a cabo una especie de exhibición de escaparate –en España decimos que tal
sujeto se comporta “de cara a la galería”–, en virtud de la cual, los comportamientos que se
reflejan favorablemente en los padres quedan afianzados, y los fallos quedan negados, ocultados o
rechazados. Debido a ello, el niño…:

… queda privado de toda confrontación con lo real y sus actos ya desde la más temprana edad, se miden o
valoran más por su apariencia que por su contenido intrínseco. Se observan en miniatura las actitudes que después
adoptan típicamente los psicópatas; por ejemplo, la superior valoración de lo que parece ser con respecto de lo que
es efectivamente. Esta característica de su modo de ser, junto con el considerable empobrecimiento emocional que
experimenta, tiende a crear en él una visión insuficiente de la realidad, con lo cual la primera consideración se
dirige en todo momento hacia lo más superficial (GREENACRE, 1945, p. 449).

C. UNA DEMENCIA SEMÁNTICA (CLECKLEY, 1941) Y UNA


RACIONALIZACIÓN DE LAS EMOCIONES (ARIETI, 1967)

La idea de que los psicópatas pueden adoptar una “fachada” social sin otra coacción moral o
emocional más que lo que “ven considerado como bueno para los demás” es una reminiscencia del
concepto de demencia semántica elaborado por CLECKLEY (1941). Si no hay razones “reales” a
favor de un determinado comportamiento socialmente aceptable, entonces el asombro del
psicópata ante lo que la sociedad le exige resulta incomprensible.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 61 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

En efecto, debe tenerse presente que, según SILVANO ARIETI (1967), el psicópata parece actuar
exclusivamente según el criterio de lo que es o no es aceptado por la sociedad, pero desde un
punto de vista racional en vez de emocional; es decir, los psicópatas muestran una
racionalización de las emociones, pero según sus propias “reglas”. Así, aunque a veces pueden
obrar de un modo correcto, cuando tratan de relajar su tensión pueden quedar sorprendidos al ver
que se les censura por hacer lo que a ellos les parece lógico y aceptable en aquellas circunstancias.

4.3. LAS CARACTERÍSTICAS ESENCIALES


DEL MUNDO PSICOSOCIAL DEL PSICÓPATA

4.3.1. LA MENTE PSICOPÁTICA: FACTORES


COGNITIVO-EMOCIONALES Y CONDUCTUALES
DEL MUNDO PSICOSOCIAL DEL PSICÓPATA

Llegados a este punto, la pregunta es obligada: ¿cómo se combinan la personalidad y la


conducta del psicópata para engendrar un mundo psicosocial tan egoísta e interesado como el
que representan? La respuesta a la pregunta es relativamente sencilla si atendemos,
principalmente, a los factores cognitivo-emocionales, que son los que precisamente se
encuentran incardinados en la misma mente psicopática. Pero también son importantes algunos
de los factores conductuales, los cuales, como ya hemos dicho, suelen ir en estrecha conexión
con su personalidad y emociones. Pasemos a estudiar algunas de estas características esenciales.

A. SENTIDO DE AUTOVALORACIÓN GRANDILOCUENTE:


UN NARCISISMO QUE DA VÉRTIGO

Cuando estudiamos los factores cognitivos, encontramos que los psicópatas presentan un
rasgo de personalidad muy destacado: nos referimos a su alto egocentrismo-narcisismo. En
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 62 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

este sentido, podríamos decir que una de las claves definitorias de estos sujetos es su extremado e
inflado sentido de autovaloración grandilocuente, es decir, una exaltación extremada de la
propia personalidad, hasta el punto de considerarla como el centro de la atención y actividad
generales. Los psicópatas se aman muchísimo a sí mismos: intentarán demostrar su estatus y
cualidades superiores pisoteando y humillando a los demás. Tratamos con un ser egoísta,
irresponsable e indiferente ante las normas, incluso con un cierto tono “chulesco” por su idea
personal de que siempre permanecerá impune por sus conductas. Se trata de una persona que
tiende a vivir al día y no le preocupa el futuro lo más mínimo, salvo que algo le haga pensar que
“el mañana” podría verse socavado de alguna forma en la que no pueda ejercer cierto dominio y/o
control, en cuyo caso saldrá huyendo hacia otro ambiente y/o circunstancias que le provean algo
de estabilidad momentánea y le permita seguir parasitando.

Queda claro que, debido a su necesidad inmediata de estimulación, las metas o fines que
busca el psicópata suelen ser a corto plazo, a muy corto plazo: si una situación que ha buscado no
le interesa, la aguantará estoicamente hasta que encuentre otra que le satisfaga más, de ahí el
calificativo que le damos de “parásito” social y nomadismo crónico. Hay que tener en cuenta que
los intereses del psicópata se focalizan en el ambiente inmediato y en el factor oportunidad –de ahí
que digamos que son oportunistas–, por lo que resulta comprensible que perciban a los demás
como meros objetos que manipular para conseguir sus objetivos: lo de que «El fin justifica los
medios» que ya expresara en su tiempo MAQUIAVELO, en el caso del psicópata es un acierto pleno.

Los psicópatas perciben a las personas como un objeto cualquiera, y por ello las cosifican –las
transforman en “cosas” u “objetos”–; en algunos casos harán uso de las personas para beneficio
persona, mientras que en otros casos serán percibidas como un obstáculo ambiental que interfiere
en sus deseos, caprichos y “ensueños”. En general, el psicópata se caracteriza por un estilo de vida
inestable, parásito y sin propósito: a pesar de su propia falsa creencia de que es independiente y
autosuficiente, lo bien cierto es que depende tremendamente de los demás y no intenta conseguir
una estabilidad e independencia reales en su vida. Ya lo hemos dicho antes: todo aquello que les
suponga un vínculo, lazo o atadura que de algún modo perciban que pudiera ligarles de por vida,
sin duda alguna lo rechazarán y comenzarán otra vez con una nueva historia o aventura en la que
siempre repetirán el mismo patrón de personalidad y de conductas.

B. LOCUACIDAD Y ENCANTO SUPERFICIAL: UNA


PERSONALIDAD HECHIZADORA

Con lo dicho anteriormente, uno podría quedar un tanto sorprendido por la capacidad tan
camaleónica con que los psicópatas se mueven entre nosotros. Podríamos preguntarnos algo así
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 63 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

como lo siguiente: ¿cómo lo hace?, ¿cómo es posible que haga lo que haga para conseguir sus
fines y que los demás no nos apercibamos de este tipo de artimañas que, aparentemente, deberían
ser a todas luces visibles?

Pues bien. El mundo psicosocial del psicópata, de nuevo, no deja de desvincularse tanto de
sus rasgos de personalidad como de sus patrones comportamentales. Para obtener los fines
anhelados, el psicópata se provee de una gran locuacidad y encanto superficial (HARE, 1980,
1993, 2003a), algo que es favorecido por tener una personalidad aparentemente –aunque sólo en
los primeros momentos– extrovertida (EYSENCK, 1977; HARE, 1982, 1998b).

Se trata de una persona muy locuaz –no me refiero a la típica persona “parlanchina”, sino a la
que tiene una labia impresionante–, encantadora –casi “hechizadora”, como una especie de
prestidigitador verbal y emocional, un vulgar “comecocos” pero convincente–, amena, entretenida
y muy ingeniosa –dada su impulsividad y constante búsqueda de estimulación y de nuevas
experiencias/juegos–, que suele dar una buena imagen de sí misma. El psicópata es una persona
que se considera muy segura de sí misma y que no se considera –aunque lo sea– como una
persona fracasada: quizás al principio –y esto forma parte de su ciclo de manipulación para llamar
la atención sobre sus víctimas y así poder “engancharlas”– pueda presentarse ante los demás como
una especie de “pobrecita víctima de las circunstancias y/o de la vida”, pero en seguida notarás el
cambio radical cuando comience a desplegar sus encantos más grandilocuentes, así como sus
frecuentes desaires –y/o salidas de tono– y sus aires de superioridad ante los demás y, sobre todo,
ante las figuras de autoridad o de más estatus que ellos (POZUECO, 2010b).

C. MENTIRA CUASI-PATOLÓGICA, ENGAÑO Y


MANIPULACIÓN: FANTASMAS DE OFICIO

Otro rasgo de personalidad particularmente relevante en el mundo psicosocial y personal del


psicópata es su constante, reiterada y cuasi-patológica mentira. Indudablemente, la mayor
parte de sus acciones suele venir acompañadas de mentiras frecuentes. Para estos sujetos, la
mentira y el engaño son parte integradora de su relación con los demás (KARPMAN, 1961; CLECKLEY,
1976; HARE, 1980). Asimismo, utilizarán la mentira y el engaño para estafar, timar, defraudar,
desahuciar y manipular a los demás, e incluso a las mismas instituciones oficiales.

Debemos recordar que el psicópata es un gran manipulador, que se servirá de cualquiera en


su beneficio personal, y que echará las culpas de todo lo que sucede siempre a los demás, siempre
teniendo una buena excusa o coartada que los deje en buen lugar. Del psicópata podemos decir,
como acertadamente ya señalara HARE en 1970, que se trata de un consumado actor, máster en
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 64 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

teatralidad. La manipulación del psicópata es arrasadora y psíquica y moralmente socavante;


puede acabar hasta con la paciencia del más santo: con esa sonrisa muchas veces socarrona,
generalmente te podrá presentar un plan de vida suculento y de ensueño, pero luego, si algo te
diera –y no lo dudes–, «te pasará factura» (HARE, 1993).

El psicópata es también una persona pendenciera: pleiteará y montará altercados con todo
aquel que se le ponga por medio si de ello percibe que pudiera sacar tajada o pingües beneficios;
es muy difícil tratar con fantasmas de oficio, y los psicópatas lo son, de ahí que negociar con el
psicópata puede resultar, al final, un maldito ejercicio, un mal negocio. Con sus reiteradas mentiras
y su gran capacidad de manipulación y seducción te hará escuchar disparates que van a sacarte de
quicio, pero los psicópatas están tremendamente seguros de que terminarán convenciéndote,
aunque “vean” que las posibilidades de éxito son realmente ínfimas.

D. AUSENCIA DE REMORDIMIENTOS Y DE
SENTIMIENTOS DE CULPA: NO LO SIENTO

Otro rasgo de personalidad del psicópata especialmente importante y a tener en cuenta es su


espasmosa e inquietante ausencia de remordimientos y de sentimientos de culpa. Desde
luego que puede fingirlos o simularlos, pero debe tenerse en cuenta que los psicópatas jamás se
arrepienten de sus actos. Podrían presentarse ante ti, por ejemplo, tras romper una relación con
frases de guión del tipo “una tormenta se llevó mi vida”, “me siento fatal”, “sin ti no soy nada”, “no
era mi intención”, “lo hemos hecho mal pero aún se puede arreglar”, etc. Ni por un momento
dudes que está fingiendo todos estos sentimientos de culpa y/o remordimientos: en suma, que
está mintiendo de nuevo y comenzando a manipularte otra vez: ¡no siente nada de nada!

¿Cómo puedes contrastar esto que te digo para “cazarlo” en su propia mentira y simulación de
emociones? Por ejemplo, no pierdas de vista que el psicópata, en sus relaciones, demuestra un
afecto superficial y poco duradero, siendo realmente incapaz de describir estados afectivos más
profundos (FOULDS, 1965; BUSS, 1966; HARE, 1993, 2003a). En este sentido, y no es ninguna
broma, cuenta las lágrimas que se le caen de los ojos, el tiempo que duran sus falsos sollozos;
pídele que te explique con detalles cuáles son sus sentimientos hacia ti y cuáles son los planes de
futuro que ahora te presenta como nuevos. Pero no te conformes con esto, no seas ingenuo: pídele
que te explique con pelos y señales de qué forma y con qué medios va a hacer realidad todo
aquello que ahora te vuelve a prometer. Como quizás estarás ya pensando y habrás intuido, pronto
te darás cuenta de que ni hay nada nuevo que presentarte ni tampoco existen los medios
adecuados que justifiquen verídicamente y de forma madura y realista los benévolos y románticos
fines o proyectos de vida que otra vez te está intentando vender y colar.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 65 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

El psicópata es una persona solitaria. Otra de sus frecuentes características comportamentales


es su aparente presencia/ausencia de relaciones interpersonales; parece que tiene muchos
amigos, pero en realidad no son más que conocidos: muchos contactos virtuales y de palabra, pero
físicamente alejados de ellos o poco cercanos; una persona sin remordimientos ni sentimientos de
culpa es poco probable que tenga amigos, si es que alguno (POZUECO, 2010b). Especialmente
particular es su preferencia por las relaciones sexuales “liberales”, triviales, banales, livianas,
impersonales y poco integradas (CLECKLEY, 1976). Todas estas características son medios –o
“armas” psicológicas– que los psicópatas emplean para conseguir sus fines: su peculiar encanto
superficial y sus esperpénticas y controvertidas dotes de seducción le facilitarán el camino.

E. AUSENCIA DE EMPATÍA: NO PUEDO CALZARME TUS


ZAPATOS

Estrechamente relacionada con la característica o rasgo anterior, los psicópatas también


presentan una ausencia de empatía manifiesta. Se trata de una ausencia general de
consideración por las consecuencias de sus acciones, lo que enlaza directamente con su notable
ausencia de remordimientos por los efectos producidos en sus víctimas. Dicha ausencia de empatía
lo que les provoca es una plena incapacidad para ponerse en el lugar de los demás y llegar así a
poder comprender el sufrimiento que sienten por las conductas que han tenido que soportarles, lo
cual demuestra una fortísima insensibilidad y crueldad.

En algunas ocasiones, su actuación será más bien impulsiva por esa necesidad inmediata e
imperiosa de nuevas estimulaciones/sensaciones (HARE, 1982), mientras que, en otras ocasiones,
su actuación demostrará una gran frialdad en actos muy meditados y elaborados (WELLS, 1988). En
cualquiera de los casos, no te olvides de que el psicópata jamás “se calzará” tus zapatos, jamás
podrá ponerse en tu piel.

F. AGRESIVIDAD MANIFIESTA Y ENCUBIERTA:


CUANDO LAS COSAS SE TUERCEN

Otra de las manifestaciones conductuales más típicas del psicópata es su fuerte agresividad,
y no necesariamente tiene que ser de carácter físico: en algunos casos –y es en este sentido
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 66 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

cuando hablamos de agresividad manifiesta–, su temperamento es exaltado, exacerbado,


acalorado, crónicamente irritable: es como si estuvieran eternamente cabreados con el mundo en
general, siempre enervados, avinagrados, siempre de mala gana y con cara de perro; todo les
molesta y perturba. A veces, ante la frustración que las situaciones o incluso ellos mismos se
provocan, pueden responder con conductas violentas de todo tipo. Sin embargo, los psicópatas
integrados suelen mostrar más agresividad encubierta –psicológico-emocional– que manifiesta,
ya que, en comparación con los psicópatas criminales, suelen tener bastante control de sus
impulsos y acciones, de ahí que todo lo planifiquen al milímetro.

4.3.2. LAS EMOCIONES PSICOPÁTICAS: SIN


CONCIENCIA Y AMORALES

Aunando todo el análisis realizado hasta aquí sobre la personalidad y conducta del psicópata,
sólo nos queda desgranar el por qué de tanta anormalidad o normalidad, según se enfoque, el por
qué y el por dónde de todo ese recorrido personológico y conductual hasta llegar a un individuo con
tales características.

Para tratar de dar crédito a todo este sinsentido sobre su personalidad, lo que vamos a hacer
a continuación es manejar dos hipótesis de trabajo que creo interesantes y que puedan dar
respuesta sobre la forma de ser de este tipo de individuos. Es bastante probable que el mayor
defecto de los psicópatas resida tanto en un ostensible razonamiento moral inmaduro (REDONDO,
2008) como en un gran fracaso de la conciencia (GARRIDO, 2005a), ambos defectos estrechamente
interconectados entre sí. Estas son, pues, las dos hipótesis de trabajo con las que vamos a finalizar
este análisis sobre la mente y conducta psicopáticas del presente TEMA 1.

A. UN RAZONAMIENTO MORAL INMADURO: ENTRE EL


JUICIO MORAL Y LA INFRACCIÓN PENAL

El razonamiento moral inmaduro del psicópata se correspondería con una especie de


analfabetismo emocional, con aquella demencia semántica de la que ya hablaba el doctor
CLECKLEY en 1941. Pero vamos a profundizar un poco más en estas premisas para matizar varios
aspectos importantes.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 67 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

T. LUNNESS (2000) sostiene que el pensamiento inmaduro se caracteriza por ser


egocéntrico, externamente controlado –todo, sobre todo la culpa y la suerte, se achaca a
causas externas–, de razonamiento concreto –simplista, sin comerse mucho la cabeza–,
instrumental –con el único objetivo de sacar provecho–, impulsivo –ahora pienso esto, ahora me
apetece lo otro, etc.– y relativo al corto plazo –inmediato, caprichoso–. Por su parte, el
pensamiento maduro se caracteriza por ser más sociocéntrico –más centrado en los demás–,
internamente controlado, empático y prosocial.

En este sentido, uno de los objetivos generales y más frecuentes incluidos en los tratamientos
psicológicos aplicados tanto a los delincuentes como a las personas en situación “de riesgo” y/o
exclusión social consiste en ayudarles a mejorar sus capacidades y habilidades para tomar en
cuenta distintas perspectivas y aspectos de las situaciones a que se enfrentan, en relación con las
opciones de comportamiento que se presentan en la vida diaria. Todo este conjunto de técnicas en
habilidades sociales y potenciar los recursos personales también son empleados en las terapias con
personas normales que acuden a consulta alegando problemas cotidianos para los que o bien no
tienen recursos suficientes de afrontamiento de los mismos o bien los tienen pero no saben cómo
activarlos y practicarlos.

Todos estos aspectos de las decisiones humanas


hacen referencia a lo que los psicólogos sociales
denominan desarrollo moral, un aspecto que ha sido
muy bien estudiado por el maestro de maestros en
este tema de Psicología del Pensamiento y Psicología
del Juicio Moral: LAWRENCE KOHLBERG.

En su libro Formar Personas Prosociales,


MARÍA VICENTA MESTRE ESCRIBÁ, Catedrática de
Psicología Básica de la Facultad de Psicología
de la Universitat de València, nos explicaba
hace ya años en sus clases que «el desarrollo
del razonamiento moral es parte de una
secuencia que incluye también el desarrollo
del pensamiento lógico y la habilidad para
tomar la perspectiva de los otros» (MESTRE,
2000, p. 19).
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 68 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

En la misma línea, SANTIAGO REDONDO


ILLESCAS, Profesor Titular de Psicología y
Criminología de la Universitat de Barcelona,
en su libro Manual para el Tratamiento
Psicológico de los Delincuentes (REDONDO,
2008) nos recuerda que los modelos del
desarrollo moral establecen un gradiente de
estadíos “morales” en los cuales podrían
basarse las decisiones de las personas.
Dichos estadíos ascienden, a lo largo del
desarrollo personal de cada individuo, desde
los niveles inferiores –en los que las
decisiones se fundamentarían en la
obtención o evitación de consecuencias
materiales inmediatas (recompensas o
castigos)– hacia planos más abstractos y
auto-inducidos –en los que ya se toman en cuenta los deseos y expectativas de otras personas y,
en el mejor de los casos, las propias convicciones morales–. En este sentido, el desarrollo de
valores en personas con comportamiento antisocial es una condición necesaria para aumentar su
probabilidad de efectuar elecciones prosociales y decrecer la de adoptar opciones delictivas.

El modelo de desarrollo moral más


conocido y estudiado es el de KOHLBERG,
elaborado en 1976, en el cual describe tres
niveles de desarrollo distribuidos a lo largo
de seis estadíos. Según la teoría del
desarrollo del razonamiento/juicio
moral de KOHLBERG (1976), enfocada desde
un planteamiento cognitivo-evolutivo, dicho
desarrollo se realiza a través de estadíos,
que son sistemas organizados de
pensamiento, forman una secuencia
invariante y progresiva, sin saltos ni
retrocesos, y constituyen una jerarquía en el
sentido de que las estructuras cognitivas de
un estadío superior superan las
correspondientes de los estadíos inferiores
incorporándolas al repertorio ya consolidado.
Hay, pues, un crecimiento personal. Quien
se encuentra en un estadío determinado no resuelve los conflictos siguiendo los criterios de
estadíos inferiores. Así pues, cada estadío es un todo estructurado que supone una diferencia
cualitativa en el modo de pensar con respecto a los estadíos anteriores y posteriores. En el Cuadro
6 resumimos las características principales de dichos niveles y estadíos del desarrollo moral.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 69 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

CUADRO 6. Los niveles y estadíos del desarrollo del juicio o razonamiento moral

NIVEL 1: PRE-CONVENCIONAL

La persona que se sitúa en este nivel responde a las normas culturales y a las etiquetas de
“bueno” y “malo”, correcto o incorrecto, pero se interpretan o bien en términos de las consecuencias
físicas o hedonistas de la acción (castigo, recompensa, intercambio de favores), o bien en términos
del poder físico de los que establecen las normas. La persona adopta una perspectiva individual
concreta. El individuo enfoca una cuestión moral desde la perspectiva de los intereses concretos de
los individuos implicados. Busca defender sus intereses concretos y particulares, evitando los riesgos.
No se guía por lo que la sociedad define como correcto.

Este primer nivel caracteriza a niños menores de 9 años, a algunos adolescentes, a muchos
delincuentes adolescentes y adultos, y a muchos adultos con un pensamiento y conducta
infantiloides.

ESTADÍO 1 ESTADÍO 2

Representa la orientación castigo- Representa la orientación instrumental-


obediencia. Las consecuencias físicas de la relativista. La acción correcta es la que
acción determinan su bondad o maldaad, sin instrumentalmente satisface las necesidades
tener en cuenta el valor o significado humano propias de una persona y ocasionalmente las
de estas consecuencias. necesidades de los otros. Las relaciones
humanas son vistas en términos de un
Los niños y adultos inmaduros temerían ser intercambio mercantil. La reciprocidad se
castigados por la personas con más poder; el entiende como mero intercambio, y no como
adulto infantiloide, si no teme al castigo, la una cuestión de lealtad, gratitud o justicia.
conducta que llevará a cabo será la de
mostrarse opositor y desafiante con las figuras El niño/adulto egocéntricos percibirá a los
de autoridad y de mayor relevancia y/o estatus demás como meros instrumentos de
socio-laboral que él. autosatisfacción.

NIVEL 2: CONVENCIONAL

El mantenimiento de las normas y expectativas de la familia, del grupo o de la nación es


considerado como valioso en sí mismo, sin tener en cuenta las consecuencias inmediatas y obvias: la
moralidad es, pues, el logro de dichas expectativas. En este nivel, el individuo se somete a las reglas,
expectativas y convenciones de la sociedad o la autoridad, y las defiende porque son reglas,
expectativas y convenciones de la sociedad. En este nivel no solamente existe una conformidad de
las expectativas personales con el orden social, sino que además se da una actitud de lealtad hacia
ese orden, manteniendo y justificando el orden e identificándose con las personas o grupos
involucrados en ello.

En este segundo nivel se encuentra la mayoría de los adolescentes y adultos: hay un cierto
progreso moral.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 70 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

ESTADÍO 3 ESTADÍO 4

Representa la orientación de la Representa la orientación legalista y de


concordancia interpersonal o del “buen mantenimiento del orden. Hay una
chico-chica”. La conducta correcta o buena es orientación hacia la autoridad, las normas fijas
la que gusta o ayuda a los demás y es aprobada y el mantenimiento del orden social. La
por ellos. Existe una fuerte conformidad con los conducta correcta consiste en cumplir los
estereotipos de la mayoría. Se tiene el deberes propios, mostrar respeto por la
pensamiento de que siendo bueno, se gana la autoridad y mantener el orden por el orden.
aprobación de todos.
Por tanto, los individuos tendrían en alta
Así, los sujetos se adaptarían con facilidad a consideración el mantenimiento del orden social
los estereotipos sociales, teniendo como mediante el empleo de sanciones legales.
prioridad su aceptación por parte de los otros.

NIVEL 3: POST-CONVENCIONAL O DE AUTONOMÍA

En este nivel hay un claro esfuerzo por definir los principios o valores morales que tienen validez y
aplicación, al margen de la autoridad de las personas o los grupos que los mantienen y al margen de
la propia identificación del sujeto con esos grupos. Es el nivel de la moralidad de los principios en
virtud de los cuales se juzgan las normas. Por tanto, en este nivel, las personas normales
considerarían que lo prioritario para la sociedad es el ejercicio de los derechos humanos y de las
libertades ciudadanas.

En este tercer y último nivel no están todos los que son ni son todos los que están. Es un nivel
minoritario; KOHLBERG subrayó que pueden acceder a este nivel aquellos sujetos que pongan en
cuestión o en tela de juicio las normas de su sociedad siempre que lo hagan desde principios de la
humanidad.

ESTADÍO 5 ESTADÍO 6

Representa la orientación del contrato social. Representa la orientación de


La acción o conducta correcta tiende a ser definida en principios éticos universales. Lo
términos de unos criterios y derechos individuales de correcto y lo injusto se definen por la
carácter general que han sido examinados decisión de la conciencia según unos
críticamente y aceptados por la sociedad. Se da un principios éticos autoelegidos, apelando al
reconocimiento del relativismo de los valores y entendimiento lógico, la universalidad y la
opiniones personales, y un énfasis consecuente en los consistencia. Estos principios son
modos de procedimiento para llegar a un consenso. Al abstractos y éticos, no son normas
margen de lo establecido constitucional y concretas. Fundamentalmente son
democráticamente, lo justo y lo correcto es un asunto principios de justicia, de reciprocidad y de
de opinión y de valores personales. El resultado es un igualdad de los derechos humanos y de
insistir en el punto de vista legal, aunque también se respeto por la dignidad de los seres
considera la posibilidad de cambiar la ley en términos humanos como personas individuales.
de consideraciones racionales de utilidad social (el
clamor popular ante la cadena perpetua de los Por tanto, los individuos de este
agresores sexuales sería un ejemplo de esto mismo). estadío superior del desarrollo moral
optarían por elecciones propias y
Por tanto, en este nivel se desarrollarían la principios universales, tales como el
tolerancia y se relativizaría el valor de los diferentes derecho a la vida, muy por encima de las
sistemas sociales, opiniones, ideologías, etc. sanciones sociales o legales.

FUENTE: Elaboración propia a partir de MESTRE ESCRIVÁ (2000) y REDONDO ILLESCAS (2008).
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 71 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

Una revisión del modelo de KOHLBERG llevada a cabo en 2003 por JOHN C. GIBBS en su libro
Moral Development and Reality (Desarrollo Moral y Realidad) ha puesto el acento en el papel que
desempeñarían la capacidad del sujeto para adoptar una perspectiva social y su capacidad de
empatía –de poner en el lugar del otro–. La teoría del razonamiento “sociomoral” del doctor
GIBBS abarca tres niveles o fases –razonamiento moral inmaduro, razonamiento moral maduro y
razonamiento existencial– que integran siete estadíos del desarrollo moral. Para los propósitos de
este tema nos centraremos en los dos primeros, los cuales sintetizamos en el Cuadro 7.

CUADRO 7. Razonamiento moral inmaduro versus maduro

RAZONAMIENTO MORAL INMADURO RAZONAMIENTO MORAL MADURO

ESTADÍO 1: ESTADÍO 3:
Unilateral y Físico Mutualidades (Recíproco y Prosocial)

La moralidad tiende a confundirse con la El razonamiento se enfoca a través de una


talla física y la fuerza (“Papá es el jefe porque él perspectiva en tercera persona, basado en la
es grande y fuerte”) o con los deseos Regla de Oro del “Haz lo que se debe hacer”. Lo
egocéntricos del momento (“Es bueno porque esencial es la reciprocidad, la confianza mutua o
me gusta; es justo porque me da la gana”). el compartir lo íntimo como la base de las
relaciones interpersonales.
En este estadío, el razonamiento se refiere a
las figuras de autoridad vinculadas al individuo El razonamiento refleja ya, pues, una
y a las consecuencias físicas de su conducta. compresión de las relaciones interpersonales y
Los sujetos muestran escasa perspectiva social. de las normas y expectativas vinculadas a
dichas relaciones.

ESTADÍO 2: ESTADÍO 4:
Intercambios Pragmáticos/Instrumentales Sistemas (Sistémico y Estandarizado)

Las ganancias en coordinación mental, la Los contextos sociales para las


toma de perspectiva y la inferencia lógica mutualidades o reciprocidades se expanden más
conllevan una moralidad psicológica allá de lo diádico con el objeto de dirigir la
autocentrada y basada en lo pragmático o necesidad hacia valores y normas comúnmente
instrumental (por ejemplo, la Regla de Oro es aceptadas en un sistema social complejo.
malinterpretada como “Haz por los demás en
función de lo que ellos hicieron o harán por ti”). El razonamiento manifiesta ya una
comprensión más abstracta y elaborada de
El razonamiento incorpora aquí una dichos sistemas sociales complejos, con
comprensión básica de la interacción social, referencias a los requerimientos, derechos y
pero en puros términos de coste-beneficio. valores sociales.

FUENTE: Elaboración propia a partir de GIBBS, J. C. (2003, pp. 74-75). Moral development and reality: Beyond the theories of
Kohlber and Hoffman. Thousand Oaks, CA: Sage Publications.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 72 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Asimismo, también GIBBS, Profesor


de Psicología del Desarrollo en la
Universidad Estatal de Ohio (USA), ha
examinado la relación o asociación entre
el proceso de razonamiento moral y los
contenidos de las cogniciones sociales, así
como también de las distorsiones
cognitivas –mentales, del pensamiento–
que pueden producirse.

Lo que GIBBS (2003) ha hallado es


que existe una vinculación entre mayores
distorsiones cognitivas de carácter
antisocial y estadíos inmaduros del
razonamiento moral. A nivel coloquial, y
para que nos entendamos todos, esto
quiere decir que las personas que tienen
un juicio moral inmaduro o un proceso de
pensamiento infantil, por lo general,
tienden a inmiscuirse y/o comportarse a
través de conductas antisociales o
reprobadas por la sociedad.

En este sentido, y en la misma línea,


la doctora EMMA J. PALMER, psicóloga
forense y directora del Centro de
Investigación Forense de la Universidad
de Leicester (Inglaterra), ha sintetizado
magistralmente, en su libro Offending
Behaviour –Conducta Delictiva–, las
conexiones entre el desarrollo moral de
los estadíos de KOHLBERG y el tipo de
razonamiento o la forma en que las
personas justifican la infracción de las
leyes y el comportamiento antisocial.

De acuerdo a los 5 estadíos


postulados por PALMER (2003), las
correspondencias serían las que
reflejamos en el Cuadro 8.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 73 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

CUADRO 8. Estadíos de razonamiento moral e infracción penal

ESTADÍO 1 ESTADÍO 2

Postulado: El delito se justifica si el castigo Postulado: El delito se justifica si se valora


puede evitarse. que las recompensas superan a los riesgos.

Ejemplo: Robar algo de dinero porque tu Ejemplo: Robar un coche sin alarma dentro
padre te lo pide (normalmente un padre debería de un parking sin medidas de seguridad (como
ser la persona que castigase una infracción, el infractor piensa que es imposible que lo pillen
pero en esta situación no sería así). –riesgos–, luego será divertido conducirlo
rápido –recompensa–).

ESTADÍO 3 ESTADÍO 4

Postulado: El delito se justifica si con ello Postulado: El delito se justifica si es del


se mantienen las relaciones sociales. interés de la sociedad o es amparado por
alguna institución social (religiosa, etc.).
Ejemplo: Robar dinero para socorrer a un
amigo que lo necesita muchísimo y que no tiene Ejemplo: Cometer un delito como parte del
ni para pagarse la comida. trabajo diario.

ESTADÍO 5

Postulado: El delito se justifica si con ello se preservan los derechos humanos fundamentales o la
justicia social.

Ejemplo: Un defensor de los derechos humanos es arrestado por un delito de disturbio o


perturbación del orden social durante una protesta (ellos están siguiendo/defendiendo un conjunto de
principios coherentes, personales y morales que chocan con la ley).

FUENTE: Elaboración propia a partir de PALMER, E. J. (2003, p. 100). Offending behavior: Moral reasoning, criminal conduct
and the rehabilitation of offenders. Cullompton, Devon (Reino Unido): Willan Publishing.

Huelga decir que todas estas formas relativamente sutiles de justificar la comisión de
infracciones penales –ya reviertan éstas el carácter de falta o de delito– no sólo se dan entre los
delincuentes, sino que también se dan entre las personas normales que no tienen antecedentes
penales. Ahora, eso sí: dicho tipo de pensamiento justificador de tales acciones es un pensamiento
más o menos pobre en el sentido de que, por generalización, podría terminarse pensándose así en
cualquier otra situación en la que se dieran la oportunidad y las circunstancias propicias.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 74 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

En este último aspecto, los sujetos psicópatas son los que más alerta están a este tipo de
situaciones, y no dejarán escapar la más mínima oportunidad si se les presenta o la buscan. Un
ejemplo muy clarificador de esto lo constituyen los denominados en Criminología como
delincuentes de cuello blanco –entre los que destacan los políticos corruptos que meten la
mano allí donde puede –, una tipología de delincuentes que siempre han existido y que ahora están
mucho más en auge que antes porque actualmente el número de sinvergüenzas es mayor que
antaño y entre todos ellos suelen taparse de forma generalizada, hasta que se da con ellos –parece
como si antes hubiera mucho más “pudor” y honradez, pero los tiempos, con y junto a la sociedad,
cambian; de ahí que el físico y criminólogo francés ALEXANDRE LACASSAGNE dijera que «La sociedad
tiene los criminales que se merece», cada unos en sus respectivas épocas–.

B. UN FRACASO DE LA CONCIENCIA: PERO, ¿CÓMO


QUE “SIN CONCIENCIA”?

No es casualidad que el mismo ROBERT D. HARE


(1993, 2003a) titulara a su obra maestra como
Without Conscience –Sin Conciencia–. Ciertamente,
es difícil imaginar no tener conciencia, pero las
investigaciones nos dicen que hay gente sin ella, y
entre ellos se encuentran los psicópatas y otros
desalmados.

Los estudios sobre los psicópatas empresariales


del doctor PAUL BABIAK con sujetos “normales”,
resumidos en el libro Snakes In Suits: When
Psychopaths Go To Work –Serpientes Vestidas de
Traje: Cuando los Psicópatas Van a Trabajar–, de
BABIAK y HARE (2006), son prueba de ello. También,
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 75 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

hace poco tiempo, HARE y BABIAK (2004) nos ofrecieron una conferencia con el mismo título del
citado libro, sobre este tipo de “serpientes embutidas en trajes de chaqueta”, en Barcelona.

En una línea similar a la de HARE


(1993), el profesor VICENTE JAVIER GARRIDO
GENOVÉS considera que el problema central
de la conducta y mundo psicosocial y
afectivo-emocional del psicópata reside en
un estrepitoso fracaso de la conciencia.
Las tesis del doctor GARRIDO a este respecto
las ha desarrollado magistralmente en dos
de sus libros: Cara a Cara con el Psicópata
(GARRIDO, 2004) y Los Hijos Tiranos: El
Síndrome del Emperador (GARRIDO, 2005a).
Por ejemplo, en este segundo libro
sostiene lo siguiente:

En general, creemos que no hay


nadie malo o bueno al cien por cien, y
probablemente tendremos razón.
Nuestro espíritu camina muchas
veces entre las sombras, y es muy difícil
que exista una sola persona que no tenga
recovecos que puedan avergonzarla […] Sin
embargo, si una persona no desarrolla la
conciencia, si no está unido a la gente
mediante vínculos emocionales, entonces
está mucho más preparada que cualquier
otra para explotarla, humillarla y
dominarla.
Así pues, la naturaleza humana,
aunque lejos de ser perfecta, está
gobernada generalmente por un sentido
profundo de reciprocidad y conexión. Los
horrores que vemos en la crónica de
sucesos –y que algunas veces tenemos que
soportar en nuestra propia vida– no
reflejan a la humanidad en un sentido
amplio. Muchos de esos actos son
producidos por personas que no guardan
sentimientos morales, que no poseen
conciencia, que son psicópatas (GARRIDO,
2005a, p. 67).

Sin lugar a dudas, decidir lo que está


bien o mal, tomar la opción de hacer algo o
abstenerse de hacerlo cuando tiene
repercusiones perniciosas sobre la sociedad
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 76 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

o la gente que nos rodea, todo eso es algo más que una cuestión racional: es una cuestión moral,
un comportamiento que está muy influido también por las emociones de la persona. Lo que une a
gente como el DALAI LAMA y la Madre Teresa de Calcuta es su profunda conciencia. Pero, ¿qué es
la conciencia? una vez más, el profesor VICENTE GARRIDO nos ilustra al respecto:

La conciencia es mucho más que el deseo de mantener una imagen ante los demás, lo que podríamos llamar la
imagen pública. Tampoco es el deseo de evitar la desaprobación de los demás o el castigo por parte de la autoridad
que ha de juzgarnos. Finalmente, tampoco la conciencia puede suponerse porque el agente de la acción haya
actuado de forma bondadosa: incluso sujetos crueles pueden tener gestos positivos, episodios de generosidad que
objetivamente hayan beneficiado a uno o a muchos.
La conciencia es algo que se construye en el mundo de los afectos, de los sentimientos. Las personas tenemos
conciencia porque somos capaces de relacionarnos emocionalmente con los demás: porque sentimos compasión,
piedad, amor hacia los que nos rodean, porque tenemos la sensación íntima de que no podemos maltratar a los
otros –aunque no los conozcamos–, porque nos exige actuar de acuerdo a unos criterios morales que nos dicen lo
que podemos hacer y lo que no (GARRIDO, 2005a, pp. 57-58).

En la misma línea, la doctora en


Psicología MARTHA STOUT, psicóloga clínica y
profesora del Departamento de Psiquiatría en
la Escuela de Medicina de Harvard, en su
inquietante libro The Sociopath Next Door –El
Sociópata de la Puerta de al Lado–, nos
recuerda que «la conciencia no existe sin un
vínculo emocional hacia alguien o algo, y de
este modo la conciencia está íntimamente
unida con el conjunto de emociones que
llamamos “amor”» (STOUT, 2005, p. 26). Así,
pues, siguiendo de nuevo a GARRIDO:

La conciencia es nuestra guía moral, la que


nos pone unas obligaciones hacia los otros, la
que nos exige ser responsables de nuestros
actos, y esto es posible porque hemos
desarrollado la capacidad de preocuparnos por
el bienestar de esos otros, porque somos
capaces de querer y de aceptar es amor de
ellos.
Cuando la conciencia está ausente, la vida se reduce a una competición donde lo importante es ganar, y las
personas no son sino piezas de un juego que pueden ser usadas o sacrificadas en aras del interés del que pretende
ganar ese juego. Sólo unos pocos emplean la violencia física, pero el resto ejerce una violencia moral dirigida a
confundir y controlar al contrario. Cuando el valor de las relaciones personales está bajo mínimos, la dominación es
lo único que queda de esa relación, entonces llega el reino de la tiranía (GARRIDO, 2005a, p. 58).

Sí, efectivamente: el reino de la tiranía, como bien advierte el profesor GARRIDO. Porque no
hay que olvidar que los psicópatas son tiranos, y que los tiranos, al igual que los psicópatas, no
tienen conciencia. Sin lugar a dudas, cuando una relación está bajo mínimos, la dominación es
parte de lo poco que le queda al psicópata de esta relación para seguir regocijándose en el propio
dolor que tanto disfruta causando. Cuando rechazamos a un psicópata o simplemente se siente
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 77 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

rechazado, es poco probable que deje de controlarte hasta que no termine de aburrirse de ello y
encuentre una nueva víctima a la que socavar nuevamente la moral y la paciencia –recuérdese que
la tendencia al aburrimiento y la búsqueda continua y desmesurada de nuevas sensaciones son dos
de las características esenciales de la psicopatía– (POZUECO, 2010b). Mientras tanto, para no perder
el hilo de su “no conciencia”, el psicópata va a manipular a su ex-pareja con todo el horror del
mundo y a través de las artimañas más impensables.

Es evidente, en este sentido, que el razonamiento moral en el psicópata no existe,


precisamente porque este tipo de razonamiento va estrecha e inseparablemente conexo
con la conciencia: si no se tiene conciencia, difícilmente, pues, se puede tener moral, y ni mucho
menos razonamiento. A este respecto, de nuevo acudimos a las tesis del doctor GARRIDO para
aclarar un poco más lo que estamos intentando decir aquí:

El razonamiento moral es el compañero de la conciencia. El razonamiento moral es el proceso del pensamiento


que asiste a la conciencia y le ayuda a decidir qué es lo que hay que hacer. Si lo intentamos, podemos expresar
nuestro razonamiento moral en forma de palabras, conceptos y principios. Por ejemplo, yo puedo decir que “una
persona no obra mal si roba un medicamento que precisa su esposa para no morir, porque la vida está por encima
del deber de respetar la propiedad”. De este modo, cuando emitimos un juicio moral estamos expresando nuestro
pensamiento sobre lo que hay que hacer moralmente en una situación concreta (GARRIDO, 2005a, pp. 58-59).

Ahora bien. Lo que es innegable es


el hecho de que la gente varía
muchísimo acerca de lo que considera o
no como correcto en las diferentes
situaciones o dilemas morales con los
que nos encontramos a diario en
nuestra vida cotidiana, y esto no es una
opinión sino un hecho que ha sido
contrastado científicamente.

Un ejemplo de esto es el
interesante libro In A Different Voice:
Psychological Theory and Women’s
Development –En Un Tono Distinto: La
Teoría Psicológica y el Desarrollo de las
Mujeres–. Este libro fue escrito en 1982
por la doctora y profesora
norteamericana CAROL GILLIGAN –re-
editado en 1993–, y se trata de un
texto sobre estudios de género donde
critica las fases del desarrollo moral de
KOHLBERG por el hecho de que este otro
investigador empleó mayoritariamente
sujetos varones para su estudio.
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 78 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

Lo que concretamente sostiene esta


autora (GILLIGAN, 1982, pp. 128-150) es que
las mujeres, a diferencia de los hombres –y
salvo algunas excepciones–, se orientan
principalmente en sus decisiones por lo que
ella denominó ethic of care –ética del
cuidado–, es decir, por la necesidad de
actuar de acuerdo a los vínculos de amor y
compasión que establecen con la gente. Por
el contrario, otros trabajos más
conservadores o clásicos no estaban de
acuerdo con las tesis de GILLIGAN y
sostuvieron que la importancia recaía en lo
que denominaron ética racional, donde lo
correcto o incorrecto se fundamenta en la
idea de justicia, al margen de las emociones
y amor que podamos sentir por los demás.

Como no podía ser de otra manera, no podemos negar la realidad al respecto y debemos
recurrir a esa ya clásica sapiencia popular que asesta que las diferencias existen. Y claro que
existen. No cabe la menor duda, y el tiempo y el curso de la historia así lo ratifican, de que
hombres y mujeres emplean muchas veces la ética de la justicia y la ética del cuidado, así como
también es cierto que las personas y las sociedades varían en las razones que encuentran para
valorar moralmente un acto. En este sentido, y al margen del relativismo cultural, la mayoría de las
personas esperamos que los demás actuemos en el plano de nuestra conciencia y emociones con el
objetivo último de satisfacer la máxima de respetar la integridad moral y la vida de las personas
implicadas por encima de todo. Pero esto no es juicio o razonamiento moral: el razonamiento
moral –es decir, el modo en que pensamos cuando estamos frente a un dilema moral– varía con el
sexo, la edad y la cultura. El elemento clave en el razonamiento moral es la conciencia, algo
que debe permanecer constante en nosotros; se trata de ese vínculo profundo con otros seres
humanos, de la comprensión de que todos dependemos de todos, y cualquiera que sea el origen de
esa comprensión, ésta es la esencia de la conciencia.

Sin embargo, como ya decíamos al principio de este subepígrafe, hay gente que no tiene
conciencia, y la verdad es que nos resulta harto difícil siquiera imaginarlo: ¿cómo es posible no
tener conciencia y, sin embargo, poder seguir moviéndote en este mundo, entre las personas,
como si nada, como si las todas relaciones no fueran más que contratos mercantiles de los cuales
sacar el máximo provecho?

Pues bien. Esto es posible si se tiene una mente psicopática, para lo cual no hay que tener
conciencia, y para no tener conciencia tampoco se tienen sentimientos de culpa ni de
remordimientos por las acciones que se llevan a cabo. Y algo más: tampoco la psicopatía conoce de
edades, sexos, estatus, profesiones, etc. –como ya vimos al principio de este tema– (POZUECO,
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 79 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

2010b). Quizás mucha gente piense que, en realidad, la conciencia no existe porque no la podemos
ver, palpar, medir, etc. Esto no es cierto: de nuevo le cedemos la palabra a VICENTE GARRIDO para
que, en extensión y a través de la siguiente realidad psicosocial, aclare algunos matices.

LA REALIDAD PSICO-SOCIAL 3.
Es difícil no tener conciencia, pero los hay

Es difícil imaginar no tener conciencia

La presencia o ausencia de conciencia es una profunda división humana, mucho más importante que
la inteligencia, la etnia o incluso el sexo. Las personas que tenemos conciencia no la notamos en la vida
diaria, es como respirar, un reflejo vital. Salvo situaciones excepcionales –cuando nuestra moral es
puesta a prueba de modo sorprendente, por ejemplo, por el encuentro azaroso de una cartera llena de
dinero en cualquier lugar– no tenemos que decidir habitualmente si alimentamos a nuestros hijos, si
tratamos de modo honesto a nuestros clientes, o si debemos coger dinero de la máquina registradora de
la tienda… Por eso nos parece tan chocante que alguien “olvide” hacer esas mismas cosas: que no
alimente a su hijo durante dos días, que sierre las patas de los perros de una protectora de animales
(como ocurrió hace siete años en Terrassa), que un letrado se apropie del dinero que el seguro ha puesto
en sus manos como abogado de una mujer que ha quedado tetrapléjica tras un accidente (como hizo el
abogado Luis Pinillos con su clienta Barnadeta)… Y en verdad resulta difícil imaginar que el problema de
lo que vemos y oímos está en la falta de conciencia del autor, porque ciertamente requiere de un gran
esfuerzo por nuestra parte imaginar eso.

No es lo mismo que la depresión, o el “ataque de nervios” tras una pérdida dolorosa. Esta y otras
situaciones las experimentamos muchos de forma cotidiana, en un momento u otro de nuestras vidas,
pero: ¿cómo será el mundo sin conciencia?, ¿cómo podemos percibir la realidad si estamos moralmente
ciegos, si la realidad –con las alegrías y los pesares de los que nos rodean– no nos afecta más que como
un balance puramente egoísta, que nos beneficia o nos perjudica?

Pero ya que esperamos que la gente tenga conciencia, nos resulta difícil ver que no está cuando
debería estar, salvo que se haga muy obvio a través de gestos brutales que nos conmocionan. Además,
si la persona sin conciencia es nuestro hijo, la dificultad en comprender realmente el hecho se hace
mayor, porque buscamos con mayor hincapié cualquier otra razón que pueda explicar lo sucedido: los
celos de un hermano, la tensión derivada de los estudios, las malas relaciones con los amigos que le han
dejado de lado, la dificultad de adaptación a un nuevo país… cualquier cosa vale antes que pensar que el
problema está en el carácter, en el “modo de ser” del hijo. Ya que la ausencia de culpa, la frialdad
absoluta ante el dolor que se causa en otro ser humano, es algo que va más allá de nuestra imaginación,
nos quedamos paralizados y sin comprender nada cuando somos testigos de actos que manifiestan,
claramente, esa libertad frente a los sentimientos ajenos.

¿Cuál es sino la fuente de nuestra angustia ante casos como el homicidio de Sandra Palo, esa chica
con síndrome de Down que resultó violada, torturada y finalmente asesinada por una jauría de jóvenes?
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 80 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

¿Por qué nos resulta tan difícil de creer que un joven de 16 años se levante un día, después de haber
meditado y esperado la mejor oportunidad, y destroce a sus padres y hermana minusválida a golpes de
catana? [Se refiere a José Rabadán Pardo, más conocido como “El Asesino de la Catan”, de Murcia].

Nos quedamos sin palabras porque no podemos creer lo que vemos o leemos: no es posible que haya
gente sin conciencia, que no sienta nada ante el sufrimiento y destrucción que lleva a la vida de otro. Y
sí, en actos de esta índole es cuando la culpa y las otras emociones morales (la compasión, la piedad, la
responsabilidad por el bien del otro) destacan por no estar cuando deberían estar.

FUENTE: Elaboración propia a partir de: GARRIDO, V. J. (2005a, pp. 60-62). Los hijos tiranos: El síndrome del emperador.
Barcelona: Ariel.

Es importante recalcar aquí varios aspectos fundamentales. Como bien señala el doctor
GARRIDO, las personas que tenemos conciencia no la notamos en la vida diaria, es decir, no es
necesario que apelemos continuamente a ella para ratificar que la poseemos. En el mismo sentido,
ya lo decía ingeniosamente el escritor y novelista suizo ROBERT WALSER –en su genial obra El Paseo,
de 1917– cuando hablaba de la felicidad: «El que es feliz, sencillamente no piensa en serlo». Sin
embargo, el psicópata ni es feliz, ni piensa en serlo, ni tampoco puede apelar ni al sentido común
ni a la conciencia, sencillamente porque no los posee, porque no forman parte de su repertorio
racional y emocional.

No pretendo ser catastrofista, pero, personalmente, se me hiela el corazón ante tales


personas. Me cuesta entender que incluso “la buena gente” piensa en el bienestar de entes
metafísicos –quizás influidos, entre otras cosas, por esos falsos y patéticos estilos de vida que
tratan de vendernos a través de esos spots publicitarios de ensueño pero engañosos–, y no en
términos de luchar por conseguir lo que verdaderamente merece la pena, haciéndose los esfuerzos
que sean necesarios. Sin lugar a dudas, al menos para mí, no existe mayor “justiciera de la razón”
que la misma conciencia, pero a ver cómo esto se lo hacemos llegar a todas aquellas personas que
carecen, precisamente, de ésta: no parece que la conciencia se haya diseñado “para gente con
mucho yo-yo-yo…”, en definitiva, para los psicópatas.

Los psicópatas, en suma, se han auto-fabricado un mundo psicosocial “a su medida”, un


mundo donde ellos son los auténticos ciegos emocionales, y de ahí que, y no en vano, el doctor
CLECKLEY hablara de la demencia semántica que padecen estos sujetos, prácticamente impasibles e
inconmovibles, auténticos tarugos emocionales. Cierto es, pues, que resulta difícil, pero sobre todo
inquietante, imaginar no tener conciencia, pero queda claro que existe gente sin ella: sin
conciencia y sin moral.
PSICÓPATAS INTEGRADOS: 81 TEMA 1
La TRIOPE en las Diversas Relaciones y Contextos ¿Qué, Quién y Cómo Es Un Psicópata?

RESUMEN Y
5. CONCLUSIONES

Ya lo hemos dicho: la psicopatía es un tema que está tanto edulcorado como tergiversado,
según sea el caso y los fines de cada autor, fundamentalmente por el fuerte influjo del
sensacionalismo característico de los medios de comunicación, quienes no hacen otra cosa que
vender imágenes y/o falsas ideas; quizá no todos, pero sí ya muchos.

La psicopatía es a-contextual, a-histórica y a-sexual. Por tanto, la psicopatía puede darse en


cualquier época, contexto o momento histórico, así como también en cualquier cultura, a cualquier
edad y sin distinciones absurdas de sexo/género. Ya no importa el número –la prevalencia–, sino
los serios y agrios estragos –a veces incluso letales– que causan los y las psicópatas.

La psicopatía no es un trastorno mental, y tampoco lo es de la personalidad; en todo caso, se


trata de una variante anormal de la personalidad, pero sin el peso o connotación que depara el
término de trastorno o de psicopatología. Tampoco la psicopatía es equiparable con el TAP; no se
pueden usar ambos constructos como si fueran intercambiables; a lo sumo, comparten algunas
características o rasgos, y poco más.

Por otro lado, que un o una psicópata delinca es una cuestión en la que tienen que muchos
otros aspectos a parte de una posible personalidad psicopática. El hecho cierto es que la mayoría
de los delincuentes, afortunadamente, no son psicópatas, como tampoco todos los psicópatas son
delincuentes. La psicopatía es una condición psicológica, no criminológica; en este sentido,
cualquier pronóstico podría ser bastante arriesgado, ya que la mayoría de las personas psicópatas
se las ingenia muy bien para seguir “tirando para adelante” sin tener contactos formales con el
sistema de justicia criminal. Por tanto, tampoco psicopatía es sinónimo de criminalidad,
independientemente de que algunos/as psicópatas sean más sociales, otros más asociales y aún
otros más antisociales.

La razón de que tengamos que ser tajantes con todos estos matices es evidente: la historia
del concepto de psicopatía nos ha demostrado que éste ha venido siendo depurado por numerosos
autores dadas las controversias y polémicas que otros le han creado. En este sentido, va a ser
difícil llegar a un acuerdo general, pero, en lo común, la mayoría de los estudiosos de la psicopatía
INSTITUCIÓN-ORGANIZACIÓN: 82 AUTOR Y DOCENTE DEL CURSO:
Psiquiatria.com / EduSalud (Campus Virtual) José Manuel Pozueco Romero

tienen claro que ésta, sea del tipo criminal o del tipo integrada/subclínica, se caracteriza por la
misma estructura básica de personalidad y emociones, por lo que la comisión de un concreto
delito, del tipo que sea, es una cuestión más jurídica que psicológica.

Finalmente, como también hemos visto, el mundo psico-social y emocional del psicópata es, al
mismo tiempo, simple –simplón– y complejo –más difícil aún de entender para las personas que se
aproximan a su estudio por primera vez y que parten de modelos y postulados psicopatológicos
que previamente han aprendido en la Universidad, y de los cuales suele ser difícil desprenderse, a
pesar de que, desde luego, la mayoría de la gente ni está mentalmente enferma ni tampoco
necesitan un constante centinela psicológico que les tenga que estar asesorando sobre su
personalidad y conducta–.

Por supuesto que hay personas


que no son psicópatas y que, sin
embargo, de educación moral van
también muy “raspados”. Vale que los
tiempos que corren no son los más
indicados para hablar totalmente en
positivo, pero tampoco para hacerlo
en sentido plenamente negativo.

Que haya muchas personas de hoy día que destilan rasgos maquiavélicos y narcisistas más
que en ninguna otra época no quiere decir, ni de lejos, que todas sean psicópatas –aunque lo
parezcan (MARIETÁN, 2011)–: es preciso seguir manteniendo una cierta perspectiva profesional ante
rasgos aislados de personalidad y conducta, y no endosar etiquetas “a ojo de buen cubero”. Como
acertadamente decía JOHANN W. GOETHE: «Si juzgas a la gente, no tienes tiempo de amarla».

También podría gustarte