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Elisa Sánchez Schwab

RECENSIÓN:
GENTE DE LA EDAD MEDIA, ROBERT FOSSIER

Gente de la Edad Media es un libro que rompe con los ideales establecidos que tenemos sobre esa
época. El autor usa como personajes centrales a la mayoría de ciudadanos que existían en ese
tiempo, pero de los cuales los libros nunca hablan: el pueblo llano. Esos campesinos, artesanos,
amas de casa, etc. que conformaban el 90% de la población y que han pasado inadvertidos en la
historia. El libro no trata temas históricos, ni mitos, ni temas filosóficos, sino los temas que les
preocupaba en su día a día a esa tercera clase, como se les denomina. En este caso, Fossier ha
centrado su estudio entre los siglos XII-XIV y lo sitúa en Francia, en concreto en el norte de
Francia.

Hay varias cosas del libro que me han resultado llamativas:

En primer lugar, elegí este libro justo porque trataba de la gente “corriente”, trabajadores que no
poseían títulos ni privilegios, sino que tenían preocupaciones que podían ser las mismas que las que
puede tener nuestra actual “clase media”: tener trabajo y conseguir dinero para poder sobrevivir.
Como ya he mencionado anteriormente, la gran parte de la sociedad que parece invisible. Lo que
me llama especialmente la atención de este libro, no es que haya uno que trate sobre ellos, sino que
no sea lo que se enseña en los colegios o en las universidades. Es verdad que el autor explica que
esto es debido a que la mayoría de textos o documentos que nos han quedado es gracias a la Iglesia
o a los cronistas de la época, que solían centrarse en la realeza o en la nobleza. Pero sigue sin
parecerme excusa o justificación suficiente para olvidar a toda una clase social, con la que hoy en
día tenemos mucho mas en común que con los reyes o los monjes. Ya lo dice el autor: “el hombre
medieval es como nosotros.”1

También, y en relación a esto, me ha gustado bastante la temática del libro; como el autor ha tratado
desde los pensamientos religiosos o profundos que tenía el campesino de aquellos tiempos, pasando
por sus diferentes etapas de vida (nacimiento, infancia, madurez, vejez y la muerte), hasta tratar
temas como los animales o la climatología de esos siglos. Fossier consigue que el lector se haga una
idea general de cómo era el día a día del hombre medieval. Desde que nacía hasta que moría, y
desde que se levantaba con el alba hasta que se iba a casa con la puesta de sol. Qué comían, cómo
se vestían, qué dinero utilizaban, las profesiones que estaban bien vistas y las que no. Y en esa
temática, el autor también se encarga de romper muchos estereotipos, como por ejemplo: todos
pensamos que había una gran diferencia entre lo que comían los nobles y los campesinos, pero no es
así del todo. Es cierto que comían en cantidades diferentes, pero los alimentos no variaban.
Sorprendentemente habían las mismas legumbres u hortalizas en la mesa de un campesino como en
la de un rey.

Y esto me lleva al segundo elemento que me llama la atención del libro: reflexionar sobre nuestras
certezas. Es algo donde el autor hace mucho hincapié, y con lo que al principio (y al final también)
me sentía bastante incómoda.

1Fossier, Robert. Gente de la Edad Media (Spanish Edition) (pp. 388-389). Penguin Random House Grupo Editorial
España.
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Ya en primer lugar, el autor cuestiona sobre si es correcto decir que la Edad Media era una sociedad
feudal. Idea que yo al menos he tenido siempre como una verdad indiscutible.
Según el planteamiento del autor es incorrecto describir esta época como una “sociedad feudal”, en
cambio, lo correcto sería llamarlo “sociedad señorial”. Fossier lo justifica diciendo que la mayoría
de documentación que nos ha llegado a nuestros días es del mundo aristocrático, que en
comparación con la población campesina, es un mundo “minoritario, marginal y superficial”. Por
tanto, se le confiere mucha importancia a algo que afectaba a uno de cada veinte hombres.
Este aspecto en concreto me disgusta, ya que no aporta ningún tipo de dato para justificar esta
opinión. Es decir, si quiere romper el mayor “estereotipo” que tiene la Edad Media, no me parece
correcto declararlo sin ningún tipo de justificación mas allá de decir “que es algo minoritario". Este
argumento plantea muchas dudas, ya que ¿qué es lo que pretende Fossier? ¿quiere que el lector
entienda que no le importaba en absoluto al campesino lo que su señor pactaba cuando podía afectar
al mismo campesino? Me explico, si su señor no cumplía con los pactos que había prometido,
acarrearía consecuencias ¿no le afectaría al campesino una guerra en sus territorios o no le afectaría
a su vida una situación de inestabilidad social? ¿Es que acaso los libros escritos sobre este tema
están todos mal planteados?

En mi opinión, el autor justifica y argumenta otros temas con más profundidad que este. Comparto
que los campesinos poco comprendían del lenguaje de los nobles, los pactos y los tratados que
hacían, etc. Pero no creo que les fuera en absoluto indiferente, cuando ello podía afectarles
directamente. Me desconcierta que él mismo diga que no es un tema que va a tratar en el libro,
cuando lo saca a relucir varias veces. Por tanto, es un tema que se me queda inconcluso.

A este idea fija que tenemos sobre el medievo, el autor la enlaza con la siguiente más popular, que
es lo que él denomina como el “terrorismo señorial”. Etiqueta que según Fossier “ha revestido a
toda la Edad Media de una pésima reputación y la ha rodeado de toda una serie de leyendas
absurdas y «románticas».”2
Esto sí que fue muy sorprendente para mí, no sólo porque sí tenía en mente ese mundo feudal,
donde el señor mandaba sobre sus vasallos, sino porque además creía que la justicia brillaba por su
ausencia o en todo caso, se aplicaba con mucha dureza.
Aquí el autor te desmorona las ideas y expone que se pagaban menos impuestos que hoy en día, que
la justicia que se repartía no sólo era rápida, sino que además era benevolente, y que la seguridad
con la que contaban los campesinos provenían de guerreros profesionales que no eran menos
eficaces que nuestros policías. Prácticamente niega el derecho de pernada que tenían los señores
sobre el pueblo, afirma que las guerras no eran tantas ni tan sangrientas como imaginamos, y que la
tortura y la horca no eran las prácticas recurrentes.

En este tipo de aspectos me llamaba la atención, como Fossier intentaba “desmitificar” la crueldad
con la que tenemos asociada en nuestro imaginario a la Edad Media. En cierta medida me gusta este
intento, sobre todo porque lo justifica y lo demuestra, y en otros aspectos parece que se contradice a
sí mismo. Por ejemplo, leyendo el libro tenía la sensación de que un campesino (dentro de que su
trabajo era duro) vivía conforme a su situación y no tenía problemas con sus señores, incluso el
autor menciona una época dorada del año 1180 al 1240. Para luego explicar que sí que habían
revueltas campesinas e incluso urbanas. Cierto es que no para acabar con el sistema señorial, pero sí
por el abuso de poder y la miseria en la que vivían las personas de este tercer sector.

2 Fossier, Robert. Gente de la Edad Media (Spanish Edition) (p. 246). Penguin Random House Grupo Editorial España.

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Con respecto a las guerras, en el ejemplo que pone de la “Guerra de los Cien Años”, comprendo que
no serían cien años de batallas interminables, pero tampoco me parece que fueran siglos donde la
paz reinaba.

Con ello quiero decir, que en un intento de “rebajar” las prácticas violentas que damos por sentadas
en la Edad Media, a veces como lectora tenía la sensación de que era con demasiado ímpetu. En
especial porque luego admite que sí existía una gran violencia verbal, sobre todo insultos referidos
al honor o al sexo, que hacían necesarios una reparación inmediata a ese honor. En el caso de que
no se reparara la situación, podría acabar en venganza. Venganzas que además eran muy frecuentes
y llevadas acabo por medio de las armas. Venganzas que no terminaban hasta que quedaban
saldadas, ya fuera con un arreglo financiero o mediante la violencia (el asesinato no quedaba
descartado), y por tanto se transmitían de generación en generación. Un gran ejemplo conocido
pueden ser las familias de los Capuleto y los Montesco.

Un aspecto social que nunca me enseñaron, o que en todo caso fue lo contrario, fueron las
numerosas prácticas anticonceptivas y abortivas en el medievo. Aunque es sabido que es algo
existente en la época, con el férreo control que tenía la Iglesia sobre la gente, no me imaginaba que
fuera una práctica común, y menos entre parejas legales.
Otro asunto que me dejó impactada fue el papel de los bastardos en la Edad Media ¿quién se
imagina que eran aceptados dentro de la familia y que podrían llegar a tener hasta buena posición
social?

El siguiente tema que considero bastante controvertido es el papel que tenía la mujer en la sociedad
medieval. Fossier afirma que se sabe poco a nada en ciertos ámbitos en relación con la mujer, ya
que no aparecen en los documentos que nos han llegado. Y no es de extrañar puesto que la mayoría
eran de los hombres de la Iglesia, y al mundo cristiano sólo le preocupaba los hombres. Sabemos de
la existencia de una minoría de mujeres que dejaron su huella en textos escritos, pero la gran
mayoría de ellas no escribía. Incluso en los temas más comunes de las mujeres, como puede ser el
embarazo, no hay constancia documental de ello. Lo cual es llamativo puesto que cada mujer podía
llegar a tener hasta 8-10 hijos.

Aunque dice que si bien su opinión es que la Edad Media era “masculina”, paralelamente habla de
cómo la arqueología ha revelado la superioridad de la mujer a través de una especie de matriarcado
oculto que se ejercía dentro (e incluso fuera) del hogar. Y no se queda sólo ahí, el autor explica que
la imagen que tenemos de la mujer medieval hoy en día es falsa e incluso “grotesca”. Según Fossier
no sólo nos equivocamos pensando que la mujer debía ser virgen al llegar al matrimonio, y que
tenía unas tareas domésticas (como cuidar a los niños, ocuparse de la cocina y de la costura) que
eran su eje principal en la vida, sino que además el papel que tenía como esposa de cuidar a su
marido, serle fiel, ser sumisa y silenciosa, es como poco incorrecto.

Lo justifica explicando que existen una gran cantidad de documentos de penitencia de los siglos X
al XII que condenan y castigan la liberalidad extrema de las costumbres (casualmente la mayoría de
esas condenas son a mujeres). Datos que no pongo en duda, pero que me llaman poderosamente la
atención, ya que de repente el autor nos hace imaginar una mujer libre que podía gozar de igualdad
de juegos sexuales, que ejercía la violencia a su marido (ella en forma verbal y él de manera física,
pero al mismo nivel), que tenía el mismo peso que el padre en la educación de sus hijos y que el
papel doméstico que se le ha otorgado de que bastaba con que limpiara y cosiera, es falso.

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¿Tengo que imaginarme una mujer del sigo XII con casi los mismos derechos que una mujer del
sigo XXI? Sobre todo teniendo en cuenta que era un mundo gobernado por la Iglesia y era la misma
Iglesia quien relacionaba a la mujer con el demonio y la tentación.

Me podía imaginar que no todas las mujeres estaban de acuerdo con ser el sexo “débil” e ignorado
por la Iglesia. No me sorprende que crearan el “parlamento de mujeres” como llama el autor a la
fuente, el molino o incluso el cementerio, lugares donde se reunían para quejarse de su situación e
intentar cambiarla. Por supuesto que no pensaba que todas las mujeres aceptaban el rol que la
sociedad les había impuesto, pero me extraña mucho ver la cantidad de libertades que tenían, o
mejor dicho, lo socialmente aceptadas que estaban.

Lo único con lo que autor está de acuerdo en que se la denomine “Edad Media masculina” es por la
figura jurídica de la mujer que brillaba por su ausencia. No se le veía como un ser humano, sino
como una propiedad, que pasaba de padre y hermanos a marido. Marido que tampoco escogía ella,
sino sus padres por conveniencia para consolidar vínculos económicos o políticos ventajosos, y
poco importaba la opinión de la futura esposa. Es más, intentaban casarla cuanto antes para
“aligerar la carga” de su manutención, ya que solo se la veía como riqueza a la que sacar partido
¿Esa era la mujer que luego podía vejar a su marido o tener un rol importante en la familia?

Y llegamos al asunto de la homosexualidad, tema bastante actual, que por lo que he comprendido,
parece que estaba mas aceptado en la Edad Media que en nuestros tiempos. Así lo recoge el autor:
“En cuanto a la homosexualidad […] las estructuras sociales medievales la favorecían.”3 Aunque
de nuevo la Iglesia lo condenaba, considerándolo una imagen de los vicios de Sodoma y Gomorra,
la gente del pueblo llano lo veía desde una perspectiva bastante serena.

Es verdad, que el autor expone los hechos siempre recalcando que la Iglesia estaba totalmente en
contra de todas esas prácticas, como ya he mencionado anteriormente. Aunque por lo que se ve la
sociedad ignoraba bastante sus prohibiciones, o al menos era bastante más indulgente con sus
opiniones. Por ejemplo, si la Iglesia sabía de un caso de adulterio, los condenados eran atados a
horcajadas sobre un burro desnudos, y la sociedad no los condenaba, se limitaban a reírse de ellos
por haberse dejado coger.

Como último tema, pero quizá el mas central de todo el libro, es la figura que el autor critica hasta
la saciedad. El tema que quizá pueda sentar mal a cualquier lector: La figura del ser humano. No
sólo del hombre medieval, sino la figura del hombre como ser que está a un nivel superior de los
animales, pero por muy poco. Leyendo la descripción del autor uno se pregunta ¿de verdad somos
la especie más avanzada de todas? Porque tenemos un físico que asusta, unos sentidos atrofiados y
hasta nuestra carne está mala, comparándonos con otros animales. Menos mal que podemos agarrar,
transformar y usar herramientas o el fuego, por poder oponer en el extremo de nuestros miembros
anteriores los pulgares al resto de los dedos de las manos. Sólo eso nos ha dado una ventaja para
poder gozar de una superioridad ante los demás animales. Aquí quise entrever una parte irónica del
texto, dentro de que era una crítica bastante dura. Me parece un ejercicio de reflexión muy
importante, ya que el propio autor está hablando ni más ni menos de sí mismo también.

3Fossier, Robert. Gente de la Edad Media (Spanish Edition) (p. 90). Penguin Random House Grupo Editorial España.
Edición de Kindle.
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Es verdad que en la Edad Medieval lo atribuían a la gracia de Dios, todo lo bueno que te pasaba era
un don que te otorgaba Dios, pero también se usaba a la inversa, todo lo malo era un castigo divino.
Aquí llegamos a una cita del libro que dice: “El mundo medieval apenas sentía piedad hacia el
desgraciado: se reían de las equivocaciones cometidas por los ciegos, se excluía a los enfermos y se
despreciaba a los débiles […] era mejor ceder una viña a la Iglesia que darle un beso a un
leproso. ”4 Al leerlo por primera vez me entró un sentimiento de rechazo absoluto hacía el hombre
medieval, por su clara falta de empatía, pero luego reflexionando pensé: ¿Hemos cambiado nuestra
forma de ser? ¿El ser humano se ha vuelto más empático con el paso de los siglos? Personalmente
pienso que no, tal vez hoy en día no se haga por la salvación de nuestras almas, pero ¿y la de
nuestra reputación o prestigio? Aunque Fossier no hace ningún comentario al respecto, me atrevería
a decir que puede compartir mi opinión.

Todos estos temas los he ligado a uno más grande, como ha hecho también el propio autor, que es el
papel de la Iglesia Católica en la vida del hombre medieval. Es una especie de sub-tema recurrente
en el libro, cosa que no debería extrañar a ningún lector, ya que era la Iglesia quien tenía el control
de gran parte de las tierras y de los documentos en aquella época, quien poseía las llaves de la
salvación, y por tanto, el poder de manipular a la sociedad.

Sobre este asunto no puedo decir que me sorprendiera demasiado lo que he leído, ya que no ha
desmitificado demasiado el papel de la Iglesia. A grandes rasgos, el autor critica la hipocresía de la
Iglesia en casi todos los asuntos cotidianos del ser humano, un gran ejemplo es: la prostitución.
Como el adulterio y la homosexualidad estaban prohibidos, la violación se escondía por ser una
deshonra para la familia, y también se criticaba la masturbación, sólo podían recurrir a la
prostitución como regulador social. Para mantener el orden y los deseos sexuales de los chicos
jóvenes o incluso de los mayores. Y no sólo controlaban la prostitución, sino que además se
lucraban de ello, ya que recibían donaciones de los clientes que querían redimirse de sus pecados.

Sobre el tema de la Iglesia católica el autor es muy crítico, pero también da las claves para entender
parte de esa idea preconcebida que tenemos de la Edad Media “cruel”. Fossier le atribuye a la
Iglesia católica la autoría del peor periodo del la Edad Media, es decir, desde el siglo XI al XIV,
cuando surgió un cristianismo militante que catapultó el comienzo de las Cruzadas. Cuando
comenzó la persecución, la caza y el ataque a la gente que tenía diferencias en el estilo de vida
occidental, y sobre todo por pertenecer a una religión distinta.

Aunque el autor también sabe apreciar el papel que ha jugado en la historia. La Iglesia controla,
inspecciona, juzga y explota, pero como señala Fossier, también enseña, apoya y alimenta. Durante
400 o 500 años ha sabido controlar muy bien a los hombres. Y mi duda es: ¿cómo puede llegar a
tener una institución tanto poder? ¿Fue de verdad “culpa” suya o también de la sociedad que no
hizo nada por cambiarlo? Me hubiera gustado que el autor explicara como puede llegar a darse esos
casos en los que el ser humano deja de pensar como ente individual y parece que al seguir a las
masas, “ser parte del rebaño”, deja de pensar por sí mismo. Hasta tal punto que se le achaca la culpa
a la Iglesia de la peor época de la Edad Media, que no me parece poco decir.

4Fossier, Robert. Gente de la Edad Media (Spanish Edition) (p. 11). Penguin Random House Grupo Editorial España.
Edición de Kindle.
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Quería terminar con esta parte porque creo que es la esencial para explicar el choque mental que
puede suponer este libro. Creo que además esto explica el por qué Fossier comenzó a escribir este
libro. Desde mi punto de vista, el autor quiere desmitificar muchos temas controvertidos de la Edad
Media. Algunos, bajo mi perspectiva, los ha conseguido justificándolos, dando datos, documentos,
ejemplos, etc. En cambio, en otros temas con los que he podido ser más crítica, como puede ser el
tema del papel de la mujer o del feudalismo, en cierta parte me ha hecho reflexionar mucho sobre
estos asuntos y replantarme estas cuestiones, pero no los he llegado a interiorizar tanto, como el
tema del aborto, la homosexualiad, etc. Por tanto, opino que esa era la intención del autor, hacer
dudar y reflexionar sobre los grandes “mitos” o las ideas indiscutibles que la sociedad tiene sobre la
Edad Media.

Como conclusión final diré que veo como algo positivo que un libro te haga tambalear tus certezas.
Y de hecho con este libro he podido aprender mucho sobre la gente común y corriente de la Edad
Media, con la que al final, tengo que dar la razón al autor y no verla tan distante de los seres
humanos de hoy en día.

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