Está en la página 1de 4

PROBLEMAS ETICOS DE LA VACUNACIÓN

Las vacunas son responsables de muchos éxitos en salud pública a nivel mundial, como la erradicación de
la viruela, y la reducción considerable de otras infecciones graves, como poliomielitis y sarampión. Aun así,
la vacunación ha sido tema de diversas controversias éticas desde hace mucho tiempo. Por lo general, los
debates éticos clave relacionados con la reglamentación, el desarrollo y el uso de las vacunas gira en torno a:
(1) mandatos, (2) investigación y pruebas, (3) consentimiento informado y (4) disparidad en el acceso.

Mandatos y objeciones de las vacunas en EE.UU.

En Estados Unidos, las políticas estatales ordenan ciertas inmunizaciones, incluso como requisito para
ingresar a la escuela, lo cual resulta en cifras significativas de niños.[1] Los primeros requisitos de
vacunación escolar se promulgaron en la década de 1850 para prevenir la viruela.[2] Los esfuerzos federales
y estatales para erradicar el sarampión en las décadas de 1960 y 1970 motivaron muchas políticas
obligatorias modernas.[3] Para la década de 1990, los 50 estados requerían que los estudiantes recibieran
ciertas inmunizaciones, y la mayoría de los estados requerían cobertura para niños más grandes en edad
escolar, o en guarderías y programas Head Start.[4], [5]Las vacunas reciben autorización oficial y se agregan
al programa de vacunación después de una labor cuidadosa de investigación, pruebas y evaluación que es
coordinada y revisada por el Programa Nacional de Vacunas y otros comités clave sobre vacunas, como el
Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (Advisory Committee on Immunization Practices, ACIP).[1]
Posteriormente, los estados elaboran mandatos en base a esos conocimientos.

Los debates y objeciones éticas hacia los mandatos escolares, u otros, surgen porque algunas personas y
comunidades no están de acuerdo, o tienen creencias religiosas o filosóficas que entran en conflicto con la
vacunación;[1] por ejemplo, como un intento de proteger a la mayor cantidad de personas, los reglamentos
de salud pública sobre vacunación pueden infringir la autonomía y libertades individuales.[6] Por lo tanto,
surgen tensiones cuando las personas desean ejercer su derecho de protegerse a sí mismas y/o a sus hijos
al rechazar la vacunación, en caso de no aceptar las pruebas médicas o de seguridad existentes, o si sus
creencias ideológicas no respalden la vacunación.[6]

A veces, las controversias por los mandatos de vacunación incluyen dilemas éticos estrechamente
relacionados, como el caso de la vacuna contra el virus del papiloma humano (HPV, por sus siglas en inglés),
una enfermedad de transmisión sexual (ETS). La FDA aprobó la primera vacuna contra el HPV en el 2006.
Después de que el ACIP recomendara tres dosis de la vacuna para las niñas entre 11 y 12 años, diversas
legislaturas estatales trataron de obligar la vacunación. Las objeciones éticas ante este mandato han
variado; existen inquietudes religiosas sobre una vacuna que protege contra una ETS, lo cual contradice los
mensajes sobre la abstinencia; hay temores de que la vacuna podría tener el potencial de obligar a una niña
a someterse a una intervención ajena a las creencias de su familia, o preguntas de derechos humanos sobre
lo justo que sería proporcionar una vacuna a personas de un solo sexo.[7], [8]

Para respetar las creencias individuales, y tomar en cuenta las diversas inquietudes, los 50 estados permiten
exenciones a la vacunación por contraindicaciones médicas, 48 estados permiten exenciones religiosas y 20
estados permiten exenciones por razones filosóficas.[4] Muchos estudios de investigación científica y médica
han descubierto que las personas que ejercen exenciones religiosas y/o filosóficas tienen un mayor riesgo de
contraer infecciones, lo cual las pone en riesgo a sí mismas y a sus comunidades.[9] Por lo tanto, con
frecuencia los defensores médicos y de salud pública hacen grandes esfuerzos por equilibrar la ética, que
protege las creencias individuales, y la salud de la comunidad.[6]

Investigación y pruebas de vacunas

Las discusiones éticas también se circunscriben a la investigación y pruebas de las vacunas; dentro de este
tipo de discusiones se incluyen temas como: desarrollo de vacunas y diseño de estudios, poblaciones y
lugares para las pruebas.

Para obtener una autorización oficial, las vacunas pasan por muchos años de investigación, y deben aprobar
normas rigurosas de seguridad.[1] El proceso de desarrollo e investigación de vacunas incluye a expertos de
muchas disciplinas científicas y sociales, que incluyen salud pública, epidemiología, inmunología y
estadística, así como a las compañías farmacéuticas, los interesados podrían tener prioridades y motivos en
conflicto, lo cual contribuye a diversas discusiones éticas.[10]

A veces, los investigadores discrepan sobre a quién incluir en las pruebas de las vacunas; para probar
adecuadamente la eficacia de una vacuna, por lo general se necesita un ensayo clínico que incluya a un
grupo de control que no reciba la vacuna de prueba.[1] Sin embargo, no contar con una opción preventiva
adecuada podría resultar en una decisión difícil, sobre todo cuando la vacuna podría prevenir una infección
grave, intratable o fatal; por ejemplo, los investigadores de la vacuna contra la tuberculosis (TB) se han
esforzado por elaborar procedimientos éticos para los grupos de control. Las vacunas existentes contra la
TB, llamadas vacunas del bacilo Calmette-Guérin (BCG) no siempre son eficaces para prevenirla, y pueden
provocar infecciones en personas con sistemas inmunológicos en riesgo, como las personas que tienen
VIH/SIDA. Cuando prueban la eficacia de las nuevas estrategias, los investigadores debaten sobre si es
seguro y ético aplicar vacunas a estos participantes de control.[11]

Además, es importante entender la seguridad y eficacia de la vacuna en diversas poblaciones; en una


población vulnerable, como los niños, esto provoca inquietudes éticas.[12] Los investigadores deben
equilibrar la necesidad de proteger la seguridad de los niños con la de entender adecuadamente cómo va a
desempeñarse la vacuna, por lo tanto deben proteger a los niños cuando se les inmunice.

De manera similar, es importante entender cómo afectan las vacunas a la gente de los países en desarrollo.
Realizar investigaciones sobre vacunas en países en desarrollo incluye una lista de inquietudes éticas, como
realizar el control y tratamiento necesarios si se detectan enfermedades; involucrar de manera significativa a
las comunidades locales en el proceso del diseño de la investigación; asegurar que la prueba y la vacuna
pueden ser supervisados por los grupos locales de ética; y garantizar que los participantes entiendan y estén
de acuerdo con el proceso.[11] Por ejemplo, los participantes de una prueba para una vacuna contra la
malaria en Mali informaron que tenían problemas para entender varios conceptos, como la forma de
retirarse del estudio, los efectos secundarios de la vacuna y la diferencia entre un estudio de investigación y
una terapia,[13] lo cual sugiere que se requieren mejores estrategias de comunicación para garantizar un
consentimiento adecuado para cada cultura.

Las discusiones éticas son un componente clave de la investigación y desarrollo de una las vacunas contra el
VIH, debido a que plantean una gran cantidad de retos éticos específicos; por ejemplo, el estigma del SIDA
puede poner en riesgo psicológico a los participantes de la prueba de la vacuna en caso de discriminación.
Además, los investigadores tienen que idear la manera de dar cuidados y protección médica adecuados a los
participantes que comprueben ser VIH positivos. Igualmente, los investigadores deben tomar en cuenta que
si los participantes no comprenden la prueba, podrían pensar que están protegidos contra el virus, y ponerse
en riesgo.[1], [10],[14-15] La complejidad de estas cuestiones sitúa al análisis ético al frente de las
investigaciones de la vacuna contra el VIH.

Consentimiento informado

Los debates éticos también se enfocan a la implementación y la aplicación de las vacunas, un ejemplo de
esto es el consentimiento informado.[10] Aunque las directrices federales no requieren de consentimiento
antes de aplicar vacunas, la Ley Nacional de Lesiones por Vacunas Infantiles de 1986 requiere que los
médicos entreguen a los receptores de las vacunas, o a sus padres o representantes legales, la hoja de
información sobre una vacuna (VIS, por sus siglas en inglés). La VIS explica los riesgos y beneficios de la
vacuna, y está diseñada para suministrar información que necesita el paciente o sus padres para tomar una
decisión bien fundamentada.[16]

Algunos estados cuentan con leyes específicas sobre el consentimiento informado.[16] Ciertos legisladores, y
otros defensores de los derechos de los pacientes, creen que el consentimiento es un proceso ético y
adecuado, de tal manera que los padres de familia estén mejor informados sobre las vacunas y tengan
tiempo para hacer preguntas, si es necesario. Los opositores temen que los consentimientos podrían agregar
inquietudes o miedos innecesarios para el proceso de vacunación.[17]

Cuestiones de acceso

Muchos debates éticos relacionados con las vacunas se centran en evidencias que demuestran que el acceso
a la vacunación depende, hasta cierto punto, de la situación socioeconómica y de minoría étnica/racial. En
estas discusiones están implícitas ciertas cuestiones, como: si toda vida tiene el mismo valor o no, y si todos
merecen, o no, las mismas oportunidades de protegerse a través de la vacunación.[1]

En los últimos 10 años, la escasez de vacunas ha sido un tema noticioso. Entre noviembre de 2000 y mayo
de 2003, Estados Unidos tuvo escasez de 8 de las 11 vacunas contra enfermedades infantiles; y en 2004, la
escasez de la vacuna contra la gripe llamó la atención de los medios a nivel nacional.[18] La escasez es
resultado de contar con pocos productores y proveedores de vacunas.[1], [18] Diversos factores limitan la
investigación y el desarrollo de vacunas, como la responsabilidad legal, el gasto, el tiempo y la disminución
de la demanda; por ejemplo, la demanda de la vacuna contra la gripe varía cada año, y los productores
deben desechar las vacunas adicionales cada año.[18] Desde una perspectiva ética, el aumento de los
productores de vacunas tendría una enorme influencia positiva sobre la salud. Cuando las existencias de
vacunas son bajas, los proveedores médicos deben tomar decisiones sobre quién debe estar protegido y
quién vulnerable ante la enfermedad.[10]

En Estados Unidos, los niños de bajos ingresos o sin seguro médico pueden enfrentar desafíos para recibir
las vacunas. El programa Section 317,[19] un programa federal para vacunar a niños que no reciben
suficientes servicios, pretende apoyar la cobertura, pero no puede atender a todos los niños que lo necesitan.
[10] Las disparidades de acceso afectan también a los adultos, incluso si la situación económica está bajo
control, los investigadores han descubierto que los adultos de minorías étnicas/raciales tienen menos
posibilidades que los blancos al momento de recibir cuidados preventivos, incluida la vacunación.[20]
Las disparidades de salud a nivel mundial son todavía más extremas, y resaltan dilemas éticos adicionales.
Los países en desarrollo enfrentan amenazas de infecciones incapacitantes y mortales, llamadas
“enfermedades de la pobreza”, como el anquilostoma duodenal y la lepra, desconocidas para la mayoría de
los estadounidenses. Aunque las vacunas pueden ayudar a prevenir estas enfermedades, el desarrollo de las
vacunas se queda atrás si se compara con las necesidades comunitarias de salud.[1] Otras complicaciones
recurrentes en los lugares afectados por las enfermedades de la pobreza surgen a raíz de una carencia de
infraestructura, lo cual impide que el proceso de vacunación se logre a gran escala; también se enfrentan
diversas prioridades de salud y de carácter social, como la pobreza, la violencia y los caminos en mal estado.
[1], [10] Los funcionarios médicos y de salud pública deben tomar decisiones difíciles sobre qué necesidades
de salud atender, y cómo integrar el proceso de vacunación a servicios que a menudo son escasos.

Los ejemplos de las disparidades en Estados Unidos y a nivel mundial señalan la necesidad de mantener
esfuerzos continuos para asegurar la igualdad de oportunidades, y para que la gente se beneficie con la
vacunación.

También podría gustarte