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EL SUFRAGIO UNIVERSAL PONDERADO COMO SISTEMA DE ELECCIÓN DE RECTOR EN LA

UNIVERSIDAD DE SEVILLA. HISTORIA DE UNA LUCHA POR LA REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA.

La lucha por la regeneración democrática de la Universidad de Sevilla tiene ya un largo


recorrido, lo que pone de manifiesto la gravedad de la situación en la que se encuentra la
institución. Por eso es preciso hacer memoria, para tener claros los hechos referentes que nos
han traído hasta esta situación. Con la LRU de 1983 se estableció el sistema de elección de
rector a través del claustro universitario, art. 18.2, normalizándose los distintos sistemas que
hasta la fecha se empleaban en las universidades españolas para este proceso. No sería hasta
el año 2001, con la aprobación de la LOU, art. 20.2, cuando se implantara el sistema de
elección de rector por sufragio universal ponderado. Este sistema tuvo corto recorrido en la
US. Repasemos los hechos.

El art. 11.a) del vigente Estatuto de la Universidad de Sevilla establece como primera
competencia del Claustro Universitario la elección de rector. Mediante Acuerdo 5/CU, de 22 de
octubre de 2007, el entonces rector profesor Miguel Florencio Lora, consiguió modificar este
artículo del Estatuto de 2003, que establecía un sistema de sufragio universal ponderado en el
que todos los sectores de la comunidad universitaria (profesores funcionarios de cuerpos
docentes del Estado, profesores investigadores contratados, personal de administración de
servicios y estudiantes) podían elegir directamente al rector, tal como establecía la Ley
Orgánica de Universidades de 2001.

Precisamente en abril de 2004 tuvieron lugar las únicas elecciones en la historia


pentacentenaria de la Universidad de Sevilla regidas por el sufragio universal ponderado. En
ellas se presentaban el entonces rector, Miguel Florencio, y el recientemente fallecido
profesor Manuel Ramón Alarcón Caracuel. Florencio ganó por un estrecho margen, alcanzando
apenas el 51% de los votos. Fui el jefe de la campaña electoral de Manuel Ramón Alarcón. Viví
en primera línea y en primera persona las múltiples irregularidades de aquel proceso.
Llegamos a presentar hasta nueve reclamaciones a la Comisión Electoral de la Universidad que
fueron sistemáticamente rechazadas. Es evidente que el sistema de sufragio universal no es la
panacea de los sistemas democráticos, pero, sin duda alguna, es el más democrático porque
permite evitar las oligarquías académicas que copan el poder durante lustros. Como ocurre en
la Universidad de Sevilla.

Sin embargo, el resultado, ajustadísimo, hizo maniobrar a Florencio, que, aprovechando la


reforma de la LOU de 2007, se acogió a la posibilidad de que fuera el claustro universitario el
que eligiera al rector, siendo la única universidad pública de España que ante la doble
posibilidad (claustro universitario o sufragio universal) que la LOU de 2007 otorgaba, arrebató
a la comunidad universitaria su derecho a elegir. Miguel Florencio ya llevaba a sus espaldas un
récord absoluto de permanencia en el rectorado, pues había sido vicerrector durante 5 años
(procedía de los equipos de Javier Pérez Royo y Juan Ramón Medina Precioso) y desde 1996
era rector. Sólo la Disposición Transitoria Tercera del Estatuto le impidió un cuarto mandato,
pero fue rector durante tres mandatos consecutivos, hasta 2008.

La reforma de 2007 del Estatuto se hizo, además, de un modo torticero que aún no hemos
podido olvidar. Correspondía al claustro la reforma del Estatuto de la Universidad, como así
establecía su art. 11.b). Dicho claustro debería haberse disuelto a los doce meses de haber

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entrado en vigor la reforma del Estatuto, como disponía su Disposición Transitoria Segunda.
Pero lejos de hacerlo, se arrogó la potestad, de manera absolutamente irregular, de volver a
elegir rector, esta vez, una vez más, otro miembro del equipo de gobierno del saliente rector
Florencio. Así elige a Joaquín Luque, vicerrector de infraestructuras, frente al que se presentó
el profesor Manuel Lozano Leyva, que apenas pudo obtener 50 votos de un claustro de 300
miembros controlados mayoritariamente por el candidato oficial. Control férreo y total del
poder rectoral. Todas las comisiones compuestas por miembros afines al rector. Imposibilidad
absoluta de acceder a ninguna de ellas por parte de candidatos que no llevaran el respaldo del
rector.

En 2012, Antonio Ramírez de Arellano se presenta en solitario a las elecciones de claustro


universitario para ser elegido rector sin oposición alguna. Arellano, a su vez, había sido
vicerrector de infraestructuras de Joaquín Luque. La historia se volvía a repetir. La comunidad
universitaria, hastiada, vuelve a poner en marcha iniciativas de recogida de firmas para
solicitar el sufragio universal. ADIUS, la asociación de profesores docentes e investigadores de
la US recoge mil firmas. La Asociación Rector Machado y Núñez, creada ese año por Adela
Muñoz Páez, setecientas. Nada sirve. El rector promete llevar a la comisión de proyectos
normativos la propuesta de reforma del Estatuto, firmada por 124 claustrales, pero dicha
comisión, controlada por el propio rector, paraliza, tras múltiples promesas de reactivación del
proceso, toda iniciativa de cambio y las firmas se quedan en un cajón.

Llegamos a 2015, y la situación sigue siendo la misma. Otro miembro del equipo de Ramírez de
Arellano, aspira a sucederlo, Miguel Angel Castro. Todo el poder controlado por la misma
oligarquía académica. Castro, excediendo con mucho sus facultades como rector en funciones,
se presta a todo tipo de inauguraciones, actos públicos en los que aparece como rector de la
US, no como rector en funciones, y negocia, semanas antes de la puesta en marcha del
proceso electoral para la elección en claustro de rector, con sindicatos y alumnos. Lo promete
todo, antes de ser candidato. Llama a los móviles particulares de los claustrales para citarlos en
su despacho del rectorado y comunicarles que va a convocar elecciones el 3 de noviembre,
negándose por activa y pasiva a convocar un claustro a principios de curso, como es
reglamentario. Se inventa, fuera del Estatuto y del Reglamento de Funcionamiento del
Claustro, reuniones particulares con los miembros del claustro, sin que haya posibilidad de que
ningún otro miembro de la comunidad universitaria pueda ponerse en contacto directo con el
resto de claustrales. La historia se repite, como en 2000, 2004, 2008, y 2012. Y, por supuesto,
gana las elecciones a rector en diciembre de 2015 frente a los dos candidatos no oficiales,
Adela Muñoz y Antonio Rabasco.

Posteriormente, en los meses de febrero y marzo, Castro abre un falso debate sobre la
reforma del Estatuto de la US –lo llevaba en su programa electoral- que se le vuelve en contra
porque rápidamente se comprueba que lo que se busca es enterrar definitivamente la
posibilidad de que vuelva el sufragio universal. Esto provoca una reacción de los claustrales
que presentan, de nuevo, una petición de reforma del Estatuto –firmada por 90 claustrales-
para la devolución a la comunidad universitaria del sufragio universal. Como no tiene más
remedio que aceptar legalmente la validez de esta proposición, somete a votación dicha
propuesta el día 30 de mayo de 2016, aunque con un procedimiento de voto anticipado que
permitía votar desde el día 24 de mayo. Este procedimiento de voto anticipado sigue siendo

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contestado por un amplio sector de los claustrales y de la comunidad universitaria, porque
durante los días en que se puede votar anticipadamente a la fecha de la votación presencial en
el claustro, los claustrales pueden ser objeto de todo tipo de presiones para votar en el sentido
que interese al rectorado. Esta es la democracia orgánica de la US, una institución que debería
ser ejemplo y modelo de funcionamiento democrático, transparente y responsable.

Es un clamor en la comunidad universitaria el deseo de que se le devuelva el derecho al


sufragio universal ponderado. Durante los días previos a aquella votación se celebraron
asambleas y juntas de Facultad y Escuela en las que se votó mayoritariamente a favor del
sufragio universal. Baste señalar que en la Escuela de Ingenieros la votación arrojó 37 votos a
favor y 0 en contra, o en la Facultad de Económicas, 21 votos a favor y 2 en contra. Las listas de
correo electrónico interno, para el PDI funcionario y laboral, fueron escenario de un debate
intensísimo a favor del sufragio. Apenas hubo un par de pronunciamientos a favor del
mantenimiento del sistema de elección por claustro. Fue extrañísimo. Pareciera que alguien
hubiese dado contraseña de no intervenir en el debate para defender la elección de rector a
través del claustro. Algo más que extraño. Fue realmente una maniobra en toda regla. La
prueba de ello es que se le impuso a la Mesa del Claustro la aprobación de una papeleta de
votación en la que sólo aparecía la casilla del Sí para marcar. No se podía votar No. Increíble y
burda maniobra que permitía al rector saber quién votaba a favor de la reforma y quién votaba
en contra, violando descaradamente el secreto del voto y coaccionando a los claustrales para
que no acudieran a votar. Un auténtico escándalo.

Y lo mejor de todo: el resultado. 102 votos a favor del sufragio universal, 13 votos en blanco y
28 votos nulos (al parecer, todos ellos del PAS, que escribieron en la papeleta “queremos el
12%”). Lógicamente, la reforma no fue aprobada al no alcanzarse la mayoría absoluta exigida
por el EUS.

Prof. Dr. José Manuel Gómez Muñoz

Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social

Universidad de Sevilla

josemgomez@us.es

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