Está en la página 1de 1

Consultá ahora

HISTORIAS

Espionaje, un mensaje de
Churchill para Franco o una
confusión: por qué los nazis
mataron al famoso actor
británico Leslie Howard
Participó en numerosas películas y obras
de teatro, pero la fama total le llegó con el
papel de Ashely Wilkes en “Lo que el viento
se llevó”. En 1943 el avión en el que viajaba
fue derribado por la Luftwaffe. ¿Creían que
el premier británico iba a bordo o el
objetivo era Howard? El misterio continúa
ocho décadas después
Por Alberto Amato

30 Mar, 2024 00:19 a.m. AR

Leslie Howard alcanzó la fama en "Lo que el viento se


llevó"

Era un gran actor, porque todos los actores


británicos llevan una molécula del ADN de
Shakespeare en las venas. Pero no supo que lo era
hasta que fue un chico grande y después de
jugarse la vida en las trincheras de la Primera
Guerra Mundial. Hizo una gran carrera, acaballado
en el nacimiento del cine sonoro y el boom
mundial que eso implicó; tenía cuarenta y seis
años en 1939 cuando conquistó Hollywood, ya
casi un galán maduro, como coprotagonista de
una leyenda del cine: “Lo que el viento se llevó”,
encarnando al gran amor de Scarlett O’Hara,
muchacha caprichosa si las hubo, metida en la
piel de Vivien Leigh. Leyenda pura.

Te puede interesar:
A 50 años del estreno del piloto de La Familia
Ingalls: el lado oscuro y desconocido de la
historia

Leslie Howard, el británico trasplantado al cine


americano, pudo ser un grande en aquella
industria bulliciosa y millonaria, pero el 1 de junio
de 1943, los nazis ametrallaron el avión que lo
llevaba desde Portugal a Londres frente a las
costas gallegas de La Coruña. Su cuerpo, y el de
los otros dieciséis ocupantes de la nave -cuatro
eran tripulantes- nunca fue recuperado. Entre ellos
estaba el de un misterioso viajero, rechoncho, que
fumaba puros y de alguna forma se parecía
mucho a Winston Churchill. El primer ministro
británico andaba por esas márgenes de Europa en
aquellos días, porque regresaba del norte de África
después de entrevistarse con Franklin Roosevelt;
había hecho escala en Gibraltar en su viaje de
retorno al 10 de Downing Street.

La muerte de Leslie Howard se adjudicó siempre a


un yerro de los espías alemanes que confundieron,
o quisieron confundir, o les importó nada
confundir a Churchill con un señor muy parecido
al primer ministro. Junto a Howard viajaba su
agente, Alfred Chenhalls, que era robusto, solía
fumar puros y, muy bien mirado, podía parecerse
en algo a Churchill. Fue eso, o el señor muy
parecido a Churchill era otro, el legendario doble
que siempre le adjudicaron a Churchill y que era
candidato seguro a la muerte en caso de un
atentado contra el primer ministro. Pero eso
también es leyenda: no hay evidencias de que
haya existido un doble de Churchill, salvo la
pergeñada en la película “El águila ha llegado”,
sobre novela de Jack Higgins.

Te puede interesar:
La foto acertijo: ¿Quién es este niño que hoy es
una celebridad en Hollywood?

El famoso actor murió en 1943, cuando los nazis


derribaron el avión en el que viajaba

Churchill sí tuvo un doble, pero no físico: era un


imitador, un tipo que sacaba perfecto la voz del
primer ministro; se llamaba Norman Shelley, era
un actor del montón, con la molécula de
Shakespeare es verdad, y que murió de un infarto
en una estación de subte en 1980. El famoso
discurso que se escucha, vibrante y sonoro,
pronunciado el 4 de junio de 1940 por Churchill,
“lucharemos en los mares y océanos, lucharemos
con creciente confanza en el aire, defenderemos
nuestra isla a cualquier costo. Lucharemos en las
playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje,
lucharemos en los campos y en las calles,
lucharemos en las colinas; jamás nos rendiremos”,
ese discurso que se escucha no es Churchill, es
Shelley.

Para volver al gran Leslie Howard, hay algo más


que hace de su muerte una leyenda: tal vez los
nazis lo mataron porque pensaban que en ese
avión volaba Churchill. Pero también es posible
que lo hayan asesinado porque Howard era un
poco espía. Con el espionaje pasa lo mismo que
con la muerte: no se puede estar un poco muerto,
no se puede ser un poco espía. Pero Howard era,
en todo caso, un propagandista, un tipo que había
apartado un poco su carrera de actor para
volcarse a la defensa de su país; daba
conferencias pro británicas en la Europa no
ocupada por los nazis.

Te puede interesar:
Tracy Chapman cumple 60: un regreso
inesperado, los últimos 15 años de silencio y
su relación con una conocida escritora

Dice la leyenda que su último viaje encerraba una


especie de misión secreta que había sido
encargada o por el MI5, o por el propio Churchill:
entrevistarse en España con Francisco Franco
para pasarle un mensaje del primer ministro que le
sugería, recomendaba o pedía que no entrara en la
Segunda Guerra y mucho menos del lado alemán.
Ni falta que hacía: Franco, que había salido
triunfante de la Guerra Civil Española en 1939 no
tenía intención de soportar más guerra. Apoyó
todo lo que pudo a los nazis, permitió el
reabastecimiento de sus submarinos por ejemplo,
y se abrazó a Hitler en Hendaya, pero sin hundir a
España en otro coniicto.

La supuesta misión de Leslie Howard ante Franco


tiene un viso de realidad. Y la probable muerte del
actor a manos de los nazis porque los alemanes
sospecharon que en ese avión volaba Churchill,
también tiene visos de realidad. Sobre todo porque
en sus frondosas memorias sobre la Segunda
Guerra, que le valieron el Nobel de Literatura,
Churchill hace mención a Howard y le rinde un
homenaje sentido: es el único actor del que
Churchill habla en sus memorias.

Leslie Howard interpretó a Ashely Wilkes en "Lo que el


viento se llevó"

¿Quién era Leslie Howard? Había nacido en junio


de 1893, era hijo de un corredor de comercio, fue
empleado de banco y, a los veintiún años, con el
estallido de la Primera Guerra, sirvió en la
caballería del ejército británico. Padeció algunas
dolencias psíquicas por el estrés del combate, un
médico le recomendó que, a manera de terapia, se
dedicara a la interpretación y estaba sin trabajo y
en la pobreza cuando llegó la paz. Se acercó
entonces al teatro para descubrir que tenía un
potencial insospechado: tuvo un éxito inmediato y
en 1921, a sus veintiocho años, se instaló en
Hollywood que ya entonces era una meca para los
actores: embrionaria, pero meca al fn. Para
entonces, Howard estaba casado con Ruth Evelyn
Martin y tenía un hijo, Ronald, que había nacido en
1918. En 1924 nacería su hija Leslie Ruth.

En Estados Unidos Howard Xlmó veinticuatro


películas, entre ellas algunas muy famosas como
“La Pimpinela Escarlata” y “El bosque petrifcado”.
El Nobel de Literatura, George Bernard Shaw le
cedió su obra, “Pigmalión”, para que la llevara al
cine: fue un gran éxito y la base para la película
que en 1964 flmaron Audrey Hepburn y Rex
Harrison, “My Fair Lady”, dirigida por George Cukor.
Howard actuó en veinticinco obras de teatro en
Broadway y vivió veinte años, de una costa a la
otra del país, convertido en una celebridad.
Humphrey Bogart le debe gran parte de su carrera:
ambos habían hecho en teatro “El bosque
petrifcado” y Howard lo recomendó para la
versión fílmica que también protagonizaron
ambos junto a Bette Davis. Fueron muy amigos y
Bogart llamó Leslie a una de sus hijas. La fama
total le llegó con el papel de Ashely Wilkes en “Lo
que el viento se llevó”.

La Segunda Guerra cambió su vida. Regresó a


Londres, alternó entre Inglaterra y Estados Unidos
y se centró en Europa. Una tesis, sostenida por el
escritor español José Rey Ximena, es que Howard
prestó servicios en el Grupo de Operaciones
Especiales (SOE por su sigla en inglés) un
organismo creado por Churchill para luchar contra
Hitler. Era más bien un grupo de propaganda, más
que de espionaje. O de propaganda y espionaje,
que suelen estar emparentados. Rey Ximena lo
explica en su libro “El vuelo del Ibis”, que narra la
odisea de Howard que siguió con su actividad
actoral en el cine americano, pero ya en películas
que retrataban la guerra, como “Los invasores”, de
1941, “El gran Mitchell”, de 1942 y “Sangre, sudor y
lágrimas”, también de 1942.

Churchill hizo mención a la muerte de Howard en sus


memorias

En 1943, Howard viajó en mayo a España para dar


una conferencia sobre Hamlet, la obra teatral de
William Shakespeare, en el Instituto Británico de
Madrid. La verdad es que en España y en Europa
las cosas no parecían estar en una armonía tal
capaz de escuchar una conferencia sobre Hamlet:
la guerra se había dado vuelta, los nazis
derrotados en Stalingrado en enero regresaban a
Berlín perseguidos por el Ejército Rojo, los aliados
preparaban la invasión a Sicilia y el ejército alemán
empezaba a intuir con certeza que su guerra
estaba perdida. Pero gustos son gustos y Howard
anduvo por Portugal y España con sus
conferencias sobre cine y los trágicos personajes
de Shakespeare.

También llevaba la misión de hablar con Franco.


Algunas cartas que Howard intercambió con el
canciller británico Anthony Eden dan pie a pensar
que esa misión existió y que, si no fue pedida por
Eden, lo fue por Churchill. El mensaje que llevaba
Howard para Franco tiene dos versiones: una
afrma que se trataba de palabras de esperanza y
fortaleza que ni falta ni gracia le hacían al dictador
español; la otra afrma que la sugerencia británica
era que Franco se mantuviera al margen de la
guerra y de una eventual alianza con los nazis, a
cambio del apoyo inglés para el reconocimiento
internacional de su régimen. Esta es la más creíble
de las dos hipótesis, aunque también es débil:
Franco ya le había dejado en claro a Hitler, en
octubre de 1940, que España no iba a formar
parte del Eje.

La conferencia de Hendaya, en la que Franco se negó a


aceptar la oferta de Hitler para participar de la guerra

Que Howard llevaba un mensaje del Foreign Orce


a Franco parece ser muy cierto: “Para eso había
venido, no para dar conferencias”, le dijo a Rey
Ximena la actriz Conchita Montenegro, poco
antes de morir en 2007. Conchita Montenegro era
Concepción Andrés Picado, una vedette y actriz de
la época; había nacido en 1911 en San Sebastián y
había triunfado como corista en París, donde se
desnudaba en escena. Había sido amante de
Howard y, a su muerte, lo había llorado como si
hubiese sido su viuda y hasta guardó luto por él.
Cuando Howard llegó a España, Conchita estaba
en buenas relaciones con Ricardo Giménez Arnau
-se casaría luego con él-, delegado de la Falange
franquista en el Servicio Exterior, que fue quien le
facilitó al actor un breve encuentro con Franco.
Hay una versión del diálogo entre Franco y
Howard que cubre la realidad: dice que ambos
hablaron de un megaproyecto cinematográfco
sobre la vida de Cristóbal Colón. Pese a su
relación con Giménez Arnau, Conchita y Howard
tuvieron un último encuentro apasionado en el
Hotel Ritz de Madrid.

El 1 de junio de 1943, Howard, su agente


Chenhalls y uno de los miembros del equipo de
seguridad de Churchill, Gordon Thompson
McLean, abordaron un avión de línea, identifcado
como avión civil, de la BOAC (British Overseas
Airways Corporation) que se disponía a partir del
aeropuerto de Portela, en Lisboa, rumbo a
Londres. Era un Douglas DC3, bimotor, al que los
pilotos habían bautizado “Ibis”, como la elegante
ave adorada por los antiguos egipcios. ¿Pudo ser
Thompson McLean un objetivo militar a abatir por
los nazis, junto al “espía” Howard? En el avión
viajaba también Wilfrid Israel, un activista
germano-británico que en los nueve meses
previos a la guerra, había salvado de la muerte en
la Alemania nazi a una gran cantidad de chicos
judíos. También había creado en Londres una
organización destinada a sacar a judíos de la
Alemania nazi y refugiarlos en Gran Bretaña.
¿Abatieron los nazis el avión en el que viajaba
Howard porque en él viajaba Israel? ¿Creyeron de
verdad que en ese vuelo viajaba Churchill, que
había visitado África y Gibraltar y bien podía haber
llegado a Lisboa para regresar a Londres?

En el momento en el que el Douglas DC3 “Ibis”


despegaba de Portela, ocho bombarderos
alemanes Junkers Ju 88 de la 40ª Escuadrilla
despegaron de una base nazi en Burdeos, Francia.
Los alemanes giraron al sur y entraron en el Golfo
de Vizcaya con la misión de dar escolta a dos
submarinos alemanes, pero el mal tiempo y
pesados nubarrones los obligaron a desviarse y
así quedaron en la ruta aérea del vuelo civil de la
BOAC. A las 12.45, uno de los bombarderos al
mando del teniente Herbert Hinze avistó al “Ibis” a
la altura del Cabo Ortegal, en la gallega provincia
de La Coruña. Hinze transmitió a sus compañeros
de vuelo un mensaje: “Indios a las 11. A.A.”, en la
convicción de que se trataba de un avión militar
enemigo. El resto de la [ota aérea nazi se ubicó
encima y debajo del bimotor inglés y lo
ametrallaron en las alas y el fuselaje. El Douglas
DC3 se incendió, se partió y cayó al mar: murieron
sus diecisiete pasajeros, incluido Leslie Howard,
que tenía cincuenta años.

La historia ofcial alemana hace agua por todos


lados: no había forma de que el piloto de un
bombardero, ni el resto de su escuadrilla de
Junkers 88, confundieran un avión militar aliado,
un único avión sobre el Cabo Ortegal, con un avión
de línea de la BOAC, identifcado con claridad
como aeronave civil.

Hasta aquí la historia, condimentada con la sal y la


pimienta de la conspiración, habida cuenta de que
las casualidades no existen en estos casos. Sin
embargo, al drama le falta un acto. Winston
Churchill se refere al episodio en sus fantásticas
memorias de la Segunda Guerra. Y da pie a la
versión de que en el vuelo que llevaba a Howard
de regreso a Londres viajaba una persona a la
que los espías nazis pudieron haber confundido
con él. Dice Churchill:

“(…) Eden y yo regresamos por vía aérea haciendo


escala en Gibraltar. Como mi presencia en el norte
de África había sido ampliamente divulgada, los
alemanes ejercían por doquier una vigilancia
excepcional, y esto dio lugar a una tragedia que
me aiigió de un modo extraordinario. Cuando el
avión regular de la línea comercial Lisboa-Londres
se disponía a despegar del aeródromo de la
capital portuguesa, un hombre de cuerpo
rechoncho, que fumaba un cigarro, fue visto
dirigirse a él, suponiéndose que se trataba de un
viajero. En consecuencia, los alemanes
comunicaron que yo me encontraba a bordo.
Aunque estos aviones neutrales de pasajeros
habían volado por espacio de muchos meses
entre Portugal e Inglaterra sin ser molestados, y se
habían limitado a un tráfco estrictamente civil, un
avión de guerra alemán recibió al instante orden
de salir e interceptarlo, y el indefenso aparato fue
despiadadamente derribado. Perecieron trece
pasajeros civiles, entre ellos el famoso actor
británico Leslie Howard, cuyo arte y dotes han
sido perpetuados para goce nuestro en los
fotogramas de muchas y deliciosas películas en
que tomó parte. La brutalidad de los alemanes no
pudo ser igualada en este caso más que por la
estupidez de sus agentes. Se hace difícil concebir
cómo alguien pudo imaginar que yo, con todos los
recursos de la Gran Bretaña a mi disposición,
hubiera de hacerme reservar un pasaje en un
avión neutral de Lisboa y efectuar el viaje a plena
luz del día. Nosotros, por supuesto, dimos un
amplio rodeo sobre el océano a poco de salir de
Gibraltar y llegamos a la metrópoli sin incidentes.
Fue para mí una dolorosa sorpresa enterarme de
lo ocurrido a los infortunados pasajeros del avión,
víctimas de los inescrutables manejos del
destino”.

De inescrutables manejos del destino, nada. El de


Churchill parece el homenaje de un combatiente
a otro.

Seguir leyendo

Celine Dion, una resiliente de la vida:


56 años entre el éxito y la tragedia

La increíble historia de los ladrones


que despojaron de sus tesoros a los
nazis y fueron fusilados en un campo
de concentración

A 50 años del estreno del piloto de La


Familia Ingalls: el lado oscuro y
desconocido de la historia

Temas Relacionados

Leslie Howard Winston Churchill

Francisco Franco Segunda Guerra Mundial

Seguí todas las noticias de


Infobae.com en Google News

Seguí todas las noticias de


Infobae.com en WhatsApp

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

Últimas Noticias
Nuevo recorte de fondos y otros gestos de
Milei renuevan fantasmas sobre la voluntad
de pacto político
El Gobierno apunta a acelerar las tratativas sobre la nueva
versión de la Ley Bases. Eso requiere un acuerdo de alivio fscal
con los gobernadores. Juega en contra el corte de fondos a trece
provincias para cajas de jubilaciones. También, la incertidumbre
sobre obras públicas

También podría gustarte