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464 LA CRISIS DE LA MODERNIDAD

CAPÍTULO 13 En este largo artícula que, debido a su complejidad, ofrecemos íntegro, Eisenman aborda definitivamente
esta &W'5idad de su{Jewr la larga_.�d clásica que arrancarJ!! del Renacimiento y llegaría hasta nuestros días.
Se trata de entrar en una edad no clasica de la cual aun no conocemos bien las cooraeñáacis. ·-
Toman�omo base los textosd¡-Míchel Foucault, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze y jacques Derrida,
¡J¿enman desar721Ja la idea del fin de trú Jif.0:pnes convencionale.r.: la representación, la razón y la historia.
ARQUITECTURA DE LA NUEVA ABSTRACCIÓN Durante quinientos años se han desarrollado estas tres ficciones, dentro ae una'"maW#a clásica de pensar, de
la que la arquitectura del movimiento moderno tampoco consiguió escaparse.
FORMAL La ficción de la representación va relacionada con la fi_�el signifJ.caef!!_; la de la razón, con la
simulación de la verdad, y la de la historia, fP_n la de la eternidad. Ya en el Renacimiento, la arquitectura
delos palacios se basóen la representación de";;;resentaiioñés, tomando el lenguaje y los elementos grecorro­
manos. 1 El [ung�i!J:f!!:.ff!!.ZdO efic��ia. Eisenman señala: «Si la representación era un
simulacro del significado del presente mediante el mensaje dela antigüedad, la razón era una simulación del}
significado de la verdad mediante el mensaje de la ciencia».

,_
Según Eisenman tras la caída de estas tres .ficciones....�!}ay____ modelo_ alternativo. Sólo queda la salida de
Dentro de este apartado existe una gran producción teórica marcada por un carácter fragmen­
_(j ...,.._..
---
la búsqueda de un discurso independiente para la arquitectu la expresión de una estructura de ausencias.
tario y disperso. Aquí hemos seleccionado cuatro piezas que pueden ser representativas. ;t'
Peter Eisenman (1932). «The end of the Classical» fue publicado originalmente en Perspecta núm. 21,
La primera constituye el texto más programático escrito durante los años ochenta por Peter 1984, The MIT Press, Cambridge y en su versión italiana ha dado nombre a la antología de escritos: Peter
Eisenman, el máximo teorizador de esta vía intelectual y formalista de la arquitectura. Eisenman, La fine del classico, CLUVA editrice, Venecia, 1987. La versión castellana del artículo procede
El segundo, seleccionado entre la gran producción de escritos de Bernard Tschumi (dedi­ de Arquitecturas bis núm. 48, 1984. Existe una versión catalana incompleta en Saber núm. 9, 1986.
cado a partir de principios de los años ochenta a su proyecto del Parque de la Vilette en París),
consiste en una conferencia impartida en la Architectural Association de Londres en 1982 que
hace referencia a su texto básico: Manhattan Transcripts de 1981.

e.
Otros de los autores que hubieran podido estar seleccionados en este apartado son el grupo
OMA (Office for Metropolitan Architecture), con textos como los Delirious New York de Rem EL FIN DE LO CLASICO: EL FIN DEL de pens amiento arquitec� A este modo
Koolhaas (1975), «La historia de la piscina» (1977) también de Rem Koolhaas y «A propósito COMIENZO, EL FIN DEL FIN de pensar lo llamaremos .
del estilo y de la ideología» de Elia Zenghelis (1979).
Por último se han seleccionado fragmentos de los textos que en el campo del pensamiento Desde el siglo XV hasta nuestros días, la ar- 2 El término «clásico» se confunde, frecuentemente,

posestructuralista mayor influencia han tenido sobre los planteamientos de estos arquitectos, quitectura ha estado bajo' la influenci a de tres con la idea de «un clásico» y con el método estilíst ico
especialmente Peter Eisenman y Bernard Tschumí. Nos referimos a Las palabras y las cosas de «ficciones» -representación, razón e historia- 1• llamado «Clasicismo». Segúnjoseph Rykwert, aquello que
Michel Foucault y La condición posmodema de Jean-Frarn;ois Lyotard. También hubieran podido A pesar de la aparente sucesión de estilos ar- es clásico, nos remite a la idea de «antiguo y ejemplar», .
y nos sug iere «autoridad y distinción»;�un model�c;I$
seleccionarse alguno de los escritos de Jean Baudrillard como Cultura y simulacro. quitectónicos, cada uno con su propia etiqueta
-Clasicismo, Neoclasicismo, Mode rnismo, �· J.?nac�as, �e es --?�,c�Je!JJ,!=+ d.e.;u;i.Y.�l(CJ.� �J. p;;_�y.�át;,g_\)· .,
1mphca su propia atemporalidad, la idea de
En el contexto español se han publicado dos libros que recopilan las tres aportaciones Posmodernismo y así sucesivamente- estas •:qu'e es de primera categoría en cualquier época. El clasi­
metodológicas de la década de los años sesenta y setenta -la crítica tipológica --- o -lógica-��
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memoria, la arq�).�!Y.ra,..com1:u�ic;:-ª1Ly�,...9,Ja forl.!J.-ª-Qe la ficc10n y la.� . ,,--
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al?,����ión _for_l!l:,�l
tres ficciones han persistido en una u otra for- cismo, y no lo clásico, será definido aquí como un método
ma durante quinientos años. Cada una de las aqueunintenta producir un resultado «clásico», recurriendo
pasado que podemos calificar como «clásico». Esta
_ rolalor'iñacierá forma-. Se trata de los textos de Helio Piñón Arquitectura áe las neovanguardias. ficciones tenía un...J!I_QPÓSÍ!Q.ÍU!1,damental: el de idea concuerda con la definición de sir John Summerson,
�G'iistavo Gili. "Bar�ona, 1984; segunda edición enjúcar Universidad, Madrid, 1989; y dejosep a·
,E:.I�P!esentación�po la íclea __ cte�- para quien el clasicismo es un estilo, más que un conjunto
_María.�_pespués del "M,g_vimiento Moderno. Arquitectura de la segunda mitad del siglo XX. nificado; el de la razon, codifícar la idea de de ideas y valores. Summerson mantiene que, aunque bue­
'Uusfavo Gilí. Barcelona, 199'.{ �dad;clcfeiai:us"fori'a,";��i;,-;·1;ideade·To narelac10nes p�rte de 1a arquite::ura gótica se �asase en 1�s m smas
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ª ·m..-b;··- de proporc10n que la arqmtectura «clas1ca» del
. ����-�----� --��i:1����--� . _!º·___B_enac miento, nadie podría confund r una catedral gót ca
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Dada su pers1stenc1a sera necesario considerar con un palacio del Renacimiento; simplemente no tenía
que este período manifiesta una continuidad el aspecto propio del clasicismo. En cambio, Demetri
Porphyrios considera que el clasicismo no es un estilo,
sino que está relacionado con el racionalismo: «del mismo
modo que la arquitectura es un discurso tectónico, es, por
EL FIN DE LO CLÁSICO 1 Jean Baudrillard define el período que empieza en
el siglo XV por medio de tres simulacros: la falsificaci ón,
definición, transparente a la racionali dad... por lo tanto,
lo que, actualmente, podemos aprender del clasi cismo, no
la producción y la simulación. La primera está basada en reside en sus tics estilísticos sino en su racionalidad».
Peter Eisenman una ley natural de valor, la segunda en una ley comercial Porphyrios confunde el clasicismo con lo clásico y el clá­
de valor, y la tercera en una ley estructural de valor. Jean sico, o sea, con un conjunto de valores que privilegi an a
Baudrillard, «The Order ofSimulacra», en Simulations. Se­ la «verdad» (p. ej. la racionalidad) de la técnica frente a
miotext(e) lnc. Nueva York, 1983, pág. 83. la «expresión» y el error. La falacia de este argumento es
Los artículos de Peter Eisenman han seguido una fuerte evolución, aunque hayan partido siempre de una crítica
al rea}!!!!!� ) �Li�.nctonalis"!:� y una decidida búsquedáde'"formas abstractas y posiciones
. - ----
·- --------------que -��
se base�
�ptüra y el inicio de �na nueva 'época:--- _____ -..........___________ ·-···
EISENMAN 465
466 LA CRISIS DE LA MODERNIDAD
Fue a finales del siglo XX, cuando lo clásico �uto:Prº-clatn-ªda ruptura_.q1!.LIJ!_VO lugar co�
se entendió como un sistema abstracto de re­ el movimiento moderno,_lanjo_en_ ideolo� sado se utilizaba para verificar el significado del tanciarse de la tradición representacional an-
laciones. El que así ocurriera fue debido a que, comoeñestTfo; las Úe;ficciones nunca .se 1:J,an presente. Precisamente debido a esta necesi­ terior, la arquitectura moderna intentó despo­
sólo entonces, la arquitectura de principios del puesto en duda y, por tanto, permanecen iru1.l: dad, la arquitectura del Renacimiento llegó a r jarse de los adornos exteriores del estilo «clá­
siglo XX pasó a ser considerada como parte de teraaas,"To que equiv-ale a decir que la arqm· - ser la primera simulación, es decir una ficción sico». El resultado de este proceso de reduc­
la historia, y de ahí que ahora sea posible ver tectura; desde Ínediádos del siglo XV, ha pre­ no intencionada del objeto. ción- frie llamado abstracción. Una columna sin
que �itekt!!I�I!!9.9..�r!_l!'-», aunque esti­ ºtendido constantemente ser un paradigmaae Hacia finales del siglo XVIII, una idea de r base ni capitel era considerada una abstrac­
Iísticamente diferente de las arquitecturas pre­ lo clásico, lo atemporal, lo significativo, y lo verda- relatividad histórica vino a suceder al valor ción. Se pensaba que, mediante tal proceso de
vias, _J>re_!���-Y!1.�is�e.ma qe relaciones p_are­ ?iro. En tanto en cuanto la arquitectura inteif; aparente del lenguaje de la arquitectura como reducción, una forma encarnaba su función
ciaO ardu arquiteCt!,lra clásica 3• Hasta este ta recuperar los atributos a lo clásico, cabe ser representación; y esta visión de la historia em­ más «honestamente». Una columna sin base
fuomento, lo «clásico» se enten'Oí'a como sinó­ calificada como de «clásica» 5• pezó la búsqueda de la certeza acerca de los ni capitel estaba más cerca de la columna real
nimo de «arquitectura», concebida como una orígenes tanto históricos como lógicos; de la • o natural, del elemento sustentante (simple por
tradición continua desde la Antigüedad, o, des­ verdad y de la demostración, y de los objeti­ antonomasia), que una columna con una base
de mediados del siglo XIX, como un estilo his­ La ficción de la representación: la vos. Ya no fue tenido como verdad que el pen­ y un capitel repletos de motivos arbóreos o
toricista. Hoy en día, el período de tiempo que simulación del significado samiento residía en la representación sino, por antropomórficos.
abarca lo clásico se puede considerar, usando el contrario, que existía fuera de ella, en los Pero esta reducción a pura funcionalidad no
el término de Foucault, un <<:e�t�T-E, un pe­ La primera ficción de la arquitectura es la re­ procesos de la historia. Este desplazamiento era tan sólo una abstracción; era también un
ríodo continuo de conocimie�cluye la presentación. Antes del Renacimiento, había puede entenderse a través del cambiante status intento por representar la realidad misma. Si
primera parte del siglo XX 4.....b-_��� de· la una intersección o congruencia, entre lenguaje de los órdenes: hasta el -siglo XVII se pensaba así se entienden las cosas, los objetivos funciÓ­
y representación. El significado del lenguaje que eran paradigmáticos y atemporales. Este nales simplemente reemplazaron a los órdenes
tenía un «valor aparente», que se transmitía desplazamiento, como ya quedó dicp.o, se pro­ de la composición clásica como puntos de par­
que el clas1cismo se apoya en una idea de continuidad dentro de la representación; en otras palabras, dujo porque el lenguaje había dejado de estar tida para el diseño arquitectónico. La inten­
histórica inherente a lo clásico, por lo tanto no es capaz el modo en que el lenguaje producía significa­ en consonancia con la representación; es decir, ción que los modernos tenían de representar
de producir la atemporalidad característica del clásico. En
todo lo dicho está implícito que lo clásico tiene un estado do podía estar representado dentro de este lengua­ lo que se explicaba en el objeto no era un sig­ el «realismo» de lo no-ornamentado hace que
más relativo que el clásico; evoca un pasado atemporal, je 6• Así, las cosas eran: la verdad y el signifi­ nificado sino un mensaje. el objeto funcional fuese una ficción equivalen­
una «edad de oro», por encima del tiempo moderno o del cado eran evidentes por sí mismos. El signifi­ La arquitectura moderna reivindicaba el te a la del simulacro clásico de la representa­
presente.
3 Precisamente, la distinción de Foucault entre lo clá cado de una catedral gótica o románica estaba rectificar y el liberarse de la ficción de la re­ ción renacentista. ¿Por qué la función era una
sico y lo moderno está en que nunca se ha articulado�
en sí mismas, era de facto. Por otra parte, los presentación renacentista, anunciando que, fuente de imágenes más «reales» que aquellas
adecuadamente en relación con la arquitectura. En con­ edificios renacentistas y todos los edificios pos­ para la arquitectura, no era ne<:esario repre­ que se escogían entre las que proporcionaba
traste con la diferenciación epistemológica de Foucault, la teriores que pretendían ser «arquitectura», te­ sentar otra arquitectura; la·arguite� exis­ la Antigüedad? La idea de función, es decir,
. arquitectura ha seguido siendo un ininterrumpido modo nían un valor porque representaban una ar­ tía olamente2fil.ª-�- Me­ el mensaje de la utilidad en vez del -mensaje
de presentación desde el siglo XV hasta nuestros días. De
hecho, ya veremos que lo que en arquitectura se considera
quitectura a la que ya se le había asignado un diante la conclusión deductiva de que la forma de la Antigüedad, pasó a ser una proposición
clásico, es, en' términos de Foucault, moderno, y que lo valor previamente, porque eran simulacros (re­ sigue a la función, se introdujo la idea de que originaria -un punto de partida para proyec­
que la arquitectura ha considerado ser moderno sería, en presentaciones de representaciones) de edifi­ un edificio ha de expresar -es decir, 'parecer­ tar, evidente en sí mismo y análogo a la tipo­
realidad, clásico para Foucault. Pero lo que aquí nos ocu­ cios antiguos: eran de jure 7• El mensaje del pa- se a- su función, o asemejarse a una idea de logía o a la «cita histórica»-. Esto es, pues,
pa no es la distinción de Foucault sino la continuidad que
ha persistido en arquitectura desde lo clásico hasta nues­ función (p. ej., ha de manifestar la racionali­ una manifestación más de aquella ficción en

l
\
tros días. . dad de su proceso de producción y composi­ la que significado y valor ocupan un lugar aje­
ción) 8• De este modo, en su esfuerzo por dis- no al mundo de una arquitectura «tal y como
4 Aunque la utilización del término «epistema» sea 5 El Fin de lo Clásico no trata del fin del clásico. Sola-
parecida a la de Michel Foucault, en cuanto que define mente se cuestiona· una estructura de valor contingente, )
un período continuo de conocimiento, es necesario pun­ que, ligada a la idea del clásico, da un sentido erróneo a es», arquitectura a la que la representación
tualizar que el período de tiempo que aquí consideramos lo clásico. No es que finalice el deseo por un clásico, sino trata de abordar a su propio significado más
un epistema clásico difiere de la definición de Foucault. que las condiciones dominantes de lo clásico (origen, fin "latino" ». Franco Borsi, Leon Battista Alberti. Harper & que ser un mensaje de otro significado previo.
Row. Nueva York, 1977, pág. 272.
Foucault considera dos discontinuidades en el desarro­ y proceso de composición) están siendo reconsideradas.
Se puede aceptar también la reutilización de la fachada El funcionalismo resultó ser una conclusión es­
llo de la cultura occidental: la clásica y la moderna. Según Por lo tanto, quizá sería más adecuado titular este.artícu-
Foucault, la etapa clásica empieza a mediados del si­ lo El Fin de lo Clásico como Clásico. frontal del templo clásico en lo vernacular, ya que las tilística más, basada esta vez en un positivis­
glo XVII con la primacía de la intersección del lenguaje y 6 «El umbral entr·e clasicismo y modernidad.. fue de­ funciones del templo en la antigüedad eran similares a las mo técnico y científico, una simulación de la
la representación; se consideraba que el valor de lenguaje, finitivamente atravesado cuando las palabras cesaron de de la iglesia en el siglo XV. De todos modos rematar la eficiencia. Desde esta perspectiva, el movi­
fachada del templo con un arco triunfal es ya otra cosa.
su significado, era evidente en sí mismo y encontraba su intersecarse con las representaciones ...» Michel Foucault,
Es como si Alberti nos dijera que, poniendo en duda la
miento moderno tiene una continuidad con res-
justificación dentro del lenguaje. Por otro lado, Foucault op. cit., pág. 304.
identifica lo moderno, originado a principios del siglo XIX, 7 La fachada de la iglesia de San Andrés en Mantua autoridad de Dio�, el hombre debe recurrir a los símbolos
con el predominio de la continuidad histórica y los pro­ de Alberti es una de las primeras utilizaciones de arqui­ de su propio poder para dar credibilidad a la Iglesia. Así,
cesos analíticos autogenerados frente al lenguaje y la re­ tectura antigua como verificación y autoridad, a través de el arco triunfal de la fachada de San Andrés constituye función (incluyendo el uso, pero no limitándose a él) haya
presentación. Michel Foucault, The Order of Things. Ran­ la transposición de tipos de edificios. Constituye, según un mensaje más que un significado inherente. RudolfWitt­ surgido, primero, como posibilidad de forma. » Jeff Kip­
dom House Inc. Nueva York, 1973, pág. XXII. Franco Borsi, «un paso decisivo de lo "vernacular" a lo kower, Architectural Principies in the Age of Humanism, X. W. nis, de un seminario en la Graduate School of Design,
Norton & Co., Nueva York/Londres, 1971, pág. 54. Harvard University. Ver también Architectura Un Bound,
8 «La forma no puede seguir a la función, mientras la manuscrito no publicado del mismo autor.
'EISENMAN 46
LA CRISIS DE LA MODERNIDAD

pecto a las teorías de la arquitectura que lo sovino -a la que llama «duck» 10-. Tal com
precedieron. Desde este punto de vista, la ar­ paración confunde la distinción real entre ar era una simulación del significado de la ver­ turalmente, al esquema de orden que iba a
quitectura moderna no logró encarnar un nue­ quitectura <<tal como es» y arquitectura com( dad a través del mensaje de la ciencia. Esta reemplazarla (fe en lo racional), que era la
vo valor en sí misma. Cuando los modernos mensaje. El Palacio Ducal no es un «decora ficción se manifiesta con fuerza en la arquitec­ determinación lógica de una forma a partir de
intentaban reducir la forma arquitectónica a su · ted shed» ya que no es la representación d, tura del siglo XX, así como en la de los cuatro tipos a priori (funcionales).
esencia, a la realidad pura, creían que estaban otra arquitectura; proviene directamente de siglos precedentes. Su apogeo fue la Ilustra­ Durand personifica este momento de supre­
reemplazando el campo de la figuración refe­ significado encarnado en los aspectos figurati ción. La búsqueda del origen de la arquitec­ ma autoridad de la razón. En su tratado, los
rencial por el de la «objetividad» no-referen­ vos mismos; es arquitectura «tal como es». L: tura es la manifestación primera del ansia por órdenes formales pasan a ser formas-tipos, y
cial. Pero en realidad, sus formas «objetivas» Biblioteca de Sansovino puede parecer u1 encontrar una fuente racional para el diseño. los orígenes naturales o divinos son reempla­
nunca se alejaron de la tradición clásica. Eran, «duck» pero sólo por el hecho de integrarse d Antes del Renacimiento, la idea de un origen zados por soluciones racionales a los proble­
simplemente, formas clásicas desnudas o for­ lleno en la historia de la tipología de las bi se consideraba evidente en sí mismo, su signi­ mas de acomodo y construcción. El objetivo
mas que se referían a un nuevo conjunto de bliotecas. La utilización de los órdenes en t ficado e importancia eran incuestionables, per­ es una arquitectura «relevante» socialmente, y
datos (función, tecnología). Así, las casas de Biblioteca de Sansovino no nos habla ni de t tenecían a un universo de valores a priori. En ésta se alcanza a través de la transformación
Le Corbusier, que parecen barcos o aeropla­ función ni de la tipología de la biblioteca, sin, el Renacimiento, con la pérdida de un univer­ racional de las formas-tipo. Más tarde, a fi­
so de valores evidente en sí mismo, los oríge­ nales del siglo XIX y principios del XX, la fun­
nos modernos, tienen la misma actitud refe­ más bien de la representación de otra arqui nes se buscaban en fuentes divinas o natura­ ción y la técnica reemplazaron, como bases de
rencial hacia la representación que un edificio tectura previa. Las fachadas de la Bibliotec. les, lo que implicaba una geometría que iba partida, al catálogo de formas-tipo. Pero el
renacentista o un edificio «clásico». Los térmi­ de Sansovino contienen un mensaje y no u1 de lo cosmológico a lo antropomórfico. La re­ caso es que, a partir de Durand se pensó que
nos de referencia son distintos, pero las impli­ significado inherente; son signos anunciadore� producción de la imagen del hombre vitrubia­ la razón deductiva que se empleaba en cien­
caciones en el objeto son las mismas. El com­ El error que comete Venturi en la lectura d no es el ejemplo más conocido. Dado que se cia, matemáticas y tecnología, era capaz de
promiso de hacer que la abstracción moderna estos edificios radica en su preferencia por � pensaba que en el origen estaban las semillas producir un objeto arquitectónico verdadero
se convierta en historia parece querer dar por «decorated shed». Mientras la réplica de lo del propósito del objeto y, por tanto, de su (p. ej., significante). Y a causa del éxito del
terminado, hoy en día, el problema de la re­ órdenes en tiempos de Sansovino tenía una sig finalidad, no hay que sorprenderse al conside­ Racionalismo como método científico -uno
presentación. La inversión moderna de este nificación (en cuanto que definía lo clásico) rar que la creencia en la existencia de un ori­ podría casi hablar de un «estilo» de pensa­
empeño la estableció Robert Venturi en su dis­ hoy no tiene importancia ya que aquella rea gen ideal llevara directamente a la creencia en miento-- en el siglo XVIII y a principios del
tinción entre «duck» y «decorated shed» 9• Un lidad que los órdenes representaban anterior la existencia de un fin ideal. Esta idea genética XIX, la arquitectura adoptó los valores eviden­
«duck» es un edificio que se supone refleja su mente está muerta. Un signo empieza a se de principio-fin estaba relacionada con la tes en sí mismos que le proporcionaban los
función o que permite que su orden interno se una réplica, o en términos de Baudrillard, ; creencia de un plan universal de la naturaleza orígenes racionales. Se creía representar la ver­
exhiba en su exterio.r; un «decorated shed» es «simular», una vez que la realidad que repre y el cosmos, el cual, uravés de la_�cación dad una vez que la arquitectura parecía racio­
un edificio que funciona como una cartelera, senta ha muerto 11 . Cuando desaparece la dis de las reglas clásicas de composición, en lo nal, lo que es tanto como decir que representaba
donde cualquier tipo de imagen (salvo su fun­ tinción entre representación y realidad, cuan que atañe a la jerarquía, al orden y al ajuste, la racionalidad. Ocurre a la arquitectura como
ción interna) -letras, emblemas, imágenes, do la realidad es tan sólo simulación, la repre daría lugar a la armonía del todo sobre las en la lógica, donde todas las deducciones de­
elementos arquitectónicos incluso-- transmite sentaci(m pierde su fuente a priori de significa partes. De este modo, la perspectiva del fin sarrolladas de una premisa inicial corroboran
un mensaje accesible a todos. De ahí que las ción, y entonces es cuando pasa a ser tan sól1 dirigía la estrategia desde el principio. Por tan­ que en aquella premisa hay una conclusión
«abstracciones» del moderno sean todavía ob­ simulación. to, tal como definió por primera vez Alberti lógica y, por tanto, cierta verdad. Con este
jetos referenciales: «ducks» tecnológicos más en Della Pintura, la composición no era un pro­ procedimiento, además, la primacía del origen
que tipológicos. ceso de transformación neutro o de final abier­ permanecía intacta y lo racional se convertía
Pero los posmodernos no han logrado plan­ La ficción de la razón: la simulación de to, sino, más bien, la estrategia para llegar a en la base moral y estética de la arquitectura.
tear otra distinción, que aquella que está ejem­ la verdad un objetivo predeterminado; era el mecanismo De ahí que la labor representacional de la ar­
plificada en la comparación que Venturi hace por medio del cual la idea de orden, represen­ quitectura, en una época de supremacía de la
del Palacio Ducal de Venecia -al que llama La segunda ficción de la arquitectura posme tada en los órdenes, se transformaba en una razón, sea describir sus propios modos de cono­
«decorated shed»-, con la Biblioteca de San- dieval es la razón. Si la representación era un. forma específica 12. cimiento.
simulación del significado de lo atemporal La arquitectura de la Ilustración, reaccio­ Pero, en este punto de la evolución de la
través del mensaje de la Antigüedad, la razó1 nando contra los objetivos cosmológicos de la conciencia algo aconteció: la razón se volvió
composición renacentista, aspiraba a ser un hacia sí misma y así empezó, por tanto, el pro­
9 Robert Venturi, Leaming from Las Vegas. The MIT proceso racional de diseño, cuyos fines fueran ceso de su propia destrucción. Cuestionándose
Press. Cambridge/Londres, 1972. (Nota del Traductor: Los 10
Véase la película Beyond Utopía¡ Changing Atlitudi producto de la razón pura y secular y no del su propia situación y modo de conocimiento,
términos «duck» y «decorated shed» introducidos por Ven­ in American Architecture. Michael · Blackwood Productiorn orden divino. Sin embargo, la visión renacen­ la razón demostró ser una ficción 13. Los pro­
turi, y a los que habría que traducir por «pato» y «tin­
glado decorado» se mantienen en el idioma original dado
Nueva York, 1983.
11 tista de la armonía (fe en lo divino) llevó, na- cesos del conocimiento -medición, demostra-
Baudrillard, refiriéndose a la muerte de la realida,
su peculiar significado: el propio Eisenman explica clara­ de Dios, dice: «pero su metafísica empezó con la idea d
mente, en las próximas líneas, cuáles son las intenciones que las imágenes no encubrían absolutamente nada, y qut 12 13
Leon Battista Alberti, On Painting. Yale University Morris Kline, Mathematics, The Loss of Certainty. Ox­
de Venturi al establecer estas dos categorías para una en realidad, no eran imágenes, ... sino perfectos simula Press. New Haven/Londres, 1966, págs. 68-74. ford University Press. Nueva York, 1980, pág. 5.
posible clasificación de las construcciones.) eros ... ». Jean Baudrillard, op. cit., págs. 8 y 9.
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ción lógica, causalidad- acabaron en una se­ no son otra cosa que estrategias sobrecargadas
rie de argumentos sobrecargados de valor que de valor, basadas en unos ,-evidentes en sí lo que conocemos por «Zeitgeist», enraizándo­ tido, la arquitectura moderna se revela a sí
no eran más que modos efectivos de persua­ mismos o contingentes- orígenes a priori, será se causa y efecto en un presente que aspira, misma no como una ruptura con la historia,
sión. Los valores dependían de otra teleología, siempre una arquitectura de reafirmación o ré­ por ello, a la atemporalidad. sino como un momento avanzado del mismo
plica (y no de representación), independiente­ Además de su aspiración por la atempora­ continuum, un nuevo episodio en la siempre
de una ficción con otro fin muy ajeno a la
mente de cuan ingeniosamente se seleccionen lidad, el «espíritu de la época» mantenía la cambiante evolución del «Zeitgeist». Y la re­
racionalidad.
los orígenes para esta transformación o cuan existencia de una relación a priori entre la his­ presentación que la arquitectura hizo de este
Así, en términos generales, nada había cam­
toria y todas sus manifestaciones en un mo­ específico ··«Zeitgeist», resultó ser menos «mo­
biado desde que se formuló la idea de origen creativa sea la transformación.
mento dado. Tan sólo era necesario identificar derna» de lo que se había pensado en un prin­
que tenían en el Renacimiento. Tanto si la La reafirmación arquitectónica -la répli­ cipio.
el espíritu gobernante para saber qué estilo
referencia era un orden divino o natural, como ca- comporta una nostalgia por la seguridad arquitectónico era el propiamente expresivo o Una de las preguntas que nos podemos ha­
en el siglo XV, o una técnica racional y una del conocimiento, la fe en la continuidad del relevante de la época. Estaba implícita la no­ cer es por qué los modernos no se vieron a
función tipológica, como en la post-Ilustración, pensamiento occidental. Cuando el análisis y ción de que el hombre ha de estar siempre en ellos mismos como un episodio más de esta
todo se resumía en una sola cosa: en la idea la razón reemplazaron a la representaciqn «armonía» -o, por lo menos, en una relación continuidad. Una respuesta es que la ideolo­
de que el valor de la arquitectura nace en una como medios para revelar la verdad, la cuali­ no-disyuntiva con su tiempo. gía del «Zeitgeist» les ligaba a su historia pre­
fuente ajena a ella. Función y tipo eran sólo a dad clásica o atemporal de la representación El movimiento moderno, en su polémico re­ sente, con la promesa de liberarles de su his­
priori sobrecargados de valor equivalentes a los finalizó y comenzaron las ficciones de lo clásico. chazo de la historia que lo precedió, intentó toria pasada. Estaban atrapados ideológicamente por
a priori naturales o divinos. apelar, para esta relación armónica a valores la ilusión que significaba el creer en la eternidad de
En esta segunda ficción, la crisis de la creencia distintos de aquellos que hasta entonces en­ su propio tiempo.
en la razón minó, por último, el poder de la La ficción de la historia: la simulación de carnaban lo eterno y lo universal. El hecho de La segunda parte del siglo XX, sabiendo re­
representación. Tan pronto como la razón em­ lo atemporal considerarse a sí mismo como sustituto de los trospectivamente que la modernidad ya es his-·
pezó a cuestionarse su propia condición, per­ valores de la arquitectura precedente, hizo que toria, ha heredado nada menos que la concien­
dió su poder para ser portadora de verdad: se La tercera ficción de la arquitectura clásica es el movimiento moderno sustituyese una idea cia del fin de la incapacidad que tenía la ar­
evaporó su poder para probar o representar la historia. Hasta mediados del siglo xv, el universal de relevancia por una idea universal quitectura clásica, o referencial, para expresar
cualquier cosa concluyente. Los análisis de los tiempo se concebía de un modo no-dialéctico. de historia, análisis del programa por análisis su propio tiempo como algo atemporal. La
análisis revelaron que la lógica no podía hacer Desde la Antigüedad hasta la Edad Media no de la historia. El Movimiento Moderno presu­ atemporalidad ilusoria del presente trae con­
lo que la razón había proclamado: revelar la se tenía conciencia del movimiento progresivo mía ser una forma de intervención colectiva y sigo una consciencia de la naturaleza temporal
verdad, evidente en sí misma, de sus orígenes. del tiempo. El arte no buscaba su justificación libre de valores, en vez del «connaisseur» in­ del tiempo pasado. En este contexto, la repre­
Tanto lo que el Renacimiento consideraba en relación con el pasado o el futuro; era ine­ formado y del individualista virtuoso personi­ sentación del «Zeitgeist» implica siempre una
como base de la verdad como lo que procla­ fable y atemporal. De este modo, en la Anti­ ficados en el arquitecto posrenacentista. En la simulación. Ése es el uso clásico de la réplica
maba la modernidad resultó depender de un gua Grecia, el templo y, el dios eran uno y el arquitectura moderna, lo importante es la in­ de un tiempo pasado para invocar lo atemporal como
acto de fe. Nietzsche apuntó que el despertar mismo; la arquitectura era divina y natural. corporación de un valor distinto del natural o la expresión de su propio tiempo.
del siglo XIX al conocimiento era equivalente, Por ello fue considerada como «clásica» por la del divino; el «Zeitgeist» era considerado con­ Así, en esta discusión acerca del «Zeitgeist»,
en su valor y en su significado, a su fe en el época «clásica» que vino después. Lo clásico tingente del presente y no absoluto ni eterno. siempre estará presente esta no reconocida fic­
Pero la diferencia de valor entre lo presente y ción, una simulación de lo atemporal a través
conocimiento. El análisis era una forma de si­ no podía ser representado o simulado, tan sólo
lo universal -entre el valor contingente del de una réplica del pasado: tan sólo nos queda
mulación; el conocimiento era una nueva reli­ podía ser. En su descarada afirmación de sí
«Zeitgeist» y el valor eterno de lo clásico-­ el pasado para verificar el presente.
gión. Del mismo modo, se podía considerar misma era no-dialéctica y atemporal.
sólo dio como resultado otro conjunto de pre­ La historia del «Zeitgeist» está también so­
que la arquitectura no encarnaba a la razón; A mediados del siglo XV, apareció la idea
ferencias estéticas (de hecho, un · conjunto metida a toda una serie de preguntas acerca
solamente podía formular el deseo de hacerlo. de un origen temporal y con ella la idea del opuesto). El espíritu presumiblemente neutro de cuál sea su autoridad. ¿Cómo se puede de-
No hay una imagen arquitectónica de la ra­ pasado. Al poner un punto fijo para el comien­ de la «voluntad de los tiempos» defendió la terminar la verdad de su «espíritu», desde den­
zón. La arquitectura expresa la estética de la zo, el ciclo eterno del tiempo se vio interrum­ asimetría por encima de la simetría, el dina­ tro de la historia? Así, la historia ya no es una
experiencia de (la persecución y el deseo de) pido. De ahí, la pérdida de la atemporalidad, mismo por encima de la estabilidad, la ausen­ fuente objetiva de verdad, los orígenes y los
la razón. El análisis, y la ilusión de la demos­ ya que la existencia de un origen requería una cia de jerarquía por encima de la jerarquía. fines pierden una vez más su universalidad (es
tración en un proceso continuo que. remite a realidad temporal. El intento de lo clásico por Los imperativos del «momento histórico» decir, su valor evidente en sí mismo) y, como
la definición nietzschiana de «verdad» es una rescatar lo atemporal se convirtió, paradójica­ son siempre evidentes en la conexión existente la historia, se convierten en ficciones. Si ya no
serie interminable de figuras, metáforas y me­ mente, en un concepto de historia, definido en entre la representación de la función de la ar­ es posible plantear el problema de la arquitec­
tonimias. el tiempo, como fuente de la atemporalidad. quitectura y su for.ma. Irónicamente, por lo tura en términos de un «Zeitgeist» -es decir,
En un entorno cognoscitivo, en el cual la Además, la conciencia del movimiento progre­ tanto, la arquitectura moderna, que, en vez de si la arquitectura no puede establecer su rele­
razón se conoce dependiente de la fe en el co­ sivo del tiempo vino a «explicar» el proceso suprimir la historia, invocaba al «Zeitgeist», vancia en consonancia con el «Zeitgeist»� nos
nocimiento, y, por tanto, metafóricamente irre­ de cambio histórico. Ya en el siglo XIX, este sólo continuó siendo la «comadrona de la for­ encontramos en una situación tal que es pre­
ductible, una arquitectura clásica, o sea, una proceso fue considerado «dialéctico». Con la ma históricamente significante». En este sen- ciso volvers.e hacia otra estructura. Para eludir
arquitectura cuyos procesos de transformación idea de tiempo dialéctico apareció la idea de
472 LA CRISIS DE LA MODERNIDAD
EISENMAN 471

de-. No se trataría de una transformación, límites que presenta el modelo clásico para po­
la dependencia respecto del «Zeitgeist» -es Lo no-clásico. La arquitectura como presumiblemente lógica, de algo a priori, sino der llevar a cabo una arquitectura como discurso
decir, para eludir la idea de que el propósito ficción de la afirmación del «error» deliberado como independiente, libre de valores externos -clási­
de la arquitectura es encarnar la época- es tal, error que presuponga únicamente su pro­ cos o de cualquier otro tipo--, que sea la in­
necesario proponer una idea alternativa de ar­ Nos es ahora posible ver la necesidad de las pia verdad interna. Error, en este caso, que no tersección de aquello que está libre de signifi­
quitectura, una idea en la que su propósito no comillas que enmarcaban hasta ahora el tér­ asume el mismo valor que la verdad sino que, cado, de lo arbitr_ario, y de lo atemporal en lo
sea la expresión de su propio tiempo, sino su mino «ficción». Las tres «ficciones» que aca­ simplemente no es dialécticamente opuesto a artificial. La creación libre de significado, ar­
inevitabilidad. En este sentido, la idea de que bamos de discutir se pueden entender ya no ella. Se acerca más a una disimulación, un bitraria y atemporal de artificialidad ha de dis­
el propósito de la arquitectura es expresar su como ficciones, sino como simulaciones. Como «no-contener» el valor de verdad. tinguirse, por lo tanto, de lo que Baudrillard
propia época se convierte en un serio problema. .quedó dicho, la ficción se convierte en simu­ Finalmente, como ya vimos, la ficción simu­ llama «simulación» 16• No es un intento de bo­
Una vez que los valores tradicionales de la lación cuando no reconoce su condición de fic­
lada del movimiento moderno -heredada, in­ rrar la distinción clásica entre realidad y re­
arquitectura clásica no son entendidos como ción, cuando intenta simular una condición o
conscientemente, de lo clásico-- condujo a que presentación -y, por lo tanto, volver a consi­
significativos, verdaderos o atemporales, tene­ una realidad, una verdad o una no ficción. En
cualquier arquitectura debiese ser el reflejo del derar la arquitectura como una serie de con­
mos que admitir, como conclusión, que estos primer lugar, diremos que la simulación de la
«Zeitgeist». Es decir, que lo presente y lo uni­ venciones que simulan lo real- sino que es
valores clásicos fueron siempre simulaciones (y representación en arquitectura ha conducido a
que no sólo los consideramos así dada la pre­ una excesiva concentración de energías creati­ versal podían ser ambos atributos de la arqui­ algo próximo a la disimulación 17• Mientras
sente ruptura con la historia o la presente de­ vas en el objetivo representacional. Cuando las tectura. Pero si la arquitectura es, inevitable­
silusión con respecto al «Zeitgeist»). Parece columnas suplen a los árboles y las ventanas mente, la invención de ficciones, tendría en­
1'' En su ensayo The Precession oj Simulacra, Jean Bau­
evidente que lo clásico, en sí mismo, era una parecen escotillas de barco, los elementos ar­ tonces que ser posible proponer una arquitec­
simulación que la arquitectura había mante­ quitectónicos se convierten en figuras repre­ tura que encarnara «otra» ficción, una que no drillard estudia la naturaleza de la simulación y la impli­
cación de los simulacros actuales en nuestra percepción
nido durante quinientos años. Precisamente sentacionales que llevan una desmedida carga se sostuviera por medio. de valores universales de la naturaleza de la realidad y la representación: «Algo
porque lo clásico no fue capaz de verse como de significado. Sin embargo, en otras discipli­ o del presente, y, lo que es más importante, ha desaparecido; la soberana diferencia entre ellos (lo real
una simulación, intentó la representación nas, la representación no es el único objeto de que no considerara como su propósito reflejar y... los modelos de simulación) que era -el encanto de la
estos valores. Esta otra ficción/objeto debería abstracción.» Jean Baudrillard, The Precession oj Simulacra,
-cosa que no logrér-- de valores extrínsecos la figuración. En literatura, por ejemplo, figu­
en op. cit., pág. 2.
que llegaron a ser entendidos como atributos ras como la metáfora y otras similares tienen evitar claramente las ficciones de lo clásico (re­ 17 Baudrillard distingue entre simulación y lo que él
de su propia realidad. un amplio campo de aplicación -poético, iró­ presentación, razón y historia), que son inten­ llama disimulación diciendo que «disimular es fingir no
El resultado de considerar clasicismo y mo­ nico, etc.- y no están limitadas a funciones tos de «solucionar» el problema de la arqui­ tener lo que uno tiene. Simular es fingir tener lo que uno
dernismo como parte de una sola continuidad alegóricas. En arquitectura, por el contrario, tectura de un modo racional, puesto que las no tiene ... "Alguien que finge una enfermedad puede, sim­
histórica, «lo clásico» supone entender que ya sólo se trabaja, tradicionalmente, con un as­ plemente, irse a la cama y hacer creer que está enfermo.
estrategias y las soluciones son vestigios de una Alguien que simula una enfermedad llega a autoproducir­
no hay valores evidentes en sí mismos en la pecto de la figuración: la representación del visión del mundo orientada hacia un objetivo se algunos de los síntomas". Por lo tanto, mientras fin-.
representación, la razón, o la historia, que con­ objeto. La figura arquitectónica siempre alude , final. Si éste es el caso, la cuestión es: ¿cuál gir... es solamente un disfraz; la simulación, en cambio,
fieran legitimidad al objeto. Esta pérdida de a -aspira a la representación de- algún otro puede ser el modelo para la arquitectura cuan­ amenaza la diferencia entre "real" e "imaginario", entre
valores evidentes en sí mismos permite a lo objeto, ya sea arquitectónico, antropomórfico, do la esencia de lo que era efectivo en el mo­ "verdadero" y "falso". Ya que el simulador posee sínto­
. atemporal desligarse de lo significativo y de lo natural o tecnológico. delo clásico, el supuesto valor racional de sus
mas "verdaderos", ¿está enfermo o no?».Jean Baudrillard,
The Precession qf Simulacra, en op. cit., pág. 5.
verdadero. Permite entender que no hay ver­ En segundo lugar, podemos sostener que la estructuras, representaciones, metodologías de Según Baudrillard, la simulación es la generación a tra­
dad (una verdad atemporal) o un significado ficción de la razón en arquitectura ha estado orígenes y fines, y procesos deductivos, han vés de modelos de algo real sin origen ni realidad; ya no
(un significado atemporal). En el momento en basada en el valor que lo clásico ha dado a la demostrado ser simulaciones? ha de ser racional, puesto que ya no se mide por medio
que surge la posibilidad de que lo atemporal idea de verdad. Pero Heidegger dijo que el Al no ser posible responder a esta pregunta
de ejemplos ideales o negativos. Aunque esto se parezca
se libre del ancla de lo temporal (la historia), error tenía una trayectoria paralela a la ver­ con un modelo alternativo, debemos proponer
mucho a mi propuesta de lo no-clásico, la diferencia re­
side, fundamentalmente, en que lo no-clásico es una disi­
surge también la posibilidad de que lo atem­ dad, que el error puede constituir la revela­
una serie de características con las que tipifi­ mulación y no una simulación. Baudrillard habla del pe­
poral se libere de lo universal para producir ción de la verdad 14. De ahí que actuar desde
car esta aporía: la pérdida de nuestra capaci­ ligro que supone realizar simulacros -porque su natura­
una atemporalidad que no sea universal. Esta el «error» o desde la ficción, sea oponerse cons­ leza les obliga a hacerse con los atributos «reales» de lo
dad para conceptualizar un nuevo modelo de
separación significa que no importa si los cientemente a la tradición de la «lectura erró­ que están simulando--. La disimulación se define aquí de
arquitectura. Estas características citadas más
orígenes son naturales, divinos o funcionales; nea» -de la que lo clásico, sin saberlo depen- un modo diferente: como un acto, por medio del cual la
abajo, surgen de lo que no ·puede ser; forman simulación se nos muestra aparente, con todas sus impli­
en otras palabras, quizás ya no sea posible
producir una arquitectura clásica -o sea tem­ 1 ' «La propensión a errar es la contra-esencia funda­
una estructura de ausencias 15• No se proponen. caciones en el estado de valor de la «realidad», sin dis­
torsionar los simulacros o permitiéndoles abandonar su
poral- recurriendo a los valores de lo clási­ mental de la esencia primordial de la verdad. Se nos pre­ para reconstruir lo que acabamos de rechazar
precaria posición, entre lo real y lo irreal, entre el modelo
co, inherentes en la representación, la razón y la senta como una región abierta a toda la verdad esencial -un modelo para una teoría de la arquitec­ y el otro.
historia. contraria. La propensión a errar y el encubrimiento de lo tura- puesto que tales modelos han resultado Gilles Deleuze utiliza una terminología ligeramente di­
encubierto pertenecen a la esencia primordial de la ver­ ser infructuosos. Lo que se está proponiendo ferente al considerar una serie de problemas muy simila­
dad.» Martín Heidegger, «On the Essence of Truth», en res. En su artículo Deleuze estudia la distinción platónica
es, más bien, una expansión más allá de los
Basic Writings. Harper & Row lnc. Nueva York, págs. 136 entre modelo, copia y simulacro como un modo de asignar
y 137. v.;¡lor y posición jerárquica a los objetos y a las ideas.
15 Jean Baudrillard, op. cit. Define el hundimiento del platonismo como la suspensión
474 LA CRISIS DE LA MODERNIDAD
EISENMAN 473

corrio mecanismo práctico. Mientras, la arqui­ misma naturaleza que aquella inserción gené­
que la simulación intenta eliminar la distin­ pone un nuevo valor o un nuevo «Zeitgeist», tectura sea, principalmente, un mecanismo tica de un cuerpo extraño que se hace en otro
ción entre lo real y lo imaginario, la disimu­ sino otra condición: leer la arquitectura como destinado a ser usado y dar cobijo -mientras cuerpo para obtener un nuevo resultado 21• En
lación deja intacta la diferencia entre realidad un texto. No puede cuestionarse el hecho de tenga su origen en funciones programáticas­
e ilusión. La relación entre disimulación y rea­ que esta idea de leer la arquitectura se iniciara será siempre un efecto.
lidad es como la que personifica una máscara: con un argumento basado en el «Zeitgeist»: 21 Esta idea es .básicamente la misma que utiliza De­
Pero cuando se rechaza esta característica
el signo de pretender no ser lo que uno es; es que hoy los signos clásicos no tienen ya signi­ rrida cuando habla de injerto en la deconstrucción litera­
«evidente en sí misma» de la arquitectura y se ria. Considera que el injerto es un elemento que puede
decir; el signo que párece no tener ningún sig­ ficado, sino que se han convertido en meras
la considera sin ningún origen a priori, ya sea descubrirse en el texto por medio de una lectura decons­
nificado fuera de él mismo ( el signo de un sig­ réplicas. Una arquitectura no-clásica no es, por
funcional, divino o natural, se pueden propo­ tructiva: «.. .la deconstrucción es, entre otras cosas, el in­
no, o la negación de lo que está detrás de él). tanto, incapaz de dar respuesta a la perfección tento de identificar injertos en los textos que analiza: ;.Cuá­
ner unas ficciones alternativas para el origen.
A esta disimulación en arquitectura se le pue­ de la plenitud inherente al mundo; más bien, les son los puntos de unión y tensión donde una línea o
Una de éstas, por ejemplo, es arbitraria, lo que
de dar, provisionalmente, el título de no-clásica. es incapaz de dar respuesta a su representa­ un argumento se acoplan a otros?... Centrándose en estos
Puesto que la disimulación no es ni el inverso, ción. supone no tener valor externo d�_rivado del sig­ puntos, la descomposición analiza la heterogeneidad del
ni el negativo, ni el opuesto de la .simulación, nificado, la verdad o la atemporalidad. Es de­ texto».
una arquitectura no-clásica no es el inverso, el cir, es posible imaginar un comienzo que sea Jonathan Culler, On Deconstruction: Theory and Criticism
after Structurism, Cornell University Press, Ithaca, 1982,
negativo o el opuesto de una arquitectura clá­ El fin del comienzo internamente consistente pero que no esté con­ pág. 135.
sica; es simplemente distinta. Una arquitectu­ dicionado por -o dependa de-- un origen his­ Las tres características del injerto, tal y como se emplea
ra no-clásica no es ni un certificado de la expe- . Que el valor posea un origen implica la exis­ tórico con. un valor supuestamente evidente en en este artículo son: 1) El injerto surge de la conjunción
riencia, ni una simulación de la historia, ni la tencia dti un estado o condición de origen an­ sí mismo 19• De este modo, mientras se pensa­ artificial y arbitraria de 2) dos .características diferenciadas
ba que los orígenes clásicos tenían sus raíces que, en su forma inicial, son inestables. Es precisamente la
razón o la realidad del presente. Por el con­ terior al momento en que se le otorga dicho inestabilidad de las características iniciales lo que facilita
trario, puede ser más propiamente descrita valor. Comienzo sería, por tanto, dicha condi­ en un orden divino o natural y se mantenía la motivación (el intento de volver a la estabilidad) y lo que
como una arquitectura «tal y como es», es de­ ción de origen previa al momento en que se que los orígenes modernos derivaban su valor posibilita también que la modificación tenga lugar. 3) En
cir, una representación de sí misma, de sus da valor al origen. Para reconstruir la atem­ de la razón deductiva, los no-clásicos pueden la incisión ha de haber algo que permita la energía, a partir
ser estrictamente arbitrarios, simples puntos de la unión de las .dos características.
propios valores y de su experiencia interna. 18 poralidad, el estado tal y como es, y el de valor L,Lc artículo, que intenta la transposición de estas ideas
La demanda de que una arquitectura «no­ aparente, hay que comenzar: comenzar elimi­ de partida sin valor. Pueden ser artificiales y de un marco de trabajo puramente analítico a un progra­
clásica» es necesaria, que es propuesta por la nando aquellos conceptos definidos en el tiem­ negativos, en vez de naturales y/o divinos (uni­ ma para trabajar, se centra más en averiguar lo que ocu­
nueva época o por la ruptura en la continui­ po característicos de lo clásico, que son, fun­ versales) 20. Estos comienzos, disimulados y rre en el proceso de hacer injertos conscientemente, que
determinados artificialmente, pueden estar li- · en encontrar aquellos injertos que hayan podido colocarse
dad de la historia, sería un argumento del damentalmente, origen y fin. El fin del comien­ inconscientemente en un texto. Puesto que un injerto, por
«Zeitgeist». Lo no clásico únicamente propone zo es también el fin del comienzo del valor. bres de valores universales porque son única­ definición, va modificándose progresi\iamente, sería poco
el fin del dominio de los valores de lo clásico Pero no es posible retornar al estado de gracia mente puntos arbitrarios en el tiempo, cuando probable encontrar un momento de iñjertación estático o
· para poder considerar otros valores. No pro- prehistórico, al Edén de la atemporalidad, el proceso arquitectónico empieza. Un ejem­ no desarrollado en un texto arquitectónico; sería más pro­
cuando todavía no se valoraban los orígenes y plo de origen artificial sería un injerto de la � bable que se leyeran los resultados.
El empleo del-término injerto aquí se parece mucho al
del a priori estado sobrecargado de valor de la copia pla­
los fines. Hemos de empezar por el presente, análisis que hace Culler del método de Derrida para la
tónica para «elevar el estado de los simulacros y afirmar sin dar, necesariamente, un valor al presente. 19 Lo que se cuestiona, en un origen artificial pero deconstrucción de la oposición: «Deconstruir una oposi­
sus derechos frente a los iconos o las copias. El problema El intento de reconstruir lo atemporal, hoy en motivado, no es la motivación (en vez de una causa esen­ ción... no es destruirla... Deconstruir una oposición es des­
ya no es la distinción entre Esencia y Aparencia o Modelo día, ha de reconocer lo ficticia que es dicha cial u originaria, como el origen clásico), sino más bien hacerla y desplazarla, para situarla de otro modo. Esque­
y Copia. Toda esta distincjón tiene lugar en el ámbito de la idea de evidencia en sí misma. Por medio de la lógica máticamente, esto comporta unos cuantos movimientos
tarea -es decir, no debería intentar simular deductiva, entendemos que leer hacia atrás produce ine­ que podemos distinguir: (A) Se puede demostrar que la
la representación... El simulacro no es una copia degra­
dada, más bien posee un poder positivo que le permite una realidad atemporal. vitablemente una evid.encia en sí misma. Por lo tanto, el oposición es una imposición metafisica e ideológica, 1) sa­
negar al original y a la copia, al modelo y a la reproducción. Tal como hemos sugerido anteriormente, la­ proceso analítico clásico producirá siempre un origen evi­ cando a relucir sus presuposiciones y su rol sobre el sis­
Ninguna de las, al menos, dos series divergentes interio­ tente en la atracción que sufre lo clásico por dente en sí mismo. Pero, incluso así, no hay procedimien­ tema de valores metafisicos -una tarea que puede reque­
rizadas en el simulacro pueden ser consideradas como ori­ tos evidentes en sí mismos a priori que puedan dar .a un rir extensivos análisis de gran cantidad de textos enuncia­
los orígenes está el problema más general de
ginal o como copia. Ni tan sólo sirve invocar al modelo origen un valor y no a otro. En una arquitectura de lo dos y confiados en esta idea. Pero (B), al mismo tiempo,
del Otro, porque ningún modelo resiste el vértigo de simu­ causa y efecto. Esta fórmula, parte de las fic­ no-clásico, se puede proponer que cualquier condición ini­ se puede mantener simultáneamente la oposición, 1) em­
lacro». ciones de la razón y la historia, reduce la ar­ cial pueda crear procedimientos evidentes en sí mismos pleándose ésta en el argumento y 2) reestableciéndola de
El término simulación es utilizado en El Fin de lo Clásico quitectura a un objeto «añadido» o «no-esen­ que tengan una motivación interna. modo que se le da otro estado e impacto diferente». Jo­
en un sentido muy parecido al que Deleuze da a copia o 20 La idea de arbitrariedad o artificialidad, en este
cial», considerándola, simplemente,· como un nathan Culler, op. cit., pág. 150.
icono, mientras que la disimulación es conceptualmente sentido, ha de distinguirse de la idea clásica de arquitec­ «Esta concentración en lo que es aparentemente mar­
muy parecida a su descripción de los simulacros presocrá­ efecto de ciertas causas entendidas como orí­ tura como naturaleza artificial, o de la idea de arbitrarie­ ginal hace funcionar la lógica de la suplementariedaa como
ticos. Gilles Deleuze, «Plato and the Simulacrum» en Oc­ genes. Este problema es inherente a todas las dad del signo en el lenguaje. En este contexto, lo arbitra­ una estrategia interpretativa: lo que ha estado relegado o
tober, núm. 27, The MIT Press. Cambridge, 1983, pág. 52. arquitecturas clásicas, incluso a la arquitectu­ rio es aquello que no tiene ninguna conexión natural. Para marginado por anteriores intérpretes, puede ser importan­
18 Esto difiere de la noción moderna de discurso in­
ra moderna. La idea de arquitectura, como que los orígenes puedan ser leídos (para dar alguna mues­ te, precisamente, por aquellas razones que provocaron su
ternalizado de la misma manera que el post-estructuralis­ tra de que son una contingencia del lenguaje), ha de ha­
mo difiere del estructuralismo, esto es como decir que el
algo añadido, más que como algo con entidad marginación.» Jonathan Culler, op. cit., pág. 140.
ber un requerimiento de lectura; el origen puede ser ar­ Derrida pone énfasis en el injerto como una condición
estructuralismo estaba buscando las cosas que los post-es­ propia -adjetival más que nominal u ontoló­ bitrario porque es contingente en una lectura que aporta no-dialéctica de la oposición; este artículo subraya los aspec­
tructuralistas buscaban para ellos. gica- lleva a la percepción de la arquitectura su propia estrategia. tos de proceso que surgen del momento de injertación. Las
EISENMAN 47�
476 LA CRISIS DE /.A MODERNIDAD
vez de un collage, o un montaje, que vive den­ do internamente? Cada estado, puede argu1r­
tro de un contexto y alude a un origen, el con­ se, tiene una motivación hacia su propio ser, y sin límites, impidió la noción de ajuste de­ como una estrategia orientada hacia una meta
texto de un injerto es un lugar inventado que un movimiento más que una dirección. Que la finitivo. De este modo, la moderna crisis de la u objetivo. Una estrategia es un proceso que
casi no tiene otras características de objeto que arquitectura no pueda describir o representar resolución marcó el fin de un proceso de mo­ está determinado y sobrecargado de valor an­
aquellas que caracterizan a un proceso. Un la razón, no significa que no pueda cuestionar­ vimiento que se dirigía hacia el fin. En nuestra tes de que comience; está dirigido. El origen,
injerto no es genéticamente arbitrario en sí se sistemática o rigurosamente cuál es su ser. percepción de la continuidad de la historia, en cambio, no puede ser conocido desde un
mismo. Su arbitrariedad radica en verse libre En todos los procesos ha de haber necesaria­ tales crisis (o rupturas) provienen, más que de sentido (en términos cognoscitivos) preestable­
de un sistema de valores de no arbitrariedad, mente algún punto de partida, pero el valor, un cambio en nuestra idea acerca de los orí­ cido; no depende del conocimiento derivado
como por ejemplo, el clásico. Es arbitrario en en una arquitectura arbitraria o intencionada­ genes y fines, del fracaso del presente (y de sus de la tradición clásica y, por lo tanto, no pue­
cuanto que nos permite la opción de la lectu­ mente ficticia, reside en la naturaleza intrínseca objetos) para mantener nuestras esperanzas en de engendrar una estrategia.
ra, la cual no aporta valores externos al pro­ de su acción más que en la dirección de su el futuro. Cuando la continuidad de la historia En este contexto, la forma arquitectónica «se
ceso. Aun más, considerando su naturaleza ar­ curso. Sin embargo, puesto que cualquier pro­ se ha roto en nuestra percepción, cualquier re­ revela como un espacio para la invención», en
tificial y relativa, un injerto no implica, en sí ceso debe tener, necesariamente, un comienzo presentación de lo clásico, cualquier «clasicis­ vez de ser la representación servil de otra ar­
mismo, necesariamente, un resultado satisfac­ y un movimiento, podemos considerar que el mo», sólo puede ser considerado como una quitectura o un simple mecanismo práctico.
torio; es meramente un lugar que contiene mo­ origen ficcional tiene, por lo menos, un valor creencia. En este momento, en el que nuestros Inventar una arquitectura es permitir que la
tivación para la acción, que es el comienzo del metodológico; es decir, un valor relacionado valores adquiridos están en «crisis», el fin del arquitectura sea una causa; y el hecho de ser
fin da pie a la posibilidad de la invención (o una causa debe provenir de algo externo a una
proceso 22• con la generación de las relaciones internas
realización) de un futuro abiertamente basado estrategia dirigida de composición.
La motivación toma de arbitrario -es de­ del mismo proceso. Pero si el comienzo es efec­
en un futuro ficticio -y, por lo tanto, no-a­ El fin del fin también implica el fin de la
cir, algo en su estado artificial que no es una tivamente arbitrario, no puede haber ningún
menazante desde su valor de «verdad»--, en representación del objeto como único sujeto
estructura significativa de presencias y de au­ movimiento en dirección a la clausura o el fin, vez de un futuro simulado o idealizado. metafórico en ·arquitectura. En el pasado, la
sencias- e implica un movimiento de acuerdo porque la motivación para el cambio de esta­ Con el fin del fin, lo que antes era un pro­ metáfora arquitectónica se utilizaba para dar
con su estructura -es decir, una entidad que do (que es la inherente estabilidad del comien­ ceso de composición o transformación deja de soporte a fuerzas tales como la tensión, la com­
contiene un orden inherente y un significado--. zo) no puede nunca conducir a un estado de ser una estrategia causal, un proceso de adi­ presión y la flexión; estas cualidades se podían
Pero esto suscita la cuestión de si la motiva­ no-cambio (que es el fin). De este modo, las ción o sustracción a partir de un origen. Como observar, si no literalmente en los objetos mis­
ción deriva de un orden arbitrario. ¿De este motivaciones libres de valores universales de alternativa, el proceso se convierte en un pro­ mos, sí como relaciones entre objetos. La idea
modo algo puede ser arbitrario y no orientado origen histórico y de cualquiera que sea el pro­ ceso de modificación: en la invención de un pro­ de metáfora, aquí, no tiene nada que ver con
hacia un objetivo y, al mismo tiempo, motiva- ceso direccional pueden conducir afines diver­ ceso no-dialéctico, no-direccional y no-orienta­ las cualidades generadas entre edificios, o en­
sos de aquellos a los que conducía el fin so­ do hacia un objetivo 23. Los orígenes «inven­ tre edificios y espacios. Tiene que ver, más
diferencias más importantes se ponen de manifiesto en la brecargado de valor de la etapa anterior. tados», de los que este proceso recibe su mo­ bien, con la idea de que el mismo proceso in­
terminología y el énfasis. La discusión de Culler acerca tivación, difieren de los aceptados orígenes mí­ terno puede generar un tipo de figuración no­
de la estrategia deconstructiva contiene todos los elemen­ ticos de los clasicistas en cuanto que son arbi­ representacional en el objeto. Esto es una ape­
tos del injerto: por medio del análisis de texto, empiezan
a revelarse oposiciones. Éstas están yuxtapuestas de tal El fin del fin trarios, reinventados para cada circunstancia, lación, no a la estética clásica, sino al poten­
modo que crean movimiento, y la deconstrucción (injerto) adoptados para el momento y no para siem­ cial poético de un texto arquitectónico. El pro­
puede identificarse en términos de aquella motivación. Acompañando al fin del origen, la segunda ca­ pre. El proceso de modifioación se ha de ver blema, entonces, reside en distinguir los textos
22 «La naturaleza arbitraria del signo y del sistema,
racterística básica en una arquitectura no-clá­ más como una táctica con un fin abierto que de las representaciones, en transmitir la idea
sin ningún término positivo, conlleva la noción paradójica
sica es su liberación de objetivos o fines a priori de que lo que uno está viendo: el objeto ma­
de "huella instituida", una estructura con gran cantidad
-el .fin del fin-. El fin de lo clásico implica 23 La modificación es un aspecto de la extensión (véa­ terial, es un texto y no una serie de referencias
de referentes, en la cual sólo hay huellas -huellas previas
a cualquier entidad de la que ·quizá sea la huella-.» Jo­ también el fin del mito del fin como efecto, se Jeff Kipnis, Archittcture Un Bound, op. cit.)' que es defi­ a otros objetos o valores.
nathan Culler, op. cit., pág. 99. sobrecargado de valor, del progreso o de la
nido por Kipnis como un aspecto de la decomposición. Esto sugiere la idea de una arquitectura
Esta descripción de «huella instituida» puede relacio­ Mientras que la extensión es cualquier movimiento que como «escritura» en vez de una arquitectura
dirección que tiene la historia. Las ficciones de empiece con una condición inicial o un origen (no nece­
narse con la idea de motivación, tal como la entendemos
lo clásico, siguiendo lógicamente la clausura sariamente un origen), la modificación es una forma es­ de imágenes. Lo que está siendo «escrito» no
en este artículo. La motivación, aquí, es similar a la des­ pecial de extensión, centrada en presentar la evidencia de es el objeto en sí mismo -su masa y volu­
cripción que hace Derrida de dif.ference -la fuerza interior potencial ,del pensamiento, despertaron el de­ las condiciones iniciales como un ejemplo, sin sustraer ni men- sino el acto de dar forma a aquella ma­
de un objeto que hace que éste sea dinámico en cualquier seo de confrontar, exhibir e incluso trascender
punto de una transformación continua-. La motivación
sumar materialidad. Por otro lado, la síntesis, por ejem­ teria, ·a aquella masa. Esta idea confiere un
el fin de la historia. Se pensaba que los objetos plo, es un tipo de extensión que no intenta mantener la
cuerpo metafórico al acto arquitectónico. El
interna determina la naturaleza de la modificación para
el objeto, y se hace leíble a través de la huella. Al igual estaban imbuidos de valor porque su relación evidencia de las condiciones iniciales, sino que intenta con­
acto da razón de su condición de lectura a
seguir un todo creado de nuevo (del mismo modo, el aná­
que la «huella instituida» de Derrida, la motivación des­ con un origen significante, evidente en sí mis­ lisis intenta trasladar cualquier condición específica a su -través de un nuevo sistema de signos llamados
cribe un sistema que es internamente consistente, pero mo, podía, de algún modo, trascender al pre­ condición original). «huellas» 24. Las huellas no se han de leer li-
que también es arbitrario puesto que no tiene ni principio sente, dirigiéndose hacia un futuro atemporal, Idealmente, la traslación no es una extensión sino una
ni fin ni ninguna dirección necesaria o valorada. Sigue pura relocalización. Esto difiere de mi definición. Véase
siendo un sistema de diferencias, y sólo puede entenderse hacia una utopía. Esta idea de progreso con­ mi texto sobre la House X, en el cual defino, por primera i� El concepto de huella en arquitectura, tal como lo
en términos de espacios entre elementos o momentos del firió un valor falso al _presente; la utopía, una vez,. los términos transformación y decomposición. entendemos en este artículo, es parecido a la idea de hue-
proceso. forma de fantasear acerca de un fin «abierto»
478 LA CRISIS DE LA MODERNIDAD

EISENMAN
dición de texto y la manera en que se lee: ya mienzos y fines del valor, es decir, otro espacio
477
no se presupone que el nuevo lector haya de «atemporal» de la invención. Un espacio
conocer la naturaleza de la verdad en el obje­ «atemporal» en el presente que no tenga una
teralmente puesto que no tienen otro valor que tancia fisica -literalmente la impronta figu­ to, tanto si ésta es la representación de un ori­ relación determinante con. un futuro ideal o
señalar que hay una lectura, y que esta lectura rativa- de su propio proceso interno. Este gen racional, como si es la manifestación de con un pasado idealizado. La arquitectura es,
ha de hacerse. Una huella señala la idea de proceso es interno al sistema. De este modo la un conjunto de reglas universales que rigen la hoy, el proceso de invención de un pasado ar­
leer 25. Por consiguiente, una huella es un sig­ huella es el registro de la motivación, el regis­
proporción, la armonía y el orden. Saber de� · tificial y un presente sin futuro. Recuerda un
no parcial o fragmentario; no tiene objetiva- . tro de la acción, no la imagen de otro origen­
ción. Implica una acción que está en proceso. objeto. codificar ya no tiene importancia; simplemen­ futuro que ha dejado de serlo.
En este sentido, una huella no es una simula­ En este caso, una arquitectura de lo no-clá­ te el lenguaje no es un código al que asignar Este artículo está basado en tres suposicio­
ción de la realidad, es una disimulación por- sico comienza a considerar la noción de un significados (que esto significa esto). El placer nes o valores no-verificables: la arquitectura
,.. que se revela como algo distinto a su realidad lector consciente de su propia identidad como reside en reconocer algo como lenguaje (esto atemporal (sin origen, sin fin); la. arquitectura
anterior. No simula lo real, representa y regis­ lector, más que aquélla de observador o usua­ es). De ahí que, proponer el fin del comienzo no-representacional (sin objeto); y la arquitec­
tra la acción inherente a una realidad ante­ rio. Propone un nuevo lector, distanciado de y el fin del fin, es proponer el fin de los co- tura artificial (arbitraria, sin razón).
rior, que tiene un valor ni más ni menos real cualquier sistema externo de valores (particu­
que la huella misma. Es decir, la huella no se larmente, de un sistema histórico arquitectó­
preocupa de formar una imagen, representa­ nico). Este lector, no aporta otra competencia 27 Es una coincidencia que el título del artículo de la visión del mundo de una ·gente determinada-, o expli­
ción de arquitectura previa o de costumbres y a priori al acto de leer, que la de su propia Franco Rella, al que esta nota hace referencia, Tiempo del car una práctica, creencia o fenómeno natural. El mito es
usos sociales, sino que se ocupa de dejar cons- identidad como lector. Es decir, no tiene un Fin y Tiempo del Comienzo, y el título de mi artículo se la creación de orígenes, en el sentido tradicional sobrecar­
conocimiento preconcebido de cómo deberá ser parezcan tanto, puesto que ambos utilizamos los términos gado de valor, dando historia y, por lo tanto, valor a
la arquitectura (en términos de sus proporcio­ comienzo y fin con propósitos totalmente diferentes. Rella acontecimientos inexplicables o atemporales. Rella propo­
lla de Derrida, en que sugiere que no puede haber un nes, texturas, escalas, etc.); la arquitectura no­ identifica el presente como el tiempo del fin, afirmando ne el mito como invención
. de otro plan, de otro mundo
objeto representacional ni una «realidad» representable. que el resultado paradójico del progreso ha sido el de y despide la ficción como verosimilitud, meramente crean­
La arquitectura se convierte en texto más que en objeto clásica tampoco aspira a ser entendida por me­
crear una cultura que simultáneamente desea progreso y do la apariencia de la verdad. En vez de intentar un re­
cuando se concibe y presenta como un sistema de diferen­ dio de estas preconcepciones. se siente abrumada por un sentimiento de eventualidad y torno al pasado, el mito intenta la creación de un nuevo
cias y no como una imagen o una presencia aislada. La La competencia del lector ( de arquitectura) un sentimiento crónico de pérdida irredimible. El resulta­ comienzo, situándonos en un estado de ansiedad menos
huella es la manifestación visual de un sistema de dife­ se puede definir como la capacidad para dis­
rencias, un registro del movimiento (sin dirección), que do es una cultura que «no ama lo que ha sído sino el fin agudo. Pero el mito no puede aliviar la paradoja del pro­
nos obliga a leer el objeto presente como un sistema de tinguir el sentido del conocimiento del sentido de la de lo que ha sido. Odia el presente, el existente y el cam­ greso. Por el contrario, el Fin del Comienzo y El Fin del
relaciones, ligado a otros movimientos previos y anterio­ creencia. En cualquier momento dado, las con­ biante. No ama, por lo tanto, nada». El artículo de Rella Fin propone la disimulación, que no es ni la simulación
res. El término huella, en este sentido, ha de ser distin­ diciones para el «conocimiento» son «más pro­ se pregunta si, hoy por hoy, es posible edificar con en vez de la realidad tal como la conocemos , ni la propuesta de
guido del uso que hace Derrida de él, puesto que Derrida de contra el tiempo. Rella,desea el retomo hacia un senti­ una verdad alternativa, que se apoye en estructuras de
fundas» que las condiciones filosóficas; propor­
relaciona su idea de «difference» con la imposibilidad de miento de limitación temporal y hacia la posibilidad de creencia verificantes de idénticas características -es de­
la «presencia» como entidad aislable. «La presencia del cionan la posibilidad de distinguir la filosofia vivir nuestro propio tiempo sin intentar retornar al pasa­ cir, orígenes, transformaciones y fines-. El Fin de lo Clá­
movimiento es sólo concebible si sabemos que cualquier de la literatura, la ciencia de la magia, y la do. El mecanismo por medio del cual propone recrear esta sico insiste en mantener un estado de ansiedad, proponien­
instante está marcado con las huellas del pasado y el fu- religión del mito. La nueva competencia pro­ posibilidad, es el mito. Rella diferencia entre mito y fic­ do la ficción en un sentido auto-reflexivo, un proceso sin
turo... si el instante presente no es ni el pasado ni el fu- cede de la capacidad de leer per se, de saber ción, y es esta diferencia lo que evidencia la oposición orígenes ni fines que mantiene su propia ficción en vez de
turo... si el instante presente no es algo dado, sino el pro-
ducto de las relaciones entre pasado y futuro. Si el movi­ cómo leer, y, principalmente de saber leer y entre su propuesta y las proposiciones de este artículo. El proponer una simulación de la verdad. France Rella,
no necesariamente de codificar arquitectura mito es definido como una narración de acontecimientos «Tempo deUa fine e tempo dell'inizio» en Casabelta
miento es presente, la presencia ha de estar previamente
marcada por los términos "difference" y "deferral".» Jo, como un texto 26. Así, el nuevo «objeto» ha de ostensiblemente históricos que sirve para revelar -arte de núms. 189/499, enero/febrero 1948, págs. 106-108.
nathan Culler, op. cit., pág. 97. tener la capacidad, en primer lugar, de reco­
La idea de que la presencia no es nunca un absoluto
choca con todas nuestras convicciones intuitivas. Si no
nocerse a sí mismo como un texto, -es decir,
puede haber una presencia inherentemente significativa como un acto de lectura. Lo que caracteriza
que no sea en sí misma un sistema de diferencias, tam­ la diferencia entre la ficción arquitectónica que
poco puede haber entonces un origen a priori o sobrecar­ proponemos aquí y la ficción clásica es su con-
gado de valor. «"Difference" es el juego sistemático de las
diferencias, las huellas de las diferencias, del distancia­
miento por mi::dio del cual los elementos se relacionan
unos con otros. Este distanciamiento es la producción, a 26 Anteriormente se consideraba que existía un len­
la vez activa y pasiva, de los intervalos sin los cuales los guaje de valor a priori, una poesía, dentro de la arquitec­
términos "llenos" no podrían significar, no podrían fun­ tura. Ahora decimos que la arquitectura es meramente
cionar.» Jacques Derrida, Positions. Athlone. Londres, lengua. Leemos tanto si sabemos que lengua estamos le­
pá�. 38. yendo, como si no. Podemos leer francés sin entender fran­
5 Siempre hemos leído la arquitectura. Tradicional­ cés. Podemos saber que alguien está diciendo algo sin
mente no inducía a la lectura sino que la respondía. La sentido o emitiendo ruido, es decir, sabemos que no hay
utilización de arbitrariedad, es una idea para estimular o significado previo a la comprensión. Antes de ser compe­
inducir la lectura de huellas sin referencias al significado tentes para leer y entender poesía, podemos saber que
sino a otras condiciones del proceso --es decir, estimular algo es lengua. Leer, en este contexto, no se trata de de­
la lectura pura sin valores ni prejuicios, en vez de la inter­ codificar para obtener significado o contenido poético, sino
pretación-. para obtener la comprensión.

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