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Resumen.
El objetivo del artículo, es evidenciar que la interpretación de la concepción del espacio
de los centros poblados andinos y sus manifestaciones arquitectónicas, de diversas
culturas y épocas, basada en la forma de ver y entender el mundo de las naciones
originarias, ha estado ausente, en los estudios de la historiografía de la arquitectura y
arqueología andina, así como, en la enseñanza de metodologías proyectivas. Se discute,
que en nuestro ámbito cultural, los hechos arquitectónicos, no sólo deben analizarse en
orden, al estilo, forma o funcionalidad, sino, que deben entenderse, como resultado de
una experiencia comunitaria, y expresión de la facultad simbólica del espacio andino,
para ello es necesario, la formulación de proyectos de investigación, con enfoques
integrales y multidisciplinares. En conclusión, se plantea, investigar, la arqueología de
la arquitectura mental de sus creadores, respaldados de la simbólica presente entre otros,
en las expresiones artísticas de excelente factura, en distintos materiales, lo cual informa
de la relación integral del pensar mítico, los rituales, y los símbolos, que se reflejan en
el arte de concebir el espacio andino.
Abstract.
The objective of the article is to show that the interpretation of the conception of the
space of the Andean populated centers and its architectural manifestations, of diverse
cultures and times, based on the way of seeing and understanding the world of the
original nations, has been absent, in the studies of the historiography of Andean
architecture and archeology, as well as in the teaching of projective methodologies. It is
argued that, in our cultural sphere, architectural events must not only be analyzed in
order, style, form or functionality, but must also be understood, as a result of a
community experience, and an expression of the symbolic faculty of the Andean space,
For this, it is necessary to formulate research projects, with comprehensive and
multidisciplinary approaches. In conclusion, the archeology of the mental architecture
of its creators, supported by the symbolic present among others, is proposed,
investigated, in the artistic expressions of excellent workmanship, in different materials,
which informs the integral relationship of mythical thinking, the rituals, and symbols,
which are reflected in the art of conceiving the Andean space.
Palabras clave: Espacio andino; simbólica del espacio; concepción cultural del espacio;
arquitectónico andino, metodología proyectiva del espacio.
Key words: Andean space; symbolic of space; cultural conception of space; Andean
architectural, projective methodology of space.
I. INTRODUCCIÓN.
Por otra parte, desde un enfoque epistemológico del espacio andino, que deriva del
pensar mítico – simbólico, lo que realmente interesa afrontar es, la concepción del
espacio, a partir de la forma de ver y entender el mundo de sus creadores, para aprender,
y reconocer en dichos vestigios, a los seres humanos que las construyeron y devolver a
las piedras el significado del que son despojadas por los cientistas sociales
(arqueólogos, e historiadores, entre otros); en este orden, la cronología exacta de los
vestigios arqueo-arquitectónicos, pasan a segundo plano. Desde esta perspectiva, el
pensar epistemológico destaca lo que la ciencia positivista descuida, y reclama para sí la
capacidad de conocer de un modo más profundo las cualidades esenciales de los objetos
arquitectónicos desenterrados, principalmente, por los arqueólogos y sus enfoques
interpretativos. Sin duda, recuperar las formas propias del pensar el espacio andino de
las naciones originarias y sus correspondientes culturas, significa romper con el
paradigma teórico, abstracto, conceptual y universal de la razón instrumental moderna y
reconocer el lenguaje de lo analógico, participativo, simbólico, y metafórico, es decir,
establecer la conexión con el olvidado lenguaje del ser y estar, por la doble vía del logos
de la razón y el logos del mito, que se reflejan en el arte de concebir el espacio andino.
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Gustavo Flores Q. (2009), plantea que la filosofía mitocrática o mitocéntrica, no es que tenga una
intención mítica sino que ella misma es mito, y el mito no es una mentira, es otro tipo de verdad. Dicha
filosofía, surgió en las culturas autóctonas ancestrales -no occidentales, bajo la forma de mentalidad
mitocrática o mitocéntrica. Es más, existe un logos filosófico, que sincrónicamente surgió como discurso
homogéneo en el Mito de todas las sociedades ancestrales, y que diacrónicamente presenta una variación
de su eje lógico del Mito a la Razón a partir de Grecia
II. DISCUSIÓN TEÓRICA.
En primer lugar, hay que considerar, que el desarrollo de la civilización andina y por
consiguiente de su arquitectura, registra un proceso continuo y unitario de miles de años
de antigüedad, que están reflejados en sus expresiones culturales y consecuentes formas
simbólicas, entre las que figuran: el lenguaje, los mitos, los ritos, la ciencia, y por
supuesto, el arte y la arquitectura, que en sus distintos períodos de tiempo, y diversos
lugares, (en particular en los actuales países de Ecuador, Perú, y Bolivia), registra una
matriz común, con la presencia de lugares de culto o wakakuna, grandes espacios
abiertos, para la concentración de inmensas muchedumbres, donde el espacio
arquitectónico se sustenta en una concepción cosmogónica y cosmocéntrica, a partir, de
la sacralización del lugar mediante la presencia de las divinidades tutelares (hierofanía),
que le confiere un carácter simbólico.
Forman parte de la totalidad, el Awa Pacha, el mundo celeste donde van las deidades
estelares cuando no las vemos, es el mundo que no lo vemos pero intuimos que existe.
El Anan Pacha, mundo de arriba, morada de las deidades celestes mayores y menores,
como: Inti, el Sol; Quilla, la luna; Illapa, el trueno; Chasca, estrella de la tarde (Venus);
Choquechinchay, constelación del jaguar; Amaru, serpiente mitológica divina, y otros.
El Kay Pacha, mundo de aquí, real y visible en el que vivimos todos los seres humanos
sin distinción alguna, con ciertos deberes telúricos, sociales y morales, sujetos a la
prodigiosa acción e interacción con la Pachamama reconocida como la madre
fecundante. Es el mundo en el que los seres humanos debemos vivir en armonía entre sí
y con las autoridades naturales y en relación próxima con los seres del más allá. Aquí se
suceden los ciclos naturales: agroecológico, vital, ritual y astral; toda la sabiduría,
conocimientos, ciencia, tecnología y arte se basan en los ciclos naturales que se viven
diariamente en contacto permanente con la Allpamama. Finalmente, el Uku Pacha,
mundo de abajo o el subsuelo del centro de la tierra, de las profundidades donde
emergen diversos espíritus como Supay, espíritu de los muertos.
El registro de la sucesión de los ciclos cósmicos debido al gran año solar o ciclo
cósmico del movimiento de Precesión, debido a la reversión del eje de rotación de la
tierra, y conocido como la reversión de los tiempos o gran Pachakutik, configuran una
de sus principales cualidades la Paridad o pareja de opuestos, encarnada en la
constelación de Puma Yunta o pareja sideral de felinos representada por la Constelación
de Chuquichincay (felino resplandeciente o relampagueante); debido a que a mitad del
ciclo precesional, el eje de rotación de la tierra apunta a un miembro de la pareja (Puma
warmi), y en la otra mitad, cambia de sentido y apunta al otro miembro de la pareja
(Puma cari), la vigencia de uno u otro miembro de la pareja sideral, determina las
características de cada ciclo cósmico. Esta condición de vigencia cósmica, de una u otra
figura estelar, no se refiere solamente al mundo celeste o tiempo cíclico de antes y
después, sino que atraviesa todo el mundo creado, a las personas, y todos sus elementos,
derivando en las dualidades: arriba-abajo; izquierda-derecha; hombre-mujer, que sirven
para la ordenación de la vida social comunitaria.
LA MULTIDIMENSIONALIDAD DE PACHA
La representación del Mundo realizada por el cronista indígena F. Guamán Poma (1585
- 1615), contiene, no sólo, información fidedigna de la organización espacial andina
según los ejes de orientación astronómica, direccionados hacia los equinoccios y
solsticios, sino también, la concepción del sistema de representación u orientación
espacial andina, donde se distinguen un eje vertical que señala los cuatro mundos que
forman parte de la totalidad: Awa, Hanan, Kay, y Uku Pacha, para operativizar este eje
se divide el espacio en dos mitades: Anan y Urin saya, la primera que señala el
movimiento hacia arriba, y la segunda, hacia abajo, en los respectivos mundos. Un eje
horizontal que señala las cuatro direcciones cardinales o suyu: Anti, Cunti, Chinchay y
Colla suyu, resultando un sistema que contiene nueve representaciones dimensionales
del espacio. (Ver, Gráfico N° 1).
La demarcación del recorrido anual del Sol, es un aspecto de gran importancia porque
sirve para dividir el espacio, en dos partes (Saya), las cuales, se conocen como: Hanan
saya y Urin saya, palabras cuyo significado en la linguistica quechua, no sólo hacen alu-
sión a la división bipartita del espacio, sino que se traducen como: "Camino hacia lo al-
to" (Hanan saya); y "Camino hacia lo bajo" (Urin saya). Dicho en otras palabras, Hanan
comprende, el aparente camino ascendente del Sol, desde el trópico de Capricornio, al
trópico de Cáncer; y Urin, el aparente camino descendente del Sol, desde el trópico de
Cáncer al trópico de Capricornio; respectivamente.
La única distinción espacial primigenia que siempre se repite en las creaciones más
complejas del mito y se va sublimando cada vez más, a esta distinción del ser: una
normal (profana) generalmente accesible y otra que, como región sagrada, aparece
realzada, separada, cercada y protegida de lo que la rodea (E. Cassirer, 1998). Se puede
colegir, que la oposición entre lo sagrado y lo profano constituye un principio
fundamental para caracterizar al espacio tiempo mítico. El espacio sagrado es un
espacio cargado de significados que se opone a otros espacios no consagrados, amorfos,
sin estructura ni consistencia; para la conciencia mítico-simbólica, es el único real y
todo el resto es extensión informe.
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El espacio euclidiano se caracteriza por poseer tres rasgos: continuidad, infinitud y uniformidad.
La aparición del arte simbólico, se enmarca en la interpretación del acontecer mítico y
la voluntad artística del creador, a partir de los objetos existentes en la naturaleza hasta
llegar al objeto simbólico. Los componentes a partir de los cuales debe surgir, por
sucesivas fusiones, la obra de arte simbólica, serían los seres reales, los seres ideales y
los seres vitales, de acuerdo con las clasificaciones empleadas en la teoría de los
objetos, al que añaden el valor simbólico o significado. Los cuatro componentes serían
la materia prima, los factores de una ecuación cuyo resultado es un nuevo ser que ya no
se encuentra en la naturaleza, sino que la supera. El valor simbólico, se enmarca en los
contenidos culturales, que apuntan a la identidad cultural, por lo cual deben tener un
significado, inseparable del objeto que lo contiene.
Los animales de las culturas andinas, que aparecen en el arte simbólico: la serpiente, el
ave, el felino, el pez, se funden en las estatuas de piedra y se muestran a través de sus
rasgos más característicos, como las garras y el pico pero sobre todo, la cabeza. El
felino, animal mítico por excelencia en estas culturas, aparecerá como protagonista, bien
sea, con su propia condición, o antropomorfizado, indicando la implicación entre la
naturaleza humana y la naturaleza animal, para colocarse por encima de la condición
temporal, aunque siempre, haciendo alusión a la dualidad que muestran la ciclidad del
cosmos, o reversión del eje de polaridad de la tierra que origina el gran pachakutik, y su
regencia en cada ciclo de las diferentes etapas del gran ciclo precesional.
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Las características que complementan a esta definición operativa de símbolo, entre otras son:
- Entre la realidad y el símbolo existe una relación dialéctica. El símbolo p roduce la realidad pero al
mismo tiempo es producido por ella; su función principal, es representar revelando, pero también evoca,
reemplaza, tipifica o transporta; como ente viviente tiene una doble naturaleza: es invariante y variante
(recibe la influencia de su contexto cultural pero al mismo tiempo lo transforma).
- Los símbolos, son elementos estables en un continuum cultural, nunca pertenecen a un solo corte
sincrónico de la cultura, siempre atraviesan ese corte, viniendo del pasado y proyectándose al futuro.
El pensar mítico - simbólico del runa andino, le permitió postularse existencial y
filosóficamente como cósmico, es decir que él estaba en todo, en el aire, en el agua, en
el fuego, los vegetales, la tierra y que era también la estrella más lejana (Camino A,
2018), sin embargo, muchos investigadores de su cultura ignoran este postulado, cuyo
conocimiento es importante para entender su comprensión e interpretación de la
realidad, misma que sería producto de un esfuerzo intelectivo, sensitivo, supra sensitivo,
racional, relacional, y simbólico, que sirve al runa para ubicarse en el mundo que le
rodea, enfatiza, no sólo, en las facultades sensoriales y actividades expresadas en el
munay (querer), ruray (hacer), yachay (pensar), y ushay (ser capaz), sino también, en las
supra sensoriales, como la intuición, percepción, imaginación, y sueños, para una
integración plena en la vida comunitaria, que define el ser del runa.
De otra parte, la concepción de la Pachamama como ser viviente, donde las piedras,
plantas, animales, y seres humanos, como organismos vivos, poseen niveles de
conciencia, indujo a pensar que los runas o seres humanos somos un reflejo del cosmos,
o mejor, un microcosmos del macrocosmos, es decir, que al igual que para la
comprensión de Pacha, que se podría equiparar al macrocosmos, se identifican 4
mundos: Awa, Anan, Kay, y Uku Pacha; el runa, ser humano, o microcosmos, tendría
también, 4 cuerpos , a saber: cuerpo físico, cuerpo energético, cuerpo astral, y cuerpo
espiritual (conversaciones personales, con Cholango A, 2019), por lo tanto, en la
construcción de su hábitat, se deberían reflejar estos 4 cuerpos o dimensiones, a saber:
En este contexto, el accionar del runa, responde a un conjunto de principios que apuntan
a la conservación del orden cósmico, la Pachamama y sus seres vivientes, para lo cual
tiene como referencia la tradición mítica, o hecho original de la creación del mundo, con
los consecuentes actos rituales, y expresiones simbólicas, entendiendo la vida como una
gran urdimbre o red de conexiones y vínculos que es la fuerza vital de todo lo que
existe. Al respecto, el principio de relacionalidad, base de la racionalidad andina,
formula los principios secundarios de complementariedad, o inclusión de los opuestos;
correspondencia, o relación mutua; y el de reciprocidad, o de constante compensación,
que son las directrices del comportamiento social comunitario. (Yanez J. 2002).
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La fusión inicial que dio origen de la civilización andina, adoptó como mito fundante el del hombre -
felino, que el arte simbólico lo encarna en la piedra de múltiples formas, permitiendo la realización
entre el mundo animal y el humano, entre las fuerzas cósmicas y el ser humano o
incluso la fusión más completa de todas, que incorpora a la categoría divina todos los
demás mundos. Al respecto, el arte simbólico y la comprensión de su estructura interna,
ayuda a reconstruir la situación existencial del creador. Por tanto, los estilos artísticos o
formas como se presenta esta figura simbólica primordial, al parecer, corresponde a
varias etapas, desde, los estilos geométricos y las formas deshumanizadas, para concluir
en los estilos figurativos o humanizados.
En el caso de la arquitectura, que aparece como una forma simbólica considerada una
representación del macrocosmos, en el microcosmos, por ser obra viva, morada de los
runas, el espacio arquitectónico andino, debería reflejar esta particularidad; es decir, se
expresaría, a través, de cuatro mundos, o dimensiones. En este marco: ¿Cuáles serían las
cuatro dimensiones del espacio arquitectónico andino?; para responder a esta
interrogante, previamente vamos a revisar cuales son los principios de la Arquitectura
en la matriz cultural europea occidental, encontrando que, Marco Vitruvio (primer
tratadista de la Arquitectura, pocos años antes de la era Cristiana), enunció los
principios fundamentales de la arquitectura occidental, a saber: Firmitas (resistencia),
Utilitas (funcionalidad), y Venustas (belleza); las tres deben estar presentes e integrarse
equilibradamente en el proceso creativo del espacio arquitectónico, quizás
correspondientes también con las nociones del mundo: cielo, tierra, e infierno, y la
santísima trinidad que gobierna el mundo: padre, hijo y espíritu santo, uno de los
grandes misterios de la religión católica, apostólica y romana.
espiritual del runa pues sus creaciones están imbuidas de una profunda conexión con el origen que le
proporcionará la energía necesaria para la realización individual y social de su vida.
opuestos que se define como Yanantin, se refiere a la simetría corporal y se aplica a
todo tipo de ordenamiento ya que señala también la división alto/bajo,
izquierda/derecha, masculino/femenino, claro/obscuro, noche/día. Esta dimensión, se
expresa, en la integración con el entorno circundante, a partir del centro, mediante los
ceques, líneas o rumbos, que señalan las wakakuna, donde se manifiesta lo sagrado.
Todos los elementos de la geografía sagrada, se complementan entonces como parte de
su huaque cósmico, es decir, que tiene su par complementario en el cielo.
VI. CONCLUSIONES.
Los enunciados formulados en este artículo sobre el arte de concebir el espacio andino,
dado los enfoques parcelarios para su estudio, y los vacíos existentes en la formación
universitaria de las carreras de arquitectura, nos lleva a una primera conclusión: la
necesidad de incluir metodologías proyectivas basadas en las formas de ver y entender
el mundo de las culturas originarias, así como, la urgencia de promover la investigación
cooperativa en el aula, entre maestros y estudiantes, sin jerarquías, todos
comprometidos para ir cuán lejos se pueda. En segundo lugar, partir de una visión
integral de la vida o kawsay, y su relación cósmica, que tiene que concretarse en el
espacio social comunitario, mediante las actividades básicas del munay (querer,
encariñarse con lo que se hace), ruray (hacer concienzudamente), yachay (pensar y
conectarse con la urdimbre cósmica de la vida), y ushay (ser capaz de enfrentar
cualquier desafío). En tercer lugar, conocer el lugar y la cultura del grupo social al que
se pertenece y al cual se va a prestar y recibir enseñanzas; en cuarto lugar, poner en
cuestión, ¿Qué mismo es investigar la Arquitectura y ciudad?, a partir de entender, que
criar conocimiento (investigar, o indagar), es tener la libertad para observar de forma
total, para observar sin el observador; cuando la mente observa sin el observador; el
observador es parte de lo observado, observar sin acumulación, ese es el acto, la acción
de aprender, la mente libre para mirar, es decir, como observo las cosas, como me doy
cuenta, con todo mi ser, mente y corazón; y escucharse a sí mismo sin distorsiones para
comprenderse profundamente6 . Finalmente, tener presente que para la realización de la
totalidad del individuo; la conciencia debe desplazarse en ambos sentidos: espíritu de la
época / conciencia colectiva y espíritu de lo ancestral de la profundidad del ser humano
/ inconsciente colectivo. Los contenidos conscientes e inconscientes; la dialéctica entre
la conciencia y lo inconsciente, genera la comunidad de sentidos, condición de una vida
en plenitud, que es, a lo que contribuye la arquitectura.
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Los miedos, las ambiciones, los deseos, el temperamento, son fruto de la imagen que cada uno se ha
creado de sí mismo en base al pensamiento que tiene como fuentes la memoria y la experiencia; la
imagen de sí mismo se construye con estos dos ingredientes, por tanto es una imagen inacabada (esta
imagen separa crea el conflicto; la identificación es el truco de la mente q ue se ha separado de sí mismo),
que gobierna nuestra vida estancándonos e impidiendo percibir realmente como somos.