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SEMINARIO DE CRISTO REY

DE VOCACIONES ADULTAS A.R

Facultad de Teología

Ad audiendas confessionis

Reseña del Vadevecum para el uso de los confesores

Docente: Pbro. Lic. Bonifacio Márquez Pat

4° Teología

Alfredo Miguel Cano Vázquez


Reseña del Vadevecum para el uso de los confesores

Está compuesto por un conjunto de enunciados que los confesores habrán de tener
presente en la administración del sacramento de la Reconciliación para ayudar a los
cónyuges a vivir cristianamente su propia vocación en circunstancias personales y sociales.
En cuanto a la santidad, debemos saber que todos estamos invitados al seguimiento de
Cristo y a buscar la plenitud de la vida cristiana y la perfección de la caridad. En el camino
a la santidad se experimenta la debilidad humana pero el apoyo se encuentra en la fe, para
acudir a la misericordia de Dios, y al arrepentimiento, para conseguir el perdón de Dios.
En el caso del matrimonio, los esposos en la unión conyugal llegan a ser
vivificados por la gracia del sacramento. La unión de los esposos y la transmisión de la vida
son dos obligaciones propias de la santidad matrimonial. La paternidad-maternidad
responsable es una actitud de los esposos en su misión de transmitir la vida que tiene en sí
un valor de eternidad y para evocar su papel de educadores.
El caso de la contraconcepción, hay que decir que se opone a la castidad
matrimonial, es contraria al bien de la transmisión de la vida y a la donación recíproca de
los cónyuges. Al final se niega el papel soberano de Dios en la transmisión de la vida
humana. Otra malicia mas grave es el uso de medios abortivos impidiendo la anidación del
embrión o causando su expulsión. Pero es diferente cuando los cónyuges experimentan su
vida sexual en periodos infecundos debido a motivos de paternidad y maternidad
responsable. En otras palabras, es permitido el uso de los métodos “naturales” en el
matrimonio donde los esposos pueden vivir íntegramente las exigencias de la castidad y de
la vida conyugal.
El confesor, en materia de procreación responsable para orientar a los penitentes,
debe tener en cuenta cuatro aspectos:
1. Inclinarse ante toda miseria humana o pecado.
2. La cautela para preguntar en relación con estos pecados.
3. La ayuda y estímulo que debe ofrecer al penitente para que se arrepienta y confiese
sus pecados graves.
4. Los consejos que animen a todos a recorrer el camino de la santidad.
Cuando se acerca un penitente ocasional, que se confiesa después de largo tiempo
y muestra una situación grave, es necesario orientarlo para que comprenda sus obligaciones
en visión de fe, además de invitarle a la santidad del amor y la importancia de sus deberes
en el ámbito de la procreación y educación de los hijos. En el caso que el penitente haga
preguntas al confesor este tendrá que responder con prudencia y discreción, sin aprobar
opiniones erróneas.
El confesor tiene la obligación de advertir a los penitentes sobre las transgresiones
de la ley de Dios graves, procurar que deseen la absolución y el perdón del Señor. No se
puede impartir la absolución sin el suficiente arrepentimiento o propósito de evitar pecado.
El penitente habitual del confesor además de la absolución busca una orientación de las
virtudes cristianas y de su santificación en la vida matrimonial, para lo cual el confesor
debe estar disponible.
Así pues, el sacramento de la Reconciliación requiere, por parte del penitente, el
dolor sincero, la acusación de los pecados mortales, el propósito de no pecar en adelante.
Además, es necesario esforzarse por liberar la conciencia moral de aquellos errores que
están en contradicción con la naturaleza de la donación total de la vida conyugal. Es
necesario ayudar a los cónyuges a examinarse sobre sus obligaciones específicas de vida
conyugal.
En el caso de quien después de haber pecado gravemente contra la castidad
conyugal, se arrepiente y, no obstante, las recaídas, manifiesta su voluntad de luchar para
abstenerse de nuevos pecados, no se le ha de negar la absolución sacramental. El confesor
deberá evitar toda manifestación de desconfianza en la gracia de Dios.
En el caso de los penitentes que muestran disponibilidad de acoger la enseñanza
moral y ayuda espiritual, es conveniente infundirle confianza en la Providencia y apoyarlo
para que se examine honestamente en la presencia de Dios. Convendrá verificar los motivos
para limitar la paternidad o maternidad y la licitud para distanciar o evitar una nueva
concepción.
Presenta dificultades especificas los casos de cooperación al pecado del cónyuge
que voluntariamente hace infecundo el acto unitivo. Tal cooperación puede ser lícita cuando
se dan conjuntamente estas tres condiciones:
1. La acción del cónyuge cooperante no sea en sí misma lícita.
2. Que existan motivos graves para cooperar al pecado del cónyuge.
3. Se procure ayudar al cónyuge a desistir de tal conducta.
Se deberá evaluar cuidadosamente la cooperación al mal cuando se recurre al uso
de medios que pueden tener efectos abortivos. Resulta indispensable el frecuente y
perseverante recurso a la oración, a la Eucaristía y a la Reconciliación, para lograr el
dominio de sí mismo. A los sacerdotes se les pide que tengan uniformidad de criterios en la
enseñanza en el ámbito del sacramento de la Reconciliación en fidelidad al Magisterio de la
Iglesia sobre la malicia del acto contraconceptivo, hacer especial atención sobre la
enseñanza de la gravedad del pecado referido al aborto.
El lugar por excelencia de la proclamación del misterio de la misericordia,
revelado en la persona de Jesús, es en la celebración del sacramento de la Reconciliación.
Los sacerdotes deben estar disponibles a este ministerio del que depende la felicidad de los
esposos y la serenidad y gozo de la vida presente.

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