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Primera Palabra de Jesús en la Cruz

Introducción:

En el momento culminante de la vida terrenal de Jesucristo, cuando sus manos y pies estaban clavados
en la cruz y su corazón se inundaba de dolor, pronunció unas palabras que resonarían a lo largo de la
historia y transformarían la percepción del perdón y el amor: "Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen" (Lucas 23:34). Estas palabras, la primera declaración de Jesús mientras sufría la agonía de la
crucifixión, encapsulan la esencia misma de su mensaje y su misión en la Tierra. En esta predicación,
exploraremos el profundo significado de estas palabras, así como los subtemas del perdón y el amor que
se entrelazan con ellas.

I. El Sacrificio Redentor de Jesucristo:

Antes de sumergirnos en las palabras de perdón de Jesús, es crucial comprender el contexto de su


sufrimiento y sacrificio en la cruz. Isaías profetizó sobre el Siervo Sufriente, quien cargaría con nuestras
transgresiones y sería herido por nuestras rebeliones (Isaías 53:5). En medio del tormento y la agonía
física, Jesús soportó el peso abrumador del pecado humano para ofrecer redención y reconciliación con
Dios. Hebreos 5:8 también nos recuerda que, aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció,
demostrando así su humildad y su amor sacrificial.

II. El Perdón Incondicional de Jesús:

En su primera palabra en la cruz, Jesús no pronunció palabras de condena o ira hacia aquellos que lo
crucificaron, sino que extendió un acto sublime de perdón. Mateo registra las instrucciones de Jesús
sobre el perdón en el capítulo 18, versículos 21 y 22, donde enfatiza la necesidad de perdonar no solo
siete veces, sino setenta veces siete. Esta enseñanza se refleja en su propia vida cuando, incluso en
medio de su sufrimiento, perdona a aquellos que lo han condenado injustamente. Efesios 4:32 nos insta
a ser bondadosos y compasivos unos con otros, perdonándonos mutuamente, así como Dios nos
perdonó en Cristo.

III. El Amor Insondable de Dios:

Juan 3:16 proclama la magnitud del amor de Dios al enviar a su Hijo unigénito para que todo aquel que
cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. La cruz es el símbolo supremo de este amor sacrificial,
donde Jesús ofreció su vida como un acto supremo de amor por la humanidad pecadora. A través de su
muerte y resurrección, Dios revela el alcance ilimitado de su amor y su deseo de restaurar la comunión
perdida con sus hijos. Isaías 53:7 nos muestra cómo Jesús, como un cordero llevado al matadero,
permaneció en silencio, demostrando su amor y sumisión al plan redentor de Dios.

IV. La Resistencia al Amor y el Perdón:

A pesar de los milagros y las enseñanzas de Jesús, aquellos que una vez lo siguieron y se beneficiaron de
su gracia fueron fácilmente influenciados por la multitud que clamaba por su crucifixión. Es un
recordatorio sombrío de cómo la misma multitud que recibió la multiplicación de los panes y los peces,
ahora clamaba por su ejecución. Esta dualidad en la naturaleza humana refleja la lucha constante entre
la luz y la oscuridad, entre el amor y el egoísmo. Nos recuerda la necesidad de permanecer firmes en el
amor y la verdad, incluso cuando enfrentamos la oposición y la traición.

V. Reflexiones sobre la Primera Palabra de Jesús:

La primera palabra de Jesús en la cruz, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen", resuena a
través de las edades como un recordatorio impactante de la naturaleza divina del perdón y el amor
incondicional. En un acto de profunda humildad y compasión, Jesús intercede por aquellos que lo
crucificaron, revelando la verdadera naturaleza de su corazón divino. Esta declaración desafía nuestras
concepciones terrenales de justicia y venganza, llamándonos a abrazar el perdón radical y la gracia que
fluyen del corazón mismo de Dios.

Flagelación: Antes de ser crucificado, Jesús fue azotado brutalmente. Los flageladores, expertos en
infligir dolor, usaban látigos de cuero con puntas de metal o hueso, que desgarraban la piel y músculos
de la espalda.

Coronación de Espinas: Soldados romanos tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre la cabeza
de Jesús, presionándola profundamente en su cuero cabelludo. Esta tortura no solo causó dolor físico,
sino también burla y humillación.

Escupitajos y Burlas: Mientras Jesús era llevado al Gólgota, los soldados romanos y los espectadores lo
escupieron y se burlaron de él, añadiendo humillación adicional a su sufrimiento.

Desnudez y Echado de Suertes: Antes de ser clavado en la cruz, Jesús fue despojado de sus ropas,
dejándolo expuesto y vulnerable ante la multitud. Sus ropas fueron echadas a suertes por los soldados,
cumpliendo así la profecía del Antiguo Testamento (Salmo 22:18).

Portación de la Cruz: Jesús fue obligado a cargar el pesado madero de la cruz hasta el Gólgota. Agotado
por la pérdida de sangre y el dolor, cayó bajo el peso de la cruz en varias ocasiones.

Clavado en la Cruz: Una vez en el lugar de la ejecución, Jesús fue extendido sobre la cruz y sus manos y
pies fueron clavados en la madera. Los clavos atravesaron los nervios y los huesos, causando un dolor
excruciable.

Beber Vinagre: Mientras Jesús agonizaba en la cruz, los soldados romanos le ofrecieron vinagre
mezclado con hiel para aliviar su sed, pero él lo rechazó (Mateo 27:34).

Perforación del Costado: Para verificar su muerte, un soldado romano perforó el costado de Jesús con
una lanza, provocando la salida de sangre y agua. Este acto confirmó su fallecimiento.

Agonía Mental y Espiritual: Más allá del sufrimiento físico, Jesús experimentó una profunda angustia
mental y espiritual en la cruz. La carga de los pecados del mundo lo llevó a exclamar: "Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?" (Mateo 27:46).

Muerte por Crucifixión: La crucifixión era una forma de ejecución lenta y dolorosa. Las víctimas morían
generalmente por asfixia, shock hipovolémico o falla cardíaca, después de horas o días de agonía.

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