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La primera palabra de Jesús en la cruz.

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Lucas (23:33-34)

Las siete palabras de Jesús en la cruz significan que su sacrificio es


perfecto; que no hay nada que podemos añadirle a ese sacrificio, que ya
todo está hecho. El número 7 representa todo que es perfecto y pleno.

Estas primeras palabras de Jesús desde la cruz tenían que ver con su
profunda preocupación por el estado de la humanidad, es por ello que
llegó a exclamar lo siguiente:

Lucas 23:33-34 – Cuando llegaron al lugar llamado ‘La Calavera,’


crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la
izquierda. Y Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen.» Y los soldados echaron suertes, repartiéndose entre sí Sus
vestidos. (NBLH).

Jesús acaba de ser colgado en la cruz, después de haber recibido la mayor


humillación que nadie jamás experimentó; desde su gran agonía clama
con gran voz, voz cargada de gran dolor y pasión, voz de misericordia y
perdón delante de sus verdugos y de todo el pueblo, estas primeras
palabras de Jesús «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», es
una oración e intercesión no solo por aquellos que lo crucificaron; sino
también por toda la humanidad.

Rechazado por su pueblo, abandonado por sus discípulos, los clavos


traspasan sus manos y sus pies, acaba de ser crucificado, todos los
hombres se burlan de Él. De su santa boca, ninguna queja, ninguna
protesta, ninguna amenaza a pesar de los atroces sufrimientos de la
crucifixión. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado
al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió
su boca (Isaías 53.7)

La gracia brota de su boca: el Salvador solicita el perdón de su Padre a


favor del pueblo. De ese pueblo responsable y de todos los hombres que
merecían un inmediato juicio por haber tratado así al Hijo de Dios.
El justo tomó nuestro lugar en la cruz, el justo por los injustos, su amor, su
perdón y su misericordia brotaban en cada latigazo, en cada gota de
sangre que salía de su cuerpo.

Oscar Zorrilla
Cada golpe, cada palabra ofensiva y cada blasfemia recibida por parte de
sus verdugos, él se lo retornaba en perdón y redención; cumplimiento así
su propósito aquí en la tierra.

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» una oración de


compasión, que demuestra una y otra vez lo afortunados que somos de
tener a un Dios que se compadece de nosotros. Cada vez que fallamos y
venimos a él con un corazón arrepentido el no nos rechaza; sino que nos
regala su perdón y nos restaura.

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», ese perdón no solo


alcanzaba a los que le había puesto en la cruz; sino también a nosotros
que creemos en él y a todo aquel que con corazón sincero le busca.

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», esta oración fue


respondida en la vida de muchas personas. El centurión romano al pie de
la cruz, al ver cómo Jesús murió, exclamó: "Ciertamente este hombre era
el Hijo de Dios". (Marcos 15:39). Uno de los dos ladrones crucificados con
Jesús ejerció la fe en Cristo, que le prometió el paraíso (Lucas 23:39-43).

Un miembro del sanedrín se alineó públicamente con Jesús (Juan 19:39).


Y, poco más de un mes después, tres mil personas en Jerusalén fueron
salvas en un día como la iglesia comenzó (Hechos 2:41).

Los sufrimientos de la cruz nos revelan así la dimensión de la gracia divina


y una grandiosa y magnífica plenitud de amor por parte del Salvador.

La maravillosa respuesta a esta intercesión de Cristo será el llamado de


Pedro cincuenta días más tarde a los judíos de Jerusalén: «Mas ahora,
hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros
gobernantes» (Hechos 3:17). Varios miles de personas aceptaron entonces
esta buena nueva de la salvación por Jesucristo y fueron perdonados y
salvados.

Con esta oración, Jesús obra según su Evangelio en lo que concierne al


amor hacia los enemigos. Comprendemos entonces que el cristianismo es
mucho más que una moral: es una vida que ama y que se da.

Si la crucifixión de Jesús muestra toda la maldad humana, ella revela sobre


todo la inmensidad del amor divino: el amor del Padre que da el Hijo por
la salvación de todos los que creen en Él, el amor del Hijo que se da
voluntariamente por los culpables. ¿Rechazaríamos este don?

Oscar Zorrilla
En la cruz Jesús proveyó perdón para todos aquellos que quisieran creer
en Él (Mateo 20:28). Jesús pagó el castigo por los pecados que cometimos
en nuestra ignorancia, e incluso por los pecados que cometimos
deliberadamente. Cuando nacemos de nuevo, nosotros también nos
convertimos en una respuesta a la oración de Jesús: "Padre perdónalos
porque no saben lo que hacen ".
El perdón y la misericordia brotaban en cada latigazo que le deban. En su
agonía no habló una palabra de condenación; sino de perdón y redención.
A través de esa oración; «Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen», el señor no enseña cuan bueno es aprender a perdonar; acción
que muchas veces nos cuesta hacer.
Cuando perdonamos a los que nos ofenden, lo liberamos y nosotros
también somos liberados.
Como creyentes y participantes de esa gracia y perdón inmerecido
debemos también nosotros aprender hacer esa maravillosa oración de
Jesús: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
Esteban, el primer mártir del Evangelio hizo está misma oración
expresándole a sus verdugos la misericordia, el amor y el perdón que
había recibido de parte de su Salvador, expresó antes de morir: "Señor, no
les tengas en cuenta este pecado" (Hechos 7:60 ).

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», oración que seguirá


vigente mientras haya un corazón que quiera experimentar su perdón y
amor.

Oscar Zorrilla

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