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Raíces desgarradas: los expedientes de huérfanos de Cáceres, Plasencia

y Trujillo.

Revelación de la situación de la mujer viuda en tres ciudades de Extremadura

Javier Sánchez Muñoz

Control político y conflicto social en los siglos XIX y XX

Dr. Julián Chaves Palacios

Historia

Facultad de Filosofía y Letras

19-03-2024

1
Resumen: Este trabajo examina la situación de la mujer durante la Guerra Civil Española
y la posguerra, utilizando expedientes de huérfanos. Se analiza la política social posbélica
y su impacto en viudas y huérfanos, así como la transformación de la vida de las mujeres,
enfrentando pérdidas y desafíos domésticos en un entorno legal complicado. También se
reflexiona sobre el Decreto de 23 de noviembre de 1940 en relación con las viudas y
huérfanos de Cáceres, Plasencia y Trujillo.

Palabras clave: Guerra Civil – Mujeres – Expedientes de huérfanos

Abstract: This work examines the situation of women during the Spanish Civil War and
the postwar period, using orphan files. Postwar social policy and its impact on widows
and orphans are analyzed, as well as the transformation of women's lives, facing losses
and domestic challenges in a complicated legal environment. It also reflects on the Decree
of November 23, 1940 in relation to the widows and orphans of Cáceres, Plasencia and
Trujillo.

Keywords: Civil War – Women - Orphan files

2
Índice:
1. Introducción: ............................................................................................................. 4

2. Fuentes: ..................................................................................................................... 4

3. Metodología: ............................................................................................................. 4

4. Hipótesis de trabajo. Un estado de la cuestión: ......................................................... 5

5. Golpe de Estado contra la República: ....................................................................... 5

6. Desarrollo de la contienda en Extremadura: ............................................................. 7

7. Política social en la inmediata posguerra: ................................................................. 9

7.1. Durante y posterior a la Guerra Civil: ................................................................... 9

7.2. Víctimas de la Guerra Civil: atención sectaria: ................................................... 10

7.3. Mecanismos “especiales” financiadores de las ayudas estatales: ........................ 13

7.4. El Auxilio Social: ................................................................................................ 17

8. Decreto de 23 de noviembre de 1940: Los casos de Cáceres, Plasencia y Trujillo: 18

9. Conclusión:.............................................................................................................. 30

10. Bibliografía: ......................................................................................................... 31

11. Anexo: ................................................................................................................. 34

3
1. Introducción:
El presente trabajo pretende arrojar luz sobre la situación de la mujer durante la Guerra
Civil Española y la posguerra utilizando la información contenida en los expedientes de
huérfanos.

Después de una breve introducción en la que se explica el contexto histórico anterior al


estallido de la guerra, se analiza sintéticamente la política social durante la posguerra
inmediata, así como en qué medida pudo mejorar la situación de las viudas y los
huérfanos.

También se explora cómo la guerra transformó las vidas de las mujeres, tanto en el ámbito
doméstico como en el público, desde la pérdida de seres queridos hasta el desafío de
mantener a sus familias en un contexto legal que no le facilitó las cosas.

Finalmente, se reflexiona sobre el Decreto de 23 de noviembre de 1940, poniéndolo en


relación con las viudas de las ciudades extremeñas de Cáceres, Plasencia y Trujillo, con
el fin de estudiar la información contenida en los expedientes.

2. Fuentes:
Para la elaboración de este trabajo se ha recurrido a varias obras referidas tanto a la Guerra
Civil Española como a la justicia social durante el primer franquismo, siendo estas fuentes
secundarias. Para las fuentes primarias se han utilizado los documentos del Archivo
Histórico Provincial de Cáceres, concretamente los Expedientes de Huérfanos de Cáceres,
Plasencia y Trujillo, contenidos en la Sección del Gobierno Civil, apartado de
Beneficencia. Estas fuentes han sido estudiadas con mayor enfoque.

3. Metodología:
La metodología utilizada ha consistido en la investigación presencial en el Archivo
Histórico Provincial de Cáceres. Allí, una vez los trabajadores me hacían entrega de los
expedientes, fotografiaba la información que consideraba importante para posteriormente
redactar el trabajo. Por lo tanto, la metodología empleada ha sido la analítico-sintética.
No obstante, debido al deterioro de algunos de los expedientes revisados, en alguna
ocasión se ha tenido que hacer empleo de la metodología hipotético-deductiva.

No ha sido esa la única metodología utilizada, puesto que la información que conforma
el resto del trabajo ha sido extraída de libros y artículos que previamente han tratado los
temas de la Guerra Civil y la justicia social. Para ello, se ha realizado una lectura de las

4
obras, se ha apuntado la información que interesaba junto con la página en la que se
situaba para posteriormente citarla según las normas ISBD (International Standard
Bibliographic Description).

4. Hipótesis de trabajo. Un estado de la cuestión:


Como bien se ha dicho anteriormente, para la realización de este trabajo se ha utilizado
bibliografía que ya habían tratado los temas de la Guerra Civil y la justicia social a nivel
nacional y regional. En referencia a la bibliografía centrada en el conflicto, las obras que
se han escrito son numerosas, siendo destacables a nivel general los libros “Historia
mínima de la Guerra Civil española” (Enrique Moradiellos) o “El holocausto español:
Odio y exterminio en la Guerra Civil y después” (Paul Preston), y a nivel regional “La
guerra civil en Extremadura. Operaciones militares (1936-1939)” o “Violencia política y
conflictividad social en Extremadura. Cáceres en 1936”, ambos del autor Julián Chaves
Palacios. Con respecto a la bibliografía referida a la justicia social, es sorprendente lo
poco que se ha escrito al respecto. No obstante, el contenido es bastante completo. Los
dos ejemplos más ilustrativos son el libro “Entre la caridad y los inicios de la justicia
social. La infancia huérfana durante el primer franquismo”, de Fernando Sánchez
Marroyo, su capítulo “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres” en “Mecanismos de control social
y político en el primer franquismo” y el artículo que el mismo autor comparte con Julián
Chaves Palacios “La doble funcionalidad de una fuente histórica. Los expedientes de
orfandad de 1940”.

El trabajo pretende demostrar como la situación de la mujer durante y después de la


Guerra Civil en los municipios de Cáceres, Plasencia y Trujillo puede verse reflejada en
sus expedientes de huérfanos.

5. Golpe de Estado contra la República:


El 16 de febrero de 1936 se llevaron a cabo las últimas elecciones democráticas en la
Segunda República Española, caracterizadas por un sistema electoral restrictivo que
favorecía a las áreas urbanas y una alta participación del 71,3%. El Frente Popular, una
coalición de izquierda, obtuvo la victoria en votos y escaños. Sin embargo, la formación
de un gobierno de emergencia presidido por Manuel Azaña antes de que se completara el

5
escrutinio oficial generó controversia1, aunque fue un acto legal2. Tras el escrutinio, el
Frente Popular tenía 267 escaños frente a los 206 de otras fuerzas políticas. Estas
elecciones fueron objeto de debate debido a su importancia histórica y al clima político
tenso, y sirvieron como uno de los catalizadores de la posterior rebelión militar3.

La sublevación militar que desencadenó la Guerra Civil Española no fue simplemente


una respuesta al descontento político y social, sino más bien una reacción a las
transformaciones que la Segunda República había introducido en España durante sus
cinco años de existencia4. Estos cambios incluyeron políticas educativas estatales,
dejando la educación de estar en manos de la Iglesia, la aprobación de leyes progresistas
como el divorcio, la disolución de órdenes religiosas, reformas laborales y agrarias, así
como intentos de integrar los nacionalismos periféricos. Estas medidas alienaron a
sectores conservadores, como la Iglesia, terratenientes y el ejército, que veían
amenazados sus intereses5. Ante un resultado electoral desfavorable, el ejército decidió
derrocar al gobierno del Frente Popular utilizando la fuerza, aumentando las relaciones
con Italia, negando la legitimidad republicana a los británicos, creando tensiones sociales
y ganándose el apoyo de las guarniciones militares6. La sublevación contó con el respaldo
de diversos sectores, incluidos los “africanistas” (militares que habían desarrollado su
carrera militar en el norte de África), entre los que destacaban el general Sanjurjo (por
entonces exiliado en Portugal), el general Emilio Mola o el general Franco, generales
monárquicos (Fanjul, José Enrique Varela…), republicanos descontentos (Queipo de
Llano o Cabanellas), simpatizantes de la CEDA (Manuel Goded) y otros oficiales
militares. Con el tiempo, el general Emilio Mola, en calidad de director, fue sumando
apoyos a la causa, como los carlistas, los falangistas y los alfonsinos7.

Durante la primavera de 1936, España experimentó una creciente polarización política.


Mientras que la derecha se mantuvo unida, la coalición de izquierda del Frente Popular

1
Moradiellos, Enrique, “Las elecciones generales de febrero de 1936: una reconsideración
historiográfica”, Revista de Libros, 2017, pp. 1-3.
2
Ibídem, pág. 38.
3
Gil Pecharromán, Julio, “El alfonsismo radical en las elecciones de febrero de 1936”, Revista de
Estudios Políticos (Nueva Época), nº 42, 1984, pp. 129-135.
4
Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, “La Constitución de 1931 y la organización territorial del Estado”,
Iura Vasconiae, nº 10, 2013, pág. 324.
5
VIÑAS MARTÍN, Ángel, “Contra una sociedad libre, golpe militar”, en José Villa Rodríguez (ed.), El
Golpe. 75 años (1936-2011), Sevilla, Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática, 2012, pp. 18-
20.
6
Ibídem, pp. 21-24.
7
MORADIELLOS, Enrique, Historia mínima de la Guerra Civil española, Madrid, Turner Publicaciones
S. L., 2016, pp. 78-79.

6
comenzó a desintegrarse. La CNT lideró huelgas obreras, aumentando la conflictividad
social. En el PSOE y la UGT, hubo divisiones entre los partidarios de entrar en el gobierno
y los que preferían manifestarse para contrarrestar el protagonismo de la CNT. Los
enfrentamientos callejeros entre milicias de izquierda y grupos falangistas y carlistas
aumentaron la tensión política. Manuel Azaña reemplazó a Alcalá-Zamora como
presidente de la República, pero el gobierno bajo Casares Quiroga carecía de autoridad
efectiva8. Dos eventos en julio, los asesinatos de José Castillo a mano de pistoleros
falangistas y José Calvo Sotelo por miembros de la Guardia de Asalto, aumentaron la
incertidumbre y llevaron a algunos indecisos a unirse a la conspiración golpista9.

De esta forma, el 17 de julio a las 17:00 de la tarde comenzó el golpe de Estado10. Sin
embargo, no triunfó como se esperaba, y su fracaso conllevó a una cruenta guerra civil11,
cuya dimensión internacional12 dio lugar a tres años de confrontación y acabó dando pie
a la dictadura fascista de Francisco Franco Bahamonde13.

Conviene aclarar que el ejército únicamente pretendía acabar con el gobierno del Frente
Popular, es decir, en ningún momento se pensó que el golpe derivaría a una guerra civil
de larga duración. Cabe añadir que ni si quiera los militares que se sublevaron tenían una
idea clara de cuál era el régimen político alternativo a la República14.

6. Desarrollo de la contienda en Extremadura:


El comienzo de la contienda se debió al no apoyo general al golpe debido a la división
existente entre los propios militares. El levantamiento sí triunfó en Aragón, Navarra,
Álava, Castilla y León, Galicia, Canarias, Baleares (salvo Menorca), Oviedo, Cáceres,
Cádiz y Sevilla, pero fracasó en la mayor parte de Asturias, Madrid, Barcelona, Valencia,
Bilbao, Castilla-La Mancha (menos Guadalajara y Albacete), Badajoz, Murcia, Almería,
Granada, Málaga, Jaén, Córdoba y Huelva. De estas líneas se puede concluir que, en los
primeros tres o cuatro días, el territorio español quedó dividido en dos zonas con distintas

8
Ibídem, pp. 80-81.
9
GIBSON, Ian, La noche en que mataron a Calvo Sotelo, Barcelona, Editorial Argos Vergara, S. A.,
1982, pp. 119-126.
10
ALÍA MIRANDA, Francisco, Historia del Ejército Español y de su intervención política. Del Desastre
del 98 a la Transición, Madrid, Los Libros de la Catarata, 2018, pág. 109.
11
Gil Honduvilla, Joaquín, “La sublevación de julio de 1936: proceso militar al general Romerales”,
Historia Actual Online (HAOL), nº 4, 2004, pp. 99-100.
12
Moradiellos, Enrique, “La intervención extranjera en la guerra civil: un ejercicio de crítica
historiográfica”, AYER, nº 50, 2003, pág. 200.
13
SAZ CAMPOS, Ismael, Fascismo y franquismo, Valencia, Universitat de València, 2004, pág. 90.
14
Aróstegui, Julio, “La Guerra Civil española”, Instituto de Estudios Zamoranos «Florian de Ocampo»,
1985, pág. 747.

7
lealtades. En Extremadura, como bien se ha señalado, el sur se mantuvo fiel a la
República, mientras que el norte de la región cayó en manos de los insurgentes15.

En el caso de la provincia de Cáceres, que es el que nos atañe, la capital pertenecía a la


VII División, integrada por Salamanca, Zamora, Segovia, León y Valladolid (cabecera).
Para el día 19 de julio ya estaba bajo control de los sublevados, lo cual posibilitó el
comienzo de las operaciones destinadas al dominio provincial. Ese mismo día en
Plasencia el teniente coronel José Puente Ruiz recibió instrucciones desde Cáceres para
controlar la ciudad, acción que logró junto con el apoyo de Falange16. No obstante, los
pueblos del Noreste sí presentaron una mayor resistencia, destacando Navalmoral de la
Mata, donde José Giral, tras recibir noticia sobre la situación de Cáceres, nombró
Gobernador Civil a Mateos Guija, nombramiento al que los mandos sublevados
provinciales respondieron enviando el 21 de julio un contingente militar, que la ocupó la
misma jornada17.

Durante todo este proceso, la Guardia Civil tuvo un papel significativo, gracias a su
presencia en la mayor parte de las poblaciones y su posicionamiento a favor del golpe de
Estado18.

Con respecto al desarrollo del conflicto en la región, hay que mencionar a la “Columna
Madrid”, integrada por legionarios y regulares y comandada por Juan Yagüe. Partió de
Sevilla el 3 de agosto y fue ocupando con facilidad todos los núcleos pacenses situados a
ambos lados de la Ruta de la Plata. Mérida fue tomada el 11 de agosto19, y la ofensiva se
concretó con la batalla de Badajoz el día 14, con victoria de los golpistas20. A partir de
esta batalla, las tropas del ejército de África avanzaron rápidamente por Extremadura en
dirección a Madrid, su objetivo desde el inicio de la guerra21.

15
CHAVES PALACIOS, Julián, La guerra civil en Extremadura. Operaciones militares (1936-1939),
Mérida, Colección Estudio (Serie Ilustrada), 1997, pág. 21.
16
Ibídem, pp. 22-24.
17
CHAVES PALACIOS, Julián, Violencia política y conflictividad social en Extremadura. Cáceres en
1936, Badajoz, Departamento de Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz, 2000, pp.
218-223.
18
CHAVES PALACIOS, Julián, La guerra civil en Extremadura. Operaciones militares (1936-1939),
Mérida, Colección Estudio (Serie Ilustrada), 1997, pág. 24.
19
PRESTON, Paul, El holocausto español: Odio y exterminio en la Guerra Civil y después, España,
Penguin Random House Grupo Editorial España, 2011, pp. 420-423.
20
ESPINOSA, Francisco, La columna de la muerte, Barcelona, Crítica, 2003, pág. 105.
21
THOMAS, Hugh, La guerra civil española, Barcelona, Grijaldo Mondadori, S. A. Aragó, 1976, pp.
463-464.

8
7. Política social en la inmediata posguerra:
Antes de analizar a fondo este asunto, conviene entrar en contexto, aunque de forma
sintética.

A finales del siglo XIX y principios del XX, España transitó desde un modelo liberal
hacia un Estado más intervencionista en asuntos sociales, influenciada por el movimiento
obrero y por el ejemplo de la política social alemana del Canciller de Hierro, Otto von
Bismarck. La Ley de Accidentes del Trabajo de 1900 marcó el inicio de la
institucionalización de los seguros sociales en España, seguida por la creación de
normativas para regular el trabajo de mujeres y niños. A lo largo del siglo XX, se fueron
consiguiendo avances como la fundación del Instituto Nacional de Previsión en 1908 y la
promulgación de la Ley del Descanso Dominical en 1904, culminando en la Seguridad
Social. A pesar de la tardía consolidación del Estado de Bienestar en España debido a
circunstancias históricas y políticas, se avanzó gradualmente en la protección social y
laboral, incluyendo la regulación de jornadas laborales, seguros de vejez y accidentes, así
como la protección al desempleo durante la República22.

7.1. Durante y posterior a la Guerra Civil:


Durante la Guerra Civil española, se interrumpió el proceso de sistematización de la
política social, pero la asistencia social siguió desarrollándose, especialmente en las zonas
afectadas por el conflicto.

Con la llegada del régimen franquista, se consolidó el intervencionismo estatal en la


política social, influenciado por principios falangistas23. Se mantuvo la continuidad
asistencial en la zona nacional, sin aplicar reformas republicanas, sino recurriendo a
legislación anterior (Estatuto de Clases Pasivas de octubre de 1926) 24. Surgieron nuevas
normativas, como el Fuero del Trabajo en 1938, que protegía las cargas familiares y se
financiaba mediante cotizaciones pagadas por los empresarios y los trabajadores, así
como por las subvenciones estatales (viudedad y orfandad)25, las cuales se

22
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 77-82.
23
Ibídem, pág. 82.
24
Sánchez Marroyo, Fernando, “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres”, en Julián Chaves (Coord.), Mecanismos de
control social y político en el primer franquismo, Barcelona, Grupo Editorial Siglo Veintiuno, 2019, pág.
242.
25
https://hemeroteca-paginas.lavanguardia.com/LVE07/HEM/1939/03/10/LVG19390310-003.pdf
(Consultado el 29 de febrero de 2024).

9
complementaban por medios del plus procedente del Mutualismo Laboral, debido a que
resultaban insuficientes26.

Tras la guerra, se institucionalizó la política social, aunque no mitigó completamente la


situación de las viudas y los huérfanos27. Se implementaron diversos seguros sociales,
como el de Vejez en 1939, financiado por el Estado y empresarios28, y el Seguro
Obligatorio de Enfermedad en 1942, considerado la realización más importante del
régimen en materia de política social29. Se crearon seguros adicionales, como el de
Maternidad en 194830 y el de Desempleo en 196131. La Ley de Bases de la Seguridad
Social de 1963 buscó establecer un sistema unificado de protección social32, incluyendo
leyes anteriores como el Fuero del Trabajo de 193833. La Ley General de la Seguridad
Social de 1966 detalló las prestaciones económicas del Régimen General de la Seguridad
Social y sus condiciones34.

A pesar de las dificultades económicas y la ideología del régimen, la sociedad española


influyó para que la política social siguiera avanzando, aunque muchas medidas resultaron
insuficientes debido a problemas de financiación35.

7.2. Víctimas de la Guerra Civil: atención sectaria:


El título de este apartado se debe a que la legislación del gobierno de Franco durante los
primeros años se centró en atender a sus partidarios. Por tanto, aquellos que defendían
abiertamente a la República pero se encontraban en una zona ocupada no recibían ningún

26
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pág. 85.
27
Carasa, Pedro, “La revolución nacional-asistencial durante el primer franquismo (1936-1940)”,
Historia Contemporánea, nº 16, 1997, pp. 90-92.
28
BOE, 9-IX-1939.
29
BOE, 27-XII-1942.
30
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pág. 86.
31
BOE, 24-VII-1961.
32
LÓPEZ LORENZO, Ángeles, La protección social de los funcionarios públicos, Granada, Editorial de
la Universidad de Granada, 2007, pág. 92.
33
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 85-87.
34
BOE, 30-XII-1966.
35
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pág. 87.

10
tipo de atención oficial y dependían del auxilio benéfico36. Un ejemplo de esta exclusión
lo encontramos en la promulgación de normas para atender a los herederos de los
combatientes muertos o desaparecidos del bando “nacional” (Ley del 24 de junio de 1938,
puesta en práctica con los familiares del general Miguel Cabanellas), mientras que a los
herederos de los combatientes del bando contrario no se les prestó ningún tipo de
atención37. No obstante, en la zona bajo control del Frente Popular también se organizó
un sistema de ayudas para sus combatientes. El Decreto de 29 de julio de 1936 creó en la
capital una Junta Central de Socorros, a la que ayudarían en la recaudación de fondos las
Juntas Provinciales de Socorro, establecidas de igual modo en las capitales de provincia.
Aquellas personas que realizaran donaciones aparecerían en las listas publicadas en los
Boletines Oficiales provinciales y en la Gaceta de Madrid38. A medida que avanzaba la
guerra fue ganando importancia el Socorro Rojo Internacional, una organización ligada
al comunismo que adquirió importancia a partir del comienzo de la contienda como
referente del activismo antifascista, alimentando a los necesitados y realizando campañas
de proselitismo a través de la cultura39.

El contexto guerra-civilista sumado al retroceso económico latente en el país dio lugar a


la aparición de medidas improvisadas. Durante los primeros meses del alzamiento las
normas se centraron en resolver situaciones creadas por la guerra. La Orden de 27 de
septiembre de 1936 de la Junta de Defensa Nacional establecía lo siguiente:

“Por las autoridades militares de las plazas últimamente ocupadas […] el derecho que
pueda tener su familia a la pensión que haya de señalársele40”.

Se emitieron decretos (13 de octubre de 1936/8 de noviembre de 1936) para abordar la


situación de los desaparecidos y sus herederos, así como para otorgar pensiones a
militares y empleados públicos con familiares en la zona republicana (2 de diciembre de
1936/8 de diciembre de 1936). También se establecieron normativas para la inscripción

36
Alejandre García, Juan Antonio, “La protección social en el primer franquismo: régimen jurídico de las
pensiones y prestaciones extraordinarias originadas por la Guerra Civil”, AHDE, tomo LXXVIII-LXXIX,
2008-2009, pág. 372.
37
Ibídem, pp. 88-90.
38
Gaceta de Madrid, Diario Oficial de la República, nº 213, 31/07/1936, pp. 922-923.
39
BRANCIFORTE, Laura, El Socorro Rojo Internacional en España (1923-1939). Relatos de la
solidaridad antifascista, Madrid, Biblioteca Nueva, 2011, pp. 21-22.
40
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pág. 93.

11
de defunciones y la atención a huérfanos (Orden de la Presidencia de la Junta Técnica del
Estado del 10 de noviembre de 1936) 41.

Los establecimientos benéfico-sociales fueron controlados por el Estado, priorizando


servicios como comedores infantiles y refugios para la vejez42. Se crearon procedimientos
para solicitar ingreso en estos establecimientos, gestionados por las Juntas Provinciales
de Beneficencia. Sin embargo, la confusión sobre las desapariciones militares llevó a la
necesidad de aclarar su origen mediante órdenes como la del 27 de diciembre de 193743.

Los herederos de los militares muertos cuyo comportamiento ante el enemigo fuese
considerado heroico recibieron una consideración económica extraordinaria, establecida
en el Decreto del 18 de abril de 1938. Esta consideración podía alcanzar el sueldo entero
del empleo si se documentaban “destacados hechos gloriosos, realmente extraordinarios”.

También se promulgaron decretos para regular los derechos de empleados locales y


provinciales asesinados o desaparecidos por su adhesión al Movimiento Nacional (3 de
mayo de 1938). Se establecieron criterios para otorgar pensiones según el Estatuto de
Clases Pasivas y el Decreto de 2 de diciembre de 1936. Posteriormente, se promulgó la
Ley de 17 de noviembre de 1938, que buscaba resolver contradicciones e
incompatibilidades en las normativas individuales. Tras el fin del conflicto, las diferencias
legales entre los ciudadanos persistieron, porque los vencidos fueron marginados por no
haber contribuido al triunfo44. Las órdenes dictadas posteriormente (26 de julio de
193945/18 de septiembre de 1939) buscaron resolver problemas como el registro de
fallecidos y la situación de las pensiones para familiares de militares desaparecidos.

La atención a los muertos no fallecidos en el frente se fue implementando al mismo


tiempo que se eliminaban las prácticas heredadas de la República en materia de ayudas.
La Ley del 16 de junio de 1942 estableció que los familiares de funcionarios públicos del
Estado, tanto civiles como militares, que hubieran muerto durante la Guerra Civil debido
a enfermedades contraídas en prisión por su lealtad al Movimiento Nacional, podrían

41
Ibídem, pp. 93-95.
42
Sánchez Marroyo, Fernando, “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres”, en Julián Chaves (Coord.), Mecanismos de
control social y político en el primer franquismo, Barcelona, Grupo Editorial Siglo Veintiuno, 2019, pág.
243.
43
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 96-97.
44
Ibídem, pp. 97-99.
45
BOE, 29-VII-1939.

12
solicitar al Gobierno una pensión extraordinaria equivalente al 50% del salario base del
fallecido, o una mejora en la pensión que ya estuvieran recibiendo, siempre hasta cierto
límite. Esta disposición fue complementada posteriormente por la Ley del 13 de
diciembre de 1943, que otorgaba pensiones extraordinarias a los familiares de militares
fallecidos como resultado de enfermedades contraídas durante la Guerra Civil46.

También se organizó un sistema para atender a los marginados. Para el caso de las viudas
e hijos se dictó una norma específica, el Decreto de 23 de noviembre de 1940, al que se
le dedicará un punto posteriormente47.

7.3. Mecanismos “especiales” financiadores de las ayudas estatales:


Hubo que ayudar a un gran número familias, pero los recursos eran limitados debido tanto
a la crisis anteriormente nombrada como a la situación que se había vivido en el país. Por
ello se realizaron numerosas innovaciones que trataron de cubrir esa necesidad de fondos.

La “Ficha Azul” fue creada en 1937, mediante la cual tanto las entidades públicas como
las personas con empleo fijo contribuían mensualmente a un fondo de asistencia social.
La recaudación era supervisada por gobernadores civiles y su disminución se consideraba
un rechazo al régimen. Los nombres de los que se negaban a contribuir eran publicados
en la prensa local y, en algunos casos, podían ser multados. El fondo se financiaba con
diversos ingresos y tenía como objetivo proporcionar recursos a entidades de asistencia
social. Se prestaba especial atención a las condiciones sanitarias y se brindaba tratamiento
especial a los enfermos, pero las personas con enfermedades crónicas eran excluidas48.

El régimen implementó medidas fiscales para recaudar fondos destinados a asistencia


social y a los combatientes. Se crearon iniciativas como el “Día del Plato Único” 49 y el
“Subsidio pro-combatientes” 50. El primero consistía en la contribución de restaurantes y
locales similares, mientras que el segundo otorgaba subsidios a combatientes y sus

46
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 99-101.
47
Sánchez Marroyo, Fernando, “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres”, en Julián Chaves (Coord.), Mecanismos de
control social y político en el primer franquismo, Barcelona, Grupo Editorial Siglo Veintiuno, 2019, pág.
246.
48
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 102-104.
49
Martorell, Miguel, Comín, Francisco, “La Hacienda de guerra franquista”, pág. 15.
50
Ibídem, pág. 17.

13
familias según ciertos criterios. Con el tiempo, estas funciones se centralizaron en el
Ministerio de Hacienda. Sin embargo, el “Día del Plato Único” fue abolido en 1942
debido a su falta de efectividad. En cuanto al “Subsidio pro-combatientes”, se
establecieron condiciones para su recepción y se contemplaba la reducción de la ayuda
cuando los beneficiarios alcanzaban la mayoría de edad y se consideraba que podían
trabajar. Se aplicaron incrementos en los precios de varios bienes y servicios para
financiar estas medidas. Por supuesto, estas disposiciones se aplicaron únicamente a los
combatientes pertenecientes al Ejército Nacional o la Milicia de Falange Española
Tradicionalista y de las JONS51.

Llegado un momento, se realizaron ajustes en el subsidio pro-combatientes, diferenciando


entre zonas rurales y urbanas, con un límite de población establecido en 5.000 habitantes.
Se excluyeron soldados caídos en combate y militares de rango superior al de cabo. Se
aplicaron recargos impositivos adicionales y se establecieron nuevas entidades
provinciales y locales para administrar los fondos. Se modificaron las normas para
abordar desafíos relacionados con empresas privadas y militares de rango superior. Las
grandes empresas contribuyeron proporcionalmente al subsidio del personal movilizado,
gestionado por las Cámaras de Comercio e Industria52.

Durante los últimos momentos del conflicto, con un bando atacando continuamente y otro
adoptando la consigna de “Resistir es vencer” 53, se vio un aumento en la incorporación
de nuevos reemplazos, muchos de los cuales tenían responsabilidades familiares. Esto
generó un incremento de los gatos, lo que a su vez fortaleció los ingresos del Subsidio al
Combatiente, aliviando la presión sobre el Tesoro Público, el cual sufría un déficit
significativo.

El Decreto del 20 de enero de 1939 del Ministerio de la Gobernación modificó el Decreto


del 25 de abril de 1938, estableciendo nuevas condiciones para tener derecho al Subsidio:

51
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 107-110.
52
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 111-114.
53
Moradiellos, Enrique, “El enigma del doctor Juan Negrín: perfil político de un gobernante socialista”,
Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), nº 109, 2000, pág. 245.

14
• El individuo debía ser el principal proveedor de su familia mediante su trabajo
personal.

• Debía estar movilizado en el Ejército o Milicias de F.E.T. y de las J.O.N.S. para


primera línea, lo que le impedía trabajar.

• Aquellos sin bienes, beneficios o ingresos suficientes para cubrir las necesidades
diarias según el número de dependientes.

• Familiares de combatientes declarados inútiles por enfermedad contraída en el


frente.

Se modificó el límite entre ámbitos urbano y rural para la asignación del subsidio. Los
habitantes de núcleos mayores de 10.000 habitantes recibirían más que los de núcleos
menores. Se otorgaría un complemento por familiares menores de dos años.

No se otorgaría el Subsidio a familiares de fallecidos que ya recibieran compensación, a


mutilados de guerra que recibieran remuneración adicional, a movilizados con sueldos
iguales o superiores al Subsidio, a ciertas clases militares y funcionarios en ciertas
condiciones, a trabajadores interinos con más de un año de servicio en ciertas
instituciones, y a familias con varones entre 18 y 60 años además del combatiente
movilizado54.

Se duplicó (20%) la presión fiscal sobre diversos productos y actividades, como tabacos,
consumiciones en establecimientos, servicios de lujo, entre otros. El objetivo era que los
empresarios absorbieran el impuesto, lo que podría afectar a los beneficios y llevar a
manipulaciones de precios o disminución de la calidad de los productos.

Tras la Guerra Civil, el Subsidio al Combatiente se transformó en el “Subsidio al


excombatiente” 55. Este subsidio requería haber estado movilizado en el Ejército o Milicia
Nacional, cesar en esa condición y no poder trabajar en la antigua ocupación por causas
ajenas56. La cuantía variaba según la situación familiar y residencial del excombatiente,
con un máximo de cuatro meses de percepción y financiado por los fondos establecidos
previamente.

54
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 114-116.
55
Ibídem, pp. 117-119.
56
BOE, 18-V-1939.

15
El Decreto de 9 de noviembre de 1939 redujo el Subsidio debido a la disminución de las
necesidades de las familias y la vuelta de los trabajadores a sus antiguos puestos. Para
aliviar las cargas financieras, se eliminaron impuestos sobre alimentos y se ajustaron los
tipos impositivos.

Las ayudas se financiaron mediante impuestos del 20% sobre tabaco, antigüedades,
ventas en cafés, bares, consumiciones en hoteles de lujo, entrada a salones de ocio, venta
de perfumes, servicios de peluquería, artículos deportivos, radios y cámaras. También se
aplicaron impuestos del 15% a espectáculos como tauromaquia y deportivos, del 10% a
la venta de muebles, automóviles, servicios de transporte y venta de bebidas alcohólicas,
del 5% a servicios de taxis, del 2% a apuestas, donativos y multas por infracciones del
Subsidio.

Estos impuestos se equilibraron eliminando ciertas cargas y reduciendo los demás. Los
grandes patrimonios quedaron exentos. Se promovió el cumplimiento y la prevención de
fraudes mediante denuncias ciudadanas, incentivadas con un premio del 10 al 20% de las
multas. Cualquier sobrante se transfería al Fondo de Protección Benéfico-social57.

A lo largo del siglo XX, el Estado tuvo que hacer frente a la emergencia de las masas y a
la limitación de recursos para atender a amplios grupos sociales. Los empleados públicos
recurrieron a Mutualidades gremiales para complementar o reemplazar las ayudas
gubernamentales dirigidas a viudas y huérfanos, ya que estas resultaban insuficientes.
Estas Mutualidades Benéficas, creadas en 1930, brindaban asistencia a las familias de
funcionarios fallecidos, otorgaban pensiones a viudas y huérfanos sin ingresos
suficientes, y se encargaban de la educación de los huérfanos, además de ofrecer
préstamos en situaciones de necesidad58. Su capital se nutría de recursos transitorios y
permanentes, y se utilizaba para garantizar el cumplimiento de sus fines sociales 59. Sus
fondos se depositaban en el Banco de España, y para manejarlos se requería el acuerdo
del Consejo Directivo, no pudiendo llevarse a cabo ningún reembolso sin la autorización
mediante las firmas del presidente y del vocal-contador. Asimismo, para hacer crecer el

57
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 119-123.
58
Ibídem, pp. 124-127.
59
Para más información, consultar: SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de
la justicia social. La infancia huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la
Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (PREmhex), 2017, pág. 126.

16
capital, la junta directiva podría invertir las cantidades sobrantes en valores del Estado,
es decir, en deuda pública60.

7.4. El Auxilio Social:


El aumento de las necesidades de los marginados, exacerbadas por el conflicto bélico,
requirió la creación de expedientes extraordinarios para que pudieran ser atendidos, así
como improvisar soluciones con las que conseguir el dinero necesario para atenderlos.

El éxito de las iniciativas particulares conllevó a las autoridades a regular su


institucionalización. Una de estas iniciativas fue el Auxilio Social61, surgido en Valladolid
y extendido por toda la España “Nacional” 62
. Bajo la dirección de Mercedes Sanz
Bachiller, se convirtió en la Delegación Nacional de Auxilio Social, dependiente de
Falange63. La financiación de sus actividades estuvo respaldada por las disposiciones
estipuladas en el artículo 18 de la Orden emitida el 29 de diciembre de 1936, la cual
establecía pautas para financiar proyectos de carácter benéfico64. Con la Orden de 2 de
febrero de 1937 se aceptó su solicitud para realizar una colecta pública. Esta campaña
requería donativos mínimos de 0,30 pesetas, y quienes contribuían recibían un emblema
provincial como símbolo de adhesión a la causa falangista65. La colecta era realizada por
voluntarias afiliadas a Falange66 y el dinero se ingresaba en el Banco de España, en la
cuenta que cada capital de provincia se abría abierto para la causa, bajo el título de Fondo
de Protección-Benéfico Social67.

Tras concluir la guerra, el Auxilio Social persistió y adoptó su nombre definitivo,


estructurando sus nuevas líneas permanentes mediante el Decreto del 17 de junio de 1940.

60
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 126-127.
61
Cenarro Lagunas, Ángela, “Historia y Memoria del Auxilio Social de la Falange”, Pliegos de Yuste, nº
11-12, 2010, pág. 71.
62
ORDUÑA PRADA, Mónica, El Auxilio Social (1936-1940). La etapa fundacional y los primeros años,
Madrid, Escuela Libre Editorial, 1996, pp. 13-14.
63
Cenarro Lagunas, Ángela, “Historia y Memoria del Auxilio Social de la Falange”, Pliegos de Yuste, nº
11-12, 2010, pág. 71.
64
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pág. 129.
65
ORDUÑA PRADA, Mónica, El Auxilio Social (1936-1940). La etapa fundacional y los primeros años,
Madrid, Escuela Libre Editorial, 1996, pp. 88-89.
66
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pág. 130.
67
ORDUÑA PRADA, Mónica, El Auxilio Social (1936-1940). La etapa fundacional y los primeros años,
Madrid, Escuela Libre Editorial, 1996, pág. 212.

17
Se encargó de proporcionar asistencia benéfica a los necesitados, ofreciendo alimentos,
vestimenta, refugio y cuidados sociales adicionales, extendiendo su ayuda a aquellos
afectados por circunstancias extraordinarias como inundaciones o pérdida de cosechas.
Además, fundó instituciones para cuidar y educar a huérfanos pobres, estableció
programas de asistencia a embarazadas y cuidados para niños, además de brindar apoyo
a convalecientes y asistencia preventiva. Se financió a través de sus propios bienes y
servicios, donaciones, asignaciones presupuestarias, beneficios generados por la gestión
de recursos benéficos y contribuciones directas del Estado. Considerado uno de los pilares
de la asistencia social en la España de posguerra, su labor fue regulada debido a que
algunos ya contaban con la Beneficencia Pública e incluso privada68.

8. Decreto de 23 de noviembre de 1940: Los casos de Cáceres, Plasencia y


Trujillo:
Tras un exhaustivo repaso de las disposiciones normativas y decretos que configuraron la
política social durante la posguerra inmediata, este apartado se enfoca específicamente en
el análisis del Decreto emitido el 23 de noviembre de 1940, dirigido a viudas y huérfanos.
Se pretende evaluar hasta qué punto pudo haber mejorado la situación de los huérfanos
en las ciudades objeto de estudio, así como en qué medida pudo brindar apoyo a las
mujeres, encargadas de sostener económicamente a sus hijos en una situación difícil en
el plano económico, político y cultural.

Lo primero que llama la atención de los expedientes es que, en las tres ciudades objeto de
la investigación, la mayoría de las solicitudes tienen lugar durante los años 1944 y 1945,
bajando considerablemente a lo largo de los años 1946, 1947, 1948 y 1950.

68
SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Entre la caridad y los inicios de la justicia social. La infancia
huérfana durante el primer franquismo, España, Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica de
Extremadura (PREmhex), 2017, pp. 131-132.

18
69

70

71

Una gran parte de las peticiones son realizadas por mujeres, quienes tuvieron que hacer
frente en solitario a la alimentación y educación de sus descendientes. La mayoría ejercen
el oficio de jornaleras en el caso de Cáceres, con un sueldo que podía ir de las tres a las
seis pesetas diarias, lo que hace un mínimo de 90 pesetas mensuales y un máximo de
18072. En Plasencia la mayoría se dedican a sus labores, no estando especificado el sueldo
en el expediente73. Por su parte, en Trujillo los oficios predominantes son la lavandería y
las labores74.

69
Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69,
Expedientes de Cáceres.
70
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 89, Expedientes de Plasencia.
71
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo
72
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
73
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 89, Expedientes de Plasencia.
74
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.

19
El número de hijos oscila entre los dos y los cuatro, y los años de nacimiento se
comprenden entre 1930 y 1937.

La razón de la muerte de los padres es más variopinta, pues mientras unos simplemente
están catalogados como desaparecidos, otros tienen la muerte confirmada “a manos de
los rojos”.

20
Un último punto destacable es que la mayoría de las solicitudes han sido aprobadas, a
excepción de algunos casos75.

La razón por la cual se han recogido estos datos en concreto es porque ilustran de manera
notable la situación de las viudas y los huérfanos.

Hay que partir de la base de que, en la época examinada, el padre era el que proveía de
recursos, con bastante frecuencia precarios, a toda su familia, siendo su fuente básica y
en la mayor parte de las ocasiones la única. Por este motivo, su falta podía suponer una
gran tragedia, al abocar a los miembros, que solían ser numerosos, a una difícil
situación76. Por esta razón, y ante el excepcional incremento del número de huérfanos
como consecuencia de la Guerra Civil, fue necesaria una norma que no fuera simplemente
benéfica, sino que involucrase a la Administración como responsable de la atención de
las viudas y los huérfanos mediante un ejercicio no solamente asistencial, sino de justicia
social, siendo promulgado el Decreto de 23 de noviembre de 194077.

75
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68, 69, 89 y 94, Expedientes de Cáceres,
Plasencia y Trujillo.
76
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pp. 2-3.
77
Egea Bruno, Pedro María, “Los huérfanos de la revolución y la guerra. Una institución franquista en la
Cartagena postbélica”, Cuadernos de Historia Contemporánea, nº 18, 1996, pp. 116-117.

21
Su proceso de solicitud era el siguiente: en primer lugar, había que presentar una
certificación en extracto de acta de nacimiento de los huérfanos. En segundo lugar, había
que remitir a la Junta Provincial de Beneficencia el acta de defunción del marido, que en
caso de no pertenecer al Ejército Nacional o a la Milicia Falangista, debía estar firmada
por testigos. A continuación, se examinaban los libros de riqueza de la solicitante, y acto
seguido se pasaba a la evaluación del informe, donde se tenía en cuenta la conducta de
las solicitantes, si se ocupaban o no de las labores propias de su sexo, así como el sueldo
diario que percibían en caso de trabajar. Posteriormente, tenían lugar la declaración jurada
y el informe de la Comisión Local de Beneficencia, constituida por el alcalde, el jefe local
de FET de las JONS y el párroco del lugar. La única novedad que podía incorporar este
informe aparecía en el caso de que la viuda llevase una vida privada no convencional en
el plano moral, es decir, viviese amancebada. No faltaba la caracterización política, con
especial atención a si sus antecedentes eran izquierdistas. Inmediatamente después el
alcalde de la localidad debía enviar un escrito al Gobernador Civil Presidente de la Junta
Provincial de Beneficencia, en el que le remitiese ambos documentos. Ésta celebraba una
sesión para aprobar o rechazar la solicitud. En caso de ser concedida, se le otorgaba una
ayuda de 90 pesetas mensuales, fijadas por la norma, y en caso de ser desestimada, se
podía recurrir a la Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales78.

El Decreto excluía a aquellos cuyos progenitores hubiesen muerto de enfermedad común,


aunque esta se debiese al conflicto79. Por eso, una de las cosas que más llama la atención
en los expedientes de Cáceres es que a Concepción González del Corral, viuda de
Dionisio González Hernández y madre de Félix, Juan y Dionisia González del Corral sí
se le conceda la pensión, a pesar de que en el informe sobre la muerte de su marido consta
que ha sido natural80. La razón más posible es que no fuera esa la causa de la muerte,
pues, según Fernando Sánchez Marroyo y Julián Chaves Palacios, con objeto de poder
conseguir la pensión, hubo viudas de republicanos que asumieron la “verdad oficial”
obviando las verdaderas circunstancias de la muerte del marido, a pesar de conocerlas

78
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68, 69, 89 y 94, Expedientes de Cáceres,
Plasencia y Trujillo.
79
Sánchez Marroyo, Fernando, “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres”, en Julián Chaves (Coord.), Mecanismos de
control social y político en el primer franquismo, Barcelona, Grupo Editorial Siglo Veintiuno, 2019, pág.
257.
80
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.

22
con exactitud e incluso haber sido testigo del suceso81. En el caso que nos ocupa, no sería
de extrañar, puesto que Concepción contaba con tres hijos a los que alimentar y educar.
Estas circunstancias podrían cumplirse también con Felipa Carballo Borrega (Cáceres)82,
Valentina Carril Pérez (Plasencia)83 y Rosalía Pablos García (Trujillo)84, pues los maridos
(Agusto García Cano, Aureliano López Vivas y Antonio Díaz Ávila) de las dos primeras
constan como desaparecidos y del restante se ignora la causa de su muerte, lo cual resulta
singular, porque para optar a la ayuda había que presentar un documento oficial que
certificase la muerte del cabeza de familia. De lo contrario, serían descartadas85.

El Decreto incluía también a las víctimas de la posguerra, es decir, aquellos huérfanos


cuyos padres hubieran sido fusilados tras la sentencia de un consejo de guerra86, como
bien pudo ser el caso de Polonia Vélez Ledesma (Cáceres), Engracia Vélez Palacios
(Cáceres)87, María Fernández Jiménez (Trujillo) o las hermanas Josefa y Mercedes
González Bermejo (Trujillo), cuyos padres hallaron la muerte de tal forma88.

Estos certificados de defunción eran objeto de situaciones discriminatorias en función del


bando en el que se había luchado. La información disponible nos expone que la mayoría
de los que habían sido miembros del Ejército Popular el único documento oficial que
podía probar su muerte era la partida de defunción, en caso de estar inscritos en un
Registro Civil. En caso de no estar inscritos o de que la información resultara insuficiente
para probar que la muerte había sido a causa de la Revolución y de la Guerra, jugaban un
papel fundamental los testigos89. Precisamente, Rosa Barroso García, una placentina que
se dedicaba a expender tabaco, tuvo que recurrir a los testigos Nicolás Campos

81
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 12.
82
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
83
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 89, Expedientes de Plasencia.
84
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
85
Sánchez Marroyo, Fernando, “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres”, en Julián Chaves (Coord.), Mecanismos de
control social y político en el primer franquismo, Barcelona, Grupo Editorial Siglo Veintiuno, 2019, pág.
260.
86
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 10.
87
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
88
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
89
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 6.

23
Alcobendas, Román García Sánchez, Antonio Díaz Pérez y Manuel Sánchez Valentí para
que corroboraran la muerte de su marido Francisco Gil Castillo90.

91

En cambio, los expedientes de los que habían pertenecido al Ejército Nacional


incorporaban una certificación de la unidad militar a la que había pertenecido el difunto,
y en caso de haber sido miliciano de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, la
propia organización informaba sobre su muerte92 (caso del trujillano Fulgencio Pérez

90
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 89, Expedientes de Plasencia.
91
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
92
Sánchez Marroyo, Fernando, “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres”, en Julián Chaves (Coord.), Mecanismos de
control social y político en el primer franquismo, Barcelona, Grupo Editorial Siglo Veintiuno, 2019, pág.
260.

24
Ramos, en cuyo expediente consta que murió por herida de arma de fuego actuando en el
bando falangista93). De esta forma, es muy probable que tanto José San Román Peña,
como Isidoro Corrales Grande94 como Francisco Calero95 hubieran combatido en el
Ejército Nacional, o al menos haber sido simpatizantes de dicho bando, debido a que en
sus expedientes consta que fueron asesinados por los rojos (en los caso de Isidoro Corrales
y Francisco Calero, ilustra textualmente: “Asesinado por la horda marxista durante la
guerra de liberación”) como también es probable que Jacinto Márquez, cuya muerte tuvo
lugar en un campo de concentración, Arterio Beltrán Santibáñez, quien fue fusilado por
los nacionales96, o Isidro Díaz Dávila, cuya muerte tuvo lugar a manos de las tropas
nacionales97, hubieran pertenecido al bando republicano. Obviamente, los muertos que
habían combatido en el bando vencedor tuvieron menos dificultades para cubrir los
requisitos legales98.

Sin embargo, no siempre se conseguía la pensión otorgada por el Decreto, como bien
ejemplifica el caso de Gumersinda Solano Ortega, viuda de Isidoro Corrales. A pesar de
que su marido fue asesinado por hordas marxistas, como consta en su expediente, no le
concedieron la pensión debido a que gozaba de una buena posición económica99. Hay que
tener en cuenta que la posibilidad de disfrutar de una pensión atraía a todos, razón por la
cual algunos pudientes, como es el caso, la solicitaron, recibiendo una respuesta negativa
por parte de la Administración100. Este punto jugó en favor de las familias de los
republicanos, pues al ser las ayudas anteriormente nombradas en cierto modo sectarias,
debido a la fractura de la sociedad española en buenos y malos durante la posguerra, y
siendo este decreto la primera que no hacía distinciones ideológicas, se adecuaban mejor
a las exigencias económicas101.

93
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
94
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
95
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
96
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
97
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
98
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 8.
99
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
100
Sánchez Marroyo, Fernando, “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres”, en Julián Chaves (Coord.), Mecanismos de
control social y político en el primer franquismo, Barcelona, Grupo Editorial Siglo Veintiuno, 2019, pág.
258.
101
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 3.

25
Dentro de las no concesiones, es interesante también el caso de Julia Fernández Mateos,
a cuyos hijos no concedieron la pensión debido a que su marido, Andrés Cano Fernández,
finalmente apareció vivo. No se debe malinterpretar, puesto que en el expediente ya
habían dejado claro que no estaban seguros de si estaba muerto, sino que simplemente
desconocían su paradero102.

Uno de los elementos que otorgaba personalidad a un expediente era el nombre de la


persona que se iba a hacer cargo de los huérfanos. Por regla general era la viuda, aunque
en otros casos podían ser los abuelos u otra persona ajena a la familia, de “reconocida
moralidad” que asegurasen su educación desde el punto de vista “religioso, ético y
nacional”103. Esta situación le tocó vivir a la cacereña Carolina San Román Torrejón. Al
haber sido ambos padres asesinados por los rojos, su tía Ramona Torrejón Peña tuvo que
hacerse cargo de ella104.

Como bien se ha mencionado anteriormente, la mayoría de las solicitantes ejercían de


jornaleras y lavanderas, pero también las había que se dedicaban a sus labores, sirvientas,
peinadoras, limpiadoras e incluso, en el caso de Cáceres, una maestra interina de primera
enseñanza105. La mujer era vista como organizadora del hogar, y la normativa entre los
años 1938 (Fuero del Trabajo) y 1954 dictaba impedimentos a su trabajo fuera del hogar.
Hay que tener en cuenta que la igualdad resultaba inalcanzable en aquel momento106.
Además, por el Decreto de 7 de octubre de 1937 estaban obligadas a la prestación del
Servicio Social, un “deber nacional” que debían cumplir todas cuya edad estuviera
comprendida entre los 17 y los 35 años. Su cumplimiento debía probarse con un
certificado, expedido por los delegados provinciales de Auxilio Social, con el visto bueno
del delegado nacional, siendo necesario para poder ejercer funciones públicas u obtener
títulos profesionales, ya que el Estado únicamente empleaba y formaba a españoles que

102
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
103
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 5.
104
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
105
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68, 69, 89 y 94, Expedientes de Cáceres,
Plasencia y Trujillo.
106
Espuny Tomás, María Jesús, “Aproximación histórica al principio de igualdad de género: el empleo
femenino después de la guerra (II)”, IUSLabor, nº 1, 2007, pág. 1.

26
cumpliesen los deberes patrios. Se podían librar de este servicio aquellas que tuvieran un
defecto físico, enfermedad, las que estuvieran casadas, las viudas con uno o varios hijos,
las que hubiesen prestado servicio durante un período de tiempo equivalente en hospitales
de sangre, en obras de asistencia en el frente o instituciones similares creadas durante la
guerra y las que por hallarse trabajando en entidades públicas o particulares no pudieran
ausentarse para cumplirlo107. La Orden del Ministerio de Organización y Acción Sindical
de 27 de diciembre de 1938 volvía a afirmar que la mujer debía dedicarse al hogar y
apartarse del trabajo fuera de él, exceptuando a aquellas que debían ejercer de cabezas de
familia, viéndose favorecidas en este aspecto aquellas que habían sufrido la pérdida de
familiares (padre, hermanos, marido) responsables de la economía familiar con motivo
de la guerra108.

Sin lugar a dudas, estas condiciones las cumplía Ruperta Suárez Alonso (Cáceres), la cual
percibía un salario de 3 pesetas diarias por su trabajo de jornalera, con el que debían vivir
tanto ella como sus cuatro hijos109, y teniendo en cuenta los precios de la época, en el que
un litro de aceite rondaba las cuatro pesetas, un kilo de arroz 2,60 pesetas, un litro de
leche de vaca una peseta, un kilo de harina 1,10 pesetas, un kilo de pan 1,30 pesetas o un
kilo de patatas a 0,75 pesetas (datos pertenecientes al año 1941)110, percibir la pensión
(90 pesetas mensuales fijadas por la norma111) les ayudaría a salir adelante. Este caso
sirve a modo de ejemplo, pero podría utilizarse de igual modo a cualquiera de las demás
jornaleras.

107
Ibídem, pp. 2-3.
108
Ibídem, pág. 3.
109
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
110
Ruiz González, Cándido, “Alimentación y estraperlo durante el Primer Franquismo en la comarca de
Toro (1936-1941)”, Studia Zamorensia, Vol. X, 2011, pp. 163-164.
111
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 7.

27
Sin embargo, en el caso de Dolores Celma Jiménez, al percibir el sueldo de maestra, la
pensión le es denegada hasta que deje de ejercer, debido posiblemente a que con el sueldo
de maestra tanto ella como sus dos hijos pueden vivir sin necesidad de la pensión112.

El caso de Hilaria Moreno Gómez (Cáceres) da ejemplo de la rígida legislación aplicada


al trabajo de la mujer fuera del hogar. En su expediente no aparece nada en el apartado
del trabajo113, pero teniendo en cuenta que uno de los requisitos era carecer totalmente de
medios económicos114, y al percibir ella diez pesetas diarias de un hijo mayor, no sería
extraño que se la denegara el trabajo fuera de casa.

Dos de los casos más admirables dentro de los municipios investigados son los de
Sebastiana Abril Soriano, una mujer cacereña de 28 años que ejercía de sirvienta, viuda
de Clemente Sierra Soriano, muerto por herida de arma de fuego en el frente, con una hija
a cargo115, y Antonia Sánchez Díaz, natural de Trujillo, viuda de Isidro Díaz Dávila,
muerto por las tropas nacionales, y con cuatro hijos116. El motivo para que merezcan
destacarse es que ninguna de las dos sabía escribir, razón por la cual tuvieron que firmar
con su huella dactilar. Esto se debe a que, a nivel general, el nivel cultural era bajísimo a
causa de la humilde condición de las solicitantes, por lo que muchas viudas no podían
firmar los expedientes porque no sabían117.

112
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
113
Ídem.
114
Espuny Tomás, María Jesús, “Aproximación histórica al principio de igualdad de género: el empleo
femenino después de la guerra (II)”, IUSLabor, nº 1, 2007, pág. 3.
115
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
116
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
117
Sánchez Marroyo, Fernando, “De la Beneficencia a los inicios de la Justicia Social en tiempos de
dictadura. Los huérfanos de la Guerra Civil en Cáceres”, en Julián Chaves (Coord.), Mecanismos de
control social y político en el primer franquismo, Barcelona, Grupo Editorial Siglo Veintiuno, 2019, pág.
258.

28
118119

Otro factor a tener en cuenta es la edad de los niños. Para el caso que nos ocupa, como
bien se ha apuntado anteriormente, el nacimiento de los hijos había tenido lugar entre el
principio y la mitad de la década de 1930, lo cual, tomando el año 1945 a modo de año
base, daría una edad comprendida entre los ocho y los quince años120. Esta variable se
ha de tener en cuenta debido a que los niños tenían derecho a la pensión hasta los 16
años, edad a la que eran eliminados del censo de huérfanos. En la mayoría de las
ocasiones esto se debía al estricto burocratismo, que alargaba los procesos, lo cual iba
en contra de los intereses de los solicitantes, porque el paso del tiempo reducía la
posibilidad de concesión121. Es posible que este fuera el caso de Francisco Suero Santos,

118
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
119
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
120
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68, 69, 89 y 94, Expedientes de Cáceres,
Plasencia y Trujillo.
121
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 7.

29
Petra Mángut Salgado122, Encarnación Bermejo Retamosa123 o los hermanos Jacinto y
Ángel Gómez Rodríguez124.

Un último aspecto destacable, referente a Cáceres, es que la propia diputación, en el año


1945, solicitó la pensión a un total de 14 niños huérfanos125. La razón es desconocida,
pues ni en la bibliografía consultada ni en los expedientes viene ningún tipo de
información al respecto.

9. Conclusión:
Tras toda la información manejada, y teniendo en cuenta una vez más el contexto
histórico, no se puede menos que reconocer el esfuerzo de las mujeres, que consiguieron
salir adelante haciéndose cargo ellas solas de sus hijos en un panorama de posguerra y
crisis económica, en una etapa en la que la igualdad era inalcanzable. Donde la legislación
tenía como finalidad reforzar la autoridad masculina dentro del matrimonio, conforme al
modelo jerárquico en el que el padre era el cabeza de familia. Las leyes laborales también
buscaban impedir que las mujeres alcanzaran la independencia económica.

En un contexto histórico marcado por la posguerra y la crisis económica, no se puede


menos que reconocer el notable esfuerzo de las mujeres quienes, enfrentando
circunstancias adversas, lograron sobreponerse asumiendo la responsabilidad exclusiva

122
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.
123
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 94, Expedientes de Trujillo.
124
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja 89, Expedientes de Plasencia.
125
A.H.P.C., Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas 68 y 69, Expedientes de Cáceres.

30
de la crianza de sus hijos. Esta tarea la llevaron a cabo en un período en el que la igualdad
de género era una aspiración distante e inalcanzable, y donde la legislación tenía como
objetivo principal reforzar la autoridad masculina dentro del núcleo familiar, sustentada
en un modelo jerárquico donde el padre era considerado como el cabeza de familia.

La legislación laboral también se erigió como una barrera para el avance de las mujeres,
pues continuamente obstaculizaba el acceso de las mujeres al mercado laboral en
condiciones equitativas y a su vez estaba diseñada para evitar en la medida de lo posible
su independencia económica.

A pesar de todo, la determinación y esfuerzo de las mujeres pesaron más en la balanza, y


resultaron fundamentales no solo para sostener a sus familias, sino también para desafiar
y trascender las limitaciones impuestas por un sistema que las relegaba a roles
subordinados y dependientes.

No obstante, también hay que señalar que hubo mujeres que, al no estar incorporadas al
mundo laboral, se vieron en la necesidad de recurrir al delito para poder alimentar a sus
hijos, siendo la prostitución y el robo los más habituales126. Era tal la miseria que
caracterizaba al mundo rural que en varias ocasiones los jueces aplicaron medidas de
benevolencia o incluso hicieron la vista gorda. También se recurrió a la mendicidad y al
amancebamiento y, de manera excepcional, al abandono de los hijos127.

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Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajad


68 y 69, Expedientes de Cáceres.

126
Sánchez Marroyo, Fernando, “La delincuencia social: un intento de caracterizar la actuación penal en
la España rural durante la posguerra”, Vol. 16, 1996-2003, pág. 632.
127
Sánchez Marroyo, Fernando, Chaves Palacios, Julián, “La doble funcionalidad de una fuente histórica.
Los expedientes de orfandad de 1940”, en La Guerra Civil española 1936-1939 [Recurso electrónico],
Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), 2006, pág. 4.

31
Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja
89, Expedientes de Plasencia.

Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja


94, Expedientes de Trujillo.

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11. Anexo:
Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Cajas
68 y 69, Expedientes de Cáceres.

Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja


89, Expedientes de Plasencia.

Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección de Gobierno Civil. Beneficencia. Caja


94, Expedientes de Trujillo.

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