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TEMA 3: EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS Y SUS LÍMITES

3.1. EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS Y SUS LÍMITES. EL ABUSO DEL DERECHO Y LA BUENA FE

El poder de actuación que confiere la titularidad de un derecho subjetivo, mediante su


ejercicio, debe servir para satisfacer los intereses del titular. Ejercitar un derecho es hacer
uso del poder que comporta, y si bien no es preceptivo que los derechos se ejerciten, dicha
potestad viene marcada por unos límites temporales, así mismo, si el titular no puede
ejercitarlos personalmente, puede hacerlo por persona interpuesta que le represente.

Esta facultad del titular se encuentra circunscrita o limitada al abanico de posibilidades que
satisfaga su interés, sin detrimento de los derechos de los demás ciudadanos, en caso
contrario, en el que se produzca una extralimitación en el ejercicio de sus derechos, el
ordenamiento cuenta con mecanismos restauradores del ejercicio razonable de los
derechos, denominados límites de los derechos, y que se clasifican en extrínsecos,
intrínsecos y temporales.
• Los límites extrínsecos: son aquellos que vienen dados por un factor externo al
ejercicio del derecho propiamente dicho. Y los supuestos más típicos son la colisión
de derechos y las situaciones de cotitularidad. El primer supuesto se produce
cuando determinados derechos, ostentados por diferente titular, tienen un mismo
objeto o un mismo contenido, y, por lo tanto, su ejercicio simultáneo resulta total o
parcialmente imposible, su concurrencia (derecho de informar de los periodistas de
la actividad de los personajes públicos llegará hasta donde no llegue el derecho a la
intimidad de estas personas). Para solucionar dicha colisión se acude a la
jerarquización, así, por ejemplo, entre intereses generales y de carácter privado,
priman los primeros (p. ej. la propiedad privada cede ante la expropiación forzosa),
entre derechos fundamentales y otros derechos, priman los primeros). El segundo
de los supuestos son las situaciones de cotitularidad, habitualmente sobre las
cosas, y se considera un subtipo de la colisión de derechos (siendo estudio de un
capítulo posterior, sólo citar que se rigen por las reglas establecidas en el art. 392
CC y ss.)
• Los límites intrínsecos: establecidos en el art. 7 CC, y exige que los derechos
subjetivos sean ejercitados conforme a su propia función y significado, es decir, en
contra de un ejercicio desordenado o contrario a los parámetros de conducta
socialmente asumidos. Tales límites se concretan en la buena fe y el abuso del
derecho, y se trata de principios generales del derecho.
➢ La buena fe: el art. 7.1 CC dispone que: “Los derechos deberán ejercitarse
conforme a las exigencias de la buena fe”. Es decir, conforme con el modelo
de conducta que socialmente es considerado honesto y adecuado. Se trata
de un concepto jurídico indeterminado (p. ej. Art. 1258 CC, obligación de
los contratos), con lo que su aplicación debe de adaptarse a la realidad
según la casuística. Dentro de este apartado, cabe mencionar la doctrina de
los actos propios, que es consecuencia del principio de la buena fe, e implica
el rechazo del ejercicio de un derecho cuando resulta incompatible con la
conducta anteriormente observada por su titular respecto del mismo
derecho.

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➢ El abuso del derecho: también se trata de un concepto jurídico
indeterminado que requiere la consideración de la casuística, de hechos,
en ocasiones es compleja la distinción entre buena fe y abuso del derecho.
De creación jurisprudencial, resulta trascendente la Sentencia del Tribunal
Supremo (STS), Sala 1ª, de 14 de febrero de 1944 (Castán Tobeñas) que es
el origen jurisprudencial y doctrinal, respectivamente, de dicha doctrina,
que actualmente se plasma en el artículo 7.2 CC.: “La ley no ampara el
abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo. Todo acto u omisión
que, por la intención de su autor, por su objeto o por las circunstancias en
que se realice sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio
de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente
indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o administrativas
que impidan laj persistencia en el abuso”. Por lo tanto, han de darse dos
presupuestos para considerar la existencia de abuso de derecho: acción u
omisión de carácter abusivo y la consecuencia dañosa para un tercero. Sin
embargo, la doctrina jurisprudencial limita un uso indiscriminado de la
prohibición del abuso de derecho; en primer lugar, por tratarse de un
recurso técnico que debe aplicarse con especial cuidado, y cuyas
circunstancias de aplicación han de ser acreditadas, en segundo lugar, que
sólo se aplique cuando no hay norma concreta aplicable al supuesto
debatido, es decir, que el interés dañado no goce de una protección
determinada, y en tercer lugar, la aplicación de este principio debe ser
rogado o solicitado por quién lo estime aplicable.

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3.2. LA REPRESENTACION VOLUNTARIA Y LA REPRESENTACIÓN LEGAL

La representación consiste en actuar en el tráfico jurídico una persona (representante) en


nombre y por cuenta de otra (representado), y puede ser una representación voluntaria:
cuando la decisión de ser representado parte del propio interesado, y confiere a otro
autorización para actuar en su esfera personal, o también puede ser una representación
legal: por lo que la representación se produce por mandato de la ley, por la que una persona
tiene encomendada la gestión de los intereses de un incapaz o de una persona, que sin ser
incapaz, no puede o no debe desplegar la actividad que requiere sus asuntos (p. ej. padres
sobre los hijos menores no emancipados art. 162 CC, el defensor judicial de menores o
incapacitados, el ausente, nasciturus, el concursado). La diferencia fundamental entre
ambos tipos radica, por lo tanto, en que, en la voluntaria, la voluntad del representante
depende de la voluntad del representado, que es quien establece los detalles de la
actuación por la que se le representa, mientras que, en la representación legal, el
representante goza de su propia autonomía, sustituyendo plenamente en su actividad
jurídica a la persona representada, pues no depende de la voluntad de ésta.

En ambos casos, el resultado de la gestión o actuación del representante recae directamente


en la esfera jurídico-personal del representado. En definitiva, cabe enumerar los siguientes
presupuestos de la representación:
• La actuación en nombre ajeno: con la necesidad de que el representante se
presente ante los terceros como persona que actúa en nombre de otra. P. ej. poder
notarial.
• La actuación por cuenta ajena: la actuación del representante debe encontrarse
presidida por la idea de defensa de los intereses del representado. Aquí cabe hablar
del ámbito de la representación, que es muy amplio, por comprender todo el campo
de la autonomía de la voluntad, salvo los derechos personalísimos (p. ej. art. 670 CC
testamento). Y en el caso de conflicto de interés, el representante deberá de
atender al beneficio del representado sobre el suyo propio. En este sentido, el
ejemplo más representativo es el denominado autocontrato, que comprende
aquellos casos en los que una persona actúa en nombre de otro de un lado, y en su
propio nombre de otro, es decir, la misma persona es simultáneamente
representante y parte del mismo contrato en su nombre (vendedor y comprador,
arrendatario y arrendado, etc…). En estos casos, el CC prevé algunos supuestos de
prohibición de celebración de actos jurídicos por conflicto de interés (p. ej. 1459.1.2.
CC, 163 CC). La consecuencia del incumplimiento es la anulabilidad o nulidad de
pleno derecho del acto celebrado.
• Existencia de apoderamiento: facultad al representante para actuar en nombre del
representado. El apoderamiento delimita y concreta las facultades, pues se trata de
un acto unilateral del representado (p. ej. Poder notarial a favor de un amigo para
que intervenga en una subasta y adquiera un mercedes rosa), que sin embargo debe
de conocer el representante, puesto que el desarrollo del poder requerirá un
contrato de mandato, en virtud del cual, el segundo queda obligado respecto del
primero (art. 1709 CC). Lo que no significa que mandato y poder sean lo mismo,

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pues el mandato puede carecer de representación (art. 1717 CC), pero la
representación es una modalidad de mandato.

Clases de poder:
- Especial: cuando se otorga el poder para un asunto concreto.
- General: cuando se otorga para múltiples asuntos, o todos con carácter general.
- Solidario: el otorgado a varias personas para un mismo asunto, tal que cada una
puedan celebrar individual y separadamente el negocio en cuestión.
- Mancomunado: se designa a varias personas para que todas participen por igual.
- Revocable: fruto de la autonomía privada que supone el propio otorgamiento del
poder.
- Irrevocable: excepcional.

Por otro lado, cabe el caso de que una persona actúe en nombre de otra, sin contar con
poder; porque no le ha sido otorgado o porque ha sido revocado, o bien se extralimite en
las atribuciones que le habían sido conferidas por tal poder. En estos casos, el negocio o
contrato celebrado entre el representante y el tercero no producen efectos, y se considera
ineficaz por nulos (art. 1259.2 CC: “el contrato celebrado a nombre de otro por quién no
tenga su autorización o representación legal será nulo, a no ser que lo ratifique la persona a
cuyo nombre se otorgue antes de ser revocado por la otra parte contratante”). Es decir, cabe
la posibilidad de que, a pesar de la actuación sin poder, el contrato o negocio jurídico surta
efectos, si el representado asume la actuación y se vincula con el tercero mediante una
declaración de voluntad denominada ratificación, que viene a suponer un apoderamiento a
posteriori con eficacia retroactiva. En el caso contrario, en el que no se ratifique el
representado, el tercero afectado podrá actuar frente al que se dice representante (falsus
procurator) (vía penal, delito de estafa), o bien a reclamar el resarcimiento de los daños y
perjuicios irrogados.

Representación Directa e indirecta: También distingue la doctrina entre la representación


directa y la indirecta:
• En la representación directa, se actúa en nombre ajeno, y cuando tiene carácter
voluntario, es la “única y verdadera” representación para cierto sector doctrinal, ya
que vincula directa y automáticamente al representado con el tercero;
conociéndose tal representación también como contemplatio domini.
• La representación indirecta se produce cuando el representante actúa en nombre
propio o su propio nombre, aunque lo haga por cuenta ajena y para beneficio e
interés del representado; en estos casos el representante se presenta frente al
tercero como parte interesada, cerrando los acuerdos en nombre propio, sin hacer
saber al tercero que su actuación la realiza en interés del “representado”.

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3.3. LOS LÍMITES TEMPORALES EN EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS: EL CÓMPUTO DEL TIEMPO.

El titular de un derecho tiene la posibilidad de ejercitar los poderes que su derecho le


confiere, bien en un momento concreto –denominado término-, bien a lo largo de un
periodo de tiempo –plazo-, que puede haber quedado determinado o no en la relación
jurídica de que se trate. Estos límites temporales máximos del ejercicio de los derechos
vienen impuestos por las exigencias de la buena fe y de la seguridad en el tráfico jurídico,
por lo que la finalización de los plazos establecidos sin el ejercicio del derecho acarrea la
pérdida para el titular de la posibilidad de poner en acción tal derecho.

La regla sobre el cómputo del tiempo para determinar el momento en el que nacen, se
modifican o extinguen los derechos, viene contenida en el art. 5 CC: “Siempre que no es
establezca otra cosa, en los plazos señalados por días, a contar de uno determinado, quedará
éste excluido del cómputo, el cual deberá empezar en el día siguiente; y si los plazos
estuviesen fijados por meses o años se computarán de fecha a fecha. Cuando en el mes del
vencimiento no hubiera equivalente al inicial del cómputo, se entenderá que el plazo expira
el último día del mes. 2. En el cómputo civil de los plazos no se excluyen los días inhábiles.”
(p.ej. plazos para formalizar recurso- plazos de cómputo acción reclamación daños
extracontractual. Art. 1968, que lo veremos mejor con la prescripción y la caducidad). Esta
regla es de carácter supletorio, no se aplica en caso de existir otra determinación distinta,
es de carácter general, que se ve contradicha en algunos otros artículos, los días inhábiles
se computan como si no lo fueran. Y cabe decir que, en otros ámbitos, como, por ejemplo,
el procesal o el administrativo, los particulares se encuentran vinculados por las
disposiciones que se recojan en esos ámbitos sobre los plazos.

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3.4. LA EXTINCIÓN DE LOS DERECHOS POR EL TRANSCURSO DEL TIEMPO. LA PRESCRIPCIÓN.
LA CADUCIDAD.
a) LA PRESCRIPCIÓN
Concepto: Es un instituto jurídico por el cual el transcurso del tiempo produce el efecto de
consolidar las situaciones de hecho, y permite por consiguiente la extinción de los derechos y
las acciones o la adquisición de las cosas ajenas. (estudiar art.1930 y 1932 CC).

Tipos de prescripción: el transcurso del tiempo lleva consigo la pérdida o la decadencia del
ejercicio de los derechos para su titular se habla de prescripción extintiva (porque extingue
los derechos), y, al contrario, cuando el transcurso del tiempo, junto con una situación de
apariencia jurídica, provoca el nacimiento o la consolidación del derecho a favor de una
persona, se habla de prescripción adquisitiva o usucapión. Dentro de éstas últimas cabe
diferenciar que, mientras que la prescripción incide sobre todo tipo de derechos subjetivos,
la usucapión sólo incide sobre los derechos patrimoniales, limitándose al ámbito de la
propiedad y de algunos otros derechos reales (que estudiareis en civil III propiedad y
derechos reales…).

Los presupuestos o requisitos para que proceda la prescripción:


La existencia de un derecho susceptible de prescripción. El Art. 1930.2 CC, es la regla
general, y se refiere a los derechos subjetivos patrimoniales, por cuanto los
extrapatrimoniales, han de considerarse imprescriptibles (p. ej. El derecho al ejercicio de la
patria potestad sobre los hijos).
- Que el titular del derecho permanezca inactivo, sin ejercitarlo.
- Que transcurra el plazo señalado por la ley para el ejercicio del derecho.
- Que, producido un acto extemporáneo del ejercicio del derecho, el sujeto
perjudicado alegue la prescripción mediante una excepción opuesta por el
demandado (es decir, no puede apreciarse por los Tribunales de oficio) y no
renuncie a ella (p. ej. el. art. 1935 CC: prescripción adquisitiva).

Cómputo del plazo de prescripción: se regula en el art. 1969 CC; el cómputo del plazo
establecido en cada caso se inicia desde el momento en que el derecho pudo haberse
ejercitado, salvo disposición en contrario. Así, existen algunas especialidades contenidas en
los arts. 1970 a 1972 CC, como la prescripción de las acciones del pago de rentas, de las
determinadas por sentencia judicial o de rendición de cuentas.
La expresión “desde el día en que pudieron ejercitarse”, ha de entenderse, desde el día en
que el titular del derecho tuvo conocimiento de que podía ejercer tal derecho (p. ej.
Reclamación daños negligencia médica).

Interrupción del plazo de prescripción: Mientras no venza (o se cumpla por entero) el titular
del derecho puede ejercitar su derecho, aunque con anterioridad haya permanecido
inactivo. Así pues, se produce ante cualquier acto del ejercicio del derecho dentro del plazo,
por el cual, el plazo de prescripción previsto deja de correr, entendiéndose que comienza de
nuevo. El art. 1973 CC, dispone las modalidades de interrupción del plazo de prescripción,
que vemos a continuación:

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o El ejercicio judicial de la acción: cuando el transcurso del tiempo acarrea la pérdida
o decadencia del ejercicio de los derechos para su titular. La Jurisprudencia del TS,
reconoce validez para interrumpir el plazo de prescripción a los siguientes actos
procesales: presentación de conciliación previa, existencia de procedimiento penal
relativo a hechos que generen responsabilidad civil, y la presentación de la
demanda, principalmente.
o El ejercicio extrajudicial; del que si bien la norma no requiere formalidad, en la
práctica es muy aconsejable efectuarlo de forma tal que pueda acreditarse (p. ej.
acreedor requiere por burofax con certificación de contenido, requerimiento
notarial, etc…).
o El reconocimiento del derecho por el sujeto pasivo: cualquier acto de
reconocimiento de la deuda por el deudor, p. ej. entrega a cuenta, reconocimiento
de deuda ante notario, confesión a terceros, etc…

Principales plazos de prescripción: la determinación del plazo de prescripción de cada


categoría de derechos subjetivos, debe realizarse caso por caso, sin embargo, el CC establece
una serie de plazos generales de prescripción que conviene conocer:
o Los derechos reales sobre bienes inmuebles prescriben el plazo a los 30 años (art.
1963 CC), salvo la acción hipotecaria, que es de 20 años (art. 1964 CC).
o Los derechos reales sobre bienes muebles prescriben a los 6 años (art. 1962 CC).
o Las acciones personales sin plazo especial, prescriben a los cinco años (art. 1964.2
CC), reforma LEC de 5 de octubre de 2015- Importante, en acciones reclamación
responsabilidad contractual.
o El derecho a cobrar prestaciones periódicas en plazos inferiores a un año, prescriben
a los 5 años (art. 1966 CC, p. ej. Pensiones alimenticias, arriendos, etc.)
o El derecho a cobrar servicios profesionales y algunos otros derechos concretos,
prescribe a los 3 años (art. 1967 CC).
o La acción para recobrar o retener la posesión, así como las acciones para exigir
responsabilidad civil extracontractual, prescriben por el transcurso de 1 año (art.
1968 CC).

b) LA CADUCIDAD: es la extinción de un derecho por su falta de ejercicio durante


un plazo temporal prefijado que no es susceptible de ser interrumpido. Son ejemplos de la
misma, el plazo del año de la acción de impugnación de paternidad (art. 136 CC), los plazos
procesales, entre otros. Además de no poder ser susceptible de interrupción, la caducidad
también se diferencia de la prescripción, en que puede ser declarada judicialmente de
oficio, sin que haya sido alegada.
Ejemplo de prescripción: nos vamos al extranjero a vivir teniendo una casa en propiedad en
España. Para no tener que venir continuamente a mantenerla, le pedimos a un amigo que
puede quedarse a vivir en ella y a cambio debe mantenerla (obligaciones). Tras 30 años sin
aparecer, nuestro amigo podrá ejercer su derecho de usucapión (consolidación de ese
derecho) y reclamar la vivienda para él.

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Como vemos, ha transcurrido un tiempo y tras el mismo, se ha generado un derecho. Es
cierto que ese tiempo podía haberse interrumpido con nuestra actividad (por vía judicial),
haciendo constar nuestro interés por la vivienda. En ese caso, se interrumpe el tiempo y
volvería a comenzar de nuevo el plazo de prescripción.
Ejemplo de caducidad: El poder judicial resuelve contra nosotros y queremos reclamar por
un posible error teniendo un plazo de 6 meses. Pasado ese tiempo, se entenderá que el
derecho a reclamar lo hemos perdido y habrá caducado.

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