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fanged noumena

vol. 2

de la serie aceleración y colapso


Nick Land
Fanged Noumena, Vol. 2
Primera edición: Marzo de 2023
Reservados todos los derechos de esta edición.
© Holobionte Ediciones 2023 – Saturnalia y Rosa Atómica S.L.
Barcelona, España
De la traducción: © Ramiro Sanchiz y Federico Fernández Giordano 2023
ISBN: 978-84-125726-5-0
Depósito legal: B 3616-2023
Impreso en: Imprenta Kadmos S.C.L., Salamanca, España

De los textos originales: © Nick Land


Fanged Noumena: Collected Writings 1987-2007, Robin Mackay y Ray Brassier, eds., Urbanomic/Se-
quence Press, 2011, Falmouth, UK/Nueva York.

Ilustraciones en pp. 288-291: Nick Land.

Dirección editorial
Federico Fernández Giordano

Diseño de cubierta
Patossa / www.patossa.com

Maquetación
Elena López Guijarro

www.edicionesholobionte.com
edicionesholobionte@edicionesholobionte.com
fanged noumena
Vol. 2

1990-2006

NICK LAND

TradUcción y noTas de raMiro sancHiZ y Federico FernÁndeZ Giordano


ÍNDICE
Introducción de robin mackay y ray brassier 9

primera parte 53
1. Espíritu y colmillos // 55
2. Nietzsche chamánico // 75
3. Después de la ley // 95
4. Narcisismo y dispersión // 119
5. Deleitarse hasta la muerte // 151
6. Arte e insurrección: La cuestión de la estética en Kant,
Schopenhauer y Nietzsche // 167
7. Haciéndolo con la muerte: Comentarios sobre el Tánatos
y la producción deseante // 189

segunda parte 211


1. X=CºdA-sIzIgºtIcA-==-(CºcInAndº-lAngºtAs-cºn-jAke-
y-DInºs) // 213
2. Culturas nómadas: Aritméticas no estandarizadas // 227
3. Introducción a la Qwernómica // 239
4. Cábala básica // 245
5. Tic-Talk // 259
6. Mecanomía // 273

Obras citadas 293


INTRODUCCIÓN DE
ROBIN MACKAY Y RAY BRASSIER

Los escritos de Nick Land habitan una anarquitectura, un espa-


cio atravesado por vectores de contagio, ratas y lobos, en el que
se conjura una metafísica esquizofrénica: las tecnologías avan-
zadas sirven para invocar entidades ancestrales y la voz huma-
na queda desintegrada bajo el aullido del trauma cósmico, mien-
tras la civilización se precipita hacia la muerte artificial. Las
subculturas musicales más siniestras se asocian con todo tipo de
cultos mórbidos y las IAs rebeldes son perseguidas sin descanso
por la policía de Turing a través de criptas laberínticas. Europa
va convirtiéndose en un laboratorio de paranoia dentro de un
circuito ciberpositivo global que alcanza una densidad infinita
en el año 2012, poniendo patas arriba la modernidad, o lo que
sea que la haya estado pilotando desde el otro lado de la singula-
ridad cada vez más próxima.
Se trata de una escritura que pliega los géneros sobre sí mis-
mos, empalmando fuentes de la filosofía, la ciencia, el ocultis-
mo y la literatura pulp: Immanuel Kant, William Gibson, De-
leuze y Guattari, Norbert Wiener, Kurt Gödel, Kenneth Grant,

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Fanged noumena Vol. 2

Terminator y Apocalypse Now, Antonin Artaud, H.P. Lovecraft…


El resultado es un denso y a menudo desconcertante vórtice de
conjunciones alucinatorias que se superponen en múltiples seu-
dónimos, fechas crípticas y sistemas experimentales de codifica-
ción: Cthártaro, Axsys, Desvida, Espacio-K, Sarkon, Kurtz, el Club
Cthulhu, Hummpa Taddum, 4077 - 1501 - 1757 - 1949 - 1981, sis-
temas tic, numerización primitiva, cábala anglósica… La meta-
física se disuelve en una cosmogonía psicótica y la historia de la
vida en la tierra, desde las bacterias hasta Microsoft, no es otra
cosa que la historia de la supresión. Carente de nombre, lo repri-
mido hierve bajo las superficies organizadas de la vida, encerra-
do dentro de células, sociedades, yoes, micro y macro Pods, pero
aun así estallando espasmódicamente para impulsar la historia
terrestre a través de una serie de umbrales intensivos que han
estado convergiendo hacia el colapso. Como el único agente de la
revolución, el Anticristo no es uno sino muchos, un enjambre de
infiltrados enmascarados del futuro que se apresuran a «comer-
se tu televisor, infectar tu cuenta bancaria y hackear xenodatos
de tu mitocondria»;1 conectando el Eros salvaje con el Tánatos
sintético para acelerar la obsolescencia de la humanidad.

¿Qué tiene que ver todo esto con la filosofía? Desde cierto punto
de vista (alentado por el propio Land), nada, o lo menos posi-
ble. Land se alineó con aquellos pensadores que fueron renega-
dos e ingratos con el academicismo (Schopenhauer, Nietzsche,
Bataille…) y que esgrimieron la filosofía como un instrumen-
to de exacerbación del enigma, trastocando la ortodoxia para
transformar la existencia. Land es probablemente la figura más
controvertida que ha surgido de la anticuada cultura de la filo-
sofía anglófona en las últimas décadas; y a pesar de este hecho
(o precisamente debido a ello), los textos recogidos en Fanged
Noumena languidecieron en la oscuridad durante muchos años.

1. Land, 2019: 74.

10
introducción de robin mackay y ray bassier

Entre 1992 (año de la publicación de su único libro) y 1998


(cuando renunció a su cátedra de Filosofía en la Universidad
de Warwick y abandonó la academia), Land había acumulado
una fama considerable en un medio que hasta entonces se ca-
racterizaba por el decoro embrutecedor. Figura divisiva y pola-
rizadora, Land provocaba la adoración y la execración a partes
iguales. Sus embates a la «santísima trinidad» de la filosofía
continental (la fenomenología, la deconstrucción y la teoría
crítica) le ganaron la enemistad de sus pares más ortodoxos;
y, mientras que su virulento antihumanismo ofendía a los con-
servadores filantrópicos, sus ataques a la crítica institucional le
valieron el oprobio de la izquierda académica. Los marxistas,
en particular, quedaron indignados por su agresiva y herética
defensa sociópata de «una mercantilización todavía más desin-
hibida de los procesos que están derribando el campo social»2
(la aceleración, más que la crítica, de una desintegración social
que tiene lugar por medio del capitalismo). Pero el desprecio
total de Land hacia la ortodoxia y lo aceptable no se convirtió
en una pose falsa mientras se persigue el lucro propio, y con
una completa ausencia de ambición académica pagó volunta-
riamente el precio por sus provocaciones tanto en lo profesio-
nal como en lo personal.
Una vez que estuvo por fin «retirado», la ortodoxia acadé-
mica selló de manera rápida y silenciosa aquella herida mortal
infligida por el asalto relámpago de Land, de manera que duran-
te los primeros años de nuestro siglo se había convertido en un
personaje apócrifo, más o menos olvidado en los círculos filosó-
ficos. Sin embargo, sus escritos continuaron reverberando fue-
ra de la academia, particularmente entre artistas y narradores,
quienes acogieron su incendiaria resucitación de la filosofía y su
desprecio por la sobriedad del pensamiento como si se tratara
de un médium polémico, encontrando una fuente de inspiración
en sus intentos por sumergir la teoría directamente en la vorági-
ne de la modernidad capitalista.

2. Ibíd: 68.

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Fanged noumena Vol. 2

Con todo, y a pesar de esta condición heteróclita, no debe sor-


prendernos que muchos todavía hoy preferirían descartar a Land
como una aberración molesta y digna de olvido. Entonces, ¿por
qué volver a publicar sus trabajos? Se podría aducir la necesidad
de exponerlos a una mayor cantidad de lectores, o de ofrecer un
perfil más representativo que el sugerido por el único libro que
publicó durante su breve trayectoria académica (Sed de aniquila-
ción: Georges Bataille y el nihilismo virulento). Para aquellos que
todavía se sientan tentados de despachar a Land, la réplica más
obvia y también la más superficial sería el brillo puro que se en-
cuentra en los escritos reunidos en Fanged Noumena. Estos textos
son extraordinarios: conglomerados sobrecalentados de abstrac-
ción severa y escabroso genio, testimonios de una inteligencia
singularmente penetrante que fusionó la filosofía trascendental
con la teoría numérica, la geofísica, la biología, la criptografía y
el ocultismo en una serie de teorías-ficciones a la vez cohesivas
y salvajes. Asqueado por las estupideces anestesiantes de la or-
todoxia académica, y con el objetivo de expectorar los residuos
de superstición teológica que afectaban al poskantismo predomi-
nante, Land se apoderó del materialismo trascendental de Deleu-
ze y Guattari (mucho antes de su predecible castración institu-
cional) y lo sometió a una despiadada optimización cibernética,
extirpando todo resto de vitalismo bergsoniano para revelar un
maquinismo desviado y profundamente tanatrópico. El resulta-
do de esta cirugía reconstructiva proporciona la destilación más
esclarecedora (pero quizá también la más inquietante) de lo que
Deleuze llamó «empirismo trascendental». En la obra de Land,
esto se convierte en la idea clave para una praxis experimental
orientada hacia el contacto con lo desconocido. Land persiguió
esta exterioridad, el caos impersonal y anónimo del tiempo ab-
soluto, con la misma intensidad con que sus contemporáneos y
herederos del kantismo, el hegelianismo, la deconstrucción y la
teoría crítica se esforzaban por erradicarla.
Resulta llamativo el rigor con el que Land empujó más allá
las innovaciones conceptuales de Deleuze y Guattari, tratándo-
las como las innovaciones trandisciplinares que son en realidad,

12
introducción de robin mackay y ray bassier

en lugar de limitarse a recontextualizarlas (como cada vez es


más común) dentro de las restrictivas historias de la filosofía, el
psicoanálisis o la teoría cultural. Así, Land se dedicó a desplegar-
las en un exigente compromiso con los problemas centrales de
la modernidad: la dialéctica de la Ilustración, las degradaciones
de lo humano, la automatización procesual de los conceptos, o
la erosión a manos de la ciencia de los objetos de la filosofía y
los artículos de fe.

En el centro del meollo se encuentra el pensamiento de Im-


manuel Kant. Land es un lector implacable de Kant y varios de
los textos reunidos en este volumen son muestra de su don ex-
cepcional a la hora de destilar los componentes esenciales de la
maquinaria filosófica del pensador alemán, revelando las con-
secuencias de su poder conceptual por medio de hacerlos con-
fluir con lo extra-filosófico.
Al exponer un isomorfismo entre las estructuras del capita-
lismo y el modelo de la experiencia de Kant, Land dilucida la
«crisis permanente» que impulsa los tortuosos vericuetos de
la teoría kantiana sobre el concepto como si se tratara de una
transmisión mal reconocida del «inconsciente» de «la metrópo-
lis del Kapital global», estimulada por la naturaleza paradójica
de la «teoría de la experiencia» de Kant (la cuestión de cómo
el objeto de la percepción se casa con las formas a priori de la
experiencia para producir las nuevas cogniciones). De hecho, la
elaboración de Land sirve para mostrar la economía de un sis-
tema que se basa en un excedente generado a partir de nuestra
interacción obstruida con la alteridad. De acuerdo con el texto
seminal de Land, «Kant, el capital y la prohibición del incesto»,3
la necesidad del capitalismo de mantener a distancia al proleta-
riado, al mismo tiempo que lo empuja activamente al mercado
laboral, encuentra su expresión literal en el apartheid, que a su
vez habría proporcionado el modelo central para el estado na-

3. Land, 2019: 31-50.

13
Fanged noumena Vol. 2

ción moderno. En sintonía con el análisis de Deleuze y Guattari


sobre la tendencia dual del capitalismo hacia la desterritoriali-
zación y la territorialización, Land detecta un punto de suspen-
sión en el capitalismo que también constituye su principal ca-
racterística: al mismo tiempo que libera una desinhibición de la
síntesis (la disipación de todo chovinismo tribal a través del co-
mercio y el intercambio desinhibidos, la internacionalización,
el mestizaje, la emigración, la dinamitación del patrilinaje y la
concentración de poder), también restablece un tipo de control
«a priori» por medio de eximir al parentesco de esta tendencia
disipadora y conteniéndolo dentro del familiarismo y el esta-
do nación. Por lo tanto, para Land la modernidad de la Ilustra-
ción existe en la permanente tensión de una «síntesis inhibida»,
proporcionando las condiciones reales de la lucha irresoluble
que tiene lugar en las obras críticas de Kant. El pensamiento
kantiano sobre la síntesis sintomatiza la modernidad y destila
formalmente su dilema: la «profunda pero incómoda relación»
con que la modernidad europea busca estabilizar y codificar
su relación con la «materia prima» proletaria o tercer mundo;
una relación cuya inestabilidad o diferencia es la fuente misma
de su perpetua expansión. Así pues, la pregunta de Kant: «¿De
dónde procede el nuevo conocimiento?», prefigura la siguiente
cuestión: «¿De dónde procederá el crecimiento constante?» (y
en la maquinaria enrevesada de su propia respuesta se conden-
san todos los disimulos del capitalismo poscolonial).
En este punto, la obra de Land no sólo anticipa el diagnóstico
crítico actual de lo que Quentin Meillassoux llama «correlacio-
nismo» (el supuesto implícito, en la obra de Kant, de que todo
cuanto está fuera del sujeto debe correlacionarse con él), sino
que además descubre su corolario político, en el cual lo social
como tal se constituye como un vasto sistema de represión, se-
parando a la inteligencia sintética de su potencial, y cribándola
a través de un sistema trascendental de correlatos. Land reco-
noce que El Anti Edipo de Deleuze y Guattari logró reformular
el problema de la teoría de la experiencia como un problema
relacionado con la constricción del deseo −donde este último

14
introducción de robin mackay y ray bassier

debe entenderse como sinónimo de la inteligencia impersonal


o sintética («animalidad», «astucia»), y que Land distingue de
la voluntad de «saber», la voluntad de ordenar, resolver y co-
rrelacionar por anticipado−. Al des-correlacionar la experiencia
como un deseo maquínico y des-individualizado, y renunciando
a la necesidad de fundamentar toda síntesis en un sujeto tras-
cendental por medio de proporcionar una teoría sintética del su-
jeto, El Anti Edipo se libera de las contorsiones que tiene que rea-
lizar la crítica kantiana. Por lo tanto, dice Land, «la producción
deseante de Deleuze y Guattari no está limitada por lo humano
(no es una cuestión de cómo son las cosas para nosotros)»; y la
modernidad es la corrosión progresiva de esta limitación, aun-
que exhiba a cambio maneras enfermizamente rebuscadas de
reinstalarla. El correlacionismo de Kant (el establecimiento de
«la manera inmutable en que las cosas deben ser si es que han
de ser para nosotros»)4 proporciona una forma inhibida para la
relación sintética con la alteridad; una forma «universal» a par-
tir de la cual podemos entrar en un «intercambio» con la alteri-
dad, resolviendo nuestra «ambigua dependencia de la novedad»
mediante la restricción de la interacción con la alteridad que
tiene lugar como paso previo al intercambio de mercancías.
Allí donde «el afuera debe pasar por el camino del adentro»5 (co-
rrelacionismo), la huida prometida por el comercio desde la inte-
rioridad represiva del patrilinaje edípico queda recodificada como
transgresión de la ley, volviendo trascendentes la interioridad y el
familiarismo, y por tanto encerrando al deseo en circuitos aislados
edípicamente que proporcionan el caldo de cultivo para la xeno-
fobia fascista. La potencial disolución del parentesco a manos del
comercio internacional terminó atrincherándose en la forma de
naciones y «razas». Según Land, la modernidad neocolonialista es
el legado de este fracaso; y su inevitable destino final, la cumbre
insuperable de la civilización europea en tanto que despliegue de
dicho compromiso fundacional con la correlación, es el Holocausto.

4. Ibíd: 40.
5. Ibíd: 54.

15
Fanged noumena Vol. 2

La revolución constituye la liberación de esos poderes inhi-


bidos de la síntesis («la función sintética o comunicativa, poten-
cialmente eufórica»),6 o lo que es igual, el desmantelamiento del
estado nación y el patriarcado, una tarea que, dado que gira en
torno a «la economía sexual de género y raza»7 todavía vigente,
surge en la obra de Land sobre todo como destino revoluciona-
rio de las mujeres, haciendo gala de un feminismo militante y
efectivamente violento. Son las mujeres quienes albergan el po-
tencial de «amenazar radicalmente» al capitalismo neocolonial,
en cuya inhibición patriarcal e identitaria nunca habían pintado
nada. De forma significativa, para Land, el cumplimiento de este
potencial revolucionario constituye una «inferencia» y no tanto
una «crítica» de las «fuerzas sintéticas movilizadas bajo el pa-
triarcado»;8 es decir, una movilización de las fuerzas sintéticas
parcialmente desencadenadas por el capitalismo, pero liberadas
de su inhibición organizativa y restringida, de tal modo que di-
suelvan el nacionalismo, el racismo y el familiarismo, así como
todo aquello que une al capitalismo con la xenofobia y que cons-
tituye la base «protocultural» de lo humano, cuyo destino fascista
la modernidad sólo ha logrado disimular de forma conveniente.
El intento de Kant de «controlar el comercio» restringe el re-
gistro de la alteridad a su identidad y valor de cambio, excluyen-
do de raíz la posibilidad de un conocimiento especulativo de la
materia. Y al hacerlo proporciona las condiciones de posibilidad
para el idealismo, es decir la situación donde incluso es posible
cuestionarse si la materia existe (un monólogo cuya ley última
es el imperativo categórico: la esclavización de la realidad a la
idealidad, «un führer sordo cuyas órdenes parecen pertenecer
a otro mundo»).9 La lucha interna de la filosofía de Kant con-
siste en el intento de caracterizar la síntesis como una gestión
y control (una capitalización) del exceso sobre el cual opera la

6. Ibíd: 48.
7. Ibíd: 34.
8. Ibíd: 48.
9. Ibíd: 45.

16
introducción de robin mackay y ray bassier

síntesis; un exceso que en última instancia también opera sobre


la síntesis (y esto es lo que Kant deberá suprimir). Esta tensión
se refleja en el hecho de que el sistema famosamente sobrio de
Kant da paso en ciertos puntos cruciales a lo que Land denomina
una «metafísica del exceso»,10 de forma especial en su filosofía
del genio artístico y lo sublime. Aquí la cuestión de una «teoría
del arte» converge con el marxismo de Land, en el sentido de
que abordan el mismo «paralogismo»: porque teorizar el arte
como el «producto más elevado» de la civilización equivale a
derivar las fuerzas de la producción sintética a partir de estruc-
turas organizativas que son, en gran medida, el resultado de la
inhibición de dichas fuerzas.

En «Deleitarse hasta la muerte» Land identifica la cepa virulen-


ta del ascetismo luterano que recorre toda la obra de Kant, una
cepa que potenciaba la disciplina y la abnegación necesarias
para la acumulación de capital con la devoción fanática del mar-
tirio cristiano. El resultado es una especie de «exageración», que
no es otra cosa que la justificación filosófica para la disciplina
del trabajo. Y el sublime kantiano dará forma a la «escisión» en-
tre animalidad y razón, que tiene lugar a partir de la «violencia»
ejercida a manos de la razón sobre lo sensible para someterlo a
la disciplina de la síntesis inhibida. En efecto, el primer ataque
de Kant es contra la facultad de la imaginación, cuya incapaci-
tación es experimentada como un «deleite» sobrenatural, y que
efectivamente nos permite revivir el «desastre patológico» de la
filosofía trascendental de Kant: la evacuación de todo contenido
intuitivo (un trauma que satisface también a la voluntad cris-
tiana de humillar el cuerpo). Así, esa «pureza» del kantismo (es
decir, el rechazo de la animalidad), necesaria para que el inter-
cambio controlado pueda ser habilitado bajo una forma de pen-
samiento que adelanta todo contenido, también es experimenta-

10. Nick Land, «Arte e insurrección», recogido en este volumen.

17
Fanged noumena Vol. 2

da como una satisfacción de entusiasmo religioso (por eso, Kant


«combina la figura del santo con la del burgués»).11
Si bien en Kant los frutos de esta cruel disciplina (razón +
contemplación estética) precedían en principio a su traumática
aparición en el sentimiento de lo sublime, en la relectura ge-
nealógica-materialista que hace Land la intimidación y la hu-
millación de la animalidad ante la angustiante conciencia de su
finitud constituye la condición efectiva para toda construcción
de belleza y razón en Kant. Así, la imaginación productiva o es-
quematismo (la facultad básica que responde creativamente y
es estimulada por la materia) será para Kant la principal sos-
pechosa, la facultad más susceptible de ser contaminada por la
«animalidad» de dicha conjugación primaria, o por ese proceso
apropiativo que consiste en tomar la materia prima de la sensi-
bilidad y «acuñarla». La constricción de esta facultad de inteli-
gencia sintética (lo que Land llama «animalidad», o «astucia», o
simplemente «inteligencia»), seguida inevitablemente por su pa-
tologización, constituye el fundamento de la razón, que asimis-
mo pretende arrogarse todas las facultades de obrar para sí mis-
ma y su pureza. Así, lo que se esconde tras el «juicio» kantiano
sobre la razón pura es un sangriento golpe militar, una toma de
poder, y la experiencia traumática de lo sublime en Kant viene a
relevar el triunfo de la guerra total de la Razón contra el animal;
pero su carácter excesivo, sin embargo, delata la naturaleza pre-
caria de su ascendencia («Si la razón es tan confiable y legítima,
[…] ¿por qué todas esas armas?»).12
Siguiendo a Deleuze,13 Land rechaza la marginalización de la
«estética», o «filosofía del arte», y le asigna una posición central
en la noción del genio de Kant, el único lugar en la filosofía del
pensador alemán donde se ve aparecer una fuerza contingente,
creativa e impersonal (aunque modulada y estrangulada) dan-
do forma efectivamente a la cultura humana desde un afuera,

11. Ibíd.
12. Ibíd.
13. Véase Deleuze, 2007.

18
introducción de robin mackay y ray bassier

o a través de una serie de choques discontinuos que no pueden


atribuirse a los imperativos morales y culturales de la «filosofía
práctica».
Según la lectura de Land, el descubrimiento kantiano de lo
trascendental es indisociable del reconocimiento de que la sín-
tesis es primaria y productiva, y que toda síntesis une términos
heterogéneos. Pero allí donde el idealismo kantiano buscaba
confinar la síntesis exclusivamente al nivel de la representación,
la posibilidad del materialismo trascendental habrá de irrumpir
de forma involuntaria en Kant, en su teoría del genio, donde di-
cha síntesis debe ser reubicada dentro de la materialidad des-
conocida. El pensamiento, en tanto que capacidad exclusiva de
la actividad sintética, deja de ser el coto privado del sujeto y se
convierte en una actividad de la materia intensiva misma. No
hay, por tanto, una diferencia real entre las síntesis como con-
junciones empíricas al nivel de las experiencias, y las síntesis
como conjunciones a priori del juicio y la experiencia al nivel de
lo trascendental. Esta es la desestratificación fundamental que
Land infligió al aparato kantiano.
La teoría kantiana sobre la creatividad espontánea del genio
presenta la misma figura que la de la animalidad patológica: el
impulso violento y salvaje hacia un devenir-inferior que debe
ser reprimido por la filosofía práctica. De este modo, un incons-
ciente impersonal y energético emerge como la problemática no
reconocida de la filosofía occidental. No-agencial, despojado de
la inteligibilidad intencional característica de la «voluntad» de
Kant, y sin ningún reparo por el orden arquitectónico, este in-
consciente trascendental es un campo de fuerza insurgente para
cuya astucia (como Nietzsche descubrió) la «razón» en sí misma
no es más que un instrumento. Anticipándose al concepto psicoa-
nalítico de «deseo», Schopenhauer y Nietzsche hicieron colapsar
la transparencia intencional en la opacidad de una «voluntad»
contingente y desconocida, una «intencionalidad sin propósito»,
cuyas indomables irrupciones son en realidad la disipación (pa-
tológica por definición) de la energía excesiva requerida para
(y absorbida por) el «trabajo» de ser humano. A la vez subya-

19
Fanged noumena Vol. 2

ciendo y desbordando «la cámara de tortura de la especifidad


orgánica»,14 o Sistema de Seguridad Humana, esta inundación
no hace sino crear nuevos laberintos «inservibles», nuevas fic-
ciones inutilizables que a su vez superan cualquier intento por
sistematizar el conocimiento o la cultura. Podría decirse que
lo más significativo para Land, en esta corriente suprimida del
«materialismo libidinal» poskantiano, es su re-materialización de
la idealización socrática del acto de «cuestionar». Esta re-mate-
rialización libidinal de la crítica viene a reconfigurar el cuestio-
namiento como una exploración cuyo vector de orientación va
de lo conocido a lo desconocido, en lugar de lo desconocido a lo
conocido: «¿Y si el conocimiento no fuera más que una manera
de ahondar en el desconocimiento?»,15 se pregunta Land. La ex-
ploración y la crítica son así las dos posibles (pero antagónicas)
continuaciones del dilema del impulso interrogativo, cuya natu-
raleza corrosiva antes de toda autoridad (codificada en Kant y en
la modernidad capitalista) socava el optimismo de la Ilustración.
Tanto la crítica como la deconstrucción pretendían separarse de
la bifurcación exploratoria y materialista del poskantismo, pero,
a pesar de su hostilidad hacia el racionalismo kantiano, seguían
a Kant al presuponer que lo desconocido sigue siendo el residuo
negativo de la aprehensión conceptual, y por tanto una «no-iden-
tidad», cuando no una différance cuyos efectos disruptivos pue-
den rastrearse y diagnosticarse dentro del registro conceptual o
ideológico (incluso cuando esta persecución interminable nunca
puede consumarse, en la mítica parusía de la identidad absoluta
o autopresencia).
En consecuencia, a lo largo de estos ensayos Land reprende
tanto a la crítica como a la deconstrucción por su conservaduris-
mo latente: su presunta radicalidad y sus críticas a la computa-
ción enmascaran una instrumentalización de la epojé (el abismo
del desconocimiento, el enigma de la exterioridad) diseñada para
perpetuar la dialéctica inagotable o différance del logos. Asimis-

14. Nick Land, «Arte e insurrección», recogido en este volumen.


15. Nick Land, «Nietzsche chamánico», recogido en este volumen.

20
introducción de robin mackay y ray bassier

mo, su cautela posmetafísica mantiene el ideal socrático de la filo-


sofía como una mera «preparación para la muerte», según la cual
la filosofía se demora al borde de lo desconocido con la esperanza
de domesticar este umbral como un habitus para el pensamiento.
Quizá la idea de Nietzsche más importante para Land sea
que, por sí solo, el carácter «inquietante y enigmático» del mun-
do es lo que impulsa el pensamiento hacia lo desconocido; pero,
en Land, se trata de una incógnita que ya no es más un hiato
o una laguna dentro del concepto, puesto que ahora denota la
exterioridad no-idealizable de la materia entendida como dife-
rencia real. «Materia» ya no es el nombre de una sustancia re-
conocible, sino una forma de cifrar lo desconocido. Y el «mate-
rialismo» ya no es un pretexto para la crítica, sino un vector de
exploración. Por ello, el materialismo de Land, ya sea pesimista
o dionisíaco, abandona el ideal apolíneo de alcanzar el orden o
la reconciliación (o su aplazamiento interminable) para centrar-
se sólo en «causar problemas», complicar, perturbar, provocar e
intensificar... En consecuencia, Land pretende enchufar la filo-
sofía a la «precipitación indecente» del poeta/hombre-lobo/rata/
genio, cuyo principio operativo es, como la plaga espiritual de
Artaud, «epidémico más que hermenéutico». Como la flecha de
Nietzsche, este transmitirá la epojé, el caos y las irrupciones del
inconsciente energético en lugar de tratar de capitalizarlos; y el
sometimiento a las deliberaciones corteses, al trabajo arduo y las
pesadas responsabilidades de la crítica o la deconstrucción será
descartado por Land por medio de la parodia. Sólo la disolución
de la filosofía «realmente existente» podría abrir el camino para
nuevas prácticas, unas prácticas que sean capaces de participar
en la «inteligencia» exploratoria de aquellos infectados por lo
desconocido.
Como queda claro en textos como «Espíritu y colmillos», la
noción de animalidad en Land alberga bastante más que la mera
regresión o el atavismo; como él dice, «la naturaleza no es lo pri-
mitivo ni lo simple», sino «el espacio de concurrencia o síntesis
no planificada (…), erigido contra la esfera industrial del traba-
jo humano». La animalidad es sólo un marcador más para este

21
Fanged noumena Vol. 2

«espacio complejo» o «terreno silvestre», un phylum intensivo


que subyace tanto a la civilización como a la subversión, pero
que sobre todo indica las vastas extensiones de lo desconocido,
las cuales yacen fuera del alcance de cualquier correlación con
lo ya conocido y que son accesibles únicamente mediante el es-
cape.

Es importante señalar que Land no ignora las dificultades que


acompañan a cualquier intento por salir de la metafísica y/o la
filosofía. Su trabajo parte de la problemática crucial descubierta
por la deconstrucción post-heideggeriana, y un texto como «Nar-
cisismo y dispersión» revela la profundidad de su compromi-
so con dicha problemática, aun cuando da muestras evidentes
de su creciente impaciencia con ella. Land retoma el desafío de
Heidegger a la amputación epistemológica de la poesía, con su
llamamiento a «dejar que la poesía hable por sí sola», pero lo
subvierte con la sospecha de que el cuestionamiento onto-tras-
cendental de Heidegger es una mera continuación de la antigua
vigilancia de la polis sobre la locura dionisíaca, es decir, el co-
mienzo de una reducción sistemática de la «locura» al estatus de
categoría clínica y del «genio» al estatus de un rasgo individual
y venerable. Para Land el intento de domesticar la sin-razón, la
cosa del exterior, y de reducirla a una genealogía cultural cons-
tituye una sinécdoque de la agresssion pharmakographique; y el
«delirio sin orígenes» de la locura dionisíaca está íntimamente
relacionado con el «delirio de los orígenes» que inaugura el pen-
samiento occidental.
Ahora, la figura de la hermana en la poesía de Trakl ocupa el
lugar que ocupaba la mujer en «Kant, el capital y la prohibición
del incesto», en tanto figura que se niega a mediar en la línea pa-
trilineal. Ella (el agente de un «océano cambiante de energía in-
surreccional [que] traza su genealogía hacia la ur-catástrofe de
la materia orgánica») es quien abre el camino a una irrupción
que excede los represivos grilletes de la reflexión (la rotura del

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