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El espacio y sus lugares están articulados desde las diversas formas que puede entregar
la sensación de un corte abrupto en alguna parte de un objeto.

Carla escucha reggaetón desde su celular. Se cambia de ropa repetidas veces.

Francisca lee un libro pequeño. De su cuello pende un colgante vistoso.

Antonio se dirige a público.

A: Nadie me lo ha pedido y esa justamente ha sido la manera de hacerme sentir el


responsable. Buena parte del tránsito de la entrada hacia la casa está intervenido con
las herramientas que han sido ordenadas con precisión. La parrilla, el carbón, el papel
de diario, los cubiertos, las bandejas, los fósforos…La carne (Francisca entra al living
de la casa y se sirve un trago) Ha sido imposible evadir el mensaje. El espacio está
cifrado por esta álgebra de óxido y ceniza que mosquea la atención del invitado bajo la
forma de una orden silenciosa. Alguien tiene que hacerse cargo de la carne. Alguien
tiene que empuñar el cuchillo y aplicar el corte. Alguien tiene que tener la voluntad de
mancharse las manos con sangre (Carla por fin decide su teñida) Apenas cruce el
umbral de esta puerta voy a dejar mi calidad de obsceno. Pasaré de estar abrigado con
el manto de la sombra a estar ardiendo por el fuego de la acción (Francisca escribe
sobre una servilleta) Miro el pedazo de carne y siento como el eco de su último
lamento muta a un indómito deseo que traspasa el plástico para incrustarse en el
centro de mi centro. He sido elegido. Y voy a obedecer. Voy a obedecer al rugido que a
mi flora intestinal le provoca la tarea de esta liturgia de sangre, de nervios y de brasas.

Carla sale de la pieza al living hablando por teléfono. Simultáneamente, Antonio sale del
baño y tropieza con Francisca a quien se le da vuelta al menos la mitad del trago en su
pecho. Francisca lidia con la torpeza de las actividades que implica limpiarse y Antonio
disfruta disimuladamente de esa observación. Para la sorpresa de ella, Antonio toma
una servilleta y colabora también en la limpieza. Su ejecución es precisa, meticulosa. Se
produce una tensión entre ambos que transita entre una seducción casi solapada por
parte de Antonio y una intimidación curiosa por parte de Francisca.

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C: Pero…Es que…Hueón… Qué tanto cuesta mandar un puto mensaje...Bueno,
bueno…No sé, por mi parte… Como te digo, o sea, sea como sea, yo lo siento mucho,
pero me van a tener que devolver esa plata…La plata de todo lo que compré, porque
compré pa todos y con el ánimo de que no faltara ná… Sí, sí, claro que sí, o sea, hasta
hace un rato claro que era una invitación, pero como no van a venir y no avisaron…Le
pongo color porque se supone… Puta, hueón, por sentido común, si pasa algo, ustedes
me lo comunican…Ya, filo, filo, por eso te digo, no nos vamos ahora… A entrampar…En
discusiones…Da lo mismo…Mira, no me acuerdo bien cuánto fue exactamente, pero
calculando así al ojo, entre la carne, el copete, las cosas pa picar, casi sesenta lucas. Y si
me pongo pesá, si a eso le sumamos la bencina, el peaje, ya vamos por las setenta. A
eso súmenle la entrada que van a tener que pagar después en el local, etc. Así es que
los invito súper cordialmente a que vayan ampliando el presupuesto de la noche
(Cuelga) Puta los hueones pencas, hueón.

F: ¿Qué les pasó?

C: No sé hueona, puros balbuceos.

F: Pero, ¿qué dijeron?

C: Van a llegar, pero directo al local

F: O sea que no van a venir.

C: No po’, Francisca. Eso es lo que te estoy diciendo. No van a venir.

Antonio disfruta silenciosamente de la noticia.

F: Bueno. Ellos se lo pierden ¿Sí o no? Lo importante es celebrar.

C: La celebración, se supone, que tenía un plan. Una buena previa y después…

A: Bueno, amiga, uno propone y la vida dispone. La misión es pasarla bien igual.

C: ¿Y vamos a estar aquí los tres nomas?

F: Al menos que querai salir al tiro a otro lugar y después…

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A: Claro. O también, no sé, digo yo, disculpen que me meta, pero, quizás, para
aprovechar todo el esfuerzo de la Carla, hacemos algo aquí un ratito y después
salimos, no sé.

F: La idea es que hagamos lo que tú querí hacer po’ amiga. Es tu cumpleaños.

C: Es que no sé qué quiero hacer.

F: Hacemos previa aquí o afuera, esa yo creo que es la pregunta. ¿Querí salir al tiro?

C: No sé. Puede ser.

F: A dónde te gustaría ir…A ver…Busquemos aquí… ¿Tú Antonio conocí algún lugar…?
Eso es lo otro, cómo a qué tipo de local te gustaría…

A: Yo no conozco mucho, pero sí creo que, de alguna manera, como dice Francisca, las
cosas pasan por algo y…No sé. Yo no tengo ningún problema, por ejemplo, en hacer la
carne.

C: ¿Hacemos la carne?

F: Tú decides po’ amiga.

C: No tengo na’ de hambre.

F: ¿Entonces?

C: No sé.

F: ¿No, entonces? ¿No hacemos la carne?

C: No sé, me da lo mismo.

F: Yo igual comería un pedacito.

C: Denle, entonces. No sé. Ahí veamos qué pasa.

A: No te vas arrepentir.

C: Ojalá.

A: Un pedazo de carne bien hecho siempre puede arreglarlo todo.

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C: Eso está por verse.

A: Voy por el fuego, entonces. Secador, ¿tienes?

C: En el baño.

A: Permiso.

Antonio saca el secador del baño y se dirige al patio hacer el fuego. Francisca se dirige
hacia su cartera. Carla se dirige hacia su habitación, pero es interrumpida por Francisca.

F: Mira Carla, esto te lo iba a entregar en otro momento, pero…Quizás, es mejor así,
más íntimo (Saca un sobre) Con todo el amorsh.

Se lo entrega. La abraza.

Antonio, a lo largo de esta secuencia, sin que ellas en ningún momento lo capten,
observa detenidamente a Francisca y Carla. Sobre todo aquellas posiciones que le
permiten observar sus partes más erógenas. Aprovecha los ángulos que la tarea del
fuego que realiza le va permitiendo a ratos. Es muy cuidadoso en sus movimientos.

C: Gracias, hueona (Francisca se queda esperando a que abra la carta, pero Carla la deja
inmediatamente a un lado, entra a su pieza, saca su computador portátil) ¿Me podí
hacer un favor?

F: Obvio.

C: ¿Me hací una michelada? ¿Por fi?

F: Obvio (Mientras hace la michelada) ¿Qué vay hacer?

C: A buscar los precios de las cosas que compré. Voy a sacar el cálculo y se los voy a
poner detallado ahí en el grupito de whatsapp.

F: Pero mañana podríai hacer eso po, Carla, pa’ qué ahora.

C: No, porque me va a dar paja o se me va a olvidar.

F: Yo te recuerdo, te prometo que sí.

C: Sí, es que no solo quiero que me paguen, ¿cachai?


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F: Mejor abre el sobre que te pasé.

C: ¿Cuántas botellas de vino fue que compré? Una, dos, tres…no recuerdo si eran cinco
o seis. Eran… (Busca en el computador) De esta marca (Busca en su celular y saca
cálculo) dos mil ocho…ochocientos noventa…Por…Seis, pongámosle…Diecisiete mil
trescientos cuarenta… (Escribe) Vinos, diecisiete mil trescientos cuarenta…Pa’
redondear, dieciocho lucas. Qué dieciocho. Veinte lucas, qué tanta cosa. Por hueones.
Los vinos, veinte lucas.

Francisca entrega la michelada a Carla. Toma el sobre y lo abre.

F: Mira, escucha (Se dispone a leer)

C: Las cervezas fueron dos pack que compré.

F: Es una carta. La escribí yo.

C: ¡Buena! Dame un segundo. Las chelas…

F: Es un escrito, en realidad.

C: Seis mil quinientos el pack. O sea…

F: Es una carta, pero es como una especie de…

C: Trece lucas.

F: …Como de poema, pero…Es que con todo esto del posgrado…

C: Espérate. Entonces, el vino veinte mil, las chelas trece mil y pa redondear, quince
mil…Ya ¿El posgrado?...

F: Sí, me ha servido caleta. Como que, de alguna forma, me confirmó ciertas cosas. Me
ayudó a demarcar líneas de investigación, de lecturas, de análisis.

C: Veinte mil más quince mil, cacha, ya van treinta y cinco mil.

F: Una especie de norte. Eso fue.

C: ¿Qué cosa?

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F: El posgrado.

C: Ah, claro. ¿De qué era?

F: Literatura.

C: Ya.

F: Y esta es una carta que intenta…

C: Ahora la carne. Ahora sí que se puso Brígida la cosa.

F: ¿Te ayudo?

C: No, no. O sea…Dale nomás ¿La carta qué cosa?

F: Es que te necesito concentrada amiga.

C: Estoy súper concentrada.

F: Pero, aquí. Conmigo.

C: Estoy aquí, contigo, dame un segundo… ¿Qué fue lo que compré? Ah ya. Lomo
vetado, lomo vetado, lomo vetado. Aquí está. Cacha. Lomo vetado. Ocho mil doscientos
cincuenta el kilo y yo compré…Uno…Tres kilos. Hueona, pa un ejército.

F: ¿Y por qué tanto?

Antonio va encendiendo y apagando intermitentemente el secador sobre el fuego, el cual


va prendiendo poco a poco.

C: Ocho mil doscientos cincuenta por tres…Veinticuatro mil siete cincuenta…Y ya po,
entonces, y el posgrado…

F: Na po’. Eso. Ya estoy egresada ya. Me falta la pura tesis.

C: Treinta y cinco mil más veinticuatro mil siete cincuenta…

F: En el fondo me interesa ver cómo ciertas literaturas…

C: Cincuenta y nueve mil siete cincuenta.

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F: Bueno, da lo mismo. El tema es que me tiene súper entusiasmada.

C: Redondeando, serían sesenta mil. Más el mal rato. Sesenta y cinco mil.

F: Como que siento que por fin encontré un lugar. Un lugar de verdad.

C: (Terminando su tarea) ¿Ah, sí? ¿Y quién más te tiene súper entusiasmada?


¿Haciéndote sentir que encontraste un lugar? ¿Un lugar de verdad? (Ríen)

F: Por ahí nomá po’.

C: Ya po’, cuenta. En qué va la cosa.

F: Nos estamos conociendo

Miran a Antonio. Antonio sabe que lo están mirando. Modela sus acciones hacia ellas.

C: Ofrécele algo po’ hueona rota (Ríen) Lo tení ahí como un esclavo.

F: El se ofreció.

C: Y con ganas.

F: ¿Antonio? ¿Querí una chela?

A: Agradecido.

Francisca va por una cerveza y se la entrega.

F: (A Carla) Está calientito aquí.

Están los tres iluminados por el fuego de la parrilla. Antonio termina los últimos detalles.

A: Una vez me preguntaron cómo sería estar allí dentro (Señala la parrilla) Es como un
bonsái, pero de infierno.

F: Un bonsái infernal. Me gusta (Anota)

A: Me gustaría poder caminar sobre el fuego.

C: ¿Cómo el diablo? Porque es al único que me imagino haciendo eso.

F: A mí también me gustaría caminar sobre el fuego.

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C: Que miedo ustedes dos, hueón. Una pajera de pirómanos.

A: Una pareja de carnívoros (Coloca la carne sobre la parrilla) Con medio kilo para los
tres yo creo que está bien, Medio kilo de este animalito.

C: Prefiero quedarme con la imagen de cómo me lo venden.

A: Es curioso eso.

F: ¿Qué cosa?

A: Saber sobre el procedimiento y a la vez ser perfectamente capaz de ignorarlo.

C: Estamos hecho para eso.

A: Yo vivo cerca de un matadero. Siempre se escuchan los últimos lamentos de las


vacas, los caballos y los cerdos. Y siempre es de noche.

C: Ideal para acostarse a dormir.

A: Una verdadera canción de cuna. Y eso no es todo. El matadero queda pegadito a un


cementerio.

C: El festival de la carne muerta.

F: El festival de la carne muerta. Me gusta (Anota)

A: El festival de la putrefacción.

C: ¿Y qué se siente vivir en medio de un matadero y un cementerio?

A: Mortífero (Ríen) ¿Podrían trabajar en algún matadero?

F: Yo no.

C: Yo creo que tampoco.

A: ¿Totalmente incapaces de matar a un animal?

F: Tú, ¿matarías a un animal?

A: Si no quedara otra, quizás. No lo sé. Lo cierto es que me los como. Y con gusto.

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F: Yo también.- Pero una cosa es comer y la otra es matar.

A: No es lo mismo, pero es igual.

C: Yo tengo entendido que la gente que trabaja en los mataderos tiene requisitos, no
puede ser cualquiera persona.

A: De hecho, el requisito más importante es que no le sea traumático el acto de matar


un animal.

F: ¿Es posible eso?

A: Es real.

F: Pero, ¿es posible en el fondo?

A: Así funciona.

F: Porque una cosa es trabajar y otra cosa es que no te pase nada realmente.

A: Es un trabajo que requiere una sensibilidad distinta.

C: Una sensibilidad asesina.

A: Sangre fría. Finalmente, todo se aprende y siempre uno se acostumbra.

F: Es verdad. No sé de qué me sorprendo. Igual, como universo literario lo encuentro


exquisito, pero de todas formas no podría, ni un poco. Imagínate. Estar matando
cerdos, matando caballos, matando vacas, matando pollos. Después cómo te sacai ese
olor, no, qué terrible…

A: Sí. Es verdad. Un trabajo duro. Pero gracias a ese trabajo duro, es que a nosotros
nos queda la parte fácil. Pagar y comer.

C: Cocinar, diría yo. Además que así como fácil, fácil, no sé, yo…

A: Lo cierto es que somos capaces de comernos sin ningún problema este pedazo de
carne a pesar de todo lo que se pueda decir al respecto. Ni la sangre, ni el sufrimiento,
ni la tortura, ni la muerte pueden ir en contra del placer que genera el hecho de
saborear un pedazo de carne bien cocinado.

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C: ¿Cómo cuánto más o menos va a demorar?

Pasa un rato. Ya se han comido la carne. Beben entusiasmados. Antonio intenta prestarle
atención a ambos universos que coexisten simultáneamente.

F: Entonces, claro, tiene que ver con eso, ¿no? Ese contenido audiovisual, ¿denuncia
realmente la violencia? O, más bien, funciona como un dispositivo que facilita la
predisposición de las subjetividades de la población a que acepten sin procesos
reflexivos actos como esos… ¿Es una denuncia artística o un instrumento del poder?
Son interesantes ese tipo de contradicciones que…

C: Mira, este es el polerón que te decía. Hermoso.

F: Sí, lindo…

C: ¿Me lo compro o no me lo compro? ¿Qué decí?

F: No sé po. Tu sabí.

C: (A Antonio) Mira, ¿te gusta?

A: Está estiloso.

C: ¿Cierto?

F: Ya po’, y entonces, en el fondo, es como estar atenta a cómo las variables


epistemológicas van mutando en relación a las operaciones del poder…

C: Me lo voy a comprar, qué tanta huea.

F: Y claro, qué es el poder…

C: Estoy de cumple, ¿o no?

F: O más bien, cuál es la actual investidura que el poder hoy en día ostenta…

C: También me gusta ese, pero está muy repetido ese color.

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F: Sin duda todo lo que tenga que ver con el mercado.

C: Me lo merezco.

F: Y el mercado opera sobre los cuerpos y los cuerpos portan subjetividades.

C: Ese es parecido, pero como que no sé, no me gusta mucho.

F: Y sí, por supuesto, en este caso es distinto, porque, claro, o sea, la coyuntura a la
que se refiere el libro es lejana a esta realidad. Estamos hablando de Tijuana. Estamos
hablando de un narco mercado, de una narco política y por lo tanto de una necro-
política y en definitiva de una narco nación.

C: (A Antonio) ¿Me ayudai?

A: Obvio.

(Carla saca la tarjeta y se la pasa Antonio)

F: Pero nosotros también tenemos nuestro propio nivel de mercado y nuestra propia
Tijuana con nuestros propios cuerpos con sus respectivos regueros de sangre, ¿sí o
no?

C: Cuando te diga, me day los datos, por fa.

A: Dale.

F: Es justamente en ese sentido en que el libro me sirve, porque muestra de manera


gráfica cómo el mercado y el consumo logran apoderarse de cualquier tipo de cosa, y a
su vez, cómo el cuerpo es la piedra angular de todo lo que ocurre.

C: Dale Antonio.

Antonio le dicta los datos a Carla e intenta a su vez colocarle atención a Francisca.

F: En el fondo, cómo el cuerpo va adquiriendo una narrativa o un orden simbólico que


está construido nada más ni nada menos que por la mutilación, la tortura, el asesinato,
el descuartizamiento, etc, ¿me entendí? El libro, en ese sentido, es súper específico. O
sea, si el cartel mata a alguien y después lo corta en pedacitos, ese cuerpo

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descuartizado, dentro del lenguaje de los narcos, dentro de sus propios códigos,
dentro de su, podríamos decir, narco-narrativa, significa algo en particular. Algún tipo
de rango, de respeto, de mensaje, qué se yo. Y eso, a su vez, como todo siempre se
trata del capital, el mercado lo captura para volverlo un contenido que finalmente se
convierte en plata y en definitiva en poder. No sé si me entienden.

C: Listo. Polerón comprado.

F: En el fondo, lo que ella postula respecto al capitalismo gore y el capitalismo snuff,


¿no? Ambos conceptos definidos por terminologías de géneros cinematográficos. La
diferencia sustancial, claro, es que el primero es ficción. El segundo, no.

C: No cacho nada de lo que estay hablando, hueona, te digo al tiro.

F: Pero de eso se trata un poco seguir estudiando. Por ejemplo…

C: Quiero más michelada.

A: Yo voy.

C: Pucha que salió atento este cabro… (Interrumpiendo la verborrea de Francisca al


interpelarla con la mirada) ¿Estay haciendo mérito Antonio?

A: ¿Tendría que hacerlo?

C: Uno siempre tiene que hacer mérito creo yo. Las cosas se ganan, ¿o no? (A
Francisca) ¿Sí o no, hueona? ¿Las cosas se ganan o no se ganan?

A: O se pierden.

C: O se olvidan.

F: O se cortan.

C: ¿A qué te dedicai tú Antonio?

A: Entré a estudiar administración de empresa, pero me salí. No quería estudiar.

C: Chócale. Pero yo no me salí. Terminé todo. Igual me hubiera visto rica de tens, era lo
único que me gustaba. El uniforme (Ríe) ¿Y qué hací ahora?

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A: Me las arreglo entre algunas pegas de construcción y trabajando madera. Eso es lo
que más me gusta hacer, en realidad.

C: ¿Cómo carpintero, algo así?

A: Sí. Hace poquito terminé el taller, de hecho.

C: ¿Y qué cosas hací?

A: Tazones, ceniceros, porta pitos y lo que se me ocurra en verdad. También estoy


trabajando algunos muebles. Mesas, closets, veladores.

C: Hartas cosas.

F: ¿Qué es lo que más te gusta de trabajar la madera?

A: Hacer los cortes.

F: ¿Qué es lo que te gusta de hacer los cortes?

A: No sé. Me concentro. Entro como en un trance. Se me olvida el tiempo. Me relaja. Es


raro, porque me podría cortar un dedo, pero me relaja. Tiene que quedar perfecto.
Milimétrico. Y eso me gusta. El detalle. Es demoroso, pero el resultado vale la pena. Es
como la carne. No sé si se dieron cuenta, pero estaba todo en su justa medida.

F: Estaba rica.

A: La cocción, el corte, el color.

C: Detallista, ordenado, cocinero. Buen partido. ¿Qué opinai tú Fran?

F: (Viendo el celular de Carla) Que es súper interesante lo que pasa con tu pollerón.

C: ¿Qué pasa con el pollerón? ¿No te gusta?

F: Pasa que demuestra el punto de vista que afirma el hecho de que el mercado, como
agente de poder, es capaz de capturarlo todo.

C: Ya, pero hueona…

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F: El logo que sale en el pollerón que te acabas de comprar perteneció a un
movimiento que en algún momento se reconoció como subversivo, como rebelde,
como peligroso.

C: ¿Y?

F: Y ahora resulta que está siendo vendido en el mall.

C: ¿Y?

F: Y se fue todo a la mierda po’.

C: ¿Por qué?

F: ¿Cómo que por qué?

C: ¿Por qué se fue todo a la mierda?

F: Perdió toda su consistencia, su narrativa, su lucha.

C: Qué consistencia, qué narrativa, qué lucha.

F: Tu polleron porta un discurso muerto sobre tu pecho, es decir, sobre tu cuerpo, es


decir, tu cuerpo porta un discurso muerto que el mercado ostenta en forma de marca
original fashion y que se modela con tu caminar que se disfraza de estilo, pero que en
el fondo no es más que pura manipulación. Es la risa del mercado haciéndote creer
que eres libre de elegir lo que te quieres comprar. Lo que demuestra, una vez más,
entre otras cosas, que el cuerpo es una ficción, un constructo.

C: Ay, la cumbierita intelectual, la portadora de la verdad. Salta peo, hueona. Te


conozco desde que se te caían los mocos, no me vengay a dar clases a mí. A otro perro
con ese hueso.

F: Está bien, si no te estoy intentando convencer de nada

C: A ratos pareciera que sí po’, hueona.

F: ¿Te puedo leer la carta, ahora sí?

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Pasa otro rato. Ellas están más borrachas que Antonio. Este, quizás, está lúcido. Sin que
ellas se den cuenta, Antonio se guarda unas llaves que están colgadas. Francisca destapa
de su colgante una punta y con ella saca, desde dentro, un poco de cocaína. Jala

F: Con una sola línea bastará para drogarme (Ríe) ¿Alguien se sirve? (Ambos niegan)

C: Ya po’, cuenta, cuenta.

F: Esto también pasó en contexto posgrado.

C: Puta la huea.

F: No, pero…

C: No me vay a decir que escribiste un poema po’, hueona, que lo vay a empezar a leer.

F: No, no, na que ver (Jala por el otro orificio) Hay que compensar. Ahora sí. Redoble de
tambores (Ríe)

C: Qué po hueona.

F: …El otro día…Me metí con una loquita del posgrado.

C: ¡No te creo! ¡Hueona! (Ríe)

A: Interesante.

C: ¿Te gustan las tetas ahora, hueona?

F: ¿Algún problema?

C: No, no, no. Pero no me mirí las mías te digo al tiro (Ríe)

F: No son de mi gusto.

C: Ay, la hueona. Ya, y entonces, qué, ¿ya no te gusta el pico?

F: Sí, también.

C: Antonio, ¿qué huea estay haciendo aquí? (Ríe)

A: Con mayor razón se justifica mi estadía aquí.

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C: Ah, ya, listo. No te vayay a pasar un rollo eso sí. Del pico a las tetas saltó esta
hueona, qué te creí.

F: Pero hay cosas más complejas que eso, Carla.

C: Ella la compleja.

F: Hay coyunturas, intersubjetividades sexuales…

C: Ya, la hueona pajera esta…

F: Relatos, cuerpos en construcción y deconstrucción y destrucción…

C: Pero, ¿le chupaste las tetas? ¿Le metiste lo dedos? ¿Se tijeretearon?

F: No, Carla…

C: Pero cómo no, hueona…

F: O sea sí, sí, claro que sí, pero…Es más que eso…

C: Qué es más de qué…

F: Éramos dos cuerpos…

C: Con hambre. Dos cuerpos con hambre.

A: Dos pedazos de carne.

C: Eso.

F: Mucho más que dos pedazos de carne.

C: No, pero dentro del contexto po’ hueona, entiendo lo que dice el Antonio.

A: Dos pedazos de carne que se deseaban.

C: Claro.

F: Dos cuerpos que lograron, en la práctica, disfrutar de todo lo que el cuerpo de la


otra persona tiene. Todos los supuestos desperfectos que no son otra cosa que las

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cosas que lo hacen único. Dos cuerpos que lograron, desde la práctica, gracias a la
conexión especial que hubo, a burlarse de la hegemonía. Del canon.

C: ¡Ya, demasiado bla, bla esta huea!

Carla sube la música y baila. Toma de las manos a Francisca e intenta motivarla.
Francisca le sigue, un tanto menos convencida, pero no abandona. Bailan y ríen. Antonio
las observa. Carla se saca fotos diversas. Francisca sale en algunas de ellas. Zafa de las
más “osadas”. Antonio toma el vaso de Francisca y echa una dosis de un líquido
transparente. Repite lo mismo con el vaso de Carla.

C: ¡Ya hueona! Me motivé. Vamos, ¿o no?

F: ¿Dónde?

C: A mover la cuerpa.

F: ¿A la disco?

C: No hueona, a Fantasilandia. Dónde más po’ amiga, dónde más. ¿Se motivan o no?

A: Me parece.

C: Ya hueona. Tu pídete el uber. Tu, Antonio, si podí, te entrai las cosas, guardai el
resto de la carne, yo cierro todo, tomo las llaves y estamos.

A: (Mostrando su vaso) Que nada se pierda eso sí. No estamos en momento de perder
ni una gota de nada, mucho menos de alcohol.

C: ¡Obvio!

Antonio se toma su trago. Entra y sale ordenando las cosas, siempre pendiente si es que
alguna de ellas toma su trago. Ralentiza o apresura las acciones según el ángulo que
tiene para mirarlas. Francisca se adentra en su celular y Carla busca. Antonio se sirve un
concho de trago y va hacia Francisca. Le pasa su vaso.

A: Salud.

F: Salud.

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Francisca toma el vaso y antes de llevárselo a la boca se le cae al suelo.

F: Cónchale.

C: Ya se está mandando cagá ya. Esta es la segunda Francisca, no creiai que denantes
pasaste piola. Te vi cuando chocaste con el Antonio.

A: Salud contigo entonces. (Ríe. Carla pasa buscando las llaves. Antonio le acerca su
vaso) Salud.

C: (Sin tomar el vaso y sin dejar de buscar las llaves) Salud.

A: ¿Qué se te perdió?

C: Las llaves. Pa’ variar.

F: El Uber está afuera.

C: Puta hueona.

A: ¿Dónde más podrían estar?

C: Eso estoy pensando.

F: ¿Qué hago?

A: Cancélalo. Apenas encontremos las llaves, llamamos otro.

F: Ya.

C: Puta la huea, si yo estoy segura que las dejé por acá.

A: ¿En los bolsillos de alguna chaqueta?

C: No creo.

F: Revisa por si acaso.

C: Tu también busca po’ hueona, no te quedí para ahí.

F: ¿Copias, no tení?

C: Iba a sacar el otro día, pero se me olvidó.

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F: Chuta. Porque dejar la casa abierta nicagando.

A: No po’, no es la idea.

C: No, nica. El otro día entraron a robar por aquí cerca.

A: Sí. Mucho loco suelto por ahí.

C: Ya sé. Qué buena onda. Mi vieja tiene una copia. Menos mal que me acordé.

A: ¿En serio?

C: Sí. Voy y vuelvo.

A: ¿Vive por aquí cerca?

C: A cinco minutos.

A: ¿Y el salud?

C: Al la vuelta.

Carla sale.

A: (Pasándole el trago de Carla) Salud.

F: Salud (Bebe) Ahora que la Carla dijo que habían entrado a robar, me acordé que el
otro día encontré un artículo que tenía un pasaje pequeño que hablaba sobre la
mutación de la violencia…Pensándolo bien, yo creo que si me serviría para parte del
marco teórico…Disculpa que esté todo el rato en esto, pero es que…

A: Tú tranquila.

F: No sé por qué, pero cuando estoy en los momentos menos indicados se me vienen
todas las ideas a la cabeza.

A: Suele pasar.

Francisca va perdiendo el hilo de su discurso progresivamente.

F: …Entonces, claro… Estamos en una suerte de intersticio… Entre la sociedad


disciplinaria que plantea Foucault… y la sociedad de rendimiento que plantea Chul-

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Han…La primera, claro…Es evidente, porque todavía… Queda mucho de la
restricción…De la negación… de la violencia explícita…Pero también tenemos
mucho…De… La violencia… de la positividad…esa violencia… que… No se… Percibe
tanto… pero que… articula las… bases del…sujeto… contempor… el… sujeto de…
rendimien…acude…sin darse…cuenta… a la… auto…ex…plo…

Francisca se queda dormida completamente. Antonio la observa en un largo silencio.

A público

F: Me toca las piernas. Me abre la boca. Me jadea en el oído. Me muerde el pelo. Me


chupa los labios. Me muerde los pezones. Me lame los pechos. Me chupa la oreja. Me
da palmadas. Le da rabia que mi cuerpo esté dormido. Le da rabia que mi cuerpo sea
tan pesado. Le da rabia que mi cuerpo parezca que estuviera muerto. Presiona sus
manos en mi garganta. Me toma del cuello. Me levanta. Azota mi cabeza contra la
pared. Me golpea la cara con una cachetada. Me penetra. La boca. La vagina. El ano.
Me arroja al suelo. Me patea. Me patea. Me patea. La vida se me trunca. Mi cuerpo
cobra un sentido propio. Ominoso. Paralelo. A mí. Paralelo a mí. Mi cuerpo es algo
paralelo a mí. Mi cuerpo muerto que está vivo. Mi cuerpo vivo que está muerto. Este
ser muerto por dentro aniquila mi cuerpo vivo que está muerto. Este ser muerto por
dentro que trata a mi cuerpo muerto como si estuviera vivo. Este ser vivo que está
muerto por dentro trata a mi cuerpo vivo como si estuviera muerto. Este ser muerto
que se comporta como vivo trata a mi cuerpo muerto como si estuviera vivo. Mi
cuerpo se revuelca por dentro. Es la fuerza de mi voz. Mi voz es un pájaro. Un pájaro
ciego. Un pájaro desesperado. Choca contra las paredes. De mis músculos. Mi voz es un
pájaro ciego y desesperado que choca contra las paredes de mis músculos. De mis
pensamientos. Drogados. Mis pensamientos drogados. Mi voz es un pájaro ciego y
desesperado que choca contra las paredes de mis músculos, de mis pensamientos
drogados. Sin luz. Sin fuerza. Sin voz. Mi voz es un pájaro ciego y desesperado que
choca contra las paredes de mis músculos, de mis pensamientos drogados, sin luz, sin
fuerza, sin voz. Mi voz es un pájaro sin voz que se atraganta con el silencio negro de mi
cuerpo drogado. Me jadea. Me penetra. Me golpea. Mi cuerpo. Su cuerpo. Mi carne. Su
carne. Mi carne es un envase de cuerpo. Mi cuerpo es carne que se envasa. Que se
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come. Que se corta. Mi cuerpo paralelo a mí se derrama en silencio. Sangra. Culpa.
Preguntas. Palabras. Sangra la teoría de sus anhelos. Sangra la vida que le queda.
Ominoso. Paralelo. Abyecto. Su lengua mojada. Sus dedos en mi boca. La oreja. La
pierna. El hombro. La mano. Le lengua. La frente. La vagina. El ano. La boca. Las
mamas. El pelo. El cuello. El brazo. La cintura. La espalda. El muslo. Los dedos. La
cabeza. El pecho. La sangre. Los huesos. Las venas. Los músculos. El tejido. La carne.

A público.

C: Mi mamá no está. Me devuelvo. Me extraño. Adentro está todo oscuro. Afuera hay
una nota. “Encontramos las llaves. Nos fuimos. Nos llevamos tus cosas. Llámanos
cuando puedas. Nos trajimos tu celular” Qué raro. ¿Se fueron? ¿Se llevaron mis cosas?
¿Mi celular? ¿Por qué tanta prisa? No sé qué hacer. Algo me dice que no debo
moverme para ningún lado. Quiero entrar a mi casa. Quiero llamar en voz alta. No me
atrevo ¿Por qué? Sospecho. ¿De qué? No sé. Solo tengo una intuición. ¿De qué? No sé.
Pero algo pasa. Quiero averiguarlo. Tengo miedo ¿Por qué? No sé. Pero tengo miedo.
Miro a mí alrededor. La calle está muerta. Pareciera que todo está muerto. Pareciera
que la vida está muerta. Salto la reja. Me acerco a una ventana. Miro hacia dentro. Veo
lo que veo. Me pregunto si lo que veo es realmente lo que veo. Vuelvo a mirar. Sí. Lo
que veo es realmente lo que veo. Me tapo la boca. Todo se nubla. El sonido se derrite.
Entro en otra dimensión. La lógica pierde todo tipo de referencia. Tan solo obedezco a
la fuerza del impulso. A la ceguera del impulso. Al impulso del impulso. Me dispongo a
la acción. Me vuelvo liviana. Silenciosa. Felina. Abro la puerta. Voy a la cocina. Tomo el
cuchillo. Aguanto la respiración. Camino. Uno. Dos. Tres pasos. Silencio. Valor. Mucho
valor. Lágrimas en la garganta. Una puñalada. Dos puñaladas. Tres puñaladas. Cuatro
puñaladas. Cinco puñaladas. Seis puñaladas. Siete puñaladas. Ocho puñaladas. Nueve
puñaladas. Diez puñaladas. Quince Puñaladas. Veintitrés puñaladas. Treinta y cuatro
puñaladas. Salpica sangre a mi cara y a todos lados. El cae el suelo. Cae su cuerpo. Su
envase. Su carne. Su carne muerta. Abro los ojos. Deseo morir. Un silencio sordo se
apodera del ambiente. Una polilla revolotea en la ampolleta.

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2

Carla observa atónita a su alrededor. Al cuerpo muerto de Antonio. Al cuerpo tirado de


Francisca. Observa la sangre desparramada. Está inmóvil. Salta al escuchar su celular.
Mira la pantalla. Contiene el llanto abrazado a sus rodillas. El celular sigue sonando. Es
lo único que cubre el silencio que hay.

Antonio se observa a sí mismo. A público.

A: Hubiera preferido morir atropellado. O por alguna enfermedad. O de viejo. O en


algún tipo de tiroteo, por qué no. Pero morir por quien se supone que es la presa, no
me hace ninguna gracia. Uno en la vida tomaba decisiones. Y la decisión que yo tomé,
fue ser el malo de la historia. Pero un malo exitoso, eso sí. Un malo bueno. Lamentable,
que ahora las cosas son completamente distintas. El martillo del destino decidió el
fulminante crisol de víctimas a victimarios, de inocentes a verdugos (Mira a Carla)
Pobre. Siente que está contra el tiempo y tiene razón. Está contra el tiempo de la vida
y contra el tiempo de la muerte (A Carla, frente a ella) Piensa, Carla, piensa. Qué es lo
primero que tienes que hacer. Qué es lo más urgente. ¿Despertar a la Francisca? (Carla
mira a Francisca) ¿Limpiar la sangre? (Carla mira la sangre) Yo aprovecharía el
silencio de Francisca y limpiaría la sangre. Se está coagulando (Carla se decide a ir con
artículos de limpieza y comienza a intentar sacar las manchas de sangre) Bien, Carlita,
bien. Pero te recomiendo que primero muevas mi cuerpo para algún lado y lo
coloques sobre algo para que puedas despejar el espacio. No vaya a ser que mientras
estés limpiando, mi cuerpo siga botando sangre y hagas trabajo doble. Acuérdate de la
carpa vieja que tienes guardada, eso te puede servir (Carla va y regresa con un
plástico) Pon un poco de música para despistar (Carla se detiene) Te va hacer bien. Yo
sé que es difícil, pero es mejor. Te va a relajar un poco (Carla se decide a poner música.
Prueba distintos temas. Llora desaforada) Tienes que tranquilizarte, Carla. Estás en
shock. Es normal. Apuñalaste a una persona. A mí. No te preocupes. No te vas a sentir
culpable ahora. Después, en un tiempo más, voy a venir a visitarte en algunos de tus
lindos sueños. Tengo el resto de mi muerte para eso. Ahora hay que ponerse manos a
la obra. Dale, pon mi cuerpo sobre el plástico (Carla coloca el cuerpo de Antonio sobre
el plástico) Con cuidado. Bien. Asegúrate de que no haya ninguna parte de mi cuerpo
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que toque el suelo. (Carla mira a su alrededor) Ahora sí puedes limpiar el resto de mi
sangre. Apúrate (Carla limpia la sangre) (A público) Nunca fui creyente. Pero me
gustaba la historia de Jesús. El destino de su cuerpo. Sangre, clavos, crucifijo, lluvia,
llantos. Buen final. Y bueno, la resurrección. Yo no voy a resucitar, claramente. Quizás,
en algún momento, me reencarne en una piedra. O en una jirafa. O en una planta,
quién sabe. Pero es mi cuerpo lo que me importa ahora. La historia de mi carne.
Quiero darle un entierro digno (A Carla) Vas a tener que seguir después con la sangre
(Francisca comienza a despertar. Carla la observa. Se da cuenta que está semidesnuda.
Se acerca) Suave, Carla, suave.

C: ¿Fran?

F: ¿Qué pasó? (Carla la abraza. Llora) ¿Qué pasó? (Carla, con mucha resistencia, le
muestra el cuerpo de Antonio. Francisca se atraganta con la cantidad de aire que entra
de su boca. Queda congelada. Muda)

A: Lo siento chiquillas, pero no hay mucho tiempo para sorprenderse.

F: Qué pasó, Carla, qué chucha pasó.

C: Fran. Tenemos que tranquilizarnos. ¿Bueno?

A: Eso. Muy bien.

F: Qué pasó, qué pasó, qué pasó, qué pasó…

A: Tranquila, tranquila…

C: Tranquila, amiga. Mira… (No encuentra las palabras)

A: Dile que por supuesto que van a conversar todo, pero que ahora no es el momento.
Ahora es el momento de hacer dos cosas.

C: Fran, mira, escúchame, ya va haber tiempo de conversar todo. Pero ahora hay
prioridades que tenemos que…Tenemos que…

A: Tienen que tomar decisiones.

C: Tenemos que pensar y tomar decisiones. Hay dos cosas que tenemos que ver.

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F: Carla, Carla…Dime, por favor, qué chucha pasó…

A: Es mejor que seas concisa, Carla. Sin floreo.

C: El Antonio te drogó y después te violó.

A: Lo siento, Fran, lo siento…No me pude resistir…

F: ¿Y tú?

C: Yo entré y vi que estaba eyaculando sobre tu espalda.

A: Suena más feo de lo que es o como realmente se ve. Pero sí.

F: ¿Qué hiciste?

A: ¿Es necesario tanto detalle?

C: ¿No te parece evidente lo que hice?

F: ¿Lo mataste?

A: Sí. Me mató.

C: Sí, lo maté.

A: Treinta y cuatro puñaladas.

C: Lo apuñalé. Se desangró aquí mismo.

F: ¿Segura que no respira?

C: Fran. Tenemos que concentrarnos.

F: ¿De verdad nos está pasando esto?

A: Sería genial si fuera una pesadilla.

C: Hay que hacer una lista de todos las cosas que tenemos que tomar en cuenta.

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F: Estamos muertas. En vida, pero muertas. Eso es lo único que soy capaz de tomar en
cuenta en este momento.

C: Solo depende de nosotras.

F: ¿Y quiénes somos nosotras, Carla? ¿Las chicas súper poderosas?

C: Somos mujeres que estamos en una situación equivocada. Una situación que no nos
merecemos. Y como somos mujeres inteligentes, vamos a saber buscar la manera de
volver a nuestra estabilidad anterior.

F: Nunca vamos a volver a la estabilidad anterior.

A: Eso es verdad.

F: Mataste a una persona.

A: Eso también es verdad.

C: Que seguramente te iba a matar a ti.

A: No señora, yo no soy un asesino.

F: ¿Me estaba matando?

A: No.

C: Le faltaba poco para empezar a considerarlo.

F: Cuando lo viste, ¿qué me estaba haciendo?

A: Cariño.

C: Todo a su a tiempo.

A: A mí manera, claro.

C: Ahora hay otras prioridades.

F: ¿Cómo cuáles?

A: Buena pregunta.

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C: Hay que limpiar la cabeza. Tener las cosas claras.

A: Alguien tiene que hacerse cargo de la carne.

F: Yo creo tener las cosas bien claras, la verdad. Y es todo bien oscuro.

C: Hay que atreverse a empezar hacer las preguntas.

A: Alguien tiene que empuñar el cuchillo y aplicar el corte.

C: ¿Cómo lo vamos hacer?

A: Alguien tiene que tener la voluntad de mancharse las manos con sangre.

F: No me da.

A: Tienen que ponerse de acuerdo en qué es lo que van a decir.

C: Tenemos que ponernos de acuerdo en qué es lo que vamos a decir.

F: Eso no va a funcionar.

A: Es verdad. No va a funcionar.

C: Hay que intentarlo. ´

A: También es cierto.

F: Las cosas siempre se terminan sabiendo.

A: Todo cae por su propio peso.

C: O lo intentamos o nos entregamos.

A: Ser o no ser.

C: Hay que estar tranquilas. Hicimos lo correcto. Lo que está a nuestro alcance.

F: ¿Hicimos?

C: ¿Te vas a desmarcar?

F: Yo no maté a nadie.

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C: Te salvé la vida, Francisca.

A: …Dilo…Dilo… ¡Dilo!

F: Lo correcto habría sido pedir ayuda.

A: No era eso, mentirosita, no era eso lo que tú querías decir.

C: ¿Me estay recriminando?

A: Está zafando.

F: Estoy diciéndote lo que para mi hubiera sido lo correcto.

C: Pero hueona.

F: ¿Qué?

C: ¿Me estay hueviando?

A: No, pero no te está diciendo toda la verdad.

C: Cuando entré, estabay en el suelo. Dormida, drogada por supuesto, a medio vestir,
con los calzones abajo y el concha de su madre ese estaba corriéndose la paja pa’ irse
cortado sobre tu espalda, hueona. Un hueón que se supone que estabay conociendo,
que era tranquilo y que además trajiste a mi casa. Si estamos en esta situación es gran
parte por tu culpa a si es que no te vengay hacer la mosquita muerta, ¿vale? No aporta.

A: Bien dicho.

C: Además, ¿de qué ayuda estay hablando? O sea que, en el caso de que hubiera sido al
revés, en vez de intentar sacarme al hueón de encima, habría hecho qué cosa,
¿llamado a los pacos? En ese tiempo te mata y otra historia es la que estoy contando.

A: Eso es lo que tienen que hacer. Contar una historia. Una linda historia.

F: ¿Y cuáles son esas dos cosas que según tú tenemos que tener en cuenta?

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C: Lo primero es contar una historia y tenemos que saber contarla bien.

F: Difícil.

A: Muy difícil.

C: Y la segunda es ver qué es lo que vamos hacer específicamente con el cuerpo.

A: Pobrecito mi cuerpecito todo desangrado que está.

C: Tenemos que saber muy bien lo que supuestamente estamos haciendo a esta hora.
Hay gente que nos está intentando ubicar. Por eso, dónde estamos y qué estamos
haciendo.

A: En un entierro y no precisamente de los buenos.

F: Se supone que estamos en tu casa, celebrando tu cumpleaños. Se supone que


íbamos a salir. Que, de hecho, salimos. Hay vecinos que probablemente ya se dieron
cuenta. No podemos decir que estamos en la casa.

C: Por eso, dónde estamos. Qué estamos haciendo.

A: Están viendo la manera de no agonizar en la cárcel como las dos asesinas que son.

C: Fuimos a un mirador. Estamos tomándonos unos copetes en el mirador, para


después ir a la disco con el resto.

F: Pero no vamos a llegar a la disco. No vamos alcanzar. Sea lo que sea que hagamos,
no vamos a terminarlo esta noche.

A: Una noche que yo creía de pura pasión.

C: Nos quedamos en el mirador y punto. Decidimos apagar los celulares y no ir a


ninguna parte, como pa’ darle una respuesta a los hueones que dijeron que iban a ir al
cumpleaños de su amiga y que finalmente no fueron. Y ahí todo va a ser más fácil,
porque yo tengo las boletas y los cálculos de eso. Hay pruebas.

A: Todo va a depender de cuán eficaces sean con el traslado de mi cuerpecito.

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F: Yo creo que todo va a depender de cuán eficaces seamos con el cuerpo. Eso lo va a
determinar todo. Porque si eso nos sale bien, existe, quizás, la posibilidad de tener la
suerte que el resto también nos salga bien. Pero si lo del cuerpo nos sale mal…

A: Si eso les sale mal, juro que me río el resto de mi muerte.

C: Entonces,..Qué hacemos con el cuerpo.

F: ¿Cuántas opciones tenemos?

C: Pocas, pero todas son terribles.

F: ¿Somos capaces?

C: Tenemos que serlo.

F: Bueno. Vamos, entonces, una por una.

A: A ver, señoras, cuál es mi destino de post mortem.

F: ¿Tirarlo al mar?

A: No está mal. Nadar con los pececitos.

C: Así a la ligera suena como una buena opción. Pero necesitaríamos muchas cosas.
Habría que amarrarle algo pesado, algo así como una piedra grande, una especie de
roca, bien atada. Habría que ir alguna playa lejos de aquí. Eso significaría andar con el
cuerpo en el maletero una distancia no menor. Después, en algún momento,
tendríamos que arrastrarlo hasta el mar. Otra distancia larga y la más peligrosa,
porque ahí, cualquiera que no ve, cagamos. Después, que se lo lleve el mar.

A: El mar.

C: Nadie nos asegura que eso puede pasar. No tenemos la fuerza como para lanzarlo lo
suficientemente adentro como para que el mar no lo devuelva. Es muy posible que se
quede varado en la orilla.

A: Como una ballena muerta.

C: Y en todo ese rato, es muy probable que alguien nos vea.

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F: Opción descartada entonces.

A: Al agua el mar.

C: Otra cosa.

A: Otra cosa mariposa.

F: ¿Enterrarlo?

A: No, no, no, por favor, eso sí que no. No me gustan los gusanos.

C: ¿Dónde sería?

F: ¿En el cerro o algo así? Es lo más amable que se me ocurre.

C: Habría que conseguirse unas palas y con harta fuerza nomás cavamos un hoyo lo
más profundo que podamos y lo lanzamos y listo. Nadie supo.

A: Hay que tener cuidado con eso mira que los perros siempre hacen lo suyo.

F: Hay que tener cuidado con eso mira que los perros siempre hacen lo suyo.

C: Pero nosotras ya vamos a estar más tranquilas, va haber pasado tiempo. Es una
buena opción.

F: ¿Quién te segura que no hay nadie en el cerro?

C: Damos unas vueltas, primero. Revisamos.

F: Alguien puede vernos y después decir la patente o el modelo del auto. De unas
mujeres que andaban como en actitud sospechosa y una cosa lleva a la otra.

C: Es que si nos ponemos a pensar…

F: Tenemos que hacerlo.

C: Pero también en las posibilidades que tenemos.

F: Tenemos que ponernos en todos los escenarios y los peores son los primeros que
tenemos que cuidar.

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C: Dejémoslo como una posibilidad, entonces.

A: No me gusta para nada esa posibilidad.

F: Opción tres. ¿Cuál sería?

A: Ya lo saben. No pierdan tiempo. El silencio, en estos casos, no sirve para nada.

F: ¿Descuartizarlo?

A: Pero como toma fuerza ese trocito de carne.

F: ¿Y después qué?

C: Ahí sí enterrarlo. En pedazos.

A: Pero que ruda.

F: Ahí necesitaríamos más cosas que el hecho de tirarlo al mar. Y aparte de alguna
herramienta específica que tengamos que conseguir, tendríamos que tener ropa de
cambio, o forrarnos en algo, para que no nos salpique la sangre.

A: Una buena sierra eléctrica.

F: Ahí tendríai que liderar tú.

C: ¿Yo?

F: Eres la que más está cerca del estudio del cuerpo. Alguna cosa que se pueda sacar
en limpio de eso.

A: Si me van a cortar, que sea con elegancia, con precisión, con talento. Recuerden.
Detallistas. Milimétricas. Como a mí me gusta. Como si mi cuerpecito fuera una obra
de arte.

C: Habría que buscar cómo hacerlo bien.

A: Los cortes, Carla, los cortes, dónde serían los cortes.

C: Hay que evitar involucrar a más personas.

F: Sobre todo con esta opción. Una herramienta a esta hora de la noche, raro.

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C: Demasiado riesgoso.

F: Un suicidio. Opción descartada entonces.

A: La pregunta es, si hubieran tenido todo a la mano, ¿habrían sido capaces?

F: En todo caso, sincerando la situación, si hubiéramos tenido todo a la mano,


¿habríamos sido capaces de hacerlo?

C: Nunca pensé que sería capaz de enterrarle un cuchillo a una persona y aquí estoy.
Viendo qué hago con su cuerpo.

A: Cede un centímetro y cederás un metro decía mi padre.

C: Otra opción.

F: Me duele la cabeza.

A: Lo otro sería descuartizarme y después hacer una especie de asado. Podrían,


sigilosamente, repartirme entre los perros de las poblaciones. Sería proteína para
perro. Otro buen destino post mortem.

C: Provocar un incendio.

F: ¿Qué?

A: Por dios, Carla, por dios. Esta vez fuiste mucho más lejos que yo.

F: ¿Un incendio?

C: Lo lanzamos y después quemamos todo. Murió calcinado. Punto.

F: ¿Y si muere más gente alrededor?

C: Lo hacemos donde haya menos gente.

F: ¿Cómo que menos gente?

C: Bueno, donde no haya nadie.

F: Donde no haya nadie tiene que ser.

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C: Sí, eso, donde no haya nadie.

F: Bueno, no sé. Esas son las opciones.

A: Puros desafíos.

C: ¿Con cuál te quedas?

F: Lo mismo te pregunto.

C: Pero yo te estoy preguntando primero.

F: No me quedo con ninguna.

C: Tienes que quedarte con una.

F: Me quedo con salir de aquí y contar la verdad.

A: La verdad, la verdad, la famosa verdad.

C: Si decimos la verdad, vamos a terminar en la cárcel.

F: ¿Por qué estás tan segura?

C: Sea como sea, matamos a una persona.

A: Dilo, Francisca, dilo. Sácate la impotencia que te da ese plural.

F: Te vuelvo a repetir, yo no maté a nadie.

C: Estás conmigo aquí en esta sede, viendo la manera de deshacerse del cuerpo de este
concha de su madre.

A: Tranquila con mi madre, Carlita, tranquila con mi madre.

C: Por lo bajo, eres cómplice.

F: Pero también tengo la facultad de arrepentirme.

C: No vas a poder salir. Cerré la puerta y escondí las llaves. Me temí algo como esto.

A: Teníamos más cosas en común de lo que esperaba, Carlita.

F: ¿Te das cuenta, Carla, la mierda en la que nos estamos revolcando?

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A: La veo, la veo.

F: Es mejor que empieces a pensar de la siguiente forma. Todo lo que pasó, lo que está
pasando y lo que seguirá pasando, va a ser parte de mi relato. Me voy a sentar ante la
justicia y voy a decir todo lo que estoy viviendo, porque eso es lo que me van a
preguntar. Mientras más colabore, más posibilidades voy a tener de salir limpia de la
situación. Porque yo no herí a nadie. No maté a nadie. No intenté esconder el cuerpo
de nadie. Y como se dice siempre, el que nada hace, nada teme. Lamento si tú, por tu
desesperación, empezaste a tomar decisiones impulsivas que no te corresponden.
Pero lo que es claro, es que había que buscar otra manera de solucionar las cosas.

C: No lo puedo creer.

A: La verdad es que yo tampoco.

C: ¿Tú te acorday de la carta que me entregaste hace un par de horas atrás?

F: Justamente porque te escribí lo que te escribí, voy hacer lo que voy hacer.

C: Dónde están todas esas palabras, Francisca. Por favor, dime que todo esto que me
estay diciendo, es parte de tu estado culiao de mierda en el que estay, tu estado de
shock, tu estado de crisis que te hace hablar toda esta mierda que estay hablando.

F: Carla. Entiende. En un momento estoy sana y lúcida. De pronto, comienzo a


sentirme un poco mareada y me quedo raja. No sé nada del mundo. Después despierto
muy adolorida y veo al Antonio muerto en el suelo y a ti al lado mío, en blanco, en otra,
fuera de órbita, callada, quieta, terriblemente quieta. ¿Qué esperay que te responda?

C: Espero que te comportes como lo que eres. Mi amiga. Mi mejor amiga, hueona. Tan
amiga que no pensé en enterrarle un cuchillo en la espalda a ese concha de su madre
del Antonio re culiao porque te estaba metiendo el pico hasta por las orejas.

A: Eso es una evidente exageración. Yo le estaba dando cariño. Sí. Puede ser un poco
extraño. Pero era a mi manera. Pero era cariño. Y por las orejas nunca. Qué asco.

Francisca se saca el colgante, vierte cocaina, jala en exceso y desesperada.

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F: Tenemos que… Tenemos que… Tenemos que ponernos creativos…Tenemos
que…Conscientes, estar conscientes…Sí…Eso…Sí…

C: Si jalar te activa a que este concha de su madre del Antonio re culiao que bien
muerto que está no nos cague la vida, entonces dale.

F: Tenemos que botar…Ya…Ya pusimos las…Las opciones…Ahora hay…Hay que


botar…Hay que seguir…Sí…Eso…

C: Uno. Lanzarlo al mar. Dos. Enterrarlo en algún cerro. Tres. Descuartizarlo y


enterrarlo. Cuatro. Provocar un incendio.

F: No, no, no, espera…

C: Qué.

F: Espera, espera…Todavía…Todavía podemos darle algunas vueltas más…Hay cosas


que…Que podríamos…Hay cosas que podríamos contabilizar…Opciones,
referencias…Sí, sí, por ejemplo…Hay un libro…

C: Fran, no, no, espera…

F: Dame tiempo, dame tiempo.

C: No es momento de hablar de los putos libros, Francisca, por la chucha.

F: Podríamos… Sacar ideas...Mira, escúchame…Hay un…Hay un…

A: Capitalismo gore.

F: El libro que te hablaba cuando estábamos en la casa…

A: Capitalismo gore.

F: Un libro de…

Bueno…El tema es que…Hay una manera que ahí sale explicada…Una manera de…Los
cuerpos…De hacer desaparecer un cuerpo…Y esto que te digo es verdad, porque es un

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estudio. Si viniera de alguna película, tendríamos que corroborar si…Bueno…La forma
de…Desaparecer al cuerpo…

A:

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