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de LARS NORÉN
Escena I
Oscuro. Se escucha música italiana Ana Oxa canta “Un ‘al tra me”. Luz sobre
Katarina. Está arrodillada, con la mano extendida, como si le diera de comer a un
pájaro invisible. Parece en su mundo, llora. Fuma, deja caer la ceniza sin prestar
atención. Un radio de transistores está sobre una mesa, se escucha música. Trae
una bata blanca del mismo color que el pichón que ahora descubrimos en el suelo
frente a ella. Atrapa al pichón. Con precaución se dirige a la ventana abierta y lo
suelta. Katarina apaga la radiocasetera, sigue sentada en silencio, va al baño. Se
abre la puerta de entrada. Frank tumba el teléfono. Trae unos paquetes y una
bolsa de plástico. Prende la luz.
Katarina: (Desde el cuarto de baño.) ¿Eres tú? ¿Frank?... ¡Frank! (Pausa.) ¿Qué
haces? (Algo inquieta.) ¿Eres tú?
Frank: No. (Mira en las bolsas. Toma la bolsa de plástico sin saber qué hacer con
ella.)
Katarina: ¡Mierda! ¿Por qué no contestas? Frank: Seguramente porque no tengo
ganas. Katarina: ¿Qué dijiste?
Frank: No sé. (Pone la bolsa de plástico sobre la mesa de ruedas de plástico, quita
la ceniza del radio de transistores que está encima. En los estantes hay libros,
periódicos, etc.) ¿Cómo le haces para tirar la ceniza exactamente sobre el radio,
Katarina? (Pausa.)
Katarina: Aquí estoy.
Frank: ¡Ah! ¿Aquí estás?
Katarina: Llegas tarde.
Frank: (Cuelga su abrigo.) Sí, ya sé.
Katarina: (Abre la puerta del cuarto de baño.) Dije que llegaste tarde.
Frank: (Se aproxima a la puerta, la observa un momento, luego bruscamente
tierno.) Hola, querida. ¿Llego tarde?
Katarina: (Más seca.) ¿Tú crees?
Frank: Ni idea de qué hora es.
Katarina: De acuerdo. ¿Qué quieres? (Pausa.)
Frank: No sé.
Katarina: ¿Qué hiciste?
Frank: Vi a mamá.
Katarina: No, antes de llegar. ¿Qué hiciste?
Frank: Nada. (Pausa.)
Katarina: No te quedes ahí. Pueden llegar en cualquier momento. Tengo que
bañarme.
Frank: Báñate, pues. (Pausa. Mira una postal que está en la bolsa de la bata que
Katarina tiró al piso.) ¿Recibiste una postal de David? (Pausa.) ¿De una isla?
Grecia. (Levanta la bata.) ¿Qué escribe? (Ella abre la llave de la regadera.) ¿Qué
hiciste hoy?
Katarina: ¿Qué?
Frank: ¿Qué hiciste hoy?
Katarina: ¿Qué hice hoy?
Frank: Si. (Sube la voz.) Creo que te pedí que limpiaras un poco.
Katarina: ¿Qué dices?
Frank: ¿No querías hacer el aseo?
Katarina: Arreglé. Dos horas arreglando.
Frank: (En la entrada.) No te importa si desordeno un poco. (Frank regresa al
cuarto de baño. Acaricia a Katarina a través de la cortina de la regadera.) Eres
bella. Te digo que eres realmente bella.
Katarina: ¿Qué dijiste? (Pausa.) ¿Tú crees? ¿Por qué me encuentras bella?
Frank va de nuevo hacia la mesa y la avienta hacia la sala, recoge las cosas que
Katarina dejó caer, ropa, colillas de cigarros, pone música, va al corredor, busca
un martillo y clavos para colgar un cuadro en la pared. Aun no empieza a clavar
cuando se escucha el estruendo de un vidrio que cae en el cuarto de baño.
Espera, se escucha otro estallido menos fuerte, avienta el martillo y los clavos a
un sillón, corre hacia el cuarto de baño, abre la puerta violentamente.
Frank: Perdóname, ¿pero qué haces?
Katarina: (Parada de puntas, no se atreve a moverse, el lavabo y el piso llenos de
grandes pedazos de vidrio.) No encontraba la toalla.
Frank, (Desconcertado): ¿Y entonces quebraste el espejo?
Katarina: No, el estante de vidrio que está bajo el espejo. No está bien fijo.
Frank: Desde hace nueve años que no está bien fijo. Tuviste suerte de que no
fuera el espejo.
Katarina: Tú tuviste suerte. Lo necesitas más que yo.
Frank: ¡Mierda! ¿Qué quieres decir con eso?
Katarina: Nada, Frank. Un accidente (Se seca.) ¿Hablaste?
Frank: Mira. ¡Es espantoso! (Pausa.) Pienso que es espantoso.
Katarina: ¿Hablaste?
Frank: Pienso que es verdaderamente espantoso. (Va por la aspiradora.) ¿Oíste
lo que dije? ¿No oíste lo que dije?
Katarina: Sí, oigo todo desde hace nueve años. ¿Entonces no hablaste por
teléfono?
Frank: (Riendo): Entonces es eso. Entonces no crees que él puede ayudarte.
Katarina: A mí no. A ti es a quien debe ayudar.
Frank: Sí, ¿y crees que eso te ayudará?
Katarina: Si.
Frank: Eso no te ayudará. Si alguien me ayuda, te dejo enseguida.
Katarina: Exactamente.
Frank: Querida, yo soy quien te dejará enseguida, no tú. Tú tienes que soportarme
hasta que esté lo suficientemente preparado para separarme de ti. Así es.
(Pausa.) ¡Puta! ¿Cómo lo hiciste? (Pausa.) ¿Qué es esto?
Katarina: ¡Déjame en paz! Te prometo que arreglo pasado mañana, si te callas el
hocico. ¿Puedes ir a buscarme los zapatos para poder salir?
Frank: Entonces, de una vez encárgate de la charola de vidrio del refrigerador.
Hace como tres años que la quebraste.
Katarina: ¿Quién puede vivir así?
Frank: Tú, tú puedes.
Katarina: ¿Cuál charola de vidrio?
Frank: (Con dicción clara y precisa) La que debería estar mero abajo del
refrigerador. Ahí donde van las verduras. Sabes muy bien de lo que hablo
Katarina: (En bata) Ah, sí esa.
Frank: ¿Se quebró?
Katarina: Se me había olvidado. Pensaba que a ti también. Mis zapatos.
Frank: Quizá lo haya olvidado, pero nunca perdonado. ¿Ahora dónde voy a poner
mis artículos de baño?
Katarina: (Pone en su lugar la mitad del estante de vidrio que cayó en el lavabo)
Por favor... tu lado no se quebró. Como siempre. (Coloca sus frascos de lociones,
cepillos de dientes, etc. sobre el estante.) Tráeme mis zapatos.
Frank: ¿Qué dices?
Katarina: Que me traigas mis zapatos.
Frank: Tráelos tú.
Katarina: Me voy a cortar.
Frank: ¿Si?
Katarina: Estás enfermo.
Frank: No me mires con tus ojos de cochino a medio morir. Perdóname... Bueno,
¿dónde están, dónde están, pues? ¿Dónde los dejaste?
Katarina: Yo voy por ellos.
Frank: No, quédate ahí. Te vas a cortar. Yo voy. (Va y regresa con unos zapatos
negros de tacón alto.) ¿Querías éstos?
Katarina: No, esos no, gracias.
Frank: (Piensa en los tacones altos) Anoche soñé con un gran reloj y con mi pito,
quiero decir, mi glande, marcaba las horas y la manecilla grande era una enorme
navaja de rasurar que marcaba cinco para las doce.
Katarina: (Se pone los zapatos, sale de la bañera) Me siento revivir. (Toma unos
calzones del banco y se los pone, dándole la espalda. Él se queda ahí y la
observa.) Al menos tendré muchos calzones.
Frank: Tienes las manos muy grandes.
Katarina: ¿Ah, sí?
Frank: Me acuerdo, que al principio, una noche que te tenía agarrada de la mano,
pensé que también podría salir con un perro. ¿Ah, si, cuándo?
Katarina: ¿Qué?
Frank: (Regresa con la aspiradora) ¿Cuándo tendrás muchos calzones?
Katarina: (Poniéndose crema en las manos) ¿Te parece si nos divorciamos? (Va
hacia la entrada.)
Frank: Mierda, ¿cómo podría saberlo? No digas eso.
Katarina: Perdóname, pues.
Frank: ¿Qué quieres decir con eso?
Katarina: ¿Ahora que dije? Frank, por favor. Hola.
Frank: Dijiste que podrías tener muchos calzones cuando nos divorciemos.
Katarina: ¿Dije eso? Ya no me acuerdo. (Cuelga.)
Frank: Es una de esas frases que nunca olvidaré.
Katarina: (Yendo hacia el guardarropa) O te mato o me matas, o nos separamos o
seguimos así. ¡Escoge!
Frank: Yo no puedo escoger. Escoge tú.
Katarina: Lo que dije fue: “llevarme cuando nos separemos”
Frank: Me pareció.
Katarina: Sí, lo haría si no hubieras hablado. Divorcio. Todo se ha de acabar un
día.
Frank: (Yendo a la sala para conectar el cable la aspiradora) ¡Ah, sí!
Katarina: ¿Hablaste?
Frank: Adivina.
Katarina: Adivino que hablaste.
Frank: Si.
Katarina: Tienes suerte. (Toma la secadora del guardarropa, sonríe
amigablemente, lo roza al pasar.)
Frank: (Tocándole el sexo) Perdón.
Katarina: (Luego de una pausa) ¿Por qué haces eso?
Frank: No sé, nada más la veo cuando la escondes.
Katarina: (Casi maternal, fingiendo) ¿Tienes hambre? ¿Estás cansado? ¿Estás
triste, eh?
Frank: No... ¿Puedo tocar tu sexo?
Katarina: (Luego de una pausa) Sí.
Frank: (Obligándola a sentarse en la mesa) ¿Te gusta cuando hago esto?
Katarina: ¿Esto?
Frank: ¿Si?
Katarina: (Luego de una pausa) No. (Inexpresiva.) ¿Ya mero acabas?
Frank: Si. Acabé hace mucho tiempo. Acabé completamente. (Katarina pasa
frente a él, va hacia la recámara. Frank sigue de pie, la sigue con la mirada. Suena
el teléfono.) ¿Ahora quién va a arreglar todo esto? (Levanta el auricular, escucha.)
¡Bueno! (Apaga el radio.) Voy a ver. (Va a la cocina con el teléfono. Abre la puerta
de la alacena.) ¡Claro! Si puedes. Sube. (Deja el teléfono sobre el refrigerador.
Toma leche. Agarra un paquete de arroz. Lo deja en la entrada.)
Katarina: (En la recámara, con una secadora de pelo, la enciende, se sienta en la
cama. Frank toma una bolsa, va a la recámara, prende la luz) ¿Puedes apagar la
luz?
Frank: ¿Qué dijiste?
Katarina: Apaga la luz.
Frank: ¿Qué?
Katarina: Dale vuelta al botón...Así.
Frank: ¿No te sientes bien?
Katarina: Sí, pero tengo frío. Estoy temblando.
Frank: No lo veo.
Katarina: Tú nunca ves nada.
Frank: Yo no tengo problemas visuales. Veo muy bien.
Katarina: ¿Me das un cigarro? (Él le pasa un cigarro, se lo enciende)
Frank: ¿Quieres algo más? ¿No? Cuando haga buen clima y calor, quizá
podríamos tomar el café en el balcón. (Se sienta al borde de la cama.)
Katarina: No está prendido. Yo lo puedo prender. (Toma su encendedor, prende el
cigarro, deja caer el encendedor.)
Frank: (Levantando la taza de café de Katarina) La taza es tuya. ¿Puedo ponerla
en la mesa?
Katarina: Si, inténtalo.
Frank: Bien, ya no soporto esta manera de ser.
Katarina: ¿Ah, sí? ¿Qué manera?
Frank: Esta manera negligente de tirar así el encendedor.
Katarina: Ya sé. (Abre las piernas.) ¿Qué hay de negligente aquí adentro?
Frank: (Con malicia): ¿Esperas visita?
Katarina: Si, a tu hermano y a su mujer. (Vuelve a prender la secadora. Frank
sonríe pero no se ve que sea una sonrisa.) ¿Estás enfermo?
Frank: (Se sienta de nuevo, saca una caja de zapatos de la bolsa, comienza a
abrirla) No, estoy de buen humor. (Pausa. Sobrio.) ¿Por qué me preguntas eso?
Katarina: ¿Por qué? (Apaga la secadora.) ¿Porque se murió tu mamá?
Frank: (Sin alzar la voz) ¡Ya estuvo! Ya párale, te digo.
Katarina: En todo caso yo seré muy amable cuando truene mi mamá, y no falta
mucho con todas sus enfermedades dizque incurables. (Vuelve a prender la
secadora.) Porque eso no tiene nada que ver con nosotros. (Pausa.) ¿Verdad?
(Pausa.) Dije: ¿Verdad?
Frank: ¿Por qué gritas? Aquí estoy.
Katarina: No oyes lo que te digo.
Frank: ¿Y tú?
Katarina: (Apaga la secadora) ¿Tiene algo que ver con nosotros?
Frank: (Indiferente) ¿Qué tanto ladras?
Katarina: Que estés de tan buen humor, ¿no tiene nada que ver, verdad? (Vuelve
a prender la secadora.)
Frank: ¿Por qué no? Nunca dije que estaba de buen humor.
Katarina: Sí lo dijiste. Claro que lo dijiste.
Frank: ¿Lo dije? ¿Por qué lo dije?
Katarina: Lo dijste. Yo no sé. (Tira la secadora sobre la cama sin apagarla.) ¿Qué
parezco?
Frank: (Mirándola) Maniática.
Katarina: Gracias. (Frank se quitó sus zapatos de piel y se puso un zapato
nuevo.) ¿Zapatos nuevos?
Frank: (Apacible) Entre más vieja más maniática.
Katarina: ¿Al menos no son color marrón?
Frank: (Apagando la secadora) Entre más vieja más fresca.
Katarina: (Picaresca, se levanta) ¿Puedo verlos? Enséñamelos, Frank.
Frank: No, están en la caja, cerrados. (Se levanta con un pie en la caja de
zapatos.)
Katarina: Pero no te enojes. Debes ponerte zapatos que te queden. ¿A dónde
vas? (Frank va a la cocina, esconde la caja de zapatos en el refrigerador, va hacia
la cafetera. Katarina va a la cocina.) ¿Te vas a poner unos zapatos color marrón
para el entierro?
Frank: (Silbando) No es un entierro, es una inhumación. Y de ahora en adelante,
la urba estará bajo tierra.
Katarina: ¿Cuál urba?
Frank: Quiero decir, la urna.
Katarina: Entonces dilo. (Pausa. Busca la caja e zapatos en la alacena de la
cocina.) ¿Cuál urba?
Frank: Yo no conozco ninguna urba.
Katarina: ¿Entonces por qué quieres que se muera? (Pausa.) ¿Por qué eres tan
agresivo?
Frank: ¿Con urba?
Katarina: Y conmigo.
Frank: En verdad no soy agresivo contigo.
Katarina: Como lo merecería.
Frank: ¡Oh, no! (Pausa. Abre el refrigerador. Le pone leche al café.) De repente se
me ocurrió que si me engañaras, sería con mi mejor amigo, ¿no? (Pausa.) ¿No?
¿No es cierto? (Pausa.) ¿Entonces si abrirías tu concha? (Azota la puerta del
refrigerador. Silba.) ¿Quieres unas gotitas preciosas? (Piensa en el café expres.)
¿No contestas?
Katarina: No, gracias. (Frank silba de nuevo. Katarina toma un cepillo para
peinarse.)
Frank: ¿Qué haces?
Katarina: Me peino.
Frank: ¿Con un cuchillo?
Katarina: (Descubriendo que trae un cuchillo en la mano) ¿Qué traigo? (Pausa.)
Frank: A tu tumba no se meterá una paloma sino una rata.
Katarina: Por favor, Frank...
Frank: Perdóname, no sé lo que digo. Es espantoso decir eso.
Katarina: ¿Tú crees?
Frank: Si. (Pausa.)
Katarina: (Como si pensara en otra cosa) Yo te amo, ya lo sabes.
Frank: ¿Qué dijiste? (Pausa.)
Katarina: Que te amo. (Pausa.)
Frank: Si... Pero, ¿qué quieres decir?
Katarina: Simplemente que te amo. (Pausa. Por la ventana de la cocina Frank
mira hacia el parque de abajo. Ella toma un cigarro de la camisa de Frank. Él la
abraza. Permanecen así largo tiempo en silencio. Tocan a la puerta.)
Frank: Yo voy. (Jenna, desde la puerta.)
Jenna: Mensa..., tuve suerte, se me olvidó todo. (Frank toma el paquete de arroz
de la alacena. Cierra la puerta de la cocina.) Cada vez que voy de compras se me
olvida algo. Siempre es igual. Siempre es igual. Siempre olvido un paquete. Nada
más un paquete y me doy cuenta ya que estoy en la casa, y entonces me digo:
¿Qué se me olvidó hoy? Siempre es así y me acabo de dar cuenta. Nunca dos. Y
lo pienso ya que estoy en la casa. Esta vez olvidé el arroz.
Frank: El arroz, si. Míralo. Ten.
Jenna, (Tomando el paquete): El arroz que no se pega y yo toda pegajosa.
Frank: Sí, hace calor.
Jenna: Si, formidable. Mañana se los regreso. ¿Lo dejo frente a la puerta?
Frank: No, tómalo.
Jenna: No necesito mucho.
Frank: Está bien.
Jenna: ¿Seguro? Nosotros casi nunca comemos arroz. Muchas gracias. Ahora
tengo que irme. ¿Está Katarina? Por lo que veo, aquí arriba está más fresco.
¿Siempre gargotea su calefacción?
Frank: En verano no, está apagada.
Jenna: Abajo no se puede dormir. Nos volvemos locos.
Katarina, (desde la puerta de la cocina): ¿Quién era?
Frank: Jenna.
Katarina: ¿Ah, si?
Frank, (Mirándose en el espejo): Quería un paquete de arroz.
Katarina: ¿Seguro?
Frank: Nunca se puede estar completamente seguro.
Katarina: Ella nunca te tocaría.
Frank: (Prendiendo y apagando la luz del corredor) ¿Ah, si?
Katarina: Seguro... Ella me preguntó que por qué todo el tiempo te chiqueas...
¿Sabes lo que me dijo? “¿Frank? Siempre necesita un espejo” Ella tiene razón.
¿Estás nervioso?
Frank: No, para nada. (Vagamente.) No, me siento bien. Muy bien.
Katarina: Yo también me siento bien y como siempre cuando me siento bien, me
siento un poco mal. (Sin bromear. Va hacia el guardarropa. Frank sigue en
calcetines.) ¿Mañana te vas a poner tus zapatos marrón?
Frank: SI.
Katarina: Pero ella ya no te los podrá ver.
Frank: (Con la vista sobre la bolsa de plástico que está sobre la mesa) No, prefiero
dejarla así, puedo echarle un ojo.
Katarina, (sacando un vestido del guardarropa): ¿Crees que querrán comer algo?
Frank, (de alguna manera con el mismo tono): Conociendo a mi hermano, no,
habrá comido durante todo el camino y no querrá sino un sillón para pedorrearse.
Katarina: (Indiferente): Trata de no aterrorizarlo.
Frank: Imposible, su cabeza es como un balón...No se puede evitar darle de
patadas. (Toma de nuevo la bolsa de plástico y mira al interior.) Quizá es mejor que
la ponga en la entrada para que no se me olvide. (Katarina va hacia la
recámara, al pasar le acaricia levemente la mejilla. Frank se estremece.)
Perdóname.
Katarina: (Mirándolo fijamente, sin saber de donde viene esa fuerte reacción que
él no pudo reprimir) Traté de tocarte. (Pausa.) Traté de acariciarte.
Frank: Discúlpame, te digo. No te vi. Ya te dije, discúlpame. No vi lo que ibas a
hacer.
Katarina: (Serena otra vez) Entonces no lo hice. (Va a la recámara.) Cae bien este
entierro, al menos podremos ver gente... ¿o esta noche también te vas a acostar
con una novela policíaca y un vaso de leche? Esta noche quiero una tregua. No
pienso atenderte. (Pausa. Frank la sigue con la bolsa de plástico en la mano. Ella
comienza a maquillarse. Frank permanece cerca de la puerta.) ¡Oh la lá! ¡Qué cara
tengo! Mucho más vieja...más vieja y más fresca.
Frank: ¿Qué piensas no hacer?
Katarina: ¿Yo? Nada. Pintarme los labios. (Se acuerda sarcástica.) Pintarme mis
ojitos de cochino a medio morir. Increíblemente malvado.
Frank: ¿Qué entiendes por eso? (Se sienta al borde de la cama.) ¿Qué no
piensas atenderme? ¿Qué entiendes por eso?
Katarina: Absolutamente nada... ¿Qué hora es?...¿Ya deberían estar aquí, no?
Frank: Ahora así está bien Katarina. (Más fuerte.) Así está bien. Ahora me vas a
decir que entiendes por eso
Katarina: Nada...no entiendo nada.
Frank: Tú entiendes algo y quiero saber qué. Dílo. (Todavía más fuerte.) Dilo o me
voy.
Katarina: Si, vete. (Repentinamente ella sonríe.) Llévate a tu madre.
Frank: No es cierto, no es posible.
Katarina, (luego de una pausa): Frank.
Frank: ¡Mierda! ¿Qué quiere decir eso? (Se levanta rápidamente.)
Katarina: Frank, te lo suplico.
Frank: Cuídate.
Katarina: Cálmate. (Luego de una larga pausa.) Sin golpear. Nada de golpees.
Frank: ¿Qué dices?
Katarina: Sin golpear. Nada de golpes. Te lo ruego.
Frank: ¿Por qué dices eso?
Katarina: Tienes la cara que siempre pones cuando te preguntas si me vas a
madrear.
Frank: Estás loca...Completamente loca. ¿Qué cara tengo? ¿De qué?
Katarina: Psicótico. Como un mesero con un matamoscas.
Frank: ¿Ahorita estoy así?
Katarina: Si, estás... ¿Pero no vas a seguir, eh? Ahora no, va a venir más gente y
todo.
Frank: No, decididamente no.
Katarina: ¿Seguro?
Frank: No tengo intención de pegarte. Ahorita no. Esperaré. Te pegaré cuando ni lo
esperes, y ahora esperas que te pegue. Pero esperaré. (Sonríe poniéndose los
calcetines.) Esperaré a que no esperes que te pegue. (Pausa.) Entonces te
pegaré.
Katarina: Querido, ¿no podemos dejar de pelear?
Frank: De poder, podemos. Pero de querer, ¿queremos? (Suena el teléfono.)
Alguien llama. (Sale de la cocina. Se le escucha hablar. Katarina sola en la
recámara, llora cuando él regresa. Pausa.) Sí, no vienen.
Katarina: ¿Qué?
Frank: Decía que no vienen.
Katarina: ¿Qué? ¿Quién no viene?
Frank: Ben... ¿O cómo se llamaba?
Katarina: ¿Tu hermano? ¿No viene? (Frank sacude la cabeza. Silencio.) ¿Qué?
Frank: Ya te dije, no.
Katarina: ¿Por qué?
Frank: Porque se quedan en Södetälje en Tres Conchas. Un motel.
Katarina: ¿Y por qué?
Frank: Porque vienen de ver el partido de futbol entre Gooteborg y un equipo
francés.
Katarina: ¿Por qué?
Frank: Sin duda porque les interesa.
Katarina: No es cierto.
Frank: Puede ser pero es lo que dijo. Dijo que llegarán mañana. (Frank se sienta
en la cama.)
Katarina: ¿Qué?
Frank: Dijo que llegarán mañana... ¿Eso qué tiene de chistoso? (Mira en la bolsa
de plástico.) Si...En vez de eso, tú y yo no podríamos hacer una orgía?
Katarina, (levantándose): Entonces me voy.
Frank: ¿A dónde?
Katarina: A donde sea. Basolutamente ninguna importancia.
Frank: ¿Basolutamente? Dijiste basolutamente, basolutamente. ¿Por qué dijiste
basolutamente?
Katarina: (En la puerta de la recámara): Ya no puedo más.
Frank: ¿Ya no puedes más?
Katarina: No
Frank: No. (Pausa.) ¿Cómo?
Katarina: Necesito salir de aquí. Afuera.
Frank: ¿Por qué?
Katarina: Ya no aguanto una noche más.
Frank: ¿No?
Katarina: Ya no aguanto una noche más.
Frank: ¿Cómo está eso? (Silencio.) Ah, si, si. ¿Te puedo preguntar a dónde vas?
Katarina: A cualquier lado. A donde sea.
Frank: ¿Puedo ir contigo? ¿Te puedo acompañar?
Katarina: Quiero ir sola.
Frank: ¿Y yo qué voy a hacer?
Katarina: Por ningún motivo puedo quedarme una noche más aquí, a pelearme
contigo. Seguro. (Va hacia Frank toma un cigarro y el encendedor de la bolsa de
su camisa.)
Frank: ¿Podríamos pedirle a Jenna y a Tomás que suban?... Seguramente no
están haciendo nada. En miércoles. Al menos es una propuesta. ¿Tomás te gusta,
no?
Katarina: ¿A mí? No más que Jenna a tí.
Frank: Es lo que digo...Claro que me gusta. ¿No la encuentras mona?
Katarina: Ella me preguntó porque la manoseas todo el tiempo.
Frank: Ya le dijiste. ¿Y qué contestaste?
Katarina: Que para ponerme triste.
Frank: ¿Y ella qué te dijo?
Katarina: Se rió.
Frank: ¿Y eso qué quiere decir? ¿Podríamos hacer eso, no? Llamo y les pregunto
si quieren subir a tomarse una copa con nosotros. (Pausa.) Te pregunto. Les
hablo. ¿Puede estar bien, no? Contéstame. (Katarina levanta los hombros.) Bien,
puede ser la fiebre héctica. (Él va a la cocina, toma la bolsa de plástico, la coloca en
la mesa de ruedas. Telefonea. Katarina plancha un vestido negro. Frank regresa.
Se cruza con Katarina frente a la sala. Pausa.)
Katarina: ¿No tienen ganas?
Frank: Se podría decir que esperan sentados desde hace quince días a que
alguien les hable.
Katarina: ¿Con quién hablaste? ¿Con Tomás? (Frank saca una botella de
perfume del closet. Se perfuma la cara.) ¿Por qué dijiste que no tenía de qué
preocuparme?
Frank: Yo no dije eso. (Pausa. Se miran.)
Katarina: Mírame.
Frank: Es lo que estoy haciendo.
Katarina: Pero tú no me miras. (Animada o sincera.) ¿Me amas?
Frank: (Indiferente): ¿A tí?
Katarina, (Indiferente): Si. ¿Me amas?
Frank: Si, te amo. (Silencio.) Mucho (Alegre.) Pero no te soporto. (Coloca la
botella de perfume sobre la mesa de ruedas.) Realmente no. No puedo sufrirte. Pero
no puedo vivir sin ti.
Katarina: ¿Por qué?
Frank: Creo que voy a poner a mamá en la alacena para que no le eches la
ceniza. (Pausa. Coloca la bolsa de plástico en el estante del guardarropa.)
Katarina: Ponla frente al espejo y serán dos. ¿Cuándo tienes que ir con el
psiquiatra?
Frank: ¿Con quién?
Katarina: Dijiste que le habías hablado. ¿Es una mujer?
Frank: Dentro de cuatro años.
Katarina: ¿Qué?
Frank: Cuatro años.
Katarina: ¿Qué?
Frank: Sí, je, je cuatro años de espera. Pero yo no voy por lo que hablamos. Yo
voy por mi sinusitis. (Pausa. Frank se dirige hacia la mesa de ruedas.)
Katarina: Cuatro años.
Frank: Pasan rápido. Rápido. (Pone un caset, cantante italiana.)
Katarina: Eso, ya no puedo más. Estás mal, ¿verdad? ¿Qué debo hacer?
Frank: Bah
Katarina: ¿Qué?
Frank: Bah
Katarina: ¿Qué dices?
Frank: Bah
Katarina: Diosito de mierda, ¿qué quieres decir con eso? ¿Qué pasa? ¿Por qué te
quedas ahí diciendo Bah.
Frank: En italiano quiere decir “Ben”
Katarina: ¿Bah?
Frank: Si… Bah... Bah.
Katarina: (Encendiendo la radiocasetera) ¡Bah! Es esa pinche puta italiana que
tú… Gianna… Ana… A esa, no lo creo nada.
Frank: Sin embargo no la olvidas.
Katarina: ¿Tú si? (Le avienta a Frank la radiocasetera.)
Frank: Ahora nos calmamos.
Katarina: ¿Qué debo hacer?
Frank: Lo que quieras.
Katarina, sin timbre: ¿Lo que quiera?
Frank: Lo que quieras. ¿Te es tan difícil?
Katarina: Si, si, es difícil.
Frank: ¿Realmente? Katarina: Si, si. (Pausa.) Frank: ¿Por qué?
Katarina: (Calmada, clara) Porque tú eres mi yo.
Frank, (Sorprendido): Pero querida...Ya van a llegar. Ahora ponte contenta.
Katarina, (al borde de un ataque de nervios): No dejas de hacerme desgraciada.
Me angustias, me trastornas. Y vacía. Sólo quiero huir. Dar marcha atrás...marcha
atrás.
Frank: ¿A dónde?
Katarina: Hacia ti.
Frank: No llores cuando lleguen. De inmediato pensarán que es por mi culpa. Ya
párale...No, te recomiendo comenzar la vida que no puedes vivir conmigo.
(Sarcástico.) Y procúrate todo lo que no puedes tener, dizque por mi culpa...pero
no te aferres a esta propuesta.
Katarina: (Como si sus palabras la llevaran a su tono normal) No, ya no puedo
más. (Directa.) Ven. (Con tono feliz.) Ven, pues. Ven, te digo. Ven conmigo, estoy
tan chiquita.
Frank: (Con el rostro arrugado) Sí, si, si, no estás tan chiquita.
Katarina: Sí estoy. Pero en todo caso estoy más grande que tú.
Frank: No, no estás.
Katarina: Seguro que estoy. Fíjate bien.
Frank: Eso no cuenta. No camines con mis zapatos de piel. ¿Ahora te das cuenta
que estoy más grande que tú?
Katarina: Tienes razón. Aunque no quiera. No me había fijado bien. (Katarina lo
besa, él responde, se vuelve sexual. Ella lo siente. Le acaricia la nuca, sabe que
con eso reacciona. Ella responde a su reacción. Dirige la mano de Frank hacia su
sexo, bajo el vestido. Ahora es muy erótico y al mismo tiempo objetivo. Se tiran al
piso. Frank le quita los calzones.) No lo veas como una amenaza, pero si quieres
seré tu mujer toda la vida. (Tocan.) Tanto que seré una vaca contigo, te quedarás
conmigo. Eso lo sé.
Frank: (Soltándola): Tocan.
Katarina: ¿No es cierto? (Lo retiene.) ¿No es cierto?
Frank: ¿Qué, pues?
Katarina: (Directa, sin soltarlo y objetiva) Entre más te maltrate, estarás más
ligado a mí. (Tocan.) ¿No es cierto? (Toma un cigarro y el encendedor de la bolsa
de Frank.) Parece cruel, pero ahora quiero ser cruel. Ya puedes abrir.
ESCENA II
ESCENA IV
Frank le da su vaso a Tomás. Va a la recámara.
Katarina: (Lo sigue con la mirada, divertida.): ¡Huy, cómo se enojó! Ay, Ay, Ay. Va
a estar más agradable... (Le sonríe a Tomás.) Salud... Salud... ¿Eres tú?
Tomás: Sí, claro.
Katarina: (Lo mira, le sostiene la vista, pero deja de hacerlo después de un rato.
Se miran. Tomás se vuelve a sentar en el sofá.) Uf, está enojado. Escucha el
escándalo que hace. (Katarina se pone atrás del sofá, se sienta en el respaldo.
Pone la mano en el respaldo del sofá. Él pone su mano encima de la de ella.)
Tomás: (Retiran rápidamente sus manos.) ¡Oh!...fue mi culpa. (Se frota la mano,
uno de sus tics.)
Katarina: Yo no pienso que haya sido una falta.
Tomás: No... ¿Qué, pues?
Katarina: Cuando tu mano tocó la mía... ¿Qué querías decir?
Tomás: Solamente ponerla en el sofá.
Katarina: ¿La mano?
Tomás: ¿Qué?
Katarina: Hazlo, pues. (Tomás toca de nuevo su mano. Katarina se inclina hacia
atrás, respira el olor de la mano de Tomás –casi inconscientemente- su necesidad
de oler es muy fuerte e irreprimible. Se endereza.) No deberías de agua de colonia
como esa, es muy ordinaria. Tiene el mismo olor que la de mi madre. Deberías de
usar otra.
Tomás: ¿Cuál? (Acaricia la mano de Katarina.)
Katarina: (Retira su mano.) Esto me cansa mucho.
Tomás: ¡Ah, sí!
Katarina: ¿Qué dirías si todas las mañanas te despierta alguien que te tira un
montón de mierda, que te avienta una pizza entera en la cara? (Va hacia la
ventana.)
Tomás: Bonito vestido.
Katarina: ¿Te parece?
Tomás: Si, el negro es bonito.
Katarina: Me gusta lo negro.
Tomás: (Inseguro.) Si, a mí también.
Katarina: ¿De verdad? (Pausa.) En Italia no es anormal ser elegante y estar bien
vestida como aquí. Allá hasta los trabajadores más pobres tienen un traje sombre y
zapatos superchic. Yo quiero ser elegante. Me gustan tus camisas. (Pausa. Se
sienta en el sofá. Estornuda.) Mamá. (Pausa.) Ella te gustaría. (Aspira.)
Tomás: ¿Tu mamá?
Katarina: Tienes exactamente el mismo olor que ella. Es raro.
Tomás: Quizá tenemos la misma agua de colonia. (Frank regresa de la recámara.)
Frank: ¿De qué hablan? Katarina, (Amablemente.) De ti.
Frank: ¿Nadie se pregunta a dónde se fue Jenna? (Va al baño, toca la puerta y
regresa con ella.)
Jenna: (Parpadea por la luz tan fuerte.) Discúlpenme... Casi me dormí... Ouch...
me siento mal.
Frank: Siéntate cerca de mí.
Jenna: Dije que me siento mal, Tomás.
Tomás: ¿Qué dijiste?... ¿En verdad, querida? (Pausa.) ¿Te sientes mal?
Jenna: No te esfuerces. ¿Molesto?
Tomás: ¿Qué?
Jenna: No es por ti. Si es lo que crees.
Tomás: No, no lo creo.
Frank: (Lleva a Jenna hasta el sillón.) Si, está muy pálida.
Katarina: Toma un poco de whiski.
Jenna, (A Frank, cerca de donde ella se instala, casi para contarle.) Ya hace casi
un año que me pasa esto... es muy deprimente...discúlpenme. (Pausa.) Me
acuerdo que cuando estaba esperando a Wolfgang y acompañaba a Sarah al
jardín de niños...
Katarina: (Maliciosa.) Sarah es la hija de Jenna y Tomás.
Jenna: Ella tenía cuatro años. Ahora tiene casi cinco. Está en casa de su abuela.
Tomás: ¿Querías contar algo? (Silencio.) ¿Ibas a decir algo?
Jenna: No tengo nada en la cabeza. Yo también puedo bajar. (Vacía.) No tengo
nada qué decir. Nada. Yo también puedo.
Tomás: (Indolente.) ¿Qué?
Jenna: Quedarme callada.
Frank: Cuéntalo ahora.
Jenna: ¿Qué? ¿Por qué? No tiene nada de especial. Esto se vuelve ridículo
ridículo. ¿También tengo que hacer el ridículo?
Frank: Tú no eres ridícula. Para nada. Cuéntalo ya.
Jenna: No es gracioso...Pues nada, que algo me pasó cuando estaba en el
segundo mes. Cuando estaba embarazada. (Se calla permanece en silencio,
luego cuenta, monocorde, sin preocuparse si alguien la escucha.) Yo me (Pausa.
Roger se prepara para salir de la habitación.) sentía tan mal que vomitaba casi
todas las mañanas. Cuando estaba sentada en el camión trataba de aguantarme
para vomitar en el macetero de tulipanes que está frente al jardín de niños y una
mañana me muestra el otro macetero y me dijo:
Tomás: (Al mismo tiempo.) ¿“También en esa mamá”?
Jenna: ¿También en esa, mamá? Sé que no es divertido.
Frank: (Ríe con una sonrisa, ruidosa, que parece no detenerse, ve que los demás
lo miran fijamente.) Disculpen mi risa. (Ríe aún más fuerte.) Ya sé el ruido que él
hace. (A Jenna.) ¡Puta! Qué divertido. Ahora tengo que ir a mear. (Va al baño.
Permanecen en silencio, están obligados a escuchar ya que él no cerró la puerta.)
Jenna: (Dulce, tierna.) ¿Ustedes no quieren tener hijos?
Katarina: (Igualmente calmada.) No, no.
Frank: (Regresa amable, desde la puerta el baño.) ¿Quieren algo más de tomar?
Jenna: ¿Qué hora es?
Frank: Tienes el aspecto de estar terriblemente cansada, Jenna... ¿No te quieres
acostar un rato? (A Tomás.) Mírala... (Jenna se levanta. Va tambaleándose hacia
Tomás.)
Tomás: (Se levanta rápido del sofá y se pone detrás de ellos) ¿Vamos a dormir
todavía más?
Frank: ¿No sería mejor si te acuestas?
Jenna: (Imita a Tomás.) ¿Vamos a dormir todavía más? (Se sacude pesadamente
la cabeza, Frank se instala en el sofá.)
Katarina: ¿Entonces la vas a disfrutar?
Frank: (La mira) ¿Yo? ¿Cuándo?
Katarina: Mañana, cuando tengas que deshacerte de mí. (También se levanta y
va hacia la mesa.)
Frank: (Para sí.) Sí, es verdad. Tienes razón. ¿Quieres un cojín, Jenna?
Acuéstate. (Se sienta en el sofá.)
Katarina: (Habla más fuerte que los demás.) ¿Y qué harás después del entierro?
Frank: A lo mejor un cinito. (A Tomás.) ¿Has visto una buena película
últimamente?
Jenna: No.
Tomás: Me pregunto si me compro o rento una video. No sé.
Jenna: (Calmada, pero con gran intensidad.) Jamás en la vida. Jamás. Escuchas
lo que digo. Nunca tendremos video. Nunca tendremos video. La quebraré. Te lo
advierto. Repugnante. Crees que quiero ver eso… todas esas cosas… personas
hechas papilla... ¿Crees que tengo ganas de eso? ¿Lo crees?
Tomás: (Quizás después de un largo momento de incomodidad.) Si... No...
(Pausa.)
Jenna: ¿Cree que tengo ganas de eso? (Muy decidida, directa) No tendremos
video.
Frank: ¿Ah, no?
Jenna: Entonces también puedes matarnos a mí y a los niños. Y así ya podrás
estar con tu video toda la noche.
Tomás: Pero a mí me gustan las películas... (Para componerle.) No entiendo, no
entiendo por qué me gusta ver cosas como esas...Siempre me ha gustado.
Jenna: (Fuera de sí) ¡No oyes lo que digo ...Si compras una video la tiro por la
ventana!
Tomás: (Ríe a pesar de su enojo.) ¿Crees que eso les interesa a Katarina y a
Frank?
Jenna: Entiendes lo que digo. Si absolutamente tienes que ver gente que salta
como bestias salvajes, puedes hacerlo en otra parte, no en la casa.
Katarina: (La interrumpe estrepitosamente, pero directa, normalmente. Toma la
botella de whisky. Sirve.) Yo también quisiera ir al cine. ¿Hay alguna película que
quieras ver?
Frank: (Sonríe como si estuvieran solos.) No... no sé... “Portero de noche”.
Jenna: Yo lo aviento por la ventana.
Katarina: Nosotros ya la vimos.
Frank: Yo no. (A Jenna.) ¿Ya vieron “Portero de noche”?
Jenna: (Muy enojada.): ¿Por qué preguntas eso sí sabes que desde hace tres
años no voy al cine?
Tomás: (Con sonrisa forzada.) Sí. Aquí no faltan mártires.
Katarina: No empieces...Seguro que ya la vimos.
Jenna: ¿Qué dices?
Katarina: Tú y yo. Por supuesto que nosotros...
Frank: Yo no.
Katarina: ¡Seguro que ya la vimos!
Jenna: (Mira furiosa a Tomás.) Escuché lo que dijste.
Katarina: ¿No te acuerdas?
Frank: Me doy cuenta de lo que estás a punto de hacer...
Tomás: Yo solamente quería...
Frank: Sí, me doy cuenta de lo que estás a punto de hacer. ¿Crees que eso me
impresiona?
Jenna: No te hagas el chiquito...
Frank: No.
Jenna: No te hagas más chiquito de lo que no eres...
Katarina: Seguro que sí.
Jenna: Te lo suplico, no te disminuyas aún más.
Frank: Te digo que no.
Jenna: No quedará gran cosa de ti.
Katarina: ¡Claro que sí! ¿Era “Portero de noche” o no era “Portero de noche”?
Tomás: ¿Qué quieres decir? (Pausa.)
Jenna: (Inquieta) Yo no estoy loca.
Frank: Seguro que no.
Katarina: (Casi gritando) ¡Puta de mierda! ¿Qué película era?
Frank: No sé.
Jenna: ¿Oyes lo que digo?
Katarina: (Siempre gritando) ¿No sabes?... ¿Por qué no sabes?
Frank: Yo no me puedo acordar de todas las películas que has visto.
Katarina: (Perfectamente normal.) Quizás, porque no la viste conmigo.
Frank: (Toma el vaso en el que Katarina sirvió whisky.): A tu salud, Jenna. (Jenna
no reacciona.).
Jenna: No tendremos video.
Frank: ¡A tu salud, Jenna!
Katarina: ¡Tomás!
Tomás: Sí, aquí estoy. (Katarina va hacia Tomás con un gran vaso lleno. Regresa
a la mesa. Se lo llena un poco más. Muy exagerado.)
Katarina: ¡A tu saaaalud, Tomás!
Jenna: Entonces toma. (Pausa.) Entonces toma. (Pausa.) Toma cuando te digo que
tomes. (Pausa.) Mira, él toma. Más, Andale, toma. (Pausa.)
Tomás: (Un poco molesto.) No...de hecho yo tampoco, no he ido al cine desde
hace un buen rato...Cuando mis compañeros me preguntan su ya ví “Frances” o
“Los cazadores del arca perdida”... (Ríe molesto. Va hacia Katarina.) No he visto
más que “Bernardo y Bianca”.
Jenna: (Al mismo tiempo.): O “Pele, el gato sin cola” a escoger.
Tomás: O “Pele, el gato sin cola”, a escoger. Nos sentimos completamente
ridículos.
Jenna: ¡Ah, Bravo! Eso ya se lo conté a Katarina y a Frank antes de que tú
llegaras.
Tomás: ¡Ah, sí! Discúlpenme... Pero nos empezábamos a sentir... ¿cómo se
llama?...
Frank: ¿Alterados?
Tomás: ¿Qué dijiste? (Busca a alguien con quien pelearse.) ¿Qué dijiste?
¿Qué chingados dijiste?
Frank: ¿Alterados?
Tomás: No, no dijiste eso.
Katarina: Eso dije ¿Katarina? ¿No dije eso?
Jenna: ¿Quieres bajar a ver si Wolfgang todavía está vivo?
Tomás: No te metas en esto. (Nadie dice nada. Tomás coge el auricular y
escucha.) ¿Por qué tendría qué hacerlo? Está totalmente en silencio.
Jenna: Sí, quizás esté muerto.
Tomás: Sí, como un sepulcro. Escucha.
Jenna: Entonces ya bien pronto va a despertar. (A Katarina.) Una noche, el me dio
permiso y me dijo que podías salir a dar una vuelta o ir al cine si quería. A lo mejor
tenía ganas de hacer algo solo en la casa.
Tomás: ¿Por qué dices eso? ¿Darte permiso? ¿Jenna? Mi pequeña Jenna...tú...
(Suplicante.) No sólo es culpa de Wolfgang si no sales.
Jenna: ¿Crees que eso se me hace divertido? ¿Lo crees?
Tomás: Pero, iPequeña Jenna!
Jenna: ¿Lo crees? ¿Lo crees? Tomás: ¿Qué?
Jenna: Crees que no me gustaría salir una vez... simplemente salir sola.
¡Completamente sola! ¡Y no verte! ¿Crees que alguna vez no me gustaría ir a ver
una obra de teatro o ver a gente de a deveras? ¡Puta! Ya ni yo sé lo que parecen.
¡Y no me digas pequeña Jenna! Nunca tengo derecho a salir. No diré a dónde voy.
No lo diré. Nadie tiene por qué saberlo. (Katarina va al baño.) ¡Entiendes lo que
digo? (Pausa. Frank se levanta y va a la ventana.) No te quedes ahí. Lárgate. Baja
a verlo. Te toca.
Tomás: Claro...Evidentemente.
Jenna: ¡Pero llégale!
Tomás: ¿Qué?
Jenna: ¡Que vayas, te digo!...Baja y mira si respira...sabes que tiene tosferina,
¿no? Yo me quedo aquí a platicar...
Tomás: ¿Ahorita? ¿Por qué? ¿Por qué? Bajaré cuando tenga que comer.
Jenna: Ahorita.
Tomás: (Como niño alterado.): Por favor trata de calmarte.
Jenna: (Repentinamente como niñita furiosa.): ¡Quiero que bajes ya! ¡Tú tienes
que bajar! Debes bajar. ¡Baja, Tomás!
Frank: Se va a armar, se va a armar.
Jenna: ¡Baja!
Tomás: Si, si... ¡Mierda! ya voy, ya voy. Como quieras. Voy enseguida. (Va hacia
la entrada.).
Jenna: (Casi desesperada.) Baja ¡Orale!
Tomás: No ves que ya voy, pues. (Se va.)
Jenna: (Detrás de él, desamparada, dice:) Él nunca me ha querido. (Como si no
supiera lo que dice.) Por eso siempre estoy embarazada. (Pausa. Mientras se
calma. Vemos que es muy simpática y directa.)
Frank: (Va hacia Jenna.) ¿Cómo estás?
Jenna: (Después de una larga pausa.) Bien...Quizás. Pienso que ustedes son
horrorosos. Los dos.
Frank: (Lamentándose.) Yo también lo creo. (Jenna se levanta. Pausa. Va hacia el
vestíbulo.) ¿A dónde vas? ¿Bajas? ¿No te vas ya, verdad? No te vayas. (Sin
suplicar.) No te vayas.
Jenna: Quiero ver lo que maquina.
Frank: (Se le aproxima): No te vayas. (Jenna se va. Katarina está frente a la
puerta del baño. Pausa.)
ESCENA V
ESCENA VI
ESCENA VII
FIN