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Testimonio

Obra de caridad
Dar de comer al hambriento

Durante los últimos 10 días, participé activamente en una obra de caridad centrada en
proporcionar alimentos a quienes enfrentan la hambruna. Esta experiencia ha sido un viaje
conmovedor que ha dejado una huella imborrable en mi corazón.

Cada día, al distribuir comida a aquellos que luchan contra la escasez alimentaria, él ha sido
testigo de la transformación que puede lograr la solidaridad. Ver cómo las necesidades básicas
de las personas son satisfechas no solo trae alivio físico, sino que también enciende una chispa
de esperanza en sus vidas.

En estos 10 días, aprendi que la caridad no solo es un acto de dar, sino también de escuchar y
comprender las historias de aquellos a quienes servimos. Cada comida compartida no solo
alimenta el cuerpo, sino que también nutre el alma al recordarnos nuestra conexión
compartida como seres humanos.

Esta experiencia me ha enseñado la importancia de la consistencia en la ayuda humanitaria.


Durante este período, hemos construido relaciones, hemos visto sonrisas que emergen
después de días de dificultad y hemos sido parte de una red de apoyo que va más allá de las
simples entregas de alimentos

Al mirar hacia atrás en estos 10 días, siento una profunda gratitud por tener la oportunidad de
marcar la diferencia en la vida de aquellos que más lo necesitan. La caridad alimentaria no solo
es un acto benevolente, sino un recordatorio constante de nuestra capacidad para generar
impacto positivo y construir un futuro más justo y solidario.

Jessica Calachua Galvez

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