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O B RA S D E PIO B A RO J A

LAS T R I LO G I AS

P esetas . P esetas .

Ti e rra v asc a La l u ch a por la vl da

La casa d e Aí g í z o rr . . La b u sc a
E l may a g de Lab a
or z o r z. M al a h i e ba r

Zal a aí el ave n t u e o
c n, r r . A u o a oja
r r r .

ba v ida f an tá s ti c a o
E l P asad
Camin o de pe f ecci ó n
r . .
La fe i a de l os d i c e t os
r s r

I n ent
v os, a v e n t u r as y L ú lti mo om ánt i c os
os s r

mix ti ñ cacío n % de S il Las t aged i as g o t esc as


r r

v t e P a ad
es r r ox L as c i u d ad e s
Pa ado y
r x , re Cé sa n ada
r

L a R az a E l mun d es a n af
o

La dama a t e rr n e E l M ar
La ci u dad d e la ni eb l a . Las i n q i et de de S h an
u u s

E l á bo l d e la i ia
r c e nc . t i A día n

M E M ORI AS D E U N H O M BR E D E AC C I O N
E l ap e n d iz de c o n p i ado
r s r r

E l esc u ad ó n del B igant e


r r .

Los c ami d el mun do


n os

C on la pl ma y c o n el abl
u s e .

L e
o s r cu rsos d e la a t ia s uc

E N P R E NS A

L a ut a d el
r av ent eu r ro .
PIO B A R O JA

M E M O R I AS D E UN H O M BRE DE AC C I Ó N

E CURSO S

AS T U C I A

s
D
I
¡
3 l

R E N A C I M I E N TO
M AD R I D B UE N O S A I RE S
S AN M ARCOS , 42 LI BE RT AD , 1 72
1 91 5
I mp e n ta Re naci mi e n t
r o, S an M arcos 4 2
, .
L A CAN ÓNICA

Vu l n e a t om e
r n n s u l ti ma ne

c at : To d as hi e en ; r Ia ú I ti ma ,

mata .

(L eye n da de alg u n o eloje s r s. )

P RÓ LO GO

D on Pedro Le g uía y Gazte l ume n di ve r dadero y ,

a u téntico cronista de l a vida de Av irane ta escribió ,

unas líneas p r eliminares para explica r l a procede n


cia de l os datos utilizados por él en esta narración .

Po r lo q ue dice l as bases de su relato fueron l a


,

historia q ue le contó en Cuenca u n constructor de


ataúdes y l os comentarios y a n tecedentes q ue aportó
,

esta histo ria D Eugenio de Av irane ta en Madrid


. .

Valiéndose de l indiscutible der echo de l narrador ,

L e g uíafan te puso l os antecedentes de Av i ran e ta á l a


narración de l constructo r de ata ú des proceder no ,

desprovisto de lógica pues l a faena de un construc


,

tor de ataúdes debe se r siempre una faena fin al y


e pi l o al
g El
. lector, si e sun tanto av i ran e ti sta quiz á ,

encuentre medianamente i n teres an te l a transcr ipció n


de l pre ámbulo de Leg uí a .
Unos a ñ os antes de l a R e vol ucron de S e pti e m
— —
bre dice L egu i a me e n contraba en Madrid tri ste
y débil retraído de l a vida pública por e l fracaso
,

de mis correligionar ios y casi retraído de toda vida


privada por padecer las consecuencias de un catarro
gripal En esto un amigo senador se presentó en mi
.
,

casa y me instó á q u e l e acompañase á u n a finca suya ,

enclavada en e l c entro de l os pin ares de l a serran ía


de Cuenca .

T an to insistió y c on tan b u ena vol u ntad l o hiz o


,

q u e ac e ptó y marchó con é l á su fin ca.

Pasé all í cerca de un mes Cu ando comencé á abu


.

rrírme y al mismo tiempo are stab l e c e rrne en aquella

soledad perfumada por e l olor de l os pinos sent í l a


, ,

necesidad de sal ir y andar Mi amigo visitaba l os


.
!

pueblos de s u distrito y alguna vez l e acompa ñ a


,

ba y o.

Estuvimos e n S alvaca nete u nos d ías y luego en


,

Moya en donde supe con sorpresa q ue mi tío Fe r


,

mín Legu í a hab ía sido c oma n dan te de l fu erte de este


8 PI O B AR OJ A

p u eblo y dejado e n él cierto renombre Un vi ejo bo .

ti cari o de Moya le recordaba muy bien Por lo que .

me contó l a vi lla de Moya en tiempo de la Gue


, ,

rra civil era un refugio de las familias liberales de


,

l os conto nos mientras Cañete constituía el gran ba


r ,

l uarte defensivo de l as familias carlistas Moya goza .

de una gran posici ó n estratégica y tiene larga his ,

toria de sitios y de defensas en tiempo de los mo


ros y de l as rivalidades entre aragoneses y caste
,
.

llanos .

— —
En ¡ 83 7 como digo se hallaba de comandan
te del fue rte de M oya F ermín L eguía En O ctub r e .

de este año l a partida mandada por el cabecilla S an


,

cho á quien se apodaba el F rai l e de l a E spe r anz a


, ,

se acercó á l a v illa y l a siti ó El F rai l e de l a E spe .

ran z a sabía muy bien no era l o mismo sitiar estrecha

mente aquella pl aza q ue tomarl a; las fortificaciones


_

del pueblo para entonces tenían gr an valor y como ,

el que intentaba abrir las ostras por la persuasión é l ,

quiso tomar el pueblo po r el mismo procedimiento .

E l F r ai l e envió á Leguía un o li cio e xh ortá n dol e a


r endirse c on frases en latín q ue creía le llegarían al
, ,

al ma L eguía l e contest ó diciéndole q ue él no se


.

rendía y a ñ adió que D Carl os era un babieca ; Ca


, .

brera un bandolero ; l o s carlistas ho r das salvajes y


, ,

partidas de foragidos y el latí n un idioma ridículo


,

para el que no lo entendía El F rai l e de l a E spe ran


.

z a á este oficio contestó con un segundo m u y re spe


,

tu oso di c ie n do adon Fermín no c ompre n d í a c ó mo un


,
LOS RE CUR S O S DE LA AS TUCI A 9

hombre distinguido cali fi caba de babieca á un Re y


como Carlos V espejo de la cristiandad ni llamaba
, ,

bandido al ilustre Cabrera ni tenía tan mal a idea de


,

la lengua del L acio L eguía leyó la segunda carta y


.
,

mirando fi e ramante al pa r lamentario de l F rai l e Ie ,

D ígale usted al frai l uc o ese que n o soy ningún


académico ni q uiero discutir esas cosas y añ ada us
,

ted que si me manda otro correo lo fusilaré sobre l a


marcha ¡ Con que hal a!
.

El co r reo desapareció de prisa y e l F rai l e de l a


, _

E spe ranz a abandonó pronto el sitio de Moya .

Var ias anécdotas me contó e l boticario de mi tí o


Ferm ín q ue re tratab an su genio vivo y sus re sol uci o
nes prontas .
Después de l a temporada transcurrida en l os pi
nares y ya completamente restablecido de te rmin ó ir
, ,

unos días si Cuenca 5 l a capital q ue no conocía La


, , .

ciudad me gustó mucho y estuve en e l l a un par de


,

semanas .

Mi amigo el senador me había recomendado si va


rias personas entre ellas aun cura joven recién l l e
,

gado al pueblo Este cu r ita se hizo muy amigo mío


. .

S alíamos juntos ve íamos todo lo notable de l a


,

catedral de los conventos y de las casas partí cula


,

res Una tarde al volver á l a fonda al obscurecer se


.
, ,

me acercó una vieja y me dijo que si quería ir si su


casa podr ía ense ñ arme al g o que me conviniera S u .

puse t r atar ía de propone r me l a venta de algún cua


d r o ó tal l a antigua ; le dij e que i ría y me dió las se
,

ñas de su casa .

Al día siguiente por la tarde paseaba en compa


, ,

nf a de l cu r a joven cuando r ecordé el ofrecimiento de

la vieja Era ya entre dos l u ces


. .

— ¿ Estará or aqu í cerca l a ca lle de l a Mone


p

da? e xc lam ó yo .
12 PIO B AR 01 A

—S í creo q ue sí — me contestó
, e l cura pre
gu n tare mos estos chicos .

Los chicos nos indicaron l a cal l e .

El cura y yo entr amos e n e ll a buscamos el n úme ,

ro y no s detuvimos delante de un estrecho portal obs


c uro Había un hombre denegrido demacrado c on
. , ,

aire de padecer te rc i an as vesti do con harapos u n , ,

pañu elo atado á l a cabeza .

— ¿L a señora C ándida? — I e pregu nté .

¿Vienen ustedes av e rl a?
Sí .

A qu í es .

El hombre volviéndose al interior de l a es c alera


,
,

gritó
¡ S eñora Cá ndida !
Esperamos un rato y poco despu e s baj ó por una
,

escalera estrecha alumb rándose con un c an di l e j o de


,

hoja de lata l a vieja que me hab ía hablado l a tar de


,

anterior .

—¿ No viene usted solo? — me p r e u ntó c on gran


g
sorpresa .

—Bueno pase n ustedes


, .

L a presencia del cura dejó ató nita l a señora


Cán dida .

Estuvimos un momento en el estrecho zaguán va


c i l ando si seguir adelante 6 no L a luz de l candil .

iluminaba el grupo La señora Cá ndida era una mu


.

jer adiposa e ncorvada con l a cabeza metida e n tre


, ,
LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 13

lo s hombros l a cara rol a c on dos 6 tres lunares e n


, ,

l a barba ; ten í a el pe l o blanco el cue r po pesado y ,

torpe la son risa maligna y cínica l o s labios rojos y


, ,

lub rifi cados A veces á través de l os pá rpados abul


.
,

tados y rojizos lanzaba u na mirada suspicaz llena


, ,

de claridad .


Bueno suban u stedes repitió .
,

S ubimos la escale r a de l tab u co neg r a é insegura ;


l as ráfagas de aire amenazaban con matar l a luz de l
candil .


¡ D emonio cómo sopl ael c i e rzo I d u e yo .

S í esta es l a cas ade l o s cuat r o vientos c On


,

testó la seño r a Cándida .

Tras de subir dos pisos llegamos á un cuartuc ho


tan sucio ta n vacío que n os so rpre n dió desagrada
, ,

b l e me nte .

R ecorrimos tras de l a vieja unos pasillos tortuosos .

En l a casa había únicamente u n cuar to un tanto lim


i y curioso Este cuarto ten í a u n a mesa un cana
!

p o .
,

pé y varias est ampas ; comunicaba con dos alcobas


blanqueadas cada una c on su cama de colcha roj a
,

de pe r cal desteñido Una de l as alcobas tenía un gran


.

espejo dorado que parec ía estar allá asombrado de


,

ve r se en tan m ísero rincón La seño r a Cá ndida nos .

llevó por la casa en la que reinaba l a más negra y


,

trágica miseria y en un g uardi ll ó n nos mostró unos


,

cuantos lienzos pintados Era n cuadros sin ningú n .

valor .

La viej a me preguntó
14 PI O B AR OJ A

— ¿ Qué le parecen á usted ?


No me gustan la verdad
, .

¿ No quie r e usted comprarme nada?


— No .

L a señora Cándida suspi ró .

Bajamos de nuevo l a escalera hasta el portal Al .

sali r di una pequeña p r opina á la viej a po r l a moles


tia y al recibi r la aga rr ándome de la manga y l l e
, ,

v á n dom e á un r incón me dijo : ,

Venga usted otro día solo y ve r á usted , .


¿T iene usted algo más en casa? dij e y o .

En casa 6 fuera de casa es igual A llí donde


, .

yo voy me abren .

Me chocó bastante lo enigmático de l a fr ase y salí


con mi acompañante .

Hablamos de l a decadencia horr ible de las muj e


r es viejas cuando caen en la mise ria mu cho mayo r ,

aún que la de los homb r es .

,

Po r fo rtuna pa r a esta gente d u e y o la c os -

t umb re de l a mise r ia l os hace insen sibles .

Me despedí del amable clérigo y al día siguiente ,

cuando vino como de costumb r e á mi casa dijo : ,

¿ S abe usted que aye r hicimos una pi lia gorda?


— ¿ Por qué ?
Po r que estuvimos en casa de una Celestina .

—¿ De mane r a que la l a seño r a Cándida ?


S í es una Celestina á quien llaman la Can ó
,

n ig a Parece q ue ha tenido fo r tuna y buena posi


.

c ron .
LOS R ECU RSOS DE LA ASTUCI A 15

— De modo que no acertamos en nuest ras supo


i i
s c o ne s .

Nada Absolutamente nada


. .

¿Le han contado á usted su historia?


S í sin muchos detalles ; me han dicho tambié n
,

que un viejo carpinte ro que hace ataúdes conoce su


vida S i le interesa á usted iremos á ve rle
.
, .

—Bueno ; i r emos .

Fuimos efectivamente á una tienda de ataúdes


, ,

de l callej ón de l o s Canónigos .

Estaba est a tienda en una casa antigua y neg r a ,

de pied ra con un a r co apuntado á la entra da


, .

El taller se hallaba en el po rtal un portal pe q ue ,

ño y cubierto de losas con un banco de carpintero


,

en medio y algunas herramientas de l ofi ci o en las


paredes .

A un lado tenía un cuarto c on una ventana que ,

daba á una hendidura por donde Se veía la Hoz de l


,

H u é c ar y por donde entraba el sol Un chico nos .

hizo pasar á este cuarto Había aquí una estante rí a


.

c o n unos féretros pequeños de muest r a , que hubie

r an podido serv i r para ente rrar muñecas ; había tam


bién v arios r eloj es de distintos tip os y clases : cuatro
,

6 cinco de esos pintados que se const r uyen en l a


,

S elva Neg r a c on l as pesas y el péndulo al de scu


,

b i erto ; dos 6 tres de cuco ; otros de pa r ed cerrados


, , ,

q ue l os ingleses lla m an reloj de l abuelo y entre to ,

dos e l l os se destacaba u no alto de autómatas y de so


ne rí a con el pé n dulo dorado y esmalt ado en colores
, .
16 P1 0 B AR OJA

Este reloj te nía una caj a de colo r de caramelo


obscu r o llena de pinturas c on gu irnaldas y fl ores Fi .

j á n d ose bien en cada guirnalda , se veía disimulado


en e l l a un atributo macabro : aquí una calavera con ,

dos tibias ; allí un ataúd ; en este rincón u n esque


, ,

I eto El péndulo tení a en medio de l a lenteja un a


.

barca de latón sujeta con un tornillo y un contrapeso


por dentro que hacía subi r y bajar la proa y l a pº pa
alternativamente al compás de los movimi entos del
péndulo En la barca había una fi gurita de Car onte
. .

L a esfera de cobre estaba r odeada de una orla de


, ,

bronce con la e fi gie de C ronos viejo haraposo y me ,

di tab u n do con unas alas en l a espalda y un reloj de


,

arena en l a mano Debaj o en una c art ela con l e .


,

tras negras se leía este apote g ma de los an tiguos re


,

l oj e s de sol de l as iglesias :
Vu l n e r an t o m n es u l ti m a n e cat: Todas hie r en ; la
última mata , .
»

S in duda el cons tructor de aq uella máquina tenía


un gu sto pronunciado por lo macab ro Había hec ho .

al go como los cuadros de Valdés L eal de la Cari ,

dad de S e vi ll a: al go alegre de color y tri ste de inten


_

ción Corre te an do po r el portal saltando de un reloj


.
,

al armario de los féretros y de ést e á otro reloj an ,

daba u n cue r vo gr ande y negro que se dedicaba al , ,

monólogo y á veces al diálogo mientras un gato ne ,

g r o, viejo y es c uálido con l os ojos amari llos le co n


, ,

te mpl ab a atent amente .

El co n structo r de ataúdes me mostró el reloj de


Meses después en Madrid á principi os de otoño
, ,

fuí á casa de Av i rane ta que vivía en l a calle del


, ,

Barco con Jose fina su mujer, .

Don Eugenio tenía entonces más de setenta años


y estaba hecho una momia grotesca S us piernas se .

negaban á so ste n e rl e y pa r a andar marchaba apoya


,

do en un bastón grueso dando golpes en el suelo


,

como un ciego S u cara seca ar rugada aparec ía de


.
, , ,

bajo de una g r an peluca r oja ; su nariz grande y tam ,

bién roj a amenazaba caer sobre el I ábio ; sus ojos


,

brillaban de inteligencia y de malicia .

A pesar de su edad y de sus enfermedades A vi ,

ran e ta conse r vaba b rí o y tenía l as facultades tan

despiertas como en sus b u enos tiempos de c onspi


r ador .

Me encontré á Avi rane ta en el cua r to de sus bi


chos Era este un chi scó n ag u ardi ll ado con jaulas don
.
,

de tenía ratas sabias domé sti cadas loros cacatú as y


, ,

una porción de cajitas c on mariposas disecadas esca ,

rab a os mosco n es conchas y espumas de mar


j , , .
20 PI O B AR OJA

D on Eugenio a c ababa de volver de l os ba ños de


T rillo adonde iba todos l o s años á curarse el reúma
, ,

y á pesar de que no hacía todavía f río estaba en


, ,

vuelto en la capa y al lado de l brasero Hablaba á .

sus bichos les echaba migas de pan y l o s observaba


, .

Esta era una de sus principales ocupaciones ; l a otra ,

la de leer f olletines
.

Hablamos ; le conté mi historia de Cuenca y des ,

pués de o írla dijo r iendo con su risa s arc á stica que


, , ,

se conve r tía en algunos momentos en tos


—A un pod r ía añadi r y o algo á tu histori a .

Pues añada usted lo q ue sea .

Av i ran e ta explicó algunos antecedentes políticos


que el viej o carpintero de Cuenca ignoraba y que
don Eugenio conocía por haber convivido con algu
n o s personajes de l a época .

He aquí l o qu e me contó Avi ran e ta .


— —
En i 8zz d1 ] 0 do n Eugenio estuve y o en
París enviado por don Evar isto S an Miguel con e l
, ,

objeto de ente ra r me de los trabajos de los ab sol u ti s


tas españoles y f r ances es para provoca r la i n te rve n
ción de L uis X V I I I en España .

A lgo ave ri g ti é é hice cuanto pude para recabar


,

el apoyo de l os liberales franceses a u n q ue no con,

seguí gran cosa .

S abía y o como sabía todo el mundo que hab ían


, ,

i do V arios delegados realistas españ oles á Pa r ís en


busca de protección del Gobier no francés ; l o q ue
no supe hasta pasado algún tiempo fué de d ó nde
, ,

salió e l dinero que tuvieron para realizar sus planes .

Pagés e l secretario de D Vicente González A r


, . .

n ao á quien tú conociste en a q uel r estau r an t de l a


,

calle de M ontorg ue i ll e l Roche r de Cancal ; Pagés


, ,

á q u i en n o hace muchos años vi e n S an S ebastián ,

ya viejo y enfermo me l o contó , .

L a R egencia de Urgel había enviado en 1 8 22 á


D Fernando Martí n Balmaseda á Parí s e n busca de
.

re cursos para l a R esta u ra ci ó n españ ola .


22 PI O B AR OJ A

Balmaseda se dirigió á l o s absolutistas desde l os ,

más altos á l os más bajos ; llamó á todas l as puer


tas y r ecogió u n a abundante cosecha de votos pro
, ,

mesas p r otestas de amistad manif estaciones de en


, ,

tu si asmo etc , etc .


, .


Balmaseda buscaba esto ; pe r o buscaba t ambién
un p r éstamo de trescientas á cuatr ocientas mi l pese
tas par a la R egencia de Urgel con l as cuales pu ,

diera comenzar sus tr abajos .

Balmaseda vió sin g r an so r presa q ue á pesar de


, ,

l os grandes ofrecimientos el d inero n o aparecía por ,

ningún lado .

I nventó algunas combinaciones pero nadie cayó ,

en el lazo .

Un d ía en el hotel ya en p leno desaliento reci


, , ,

b i ó l a visita de un español que se llamaba T oledo .

T oledo había hu i do de España por varias estaf as ,

pero se hacía pasa r por emigrado político realista .

Balmaseda tuvo l a co r azonada de o ír á su compa


tri o ta de darl e una moneda de c i nco fr ancos y de
,

explicar le l as di ficultades con q ue tropezaba para


encontrar dinero .

T oledo le dijo
¿ Ha visto usted á Fe rná n N ú ne z -


¿ Y á los dem á s r ealistas ricos ?
A todos .

¿ Y nada ? ¿ N o está n en fondos ?


Nada .
LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 23

¿ S abe usted l q ue haría ? — du T oledo


o y o o
-
.

— ¿ Qué ?
I r á ver á l a princesa de Caraman Chimay .

— ¿ Y q ué tenemos q u e ver con ella ?


La prince sa de Ca r aman Chimay es nuestra
compatriota T eresa Cabarrú s madame T all i e n
, , .


La revoluciona r ia I exclamó Bal maseda .

— ¡ Bah ! ya no es revolucionaria— replicó T ole


do .
— N o hay princesas revolucionarias A dem á s ésta .

se va haciendo vieja y como no tiene adoradores,

de c arne se dedica á l os san tos y sustituye e l bou


, ,

doi r por l a iglesia .

Balmaseda que era hombre un tanto de sacristía


,

torció e l gesto c o n l a e x plicación y pregu n tó seca ,

mente
—¿ Y qu é puede hacer por nosotros T eresa Ca
b arrú sl>
—M u cho T eresa Cab arrú s ha sido l a amante de l
.

ban q uero O uvrard O uvrard es e l unico hombre ca


.
'

paz de prestarpara una cosa as í mi a millonada S i .

T eresa se l o indica l o hac e , .

T oledo se marchó y Balmaseda qu edó p e n sa n do,

que e l consejo de aquel perdulario no dejaba de te


ner interés y tras de vacilar u n tanto se decidi ó á
, ,

escribi r á l a bella T eresa explicá n dole su misión y


di ciéndole l o que esperaba de e l l a .

L a b e ll a Teresa l a célebre Notre D ame de T her


,

mi dor q ue había lan z ado á Tall i éir C on u n p uñ al


'

contra R obespierre estaba a q uel día para salir de


,
24 P IO B AROJA

París á su palacio de Menars cerca de Blois pero, ,

había retrasado el viaje por la indisposición de un


h ijo suyo.

T eresa leyó la carta y con una esquela suya man


,

dó que se l a enviaran á O uvrard .

O uvrard entonces e r a el l ion de l a especulació n ,

el hombre de negocios de l a época un L a! injerto ,

en un Petronio .

O uvrard fué uno de los primeros ban q ue ros de


París uno de l o s que comenz aron el reinado de la
,

plutocracia .

O uv r ard vivió como un nabab : di ó l as fi estas más '

espléndidas y ricas alternó con l a al ta a ristocracia


, .

O uvrard era hijo de sus obras ; l a suerte y e l amo r


le favorecieron .

O uvrard había sido una de l as bellezas masc ul i


nas de l Consulado ; había sido llamado el b e l l o Ou
v rard El bello O uvrard tuvo amores con la bella
.

T eresa C ab arrú s y de esta conjunción del A polo


,

bretón y de la Venus española nacieron varios hijos .

Bonapar te celoso de la fortuna y de l os éxitos de l


,

bello O uvrard lo prendió lo desterró lo anuló ; pero


, , ,

! ate r loo permitió al especulador entrar e n F ra n cia ,

y pronto volvió á b r illar en París .

A l día siguiente de escribir Balmaseda á Teresa


C abarrú s el delegado realista español recibía una
,

carta de l ban q uero francés c itándolo en su casa .

Balmaseda se presentó al banquero y en pocas ,

palabras l e explicó l o que necesitaba .


26 P I O B AR OJ A

— T rabajaré en e ll o El ministro V i l l él e parece


.

que se muestra propicio .

— T e r cera — siguió diciendo el banquero Se


'

asegu r a rá una amortización del 2 po r l 00 .

—Est á bien .

Cuarta S e pagará un inte r és de l 5 po r l oo De


. .

aceptar M R ougemont de L o! enberg se rá el ban


, .

que r o .

— P or ahora no encuent r o nada imposible .

—Y quinta y últi ma El Gobierno español me .

reembolsa r á l as sumas que le he prestado anterior


mente con l o s intereses
, .

A esto Balm aseda calló un momento y d i j o des ,

pués de pensarlo q ue no tendría más remedio que


,

consultar con la R egencia .

— C on sú l te l o usted y t rá igame cuanto antes l a


,


contestación replicó O uvra r d levantándose é in e li ,

n án do se frí amente .

Bal maseda comenzó al momento sus trabajos c o n


gran diligencia Escribió al Gobierno de L uis X V I I I
.

pidiendo q ue reconociese la R egencia de U r gel ,

pero Villel a se negó á ello .

Al mismo tiempo comu nicó al t r iunvirato de l a


R egencia : E rol e s M atafl ori da y Cr eux l a proposi
, ,

ción de O uvra r d Estos no creye r on que podían


.

compromete r se á tanto como pedía el banquero AI .

n ós emisa r ios de l Gobie r no f r ancés entre ellos el


g u ,

vizconde de B oi se t intentar on conven c er á l os miem


,

bros de la R ege n cia absolutista de las ventajas de l a


LOS RECURSOS D E LA ASTUC IA 27

proposición O uvrard ; pero ellos sobre todo Mata ,

fl o rida y C reux no q uisie ron ceder


, .

Balmaseda fué á ver á O uvr a r d se cambiaron las ,

condiciones de l emp r éstito se p r escindió de l a R e ,

gencia de Urgel se hizo que Egu i a y sus amigos ga


,

ran ti z aran l a operación y se firmó el compromiso el


,

L de Noviembre de l 82 2
º
.

Desde a q uel momento el papel de l a R egencia de


U rgel comenzó á bajar y el de l o s amigos de Egu i a
á subir .

El empréstito de O uvra r d lanzado á l a publici ,

dad tuvo sus di ficultades N uestro embajador e l


, .
,

duque de S an Lorenzo denunció á O uvrard ante el ,

fi scal ; el banquero M R ougemont no q uiso tomar .


i
i

parte en e l negocio y 0 uvrard l e s u stituyó por


,

M Tou r ton R avel y Compañía ; el Gobierno fran


.
,

c é s estaba indeciso pe r o e l empréstito se cub r ía


, .

En este lapso de tiempo l a R egencia de U rgel ,

huída de Cataluña se estableció en T olosa de F ran


,

cia y después en Pe rpiñán


, .

O uvrard viendo q ue el Gobierno francés no se


,

decid í a á decla rar l a guerra á Espa ñ a envió sus ,

agentes á E g uía y á Quesada para activar l as ope


raciones .

Queda ron de acuerdo en prescindir de l a R egen


cia de Urgel y en obrar sin contar c on ella para nada ,

Los agentes de O uv r a r d propusieron e l que l os


generales realistas hicieran una inte ntona y se acer
caran á Mad rid .
28 P IO B AR Q I A

Ni E g uía ni Quesada estaban en condiciones de


intentar esta corre r ía y se decidió q ue l a hiciera Bes ,

sieres .

O uvrard mismo se vió con Bessieres y c onfe re n


ció con él S e so rprendieron ambos al saber q ue l o s
.

dos eran masones ( El banque r o expuso su proyecto .

S e trataba de reunir diez ó doce mil hombres acer ,

c arse á Madrid entrar en la capital y disolver las


,

Co rtes .

Bessieres que era hombre de instinto milita r vió


, ,

q ue el proyecto e r a factible y expuso su plan Fo r , .

maría él un núcleo de tres 6 cuatro mi l hombres en


Mequinenza y ma r char ía hacia el centro E n el ca .

mino se le reuni rían las f uerzas realistas de Valen


cia A ragón y el Maestrazgo y todas juntas en nú
, , ,

m e ro de seis á ocho mil avanzarían sobre l a capital ,


.

E ra poco más ó menos l a misma operación militar


, ,

q ue hicie ron l os aliados al mando de S tanhope y


otros j efe s en la guerra de S ucesión .


Veamos el presup u esto de esta maniobra d ij o
el banquero .

Bessieres reunido con su luga rteniente D e l pe tre


, ,

su sobrino Portas y otros varios realistas hizo este ,

presupuesto :
A J o g e B ess ie es pa a o g aniz a un a b ig ada y ha ce
r r , r r r r r

va i os t abajos de c o m p a y esp i o n aje


r r F a cos r . r n .

A B a t olo m é Tala n y fu e zas


r r su s r .

A S empe e el S e ad o R oyo de Nog u e u elas A e


r , rr r, r , r

alo el d e M u ie d o e t c
v rv r ,
LOS RECURSOS D E LA ASTUC IA 29

Al c o o n el D N icolás d e I i d o
r . F a co s r r n s. 50 000
.

A Chambó F ad l l Pe e t d l Ri u Tallada P e ci
, o rc e , r e , , r

va (el F ai l e) y V i a ó (alias 7 a S b)
r , sc rr
3 ec .

A Capap a Ca i y el O ga ni t a
, rn ce r
'

r s

A U II D & D . .

O uvrard encontró que l a suma era muy c r ecida y ,

Bessi er es la rebajó .

Después de regatear el cabecilla y el banquero


quedaron de acuerdo en que O uvr ard i r ía girando
cantidades á medida q ue Bessieres avanzara .

A sí salió Bessieres enviado por O uvr a r d e n e n ,

f a n t pe r du como decía el banque r o para pu l sar

al enemigo .

Bessie r es tomó l a parte de l león de l dinero envia ,

do por O uvra r d Cincuenta ó sesenta mi l du r os fue


.

ron á parar á su bolsillo A sí se explica el lujo de .

sus uniformes sus bo r dados y sus magnífi cos caballos


'

en esta época Corría por debajo el dinero de l o s


.

tenderos y de los porteros de París después de pa


sar por la bomba aspirante de O uvrard .

—Esta explicación — te r minó diciendo Av i rane ta



con s u v oz ronca no a ñ ade m qu rta nada á l ahis
to ria que me has c ontado ; pero aclara un punto q ue
siempre tiene interés : l a procedencia de l dinero A sí .

como en l a av e rig uac i ó n de los crímenes se ha dicho


buscad á l amujer en la investigación de las intrigas ,

políticas re v ol uc i onan as ó reacciona rias hay que de


,

cir : buscad e l dinero .


30 PI O B AROJA

—¡ Qué —
r arezas tiene el D e sti no I exclamé y o

Un capricho de T eresa Cab arrú s en París produce


, ,

la catástro f e de dos enamorados en Cuenca .


Es la F atali dad la An an k é exclamó A vira
,

neta que sabía lo que signi fi caba esta palabra por


,

haberla le ído en N uestr a S e ñ or a de P ar is de Víctor


,

Hugo .

— Extra ñ as carambolas .

—S í m u y extrañas ; y Avi ran e ta se frotó las ma


,

nos movió c on l a pal e ta la ceniza del brase r o y se


,

echó el embozo de la capa sob r e l as piernas .


PARTE P RI M E R A

C UE N CA

Cuenca como casi todas l as ciudades interiores de


,

España tiene algo de castillo de convento y de san


, ,

tu ari o L a mayoría de l o s pueblos de l centro de l a


'

. .

península da n una misma imp resión de fortaleza y de


oasis ; fortaleza porque se l e s ve preparados para la
,

defensa ; oasis po rq ue el campo español quitando al


, ,

gunas peque ñ as comarcas n o ofrece gr andes atrac ti


,

vos para vivi r en él y en cambi ol a ciudad l os ofr ece


,

comparativamente mayores y m á s intensos .

A sí Mad r id S egovia Cuenca Burgos A vila


, , , , ,

presentan idéntico aspecto de fo r talezas y de oasis


en medio de las llanuras q ue l e s rodean en l a mono ,

toni a de l os yermos que l e s ci r cundan en esos parajes ,

pedregosos abru ptos de aire trágico y violento


, , .

E n l a misma A ndalucía de tie r ras fé r tiles e l c am


, ,
32 PI O B AR OJA

po apenas se mezcla c on l a ciudad ; el campo es para


l a gente labradora el lugar donde se trabaj a y se gana
con fatigas y sudo r es ; l a ciudad el albe r gue donde se ,

descansa y se goza En toda España se nota l a atrac


.

ción po r la ciudad y la indiferencia por el campo S i .

un hombre desde lo alto de un globo eligiera sitio


p ara vivi r en Castilla eleg iría la ciudad : en aque
,

lla plaza en aquel p aseo en aquella alameda en


, , ,

aquel huerto ; en cambio en l a zona cantábrica en


, ,

el país vasco po r ejemplo elegiría el campo este re


, , ,

codo del camino aquella o rilla de l río el rincón de l a


, ,

A sí se da el caso que á primera vis ta parece


,

extraño l a llanura monótona sirviendo de base á ciu


,

dades fue r tes y populosas ; en cambio el campo que ,

brado y pinto r esco escondiendo únicamente aldeas .

L a ciudad española cl á sica colocada en un cerro ,

es una creación completa un producto estético per , ,

fecto y acabado En su formación en su silue ta hasta


.
, ,

en aquellas que son r elativamente modernas se ve ,

q ue ha presidido el espíritu de los romanos de los ,

visigodos y de l os árabes .

S on estas ciudades ciudades roqueras místicas y


, ,

alertas : tienen el po rte de grandes atalayas para otear


desde l a altura .

Cuenca como pueblo r eligioso estratégico y gue


, ,

rre ro o frece este ai r e de centinela observado r


,
.

S e levanta sobre u n alto cerro que domina la I l a


nura y se de fi ende po r dos prec ipicios en cuyo fon ,

do corre n dos rí os : el J ú car y el H ué car .


34 PI O B AR OJ A

p rod u cen el vé r tigo A lguna que otra torre de sc u e


.

ll a en I a Ií ne a de tej ados que va subiendo hasta ter


minar en el barrio del Castillo barrio rodeado de ,

viejos cubos de mu r allas ruinosas .

S alvando l a hoz del H ué c ár existí a antes un gr an


puente de pied r a un elefante de cinco patas sos
,

tenido en el bo r de de l río q ue se apoyaba por l o s


extremos estribándose en l o s dos lados del ba
,

rranco .

Este puente q ue servía par a comunica r el pueblo


,

con el convento de S an Pablo había sido costeado ,

p o r el canónigo D Juan del Pozo en el siglo X V I


. .

A fines del X V III el puente de l Canónigo se rompió ,

derrumbándose el prime r mac hó n y el segundo a r co


de l lado de l a ciudad y quedó así roto durante mu ,

chos años .

De los dos r íos conquenses el H ué car fué siem ,

p r e utilizado en el pueblo para mover los molinos y


regar las hue r tas El Júcar más solitario e r a el río
.
, ,

de los pescado r es S e deslizaba por su hoz tranquilo


.
,

verde y rumoroso D esde su o rilla al pie de l ce rr o


.
,

donde se asienta Cuenca se veía el caserío del pue ,

blo sob r e l os riscos y l as peñas y en la par te más ,

alta se destacaba l a ermita de Nuestra S eñora de


l as A ngustias .

Como casi todas l as ciudades encerradas entre


murallas Cuenca sintió un momento l a necesidad
,

de ensancha r se de salir de su angosto r ecinto de


, ,

bajar de su r oca á la llanura T al necesidad la expe .


LOS RECURSOS D E LA 35
"

AS TUC1 A

i me n tó
r más fue r temente a principios del sig l o X IX ,

y creó un arr abal 6 ciudad baja .

En estos pueblos con ciudad alta y ciudad baja


, ,

se da casi si e mpre e l mismo caso : en lo alto la a ris


_
,

to c rac i a el cle r o los r ep r esentantes de la milicia y


, ,

de l Estado ; en lo bajo l a democracia el comercio


, , ,

la industr ia .

En estos pueblos el pasado está siempre en alto y


el presente siemp r e en bajo No hay que extrañar .

que el espíritu de su vecindario sea casi siempr e re


tró g rado .

El a rr abal de Cuenca formado p ri ncipalmente por


,

una calle larga á ambos lados del camino re al se ,

ll amó l a Car rete r ía .

D esde principio del siglo el a rr abal comenzó á


tene r impor tancia En las luchas constitucionales ú ni
.

camente la Carrete r ía daba volunta r ios pa r a la Mili


cia Nacional .

La Carr ete r ía e r a p r og r esiva ; la ci udad alta era


pe rfectamente reac ciona r ia perfectamente t riste es , ,

tan c ada desolada y levítica


, .

A quel Belén de naci m iento vivía c on un e sprrrtu


de inmovilidad y de muerte .

E u el ar r abal se sentía de cuando en cuando al


guna agitación : llegaba hasta all á la oleada de l mun
do se hablaba se discutía se leían gacetas ; en e l
, , ,

Belén alto no había más agitación q ue l a del air e


cuando sonaban las campanas de la cated r al de las ,

iglesias y de l os conventos cuando e l organista to ,


36 PI O B AR OJ A

ce b a sus mote te s y sus fugas y sonaba l a campanilla


del Viático po r las calles .

En el a rr abal había movimiento : pasaba la diligen


cia con el correo y muchos carros y caballerías suel
,

tas que se detenían en las posadas y ñg on e s; en l a


plaza y en l as calles p róximas no se veía casi nunca
á nadie : únicamente dos 6 t r es viej os que tomaban
el so l los chicos que salían de la escuela y ti r aban
,

pied ras á los gorriones y á los perr os ; alguno que


otro militar y á cie r tas ho r as g r upos de cu r as que
, , ,

entraban en l a cated r al .

El mayo r acontecimiento de este barrio era la sa


lida y llegada del seño r obispo en su carruaje .

AI anoch ece r solía pasa r po r las calles y callejo


nes de la ciudad viej a un ciego con su guita rr a q ue
cantaba oraciones y milag r os de l os santos con una ,

magnífica voz de barítono .

Este ciego el D eg o l l ado tenía el cuello lleno de


, ,

grandes cicatr ices l a cara mar cada con un tarac e o de


,

puntos azules p r oducidos po r g r anos de pólvora los ,

ojos huecos y la bar ba neg r a de p ro f eta judío


, .

S egún algunos el D eg o l l ado había q u e dadó así


,

en tiempo de la gue rr a de la I ndependencia ; otros


a fi rmaban que había pe r tenecido á una compañía
de bandoleros á la que hizo traición y que sus an
,

ti g uo s complices po r venganza le dej ar on como es

taba .

El D eg o l l ado solía i r por l as tar des por el pueblo ,

env u elto en su capa ta n teando c on el bastón y


,
LOS RECURSOS D E LA ASTUC IA 7

ab r iendo l as puertas de las tiendas y cantando un


momento delante de ellas …

D e noche l a ciudad alta quedaba aislada y ence


rrada en sus mu r allas S u r ecinto tenía seis pue r tas
.

y t res postigos De estas seis exceptuando l a de V á


.
,

lencia y la de Huete las demás l a de l Castillo l a


, , ,

de S an Pablo la de l Postigo y la de S an Juan se


, ,

ce r raban á l a ho r a de la q ueda .

Los postigos de las casas estaban tapiados y hacía


tiempo que no se ab r ían .

Cuenca tenía á p rincipios de l siglo X I X pocas ca


lles y éstas estrechas y en cuesta Quitando la prin
, .

cipal que condistintos nombres baja desde l a Pla


, , ,

za del Trabuco hasta el Puente de la Trinidad l as ,

demás calles del pueblo viejo no pasaban de ser ca


I l e j one s
.

L as cuestas y desniveles de l a ciudad hacían q ue


l a planta baja de una casa f uera en una c al l e parale
l a un piso alto ; así se decía de Cue n ca que era
pueblo en donde los burros se asomaban á l os cuar
tos y quintos pisos y e r a ve r dad
, .

En 1 8 23 época en que pasa nuestra historia


, ,

Cuenca e r a una de l as capitales de provincia má s


mue r tas de España .

Entre l os arrabales y l a ciudad ape n as llegaban


sus habitantes á cuatro mil .

Tenía cato r ce iglesias parroquiales una e xtramu ,

ros ; siete conventos de frailes seis de monjas cinco


, ,

6 seis ermitas y l a c atedral Con este c argame ntº


.
38
º
PI O B AROJA

mí stico no era fácil que pudiera move r se lib r emente .

En esta época había llegado la ciudad á l a más


profunda decadencia : l as fábricas de paños y de al
fo mbras que en ot r o tiempo t r abajaban para toda
,

España y la ganade r ía tan importante en l a r egión


, , ,

estaban a rruinadas .

Durante la guerra de l a I ndependencia los sa ,

q u e os de los ma r iscales Moncey Víctor y C au


, l ai n

cou rt p r ecipita ron la r uina de

S i por su poca vida come r cial é i n du stri al Cuenca


estaba ent r e l as últimas capitales de España por su ,

aspecto d r amático y romántico podía c o nsi de rárse l a


de las prime r as .

R ecorrer las dos Hoces desde abajo entre l os no ,

gales olmos y huertas de las o rillas del l ú c ar y de l


,

H u é c ar ó contemplad as desde arriba viendo cómo


, ,

en su f ó n do se deslizaba la cinta verde de sus ríos ,

era siempre un espectáculo sorprendente y admi


rable .

T amb re n admirable por lo extr año era recorre ri a


de noche á la luz de la luna y sentá ndose en una
, ,

piedra de la muralla mirarla env u elta en l uz de pl a


ta hundida en el silencio .

Poco á poco para el paseante solitario y noc tur


,

no este silencio tomaba el car ácter de una si ri f onía


, ,

murmu raban los r íos estallaba el ladrido de un pe


,

rro sonaba el chirriar de las lechuzas si l bab a e l


, ,

vie n to e n la copa de l o s árboles y se o ía á intervalos


LOS R ECURSOS D E LA ASTUC IA 39

e cantar agorero de l buho como e l lamento de una


l
doncella estrechada en l os brazos de un ogro en e l
fondo de los bosques .

En aquellas noches claras l as callejas solitarias


, ,

l as enc r ucijadas l os gr andes p aredones l as es q uinas


, , ,

l os sal e di zo s alumbrados por l a l uz espect r al de l a


,

l una tenían un ai r e de irrealidad y de miste r io e x


,

traordi nari o L os riscos de las Hoces b r illaban co n


.

resplando res ar gentinos y el río en e l fondo de l ba


,

rr anco murmuraba con f usamente su eterna canción ,

su eterna queja huyendo y brillando c on re fl ejos l n


,
-

cie r tos ent r e l as rocas .


42 PIO B AROJ A

A l parecer se habían hecho varias suposiciones


ace r ca de esta si r ena de aire e rótico y pica r esco ;
,

unos sospechaban indicaba la p r ocedencia marina de


la familia f undado r a de la casa ; otros afi rmaban que

esta figu r a simbólica e r a el blasón de l valle de Ber


tiz Ar ana en Nav arra y que el f undador de la f ami
, ,

lia p rocedería de allí ; lo cierto e r a que l o s dos 6 tres


e r uditos del pueblo no estaban de acue r do en l a his
toria ni en l a genealogía de aquella bu rlona dama
de l mar llevada tan tie rr a adentro .

L a gente denominaba l a casa con el nomb r e de


l a Casa de la S i r ena L a fachada de es ta era de pie
.

d r a sille r ía admi r ablemente labrada ; tenía ménsulas


,

con fi gu r as que sostenían l os balcones y c an e ci l l os de


bajo del alero .

En el piso baj o ostentaba una reja labrada y los ,

batientes de la puer ta estaban llenos de clavos repu


j ad o s que par ecían fl oro n e s .

Por la pa rte de atr á s la casa daba á l a hoz de l


,

] ú c a
,r y desde sus ventanas sob r e todo de l as altas , ,

se dominaba el barranco en cuyo fondo corr í a el río ,

de un verde lech oso .

L a casa de la S irena e r a por dentro estrecha obs ,

cu ra y somb ría L os muros espesos hacían que las


.
, ,

ventanas pequeñas p arecie r an saete r as por donde ,

apenas entraba l a luz ; por todas part es olía á hume


dad y á cerrado S in duda el que mandó construir l a
.

casa temía al vie nto que azotaba all í de fi rme y n o


'

, ,

era muy apasionado del sol .


LOS RECURSOS D E LA ASTUC I A 43

L os pisos de l a casa sob r e todo los dos más altos


, ,

se hallaban desmantelados y con los suelos deshechos


y l o s cristales rotos ; en cambio el piso p rincipal es
,

taba restau rado Una escale r a apolillada q ue se to r


.
,

cía en unos tr amos á l a derecha y en otros á l a i z


q u i e rda iba,desde el zaguán enlosado hasta l a guar
dilla .

L o s cua r tos altos daban una impresi ón de aban


dono y de pob r eza L as habitaciones eran pe q ueñas
.
,

con muchos tabiques que dejaban i in cone s y pasillos


obscu r os y sombríos ; l os techos se venían abajo y las
par edes se cua r teaban .

De noche l as ratas se paseaban por todas partes ,

co rriendo rodando trotando y chillando


, , .

L a guardilla estaba abandonada á una t ribu de


lechuzas q ue tenían allí su vivienda Casi toda slas .

tar des al anochecer sob r e la chimenea 6 sobre la ve


, ,

fe ta roñosa q ue ya no gi r aba se colocaba una lechu


'

, ,

za grande y gris de observación y al hace r se de


, , ,

noche se lanzaba al aire con su vuelo tardo y pasaba


á veces chirriando y dando aletazos cerca de l as ven
tanas .

En e l tejado se alojab an también una nube de go


londrinas y vencejos que habían obtu r ado c on sus ni
dos las cañe r ías y las chimeneas .

El piso principal era el único arreglado en esta


casa vetusta ; se le habían abie r to ventanas anchas y
simétricas á la calle y al callejón y e mbaldosado y ,

empapelado alg u nas habitacio n es E l mobiliario era .


44 PI O B AROJA

tamb re n nuevo constituído po r muebles re cre n b ar


n iz ado s ar marios gr andes
, cómodas v e ntru das vela
, ,

do r es y canapés .

L a casa de l a S irena de antiguo pe r tenecía á l a


familia de Cañizar es .

L os Cañizar es aparecían en Cuenca desde la Con


quista .

Esta familia emparentada con los A lbornoces y


,

los Barri entos se había distinguido en la historia de


,

l a ciudad .

El último vástago de l os Cañizares conservaba el


de r echo de entr ar en la c apil l a de l o s Caballeros de
l a catedral .

Por los B arrientos l os Cañizares eran de sc e ndi e n


,

tes de una dama Doña I nés de Barrientos que en


, ,

en tiempos de Carlos V se distinguió por su fi era


venganza

.

A raíz de l a form acro n de l as Comunidades de


Castilla se puso al frente de l movimiento en Cuenca , ,

un caballero de gran posición D Luis Carrillo de , .

A lbornoz Este caballero poco satis f echo de l gi r o


.
,

democr á tico y an tire al i sta que tomaba la r evuelta


c omu n e ra se retiró a su casa abandonando el mando
,

á los regidores populares Lo s regidores deseando .


,

que l o s gobe r nar a un caudillo de su clase nombraron ,

á uno de o ficio fr ene r o .

Carrillo estaba casado con D oña I nés de Ba rrien


tos hemb r a b r ava y orgullosa
, .

AI dej ar de ser j efe de los c om u neros el p u eblo


LOS R ECURSOS D E LA ASTUC I A 45

señaló a Carrillo con su odio y no había día en que ,

no le insulta r a y le zahi riese públicamente .

Doña I nés i r acunda ju ró vengarse y par a ello pre


, , ,

paró su pl an Decidió mostra r se más c omu ne ra que


.

su marido y ganarse l a amistad de l o s trece regidores


de l Municipio E l l o s satisfechos de ve r se atendidos
.
,

y contemplados por una dama de tan al ta alcu r nia ,

iban con fr ecuencia á su palacio .

Una n oche Doña I nés convidó á cena r á l os trece


, .

Lo s r egidores bebieron de más se tu r ba r on y al salir , , ,

uno á uno D oña I nés l o s hizo matar po r sus c riados y


, ,

después mandó colgar los po r el cuello de l os balco , ,


nes de su casa A l a mañana siguiente el pueblo


.

quedó atónito al ve r los trece cadáve r es b al anc e á n .

dose en l o s balcones de l palacio .

L a f amilia de l os Bar rientos había sido de las más


pode rosas y r icas En uno de l o s e sq u i l e o s de l a
.

casa á mediados de l si g l o XV III registr ó veinticuatro


, ,

mi l cabezas de ganado me r ino .

A ñne s de l mismo si g l o l os Barrientos y l os Cañ i


zar es comenza ron á decaer y en tiempo de l a guerra ,

de l a I ndependencia los Ba rrientos desapar ecie ron


y l o s Cañizares quedaron completamente a r ruinados .

Po r esta época el j efe de la casa era D D iego .

Cañizares militar que llegó á co r onel en I BI 3 D on


, .

D iego se hallaba casado con Doña Gertr udis Arias .

En su juventud D Diego había sido un calavera y


, .
,

devorado su fo r tuna A l os tre i n ta añ os al entrar l o s


'

.
,

franceses en España se alistó en el ej ército ; peleó


,
46 PI O B AROJA

en Arapiles y Vito ria y fué ganando sus grados has


,

ta coronel en el campo de batalla .

D Diego que en l a guerra de l a I ndependencia


.
, ,

á juzgar po r su hoja de se r vicios tuvo momentos de ,

h e roi c i dad al conclui r l a campaña se p r esentó en


,

Cuenca y volvió á seguir su vida de calave r a .

N o veía l a di fe rencia que hay entre un joven vi


cioso y un viejo pe r dido y que lo que en uno pare ,

ce lige r eza en el otr o semej a cinismo .

D D i e go re c urri ó á todos l o s medios para proc u


.
º

rarse dine r o y se hizo jugado r tramposo y p r esta


, ,

mista .

S u muj er Doña Ge r t rudis Arias e r a una señora


, ,

severa y o r gullosa que había su frido en silencio l os


ult r ajes in fe ridos po r su esposo .

D Diego y Doña G e r tr udis tuvie ron un hi j o Die


.
,

ui to que fué el r et r ato achicado y degene r ado del


g ,

padre Dieguito e r a un alcohólico un pe r tu rbado A


. ,
.

l os veinticinco años le casa r on con una seño rita de


Ba rr i e ntos p r ima suya en segundo g r ado y de este
, ,

matrimonio hubo una hij a ll amada A sunción .

L a madre de A sunción mu rió poco después de l a


guer r a de la I ndependencia .

El viejo D Diego conside r ó indispensable que su


.

hij o viudo se casar a con alguna muje r r ica y se en


, , ,

tendió con un contr atista de l a Carr ete ría llamado


e l Zamarr o y a rr egló el matrimonio de su hijo con l a ,

hija de l contratista Pensaba explotar al consueg ro


.

mientras pudie ra .
LOS RECURSOS D E LA ASTUC IA 47

El matrimonio de Dieguito y l a h i j a de l Zamar r o


no pudo se r más lamentable .

Dieguito iba en camino de l a par álisis g e n e ral ,

estaba tonto alelado ; l a hija de l Zamarr o la Candi


, ,

da e r a una muchacha joven guapa y fue r te


, , .

Con un inte r valo muy co r to de días en I 8 1 9 mu , ,

rieron los dos Cañiza r es Diego y Dieguito y queda , ,

ron viudas Doña Ge r trudis y Cándida la hija de l ,

Zamarr o .

L a hija de Dieguito Asunción q uedó de quince


, ,

años hué rfana de pad r e y mad r e .

En la casa de l a S i r ena el piso p r incipal lo ocu


paban Cándida y su hijastra A sunción ; en el segun
do estaba el a r chivo de un escr ibano ; en el terce r o
vivían dos seño rita s viejas solteras y en el cua r to
_
,

Doña Ge r tr udis L os pi sos más al to s estaban inha


.

b i tab l e s .

Do ñ a Ge r trudis era una vieja a rrugada seca con el , ,

pe l o bl an c o un tanto
,
f atídica .

A rruinada po r su ma rido no contaba par a v 1 v rr


¡

más q ue con l a viudedad que le pasaban .

Doña Ge rtr udis tenía una car a pálida du r a un , ,

pa s i bl e su
, r cada por a rr ugas r ígidas .

Cuando salía á la ventana de su cuarto se l a hu


biera tomado por una gá r gola gótica ó por un es
pe c tro .

En la casa l a Cándida v1 vía con la mayor como


,

di dad y lujo .

L a C ándida era una mujer poco inteligente de ,


48 PI O B AROJ A

gustos baj os y vulga r es S u pad r e e l Zam arro había


.
, ,

sido un tender o que en tiempo de l a g ue rr a de l a


,

I ndependencia hizo algunas especulaciones afortu


,

nadas y reunió un c api tal bastante g rande par a un


pueblo .

El Zamarro dió á su h ij a al casar se una dote de , ,

treinta mi l du ros .

L a Cándida había sido siempre una muchacha


mimada .

S u pad r e homb r e bu r do tosco excitó en e l l a ú ni


, , ,

camente la vanidad .

—T ú se r ás rica — I e decía tú pod rás luci r .

Y ella sin educación ninguna había llegado á


, ,

pensar que lo p rincipal en el mundo e r a lucir Par a .

satis face r esta ansia de elevación se casó con Die


g u i.to El apa r ece r dueña de una casa p r incipal co
mo l a de Cañiza r es l a seducía .

Po r entonces al quedar viuda l a Cá ndida e r a


, ,

una muje r rozag ante de unos veintisiete ó vei ntiocho


,

años aj amon ada l a na riz r espingona l o s labios rojos


, , ,

y g r uesos muy abultada de pecho y de cade r as l o s


, ,

ojos neg ros b rillantes ; el tipo basto de buena moza


,

que producía gr andes entusiasmos cuando pasaba po r


l a calle ent r e l o s estudiantes l o s ofi ciales jóvenes y ,

l a clase de tr opa .

L a Cándida pensaba volver á casar se si topab a


con algún militar 6 pe rsona de posición que le convi .

niese Hubie r a querido encontr ar un m arido y q ue


.

dar se á vivi r en l a casa de la S irena .


50 PI O B AROJ A

A pesa r de su aspecto débil A sunción tenía gran ,

resistencia y una pe r sonalidad fuerte .

El tipo f ísico suyo al deci r de los amigos de l a,

casa r eco r daba el de su mad r e


, .

E r a muy esbelta delgada con una palidez de ci


, ,

rio ; el óvalo de la cara ; muy lar go ; los ojos g r andes , ,

negr os inquietos ; l os labios de un r osa descolorido ;


, ,

l a exp r esión de se riedad y de r ese r va


, .

En l a calle y endomingada par ecía insignifi cante


, ,

una seño rita de pueblo aga rr otada en un traj e nuevo ;


en casa y vestida de negro estaba muy bien ; se com
, ,

p r endía al v e rl a que una vida sana podía hacer de


esta niña c l oró ti c a una muje r he r mosa .

L a Cándida q ue se c r eía á sí misma un modelo


, ,

y que tenía una idea de la belleza de l a mujer o r


din ari a y g r osera decía á su doncella l a Ade l a:
,

— ¿ Qué te par ece á ti l a A sunción ? No va á ser


guapa esta chica ¿ ve r dad ? ,

— Cla r o al lado de l a señorita — contestaba l a


,

don c e " a .


No no ; yo no soy guapa ¡ L uego A sunción es .
, ,

tan huraña ! Pa r ece una cab r a .

Ciertamente A sunción se mostraba áspe r a y poco


.

amable con l as personas á quienes trataba por p ri


mera vez S u vida solitaria le daba gustos de r eco
.

g i m i e n to .

A sunción apenas salía de casa ; su mad r astra le


había señalado en el piso principal un cua r to c l e g an
te empapelado y con c orti none s que tení a un balcón
, ,
LOS RECURSOS D E LA ASTUC IA 51

que hacía esquina ; pero ella prefería deja r este cuar


to elegante é i r á l as habitacion es desmanteladas de l
piso donde vivía doñ a Ger tr udis su abuela
, , .

En casa de Doña Gertrudis había un viejo mi r a


do r casi colgado sob r e un abismo que daba encima
, ,

de l a Hoz de l Júca r Desde allá arriba se veía el


.

ba rranco y el r ío ; l as golondrinas y l os vencejos pa


saban rozando con el al a el barandado y á veces l os ,

milanos se ace r caban tanto como si tuvie r an curio


,

sidad de sabe r l o que pasaba en el inte r ior .

A sunción solía esta r allí mucho tiempo .

Doña Ge r tr udis vivía en su cuar to al to sol a sin ,

criada Esta seño r a parecía la estampa de l a severi


.

dad Cob r aba dé l G obi e rn o una pensión de v e i nti


.

dó s du r os al mes y l a aho rr aba ínteg r a : se alim enta


1

ba de l a pequeña renta de una tie r ra .

Doña Ge r t r udis había llegado á odia r p r ofunda


mente á su nuera Esta dió á su mar ido al casa r se
.

diez mi l pesetas pa r a levantar una hipoteca que gra


v ab a sob r e l a casa de l a S irena Doña Gertr udis
.

que ría r euni r las diez mi l pesetas de v ol v é rse l as á l a


,

Cándida y ent rega r á su nieta la ñuca sin gravamen ,

para que fuese e ll a l a dueña absoluta .

Doña Ge r tr udis estaba fue r te : barr ía hacía su ,

cama y su comida en un hornillo pequeño ; después ,

sentada en un sillón fr aile r o con los anteojos pues


,

tos leía y rezaba una novena cada día


, .

T enía una colección de lib r os ama r illentos y usa


dos impresos en letras grandes Hacía también q ue
, .
52 PI O B AROJA

su nieta le leye r a unas viejas ejecuto rias q ue sacaba


de un a rma rio y l as escuchaba siemp r e como si f uera
,

l a p r ime r a vez que las oía .

Doña Ge r tr udis seca a rr ugada du r a par ecía el


, , , ,

espíritu de l a t radición de l a casa ; la Cándida e r a l a


ansiosa advenediza que int entaba apode r ar se de l a
,

viej a mo r ada de l a S i r ena .

Ent r e estas dos mujeres q ue se odiaban vivía


, ,

A sunción su vida humilde como l as plantas que


,

nacen en l a hendidu r a de dos losas sin espacio par a


,

desa rrollar se A sunción cosía bo r daba cuidaba de


.
, ,

l o s tiestos y leía l as ejecutorias que sacaba su abuela .


M IG UE L I TO T ORR ALBA

T al era l a situación de la casa de l a S i r ena cuan


do aparecieron nuevos elementos que in fluyeron en
(

ella U no de estos f ué un j oven calavera Miguelito


.
,

T o rr alba que un día por entretenimiento comenzó


, , ,

á seguir y á galantear á A sunción Ella asomb r ada .


, ,

mani f estó p rime r o sorpresa luego un gran desdén ;


,

pero Miguelito hombre perseve r ante cuando se pro


, ,

ponía al g o no cejó S iguió mirando á l a muchacha


, .
,

p a se á n do l e l a c al l e á pesar del desprecio que ella le


demost raba Miguelito era hijo de una viuda y vivía
.

con ella y con un hermano más joven llamado L uis .

Lo s T orral b as poseían una casa antigua en la calle


de Caballe ros con un h u e rte c i to Eran parientes I e
, .

janos de l o s Cañizar es y Barrientos .

L a viuda madre de Miguel señora de escaso pa


, ,

tri mo n i o había gastado mucho con su hijo mayor


, ,

enviándole á estudiar á S alamanca .

Miguelito hizo poca cosa de provecho en l a viej a


54 PI O B AR OJA

ciudad universitaria ; derrochó su dine r o corrió l a ,

tuna y volvió á Cuenca á los cuat ro 6 cinco años c on


un criado que había r ecogido á quien llamaba su ,

escude ro .

Miguelito volvió con muchas habilidades de poca


utilidad p r áctica entre ellas hace r ve r sos y tocar l a
,

guita rra .

L a mad r e se r esignó al ve r q ue el dine r o emplea


do po r e l l a no había se r vido á su hijo para alcan zar
una posición y pensó q ue al menos le hab ría hecho
,

ilustrado .

P or uno de estos espe j i smos mate r nales frecuentes ,

l a madre de T o rr alba c r eía que su hijo mayor e r a


una I umbrera y que el pequeño en cambio valía , ,

poco .

No existía ningún motivo pa r a c r ee r lo así ; pe r o la


mad r e de T orralba suponía que esta di f erencia e r a
evidente Pensaba que con el tiempo don Miguelito
.
,

p rotegería á L uis y le ayuda ría á desenvolve r se en


l a vida .

L a madre pid i o al mayor que enseñar a lo que sa


bía á su hermano meno r y el mayo r accedió , .

Miguel enseñó á L uis á tr aduci r el latín y alguna


que otra cosa que el muchacho ap rovechó .

— ¡ Qué bondad l a de m l hijo m a or l — pensó l a


y
madre .

L os dos hermanos e r an muy distintos : Miguel ,

al to esbelto mo r eno petulante se l as echaba de l e


, , , ,

c h u ui n o S olía tene r con fr ecuencia diviesos en el


g .
LOS RECURSOS D E LA ASTUC IA 55

cuello que le obligaban á lleva rlo vendado L uis .


,

más bajo rechoncho tirando á rubio era muchacho


, , ,

'
sencillo y no p ensaba en da r se tono .

Miguel estaba siemp r e fuera de casa ; L uis en ,

Cuenca gustaba de t rabajar en el hue r to y en el


, ,

campo de r eco r re r l a hacienda


,
.

Miguel e r a afi cionado á las indumentarias te atra


l e s; gastaba chambe r go de al a ancha capa de mucho ,

vuelo y p r esumía de pie la r go y estr echo .

Don Miguelito tenía en Cuenca entre unos fama , ,

de T eno rio ; de atr evido ent r e otros y de majadero


'

ent r e algunos .

Don Miguelito era ridículo para c asr todo el pue


bl o menos pa r a su he r mano y pa r a l o s amigos
,
.

Algunos de éstos le tenían po r un genio ; y cuando


Miguelito pe rorab a le mi r aban pensando .

— ¡ Qué homb r e ! ¡ Qué tipo !


L a cabeza de don Miguelito e r a un lugar de c o n
f usión de ideas y sentimientos Hubie r a que r ido en
.

c on trar al g o para dedica r se á ello c o n toda su al ma .

Don Miguelito era impe r tinente sin nota rlo yy ex ,


c e pci ó n hecha de su madre de su hermano de


,

algún amigo quedaba con frecuencia mal ante l as


, _

pe r sonas demostrando su falta de discr eción y de


,

sentido S u petulancia molestaba á la gente


. .

L a mad r e le conside r aba como un po r tento ; pen


saba que el día q ue adqui r iera g rav e dad se ría u na …

ma r avilla Estaba convencida de e l l o y ten í a en esto


.

tan ta fe como en un dogma .


56 P IO B AROJ A

L a estancia de don Miguelito en Cuenca de v u c l ,

ta de la Universidad se distinguió por sus e xtrav a


,

g an c i as y sus disparates .

Al principio se manifestó libe r al r epublicano y ,

habló con én fasis de Catón de B r uto y de Ari sto g i ton


, .

En algunas pa r tes y excitado po r sus mismas pa


!
,

labras no se contentó con esto sino que asegu r ó que


, ,

era discípulo de R obespierre y de M ar at y que consi


de rab a l a guillotina como la más sublime y l a más hu
m ani tari a de las invenc i ones del hombre .

A fortunadamente para él l a gente de Cuenca ape


nas tenía idea de Marat y de R obespie r re y no le ,

hizo caso .

Cansado de pe rorar sin éxito don Miguelito se ,

lanzó á la crápula y excepción hecha de l o s días


,

q ue iba á l os montes á caza r con sus dos pe rros Gog ,

y Magog solía embo r racha r se con frecuencia y vol


,

vía á casa de madrugada .

L e acompañaba su escude r o el mozo perdido , ,

llamado G ar cés á quien don Miguelito había encon


,

trado mue r to de hambre en S evilla en una de sus


expediciones de tuna Gar cés era hij º de una fami
.

l i a acomodada de un pueblo p r óximo á Cuenca lla


mado Paja r oncillo Había estudiado en el semina rio
.

y sido un buen estudiante en l os prime r os años ; lue


go con una t r ansición b r usca se hizo un pe r dido y , ,

comenzó á bebe r á jugar á fr ecuentar l o s ga ritos y


, ,

po r último á r obar L a f amilia de Ga r cés lo retiró al


, .

pueblo ; el muchacho se arrepintió entró de novicio ,


58 PI O B AROJ A

bas de Cuenca se habían distinguido siemp r e po r su


ext r avagancia .

A lgunos llamaban á Miguel Miguelito C aparr ota , ,

y le p r onosticaban el mismo fin que al bandido an


dal uz que como se sabe mu rió en l a ho r ca á pesar
, , ,

de que su asunto se a rr egló .

Don Miguelito había f o r mado una asociación bu r


I esca de l a que e r a p r esidente cuyo objeto p r incipal
, ,

e r a bebe r y cantar En las cenas celeb r adas po r esta


.

asociación se entonaba el viejo canto estudiantil ,

común á todas l as Unive r sidades de Eu r opa y que ,

aun se r eco r daba en S alamanca á p rincipios de l


si g l o XI X .

Ga d am u i g i t
u e s u r.

¡ a dam ma
ve n e s su s .

T amb re n con g rotesca solemnidad


-

I u tac i ó n al vino en latín maca rr ónico :

Ave , c lo i i cl a i
o r v n r

sapo i e pa i r s n r

l ua n os i eb i a in r r

di g n eir s po l e n l ra .

L a preocupación de Miguelito e r a mandar de ,

mostr ar su supe rioridad p r oducir asomb r o sobre


, ,

todo entr e los suyos ; así p ar a di rigi r los y admirar los


,

ob r aba y pensaba para ellos .

E r a capaz de lee r un libro largo y pesado con l a


espe r anza de encon tra r un par de frases con que so r
LOS RECUR SOS D E LA ASTUC IA 59

p r ende r á su auditorio Don Miguelito vivía sólo para


.

la gale r ía .

T al necesidad de p r oducir expectación le impu l


saba á hace r muchas necedades .

Una vez se lanzó al Júcar á salvar á un pescador


de caña sin sabe r nada r y estuvo á punto de ahogar
, ,

se ; en ot ra ocasión salió fiado r de un g r anuja y es ,

tuvo á punto de arruin ar á su mad r e Poco después .

escr ibió un r omance contr a algunas viejas murmura


do r as de l pueblo Este romance q ue tituló Las Co
.
,

m adr es de Cu e nca dió mucho que habla r y l e c on


,

q u i st ó una mal i sima fama .

Miguelito celeb r ó exage r adamente la hostilidad


popula r .

T odos l o s amigos encontraron que T orralba era


un excelente versi ficado r y que de bía cultivar con
más asiduidad el tr ato íntimo de l as Musas .

Miguelito trabajó algunos días y some tió al juicio


de sus camar adas va rias poesías como _ /q e l l a N o , ,

c h e de l u n a l a H oz de l Jú car que fueron conside


, ,

r adas como ob r as maestras .

P o r entonces un condiscípulo q ue había encontra


de en su casa va r ios libros de astrología judiciaria y
un a st rolabio se l os envió á don Migu elito
, .

Este ante el nuevo mundo que se abría á sus ojos


, ,

decidió con la mayo r se riedad hacerse ast rólogo .

L eyó l a Astro l og ía de P i sanus; el lib r o D e pracos


,

g n i ti on e f u tu roru m de M ol i nac c i ; e l epítome Tati a


,

astro l og i a ju di ci al e s de Juan de Espa ñ a ; l o s Í) is


,
60 PI O B AROJ A

r
c u sos as tr o l óg i cas de Juan de Herrera ; el lib ro de
,

Paracelso 73 6 g ene rati one re ru m n atu ral i um y l as


, ,

P r of ecías de Nost r adamus


, .

Después par a uni r l a teo ría y l a p r áctica llevó al


, ,

terrado de su casa el astr olabio y allí se dedicaba á ,

medir l o s ángulos y v e r l a conj unción de l as estr ellas .

Después de ap r ender á dete r minar el aspecto de


l o s as tros se dedicó á l a predicción de l po r venir El .

horóscopo de su madre y el de su he rmano resulta


r on felices ; en cambio el suyo dominado po r Marte , ,

fué completamente nefasto Pr obablemente él mismo .

se había preparado en el horóscopo el fi n al trágico ,

cosa q ue á sus ojos y al de sus amigos le hacía m á s


interesante .

A juzgar po r lo que d ij o l a línea de su vida cru ,

zaba l a casa de l as enemistades pasaba por la de l a ,

amistad y el amo r rondaba la casa de las dignidades


,

y caía en l a de l a muerte .

L as lecturas astrológicas se nota ron en don Migue


lito y e n sus amigos S e habló du r ante algún tiempo
.

de ho r óscopos y conjunciones ; á una tabe rna de un


homb r ecito pequeño que se llamaba el tío Guada
,

ño se le llamó desde entonces la tabe r na de l H o


,

m an c al as y á otra de la tía L esmes l a tabe r na S i


, , ,

bi l i n a .

Una de l as
gracias de Miguelito era asegurar que
al H om un c u l us de l a tabe r na el ex tío G u adañ o lo , ,

había c r eado él con una fó r mula de su maestro Pa


race sol .
LOS RECURSOS D E LA ASTUC IA 61

Tamb i en decía que á una moza del pa rtido l e ha


bía dado él l a sue r te ent r egándole un trozo de vitela
con l a palab ra mágica A b r acadab ra escrita en for ,

ma triangula r y con sang r e de niño .

L a muchacha siguiendo l as inst r ucciones de Mi


,

guelito había llevado nueve días l a vitela como un


,

escapulario colgada al cuello y al noveno la había


, ,
'

echado al r ío sin volver l a cabeza Don Miguelito ha .

bía tenido sus dudas ace r ca del punto dónde debía


echarla porque era indispensable a rr oja r la en unas
,

aguas que co rrieran hacia Oriente ; pe ro al En en


c o n tró el sitio ve r dadero .

L a ope r ació n dió resultado porque un mes des,

pués un come r ciante rico se llevó á l a muchacha á


Mad rid y l a puso un gran t r en .

Entre algunas mozas de l pueblo compañeras de l a ,

otra se supo lo ocurr ido y se cr eyó q ue do n Migue


, ,

lito tenía al g o de b r ujo .

Los amo r es de don Miguelito e r an como no po


dí an menos de ser extrao r dina r ios y raros .

Don Miguelito había galanteado du r ante algún


tiempo á una gitana del barr io del Castillo á q uien ,

llamaban F abiana la Cañ i .

Esta F abiana e r a una muchacha preciosa de pie l ,

cob riza y ojos ve r des .

Don Miguelito había llegado á hacerse amigo de l


Aj mado un e sq ui l ador de burr os padre de la F a
u , ,

biana .

y don Miguelito se entend ían ; al e s


02 P IO B AROJ A

q u i l ador l eparecía natu r al que al payo le gustara l a


mocita de su casa y se dej aba convidar y contem
,

pla r .

º
L a mad r e de la F abiana l a q e l ra e r a una git ana
, ,

z a que se dedicaba á comp r ar y á vende r viejos ca

c h i v ac h e s á fr eí r mo r cillas y chu r ros ; á l a abuela gita


, ,

na legítima que odiaba el trabaj o como buen ejem


,

pla r de su r aza l a decían e n l a c all e l a Zi n cal i y


, ,

tenía po r o ficio echar la buenaventu r a en l as ferias ,

v e n de r l a raíz del Buen Var ón y l a Hie r ba de S ata

n á s y arro bi ñ ar lo que podía .

Don Miguelito hablaba con l a vieja gitana de ma


gia y de astr ología y l a dejaba ll e n a de espanto
, .

El le enseñó en qué ocasiones se debían emplear


l as siete palab r as mágicas p r incipales : A b r acadab r a ,

Jehová S ato r Are po T enet O pe r a y R otas


, , , , .

T ambién le dió l a f r ase sac ram e ntal pa r a todos los


conj uros que es ésta : N ome m D e i e t S an e i e Tr i n i tatis
,

q u o d l am en i n v an a m a s s u m i tu r con tr a,ac e rri m u m

sam m i l e g i sl ato ri s i n te r di c t u m .

L a gitana temblaba al oír á Miguel T odos los .

homb r es y muj e r es de l a casa odiaban y temían á


T o rr alba á quien llamaban el B usn ó Miguelito sen
, .

tía po r ellos un p r o f undo desp r ecio .

En esto se p r esentó en Cuenca un calde r e r o gi ta


no el Re m i homb r e cobrizo como sus calde r as alto
,
(
, , ,

m al encarado .

L a familia del _ I
/j u m a d o conce r tó l a boda de l a

F abiana c on el Ro mi y a l a z ambra q ue hubo asisti ó


(
,
LO S RECURSOS DE LA ASTUC I A

Miguelito cosa que hizo reír á sus amigos que con


, ,

si de raro n l a asistencia de T o rr alba á la fi esta como

una prueba de se r enidad admi r able .

A lguno le dijo después á Miguelito que no se


fia r a con el Romi pero Miguelito despreció l a ad
(
,

v e rte n c ia
.

I ba declinando el entusiasmo por la gitane ría y l a


astrología cuando don Miguelito se fijó en Asun
ción y con l a violencia ca r acterística de sus inclina
ciones decidi ó que desde entonces ella se r ía l a da
ma de sus pensam i entos .

L os amo r es comenzar on con todo el aparato de


absu r didades p r opias y naturales de don Miguelito .

Va rias veces escr ibió á l a mucha cha con l a arrogan


cia de un homb r e grande y extr ao r dinar io ; pero como
e ll a no le contestaba se f ué desespe r ando y concluyó ,

por toma r una actitud exageradamente humilde .

Cómo conoció A sunción que en el fondo de aquel


calave ra b otarate había un homb r e un hombre v a ,

fiente un homb r e digno difícil es sabe r lo l o cie r to


, , ,

fué que lo conoció .

Don Miguelito todavía hizo alguna simpleza al ver


se atendido por l a muchacha ; pe r o pronto se tr anqui
Ii zó y to rnó el aspecto de una pe r sona sensata .

A l comenza r á hablar con A sunción pensó que


toda su juventud había sido una pobre majadería y ,

decidió abandona r á l o s amigos y al escude r o Gar


c é s L es dijo q ue iba ir al yermo que estaba harto
.
,

de vanidades Un amor vulgar y corri ente por una


.
'
64 PI O B AROJ A

señorita del pueblo le hubiera dejado en mal lugar


entr e l o s cama r adas que le veían como hombre ex
traordi n ari o r a r o I unático y nig r omántico T odavía
, , .

no se atrevía á afr onta r su desdén .

A l poco tiempo l a gente ave riguó el noviazgo l os ,

camar adas le desdeñar on y l as personas que pasaban


por se rias comenzaron á deci r
—No no Miguel no es tonto ; si quiere se har á
, ,

un homb r e de p r ovecho .

Miguelito dejó de frecuenta r sus anti guos amigos ,

y r eanudó sus amistades con un clé rig oque había


estudiado con él en la escuela Este clérigo D V i c .
, .

tor vivía en casa de l guar dián de l a Catedral y era


, ,

homb r e estudioso é ilustr ado .

A Miguelito le t r ataba muy ásperamente Bota — .


r ate ap r endiz de mago maj adero I e solía decir con
, ,

voz i r acunda .

—S í tienes r azón — contestaba Migue l soy un


,

mentecato .

— Vale más que lo confi eses —l e decía el cura .

Pues lo con fieso He llegado á los veintisiete


.

años sin o ficio ni benefi cio He pe r dido el tiempo .

en pasear en hablar y en hacer


,

— Y versos m al o s .

—Cie r to versos mal o s T e advie r to que todas mis


, .

vanidades antiguas se han deshecho : no me impo r ta


q ue me llames mal poeta ni mal astrólogo No me .

hace m e l l a .

Miguel no pensaba más que en encontrar u n me


65 P1 0 B AROJ A

D Miguelito era un perdido un vagabundo viejo


.
, , , ,

cínico sin o ficio ni bene fi cio que quería vivi r á su


, ,

costa .

Desde aquel momento Asuncro n ju ró romper c on


su mad rastra y no volver á dirigirla la palab ra Em .

p e zó á faltar á todas ho r as de l prime r piso de l a casa ;


luego más tarde se tr asladó defi nitivamente al cuarto
, ,

de la abuela á vivir con ella .


S AN S I R G U E E L P E N I TE N CI AR I O

En l 82 l el penitenciario de l a cated r al D M a
, , .

nuel Rizo que estaba enfermo desde hacía tiempo


, ,

mu rió en un pueblo de l a sie rra donde había ido á ,

repone r se y f ué nombrado para el cargo D Juan


, .

S an si rg u e .

S ansirg u e venía del Burgo de O sma y al llegar ,

á Cuenca se dijo de él que e r a liberal Fué u na de .

esas voces que corr en por l os pueblos sin base ni ,

razón alguna .

Don Juan era homb r e de unos Cuaren ta añ os de


edad de estatura me di a m á s bien bajo que alto y
, ,

ti r ando á f o r nido .

T enía el pelo rºj o oscuro l o s ojos ve r des l a cara


, ,

c u adrada y pecosa las pestañas r ojizas el cuello de


, ,

toro l os brazos largos l as manos gruesas y l os pies


, ,

grandes .

S e veía en él al I ug are ñ o nacido para destripar


-

terro n es L l evaba gafas aunque no l as necesitaba


.
, ,
68 PIO B AROJ A

sin duda con el objeto de darse un ai r e doctoral y ,

miraba siempre de t r avés .

Pronto se averiguó su vida c on toda clase de de ,

tal l e s .

S an si rg ue h ij o de un campesino muy pob r e de


,

Priego terminó la carre r a casi de limosna Tr as de


, .

obtener un curato en el campo y una parroquia en


A lmazán había sido nombrado canónigo rac i on e ro
,

del Bu r go de O sma y después penitenciario de


, ,

Cue n ca .

S an si rg ue al deci r de sus colegas demostró ser


, ,

bastante fuerte en latín y cánones y como predicador ,

se dió á conocer como homb r e arrebatado y de tosca


elocuencia L a gente pronosticó que llegar ía á obispo
. .

En l a vida social el nuevo penitenciario se desen


volvió :como un pe r fecto intri gante ad ulador y un ,

tanto bajo A costumbrado al se r vilismo del ambi ci o


.

so pob r e que escala su posición lentamente y con


grandes esfuerzos en muchas ocasiones ponía en
,

evidencia su naturaleza I ac ay una .

A los seis meses de permanencia en el pueblo ,

S an si rgu e lo conocía á fondo y comenzaba á domi


n arlo A lgunos otros canónigos dirigidos por el l e c
. ,

toral intenta r on ataj arl e el paso ; pe r o S ansi rg ue sos


, ,

tenido po r el obispo por su sec r etario Po r tillo joven


, ,

ambicioso y po r l a gente rica ma r chaba adelante


, ,

El con fesiona r io le daba l a clave de cuantos c on


fl i c to s interiores en l as familias y en l o s m atri monios
o c u m an en el pueblo Esta arma de inquisi ción y de
'

.
LOS RE C URSOS D E LA ASTUC IA 9

dominación teocrática S ansi rg ue l a empleaba c on


paciencia y con método .

T e nía l a sagacidad y la malicia de l lugare ñ o é iba ,

pe rfeccionando y al ambi c an do su sistema de i n q ue


rir c on e l esfuerzo y l a perseverancia .

S ansi rg u e había ido á vivir á casa de l pertig u ero


de l a catedral .

Ya por co stumbre i nvete r ada desde hacía muchos


,

años se alquilaba una habitación grande á un c e nó


,

nigo en casa del pe r tigue ro Ginés D iente .

E l más notable de estos canónigos hospedados en


ella fué D Francisco Chirino
. .

D on F rancisco dejó al mo r i r f ama de homb r e de


gran vi r tud y sabidu r ía Chi rino fué magistral desde
.

fi nes de l siglo X VI II hasta poco después de l a guerra


de l a I ndependencia ; estuvo p risionero y á punto de
de ser f usilado por l as soldados de Caulaincourt .

L a leyen da a seguraba que Chi rino se salvó asom


brando á l os franceses con un discurso en latín y otro
en francés que l e s dirigió .

En un viaje hecho á Valencia mu rro Chirino y ,

dejó en casa de Diente una biblioteca muy nutrida


de libros de historia de teología y algunas e di ci o
, ,

nes raras que l o s herederos no se cuidaro n de re


coger .

Después de Chirino ocupó la habitación el c an ó


nigo R izo y tras de la mue r te de éste vino S ansi r
,

gue á posesionarse del cuarto que por tradición per


te n e cí a á un ca n ónigo .
70 PI O B AROJ A

En aquella casa viej a de una c al l e somb ría el pe


,

n i te n ci ari o S an sirg u e como una g r uesa ar aña pelu


,

da plantó su te l a es pesa dispuesto á mostra r se cle ri


,

c al m e n te implacable pa r a l a mosca que cayese en

ella .
LA C AS A DE L P E RT I G UE R O

L a callejuela to r tuosa en cuesta partía de l a pla


, ,

zu e l a del palacio de l O bispo por una escale r a y ,

terminaba en un camino de ronda de l a mu ral l a .

En este callejón llamado de l o s Canónigos por


,

que antiguamente había va r ios q ue tenían allí su


casa vivía el guardi á n y pe r tiguero de la catedral
, ,

Ginés D iente .

Ginés era hij o de pertig u ero y nieto de pe r tiguero .

La pé rti g a constituía una insti tución en l a f amilia


de l o s Dientes S e podía decir que l os D ientes vi
.

ví an de e l l a y comían de e l l a .

Ginés el guardián era por este tiempo un viej o


seco fl aco de nari z aguile ña a filada y roja el pe l o
, , , ,

g ris el mentón saliente c on cla r os en l a bar ba y


, , ,

picado de viruelas Gastaba anteojos de pl ata g r ue


.

sos para lee r .

S olía usa r á diario fuera de l as gran des cero


,

monias calzó n os cu ro media n egra zapatos rojos


, , ,
72 PI O B AROJ A

con hebillas de pl ata b al an drá n de color negro


,

pa r dusco en l a cintu r a una faja azul y encima una


,

co rr ea con ganchos en los cuales fi j aba varios ma


,

n oj o s de llaves .

Ginés tenía cerca de sesenta años Conocía l a ca .

ted r al mejo r que su casa .

E r a hombre de mucho gusto para l a lectu ra y muy ,

liberal .

Desde hacía tiempo cuando concluía sus f aenas


, ,

iba al cuarto del canónigo Chirino se ponía sus an ,

te oj o s de pl ata g r uesos compuestos con hilo negro


, ,

cogía algún lib r o y lo leía muy despacio Cuando .

te rmi naba dejaba una señal y al día siguiente co ,

m e nz ab a de nuevo la lectura L o que no entendía .

bien lo volvía á lee r .

A sí había pasado cerca de un año c on e l Te atr o


Crítico de F eijóo ; pero se había ente r ado tan pe rfe c
,

tamente de las opiniones y doctrinas de l autor que ,

desde entonces podía pasar po r un e r udito .

S u hij a Dominica regañaba á su pad r e por su a fán


de lee r .

—No sé para qué lee usted tanto pad r e — I e de ,

cía Dej e usted eso á l os que saben .

— L os que saben son l o s que leen — contestaba

C inés sean canónigos ó pe rti g ue ro s .

Ginés era viudo ; l a Dominica su h i j a estaba ca , ,

sada con un car pintero constructor de ataúdes,


.

L a Dominica l a gua r diana mujer muy morena


, , ,

j u an e tu da fea co ,
n un
,
a fealdad simp á tica te n ía unos ,
74 PI O B AROJ A

moda pa r a la guardiana po r que la obligaba á traba ,

j ar como una negra .

T odo lo contrario de ella se mani f estaba D ami á n ,

su marido el const r ucto r de ataúdes Este e r a vago


, .
,

poltrón ocu rr ente y siemp r e estaba inventando pre


, ,

textos para deja r el tr abajo é ir á la tabe r na .

El ser además de ca rpinte r o relojero de la ca


, ,

ted r al le permitía anda r siempre de un lado á otro .

Damián e r a chiquito mor eno de car a muy c orre c


, ,

ta pe r o de una exp r esión de r ata E r a homb r e de


, .

g r an paciencia dom e sti c ab a pájaros y toda clase de


,

bichos T enía un cuerv o Juanito que hablaba mejor


.
, ,

que algunos homb r es y que le conocía y un gato ne ,

g r o con ojos de o r o á q uien Chirino había bautiza


, ,

do con el nomb r e f enicio de A sta r oth .

Este constructor de ataúdes solía ir á veces con


Juanito en un homb ro y A star o th en el otro á bebe r
c o n un compad r e sepultu r e r o con quien tenía g r an ,

des amistades .

A mí que no me den un armario ni una mesa


-


que hacer decía D ami á n á sus amigos cuan do es
taba inspi r ado lo que más me ll e n a es hacer una
caj a fúneb r e Hay que ve r l a
. de fi losofía
q ue hay dentr o de un ataúd icantidad ja ! …

—¡ Bah ! No tanta como en una sepultura salta


ba e l sepultu r ero su amigo que quería poner también
muy en al to su profesión .


¡ Más mucho más !
, r eplicaba el carpinte ro
dulcemente hundiendo su mirada en el oscuro amatista
LO S RECURSOS D E LA ASTUC I A 75

de un vaso de vino Yo cuando veo l as tabla sque


,

t r aen á mi talle r pienso : esto era un ár bol que estaba


,

en un y en ese bosque había pá


jaros alimañas leñado r es se r radores y estos á rboles
, , , ,

l os había plantado alguno ¿ L os había plantado al


guno ó habían c r ecido solos ? No se
, ja .

¡ Qué fi losofía ! ¡ Y l o s clavos ! Estos c l av o s que ,

al clavarlos con el mar tillo l a familia de l difunto cree


que suenan de otr a ja ! ¡ S upe rstic i ó n l
¡ S upe rstic i 6n l Estos c l avos los han t r abajado en una
fr agua donde saltaban chispas ; han sacado e l metal de
,

una mina donde andaban l os hombres como los to


,

ja ! ¿Y la te l a? Esa tela neg r a q ue se va


á descompone r en la fosa ¿ de dónde viene ? Viene ,

de un tela r de una fáb rica que quizá es un bormi


,

de gente ¡ Qué fi losofía tiene es


to ! ¡ j a… ja j a ! ,

Y Damián se reía con una risa mecánica y triste


, .

A mí si me sacan de l ataúd soy hombre mu er ,


to añadía .

— Como á mi si me sacan de l a sepultura no sé


, ,

qué hacer no le encuentro encantos á l a vida ase


,

g u rab a el sepultu r e r o .

En esto nos di fe renciamos del r esto de l o s hom


bres á q uienes pasa todo lo
,

— exclamaba Damián
j a ! .


S omos gente superior añadía el sepulturero .

Es que nuestros ofi cios tienen más fondo más ,

fi losofía El fondo de una fosa ¡ He rmoso fondo ! ¿ Vas


. .
76 PI O E AR O JA

á tene r tú l a i n sustanci al i dad de un peluque ro ? N o .

¿ V oy yo á compar arme con un sastre ? T M pO CO El .

hace una envoltu r a pasaje r a ; yo no yo l a hago defi ,

¡ Ja ja ! ¡ Qué fi loso fí a tiene esto !


Damián sentí a tanto entusiasmo po r los ataúdes ,

que echaba la siesta dentro de uno de e ll o s vigilado ,

por Juanito y por A sta r oth .

El enterrado r admi r aba á Dam ran En cambio su .

muje r l a D ominica le despreciaba y le dirigía cons


, ,

tan te me n te una lluvia de sa r casmos q ue él oía indi,

fe r ente .

En l a casa de l pertigue ro lo más transcendental


e r a l a habitación de l seño r canónigo L a Dominica .

fre g ab a todas l as semanas el suelo y en el ve r ano ,

todos l o s días ; limp i aba l os cristales sacudía l os col,

ch on e s y l a alfombra y pasaba el plume r o po r los


,

libros .

L a habitación del canónigo la mejo r de l a casa


, .

e r a espaciosa y c l ara L a luz entraba en ella por un


.

gr an balcón y por una ventana pequeña Esta venta .

na pequeña daba hacia l a Hoz del H ué c ar que se


veía sob r e el sola r de una casa derru i da convertida
en hue r to El hu e rte ci ll o limitado po r cuatro tapias
.
,

cubie r tas de hied r as estaba lleno de zarzas y de r o


,

sales silves tres .

T enía l a habitación una chimenea de pied r a con


el hogar cubie r to du rante el ve r ano por una mampar a
de papel viej a con una estampa en colores desteñí
,

da y dos bolas de cri stal azul


, .
LOS RE C URSOS D E LA ASTUC IA 77

En un ángulo estaba l a cama de made r a con c ol , ,

g a du ra s verdes descolo r idas y en l as paredes un a r


, ,

mar io de varios cue rpos también con co r tinas El


,
.

suelo e r a de lad rillos grandes rojos que se de smoro


, ,

naban y l a par ed tapizada de un pape l do rado con


, , ,

arabescos negr uzcos .

Esta habitación canoni cal tenía seis sillas de da


masco ya tan aj adas que apenas se podía notar
, ,

su primitivo color y un canapé de paja con un al


, ,

moh adó n rºj o completamente desteñido D elante de


, .

l a ventana pequeña po r donde el sol entraba al ama


,

n e c e r había una vieja mesa tallada y junto á ella un


, , ,

sillón fr aile r o con c l avos do r ados .

A llí el canónigo Chirino pasó toda su vida dedi


cado á la lectu ra mient ras A staroth ac urruc ado le
, , ,

contemplaba con sus ojos de o ro .

Unicamente al atardecer solía asomarse al balcón


á contemplar l as rocas de l a Hoz de l H ué c ar que ,

se veían desde allá y á oír l as oraciones de l De g o


,

l l ado á quien solía echar una moneda L a D omrnr


, .

ca conservaba l a habitación siempre limpia pero n o ,

podía luchar con l a polilla q ue corroía sus viejos


muebles ni con el olo r á rancio que exhalaban l os
,

volúmenes alineados en l os estantes .

En vida de Chirino un o de l os muebles más curio


so s de su despacho e r a un gran reloj que cuan ,

do murió el canónigo pasó al tal l e r de Damián Este .

reloj de pared tenía música y va rias li guras que apa


re cí an al dar l as horas En e l péndulo Caronte se
.
,
78 PI O B AROJ A

agitaba en su barca y en la o rla de bronce q ue ro


,

deaba l a esfe r a se leía : Vu l ne ran t omnes u l ti ma n e


, ,

cat Damián el marido de la Dominica


.
, había arre ,

glado el reloj y hecho que se movie r an las fi guras E s .

tas e r an un niño y una niña un joven y una doncella ,

y un viej o y una vieja seguidos de l a Mue r te re pre ,

sentada po r un esqueleto con su sudario blanco ysu


guad aña Cuando desapar ecían l as edades de l a vida
.

seguidas de l a Mue r te se abría una ventana y apa


,

re c í a la Vi r gen A l mismo tiempo que estas figu r as


.

pasaban po r delante de l a esfe r a del reloj sonaba una


música melancólica de campanillas .

Damián que había visto el r eloj pa r ado lo llevó á


, ,

su taller lo desarmó lo volvió á a rma r y consiguió


, ,

que march ase que se moviesen l os muñecos automá


,

ticos y funcionase l a soneri a .

Chi rino le dijo que al mo ri r él le deja ría el r eloj ,

como r ecuerdo y efectivamente cuando de sapare


, , ,

ció el canónigo Damián se apoderó del r eloj y lo


,

llevó al cuar to pequeño pró xrmo al port al donde solía


trabaj ar.

Damián se encontraba en aquel cuarto satisfecho


el ataúd g r ande donde solía dormi r l a siesta el ar ,

ma rio con l os ataúdes pequeños el cuervo el gato , ,

negr o y el reloj ; no podía pedi r más A no esta r en .

terrado de ve r dad no e r a fácil alcanza r un mayor


grado de pe rfección fu ne raria .

S iemp r e que pasaba po r delante del reloj de l ca


nó n i g o Chiri no Damián lo contemplaba con e n tu si as
,
LOS REC URSOS D E LA ASTUC I A 79

mo L as guirnaldas de calave r as y tibias entre fl ores


.
, ,

su car ácter macab ro y l a salida de l a Mue r te le en


tu si aSmab an S e le antoj aba una de las más b e l l as y ge
.

n i al e s ocu rrencias q ue podía haber salido de la cabe

za de un homb r e .

L e habían dicho lo que signi fi caba el letr ero en


latín y le pa r ecía admi r able Vu l n e ran t omn es al l i
, .
,

m a n ecai : T odas hieren ; l a última mata , .

El constr uctor de ataúdes repetía la frase sonríen


do c on un tono de salmodia triste como un cartujo
,

el : Hermano mo ri r tenemos
, .

Damián y quizás también su cuervo se extasiaban


, ,

pensando en l a profundidad de aquella sentencia .

Al llegar e l penitenciario S an si rg ue á ver l a casa ,

le p arecie r on las condiciones de l a Dominica muy


b u e n as; y decidió queda r se allá enca r gando á l a guar
,

diana que quitara dos 6 t r es arma r ios pa r a dejar más


espacio en el cuarto .

S an si rg u e examinó l os lib r os de Chi r ino vió ,

muchos volúmenes de Histo ria Cánones y Teología , ,

que no l e interesaban y tomos de colección de ser


,

mones de p r edicadores célebres .

Estos libros estaban señalados y anotados así que ,

e r a muy fácil y cómodo consulta r los .

S iguiendo l as indicaciones del penitenciario q ue ,

hizo una selección r ápida se quitaron tr es cue rpos


,

de l a r mario y se llevaron l o s libros en ce éto s á un


,

cuarto interior .
80 PI O B AROJA

Hecho el traslado pedido S an si rg ue se instaló en


,

l a casa Po r diez reales al día l a guardiana le daba


.

l a comida l a r opa y el fuego en el invierno El pe


,
.

n i te n c i ari o comería apa r te de la familia en l a sal a y


, ,

los domingos tend ría un pl ato extraordinario .

S e g un di to un sobrino de Ginés estudiante de


, ,

cura se r viría al canónigo de paje para lleva r cartas


,

y hacer l os recados .
82 PI O B AROJA

sus superiores Ya en su época de estudiante se


.

distinguió po r sus pr otes tas contra sus p ro f eso r es ,

imbéciles ; luego tuvo que se r vir y obedecer á obis


pos o r gullosos é igno r antes que trataban á l os indi
vi du os de l bajo cle r o como á c riados .

Quizás en ocasiones consider ó sus votos sace rdo


tal e s como grillos como eslabones de una cadena que
,

l e herían ; pe r o aun así amaba la cadena m arti ri zadóra .

El catolicismo como todas l as sectas cristianas es


, ,

en el fondo l a escuela de la humillación S u pl an ú l .

timo consiste en queb r anta r l a individualidad S u .

i de al hacer de l homb r e pe r i n de ac cadave r


, .

Para el catolicismo la salud es sobe rbia l a con ,

fi anza en sí mismo orgullo el valo r j ac tari c i a todas


, ,
i

l as vi r tudes n obl e s s on desp r eciadas y afe adas; en


cambio l as mise rias tri stes se explican se j ustifican y
, ,

se alaban : el pecado r humilde el mise r able humilde


, ,

el c rapuloso humilde el imbécil humilde siemp r e tie


,

nen su de fensa y hasta su apología .

E sta táctica de humillación unida al espionaje al


, ,

se rv i l i sm o y á l a pedante r ía ha sido la seguida siem


. ,

p r e en l o s semina rios : la táctica de la Compañía de


Jesús cuando al hombre de valer de su sociedad ha
an te pu e sto un estólid o cualquie r a para mo r ti fi car l a

sobe rbia del p r ime r o .

Don Vícto r n otó en el semi nari o y fue r a de l semi


na rio I a antipatía que p r oducía .

— ¿ Cómo? — pensaban sus superio r es ¿ Este ho m .

b r e de clase humilde c r ee q ue sabe latín? ¿q ue sabe


,
LOS REC URSOS D E LA ASTUC I A 83

teología? ¿ que es capaz de predicar elocuentemente?


Arri nc o n é mo sl e Que aprenda á tene r humildad
. .

Aprender á tene r humildad quie r e deci r : apre n


,

de r á esta r descontento á se r miserable á se r vil


, , .

Este f ondo de r encor que guarda e l c ristianismo á


todo l o nob l e l o sereno lo tranquilo viene sin duda
, , ,

de su tradición semítica de l o s siglos en que vivió en


,

las lep rose rías y en l o s subu r bios de R oma en los ,

agujeros infectos donde se corrompían l os parias y


los esclavos .

Don Ví cto r como homb r e de cie r ta sensibilidad


, ,

su frió g randes choques en su carr e ra En Mad r id .

tuvo que alte r na r con cu ras co r tesanos que se bu rla


ron de él de su pedante ría y de sus latines
, .

Don Vícto r al volve r á Cuenca hizo el descub r í


, ,

miento al ve r á sus antiguos condiscípulos y compa


rarse c o n ellos que —él como los demás tenían los
, , ,

mismos luga r es comunes de exp r esión l os mismos ,

gestos y ademanes ap r endidos en el seminario T o .

dos imitaban sin que r e r á un pro f eso r de teología y


, ,

casi decían l as m ismas fr ases en latín y todos se po ,

n í an l as manos en el abdomen y daban al madi ta


p s

una sob r e otra .

Don Vícto r al nota rlo hizo un g r an esfue rzo para


, ,

cambiar sus frases de cajón y sup rimi r estos adema


nes que e r an l o s bienes most r encos obtenidos en el
seminario y lo consiguió
, .

Don Vícto r en Cuenca apenas podía sostene r se


, ,

con el sueldo míse r o q ue le daban l as monjas y con


84 P1 0 B AROJ A

e lpe q ueño estipendio de l a misa y fué á vivir á casa


,

de l a Dominica que e r a algo pariente suya Po r


, .

cinco reales la guardiana le tenía de huésped y el


cura vivía como si fuera de l a familia .

L a Dominica oía l as quejas de D Vícto r y le re


c ome n dab a siemp r e que cediese á sus supe r iores ;

pero D Víctor se irritaba y echaba largos y pedan


.

tinos discu r sos emped rados de lati najos : Odi pr of a


n u m vu l g o decía con fr ecuencia
, y par a elogiar su
,

pobreza repetía : Omn ia me cu m po rto (llevo todos


mis bienes conmigo ) .

Don Vícto r e r a un temperamento batallador y


amigo de luchar .

No tenía el e sprrrtu fi losó fi co y gene r alizador ne


ces ario par a ver las g r andes injusticias sociales pe r o ,

en cambio l as pequeñas injusticias de detalle le he


r ían y le mo r ti fi caban .

L o sancionado por la fuerza de la costumb r e aun ,

que fuera una eno rmidad siemp r e le par ecía bien ;


,

la transgr esión nueva le i n di g n ab a .

Don Víctor e r a atr e vido y valiente En un período .

de gue rr a no hubiese tenido inconveniente en lanzar


se al monte .

A pesar de habe r sido laminado y destrozado por


l a educación teocr ática D Vícto r e r a arc h i ab sol u
, .

tista y teócrata ; cr eía que la iglesia debía ser I mpe


ri u m i n i mpe r i o y que e r a e ll a l a única enca r gada de
,

dirigir la vida de l o s hombres hasta en sus más pe


u e ñ o s detalles
q .
Los R E CURSOS DE LA ASTUC IA 85

Don Víctor y Ginés se entendían bien D iscutían .

y á veces se insultaban po r que Ginés se sentía bas


,

tante anticle r ical Ginés le llamaba á D Víctor cu


. .

ri ato c l e ri c u c h o y D Vícto r le decía c h u pac i ri o s


, , .
,

sac ape rros menos cuando le que r ía balaga r porque


, ,

entonces le llamaba f ort u n al e senex y algunos otros


,

elogios en latín .

Don Víctor era hombre a ficionado á paseos soli


tarios ; salía por l a tar de á l as afueras y volví a al ano
c h e ce r c u ri o se an do mirando al fondo de l as tiendas
, ,

de las tabernas y de l as b otig ti e tas de l as calles .


LA B I BL I OTE CA DE CH IRINO

El cuarto que la D omrnrc a destinó á D Víctor .

en su casa f ué un g uardi l l ó n bajo de techo y lleno


de a rma rios q ue tenía dos ventanas enrejadas abi e r
,

tas sobre el solar de l a casa derru i da convertida en ,

hue r to .

Este c amaranc hó n grande l a mitad sin cielo r aso


,

y par te sin suelo había sido e l depósito de l a biblio


,
-

teca de l canónigo Chi rino e l sitio donde éste alma


,

cenaba sus libros Había allí muchos volúmenes pro


.
,

b abl e me nte cuatro 6 crn co mil unos metidos en l os


,

armarios otros apilados en el suelo todos llenos de


, ,

polvo .

D on Víctor al llegar á casa de l pe rti g u e ro c on o cí a


, ,

l os libros estudiados por é l en su carre r a pero nada ,

má s El tener allí otros á man o l e indujo á lee rlos


.
,

p rimero sin mucha gana luego c on gusto después


, ,

c on pasión hasta hundi r se en l a biblioteca de Chi r i


,

no como un centauro en un bosque 6 un tritón en las

olas de un mar antiguo .


88 P I O B ARO I A .

Tras de muchas investigaciones D Vícto r encon , .

tró el catálogo de l a biblioteca de l canónigo En l a .

q ue había sido su habitación principal la que luego ,

ocupó S an si rgu e tenía el di f unto canónigo l os libros


,

clásicos de un cu r a erudito ; en el depósito que ha ,

b i tab a ahora D Víctor estaban l os lib r os de histo


.
,

ri a de fi losofí a y de moral algunos encuadernados


, ,

sin rótulo .

D on V í c tor comenzó po r leer tr atados de confesión ,

obras de casuística de los Padr es Escobar S ánchez , ,

Molina el S al man tic e nse y otros célebres teólogos


,

fundado r es de l a mo r al laxa de los j esuitas AI ho .

j ear estos libros l e sorprendieron las notas de Chiri


no contr al os a u tores T ambién l e asombró leer las
.

bu rlas q ue dedicaba á las Cartas del filósofo rancio


de l padre A lvarado .

¿ S ería el canónigo Chirino m u erto casi en olor de


,

san tidad un herej e ?


,

D o n Vícto r se propuso averiguarlo y —segui r le en


sus notas con el c e l o de un inquisido r .

Al principio había conside r ado su cuarto como un


rincón únicamente b ueno para dormir ; después co
,

me nzó á encontrarlo un lugar admi r able de esparc í


miento mandó poner cristales á l as rejas q ue no te
, ,

n í an más q ue made r as y enca r gó al m arido de l a


,

Dominica una Camilla par a leer delante de l a reja


con l os pies calientes .

D o n Víctor metía el brasero debaj o de la mesa y


se ponía á leer Comenzó á mi r ar uno por uno l os
.
90 P I O B ARO I A
.

l o sofí a matemáticas ciencias natu r ales viaj es todo


, , , ,

lo había leído en su rincón y todo l o había com


prendido .

Pa r a D Víctor el canónigo Chirino era un amigo


.
,

y un enemigo .

— ¡ A h canalla ! — e xc l amah a
, ¡ Cómo te ocultas ! .
-

¡ Cómo te de fie n de sl
El canónigo Chiri no hacía juegos malaba r es en
sus notas Muchas veces inte rr umpía un pe n sami e n
.

to puesto al ma r gen de una pági na y lo seguía en otra .

Don Vícto r comprendía l a e fi cacia de l a inquisi


ción par a ahogar este sentido de crítica y de duda .

Chi r ino e r a uno de esos esp íritus agudos i n q ui e ,

tos v ul n e ran te s educados en las marru l l e rí as de los


, ,

casuístas po r l o s que tenía un odio y un desprecio


,

terribles .

Varias veces D Víctor encontraba re ferencias á


.

libros que n o se hallaban en la biblioteca con l a in


di c ac i ó n de la página .

Por l as notas de l canónigo esto parecía indicar


que se encontr aban allí y q ue l os había consultado ;
sin emba r go D Vícto r no daba c on ellos
, . .

Don Vícto r hizo una nueva req uisa y no encontró


nada hasta que po r casualidad empuj ando una tabl a
, ,

de l fondo de un armario ésta corrió un poco Don , .

Vícto r agrand ó la abertu r a y apa r eció una alacena


formada en el hueco de l a pared y llena de lib r os .

Estaban allí l as ob r as de S pinoza e l E n te n di ,

m ie n to H u man o de Loc k e ; el Í) icci on ari o f i l osóf ico


, ,
LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 91

de Voltaire ; l as Car tas pr ovi n ci al es de Pascal ; E l ,

E spíri tu de l Cl e r o y L a i mpost u ra S ace r do tal de l ,

baron de Holbach ; Los Co l oq u i os y e l E l og i o de l a


L o c u ra de Erasmo ; el E spi r i t u de Helvetius ; l a ,

H istor i a n at u ral de l al ma de L a Mettrie ; e l Í) i cci o


,
-

n ar i o Cri l i co— ,
bu r l esco de Gallardo y otras obras
, ,

francamente antirre l i g i osas .

E n esta alacena había también una colección de


folletos y pe riódicos f ranceses y españoles liberales
y va r ios números de l Amig o de l P u e bl o de Marat ,
.

En l as notas de estos lib ros escondidos e l c anó ,

n 1 o Chirino aparecía ya claramente como un i n cré


g
dulo si mpatizador de l os enemigos de l a I glesia : es
p í ri tu satírico y zumbón que no respetaba nada .

D o n Víctor ante esta colección de libros prohib í


ción por l a I glesia vaciló en leerlos ; pero decidido
se la nzó á ellos .

Para D Víctor tuvieron aquellas obras e l gra n e n


.

canto de ser fruta prohibida .

L a impresión que l e p rodujo l a lectura de l D íc


c i on ari o f i l osó ico
f ,
de Voltaire fué imborrable L a
, .

proximidad que tenían para Voltaire l as c ontrove r


sias religiosas hacía que D Víctor leyera l a obra .

como un esc rito de l día .

A quella anécdota que cue nta tan graciosamente


Voltaire en l a q ue Pico de l a Mi r andola dice al
,

propio Papa A lejandro V I que cree que su S anti


dad n o es cristiano y e l Papa reconoce de buen
,

grado l o que dice Pico l e dejó atónito ,


.
92 PI O B AROJA

A pesar de que D Vícto r comp r endía la sagaci


.

dad Ia erudición y el buen sentido de Voltai re no


, ,

quería segui r le y le i n di g n ab a como una cosa pe r so


,

nal como una injuria hecha á la f amilia l a vene r a


, ,

ción del canónigo Chirino po r él Chi ri no acompa


.

ñ ab a al patr iarca de F e r ney en sus nota s ma r ginales


j

c o n un a unción con un r espeto q ue i rr itaban á don


,

Vícto r A penas se atrevía á indica r una inexactitud


.

y á señ ala r algún lige r o olvido de su ídolo .

Lo que no concede á los docto r es de l a I glesia ,

lo concede á Voltai r e decía amargamente don


V í ctor .

Y esto le molestaba má s que como una herejía ,

como una traición al espíritu de cue r po tan fuerte en


,

l o s cu r as .
SU M AJ ES TA D E L OD I O

El nuevo penitencia rio D Juan S an sirgu e se es


, .
,

tab l e c i ó á sus anchas en casa de Ginés Diente el

p ertiguero . P r onto se vió no e rade l a r aza de los


homb r es como el canónigo Chi rino afi cionados á l a ,

lectu r a y á l a soledad .

S an si rg ue pasaba poco tiempo l eyendo en su des


a h c o mí a mucho bebía bien esc r ibía con frecuen
p c o ; , ,

cia lar gas ca r tas y á todas ho r as se le veía ent ra r y


-

sali r en el palacio del obispo .

S an si rg u e no tenía l a amabilidad de Chi r ino ni la


llaneza de R izo No se pa r aba un momento en el ta
.

lle r de Damián ni aca riciaba á l o s c hi c o s en l a c al l ó


,
º

ni quiso da r una limosna al Í) eg o l l ado que se pasó ,

varias ho r as po r la ta r de cantando o r aciones á l a


pue r ta S an srrgu e ahuyentó de su cua rto al espíritu
.

f amiliar de l a casa al i n fe rnal A staroth con su tr aj e


, ,

negro y sus ojos de oro .

S an si rgu e no q uiso tampoco tener intimidad con


94 P IO B AROJ A

familia de l pertigue r o S upo que en casa de l a Do


minica había un capellán de un convento de monjas


de huésped ; pe r o no le dió impo rtancia ni pensó '

en conoce r le ni menos en convidar le alguna vez á su


,

mesa .

D on Vícto r no le pe r donó el desvío y desde aquel ,

momento comenzó á senti r po r el penitencia rio u no


de esos odios clericales p rofundos y contenidos .

Don Juan y D Víctor tenían que senti r se hosti


.

l e s D Juan hombre de suerte al mes de estar en


. .
, ,

Cuenca entraba en todas par tes tenía i n fluencia e r a , ,

de l os f amiliar es de l obispo y subía como l a espu


ma ; en cambio D Vícto r par ecía l a r ep r esentación
, .

de l adesdicha .

Una de l as cosas q ue indudablemente se r e fl eja


mejor en el r ost r o es el éxito 6 el fracaso .

L a fi sonomía de l penitencia rio tomaba una exp r e


sión de contento y de triun fo á medida que adquiría
importancia ; en cambio l a de l capellán de monjas e r a
,

un pu r o vinag r e S u nar iz iba adqui r iendo el aspecto


.

de un pico y su colo r v e rdi n e g ro se hacía cada vez


,

más obscu ro y bilioso .

Don Vícto r que columb r aba desde una de las r e


,

jas de su cuarto l a habitación de S an sirg u e co ,

me nzó á e spi arl e L e veía pasea r escribir cartas fu


.
, ,

ma r sentado en l a butaca S i el penitencia rio p r edi .

caba sabía de dónde había tomado las fr ases de su


,

último se rmón l as citas que había equivocado y los


,

e rr o r es de concepto que había ve rtido S abía ade .


,
LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 95

más , q u revisitaba y l o que hacía ho r a por hora


n le .

S an si rg ue e r a muy visitado y consultado .

E l penitencia rio era un homb r e caído con buen


pie en l a ciudad En su c onfe son ari o l as seño r as ha
.

cían cola par a confesar se c on él ; en el púlpito había


tenido gran éxito S e le conside r aba como orador de
.

fuerza Era de los predicado r es que g ritan y apos


.

trofan y que son l os más admi r ados E l p úblico de


, .

los se rmones no acepta más que el se rmón almibar a


do 6 el colé rico y gene r almente éste l e gusta más
, , , .

S ansi rg u e ext r emaba su nota colé rica ; e r a de l os


declamado r es dionisíacos insultaba amenazaba , , ,

a rrast raba po r el fango á sus oyentes sobre todo á l as ,

muje r es pa r a quienes mani festab a su mayor des


,

p recio .

L a ñg ura to sc a y plebeya de aquel homb r e sus


º

gritos sus apelaciones á l a cólera divina entusiasma


,

ban Cuando go l peaba el púlpito con sus manos de


.

patán y pintaba los horro r es de l in fie rno l as muje r es ,

suspiraban y se oían lamentos y quejidos ahogados


en el ámbito de l a cated r al .

Este sentido de escl avitud p ropio de l a muje r y ,

más de la muje r católica hizo que l as seño ras de,

Cuenca se entusiasmasen y se acercasen con admi r a


ción á aquel ensobe rbecido patán .

Uno de l o s sitios donde f ué p r esentado y r ecibido


con entusiasmo S ansi rg u e f ué en casa de Doña C án
dida l a mad r ast r a de A sunción
, .

El penitenciario al conoce r a q uella muje r vro


, ,
96 PI O B AROJ A

pronto su flaco Poseía S an sirg ue esa sagacidad que


.

l o s homb r es de iglesia y sob r e todo los jesuítas han


, ,

desarrollado en l a p r áctica de l c on fe son ari o ; tenía


también la mal a opinión que l os curas tienen casi
siempre de las mujer es opinión q ue según l o s bro
,

mistas p roviene de l a comunidad de faldas .

L a intimidad entre Doña Cándida y S ansi rg u e


fué haciéndose mayo r ; el penitenciario tomó l a cos
tu mbre de i r á l a casa de l a S i r e na todos los días po r

las mañanas y después al anochecer y po r la pue r ta ,

del callejón par a que no le viesen


, .

N o era segu r amente ra r o ni extraño en un pueblo


de clerecía el que un cu r a visitara á un a se ñ ora rica …
,

ni aun siquiera que l a galantease ; lo que sí par eció


extr ao r dina rio fué que inmediatamente se comenza r a
á mu rmurar y á conta r mil cuentos en todo el pueblo
-

de l as relaciones entre Doña Cándida y el canónigo .

L a causa de una expansión tan r ápida de l a male


di c e n c i a se debió á una vecina y antigua amiga de

l a Cándida que tenía una confi tería fr ente por fren


,

te de la casa de l a S i r ena .

L a confi te r a había p r estado al abuelo de A sun


ción D Diego Cañizares po r dos vec es cinco mi l
, .
, ,

pesetas en hipoteca sob r e l a casa de la S i r ena en


pacto de retr oventa y ya l a mi r aba como suya
, .

El tener l a hermosa casa de pied r a sille r ía delan


te había dado á l a confi te r a una g ran ambición de
posee rla Había hecho sus pr oyectos de trasladar su
.

establecimiento á casa de l a S irena ensanchar el ta ,


98 P I O B AR O I A

guno El motivo de e xistir otros homb r es y otras mu


.

j eres es sufi ciente .

Es curioso cómo se odia en l os pueblos y cómo , ,

debajo de la farsa cristiana de l a caridad y del amo r


al prójimo aparece de l a manera más descarnada y
,

te rrible la envidia y el odio P r obablemente sólo l a


.
,

vanidad y e l deseo de lucir pueden mitigar este odio


nacido de l f ondo de l hombre .

L a exaltación de l as pasiones so ci al és es sin duda , ,

lo ú nico que ha de mode r ar el egoísmo .

La mayo r posibilidad de que el rico propietario


sea un tanto humano es q ue se sienta vanidoso A sí .
,

si tiene hermosos caballos querrá que l os vean l os


,

demás ; si posee un bello pa r que hará que l a gente ,

lo pueda contempla r ; en cambio el buen rico cris , ,

tiano modesto y no vanidoso cerr ará su huerto c on


, ,

una alta tapia y además l a erizará de pedazos de


,

i l
c r sta .

Hay que reconocer q ue esta predicación cristiana ,

con su palabrería mística al cabo de veinte siglos


,

no ha conseguido no ya que l os hombres se amen


un poco l os unos á l o s otros sino ni siquiera que esos
,

pob r es r icos cristianos no pongan unos agudos pin


chos y unos hermosos cristales en l as tapias de sus
propiedades pa r a desgarr a r l as manos de l o s rateros
y de l o s vagabundos que intenten coger una fruta .

En los pueblos donde no hay apenas pasiones so


ciales el odio y l a envidia predominan .

S i se pudiera r ecoger l a oleada de rabia y de ren


LOS RE C URSOS DE LA ASTUC IA 99

c or contenida en una aldea ó en una ciudad pequeña ,

se quedaría uno asombrado En l as grandes ciudades .

hay sin duda más vicios más i r regular idades y ano


, , ,

mal í as; pero tanta cantidad de odio tanta v rrul e i rc i a , ,

i mpo si bl
L as dos personas que olfatea ron al momento l a
intimidad de l a Cándida y S ansirg u e f ue r on l as do s
personas que má s l e s odiaban : l a confi tera y don
Víctor .

L a confi tera contó á todo e l mundo l o que había


visto : l as ent r adas en l a casa á escondidas de S an, ,

si r gue ; l as car tas que se cruzaban entre l a viuda y e l


canónigo l as golosinas y sobre todo l a cantidad de
, , ,

an i se te y de lico r es que llevaba Ade l a la doncella , ,

par a su ama .

L a confi ter a propaló la voz de que Do ñ a Cándida


e r a a ficionada al vino y á l o s Ii c ore s U n a semana des .

pués todo el mundo en Cuenca llamaba á l a Cán


,

dida l a Can ón ig a decía q ue e r a borracha y que es


,

taba enredada con el penitenciario .

Años antes había habido una ob i spa; luego un a ,

capuchina ; después una vica ria y por último una


, , ,

c an ó n iga .

Pa r a pueblo de cle r ecía , no e r a mucho .


1 02 P I O B AROJ A

D onVíctor se dedicó á e sprar á S an sirg ue L o .

consideraba peligroso .

Desde su cuarto pod í a o írle y desde la reja ve r le ,

á t r avés de l patio .

Conocía l os hábitos de l canónigo .

— L ate t an u is i n be r l3 a— de c ía D Víctor y pen


g .
,

saba que aquella serpiente escondida entre la hie rba


había de hacer algún daño y p roduci r grandes mal e s .

Un día D Miguelito contó á su amigo D Víctor


. .

que doña Ge r tr udis había tenido al fi n una explica


ción b o rrasc osa con l a Cándida .

.En su disputa se dije r on las d os cosas muy duras .

D Ví ctor en parte po r mal a intención y también


.
, ,

por favorecer á su amigo escribió un romance de l , ,

que pensó hacer tres copias y manda rlas una á la ,

Cándida ot r a al obispo y otra á S ansirg ue El r o


, .

mance se llamaba A l a Can ón ig a y empezaba así ,

En u n case ó n ve t u s t o
r

má s al t o q l a M a g a n a
ue n ,

má s n eg o q u n ol i deo
r ue s

y un e cu do e n l a f a c hada
s

c o n un l un a i en a
so , sr ,

d d a do y un a g a n ada
os r s r ,

un a v ieja pe ga m i n o r ,

s i e t e l u t o e n cada a nca
s r s ,

e cha n do l u mb e l ojos r os

y t mbl á d l l a ba ba
e n o e r ,

á su z am a a nue a
rre sc r

end ez ó e t a ñama
er s so

"
N u nca fu e o n t a dic i on es
r r
LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 1 03

de l a f mb a d e m i casa
s e r s

se v i e n l a cle e cía
r r r

á t e n o de b a ag a a
r rr n s.

N u n ca do n cella ni v i u da s s,

ni casada s in sa n t ass, se r ,

f u e o n vi i b e ! a mi
r r us r s

s in g aci a ca n o n iz a d as
r .

No n so n l l i m p i os blas o n es
os

d e v ieja es ti pe f i dal g a r

el c o nt a e n l l a bi pa
r e o s s,

a ó i g a ni v i ca i as
c n n s r

Después de largas i nsinuaciones malévolas e n que ,

aparecían D Juan y l a Can ón ig o concl u ía diciendo


.
,

l a v i e j a á su nuera en el roman ce de l c u ra

M a c ha d señ o a a ó iga
"
r , r c n n ,

al c a b i l d o ó á l a t as c a ,

q ues i n o os m a c hái s aí a r n

y o o s e cha é amal a r nor


u
.

Termi n ado y corregido e l borrador D Víctor hizo , .

l as tres copias desfigu r ando l a letra l as esc r ibió en


, ,

trozos de pape l antiguo y l as e nvió al obispo á l a, ,

Cándida y al penitenciario .

Al día siguiente se puso á estudiar e l efecto .

E l canónigo volvió de l a catedral ta r de ; estaba


preocupado Después de comer n o salió de casa y
.
,

an duvo pasea n do arriba y abajo por e l cuarto .

S ansi rg ue al leer e l roma n ce quedó al principio


, ,

atónito ; después se puso á c avil ar q u ién pod ía ser


e l autor de estos versos .
PI O B AROJA

S u instinto l e decía que a q uel pape l provenía de


algún clérigo ¿ Pe r o de quién? No tenía ningún ene
.

migo no conocía tampoco á nadie afi cionado á sati


,

r izar en ve r so á l a gente E l q ue había escrito aq ué.

l l o s había sin duda leído é imitado l os romances de


, ,

Quevedo .

El autor de A l a Can ón ig a demostraba una male


volencia grande cierta facilidad de pl uma que no te
,

n í an sus colegas y un desprecio por e l clero poco


,

natural .

P or exclusión vino á c reer S an sirg u e q ue el autor


,

de l romance e r a Miguelito T o rr alba N o p odía c om .

p r ender una imprudencia así en D Miguelito S in . .

emba r go no encontraba otro á q uien achacar l a c ul


,

pa Miguel había escrito antes L as Comacl res de


.

Cu en ca en el mismo estilo ; él sin duda era el autor , ,

de l os versos A l a Can ón ig a .

S ansirg ue quedó p r eocupado y asustado A ! mis .

mo tiempo sintió un fe r oz instinto de vengarse .

S e veía cazado como un conejo ; comprendía que


había dado un mal paso que su carre r a podía trun ,

carse Como buen plebeyo ansioso de una posición


.

elevada temblaba pensa n do en l a opinión ajena y


, ,

este miedo le excitaba más l a f u r ia vengativa .

¡ A h ! ¡ S i hubiera conocido al autor ! ¡ S e hubiera


lanzado á él á deshace r lo á pu l ve ri zarl o ! D Juan , .

supo que l a Cá ndida había recibido un pape l i g u al ,

y Portillo el secretario de l obispo amigo de S ansir ,

gue I e entregó sonriendo con cierta sorna otro


, , , .
LA J U N TA R E AL IS TA

Cuando en l 8zz se fué viendo en España el fra


caso y l a debilidad del Gobierno Constitucional ,

comenzaron á formar se juntas absolutistas en casi


todas las capitales de provincia .

En Cuenca se constituyó l a Junta R ealista en e l


obispado El obispo un viej o raído y rapaz puso
.
, ,

l a diócesis á contr ibución ; r ecibió dinero de l a pro


vincia y de fuera y guardando pa r te entr egó cin
, ,

cuenta mil reales pa r a los primeros trabajos de l os


r ealistas pu r os .

El secr eta rio Po r tillo comenzó l a organización de


la Junta de l a que formaron parte l o s canónigos S a
,

lazar Gamboa P e rdi g u e ro S ansirg u e T rú pi ta y S a


, ,
-

, ,

g re do .

T odo el clero y l as perso nas visibles de la ciudad


se adhi rieron á l a Junta .

La ciudad al ta en bloque se manifestó ab sol uti s


, ,

ta y enemiga del Gobierno ; en e l arrabal se e xpe ri


1 08 P I O B ARO I A

mentó cierta agitación entre l os constitucionales que


se desvaneció en fi guras retóricas de la época .

Como el Obispado y el cle r o temían l a r esponsa


bilidad en caso de fracaso l a Junta delegó sus po
, ,

deres en tres representantes ó testaferros que se pon


drí an en comunicación con l a gente .

D espués de muchas vacilaciones fu eron nombra


dos : el Chantr e brazo de Po r tillo para entenderse
, ,

con el clero ; D Miguelito para avistarse c on el ele


.
,

mento civil y el capitán L ozano para el militar


, , .

Esta c omrsron comenzó á fu ncionar y á reunirse


en una casa antigua medio arruinada de la c all e de
l os Canónigos en cuya pue rta en el dintel se leía
, , ,

una hermosa inscripción en letra gótica Esta casa .

había pertenecido al Ar cipr este de Moya .

L a comisión terminó sus gestiones rápid amente ; y


en la segunda sesión de la Junta R ealista celeb rada ,

en el obispado cada uno de l o s delegados explicó


,

sus trabajos .

El Chantre CI I ] O que había recibido más de qui


n i e n tas cartas de cu r as de pueblo dispuestos á I an

z arse al campo fo rmando p artidas A un pensaba


, .

que llegarían á más l as adhesiones .

El obispo p r ometió dar ot ros cincuenta mi l rea


les para que se compraran armas y que además diri , ,

i ría una pastoral comunicada á l o s c u ras de la di ó


g
cesis .

D espués de l Chantre D Miguelito expli c ó su


, .

gestión Exce pto el jefe pol ítico todos l os demá s


. ,
UN SE R MON DE S AN S I R G UE

S iendo éste e l e sprrrtu de l as personalidades de


C u enca , n o era de extra ñ ar que la plebe fanática y
b r utal se encontrase soliviantada .

A! saberse la expedición de Bessieres y de los


demás cabecillas realistas hacia el centro de España ,

l a gente se albo r otó .

Contribuía á ello l a época q ue era de Cuaresma


, »

y l a c r uzada q ue l os cu r as y sobre todo l os frailes


, ,

hacían desde l os púl pitos y c onfe sonari os .

Era una orato ria de energúmenos la que utilizab an


l o s frailes en sus se r mones : gritos pasmos insultos
, , ,

c ho c arre rí as
, absurdos todo se consideraba como
,

buen medio para atacar e l liberalismo y l a Consti


tución.

Cuál se ría e l sistema de predicación frail una que ,

l os curas más fan á ticos q u edaban como tibios y poco


fe r vorosos en l a defensa de l as prerrogativas de ! tro
n o y de l altar .
I12 PI O B AROJ A

El secretario Po rtillo q ue no encontr aba bien que


,

e l clero secular fuese así oscu r ecido por el regular ,

encargó al canónigo magistral Gamboa pronu


un sermón enérgico El magistral quiso hacerlo ; pero
.

l e faltaban medios oratorios : tenía l a voz seca el ,

ademán frío y el público no se entusi asmó c on s u


,

oración .

Entonces Portillo encargó á S ansirgue otro sermón ,

recomendándole die r a l a nota aguda .

— A unque se comprometa usted un poco no l e



importe dijo Portillo El Gobierno n o se atreve
c on nosotros .

— N o le tengo miedo .

— Puede usted de sman darse impunemente H á ga .

lo usted así como si las frases se le escaparan á us


ted involuntariamente ex abun dantia cor dis L e con
, .

viene esto Con l a alocución l a gente olvidará las ha


.

h l il l as de las que doña Cándida y usted han sido


ví c timas .

Esta palab r a víctimas el secretari o del obispo l a


,

recalcó con cierta i ronía .

S ansirg u e aceptó el pensamiento de Portillo y se


puso á prepar ar su plática tomando pá rr afos de aquí
,

y de allí en la colección de sermones que guardaba


,

Chirino Escr ibió el comienzo y el fi n al de su dis


.

cu r so y se los ap r endió de memoria .

El secr etari o hi i o correr la voz por el pueblo de


que el sermón de l penitenciario p r oduciría gran efec
to y el domingo el público llenó l a cated ral
, .
1 14 PI O B AROJ A

con l os impíos no se debía tener unión ni en el se


pulcr o .

Pintó á los liberales como monstruos que se acer


caban traido r a y c ob arde me n te á atacar el trono y
él al tar y exho r tó á los fi eles á que salie r an á l a de
,

fensa de l os sac rosantos principios de l a R eligión y


de la Monarquía con todos los medios y con todas
las armas .

Esta segunda par te de su oración l a d i j o S an sir


gue con una violencia extraor dinaria gritando y l e ,

vantando l os b razos al cielo dando puñetazos al bor


,

de del púlpito Parecía que quería clavar sus ideas


.

á golpes de martillo en la cabeza de l os fieles .

S an sirg ue después de esta ho r a de gritos é impro


,

p e ri o s sudaba
, y estaba sofocado S u silueta f.uerte
y s anguínea aparecía roj a y congestionada en el pú l
pito .

Concluída su catilinaria el canónigo tuvo un largo


,

silencio y siguió de nuevo el se r món ya c on voz sua ,

ve y cansada ; comentó la frase del padre A lvarado ,


el fi lósofo r ancio : Más queremos e rr ar c on S an Ba
silio y S an A gu stín que ace r tar como Descartes y
y afirmó que l a verdad en boca de un fil ó
solo libe r al es siemp r e el error y l a impostura y e l ,

error en boca de un ministro de l S eñor puede ser l a


verdad Con esto y una invocación á l a Vi r gen aca
.

b ó su discurso y bajó del púlpito .

Don Víctor á pesar de su enemistad ; no pudo


,

menos de reconoce r q ue el sermón de S ansirg ue era


LOS R ECURSOS DE LA ASTUCIA 1 15

e lq ue se pedía en aquel momento Todo e l mundo


.

decía que el penitenciar io había estado admi r able ;


los hombres se sentían entusiasmados y l as viejas
encantadas .

— S i alguien ahora recue r da lo de l a Can ón i o se


g

l e tendrá por liberal saltó L uis T orralba .

— A h claro — dijo D Víctor



. .
,

Es una bonita manera de discurri r añadió



L uis Le dicen á uno : T u héroe es l i b e ral pe ro ,
'

es un ladrón y l o voy á p r obar … Es que tú e r es



absolutista T u hé r oe es absolutista pero es un
.
,

bandido … Es q ue tú e r es liberal
—Qué quieres — murmuró D Vi ctor El pue
.

b l o discu r re así ; tiene que ser amo 6 esclavo y si ,

alguien independiente se l e pone en el camino á


de Cirl e l a verdad l o odia y l o desp r ecia .

— L a I glesia en ese sentido debe se r también muy



pueblo dijo Luis T o r ralba .

D on Víctor re f unfuñó y no replicó nada c l aro .


1 18 P IO B AR O I A

Por tres conductos y á tres centros di ferentes Il e


g ó l a noticia de l a alarma de Bessie r es .

L o s r ep r esentantes de l a Junta r ealista decidieron


mandar un aviso al cabecilla francés indicá ndole que ,

al ace r carse á Cuenca se avistarían con él y ve rían


l a mane r a de que los r ealistas se apoderar an de la
ciudad .

Pensa ron en enviar un propio ; pe r o Miguelito duo


que e r a mejor se p r esentara él al g e ne ral r ealista .

Miguelito así lo hizo ; inventó un pretexto para no


alarmar á l a familia y á la novia y de noche á caba
, ,

ll o escol tado por G arcés el S e vi l l an o que se había


, ,

vuelto á reunir c on él se presentó en el c ampame n


,

to del francés .

Bessie r es le recibió muy amablemente ; Bessie r es


debió quedar bien impresionado del ai r e de seguri
dad y de dominio de Miguelito y le habló como á ,

un homb r e que venía á proponerle una cosa impor


tante .

El advenedizo fr ancés tenía simpatía por l a gente


improvisada y c r eyó encontrar en Torralba un buen
,

auxiliar un hombre como él sin p r ejuicios ni supe rs


, ,

ti c i on e s de moral .

Bessie r es l e dijo á Miguelito que volviera á Cuen


c a y le traj era un pl an bien meditado para apoderar
'

se de l a ciudad S i lo conseguía h arí a q u e i n me di a


'

.
,

tamente se le nomb r ar a capitá n y que al año fuera


comandante .

Don Miguelito volvió entu siasmado á Cuenca y


LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 1 19

lleno de grandes e speranzas S e re unro e n seguida con .

e l Chantre y c o n e l capitán L ozano y entre los tres ,

comenza r on á hace r gestiones para madu rar un plan .

L uis T orralba al sab e rl o de saprob ó la actitud de


, ,

su hermano .

— ¿ Has sido libe r al y ahora po r conveniencia vas

á tomar partido con l os absolutistas ? Me par ece mal ,

muy mal .

Miguel quiso explicar su conducta ; pero esto era


explicar l o inexplicable .

El j efe político al conocer l a noticia de la apro


,

xi mac i ó n de Bessieres llamó al comandante de l a


,

p l az a y
, al decirle éste se re dob l arí a l a vigilancia se ,

tranquilizó .

N o se quedó tan tranquilo el alcaide de l os comu


neros á q uien había escrito Av i ran e ta por o r den de l
,

E mpe ci n ado .

El alcaide era al mismo tiempo je f e de l a Mi


tal

licia nacional y se llamaba Cepero el ciudadano Cc


, ,

pero .

E l ciudadano Cepero no hubiera sido muy temi


b l e pa r a l os absolutist as sino hubiera tenido un hijo
f urioso jacobino .

Cepero padre hombre ordenancista y poco inte


, ,

li ge nte suponía q ue l as órdenes de l a Con f ederación


,

de comuneros eran dictadas por grandes sabios .

Cepe ro padre en el fondo hombre incapaz de


, ,

discurrir por su cu e nta creía l o que le decían T e , .

nía un almacén de ha rinas e n el arrabal y era due ,



1 20 PI O B AROJA

ño de tierras algunas p rocedentes de l as ventas de


,

l os bienes monacales .

Cepero hijo era entonces un joven de unos vein


, ,

titrés años sombrío y ambicioso Hubiera querido


, .

dominar el pueblo por e l terror ; pero no tenía medios


ni colaboradores porque l os dem á s liberales no pa
,

saban de ser pobre gente entre l a que había vari os ,

q ue se habían hecho milicianos por envidi a ó por uti


lidad .

E l ciudadan o Cepero supo l as noticias de l a per


se c uci ó n y fuga de Bessieres desde G u ad al ajara por , ,

S ace dó n y Priego y que l as h u estes realistas se ha


,

b í an dividido .

Bessieres no llegaba á contar m á s q ue c on unos


mi l quinientos hombres De a ce r carse con l as fuerzas
.

r eunidas de l os cabecillas realistas Cuenca c on su , ,

guarnición y l a milicia no hubiera podido resistir ;


,

pero c on tan poca gente la cosa variaba , .

— Creo q ue l e haremos frente á Bessieres —dijo

Cepero solemnemente á su hijo .

— ¡ Bah ! — contestó éste ¿ Usted cree que pode


mos contar co n l a g u arnición?
Yo , si .

Pues está usted en un error .

¿ Por q ué ?
Po r que l a guarnición de Cuenca está vendida
á l os absolutistas .

¡ Qué falsedad ! ¡ Qué calumnia !


Nada de eso R ealidad E l coronel l os dos
. .
,
P R O YE CT OS

Don Miguelito después de tener una larga c on


,

fe re n ci a c on el Chantre y con e l capitán L ozano se ,

avistó con el comandante de l a pl aza y entre l os dos ,

discutieron va rios proyectos pa r a sorpe n de r y apode


t arse de Cuenca P o r último quedaron de acuerdo
. .

La entr ada de l os absolutistas se veri fi carí a por l a


puerta de S an Juan y de noche
, .

El comandante mandaría si esta p uerta al capitá n


Lozano c on una sección y tendría l a tropa avisada
,

p ara pronunciarse y prender á l os ofici ales y desar ,

mar á l os soldados de l a milicia nacional .

A l as doce de l a noche Miguelito se presentarí a


,

en l a p u erta de S an Juan c on un pelotón de solda


dos de caballería de Bessieres ; darí a e l santo l a se ñ a ,

y l a contraseña y pas aría adentro Un segundo pelo


,
.

tó n entrar í a después y por último toda l a fuerz a


, ,

realista.

A unque e l pl an era se n cillo hab ía q u e combinar


,
1 24 P IO B AROJA

muchas cosas y a tar varios cabos para ponerlo en


'

ejecución .

S e decidió l o siguiente : á l as diez de la noche se


encendería una l uz en una ventana alta de l palacio
de l obispo y o tra poco después en l a muralla l o
, , , ,


q u e q uerrí a decir : T odo está p r eparado …
Miguelito en compañía de Garcés se apostarí a
, ,

delante de l convento de S an P ab l o .

En el instante que vieran l as dos señales Garcés ,

m a á avisar al campamento de Bessieres y vendría ,

con un escuadrón de lanceros Diri gidos por Mi gue .

lito d arran la vuelta al pueblo pasarían el puente de


,
'

S an A ntón é irían á colocarse en la o rilla derecha


de l Júcar ; luego c r uzarían el río por el puente de los
Descalzos volviendo de nuevo á l a orilla izquie r da
, ,

y de aquí subirían al paso divididos en varios pelo


, ,

tones á la puerta de S an Juan Llamarían y al p r e


, .
,

guntar l os de dentro : contestarían con


este s anto y seña
— Daniel Cuenca y Bessieres D e be l l are supe rbos
, . .


Esta frase de debelar á los sobe rbios … en bo ca
de un hombre como Miguel era un poco absurda , .

D icho e l san to y seña entrarían y avisarí an para


,

que pasaran l as fuerzas de Bessieres S e apoderarían .

de l cuartel de infantería pró ximo á l a puerta de S an


,

J u an ; desarmarían l a milicia nacional y prenderí an á ,

l os o fi ciales afectos al R égi men .

E l pl an era realmente fácil y muy ase q uible .

Pasó un día pasaron dos y l a Junta no dió l a or


, ,
1 26 PI O B AROJ A

t ramaban l os conspi r adores ; citaba la lista de todos


l os que pertenecían á l a Junta incluso el suyo Este , .

r asgo de astucia le hizo supone r que nadie sospecha


r ía de él L ogró también disfraz ar l a letra e scri bi e n
.

do con l a m ano izquie r da .

Don Vícto r que h abía vi st o ir y veni r al peniten


,

c i ari o
, c e ñ u do y preocupado po r su habitación y, ,

que sabía casi minuto por minuto lo que hacía re


, , ,

dobló su espionaje S intió que estaba escribiendo


. .

Cuando concluyó S ansirg ue salió de su casa se fué


, ,

al palacio de l obispo y D Víctor espe r ó e n l a call e


, . .

E r a ya el anochecer cuando salió el penitenciario .

Don Víctor dejó el atr io y sigui ó á S an sirg ue .

Este avanzó mi rando á de r echa é izquie r da se acer


, ,

c ó al corr eo y echó una car ta al buz ón .

Poco después volvió de nuevo á su casa y media ,

hora más tar de entró D Víctor E l capell á n pasó . .

a porción de ho r as de insomnio pensando qué


podía haber escrito el canónigo .

T odo le hacía c r eer que e r a algo se rio é impo r


tante ; l as car tas o r dinarias se las llevaba S e g u ndi to ,

el paje ; aquélla ó aquéllas las había echado él y


, , ,

con gran cuidado de que nadie le vie r a ¿ Par a q ué .

tantas precauciones ?
Al día sigu iente D Víctor f ué á ver al Zag al al
.
,

ar mero de l a Ventilla .

Este e r a amrg o de uno de l o s secr etarios de l a


policía y por él había sabido que el complot de Mi
,

gu elito acababa de ser descubie r to .


LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 1 27

I nmediatamente D Vícto r supuso q ue D Juan


. .

había delatado á l os realistas .

Al llegar á casa á l a hora de come r expuso sus


, ,

sospechas á Ginés y á l a Dom i n i ca y ésta sob r e,

todo rechazó c on indignación tal e s suposiciones


, .

Ginés que no tenía grandes simpatías por e l ca


,

n ó ni g o S an si rg ue dij o :
,

— Vamos á su cua r to c u and o sal a él y veamos


g ,

si queda algún indicio .

L o hicieron así : entraron en el cua r to y no vieron ,

nada Ginés que e r a un espíritu me tódico sacó l a


.
, ,

mampara de l a chimenea y vió sob r e l a piedr a de l


,

hogar que había unas pavesas neg r as D on Víctor .

l as cogió c on gran cuidado y á la l uz llegó á leer


,

escritos co n tinta varios nombres entre ellos el de


,

Torralba .
1 30 P IO B AROJA

Esta capilla fundada por u n A lbo rnoz estaba


, ,

tr abajada en piedra blanca y en su portada tenía


,

esculpidos varios atributos militares y e n la clave ,

de l arco un esqueleto
, .

En el frontispicio se leía esta ins c ripción q ue can ,

ta el triunfo de l a muerte :
Vi c tis m i l i ti bus m ars tri umphat: Vencidos los sol
dados tri un f a la muerte .

D on Víctor estuvo pensando divagando sob r e ,

esta sentencia Contempló l as dos urnas sepulcrales


.

de mármol con sus estatuas de caballeros yacentes


, ,

las pinturas de los altares ; luego r ezó maq ui nal mé n


te y como el rezo no lo sentía por su preocupación
, , ,

volviéndose contempló l a na ve de l a catedral .

Hacía un día de so l espléndido La luz entraba .

de l os altos ventanales de la iglesia y pr oducía an


chas sábanas luminosas entre l as columnas oscuras .

Don Vícto r sentía negros presentimientos ; una se


rie de ideas angustiosas y deprimentes l e sobre c o
g í an . S e sentía como vencido aniquilado
, d e sc o n ,

tento sin f e en nada


, .

D e pronto vió al Chantr e co m o hacia él y le drj o


,

que estaba descubierto el complot de Miguelito .

— ¿ Quién ha podido descubri rlo? — exclamó el

Chantr e .

No lo sé .

— Voy á decírselo á Po r tillo .

E 1 C h an tre f ué al palacio de l obispo ; pero encon


tró que había dos agentes de l a policía del jefe polí
LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 131

tico paseándose por de l ante de l a puerta del pala


'

c i o e n la plazoleta .

Uno de la policía le advi rtro al Chantre que no en


trase .

El Chantre contó á D V íctor l o que pasaba . .

Don Víctor no quería dejar l a cuestión as í y se ,

dirigió á ver al capitán L ozano .

L e dijeron q ue el ca pit á n estaba en casa de Doña


C ándida …

La tarde de primavera estaba hermosa y triste e l ,

so l amaril l o dorado iluminaba los aleros y l o s pisos

al tos .

Don Vícto r entró en la confi tería de enfrente á la


casa de la S i r ena L a con fite ra que repar tía su aten
.
,

ción entre los dulces y el espionaj e le dijo que el ,

c apitán L ozano estaba en la casa y que no había sali


do D Víctor esperó hora s y ho ras sentado junto al
. .

mostrador . …

L a con fitera encendió una lámpara y su luz morte ,

cina comenzó á iluminar l a tienda ; del fondo de l taller


venía un olo r á cera á azúcar y á retama quemada, .

En un convento u na campana sonaba aguda y


constante .

En la Calle el D eg o l l ado cantaba acompañado


, ,

de l a guitarra l a oración de S an A ntonio de Padua :


,

S u pad e a u n c a balle o
r er r

c i tia n o ho n ad o y p u dent e
r s , r r ,

q ueman t en ía s u c a a s

co n el s u do de f e n t e r su r .
132 PI O B AROJA

Y t e ní a u n h u e t o r

e n do nd e cogí a
c ose cha de l f u t o r

que el ti e mpo t aí a r .

L a canción la ho r a el tañido de l a campana en


, ,

tri ste c i e ro n á D Vícto r ; todo aq u ello l e reco r daba


.

su inf ancia el c orr e te ar de chico po r l as calles al


,

anochece r ; le sacaba á fl ote un poso de una amargu


r a interior.

El D eg o l l ado seguía una tras otr a sus copl as La .

con fite r a ab r ió la puerta de l a tienda y dió un mar a


v e dí al ciego .

Este siguió su canto con l a relación de l milagro de


l os pajar itos

Mi e n t as yo me vaya á m i sa
r

g a n c ui dado h a de t e n e ;
r s r

m i a q l paja i t o
r ue os r s

t odo lo e cha n á pe de r r
.

E nt a n p el h u e t o
r or r ,

p i c a n lo se m b ado ; r

p eso t e d i go
or

q t e n ga c ui dado
ue s .

Don Vícto r sentí a una tri steza tumultu osa en el


f ondo de l alma El D eg o l l ado se alejó dando golpes
.
,

con el bastón en l a ace ra ; se calló l a campana y no


se oyó en l a tienda más que el r evoloteo de las mos
cas entre los papeles de los dulces secos .

Eran ya ce r ca de l as nueve y en vista de que e l ,


1 34 PI O B AROJ A

intentaba la sorpresa y entonces él mismo se lo avl


,

sari a á don Víctor .

Con esta segu r idad don Víctor se fué de casa de


,

la S irena á l a suya .

D on V í c tor explicó á Ginés y á la Dominic a que


ocu rría Ya todos miraban á S ansrrg ue como un trai
.

dor L a Dominica aun no de l todo convencida fué


.
, ,

á ve r á l a confi tera con quien tenía gr andes relacio


,

nes po r l a cuestión de las v e l as y ciri os que se nece


si tab an en l os f unerales y hablaron l as dos
, .

L a Dominica se pe r suadió de q ue el canónigo


e r a un bandido un ve r dade r o S acripante
, .

L a D ominica como muj er decidida y valiente se


, ,

dispuso á vigilar al canónigo á e spi arl e y en último , ,

término si era necesario á luchar con él á brazo


, ,

partido hasta vence rle .

A l día siguiente salió D Víctor por l a mañ ana á .


, ,

decir su mi sa ; y al volver l a Dominica le dijo que


,

al mismo tiempo que él S ansirg ue había salido de


,

casa pasado po r el correo y echado otra carta


, .

Don Víctor qued ó asomb r ado y fué á buscar al


capitán Lozanº .

L ozano estaba en su casa de huéspedes en la ,

cama S e había acostado tar de L e dijo al cu r a que


. .

por la noche había habido una serie de c abi l de os


entre el comandante de l a plaza el j e f e político y el ,

de l a Milicia nacional .

El co r onel había llamado á L ozano para adver tirle


que se apl azaba el movimiento r ealista hasta n ueva
LO S RECURSOS DE LA ASTUC I A 135

orden El coronel había intentado pe r s u adir al jefe


.

político que lo de l complot era una fábula y el je f e ,

político se hubiera persuadido á no ser por Cepero ,

hijo y por dos subtenientes liberales que se habían


presentado en el Gobierno civil á denuncia r al co
mandante de l a pl aza y á l a oficialidad como ab so
l uti stas o freciéndose ellos á prende r los si l e s daban
,

auto rizació n .

L o s amigos de Cepe r o de la Milicia nacio n al


, ,

q uerían prepa r ar un lazo á l os absolutistas .

— Dicen q ue se ha recibido un papel explicando


l as señas convenidas té rmi n ó dicie n do L ozano

e s posible que sea de su canónig o .

D o n Víctor dejó al capitán e n l a cama ; salió á l a


calle y fué á ver al Zag al al armero de l a Ventilla
, .

Este por unos m ilicianos sabía que D Miguelito


, , .

iba á inte ntar de noche entrar po r la puerta de S an


Ju an y q ue si l o intentaba se l e p r ende r ía
, , , .

Los dos directores de l a Milicia que q uerían


caza r á Mig u elito eran Ce p ero hijo y un joven , ,

Nebot .

E l motivo que imp ulsaba á Cepero h i j o era pura


mente patriótico ; e l q u e a r rastraba á Nebot no , .

El padre de L uis Nebot se había ido lentamente


apoderando de una posesión q ue l a fa milia de Mi
guel tenía en Torralba .

Miguel Torralba al encontrarse que la tierra de


,

su familia se hallaba ocu pada por e l intruso quiso ,

llegar á un a ave n e ncia c on él pero Nebot padre dijo


, , ,
1 36 PI O B AROJA

que no que l a fi nca e r a suya pues había prestado


, ,

por e ll a lo que valía y aun más .

Miguel le hizo observa r que era imposible puesto ,

que la finca aparecía en el R egistro de la propiedad


como de su madre Nebot sin atende r le come nzó á
.
, ,

construir una gran tapia ; Miguel mandó hacer un b o


quete en ella Entonces Nebot p r ovocó el pleito y lo
.
,

pe r dió en muy mal as condicione s hubo que medi r


las tie rras de l as p r opiedades col i ndantes y l a fi nca ,

de l os T orral b as á la cual habían i do bloque ando


,

l os vecinos recupe r ó todo su antiguo terreno


, .

Nebot n o sólo perdió sus tierr as sino la estima ción ,

de l a gente de la ve cindad El aldeano puede perdo


.

n arl o todo menos la to r peza A quellos vie r on que per


.

dí an los campos de que se habían apoderado por


una maniobra inoportuna De esperar uno s años .

l a p r opiedad de los To r ralba hubiera p r escrito .

R esuelto el pleito la mad r e de Miguelito empleó


,

gran pa r te de su dinero en cerca r la fi nca Nebot .


,

pad r e é hijo se conside r aron enemigos á muerte de


,

l o s T orral bas y se trasladaron á Cuenca y el hijo ,

L uis se hiz o miliciano nacional .

Querían considerar los N ebot que lo ocurrido á


ellos e r a una de l as mayores injusticias que podían
pasar en España Cepero N ebot y un joven llamado
.
,

Bellido dispusieron prepara r un lazo á los realistas ,

hacer l a señal convenida para que se acercaran em ,

b o sc arse en l a pue r ta de S an Juan y sorprenderlos , .

Cuando D Víctor fué á su casa se discutió entre


.
LA P UE R TA DE S A N J UA N

A l as siete de l a noche después de dar de cenar ,

al canónigo S ansirg ue l a Dominica con su padre


, , ,

Damián y D V í ctor salían de l pueblo y marchaban


.

al arrabal .

La noche estaba obscura pesada y so f oca n te ,

g randes masas de nubes negras pasaban por el cielo ,

y á veces salía l a luna en cua


, , rto creciente Al g u .

nos relámpagos lejanos anchos en forma de sábanas


, , ,

iluminaban la tierra é iban seguidos de un sordo ru


,

mor Pr onto llegó e l viento y comenzó á murmurar


.
, ,

á gruñir á zumbar golpeando puertas y ventanas


, , .

Desde el arr abal Cada uno de l os amigos de Mi


,

guelito se dirigió á d istinto punto D on V í c tor fu é



.

hacia el convento de S an Pablo ; Ginés por l a Hoz ,

de l Júcar y l aD omini c a y D ami á n por la de l H u é car


, , .

A e so de las nueve l a tormenta se acercó ; c o


me nzaron á brillar l os zig z ags de las chispas e l é c -

tri zas encima de Cuenca ré tumb aron l os tr u enos i n


,
1 40 PI O B AROJA

mediatamente después de los relámpagos y des cargó ,

una de esas lluvias de primavera tibias y torren ,

ciales .

Mientras l as pe rson aé de casa de l guard i an mar


chaban po r el campo en busca de Miguelito unos ,

cuantos milicianos al mando de Cepero hijo entra


, ,

ban po r el arco de la puerta de S an Juan y se esta


c i o n aban en él re sg u ardá n do se del chaparr ón
, .

L a pue r ta estaba abierta y por ella se entreveía


, ,

en l as sombras el camino estrecho y pendie nte que


, ,

va bajando á la orilla del Júcar .

Mientras l o s milicianos resguardados bajo el arco


, ,

esperaban l a tempestad envolvía con sus rá fagas de


,

lluvia y de viento l a ciudad asentada sob r e sus ro


,

cas ; el vie nto hu r acanado hacía golpea r una puerta ,

derri baba una chimenea balanceaba l os f aroles de


,

l as calles colgados por cue r das


, .

D on Miguelito y Garcés salieron á l as diez de l a


noche de l campamento de Bessie r es y á l as diez y ,

media estaban delante de l convento de S an P ab l o .

D im Miguelito iba muy alegr e y decidido pen ,

sando en q ue p r onto se uni ría á A sunción .

Estaban amo y criado en el ce rr o al borde de l ,

barr anco cuando Miguelito dijo que se veía luz en


,

el palacio de l obispo ; Gar cés no la había visto : des


pués se vió claramente una antorcha en l a muralla .

¡ Vamos !
— dijo Miguelito .

M archaron al campamento de Bessie r es .

Un escuad rón estaba prep arado .


1 42 PI O B AROJA

— H u ye ! ¡ T e ha n v e n di do l
una — dr] o
¡ v o z .

L o que oc u rri ó después no se pudo pone r en


claro .

A lgunos drj e ron q ue los lanceros de Bessie r es ,

con Miguelito á la cabeza intentaron avanzar ; otros


,

afirmaron q ue no hubo tal intento ; el caso fué que


son aron cuatro 6 cinco tiros simultáneos que un hom ,

bre cayó de l caballo y que los dem ás volviendo


, ,

grupas huyeron
, .

E l homb r e caído era Miguelito : lo rec ogieron le


'

llevaron al cua rtel de I nfantería y llamaron de p risa ,

á un médico que vivía en la pl aza; o tros avisaron á


un cura .

Cuando llegaron M ig u e l T o rral ba había mue r to


, .

A ! día siguiente Bessie r es levantaba su c ampa


,

mento y desap arecía de los alrededo r es de Cuenca .

Unas semanas después el día 2 de Mayo volvía


, ,

de nuevo atacaba el arr abal y era rechazado


, , ,

En el pueblo se dijo que Cepe r o hijo N ebot y el ,

Re m i el gitano eran los que habían disparado con


(
,

t r a Miguel .
DES P UES DE LA C ATÁS TR O F E

L a madre de T orralba soportó l a mue r te de su


hij o con g ran entereza y resignación .

Con aquel espejismo mate r nal suyo pens ó que ,

Miguel se había sac ri ficado por e l l os No quería su


.

poner que s u hijo mayor tuviera más fi nes que su


mad r e y su he rmano S egún e l l a Miguel había e n
.
,

trado en e l complot de Bess 1 eres pa r a obtener un


ca r go y levantar la situación de l a familia .

L uis no intentó convencerla de l o contrario .

En la casa de l a S irena l a noticia de la c atás


trofe llegó por L ozano y l a Cándida tuvo la cruel
,

dad y l a torpeza de divulgarla á voz en g rito .

A sunción al saberlo sintió q ue el golpe troncha


, ,

ba su vida S e vistió de luto y nosalió de casa


.
,
.

Unos días despu é s de l a muerte se celebraron las


exequias de Miguel Torralba e n la catedral A sis .

ti ó todo e l pueblo alto y se n otó q ue entre l o s ca


, ,

nó ni os de l coro faltaba S ansi r ue D e l as se ñ oras


g , g .

faltó la C ándida
1 44 PI O B AROJ A

A sunción y su abuela estuvieron en e l funeral re


zando arrodilladas en un rincón de l a capilla de
, ,

l os Caballe r os .

Toda l a ce r emonia Asunc ro n la pasó llorando y ,

al reza r l os r esponsos se escaparon de su garganta

algunos sollozos ahogados .

— P er i n sec u l a se c u l or u m exclamaba el cura

c on voz potente agitando el hisopo


, .

— Ame n — clamaba el co r o de voces acompañado ,

del órgano .

Al salir l a gente se contó y se hizo car go de


, ,

quiénes faltaban Quitando l os nacionales de l arra


.

bal todos l o s demás estaban !allí


, .

Pasados los días ceremoniosos en que la f amilia no


debía salir de casa par a r ecibi r el pésame de l os
,

amigos , D Víctor fué á ve r á L uis T orralba y á


.

deci rle lo que sabía .

L u i sl e confesó que su proyecto era desa fia r al j o


ven Cepero y luego á Nebot á quienes culpaba de l a
,

mue r te de su herm ano ; pe r o D Vícto r le demostró .

que Cepe r o no había c on tri b ui do á la muerte de


Miguel y que su objeto se había limitado á prende r
le Cepero f ué el que intentó hace r que Miguel se
.

rindiera prueba c l ara de que no quería matarlo Lo s


, .

motivos de ob r ar suyos e r an también n o bl e s porque ,

obraba arr astrado po r su fanatismo político .

R especto á Nebot e r a un impulsivo y un bruto á


, ,

quien n o había que tomar en cuenta .

El culpable de todo según D Víctor era S an


, .
,
1 46 PI O B AR 01 A

L uis hizo un movimiento de impaciencia y don ,

Víctor intervino de nuevo .

— O tr a pregunta tenemos que hace r á usted .

Ustedes di r án .

Mi amigo L uis natu r almente entri stecido por


, ,

l a mue r te de su he r mano ha supuesto que un amigo


,

suyo y mío fué el delator de l complot en que inter


vino Miguel Yo le he dicho que no _que todo el
.
,

mundo ha afi rmado que el jefe político y su padre de


usted recibie r on un anónimo ¿ Puede usted decirnos .

si es verdad ?
Es ve r dad .

¿ L o guarda usted ?
Sí .

¿ Podría usted e n se ñ árn o sl o para desvanecer las


dudas de mi amigo?
¿ Porqué no ? No tengo inconveniente .

Cepe r o hijo entró en su casa y volvió con el an ó


, ,

nimo L a letr a estaba disimulada pero el pape l y la


.
,

tinta e r an de S an sirg ue : no había duda .

En el anónimo estaba explicado cómo se verifica


ría la so rp r esa con todos sus detalles L o firmaba .

Un am an te de l or den .

Don Vícto r y L u is T o rralba se despidieron del


joven Cepe ro y se mar cha ron á su casa .

Esta i ntervención de S ansi rg u e puso á T o rr alba


fuera de sí: que Cepe r o hubiese ob r ado como había ,

le par ecía natural dado su f anatismo político ; que el


,

mismo Nebot hubie r a disparado en la puerta de S an


LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 1 47

Juan l o comprend ía por su odio á l os T orral bas; lo


,

que no se explicaba era la acción de S ansi rg u e sien ,

do él realista y estando en el complot ¿ S e r ía un es .

pía del Gobierno? ¿ T end ría algo contra su hermano?


L uis Tor r alba fué á visi tar á A sunción y á su abue
l a y les contó lo ocur r ido y l os datos que ten í a para
,

c r eer en l a intervención del canónigo .

D o ñ a Gertrudis supuso que sería su nuera la Cá n ,

dida l a que había inspi r ado al c an ó n i g o e l odio por


'

Miguel A sunción calló dando á entende r que creía


.
,

l o mismo .

L a abuela q ue sentía aumentado su odio por l a


,

Can ón ig o llamó unos días después á L uis Torralba y


,

le encargó que vendiera una hue r ta y va rias a lhajas .

Luis hizo el enca r go rápidamente y entr egó á doña ,

Gertrudis seis mi l pesetas L a vieja sacó cuatro mil .

que tenía guardadas y r euniendo l as diez mi l que ha


,

bía p r estado Doña Cándida para l a hipoteca se l as ,

devolvió enca rgándola que abandonara la casa l o an


,

tes posible .

D oña Cándida g ritó alborotó dl ] 0 horrores ; pero


, ,

n o tuvo más remedio q ue ma r cha r se L a Can ón i g a .

fué á otra casa mej or El escándalo en el pueblo to


.

mó grandes proporciones T odo el mundo r elacionó .

l a muerte de D Mig u elito con la expulsión de la Ca


.

n ó n ig o y muchos sospecha r on algo de la verdad


, .

L a C á ndida abandonada al consejo de l capitán


,

L ozano y de A dela su doncella hizo una po r ción


, ,

de locuras Casi todos l os días daba ban q uetes y ce


.
1 48 PI O B AROJ A

nas y muchas noches la llevaban á l a cama borracha


, .

El canónigo S ansirg ue notó q ue en la casa de la


Dominica se le miraba de mala mane r a é intentó mu ,

darse ; pe r o Po r tillo le indicó que espe r ara unos días .

Efectivamente una semana después Portillo que


, , ,

había sabido hacer valer ante el Gobierno libe r a !


el servicio prestado por él cuando l a intentona de
Bessieres fué nombrado obispo de O sma y S an sir
, ,

gue quedó interinamente de secretario del obispo de


Cuenca .

S an sirg ue supo que en casa de Ginés el Pe r ti


guero se hablaba constantemente contra su persona ,

y se dispuso á castigar á l a familia Consiguió que en


.

el convento de monjas se de sti tuy e se si D Víctor y .


,

después le nombró párroco de Uña pueblo mí se r a ,

ble de l a S ie rr a adonde D Víctor tuvo que i r á


, .
,

trueque de pe r de r las licencias eclesiásticas .

Después q uiso echar de l a catedral y de la casa á


Ginés Diente pe r o el obispo se opuso
, .

S an si rg ue supo t ambién que Ga r cés el S e vi l l an o


hablaba pestes de él y le atribuía la muerte de T o
rr alb a y consiguió que el je f e político p r endie r a á
,

Garcés y lo metiera en l a c árcel .


1 50 P I O B AR O I A .

se distinguía en su diócesis por sus pastorales contra


l os moderados y los exaltados .

Po rtillo desde O sma y el l e c toral de l a catedral


, ,

de S ig uenza y p r esidente de la Junta realista de aque


'

ll a ciudad D F elipe L emus de Zafrilla movían to


, .
,

do s los resortes para que l o s fran c e c e s n o intentar an


implan tar un sistema de absolutismo templado T e .

n í an en Mad rid á D Víctor S áez y á otr os que da


.

ban la consigna .

Unos días después de l a r eintegración de todos


los derechos autocr áticos á Fe r nando se celebró en ,

Cuenca una solemne fu nción de desagravio al S anti


simo S ac r amento en l a cual predicó D Juan S an
, .

sirgue .

S an si rg ue achicó al mismo padre Manuel Marti


nez r edactor de l Restau r ador con sus apóstrofes á
, ,

l os constitucionales y sus loas á F e r n ando L e llamó .

pío f eliz r estau r ado r magnánimo bondadoso


, , , , .

A pesar de todos estos di ti ramb os la gente oy ó e l ,

se rmón con indiferencia Corría l a voz entre los vo.

l untari o s r ealistas de l a traición de S an si rg u e en


tiempo de Bessie r es .

Ga r cés el S e vi l l an o para exage rar sus méritos ha


, ,

bía pintado la aventu r a suya y l a de D Miguel como .

algo muy transcendental que había malogrado S an


si r gue que estaba vendido á l o s l ibe r ales y que
, ,

le había pe r seguido y encarcelado á él para r educ ir


le al silencio Esta ve r sión hizo que todo Cuenca se
.

pusie r a contra el canónigo .


LOS RECU RSOS DE LA ASTUC IA 1 51

— Es u n espía es un espía de —
l os masones ase
,

g u rab a todo el mundo .

E l penitencia r io al comp r obar l o que se decía de


,

él q uedó desesperado
, .

Escr ibió á Portillo pa r a que in fluyese en sus ami


gos pode rosos y l e tr asladasen de Cuenca y Po rtillo ,

no contestó ; escribió después á D Víctor S áez e l .


,

ministro u niversal de F ernando V II y á D Cecili o


¡
, .

C arpas .

L os dos l e contestaron frí ame nte .

L a entrada en el poder de l os voluntarios realistas


hizo que S ansi rg ue perdies e toda influencia T orral .

ba consiguió por un amigo que á D Víctor le saca .

sen de Uña y volviese á Cuenca P or entonces entre .

l o s realistas comenzaba á f unciona r l a S ociedad E l


Ang e l Exterminado r Muchos se afi liaron á e l l a D on
. .

V íctor y Garcés e l S evi l l an o se convi r tieron tam ,

bién en exterminadores é hicieron un alegato contra ,

S ansirg ue como denunciado r de l os realistas en tiem


,

po de Bessieres S e encont r ó en casa de los Cepe


.

ros que habían hu i do de l pueblo y t r aspasado su


,

comercio e l papel que l e s hab ía mandado S ansirgue


, .

Desde entonces e l penitenciario comenzó á reci


bir anónimos i nsul tán dol e ame n azá n dol e por su t r ai
,

ción c on terribles castigos terrenos y ul trate rre nos .

S ansirg u e asustado hizo gestiones desespe radas


, ,

para que l e trasladasen de Cuenca .

En l a p rimavera de 1 824 el penitenciario fué des


ti n ado á S ig uenza sin ningún ascenso S an si rg u e pre
'

, .
1 52 PI O B AROJ A

paró el viaje sigilosamente temía q ue al sabe r su


; ,

escapada los voluntarios r ealistas quisiesen agre dirl e


, .

A l q uiló dos mulas y con un mozo al c arre ñ o de


,

con fianza que conocía bien el camino se puso en


marcha sin despedirse de nadie
, .

El canónigo pensaba p ararse en Priego su pue ,

blo á ve r á su familia
, .

L a prime r a noche descansa r on amo y _ criado en


T o rr alba nombre poco grato á los oídos del ce nó
,

nigo .

El siguiente día pa r ó S an srrgue en Priego en su ,

casa en compañía de la familia ; pero la pobreza de


,

ésta y l a tosquedad de su padre y de sus he r manos


le molestaba y c on el p r etexto de q ue tenía prisa
,

dej ó Priego y se puso en camino por l a tarde .

El cielo estaba muy azul ; el campo hermoso y ,

son rien te El penitenciario no tenía nada que temer


.
,

ya lejos de Cuenca ; pero aun as í sentí a miedo : tales


cosas se contaban de las venganzas de l o s realistas .

A l llegar á l a bi fu r cación de los caminos miraba c on


cuidado á un lado y á otr o por si aparecía alguna
fi gu r a
A l acerca r se á una aldea al cae r de l a tarde de ,

j ando un camino carretero S an sirg u e y su criado to


,

maron po r una senda que pasaba po r un erial L as .

digitales pu rpú r eas esmaltaban l a tie rr a con sus cam


p a n i ll as y
, l as fl ores violetas del b r ezo brillaban en
t r e los r ibazos .

A mano derecha se abría u n gran v al l e poblado


1 54 PI O B AROJA

S igu ieron andando El sol se iba po niendo en un


.

cielo i nce n di ado l l e n o de nubes roj as; l os pájaros can


,

taban entre l as ramas ; el pe rfume de l romero y de l


c an tu e so llenaba el ai r e ; á lo lejos se o ía el tañido

de una campan a .

A medida que avanzaban el canónigo y su criado


el sol iba desapareciendo del valle A l anochece r .

entraron en un bosque de encinas monte bajo y ,

rrasc as El sende r o cor r ía aho r a lleno de sombra por


.

en medio de l o s árboles ; á trechos se torc ía hasta sa


li r á l a luz al borde mismo de l bosque y pasar por
, ,

encima de un barr anco escarpado .

S an sirg ue marchaba arreando á su mul a ansioso ,

de llegar á sitio habi tado .

D e pronto oy ó ruido entre el ramaj e cerca de él , ,

y se detuvo inquieto , .

— N o es nada — se dl 0
] .

S iguió marchando y e n esto al mi r ar hacia adelan


, ,

te vió dos figuras que interceptaban l a senda V ol


, .


vió la vista hacia atrás y vió otras do s

— AI to ! — l e gri taron
¡ .


A1 to estoy m urmuró el canónigo .

L o s cuatro homb r es estaban enmascarados S an .

sirgue pensó que había caído entre bandidos ; com


prendió que all í era imposible defenderse ni es ca
par y repitió que se entregaba
, .

L os hombres sin hacer caso de l criado cogieron


, ,

al canónigo le baj aron de l a mul a le a taron l as ma


, ,

nos y le llevar on cuesta arri ba cruzando e l bosque , ,


LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 1 55

hasta un descampado donde había una te nada Des


, .

de allí se dominaba el valle El cielo iba ob scu .

re c i e n do y l as luces rojas de l c repúsculo tomaban


,

tonos cárdenos y violáceos .

A l entrar en la choza S an si rg ue se estremeció En .

una mesa á la l uz de dos v e l as verdes estaban sen


, ,

tados cinco hombres c on l a cara cubie r ta po r un an


,

ti faz Enfrente de l a mesa había un banco de made


.

ra y sobre él caía u na cuerda atada en una viga de l


,

techo .


S entad al acusado mandó el que p r esidía .

S ansi rg u e se sentó sin pro te starf


El presidente levantando l a cabeza al cielo ex
, ,

clavó '

D ºm in us reg n at: (E l S eñor reina ) .

El que estaba á su derecha dijo .

D om i n us i mperat: (El S e ñor impera ) .

El de la izquie r da repuso
Ang e l us vi nce t: (El An g e l vencerá ) .

El de l a e xtre m a derecha añadió :


In (C on l a espada ) .

Y el de l a extrema izquierda terminó l a frase mur


murando :
i n dig n ati on is aj as: (D e su indignación ) .

S ansi rg u e estaba delante de un T ribunal de l A n


gel Exte r minado r El enmascarado que presidía e n
.
,

pocas palabras acusó al penitenciario de traidor de ,

espía de l os liberales de vendido al Gobiern o


,

masón .
1 56 PI O B AROJA

S ansi rg u e intentó since r arse negar l o s hechos ,

pe r o el presidente l os conocía á fondo El canónigo .

intentó segui r hablando ; pe r o el p r esidente le i mpu


so silencio
— ¿ Qué pena se le impone al acusado ?
L os cuat r o aseso r es de l T ribunal sin pronunciar ,

una palab r a baj aron l a cabeza g r avemente y un mo


, ,

mento después el p r esidente hiz o lo mismo .

Dos de l os enmascarados que habían p r endido al


canónigo le pusie ron la mano en el hombro AI sen .

tirl o S an si rg u e dió un salto hacia a trás dispuesto


,

á escapar Entonces los cuatr o esbirros se echa r on


.

sobre él y forc e j e an do llegaron á suj e tarl e y á atarl e


,

l o s pies L uego le pusierºn l a cuerda al cuello y ti


.
,

rando de e l l a lo izaron en alto .

— C on fe si ó n l Confe si ó n I — gritó el canónigo c ºn


¡ ¡
voz ahogada .

— Concluid — d o el jefe de los exte r minado r es


n .

Dos esbirros se colgaron de l as pie r nas de l aho r


cado : l as vé r tebras cr ujie r on c r ujió también la viga
,

del techo y después el cuerpo de S an sirg ue quedó


,

inmóvil .

L os exte rminado r es fue r on saliendo de la te n ada .

Uno de e ll os el j efe quedó par a da r l as últimas


, ,

disposiciones L os esbi rr os baja r on el cadáve r y to


.
,

má n dol o en b raz o s c ruzaron el bosque hasta el se u


'

dero q ue corría al bo r de del barr anco y desde aquí


l o ar roja r on al fondº S e oy ó el r uido del cuerpo que
.

caía a r rastrando piedras .


E P I LO G O

L a noticia de l a muerte de l canónigo produjo en


Cuenca g ran sensación .

S e inventa ron mi ! hipótesis y c á balas acerca de


l as causas de la mue r te y de l autor 6 autores de l
misterioso crimen ; pe r o no se averiguo la verdad .

Pocos días después de este suceso el capitán Lo


zano hizo una de l as suyas que dió mucho que
,

hablar.

E l capitán había arrast r ado á l a C á ndida á una


vida c ompl e ta de cr ápula La casa de l a Can ón ig a
.

era un ir y venir de jóvenes calaveras que comían y


,

bebían all í
.

E l capitá n L ozano entrampado en e l juego ha


, ,

bía sacado á l a Can ón ig a cinco mil duros para pagar


sus deudas P or l o que se supo luego en vez de
.
,

pagar se j ugó l a ca ntidad y la pe r dió


, .

Entonces no se l e ocurrió cosa mejo r que r obar la


caja de l batallón y escaparse c on l a A dela , l a don
celi a de l a Cándida que era una muchacha muy
,

bonita.
1 60 PI O B AROJA

Lozano se proveyó de papeles falsos ; fué á O rán ,

donde tuvo un caf é y años después se alistó como


,

voluntario en el ejército francés y murió en una em


b osc ada de l os mo r os .

La A dela que había seguido con el café de


,

Or án se casó c ºn el dependiente un francés traba


, ,

j a d o,r y se hizo rica .

L a Cándida al sabe r la f uga de l capitán c ºn su


,

doncella A dela á q uien conside r aba tan fi e l sintió


, ,

g randes accesos de melancolía que intentó curárse ,

l os á fuerza de alcohol .

A lguien le indicó que llamara á l a Zin cal i l a vie ,

ja gitana que tenía fi ltros par a curar el mal de amo


,

res L a Cándida l a llamó y la gitana entró en l a casa


.
,

y llegó á apoderar se de l ánimo de l a Can ón ig a con


sus mentiras y sus arrumacos .

L a casa llegó á ser un asilo de la gitanerí a de l


pueblo .

L a Zi ncal i se encargó de p r oporcionar amantes á


l a Cándida y de sacarle el dinero .

El pueblo entero la había aislado como á una ,

apestada .

La Can ón ig a se trasladó á un c asu ch o de l barrio


del Castillo que se convi r tió en manceb i a
, .

Un proceso que se entabló contr a ella y la vieja “

gitana acusadas por un médico de dar bebedizos y


,

de hacer abortar con l a hie rba de l Buen Varón I e s ,

obligó á las dos á ir á la cá r c e l y a rruinó por com ,

p l e to á la Cá ndida .
1 62 PI O B AROJA

ció un día misteriosamente y se lo encontró pocos ,

días después m u erto en la c al l e ; dejando el campo Ii


bre á Juanito el cue r vo q ue tenía cuerda má s larga
, ,

para l a vida .

Dami án el carpintero fué únicamente el que so


, ,

bre vi vi ó á l a f amilia de Ginés y siguió construyendo ,

sus ataúdes gr andes y pequeños de homb r es de mu


, ,

jeres y de niños negr os y bl an c o s en su portal de la


, ,

casa de l callejón de los Canónigos .

Mientras trabajaba Juanito el cuervo mascullaba


,

palabras confusas desde lo alto de l a r mario de l os


fé r etros ; en el reloj de l canónigo Chi rino las edades
de l a vida seguían huyendo ante la Mue r te c ºn sú
sudario y su guadaña ; Ca r onte se balanceaba en su
barca ; el viejo C ronos alado y h ar aposo meditaba
, ,

c on el reloj de arena en la mano ; l a música de campa

nillas tocaba su sonata melancólica al salir l a Vi r gen ,

y seguía brillando en l a orla de b ronce l a te rr ible sen


tencia sobre l as ho r as : Du l n e ran t o mn es u l ti m a
c
,

ne cat .

Todas hie r en ; la última mata , .


Los g uerri l l eros del E mpeci nado

en 1 823

N UE VA C O M I S I ON

En apariencia l a vida de un hombre de acción es


un juego de azar una lote r ía en la que se emplea
,

mucho dinero y sólo de tarde en tar de toca un pre


mio pequeño en r ealidad la vida de un hombre de
,

acción si es una lote r ía es una lotería que toca siem


, ,

p re por que el jugador l l e va el mayor premio en e l


,

máximo es f ue rzo.

L a acción por l a acción es el i de al de l hombre


"

sano y f uer te ; lo demás es parálisis que nos ha pro


duc i do l a vida sedenta r ia.

Unos días después de recibir l a visita de Cugnet '

de Montarlot el E mpe c in ado y el Lobo se presen


,

taban en casa de Avirane ta .


1 64 PI O B AROJA

A ! día siguiente el g e n e ral y D Eugenio iban al


.

Ministerio de Es tado á conferenciar c ºn D Evaristo .

S an Miguel . .

S e habló entre l o s tres largo rato de la situación


de España y de l a invasión francesa que parecía in ,

minente .

D on Evaristo tenía alguna espe r anza en el fracaso


de la I ntendencia de l o s ej é r citos que había de man
dar An g ul e ma .

Esto unido á l a oposición de los liberales pensa ,

ba pod ría infl ui r en el Gobierno francés


, .

— dE s que no tienen víveres ? — preguntó A vi

ran é ta
.

— Eso me comunican l os agentes contestó el


mi nistro pe r o no hay que abrigar mucha confianza .

Es posible que mis agentes estén en r elación c ºn l o s


r ealistas .

— Es muy probable — añadió Av i rane ta .

— Casi vald ría la pena de que f uera usted otra vez

á Fr a —
ncia dijo de pronto San Miguel .

¿ A París ?
No ; á la frontera .

Pues si usted quie r e voy ¿ Qué hay q ue hacer?


, .

—Prime r o averigu ar cómo va l a cuestión de la I n


tendencia de l ejé r cito de An gul e m a y si no hay es ,

pe r anza en esto mar char á S an S ebas tián y a yu dar á


,

l os emigrados fr anceses que p arece que van á hacer


,

un intento .

— Muy bie n Estoy á la orden de usted


. .
1 66 PI O B AR 01 A

— ¿ Qué ha pensado usted para mí? — preguntó


el E mpe ci n adº .

— Haré que el rey le autorice á usted para el l e


v an tami e n to y organización de gu errillas en Castilla

l a Viej a y la Nueva para oponerse á la invasión de


,

l os franceses .

¿ Querrá ?

¡ Qué remedio le q u e daI exclamó iró n i c ame n
te S an Miguel ¡ Mientras esté con nosot r os ! Espe
ren ustedes un momento aquí Yo mismo voy . .

Queda ron solos Av iran e ta y el E mpe ci nadº .

— De manera q ue eres c arb on ari o preguntó


D Juan Mar tín
. .

Sí .

¿ Y por q ué no me lo has dicho ?


Hombre ¿ Pa r a qué ?
.

Y o no he tenido secretos para tí .

Avi ran e ta no contestó Espera r on cerca de una


.

ho r a y a! cabo de este tiempo volvió el ministro , ,

un poco nervioso y sofocado con l os dos de spa ,

chos .

En el uno mandaba á los gobe r nadores al c al de s ,

y justicias del r eino que obedecie r an las ó r denes de


D Eugenio de Av irane ta; en el otr o nomb r aba co
.

mandante gene r al de todas las columnas patrióticas


que se o r ganizasen en ambas Castillas con f aculta ,

des ext r ao r dinarias para c r ear cue r pos y p r emiar e l


mé rito militar hasta coronel inclusive á D Juan Mar , .

ti n el E mpe c i n adº
, .
LO S R ECU RSOS DE LA ASTU CIA 1 67


Espero q ue hará n u stedes maravillas duo e l
ministro .

— Ha r emos l o q ue podamos replic ó D Jua n .

Martín .


S e acerca el momento de prueba repuso e l
ministr o Quiera Dios que salgamos c on bie n Has .

ta l a vi sta seño r es
, .

A diós .

S e estrecharon l as manos y D Juan Martí n y


, .

Avi ran e ta salie r on de Palacio .

— I remos juntos hasta Valladºlid d i j º el Empe


cin e do
.

— Bueno iremos juntos — contestó Avi rane ta .


,
1 70 PI O B AROJ A

pueblo de l a provincia de Burgos de donde era s u ,

muj er .

Casi c ºn l a seguridad de que la com ar c a de l Due


ro no respºndería al ll amamiento para luchar por l a
Constitución se siguió á Valladolid
, .

El E mpe cin ado y Avi ran e ta gi raron una visita á


los cuarteles y á l os par ques de l a ciudad castellana ,

y recibie r on un a imp r esión desconsolado r a .

L e s acompañó un o frc i al de Estado Mayo r e x ,

ayudante de Zar co de l Valle .

Lo s informes de éste les sirvió para darse cuenta


de l a situación N º había en los par ques material de
.

artillería : l o s cañones eran malos y viejos perfe cta ,

mente inútiles y faltab an las municiones R especto á


, .

l a caballería estaba en cuadro y hacía mucho tiem


, ,

p º que no maniobraba .

Lo mejor e r a la infan tería y aun asi e scase aban fu


, ,

siles ,cartuchos uni formes y armas blancas


, .

En cuestión de competenc i a según el o fi cial de ,

Estado Mayor se estaba á l a altur a de lo demás ; l os


,

oficiales conocían ú nicamente la gue rr a de gue rrillas


y de pequeños grupos El Estado Mayor no se ha
.

l l ab a constituído cien tífi camente : p ar ecía un cuerpo


sin más objeto que llevar un uniform e lujoso .

L o s generales y jefes políticos querían r esolver en


un momento lo que no se había r esuelto en años y ,

daban cons tantemente ó r denes diversas y cºn tradi c


to ri as
.

Para obvi ar la fal ta de unif ormes y armas l as e u ,


LO S R ECURSOS DE LA AS TUC IA 171

tori dade s decidieron abrir l as cuadras conventos é ,

iglesias arruinadas donde se habían almacenado l os


,

despojos del ejército de Napoleón y comenzaron á ,

aparece r cºn gran regocijo de l a gente cascos c h a


, , ,

c ó s morri o n e s y turbantes de polac ºs alemanes ma


'

, , ,

me l u c os y franceses Al mismo tiempo salieron I an


.

zas al fanjes espadines y g umí as


, , .

Un gran motivo de confusión y de desorden en l as


ciudades e r an las S ociedades sec reta s que obligaban ,

á sus afi liados á adoptar una actitud especial ante l os


sucesos En el ejé r cito casi todos l os ofi ciales y jefes
.
,

pe r tenecían á algún grupo políticº .

Los gene r ales habían dado e l ejemplo .

Mina era c arb o n ario ; O D onne ll S an Miguel


'

, ,

O D al y y Montijo masones ; Ballesteros e l E mpe c i


'

, ,

nado y P al are a comuneros ; Morillo an il l e ro


, , .

Una dive r gencia parecida á l a de l o s jefes de al


tos ca r gºs existía entre l o s o fi ciales subalternos que ,

intri gaban abiertamente contra l a política de l os unos


6 de l os otros .

Par a mayor confusión l os liberales exaltados de ,

l os A yuntamientos casi todos e l l o s de l a Milicia na


,

cional viendo l a indife r encia y pasividad de l e j é r


,

cito pretendían di rigir y preparar la defensa de l os


,

pueblos con planes absu r dos y descabellad os .

Estos milicianos pensab an q ue los j efes no mani fe s


taban bastante ardimi e ntº e n l a defensa de l a liber
tad En l o s pueblos se veía i r y venir á l os exalta
.

dos seguidos de sus gr u pos


'

.
1 72 P IO B AROJ A

Algunos de estos ciudadanos c on su indumentaria ,

napoleónica sus casacas sus m o rri one s sus tri co r


, , ,

n i os sus co r azas
, sus sables corvos de mameluco
, ,

par ecían compar sas de ca rnaval .

El mayor contingente de sºldados espontá neos l o


daba l a clase media ; l o s pobres en g e n e ral odiaban
, ,

á l o s libe r ales c ºmo se ºdia á l os tiranos : no los te


nían por gente de l pueblo sino pºr a ristócr atas ex
,

tranj e rrz ado s e nemigos de todo lo popula r


, .

Había además de causas de simpatía espiritual


, ,

otras más mate riales par a explicar el odio de l a ple


be fe ºta á l os l ibe r ales : el libe r al en aquella época
, ,

mandaba el r ealista obedecía ; el miliciano estaba


,

bien vestido ; en cambio el soldado de la f e andaba


roto y haraposo El feota quería cambiar su camisa
.

desga rr ada y sucia por l a casaca abrigada del audaz


m atare y e s y de l impío matafrai l e s .

P ºr entonces empezaba á generalizarse l a palabra


n e g r o para llamar al libe r al palab r a que tuvo su ex
,

p a n si ó n con l a entrada tri un fal de l o s franceses c on

An g u l e ma .

En l o s liberales de l os pueblos había las mismas


divisiones que en l os de Mad rid
Lo s masones eran las personas más ilustradas ; l os
comune ros los radicales y l os lecto res del Zu r r i ag o
, ,

fo rmaban una tu r ba de demagogos calleje r os e scan ,

dal o so s y chillones que g ritaban en las tabernas y


,

se co nf undían cºn l a gente clerical .

E n el ejército hab ía muchos ofrcial e s e n emigos de


AN T I GUOS A M I G OS

Dejando á don Juan Martín m u y desalentado A vi ,

rane ta en compañía de l L o bo marchó á Burgos ; se


, ,

detuvo unas ho r as en Miranda y en Vitoria y llegó ,

á S an S ebastián .

'

Estaba de j efe político un navarro llamado AI


histu r y manda b a l a guarnición el brigadier de Ca
,
º

b al l e rí a don P ab l o de l a Peña q ue tenía á sus ó r


,

denes l o s regimientos incompletos de V al e n ce y Es ,

paña S alamanca é I mpe rial A lejand r o


, .

Av irane ta con f er e nció con los dos jefes y l e s ex


p l i c ó su misión de averigua r lo q ue ocurría con la
I ntendencia del ejército de An g u l e ma .

— —
El ministro supone dijo Av i ran e ta que si e l
Gobierno fr ancés no resuelve este punto su empresa ,

mo ri r á por consunción antes de nace r .


Yo c r eo que l o r esuelve repuso el brigadier
1 76 PI O B AR 01 A

Entºnces ustedes l o s militares tendrán I a pa


, ,


labra contestó Av iraneta .

¿ No es usted milit ar?


Militar de a fi ción He sido guerrillero
. .

¿ D urante l a guerra de la I ndependencia?


Sí .

El brigadier Peña contempló á Av irane ta c ºn


curiosidad .


¿ Y qué pretende el ministro ? r epuso .

El ministro desea que se den f acilidades al pro


yecto de l os r epublicanos franceses que intentan ha ,

cer desisti r á sus paisanos de l a invasión .

— Estoy ente r ado de ese p r oyecto — dijo el bri

g adi e r .

Yo tamb re n — repuso
el j efe político y ayu
da r é con mis medios .


Entonces de acue r do añadió Av i ran e ta y o
me voy á Bayona y la pr ime r a noticia defi nitiva que
sepa l a envia r é c ºn un p ropio á Behovia .

— Entonces yo me enca r go de r ecoge r la y hacer



que l a lleven po r l a posta á Madrid dijo el je fe po
lítico .

Avi ran e ta dejó al Lo bo en S an S ebastián y se di


rigió á I r ún Encon tró allí á su amigo Juan O lavarría
. ,

quien se mani festó muy pesimista Creía que Angu .

l e m a entraría sin di fi cultades y que el ejército espa


,

ñ ol no sab r ía defende r se .

L os liberales de I r ún habían publicado una al o c u


ción q ue terminaba diciendo :
1 78 PI O B AROJ A

elegante S alaza r parec í a sali r de una fábri ca recién


'

construído y barnizado I ba muy elegante : vestía pan


.

talón estrecho c ºn trabillas levita azul estilo inglés , ,

botas que le sonaban al andar cuello de camisa li m ,

p í si m o y corbata b r illante de muchas vueltas S ob r e .

el chaleco rame ado llevaba una g r uesa cadena de r e


I oj con muchos dijes y en l o s dedos una porción de
, ,

sortijas .

El S r S alazar iba tan empaquetado que cu al q u i e


.
,

ra hubiese temido que iba á hacer crac y á rompers e


po r alguna parte .

R amírez de la Piscina era realista ; el Sr S alaza r .

fi guraba entre los an i l l e ros y se tenía por homb r e que


mi raba l o s acontecimientºs c ºn f rialdad y buen sen
tido Hablab a de una mane r a un tanto pedantesca
. .

— Yo entiendo — I e dijo el S r S alazar á Avi rane .


ta q ue la Constitución de Cádiz tien e poca vida .

— ¿ Por qué ?
— Porque no l a han de dej ar robustecerse recons
,

ti tu irse : 6 ha de vencer y para eso no tiene fu


, erza ,

6 ha de morir de anemia D entrº tiene como e n e mi .

gos al rey y á l a corte que t rabaj an de consuno c on


,

su dinero y su influencia en su descr édito y á mayor , ,

abundamiento á los f r ailes á los a fr ancesados á l os


, , ,

r ealistas á l os mode r ados ¿ No es cierto ?


, .

Si .

tiene como enemigos á l a S anta A lian


F ue r a
za á F r ancia que hoy está bajo una dinastía re stau
, ,

r ada ; á I nglaterra gobernada por una aristocracia


,
º
Lo s R ECURSOS DE LA ASTUC IA 1 79

tory á la prensa europea y al comercio de todo e l


,

mundo Esto hace pensar q ue no vivi r á


. .

¿ De mane r a q ue v amo s al absolutismo al g o



,

bierno de los fr ailes ?


— A 1 gunos a fi r man que el Gobierno de L uis X V I I I
_

ha ofrecido u naCarta otorgada por el rey á estilo ,

francés c ºn dos Cámar as ; pero que l as Cortes no l a


,

aceptan Esto no es óbice pa r a q ue este sistema se


.

acepte tar de 6 temprano en España .

— No sé ; lo q u é n o creo es que e l ofreci miento


se a cie r to
— replicó Av irane ta L os políticos fran
ceses suponen que Es paña no puede salir de l absº
l u ti smo Piensan que á l os españoles n os viene g ra n
.

de no una Constitución democ r ática como l a de C á


,

diz sino una sombra de Pa r lamento vigiladº por e l


,

Gobierno .

Tr as de las divagaciones de S alazar el S r Ramí , .

r ez de la Pi scina contó á Av irane ta l as postrime r ías


de l a r egencia de U r gel Esta regencia después de
.
,

haber trabajado po r el absolutismo y la inte r vención ,

tomaba á última ho r a una actitud casi facciosa ante


l o s r ealistas .

Uno de los directo r es E rol e s había abandonado


, ,

á sus compañe ros y se había unido a Egui a L os otros '


.

dos l o s más acérrimos el mar qués de M atafl o ri da y


, ,

el ar zobispo Cr eux habían salido de Toulouse motu


,

pr opr i o estableciéndose en Pe r piñán


, .

Estando allí se les presentó el general Borde soul l e


y l e s invitó á que regresaran á Toulouse inme dia
1 80 P IO B AR 01 A

tamente á cumplimentar al duque de An g ul e ma .

L a decadencia de la r egencia de U r gel daba más


impor tancia al g e n e ral Egu i a Este esc ribía á Mata
.

fl o rida diciéndole :

R enuncie V E á toda idea de sostene r l a re
. .

gencia q ue fo rmó dejando obrar libremente l a que


,

yo debo presidi r …
M atafl ori da indignado comunicó á sus amigos que
, ,

Egu i a e r a par tidar io de la Carta y de las dos C á ma


ras cosa horr ible par a un realista puro y les ad vi r tió
, ,

q ue pensaba entrar en N avarr a á dese nmascar ar á l o s


traido es Egu i a incomodado contestó dando o r den
r .
, ,

de prende r lo si se p r esentaba en Navarra M atafl o .

rida di rigió una protesta al duque de An g ul e m a y ,

éste en vez de escucha r le mandó confi nar al mar


, ,

q u é s y al arzobispo absolutistas en el interio r de


F rancia .

Egui a triunfó en toda l a línea y con Calderón , ,

Juan Bautista E rr o y el barón de E rol e s fundó l a R e


gencia provi ncial que comenzó en Bayona y se ins
,

tal ó después en O yarzun .


1 82 PI O E AR O JA

char sobre Madrid Los otros los mandarían el gene


.

ral Molitor el príncipe de Hohenlohe el mar iscal


, ,

Moncey y el general B orde sou l l e .

El general G uill e mi n ot hombre sagaz y de talen


,

to distinguido como militar y como político había


, ,

sido nomb r ado mayor general .

A demás del g ran número de j e f es y o fi ciales fran


ceses reunidos en Bayona estab a toda la fl o r y nata
,

de l absolutismo español excepto los pocos que que


,

daban fi eles á la R egencia de U r gel Egui a E rrº .


, ,

Quesada L onga José O D o nne l l el Trape nse Jo


'

, , , ,

se fi n a Comerfo r d U r biztondo Corpas y otros mu


, ,

chos andaban por allí reunidos co n sus partidarios ,

prepará ndose é intrigando .

El ej é r cito francés paralizado en l a frontera y l a


, ,

nube de co r tesanos r ealistas hacía q ue Bayona fue ,

ra un gran foco de noticias falsas .

Constantemente se decía que el e j ercito iba á sa


l i r y al mi smo tiempo se asegu r aba que no podía
, _

marchar po r que no tenía víve r es ni para los homb r es


ni pa r a l o s caballos y qu e faltaban almacenes carros
, ,

y toda clase de medios de transpo r te .

Est as últimas noticias unidas á l as diferencias y


,

al odio que se tenían l ºs r ealistas españoles entre sí ,

alimentaban l as esperanzas de l os liberales Por otro .

lado algunos subo fi ciales y veteranos fran ceses de


,

cían que no que r ían batirse con gener ales de sa


i
c r stí a .

Avi rane ta fu é á casa de B aste rre c h e y á l a logia


LOS RECURSOS DE LA ASTUCIA 1 83

de Bayona á l a libre r ía de Gosse y á l a de L amai


,

g u ere Todas las logias de l Mediodía de Francia se


.

habían movilizado Quedaba to davía en ellas un ras


.

tro republicano un residuo de la tendencia g i ron di


,

na En l a parte vasca dominaban dos hombres : Ga


.

rat y B aste rre ch e ; en l as L andas q uedaban algunºs


amigos de Ducos y en la pa r te g ascona persistía l a
,

infl uencia de l convencional Bar ere q ue viví a por ,

entonces ya viejo en Bruselas


, , .

A pesar de su versatilidad de haber sido giron


,

dinº, jacobino bonapartista y hasta habe r se ofre cr


!

do según algunos á l os Borbones Beltrán Bar ere era


, , ,

muy que rido por l o s gascones que ve í an en él un re


,

i on al i sta entusiasta y un enemigo de la centralización


g
y de l a sume mací a de París sobre l a provincia .

T anto á Garat como á Bar ere se l e s consideraba


por su in fluencia y su grado en l a masonería como ,

ace r r i m i l i bertati s e t ve ri tatis def e n so res: acérrimos

defensores de l a libe r tad y de la ve r dad .

Estas logias de l os pueblos de l Mediod í a de Fran


c i á se cambiaban órdenes y mandaban impresos ase
'

rando que l as tropas n o entra r ían en Espa ñ a y


g u

que l os soldados fra n ceses no q ue r ían ser cr iados de


l o s j e sui tas .

A ! segundo día de llegar en cas a de B aste rr e che


,

l e dije r on á Avirane taque e l banq ue r o O uvrard aca


baba de p r esentarse en B ay onai La noticia era gra
ve porque O uvr ard tenía fama de ser hombre expe
,

di ti vo y capaz de re solver l as mayores di fi cultades .


1 84 PI O B AROJA

El día siguiente 4 de A bril Av i ran e ta se puso


, ,

en campaña p ar a seguir l o s pasos de O uvrard N o .

era fácil ni mucho menos El banque r o ve ní a con su


, .

socio S e g uí n su sobrino Vícto r una docena de cria


, ,

dos y estaba muy vigilado po r la policía O uvrard


, .

tuvo varias conf erencias con el intendente S icar d ,

con el duque de B e l l un e y con el g e ne ral T i rl e t .

El día 5 por la mañana Aviran e ta supo en l a li


, ,

b re rí a de Gosse que el príncipe gene r alísimo de las


t r opas francesas había llamado á c on fe re ncra á O u
vr ar d y poco después se asegu r ó q ue se enviaba la
,

caballería hacia las llanuras de Tarbes po rq ue no ,

habíaforrajes su ficientes para e l l a


"

El mismo día por la noche Avi rane ta tuvo la gr an


sorp r esa de ver entrar en la f onda de S an Esteban
á l a S o l e cºn el ma r qués de V i e uzac .

Ella le conoció en seguida ; el mar qués n o A vi , .

re neta pºr uno de l o s mozos del h ote l a fi liado á l a


, ,

masºn e rí a mandó á la S oledad un r ecado di c i é n do


,

la que quería tene r con ella una e n tre vi Sta L a S o .

l e dad sin duda se alarmó al saber que don Eug é nio


, ,

estaba en el mismo hotel y le contestó advirtiéndole ,

que se hallaba muy vigilada y que si le tenía al g o ,

que decir se lo comunicara por el mozo sin escrib ir ,

l a L a S oledad no apareció por el comedo r Comía


. .

en su cuarto c ºn una seño ra parisiense que la acom


pañ ab a .

Av i ran e ta hubiese q ue r ido averi guar al g o la


!

po r

S ole V i e uzac como empleado de impo r tancia de


.
, ,
1 86 P1 0 B AROJ A

— Buena idea
Aviran e ta c o g ro l a almohada q ue le dió e l mozo ,

y se tendió en el armar io .

— ¿ A q ué hora es l a cena? — preguntó .

— A las doce .

— T res ho r as de espera Bueno Me dedicaré . .

la medi tación .

— Cuando se acabe l a cena y se vayan o vend ré


y

á saca r le á usted dijo el mºzo .

Av iran e ta se tendió en su ag uj e rº y pasó las tres


horas abu r rido S onaron l as doce y n o apareció
.
,

nadie ; á l a una se p resentar on las mujeres y poco ,

después de las dos llegaron l os homb res .

Comenzó la ce na V i e uzac estaba galante con l a


.

S oledad Ella hablaba ya bastante bien el francés y


.
,

se manifestaba como siempre muy mimosa coq ueta


, , ,

y melancólica .

O uvra r d el joven como parisiense q ue encuentra


,

que fuera de París no se puede vivir comenzó á ha ,

bl ar mal de los meridionales S egún él desde A ngu .


,

l e ma para abajo no se veía más que a f ectación fal ,

sedad fa rsa y mentira A alguien había oído decir


, .

M en daci a vascon ica: mentira vasca ó g ascºna y re ,

peti a l a frase .

V i e uzac que procedía de A rgeles de Bigorre


, ,

defendió á los meridionales con calor .

— De fi enda usted también á su paisan o el re i ci


g

da Ba r er e dijo O uvrard con ironía .

— Paisano y parie n te replicó V i e uzac .


LOS R ECU RSOS DE LA ASTUC IA 1 87

—¿ E s usted pariente de l A nacreonte de l a gui l l o



tina? preguntó
_ el ayudante de T i rl e t
.


.

— Y creo q ue tiene cie r to orgullo c o n ello —ré


puso O uvrard .

Como ustedes los bre tone s tienen ent u siasmo


, ,

por sus r ealistas salvajes .


¿Vive Ba r ere ? dijo el ayudante de T i rl e t .

S í en B r uselas
, .

¡ Qué extraña existencia la de esos hombres !


¿ Usted le conoce?
— S í Es uno de l os tipos más s u gestivos y más
.

amenos que se pueden tratar En su conversación.

hace des fi lar todas las fi gu r as de l a historia contem


orá n e a de F rancia
p .

Avirane ta pensó que pe r día el tiempo en su agu


jero y q ue no se iba á habla r de l a intervención ; pero
á l ºs post r es el ayudante de T i rl e t preguntó :
¿ Y al fi n entramos ó n o entramos en España?

S í dij º V i e u zac Está decidido .

Mañana á l as diez se fi rma el tratado de mi tíº


, ,

añadió Vícto r O uvr ard S u alteza real el príncipe


generalísimo pond r á é l mismo e l sello en el contrato .

—¿ De modo q ue han uedado todos l os p u ntos


q
resueltos ?
T odos .

—¿Y e l ministro de l a Guerra?


— —
E l mari sc al V i ctor dijo Ou vrard est á enfer
mo de gota y grita á todas hºras fu rioso qu e mi tí o
,
1 88 P I O B AR O I A
.

es un ladrón y que q uiere q uedarse con todo el dine


ro de la administración militar — Y es posible que .

se a verdad .

— ¡ Vaya un buen sobrino ! —exclamó el ayu dante


de T irl e t
.

— A migo de Platón pero más amigo de l a ver


,


dad contestó Víctor O uvrard .

— ¿ Amigo de quién? — p r eguntó la bailarina .

— De —
un banquero dij o el ayudante de
T i rl e t riendo
, .

¿ R ico ?
Muy rico .

Me gustaría conocerle .

—Es inco rr uptible .

¡ Bah !

Esos españoles l o est án haciendo mal e x cl a
mó V i e uzac .

S í ; vamos á hacer el juego á Fernando y á l os



frailes r epuso el ayudante .


S e hará lo posible para impedi rlo dno Vieu
zac Mientras el ej é r cito francés esté en España ,

yo creo que los realistas y los fr ailes no se desman


d arán á no ser que los libe r ales cometan grandes
,

violencias .

— E n fin poco impo r ta — excl amó el ayudante


,

nos pegaremos con l o s españoles Esta no es una .

guerr a como l as de N apo l e ó n cie r to ; pero el militar


,

n o pued e elegir l as guerras De todos modos habrá


.

as censos y condecoraciones .
EN EL C AM I NO

Beunza el joven dirigía muy bien ; el caballo tenía


, ,

mucha sangre y el tílb in i ma r chaba á l a carrera E l .

día estaba he r moso ; el sol brillaba en l os campos .

Beunza saludaba á derecha é izquierda á l as mu


chachas que salían á l as ventanas y r eían y las e cha
, ,

ba besos .

S abe usted q ue ayer hubo jaleo en el teatro de


Bayona dijo de pronto Ped ro .

— No ¿ Qué pasó ? — preguntó Avi rane ta


. .

Pues nada : una manifestación de hºstilidad en


tre l os liberales y e l ejército .

— Cuenta eso .

Ayer por la noche se rep r esentaba u na comedia


, ,

bastante sosa l lamada E l i n te r i or de m i est udi o en


, ,

que se h abl a de la paz conyugal ; y cuando se o í a esta


palabra paz nosºtros aplaudíamos Entonces un ayu
, .

dante de ] general A utichamp que estaba en un pal co, ,

se levantó y gritó : f l l a porte l a can ai l l e ! Nosotros


1 92 PI O B AROJ A

contestamos gritando : , ¡ F uera .


¡ F uera ! ¡ Mueran l os
c h u an e s!
— L os militares se echarían sobre vosotr os .

— Sí ; dos ofi ciales franceses vinieron á pedirnºs


expli c aciones á Cadet y á mi : y o le dije al mío que e r a
una v e rg ií e n za que fueran á matar l a libe r tad en Es
paña Estábamos discu tiendo en tono cada vez más
.

agrio cuandº se presentó un seño r gordo con p r eten


,

siones d e elegante : gran levitón á la inglesa y som


b re ro de copa Este señor debía tener algún asce n
.

diente sobre los militar es porque l o s calmó y los hizo ,

marchar se de allí .

— ¿ Usted es francés ? — me preguntó luego c on un ,

acento muy cómico .

No soy español
, .

¡ Ah es usted espa ñ ol !
,

Sí .

¿Castellano ?
No navarro, .

¿ R ealista?
R epublicano .

El go r do se echó á r ei r y encendió una gran pipa


de ámbar que llevaba .

— ¿ De manera que es usted republic ano ?


S í señor
, .

— Yo soy r ealista .

Peor pa r a usted .

S in emb argo comprendo que cada Cual tiene


,

qu e tener sus ideas .


1 94 PI O B AROJA

— Sí a q uí estamos cºn l os
, c ar b onari os fran ceses
é i talian os . Yo he venido c ºn ellºs de S an S ebas
trán .

¿Cu á ntoshay?
Ciento y tantos .

¿ Nada m á s ?
Nada más .

M al negociº .

S abe usted qu e conoce á

Sí .

¿ Qu i en es ?
Ha pregu ntado pºr usted S i q uiere usted
.

— S í; vamos .

El Lºbo Beu nza Cade t y Av iran e ta marcharon


, ,

hacia l a cabeza de l puente de Behovia roto po r en ,

tonces .

Había pºr all í varios gru pos de paisanºs y de mi


l i tare s Con uniformes de l tiempo de Bonaparte .

L os pais anºs llevaban el traje cl á sico del l i b e ral


de la épo ca : levitón l argo y entallado cerrado hasta ,

l a barba sombrero blando y bastón de j un co co n


, ,

al ma de plomo soste nido en l a muñeca c ºn una cin


,

ta de cuero .

E l Lo bo Be u nz a Cadet y Avi rane ra c ruz arºn


, ,

entre el gru po y el Lobo señalando á uno de l os mi


, ,

l itare s dijo :
,

Ese es e l jefe .
LOS RECU RSOS DE LA ASTUC IA 1 95

Avirane ta reconoció l os ojos b r illantes y la cara


redonda alegre y decidida del ba rón de Fab vi e r
, .

Avi rane ta hizo un gesto de so r presa y estrechó con


efusión l a mano de l francés .

— Usted siempre en la hora de l peligro —d i j o

Pab v i e r .

Al lado de éste se hallaban el coronel Caron y


un hombre de unos cincuenta a ños de tipo ge rmáni ,

c o tostado por el sol q ue resultó ser e l e ne ral L al


, ,g
l e man d .

El barón explicó á Av iran e ta su proyecto .

Pensaba invitar desde l a o rilla española de l Bida


,

so a á l o s soldados de An ul e ma á que abandona


, g
ran l a invasión y á que se acogiesen á l a bandera
tricolor que enarbola rían ellos En e l caso de que .

l ºs soldados de L uis X V II I si mpati zaran cruzar ían ,

el río en unas cuantas ba r cas que tenían en l a ori l l a ,

ce r ca de Azq u e n Po r tu .

S i l e puedo servir en al g o m á ndem e usted ,

d ij o Avi rane ta .

— T engo un aventurero francés que he encontrado


por a q uí para di rigir mi pequeña fl ota pero no es de ,

confi anza no le conozco ; vaya usted y tome l a di r ec


,

ción de l as barcas S i la cosa sal e bien yo l e llamaré


. ,

para que se ace r que .

— Bueno voy en seguida, .

Avirane ta c ºn sus amigo s marchó camino de I rú n


, ,

y al llegar á Azq ue n Portu se embarcó


, , .
1 98 PI O B AROJA

Este complot se fraguó en París antes de la cons


ti tuc i ó n de l c ar b on ari smo .

Habían ideado los revolucionarios so rp r ender el


castillo de Vincennes ; después N antil y otro ofi cial , ,

Capes sublevarían sus regimientos de guar nición en


,

París y con la gente de los arrabales de esta ciudad


,

darían el asalto á las T ul l e rí as Estaban complicados .

en la conspi r ación L afayette c on sus amigos varios ,

generale s y o fi ciales de al ta graduación como Or de ,

ne r Fab vi e r Car on y D e n tz e l Después de l movi


, , .

miento en París Arge n sºn debía sublevar l a A lsacia


, ,

S aint Aignan Nantes y Corcelles L yon


-
, .

L a víspera del día fij adº par a so rprender Vin


c e nne s un polvo rín de este fue r te voló pºr casuali
,

dad A ! hacer la sumar ia los agentes de l a polici a


.
,

militar y civil nota r on los trabajos de l os conspi r ado


res y las disposiciones tomadas para el asalto Nan .

ti l y sus amigos escapa r on .

N an ti l vino á España y se estableció en Bilbao y ,

estuvo estudiando du r ante algún tiempo l as forti fi


c aci ºn e s de esta ciudad con el bar ón de Condé .

N anti l con su compañía de cincuenta ó sesenta


,

hombres l a bande r a t ricolor desplegada pasó pºr


, ,

l as calles de Bilbao el 20 de Marzo de 1 8 23 al


, ,

g r ito de ¡ Viva la Liber tad ! ¡ Viva la unión de l os pue


blos ! y alguno que otro de ¡ Viva Napoleón segundo !
L os italianos de N anti l casi todos eran republican ºs ;
l os fr anceses l a mayo r ía bonapa r tistas
,
. .

E ste gru po marchó camino de To losa .


LO S R ECURSOS DE LA ASTU CIA 1 99

Pocos días después e l coronel Caron dejaba Ma


,

dri d y se trasladaba á S an S ebastián en compañ ía ,

de Fabvi e r .

Caro n era hermano de l militar fusilado en Estra


sb ur o á consec u encia del falso complot preparado
g
p o r l a policía y uno de l os jefes m á s importantes de
l os c arbonari os .

Fabvi e r era e l que aparecía cºmo organizador y


homb r e de empuje de l os liberales desde l a ejecu
ción de l os sargentos de l a R ochela .

E l punto de cita de l os Hombres libres hasta ,


º
L de A bril fué T olosa ; pasadº este d í a se reuni
,

rían en S an S ebasti án y en I rún .

E l Gobierno francés n o estaba tranquilo ; á u no


de l os militares q ue había salido de París con su ,

unifºrme de ofi ci al bonapar tista metido e n l a maleta ,

se l e hab í a ocu r rido poner en ésta para despistar e l


, ,

nombre y l a dirección de l general Loste nde ayu ,

dante de Gui l l e minot La maleta fu é detenida por l a


.

policía y se creyó que Loste nde y e l mismo C uille


,

minot estaban complicados c on l os revolucionarios y ,

e l ministro de l a Guerra e l mariscal V í ctor


,
dió l a ,

orden de de stituirl os .

E l peligro que asustaba al Gobierno francés era


bien peque ño .

El batallón de l os hºmb r es libres marchaba m u y


despacio y tení a bastante menos fuerza de l o q ue
ap arentaba .

S e hab í a ma n dado aviso por l as ve n ta s c arbona


,
2 00 PI O B AROJA

rias á Cugn et de Montarlot á Vaudoncourt y á D e


, ,

l on ; pero n o se estaba muy seguro de que hubie r an


recibido el aviso ni de que tuvieran tiempo de pre
,

sentarse e n S an S ebastián .

S e esperaba mucho de l o s tres ; sobre todo de ,

V au donc out y de D elon .

D elon como casi todos l os o fi ciales franceses de


,

artillería cultos era republicano demócrata y parti


, ,

dario de l a gente civi l .

Esto separaba m u cho á l o s republicanos de l os


bonapartistas pues aunque l os bonapar tistas se llama
,

ban lib e rales eran en general enemigos de l os h om


,

bres civiles .

D e l ºn de ofi c i al de artillería trabajó c ºn c u tu


, ,

si asmo c on el general Berton en e l movimiento de

S aumur Estuvo también complicado en el asunt o de


.

l os s argentos de l a R ochela ; era jefe impºrtante de


l o s c arbon ari os y vivía desde hacía ti e mpo e n Es
, ,

pañ a .

Llegadº el momento D elon no se presentó y Vau , ,

'
doncourt tampoco S e vió con gran tri ste za que en vez
, .

d e los mi l hombres que se esperaban apenas se re ,

unieron en S an S ebastián unos doscientos entre mi ,

l itare s y c arbon ari os .

El último día apare cro e l gene r al L allem and c on ,

dºs amigos L allemand e r a fu ndador del Campo de


.

A silo de T ejas que había sido un fr acaso Este ge


, .

neral había iniciado una suscripción p ara formar una


colonia e n América sus cripc ió n que no se llevó á
, ,
202 PI O B AROJA

E l _g ob e rn ador milit ar de S an S ebasti á n


envió al
campo atri nch e rado de I r ún al regimiento I mperial
A lej and ro para demostrar á los franceses de Angu
,

lema que el Gobierno español patrocinab a l a empre


sa de los c arb onari os y al mismo tiempo par a del en
,

de rl os .

El día 6 por l a mañana el coronel Fab vi e r toma


, ,

ba posiciones en la cabeza del puente destru ído de l


Bid asoa .

Al otro lado de l río y al alcance de su voz estaba , ,

el 9 regimiento de I nfantería ligera y de Artille ría


.
º

de CM pañ a
'

A p ri mer a hora de l a tarde el teniente g e n e ral ,

de A rtille ría T irl e t fu é á l a orilla de l Bidasoa delan te ,

de Behovia y dió l as ó r denes al general Vallin para


,

que estableciera un puente de ba r cas .

El general Vallin mandaba l a brigada de van


gu ardia del primer cuerpo y una compañía de esta ,

brigada come nz ó los trabajos para instal ar l os pon


tones .

A1 mi smo tiempo algunas patrullas de l regimiento


,

I mperial A lejandr o se acercaron á la orilla españ ola ,

en observación .

Avi ran e ta Beunza Cadet y el Lo bo en l as bar


, , ,

cas fue r on ace r c ándose á Behovia


,
.

Era ya media t arde cuando apareció el grupo de


bonapartistas y c arb on ari os y comenzó á ll am ar á l os ,

soldados de las avanzadas fran c esas y á darse á co


'

DO CC I .
LOS R ECURSOS DE LA ASTUC I A 203

— ¡ A hora vamos ! — gritaron l os de l a orilla es


pañ ol a .

—¡ S í venid ! — contestaron l os soldados que tra


,

bajaban al ºtro lado .

En esto l os c arb on arios se pusieron á cantar La


,

M arse l l esa y á agitar la bandera t ri color Las notas .

de l he r moso himno se extendieron por l a superficie


tran q uila de l rí o .

Av i ran e ta dió drde n á l os de sus barcas para que se


ace r caran á l a cabeza del puente donde se hallaban ,

l os c arb onari o s En esto se vió avanzar al galope en


.
,

l a o r illa francesa un general á caballo


, .

Era el general Vallin Mandó preparar una bate .

ría ; l os artilleros obedecieron y sonaron dos e stam ,

pi dos .

— ¡ Viva el R e y I — gritó el general .

— ¡ Viva ! — contestaron l os soldados sin gran e ntu ,

i
s asmo .

F ab v i e r
y sus tropas al ver que l a descarga no ha
,

bía alcanzado á nadie y c r eyendo que l os ar tilleros


,

estaban de su parte gritaron agitando l a bandera


, ,

tricolor :
— ¡ Viva l a A rtille ría francesa ! ¡ Viva l a R ep ú blica !
— ¡ R e tiraos miserables ! — o ó Av i ran e ta q ue v o
, y
c i fe rab a e l g e ne ral .

— ¡ Vivala L ibertad ! ¡ Viva l a R e p —


ú bl i c aI con
testaron l os hombres libres .

Entonces e l general Vallin volvió á mandar cai º

gar l os cañ o nes y se hiciero n varios disparos segui


, ,
04 PI O B AROJ A

dos de metralla O cho hombres q uedaron muertos


.

en la orilla española y veinte ó treinta heridos


, .

El g e n e ral Vallin mand aba hacer al to el fuego ,

cuando se le presentó el cabecilla español el Tra


pen se solicitando pe r miso para pasar el Bidasoa c ºn ,

ochocientos soldados de la Fe y pe r seguir á los ca r


,

b on ari os
.

Av iran e ta y l o s suyos iban á escapar dejándose


llevar en l as barcas pºr l a co r riente ; pe r o de la ori
ll a francesa les habían ape rc i bi do y I e s i n ti mab an á
,

ace r car se si no querían r ecibi r un ti r o


, .

Avi ran e ta vió que e ra muy difícil escapar á qui


ni e n tas b alas que podían disparar sob r e ellos y se ,

ace r có á la orilla francesa .

L a partida de l 7 rape nse quería pasar en las mis


mas barcas p reparadas p ara l os carb on ari os .

No hubo más remedio que confo rmar se .

El Trape nse venía montado en un caballo tº r dº .

y ce r ca de él iba su amante Josefi na Comerford de


, ,

amazona con un v e l o en l a ca r a
, .

El Trape n se entró c ºn Jose fi na en l a lancha .

Era el padre Marañón un hombre moreno de ,

oj os negros brillantes melenas y larga bar ba espe


,

sa de obscuro color castañº


, .

S u indumentar ia tenía de hombre de iglesia y de


bandolero de teatro L levaba somb r ero de ala an
.

cha de colºr ceniza con plumas roj as y amar illas y


, ,

escarapela roja ; zamarr a de piel neg r a con el en


torch ado de b r igadier en l a an cha manga ; calzones
206 PI O B AROJ A

pañ í a de un pescador que ll amaban el Arranchal e ,

un fr ancés apodado N aci ón y el L o bo


.

En I r ún se estaban haciendo preparativos para l a


entrada de An gul e ma y como allí Avi ran e ta era co
,

nºc i do decidió marchar á S a n S ebasti á n á pie


, .
H U YE N DO

Avi rane ta y el Lobo , hombres de l as


con l os dos
barcas Arran chal e y N ac ión tomaron e l camino de
, ,

S an S ebasti á n L a noche estaba obscura no se veía


.
,

una luz en todo e l campo .

Al llegar al al to de G ai nchuri zq ue ta se desviaron


de l camino se metieron en una h orda y se echarºn á
,

dormir sobre l a hie r ba seca .

Aviran e ta estaba rendido de l ajetreo de l o s d í as


anterio r es .

Al amanecer se despertó el L o bo llamó á l os ,

compañe r os y salie r on de l a borda .

La ma ñ ana estaba radiante el cielo mu y azul y ,

l os campos muy verdes .

Du r ante l a marcha fueron hablando l os c u atrº E l .

francés N ación era un hombre fuerte membrudo


, , , ,

somb río de tipo brutal Era del No r te vestía un


, . ,

traj e a zul de tela basta T en í a los brazos tat u ados


, .

y un anillo en l a oreja ; fumaba en una pipa corta y


negra en l a que hundía e l dedo pulgar N ación c ºn
,
.
2 08 PI O B AROJA

si de rab a Esp aña y el Mediodía de Francia como paí


ses salvajes .

Avi ran e ta le hi z o algunas preguntas que no quiso


contestar Habló únicamente de l os sitios de Eu ropa
.

que había r eco rr ido que al parecer e r an muchos y


, ,

se dejó decir que había estado en l os pontones A vi .

r an e ta supuso que era algún forzado escapado de pre

sidio .

El Arranchal e por el contrario de N aci ón no c o


, ,

no c í a más que su país y no sabía hablar más que vas


,

cuence El Árran chal e no entendía de pºlítica ni sa


.

bía lo que que rían l o s liberales ni los re al i stas: para él ,

unos y otros peleaban por fantasía El J 4 rran cbale .


,

unos años antes había dejado de se r m arine r o y se


,

había hecho labrado r ; pe ro su mal a sue r te le indujo


á tomar en arriendo un case río de O yarzun en don ,

de los b l an c os y l o s negros siemp r e tenían que pa


_
'

r ar á r eñir y á llevar se después lo que hubiera .

Entonces el _,4 rran chal e había dej ado su mujer y


dos hijos en casa de la sueg r a y an daba de un lado ,

á o tro t rabaj an do en Fr ancia 6 España siempre en el ,

país vasco á pocas leguas de su casa .

El _,4 rranchal e no se atrevía á alej arse mucho po r


'

que á u na pe q ue ñ a distancia de su pueblo ya se sen


'

tía extranjero .

E r a el f l rrancl ral e fuerte memb r udo sonriente y , ,

ági l como un mono Char lando pa sar on pºr delante


.
,

de l a bahía de Pasajes que b rillaba como un lago al ,

sol y se acercaron á S an S ebasti án


, .
21 0 PI O B AROJ A

—¿ Y usted cómo est á a q uí general ? La plaza ¿ se


,

encuentra en buenas condiciones ?


— N o de l todo — contestó el brigadier Es una
lásti ma q ue l e quitaran á T orrijos el mando de l as
provincias vascas .

— ¿Lo llevaba bien?


— M u bien S e hubiera podidº resistir mucho me
y .

jºr Torrijos había comenzado l os trabajos de aprovi


.

sionar y de defender S an S ebastián y Pamplona c ºn


método Al mismo tiempo se había puesto al habl a
.

c ºn l os republicanos y liberales franceses para pºner

obstá culos á l a entrada de l ejé r cito de An gul e ma


Cuando l a amenaza de l a invasión era ya inminente ,

T oni j os con Sul tó c ºn l os gene r ales y todos op i na r on


,

qu e lo má s prudente era reti r a r l as tropas al interio r ,

deja nd o guarnecidas l as plazas T odos opinarºn así .

menos él y y o Torrijos que consideraba este pl an


.
,

descabellado envió al Gºbiern o una exposición ma


, ,

n i fe stan do l os gr aves inconvenientes que tenía tal pro

yecto El Gobierno en vez de contesta r le l e desti


.
,

tuy ó nomb rá n do l e ministro de l a Guerra y dió el


, ,

mando de este distrito al general Ballesteros .

Que no hace nada .

— ¡ Nada !
— S iempre l o mismº N o sabemos aprovec har l a
.

gente .

—L o estamos llevando esto muy mal — d u o amar

g a m e n te el brigadier Peña me temo que esta g u e

rra va á ser vergonzosa para nosotros Vamos á mo .


LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 21 1

rir en la ignominia Yo pienso resisti r hasta l o últim º


. .

— ¿ E l je f e político ha r esignado el mando ?


S í Al b i stur c ºn el je fe político de A lava y el
.
,

de Vizcaya se han reunido con sus f uerzas de nacio


,

nales en Vito ria Lo s milicianos de las tres provin


.

cias van hacer la campaña á l as órdenes de don


Gaspa r de Jáu re g ur el P asto r , .

— ¿ Y usted se podrá defender mucho tiempo ?

preguntó Av i ran e ta .

S í R esisti r é
. .

¿ Están bien las murallas ?


S í Las ve r emos si usted quie r e
. .

S í vamos
, .

S alieron de l balua r te de la pue rta de Tierra hacia


el Castillo pasando por encima del puer to die r on
, ,

l a vuelta al monte U rg ull y volvieron por el lad º de


la Zurriola ot r a vez á l a pue r ta de Tierra Peña mos .

tró l as bate r ías el h o rn ab e q u e los re v e l l i n e s y h á


, ,

l ne r tes y expuso las pr obabilidades f avorables y ad


ve r sas q ue se podían tener con aquellos medios .

P ºr l a tarde volvió Av i ran e ta á visitar al b rigadier


Peña y éste le dijº que l as tr opas de Bou rk e se acer
,

caban y habían tomado l as lomas próximas al conv e n t -

to de S an Bartºlomé .

— S i tiene Usted que marcharse Av i rane ta puede , ,

usted da r se prisa .

Mañana me i r é .

Mañana estaremos bloqueados .

P a o se podrá sali r por ma r .


21 2 PI O B AR 01 A

S í e so sí
, .

Entonces no importa .

¿ A qué hora piensa usted sali r?


A la madrugada .

Bueno y o daré o r den de que le ab r an


, .

Al día siguiente Av iran e ta el Lo bo _


, ,4 f r anch a , ,

l e y N aci ón esperaban reunidos delante de l a puer


ta del Mar .

Estaba amaneciendo ; l a c ampana de l a iglesia to


caba á la p rime r a misa y algunas muje r es y algunos
pescadores pasaban por entre la bruma mati n al como
sombras .

En esto llegó delante de la puerta el Capitán de


l as llaves examinó á Av iran e ta y á sus c ompañ e
,

ros y abrió un postigo ; salie r on todos al muelle e l ,

Á rra n cl ral e habló c ºn un pescado r y poco después


los cuatro fugitivos ; en una t r ainera peque ñ a c ºn ,

una v e l a salier on del pue rto pasaron por entre l a


, ,

isla de S anta Cl ara y el Castillo y marcharon hacia


Orio .

El ,4 rran cl ral e estaba alegre de verse en el mar


.
.

C ºn su agilidad de mono subía y bajaba por el palo


de l a lancha pa r a arregla r la vela riéndose , .

— A quí aquí cerca — dijo el Arran chal e á A vira


,


neta encontramos una ballena hace unos años .

¡ Una ballena tan ce r ca !


S í E intentamos c o ge rla
. .

¿ Y la cogisteis?
Nº .
21 4 P I O B AR O I A.

habían salido de Bilbao custodiando un convoy que


debían conducir á S an S ebastián A ! sabe r por Avi .

rane ta que l os franceses estaban en España Mac ,

Croh on decidió reti r a r se y marcha r en busca de don


,

Gasp ar de Jáuregui .

En Ve r ga r a como en todos aquellos pueblos los


, ,

absolutistas estaban entusiasmados c on l a entrada de


l ºs franceses : decían que se iba á r estau r ar l a pureza
de la f e y l a unidad de la patri a y pensaban pedir el ,

restablecimiento de la inquisición .

En l a región v ascongada pululaban las par tidas r ea


listas : Quesada O D on n e l l Zabala Al tal ar re a alias
'

, , , ,

P r an ch o B e rr i Juan Villanueva (Juanito el de l a


,

Rochape a) F ern á ndez el (P astor) Castor An de ch a


, ,

ga y el cu r a G orosti di maniob r ab an en Vizcaya Gui ,

p ú z co a y Navarra .

Jáu r egui O raá López Campillo y Chapal ang arra


, ,

luchaban contra ellos .

El 9 de A b r il don Vicente Quesada desde su


, ,

c u artel g e ne ral de Zumárrag a anunciaba l a entrada ,

en España de l as tr opas de An gul e ma .

A l día siguiente de llegar á Ve r gar a Av i ran e ta y ,

sus satélites apare j aban el cochecito y salían en di


rección de Vitoria .

L legaron á esta ciudad y Avi rane ta se presentó


,

en el Gobie r no civil No estaba el jefe político Nú


.
,

ñ e z de Ar enas ; y Av i ran e ta habló c ºn un par tidario

liberal llamado Mantilla venido de Mu r cia á quien


, ,

l as tropas de l Trape nse fusilaron en Julio de 1 823 .


LO S R ECURSOS DE LA ASTUC IA 215

Ma ntilla quitó toda esperanza á Avi rane ta de que


Vitoria pudiera defenderse S e entregaría al momen
.

to En l os pueblos l a Milicia Nacional no q ue rí a q ue


.
,

se hiciera l a recluta ; así que no había esperanza al


guna de tener hombres c on q ué resistir .

Avirane ta salió de Vitoria se detuvo en Miranda


,

y en Haro y e l d ía 1 5 de A bril estaba en Logrºñ o


, .
21 8 P IO B AR O I A
.

Jáu r egui Valdés Campillo y algunos otros fueron


, ,

también intrépidos campeones de l a liber tad .

Entre los gene r ales de l a I n de pe n de nc i a d on Ju ,

l i án S ánchez el S al am an q u in o estaba en L ogroño


, ,
.

T enía á sus órdenes dos batallones : uno de I nfan


te rí a de línea y otro de Milicia activa ; éste era e l
,
.

provincial de L ogroño mandado por don Joaq uín ,

Cos G ay ó n Había también un cuerpo de volunta


-
.

r ios á l as ó r denes de l coronel don Eugenio Arana


,
.

En L og roño como en casi todas las demás ciuda


,

des l o s ofi ciales del ejército regular se sentí an des


,

alentados y únicamente l os voluntariºs tomaban l a


,

defensa de l a Constitución c on calo r .

A rana trabajaba con todo el entusiasmo posible


había pedido fusiles al parque había f ormado una ,

compañí a S ag r ada había instado al A yuntamiento á


,

que publicase ban dos llamando á l o s que debían i n


gresar e n l a Milicia Nacional y á que se reforzaran ,

l as murallas de L ogr oñº co n las losas de l a igl esia ,

suprimida de S an Blas, .

Avirane ta c ºn el Lo bo Arrancbal e y N ación


, , ,

llegó á L ogr oño y se presentó en seguida á Arana .

Había un cabo de la Milicia Nacional Pedro I riarte , ,

q ue era nava rr o ; y Arana lo puso á l as órdenes de


Avi ran e ta .

I riarte se distin guía por su en tu siasmo : era sile n


cioso trabaj ador y liberal acérrimo
, .

A demás de l a Milicia de Arana estaba e n Lo ,

g r o no un peque ño grupo de guerri lleros que formaba


Lo s R ECURSOS DE LA ASTUC IA 21 9

l a partida de l H e reje , q u e procedía de l os pueblos


de la o r illa del Ebro .

L a partida del H e reje se distinguía por su radica


l i smo El nomb re de l H e reje tenía su histo ria Este
. .

jefe había estado de barquero en una barca de l Eb ro ,

trasladando gente Cobraba dos cuartos por cabeza


.
,

y un día fué u n vendedor de santos con una cesta


l l e n a de éstºs y pasó l a barca
, .


¿ Cuánto e s? I e preguntó al llegar á l a otra ori
l l a al bar quero .

El H e reje contó todos l o s santos q ue llevaba y ,

dijo :
A dos cuartos por cabeza son catorce cabezas
,

e i n ti o c h o cua r tos .

El vendedor protestó y di j º q ue una cabeza de


,

santo no podía pagar como una de persona y añadió ,

que no pagaba El H e reje cogió l a cesta c ºn los san


.

tos y l a tiró al río Desde e ntonces l e vino e l apodo


, .

.
.

El H e reje e r a homb r e p eq ueño moreno canoso , , ,

muy vehemente y atrevido


S u partida no tenía buena fama po r que entre l os ,

que la fo rmaban había gente que experimentaba g ran


inclinación pºr l os bienes ajenos .

En per íodos normales l a partida del H ereje ha


,

bia estado varias veces suprimida por el capitá n ge


neral ; pero en aquel momento era indispensable
aprove charse de todos l o s recursos de que se pu
die r a echar man o y l a partida del H e reje te nía l iber
,

tad de acción .
2 20 PI O B AR O I A .

Avirane ta Arana y el H e r eje intentaron infl am ar


,

e lespíritu público y se convocó á un a reunión de


,

nacionales que no tuvo gran r esultado T odo e l mun


, .

do estaba desalentado cansado , .

A ! día siguiente Avi ran e ta y Arana fueron á ver


,

al brigadier do n Julián S ánchez D on Julián S ánchez .

e r a hombre al to r ubio de ojos azules Ya no reco r


, , .

daba el antiguo g arrochi sta brioso y he r cúleo , .

A pesar de su fortaleza e r a tipo de hombre dis ,

ti n g ui do fino cara melancólica na riz corva y frente


, , ,

ancha y despejada .

S ánchez dijo que c umpl m a las órdenes del gene


ral Ballesteros quien le había mandado que re si sti e
,

ra y cuando no pudiera más se reti r ar a hacia S o ria


, , .

L a frialdad é indi f erencia de don Julián le pre o c u


pó á Avi ran e ta L a mayoría de los militares no sen
.

tí an cºn entusiasmo l a causa libe r al Don Julián S á n .

chez no era ya el guerri lle r o a rr ebatado y valiente .

Ya no se pod ía decir de él como en una canción ,

popular de l a guerra de la I ndependencia :


u a nd o d o n Ju lián S án che z
C
m o n t a á cab a
se d ice n l f an c ese
os r s

"
Ya v i e n e el diablo…

Don Julián no tenía por entonces ningún aire de


di ab l o : m á s parecía un b u en burócrata apagado y ,

tranquilo .

Aviran e ta y Aran a se despidieron de l brigadier ,


222 P IO B AROJ A

El día 1 8 po r l a mañana el conde de V i ttré en


, ,

vió un pa rl amen tario á S ánchez quien no lo quiso ,

r ecibir .

Poco después el primer batallón francés de lige


,

r os de! 20 de línea tomó posiciones y empezó á ti ,

ro te ar se c ºn los españoles .

Estos c ontestar on al fuego con ardor y c on tuvi e ,

ron á l o s franceses du r ante toda l a mañan a y parte


de la tarde .

Comenzaban l o s voluntarios y milicianos á c u tu


si asmarse c ºn l a defensa cuando se supo c ºn asom ,

b rº que el batallón de Milicia activa p r ovincial de


,

Log r oño mandado por Cos G ay ó n y enviado po r


,
-
,

S ánchez á las orillas de l Eb r o alej ándose de la ca ,

pital y dejándola abie r ta po r varios puntos se r eti r a


ba á F uenmayor con ochocientos homb r es y nºventa
jinetes .

L a voz de traición corrió en tre la trºpa y el des ,

aliento c un di ó rápidamente po r l as fi las c onsti tu ci o


nales .

En esto á media tar de otra compañía francesa de


, ,

ligeros de l 2 1 de línea in ter vi no en el ataque Des .

tac ar ºn los franceses dos piezas de ar tille ría que ,

rompieron el f uego contra la p ri me r a pue rta de l


puente de strozá n dol a y al po c º rato un pelotón de
, ,

zapadores acercándose la hundía á ma r tillazos y


, ,

destruía la trinchera S ostú vo se un momento desde


.

la pl az a el f uego pe r o cesó de nuevo ; y e n tonce s


, .

un com e ti l l a francés subido á los hombros de un ,


LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 223

tambor mayor escaló l a segunda pue rta y l a abrió


,
.

Pronto l os cazado r es ligeros despejaron e l puen


te ; l os constitucionales españoles comenzaron á reti
rarse hacia l a pa r te alta de l pueblo cuando el gene
,

ral V i ttré mandó al primer escuad r ón de l a D or

dog u e diera una carga cont r a l os espa ñ oles .

Sá nchez r odeándose de sus tropas había formado


, ,

e l cuadro pa r a resistir e l prime r ataque de l os de la

D ordogne y l o resistió b r avamente Como l os france


, .

ses tenían una superioridad de fuerzas enorme el ,

g e n e ral mandó al coronel Muller de ,l o s h ú sares de l


Bajo R hin que atacara por segunda vez L a caba
, .

l l e rí a cargó con fu r ia cuesta a r riba ; l a s trºpas de

S ánchez se de sorde n aro n y el propio don Julián cayó


,

heridº de una lanzada en e l costado y fué hecho


prisionero .

Av iran e ta estuvo á punto de ser derribado y fué


alcanzado por una lanza q ue le r ompió e l pantalón
,

y l e hizo un raspon azo en l a p i erna .

— AI caminº de S oria — gritó el H e reje á A vira


neta.

Av i rane ta el L o bo algunos otros milicianos y l o s


, ,

de l a par tida de l H e r eje se de f endieron en las es


quinas de la calle de l Me r cado disparando contra
,

l ºs franceses ; al coronel A rana se le distinguía por


su pe l o bl anco entre s u s milicianos gritando y ac
, ,

c i o n ando, rojo de i ra Av irane ta y l os de l H e reje


.

tuvieron que escapa r subiendo á l a parte alta de l


pueblo Av i rane ta vió á ¿ 4 rran cbal e y á N ació n
.
22 4 P IO B AR 01 A

montados á caballo dispuestos á hui r Av irane ta y


, .

el Lo bo se acercaron á ellos montar on en sus mis ,

mos caballos y tomaron la carretera de I slallan a .

A la media ho r a de salir de L ogroño se encontra


ro n con varios milicianos y media docena de hom
,

b r es de l a par tida del H e reje .

Avi ran e ta quería r eunirse c ºn las fuerz as consti


tu c i o n al e s; pe r o al p r egunt ar en el camino si habían
,

pasado por allí sºldados le dije r on que n º


, .

S egún unos el gr ueso de l os liberal es había toma


,

do en su r etirada hacia R i v afl e cha O tros c r eían que .

se había dirigido á S oria pºr los montes , .

S e hizo de noche Av iran e ta decidió detenerse en


.

un sitio de fácil defensa y aprovisionamiento y es ,

pe r ar allí al H e reje .

S e fo r mó una patrulla compuesta de veinte hom


,

b r es y e n el camino quedó r educida á doce A l a luz


, .

de l a l un a pasaron I sla llana y entra ron en esa zona


teatral y decorativa de la S ierra de Cameros .

A l pie de estºs montes desnudos y pelados cºrría


, ,

un río c l aro y espumoso .

A ntes de Torrecilla de Cameros se detuvie r on ;


mand ar on á uno por provisiones al pueblo y A vira ,

neta dispuso ocupar u nas r ocas que como trinche ,

ras natu r ales dominaban el camino


, .

S e pasó la noche allí y á l a mañana siguiente


,

Avi rane ta se encontró c ºn que de l os doce homb r es


de l piquete más de la mitad habían desapar ecido
, .

El coronel A rana no llegaba y en vista de esto ,


AV I R ANE T A EN EL C O NVE N TO

Av irane ta di j º que é l pensaba marchar á A randa ,

y después á Valladolid á reunirse , c ºn e l Empe


i
c na o d .

El Arrancl ral e , y un muchacho


N aci ón , e l Lobo
riojano de l a partida de l H e reje á q uien llamaban el ,

E st u dian te decidieron seguirle


, .

Dejaron l a calzada de Cameros q ue se abre en ,

tre grandes masas de tie r ras rocosas horadadas por ,

e l agua coloreadas de rojo y amarillo pasaron por


, ,

delante de l a cueva Lú bri g a donde se detuvi eron ,

un momento y tomaron después á campo traviesa


, .

N o se sabía el espíritu que tendrían l ºs pueblo s por


allí y no era muy prudente e ntrar en ellos
, .

D os 6 tres veces se comisionó al E st u di an te para


q ue comp r ara pan y algunas viandas y se hizo l a ,

comida en e l campo .

— Oi ga u sted capitán — d i j o de pronto e l E st a


,
2 28 Pi º B AROJ A

— ¿ Qué hay? — preguntó Avi ran e ta .

— ¿ Usted cree que no podremos entrar en estos


pueblos c ºn seguridad ?
— No ; seguramente que no S abrán q ue l os fran .

ceses han tomado Logroño y l os r ealistas estarán al


'

b oro tado s .

Pues yo sé u n sitio donde estaremos seg urºs .

¿ En dónde ?
En un convento de monjas T e neí n o s que des .

v i arn ºs una hora de camino .

¡ Bah ! N o importa .

Entonces v amos allá .

S e puso el E st u di an te á l a cabeza del gru po y l o s


dem á s mar c haron tras él .

El E stu di an te era un joven vivo de movi mientos ,

de estos tipos de señoritos de pueblo cºnquistadores


y j actanciosos T enía l os oj os neg ros y los ademanes
.

petulantes L levaba un pañ ol i to roj o en e l cuello y


.

una rosa cuyo tallo mordía entre l os dientes


, .

L a mañ an a era de sol ; e l viento frío y sutil se , ,

metía en l os huesos .

A l llegar á algún grupo de casas l a patru lla l o ,

r odeaba sin acercarse .

Pasaron por delante de varias aldeas destacadas


en e l campo verde c on un color amarillo de mi e l
,

6 de pan tostado y l as dej aron sin in tentar entrar


, .

A l caer de la tarde llegaron al pueblo indi c ado


p º r e l E st u di an te Era grande ru inoso colocado en
.
, ,

un alto c ºn casas amarillentas y pardas alrededor


, ,
23 0 PI O B AROJ A

de casas g r andes ruinosas tostadas por e l sol con


, , ,

aleros artesonados y salie ro n á una plazuela ó e nc ru


,

c ij ada de l a que pa r tía una rambl a pedregosa y en

cuesta .

A un lado de esta rambl a había un edifi cio de


ladrillo c on una torre baja y un c ampanario r ema ta
'

do por una cruz y una veleta con un gallo Era el .

convento .

S e acercó el E st u di an te á una puerta pe q ueña y


ver de abrió el picapºrte pasó él y tras él Avirane
, ,

ta ; r eco rrieron un pasillo enlosado y un patio con


tiestos de geranios y claveles y llamaron en otra
puerta de l a que salió una muje r fl aca atezada y son
, ,

riente .

A ve María P u rísima .

S in pecado concebida .

Hola señora Benita Buenas tardes ¿Có mo está


,
. .

usted ?
Bien ¿ y usted ?
,

— Bien ; ¿ podré hablar cºn S or Maravillas ?


— S í; creo que sí .

Entraron en una habitación larga,obscura que olía


á cerrado c ºn dos bancos lar gos de nogal y el to m o
,

en el fºn do .

S e avisó á S or Mar avillas y el E st u di an te pasó,

al torno y habló c ºn la monja y se dedicó á echarla ,

pi r opos con cierta petulancia y afectación de T eno


rio Avi ran e ta oí a la risa de S or M aravillas
. .

L uego el E st udian te le contó que había venido


O
LOS RECURSOS DE LA ASTUC I A 23 1

c ºn un amigo y que deseaba que l e s permitieran pa


sar l a noche á l os dos en casa de la señora Benita .

L a se ñ ora Benita era l a guardiana .

— Ya se l o diré á l a superiora — d i j o S or Mara


villas .

Poco después v ol vro diciendo que podían que


darse .

E l E st u di an te pirope ó de n u evo á l a monj i ta y e


torno se cerró .


A hora quédese usted aquí d ij o el E st ud an te
'

— y o i r é á busca r á ésos encontraré sitio para meter


,

l os caballos y vendremos todos .

S alió Av iran e ta de l zaguán á un p atio y precedido


,

de l a se ñ ora Benita subió á un cuarto alto cºn un


balcón corrido .

Avirane ta como hombre acostumbrado desde chi


,

c o á vivir c on gente de igle ia sabía t r ata r la y habló


s , ,

á l a señora Benita como si hubiera sido el capellán


de l a comunidad L a señora Benita quedó convenci
.

da de que era un santo va rón y l e estuvo explicando


cómo vivían l as monjas y l as rentas que tenían .

Había ya obscurecido ; l a señora Benita tomó su


cena y se fué á do rmi r Av iran e ta espe r ando á sus
.
,

compa ñ eros se asomó al balcón corrido de madera


, .

L a luna aparecía sob r e un monte iluminando el pue


b l o de paredones blancos y de tej ados completa
mente negr os ; abajo se veía e l jardín de l as monjas
c on un estanque cuadrado donde brillaban l as estre

ll as; á l o lejos l a sierra se desta c aba c ºn to das s u s


,
32 P1 0 B AROJA

piedras como un a muralla sombría que estu viera á


,

pocos pasos .

A Avi ran e ta le vino á la imaginación e l contraste


de l a Esp aña tal como e r a soñolienta inmutable
, , , ,

c o n l a agitación política de l o s últimos años ; agita

ció n que seguramente n o había cºnmovi do m ás que


l a superfi cie del país .

A l as nueve apare c1 0 el E st u dian te c ºn e l Lo bo ,

N ac i ón y el Árran chal e T r aían comestibles y vino ;


.

habían dejado los caballos en una cuadra .

Comieron y después de comer se prepararon para


,

dormi r ; no había más que un catre c ºn dos colchones .

L os extendieron en el suelo é intentaron tenderse


l o s cinco pero n º tenían espacio N aci ón comenzó
, .

á refunfuñar .

— Aquí debe haber u n desván muy he rmoso di º


j
el E st u di an te .

S alieron á l a escalera subieron de punti llas y se


,

encºntraron c ºn q ue la puerta estaba cerrada .

— ¿ N o se pod ría entr ar por otr a parte? —pre un


g
Avi ran e ta .

— P or el tejado quizás .

— Veamos cómo .

E l E st u di an te indicó pºr dónde se podía i r .

Avi ran e ta explicó al _ ¡ 4 rran cl i al e l º que decía .

Este c ºn su agilidad de simio salió al balcón c o


, ,

rri do se subió por uno de l os postes de l ºs e x tre


,

mos escaló e l tejado y volvió al poco rato diciendo


,

que hab ía u n camaranchó n magnífi co .


23 4 P I O E AR O JA

L a historia de S o r Maravillas e r a tragi có mi c á .

Había i do al convento de niña c ºn su tí a que era ,

la S uperiora y de oí r á todas l as monjas q ue l a vida


,

de l claustro e r a l a mej or decidió p r ofesar A ! comu


, .

n i cá rse l o á su tí a la S uperiora ésta dijo que nó que


, ,

antes su sobrina tenía q ue ver e l mundo y sus gran


de zas y sus complicaciones y un día de A gosto sa
,

car on á l a muchacha del convento en compañía de l a


señora Benita y l a hicie r on dar una vuelta por e l pue
b l o desierto polvoriento ab r asado por e l calor S o r
, , .

Maravillas volvió de prisa al convento diciendo que e l


mundo no 1 e i l usion ab a .

Avi rane ta habló c ºn l as monjas con l a mayor ama


bilidad y después se retiró en compa ñía de l E st a

AI marcharse l a señora Be nita Avi rane ta y el ,

E st u di an te entraron en el desván ; N ació n e l Ar ran ,

chal e y el L o bo habían dado por una escalera in


,

te ri o r c ºn l a despensa de l as monjas y habían saca

do j amón bacalao queso y dulce y lo estaban de


, , ,

vorando .

E l E st u di an te se alarmó po r q ue di j º q ue l a fal ta
se la iban á atribuir á él ; N aci ón le contestó con
desprecio y Avi rane ta decidió que debían mar
,

charse .

S e dispuso salir á media noche á buscar l os caba


llos y pºr l a madrugada dejar el pueblo .
DE N AJE R A A A RA N D A

No conocía el E st u dian te muy bien el camino ni ,

Avi ran e ta tampoco y en vez de marcha r en l í nea


,

recta á S al as apar ecieron á media mañana en Náje r a


, .

Entraron Aviran e ta y e l E stu di an te en e l pueblo ,

y un l inte rne ro chato de ojos neg ros y brillantes


, ,

pequeño aceitunado que trabajaba en una ti e n de c i


, ,

I la obscura de l a calle Mayo r c on quien entablaron ,

conversación l e s dió todos l o s info rmes que l e pidie


,

ron L es toma r on á l o s cinco por una avanzada de l


.

ej ército de l a F e y l e s trataron bien Comieron en


, .

un cuar to de una posada bajo de techo c on baldo


, ,

sas rojas y un balcón q ue daba á un pedregal cru ,

zado por el rí o N aj e ri l l a y después de comer se


, ,

encaminaron hacia S anto D omingo de la Calzada .

A media tarde se detuvie ron á descansar en l a


p l az a de A lesanco Una. nube de chiquillos apar eció
al ver l o s caballos Vino e l alguacil á preguntar les
.

qué pensaban hacer allí y Avi ran e ta le dijo que se


.

iban á marchar en seguida .


23 6 PI O B AROJ A

Un maestro de escuela viejo medio ciego e l ú ni , , ,

c o liberal de l pueblo salió al encue n tro de l o s fo ,

raste ro s.

S e sentaro n Avi rane ta y él en un tro n co de árbol


q ue había al borde de l os arcos de l a casa de l A yu n
tamiento E l maestro tenía un g r an entusiasmo pºr
.

l a libertad y le temblaban l as m anos al hablar del l i


,

b e ral i smo Quiso traer á Avi ran e ta un mapa de l a


.

provincia y se fué á buscarlº Avi ran e ta quedó


, .

solo Enfrente veía un case rón grande y unas casu


.

chas de adobes en cuyos tejados nacían verdaderos


,

prados verdes Vinº el maestro c ºn su mapa se


.
,

l o dió á don E u genio y éste y l a compa ñí a salió de l


º
,

pueblº .

E l viento era fu erte y frí o D espués de beber un .

trago en u n ventorro se lanzaron en dirección de


, ,

S anto D omingº de l a Calzada adonde llegar o n de ,

noche ; du rmieron en un par ador de las afueras .

A! día siguiente c on un hermoso sol dejar on S an


, ,

to D omingo Durante mucho tiempo estuvie r on vien


.

do su gran tºrre alta y amarilla hasta que en l a re


, ,

vuelta de l caminº l a perdie r on de vista .

A l mediodía llegaron a Ezcaray pueblo bastante '

grande c ºn una he rmosa pl aza y siguieron cami n o


, ,

de S alas .

T ardar on muchas horas en llegar á S alas ; aquí te


nía el L o bo un mesón amigo donde hospedarse y ,

pudieron descansar .
23 8 PI O B AR 01 A

farmacéutico y m archó después á ver á D iamante


, .


Viene usted á tiempo l e dijo éste .

Pues ¿ qué pasa?


,

Que iba á marcharme de l pueblo La Milicia .

nacional de todo el partido de Aranda está deshecha ,

y no hay quien la organice Unos la han abandona .

do y se han pasado á l os r ealistas ; otros se han mar


chado á sus casas ; el Lo bo y dos 6 tres má s han i do
á reunirse c ºn el E mpe c in ado .

—S í ya l o sé ¿Y F rutºs?
, .

—Ese está con l os feotas Ya tienen preparado e l .

batallón de voluntari os realistas y mandan en el pue ,

b l o como si est u vieran en el poder E l teniente de .

realistas va á ser don N arciso de l a Muela ; e l corre


gidor don Manuel del Pozº y e l regidor primero
, , ,

F rutos .

¿ De manera que aqu í no podemos hacer nada?


Nada por q ue nadie nos obedece Yo he inten
, .

tado r establecer l a disciplina : imposible .

Entonces v ámonos , .


Cuando usted quier a d ij o Diamante ¡ Antes—

si pudiéramos hacer una b arrab asada aquí ! Podía


mos tri ncar á l o s jefes realistas y fusilar los , .

— N o no val e l a pena — dijo Avi ran e ta Una


,

gota m á s ó menos en el mar no es cosa Lo que hay .

que hacer es m archarse rápidamente ¿ N o quedan .

caballos de l a Milicia?
S í ; cuatro 6 cincº .

¿ Hay armas ?
LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 23 9

— Ninguna Todas se l as han llevado l os realistas


. .

Pues avise usted á l os milicianos amigos y ma


,

ñ ana á la ma ñ ana si es posible saldremos todos para


, , ,

Valladolid .

Esperaremos Manda r é e l recado de d ía y sin


.

que nadie se entere A hora si l os feotas vieran mo


.

v i mi e n to se alarmarí an y quizás no s atacaran .

Entonces mañana avíseme u sted cuan do poda


,

mos salir.

Bueno .

Hablaron Av i ran e ta y D iamante de l o s aconteci


mientos de l pueblo y de l a proximidad de l a inva
sión francesa y se separaron
, .
2 42 Pi º B AROJA

hombre gru eso y grasiento con la cara ancha de , ,

blancura mate tachonada de pústul as ; oj os negros y


,

unas barbas n e g rí si mas que parecían de alambre


,
»

con algunos hilos de pl ata Este hombre pesado y .


,

adiposo tenía á veces movimientos de mujer y una


, ,

mano bl anca y sin huesos .

S u conversación mezcla de frases frai l unas y de


,

lugares comunes de l liberalismo de la época era de ,

lo má s desagradable que pudiera imaginarse .

Co n l o s cuatro q ue llegaron con D iamante se re


unieron n u eve hombres á caballo Diamante y e l .

Lºbo llevab an sable ; l o s demás no tení an armas Pa .

saron por Villalba y lu e go cruz ando el monte de l a


, ,

Ventosilla tomaro n todos e l c amino de Valladolid


,
.

Avi ran e ta pensaba q ue l e s sería posible hace r l as


diez y siete 6 diez y ocho leguas que hay de A ran
da á Valladolid en dos jornadas ; pero n o contaba
con l o imprevisto y lo imprevisto fu é que á tres de
,

l os caballos sacados de A randa se l e s cayeron l as


herraduras y comenzaron á marchar al paso cojean do , .

A media tarde un poco antes de llegar cerca de


,

R ºa se les acercó un aldeano montado en un macho


,
.

¿ P or aquí no pod ríamos herrar estos caballos ?


le preguntó el E st u di an te .

S í ; ahí mismo en R oa que está á un paso


, , .

— ¿ Hay que entrar en el pueblo? — dijo Avi rane ta _ .

N o ; e l herrador tiene la fragua en l a misma ca


rre te ra .

S e acercaron á R oa S e veía el pueblo rodeado.


LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 243

de s u s viejas murallas cºn s u s cubo s de piedra y s u s


,

restos de un castillo .

E l aldeano q u e l e s acompa ñ aba era un hombre


bajito amable rasurado q ue marchaba e n s u macho
, , ,

á mujeriegas al parecer si n ganas de entrar en c on


,

ve rsac i ó n c ºn l o s milicianos .

Le preguntaro n de nuevo d ó nde estaba e l herra


dor y é l dijo qu e l e s conduci rí a á su fragua E fe cti
, :

vamente l os llevó á todos cerca de una de l as p u ertas


,

de l a murall a á u n cobe r tizo e nn e gre ci do pºr e l humº


, ,

en cuyo fondo brillaba e l fuego y sonaba un martillo .

Hubo que esperar largo rato á que te rmi n ai an de


herrar á un potro bravo Un mozo c on e l acia! revol.

vía violentamente e l belfo de l caballo hasta hacerle


sangrar ; otro l e había echado un lazo en l a pezuña ,

y l e ten ía con e ! brazuelo doblado E l potro l u chaba .

furioso ; pero al último estremecido y lleno de sudor


, ,

tuvo qu e dejarse poner las he r raduras .

D espués de l potro comenzaron á herrar á l os ca


b e llos de l o s milician os y cuando concluyero n era ,

ya de noche .

Av irane ta pensaba que l o mejor era segu i r ; pero


e l F r ai l e N ació n y l os demás opinaron que puesto
'

, ,

que estaban allí debían cena r , .

E l aldeano q ue l e s había acompa ñ ado y q ue ha ,

bl ab a c ºn el herrador sosteniendo su mula de l dies


tro l e s dijo que all í cerca estaba l a posada de l Tri
,

g ue ros y á pocos pasos una cuadra donde podía n


, ,

meter l os caballos .
244 Pi º B AROJA

D ejaron l o s caballos y fueron á l a p osada de l

Entraron en la cocina y rodea ron e l fºgón donde


ardía l a lumb r e Av iran e t a amigo de inspe c cionar
.
,
i

1 0 todo e n t ró por el pasi l l o y s alió á un patio y á un


,

corral .

L a posada de l Tr i g ue r os era un mesón grande ,

sucio y á medias de rruí do T odo e l mundo tenía .

allí mal aspecto L a dueña p arecía un buho c ºn sus


.

ojos redondos y obsc u ros y l a nariz picuda E l pa .

tró n era un hombre mal e nc arado de mirada torva ,

diri gida siemp r e al sue lo .

Hab ía también una c r iada una muchacha more ,

na c on l a piel de tonos de cobre E stá muchacha


, .

tenía unºs ojos negros brillantes l a bo ca co n una ,

dentadura b l an ca fu erte de ani mal salvaje e l an


, , ,

dar de gitana y un aire entre misterioso y amena


zador .

A lgu nos y sobre tºdo e l F rai l e y el E st u dian te


, ,

comenzaron á g al ante arl a; pe r o ella por malicia ó ,

p º r indiferencia contestaba
, á l o que l e decían c ºn

frases q ue no venían á cuento .

L a rivalidad entre e l F rai l e y el E st udi an te ante


l a criada hizo que l o s do s se e nz arzaran en frases
ofensivas y que el E st u di an te ll amara Paternidad
,

varias veces al F r ai l e y que éste quisiera tirar un


,

p l ato á l a cabeza de l E st u di an t e A v ir a n e ta intentó .

co r tar l a disputa pero no le reconocieron autºridad


,
.

S e cenó en l a cocina y la cena fué ta , n larga que se


2 46 P IO B AR 01 A

¿ P or q ué no?
¡ Cºmo dicen que son ustedes milicianos !
—¡ Bah ! ¡ T ántas cosas se dicen !
E l Tr ig ueros viendo que no sacaba gran partido
,

c on sus pregu ntas escupiendo por e l colmillo se fu é


, ,

de allá .

D on Euge nio salió á l a puerta de l mesón N o te .

ní a gran simpatía por R ºa; sab ía que a q uel pueblo


era muy absoluti sta pero en esto no se diferenciaba
,

de l os dem á s A ños más tarde cuando e l capitán


.
,

A bad y el corregidor F uentenebro llevaron al pati


bulo al E mpe cinado R oa tomó una fama siniestra ,

entre l os liberales .

D espués de jugar l os milici anos quedaron e n l a


,

cocina alrededor de l fu ego bebiendo y hablando


, , .

El E st udi an te y e l F r ai l e sigu ieron batié n dose á sar


c asmos ante l a criada a i tan ada
g .

E l L o bo tenía u n amigo e n e l pueblo á q uien pen ,

saba visitar .

Avi ran e ta quiso acompañarle S ali e ron de l a po .

sada y se metieron en R oa Pasaron pºr u na de l as .

puertas de l a muralla que tení a una imagen ilumina


,

da c on dos farol illos y po r una callejuela ll e garon á


,

l a pl aza; luego de a q u í marcharo n hasta un a e nc ru


,

c i j ada donde viv í a e l amigo del Lo bo


, .

Avirane ta se despidió del Lo bo y volvió á l a pl aza


Mayor .

L a noche estaba obsc ura I ba marchando con gran .

pre caución c u ando de pronto vió un gru po de sayo


,
LO S R ECU RSOS DE LA ASTUC IA 24 7

n es c on hopal andas n egras ; emp uñ an do al abárdas


,

mar chaban á l a l uz de u nos faroles y se pusieron á ,

can tar .

Aviran e ta esquivó e l e nc uentro meti endose en e l


hueco de una puerta A quellos say one s de l as hopa
.

lan das negras l os Herma n os de l as An imas no era n


, ,

para tranquiliz ar á nadie .

Avirane ta tom ó por un callejó n pedregoso


'


.

AI marchar por é l en l a obs curidad vió u n gr u po


, ,

de hombres en e l fo n do de u na taberna que esta


ba n hablan do y discutiendo á voces Avi ran e ta se .

paró á ver si oí a algo ; pero ri º ll egaron hasta é l más


que fragmentos de frases sin ilació n .

L uego sigu ió adelan te por calles y callejo n es


, ,

hasta salir á l a pºsada La idea de un vago peligro


.

l e iba sobrecogiendo Pensó en acon sejar á l o s c om


.

p añ e ro s e l marcharse de allí ; pero no l e s vió .

En e l pasillo de l a posada de l Tr ig ue ros encºn tró


al aldea n o de l macho hablan do con e l patrón T an ta .

vigilan c ia aume ntó sus sospechas .

Preguntó á l a patrona dónde te ní a qu e ir á dor


mir y ella l e dijo que arriba
, .

Hab í a e n e l piso bajo dos c u artos grandes c ada


"

uno c o n do s camas y e l F r ai l e e l Có m i co e l ó stu


'
*

, , ,

di an te y N aci ón se apoderaron de e l l as por medio


de u na propi n a que diero n á l a criada .

En e l piso alto q uedaba un gabin ete peq ue ño cºn


un a alcoba ; e l gabi n ete te ní a u n ca n apé y l a al c oba
_

dos catres es trecho s de tijera .


248 Pi º B AROJ A

S e habían sacado l os colchones de l os catres ; l ºs


habían te n dido en e l suelo en e l gabinete y estaban ,

echados en e l lo s e l viejo Valladares y D iamante E l .

Arranchal e y Aviran e ta dispo ní an de l a alcoba y de l


lienzo de l os catres .

E l Arranchal e roncaba al entrar don Euge ni o


Av irane ta q uedó sentado en e l camastro en l a ob s ,

c uri dad S u natural prudencia de zorro se alarmaba


. .

Un pueblo tan hostil á l os liberales sin guarnición , ,

c ºn aquellas gentes misteriosas que iban y vení an ¿ no ,

haría algo contra ellos ? R ealmente era una torpeza e l


"
que tºdo s se entregaran al sue ño sin poner un centi
nela El no tení a autoridad para de spertar á l a gente
.

y dar ó r denes Avi rane ta e n cendió con una pajuela


.

un cabo de cera y comenzó á inspeccionar e l cuar


to S alió al gabinete L a puerta cerraba mal V ol
. . .

vió á l a alcoba y abri ó u na ventan a D aba á un p atio .

6 corralillo .

C on l a corrie n te de aire e l ,4 rran chal e se des


.

pe rt ó :

— ¿ Qué hay? — d ij o en vasc u ence .

Av iran e ta l e explicó sus sospechas y l e indicó que


le parecía convenie nte ver si aquel patio tenía s alida
á l a carretera E l Arran cbal e no se hiz o rogar : se
.

descolgó por l a ve ntan a y bajó .

El corral tenía una puerta á l a carretera E 1 Arran .

ch al e cogió de l suelo un palo liso largo de cinco 6 , ,

seis metros de esos que suelen ser vir de ánima para


,

hacer l os al mi are s y lo acercó á la ventan a


, .
LA E N CE RR O N A

Mientras Avi rane ta y l os suyos dorm ían en la po


sada de R oa se iba amontonando sobre ellos u na
gruesa nube próxima á estallar .

E l hombre bajito que habían en c o n trado en e l ca


mino mo n tado e n u n mulo era uno de l os realistas
má s e x altados de l pueblo H á bilmente l e s había he
.

c ho perder tiempo q u edarse e n l a pºsada de l Tri


,

g ue ros y dejar l os caballºs e n u na cuadra lejana


Este hom
.

bre con ocido pºr e l Zocato por q ue era


, ,

z u rdo fu é en seguida de dejar e n l a posada á l os


,

viajeros á casa de l jefe realista de R oa un tal A bad


, .

A bad llamó á sus partidar i os y tuviero n una reunión .

S e trataba de prender á l os liberales llegados al


p u eblo y de quitarles l os caballos q u e servirí a n para
,

l a fu tura tropa de voluntarios realistas .

L a gente estaba co ntenta c on l a presa pero hab í a


,

m u chos á q uienes no satisfací a e l procedimie n to de


e n carcelar á aq u ello s hombres y preferían algo má s
violento y decisivº .
2 52 Pi º B AR 01 A

Entre e stºs estaban e l Zo cato un lugarteniente de ,

A bad llamado Gregorio González y apodado


, e l
(Buclre y un c u ra j oven que se disting uía por su fer
,

v or absolutista y su odio á l os imp íos á quien llama ,

ban e 1 Capi l l i tas .

E l Zocal o e l ¿B ucbe y e l Capi l l i tas hablaron á su


,

gente se encontraron c ºn l ºs de l a Herm a


, ndad de
l as Animas y entraron en algunas tabernas á di sc u
tir y á esperar e l momento .

A media noche toda l a tropa en número de ochen ,

ta ó noventa hombres se acerca ron á l a posada de!


,

T r ig ue ros cantando l a P i ti ta y e l S e ren i Los jefes .

colocaron á l os suyos en l as esquinas rodeando l a ,

casa .

Aviran e ta q ue estaba en e l comienzo de l s u eño


, ,

cr eyó oír un rumor de gentes ; pensó primero que des


variaba pero al notar e l murmullo más cl aro y distin
,

to se incorporó en e l catre y escuchó


, .

S e o ía claramente entonado á coro e l estribillo de


l a canción q ue llamaban l a P i ti ta:

P i ti ta b
, o ni t a ,

c o n el pi pi p o n
o, o, .

¡ V i va F e n a n d o
r

y l a Rel igi ó n !

—N os q uerr án dar una cencerrada— pensó A vira


neta y se levantó á tientas salió al gabi nete y empu
, , ,

jando violentamente l as maderas abrió l a ventan a , .

Al mismo tiempo sonaron l os estampidos de cua


25 4 P i º E AR OJA

Los cuatro al mismo


, tiempº hiciero n frente á l os
,

q ue l e s perse guí an .

Valladares que era un soldado viejo y manejaba


,

bien l a bayoneta dió un b ayone tazo á uno e n e l mus


'

l o y Avi ran e ta clavó e l pu ñ al e n l a garganta de otro


, .

Los perseguidores vieron que sin armas I es toc aba


l a de perder y se retir aron Era l a n oche obscura
_
.
,

nadie conocía e l camino y no sabían qué hacer .

Mete r se por l os sembrados era condenarse á n o


adel antar nada y seguir por l a carrete r a exponerse á
,

q ue c ºn facilidad l os cogieran D ecidieron seguir por .

e l cami no hasta qu e aclarara y luego esconderse , .

A ntes de amanecer viero n á dos hombres q ue


venían corri e n do U no de ellos era e l E studi an te
.
'

que había escapado n o sabía cómo medio desnudº ,

y lleno de heridas ; e l otro el L o bo á quien hab í an , ,

i do á bus c ar para matarlo á l a casa de su amigo .

El E st u di an te dijº que á N aci ón al F rai l e y al ,

Cóm ico l o s habían acribilladº á navaj adas hasta de


j arl os como u na criba D espués a l F r ai l
. e l e habían ,

vaciado lºs ojos y al Cóm ico le hab ían mutilado .

AI hacerse de d ía l os fu gitivos se metieron á cam


,

p o traviesa hasta llegar á u n bosquecillo de encinas


y carrascas Era este bosquete e l ú nico que había por
.

a q uellas tierras pero ni Avirane ta ni sus c ompañ e


,

ro s se fi j aron en ello .

S e tendieron todos á des cansar un momento y e l ,

despertar fué terri ble T enían delante al $ ucbe al


.
,

Capi l l i tas al Zo cato y al Tr i g u e ros con otros ocho


, ,
LO S RECURSOS DE LA ASTUC IA

hombres m á s que montados en s u s caballos l os ha


, ,

b ían perseguido hasta en contrar los y atarlos .

El _,4 r rancbal e sin saber cómo desapareció


,
E l , .

6 3 tu dían te l oco de cansancio y de terror se echó á ,

l o s pies de l Capi l l íl as pidiendo perdón pero éste ,

no estaba para perdones .

N o no o s vamos á fusilar á todos


, , .

— ¡ A todos á todos ! — dijeron l os demás


, .

—V a usted á fusilar á un ofi cial de Merino — d i j o


Avi rane ta .

— ¿ Quién es ?
Yo .

— ¡ H ombre l Pues no me importa nada monín ,

di j º e l Capi l l i tas Te c on te stará con l a divisa de

R o a: Quien bien quiere á Beltrán bien quiere á


!!
,

su c án Haber salido c ºn don Jeró nimo amiguito


» .
, ,

n o sólo antes sinº ahora que de fi ende l a religión .

A pesar de l momento q ue no e r a para sentir pin


,

c h azos de amor propio Av i rane ta experimentó una


,

profunda cólera al o írse llamar amigui tº y mºnín .

— Este es e ! jefe — dijo e l Úri ueros mostrando "


g

á don Eugenio e l amigo de l E mpe c inado .

— Lo tendremos en cuenta — exclamó e l Ca i l l i


p
tas Con q ue se ñ ores como dentro de poco van
,

ustedes á estar en l a eternidad v oy á confesa rles si


ustedes Tú teniente de Merino
.
, .

Y o no quie r o confesarme c ºn un hi j º de perra



como tú dijo Avi ran e ta ¡ Confesarme tú ? Lo más
q ue te permitiría sería l i mpi arme l as botas .
2 56 Pi º B AROJA

D os hombres de l B uche se acerc aron á Avi ra


neta .

— D e adl e de adIe — d ij o e l cura l e c al e n tare


j , j
mos l o s pies para q ue se amanse ¿ Y usted ? p r e —.

g u n tó e l cura á D iamante .

— Yo te desprecio miserable Es q ue crees que


, ¿ .

me vas á asustar á mí? A mí c ºn amenazas .

— O tro candidato al fuego — repuso e l cura .

E l Lobo n o dijo nada E l E st udian te y Vallada


.

res asintieron á l a confesión y e l primero se apro xi


,

mó al cura llorando , .

E l Capi l l i tas se alej ó de l o s dem á s con e l E st u


di an te y dió á su fi sonomía un aire de hipócrita
u nción .

Era e l c ura un tipo baj i to con u nos ojos grandes


,

neg r os unos movimientos vivos y una ba r ba muy azul


,

de l afeitado Mientras estaba serio tenía aire de pe r


.

sona pero cuando se reía se desenmascaraba y pa


,

r eci a una estúpida bestia .

Mientras el Capi l l i tas confesaba el $ uche c on ,

te mpl ab a l a escena apoyado en el sab l e c ºn una g r an

j actancia El tal tipo tenía una car a abultada y to rpe


.
,

l o s ojos pequeños y l a exp r esión de o r gul lo .

A l terminar l a cºnfesión el E stu di an te l e su sti tu ,

y ó Valladares E l E st u di an te quedó paralizado de


.

terror .

En esto c ºn una rapidez inaudita se presenta


, ,

ro n varios soldados constitucionales que rodearon e l

bosquecillo donde estaban todos .


258 Pi º B AROJA

ron los cadáve r es del Zocato de l Úrig u e ros y de l ,


º

Capi l l i tas y l o s colgaron po r el cuello c ºn gran sime


, ,

tría de l as ramas de una encina


, .

— Este amo r por lo decorativo nos pie r de — e xcl a


mó Avi rane ta con humor .

— No cabe duda — di o el
j _Árran cbal e á Avira
neta e u vascuence con mucha se riedad y como
,

quien hace un descub r imiento que l e s gu stará á


ustedes más ver desde aquí á esos homb r es colgados ,

q ue no que ellos les hubieran visto á ustedes en esa


posición incómoda .

Avi ran e ta dió una palmada cari ñosa en e l hombro


al _/I rran chal e y celeb r ó l a frase riendo
, .

E l o fic i al de la tropa que l os había salvado per


mi ti ó á D iamante Av ir an e ta y al L o bo que tomaran
,

los caballos de l T r ig ue ros del Zocal o y de l Capi l l i ,

tas y se fueran c ºn ellºs .

El Arranchal e se volvió á s u país y Valladares y


el G stu di an te se i ncorporaron á la media comp añía ,

mandada pºr el capitán .

Avi rane ta el Lo bo y Diamante llegaron á Valla


,

do l i d y se encontraron l a población sin trºpas libe


,

l
ra e s .

El día 25 de A b r il c ºn l a divis i on del e j er cito de


,

la derecha había entr ado el cura Merino en Palencia


,

c ºn C i nco mi l hombres y derribado l a lápida de l a

Constitución El g e n e ral Morillo conde de Cartage


. ,

na de miedo al copo se r etir ó á Galicia y e l Em


, , ,

p e c i n ado viéndose
,
sin posibilidad de defenderse ,
LO S R ECU RSOS DE LA ASTUC IA

evacuó tamb i en l a ciudad y marchó á S alamanca y


luego á l a pl aza de Ciudad R od rigo .

Diamante e l L obo y Av irane ta t u vie r on que se


,

guir e l mismo c aminº hasta uni rse con el Empe


i d
c na o .
26 2 Pi º B AROJ A

encargadºs de hacer excu r siones para forrajear po r


, ,

l os alrededº r es y se establecieron con un piquete


,

en una alquería p róxima que se llamaba Ped ro T e l l o .

L o s aldeanos de los contornos manifestaban por


Aviran e ta un odiº te rrible ; pe r o alguno que otro se
había hecho amigo suyo y solía conta r le l as hazañas
r ealizadas en Ciudad R od r igo por don Julián S án
chez y don A ndrés Pé r ez de H e rrasti .

Av i ran e ta todos los días ma r chaba al alojamiento


de l E mpe ci n ado y entre los dos discutían pl ane s y
,

proyectos Muchas veces para estar más solos iban


.
, ,

al claustro de l a catedral Avi ran e ta comenzó á r e


.

dactar un periódico que hacía copiar á mano y r e


partía entre l o s soldados .

P r etendía dar con fianza á l as tr opas y contaba una


,

ser ie de tri un fos de l os constitucionales contra l os


fr anceses que n o existían más que en su imagina
ción .

La situación de l e j e r cito era muy mala : don J uan


Martín tenía sus cuad r os de tr opas de línea i n com
l to s; las par tidas de milicianos y voluntarios pa
p e

tri otas muy entusiastas muchas veces no serv ían ; no


,

había dine r o y e r a indispensable sali r todas las se


manas á requisar ganado y forraje pa r a e l abasteci
miento de la plaza .

E l estado del país iba poniéndose desesperado .

El ejé r cito nº hacía el es fue r zo necesario para


opone r se al avance de l os franceses .

No pasar á n los Pirineos se dijo primero S e q ue


, .
LOS RECURSOS DE LA ASTUC IA 26 3

da rá n en l as provincias de ! Norte N o pasarán el


'

Ebro En D espeñaperros l os destr ozaremos


.
.

Y l ºs franceses pasaron l os Pirineos no se queda ,

ro n en l as p r ovincias de l Norte cruzaron el Eb ro y


,

atravesaron D espeñaperros .

Los li berales tuvie r ºn que ir perdiendo sus i l usi o


nes en Ballesteros en Mor illo en Montijo y en
, ,

O D ºnne l l
'
.

S e había creído q ue este último se opondría á los


franceses en S omosierra y en e l Guadarrama pero ,

l ºs dejó pasar sin di spu tarl e s el terreno .

T ºdos estos gene r ales eran pa r tidarios de dar


p ºr fr acasada l a Constitución de l a ñ o 1 2 M on .

tijo escribió una ca rta á don Enrique O D onn e ll


'

conde de l a Bisbal diciéndole que se decidiese á


,

salvar al país y á cumpli r l a voluntad de l pueblo ; que


era que no siguiese rigie n do l a Constitución porque ,

és ta no a fi anzaba l a segu ridad individual ni conser


vaha la dignidad de l a mona r quía española .

O D onn e l l contestó en un sentido parecido ; l o s


'

libe rales al leer su ca r ta se i n di g naron y La Bisbal


, , ,

tuvo que escapar de Mad r id resignando el mando de


,

l as fuerzas en C aste lldosri us quien también a h ando


,

nó l a Corte dejando e l mochuelo al g e ne ral Zayas ,

que fué quien tuvo que capitular .

Unicamente l os guerrille ros Mina e l E mpe c in a ,

do Chapal ang arra y algunºs generales como To rr i


,

jos Riego y L ópez Ba ños estaban dispuestos á de


,

f ender l a Constitución hasta e l fin .


26 4 PI O B AR 0 1 A

Mina tenía lo mejor de l e j ercito y estaba e n Bar


celona en donde había espír itu liberal entusiasta ;
,

p rimero po r l ºs hijos de l país luegº pºr encontrarse,

allí hombres comprometidos en las r evoluciones de


Nápoles y Piamonte ; patriotas polacos estudiantes ; ,

alemanes y fran ceses o bligados á dej ar su patri a por


l as persecuciones policiacas de la S anta Alian za .

Había también en Bar celona una L egión libe r al ex


tranj e ra o r ganizada por P ac ch i aro tti c ºn un peque
, ,

ño batallón de infante ría y un escuad rón de lance r os .

Muchas compañías estaban formadas por o ficiales


y dos generales italianos empuñaban l a lanza como
simples soldados .

E l E mpe ci n ado no tenía estas ventajas ; no estaba


sostenido po r el espíritu de una ciudad liberal : se
encºntraba en tie rras hostiles sin más Consejo que e !,

de Avi rane ta y no podía aceptar siemp r e sus inspi


,

raciones .

Entre los dos había una obscura incompatibilidad .

Av iran e ta sentía una mezcla de cariño de admira ,

ción y de desdén por el g e ne ral El ve r le tan tosco .

y muchas veces tan i nc ompre n sivo le ponía en contra


suya A ! E mpe ci n ado po r su parte le producía su
. , ,

secretario un sentimiento confuso de descon fi anza y


de repulsión S abía que Avi ran e ta era hombre de
.

probidad pero le veía capaz de una infamia por de


,

fender su causa .

Don Juan afirmaba que puesto que la doctrina Ii,

be r al era la mejor y la más justa l os procedimie ntos ,


2 66 Pi º B AROJ A

inteli gentes y á la vez m á s frí os astutos y crueles sºn


, ,

l os mejores políticos .

— Mientras l a sociedad viva como u n o r ganismo



en perpetuo desequilibrio decía Av irane ta e l g o —

bierno se rá bárbaro y depravado ; tend r á e l político


al g o de l as atri buciones de l ciruj ano : cortará l a carne

enferma y l a sana gozará de una verdadera dictadura


,

para el bien y para el mal ¿ Quién le pºd r á ataja r?


.

¿ L a opinión pública? I lusión Unicamente al fin al se


.
,

dirá : T uvo éxito 6 fracasó S alvó al pai só lo hundió


. .

S i tuvo éxito se le aplaud irá si no se abominará de


,

él ¿ Quién irá á comp r obar l o s medios que empleó ?


.

Nadie .

¡ H orrorI
— decía don Juan .


Verdad ve r dad r eplicaba Av irane ta Ver
,

dad de hoy y probablemente verdad de siempre ,

No hay pueblo que pueda tener un gobierno de


hombres justos T end ría que haber un medio social
.

sano cue r do en pe r fecto equilib rio Es decir que


, , .
,

para sostener una utopía habrí a q ue inventar otra .


LA TOM A DE C OR I A

Al fi nal de l a p rimavera llegó á Ciudad R od rigo


l a noticia de la sublevación de algunos pueblos de
Extremadura que habían desa rmado l a Milicia na
cional y proclamado e l rey absoluto .

L a p rime r a ciudad importante que se rebeló en


l a región f ué Co r ia ; á ésta al parecer debía segui r
, ,

Plasencia y después l a Vera y l a S erranía de Gata


, .

El levantamiento de aque lla cºmarca podía co r tar


l a comunicación de l as tropas de l E mpe c i n ado c ºn
e l ejército de Extremadura y dej ar en el ai sl ami e n

to á Ciudad R od r igo que á la larga hubiese tenido


,

que rendirse .

El E mpe c i nado y Avi ran e ta decidieron marchar


á Extremadura á sofocar e l incendio ; y dejando l a
guarn i ción casi ínteg r a en l a ciudad sal aman q uina se
,

fo rmó una columna de cab alle ría de unos se i sci e n


to s hombres l a mitad compuesta de jefes y o fi ciales
,

q ue habían servido en l os cuerpos de guerrilla d u


2 68 Pi º B AROJA

r ante l a I ndependencia y l a otra mitad por I an


, ,

ceros .

I ba l a columna dividida en tres E scuadr ones: uno


man dado por el coronel M ari c u e l a; el otro po r el ,

coronel D ámaso Martín el hermano del E mpe cin a


,

do y el último por el c omandante don Francisco Ca


, ,

ñ i c e ro .

S alieron de Ciu dad R odrigo á final de Mayo pa ,

saron pºr F uente G ui n al do que había sido el cuar


,

tel general de ! ellingt on en l a guerra de l a I nde


pendencia y por Moralej a dieron l a vista á Cºria
,
.

En l a mañ ana de l día prime r o de Junio Avi rane ta ,

se acercó con l os explo r ado r es á mirar c ºn su an


te oj o el Castillo de Coria y vió q ue entre l as alme
,

nas había gente apostada S e aproximaron un po co


.

más y entonces los de l castillo les hiciero n una des


,

carga cerrada .

D ispuso el E mpe ci n ado que un parlamentari o c on


bande r a blanca s e ace r case al pueblo á intimar su
r endición ; pero al pone r se á tir o comenzaron á gri
"
tar le desde arriba : No te ace rq u e s N o te ace rq ues …
'

A lgunos dispararon y el parlamentario se retir ó


, .

En vista de la resistencia el E mpe c inado decidió ,

sitiar y atacar l a ciudad S e acampó á media legu a


.

de distancia de las murallas y l a noche del día pri


mero se hiciero n varios r econocimientos .

Cien hombres mandados por Dám aso Martín die


ron l a vuelta al pueblo y Avi rane ta c on una patru
, ,

lla de cinco hombres inspeccion ó de noche la mura


,
27 0 Pi º B AROJ A

calzas gastaba z aj o n e s c ºn listas doradas y zapatos ,

c ºn hebillas y polainas A pesar de que no hacía .

frío se cubría con una gran capa bordada .

Av irane ta estuvo hablando con el viejo y oy é n do ,

l e contar historias y anécdotas q ue se remontaban á


l a primera mitad de l si g l o XV III .

A quel viejo tenía muy bue n a memoria y c ºn su ,

se mb l an te severo su habla r tranquilo sentado en un


, ,

sillón antiguo parecía l a voz del pasado


, .

A media ta r de Av i rane ta salió de la casa del vie


j o y se alejó de ella en l í nea recta bajando un b a ,

rran c o en dirección contraria á l a ciudad ; luego tomó

p o r l a izquierda acerc á ndose


, al campamento d e l Em
p e c i n a do á e n
, terarse de l as cir cunstancias de l a

lucha .

E l E mpe ci n ado hab í a comenzado un ataque apa


ratoso Man dó incendiar varias casas de l barrio de
.

S an Francisco y se tiro te ó á gran distancia c ºn l os


realistas Estos l e insultaban fu r iosamente E l in
. .

c e ndi o du r ó lar go tiempo pe r o no llegó á l a puerta


,

de S an Francisco cosa que sabía muy bien don


,

Juan A ! anochecer el gene r al fraccionó sus fue r


.
,

zas é hizo que parte se dirigiese á atacar l a puer


ta de l a Guía mientras D ámaso Martín intentaba
,

escalar e l cerro por las proxi midades de l palacio de l


mar qués de Cºria Aviran e ta co rr ió á l a casa de l
.

viejo á dar sus disposiciones Era el momento en que .

tenía que obrar un centinela desde e l tej ado anun


,

ció que los realistas se corrí an hacia e l sitio de l a


LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 71

muralla donde comenzaba e l nuevo ataque y que


, ,

r e l lado de acá n o había nadie


p o .

A v iran e ta se preparó .

Cuatro zapadores avanza r ían c on él inmediata


mente á l a puerta del Carmen y comenza rían á se
rrarl a; veinte fusile r os pasarían en seguida que ésta

se abriera y ot ros veinte q uedarían emboscados en


,

l a casa para hacer fuego desde l os balcones sobre l os


realistas que aparecieran en la muralla .

Todo se hizo c on rapidez Av i ran e ta y l o s zapa


.

dores llegaron á l a puerta y en un momento l a ab ri e


ron A ! ruido aparecieron dos realistas en l a mura
.

l l a que fu eron ti rote ados y se retiraron en seguida


, , .

A bie rta la puerta l os cincuenta hombres p r ecedi


, ,

dos por Av i rane ta pasaron de rribaron u na barricada


, ,

y entraron por una c all e de l pueblo .

— ¡ A delante ! — dijo Av i rane ta .

Avanzaron todos en silencio por l a callejuela


, , .

— T ocad e l himno de R iego a ñ adió don Eu


genio .

Co r ia estaba desierta L a pe qu e ñ a tropa marcha


.

ba e u medio de la oscuridad al comp á s de su him


no saltarín y bullanguero Av iran e ta caminaba de
.

lante c on e l sable desenvainado y l os soldados


, ,

arma al brazo N o sabía dónde estaba l a puerta de


S an Francisco y comenzaba á temer que l os re al i s


,

tas hubiesen cerrado l a de l Carmen y l e hubiesen


dejado dentro .

Av irane ta dividió su f u erza é hizo q ue c u arenta


,
27 2 P IO B AR OI A

hombres se dirigiesen al pie del castillo á abrir la


pue rta mientras él c ºn los diez restantes y l os
, ,

tambores y el pito se di rigía po r las c alles haciendo


,

que tocaran el himno constantemente .

Poco después se oyeron otros tambores E l Em .

p e c i n ado entraba en Coria .

L os sublevados desmo r alizados no intentaron


, ,

defenderse y escapa ron abandonandº las armas


, .
27 4 B AROJA
'

Pi º

Había además quince canónigos seis raci on e ros


, , , ,

seis me di oraci on e ros un benefi cio curado y número


,

competente de capellanes .

F uncionaba también en Co r ia el tribunal e c l e si á s


tico formado por el p r oviso r el vicario gene r al un
, , ,

fiscal dos notarios y tr es p r ocuradores Estos unidos


, .
,

á los pro f esores del seminario á los p á rrocos cur as , , ,

frailes mºnjas sacristanes legos y monaguillos hacía


, , , ,

q ue el obispo tuviera bajo sus órdenes un pequeño


ej é r cito .

Coria e r a pueblo amurallado c on gru esas murallas ,

algunas de l as cuales databan de l a dominación ro


mana .

Entonces Co ria tenía unos pequeños arrabales ex


tramu ro s que después han ido creciendo S e ase n ta .

ba 1 a ciudad sob r e una meseta que se p r olongaba en


llano hacia el No r te ; en cambio hacia el S ur el cau ,

ce del A lagón dejaba un barranco en cuyo fondo ,

corría el ríº .

Este pasaba lamiendo la base de la colina c auri e n


se y tenía un mag ní hc o puente Con el tiempo e l
, .

A lagón se desvió de su álveo q ue fué cegándose ,

con la tie rr a de las c r ecidas y se separ ó del pueblo , ,

dej ando el puente en seco con lo cual el antiguo ,

cauce se llenó de hue rtas form an dº l a I sla 6 el Are


,

nal del R ío .

Esta irregularidad de encºntr a r se e n secº el puen


te daba lugar á bromas que las gentes de Coria que ,

no se sentían completamente coriáceas aguantaban ,


LOS RECURSOS DE LA ASTUCIA 27 5

c on poca calma P or l a época a qu ella á fal ta de puen


.
,

te había una barca en e l sitio llamado l as Laguni


,

l l as y dos vados : e l de l a Barca y el de l a Martina


, .

Mirando á Coria por el camino de Plasencia l a ciu ,

dad se presentaba en un alto en e l fondo de l a gran ,

vega cruzada por e l rí o S obre el vé r tice de ! cerro


, .

apa r e cía l a catedral en medio ; á la iz q ui e rda e l pa ,

lacio de l marqués de Cºria y á l a derecha un e difi , ,

c i o c u adrado grande c ºn muchas ventanas : e l semi


, ,

nario .

D esde e l camino de Ciudad R odrigo Coria se ,

presentaba pl an a con e l castillo de piedra en me


, ,

di o de l a muralla dominando l o s te j ados y l a torre ,

de l a cated r al .

Había cuatrº pue r tas en 1 a c i udad: l a de S an


Francisco l a de l a E stre l l a l a del C ar men 6 de l
, ,

S ol y la de la Guía ó de la Cor r edera Había ade .

más l a puerta de l P osti g u i l l o estrecha abe rtura en ,

tre el semina r io y la cated r al .

Al entrar Av i rane ta y el E mpe ci n ado en Coria se ,

encontrar on el pueblo q ue parecía desalquilado L a .

gente estaba escondida l as calles tristes sucias


, , ,

completamente desie r tas En la plaza las pocas .


,

tiendas se veían cerradas y únicamente se hallaba ,

abie r ta l a botica L a lápida de l a Constitución había


.

sido arrancada del A yuntamiento .

F u é un p r oblema alojar l o s seiscientos hombres


del E mpe c i n ado en Co ria .

Los jefes fuero n á vivir á l as casas de l as familias


2 76 PI O B AROJ A

liberales de l pueblo que eran cuatro 6 cinco : l a de


,

Zug asti l a de S imones l a de Med r ano l a de R oda


, , ,

y l a de uno que se hacía llamar el S egun do Empe


cine do .

El E mpe ci n ado y Avi rane ta fueron á p arar á casa


de don Marcelo Zug asti .

Al di a siguiente domingo se re u me ron l os cons


, ,

ti tuci on al e s del pueblo á habla r c ºn el g e n e ral Es .

tuvieron en l a reunión dºn Juan Muñoz de R oda ,

síndico y mili ciano nacional ; don Pedro José de Me


drano médico ; el fa r macéutico y dos contribuyentes
,

r icos : S ebasti á n S imones y el q ue se hacía llamar e l


,

S egundo E mpe ci nado .

Zu g asti explicó l a situación Este Zu g asti era un .

propietario l ibe ral q ue se había hecho con bienes


monacales y mandaba l a Milicia de Coria
, .

E r a un tipo de hombre flemático y sereno ; tenía


una ca r a correcta los ojos azules l a tez muy curtida
, ,

po r el sol y la exp r esión fri a .

Zu g asti explicó cómo había empezado á armarse l a


Milicia Nacional en el pueblo : al principio bien con ,

cierto entusiasmo L os curas pá rr ocos del parti do no


.

habían tenido inconveniente en p r estar se á expl icar


l o s días festivos l a Constitución ; pe r o cuando comen
zaban sus explicaciones la gente se marchaba E l
, .

año anterio r se había uniformado l a Milicia Nacio


nal quedando f ormada por cato r ce homb r es de c a
, .

b al l e rí a y veintidós de infante ría Ya en este añ o e l .


,

2 2 el espíritu del pueblo se había hecho francame n


,
278 PI O B AR O I A
.

años 2 1 22 y 23 merodeó por l a parte Norte y S ur


,

de l a Si erra de Gredos y Gata .

Unos días antes el 3 0 de Mayo en el valle de la


, ,

Cºm e j a cerca de Piedrahita Mo r ales había sido ba


, ,

tido hecho prisiºnero y llevado á S alamanca


, .

Co n la toma de Co ria y la captur a de F rancisco


R amón Morales Zu g asti suponía que el espíritu p ú
,

blico reaccionaría .

El E mpe ci n ado escuchó l a r elación y murmuró


— Bueno se ñ ores está bien L o pasado p asadº
, , .
, .

Ya veremos q ué se hace Vamos á misa que hoy es .


,

fi esta y debe ser hora .

Don Juan Martí n con su Estado mayor se dirigió


, ,

á la catedral En el camino habló largamente c ºn


.

Aviran e ta .

El problema par a el E mpe c i n ado no estaba en


q uedarse en Coria en donde apenas había mediºs
,

pa r a alimentar á sus homb r es ; lo que él pretendía era


que el país sublevado no co r tar a las comuni caciones
con el ejé r cito de Extremadura .

Don Juan M artín y Aviran e ta decidie r on estu diar


el terreno y ver si cºn una guarnición de doscientos
hombres pº dría bastar para defender Coria durante
algún tiempo .

Hablando llegaron á l a pl az a de l O bispo y á l a


entrada de l a catedral Un corro de campesinos en . ,

tre l os que abundaban l as mujeres y l os chiquillos ,

contemplab an admirados á aquellos militar es de vis


tosos uniformes .
LO S R ECURSOS DE LA ASTUC IA

Esperaron en e l atrio e l E mpe ci n ado y su Estado


mayor hasta que oyeron l a campana y ent raron en
, ,

l a catedral seguidos de i m grupo de gente .

En un pueblo tan pe q ueño l a cat edral sorprendía


— ,


p o r su grandeza y su magnif i cencia L os canónigos .

cºn sus mucetas estaban en e l co r o E l alt ar mayor


, .

brillaba lleno de resplando r es O yeron l os militares .

l a misa y al acabarse ésta siguiendo l a dirección de


, ,

algunas personas en vez de salir á l a pl aza; apare


,

c i e ro n en un gran balcón de l a catedral que domi

naba toda l a vega Esta terraza se llamaba en e l


.

pueblo e l Par edón .

Era aquel un buen punto para darse cuenta de l a


topografía de l os alrededores A ldeanos viejas sa .
, ,

cri stan e s y monaguillos se p r esentaron á observar


,

con espanto y c ºn cu riosidad á aquellos soldados de


Lucifer .

Avirane ta se sentó en e l pretil de l Pared ó n á con


templar e l paisaje .

Delante cºmo en una hondonada se veía l a vega


, ,

ancha y e l río q u e l a cruzaba festoneado pºr dos ,

franjas de arena .

E l día estab a nublado e l cielo gris ; e l A lagón ,

brillaba c ºn un cºlor de gelatina y parecía inmóvil ,

como un cristal tu r bio A l o lejºs se destacaban.

montes es f umados en l a niebla .

— Bueno vamos á almorza r — d i j o don Juan M ar


,

ti n y por l a ta r de veremos qué se hace


, , , .
2 82 PI O B AROJ A

de humo c ºn l a gente jugando á las cartas fum ando


, ,

y bebiendo le producía una impresión de ab urri mi e n


,

to espantoso .

Estuvo Avi rane ta en la cama leyendo un tomo de


S al u sti o y á media tar de se acercó al comedor en
, ,

d onde estaban el E mpe ci nado y sus o ficiales .

— ¿ Vamos ? — preguntó .

— Espe r a un momento A hora voy . .

S alie r on don Juan Avi ran e ta Diamante y Zu g as


, ,

ti á caballo á r ecorrer e l pueblo Hacía buen tiem


, , .

p o , había salido el sol .

L legaron á una plaza con una picota en medio l a


, .

p l az a d e l R ollo y fueron luego


, hacia la puerta d e l a

Guía Baj aron hacia el A lagón al paseo de l a Barca


.
, ,

y contemplaron desde allí el cerro de Coria con su ,

cated ral en lo al to ; el semin ario g r ande cºn muchas ,

ventanas y el palacio de rru ído de l M ar qués


, .

S e alejaron algo por el paseo de grandes ár boles ,

á orillas de l río para inspeccionar l o s alrededores y


, , ,

al volver subieron po r una estrecha ve r eda


,
.

Du rante l a m archa exploradora se había c ome nza


do á debatir el problema entre e l E mpe c in ado y sus
o fi ci ales de lo que se iba á hacer L a cuestión no e r a . ,

naturalmente defender Coria porque e so solo signifi


, ,

caba poco : l a cuestión e r a tene r asegurado e l paso


para el ej é r cito .

Zu g asti y Aviran e ta eran partid arios de dej ar tres


cientos hombres de guarnición allí ; pero don Juan
Martín aseguraba que trescientos hombres cºntra u n
LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 283

e j ercito no ha r ían nada encontrándose c ºn un v e ci n


dario en su mayor par te enemigo .

S iguieron por delante de l a catedral entr aron por ,

l a puerta de l S ol y dejaron l os caballos en casa de


Zu g asti .

— Vamos á ver l a m u ralla ahºra —


arriba d ij o
por

Av i rane ta .

Marcharon á la plaza de l R ollo entraron en e l casti


llo y subieron por una escalera de caracol E l castill º .

e r a una gran torre pentagonal de piedra amarillenta


,
"

muy bien labrada ; tenía cinco pisos varias pequeñas ,

azoteas y encima una gran terraza c on un tambor al ,

menado S e subía á esta terraza por una escalera muy


.

estrecha que cºrría pºr e l grueso de l a pared .

D esde e l castillo á u n lado y á otro corrí a l a mu


ralla .

Esta m u ralla describ ía una línea de doscientas


treinta y tres toe sas y era casi circular de unos trein ,

ta y cinco pies de alta c ºn un paseo de unos diez pies


,

de ancho q ue corría tºdo á l o largo .

De trecho en trecho se elevaban torreones y cu


bos á l os q ue había que subir por escalones
, .

Die ron l a vuelta á l a muralla marchando paralela


,

mente al cami n o por donde habían i do extramuros y ,

volvieron al castillo .


¿ D e aquí no se verá Plasencia? d i j o A vira

—N o Ca . .

— ¿N i habría medio de comunicarse c ºn ella?


2 84 PI O B AR OJ A

— Sí medio de l castillo de Mirabel que Se ve


, por ,

allí en unos montes quizá s se pudiera Zugasti seña


, .

l ó un pico lejano y Avi rane ta miró c on su anteojo en


l a di r ección indicada .

— Y Plasencia n o n os se c u n dari a? pregu ntó


¿
Avi ran e ta .

— No ; creo q ue n o .

Don Eugenio se sentó en una de las alme nas á


mi r ar c ºn su anteojo l os alrededores .

— Bueno — dijo don Juan Mar tín E u genio quie


re dedicarse á l a geografía Muy bien y o me mar cho
.
, .

E l E mpe ci n ado y Zu gasti se fueron y e l Lo bo , ,

D iamante y Avi rane ta q uedar o n allí .

L uego dejaron e l castillo bajaron á l a muralla ,

y fueron contemplando e l paisaje y hablan do .

Cruz aron l a huerta de un convento y salieron al


Paredón de l a catedral D esde aquí se ve í a e l cam
.

p o completamente
, distinto á como e staba p or l a ma
ñ an a E l cielo tenía un azul intenso l a campiña se ex
.
,

tend í a ve r de y e l rí o resplandec ía como un metal fun


dido sobre una gran cinta de arena dorada .

E l viento levantaba oleadas en l os trigales y mo


ví a e l follaje de l os árboles .

U nas mujeres I avaban en e l rí o y l as ropas blan


,

cas y l os refaj os rojos brillaban tendidos en las cuerdas .

P or e l paseo de l a Barca volvían alg un os ald e anos ,

hombres y mujeres e n sus b oni q uil l os .

Avi rane ta se sentó en e l pretil de piedra de ! Pa .

re dó n .
2 86 PI O B AROJA

pronto las campanadas del reloj de l a iglesia sona


,

ban allí cerca con un fragor imponente .

Avi ran e ta se senti a saturado de tranquilidad de ,

paz ante aquella majestuosa tard e que marchaba c ºn


,

su ritmo lento hacia el crepúsculo …

— R ealmente l a guerra es una cosa absurda —pen


só ; luego di rigiéndose á Diaman te dijo
, ¡ Qué ,

paz ! Está hermoso esto ¿ Verdad ? .

— Y º como el gene r al — contestó D iamante no


,

defendería este pueblo .

— ¿ Pues qué haría usted ?


— Arrasarí a toda esta campiña sin dej ar nada y
me volvería á Ciudad R odrigo — y D iamante pasaba
su mano como con cariño pºr encima del pano rama .

— Pero hombre no — exclamó Avi ran e ta saltando


,

de l p r etil Me p arece un poco bárbaro Este es .

n u estro país .

— R íase usted de esas tonterías — replicó Diaman


te co n un gesto entre desdeñoso y de superiori
,

dad todo lo que no sea hace r l a guerra de exter


minio se r á tiempo pe r dido .

Aviran e ta el L o bo y Diamante salie r on de la ca


,

ted r al y volvieron á casa de Zu gasti .


E XP ED I C IÓ N A PL ASE N CI A

P or l a noche en el co r reo que vino de Ciudad


,

R odrigo Av irane ta recibió una car ta de A randa


,
.

Era de l reloj ero suizo S chulze .


De aquí n o l e puedo dar á usted m á s que malas

noticias decía Ha habido tiros y enredos en e l
pueblo y han asaltado l a casa de usted llevándose ,

tºdo Los libros y papeles se han me ti dº en un ca


.

r ro pºr orden de l capitán general O D onne l l que n o


'

es e l O D onn e l l de ustedes y l oshan llevado á Valla


'

dol i d .
"

A Av iran e ta no le hizo mucha mella l a noticia .

Ya todo l o ocurrido en Aranda le parecía de u na


vida anterior lejana y borrosa
, .

Habló un momento c ºn el L obo y Diamante acer


ca de l o que podía habe r ocu r ridº en A randa y 01 , ,

v i dan do pronto esto se puso á planear lo que había


,

que hacer en Co ria Después de va rios proyectos


.
,

pensó que l o conveniente se ría acercarse á Plasencia


288 Pi º B AROJA

á conocer el estado de esta ciudad Plasencia como .


,

pueblo de más import ancia que Coria había llegado ,

á tener una Milicia N acional bastante numerosa y


bien o r ganizada S i Plasencia estaba defi nitivamente
.

por el absolutismo indudablemente era inútil per


,

man e c e r en Coria ; en cambiº si l os pl ac e n ti n os te


,
º

ní an intenciones de defenderse contra l os r ealistas ,

podía e nvi árse l e s u n a pequeña guarnición y dej ar


otra en Coria .

Avi ran e ta habló á don Juan Martí n y éste aprobó ,

l a idea .

Avi rane ta fu é encargado de mar char á P l ase n


cia L levaría una escolta de veinte lanceros al m ando
.

de l Lo bo S alió pºr l a mañ ana c ºn sus hombres cru


.
,

zaro u l a p u erta del S ol vadearon el rí o y al trote


, ,

l argo se dirigie r on hacia Galisteo A lmorzaron aquí


.
,

y á media tarde es taban en Plasencia .

Zu g asti había recomendado á Avi ran e ta que sin


pérdida de tiempo se p r esentase en el palacio del
marqués de Mirabel con su escolta
, .

A sí lo hizo don Eugenio .

El palaciº de l ma rqués de Mirabel era hermoso ,

grande de piedra am arilla negruzca D aba su facha


, .

da á una pl aza que tenía en medio una fuente .

Aviran e ta bajó del caballo dió l a brida á un sol


,

dado y entró por un ar co del palacio ar co q ue con ,

ti n uab a en un corredo r abovedado .

A l a izquierda había una puerta y llamó ; abrieron


y Aviran e ta pasó á un patio c ºn una gran escalera
290 P I O B AROJA

— usted q uie r e saber el estado de l liberalismo


¿Y

de este pueblo? preguntó el marq u és con su voce
cita aguda .

— Sí .

— Pues muy m al o Al comenz ar el Gobierno cons


.

ti tu c i on al aquí l a gente como en casi todos los pue


, ,

blos q uedó indecisa ; e n tó n c e s veinte ó treinta pla


, ,

se n c i an ºs de la gente más rica nos decidimos á po

n e rno s el un i f ºrme de n áci on al e sf; los demás comen

z ar on á segu im os y lleg amos á tener el año pasado


,

más de cien infantes y cuarenta soldados de caballe


rí a F undamos una sociedad pat riótica que l a i n au g u
.

r ó don L au r eano S antibáñez y tuvimos un momento ,

dominado al pueblo Vino l a sublevación de Cuesta


.

y la de F r ancisco Mo r ales y empezó el tingladº á ,

descompone r se L a gente supo q ue los franceses iban


.

á en tra r en España que l o s absolutistas avanzab an y


,

l os milicianos comenz ar on á abandonar nuestras fi las :


unos quedándose en casa y otros pasándose al otro ,

bando .

— ¿ De mane r a que esto está perdido para noso



tros ? preguntó Avi rane ta .

— Com l e tam e n tame nte pe r dido Fi ú re se usted


p g .

que se están buscando fi rmas pa r a pedir á l a R egen


cia del R eino en nºmb r e de l a ciudad que se res
, ,

tabl e zc a l a I nquisición y firma casi todo el pueblo


,
.

— ¿ Usted c r ee que doscientos hombres aquí de


gu arnición pºd r ían hacer algo?
— Nada .
LOS RECURS S DE LA
O AsTUCi A 29 1

— ¿ Qué harán los liberales signi fi cados de Pla


sencia cuando se presenten l o s absolutistas ?
— Tend rán que huir .

— Le s voy á proponer si q uieren venir conm i go á


r eunirse c ºn el E mpe c i nado .

—Bueno S i usted quie r e cuando to mé usted café


.
, ,

l e acompañarán á casa del teniente …

— Muy bien .

Tomó Avi rane ta su café y se levantó .


A quí cenará usted y dormi r á I e dijo e l marq ués .

Muchísimas g r acias Hasta luego


. .

A diós V oy á ver si arreglo e l aloj amiento para


.

su tropa .

Av i ran e ta sal i o de l palacio de l marqués acompa


nado po r un c r iado de aire de lego quien le llevó ,

hasta l a plaza Entró e n l a botica y salió al poco r ato


.

c on un homb r e de unos sesenta años que al ver á ,

Avirane ta hizº un signo masónico Le contestó A vi .

n are ta y se die r on la mano Era e l masón un te ni e n


.

te de la Milicia Nacional don Juan Bustillo Bustillo


, .

era un hombre fue r te rechoncho bajito de c abeza


, , ,

redonda l a tez q uebrada l as patillas cortas y l a voz


, ,

gr uesa y fue rte Era hombre cándido en tusi asta de l


.
,

S iste ma y que creía que era indispensable sacrifi carse


por las ideas .

—Vamos al Enlosado de l a Catedral — d ij o Bus


tillo Allí podremos hablar si n q u e n os e spíe n .

El Enlosado de l a catedral era una terraza pare


cida al Paredón de Coria aunque m ás grande y es
,
2 92 Pi º B AROJA

paciosa Daba á esta terraza u na portada de l R ena


.

c im i ento adornada cºn grandes escudos una torre


, ,

románica como un tambor de m ura l l a á la que l l ama º

ban e l Melón y otra torrecilla cónica , .

Av iran e ta y Bustillo se pusieron á pasear por l as


grandes piedras del Enlosado ribeteadas de verde y ,

de matas c ºn fl ores amarillas .

A bajo en la campiña el río Jerte fu l gurab a re


, ,

fl e j an do l os últimos rayos de l sol y b rillaba en las ,

masas verdes de l o s árboles de l a ribera .

Bustillo al principio había considerado co mo u ira


, ,

solución magnífi ca el que el E mpe c in ado manda r a


fuerzas á Plasencia ; pero después reconºció que_l_a
c ósa no tenía objetº : en el pueblo no había víveres ,

l a mu r alla no servía no había cañones ni una posi


,

b l e reti r ada .

— T endr á n ustedes que veni r con nosotros — d i j o

Av iran e ta .

—Yo si sí ; iré ¡ Ya l o creo !


, .

—Hombre u sted precisamente no L a gente j o


_

.
, ,

ven Usted tiene familia aquí


. .

— A ntes es l a libe r tad y la pat r ia que l a fami


lia dijo el señor Bustillo solemnemente .

S í ; pero usted es un hombre que tiene derecho


al descanso .

Para disp arar un fusil sirvo N o me d i ga usted .

que n º .

El se ñor Bustillo llevó á su casa á Avi rane ta y l e


presentó á su mujer y á sus hij as .
29 4 Pi º B AROJ A

A ! otrº día Av i ran e ta c ºn sus lance ros hizo


, , ,

un recorri do por la Vera de Plasencia y se encontr ó


,

sorprendido al oír decir á la gente que se esperaba al


Cu r a Merino Av i ran e ta no tenía pºr allí ni amigos ni
.

c o nhdc n te s y decidió volver á Plasencia ¿ Po r


,
dónde
.

vendría el Cura? Hubiera sido terri ble para el caer


en sus garras .

A ! día siguiente c on l a escolta de l Lo bo y unos


,

cuantos milicianos en tre ellos el señor Bustillo se di


, ,

r igió á Cºria .
XV III

¡ M ERINO!

L a p r esencia de Me rino en Extremadura de sazo



nó á don Juan Mart ín S abía q ue man dab a mucha
.

gente que llevaba l as espaldas guardadas por el e j ér


,

cito francés y que tenía el te rreno amigo ; sabía tam


bién que pond ría todos l ºs medios para de rrotarl e .

S e hicieron g e sti ones para averiguar el paradero


de Merino sin fruto ; el E mpe c i n ado en esta é pºc a
, ,

como Mina en l a Guerr a civil se encontraban con


,

que sus procedimientos de l período de l a guerra de


l a I ndependencia fl aq u e ab an D urante l a lucha con
.

t ra l os franceses todos l os informes eran espontáneos


,

bastaba indicar al go para q ue i nmediatamente se hi


ciera ; en el año 23 y en l a Guerra car lista ocurr ía lo
"

con trario : l as indicaciones de l a gente del campo


e ran casi siempre equívocas cuando no f alsas .

Don Juan Ma rtín averiguó que Me r ino fl anquean


,
"

do á l o s generales f ranceses Vall i n y Bourmont ve ,

nía pe rsiguiendo á Zayas por l a línea de l T ajo Los .

absolutistas se habían Corrido po r Talavera de la


296 Pi º B AROJA

R eina A lmaraz T rupll o y Cá ce r es dejando amargo


, , ,

r ecuerdo por donde pasaban .

A Merino l e salió al encuentro López B añºs ,

pero ninguno de l o s dos se decidió á entablar l a h a


talla D esde entonces no se sabía e l sitio exacto
.

dºn de se encontraba el Cura .

S e decía q ue llevaba una tropa numerosa una di ,

visión completa pues se había , n r eunido c ºn él una


porción de partidas .

S e citaban entre los cabecillas incorporados á


Merino á Blanco Puente D uro (el Rojo) Caraza y
, , ,

L uciº Nieto que se titulaban b ri gadi e re s; á Co rr al


, ,

el Gor r o l os L eonardos el I n g l és N av aza Mauri


, , , ,

cio y Huerta que mandaban regimientos y tenían e l


,

grado de coroneles y á otros muchºs , .

El E mpe c in ado en vista de estas noticias en jun


, ,

ta de o fi ciales decidió ab andonar Coria y volver á


Ciudad R odrigo .

El 1 2 de Junio por la mañana se de sal oj ó Coria


, , ,

se cruzó el arrabal de las Angustias y pºr la tarde ,

se entró en el pueblo llamado Mo r alej a de Hoyos ó


Mo r alej a del Peral .

S e dej ó l a tropa alojada en el Ayuntamiento cár ,

cel hospital de t ranseuntes y e n l a Casa de l a E n co


,

mi e n da L os coroneles D ámaso M artín y Juan Ma


.

ri c u c l a quedaron encargados de buscar víve r es y e l ,

E mpe c i n ado encar gó c ºn gr an insistencia que se


, ,

pusieran centinelas en todos l os caminos y puntos


al tos y se organiz ara u na guardia volante .
29 8 Pi º B AROJ A

te lanceros constitucionales q ue venían huyendo al


galope perseguidos po r un escuad rón de feotas
, .

Pasaron adentro se cerró la pue r ta de l corr al y se


,

r ecibió á l os pe r seguido r es c ºn una descarga hecha ,

desde l as tapias .

Los feotas contestaron al fuego y se retiraron , .

— Pero qué pasa? — gritó el E m e c i nado


_ p .

L o s soldados fugitivos llenos de zozob r a contaron


, ,

á don Juan Martí n que l a tropa que pe rnoc tab a en


Moraleja había sido so rp r endida pºr el Cura Merino .


Pe r o ¿ cuándo? ¿ aho r a mismo? preguntó don
,

A hora mismo .

¿ Y l os centinelas ?
— Han dicho algunos que al ver de lejos al e ne
,

migo han creído que era un rebaño


, .

Merino c ºn un a fuerza de tres mi l á cuatro mil


,

infantes y c on ochºcientos caballos mar chando de


noche y con el mayo r si gi l i o y dirigido por buenos
,

guías se había p r esentado á una legua de Moraleja


,

en l as prime r as horas de l a mañana .

Prºnto supo por sus co nfi dentes que el E mpec in a


do no se había movido de allá y se le ocurrió acer ,

carse á Mo r aleja echando por delante de su tropa


,

dos inmensos r ebaños A sí lo hizo y avanzó detrás


.
,

de l as ovejas que levantaban g randes nubes de pº!


,

vo L a estr atagema le dió un gran r esultado ; sin ser


.

advertido rodeó el pueblo y comenzó una metódica


carnicería de l os cons titu cionales .
LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 2 99

D on Juan Mar tín comprendió que el mal no tenía


¿
remedio y fu rioso po r haber sido de r rotado de una
,

mane r a tan necia mandó que se concluyese de apare


,

l ar l o s caballos y se dispusiera todo e l mundo á hacer


una salida Entre los q ue estaban y los que habían ve
.

nido se formó un pelotón de sesenta hombres en e l


patio delante de la casa
, .

D on Juan y unos cuantos m á s gente forzuda y fuer ,

te ena rbolaron l a lanza S e abrió l a puerta de l a ta


, .

pia y e l piq uete salió al galope hacia el pueblo Lºs .

r ealistas en el mayor deso r den se O cupaban en ,

matar á l o s constitucionales e n l as calles sacándolos ,

de las posadas y alojamie n tos .

La entrada del E mpe ci nado pº r el pueblo fué trá


gica A lanzadas á sablazos atropellando c on l ºs ca
.
, ,

hallos se ab r ieron paso


, .

— ¡ Viva l a libertad ! — g r itaba Av i rane ta e ntusi as


,

mado leva ntando su sable en al to


, .

— ¡ V i v aI — vocife r aban todos .

Como un aluvión se pasó Moraleja y se siguió ca


rre te ra adelante hacia Hoyos L os realistas repues
'

.
,

to s de l a sorpresa reunieron dos c ientos jinetes que


, ,

se lanza ron en pe r secución de l o s libe r ales .

A fortunadamente para éstos l a mayoría de l os ca


hallos de l os f eotas estaban cansados de l a jornada
de l día anterio r y no podían da r les alcance
, .

L legaron un poco después de l mediodía á Pera


l e s y una rápida inspección de l pueblo hizo c om
,

prender al E mpe ci nado q ue allí no hab ía posibilidad


3 00 Pi º B AROJA

de defensa y se sigui o adel ante has ta dar 1 a vis ta á


,

Hoyo s pueblo en l a fal da de l a S ierra de Gata


, .

Desde allí se veía el castillo de A lmenara sobre


un mon te agudo ; l aS i e rra de Béjar á l a derecha co n ,

algunas estrí as de nieve y l a hondo n ada grande de

Hoyos .

S e acercaron á este p u eblo ; pasaron á todo c orrer


p o r e l T eso de l as A nimas con sus cru c es de pie
,

dra d e l Calvario ; luego por delante de l humi lladero


,

y de u n convento ruinoso y pºr u n a calle en cuesta


,

subiero n á l a plaza de l a iglesia .

S erían l as dos 6 dºs y media de l a tarde cuando


llegaron I nmediatamente tomaro n posiciones Vein
. .

te dragones de Merino entraron casi al mismo tiem


po que l o s sesenta jinetes de l E mpe cin ado Estos .

volviéndose contra l os que l e s perseguían I es ataca ,

ron á sablazos y á lanzadas .

L o s dragones realistas perdieron dos hombres y se


retiraron á l as pro ximidades de l pueblo S in d u da .

iban á esperar á reunirse c on el gru eso de su e sc ua


dró n D on Juan Martín pen saba continuar l a retirada
.
,

cuando se pr esentaron treinta nacionales de Hoyos y


de pueblos cercanos bien armados Con este re fu e r
.

zo se pensó en defende r se en Hoyos .

S e ocupó l a iglesia y las casas de l a pl aza; se su


bi ó l a gente á l as ventanas y gu ardillas y se dividió
,

en do s pelotones la caballería U no se colocó detrás


.

de l a iglesia y e l otro en una plazoleta próxima .

Avirane ta s u bi ó á l a torre y e x plor ó el horizonte


3 02 Pi º S AROJA

m á s de estar en un cerro c ºn una subida difí cil te ,

n í a l a ventaja de que se podía avisar desde all á á S an


Martí n de Trevejo donde se hallaban refugiados al
,

gunos nacionales de los co n to rnos :


S e dispuso seguir este pl an Avi ran e ta c on l os na
.
,

cionales de Hoyos marcharía inmediatamente á T re


,

vejo y tomaría posiciones Mientras tanto don Juan


.
,

M artín con sus jinetes y c on cinco 6 seis fu sileros


, ,

entretend ría al enemigo hasta que tuvier a que r eti


rarse y entonces en la retirada vend ría el apoyo de
, , ,

Aviran e ta c on sus nacionales que ataca rían á l os per


,

seguidores .

S e decid i o hacerlo así y sin que se enterase el


,

pueblo uno por uno tomaron l o s nacionales el cami


,

n o de Tr evejo y comenzaron á marchar de p r isa E r a .

necesario q ue tuviesen por lo menos una ho r a ú ho r a


, ,

y media de ventaja sob r e el E mpe ci nado pa r a que


cuando éste pasase se encontra r an ellos ya atri nche
rados .
EL C AM I N O DE S AN M AR T I N

S erían de cuatro y media á cinco de l a tarde cuan


do salió de Hoyos Av iran e ta con l os milicianos y ,

p róximamente l as seis cuando daban frente á T revejo


T r evejo es una aldea miserable asentada sob r e un
ce rr o Este cerro fo rmado por r ocas obscuras tiene
.
, ,

grade r ías de pied r a hechas para sostener l a tie r ra


de algunos pequeños oliva r es y vi ñ edos .

Mi r ando á T revejo desde el camino de Hoyos


se ve á la iz q uierda de l a mísera aldea un castillo
negro e r guido y fant á stico
, .

Más á su izqu i erda se levanta l a sie r ra de l a Es


tr ella y á l a derecha el te rr eno se hunde en una ca
, ,

nada por donde sube el camino que contin ú a á S an


,

Martín .

A esta cañada abierta entre un talud muy pen


,

diente y un c astañ ar vetusto llamaban aun q ue n o


, ,

con mucha p r opiedad el desfiladero de Trevejo


, .

H oy no hay cerca de este des fi ladero muchos á rb o


l e s; á p r incipios del siglo X I X los grandes robles y
3 04 PI O B AROJA

castaños centenari os formaban á un ladº de l cami


no una m uralla de follaj e S e r ían l as seis y media 6
.

siete de l a tarde cuando l os milici anos llegaron á


este casta nar próximo á la calzada Avirane ta pensó
, .

v arias es tratagem as par a detener á l o s realistas que ,

l a mayoría tuvo que desechar y al últi mo se decidió ,

por dos .

A un cuart o de ho r a de T r evejo partía de la cal


zada un camino que escalaba el cerro y marchab a á
la aldea Don Eugenio á unos trescientos pasos de
.
,

l a bifurcación mandó clavar palos entre l as r amas


, ,

puso encima l o s morrion e s de los nacionales é hi zo


q ue se q uedaran tr es 6 cuatro allí D espués de he .

cho esto fué colocando sus veinticinco homb r es em


b o scados en el c astañ ar S i l os re alis tas tomaban por
.

el camino de la aldea él con su gente les ata c ama '

por l a espalda .

Av iran e ta pensó q ue don J uan Martín y l os su


y os llegarían á media tarde ¿ Pero si llegaban al a
.no

c h e ce r ? S u estratagema no tendría entonces gran


objeto Pens ando que podrían venir ya obscuro
.
,

dó á uno de los nacionales que fuera á T revejo y


trajera una cuerda gr uesa de ocho 6 nueve varas .

El nacional volvió al poco r ato con l a cuerda .

Avirane ta l a ató po r una punta á un árbol de la cal


zada de l otro lado del castañ ar á una altur a de dos
, ,

varas y dejó la otra punta colgando pºr el suelo La


,
.

mayo ría de l o s nacionales no comprendie r on e l obje


to de esta maniobra .
3 06 P I O B AR O I A .

La cortaron de un sablazo y don Juan Martí n y ,

sus lance ros atacaron á l o s realistas y l e s cogieron


cerca de cincuenta caballºs .

El exito de l a escaramuza había producido gran


entusiasmo .

¡ Viva e l E mpe ci nado ! ¡ Viva Avirane taI — gri


ta r on l os soldados y l os nacionales .

D ºn Juan Martí n abrazó á Avi ran e ta y l e dijo q u e


tenía que pedir p ara él l a cruz de S an F ernando .

L os peligros c on Avi rane ta no eran peligros


, , .

S e había hecho de noche l as estrellas parpadea ,

ban en e l cielo alto y claro y Júpiter brillaba c ºn ,

su l uz b l anca .

S e descansó al l í en el castañ ar al bºrde de l ca ,

mino y se dispuso esperar unas horas po r si llegaba


,

alguno salvado de la sorpresa de Moraleja ; y efec ,

ti v ame n te poco después de l as diez de l a noche apa


,

re c i e ron hasta treinta soldados d e ca b allerí a varios ,

oficiales y capit anes y el comandante Cañ i c e ro .

Muchos de estos hombres que habían ve nido á ,

pie desde Moraleja llegaban reve n tados


, .

¿ Qué se iba á hace r? El E mpe c i n ado Avi ran e ta ,

y l o s o fi ciales conferenciaron .

Lo s hombres de á pie r endidos por larga j or ,

nada huyendo y sin comer no podrían ll eg ar á S an ,

Martín S ería mejor q ue se quedaran en e l castillo


.

de T re v e j o y se buscara cºmida para ellos Mien


'

.
,

tr as tanto el E mpe c i nado c on l a gente montada po


,

dri a seguir á S an Martín .


LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 3 07

A cordado esto Avi ran e ta y e l jefe de nacionales


,

de Hoyos c on l os he r idos cansados y con l os mili


, ,

cianos iría
, n á pasa r l a noche al c astillo de T revejo
,

dond e se atri nch e rarían S i al día siguiente estaban


.

sitiados pondrían una bandera en e l torreón de rruí do


para que desde lejos pudiese verla do n Juan Mar -
º

ti n ; si no l o estaban seguirían camino de Ciudad


,

Rodrigo .
310 P I O B AR O I A .

casti llo de Trevejo era un edifi cio sólido de


El ,

piedr a sillar de más de veinte varas de altu ra c ol o


, ,

cado sobre u n teso ó cerro q ue dominaba un a gran


Man ada .

Como castillo roq uero n o era muy grande ; debía


habe r estado destinado en su tiempo para una gu ar
ni c i ó n pe q ueña : te nía torres muralla b arbacan a una
, , ,

p l az a de arm as escale
, r as subte rráneos, y galería s .

En e l sig l o X V1 1 1 haln a comenzado á desmoronar


'

se y en l a guerra de l a I ndepe n de n cia se co nsumó


,

su ruina .

Escalaron l os milicianos e l cerro de l casti l lo e n ,

c ontraron l a vereda que daba , un a brecha ; p asaron

y cerr aron e l boquete con gran des piedr as S e insta .

laro n en l a pl aza de armas .

Aviran e ta puso centi nelas S e trajo le ña se hici c .


,

ron do s hogueras y se comenz ó á hervir e l r an c ho

S e comió c on un apetito voraz y después todo e l ,

mundo quiso te n derse El jefe de l os nacion al e s de


.

Hoyos y Avi ran e ta sustituyeron á l os centinelas que ,

se d ormí an y se quedaron en observación de l ca

mino .

Hablando se l e s pasó gran part e de l a noche E l


, .

cielo estaba muy es trellado muy h e rmo sº ; l a V ía ,

L á ctea resplandecía c o n sus millones de nebulosas ;


Art uru s A ltai r y A ldebaran lanzaban sus g iñ os
,
u
en el espa cio y S irio comenzó á brillar al amanecer
, .

Un poco antes del al ba se oyeron v oc es en e l cerro


pró ximo al castillo .
LO S RECU RSOS DE LA ASTUC IA 31 1

—¡ A1 to! ¿ Quién vive? — d i j o Av irane ta .

— ¡ Av i ran e taI — gritó una voz ¿ Est á s ahí .

S í aquí estoy ¿ q uién es ?


,
!

S omos nosotro s: A ntonio Martín D iamante y ,

otros que ve nimos huyendo de Moraleja .

Ace rcá os q ue o s vea


, .

— ¿P or dónde?
— Ahí encontrare i s —I a vered a .

Av i ran e ta se co n venció de q ue eran ellos y l e s


di j º por dónde te n ía n q ue subir al castillo Eran seis .

hombres q ue g ate ando lleg aron á l a pl aza de armas .


¿ N o os q ueda algo que comer? preguntaro n al
entrar.

Quedaba pa n y cecina q ue devoraron , .

— ¿ Y q ué ha pasado allá ? —preguntó Av irane ta .

—Nada Un e stropi c io — dijo A ntonio Martín e l


.
,

hermano pequeño de l E mpe cin ado .

— Pero ¿ cómo no han visto l os centinelas q ue ve


,

nía e l enemigo ?
— N o l o sé Y o pienso si habrá habido traición
. .

— N o no l a ha habido — dijo un soldado


, Yo
estaba allá E l sol picaba mucho Había mucho pol
. .

v o cuando se acercó un gran rebaño de ovejas Yo


dije para mí : ¡ Qué rebaño m á s grande ! y cuando
estaba pensan do en esto me e n contré rodeado de l
e nemigo .

— ¿ S e habrá erdido mucha gente ?— preg u ntó


p
Av iran e ta .

— Mucha — co n testó Martín Mi hermano D á


3 12 P IO B AR 01 A

maso ha mue r to el co r onel M ari c ue l a tamb i en H é


, .

mos pe r dido más de trescientos hombres A lgunos se .

habran r efugiado hacia Extremadu r a baja y otros en


la S ie rr a de Gata .

¿ Y el Lo bo?
El Lo bo ha mue rto .

¿ Y el seño r Bustillo el de Plasencia?,

T ambién ha muerto L o ví en la calle atrav e sa


.

do á b ay on e tazos .

¡ Pobre homb r e ! ¡ M al a sue r te ha tenido !


El soldado que había estado de centinela en M o
ral e j a contó que pasó dos horas enterrado en un

paj a r con el coronel Dámasº Martín Viéndose .

éste perdido había o frecido todo lo que llevaba


al patrón de su casa un tal Estévez para que l e
, ,

ocultara entre l a paja El patrón aceptó y tomó el


.

dinero y cuando registr aron l a casa los realis tas


, ,


y se iban á marchar aq uel canalla les di j º: A hí
,

está A hí está el he r mano del E mpe c i nado … y á ba


.

y on e t azos lo
L o mismo l os que ya estaban en e l castillo q ue ,

l o s q ue habían venido se f ue r on tendiendo en el


,

suelo y q uedaron do rmidos .

El al b a apuntaba y el cielo iba cla r eando de prisa .

A lgunas nu b e c i l l as r ojizas mensaj e r as de l a maña


,

na apa r ecían sob r e el cielo gris


, .

Desde allá arr iba parecía encontrarse u no en un


globo ; ligeras b r umas vagaban pºr el fondo de l valle .

Av i rane ta asomadº á un lado y á otro miraba á ver


, ,
314 P I O S AR OI A

l os Borbones y e l otro de l a O rden de A lcantara


, , ,

que tenía como enseña un j aramag o ; habló v ag ame n


te de un gr an maes tre déspota y de sus luchas con e l ,

C ºme n dado r de S antib á ñe z y el corregidor de Ga ta .

Contó también el Ri to una historia clá sica de un


caballero cautivo encerr ado en e l sótano de! casti l lo
, ,

q u e había escapado viendo que una serpiente en tr aba


en un subterráneo y siguié n_ dola Este subterr áne o se .

llamaba l a L apa de l a S ie rpe .

— S ubterráneo que no e xiste —dijo Avirane ta iró


i
n c ame n te .

— S í señor ;
, existe .

— ¿ Usted l o
ha visto?
—S í sí Y si q uiere usted se lo en señaré
, . .

— Vamos á ve rl o .

Cogió e l Ri to e l far o ! y di j º
— S íg an% usted .

S e acercaro n á l a to rre y comenzaro n bajar una


escale r a de caracol de pi e dra con l os escalones pri
, ,
'

me ros de rruídos A po co de descender l a escalera


.

era practicable y se podía bajar por ella con seguri


dad Bajaron cinco 6 seis varas hasta llegar á un só
.
,

tano abovedado De é l partía un pasillo y cerc a se


.

veía una pote rna ferrada y ll e na de clavos E l Ri to .

desco rr ió un cerroj o e nmohecido y apare ció l a boc a


de un subterr áneo q ue l anz ó u n há lito de frío y de
,

humedad .

—Aq u í tiene usted l a L apa de la S ierpe — dno e l



Ri ta S i quiere u ste d en tra r emos
. .
LOS RECURSOS DE LA ASTUCIA 315

—Entremos .

E l suelo estaba bast an te seco y se podía m archar


bien A vanzaro n u n cuarto de hora
. .

Ahora estaremos debajo de l pueblo .

Unos minutos después salieron por entre dos pie


dras al campo E l Ri to apagó e l farol Escuchó por
. .

si se oí a al o N o se oí a nad a
g . .

E l Ri to y Av iran e ta anduviero n por l as proximi


dades de l castillo vieron l a Cama de l Moro un
, ,

abrevadero que á Avirane ta l e pare c ió un sepulcro


ibérico tallado en ro c a .

L uego e l Ri to l e cºntó l a historia de una partida


q ue se había levantado en un monte pró ximo llama “

do Jál ama que deb í a tener gra n des en c antos porque


, ,

e l Ri to dec í a :

Jál ama j al ame a


, ,

q u ie n n o t e ve

n o t e d e ea s .

D iero n l a vu elta al castillo y e l Ri to gritó diri gi e n


,

dose á sus compañ eros : ¡ Masones ! ¡ Negros !


— ¿ Volvemos de nuevo or l a Lapa de l a S ierpe?
p
— preguntó e l Ri to rie n dº
, .

— Sí ; vamos or all á
p .

Entraron de n uevo en e l largo s u bterrá neo y llega


ro n al castillo .

Algunos soldado s se hab í an despertado y estaba n


bus c an do á Avi rane ta para decirle que hab ían o ído
_

gritos en e l campo Avi rane ta l os tran q uilizó di ci e n


.
3 16 PI O B AROJA

do que había sido el Ri to El sol comenzaba á bri .

llar Aviran e ta miró á todas p artes c ºn su anteojo


. .

No se veía nada A lgu nos soldados empezaban á


.

despe rtar se y á vestir se ; un murciano cantaba :

a t agen a m e da pe n a
C r

y Mu cia m e da do l o
r r.

¡ A y C a t age n a de m i v id a
, r ,

Mu c i a de mi c o az ó n !
r r

A ntonio Martín se despertó y vien do á Avi ran e ,

ta todaví a derecho le di jo :
¿T ú no h as dormido nada?
No .

Pues échate un rato al sol YO har é lo que sea .

neces ario .

Bueno .

¿ Qué hay q ue hace r?


Habrá que hacer un r econocimiento po r el ca
mino de S an Martí n y po r el de Hoyos S i bay ene .
_

mi g os en gran cantidad nos encerrar emos aquí y


pºndremos una bandera pa r a av isar 11 tu he rm ano ;


si no los hay saldremos i nmediatamente para S an
Martín .

Está bien .

— S i pudierais compra r un poco de pan vendría ,

admirablemente Y par a nosotros dos mira á ve r si


.

puedes trae r un cacharro c ºn leche de cab r as .

— Bueno todo se har á


,
.
3 18 PI O B AROJ A

¡S o ldado ! la pat ia
s : r

n os lla m a ala lid;


j u e mo s p ell a
r , or ,

v en ce ó mo i
r r r.

L os soldados y l os mili ci anos cantaron á coro y l a ,

patru lla comenz ó á des fi lar al paso Al cruz ar por de .

lante de l pueblo daba más l a impresión de q ue iba .

victoriosa que derrotada


, .

D e T revejo se avanzó á S an Martín y al día si ,

guiente de a q u í se dirig ían á Ciudad R odrigo


, .

El E mpe ci nado muy satisfecho de Avirane ta en


, ,

e l parte que dió e l 20 de Junio l e propuso para l a

cruz laureada de S an Fernando y e n uso de las fa , ,

cu l tade s que l e hab í a c oncedido e l ministro l e n om ,

bró capitán efectivo de cab allería .

Era l a segunda vez que nombrab an capitán á don


E u genio ; pero ni l a primera vez ni l a segunda llegó
á se rl o de veras Av irane ta tenía po ca suerte e n l a
.

milicia.
LA S I T UACI Ó N E M PEOR A

L legaron á Ciudad R od rigo y se comenzaron á or


a n iz ar de nuevo l as f uerzas de caballer í a hasta re
g ,

unir varios escuadrones .

A lgunos militares liberales huí dos de Valladolid


d ij eron que en esta ciudad no había apenas gu arni
ción y q ue sería fácil apoderar se de l a pl aza
, .

Con este objeto se preparó una columna de caba


I l e rí a y e l mismo don Juan Martín al mando de e l la
, , ,

se corrió hasta Medina de l Campo ; pero al enterar


se de q ue en Valladºlid había v arios regimientos
franceses y fuerzas de voluntariºs realistas desistió
,

de l proyecto .

En Medina se encontraron c ºn e l coronel Boscan ,

de l regimiento de F a r nesio y algunos o fi ciales y sol


,

dadºs .

E l coronel Boscan venía de Galicia y se incorp o


ró á l a columna de don Juan Martín L as n ºti c i as
.

que trajo eran malas ; e l al to mando del ejército se pa


3 20 PI O S AROJ A

saba al enemigº : Monti j o O D onn e l l Morillo Ba


,
'
, ,

todos hacían traición N o quedab an más .

que Mina R iego y el E mpe ci n ado


, .

S e habló con Boscan de lo que se podía hacer .

Pa r a éste lo mejor e r a ir hacia al S u r : seguir la misma


marcha que en l a guerra de la I ndependencia en l o ,

cual estaba conforme con Av irane ta .

A ! E mpe ci n ado le parecía bien ; pero di j º que ha


bía que tener en cuenta que existía un Gobierno to
daví a y era necesario obedece r le
, .

S e volvió á Ciudad R od rigo y unos días después


, ,

aumentada l a caballería c ºn l os soldados de F ar ne


si o y c on otros muchos que desertaron de Galicia al

saber la capitulación del conde de Cartagena se vol ,

vió á salir para Extremadu ra se pasó de nuevo por


,

S an M artín de T revejo Hoyos Moraleja y Co ria


, , .

En Mo r alej a se buscó al Estévez que había p ri ,

mero ocultado y luegº denunciado á Dámaso Ma r


ti n el hermano del E mpe c i n ado y se quiso quemar
, ,

su casa pero el g e n e ral lo impidió


, .

D e Coria se salió en dirección á Cá ce r es donde ,

se entró c ºn alguna di fi cultad S e r e pusie r on l as au


'

tori dade s depuestas po r el populacho sublevado y se


, ,

impuso l a paz c ºn bastante rapidez .

En esta labo r Avi rane ta se lució Era el ministro


, .

de la Gobernación el alcalde y el je f e de policía


, ,

todo al mismo tiempo No habían tenido mayo r es


.

atri buciones l o s tiranos de l as repúblicas italianas ni


l os S aint Just y l o s Barras en l as ciudades francesas
-
3 22 PI O S AROJA

Caste l l dosri us había salido con las tropas que Za


yas l e había con fi ado poco después de evacuar Ma
dri d y había ido per seguido por Vall i n y Bo ur
,

mont y por la vanguardia de Meri no hasta Trujillo ,

donde entregó el mando de su fue rza al g e n e ral L ó


pez Baños m archando él á Badajoz de cuya coman
, ,

dan ci a militar tomó posesión en Junio .

C aste l l do sri u s al sabe r la situación de la ciudad


, ,

pidió en seguida su exoneración R einaba en ella .


,

como en casi todas las capitales españolas una per ,

fe c ta anar qu ía L a dese r ción cundía c ºn una rapidez


.

asomb r osa ; los r ealistas alentados por el giro que to


,

maban l o s negºcios públicos maltrataban y vejaban ,

en l a c al l e á l ºs liberales .

Av i ran e ta al llegar á Badaj oz se presentó á Cas


, ,

t e l l do sri u s como enviado por el E m pe ci n ado para


, ,

ver de ponerse de acu erdo .

C aste l ldosri u s l e contestó que estaba deseando


abandonar el cargo y que pensaba que de un día á
,

otro tendría que deja rlo El mar qués expl icó la situa
.

ción anár quica en que se encontraba Badajoz .


Estaba lo mismo Cáceres replicó Av i ran e
ta y lo hemos dominado A f uerza de paciencia. .

Yo he hecho de alcalde de jefe de la policía y por


, ,

ahora hay tranquilidad .

¿ De veras?

.

¿ Usted se encar garía aqu í de ha c er l o mismo?


— S í; si usted l o autoriza .
LOS RECURSO S DE LA ASTUCI A 3 23

—Bueno ; pues haga usted lo que q uiera Véase .

usted con mi ayudante González E sté fani que le pon ,

drá en antecedentes A unque sea fusile usted á tºdo


.
,

el pueblo ; me tiene sin cuidado .

Av irane ta se entrevistó c on A ntºni o Gonzá lez Es


té fani y entre los dos dispusieron l o q ue hab í a que
,

hacer .

Av irane ta se instaló en la Capitan í a G e n e ral y


llamó á l as auto ridades de l pueblo L a mayoría no .

acudió .

A ! díasiguiente aparecía un bando terrible en las


esquinas y veinte realistas escoltados por bayonetas
, , ,

iban á la cár cel El pueblo como un caballo que


.
,

siente la espuela quiso sacudi r se el j i nete ; pero éste


, ,

en pºco tiempo lo supo domina r , .

El 6 de Julio C aste l ldo sri us fué destituído y mar


,

c h ó destinado como de cua r tel á Barcelona .

El bando de Avirane ta si r vió luego de mºtivo para


que Caste lldosri us fue r a terri blemente perseguido en
l a época de la reacción de Calomarde .

Av iran e ta sin ser conocido de nadie e j e rcro du


, ,

rante algunos días la dictadura En compañía de Es .

té fari i González L lanos y otros militares liberales re


,

corrió l a muralla sus ocho baluar tes l as tres entradas


, ,

de l a ciudad y l o s dos torreones de l a puerta de l as


Palmas que dan hacia el Guadiana
, .

Visitó también l os fire rte s exteriores que existían


entonces : el de S an Cr istóbal en un cerro á orillas ,

de l ríº ; e ! de Pardaleras el de l a P i c uri na e l reve


, ,
3 24 PI O B AROJ A

I l índe S an R oque y la L uneta hecha por e l maris


,

c al S oult en 1 8 1 1 Avir an e ta trabajó para que se


.

guarnecie r an estas fo rti ficaciones y se pusieran en


co n diciones de defende r las del enemigº.

T oda esta labo r era inútil ; el pueblo hostil á l a


, ,

mejor ocasión había de echar por tierra á sus dicta


do r es .
3 26 PI O B AR 01 A

premo esfuerzo : el de formar una column a de ocho


á diez mi l hombres marchar sobre Ma dri d y atacar
,

1 0 á l a desesperada .

Avi rane ta habló á l os o ficiales de Badajoz pe r o ,

ya no e r a posible reanimar en ellos el entusiasmo :


todo el mundo veía la partida perdida El g e n e ral .

Plasencia de sal e ntado de sde que había visto en Des


'

p e ñ ap e rro s dese rtar á l o s soldados antes de entrar en

fuego creía que el único idea! era obtener una capi


,

tul ac i ó n decente y espe r ar mejores tiempos .

Avi rane ta escribió á don Juan el resultado de sus


gestiones y unos días más tarde r ecibió este o fi cio :
,

DIV ISION DE C ASTILLA


E S T AD O M AY O R

E 1 E xcmo S r Comand ante e n cral que


. . ,

ha salido esta mañana para a Vera de


Plasencia me ha indicado que escriba si
,

u sted .

S e recibió su pliego en el que p articipa


ba e l poco éxito de nuestro plan de atacar
Mad r id y al mismo tiempo el desfallecí
,

miento de las tropas constitucionales de


e sa zon a Nada de esto es extraño y es ne
º
. ,

cesario un ánimo es forzado para no dej ar


se r endi r po r las noticias adversas para
nuestras armas que llegan constantemente .

El gene r al desiste de su proyecto , y me


encarga le diga cese de practicar d i l i gen
c ias cºn este fi n .
'
Los RECURSOS DE LA ASTUC IA 82 7

S e ha celebrado ayer una junta de ofi


ciales y jefes de l a división y en ella se ha
,

aco r dado enviar á usted á Cádiz á que se


aviste con el Gobie r no l e exp r ese l a situa
,

ción de Extr emadura y Castilla y pida ins


tru c c i o n e s acerca de l a cond u cta que debe
segui r se en l o sucesivo .

S e ha elegido á don Eugenio de A vi


ran e ta ayudante de campo y sec r eta r io de l

comandante g e n e ral pa r a esta comisión ,

por c on si de rárse l e de g ran confi anza y e l


más capacitado por su inteligencia para e l
caso .

Es necesario pues salga usted i nme dia


, ,

tamente para evacuar tan importante c o


misión .

Puede usted atravesa r Portugal embar ,

carse en un puer to de este país franquear ,

e l bloqueo de l a escuadra francesa y en

trar e u C ádiz .

Hoy se escribe al E x cmo S r Marqués . .

de C aste lldosri us para que auxilie á usted


con cuantas noticias necesite de l vecino
reino y par a q ue le dé contr a se ñ as y r eco
me n dac i on e s para los puertos de Villa
R eal Me r tola y T avi r a Preséntese usted
, .

á S u E x celencia y pónganse de acuerdo


sobre este particula r .

E l g e n e ral me encarga diga á usted


que de ninguna mane r a quie r e que nadie
sepa el obj eto de su viaj e más que e l se ñor
Marqués y usted .

C on e l sargento Sá nchez jefe de l a es


,

colta y portador de este oficio comu ni c ar á ,


3 28 PI O B AROJA

usted al g e n e ral l o qu e acu erde con e l se


no r Marqués .

S e están extendiendo todas l as comuni


caciones para el Gobierno y 1 as i nstruc ci o
nes que debe usted llevar al mismo tiem
,

p o que l as recomendaciones para l o s suje


to s c on quienes tiene usted que verse .

Participe usted ve rbalmente al S r Mar .

g ués que esta división se en g r u esa c ºn l as

partidas sueltas procedentes de l ejército


de Galicia pero q ue car e cemos de buen
,

armamento .

En l as comunicaciones al Gobierno va
usted altam ente r ecomendado y si ll e g a á
,

pue r to de salvación c ºn toda f elicidad n o ,

necesita usted más par a que el Gobierno


p r e m i e á u ste d como es debido sus mu
chos y disting uidos servicios en favor de
l a Libertad .

Dios guarde á usted muchos años Cuar .

te ! gene r al de l Casar de Cá ceres á 1 8 de,

A gosto de 1 823 .

MAXI M O RE IN OSO .

En este momento se recibe n noticias de nuestros


confi dentes de Portugal Afirman que en L isboa y en
.

l os A lgarbes se ha proclamado e l absolutismo .

Esta nueva situación hace indudablemente difícil


ó impºsible l a marcha de usted sobre todo cºn ca
,

r ácter mili tar y como representante de l e x celentísimo


comandante general Consulte usted cºn e l señor Mar
.

q u é s y vea si pueden p r opo r cionar le á usted papeles


de comercian te para que disfrazado de tal y cºn pa
,
XXI II

EL VIAJE

Aviran e ta comenzó l o s preparativos para l a mar


cha Compró ce r ca de l a puerta de l as Palmas u na
.

chaqueta y un pantalón ordinarios de aldeano una ,

faja y un sombrero Luego quitó á l a chaqueta l os bo


.

tones y los sustituyó por onzas de oro forradas de tela .

En e l chalecº puso monedas de cinco duros también ,

recubiertas como si fue r an b otonci tos .

El dine r o sobrante menos unas pesetas para el ca


,

mino hizo que se l o girasen á Mé r tola en Po rtu gal


, , .

L uego esc ribió una carta dirigida á un supuesto


Domingo I bar goyen una ca r ta en que el padre de l
,

tal D omingo l e decía que se escapara del servicio y

abandonara á l os libe r ales impíos y volviera á reunir


se c on los absolutistas .

Hecho esto leyó todos l os o fi cios que l e había


enviadº Máximo R eynºso desde e l cua r tel g e n e ral ,

y l os clasi fi có Lo s do s en donde figuraba su nombre


.

l os aprendió de memoria y l o s rompió .

— ¡ Qué fal ta de se n tido e l ma n dar á u n hombre


3 32 PIO B AROJA

con papeles así entre gente se d ij o e ne mi g aI



¡ Oh
manes de Cisne r os de R ichelieu y de T alleyrand !
,

Esta pob r e gente no va á saber nunca hacer bien l as


cosas .

L ºs documentos que no citab an su nombre don ,

Eugenio l os envolvió los metió en un bote que llenó


, ,

de tierra y lo envió á Mé r tola como si fue r a una


, ,

me r cancía .

Pensaba q ue no llevando consigo ningún papel ,

aunque le cogie r an sería imposible identifi carlo S i lo


, .

pescaban diría que no que n o era miliciano ; luego , ,

si le registr aban le encontra r ían l a carta á Domingo


,

I ba rgoyen y ya bastaría esto para que le tuviesen pºr


,

un pob r e hombre absolutista soldado de milicianos á


l a fuerza .

Estando en estos p r epar ativos se l e presen tó Dia


mante y no tuvo más r emediº que deci rle que iba á
,

i r con una comisión á Cádiz .

Diamante se ofreció á acompañarle en el viaje .

A ! adver ti rle Av i ran e ta la manera cómo pensaba


hace rlo D iamante torció el gesto
, .

— Es mejor que vaya usted de uniforme — d i j o


Diamante le tend rán á usted más respeto .

— No no Es absurdo hombre .
, .
,

— Pues yo pienso ir de unifo r me hasta Mé r tola y


,

ve r á usted como llego .

— Haga usted l o q ue quiera ; pero en ese caso si


,

me encuent r a usted en el camino n o diga usted que ,

me conoce .
334 PI O B AR 01 A

R e cog ro en casa de un comerciante l i b e ral el bote


c o n sus documentos y lo vol vió á reexpedi r á Cast r o

M arín .

Av irane ta se pusº en camino hacia Castro Marín ,

á caballo mirando á derecha é izquierda g uare cién


, ,

dose en los árbºles y las matas cuando veía á al º

guien Los r e alistas debían tener espías á los lados


.

de l camino po r que á pesar de todas sus pre c au ci o


, ,

nes Avirane ta cayó en manos de una patrulla de rea


,

listas portugueses Eran muchos para luchar c ºn ellos


.
,

y tuvo que entregarse .

Los realistas l o prendie r on y lo tuvieron toda l a


noche atado á un árbol sufriendo una serie de cha ,

p a rro n e s de agua tibia y abundante Po r l a mañana .

l e hicieron marcha r entre ellºs Eran aquellos po rtu .

r aquíticos con un tipo a i tan ado el pelo ne


g u e se s , g ,

g r o l a tez amarilla l o s ojos brillantes é inquietos l a


, , ,

exp r esión suspicaz y ladina Hablaban todos ellos .

c o n un aire entre amenazador y sonriente .

A media mañana Avi ran e ta, rodeado de l os po r


,

tug u e se s r endido y feb ril fué ent r egado á una par


, ,

tida de realistas españoles que vigilaban la fronte r a .

Esta partida llevaba un g ran número de presos ; e n


tre ellos se e nco ntab a Diam ante .

El jefe de estos realistas un señorito andaluz b a , ,


º

j i to rubio que ceceaba exageradamente y sonre ía al


, ,

hablar c ºn cie r ta petulancia mandó r egistrar al p ri ,

si one ro y se encontr ó l a carta manoseada y sucia di


, , ,

rigida á D omingo I b argoyen .


LO S R ECURSOS DE LA ASTUC IA 335

El aire de estupor febril q ue tenía Avirane ta hizo


creer al andaluz que e l p r eso era un pobre infeliz ,

casi idiota .

— Es un vascongad a— d u o e l o fi cial á su gente



Y o l e hablaré ¿ T ú ser realista ó negro ? I e pre g un
,

tó á Av irane ta .

Av irane ta contempló c on asombro al ofi cial y éste ,

repitió l a pre g unt


D on Eugenio viendo q ue le tomaba n en broma
, ,

di j º haciendo su pape l :
Yo no entender
, .

¿ Cómo n o entende r? ¡ Granuj al Tú ser mili


ciano
— S í coger á
, poner y llevar an º

dando lejos malos caminos luego


, es c apar

c ampos .

E l andaluz se echó á reir .

¿ Y á dónde marchar t ú ¿A dónde


marchar? …

— Y o querer ir á
— R ealmente —murmu r ó el andaluz — á este des

di chado es una tontería prenderlo ; pero en fin l e I le ,

varemos á S evilla c on l os demá s y allí ya verá n l o


que hace n c o n é l .

Pasó l a noche Av irane ta en l a c á rcel de Aya


monte N o pudo dormir un momento E staba febril
. .
,

l a humedad de la nºche anterior l e hab í a prod u cido


un acceso de reumatismo l e dol ía l a c abeza ten í a
, ,

una rodilla hi nc hada y u na misa n trop ía terrible .


3 36 P I O E AR OJA

E n medio de aquel estado de abatimiento e l ins


tinto de conservación vigilaba .

A ! día siguiente por la mañana Aviran e ta advir


, ,

tro al jefe de los r ealistas que n o pod r ía marchar

c ºn la rodilla hinchada
y l e dijo q ue
,
daría l o que

tenía una mone da de cinco duros S I se le proporci o


,
º

naba un caballo E l o fi c i al cogió l a moneda y mandó


.

tr aer un caballo viejo para Avi rane ta .

Durmieron los presos l os días posteriores en l as


c á rceles de Gib r aleón Niebla Palma S a
,
n L úcar l a
, ,

Mayo r y al quinto día entraron en S evilla


, .

A las tres de la tarde Av i ran e ta y Diamante c on


, ,

otros cuarenta ó cincuenta liberales formando cuerda ,

de presos pasaban el puente de Triana rodeados de


, ,

una multitud de homb r es muje res y chicos que l o s,

insultaban Diamante iba con una se r enidad ol í mpi


.

ca sonriendo despreciando al populacho


, , .

Todos los vagos del barri o estaban en e l puente .

S e oían g ritos f uriosos de ¡ M ue re n l ºs negros ! ¡ Mue


ra l a nació n! ¡ Viva F ernando ! ¡ Vivan l as cae n as!
¡ Viva el duque de An g ul e ma!
E r a el populacho amenazador l a demagogi a ne ,

gra desbo r dada Muje r es desarrapadas con chiquillos


.
,

en b r azos que chillaban sin saber po r qué ; viejas


, ,

gitanos frailes q ue pasaban dando á besar á l a


,

chusma l a cue r da de su hábito


— ¡ Viva nues tra religión ! ¡ Viva D ios ! — gritaban
algunos Y otros decían di rigiéndose á l o s liberales :
.
,

¡ A! palo ! ¡ A! palo ! ¡ Canallas ! ¡ Mata frailes !


3 38 PI O B AR 01 A

Hermene gildo que estaba en l a calle de l as P al mas


, ,

que hoy se l l ama de Cortes .

Este edifi ciº tuvo distinto empleo : p ri mero fué cole


gio de los jesuítas luego escuela seminario y cu artel
, , , .

Lºs fr anceses l o de sv al ij aron ; después l a c api l l a se


convi rtió en saló n de Cortes y termin ó siendo du , ,

rante una corta temporada teatr o , .

En aquel momento e l salón de sesiones estaba ,

destruído .

Unos días antes l os realistas sevillanos hab ían en


,

trado allí hab í an asaltado e l ed i fi cio y l o habían de 5


'
,
r

man te l ado .

Pasaron Avi ran e ta y sus compañ eros de l zagu án


de l convento á un patio y aqu í u no de l ºs jefes de ,

l o s absolutistas comenzó l a dis tri bución de l ºs presos .

L a gente distinguida iba al S alón de sesiones .

E n é l estaban detenidos el duque de Veragua y


otros muchos libe r ales aristócratas A l a gente de l .

pueblo milicianos y soldados se l a dirigía á unas


, ,

cuadras grandes .

Di amante fué enviado c ºn l a gente distinguida .

Avi ran e ta en compañía de unos cuantos marchó


, ,

con l a morralla á un salón que debía haber sido en ,

otro tiempo biblioteca 6 sal a capitular .

Un sargento c ºn una gorra de cuartel y un uni for


,

me lleno de manchas l e s hizo formar mil itarmente y


,

l e s dijo
— Bueno niños cuidado A ntes habéis obede cido
, , .

á l a Cºnstitu ción ; ahora vais á obedecer á ésta y —


LOS R ECURSOS DE LA ASTUC IA 339

le s mostró una estaca —


Con q ue ya l o sabe i s ¡ Media
. .

vuelta á l a derecha ! ¡ D r e ! …

A l día siguiente Av irane ta como sus co mpa ñ eros


, ,

tuvieron que dedicarse á bajos menesteres de barrer


patios y cuar tos .

Aviran e ta en su calidad de D omingo I bargoyen ,

n o tenía importancia no ya para ser fusilado


, ni aun ,

para ser vigilado ; pero no d e jaba de estar Oj o avizor


p o r si alguno le reconocía como c a rb o n ari o masón y ,

ayudante de l E mpe ci n ado .

Entonces hubiera sido otra cosa .

Av irane ta fué destinado á barrer un corredor de l


claustro y unas cuadras y á cump li r l as órdenes de l
q u e hacía de a l caide de l a cárcel un hombre á qu
, i en
llamaban el señor Pepe el Úiz nado º
.

E l señor Pepe el Úíz n ado era un viejo andaluz


º
,

seriº grave profundo un pozo de ciencia q ue ha


, , ,

b l ab a por apote g mas .

A lg u nos decían q ue hab ía sido contr abandista y


la drón co sa muy posible ; l a verdad era q ue tenía
,

muchos oficios y ninguno buenº por q ue cam biaba


, ,

de ellos más que de camisa .

E l lugarteniente de l señor Pepe el Úiz n ado que º


,

hacía de po r tero de l a cár cel era el Te l arañ a un , ,

hombrecito muy re di cho y hablado r .

E l Úe l aratta tenía en l a po r te r ía muchos pájaros


c '

en jaulas En sus horas de ocio se dedicaba á ense


.
_

narl e s á ca n tar E n épocas normales e l Úe l arañ a


c
.

era paj arero .


3 40 PI O B AR 01 A

Avi rane ta comenzó á ver de g anarse la confi anza


de l se ñ or Pepe y de l Úe l araña "
.

E speraba que algu n o de ellºs llegara á e n viarle


á hacer c u alquier recado fuera de l a cárcel en cuyo ,

caso no hubiera v u elto .

A l os pocos días de estar allá Avi rane ta que ha ,

bía tomado un odio por S evilla frenético ri o tuvo ,

m á s remedio q ue r econocer que aquellos realistas


andaluces á pesar de su fanatismo y de su bar barie
, ,

eran mucho menos brutos q ue l o s de l Norte y se


aven ían á razones .

Avi rane ta de noche iba á su ri nc ón y se dedica


, ,

ba á cavil e r y preparar pl an e s de f uga No encontra .

ba ninguno b u eno porq ue le faltaban datos ; no co


,

n o c í a bie n el edi fi cio en donde estaba ni sabía hacia ,

qué punto de S e villa se hallaba e n clavado .

S in embargo pensaba qu e á fuerz a de examinar


, ,

proyectos y estudi ar sus difi cultades encontraría algo , .

— M i o caro st u di ate l a m atemati ca se dec ía á s í ,

mismo recordando la frase que repetía su amigo


,

S anguinet ti .


Aviran e ta soh de ó al Úiz n ado y al T e l ar añ a para
saber qué harí an con é ll o s si dejaban escapar al gú n
prisionero ; y al parecer l os dos estaban convenci
, ,

dos de q ue l e s costarí a un castigo grave si n o l o s ,

fusilaban tomándolos por cómplices E sto hiz o pensar .

á don E ugenio q ue el poco dinero q ue ten ía n o


bastaba para comprar á l os c arcele ros .

Hab ía que escaparse sin c ontar cºn ellos p ara


,
XXIV

F UG A

Av irane ta se dedicó á c u mplir l as órdenes q ue l e


daba e l se ñor Pepe y su lugarteniente con rapid ez ;
,

se hizo amigo de l os dos y ellos l e dejaban andar de


,

un lado á otro convencidos de q ue no l e s iba á jug ar


una mala pasada A l os ocho d ías llegó á conseguir
.

s u con fi anz a
.

E l se ñor Pepe e l Ti zn ado l e trataba bien y l e con


taba l as noticias que corrían por e l pueblo E l se ñor
.

Pepe l e dijo q u e e n a q uel momento estaban en ca


pilla u n ofi cial de l regimiento de Galicia llamado
Pe ñ a á q uien l e hab ían encontrado varias proclamas
,

y docu mentos de l os de Cá diz y un alfére z de l Em


,

p e c i n,ado de apellido D iamante


—D ice n—con cluyó diciendo e l se ñor Pepe — q ue
.

e l E mpe c i nado ha mandado á un hombre de su con


T

fi anza pºr Portu gal y q ue se ha debido es c apar .

— Y ese D iama n te ¿ q ué tipo e s? —pregu nt ó e l Te


3 44 PI O B AROJA

Es un g ac h ó —
de cuidado d ij o el señor Pepe .

¿ Por qué ?
Porque no hay manera de confesarlo D ice q ue .

todo eso es pampl i na y no quiere ni arr odillarse ni


, ,

nada Mañ ana yo voy á ve r cómº l o af usi l an


. .

Efectivamente : al otro día el señor Pepe contó el


fusilamiento de l alférez del E mpe ci nado y l a sereni
dad de éste que había llamado bellacos y cobardes
,

á l os realistas y había conclu i do gritando : ¡ Viva l a


,

Libertad ! ¡ Viva D iamante !


Avi ran e ta oy ó con curi osidad l o s detalles del fin al
de su amigo S u deseo de escapar no le permitía el
.

lujo de conmoverse S iguió pensando en sus pl an e s


.

de fuga ; tení a el co nvencimiento de que pen sando


cºn energ í a y de una manera me tó di da se e nc on tra

ban soluciones para todo .

A! d ía siguiente del fu silamiento de su amigo vi ó


que hab ía en el pasillo de l claustro u n a puerta que
daba á un sótano L a puerta tení a u n gran c errojo y
.

un ventanillo D e éste se ve ían algunos trastos viejos


.

amontonados .

— Con estº algo se puede hacer — pe n só Estu



di are mos l a matemáti ca se dijo .

A! d ía siguiente ya tenía su plan P or la mañ ana .


,

al limpiar el corredor pidió al Ti z n ado permiso para


,

entrar en e l sótano y cºger unas tablas E l Tiz n ado .

se l o dió y Avi ran e ta estuvo sacando fu era unos


,

c u antos trastos viejos y observ ándolos cºmo si espe


rara sa c ar al g o de ellos D esp u és vol vi ó á meterlos
.
3 46 Pro B AR O I A

y Avi ran e ta se ñ alando un rincón l e s di j º: Aquí


, , ,

aquí mismo estaba .

E l señor Pepe y Te l ar añ a se arrodillaron para mi


rar ; Avi ran e ta sin meter ruido de un salto se acer
, ,

c ó á l a p u erta de l s ó tano salió fuera y l a cerró c on


,

el cerrojo dej ando dentro á l os dos carceleros En


, . .

seguida echó á correr encendió una paju e la y 1 uego


,

una vela marchó al c u arto de l conserje cogió l a llave


, , ,

abrió las do s puertas q u e s e necesitaban fran q u e ar


para salir á l a calle dejó e l manojo de llaves e n e l
,

suelo y se largó .
XXV

C AM I N O DE G I B R ALTA R

Avi rane ta no conocía bien S evilla Echó á andar .

callejeando Un sereno l e detuvo y l e e chó l a l uz


.
,

del farolillo á la cara .


¿ A dónde va usted ? I e d i j º .

A ndo buscando posada .

Ahí está l a posada A mano izquierda


. .

E l sereno se alejó y cantó : A ve María P un s1 ma .

L as diez y media y serenº Y añadió á s u cántico


.

¡ Viva F ernando ! ¡ Viva el duque de An g ul e ma!


Av iran e ta encontró una posada de arrieros qu e
había cerca ; entró en e l zaguán y acurrucado en u n
,

rincón esperó á q ue amaneciera .

L a noche se l e hizo eterna Al amanecer salió de


.

S evilla y compró á unos gitanos una mul a .

L e costó cuarenta duros ; entreg ó tres onzas y l e


devolvieron mucha plata y cuartos .

Ya caballero Avi ran e ta tomó el camino de U tre


,
º

ra é hizo l a larga jornada hasta Jimena do n de l e de ,


º
3 48 P I O B AR O I A

tuvieron le q uitaron la mul a y todo lo q ue llevaba


, .

Le quedaba aún en la chaqueta una onza de oro


y un centó n en el chal eco Estaba sucio lleno de .
,

polvo co n un aire de vagabundo de caminº tri ste y


, ,

en fermo S e sentía desani mado S e j uraba á sí mis


. .
º

mo no volver á intervenir en política nº hacer caso ,

de la palabrer ía de l os liberales qu e al último hacían


'

traición á sus principios sin escrúpulos ni verg ue nz a


, .

De Jimena Avi n are ta fué á S an R oque : comió y


,

durmió en u na posada pag ó cºn un ce nté n de oro y


,

compró á un contrabandista u n puñal .

El contrabandista l e dijo que pa r a ir á Gibraltar


l e convendría di rigi r se á A lgeciras mejor q ue á L a ,

L ínea porque aqu í hab í a m u cha vigilancia


, .

Avirane ta siguió el co n sejo y se di rigió á A lge


ciras .

A media tarde fué acercándose al pueblo y espe ,

ró á que se hiciera de noche Estuvo contemplando .

d ur ante algún tiempo el caserío negr uzco de l a ciu


dad alrededor de l a iglesia y cuando comenzaban á
, ,

brillar las estrellas rodeando el pueblo salió á l a


, ,

orilla de l mar .

S e acercó al muelle y á un hombre que estaba ,

atando un b ote I e d ij o ,

— O iga usted .

— ¿ Qué ?
¿ Quiere usted llevarme á Gibraltar?
No ; vengo de all á ahora .

L e pagaré bien .
3 50 PI O B AROJA

— Porque queda usted preso Yo soy de l o s


. uno

e n cargados de vigilar esta pl ay a T ú eres un c ons .

p i rado r que huye y te hago p r isionero .

¡ Bah ! no podr á s — exclamó Avi rane ta c on v oz ,

sorda .

¿ No?
No .

Y Av i rane ta acercándose al hombre en la obs ,

c uri dad lo aga rr ó de l cuello y le puso el puñal en


,

la ga r ganta .

El policía pidió tregua en seguida Aviran e ta c o n .

el puñal en una mano le registr ó los bolsillos y sacó


de e l l os una navaja y un lío de cue r da Cºnl a c ue r .

da ató los b razos y los pies del homb r e y lo dejó sen


tado en uno de los bancos del bote Después izó de .

nuevo la vela .

L a ba r ca come nzó á m archar hacia Gib r altar L a .

silueta neg r a de l peñón se veía destacándose en e l


cielo estrellado L os f aros y l as luces del pueblo
.

brillaban en el agua Avirane ta diri gía en línea recta


.
,

sin hacer caso de l as olas que entraban en la lancha .

A pesar de que sus intenciones eran llegar direc


tamente torció hacia l a izquie r da y fué á e rirbarran
,

car en un arenal ce r ca de l a Estacada


, .


¿ Estamos en tie rr a inglesa ? preguntó Avi r a

S í ¿Ahora me desatar á usted ?


.

S í Y usted me devolve r á la onza de


. orº .

— Hombre e so n o es l o acordadº
,
.
LO S R ECU RSOS DE LA ASTUC IA 3 51

— T ammco estaba acordado que u sted me hici c


ra traición .

— Bueno l e devolveré l a ºnza


, .

S oltó Av irane ta l as manos d e l policía recogió l a ,

moneda y luego l e soltó l o s pies .

— Ya se ha salvado usted — d i j o e l polizo n te


He sido un tonto A hora dígame usted quién es
. .

— ¡ S oy e l demonio ! —exclamó Avi rane ta c on voz


c ave rn ºsa.

E l pol izonte debió quedar santiguándose y A vi ,

rane ta marchó hacia la e stacada Un soldado inglés le


'

dió e l al to y llamó al teniente que sabía españo l , ,

y á quien explicó Avi rane ta l o que le ocurría .

Avi rane ta acompañado por el soldado fué por la


, ,

calzada de l dique entre l a laguna y e l mar y pasó


, ,

por la puerta de Tierra á la ciudad


Mi e ntras había venido huyendo se había forjado
l a idea de que estaba a r repentido y cansado de tanto
aj etreo como se había dado á sí mismo A l poner e l .

pie en pue r to de salvación veía que n o sólo no estaba


cansado de su pape l sino que estaba ansiando volver
,

l o á tomar de n u e vº .

A quel paj arrac o de Avi rane ta vivía en su centro


como l o s albatros en l os remolinos de l a tempestad .

Las convulsiones l o s pelig r os l a guerra l as c árceles


, , , ,

eran su
Al mismo tiempo qu e se bu r laba de sus planes de
modi fi car su vida vºlvía á rehabilitar sus ideas Ya
"

, .

se hab ían borrado de su imaginaci ó n todos l os ab sur


3 5? PI O B AROJ A

dos torpezas y cobardías llevadas á cabo por l os re


,

v ol u c i on ari o s; l a L ibertad como un a diosa marchaba


, ,

en su carro tri unfante por encima de l os monstru os y


bestias i nmundas de l absolutismo : la revol u ción era la
salvación de España
— Hay q u e implantarla cuan to an tes —se di j º á s í
.

mismo y conve n cido añ adió se ñ alando c ºn la man o


, ,

l a costa española q ue se iba oculta n do entre l as bru


,

mas de l a n oche :
N os veremos de n uevo .

FI N DE L OS R E CURSOS DE LA A S TUCI A
3 54 IN DI C E

P á g mas
-

V III —D
. on J ulián S án chez .

I X —Av i rane ta
. e n e l c o n ve nt o
X —D e N á je a á A a n da
. r r .

XI . E l p ía d R oa
es e

XII . La e n c e o n a rr

XIII E n Ciu dad R od ig o


. r .

X I V —I a t m a de C o i a

. o r .

X V — U n a c iu dad l ev ítica
.

X V I — La t a de de l dom ingo
. r

X V I I — E ped ici ó n a Pl a e n ci a
. x
'
s

X VIII .

X I X — E l c am in o de S a n M a tín
. r

XX — E l Ca till o de T evejo
. s r .

XX I — L a itu a c i ó n empeo a
. s r .

XXII — U m o fici o d l E s t ado M ayo


. e r.

XXIII — E l v i aje
.

XXI V — Fu ga
.

XX V C amin o de G i b a lt a
. r r .

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