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A MODO DE INTRODUCCIÓN

CONTRASTES PRINCIPALES ENTRE LOS SUBTIPOS


DEL E3: CONSERVACIÓN, SEXUAL Y SOCIAL

Como en el caso de otros caracteres, la Vanidad adopta formas


muy diversas en sus distintos subtipos, y hemos querido iniciar
el presente volumen con una descripción de sus contrastes. Es
esta pasión una preocupación apasionada por la propia imagen
o una pasión de vivir para los ojos de los demás, un vivir para las
apariencias que quita el foco de interés de la experiencia propia
y lo pone en la anticipación o fantasía de la experiencia de otro.
Así, entre sus diferentes subtipos, es el Ez social el que mejor
encaja con esta descripción de la personalidad vanidosa. Repre-
senta la búsqueda del prestigio y la fama, y entre los tres subtipos
es el más explícitamente mercantilista. Quiere ser alguien impor-
tante, muy reconocido públicamente, y utiliza a destajo los valo-
res aceptados, ya sea en el vestir, su apariencia física o los discur-
sos que son atracciones del momento.
La vanidad social es así la más vistosa, resulta más visible que
en los otros subtipos. Es una vanidad frente al mundo. Le resulta
muy importante ser visto ante muchos ojos. Le llena ser recono-
cido por grupos, a modo de un actor que necesita el aplauso
constante como alimento narcisista. El Ez social desea ser reco-

I5
Contrastes principales entre los subtipos del E3

El Ez sexual es el más tímido, frágil e inseguro, No se presen-


ca tanto en el mundo como el social, se esconde un poco y cuan-
do se manifiesta es porque siente la seguridad de que el grupo le
ya a aceptar y a acoger, Va paseando su imagen por las pasarelas
de la vida para ser mirado. Ante una situación grupal nueva, el
subtipo sexual es cauteloso, y observa primero (el Ez social sucle
entrar más dinámicamente, sin observar tanto, de un modo más
arrollador). Busca más la intimidad que el Ez social y también la
vende, poniendo más energía en la relación con el sexo opuesto
mientras le interesa menos el grupo grande, que para el Encatipo
3 social sí es importante.
El E3 conservación es, por último, la «antivanidad». La suya
es una contrapasión: tiene la vanidad muy oculta. Aunque su
imagen le importa, quiere aparentar lo contrario. Es discreto; su
vanidad está en no parecer vanidoso; esa es la imagen que vende.
No quiere aparecer con la vanidad más conocida de la persona
que se viste bien, se cuida físicamente o pueda ser vista como
fútil. Evita la vanidad aparente, que entiende como cosa de per-
sonas poco confiables y tontas. En un grupo más bien se pone
como ayudante o solucionador de problemas.
La vanidad oculta de los E3 conservación hace que, en los
cursos de Introducción a la Psicología de los Eneatipos del Pro-
grama SAT, muchos de ellos no se identifiquen con la actitud
más protagónica del Ez social, que puede llegar a ser bastante
llamativo y exhibicionista, acercándose al Ez sexual; sin caer, eso
sí, en el exceso histriónico: se disfrazan de «extravagantes elegan-
tes», de «chic étnico» si llega el caso, pero sin terminar de perder el
control ni «descocarse» como los Doses sexuales.
Si el carácter Ez social ofrece esta imagen gloriosa y brillante;
el conservacional vende un estar a disposición, una posición más
servicial; por eso no parece vanidoso. Es el subtipo que menos E3

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er.
Psicología de los eneatipos

ion: y | »one mucho afán en hacer


R

parece, porque es s bienintencionado


bieni
las cosas bien y ser una buena persona.
En el hacer y en
La vanidad del Ez conservación está puesta
no hay pro-
los resultados que produce. Su lema podría ser que
blema sin solución. El hacer es constante, la agenda no termina
nunca. El pensamiento de fondo es que si la agenda termina, «yo
no existo». Es una persona constantemente ocupada con algo,
No es capaz de parar, de estar sola sin algo que le ataree la mente
y las manos. No hay entonces contacto consigo mismo: «Mi ser
es el hacer». He ahí una fuente de sufrimiento, porque realmente
quiere ser reconocido por sí mismo... solo que en realidad no hay
un sí mismo. Hay lo que hace. Está para los demás pero él no
está, no existe. No es extraño que le cueste contactar con el pla-
cer: «¡Hay tanto que hacer antes!»
Mientras el Ez conservación utiliza el hacer para el reconoci-
miento (que entiende como prueba de amor), y el E3 social está
identificado con su tarea o trabajo, el E3 sexual se focaliza en su
encanto o envoltura; usa su belleza física y el atractivo y la intimi-
dad sexual para obtener éxito, aunque lo que de verdad quiere es
el contacto afectivo, cosa que no muestra.
Mientras que las mujeres E3 sexuales se identifican con una
imagen ideal de feminidad, y los hombres, de masculinidad, los
E3 conservacionales asumen un papel de hijo adulto y las Ez so-
ciales muchas veces se identifican con roles sociales masculinos
(gerente).
Los E3 sexuales no ponen tampoco tanta energía en las masas
como los Ez sociales. Carecen del don de palabra y a veces les
cuesta expresar lo que sienten. Si los Ez sociales llegan a tener
mucha «abia» y una respuesta para todo, muchos Ez sexuales se
quedan «en blanco» y les cuesta mostrarse; no tienen sentido de
su propio valor. Lo físico (los movimientos sensuales, el modo de

18
Contrastes principales entre
los subtipos del E3

socar, las miradas) suplanta, eso


sí, la falta de re cursos verbal
es.
Veilizan su imagen y su sexualidad para conseg uir
maquillan | lo que no les gust| a lo que sea y
de sí mismos p: ara agradar.
quienes más en Son
contacto están con el miedo. Bu
scan el contacto
Las mujeres aparecen como las niñas eternas. Todos entregan
sexo para recibir amor.
El Ez sexual, aunque pueda ser eficiente y persona de logros
como los otros dos subtipos, es en la pareja donde pone más
energía. Es alguien muy volcado en el otro, donde puede perder-
se, olvidándose del mundo del trabajo y de sí mismo.
Acusa, como decíamos, una falta de valor y busca sentirse
valorado y reconocido a base de percibirse atrayente: esa es la pa-
labra que describe la pasión en este subtipo: «atractividad» o «sex
appeal». Y atrae desde el cuerpo y la energía sensual; cultiva pues
la belleza física como móvil. El interés de la vida y la energía están
en atraer y gustar. Esconde sus defectos maquillando constante-
mente tanto el aspecto físico como las emociones, y al final se
pierde y no sabe lo que siente. |
Es el que gasta más energía en mantener la imagen idealizada
que guste al otro; dar la imagen deseable es su objetivo. Es cama-
leónico y, con tal de gustar, se convierte en cualquier cosa, en la
encarnación de lo que el otro quiera, en un ser para el otro donde
puede incluso llegar a ser agredido o abusado sin darse cuenta,
pues escinde el personaje que juega de sí mismo y no ve lo que
hace. Se pone coqueto y glamuroso, y es superficial. Tras su más-
cara bonita, y muchas veces estereotipada, como de plástico (que
1 ojos de los demás resulta ridícula, pero que el E3 sexual cree que
es lo que atrae), es el subtipo que más puede contactar con un
vacío interior profundo.
En seducción se compara con el E2, con la diferencia de que
Este no necesita transformarse para complacer y, mientras que la
Psicología de los eneatipos

seducción del Ez sexual está puesta en la imagen ideal, la del E,


está más vehiculada por el placer del contacto erótico y sexual, E]
Ex sexual envía mensajes eróticos solo para atraer; no está dis-
puesto a dar lo que promete. Quiere ser deseado pero que no le
toquen, porque se valida en el deseo del otro. Distingue el sexo
del amor, y en el sexo está preocupado por lo que le gusta y le
apetece al otro, y por hacerlo bien.
En su aspecto, los Ez de conservación parecen más clásicos y
discretos que los E3 sociales: pueden ser igual de vanidosos pero
no quieren que se note que les importa tanto su apariencia.
De todos los Ez, el social es el más camaleonico. Se viste y
actúa según lo que se espera de él y acorde con la moda del mo-
mento. Le gusta vestirse, las joyas y el maquillaje, aparecer como
un personaje bello, brillante. Su armario guarda todo tipo de
ropa, adecuada para ambientes diferentes. Puede ser pijo, intere-
sado en tener lo último y las mejores marcas (le gusta comprar lo
más caro), o en estar al tanto de lo último de su campo de conoci-
miento. Tiene los valores que el otro compra (vende la propia
personalidad).
Al Ez social lo que le apasiona es brillar y se va sacando brillo:
tiene talentos y los usa a tal fin. Es el más mentiroso de los tres y un
buscador descarado de público, fama y admiración. Le gusta con-
quistar personas, aplausos, reconocimiento, lugares... y en esta bús-
queda se va perdiendo. El brillo es un deseo de llamar la atención.
Sabe presentarse, tiene encanto y modales, tiene todos los
accesorios. Es eficaz, enérgico y lanzado. Se mueve con elegancia
y facilidad, como una persona «de mundo».
Siempre está de buen humor y es más alegre y dicharachero
que el E3 conservación, que es más duro y enojado, y más rígido,
mientras que el Ez social puede ser bastante intuitivo y empático.
En cuanto al Ez sexual, aunque sea más tímido y vergonzoso

20
P»”

Contrastes Principales entre los subtipos del E3

que el Ez social, no se queda en la oscuridad, Si bien lo más im


portante p ara él es atraer, > tambié :
también necesita ser visto, pero recono-
cer que quiere que le vean es un tabú para él.
El E3 conservación también es tímido pero por
motivos dife-
rentes. Si el E3 sexual lo es por miedo a mostrar que es demasiado
hueco por dénto, que no vale mucho, en el E3 conservación la
timidez, aun teniendo igualmente su origen en la inseguridad, está
vinculada al control. Cuando no conoce el ambiente, la necesidad
de reconocimiento le lleva a no mostrarse: uno se muestra cuando
tiene la certeza de que va a ser aceptado.
El E3 de conservación se controla y controla. No soporta el
caos. Es detallista: está en todo (colocando las zapatillas que en-
cuentra por los pasillos...), atendiendo a las necesidades de los
demás. Se acuerda de todos los detallitos: cumpleaños, lo que
dijo tal persona en tal ocasión...
Mientras que el Ez sexual es bastante inseguro, para el Ez
conservación es muy importante tener las cosas muy claras; no se
permite nunca estar inseguro. Y ha armado muy bien su vida para
ello; es como si vendiera seguridad, da la imagen de tener mucha y
es un solucionalotodo; en este sentido se parece más al Eg. Es «ma-
nitas» y arregla las cosas; es apañado. Parte en cualquier situación
de que ha de tener respuestas para todo... y si no las tiene, las fa-
brica. Su mente funciona muy rápido y en general su memoria es
prodigiosa y colecciona información de todo tipo para utilizarla
en el momento oportuno. Aprendió a tener habilidades que ayu-
den a los demás y a estar en lugares donde es necesitado. Tiende a
solucionarle la vida a gente que acaba de conocer.
La palabra clave del E3 conservación, «seguridad», puede
pensarse a veces como una búsqueda de seguridad compulsiva en
todos los sentidos, principalmente en lo conservacional. Pero en
realidad esta persona define su vida partiendo ya de una posición

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Psicología de los eneatipos

de dub pá
de seguridad, en donde la vida básica ya e
a € d Ao
de vivir es tomar siempre en cuenta que 00
“ando esa situación de partida. Tener siempre, por
guir garantizan s cauto a la hora de gastar), una
ejemplo, dinero sulicienteiiqueesa
onar
ñ y L la Capa cidad de solucie:
rio
casa esta ble con tod o lo nec
pedir ningún
dificultades o problemas cotidianos sin tener que
tipo de ayuda (o buscar ayuda competente cuando sea necesario);
adelantarse en prever atascos y solucionarlos inmediatamente,
etc. Con respecto a los otros subtipos, es el más autónomo y es-
toico; tanto que a veces se puede confundir e9p un Es ic
ción por el perfeccionismo y la carga de trabajo que AS pue
renciándose de este por la sonrisa automática y una energía más
liviana. Mientras que el E3 conservación es un apasionado de
poderlo todo por sus esfuerzos, el E3 sexual aspira a una pareja
que le pueda asegurar la supervivencia que siente no poder lograr
con sus propios recursos; mientras que el E3 social cree que se
puede ganar la vida mediante su prestigio.
El E3 conservación se presenta al mundo en forma de perso-
na segura «por naturaleza», sin darse cuenta de que la energía que
gasta para mantener ese statu quo, convenciéndose en cambio a sí
misma de que «nació» así.
Y esa es su vanidad mayor, aunque no sea explícita. Al vender
seguridad, se piensa, se siente como alguien de mucho valor:
cualquiera no tendrá más que ventajas en tenerlo como pareja o
amigo y, en consecuencia, en algún momento de la vida será re-
compensado. Este premio futuro es el que mantiene la máquina
funcionando. Pero es una recompensa no dicha, jamás asumiday
que espera se adivine y sea obvia en la mente y en el corazón de
aquellos a quienes se ha dedicado tan íntegramente.
Claro está que, al vender seguridad, atrae a los más inseguros
y necesitados, a gente dependiente. Con el tiempo se cobr
a lo que
00%
a rs
Contrastes principales entre los subtipos del E3

dio Y acaba demandando e precio bastante elevado por un ser-


vicio que al principio parecía gratis y benevolente.
Cuando sobreviene la frustración, al percibir que el otro no
le da la recompensa tan esperada, surge un monstruo que puede
descruir sin piedad alguna, de forma fría y calculadora pero
manteniendo siempre la máscara de bueno y disponible. Esta
característica monstruosa, que también se da en el E3 social y en
el E3 sexual, es en él menos evidente porque la actúa, sobre todo,
en el ámbito íntimo de la familia.
El E3 social puede resultar más abiertamente egoísta: si te
quiere es porque te ha incorporado a su grupo. El prestigio, que
es la palabra que le define, es necesitar que alguien tome nota,
que sea testigo de lo bueno que es. Se hace mucha autopropa-
ganda; de los tres, es quien más y mejor la emplea, y de una ma-
nera bastante libre, aparentemente sin vergienza alguna. Habla
de sí mismo y conquista multitudes. Es hábil para mostrarse
ante los demás.
La antivanidad del E3 conservación, en cambio, radica en
querer ser reconocido pero no directamente: «Que hablen de mí,
que hablen de lo que yo hago bien, pero que no melo digan a mí,
y sí a los demás, para que todos lo sepan.» Tiene un tabú a la va-
nidad social o sexual. Considera la autopropaganda del E3 social
un autobombo vergonzoso y la coquetería abierta del E3 sexual,
patética. Su tabú a la autopropaganda viene de su rechazo a ser
visto en un lugar prominente, que siente como ridículo y, en el
fondo, como un lugar demasiado vulnerable donde pueden con-
frontarle o deshacerle su máscara. Sufre, pero tiene que mantener
todo el tiempo la imagen de que todo está bien. En vez de eso,
vende una imagen de bondad y responsabilidad.
Y trabajo: el Ez conservación es una máquina de produc-
ción. Es trabajólico, más que el social; todo lo que es se lo debe al

23
Ps»iiccoollooggía de los enea
tipos

su esfuerz o, y , se centra menos e»n el brillo. Es la Margari-


fruto de
ta del Fausto.
se xu al , es p erf ecc ion ist a en la im agen física, el Ez
Si el subtipo
ce . Necesita probar que los
demásse re-
conservaciióón lo es en el ha
ha ci en do las co sa s es cr up ulosamente y piensa
conocen su valía
En O
que podría haberlas hecho mejor. Se parece jl Er en
detalles y se
to, meticuloso, crítico, hiperético, se obsesiona con
agobia ante la idea de tener que cumplir las tareas a la perfección,
Pero mientras el Ex es contenido y serio, el Ez es más expansivo y
alegre o neutro; y además el Er se orienta a la tradición, y el Ez, a
la aprobación de los demás.
El Ez conservación es trabajador y más «hormiga» que el
Ez social, que es un pavo real que dice grandes palabras, se ena-
mora de su discurso y de las promesas que hace y de su ego in-
flado, y luego puede asustarse de tener que cumplir lo que ha
dicho, o descargar, alegremente, el peso sobre subalternos, si los
tiene.
En cambio, el Ez conservación es comprometido y cumpli-
dor. La suya es una imagen de eficacia (esa es su propaganda). Es
el más eficiente y su imagen pública es la de alguien confiable,
que puede proveer y que jamás se va a olvidar de las promesas que
hace. Es un burócrata eficaz y no quiere mostrar su
cansancio ni
su agotamiento.
Frente a eso, el Ez social es el subtipo más
mentiroso. Se fal-
sea mucho en cuanto a lo que dice que
sabe y lo que de verdad
sabe. Vende una imagen de eficienci
a y engaña aparentándola,
pero en realidad no tiene la paci
encia de hacer esas tareas que
son estar en el centro y se ap no
oya en otras personas para lograr
sultados satisfac re-
torios. Un Ez social no
que eso no le estimula, h ace pequeñas cosas por-
no le retorna en r esu
su afán de ser alguien ltados que confirmen
importante.

24
Contrastes principales entre los
subtipos del E3

y puede frustrar las expectativas ajenas a la hora de compr


-peterse mientras que el E3 conservación sí cumple con
. ., , O-

todo, , es eS-
crupulosamente. El E3 social, con la palabra consigue arreglar la
situación («sé hacer muchas cosas»), pero lo más objetivo y prácti-
co no lo hace. Le gusta obtener grandes logros y utiliza a los demás
A conseguir sus fines, se apoya en otros ya que no es demasiado
eficientes lo imprescindible es ser importante. La eficiencia que
promete no la cumple si no hay una posibilidad de que él apa-
rezca COMO el realizador, y siempre encuentra justificaciones
para nO asumir su responsabilidad, con lo que consigue mante-
ner su imagen.
Dirige su atención hacia sus propios objetivos, a sus intere-
ses personales, más que a la comunidad. No asume sus desaten-
ciones para con los demás (las racionaliza, justificándose y no
asumiendo la culpa), ni los fallos de sus compromisos de res-
ponsabilidad.
En el ámbito laboral, el Ez conservación puede tener más
dificultad en delegar su trabajo y, de hacerlo, no suelta del todo el
control sino que va «persiguiendo», al modo del Ex, a los trabaja-
dores para verificar que cumplen los plazos, con el método, etc.
Pareciera que el E3 social, que suele ser lo más parecido a un jefe,
se aburra controlando la buena marcha del proceso y no tutela a
sus subalternos como lo haría un E3 conservación. En cambio,
cuando ya falta poco para terminar, revisa el trabajo ajeno y lo
descalifica... para, finalmente, ante el cliente, arrogarse todos los
méritos y olvidar que ha habido un equipo. El Ez social inicia el
proyecto y vende los resultados finales, mientras que el trabajo
metódico lo hace el Ez conservación.
Con respecto al trabajo, al Ez sexual le cuesta mantener una
disciplina y puede ser muy eficiente en las tareas domesticas, que-
riendo que su familia aparezca como lo más perfecta posible.

25
Psicología de los eneatipos

También puede trabajar mucho y no parar, pero le cuesta desa


rrollar su éxito o independencia porque la eficiencia está con
mayor énfasis al servicio de controlar y seducir al otro, y Ss muy
fácil que tenga problemas en realizarse a sí mismo en el Plano
profesional, ya que tal cosa está en contradicción con su p asión
de mantener el vínculo de dependencia en la pareja. El con: Acto
es más fuerte respecto a los otros subtipos, pues su baja e SU;
hace que se sienta más seguro escondiéndose en el campo Pe
gido de sus relaciones íntimas.
Al igual que el E3 sexual, el Ez conservación también utiliza
la seducción sexual para obtener afecto y contacto; sabe seducir
sexualmente para conquistar a una persona dentro del terreno
que al otro le interesa a priori. Su problema es que no tiene tiem.
po para la vida sexual, ni siquiera afectiva, cuando ya se encuen-
tra en una relación estable. Es como si fuera una pérdida de tiem.
po pues no produce resultados tangibles y concretos,
Tanto los E3 sexuales como los sociales pueden ser conquis-
tadores y seductores, pero de distinto modo y con diferentes ob-
jetivos. El E3 sexual es irresponsable o inocente, y el Ez social es
todo lo contrario: sabe dónde pisa y con qué poderes cuenta, es
muy competitivo y probablemente más perverso. Si la E sexual
es Marilyn, la E3 social podría ser Sharon Stone, más agresiva. La
E3 sexual pone el poder en manos del hombre, cuya protección
busca, mientras que la E3 social toma el poder y es dominante
(«cabeza de hombre, cuerpo de mujer»), sin perder por un mo-
mento el glamur.
La dependencia de los demás es constante en todos ellos. Los
E3 sociales son los más manipuladores, pues aparentemente son
muy autónomos: utilizan a los demás sin que estos se den cuenta,
transformando la propia dependencia en algo que significa mucho
en la vida de los demás. La dependencia de los E3 conservación €5

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Contrastes principales entre
los subtipos del E3

¡gu almente poco visible, pues


hace que los demás se sientan depen-
dientes de él en todo aquello que significa supervivenci
a. Puede ser
duro y frío € inaccesible como persona y tiene miedo
a que vean su
vacío. Anhela el reconocimiento, pero tiene tanta vergiienza de que
se le note que este rasgo es difícil de ver sin ojo clínico. Tiene deseo
de amor, pero no lo siente de manera consciente.
La frialdad está en los tres subtipos. En el E3 conservación es
una máscara de rechazo: «Yo no te rechazo directamente pero me
pongo frío». El E3 social también es frío pero conservando las
personas a su alrededor; es más bien una defensa para conseguir
mantener su rol social. Y la frialdad en el E3 sexual radica más en
sus maneras, sus modales. Lo invierte todo en el cortejo, pero no
consigue entrar en la relación misma a un nivel de entrega más
profunda. Hay una protección, por miedo a conectar con algo
que no sabe qué es. El Ez sexual vive tanto en la imagen que si
entra en ese vacio —lo cual rompería un poco esa frialdad—,
podría perderse. Ese vacío interior que el E3 sexual siente puede
que al social le resulte más difícil de percibir: hace tantas cosas y
tiene tantas ideas...
El Ez sexual muestra más la inseguridad, el dolor y el sufri-
miento; expresa más las emociones que los otros dos. Y es el más
dulce. Aun siendo el más emocional, le cuesta conectar con su
agresión. Si los sociales pueden ser agresivos, los sexuales, no. De
hecho, reprimen la agresión y pueden aguantar mucho. Pero el
afecto es hieratizado y por eso se ha vuelto duro; cuanto más neu-
rótica está la persona, más dura se vuelve. Es despampanante
pero sin ternura. Cultiva una irresistibilidad peligrosa, como en
la historia de Sansón y Dalila.
El Ez conservación evita más reconocer el dolor y controla de
manera muy fuerte la expresión de sus emociones, Como sl fuera
incapaz de dejarse sorprender por la vida. Alberga la creencia de:

27
Psicología de los eneatipos

«Si yo siento el dolor o me emociono, pierdo el control de la situa.


ción». Presenta mucha dificultad para conectar con el dolor, e]
sufrimiento y el conflicto. Usa ampliamente el mecanismo de la
negación, esa defensa que tiene mucho que ver con el «nadie
puede saber más de mí que yo mismo». No obstante, en experien-
cias vitales como las crisis o las confrontaciones puede reconocer
el dolor y encajarlo.
El Ez social es el más fuerte; utiliza la fuerza para ponerse en
un lugar central en un grupo o en sociedad, y puede ser duro y
aplastante. Es el más competitivo de los tres. Es más agresivo y
más defensivo. Donde pone el ojo, va. Tiene la sensación de
poder hacer cualquier cosa. Es el subtipo del E que más energía
tiene; es como el «cocainómano» —la cocaína es una droga muy
Tres social que exacerba sus tendencias características. No puede
parar. En soledad, ya está anticipando a nuevos proyectos de
éxito. Tiene la imagen de claridad mental; está muy «en la cabe-
za».
El E3 social es quien más puede mentir para conservar su
imagen. No puede aguantar una crítica ni cualquier tipo de con-
frontación porque está todo el tiempo en el esfuerzo de mantener
la imagen de: «Yo puedo hacer cualquier cosa».
El E3 conservación no asume los riesgos que sí corre por
amor al peligro, por adrenalina y por mayor confianza en sí
mismo, el E3 social. Pero también es agresivo. Sabe defenderse,
tiene poder para confrontar y ser crítico. Los E3 sexuales son a
quienes más les cuesta confrontar o enfrentar el conflicto, se es-
conden más; son más seductores.
El E3 social puede estar bastante identificado con su cabeza
(similitud con el E6 y con el E7), y tener consciencia de que
cuando sale a la calle se pone una máscara; cuestión esta última
quizá no tan relevante para el E3 conservación, que se pierde más

28
Contrastes principales entre los subtipos del E3

a sí mismo En la escrupulosidad de la tarea y puede que no haga


ran
to de cara a los demás.
El E3 social se cree todo lo que vende, se identifica con eso.
Es, de los tres subtipos, el más artificial, aquel a quien más se le
nota la máscara. Representan el prototipo de la vanidad más
obvia, pueden llegar a ser bastante amorales. Cuando el E3 social
se da cuenta de su falsedad, ve que todo lo que ha hecho es men-
tira y entonces se deprime, se retira, ve su vacío y va en busca de
su propia autenticidad.
En suma: el Ez de conservación anhela que le quieran por lo
que hace; el social, por lo que logra; y el sexual, por su presencia
física y su encanto e intimidad.

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LA PASIÓN EN LA ESFERA DEL INSTINTO:
CÓMO ACTUA LA VANIDAD EN LO CONSERVACIONAL

por Assumpta Mateu y Ferran Pauné

Suele asociarse al Ez con una persona que se mira en el espejo,


pues vanidoso es aquel que necesita constantemente confirmar
su apariencia externa. No obstante, la experiencia constata que
en realidad la persona vanidosa tiene poca consciencia de sus
rasgos físicos. Así, lo que ve en un espejo es solamente una ima-
gen que a otros posiblemente les dará placer mirar. Frente al es-
pejo un Ez no se ve a sí mismo sino que se imagina encarnado en
otra persona que mira lo que se refleja. Podemos concluir enton-
ces que un E3 vive varios personajes en su interior, elegidos de
acuerdo con el deseo de transformarse en un objeto de deseo
para cada uno de ellos. ' |
La teoría de los instintos nos demuestra que la pasión de va-
nidad, al invadir.el instinto de conservación, produce un énfasis
en la atención a la supervivencia y en el control que asegure las
necesidades primarias. Toma así la forma de mostrar, a sí mismo
y al otro, la capacidad de solucionar asuntos concretos de la vida,
como persona competente, con la motivación compulsiva de

33
La pasión en la esfera del instinto

pertenencia. Melanie Klein' ya hablaba de una manera especial


de la mirada del otro como estructuradora, formateadora y con-
firmadora de la existencia. Parece ser que el Ez conservación no
se liberó lo suficiente de esta necesidad primaria y pasa la vida
buscando esta mirada, a modo de un perseguidor.
De ahí surgen dos importantes movimientos relacionados:
Una apertura ingenuamente confiada y optimista; acompañada
de desconfianza y decepción: «El otro no me va a dar nada si yo
no hago por conseguirlo».
Las necesidades de pertenencia y de ser visto están por enci-
ma de las demás. «Tal y como soy, no hay amor
para mí» es la
idea loca que, no obstante, tiene una base experiencial real en el
seno del núcleo familiar en la edad infantil. La familia sí acepta al
niño E3 conservación como miembro, pero no tal como es, y
ante esa distorsión acaba adoptando la estrategia de conducta que
le reporte la seguridad de sentirse aceptado, perteneciente al nú-
cleo familiar. De esa confusión entre dos campos de existencia en
la edad temprana resulta esclarecedor este testimonio:

Vivíamos en una casa pequeña, con mi abuela y mi tío paternos, sin inti-
midad. En mi familia no se aceptaba mi vitalidad, mi rabia ni mi sensibi-
lidad. Mis padres me inmovilizaban físicamente ante cualquier conflicto
entre hermanos: yo era el más fuerte y vital, y resultaba más sencillo
mandarme a un rincón que solventar disputas. Mi familia no podía so-
portar un ser tan vivo, con tanta energía, y necesitaba compulsivamente

1. Melanie Klein ubicó en el centro de la estructuración del psiquismo la rela-


ción madre-hijo y teorizó la formación de la identidad desde la identificación in-
de los
troyectiva € identificación proyectiva. Véase «Contribución a la psicogénesis
Obras Completas
estados maniaco-depresivos» (193 5), en Amor, culpa y reparación,
L RBA, Barcelona, 2006, pp: 279-3075 y «Notas sobre algunos mecanismos
RBA, Barcelona,
esquizoides» (1946), en Envidia y gratitud, Obras Completas la)1I, reformularon
supervisó con € sus
2006, pp. 11-34. Winnicott y Bowly (que
bueno y del apego, respectivamente.
ideas en las teorías del maternaje suficientemente

35
Psicología de los enratipos

castrarle. Era tal mi necesidad de ser aceptado y de seguridad que borré


de mi consciencia que otros me quisieran destruir; de ahi nació mi inge.
nua bondad, que persiste aun cuando el otro la aproveche para macha.
carme (Ferran). Ñ

La esperanza del Ez conservación es que se recupere el con-


tacto y la fusión con el otro. De ahí la necesidad compulsiva de
ser bueno y de no querer ver la actitud destructiva del otro hacía
mí. Así, ante un conflicto no percibo la realidad de la relación y
creo una imagen del otro (aparte de la mía de buena persona) que
lo salva; no asumiendo que si el otro no satisface su necesidad
puede seguir actuando destructivamente hacia mí. Pero ¿qué me
lleva a actuar de ese modo? Probablemente un profundo dolor
por la pérdida:

Un día, de niño, conecté con un dolor, insoportable, ligado a la super-


vivencia. Lloraba: «Dejadme vivir; yo solo quiero vivir en paz. ¿Por qué
me quieren destruir si yo no les he hecho daño y les he deseado bien?»
Un llanto desconsolado de la pérdida y de la realidad (del mundo), que
no es como yo la vivo internamente. De pequeño no pude hacer otra
cosa: desconectarme de mí, adoptar el modelo de bueno y satisfacer el
deseo y la necesidad del otro. Era pura supervivencia, puesto que en-
tonces no podía prescindir del otro y ser autónomo (Ferran).

De esa necesidad de pertenencia nace también la idea de que


el amor del otro «me lo he de ganar haciendo algo». Este hacer
tiene un origen externo (hago lo que se espera de mí; no lo que yo
siento, quiero o necesito) y una función interna: obtener recono-
cimiento, que el E3 conservación siempre está necesitando. Para
lo | : E OS 2
grarlo hace lo que el otro necesita de él. mientras no expresa su
ropia necesi E dc '
propia necesidad. No obtiene así satisfacción real, pues solo se
satisf
ea la necesecesididad
ad neuró
neurótica,
tica vy « sigue enton
ces buscando apro-
- Un ostrarse, en un círculo sin fin: «Tengo que ser la

36
La pasión en la esfera del instinto

mejor para que me apruebes». La necesidad no desaparece por-


parte
que nunca se satisface. Es un anhelo de reconocimiento que
de un lugar equivocado.
El E3 conservación carece pues de una confianza real en que
si se muestra, si es, haya para él. De hecho, es una idea impensa-
ble. Su psique concluye: «Si quiero algo, me lo tengo que ganar»,
con lo que nunca llega el amor desinteresado, que es la necesidad
real: «Que me quieran por lo que soy y no por lo que hago».

Es como si yo no creyese que tengo suficiente; siempre quiero tener


más y más y por eso el trabajo se vuelve tan importante: la garantía de
supervivencia; es como si creyese que no puedo descansar. Preciso ha-
cer mucho hoy porque no sé cómo será el día de mañana. El esfuerzo
ara conservar las relaciones, las amistades, las cosas materiales es tre-
mendo: todo el tiempo en mostrar la eficiencia, la practicidad, el dina-
mismo, el coraje, la bondad, la dedicación al amor y la adaptabilidad
(Sandra).

Otra necesidad neurótica del E3 conservacional es el empeño,


el poder conseguirlo. Tiene implícitamente asumido un: «Si yo me
empeño, lo consigo». No existe la idea de gratuidad, ni la posibi-
lidad de recibir. Hay un «no» interno («no soy») y externo («no
hay»); la compulsión es hacer para ser.

En un retiro en Brasil salí con una invitación de Daime (experiencia)


muy fuerte, que era la actitud. Era una palabra muy fuerte y yo pasé
todo ese año racionalizando la actitud: «Voy a hacer eso, voy a hacer
aquello», y entré de nuevo en una paranoia del hacer externo, princi-
palmente en mi relación de pareja. Comencé a hacer, hacer, hacer,
buscando que las actitudes externas trajeran la cura del sentimiento.
Continué negando el sentimiento, negando el daño y percibí que
aquella negación mía venía de un sentido de superioridad muy grande,
con la firme creencia de que «yo me voy a salvar; eso yo lo voy a curar.
Tengo fuerza suficiente para salvarme, para salvar al otro, para salvar al
mundo». Percibí en esta ansia de salvar como si buscase la validación

37
Psicología de los eneatipos

del propio Dios. «Soy casi como un ángel. Solo NN vea mi


angelicalidad y me lleve cerca de El». En cierto modo, uscando Esa
cualidad angelical yo niego todo lo que es humano, instintivo y visce.
ral, como si eso me separase de ese Divino. Cuando lo que yo estoy
viviendo es lo que en realidad me aparta de mi propio Divino, de mi
propia verdad. Lo tengo todo bien explicado, muy bien comprendido,
pero es muy difícil, y por eso comprendí que la actitud que el Daime
me está pidiendo es una actitud interna: primero encontrar lo que es
verdadero para mí y ser capaz de asumir eso verdadero, independiente.
mente de la reacción del otro. Si el otro es feliz o no, es problema de él],
Mi problema está aquí: estar bien conmigo (Gisele).

La pasión del E3 conservación se manifiesta en un exhibirse


sin entregarse, un quedarse siempre en el escaparate. Una inmen-
sa necesidad de ser visto viene de la profunda sensación de no
haber sido percibido suficientemente. Algunas personas relatan
una sensación de abandono: «Wo me vieron (en mis necesidades)
como yo precisaba». De ahí tal vez la necesidad de exhibirse, de
llamar la atención, pero con discreción, que no se note. Como
dice Maribel: «No me gusta nada ser invisible. Pero menos aún
ser el punto de mira por algo inadecuado».
Para lograr ser visto, y al estar tan comprometido con este
mostrarse, el Ez conservación no puede salir del escaparate para
disfrutar de la intimidad. Hay, con todo, un deseo inmenso de
que alguien perciba la falsedad de esta posición y venga al rescate.
En palabras de Vera: «Un príncipe o princesa que sepa tocar las
cuerdas oxidadas de la pasión y del amor».
Ante la falta de apoyo externo, el conservacional ha aprendi-
do muy pronto a vivir fuera de sí mismo: «Solo existo si me
miran», «solo me miran si soy útil». He aquí algunas de las ideas
nucleares, según diversos testimonios, que activan
el empeño:

Aprender a olvidarme de
mí para sobrevivir.

38
La pasión en la esfera del instinto |

. Si muestro mi necesidad, me quedo sola,


. Negación de la existencia espontánea: mejor si soy otra.
. Dificultad de entregarme a mí misma. No dejarme caer en
mí. Controlarme porque no hay nadie «que mire por mí».
. Vivencia interna de que nadie me puede sostener y que no
hay amor para mí si no hago.
. La vara de medir no es la propia.
+ Lo que me gusta está desvalorizado.
. Necesidad de agradar, de brillar por encima de todo, como
garantía de que así me quieran, o me respeten o me valoren;
de que soy.
+ Miedo a darme cuenta de que no valgo por mí misma y, al
tiempo, estar segura que me valgo por mí misma y que yo
tengo que poder sola.
- Demostrarme la capacidad de poder hacer, conseguir y decir
con autoridad. En ese demostrarme tal poder aparece la segu-
ridad de que existo y de que estoy existiendo «bien». Nadie
puede señalarme, decir que no valgo, decir: «Al paredón».
« Unrterrible miedo a la muerte social, a ser borrada.
Miedo a la crítica, que es un motor, una motivación para ser
mejor. No me volverán a «pillar».
« Tolerancia muy fuerte a la incomodidad física. El cuerpo se
queja del sobreesfuerzo, pero lo leemos en forma de «debili-
dad» que hay que esconder y no tomar en cuenta.
* Creencia de que si me paro ¿de qué sirve? No hay consciencia
de las necesidades fisiológicas como «auténticas». Es un estor-
bo tener cuerpo y atenderlo.

En conclusión, la necesidad nuclear del Ez conservacional es


de seguridad. Y ¿cuál es el mecanismo que le lleva ahí? Un miedo
nuclear a morir.

39
130%

s
Psicología de los eneatipo

su fo nd o cu an do ni ño , se encuentra sin
Al desconectarse de externo de los
sentirse ser y sin el apoyo
el soporte interno de
rí an pr ot eg er lo . En est e pu nt o llega a sentir la
adultos que debe qu e lees host! o ajeno,
l de mo ri r, en un mu nd o
posibilidad rea
co n el qu e so lo ti en e co ne xi ón si se desco-
un universo extern o
su
necra de sí mismo. El mi edo a morir llena por momentos
egia
mp o de co ns ci en ci a y es en to nces cuando adopta una estrat
ca n
la an gu st ia ex is te nc ia l, qu e le ll ev a a ser en funció
de escape de
quien
del otro. Viene a ser un rendirse a la voluntad de aquel de
vid a, en Un os cu re ci mi en to ón ti co que ya no le per-
depende su
te ver qu e su ex is te nc ia , €n re al id ad , no depende del adulto,
mi
e él mismo es.
sino que ya Es en conexión con el Ser qu
scubre la base dinámica
Este recorrido hacia lo nuclear nos de
difícil compren-
del E3, que es la pasión del E6: el miedo. No es
a, ue entregar su
der cómo surge este miedo de supervivenci porq
ra
ser al prójimo implica que su vida está en manos de aquel. Pa
arse o dife-
realizar la propia personalidad es preciso individualiz
renclarse:

Hasta ahora he hecho lo imposible para no perder al otro, aunque yo


no le importase nada a él. Era mi idea loca: «Si soy bueno y le satisfago,
me querrá; no lo perderé». Ahora empiezo a vivir viendo la realidad
no creando una imagen del otro ni de mi «bondad». |
He podido hacer este proceso desde el momento en que me pude
distanciar del otro, diferenciar, tomar perspectiva. Lo primero fue re-
conocer que lo mío era importante, que tenía derecho a ser y a expre-
e como soy. Una vez ahí, y frente a la neurosis del otro, he ae
ido a mantenerme en mí y a soportar la pérdida del otro (Ferran).

« 51 ,0 . :
En OR dominando pero en el fondo seré yo el que os
de-
penderéis de mí y aún ia ran Imprescindible para vosotros doque que-
vosotros. Cuan
E - A rd entreagaré a ra
ráis más de mí, > no hoosos |lo daré, de algun mane os abandonaré y 0s

40
La pasión en la esfera del instinto

rechazaré. Os haré lo mismo que me hicisteis a mí». Ese es el juego:


salirme al final con la mía sin que se note (Javier).

Detrás del dolor de sentirse solo en el mundo —cuando, en


la infancia, el E3 no siente que le vean ni que se le deje ser—, y
del vacío de no tener nadie fuera ni tenerse en el fondo, emerge
un miedo terrible a morir. Y con él, la vanidad como un modo de
no sentir el miedo entre la supervivencia y la muerte. En el reco-
nocimiento del valor de ser y de ese miedo que subyace al vacío,
reside la esperanza terapéutica hacia la autorrealización.

41
2

LA NECESIDAD NEURÓTICA CARACTERÍSTICA

por Ferran Pauné, Amor Hernández y Assumpta Mateu

Como hemos visto, la motivación neurótica de la vanidad en el


conservacional está al servicio de solucionar el sentimiento de
precariedad de la propia existencia. Los esfuerzos para contener la
ansiedad respecto a la satisfacción de las necesidades básicas se
pasionalizan, tomando la forma de una excesiva búsqueda de se-
guridad.
Llegamos así al núcleo de la forma de conducta, siendo «se-
guridad» la palabra clave que define este subtipo. Se trata ni más
ni menos de seguridad para asegurarse la supervivencia. El reco-
nocimiento ajeno es una de las bases para sentir seguridad y por
eso al E3 conservación no le gusta ponerse frente al mundo y
brillar, ya que ello supone un riesgo, que a él no le gusta: eso es
propio de la vanidad más ostentosa. Claro está que se trata de una
falsa humildad, pues la vanidad de no tener vanidad es un querer
destacar pero sin que se note. El Ez conservación busca y da amor
en la seguridad. Vende y ofrece seguridad. Por ello es un buen
consejero y conversador, y con un cierto perfeccionismo de que-
rer hacer las cosas bien.

43
Psicología de los eneatipos

dos, los conserva.


Siendo tan aparentemente seguros y decidi
onocen que la necesiten:
cionales raramente piden ayuda o rec
la guerra, Crearme
Frente a la inseguridad absoluta ycreciente durante no necesitar. Ya un
chiquita,
seguridad tensando el cuerpo, hacerme
gran de, entre los ocho y doce años , empecé a sentirme más
poco más
a encerrar los sentimientos, a
que los demás, a fingir no tener miedo,
las gir! scouts (Ilse).
sentirme segura en los deportes, la gimnasia y

tiene
El instinto de conservación al servicio de la vanidad
y perfección; no en
también que ver con una imagen de bondad
caracteres sino de que es tan
el sentido de superioridad de otros
errores
perfecto que ni lo parece: puede dar la apariencia de tener
la seguridad
si eso es lo que hay que hacer. Esta imagen le reporta
casi por
de seguir siendo aceptado por el otro, del cual depende
entero. El Ez conservación no va a perder las formas en primera
io
instancia; es como si no fuera a pasar nada (en el sentido ampl
de la palabra). Por otro lado, se hace querer en el sentido de que
lo pone fácil en las relaciones; es decir, si genera un conflicto lo
resuelve. Si se enfada con el otro, lo hace todo: sentencia y ejecuta
sin contar con el otro.
Para el mundo, una persona así es muy útil (la palabra que
más aparece en el vocabulario de un E3 conservación), pues sabe
ser discreta y adivinar los deseos y necesidades de quienes le ro-
dean. Pero el precio a pagar es alto: su posibilidad de desarrollo se
vuelve difícil, pues aquellos que reciben su ayuda no están intere-
sados en que la retire. Como recuerda Suzy con elocuencia: «Ya
decía un amigo que los Ez no deberían hacer trabajo personal
porque se transforman en personas inútiles».
No debe extrañar tampoco que la ansiedad sea alta y cons-
tante, y que aparezca en la persecución de quererlo todo bien y
correcto: todo odo titiene que estar «entero», con| apariencia de nuevo]

44
La necesidad neurótica caract
erística

bien cuidado; si no es así, perturba, ya que lleva a una sensación


de deterioro y fallo que es vivida como amenaza a la seguridad.

Hoy se ve un ceño arrugado en mi cara de tanta preocupación acu-


mulada. Que todo esté bien, que todo a mi alrededor esté bien. Y en
cuanto algo no va bien, ahí estoy yo tratando de arreglarlo con urgen-
cia. Una vez tuve una imagen de mí misma muy sugerente: soy como
una estaca sin clavar en la tierra, que se sostiene en pie porque está
rodeada de otras estacas a su alrededor que, apoyándose en ella, la
sostienen. De modo que la aparente sostenedora en realidad es la sos-
tenida (Maribel).

He vendido la imagen de «ser segura» a mí misma y al mundo: «Todo


está bien», «todo bajo control». No revelarme en lo profundo, porque
sé podría descubrir que no fuera tan segura (llse).

¿Cómo actúa en el mundo un individuo con tamaña preocu-


pación? Los E3 conservacionales son incansables trabajadores,
con la eficacia y la eficiencia como garantías de autocuidado, lo
cual lleva a la tendencia de querer ser el primero, el mejor. Llegan
por tanto a la satisfacción a partir del logro de la tarea, acaban
dando mucha importancia al logro personal y se llegan a obsesio-
nar, casi sin darse cuenta, en el «empeño del poder hacerlo solo y
sin ayuda». Se convierten así en especialistas de hacer varias cosas
al mismo tiempo, como si fueran seres de diez brazos y diez pier-
nas. La demostración del amor está en la tarea y puede aparecer
mucha frustración y/o enfado, si no se la reconocen o les dicen
que no está bien hecha.

Me imaginaba que si hacía más horas en mi empresa todo estaría bajo


control en mi departamento y, si algo llegaba a fallar, nadie podría
acusarme de no hacer el máximo o de negligente y descuidada. Siem-
pre dar más para que nadie pueda decir. Mi jefe me llegó a señalar que
parecía que me responsabilizara de los actos de los doscientos emplea-
- dos del departamento (Assumpta). :

45
Psicología de los encatipos

Presumo de que «puedo sola». Desprecio abiertamente a la gente de-


pendiente. Me siento satisfecha de haber logrado independencia siy
ía que que no m e había costado (ahora
(ahora sj
/

bienestar económicos,
mi y » pretend
pretendía
lo expongo). (llse).

Para el Ez conservación, ser aceptado, comprendido y reco-


nocido por su competencia y cuidados es una necesidad tan pro.
funda como la de seguridad. Cuando eso no sucede no es raro
que todo se haga automáticamente, de acuerdo con la expectatj-
va del otro, y surge entonces la frustración y la sensación de fra.
caso, el golpe definitivo a la seguridad en sí mismo y a la vanidad
herida.
Muy relacionado con la necesidad de reconocimiento está el
sufrimiento cuando es ignorado por aquellos a quienes se dedica.
El E3 conservación espera silenciosamente el reconocimiento, y
no se siente amado si nada tiene que ofrecer o nadie está necesi.
tándolo o buscándolo.
Suele aparecer, además, un miedo al futuro cuando se enve.
jece y no se está más disponible para parientes o amigos. ¿Quién
le amará en su inutilidad? Razón por la cual aparentemente
tiene
más miedo del resto de la vida (miedo de dar trabajo, de
la de-
pendencia física, de la pobreza, del abandono) que de la muerte.
Lo que lleva a este subtipo a vivirse de esa forma es el miedo
esencial a ser y a responsabilizarse de
«eso que no se ve»: que sien-
te y que necesita.
Por otro lado, el E conservación
se relacio na con las cosas y
| as personcn
as de una form) a «pr áctica»; es decir escoge los objeto
n unción de su utilidad que de 3 s
su estética. Por ejemplo, ala
hora de A elegir un coche lo
¡ portante es que sea el más
SS . que se tarde menos Seguro; y
tiempo en ira trabajar
PE n los asun los prácctiticos, el Ez co|nser
vación da la sensación
a Jo control y al alcance de de
la mano o de su «mirado».

46
La necesidad neurótica característica

La sensación es de vivir en una torre de vigilancia, donde los pa-


dres, los hijos, los amigos... están controlados.

Seguridad de ser «la mejor» en lo que se refiere a eficiencia, resolver


problemas de trabajo, emocionales, prácticos.
Poner cara de «como que sí» entiendo, sé, medito, veo más allá; de
inteligente, comprensiva, empática.
Presumir sutilmente de mis logros, de mis aventuras: «Qué avanza-
da eres», «qué vida tan interesante», «qué mujer tan valiente, libre, es-
pecial...».
La necesidad de llegar a ser mejor persona. Querer brillar por inte-
ligente, desarrollada, excelente profesional, terapeuta, maestra, pru-
dente, correcta, honesta, «buena gente».
Mucha dificultad en confrontar a la gente que quiero porque «no
me va a querer» o «se va a ir» (Ilse).

Las relaciones se establecen más en función de un futuro que


del presente inmediato. Un conservacional puede llegar a tener un
amigo «en el infierno» por si acaso acaba allí. Se relaciona con las
personas de un modo útil y práctico por si un día las puede necesi-
tar. Esto le da la seguridad que necesita para seguir adelante. Pien-
sa a menudo en lo que el amigo o la pareja le puede aportar si
mañana le pasara algo. No siente tanto la relación en presente sino
que se «invierte» en la relación para el porvenir.
Este cuadro caracterológico encubre una gran inseguridad y
miedo a hacer el ridículo o a equivocarse. Implica asimismo no
poder descontrolarse, con lo cual se vuelven grandes controlado-
res de sí mismos y de sus sentimientos, que pueden llegar a negar.
Son muy honestos; falsos —en el sentido del autoengaño propio
del Ez3— pero honestos, con una gran autoexigencia para mante-
ner la fachada. La imagen es impecable pero en la intimidad
dejan salir la negatividad y pueden llegar a ser déspotas.
Muy presente en este carácter está el gran monstruo de la
idea del fracaso, de la incompetencia. En su fantasía, siempre le

47
Piicología de los encatipos

persigue la sensación de no ser a bueno s0n pet gue sea,


nece.
Así que puede llenarse de ocupaciones que le pa
sario e importante. ¡Viene que estorzasse oa más!, ie que

competir aún másl, ¡tiene que brillar aún más! El Pater compulsivo
está al servicio de huir de la ansiedad de va posible fracaso; al
igual que el boicot: no aceptando desafíos más elevados (un cargo
de mayor responsabilidad, un doctorado..-):a fin de no correr
riesgos. Malgastar buena parte de la vida controlando la de los
demás puede ser parte también de esta estrategia de huida del
miedo al fracaso:

Tolero fatal el fracaso, el más minúsculo de los errores, lapalabra in.


oportuna, un olvido, no haber llegado a tiempo, no haber previsto
algo, no haber contentado a todo el mundo, no acertar con el regalo...
Sobre todo haberle hecho daño a alguien, haber hecho sufrir... Y cuan-
do eso ocurre, la agitación crece y ahora ya más ineficaz, nerviosa, ¡n-
tentar arreglarlo haciendo algo para compensar (Maribel).

Encontramos en este cuadro caracterológico una gran difi-


cultad para dejarse descansar, para ver y sentir los propios límites
en la acción, llegando a no «escuchar» el propio cansancio, y así le
cuesta mucho «dejarse enfermar» y dejarse cuidar. Todo ello ge-
nerado en la convergencia de dos actitudes: «No doy importancia
alo que necesito» y «si me necesitan, existo».

Todo el mundo puede contar conmigo y haré lo que sea para


compla-
cerles si me lo piden. Yo en cambio no sé pedir, no sé recibi
r. No
puedo estar en deuda, La gratuidad es una palabra difícil de
asimilar
(Maribeb).

- El personaje construido por los deseos aje


nos se convierte en-
tonces en el cuidador del otro y el E3 conser
vación se queda pe-
gado a la autoimagen de responsable,
útil y digno de confianza,

48
La necesidad neurótica característica

en una conducta donde la agresividad casi nunca va a percibirse,


4 no ser en formas sutiles.
La neurosis lleva a la dificultad de reconocer las propias limi-
taciones y defectos, y desde la alienación del yo más profundo
aparece una tendencia autodestructiva, depresiva o incluso me-
lancólica. En esta situación reside una forma de tratarse dura, im-
paciente y exigente. Pero ese es justamente el momento para
aprender a conectarse con el miedo y con el vacío, y así sanarse a
través de la experiencia transformadora, en vez de seguir buscan-
do la respuesta en vivencias y encuentros insatisfactorios, solo
por la compulsión de ser en el contacto externo.

49
ESTRATEGIA INTERPERSONAL
E IDEAS IRRACIONALES ASOCIADAS

por Amor Hernández, Vera Petry Schoenardie y Ferran Pauné

El oscurecimiento óntico del E3 conservación le lleva a relacio-


narse con el otro a través de la imagen que quiere proyectar. Se
trata de una imagen bonita, mezcla de inteligencia, eficiencia y
bondad, en que puede leerse: «A mi lado vas a estar bien, seguro;
soy tu mejor amigo, tu confidente; siempre voy a serte leal». Pero
el profundo sentimiento que tiene el conservacional de lealtad al
otro está, en el fondo, mal entendido, ya que se pone al servicio
de las necesidades del otro sin tenerse en cuenta a sí mismo. Po-
dría decirse que el individuo no deja que el otro pase hambre ni
sienta necesidad, lo cual le otorga un lugar de poder, al crear una
relación de sutil dependencia.
Y recordemos esa frase cotidiana para el E3 conservación:
«Quita, que ya lo hago yo». Así, aparentemente puede ser ayuda-
dor, pero en el fondo presenta un exceso de iniciativa y de impa-
ciencia, con la idea oculta de: «Sé cómo se hacen las cosas y las sé
hacer mejor que tú», o «mi forma de hacer las cosas es la correcta
pero tú aún no lo sabes»; es decir, una arrogancia oculta tras una
q
Psicología de los eneatipos

imagen gentil y suave, En el fondo él se cree que le EA cnscñan-


do al otro cómo hacer las cosas, pero no en la forma directiva del
Ex sino sutilmente, pudiendo incluso aparentar humildad.
También es común en el Ez conservación un fuerte senti-
miento de competitividad, de manera que siempre se está mi.
diendo con otros. Vive así una tendencia automática a anular la
forma de hacer del otro, porque no ve que hay otra manera de
hacer las cosas que también está bien.
Otra idea loca implícita es: «Si yo invierto mi energía, mi yj-
talidad y mi discurso motivador, las cosas van a suceder». Es un
pensamiento mágico que le lleva de nuevo a hacer, y a una sensa.
ción de poder. Su alta capacidad de convencimiento va en doble
dirección: a sí mismo y al otro. Además, la capacidad persuasiva
del conservacional se apoya en su entrenada simpatía: siempre
una sonrisa en el rostro; una palabra positiva, bien humorada;
gestos atentos y cuidadosos. Una persona tan gentil y tan buena
no puede ser contrariada ni estar equivocada.
Invierte por ello mucha energía en que sea posible el «tengo
que caerle bien a todo el mundo y hacerlo todo bien». No es de
extrañar que se muestre totalmente disponible para todo el
mundo, sin criterio propio, en el sentido de que a todo «puede
sacarle algo positivo». Se construye así una imagen de
que él
acepta a todo el mundo, y espera en consonancia que la confluen-
cia sea mutua. De ahí resulta que aparente ser una persona
justa,
que no juzga y no critica las acciones ajenas, pero
es solo una
nan de ganarse ese mismo aprecio en el otro: que
no le criti-
que ni haya nada que reprocharle. Vemos aquí cómo
subyace una
defensa ante el dolor: un Ez conservación no soporta
ni la desva-
paco ni la crítica, que ya son insostenib
lori ., > pa Ñ

les cuando se produ-


.

cen en público. Como muestra,


este botón:

$2.
A
Estrategia interpersonal
e ideas irracionales asocia
das

] l equivo
Tolero fata

Pu
carme;
quel gnifique perder el me asustan la locura, los olvidos... todo lo
control de la situación.
sencia sea estar, decir y Procur
hacer no solo lo apropi
ble— lo excelente y con aparienc
ia discreta, pero sé que me
he hecho
- notar (Maribel).
i
En respuesta a este empobrecimient
o existencial, la aparien-
cia de este tipo es de autosuficiencia, seguridad y tam
bién arro-
el ncia, de modo que en cualquier lugar procurará
llamar la
arención, O por la palabra pretendidamente
inteligente, o por las
ropas, la vivacidad, el humor... conforme a lo que le haga más
visible en aquel ambiente.
La estrategia interpersonal básica es granjearse el reconoci-
miento a base de hacer o ser indispensable para el otro; así es
como el E3 conservación siente que «se gana su derecho a estar en
el mundo». Desde aquí es invulnerable, intocable, incuestiona-
ble. La idea loca es: «Con todo lo que hago por ti, cómo vas a
cuestionarme que yo tenga derecho a ser querido por ti».
En conclusión, es extremadamente rescatador para el con-
servacional cuando consigue conectarse con el sentir profundo,
la ternura, la suavidad y la percepción de la conexión emocional,
sea: con otra persona o con su propia existencia. Con todo, para
que esto suceda ha de estar muy relajado. Normalmente ante
una situación crítica la emoción se suspende, para dar lugar a la
acción. |
Estas observaciones nos son útiles para comprender las rela-
ciones Yo-Tú, en las que el Ez conservación se muestra aparen-
temente entregado y disponible, pero en A fondo a E
una confluencia superficial. Más allá de la merpretación an S
da de ganarse el reconocimiento del otro (siendo PA y *

causando problemas), no puede reconocer su necesicas, )


| del otro—
esto —mostrándose seguro y ganándose la confi
anza d

53
Psicología de los eneatipos

pr ne nor-
lo que le genera al otro una relación ES
malmente la relación gira en torno al Pú para ii e secunda.
rio del Yo y no. existe el nosotros. ña en esta idea irracional de.
«Yo me hago cargo de ti para que tú a quieras» conde el Ez
conservación no muestra su fragilidad ni su vulnerabilidad, La
exigencia oculta es: «Yo estoy siempre que ES eses Para
cuando te necesite yo; además no te voy a pedir nada y tú te tie-
nes que hacer cargo de la situación tal como yo creo que se debe,
El Ez conservación es muy susceptible pues a los errores aje-
nos. Si él se muestra vulnerable y el otro no está «a la altura», ho
lo perdona. En el fondo está buscando una incondicionalidaq
como la que él da (aunque falsa). Si el otro no actúa como ESPera
se siente herido con facilidad, y este dolor no se manifiesta lim-
piamente sino que toma la forma de consejos. No se le oirá decir:
«Yo necesito que...» sino: «¿No crees que es más conveniente
que...?» o «yo, en tu situación haría...». En suma, cree que hay
una forma adecuada de actuar y así funciona, esperando que el
otro la adopte a su vez. Alguien lo expresaba con la siguiente idea;
«Si me ayudas, ha de ser a mi manera, o yo te digo cómo».
Otra forma que adopta la evasión del error es evitar los
con-
- flictos mimetizándose con lo que resulta adecuado para |
a Situa-
ción. Ahora bien, si el otro no hace
lo mismo, en la intimidad
puede mostrarse frío y duro, como
forma de agresión y descalifi-
cación
. También tiende a ignorar al otr
o, como si no existiera, en
caso de que le falle. 3

, No deja de sorprender que el


conservacional no suela dejar
sitio a los demás-a la hora de recibir ayuda.
En el fondo hay una
desconnf
fianiazanza mun y profunda a qu
e el otro pueda estar para él,
pero de esta form a el otro no existe (por lo
ni tampoco perdón). ¿C que no le pide ayuda,
ómo va a recibir ayuda de algu
existe, a la par que él ien que no
MISMO tampoco exis te?

54
Estrategia interpersonal e ideas irracionales asociadas

Esto nos esclarece de qué manera el Ez conservación refuerza


su sentimiento de soledad, y cómo su única forma de estar en
contacto es estar para el otro sintiéndose superior, en el sentido
de no dar problemas o no molestar. La idea irracional es aquí: «Si
valgo o te soy útil, me quieres; si doy problemas, no me quieres»,
y la relación pasa a ser un intercambio comercial: yo te sirvo para
un fin y tú me sirves para otro. Resulta dramático observar que,
al no entender la relación como acompañamiento o alimento
emocional, no tiene posibilidad de confluencia real a través de
aquello que precisamente proporciona el contacto y el crecimien-
to humanos. Ahora bien, él no tiene consciencia de la carencia,
que se resuelve haciendo.
Otro aspecto a considerar es la expresión de la rabia, que ra-
ramente se muestra de forma abierta, ya que es fea o propia de
gente sin refinamiento. En su lugar, aparece como ironía, com-
paraciones y mensajes descalificadores. Cuando el E3 conserva-
ción se siente injustamente tratado es capaz de tener una crisis de
llanto frente al otro, aunque más a menudo entra en una íntima
tristeza y se retira, como un niño.
La emocionalidad es pues infantil, histriónica. Por un lado
puede llorar cuando se le critica, sintiéndose la gran víctima. Por
otro, ante una nueva amistad o un nuevo proyecto suele entrar en
una lúdica excitación. Así, en compañía de otros tipos más expansi-
vos, como los E7, E8 y E2, puede llegar a gesticular de forma histé-
rica y exhibicionista, pretendiendo transmitir alegría y jovialidad:

Generalmente guardo mis emociones, reprimiéndolas. Cuando estoy


frente a un acontecimiento fuerte, en ese momento es como si yo no
sintiese; más tarde entro en contacto con lo que se vive. Es como si me
permitiese sentir solo después de que la situación haya pasado. La sen-
sación es que reprimo y retardo las emociones. Permitirme sentir en el.
momento presente es complicado; hay un bloqueo muy grande en el

3)
Psicología de los eneatipos

momento de la emoción. Tengo la fantasía de que estoy haciendo,


0 e
y
que aquella emoción
ridículo, de flaqueza y humillación, de
lo que los otros irán a ase
na en ese momento. Veo la vergienza,
que todos se reirán de mí (Sandra). '

En cuanto al movimiento psicodinámico que lleva de la cop.


fluencia a la diferenciación, es la necesidad de este subtipo de qu á
se dé un contacto primigenio y una fusión existencial la que /
lleva a adaptarse al otro y, en consecuencia, a no Contactar con
aquel ni consigo mismo. Tal actitud de confluencia compulsiva
impide la diferenciación, que se daría fruto de la aceptación de sí
mismo y de usar la energía no para hacer sino para mantener sy
particularidad frente al otro. El conservacional mantiene así e]
error de usar su energía al servicio del otro y para estar en e
mundo, cuando un movimiento más real sería el de emplearla
para asentar su individuación.
Por otro lado, el egotismo domina las relaciones interperso-
nales del Ez conservación, en especial las filioparentales y de pa.
reja, en que resulta común que no se actualice ante nuevas situz-
ciones, sino que se acomode en las establecidas. Cuando el
conservacional choca con las limitaciones ajenas, más que man-
tenerse en sí se adapta al otro por miedo al rechazo, al conflicto,
a la ruptura y a sentirse solo. Esta es la razón de su vivir en fun-
ción del otro.
Finalmente, esta orientación a ser amado desde el satisfacer
las necesidades del otro solo lleva en dirección contraria al en-
cuentro. Para relacionarse desde el amor es preciso hacerlo desde
la verdad (o realidad),y para ello es preciso superar antes el temor
a la pérdida. La comprensión de que relacionarse desde la verdad
solo es posible haciéndolo tanto desde lo positivo como
desde lo
gativo (véase la rabia o la inadecuación) res
ne . , ; . .

ulta clave para qué


A 7

este vanidoso llegue al encuentro.

56
4

OTROS RASGOS CARACTERÍSTICOS


Y CONSIDERACIONES PSICODINÁMICAS

por Ferran Pauné

Origenes

El carácter E3 conservación se forma en un entorno inseguro. En


general son niños que crecen en un lugar donde se les induce a
cuidar de sí mismos e incluso de los padres, para ser cuidados: El
contexto suele ser caótico; una situación familiar difícil donde el
niño futuro E3 conservación se siente solo, o poco o nada atendi-
do emocionalmente, y que puede girar en torno a una enferme-
dad de uno de los progenitores o miembros de la familia. En
cualquier caso, no hay lugar para la manifestación emocional ni
para las necesidades propias, por lo que aprende temprano a «no
necesitar». Reprime la consciencia de la necesidad y se proyecta
en forma de atender las necesidades de los demás. Una actitud
que es reforzada positivamente, con lo que el Ez conservación
afianza que su sitio en el mundo se gana haciendo «el bien» y
siendo bueno.
- FE
Psicología de los eneatipos

Lo que oculta esta imagen de «bondad» es una sensación pro.


erno sino tam.
funda de no ser adecuado, no solo en el sentido ext
bién existencial del término.
En ocasiones el Ez conservación sufre una humillación si las
cosas no las hace como se dice que tienen que ser. O sí no cuida
de sí mismo; afrenta que viene reforzada por introyectos del tipo:
«Eres tonto por caerte», «eres tonta por ahogarte en la piscina»,
«si te caes, ven a que te pegue para que aprendas a no caerte»..
que consolidan la idea de autosuficiencia. Pues no solo está en la
desconfianza de que el otro no va a estar ahí para uno, sino que si
quiere algo debe tomarlo y hacerlo por sí mismo: «Si lo hago yo
solo, me quieren».
De este modo se construye la idea loca de tener que ser per-
fecto para ser; creencia que está introyectada de tal forma que no
se da lugar internamente a ninguna otra posibilidad. La perfec-
ción se entiende como la ausencia de emocionalidad y de necesi-
dad; no es un mecanismo consciente sino automático.
No puede permitirse tener problemas, y menos mostrarlos,
puesto que soporta mandatos familiares como: «No des más pro-
blemas», «ya tenemos suficiente», «tú no sabes lo que es tener
problemas».
Así es como el Ez conservación crea el hábito de ser el buen
anfitrión, el buen amigo o la buena madre, atenta y cuidadora: en
un afán de superviviente. Para sujetar el entorno caótico, se vierte
hacia fuera, poniendo el motor existencial en ser cada vez mejor,
cada vez más puro, en limpiarse de necesidades y emociones, en
vaciarse para ser hacia fuera, |
Este mecanismo no es solo una presunta garantía de que el
otro se quede conmigo sino también un estado de disociación:
evito conectar con el mundo interno doloroso que reprimo bajo
un estado de aparente vacío: no tener experiencias ni criterio

58
Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

propio, no saber quién soy. Por ello una pregunta básica en el pro-
ceso es: «¿Qué me ha tenido que pasar a mí para que deje de sentir
y necesitar?» Herman” afirma: «La víctima infantil prefiere creer
que el abuso no ocurrió. Para conseguirlo, intenta mantenerlo en
secreto para sí misma. Los medios que tiene a su disposición para
conseguirlo son la negación, la supresión voluntaria de pensamien-
tos». Añadiríamos aquí la supresión de emociones.
El niño conservacional pasa a concentrarse en ser eficaz. La
idea irracional que se gesta es del tipo: «Si cumplo, soy práctico.
Tengo un sitio asegurado».
Pone toda la energía al servicio de cumplir con algo externo,
y así es imposible mirar para adentro. Entrar en ese estado de hi-
peractividad le impide pararse y conectar, con lo que no hay
consciencia de ser sin hacer. Á eso se suma una necesidad com-
pulsiva de que esté todo bajo control, con la profunda creencia de
que tal cosa es posible.

Rasgos característicos

Rasgos corporales
En El lenguaje del cuerpo? Lowen afirma del carácter histérico
que «viene en busca de ayuda porque algo ha dejado de estar
bajo su control y desea que vuelva a estarlo. [...] También puede
someterse a tratamiento analítico porque el control es demasia-
do eficaz».
El estudio bioenergético de la estructura histérica del carácter
apunta una gran rigidez corporal: la espalda está rígida e inflexible,
de la vio-
2. ]. Herman, Trauma y recuperación: Cómo superar las consecuencias
| a
lencia, Espasa, 1997...
3..A. Lowen, El lenguaje del cuerpo, 1988.

59
Psicología de los eneatipos

el cuello está tieso y la cabeza se mantiene erguida, la pelvis se ey.


cuentra más o menos retraída y se mantiene tensa. De ahí que |,
más relevante en este tipo es que la parte frontal del cuerpo está
dura, pues la rigidez del pecho y el abdomen son esenciales para |,
construcción de la armadura. Debemos entender ahí que la Parte
delantera es el lado blando y vulnerable del cuerpo.
El Ez conservación no es caracterológicamente un «histérica
puro». Pertenece principalmente al carácter rígido histérico con
tendencias obsesivo-compulsivas (el orden, el control, la hiperac.
tividad, el perfeccionismo y la autoexigencia).* Bajo la superficie
de rigidez subyacen además rasgos:

* esquizoides: «Querían un niño y yo era niña» (Tlse), «mi her.


- mano quería un niño cuando yo nací» (Assumpta),
«ya eran
muchos cuando yo nací, no querían más» (paciente de llse);
orales, en su forma compensada: la creencia omnipotente de
. poder cubrir los deseos del otro y la creencia patogénica de
«No necesito», «yo lo puedo hacer todo solo», «doy
y cuido al
Otro», | |

También se encuentran algunos matices de:

psicopatía, con la no disposición a ver la rea


lidad de la situa
ción familiar, el énfasis en los logros y una
cierta omnipotencia
Eo lograrlo todo, con grandiosidad
en relación al hacer;
so0 Da (ma| soquismo), con una cie cie rta dificultad para go-|
sep ae responsab
Zar
ilizarse de su rabq ia y soltar tanta sobre-
; Ao ;

carga de tareas y trabajo que asume.

4 Véase S. M. Johnson, Cp aracter styles. Norton 8 Company, Nueva York


E :

60
Otros rásgos característicos y consideraciones psicodiná micas

me ! a
Dependiendo de la prevalencia de estos rasgos casaoieniales
adicionales, ele cuerpo de un Ez conservación se ve liger ANNEDIe O
bastante distinto a uno rígido,

Ser el/la mejor, sser úril


Un ambiente infantil entre el Engaño y la seducción puede ser
origen de la base de desconfianza y la sensación de estar en peligro
y de este subtipo. El. registro de la niñez sería un «te dicen: Te doy,
pero no te dan nada»; u un mero halago con promesa yacía incluida,
- con lo que el niño no se puede fiar de quien le cuida.
En su libro Trauma y recuperación, Herman profuridiza
sobre la supervivencia en un clima de peligro, y aunque la sitisa-
2 ción de génesis de un E3 conservación no tiene por qué ser tan
Extrema, recogemos algunos fragmentos que bien pueden hacer
eco de su sentir:? |

e le elaprición a este clima de pio constante - requiere un estado de


* alerta continuo, Los niños que viven en entornos abusivos desarrollan
Unas capacidades extraordinarias para reconocer las señales de sn po-
sible ataque, Acaban sintonizando con los estados internos de los
|abusadores L..] Esta comunicación no verbal se convierte en algo
de
que pete, des Rad parte, fuera del ámbito
e sde: o
P colgciente. E

De quí la grann capacidad del Es 3 conservación para:cadiviar |


«
das, unecesidadess del otro, para estar a su. servicio, para hacer lo.
A que se espesa de él. dc lis.
Los niños ques viven LENA un. entorno a tratan 1 pues de a
- proteger) y el E conservación lo sue suele hacer es evitar le: |

A ti Cate
Me A
Psicología de los enearipos

ae ¿inc
mar la atención hacia sí mismo, quedándose
presivo. Como apunta Herman, «evitando a EXPresió
esto fra.
física de su agitación interior». Y a veces, cuando todo
s.
casa, «los niños intentan apaciguar a sus ADUagiS con demo
traciones de obediencia automática». Análogamente, los Miño,
futuros E3 conservacionales redoblan sus Estos para CONtro.
lar la situación de la única manera que creen posible: intenta.
do ser buenos. dd
En el Ez conservación es característica una historia de aban.
dono psicológico implícito por parte de los Padies: Como Miño
aprende a apañárselas en la vida con diferentes ingredientes; y,
molestar, no dar problemas, pasar desapercibido, cuidar de la f.
gura parental y resolver problemas del tipo que fueren. Y así, con
el tiempo, la actitud se hace cada vez más «dura» y va dando Paso
a lo largo de la vida a un constante ponerse por encima de los
demás, a una falta de confianza en la autorregulación Organísmi-
ca y a las ideas de: «Solo valgo si soy el mejor» y «solo existo si 5
útil». Su lucha constante por ser el mejor o útil nace pues de o
Una
demanda callada de no ser abandonado.

Autosuficiencia
Uno de los rasgos centrales en
el Ez conservación es poder
Este po solo
der de actuación y resolución
de situaciones con el uso de
losS propios recursos re( fuerza su
ca pacidad y la imagen que
st mismo:¡ la de una persona aut osufic tiene de
iente, con gran capacidad
resol

Pranamente; en cambio,
Superación fue
ron valoradas POsiAtivament la capacidad y la
e por el entorno. Suelen
62
Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

ser niños precoces en el habla, el andar y el desarrollo de responsa-


bilidades adultas.

Control
El control es el reverso de la angustia, y la angustia o el miedo es
para un E3 una experiencia arrolladora y no permitida. La evita-
ción de la angustia interna se controla pues volcándose hacia fue-
ra, sin poner atención en el mundo interno. De ahí que el Ez
conservación esté disponible para todo lo que venga de fuera.
Asume este rasgo la idea loca de que la vida se puede y se
debe controlar. Esto se traduce en que la vida interior está bajo
control de forma automática y no hay movimientos internos, con
una autolimpieza continua a base de no contener ni reposar nada
de lo interno y estar en resolver los conflictos de forma que el
otro se quede bien con uno. Por eso no sostiene de ninguna ma-
nera el enfado del otro ni el conflicto. Paradójicamente, y debido
a su necesidad de que las cosas se hagany sean como él cree,
acontece una gran dificultad para dar sitio y validez al otro y a su
forma de ser y proceder. | |
Resulta gráfica una de las singularidades del camaleón, que
con cada ojo mira en distinta dirección. Así podría verse al con-
servacional: con un ojo controlando al de al lado y el otro puesto
en lo que está haciendo.
Este movimiento de control, que obedece a su necesidad de
seguridad, le lleva a controlarlo absolutamente todo a su alrede-
dor, desde lo cotidiano (orden dentro de la casa, en los objetos) a
la familia (dando consejos, resolviendo asuntos), pasando por el
trabajo. Es un control con que manipula a las personas con las
que convive para que hagan lo que necesita en aras de su seguri

dad: «Si haces lo que yo creo: que está bien, yo estaré tranquila».

63
tipos
Psicología de los eneá

es ve rd ad er am en te al otro y ahí tam.


mo
No se da cuenta de có co nt ra pa rt id a, su gran arto.
alidad. Pues en
bién enmascara la re má s co n a actitud de: Yo
cima de lo s de
sancia, el ponerse pol en sa s» , VI EN E de un miedo
có mo so n la s Co
sé y tú no tienes ni ¡dea de ol.
ot ro , a la vi da , al mo vimiento y al descontr
oculto al

|
Hiperactividad
del E3 con ser vac ion al es hac er varias cosas a la yez,
Otra faceta
tié ndo se tán to mej or cuá nto más hace. En este sentido la ac.
sin
entra una satisfac-
ción energetiza a esta personalidad, que encu
la mul tif unc ión . Est ar oc up ad o es por ende una forma de
ción en
a, una forma de
sentirse seguro, y pasar veloz de una cosa a otr
controlar.
le función. Por
- El hacer varias cosas a la vez cumple una dob
un lado refuerza la idea de poder y capacidad. Ese ideario de «qué
rque así se
bueno y qué listo soy» debe afianzárselo de continuo po
to con
oculta la torpeza interna. Por otro lado le impide el contac
el mundo interno; es decir, le dificulta pararse consigo mismo. He
aquí un testimonio:

Hacer varias cosas a la vez: preparar la comida, dar de comer a los gatos
. y poner la mesa al mismo tiempo es, a veces, muy habitual en mí. Nos
- falta creernos un poco más que nos cansamos físicamente, que te
mos derecho a hacer una sola cosa cada vez. Hago y me siento segura
no pido ayuda y me siento mejor que nadie, llego a todo y so da se
-. . perwoman, me desvivo por todos
y así me quieren (Yolanda).

Compulsión ayudadora
1 Otro rasgo inseparabl
e del automática 4
la necesi dad. vaci o es una tend enci a
ocuparse de
A Aida del otro, que dinámicamente depende
bg
Psicología de los eneatipos

momento de la emoción. Tengo la fantasía de que estoy hacieng,, el


ridículo, de flaqueza y humillación, de que aquella emoción xo combi.
na en ese momento. Veo la vergúenza, lo que los otros irán a Pensar
que todos se reirán de mí (Sandra).

En cuanto al movimiento psicodinámico que lleva de la cop.


fluencia a la diferenciación, es la necesidad de este subtipo de que
se dé un contacto primigenio y una fusión existencial la que |,
lleva a adaptarse al otro y, en consecuencia, a no contactar con
aquel ni consigo mismo. Tal actitud de confluencia compulsiva
impide la diferenciación, que se daría fruto de la aceptación de sí
mismo y de usar la energía no para hacer sino para mantener sy
particularidad frente al otro. El conservacional mantiene así e]
error de usar su energía al servicio del otro y para estar en e
mundo, cuando un movimiento más real sería el de emplearla
para asentar su individuación.
Por otro lado, el egotismo domina las relaciones interperso-
nales del Ez conservación, en especial las filioparentales y de pa.
reja, en que resulta común que no se actualice ante nuevas situa-
ciones, sino que se acomode en las establecidas. Cuando el
conservacional choca con las limitaciones ajenas, más que man-
tenerse en sí se adapta al otro por miedo al rechazo, al conflicto,
a la ruptura y a sentirse solo. Esta es la razón de su vivir en fun-
ción del otro.
Finalmente, esta orientación a ser amado desde el satisfacer
las necesidades del otro solo lleva en dirección contraria al en-
cuentro. Para relacionarse desde el amor es preciso hacerlo desde
la verdad (o realidad), y para ello es preciso superar antes el temor
a la pérdida. La comprensión de que relacionarse desde la verdad
solo es posible haciéndolo tanto desde lo positivo como desde lo
negativo (véase la rabia o la inadecuación
) resulta clave para que
este vanidoso llegue al encuentro.

56
Estrategia interpersonal e ideas irracionales asociadas

Esto nos esclarece de qué manera el E conservación refuerza


su sentimiento de soledad, y cómo su única forma de estar en
contacto es estar para el otro sintiéndose superior, en el sentido
de no dar problemas o no molestar. La idea irracional es aquí: «Si
valgo o te soy útil, me quieres; si doy problemas, no me quieres»,
y la relación pasa a ser un intercambio comercial: yo te sirvo para
un fin y tú me sirves para otro. Resulta dramático observar que,
al no entender la relación como acompañamiento o alimento
emocional, no tiene posibilidad de confluencia real a través de
aquello que precisamente proporciona el contacto y el crecimien-
to humanos. Ahora bien, él no tiene consciencia de la carencia,
que se resuelve haciendo.
Otro aspecto a considerar es la expresión de la rabia, que ra-
ramente se muestra de forma abierta, ya que es fea o propia de
gente sin refinamiento. En su lugar, aparece como ironía, com-
paraciones y mensajes descalificadores. Cuando el E3 conserva-
ción se siente injustamente tratado es capaz de tener una crisis de
llanto frente al otro, aunque más a menudo entra en una íntima
tristeza y se retira, como un niño.
La emocionalidad es pues infantil, histriónica. Por un lado
puede llorar cuando se le critica, sintiéndose la gran víctima. Por
otro, ante una nueva amistad o un nuevo proyecto suele entrar en
una lúdica excitación. Así, en compañía de otros tipos más expansi-
vos, como los E7, E8 y E2, puede llegar a gesticular de forma histé-
rica y exhibicionista, pretendiendo transmitir alegría y jovialidad:

Generalmente guardo mis emociones, reprimiéndolas. Cuando estoy


frente a un acontecimiento fuerte, en ese momento es como si yo no
sintiese; más tarde entro en contacto con lo que se vive. Es como si me
permitiese sentir solo después de que la situación haya pasado. La sen-
sación es que reprimo y retardo las emociones. Permitirme sentir en el.
momento presente es complicado; hay un bloqueo muy grande en el

55
Psicología de los encatipos

ue le al otro una relación de dependencia. Así, nop.


lo q genera
5
a en torno al rus a
Tú para ben *fic
efi cioi secunda.
malm en te la rel aci ón gir
acional de.
rio del Yo y no existe el nosotros. Es en esta idea irr
«Yo me hago cargo de ti para que tú me quieras» conde el E
conservación no muestra su fragilidad ni su vulnerabilidad, há
exigencia oculta es: «Yo estoy siempre que pa mecesitos Para
cuando te necesite yo; además no te voy a pedir nada y tú te tig.
nes que hacer cargo de la situación tal como yo creo que se debe,
El E3 conservación es muy susceptible pues a los errores aje-
nos. Si él se muestra vulnerable y el otro no está «a la altura», ny
lo perdona. En el fondo está buscando una incondicionalidaq
como la que él da (aunque falsa). Si el otro no actúa como eSPera
se siente herido con facilidad, y este dolor no se manifiesta ];pp.
piamente sino que toma la forma de consejos. No se le oirá decir:
«Yo necesito que...» sino: «¿No crees que es más conveniente
que...?» o «yo, en tu situación haría...». En suma, cree que hay
una forma adecuada de actuar y así funciona, esperando que el
otro la adopte a su vez. Alguien lo expresaba con la siguiente idea,
«Si me ayudas, ha de ser a mi manera, o yo te digo cómo».
Otra forma que adopta la evasión del error es evitar
los cop.
- flictos mimetizándose con lo que resulta adecuado
para la situa.
ción. Ahora bien, si el otro no hace lo mismo,
en la intimidad
puede mostrarse frío y duro, como forma de
agresión y descalifi-
cación. También tiende a ignorar al otro,
como si no existiera, en
caso de que le falle,
-No deja de sorprender que el co
nservacional no suela dejar
sitio a los de
mása la hora de recibir ayuda. En
desconfianza
el fondo hay una
muy profunda a que el otro
pueda estar para él,
pero de esta forma el St
o no existe (por lo que no le
ni tampoco perdón). ¿C pide ayuda,
ómo va a recibir ayuda de alg
existe, a la par que él uien que no
MISMO tampoco existe?

$4
E
j
pe
Estrategia interpersonal e ideas irracionales
aróciad

AA
ads

Tolero fatal equivocarme; me asustan la locura, los olvidos


que signifique perder el control de la Arado o E OS... . LOtodo lo
8 que mi pre-
sencia sea estar, decir y hacer no solo lo apropiado
ble— lo excelente y con apariencia discreta, pero sé —A ser posi-
- notar (Maribel). sé que me he hecho

En respuesta a este empobrecimiento existencial, la aparien-


cia dena este tipo ,es de autosuficiencia, seguridad y también arro-
gancia, de modo que en cualquier lugar procurará llamar la
atención, O por la palabra pretendidamente inteligente, o por las
ropas, la vivacidad, el humor.. . conforme a lo que le haga más
visible en aquel ambiente.
La estrategia interpersonal básica es granjearse el reconoci-
miento a base de hacer o ser indispensable para el otro; así es
como el E3 conservación siente que «se gana su derecho a estar en
el mundo». Desde aquí es invulnerable, intocable, incuestiona-
ble. La idea loca es: «Con todo lo que hago por ti, cómo vas a
cuestionarme que yo tenga derecho a ser querido por ti».
En conclusión, es extremadamente rescatador para el con-
servacional cuando consigue conectarse con el sentir profundo,
la ternura, la suavidad y la percepción de la conexión emocional,
sea: con otra persona o con su propia existencia. Con todo, para
que esto. suceda ha de estar muy relajado. Normalmente ante
una situación crítica la emoción se suspende, para dar lugar a la
acción.
Estas observaciones nos son útiles para comprender las rela-
ciones Yo-Tú, en las que el E3 conservación se muestra aparen-
temente entregadoy disponible, pero en el fondo resultan en
una confluencia superficial. Más allá de la interpretación que se
y no
da de ganarse el reconocimiento del otro (siendo perfecto
causando problemas), no puede "reconocer su necesidad, y es
esto —mostrándose seguro y ganándose la confianza del otro—

53
Psicología de los eneatipos

imagen gentil y suave. En el fondo él se cree que le cari enseñas.


do al otro cómo hacer las cosas, pero no en la forma directiva del
Ex sino sutilmente, pudiendo incluso aparentar humildad,
También es común en el Ez conservación un fuerte sentj-
miento de competitividad, de manera que siempre se está mi-
la
diendo con otros. Vive así una tendencia automática a anular
forma de hacer del otro, porque no ve que hay otra manera de
hacer las cosas que también está bien.
Otra idea loca implícita es: «Si yo invierto mi energía, mi yj-
talidad y mi discurso motivador, las cosas van a suceder». Es un
pensamiento mágico que le lleva de nuevo a hacer, y a una sensa-
ción de poder. Su alta capacidad de convencimiento va en doble
dirección: a sí mismo y al otro. Además, la capacidad persuasiva
del conservacional se apoya en su entrenada simpatía: siempre
una sonrisa en el rostro; una palabra positiva, bien humorada;
gestos atentos y cuidadosos. Una persona tan gentil y tan buena
no puede ser contrariada ni estar equivocada.
Invierte por ello mucha energía en que sea posible el «tengo
que caerle bien a todo el mundo y hacerlo todo bien». No es de
extrañar que se muestre totalmente disponible para todo el
mundo, sin criterio propio, en el sentido de que a todo «puede
sacarle algo positivo». Se construye así una imagen de que él
acepta a todo el mundo, y espera en consonancia que la confluen-
cla sea mutua. De ahí resulta que aparente ser una
persona justa,
que no juzga y no critica las acciones ajenas, pero es solo
una
E de ganarse ese mismo aprecio en el otro: que no le criti-
que ni haya nada que reprocharle. Vemos aquí cómo subyace una
is as el dolor: un E3 conservación no soporta ni la desva-
lor an nl la crítica, que ya son insostenibles cuando se produ-
cen en público. Como muestra, este botón:

52
ESTRATEGIA INTERPERSONAL
E IDEAS IRRACIONALES ASOCIADAS

por Amor Hernández, Vera Petry Schoenardie y Ferran Pauné

El oscurecimiento óntico del E3 conservación le lleva a relacio-


narse con el otro a través de la imagen que quiere proyectar. Se
trata de una imagen bonita, mezcla de inteligencia, eficiencia y
bondad, en que puede leerse: «A mi lado vas a estar bien, seguro;
soy tu mejor amigo, tu confidente; siempre voy a serte leal». Pero
el profundo sentimiento que tiene el conservacional de lealtad al
otro está, en el fondo, mal entendido, ya que se pone al servicio
de las necesidades del otro sin tenerse en cuenta a sí mismo. Po-
dría decirse que el individuo no deja que el otro pase hambre ni
sienta necesidad, lo cual le otorga un lugar de poder, al crear una
relación de sutil dependencia. 7
Y recordemos esa frase cotidiana para el E3 conservación:
«Quita, que ya lo hago yo». Así, aparentemente puede ser ayuda-
dor, pero en el fondo presenta un exceso de iniciativa y de impa-
ciencia, con la idea oculta de: «Sé cómo se hacen las cosas y las sé
hacer mejor que tú», o «mi forma de hacer las cosas es la correcta
pero tú aún no lo sabes»; es decir, una arrogancia oculta tras una
E
La necesidad neurótica característica

en una conducta donde la agresividad casi nunca va a percibirse,


a no ser en formas sutiles.
La neurosis lleva a la dificultad de reconocer las propias limi-
taciones y defectos, y desde la alienación del yo más profundo
aparece una tendencia autodestructiva, depresiva o incluso me-
lancólica. En esta situación reside una forma de tratarse dura, im-
paciente y exigente. Pero ese es justamente el momento para
aprender a conectarse con el miedo y con el vacío, y así sanarse a
través de la experiencia transformadora, en vez de seguir buscan-
do la respuesta en vivencias y encuentros insatisfactorios, solo
por la compulsión de ser en el contacto externo.

49
Piicología de los encatipos

persigue la sensación de no ser tan bueno como apeítn que sea,


Así que puede llenarse de ocupaciones que le ita neck.
a más, ¡tiene que
sario e importante. ¡Piene que esforzarye
u hsivo
competir aún másl, ¡tiene que brillar aún más! El Pater comp
al
está al servicio de huir de la ansiedad de un posible fracaso;
igual que el boicot: no aceptando desafíos más elevados (un cargo
correr
de mayor responsabilidad, un doctorado.) fin de no
riesgos. Malgastar buena parte de la vida controlando la de los
demás puede ser parte también de esta estrategia de huida del
miedo al fracaso:

Tolero fatal el fracaso, el más minúsculo de los errores, la palabra ¡n.


oportuna, un olvido, no haber llegado a tiempo, no' haber previsto
algo, no haber contentado a todo el mundo, no acertar con el regalo...
Sobre todo haberle hecho daño a alguien, haber hecho sufrir... Y cuan-
do eso ocurre, la agitación crece y ahora ya más ineficaz, nerviosa, in-
rentar arreglarlo haciendo algo para compensar (Maribel).

Encontramos en este cuadro caracterológico una gran difi-


cultad para dejarse descansar, para ver y sentir los propios límites
en la acción, llegando a no «escuchar» el propio cansancio, y así le
cuesta mucho «dejarse enfermar» y dejarse cuidar. Todo ello ge-
nerado en la convergencia de dos actitudes: «No doy importancia
alo que necesito» y «si me necesitan, existo».

Todo el mundo puede contar conmigo y haré lo que sea para compla-
.cerles si me lo piden. Yo en cambio no sé pedir, no sé recibir.
No
puedo estar en deuda, La gratuidad es una palabra difícil de asimil
ar
(Maribel). ! | |

El personaje construido por los deseos ajenos se convierte en-


tonces en el cuidador del otro y el Ez conservación se queda pe-
gado a la autoimagen de: responsable, útil y dig
no de confianza,

48.
La necesidad neurótica característica

La sensación es de vivir en una torre de vigilancia, donde los pa-


dres, los hijos, los amigos... están controlados.
Seguridad de ser «la mejor» en lo que se refiere a eficiencia, resolver
problemas de trabajo, emocionales, prácticos.
Poner cara de «como que sí» entiendo, sé, medito, veo más allá; de
inteligente, comprensiva, empática.
Presumir sutilmente de mis logros, de mis aventuras: «Qué avanza-
da eres», «qué vida tan interesante», «qué mujer tan valiente, libre, es-
pecial...».
La necesidad de llegar a ser mejor persona. Querer brillar por inte-
ligente, desarrollada, excelente profesional, terapeuta, maestra, pru-
dente, correcta, honesta, «buena gente».
Mucha dificultad en confrontar a la gente que quiero porque «no
me va a querer» o «se va a ir» (Ilse).

Las relaciones se establecen más en función de un futuro que


del presente inmediato. Un conservacional puede llegar a tener un
amigo «en el infierno» por si acaso acaba allí. Se relaciona con las
personas de un modo útil y práctico por si un día las puede necesi-
tar. Esto le da la seguridad que necesita para seguir adelante. Pien-
sa a menudo en lo que el amigo o la pareja le puede aportar si
mañana le pasara algo. No siente tanto la relación en presente sino
que se «invierte» en la relación para el porvenir.
Este cuadro caracterológico encubre una gran inseguridad y
miedo a hacer el ridículo o a equivocarse. Implica asimismo no
poder descontrolarse, con lo cual se vuelven grandes controlado-
res de sí mismos y de sus sentimientos, que pueden llegar a negar.
Son muy honestos; falsos —en el sentido del autoengaño propio
del Ez— pero honestos, con una gran autoexigencia para mante-
ner la fachada. La imagen es impecable pero en la intimidad
dejan salir la negatividad y pueden llegar a ser déspotas.
Muy presente en este carácter está el gran monstruo de la
idea del fracaso, de la incompetencia. En su fantasía, siempre le

47
Psicología de los encatipos

|
resun de que «puedo sola».
Presumo
amenos a dro
Desprecio | abiertamente
mn E apt

la gente de
» - ¿ y ps si

diente. Me siento satisfecha de haber logrado independencia y


aa
bienestar económicos, icos, y y pretendía que no me había costado (ahora sj
lo expongo). (se).

Para el Ez conservación, ser aceptado, comprendido y reco-


nocido por su competencia y cuidados es una necesidad tan pro.
funda como la de seguridad. Cuando eso no sucede no es raro
que todo se haga automáticamente, de CO con la expectati-
va del otro, y surge entonces la frustración y la sensación ES fra-
caso, el golpe definitivo a la seguridad en sí mismo y a la vanidad
herida. >
Muy relacionado con la necesidad de reconocimiento está el
sufrimiento cuando es ignorado por aquellos a quienes se dedica,
El E3 conservación espera silenciosamente el reconocimiento, y
no se siente amado si nada tiene que ofrecer o nadie está necesi.
tándolo o buscándolo.
Suele aparecer, además, un miedo al futuro cuando se enve-
jece y no se está más disponible para parientes o amigos.
¿Quién
le amará en su inutilidad? Razón por la cual aparentemente
tiene
más miedo del resto de la vida (miedo de dar trabajo, de la
de-
pendencia física, de la pobreza, del abandono)
que de la muerte,
Lo que lleva a este subtipo a vivirse de esa forma
es el miedo
ese ncial a ser y a responsabilizarse de «es
o que no se ve»: que sien-
te y que necesita.
Por otro lado, el Ez conservación
se rel aciona con las cosas y
las personas de una forma «práctica»; es de cir, escoge los
más en función de su utilidad objetos
que de su est ética, Por ejemplo,
ala
ue sea el más seguro; y
tiempo en ira trabajar.
oa Prácticos, el Ez conserva
enerlo t odo ción da la sensación de
bajo| control y al alcanc e de la| mano o de su
«mirado».
46
La necesidad neurótica caract
erística

bien cuidado; si no es así, perturba, ya que lleva a una sensación


de deterioro y fallo que es vivida como amenaza a la seguridad.
Hoy se ve un ceño arrugado en mi cara de tanta preocupación acu-
mulada. Que todo esté bien, que todo a mi alrededor esté bien. Y en
cuanto algo no va bien, ahí estoy yo tratando de arreglarlo con urgen-
cia. Una vez tuve una imagen de mí misma muy sugerente: soy como
una estaca sin clavar en la tierra, que se sostiene en pie porque está
rodeada de otras estacas a su alrededor que, apoyándose en ella, la
sostienen. De modo que la aparente sostenedora en realidad es la sos-
tenida (Maribel).

He vendido la imagen de «ser segura» a mí misma y al mundo: «Todo


está bien», «todo bajo control». No revelarme en lo profundo, porque
sé podría descubrir que no fuera tan segura (llse).

¿Cómo actúa en el mundo un individuo con tamaña preocu-


pación? Los E3 conservacionales son incansables trabajadores,
con la eficacia y la eficiencia como garantías de autocuidado, lo
cual lleva a la tendencia de querer ser el primero, el mejor. Llegan
por tanto a la satisfacción a partir del logro de la tarea, acaban
dando mucha importancia al logro personal y se llegan a obsesio-
nar, casi sin darse cuenta, en el «empeño del poder hacerlo solo y
sin ayuda». Se convierten así en especialistas de hacer varias cosas
al mismo tiempo, como si fueran seres de diez brazos y diez pier-
nas. La demostración del amor está en la tarea y puede aparecer
mucha frustración y/o enfado, si no se la reconocen o les dicen
- que no está bien hecha.

Me imaginaba que si hacía más horas en mi empresa todo estaría bajo


control en mi departamento y, si algo llegaba a fallar, nadie podría
acusarme de no hacer el máximo o de negligente y descuidada. Siem-
pre dar más para que nadie pueda decir. Mi jefe me llegó a señalar que
parecía que me responsabilizara de los actos de los doscientos emplea-
- dos del departamento (Assumpta).

45
Psicología de los eneatipos

Siendo tan aparentemente seguros y decididos, los conserva.


la necesiten:
cionales raramente piden ayuda o reconocen que

Frente a la inseguridad absoluta ycreciente durante la guens , creeme


seguridad tensando el cuerpo, hacerme chiquita, no neces itar. Ya un
rme más
poco más grande, entre los ocho y doce años, empecé a senti
que los demás, a fingir no tener miedo, aencerrar los sentimientos, a
scouts (lse).
sentirme segura en los deportes, la gimnasia y las girl

tiene
El instinto de conservación al servicio de la vanidad
ección; no en
también que ver con una imagen de bondad y perf
que es tan
el sentido de superioridad de otros caracteres sino de
perfecto que ni lo parece: puede dar la apariencia de tener errores
la seguridad
si eso es lo que hay que hacer. Esta imagen le reporta
casi por
de seguir siendo aceptado por el otro, del cual depende
entero. El Ez conservación no va a perder las formas en primera
instancia; es como si no fuera a pasar nada (en el sentido amplio
de la palabra). Por otro lado, se hace querer en el sentido de que
lo pone fácil en las relaciones; es decir, si genera un conflicto lo
resuelve. Si se enfada con el otro, lo hace todo: sentencia y ejecuta
sin contar con el otro.
Para el mundo, una persona así es muy útil (la palabra que
más aparece en el vocabulario de un E3 conservación), pues sabe
ser discreta y adivinar los deseos y necesidades de quienes le ro-
dean. Pero el precio a pagar es alto: su posibilidad de desarrollo se
vuelve difícil, pues aquellos que reciben su ayuda no están intere-
sados en que la retire. Como recuerda Suzy con elocuencia: «Ya
decía un amigo que los Ez no deberían hacer trabajo personal
porque se transforman en personas inútiles».
No debe extrañar tampoco que la ansiedad sea alta y cons-
tante, y que aparezca en la persecución de quererlo todo
bien y
correcto: todo tiene que estar «entero»,
con apariencia de nuevoy

44
2

LA NECESIDAD NEURÓTICA CARACTERÍSTICA

por Ferran Pauné, Amor Hernández y Assumpta Mateu

Como hemos visto, la motivación neurótica de la vanidad en el


conservacional está al servicio de solucionar el sentimiento de
precariedad de la propia existencia. Los esfuerzos para contener la
ansiedad respecto a la satisfacción de las necesidades básicas se
pasionalizan, tomando la forma de una excesiva búsqueda de se-
guridad.
Llegamos así al núcleo de la forma de conducta, siendo «se-
guridad» la palabra clave que define este subtipo. Se trata ni más
ni menos de seguridad para asegurarse la supervivencia. El reco-
nocimiento ajeno es una de las bases para sentir seguridad y por
eso al E3 conservación no le gusta ponerse frente al mundo y
brillar, ya que ello supone un riesgo, que a él no le gusta: eso es
propio de la vanidad más ostentosa. Claro está que se trata de una
falsa humildad, pues la vanidad de no tener vanidad es un querer
destacar pero sin que se note. El Ez conservación busca y da amor
en la seguridad. Vendey ofrece seguridad. Por ello es un buen
consejero y conversador, y con un cierto perfeccionismo de que-
rer hacer las cosas bien.

43
del nopoder sostener el vacío de «no sati
sfacer, puesto que hay
yn miedo profundo al contacto real. El conserva
: ci
onal no sabe
manejarse con la realidad y esta torpeza y O Se sostiene ni se
mues-
era, sino que sea traduce en un «nO saber decir
que no»: no sabe
| e, ni ped con fl; k
defenderse, ni pedir ni entrar en conflicto; resultánd ole más fácil E
; $

aparentemente, estarE para el: otro y evitar así la confro ) ntacióión.


Cubrir la necesidad ajena tiene una dob]
e función. Por u A
o sese evit
e v i t a e l
a el conflicto con el otro, que no llega a contactar con
lado
la insatisfacción de su necesidady por tanto tamp
oco con la fr
tración, con lo que no dirige su destructividad hacia el ayudador
Por otro lado, el E3 conservación está tan ocupado en d otro 2
no se hace Cargo de sí mismo. La sensación de no necesitar induce
a una aparente fortaleza y perfección, que le da poder sobre sí
mismo; sensación que viene reforzada por el hecho de empezar a
ser una figura de referencia para el otro y ganarse así un sitio.
También es cierto que la compulsión ayudadora es a veces
una proyección de la propia necesidad. En ese sentido, el conser-
vacional debe aprender a pedir, a dejarse nutrir por el otro, a
abandonar el papel de fuerte, a mostrar la fragilidad, a pedir per-
dón, a decir no, y a vivir y dejar vivir.

de referencia
Ser una persona
Como acabamos de ver, otro rasgo a considerar es el de persona
com-
_ de referencia, el: cual es dinámicamente dependiente de la
se es-
pulsión ayudadora. Proviene de la tendencia a hacer lo que
de ser inadecuado. Esa
peta de uno, por no sostener el conflicto
o ni quieto, que
actitud se convierte en un no saber estarse callad
n,
a una tendencia a ser el líder de cualquier reunió
desembocen
bien tejiendo una red p.
- aunque ño de forma «obvia» sino más
de tener siempre algo que decir y
hacerse imprescindible. A base
e
Psicología de los eneatipos

algo que ofrecer, el conservacional crea dependencias. .


A través de su bienintencionada forma de ser puede lea, li
conversación donde se espera, buscando siempre el reCONOCimiep..
to de los demás y adaptando su sentir a lo que cree se espera de 4,
Resulta característico que este vanidoso meta sus «cuñas» deforma
constante, sin haber acabado de escuchar muchas veces lo que la
otra persona tiene que decir, teniendo ya el discurso preparado y,
contrariamente a lo que neuróticamente cree, diciendo cagi |,
mismo que se acaba de decir, solo que con su toque final,

En muchas ocasiones me veo diciendo esa palábra que no le sale y]


otro, como una forma de decir la última palabra, y en nuestra Creencia
está que hemos quedado muy bien, cuando en realidad no hemos di.
cho nada más que el final, que le hemos quitado de la boca al interjo.
cutof. Es un querer quedar bien a costa de los demás (Yolanda).

Confluencia
Si consideramos la confluencia del E3 conservacional como una
forma de supervivencia, podemos comprender la exigencia de ser
para el otro como estilo de vida. Este aspecto lleva a desarrollar
individuos altamente intuitivos, que en esta faceta se parecen al
E8, aunque con motivaciones bien diferentes.
El dolor de la individuación, el riesgo de ser y el miedo
se
ocultan bajo el hacer lo que se espera de uno, que es una forma
de
no enterarse del automatismo que cubre el vacío existenc
ial de no
saber qué hacer para uno mismo, de no ten
er ni idea de para
dónde dirigir los pasossin que baya Otro ea les movili
ce haciala
_acción constante, )
Cabe añadir que la fisión o confluencia
con el otro es una
manera de sentir poder, Al crear
la dependencia desde la bondad
se alimenta laidea de que se es
necesa: rio. No obstante, ello entra
66 : 2d
Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

ña una enorme dificultad para estar solo, para reconocer los pro-
pios sentimientos, necesidades y límites. Además, esta confluen-
cia o ser para el otro permite culpabilizarle sí algo no funciona, en
una evasión de la responsabilidad de ser, sentir y necesitar.
Este no saber seruno mismo sin la mirada y aprobación de
otra persona se asemeja ala fusión que vive el Eg, pero en vez de ser
un servilismo automático e indolente, en el Ez tiene un trasfondo
de ayudar, aconsejar y escuchar para no sentirse solo y para ser que-
rido. Setrata de una inversión a largo plazo, donde los ingredientes
de paciencia, contención, retroflexión y aguante son habituales.

El destierro del error


Relacionado con la imagen de bondad y eficacia está el no permi-
tirse el error. Un E3 conservación no distingue el pensamiento de
la acción: actúa sin digerir el pensamiento. De este modo el pri-
mer «error» para un Ez sería pararse consigo mismo, «ser egoís-
ta», centrarse en qué quiere para sí. |
El error que hay en no querer cometer errores proviene del
miedo a la descalificación, al rechazo. Estamos ante una necesi-
dad vital: el rechazo es como la muerte para este subtipo, que en-
tiende que sí alguien censura su manera, le está censurando a él.
En definitiva: si se censura el hacer, se anula el ser.

Competitividad... € da
Otro rasgo característico del Ez conservación es-sentir que la su-
peración es un estilo de vida. No solo se trata de hacerlo mejor,
sino de ser mejor persona, Adecuarse a los valores que se esperan
- de él le refuerza la idea de ser alguien adecuado y perfecto.
adecuado»,
-—Esuna forma de imantener la vanidad en «el nivel
Psicología de los eneatipos

no bajar el listón y hacer cada vez un poco se para co E


marca anterior, frente a los demás y frente a sí mismo. de con.
servación es un carácter esforzado en el bien hacer y guar a simi
litud con el E1, que es un perfeccionador desde la moral Mientras
que el Ez es un autoperfeccionador desde el hacer. Desde Esta
postura enseña a los demás cómo se han de paces las cosas Para
que salgan bien, sin error y a ser posible a la es
Algo muy propio de este subtipo es el «quita que ya lo hago
yo», pues subyace la creencia de que él lo hace mejory en Menos
tiempo que los demás. Ganar tiempo es importante por lo que se
torna rápido para tener más tiempo para Enea más oe con lo
que gana mayor sensación de eficacia y capacidad. El olvido de si
con la vanidad toma aquí la forma de engordar el ego a fuerza de
desgaste.

Orden
Cuando pierde el control y aparece una emocionalida
d desbor.
dada, el E3 conservación suele enfadarse cons
igo mismo o con] a
persona o situación involucrados. Porque ¿para qué
sirven las
emociones? Él considera que sentir es una. pérdida
de tiempo y
que no soluciona nada. Las emociones
rompen la sensación de
orden y de tenerlo todo bajo control
-— Ligado al perfeccionismo, el orden
es un valor que tiene
mucho sentido en la vida del co nser
vacional, que es ordenado en
los diferentes aspectos de su exis
tencia, desde el orden material en
la casa a la familia o el trabajo.
-

_Autoexigencia
Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámi
: 2ECAs

1 ptoexigencia es como una fuerza desbocada que lleva al Ex


z onservación, por otra vía más, a desconectarse. Le impide ace ]

car las cosas. COImos9n y contener lo que no le gusta (como el a.


fado con alguien), exigiéndose aún más para ser mejor. |
La autoexigencia tiene que ver con el no permitirse el error y
con que las cosas no salgan como había planeado, algo que le et-
nera mucha rabia contenida, ya que el gran esfuerzo que acomete
muchas veces no le sirve para nada.
La dinámica persistente es no rendirse ante nada ni nadie,
controlando cada paso, repasando cada gesto del otro y culpabili-
zándose cuando no ha salido lo pretendido. Por ello rendirse sig-
nifica derrota, siendo característico el intentar solucionar o supe-
rar una contrariedad de «todas» las maneras imaginables para
llegar al objetivo previsto.

Saberse vender
La imagen que vende un E3 conservación es la de una persona
segura, confiable, amable, disponible, fuerte, que no necesita
ayuda, que lo hace sola, que no va a molestar, que sabe hacer pa-
sar un buen rato, que no se enfada, que lo pone fácil, que no va a
crear conflictos. Pero a diferencia de la persuasión del E7, donde
ser admirable está al servicio de la complacencia, en el Ez la capa-
cidad de vender una imagen está al servicio de ser aceptado. Por
ello es fácil de querer pero también de no ser tenido en cuenta,
porque su disponibilidad y su buen hacer acaba siendo aburrido.

69 :
EMOCIONALIDAD Y FANTAS
ÍA

por Amor Hernández y Ferran Pauné

Si tomamos la metáfora del E3 conservación como un «hacedor»


o «una fábrica de resultados», entendida como una disposición
del ser hacia el hacer, se puede decir que este E3 no siente, sino
que «fabrica» los sentimientos para adecuarlos a un objetivo con-
creto: obtener reconocimiento.
Su compulsión a la acción le hace desidentificarse del sentir
propio, que no sirve para nada. Alberga la idea de que «sentir» es
«poco productivo», una función de la que se «puede» prescindir
ya que no es útil a la consecución de algún logro específico.
Cuando el E3 conservación se para y se da cuenta de que al
crear un personaje ha «desterrado» el ser, lo primero con que se
topa es con «un vacío de sí». La emoción que aparece reconocible
es el miedo, como estado previo y originario del carácter.
No hay por tanto confianza en las propias emociones, a las
que solo da espacio cuando «son insostenibles» y «bloquean la
productividad». La relación con sus emociones es calculada: les
da espacio controlándolas, sobre cómo, cuándo y por qué se ex-
presan, y van acompañadas de razones y justificaciones. Con la
71
Picolugía de lor modi po

espontancidad emocional Asi bloqueada, la aparlencia del ls

conservación es de seguridad, autosuficiencia y arrogancia,


con el eo
Al estar la emoción contenida, sin un vínculo real
tazón, cuando emerge de forma inesperada provoca una sens
ción de vulnerabilidad que es compensada con una acción q
forma de reto o de superación de uno mismo, El siguiente tes.
monio resulta esclarecedor;
Me acuerdo de cuando recibí la noticia del fallecimiento de mi padre,
tnmediatamente apareció un peso de toneladas en mi pecho; casi no
conseguía respirar, me quedé sin actuar por unos segundos y enseguí
da mi cabeza empezó a funcionar a toda velocidad: en pocos minuto,
va solucioné los pasajes, tomé las decisiones en relación a las cosas del,
casa, llamé al consultorio para dar instrucciones a mi secretaría, etc,
¡Todo esto con mi marido a mi lado dispuesto a ayudarme! (Vera),

El conservacional tiene, en suma, una enorme dificultad para


«dejarse sentir» y tomar el tiempo y el ritmo del corazón,
Otra característica es el hábito de «mirar hacia fuera» para
comprobar si la imagen «encaja» con lo que está sucediendo, De
ello resulta una obsesión por «no molestar», así como por «sentir
en el momento adecuado». No resulta difícil comprender que no
haya pues tolerancia ante la crítica: en caso de que llegue tras
haber manifestado un estado de ánimo o una opinión «cargada
emocionalmente», ya sea con rabia o tristeza, el E3 conservación
se queda desconectado o perturbado, desordenado y se aparta.
Aparece entonces la fantasía de «no ser válido» y la sensación de
peligro inminente, pues la relación con el otro está en riesgo si 4
este no le gusta algo de lo que él hace o siente. Veamos este proct-
so de represión de las emociones:

a como sí me permitiese sentir solo después que la situa


ción ya pa
sensación es que reprimo y retraso las emociones. Permitirme
sentí
ES
Emocionalidad y fantasta

en el momento presente es complicado, no loO sésé


0explicCar, 1 un blo-
queo muy grande en el momento de la e moción (SanV dra) e .

Podemos ahora comprender cómo y


por qué recrea este sul
1d € . o $ )-

tipo la situación a la que se va a enfrentar, imaginando cómo va a


ser Y» cuando ya ha pasado, fantaseando cómo podr
ía haber sido
mejor. Programa, en suma, las situaciones tanto
hacia el futuro
como en el pasado, dejándose poco espacio para estar en el pre-
sente y vivir la situación como un proceso, escuchando qué siente
y qué necesita. El E3 conservación conceptualiza las emociones, y
en el momento que toca aparece la adecuada, tal como ha sido
ensayada en la anticipación. No hay consciencia tampoco de ese

fabricar la emoción: toma por auténtico lo que no es sino una


actuación:

Mi cabeza funciona sin parar, se adelanta a las situaciones, contem-


plando las distintas posibilidades, imaginando lo peor que puede pa-
sar, para tener todo bajo control. No solo aparecen las imágenes y las
posibles salidas, sino que también siento lo que sentiría... Como si fa-
bricara no solo escenas sino también emociones (Maribel).

En este velo a la emocionalidad, la vulnerabilidad no se le


muestra al otro y se esconde en el fuero íntimo. Le cuesta mucho
exponer sus sentimientos y reconocer la necesidad de ser atendi-
do y cuidado.
No sorprende así que el E3 conservación aparezca alegre y
desinhibido, y el buen anfitrión en las situaciones sociales, solíci-
to y divertido; una vivencia que es solo externa. No está realmen-
te conectado con la alegría profunda, que arraiga en una cualidad
amorosa que él mismo ha secado en su interior. Ni siquiera con la
diversión: tiene muy poco contacto con el juego, el ocio o el pla-
cer, que considera una pérdida de tiempo; igual que «sentir», que
sirve solo si es para un fin. La amistad tampoco la entiende en

73
Préselegsa de dos EREGTpa

éeminos de sacompañamientos sino de ode me AS Cicas SS


ñ se tueran E STAN
«por si acaso, S invierte en relaciones por
a y lo,
en caso de peligto emucional o de soledad
des que un amigo <s una necesidad emociona A $8 ssh
sencillamente con el calor de la compañía. De la misma lorma
por ha.
tampoco entiende teuniones de amigos «donde se habla
tener Un
blar» o «nos juntamos para pasar el rato». O bien han de
sentido práctico o el E ¿conservación debe cumplir una función,
serel anfitrión, divertir, ser ocurrente, set confidente, ayudar. .
Ahora bien, como ya quedó apuntado lo más característico
de sus emociones es que las fabrica, «mimetizándose» con el
medio o la situación. Esta fabricación es a menudo tan AUTO MÁ.
ca que no es consciente, Á medida que el E3 aprende a parar; ,
aprende a no fabricar. Como dice Suzy: «Yo sentía lo que fabrica.
ba, no lo que sentía en realidad». «Ojos tristes más allá de la ima.
gen de felicidad mostrada», apostilla Assumpta.
La capacidad de fabricar la emocionalidad es prolífica y dey;.
va en campos muy diversos. Así, es típica del conservacional |,
fantasía de que está en el mundo para que este sea mejor con y
presencia. Existe la fantasía anastrófica de convertirse en una f.
gura de referencia para los demás, alguien que ayuda y es necesa.
rio. Para mantenerla vive por encima de sí y no se encarna en la
persona que es.
La fantasía catastrófica es la contraria, en el sentido de quesi
no hace alguna cosa, algo malo va a pasar. El E3 conservación
cree necesario en el mundo, sobre todo en el de su familia: si él no
está, todo se va a descontrolar y a salir mal. Esto sucede de forme
especial con los hijos. Si él se para, todo a su
alrededor se va
pasat; Por eso no puede ponerse enfermo
ni deprimirse. Y si no
“mantiene todo en marcha», cuando
llegue el momento en qu
necesite ayuda tampoco
| se la merece.
la tendrá porque no

74
Emocionalidad y fantasía

Hay una gran dificultad para ver la realidad, no


como él la
desea sino tal como es. Dado que él hace «todo lo posible por el
otro», no concibe ni acepta que el otro pueda «fallarle»; es decir,
que no se haga cargo de la situación tal como él haría. Aquí
la
fantasía es: «Si yo hago todo lo que esperan de mí, cuando yo lo
necesite el otro hará todo lo que yo espero». Se ve cómo el Ez
conservación, invierte emocionalmente en función de su seguri-
dad futura.
En el ámbito de las fantasías sexuales, aparece con frecuencia
la compensación a toda esta contención y falta de ser característi-
cas. Así, son frecuentes las que implican libertad y expansión:

Mis fantasías sexuales siempre fueron con hombres a los que amé. Con
mucha libertad, en el mar, en la playa, en el bosque, en la piscina...
Siempre en lugares abiertos y distantes, como islas desiertas (Nilda).

A menudo implican la trasgresión de lo prohibido, como


una válvula de escape al control:

Mis fantasías están ligadas a tener relaciones sexuales en un autobús de


viaje. Está lleno de pasajeros y de noche, cuando están dormidos, yo y
mi novio comenzamos a hacer el amor. Entonces se despiertan y co-
mienzan a mirar y a excitarse... Varias personas empiezan a masturbar-
se o a hacer el amor también.

Son siempre en público, en un lugar donde no conozca a nadie para


no quemar mi imagen, como en la playa o en una casa de espectáculos;
siempre rodeada de personas que miran y que enseguida empiezan
también el acto sexual (Sandra).
INFANCIA

por Ferran Pauné

¿Cómo es la infancia del E3 conservacional? La respuesta a esta


pregunta puede darnos luz sobre cómo se gesta una personalidad
así en el curso de su vida temprana.
Destaca en la infancia de este tipo una fuerte sacudida emo-
cional en la más primaria de las necesidades instintivas que for-
man parte del crecimiento: la supervivencia. Al ser frustrada,
agredida o impedida, esta necesidad crea en el Ez conservación
inseguridades y temores que le impiden sentir la plenitud y la
seguridad: la de que en el mundo se puede vivir, más que sobre-
vivir.

Mi madre cuenta que lloraba mucho; me calmaba cuando me daba el


pecho pero pronto volvía a llorar. Hace un tiempo descubrí que lo que
yo sentía no era hambre sino frío (Maribel).

icos.
Entre los nueve meses y los dos años sufrí fuertes procesos asmát
vivida en cama:
Un poco mayor, recuerdo la fuerte angustia y ansiedad
me longitudinal-
me ponía boca abajo, en posición fetal, meciéndo
a. A los seis años acusé miopía, que pro
gresó has-
mente, con insistenci
ta los veintiuno (Ferran).

77
eatipos
Psicología de los en

da d un a in fa ncde ia marcada por


pers o na li
Vemos pues en esta no ac ep ta ci ón o rechazo,
temp ra na s de
experiencias familiares s pad res se mu1 estre exigente,
e un o de lo
Suele ser común qu og en it or su ela presen.
uye qu e el ot ro pr
En este caso, también infl ct er evasivo. “Tal como
l se cu nd ar io O UN ca rá
tarse con un pape
a: «F ui cr ia da co n mu ch a rigidez por parte de mj
recuerda Nild mi padre (Es)».,
telectualmente por
madre (E1) y conducida in empre, que la
ha bi tu al , au nq ue no se dé si
En esa situación es
lidada por la
figura parental mascul ina no llegue a ser válida (o va
s dé bi l o au se nt e. El ni ño as ume así la figura del
madre), y sea má
ione bien ni que disponga
padre porque no siente que esta func
pecialmen.-
de un modelo de figura masculina válido. Esto se ve es
te en las mujeres Ez conservación, en quienes hemos observado
que pueden internalizar el padre por el mecanismo de que si la
figura no está fuera, la asume ella.

Mis padres convivían con mis abuelos paternos. Mi abuela, una mujer
dura, era el referente en la casa, la superwoman; había parido y criado
un montón de hijos y sabía hacer casi de todo. Mi abuelo, casi invisi
ble. Mi padre,
padre, pegado
pegad a las faldas de su madre, y casi l siempre
si fuera de
casa, trabajando como albañil y de bares después delel trabajo. trabajo. Mi
Mi ma-
p
dre, una sufridora (Maribel).

También suele darse una situación de no aceptación del hijo


ta
)

nto física como instintivo-emocional. En el caso


Dos . . . .

físico puede
deberse a que el niño
“- no cumple | expectativ: . ¿ .
as
eE
familiar. En el instinti P as del imaginario
a PS emocional, suele darse una imposibili-
os padres de estar con la vitalidad de ese ser o con 1
a Cx-
presióo n de la rabi la. No olvidemo
s que el Ez es un tipo energéti-
O. De este modo, el niño
de su rebeldí fic menudo se encuentraA con laq no
aceptación la (fuerza, vital;
dres amorosos: za, vitalidad y rabia) aun con pa

78
Infancia

antes de mí, mis padres tuvieron dos hijos varones,


Después de 1 anto
tiempo nació la tan esperada niña. Y resultó que nací con un defecto
de fabricación: una tortícolis congénita. Sabiendo que sufrí una ciru-
ía correctiva CON sels años de edad, com prendo que esto fue un recha-
DO Rechazo que yo internalicé ya que no tengo ningún recuerdo el
una imagen de mí antes de los seis años. La primera que
(ERGO es
delante del espejo con una armadura de yeso que me cubría toda basta
la cintura ¡dejando solamente los brazos y el rostro fuera! Myy sinto-
mático que, para corregir una imagen tuerta, ¡precisé estar un largo
tiempo enyesada dentro de una postura fija!
Al percibir el rechazo de mi imagen, de modo muy profundo «de-
cidí», en algún momento, crear una nueva imagen, de la cual todos
podrían enorgullecerse, mucho mejor que aquella que mis padres ha-
bían creado y no aceptado. Una imagen sobre la cual yo tenía control
(imaginario). Y yo no precisaría de nadie para esto (Vera).

Después de mi madre, los primeros que me vieron fueron mi abuela


materna y mi padre. La abuela dijo: «Es feílla, ¿no?» Y mi padre tuvo
que admitir (Maribel).

Después de mi hermano mayor, nacimos gemelos. Nació primero mi


gemelo. Mi madre creyó que el parto se había acabado y no se enteró
de mi presencia hasta que el médico dijo: «Viene otro», un cuarto de
hora más tarde. Siempre me contaron que a mi padre se le encaneció el
cabello de golpe. No me esperaban y yo era una carga más. De adulto
he tenido diversos imsights en los que lloraba justificindome: «¡Tuve
que nacer para vivir!»
Desde mi primera infancia (cinco-seis años) mi padre, con una
máscara asentimental, desprestigiaba cualquier muestra de sentimien-
tos auténticos y reprimía en mí las manifestaciones de energía: agresi-
vidad, lucha, rabia impotente (Ferran).

Si una característica destaca en ese mundo infantil, es la au-


tonomía como supervivencia. Existe una búsqueda y una convic-
ción de que la supervivencia está en la autonomía.

79
Psicología de los encátipos

Yo debía tene,
En casa siempre se contó una anécdota durante años,
entre ocho o nueve meses, mi madre trabajaba en la tienda de la fami.
pri.
lia en el piso inferior, y yo dormía en la cuna de la habitación del
a
mer piso de una casa muy grande, Mi madre me venía a ver muy
menudo, El caso es que se dio cuenta de cómo yo empezaba a Mora,
cada vez que subía a verme, Decidió que no podía verme llorar cada
vez, así que empezó a mirarme por la rendija de la puerta. Un día po
de la
lo visto debía estar muy cansada de mi soledad, el caso es que salté
cuna al suelo y seguí gateando por un largo pasillo, bajé un piso y mo.
dio de escaleras y pasé por otro largo pasillo a oscuras, hasta que llegue
ala puerta de la tienda, dónde me encontraron llorando. Mis padres Se
pegaron un susto de muerte, no daban crédito.
En un trabajo de la línea de la vida tuve un fuertísimo ¿nsight y pude
percibir cómo esa vivencia marcó claramente mi carácter. Me di cuenta
de que ahí se podía haber quedado fijado el tema de que tengo que pro.
veerme yo misma porque nadie va a venir a darme; que yo puedo, que
soy en cuanto hago, que en realidad nadie está para cuidarme. El condi.
cionamiento es tan fuerte que incluso con una madre hipercuidadora
generosa no he podido descansar realmente en nadie (Assumpta).

Nací fuerte y vigoroso, lleno de energía vital (la que a mi gemelo le


faltaba). Ya de pequeño me mostraba muy cariñoso y comunicativo
con todos, capaz de ganarme su afecto (Ferran).

El reconocimiento como E3 conservacional viene de la fuerte necesi-


dad de percibirme segura. La fantasía loca es que teniendo abasteci-
miento financiero suficiente podría conseguir «burlar» o «comprar» la
salud, la longevidad, y no me sucedería nada malo (Vera).

La combinación entre rechazo (o no aceptación) y la necesi-


dad para con el adulto lleva al niño a agradar, buscando el reco-
nocimiento de —al menos— uno de los padres. Hará
aquello
que será valorado, como evoca Maribel: «Mi padre celebraba fies-
a a casa, Me ponía música para que bailara mien
t
, dia

tras todos los


' á

md Jares y amigos me hacían corro y palmeaba


n... Y yo ponía o
alma para no defraudarle y que qued
ara bien».

80
[ nfancia

No es de extrañar pues que suela tomar un modelo (de uno


de los padres o de alguna figura cercana) para poder salir de |
a
¿ngustia que supone no sentirse seguro en el ser pero
tampoco en
un hacer Que cabe entender como el primer hacer, la primera
eapa donde todavía se está ensayando qué es lo más adecuado
para ser aceptado.

La adolescencia vino marcada por una deficiencia importante


en las
relaciones sociales. Influyó enormemente mi padre, al que tomé
como
modelo. Procuraba siempre opinar como él, pedirle consejo para ac-
ruar en cualquier situación, y sus ideas, palabras y modo de hacer eran
prácticamente siempre seguidas por mí (Ferran).

La suma de lo expuesto hasta aquí, como elección de vida,


lleva inevitablemente al conservacional a hacerse adulto antes de
tiempo, ocupándose de los demás o de conseguir seguridad me-
diante el trabajo (estabilidad, dinero). Veamos un hecho que
marcó la fijación del instinto conservacional en una mujer hacia
los cinco o seis años de edad:

Mi madre era exigente en exceso (lo bueno es enemigo de lo óptimo,


decía). No le bastaba con que yo ya leyese y escribiese perfectamente.
Era preciso que yo aprendiese a la perfección los puntos de bordado
que enseñaban las monjas. Yo detestaba aquello, lo encontraba inútil
y, por más que me esforzase, no conseguía hacer correctamente los
puntos y acababa llorando. Eso provocaba la ira de mi madre, que me
castigaba y se peleaba con mi padre, que me defendía siempre.
Una noche, tras una de aquellas discusiones, mi madre vino a mi
cuarto y dijo: «Un día, os vais a acordar y me marcharé; así tu padre no
se peleará más conmigo por tu culpa».
Estuve semanas sin dormir, vigilando la puerta, preocupada por
resolver
mi padre. ¿Qué sería de él sin ella? Me llevaron a médicos para
el problema del insomnio, tomé medicamentos y no sirvió de nada.
padre
Un día encontré la solución: resolví que podría cuidar de mi
y de los gatos de casa. ¡Y sin llorar!

81
Psicología de los eneatipos

Comencé a observar a mi madre. ¿Cómo se hacía el arroz? y las


huevos de que a él tanto le gustaban, ¿cómo se preparaban? Layar Ca-
misas era fácil, pero planchar iba a ser muy complicado... En Poco
tiempo me sentí preparada. Ella se podía marchar cuando conmigo,
Quisiera
Volví a dormir, con la certeza que mi padre estaría seguro
Yo me cuidaría de él, de la casa y de los gatos. Fue cuando cambié el
«ser» por el «hacer».
Aprendí que no se resuelven problemas llorando, mucho menos ey,
público, y que el mundo es de los más fuertes (Nilda).

Definidos por sus semejantes como adelantados a su edad,


estos niños encuentran en ello una sensación reconfortante, Así
lo recuerda Ferran: «Compraba libros de mi pasión, la naturale.
za, con mis primeros ahorros, cuando los demás niños todavía los
invertían en golosinas».
No es de extrañar pues que el valor del trabajo les sea inculca.
do desde pequeños:

Vengo de una familia de condiciones financieras muy precarias y yo


deseaba tener cosas, juguetes, ropas (mi madre solo compraba ropa
usada)... pero nunca era posible; no teníamos dinero. Entonces fanta-
seaba que quien tenía dinero era muy feliz (Sandra).

Mi abuela valoraba mucho el trabajo y el esfuerzo. Buscaba tareas que


encomendarme y me daba algún dinero a cambio, de forma que yo me
sentía valorado y además tenía una pequeña independencia económica
para mis aficiones. Trabajaba duro a fin de agradarla (Ferran).

Esta situación lleva de la mano el rechazo al placer y a la di-


versión, muy evidentes en la represión de la sexualidad.
Observamos por otro lado cómo el conservacional procura
desde la adopción de modelos, no repetir la infelicidad de los p:
dres. La expresión de ese deseo tiene lugar de múltiples formas
tales como la determinación de no casarse, de querer ser alguien
en la vida, la voluntad de destacar, etc.

82
Infancia

Comencé a trabajar conh seissei afaños ayudando mi 1 adre a


EE vender. Gon esa edad haceet r sa
sal;lados
' el ella me ense| ñó á hacer ganchi
Los, y JO
co cam
tambié llo y borda.
bién tenía obliga cio nes d e l a caca
gaciones de la casa parma.a hacer. |
Desde en.
ronces MUNCA más paré de trabajar, pero yo determiné a esa ed
no quería aquella vida que mis padres tenfan: Yo « Juetía tener ad que
dinero y
ser alguien en la vida. Una vida diferente, sit tanto suftimiento, Siem-
pre olaa mi madre lamentándose de la falta de dinero, Siempre la oía
quejarse a sus amigas de las traiciones de mi padre y que eran todos
iguales. Entonces decidí que yo nunca dependería de un hombre pata
sustentarine y que tampoco me casaría, ya que el matrimonio dejab da
las personas infelices y causaba tanto sufrimiento y dolor emocional,
Tras tomar estas decisiones pasé a ser una niña muy seria, no quise
jugar más y mi energía pasó a ser focalizada totalmente en el hacer.
, ? d y e

«Hacer para tener»: ese fue mi lema desde los seis años. Quería tener el
reconocimiento, primero de mi madre, de que yo era buena en aquello
que ella determinaba; pero la mayoría de las veces lo hacía sin que ella
me lo mandara, solo para agradarla. Entonces pasé a usar mi energía
para destacar en todo lo que hiciese, Con ocho años comencé a practí-
car deporte y siempre estaba entre los mejores; era la manera que en-
contré para ser vista, percibida; pensaba que así agradaría a las perso-
nas y me aceptarían (Sandra).

¿Cómo consiguen los E3 conservación su deseo de ser acep-


tados o vistos? Con esfuerzo, ya que desde la serenidad de ser no
lo han logrado. De ahí que encontremos entre ellos buenos o bri-
llantes estudiantes, de cara a obtener el tan preciado reconoci-
miento. Es frecuente el deseo de superar a los hermanos, con los
que están en comparación continua y en competencia:

Alumna brillante, siempre adecuada a las normas del colegio de mon-


jas, hacía todo para que no hubiese motivo de reclamaciones a mis pa-
dres (Nilda).

Para mi padre, yo era su orgullo. Para mi hermana, una O


OS

odiosa, Para alguna de mis compañeras de colegio, e pe > nn


monjas. Y yo sufría por contentarlos a todos, por hacerlo todo
no saber quién era yo (Maribel).

83
A
Psicología de los eneatipos

ide ha motHA
ivaL
do much
MN í.
te toda mi etap a esco lar y univ ersi taria me
a »render. Por ejemplo, con cuatro años En Ed a
a
rimaria destaqué
€ rápi
. damente en lectura íy e hi E ll alta
e hicier
l rme
su
» es frente de la clase y al final me Cas
en
a e
a e $ 4 MN e A

puesto a que cons aban que iba ade anta id ñ


pee cu rso; ¿ed la alumnaiderque había sacado epale 3% es e
a final de mes, a le . rdo hab
er ba
, a lazo o una banda de regreso a casa. Recue Ae Jado
ponían un laz l as cintas en mi cuerpo, ufana y feliz de ]y..
la calle hacia casa con aquellas C liceo debut labia ,
0 que esto marca la
cirme. En fin, creo q
el reconocimiento (Assumpta).
a
Lo que condujo las vidas de mis hermanos y la E se ps
dedicación al montañismo y deportes afines, dr a O a E P. te
como lo mejor en la vida y con orgullo. Se trataba deser pa s e ica,
rápido, experto... el mejor. Eso focalizó en gran parte a v » Faris
dome de las relaciones sociales urbanas. Vivíamos en la urbe yde es.
paldas a ella. Había que estar a la altura de mi padre (Ferran).

Pero ¿cómo conseguir la perfección E esfuerzo por ser


aceptado, y con el trasfondo de la exigencia? Con ausencia de
signos de rebeldía o de inadecuación, por supuesto. No obstante,
el individuo necesita sacar fuera de sí su energía contenida. La
válvula de escape es entonces la rebeldía por aspectos no impor-
tantes, puesto que con el hogar no se rompe nunca el vínculo.
Finalmente cabe añadir para este rasgo una dimensión solita-
ria, que se presenta como una evasión del dolor.

Fui una niña quieta, que procuraba no dar trabajo. Un tanto solitar
ia,
siempre inmersa en libros y revistas, jugando con los gatos
de la casay
observando las hormigas (Nilda).

El vacío afectivo fue terreno abonado


para que, sobre los ocho años,
influyese en mí de forma decisiva
la figura de Félix Rodríguez de la
Fuente, Aquella pasión por la naturaleza, com
partida con los niños
(«... y mis queridos niños se preguntarán...»),
se encontró con mi p2
sión por la vida. Me pasaba
horas en una coli

84
Infancia

cre los arbustos para observar de cerca las aves. A los once años
do en¿ mis primeras
ñ
notas de campo, sa
imitando a Félix,
: ,
tomé que no solo me
brió las puertas 2 un mundo fascinante, sino que se convirtió en mi
abrió

idolo o maestro (Ferran).


Era una niña espontánea, alegre y juguetona hasta más o menos mis
“nco o dseis años, en que comencé a oír por parte de mis hermanas y
EniNCO 1asQ que
El yo€ era muy molesta, que nadie: me soportab. a. Entonces.
prin me
cerré ¿ completamente. Pasé a ser una niña totalmente callada, observa-
dora y muy triste (Sandra).

85

a.
y

PERSONA Y SOMBRA:
LO DESTRUCTIVO PARA SÍ Y PARA LOS DEMÁS

por Ferran Pauné y Assumpta Mateu

Cada uno de nosotros proyecta una sombra tanto más oscura y


compacta cuanto menos encarnada se halle en nuestra vida cons-
ciente. Esta sombra constituye, a todos los efectos, un impedi-
mento inconsciente que malogra nuestras mejores intenciones.
CarL G. JunG

Tras haber abordado desde diversos aspectos en qué modo se pre-


senta el Ez conservación ante los demás, en este capítulo analiza-
remos la pasión dominante del eneatipo a la luz de la teoría de
Jung, en el sentido de los conceptos de persona o máscara y de
sombra.
Desde estos conceptos junguianos el E3 conservación está
plenamente asociado a dicha personalidad-máscara, llegándose a
confundir esa cara que se pone para la imagen pública y ser acep-
tado con la percepción de su propio ser. La sombra, por su parte,
es esa parte más instintiva y animal, ese arquetipo que según Jung
deriva del pasado prehumano, cuando nuestras preocupaciones

87
pos
Psicología de los eneati

se limitaban a sobrevivir y reproducirnos, y no éramos conscientes


el «lado oscuro,
de nosotros como sujetos. También comprende
del Yo y la parte más negativa. Es, en definitiva, la parte relaciona.
placer, el no
da con el centro motor-instintivo, el amor erótico, el
control y el disfrutar de la existencia sin más: esa parte de nosotros
que no queremos admitir. ]
puede
La presentación del E3 conservación ante los demás se
resumir con los siguientes descriptores: alguien adecuado, serio,
perfecto, confiable, seguro, al servicio del otro y feliz por hacerlo,
sin problemas, con las dificultades superadas y todo bajo control,
Se trata pues de personas muy clavadas en el «hacer» y en superar-
se («yo puedo»), dado que los títulos («yo valgo»), éxitos («soy
visto») y logros («soy alguien») van encaminados a confeccionar
una máscara que debe compensar todas las necesidades no satis-
fechas y las deficiencias de desarrollo psicoemocional. Al sobreya-
lorar los logros y los éxitos, sacrifican el placer, el reposo y lo lúdi-
co. Y sacan su frustración profunda de una forma encubierta, tal
y como describe el siguiente testimonio:

Es tan sombra ese lado manipulativo y neurótico que tiene que ver con
el mostrarme disponible sin límites, responsable, buena, la que llega a
todo y todo lo hace bien, como la parte quejica, abrumada, estresada,
enfadada y exigente que me asalta sin freno cuando ya no puedo soste-
ner más la otra máscara (Assumpta).

El E3 conservación se presenta típicamente como alguien


que está siempre muy ocupado, enérgico, optimista, lleno
de
planes, expectativas Y Proyectos interesantes, auto
suficiente, in-
¿ependiente y satisfecho en la vida. La sobreocupaci
ón tient
an la función no tanto ya de mostrarse com
o una persona muy
ER como de esconder ante sí mismo
la inseguridad de ser. En
efinitiva, el estrés ya aparejado a la búsqueda
de seguridad. És

88
%e
Persona y sombra

por esa mism0a razón que |vende


seguridad, acon seja a los demá
ofrece soluciones, da leccione s,
s, sabe cómo h acer las
cosas bien y
salva a los demás. Ahí radica otra característica de la presenta-
ción del conservacional: ser bondadoso e incluso benevolente,
acercándose al modelo de Robin Hood; busca destacar por sus
buenas obras.
Aun siendo extremadamente competitivo, el Ez conserva-
ción puede trabajar bien en equipo, donde pretende asumir el li-
derazgo de la organización y la ejecución de las actividades. No
obstante, y Contrariamente a lo que podría pensarse, cuando son
otros los líderes intenta aliarse con ellos, cediendo el liderazgo a
cambio de mayor seguridad.
Ahora bien, cuando se siente amenazado puede atacar por la
espalda (aunque solo sea desde la crítica aparentemente objetiva).
En estos casos suele también retirarse emocionalmente, ya que
tolera muy mal el rechazo y la no confluencia. Pero ¿por qué tal
exigua capacidad de estar con el rechazo del otro? Porque debe
ocultarse a sí mismo el sufrimiento que le representa su enorme
necesidad del otro, más aún estando este a una buena distancia
emocional. Y es que, ¿con quién va a relacionarse un individuo
que huye de conectarse consigo mismo? Pues con personas que
tampoco estén muy conectadas.
No deja de sorprender que un carácter fijado en la confluen-
cia haga lo posible para no contactar con el otro ni consigo
mismo, es decir, que se autoboicotee. La confluencia real estriba
en la escucha mutua y en un encuentro desde el sentir. ¿Por qué
evita esa escucha centrada (real) y el sentir profundo? Por su ne-
cesidad de ocultarse a sí mismo el miedo a ser (a expresarse, a
manifestarse) y a un eventual contacto consistente con el otro
que le leve a la verdad. Así, por ejemplo, dice Nilda:

89
Psicologia ACUINCepr

S
tod as for mas, lo más ang ust iante era no saber si la alegría
Para mí, de E NTOS Era Era tea]re
erm inados MOME
.

est aba inti


sin e
tie ndo e
en det
la tristeza que yO
:

nto.
de mi ade cua ció n a los sen timientos correctos del mome
o fruto

icu lta d par a ent reg ars e en las relaciones y confiar


La gran dif
te la propia valía,
en la vida sin tener que demostrar constantemen
patentes en el siguiente
así como lo que se oculta tras ello, quedan
relato.

que
La sombra aparece como una verdadera máscara para tapar todo lo
escondo de mí misma y principalmente a los que me rodean. Muestro
po-
una fuerza donde no la tengo, muestro una seguridad donde no la
seo, muestro firmeza cuando estoy en la más profunda inseguridad,
muestro bondad cuando ya maquiné todo para sacar provecho de la
situación, muestro conocimiento donde no lo tengo, me hago pasar
por buenecita cuando en el fondo soy mala. Muestro ser diferente, in.
dependiente, que no preciso de nadie, y en el fondo siento dependen.
cia de todo. Muestro ser moderna cuando en el fondo soy rancia, y al
revés. Es un tremendo autoengaño (Sandra).

Las partes más eficientes y brillantes llegan en realidad a con-


figurar las más negativas y oscuras; lo cual llega a ser destructivo
ya que, lejos de afianzar los necesarios vínculos afectivos, estos se
degradan.
Justamente una de las características más relevantes de este
subtipo —el ser buena persona e inofensiva— constituye la base
de la manipulación, un rasgo que en la mayoría de conservaciona-
le
s queda escondido y no vise ible. Esa parte monstr
uosa existe
cuando hay un objetivo y la necesidad de
conquistarlo. La forma
de llegar aell usar cualquier
O es ler tipo
ti de arma, adaptando la moral
a lo que la pe rson
ona a quiequi re, Los fines just
lustiifican los medios. No
obs
Persona
)
y sombra

la novela Las amistades en la película homón;


peligrosas (y

donde la marquesa de Merteu| il ha| ce de todo para conseguiRA r al


hombre que quiere, promoviendo intrigas para alejar
a las rivales y
creando situaciones en que el hombre pierde la autoestima para
mantenerlo dependiente de ella, y Surge su aspecto malvado cuan-
do no consigue su objetivo, vengándose con frialdad para com-
pensar su frustración y fracaso,
Otro aspecto del subtipo es la obligación de parecer siempre
seguro, y este es el gran infierno de los conservacionales. No pue-
den vacilar delante de sus certezas, no pueden ser carentes. Se es-
conde aquí el miedo a la invalidación, el vilipendio y la ignomi-
nia; en suma, al rechazo.
Cabe mencionar que el Ez conservación tiene mayor dificul-
tad que los otros subtipos para encarar un conflicto. ¿Por qué? El
conflicto y la confrontación traen la idea de desarreglo, de recha-
zo, de inseguridad, y la amenaza de abandono o distanciamiento.
Es por esa dificultad en manejar los conflictos directa y abierta-
mente que la persona se especializa en la diplomacia y la media-
ción. Claro está que el precio a pagar a menudo es la renuncia a la
coherencia, a la verdad y a la conexión con las propias necesida-
des y deseos.
Por todo lo hasta aquí expuesto, los conservacionales no
muestran la debilidad, a lo cual se añade el deseo que los demás
descubran que necesitan ayuda. Es más: aun así pueden llegar a
rechazar la ayuda: «No, gracias; estoy bien». En definitiva, una
vez más, bajo la autonomía está el gran dragón de la superviven-
cia; un dragón que destruye vínculos.
Otra forma que adopta ese miedo es la gran dificultad en re-
conocer y mostrar las propias necesidades y en pedir ayuda a los

6 Les Ligisons Dangereuses (Choderlos de Laclos, 1782).

91
Psi5 cologí
Ñ
a de los eneatipos

ás abi ert ame nte . El mos tra rse nec esitado despierta el miedo
dem
OR a
al abandono y al rechazo: «Si ven que no puedo
dejar». Y este punto nos lleva a la inhumanidad especi de del Ej
renuncia al sen
conservación; una inhumanidad que radica en la
tir propio, para que no se le abandone o rechace, y por extensión
al sentir del otro:

Escondo las necesidades, la fragilidad. Así no hay relación; es más bien


un dejarse «usar». Y esto es moneda de cambio cuando se quiere recla.
mar algo. Lo venenoso de esto es que el otro siempre está en deuda y
yo me siento sola. También tengo una tendencia a dar lecciones, ,
creer que sé más del otro que él mismo, a tratarle como un objeto: si
me sirve, bien; y si no, lo cambio por otro (Maribel).

No es de extrañar el miedo a que se descubra que la persona


no es tan buena o generosa como aparenta, lo cual induce a tra-
bajar cada vez más para mantener la máscara, esa imagen de que
se puede hacer cualquier cosa. Se observa cómo el optimismo
oculta la desesperación, el estar atareado oculta la angustia de
sentir el vacio, y la confluencia oculta el miedo a la muerte de ese
propio constructo psicológico de inestables cimientos.
Otro punto de interés es la falta de una espiritualidad autén-
tica y de una fe verdadera en Dios o el Universo. Por un lado,
esto le hace sentir al conservacional la preocupación y el miedo
por todo, puesto que no se es parte de nada mayor que pueda
traer paz o acoger. Por otro lado, la espiritualidad verdadera no se
encarna porque la vive desde el logro y la imagen, como dos za-
nahorias más delante del burro de carga: la promesa de ser
mejor
y más aceptado, y la de la felicidad sin tener que mirarse
la propia
oscuridad. La persona se puede mostrar como
alguien avanzado
espiri tua
wa lmente, puesto que eso implica reconocimiento. Pero
en
re alidad es un mediol de escape de la
falta de conexión consigo

92
Persona y sombra

mismis a, y un modo
de esconder el mi edo
al mundo, a la vida
vLvLL.
y a
Dado quoe dela futuro no se
puede adivivinin
ar ar nini controlar, le da
E dos : e prpreseser
ervávándose de la incertid
las mah eras mate umbr e, de todas
ri es posibles, ya que no confíaf
en D los ni en la
vida.
U no de los peaspectc os más! destructivos del Ez co
nservaciiónón bibien
pudiera ser la manera como da salida a la frus
tración profunda de
no sentirse ser; es decir, de saberse intu
itivamente desencaminado
de la autorrreeaalliizza
acióción y lejos de la plenitud. Esa frustración, que
nace del do lor del desarraigo profundo se ió
, vuelca en forma de exi-
gencia y de rabia hacia los que le rodean. Esa rabia que debe cont
e-
ner para mantener la máscara de adecuado y bueno explosiona por
las fisuras de la crítica, la exigencia, la pr
otesta, la re
incluso el despotismo. Veámoslo en el siguiente caso: ivindicación e

La sombra la dejo de puertas adentro, en casa, con los míos. Si afuera


todo el mundo dice que siempre me ven sonreír, en casa hay malhu-
mor, cansancio, a veces prontos de histeria, gritos, quejas, reproches.
Oculto mis complejos físicos, todo lo que no tengo ni idea de cómo
hacer, mi incultura, mis miedos... Tal vez el mayor miedo es la sole-
dad, el abandono. Oculto muy adentro el sentimiento de superioridad
bajo la máscara de defensora de la igualdad y de los humildes. Oculto
mi dolor; tanto, que no me lo dejo sentir. Acumulo tensión en todo el
cuerpo, sobre todo en el lado derecho (me duele el hombro, la mano;
tengo sinusitis crónica). Apenas hay espacio para el silencio interior: o
hay ruido interior, o hiperactividad, o ambos. Soy muy exigente con-
migo misma y con los demás. Mido con mi rasero y eso puede hacer
mucho daño, minusvalorando a los demás (Maribel).

Esta dificultad para entrar en contacto con el otro, consigo


mismo y con la verdad de la propia existencia lleva pues al con-
servacional a deteriorar o destruir vínculos, así como la propia
posibilidad de salir del agujero óntico.

93
s
Psicología de los eneatipo

fin , lo má s de st ru ct iv o p ara sí mismo y para los demás q,


En
ser tras u na máscara valorable, junto 2
la ocultación del vacío de
ex pr es ió n de st ru ct iv a de l desasosiego i nterno que ello conlley,
la es decir, el que va de la
El camino de vuel ta a casa es el inverso,
.
mediación a la meditación

94
EL AMOR

por Ferran Pauné

Si quisiéramos definir con una palabra la tendencia dominante


para el E3 conservación en la esfera de lo amoroso, muy bien po-
dría ser el amor-seguridad.
En este subtipo predomina el amor maternal, como una
forma de canalizar el amor a través de ser útil. Su compulsión es a
asegurarse el mantenimiento de unas condiciones de seguridad y
estabilidad que le brinden la sensación de tener bajo control su
entorno vital.
La necesidad de afecto se plasma pues en un constante cuidar
al otro y en evitar que surjan situaciones conflictivas o no adecua-
das. La adecuación y adaptación llegan al punto de olvidar su
propio sentir en aras de un modelo amoroso. Esta actitud, aun-
que autogenerada en la infancia con respecto a sus figuras paren-
tales, llega a su máximo conflicto con las relaciones amorosas de
pareja.
El amor admirativo, en cambio, no llega nunca a abarcarlo
«todo» en el sentido existencial; es decir, no toma tanto espacio
en el seno del individuo. Así, un E3 conservacional siente amor

95
Pácolagld de los enedtipos

personas, como MACS,


solo con respecto a ciertas
admirativo
ir,
espirituales, científicos O personas relevantes en algún ámb
e
que le resulta de importancia. É

ollado, D
6 ds

El amor erótico suele set, en fin, el más su desarr


4 TT 2
á fs

dormido a nivel consciente. Dirfase que la compulsión a hacer, el


estar siempre en el hacer, dificulta la apertura al placer, No res.
ta extraño pues que, en caso de sentir amo! admirativo hacía y)
guna de las figuras antes mencionadas, se vuelque en el trabajo en
pro del mundo que representa ese admirado, descuidando la esfi.
ta del placer y la vida cotidiana.
¿Cómo vive pues el amor un [3 conservacional? En genera]
espera recibir amor admitativo en todos los ámbitos de su vida,
entregando poco, en cambio, su admiración a los demás. ¿Cómo
va a dar amor admirativo si él está para eso: para que le admire)
De la pareja espera los tres amores, dado que representa uno
de los ámbitos de mayor importancia para él. La pareja lo es todo
para los conservacionales sexuales, e importante en los conserva.
cionales sociales, para quienes toma mayor protagonismo la esfe-
ra profesional y, con ella, la valoración obtenida por sus servicios
o esfuerzos,
De las figuras relevantes, como los maestros, el Ez conserva-
ción espera tanto un amor compasivo como valorativo. Da a
cambio amor valorativo y, en buena parte, también amor compa-
sivo, a modo de lealtad, compromiso, cariño y servicio, El si-
guiente testimonio resulta esclarecedor respecto a las dominan-
cias de los distintos amores.

Pocas personas son dignas de mi admiración. A la autoridad suelo mi-

rarla con lupa y tuve una experiencia dura cuando alguien en quien
creía ciegamente me defraudó. Ante las personas a las que admiro mM
siento poco digna y no me suelo acercar más que tímidamente; pero $
muestran interés en mí, soy una colaboradora incondicional (Maribel).

96
El amor

Resulta frecuente escuchar de este subtipo rel atos


en que el
advenimiento de un hijo resulta sanador: «A mi
lo que me ha e
rado es mi hija. Con un hijo recuperas la sorpresa, el amor Ad
no, la intensidad» (Maribel). Así como el papel
de pa hn
el cual se da amor maternal y se recibe amor admi
rativo. No me
sulra extraña pues la vivencia de una mujer que,
aconsejando a un
amigo sobre su reciente separación, no manifestó que ella
misma
estaba en el mismo proceso, separándose de su pareja un día
des-
pués.
No obstante, el amor que probablemente le genera más con-
flicto a este subtipo es el erótico, por ser el menos desarrollado e
integrado. Todo lo que está vinculado al placer, la sensualidad o
la espontaneidad ha sido reprimido en pos de la adaptación al
medio. Con esta contención, e incluso olvido, se relega al «niño»
a un espacio interior escondido. Un conservacional tiene verda-
deras dificultades para expresar o compartir sus anhelos y frustra-
ciones, llegando incluso en este punto a retirarse de la esfera so-
cial, del mundo.
Es común que sienta la sexualidad como algo sucio o feo,
tendiendo de este modo a relacionarse con parejas que represen-
ten «aquello» que es bueno. Más aún, muchas relaciones de pare-
ja lo son en realidad de amistad. Vemos aquí, al igual que en la
citada tendencia a hacer de «consejero», puntos de convergencia
con el Ex. He aquí alguno de los puntos que confunden al Ez
conservación en su búsqueda tipológica y le lleva a verse como
caracteres Ex.
El E3 conservación suele vivir por tanto una tensión interna
entre la seguridad del mundo que se ha creado y la frustración
ante la dificultad de experimentar el placer, la expansión y la ex-
periencia. La vida se encarga no obstante de sacar a flote esa parte
no reconocida y sentida como fea.

97
pos
Psicología de los eneati

l y el
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ntes formas de expre.


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ien, q LR de ser
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$ a

Procuro que no se me note que me gusta algupareja me abandone (Fe


a

o o que mi
fiel para no generar un conflict
rran).

rim ido la sex ual ida d; me mue str o como bondad (Maribel).
He rep

o a mí ni a la per.
Para mí el deseo es peligroso y no me lo he permitid
sona que ha estado conmigo (Teodoro).

s
En realidad el vínculo de pareja se realiza, como ya hemo
comentado, a través del amor maternal y de la dependencia afec-
tiva, tal como esclarecen los siguientes relatos:

Manifiesto amor cuidando y haciendo por los demás. Me ocupo de los


otros pero me gustaría que hicieran lo mismo conmigo; si no lo hacen
como yo espero, entiendo que no me quieren (Maribel).

En pareja todo mi esfuerzo es para que la otra persona sienta que con-
migo está segura. «Puedes confiar en mí, doy seguridad.» Así que me
doy a valer mucho. En los tiempos que corren yo te doy lo más grande:
confianza. Con lo cual creo una deuda y quiero que el otro me dé la
misma confianza y seguridad. ¿Qué somos nosotros sin pareja?
Abandero mucho el ser fiel, dar atención, estar presente y sacrifi-
cam adaptarme a lo que la otra persona quiere: no bebo, llamo
por
as noches, te cuido. La cosa es no crear preocupación para
la otra per-
sona (Teodoro).

El : amor
ideal
1
tenía, que ver con el amor maternal de acoger; nunca es
e ser acogido (Juanjo).

Hem
bel) os a prendi
di do a que
a base de esfuerzo se consigue el amor (Mar
i-

98
Elamor

El B3 conservación vive
así una Constante ince
rtidumbre
entre am orr) y necesidad, entre pl acer
Amo y bondad, e ntrey
| sensualidad
y amistad,
En las relaciones íntimas, busca el
obruvo del progenitor de sexo calor y contacto que no
opue sto, Un hombre Ez conse
rva-
ción que de niño no tuvo contacto con su m adre se orientará
a
cubrit sus necesidades más primarias: la seguridad y el calor, Sin
ese constructo inicial, le entraña un a dificultad su expa
nsión
hacia el mundo; y vivirá incompleta su sexualid ad en el seno de la
pareja, o proyectando el amor erótico fuera del ámbito de su pa-
roja=seguridad,
- El deseo interno de felicidad vinculado a la incapacidad de
ser o de autenticidad lleva al Ez conservacional a la idealización
del amor. El modelo amoroso tiene como imagen paradigmática
la casa de la pradera, con el resultado de una relación amorosa en
que el sexo debe estar impregnado de amor y ciertas prácticas se-
xuales no son posibles porque «eso no es amor». La idealización
de la fidelidad y la felicidad le lleva a menudo a renunciar al sexo,
a ser sexi. La búsqueda de la excelencia es llevada al ámbito se-
xual, con una incapacidad de vivir lo cotidiano y una proyección
hacia lo intenso o excelso. |
Esta proyección puede llevar a un dramatizar ñ sesmalidad,
ligado, por un lado, a la sustitución de lo real por le imeginatio
por otro, a la relación a través de la acción. Lo primero tiene que
ver con la fantasía del E3 conservación, que construye Unbseles
tos ideales, muy internos, con los que se pela cioña y pod tienen
que ver con el otro. Un ideal interno construido a imagen y se
mejanza de la perfección que busca, y que deja pues poca energia
sobrante para la relación real. tr doce el
El papel que juega la acción en la relación obe dE LES
Cultad para la intimidad, para mostrar su afecto y ha

99
Psicología de los eneatipos

Mi
como protección ante cualquier abuso que el otro pudiera come.
ter con él. El amor acaba así manifestándose a través de actitudes
y acciones a favor del otro; en definitiva, por el hacer, Cuanto
mayor es la atracción —léase dependencia— más disponible se
torna en hacer algo para el otro, hasta el punto de resultar inyag;.
vo y precipitado. Esa misma autorreferenciación inconsciente ey,
la necesidad, y la necesidad de ser visto, le llevan a no ver al Otro,
El Ez conservación se interesa por alguien valioso desde la óptica
de sentirse valorado, pero realmente no le importa lo que NECESite
el otro. Esta paradoja, donde en apariencia él se lo da todo q]
otro, la encontramos en el cuento de cariños del análisis transac.
cional, que narra la trayectoria de un enfriamiento emocional en
que cariños verdaderos son sustituidos por cariños de plástico, Se
trata de una gentileza generalizada y convencional.

Soy protectora, ayudadora, consejera... el amor «maternal» está muy


desarrollado. Eso sí, hay un precio, porque no es desinteresado, ya que
busca el reconocimiento del otro. Soy fiel con mis amigos; muy grega-
ria y muy familiar. Mis deseos, mis necesidades, quedan al final de la
lista y pasan por delante las necesidades de los de mi alrededor (que
suelen ser muchos) (Maribel).

¿Cuáles son los aspectos del ego fundamentales en el movi-


miento de atracción y de decisión de hacer una pareja? El motor
del amor-seguridad es la búsqueda de seguridad emocional y de
reconocimiento en el terreno más íntimo. El enamorado responde
a la imagen de la madre o del padre y a los valores de la familia,
pero en este punto la ceguera es absoluta. Al E3 conservación le es
difícil amar sin admirar: no sabe convivir con personas fracasadas.
En el seno de la pareja suele aparecer un sentirse desatendi-
do, deseos insatisfechos que acaban por generar un sentimiento
de frustración, de contención o de que esa no es la relación

100
eatipos
Psicología de los en

an ( om
lo expres
ni res
V $ )
a a Tr y
d sl |
3 ad
:
a E C ] .
A A ) OS A
, : -
a j Vi

donado».
)

es miedo a ser aban n te ne r po cas y largas rela.


co n se rv ac ió
Es frecuente en el Ez
co nv er tido en un
ser bueno y adaptable en el
paz de abrirse al cam.
se ha
ciones. Como
gu ri da d, cu an do es ca
esfuerzo por lograr se
o qu e se ab ra a aq ue l am or que relegó. Así, se| lee
bio no es extr añ
mo después de un pr imer
fí as de est e su bt ip o có
en muchas biogra po-
eva experiencia amorosa que
amor-seguridad se vive una nu
lo expresa llse:
dríamos llamar de amor-pasión. Así

El segundo amor, años después, fue un amor-pasión. El era un hom-


bre muy pasional, inseguro, muy buen amante, muy irracional, bas.
tante enloquecido, socialmente no muy adaptado, «macho», mucho
más joven que yo, aventurero, COn varias separaciones, mucho fuego y
mucha vida.
Me pude permitir el lujo de vivir esta relación porque mi necesi-
dad de seguridad material básica estaba cubierta; yo ya me pude pro-
veer lo suficiente. Sentía un conflicto interno por valores: «lo que se
debe hacer y lo que no», pero la pasión y mi enorme necesidad de ella
ganaban.

A la hora de afrontar la relación de pareja, hay en el Ez con-


servación por un lado la necesidad de control y, por el otro, el
miedo que subyace:
|
Me a ía 1 ci la idea
¡ de que iba a depender emocionalmen
te E
de un hoA e Ao Í varioj s fantasmas: miedo de ser traiciona-
a, r abandonada, de ser olvid
olvi ada e n segundo térm
emiino, de hacer el
papel de payasa... Todo ell '
lación, rápidamente. ello hacía que saltase fuera del barco, de la re-
Tengo pl ena ea 0.
compartir. Lo quiero todo 80 exactam p l e n a consciencia de mi dificultad de
z
| a mi manera y si no es como
ía. 3 gnte
me gust aría , inv ali do| a pers ona. Pier do
l a. Plerdo la gracia 7 lo
las ,
neg ati vas tom an fue rza gracia y la emoción positiva,
83 emo cio nes
ytinuidad a la relación (Sandra) mientras no consigo dar con- 3

102
El amor

Hay finalmente, en la construcción de relaciones, un empe-


ño alimentado por la necesidad de demostrarse a uno mismo que
va a poder obtener lo que anhela, que lo va a conseguir. Su idea
loca es que tiene el poder de hacer que las cosas sucedan de la
forma en que espera, dado que su manera es la correcta, En este
sentido se idealiza y sublima al otro, y conseguirlo desde el empe-
ño se convierte en Un fin de autoafirmación del poder. Es el co-
la vida.
rrelato de una gran dificultad en confiar en

103
9
PERSONAJE HISTÓRICO: CLARA DE ASÍS

recopilación de Amor Hernández

Este capítulo ofrece un ejemplo histórico de Ez conservación.


Nos ha resultado significativo que sea difícil encontrar un ejem-
plo de un personaje más ordinario, menos santo o incluso con
una imagen negativa o monstruosa.

Nace Clara en 1193, hija de la noble Orulana y del caballero Fa-


varone Offreduccio de Bernardino. Los biógrafos coinciden en
que sus primeros años están adornados con las virtudes femeni-
nas y religiosas propias de la época: rezar, ayunar, llevar prendas
penitenciales, dar limosnas, apreciar el recogimiento y querer
permanecer virgen. En este sentido, la niñez de Clara no es muy
original. Creció bajo el control de su noble estirpe. Era la mayor
de tres hermanas y vivía con vecinas, amigas y primas en una
mansión aristocrática de mujeres en la zona superior de la ciu-
dad, en un complejo reservado, tranquilo y limpio.
Desde muy temprano, Clara vincula su vida radicalmente a
los pobres. Ama la pobreza misma. Desde muy pronto simpatiza
con el movimiento en torno a Francisco, el hijo del comerciante

105
Psicologta de los encatipos

Pedro de Bernardone. Ántes de abandonar el mundo rico de la


beneficio de los desfay..
infancia, vende parte de su herencia en
recidos y envía dinero a la fraternidad de E rancisco, que cop
d en 1209,
wruye la ermita rural de Asís en las afueras de la ciuda
Se la describe autónoma de pensamiento desde su juventud.
Por amor a su divino esposo, rechaza todas las propuestas de ma.
trimonio. No se decide a ingresar en un monasterio acomodado
pues prefiere una existencia sin seguridades. Busca unirse a muje.
res de su mismo proceder. Crece en una atmósfera caballeresca y
cortesana. Aprende a leer y escribir latín, y en sus cartas se reco.
noce la influencia de la teología espiritual. Vive aislada por sy
clase social y algunos testimonios recogen que suele practicar
buenas obras y visitar con agrado a los pobres (esconde víveres
que luego reparte entre ellos).
Clara escribe en su regla que nadie debe aspirar a la forma.
ción sino a la Unidad en el espíritu del amor. Su prioridad es la
unión de las hermanas. Su madre Ortulana la adoctrina en las
verdades de la fe y en el ejercicio de la misericordia, artes prácti-
cas y manualidades. Ortulana peregrina a Tierra Santa, algo que
presumiblemente influye también en Clara, que vive en este am-
biente de clausura doméstica sus primeros años de vida.
Con trece años un acontecimiento en Asís la marca: Erancis-
co renuncia públicamente a su padre, que le deshereda. Francisco
abandona Asís y es recogido por los benedictinos en el terreno de
la capilla de Santa María.
Un primo de Clara ingresa en la fraternidad de Erancisco y 2
partir de ese momento ella querrá contactar con el movimiento,
en busca de un consejero espiritual. Lo encuentra en Francisco.
Las entrevistas tienen lugar entre 1210 y 1211.
En el Domingo de Ramos de 1211 el obispo Guido ll, amigo
de Francisco, le entrega a Clara la rama de olivo, en vez de ser cli

106
Personaje histórico

yien Se acerque ad retirarla, algo que parece indicar la bendición


gel obispo 2 SU búsqueda espiritual. Aquella misma noche Clara
pandona la casa paterna. En esos primeros momentos, su com-
a
añera es la soledad. Ántes de marcharse, transfiere parte de su
herencia a Su hermana Beatriz, y se va sin nada. Fuera de las mu-
rallas le esperan unos frailes que la llevan frente a Francisco, con
quien se somete a un rito de iniciación y entrega al camino de
Dios, de corte tradicional: rapado del pelo, consagración a Dios e
imposición del hábito penitencial.
Después es acompañada al monasterio de las benedictina de
San Pablo de las Abadesas, hasta que se disponga qué hacer. Allí
es acogida como criada. Cuando los parientes intentan recupe-
rarla, ella se aferra al mantel del altar y muestra su cabeza rapada
como signo de la firmeza de su decisión. Pasados unos días aban-
dona las benedictinas y se dirige a Santo Angel de Panzo, donde
un grupo de mujeres lleva una vida de penitencia. Tampoco allí
encuentra lo que busca.
A los dieciséis días de su fuga, su hermana Catalina se une a
ella. La familia trata de detener a Catalina, igualmente sin éxito.
Una vez superada la confrontación con la familia abandonan la
ermita de Panzo e inician una nueva vida en la iglesia de San Da-
mián.
En todo este proceso es crucial la ayuda de Francisco, que
convence a Guido II de que brinde la protección episcopal a su
recién creada comunidad religiosa.
En un principio la comunidad de San Damián tiene un ca-
rácter familiar: se adhieren la madre de Clara y su hermana
menor, así como conocidas y compañeras de juventud. Con el
tiempo se abre a otras mujeres. Viven en absoluta pobreza: unas
veces falta el aceite; otras, el pan. Los informes relatan que los
Problemas se resuelven por la mediación milagrosa de Clara. Las

107
Psicología de los encatipos

n sino Que
hermanas renuncian a toda propiedad y nada acepta
E
viven del trabajo de sus manos.
y
Determinadas hipótesis sobre San Damián apuntan a que
convirtió en una especie de centro de asta caritativa 2 Niños y
leprosos. Lo que se busca en San Datnián ES una vida sedentaria y
ad.
contemplativa y, al mismo tiempo, caritativa, cerca de la Ciud
CONtacto y OCUparse
Francisco se compromete a permanecer en
ma la
de ellas con cuidado amoroso. Su deseo es que Clara asu
las co-
dirección de San Damián. Ella se resiste. A partir de 1215
munidades religiosas deberán atenerse a una regla preexistente,
pero ni a Francisco ni a Clara les interesa una regla monástica
tradicional.
El grupo de San Damián se desarrolla con autónoma respon-
sabilidad. Ni capellanes fraternos ni prelados de ninguna especie
deben inmiscuirse entre Dios y las Hermanas. En San Damián
los frailes están sometidos a la autoridad de Clara.
En 1224, las hermanas piden auxilio a Francisco ya que Clara
enferma gravemente por sus rigurosas formas de ayuno, que
Erancisco le cuestiona.
Dos años más tarde muere Francisco y con él, el aliado más
importante de Clara, que en su última voluntad la anima a seguir
en el movimiento.
Ella dirige respetando la vocación de cada una
de las herma-
nas, a las que exige que sean «espejo y ejemplo»
y no observar una
dependencia infantil de la madre,
sino preo cuparse maternal-
mente las unas de las otras. Como
alguien co n iniciativa, organi-
za su vida de forma innova
dora. Si bien en u n principio valora el
sufrimiento en sí mismo,
racional. Clara instituc se rige más tarde por un criterio más
ion aliza la pobreza con el ayuno.
hermanas viven de lo qu Ella y sus
e mendigan.
Clara desarrolla su
vi
/ Paja histárk ,

vecindad de la chudad y en conexión con ha dedad terrena,


Entre 1228 y 12:95 es presionada a Acepa ar el proyecto papal de
vida claustral, pero ella opta porra,una rel ativa apertura y una prác.
ica flexible respecto a la clausu con curacio nes e center hied
del edi fic io, Su énf
tro
: e ds

des den
A516 €s mayor en la pobreza e jue en
la clausura,
En 1228 el papa Gregorio 1X canoniz: A Francisco y visita
San Damián, En ese momento hay un choqu econ Clara, pues el
papa quiere lOtransformar esa comunidad e hn monasterio hugo-
liniano, Clara consigue de Gregorio IX la confirmación del Privi-
ns de a pr % 03 a a A fs E e E ña 4 mr

legio de Pobreza, que solo puede practicarse vinculada


a la cíu-
dad, Intenta con ello que la pobreza vivida comunitariamente sea
reconocida como experiencia de vida evangélica y carisma ferne-
nino. En 1230 Gregorio IX corta la relación entre los hermanos
menores y San Damián, medida cuya anulación consigue Clara
bajo amenaza de huelga de hambre,
Desde 1235: Clara encuentra en Inés de Praga, hija del rey
que escoge la vida pobre del modelo hugoliníano, una fuerte alia-
da y amiga. Dos años más tarde San Damián cuenta con cin-
cuenta hermanas, En 1240 el monasterio es atacado por los sol-
- dados del emperador Federico 11. Clara se enfrenta a ellos y no
solo salva San Damián sino que logra con su intercesión que se
suspenda el asedio de la ciudad de Asís.
En 1241 muere Gregorio IX, y en 1247 el papa Inocencio IV
convierte a las damas de San Damián en franciscanas. Clara se
entrega a la redacción de su propia regla y en sus últimos años
lucha por que sea aprobada por el Papa, pues aunque goza del

no le parece suficiente.
apoyo del cardenal Reinaldo,
En la primavera de 1253 escribe su última carta a Inés de
Praga, En su testamento recuerda a sus hermanas, a los hermanos
E menoresy a la iglesia oficial la originalidad del carisma de San

109
Psicología de los eneatipos

curia a Asís, yjg;.


Damián. Ese verano, Inocencio IV acude con su
ma su regla. La ViSpera
ta a Clara y, en su lecho de muerte, confir
mación.
de su fallecimiento, Clara besa la bula de confir
Después de su muerte se registran numerosas curaciones,
designios, A
Recibe la canonización en 1255. En contra de sus
ncia y]
1288 la comunidad de Clara del monasterio de Asís renu
Privilegio de Pobreza. Como «clarisas de la primera regla» pue.
den aceptar en adelante donaciones testamentarias.

Yo, Clara, servidora, aunque indigna, de Cristo y de las hermanas po-


bres del monasterio de San Damián, verdadera plantita de san Francis
co, considerando con mis hermanas nuestra altísima profesión y ¿
mandato de tan gran padre, como también la fragilidad de las dema,
como la que temimos en nosotras mismas, después de la muerte de
nuestro santo padre Francisco, columna nuestra, nuestro único co :
suelo después de Dios y nuestra firmeza, voluntariamente nos co ”
prometimos una y otra vez con nuestra señora la santísima ea
con el objeto de que, después de mi muerte, no puedan en maner
de ella ni las hermanas actuales ni las futuras (test a al.L
guna separarse
, Cls,
13-40).

Clara es la contemplación en acción.

110
10

- EJEMPLOS LITERARIOS Y CINEMATOGRÁFICOS

por Maribel Fernández, Nilda Paes y Ferran Pauné (cine),


y por Ilse Kretzschmar (literatura)

Ejemplos cinematográficos

Este apartado ofrece un breve análisis de diversas películas donde


identificamos un personaje como E3 conservación. Las actitudes,
compottamientos y diálogos ilustrados dan luz al lector para po-
der identificarse c con este subtipo.

a |

¡ Sinama: Un matrimonio que lleva veintión años s casados, con


dos hijos Varones, pierde por un accidente al mayor y, más tarde,
el pequeño. intenta suicidarse. La Inacie apenas se relaciona con
he el me pequeño. a

Tyler Moore. do
eda por Mar
A P enmaje! La madre, incrpr
Psicología de los encatipos

cus ión : De la pel ícu la, pla gad a de escenas muy sugerentes,
Dis pos
cabe destacar el principio y el final:
las pri mer as esc ena s apa rec e la muj er muy divertida en el
En
mp añ ía de su mar ido y de otr a pareja. Parece feliz,
teatro, en co
do lle ga a cas a se tra sfo rma : con su marido es más fría, ya
Cu an
rás, en la cama se hace la
por delante en la escalera y él la sigue det
sayuno ella se
dormida y él la acaricia... Luego, en la escena del de
era en pre par ar el pla to fav ori to de su hijo pero él no tiene
esm
ando las tostadas
hambre y la madre reacciona violentamente, tir
mundo... Pro-
en la crituradora como si fuera lo más normal del
da sin perder la com-
voca una situación tremendamente incómo
postura.
oculta y huye
A lo largo de la película se ve a una mujer que
no escucha y que cree
de lo que no va bien, controladora, que
saber lo que necesitan los demás, Mantiene una relación tensa y
más le
superficial con su hijo; no sabe estar a su lado. Lo que
duele es que la pongan en evidencia, puesto que no muestra sus
sentimientos. (no lloró en el entierro de su hijo mayor) y se entre-
tiene con lo aparente (qué zapatos y qué camisa debía ponerse su
marido en la ceremonia). Lo tiene todo organizado y convence a
los demás para que hagan sus planes.
La madre huye de su hijo pequeño porque «no sé qué preten-
de de mi», «no sé lo que nadie quiere de mí». Y resulta sugerente
la respuesta que da a su marido e hijo ante un «solo queremos que
seas feliz»: «¿Qué
es ser feliz?» Al final de la película es el marido

eres tan Cauta:.


a —Eres maravillosa y eres imprevisible, pero
Anne. Pero ¿sabes una cosa? No eres fuerte y no sé si en
; > q

o dd
;
)
e :
r ho

res?, ¿de verdad)


pe

SEGA Contéstamea a esto: ¿Tú me quie e


_ Me quieres? -
7 SiEnto por ti lo que he sentido siempre, -

A
Ejemplos literarios y ej nematográficas

- Todo hubiera id
o muy bien si no
e hubiera habido prob
tú no resistes los pr
oblemas, lo necesitas todo lemas,
; y. . No sé, a lo mejor eres incapa
Jero
$
en orden y senci-
O...
RS
z de
ne
quer er. Querías tanto a Bart qu
n ;
e
cuan ndo murió fue como si hubieras enter rado todo tu amor con él
ntiendo eso, no sé... Alo mejor no fue y
nor Bart, a o menejj or es que eres
¡
y lo me
SEjor de ti_ se enterró con él.
asiV ] , Pero sea lo que sea, no sé quién
A q no sé a qué hemos estado
QoS y a jug
E ando. Lloraba por eso. Lloraba
ue ya no sé si todavía te quiero
y No sé qué voy a hacer sin mi
- amor.

¿ Ella en silencio, se da la media vuelta, sube a su habitación,


1, ?

saca lasds malet


ul
as del armario, tiembla, llora un momento y se va
|
de casa en taxi.

Memoliacdo acero (Steel Magnolias)


NEER
REI

Sinopsis: Una historia de amor, amistad, determinación, coraje y


ps . >» le
AI DIZE
e 2

erdidas. Seis amigas de diferentes edades y clases


] l
sociales se e ap apo-
ES

detidaScs 1
Sn
yan en en. todos
nad los j momentos, especialmente
] t ante la muer te.

Poni Milyan; interpretada por Sally Field, es el personaje


central que simboliza y es la seguridad de toda la familia, y la

Dicnión: Myne es el plas dela famili: organ Aer


marido a los, hijos y la boda de la hija (Shelby), eea
bajo su control puesto quee diabét
ica. pepa
él control y la eficiencia los encontramos en a pato e eS dEl de la

DurMEA ante una| fiestaE, intenta Econtrolar el evento), ,ala


ala vez quea
vez q :
dos hijos y la casa, Habl a al una-reclamac
a po r teléfono, atiende a ión
Ea
Pricolagía dle das encatipos

de su hija y lama da arención a su marido a CO del bárullo al


aquí donde obsg.
tiempo que nv antieno sla sonrisa enel rostro. Ps
vamos la des conexión con el estrés y COM las propias nec cesidade,,
así coma la incapac idad de estar con lo lúdico,
Owa escena en está linea sucede durante la hoda Cuándo,
“hallando con su yerno, no puede despreocuparse y le lama 1,
atención advircióndole que su hija no puede quedarse embar.
da, Na le es posible relajarse ni aprove char la festa,
Su eficiencia y aparente frialdad queda patente € 'uando soco. |
rre a la hija, que está teniendo una crisis de hipoglucemia, Sabe
exactamente qué hacer y cómo controlar a su hija para que vuelv;
ala normalidad; es un control toral de la situación,
Otras escenas muy esclarecedoras del carácter conservacional
suceden a partir de que Shelby queda embarazada, contra la vo.
luntad de M'Lynn; se rebela y la madre pierda el control sobre sy
hija. M'Lynn reacciona fríamente cuando Shelby le cuenta que
está encinta. Cuando su hija le dice que no puede adoptar un
niño, responde que por todas partes se compran niños. Ácontece
un duro diálogo en el que domina la practicidad de cara a resol.
ver el problemade la hija, sin comprender sus sentimientos,
Algunos meses después del nacimiento del bebé, Shelby ne-
cesita un trasplante
de riñón, que dona la madre, cuya actitud es
que nada especial está ocurriendo, a pesar de su preocupación.
Un buen ejemplo de esa desconexión emocional lo encontramos
cuando las amigas de M'Lynn se preocupan sabiendo que vaa
internarse al día siguiente para donar su riñón, pero ella hace
como si careciera de¡importancia y lespide: que le sequen los ca-
bellos (apenas algo ¡innecesario, qúedando en la superficialidad)
Shelby no resiste el rechazo del Órgano y entra en comá
M'Lynn llega de forma decidida al hospital y no'se da cuenta de
a ka pérdida de su hija, puesta que ue hablando: 'conn ella, orde- .
Ejemplos hterarios Y Me
] :
atEU ficas

pándole en voz alta que abra los ojos. CuAanlando se le retíran lo


s
aparatos de asistencia artificial, toda la familia s liar
madre, que «sigue cogiéndole la mano hasta
| cércio > lO bi
vorarse: de que
está Muerta. Es aquí donde resul a ev id ente un control so
£;
+ A

bre
codo, incluida la muerte,
_. M'Ly
, nn] apena
(3
s tiene
1 >
coraje; para| asisti
.
r a] sepelio de su hija
Organiza el funeral, determina| con qué ropa la van . a enterATar,
r E Y
ya |al encuentro An
del nieto. Es en el camino condu él
ARA
ciendo sola, 3

cuando se permite llorar (necesita la soledad para exteriorizar el


dolorh. ci 9 » | |
pR
Durante el entierro, tiene un momento
de explosión y de
E Ñ

rebeldía desesperada (pierde el control de los acontecimientos)


NS

Pero como no es adecuado, se recompone, guarda su dolor y va al


cuidado del nieto, dado que la vida tiene que continuar, Es como
si no tuviese el derecho de ser frágil ni su dolor fuera importante.
Con esa practicidad, en la que subyace la imposibilidad de
estar con el dolor, finaliza la película: Después del entierro, mien-
tras cuida del nieto, una de sus amigas le cuenta que está embara-
zada y que el bebé se llamará Shelby. Sonríe y responde: «Es así
como debe ser; la vida contimúa...». (
- En resumen, en relación al E3 conservación la película mues-
tra principalmente el control, la practicidad, la rebeldía ante la
impotencia, la postergación de lo propio y el dolor en solitario,

Ensayo sobre la ceguera (Blindness)


ve ciego
Sinopsis: Jn conductor, parado en un semáforo, se vuel
quese
A súbitamente. Es e primet-caso de una «ceguera blanca»
se libera
expande incontroladamente. Solo la mujer del médico
y se we en l a con dic de
ión ver por los cie y de
gos
_ del contagio
i 2 ¡bo Log ene napa

í. harror, depravación, amor.


y e y
*

vés de una jornada de horror.


Me

sea
a DUSCa de esperanza. Basada en ía mn 858yg
Eo
otidarida
.
d,
2
enSS A A
afeía reresumilse Co «Si i Pue.pu. aq! "Ea ¿gor Es

solidaridad, tosé SaramagO» podría


sobre la ceguera de José > repara
uedes ver,
LA RM,

des ver, ve. Si p


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edi or Julianne Mo; Me,


retada por) Y
P,ersenaje::e LaLa mu)mujer del médico, interp
«onaje de esta-mujer es claramente un
Discusión: Aunque el ed la historia es mostrar a alguien Que
Ej conservación, el sentido | RON
06Sp ed 4
está con la capacidad de ver y estar
-cos Q que no responden alaia neyre.o
mente una buena persona, aspectos
sis más oscura del conservacional. Mostramos or 2 GISCUSIGn
dos aspectos más característicos de la neurosis.
Los ciegos son llevados para su acrOAiaO a UN Sanatorio,
- donde quedan reducidos a su simple naturaleza humana y los ya.
lores morales y éticos desaparecen rápidamente. Solo la mujer del
médico que driénila al primer ciego, como dijimos, NO €S Conta.
giada por la ceguera, pero se finge ciega para poder cuidar de su
marido. Al descubrir que nadie más ve, se siente responsable por
tenter ojos mientras que los demás los han perdido. Mira para los
otros y por los otros. Permanecer viendo le trae poderes, respon-
sabilidades y un cansancio sobrehumano. Para ella todo se resu-
me en el instinto de supervivencia. ¡ |
Permanece en aislamiento junto a los demás. Como si tuvie-
ra superpoderes, lucha por el bienestar del erupo, por la comida,
limpia, comprende la infidelidad del mar ido, entierra a los muer-
tos
0 le cuenta historias
aun niño.
- En el interior del sanatorio se da un antagonismo de fuerzas
«la mujer que ve contra el ciego que nunca vio». Lideran grupos
contrarios y; para defender a sus compañeras, la mujer mata y PO
se siente culpable, No consigue correspond
er a las muestsas A

6
Ejemplos literarios
y cinematográfico
5

afecto de su marido; debe


cosa la hace llorar desesperhacer se lo que es importante
adamente: perdió el co . 3% S olo una
tiempo, ya que se olvidó de darle cuerda al reloj. ntrol sobre el

Cuando A consigue que su pequeño grupo huya, les acoge


en su casa, les sia y los alimenta. Les Protege del a de la de
dad: JD 105 accidentes, personas vagando sin rumbo. Ella
nunca pide ayuda.
Buscando comida, se refugia en una iglesia y observa que las
imágenes están con los ojos vendados. Las observa como si pensa-
se: «Ni el. mismo Dios puede ver... ¿Quién habrá hecho esto?»
Las principales secuencias que la caracterizan como un Ez
conservación son:
Cuando el servicio sanitario viene a buscar a su marido para
llevarlo al confinamiento, se finge ciega para poderle acompañar:
necesita cuidar de él.
La mujer del médico se pone a guiar a su grupo por los corre-
dores en dirección al aseo, recoge la basura desparramada, limpia,
ordena, intenta organizar los grupos: se olvida de sí misma.
-. Atendiendo a un herido, se preocupa:
- —Creo que se va a infectar...
—No eres responsable de todos —le dice el marido—.
Duerme. ¿Tienes miedo de cerrar los ojos?
—Tengo miedo de abrirlos ojos, de quedarme ciega durmien-
do —dice ella. Y sale; evitando la confrontación con su marido,
para no demostrar'su debilidad. —Me voy a dar una vuelta.
- Tiene un momento de debilidad: «No aguanto más». Y se
- siente culpable por la muerte del herido al que cuidaba: «Voy a
se lo impi-
decirles que puedo ayudar, que puedo ver». El marido
que ya no
de, pero ella responde: «Puedo aguantar». Él replica
esp osa , , sol
solam ame
en nte com o mad re, enf) erme ra.
sig ue verla2. comco o-.
consig la mujer.
opción», zanja
drás qque acostumbrarte, no tengo
«Tendrás
117.
Privelogiacde dos enedripos.

otraa mujedl
con n ótr Com
r. Co
eo an aey sesexoxo co
anta
orasnits licolló E recn.
le l ana E nteidea quenno cscil

rcambio de sexo
aa las primeras voluntarias en el intá
«P ra er em os co mi da par a tod os y ya hablaremos de
por comida. | |
e a qui en est á en con tra .
diguidades», le dic las tijera,
Camina con determinac ión pot el pasillo. Lleva
hab ia esc ond ido y ma ta al líd er que violentaba a su compa.
que
írera. Discute con el ciego de nacimiento: «Aquí mandamos no.
sotros ahora», |
Comienza a retirar a las personas del incendio, sin pensar ey
los guardias que podrían disparar. Sigue adelante y los guía hasta
la calle, «¡Somos libres!», grita. |
La rendición de esta mujer llega cuando conduce a los ciegos
por la ciudad, hasta un refugio. Por primera vez reconoce necesi.
tar ayuda y acepta la de su marido, percibe que no es omnipoten-
te. Precisa de su protección también cuando es atacada por los
ciegos y el marido la tiene que socorrer, ya que no suelta las cestas
de comida que encontró. Prefiere defender con la vida el alimen-
to. Cuando percibe que la comida se está acabando ya no se pro-
pone buscarla sola, sino que le dice a su esposo que el asunto ha
de ser discutido por todos. ! |
En el instante en que le dice a su:inaritlo! que tendrán que
conseguir más comida, pues se está acabando, el primer hombre
que quedó ciego vuelve a ver, Echa a caminar hacia la terraza
Sabe que en poco tiempo todos podrán gritar: «¡Estoy viendo)» y
_nadie será ya la misma persona que antes. Por fin se siente libre.
Ya de es necesaria... Y ¿ahora?, ¿puede entregarse? Mira hacia el
cielo claro y luminoso y piensa: «Creo que me estoy quedando
— Ciega», Mira hacia abajo: la ciudad sigue: ahí.
E

da: 118
EA
El amor

Hay finalmente, en la construcción de relaciones, un empe-


ño alimentado por la necesidad de demostrarse a uno mismo que
va a poder obtener lo que anhela, que lo va a conseguir. Su idea
loca es que tiene el poder de hacer que las cosas sucedan de la
forma en que espera, dado que su manera es la correcta, En este
sentido se idealiza y sublima al otro, y conseguirlo desde el empe-
ño se convierte en Un fin de autoafirmación del poder. Es el co-
la vida.
rrelato de una gran dificultad en confiar en

103
eatipos
Psicología de los en

an ( om
lo expres
ni res
V $ )
a a Tr y
d sl |
3 ad
:
a E C ] .
A A ) OS A
, : -
a j Vi

donado».
)

es miedo a ser aban n te ne r po cas y largas rela.


co n se rv ac ió
Es frecuente en el Ez
co nv er tido en un
ser bueno y adaptable en el
paz de abrirse al cam.
se ha
ciones. Como
gu ri da d, cu an do es ca
esfuerzo por lograr se
o qu e se ab ra a aq ue l am or que relegó. Así, se| lee
bio no es extr añ
mo después de un pr imer
fí as de est e su bt ip o có
en muchas biogra po-
eva experiencia amorosa que
amor-seguridad se vive una nu
lo expresa llse:
dríamos llamar de amor-pasión. Así

El segundo amor, años después, fue un amor-pasión. El era un hom-


bre muy pasional, inseguro, muy buen amante, muy irracional, bas.
tante enloquecido, socialmente no muy adaptado, «macho», mucho
más joven que yo, aventurero, COn varias separaciones, mucho fuego y
mucha vida.
Me pude permitir el lujo de vivir esta relación porque mi necesi-
dad de seguridad material básica estaba cubierta; yo ya me pude pro-
veer lo suficiente. Sentía un conflicto interno por valores: «lo que se
debe hacer y lo que no», pero la pasión y mi enorme necesidad de ella
ganaban.

A la hora de afrontar la relación de pareja, hay en el Ez con-


servación por un lado la necesidad de control y, por el otro, el
miedo que subyace:
|
Me a ía 1 ci la idea
¡ de que iba a depender emocionalmen
te E
de un hoA e Ao Í varioj s fantasmas: miedo de ser traiciona-
a, r abandonada, de ser olvid
olvi ada e n segundo térm
emiino, de hacer el
papel de payasa... Todo ell '
lación, rápidamente. ello hacía que saltase fuera del barco, de la re-
Tengo pl ena ea 0.
compartir. Lo quiero todo 80 exactam p l e n a consciencia de mi dificultad de
z
| a mi manera y si no es como
ía. 3 gnte
me gust aría , inv ali do| a pers ona. Pier do
l a. Plerdo la gracia 7 lo
las ,
neg ati vas tom an fue rza gracia y la emoción positiva,
83 emo cio nes
ytinuidad a la relación (Sandra) mientras no consigo dar con- 3

102
El amor

amorosa en que debería estar. Esto


da paso a la fantasía, par:
correr el riesgo de estar con la verdad, la intimi
dad y las escu :
das que estas generan. «Si no me dan nada sobrevivo a base de
inventar» (Juanjo).
Suele ser tan enorme la dificultad de entrar en la insegu
ridad
del cambio o de lo desconocido que es el propio cuerpo el que se
encarga de parar al E3 conservación. El nivel de
contención y
aguante es tal que llega a enfermar, Cuando llega un deterioro fí-
sico evidente o incluso una sensación de muerte, es el momento
en que se pasa a la acción, llevada por el instinto de supervivencia
y que ha estado contenida, paradójicamente, por un temor a la
muerte.

No sabemos cortar la relación; eso es muy malo. Hice un gran esfuerzo


para lograr un chico y luego no funcionaba y como tenía que funcio-
nar seguía haciendo esfuerzos (Maribel).

Este entramado de seguridad lleva al Ez conservación a con-


clusiones locas del tipo: «Si no estoy en el sobreesfuerzo me
muero», «si me entrego me muero», «si pierdo el control me
muero». O a un miedo a acomodarse si se lo dan todo hecho.
Pero por otro lado también le provee de las indicaciones necesa-
rias para percatarse de que la relación está vacía o no funciona, de
modo que si una relación cansa o carga, no es amor.
A este subtipo le cuesta horrores separarse de su pareja, aun-
que sienta que no es con quien debería estar. Es manifiesto el
pensamiento de que no puede «ser malo» y «dejarle». Así como
un miedo a causarle dolor: un conservacional puede prolongar
una relación amorosa durante años para no hacerle daño al otro,
aunque en realidad esa situación de indefinición o de falta de
coraje acaba generando un lánguido sufrimiento en ambos. Sub-
una
yace en el fondo un miedo a la pérdida y al dolor, así como

1OI
Psicología de los eneatipos

Mi
como protección ante cualquier abuso que el otro pudiera come.
ter con él. El amor acaba así manifestándose a través de actitudes
y acciones a favor del otro; en definitiva, por el hacer, Cuanto
mayor es la atracción —léase dependencia— más disponible se
torna en hacer algo para el otro, hasta el punto de resultar inyag;.
vo y precipitado. Esa misma autorreferenciación inconsciente ey,
la necesidad, y la necesidad de ser visto, le llevan a no ver al Otro,
El Ez conservación se interesa por alguien valioso desde la óptica
de sentirse valorado, pero realmente no le importa lo que NECESite
el otro. Esta paradoja, donde en apariencia él se lo da todo q]
otro, la encontramos en el cuento de cariños del análisis transac.
cional, que narra la trayectoria de un enfriamiento emocional en
que cariños verdaderos son sustituidos por cariños de plástico, Se
trata de una gentileza generalizada y convencional.

Soy protectora, ayudadora, consejera... el amor «maternal» está muy


desarrollado. Eso sí, hay un precio, porque no es desinteresado, ya que
busca el reconocimiento del otro. Soy fiel con mis amigos; muy grega-
ria y muy familiar. Mis deseos, mis necesidades, quedan al final de la
lista y pasan por delante las necesidades de los de mi alrededor (que
suelen ser muchos) (Maribel).

¿Cuáles son los aspectos del ego fundamentales en el movi-


miento de atracción y de decisión de hacer una pareja? El motor
del amor-seguridad es la búsqueda de seguridad emocional y de
reconocimiento en el terreno más íntimo. El enamorado responde
a la imagen de la madre o del padre y a los valores de la familia,
pero en este punto la ceguera es absoluta. Al E3 conservación le es
difícil amar sin admirar: no sabe convivir con personas fracasadas.
En el seno de la pareja suele aparecer un sentirse desatendi-
do, deseos insatisfechos que acaban por generar un sentimiento
de frustración, de contención o de que esa no es la relación

100
Elamor

El B3 conservación vive
así una Constante ince
rtidumbre
entre am orr) y necesidad, entre pl acer
Amo y bondad, e ntrey
| sensualidad
y amistad,
En las relaciones íntimas, busca el
obruvo del progenitor de sexo calor y contacto que no
opue sto, Un hombre Ez conse
rva-
ción que de niño no tuvo contacto con su m adre se orientará
a
cubrit sus necesidades más primarias: la seguridad y el calor, Sin
ese constructo inicial, le entraña un a dificultad su expa
nsión
hacia el mundo; y vivirá incompleta su sexualid ad en el seno de la
pareja, o proyectando el amor erótico fuera del ámbito de su pa-
roja=seguridad,
- El deseo interno de felicidad vinculado a la incapacidad de
ser o de autenticidad lleva al Ez conservacional a la idealización
del amor. El modelo amoroso tiene como imagen paradigmática
la casa de la pradera, con el resultado de una relación amorosa en
que el sexo debe estar impregnado de amor y ciertas prácticas se-
xuales no son posibles porque «eso no es amor». La idealización
de la fidelidad y la felicidad le lleva a menudo a renunciar al sexo,
a ser sexi. La búsqueda de la excelencia es llevada al ámbito se-
xual, con una incapacidad de vivir lo cotidiano y una proyección
hacia lo intenso o excelso. |
Esta proyección puede llevar a un dramatizar ñ sesmalidad,
ligado, por un lado, a la sustitución de lo real por le imeginatio
por otro, a la relación a través de la acción. Lo primero tiene que
ver con la fantasía del E3 conservación, que construye Unbseles
tos ideales, muy internos, con los que se pela cioña y pod tienen
que ver con el otro. Un ideal interno construido a imagen y se
mejanza de la perfección que busca, y que deja pues poca energia
sobrante para la relación real. tr doce el
El papel que juega la acción en la relación obe dE LES
Cultad para la intimidad, para mostrar su afecto y ha

99
pos
Psicología de los eneati

l y el
|
| 1 )
fa . ; < cam
. 1 y >
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ntes formas de expre.


Eli > (0)
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sarlo:
:

ien, q LR de ser
» ¿ 3 D(y
$ a

Procuro que no se me note que me gusta algupareja me abandone (Fe


a

o o que mi
fiel para no generar un conflict
rran).

rim ido la sex ual ida d; me mue str o como bondad (Maribel).
He rep

o a mí ni a la per.
Para mí el deseo es peligroso y no me lo he permitid
sona que ha estado conmigo (Teodoro).

s
En realidad el vínculo de pareja se realiza, como ya hemo
comentado, a través del amor maternal y de la dependencia afec-
tiva, tal como esclarecen los siguientes relatos:

Manifiesto amor cuidando y haciendo por los demás. Me ocupo de los


otros pero me gustaría que hicieran lo mismo conmigo; si no lo hacen
como yo espero, entiendo que no me quieren (Maribel).

En pareja todo mi esfuerzo es para que la otra persona sienta que con-
migo está segura. «Puedes confiar en mí, doy seguridad.» Así que me
doy a valer mucho. En los tiempos que corren yo te doy lo más grande:
confianza. Con lo cual creo una deuda y quiero que el otro me dé la
misma confianza y seguridad. ¿Qué somos nosotros sin pareja?
Abandero mucho el ser fiel, dar atención, estar presente y sacrifi-
cam adaptarme a lo que la otra persona quiere: no bebo, llamo
por
as noches, te cuido. La cosa es no crear preocupación para
la otra per-
sona (Teodoro).

El : amor
ideal
1
tenía, que ver con el amor maternal de acoger; nunca es
e ser acogido (Juanjo).

Hem
bel) os a prendi
di do a que
a base de esfuerzo se consigue el amor (Mar
i-

98
porn ai En? Prisa . sob o
A b AOS y É Menalagráfico;

co
o ;

Imagen de Lara (Julic Christie) en la película Doctor Zhivago,


de David Lean (1965).
IST

Un ejemplo literario
ETRE

Este apartado presenta un análisis del Ez conservación desde el


personaje de Lara Antipova en El doctor Zhivago.
Lara es el principal personaje femenino al lado del protago-
ls
Mes
Y
Ñ

nista, el doctor Zhivago, que dio nombre a la novela más conoci-


pa
155
Es
ES
e

da de Boris Pasternak (1890-1960).


Yuri Zhivago y Lara Antipova, cada uno a su manera, inten-
zron hacer su vida en la Unión Soviética, donde la guerra contra
Alemania les afectó enormemente en lo más privado de sus exis-
tencias. El doctor Zhivago se ubica, en un sentido, como una no-
vela acerca de la vida y del amor, sucediendo a la Ana Karenina
de Tolstoi, aunque con' inversión de papeles entre hombre y

Narra la historia de Yuri Zhivago, médico y poeta, y Su rela-


ción con dos mujeres: su esposa Tonyay su amante Lara. Esim
portante aclarar que nos referimos estrictamente al análisis del

119.
pos
Psicología de los eñcati

sersonaje de Lara en la novelay no ala de la película, QUE No pe.


el caráct er con que” Paster; nak la descri bió.
Aleja
hor: ve z de arisa
Lar ne
por primera
Como lectores escuchamos
o cap ítu lo, €cu an do lle ga con su madre, una humilde a
segund ar ey, e
dis1Stta,a, y su hermano 4 Moscú desde los Urales, para estudi
fe me ni no . Má s ade lan te, el autor se referirá a ella ed
instituto
Con dieciséis años,
siempre por su diminutivo, Lara.

era ya una jovencita bastante decalrallada que aparentaba dieciocho 6


no carácter. Y era muy
más. Tenía una lúcida inteligencia y un sere
[suo hermano] comprendían que tendrían
graciosa
ee abrirse confaiand
Ellanoy Rodi
[...] cami solamente en sus propias fuerzas a

37)2

Es muy común en el Ez conservación el comprender desde


bastante joven que tendrá que salir adelante sin mucho apoyo
externo. |
También «el hacer», el apoyar a la madre y una actitud prác.
tica con relación a ganarse la vida se señalan en ella:

Lara sectuudiilsa du no por un abstracto dea de saber sino porque


para beneficiarse de las matrículas gratuitas debía ser una buena alum-
_na. Además de estudiar, lavaba sin esfuerzo los platos, ayudaba en el
tallery hacía los encargos de su madre. Trabajaba apaciblemente; todo
.. en ella era armonioso: la espontánea rapidez de sus movimientos, la
- estatura, la voz, los ojos grisesy el color dorado de sus cabellos (p. 37).

Esto es muy pica en el Ez conservación: estadier másás por: dl


canzar un fin concreto —en este caso conseguir ser becada—
qu
por una motivación interna profunda. También en el trabajo prác
ticoo doméstico esta 2 personalidad es eficiente, ordenada
y rápida.

Bl A
AN 2005:

TES,
Ejemplos litera
rios y cinematogy
áficos

Lara es seducida por Komarovski, amigo


madre «que podía ser su padre», del que Ps en de su
caudacia provocativa que excitaban en ella e] diablillo de e da
ea
ción» a la vez que le atrae el hecho de Dn
co en ella, la llamase diosa...» (p. 62). Siente Merlin e E
frente a él pero no cae en el drama
A ni en la trag edia. Int A
ernamente
* está arrapada entre la atracción y el odio. Él le da toda la atención
«de padre» que no ha tenido nunca, y sin embargo sus exigencias
de hombre la molestan cada vez más.

Lara no era religiosa, No creía en los ritos del culto. Pero a] gunas ve-
ces, para soportar la vid1 a,
és menester acompañarse de una especie
de
música interior, que no siempre se puede componer a solas. Esa músi-
ca eran para ella las palabras divinas sobre la vida y por ellas iba a llorar
a la iglesia (p.64).

Observamos a menudo en personas del tipo Ez conservación


que la espiritualidad, sobre todo en la juventud, se caracteriza más
por el anhelo de sentirse recogido, de pertenecer, y no tanto por
aspirar a un misticismo superior o a la iluminación suprema.
Cuando ya se siente demasiado perturbada por la insistencia
| permanente de Komarovski, se busca un trabajo de institutriz y
seva lejos de casa: «Durante tres años Lara vivió con los Kologrí-
“yov como detrás de unmuro de piedra» (p. 91). Así se salva de
: éaer víctima del hombre mayor, dominante y experimentado, de
- no poder vivir más en secreto aquella doble vida y de seguir per-
diendo el control sobre sí misma. Aquí puede verse una clara di-
el sentido de
ferenciación entre el Ez conservación y el E4, en
Que Lara ésef bastarite «perdida» por un tiempo en esta relación
Peto por su propia decisión, determinación y esfuerzo encuentra
la salida; en este caso una huida drástica. No se queda aa a
te victimizada; sometida y en la queja sino que se va, Sin habla:
BE
Psicología de los envatipos

con nadíe de sus razones para haberlo hecho. Se calla réSpecto,


lo sucedido, En la naturaleza encuentra

un aire más familiar que el padre y la madre, mejor incluso que q


hombre amado y más suti) que cualquier libro. Durante un instante
revelábase para Lara como nuevo el sentido de la existencia, Ella co,
cebía que estaba aquí para tratar de comprender la verrible belle, de
mundo y conocer el nombre de las cosas... (p. 94).

Hay una cierta sencillez en este subtipo, un sentirse a salvo


en la naturaleza, una cercanía a lo terrenal y una búsqueda que
parte de las posibilidades que se tienen a mano. La naturaleza y,
exige, no se le pueden proyectar demandas que son de Uno
mismo; así, la mente de la persona que siempre se mira a través de.
los ojos de quienes le rodean puede descansar. Aquí es posible
este momento de despertar a lo esencial, de captar que hay «yn
más allá» de la pura cotidianidad de la vida.
Otro tema típico en el conservacional, que ya aparece en la
joven Lara, es el quedar «agotada por el trabajo que se había jm.
puesto» (p. 94). Trabaja más de lo que se le pide por querer ser.
tirse independiente y útil, por no deber nada; pero como no lo
logra y cae en la melancolía, depresión y confusión, se agarra aun
«imaginario disparo... contra Komarovski, contra sí misma, con-
tra su propio destino...» (p. 96). Está desesperada y le pide a su
amigo Pasha que se case con ella para salvarla. Tras disparar real
mente contra Komarovski, que queda lastimado muy levemente,
él reflexiona acerca de ella: «Bien era verdad que él había destro-
zado su vida de un modo radical e irremediable, pero ella se deba-
de rehacer a si
tía y continuamente se sublevaba conel afán
- modo su destino y volver a empeza r (p. 113).
lá vida»
Para Lara es inconcebible quedar destruida por alguien qué
la ha dañado tanto. Muchos seres humanos, por no decir todos:

122
Ejemplos literarios y cinematográf
: ico s
“ somos de alguna mane
ra “SUPervivientes» de
traumas
fe
ha”
ndemos de formas distintas.
En el E3 co Dserva
>
e e E

ciaca-
,

mlción es muy
,
-

“zacte
|
rÍstic
a
o no queda rse en
B
la caída, no aceptar el fr
: acaso, , ] 1LEVan-
tarse como se pueda y seguir adelante. A La
ra, aún muy enferm
“Je cuesta mucho aceptar ayuda de un
e E

amigo pate irse


rnal «y, al irse
; A

-[Kologrívov ], a pesar de su resistencia,


e bl de sus lágr imas
e incluso
de su enfado, le obligó a aceptar un «cheque de
diez m il rublos»
(p. 1 16).
e Eso resuena con muchos procesos de. persona s E3 con-
servación: tener que aprender a dejarse
ayudar, entender que hay
“momentos O situaciones en la vida en los que el «puedo solo» o el
«tengo que poder solo» llegan a su límite real.
+ Ya casada con Pasha y con sus estudios terminados, vive un
tiempo de.relativa tranquilidad:

«Lara estaba absorbida por sus quehaceres y preocupaciones, tenía a su


Cargo la casa y a su hija Kátenka que tenía tres años... Ocupábase de
«todos los asuntos de su marido y además daba clases en el colegio de
niños. Trabajaba mucho y era feliz. Esto era precisamente la vida que
+ había soñado (p. 128).

En general es ese el sueño de una conservacional, una especie


] de «haberlo logrado todo»: tener un trabajo que le gusta, un ma-
o rido, hijos, estar a cargo de todo lo que hay que atender. Nada
: menos que la vida misma en su imprevisibilidad, las circunstan-
- Clas externas o los procesos internos acaban con este idilio, ya sea
deforma brusca.o paulatina.
DS Cuando Pasha decide marcharse, tras serle asignada una mi-
EN sión, Lara lo vive como «la más grave derrota de su vida. Se ve-
E : nían abajo sus mejores y más luminosas esperanzas». peo no se

«Comenzó a a
queda lamentándose con los brazos cruzados.
E diar eje los principios elementales de la medicina y se
Jiploma
eSy obtuvo el diploma
e hospital dec enfermera a
examinió en el mismo
123
Psicología de los eneatipos

. este Subtipo
de la caridad» (p. 13 3). Ya vimos que dos pues
son el estudio y el trabajo, con En UCA. Y ZAS
necesidad de sentirse «seguro». Con el estudio invieste ch tener
bu en tr ab aj o qu e le sat isf aga y co n el qu e pueda MANtENerg
un
e no fal te nad a», «pa ra da rs e E S ON depende
«par a qu
Ro a AU TO imagen
económicamente», «para ser útil» y para a

idealizada de «buena», «inteligente», «trabajadora», «eficiente, y


RR dera eficien.
«práctica». Entonces las cosas se hacen bien yE
cia. Como Lara quiere ir en busca de su marido, «prestó Servicio
como enfermera en un tren sanitario», que iba al lugar desq,
donde había recibido su última carta. Ella posee una mente Muy
pragmática y enfocada hacia lo que quiere lograr. Cuando en ql
camino se entera de que Zhivago, su amigo. de infancia, trabaja
en el pueblo vecino a su destino, «encuentra» «una carreta que ¡by
en esa dirección» (p. 134).
Al llegar a sus oídos que su marido está preso, Cosa que no
- Cree, ocurre que «no podía hablar porque tenía los ojos llenos de
lágrimas y no quería llorar delante de desconocidos. Se levanté
apresuradamente y salió al pasillo, tratando de recobrar el domi-
nio de sí misma» (p. 152). Para muchas mujeres es penoso llorar
frente a desconocidos, pero para el E3 conservación es muy, muy
delicado y temido dejarse ver frágil y vulnerable. Es uno de los
autoengaños más grandes de la locura interna proyectada haciael
otro el ser aceptada por ser buena, eficiente, trabajadora, empáti-
ca, leal, comprometida... y no por la verdad interna profunda
iin
donde anidan también sentimde esu cio
nfit sa, debilidad,
enci
miedos, tristezas y un profundo dolor...
Con la revolución ya estallada, Lara se encuentra en ul
hospital cerca del frente, colaborando con el Dr; Zhivago-
Primera y por lo pronto única y breve conversación personal
Íntima entre los dos sucede en el cuarto de Lara mientas ele

124
Pies 3 his sd

tdd
Ar eon :

> ¿sá planchanido st ropa. Ellase Siete tan per


de ¿hiva y e
¡epentina Apertura emocional go A por la
la, que por desatender su € Prote:
quehacer quema E :
Rap
yor
Ñ
Husa, Inte.
eumpo
su aeción y termina la plática a] Insta
cada. Aute la intimidad, la revelación Muy Eaniás 7 “SÁ muy to.
Ade otro, las
- defensas se derriten, als:
Mucho más adPuelante amb
| os se | '*encuentran en la bil ioteca
de Yuriatin. Lar 2 está Nu evamente thvoluc; ada
en el estudio:

A veces se quedaba pensativa, con los ojos Rios


vándolos, en e «ho «
miraba junco Ante sí leds
, € DLOr-

a O, seoinclinaba so.
bre la mesa, apoyanda la cabeza en una tano
mano y, y con un tápido movi-
miento, con la otra copiaba a lápiz en un cuaderno
libro. l... Observindola, cualquier pasaje del
Yuri Andréievich |Zhivago] verifica
ba la jus-
teza de sus antiguas impresiones... «No quiere gustar
-—pensaba-—, ser
bella, arractiva. Siente una especie de desprecio por este
aspecto de la
feminidad y parece como si se castigara por ser tan bella. P ero esta or-
— gullosa dejadez aumenta su fascinación» (p. 340)
.

Los pensamientos de Zhivago van directos al meollo del


asunto: esta forma de vivir la vanidad. A este subtipo no se le da
_gozar y lucir de manera segura simplemente su feminidad. No
... tiene lo lascivo del felino ni lo abiertamente seductor del histéri-
do. La expresión de la feminidad es más austera; inclusive puede
| darse una especie de «antivanidad», un descuido de la imagen
- externa que puede incluso estar logrado con planificación. Sí que
es seductora, pero de manera más tímida, más intelectual, de
forma que «no se note tanto». Su ser mujer se expresa más en el
quehacer y en el cuidado del otro, en estar al servicio del da ]
de Alllegar los dósa casa de ella, Zhivago continúa observándola:
E E Na A
Í
-| + - EnEn kla biblioteca: he comparadla
o ate nci ón con que leía e | caloare
| ) de » Es
| ¿impdeaunlves
Í 5
rdad
oero trabaj
deo,
un tios S
125.
pos
> Psicología de los eneati

CO D lig ere za, sin es fu er za . En ie cd obra


lleva agua como si leyese, sao a a infan.
del mismo modo. Como si desde hace pus
e ad qu ir id o un im pu ls o ha ci a ne ss y ¿ a , pia
cia, hubies n fac ili ES y es| 0 ancidad, Es
, co n im pu ls o ya, co
ya hecho de suyo do se inc Pe ñ a so risa que l
es pa ld a, cu an
se nota en la línea de su ba rbilla, lo mismo que q,
ios y en la re do nd ez de su
entreabre los lab
344).
sus palabras y pensamientos (p-

Fl autor describe ahora, a través de los pensamientos de Z);.


, lo
vago, a una Lara adulta. Las confusiones, las limitaciones
acontecimientos caóticos y terribles de la revolución no la hay
quebrado. Está muy centrada y atenta a lo que hace. Da la impre.
sión de estar más integrada, más suavizada, más libre, más mad...
ra en su identidad.
Lara le cuenta a Zhivago acerca de su niñez y de la revolu-
ción: |

En mi infancia vi muy de cerca la miseria y el cansancio, por eso mi


actitud ante la revolución es muy distinta de la suya. La siento más de
cerca. Hay en ella mucho que me es familiar... No sé nada de cosas
- militares ni entiendo de graduaciones. Soy una profesora de historia,
Sí, Zhivago, así es: he ayudado a mucha gente (p. 347). |

Lara no es revolucionaria pero simpatiza con el movimiento


y comprende las causas humanas y sociales. Está cerca de la gente
y, COMO es socialmente hábil, ha utilizado sus relaciones pan
apoyar a personas necesitadas. | |
7 Al egoísmo está menos marcado en el conservacional que en
los otros dos subtipos. Siempre va a cuidar de proveer a su neces-
dad primaria de sentirse seguro, que es alta, pero sabe sobrevivi
con poco y. ahorrar cuando tiene. Y sabe también compartir; $
conmueve y le gusta apoyar al que no tiene. Quiere ser puena
. persona, ser correcta. No se inspira tanto en causas sociales gel

126
Ejemplos
“ . li terari
AYTOS y
:
cin ha
cMatog ráfic. os

ideologí as, sino que más ata


enela posibilidad inmedi bien deayuda
lograrla o.nivel indivig ual,
al, donde
de
Personas como Strelnikoy (el Que fuera antes Ani
Zhiva
marido, le son incomprensibles. Lara le dice a e su
«No son
hombres, son piedras. Principios, Disciplina ( «..] Necego:sita
poner
“q nuestros pies todos sus laureles de guerra, para no volver
con las
manos. vacias; Sino Sn de
gloria, venced(p.or.351).
¡Inmortalizarnos '
deslumbrarnos! ¡Como si fuese un niño!»
Ella quisiera cercanía real de él para con su hija y con ella
Pero se siente cada vez más alejada de este hombre por su E
cia, por las noticias de atrocidades que le llegan acerca
de sus ac-
- ciones y por no compartir los pensamientos y actitudes que lo
“motivan a seguir en la lucha revolucionaria.
Cuando Zhivago trata de romper su relación de amantes y
no volver.a verla, corren por las mejillas de Lara lágrimas «silen-
ciosas de las que ella no se daba cuenta... Dijo simplemente, sin
generosidad, sumisamente: —Haz lo que te parezca. No te preo-
cupes por mí, yo ya lo superaré—. Y como no sabía que estaba
llorando no se secó las lágrimas» (p. 353).
Lara actúa como si los sufrimientos de él fueran más impor-
tantes que los suyos. Encierra su propia tristeza para no «amar-
garlo con penosas escenas». Todas las personas de este subtipo
recordarán situaciones de su vida en que han expresado pocas
emociones en relación a la seriedad con que en verdad les ha afec-
- tado.algo, Es la incapacidad de dejar ver cuán importante es real.
mente el otro, cuánto significa y cuán dolorosa es su partida. Es
co-
la dificultad de dejarse ver tal cual en lo que siente. También
+ loca los sentimientos del otro por encima de los suyos, tratando
de comprenderlo más aél que a sí mismo. Ya no hay espontanel-
Aa
+ dad, ya ño hay una conexión interna. con sus emociones. Es
especie de“aniquilar
el propio sentir, de haberlo con
E 1, SU
A

para llega
atrás y a niveles tan profundos que ya hay poco acceso
a su expresión. Pasternak lo describe a su pie poética: «Por Ja;
ella ny a
mejillas de Lara corrían lágrimas silenciosas de las que
daba cuenta, como la lluvia que en aquel instante caía sobre la,
dela.
caras de las figuras de piedra de la Casa de las Estatuas, allí
te» (p. 353). | |
Cuando Zhivago regresa a casa de Lara tras un largo secues.
tro a manos de partisanos y haberse finalmente atrevido a fugay.
se, encuentra, en el escondite para la llave en casa de Lara, una
carta de esta dirigida a él en que le explica cómo puede usar la
casa, dónde le ha dejado comida... El término «seguridad» cabe
bien aquí para comprender sus pensamientos y acciones. Le pro.
vee con lo necesario para sobrevivir y estar protegido. Nueva.
mente es la mujer que ama, y amar para ella es cuidar, cuidar al
ser que ama, facilitarle lo práctico: con eso le expresa su cariño,
Ella regresa al fin cuando Zhivago se encuentra muy enfermo,
«Lara lo alimentaba y cuidaba solícitamente, con el murmullo
tierno y cálido de sus palabras» (p. 456).
En las conversaciones íntimas que ahora sostienen Lara y
Zhivago acerca de la vida, el amor, las familias rusas y las historias
de ambos, se nota la madurez de esta mujer en la profundidad
con que ahora analiza, comprende y resume lo que le ha pasado.
Se muestra muy realista referentea «las costumbres, las relaciones -
y el orden humano; todo se ha hecho trizas con el desbarajuste de
la sociedad y su reconstrucción. Todo lo que pertenecía a la vida
cotidiana se ha conmocionado y destruido» (p. 464).
- Por un lado defiende el deber, el «llamamiento de la fidel
dad. Lo sacrificaría todo. Incluso lo que más quiero, tú». Por
otro, afirma: «Oh, perdóname! No quería decir esto. No es veF
dad. [...] ¿Qué será de nosotros? ¿Qué podremos hacer?» (p. 465)
Su destino es. incierto. Los dos. están: reunidos en un presente

15328
Ejem plos literarios y cinematóe ráficos

cada cual con su pasado destruido y Un futuro


desconocido,
Nunca Antes se habían comunicado
con tanta intensidad y e]
rca de eb a És | "dad y clarj-
dad acerc a de cómo la Historia había determinado
] a nd edi sus vid SS : as. !
habla de mancra muy centrada y enfocada:
AT

Entonces sobre la tierra rusa vino la entira, El m


al peor, la raíz. del
mal futuro fue la pérdida de la confianz a en el valor de la propia
opi-
nión [...] este
Este: error social
sla sese apoderó de todos, contagió a todos, Cada
cosa sufrió su influencia. Ni siquiera nuestra cas a quedó ¡
quedó inmun c. Algo:
se rompió (p. 466).

Lara no sigue el camino de la revolución de la gran mayoría,


Se declara afectada pero no sacrificó sus valores internos. Más
bien a través de vivir esa época se ha clarificado con más madurez
en lo que cree. Al tiempo que con naturalidad atiende la casa:

- Larisa cocinaba o lavaba. Luego, con el agua de la colada, fregaba los


suelos o, tranquila y menos atareada, planchaba o repasaba su ropa, la
- del doctor y la de Kátenka [su hija]. O incluso, quemándose las pesta-
ñas en sus manuales, dedicábase a su reeducación política, antes de re-
-anudar la enseñanza en la nueva escuela reformada (pp. 468-469).

Alo largo de toda la novela Pasternak remarca estas caracte-


en el E3 conservación. Lle-
rísticas de Lara que son tan familiares
+ gando al final Lara reflexiona:
y un or-
-—Qué instinto casero, qué natural atracción por un hogar
den!— observando desde la.cocina los juegos de su hija—. Los niños
son sinceros, no tienen prejuicios y no se avergúenzan de la verdad,
ados, estamos siempre
mientras nosotros, por miedo de parecer atras
cosas que
dispuestos a traicionar lo que nos es más querido, a elogiar
ÉS nos tepugrian y aceptar Otras que no comprendemos (p. 498).

de dao e Le general dolo es más hipócrita que los

“niños, pero los ejemplos que ella menciona son muy típicos del
19
s
Psicología de los eneatipo

Tr es .e n ge ne ra l y po r su puesto 5 subtipo de los


falsificar del
a mn casa de campo donde se han e Lara quiere
ve
n: «¿ Te ne mo s, po r lo me nos, un ql No, ya lo
poner orde
n, que tanto se me contagia y mo
Me da miedo tu despreocupació
confunde las ideas» (p. 500).
Luego dice:
ruego que esc.
—Dedícame alguna hora de las próximas noches, y té
bas todo lo que tantas veces me has recitado de memoria. Una partees de
I emo que la olvid
esas cosas está dispersa y la otra no la has escrito.
“así se perderá todo, como, según me has dicho, te ha sucedido con
frecuencia (p. 501).

Amar y cuidar se llevan de la mano. Esta facilidad para orde-


nar las cosas, ponerlas en su sitio, tener los pies en la tierra, con.
cretar ideas, pensar en salvar los pensamientos, ponerlos por es-
crito para que no se pierdan, aterrizar y concretar lo que está
volando son características muy comunes de este subtipo, La se-
guridad en la conservación se manifiesta aquí en el prever con
claridad lo que pueda ocurrir, impedirl o y actuar de acuerdo con
lo que ve. AA |
Lara está decidida a irse de ahí, pero únicamente si Zhivago
se va con ella: | |

De este modo alternaban en ella estados de calma y momentos de an-


gustiosa inquietud, cosa natural en una mujer activa, no acostumbrada
| _ a perde
¡ r el día en ternuras, ni a permitirse el lujo .
| de ociosas y excesivas
- efusiones (p. 508).
] | e
- Aunque aquí, por encontrarse en una situa
ción de peligro
real al permanecer
'ecr en esa casa, la actividad constante eneste sub'
- Uipo.
(que aparentemente puede verse como si se ejecutara CoN

o
Ejemplos literarios y cine
matográficos

una cierta tranquilidad) está empu 0 jada: INCONscien


temente por
na gran inquietud interna. Es una adicci
ón al hacer, a tener
. .,

hacer; se tiene la ilusión de remedia t. COn «el ha que


cer» la angustia; se
|
la mantiene bajo control y eso es o que le da la «seg
- Finalmente, y ante la uridad».
muerte de Yuri Zhivago,
las imágenes de su rela Lara rep asa
ción con la mente mu y lúcida
y el corazón
abierto:,

Se habían amado no porque fuera ine


vitable, no porque hubieran sido
«arrastrados por la pasión», como suele decir se.
Se amaron porque así
lo quiso todo lo que les rodeaba: la tierra a sus pies, el
cielo sobre sus
cabezas, las nubes y los árboles. [...]
- Nunca, ni en los momentos de más libre y olvi
dada felicidad les
había abandonado lo más alto y apasionante: la satisfacción por la ar-
.. monía del mundo, la sensación de estar en relación
con él, de partici-
par de la belleza de todo el espectáculo, del universo.
Vivían de esta participación. Y por esto el dominio del hombre
sobre la naturaleza, el culto y la idolatría del hombre no les atrajeron
jamás, Los principios de un falso culto social transformado en política
les parecieron una cosa bien miserable y ninguno los comprendió (p.
573).
El amor trasciende, porlo menos en momentos, las limita-
ciones del carácter. Nuevamente es la sencillez del alma de Lara la
que le permite sentirse, junto a Zhivago, que es parte del todo, de
la naturaleza, en unión con el cosmos, y ser inmune a las aspira-
ciones, ambiciones. y promesas del «Nuevo mundo» anunciado
por las agrupaciones políticas... > |
Aunque está desesperada por la muerte de Yuri y se atormen-
ta con la culpabilidad por su separación, así gordo por cosas que
“de han pasado y ha hecho después de una separación que fue E

ca “voluntaria por parte de ella, dice: «Mi alma ya no o e en o


tormento y la piedad. Pero, «mira, note digo, no te revelo lo E
cial. No puedo decirlo, no tengo valor» (p. 574). Y E
131
Pricolaygia dde las esveitii pos

«junto con Evgral Andeéievich el examen de los manuscritos d SN e

que habían hablado» (p. $75).


$ e A , Ñ
¿ ,

Una vez más, centrada y dedicada a cumplir con lo que


: para ella. No llega| a terminarlo
importancia y sentido SA Porque
tiene

un día Larisa Fiódorovna salió de casa para no volver más, Acas:


fue detenida en la calle. Murió o desapareció quién sabe dón , S
un número más en una lista anónima y perdida en uno delo (
innumerables campos de concentración, femeninos o OM. |
del norte (p. 575). | 5

Lara queda en la memoria del lector como un Personaje que


ha vivido
su vida y su destino con bastante dignidad en medio de
circunstancias difíciles; que ha amado profundamente y se ha q.
sarrollado y ha trascendido, con mucha luz por momentos, las
ataduras del carácter. |

132
$1

UNA VIÑETA

por Vera Perry Schoenardie

sentación
Esta repreid : a indica las principales carac terísti+cas
olgráfic
del E3 conservación. Es una figura a que sugiere mu E
] o cad
¿EL atuendo deportivo no o significa o ueqe E3
Lo, conseración siempre se: dedique a acidos epo r E
: 133 !
; colita
rp:
Pricología de lor enca

con buena apariencia y salyg


. él le et1st aa cultiva
cultivar un Cuerpo
sión de ser capaz de amplif5ica.
que sí le gus OPS
AS siernas vigorosa
otoorosas danla Impr pS
. mantiene el equilibrio, E;
, biente que le rodea mientras mantiene € y p6 e $4
sd
seen el amb pa e ds -pre a través del Cop.
¿vo sobresabre la realidad lo cahace
apoyo principalment
la pierna A
doblada. Esta Eo
elecrual, como
posición pre.
indi AN
tro Intelectual, | oa esilenidod simultáne os como
cisa ser fuerte pues DES ! ol vato perdera
acostumbra ese subripo exige muc Po,
a
equilibrio sobre el balancín de la conciliación.
Marca el fondo un reloj cuyas horas corren en sentido inver.

so. El tiempo, simulráneamente, es un ene de mucha po:


sión y oportunidad. La asertividad yagilidad E que Consigue
realizar las tareas le confiere una impresión positiva por parte de
las personas. El ser emprendedor es un elemento central de su
dinámica. La valoración que les confiere el mundo moderno ca-
pitalista conduce cada vez más a los E3 conservación a un proce-
so de burn out o autodestrucción, víctimas de su propia vanidad
en mostrarse los mejores «hacedores» del mundo.
Los múltiples brazos, como manecillas de ese reloj implaca-
ble, son símbolos de la acción y de la búsqueda, y se dirigen a di-
ferentes objetivos, indicando la capacidad de estar enfocado en
varios temas a la vez. Los iconos en los círculos representan los
grandes temas en la vida de un Ez conservación. El hecho de
estar literalmente
en sus manos simboliza su necesidad de con-
trolar todo lo que le rodea. >. 2.2200
_ Estos iconos están dispuestos de manera que
los más signi-
ficativos en la vida del conservacional
aparecen en la parte supe-
_Hor. Asimismo se representan
de acue rdo con la alineación in:
terior, bien por la vida emocio
| nal, bien por la vida intelectual,
conforme la lectura corporal de los dos
hemisferios (derecho =
razón; izquierdo = emoción). Así, en
la parte superio r y porel
«lado derecho del
individuo aparece el elemento representativo
Pricologia de los encaipos

Si cuiendo por «el lado izquierdo del personaje (derecho Para

ei tecror), en la parte superior identificamos el icono que da,


caracreristica diferenciadora del subtipo. Los PREas> OS
dare S se mueven a partir de la supervivencia, y en cl E3 conser.
e n tienen como palabra clave la noción de seguridad.
vació
|

Una personalidad construida a partir del exoarión Y para el


exterior tiene al otro como punto de referencia. Esta dinámica
la leva a un espacio de vacío interior donde, desconectada de
sus características esenciales, sufre una pulsión interna muy an.
siosa, De ahi parte el control, la urgencia, el «hacer» compulg;.
vo. El conservacional busca solucionar este dilema existencial
persiguiendo la seguridad, especialmente la material, El dinero,
como elemento concreto que es, le brinda la ilusión de protec.
ción viral,
El espacio del amor es un espacio apretado, comprimido
entre tantos quehaceres, habiendo mucho miedo a la intimidad y
ala entrega. Al Ez conservación no le gusta estar en deuda o en
inferioridad en una relación, ni ver tampoco al compañero desde
un plano más elevado: Alguien fracasado, a su lado, puede ser
poco confortable; no solo por su necesidad de ser admirado sino,
y especialmente, por la tendencia
de percibir a las personas de ha
familia como una extensión de sí mismo. Igual que se coloca
fren teo para ser admirado, también los suyos deberán
al mund
serlo. El conservacional idealiza así no solo a un compañero ad-
mirado por la sociedad, sino a toda la familia. Un grupo familiar
compuesto de personas bonitas, inteligentes, responsables y ar
paces le proporciona una gran satisfacción. :
La familia tiene gran importancia para el Ez conservación.
Por ella puede dejar de lado proyectos individuales. Es el espacio
de seguridad y donde puede ejercer de modo especial su capa
dad de cuidar y proteger con eficiencia y de percibir los detalles.

136
Una viñeta

todo el confor id
Procura responsabi:lizarse de
tes de codos los miembros de la familia, como orarS Mate 2
e ria-
aliza-
da de vivenciar su ddamor, Pueden aparecer co nflictos a cg eri A
a ed 5 usa de s
necesidad ansiosa de que lasO personas se m Uevan y que las .
eucedan en el modo y el tiempo defini
dos por él. Al s ofocar
a la
iniciativa
y responsabilidad de los demás puede generar una si
cuación paradójica de personas dependientes, que contradice la
imagen que idealiza en relación al grupo familiar.
El último icono señalado representa el hogar. Si es posible la
casa del E3 conservación, como espacio físico, será amplia, airea-
da y muy bien cuidada.
La estética pretende dar una imagen de
simplicidad sofisticada.
- Poseer una casa y otros bienes materiales aporta la sensación
de seguridad, de tener un refugio en el presente y el confort del
fucuro. La ansiedad generada por el tema de vida o muerte está
claramente representada en la preocupación por la conservación
del ambientey. de los objetos.

Por qué el gallo ya no puede volver al Paraíso


- (cuento sufi) - | erica

la Tierra, Dios creó los


En tiempos muy lejanos, antes de crearse
Edén. Los había grandes y
ájaros, que vivían:en el Jardín del
e maravilloso. El
pequeños, todos de bonitos colores y un plumaj
ein
que tenía la voz más fuerte era el gallo. -ín que, con sus árboles y
Volaban por el aire soleado del jard
dab a co mi en
da abu nda nci a, y en aquellos días dorados
floresles
,

Rio dean
Bo Extraído del libro VV.AA, Históriasda tradigáo su Dervsh,
PLA ; eS :
:e
eatipos
Psicología de los en
y
cri stalin
Cris lina a de sus A innumera bles tia.E
a
b n su $ ed en el águ
saci aba
chuelos. an deliciosas y la Ecompañía de ls
y las ba ya
y s er an £
Las frucas sentirse descontento
e el ga ll o e m p e z o2
ángeles, tan divina, qu enturas,
con aquella vida demas iado cómoda y a ansiar av
o al án ge | qu e cu id ab a de l bienestar de los Pája.
Un día le dij
ros:
Mi reluciente,
i ¿dónde
¿dó podríaía irir p para encontrar aven vuras y
¡
rtante er,
algún significado para mi vida? ¡No hago nada impo
y luz!
este lugar donde todo es bondad
—Paciencia, valiente gallo —respondió el ángel—. Dios, e
Misericordioso, es compasivo, y ya dispuso la situación.
Entonces el gallo, erizándosey recolocándose las plumas,
soltó un grito muy fuerte y, henchido de orgullo, les dijo a los
Otros pájaros: | A
—:Me
¡ van a dar un p puesto importante! ¡¡Prestad mucha aten aten.
ción! Cualquier día de estos os voy a dar una sorpresa.
—Hermano, ¿qué noticias son estas? —dijeron los otros pá-
jaros—. ¿No estás satisfecho con tu vida así como tú eres, aquí
solo en el jardín, entre árboles llenos de las mejores frutas?
El gallo gritó más fuerte aún y voló muy alto en el cielo, in-
flado de orgullo, y es que en aquellos tiempos los gallos podían
volar tan alto como las águilas.
| Entonces el ángel se aproximó al gallo y le
dijo:
; —Dios, el Misericordioso, el Compasivo, creó
la Tierra, ahi
Bajo PST y puso en ella todo tipo de seres: humanos y ani-
ea . 7 20 ' hasta allí a llevar a todas las criaturas
eDios.
ps A anunciador! —exclamó el gallo—. ¡Men-
2265 ROUCIAS incomparables! |
20 no —dijo el ángel—. Tú debes volar hasta alli y volve
No, —« iio , - a O e

38
L7, A ViÑeta

A en cuanto hayas dichoa los hombres, animales y pája


de ahi ab ajo que mañana am
anecerá por primera vez. Debes
oros amar la grandeza de Dios,
el Único, usando toda la fuerza
de cy voz. Y volver inmediaramente aquí. Est
e es el mensaje que
¿ mandaron transmitrte. |
lesallo voló hacia la Tierra. El primer
día estaba naciendo y
or
--$ con roda su fuerza a los recién nacidos:
e,

—Oh, hombres, animales y pájaros. Dios me envió para


ed

daros bienaventuranzas y para deciros que yo, el anunciador de


los días de Dio s, el pájaro de la voz más fuerte
del Jardín del
Edén. fui escogido entre todos para esta tarea.
Asombrados, todos los que le oyeron, hombres, animales, y
pájaros se postraron maravillados ante el gallo, rindiéndole ho-
menaje. Este se elevó por los aires para mostrar su enorme destre-
za y su corazón se infló de vanidad.
Cuando la noche llegó, se sentía cansado de tanto volar y re-
volerear y se durmió, olvidándose por completo de que tenía que
volver direcramente al Paraíso. -
Pasaron varios días y el gallo, con su grito de clarinete, des-
pertaba a todo el mundo a la hora del amanecer y todos conti-
nuaban reverenciándolo. Comenzó a pensar, por este motivo,
que era la criatura más importante del mundo recién nacido y,
pavonieándose entre los nuevos hombres y sacudiendo su cresta,
miraba a su alrededor con arrogancia.
Un día;se acordó de las palabras del ángel y pensó: «Es mejor
volver ahora al jardín,y lo más rápido posible, pues tengo la im-
presión de que me quedé demasiado tiempo en la Tierra».
Emitió un fuerte grito, juntó los pies y empezó a sacudir las
alas, dispuesto a subir de nuevo alos cielos. Pero, a pesar de varias
tentativas, no tenía fuerzas en las alas. Apenas consiguió erguirse
nos pocos palmos del suelo y luego cayó nuevamente.

39
s eneatipos
Psicología de lo

es
va n i d a d del gallo fu
La gran 2 prisioner
«Ateas c O ra
ga ll o b ate laalos al Nt el
a c ó m o el
p e r o ya 1
frecu e n c i
elocidad de a ntaño, no
jardín
echo, procurand ima de la cerca del

140
12

- PROCESO DE TRANSFORMACIÓN
“Y RECOMENDACIONES TERAPÉUTICAS

por A Mateu, María Teresa Ceserani, Suzana Stroke,


Ilse Kretzschmar y Ferran Pauné

En'un proceso terapéutico, el terapeuta debe poner mucha aten-


ción y darse cuenta de la condescendencia del paciente E3 «con-
servación y de la actitud de «todo va bien» de alguien que se pone
como «buen paciente» y ensalza la alianza terapéutica.
Este subtipo probará de entender todo lo que el terapeuta
quiere de él, quéle gusta y qué no, y cuáles son los aspectos que
más le interesan,a fin de adherirse lo más eficazmente posible a
sus expectativas y, de esta forma, sentirse seguro.
"ES importante reportarlo siempre a sí mismo; trabajar sobre
Sus expectativas, sobre el imaginario del paciente ideal al que in-
... VEnta acercarse para ser aceptado. Muy hábil en manipular, juga-
j
. tá con el narcisismo del terapeuta, con cómo él es el «mejor pa-
- ciente» y el otro debe ser el «mejor terapeuta». Como lo idealiza,
; po destruir su autoimagen fácilmente. Ec:
«Lal mayor: dificultad del paciente Ez conservación es soltar y
: mostrar las emociones; especialmente la: tristeza através de las lá-
141
Psicología de los eneatipos

grimas, que es vivida como una debilidad peligrosa. Cada ASPecto


de la sombra que emerge durante la terapia es vivido como Una
amenazadora herida narcisista.
Su forma de evitar es quedándose en lo superficial y CONtan.
do los hechos en modo detallado perdiendo de vista el proceso, ññ
dinámica y el nivel simbólico. Es importante que reconozca de
tiempo interno, que experimente estar en el dolor y en la dificy.
tad, sin tener prisa por tener que hacer alguna cosa para salir, y
descubrir así que no se ahoga en el dolor, que la corriente ge | a
vida le permite ver con más claridad el camino.
Cuando está en dificultades, constreñirse a «estar sin hacer,
le permite tomar consciencia del control que actúa sobre el fu
de las emociones, reconociéndolo físicamente como contraccio-
nes en estómago, tórax, espalda y garganta, que enseguida reco.
nocerá como miedo a perder el control y a sentir el dolor,
Es fundamental trabajar sobre la envidia, la competitividad y
el sentimiento de inferioridad, aspectos negados y centrales, que
suplen a menudo el impulso del comportamiento neurótico
cuando el paciente es inconsciente, y que pueden ser un gran re-
curso para el proceso de evolución cuando son conscientes.
Resulta útil también facilitar la expresión de la rabia y el di-
sentimiento hacia el terapeuta de forma directa.
Cuando la idealizada imagen de sí mismo empieza a hacerse
añicos como un espejo golpeado con una piedra, el E3 conserva-
ción entra en contacto con un profundo dolor y con el terror de
no ser «nada», solo un vaso vacio. Entonces se vuelve consciente
de haber representado toda la vida un personaje y ahora ya no
sabe quién es. |
En el terapeuta buscará una contención sólida que le dése"
guridad, alguien en quien pueda finalmente confiar, a través del
cual pueda descuel estado de necesidad
brir y, lentamente $ A

142
Praceso de tramiformación y recomendaciones terapéuticas

drmo, 1 redescubrir su propia identidad humana. En este punto es


importante que recupere el permiso de existir más allá de todo,
así como mucha contención física y contacto (proporcionar ex-
periencias de: «Ási como estás, está bien; no tienes que hacer tan-
ras cosas para ser aceptado»).
Por otro lado es importante desmantelar el mecanismo de
aurojustificación y atribución de la responsabilidad fuera de él,
tomando contacto consigo mismo,
Es asimismo recomendable indagar sobre su fácil entusiasmo
por las actividades (hobbies o trabajo), y la facilidad con que
igualmente se estanca y pierde interés, profundizando en qué le
mueve y qué lo frena.
- Primero es necesario ofrecerle un entorno psíquicamente «se-
'guro»: que el paciente se sienta visto, acogido, escuchado y respe-
tado. Al principio no es recomendable confrontar de forma fuerte
porque el Ez se podría retirar, alejar. No. obstante, en algún mo-
mento de la evolución es preciso que se encuentre confrontado y
no correspondido amablemente. El siguiente relato lo atestigua:

. Uno de los acontecimientos más sanadores para mí ha sido.el vivir la


no confluencia, la confrontación dura y el desengaño con alguien que
representaba un maestro o guía. En ese momento comprendí que solo
dependía de mí la sanación, que solo yo me bastaba, que era algo irreal
- la fantasia de esperar que siempre haya alguien que te guíe como un
padre, incondicional y amablemente. Se comprende que es imposible
confluir con todo el mundo, que si uno es, eso agradará a unos y no a
otros. Que eso es así y está bien. Se E ci la mo de ques
Ñ anita coto el mundo AA

También lele eáplia ada a - qe hotabre, reencontrar la


Energía masculina. Así, es valiosísima la posibilidad de confron-
- tación directa y lara, el ir hacia lo que uno desea o.necesita ver-
- Maderamente (penetrar el: mundo). Para elloes necesario. vivir
tipos
Psicología de los enea

( compro bar) que hay ahí algún otro hombre ompi que le apoya, que le
: tey con el qu e colabora (no c te); se trar a en|
sirve de refer en e ,
definitiva, de recuperar la confianza en el otro y en la prop;,
identidad.
que la pase energética y
Esta línea de trabajo toma en cuenta
r a la del E3, si En en el van;.
sensomotora del E3 es muy simila de
puO ES e o
dosoda energía ha sido castrada. Es por
da AE confiama,
hombres capaces de expresar la masculini
ayu-
incluso la. relación con representantes del eneatipo po
y la
dan al conservacional a redescubrir el contacto, la autonomía
autoconfianza.

Desde el proceso de transformación ¿qué eta del rasgo


le pueden ser útiles al terapeuta E3 conservación en su quehacer?
++ Como terapeutas, ser conscientes de nuestras defensas ney.-
róticas, y comprender que la cualidad como figura en el fondo es
defecto, y el defecto como figura es en el fondo cualidad, nos
permite utilizar esas características como valor terapéutico en el
proceso.
- El terapeuta Ez conservación es capaz de dar mucha seguri-
dad y contención al paciente. Cuando está en su autenticidad y
en contacto consigo mismo favorece y estimula a la: persona a
atreverse a ser más auténtica. El autoconocimiento de la falsedad
permite desenmascarar con facilidad la máscara en el otro.
Además el querer «hacerlo bien», cuando deja de ser una ne-
cesidad neurótica permite que el terapeuta esté atento a la impe-
cabilidad de su presencia y, por tanto,de su «hacer terapéutico».
El terapeutdea este subrti
po no se conformará con poco.
- Finalmente, 1
a tendencia al control puede revertir en un
presencia terapéutica que posee una visión panorámica del procé"
50 y del campo. He aquí una experi
encia reveladora:

144.
Proceso de transformación y recomendaciones
ena terapéutiUticas

Siento que utilizo las características que considero positivas


sine idad, a pesár de percibirlas menós ac tivas, tales coy d de mi per-
di yla rapidez en la acción yen el pensamiento. T ambién
de , A
gay las señales que demuestren la validez de mi inició And E
antes de ac-
quer (Susana.

Tareas recomendadas

| Ése apartado describe diversas propuestas terapéuticas que pue-


den ayudar a avanzar en el proceso del súbdiño conservacional.

La agenda y las tareas


« Disminuir las tareas que se impone.
+ Cuestionarse qué quiere o no hacer realmente.
+ Programar en la agenda tiempos de «no hacer nada».
Aa Aprender a decir «no» cuando no le conviene aceptar determi-
nadas tareas. O sea, poner atención a la compulsión a acceder
2 cualquier petición, venga de donde venga y de quien venga.
- Establecer
Es prioridades reales, pues en general la agenda eterna
no contiene lo que realmente es una prioridad si uno se detie-
ne para evaluar lo que está haciendo con su vida.
- + Hacer una cosa cada vez. Priorizar, renunciar.
de No todo lo« que s se hace necesita tener una utilidad, un propó-
- sitoo práctico. O

: Elcultivo de lo placentero : j en al
* Elegir algunas cocosas: que seanprolameis placenteras: y realizar-
a E ! y
ario».
* Hacer algo gustoso ques seaa «absolutamente ¡ inneces
un
“> Cuídarme: ser consciente de mis necesidades; concedermé
no mal-
Poco más de atención,, Teservar tiempo sen el ocio,
Pricolaygia dde las esveitii pos

«junto con Evgral Andeéievich el examen de los manuscritos d SN e

que habían hablado» (p. $75).


$ e A , Ñ
¿ ,

Una vez más, centrada y dedicada a cumplir con lo que


: para ella. No llega| a terminarlo
importancia y sentido SA Porque
tiene

un día Larisa Fiódorovna salió de casa para no volver más, Acas:


fue detenida en la calle. Murió o desapareció quién sabe dón , S
un número más en una lista anónima y perdida en uno delo (
innumerables campos de concentración, femeninos o OM. |
del norte (p. 575). | 5

Lara queda en la memoria del lector como un Personaje que


ha vivido
su vida y su destino con bastante dignidad en medio de
circunstancias difíciles; que ha amado profundamente y se ha q.
sarrollado y ha trascendido, con mucha luz por momentos, las
ataduras del carácter. |

132
Ejemplos literarios y cine
matográficos

una cierta tranquilidad) está empu 0 jada: INCONscien


temente por
na gran inquietud interna. Es una adicci
ón al hacer, a tener
. .,

hacer; se tiene la ilusión de remedia t. COn «el ha que


cer» la angustia; se
|
la mantiene bajo control y eso es o que le da la «seg
- Finalmente, y ante la uridad».
muerte de Yuri Zhivago,
las imágenes de su rela Lara rep asa
ción con la mente mu y lúcida
y el corazón
abierto:,

Se habían amado no porque fuera ine


vitable, no porque hubieran sido
«arrastrados por la pasión», como suele decir se.
Se amaron porque así
lo quiso todo lo que les rodeaba: la tierra a sus pies, el
cielo sobre sus
cabezas, las nubes y los árboles. [...]
- Nunca, ni en los momentos de más libre y olvi
dada felicidad les
había abandonado lo más alto y apasionante: la satisfacción por la ar-
.. monía del mundo, la sensación de estar en relación
con él, de partici-
par de la belleza de todo el espectáculo, del universo.
Vivían de esta participación. Y por esto el dominio del hombre
sobre la naturaleza, el culto y la idolatría del hombre no les atrajeron
jamás, Los principios de un falso culto social transformado en política
les parecieron una cosa bien miserable y ninguno los comprendió (p.
573).
El amor trasciende, porlo menos en momentos, las limita-
ciones del carácter. Nuevamente es la sencillez del alma de Lara la
que le permite sentirse, junto a Zhivago, que es parte del todo, de
la naturaleza, en unión con el cosmos, y ser inmune a las aspira-
ciones, ambiciones. y promesas del «Nuevo mundo» anunciado
por las agrupaciones políticas... > |
Aunque está desesperada por la muerte de Yuri y se atormen-
ta con la culpabilidad por su separación, así gordo por cosas que
“de han pasado y ha hecho después de una separación que fue E

ca “voluntaria por parte de ella, dice: «Mi alma ya no o e en o


tormento y la piedad. Pero, «mira, note digo, no te revelo lo E
cial. No puedo decirlo, no tengo valor» (p. 574). Y E
131
s
Psicología de los eneatipo

Tr es .e n ge ne ra l y po r su puesto 5 subtipo de los


falsificar del
a mn casa de campo donde se han e Lara quiere
ve
n: «¿ Te ne mo s, po r lo me nos, un ql No, ya lo
poner orde
n, que tanto se me contagia y mo
Me da miedo tu despreocupació
confunde las ideas» (p. 500).
Luego dice:
ruego que esc.
—Dedícame alguna hora de las próximas noches, y té
bas todo lo que tantas veces me has recitado de memoria. Una partees de
I emo que la olvid
esas cosas está dispersa y la otra no la has escrito.
“así se perderá todo, como, según me has dicho, te ha sucedido con
frecuencia (p. 501).

Amar y cuidar se llevan de la mano. Esta facilidad para orde-


nar las cosas, ponerlas en su sitio, tener los pies en la tierra, con.
cretar ideas, pensar en salvar los pensamientos, ponerlos por es-
crito para que no se pierdan, aterrizar y concretar lo que está
volando son características muy comunes de este subtipo, La se-
guridad en la conservación se manifiesta aquí en el prever con
claridad lo que pueda ocurrir, impedirl o y actuar de acuerdo con
lo que ve. AA |
Lara está decidida a irse de ahí, pero únicamente si Zhivago
se va con ella: | |

De este modo alternaban en ella estados de calma y momentos de an-


gustiosa inquietud, cosa natural en una mujer activa, no acostumbrada
| _ a perde
¡ r el día en ternuras, ni a permitirse el lujo .
| de ociosas y excesivas
- efusiones (p. 508).
] | e
- Aunque aquí, por encontrarse en una situa
ción de peligro
real al permanecer
'ecr en esa casa, la actividad constante eneste sub'
- Uipo.
(que aparentemente puede verse como si se ejecutara CoN

o
Ejem plos literarios y cinematóe ráficos

cada cual con su pasado destruido y Un futuro


desconocido,
Nunca Antes se habían comunicado
con tanta intensidad y e]
rca de eb a És | "dad y clarj-
dad acerc a de cómo la Historia había determinado
] a nd edi sus vid SS : as. !
habla de mancra muy centrada y enfocada:
AT

Entonces sobre la tierra rusa vino la entira, El m


al peor, la raíz. del
mal futuro fue la pérdida de la confianz a en el valor de la propia
opi-
nión [...] este
Este: error social
sla sese apoderó de todos, contagió a todos, Cada
cosa sufrió su influencia. Ni siquiera nuestra cas a quedó ¡
quedó inmun c. Algo:
se rompió (p. 466).

Lara no sigue el camino de la revolución de la gran mayoría,


Se declara afectada pero no sacrificó sus valores internos. Más
bien a través de vivir esa época se ha clarificado con más madurez
en lo que cree. Al tiempo que con naturalidad atiende la casa:

- Larisa cocinaba o lavaba. Luego, con el agua de la colada, fregaba los


suelos o, tranquila y menos atareada, planchaba o repasaba su ropa, la
- del doctor y la de Kátenka [su hija]. O incluso, quemándose las pesta-
ñas en sus manuales, dedicábase a su reeducación política, antes de re-
-anudar la enseñanza en la nueva escuela reformada (pp. 468-469).

Alo largo de toda la novela Pasternak remarca estas caracte-


en el E3 conservación. Lle-
rísticas de Lara que son tan familiares
+ gando al final Lara reflexiona:
y un or-
-—Qué instinto casero, qué natural atracción por un hogar
den!— observando desde la.cocina los juegos de su hija—. Los niños
son sinceros, no tienen prejuicios y no se avergúenzan de la verdad,
ados, estamos siempre
mientras nosotros, por miedo de parecer atras
cosas que
dispuestos a traicionar lo que nos es más querido, a elogiar
ÉS nos tepugrian y aceptar Otras que no comprendemos (p. 498).

de dao e Le general dolo es más hipócrita que los

“niños, pero los ejemplos que ella menciona son muy típicos del
19
A

para llega
atrás y a niveles tan profundos que ya hay poco acceso
a su expresión. Pasternak lo describe a su pie poética: «Por Ja;
ella ny a
mejillas de Lara corrían lágrimas silenciosas de las que
daba cuenta, como la lluvia que en aquel instante caía sobre la,
dela.
caras de las figuras de piedra de la Casa de las Estatuas, allí
te» (p. 353). | |
Cuando Zhivago regresa a casa de Lara tras un largo secues.
tro a manos de partisanos y haberse finalmente atrevido a fugay.
se, encuentra, en el escondite para la llave en casa de Lara, una
carta de esta dirigida a él en que le explica cómo puede usar la
casa, dónde le ha dejado comida... El término «seguridad» cabe
bien aquí para comprender sus pensamientos y acciones. Le pro.
vee con lo necesario para sobrevivir y estar protegido. Nueva.
mente es la mujer que ama, y amar para ella es cuidar, cuidar al
ser que ama, facilitarle lo práctico: con eso le expresa su cariño,
Ella regresa al fin cuando Zhivago se encuentra muy enfermo,
«Lara lo alimentaba y cuidaba solícitamente, con el murmullo
tierno y cálido de sus palabras» (p. 456).
En las conversaciones íntimas que ahora sostienen Lara y
Zhivago acerca de la vida, el amor, las familias rusas y las historias
de ambos, se nota la madurez de esta mujer en la profundidad
con que ahora analiza, comprende y resume lo que le ha pasado.
Se muestra muy realista referentea «las costumbres, las relaciones -
y el orden humano; todo se ha hecho trizas con el desbarajuste de
la sociedad y su reconstrucción. Todo lo que pertenecía a la vida
cotidiana se ha conmocionado y destruido» (p. 464).
- Por un lado defiende el deber, el «llamamiento de la fidel
dad. Lo sacrificaría todo. Incluso lo que más quiero, tú». Por
otro, afirma: «Oh, perdóname! No quería decir esto. No es veF
dad. [...] ¿Qué será de nosotros? ¿Qué podremos hacer?» (p. 465)
Su destino es. incierto. Los dos. están: reunidos en un presente

15328
Ejemplos
“ . li terari
AYTOS y
:
cin ha
cMatog ráfic. os

ideologí as, sino que más ata


enela posibilidad inmedi bien deayuda
lograrla o.nivel indivig ual,
al, donde
de
Personas como Strelnikoy (el Que fuera antes Ani
Zhiva
marido, le son incomprensibles. Lara le dice a e su
«No son
hombres, son piedras. Principios, Disciplina ( «..] Necego:sita
poner
“q nuestros pies todos sus laureles de guerra, para no volver
con las
manos. vacias; Sino Sn de
gloria, venced(p.or.351).
¡Inmortalizarnos '
deslumbrarnos! ¡Como si fuese un niño!»
Ella quisiera cercanía real de él para con su hija y con ella
Pero se siente cada vez más alejada de este hombre por su E
cia, por las noticias de atrocidades que le llegan acerca
de sus ac-
- ciones y por no compartir los pensamientos y actitudes que lo
“motivan a seguir en la lucha revolucionaria.
Cuando Zhivago trata de romper su relación de amantes y
no volver.a verla, corren por las mejillas de Lara lágrimas «silen-
ciosas de las que ella no se daba cuenta... Dijo simplemente, sin
generosidad, sumisamente: —Haz lo que te parezca. No te preo-
cupes por mí, yo ya lo superaré—. Y como no sabía que estaba
llorando no se secó las lágrimas» (p. 353).
Lara actúa como si los sufrimientos de él fueran más impor-
tantes que los suyos. Encierra su propia tristeza para no «amar-
garlo con penosas escenas». Todas las personas de este subtipo
recordarán situaciones de su vida en que han expresado pocas
emociones en relación a la seriedad con que en verdad les ha afec-
- tado.algo, Es la incapacidad de dejar ver cuán importante es real.
mente el otro, cuánto significa y cuán dolorosa es su partida. Es
co-
la dificultad de dejarse ver tal cual en lo que siente. También
+ loca los sentimientos del otro por encima de los suyos, tratando
de comprenderlo más aél que a sí mismo. Ya no hay espontanel-
Aa
+ dad, ya ño hay una conexión interna. con sus emociones. Es
especie de“aniquilar
el propio sentir, de haberlo con
E 1, SU
pos
> Psicología de los eneati

CO D lig ere za, sin es fu er za . En ie cd obra


lleva agua como si leyese, sao a a infan.
del mismo modo. Como si desde hace pus
e ad qu ir id o un im pu ls o ha ci a ne ss y ¿ a , pia
cia, hubies n fac ili ES y es| 0 ancidad, Es
, co n im pu ls o ya, co
ya hecho de suyo do se inc Pe ñ a so risa que l
es pa ld a, cu an
se nota en la línea de su ba rbilla, lo mismo que q,
ios y en la re do nd ez de su
entreabre los lab
344).
sus palabras y pensamientos (p-

Fl autor describe ahora, a través de los pensamientos de Z);.


, lo
vago, a una Lara adulta. Las confusiones, las limitaciones
acontecimientos caóticos y terribles de la revolución no la hay
quebrado. Está muy centrada y atenta a lo que hace. Da la impre.
sión de estar más integrada, más suavizada, más libre, más mad...
ra en su identidad.
Lara le cuenta a Zhivago acerca de su niñez y de la revolu-
ción: |

En mi infancia vi muy de cerca la miseria y el cansancio, por eso mi


actitud ante la revolución es muy distinta de la suya. La siento más de
cerca. Hay en ella mucho que me es familiar... No sé nada de cosas
- militares ni entiendo de graduaciones. Soy una profesora de historia,
Sí, Zhivago, así es: he ayudado a mucha gente (p. 347). |

Lara no es revolucionaria pero simpatiza con el movimiento


y comprende las causas humanas y sociales. Está cerca de la gente
y, COMO es socialmente hábil, ha utilizado sus relaciones pan
apoyar a personas necesitadas. | |
7 Al egoísmo está menos marcado en el conservacional que en
los otros dos subtipos. Siempre va a cuidar de proveer a su neces-
dad primaria de sentirse seguro, que es alta, pero sabe sobrevivi
con poco y. ahorrar cuando tiene. Y sabe también compartir; $
conmueve y le gusta apoyar al que no tiene. Quiere ser puena
. persona, ser correcta. No se inspira tanto en causas sociales gel

126
Pies 3 his sd

tdd
Ar eon :

> ¿sá planchanido st ropa. Ellase Siete tan per


de ¿hiva y e
¡epentina Apertura emocional go A por la
la, que por desatender su € Prote:
quehacer quema E :
Rap
yor
Ñ
Husa, Inte.
eumpo
su aeción y termina la plática a] Insta
cada. Aute la intimidad, la revelación Muy Eaniás 7 “SÁ muy to.
Ade otro, las
- defensas se derriten, als:
Mucho más adPuelante amb
| os se | '*encuentran en la bil ioteca
de Yuriatin. Lar 2 está Nu evamente thvoluc; ada
en el estudio:

A veces se quedaba pensativa, con los ojos Rios


vándolos, en e «ho «
miraba junco Ante sí leds
, € DLOr-

a O, seoinclinaba so.
bre la mesa, apoyanda la cabeza en una tano
mano y, y con un tápido movi-
miento, con la otra copiaba a lápiz en un cuaderno
libro. l... Observindola, cualquier pasaje del
Yuri Andréievich |Zhivago] verifica
ba la jus-
teza de sus antiguas impresiones... «No quiere gustar
-—pensaba-—, ser
bella, arractiva. Siente una especie de desprecio por este
aspecto de la
feminidad y parece como si se castigara por ser tan bella. P ero esta or-
— gullosa dejadez aumenta su fascinación» (p. 340)
.

Los pensamientos de Zhivago van directos al meollo del


asunto: esta forma de vivir la vanidad. A este subtipo no se le da
_gozar y lucir de manera segura simplemente su feminidad. No
... tiene lo lascivo del felino ni lo abiertamente seductor del histéri-
do. La expresión de la feminidad es más austera; inclusive puede
| darse una especie de «antivanidad», un descuido de la imagen
- externa que puede incluso estar logrado con planificación. Sí que
es seductora, pero de manera más tímida, más intelectual, de
forma que «no se note tanto». Su ser mujer se expresa más en el
quehacer y en el cuidado del otro, en estar al servicio del da ]
de Alllegar los dósa casa de ella, Zhivago continúa observándola:
E E Na A
Í
-| + - EnEn kla biblioteca: he comparadla
o ate nci ón con que leía e | caloare
| ) de » Es
| ¿impdeaunlves
Í 5
rdad
oero trabaj
deo,
un tios S
125.
eatipos
Psicología de los en

cu er po , no com er ni beb er compulsivamente, bajar


“tratar mi
el ritmo, respirar...
act ivi dad es qu e exi jan pac ien cia y detalle, como la
Realizar
pintura, etc.
jardinería, la artesanía, la
lúd ico , la des pre ocu pac ión , la ale gría de vivir (el "mor
Vivir lo
erótico del niño interior).
Actitud de «ponérmelo fácil».
|
Perder el tiempo.
en sus cualidades
Reeducar al «niño interior» afirmándole
(técnica de la reeducación del inconsciente de Antonio Blay).

Reconocerse limitado, la humildad y la confianza


Aprender a pedir ayuda.
Delegar, permitir que otros también hagan algo (aunque “Do
-lo hagan tan perfecto»).
Reírse más de uno mismo.
- Actitud de humildad, ver el orgullo. Trabajar sobre el senti-.
miento de omnipotencia.
Hablar de sus necesidades y pedir.
Pedir contacto corporal.

La relación con los demás


Elegir algunas personas más íntimas y proponerse hablar desi
mismo, en vez de solamente escuchar y/o dar consejos.
Respetar a los demás en cómo son.
Darse más desde el corazón, con
menos mente
Re
| conoc er: las expectativas noO expresadas en- sus rel
aci
| ones.
más íntimas.

| Ser menos crítico co


an nsi igo mismo y con los demás.
Rel arse con personas de los: encatipos Ez, Ez y ES, qu |
o so
. n quienes m| ás le a y pooR a romper sus. qu e 200» rigid y
pos
Psicología de los eneatipo

y V

Meditar! Medirar e insistir €n la pr qn (El E3 conservación,


ción porque espe; ra un re.
a

a ¿vid o en la med ita


puede arascarse rápi o
sultado.)
para no ir con prisa. qee
itar en acción,
la qoeco cs Nos
Ela pol «Definitivamente
po, mu
enseña a no hacer, y el trabajo que invo es
pio
E veces olvidado, son vitales pará que ón E
se queden más tranquilos y más sabios. SO os declaran su di.
rase
ficultad con el tocary ser tocados. Es como sicadá UNO SUPe
esa dificultad con trabajos terapéuticos específicos. Tocar
ser tocado implica confianza; cualidad a ser desarrollada por
nosotros» (Nilda).
Soportar y vivir el vacío y la soledad.
Centrarse en las cualidades que uno es: energía, amor, felici-
dad e inteligencia; y no desde la vanidad ni desde la falsa mo-
destia. | o e
Estar dispuesto a vivir con mis límites, a sentirme digno de
dar y recibir. No hay que hacer nada para recibir amor. Reci-
bir amor por ser.
Orar, pedir, de una forma simple.
Liberar el «ser inferior», el odio, la rabia, el resentimiento, la
tristeza; soltar la máscara de «todo está bien».
«Pillarse uno en la sonrisita permanente.»
La seguridad DE
+
Salir de la hiperestabilid
ad: «De las cosas pequeñ
go yo y de as
me encat-
las grandes se en carga Di
os».
Renunciar a las ideas
de pe rmanencia y de contro
Apre l.
DS nder a expresar las cosas incómo
das sin indirectas ni con
OA
|

148
Proceso de sramsformación y recomendaciones terapénticas

Arreverme a decir lo que estoy pensando, sacar al «hijo de


ata», CONGACTAE CON la rabia y expresarla. |
Trabajar menos y vivir más en lo afectivo,

Trabajo psicocorporal
Alrernando trabajo fuerte y suave, «lo fuerte» y lo «catártico»,
para aflojar las rigideces profundas y abrir y soltar heridas. Lo
suave, para aprender a tratarse con más suavidad, para explorar
Jo sensual, lo tierno y el contacto sin «finalidades prácticas».
. Realizar algún «trabajo», «terapia» o actividad corporal. Mejor
que el deporte es alguna disciplina oriental (yoga, kung fu, tai
chi, aikido...) donde aprenda a centrarse en la respiración y las
sensaciones internas.
+ Propiciar espacios de movimiento espontáneo: movimiento
auréntico, danzaterapia, danzas; dibujo (Anna Halprin); y
- descansos de recuperación, como los winning moves (minimo-
vimientos) de Gerda Boyesen, donde crea consciencia de la
necesidad de lo pasivo en la recuperación.
* Explorar movimientos lentos de todo el cuerpo y sus partes:
yoga, Feldenkrais, eutonía.
« Explorar movimientos involuntarios, vibración y pulsación:
vegetoterapia (Reich), bioenergética (Lowen), core energética
(Pierrakos), biodinámica (Boyesen).
Trabajo con la respiración: vigorizante (bio y core energética),
atención y exploración: aliento experienciable (Ilse Midden-
dorf), breathmoves de Juerg Roeffler (movimiento espontáneo
a partir de la respiración) y diferentes formas de yoga y de
meditación.
Activar el sistema nervioso parasimpático (bajar la activación
del simpático). Trabajar más hacia el equilibrio de los dos sis-
- temas, Pe OS o

149
E3 CONSERVACIÓN
A

Por Elia Gerardi


J

Nací con un hermano; somos mellizos pero tenemos un aspecto


distinto.
Mi hermano fue el primero en nacer y yo me quedé más
tiempo en el vientre de mi madre. En aquella época, en un pue-
blito del sur de Italia donde aún se nacía en casa, no se daba por
sentado que una mujer supiese que esperaba dos hijos. Fui una
sorpresa para mis padres. |
Ese desconocimiento, desde el momento en que fui concebi-
do, del hecho de que fuéramos dos, marcó una falta de identidad.
Éramos dos percibidos como uno. De ahí que dentro de mí siem-
pre haya pensado que el hijo no esperado fuese yo. Creo que eso
dejó una huella en la formación de mi carácter, siempre en bús-
queda de visibilidad y reconocimiento.

Me bautizaron y pusieron Elia, el nombre de mi abuelo paterno.


Mi familia me llamaba «Elio». No sé por qué no utilizaba mi ver-
mismo
dadero nombre (probablemente para identificarme y al
overtida por su
tiempo diferenciarme de mi abuelo, figura contr
diversidad respecto a los modelos familiares).

153
de alos nap?
Pacologí
obediente, diligente y estudio-
da 4:

b “rivo E e. » Re
y rebeld
Fuí un niño modelo: uE , “ sríntivo y ME

so; al contrario de mí hermano mellizo, o r mayor rápido: era el


aonatales caprichos y ala infancia Pre ed de los adultos
os nino .

¿2 me volvió UN
Sin embargo, esa e . escuela fuí un buen estudiante. Sea
a
Desde el comienzo de
a < resultados : escolares,
po r DA bueno p i
ca rá ct er ad ap ta bl e o
por mí soc
or mé en el de po si ta ri o de las expectativas
me transf
cargar con muchas
is padres (de ahí la precocidad en
turales de mis p o “odios de mi infancia explican el
responsabilidades). Varios episodios divad
acte o.
sentido de responsabilidad que me ha car
O Cuatro
El primero se refiere a mi hermano. Teníamos ni
años y aún vivíamos en el pueblito. Una tarde, una tía nuestra
decidió llevarnos a dar un paseo y nos hizo subir al automóvil
mientras ella estaba afuera charlando. En la espera jugábamos y
yo, sin darme cuenta del riesgo, quité el freno de mano.
El coche estaba aparcado en una calle en bajada y empezó a
moverse cogiendo velocidad. Cuando mi tía se dio cuenta de lo
que estaba sucediendo, se aferró al auto en un vano intento
de
detenerlo. El coche pasó un cruce, se detuvo contra el muro de

o mamen dd ci
una casa y de rebote embistió a mi ría.

, raumas diversos y estuvo internada


E3 conservación: una bi
ografía

dad, aún más, la obligación, de abandonar


el juego y de incre-
mentar el control sobre la acción. Durante mi infa
ncia el juego
revistió un rol bastante marginal porque no estaba prev
isto en el
régimen educativo de mi abuela (la verdadera
patrona de la casa
donde vivíamos), constituido por reglas que no se debían trans-
gredir y que no dejaban espacio para fiestas ni diversiones. Re-
cuerdo solo una fiesta de cumpleaños, en casa de una prima
(tenía siete u ocho años): fue tal mi entusiasmo que por mucho
tiempo lo he considerado el día más hermoso de mi vida.

Mi sentido de responsabilidad aumentó aún más con la llegada


de mi hermano menor. Dos fueron los episodios. El primero,
cuando mi hermano, que tenía cuatro o cinco años, mientras ju-
gábamos en la calle, desapareció para reaparecer horas más tarde.
El segundo episodio, cuando durante un juego entre niños le pu-
simos una soga al cuello para simular una ejecución. Si bien en
ambos casos yo no había tenido una responsabilidad directa, me
sentí igualmente culpable por no haberlo protegido.
Creo que el haber madurado tan temprano un sentido de
protección al otro y a mí mismo se debe a la pérdida de la con-
fianza en los adultos. En otro episodio, voy en coche con mi fa-
milia; mi padre conduce y se da cuenta de que los frenos no res-
ponden. Estábamos ya cerca de casa, pero esos pocos metros eran
cuesta abajo. Mi madre estaba aterrada y también recuerdo mi
pánico. Habríamos podido bajar del auto porque se encontraba
aún en una zona llana, pero mi padre decidió proseguir lenta-
mente. Las sensaciones de miedo y de falta de protección están
aún muy presentes en mí. El accidente, de poca penedas: gp
resultó de la decisión de mi padre, confirmó esa percepción. Aún
abajo,
hoy mis sueños están a menudo ambientados en cuestas
barrancos, precipicios y todo tipo de vehículos.

155
eneatipos
Psicología de los

: : €S, si bien advertía la dis.


Obviamente quería: mucho a mis E padr S e ocupaba de sus hijos;
$
ad, NO VEZ, E
r su pia id | da quien, 2 SU
tancia. Mi padre, po
de M
está| bamos totalmente a € argo imag8en ante su sue
g
ra
|
una buen a 1m
por mantener
todo lo posible a me nu d osde
se mM e que ) aba
a Mi madre
ivíaia
viv con nosotros de n O sen
que abue a,
de mi
el maltrato
le causaba
malestar q ue
orber.

. E an-
mud
casa s y Sé b ozo > la p O slibi iliidad de una
esb
d estruyó nuestras
casa obtendría ese
N orte, y con f 1é en que si cambiábamos de
za al

amor que tanto deseaba.

un nIMO poco sereno, sumer-


Recuerdo que en aquella época era
gido en los estudios. No sabiendo cómo expresan mi las E0j
las palabras, me enfermaba a menudo. Mi salud era a y mi
punto débil era la garganta. Creo que de este modo empecé a ac-
tuar mi guion personal, mi modo de enfrentar el malestar; inca-
paz de expresar mis necesidades, delegaba en la enfermedad la
tarea de obtener atenciones y afecto.
Un simple resfriado me hacía enfermar: pasaba días enteros
en cama con amigdalitis y eso me aseguraba cuidados y visibili-
dad. Luego me operaron de las amígdalas y durante el interna-
miento mi madre se trasladó al hospital. Se dedicaba completa-
mente a mí. ¡Fue uno de los pocos mome
ntos en los que logré
ten
erla toda para mí!
¿ t

( E a]

que duraban horas enteras, Mi abuela, su espos


: Ly
a, NOS impedía
Y S

implícitamente el cont acto con él. Corría ] a voz de que


mi abue-
|
lo acostumbraba a revolve
] r los conte nedores de bas
curios ura. Yo sentía
y at
id racc
aiódn por él, que también me
asustaba. Cuand
murió | el abuelo Elia, tuve un sueño que me
persig
DU uió por
oras
mu-
cho tiempo y que además confundi
con algo que habría | podido
realmente ocurrir:

La noche del funeral, durante la cena, me doy cuenta


de que falta mi
padre; decido' ir a buscarlo al cementerio, Para llega
r allí hay que reco-
rrer un camino oscuro y aisl ado. Me veo caminar y llegar al cemente-
rio. Todo está muy oscuro alrededor, Llego al cementerio y veo una
sombra que se acerca. Tengo miedo, si bien pienso que podría tratarse
de mi padre, No sé dónde encuentro el coraje para ir adelante en lugar
de escapar. Cuando me acerco, me doy cuenta de que no es mi padre
sino un muchacho que vive en las cercanías, Me pregunta qué hago allí
y cómo es posible que mis padres me hayan permitido ir solo al ce-
menterio de noche. Me toma de la mano y me lleva a casa. Siento que
es afectuoso conmigo.

Pasó mucho tiempo antes de que comprendiera el significado


del sueño. Fue después de la muerte de mi padre y del encuentro
con Claudio Naranjo, con quien comencé mi trabajo personal.
Creo haber visto lo que me habría sucedido mucho tiempo más
tarde cuando, tras la enfermedad de mi padre, yo mismo me enfer-
mé. Como en un círculo vicioso, los hombres de la familia, a lo
largo de varias generaciones, incapaces de crear un vínculo sano en
la vida, se unían a través de la muerte. Yo formaba parte de aquel
círculo. Solo la intervención amorosa de un hombre desde el ce-
menterio —del cual estaba ya muy cerca— me devolvió a «casa»
mi vida. No tengo
para que produjera el verdadero cambio en
dudas de que ese hombre amoroso era Claudio =
me os comp e
Después de la muerte de mi abuelo Elia,
tamente de él. Su recuerdo no se cultivaba en la familia y perdí así

157
los eneatip DoS
Psicología de

s después, poce o antes de


Treinta ab
. a O

sus huellas en mi memoria. mientras escribía una parte


dio,
un trabajo terapéutico Con dl >
re
u
cu peré los recuerdos
Efa mi li a,
de mi biografía, en especial
. e a
. A >)

exión con él. Durante una sesión


del abuelo y una pro funda con experimenté una in-
sue ño noc tur no,
de terapia, a través de un . Este
uto de un viaje al inframundo
tensa conexión con él como fr
fue el viaje:
|
s de un río.
, H
ay una serpiente con cabeza de
Me encuentro en l as orilla
.

de cruzarlo. No me siento
de quien trata
dragón que devora las almas egita |
avesar. Si
en peligro y tengo el cora) je de atr la Tierra a
Depiés de un viaje que me lleva hacia el interior de
a una piscina
través de cavernas y túneles habitados por animales, llego
con la ayuda de unas alas que me había dado una mariposa. Mientras
salgo del agua entreveo un rostro redondo, sin cabello, y reconozco en
él a mi abuelo, que físicamente parece un oso panda y camina como
un pingúino.
En el encuentro con el abuelo me veo nuevamente como un niño;
tengo ocho años, la edad que tenía cuando él murió. Me siento muy
contento de reencontrarlo y me acerco a él con entusiasmo para abra-
zarlo y besarlo. Él me acoge y juega conmigo; hay mucho amor entre
NOSOLTOS.
En un determinado momento, me doy cuenta de que tiene un pu-
ñal clavado en la espalda.
Siento una gran desesperación, pero intuyo algo oscuro,
como en
un ¿nsight, Y grito: «¿Qué te han hecho?»
Pr que mi abuelo había sido asesinado
metafóricamente
por la so edad a la cual la familia lo había
relegado, por la vergitenza
que los parientes sentían
amor recibido. y por la frialdad, la incomprensión y el poco
Era el desprecio recibi ]
en aquel
ES cuerpo que ecibido el que
no le pertenecía,
lo tenía prisionero en aquel lugarY
"Se del arma que lo at que no le permitía libe-
ravesaba. É] 11 cuerpo
evaba esa carga sin quejarse.

158
ES conservación: una bio
grafía

mis posibilidades, logro encontrar nuevos recursos y empiezo


p a extraer
la lámina del cuerpo.
Cuando la saco del todo, el abuelo, como un globo que se desinfl
pierde su aspecto animal y retoma su aspecto humano. ea
Se me acerca;
su rostro irradia una felicidad indescriptible, un verdadero
sentimien-
to de liberación. Me saluda, me abraza, se pone las alas de mar
iposa
que yo( llevaba
: y se va voland O hacia lo alto. Durante
nuestr
o encuen-
tro mi abuelo no emplea palabras sino que me comuni
ca su amor solo
con el corazón.
Durante su ascensión, lanza hacia mí pétalos de rosa. Aunq
ue no
me lo diga, yo sé que debo comerlos.
Termina así nuestro encuentro, mientras yo me nutro de los péta-
los que él me ofrece.

Este sueño tiene para mí un significado importante porque


con la liberación de mi abuelo, con el cual evidentemente me han
identificado y me identifiqué, empecé una liberación personal,
retomando mi estado natural y eliminando las cargas, pesadas y
dolorosas, que me habían impedido ser yo mismo.
Después de la muerte del abuelo me pusieron a dormir con
mi abuela, en el lugar que él había dejado. El mensaje oculto era
que yo debía tomar su lugar. Con mi abuela Angela tenía una re-
lación conflictiva de amor-odio. Por un lado, la quería porque
sentía atracción hacia su parte mágica y sabia. Era curandera:
usaba las manos para arreglar los huesos y recibía a gente que los
mismos médicos le enviaban.
Por el otro, yo detestaba su rigidez respecto al juego y la di-
versión. Tampoco me gustaba su actitud autoritaria; la conside-
raba causa del sufrimiento de mi madre y de la poca atención que
esta me mostraba. Y tenía un lado oscuro que me asustaba,
su
Acostumbraba contarme la historia de la lechuza y de
la lechuza era un
canto. Me decía que cada vez que se oía cantar a
de la
presagio de muerte, porque había venido a llevarse el alma

159
Psicología de los eneatipos

a que vivía en la casa sobre la cual se había posado, La]


Cc uza cra un mensajero y también un acompañante hacia q] o
allá. Muchos años después soñé con mi abuela, en la cama má
lado, que tenía el rostro de una lechuza. a

Y llegó el año del tremendo terremoto. Fue devastador Y Caus


muchísimas víctimas. Al principio me sentía sereno; no me daba
Cuenta de la gravedad del acontecimiento. Después las cosas fio.
ron cada vez más difíciles: no podíamos lavarnos con regularidad,
no teníamos un baño a disposición, para comer teníamos que
arreglarnos y empezaba a hacer frío.
Llegaron entonces las primeras tiendas para dar un techo a
quienes, como nosotros, habíamos perdido la casa. Nuestra casa
no estaba completamente destruida, no se había derrumbado,
pero tenía muchas grietas y las constantes réplicas del terremoto
impedían el acceso.
Después de algunos días nos fuimos a vivir donde un tío en
Módena. De un día para el otro me trasladé de una realidad que
conocía muy bien a una ciudad y un ambiente completamente
distintos. Durante casi un año, siete personas vivimos en la plan-
ta baja de la casita de mi tío. Teníamos un cuarto, una cocina y
un baño.
Todo era nuevo: la escuela, los compañeros, la ciudad, la cul-
tura, el dialecto, las costumbres. No fue fácil, pero lo recuerdo
como un periodo en el cual recibí mucho apoyo, tanto en la es-
cuela como en casa. Sentía, por fin, la cercanía de mi madre, UNA
cercanía incluso física. Aquel cambio me trastornó: al contraló
de lo que había sido habitual en mi vida, recibía afecto y atendio”
nes gratuitas.
n cierto ym"
Creo que aquellos acontecimientos han dejado u
olo anté
printing en mi vida: como si yo hubiese aprendido que *
160
E conservación: un
a biografía

eventos dramáticos y catastróficos


podía recibir las atencion es
amorosas que deseaba.

Ese año iba a pulssro us secundaria. Me


acostumbré con facili-
dad y gracias a mi capacidad de adaptació
n me convertí rápida-
mente en un buen alumno. Terminado el año escolar volvim
os a
nuestro pueblo. Nos establecimos en un container y luego en una
casa prefabricada.
Conseguí imponerme: había pedido no dormir con mi abue-
la y lo logré. La vida familiar volvió a sus mecanismos habituales,
que solo por poco tiempo había abandonado. Empecé a aislarme,
iba a la iglesia, era monaguillo y me sentía muy solo y triste. En la
escuela era bueno, pero no me nutría.
A fin de cuentas la atmósfera en casa, aunque no fuese buena,
había mejorado. La figura que seguía faltando era mi padre. Du-
rante el periodo en el que vivimos en Módena no vino con noso-
tros y cuando volvimos a casa mantuvo su conducta habitual.
Cuando regresé a la escuela de mi pueblo iba adelantado
respecto a mis compañeros, probablemente por la falta de conti-
nuidad en las lecciones, mientras restauraban los edificios del
pueblo. No sé si hay alguna conexión en ello, pero mis compa-
ñeros de clase empezaron a excluirme. Volqué entonces mi an-
siedad en la comida. Acumulé varios kilos y a la sensación de
exclusión se agregó la vergijenza por mi aspecto físico.
A mitad de la escuela secundaria nos mudamos definitiva-
mente al Norte con toda la familia. En comparación con mis her-
manos, yo estaba entusiasmado con la mudanza: ¡pensaba que la
familia se habría reunido por fin!
Mi padre pasaba más tiempo con nosotros, principalmente
porque no tenía otras alternativas. Pero faltaba todavía la calidad
del modo de estar juntos. La ciudad que encontré no era tan

161
encatipos
Psicología de los

rI-

scor
de di “c miin
riim o n.
ciió
naac pa
di1 onales era todavía/ motivo
:
devastador: me sentia inade-
E , es un periodo
mpezó entonc la situ ació
Y heri do. Para enfr e ntar
pr o ación
cuado, ) inferior, ultrajad o : a

E mi total
tomé la decisión de «negarme a mi mismo»
al nue vo ambiente . Me pare cía que no había alternatiya,
mente

modenés a
un castillo de mentiras: ya no era meridional sino
todos los efectos. ] dedlareí
Iba al bachillerato científico. Mis compañeros de Clase tenían

una buena posición económica y entonces inventé que pu padre


era el propietario de la empresa en la que NisAInOS: Obviamente,
para mantener el secreto no podía permitir apus amigos que co-
nocieran a mis padres o hermanos y menos aún que vinieran a
casa.
Construí dos vidas paralelas: la privada —en casa— y la pú-
blica, en la escuela, con los amigos, donde me ponía la máscara,
Me avergonzaba mucho de mis padres por el tipo de trabajo que
tenían. Paradójicamente, había partido con la idea de vivir una
vida mejor y me encontraba en cambio en un torbellino de men-
tiras y de vergijenza que disminuyeron notablemente mi calidad
de vida.
Me empeñaba mucho en la escuela: si antes los estudios eran
el medio para obtener la aprobación y el amor de mis
padres,
ahora, que de alguna manera había renega
do de ellos, también
los estudios perdían importancia,
Todo parecía ir al revés y los
momentos placenteros los en-
contraba cuando, volviendo
a] pueb lito, hacía una pausa de mis
mentiras.
Mi propio | nombre crea
ba co nfusión: en mi familia,
no tenía necesidad donde
de men tir, m e llamaban Elio, mientr
»]
as que
162
ES conservación: una
biografía

donde usaba la máscara, entre amigos,


era Elia mi nombre ver-
>
dadero. Creo que ese caos de identidad me ayud
aba a asumir mu-
chas pesonelcadas Á veces me convencía de verdad, pero den-
tro de mí sabía perfectamente que era una copia de mí mismo.
Por esos tiempos mi hermano mellizo tenía mucho éxito
entre sus amigos y las muchachas, o por su aspecto físico o por su
modo de relacionarse. Decidí entonces seguir su ejemplo: empe-
cé una dieta para parecerme a él. Una vez más sentía la necesidad
de parecerme al otro.
En aquel periodo, seguro de mi aspecto físico agradable, em-
pecé a interesarme por las mujeres. En Módena no lograba esta-
blecer relaciones amorosas, pero sí lo hacía cuando volvía a mi
pueblo. Tener una relación sentimental en Módena significaba
poner en peligro el castillo de mentiras y mi máscara. Tenía un
sentimiento de inferioridad, de no estar a la altura.
En las mujeres buscaba el amor de mi madre y era más fácil
encontrarlo en las muchachas meridionales porque eran más pa-
recidas a ella en términos de cultura y mentalidad. La constante
en mi relación con las mujeres era enamorarlas sin llegar a tener
relaciones íntimas, ni sexuales ni, sobre todo, afectivas. Para mí
lo importante era que todos pensaran que yo podía tener todas
las mujeres que quisiera; era fundamental para mantener la credi-
bilidad y la imagen.
Cuando empecé la universidad en Módena, comencé tam-
bién a salir con las muchachas de la ciudad. Vivía intensamente la
fase del enamoramiento, del acercamiento; me sentía capaz de
llevar adelante la relación, pero luego hacía que terminara rápida-
mente, incluso para evitar que conocieran a mi familia, que yo
escondía a los amigos.
Tuve solo dos relaciones sentimentales importantes: la prime-
ra, con una muchacha con quien, por primera vez, logré establecer

163
A
Psicología de los eneatipos
a

una relación más honesta. No obstante, nunca reconocí el valo


de esta relación. No hice nada para mantenerla viva
y me APoyaL.
en ella, o, :
La separación fue dolorosa ci vivi el rechazo; ProbabJ.
mente sufrí más por la pérdida E la mago que por la de 1, Én.
sona. Empecé entonces la relación ja E después Sería mj
esposa: volqué en ella el dolor, la rabia y la mUsteación dela sep,
ración. Aprovechaba el hecho de que Antonella estuviese Enamo.
rada de mí: la buscaba cuando me daba la gana y cuando Me
cansaba la dejaba, sabiendo perfectamente que la ENCONtraía
nuevamente a mi disposición cuando yo quisiera,
Le repetía que la nuestra no era una relación, y eso Justificaba
el hecho de entablar relaciones con otras mujeres, aun sabiendo
que sus sentimientos hacia mí no eran pasajeros. Ese fue mi cop.
portamiento durante muchos años. Cualquier otra persona, en
su lugar, no habría resistido. En cambio, ella estaba y me espera-
ba, aunque yo le hubiese dado motivos suficientes como para de-
jarme.
Las cosas siguieron así por mucho tiempo, incluso cuando
nuestra relación ya se había estabilizado. Entonces ella me puso
ante una decisión. Acepté casarme si bien no estaba completa:
mente convencido. En el fondo tenía miedo de que una eventual
separación me obligara a ponerme en cuestión, a enfrentarme
conmigo mismo, con mi soledad y seguramente con nuevas mu-
jeres y nuevas relaciones.
No obstante, el día de la boda fue uno de los más hermosos
de mi vida; sentía que era algo bueno para mí. Tras casarme, sent
que me había enamorado sinceramente de mi mujer; empezó en
tonces otra fase de mi vida: cuando empecé a amarla de verdad, le
produje el gran dolor de mi enfermedad.

164
contrar dentro de mí.
Cuando volví a Módena, des
cribí a mis amigos mi perma-
nencia en Milán como un periodo de fiestas,
diversiones y exce-
sos (cosa muy lejana de la verdad). En rea
lidad lo recuerdo como
un periodo de profunda soledad y tristeza.
Empecé a salir con nuevos amigos. Por enésim
a vez inventé
una nueva historia y construí una imagen completamente opues-
ta a la realidad. Puse a disposición de mi neurosis mis mejores
recursos. Con el fin de demostrar que era capaz y adinerado,
aprendí a administrar con cautela el dinero para poner en eviden-
cia su disponibilidad. Al mismo tiempo, lograba dedicarme a los
estudios en modo estratégico.
Empecé a poner más empeño y a obtener buenos resultados
a pesar del poco esfuerzo, y aquello ayudó muchísimo a agrandar
mi ego. El desafío y la competición eran mi motor y así tenía
fama de ser superinteligente.
Lamentablemente, no utilicé esa capacidad para acelerar mi
camino. Es más, saber que podía sacarme los exámenes sin prepa-
rarlos demasiado hacía que entre un examen y el siguiente me
tomara largos periodos de pausa.
Durante esos años siempre mantuve una separación entre la
familia, los amigos y la universidad. Estos mundos se encontra-
ron por primera vez el día de mi licenciatura, día que yo temía a
raíz de mi ansiedad en cuanto a la imagen. |
todas las
En realidad, a nadie importaban ni mi familia ni
muchos ya
mentiras que yo había contado. O probablemente

165
pos
Psicología de los eneati

habían entendido y s olo yo estaba convencido as habe rlo con.


imas dem
las lágr
trolado todo. Recuerd o con gran conmoción
inge nier o, Com o si en aquel mo.
padre cuando me diplo mé de
e y simple, y;
mento yo le hubiese resc atado de su vida humild sentí querido.
se abrió al verlo y en ese momento me
corazón
padre se sentía por fin org ull oso de mí.
Sentí que mi

de 2003.
| Los meses sucesivos fueron
Me casé el 8 de diciembre
mi vida sentimental y profesional,
felices: estaba satisfecho de
do a trabajar como ingeniero en
Hacía poco que había empeza
de automó viles. A
2

Ferrari, una famosa empresa


Durante ese año nos permitimos algunos viajes y gastos extra
que nos parecieron un lujo. El idilio duró pocos meses: la vida
le diag-
me estaba preparando un mal trago. En octubre de 2004
nosticaron a mi padre un tumor en el estómago. Se operó inme-
diatamente, pero resultó claro que la situación era grave.
Me ocupé de mi padre mientras estaba internado en el hospi-
tal y durante las curas (paliativas) que siguieron. Me hacía daño
ver su resignación: dejó de luchar. Era como si nada en el mundo
pudiese darle la fuerza de combatir, de seguir adelante.
La idea de que pudiera morir era insoportable para mí. Aquel
periodo fue terrible: trabajaba todo el día y luego pasaba a verlo
cargado de ansiedad. Volvía a casa cansado y me quedaba dormi-
do en el diván sin compartir nada con mi mujer. De esta manera
quitaba energía a la relación porque tenía que ahorrar todas mis
fuerzas para acompañar a mi padre.
El comportamiento de mi familia ha sido siempre
callar la
verdad: con mi padre fingían que todo iba bien,
que no corría
a Con él había que mantener una actitud serena.
a Sl , e también me enfermé. El mismo diag
into: la boca. Me parecía que la vida M€
i

166
ES conservación: una biografía

había castigado tocando la parte de la que había hecho un uso


indebido, utilizándola solo para mentir.
Al contrario de lo que había sucedido con mi padre, decidí
decírselo todo claramente a mi familia, sin omitir nada. Ese día
me quedó grabado en la memoria: estábamos en la sala de la casa
de mis padres: mi padre acostado en su cama. Recuerdo bien la
actitud de cada uno: la inmovilidad de mis hermanos, petrifica-
dos; la total desesperación de mi madre; y mi padre, quien apenas
escuchó mis palabras dejó de mirarme para mirar la pared. Aque-
lla reacción me hirió profundamente; esperaba más empatía,
afecto, una palabra de apoyo. Más tarde la reinterpreté: com-
prendí su desesperación, su llanto oculto.
Parecía que el destino no nos había dado la posibilidad de
sentirnos unidos en la vida y nos daba esa ocasión ante la muerte.
Empecé también yo mi calvario: hospital, operación, terapias,
quimio, radio. Me sentía como una hoja llevada por el viento;
sometido a los médicos, sin voluntad alguna.
Paradójicamente en aquel tiempo mi padre empezó a estar
mejor: las metástasis habían disminuido y nos habían anunciado
la posibilidad de suspender la terapia.
La enfermedad me obligó a detenerme y a reconsiderar mi
vida. Sabía que debía cambiar pero no tenía idea de lo que podía
hacer, adónde ir; necesitaba ayuda. Me aferré entonces, si bien
con escepticismo, al camino de autoconocimiento que había ini-
ciado mi mujer, y que estaba a años luz de mi mentalidad racio-
nal: participé en el SAT 1, donde tomé consciencia de mis sufri-
mientos de infancia y entendí que mis falsos comportamientos
estaban dictados por la búsqueda de amor.
Pude incluso entrever una lectura de mi enfermedad: enfer-
Marme como mi padre, en el delirio omnipotente de salvarlo y
Obtener, con ese gesto final, su amor incondicional. Cuando

167
pos
Psicología de los eneati

í lo absurdo de mi p pensam i nto


mie
trabajé este tema, entendí
.
e
de hacerm responsable solo de h
la necesidad
,
comprendí

Ísica e € ¡ inte.
nica Al final del SAT tenía una sensacióiónn d de sana ción física
; e E íunaa Pertura a yn
rior. El trabajo sobre el perdón produjo
que nunca antes
estado de compasión hacia mí y hacia mi padre
había sentido. valorada
a Vez,
Volví a casa con el tiempo Justo P
m
a a
.

e rte. PaséASE con él sus últimas


cuando estaba ya cercano a la mu 0 ilia.
un sesen timiento de reconc
horas, estrechando su mano, con
sin tener
ción y perdón, y sintiendo que podía dejar que se fuera
con él asuntos pendientes.
Después de aquel primer periodo de gracia, el carácter se reafir.
mó en modo prepotente. Si bien no estaba completamente conven-
cido, decidí continuar con el SAT, pero en el Brasil. En un contro]
médico antes del viaje, me diagnosticaron una recidiva y no pude ir.
La reaparición de la enfermedad creó en mí un estado de total con-
fusión. Estaba convencido de haber tomado el camino correcto, de
haber interrumpido la dinámica insana. “Todo ello hizo vacilar mi
confianza en la labor terapéutica. Mi mente racional y controladora
me había hecho pensar que el camino de autoconocimiento me
podía salvar, como el antídoto de un veneno. Estaba sin dudas muy
lejano del sentido que tiene un camino interior.
A partir de ese momento empezó un proceso que definir
como un calvario es poco: largos internamientos, con la boca in-
servible ni para hablar ni para comer, y preso de un silencio total.
Para mayor seguridad, los médicos practicaron una operación
según ellos «preventiva», incluso excesiva, que me daba más g?-
'antías: me quitaron una buena parte de la mandíbula. Estuve
nuchísimos días inmóvil en la cama y como consecuencia MC
Alieron llagas en todo el cuerpo.

168
ES conservación: un
a biografía

Transcurrían noches enteras sin


dormir pobladas por pen-
samientos terribles. Recuerdo, en especi
al, una visión que no
eraun sueño: vi un campo después de
una batalla; veía figuras,
mitad espíritus y mitad humanas, que luc
haban por no ser tra-
gadas por la tierra. Me parecía asistir al sufrim
iento de la transi-
ción hacia la muerte y lo percibí como un preludio de la suerte
que me esperaba. Vi también a mi padre acostado sobre una
tumba que miraba la escena con una expresión de profundo
dolor.
Solo más tarde comprendí el sentido sutil de lo que había
visto: no había visto a otros combatir para que la tierra no los
tragara; eso era una mentira para no confesar que me estaba vien-
do en el momento de la transición. Mi padre tenía la mirada tris-
te e impotente porque veía que yo estaba muriendo.
Cuando me dieron el alta llevaba una sonda nasogástrica
para la alimentación, pero sin ninguna perspectiva de volver a la
normalidad. Pensándolo bien, creo que los médicos me dieron el
alta para que acabara mis días en casa. Mi esposa decidió trasla-
darme a otro hospital. A ello siguió un periodo de dolor físico
que me produjo una verdadera desesperación interior; deseaba la
muerte como liberación.
Después de cinco meses de total aislamiento y mutismo fui al
SAT 2 con mucha vergijenza por el estado en que estaba, disca-
pacitado, deformado e incapaz de expresarme. Para mí fue im-
portantísimo volver entre la gente, sentirme aceptado, amado, y
superar la vergijenza que mi aspecto me provocaba. Me embargó
un nuevo sentimiento de ternura y compasión por mi cuerpo y
todas sus partes desgarradas y doloridas.
a
A partir de ese momento comenzó una nueva fase: yan
sentir ganas de vivir. Á través de Claudio recuperé la sensación de
vida
amor, paz, posibilidad y esperanza. Si bien el regreso a la

169
tipos
Psicología de los enea

do había cambiado: O: h.había.


cotidiana no fue fácil, algo muy P! ofun
ahora u un impulso
p interior. iendo las etapas de un Miño,
ent e a CO mer , sigu y Ñ
í vam
Pp endí nue puré comidas sólidas. Aprendí también
Apr
a la
comidas líquidas,
como nace ñ , Nuevo,
>

blar, letra por letra, palabra po! palabra. Fue do dist


del
Aquel acontecimiento Ls de yjy;
mé llevó5 aa un modo distinto Vivir, a
un bienestar de CE hecho
reinventar las priorida des. Descubrí
] o com er lentamente y saborear, escuc har,
normales, sim ple s, com
mirar. o a
vez con mayor
Seguí mi camino de autoconocimiento Cada
confianza en el proceso y en Claudio. Participé en el SAT en Brasil
que se reveló una experiencia de liberación, cas y reapropia-
ción de mi parte instintiva. Y no solo eso. Sentí 13 entrega. La en.
trega, para mí, significó dejar de controlar obsesivamente mis ac-
ciones, confiar en los demás y en sus ideas e intuición. A un nivel
físico, comprendí cómo había castrado mi parte más viva, el instin-
to, subordinándola a la mente racional, que postergaba mis necesi-
dades en pos de las de los demás, anulando así el contacto conmigo
mismo. El cuerpo retomó vida.
Muchas cosas han cambiado desde entonces, no solo externa-
mente sino (y sobre todo) en mi interior. Al principio, la atmósfera
que sentía mágica, la gran energía, los numerosos contactos afec-
tuosos que por fin lograba establecer con mis compañeros de cami-
no, habían hecho que viviera fuera de tono. Ingenuamente, me
proponía vivir para siempre en aquel estado y pensaba que una
vida vivida instintivamente me lo habría permitido,
además de ga-
rantizar el camino a la sanación. Pero en realidad estaba descuidan-
do el trabajo más profundo sobr
e mí mismo.
o
S eguramente me había, apegado demasiado
a las intensas emoció
nes experimentadas durante los SAT: Con'el tiempo me di cuenta

170
E3 conservación: ung
biografía

de cómo percibía en modo mágico inc


luso el contacto normal con
los sentimientos; tal era la distancia de mi mundo emociona
l y de
la capacidad de reconocer mi estado interior
He vivido y vivo incluso hoy mi camino interior,
el creci-
miento, como absolutamente necesario e irrenunciable. Nunca
falté a las citas en las que podía experimentar la autenticidad de
los psoe y disfrutar de la presencia de Claudio y de su
energía.
Fueron años importantes, si bien solo recientemente he reco-
nocido mis dificultades y el esfuerzo «neurótico». La idea del cre-
cimiento personal me atraía mucho y sentía la importancia del
camino, pero durante mucho tiempo me autoengañé tratando de
merecer mi presencia entre los buscadores y de estar a la altura.
En el afán de hacer frente a esas demandas internas, debía en
cualquier caso demostrar algo (por ejemplo, insights profundos o
experiencias fuera de lo común), entrando en una vorágine de
autoexigencia que no me permitía disfrutar del SAT y trabajar
honestamente sobre mí mismo.
La motivación era una vez más la necesidad de mostrar los
resultados de mi empeño y hacer lo posible para que fuera evi-
dente. Dentro de mí sentía que si no obtenía el reconocimiento
público, el fruto del trabajo no existía.
Ha sido difícil y es todavía motivo de trabajo para mí reco-
nocer el autoengaño. En un carácter como el mío, el proceso de
autoconocimiento lleva a un profundo estado de desorientación
porque muestra las mil máscaras que nos hemos construido. Pero
una vez que esos rostros falsos empiezan a caer, es inevitable pre-
guntarse quiénes somos de verdad.
A través de los SAT descubrí una modalidad menos llamati-
va de trabajo personal que iba a la par con un interés verdadero
de
por el autoconocimiento. Cuanto más honesto era el modo
171
Psicología de los eneatipos

mirarme adentro, menos urgencia tenía por manifestarlo bla


Empezar a creer en mi sentir ha sido un proceso muy largo e
que debía siempre mantener la atención en mi deseo/ Mecanism.
de autoengaño. Los deseos de ser lo que no soy y de MOStrarme
mejor juegan en mi interior UN papel cuya modalidad se afina
cada vez más y que a veces es muy difícil desvelar.

Soy ingeniero electrónico; ese es mi trabajo desde hace mucho,


años. A raíz de mi enfermedad, descuidé mi profesión. Al Princi-
pio, creía que el trabajo había sido la causante de mi dolencia des
bido al excesivo empeño y a las numerosas responsabilidades, He
buscado racionalmente y en vano las causas de su aparición e in-
cluso hipotéticos remedios (también en este caso mi carácter are.
solutivo» se movía según un esquema: problema-solución). Me
tomé un largo periodo de vacaciones.
Por cuestiones de rehabilitación, trabajé varios años con ho-
rario reducido. Utilicé con creces la posibilidad que me daba la
convalecencia para generar una excusa con respecto a mis presta-
ciones. La verdad es que no tenía interés por lo que hacía; no me
nutría más que económicamente y recurría a mi estado para lle-
var las cosas en modo liviano. Paradójicamente, la enfermedad
trajo grandes ventajas. No es fácil admitir la manipulación, in-
cluso en una situación extrema. Sin embargo, reconocerla me
permitió identificar cuáles eran los aspectos de mi vida de los que
debía retirar mi energía.
Respecto de mi familia de origen, la enfermedad hizo que
pudiera soltar el rol de «responsable» de cualquier cuestión a fé”
solver. Siempre había sido el puntal, la persona a quien pregunte!
y pedir consejo. Ese rol que me había creado, y que en realidad
me costaba mantener, me permitía tener un lugar, ser visto Y Los
mado en consideración. Pude dedicarme a mí mismo, repost

172
E3 conservación: una biografía

sentir menos cargas. De hecho, no tenía ni tiempo ní deseos de


preservar esc rol,
La recuperación, como dije, tuvo tiempos muy largos, sobre
todo en lo referente al hablar y comer. Por otro lado, para mí era
un derecho pretender la ayuda de quien estaba a mí lado, en espe-
cial de mi esposa, de la cual esperaba atención, dedicación y una
primacía respecto a sus prioridades. No puedo negar que esa pre-
tensión no haya encontrado respuesta. Sabía, además, que la mía
era una demanda de amor materno. Había sufrido a causa de la
falta de atención, cuidados y afecto gratuitos por parte de mi
madre y ahora pretendía una especie de compensación aprove-
chándome de mi situación.
La enfermedad me permitió dejar completamente de lado las
responsabilidades; hacia mí mismo y hacia los demás. Ya no me
ocupaba de la familia, de mi esposa, del trabajo, de la administra-
ción económica cotidiana. Fue un largo periodo de inactividad.
Tras haber pasado una buena parte de mi vida tratando de
garantizarme y garantizar la seguridad de mis seres queridos, car-
gándome de responsabilidades colectivas y colocándome en el
centro de las situaciones, he aquí que un evento traumático crea
una fractura total en ese modo de vivir.

Las numerosas operaciones, devastadoras y demoledoras, me ha-


bían desfigurado, minando profundamente mi aparente seguri-
dad y sociabilidad. Fue necesario que comenzara a contar con
alguna otra cosa que no fuese el aspecto físico. Sentía que el
cuerpo me había traicionado.
Por este motivo el trabajo de autoconocimiento se convir-
tió en algo muy importante. El motivo inicial era encontrar un
camino hacia una salvación física. A ello se agregó una motiva-
ción menos evidente e insidiosa, que en algunos momentos me

173
Psicología de los eneatipos

gaaññoó::
e€ng el no tener un aspecto con el que cont
ar para e
tar me al mundo había producid nfr El.
n— ] o la ne ce si| da d de ir hac ;
ro. Parecería legítimo, si no e. A ade.
fuese porque utilicé la pr fund;
dad de la vivencia interior como sucedáneo del
ASDecto
exterior. Prácticamente era como decir: ya no puedo
con mi «exterior» para estar en el mundo y lo sustituy COntar
O ven-
diendo mi interioridad.
No obstante la búsqueda interior me apasionase, su uso es-
tratégico hacía del proceso de autoconocimiento algo en eran
parte falso. Obviamente, sucedía sin que yo tuviera consciencia
de ello.
Tenía, por otro lado, necesidad de autoconsuelo: era tan do-
loroso y humillante no reconocerme en mi propio rostro, que se
me hacía urgente encontrar algo bello para mostrar y mostrarme.
Tenía demasiado miedo de mí y de aquello en lo que me había
convertido.
Detrás del engaño, la manipulación y el uso estratégico que
podía hacer de mí mismo, se escondía la gran desesperación de
quien siente no tener posibilidad alguna de ser amado. Y hones-
tamente pensaba que no tenía nada que pudiese hacerme amable,
y el miedo de que ello resultara evidente era tal que el único
modo era inventárselo o, mejor aún, fabricárselo como un pro-
ducto en venta. Solo en el momento en el que, a través del traba-
jo sobre los rasgos de mi carácter, empecé a sentir un poco de
amor por mí mismo, resultó claro ese mecanismo.

Llevó también mucho tiempo el reconocimiento de la rabia que


había en mí. Yo era bueno para ocultarla, negarla y delegarla; €N
especial la rabia infantil que aún sentía hacia mi familia. Era
como si no me la pudiese permitir; la vivía como una traición. De
hecho, fui criado con el culto al sacrificio.

174
ES conservación: un
a biografía

Mis padres se trasladaron al No


rte debido al terremoto. Para
mi padre el cambio fue especi
al mente dificil y doloroso Nunca
faltó la ocasión de subrayar que to
do se hacía por el bie n de los
hijos. Me he sentido siempre en deuda. Pero sentía tam
bién que
|
tenía que pagar la deuda, que esa era la demanda. Después
de la
licenciatura, apenas empecé a trabajar, fue
normal entregar mi
sueldo para la casa e invertirlo en la construcción de la casita que
tanto deseaban mis padres.
Por aquellos tiempos ya estaba de novio de hacía años con mi
actual esposa. En lugar de construir una vida mía, contribuía eco-
nómicamente a los esfuerzos familiares. Obviamente, surgió un
conflicto con mi novia. Pero en aquel momento era absoluta-
mente normal: yo era el hijo modelo que se ocupaba de sus pa-
dres. y
No lograba ver algo muy sutil, que solo más tarde se manifes-
tó en toda su locura: una especie de mandato familiar, una tarea
de la cual me hice cargo, que se podría traducir como una adver-
tencia de no abandonar la familia. Mis padres, al subrayar cons-
tantemente el apoyo que daban a sus hijos, pedían que no los de-
járamos solos. Su incapacidad de integración en la nueva
comunidad nacía también de su imposibilidad de cortar el cordón
umbilical con sus orígenes: el pueblo, las costumbres, el dialecto...
todos aquellos elementos que les garantizaban una identidad y la
supervivencia. Nunca llegaron realmente a la integración entre sus
orígenes y el lugar al que se habían trasladado.
No era solo una cuestión geográfica, era quizás el modo de
mantener unido el sistema familiar. Igual que ellos no se habían
alejado de su propio sistema, lo mismo se me pedía a mí. ;
En realidad, yo ya había quebrantado aquella norma los años
anteriores cuando, para integrarme, perdí rápidamente el acento
que podía identificarme como no nativo j . Seguramente fue un

175
Psicología de los eneatipos

modo rudi mentario de manifesta


r UN deseo de alejamiento,' a
de tativas
1
el único de mis hermanos que hizo E em ten
repetidas v eces
que prosiguió los esp.
integración. Fui, por ejemplo, el único
dios, obtuvo un título universitario y ¡a amigos de un Origen
social y económico muy distantes del mío. beato
Supongo que en aquel momento quería una visibilidad gis.
tinta a nivel social, que me acercó a Otros mundos, a otra Menta.
lidad, y a entrar en un ambiente más estimulante desde el Punto
de vista intelectual.
Mirándolo con los ojos de hoy, es evidente que Convivían en
mí entonces dos almas: una ansiosa por levantar el vuelo, por
afirmarme con el apoyo de mi empeño y el deseo de rescate, y la
otra, firmemente leal a la familia. Trataba de mantenerme en
equilibrio entre dos sentimientos diametralmente opuestos que
requerían comportamientos distintos.
Eran dos almas, así como mucho en mí era doble: el ser me-
llizo, tener dos nombres. Es como si todo me hubiese llevado a
un desdoblamiento que me hacía perderme en un laberinto de
identidades. Si por una parte mi familia me había dado la posibi-
lidad de emanciparme por medio de los estudios y el traslado al
Norte, por la otra sentía que me demandaba no utilizarlos. Era
una especie de doble mensaje: «Ve pero no vayas, rescátanos de
nuestro origen pero no lo hagas».
Sentía rabia también por esto: por haberme encontrado en
esa situación y por el miedo de tomar una posición. Es una rabia
no expresada y castrada; siento que puede hacer que pierda total-
mente el control y temo no lograr manejarla. Siento que hay en
ella también un sentimiento de envidia. Observándola, com-
prendí que era una emoción dirigida hacia el que
sabe exacta-
mente lo que siente, lo que quiere;
el que sabe expresarse, inde-
pendientemente de la «Calidad»
de los sentimientos, positivos 0
176
ES
) conser
Rey
vación: una bios grafía
57 PAN

negativos. Hacia el que, en la práctica, logre mantener un canal


directo, UNA coherencia entre el «adentro» y el «fuera». Yo he que-
fido comportarme de la misma manera, pero para hacerlo tuve
que Fever mi mecanismo de negación, que se expresa a través de
¿Cros y pensamientos que me justifican,
Cada vez que aparece en mí un malestar interior que podría
convertirse en rabia, empiezo un proceso mental a través del cual
busco justificar aquello que ha causado mi malestar. De esta ma-
nera alivio el sentimiento negativo, establezco la empatía con
aquel O aquello que causa el malestar, me desconecto de mí
mismo, y logro bloquear la rabia para dejarla adentro. Esa auto-
castración involucra no solo la rabia sino también muchas otras
partes de mi sentir. Es como si entre el «adentro» y el «afuera»
hubiese un límite insuperable. Comprendí esa dificultad a través
de los sueños.
Siempre he sido un «soñador», en el sentido de que mis sue-
ños están llenos de detalles, son largos, relatos completos. Los
sueños han sido un canal para entrar en mí y conocer las profun-
didades de mi inconsciente. Creo que tanta producción nocturna
pudiera corresponder a la castración diurna. Llevar adelante una
vida dentro de los límites de lo controlable, que se adhiera a las
demandas externas, implica sofocar el movimiento interior y,
sobre todo, bloquear su expresión. Al impedir que nada salga a la
luz en mi vida cotidiana, creo haber utilizado el sueño para que
confluyeran allí los sentimientos y las emociones que quedaban
sin expresión.
Creo posible este paralelo porque, a medida que el trabajo de
autoconocimiento avanzaba y dejaba emerger a la consciencia
mis partes ocultas, la calidad de los sueños fue cambiando en el
sentido de que los contenidos integrados desaparecían.

177
s
Psicología de los eneatipo

ma r co ns ci en cia de mis dinámicas internas desagradables Y de.


To
ha ll ev ad o a obt ene r una mayor consciencia de pp, ñ
lorosas me
in te ri o 1. Mi car áct er es act ivo , lig ado a la pro die
estado de alerta
co ns ta nt e ac ci ón . El cam bio no estaba vinculado, Como
ción, en
ra nt e mu ch o ti em po cre í, a la i nactividad, sino más bien a]Obras
du
m pulsión a la acción Segura.
según lo que siento y quiero. La co
la escasa COnsciencia q,
mente se transformó en obstáculo, pero es
mis sentimientos lo que más ha contribuido. La desconexión de py;
mismo ha sido tan profunda que me ha impedido el acceso,
Ahora trato de llevar adelante una acción verdadera y autép.
tica. En el pasado obraba con el objetivo de llamar la atención y
obtener el reconocimiento. La acción nacía de una profunda in.
seguridad y falta de autoestima, y necesitaba de la mirada del otro
para confirmar mi existencia. El cambio tomó la dirección de
una acción que indica un estado interior menos demandante,
menos orientado hacia el exterior. La acción busca simplemente
expresar aquello que vivo en mi interior.
Desde el momento en que empecé a sentir un poco de con-
fianza, estima y, sobre todo, amor a mí mismo, advertí menos la
exigencia de comportarme en modo teatral. En un cierto punto
sucedió: podía detenerme sin que ello provocara malestar, sin di-
ficultad alguna. La ausencia de la necesidad apremiante de mo-
verme, como si estuviera activando un mecanismo de autoconfu-
sión, y la consiguiente posibilidad de detenerme, hicieron que
sintiera que tenía un centro, un soporte al cual entregarme.

El proceso interior, abrirme a la honestidad conmigo mismo, Vel


mi sombra, mi límite, experimentar comportamientos exentos de
Juicios, dejando el espacio para la aceptación y la comprensión»
no solo me han llevado a un mayor reposo sino también a “”
contacto con una parte de mí luminosa y verdadera.

178
E3 conservación: una
biografía

Practicar la honestidad hacia mí


mismo es un camino dif ícil.il
Mi profundo espíritu de adaptación me ha ayu
dado a menudo a
vivir sin preguntarme qué me gustaba, qué me interesaba o qué
deseaba.
La adaptación ha sido funcional a la integración, a
la acepta-
ción por parte de los demás. La sola idea de diferenc
iarme me
aterrorizaba, ya sea por la responsabilidad que implica o por el
miedo al conflicto. Descubro ahora el coraje de decir que no a lo
que no quiero, ya sea una situación, un comportamien
to o una
persona.
Es como si hubiese debido aprender que podía tener derecho
a una Opinión, a mis ideas, a comportamientos y sentimientos
distintos de los de los demás. Por más obvio que parezca para mí
no lo ha sido; solo después de haber descubierto que tenía un
mundo interior tuve acceso a una primera forma de identidad.
Creo que es ese el significado del largo proceso de separación de
mi hermano mellizo; no tanto, o no solo, en sentido físico, sino
del «otro» que yo pensaba fuese yo mismo.
En consecuencia, ha sido también una posibilidad de abrir-
me al conflicto y, sobre todo, de sostenerlo (inconcebible para mi
carácter hasta no hace mucho). No habría sabido manifestar mi
desacuerdo si no hubiese llegado antes a percibir que yo era al-
guien, que tenía una mente que funcionaba, que tenía derecho y
que me podía ver como una persona diferenciada.
Desde el momento en que tomé contacto con mi sentir y mi
pensar, puedo expresarlos, defenderlos y dar mis motivos. En
caso de conflicto, sobre todo laboral, me di cuenta de que era
posible no huir, de que el conflicto es una manera de relacionarse
en la cual me siento presente. Ha sido un descubrimiento y no
excluyo que llegue a ser una liberación.
El miedo al conflicto no es solamente el temor de perder al

179
os
Psico logía
de los eneatip

s u f i c i e n t e espeso,
e no tener elno» y como si el of, ]
, SO ¡ n o e stuviese dle
otro sino
s i n o t a m b i én para el E
v i d e n t e n O s o lo para mí en por muchos año, to,
: n t o fu es e
e ¡ el otro, COM qui
m i e
r d a d e r a, no pudiese ,;
, rel a c i ó n v e
i m p o r t a n t e e, :
e n lo bastant e
arse e n a l g u i l a v e era el q o
q u e la c
e d o a la p é r d i da. Ss Creo
j
para justificar el m
La a d a p t a c i ó n se d e m ostró más funcio
, el no arries
gar.
fenderme
pa ra mi s u p e r v i vencia. e l e g i d a en vez de
nal d i o c r e ,
m e n u d o he v i v i do una vida me
A dade.
una vida arriesgada; entendie ndo por riesgo Un ponerse ver
o ha cr ea do mu ch os ob st áculos al crec;
ramente en cuestión. Ell hu ma no , profesional y
punt os de vis ta:
miento desde todos los
espiritual.
nocimiento,
Solo después de comenzar el camino de autoco
Claudio he podido
oracias a la confianza en el proceso SAT y en )

oradualmente, llevar a cabo el trabajo de desarmar mis partes más


falsas.

a AN vida prevaleció la mente racional. Nunca creí en nada que


ra Atl :
no era oli A a ApSmencias La espiritualidad
y profundamente infantil, La ri IA ruptura
lr: mi al marcar la
fermarme y sentir la o un rol fundamental. En-
mente a hac crme pre guntas: ad de morir ys
me llevó inevitable
a
allálá. Al Principio de mi
adónde iría, S1 €X1iste y qué es el más

eso no quita que estuvier


.

> Si bien disfrazad


é—
. .

1050
A de una modalidad aún
180
ES conservación: una biografía

ja semilla de la búsqueda. No podía soportar, ni imaginar siquie-


ca, qué significaba buscarse. El carácter había llenado todos los
vacios Y todo aquello que encontraba y que para mí no tenía un
nombre. Ahora veo, con compasión, que no podía hacer otra
cosas que tenía que pasar por aquello para dejarlo atrás,
La enfermedad, que sentí mucho tiempo como un castigo,
¡na injusticia, tuvo, por tanto, el mérito de abrirme a la búsque-
da de mí mismo y de permitir que saliera de una mente pequeña
y autorreferencial para mirar de un modo más amplio. La vida
me ha reservado sorpresas, ocasiones, caídas y repuntes, como si
ella hubiese gobernado cada cosa que sucedía y de la cual no
podía saber el motivo y el objetivo, sino que pedía solamente ser
vivida.
Se afirmó así el deseo de tener una nueva actitud: vivir dis-
frutando. El paralelo con la comida tiene para mí un significado
especial. Empezar a comer nuevamente después de tanto tiempo
significó redescubrir el placer de la comida, de masticar, saborear,
disfrutar, sentir el sabor. Del mismo modo siento que estoy expe-
rimentando el modo de vivir mi vida (¡que no doy para nada por
sentada!).
El regalo más grande que me dio Claudio a través del trabajo
de autoconocimiento que propone ha sido enseñarme a tomar
contacto conmigo mismo.
Celebrar la vida, sentir el agradecimiento, recordarme a mí
mismo, estar presente, dar valor al momento son las columnas
que hacen que mis días sean auténticos.

Para concluir mi biografía, refiero una metáfora que me gusta


mucho y que describe bien la transformación que se manifiesta
planeta que
en mí. He pasado la mayor parte de mi vida como un
reflejaba la luz ajena; estaba demasiado preocupado por mi vacío

181
Psicología de los eneatipos

y obligado a robarla a los demás. Ahora yo ión sé, omo l


demás personas, que tengo pe luz que, si bien es débil, is
y a veces intermitente, es la mía. ms 2d
Ahora siento una estrella polar interior que me BuÍa, me .
conduce hacia ella cuando me pierdo y me ayuda a ACEPtar q e
rácter que por mucho tiempo he considerado mi enemigo, Fur
mente tomé consciencia del hecho de que acoger y MPrende,
el carácter en lugar de combatirlo es una nueva fase
del p
de autoconocimiento y transformación.
.,

182
LIBRO SEGUNDO

ENEATIPO 3 SEXUAL
LA PASIÓN EN LA ESFERA DEL INSTINTO:
CÓMO ACTÚA LA VANIDAD EN LO SEXUAL

Cuando la vanidad invade el instinto sexual, el énfasis se pone en


gustar y volverse objeto de deseo. El Ez sexual sintió desde pe-
queño su «valor» en función de ser un objeto valorado por otros.
Lograr atraer el deseo del otro y mantenerlo se vuelve compulsivo
y todas las acciones se encaminan hacia ese objetivo.
La pasión vanidosa está dirigida a la relación sentimental:
quiere ser el hombre o la mujer ideal para el otro y busca una
pareja ideal que le devuelva, en su mirada, la confirmación de la
que carece. La pasión de conseguir esa relación ideal halla su
fuerza en la ilusión de que, siendo la mujer o el hombre perfec-
to para el otro, toda la angustia de vivir, el sentimiento de inse-
guridad y el miedo a no tener valor y recursos para estar en el
mundo se podrán calmar y superar. Cada necesidad propia es
reprimida y la atención está puesta en la del compañero, para
que este le asegure la intimidad y el vínculo amoroso que el E3
sexual precisa para sentir que existe. En consecuencia pone muy
Poca atención en la autorrealización, ni profesional ni: social,
Pues no tiene en su mapa desarrollar una independencia. Su
fuerza la emplea para la represión y el control de sus emociones
y Pensamientos, en vez de para crecer sobre sus propios pies.

185
Psicología de los eneaap
refuerza cada vez más su pasión qe
ja le hace senti
pues peri
solo una parej8 laci ** SEgu-
vencia como de relación:

«idad con mi familia o mi esposo me siento


la intim edo hablar libremente, sin autoj
Yo observo que ER . uicios, y
mucho menos insegu pu
serna, raExpresar mi cariño a través de la dulzura. Es en
permitirme ser E oc la timidez. Solo de pensar que habla
ré en
la parte social donde - un miedo que recorre todo mi cuerpo y deja mj
público me hace e ue en el fondo de mí hay una sensación y una
mente en blanco. Veo e ue decir, que lo que dice el otro es mejor,
idea de que no tngo ev . pan y me voy paralizando por el mie-
que es más inteligente. de gustar y ser querida que prefiero no
do. Hay una sed tan enorme de E%”
decir nada. Y está la ilusión de que con solo | estar ahí, tal vez el
ahi,ta! vez el otro me
tome en cuenta, porque no doy molestias, porque soy atractiva,

Al poner la energía en atraer y complacer solo a uno, tiene


menos que ofrecer al mundo en general. Está demasiado para el
otro; el suyo es un mundo muy circunscrito al compañero. Vive
para él o ella, en la idealizada unión familiar. El mundo emocio-
nal, con sus sufrimientos, gira por entero alrededor de la pareja y
basta un conflicto con ella para que todo se venga abajo. Desde
su pasión de ser mirado como persona exclusiva, este carácter
tiene aún que comprender que la relación de a dos
—típica de los
subtipos sexuales— no, se restringe al mundo de la' par
eja sino
que abarca a cualquier relación
significativa, ya sea de amistad o
de otro cariz.
La pasión en la esfera del instinto

sexual vende, En un pr BSAS Eh Una promesa a sí mismo y al


otro; NO ES una Separa afectiva ni existencial, A esa ilusión
sigue, obviamente, la pesó la de no poder lograr esa unión
¿morosa completa. Y la desilusión realimenta su pasión vanidosa
de seguir vendiéndose él mismo, vendiendo su Cuerpo, vendien-
do su capacidad de ser único para el otro,
Fl Ez sexual lleva puesta la máscara del amor perfecto, te
hace creer que va a ser cálido contigo toda la vida. Especialista en
falsificar el amor, exhibe una cálida sonrisa para que le compres la
idea del amor incondicional y para siempre. Ya en la intimidad, a
máscara quitada, brota la frialdad y la dureza:

Paso el tiempo fantaseando con el amor ideal; siempre pienso en una


relación a futuro que será maravillosa, y esto no me permite estar con
mi pareja y ver lo que sí hay. He estado en dos relaciones simultáneas
engañando a los dos, y me pillo constantemente en la idealización de
alguna de las dos relaciones, creyendo que me va a dar la felicidad o a
resolver mi insatisfacción. Y finalmente no puedo entregarme a ningu-
na de las dos. Soy adicta a esto; puedo verlo pero no me puedo salir de
aquí.

Después de hacerle creer a mi pareja que estaré allí para siempre, sien-
do el hombre ideal, después de haberla seducido y haber hecho, cons-
ciente o inconscientemente, todo bien, y de hacerle sentir que todo lo
que ella hace es maravilloso, empieza una crítica, una exigencia cons-
tante hacia la pareja. Es como empezar a pasar factura por las actuacio-
nes realizadas hasta el momento. Es hacerle pagar por haberse relajado.
Ahora ya no tengo que hacer nada para conseguirla, ya la tengo y, para-
dójicamente, es como si algo se perdiera o faltara. Y desde aquí la críti-
ca y la exigencia se hacen enormes: crítica a lo que hace y dice; empieza
como una especie de competencia, una idea loca y enferma que tiene
que ver con que la pareja casi nusica está á la altura de lo que pretendo,
y así sigue la búsqueda pasional.
tener un mea
Siento que nací para casarme y cuidar una familia y
ónoma, no puedo salirme de
Y veo cómo a pesar de queref ser yo y aut

187
Psicología
de los eneatipos

| e me.
la
a de l h o m bore. Entro en
la dedeppeendenci a
lo que yo quiero eN realid
p e c i e de p a v o neo. Creía asde
s
habíraa ena lomsí duenmaáes sí me veian con dis tint
a
Recono zCO q ue ca
o y enigmáric,
:

a c t i v
,

ta tu s de , m á s a t r a

ecial, diferente
bía el es Y

sentía que eso mé hacía esp

co nf un de el ser co n el pa re cer, se nutre dq


El Ez sexual, que ¡ esa . imagen| que le
ot ro , S e ena mor a de
espejo que le devuelve el ci en te y dependiente en
r es o es co mp la
llega como respuesta. Po
un grado tan extremo.
ar, comparte con los
En su esfuerzo desesperado por gust
otros subtipos del Ez la idea loca de que hay que ser útil para ser
querido. Esta creencia toma en el Ez sexual la forma de dejarse
utilizar como un objeto. Repite ahí el patrón infantil de cuidar
al padre o a la madre. Para ellos fue ese niño o niña «tan espera-
do». El que se podía exhibir en sociedad porque era bueno y
gracioso y tan lindo. El que se esperaba iba a llenar la necesidad
del padre o de la madre de tener al lado esa pareja ideal tan de-
seada, pues la de verdad es decepcionante. Y hoy sigue siendo ese
niño. Esa niña.
De forma más o menos explícita, esto implica ser un objeto
sexual, si eso es lo que tiene que hacer para que le quieran. ¿La
consecuencia? Confunde el amor (y la ternura) con el sexo y con
la seducción. El Ez sexual vive la sexualidad como un
requisito'
o
parara ganarse el premio, del cariño. Aprende, en su relación pri-
|
e iaA a conectar el contacto sexual con la intimidad afectiva:
mar
si o un hijo que quedó ; . al-
O seducido
mente el do por un progenitor, gener
La pasión en la esfera del
instinto

alo sexual: «Confundí q EN con ser amada y existir. En


e me prestaba e
q p oo me sentía yo... me sentía im-

No se entrega emocionalmente en el sexo, que llega incl a


lo E
vivir como un acto aburrido, aunque siempre Angirá
verdad le pone es la conquista. El Es sexual ntra-
jo. Lo que de
al juego de lo mucho que te gusta su manera de estar. Elegir una
presa Y conquistarla llena un poco ese vacío con el que convive
permanentemente al estar tan a expensas de la mirada del otro,

El valor me lo da la capacidad de gustarl e al otro, de ser atractivo, ad.


mirado. Y ahí es donde va unido el ser objeto sexual, que para mí e
algo que estaba más camuflado. Yo no era consciente de la atracción
que suponían mi seducción, mi gesto, mi postura. Todas esas armas
estaban a disposición de atraer a las mujeres, para que eso me dé a mí
un lugar en el mundo.

Recuerdo que, sobre todo en mi adolescencia y en mi primera etapa


adulta, la seducción, si bien existía, era algo tímida. Lo que me anima-
ba más era el ser elegido, escogido por el sexo femenino. El ser visto y
sentirme validado por la mujer de turno me daba la seguridad que ne-
cesitaba; Y me sentía de alguna manera en deuda, que debía saldar a
través del sexo y la complacencia.

Al tener castrada su energía instintiva, no puede ir a por sus


deseos. Se queda en ser deseado y sentirse elegido, y para eso ha
de convencerle al otro de que él es lo que el otro quiere. Pone
pues el instinto sexual al servicio de la construcción de una falsa
mostrarse al
imagen, de un ser mejor que puede vanidosamente
mundo: «Digo que me ha elegido a mí, pero sin enterarme de
todo el despliegue que he realizado».
es la sensación de ab-
Un patrón común entre los E3 sexuales
to amoros0 de los
soluta soledad. Ha faltado un auténtico contac

189
s
Psicología de los eneatipo

padres y la relación con el padre del sexo opuesto, especialmer, :


? contamina
ha sido ? da por una Seo reróna” manipulatativ, iva que ha de.
educci
Inconsciente interna
jado al niño, o niña, confuso. La vivencia
cont ención paterna es de tig
queda en él tras esta falta de za,
miedo, inseguridad y angustia:
ta de mi ra da de la ma dr e y del pad re, muy desprotegida 0.
Siento la fal cuidara, con Mucha
un mome nto de mi infancia, no había quien me
mi madre, y a partir de
inseguridad y miedo y yo empezar 2 cuidar de
ahí sentir ese reconocimiento.

Lo que veo claro es que a partir de la necesidad de ser sostenido, por-


que eso no está, la transformamos en utilidad para el otro, cuidar a]
otro para que nos devuelva y cubra la necesidad de sostén y amparo,
Ahí nos ponemos útiles, a cumplir la expectativa del OtrO, Nos pone-
mos objeto y podemos llegar a barbaridades. Es decir, es ahí donde nos
olvidamos absolutamente de nosotros mismos, no sabemos quiénes
somos.

El niño interno se quedó en la fijación edípica, donde necesi-


ta hacerlo todo para conseguir el amor del progenitor del sexo
opuesto. Este intento, que sigue ahí, secreto e inconsciente, se
mezcla con la culpa por los deseos incestuosos asociados a querer
amar a este padre, que quedan así muy prohibidos. En esta para-
doja interna empieza el Ez sexual a reprimir la energía erótica,
como algo que pone en peligro el equilibrio intrapsíquico.
Aprende a reprimir el deseo, a domesticar al animal interno hasta
transformarlo en un caniche que complace a su dueño con su
bonito corte de pelo. Esta fijación se pone de manifiesto cuando
se queda atrapado en un triángulo amoroso con su pareja.
Al faltarle la referencia interna, entra en una tercera conÍu-
sión del amor: ahora, con la fantasía. No hay seguridad inter
na,
ho se quiere, y busca eso afuera, en su complacer compulsivo. S€
cuelga con desesperación de aquel por
quien se siente querido.

190
La pasión en la esfera del instinto

Ser deseado y quer ido le embr laga, y ésta


sensación de ebrie-

dad
nación
narcisismo de un autoerotizarse a través de la fasci-
supodelne elotro
,
que vive como una droga que necesita a diar
io
ara llenar el vacío de no ser. La dependencia que genera en el
otro para garantizarse su rendida y constante admiración es tan
e zande que queda atrapado en su juego.

Darme cuenta del impacto que dejo en los hombres o cuando entro en
una sala con gente es mi motor, me encanta, me empuja, me da fuerza;
con eso escondo mi profunda inseguridad y mi miedo a no ser. Me
olvido de la sensación de dentro de mí que vive un robot, por la pérdi-
da del contacto con mis emociones espontáneas y profundas y con mis
necesidades reales. Pero nadie se da cuenta porque me convierto en un
regalo para el otro. El querer encantar se ha vuelto un deporte, una
obsesión. Es ahí donde me esfuerzo más, donde siento el logro, como
si consiguiera trofeos.

La vanidad es ya la única manera de que se pueda sentir. Si


no tiene un espejo delante que le devuelva, no solo una imagen,
sino una emoción, no es capaz de conectar. Erotiza para sentir a
través del otro su propio erotismo. Hechiza —entrando en una
intimidad que llegaría a avergonzarle si un tercero viniese a refle-
jarle su trampa— para sentir su sutil mundo interno.

Me identifico con erotizarlo todo, ponerlo tan «bello» que va a ser se-
guramente admirado. A veces podía creerme incluso que todo lo que
hacía tenía una música invisible que lo unía y lo hacía armónico, preci-
so, tirando a exquisito.

En cuanto alguien me declara su interés yo me quedo prendado de eso


y comienza el curso de mi propio engaño (y del otro claro), porque ya
no lo sienta
me empiezo a contar que sí que la quiero... que aunque
interior hay algo
ahora, claro, llegará con el tiempo... Cuando en mi
que simplemente
que me dice que no, que no hay deseo por esa mujer,

191
Psicología de los eneatipos

- 40
me he dejado levar por su interna
interés, hasta
IMC vuelvo
que ya ciego
estoy y Completa
sordo y y,
atrevo a escuco? "del agobio, de la mentira que he const ;
Wuido
reso de la insatisfadocción,
mucho tiempo. :
y de haber aguanta

tá en pareja, con la comodidad de no tener


Cuando es
n d o es a mirada ajena, se apaga lo sexual y se al, an.
andar persiguie rse sexy para el otro. En vez de eso, le Pone
: se a c a b ó el p o n e
dona
ot ro a p r u e b a , m o s tr 4ndole lo peor de sí mismo. No solo no lA
al icamente como al inicio, sino que exp;.
de e m b e l l e c e r s e fís
ocupa
su s fa ll os , su s er ro re s y toda una retahíla de cosas fatales que
be
Se vendió con sus mejores galas y
nunca le mostraría a nadie.
a se pone trapos sucios a v€
r si aun así le siguen adorando.
ahor
iguió lo que tanto
Ahora es él el que te castra a ti. Ya cons
anhelaba: tu mirada y tu amor, y empieza a quitarles valor, Deja
de estar disponible en lo sexual; bueno, en el fondo nunca lo es-
tuvo, aunque es verdad que su actuación de que estaba más que
disponible fue de las buenas. Al quitarle valor a tu mirada, el ob-
jetivo cambia: conquistar a otra persona.
El E3 sexual se muere de miedo cuando desea; es incapaz de
iniciar el acercamiento y puede llegar incluso a ignorar completa-
mente a su objeto de deseo de puro temor. Cuando conecta con
el deseo se siente tan vulnerable que entra en pánico. La patente
ausencia de recursos para establecer cualquier tipo de contacto
ral le genera un bloqueo físico, emocional y mental. Una triple
parálisis que se traduce en un congelamiento y un tomar distan-
cia, pues c ¡ del
A cualquier otra cosa dejaría entrever algún interés real,
Perspectiva que le resulta aterradora

192
AV
2

¡A NECESIDAD NEURÓTICA CARACTERÍSTICA

Dice Claudio Naranjo:


La palabra clave es masculinidad o feminidad, según se trate de un
sexo o de otro. Y si uno quiere traducir eso en términos de una necesi-
dad neurótica, preguntándose cuál es la necesidad que rige este tipo de
personalidad, sería algo así como la necesidad de atraer simplemente
la necesidad de validarse a sí mismo, de nutrir la vanidad a través del
gustarle a la pareja, o a la gente, como objeto sexual. Muy simple. Ello
tiene la implicación de que existe una identificación con una imagen
relativamente arbitraria.
Es como que el tener que desarrollar esta imagen es la sobrecompensa-
ción de una carencia de mirada y por lo tanto un telón de fondo de
inseguridad con respecto a la propia valía, un esfuerzo desesperado de
gustar para salir de esa sensación de no valer, que lo que uno es en rea-
lidad no tiene etiqueta ni precio en el mercado de las personalidades,
en el mercado de los gustos y disgustos.

La necesidad neurótica del E3 sexual es atraer en una especie


de esfuerzo existencial. Dado que la mayoría de estas personas
son de sexo femenino, rescatamos la descripción que da Lola
Hoffman? del mito de la femineidad: espiri-
La mujer desarrolla dos grandes vacíos: el vacío sexual y el vacío

1. C. Naranjo, apuntes personales tomados en el programa SAT,


cado. Entrevista a Lola Hoff
2. M. Sierra, «El principio del fin del patriar
ecciones/ conocimiento/o06.htm
mann», revista Clan, http:/ Iwww.morfonet.cl/s

193
s
Psicología de los eneatipo

tual, razón por la cual se


enérgicamente en la vida del y,
instala plo tarlo con el fin de llenar mn Pr
tratando de dominarlo y de exp”to de la sirena o de la Semineidag qu la
Oo llamo el mit
ió . Est e yo l
frustra ción

imi nt O ; . La sire norte es a t raer al ]


> Que
provoca tan to sufrimie 1 na , cuyo

pez: completamente fría, Femenin.


desde el ombligo para abajo es un
no lo puede satisfacer. En cambio Da
frígida. Atrae al hombre, pero
se, hundiendo al ho
> SSta

hac e que ella ten ga que ven gar


cola de pez Mbre,
D pes dolode . Som eti énd
¡ olo
ida d a su vo luntad.
la fem ine seduce por igual a hombres y mujeres. A
la mujer, porque la femineidad le da poder sobre el hombre, que es el
que tiene poder en el mundo. El asunto del poder ella lo ha aprendido
del patriarcado. Pero el drama es que su «triunfo» sobre el hombre 059
costa de su propia persona. De no ser persona. Por su parte, al hombre
machista o patriarcal no le gusta la mujer persona y, por lo mismo, lo
excita mucho la sirena. Esa que después intentará destruirlo,
El patriarcado no es una «culpa» de los hombres solamente, sino
un fenómeno de vida que involucra a toda la humanidad. Así, la mujer
trabaja en contra de sí misma y a favor del patriarcado. Ella es el sostén
máximo del sistema. Se la ha educado para desear solo la familia, preo-
cuparse solo de sus hijos y crearle cierto confort a su hombre. Y nada
más. Para que sea individualista, egoísta, encerrada en sí misma.

Ser femenina o ser masculino ha sido algo valorado en la fa-


milia o ha estado influido por factores culturales. El poder de
atracción de un hombre o de una mujer incluye cualidades valo-
radas según su rol tradicional. Lo femenino comprende atribu-
tos como comprensión, debilidad, vulnerabilidad, muestra de
afecto, cuidado de los hijos, complacencia, etc. Lo masculino se
asocia a los valores de viril, fuerte, sexualmente atractivo,
com-
petitivo o dominante.
El E sexual flirtea y busca la mirada del otro alejándose cuan-
do se encuentran, revelando una seducción orientada
a ser confit-
mado como atrayente, más que al placer del encuentro fisico. Y
sabe mirado pero hace como que no se percata.
Con frecuencia €
Cree que le desean sin que él haga nada. No se da cuentde
a todo lo

194
La necesidad neurótica caracterí
stica

que hace para agradar, de tantísima energía en atraer. La suya es


¡na seducción inconsciente y no ve sus esfuerzos en conformarse o
transformarse en función del otro: a nivel físico, «trabajando» su
cuerpo; emocional, para no tocar sus sentimientos; o de comporta-
miento, para que sus acciones sean siempre funcionales a la pasión
de ser atractivo.
En la conquista se mantiene a la espera. No avanza ni se pone
activo sino que hace ver que está disponible. Incluso le hace creer
al otro que no hace nada en esta seducción, donde juega el papel
de tímido e inocente. En esta «pasividad», se convence de que es
el otro el que le elige y así se autoengaña sintiendo la seguridad
(falsa) de ser una persona amable e interesante.
Luego, en la cama, se exige ser el mejor, hasta tal punto que
llega a hacer malabarismos para complacer al otro, olvidándose
por completo de sí mismo:

En mi experiencia con el sexo, frustrante y castradora, me ha costado


mucho llegar a vivir la sexualidad con otra persona como parte integran-
te de esa pareja. Cuando comencé a tener relaciones sexuales, en torno a
los quince años, me sumergía tanto en mi hacer por impresionar al otro,
seducirle, mostrarme encantadora para él y crear un ambiente mágico y
envolvente, que me quedaba seducida por mí misma y se me olvidaba
que estaba yo (¡qué paradoja!). Disfrutaba con el goce del otro y su des-
lumbramiento ante tanto encanto y así nutría mi vanidad, que engorda-
ba hasta ponerse asquerosamente gorda como una diva.

Con su venta de habilidades sexuales persigue el reconoci-


miento: la finalidad no es el placer sino la aceptación. En su falta
de entrega con sabor a aburrimiento, el Ez sexual reconoce fingir
el orgasmo y sentirse un trozo de carne utilizado para que el otro
disfrute... y cuanto antes acabe, mejor. El miedo a tener un or-
gasmo es por la entrega, vulnerabilidad y pérdida de control que
supone.

195
Psicología de loseneatipos

estable, e
y después de dieciocho de pareja
A los treinta y dos as e,
mi primer orgasmo. Fué en solitario, con la masturbación, que apr
d, Me asusté muchísimo, no sabía Due
dí de un libro de sexualida nvulsion
:
aba solo. «M
í e es
1cuerp ,
j

muriendo!» pensé.
corriendo; correr mu cho era lo que
me salía, como para huir de aque.
no con tro lab a y me
me pro duc ía una mezcla de satisfacción y pe.
llo que
do. Me daba miedo la fragi
lidad que me producían los orgasmos wo
lación fue de nuevo mi muleta y simujé
mencé por simularlos. La simu
orgasmos durante mucho tiem
po porque en la relación con el otro se.
sin estar presente y por fan to no
sentía nada,
guía

Con el sexo no se pone tanto en su propio placer como en el |


disfrute del otro, aunque sea este un abuso, dado que al Ez sexual
le cuesta hasta reconocer la agresión. Hay una idea de que su
cuerpo es para que el otro haga lo que quiera con él, y su desco-
nexión opera como mecanismo de defensa ante la agresión,
Una desconexión asociada a la falta de entrega: «Aunque me
toques no me vas a tener. Una cosa soy yo, mi corazón y mi alma,
y otra, mi cuerpo.» En el fondo tiene pánico a que le toquen y se
desconecta del contacto físico con falsedad manipuladora, como
esos orgasmos fingidos.
Las historias de abuso son comunes entre los E3 sexuales.
Algunas mujeres han sido precoces en la adolescencia y han sedu-
cido, de manera inconsciente, a hombres maduros cuya mirada
confunden con el amor que les faltó del padre. Esta seducción
que no considera las consecuencias se repite desde la infancia,
como un estilo de vínculo amoroso afectado por la atracción
y el
placer sexual, que tiene su raíz en la relación con el padre. La con-
secuencia ha sido, en algunos casos, el sufrir agresiones
e incluso
violaciones.

A los once años mi cuerpo


ban hombres maduros ya parecía el de una de dieciséis... Me mira-
y mi precocidad no me lanzó a una sexualidad

196
La necesidad neurótica car
acterística

real sino.a seducir de forma sistemática y no muy


consciente, confun
diendo la mirada del otro con recibir amor. Esta
5 .

mirada, en aquella
. .
; -

época, era nutriente, y no quería ser responsable del


2

deseo que podía


despertar. Tanto que tuve algunos problemas de agresiones. Una
ten-
tativa de violación a esa edad y, más tarde, una real. Aun en este acto
me confundía, y no llegaba a sentir completamente la
agresión... Algo
en mí sediento de amar y ser amada me hacía creer que cualquier aten-
ción era amor; el maltrato también, pues perdoné a mis agresores.

Ante la agresión, el E3 sexual se desconecta del dolor físico y


se pone en el lugar del otro, aliándose con el agresor y poniendo
toda su energía en complacerle y en que no piense que lo que está
haciendo está mal; sobre todo que nadie se entere de lo que está
haciendo para no dejarle en mal lugar. Es capaz de convivir con el
agresor por miedo a perder su «amor». En el fondo lo que hay es
mucha necesidad de cariño y la idea de que si el otro me mira mal
o deja de mirarme es porque no. me quiere.
Puede mantener relaciones desastrosas porque funcionen en
lo sexual. En algunos casos estar en pelea constante intensifica la
relación sexual porque es ahí donde surge la reconciliación. Llega
a ser un enganche: con la pelea su contrincante le retira esa mira-
da y, con ella, su amor, con lo que vuelve el juego de la conquista
para recuperarlo.

Yo sentía tanta desesperación por el rechazo sexual y emocional de


mi marido que mi conclusión fue: No le gusta ya mi cuerpo; eso sig-
nifica que no le gusta mi ser. Estaba dispuesta a hacer todo por.con-
seguir su amor (me hubiera tirado al tren si me lo hubiera pedido) y
en la desconexión más grande, un impulso me llevó a un cirujano
plástico para hacerme una reconstrucción del pecho. Estaba en la
cima de mi neurosis, de la locura de la vanidad, donde se confunde el
ser con el cuerpo... y el recibir y dar amor con la imagen. ¡Estaba
convencida que iba conseguir su amor a través de tener un cuerpo
deseable otra vez!

197
pos
Psicología de los eneati

sed ucc ió
ión cale nta ndo a su p presa esSs muy Muy¡ incopy
Su juego de spej jo delante aparece una inocencia rez]
. . €
ciente. Si le ponen un
erando con su despliegue.
no sabe lo que está gen
alg ún dis gus to, pues me buscaban mucho e
Con el tiempo tuve
sexo, y empecé a entender que nO quería ye AR pero no sabía cómdelo deca
con mig o pues o acía responsable
que todos que ría n esto , yl
tab a, era inc ons cie nte . 1 uve alguna seri sexual
seo que des per ji
men te pue s cre o que era terrible peo er aquella posibi
borraba de mi
dad de sentirme en contacto. ¿Qué me quedarInt ía? ¿Cómo me verían si
y no ofr ecí a alg o que par ecia eresar a los hombres?
no era atr act iva

En el caso del hombre, una vez realizada la conquista, carece


de la valentía de ser claro y directo en sus pretensiones. Muchas
veces porque no sabe lo que realmente quiere; otras, por pánico a
estar con alguien que le gusta de verdad y que compromete por
tanto su deseo verdadero; o porque se da cuenta de que en reali-
dad no le interesa su conquista.
La mujer, por su parte, seduce desde la falta de entrega y la
timidez, generando un misterio con el que logra satisfacer su ne-
cesidad neurótica de ser especial y única.

En el camino de mi proceso personal sí pude percibir que mi corazón


estaba cerrado y congelado hasta las células. Fue una sensación de frial-
dad interna y una falta de empatía verdadera, escondida tras la máscara
del amor. A partir de la herida del triángulo edípico hay la creencia de
que en mí hay un defecto horroroso y una fealdad que hace que yo no
merezca ser amada. Ahí es donde se divide la energía corporal en se-
xualidad y corazón (se convierte en un bloqueo corporal y emocional)
y la falta de conexión entre el corazón y los genitales. Hay un profundo
miedo a la intimidad real y no hay entrega ni en el corazón ni en el
acto sexual.

y La fama del Ez sexual de «calienta


braguetas» se debe a esté
relac 1Onarse siempre a travésg
de la seducción. En este Juego
sE
198
La necesidad neurótica
característica

mantener la mirada del otro puede enamorarle, mantener


le enga-
ñado con la esperanza de que algún día la corresponderá y se
¿costará con él, y terminar saliendo por patas cuando se ve aco-
rralado o, una vez más, en la cama con alguien a quien no desea
.
Claro está que este juego de conquista lo vive de manera es-
pléndida y maravillosa. La llama del deseo está encendida con la
intensidad de ese protagonismo inicial en que siente que los ojos
del otro son solo para él. Se adereza para la seducción y sentirse
sexy poniéndose sus mejores ropas y perfumes. Camaleónico, se
yuelve un experto de lo que el otro pueda necesitar, transformán-
dose para complacer todos sus deseos. Puede cambiar de manera
de pensar, ideales... anulándose por completo y convirtiéndose
en alguien que no es, para lograr la conquista. Una vez realizada,
casi siempre termina en sexo y ahí se empieza a apagar el deseo y
la excitación sexual.

Quería ser la mejor amante, y toda mi vida se volcaba en ser erótica.


Ahí me salió mucho la competitividad: ser más que otra, especial,
divina. Buscaba lo más refinado, ropa interior de Christian Dior,
perfumes y esencias, cremas... me dedicaba a esto plenamente. Que-
ría sentir a este hombre a mis pies y lo conseguí. Esto me hacía sentir
muy importante, única, amada. Por fin era alguien; cuando me mi-
raba lo sentía fascinado y yo me amaba a través de su admiración. En
la cama, todo lo que él proponía lo quería como si fuera mi propio
deseo, no sentía la diferencia entre lo suyo y lo mío; me fusionaba
completamente.

En cuanto el hombre:

Para mí la verdadera conquista era conseguir la admiración de las mu-


jeres. Esto ha sido lo que más me ha puesto, más me ha erotizado, en lo
que más energía he empleado. Me convertía en un experto del gesto,
ser deli-
del aparentar. Todos y cada uno de mis movimientos podían
cados, medidos, cercanos a lo exquisito.

199
eneatipos
Psicología de los

ca en que fui mo nitor


de natación, era mi manera XQUisir,
En la épo lo que pr odujo la admiración de las
con los niños p l
de relacionarme
mon! nal corrió por el barrio y la demanda de cursillos
dres. El rumor del ' de que las madres se desprendieran del Cristal
bí a m a n e r a
creció. No ha ni ños. Tod o era pura seducción y conquista
de su s
durante las clases
s ál gi do lo vi víc u and o fuiel 2
S exual, mi punto
má y nada menos E
En el aspecto re ta ba na da má s
teatro . Yo interp
nista de una obra de iones
y ótica y a través de grabac
al Marqués de Sade. La obra era mu ero que teníamos sexo en di rec,
am os creer al públic en E
t
prev ia s de ví de o ha cí los periódicos... s
ía en la gl or ia má s absoluta, salía cn
Me se nt
o n to
se r ta
ell y
má selu
sabso al ydevo
xuto luo,p
scar
cí a
el ma
pe H
rm is
i Co
a
Marqpúuéblsico,y esyo yome losda po
yomiraerdaa sel dl
ba
tuoso.

Ya se va viendo que no se trata exactamente de una seduc-


ción sexual. La mujer E3 sexual no es una femme fatale. Promete
algo más sutil: intimidad. La mirada tan suave y dulce parece
decir: «Nos conocemos en las profundidades de nuestras almas
desde el tiempo infinito. Yo sí te veo».
Tolstoi nos describe, en su obra homónima, el carácter de
Ana Karenina, una Ez sexual ejemplar. Vive con un marido vein-
te años mayor que ella y se ha acomodado en una relación seca
pero de mucho prestigio con un hombre muy importante en la
alta sociedad, a quien no ama. Se da cuenta de este vacío vital
cuando se enamora de Vronsky, un hombre joven y guapo.
Se queda embarazada de su amante y se va a vivir con él.
Entre que esta relación no la llena como esperaba, la pérdida de

a
pei o se queda a vivir con el marido, la exclusión de la so-
Usa y un IO 1 s
La necesidad neurótica característica

Una sola mirada bastó a Vronsky para comprender, con su experiencia


de hombre de mundo, que aquella señora pertenecía a la alta sociedad.
Pidiéndole permiso, fue a entrar en el departamento, pero sintió la
necesidad de volverse a mirarla, no solo porque era muy bella, no solo
por la elegancia y la gracia sencillas que emanaban de su figura, sino
por la expresión infinitamente suave y acariciadora que apreció en su
rostro al pasar ante él.
Cuando Vronsky se volvió, ella volvió también la cabeza. Sus bri-
llantes ojos pardos, sombreados por espesas pestañas, se detuvieron en
él con amistosa atención, como si le reconocieran, y luego se desvia-
ron, mirando a la multitud, como buscando a alguien. En aquella bre-
ve mirada, Vronsky tuvo tiempo de observar la reprimida vivacidad
que iluminaba el rostro y los ojos de aquella mujer y la casi impercep-
tible sonrisa que se dibujaba en sus labios de carmín. Se diría que toda
ella rebosaba de algo contenido, que se traslucía, a su pesar, ora en el
brillo de su mirada, ora en su sonrisa.

Tolstoi describe con genialidad la esencia de la magia que


crea el Ez sexual. Aunque Ana es de una belleza física fascinante,
no es tanto su cuerpo lo que atrae a Vronsky como la gracia de su
personalidad, sus modales y en especial su expresión «infinita-
mente suave y acariciadora». Esto nos da ya una idea de a dónde
se dirige la relación, cuyo tema no será la sexualidad apasionada
sino la búsqueda del amor completo a través de la pareja, como
un intento de sanar la minusvalía y la sensación de separación
interna, |
Ella no promete sensualidad desenfrenada sino una ternura
que habrá de llegar directo al corazón de Vronsky, una conexión
de intimidad entre dos seres: «Sus brillantes ojos... se detuvieron
en él, como si le reconocieran». Como un haber sido visto en el
alma con ojos de ternura y de amor. Al Ez sexual, la pregunta que
le viene es: ¿Hay algo más íntimo que esto?
Tolstoi nos está señalando la luz del espíritu que mora en
cada uno, y que sale en ella en contra de su voluntad cuando un

201
Psicología de los eneatipos

que
en cu ée nt ro C on alguien despierta su interés,
mo men t o de 1 brillo de su mirada, ora en| s, so 0.Se¡
en € y SS
traslucíaí a su pesar, OI2 MOS, intuimo, :
os por q
sa». En el anhelo de ser amad ,
or co mp le to que sé sie nte cu ando nos sentimos uno con Lo
am cor
si mp le me nt e SEE . An a pa re ce est ar en Contacto >

amados por
esta lucidez cuando capta la mirada de Vr cd - Esta luz Ínterna
ue brilla «a su pesar» también se puede retirar hacia dentro,
como cuando después de haber conocido a Vronsky se ACUESTA
con su marido en su primera noche en su casa en San Petersbyr.
go: «Pero ¿qué había sido de aquella llama que en Moscú anima.
ba su rostro haciendo brillar sus ojos y prestando luminosidag a
su sonrisa? Ahora aquella llama parecía haberse apagado o, al
menos, estaba escondida».
Esto nos confirma la idea de que el E3 sexual se siente com.
pleto, se siente vivo cuando se embriaga con ese «licor del entu-
siasmo», que es la excitación de gustar: un lograr ser amado desde
la neurosis que simplemente confirma la imagen idealizada y le
aleja de su verdad, como plasma Tolstoi en la siguiente escena:

E No había visto a Ana desde el principio del baile y ahora le pareció otra
E vez nueva a inesperada. La veía con aquel punto de excitación, que
conocía tan bien, producida por el éxito.
Ana estaba ebria del licor del entusiasmo; Kitty lo veía en el fuego
que, al bailar, se encendía en sus ojos, en su sonrisa feliz y alegre, que
rasgaba ligeramente su boca, en la gracia, la seguridad y la ligereza de
sus movimientos.
—¿Por qué estará así? —se preguntaba Kitty—. ¿Por la admira-
ción general que despierta o por la de uno solo? [...] No;
siente animada por la admiración general, sino por la de uno.Ana no se
¿Es posk
ble que sea por la de él?
Cada vez que Vronsky hablaba con Ana, los ojos de esta brillaban y
o a : iba en sus labios. Parecía como si se E
er, ji as señales de alegría y como si ellas aparecieran € E
su voluntad. Kitty se preguntó qué sentiría él, y al mira!

202
La necesidad neurótica caract
erística

quedó horrorizada. Los sentimientos del rostro de Ana se reflejaban en


el de Vronsky. ¿Qué había sido de su aspecto tranquilo y seguro y de la
despreocupada serenidad de su semblante? Cuando ella le hablaba, in-
clinaba la cabeza como para caer a sus pies y en su mirada había una
expresión de temblorosa obediencia,
—No quiero ofenderla —parecía decirle con aquella mirada—;
solo deseo salvarme, y no sé cómo...
. El rostro de Vronsky transparentaba una expresión que Kitty no
había visto jamás en él,

Tolstoi no dice que a ella le embriague la pasión por él; no es


que le guste tanto este hombre: está ebria por gustarle a él, ebria
de éxito. Una E3 sexual describe este fenómeno de la siguiente
manera:

A cada persona le vamos a enseñar algo especial que va con sus intere-
ses, que forma parte de nosotros pero que va con sus intereses. Si estás
hablando con un poeta eres el más poeta y el más sensible del mundo
mundial. Si es con una persona con otra característica, esa la tienes tú
también. Siempre resaltando lo que es importante para el otro.

Una idea inconsciente del E3 sexual es que puede gustar


cuando renuncia a su individualidad y a su impulso de auto-
realización y crecimiento interno; cuando se transforma en
la persona que el otro quiere. Y es verdad que así puede gus-
tar, pero ha perdido el contacto con su esencia, con sus pro-
pios gustos e instintos. Esta pérdida se acompaña de una ro-
botización, y el E3 sexual empieza a plastificar sus impulsos
vitales en su afán desesperado de ser amado y amar. El título
de la obra teatral Silicona o vida resume en tres palabras cómo
se maneja el ego de este subtipo y qué fuerzas opuestas le
están dividiendo en su lucha existencial: entre el deseo de
vivir, que equivale al de amar, y la autonegación de.esos mis-
mos impulsos.

203
Psicología
de los encatipos

Ana Karenina parece ser capaz de un amor femenino, Mater


al tiene ES CAPACidaq
-

su Ser su pe ri or , el E3 se xu
nal y tierno. Y en
a

el bu di sm o ll am a lo vi ng kindness... si logra Sana


real de lo que
trata de la cap ac
idad de afrontar cualquier Situación
locura. Se ju zgando ni compl.
or du lc e qu e no es tá
con compasión y Un am
do , si no en co nt ac to CO n la pr op ia vi vencia ante el sufrimj En
cien
de encontrarlo en A
to del otro. La locura es pensar que plo pue
amor romántico, que gustar y sentirse amado es lo que Otorga
fuente
valor. Proyecta así, en esa búsqueda de unificación con su
, ?

olvidada, lo divino en la pareja. Así vive Ana Karenina esta con.


fusión:

Pensando que él había dejado de amarla, sentíase en un extraño estado


de excitación, casi desesperada.
Llamó a la doncella y se fue al tocador. Al vestirse, se ocupó de su
atavío más que todos aquellos días, como si Vronsky, en caso de que la
hubiera dejado de amar, pudiese enamorarse de nuevo viéndola mejor
vestida y peinada.

Se confirma aquí lo que muchos E3 sexuales piensan obsesi-


vamente: Si aparento ser deseable, en mi interior y exterior, final-
mente voy a ser querido por mi pareja, por quien más me había
sentido rechazado. Así es como confunde la apariencia con el ser.
Los Ez sexuales son buscadores del amor y su tragedia es no
entender que no lo pueden encontrar en el afuera, a través de su
apariencia, de gustar. Confunden la superficie con el centro. Per-
dieron la confianza en su centro, perdieron el contacto con su
existencia, y se creen absolutamente que son la superficie. Su au-
toengaño es creer que si miras su superficie le estás mirando Su
centro.
] Norman Mailer describe, en su famosa biografía de Ma-
e fa OS el fenómeno del arte de complacer del E3 sexual
e su éxito con los hombres radicó en su capacidad

204
ad neurótic
La necesid car lo
o
él era Cap o en el
i e r a Q UÉ alo se i m p a c t
gentil
cualq u
c o m p r oba! e e v a lor 1
o ! a
acer obsesión
P
1 pérdid
eMa. L e SU or i g e n €
i c a par a alguien»
ot y t ie n e s se s m
co p u lsiva s i s t a g ui e s e n t i r se, P
pes narci a dolor
d
necesid e

205
ESTRATEGIA INTERPERSONAL
E IDEAS IRRACIONALES ASOCIADAS

La verdadera vida es el encuentro.


MartIN BuBer

Retomando la palabra de Martin Buber, es importante explicar


E qué es un encuentro para un E3 sexual. ¿Con quién se encuentra?,
¿quién encuentra a quién? |
El encuentro es para un Ez sexual fuente de vida; es el en-
cuentro con el amado que le reconocerá la dignidad de su exis-
tencia. Y para conseguirlo tiene que presentarle «algo» que al otro
le resulte aceptable. No puede ir al encuentro así como tepolue
- ha aprendido que lo importante es ser «como el otro quiere»; es
decir, como el Ez sexual imagina que quiere, proyectando en el
amante la condición que le pusieron los padres para aceptarlo: ser
una «persona atrayente», el hombre o la mujer ideal, w
Esta temprana experiencia determina su NON micless; a fi-
2 losofía de vida con la que filtra todas las experiencias pea
nales, Su fijación es este autoengaño de identificarse plenamente
Con la máscara que se pone.
El E3 se e la NN que quiere vender, ya sea la ne a
la del exitoso o, en el caso: en el E sexual, la del compañero 10 %.

207
Psicología de los eneatipos

Este subtipo se olvida de haber construido una máscara de Pers,


na atrayente, dulce y amorosa. Y se cies que su máscara es sy abso
luta verdad, cree en su falsedad engañándose, antes que a Nadie, >

sí mismo. o
Y cuando en el proceso de autoconocimiento se da CUENta de
esa visión distorsionada es como si detrás de la máscara no encon.
trara a nadie ni a nada. Este punto supone el clímax de una Crisis
de identidad donde puede empezar la búsqueda de la autentici.
dad. Pero no sin antes pasar por un desierto donde el Ez Sexual
no solo no sabe quién es, sino que tiene la vivencia de no Poder
confiar en ninguna sensación, emoción o pensamiento Propios,
El Ez sexual piensa pues que tiene que transformarse Para ir
al encuentro. Ahora bien, ¿quién es el otro? El otro es la encarna.
ción de alguien que pueda devolverle que esa construcción es
«justa», que la compra. Así, la persona con la cual va al encuentro
es ella misma también una máscara, otra falsificación, porque el
Ez sexual necesita proyectarle esa expectativa ideal, perdiendo de
vista al otro tanto como a sí mismo.
Para ir más a fondo de cómo el E3 sexual ha construido esta
distorsión cognitiva, nos parece muy iluminante explicar un me-
canismo peculiar de este subtipo: la mímesis inconsciente y todas
las creencias irracionales, o ideas locas, asociadas.

«Diferenciarse del otro es lo más dificil; ser diferente


provoca rechazo»

Las relaciones personales del E3 sexual siguen un patrón auto-


matizado que se basa en la idea irracional de que no puede tene!
Opiniones, ideas o valores propios. En general, una volu
ntad
Propia, la cual implica fricción con los demás y
él prefiere e dl

208
Estrategia interpersonal e ideas irraci
onales asociadas

conflictos. Si no puedo sostenerme


.
en lo Propio, necesito apro
piarme de lo ajeno. Esto es como decir que ha apr ?

endido a valo-
rar al otro más que a sí mismo, negand
o su derecho a vivir con
una verdad propia y singular en la que se
pueda autoafirmar
como una persona única,
La mímesis, en el comportamiento humano, es
una imita-
ción o asimilación instintiva en las relaciones inte
rpersonales
que capta las cualidades de la organización intrínseca
del otro on
el fin organísmico de la supervivencia. Los E 3 sexuales se mimeti-
zan en sus relaciones en una prevención instintiva al rechaz
o y al
angustiante estado de soledad interna —dada su experiencia de
falta de vínculos cálidos y seguros—, con el fin de crear y mante-
ner un vínculo amistoso. El precio que paga es un pobre autoa-
poyo en los propios valores, como aclara una E3 sexual en este
ejemplo de repetición de patrones:
Hay alguien que me importa, de quien a cambio quiero ser querida, y
esta persona, con mucha decisión y fuerza, opina desde su propia ver-
dad algo con lo que no estoy de acuerdo. Es un esfuerzo para mí levan-
tarme, tomar todo mi valor y declarar que no estoy de acuerdo (que
tengo una opinión propia). Se arma una discusión, la persona se enoja
conmigo y no se quiere despedir de mí. Sin entender lo que me pasa,
entro en una crisis profunda, donde puedo observar cómo mi núcleo
autocrítico se desenvuelve en las profundidades de mi alma.
Empieza con un sentirme mal, una sensación corporal fuerte de
incomodidad; luego noto confusión y me viene una pregunta implíci-
ta haciéndose voz en mi mente: «¿Estoy mal?, ¿hay algo que no he vis-
to?, ¿a lo mejor el otro tenía razón?» Empiezo a esforzarme en mis
pensamientos a querer entender, el carrusel en mi cabeza ya no para,
tomo partido por la posición del otro, no entiendo el rechazo y noto
finalmente cómo se dispara sutilmente la autonegación. Con la autoa-
cusación se despierta mi vergilenza y una ansiedad que es una especie
de miedo al castigo, que en este caso sería el miedo que intuye que algo
puede pasar, algo no previsto y terrible, y finalmente empiezo a sentir-
me deprimida y triste.

209
Psicología de los eneatipos

La tristeza que surge está relacionada con esa sensación ¡y fan


me por ser falsa, e de
que estoy sola porque alguien no puede querer
pasó y tardé tres semanas en recuperar mi etailbrio queo yhd
o ern
rechazINt salirde
vés el
hoyo negro que se había disparado a tra rpo y mero
«hoyo» es un estado de la mente, una organización de cue ns
de una creencia
muchas veces repetida en mi vida: a causa
rida como soy, y preveo que las DE
inconsciente no puedo ser que
o negro es un patrón di
que quiero se alejan de mí. Así, este hoy
la interpretación automatizada e inconsciente de una situación bar,
tiva las creencias nucleares y la organización interna a su alr r.

Puede decirse que el E3 sexual se mimetiza o identifica con


los valores del otro perdiendo la orientación interna, perdiendo
fuerza, perdiéndose en el limbo de la autonegación. Se ha adapta-
do a los valores de otros, que no duda saben más que él, y empie-
za a ver el mundo con diferentes ojos, dependiendo de la persona
que tenga delante.
El rechazo lo vive como abandono. Un mazazo que confirma
que hay algo terrible y feo en él. Los intentos de ser validado y
confirmado en su yo idealizado quedan frustrados y, en vez de
recuperar la energía para defenderse, se pone una vez más a dudar
de sí mismo, torturándose, ahora, con el autorrechazo.
«¿Quién soy yo?, ¿dónde termina el otro?, ¿dónde empiezo
yo?» son preguntas que se hace cuando empieza un proceso per-
sonal. Pero antes no tiene idea de quién pueda ser, y la fragilidad
de su yo favorece el crear vínculos simbióticos con las parejas,
como una forma de sentirse a través del otro. Una Ez sexual lo
afirma así: «Me cuesta sostener una opinión distinta de mi pareja,
un abismo y mucha
o los límites que me ponga; siento de repente
ansiedad».

210
Estrategia interpersonal e ideas irracionales asociadas
se
«Caerle mal a alguien és MUY amenazante, per
o si soy
TA
_a

buena madre, pareja e hija, me voy a ganar el cielo»


A dá

Donde hay humanos hay fricción, hay conflictos,


hay competen-
e ”>

cia, peleas por el territorio... Los E3 sexuales no toman parte en


esta lucha; no son los lobos en el juego, sino la manada de los
inocentes y lindos corderos que se dejan comer, sintiéndose el
Cordero de Dios, que se sacrifica para llevar la paz al mundo.
Para no participar en el tumulto humano, el Ez sexual se ha
vuelto indefenso, un niño que no causa problemas y que mani-
pula en las relaciones para obtener lo que quiere desde la compla-
cencia y la máscara de la bondad. Se coloca dulcemente en el altar
del sacrificio, sintiéndose superior por su imaginaria bondad di-
vina e indefensión demostradas, invitando a los cabrones a que
abusen de él. El guerrero interno está en la jaula bajo control,
cautivo y desarmado para no meter la pata, en su idea loca de que
al agradar a todos encontrará protección y la validación por su
forma de ser. Una E3 sexual lo describe así:

Me dan miedo los conflictos porque me siento agredida en cuanto me


confrontan, así que me dedico todo el día a no tener conflictos con la
gente. No sé si tiene relación con que el padre no sienta la fuerza de
poder defenderme. Como yo no me siento capaz de protegerme por-
que me siento muy pequeña, antes de que haya un conflicto hago lo
que sea para no llegar al punto de no poder manejarme. Voy a estar
siempre en desventaja. No puedo crear conflictos, no puedo permitir-
me molestar. No puedo soportar que alguien se sienta mal porque si
no, encima, le voy a tener que compensar o voy a hacer que a nadie le
pase esto nunca conmigo. Vendo que conmigo nunca va a haber pro-
blemas.

intuir la
En la siguiente declaración de una E3 sexual se puede
raleza
enormidad de tal esfuerzo por evitar conflictos y negar su natu

211
Psicología de los eneatipos

humana. Este carácter se siente tan inseguro que hechiza al


Mtorno
para crear una burbujaia d de con tentamient patológico,
o patolóo;¡

patriarcal, donde la a rió, q


Desde mi propio m edo al mundo
abuso y la explotación
de la naturaleza, de otros, de los débi ld :
como lo 2llama Claudio
la en su lib o Sa i-

ños y mujeres, es comun y, €


. A

mi mo tivación
civilización, un valor invertido, puedo admitir que
de prote cción d, in.
consciente de casarme había sido la búsqueda
ividag
hombre que hablaba bien ese lenguaje de la agresión y ComPetit
tiempo, implica,
Su fuerza me prometía seguridad pero, al mismo
que se descargaba en mí también cuando él lo necesitaba. Así, loa de.
raba por su poder, proyectando la fuerza en él y, al mismo tiempo, l
rechazaba por el abuso de.otras personas y de mí misma.
¿Cómo lo manipulaba? En primer lugar escondiéndome, fingien.
do comprensión e interés por su visión del mundo, tomando sus valo.
res y haciéndolos míos, por ejemplo en los temas de la educación de la
niños, de dónde vivir, cómo vestirse, qué pensar... Así fui negando mis
propios valores, pensado incluso que yo era mala queriendo algo dife.
rente que él. Ya no estaba segura de qué era lo correcto, dudaba de mí
misma, ignorando mi confusión, negando el enojo y el rechazo que
me causaba la relación y su actitud impostora, y me esforzaba todavía
más a amarlo desde mi egocentrismo, para poder aguantar y finalmen-
te lograr que él me quisiera como yo soñaba.
Pero desde luego, el resentimiento acumulado y la frustración cre-
cieron en mí por la autonegación y la falta de los esperados resultados,
y empecé a cobrarle con la victimización, acusando y culpándole.
El miedo más grande que tenía consciente en mi matrimonio era a
quedarme sola y no poder alimentarme de mi propio trabajo, por el
miedo a competir y la convicción secreta de que no era suficiente. No
confrontaba sus abusos por el miedo al abandono y por la pérdida de
mi fuerza instintiva, sabiendo que iba perder la pelea, y me convencía
de que mi propia debilidad era la personificación de la bondad, como
la incapacidad de hacer daño al otro.
Y al mismo tiempo empecé a vengarme cerrando mi corazón, fin-
giendo amor, hablando mal de él con mis amigas, pensando en otro?
hombres mientras hacíamos el amor, amenazándole con la separación,
sintiéndome mejor que él...
Una multitud de comportamientos pasivoagresivos qué fueron

212
Estrategia interpersonal e ideas irracion
ales asociadas
IE
ATT

tomando más fuerza con los años. Tení


¡ Ó
imaginándome accidentes, guerras, os
caldos ml o
tos, no queriendo vivir más, imaginándome la muerte de
mi marido
como una liberación de mi sufrimiento. Hoy puedo reconoce
r que la
represión de mi energía vital y la negación de mi propia agres
ión se
habían transformado en una agresión sádica proyectada en event
os
imaginados con consecuencias terribles, o tamb
ién en personas que
eran «malas». Mi desconexión de mí misma y la máscara
amorosa no
me permitían ver la manipulación y agresión en
mí, confrontarme
con ese lado oscurecido y vengativo.

«Si muestro los conflictos que tengo con alguien


que quiero, la relación se acabará»

En su necesidad de crear vínculos íntimos y seguros, el Ez sexual


ve a la gente con lentes de color de rosa. Se trata de una desco-
nexión vanidosa, que niega la sombra propia y ajena. Al no haber
desarrollado la intuición lo bastante como para sostenerse en ella,
no puede discernir entre gente con buenas y malas intenciones,
por lo que carece de un sistema de alarma consciente cuando está
en lugares no seguros. Cuando se le despierta la ansiedad por no
sentirse a salvo se pone a dudar de su percepción, esforzándose en
buscar señales de validez en esa persona o lugar y negando su ins-
tinto. Fantasea sobre la gente y queda lastimado en lo más hondo
cuando finalmente cae del burro y se da por enterado de las limi-
taciones humanas.
El entronamiento de la pareja a la altura de representante del
amor absoluto opera como sustituto de su añoranza de la fusión
amorosa. Mientras que su admirar a gente fuerte y poderosa es
una negación de su propia actitud agresiva e humillante con los
más débiles. Las relaciones fantaseadas prometen, en fin, una
ideal entrada al paraíso.
213
Psicología de los eneatipos

El Ez sexual no admite que exista gensu te o el mundo que yale


a rec haz o por for ma de ser. Su
está cayendo mal y le caus
enerosidad pre.
idealizado no se lo permite. Con esta ba sobreg
caer mal,
enc simpatía y evitar lo que más teme:
do porE el mundo como ; si fuera mi natu.
? que Of! recía andan
?

amistad,
no solo ,
cl eza de er amistosa con cualquier persona se orientaba
máscara bondadosa en mí, sino también hacia una utili.
confirmar latilista de tener un valor a través de otros. Hubo un tiempo
A donde me importaba conocer personas
que tenían un

estatus en la sociedad. Siendo yo la amiga de gente Importante en el


yo no
mundo, me daban brillo, me daban importancia y un valor que
sentía en mí. Me creía la ilusión de ser interesante yo en el brillo de
otros. Era yo muy superficial y aburrida aunque jamás me lo hubiera
admitido.

Los autoengaños fantasiosos le impiden el contacto real con el


otro. El Ez sexual no se relaciona con quien tiene delante sino con
su propio sueño de una persona ideal o de un mundo mejor.
Y como niega sus propias vivencias, tampoco está en contac-
to consigo mismo. Si se enfada de verdad, por supuesto que no
deja que se vea. El miedo a las consecuencias, disfrazado de miedo
a equivocarse, inhibe el enojo. Pero es que el E3 sexual por no
quedar mal pone incluso en cuestión lo que siente. Su capacidad
de idealizarse, que de niño le fue funcional para drenar la angus-
tia de la desconexión, sigue siendo una estrategia fuerte en sus
relaciones. La idealización de sí mismo promete algo que parece
haber faltado o sigue faltando. Y renuncia así al encuentro entre
dos personas reales por la idea loca de que su realidad no merece
ser querida, no puede tener un lugar en este mundo; lo que él es no €s
suficiente. |
«Como tú quieras» es una de sus frases habituales. Es un2
respuesta automática, no la piensa; las palabras brotan instantá-

214
Estrategia interpersonal e ideas irracionales asociadas

neas, sin haber considerado de verdad sus propias preferencias o


resistencias; simplemente son tres palabras que vienen. Expresan
a la vez la negación de sus propios deseos y el afán de comp
lacer.
La creencia aquí es: «Si me muestro como soy de verdad me voy a
quedar solo, porque no merezco ser amado». Y únicamente cuan-
do está seguro de que el otro ya está ligado, cuando lo tiene en sus
manos, muestra esa parte frustrada y demandante de amor y
aceptación.

«Si soy deseado, existo». «Si muestro mi placer, me van a


humillar»

El placer instintivo, espontáneo y erótico, está negado en el Ez


sexual. El impulso de vivir plenamente está reprimido y el Eros,
criminalizado y muy limitado en su expresión. La culpa y la ver-
giienza cobran así un gran peso en su vivencia. La vergienza for-
ma parte del autocontrol que le impide soltarse y entregarse a su
propio placer. En el fondo, le da vergiienza vivir.
Pero como su instinto es sexual y se dirige hacia la unión con
la pareja, este subtipo tiene que erotizar las relaciones de una ma-
nera sutil. Se trata muchas veces de una erotización inconsciente,
intensificada por su seducir para gustar, la complacencia y la pro-
mesa un amor tierno. De lo que sí es consciente es de su necesi-
dad de conectarse con la pareja a través de la sexualidad para sen-
tirse vivo:

Que mi pareja me desee sexualmente es importantísimo. En lo sexual


noto su búsqueda hacia mí; ahí es cuando me engaño a mí misma cre-
yendo en su interés, en su amor. Desde esa intensidad. Cuando no me
busca, empiezo a sentir que no me quiere.

215
Psicología de los eneatipos

En el encuentro sexual este carácter se siente Confirma do,


te
por fin querido, si bien la sexualidad no le resulta necesariamen
placentera o gratificante. Lo que A complacer Cumplien.
nciar a un placer real
do las necesidades del otro, al precio de renu
y propio.
ré on
El corazón no participa en el encuentro porque se cer
día ante el hondo dolor que le causó el rechazo de su energía vita]
y amorosa. Así que manipula a su niño, que tendría aún la cuali-
dad erótica e inocente, un niño que no quiere seducir desde q
ego ni manipular, sino expresarse a través del placer y la expan-
sión orgásmica de la vida. La creencia: «si soy deseado, existo,
expresa esta profunda pérdida de su energía vital, que acompaña
la de la inocencia del niño (su conexión con el Eneatipo 8). Nece-
sita entonces sentirse deseado para poder liberar sus propios de-
seos, reprimidos por un superyó asfixiante. De ahí la creencia de
tener que vivir en pareja, donde crea relaciones codependientes
para asegurarse de no quedarse solo. Es esta misma necesidad neu-
rótica la que le impide salir de relaciones frustrantes e insanas.
Aunque se muestre como un especialista de la intimidad, no
es una intimidad verdadera la que experimenta este corazón con-
gelado y ansioso. El E3 sexual se queda en el anhelo y confunde la
intimidad que se crea cuando dos seres se muestran en su verdad
con toda la vulnerabilidad implicada en el encuentro sexual.

«¿Qué se espera de mi?» «Si logro seducirte, puedo descansar»

El E3 sexual vive convencido de su ilusión de que puede transfor-


marse en lo que desean de él los demás:
las parejas, la empresa, la
gente ente cercana y hasta desconocidos
o, que le puedan, en un mo-
mento dado, interesar.

216
Estrategia interpersonal e ideas irracionales asociadas

En lo laboral capto lo que se espera de mí, o la filoso


fía implícita de la
empresa. Si se trata es mostrar que uno está estresado, que
tiene mu-
cho trabajo, me muestro de esa manera. Si está bien que uno expre
se
que hay cosas que no sabe como forma de humildad, así lo hago.
Si
por el contrario uno tiene que saber, hago como que hay cosas que sé
cuando no es verdad. Tengo mucha facilidad para captar qué es lo que
hará que el otro me acepte. Tengo una gran necesidad de que me quie-
ra. Iba a decir que me esfuerzo en gustarle pero realmente es muy auto-
mático, como respirar.

En el moldeable Ez sexual, la adaptación está tan aprendida


y automatizada que parece ser su naturaleza. Para ser querido está
dispuesto a poner al otro y a sus deseos en primer lugar.

Si a mi pareja no le gustaban mis amigos, los contactaba menos hasta


el extremo de abandonarles. Si no le gustaba mi corte de pelo, lo cam-
biaba. Si no le gustaba cómo hablaba, intentaba poner atención ahí
para transformarme en la persona que él deseaba, satisfaciendo mi pro-
pia necesidad de sentirme deseada a toda costa.
En este sentido, era una Barbie que no tenía vida propia y solo
existía a través de la imagen vanidosa que aparentaba ser: lo que su
hombre deseaba, que había aprendido a través de la educación y el en-
torno social,

El E3 sexual permite la humillación como parte del precio a


pagar. Su pacto con el diablo le cuesta tan caro como que la vida
misma se le vuelve amarga y seca, mientras va acumulando rabia
reprimida y pierde cada vez más la conexión con su fuente lumi-
nosa. Ofrecerse como objeto es una distorsión de la necesidad del
niño de ser validado por sí mismo, por su existencia misma; de
ser recibido, amado y pertenecer. La creencia nuclear: «si no
gusto, no valgo» expresa una vieja herida donde el impulso vital
no encontró la respuesta esperada.

217
4

OTROS RASGOS CARACTERÍSTICOS


y CONSIDERACIONES PSICODINÁMICAS

Dependiente de la mirada del otro

El Ez sexual vive cotidianamente con la idea de tener una cámara


siempre observándole. Se vuelve un actor y practica los movi-
mientos que capta observando atentamente el contexto o al que
quiere seducir o resultarle interesante. Se autoengaña luego cre-
yendo que estos gestos son naturales.
Esta habilidad la desarrolló sobre todo en la relación prima-
ria, cuando faltó la mirada de la madre a su mundo emocional y
aprendió que lo que ella valoraba era la superficie, es decir, la con-
firmación de sus expectativas narcisistas. La falta de sostén real,
de haber sido mirado de verdad por la madre, se convierte, de
adulto, en la necesidad patológica de verse en la mirada del otro.
Ese otro que valore esta superficie perfecta y le otorgue así la ilu-
sión del reconocimiento que le permite existir. La mirada del
otro ayuda momentáneamente a tapar el vacío, la tristeza, el
miedo, la angustia y la soledad.
heroi-
Desde muy pequeño vinculé la belleza física con la bondad y la
cidad. Los héroes de las series de televisión que miraba eran guapos,
mientras que los villanos eran siempre feos y maltrechos. Cuando iba

219
Psicología de los eneatipos

AS sobreidentificaba con el alter ego propuesto en el film u


al cine oderosamente mi atención la manera como Elvis Pres] .
maba p oo. ntos; sina darme Cuenta reBist, a
con sus movimie
s E
rit¡ ar a las mu) jere ct o
iones y gestos. , Ada
call uno de sus inflex ag in ab a qu e est al a dentro de mu .
e im
Cuando estaba en la call

mirando. Siempre daba p sie ad 1 Servaba; AUNQue


fuera de reojo, esto era importante porque el ser notado equivalía a
existir. Lo que no se ve no existe ylo que se ve más «existe más).
Admiraba también la impasibilidad de James Bond o de algún gn;.
me japonés que no se inmutaba ante nada, cosa que Me parecía my
elegante. Yo trataba de imitarlos. Supongo que un sujeto básicamente
visual encajaba bien en una sociedad visual; yo era hábil leyendo ls
códigos y los manejaba a mi favor con buenos resultados, Eso alimen.
taba mi ego.

Al estar afectado el instinto sexual, la del otro ha de ser una


mirada enamorada, sexualmente encantada; de ahí que la perso-
na de este carácter espere que el otro le confirme que es valiosa a
través de desearla.

Dulcelmaternal

Superatento a lo que el otro quiere, el E3 sexual tiende


a cuidarle,
le gusta mucho dar y complacer y crear un ambiente de materna-
je donde se siente útil y seguro. Su actitud
es muy tierña y dulce.
Es el que más se subordina de los
tres subtipos.
Siente pasión por la familia. Si
uno de sus sueños es el amor
ideal elotro es la familia perfecta. Una de
las situaciones que
ms Permite este rol es ser
madre y ama de casa; ahí
la Ez sexual
e mado y de en el agua y le puede subord
inar lo IA EE
dan - ] . un mor fundamental
Slecha le es difícil dejar
en su vida; incluso
este rol. En este lugar
S€
220
Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

¿jente Segura, sabe desenvolverse es práctica y eficiente como


ama de Casa, cocinando, cuidando, resolviendo.
Se trata de una persona que aparentemente no pide sino que
busca dar cuidado y, sin embargo, tiene una gran necesidad de
contacto, de ternura, de sentirse querida y protegida. Hay un
gran anhelo de intimidad y al darla espera recibirla a cambio pero
no lo pide y, cuando se satura, reclama o se enoja. Es hipersensi-
ble al rechazo y puede ponerse como un niño o niña demandante
cuando se siente frágil o no consigue lo que desea a cambio de su
complacencia. Es como si el maternaje que le ha faltado lo hubie-
ra resuelto identificándose con un rol materno que sí cuida de las
necesidades concretas del otro, y conectado con la seducción
dulce y amorosa.
Existe un orden sano y un orden enfermo, y es parte natural
de la vida que la madre satisfaga las necesidades del niño. En este
caso, el orden se ve afectado y se invierte. La madre, y en ocasio-
nes el padre, es el que fue cuidado por el hijo o la hija. Estos adul-
tos fueron valorados de niños en función de ser atentos con papá
o mamá, o resolviendo cosas en la familia con los hermanitos o
en casa. Ser dulce, complaciente y maternal les parece que asegu-
ra un lugar de cariño.

Complaciente

La complacencia es un estar para el otro de mentira. El E3 sexual


parece que complace y no pide, pero su pedir es subterráneo, y la
agresión reprimida saldrá de forma pasiva si no se siente corres-
Pondido. Está disponible para asegurarse la dependencia del otro
y no entrar así en soledad. La sed de amor que siente la calma con
relaciones de dependencia y codependencia. Por un lado se cree
221
Psicología de los eneatipos

que va a ser amado a través de agradar pero se trata de Servilisp,


RUNCA con Ñ
de una falsa bondad y, como esto también lo sabe,
que recibe ta
de verdad en que €s amado, piensa que el amor 5

bién es falso.
CONtacr,
Tiene tanta energía puesta en complacer que pierde
que él de verdad quiere. Lo que la pareja quiere eso y; que
con lo
su Propia
lo sabe detectar, hasta el punto que lo confunde con
le
necesidad. Y como generalmente hace lo que quiere el Otro,
ed
queda la insatisfacción de que su dar no es verdadero, no nao
su deseo. También hay consciencia del esfuerzo que COMPOrta
complacer, y aquí se diferencia del Eg sexual, que pierde la cone.
xión consigo mismo hasta el punto de la insensibilización física
ante sus esfuerzos. El E3 sexual se conforma y adapta, sí, pero en
la expectativa de que el otro valide su «gran trabajo».

Cuando nací me pusieron el nombre de mi abuela paterna, que murió


cuando mi padre era pequeño. Para él, mi abuela era su adoración. Yo
me sentía especial por llevar el nombre de alguién que tanto amaba mi
padre pero parece que esto tuvo como consecuencia que él no me mi-
rara a mí sino a ella en mí, y yo hacía lo que podía para que mi papá no
sufriera, ya que su infancia estuvo llena de dolor. Procuraba ser buena
y dulce con él y sabía exactamente qué quería y cómo se sentía a cada
momento. Me volví especialista en detectar las emociones en él y a
responder a sus necesidades. No podía ver a mi papá triste o enojado y
trataba de cuidarlo de forma que estuviera a gusto y complacerlo en
todo lo que pudiera. Esto se trasvasó a los hombres en mi vida.

Ambiguo en la sexualidad

Sobre todo la mujer E3 sexual busca atraer y gustar, y cuando el


oro viene se asusta y no sabe qué hacer. Le cuadra bien la fas“
«Mírame pero no me toques». Con sentirse vista y deseada ya se

222
Otros rasgos característicos y consideraciones Psico
dinámicas

siente valorada y a veces eso es suficiente. Puede activar el mecanis-


mo de provocar para que la persigas. Vende sexo buscando protec-
ción y UNa ternura que sexualiza, que sustituye por el sexo. La se-
sualidad está en función del placer del otro y es usada como per-
formance. Es una combinación de excitación erótica y niña tímida.
Tiende a la frigidez ya que, al usar la sexualidad como una
atención al otro, no le queda espacio para disfrutar, le cuesta la
espontaneidad. Hay represión del erotismo, rigidez y falta de
juego y de expresión de sus necesidades. Seduce desde lo erótico,
desconectada de lo erótico. El deseo sexual es transformado en
un «quiéreme tú a mí».

La gran atención que pone al cuerpo no es para sentirse


mejor sino para verse mejor, como parte fundamental que es de
su imagen. Sin embargo no se identifica con su cuerpo sino que
está disociado de él. El cuerpo del E3 sexual es algo sobre lo que
ejerce control y utiliza en beneficio de su imagen; no es extraño
que le cueste soltarse hasta el orgasmo. Hay desconexión entre lo
genital y lo emocional.
A la mujer E3 sexual le pueden gustar mucho los hombres
muy machos aunque la traten mal. Es fácil encontrar parejas de
mujeres E3 sexuales con hombres del Eneatipo 8. Ella provoca, se
resiste, se somete... El ser tratada con fuerza o violencia la hace
sentir viva y en ocasiones ella provoca la agresión. Puede pasar de
un hombre violento que le asusta a uno tierno y sensible, a quien
luego descalifica como débil y encuentra que le aburre.
Utiliza la sexualidad para acercarse, arreglar problemas, com-
placer... Puede llegar al maltrato con tal de evitar el conflicto o el
rechazo. Escinde las emociones y puede entrar en un pánico tal
que ceda y aguante mucho, pero cuando se siente rebasada puede
reaccionar con furia destructiva. Puede entrar en un circuito de
complacer-sentirse abusada-enojarse-explotar-sentirse culpable y

223
Psicología de los eneatipos

nuevamente someterse y complacer. Solo puede romperlo a]


cerse consciente de lo que provoca y responsabilizarse q e ello, á
permitirse entrar en el vacío y la desolación, al soltar log
los que se agarra para no verse.
A falta de sentimientos y para no tocar el vacío, el Ez E
se pasa la vida en busca de sensaciones. $e mete en relacion
conflictivas y le gusta el peligro, que es sentirse vivo de alguna
manera, Busca la intensidad para sentir y para evadir la tristeza, a
aburrimiento y la insatisfacción:
En mi vida he buscado relaciones intensas donde hay riesgo, y lo pue-
do hacer porque tengo mi estabilidad con mi esposo y mis hijos. Es
una situación paradójica, porque lo que más quiero es ser querida por
mi hombre y sentir esa estabilidad que me da tenerlo a él y a la familia
que hemos hecho. y por otro lado esto me aburre (ya que es solo la
ilusión de que con mi marido y mis hijos «seré feliz»),
Toco así mi insatisfacción y me busco alguien fuera de mi pareja
donde encontrar esa intensidad, donde comienza nuevamente la con-
quista, el sentir que soy deseada, sentir la vida a través de esta situación.
Al principio es muy atractivo y llena ese vacío. Después se convier-
te en una situación sin salida donde ya me pierdo en qué es lo que en
verdad siento, donde me siento deshonesta y que lastimo. Y llego a
tocar eso que tanto quiero evitar: la tristeza, el vacío, la confusión.

El hombre E3 sexual puede presentarse como alguien muy


seguro y agresivo, aunque en el fondo siente inseguridad.

Mi relación sexual con las mujeres es un cuadro complejo; tiene


sus
sombras de utilitarismo y desprecio. Algunos aspectos son tan oscuros
como el placer malsano de un buitre-lobo, metiendo el hocico sin nin-
gún respeto en el cuerpo desmembrado de una hembra. También tic-
ne sus luces, algunas artificiales, como aquellas que tienen que
ver con
las proezas, y otras más discretas, con las que he honrado la perfección
irrepetible de cada Cuerpo, y aún más, esa luz invisible
con la que $
acompaña un: «Gracias, Dios, ahora puedo morir» tras el éxtasis de
haber arañado el cielo,

224
Otros rasgos característicos y consideraciones Psicodinámica
s

Nunca he tenido relaciones periódicamen


te; de hecho, si í
quedara toda la iniciativa, tal vez aún sería virgen
. ... . »

Detrás de 1 d Masca-
ca
sa

, $ : :
rada sigo siendo inseguro, miedoso ante la negativa

Devaluado

FI Ez sexual tiene tendencias depresivas. Es más triste y se siente


menos valioso que los otros dos subtipos, y trata de compensar
con la imagen y el encanto, con la sonrisa y la expresión amorosa,
siendo buenita o buenito. Es como si tuviera que pagar por exis-
tir, como si no se lo mereciera; se siente culpable de ser, y muchas
veces, como una carga para la familia. Así que trata de no dar
problemas, ayudar y no molestar.
Cuando el E3 sexual se desmorona, se mira y no tiene la es-
tructura yoica necesaria para sostenerse; puede entonces entrar
en desesperanza y autodestruirse. No puede con la verdad de que
su vida es un fracaso y de que todo es ilusión. Necesita trabajo
personal para poder conectarse con algo más grande y confiar.
Para valorarse solo por ser, ya que se vive como indigno. Cuando
recobra más libertad de ir a por lo que quiere, ya no tiene tanta
ansia de que le quieran; regresa el instinto, como si dijera: «Tú
interésate en mí, porque ahora yo no puedo interesarme en ti».
Existe un fondo de tristeza y la persona se percibe frágil.
Siente una constante soledad interna, de la que trata de huir bus-
cando vínculos sobre todo con el sexo opuesto que le den alimen-
to narcisista pero no una nutrición real ante su soledad. La muy
baja autoestima, como viene de la infancia, difícilmente se sanará
con una pareja. ]
De pequeño aprendió a guardar sus emociones, a llorar a solas
y a resolver él mismo; a aguantar. No sentirse con derecho a expre-
sar lo que siente le hace sentir que lo suyo no vale y desesperanza.

225
Psicología de los eneatipos

algo al mundo. Laso


Como si no mereciera o como si le debiera
sación es tener que dar sin recibir.
expresar mis emocione,
Cuando era pequeña recuerdo que no podía
a le
menos aún la tristeza. Aparentaba que todo estaba bien y me iba
rar al baño. Ahí, a solas, podía expresar mi dolor de no sentirme ME.
da, de no sentirme suficiente.

Aprendió a devaluarse y a compararse constantemente, como


evidencia este testimonio:

Si alguien me descalifica me siento morir, pero siento que es verdad,


que soy tonta, que no sé. Pongo la verdad en los demás y me confun-
do; doy más valor a lo que el otro dice y le creo, sobre todo si se trata de
mi pareja. Cuando nos peleamos o discutimos acabo convencida de
que tiene razón en todas sus acusaciones; es muy fácil que me desvalo-
re a mí misma.

Idealiza al otro: al amigo, al maestro y, sobre todo, a la pareja;


-no puede vivir sin subirles en un pedestal. Le cuesta darse cuenta
de esta enorme idealización, pues le resulta lo más habitual del
mundo cegarse a los defectos del otro y ver solo su parte brillante:
todas sus virtudes lucen maravillosas, dignas de elogio e imitación,
un norte deseable y una corroboración de que la perfección existe y
puede ser alcanzada (seguramente a base de trabajo y de esfuerzo).
Este embellecimiento del otro camufla la necesidad profun-
da de ser él quien sea tratado así. El Ez sexual idealiza en la espe-
ranza de que le idealicen, de ser tratado con esa aura de especial y
único, de que el otro vea también solo sus virtudes y se las alabe y
reconozca. Tal actitud esconde un doble engaño. Primero, el no
reconocer su hambre de amor y admiración incondicional. Y se-
gundo, al dispensarle al otro un trato que no: tiene tanto que ve!
con él, este se queda confundido y en un terreno resbaladizo

incomprensible.

226
Otros rasgos característicos J) consider
aciones psicodinámicas

La irrupción, que el E3 sexual viv


e como súbita y traicionera,
de la verdadera naturaleza del otro, puede pr
ovocarle una crisis de
grandes dime nsiones, una negación radica] de
todas aquellas virtu
des que antes tanto admiraba, que le lle
ve a salir corriendo de la
relación, acusando a la otra persona de haberle tenido engañado
Girará entonces la cabeza y se buscará a otro (amigo, maestro
. Y,

>

pareja...) que sí habrá por fin de cumplir sus expectativas. Evita de


este modo la posibilidad de enfrentarse con la dura realidad de que
el engaño había sido provocado por él mismo.

Tímido e inseguro

Se diría que son personas tímidas los Ez sexuales, sobre todo las
.. , .

mujeres, que fueron, en general, niñas buenas y calladas, y se


quedan con esa sensación interna de niñas eternas. La timidez
aparece más ante grupos o ante alguien que tomen por una figura
de autoridad.
Es el más inseguro de los tres subtipos, ya que la desvalora-
ción está más al desnudo. Al haber valorado tanto la imagen física
tiene menos recursos internos; parece vivir en un atontamiento
donde la sensación de que no hay nada adentro se pone de mani-
fiesto y se traduce en no tener nada que decir y quedarse en blan-
co. En el contacto se asusta-cuando empieza a sentir y se retira.
En situaciones con «público» se siente muy vulnerable.
Como no fue visto de niño, cuando de adulto se siente expuesto
no sabe qué hacer ni qué decir. Desea seguir siendo invisible y a
la vez anhela ser el más mirado.
Enfriarse, paralizarse y no saber cómo actuar es típico de este
subtipo. Como desconoce el comportamiento adecuado se queda
quieto, observando cuál es la mejor conducta entre aquellos que

227
eneatipos
Psicología de los

sufri miento
me nt os que vive con gran
n mo
están en su reg; istro.deSose defi ende no comprometiéndose con nada
e indefensión, don s aún con él mismo, Con lo que siente, En Y
ni con nadie, y a ta una distante pose estatuaria que, por sy
espera en tensión . Pp uizás adorne con una hermosa sonrisa y
inclinación a A ras gana tiempo para tratar de averiguar,
palabras aged peración interna, qué es lo que se espera de ¿],
preso de una
e un café en la universidad cuando llegó mi maestro
Estaba tomándom
iraba mucho.
admrrió
que reco
cas,temballor Me preguntó si podía acom-
MatemátiUn
de Mate mi cuerpo, le dije que sí. Me quedé en
pañarme.
decir ni cómo comportarme.
blanco, sinti éndome tonta sin saber qué
qu e na da de lo qu e dije se o hi ese iba a ser yválido, sino más
hici
Pensab a
í rolar ese
bien todo lo contrario: sería muy criticado. Aprend a cont
temblor y para mí fue un gran logro. Adentro seguía temblando pero
por fuera no se me notaba.

Hice seis años del método Stanislavski y estudié luego otras técnicas
interpretativas para estar más preparado como actor. Podía sentirme
tranquilo en el escenario. Es verdad que fuera de él, en lo cotidiano,
jugaba un personaje más bien tímido, pero sabiendo internamente lo
que era capaz de hacer, ya que el teatro me permitió visitar aspectos de
mi personalidad como la violencia, la rabia o el maltrato, y bucear en
mi parte emotiva y vulnerable. |
Subirme al escenario significaba una enorme autoexigencia por ha-
cerlo perfecto, por quedar bien, que se traducía en interminables horas
de preparación. Me iba a dormir y me despertaba con el texto y el
leitmotiv del personaje. Todo ello para agradar, claro está.

Ingenuo

El E3 sexual ni
ha vivido Riega tanto su intuición como su sensibilidad, que
Aprendió a m0 caus antes de caos emocional y en las relaciones.
.

| no hace
e

'Se caso y ha convertido esas cualidades en


228
Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

falsa confianza y dulzura. Es perceptivo, pero reprime sus sensa-


ciones O se desconecta y parece que no percibe lo que hay. Niega
el mundo interno y externo para mantener la sonrisa y obtener
amor, ya que si expresa lo que percibe corre el peligro de confron-
tarse con su agresión, con que hay algunas cosas que no le gustan
y con el miedo a ser rechazado por expresarlo.

Mi maestro de laboratorio me invitó a entrenar a una ratita, diciéndo-


me que yo era su mejor alumna. Yo feliz acudí a la cita, sintiéndome
importante, tomada en cuenta. El entrenamiento consistía en acariciar
a la rata en sus patas; yo no percibía su seducción hasta que vi la hume-
dad en su pantalón: me quedé en shock y ya no supe qué hacer y pen-
sé: «¿Será que me está seduciendo?» Él me dijo que yo enseñaría a otros
el proceso y yo solo asentí y no dije nada.

Cuando el Ez sexual se va descubriendo y trabajando en sí


mismo, empieza a reconectar con su deseo y a hacer caso a su in-
tuición; la barrera que le impide percibir las sensaciones va dilu-
yéndose y se enfrenta a las cosas; hasta acabar convirtiéndose en
alguien muy intuitivo y perceptivo, con una gran agudeza para ver
lo que está pasando en el otro. Su hipersensibilidad la pone enton-
ces al servicio de ver no solo lo que el otro necesita sino también lo
que siente, y puede ser muy cercano, empático y compasivo.

Camaleónico

Ser en función del otro: amable, servicial, complaciente y com-


prensivo, aparentemente asegura el cariño y evita un posible re-
chazo. Mantiene asimismo la imagen de esa persona ideal que
todos quieren. O permite pasar incluso desapercibido, con lo
cual se ahorra sentir, ser confrontado, agredido, cuestionado, etc.
Puede descansar.

229
Psicología de los eneatipos

Al E3 sexual se le educó para ser como un perro, QUe es


miado por lo bien que hace las cosas, por lo mucho queobede,
Incondicional como los perros con sus amos, nunca pone mal,
cara, jamás se enfada, tiene siempre una sonrisa y un CONtone,
que mueve la colita en demostración de estar eternamente con.
tento. Uno de sus peores temores es la confrontación.
Siempre hablaba de mí con ausencia de mí. Manifestaba con facilidag
y soltura los sentimientos que sabía a ciencia cierta eran los adecuados
en el entorno que estuviera. Si había que ponerse airada, pues airada
que me ponía yo. Siempre dentro de la línea, sin dejar espacio a mi es.
pontaneidad y, sobre todo, sin saber qué era lo que realmente sentía.

Al subtipo sexual se le miró y valoró solo cuando era lo que el


otro esperaba. Nunca se le premió que tuviese iniciativa propia, y
mucho menos el ser un individuo que lucha por sus ideales, Ex-
perto desde muy pronto en adivinar al otro, se fue quedando sin
referentes internos y con una sensación hueca, contra la que ha
luchado engordando más y más la idea de que sin modelos no se
puede vivir.
Se le aplaudió por ser bonito y seductor y llega a sentir que
solo existe porque tiene un cuerpo; de ahí ese temor tan grande al
deterioro y a la vejez, y esa sensación, cuando empieza a tomar
consciencia, de haber sido un trozo de carne al que han utilizado.

Una amiga dice que ella puede ser la Barbie montañera, al día siguien-
te la Barbie intelectual, o la Barbie conectada... lo que toque. Esto da
sentido a mi vida, lo deseo con tanta fuerza que no siento desconexión;
al contrario, nunca me había sentido tan conectada con mis deseos
más profundos, toda mi vida cobra sentido a través de acompañar al
otro, de ser un poco el otro. Es un deseo tan fuertede conseguir una
fusión casi absoluta con el otro que no me importa renunciar a MÍ
vida; es más, es un sacrificio alegre y deseable. Que ya me encargaré de
cobrar en su momento, pero no ahora, que es el momento de estar in-
flamada de entusiasmo y de sentir que tengo alas para cualquier proeza

230
mM Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

que la relación me exija. (Lo peor de todo es que ahora estoy pensan-
do... Pues yo tampoco lo veo tan mal, ¿no es bueno ser así?).

Frívolo y superficial

El Es sexual banaliza las emociones y situaciones dolorosas de su


vida. La superficie en la que se queda es un permanente estado
infantil que usa como defensa para no asumir la responsabilidad
de su vida.
A veces le cuesta implicarse en situaciones que exijan de su
intelecto y prefiere seguir en la superficie, que es lo conocido, su
zona de comodidad, donde se siente aceptado, aceptada, por su
belleza como si se tratara de un hermoso florero. Asumiendo este
rol de hombre, mujer, objeto se siente a salvo; ya no necesita
cuestionarse ni girarse a ver quién es, perspectiva que le aterra
porque tampoco tiene mucha idea de sí mismo.

Estando en una cena con Luis, empecé a notar que se giraba a ver a mi
amiga Laura, que estaba siendo el centro de atención de un grupo de
hombres por su interesante conversación acerca de la última película
de Woody Allen y las relaciones de pareja. Empecé a sentir lo tonta
que era yo, sentía envidia de esa mujer, a Luis lo quería matar. Sin
embargo fingí que no pasaba nada y me puse a platicar con Carlos, el
más guapo de la fiesta. Aunque Carlos me estaba contando algo, escu-
ché cómo Luis le decía a Laura que sentía una conexión profunda,
como si se conocieran de antes ¡No podía soportarlo más! Me levanté y
dije que mañana tenía una junta temprano. Me despedí y salí del lugar
esperando que nadie se hubiera dado cuenta de mi estado y que Luis
saliera tras de mí. Cosa que no sucedió. Me pasé llorando toda la no-
che. Al día siguiente me fui a tomar un café con Verónica y la acompa-
ñé a comprarse un vestido. En la tienda empecé a fantasear cómo se
me vería el vestido del escaparate. Olvidé mi dolor imaginando la cara
que pondría Luis al verme tan sensual y atractiva. Solo había cabida
para las fantasías de atraer nuevamente a mi novio.

231
Psicología de los eneatipos

Controlador

Uno de los más grandes temores del E3 sexual es Perder el con


y enloquecer. Es tanto el control que ejerce para mantener q de
del yo, que rigidiza su cuerpo como su mente. Cualquier cosa qu
se salga de su control y pueda amenazar su imagen le aterra, Como
mecanismo de defensa corporal, mantiene una estructura rígida
que vive como un tubo de acero que sostiene la estructura del yo
Ante situaciones de caos en la infancia, al niño le sirvió esa Sito.
tura para sentir seguridad, para sentirse sostenido.

En mi casa, de niña, no había una estructura como en otras casas, Mi


papá se drogaba y alcoholizaba, y mi madre estaba siempre pendiente
de él o deprimida. Yo aprendí desde muy chica a hacer las cosas sola y
a no molestar porque había demasiados problemas, así que me volví
independiente y muy estructurada. Esa estructura me dio seguridad,
de niña, pero con el tiempo se volvió una rigidez muy grande a nivel
mental. Hago agendas todo el tiempo, que hay que cumplir a la per-
fección; le tengo miedo a la espontaneidad de mi cuerpo y por eso
ando apretada, contenida.

ml En mis primeros meses de vida mi madre lo controlaba todo de mí,


e hasta el punto de que ni siquiera manchaba mis pañales. Podía pasar
mucho tiempo conmigo, sujetándome sentada en un «jarrico rosa»
hasta que hacía mis necesidades. Entonces me lavaba y volvía a poner-
me el pañal inmaculado. Después solía presumir de lo limpia que era
su niña. Alguna amigas suyas, siendo yo ya mayor, me recordaban es-
tos episodios con admiración.
A lo largo de mi trabajo personal he entendido por qué siempre he
padecido de estreñimiento, de retención de líquidos que hinchan mi
barriga y por qué tengo tanta tolerancia al dolor. ]
Durante muchos años me he sentido avergonzada cuando tení2
ganas de mear (siempre me ha costado mucho usar esas palabras); me
aguantaba a tope sin decir nada hasta que no podía más. Si estaba en
casa de amigos o entraba a aseos públicos, apretaba muy fuerte cuando
iba al'aseo para que no se oyera, lo vivía como algo malo y vergonzoso:

232
Otros rasgos e caracterí ;
sticos y consid, eracione
s Psicodinámicas

Este control se extiende a muchas


áreas, en la ilusión de poder
ranejarlo todo sin ponerse vulnerable. Así
es como el E3 sexual se
impide entregarse de verdad en sus relaciones.
Ponerse a satisfacer
las necesidades del otro es una estrategia par
a no estar en uno
mismo, donde no aparece nada digno de ser valorado o que
rido.
Ala hora del orgasmo noto que me sale apretar del mismo modo como
hacía para contener mis esfínteres. Me ha costado mucho tiempo y
trabajo dejarme ir, que es lo mismo que vencer la vergilenza de sentir;
y con el miedo de ser absorbida por el otro.

- El autocontrol bloquea la capacidad de reconocer las necesi-


dades y deseos básicos siendo más importantes los de los padres, y
más importante mantener la falsa imagen construida. Esta mane-
ra aprendida de controlar los impulsos amenazantes del cuerpo le
devuelve un poder sobre sí mismo.
En este sentido, podemos interpretar los múltiples trastornos
alimenticios en este subtipo como un intento de moldear no solo
un cuerpo perfecto, según una imagen idealizada de la moda,
sino también de controlar sus emociones e impulsos sexuales, im-
pidiendo la entrega al placer.
Podríamos interpretar la anorexia en las mujeres E3 sexuales
como una manera de decir «No» con su cuerpo, ya que le falta la
voz que dice «No» al abuso (emocional y sexual), la dependencia y
la plastificación y castración de su energía femenina, en nuestra cul-
tura. Así, se expresa a través del control sobre su cuerpo un «No
quiero, no te recibo», privándose de la nutrición O vomitando lo
nutritivo, y al mismo tiempo manda el mensaje: «Dame, necesito»,
porque no se puede nutrir de su propia energía. De este modo la

233
Psicología de los eneatipos

hija puede mantener un control sobre su espacio sico y Psíquico, ,


al mismo tiempo un poder sobre la madre, que le exige responder a
sus expectativas con un «No» silencioso capaz de llegar a la Muerte,
También se trata de controlar al otro. Así como la madre 1,
controló para que fuera el hijo que pudiera corresponder exacta.
mente a su imagen ideal, el hijo aprende a controlar a la made.
no solo capta sus deseos y necesidades sino que controla sus mo.
vimientos y acciones para estar preparado ante cualquier Amena.
za o actuar de forma preventiva. Este control cumple también la
finalidad de no sentir el miedo que hay detrás, y del cual derivan
muchas interpretaciones equivocadas de las motivaciones del
otro, celos, envidias y competiciones.

Frío, duro, insensible

La persona de este carácter puede percibirse fría debido a su re-


presión emocional. Aunque uno de los sentimientos más repri-
midos en el E es el miedo, el subtipo sexual es quien más está en
contacto con él, así como el más sensible y vulnerable. Uno de
sus miedos más grandes es al conflicto.
Muchas veces evita estar en la vida, ya que en la vida hay con-
flicto. Puede parecer una muñeca de plástico. Teme que si asume
que hay conflicto con alguien o en alguna área de su vida todo lo
construido se venga abajo. Como si el andamio donde se sostiene
la fantasía de que «todo está bien» fuera tan frágil que si se mueve
algo se desploma el castillo.
La agresión es vista por el Ez sexual como algo catastrófico,
que reprime aun a costa de aguantar ser agredido.
Muchas veces
no percibe la agresión del otro como tal, o se engaña diciéndose
que no es para tanto una situación de violencia. A veces le cuesta

234
Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

si no se creyera
diferenciar entre lo que es real y lo que no. Como
lo que está percibiendo.
Cuando hay una crisis de pareja generalmente prefiero ponerme ciega
ante ella. O cuando me llega el agua al cuello, veo lo que sucede y toco
mucho miedo. La sensación es que no tengo con qué herramientas in-
ternas atravesar la crisis y pienso que la relación terminará, así que ter-
mino diciéndome: «No es para tanto... Está exagerando». Hago esto
por el miedo terrible a ir a lugares de mi historia personal donde en
verdad lo que me sirvió para sobrevivir fue no sentir, no ver.

Posee una gran capacidad tanto de alerta como de calma ante


situaciones límite, como accidentes o agresiones fuertes, por su
exceso de control y frialdad. Muchas veces, haber vivido situacio-
nes insostenibles en la infancia le condujo a este enfriamiento
para poder sobrevivir y distanciarse del dolor. Se escinde de sus
emociones mirando su vida como el espectador de una película.

Lo del dolor no existe para mí. Coloco la barrera, el muro, «aquí no


pasa nada», controlo y puedo llegar a ser una persona bastante fría,
Para mí es bueno ir un poco más despacio y en lugar de pensar que no
me importa que me agredan, que me digan esto o aquello, conectar un
poquito más con esa parte mía que es el dolor.

Perfeccionista

El Ez sexual pone el perfeccionismo principalmente en el aspecto


físico. La motivación es atraer, ser admirado y deseado; así siente
que es. Con la perfección puesta en la imagen le asusta envejecer,
perder su belleza. Maquila su imagen externa y también la inter-
na; se presenta como la madre ideal, la amiga incondicional, la
pareja perfecta. Si se siente mal por dentro, se hace unos arreglos
dinero en
físicos para disimular sus emociones. Invierte tiempo y

235
Psicología de los eneatipos

ropa, maquillaje y lo que le haga lucir bien. Un cierto *Xhibiio.


nismo enmascara la vergijenza, la inseguridad y el miedo,
mis m ovimient,
Hubo una época en que estaba obsesionada con que
en la danza fueran perfectos. Pasaba horas extras ensayando, me bio
frustran,
taba vitaminas para poder aguantar el ritmo, y me era muy
no había %
cuando la maestra me decía que no había expresión, que
yección... Y lo hacía una y Otra vez hasta lograrlo, pero el precio e
muy alto. o
Mi motor para esto era imaginarme que mi novio me estaba yiep.
do, que el día del estreno él vería lo maravillosamente que lo hago y me
querría mucho más, se enamoraría más de mí. Y cada movimiento que
hacia durante los ensayos imaginaba que él estaba viéndome.
Ahora el perfeccionismo lo veo con mis hijos, veo cómo quiero
crearles un ambiente donde no sufran, donde todo esté en orden, en ar-
monía.

Gran parte de su perfeccionismo tiene que ver con el miedo


al fracaso. Caer es uno de los fantasmas más temidos. Hacerlo
mal es amenazante. A veces le es más fácil renunciar a hacer algo
que correr el riesgo de equivocarse. Le cuesta reconocer los erro-
res O admitir que alguien se los señale, como si no cupiera tal
mácula en su imagen de perfección. Y le es doloroso conectar con
el fracaso desde el miedo a reconocer la falsedad, que ese mundo
creado no es perfecto.
El E3 sexual defiende su imagen. Para mantenerla puede
proteger a otros justificando lo que haga falta: Maquillar su in-
fancia con unos supuestos padres maravillosos. O maquillar la
relación de pareja, justificando hasta agresiones. Si pone en evi-
dencia al otro saca a la luz la maldad y, con esto, su propia feal-
dad. No soporta el caos ni la ruptura de la imagen que se ha
construido porque se derrumba.

236
Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

Criticolexigente

Lograr una imagen tal requiere mucha autoexigencia. También


hay exigencia a los demás, como si no soportara que las cosas no
fueran perfectas. Es algo que no muestra a simple vista: es lo que
yace tras la máscara. Se esfuerza en mantener un mundo en ar-
monía porque cualquier cosa que no esté bien le genera angustia.

La exigencia la veo muy ligada a que las cosas sean como me las imagi-
ne, como las planee, porque así todo estará en armonía. También veo
que si hago las cosas perfectas, si soy perfecta, si tengo mi pareja per-
fecta, mi familia perfecta... todo estará en orden. Tengo mucho miedo
al caos, y la fantasía es que todo se va a derrumbar si no es perfecto.
Gasto muchísima energía en eso y termino autoexigiéndome y
siendo muy exigente con los demás, en especial con mi pareja. Le veo
cualquier error y se lo señalo como un diamante fino y filoso; me con-
vierto en una especie de institutriz que está educando a la pareja para
«quitarle» eso que hace que no haya armonía y sea entonces perfecto, y
me vuelvo una pesadilla que solo está viendo los errores.

Fuera de la relación íntima es difícil que formule una crítica


abierta y directa, que se expresa más con chismes o queda sin ex-
presar. Tras la crítica se esconde muchas veces una envidia que
no se permite sentir y que está conectada con su baja autoestima.
Reconocer el valor del otro le resulta difícil pues amenaza su pro-
pia imagen y valor.

Eficiente

Parte de su estrategia es la eficiencia. Aunque el E3 sexual no es


tan eficiente como el subtipo de conservación, sí puede conseguir
lo que se propone si de eso depende su relación con el otro. La

237
Psicología de los eneatipos

j
“4 de la imag en que daráa esa Persona que
eficiencia está en func ión
es importante en su vida:
Perfecta.
Tengo la eficiencia del orden, de ser eficaz, de tenerlo todo
mente ordenado, colocado y bien puesto. Mi casa
tiene que estar Otde.
nada, impecable, y se lo exijo al que vive conmigo, pero sin decirle qye
Que s e dé cuenta por sí mismo de que
se comprometa en esta tarea.
para mí eso es muy importante.

Al estar, igual que el perfeccionismo, al servicio de la relación


dual y sentimental, no se trata de una eficiencia que le valga para
cumplir tareas que le ayuden a sentir el valor de sí mismo, ni le es
útil tampoco para lograr éxitos profesionales, como en los casos
del Ez social o de conservación. La eficiencia del E3 sexual está
dirigida a mantener la idealizada imagen superficial de mujer u
hombre perfectos para amar.

Competitivolenvidioso

El E3 sexual es competitivo si ve que tiene rivales que


pueden
arrebatarle un lugar de cariño. Sobre todo en las relaciones amo-
rosas puede ser muy celoso y envidioso, aunque no lo manifiesta
abiertamente: es una competencia velada, con estrategias. Trat
a
de ser la más linda o lindo, el más amable y servicial,
y hace como
si le saliera natural, sin mirar que
muchas veces es para ganar una
competición por el cariño de un ser
querido,
Al sentirse con poco valor, se compara
y no se siente capah
aunque anhela ser como ese
O
mirada afuera, como si tro que admira y envidia. Pone la
dent ro de sí no hubiera algo que lo sos"
tenga, que le ancle,
que lo centre. Y hay mucha competitividad
con las personas del
MiSMO sexo,

238
Otros rasgos caract
erísticos J Consid
eraciones Psicodin
ámicas

Agresión y rabia

Como en todas las personas del carácter


Eneotipo Tres, la rabia
está negada y reprimida. No la ha podi
do sentir en su infancia
por respeto a las exigencias de unos pad res co
ntroladores que es-
peraban de él el niño adorable, educado y perfecto
. Expresarla
hubiera significado manifestar u n mundo interior propio
, todo
un tabú, ya fuera por falta de escucha o por respon
der al ideal de
familia perfecta que no puede ponerse en cuestión.
Por eso el Ez sexual proyecta la agresión en los demás, pro-
vocando ser agredido para poder acusar al agresor, sin hacerse
responsable de la suya propia. Puede reprimir la rabia hasta el
punto no sentirla aunque, cuando al fin sale, puede hacerlo de
manera histérica y desbordada. El brote histérico de rabia es la
única forma que se permite, pues la vive como fuera de su control
y, por tanto, no ha de asumir su responsabilidad.
Otra forma a la que se desplaza la rabia son los ataques de
pánico, muy comunes entre los Ez sexuales, y que muchas veces
son formas de expresar su sufrimiento y su miedo, y una forma
paradójica de expresar malestar dentro de la relación. Paradójica
porque al tiempo que intenta expresar «algo» que le pasa para ser
tomado en cuenta, produce con estos ataques un empeoramiento
de su invalidez e inseguridad, y aumenta el nivel de su dependen-
cia del otro.

Somatizador
| o
La función de un sín tom a corp oral es mani fest ar aque llo que n
rpo, dyy asu
es consciente. La desconexión del E3 sexual con su a
las emociones, hace que estas aparezcan
en for
negación de

239
s
Psicología de los eneatipo

a. Es co mo si el cue rpo gri tar a lo que la persona no quier,


síntom
ver ni asumir.
pro ble mas ser ios EN el área de expresión, como en
Hay . icu]ltad de eXpresa a
a t a la por
A la dif
n en la p manifesta. .t
garganta, O tensió
PP. en

ciones en la piel,
.
a ie
q
o.
.
T a m b i é n
.,
er up
el enoj
est ar en co nt ac to CO M al go o con alguien; colitis,
descontento de ociones .
in te st in al es . El pr ob le ma del manejo de em
problemas
fi es ta co mo un no po de r di ge ri r bi en . Po r mucho que q]
mani
cuerpo hable, al E3 sexual las cosas le siguen pareciendo bien
aves o rupturas; sobre todo, co.
hasta que no tiene crisis más gl
. ... 2

flictos de pareja.

Desconectado

Este carácter utiliza la disociación y la negación para que no


irrumpan emociones peligrosas, por lo que aprende a desconec-
tarse con facilidad. Se desconecta de lo real y vive en un mundo
ideal. Esto le vuelve, en sus relaciones, insensible a los sentimien-
tos propios y ajenos. .

Al principio de mi proceso terapéutico pensaba que entraba con facili-


dad a lugares profundos y me percataba de mi parte oscura, como mi
perfeccionismo, mi manipulación y los juegos con mi pareja (tema
que me llevó a terapia). Con el tiempo, he observado que tengo una
coraza dura, que entro en espacios de desconexión donde aparece un
bloqueo (me quedo en blanco). Y me desespero porque voy a cursos
Intensivos y veo una dificultad en integrar lo visto en esos talleres. Pa-
Feria que mi crecimiento se estanca, y tiene que ver con esta desco-
nexión, que viene del miedo a crecer, a dejar esa niña pequeña
a la que
le doy el poder. Hay miedo a asumir la mujer imperfecta que soy y Cad!
en el abismo de la imperfección.

240
Otros rasgos característicos y consisideracione
; s psicodinámic
í ;
as

Ansioso

[a ansiedad aparece ante el miedo a que las emociones se desb


den. Es una amenaza más histérica que narcisista. El subti ose
zual puede sentir también la culpa; teme la equivocación se su
toacusa COn tal de que no haya conflicto: se dispara "end
ansiedad ante la posibilidad de que alguien, especialmente laoa
reja, se enoje.

En repetidas OS encuentro «haciendo cosas» y me percato


de que estoy en un nivel de ansiedad alto. Y si voy un poco má
yeo que estoy enojada con alguien o que alguna aa
conflicto y que es esto lo que me causa ansiedad. Controlo lo que sien-
to porque me da miedo estallar, que mi emoción me rebase como mu-
chas veces me pasa, aquí pierdo toda claridad y después me viene un
sentimiento de culpa e indignidad por no haber hecho las cosas bien.
Así que me debato entre controlar, la ansiedad que esto me causa, y el
estar aprendiendo a no irme con mi impulsividad.

Reconozco, en mi caso, la ansiedad como la necesidad de llegar a algún


sitio. Es como una especie de carrera que se despierta junto a mí en las
mañanas; un atropellamiento que me lleva a estar ocupado, con la idea
constante en la cabeza de que tengo que llegar a todo, cumplir con to-
das las tareas. Lo loco es que el que se pone todas esas obligaciones fic-
ticias soy yo mismo.

Orgullosolarrogante. No muestra que necesital


autosuficiente
s solo y a no pedir. Mu-
El Ez sexual se acostumbró a arreglársela
su madre, como consecuencia
chas veces la mujer compite con
cul o «pr ivi leg iad o» ins tal ado con su padre; y al tiempo
del vín
ció n de mad re de su mad re, respondiendo a
puede asumir la fun
241
Psicología de los eneatipos

: mando así u
la necesidad de cuidado de esta y tO 41 n pel QUE no
corresponde. Aunque sienta la.. necesidad, la arrogancia no le
: Der.
mite ponerse en el lugar de hija y pedis " y berga
También el pedir mancha la imagen de perfección que quie.
re dar al mundo. Pedir significa que hay algo que falta o Molesta,
no solo Para
así es como lo vivió en su familia. Toda una amenaza
son
su autoengaño de ser perfecto, sino también para la relación
el otro, que se ha montado sobre el engaño de ser la persona idea]
que ha prometido amor y felicidad eterna.
Se ha repetido en mi vida muchas veces hablar de dificultades o pro-
blemas con las soluciones por delante, con lo que he dado la imagen de
no necesitar nada ni a nadie y así he estado, sola, sin apoyo, sin estímy. *
lo, sin ayuda. Y así fui aprendiendo a vivir, encarcelando lo verdadera.
mente mío, sin darle la más mínima oportunidad de salir a la superfi-
cie, desarrollando una imagen de autosuficiencia y control que cada
vez me impedía más conectar conmigo.

Muchas veces he tenido problemas serios. En mi adolescencia me las vi


sola abortando, y después muchos problemas de pareja, pero nunca
pude decir nada en mi casa o a mis padres. Nunca pedí ayuda, nunca
mostré mis dificultades, mis miedos, mi dolor, mis errores.
5

EMOCIONALIDAD Y FANTASÍA

Fl Ez sexual es hipersensible pero se ha hecho experto en no mos-


trar las emociones poco aceptadas socialmente, como el enojo y
el disgusto. Ha adquirido un gran control para disimular esa hi-
persensibilidad y que es un ser vulnerable. Donde más expresa la
emoción es en soledad o con gente de mucha confianza, como la
familia o la pareja, que son lugares de desahogo de rabia, queja y
frustración.
Es muy susceptible a cualquier crítica, y se esfuerza en evitar-
la a base de complacer. La vive sin remedio como una terrible
amenaza y cuando la recibe, se disparan todas sus armas de defen-
sa, desde su fragilidad, sentido de inferioridad y miedo. No resis-
te que le pongan en duda, ni tampoco convivir con el miedo, que
es un sentimiento muy prohibido. Como fue un niño que hubo
de aprender a ser autosuficiente, su idea irracional es que con
miedo y debilidad nadie le va a querer. Cuando se permite sentir
el miedo es doloroso y a la vez liberador. El miedo al miedo causa
más sufrimiento que atravesarlo, lo cual supone un descanso pues
puede al fin soltar la máscara. El temor más grande es, en reali-
dad, a vivir el amor verdadero, a poder experimentar esa entrega.

De niña daba la imagen de ser una niña muy buena y aprendí a no


molestar ni con la emoción. Tengo la sensación de haber sido una niña

243
Psicología de los eneatipos

rotegida, que sentía esa tristeza pero no la “xp |


do había gente presente. Tenía: muchas fantasías que t
a salir de esa tristeza, sobre todo las de tener Una a |
ayu as Aquellas fantasías eran absolutamente Secre |
norm.

La tristeza del niño interior está muy presente Pero qued,


escondida o evitada. Á Veces puede aparecer un atisbo, enyy, dlto
en un halo de misterio, qué utiliza para seducir. Cuando las fan.
pie
tasías amorosas no se cumplen, la tristeza se hace más visible
transforma en un estado depresivo crónico, que favorece el tomar
drogas o cualquier cosa que pueda entorpecer la consciencia del
mundo emocional.
La tan reprimida rabia la somatiza transformándola en enfer.
medad. Lo que más muestra es la alegría, y siempre tiene una
respuesta positiva para los problemas propios y ajenos, aunque
internamente esté sintiendo lo contrario. Lo que prima es: «Todo
está bien».

Si me siento mal, frágil e indefensa, puedo sacar fuerzas no sé de dónde


para no mostrarme así y subirme al carro del entusiasmo, ya sea con los
proyectos del otro o con los míos propios, en un intento de evadir el
dolor y el sufrimiento. Por eso mucha gente me considera alegre y di-
vertida,

Hay una desconexión con el mundo emocional y un retardo


en la respuesta. Como vive en un mundo de entusiasmo en el que
todo está bien, se desconecta de cualquier emoción dolorosa O
que considere fea, como la rabia o el sentir una
agresión. Hay la
idea vanidosa de que no se puede descomponer públicamente. El
entusiasmo está bien visto;
el dolor, no. Convive con la fantasla
d € que : stra
si mue lo «feo», le van a abandonar. Esta es la falsedad
que ue másmá dolor le produce cuando empieza a tomar conscieienci
ncia.

244
Emocionalidad y fantasía

De adolescente rene más una emoción histérica; empecé a expre-

a lo largo de mi in-
sar toda la rebeldía y el enfado que había guardado
fancia. Lo EXP resaba en casa con muchos gritos y llantos histéricos. En
sociedad no EXP resaba nada, me mantenía casi autista. Podía salir con
amigos y nO hablar nada en toda la tarde. Ahí aparecía mucho el mie-
do a decir algo incorrecto,

El exceso de control le viene por vivir permanentemente con


la preocupación puesta en el ojo ajeno. Le teme a la locura aunque
también le fascina soltar el control. Hay bastante atracción hacia
las drogas O el alcohol; es fácil presa de adicciones, por ese control
con el que convive y la complementaria necesidad de soltarlo.
Me drogué mucho buscando sentir emociones intensas, o al menos eso
era lo que me contaba. En realidad lo que buscaba era no sentir, y en-
contré mi droga: la heroína. Con ella era feliz porque nada me impor-
taba, ni siquiera la muerte. Podía estar en una reunión social y no pre-
ocuparme por mi imagen. Esto era un gran alivio.

Cuando sale en grupo a un acontecimiento social, el deseo es


ser la persona más apreciada y amada pero, por miedo a decir
algo inadecuado suele ser muy cortado y poco participativo. Lo
pasa mal con esta timidez porque le hace sentir invisible. Cuando
consigue soltarse, vienen luego fantasías duraderas que le llevan a
creer que ha hecho y dicho barbaridades intolerables que le aca-
rrearán terribles consecuencias, como la crítica y la retirada del
cariño. La idea de fondo es que la gente no le puede querer tal y
como es, por eso tiene que controlarse tanto.
La fantasía está muy viva y ocupa mucho espacio. La más
común es amorosa: encontrar ese amor maravilloso que verá lo
especial y único que es, que le va a salvar de todo el dolor y triste-
za vividos. Sueña un amor de película romántica: la familia, los
niños... En la adolescencia esta fantasía ocupa mucho lugar,
como también la de conseguir el amor más difícil.

245
Psicología de los eneatipos

Cuando tení trece años, soñé una noche que estaba en la da


autobús para ia la escuela y ll un Lom rs con ecos de yy , iny
glo, montado a caballo. Me pidió y 9 volando
j t tierque ra.
od d era el hombre que siempre había
rme del sufrimiento. A
que me iba llevar a nuestra Casa para libera
tía tan amada y realizada Xen
fue, llegamos a nuestra casita y me sen
real el sueño quelo cuida
nunca más quise regresar a la Tierra. Era can
o una joy a. Sie mpr e, cu an do la rea lidad me pareció insopora.
ba com
imaginaba de nuevo. En
ble por la sensación de no ser querida, me lo
man era de con sol arm e a mí mis ma, y me quedé con la certeza A
una al ed
que me querría igu
que un día yo iba a encontrar un hombre
do,
hombre del sueño, y así terminaría mi sufrimiento en el mun

El Ez sexual tiene una enorme dificultad para vivir lo que le


toca. Sus expectativas para con él mismo están tan hinchadas, son
tan grandilocuentes, que acaba una y otra vez en la evasión. Parte
de su hábito a la ensoñación se relaciona con sentir que debería
estar en otro lugar, en un sitio mejor, que se merece sin duda, y es
que lo que el presente ofrece es de una vulgaridad y falta de inte-
rés tan aterradores...
Como siente que la vida tiene que ofrecerle algo más, de que él
es merecedor porque sí de algo excitante, adecuado a las enormes
ilusiones que ha alimentado, hace poco por cambiar de sitio él
mismo. La lógica frustración lleva, de entrada, a un desprecio por
personas y situaciones cotidianas no tenidas por suficientemente
atractivas, y en una rebelde oposición a los momentos carentés de
intensidad, o de belleza y armonía. Y acaba desembocando en una
suerte de selectividad: se diferencia a una gente
de otra, y los elegi-
dos son aquellos capaces de aportar belleza y distinción.
El subtipo sexual no dejará de seguir engordando su fantasía
compulsivamente, aunque no pueda ni sepa llevarla a la práctica,
por lo que puede pasar por un adicto a
los sueños, siendo en re2-
lidad un gran ausente.

246
INFANCIA

En las diferentes vivencias compartidas, los Ez sexuales coinci-


den en que aquello que los padres necesitan se vuelve más im-
portante que las propias necesidades. La atmósfera familiar suele
estar cargada de tensión y carencias afectivas, en vez de ser un
lugar de nutrición.
La anulación de las necesidades propias viene de su esfuerzo
permanente por ser un buen hijo, una buena hija, para que las
cosas marchen bien. Tiende a adaptarse a las reglas de la aparien-
cia, a cómo uno debe ser y a cómo sería una familia ideal. Cree
que si se transforma en lo que el otro quiere va a ser querido y se
convierte en un experto observador, extremadamente sensible a
lo que el otro requiere, y se vuelve perfecto en eso. Poco a poco, el
ser genuino y espontáneo se sustituye por lo aparente, por lo ade-
cuado. Al renunciar a la individualidad, al impulso de vida y de
crecimiento, pierde su valor intrínseco. Su negación de la vida,
del placer y de Eros, le sume en la ansiedad y en perennes senti-
miento de no valer y de culpabilidad por ser.
El niño se identifica pues con los valores de los padres y los
hace propios. La mayoría reconoce haber incorporado deseos, in-
satisfacciones y expectativas de la madre, asumiendo inconscien-
temente la tarea omnipotente de devolverle la satisfacción, la feli-
cidad o la realización que ella no pudo vivir. En las mujeres, esto

2.47
Psicología de los eneasipos

veces con un paradójico vín


se corresponde muchas ) culo COn la
o se identifica
' con ¡ sus aspirac;
Piraciones e in
madre, donde por un lad -

mientras por el otro la teme como


tenta corresponderla, > hombre esta identificaci Posible
ival I padre. En el hombre esta identificación con la y,
va por e P
le lleva a ponerse a su lado como el hombre ideal, lo qu € dese.
“dre
boca en una relación conflictiva COn el padre.
La confusión en las relaciones parentales toma un ASPecto
más complejo debido al papel tan fuerte que juega la seducción
de la madre al hijo o del padre a la hija. La atención sensual, y a
veces sexual, que le dirige uno de los padres hace que el deseo del
hijo, o la hija, de ser confirmado y amado, se mezcle con un co.
rresponder al deseo de intimidad física del padre, muchas veces
afectado por un deseo sexual. El niño aprende a ser invadido,
manipulado o abusado y, sobre todo, aprende a utilizar su cuerpo
para conseguir un lugar especial.
Parece pues que en la infancia de un E3 sexual coexisten dos
elementos centrales. Por un lado la seducción para que el niño
sea como los padres desean: el objeto de su necesidad, su trofeo,
Y por el otro, el control y autoritarismo por parte de uno de los
padres o de ambos. En este marco caben humillaciones, abusos,
descalificación y agresión.
Esta necesidad materna o paterna de control y posesión dis-
minuye en el niño o la niña el sentido del yo. Al ser visto como
alguien que llena necesidades o vacíos ajenos, y no como lo que
es, acaba desarrollando una personalidad narcisista, confundido
entre lo que es y lo que representa para el otro. El niño crea la
imagen que sus padres dictan como ideal y se vuelve experto en
reprimir todo lo que no la refleje o la contradiga. Por
un lado le
esti haciendo sentir que es especial y superior y como tal en pú-
blico lo utilizan; por el otro en la intimidad le descalifican, pues
es
más fácil controlar un niño inseguro y avergonzado.
4 L_o 2. ,

248
Infancia

Fui un niño dependiente y sumiso, incapaz


de decir: «No», de protes-
ar, de expresar mis sentimientos de disconformidad.
Había demasia-
do en juego- Puesto entremedio de la madre y del padre, para castrar
a
este y mostrarle continuamente que su hijo le daba aquello que él no le
podía darle a ella. Así dejé de ser un niño alegre. Supongo que mi ma-
dre tenía un vacío grande de llenar y finalmente su tristeza pudo más
que mi alegría.
Yo no podía soportar verla llorar. Mi único hermano mayor y yo
estábamos en lucha y competencia por conseguirla. Él no tiene nin
gún
problema en defraudarla y eso me coloca a mí al lado de ella. Esto nos
separa mucho y jugamos poco entre nosotros, habiendo muy poca
complicidad en la infancia y juventud.

Los E3 sexuales no tuvieron una madre segura y con esa ca-


rencia se enfrentaron al proceso de individuación y al anhelo de ir
hacia el padre. Hay una ansiedad oral de insatisfacción. El víncu-
lo primario no fue satisfactorio y lo siguen luego buscando en la
pareja. Se quedan triangulados en esa relación y no pueden ni
tomar a la madre ni confiar en el padre que, o no estuvo presente
o fue un explotador. La sensación de haber sido seducidos y trai-
cionados por el padre del sexo opuesto se llevará a la relación de
pareja, donde este carácter se queda en el anhelo dependiente.
Sin darme cuenta, en mi adolescencia me fui convirtiendo en el mari-
do de mi madre. Mi padre no estaba, no existía, y yo cubrí ese lugar:
me hice responsable, eficiente, tomé decisiones que no correspondían
ni a mi rol de hijo ni a mi edad. Y desde aquí me fui colocando cada
vez más en una persona de carácter serio, rígido, con poco humor y
hasta a veces con vergiienza de reír, de pasarlo bien, de disfrutar, y esa
era la prohibición: no hay tiempo para el disfrute, el goce no es pro-
ductivo.

A veces en la familia de un E3 sexual hay caos; a veces rigidez,


autoritarismo y represión. Pero la constante es que los padres no
están disponibles para las necesidades emocionales, de cariño y
de contacto del niño. Se crea en él un sentimiento de culpa de

249
Psicología de los eneatipos

as en la fa mi li a má s im portantes que él, que sen


ser. Hay cos desarrolland, te
que ha de adaptarse par a ser «uno de los nuestros»,
, callar y pac
los recursos de escuchar ci a so n FeCUenteS e ,
ol is mo o vi ol en
En caso de caos (alcoh
ds . adaptarse pe para no crearE ÁSmá COnflic.
familia de origen), aprende a P
«querido,
tos, y resolver situaciones le permite ser visto y sentirse
Desde muy pronto mis necesidades no on consideradas y el «. E
fuente de
po familiar», lejos de ser un lugar de re glo, era constante
tensión, miedo y sufrimiento. Yo era la séptima de siete hijos, e el
orden de tres mujeres, tres hombres y yo, para desequilibrar la balanza,
Pronto aprendí que para ser amada tenía que pagar «mi cuota», tenía
que dar cuenta de algunas tareas que normalmente no serían atribyj.
das a una niña.
De lo que me puedo acordar, a partir de los cinco, seis años de
edad, cuando mi papá se excedía en la ingesta de alcohol, yo era indy-
cida o forzada por mi madre a intervenir para que acabaran los conflic-
tos entre los dos, que en general ocurrían durante las comidas de los
fines de semana. En esos episodios, mi madre me delegaba la tarea de
convencer a mi padre alcoholizado de ir a dormir, pasando mis largas
tardes de domingo intentando calmarlo y distraerlo, siendo la confi-
E dente de quejas relativas a los conflictos familiares. Muy pronto tuve
, que echar mano de lo lúdico, que es parte del universo y de la necesi-
E dad infantil, para cuidar de los adultos y tal vez así ser vista, tener algu-
na importancia o ser merecedora de su amor. Mi madre sabía que era
la hija predilecta de mi padre, y en su ignorancia se aprovechaba de mí
utilizándome para apagar el fuego de las fricciones. Muchos fines de
semana fueron dedicados a soportar y presenciar los pleitos de los dos.
En esas ocasiones yo quería librarla de aquel sufrimiento que era ex-
presado en forma tan dramática, con llantos muy prolongados que ha-
cían surgir en mí y en mi hermano muchos sentimientos de culpa. Así
yo me prometía a mí misma no defraudarla o desilusionarla más, no
desobedecerla, no darle problemas o preocupaciones. Fui tomando
entonces para mí la responsabilidad de cuidar de mi padre en sus mo-
mentos de desequilibrio alcohólico, para evitar el sufrimiento de mi

cn de toda la familia, Los domingos pasaron a representar días de


Peso y tristeza.

250
Infancia

Introyecté la responsabilidad de cuidar y mantener


el bien d
todos. Asumí el papel de estar siempre al frente de los problema
s e
nómicos y de salud, que siempre estuvieron pres
entes en mi familia de
origen. Crecí sin ver dinero y aprendí a sobr
evivir con muy poco. Des-
de temprano mi trabajo profesional me permitió sobreviv
ir con di i-
dad, y veo que en la relación de pareja me coloco en una cierta depe
n.
dencia económica, como si proyectase en mi compañero al padre
proveedor que me faltó.

El niño puede exagerar las emociones o los acontecimientos


simplemente para que de una vez le vean. Y la carencia de contac-
to y de contención puede llevarle a un sometimiento que en la
adolescencia, a modo de venganza, se torne rebeldía en la intimi-
dad familiar.

Me volví servil y no desarrollé ningún respeto por mí misma. Recuer-


do a mis siete u ocho años cómo fantaseaba con salir en las necrológi-
cas de la radio, ¡así me verían, aunque fuera muerta!, me verían a mí y
no lo que ellos querían ver.

Yo leía las caras de mis papás (especialmente de mi papá) para saber


cómo estaban y qué requerían de mí. Ahora leo las caras de mi pareja;
si hay un signo de cariño puedo idealizar una vida y fantasear y soñar
con algo maravilloso que muchas veces no es real, y si hay un signo de
rechazo se despierta en mí un pánico generalizado que vivo con miedo
al abandono y mucha ansiedad, puesta al servicio de la acción para que
todo esté bien otra vez y me quiera. Pero después me quedo enojada de
tenerme que haber sometido y me endurezco, creo que como una for-
ma de venganza y también como una manera de protegerme de no ser
lastimada otra vez.

En familias autoritarias, la educación represiva inhibe el de-


sarrollo de la capacidad de escuchar las señales propias, como el
sentirse satisfecho o saber qué quiere, cuáles son sus gustos. El
; hay que
niño aprende a decirse: «No llores, no sientas tristeza
La
estar feliz». «Si haces eso te van a descalificar o te excluyen».
251
Psicología ae los encatipos

porta nte que las señales del cuerpo, que ha


regla es más im querido». Y Que
ignorar para sobr evivir. «Si obedezco, soy
fa nc ia de un Ez sexual se repiten historias qe ”
la in
En
PO ! parte de los padres, que devalúan l es
y descalificación , e.
a problemas, los míos», «lo tUYO No es .
riencia del hijo: «Par m-

pa También el deseo es cor tado ya ya q que es visto Como malo o


. Z '
peligroso. Los siguientes ejemplos refieren cómo se dio dicha re.
presión en la infancia y sus posteriores repercusiones en la Vida
adulta.

Dejé de validar lo que sentía y empecé a esconder lo que consideraba


no bueno. Tenía dificultad para ver la sombra de las cosas, de las per-
sonas y de mí misma; los abusos, la parte oscura. No veía mis miedos.
Ahora puedo ver cuánto gasto de energía en mantener una imagen,
en que no se note mi inseguridad, en tapar lo que no quiero que vean
mostrándome agradable. Tenía y tengo mucho miedo al ridículo y pá-
nico a decepcionar, por lo tanto hay una gran necesidad de controlar.
Es como ir poniendo maquillaje o ir arreglando lo que no me va gus-
tando. Después yo me lo voy creyendo y viene el autoengaño.

Si en algún momento podía protestar y mostraba mi rabia, ya fuera


EE
con mi hermano o con lo que fuera, me chocaba de frente con la seve-
| ridad de mi madre, la hebilla y el cinturón o castigos severos.

Recuerdo que mi madre, muy exigente, pretendía que fuera una niña
«perfecta», como a ella la habían enseñado a ser. Yo tenía que ser un
modelo por el hecho de ser su hija. Tan perfecta pretendía que fuera
que ni siquiera me permitió que cagara y meara cuando tenía ganas.
Siendo un bebé recién nacida, pasaba horas sujetándome y mante-
niéndome sentada en el «jarrico» para que hiciera allí mis necesidades.
Ni siquiera me meaba encima.
me ca pe Jets me rebelé abiertamente contra ella ad
zas de decírselo a mi padre, Cc
cra más ditecto y for > on ad era teca pumi entr aramiento
di erene, rabo
- Aunque mi sensación era que él no P!

252
Infancia

e
quien cortaba el bacalao en
nada y Y” y Mi madre me casa era mi madre;
gritab í
desproe ba pr casa, en much a mucho cuando no hab
ía gente.
as ocasiones yo le pedía qu
Ella bor como no podía por e m e llevara al
ps de y dejara de ins
el tra baj o, me daba un guantazo para
istir. Escenas de este tipo que
a veces, yo no entendía nada, no co se repitieron mu-
c mprendía por qué unas veces
alz aba n, se reían conmigo y destacaban lo divertida
me ens que yo era y
otras, sin ton ni son, me llevaba un guantazo, gritos y caras que pare-
Y
fulminarme. o |
era todo el mundo yo era una modelo de hija; me gané el cariño
la gente siendo amable, cariñosa y siempre disponible para todos;
ce lann” > permitía que se aprovecharan
: de mí con! mi excesiva
| tolerancia.
De ero en mi casa era diferente: allí era la rebeldía personalizada.

Al Ez sexual le cuesta mucho trabajo hablar de lo que ha vivi-


do. La vergienza le impide el acceso de doloroso, que le cuesta
oner en palabras. La experiencia Bs queda enterrada. En su
logar, una sensación de vacío, de historia vacía. 0%
Lo importante es ser correcto yel riel a verya ne in .
rrumpen la secuencia entre lo que vivió y el hablar de o E
persona puede entrar en con en un blanco que pue
fantasías sobre lo vivido. |
> Dalariairo reprimido y la verglienza por sus AD .
lleva a sentir que es vergonzoso ser un ser mo ens a
instinto uno es malo, queda manchado. Todo eso hay q
derlo, no se puede expresar libremente:

Cuando :
uando tenía nueve años estaba en el colegio, era la a
el examen y
Mi miedo
-L.: ¡ año.
yo sabía que en aquel momento estaba prohibido ir
: ganas de
a que eviera % empezó a crecer y no podía levantar-
ipí
rmiso a lahacer p para ir al servico
maestra ¿a a latir el
io. Me E ezó
ba y nolatirrese
me y pe
corzón muy rápido y sentí que todo mi A cuerpo se Pp iza
A medos
,
ndía. Me hice pipí ahí,
ó . » A , atre
en
la silla, y
ls
no me
: no dije nada.
a da

nadie Fue un sen de una vergúenza


Le sentía com-
Sentía ue todas me miraban y que nadie
me tab ,de no dormir y no
eletanic sola. Después de muchos días de miedo,

253
Psicología de los eneatipos

olegio, me atreví a confesarlePOa mi m á el evento


uerer ir al
Se o en secreto y por fin me liberé . Esas si
tieron. Y algú] n ass Ss de
había guardad taciones y Que
onzoso se repi
C onder algo sucio O Verg vivíao como un pecado o od
os
lo
juego sexu'al con primas
ó
.
sentía sucia y manchada

La mujer E3 sexual posee una combinación de fragilidad


fuerza que puede sorprender por paradójica. Se muestra m Uy fe.
que desary
menina y dulce mas compite con la fuerza, algo olló en

la infancia en relación a los hermanos hombres y al Padre:

Envidiaba la libertad y los privilegios de los tres hermanos hombre,


que me antecedían. Tenía mucha vitalidad y sufría con la sumisión 4
los hermanos, que era autorizada por mi madre. Me sentía OPrimida
por los más grandes. Creo que esta envidia a los hermanos de cierta
forma motiva una competitividad que reconozco en mí en relación a
los hombres. En mis relaciones con el sexo opuesto siempre asumí Una
actitud más desafiante y, aunque me reconozca dependiente de la pa-
reja en algunos aspectos, estoy siempre pateando. Durante mucho
tiempo he disfrazado sentimientos y necesidades en la relación marital
para no mostrar debilidad o parecer vulnerable.

En general este subtipo no se sintió bien con su aspecto y


trata constantemente de arreglarlo o para verse mejor y así sentir
seguridad.

Mi apariencia nunca fue ensalzada en la infancia, sino todo lo contr2-


rio. Dentro de mí siempre existió una niña pecosa y fea que sufría con
la crítica y que quería ser respetada y aceptada por la familia. No re-
cuerdo a mi madre reforzando mi autoestima o haciéndome algún elo-
gio. El entorno familiar no era «suficientemente bueno». Me sentía
sola y desprotegida y a merced del control y las críticas de todos. Nadie
se preocupaba mucho por mi bienestar.
no > o! e ere físicamente aracua esaba a de e
pervivencia y yalidación. U n y seducir; era casi una necesi a de
mi nado e n. Uno de los mejores recuerdos que teng
cuando me sentaba a su lado viendo revistas de M0

254
Infancia

mientras ella cosía. Yo me quedé muy feliz y


Me sentí muy amada
cuando ella hizo un traje nuevo para mí.

si en la familia se le da valor al saber y al co


nocimiento, la
ersona se identificará con esos valores y procurará crecer en lo
a . ? ,

académico para demostra


o r que es alguien y ser querido, o a modo
de refugio ante la tensión familiar y la soledad.

Un hecho que me marcó fue un día que sorprendí a mis padres admi-
rando las tareas escolares de mi hermano. Recuerdo perfectamente
cómo yo me sentía en desventaja. Yo también quería ser objeto de la
admiración de mis padres y entendí que para eso tenía que aprender a
leer y escribir. A partir de aquel día pasé a reivindicarme iniciando los
estudios. Aunque no tenía aún la edad permitida para ser matriculada
en la escuela, no descansé hasta que mi madre consiguió una matrícula
especial para mí.

Para manejar la angustia o ansiedad ante situaciones tensas,


recurre a la negación de lo que hay, tratando de dar una imagen
de familia maravillosa; o utiliza la fantasía, el juego o la mentira
para huir de ese ambiente incómodo. Muchos Ez sexuales, antes
de empezar un trabajo sobre sí mismos de real autoconocimien-
to, describen su infancia y familia como perfectas, sin sombras,
llegando a olvidar eventos específicos. El engaño se extiende a
construir una imagen falsa de su entorno infantil hasta tomarla
por la realidad vivida. Le cuesta mucho a este carácter abrir las
puertas de su propia historia y, con ellas, los ojos del darse cuen-
ta. Cuando por fin lo hace emergen experiencias de sufrimiento,
humi-
abusos de todo tipo, maltratos físicos, comportamientos
las
llantes y torturas psicológicas. Caen ahí, para las mujeres,
y cart
máscaras de la madre mártir y del padre supercomprensivo
ñoso. A los hombres se les desvelan la madre ambigua y seductora
que agarró al hijo, y el padre competitivo y autortano.
255
Psicología de los eneatipos

a imagen que construí de mi familia, E,


Me aferré primero a l I carné de identidad (tenía Catoro. A Un
) : un señoñor mayor.yor. En mi di 1SCurso me -S >y
comencé a habl ar conq ñ
lia de una form a que nunc a me habí a eScu chaq t
hablando de mi fami que eco o
chaban, sabían lo
le presenté la familia perfecta: me escu
>

con ellos , : ,
eran comprensivos in lta-2
ba, , tenía much a conf ianz a e

cercanos, siempre me apoyaban en mis decisiones, etc, etc. No


bene, sé
cuántas cosas más le dije y su respuesta fue que le encantaría
hija que hablara así de él. Creo que ahí confirmé que esa imagen - ,
buena y tenía éxito, con ella me ganaba a la gente mayor y granicaba
envidia de los de mi edad. Aferrarme a ella me hacía sentir menos sola
y angustiada; parecía otorgarme una identidad.

Cuando tenía trece años, mi mamá no tenía dinero para pagar mis
clases de danza, así que vendía dulces en el colegio para ganar dinero
poder pagar mis clases. Sentía mucha vergúenza de que los demás -
dieran cuenta de que en mi familia había caos y necesidad económica
así que simulaba en la escuela que para mí vender era un juego, no una
necesidad. Al mismo tiempo me preocupaba que se dieran cuenta que
era una mentirosa, que no era como me vestía y que no era tan feliz,
porque entonces se podían alejar de mí. Escondía lo oscuro pensando
que todas las demás familias sí eran felices y no tenían problemas. Solo
mostraba lo que sería aceptado socialmente.

256
7
PERSONA Y SOMBRA:
LO DESTRUCTIVO PARA sí y PARA LOS p
EMÁS

Mujer desconocida, retrato de Ivan Kramskoy (1993)


representando al personaje de Tolstoi

Ána Karenina, la novela de Tolstoi que nos sirvió para ilustrar la


seducción de este carácter, es también un buen ejemplo literario
Para entender la sombra, con su fuerza destructiva, que tanto do-
lor y separación causa en el E 3 sexual.

257
Psicología de los eneatipos

En el desarrollo de la novela Ana, que se nos Presenta q


una diosa femenina de sabiduría y compasión, S€ Va revelangy un
mujer cruel, obsesionada, vengativa ydestructiva, De Mente ca ]
vez más volátil, pasa de un estado emocional 2 OLEO COMO yn bar
quito en una tormenta atlántica. Perdida en una red de Creencias y
pensamientos frustrantes que le generan mucha rabia, AUMENtan
paulatinamente sus vivencias destructivas, hasta no Ver Otra Opción
que aniquilar su propia existencia en un suicidio que le depare q]
triunfo definitivo: el amor de su amante y la venganza a la E.

Empieza la novela con su llegada en Moscú para salvar el maty;


monio de su hermano. Es la misión de una mujer de gran cora.
zón que valora la familia: convencer a su cuñada de que perdone
al esposo infiel por el bien de todos.
Su estilo de vestir es de una elegancia noble, sutil, femenina y
modesta; nunca llamativo. Lo mismo podríamos decir de la im-
presión que deja como persona: una apariencia suave, compasiva,
maternal y tierna. «En el rostro de Ana se pintaba un sincero
afecto, una verdadera compasión».
La impresión que vibra en Kitty, la hermana de su cuñada,
nos da una idea de su encanto y de la simpatía que despierta en
los demás, del éxito de su máscara:

Kitty se sintió, en seguida, prendada de ella, como suelen prenderse las


muchachas de las señoras de más edad. En nada parecía una
gran
dama, ni que fuese madre de un niño de ocho años. Cualquiera,
al ver
la agilidad de sus movimientos, su vivacidad y la tersura de su cutis, la
habría tomado por una muchacha de veinte,
de no haber sido por una
expresión severa y hasta triste, que impresionaba y subyugaba a Kitty,
que ensombrecía a veces un
poco sus ojos.
Adivinaba que Ana era de una sencillez absoluta y que no ocultaba
sd pero adivinaba también que habitaba en su alma un mundo supe-
Hor, un mundo complicado y poético que Kitty no podía comprender.

258
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

Kicy aún idealiza a Ana, intuyendo en ella algo enigmático


cuando de repente se da cuenta de su inesperada insensibilidad
ante SU dolor: Ana, que está hechizando abiertamente al hombre
que Kitty desea y de quien espera que la pida la mano en el baile,
le da la espalda, ignorando la incomodidad de Kitty a fin de se-
guir con su juego de mujer encantadora:

Estaba hermosísima en su sencillo vestido negro; hermosos eran sus re-


dondos brazos, que lucían preciosas pulseras, hermoso su cuello firme
adornado con un hilo de perlas, bellos los rizados cabellos de su peina-
do algo desordenado, suaves eran los movimientos llenos de gracia de
sus pies y manos diminutos, bella la animación de su hermoso rostro.
Pero había algo terrible y cruel en su belleza... (12 parte/cap. x1x).

Nos parece que esta crueldad se refiere a la desconexión entre


la imagen idealizada y proyectada afuera de diosa de belleza y sa-
biduría, y un gran vacío interno que no puede resonar con la vi-
vencia de otro ser:

Al acercarse, Kitty levantó los ojos hacia ella asustada. Ana la miró y le
sonrió cerrando los ojos mientras le apretaba la mano. Pero al advertir
en el rostro de Kitty una expresión de desesperación y de sorpresa por
toda respuesta a su sonrisa, Ana se volvió de espaldas a ella y empezó a
hablar alegremente con otra señora. «Sí, sí —se dijo Kitty—, hay en
ella algo extraño, hermoso y a la vez diabólico» (1/x1X).

Es la primera vez que Tolstoi nos deja entrever la sombra de


Ana Karenina, al recordarnos que la copia de una imagen ideali-
zada de divinidad es tanto una ilusión creada por nuestra igno-
rancia como una negación de la naturaleza humana y de su luz
intrínseca. (
Aún no está claro en qué consista este lado oscuro pero el
autor nos está ya preparando para ser testigos de algo inesperado,
de
que se va a ir manifestando poco a poco en el comportamiento

259
Psicología de los eneatipos

h o sufrimiento en ella y en los QUe esp


Ana, causando mucto «diabólico» conlleva un gran
Potenci
cerca. Este elemen sión del Eros, por la proh al des.
tructivo por la > io y de ibic ión de ,
su libre expresión. A lo largoNectar.
se con elplacer de la
p 7 el esfuerzo por cumplir con
su idealizada
novela, irá in q a y el deseo
de autocastigarse por no lograrlo,
autoimagen MA la uctivo se vuelve trágico
Este potenci en el Ez se.
no solución parece el suicidio
, una idea y un
xual FORO cn les Ez sexuales desesperados
. Como Cuenta
acto frecuen
una persona de este Car ácter:
,

s en que más
En los momento: desesperados he vivido en la frustración Crónica, en
por no haber logrado sentirme
los momentos más areció la amada
opción más lógica: era mi pro
pa pia muerte
lo p
o la de él, para AA me de una situación sin salida donde me faltó la
do para salir de mi jaula dor
fuerza que hubiera necesitado p ada.

Después de un año de amor secreto, cuando por fin llega el


encuentro sexual entre Ana y Vronsky, nos asombra por su carga
dramática:
Lo que para Vronsky fue durante cerca de un año el fin único y mp
E mo de su vida, para Ana había sido un sueño de felicidad, tanto m
| encantador cuanto más inverosímil y terrible le pareció su realización.
Pálido y trémulo, estaba de pie, al lado de ella, rogándole se tran-
quilizase sin saber cómo ni por qué,

Pero, cuanto más elevaba


él la voz, más bajaba ella la cabeza.
¡Aquella cabeza antes tan altiva
y alegre, ahora tan humillada! La ha-
bría bajado hasta el suelo, de
sde el diván en que estaba sentada y habría
caído sobre la alfombra
si él no la hubiera sostenido.
—iDios mío, perdóname!
Vronsky contra su pecho. —sollozó estrechando la mano de
Se consideraba tan cri s 7 / 1-
no que el de la humillaci minal y culpable que no encontró más cam
ón y el perdón,

260
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

La vergilenza le imposibilita a Ana disfrutar el anhelado en-


cuentro amoroso. La culpa que siente, fruto de una acusación
interna, le envenena una intimidad con su amante que podría
aportarle un momento de profunda conexión y placer.

Ya no tenía en la vida a nadie sino a él, y por eso era a él a quien se di-
rigía para que la perdonase. Al mirarle sentía su humillación de un
modo físico y no encontraba fuerzas para decir nada más.

Cautiva de su vergiienza, Ána se siente expuesta ante su


amado. La humillación se ha activado por la exigencia vanidosa
de un «debo ser...» y de un «no lo soy» que ahora se está haciendo
visible. La persona que hay delante ha visto su «no lo soy»: su
imagen indeseada, negada y bien escondida en su interior.
La humillación en la crianza crea en los niños un estrés exis-
tencial que sirve de control social y fuente de poder al menosca-
bar sus impulsos vivos de espontaneidad y efervescencia, que el
Ez sexual ha perdido. Al reprimir este carácter en su interior la
fuerza de sus emociones reales, ya no le sirven de acceso a la
energía vital que necesitaría para ir a por sus deseos. Esa fuerza
perdida la empieza a buscar afuera y, en consecuencia, necesita
manipular al otro desde la máscara de la complacencia, como un
niño que aprende a seducir adulando con su sonrisa a los padres
para obtener lo que quiere, para ser protegido.
La autoacusación de Ana la está presionando y el sentimien-
to de culpabilidad la obliga a rogar el perdón de lo que vive como
un acto humillante. Ante su juez interno merece un severo casti-
go y necesita desesperadamente por tanto el perdón de Vronsky.
Esta petición de perdón nos aparece no como un acto humano de
admisión de responsabilidad sino como una tentativa extrema de
recomponer su imagen de «buena» a los ojos del otro. Haciéndo-
se la víctima, controla el comportamiento de su amado.

261
Psicología de los eneatipos

que puede Perime


Vronsky, contemplándola, experimentaba lo
Aquel N
un asesino al contemplar el cuerpo exánime de su víctima,
r, el amor de la a
po, al que había quitado la vida, era su amo ta
época en que se conocieran.
Había algo de terrible y repugnante en recordar el precio de ver
ilenza A
gúenza que habían pagado por aquellos momentos. La Verg
y, Mas en
su desnudez moral oprimía a Ana y se contagiaba a Vronsk
ante el ca diver de
todo caso, por mucho que sea el horror del asesino
h
su víctima, lo que más urge es despedazarlo, ocultarlo y aproye Alse
men.
del beneficio que pueda reportar el cri
De la misma manera que el asesino se lanza sobre su víctima, la
arrastra, la destroza con ferocidad, se diría casi con pasión, así tambi
Vronsky cubría de besos el rostro y los hombros de Ana. Ella apretaba
la mano de él entre las suyas y no se movía. Aquellos besos eran el pago
de la vergiienza. Y aquella mano, que siempre sería suya, era la mano
de su cómplice...
Ana levantó aquella mano y la besó. Él, arrodillándose, trató de
mirarla a la cara, pero ella la ocultaba y permanecía silenciosa. Al fin,
haciendo un esfuerzo, luchando consigo misma, se levantó y le apartó
suavemente. Su rostro era tan bello como siempre y, por ello, inspira-
ba aún más compasión...
—Todo ha terminado para mí —dijo ella —. Nada me queda sino
tú. Recuérdalo.
—No puedo dejar de recordar lo que es mi vida. Por un instante
de esta felicidad...
—¿De qué felicidad hablas? —repuso ella, con tal repugnancia y ho-
rror que hasta él sintió que se los comunicaba—. Ni una palabra más,
por Dios, ni una palabra... Se levantó rápidamente y se apartó. —¡Ni
una palabra más! —volvió a decir. Y con una expresión fría y desespera-
da, que hacía su semblante incomprensible para Vronsky, se despidió de
él. Ana tenía la impresión de que en aquel momento no podía expresar
con palabras sus sentimientos de vergiienza, de alegría y de horror ante la
nn vida que comenzaba. Y no quería, por lo tanto, hablar de ello, no
quería rebajar aquel sentimiento empleando palabras vagas (2/X1).

Esperaríamos felicidad y alegría después de un encu


entro
amoroso tan deseado, pero Ána aparece como una mujer dest
ro”
zada que acabara de rec ibir un mensaje
horrible.

262
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

Podemos ver su conflicto intrapsíquico: No tiene permiso


ara buscar placer erótico; su vanidad no le permite entre garse y,
gs .

h haberlo hecho, ha fallado. Le ha fallado a su autoimagen


de
mujer impecable pues se ha —literalmente— desnudado. Las
mujeres perfectas no pecan sino que se comportan según las leyes
que la sociedad patriarcal dicta a sus mujeres deseables.
Con su entrega cae también la máscara ante el amado. Al
haberse mostrado con sus más íntimos deseos, es decir, con «des-
nudez moral», parece depender del perdón de Vronsky por ese
«pecado» (que implica un fuerte autojuicio) y empieza poco a
poco a resentirse con él. Pues se le activa la creencia inconsciente
de que a partir de ahora él ya no la podrá amar, tras haberle visto
su parte fea. Se despide con «una expresión fría»: la humillación
sentida le dispara un rechazo inconsciente hacia él. O quizá le
está proyectando la culpa de haberla llevado a tal comportamien-
to despreciable.
Su vanidad le impide mostrase con su propia vivencia de con-
fusión, miedo y vergiienza, y Ana ratifica una vez más la prohibi-
ción a vivir en alegría. Algo común entre los E3 sexuales es negar
todos los sentimientos no deseados, especialmente la rabia, la en-
vidia, la tristeza, el desacuerdo y, especialmente, la vergienza. Esta
negación tiene su origen en la creencia neurótica de que el sentir
pohe en peligro la unión anhelada. Hay pues que falsificarse y
transformarse en un ser encantador que está seguro de sí mismo.

Pero después, ya transcurridos dos o tres días, no solo no halló pala-


bras con que expresar lo complejo de sus sentimientos, sino que ni si-
quiera encontraba pensamientos con que poder reflexionar sobre lo
que pasaba en su alma.

oscurecido, des-
El E3 sexual no se conoce. Vive. en un estado
conectado a más no poder de su alma. De verdad se cree la másca-

263
Psicología de los eneatipos

ra complaciente, alegre y bella que ha creado para frentars,


mundo, y está tan ocupado en gustar que pierde el CONTACTO 0,
sus emociones más profundas, con la infinita variedad yiy, es
del mundo interno. Se puede decir que un ser que está descone
tado de su alma hasta tal extremo es como un «cadáver, y 0
un robot que plastifica la vida para crear una imagen estéril,
Es interesante observar el modo en que Ana Maneja su tor.
menta interior. No la puede compartir con su pareja, desde y, li
mitada consciencia no encuentra palabras por miedo a decir algo
incorrecto. Y esto es lo que hace un E3 sexual: se permite Mostrar
lo «correcto» y esconde lo incorrecto. Como si una emoción o un
sentimiento pudieran ser acertados o erróneos.
Ana no puede hablar de su experiencia porque eso significa.
ría exponer su interior. Se lo impide su autoimagen idealizada,
que toma el rol de un censor interno que la controla por medio
de la vergiienza y del juicio. No es capaz de hablar de sí misma y,
conforme va trazando su trágico destino, lo será cada vez menos.
La vanidad le prohíbe quitarse la máscara de encantadora y bella
y transformarse en una mujer real, con miedos, conflictos, frus-
traciones, enojos... Lo que realmente está evitando es el encuen-
tro íntimo con su amado, y un fatal muro de separación empieza
a erigirse entre ambos.
Tolstoi deja a las claras que el E3 sexual apuesta todo o nadaa
la pareja. Sobrecarga las relaciones amorosas con sus fantasías
como si fuera la única manera de recobrar la conexión existencial
perdida. La ilusión amorosa requiere, con la idealización de uno
mismo y del otro, la negación de esas señales que puedan amena-
zar la percepción de ambas realidades. En su búsqueda neurótica
del amor de pareja, este carácter excluye a sus hijos, a la familia, a
los amigos... Este abandono cruel de ese otro al que le prometió
tanto amor tiene como obvias consecuencias
. ?

un abandono de si

264
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

mismo y Un inmenso dolor en el alma. Ana se queda embarazada


de Vronsky Y» cuando le da la noticia, él le pide que deje a su ma-
cido, pero ella tiene miedo de perder al hijo de su matrimonio.

Varias veces había probado Vronsky, aunque no tan resueltamente


como ahora, a hablar con Ana de su situación. Y cada vez encontraba
la misma superficialidad y la misma ligereza de reflexión que ahora
demostraba ella al contestar a la proposición que le hacía.
Se diría que existía algo que Ana no quería o no podía aclarar con-
sigo misma, como si cada vez que empezaba a hablar de aquello la
verdadera Ána se ensimismara y resultase otra mujer, extraña a él, una
mujer a quien no amaba, a la que temía y que le rechazaba.

Aparece con frecuencia en el libro este señalamiento: en Ana


existe una fuerza que la está oscureciendo. Parece dividida y la
superficialidad que muestra al manejar sus conflictos nos habla
de una profunda autonegación y de su engaño al aparentar ser
tan empática y amorosa.

Fuera la que fuera la situación en que hubiera de encontrarse no po-


dría dejar a su hijo; aun cuando su marido la cubriese de oprobio, y
aunque Vronsky continuara viviendo independiente de ella —y de
nuevo le recordó con amargura y reproche—, Ana no podría separarse
de su Sergio. Tenía un objetivo en la vida. Debía obrar, obrar para
asegurar su posición con su hijo, para que no se lo quitasen...
Lloraba al pensar que su ilusión de que las cosas habían quedado
aclaradas estaba destruida para siempre. Sabía de antemano que todo
continuaría como antes o peor. Comprendía que la posición que ocu-
paba en el mundo aristocrático, y que por la mañana le parecía tan
despreciable, le era muy preciosa, y que no tendría fuerzas para cam-
biarla por la despreciable de una mujer que ha abandonado a su hijo y
a su esposo para unirse a su amante. Y comprendía también que, por
más que quisiera, no podría ser más fuerte de lo que era en realidad.

Es la primera vez que Ana se da cuenta de las consecuencias


de su relación prohibida con Vronsky, que amenaza con costarle

265
sociedad. Hay un momento de CONtac
en la to,
su rol elevado
su I ealidad: o «Ja
unamásmujten
er drícul libertad Pa Ene Y viviría terna
a pab le, bajo la amenaza de ser
des A
poe
bierta a NN framo mento, Una mujer que engaña a su mar ido», E
se import ante. «Jamás tendría libertad para a
Es una UENENS da el per
miso de vivir plenamente; Mar,
quiere decir EXPresa
opia vida. |
la incapacidad de entregarse a su pr
irle QUE Su ma.
Todavía no ha hablado con Vronsky para dec
rido ya sabe de su romance. Empieza a fantasear con e rechazo de
imiento bor
él y aumenta su desconfianza y ansiedad. Tras su sufr
no poder ser libre para amar podemos ver su deseo neurótico de
mantener su seguridad social y el miedo a perder la buena imagen
de sí misma. Por fin le muestra a Vronsky la carta donde su may;-
do la amenaza de quitarle al hijo, Deja su destino en manos de la
reacción de su amante; una vez más delega la responsabilidad de
sus decisiones:

No obstante, la entrevista con Vronsky tenía para ella una importancia


excepcional, pues confiaba en que después de ella variaría su situación
y ella se sentiría salvada.
Si al recibir la noticia Vronsky, sin vacilar un momento, decidido y
apasionado, hubiese contestado: «Déjalo todo y huyamos juntos», ella
habría abandonado a su hijo y se habría ido con él.
Pero la noticia no produjo en Vronsky la impresión que esperaba
Ana; él parecía solo sentirse ofendido por algo.

Ana está leyendo las señales en la cara de Vronsky y lo único


que puede ver es la confirmación de su propia creencia de que
10 Ruedo ser deseada. Es lo que todos los Ez sexuales tienen €N
comun y es fuente de vergilenza conti
nua: la idea loca de que
lley
cen algo tan feo dentro de sí que es mejor encerrarlo en los
sótanos del alma para
aho
obligar] Irarse un nuevo rechazo que pudiera
asía de que finalmente encontrarán la

266
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

simbiosis anhelada. Para Ána ya es una certeza que Vronsky no


la quiere como ella espera, porque su interpretación de lo que
observa se basa en esa creencia tan distorsionada de sí misma.
Tantas antenas exteriores que ha desarrollado el E3 sexual
ara leer toda señal en el otro, a fin de controlarlo y responder a
la demanda imaginaria, y tan pocas, por desgracia, para adentro
En la siguiente escena Ána esconde una vez más su verdad
vergonzosa y empieza a insistir en su máscara de soberanía, de te-
nerlo todo bajo control, mientras vive lo contrario en su interior:

—¡Por Dios! ¿Qué vale más? ¿Dejar a tu hijo o continuar esta si-
tuación humillante?
—¿Humillante para quién?
—Para todos, y en especial para ti.
- —No digas que es humillante... no me lo digas. Esas palabras para
mí carecen de sentido —dijo Ana, con voz temblorosa, deseando aho-
ra que Vronsky hablase con sinceridad, ya que solo le quedaba su amor
y deseaba seguir amándole—. Comprende que desde el día en que lo
acepté todo ha cambiado para mí. Solo tengo una cosa: tu amor. Sien-
do mío tu cariño, me siento tan elevada y tan firme que nada puede
humillarme. Estoy orgullosa de mi situación porque... porque... orgu-
llosa por... por...
Y no supo decir por qué se sentía orgullosa. Lágrimas de vergijenza
y desesperación ahogaron su voz; se detuvo y estalló en sollozos.

Así lo hace este carácter: niega la experiencia interna, fin-


giendo de puertas afuera para poder esconderse ante su «cruel y
fea» verdad; simplemente declara lo contrario para no aparentar
ser «poca cosa», mientras su deseo de amor apasionado le prome-
te una elevación dichosa. |
Ana está paralizada en un matrimonio desagradable y frus-
trante y permanece esperando que Vronsky la libere. Los Tres
sexuales suelen aguardar a que la pareja decida por ellos y buscan
la respuesta en otros que habrán de arreglar su vida: terapeutas,

2.67
TSICULUZIA A

o en ellos, por carecer de una reform,


videntes, amigas... N C lao
guía interna. ido. al
Decide Ana no dejar a su marido, al no sentirse Suficien
te.
mente deseada por Vronsky, con > que Inconscientemente Au-
depen diento
menta su rencor contra su amante, Sl bien ya se hizo
de amor Y su anta.
de su amor y aprobación. Vive en un Emme
siosa negativa a verlo como un hombre común y corriente es 6 tra
faceta de la locura del E3 sexual:
Le puso ambas manos en los hombros y le contempló con Profunday
exaltada mirada, aunque escrutadora a la vez. Estudiaba el rostro de
Vronsky buscando los cambios que pudieran haberse producido en el
tiempo que hacía que no se habían visto. Porque, en todos sus encuen.
tros con Vronsky Ana confundía la impresión imaginaria —incompa-
rablemente superior, excesivamente buena para ser verdadera— que él
le producía con la impresión real.

Tolstoi ha descrito en pocas palabras la manera en que Ana


se autoengaña proyectando su autoimagen de ser superior: pinta
a su pareja como el hombre ideal, elevado a un trono donde no
puede él tampoco ser una persona real. El vanidoso no puede
abrir sus ojos compasivos ante la realidad del otro porque no se
puede ver a sí mismo. No puede amar por más que quisiera. Es el
drama de Narciso, enamorado de su propia imagen espejeada en
el agua. Es lo único que ve y, desconociéndose, queda inmóvil y
muere de pura desconexión de su propia alma, por falta de nutri-
ción. Por no poder amar de verdad.
Dado que para ella Vronsky lo representa literalmente todo
(todo lo anhelado e idealizado, todo el relleno para no sentir las
,

carencias y el vacío internos), empieza a se


,
.

ntir celos y una pasión


.?

destructiva que alejará a su hombre


: |
Aquellos accesos de celos que, con más frecuencia cada vez, sufría Anz
l e asustaban y, aunque se esforzaba en
disimularlo, enfriaban su amo!

268
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

- diia, a pesar de saber que la causa de sus celos era la pasión que
[-
a encía
PA ra, en cambio, sentía que la felicidad mejor había ya pasado.
Ana no se parecía en nada a la Ana de los primeros tiempos. Moral y
: te había empeorado. Estaba más gruesa y ahora mismo,
cnientras le estaba hablando de la artista, una expresión malévola afea-

ba sus faccionS:
Ya empieza lentamente a dejarse apoderar por su obsesión:
Nes? Ya he arrojado el demonio de mí. (Así llamaban entre
de por primera
dos a los celos)». Es en este mismo encuentro don
vez se hace visible el anhelo de morir, como única salida de una
simación que tanta frustración y rabia crea en ella:

—No será como esperamos. No quería decírtelo, pero me obligas


2 ello. Pronto, muy pronto, llegará el desenlace y todos nos separare-
mos y dejaremos de sufrir.
—No comprendo —repuso Vronsky, aunque sí comprendía.
—Me has preguntado cuándo. Y yo te contesto: pronto. Y te digo
además que no sobreviviré a ello. No me interrumpas —y Ana se pre-
cipitaba al hablar—. Lo sé, estoy segura... Voy a morir y me alegro de
dejaros libres a los dos.

Ana ha tenido un sueño en que una vieja le dice que va a


morir dando a luz. No nos parece un sueño premonitorio sino
más bien una proyección de su sombra, ya desenfrenada, que
ante la acumulación de sentimientos incómodos e incontrolables
y la represión del Eros, le anuncia que la salida será la muerte. La
inestabilidad emocional, la discrepancia entre las vivencias inter-
na y externa, y la incapacidad de expresión la lleva a una especie
de depresión que desencadena la dependencia de drogas y barbi-
túricos, algo común en los casos extremos del E3 sexual que, al
no poder conectarse con la energía agresiva que reprime en sí
mismo, carece de la fuerza para salir del estancamiento y luchar
Por su vida,

269
A
PI

Mientras ella va acumulando celos, enojos y sospechas, sy de.


por lograrlo Crecen
sesperación por no sentirse amada y su esfuerzo
tanto más cuanto menos confía en Vronsky y en su entrega,
Ana da a luz a una niña y casi fallece en el posparto, Su may.
do la perdona cuando la encuentra tan abierta y cariñosa con él,
al pensar que la muerte está cerca:
Luchaba con su emoción y solo de vez en cuando miraba a su esposa, Y
cada vez que lo hacía, veía los ojos de ella mirándole con tanta suay;.
dad y dulzura como nunca le había mirado...
—Sí, sí, sí... —empezó—, es lo que quería decirte. No te extrañe,
soy la misma de siempre... Pero dentro de mí hay otra, y la temo. Es
esa otra la que amó a aquel hombre y trataba de odiarte, sin poder oly;-
dar la que antes había sido. Pero aquella no era yo. Ahora soy la verda.
dera, soy yo misma... toda yo... Me muero [...] Solo necesito una cosa:
que me perdones, que me perdones sin reservas. Soy muy mala... ¡No,
no puedes perdonarme!... ¡Yo ya sé que esto no se puede perdonar!
No... No, vete... Eres demasiado bueno (4/xv11).

Se siente dividida, las «dos mujeres» que viven dentro de ella


expresan su lucha interna no resuelta. La mujer que ha amado a
Vronsky, la que quiere vivir, sentir, la está poniendo en peligro
porque la esposa inhibida, que no tiene permiso para desear, la
que vive conforme a las reglas de la sociedad, negándose a sí
misma, €s la mujer buena. La que criminaliza los deseos eróticos
de la otra y la que ruega por el perdón, proyectando la bondad en
el marido.
Despuésde haberse recuperado, troca este mismo cariño por
su marido, y su idealización de que él es demasiado bueno
para
ella, en odio y en deseo de morir:

LT =Peto yo odio a mi marido por su bondad. ¡No puedo vivir con


él! Compréndelo: ¡solo el verle me destroza los nervios y me
hace per-
der el dominio de mí misma! ¡No puedo
vivir con él! ¿Y qué puedo
hacer? He sido tan desgraciada que creía impos
ible serlo más. Pero

270
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para
los demás

cds pude imaginar el horrible estado


en que me encuentro ahora
¿Quieres creer que, aunque es un hombre
tan excelen te y bueno que
¿
no merezco ni besar el suelo que pisa, le odio a pesar de todo? Le odo
or su grandeza de alma. No me queda nada, excepto.
Iba a decir «excepto la muerte», pero su hermano no
le permitió

La idealización de su marido aumenta su presión interna,


pues acrecienta su Culpa y, con ella, el autodesprecio junto a un
odio hacia él que proyecta en la entrega a la muerte, que aparece
como liberación. |
Vronsky, por su parte, intenta suicidarse cuando la cree per-
dida. Ana se recupera, el marido le ofrece un divorcio y renuncia
al hijo. En un reencuentro con Vronsky los dos deciden viajar a
Iralia juntos, y Ána hace algo que nunca hubiera imaginado posi-
ble: deja a su hijo con el padre.
Aunque el marido la ha perdonado y le ofrece un divorcio que
habría de liberarla de la presión social, ella no lo acepta, porque en
el fondo está convencida de que merece castigo y no el perdón. No
puede soltar tan fácilmente su autoimagen de mujer correcta y solo
puede entregarse a su nueva vida a costa de no gozarla:

Un pensamiento consolador acudía a su cerebro al pensar en lo que


había hecho al principio de su ruptura con Karenin. Ahora, evocando
el pasado, solo se atenía a este pensamiento: «He causado la inevitable
desgracia de ese hombre, pero no me aprovecho de ella, ya que tam-
bién sufro y sufriré en el futuro al perder lo que más aprecio: mi nom-
bre de mujer honrada y mi hijo. He obrado mal y por eso no quiero el
divorcio ni la felicidad, y sufriré mi deshonta yla separación del ser a
quien tanto quiero».
Pero, pese a su intenso deseo de sufrir, no sufría ni notaba para
nada la deshonra...
Su deseo de vivir, acrecido con la convalecencia, era tan fuerte y las
condiciones de su vida tan nuevas y agradables, que Ana se sentía in-
mensamente dichosa.

271
Todavía parece que el amor que Ana está experimen tando]
la felicidag
está llenando de vida. La conectó por un tiempo con
de vivir plenamente, COn la alegría de la entrega a sus Propios de.
seos. Ana se está humanizando por momentos.

La admiración que sentía por él llegaba a veces a asustarla. Ana tratab a


de hallar en su amado algo que no fuera agradable. No se atrevía ade.
jarle ver la consciencia que tenía de su propia insignificancia, Parecíale
que, al verlo, Vronsky había de dejar de amarla más pronto, y ella nada
temía tanto como perder su amor, aunque no tenía motivo alguno de
temor a este respecto.

Tolstoi nos recuerda que los temores de Ana son mero pro-
ducto de su imaginación y de su prohibición a amar plenamente.
Las falsas creencias operan en su interior como un veneno que ya
liberándose a pequeñas dosis, labrando gota a gota su destino.
Se siente feliz, pero su máscara de mujer celestial le impide
ser «la mala» y responsabilizarse de la decisión de separarse de un
marido y de un hijo. Una vivencia de la que da testimonio esta
mujer Ez sexual:

Si disfruto del «pecado», el mundo se dará cuenta de que soy de verdad


una mala persona y me van a rechazar y a despreciar como un ser amo-
ral. Pero si sufro por mi decisión y renuncio a la felicidad, el mundo se
entera de que pago por esta decisión con el dolor y así no me va a juzgar
tanto. Me ven en el victimismo y me pueden tener compasión y querer.

Estamos ante un intento inconsciente de manipular la opi-


nión ajena sobre uno mismo. Y así lo hace Ana, cayendo cada vez
más en el victimismo. En el fondo de su ser no se merece ser feliz
y, al rechazar el perdón y el divorcio de su marido, lo confirma.
Después de días de miel en Europa, regresa con Vronsky
a
San Petersburgo, donde empieza a notar que le hac
e falta su hijo-
Lejos de casa a veces ni pensaba
en él.

272
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

Fl E3 sexual siente generalmente un fuerte cariño por sus


hijos, que como apunta Tolstoi, dan sentido a su vida por ser un
¿mor Seguro. Pero cuando su existencia pone en peligro el lazo
,oroso COM la pareja, los abandona por falta —física o psíqui-
de presencia. Es el caso de Ana y su viaje a Italia:

¿Y Sergio, ¿qué
o. A
hará?40 También

pensé A que le quería./ Sentía ternura por
4, Y, sin embargo, he podido vivir sin verle. Lo he cambiado por otro
amor y no me he quejado del cambio mientras este otro amor me daba
satisfacción» (7/XXX).

Como el suyo fue un matrimonio arreglado (por su tía), Ana


nunca amó a su marido y proyectó todo su amor, «sus insatisfe-
chas ansias de cariño», en el hijo que de él tuvo. En tanto que no
ama a la niña que nació de su relación con su amante, que imagi-
namos pone en peligro su deseo de ser la «única» para su pareja.

Pero, al ver a la pequeña, comprendió con claridad que lo que sentía


por ella no era ni siquiera afecto comparado con lo que experimentaba
por Sergio.
Todo en aquella niña era gracioso, pero, sin saber por qué, no lle-
naba su corazón. En el primer hijo, aunque fuera de un hombre a
quien no amaba, había concentrado todas sus insatisfechas ansias de
cariño. La niña había nacido en circunstancias más penosas y no se
había puesto en ella ni la milésima parte de los cuidados que se dedica-
ran al primero.
Además, la niña no era aún más que una esperanza, mientras que
Sergio era ya casi un hombre, un hombre querido, en el cual se agita-
ban ya pensamientos y sentimientos. Sergio la comprendía, la amaba,
la estudiaba, pensaba Ana, recordando las palabras y las miradas de su
hijo (5/00).

su
El hijo ya es, sí, un hombre que puede amarla y recibir
ue promete
amor, Lo masculino ¿es amado, está idealizado porq
, la niña interna
amor y protección? Mientras que lo femenino
273
Psicología de los eneatipos

que está representada por la hija, ¿no puede ser amada POr yu
had por ser un fruto de un pecado? ? Sea com ose Ne.
rable? ¿O quizá
la relación con su amante no hay espacio para niños; > €n

—Piensa que tengo para escoger dos cosas: o estar embaraza da » €S de.
cir, como enferma inútil, o ser la amiga, la compañera de Mi mar;
—dijo Ana pronunciando las últimas palabras en tono inteny ciona g
me ama, sí, me A
mente superficial y ligero... No soy su esposa,
su amor? ¿Con esto? ma.
rá... mientras me ame. ¿Y cómo podré retener
y
Ana adelantó sus blancos brazos ante su vientre (5/xxm).

Su único deseo, su fin en esta vida es la obsesión de CONSErvar


el amor de su amante con su belleza y utilidad. Un nuevo emba-
razo, otro niño, supone una amenaza para su meta, un estorbo, Y
el deseo de su amante de tener más hijos con ella lo interpreta,
desde su vanidad, ¡como una prueba de su falta de amor!

La probabilidad de tener más hijos era una cuestión que habían discu-
tido los dos hacía tiempo y que a ella la irritaba. El deseo de Vronsky
de tener hijos lo consideraba Ana como una prueba de indiferencia
hacia su belleza que, como era natural, desaparecería o aminoraría con
un nuevo embarazo y alumbramiento (7/xxv).

En su creencia de ser amada por su belleza, no puede recibir


otro amor diferente, vivirse como un ser que tiene algo más que
ofrecer que una imagen bonita. Ella es la belleza. Existe a través
de su apariencia perfecta. No ser valorada por su físico equivale a
que no le den valor a su existir. ¡Es una profunda herida la que él
le está causando!
En su dolor y desesperación, Ana no puede abrirse y, al ocul-
tar sus verdaderos sentimientos y pensamientos, va creando un
muro cada vez más grueso de silencio y separación entre dos
pé!-
sonas vanidosas que, en el fondo, nunca se conocieron de verdad:

274
Persona Y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

En dolor era tanto más hondo cuanto que había de


soportarlo ella
nm quería compartirlo con Vronsky. Sabía que, aunque
“yala.él Nola podí
causaa princ ipal de su desventura, la entrevista con su hijo ha-
bía de parecerle una cosa sin importancia, Á su juicio, Vronsky no
fa comprender nunca toda la intensid
bí id ,
ad de su sufrimiento, y te-
mía, Como nunca había temido, experimentar hacia él un sentimien -

so hostil al notar el tono frío en que habría, sin duda, de hablarle


>

de
aquello.

Ese mismo ocultamiento, esa negación de su experiencia, in-


nenta no solo su hostilidad hacia sí misma sino también hacia
él, Cada sentimiento desagradable no expresado aumenta el re-
sentimiento acumulado en la sombra, y la idea de la Venganza va
tomando un espacio importante en su mente.

«¿Dónde estará? ¿Por qué me deja sola con mis penas?», pensó de
pronto, con un sentimiento de reproche, olvidando que ella misma
ocultaba a Vronsky todo lo referente a su hijo.
Envió a buscarle, rogándole que subiera en seguida, y le esperó
imaginando, con el corazón palpitante, las palabras con que iba a con-
társelo todo, y las expresiones de amor con que él la consolaría.
El criado subió diciendo que el señor tenía una visita, pero que iría
en seguida, y que deseaba saber si ella podía recibirle en compañía del
príncipe Jachvin, que había llegado a San Petersburgo.
«No vendrá solo... ¡Y no me ha visto desde ayer a la hora de co-
mert», pensó. «No podré explicárselo todo... Vendrá con Jachvin...».
De pronto le acudió a la mente un terrible pensamiento. ¿Habría deja-
do Vronsky de amarla? Recordando los hechos de los últimos días,
parecíale ver en cada uno de ellos la confirmación de sus sospechas. El
día antes Vronsky no había almorzado en casa; además insistió en que
en San Petersburgo se instalarán separadamente; y ahora no venía solo,
para evitar verla cara a cara.
«Debería decírmelo, debo saberlo... Si lo supiera, ya acertaría yo lo
que me convendría hacer», se decía Ana, sintiéndose sin fuerzas para
de la indi-
imaginar la situación en que quedaría cuando se cerciorase
ferencia de Vronsky.

275
Psicología de los eneatipos

Er
En su obsesión de sentirse rechazada, busca
él ha d ejado de Para
confirmar lo que más está temiendo: que
se o
Esta fantasía equivale a una aniquilación. El Ez sex ual
dependiente de la presencia de su pareja para calmar la 2.
interna y el deseo de estar Juntos acaba volviéndose y
amor. "abuso qq
otro disfrazado como una demanda de
lo
Dado su extraño comportamiento, Vronsky decide hab
con ella, pero el enmascaramiento de Ana, su negativa a dejarle
ver en su interior, hace imposible un encuentro real:

Se dijo que debía hablar con ella y la esperó en el salón.


Pero Ana no volvió sola, sino con su tía, la vieja solterona Princesa
Oblonskaya, que era la señora que había ido allí por la mañana y con la
que Ana había salido de compras.
Al parecer, ella no veía la expresión, interrogativa y preocupada,
del rostro de Vronsky, mientras le contaba alegremente lo que había
comprado por la mañana. Él notó que le pasaba algo extraño. En sus
ojos brillantes, cuando por un momento se detuvieron en Vronsky,
había una atención forzada, y hablaba y se movía con aquella rapidez
nerviosa que en los primeros tiempos de sus relaciones con ella le sedu-
cía y que ahora le inquietaba y llenaba de disgusto.

Ana está negando su vivencia interna: una inquietud, insegu-


ridad y agresión crecientes. Las esconde tras la máscara alegre e
ignora las señales que le está mandando su pareja. Un patrón
común en los Ez sexuales,

La miró con gravedad, y ella le correspondió con una mirada atrevida


cuya significación Vronsky no pudo comprender y no supo si era ale-
gre o desesperada.
) Durante la comida, Ana estuvo agresivamente alegre,
y hasta pare”
c1Ó Coquetear con Tuschkevich y con Jachvin.

El coq
d ucción uet eo apa rec e aqu í com o alimento narcisista. La Se”
la energetiza. Ella se valida a través de ese juego de guste!

276
Persona y sombra:lo destructivo para sí J
para los demás

os a] mismo tiempo, tibia provocación a


SU pareja, una ven-
za que le da poder y la ilusión de control sobre la situació
n. Su
sesión BO reconocida la lleva a un gesto de provocación: se va
:, Vronsky COn UN vestido llamativo a la ópera, donde es abier-
si ia humillada por la sociedad rusa. La
- La gente no quiere te-
esla Cerca, COMO si padeciera una enfermedad contagiosa. Claro
-stá que la están castigando por ignorar sus reglas, Al regresar
aja culpa amargamente a Vronsky de su calvario.
>

—Te pedí, te rogué, que no fueras al teatro. Sabía que surgirían


disgustos.
am ¡ 4 _ : :
—Disgustos. —exclamó Ana . Fue algo terrible. No lo olvidaré
ni en la hora de mi muerte. Dijo que era deshonroso sentarse a mi
lado.
—Palabras de una estúpida —contestó Vronsky—. Pero tú no de-
biste arriesgarte a provocar...
—Detesto tu calma. No debías haberme conducido a esto. Si me
amases...
—;A qué viene ahora hablar de amor, Ana?
—Si me amases como te amo, si sufrieras como yo sufro... —si-
guió ella, mirándole con expresión de temor.
Vronsky sentía piedad y despecho a la vez. Le aseguró que la ama-
ba, comprendiendo que era lo único que la podía tranquilizar por el
momento y, aunque la reprochaba en el fondo, no le dijo nada que
pudiera disgustarla.

Vronsky y Ana se están mintiendo mutuamente; la frustra-


ción no tiene lugar en una relación vanidosa. Ella empieza a de-
mandarle abiertamente amor, a acusarle y a cargarle con la res-
ponsabilidad de su falta de felicidad, una tarea que nadie puede
cumplir. La victimización forma ahora parte de su venganza:
“—Amo solo a estos dos seres —siguió— y uno de ellos excluye
al otro. No puedo unirlos, y esto es lo único que necesito. Y si no
lo tengo, todo me da igual. Todo, todo, me da igual.»

277
Psicología de los eneatipos

No es solo que el marido ya no le quiera dar el hijo, sino


deseado de Vronsky no le Ey
ese amor tan desesperadamente
Sa
espacio para otro amor. |

Ana se acercó a Dolly, se sentó a su lado y, mirándola con ojos Que ex.
un hondo sufrimient o, un inmenso pesar por su culp
presaban a, tomó

la mano de su cuñada.
—¿Qué piensas? ¿Qué piensas de mí? No me desprecies... No me.
rezco desprecio... Soy Muy desgraciada. Si hay en el mundo un Er
desgraciado, ése soy yO —dijo, y, volviendo el rostro, lloró amarga.
mente [...] Mientras tanto, Ana había vuelto a su habitación, cogió
una copita, vertió en ella algunas gotas de una medicina cuya parte
principal era morfina y, habiéndola bebido, se sentó y permaneció así
inmóvil algún tiempo, y se dirigió a la cama con el ánimo calmado y
alegre.
Cuando entró en el dormitorio, Vronsky la miró atentamente,
buscando en su rostro las huellas de la larga conversación que suponía
había tenido con Dolly. Pero en la expresión del rostro de Ana, que
ocultaba su emoción, no encontró nada fuera de su belleza que, aun-
que acostumbrada, ofrecía siempre un nuevo atractivo para él. Fuese
simplemente por quedar admirado, absorto, ante la belleza de su ama-
da, o porque esta despertara en él deseos que absorbieron sus pensa-
mientos, Vronsky nada preguntó. Esperó a que ella misma le hablara.
Pero Ana se limitó a decir:
—Estoy muy contenta de que te haya agradado Dolly. (6/xx1v).

Ana ya está tirando de morfina para calmar su sentir, como un


soporte de su enmascaramiento. Es mejor anestesiar ese mundo |
interior tan feo y lleno de dolor, infelicidad, vergilenza y odio.

Pero, de todos modos, su preocupación principal era ella misma, su


persona, el deseo de aparecer siempre hermosa a los ojos de su amado,
para que no echara de menos todo lo que él había dejado por ella. El
eseo, > n NOsolo de agradarle, sino
¡ de servirle
j , se habíaí convertido en el
fin primordial de su vida.
Vronsky se sentía conmovido ante tanta abnegación; pero,
al mis-
0 E le pesaban las redes amorosas con las cuales Ana queriá
,

rete:
nerle. Cuanto más tiempo pasaba, más cogido
, .

se sentía en ellas y ,

278
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demás

anio más deseaba librarse o, al menos, probar si estab


an estorbando su
tibertad (6/xxV).

El esfuerzo de Ana de amarrarlo para tenerle a su disposición


en el momento en que ella quiera, las manipulaciones, las acusa-
eciones Y los celos alejan a su amante y aumentan aún más si cabe
desesperación. Empieza a perseguirle con sus proyecciones
hasta causar el efecto que más está temiendo:
«Esa mirada dice bien claramente que empieza a enfriarse su pasión».
No obstante, a pesar de estar convencida de que Vronsky comenzaba a
perderle cariño, no veía cómo podría ella cambiar, modificar su actí-
tud con él, hacer que esta fuera igual que antes cuando, con solo su
amor y sus atractivos, ella le sabía retener.
Y, como antes, trabajando de día y tomando morfina por la noche,
conseguía Ána ahogar sus terribles pensamientos sobre la situación en
que quedaría si Vronsky dejara de amarla.
«Es verdad», pensó, «que queda todavía un remedio para retener-
le», Ana fuera de su amor no deseaba nada. Este remedio era el divor-
cio y su casamiento, y Ana empezó a desearlo y se decidió a consentir
en la primera ocasión en que Vronsky o su hermano le hablaran de
ello.
Con tales pensamientos pasó cinco días, que fueron los que había
de durar la ausencia de él...
«Es igual», pensaba Ana; «lo que yo quería era que estuviera él
aquí, porque cuando está aquí no se atreve, no puede no amarme» (6/
XXXII).

Al parecer su rostro bello y su amor especial no le pueden re-


tener, y la frustración la lleva a un mayor esfuerzo por controlar-
lo, limitando su espacio. En su afán de manipularlo se muda con
él a Moscú, en la certeza de que en su presencia él no puede reti-
rarse, y decide casarse como último cartucho para asegurarse que
se quede con ella; por fin le pide el divorcio a su marido. Cuanto
más intenta controlar a su amante, más empieza él a luchar por el
derecho a un espacio propio.

279
Psicología de los eneatipos

Un solo pensamiento la perseguía e ía, manera


«y obsesiva: «5; tal fo, -
en enamorado
hombre casado», se decia,
O en un
«y de SU mu;
.e a solo él se muestra tan frío conmigo? Yo sé que Alex Jer,
L - ,

¿por que 30 do. «Pero ahora hay algo nuevo que nos se Me
ama»,
Por quésiguió
no hapensestad
o aquí en toda la noche? ¿Quiere hacerme Para,
¿¿Po der que su amor hacia mí no debe cortar su libertad? Pues me
pren :
no necesito esas demostraciones; lo que preciso que me demuestre e
su cariño».

Ana ansía el cariño de su pareja. Sus pensamientos, sus emo-


ciones... todo gira alrededor de una obsesión que por definición
no se sacia jamás. El E3 sexual racionaliza, por lo demás, el se;
miento de amor, convirtiéndolo en una programación de accio.
nes eficaces a fin de mantener al otro vinculado. Podemos ver
aquí su oralidad: en el fondo no es una mujer adulta que se reco-
noce en su fuerza femenina sino más bien como un bebé que no
puede calmarse solito porque no hay un vínculo seguro y cons-
tante con la madre. Este carácter abusa de su pareja calmando la
propia ansiedad con la adorada presencia del otro.
«Tan solo puedo procurarme pequeños entretenimientos —la familia
inglesa, leer, escribir— para ir mal pasando el tiempo, pues todo esto
no es sino un engaño, como la morfina. Vronsky debía tener compa-
sión de mí», terminó. Y lágrimas de piedad por su propia suerte le
inundaron los ojos.
Oyó el nervioso campanillazo de Vronsky, y, precipitadamente, se
secó las lágrimas, se sentó en una butaca al lado de la lámpara, abrió un
libro y fingió leer para que él creyese que estaba tranquila. Creía conve-
mente mostrar algún descontento porque él no había vuelto a la hora
Prometida, pero no extremar el en
fado y, sobre todo, no despertar
com

pasión. Ella se compadecía


.,
en él
a sí misma, pero no quería
? Y .

en manera
fee, compin asión de él; de él solo querí a amor, No quería tampoco lu-
Í

Pero,
O .

invo Untariamente, se colocaba en plan de combate.

cn eLa frustración Permanente, tanto de sus intentos


de fusión
amante :
como de manipulación para tenerlo bajo control,
.) .

280
Persona y sombra:lo de
er structivo Para sí y para
los demás

¿ generando una agre


sión que ya no p
fe está i demanda pugn uede Séstion
ar. La
az de un amor do nde comprob
rabia Y Y amada le brotan ar que
inconscientemen te
en los Encuent
ese a transformarse en un odio y u ro s,
a an la separación y n d eseo de vengan
los re
sentim lentos, S za
pe aumen do el control, u sombra ya
la máscara está a co
está toman nto más fu modada en el vi
erte siente ella e] va cti-
mismo. Cua cío en
sy vida, más
su demanda de aten
desesperada es ción. Y cuando menos
la ob-
tien e, an te la ansiedad creciente más anestesia necesita,
Los intentos de Vronsky de recuperar un
1n
espacio propio
azan su éxito en obtener lo que ella quiere de él. Y es todo
o
yA Blan
nada. an co o negro. La consciencia infantil carece de más op-
ciones.

Y sus palabras,
alabras, su entonación, sus ademanes, todo en ella reflejaba de-
seos de discusión, de lucha...
Ana se sintió conmovvi
ida j osa ante
y dich aque
q l( g esto de
' ternura;'
pero una fu fuerza. extrana y maligna —un sentimiento de ucha— a
impelía ano dejarse dominar.

Para ti es una cuestión de tozudez —dijoJe Ana


An de
los repente, al yen-el
pensamientos
rar una palabra que defin iera justame
. . n

bna am dea y
Ei d Vronsy 0 calificativo para aquella e a e
que tantotant hala ir ritaba—.
que iba Para ti se trata
, solo de s
lucha conmigo, mientras que p
1 ¡ ara m ...
celia y .

La invadió una inmensa compasión p casi llorando,


continuó:
to para mí! ¡Si ¡ pudieras
pudieras com-
rl
l per
ii supieras niloificaquepararepresenta
mí tu hostilidad, que
hostilidadal borde
cli d, esta centro de
.
Ta,
ia ne sieiento tan cruelmente! ¡Me e
en este instante,
Una gran desgraciaj y siento
¡ miedo “mal
de mí í m misma:
mie

281
Psicología de los eneatipos

la amenaza MociOna
En su desesperación, empieza a Usar
de suicidarse para ganar control sobre él. Y lo logra por Un
mento:

ultar sus sollozos.


Ana volvió la cabeza para oc Vronsky, horroriza, dod. su
—Pero, ¿a qué te refieres? —preguntó
n que ella manifestaba
pensamientos. Y, asustado ante la desesperació
inclinándose
se le acercó de nuevo, le tomó la mano acariciándosela,en e COnVenc
esforzándose erla:
se la besó. Luego le dijo cariñosamente,
—¿De qué te quejas? ¿Acaso busco CES fuera de casa? ¿Es
que no huyo del trato con otras o
—;¡No faltaría más! —exclamó Ana.
—Pues dime: ¿Qué debo hacer para que estés contenta? Estoy
pronto a hacer todo lo que me digas con tal de que seas feliz —decía
-Vronsky— ¡Qué no haría yo, Ána, para librarte de todas tus penas!
—No es nada... no es nada... —dijo ella, sintiéndose dichosa de
nuevo—. Ni yo misma sé lo que quiero... Acaso la soledad... Los ner-
vios... Pero no hablemos más de esto— y cambió la conversación pro-
curando disimular la victoria conseguida—. ¿Cómo han ido las carre-
ras? No me has contado nada todavía.
Vronsky pidió la cena y se puso a contar las incidencias de las ca-
rreras de caballos, pero por su tono y por sus miradas, que se hacían a
cada momento más fríos, Ana comprendió que, a pesar de su precau-
ción, Vronsky no le perdonaba la derrota sufrida, que reaparecía en él
aquel sentimiento de tozudez contra el cual venía luchando. Parecía
incluso que estaba más frío y duro que antes, como arrepentido de
haberse dejado dominar por ella.
Ana recordó las palabras que le habían proporcionado el triunfo
sobre él («estoy al borde de una gran desgracia, y siento miedo de mí
misma»), mas comprendió que este recurso era peligroso, quizá con-
traproducente, y desistió de emplearlo otra vez. Ana percibía clara-
mente en ambos, a la par de su amor, otro sentimiento antagónico
formado por recelos y dudas en ella, y ansias de libertad y voluntad de
dominio por parte de él; y desesperó de poder dominar en ella aquel

“enúmiento, y sabía que tampoco él lo podría dominar (7/xx1D).


en lucha es la de una mujer codependiente. Lo quer ealmente
anda buscando es la simbiosis con su pareja, donde desaparezcan

282
Persona y sombra:lo destructivo para sí Y) para
los demás

rú en una unidad sin límites ni diferencias, ni individ


ua-
¡ una libertad personal, todo ello amenazas para la unió
ión
corada: la voluntad del otro es puro veneno. La par
al ón d : eja se convier-
een la prolongación de uno mismo y en fuente existencial de su-
ervivencia. No puede verle a él, por tanto, con sus limitaciones y
tesoros: NO puede amarlo. El amor respeta la diferencia y veal otro
como €s, sin las lentes de unas fantasías orales que siguen buscan-
do el pecho de mamá.
Ana no quiere una pareja que esté a su nivel; lo tiene que subir
o bajar para poder vivir sus proyecciones, santificándolo o demo-
nizándolo. Pero siempre que logra que él la calme su ansiedad a
base de cariño, se siente dichosa. Es el contentamiento de una
niña que finalmente obtiene el cariño consolador de sus padres.
En su libro La neurosis y el desarrollo humano, Karen Horney
describe esta personalidad como dependiente, por tomar el amor
como la llave al paraíso, donde cesa todo sufrimiento.

Para Ana todo lo de Vronsky —sus costumbres, sus pensamientos, sus


deseos, todo su modo de ser físico y moral— estaban dirigidos al amor;
y este amor lo ambicionaba solo para ella. Ahora, sintiendo enfriarse
en Vronsky su pasión, no podía dejar de pensar que acaso una parte de
aquel amor lo consagraba a otras mujeres, y los celos la devoraban.
No teniendo motivos de celos, los inventaba. Al más leve indicio los
pasaba de un objeto a otro: ya tenía celos de aquellas mujeres desprecia-
bles con las cuales, gracias a sus relaciones de soltero, podía entrar fácil-
mente en contacto; ya los sentía de las mujeres de la alta sociedad con
las que pudiera encontrarse, o bien de una mujer imaginaria con la cual
había de casarse después de romper con ella. Este último pensamiento
era el que con más frecuencia la atormentaba, porque en un momento
de confianza, de confesiones mutuas, de confidencias, Vronsky, impru-
dentemente, le había dicho que su madre le comprendía tan poca que
se había permitido aconsejarle que se casara con la princesa Sorokina.

3-K. Horney, La neurosis y el desarrollo humano, Psique, Buenos Aires, 1955-

283
Psicología de los eneatipos

de indignación, la tenían Cons


Los celos, pues» l a llenaban |
, a llevaban a buscar sinsi cesar ot te.
mente irritada contra Vronsky y Vos
' entimien tos desesperados.
en que alimentar sus? | único culpable de sus sufrim;
Para ella, Vronsky era € "mientos, Cual.
era su causa. La demora en la respuesta de Karen;d,ep
la sole
ia al cn debida a la indecisión de su marido,
a la vida en
aburrimiento y los desaires que le proporcionab | Moscí,
era culp a de él.
Todo, absolutamente todo,
agobian te que
«Si él me quisiera», Se decía, «habría comprendido lo
rme de ella,,
es mi situación y habría hecho todo lo posible por saca
También Vronsky era culpable de que vivieran en Moscú y no en
la hacienda, pues esto se debía, pensaba Ana, a que él no podía vivi ey
el pueblo, apartado de sus relaciones de ciudad, como ella quería.
Y también Vronsky era el culpable de que se viese separada por
siempre de su hijo (7/xxIH).

Todo gira ya alrededor de la obsesiva locura de obtener un


amor que en verdad no existe. Dos seres humanos no pueden
vivir en simbiosis. En la simbiosis que anhelamos desde la locura
se muere el amor y se crea una dinámica emocionalmente violen-
ta, entre el amor y el odio, entre la atracción y la retracción.
Hay tanta frustración por querer lo imposible que cada vez
más violencia y venganza toman lugar en la pareja:

«Me odia, esto está claro», se dijo ella. Y sin decir ni una palabra más ni
volver la cabeza, y con pasos vacilantes, salió de la habitación. «Ama a
otra mujer. Esto es evidente», se decía entrando en su cuarto. «Quiero
amor y no lo encuentro, Es decir, que ya no hay nada entre nosotros y
debemos acabar de una vez. ¿Pero, cómo?», se preguntó, sentándose en
una butaca ante el espejo... «¡Sí, morir!», se dijo. Y la idea llenó su espí-
ritu de una manera fija, imperiosa, obsesionante. «La vergilenza y la
deshonra de Alexey Alejandrovich, y de Sergio, y mi terri
ble vergúen-
za, , t bequedaríaÍ salvado con mi : muerte. Y, al
verme muerta, y por SU
causa, él se arrepentiría,
a remedi me compadecería, me amaría y, no pudiendo
ya remediarlo, se desesperaría y sufriría.»
Una sonri a
mientras, >» se, Sentadaa en compa sión por sí misma le dilató los labios Y-
una butac a, quitándose y poniéndose las sortijas

284
Persona y sombra:lo de
structivo Para sí y para
los demás

de la m ano izqnsk
uierda
y ,antlae vist
mi
de Vro su amuefija
rteant e ella, iba imaginando los sufri-
[...]
a ¿por qué te martirizas y Me mortificas de
Mi e las manos con ter nura. En su
este modo? — le
rostro había ahora
= dk voz de él y en su Ss OJOS, creyó adivinar suavi-
e asando de golpe de los ce los más insens el llanto,
atos a Una ternur
tada "lena de pasión, cubrió de arrebatados besos a exal-
la cabeza, el cuello,
las manos de su amado (7/xxrv).

Al verlo desarmado, vulnerable y sufriendo,


de repente ella se
sale delde odio hacia un cariño desesperado y una reconciliación
7 no solo quie¡ re ser amada,
momen tánea. Ana tam bién q que su
r sea recibido; el cariño y la excitación la hacen sent
ir viva, le
e un s entido a la vida... Vuelven entonces a pelear por
dan sole
una visi

iable, una enemiga, un peliligro


g para su dese
i o dede
i fundirse
él. e está proyectando la culpa y el odio a sí misma en
Vronsky y su deseo de venganza ya ha ganado.
Ñ
Nunca había sucedido que ons | an
asar un día entero ene-
Ana y Vr el La para Ana claro indica
mistados, y el que ahora de ha uc
i io
cia había desaparecido, ,
de q. aleorrts de Vron
«¿Csómo,
ac o se habí a
si no, habría sido ,
a posible
¡ .
ola 1
í i
anera tan fría que le habí Y ueSee
él la bal
mira ra
on
a Crec al un habría
e
?

podido
. . .

e aquella m.
Y

ión del
ción
¡É a recog er la documen tación de caballo?; ¿cóm
azón se rompía a ]
peda zos ir adelante, tranq uilo a
e su cor y pi
, ollaad ENE ama a otra
ind
indiie te? No es que esté frío; es que me
ferente? P
,
a.
eedol:
dan las oe A de Vronsky y pnndo enE oras
duras p E
ía que querííaa de decirle,
a no le había
ue él no le había dich o, pero que ella presumía que q
senda todavía más hundida en la da eración.
,
Puede usted ir a donde quie o
retengo», le hac ía decir ella
s . «
“arse se de de s su marido
. ara
e a bl p
do en PON aln él. noVuel
quiere usted oa
va. Si necésita «Cuántos rublos
dinero... ¿
volver a vivir con él. |
Necesita?»

285
pos
Psicología de los eneati

z du ras y crueles, los gestos del hombre más br


Las palabras más amado dirigidos a ella, y con estos Pensamj t
Sos PeNSamAje,
ía suos iraAnacontra él y se decía, que no le perdonaría jamás,
. ../ en su
imag inábal
tos crec |

bellino eMOCiona]
Su mente está alucinando yacelera su ¡or de
E a ma por la her;
Ha perdido el contacto con la realidad
ados, espolea gy,
imaginaria, por el rechazo y humillación antase
ctivos ya poseen ca.
deseos de venganza. Sus pensamientos destru
ga lo más dolor 0%
rácter adictivo. Su mente tiene que Pa
un desierto, L,
que le pueda pasar. Quiere destruir, quiere dejar
q]
venganza le parece la única baza de victoria en su lucha por
amor de Vronsky: con el suicidio le va a demostrar cuál es sy
única obligación: amarla. En su imaginaria revancha, él ya a su-
frir para siempre cuando la pierda.
Y como único recurso para resucitar el cariño en su corazón y castigar-
le con el remordimiento, para vencer, en suma, en aquella lucha, se le
presentó de nuevo, clara y obsesionante, la idea de la muerte.
Ahora le daba ya todo igual: no le importaba ir o no a Vosdvijens-
koe; ni conseguir o no el divorcio. Nada necesitaba. Solo quería una
cosa: castigarle. Cuando preparó su habitual dosis de opio y pensó que
podía morir con solo beberse todo el frasco, le pareció tan fácil y senci-
llo que volvió a pensar, con gran complacencia, en cómo sufriría, se
arrepentiría y, aunque ya tarde, amaría su recuerdo.
«Yo misma iré a encontrarle donde está, y antes de irme para siem-
pre se lo diré todo. Nunca he odiado a nadie como a este hombre»,
pensaba, mientras corría hacia su habitación. (7/xx1x).

y Ella está proyectando el odio hacia él, pero a quien en reali-


ad odia es a sí misma: «Para mí,
él lo es todo y exijo que se mé
entr egue completamente, en cambio él tiende
más y más a alejar-
se de mí».
El Ez sexualProyecta el deseo y la entrega en el otro para
Perar su propia inc . o Su”
propios deseo. capacidad de entrega y la prohibición de sus

286
Persona y sombra:lo destructivo para sí y para los demá
s

udiese ser algo más que una amante apasionada que busca solo sus
Sip as. Pero no puedo ni quiero ser
otra cosa, [...] Lo cierto es que él
me ama lo demás, ¿qué me puede importar? Es ve
rdad que tam-
bién sin quererme, podría mostrarse amable y dulce co
nmigo, impul-
zado Po! el sentimiento del deber. Y esto sería mil veces peor
que el
dio: esto sería el infierno. ¡Y precisamente lo que hay ahora es
esto! Ya
hace tiempo que no me ama. Y donde termina el amor empi
eza el
odi o.»Si algo me inquieta,tengo la razón para librarme de
ello; es decir
debo librarme. ¿Y por qué no he de poder
apagar la luz cuando ya na
hay nada que mirar, cuando solo siento asco de todo?
»¿Por qué hablan? ¿Por qué ríen? Todo eso es mentira, engaño,
maldad. Así le castigaré y me libraré de todos y de mí misma» (7/xxx0).

Finalmente gana su ser inferior, gana la pasión de venganza y


se suicida, que nOs parece el castigo y la agresión más grandes
¡bles en contra de la propia vida y la de los demás.
Karen Horney afirma que la personalidad dependiente solo
se puede entregar abnegándose. Esta entrega a través de la sim-
biosis solo puede ser experienciada, según la autora, en la humi-
lación, el maltrato y la agresión, que rompen ese orgullo que le
impide rendirse. Esta humillación reactiva, a su vez, el deseo de
vengarse y el odio a uno mismo, con lo que se frustra de nuevo la
entrega, en un círculo vicioso.
Ana tiene pues que fantasear la humillación para ganar la
lucha del amor con Vronsky. El anhelo de entrega, deseo supre-
mo del Ez sexual, puede llevarle al suicidio porque ese rendirse
no puede experimentarse, por definición, en una relación code-
pendiente, mientras que la entrega a la muerte ¡sí satisface este
anhelo tan profundo!
La novela Ana Karenina arranca con una cita de la Biblia:
“Mía es la venganza y el pago» (Deuteronomio, 32:35 ), y estamos
*guros de que Tolstoi no se refiere a un Dios vengativo sino a la
"ombra destructiva de esta mujer. Y, en general, a la sombra de
287
Psicología de los eneatipos

los E3 sexuales, cuya fuerza vengativa ES, EN el fondo,


una EXpre-
sión de un odio a sí mismos que uene su origen
en una AULO Tre.
presión del Eros, de su fuente de vida como manantial de fue
de sentir, de placer y de vivacidad. Si Este Carácter se diera
ESte
permiso, si pudiera entregarse a sus vivencias tal cual, si Pudiera
amar libremente y sin culpas, podría simplemente ser

288
EL AMOR

El Ez sexual es adicto al amor y ser amado es su absoluta priori-


dad; le preocupa más obtener el amor que sentirlo. Cuando habla
de amor, solo se refiere al de pareja, como si no existieran otros.
Sy fantasía es que si encuentra ese amor, hallará la felicidad com-
plera. Se trata de un falso amor, que se alimenta de la intensidad
del inicio y del enamoramiento del otro; de muy corta duración.
En el fondo lo que hay es un miedo enorme al amor, a sentir un
amor verdadero en lo cotidiano de la vida, donde se ven los de-
fectos de uno y otro.

Yo era la bella durmiente. Un día me iba encontrar a un príncipe y a


despertarme con su amor para ser feliz hasta el fin de mi vida. Esto ya
habla de la desconexión profunda y del adormecimiento del ser que
voy a encontrar a través del otro.

Claudio Naranjo propone una concepción del amor en tres


diferentes formas: el amor erótico, o amor del niño instintivo; el
amor que da; y
amor compasivo, que se refiere al materno, es un
en
el amor admirativo o amor devoción, que es el amor al padre,
el sentido de reconocer algo más grande, como los valores y lo
divino, La salud mental radica en la armonía de estas tres dimen-
; al darle más/ fuerza rza a una
:
Si Ones, mientras que la neurosis, arraiga
que a las demás.

289
E -S de

Aparentemente el E3 sexual le da la prioridad al AMO ri,


o co es solo «el producto que vende», que está bien lejos de
e placer instintivo. De hecho o A ue Claudio
explica, €s el que tiene menos CE e l e inhibida la Ca-
erótic
p acidadateme ntea Yel laE3 espo ntaneida , c cuesta ! 2 por el deseo,
sexual descuida a su niño herido Y SUS ne.
o,
cidade: de recibir amor; confunde ss deseado Eon Ser amad
er más Profundos,
Dada su gran desconexión con su serle y quer
así como su sobreadaptación a gustos e LEtCSES que no son suyos
a modo de inversión en imagen, se convierte en el objeto de dese,
de otro, sin buscar satisfacer su propia voluntad.
Para amar y ser amado, lo primero que necesita el Ez es rec.
perar el autorrespeto. Mirar para adentro y examinar su vacío, la
verdadera dimensión de sus dolores y carencias, que aprendió a
disfrazar desde la infancia. Dejar de lado el causar buena impre-
sión, reconocerse digno y merecedor de disfrutar del placer y rej-
vindicarlo en la relación.
La seducción no está forzosamente conectada con el deseo
profundo por alguien. Muchas veces está al servicio de tapar el
vacío interno, ya que en la mirada y el deseo del otro obtiene el
E3 sexual la referencia externa de que es especial y valioso. En el
amor erótico coloca la mistificación de prometer mucho placer
pero lo que está buscando no es placer sino admiración:

El amor que le vendo a la mujer es el amor erótico; es decir: ofrezco


Placer y entretenimiento no solo en el aspecto sexual. Una vez prometi-
da la diversión y el disfrute del sexo me empiezo a hacer el interesante:
_ que hago, lo que sé, lo que he hecho, lo que conozco, lo. que leo...
Mes EA je a de todo el potencial que a a
oniradas despliegue por etapas busca que ellas se sit
Posición de admiración hacia mí. «Cuánto sabe», «Cuánto
Ñ . Qué bien relacionado está», «Cuántas cosas voy a aprender Con
Ne», «O . ' U1£
> “Qué bien se lo hace en la
cama», etc
> .

290
El amor

Para el E3 sexual no es difícil ser objeto de miradas admirati-


vas. El afán de obtener admiración y ser amado es humano; el
roblema es que este afán le desconecta cada vez más de su amor
ropio, SU autoestima, sus necesidades reales y su verdadero ser.
Su busca del amor es desesperada, y lo vive con parejas con
quienes NO quiere estar, en experiencias dañinas que no suelta
por miedo a perder el amor y a estar solo. Aguanta hasta situacio-
nes de maltrato, de las que se desconecta para poderlas soportar,
porque separarse supondría vivir el dolor del abandono, su pesa-
dilla más temida.
Probablemente su amor más desarrollado sea el maternal, ya
ue tiende a cuidar a los que quiere. Como también a esconderse
detrás de la familia o de un hombre, que son algo que le da valor.
Tiene pasión por la familia, donde no toca tanto la inseguridad, y
puede ser buena ama de casa, en ese contenedor que no solo le da
protección, sino también sentido a su vida.
El Ez sexual vende amor compasivo para obtener amor ma-
terno y admiración. Y en lo específico de la relación sentimental,
donde tanta energía pone, este amor compasivo está afectado por
el erótico —entendido como seducción y no como placer—
como si este fuera el canal para entrar en un amor maternal.
Vende pues amor maternal, a base de cuidar del otro. Quiere
que se le trate como a un rey y actúa como sirviente. Se cree digno
y merecedor de un amor absoluto, donde él es la estrella. Vende
el estar siempre muy atento a las necesidades del otro, al que
cuida de manera muy eficaz pero sin conexión amorosa real. Le
cuesta, en el fondo, dar un amor real, genuinamente conectado
con lo que él y el otro puedan necesitar. Se trata de un esfuerzo
monumental, empezando por el de anular su verdad, que es su
necesidad de cariño, que queda fuera de la ecuación mientras va
Comprando miradas admiradas.

291
Psicología de los eneatipos

espeodencia haciéndose n
al busca generar
El E3 sexu
es ci nd ib le , lo cua l le co lo ca En un a posición de poder dona.
pr
queda «a salvo» de aparecer frágil o lea, Se vende mss
Ít em s de la nu tr ic ió n y el cuidado, d
experto en todos los o que q] mo pl |
Y si hay alg
existe un «no sé» en Su vocabulario. y e |
az, me di an te el au to en ga ño, de engañar al
es bien cap
val a vo lv er a viv ir el ab an do no que Sufrió en ;
por su miedo cer a
infancia, a perder el amor del otro. La dependencia la gener,
a má s ma ra vi ll os a y pe rf ec ta de la Tierra, de
sentirse la person
e vivir.
cual el otro simplemente no pued
n fuerte que
Y compra un amor como el que vende: alguie
esté siempre cuidándole y volcado, que le admire y le haga sentir.
se especial, que le haga regalos y le diga constantemente lo adm;-
rable que es. Y por supuesto, alguien que no le critique. Jamás.
Sino todo lo contrario: una persona que va a descubrir algo fasci-
nante en él, que nunca nadie ha descubierto, y que además le ya a
adivinar. Compra un amor redentor que le libere de todo el dolor
que ha vivido. La creencia es que si encuentra ese amor, hallará la
felicidad y se esfumarán el dolor y la frustración.
Una frustración que sobreviene, no obstante, cuando ese
amor imposible nunca llega. Entra entonces en un nuevo autoen-
gaño: él da mucho y no recibe a cambio lo que se merece, aun-
que... en el fondo tampoco confía en que el otro le pueda cuidar.
Se pone tan exigente con cómo se le debe cuidar que el otro acaba
tirando la toalla.
El E3 sexual necesita tener a alguien enganchado a sus ofertas
todos los días del año. No se da cuenta de que, en el fondo, está
utilizando a la otra persona con tanta dependencia como genera.
Hasta que un día acaba por sentirse encerrado y, en su ansía de
libertad, ¡culpa al otro!

momento de la separ ación , no sostiene él


cuando llega el
292
El amor

elo y Pasa de inmediato a buscarse otra pareja que le llene el


acto. Y si hay algún momento en que no esté en pareja, tiene, o
¡en UN comodín enamorado a quien promete que algún día
odrá tenerle, O la imaginación ocupada en alguna futura con-
pista, en la fantasía o en la realidad.

En los últimos diez meses he tenido tres parejas diferentes y he ido pa-
sando de una a otra sin apenas pararme, ni a estar solo, ni a hacer ape-
nas ningún tipo de duelo o dejar posar lo ocurrido. Me doy cuenta de
que he pasado de forma casi compulsiva de una historia a otra y de que
no me ha supuesto demasiado recomenzar, y eso me habla de mi des-
conexión y de mi frialdad cuando necesito llenar de nuevo el vaso, el
hueco, el vacío, que en este último año no me he dejado sentir.
En cuanto una historia comienza, algo que es común es la fantasía
de que con esta mujer sí va a ser posible realizar mi historia de amor,
mi cuento de familia feliz con de niños correteando y recibiendo feli-
ces al padre que llega del trabajo y se los come a abrazos y besos. Auto-
máticamente me empiezo a contar el cuento, mi cuento de amor per-
fecto, y empiezo a perderme, a olvidarme de mí, de darme espacio. Y
soy entregado, amoroso, cuidadoso, tierno y me creo que todo lo que
doy es perfecto y maravilloso. Ya me he colocado en el lugar de la per-
fección, donde seguramente voy a ser muy admirado y deseado. Por
supuesto me olvido de sentir y de confrontar por miedo a no gustar y
dejo de decir lo que quiero y lo que no quiero.

Cuando llega una crisis amorosa que aboca a la separación,


El E3 sexual se puede convertir en una persona muy autodestruc-
tiva, entregándose a las drogas y al alcohol para anestesiar el dolor
y llegando a perder por completo su dignidad y autoestima,
No es tan difícil para un E3 sexual admirar, pero en realidad
se trata más bien de envidia oculta, de una idealización a alguien
que considera de más valor y al que quiere seducir para que le
devuelva con su mirada ese valor propio que él no puede sentir,
esa confianza en su valor interno como persona. De ahí que esa
a la
admiración que va buscando de continuo sea superficial:
293
Psicología de los eneatipos

la cola,
imagen que presenta. Como un Pez quede muerde MUtre
con ello su desconfianza en poder ea visto y respetado Por 4
el amor admirativo er
quien es. La seducción física incoxica > €n
omá tic o HC el otro , desv ía
tanto que canal rígido y aut nCual.,
ocional. La confusió
quier relación amorosa maternal o dev
tiene en la inopia
límites que ha vivido con los padres le man
lo que quiere de
sobre los caminos que le llevarían a conseguir
verdad.
Si tanto le cuesta confiar en la vida y ha de controlarlo todo
es precisamente por su hondo anhelo de entrega. Cuando encuen.
tra que puede rendirse y entregarse a lo divino, conecta con su
propia divinidad y ahí puede descansar:

Es difícil hablar de cómo es el amor a Dios para un E3 sexual de una


forma más generalizada, por tratarse de una dimensión espiritual y,
por tanto, subjetiva. Hablando desde un punto de vista vivencial y
personal, puedo hablar del amor a Dios como la experiencia de Amor
en sí mismo. Un amor que se traduce en adoración y gratitud a Aquel
que, antes de venir, me enseñó a encontrar el camino. El amor como
una facultad, como una forma del alma que, cuando se accede a ella, es
la experiencia de unión con todo, de amar sin exclusividad, salvando
las diferencias que nos separan. Puedo hablar de amor a Dios como
una profunda experiencia de amor por mí misma. Cuando constaté el
esplendor de mi verdadero Ser, la fuerza de lo divino en mí, me reve-
rencié. Esta experiencia fue fundamental para conectarme por fin con
mi propio valor y, aunque aparentemente continúa estando ahí la mis-
ma «vanidosa», internamente provocó un cambio de consciencia pro-
gresiva y liberadora.

294
9

PERSONAJE HISTÓRICO:
MARILYN MONROE

Marilyn Monroe en el apogeo de su carrera

La imagen

Marilyn es buen ejemplo de un personaje autodestructivo. Mu-


rió a los treinta y seis años, y todo apunta aque se suicidó, Era
una estrella que vivía de su imagen y fue valorada :como icono de
la belleza femenina y lo deseable. Muñeca rota tras ser utilizada
en beneficio de muchos, vivió aterrorizada de perder su. sex'ap=
Peal, a expensas de la opinión de la masa. za sl

295
pos
Psicología de los eneati

? su imagen física, > PErs ioisg


persigui Una
Eternamente pendiente de
UM nte necesitada de amor
imagen perfecta pues, sumSame
>] no Cono-

Oigámosla:
ció otro modo de conseguirlo.
las cejas
los labios pintados y y las tes: a,
cejas teñid
do llegué al colegio con
o en los chicos un ajet reo general. No tenía ni la más remota
nadie me besase. La ver, dad
idea de por qué les seducía. No quería que tan insengj_
es que con todo mi rímel, mi pintalabios y mis curvas era
ales el efecto
ble como una piedra, pero parecía producir en los chav
contrario.
nada más fino que una
Para mi cintura es bueno no comet. No hay
tripa plana.

Cuando la operaron de apendicitis entró en quirófano con


una nota al cirujano pegada en la cintura, donde le pedía que por
favor la abriera lo menos posible para no dejar una gran cicatriz,
Parte importante de la tarea de su peluquero era teñirle el vello
púbico de rubio. Nunca se quitaba el sujetador, como bien sabía
Amy Greene, modelo y amiga íntima de Marilyn:
Alguien le sugirió un día que si siempre llevaba sujetador no se le cae-
rían las tetas y por eso dormía con el sostén puesto. Me dijo que cuando
terminaba de hacer el amor con alguien, corría a ponerse el sujetador.

La escritora Adele Fletcher quedó con ella un día para comer


e ir luego al estudio del fotógrafo Cecil Beaton. Tres horas estuvo
esperándola mientras Marilyn —luego se enteró— se estaba la-
vando y peinando el pelo tres veces. La actriz vivía en un miedo
constante a no estar con su mejor imag
en y a que dijesen que es-
taba perdiend o su belleza.
Belleza y juventud: es lo que las mujeres de este rasgo tien
ánico a . en
p perder, en la creencia de que si eso se les va, lo
pierden
todo. Como si un
Personaje histórico: Marilyn Monroe

La ceremonia en Hollywood Boulevard de dejar la marca de


La manos en cemento fresco la llevó a cabo junto a su colega
o Russell, con la que había trabajado en Los caballeros las pre-
) een, rubias. Jane reparó En que Marilyn estaba contenta y muy
asustada a la vez. Aquel mismo día su peluquero había recibido
pa llamada a larga distancia: «Necesito tu ayuda». Era Marilyn,
que prosiguió, en pleno ataque de pánico: «Ven por favor y tráete
att madre.», parecía en plena crisis. Al llegar, le aclaró: «No
puedo decidir qué vestido ponerme». Travilla, figurinista de al-
guna d e sus películas, recuerda:
Creo que ella quería amor pero solo podía amarse a sí misma. Era una
narcisista total. Adoraba su cara y quería cambiarla constantemente
para mejorarla y hacerla diferente. Una vez me dijo: «Puedo conseguir
que mi cara haga cualquier cosa, igual que tú coges un lienzo en blanco
y sacas un cuadro». Lo único que de verdad le encendía sexualmente
era mirarse en el espejo y verse la hermosa boca que se había pintado
con cinco sombras de carmín para obtener unas curvas que hicieran
sobresalir los labios, que en realidad tenía pequeños.
Si alguien era calientabraguetas, era Marilyn cuando quería serlo.
Lo hacía de verdad y a beneficio del espectáculo.

La infancia de Norma Jeane

Su familia fue casi inexistente. Ella nunca supo quién fue su pa-
dre. Así que se creó uno imaginario. Por una foto que le enseñó
su madre de un hombre que decía ser su padre y que se parecíaa
Clark Gable, se creó la fantasía de que su padre era él y se lo iba
diciendo a todas sus amigas.
Para poder sobrevivir al dolor de no tener familia, es típico
del Ez sexual crearse, en la fantasía, una perfecta. Perseguir esa
al ser
'magen ideal se convierte luego en una obsesión frustrante
imposible lograrla.

297
Psicología de los eneatipos

enfermeda d menta
La rama de su madre era un acúmulo de
resión y no podía Upa
La madre sufría largos periodos de dep
s con la familia des.
de sus hijos, por lo que dejó a los varone
ntico deM,
primer marido. En cuanto 4 Norma —nombre auté
rilyn— fue carne de padres adoptivos y, en una ocasión, de o
orfanato. o y
del mo.
Cuando cumplió dieciséis años, su madre adoptiva
mento acababa de casarse por segunda vez y se iban a ir a Vivir a]
Este. La condición para llevarse con ellos a Norma era que se Ca-
sara. Le arreglaron un matrimonio con un vecino de Veintiún
años. El futuro marido se llamaba Jim y lo que le gustaba de M.
rilyn era que, cuando bailaban, se acercaba más de lo normal, se
reía en el momento oportuno y se callaba cuando tocaba. Rápi-
damente se convirtió en el ama de casa perfecta. Aprendió a coci-
nar y Jim decía que era una buena esposa. Él se alistó en la Mari-
na y empezaron las largas ausencias. Marilyn, que le escribía
todos los días, no podía soportar la soledad y empezó a beber.
Decidió que quería convertirse en una estrella de cine. Como su
marido estaba cada vez más ausente se divorció y se fue a Ho-
llywood dejando atrás, junto a toda su vida, su nombre: Norma
Jeane.
El Ez sexual tiene tanta capacidad de desconectar que puede
romper con todo un pasado y dejarlo atrás para siempre cuando
solo un momento antes sentía no poder vivir sin esa vida. Pero
hay también una necesidad de encontrarse, «un buscar cuál es
la
Propia verdad, cuestionando si aquel amor que vivía como el de-
finitivo e imprescindible era tan solo algo inventado,
idealizado:
Este es el final de la historia de Norma Jeane... Me fui a una habitación
de hotel para vivir sola, No sabía quién era y quería encontrarme:
Cuando escribí; «Este es el final de Norma Jeane» me sonrojé como
si
me hubiesen pillado en una mentira. Porque aquella niña
triste Y

298
IN Personaje histórico: Marilyn Monroe

amargada que creció demasiado rápido nunca ha salido de mi corazón.


En el éxito que hoy me rodea sigo sintiendo sus ojos asustados miran-
do por los míos. Me sigue diciendo: «Nunca viví. Nunca fui amada».
A menudo me confundo y me creo que soy yo la que está diciendo eso.

La relación con el padre


En una fiesta en Nueva York, Marilyn participó en un juego
donde se trataba de confesar qué era lo que más deseaba en el
mundo. Ponerse una peluca negra, dijo, ligarse a su padre en un
bar y que le hiciese el amor. Entonces le diría: «¿Cómo te sientes
ahora, al haberte acostado con tu hija?»

La vanidad en lo sexual

Un escritor llamado Will Fowler decía de ella que le encantaba


desnudarse y mostrar su cuerpo a los hombres. Hacía todo lo que
estos le pidiesen, verdaderamente como un favor: «Cuando esta-
ba casada no me acosté con otros hombres hasta que mi marido
se alistó en la Marina. Y empecé a hacerlo porque me sentía muy
sola; necesitaba algo de compañía, por eso cedí».

Un periodista le preguntó en una entrevista:

—¿Cuántos años tenías cuando tuviste tu primera relación sexual?


—Siete —respondió ella.
—¡Dios mío! Y el hombre, ¿cuántos tenía?
—Él era más pequeño.

Parece que esta historia es la que menos contaba. Normal-


mente hablaba de cómo habían abusado de ella en su niñez.
/

299
Psicología de los eneatipos

casi nuev e años Y viví a con una familia que alquilaba Una
Teni t
la a un hombre ilamad Kimmel Un día pasaba por su habita habi.
o e . /

tación a rta y dijo: «Por favor entra, ..


cuandoA abrió rtla pue llave. «Ahora no puedes Norma. ». Me So Nrió,
cof salir», me dijo
y cerró la puerta do. Me quedé miránd5 , JO,
|PeroCom o y;
ole
.

jug an . Ten ía
S a i mi ed o no
estu viésem os bía que estaba mal pero sentía más curiosida á
: j Sa
A ¡ a me habíaía hablado d de sexo yy j Los
hablado jamás Pensé 5
otra COSa... Nadie nunc
tuviese importancia.

erdos:
He aquí otro de sus recu

Me enamoré de un chico que se llamaba George. Solíamos ocultarno,


en la hierba hasta que él se asustaba y salía corriendo. A mí nunca me
dio miedo lo que hacíamos en la hierba. Sabía que estaba mal, por eso
me escondía. Por las noches me quedaba despierta e intentaba ayerj.
guar lo que era el sexo y lo que era el amor. Quería hacer mil preguntas
pero no había nadie a quien preguntar.

Luego, cuando se casó, «lo primero que me pasó con el ma-


trimonio fue que aumentó mi desinterés por el sexo. Esto a mi
marido, o no le importaba o no se daba cuenta».
E Oigamos ahora la versión del esposo: «A Norma le encantaba
| el sexo. Era tan natural para ella como el desayuno de por la ma-
ñana. Nunca tenía el menor problema».
Sin embargo, otros hombres que estuvieron en la vida de
Marilyn, y también su psiquiatra, el Dr. Greenson, relatan que
encontraba poca satisfacción en el sexo. Rosenfeld, un multimi-
llonario que mantuvo relaciones íntimas con Marilyn, evoca:

Marilyn pensaba que el sexo acercaba a las


personas, que hacía que
fuesen más amigos. Me dijo que casi nunca
llegaba al orgasmo. No era
nada egoísta. Hacía de todo para agradarte. Y no solo en el sexo. Era
una persona muy alegre. Siempre
se estaba riendo.

2% Min o otro amante de Marilyn, recuerda por su parte que


ca Y?

que lo intentase.
poca llegar al Orgasmo, por mucho
300
Personaje histórico: Marilyn Monroe

senía muchos problemas psicológicos. Era una persona muy


siste». Y menciona que ella usaba el sexo para conseguir sus fines,
eristo»-
algo que corrobora Schaefer, otro de sus amantes:
Marilyn debió haberse sentido frustrada casi todo el tiempo. Para ella
el sexo formaba parte de su actuación. Al ser una mujer muy atractiva,
suponía que tenía que irse a la cama con un hombre porque eso era
algo que ella podía hacer, que podía dar. Pero no lograba gran cosa en
términos de su propia satisfacción.

Es normal para el E3 sexual que, una vez concluida la fase de


conquista, se apague el deseo, aunque se actúe lo contrario, lo
cual es parte de su falsedad. He aquí un claro ejemplo de lo que es
vivir para el placer ajeno y no para el propio, dejando de lado
hasta la noción de que uno pueda disfrutar; parece que ella se to-
maba el sexo como parte de su oficio.
Formaba parte del día a día de Marilyn un abuso que es bas-
tante común entre las mujeres E3 sexuales, presas perfectas por-
que oponen poca resistencia. La arrogancia surge para desconec-
tarse del dolor, poniéndose por encima con el discurso de que
era algo que ella podía darles. También hay mucha confusión
entre el amor y el sexo. Cualquier tipo de roce físico lo confunde
con un contacto amoroso, quizá porque no conoció en su infan-
cia otro tipo de contacto.

«Más que nada en el mundo quiero amar y ser amada.»


La primera vez que se enamoró perdidamente fue de Fred Kar-
8er, director musical de los Estudios Columbia.

Empezó una nueva vida para mí. Siempre me había visto como una
Persona no amada. Ahora sé que había habido algo peor: mi corazón

301
Psicología de los eneatipos

ca me olvidé de Norma Jeane. Ahora AParecía


cerrado al amor. Nun
una nueva yo en mi piel, que nO Ae he E 12 buscadora de un
mundo de colores brillantes. Cuanc o Fred me dijo: «Te amo», aquello
fue mejor que oír a mil críticos decir que yo pl a o a estrella,
Luego se posó una nube en mi paraiso. Cuando Fred me hablaba,
Mi falta de conocimientos,
era para criticarme. Criticaba mi mente.

el llanto dema.
Cuando Marilyn lloraba, él le decía: «Tienes
. Compa.
siado fácil. Eso es porque tu mente no está desarrollada
intentó dejarle ya.
rada con tu cuerpo, €s embrionaria». Marilyn
rias veces:

a un precipicio
Hubo un tercer y un cuarto adiós. Era como correr haci
ara saltar. Pero cada vez que iba a tirarme me paraba y no lo hacía,
Me volvía hacia él y le rogaba que me abrazase. Es muy difícil hacer
algo que le duele al corazón.

Estuvo casada con Joe DiMaggio, un jugador de béisbol que


recuerda así su matrimonio: «No es nada divertido estar casado
con una luz eléctrica». Siendo su esposa tuvo varios amantes; in-
cluso se rumorea que se casó en secreto con uno de ellos. El de-
portista era un hombre muy celoso que la maltrataba físicamen-
te. Marilyn llegaba a los rodajes llena de moratones, que le tenían
que cubrir con maquillaje. Estas agresiones parecían afectarla
más de lo que contaba, pero aun así mantuvo la relación bastante
tiempo. Acabaron por divorciarse cuando se encontraba rodando
con Billy Wilder.
ca estudios cinematográficos se beneficiaron de su ruptu-
a matrimonial e invadieron su vida privada aprovechando el

e a sd ino a 00
que morir. Marilyn estaba en tal estado
A fragilidad y desesperación que
no le quedaban fuerzas part
efenderse y se dejó utilizar.

302
Personaje histórico: Marilyn
Monroe

Crear una familia, su mayor frustración

pot aquella misma época ella tenía una Preocupa


¡ a ción, uizquizáá
E s e r
más triste de su vida: ser madre. En los a NOS Cincuent paa
“o tras aÑ
o. Se casó varias veces a lo intentó
cold y se sometió a numeros
ciones ginecológicas, con varios abortos. as opera-
Contaba que cuando
apusaron de ella la dejaron embarazada y tuvo el bebé pero su
madre adoptiva lo dio en adopción y ella no lo
volvió a ver. No
sabemos si es verdad. Amy Greene, que vivió con ella, dice que se
inventaba muchas cosas.
Peter Leonardi, el peluquero y asistente de Marilyn en los
años cincuenta, afirma que se sometió a una ligadura de las trom-
pas de Falopio para no tener hijos, cuando estaba subiendo a la
fama, por consejo de su agente de entonces, quien le dijo que un
embarazo echaría a perder su carrera, Al parecer se volvió a operar
más tarde para revertir la operación. Por si fuera poco, amigos de
Marilyn han relatado una gran cantidad de abortos voluntarios.
Una vez ella misma confesó que había tenido doce. Algunos, ver-
daderas carnicerías practicadas de manera ilegal. Luego se sor-
prendió de no poder. tener hijos.
Un.amigo suyo, Henry Rosenfeld, dice que deseaba tanto un |
bebé que cada dos o tres meses se autoconvencía de que estaba
preñada y engordaba un par de kilos. Estaba en un embarazo psi-
cológico permanente.
Lauren Bacall, que compartió rodaje con ella, recuerda que
lo único que quería Marilyn era estar en San Francisco con Di-
Maggio, su marido: «Quería saberlo todo sobre mis hijos, mi
vida familiar, si era feliz... Parecía envidiosa de ese aspecto de mi
vida, deseaba tenerlo para ella».
Siempre buscó formar la familia que nunca tuvo y $ topó con
un fracaso tras otro. Parece que esto tuvo que Ver, sintiéndose cada

303
Psicología de los eneatipos

vez más sola y perdida, con el suicidio. Como Ez sex val, más
portante que el éxito profesional eran el amor y la famili, o
interior e
nunca logró. Dependiente al iO, no tenía en su
estructura que la sostuviese y quedó así vendida a los Consejos dee
ivos de su ento rno. Cuan do se dio cuenta de cuál balas
truct
su verdadero éxito en la vida ya era demasiado tarde. '

Actuación y vida profesional

Natasha Lytess, su coach de actuación, la recuerda así:

Tenía el hábito de mirarme nada más terminar una escena, cosa que
acabó convirtiéndose en un chiste en la sala de proyección. Cada uno
de los pases del día eran: ella terminando su diálogo e inmediatamente
buscándome con la mirada para ver si lo había hecho bien.
Marilyn era astuta. Ya me gustaría a mí tener la cuarta parte de su
habilidad para los negocios, aquel don suyo para promocionarse y para
pasar de lo que no le convenía.

En una clase de interpretación, a mitad de una escena de El


jardín de los cerezos, de Chejov, su profesor de entonces, Michael
Chejov, le preguntó si había estado pensando en sexo mientras la
hacía. Marilyn le contestó que no. Entonces Chejov le dijo:

Entiendo tus problemas con los Estudios. Eres una mujer de la que
emanan vibraciones sexuales hagas lo que hagas y pienses lo que pien-
ses. En los Estudios, tus jefes solo están interesados en tus vibraciones
sexuales, Y ahora veo por qué se niegan a reconocerte corno actriz. Eres
más valiosa para ellos como estimulante sexual.

Después de estas palabras Marilyn le dijo a un entrevistador:


«Quiero ser una artista y no un capricho erótico. No quiero qué
se me venda al público como celuloide afrodisiaco».

304
Personaje histórico: Marilyn Monroe

En los rodajes se sentía herida con gran


facilidad por cual
quier tipo de crítica. Nunca se sentía segura
ante la cámara. Tenía
canto miedo de no actuar bien y de no estar físicamen
te perfecta
que nO podía dejar la Caravana para ir al set. Sí que tenía un gran
ralento pero no podía creer en ella. Así lo recuerda Lauren Baca
ll:
. 1 : tos
Marilyn tenía miedo y se sentía insegura. Solo confiaba en su coach
En nuestras escenas me miraba a la frente en vez de a los ojos. Eso no
me lo ponía fácil y muchas veces me irritaba. Y sin embargo... no p po-
, , .
. .
"

: no.
día, no gustarme Marilyn. No tenía ninguna maldad. Solo estaba in-
tentando concentrarse,

El guionista Nunnally Johnson le escribía en una carta a una


amiga: «Marilyn es como una zombi. Hablar con ella es como
hablarle a alguien que está bajo el agua... no puedes llegar. Me
recuerda a alguien con mucha pereza. Si le clavas un alfiler a un
perezoso tarda ocho días en quejarse».
De un rodaje con Otto Preminger, esto es lo que la actriz
Shelley Winters recuerda:

Siempre hacía lo mismo cuando estaba confundida. Abría la boca y le


sonreía a todo lo que se cruzase por su camino. Preminger empezó a
insultarla, diciéndole que tenía tan poco talento que debía volver a su
«profesión» original. Marilyn nunca volvió a levantar la mirada y su
sonrisa estaba cada vez más congelada.

Luego llegó la venganza: mintió a todo el mundo al resbalarse


en el barco donde estaban filmando, diciendo que se había roto
una pierna, lo cual retrasó el rodaje y costó un montón de dinero.
La actriz Constance Collier fue su profesora de interpreta-
ción en los últimos años. Así la retrata semanas antes de morir:
en un sentido tradicio-
Es una criatura hermosa. No creo que sea actriz
inteligencia
nal. Lo que tiene es una presencia, una luminosidad y una

305
Psicología de los eneatipos

o. Es tan frágil e
que nunca saldrían a relucir en un escenari
como un colibr; a]
que solo lo puede atrapar una cámara. Es
Sutil

toda el al
solo la cámara puede congelar esa poesía. Rezo con
que sob reviva lo suficiente como para liberar ese talento he IMoOso y
extraño que deambula en ella como
un espíritu enjaulado.

Lee Strasberg, maestro por aquel entonces de Marlon Bran.


do y James Dean, acogió, junto con su mujer Paula, a Marilyn y
la adoptaron como hija propia. En Marilyn descubrió a una cria.
tura con un peligroso potencial, y ella encontró en él un maestro
y un gurú... una nueva dependencia. El se dio cuenta, en las pri-
meras clases, de que cuando Marilyn describía su pasado tarta.
mudeaba de miedo: «No era la que parecía ser; lo que le pasaba
por dentro no era lo que le pasaba por fuera. Era como si estuvie-
se queriendo que apretases un botón y, cuando le dabas, se abría
una puerta y veías un tesoro de oro y joyas».
Iba a las clases de Strasberg sin maquillar, con vaqueros y
jerséis holgados, y se ponía en el rincón más oscuro. Sus compa-
ñeros quedaron desconcertados por su capacidad de encenderse y
apagarse, de ir a la oscuridad para reaparecer, de pronto, en un
halo de luz blanca que la envolvía.
A Eli Wallach, actor y compañero de Marilyn, también le
chocaba esa metamorfosis. Iban por la calle y de repente se gira-
ban las cabezas para comérsela con los ojos, cuando un momento
antes nadie de los que pasaban por su lado había siquiera repara-
do en ella. «Hace un momento sentí que era Marilyn», decía ella
entonces.
Según Wallach, a veces las clases de Strasberg estaban intelec-
tualmente por encima de Marilyn. Frank Corsaro se autodesignó
su traductor: «La mitad del tiempo no tenía ni idea de lo
que Lee
estaba hablando.» La actriz y profesora Peggy Feury no está de
acuerdo: «Marilyn era una actriz muy lista. Su problema era lo

306
Personaje histórico: Marilyn Monro
e

ucho que se asustaba al sentir que no era Capaz: se hacía un nud


nudo

p pr eso todo
ohn,
el mundo pensaba que era tonta», El hijo de Le
recuerda: € Le
Sabe J

La tragediaj fue que lala g


gente, > incl uso mi : padre, de al

su mundo 5 guna manera, se


aprovechaban de ella. Valoraban ' dieroner espe-
ecial, su lecaráct pe
cial, cuando lo que ella necesitaba era amor. Mis padres
pero estaba ligado de un modo inextricable a 1 a actuación. or

Acabamos con el testimonio de Natasha Lytess: «Fui su en


srenadora personal muchos años, trabajando con ella día y noche 3

y cada vez que le pedía que hiciese algo para mí tenía la sensación
de que la estaba utilizando».

Las drogas, camino a la destrucción

Con las drogas se maltrató mucho y parecen ser lo que la mató.


Las utilizaba como medio de desconexión, sobre todo cuando se
estaba separando o tras sufrir algún aborto. Durante su matrimo-
nio con DiMaggio se caía a pedazos; temblaba mucho y no para-
ba de tomar fármacos. Muchas veces iba tan sedada que no se
podía mantener una conversación con ella. Pasó por varios lava-
dos de estómago y largas temporadas en hospitales de desintoxi-
cación.
Desde los diecisiete años solo podía dormir con barbitúricos.
Padecía un terrible insomnio y necesitaba toneladas de pastillas
para dormir y otras tantas para despertarse. Tomaba Seconal
cuando añadió las anfetaminas, en una época en que los jefes de
los Estudios las usaban regularmente para tener a Sus estrellas tra-
bajando a destajo, Esta es la versión del Dr. Elliot Corday, Su
médico de 1948 a 1955:
307
Psicología de los eneatipos

“ré d del ;caso p porquedoellaol no quería


Al final me retiré querí ver a un Psiquia
decente. La gente hubiese enten ás su muerte si la hub uta
cuchado en mi despacho. Tuvo varios intentos de suicidio, más , e.
que se conocían. En 1954 estaba tomando drogas duras, ademg, i los
pastillas para dormir. Al final le dije que yo no iba a estar Para se, ;
go de lo que iba a ocurrir.
CSti.

Su relación con drogas y fármacos puede interpretarse Com


: Lente o
la necesidad de desconectarse de una hipersensibilidad que con
lleva ansiedad, miedo y angustia, y de ese fondo de mucha triste.
za que viven los Ez sexuales, más allá del gran esfuerzo que hacen
para que no se les note, con su fachada perfecta. También es ln
modo de desconexión de ese estar autoanalizando constanteme.
te sus actos, reproduciendo la película de lo que hicieron una y
otra vez, criticando lo que ven y proyectando ese juicio en las
imaginarias voces de los demás. Tal pensamiento persecutorio es
una manera de no dejarse en paz que conlleva especial sufrimien.
to en una persona que no tiene más remedio que estar tan ex-
puesta.

Timidez, hipersensibilidad, dulzura

Su primera profesora de interpretación, Morris Carnovsky, decía


de ella que era extremadamente tímida y se tomaba las clases muy
en serio; siempre llegaba puntual y con todas las tareas hechas.
Hal Schaefer, que le dio clases de música, mantuvo con ella una
relación amorosa: «Me parecía una especie de vidente, como si
no estuviese del todo en este mundo, no del todo aquí. Era calla-
da y no se abría mucho. Al principio no tenía ninguna confianza
en sí misma». Milton Greene fue su socio y amigo:

308
Personaje histórico: Marilyn Monroe

habício
me nego habí S co-
a topad
Yo crela haberlo visto sado, SAR
modelos y actrices. Peroañosnuncena este
pocido 2 muchas
nadie con €S€ tono de voz, esa amabilid adtan yhipe
suav idad
rsen . Si veía a ne
sibl pe-
to en la carre tera, llora ba. Era
Muer
tiempo. Lueg, que yo debía
rro e que yo d
voz todo el
¡ener cuidado con mi tono de
j Í
. o me di
podíararisero. la amabilidad en Eo
qe que vivía en los endos todpoloos:lo cont yde
pronto convertirse

El primer recuerdo que guarda Arthur Miller de Marilyn fue


en una fiesta, «tan aterrorizada que no podía decir palabra. Solo
estaba ahí de pie, muda, negándose a entrar en ninguna conver-
sación VACUA». Su futuro marido se ganó la confianza de Marilyn,
quien le confesó que se sentía inferior y era incapaz de hacer ami-
gos de verdad porque solo la veían como un cuerpo invitante y
|
nada más.
Sus médicos no dudaban que necesitaba atención psicológi-
ca. Como su ginecólogo, Milton Gottlieb: «Era insegura y estaba
asustada de la realidad de la vida. Una joven muy trastornada...,.
Toda esta timidez tiene que ver también con lo vanidoso. Hay
tanto miedo a decir o hacer lo incorrecto y a ser, por tanto, criti-
cado, que los E3 sexuales se sumen en un silencio donde pasan
desapercibidos.

Maternal

afloraba,
El cuidar de otro, aislada del mundo donde su neurosis
el peor año de su vida,
pareció darle salud. Schaefer recuerda que i-
a cuidarme al hosp
en que él intentó suicidarse, «Marilyn vino
y bastante práctica. Está-
tal, donde me recuperé. Era muy dulce
luga r aisl ado y pare cía esta r bien allí conmigo: iba a
bamos en un
un poc o more na.. . A ella le gustaba cuidarme».
hadar, se puso

309
ecta
Ama de casa y anfitriona perf
cenar a unos amigo,
Estando ya con Arthur Miller, invitó a
ya sabían que estaban juntos, lo cual era un secreto por tone
en dos días; Ma
Miller recuerda que ella no hizo nada más
ple cena, L E
había visto a nadie tan preocupado por una sim
demasiad,
dad es que se excedió. Todo era demasiado formal,
meticuloso. Terminó agotada».
aggio. He 20
Marilyn era la perfecta ama de casa con DiM
la imagen que le gustaba dar de su matrimonio:
Joe no tiene que mover un músculo. Si tratas así a un marido, te dis-
frutará el doble. Me gusta plancharle las camisas, pero muchas Veces
no tengo tiempo; me gusta mirarle y ver que lleva la camisa Planchada.
Un hombre nunca debería pensar en su ropa. Una esposa debe encar-
garse de que sus trajes y zapatos se manden a limpiar.

Era amiga del poeta Norman Rosten y de su mujer, que la


describen como una buena cocinera a quien le gustaban las tareas
domésticas. Presumía de lo bien que lavaba los platos y decía que
era la herencia de haber sido una niña esclava en casas de acogida.

Su relación con Arthur Miller

Estar al lado de un hombre importante, ser la mujer de... es lo


que persigue la Ez sexual. Este fue su matrimonio más duradero.
Admiraba la inteligencia de Miller pero insistía: «Estoy enamora-
da del hombre, no de su mente. El Arthur Miller que me atrajo
era un hombre cariñoso y amable. Arthur me ha ayudado a cam"
biar. Siempre me he sentido insegura y él me ha ayudado a sup*”
rarlo». Miller le confesó a] periodista Robert Ajemian:

310
Personaje histórico: Marilyn Monroe

la mujer más femenina que podría imaginar; estan do co


:..es morir. Esta chica es un desafío para cualquier homt re,
n> te
-
. Y

:yoría se convierte en En4s de lo que ya son Por naturale za cuando


conf
atán
vuelve más falso, un hombre
asu aJrededor de ella: el falso se
ndi-
do se confunde más aún,' un retraído] se retira h asta el fondo. - Es com
yn imán que saca del animal masculino sus cualidade esenciales
s o

El dramaturgo recuerda que a Marilyn le


obsesionaba su falta
de educación.
“ane
Me viene un díamd
y me dice: «Ánteasipor escuché E una palabra nueva, ¿qué
significa?» El sábado me preguntó por la palabra impermeable. A me-
nudo pronuncia mal una palabra, pero quiere aprender.
¿Cómo puedo encapsular a Marilyn? Cuanto más conoces a las
personas más complejas se te hacen... Si ella fuese sencilla, hubiese sido
fácil ayudarla.

Su relación con Elia Kazan

Elia Kazan, que la conoció desde el inicio de su carrera, hace una


sentida descripción de ella en su autobiografía. El director fue
amante de Marilyn pero, sobre todo, su amigo y confidente:

Cuando la conocí era una chica sencilla, con un buen corazón. Ho-
llywood la derribó abierta de piernas. Tenía el alma sedienta de que la
aceptase la gente que ella admiraba. Buscaba el amor propio a través de
los hombres que podía atraer.
A todas las jóvenes actrices de aquella época se las veía como presas
del macho arrollador. Yo tenía un interés genuino que producía resul-
tados: Todavía me sorprende la rapidez con que las mujeres vacían sus
secretos más íntimos en un oído empático. Yo las escuchaba atento y
las historias que me contaba eran increíbles.
de
Se casó con Jim, su primer marido, para que no la mandaran
vuelta al orfanato, Tenía dieciséis años. No le gustaba nada de lo que le
hacía Jim, excepto cuando la besaba «aquí» (y entonces señalaba sus

311
Psicología de los eneatipos

despier:
pechos). Cuando Jim culminaba se dormía y la dejaba ea 6
tisfecha. Encontró unamante, Fred. Era burdo y vulga, Dsa.
que no valí a para nada más que yA ta tab,
con desprecio. Le decía
Johnny, Fred se e ola
que era estúpida. Cuando ella le dejó por |
quería casarse con ella. Oco:
le pre gun té a Marily n si le atr aía n los hombres quel mn
Yo
ban: Cuando Fred dejó de maltratarla ¿dejó él de atraer]? ¡Re
a los hombres que la despreciaban porque esa baja estima - staba
con la suya propia? Ella respondió: «No lo sé». Acidía
Era una romántica. La empezó a cortejar el multimillonario
Schenck, uno de los hombres más respetados de Hollywood. Meco
tenía setenta y un e
tó que cuando la propuso matrimonio, él
había sufrido una hemorragia cerebral. Durante el cortejo, la lleyó a su
casa y la enseñó una habitación enorme, decorada con montones de
dinero, y le dijo que sería suya si quisiese. Para convencerla, una y Otra
vez le decía la edad que tenía y que ya no estaría en este mundo mucho
tiempo, que sería una viuda atiborrada de millones: «Tengo setenta y
un años, sé que soy un hombre limitado pero podrás comprobar que
soy permisivo. Si mi mujer necesita irse con otros hombres, lo enten-
deré». Esto a Marilyn no le interesaba porque era una romántica. A mí
me parecía que a muchas mujeres como Marilyn metidas en ese mun-
do les habría tentado esta oferta, pero ella era pura de corazón.
P Lo que necesitaba por encima de todo era sentirse valorada. Había
' - sido abandonada por su madre, la habían mandado de un lado para
| otro y los hombres la habían despreciado hasta que conoció a Johnny.
Lo que más quería en el mundo era la aprobación de los hombres a los
que podía respetar. Necesitaba profundamente que la valorasen y sin
embargo respetaba a los hombres que la despreciaban, porque reafir-
maban su falta de autoestima.
Cuando la vi por primera vez con Art (Arthur Miller), estaban bai-
lando y a ella se la veía tan feliz en sus brazos... No solo era un hombre
alto y atractivo sino también un dramaturgo que había ganado un pre-
mio Pulitzer. Todas sus dudas sobre su valía estaban siendo despejadas
con ese paquete.

Es interesante el apunte de Kazan de cómo respetaba 2 los


hombres que la despreciaban o maltrataban. Marilyn buscó SU
valor en el hombre porque la carencia la tuvo sobre todo ahí. Ésto

312
Personaje
E
É
histórico:
Marilyn
Monroe

es co ún € ntre las mujeres de


hombres so “s
3 lo valorab te Subtipo, Ya desde
an
OS
cita
ió con ellos %U Sex gppe Uy jovep-
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313
Nicole Kidman interpreta a Grace en Dogville, de Lars von Trier (2003).
IO

EJEMPLOS LITERARIOS Y CINEMATOGRÁFICOS

Un ejemplo cinematográfico

Dogville
Escrita y dirigida por: Lars Von Trier. Estados Unidos, 2003.
Personaje: Grace, interpretada por Nicole Kidman.

La historia transcurre en los. años treinta en una supuesta comar-


ca estadounidense. El decorado es un escenario teatral, muy sim-
ple: líneas blancas dibujadas en el suelo indican los límites de las
casas y del pueblo mismo, Dogville. Más allá de estas líneas,
nada. Como si el pueblo no tuviera una ubicación real, como si
fuera una ficticia aldea aislada de un mundo exterior que no se
conoce. La vida tiene un espacio estricto, claustrofóbico, como si
todos los habitantes fueran una única familia, y el pueblo, una
sola casa. Todo ocurre aquí, en este cerco.
El primer personaje en entrar en escena es Tom Edison (Paul
Bettany), un chico lleno de proyectos, supuesto escritor que no
consigue concretar, dependiente de la autoridad paterna y de la
Protección de la madre.
Los habitantes de Dogville tienen, según Tom, un problema
con el recibir y aceptar ayuda y con el estar abiertos. Tom les vaa
teunir para hablarles de ello, aunque a los aldeanos ya les va bien

315
Psicología de los eneatipos

como están. La solución, según Tom, sería que cayera


del Cielo
un regalo. En ese momento Grace, una bella fugitiva p Seguid
por unos gánsteres, llega a Dogy. úle,
Grace es el símbolo de la mujer perfecta: por su belleza, fo...
en made
neidad, ternura, generosidad y bondad. No ve maldad
siempre tiene una sonrisa para todo el mundo... Llega Y, Cuan ñ
nadie la está mirando, le roba un hueso al único perro que vive en
el pueblo, del hambre que está pasando. "Tom la descubre y le
ofrece un trozo de pan; ella dice que la educaron para ser arrogan.
te y debe ser castigada por haber hurtado, así que no puede acrp-
tar el mendrugo.
Tom convence a los habitantes para que escondan a Grace
en el pueblo durante dos semanas e ingenia un plan para que la
acepten: ella trabajará para ellos a cambio. Grace nunca ha traba.
jado; se le nota en la ropa cara y en la piel y manos muy cuidadas
- con que llega al pueblo, es una mujer rica que nunca tuvo necesi-
dad. Pero no quiere que la echen del pueblo ni que la delaten, y
EE

está dispuesta a pagar por ese cobijo un precio elevado.


Su primer objetivo es ganarse a todo el mundo. Para ello de-
mostrará su valía, ofreciendo a los aldeanos lo que imagina pue-
dan necesitar, con la ayuda de "Tom. Este, por su parte, tras la
«buena intención» de ayudarla, está persiguiendo su meta de en-
contrar una salida al mundo repetitivo y cerrado de Dogyille, por
lo que explotará a Grace sin la menor consideración. |
Aunque los habitantes de Dogyille dicen no necesitar nada,
ella logra hacer tareas que ellos no consideran les hagan falta hasta
que termina haciéndose imprescindible para todos y cada uno.
En casa de unos limpia, a otros les escucha sus problemas, le lee 2
un ciego y le describe lo que no puede ver, recoge manzanas
ayuda en el campo, asea a una señora mayor, cuida de uno!
niños... Va de casa en casa hasta que ha cumplido en todas sin

316
Ejemplos literarios y cinematográfico s

misa Adopta muy rápidamente una nueva imagen: eficaci


wrabajo FOPa humilde... Una imagen de acuerdo con: lo elicaci a
e] ,
Uso] os del pueblo piden de ella, que
Feliz al parecer de ir ayudando a todo el mundo, acepta e
¿puso y la explotación, a fin de ser protegida y tenida por «buena
na». Vive incluso las absurdas pruebas a que la someten
como UN acto de reconocimiento. Se adapta, al igual que Tom, a
yn mundo donde ser reconocido o amado está absolutamente
condicionado a la obediencia, a portarse bien, al respeto a las
normas. Sentimientos, emociones e instintos forman parte del
«mah que puede amenazar esta falsa tranquilidad, este falso
orden, y SOn por tanto castigados.
Grace se alía con estos valores «de imagen» hasta defenderlos
frente a los habitantes cuando ellos mismos los critican. Necesita
contarse una historia bonita para no entrar en contacto con la
crueldad de las condiciones a que la están sometiendo.
El narrador de la historia la describe como una mujer que
siempre atina con lo que los demás necesitan y que tiene mucha
práctica en controlar sus emociones. Grace se adapta a cualquier
situación, incluso a ser objeto de deseo de los hombres del pueblo.
Cuando su búsqueda se intensifica y llega la policía a la aldea,
para clavar carteles de «Se busca», la gente de Dogyille, invadida
por el típico miedo de una sociedad norteamericana, se cree con
el derecho de exigirle una compensación más grande aún por el
riesgo que asumen al esconderla. Tom, como intermediario entre
el pueblo y Grace, traza un nuevo plan según el cual trabajará
aún más horas. Ella acepta con buena cara, y llegan a maltratarla
y castigarla hasta límites insoportables para el espectador.
es cóm-
Tom, aunque evidentemente enamorado de ella,
plice de tamaña crueldad porque comparte ese mismo miedo a
no estar en lo correcto y a no ser aceptado. Manipula a Grace

317
Psicología de los eneatipos

pr ometiéndole protección, y ella se conforma y se adapta; Para


ser más exactos: le Cree, por sentir un omb re a su lado,
Grace acepta incluso abusos Te ciones y perdona E
tantemente a sus agresores justificándoles y cisculpando a esos
hombres por ser débiles. Es capaz de aguantar e todo para Que no
la entreguen, para que no la echa, que es con lo que ellos la amo.
nazan constantemente. Lo importante para raso es la ilusoria
protección que el pueblo puede Esirecario contra quen la está per-
siguiendo. Por un lado podemos imaginar que quien la amenaza
es tan peligroso que es mejor aceptar esta falsa emilia que le ofre.
cen, y por el otro podemos intuir que Grace está bien acostum-
brada a adaptarse, a ser maltratada e ignorada como persona,
Cuando finalmente es objeto de abusos y violaciones Sexua-
les, entra en un estado en que se ausenta. Esto es lo que hace una
Ez sexual: se desconecta del maltrato, llegando incluso a aliarse
con el agresor. Es muy clarificadora la explicación que le da un
hombre del pueblo que quiere abusar de ella: «Si me quieres tie-
nes que satisfacerme; si no me satisfaces es que no es verdad que
me quieres.» A Grace le resulta tan imposible tomar la menor
decisión como expresar rabia o rebelión; solo sabe ser cómplice
de quien la explota.
Grace acaba convertida en la puta del pueblo, aunque no
cobra por ello. Ni siquiera parece haber tomado esa decisión;
simplemente se deja y perdona uno tras otro a los violadores. Su
desconexión la ayuda a autoengañarse y a mantener esa imagen
de bondad, limpieza, generosidad y falsa humildad que tiene que
calle o O, como escucharemos de labios de su
na, arrogante.
Pero antes del desenlace asistimos a una escena en la que fi-
Ejemplos literarios y cinematográficos

«pando UNAS figurillas de barro que vino comprando


con
ae :nas que le daban. El narrador cuenta que esas figuritas
las P aya ella el símbolo de los hijos que han ido naciendo en el
on p
e . SA

eblo, entre reunión y reunión donde se decidía si ella se queda-


a 4 .

p e largaba, y son por tanto la prueba de que su sufrimiento


ha pro ducido algo valioso. |
Una mujer coge dos figuritas y promete no romper más si
Grace es Capaz de no llorar. El narrador cuenta que es la primera
vez que entra En llanto desde que era una niña y que para ella son
como seres humanos desintegrándose. La aldeana rompe, una a
na, todas las figuritas de barro mientras Grace llora desconsola-
damente, Como si estuviesen matando a su familia o a ella misma.
Conecta por fin con el horror que está viviendo, y decide escapar.
Pero no lo consigue. El hombre que se ofreció a ayudarla a
huir, escondiéndola en su camión, con el dinero ya cobrado la
viola y luego la conduce de vuelta al pueblo. Al regresar, la enca-
denan y la obligan a vivir como una presa. El director pone afue-
ra la cárcel interna donde vive; es un reflejo de lo que ella ha
creado, producto de su vanidad, a base de falsa perfección, con-
trol y desconexión. Al espectador le vienen una gran frustración y
ganas de expresar lo que ella no expresa.
Después de otra reunión con el pueblo, Tom, que se había
convertido supuestamente en su pareja, no aguanta ya el conflic-
to entre defenderla y defender su posición, y la entrega a los gáns-
teres que la persiguen, llamándoles por teléfono. Cuando llegan,
lo hacen capitaneados ¡por el padre de Grace! Descubrimos en-
tonces que ella llegó a Dogville después de una pelea que tuvo
con su padre, donde se atrevió a decirle lo que no le gustaba de él
y decidió alejarse de aquel tipo de vida.
Ahora, en el reencuentro, es el padre quien le espeta lo que
no le gusta a él de ella. Ella le ha llamado arrogante por creerse

319
Psicología de los eneatipos

a
que
e ti
vitarles la vida a sus violadores, robáng,
Que
les puede culpar por obedecer a su naturaleza, El Padre le
me la ye ella también es una a por llamar víctimas a
us llora y culpar a las circunstancias. La acusa de tener la
da de que nadie puede alcanzar su «elevado senti.
idea preconcebi
do de la ética» y que por €s0 les exonera: el colmo de la Arrogan.
rtunidad de que
cia, El padre le explica que hay que darles la opo
ad que ella ny
se responsabilicen de sus acciones, una oportunid
les da. Le pide que vuelva con él a casa y le ofrece a cambio entre.
|
garle el poder.
e, que decid
Estas palabras paternas hacen reflexionar a Grac
mejor matando a
tomar el poder del padre y hacer un mundo
sodos los habitantes de Dogyille. Ante la madre que rompió sus
figurillas, ordena que hagan lo mismo con sus niños. El haber
aguantado tanto la lleva ahora a 4niquilar a sus agresores. Por una
parte, es el precio que paga por no haber puesto límite y, por
otra, la señal de que por fin se quita la máscara de dulce y bonita
para manifestar su sombra: la rabia, la venganza, las ganas de eli-
minar a quien le roba la vida. El padre le está dando también a
ella una oportunidad: la de actuar sus instintos más escondidos,
incluso la rabia y la rivalidad hacia él mismo. Los espectadores
sabemos que nunca más volverá a ser la misma.
La película estimula una lástima hacia esta mujer, y también
frustración, al ver que no se defiende. Lars von Trier dice, en
una entrevista,
que a él no le da ninguna pena su protagonista. Y
desde el punto
retratar, con el e e Sopa que el cineasta quiere
eng año s e ¡énco por enc ima de sus agresores con €s4
imagen
lástima. Mientras po Pin es verdad que ya no da a.
con que ella lo $ ve, Jue sl mir amo s a sus agresores con los 0J05
como hombres que llevan mucho tiempo *%

320
Ejemplos literarios y cinematográficos

edad, con mucha necesidad de co


ntacto físico, pobres tipos
5 e efectos» a Causa del miedo...
empezamos a caer en su ro-
e apa Bien es cierto que es el mied
o el que les lleva a hacer
y que hacen: ese miedo que traen al
pueblo las autoridades y
q ileva a los estadounidenses a crear una socied
ad como la de
Dogville. o
Veamos por último a Grace del modo en que la ve su padre,
cuando la acusa de no dar la oportunidad a los agresores de que
se responsabilicen de sus actos. El Ez sexual se responsabiliza
incluso de la maldad del otro, con tal de mantener la imagen in-
acta. Es Capaz incluso de embellecer a los asesinos. Y no se res-
ponsabiliza de su propia maldad, que esconde tras la seductora
dulzura. Si pone en evidencia al otro saca a la luz el mal y, con
ella, su propia fealdad.

Un ejemplo literario

El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde

Aun siendo un relato de ficción, estamos ante un estudio clásico


de una personalidad narcisista. Al igual que Narciso, Dorian Gray
era un joven sumamente agraciado. La belleza de su apariencia
coincidía además con la de su carácter: era amable, considerado y
se preocupaba por los demás. Quiso el destino que el físico de
Dorian llamase la atención de un renombrado artista, que em-
prendió la tarea de pintar su retrato. También atrajo el interés del
diletante Lord Henry, quien se encargó de enseñar a Dorian los
modales con que desenvolverse en un mundo de sofisticación.
Con halagos, Lord Henry sedujo a Dorian y le hizo creer que
ra muy especial debido a su excepcional belleza física. Luego
321
Psicología de los eneatipos

convenci ó al joven de que estaba obligado que ningú Un a


a conservarla,
no permitir
hermosura era
forma de proteger su Sen.
to intenso perturbara la paz de su mente nise dejara ellas
timien
ds bles ¿Cómo pueden hua
en su rostro ni en su CUEIpo.
del tiempo? Dorian empezó a estar muy pr ocupada
los estragos
imagen del
.
ade
por su apariencia. Qué pena, pensó, que la
. 2 2

siemp re le mostraría como un joven


y radiante, feliz y guapo
orando. Ojalá fuera al
,

mientras que él envejecería y se Iria deteri


ó.
revés, rogaba él, y eso fue lo que sucedi
Los años pasaron por Dorian Gray sin que su físico MOstrara
el menor signo de envejecimiento u otros cambios. A los cin.
cuenta años parecía que tuviese veinte. Ninguna arruga que pu-
diese reflejar las preocupaciones de la vida surcaba su rostro. Su
secreto era el retrato, que envejecía por él y mostraba la fealdad
de una existencia vivida sin sentimientos. Pero Dorian escondió
el cuadro y nunca lo miraba.
A falta de sentimientos, Dorian pasó su vida buscando sensa-
ciones. Seducía a las mujeres (le resultaba fácil dados su encanto y
belleza) y después las abandonaba. Inició en vicios y drogas a jó-
venes que le admiraban, arruinando así sus vidas. Llevó práctica-
mente al suicidio a una encantadora actriz en el comienzo de su
carrera. Se había enamorado de Dorian y él la rechazó cuando vio
que no acababa de dar la talla como estrella, motivo de sentirse
atraído por ella. Todos estos avatares no generaban en él remor-
dimiento alguno. Nunca miraba el retrato, no se enfrentaba a la
realidad de su vida.
Aparte de Dorian, nadie conocía la existencia del cuadro,
con excepción del pintor mismo y de Lord Henry. Cuando el at-
Usta ¡ple ver de nuevo su retrato, Dorian lo asesinó. Para ocul-
de. cnmen se sirvió del chantaje, obligando a deshacerse del
ver a un admirador suyo, que acabó suicidándose

322
Ejemplos literarios y cinematográficos

No obstante, al final Dorian sí quiso ver el retrato, no pudo


«ig por más tiempo la curiosidad ni una inquietud creciente
e arormentaba por dentro. Se arriesgó a ir al lugar donde lo
había escondido y descorrió el velo que lo cubría. La expresión
le causó tal ho-
retorcida Y torturada de aquel rostro envejecido
cror que cogió un puñal y rasgó el lienzo. A la mañana siguiente,
¿no de los sirvientes encontró, caído en el suelo frente al cuadro,
iano de rostro retor-
con un puñal clavado en el corazón, a un anc
cido y torturado. Era Dorian.

Albright 1943-1944
Hurd Harfield frente al óleo Dorian Gray, de Ivan Lewin (1945).
en un fotograma de El retrato de Dorian Gray, de Albert

323
Los sueños de Barbie y Ken, Foto de Dina Goldstein
11

UNA VIÑETA

Los sueños de Barbie y Ken, la pareja E sexual más


famosa del mundo
Barbie, la muñeca más vendida en el mundo, cumple ya casi se-
senta años (con la ayuda, seguro, de su cirujano plástico), vivien-
do en su castillo artificial y plastificado, con su caballito rosa
(todo es rosa: la casa, el coche, los muebles, sus pensamientos, sus
sueñoS...).
Desde el principio fue vendida en traje de baño para poderla
cubrir con vestiditos exquisitos y caros, muchas veces obra de di-
señadores famosos, como Dior. Empezó siendo una muñeca para
la clase media y alta.
Se dice que si fuera una persona real, con esas medidas no le
cabrían los intestinos y otras vísceras, por la extrema delgadez en
sus proporciones. Su mundo es el de la moda, la riqueza y el gla-
mur, donde la sombra humana no cabe. Es la princesa eterna en
un mundo estéril y asexuado, que proyecta belleza, finura y eter-
na felicidad, con un hombre a su lado, Ken, que es su espejo va-
nidoso masculino.
La famosa canción Barbie Girl, de Aqua, da en el clavo con su
estribillo: «Life in plastic, it's fantastic!» El suyo es un mundo su-
Perficial y vacío, el de las personas que se optimizan a sí mismas en
“tas de una felicidad artificial y amarga, con un regusto a muerte.

325
Psicología de los eneatipos

Barbie Girl

Hi Barbie
Hi Ken!
Do you wanna go for a ride?
Sure Ken!
Jump in...

Pm a Barbie girl, in the Barbie world


Life in plastic, it's fantastic!
You can brush my hair, undress me everywhere
Imagination, life is your creation
Come on Barbie, let's go party!

T' m a blond bimbo girl, in a fantasy world


Dress me up, make it tight, 'm your dolly
You're my doll, rock'n'roll, feel the glamur in pink,
Kiss me here, touch me there, hanky panky...
You can touch, you can play, if you say: «I'm always yours»

Come on Barbie, let's go party!

Make me walk, make me talk, do whatever you please


I can act like a star, 1 can beg on my knees
Come jump in, bimbo friend, let us do it again,
Hit the town, fool around, let's go party
You can touch, you can play, if you say: «I'm always yours»

Come on Barbie, let's go party!

Oh, Pm having so much fun!


Well Barbie, we're just getting started
Oh, Elove you Ken!

326
12

PROCESO DE TRANSFORMACIÓN
y RECOMENDACIONES TERAPÉUTICAS

Reconectarnos con nuestro Cuerpo, emociones y sentimientos, y


con el valor de nuestros pensamientos inicia el proceso de sana-
ción. Tomar consciencia de la pérdida de la infinita riqueza de un
mundo interior, del impulso vital reprimido y de la criminaliza-
ción del placer organísmico; contactar y contener el dolor por
dicha pérdida; darse cuenta del autoengaño constante; regresar a
la espontaneidad, el humor, la apertura y vulnerabilidad que re-
quieren un proceso interno y el encuentro íntimo con el otro; ver
la sombra enjuiciada y aceptar todas las partes negadas, siendo
genuinamente compasivo con uno mismo y con los demás, para
finalmente atreverse a ser y sentirse completo. Esta es la riqueza y
la gracia del camino transformador que uno encuentra en la tera-
pia y en el SAT.

El proceso terapéutico que favorece la transformación


El terapeuta de un Ez sexual ha de poder mantener una actitud
su
amorosa y no enjuiciadora, que le invite a atreverse a mostrar
sentir
interior, ¡tan negado y avergonzado! Este carácter necesita
poderse
confianza y la incondicionalidad del terapeuta para

327
tipos
Psicología de los enea

abrir brir yy descutar,


brira nola orga
ser ade
nizacuad
cióno, a no hacerlo a,bien,A le lleya iney
mi,
do a no gustar, S ño y ala manipula
j ió , como una Mane
l-
engal
ción
tablemente al auto ñ y ' ta
y 2 repetir los patrones jugados
equivocada de autoprotección, 0 rsee, en
: complacer y no mostra
la infancia con los padres:
man tie ne la ate nci ón en el momento Presente
La terapia que ssh
en el ha bl ar —c om o la gestalt y la corporal
y no se pier de necesita para poder recuperar su pacidad ca de
que el E3 sexual “1
vivir plenamente y salir de los cuentos maravillosos y engañosos,

Mi primera terapia fue psicoanálisis lacaniano, y si bien me llegué a


divertir, pasé mucho tiempo con la seducción. Yo era consciente pero
no podía salir de ahí, pues de alguna forma arrastraba al psicoanalista,
y sentía que yo manejaba.

Tuve una terapia psicoanalítica por cuatro años. Entendía todas las
asociaciones entre lo que era y mi infancia, pero no sentía nada y todo
seguía siempre igual. Vivía en el autoengaño hasta que tuve contacto
con la gestalt y con el eneagrama, donde no tuve manera de seguirme
escondiendo. Fue un shock, como una ruptura del cascarón; pude ver
mi parte oscura, mi vergijenza, mi vanidad, mi envidia. El SAT fue
determinante: el trabajo con el movimiento auténtico y el teatro me
permitieron reconectar con mi cuerpo, sentir.

El proceso SAT te permite, de forma inmediata, verte, romperte, y te


abre a todas las posibilidades, con un espíritu de juego, de aventura
personal profunda, nutriente, reparadora, creativa.

sé sentirme vista por mi terapeuta para poder


verme, ser acepta-
paa poder aceptarme, y dar el paso a sentir que existo sin que Me
miren, sin que me acepten, sin ser ya un reflejo de la mir
ada del otro.

pe experiencia cumbre de mi trabajo vino de la mano del encagtamó


A y después, del SAT; allí pude verme y sentirme
A
una más ent
iguales 2 mí, con el mismo objet ivo y las ganas an
orma más auténtica, más real y más
plenamente viva.

328
Proceso de transformación y recomendaciones terapéutic
as

Acabo de volver de un SAT y me doy cuenta de lo profundo


del traba.
lo aquí pude prim ero EEFOICOS y ver momentos de mi his
toria que
estaban muy escondido 5, que ejercían una fuerza y un condiciona-
miento desde la oscuridad; eran como mandatos impuestos que me
flevaban 2 funcionar( por automatismo, por obligación. Poder darme
cuenta de esto me libera, me hace est
ar más ligero y, sobre todo, más
consciente, Porque ahora puedo ver y
seguir descubriendo cómo se
originó mi carácter, puedo ver desde dónd
e viene y dónde me coloco
para ser fiel a esos mandatos que en nada me ayudan.

En un primer momento, lo más útil terapéuticamente es des-


cubrir el autoengaño. Después, conectar con uno mismo más allá
de la mentira. Y tercero, aceptar el lado oscuro y desmontar las
fantasías. Estos tres pasos llevan a conseguir la valentía de mos-
trarse al descubierto, desnudos, sin esa imagen que siempre ha
sido un «ilusorio» sostén.
Si todos los procesos terapéuticos pasan «necesariamente»
por la confianza y la aceptación incondicional, en el caso del E3
sexual esto ya representa en sí mismo un trabajo nuclear, pues
toda la construcción de la falsa imagen se apoya en un no sentirse
aceptado por lo que uno es sino por los resultados. Ofrecerle al
terapeuta el resultado que se supone él quiere es pues la primera
seducción que actúa el Ez sexual, que puede muy fácilmente res-
ponder al terapeuta de una forma muy «correcta».
Al ser hábil para percibir lo que es adecuado en terapia,
puede ser tan obediente que actúe en sesión como un «buen pa-
ciente», sin contacto alguno con sus emociones y auténticas nece-
sidades. Puede seducir con su mostrarse inocente, víctima, tími-
do o ingenuo. Desmantelar la: seducción, tan autoprotectora
como protectora del terapeuta, es la base para acercarse a la au-
tenticidad.
Claudio Naranjo recomienda como ejercicio básico para el
donde el
Eneatipo 3 el continuo. de consciencia de la gestalt,
329
Psicología de los eneatipos

la fórmula: «Aquí y ahora me doy e Venta


pacien¡ente >repite
una secuencia de contactos con las propias de
E ES
qué. » s Len 8 mocionales y cognitivas. Para un Ez
» £ SExua]
cias COrpO pl
lercici a sí omismo > el
en este ejercicio es mirarse
e sfuerzo más grande > Tes.

onder a sí mismo Y DO a lo que imagina le pueda gusta


esapela Esto tiene el significado profundo de empezar a Esta
blecer un límite entre yO Y El» Y sobre todo, de hacer la eXpe
riencia d e sí mismo, contactando
se deracon dorensu mundo interior e ln
ión directa. Pp Aprende tambié—.
n aquí a
tentando darle una expres
racio-
distinguir entre pensamiento y emoción, y entre mente y
nalización. Lo más difícil es no confundir el sentimiento y el
pensamiento con las fantasías que monta el Ez sexual para sos.
tener el autoengaño. |
También este ejercicio le obliga a pararse en un aquí y ahora
que el Ez sexual no conoce, porque siempre en su vida ha mirado
hacia adelante, a lo que tendría que ser, o hacer, a cómo lograr el
ideal de sí mismo que le dará la posibilidad de capturar al otro, de
ser visto, de ser amado.
Neuróticamente, el Ez sexual aprende a convertir cualquier
emoción en un proyecto pragmático, en un hacer racional donde
pierde el contacto con el sentimiento. En cuanto a su pensamien-
to, tampoco tiene el valor de una autorreflexión sobre lo que está
sucediendo en sí mismo o a su alrededor, sino que está igualmen-
te al servicio de construir estrategias racionales con que salir del
contacto, el conflicto, el dolor, la rabia o el miedo.
] Este ejercicio puede ser además una excelente base para la
er de la virtud del E3: la autenticidad. Mirar para adentro,
delos xp o reconocer la verdad de las propias O y
> Feconocer los propios pensamientos Y darles
voz
al. Es co mo darse a conoce
r por fin al otro, sin ni
nguna otra -
qu e la de mostrarse si
nceramente.

330
Proceso de transformación y recomendaciones tera
péuticas

ej rabajo¡o de acercarse | a la autenticidad


+; ne otro obstáculo
| dad tie
qie n za de ser uno mismo y sentirse, así, :
«menos», indi
00 merecedor de amor. Eso es lo que le ha no
llevado no y
co i a aparentar
A ce toda la vida, desde la sobreadaptación, una fuerza y efi-
cia que nada tenían que ver con la realidad interna. Es solo una
«magen inflada que tampoco se corresponde con los sentimien-
E La vergúenza es el estado emocional más accesible para el Ez
cegual qUe, si contact
a a de modo más completo con ella, toca el
miedo, QUe £S vivido ento el monstruo de los monstruos. La
yergljenza VA ligada al miedo a que el otro pueda «descubrirlo»;
más exactamente: a que pueda ver que tras la superficie limpia y
hermosa no hay nada, o algo muy feo y de nulo valor. También
siente la vergiienza de que la seducción pueda ser vista en su sig-
nificado erótico —como tendría que ser— en vez de como
«puro» deseo de ser amado y amar íntimamente. El deseo sexual
aparece sucio, pecaminoso; no corresponde a un niño bueno o a
una mujer u hombre honestos.
A

Si la represión del mundo emocional es la defensa cumbre


para los Ez en general, en el caso del E3 sexual el trabajo terapéuti-
co pasa por contactar con las emociones más allá del estado ansioso

y del caótico sentimiento de fragilidad y miedo a ser abandonado.


Es un empezar a reconocer que el mundo emocional tiene matices
y cada matiz, un nombre y una motivación. Este carácter ha de
aprender no solo a sentir las diferentes emociones sino que estas
pueden ser una guía para darse cuenta de sus necesidades auténti-
cas, de cara a poder elegir cuál es la acción que de verdad quiere
llevar a cabo, saliendo de un hacer que solo le sirve para huir de las
Emociones mismas o para rellenar el vacio psicológico.

Lo primero que pude ver en mi terapia es que no sabía qué sentía. Me


costaba mucho conectar con mis sentimientos y me sentía desconcer-
tada y angustiada al darme cuenta de mi gran desconexión. Después

331
Psicología
de los encatipos
ía qué diablos signifi .
vino el percatarme de que RO abla srsin más, cia a
ecuconrsconos quee vacío que babia derásd aparienc
erlae nomi había ia. Sn llao y io
plemente estar». ¿Qué era eso de estar ll qué: Me encon.

ma nt en nada, un espacio vacío en


usaba para A
Sos que en que no había ni siquiera desconcierto Porque
mí, casi >
nunca había habido concierto.

contacto con el dolor, y


Obviamente, este proceso lleva al
Ez, el que más se
aunque el sexual sea, de entre los subtipos del
que puede
siente dolido y en contacto Con el sufrimiento —lo
do
llevar muchas veces a confundirlo con un E4 social—, cuan
toca el dolor profundo de las carencias infantiles entra en un des-
ni
conocido lugar de pánico, convencido de que solo no puede
sabe cómo contener su sufrimiento. Aquí es importante que el
terapeuta ofrezca la experiencia de ser acompañado en este abis-
mo, en este vacío psicológico que le aterra.
Conecté con el dolor, el dolor auténtico que tenía escondido dentro de
mí desde mi primera infancia, el dolor de no ser aceptada tal como era.
Y fue la actualización de ese dolor la que me permitió atravesarlo, vi-
vilo y colocarlo en su lugar en el aquí y ahora. Me enfrentéa no gus-

ei
tar, a no ser adecuada, a no ser eficaz ni maravillosa, a no ladearlo sa-
cando mi seducción, a no maquillar ni adornar mis sentimientos, y me
puse a presentarme con la cara lavada con lo que sentía, con lo que sa-
bíay con lo que ignoraba. Así fue como, poco a poco, comencé a tener
la sensación íntima de que «así está bien».

] Las terapias que se apoyan más en lo cognitivo o el conduc-


Smo parecen no ser aptas para los Ez sexuales por alimentar aún
más su proceso de sobreadaptación, Tampoco las terapias con-

tencia,. y pueden reforzar ncia de ineficacia, engaño e impo-


bierto la vive . . . .

. g p
efo sus mecanismos de defensa.

332
Proceso de tr ansformación y recomendaciones terapéuri Cas

cores breve contacto


con una terapeuta de or
e ducta al. Me sentía exigid ientación cognir;
a por ella a saber, a explicar,
A de sconcierto. Usaba co y echar d,
nfrontaciones muy disc
Pia muy desorientada y os D ea
perdida, con la convicción
a afec más mi «cabez de qu nece La.
a» y cubrirme con una coraza
aún mavos
A ae miteraprpiopaiaen colansque
ant cienci de desvalimiento. Recurrí posteriormena
puadiera «d ejarme caer» con la confia
nzadese
recogida. La encontré en la gestalt. _
Un objetivo terapéutico es que la persona encuentre la cone-
sión con el propio valor. Poder empezar a reconocer los propios
recursos y Creer que el proceso de individuación e independencia
no es un camino hacia la soledad sino hacia amarse a uno mismo,
y un poner los cimientos de relaciones de amor paritarias, íntimas,
donde puede saborearse la experiencia de un amor apoyado tam-
bién en la estima recíproca.
Desarrollar recursos conlleva crecer, asumir la responsabili-
dad, en el sentido de ser uno por fin ser dueño de su propia reali-
zación, interrumpiendo así la delegación que el Ez sexual hace,
sobre todo en su pareja, como depositario de su propia felicidad.
Obviamente esto es como ir en contra de esa corriente pasional
que busca la realización en la ilusión de que, siendo ideal para el
otro, pueda por fin existir. Estar sobre sus propios pies ha sido
siempre impensable para el E3 sexual, que no tuvo ninguna expe-
riencia de ser reconocido como ser diferente y otro de su madre o
de su padre.
La necesidad de admiración, tan inconsciente al inicio del
proceso de autoconocimiento, €s proporcional a la carencia de
afecto, cuidados y descanso. Los problemas de autoestima están
Es
camuflados por la imagen de mujer o de hombre «poderoso».
la gran in-
fundamental reconocer la competitividad escondida,
Cuando se com-
seguridad y los sentimientos de inferioridad.
a que
Prende que el excesivo apoyo en la apariencia física obedece

333
Psicología de los eneatipos

no hay t odavía acceso a lo valioso den


tro de sí, puede e Nfoca
IS€ el
trabajo terapéutico en la búsqueda de un «sí mismo» Mucho Más
grande, más complejo. 6
tacto nd
Otro aspecto del proceso terapéutico es el con
éndo
instintivo, que el E3 sexual ha reprimido e intoxicado, Poni
lo al servicio de la seducción neurótica, alejándose del placer, de
la espontaneidad y del erotismo. Lo primero es soltar la rigidez
plástica de su cuerpo y de su expresión, y descontrolar la imagen
artificial, ensuciarla, como los niños gozosos revolcándose en el
barro, para recuperar la libertad de sus gestos, de sus movimien.
tos. Se trata sobre todo de recuperar el placer por y en sí mismo,
Poder experimentar el cuerpo como algo distinto a un objeto
ajeno moldeable al gusto de los demás, como ha hecho toda la
, ;
vida y con cada cual. Sentir el cuerpo como «yo», como «mío»
darle el respeto humano y sagrado que nunca recibió.
Sentirse vivo, de forma física, y no desde la imagen controla-
da, ayuda al E3 sexual a retomar fuerzas perdidas, a arraigarse en
el momento presente y a descongelar el frío interno que tanto le
ha rigidizado, robándole la espontaneidad. Llega entonces a otra
realidad, palpable, de sí mismo, desde la que desidentificarse de
sus fantasías e autoimágenes idealizadas.
Los trabajos con movimiento me remitían a un lugar de gran placer y
alegría. Danzar en los SAT me anclaba en un sentir más profundo, el
trabajo de movimiento auténtico me reconectaba con mi espontanti-
dad, proporcionándome el placer de estar conmigo misma, fluyendo
con el movimiento.
Después de esos trabajos sentía nítidamente que yo evolucionaba,
de un estado de autocontrol y necesidad de impresionar positivamente,
hacia un estado de auténtica alegría, amorosidad y gracia que se ¡ba
instalando en el transcurso de la semana. En los trabajos de movimien-
“o espontáneo
rado de consciencia, cerrados yo me entrego a un estado alte-
hechosqueconmeojosreconecta
con una fuerza y una agilidad n0

334
Proceso de transformación y recomendac;
10Nes terapé Uticas
¿

habicual, que para mí tiene una función ter


0 : apéutica, :
y una óptima sensación de integración física, Emocional
Me trae bienestar
y psíquica

Adquirir una disciplina meditativa es la base de toda búsque-


da de ano Eon sentido existencial. Es fundamental
en el pro cn oEmaUvo de un E3 sexual llevar una práctica
de meditación, pura arraigar la mente inquieta y ocupada en los
cuentos en el al y ahora, y para aprender a observar su adicción
a crear fantasías. Para verse esos escapes que le impiden el contac-
to con la realidad interna y externa, que le impiden sentir, que
inhiben su espontaneidad y que reprimen la intuición y la entre-
ga, en la relación consigo mismo y con los demás.
La meditación ayuda a iniciar una relación íntima con uno
mismo, al desarrollar una actitud compasiva que no busca mejo-
ramiento, al tiempo que abre el espacio para que ese cambio
pueda ocurrir sin esfuerzo y desde las profundidades del alma. La
baja autoestima del E sexual le lleva a una actitud muy crítica y
rechazante hacia su mundo interno, por lo que la meditación le
da para consigo mismo esa actitud genuinamente amorosa que
busca desesperadamente en los encuentros complacientes con el
otro, y en especial en las fantasías del amor romántico, proyecta-
do en las parejas.
Cuando desarrolla esta actitud interna, también puede tener-
la al relacionarse con los demás, y es entonces cuando el Es sexual
empieza a intuir que hay algo más grande, que está contenido en
el sery no en el parecer. El autoengaño y la compulsión a compla-
y de
cer, que son, en esencia, un intento de mitigar la ansiedad
doloroso zar-
asegurarse una conexión con el otro ahorrándose el
de una manera natu-
pazo del rechazo anticipado, cesan entonces
ral, como fruto de un proceso de consciencia que pura la he
observador interno,
sencia en el aquí y ahora. El desarrollo de un

335
Psicología de los eneatipos

de la prác tica
j medi tati
i t a i va, Cre a en el el E Ez sexual una uc,
fruto
ener ese vacío tante
interna, fuerte € invisible, que le permite sost
temor.
mido por él y reposar ahí sin
te la ConCEpCió
Aproximarme a la psicología oriental, principalmen
budista de la existencia, me trajo mucha plan del alma huma.
na y de nuestros procesos psíquicos. Aunque aprendí muchas técnicas,
como parte de la «gula espiritual» del AU del camino, la que real.
mente elegí como práctica, por considerarla simple y eficaz, fue el vi.
pasana. Practicar vipasana de forma disciplinada me permitió Obtener
una mayor consciencia de mí misma, a través de una percepción más
profunda de las emociones, de los conflictos psicológicos no resueltos
y de mis aspiraciones más verdaderas.
Además de esa toma de consciencia inicial, la práctica de vipasana
casi siempre producía en mí un mayor distanciamiento de los senti-
mientos más negativos. Era como si visitara partes saludables de mí
misma, trayendo de allá más claridad, serenidad, empatía y receptivi-
dad. Eso mejoraba mucho la calidad de mis experiencias cotidianas y
me era fácil percibir la diferencia de calidad del día cuando no medita-
ba. Meditar regularmente significó reposar en mí misma, explorar otra
dimensión de mi consciencia que de alguna forma me conectaba con
una fuente de amor y de alegría más genuina. Me trajo la certeza de
que la fuente de mi nutrición estaba dentro de mí, y así fui aprendien-
PARE

do el camino para sanar mi carencia afectiva.

Finalizamos con el testimonio de un proceso de transforma-


ción de una Ez sexual brasileña a través de la experiencia de la
ayahuasca:

Aparte de todos los recursos propiciados por la Escuela SAT


, tam-
bién resalto la gran importancia que tuvieron
para mí algunas ex-
periencias con plantas sagradas, principalmen
te ayahuasca, por ser
más disponible en Brasil. Participé de diferentes rituales, que Va”
riaban desde un formato más doctrinario con influencia cristiana
hasta Ceremonias más libres o con un formato
más chamánico,

336
M, AYudándome
vesar aspectos importantes del ego Y Vencer etapas, a
grra
En una de las primeras experiencias conta cté con dolo res

rofundos € insospechados. Me recuerdo gritando, atravesad a


or un sufrimiento inmenso en el pecho, que no sabría especifi-
car cuál era pero s1 qUe escalas guardado desde hacía mucho tiem-
o. En esta piecamstanéla fui acogida de forma MUY amorosa por
los otros participantes y pude por primera vez reconocer mi pro-
pio dolor y entregarme al cuidado amoroso de Otras personas.
Después de esta catarsis profunda, comprendí que yo también
era merecedora de cuidados y sentí compasión por mí. Fui inva-
dida por un sentimiento maravilloso de amor y unión, que me
fundía con todas los ahí presentes y con todos los que me venían
a la memoria, además de un gran júbilo por mi existencia y una
profunda gratitud por la vida. Ciertamente fue necesario atrave-
sar la muralla que me separaba de mi propio dolor para tener la
primera conexión con mi fuente amorosa, con mi verdadero ser.
Otra experiencia que considero transformadora fue cuando
tuve la gracia de ver mi propia luz, la belleza de mi Ser, y sentir el
éxtasis de ser yo misma, Sentí mucho amor por mí y me reverencié
como nunca había hecho antes. Divisé la pureza, la verdad, el
amor, la alegría y el bien que había en mí. Finalmente aparecía el
valor rea] que tanto quería encontrar en mí, y muchos aspectos es-
davizantes del ego Ez fueron siendo paulatinamente aplacados.
Me he liberado de la necesidad de la mirada del otro, de la
Carencia y de la necesidad de llamar la atención. Me siento bien,
to
srl que estoy
diría
¡
Menos “nOs inseg ura y controladora. Actualmente yo

337
Psicología de los eneatipos

un cambio de CoNScien.
haciendo la paz con mi ego. Es todo , a ; nia
La vanidad va dando lugar a la dignidad, al autorrespeto
misma. Ap ar en te me nt e puedo esta, o
ponsabilidad conmigo motivación .
ciendo las mismas cosas, pero internamente la
en mi que rer más pro fun do, y no en el querer ajeno, e
apoya
nombre de una autoimagen.

Pasos del autoconocimiento

Recuperar la consciencia del cuerpo


Una forma de recuperar el alma, el sentir, es mediante el trabajo
corporal: la respiración consciente, el masaje, el baile y el movi.
miento expresivo o espontáneo. Todo movimiento que aporta
consciencia nos ayuda a mover la energía del cuerpo y a reconec-
tarnos con nuestra fuente vital.

Romper la imagen falsa


El Ez sexual puede aprender a permitirse el desmorone, a dejarse
derrumbar cuando hay un rompimiento, un desencuentro, en
vez de tratar de arreglar las cosas de forma impulsiva y sin sentir.
Dejarse estar en el caos, en el no saber qué va a pasar, en estado de
insatisfacción, inseguridad, frustración, ansiedad, incertidumbre
y desamparo es un reto. Permitir que el otro esté enojado o mo-
Les sin tener que reconciliarse en automático y aceptar la dis-
e todo esto lo puede aprender el Ez sexual cuando ha en-
vendido que su impulso de agradar y seducir desde su ego le
plastifica y le aleja de su Ser.
a e os desde el apoyo en la falsa imagen a
e da cuenta de la «verdad». La vivencia

338
Proceso de tr ansformacióny recomendaciones terapéuticas

mo estar sin UN suelo donde apoyarse, en un .


ndo caótico
es co- aparece totalmente falso. De primeras
,
esta cons ciencia de la
qu Jad no €s experimentada como un alivio si
se
ndo incontrolable, sin referencias. Es como vivi
mu ] r en un sueño
cn saber la diferencia entre sueño y realidad, sin la antigua defen-
del evantar fantasías para aguantar la realidad en que
vivía, to-
cnándolas por reales, Muchas personas cuentan haber vivido este
asaje como UN migdo aperclesse definitivamente, con la sensa-
ción de nO saber «quién soy», sin creer posible una existencia apo-
yada en la experiencia misma de existir; de existir en sí mismo.
Si el Ez sexual puede ser profundamente acompañado en
este tránsito, el camino de la transformación queda abierto: exis-
iir, ser como experiencia plena en sí misma.

Conocer la sombra
Explorar la parte oscura de uno mismo, reconocer el miedo y vi-
virlo, asumir la agresión, la envidia, los celos, la competitividad y
la manipulación no es fácil, porque la defensa no quiere permitir
que el Ez sexual se vea de verdad. Dejar de maquillar y advertir lo
que hay, sin echarlo al costal de la sombra, sin esconderse, sin
enjuiciarse, es el camino de su héroe y le lleva a la completud.
Mirar la sombra, permitirse estar vulnerable y mostrarse auténti-
co le abre al verdadero contacto, a esa intimidad que su máscara
complaciente le impide de manera compulsiva.

Renunciar a las fantasías


La renuncia a la fantasía lleva al Ex sexual a un lugar de mucha
incomodidad y ansiedad, porque es ahí donde ha empezado a fal-
en general le sirven a
sifcar y a plastificar su mundo. Las fantasías

339
Psicología de los eneatipos

modo de anestesia, al tiempo que perpetúan la tristeza Profu


de este subtipo.
Mda

Parar el hacer
El hacer del E3 sexual está enfocado en la construcción de su ima.
gen y, más concretamente, En solucionarle los problemas a] otro
Parar este hacer compulsivo significa darse cuenta del Control En
ejerce sobre el otro a base de satisfacerle lo que supone qUe necesita,
reconocerle su individualidad e independencia, y abrir un espacio
neutro a la escucha del otro y, en primer lugar, de sí mismo. En d
punto cero de la escucha al mundo interno, en este vacío de dife-
rente cualidad al vacío psicológico, empieza a validar sus emocio-
nes y pensamientos, para que la acción salga de una conexión pro-
funda y sea el resultado de una toma de decisiones.

Recogimiento y/o aislamiento


Lo que facilita el encuentro con uno mismo, ese contacto íntimo
que fortalece la propia estructura para no perderse en el otro, es el
silencio en la meditación.

Frutos del camino de transformación

Atreverse a ser
Sin la seducción o el enmascaramiento, va a conectar con la pro-
pia valía, atravesando los tan arraigados sentimientos de vergúen-
za. Va a poder estar vulnerable y tener permiso a equivocarse, sél
más real, más humano y más conectado con su Ser.

340
Proceso de transformación y recomenda
ciones se
YAD éuticas

solrar el control
solta dejar de controlar, confiar, dejar fluir
he el no hacer... le llevan a confiar en «Dios»
cha ansiedad y miedo. Solo ahí se recupera y s
€ acerca a su natu-
raleza divina.

sentido del humor y contacto con


la naturaleza
El sentido del humor surge de manera espontánea porque el niñ
interior, lo instintivo, tiene cada vez más permiso a jugar, a Aver
se y a expresarse sin el control y el juicio de un superyó castigador
Como fuente nutricia, como forma de conectar con la her
de la vida, lo natural y lo auténtico, le ayuda salir a la naturaleza.

Tomar su poder
Atreverse a tomar y aceptar el poder y la fuerza interna y dejar el
falso rol de la pseudoseguridad, la compasión fingida y la timidez
necesitada de protección le ayuda a responsabilizarse y a sostener-
se en la vida. Es ahí donde puede soltar las relaciones abusivas y
dependientes. Confrontarse con sus intentos compulsivos de ma-
nipular a través de la victimización y la queja le ayuda a transfor-
mar una debilidad neurótica en una fuerza natural.

|
Límites
fun dam ent ale s para evit ar la alie naci ón y sobreadap-
Le resultan
la pare ja, y fav ore cen que cont acte con sus propias nece-
tación a
des. Rec ono cer los pro pio s lími tes, poder decir no y I enun-
sida lidad
así como a la insacia bi
ciar a la complacencia manipulativa,

341
Psicología de los eneatipos

pasional, le apoya en su aprendizaje, a no fundirse con el Otto


pl

crecer como persona.


lími deja
Toparse con los propio] s imites dejJ a al d esn udo d la Másc8 aray
ipo ten cia y de ind isp ens abi lid ad, y le hace más ral
de omn
ne limitacio.
más humano. Ahí aprende que el otro también tie
se con él one
nes desde su humanidad. En su deseo de fundir
un cercanía esforzada a fin de sentirse seguro y querido, ho
acepta los límites ajenos y los transgredo constantemente, sin
darse cuenta o, simplemente, porque se siente con el derecho de
hacerlo. Cuando puede contener la ansiedad que se crea en la
distancia, desarrolla un sentido sano de límites y espacios, Baila
con más facilidad la danza de encuentro y espacio, de cercanía y
distancia.

Presencia
La presencia que gana en el proceso le permite al E- sexual una
conexión íntima con su interior, reconociéndose y rompiendo
automatismos, frenando sus compulsiones neuróticas. Le facilita
ir más lento y expresarse de una manera más auténtica. Profundi-
za sus relaciones interpersonales y los encuentros se vuelven más
exquisitos e sorprendentes.

Humildad
Cuando atraviesa la «necesidad vanidosa»
de ser más, de ser al-
guien diferente, y logra estar abierto y confiado, aceptando las
Propias actitudes y los propios límites, se conecta con los demás
de una manera generosa; es la forma
de abrir las puertas al con-
tacto verdadero. Ver y re
conocer la arrogancia y la importancia
personal y poder renunci
ar a ser especial, aceptando ser uno más,
. 2

342
Proceso de transformación y recomendac; ones ;
erapéutic as

cre ¿ en él ;un esp acio para que la humildad sea un a actit ud natu-
cal y genuina.

Compasión y autocompasión
Desarrollamos la compasión al permitirnos el contacto co o
el niño interno herido
eros dolores, dándonos cuenta de que
y que sea ca el
cosita UNA madre amorosa interna que lo acoja
protegerlo.
Fl E3 sexual ama la imagen que tiene de sí, no a sí mismo
Conectarse con la insensibilidad aprendida, con el dolor edo
y con su yO más real le lleva a la sensibilización, llegando a com-
prenderse y a quererse de verdad. Y desde ahí puede empezar a
ver al otro y a desarrollar la empatía por los sufrimientos de los
demás. Se abre la puerta a ver al otro como una persona real, y no
solo como la posibilidad de alimentar sus expectativas. Reconoce
que ser querido no es algo que se pueda exigir sino que se da uno
mismo. Aprender a nutrirse de su propia fuente, de un ser supe-
rior, es una bendición del camino.

Liberación del instinto


in-
Cuando el E3 sexual se permite el contacto con la niña o niño
inocencia, recupera el
terno, con sus necesidades, sus deseos y su
relaciones en las cuales no
placer de la sexualidad. Tener algunas
pa ra co ns eg ui r la ac ep ta ci ón es Un reto más practicable.
hace nada uda a soltar la
Hacer cosas creat ivas, locas , difer entes , le ay
, mov ers e, bailar, hac er teat ro, clo wn, cant ar, Sen tir
rigidez, Pintar
Tod o esto es pla cen ter o y enriquece enormemente
la vibración...
su vida,

343
Psicología de los eneatipos

la vida
Encontrar el sentido en
forma e,
Buscar el sentido de la vida a través de darse de una
tica, no para agradar O complacer sino desde la necesidag de se
; Esto se P pu ede lograr y; .
vir y devolver a la vida lo qu e nos da.
una reconexión con uno mismo;
si no, es más de lo mismo, Ñ
. l-

mento del ego. Sembrar, dar fruto. Cuando el E3 sexual entiende


la parte falsa aparece una bondad genuina, que es muy distinga,
Hay muchos aspectos que no cambian en el trabajo terapéy-
tico; lo que realmente produce la transformación no es cambiar
las cosas sino la relación con ellas. Su aceptación desde una Nueva
luz, aunque no hayan cambiado, permite una nueva relación con
ellas, y también con el niño interior y los sentimientos que están
asentados en ese yo primario desde el principio, la infancia. En la
medida en que la persona tiene más consciencia, su visión es más
amplia, tanto para sus virtudes como para sus faltas. Y a la luz de
la «fuerza real» que le aporta su consciencia, puede aceptarse tal
cual es, lo cual facilita mucho el ir abandonando la vanidad y los
sentimientos y fantasías de grandiosidad o inferioridad como
fuente básica de amor y aceptación. En la medida en que uno
tiene más claridad, es menos esclavo de su pasión.

344
E3 SEXUAL

UNA BIOGRAFÍA

Por Lorena García


Tardé mucho en descubrirme como Ez sexual. Por fin, después
de todo el proceso SAT, me pude ver y me di cuenta de que para
mí había sido importante estar confundida tanto tiempo y que
solo pude verme cuando tuve la madurez suficiente para com.
prenderme desde una actitud compasiva. Antes de esto había re-
chazado mucho este rasgo y este subtipo. La falsedad me sonaba a
chino. Yo no me veía falsa sino más bien todo lo contrario: a ve-
ces demasiado honesta, encontrándome en situaciones donde
podía hablar de intimidades mías y desnudarme sin querer. Por
fin descubrí que la falsedad era esto precisamente: una falta de
escucha interna, priorizando lo de afuera y lo que creo que los
demás quieren que les sirva. Una especie de prostitución emocio-
nal donde vendo emociones falsas.
Claudio Naranjo siempre me vio y me lo dijo y mi fantasía
es que esperó pacientemente a que yo cayese. Fue en mi primer
SAT como colaboradora, un SAT Educación en Chile. Se me
del mo-
pasaron escenas de toda mi vida, como eso que cuentan
escenas €s
mento de la muerte. Mi primera sensación con estas
Ll eg ué sin
,.,.
ser des ead a. Mi $ madr e

que yo nací ya con este ego.

347
eatipos
Psicología de los en

ión que le di mn
intentó abortarme con una Il q 4 bort o Un médic- o
era impo si e abor ar en 0 España,
porque en la é poca | Í
amigo
nac í con una sensación de culpa ! por estar viva.
Si ien o que no llo raba ni me quejaba, Según
madre me dice que yO de Acce
Mi O me recuerdo,
a
ella era la niña más buena del mundo
no molestar,
siendo muy buena y haciendo todo lo posible para
y me he sentido my.
orque ya nací sintiéndome una molestia |
pa Nací en los ¡años sesenta en un
o a € xistir.
chas veces sin derech e,
droga y aparente libertad. Mi madr
|
cura,
entorno de mucha lo
in gl es a, se ha bí a tr as la da do a España, donde se
una Er sexual
con un gran
enamoró de mi padre, un E8 sexual alcohólico y
Mi
harén, dentro del cual mi madre era la favorita del momento.
. Todos trabaja-
padre tenía ya dos hijas con otra mujer anterior
ban en el cine y era la época hippie (1 966), con lo cual todo esta-
ba permitido dentro de ese entorno, que contrastaba mucho con
la España franquista del momento.
La relación entre mis padres duró muy poco. Mi madre era
hija única y no quería que yo lo fuese también. Y ya sabiendo que
la relación con mi padre no tenía futuro se quedó preñada de
nuevo. Tuvo a mi hermano (un año menor que yo). Mi padre fue
al hospital a verle cuando ya había nacido y luego desapareció
con la mejor amiga de mi madre durante doce años.
Al irse mi padre y no haberse casado en aquella España fran-
quista, no nos querían dar un certificado de nacimiento ni a mi
hermano ni a mí. Si no había matrimonio por la Iglesia no exis-
tías como hijo. Mi madre, que está lejos de ser católica, nos tuvo
que bautizar para poder conseguirlo, y luego hizo una trampa
de
las suyas para que tuviésemos los apellidos de mi padre: se
los
puso a Ea propia madre. Todavía hoy, cuando voy al registro civil
e e oe nacimiento, tengo que ir a un piso pe
a marginada a que me traten como la hija ilegítima

348
E3 sexual: una biografía

pe yo eraentonces (ya no lo soy porque mi padre me reconoció


on veinticuatro años).
Siempre ha habido algo externo que ha influido en esa sensa-
ción de no tener derecho a existir, que muchas veces he traducido
como ser especial y diferente al resto, supongo que para poderlo
sobrevivir; Una especie de arrogancia que me defiende de ese
dolor. Como si me hubiese tragado una idea de mis padres de
que para estar aquí hay que ser diferente y transgresor.
Esta sensación de no tener derecho y de que para existir hay
que hacer trampas me ha hecho querer pasar siempre desaperci-
bida por la vida. Como un deseo de ser camaleónica para no ser
vista, incluso con la fantasía de ser invisible. Es como que si me
hago visible van a ver mi lado oscuro, y esto lo tengo prohibido.
En la invisibilidad también descanso de estar con la imagen per-
fecta que pienso que otros esperan de mí.
Mi padre se fugó literalmente. Se fue, como dije, con: la
mejor amiga de mi madre, una australiana que también trabajaba
en cine y en televisión. Desapareció durante los primeros doce
años de mi vida, nunca llamó ni escribió una carta. Mi madre sa-
caba los álbumes de fotos de vez en cuando y nos enseñaba fotos
de mi padre. Nos contaba maravillas de él y-yo crecí convencida
de que se había ido porque yo no era merecedora de tener un
padre tan bueno. También nos contó que era alcohólico (mi
madre siempre nos lo ha contado todo). Crecí con la fantasía de
que en cualquier momento me encontraría con él y cuando veía
un vagabundo por la calle al volver del colegio, fantaseaba con
que pudiese ser mi padre y que yo le iba a salvar y esto'haría:que
Me quisiese,
De adulta siempre he buscado' hombres:a los que pudiese
salvar y los que más me atraían eran los lujuriosos. Mi fantasía era
qUe necesitaban ser salvados hasta que me di cuenta de que era yo

349
Psicología de los eneatipos

la que necesitaba hacerlo para salvarme a mí misma,


vara.
ba el que ellos no querían que yO los sal
sido el tema hop.
Lo más importante para mí siempre ha
bres. He puesto mucha energía en estar siempre en Pareja y ena
no tenerla lo he soportado muy Poc
mis parejas. El vacío de
Creo que la relación con mi padre, o más bien la no relación, 5,
.
ausencia, ha tenido mucho que ver
ar muy duro pm
Cuando él se fue, mi madre tuvo que trabaj
sacarnos adelante. La veíamos muy poco. Tuvimos varias cuida-
doras a lo largo de nuestra infancia. Cuenta que cuando yO tenía
dos años y mi hermano, nueve meses, me encontró clínicamente
muerta en el pasillo. No tenía pulso ni respiraba, aparentemente.
Salió de casa con las piernas que le temblaban tanto que no podía
caminar y un vecino me cogió en brazos y nos llevó al hospital.
Cuando estaba en una camilla a punto de que me reanimasen,
volví. Me pusieron unos electrodos en la cabeza para examinarme
y le pidieron a mi madre que me dejase a solas con un psiquiatra.
Al rato ella volvió y el psiquiatra le preguntó si yo tenía hermanos
y mi madre dijo que sí. El psiquiatra le explicó entonces que yo
estaba muy necesitada de atención y afecto, que cogiese a mi her-
mano en brazos lo imprescindible y que pasase mucho más tiem-
po conmigo. Me había muerto por falta de afecto y de la mirada
de mi madre. La desaparición de mi padre seguro que también
influyó. Los médicos nunca pudieron explicar con sus estudios
clínicos lo que me había pasado, solo este psiquiatra. Yo ya no me
morí más y supongo que esto tuvo que influir en la génesis del
carácter de mi hermano, que es un Es.
Y llegó Paqui a nuestras vidas; una chica de dieciséis años fe-
cién salida de un pueblo de Cuenca, para hacerse cargo de la casa
y de nosotros. Paqui nos quería mucho a mi hermano
y a mí. Yo
d veces pensaba que era mi madre. Venía con nosotros a todas

350
E3 sexual: una biografía

Si senfamos que viajar por el trabajo de mi madre, tam-


e yenía. Nosotros fuimos a su pueblo varias veces y
nos en-
b caba No había wáter ni ducha y hacíamos
Í en ñ , . ,

cantaba. todas nuestras ne-


ceidades en un corral con las gallinas. Esto lo recuerdo ahora con
asación de mucha libertad.
se
Solo tengo buenos recuerdos de Paqui. Supongo que como
era tan joven jugaba mucho con nosotros, nos preparaba sorpre-
sas, siempre estaba alegre y era muy paciente. Yo la veía limpiar o
cocinar a la vez de cuidarnos, y ya siendo muy pequeña la ayuda-
ba yo con mi hermano y con las tareas de la casa. Paqui es la ale-
gría de mi infancia, el resto lo recuerdo con mucha tristeza.
Paqui se fue cuando yo tenía seis años. Se casó y luego la vi
muy poco. Para mí fue terrible su desaparición y creo que ahí
empecé a entrar en una depresión que me duró mucho tiempo y
de la que solo con la terapia, ya de adulta, tomé consciencia.
Mi madre se había casado con un director de cine argentino,
y cuando se fue Paqui empezaban a separarse. Yo no fui a la boda.
Se casaron en Londres y nosotros nos fuimos al pueblo de Paqui.
Cuando volvimos para ir al colegio, en la lista de asistencia que
pasaba el profesor todos los días de pronto me llamó con otro
apellido que ni reconocí. Este apellido me duró seis meses, igual
que aquel matrimonio. Otra vez se repite el no saber quién soy,
me cambian el nombre y la identidad.
Otro hombre que desaparecía de nuestras vidas. Luego vinie-
ron otros más y mi madre nunca tenía tiempo para nosotros: O
trabajaba o estaba con el novio de turno, al menos ese es mi re-
cuerdo, Seguíamos en la España franquista y en ese momento vi-
vamos en una comunidad de vecinos fascistas. Mi madre era
muy hippie. Llevaba vestidos transparentes sin ropa interior y
"Da todo el tiempo la marihuana que cultivaba en la terraza, a
vista de todos esos vecinos. -

351
Psicología de los eneatipos

Mi abuela, la madre de mi madre, se vin


o a vivir aE
un pueblo de Cuenca, con su segundo marido: un di “Paña,,
cine inglés que nunca aprendió español y se reti
ró a, e

a ese pueblo a ponerse a pintar. Era alcohólico


y mi
compraba la ginebra en garrafas muy baratas hasta QUe Abue
cavé
la la

fermo de cirrosis. Mi madre le dio unas semillas de


mah ae
mi abuela para que las plantase en el jardín de su casa, sinde
lo que era. Cuando mi madre volvió al pueblo vio que las plant,
estaban enormes, sobresalían por la tapia del jardín. Le tuvo que
decir lo que era por si pasaba la guardia civil y las veía. Desde
aquel momento mi abuela empezó a hacer su cosecha de mari-
huana todos los años y se la repartían entre las dos. Como mi
abuelo no podía beber, mi abuela le daba porros.
Con este panorama de familia, en aquella comunidad había
vecinos que sentían pena por mi hermano y por mí, y otros que
no dejaban a sus hijos venir a casa a jugar. Nos miraban de mane-
ra rara y yo quería ser como mis amigas, con sus madres y Sus pa-
dres normales. Sentía envidia de sus casas, de sus familias, de la
ropa que llevaban, siempre de marca, que a mí nunca me com-
praban porque mi madre nunca tenía dinero.
Decidí que el camino de ganarme a la gente era ayudando, así
me miraban y además me miraban bien. Yo me mostraba muy
buena, ayudadora y nunca molestaba a nadie. Me convertí en la
imagen que quería que la gente tuviera de mi familia y empecé a ir
de casa en casa haciendo tareas para mis vecinos. Les iba a compra!
el pan a muchas vecinas y a otras les cuidaba los niños. También
barría la zona de los columpios y todas me decían que lo hacia
muy bien. Todo esto lo hacía con ocho años y me veían tan 16%
ponsable que había una vecina que me dejaba a su bebé de ae
meses todas las tardes. A los diez años, una familia me empez ?
pagar por cuidar a su hija y otro vecino, por limpiarle la casa.

352
E3 sexual: una biografía

Juve que crecer muy rápido. Desarrollé una manera de ser


eravés de la seducción con los hombres, y con mi madre a
yista, a
ser la hija perfecta: ayudando con la casa, especialista
gravés de en
no moles tar ni hacer ruido y leer los deseos de los adultos a la

Era una niña fácilmente adaptable a todo. Aprendí a desco-


nectarme fácilmente de la realidad, desarrollé mucho control
ara sobrevivir a mi entorno y por miedo a aquella locura y a
volverme loca.
Con mi madre lo que hice fue aprender a agradarla para que
me viera. A ella siempre le importó mucho mi apariencia. Me
criticaba constantemente en lo físico y empecé a perfeccionarme
con la ropa y el peinado, porque siempre se metía con los pelos
que tenía, que me tapaban la cara, de nuevo para no ser vista y
por timidez. Con mi físico nunca me he sentido bien, por mucho
que hiciese. Siempre me he fijado más en lo que falta que en lo
que hay. A la vez he tenido la seguridad de poder seducir y ena-
morar a casi cualquier hombre.
La fantasía más recurrente en mi infancia era la de tener una
familia. En la intimidad jugaba a tener un marido y unos hijos
que siempre estaban juntos y jamás se separaban. Era un secreto
que no compartía con nadie. Era mi necesidad de tener esa fami-
lia que nunca tuve. Esta necesidad me ha seguido toda mi vida.
Luego se convirtió en mi sueño, que siempre ha estado conmigo
hasta que lo he conseguido, y aunque mi familia está lejos de ser
perfecta, sí consigo la felicidad a menudo.
Mi niñez la recuerdo haciendo las cosas sola o con mi herma-
20, a quien yo cuidaba porque mi madre dedicaba su tiempo en
trabajar, No nos ponía límites. Era otra cosa que envidiaba de
Mis amigas: los límites que les ponían sus padres. Esto lo recuer-
do de manera muy vívida: escenas con mi madre donde le pedía

353
Psicología de los eneatipos

algo o ir 2 algún sitio Y a e O e Que no,


pa nunca lo hacía y eso M e hacia $ y yu ANdOnada.
pe
dec ía qué sí tarse
par a qui
; el p ! oblema de Encima lo
e , que me .
Sen ríabosibl y no tener que dedicarme un tiempo Con esta se
antes con
prendo muy bien cómo los límites tienen que Ver
ación on, ue soy y madre, > mi dific ultad Para
el amor y tambiénveo, ahora q

PO ejemplo de lo descuidados y abandonados que estába-

mos fue cuando mi hermano ca e ahoga en la piscina, En la


comunidad de vecinos había piscina, en la hora de la siesta y
mi
estaba durmiendo en un banco. Ni
había solo una señora que
hermano ni yo sabíamos nadar, debíamos tener cinco y seis años
pero estábamos solos. en la piscina sin nadie que nos vigilase, Mi
e
hermano estaba jugando y se cayó, y yo estaba allí mirándol
pero no reaccioné. Le miraba sin verle. Una vecina salió al balcón
y le pegó un grito a la otra vecina que estaba durmiendo, que se
tiró al agua a salvarle. En aquella época que se había ido Paqui
creo que empezó mi depresión. Me sentía sin energía, sin capaci-
dad de reacción y muy triste.
Por aquel entonces, con seis años más o.menos, enfermé de
fiebre reumática. Me empezaron a doler las rodillas con el frío
cuando iba al colegio. Era un dolor que recuerdo como muy leve
y que lo conté porque cuando me ponía enferma mi madre me
atendía mucho, Ella se preocupó cuando se lo dije y recuerdo que
empecé a decirme internamente que me dolían más y más las:ro-
a para que me hiciese caso. Lo recuerdo como si yo misma
ubiese provocado esa enfermedad por necesidad
de ser vista de
nuevo. Me llevaron a] médico y me hicieron análisis y resultó
una enfermedad se!
muy grave, de | | y “- Porque
afectaba al corazón. El mé PA aula binAr pas
+ El médico le dijo a mi madre que debía esta"
En cama sin mo
“me Y me empezar ON a poner unas iny inyecciones

354
E3 sexual: una biografía

mm dolorosas. Esto OEA años hasta que me Operaron de


anginas. Ahí desapareció la enfermedad.
las
Cuando tenía nueve años mi madre empezó a hacer medita-
ón trascendental. Nos dijo a mi hermano y a mí que le había
biado la vida y nos llevó a aprender a practicarla, a una casa
ande donde nos recibieron vestidos de blanco y con olor a in-
cienso. Teníamos que entregarles un juguete u objeto muy queri-
do por nosotros. Una persona me llevó a una habitación que esta-
ba en penumbra. Me dio miedo. Me explicó un poco cómo se
practicaba esta meditación y me dio un mantra que me dijo que
era solo mío y que no lo podía revelar nunca. Yo lo viví como que
era un secreto. Me dejó allí un rato practicando sola con ojos ce-
rrados. Yo, como era muy obediente, no abrí los ojos hasta que
volvió, aunque tenía muchas ganas de hacerlo y de dejar aquello,
que se me hizo eterno. Estaba totalmente fuera, pendiente de los
sonidos, y no sabía lo que tenía que hacer.
Esta meditación la practiqué luego en casa bastante. Me vi
con la obligación de tener que hacerlo y recuerdo que me ayudó y
que incluso me sentaba a hacerla por gusto. Luego la abandoné
pero el mantra siempre me ha acompañado.

Alos diez años recuerdo un despertar. Mi madre pasó de no ver-


me a verme como su amiga. Nos llevó a mi hermano y a mí a una
fiesta de Noche Vieja donde solo había adultos bebiendo y dro-
gándose. Yo pregunté mucho sobre las drogas y todos me decían
que no eran cosas para niños. Había un hombre muy borracho y
charla
supongo que bajo los efectos de algo más, dándome una
interminable sobre por qué los niños no debían preguntar ciertas
enfadé
cosas. Mi despertar lo recuerdo con mucho enfado. Me
pedí explicacio-
con este señor y con mi madre. Al día siguiente le
nes a mi madre y ella me contó que lo que fumaba era marihuana
355
Psicología de los eneatipos

y que no debía decírselo a nadie porque era ilegal, Desde 2Quel


momento empecé a tener luz verde para entrar en el salón cuando
estaban ella y Fausto (su pareja de entonces) solos. Empecg a fa.
mar con ellos y lo pasaban muy bien conmigo. Luego me enteré
que había más droga que consumían, como el LSD,
Siempre tuve amigos bastante mayores que yo. Cuando tenía
diez años tenía amigas de catorce que hacían pellas en el colegio y
ya salían con chicos. Yo empecé a imitarlas para sentirme a su alt.
ra y comencé a hacer pellas también y a irme a unos grandes alma.
cenes a robar con dos amigas del colegio a las que corrompí (así me
acusó la directora del colegio cuando se enteró). Nos cogíamos un
autobús y nos íbamos al centro de Madrid (a una media hora del
colegio). Entrábamos en la tienda con una bolsa de plástico cada
una y salíamos con ella llena de cosas. Con diez años empecé a re-
belarme por la falta de límites y de atención que había recibido. Me
empezó a ir mal en el colegio, que ya no me interesaba. Empecé a
mentir en casa hasta que se enteraron de lo de las pellas. Ahí mi
madre se puso más seria que nunca pero para mí ya era tarde.
Para mi madre lo más importante y con lo que más sufría era
con sus parejas; al menos este es mi recuerdo. Siempre tuvo pare-
jas a las que tenía que cuidar y alimentar; el que más estuvo con
nosotros fue Fran, un director de cine cubano y otro alcohólico,
que se pasaba el día en la cama con una botella de ginebra al lado.
Se peleaban mucho y él la pegaba. Era lo normal en mi casa y
muchos días entraba del colegio y me los encontraba en plena
bronca y Fran amenazándola con tirarle una silla en la cabeza.
Entraba, veía este tipo de escenas y volvía a salir como si no pasa”
ra nada. De nuevo, me desconectaba.

Me de muy pequeña sentía la atracción de los hombres hacia MÍ.

356
E3 sexual: una biografía

rato
y sentía mucha curiosidad Lo que sabía era que estaban un
¿9 Casa Y luego se iban. Recuerdo la primera vez que un exhibicio-
pista me enseñó su pene. be ista a siete años y estaba en el jardín
de casa y PO! la calle parco paseándose de arriba abajo enseñán-
domelo y yO ME quedé fija, mirándole. Después me encontré con
muchas escenas de estas durante mi infancia y ya de adulta tam-
bién, COmo hombres escondidos en su coche o en un parque mi-
rándome mientras se masturbaban.
El primer hombre de mi vida fue mi padre. Apareció cuando
cenía doce años y seguía bebiendo mucho, ya alcohólico. Yo ya
fumaba porros abiertamente en mi casa. El mismo día que conocí
¿ mi padre conocí a mis dos hermanas (hijas de la mujer anterior
z mi madre). De pronto tenía un montón de hermanos; mucha
competencia para obtener algo de atención en la corta visita de
mi padre. En aquel viaje Lisa, la australiana (con la que había es-
tado todos aquellos años) le llamó para decirle que se había que-
dado embarazada. Los médicos le habían dicho que nunca podría
y, justo cuando mi padre hace el viaje para conocer a sus hijos,
ella se queda preñada.
Aquel encuentro con mi padre y mis hermanas lo recuerdo
como si yo no perteneciese a todo eso y estuviese haciendo un
gran esfuerzo por pertenecer y por recuperar en poco tiempo los
doce años perdidos. Yo veía que mis hermanas lo lograban mucho
más que yo, también eran más mayores.
Mi padre estuvo unos días con nosotros y se fue de vuelta a
Australia, prometiéndonos a mi hermano y a mi llevarnos, pasa-
muy
dos unos meses, de vacaciones a Sidney. Yo no entendía
anas. Pa-
bien por qué nos iba a llevar a nosotros y no a mis herm
n
recía que mis hermanas eran las favoritas y yO tenía la sensació
Que a mí casi ni me vio.
Cogimos un avión hasta Sidney. De pronto llegamos a un

357
Psicología de los eneatipos

país maravilloso, con un clima y una naturaleza impresio


Mi hermano Ed el australiano tenía unos meses cuando lle tes,
y yo me convertí en la babysitter. Allí conocí a Lisa, la
os
mi padre y examiga de mi madre. Para mí era la imagen q
madre perfecta. En el viaje mi maleta se perdió y Lisa Me Com a
un montón de ropa. Nunca había tenido tanta rOpa tan bon.
Era muy amorosa con nosotros y vivíamos en el lujo, con diner,
en una casa en medio del Trópico al lado de playas paradisiac
as
De pronto teníamos dos perros y otra familia, aparentemente
feliz.
Mi padre bebía desde que se levantaba hasta acostarse. Tenía
su harén de mujeres; algunas, prostitutas, que no escondía. Mi
madrastra, Lisa, creo ahora que o estaba ciega o se lo hacía, por-
que imagino que llevaba aguantando aquello muchos años.
En mi infancia he diferenciado a las personas que me veían
de las que no. Las que me veían me trataban como la niña que
era; sobre todo tengo la sensación de descanso y de amor cuando
me acuerdo de ese tipo de trato. Las que no me veían, como es el
caso de mi padre, me trataban como una adulta por su propia
confusión. Mi padre:no sabe relacionarse con el sexo femenino
de otra manera que no sea sexual.
Cuando mi padre ha tenido hijos se ha separado sistemática-
mente de sus mujeres. Con Lisa llevaba doce años, pero nació Ed
y empezó la separación que justo coincidió con nuestra visita. En
un momento Lisa se fue de casa a Melbourne, donde vivía su
padre. En ese instante mi padre empezó a abusar sexualmente de
mí, delante de mi hermano. Al principio lo viví como un shock;
nunca había tenido ningún contacto sexual. Me dejó paralizada
y, aunque no me gustaba, era la única manera de poder tener uni
relación con mi padre. Me convertí en su novia con doce años.
Los abusos continuaron todo el tiempo que estuve allí.

358
E3 sexual: una biografía

Log ró que nos quedásemos más tiempo en Australia (estuvi-


mos seis meses en total). Empecé a ira todas partes con él
fiestas, leveía irse de putas y ampece a sentir mucha confusión.
Me enamoré de él y empecé a vivir los celos. Había muchos días
que no iba alcolegio ponque me llevaba al cine o a su despacho a
ayudarle a escribir un gu 10n O a leer algo y darle mi opinión. Me
trataba como a su novia,
Una noche estaba muy borracho. Lisa ya se había ido a Mel-
bourne con Ed. Elablanisa estado en una fiesta. con unos amigos
suyos y cogimos Un taxi para ir a casa que estaba como a cuarenta
y cinco minutos de la ciudad. Por el camino iba diciendo que
cuando llegase a casa se iba a suicidar. Llegamos y quería que me
acostase con él todo el tiempo. Yo estaba enfadada y supongo que
asustada, me encerré en el cuarto de Ed con llave y me metí en la
cama. Estaba mi hermano Andy durmiendo con un amigo en
otra habitación. Mi padre seguía diciéndome que saliese y que se
iba a suicidar si no lo hacía. Yo no le hice caso, quería que se aca-
base aquella pesadilla. De pronto escuché un disparo y un silen-
cio. Salí de la cama y me acuerdo que pensé que ojalá se hubiese
matado; sentí un gran alivio. Se me hizo eterrio el camino de mi
cuarto al suyo. Cuando entré en su habitación vi que había dispa-
rado a una pared. Me miró, se rio y. me dijo: «He:fallado». Yo
entré, le cogí la escopeta y. mella llevé. La escondí bajo la cama de
mi hermano, me volví a mihabitación y me cerré con llave. Estu-
vo toda la noche golpeando mi puerta y pidiéndome el arma.
Toda esa época la recuerdo actuando como una adulta, con
mucho sentido común y frialdad ante todo loque me estaba pa-
sando, además de confusión y sentimientos de enamoramiento y
de mi
Pasión como una adolescente. Me gustaba sentir el contacto
el contacto sexual
padre y necesitaba su cariño pero no me gustaba
un contacto con
Y lo evitaba todo lo que podía. Nunca he tenido
359
Psicología de los eneatipos

mi padre como padre, no he sabido lo e es el Sos de un Padre


como hija. La primera Y Er vez que a experimenté fue en on
sueño donde me hacía daño en una cadera y mi Padre Me daba
un masaje con mucho amor
y nada sexual. Sentía su Preocupa,
, ,
desde lo amoroso. Fue muy importan
e tocaba
ción por mi y M
para mí este sueño porque pude sentir lo que es el tener Contactoya
he tenido de adulta
amoroso de un padre. Es un sueño que
haciendo el proceso SAT. Ahora que soy madre veo la relació '
que tiene mi hija con su padre y cuando la veo pletórica por estar
que yO nunca
con su madre y su padre juntos, me doy cuenta de
tuve eso.
Volvimos al invierno de Madrid en Navidad, cuando era ve.
rano en Australia. Otra cosa que hizo mi padre fue enseñarme a
montar en una moto de 125 cc. A él le gustan mucho las motos y
quería que yo aprendiese. Recuerdo que fuimos un día a montar
y yo estaba muy enfadada con él por celos y confusión; me había
dicho que había estado.con una puta toda la noche. Me monté en
la: moto, aceleré mucho. y me estrellé. Se me clavó un pedal al
lado del tendón de Aquiles, que casi me deja coja. Con esta heri-
da y unas muletas llegué a Madrid. A mi madre no le conté lo de
la moto, le dije que me había caído en la piscina.
En Australia empecé a sufrir desmayos. De pronto se me ba-
jaba mucho la tensión y me desplomaba. Supongo que como me-
canismo de defensa por todo lo que me estaba pasando. Nunca
me llevaron al médico para ver qué me pasaba. También empecé
a quedarme miope. Siempre me he dado la explicación de
que
había muchas cosas que no quería
ver,
e vuelta fue terrorífica. No quería estar en Madrid,
quería
er a Australia todo el rato. Me había enamorado perdida-
mente 7% /
aum e y no se. lo podía contar a nadie. La depresión seguía en
a
nto. Mi madre se enteró por una carta que le mandé a MÍ

360
E3 sexual: una biografía

Ñ ¿re delo del accidente de moto y me prohibió volver hasta ue


a
“ese la mayoría de edad. De lo del abuso no se enter q
7 Ó, aunque
¡ hermano se lo contó una noche delante de mf pero le sonó. a
e le dio importancia.
proma
y 10 -
Al volver a España me cambiaron de colegio. Siempre fui a
yna escuela de educación inglesa, que es muy diferente a la espa-
ñola. El colegio en Australia me había encantado porque me tra-
ban COMO 2 Una persona y recibía una atención que no había
cenido en España. Me sentía con responsabilidad sobre mi apren-
dizaje, algo que fomentaban ellos con un trato de mucha estima
hacia los alumnos, a los que atendían en sus dificultades con res-
peto. Si no sabías hacer algo no te criticaban sino todo lo contra-
rio, se preocupaban como si compartieran la dificultad con el
alumno. Al volver a España y cambiarme a un colegio práctica-
mente de educación española, aunque vendía que era bilingiie,
todo el gusto por el aprendizaje que había adquirido en Australia
desapareció y empecé a odiar ir a la escuela. Lo único que me
gustaba de este colegio eran los amigos que empecé a hacer.
Tenía un profesor que me sacaba a la pizarra y se burlaba y
me humillaba delante de toda la clase porque no sabía hacer divi-
siones (en la educación inglesa se divide al revés). Este profesor
me hizo mucho daño. Empecé a suspender todas las materias.
Solo aprobaba con sobresaliente una materia que se daba en in-
glés. Me cambiaron de colegio a uno inglés pero ya era demasia-
do tarde. Decidí que no quería ira la escuela y no iba nunca, ni
y
cuando mi madre hacía el esfuerzo por levantarse de la cama
aba.
llevarme en coche. Cuando ella se había ido, yo me escap
Tenía varias motivaciones para salir del colegio pero la prin-
cipal eran los chicos y mis amigas, todos mayores que yo. Casi
todos iban a un instituto y cuando me escapaba del colegio me
s así que
iba allí a estar con ellos. Hacían pellas de algunas clase
361
Psicologia ae OS ENCAtipos

siempre estaba acompañada. Allí bebía litronas dey fuma


cervebaza Mos
NN
catel en un parque, tocaba la guitarra, cantaba
Empecé a tener un novio, el primero, que le QuIté a una Muy
buena amiga cuando estaba fuera de A El era fascista
los domingos él y otros falangistas ponian un puesto donde Ven-
dían banderas fascistas en varios formatos: pegatinas, tela. Yo
no tenía mucha ideología política pero decidí hacerme fasg; a
también por no quedarme fuera y porque estaba de moda Entre
mis amigos de entonces. También creo que lo hice por fastidiar,
mi madre. Iba a casa y les intentaba convencer de por qué era
bueno el fascismo y mi madre, claro, me quería matar. Me metía
sobre todo con Inglaterra por habernos quitado Gibraltar. Inten-
taba darle donde más le podía doler.
Mi madre empezó a llevarme a una psicóloga, sobre todo por
mi problema con el colegio, y estuve yendo un tiempo. No le
conté nada de lo de mi padre, nunca sentí la confianza porque
ella hablaba con mi madre casi después de cada sesión.
Lo que sí conseguí es que convenciese a mi madre de sacarme
del colegio. Quería estudiar música. Era algo que siempre quise
hacer pero mi madre nunca me compró un instrumento ni lo fo-
mentó. La familia de mi padre fueron pianistas y mi padre, entre
otras cosas, también. Mi tatarabuelo fue un pianista:que, según
mi padre, vivía y tocaba en la corte del rey Alfonso x111. Mi padre
siempre ha contado que tenemos sangre real porque mi abuelo
era hijo del Rey. Cuenta que mi tatarabuelo se casó con una cot-
tesana y que el Rey tenía relaciones con sus cortesanas. Una fábu-
la para seguir sintiéndose especial y diferente.
Cuando estuve en Australia mi padre me compró una guita-
PR y empecé a dar clases. Llevaba dándolas en el colegio desde los

diez años cuando por fin me habían comprado la guitarra, de 16”


lo-de navidad y cumpleaños entre toda la familia. Dejé de 11 al

362
E3 sexual: una biografía

colegio Con core ano y me iba a una academia de música que


estaba 2 dos horas de mi casa y que un músico le recomendó a mi
cradse. Mi hermano AO a rentar con mi guitarra y le enseñé
codo lo que ME enseñaban a mí. El es zurdo y aprendió a tocar la
irasra Como UN diestro porque a él no le compraron una. Se
pegó ami guitarra y ya no se SEpuLó más. Él es el que tiene el ta-
jento para la música y ahora es músico.
Con quince años tuve mi primer novio serio, del que me
enamoré y con quien perdí la virginidad. Yo no me sentía prepa-
rada, pero como tenía amigas mayores que yo que ya habían
hecho el amor, de nuevo no quería quedarme fuera. Sufrí mucho
con este amor durante muchos años. Él estaba enamorado de
otra mujer, a la que veía a menudo. El amor ya era protagonista
en mi vida. Quería morirme. Me pasé tres días en mi habitación
sin parar de llorar. Mi madre me ayudó mucho, acompañándo-
me desde su experiencia. Siempre me ha acompañado con mis
sufrimientos con el amor y la he sentido más madre que nunca en
esos momentos. |
Este primer amor se llamaba Carlos, y con él empezó mi
etapa con las drogas más duras. Carlostenía una hermana de mi
edad, de la que me hice muy amiga y con la que empecé a investi-
gar más con las drogas. Se llamaba Concha. Empecé a: tomar
LSD con ella y fumábamos muchos porros. Empecé a conocer el
mundo de la calle.
Concha y yo investigamos con todas las drogas menos con la
eroína, Esto Concha se.lo tenía prohibido porque conocía el
Peligro. A mí la droga me ayudaba a desconectarme del dolor que
sentía por mi relación con Carlos, que nunca terminaba:porque
Yo seguía viéndole y, de vez en cuando, volvíamos por una noche,
Pero al día siguiente él desaparecía y me dej aba muy vacía y triste.
En esta época con Concha empezó también mi fase promiscua y

363
Psicología de los eneatipos

trofe,
cada hombre con el que me acostaba lo vivía como Un
necio me 2COStaba
Empecé a hacer listas de nombres y cada
uno diferente (o a veces más), que añadía a mi lista. Bus Gba
o. pero pero este
y el vacio, E cada vez era másms Srande
aplacar el dolor
ba esa sensación de vacío. |
Cada hombre agranda
llamó
Con Concha me escapaba mucho de casa y mi madre
la policía varias veces para que ES Uco Ponía la denuncia y
luego no la retiraba, y he tenido a la policía, ya de adulta, Sacán.
dome de la cama de un hotel, estando de gira teatral, POr una
denuncia antigua que mi madre nunca retiró.
Seguía teniendo quince años. Concha era gallega y nos fu;-
mos a Galicia varias veces sin nada de dinero. Nos colábamos en
el tren y en Galicia nos recibía otro hermano de Concha que se
llamaba Manuel, que era el abogado y amigo de toda la mafia
gallega que terminó en la cárcel. Vivíamos en el lujo de repente,
Ahí empezó mi época con la cocaína. Yo allí me hice novia de
Manuel, y Concha, de un capo mafioso.
A la vuelta de un viaje a Galicia conocí a Sara, que:iba al co-
legio del Carmen. Nos hicimos muy amigas e íbamos juntas a
todos lados las tres. Con Sara empezó la época de la heroína. Ella
se hizo novia de un heroinómano que acabó robándoselo todo a
su familia, Se llamaba Curro. Tenía un amigo que se llamaba Al-
fonso, que también era heroinómano y huérfano y vivía práctica-
mente en la calle. Yo me hice novia de Alfonso y las dos empeza-
mos a tontear con la heroína. Concha se retiró; le tenía mucho
miedo a esta droga. Empezamos esnifando y las primeras veces
las recuerdo de querer morirme. No paraba de vomitar y no
podía ni moverme. Después de la primera vez dije que nunca
más, pero por no quedarme fuera seguía tomando.
Curro y Alfonso nos influyeron mucho. Debían tener nues”
traedad o quizás un poco más. Empezaron a decir que era mucho

364
19
Proceso de transformación y recomendaciones terapéuticas

si nos plen
mejor miento os La primera vez que me inyecté perdí el
y rompí el lavabo de un bar con la cabeza. A las
eres horas alguien me plo la cabeza y tenía un charco de sangre.
Yo no me había dado ni cuenta. Me llevaron a un hospital, donde
me dieron varios puntos.
Fue la época de vivir al límite; cuanto más peligro y más ton-
teo con la muerte, mejor. Yo no quería estar viva y con cada pico
de heroína deseaba morir. Había estado muy mal muchos años y
creo que aquí todo me estaba saliendo, sobre todo lo de mi padre.
Luego he descubierto que es un proceso normal para mujeres que
han sufrido abusos. Antes del abuso ya tenía una herida de haber
sido abandonada durante doce años por él. Lo vivo ahora como si
yo en esa época estuviese asumiendo su responsabilidad y culpa,
que era tanta que me quería morir por no poder soportarlo. Sen-
tía una vergijenza enorme. No tenía nada que me atase a la vida,
ni una motivación personal ni de futuro, nada que de verdad me
importase, así que me daba igual jugármela.
Era la época en que llegaba el sida. Con Curro y Alfonso em-
pezamos a vender droga en la calle y a robar. Necesitábamos un
pico (por lo menos) todos los días. Nos inyectábamos con jerin-
guillas usadas. Había un sitio en la fuente de un parque donde los
yonquis las dejaban para que otros pudiesen disponer de ellas, y
las utilizábamos hasta que las agujas se deterioraban por el uso y
hacían daño. Las jeringuillas costaban dinero y no lo teníamos.
Mi madre no se enteraba de nada. Una vez entró un amigo
suyo en mi habitación y vio una jeringuilla en el suelo; ese día se
enteró y decidió sacarme del país. Llamó a mi padre por teléfono
sen-
y vino para acompañarnos a Inglaterra (supongo que porque
tiría mucha culpa). Nunca había estado con mis padres juntos ni
había sentido que mi padre se preocupase por mí. Me hubiese
gustado pasar más tiempo con ellos. Me llevaron a un pueblo del

365
Psicología de los eneatipos

día, a traba;
sur de Inglaterra, donde solo pasaba un autobús al Tenía q; jar
como au pair, cuidando de un bebé de seis meses. Cciséjs
muy deprim ida, Me llevé opio pa
años, era yonqu i y estaba
all que mi padre había de
fumar y pasar así el mono. Descubrí
años. Parece que se COnecig
do de beber cuando me fui con doce
bebida yla
con lo que me había hecho y la culpa le sacó de la
de lo que me hi,
droga. Siempre ha culpado a su condición
nunca lo ha asumido. La culpa también le hizo viajar a Esp aña a
salvarme. Quería llevarme a Australia pero mi madre se OPuso.
Me dejaron allí y me quería morir. Vivía con la familia en el
piso de arriba del pub que tenían, y por supuesto ellos no sabían
nada de mi estado. No paraba de llorar en el silencio de mj habi-
tación. Sustituí la heroína por el alcohol. Es increíble cómo
aguanté el mono. Podía funcionar y aunque tenía dolor en el
cuerpo y todos los síntomas del síndrome de abstinencia, eso no
me impedía poder cuidar del bebé. Limpiaba también la casa y
planchaba. Estaban muy contentos conmigo y el querer dar una
buena imagen me ponía en una actitud muy servicial. Creo que
el sentirme peor por dentro me hacía querer limpiar la imagen
que yo tenía de mí misma.
Aunque critiqué mucho a mis padres por dejarme en aquel
sitio cuando era yo la que necesitaba que me cuidasen, luego me
di cuenta de que el ponerme yo a cuidar y con la responsabilidad
de tener un bebé a mi cargo fue lo que me salvó. Pasé por un in-
fierno del que pude salir momentáneamente. Lo que me parece
más increíble ahora es que pudiese disimularlo hasta el punto de
que nadie se dio cuenta,
El pueblo donde vivía se llamaba Fletching. AHí tuve varios
novios que me ayudaban a esconder el infierno. Todos'eran bas-
tante más mayores que yo. El primero me doblaba la edad (YO
tenía dieciséis y él, treinta y dos). Este duró poco. Finalmente
366
E3 sexual: una biografía

Jlegó
cds que yO. Aél le veía todos los fines de semana
y me hice amiga
y todos SUS amigos. Eran todos moteros de pelo muy largo y
esajes de cuero negro, que daban miedo. Iban
en grupo a todas
partes y en ocasiones se metían en peleas, pero eran pacíficos

Eran muy mal hablados y no paraban de meterse los unos con los
Otros, Y conmigo por supuesto, que era la única chica del grupo.
Había una mesa de billar en el pub donde trabajaba y me hice
experta, empecé a ganar competiciones. A ellos les divertía llevar-
me de pub en pub y ver cómo me ganaba las mesas.
Después de seis meses en Fletching se acabó mi contrato con
esta familia y me volví a España, donde mis amigos seguían con
la heroína. Concha también estaba enganchada; no se picaba
pero la fumaba. Sara ya se prostituía. Tenía otro novio marroquí,
mucho más delincuente, que también era su chulo. Yo volví a
todo el meollo peor que antes: con Sara, su novio Francisco y un
amigo suyo del que yo me hice novia. No llegué a prostituirme
como Sara pero íbamos juntos a todos lados y Francisco era capaz
de matar por conseguir dinero. Robaba gasolineras, a mujeres
mayores por la calle... En alguna ocasión le dio una puñalada a
alguien y volvía lleno de sangre sin saber si había matado o no. Yo
me volví a enganchar a la heroína.
Este episodio duró seis meses que terminaron con una trai-
ción. Había venido una conocida mía de Ámsterdam con bastan-
en
te heroína, y le quedaban treinta gramos por vender, que
mucho dine-
aquella época equivalían a 500.000 pesetas, que era
ro. Ella no era yonqui y lo quería vender rápido. Melo contó y yo
selo conté a mi novio, que rápidamente me dijo que iba a robar
Una gasolinera con Francisco y que conseguirían el dinero para
me rs
comprar la heroína. Cuando supuestamente lo tenían
con mi amiga. Me iban a dar el dinero a mi y yO
tON para quedar

367
pos
Psicología de los eneati

ella en el baño de un bar. Cuando


iba a hacer el ca. mbiazo baConmuy nervioso. Iba con ódica
un0 Periód;
llegamos, Francisco esta dijo que iba,
illos grandes. Me
donde tenía escondidos dos cuch
o con mi ami ga po rq ue yo nO sabía lo que eran treinta
ir él al bañ Fra nci sco le sacó un cy.
aja ron los dos al bañ o y
gramos y él sí.
chillo, se lo puso al cuello y le robó la heyolha. Volv ió a subir Co-
«Vám onos ». Sali eron él, Sara y mi novio del
rriend o diciendo: en UN taxi en
casi ni pude reacc ionar . Se habían metido
bar, y yo
idiendo del novio de
un abrir y cerrar de ojos. Yo me estaba desp
nosotros, Cuan-
mi amiga, que se había quedado en la barra con
irse así me di cuenta de lo que habí a pasado. Bajé al baño
do les vi
Nunca
corriendo y me encontré a mi amiga en estado de shock.
me ha perdonado y tampoco la he vuelto a ver.
mi casa y le
A Sara y a mi novio no les volví a ver. Me fui a
confesé a mi madre que otra vez estaba enganchada y le conté
todo lo que me había pasado. Le pedí que me mandase a Inglate-
rra otra vez. Me daba miedo estar en Madrid. Era como si de
pronto me hubiese dado cuenta del peligro del mundo en el que
estaba metida.
Cuando salí de esta etapa, creí tener un ángel de la guarda que
me ayudaba a seguir con vida. Había tonteado demasiado con la
muerte. De los hombres con que me acosté murieron tres de sida,
incluido Manuel, el hermano de Concha. Concha es seropositiva
pa está controlada por la medicación que entró después. Yo me
supe es sin PO me fotra cosa. fuerte del carácter). bo
prueba que me hice de sida, cuando la médica
E3 sexual: una biografía

sa. Me adjudiqué la culpa para mantener a mis padres intac-


arfectos y MO podía soportar la sensación de vergiienza que
(05 “oducía el pensar que yo había provocado el abuso y el mal-
o Estaba presa por esa vergienza y me sentía como si nada de
(13 /o tuviese UN valor. Me daba mucha vergiienza expresarme e
s0 hablar, y solo descansaba de todo esto con la droga, y la
ye más me desconectaba del malestar era la heroína, con la que
- sentía nada de nada; el dolor desaparecía y la vergiienza tam-
bién. Era Como estar muerta en vida y esto me producía mucho

placer. o
Volví a Inglaterra. Esta vez me fui a vivir a casa de unos ami-
gos recién casados. Seguía sin ponerle nombre a mi depresión ni
enterarme. Recuerdo esta etapa como una de las más tristes de mi
vida. Vivía en un pueblo en lo más crudo del crudo invierno in-
glés, donde se hace de noche a las tres y media de la tarde, en una
casa sin calefacción y con un hilo de agua caliente. Aquí tenía
dieciséis años, casi diecisiete, y no tenía ni idea de lo que quería
hacer con mi vida. Volví con mi novio el inglés, a quien solo veía
los fines de semana. Estas salidas eran para mí un respiro de la
crudeza. Pasábamos los fines.de semana de pub en pub, bebiendo
y viendo a músicos maravillosos tocar en directo.
Empecé de aprendiz en una inmobiliaria. Este trabajo me
gustó. Aprendí a escribir a máquina y a hacer descripciones escri-
tas de las casas que vendíamos. Tenía un jefe muy alegre que me
llevaba a jugar al squash de vez en cuando, intentando enseñarme
sin ningún éxito (siempre he sido muy patosa con el deporte).
Me hacía muy partícipe de la inmobiliaria y me dio confianza
valorando mis opiniones. Fue uno de los pocos hombres que co-
Roi Entonces que se interesó de verdad por mí y por mi aprendi-
$ sin querer llevarme a la cama a cambio. Un poco como ima-
Sinada que debía ser un padre.

369
Psicología de los eneatipos

Este trabajo se terminó y empecé otro en una MPresa q


construcción llevando los libros de cuentas, anotando Múmer A
todo el día. Me tenía que levantar todas las mañanas y salir S
“ casa aún de noche con aquel frío espantoso y sin haberme Pod; ln
duchar. Al final la empresa se fue a la quiebra y me echaron. De
ahí me fui al paro y empecé a tontear otra vez con la droga,
Me fui de donde vivía a casa de una amiga que CONOCÍ, casa.
da y con un bebé, pero con el marido fuera todo el día Y NOSOtras,
de fiesta en su casa siempre. Yo ya me estaba cansando de mi.
novio de fin de semana. |
Durante toda mi estancia en Inglaterra solo quería volver a
Australia con mi padre. Todavía era menor y mi madre me había
dicho que hasta que no tuviese la mayoría de edad no podía vol.
ver. Estaba haciendo todo el visado para volver a Australia, que
tardaba. Con casi diecinueve años volví y realicé lo que me había
propuesto y más. Me convertí en la pareja de mi padre. Él vivía
en un pueblo en la montaña, a hora y media de Sidney, y prácti-
camente me secuestró, convirtiéndose en un monstruo posesivo.
Cuando llegué a Sidney tenía su harén, que dejó cuando empezó
la relación conmigo, con la condición de poder disponer de mí
sexualmente cuando él quisiera y tenerme para él las veinticuatro
horas.
En esta época sí que viví agresión sexual y física. Yo le había
dado el permiso, había aceptado el pacto y le había dado vía libre.
El necesitaba mucha actividad sexual y yo no podía más. Fue un
verdadero infierno para mí.
Me obligó a dejar de fumar y beber. Estaba en otra cárcel.
Me convertí en la que él quería que fuese y aunque sufría
mucho,
lo aguantaba de nuevo por sentirme
querida. Yo sé que mi padre
me ha querido y me quiere a su manera pero tiene una confusión
cnorme con el amor, por su propio pasado. Él tuvo una historia

370
E3 sexual: una biografía

ipcesto en su casa cuando era pequeño, CON Sus tías


y sus pa-
e Mis ra toda su infancia peleados, mi abuelo
esa sojo y Ml abuela, una o e acabó llamando 2 la guardia
civil y metiendo a su ona o en la cárcel, Mientras vivieron jun-
(os, Mi abuelo no dormía con su mujer sino con su Propia madre.
todo esto me ha ayudado a comprender la conducta de mi padre.
Aunque no 2 perdonarle.
De vez en cuando podía salir para ir a ver a mi hermano y a
mi madrastra a Sidney. Poco a poco fui pasando más tiempo con
elos y mi madrastra me dio un trabajo en su productora de televi-
sión. Hacía de secretaria pero también me reunía con el equipo de
guionistas, Cosa que me apasionaba, aunque no abría la boca,
Aprendí mucho sobre el desarrollo de una serie de televisión y fue
un respiro de lo que estaba viviendo con mi padre. Empecé a verle
mucho menos pero me seguía torturando cuando nos veíamos.
Ya no tenía ni idea de quién era yo ni de lo que quería para mi
vida. Mi padre decidió que tenía que ser guionista como él, y di-
rectora de cine. Se enteró de una escuela de arte dramático que
había relativamente cerca de donde vivía. Le habían dicho que allí
podía aprender interpretación pero también guion y dirección.
Era una universidad y yo no había terminado mis estudios, pero
con la cosa de ser española, cuando me fui a inscribir para las
pruebas de acceso les conté una mentira-empujada por mi padre:
que los papeles que decían que había terminado el bachillerato se
habían quemado en una casa que se incendió y queme era muy
difícil conseguirlos sin estar allí. Me aceptaron esta historia.
Las pruebas de acceso eran muy difíciles. Tenía que hacer un
monólogo de teatro clásico y otro contemporáneo y cantar una
Canción. Yo nunca había leído teatro y de pronto estaba leyendo
a Shakespeare y aprendiéndome un monólogo. En el pueblo
donde vivía mi padre vivía también un actor mayor que había
371
Psicología de los eneatipos

hecho mucho Shakespeare. Mi padre se tomó esta prueba de


on
ceso mía como un reto personal y le pidió que me ayudase
haa
monólogo. Con toda la vergiienza que yo sentía, para mi
s Posa
esto era otra pesadilla. Trabajé tanto con los monólogo
todas. Ya había sei,
final cogí confianza y fuerza para ir a por
con catorce años en una película que produjo mi madre, |
Llegó el día de la audición y ahí me enteré que éramos Unas
cuatrocientas personas, de las que elegirían a unas dieciséis, La
prueba era en una sala enorme con un panel de muchos profeso.
res tras una mesa larga, haciendo anotaciones. Hice mis monólo-
gos y luego canté una rumba flamenca con la guitarra. Yo creo
que esto fue lo que les gustó, por lo exótico. Me admitieron y
aquí empecé a poder alejarme de mi padre de verdad. Por este
motivo el teatro empezó a salvarme la vida. Empecé a conocer a
gente de mi edad y a fumar tabaco otra vez. Mi padre no podía
soportar esto y me echó de casa. Me dijo que no quería volver a
verme porque había vuelto a fumar.
Empecé a vivir con una compañera de la escuela. Alquilamos
un piso y fue maravilloso. Estaba sufriendo mucho por lo de mi
padre, recibía cartas suyas diciendo que ojalá nunca me hubiese
conocido. Le conté a esta amiga lo de mi padre y para mí fue una
liberación empezar a hablarlo. Lo que no me esperaba era la reac-
ción de la gente a quien se lo contaba. Se quedaban horrorizados y
yo casi acababa consolándolos a ellos y diciendo que no era para
tanto y que yo estaba bien. Estaba totalmente desconectada de lo
que había vivido, como si no fuese conmigo. Lo que me hacía su-
frir era la separación de él y que no me quisiese ver; no lo entendía.
Cuando miro atrás me doy cuenta de lo deprimida que esta-
ba y de la falta de autoestima que tenía. En la universidad me
Pa muy avergonzada con mostrarme y tenía exámenes Casi 4
o ante un panel de jueces. Exámenes de actuación, de VOZ, de

372
E3 sexual: una biografía

anto.» de todo lo e me
e Creo que estaba tan aver-
onzada de lo que b . onde con mi padre que vivía una con-
Ñ dicción: necesita a on erme y i la vez mostrarme a través
de personajes, qUe ha go que me liberaba mucho. Estaba tan
asustada que bebía coñac antes de cada examen o representación
ara relajarme.
Tengo muy buenos recuerdos, y malos también de esta uni-
versidad. Los buenos son que me llenó de cultura, que nunca
había tenido por haber dejado el colegio tan temprano; me ense-
a a leer teatro; pude actuar mucho en un teatro y ante un públi-
co; pude dirigir un clásico, Antígona; toqué música en directo.
Me enseñó también a trabajar en equipo y conocí a gente muy
valiosa y creativa; con algunos continúo teniendo contacto.
Lo mejor fue la oportunidad de conocer a los aborígenes y su
cultura. Había una asignatura que se llamaba Estudios Teatrales
y los profesores que la llevaban decidieron hacer un intercambio
cultural con aborígenes. Contactaron con un maestro occidental
que vivía en un poblado con la tribu pitjantjatjara. Primero vi-
nieron a Sidney seis de sus elders.* A los ancianos se les respeta y
valora mucho porque son los más sabios de la tribu; todo lo con-
trario que en Occidente, donde vienena ser un estorbo. Era la
primera vez que estos elders dejaban el desierto para venir auna
ciudad de la costa. Se quedaron en una: casa que cedieron. estos
profesores y, como no estaban acostumbrados a vivir bajo techo,
dormían en el jardín y sacaron los muebles afuera para poder sen-
tarse en el suelo adentro.
Yo me acerqué mucho :a ellos, como si supiese que iba a
aprender cosas que nadie más me podía enseñar, y aproveché
Cda segundo a su lado. Todos los atardeceres hacíamos 122724,

£ .

e Ancianos”, en inglés.
Psicología de los eneatipos

una danza sagrada aborigen donde se canta con los Cuerpos y;


tados, semidesnudos. Dependiendo de cómo estén pintado, La
los
cuerpos pueden participar mujeres y niños, solo hombres O sol
mujeres. Es un rito sagrado para perpetuar la vida en la Viera,
atraer los alimentos, y una celebración a la salud. Yo me en
privilegiada de poder formar parte de esto. :
Se volvieron al desierto y ahora tenían que elegir a sej alum.
nos para ir a pasar un tiempo con ellos. Me eligieron a mí, junto
con cinco de mis mejores amigos de la universidad y fuimos con
dos profesores a Alice Springs en avión y luego en un 4x4 a Mi-
mili, el lugar donde vivían. Conscientes del impacto devastador
sobre su cultura de que los australianos occidentales les hubieran
quitado muchas de sus tierras, que para ellos eran sagradas, como
por ejemplo Ayers Rock o Uluru, habían hecho una nueva ley
que prohibía el acceso al hombre blanco sin un permiso de los
aborígenes. En Mimili éramos los únicos blancos, junto con este
profesor que vivía allí y en cuya casa nos alojamos.
Fue una de las mejores experiencias de mi vida, y mi primera
vivencia espiritual que, con veinte años, no sabía nombrar ni en-
tendía lo que me estaba pasando. Sentía una conexión con aque-
llas personas que venía de otro lugar, más allá de la palabra. Fue-
ron muy generosos con nosotros al enseñarnos tanto de su cultura
y aprendí a valorar la naturaleza y la tierra, que era como su casa,
con códigos para entrar donde tenías que esperar hasta que ellos
te invitaran; cada roca tenía un significado y nos llevaron a sus
lugares más sagrados. Todos los días hacíamos ¿nma con ellos y a |
cambio nosotros hacíamos teatro frente:a un público puro y
hambriento,
Los aborígenes tienen mucha necesidad de mantener una Cul-
tura de las más primitivas, que el hombre occidental está destru-
yendo. En los diez días que estuvimos allí pudimos experimenta!

374
E3 sexual: una biografía

sad estrucción y yO me conecté con un dolor muy antiguo, que


oco sabía de dónde me venía. Los jóvenes habían dejado de
seguira los ancianos en la perpetuación de la cultura; al estar entre
dos culturas tan OPuestas su deseo era morir y así lo estaban ha-
ciendo. No pertenecían a ningún lugar y los niños y jóvenes esta-
pan todo el día con latas de gasolina pegadas a la nariz hasta que
morían.
En su cultura no existe el prohibir a los niños sino acompa-
ñarles en sus equivocaciones, sin juicios, estando presentes. Así lo
estaban haciendo con estos niños y jóvenes, con el inmenso dolor
de ver cómo su raza se está autodestruyendo. Para ellos fue muy
significativo que nosotros, siendo jóvenes y occidentales, nos in-
teresásemos tanto por su cultura; les daba esperanzas. Los últi-
mos días los jóvenes dejaron las latas de gasolina y se unieron a la
hora del ¿nma a danzar y cantar con nosotros y sus maestros. Fue
muy emocionante y aunque cuando nos. fuimos todo volvió a
como estaba antes, sentimos que les habíamos dado algo.
Yo sentí mucha culpa y me avergonzaba de pertenecer a Oc-
cidente. También me sentía muy identificada con aquellos niños
y con su deseo de morir. Sentí una conexión con aquellas miradas
limpias y perdidas que nunca había tenido con nadie; me tocaron
el corazón. Me acuerdo todavía de Bradley, a quien sentía como
un hermano pequeño y que muy poco después de irnos murió.
Volví a Mimili un año después con tres amigos, y ahí cumplí
veintiún años comiendo gusanos y canguro, hasta que me puse
con diarreas y vómitos cuatro días sin poder moverme. Parece
que esto es común en el shock cultural.
A la vuelta a la universidad aprobaba todo loque tenía que
ver con escribir ensayos y trabajos teóricos, y suspendía lo que era
exposición, como actuar... Finalmente me echaron diciendo que
sido una
ño era un lugar para mí. Ahora creo que yo nunca he

375
Psicología de los eneatipos

actriz convencional sino más bien todo lo contrario Y que en


conservatorio, y más de habla inglesa, no había lugar Para my
sobre todo en una época en que no tenía claro que Quisiera E
actriz porque me hacía sufrir demasiado... Y el que me echasen
fue un estímulo para seguir y tomar la decisión de ser actriz,
Estaba de vacaciones en España cuando me echaron, Antes
de irme me había medio separado de mi novio de entonces, con
el que estaba viviendo. Me había quedado embarazada y había
tomado la decisión yo sola de abortar, sin contar con él, que no
estaba de acuerdo, y esto nos separó. Por aquella época mi padre
se había acercado otra vez. Tenía una novia nueva, que era más
joven que yo y que había sido novia de mi hermano Andrés, Más
adelante tendría otro hijo con ella, que es mi hermano pequeño
Manolo.
La novia de mi padre estaba muy metida en terapia de rena-
cimiento y le convenció de entrar en terapia con el intento de
sanar la relación conmigo. Él accedió y me llamó para que hicié-
ramos renacimiento juntos. A mí ya se me había despertado un
deseo de búsqueda con la experiencia aborigen y con la actua-
ción, y dije que sí a probar con el renacimiento. También tenía
ganas de tener una relación con mi padre diferente. Yo seguía con
mi novio James y tenía ganas de que se conocieran.
En mi primer encuentro con la terapeuta me dijo que quería
trabajar por separado, no juntos mi padre y yo. Esto me alivió. Su
estilo no era el de hablar mucho ni antes ni después de las sesio-
nes. La primera de ellas fue para mí muy reveladora porque la
respiración me hizo revivir muchas imágenes y momentos de mi
infancia, mientras yo no controlaba nada de lo que me estaba
pasando. Me sentí muy acompañada por esta terapeuta pero
luego no había un espacio para la elaboración y lo hubiese necesi-
tado. Después de aquella sesión me invitó a hacer una en grupo Y

376
E3 sexual: una biografía

¿50 no me entregué. Bats muy asustada y había gente que


a mucha experiencia y madurez. Yo era la más joven en
dos los sentidos. Solo recuerdo estar deseando que terminase
a poder irme.
No me acuerdo si tae el aborto antes o después de estas se-
ones. Pero síque en algún aieno fui a vena la terapeuta y
me contó algo más sobre la técnica del renacimiento y de cómo
al grabado todo en naeRo inconsciente desde el momento en
que somos concebidos. Me jo que desde ese momento ya senti-
mos y 2 mí esto me conectó con el dolor por haber abortado.
Sentí mucha culpa y lloré todo lo que no había llorado. Hasta
entonces había presumido de que a mí no me había causado nin-
gún trauma y no me había dolido, sino sentido alivio al abortar.
Esta mujer me ayudó a entrar en contacto con mi emoción, Pri-
mero había tomado contacto con los aborígenes y luego con ella.
Fue curioso que en principio yo había ido para trabajar la
relación con mi padre y nunca hablamos de ese tema, aunque
muchas de las imágenes de aquella primera sesión sí que eran con
él. Yo estaba esperando a que ella abriese el tema y nunca lo hizo,
no sé si ella esperaba que lo hiciese yo. Yo sentía mucha vergien-
za todavía y supongo que miedo. Dentro de mí lo había colocado
más o menos y le había perdonado. Luego, cuando empecé con la
gestalt, descubrí que no le había perdonado ni mucho menos
sino que me había tragado su culpa, convencida de haber provo-
cado yo todo aquello.
La frialdad me ayudó a sobrevivir durante mi infancia y ado-
lescencia, el estar desconectada de mi emoción. Cuando empecé
a Conectarme sentía que mi camino era ese pero me daba mucho
Miedo. La sensación era que iba a abrir un espacio de dolor en mí
que funca podría volver a cerrar y que el sufrimiento nunca cesa-
tia. Yo había aprendido a manejarme sin sentir. Sin embargo, el

377
Psicología de los eneatipos

contacto con ese dolor me hacía sentir viva y sabía que me h


, Acía
bien.
Ser actriz me conectaba con la vida. El vivir mundos Y Vida,
de otros personajes me apasionaba y me apasiona, Porque me co.
nectaban con mi vida y con aspectos de mí que habían estado
dormidos hasta entonces. Y el contacto con el público me daba
tanto miedo que me hacía sentir muy viva también.
Y así, al volver a Madrid empecé con mi búsqueda, que no
supe que lo era hasta mucho más adelante. No había muchas es
cuelas de arte dramático en aquella época en Madrid. Mi madre,
que es representante de actores, siempre tuvo la inquietud de Una
interpretación que tuviese que ver más con la verdad y no tanto
con lo postizo. Y en España todavía se valoraba mucho la sobre.
actuación, o la actuación tensa e intensa, a mi modo de ver.
Mi madre siempre ha tenido un olfato para esto y buscaba
una escuela para sus actores que les enseñase a ponerse verdaderos
y personales. Ella viene de una familia de actores,. sus padres lo
fueron y ella iba para actriz. Su primer trabajo fue de niña en los
teatros donde actuaban sus padres, llamando a los camerinos para
decirles a los actores el tiempo que les quedaba para salir a escenay
asegurarse de que lo cumplían. Cuando terminó el colegio, logró
pasar las pruebas de acceso a una de las mejores escuelas de teatro
de Inglaterra, pero su padre le dijo que sino estaba dispuesta a sa-
crificarlo todo por ser actriz, tipo fregar escenarios durante varios
años, que ni lo intentase. Esto la echó para atrás y renunció a
aquella escuela. Yo creo que hubiese sido una buena actriz.
Mi madre apoyó mi decisión de ser actriz, insistiendo en que
debía estudiar. Ella mandaba entonces a sus 'actores a estudiar
con Cristina Rota, y yo empecé a estudiar con ella. En aquella
época era ella sola quien nos daba clases en el salón de su Cas?
Estuve cuatro años en su escuela donde
aprendí mucho y sobre

378
E3 sexual: una biografía

sodo empecé adisfrutas. Yu no ms sentía examinada cada vez que


vella a actuar sl con más espacio para la equivocación y la in-
e sigación. Cristina fue muy generosa conmigo y me dedicaba
«cho tiempo; tanto en clase como si tenía un trabajo o una
prueba, me daba sesiones se coach privadas sin cobrarme. Viví la
Transición CON ella: del salón de su casa a un local donde empe-
¿amos 4 hacer representaciones para el público. Al terminar con
ela, dirigí una obra corta y allí conocí a Marcos, que es músico
pero que estaba estudiando en la escuela porque le gustaba actuar
cambién. Hizo la música para la obra que dirigí y entramos en un
noviazgo que duró cuatro años.
Cristina Rota me ofreció quedarme en la escuela, yo decidí
no hacerlo. Me seguía sintiendo perdida y quería buscar más
sobre la actuación y ella me había enseñado mucho pero para
crecer necesitaba irme. Todavía no sentía que hubiese encontra-
do mi manera de querer ser actriz, aunque su escuela era lo que
más se había acercado hasta entonces, y siempre le tengo que
agradecer que es ahí donde terminé de decidir que quería ser ac-
triz, por el gusto, el disfrute y la confianza que me dio. Por pri-
mera vez me sentía capaz de hacerlo.
Mi búsqueda continuaba y mi madre me ofreció irme a Los
Ángeles a probar con alguna escuela. La ciudad no me gustó
nada, me parecía enorme y la gente muy falsa (esto fue lo que más
me echó para atrás, no sé si es que el espejo era demasiado fuerte
para mí). Solo recordaba sonrisas hipócritas y.me sentí muy sola.
En aquel viaje también fui a Nueva York, tan viva en todos
los sentidos; me encantó: lo que más, ira escuchar jazz en directo
a bares pequeños, con músicos siempre impresionantes. De
nuevo me puse en peligro yéndome con hombres desconocidos,
peligro-
comprando droga en la calle 42, metiéndome en barrios
S0s... Una vez más no me pasó nada y no me enteraba de lo que

379
Psicología de los eneatipos

había hecho hasta que lo contaba y la gente me devolvía e] ri


que había corrido. Estaba muy desconectada del miedo. 80
Ahora soy todo lo contrario, tengo miedo de todo, No ten
tanta fe en que haya algo que me protege y me gustaría teCUpen,
la un poco para poder descansar. Ahora que me he ido a] Otro
extremo pienso que si no soy yo la que protege y Controla cada
segundo de mi vida, puede ocurrir algo tremendo. Es agotador.
Creo que esto tiene que ver con la edad y con que Estoy más en la
vida, que ahora me importa mucho, cuando antes nada, como
demuestra mi época de la heroína. Creo que también mi segundo
subtipo es la conservación y está más presente ahora en mí la ne-
cesidad de seguridad.
Otro factor importante para no irme a vivir a Estados Uni-
dos fue que me había enamorado locamente de Marcos. Como
me acababa de separar de mi anterior novio, José, con el que es-
tuve viviendo dos años, no tenía casa. Desde que me dejara mi
primer novio, Carlos, con los siguientes me adelantaba y era yo la
que dejaba; supongo que para no vivir el abandono. Al dejar yo,
era yo la que me iba, dejando muchas cosas mías por la culpa que
me daba y de nuevo para dejar mi imagen intacta. Luego, como
no soportaba vivir el vacío ni el dolor del duelo de la separación,
siempre he encontrado a la siguiente pareja en seguida; a veces al
día siguiente o a veces incluso antes de cortar.
A principio de la relación con Marcos me sentía sin un lugar. .
Estaba viviendo en casa de mi madre y terminé medio viviendo
con él en su casa, que era un desastre y no tenía luz natural; la
llamábamos el «agujero». Era deprimente. Era una época en la
que me sentía muy insegura y me maquillaba muchísimo. No
podía salir a la calle sin maquillarme. Me sentía muy imperfecta.
Nos fuimos a vivir a la casa de mi infancia, que alquilaba mi
madre por muy poco dinero porque era de renta antigua. Mi

380
E3 sexual: una biografía

adre la renía Como su oficina pero necesitaba irse a otra más


co qe. Saqué a Marcos del agujero para vivir en aquella comuni-
e de vecinos ¿O piso maravilloso Son jardín y piscina,
dad no era mise-
sentia qué le rescata a de la rea, que en reali
ja, pero yO tenía esta fantasía. Salen que Marcos es un E8 como
mi padre. Siempre me han atraído los E3. Era el bajista de un
grupo de moda del momento.
Seguía con la búsqueda de una escuela de interpretación. Dos
amigos actores de la escuela de Cristina Rota acababan de volver de
Buenos Aires y me hablaron mucho de una escuela allí de Carlos
Gandolfo y de un maestro que habían conocido: Juan Carlos Co-
razza. Como mi madre también andaba con la inquietud de traer a
alguien de fuera para sus actores, le hablé de Juan Carlos y le dije
que por qué no probábamos traerle para dar un seminario y así co-
nocerle. Mi madre le llamó por teléfono, le pidió un currículum y
le propuso venir a Madrid a dar un seminario aquel verano.
Yo me encargué de la organización, junto con mi madre, y
también participé como actriz. Conecté en seguida con él y sentí
que por fin había encontrado a mi maestro. Este encuentro fue
tan importante para mí a nivel artístico como personal, De pron-
to, todo lo que había aprendido en la escuela de Australia se opo-
nía totalmente con esta manera de actuar que tenía que ver con la
investigación, el aceptar no saber y empezar a aprender a apren-
der. En lugar de ponerse corazas se trataba de desnudar el alma, y
para esto era muy importante conocerse a un nivel profundo.
Recuerdo el primer ejercicio que hice sola delante de todos
los asistentes, donde Juan Carlos me preguntó qué sentía y qué
necesitaba. Nunca nadie me había preguntado esto y empecé a
lora y ya no paré en todo el seminario. Como si desnudase toda
mi fragilidad, que siempre había estado tapada por mi frialdad y
Control. Aquí empezó un camino que me cambiaría la vida.

381
Psicología de los eneatipos

A través de Juan Carlos conocí la gestalt y a mi maes wo


dio Naranjo. Juan Carlos traía mucho de lo que APrendía co Ml
gestalt y con Claudio a sus clases. En esa época también o
una amiga que estaba haciendo gestalt y empecé a hacer tera Ñ
individual con una gestaltista que ella me recomendo, scr,
que en parte yo empecé a hacer terapia porque era lo que estaba
de moda en mi entorno y porque con lo que había vivido era lo
que se tenía que hacer, pero no sentía que la necesitase, Pasado
un tiempo la terapeuta me echó y me dijo que cuando Sintiese
que necesitaba hacer terapia, podía volver. Se la jugó y me hizo
un gran favor porque me obligó a conectarme con mi necesidad,
Con la terapia empecé a ver que no estaba bien con Marcos.
Yo había entrado en un proceso de crecimiento personal y él no
quería saber nada de esto. Me sentía sola y muerta en la relación,
Creía que éramos la pareja perfecta y la verdad es que nos quería-
mos mucho pero no era el momento de estar juntos.
Antes de separarnos me fui a Australia con la intención de
renovar mi residencia permanente pero llegué tarde y la perdí.
Me iba solo por dos semanas y acabé quedándome dos meses. Me
fui a Bali invitada por mi madrastra Lisa, con ella y mi hermano
Ed. A la vuelta no conseguí cambiar mi billete a Madrid y volví a
Australia, donde Lisa me consiguió trabajo en una serie de televi-
sión. En Australia gustaba porque para ellos yo era exótica, y des-
pués de haber hecho tres capítulos me ofrecieron quedarme fija
pero dije que no, porque significaba de nuevo dejar toda mi vida
en España. Tuve un encuentro con mi padre y aunque él tenía
ganas de más, a mí me asustaba y la terapia me había conectado
con el enfado. Esto no se lo dije, de nuevo por el afán de cuidarle.
Tuve un amante mientras estuve allí y esto me dio fuerzas
para separarme de Marcos a la vuelta. Mi amiga Ana, la que Mé
introdujo a la gestalt, también se estaba separando de su marido.

382
E3 sexual: una biografía

comp yO primero y luego plla, An


ome amigo Y decidí no pr a me ayudó mucho, Se vino
a
ecipitarme al siguiente ho
yivÍ asase po! delante, sino mbre u
aguantar. Me lo tomé Cas
De Tuve amantes pero i como ,
no me casé con ninguno.
Ana hacía
edit ción y yO volví a practicar. Me ayu
dó mucho. Estuve dos
cos SIN pareja, meditando, haciendo terapia y teatro. Hice mi
simer taller en grupo con Graciela Figueroa, empujada también
or Ana. Fue un taller que me removió mucho porque era la pri-
mera VEZ que hacía algo así y con el cuerpo me sentía muy torpe.
Ana también me convenció de hacer un Fisher-Hoffman>
Lo hice con el equipo de Paco Peñarrubia. También fue un tra-
bajo importante para mí y me sentí muy acompañada por Enri-
que de Diego, que me pidió en un ejercicio que leyese la carta al
padre en VOZ alta para el grupo. Era la primera vez que acusaba a
mi padre públicamente y siempre le estaré agradecida.
Siempre he necesitado estar con un hombre en mi vida. En
momentos en que me he atrevido a estar sola me he sentido con
un vacio muy grande y con mucha falta de confianza en mí.
Ahora me daba cuenta de que buscar un hombre para llenarlo
nunca me iba a hacer feliz, Quería partir de sentirme bien conmi-
go misma, llena y con confianza.
Era mi segundo año estudiando con Juan Carlos, y con dos
compañeras de la escuela decidimos montar una obra de teatro.
Yo conseguí la financiación mínima y acabaron dirigiendo otras
dos compañeras. Conseguimos un teatro donde poder represen-
tarla rápidamente e incluso conseguimos hacer una pequeña gira.
El día del estreno nos vino a ver un director de teatro que me
ofreció mi primera gira por toda
España.

nuestro carácter en la in-


2. Curso residencial que profundiza en la génesis de
cla A

CR contacto con nuestros padres.

383
Psicología de los eneatipos

me propus7 o em 8
Al final de esta gira Juan Carlos
' mn
ñar en la escuela junto COn Catalina Hada. El estaba dir,igiEn en d
st it uy és em os en sus clases o
una obra y nec esi tab a que le su
un Primer Eran
zamos haciendo esto juntas y también armamos
(a

alejar de Seguir a.
nuestro. Yo veía que la enseñanza me podía
l
tuando y decidí seguir en Contacto con la escuela acudien doaa
r uno,
gunos grupos pero sin el compromiso de lleva
jo
Estaba en un momento de, o meterme a fondo con el traba
del Estudio, o salirme del todo. Me gustaba mucho estar allí y la
idea entonces de Juan Carlos era armar un equipo donde enseña.
semos pero también hiciésemos teatro. Habíamos hecho una h.
milia y mis mejores amigos estaban trabajando allí. Por todo esto
decidí quedarme y además era un sueldo fijo que significaba se
guridad. Fueron catorce años trabajando para Juan Carlos y en la
última etapa empecé a querer ser madre y a poner toda mi ener-
gía en esto. Sentía que quedándome allí siempre iba a tener un
padre y unos hermanos, y que para seguir creciendo me tenía que
ir de casa. Le estoy muy agradecida a Juan Carlos por todo lo que
me ha enseñado con la educación, la actuación y el arte.
Estar en el Estudio con toda la energía puesta en la enseñan-
za me alejó de mi actriz, a la que abandoné demasiado tiempo.
Consuelo, una compañera del Estudio, y yo buscamos una obra
donde yo actuaría y ella dirigiría. Hicimos un Shakespeare: Noche
de Reyes, que fue muy costoso en todos los sentidos. Empecé a
darme cuenta de que estaba desarrollando una visión de mi pro-
fesión diferente, necesitaba sentirme libre y experimentar mí
forma de ser actriz, Quería salir de esa necesidad
neurótica de ser
Perfecta y todo lo que pude disfrutar y explorar en los ensayo?
desapareció ante el Público porque aparecía toda mi vanidad
Y
me sentía presa por la imagen.
So ,
lo al final comencé a reconocerme como actriz porqué

384
E3 sexual: una biografía

ecé a dejarme sorprender y poseer por alg


emp o que yo no con-
grolaba, que es Uno de los Gim por los que amo ser actriz,
para mi egO> la actuación ha sido alibera dora. Es curioso y puede
ecer contradictorio, pero estar frente a un público
encarnan-
do a un personaje con un mundo ajeno al mío ha liberado mi
cani dad y me he sentido sal iendo de mi cárcelEl
. actuar me
obliga 2 salir de mi control y a confiar en una fue
rza mayor.
Llegó el momento en que necesité irme del
Estudio para
poder seguir creciendo. Fue muy difícil para mí porque fue mi
familia durante muchos años. Juan Carlos fue un padre y un
maestro para mí en lo artístico. Esto del padre ha sido mi trampa
porque poniéndome de hija me pongo complaciente, ciega y no
soy sincera. Mi maestro lo será siempre.

Conocí a quien es ahora mi marido, M., hace diez años. Casi


coincidió con la muerte de Carlos, mi primer novio, en un acci-
dente de moto antes de cumplir los cuarenta. Con M. ha sido un
viaje y sigue siéndolo. Antes de M. estuve con Jose, otro músico y
otro E8, y ahí puse fin a esta clase de hombres. Jose apareció des-
pués de mi primer curso del Programa SAT, en el que me volví
loca (o se puso mi locura más de manifiesto). Un SAT en el que
estaba con mi novio de entonces.
Y donde conocí a Claudio Naranjo. El día antes de ir ocurrió
algo milagroso que yo siempre he asociado con la magia del SAT:
me llamó mi padre, que llevaba años sin hablar conmigo, lloran-
do y pidiéndome que le perdonase. Yo nunca le había escuchado
llorar y me impactó. Se iba a ir a vivir con una novía y antes le
había contado lo del abuso conmigo y ella, que había sufrido
abuso por su padre, dejó al mío. Él estaba destrozado y yo, ante
so, le dije que sí, que le perdonaba. Me salió ese automático mío
de querer cuidar del otro. De nuevo un perdón falso.

385
Psicología de los eneatipos

Llegué al SAT como Ez conservación y Claudio me dijo


siempre que me veía Ez sexual. A mí me costaba ver esto por 0
historia, siempre en busca de tanta intensidad y tan Pegada a]
peligro. También con mi historia con los hombres me costaba
verme en lo que yo veía que era una E3 sexual: mujeres MUY Niñas
buenas, guardando tanto las formas, controladas, rígidas, y algu-
nas hablaban de frigidez. Todas habían sido buenas estudiantes..
Yo me sentía lo opuesto a todo aquello, pero el fondo sí era lo
mismo. De esto me di cuenta cinco años más tarde.
En aquel SAT l estaba queriendo hacer un papel que no me
correspondía, primero por estar tan confundida con mi rasgo, y
luego con el perdón hacia mis padres cuando hicimos el trabajo
parental. Cuando volví a Madrid le escribí una carta a mi padre
diciendo que había hecho un trabajo donde le había perdonado.
Él me escribió una carta de vuelta culpando a sus circunstancias:
alcohol y drogas, de lo que me había hecho. Ese pedirme perdón
que había recibido antes de irme al SAT había desaparecido, y ver
de:nuevo que no asumía ninguna responsabilidad me enfadó
mucho y ahí me di cuenta de que no le había perdonado.
A la vuelta de aquel SAT 1 empezó la separación con mi
novio, por una infidelidad mía de la que acabó enterándose. Yo
me sentía fatal. Me fui a casa de mi madre y le dejé quedarse en lo
que era mi casa hasta que hubiese resuelto sus cosas. Me sentía
muy mal por todo el daño que le estaba causando y del que no
me di cuenta mientras viví la historia con el amante.
Quedé con el amante una vez más y ahí me di cuenta de que
todo había sido un globo mío. Poco a poco me fui desconectando
también causándole mucho daño. Luego me enteré que se había
separado y que lo había pasado muy mal con mi alejamiento.
hn o nuevo con mi tristeza por la separación,
decidí irme UN
e sem “na con mi i amiga
ami Ana, que vivivíía con su marido y SU

386
ES sexual: una biografía

pebé de meses en un pueblo fuera de Madrid. Él me pidió si


odía levar en el 2 a un amigo suyo músico Era José, mi si-
guiente parejt: va fue una pesadilla, Yo me dejé llevar
or toda su intensidad y antes de darmecuenta siquiera de con
vién me había metido, ya estábamos alquilando un apartamen-
toY viviendo juntos.
Viví un infierno y en lugar de irme, el maltrato me engan-
chaba más y más. Creo que necesité tener una relación así antes
de sanarme de las parejas dañinas en mi vida. Tenía fantasías con
suicidarme todo el tiempo y lloraba sin parar pero era incapaz de
marcharme. José tiene mucho talento como músico y sensibili-
dad, además de cultura y esto me atraía como si hubiese conoci-
do a un genio del que no me podía separar. Él mismo se cree un
genio y está enfadado con el mundo porque no se lo reconocen.
Algo muy parecido a mi padre.
Me hacía sentir tan pequeña y con la autoestima tan por los
suelos que pensaba que sin él yo no era nada y tenía la fantasía de
que no podría sobrevivir. Me costó la amistad con mi amiga Ana,
que un día me dijo que José no me respetaba y que contaba inti-
midades mías a la gente. Intentó hacerme ver lo destructivo de
esta relación pero yo no podía y estuve sin vera Ana siete años.
No me sentía entera sin un hombre y prefería estar con un
tipo así que sola. Necesité a un hombre a mi lado más que el aire
que respiro. Tardé dos años en volver a hacer el SAT. En el SAT
Il estaba más sincera y conté el infierno que estaba pasando. Ni
mis amigos más cercanos, con los que trabajaba todos los días:
nadie se había enterado de nada. Muchos días iba a trabajar sin
dormir, habiendo llorado toda la noche y lo disimulaba tan bien
que nadie se daba cuenta. Al año José me dijo que me dejaba, él
no podía con el daño que nos estábamos haciendo. Fui yo la que
Me fui de casa aunque él hubiese tomado la decisión.
387
o
Psicología de los eneatipos

Me quería morir y al día siguiente cogí un avión para jp,


con mi madre, que estaba en Los Angeles, donde también traba
jaba por aquel entonces mi madrastra Lisa. Mi madre . cuidó
mucho y me llevaba a darme masajes, a spas y de Compras, donde
lo olvidaba todo. Desde allí llamaba a mis amigas Contando my;
tragedia. Esta es mi parte más frívola. Uno de los lugares Que me
hacen desconectar de todo son las tiendas. Me PONgO A Mirar
ropa y a comprar y me cambia el estado de ánimo, desaparece el
infierno momentáneamente. Compraba ropa, me iba al spa y
desde allí lloraba por teléfono.
En este viaje pude hablar por primera ver con Lisa, mi ma-
drastra, de lo que me había pasado con mi padre. Mi hermana
mayor (hija del primer matrimonio de mi padre) le había dicho a
toda mi familia lo que había pasado. Yo se lo había contado a ella
y, supongo que sintiéndose con la responsabilidad de ser la her-
mana mayor, desveló el secreto. Lisa había vivido el inicio del
abuso conmigo y no lo había visto. Me pidió disculpas por no
haberse dado cuenta y por no haber hecho algo para pararlo. Yo
la escuché pero siempre me incomodó hablar más del tema con la
familia. Creo que Lisa no vio muchas cosas porque no quiso.
Mi hermana tuvo luego también una relación con mi padre,
en un momento en el que estaban operando a su hijo, que ha
muerto hace poco con veintiún años a raíz de las muchas opera-
ciones a lo largo de su vida por un tumor cerebral. Ella tenía
veintiséis años cuando tuvo la relación con mi padre y creo que
estaba en un momento de mucha desesperación, necesitando 2
un padre, y que la confusión que hemos sufrido por tener a UN
padre ausente y muy confundido con lo amoroso la condujo 4
esto. Ella dice que él se aprovechó de su: situación y lo vivió
como una violación.

La separación con José me ayudó a sanar un poco más Mi


388
E3 sexual: una biografía

relación con mi imadro, Por Prltriens vez desde que me fuera de


casa CON quince años me 4 1 a vivir con ella un tiempo y siento
¡e me dejé estar como hija, y no como la madre que yo siempre
había sido de mi madre. Ella también se puso más madr e que
a unca conmigo. Me cuidaba, me aconsejaba, me hacía la cena
sodas las noches y me escuchaba. Y lo más sorprendente es que yo
me dejaba. El problema de las hijas que hemos sido. madres de
nuestras madres también somos nosotras, que no las dejamos
ejercer de madres. Yo me había puesto por encima de la mía y ahí
me reconozco arrogante: una parte muy egoica que no me ayudó
a aprender a cuidar de mí misma, por no saber lo que era tener
una madre.
Me había ido de casa muy joven y siempre cuidé yo de mí en
el sentido de trabajar para salir adelante, o me había buscado un
novio que me ayudase en esto, pero nunca le había pedido nada a
mi madre. Le pedí dinero una vez que lo necesitaba porque esta-
ba haciendo terapia y la terapeuta me dijo que lo podía hacer.
Estaba muy peleada con mi madre y no la hablaba. Esto fue una
oportunidad que le di a ella también de cuidarme. Me sentí muy
culpable por pedirle dinero y permitir que me cuidase. Me sentía
en un rol que no me correspondía. Fue como si'se me desgarrase
algo por dentro.
Siempre he puesto más la mirada en lo triste o doloroso en
mi vida, algo así como verme una víctima de mis circunstancias y
de los que me rodeaban. Ahora que estoy escribiendo esta biogra-
fía me doy cuenta del daño que yo causé, sobre todo a los hom-
Dres de mi vida. El ponerme yo como víctima también es vanido-
So porque al estar mirando el daño: que los demás me hicieron y
10 ver mi parte mantengo mi imagen intacta.
Otra cosa de la que me doy cuenta es que yo siempre he dicho
ser fiel, cosa que no compartían mis compañeras de subtipo.

389
Psicología de los eneatipos

Ahora que miro atrás me doy cuenta de que muy POCas veces fiy;
fiel. Mientras estuve bien en mis relaciones sí que lo era, Pero
cuando dejaba de estarlo iba a buscar fuera lo que dentro no tenía
Esto tenía que ver con seguirle siendo fiel a mi padre, por un lado
porque no me terminaba de comprometer con un hombre y por
otro, buscando otra relación que tuviese que mantener en secreto,
como la nuestra. A José también le fui infiel al final de la relación.
Sentí que lo hice por venganza.
Tenía treinta y tres años cuando me separé de José y mi fan.
tasía era que nunca iba a encontrar otro hombre y que no podría
formar mi familia, realizar mi sueño. Seguía con la sensación de
no estar plena sin un hombre y creo que aguanté tanto a José por
el miedo a quedarme con este vacío. Deseaba quedarme embara-
zada de él ya incluso estando separados.
En este momento de mi vida conocí en Sevilla a Bert Hellin-
ger y su trabajo de Constelaciones Familiares. Salí a constelar este
problema de atraer hombres que no me hacían bien y el sentir
que desde aquí nunca podría tener una pareja saludable para mí
ni formar una familia. Hellinger hizo una constelación muy sen-
cilla conmigo. Me pidió que sacase a un representante para mi
madre, otro para mi padre, y yo hice de mí misma. Me pidió que
los posicionase.
De la manera que lo hice él rápidamente vio el tema del in-
cesto. Me dijo que:las mujeres que nos ponemos en ese lugar lo
hacemos con el deseo de juntar a los padres, nos responsabiliza-
mos del rol de la madre. Cambió las posiciones, me sacó de
donde yo me había colocado y me hizo decirle a mi madre algo
así como: «Esto es asunto tuyo, no mío, y te lo entrego». Aquello
fue muy liberador para mí y lo sentí como un trabajo muy im-
portante para mi proceso, sobre todo por la sensación interna
que viví de quitarme un peso enorme. El año siguiente conocí al

390
E3 sexual: una biografía

pes abora mi marido, un hombre muy diferente a lo que habi-


¿lmente había buscado, Alguien que me trata muy bien,
(
eaño hice el SAT z11 y Claudio Naranjo me invitó a empezar a
colaborar Con él haciendo teatro en los SAT. Me sorprendió por-
que yO NO hice nada para qué sucediese (por lo menos no tengo
consciencia). Siempre he sentido un amor incondicional de parte
de Claudio, me quiere porque sí, sin tener que hacer nada, Me he
sentido muy torpe con él y aun así me ha valorado y esto siempre
me sorprendió.
La colaboración me la propuso un día que cenamos juntos.
Yo le conté algo que me inquietaba: no podía perdonar a mi
padre y no sabía qué hacer, lo había intentado de todas las mane-
ras. Claudio me dijo que no le tenía que perdonar y esto ha sido
unas de las cosas más importantes que él me ha dado. Sentí un
gran alivio y un peso que se me quitaba. Siempre se lo agradecí.
Después de haber estado un año con M., y viviendo con él,
un día me dijo que me quería dejar, que no sentía que estuviese
enamorado. Esta fue una de las lecciones más importantes de mi
vida. Coincidió con que se casaron dos amigas mías, que me invi-
taron a irme con ellas a su luna de miel, al verme; tan mal, Era
agosto y yo me quería morir. No paraba de llorar, con esta sepa-
ración estaba viviendo todos los abandonos de mi vida. No
comía, fumaba sin parar y tomaba pastillas para poder dormir.
Mis amigas hicieron todo lo que pudieron: para ayudarme, con
sus sabios consejos y:escuchándome, pero no había nada que me
sacase de ese dolor. Fueron dos:semanas de tortura pero al final
Volví a Madrid más fuerte para poder enfrentar la separación. In-
ternamente había podido soltar a M. y esta fue la lección.
Como tenía tanto miedo al abandono le acabé asfixiando (él
también tenía lo suyo con el compromiso, claro). Cuando dejé

391
Psicología de los eneatipos

de hacerlo él empezó a acercarse y a la vuelta me dijo que Quería


que le diésemos otra oportunidad. Yo le puse condiciones, como
hacer terapia de pareja. Él accedió y lo primero que hicimos fue
un grupo con Suzy Stroke que nos ayudó mucho.
M. se comprometió y yo me relajé y dejé de asfixiarle, Siempre
quise ser madre y cuando cumplí treinta y ocho años empezamos a
intentarlo. M. no quería saber nada del asunto al principio, pero
poco a poco fue queriendo. Siempre pensé que en cuanto quisiese
me quedaría embarazada pero no llegó. Aquello empezó a ser una
obsesión para mí y me leí todo lo que hay sobre el tema, empecé
con todos los métodos para saber cuándo estaba ovulando y nues-
tra vida sexual empezó a verse perjudicada por todo mi control,
Me hice experta. Sabía que me tenía que relajar, esto es lo
que todo el mundo me decía, pero no lo conseguía y cada vez me
alejaba más de relajarme y disfrutaba menos del sexo. Los ginecó-
logos nos recomendaron hacer una fecundación in vitro. Yo que-
ría adoptar y se lo dije a M. pero él no estaba preparado todavía
para esto y decidimos ir adelante con la in vitro. Hicimos dos in-
tentos y lo dejamos. Fue una época muy dura. Cada fracaso lo
vivía muy mal, con mucho dolor y rabia. Se ponía en juego el ser
mujer, algo que no sé de dónde viene pero no me sentía una
mujer completa si no me embarazaba. Además estaba bajo los
efectos de todas las hormonas que te meten, que me ponían muy
sensible y con muchos cambios en mi cuerpo.
Antes de hacer el segundo intento, M: ya estaba más abierto |
alo de la adopción. Decidimos que si este no salía, adoptaríamos.
Mi amiga Ginetta y Grazia me sugirieron que no hiciese más fe-
cundaciones in vitro y me hablaron de adoptar en Etiopía. Me
animó mucho esto y le pedí a Ginetta que si finalmente decidía-
mos ir a Etiopía fuera ella la madrina. Ahora es la madrina de
nuestra hija,

392
ES sexual: una biografía

Empezamos todos los trámites para la adopción. Le dije a M


jo de Etiopía pero él quería mirar la posibilidad de ir a N
al.
Había rodado un documental allí, donde había conocido unRE or-
fanato y S€ había quedado con las ganas de que nuestro hijo fuese
deallí. Yo quería que fuese lo más bebé posible, por una cuestión
egolsta de que me encantan los bebés y porque pensaba que sería
más fácil en todos los sentidos. No me veía capaz de adoptar a un
niño que viniese ya con muchos problemas por todo el sufri-
miento que conlleva venir de una situación así. Habían abierto la
adopción en Etiopía hacía muy poco tiempo y era fácil, rápida y
te daban bebés muy pequeños. Así que nos decidimos.
Uno de los trámites que tuvimos que hacer para adoptar fue
casarnos. Yo siempre me quise casar y a M. le parecía una tonte-
ría; teníamos una hipoteca juntos y para él eso era estar casados.
Hicimos una boda muy bonita, con pocos amigos, y la celebra-
mos en casa de mi madre. Fue importante para los dos hacer este
paso con el compromiso, que yo viví como una parte fundamen-
tal para mi crecimiento. Fue muy emocionante también. A los
dos se nos abrió más el corazón pero yo sobre todo lo vi en M.,
claro.
Pasó un año y medio y, justo antes de irme a un SAT a Méxi-
co, nos llamaron para decirnos que nos habían preasignado a una
niña de tres meses. Se llamaba Kalkidan. Nos dieron fotos y yo
me fui con una foto a México. El primer día que llegué allí lo
tenía libre y me fui a comprarle ropa, que lo estaba deseando.
Cuando volví a Madrid, tenía una fecha para viajar a por ella,
dependiendo de lo que pasase en el juicio allí, Faltó un papel en
ese primer juicio y lo pospusieron. Me dieron otra fecha para via-
jar. La mañana en que nos íbamos mi madre y yo, me llamaron
Muy temprano para decirme que la niña había muerto. Parece que
na.
de muerte súbita. La encontraron en su cuna por la maña

393
Psicología de los eneatipos

Murió entre una toma de biberón y otra. Su madre biológica


había muerto en su parto. Estos misterios que trae la vida, justo
cuando voy a viajar a por ella, muere. Gracias a Dios que no la
tenía ya conmigo. Fue un dolor muy fuerte pero imagino que po-
dría haber sido mucho peor. M. se tuvo que ir a rodar con Esta
noticia. El dolor siempre nos ha unido mucho y aunque estába.
mos desesperados nos teníamos el uno al otro.
Hablé varias veces con la directora de la ECAL, donde estába.
mos haciendo los trámites para la adopción. Sentí un apoyo
enorme por su parte. Me preguntó si queríamos seguir adelante;
podría haber otro bebé pronto. A los dos días de morir Kalkidan
(la íbamos a llamar Lucía), apareció otro bebé en Hossana y a las
dos semanas nos citaron en la ECAI, donde nos preguntaron si
estábamos preparados. Yo inmediatamente dije que sí pero M.
tenía dudas. No quería tapar la pérdida y pasar a otra cosa tan
rápidamente. La niña tenía entonces dos semanas. Se llama Abe-
nezer. Nació en el campo y la encontró un granjero porque esta-
ba gritando. Estaba envuelta en una chaqueta con el cordón um-
bilical todavía colgando. Este granjero la llevó a la policía.
Cuando alguien encuentra un bebé abandonado allí, debe poner-
le un nombre. Este granjero le puso Abenezer porque significa
ayudada por Dios, ya que gracias a Dios había podido sobrevivir.
El juicio se celebraba el 2 de agosto y nosotros habíamos de-
cidido viajar el día 4. M. pudo venir aunque se tuvo que volver
antes. También vino mi madre para quedarse conmigo ayudán-
dome con los trámites cuando M. volviese y por todas sus ganas.
Mi hermano Andy tuvo a su hijo el 29 de julio, con lo cual mi
madre fue abuela por primera vez dos veces en una semana.
El 2 de agosto no se pudo celebrar el juicio porque se fue la
luz en Addis Abeba. Lo pospusieron para el 5, pero aun así decí-
dimos viajar. Siempre hay un riesgo de que no salga el
juicio

394
ES sexual: una biografía

gsoable, aunque de niños abandonados no tanto. Sí podí


a
asar que faltase algo y que lo pospusieran hasta septiembre.
Abi tenía UN mes y medio cuando la conocimos. Después
de
este día de juicios oo a cerrar la corte hasta mediados de sep-
embre. Yo había decidido que si no salía me quedaría allí con
ela todo el tiempo que hiciese falta.
La conocimos el 4 de agosto y fue amor a primera vista, Yo
ya no me despegué de ella. Esa noche la bañé y la acosté allí en la
casa de acogida con Planna, una de sus cuidadoras. Al día si-
guiente se celebraba el juicio y si salía favorable podíamos llevarla
a] hotel con nosotros. Salió favorable y lloramos y pegamos saltos
de alegría cuando nos lo dijeron.
Hace un año hicimos un viaje a Australia toda la familia: mi
madre, mi hija, mi marido y yo. Mi madre había querido llevarnos
2 conocer la casa que se construyó en el Trópico hacía unos tres
años. La había hecho, dice, con el deseo de que fuésemos allí todos
los años. Yo siempre le dije que no iba a ir, está demasiado lejos, y
que hiciese una en la costa española, pero aun así ella construyó
una casa enorme en Australia, pienso que en realidad para ella.
También pienso que no es casualidad que la haga en el país donde
vive mi padre pero bueno, estos son pensamientos malvados... *
Lisa, mi madrastra, llevaba cuatro años con cáncer y le ha-
bían diagnosticado metástasis (ya lo tenía-en los huesos). Yo que-
ría ir a verla para despedirme y el error fuehacerlo con mi madre.
Nos pagó todo el viaje y esto fue muy generoso de su parte. Fui-
mos a pasar una semana con Lisa para luego irnos al norte a la
casa de mi madre. Ese viaje fue un poco pesadilla para mí. Mi
padre vivía cerca de donde estaba mi madrastra y había decidido
verle también. :
Llevaba diecisiete años sin verle y había empezado a contac-
tar por mail hacía como un año, cuando finalmente sentí que

395
Psicología de los eneatipos

podía hacerlo. Me sentía más en paz con él. Quedé en verle tam.
bién a él mientras estaba esa semana allí y mi madre empezó a
decirme que ella también llevaba mucho tiempo sin verle y que
su terapeuta le había dicho que sería bueno que lo hiciese PAra ver
cómo se sentía porque creía no sentir nada. Quería aprovechar
mi encuentro con él para verlo también ella.
Esto empezó antes de salir de viaje y yo le empecé a decir que
no y que organizase ella su propio encuentro con él. Le estaba
poniendo un límite claro pero ella no lo quería escuchar. Cuando
llegamos allí seguía con aprovechar mi encuentro con mi padre,
Me costó una buena pelea, con ella llorando y yo también, que
no viniese conmigo. Allí entendí otra vez lo de Hellinger: estaba
volviendo a ocurrir que mi madre me pusiese por medio para lo-
grar ella acercarse a mi padre. Inconscientemente yo he actuado
como su trofeo. Esto se lo dije en la pelea que tuvimos, y no se
acordaba de lo que le había contado de aquel trabajo mío de años
atrás con Hellinger. La conclusión fue que pude ir con mi mari-
do y mi hija a encontrarme con mi padre, como yo quería sin mi
madre, pero aun así, el último encuentro que tuvimos esa semana
mi padre y yo, mi madre lo aprovechó y se sumó al final porque
así había quedado con él. Yo me fui enseguida para dejarles solos.

Mi padre estaba muy nervioso y llegó tarde; yo ya creía que no


iba a venir y culpaba a mi madre porque le había llamado para
decirle que ella también quería verle y que estaría en el encuentro
conmigo. Él no sabía que no iba a estar. Al final llegó y pasamos
el día juntos con mi hermano Ed y su mujer, y mi marido y mi
hija. Hablamos mucho de los años perdidos. Tiene ochenta años
y vive en medio de la nada, donde pinta mucho y vive de esto.
Con el dinero que gana pintando está rodando una
película pro-
ducida por él y estaba muy entusiasmado con esto. Está muy bien

396
E3 sexual: una biografía

novia.muc
ne una, hace
de salud ho deporte e Fuida muchísimo. Siempre
O varias, esta vez ADS de una. Yo me sentí tran-
qulay extraña con este SIENTO, Siempre me he sentido extra-
¿a con mi padre y queriendo acercarme muy rápidamente para
ao sentir los años perdidos, pero esta vez no sentía esa necesidad
y acercarmé.
Decidí volver a estar un tiempo a solas con Lisa después del
viajeal norte, 2 la casa de mi madre. M. tenía que volverse a Espa-
sa. Sabía que era la última vez que la iba a ver. Fui con mi hija y
fue muy triste pero Lisa siempre estaba con su sentido del humor,
sin querer entrar en la tristeza y haciendo como si no pasase nada
ni se fuese a morir. Me habló mucho de su pasado y de su infan-
cia, cosas que nunca me había contado. Pasé tiempo con mi her-
mano Ed también. Yo presentía que Lisa no iba a vivir mucho
tiempo, por lo que me contaba de su diagnóstico y por cómo la
veía, pero mi hermano y mi madre decían que iba a vivir años.
Hice un poco de hermana mayor con mi hermano, preparándole.
Lisa siempre ha tenido una dificultad enorme con dejarse
cuidar; podría ser E3 sexual como yo. Ella ha cuidado siempre de
todo el mundo. Murió nueve meses después en su casa con su
hijo, su hermana y una amiga. Muy tranquila y sin dolor. Le lle-
varon a su casa una cama de hospital para estar más cómoda, le
dieron morfina, que tenían guardada en la nevera para cuando la
necesitase, y el médico también iba a verla todos los días.
Hablamos también de mi padre. Ella llevaba años sin hablar
con él, enfadada desde que se enteró de lo que me había hecho.
Un día antes de morir Lisa, él fue a verla y pudieron reconciliarse,
lo cual fue un alivio para: todos, sobre todo para mi hermano.
Ántes de morir preparó su funeral, o la celebración de su vida,
como ella lo llamó: hizo listas de gente a quien quería invitar, una
grabación con su voz, buscó un lugar... Estaba muy ocupada con

397
Psicología de los eneatipos

su fiesta. Su hermana siempre me decía: «She's purgir,


show», algo así como que estaba haciendo su show. E a
hacía todo el tiempo, un show de puertas para afuera Ale
tenía nada que ver con la realidad de su enfermedad, ne
Tuve un segundo encuentro con mi padre, esta yez a solas
con él y con mi hija. Andaban por ahí mi otro hermano Manu, el
más pequeño, que tendrá ahora veintidós años y Ed, que estiba
trabajando. Manu no estuvo en el encuentro. Yo estaba nerviosa
no me gustaba la idea de estar a solas con él. Lisa se había ido , La
ciudad (vivía a las afueras) y me había dicho que no quería que
mi padre entrase en su casa, Había un cuadro suyo que ella le
quitó hacía años para cobrarse un dinero que le debía y temía que
se lo llevase. Cuando mi padre llegó, mi hija estaba dormida así
que le invité a tomar un café afuera en el jardín. Entró en la casa
para ir al baño y yo ya me empecé a poner nerviosa,
Nos tomamos el café y cuando se-despertó Abi, mi padre me
preguntó si quería hablar de nuestro pasado juntos. Me dijo que
él siempre había creído que yo le había perdonado y que fue una
sorpresa cuando hace años le dije que no. Yo le contesté, simple-
mente, que no tenía necesidad de hablar de todo aquello y ya no
mencionó nada más. No me sentía cómoda hablando de esto con
mi hija por allí. Estaba más con la necesidad de protegerme. Pen-
saba que si entrábamos en esto él se iba a poner a:la defensiva
como siempre, echándole la culpa a.todas sus circunstancias y nO
asumiendo ninguna responsabilidad él, sino haciéndome a mí
responsable.
Si no hubiese estado mi hija hubiese entrado a muerte. Sabía
que era entrar en una pelea o quedarme en la superficie como SÍ
nada pasase, y a esto último no estaba dispuesta. Tal y como mé
formuló la pregunta sabía que me tenía que pelear para hacerle
ver algo, porque:lo hizo de manera acusadora y como si él fuese

398
E3 sexual: una biogra
fía

¿n angelito y YO una bruja por haber estado tantos años pel


a él; al menos así lo recibí yo. S peleada
cont?
Pasamosos el
el día Jjuntos, > comiCOMIMOS CON mis her manos
¡ o tra P lueg O
estuvimos la tarde a solas vez. Yo me sentía
extraña, dándo-
cuenta de que en realid
ad nunca he tenido una
relación con éél
como padre € hija y que tampoco hay un vínculo. Me sentía fría
con él y sin embargo a él le sentí más cariñoso )

1 su manera.
do aa su
asado Y Í como querien
] do
se fuese, no me sentía cómoda,
Por la noche decidió quedarse en casa de mi hermano y fui-
mos a cenar al restaurante donde Ed trabajaba. A la vuelta del
restaurante se le rompió el coche a mi padre justo dejándome en
casa de Lisa, y llamó a la grúa para que viniesen a por el coche y a
por él. Esperando a la grúa vino a casa de Lisa. Mi hija estaba
dormidita en la:habitación donde colgaba el cuadro de mi padre.
Estaban mis hermanos esperando con nosotros y en un momento
mi padre se levantó para buscar su cuadro. Yo le dije que estaba
en el cuarto donde dormía Abi y que no podía entrar porque la
podía despertar. Fui un momento al baño y él aprovechó para ir
buscar el cuadro. Mis hermanos le tuvieron que frenar pero se
puso un poco loco con ver el cuadro. Luego se calmó.
Yo ya le conocía esa locura suya de coger lo que quiere y, si
alguien le pone un límite, sale mucha violencia. Me dio miedo lo
y
que empecé a ver. En el pasado no había sentido este miedo,
solo tenía ganas de que llegase la grúa y se marchase. En la despe-
con él. Sabía
dida él estuvo con mucha emoción y yo seguía fría
aun así
que probablemente no le volvería a ver en mi vida pero
hermanos. Yo
me sentía fría. Con él se marcharon también mis
con la fantasí a y el miedo de que volviese a
me quedé asustad a,
y mucha
Por el cuadro. Sentí todo el miedo que no sentí de niña
necesidad de protegerme a mí y a mi hija.
399
Psicología de los eneatipos

Con mis hermanos tuve una conversación sobre lo que hab;


pasado con mi padre. Los dos sabían el tema de los abusos ». a
Un
día que estábamos los tres a solas, les dije si querían Preguntar
sobre esto o hablar del tema. Estaban inquietos sobre lo que habi
pasado exactamente. Me contaron que le habían Preguntad *
oa
nuestro padre y querían asegurarse de que les había dicho la Ver-
dad porque Lisa les dijo que les había mentido. Su mayor preocu-
pación era si me había penetrado con doce años y yo les dije que
no. Esto les alivió mucho; primero porque no lo hubiese hecho, y
segundo porque les había contado la verdad sobre este punto. No
querían saber nada más. Me quedé rara después de esta conversa.
ción, como si el hecho de que no me hubiese penetrado le quitase
toda la gravedad al asunto. Fue difícil encontrar ese momento
para hablar y encontrar otro iba a ser imposible. Me hubiese gus-
tado hablar un poco más y haberles dicho cómo me sentí.

En este momento de mi vida puedo decir que soy feliz, y cada vez

ica
más. Cada vez siento más una libertad de ser quien soy, sin estar

a
influenciada por nada más que por mí misma. La libertad de ser y

A
hacer lo que me viene en gana. Veo mi falsedad y es algo que me

o
mantiene alerta; aunque muchas veces me aprisiona porque no
puedo verla, otras sí puedo y la puedo dejar. La falsedad es lo que A
do
io

más me ha dañado, y me daña, en mi vida y quiero dejarla atrás.


tl

Me mantiene en algo infantil donde dejo de valorarme por estar


4

tanto en agradar.
Debo estar alerta también a mi frialdad. Tiendo a ponerme
eficaz y el hacer se convierte en el centro de mi vida. En ese hacer
compulsivo no hay espacio para el placer ni para el amor porque
actúa como sustituto. Doy haciendo, no amando, y me resiento
de tanto esfuerzo y trabajo que hago. Muchas veces siento que no
sé hacerlo de otra manera,

400
E3 sexual: una biografía

Otra cosa que me gustaría dejar atrás un poco es mi exce


sivo
cl que creo me viene dado por mi madre. Esta
fantasía de
sesi no controlo cada cosa de mi vida y de los que me
rodean va
ocurrir UNA catástrofe. Como si no confiase en la vida
.
Diría que estas son las cosas que me siguen haciendo infeliz,
Una vez escuché a Claudio decir que todo lo que duele es ego.
Mi control y mi frialdad o desconexión es lo que más
influ-
yen negativamente en mi vida con M. y con mi hija. Tengo que
estar muy atenta a esto y M. melo señala todo el tiempo porque
termino ahogándolo y no teniéndolo en cuenta. Con quien más
me resiento es con él de mi hacer excesivo en el que yo me meto
sola.

Me vino una pregunta en un SAT: ¿qué era desapego y qué era


desconexión?, ¿cuál es la diferencia? En una meditación sentí la
respuesta, que fue gratificante y me alivió. Sentí que estaba triste
y me caían lágrimas y a la vez sentí que podía observar esto sin
identificarme con mi tristeza. Me vino la imagen de que la mujer
podía observar a la niña con firmeza y sin identificarse.
Yo he seducido mucho desde la tristeza y fragilidad, que
identifico más con la niña. Siendo desvalida y femenina me sien-
to especial y atraigo a hombres fuertes. Como si pensara que este
contenido de tristeza melancólica lo van a ver, y van a ver que
tengo un secreto especial de bondad que me limpia y deja mi
imagen intacta. Con esto me atonto porque no necesito más con-
tenido que este.

Hace casi cuatro años que soy madre y desde entonces he dedica-
de-
do la mayor parte de mi tiempo a esta maternidad que tanto
seaba. No he dejado de enseñar, aunque ahora mucho menos, y
Me siento más libre que nunca. Tengo grupos de actores con los

401
Psicología de los eneatipos

voy en CORtrand
que doy cursos, y estoy en UN momento en que
ajar sola bo o
más mi manera de enseñar, y me encanta trab m
estoy retomando h
motivo. Siento que lo necesito. Además,
que me 2D '
rección con un grupo de actores y empezando a ver A
os
siona también. Hago trabajos muy esporádic COM O Actr iz per,
más energía
no tengo en estos momentos la necesidad de poner
en esto.

Tengo un marido al que adoro y con el que siento que me he


comprometido. No es una relación fácil porque nos hacemos de
espejo de lo peor de cada uno y podemos pelear mucho pero tam.
bién hay mucho amor. En estos momentos estamos más en cal.
ma y siento que puedo descansar con él.

Claudio siempre me ha tenido muy en cuenta, tanto para la cola-


boración en los SAT como para otros encuentros personales. Yo
tengo miedo a mirar hacia adentro (aunque cada vez menos) y él
siempre me da la posibilidad de hacerlo. Me da tareas que me
obligan a mirarme y, después de hacerlas, me siento muy agrade-
cida porque si no, me convierto en una mujer muy práctica y fría.
Me obliga a ponerme en contacto con mi amor y con mi mierda.
También a estar en alerta, despierta, confrontándome con mi ego
una y otra vez. Cada vez que voy-a encontrarme con Claudio
siento que voy a morir. El ego es tan fuerte y poderoso que me
hace creer que voy a morir por sentirse un poco vapuleado. En
realidad es el ego el que va muriendo.

Me parece-que las mujeres que se atreven a hablar de los abusos


recibidos son muy valientes, y que es una
liberación porque $
Ponen las cosas.en su sitio: Para las que no
'se atreven, un anima!”
les a que lo hagan,

402
E3 sexual: una biografía

Mi hija viene de un país do


nde maltratan mucho a las
Casi odas las chicas so muj
n violadas muy jóvenes.
baraza das y lo llevan en secr Se quedan
eto para que sus familias no
las
sepudien. Luego aparen solas en el campo y abandonan a s
us hijos
recién nacidos. Alguno
UN s mueren y otros, como mi hija, logran
«obrevivir porque alguien los encuentra y los entrega
a la policía >
que a su vez los da a orfanatos o casas de acogida. A partir de ser
madre valoro más a la mía y a todas las madres del mundo. A mi
madre la quiero mucho y valoro lo que ha hecho por nosotros,
No lo ha tenido nada fácil y su historia es terrorífica comparada

la mía . A ell a he po di do pe rd on arla y tengo una buena rela-


con
ción con ella ahora.

Hace dos años que empecé a escribir esta autobiografía y ahora,


revisándola, cambiaría muchas cosas pero es lo que me salió
cuando se la entregué a Claudio. Releyéndola con distancia me
doy cuenta de que en el estilo en que escribo también está el ego
porque veo un afán de dejarme a mí misma intacta y mostrarme
como una persona muy buena. No lo soy tanto, lo confieso.
También añadiría otras cosas y voy a añadir solamente una. :
Pensé que había hablado de mi bisabuela y ahora veo que no.
Hace año y medio un anticuario localizó a mi madre a través de
internet. Había encontrado el álbum de un actor que trabajó en
la compañía de teatro de mi bisabuela; hizo el álbum antes de irse
a la guerra. El anticuario, muy amable, nos envió por correo el
álbum y con esto averiguamos que mi bisabuela había sido actriz,
directora de teatro y profesora de interpretación.
El álbum estaba lleno de fotos, programas de mano y recor-
tes de periódico con las críticas de sus obras. Mi abuela aparecía
en los programas de mano y en las críticas porque trabajó con
nos
su madre como actriz siendo muy joven. Mi abuela nunca

403
Psicología de los eneatipos

mad re, ima gin o que por que no tuvieron buena te


habló de su
lación.
Averiguar esto me ha dado una fuerza enorme paparra hacer lo
eriguar est
que intuía en mi camino en el teatro. Encontré us espacio teatra]
y Estay haciendo lo que El
casi a la vez que apareció el álbum hasta
bisabuela hizo hace tantos años y ni siquiera había sabido
Pensar esto me
ahora. Hay algo mucho más grande que soso
a mi vida
alivia. Desde que empecé a escribir esta autobiografí
profesional ha crecido muy rápidamente. De pronto el subtipo
pre-
social, que era el que tenía más lejos, está ahora mucho más
sente en mi vida.

Esta autobiografía es mi versión de mi vida. Otras personas, por


ejemplo mi madre, tienen otra diferente de lo que fue mi infan-
cia. Ella no me veía infeliz; sin embargo así es. como yo la viví.
Esto me deja con preguntas: ¿Cuál es la realidad?, ¿cuándo apren-
dí a desarrollar la falsedad? Internamente, la mayor parte del
tiempo me he sentido triste en mi vida pero, por falsedad, lo que
he mostrado ha sido todo lo contrario y por eso las versiones
cambian. Todos los hechos son reales y para mí tiene sentido el
que haya desarrollado esta personalidad.

404
LIBRO TERCERO

ENEATIPO 3 SOCIAL
LA PASIÓN EN LA ESFERA DEL INSTINT
O;
CÓMO ACTÚA LA VANIDAD EN Lo SOCIAL

Cuando la pasión de la vanidad afecta al instinto social, toma la


forma de una necesidad continua e insaciable de recibir una con-
firmación del propio valor, de ser «alguien» a los ojos de todo el
mundo.
Como representante de este eneatipo, el E3 social está empu-
jado por la pasión de ofrecer una imagen de sí de la que sentirse
«vanidoso», una imagen que pueda compensar su baja autoestima,
esa vivencia de ser alguien poco interesante por sí mismo, que solo
puede ser visto por sus resultados. La vanidad del E3 social está
muy conectada con la expectativa familiar de que fuera una perso-
na activa, eficiente y, sobre todo, de éxito.
En el Ez social la pasión egoica vanidosa no apunta tanto a
asegurarse una supervivencia, o asegurársela a su familia, como
en el caso del Ez conservación. Tampoco a la seguridad de tener
una pareja encantada con él, que pueda garantizarle laexperien-
cia de ser amado. Más bien pone su energía en satisfacer la cxi-
Si consigue reconoci-
gencia de ser una persona «importante».
miento social su realización y su existencia quedarán aseguradas.
Las relaciones primarias, sobre todo:con el padre y ml e
la infancia la función
con los hermanos, no han cumplido en

407
Psicología de los eneatipos

introducir al niño en el mundo social, con la seguridad quee neCe.


sita para sentir que puede entrar en el mundo con sus
UtSos,
sus talentos y sus límites. El niño no ha tenido la experien Cia de
ser reflejado profundamente en su valor como persona, sino solo
por sus exitosos resultados. El instinto social pierde su Naturaleza
de confiar en un vínculo interpersonal que permita la Vivencia
profunda de pertenecer y el reconocimiento de formar parte del
contexto. El E3 social compensa esta falta, y los consiguientes
sentimientos de no tener valor y de impotencia, creando una
imagen de sí que resulte popular, funcional al grupo, ya sea el f.
miliar o el social. Se transforma según las necesidades grupales,
creyendo que esta transmutación imitativa le asegura el ser acep-
tado y reconocido como integrante.
La necesidad auténtica de ser sostenido y reconocido, prime-
ro en el ámbito familiar, y luego relacional en un sentido más
amplio, se convierte en necesidad de tener dinero o de ser admi-
rado como una persona especial, en la ilusión de que el éxito so-
cial podrá devolverle el lugar que nunca ha sentido como suyo:
una seguridad de pertenencia que le garantice su existencia como
persona.
Concretamente se instala en una pasión compulsiva a crear
vínculos y redes de contactos, como si la cantidad deconocidos,
sobre todo gente importante, pudiera compensar la falta de esa
profundidad emocional y afectiva que supone todo vínculo intet-
personal de amor y de estima. La vanidad como motivación pa-
sional básica se manifiesta en el subtipo social como necesidad de
vender y mostrar una imagen pública (vanidad social) de alto
nivel, imaginando que un estatus social pueda reemplazar una
vivencia existencial de la cual carece.
El Ez social busca de manera activa el logro, el dinero Y e
éxito, que están dirigidos a obtener y consolidar el estatus- La

408
La pasión en la esfera del instin
to

-onscien cia queda arrapada en lo extern


o, en la forma. La imagen
es la que va 2 dar la identidad: «yo soy lo que otros ven»,
Mediante la identificación con el obj
eto externo que está
E ¡inculado a la valoración social de prestigio, de brillo, el Ez so-
E cial se identifica con roles diferentes, usando distintas máscaras,
ero de esta Manera queda en el vacío, sin conexión con
La lo inter-
no. La persona no puede tocar sus raíces, alcanzar el fondo del
7 cer ni descansar, ya que no confía en sus sentimientos
y percep-
E ciones.
' La imagen se va esculpiendo a través de acciones encamina-
= das a perfeccionarla. Cada contexto requiere una presenci dife-
a
E rente, y el E3 social se amolda a
lo adecuado en cada situación.
3 Por eso se lo considera el más «camaleónico» de los tres subtipos.
Esta estrategia supone una ruptura con la espontaneidad, El con-
E trol sustituye a la confianza, y el E3 social se va haciendo rígido y
= sevacongelando.
E A pesar de todo su esfuerzo por «hacer», le cuesta sentirse re-
E conocido. En su lucha por ser mirado y tenido en cuenta, pone
oi

un gran cuidado en su apariencia y en la búsqueda de brillantez,


a

evitando situaciones conflictivas y dolorosas. Cuando recibe


catas

cualquier valoración externa no se la termina de creer, ya que no


hay una identidad que la sostenga, al vivir del reconocimiento
por lo que ha hecho y no por lo que es. Esto impide una consu-
mación del contacto real con el mundo.
La mirada de los demás está siempre presente, aunque 'se
trate de una mirada fantaseada interiormente: El E3.social, al mi-
rarse en el espejo, se ve:con' los ojos de su «público» potencial. Al
[- tabajar, imagina la evaluación de su;jefe o de un juez abstracto.
E En sus gustos, aunque puede luchar por los suyos no deja de ser
Consciente de cuáles son los de su pareja, de su amigo... del otro,
y siente el impulso de renunciar a los propios.

409
Psicología de los eneatipos

Este subtipo tiene un marcada orientación Mercantil;


Obtiene su valor a través de la confirmación que los demás le dan
cuando reconocen sus atributos. Lo importante es Conseguir op.
jetivos: las relaciones sociales tienen valor en cuanto le Permite
sus logros y no hay un interés real por los demás sino que la .
bilidad está en mantener una red que le sirva, sin límites a las es.
trategias de venta de su producto. El contexto social es un Merca.
do de compradores, donde él es capaz de ser un gran vendedor de
coches o de talleres de espiritualidad. Es el clásico político que
sabe mostrar la cara apropiada para conseguir votos. Nunca se da
a conocer de verdad, algo de lo que puede ser consciente:
El Ez social tiene una falsedad existencial básica; imagina ser bueno
sin serlo, se identifica con su ideal, pero algo de consciencia tiene de
que no es tan perfecto como querría ser. Sabe que está mostrando ha-
cia afuera algo que no es. Lo vive como si no fuera suyo. Por ejemplo
yo, con mi nueva casa: la veo como más mía cuando la muestro a los
otros, pero cuando estoy solo no lo siento así. Aquí aparece el vacío.

El deseo de reconocimiento es incesante, y toma a.menudo la


forma de posesiones narcisistas materiales: relojes, casa, coches,
etc. Es como si le dijera al mundo una y otra vez: «Mira lo que
llevo: esto es lo que valgo». Formas modernas de mostrar su alti-
vez son su acopio de pertenencias a grupos selectos, libros dedica-
dos por personajes ilustres, asistencia a talleres impartidos por
Fulano y Mengano, etc. Es un carácter que representa a la perfec-
ción el momento histórico y social presente, donde la promesa de
felicidad es tener dinero y poder, y como algo que se consigue
simplemente con actos de voluntad. La cultura de hoy pretende
transmitir que la felicidad está en el poder adquisitivo, en el
moso» desarrollo económico y empresarial. El ser humano €? sus
necesidades íntimas no se considera parte de la ecuación, ni a
parte de la naturaleza, y la consciencia queda limitada al bene”

410
La pasión en la esfera del instinto

do individual. Esta ceguera se mantiene a través de estí


mulos su-
herficiales y falsas necesidades. Los Ez sociales son los clientes
3 4s adeptos y Obnubilados de los centros comerciales, con su
P ompra compulsiva, o los políticos más ajustados a esta época de

a
¿pihilis mo.
Es un carácter narcisista, como el E7, y desde esta posición le
les muy fácil creerse con el máximo derecho, tal y como describe
Cel DSM IV: «El narciso se siente tan importante que puede ha-
“blar con la máxima autoridad».
+ El E3 social, cuando se relaciona con la autoridad lo hace
' desde una evaluación previa de quién es'la autoridad en sí. Si
considera que es un dios menor dentro de su escala de valores, la
bo escalifica y puede no hacerle el menor caso. También le es muy
fácil rebelarse contra ella o «cortarle la cabeza»,'como se dice en
E argot terapéutico, buscándole los fallos y haciéndolos públicos en
o lugares estratégicos.
E, Es lo bastante inteligente, sin embargo, como para saber
E cómo relacionarse con los diversos tipos de jerarquías y busca
E constantemente el reconocimiento de la autoridad, colocándose
E en lugares estratégicos para ser visto y valorado. Su escena temida
y es el fracaso en no ser reconocido «desde arriba». Cuando esto
ocurre se siente muy mal, aunque lo disimula como puede para
$ conservar su imagen; desearía desaparecer antes de afrontar tal fra-
E caso. Como dice Yolanda: «Mis sensaciones de fracaso las canalizo
E con una risa automática, de tripas, que me sale sin que pueda evi-
E tarla, Es una risa histérica». Se trata del rasgo que tiene más fácil la
E sonrisa falsa, tan común en el Eneotipo Trés en general.
E El rasgo Ez social busca el saber y el conocimiento, no tanto
Como algo placentero sino como una forma de ejercer su poder.
Esun uso instrumental de la inteligencia, al servicio de su pasión
... .,

Se
p

So de brillar socialmente, sobre todo para tener una imagen de

411
Psicología de los eneatipos

mando y competencia frente al grupo. Así lo comenta Francesc.


«En el fondo de mi comportamiento en la vida está siempre dl
poder social. En la política, en mi vida social...».
Su estrategia se basa en conseguir cosas. Sensible a las necesi.
dades de los demás, les ofrece lo que necesitan pero de forma

arica
manipulativa, sin interés genuino sino de la altivez. Y sivel otro se
vuelve un obstáculo para sus objetivos, lo maltrata o destruye sin
piedad (igual que el eneatipo Ocho antepone la satisfacción de
sus supuestas necesidades a cualquier relación y sentimiento).
También los sentimientos resultan tan falsificados que pode-
mos decir que siente «lo que se tiene que sentir»; por eso lo conta-
mos entre los caracteres emocionales frios y racionales. Francesco
reconoce su relación con mujeres de alto nivel económico y su
proceso personal de cambio:

Siempre he estado con mujeres de extracción socioeconómica mucho


más elevada que la mía, de mucho más prestigio. He tenido mucho
éxito con mujeres ricas. Con mi mujer, el cuarenta por ciento del
atractivo que sentía hacia ella era por su atractivo personal, y el sesenta
por ciento, por su pertenencia a una familia rica e importante. En su
momento no me di cuenta de esto; ha sido años después. Cuando
tomé consciencia, me sentí fatal y empecé a dudar de si verdaderamen-
te la amaba; tuvimos una crisis de pareja. Me he dado cuenta de que a
través de mi pareja yo me daba el prestigio que me faltaba. Y, cuando
no la necesito, veo que la quiero por ella misma. Si puedo quererla no
necesitándola, eso es amor. Esto lo he conseguido a través del trabajo
interior.
En la fase actual de mi vida, en que estoy empezando a dedicarme
a la psicoterapia, me está costando dejar el trabajo anterior, en el q
gano mucho, y dedicarme solo a la terapia, porque ganaría todavia
mucho menos que mi mujer y sentiría que me aprovecho de ella.

Sobre este aspecto del nivel económico, he aquí lo que apor?


.
Giusy: «Yo vengo de una familia ¿¿ para
dies rica; esa no era la| cuestión PY!

412
La pasión en la esfera del instinto

hombre para mí no puede ser “común”; no me interesa


mi. El ¡co sino extraordinario».
Los E3 sociales son ambiciosos y competitivos, muy deter-
cninados EN conseguir lo que quieren y calculadores hasta la
crueldad. El objetivo es siempre antepuesto a la relación. Aunque
«y mundo €S el de las relaciones, de los móviles, de las redes me-
diáticas, de las fotos que testimonian los miles de lugares que ha
visitado y de personas que ha conocido. La experiencia de estar
za in-
en relación, o en la vida misma, no se apoya en una confian
sino que necesita ser docu-
terna que se integre con su persona,
imágenes fotográficas porque
mentada de manera concreta en
existe solo lo que se ve.

413
por Eustaquio García

La necesidad neurótica, que sustituye a la necesidad real de senti


r
la plenitud de la vida y la autorrealización, es la de brillar, tener
prestigio; el Ez social busca gustar y complacer para obtener una
mirada apreciativa.
El niño E3 social fue valorado por lo que hacía, y reforzado
mediante el aplauso. Nació así la necesidad de repetir logros para
seguir obteniendo esa mirada valorativa.

En el colegio nos tenía que ir muy bien. Aún me acuerdo cuando me


decía: «Si seres buena, tendrás la beca». Yo ganaba la beca de estudios
todos los años. Mamá quería que yo estudiara música, piano; para
papá, el deporte era una gran escuela. A mí me gustaba todo lo que
sabía que a ellos les gustaba. Estudié piano y destaqué en el deporte:
béisbol, baloncesto, natación... Sabía que era una muchachita bella,
pero las únicas palabras de papá que recuerdo sobre mi aspecto eran:
«Si adelgazas, estás mejor». :

El brillo se busca en la acción, en actuar para causar una


buena apariencia y obtener así una idea de éxito de sí mismo,
sobre todo en lo material, en lo evidente; de ahí la importancia
de dinero y del estatus.

415
Psicologta ae LOS ENCALEpos

Si una persona no se siente vista, necesitará hacer alpo Para


Ez $
serlo, usará más credenciales, será más encantador. El
y]
Ocial,
el brillo lo fija en la apariencia, en los objetos de prestigio y Delle.
za. calificados socialmente desde y para el otro, no sentidos desde
3

n restaurante,
nte, prefiere .
prefie s no mirar ,
dentro: «Cuando entras en u
los otros —dice Ana— ¡porque no quieres comprobar la reg|;.
dad, quieres quedarte con la fantasía de que te miran!» Yolanda
nos cuenta al respecto:
Si llego a un grupo y siento que no me mira nadie, hago como que no
me importa, pero sé perfectamente quién me gusta, quién puede ser
un competidor, quién no me gusta y a quién puedo no gustarle. Intep.
to pasar desapercibida pero sé que me miran. Íntento ser discreta pero
atractiva, bien compuesta sin ser vulgar o despampanante, haciendo
como que esto es natural en mí; incluso si voy desaliñada no es algo
espontáneo. di

Mostrar incluso un fracaso o debilidad adecuadamente


puede resultar en un éxito de ventas. La presunta flaqueza acaba
alimentando al ego. El «no» y el «no sé» sí. que no suelen aparecer
en su vocabulario, porque no venden.
El coste de brillar es alto; la persona se esfuerza mucho sin
que lo parezca, pero llega al final de la jornada agotada: «No sé
qué me pasa; ¡estoy cansado!», puede oírsele decir. Se permite
estar cansado o enfermo los fines de semana, y también durante
las vacaciones. |
Su neurosis va encaminada a mostrarse «desde arriba»; es una
pasión hinchada, como el eneatipo Dos, con la diferencia de que
el Ez se llena de ser orgulloso de que es él que tiene valor en 9
mismo, mientras que el E3 social se llena de que otros lo conside"
ren brillante. Como el Ez, el E3 social carece de humildad
Y
sobre todo, de la autenticidad necesaria para reconoce! que”
e. . , 4 .?on

Posición «superior» es un mecanismo neurótico de evitació””

416
La necesidad neurótica CAvACteristica

ser sencillamente la persona que


es.
ta no ser reconocido ni valorado soEvi tamecon
cial n: tactar con el
) que es
le nutrición neurótica. su
a del E3 social es
una pasión al serv
10 . "R
icio de
ea «valor y con la imposibilidad RO Contactar con
de ENCaMinarse a una rez.
inci ón personal apoyada en la satisfacción de
sus Propios deseos
pl royec tos y valo res. Al carecer de contact O con
su mundo inte-
sor, CON SU profundidad, la autorrealiza N Se
> ció transforma en la
necesidad de conformarse a lo que el merc
ado social pide. Engor-
dando esta pasión vivida como necesidad, apegado al objetivo
externo que quiere conseguir, el Ez social perpetúa la desco-
nexión con su propia interioridad, manteniéndose a distancia de
sí mismo y en la autorrepresión.
La ilusión neurótica es que el estatus social deseado le permi-
ta no sentir el vacío de referencias internas, ni para relacionarse
con los demás ni para quererse a sí mismo. Consigue así no tocar
el miedo y la depresión que sobrevendrían a este contacto con su
verdad. Busca pues apasionadamente brillar, imaginando encon-
trar así su lugar en el mundo. El brillo, el dinero y elpoder son
drogas energéticas que le dan fuerzas y excitación para seguir vi-
viendo con mil tareas, mil relaciones, para sentir que tiene una
vida plena, para no toparse con el fracaso. o
No puede permitirse cansarse porque el conan seria un
tiempo de vacío, un silencio en que el monstruo podría a
Y levantar cabeza. Tras su movimiento perpetuo, desconectado .
los sentimientos auténticos, se oculta un intento de coo .
Ansiedad constante y, más profundamente, el hueco cecUro e
hlta de sentido de la vida misma. Es una voluntad narcisistica,
. ideal, con la
'rminada tan solo a conseguir el reflejo de ese Yo Le _ .
or e .
y oBancia de poder determinar los acontecimientos.
y Quedarse en un aquí y ahora, fluir con lo que está pasane?:

417
Psicología de los eneatipos

en la fantasía grandiosa de que el mundo puede ser Controlado y


determinado, lo mismo las relaciones que la naturaleza:

Siempre me esforzaba mucho, y había encontrado Un truco marayillo.


so para tener éxito. Sabía que si me ponía a prnsas en todo lo que tenía
que hacer en un día, nunca lo conseguiría. Así que esto es lo que hacía,
la noche anterior, antes de dormirme, me hacía un rápido plan de tado
lo que me imaginaba para el día siguiente, y luego lo descomponía en
microetapas. Cada una era prácticamente independiente de la Otra,
pero fundamental para la etapa sucesiva. Y cada una en sí era factible,
mientras el gran proyecto en su conjunto parecía enorme. Así ponía la
atención solo en cada fase concreta, sin olvidarme en realidad del gran
proyecto final, que me orientaba y me marcaba la dirección, Y así,
etapa por etapa, pude conseguir grandes objetivos. A veces hace falta
mucho tiempo; me impaciento con los pasos pequeños, pero respeto
las grandes fases, con paciencia. Solo es cuestión de tiempo.

En el Ez social, más que en los otros subtipos, 'se:hace explí-


cita la mixtificación de sustituir con acciones egoicas la:vitalidad
existencial y espiritual. La falsa máscara superficial es vivida como
la auténtica realidad; la persona está totalmente identificadaicon
su personalidad. |
Es interesante recordar el término que Ichazo utilizó para el
eneatipo Tres: Ego-go. Parece que la pasión que Naranjo identifi-
có para el E3 social, el prestigio, representa perfectamente este
vivir yendo; yendo hacia el brillo del oro creyendo que sea luz. La
necesidad neurótica ha sustituido por completo la necesidad pro-
funda de ser. La superficie se ha convertido en sustancia, y €s
constantemente lustrada y adornada. El E3 social se inventa a sÍ
mismo, así como inventa historias, anécdotas y experiencias para
construir el personaje. Hasta el punto que las mentiras ya no las
puede reconocer.

418
PITA

3
ESTRATEGIA INTERPERSONAL E IDEAS IRRACIONALES
| ASOCIADAS

Ya hemos explicado cómo en su infancia el niño Ez social se


adapta a las expectativas del padre o la madre, a los que ofrece los
resultados que esperan de él, con la consecuencia de una identifi-
cación total con una imagen de sí mismo que corresponda a una
persona eficiente, exitosa y que lo puede todo. Engañándose a sí
mismo, y a su entorno, con que la única realidad existente es la
que él puede aparentar, y que él piensa es la que el mundo le pide,
llega a negar u olvidar la existencia de una realidad interna, y
también de una realidad externa que tiene vida propia, indepen-
dientemente de lo que él pueda «construir».
Aprende pues a manejar sus relaciones interpersonales y con
el mundo desde una construcción incesante de sí mismo. Sus ex-
periencias, pensamientos y comportamientos cristalizan alrede-
dor de la creencia básica de que él puede dirigir a las personas y
los acontecimientos a través de sus actividades y su voluntad.
La fijación de la falsa imagen de sí mismo en el subtipo social
del Ez se basa en la creencia de que presentar una imagen que el
grupo o el contexto pueda aprobar es la única forma de poder
estar en el mundo, de pertenecer y ser aceptado.
El Ez tiene la creencia básica de que puede, con su voluntad,
cambiar no solo los acontecimientos sino también a las personas.

419
> Psicología de los eneatipos

Una idea conectada con la convicción de que él puede «hacer,


poder Xtremo,
algo con que lograr sus fines. El hacer tiene un
Tanto, que puede perder su valor como instrumento de cara a un
¿e
objetivo en concreto para convertirse, en sí mismo, en un pilar

o
su estilo de estar en el mundo. En su necesidad continua de rele.

A
nar la vida haciendo, pierde de vista el significado de sus accio.

A
nes; o más bien, el único significado que queda es OCUPAF una
in oosanite

A
posición de prestigio bien visible. Se trata de un trabajo

a
y sin consciencia del esfuerzo increíble que supone, pues la adic.
ción al éxito no permite sentir cansancio. Se podría explicar
como una versión de la teoría generalizada en este eneatipo de: «gi
hago, existo» que, en el caso concreto del E3 social suena a: «Si
hago cosas importantes y de éxito socialmente reconocido, exi-
to». Con esta filosofía el E3 social construye su sentido de identi-
dad y su visión de las cosas.
Podemos comprender cómo esta forma de pensamiento re-
vela una imagen de sí narcisista y omnipotente, que le permite al
Ez social engañarse a sí mismo sobre el poder que tiene sobre:su
vida, creyendo que puede manejarla independientemente de la
realidad externa. Al carecer de confianza en su valor como perso-
na, confía neuróticamente en la eficacia de sus acciones, en el
poder de sus manejos. Está convencido de que su éxito depende
de su voluntad, sin tener en cuenta que los demás y el mundo
entero tienen sus propios caminos al margen de él. Pero de esta
forma es como se cree que puede evitar cualquier experiencia de
fracaso o sentimiento de impotencia. No puede fluir con los he-
chos de la vida, y menos aún con sus propias sensaciones Y emo"
ciones; no puede confiar porque eso sería perder el control.
Alrededor del núcleo cognitivo distorsionado que acabamos
de describir, desarrolla un conjunto de ideas «locas», €5 dedo
Irraci ales y desconectadas de la realidad. Se cree, en concit”” tO
irracion

420
interpersonal e ideas irracionales asociadas

que conseguirá la sarisfacció n de sus necesidades —tener éxito—


a través de la adaptación, ya sea en las relaciones personal
es o en
contexto soci
ocial, llegando a conformarse a las costumbr
es o
modas del Momento, en |
a creencia de que si adopta un vestido o
un pensamiento en bo
ga, tiene el éxito asegurado. Su vanidad
Ese
social se alim
alioa enta de ideas ¡ rracionales
acercacede cómo conseguirá
prestigio , éxito y poder.
Una de ellas, como venimos viendo, es tene
r cualquier cosa
que lo haga parecer poderoso. Ya se trate de objetos,
casas o ami-
gos, «tener es poder». Existe una idea de ser rico, de
poseer cosas
para no necesitar y no tener que pedir, pues no quiere mostrar
ninguna fragilidad ni impotencia. El E3 social se vuelve un utili-
zador. no pide claramente; hace que los demás se sientan culpa-
bles (identificación proyectiva) cuando no le satisfacen sus nece-
sidades o deseos, que están poco claros para sí mismo y menos
aún para el otro. Pero él da por hecho que los demás tienen que
saber lo que él necesita y aceptar ser utilizados para su objetivo.
El Ez social asume un liderazgo de organización y estructura,
pero se sostiene peor en primera fila, como dirigente, donde ha-
bría que aguantar lo que le pudiera caer (hostilidad, envidia, fra-
caso...) por ocupar la posición de máximo poder. Está pegado al
poder, pero un poco en la retaguardia, apoyado en la creencia de
que basta la compañía de alguien importante para serlo también
él mismo. Un ejemplo de estrategia de poder asociado con el
tener nos lo ofrece Francesco: «En un momento de mi vida,
cuando murió mi padre, me dije: “Nunca seré pobre”. No me
interesa ser riquísimo, solo quiero no ser pobre. Lo que sí me in-
teresa de verdad es tener mucho poder, el poder mismo».
Francesco, Haydée y Yolanda ven en el dinero un mestk
Para acceder a clase superior, a un mayor estatus: «Si tengo dine-
10, valgo».

421
Psicología de los eneatipos

En las relaciones interpersonales, el Ez social busca el consen-


so desde la emoción, y lo hace percibiendo las necesidades grupales
y conformándose a ellas como estrategia consensual. Se podría
decir que su liderazgo es de tipo empático, pero de una empatía
que usa estratégicamente para ser reconocido, menos seductora
que la del Ez. En el proceso de generación de confianza puede per-
der autoridad, al ser un líder emocional pero poco directivo. El li.
derazgo le sirve para especular y manipular; busca el momento ade-
cuado para decir las cosas y puede ser testarudo, rígido y repetitivo,
insistiendo sin cesar en pro de sus propios fines. Francesco relata:
«Yo aprendí a ser falso. Aprendí a aparentar ser mucho másy mejor
de lo que era, y de hecho sometí a los niños ricos. Socioeconómica-
mente era el último de mi colegio, y.lo compensé con mi capacidad
estratégica para conseguir ser el mejor, el líder de los ricos».
En terapia, una de sus ideas locas es hacer magia, milagros
con el paciente. El terapeuta E3 social, a pesar de su racionalidad,
se cree genial. El hecho de tener el estatus de «terapeuta» ya satis-
face su necesidad de sentirse «superior».
Otra idea irracional se relaciona con la desidentificación
emocional, es decir, la falta de profundidad real respecto a sí
mismo. Al no estar en contacto con su emociones auténticas, el
Ez social pierde la capacidad de distinguir entre lo que siente y lo
que es adecuado sentir, en el contexto o en la relación; como
tampoco distingue entre la falsedad creada por él mismo y la rea-
lidad. Así se maneja también con su mundo emocional interno:
aprovechando las emociones que le puedan venir del otro, o in-
ventándose emociones que acaba creyéndose y viviendo como
propias. Así lo explica Ana:

Tengo necesidad de ficción para alimentarme de vida. Mi prop do


z ., . 2 5 Í vida

me ha parecido tantas veces gris, irreal, anodina, que he bus


. . . ul ca

422
Estrategia interpersonal e ideas irracionales asociadas

Compensarla alim
entándome, en especial, de cine, porque la ficción
es más re al que la vida
mism a, donde tengo más desrealización. El
Cine me colma
de la intensi dad y la profundi
Carezco en mi dad emocional de las que
día a día. M e da la sensación de realidad que no me da
la vida Propia. En
mi vid. a normal, mi contención no me deja emo-
clonarme as í, Porque no quiero autocompadecerme ni ser débil.
Otra ta loca del E3 social tie
ne que ver con la desconfian-
za. Este carácter se ha des
identificado de su ser y, a falta de refe-
rentes reales, duda. Sin arraigo, «no hace pie», y desconf
ía enton-
ces tanto de sí mismo que traslada esta suspicacia a los demás.
En
palabras de Francesco: «Vale más un buen enemigo que un mal
amigo. Sabes cuáles son los intereses de tu enemigo y puedes pac-
tar con él, pero con tus amigos nunca sabes qué agenda oculta
llevan».
Las ideas que más asustan al E3 social son no triunfar o ser
pobre. Ambos temores están relacionados con tener que pedir o
con no tener: dinero, poder o prestigio; en suma, con contactar
con la impotencia de su hacer. El poder que le dan el trabajo, el
dinero o el prestigio va asimismo asociado al miedo a la soledad,
y ala creencia irracional de que lo abandonarán si no resulta inte-
resante o si no tiene nada que dar. Siente que por sí mismo, por lo
que es, no le quieren. Para Yolanda, «la idea loca sería: “Si no tengo
nada que ofrecer, estoy sola; si no me necesitan, no me quieren;
me necesitan si tengo algo que dar”».
La escena más temida de Eustaquio, «y me resultaba tremen-
da, era ser un sin techo, pedir por la calle. El abandono, que no te
vean». A Ana, le «dolería mucho que los demás me vieran como
Un parásito, sucia, desagradable, reclamadora... Pues mi idea loca
es: “Si no tengo dinero, no puedo existir”». El miedo de Frances-
“o €s «morir solo, sin nadie, así que mi creencia neurótica es que
A importante nunca me quedaré solo». Haydée y Ana se han

423
Psicología de los eneatipos

dicho muchas veces: «No necesito nada de nadie, y puedo Gb


todo».
Es importante para su transformación que el E3 social man.
tenga el contacto con la emoción y sea coherente con ella, ayn.
que eso signifiqueque no haya consenso en el grupo. Su típica
estrategia equivocada es sacrificar su verdadera emoción por el
grupo, para mantener así su liderazgo emocional, a costa de pasar
por encima de sí mismo. A |
Con los niños o los adolescentes le es fácil ponerse autorita-
rio, pero con los adultos que están igual o por encima de él no
puede recurrir a la autoridad, y es por eso que busca el consenso,
confirmando la idea loca que lo más importante es ser confirmado y
solo consiguiéndolo podrá ser aceptado y amado. A
Este carácter impone la autoridad de un modo que él mismo
considera inadecuado. A pesar de sus grandes y constantes esfuer-
zos de autocontrol y adecuación, el mecanismo falla y puede
«perder la cara», descontrolándose de manera vergonzante.
El Ez social tiende en exceso a adecuarse al entorno, Sintién-
CFPACIióS
dose, sin embargo, inadecuado por dentro. En las relaciones:con
los demás hay confluencia, adaptación, adecuación, camaleónisl
mo o «facultad adaptativa: suena mejor”». Yolanda aporta és
matiz: ;
Damos la sensación de «yo puedo» y de «no necesito que otros me den:
me lo procuro yo». En todo caso, somos nosotros los que podemos
ayudar a los demás. Si alguien nos ayuda, nos sentimos mal y tenemos
que devolver ese «lastre» para sentirnos libres de deudas. Frente a la
idea irracional de tener que hacer la tarea y hacerla bien, aparece el
cansancio, lo que nos está pasando, y nos pone en conflicto: la realidad
frente al ideal.

, /
Le cuesta reírse de sí mismo, aunque el humor despenalizar"
' e
mucho su torpeza, pero se siente muy avergonzado cuando se

424
NAT CA

Estrategia interpersonal e ideas irracionales asociadas

señala ie .
As falta o se le ridiculiz a; lo vive como un fallo, una tor-
. mn > S

lentan muy bien ambientes como el gestáltico, donde la


. . .

Uicia es premiada
enunci ' . También , le ayuda tomárselo con
h

o ile
.

lo pilla en su neurosis. De hecho, el humo


. $

r es
PENSO que el Ez social lanza allí dond
e pesca; se ríe de sí
mismo antes de que lo
hagan 1 os demás; es para no p perder el con-
trol. : Reco noce E Francesco:
: sco: «Me doy cuenta de cuánto instrumen-
talizo la autodenuncia. No p
bilidad uedo reprimirme de mostrar mi de-
idad pero lo hago instrumentalizándola, con
fines seductores».
Cabe destacar en este subtipo su capacidad
para hablar sin
decir gran cosa, de manera vacua, demagógica.
Mide el tiempo o,
mejor dicho, la atención del público, a cuyas fluctuaciones se
adapta con naturalidad.
El E3 social (como los otros dos subtipos) asume tantas iden-
tidades porque muy pronto «comprendió» que, siendo lo que es,
no vale. En un momento del trabajo de este grupo, Haydée se
emocionó recordando la vergiienza que sentía al haber considera-
do a sus padres vulgares. Entramos en una emoción profunda
pero la sostuvimos poco tiempo; queríamos recuperarnos pronto
y lo llenamos de palabras. Si no lo hubiéramos hecho, el agujero
habría sido tan profundo que asustaría dejarnos caer en él. Podría
haber sido un momento muy íntimo pero demasiada emoción no
se puede sostener.
Cuando habla de verdad, y no desde la cabeza, el E3 social se
asusta. Se siente muy vulnerable cuando es auténtico, y no tarda
en reponerse, en volverse a falsear. Se pelea con la emoción desde
la idea loca de que la emotividad es debilidad, y él, queda claro, no
se puede permitir ser débil, porque en su infancia mostrar su fra-
gilidad no fue reforzado sino penalizado. Su falsa creencia es que
hay que ser fuerte, entendiendo la fortaleza como control de la
“moción o como dureza. Recuerda Eustaquio:

425
Psicología de los eneatipos |

El sentimiento de vergúenza es profundo: sobre todo cuando se nos


escapa, y los demás ven, «nuestro monstruo interior», en sus distintas
caras: el egoista al que no le importan realmente los demás, el que no
sabe, nuestra frialdad, nuestra rabia descompuesta... Yo entré en todo
este mundo de la psicoterapia cuando ya tenía 'unos veinticinco años,
Era un grupo de crecimiento personal; estábamos en el típico círculo
de gestalt y el terapeuta me preguntó: «Y tú, ¿qué sientes?» Además de
para mi fue tremen. |
no saber, de no tener contacto con lo que sentía,
do. ¡Alguien se interesaba por cómo yo me sentía! '

Al Ez social, la adecuación al entorno le importa demasiado.


Su temor a pasarse de la raya, a ser inadecuado, un intruso o un
pesado le hace estar midiendo siempre el límite propio y el de los
demás. Se preocupa tanto de controlar y de que no se note'que
controla... ¡Pero se nota muchísimo! En el fondo, la vivencia de
no poder controlar pone a la persona de ese subtipo frente a lo
desconocido, a no saber quién es y qué es lo que quiere, a la falta
TE
e

de herramientas para vivir con los demás. Como relata Haydée:

Cuando, de pequeña, estaba con chicas mayores, solo intervenía cuan-


do estaba muy segura. Si no, permanecía callada y atenta, para imitar
lo que me gustaba más de cada una. Aún hoy, si estoy en un ambiente
que considero superior, me callo y escucho. |

La necesidad de adecuarse al ambiente le hace imposible


contactar con la espontaneidad. Ser espontáneo significa dejarse
ver por lo que es, y lo que piensa que es tiene poco valor o puede
resultar equivocado; mejor seducir adecuándose. Por dentro nota
la tensión y la disonancia, momento en el que se siente perdido.
Giusy se sentía «muy adecuada y muy inadecuada a la vez. Creo
que los Ez sociales tenemos la sensación de ser inadecuados en el
grupo, y a la vez hacemos de todo para adecuarnos al contexto,
para adaptarnos».
El contexto cumple una función de espejo donde el Tres social

426
Estrategia interpersonal e ideas irracionales asociadas

puede reflejarse»y «construir» un sentido de identidad. El reflejo


que le faltó en: la infancia lo sigue buscan
do en el grupo, adaptán-
dose a la imagen que le devuelve: «Si soy lo que veo
que tú quieres,
puedo estar contigo».
PEO los subtipos del Ez tienen la sensación de ser estúpi-
dos; quizá porque lo que hacen no les viene de dentro
. Buscan
afuera cuál es la necesidad del entorno y la cumplen, pero
tienen
mucha dificultad en saber cuál es la suya. Como recuerda
Giusy:
«En mi familia se suponía que las mujeres hacían cosas de
muje-
res;no debían pensar por sí mismas».
Yolanda se ha dado cuenta
de que «antes de las sesiones, hacía
un índice de lo que quería
trabajar ese día en terapia. Llegaba con el esquema,
decidiendo
yo todo el proceso para no sentirme tonta o en el vacío». Haydée
fue a terapia «sin sentirme mal; no me sentía carente ni necesita-
da, yo iba de “sobrada”. De hecho, empecé en el tercer año de
formación de gestalt porque si no, no me daban el título».
Este carácter tan emocional detecta con facilidad las emocio-
nes ajenas y, para estar en primera línea, se preocupa por consen-
suar, cuando más le convendría mantenerse en su centro y defen-
der su opinión, piensen lo que piensen los demás. Según Lowen,
el psicopático, correspondiente al E3, hace las cosas bien para no
ser pillado en falta. Al respecto, Ana cuenta:

Al estar acostumbrada a cumplir las expectativas de otro, no es fácil


saber cuándo se trata de mis propios deseos. Creo que protejo a mi
terapeuta de mí misma, para que no se sienta incompetente. Le ofrez-
co algún avance, algún insight cuando me parece que siente que nos
estancamos y puede responsabilizarse de no estar haciéndolo lo sufi-
cientemente bien. Lo que más necesito de ella es que me acepte, me
escuche, me apoye y me señale cosas sin atacarme o juzgarme: una
madre buena y sabia. Si como paciente E3, le muestras al terapeuta
una máscara y se la cree y no hace esfuerzos por ir más allá, creo que
ya no puede funcionar la terapia.

427
F Psicología de los eneatipos

Desde su mecanismo de adaptación, y queriendo agradar, e]


Ez social se empeña en este control extremo sobre el otro y sus
relaciones, con la idea de que lo puede controlar todo Y, CON eso
evitar su inseguridad, la agresión, la no aceptación.
La tácita competencia del E3 social se revela en esta anécdota
de Ana sobre su terapia:
Yo llego a las sesiones más o menos con lo que quiero trabajar. No dejo
lugar para el silencio. El primer día de consulta casi me siento en el sj.
llón de la terapeuta. (Eran dos iguales, pero aun así, seguro que debí de
percibir algo que me indicaba que aquel era:el suyo.)

Su competencia es una estrategia ciega para él mismo, oculta


como está tras estrategias seductoras y aparentemente dóciles.
Cuando siente que no va a ganar, le puede «cortar la cabeza, al
triunfador. Otra forma de manejar el envite es aliarse con el que
percibe como enemigo. Pero de preferencia se retirará de la com:
petición, aparentando desinterés, y disimulando la sensación de
fracaso o vergilenza internos tras la máscara desconectada. Para él,
la indiferencia es mucho mejor que la pelea. Cuando el Ez social
no se sabe relacionar, o siente que algo no le gusta, o que no va a
conseguir gustar, se enfría con el otro. Es una indiferencia agresi-
va, que descalifica al contrario y le hace sentir que lo suyo no es
válido. Es la invalidación de lo propio proyectada en el otro.
Para el E3 social hay apenas un puñado de figuras de autori-
dad que merezcan ser reconocidas como tales... y a veces, solo por
el poder que detentan. Sumamente jerárquico y normativo, poses
un excelente detector para el poder, es decir, a quién vale la pena
reconocer, para conseguir lo que quiere. Si consigue seducir a la
autoridad, destacando entre los demás, se siente poderoso. Endl |
mejor de los casos, verse reconocido por la autoridad le facilita
desarrollar los valores de la entrega y la lealtad.

428
CONSIDERACIONES PSICODINÁMICAS

Competttivo

E Todo vale para mantenerse en el Olimpo», dirá Juanjo Herrera


al analizar la película Eva al desnudo. En la maquinaria puesta al
servicio de su objetivo básico: el éxito y el reconocimiento social,
este subtipo hace gala de la competividad más poderosa y carente
de principios.
F Las formas que toma esa competitividad pueden ser adecua-
"das, pero el fondo es despiadado. El Ez social, en su autoimagen
de bueno, oculta toda la acción manipulativa encaminada a des-
truir al oponente mediante el truco y la mentira. Rara vez se va a
enfrentar directamente; siempre será con denigraciones más o
menos sutiles. El poder se ejerce desde la sombra con una sonrisa
y sin despeinarse, evitando cualquier espacio de intimidad. Sus
esfuerzos se encaminan a no perder la buena imagen y posición
social, a través de su atractivo social y simpatía, más que al buen
desempeño de las tareas. Todo su empeño se enfoca en mantener
Un protagonismo que le permita el control de la situación.
La envidia es uno de los motores silenciosos de su acción. en
eltrabajo irá a por sus ambiciones con trucos burdos de camaleón
J Mostrando a cada momento su «mercancía»: lo que tiene O COM

429
Psicología de los eneatipos

on a. Ta mb ié n us ar á su vista para detectar q]


quien se rela ci ,
al qu e ac ce de rá mediante el silencio adecuado
tieneel poder,
ac ci ón ap ro pi ad a qu e imagina puedan arado,
palabra justa, la
do un lugar de recon
> ocimiento la lucha ong
Una vez consegui i-
para nO Perde,
núa, buscando ahora una adecuación constante
e
los privilegios alcanzados. Puede aquí no teues límite para
rear a quien sea, o para construir mentiras que invaliden a quien
se interfiera en su trayecto al podio. Este es uno de los 1asgOs de
a la
carácter que mejor evidencia su conexión con el Eg, junto
venganza.

Vengativo

Si no consigue alcanzar su objetivo, o es descubierto en su fraude


o en sus auténticas intenciones, intenta mantener la buena ima-
gen; ya habrá ocasión para cobrarse una fría venganza donde val-
drá todo. La manipulación de la información, el desprestigio y la
calumnia son de uso frecuente en este subtipo. Las estratégicas
mentiras para desacreditar al otro están tan bien urdidas que que
él mismo llega a perder la noción del límite entre realidad y fic-
ción.

Histriónico

El Ez social se mantiene imperturbable para no tocar ni mostra!


su enfado y su dolor. Su coraza es pues no perder las formas ni
mostrar signos de flaqueza emocional. Entonces ¿de qué maner
expresa el rasgo histriónico? Pues mediante la impaciencia, $
forma disimulada de enfado. La de no conseguir lo que quiert

430

Otros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas

do quiere: eso eS lo que desestabiliza su act


itud imperturba-
velo de su ira. Si no consigue ser el centro de ate
n-
ple y por
ón Correque e su seducción ya no le val
e, toca su límite; esto no lo
“fera porque queda expuesto su fraude y se dispara con salidas
dramáticas Y exageradas que muestran su intolerancia.

Camaleónico / Multifacético simultáneo

Podríamos llamar al Ez social multifacético simultáneo. En la vida


cotidiana es capaz de regar las plantas, hablar por el móvil y cui-
dar del asado en el horno mientras se come una manzana y piensa
en lo siguiente que tiene que hacer.
En su perfecta adecuación al medio, aprende cómo hay que
estar en cualquier situación, cómo vestir, qué comer y qué beber,
y si toca callarse o hablar. Desde el control sintetiza lo más conve-
niente y hace pasar por natural una conducta estudiada al detalle,
alejada de la más mínima espontaneidad.

Masculinidad y femeninidad invertidos

La mujer Ez social tiene mucha energía masculina (lógica, racio-


nal y orientada a la acción). No ha sabido tomar de la madre la
energía tierna, receptiva; no absorbió su parte amorosa y protec-
tora. Se siente cómplice entre los hombres, como una colega que
les ayuda a ser más hombres todavía. Admira:alos tipos fuertes y
se siente una guerrera con una dura coraza Con que protegerse de
todos y de todo.
El hombre Ez social no aprende a usar la energía del padre,
al que mira con miedo, ocultando sus emociones. Tiene una

431
Psicología de los eneatipos

apariencia más Afemenina. Y miedo :a su fuerza; para COMpen Sa


tlo
se fantasea a sí mismo como un tipo de armas tomar. Entr e
a los fuertes y poderosos.
Sus
amigos buscará
de una distonión
Tanto el homb re como la mujej r sufren
asocian fuerza con violencia, como con una explosión fuera q
e
control. Es saludable para ambos experimentar en grupo la fuerz,
de lo masculino y la de lo femenino; permitirse entrar en UN esp A
cio que no es de seducción ni de competencia.

Manipulador al dar y recibir

El Ez social detesta sentirse en deuda, por ello siente que debe


dar más de lo que recibe. Ni siquiera puede dar en la misma me-
dida; tiene que dar más y, si puede, mejor. Para asegurarse que va
a recibir, da en un intercambio mercantil en el que tiene que que-
dar por encima. No se trata de altruismo, compasión ni generosi-
dad; es una contrapartida estrictamente comercial.

Apropiacionista

El Ez social solo se mueve en terreno seguro, a partir de lo que


han hecho otros. Analiza, filtra, optimiza y genera un nuevo pro-
ducto sin espacio para la inspiración. No confía en ser capaz de
crear por sí mismo, por ser demasiado ambicioso y un controla-
dor superpreocupado por el juicio de los demás, Giusy lo expresa
muy bien: «Metafóricamente, la creatividad de un Ez social sería
. . . ]

cortar y pegar».

432
Otros rasgos característicos y consideraciones Psicodin
ámicas

ui sador de la vivencia de muerte / congelado

se la muerte el E3 social se bloquea emocionalmente. Deja de


dir, S congela ca una ausencia fría para no enfrentarse con el

dolor Y la pena. Así recuerda Francesco la noticia del atentado


ne sufrió SU padre: «No sabíamos cómo se encontraba, no da-
ban detalles de cómo estaban los heridos. Tuve un bajón tremen-
do y me quedé completamente congelado». Después de enfriarse,
digela rabia, manifestada hacia fuera o hacia dentro, antes que la
No se permite un espacio para llorar, para aflojar; siente
miedo de conectar con el cuerpo, de sentir el corazón y desbor-
darse de emoción.
La muerte significa para un Ez social la degradación del
cuerpo y la pérdida total del control. La asocia con que el cuerpo
se vuelva desagradable, con «perder la cara». Giusy recuerda: «En
una fantasía dirigida, me veía siempre muerta, y contactaba con
la parte asquerosa de mi cuerpo. Ratones, insectos, gusanos me
comían; sentía líquidos podridos que rezumaban de mi cuerpo».
Ante la evidencia de su propia fragilidad, este carácter entra en
pánico.
Le tiene miedo a morir solo y al dolor físico. La angustia que
percibe con la vivencia de la muerte la procesa sin contenido
emocional, defendiéndose con el mecanismo de la negación. Se
queda «en la negación del hecho, la primera fase del duelo», seña-
la Eustaquio. Evita pensar en la muerte desde la sensación omni-
Potente de que él nunca se va a morir; la muerte es una cosa que
le pasa a los demás. En casos en que ha tenido una presencia
Constante en el entorno familiar, se genera en el E3 social la sen-
“ción de ser portador de muerte.
toma cons-
, lasta que no pierde a un ser muy querido no.
Ciencia de su propia mortalidad. La cercanía de la muerte, los

433
Psicología de los eneatipos

momentos de peligro físico, las noticias trágicas o de enferm


des prefiere procesarlos de manera racional y, antes que rom eda-
de dolor, se centrará en la acción. «Con el cáncer no falté E
día a mi trabajo», dice Ana. A lo que añade Haydée: «A los ll
minutos de morir mi padre, fui al teléfono y empecé ahace AN
tiones. Mi padre se murió a las 3:30 de la tarde, y a las seis 5 Ml
taba en un tanatorio a ochenta kilómetros de casa». ya
De adulto, asocia la muerte con un no ser interno, CON un
desierto interior, con una depresión fría, seca. Si se Permite
acompañar a un ser amado en este tránsito, experimenta Una
cua-
lidad de amor que le abre el corazón, y vive entonces una Pureza
en la entrega, una experiencia transcendental. «En la despedida
de mi padre sentí mucho amor, de una cualidad difícil de expli-
car», recuerda Haydée.
La aproximación a la muerte se puede convertir también en
algo frívolo. El E3 social, en vez de apenarse, piensa en qué ropa
se tiene que poner para el funeral. En algunos casos, el proceso
Hoffmann ha servido para llorar todas las muertes que no se ha-
bían llorado en su momento.

Apegado al dinero

El Ez social arriesga, incluso demasiado, pero tiene la certeza de


que ante el riesgo económico sabrá procurarse los medios para
mantener su estatus. No le gusta pedir pero no renuncia a nada;
intenta que los demás le dencosas sin tener que pedirlas abierta-
mente.
Busca desde joven ser independiente económicamente. No
vigila su cuenta bancaria, no ahorra y gasta más de lo que tient:
en
Se trata de un gastar, no de un invertir en cosas que luego

434
Osros rasgos característicos y consideraciones Psicodinámicas

. Es generoso con el dinero de los demás y más «avaro»


pedi o se trata del propio.
a forma de su dispendiar es complacer a los demás
con
los comidas exquisitas, etc., como una forma de comprar
istad, Se trata de una generosidad por cuestión de imagen;
“god mal visto NO Ser generoso», aclara Yolanda. El Ez. social
cendea! egalar a la pareja cosas que en realidad le gustan a él pero
no necesariamente aLOrto, Son obsequios manipuladores: «“Mira
lo que te he traído...» y luego acaba en mi cuarto, o es para que
¡eve el perfume que me gusta a mí».
Si lo que se lleva es vivir con austeridad lo hará, de cara a la
galería, pero tendrá un Mercedes Benz en un párking no muy
lejos de ahí. Se codea con gente poderosa y de un nivel adquisiti-
yo superior al suyo, y se comporta con ellos como si fueran del
mismo clan, preso de inseguridad interna. Aunque no tenga pa-
rece que tiene, por la actitud de rico patricio que sabe adoptar. A
un Ez social le sería difícil obedecer el mandato de un nuevo Me-
sías que llegara con un «déjalo todo y sígueme».

Apegado a la imagen de su casa


espacios
Un Ez social no puede vivir en cualquier. sitio; busca
amplios que decora con estilo propio. La suya es una casa con
-
encanto. No es solo el lugar en.el que vive sino también un esca
biendo a
parate para enseñar lo que es y lo que tiene. Disfruta reci
sabrán valorar el estilo que
amigos o personas importantes que
egna cada rinc ón. Cui da todo s los detalles y perfuma con
impr
e inci enso una casa que osci la entre un cierto caos y la
lores, velas
limpieza impoluta.

435
Psicología de los eneatipos

Escatológicamente pudoroso

Este es un tema del que un Ez social preferiría no hablar. Es pul


, Cr
en su aseo personal, en algún caso al extremo de g£Nerar una fi o
A Or-t
mación reactiva que le lleva a lavarse varias veces al día. Elimin
Aría
pedo, moco, caca y pis, por parecerle algo muy desagradable que |
personas educadas no muestran en público. Provisto de yn ola
discriminatorio, detesta los malos olores corporales, :
Suele ser estreñido por una fijación masoquista que lo lleva a
contener. Es capaz de proseguir con la tarea del momento Antes
que satisfacer las necesidades fisiológicas. Guarda para sí las yen.
tosidades, que se permite solo en un baño aislado, lejos de otros
oídos, pero si la evidencia lo delata, lo justifica como «gases in.
controlados», y si el pedo no es suyo sufre pensando que alguien
pueda sospechar que viene de él. Cuando está fuera de casa le
cuesta defecar.

Seductor

El Ez social es poco apasionado, sexualmente poco activo; la se-


xualidad la pone al servicio de gustar, hasta que está seguro de ser
querido. Le importa más sentir que le gusta al otro que la viven-
cia de la sexualidad en sí. Y le interesa más la seducción que pro-
fundizar en las relaciones. Tiene sexo pensando en lo que le gusta
al otro, más que en su propio placer. Ser un buen amante se con-
vierte en una tarea más y el sexo, en otro producto en venta. Enel
encuentro amoroso, antes del orgasmo, siente miedo a perder el
control, interferencia que le dificulta la entrega amorosa profun-
da. '

436
pros rasgos característicos y consideraciones psicodinámicas
0

sj conecta COn la pane ista le gusta el sexo agresivo,


fltra como algo sucio que tiene que esconder: prefiere un
e .e con el que dar rienda suelta a su fiera y mantiene con su
eja una relación menos excitante.
p ar Entre los hombres pueden surgir problemas de impotencia,

culación Precoz, falta de deseo y dolor en el pene; y entre las


ere s ha y tendencia a la frigidez.
muj

E studiado

El Es social se viste dando significado y atributos a la ropa, que


convierte en UN instrumento para sus movimientos sociales. Se
viste para gustar, es llamativo en su aspecto y atrevido en las for-
mas y colores. Tiene un estilo propio, estudiado al detalle para
que jamás pase desapercibido. En su armario conviven la ropa
informal y las marcas, y podemos encontrar desde prendas para ir
a la selva africana al más elegante atavío para una cena palaciega.
Tiene porte para lucir su vestuario y, aunque la ropa sea barata
parece cara, por la forma en que la lleva.

Ti ramposo / Mentiroso

Convierte sus trampas en una estrategia; no le reconcomen la


consciencia. Como explica Francesco: «Me pongo a estudiar un
par de días antes del examen, y me digo que soy tan bueno que lo
pasaré sin hacer codos. Y apruebo». Construye trampas para con-
seguir lo que quiere de los demás, vendiendo su mercancia como
sI estuviera realmente interesado en las necesidades del otro, o
con halagos estratégicos.

437
Psicología de los eneatipos

Se inventa a sí mismo así como inventa historias, Persona;


o sucesos que puedan embellecer su imagen o serle útiles A
escalada social. Y emplea la mentira para defenderse a]]; dond
alguien pueda desenmascararlo. La identificación con sy máscar
es tan global que la propia mentira puede ser parte de un Perso.
naje que no se diferencia en nada de la persona.

Laboralmente independiente

Procura evitar jefes y horarios estrictos. Para el Ez social es muy


importante tener libertad y, en caso de que haya un jefe, intenta
mantener su:independencia seduciendo a la autoridad: se ya Eo
lando», va midiendo sus actos para ganar espacios de poder que le
dotan de ciertos privilegios y, si puede, el jefe acabará convertido
en un amigo.

Miedoso / Vergonzoso / Violento / Reprimido

El Ez social niega el miedo, se lo salta con la acción. «En mi in-


fancia y juventud tenía muchísimo miedo, y por vergiienza lo
enmascaraba con actitudes contrafóbicas», recuerda Ana.
Cuando saca la rabia utiliza, verdaderamente, un bisturí pre-
ciso y letal. Vive con la sensación de.que existe en él un instinto
asesino tan grande que, si le dejara vía libre, lo convertiría en un
criminal. «Me siento tan oscuro por-dentro que creo que podría
matar; por eso me reprimo», confiesa Francesco. «Cuando siento
una agresión —coincide Haydée lo primero que me sale es un
odio total y ganas de matar». Giusy comenta que en algunos mo-
mentos se ha sentido diabólica y Yolanda dice que, en su Ca50,

438
Otros rasgos caracter Ísticos y consideraciones psicodinámicas

| palimera iniciativa, lo que soy es


que ser agr esi va CO MO pr reac-
“ ¿s también tiendo a dirigi
r la agresión hacia mí misma Le
(va,
jedo al suicidio».
pengo M

Perezos0

Un Ez social trabajando se olvida de sus necesidades básicas. Pos-


pone Comer, dormir-o ir al baño, en aras de terminar lo que se
r :de estar todo el día haciendo cosas, se
A pesaÁna
trae entre manos.Com
sjente perezoso. o

Yo, si no paro tanta acción es porque pienso que si parara no me levan-


taría nunca de la cama, nunca jamás. Y la manera que tengo de trabajar
con el ordenador es como una especie de máquina, de mantra. Puedo
trabajar once o doce horas seguidas delante de la pantalla sin plantear-
me siquiera si estoy cansada,

Eustaquio añade un matiz a esta paradoja: «Somos confia-


bles, trabajadores, pero hacia fuera, en tareas hacia el exterior.
Pero no nos cuidamos en las cosas que nos hacen bien a nosotros
mismos». Coincide Ana: «Si lo guardas para tu ocio, como nunca
llega el momento de ocio sin tareas, no lo haces».
La pereza se mezcla con una falta de disciplina; le cuesta man-
tener un compromiso consigo, sobre todo si se trata de algo que
pertenezca al cuidado de su espíritu. El espíritu no es algo concre-
to, no se ve, así que él no confía en que tenga un valor. Con la
misma fuerza que es determinado y esforzado en acciones egoicas,
descuida el recuerdo de sus partes más sutiles y profundas.
Este carácter se vuelve experto en dar recomendaciones que
él mismo no lleva a cabo, a no ser que se las impongan como
tarea. Como reconoce Francesco:

439
Psicología de los eneatipos

Delante de los pacientes yo hago como que practico todo lo que


miendo; ahora hay veinte pacientes que se han apuntado a mj dl le
meditación dinámica... y esto me obliga a mí mismo a hacerla, asde
es trabajo, entonces sí la hago. Me hago estas trampas a mí mismo poe
darme cosas que me vienen bien a mí. Para

Amigo interesado

El E3 social conoce a mucha gente pero tiene pocos amigos. Sue.


le elegir a sus amigos entre el sexo que le atrae, y sus relaciones
nunca son desinteresadas. Tiene dificultad para estar con alguien
que simplemente sea un amigo, porque en el fondo hay un inte.
rés mercantilista: si el otro tiene dinero, poder, prestigio, sabidy-
ría, belleza... entonces desea tenerlo como amigo. Busca en los
amigos algo que no solo pueda valorar sino también pueda usar.
No sabe ir hacia el otro desde el corazón, se siente desarmado y
vulnerable. «Si me vas a presentar al presidente de la República
—admite Francesco— no tardo ni cinco minutos en aparecer.
En cambio, si me dices: “Vete a hacer amigos”, tengo mucho
miedo y una angustia tremenda».
Al enmascarar las emociones, puede ser envidioso y manipu-
lador sin que se note. Puede transmitir superioridad de forma
velada cuando, aparentemente, está ensalzando a los demás. Es-
pera que el otro lo reconozca y lo valore y pocas veces rompe este
mecanismo automático y simplemente se deja estar y disfrutar de
la amistad. Valida su prestigio en función del otro, como confit-
ma Giusy:

Sin decir: yo soy amiga de fulano y mengano, sin presumir abierta


mente de ello, incluso simulando humildad, dejo caer en la convers?-
ción (sin decirlo abiertamente, sino insinuándolo) cuáles son mis
contactos de alto nivel, y con esto transmito que soy una persona E

440
En las relaciones de pareja se siente fiel inclu
so después de
0 infiel. Se justifica porque pasa la mayor Parte del tiem
po se-
¿ciendo sin consciencia te infidelidad.
Rompe una relación de
,n día para otro porque hacia fuera ha mantenido,
hasta ese mo-
sento, la impresión de que no pasaba
nada. Evita enfrenta-
mientos Y prefiere mandar a su abogado antes que
montar un
espectáculo.

Envidioso

Envidia la posesión de objetos pero difícilmente algo que le falte


por dentro, tal es su desconexión interna que solo va a por lo ex-
terno. «Hoy —dice Francesco— es diferente para mí: veo a otros
buenos terapeutas y me gustaría manejar como ellos la relación
terapéutica. Pero esto es reciente. Ántes quería objetos, cosas, y
eso no me saciaba: las compraba y me sentía igual de vacío. Era
una fijación, se volvía algo obsesivo». De la envidia habla tam-
bién Giusy:

Imaginemos la situación: estoy con Eustaquio y con Ana. Dos mujeres


y un hombre. Yo no podría competir con ella de manera abierta; sería
vergonzante para mí. Así que mi estrategia sería hablar como si hablara
bien de ella, pero dejando colar comentarios manipuladores, del tipo:
«Ána es peligrosa, una devorahombres, ten cuidado con ella», y sin
ensalzarme yo de manera clara, porque mi vanidad entonces sería de-
masiado evidente. Debajo de esta estrategia manipuladora hay una en-
vidia que niego.
Psicología de los eneatipos

Celoso

Los celos se le despiertan sobre todo si intuye un rival. Lo


podría parecer normal, pero es que el E3 social descuida
Pt 0
damente a su pareja, desde la falta de intimidad, deja
de Pa
hasta que no aparece alguien que pueda amenazar su lugar.
Vive
al tercero en discordia como alguien que vale más, o que es más
bello, o que tiene algo de gran valor, por lo que no solo su rela.
ción amorosa está en riesgo, sino que puede perder su poder, su
estatus, su importancia, su prestigio. La presencia de un rival
conlleva el monstruo del fracaso social.

Ambicioso

Su esfuerzo en la escalada social y en hacer carrera es diferente de


la ambición del E2 social. Ambos planifican estrategias y seducen
a las personas que les puedan llevar a un lugar reconocido, pero el
E2 se vende como estupendo y plasma su generosidad con un
gran calor, mientras que el E3 vende su trabajo o su eficiencia
organizativa y, sobre todo, sus esfuerzos, con un sentimiento de
inseguridad dentro de sí. Juega más a ser útil y estudia atenta-
mente lo que necesita para sacar múltiples ganancias, pero siem-
pre tiene que quedar correcto y adecuado.

Frío

La frialidad emocional tiene obviamente que ver con la desco-


nexión de su mundo afectivo. No sabe qué siente y para él, los
sentimientos son más bien obstáculos que interfieren en su Cam

442
consideraciones Psicodiná
Otros Tasg0 característicos y

ere y lo que le t
n0> p vez de guías para elegir lo que qui
ser em pá tisu a eslas
Las enpercueentFac
co manopa.toma
ent e, au nq ue pue da
e no est án en
Ñ ociones del otro, qu
[gu
s son
Ona
as, Ap un te s de la contabilidad que lleya
je!
iyizad
ob
2 nsa
que en situacnuioncneas pie Sa-
recibe y lo que da. No esapdearecexertrañimarpert urbable; rde |
pnenté
dolorosas pueda ierde la
máscara.

Impaciente

E] tiempo, para el E3 social es el tiempo que tiene para hacer su S


cosas o de espera para lograr lo que quiere. Más que un tiempo
para vivir es UN tiempo útil. Y mejor que sea rápido, pues no pue
de tolerar el vacío ni la inactividad. Se trata de un carácter emp
jado al futuro (de sus éxitos), un porvenir fantaseado o que tiene

4
.

que realizar a toda velocidad. Experimentar el aquí y ahora signi-


ficaía para el E3 social fluir con la vida, gozar de sí mismo, pero
no tiene ni la confianza ni la esperanza de que esto pueda ser sufi-
ciente para vivir.

443
EMOCIONALIDAD Y F ANTASÍA

Vivencia de la emocionalidad

Respecto a la dimensión emocional de la propia vida


social hay una cierta despersonalización. La suya es
ud a ñ
de datos, que le cuesta sentir como propia y vivida con lad 5
dad de las emociones profundas, Cuando habla de su propa vida
—incluso de hechos dramáticos— la puede narrar con distancia
como si contara una película. Francesco teoriza al respecto: El
tres se identifica con el contenido (las experiencias) pero no con
el contenedor (que es quien tiene las experiencias). Si te pregun-
tan por ti, dices: “Soy psicólogo”. Pero deberías decir: “Soy Eran-
cesco y trabajo como psicólogo”». Haydée apostilla:

Llevo días intentando escribir una autobiografía, pero no puedo. He


hecho cosas en mi vida dependiendo de las circunstancias externas,
pero no haciendo algo que sea realmente mío. Son cosas «prestadas»
para un momento determinado. No puedo conectar con mis senti-
mientos, porque es como si no hubiera pasado nada en mi vida.

Algo que corrobora Francesco:

Me resultaría más fácil hablar de las cosas mientr


as las vivo. Pero
ellas, lo hago sin la emoción,
cuando ya han pasad o y vuelv o sobre
afía como un
ta fácil construir una bio gr
como si le pasara a otro. Resul

445
Psicología de los eneatipos

currículum, con hechos. Tendría que entrevistarme alguien Y Pre


tar por la experiencia subjetiva y la emoción. Al dato: «Me Ed
», el
entrevistador podría preguntar: «¿Y cómo te sentiste entonces),

«Para mí —dice Giusy—, expresar emociones significaba Co


rrer el riesgo de ser humillada, que se rieran de mí». En Ocasiones
la disculpa de la catarsis emocional de la ficción la usa para soltar
emociones propias. «Durante el cáncer —cuenta Ana—, a Veces
iba a ver películas con dramas de enfermedades, para poder llorar
con esa disculpa, porque respecto a mí me contenía; no me que-
ría hundir autocompadeciéndome».

La emocionalidad a través de la fantasía

El Ez social es muy enérgico y su alegría es brillante, chispeante e


ingeniosa; al servicio de la autopromoción. De todos los subtipos
del Ez, el social es quien más fácilmente puede mostrar las emo-
ciones negativas (a veces llega, incluso, a confundirse con el E8).
Pero su manifestación, por lo general, está regulada por su conve-
niencia a la situación. (Así, en un grupo de gestalt en el que se
premie la emocionalidad directa, mostrará un registro intenso de
lo que el terapeuta espere.) Yolanda ilustra cómo aprendió a ajus-
tar su comportamiento a las expectativas del contexto: «En el en-
tierro de mi madre me puse a cantar, porque muchas veces había-
mos cantado juntas, y mi padre me dio un bofetón. Pasé a
preguntarme: “Ah, ¿qué es lo que hay que sentir en esta circuns-
tancia?”»
La emoción la dirige hacia lo que cada situación o interlocu-
tor demanden. Si estos son emotivos, el Ez social puede dejarse
arrastrar por su emoción y conectar con la propia afectividad.

446
Emocionalidad y fantasía

gl enfado, cuando se expresa, no suele mostrarse abierta.


te. Se puede mia por ejemplo, con una ironía que,
ye puede ser cáustica O incluso sádica, se disfraza de elegan-
La agresión parece un accidente, o se aprecia en una segunda
den impoluto a quien lanzó el dardo
.
Las fantasías del Es social suelen girar en torno al prestigio.
Por ejemplo con contenidos de grandeza, de estar por encima, de
enecer a Un grupo selecto de poderosos. Y quiere que eso se
pote (ser visto desde abajo). Esto puede ocurrir en el aspecto ma-
cerial (generalmente con objetos de marca), como menciona Eus-
raquio: «Mi hermano me regaló un reloj muy caro. Si veo a una
persona que entiende de esto, me arremango para que se me vea el
reloj». Pero también puede referirse a campos más intangibles de
prestigio: «Es en las credenciales académicas, intelectuales —ex-
plica Ana—, donde pongo mi ambición social. Por ejemplo, a qué
dub pertenezco: prefiero que sea la mejor universidad. O pongo
atención a una escenificación favorable de mi currículum».
Sin embargo, la sombra de esta fantasía de brillo es una auto-
percepción negativa. Haydée habla de ello como «otra parte os-
cura, de sentirme horrible, una ladrona, mentirosa, fea».
En el amor, la fantasía de prestigio se puede concretar en tener
una pareja, como dice Yolanda, «guapa, que se vea»; alguien visto-
so, para «mostrarlo, presumir. Es el más guapo y el más deseado,
pero está conmigo». Giusy añade: «Que sea bello pero no estúpido.
Deseable, fascinante». A través del valor de su pareja, el E3 social
también adquiere un valor vicario (dime con quién andas y te diré
quién eres), y se sube en el pedestal de su acompañante.
En general, cuando a un Ez se le pregunta cómo sabe cuándo
quiere 2 alguien, no dice: «Porque siento amor». No sabe explicar
bien qué es el querer, amar. Dice: «Me gusta mirarlo», «me gusta
que hace», «porque me quiere»... Son explicaciones que NO

447
Psicología de los eneatipos

evocan sentimientos. También puede sentirse frío y Preguntars,


si realmente quiere a su pareja.

Cuándo y cómo toma el Ez social contacto


con la emoción

Este carácter necesita volver la mirada hacia adentro, sin estar


pendiente de la mirada de aprobación. Solo mirando hacia sy ip.
terior podrá reconocer los propios sentimientos, en lugar de re.
presentar la emoción —por lo general positiva— que se Supone
tiene que sentir en cada circunstancia. Lo difícil es, al principio,
sentir algo en absoluto, porque la versión, en el campo emocio-
nal, del vacío interior del Ez social es la frialdad, la ausencia de
afectividad.
En ocasiones, la escasa emocionalidad corre pareja de una
falta de compasión hacia el sufrimiento ajeno. Haydée cuenta
que, en sus clases, «era muy dura en cómo decía las cosas, y los
alumnos lloraban. ¡Y yo pensaba que eran idiotas, qué bestia, no
me daba cuenta, no era capaz de sentir nada frente al llanto de un
niño pequeño!»
A la pregunta de qué es lo peor que podría pasar si expresaran
las emociones que contienen, responden: «Es una pérdida de
control. No puedes ser dueño de tu vida; son los demás los que
deciden por ti...». Y también:

Si entro en contacto con la pena me quedo completamente indefensa,


pierdo las herramientas para moverme. La debilidad es lo opuesto de
lo que yo hago todo el rato: demuestro que soy fuerte, que puedo con
todo. Si me dejo estar en la debilidad, me siento muy pequeña y sin
fuerza física para la acción. Pierdo la energía y la defensa. Literalmente
es como si la estructura se hubiera resquebrajado (Haydée).

448
Emocionalidad y fantasía

gp est último año, cuando medito, lloro, Continuamente. Me


he
¿do de que es un llanto de soltar la tensión de]
o l significado. Pierdo control, No sé si
energía, pierdo defensas... (Francesco).

gl llanto y Una profunda tfisteza indefensa que surgen en el

prabajo intento!del Ez social Hében que ver, probablemente, con


apa autocompasión por el niño que no fue visto, que tuvo que
sar y hacer méritos para ser tenido en cuenta.
Dentro del abanico de las emociones posibles que empiezan
a surgir, hay dos cosas propias del E6 que comienzan a aparecer
cuando el E3 social empieza a conocerse mejor y a deconstruir su
aparente seguridad. Una de ellas es el temor, un punto ciego con
el que debe enfrentarse en su camino de toma de consciencia. Y
para alguien tan seguro de sí mismo como el Ez social, hay otro
segundo aspecto que se va desvelando: empezar a no tener certeza
ya dudar significa aflojar la autoimagen idealizada y entrar en
contacto con la incertidumbre: «No estoy seguro de nada y ade-
más tengo miedo».
Cuando se va por la vida de triunfador y exitoso, se puede
recibir admiración, envidia, se puede ser utilizado por la capa-ci-
dad de trabajo... ¡pero no se recibe afecto! Cuando el Ez social se
muestra débil, descubre que los demás le protegen y le quieren, a
pesar de sus defectos. Aceptar la compasión del otro es para el
eneatipo Tres social un acto de humildad que saca a flote las pro-
pias emociones tanto tiempo reprimidas bajo la imagen de adulto
competente.
En entornos seguros y contenidos como el proceso SAT, va
cayendo la máscara y los Ez sociales pueden sentirse miedosos,
frágiles, introvertidos, serios y, conforme avanza el contacto con
su verdad más auténtica, cada vez más relajados y ablandados:
“Cuando, en silencio, conecto conmigo —dice Haydée— salgo

449
Psicología de los eneatipos

más calmada, camino más despacio, hablo más lento, me rec...


.
ero... Veo más claramente lo que no es mio, lo que he adopta
humana”,
do. En el SAT la gente me dice: “Estás mucho más
Para Francesco, «un E3 se empieza a desarrollar si deja de se,
dependiente de los otros, del trabajo, de la demostración de sy,
capacidades. Elegir libremente los compromisos, el trabajo q]
que dedicarse... Aquí se toma la verdadera fuerza, te vuelves ay.
téntico».

Cómo se mueve la sexualidad a través de la fantasía

Como señala Francesco,

el E3 ya se siente culpable por existir. Debajo de la culpa hay un vacío


más grande, de no existir, con relación a las expectativas de los padres,
Se idealiza lo que podrías haber sido, y sabes que no lo estás haciendo,
y te sientes culpable. Y el sexo también va unido a la culpa. Te sientes
en el fondo una puta, pero lo reprimes.

Al Ez social lo erotiza el poder y el relumbrón social. Una


persona investida de atributos que la cualifiquen como pertene-
ciente a la élite (económica, social, intelectual) es más atractiva
que alguien que, simplemente, ame. La medida de los afectos
puede ser económica: Tanto valgo, tanto me quieren.
La fantasía de un Ez social es ser admirado. Sabe que no
puede confiar tanto en su cuerpo como el sexy Tres sexual; estrate-
gia eficaz pero con fecha de caducidad. La suya pasa, en cambio,
por hacerse admirar por cualidades como la brillantez, la elegan-
cia, la clase, el mundo, el glamur... Seduce con la actitud y con sus
atributos simbólicos y mentales y, más que deseo, aspira a desper-
tar admiración y respeto. No un deseo sexual primario sino me-
diatizado por la exquisitez de la cultura.

450
Emocionalidad y fantasía

calculada, el Ez social relumb—si ra en


Como la escenificación res
tros Cortos» donde imp iona al interlocutor —SI €s un
gncl
mejor, Pero teme secretamente ser visto más allá de ela|
e, y desvelar su vacío interior. Por eso, su estrategía es j
c ' fantasÍ del otro, dejarse ver bajo las estudiadas y E
cof
como
cedoras luces del tearzo, pe luego desaparecer y perdurar
eco de fantasía. Ser visto pero no ser tocado. Fascinar a mu-
hos Pero NO comprometerse con ninguno. Soy amada por el
no
restigiosO fulano de tal, luego soy valiosa... Todo este juego
deja de ser una ilusión. Puro teatro.
ALE3 social le viene bien preguntarse cuál es su propio deseo,
sin espejos, sin que medie la mirada de nadie, sin necesitar des-
pertar deseo alguno (ni siquiera de un «otro» fantaseado o imagi-
qué desea, o
nado). Puede que encuentre entonces que no sabe
por miedo a las
que se dé cuenta de que se ha alejado de su deseo
.
consecuencias de expresarlo

451
INFANCIA

La formación del carácter

Durante la infancia se genera, primero, la herida óntica


esencial
(no ser amado por simplemente ser, en aquello específico de cada
uno), y seguidamente la falsa compensación que es propia del
carácter.
El Ez social ha sentido que se le ha valorado por una mentira
esencial. Esta falsedad reforzada por el aplauso de los adultos
tiene que ver con ser mostrado de cara a la galería con orgullo.
Con frecuencia es objeto de posesión de padres narcisistas, que le
incentivan como una extensión de su alta autoestima (pueden
haber nacido con privilegios y sentirse superiores de manera «na-
tural»).
El niño crece pues creyendo que lo puede todo.* Adquiere
una sensación de omnipotencia, de privilegio y preferencia. Un
estatus que tiende a mantenerse porque suele poseer talentos y
Una capacidad de trabajo y motivación con que desarrollarlos

de “dentiifican con elel Y yo


En sentido psicoanalítico, tanto sus padres como él lo ident

453
Psicología de los eneatipos

para seguir demostrando su valía.* El niño suele ser AUtOCO


ciente y puede desarrollar estrategias estudiadas y no o
niño. No es infrecuente que sienta una vergilenza Por sus Oc
tros que desea compensar y tapar con su propia brillante, (a
de quienes nacen pobres pero, ambiciosos, logran escalar Mi o
vida social). El hijo es, en algún sentido, la estrella de la familia h
elegido, el redentor del clan.
Por lo general, el E3 social es el preferido del progenitor del
género opuesto y se identifica con él, aunque hay a la vez Una
ambigiiedad hacia esta figura porque, además de la seducción,
puede haber un ataque y una relación de hostilidad o COMPeten-
cia con este progenitor.
Hay una película que muestra a las claras cómo se gesta un
E3 desde la infancia. Los padres van disfrazando a sus hijos y
construyendo monstruos; todo está controlado y es horrible,
Crean un puro engaño con sus niños. Se llama Little Miss Sunshj-
ne y es un auténtico festival de Treses que se pierden en la apa-
riencia, en la simulación.

Los padres

El Ez social ha sido un niño o niña cargado de una responsabili-


dad excesiva. Tuvo que inhibir sus necesidades reales para con-
tentar a sus padres y asegurarse su cariño. Solía mostrar con más
facilidad su rabia con el progenitor del sexo opuesto y congelarse

2. En esto se parece al E2, pero este puede sentir que se le debe amar porque sh
sin necesidad de rendir para merecerlo, y a veces pierde su estatus y sus mecanismos
de personalidad, como el orgullo, se vuelven compensatorios. El E3, en cambio,
trabaja para demostrar su valía (y nunca puede descansar), y sigue creciéndose en $U
sentirse escogido, porque no pierde el estatus.

454
y Infancia

sar el dolor y la frustración. Las relaciones


establecidas n
re
pr :, cOn UNOS padres con expectativas grand
losas le dificu]-
la "ablecer de adulto, relaciones madura osa
s de Pareja,
le di
pan No suele recordar escenas reparadoras entre sus padres a
cla Pm públicamente a nue cónyu
ges Y, como hijo, ha do
h e víctima de violencia física o psicológica
Por parte de sus
io res. Esto lo lleva a descalificarlos
y a desconfiar de la

Algo nas escenas clave


Ofrecemos a continuación un recopilatorio de recuerdos de in-
fancia de futuros Ez sociales:

Con dos o tres años yo no sabía aún leer pero me sabía de memoria el
cuento de La ratita presumida. Cuando había visitas, mis padres me
decían: «Ven, Haydée, lee el cuento a los amigos». Yo entraba en el
juego y falseaba la lectura, pasando las páginas cuando tocaba hacerlo,
y mis padres presumían y me aplaudían esta simulación. Mis padres
sabían que no sabía leer pero dejaban que los amigos se llevaran a en-
gaño. Yo cumplía las expectativas narcisistas de mis padres: ellos se lu-
cían conmigo y yo era falsa. Y así mis padres y los amigos de mis padres
me querían y me admiraban un montón. Con esto he aprendido que
valgo mucho sin realmente saber, lo cual en realidad me da una inse-
guridad interna tremenda (Haydée).

Cuando mi madre iba a la peluquería, yo leía para todos los niños.


Leía fatal, pero cuando me perdía me lo inventaba y además imposta-
ba la voz, como una actriz (Giusy).

Yo no tenía edad para ir al colegio (tendría unos tres añitos), pero ha-
a buscar. Era una
“2 Como que salía del colegio para que me fueran
Etrategia Para parecer algo más grande de lo.que yo era entonces (Yo-
landa)

455
Psicología de los eneatipos

Mi abuelo era profesor; se suponía que yo iba a ser maravillo sa, Pero
COSAS esta,
eso era por la parte de la familia de mis abuelos, en que las
ban bien. Por la otra parte (mis padres) todo era un desastre y me daba
una profunda vergúenza; yo quería ocultar el desastre de la familia.
Yo tenía dos ámbitos. En mi vida familiar era la tragedia, POrque
mi padre era extremadamente violento y nos masacraba a golpes todo
el rato y siempre eran gritos; todo muy dramático. En la escuela, tenía
un lugar de paz. Ahí era muy buena y muy trabajadora Porque si no
me castigarían en casa. Era muy importante para mí que nadie de la
escuela supiera, ni pudiera siquiera imaginar, las cosas que sucedían 65
mi casa. Nadie supo nada de mi vida familiar. Fuera de casa (en el co.
legio) me mostraba feliz y contenta. Si tenía cardenales los explicaba
como que me había caído montando en la bicicleta nueva que me has
bían comprado, en vez de explicar que me habían pegado en casa
(Giusy).

Mi madre me mandó a un colegio de monjas ursulinas, que era de la


alta burguesía, porque quería estar al mismo nivel que las señoras con
las que se trataba, aunque tenía un nivel socioeconómico inferior. En
el colegio yo mentía respecto a mi familia, o disimulaba lo que no que-
ría que se supiera. Por ejemplo, mi padre tenía un dos caballos, y me
daba tanta vergiienza que me vieran llegar que le pedía que me dejara
lejos de la puerta, porque mis compañeras se bajaban de un Mercedes
con chófer.
No es que mintiera abiertamente, sino que hacía pequeños falsea-
mientos. Presumía de que en verano íbamos al campo a una finca, de-
jando suponer que era nuestra, pero en realidad era de unos amigos
(Haydée).

A mí me llevaron a un colegio bueno haciendo un esfuerzo, pero en


realidad eran trabajadores emigrados a Suiza, y yo vivía en España con
mis abuelos. Yo mentía sobre mis padres; decía que tenían empresas.
¡Incluso llegué a decir que estaban muertos! (Y olanda).

Tendría seis u ocho años y mi cumpleaños reunía a muchos niños en


una fiesta. Uno de los juegos consistía en encontrar un tesoro escon-
dido. Poco antes de empezar, mi madre me llamó y me dijo al oído
dónde estaba el tesoro. Ese acto me hizo cómplice involuntaria de
una impostura. Me encontré atrapada entre la tentación de «ganan»

456
Infancia

ulsión a obedecer a mi madre y la abrumadora, ¡


verggonzo
dad sade parti ción delimpenga
sensacipar iameñarl
a todos
os mi madr, eNome defán
hab;d ome la opor.
nte,
aneidad y la inocencia infantil. No Les a Envenenado
antarme» ante ella. over el conflicto
Cuando dio comienzo la búsqueda del tesoro, hic
puscaba al azar, y al cabo de un rato me dirigí al lug € COMO que
do nde estaba el
resoro Y lo ARE hen el rato me encogían un azOrami
interior, UNA rabia cont enid a y un odio que nadie llegó a a no
Sentí asco y NO recuerdo en absoluto cuál era e] premio, O pa
contaminación moral ll
mio fue la sensación de impostura y de
cer esfuerzos Por Areco! que Soy como mis pares, sabiendo de mu
puedo serlo (Ana).
Cuando iba la escuela se consideraba que el alumno estaba atendiendo
cuando se quedaba muy calladito, mirando al profesor y
con las manos
detrás de la espalda. Cuando tocaba hacer esto, cuando
había que ha-
cer silencio en clase, yo ponía las manos atrás, apretaba los labios y me
ponía muy, muy tiesa, sacando pecho y desorbitando los ojos bien
abiertos, y casi me ahogaba de no respirar. Me contraía en esa ridícula
postura para que la profesora viera lo bien que me estaba portando y lo
bien que hacía el silencio (Giusy).

Para mí, de niño, llamar la atención me producía una mezcla de ver-


giienza y necesidad. En el colegio actué de Raphael, el cantante. Se-
gún me miraban, yo me crecía y actuaba cada vez más histriónico. Me
encanta recibir el aplauso; siento que me da algo que necesito (Eusta-
quio).

No recuerdo tanto imagen precisa como, más bien, la sensación de


que cuando hay un público yo lo hago todo mejor. Si no ganaba, hacía
lo que hubiera que hacer para que me reconociesen. Me exaltaba lla-
mar la atención, aunque fuera en algo negativo. No resistía la idea de
observa-
no ser nada. Es como si tuviera la necesidad de que haya un
dor, un reconocimiento por parte de la mirada del otro (Francesco).

a gente que
Cuando estudiaba piano de niña, en mi imaginación habí
estudio
Me veía cómo estudiaba. No estudiaba para estudiar, PO! el
gente aprecian do lo bien
mismo, sino con la fantasía de que hubiera

457
Psicología de los eneatipos

que lo hacía. Mi madre solía sentarse cerca a escucharme Neces;


una audiencia, real o fantaseada (Haydée). SSitaba
En la piscina, cuando era pequeña, salí corriendo para zambull;
mirando hacia mi madre, llamándola, para que me mirara a
tiraba, y seguí corriendo hacia la piscina. Había un tobogán y vo ms
tanta necesidad de que me miraran que me tiré por él... ¡sin da
quiera cuenta de que la piscina no tenía agua! Más aún que el daño a
me hice, me dolió el fracaso público (Yolanda). que

Cuando tenía siete años, mi padre me metió en un curso de natació


en que el profesor era un antiguo compañero suyo de saltos de ha,
polín. Me sentía mirada por el profesor, y quizá también por mi pa-
dre (pero me daba vergiienza comprobar si lo hacía o no). Había que
nadar muchos largos y yo estaba agotada. Sentía que me estaba al
riendo, que no podría dar una brazada más, que se me iba a parar el
corazón, que me iba a ahogar. Pero por vergiienza de no estar a la al.
tura seguí nadando, disimulando que no podía más. No era capaz de
seguir mi sentido común y parar, porque quería estar a la altura de las
expectativas; no podía decepcionar. Atenté contra mi instinto de su-
pervivencia, solo por la imagen (Ana).

Recuerdo que, cuando era pequeño, mi padre, que era guardia civil,
fue herido en un conflicto armado con terroristas. Recuerdo estar con
él en el hospital, cogiéndole la mano. Llegaron fotógrafos de prensa y,
cuando los vi, dejé de mirar a mi padre y me giré hacia ellos, con pose,
para ser fotografiado. “Tenía doce o trece años (Francesco).

Cuando era pequeña, un novio me preguntó si montaba en bici, y yo


dije que sí, sin tener ni idea de montar. Quedamos y yo salí con la bici
de casa. «¿Adónde vas con esa bici?», me preguntó una pariente. «A
montar», contesté. «¡Pero si tú no sabes montar!», me gritó. Me subí
en la bici y fui cuesta abajo, sin saber frenar. Conseguí parar dando un
giro tremendo delante de mi novio. Por no decirle que no sabía, cogí la
bici y sin saber, seguí adelante... y aprendí así (Yolanda).

De pequeña yo era muy atlética y corría; hacía saltos de vallas. En una


ocasión, en una carrera habían puesto, por error, una de las NE
vallas demasiado lejos de la anterior. Como las zancadas se miden de

458
Infancia

do con la distancia estándar SA las vallas, no pude adecuarlas a


las rodillas
«rancia imprevista y caí estrepitosamente, Me rompí
52 aye la caída me resultó tan horrible esta escena ante los des
más, el fracaso público de haber fallado, que se me caía la cara
ya verglienza. Dije basta, y nunca más corrí vallas, La imagen era tan
de soranie para mí que por ella perdí algo que me gustaba (Giusy).
¡m

México, donde nací, en un atasco en una autopi sta de circunvala-


n HI
al coche de al
pa recuerdo que me puse a hacer un show, dirigido
A O yo estaba enganchado en estar siendo mirado por aquel con-
. .

avergonzarme (Eustaquio).
juctor. La mirada de mi hermano me hizo
,

ul .
eN

459
7

PERSONA Y SOMBRA:
10 pESTRUCTIVO PARA SÍ Y PARA LOS DEMÁS

Según se ha venido vicuno, lo más evidentemente destructivo


para sí y Para los demás en el E3 social es el control emocional;
¿limentado por la búsqueda de reconocimiento, la competitivi-
dad y la necesidad compulsiva de ser visto y destacar, de «brillar».
El E3 social es destructivo con su forma fría y calculadora de
mostrarse ante el mundo. Por culpabilizador. Y por falsearse para
llenar el vacío o la desconexión interna, vendiendo una imagen.
Como autodestructivo es su «corsé emocional», relacionado
con el dolor corporal: al dolor emocional, el E3 social se entrega
pero siente que no es suyo. Áunque en su consciencia no sepa qué
siente, su cuerpo sí lo sabe: es como un animal prehistórico que
se defiende del vínculo con el otro. Se podría decir que la emo-
ción queda encorsetada.
La exigencia resulta también destructiva para él mismo y
para el otro. A veces usa su vara de medir como referencia y, si el
otro no está a la altura, el Ez social no se lo perdona. Tiene un
“iorme temor al rechazo, a que no se le reconozca, que es lo que
él les hace a los demás: los rechaza y no les reconoce (pero de tal
"anera que no se note). En su inconsciencia, es él quien culpa al
“o de la falta de reconocimiento, en un juego con dos turnos:

461
. Psicología de los eneatipos

«Este no me ve, no le gusto. ¡Pues me da igual, POrque no y;


ningún valor para mí!» tiene
Esta parte culpabilizadora y exigente, incluso intransi
permanece en la sombra (yo acuso al otro de algo que pos
gusta de mí), con lo que el Ez social se absuelve a sí lane
culpa. Al mantener este aspecto en la oscuridad va incremeng de
no se dejaen an-
do su nivel de exigencia a los demás, a la vez que
por la autoexigencia de hacerlo todo perfecto o, al menos, Erla
fuerzo de ocultar a ojos de los demás lo que hace mal. >
Ya hemos visto que de los subtipos vanidosos, el social es e
mejor vendedor de sí mismo... o de su vacío, Es quien establece
relaciones más superficiales y no ve la sensación de frialdad y rigi-
dez que transmite, que los otros no dejan de captar. Parece que
tiene muchos amigos del alma pero cultiva la amistad desde lo
superficial, desde donde puede mostrarse. Mientras esta motiva-
ción permanezca en la sombra, no se hará responsable de lo poco
que se deja ver.
Cuanta menos relevancia aparenta darle a alguno de sus atri-
butos, más importante parece. Esta disimulada ostentación in-
cluye, en primer lugar, la casa, que al-E3 social le gusta grande y
preciosa, digna de ser vista. Cuando la muestra, le quita parte de
su valor y omite el esfuerzo que le ha costado conseguirla. Los
demás quedan así admirados del poder que ostenta.
Su enorme desconfianza en sí mismo, unida a su necesidad
de gustar, llevan al vanidoso social a alimentar una imagen que
guste a muchos, en paralelo a una desidentificación profunda de
lo que le gusta a él mismo, que permanece en la sombra mientras
se consagra a mostrar lo que vende bien.
Este desidentificarse de quien es e identificarse con ese que
gusta se apoya en su capacidad para sentirlo todo y a la vez NO
sentir nada. Estamos hablando del vacío. El Ez social tient

462
Persona y sombra: lo destructivo para sí J para los demás

opal va cÍo y, buscando drenar


la angustia que le genera
¿Jimenta. Intentando salvag
uardar su intimidad, sus se-
sl creado un delirio con el
que cree Poner a buen re-
yacío, cuando es solo un salvoconducto para su pas
ión

Para conectar con su sentir, intenta sentir lo que sienten los


¿s, A veces, ante la imposibilidad de conectar con el dolor,
dem e no es capaz de sentir nada. Necesita una catarsis o sentir
cree qu
rabía O
agresividad para tomar contacto con sus sentimientos.
del cuerpo lo consigue.
Solo a través .y
Puede que la pasión del E social por la imagen incluya la
necesidad de hacer bien las cosas, pero no se trata tanto de hacerlo
bien como de que los demás vean lo bien y lo mucho que hace.
En su manía de ser reconocido de continuo, desarrolla un poder
de engaño a través del autoengaño llenando su vacío de tareas, a
las que es adicto. El hambre de brillar como el mejor, como el
indispensable, le lleva a utilizar a otras personas para que cum-
plan su propia tarea, apropiándose de méritos ajenos yejerciendo
sobre sus eventuales colaboradores un autoridad rígida y a veces
despectiva.
El control corporal se consigue en virtud de una desco-
nexión con el cuerpo. El E3 social se controla mentalmente y se
desconecta físicamente, sintiendo una gran rigidez que congela
casi literalmente el contacto corporal. Su cuerpo gestiona in-
concientemente las emociones a través de síntomas como enfer-
medades o trastornos de la alimentación. Como si solo a través
de este canal el Ez social pudiera expresar los tumultos emocio-
nales, ahorrándose de esta manera que lo empujen a una elabo-
"ación psíquica. Pues tal toma de consciencia le supondría en-
la
entarse al montruo del miedo, o contactar con el dolor,
así
"berioridad y el propio vacío psíquico. El cuerpo queda

463
Psicología de los eneatipos

como algo distinto de él mismo, heridas que no Pertenecen a 4


u
yo, un objeto separado.
Su y
Mostrar emoción le «debilita», le resta buena imagen
bra, mientr: as +,O
emocional ha de permanecer pues en la som
yo controlador, firme y «seguro», sale a los focos como Primer
actor.
La desconexión con lo que siente verdaderamente le genera
una inseguridad tal que mira de compensarla adoptando Ante el
mundo una actitud de respuestas rápidas y seguridad aparente
para que no se note su sombra: su fragilidad y el miedo a no ser
querido, que son lo que de verdad subyace. Resulta revelador el
testimonio de Yolanda:

Cuando me siento insegura al tomar una decisión, aunque sea simple,


no puedo soportarlo y elijo compulsivamente, sin pararme a decidir lo
que quiero.
El personaje que muestro es seguro. Por ejemplo, pido un café in.
mediatamente al entrar en un bar. Si me preguntan: «¿Qué quiere to-
mar?» o mi compañero pide otra cosa, o se para a elegir, se convierte en
mí en una indecisión. Dudo de si lo que he pedido es lo que me apete-
ce, y la dilación me hace darme cuenta de que no sé lo que quiero.
Pero no suelo cambiar mi primera decisión porque esto pondría en
cuestión mi imagen de rápida, segura y cierta.
Así que muestro un personaje seguro mientras oculto el que es, que
queda en la sombra: más dudoso, inseguro y desconectado de lo que
siento y quiero.

La imagen que proyecta un Ez social es de corrección. Todo


lo demás se oculta. Los impulsos hostiles o los movimientos
agresivos los transforma en una adecuación al mundo sin fisuras,
pura fachada. Controla la manifestación de su rabia; cuando está
enojado se muestra serio. Lo que le molesta lo convierte en silen-
cio. Lo que no entiende, en interés aparente con gestos como
si
lo estuviera pillando. Lo que le pone nervioso es respondido Con.

464
Persona y sombra: lo destructivo para sí y para los demás

sonrisa. Lo chabacano lo transforma en ade


o, cuado; o agresi-
Aa 7
o c i o n a l y
; 0 el mi e d l
y firmez a e m en im pu lso contrafóbico.
El impulso tierno no lo muestra con facilidad por
, falta de
cfesentes Para recibir cariño en la infancia se convertió en un
muñequito bueno. Por ED el Ez sua! expresa la ternura hacien-
do algo po" el otro, O dircole O diciéndole algo. La convierte, en

definitiva, EN generosidad; en algún caso, en falsa generosidad


orque lo que subyage es la creencia: «Si doy me querrán más; si
no molesto, me querrán por mi corrección».
Mostrarse vulnerable o expresar cariño le cuesta horrores. De
entrada, Cree que lo va a hacer mal: que si muestra sus emociones
no va a resultar creíble. Ya sea una emoción tierna, agresiva o
dolorosa, si se muestra emocionado siente que pierde credibili-
dad. Piensa además que el otro le va a ver débil y le puede hacer
daño. En cualquier caso prefiere mostrar un personaje seco y
duro, antes que el ser tierno, emocional y vulnerable que es.
El yo tierno que subyace es antagónico a la máscara que se
muestra. Á veces logra conectar con la ternura, que siente enton-
ces por todo el cuerpo. Si encima se da cuenta en ese momento
de que necesita de los demás, se volverá a poner tenso. Se en-
ciende la alarma: esto no compensa. El miedo a sentir, a lo que
pueda pasar, le aleja del contacto emocional real. Entra en su
indefensión aprendida: su creencia de que si se es tierno, los
demás lo van a abandonar. Una vez más vuelve a caer en valorar
al otro antes que el paso que ha dado desde la autenticidad de
sus Sentimientos.
Desde su impulso narcisista a subir a un trono de prestigio,
mostrará con suavidad su desprecio a la figura de poder, ponien-
0 en evidencia que no sirve como líder mientras le dice literal-
"ente que lo está haciendo muy bien.
También puede decapitarla desde otro lado bien oscuro: la

465
Psicología de los eneatipos

envidia, tan escondida pues confirma una vivencia de Carencia


cuyo contacto sería intolerable. La envidia se convierte así en un
automático gesto despreciativo, de quitarle valor al otro. La com.
petición es algo que difícilmente el E3 admitirá (sería desmontar
todo el personaje), y la mayoría de las veces se concreta en accio.
nes estratégicas o trampas que menoscaben el valor o la COmpe.
tencia del otro a ojos propios y ajenos. «Ásumo tantas identida-
des (a través del ego y sus máscaras) porque por dentro, ta| y
como soy, es horrible, es un demonio», afirma Giusy de un secre-
to temor que corroboran otros testimonios:

Tapo la sombra vestido adecuadamente para cada ocasión. Así oculto


el demonio, que es lo que no puedo mostrar. Aquí están mi rigidez, mi
envidia, mi enfado, mi tristeza y mis ganas de que me miren. El ego es
demoniaco porque quiere ser único y tiene muchas caras e identida-
des, y no hay una que sea la buena (Eustaquio).

Siento una culpa original, informe, genérica, y la gran responsabilidad


de intentar repararla. Más que un monstruo interno —ojalá pudiera
darle una forma concreta, pero lo que siento es un nihilismo más bási-
co—, siento una culpa básica. Tengo la necesidad de justificar perma-
nentemente, mediante mi rendimiento y mi brillantez, mi derecho a la
existencia. Incluso cuando me dejo ir en la meditación, me viene la
pregunta de si eso es verdadero o si me estoy volviendo a escapar (Ana).
IS

En la sombra, ya lo hemos apuntado, permanecen también


ei

la rabia y la agresividad. Añadamos ahora que si la contención es


tan grande es porque el interior se vive como preñado de auténti-
aer

cos monstruos, difícilmente contenibles si se sueltan. Giusy lo


e

ilustra así:
a

Tengo instinto homicida. Con mis niños, tenía mucho miedo de que
A
E

les pasara algo, y en realidad era porque creía que yo misma podía
ds

hacerles daño, incluso matarlos. Cuando iba a su habitación mientras


a

466
na y sombra: lo destructivo para sí y para los demás
Pers0

,
ara ver si respiraban y tenían pulso, lo que en realidad que-
dormían»
“ficar
ía de ¡ficar e ra que estaban vivos a pesar de. mi instinto homicida.
ja verdad es que soy totalmente incapaz de hacer daño-
a un
e na vez qUe le di un par de tortas a mi hijo tuve
que pedirle
niño: e miró con una mirada de tanta humillación que me
sentí
perdón. mni bebé una vez le di un mordisquito en la oreja y luego me
fatal. Y a
sentí lo P cor:

467
EL AMOR

El amor es una experiencia difícil para un Ez social. Su


vivencia
es que el amor, que estuvo congelado, «se enfría» y «se calienta»
permanentemente. Cuando percibe amor, surgen una
confusión
y una desconfianza y se cuestiona: «Esto ¿será amor?» Una de las
preguntas que más pueden descolocar a un Ez social es pregun-
tarle: «¿Cómo sabes que amas a alguien?»
En la vivencia infantil del Ez social, el amor se confundió
con el reconocimiento. «Si me reconocen, valgo. Y si valgo, me
quieren —aclara Yolanda—. Si no me muestran reconocimien-
to, no soy válida. Y si no soy válida, no me quieren». En el origen
faltó un afecto que se busca ahora fuera de las referencias afecti-
vas clásicas, Prosigue Yolanda:

Si veo que una pareja se besa en la calle, me emociona; pienso que eso
es amor. Pero inmediatamente invalido la escena, pensando que cuan-
do estén a solas no será igual. Desconfío de si el beso es solo lo que
muestran o es también lo que sienten. En el fondo, mi interpretación
es fruto de mi desconfianza, porque hay un desfase entre lo que tengo
A

que sentir y lo que verdaderamente siento.


EA

Para el Ez social el amor tiene que ver con sentirse so


¡ te para e Otro.
“ado, querido, deseado, con ser lo más importan
or de
“nque el otro no sea lo más importante para uno. En el am

469
Psicología de los eneatipos

pareja necesita ser lo único para el otro. Y aunque el


...
otro n
lo único para él, actúa como si$ lo fuera y se lo hace creer Os
a
Al ser el ámbito social su foco principal de atención, la Pare;
no cobra mucha importancia. Su radar está afinado para o
visto y querido por muchas personas. Y hay una vivencia de Va
dde .
en el amor, que tiene que ver con la entrega, y al E3 soci
la desconfianza le cuesta entregarse. Vende entonces amorosidad,
es aparentemente confiado, generoso, amable, complaciente |
Todo para que el otro lo quiera, pero sin contactar en ningún
momento con lo que siente realmente por la otra persona,
Cuando ya tiene seducido al otro suena la alarma: «Ten cy.
dado, que cuando menos te lo esperes te abandonarán!» Su viven.
cia primaria de abandono es una herida muy dolorosa y por cica-
trizar, que se activa inconscientemente al entrar en intimidad.
Sintiéndose vulnerable aparece el miedo: «Si no me protejo del
amor, me dañan».
Si a esto le añadimos su idea loca de que «cuando el otro des-
cubra verdaderamente cómo soy, se va a desencantar», compren-
demos la magnitud de la amenaza. Ante el amor, el Ez social
entra en confusión emocional, que disimula.
La seducción permite ofrecerle una zanahoria al otro y pro-
vocarle deseo. Pero si se le da sexo, el deseo del otro se acaba.
Adiós a la mirada anhelante por la que el E3 social se siente legiti-
mado y valorado:

Incluso hacer el amor durante muchos años de mi vida fue una tarea
para complacer al otro; a mi pareja o al que fuera, con tal de recibir un:
«Qué bien lo haces, cuánto me haces sentir». Esto saciaba el vacío de
sensaciones y de contacto. Si le hacía sentir placer al otro, aquello era
placer y era sentir, sin entrar en contacto en absoluto con mi cuerpo Ml
con mi deseo (Yolanda).

470
El amor

¿ enamoramiento ze ido buscando el «buen rollo, mediante el


Empezaba a seducir con otras estrat
¡ego de mi vida eglas que no fueran la se-
E . Es en la última parte de mi vida cuando estoy viviendo mi sexua-
idad realmente; antes era algo instrume ntal. Ahora me puedo abrir
l ergéicamente; el
sexo viene desde dentro al encu
en entro con el otro
(Eustaquio).
El Es social no protagoniza relaciones de gran intensidad
cocional, de platillos volantes y reconciliación. A] contrario,
sde que ese Contacto es la puerta a su mundo emocional, suele
caracterizarse por su frialdad. En las peleas de pareja se muestra
distante, Con punzante dominio verbal.
El amor para el E3 social va muy ligado a la confianza, a su
necesidad compulsiva de sentirse gustado, a la idea loca de que
debe adaptarse para agradar a todo el mundo, y a su interpreta-
ción de la aprobación como una muestra de verdadero afecto. La
vivencia del amor se queda así en una sensación superficial. Yo-
landa ofrece este ejemplo elocuente:
Estoy con mi pareja y necesito que verbalice cuánto me quiere. Él me
abraza, me besa, y eso a mí no me resulta suficiente, no lo entiendo. Le
pido que me lo diga con palabras, y él me dice: «Para». Y me abraza de
nuevo, largamente. Y yo me congelo, no sé qué tengo que hacer. Me
digo: «¿Cuánto durará este abrazo?, ¿qué hay que hacer?»
Habré tenido tres ocasiones en que he sentido, de manera muy
efímera, el amor erótico. Algunos segundos breves. En general no dis-
tingo mi amor del del otro, ni tampoco de la utilización, de la imagen,
de tantas cosas.

En el auténtico amor, el que no seduce sino que se entrega,


Uno puede mostrar desnudamente su ser, con apertura y vulnera-
bilidad, Tal autenticidad despierta más amor y lo profundiza. Si,
en cambio, las relaciones interpersonales se basan en una máscara
(social, en este caso), esa misma pantalla imposibilita el contacto
real y, por lo tanto, el amor verdadero.

471
Psicología de los eneatipos

Hay a menudo un fuerte vínculo de identificación ms


con 4 a
progenitor del género opuesto y una competencia
mismo sexo. También la sensación de no tener muchos recur,
instintivos (entre otros, el sexual) en el trato con los demás L
autoestima física es baja: el cuerpo no es lo bastante perfecro
como para ser libre y ser como se es. Sin embargo, la escenifica.
ción del cuerpo lo puede hacer aparecer como más atractivo de la
que el Ez social siente que es, como comenta Ana:

Supongo que esto tiene que ver mi segundo subtipo, el sexual. Aparen-
to ser más interesante, sexual y perfecta de lo que soy. Ser natural me
da pudor. Temo pasar de la apariencia a la mostración verdadera. Creo
que consigo proyectar cierto ideal que no soy yo. Y es trabajoso mante.
ner esa impostura, aunque también resulta, a estas alturas, un recurso
automático.

El Ez social idealiza el amor, del que no tiene un referente


sano. No se ha sentido verdaderamente amado y se quedó muy
perdido y robotizado frente al amor. «Sí, pienso en el amor per-
fecto —esboza Francesco—... La realidad es que he encontrado
un amor que se construye cotidianamente, un amor esforzado.
Creo que no existe el amor perfecto, sino el esfuerzo de amar».
La única manera para entrar en un espacio auténtico es salir
de la dependencia y la identificación con las necesidades del otro.
Al Ez social le cuesta el amor entendido como energía gratuita,
que no hay que demostrar.
En algunos casos la madre era muy tocona e invasiva, y daba
la sensación de estar usando al niño, que se sentía instrumentali-
zado, no respetado. Con más frecuencia ha tenido una madre
crítica, que siempre le ha andado corrigiendo, o incluso abiert2-
mente hostil. El amor, entonces, puede confundirse con ser blan-
do. Así lo cuenta Yolanda:

472
El amor

na falsa equivalencia entre lo tierno y lo blando


egoaq de sentirnao ternnura
ura;; creo q que la falta ta d de ternura
An
Prim
de mi madre me la
iado, no he sido capaz de percibirla. Si
la reconozco en el
pa"yencurbiac
me dejo estar, ierdo
pierdo el el control, pierdo pie. Es como si estuviera
pres ando un papel; tengo dudas de poder
0 .

usar la ternura. Como si


gerrás de e50 hubiera un miedo al contacto real, a
necesitar un abrazo
Ge esconde la necesidad de ternura; queda en la sombra,
Cuando me siento tierna me siento floja, Es como si perdiera la
fuerza y Me fueran a pisar. Conecto con un sentimiento para el que no
tengo códigos.

La clasificación que establece Naranjo del amor en erótico,


compasivo y admirativo queda, en el Ez social, sintetizada de la
siguiente manera:
El amor erótico es un medio que este subtipo utiliza para ser
valorado. No vive su instinto y su sexualidad libremente sino
para obtener una confirmación. Desconectado de la sensualidad
y el placer sexual, el amor erótico queda al servicio de la falsa ima-
gen. Vende amor erótico a cambio de amor compasivo (en la pa-
reja) o admirativo (aceptación social).
El Ez social busca tanto ser admirado como difícil le es ad-
mirar. Pues cada vez que el otro tiene valor le refleja su baja auto-
estima, estimulando una envidia y unos sentimientos de inferio-
ridad que se desplazan a una actitud despreciativa.
La carencia infantil de ternura materna y de unos padres
empáticos con su mundo emocional hacen del amor compasivo
un sentimiento tan eternamente anhelado como vivido con
desconfianza.

473
9
PERSONAJES HISTÓRICOS

El príncipe Metternich (detalle)


Sir Thomas Lawrence

Klemens von Metternich

Por Giusy Carciati

Los abusos de poder originan las revoluciones;


o.
las revoluciones son peores que cualquier abus
ranos;
La primera frase'va dirigida a los sobe
la segunda, a los pueblos.
KLEMENS. VON METTERNICH

475
Psicología de los eneatipos

Klemens Wenzel Nepomuk Lothar von Metternich-Winnebyy -


Beilstein (Coblenza, 15 de mayo de 1773 - Viena, 11 de junio A,
1859) fue conde; desde 1813, príncipe de Metternich-Winnebyrg,
y desde 1818, duque de Portella. Diplomático y estadista austriaco
(que, desde 1821, ostentó el cargo de canciller de Estado y Corte),
Nació en Coblenza, en una familia de la nobleza media q,
Westfalia. En 1795 se casó con la sobrina del poderoso canciller
austriaco, el conde Wenzel von Kaunitz.

Carrera política

Con menos de veinticinco años ya trabajaba como secretario par-


ticular del padre Georg. Su habilidad para la diplomacia pronto
le permitió convertirse en embajador de su país en Berlín y, en
1806, en París.
Tras la desastrosa derrota austriaca a manos de Napoleón en
1809, Metternich fue nombrado ministro de Exteriores y siguió
una política favorable a Francia, que le llevó a planificar el matri-
monio entre Napoleón y la archiduquesa María Luisa de Habs-
burgo, la hija de Francisco II.
Tras la derrota napoleónica en Rusia en 1812, Metternich
inauguró una política neutral e intentó mediar una paz entre Bo-
naparte y sus enemigos rusos y prusianos. En junio de 1813 se
encontró en Dresde con Napoleón, al que transmitió que la me-
diación había resultado fallida. Acto seguido, Austria declaró la
guerra a Francia.
Hacia el final de la guerra, en 1814, Metternich llegó a la
conclusión de que no era posible pactar una paz con Napoleón, y
respaldó la restauración borbónica. Esto lo acercó a Castlereagh,
el ministro de Exteriores británico. |

476
Personajes históricos

Merternich fue uno de los principales negociadores durant


ngreso de Viena co una agria disputa con el zar Ale
¿ Co
de
jandro e y sa e un fe anes para Polonia, Las tentativas
Merternich ecrear ente compacto con Castlereagh y Har-
denberg> elcanciller nn. para oponerse a Alejandro 1, falla-
-0n porque Prusia no queria enfrentamientos con los rusos, Met-
sesnich sorprendió a Prusia firmando una alianza con Castlereagh
y Talleyrand, el enviado francés, que salvó el reino de Sajonia de
la anexión prusiana. Simultáneamente Metternich negociaba
con Prusia, Baviera, Wiirttemberg y Hannover la creación de la
Confederación Alemana.
En los años posteriores al Congreso de Viena, el mayor em-
peño de Metternich fue mantener los equilibrios conseguidos y
defender los derechos de las monarquías e imperios, en contraste
con los emergentes sentimientos democráticos de la época.
Los motines de 1848 señalaron su fin: movimientos sub-
versivos en Viena exigieron su cese en marzo; Metternich y su
tercera mujer hubieron de abandonar el país. Regresaron tres
años más tarde y Metternich fue nombrado consejero del em-
perador Francisco José de Austria. Murió en Viena el 11 de
junio de 1859.

El hombre político

La visión conservadora de Metternich de la naturaleza del Estado


influyó en las conclusiones del Congreso de Viena. Él creía que,
operaban las anti-
dado que la gente estaba informada de cómo
nacionales
guas instituciones, no eran legítimas revoluciones
las que había n tenid o lugar en Franc ia y Grecia. El princi-
como
los
Pio de legitimidad jugó un papel vital en la restauración de

477
Psicología de los eneatipos

antiguos Estados, como el Estado Pontificio en Italia y la mo


quía borbónica en Francia, bajo Luis XVIII. Mediante e] o
de Carlsbad (1819), Metternich introdujo medidas que Ln
ban fuertemente el proceso liberal, con control de las activida
de profesores y estudiantes, que él consideraba responsables del
difusión de las ideas liberales y radicales.

Análisis del carácter

Klemens Wenzel Lothar reunía el aspecto y el espíritu Materno y


las actitudes paternas dictadas por su rango, junto con la tenden-
cia a gozar de los placeres de la vida, en una amalgama que termi-
nó influyendo en la historia.
Se puede decir que llegó al mundo completo, aristócrata de
pies a cabeza por ascendencia familiar y perfecto gentilhombre
según el modelo imperante, de quien sus pares pronto dirían que
solo quien ha vivido así sabe qué significa la dulzura de la existen.
cia. Era comprensible que él quisiera prolongar esta condición
para siempre, aún más por motivos personales que políticos.
No estaba enraizado, como sostienen muchos, en el prerre-
volucionario siglo XVII porque, si así hubiera sido, habría teni-
do la posibilidad de crecer y adecuarse a los nuevos tiempos.
Nació ya adulto en su mundo, donde le estaba vedada la posibili-
dad de desarrollarse, y él nunca deseó alejarse de ese mundo. A
los cuarenta y cinco años, afirmaba ser el mismo que ya era a los
quince, y declaraba que incluso en otras circunstancias siempre
habría sido el mismo.
Todo lo que le venía de nacimiento —las dotes naturales, la
inteligencia, la extracción social de familia—, le aseguraba UN
presente feliz y un futuro seguro. Su madre malcriaba a esté hijo

478
Personajes históricos

¿ecio, Su padre se complacía co


n los pro sresos del
yA, lo halagaba en exceso y despierto
le toleraba co N indulg
encia las es-
das de adolescente desenfre nado .
a
Sy herman a yy su hermano se subord ; aban z
bordin a Él porque reco-
afan SU superioridad y eran conscientes de
que, en cualquier
aso, Siempre le darían la razón.
n ? ,

Desde niño dominaba el arte de granjearse las


simpatías de
codos, Y especialmente de todas, a veces sin ningún
esfuerzo por
su parte. Lo encontraron encantador como
niño y como joven.
Les parecía bellísimo, rubio de ojos azules y de buen corazón, to-
davía ingenuo y tímido, pero ya galante y caballeresco.
Pareciera que, desde el inicio, Metternich se preocupó de
cultivar esta impresión, mostrándose obediente y calculando
pensamientos y deseos para condescender amablemente y satisfa-
cer con gracejo. Sabía conquistar yendo al encuentro del otro,
aunque sin entretenerse demasiado ni plegarse, en absoluto, a la
voluntad de los demás. Se convirtió en un maestro en el arte de
tratar con los seres humanos.
Todo esto le sirvió para consolidar su posición social y de
hombre político pero no, ciertamente, para modelar su carácter.
Como sabía granjearse con tanta facilidad las simpatías, Klemens
terminó por volverse demasiado orgulloso y pagado de sí. Jamás
lo rozaba la duda, jamás se sentía tentado a examinarse ni a criti-
carse. En el fondo fue un egocéntrico resuelto a no dejarse des-
viar, de ningún modo, de su propia órbita.
Dado que le daban siempre la razón, consideraba que siem-
Pre estaba en lo cierto. Y como no se encontraba en condiciones
de luchar para afirmarse, con frecuencia pecaba de una cierta mo-
lie y era dado a dejar que los otros hicieran las cosas asu mane-
"demostrando con esto un escaso sentido político.
a menudo,
No le gustaba decit «no» ni solía necesitar decirlo

479
Psicología de los eneatipos

que el Otro sol;


o al menos no de cara a su interlocutor, de modo ía
r una buen a opin ión acer ca del político.
cons erva
ona. $.
Narciso redivivo, estaba enamorado de su propia Pers
admiraba en el espejo y más que ninguna otra cosa le gustaba
cedía a la e
despertar la admiración general, motivo por el que
tación de posar, de subir al escenario a todas horas como un ba
real (animal predilecto del rococó).
Se procuraba el placer prodigándose en cortesías que bres
cían dictadas por el amor hacia quien dirigía su atención, y decía
las palabras que los demás —bien lo sabía— deseaban oír de su
boca.
Fue su madre quien lo había espoleado a comportarse así,
porque en estas artes veía la promesa indispensable para su ascen-
sión social. En una ocasión el joven Klemens, encontrándose en
Estrasburgo, había declarado que prefería la música italiana, y su
madre lo amonestó. A partir de ese momento, en Alemania se le
E

oía decir que amaba la música germánica; en Francia, la gala.


Su padre le daba consejos de carácter práctico: debía mos-
trarse amable con todos y no descuidar nunca a las señoras mayo-
res, cuyos chismes influían bastante más de lo que se creía en la
opinión que el mundo se hacía de los jovencitos.
El hijo se atenía a las sugerencias paternas, pero pronto no le
bastó la sola aprobación de las mujeres de edad. Sobre sus prime-
ros amoríos circulaban historias nacidas de boca de quienes, en el
futuro, le envidiarían sus grandes: amores. Según estos rumores
malintencionados, el joven Metternich habría hurgado bajo las
faldas de las camareras, se habría divertido con las sirvientas.
Estos habrían sido, empero, los únicos contactos que debió de
haber tenido con el pueblo.
De hecho él, que se encontraba perfectamente a sus anchas
en los salones y cortes, brillante conversador que tanto deseaba el

480
Personajes históricos

cet, fue, sin embargo,


boca
poco amado, ni POr sus
pa aj por la posterioridad... con la excepción de Conte
las mmporá
P -a
eos n aspect eres,
COMO unbuenAbáttiaspecto
. orrED Ó efecto,
qenia era un engatusador. Con ellas se
nos, ,coy mo un hombre dieciochesco.
c0 si
hacia lapolítica sentía una pasión frí
a, cerebral, se dedicó
. cambio 4 las mujeres Eon ardor in
extinguible, La lista de sus
aquistas es notable. Se casó tres veces y tuvo
muchas distraccio-
ses del lecho conyugal. Como adulto ya había dejado la juvenil
propensión a los amores con sirvientas y aspiraba, por vanidad,
colamente 2 las mujeres del gran mundo.
Desde la infancia vivió en un círculo exclusivo, en el mundo
feudal, en los ambientes aristocráticos. Sus primeras aulas esco-
lásticas fueron el estudio de su padre y el salón de su madre. Una
de las enseñanzas fundamentales que recibió fue la indiscutible
verdad de que el feudo representaba un bien intangible, heredita-
A

sio por derecho, y que era menester acrecentarlo, puesto que


constituía la base sobre la cual se apoyaban no solo las riquezas de
la antigua nobleza, sino también el orden social y la tradición
a

política.
_

En el salón materno aprendió cómo debía comportarse entre


o

sus pares y cómo distinguirse del resto de la humanidad. No


tardó en ser capaz de manejarse en sociedad con la misma seguri-
dad con la que jugara. Desde niño —le gustaba recordar— supe-
raba en desenvoltura a los de su misma edad, y se caía con menos
frecuencia. De sí mismo decía: «Nunca corría atropelladamente y
siempre tenía los ojos bien abiertos».
Sí se apresuró a aprender buenas maneras. En las relaciones,
Ponía atención a la formalidad; bastante más, de hecho, que al
contenido. En las conversaciones, más que implicarse verdadera-
a era amable, brillaba y ra 7 a
abras: la suya era una cortesía superficial,

481
Psicología de los eneatipos

el ambiente cortesano se hablaba francés y él lo usaba tan a men.


do que un día su padre se sintió en el deber de amonestarlo, Para
evitar que terminase por olvidar su lengua madre. Se EXpresaba en
francés con más elegancia y con menos claridad, lo cual, de hecho
no era una contradicción, dado que el francés no era solo la lengua
de los filósofos, sino también la de los diplomáticos.
Aprendía con facilidad, como un juego, y esto constituía cag;
una desventaja. De hecho, su buena memoria lo llevó a la erróne,
suposición de que no necesitaba esforzarse a fondo en los esty-
dios. Carecía de la constancia necesaria para profundizar lo que
comprendía a toda prisa y le faltaba la voluntad de plasmar en
una obra lo que aprendía. Por otro lado, ya tenía todo lo que ne-
cesitaba, y con el tiempo conseguiría —ciertamente— todo lo
que se le antojó.
Su propensión natural a ver el presente teñido de rosa, y no
menos rosado el futuro, la formulaba con un optimismo racio-
nalmente motivado y con la confianza en el progreso característi-
cos de la Ilustración.
En correspondencia con el derecho de autonomía y la moral
autónoma que defendía la Ilustración, pretendía disponer autó-
nomamente de sí mismo, aspirar a la felicidad personal y vivir
guiándose por su propio placer. Su tentativa de elevar similares
conceptos a principios de validez absoluta y de anteponerlos a
todas las reglas estaba en consonancia con su idea de ordena-
miento político, que consistía —creía ver con certeza— en la
continuidad de su mundo. En su comportamiento privado Kle-
mens era, en cambio, menos rígido, con desviaciones de los prin-
cipios y excepciones a las reglas.
Las exigencias fundamentales. del espíritu de los tiempos
coincidían con su particular disposición mental, y esto explica
por qué Metternich llevó, durante toda la vida, la impronta de la

482
Personajes históricos

ción o, Mejor dicho,


de la fase ilustrada: au
s Seg tonomía p ara
ot
| la humanidad.
Aim cn O > SU predecesor: «La
¡encia y la reflexión son
las únicas grandes maestras
del espí
de humano». Pero MERREnICA no asimiló, en cambio, tan a
fondo la moral y la pedagogía predicadas por
Rousseau y practi-
¿adas por Simon, según el cual «el hombre natural era bueno y el
resorno a la naturaleza debía comenzar con ejercicios gimnásti-
cos, natación, excursiones, vida al aire libre, pernoctando en tien-
da de campaña...». Esa estilo no coincidía con los gustos del
joven conde Metternich, quien apreciaba las comodidades y no
habría renunciado motu proprio a los polvos, los ungiientos y la
peluca, objetos que su preceptor consideraba causantes de males
fisicos y espirituales, que ablandaban y afeminaban al alma.
De Metternich no se podía esperar un Sturm und Drang, ni
una turbación del espíritu, ni tampoco extravagancias ni pasiones
devastadoras. A los quince años, podría decirse que ya estaba
hecho un hombre. Receptivo, precoz y altanero, era, en todo
punto, la expresión de la noble cuna de la que provenía.
Ya de adolescente, se le consideró lo bastante maduro como
para iniciar estudios superiores en la universidad de Estrasburgo,
meta de los futuros diplomáticos, una carrera adecuada al rango
al que se sentía predestinado.
El joven Metternich tenía aversión, por pereza natural, a me-
ditar. Su disposición a aceptar fielmente lo ya pensado por otros
estaba, ciertamente, más desarrollada que su voluntad y su capaci-
dad para una actividad mental autónoma. No se dedicaba con pa-
sión al estudio ni tenía necesidad, pues. se estipuló que no tenía
ye someterse:a exámenes, y que era libre de emprender la carrera
Aiplomática aunque no hubiera conseguido el título. Se conside-
la vida
taba que era más importante para un diplomático conocer

483
Psicología de los eneatipos

que disponer de un saber libresco. Debía aprender, ANtes que


nada, a practicar la vida en sociedad ye moverse con desenvoltura,
El joven descartó, pues, las bibliotecas y se decantó Por los
salones; las salas de baile lo complacían infinitamente más que las
aulas, y se aplicó con diligencia a su preparación, comportánd om
ejemplarmente y obteniendo óptimos resultados.
Por todas partes suscitaba simpatías y admiración. Uno de
sus primeros biógrafos lo describe así: «Aquel bello rostro ¿e
nariz ligeramente aguileña, enmarcado por una masa de rizos yy.
bios que le caían sobre los hombros, iluminado por unos grandes
ojos azules apasionados, noble y puro como el semblante de un
joven caballero de las antiguas pinturas alemanas, al que se aña.
día el porte altanero y sin embargo armonioso en los movimien.
tos, la sorprendente seguridad de cada gesto, el decoro agraciado
de toda la persona».
Sin embargo, quien lo observaba con mayor atención lo juz-
gaba de otra manera y no se abstenía de criticarlo: El rostro no
revelaba profundidad de pensamiento, su belleza era más bien
insípida y la pronunciada nariz podría pasar por un indicio de
carácter pero, puntiaguda como era, delataba presunción. La
boca tenía algo de blandamente sensual que parecía indicar lasci-
via y, bajo su perenne sonrisa, se trasparentaba un cariz sardóni-
co. El joven tenía algo de faunesco.
Metternich venía de una época en la que había conceptos
distintos por lo que respecta al orden. La vida de los individuos y
las comunidades debía regularse por orden divina y por las leyes
morales humanas; ello salvaguardaba la umanitas cristiana. Había
que preservar el «mejor de todos los mundos»; había que aspirar a
la belleza, a la bondad y ala verdad, y se respetaban los acuerdos:
pacta sunt servanda.
Como hombre político, lo definió así-el historiador francés

484
Personajes históricos

0Sorel: «Era un diplomático de altísimo nivel, sin iguales en


ple yan su tipo, y mereció guiar a Europa mientras Euro-
su cda ser guiada por la diplomacia». El diplomático suizo
pe yaljorton escribió: «Metternich propugnó una unión de
Pa ados europeos Y fue el precursor de los hombres de buena
0 “ad que fundaron la Sociedad de las Naciones, lo que más
yO s amaría la Organización de las Naciones Unidas». El mi-
Fxteriores estadounidense Henry Kissinger aplicó el
pistro de eds IN
erternichiano, que definió así:
método m

quo por excelencia,


Merternich hacía una política que era la del statu
es.
cuya finalidad era mantener la estabilidad, no la realización de ideal
rica, que
y el equilibrio es la definición clásica de la experiencia histó
dez si no se garantiza también
nos enseña que ningún orden tiene soli
una protección material contra las agresiones.

485
Psicología de los eneatipos

Retrato de Teresa de Ávila


Peter Paul Rubens

Teresa de Ávila

Por Haydée Nozal

«Mujer de carácter abierto y comunicativo, de extrema sensibili-


dad y simpatía personal, “Teresa de Cepeda y Ahumada poseía a
la vez un temple enérgico que le permitió afrontar las mayores
contrariedades. Apasionada y entusiasta, intrépida y voluntario-
sa —mujer de acción, en una palabra—, siempre mantuvo los
pies en el suelo, pese a sus numerosos incidentes de índole sobre-
natural. Logró desenvolverse en su medio con un difícil equili-
brio entre idealismo y práctica». Esta espléndida descripción de
Dámaso Chicharro* ilustra la personalidad de una mujer fasci-
nante: Santa Teresa de Jesús.

3. D, Chicharro, Santa Teresa de Jesús, Vida, Cátedra, Madrid, 2006, pp- 20-21:
486
Personajes históricos

1515 y 1582, envuelta en avatares personales y acon-


y¡ó entré
:antoS de enorme trascendencia para la espiritualidad del
an fundó 17 conventos y reformó otros muchos,
sobre

en Castilla yAndalucía.
*, Encontramos En su producción literaria un texto singular: el
on de la Vida, escrito a los cincuenta años, en plenitud espiri-
Li icológica. En su introducción podemos leer: «La vida de
pes Madre Teresa de Jesús y algunas de las mercedes que
o os le hizo, escrita por ella misma, por mandato de su confesor,
¿quien le envía ydirige». Se trata de un documento excepcional
lagado de vivencias, contado a veces con gracia e ironía y con
una profunda espiritualidad que llega a contagiar al lector. El
manuscrito, como la vida de Teresa, tuvo también su propio vía
crucis, incluidas las intrigas de la princesa de Éboli, hasta que Ana
de Jesús* solicitó directamente el texto al Inquisidor General. El
destinatario del libro será el P. García de Toledo, a quien la santa
había conocido en 1962; al enviarle el manuscrito, escribiría:
«Aquí le entrego mi alma». Este libro atrajo el interés de las más
encumbradas cimas intelectuales y políticas de su época, desde
San Juan de la Cruz a Felipe II.
Evocando el principio formulado por Virginia Woolf de que
saber para quién se escribe es saber cómo hay que escribir, Teresa
escribe el Libro de la Vida con la finalidad de rendir cuentas de sus
experiencias espirituales y de formar y aconsejar a las monjas. No
és una autobiografía en el sentido estricto de la palabra; de hecho,
en su apariencia formal es un tratado didáctico para la práctica de
la oración mental. Pero el libro va más lejos, y el relato biográfico
* mezcla con el testimonio de su propio viaje espiritual sin des-

- e de Jesús fue la fundadora del Convento de Madrid.


se > elipe Il reclamó el autógrafo para la Real Biblioteca de El Escorial, donde
Junto con el original de San Juan Crisóstomo.

487
Psicología de los eneatipos

preciar lo sensual. La autora va desarrollando un estilo que resul


ser casi un ensayo moderno: la narradora y lo narrado se o
en un océano de confidencia y confesión que nos permite de
brir la epopeya de una auténtica «guerrera espiritual», _
«La vida de Teresa, escrita por ella misma —+escribe Azo
rín— es el libro más hondo, más denso y más penetrante us
existe en la literatura europea. A su lado los más agudos analistas
del yo, un Stendhal, un Benjamín Constand, son niños inexper.
tos. Y eso que ella no ha puesto en este libro sino un poquito de
su espíritu, pero todo en estas páginas, sin formas del mundo ex-
terior, sin color, sin exterioridades, todo puro, denso, escueto, es
de un dramatismo, de un interés, de una ansiedad trágicos»,
La grafología ha podido deducir detalles de su personalidady
carácter. Para Suzanne Bresard,

la escritura de Santa Teresa, de relieve expresivo, [...] traduce una per-


sonalidad de fuerte voluntad y pensamiento [...] su sensibilidad apasio-
nada y lírica carece de fragilidad y complacencia ante sí misma o ante
los demás [...] Femenina en su naturaleza pero no en su fuerza de expre-
sión, [...] hay en la sensibilidad de Santa Teresa una fuente de conflic-
tos, fecundada por su acción, pero generadora de sufrimiento personal
[...] en ella la purificación espiritual se traduce, a la vez que por un des-
asimiento, por una afirmación en las tendencias esenciales del ser».

Hasta qué punto la inspiración, en su sentido más complejo,


influye en la forma de expresión escogida es un misterio, señala
D. Chinarro: «Para ella es muchas veces el propio Dios el que
habla a través de sus palabras. Teresa es consciente de que no
podrá comunicar determinado pensamiento si Dios no le ayuda

6. Azorín, Los clásicos revividos, los clásicos futuros.: Espasa Calpe, col. Austral,
Madrid, 1945, pp. 40-41.
7. S. Bresard, L Espagne mystique,
Arts et métiers graphiques, París, 1945» P- 35:

488
Personajes históricos

evocación de la palabra precisa, . e incluso Moviendo su


$ porque Veo. claro
.
no . soy

yo quien
s
lo dice > que n1 : lo Or-
,

on el entendimiento ni sé después cómo lo acerté a decir ,


me acaece. muchas veces»? dice la santa en uno
. de los frag-
És t0 s citados de toda la literatura teresiana, co
entoS mas o. MO Consta-
ón de que los místicos son meros transmisores.
raci

Elentorno familiar
¿Era mi padre aficionado a leer buenos libros, y ansí los tenía de
romance para que leyesen sus hijos. Estos con el cuidado que mi
madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nues-
tra Señora y de algunos santos»,!” Teresa nos habla de una biblio-
teca «clandestina» que su madre poseía, y la de un hermano de su
padre, Pedro Sánchez de Cepeda," «muy avisado y de grandes
virtudes» ** que poseía buenos libros de romance.” Se sentía muy
unida a su padre: «era la más querida de mi padre»;'* «era tan de-
masiado el amor que mi padre me tenía y la mucha disimulación
mía, que no había de creer tanto mal de mí y ansí no quedó en
desgracia conmigo».** Recordando la muerte de su padre, escribi-
tía: «pareciéndome se arrancaba mi alma cuando vía acabar su
vida, porque le quería mucho».**

8. Ibíd., p. 56.
9. Teresa la Santa, Libro de la Vida, cap. XIV, v. 8.
10. Ibíd., cap. Í, v.1.
un convento jerónimo.
11. Amigo de lecturas de todo tipo. Murió monje en
12. Vida, III, y. 4.
13. Libros piadosos.
14. Vida, L. y. 3.
35. Ibid., IL y. 7,
16, Ibíd., VIL y. 14.

489
Psicología de los encatipos

Mujer de acción

«No era menester más para mí de pensar, alo Dios todo, y vía
que no había de qué me as A ds que $alabar, Y antes
me hacen devoción las cosas dificultosas, y mientras más, más,»
Para Víctor García de la Concha, «desde niña —es su manera q ke
ser— la Ahumadita no sabe hacer nada sin emplearse a fondo, 8
Llama la atención el espíritu emprendedor y viajero de la
santa, ¡una monja de clausura!, en una España con molestas difi-
cultades para largos desplazamientos. J. Pérez menciona que las
fundaciones se ubican en las regiones mejor equipadas desde el
punto de vista de las infraestructuras viales, y algunas de ellas cer-
canas a prósperas ciudades manufactureras.'? Si, además, consi-
deramos su frágil salud —no se sintió curada hasta 1542 y, entre
los veinticinco y los veintisiete años sufrió increíbles penalidades
físicas—, podemos hacernos idea de lo que significaba emplearse
en semejantes empresas: «Quiérome declarar más, que creo me
meto en muchas cosas».*” «Ayúdame poco el poco tiempo que
tengo [...] porque he de andar con la comunidad y con otras har-
tas ocupaciones»;”" «porque sería gastar mucho más tiempo, y
tengo tan poco como he dicho, y por ventura no sacar ningún
provecho».” A pesar de este manifiesto sobre la falta de tiempo y
de eficacia, reseñamos a continuación la «agenda» de tres años:

17. Ibíd., XXVIII y. 6.


18. V. García de la Concha, Teresa de Jes |
ús, Libro de las Fundaciones, Espasa
Calpe, Madrid, 1991, p- 12,
19..J: Vérez, Tere de sa
Ávila y la Espdeasuña tiempo, Algaba, Madrid,
20. Vida, cap. XIII, y. 17. 2007, p-74
21. Ibíd., cap. XIV, y. 8. o
22. Ibíd., cap. XXX,
v. 22.

490
Personajes históricos

1575 1582. TA
2 de enero: traza su 2 de enero: sal
ruta para ir a Beas de
e de
vila, acompañada
Segura (Jaén), pasan- del P. Gracián, ca
do por Medina, Ávila mi-
no a Burgos. Pasa po
y Toledo.
r
Medina del Campo.
16 febrero: llega a Visita sucesivamente
Beas, donde funda Valladolid y Palencia.
convento el 24 del 20 de enero: fun
da-
mismo mes. ción de las descalzas
18 mayo: Sale de Beas en Granada por Ana

24 de agosto: inaugu- por. orden del P. Gra- de Jesús.


ra el nuevo convento cián camino de Sevi- 24 de enero: sale de
de San José. Recla- lla. Palencia, camino a
man a Teresa del con- 26 mayo: llega a Sevi- Burgos, donde com-
vento de la Encarna- lla, donde funda tres pra casa para la fun-
ción. días después. dación que lleva a
30 mayo: sale de To- efecto el 19 de abril.
7 julio: el P. Domin-
ledo camino a Pastra- go Báñez, O. P., 7 de mayo: Gracián se
na. Se detiene ocho aprueba el Libro de la despide de la Santa.
días en las Descalzas Vida. No la verá más.
Reales de Madrid. Diciembre: una novi- 26 de julio: la santa
22 de junio: funda las cia acusa a las descal- sale de Burgos, se de-
monjas de Pastrana. zas de Sevilla ante la tiene en Palencia y
Inquisición. Efectos llega a Valladolid el
9-10 de julio: funda
los frailes descalzos en 25 de agosto.
de los decretos del ca-
Pastrana. pítulo de Plasencia: El 1 de octubre anun-
21 de julio: desde To- los confesores descal- cia su muerte. Fallece
ledo envía a Pastrana zos de la Encarnación el 4 de octubre a las 9
A lsabel de Santo Do- son apresados en Ávi- de la noche.
Mingo para priora y la. Recibe la santa or-
trae de Malagón a den de retirarse a un
Ana de los Ángeles convento de Castilla;
Para que lo sea en To- el P. Gracián aplaza la
- Escribe las Ex- orden.

491
Psicología de los eneatipos

Relaciones sociales

Teresa se movía entre los núcleos más importantes de la inquier


religiosa del momento. Otro medio importante en su Etna.
en sus relaciones sociales era su contacto diario con letrados, hu
manistas, confesores, etc., de quienes aprendió CONStaNtemente
hasta el punto de que en el Libro de la Vida ocupa un lugar funda.
mental la referencia a estas personas.
Márquez Villanueva” ha reconstruido la imagen de Santa
Teresa en el círculo de sus simpatías sociales, afirmando que solo
se movía con naturalidad en el medio burgués de profesionales y
burócratas, pequeños eclesiásticos o hidalgos provincianos que
coincidía con el estrato más densamente converso de la sociedad
española. Ejerció una cierta rebeldía protestando contra los su-
puestos sociales de su tiempo y cuando no tenía más remedio que
aceptarlos, se le aprecia un suave toque irónico.** Menciona Y.
T. Walsh que la princesa de Éboli «se mostró escandalizada por el
descubrimiento de semejante espíritu mundano y comercial en
una mujer de la que, cuanto menos, esperaba milagros.”
Los estudios de Narciso Alonso Cortés, Homero Serís,”
Américo Castro” y otros tienen absoluta seguridad del origen
converso de la santa, cuyo abuelo Juan Sánchez de Toledo fue
procesado por la Inquisición en 1485. Explica Dámaso Chicha-

23. F. Márquez Villanueva, «Santa Teresa yel linaje», en Espirirualidady liser-


atura en el siglo XVT., Alfaguara, Madrid, 1968.
24. Vida, cap. XXXVIL | o
25. W. T. Walsh, Santa Teresa de Ávila, Espasa Calpe, Madrid, 1968, P- 377
26. N. Alonso Cortés, Pleitos de los Cepedas, B. R .A. E., 1946, pp» 85-119:
27. H. Seris, Nueva genealogía de Santa Teresa, N. R. F. E., n* 10, 1956 PP-
365-384.
28. Vida, pp. 20 yss.

492
Personajes históricos

0 que ese origen, riamente expresado, no da idea de su


orme repercusión en la biografía de Santa Teresa, como en la
dlalquier español de su siglo. Si un español no era tenido
or cristiano viejo, aunque fuese por simple sospecha, su situa-
ción se volvía angustiosa. El comprobar ascendencia hebrea,
anque fuese de quinta generación, era la mayor infamia; tuvo
que soportar, por tanto, el sentirse señalada como «cristiana no
limpia».
Américo Castro? señala cómo hubo de utilizar su inteligente
senacidad para luchar contra los «dardos de la opinión». Teresa
tuvo perfecta consciencia de su condición social, y en su transfor-
mación consiguió un difícil equilibrio entre el anhelo de integra-
ción y la angustia del rechazo; parecería haber compensado las
humillaciones sufridas con privilegios espirituales, como si la
unión con Dios fuera una victoria frente a la sociedad de su tiem-
po y por ello hubiera recibido un «linaje espiritual», aunque en el
Libro de las Fundaciones diga: «Siempre he estimado en más la
virtud que el linaje».
Tenía siempre presente la casta de las personas, y en sus
relaciones sociales aceptó a personajes aristocráticos que mere-
cían su confianza y que tenían influencia.** Se entendía mejor
con los hombres de negocios que con los aristócratas, cuyos
modales resultan complicados y sus prejuicios ridículos, dice J.
Pérez, Estos capitalistas, llegado el caso, pueden convertirse en

ión), Cátedra, Ma-


29. D, Chicharro, Santa Teresa de Jesús, Vida (introducc
drid, 2006, p. 21.
30. A. Castro, Teresa la Santa y otros ensayos, Alfaguara, Madrid, 1972.
de la Cerda
_ 31. Cultivó relaciones con doña Guiomar de Ulloa, doña Luisa
de Acuña (hermana del
Viuda de Pardo), la duquesa de Alba, doña María
Arias ía),
conde de Buend doña María de Mendoza (mujer del Comendador Cobos,
de Éboli, hasta su ruptura por
ES del marqués de Camarasa) y con la princesa
ada con la Inquisición.
"trigas que pusieron a la santa en una situación muy delic

493
Psicología de los eneatipos

mecenas, invirtiendo no solo en el negocio sino también en lo


espiritual.??
Para ella, la jerarquía quedaba clara: para los asuntos espiri-
tuales, trataba directamente con Dios y solo confiaba en los con-
fesores sabios; para los asuntos de poder, se relacionaba con los
grandes, y si era necesario, con el propio Rey, «a quién se refirig
reiteradamente al rey llamándole —mi amigo el rey— y pidió a
sus monjas que rezasen por él».?
En 1577 escribió a Felipe IL, suplicándole una rápida inte.
vención y recordándole que ya antes habían encarcelado a estos y
a otros Descalzos:

un fraile descalzo, tan gran siervo de nuestro Señor que las tiene bien
edificadas [...] y le tienen por un santo, y en mi opinión lo es y ha sido
toda su vida [...]. Está todo el lugar bien escandalizado [...]. A mí me
tiene muy lastimada verlos en sus manos [...] y tuviera por mejor estu-
vieran entre moros, porque quizá tuvieran más piedad [...] que temo
por su vida. Por amor de nuestro Señor suplico a vuestra majestad
mande que con brevedad le rescaten.?*

Su pretensión de colocar a la mujer en un cierto nivel de par-


ticipación igualitaria con el hombre, y su asunción de la condición
física y la sensibilidad que por género, le son: propias como algo a
valorar; parecen alumbrar, desde las limitaciones de la época, un
cierto feminismo: «Y esto oí al santo fray. Pedro de Alcántara (y
también lo he visto yo), que decía aprovechaban mucho más en
este camino que hombres, y daba de ello ecelentes razones, que
no hay para qué las decir aquí, todas a favor de las mujeres». *

32. J. Pérez, Teresa de Ávila y la España de su tiempo, Algaba, Madrid, 2007,


p-80.
33. W. T. Walsh, op. cit., p.359.
34. Carta 211.
35. Vida, XL, v. 8.

494
Personajes históricos

bió con especial énfasis la entrada en el Carmelo


de analfa-
prob!
eras, captaando iS e la clase bur guesa conversa,
xeres era una mujer brillante y, a pesar de su deliberado
es-
erzo Por no parecer nota, buscó el prestigio entre las cimas
als intelectualidad. Reformó el Carmelo contra viento y marea
¡só y cortó cabezas de los «falsos letrados» con los que se fue
contando En el camino: «Ya dije es menester espiritual maes-
mas si este NO ES letrado, gran inconveniente es» 36
tr0,
Para la santa, el maestro debe ser de buen entendimiento,
con experiencia y culto y, si no reúne estas cualidades, el orden
deseado es: virtud y discreción y, a medida que el alma progresa
en la oración, sabiduría: «Ansí que importa mucho ser el maestro
avisado, digo de buen entendimiento, y que tenga espiriencia: si
con esto tiene letras, es grandísimo negocio».
La relación con el maestro no es de tú a tú; Teresa siempre
admira al que sabe, valora la sabiduría: «Se habían juntado mu-
chos a quien yo daba mucho crédito».** Apreciaba a los hombres
cultos: «Mi opinión ha sido siempre y será que cualquier cristia-
no procure tratar con quien las tenga buenas, si se puede, y
mientras más, mijor; y los que van por el camino de la oración
tienen desto mayor necesidad, y mientras más espirituales,
más»,3
ni for-
Paralelamente despreciaba a los que, sin escrúpulos
mación, se erigían en consejeros espirituales. Esto la llevó a
pasar sobre decenas de confesores: «Ha menester aviso al que
Comienza, para mirar en lo que aprovecha más. Para esto €s
Muy necesario el maestro, si es espirimentado; que si no, mucho

36. Ibíd., XIII v. 19.


37. 1bíd., XUL y. 16.
38. Ibíd., XXV, y. 14.
39. 1bíd., XIII, y. 17. Se refiere a «letras».

495
Psicología de los eneatipos

puede errar y traer un alma sin entenderla ni d ejarla


a sí mesma
entender».*
Desde los primeros capítulos de Vida, constata
las dif
cias entre letrados y no letrados: «Siempre fui amiga de
.
á

eme
: ke

las letras,
aunque gran daño hicieran a mi alma confesores medio
letrados,
porque no los tenía de tan buenas letras como quisie
ra [..,
buen letrado nunca me engañó».* Desprecia la falsa a
acepta lo establecido, pero se permitía ironizar: «Puedo tratar >

como con amigo, aunque es Señor; porque entiendo no es


como
los que acá tenemos por señores, que todo el señorío ponen en
autoridades postizas».*
Teresa lo pintaba de santidad, pero hay un claro aprecio por
lo intelectual en su búsqueda. El filón estaba en la Compañía de
Jesús «y veo fue todo para mayor bien mío, porque tratase gente
tan santa como la de la Compañía de Jesús»,* donde encontró
maestros, buenos confesores y amigos, manifestando claramente
el afecto, respeto y la gratitud que les profesó: «Trajo Su Majestad
aquí a otro muy espiritual y de gran ánimo y entendimiento y
buenas letras». «Este padre me comenzó a poner en más
perfeción».* «En ese tiempo vino a este lugar el padre Francisco,
que era duque de Gandía y hacía algunos años que dejándolo
todo, había entrado en la Compañía de Jesús. Procuró mi
confesor».* Pero fue a fray Pedro de Alcántara —quien promovió

40. Ibíd., XIII, v. 14.


41. Ibíd., V, v. 3.
42. Ibíd., XXXVII, v. 5.
43. Ibíd., XXIII, v. 9. ]
44. Ibíd., XXXIIL, v. 7. Hablando del jesuita Gaspar de Salazar, que ayudó
mucho en la reforma teresiana.
45. Ibíd., capítulo XXIV, v. 5. Se refiere al jesuita Juan de Prádanos, quien
llegó a ser rector del Colegio de San Luis.
46. Ibíd., XXIV, v. 3. Se trata de San Francisco de Borja.

496
Personajes históricos

o,
a la primera fundación— a quien Tere $2ASPtUECT OS Prácticos
VO Un especial
esp ectO Tenía muy lindo e ntendimiento
$ la Ñ avidad de 1560,
e « »,
un confesor le ne 86
n..4a la Ref la absolución si
orma, lo que engrosó, segurame
po d ejpia desconfianza: «H Í nte, su disposi-
ízome harto provecho pa
ción
.? a
ra no confiar
mucho n ranadie , porque no le hay que sea estable sino Dios»,48
siguió busc ando a la
La y pers
ona que pudiera enseñarle
uien fiarse: «Si vía
yo alguno predicar
algo y de q or particular le cobr con es píritu y
aba, sin
procurarlo yo, que no sé
bien, UN a onía».** «Como
muchas veces me ha dicho
quién A e comunicar toda mi el Señor,
alma y las mercedes que
que no E ace, con el confesor, el
y que sea letrado, y que le obe-
o Eso muchas veces». «Ácaeciome
con algún confesor, que
See quiero mucho a los que gobístman mi alma, como los
tomo en lugar de Dios tan de verdad, paréceme que es
AE
donde mi voluntad más se emplea y como yo andaba con seguri-
dad, mostrábales gracia».'*
Aunque gustase de autoinjuriarse («esta miserable, poco humil-
de y mucho atrevida, que ha osado determinar a escribir cl ess
tan subidas»*), Teresa convirtió la obediencia én fuente de immpics:
ción, que se tornó en eje estructural del Libro de las Fundaciones.
Por experiencia he visto, dejando lo que en muchas pares he Lo, e, , |

gran bien que es para un alma no salir de la obediencia. a,


tiendo estar el irse adelantando en la virtud y el ir cobrando

47.1bíd., XXVII v. 18.


48. Ibíd., XXXIX, v. 19.
49. Ibíd., VII v. 12.

497
Psicología de los eneatipos

humildad: en esto está la seguridad [...] aquí se halla la quier d


)
tan preciada es en las almas que desean contentar a Dios». Heu

Todo este cimiento de la oración va fundado en humildad y que mien


tras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios.

El cultivo de la autenticidad, hasta extremos que Pusieron su


vida al borde de la hoguera,'* resultó ser un excelente catalizado,
para su desarrollo espiritual: «Como le di cuenta, en suma, de mi
vida y manera de proceder de oración, con la mayor claridad que
yo supe, que esto he tenido siempre, tratar con toda claridad y
verdad con los que comunico mi alma».** Teresa de Jesús cuenta
en el Libro de la Vida sus miedos, sus anhelos, sus mentiras, su
desconfianza, sus dudas, su exigencia perfeccionista, sus vanida-
des, a las que gustaba referirse, y apreciamos en su relato cómo se
aprovecha del rasgo, cómo lo utiliza y cómo llega a transcenderlo
«pues ansí comencé de pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en
vanidad, de ocasión en ocasión».
Notamos su insatisfacción, su exigencia, su duda: «No sé si la
comparación cuadra»; «no sé si atino a lo que digo»; «no sé si queda
dado bien a entender»; «todas las mercedes que me había hecho el
Señor se me olvidaban; solo quedaba una memoria, como cosa que
se ha soñado, para dar pena, porque se entorpece el entendimiento
de suerte que me hacía nadar en mil dudas y sospechas»;** «porque
hasta ahora, que todo lo veo cumplido cuando el Señor me dijo de
esta casa se había de hacer, nunca determinadamente lo acababa de

53. Libro de las Fundaciones, prólogo, v. 1.


54. Vida, XXIL, v. 11.
55- Ibíd., XXXIIL, v. 5. Una de las pocas veces que cita a la Inquisición.
56. Ibíd., XXX, v. 3.
57. Ibíd., VII, v. 1.
58. Ibíd., XXX, v. 8.

498
Personajes históricos

eel Ampoco lo podía dudar. No sé cómo era esto


. Es que mu
a "ces por'una parte me parecía imposible, por otra no lo podía
ee , ? . E di

chas digo creer que no se había de hacer».5>


guaps interesante cómo esta poderosa mujer, capaz de Ponerse el
do poz montera, hablaba de su miedo:
«Yo era temerosa en
nu

Extre mo, como he dicho».* «Hízome gran temor, porque cual-


des novedad me le hace grande a los principios de cualquier
cperced sobrenatural E el Señor me haga». «Temía que no
había de haber con quién me confesar, sino que todos habían de
huir de mí. No hacía sino llorar».*
De su imagen y de cómo se las ingeniaba para gustar, leemos:
«Las gracias de naturaleza que el Señor me había dado, que según
decían, eran muchas». «Comencé a traer galas y desear contentar
en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabello y olores,
y todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas por
ser muy curiosa»; «miraba más el gusto de mi sensualidad y vani-
dad que lo bien que estaba a mi alma»;% «porque en esto me daba
el Señor gracia: en dar contento adonde quiera que estuviese, y
ansí era muy querida». «Hacíame le leyese, y aunque no era
amiga de ellos, mostraba que sí, porque en esto de dar contento a
otros he tenido extremo, aunque a mí me hiciese pesar [...] porque
¡ba muchas veces muy sin discreción».7 «Aunque algunas veces se
traslucían mis vanidades, como vían otras cosas que les parecían

59. Ibíd., XXXIX, v. 14. Refiriéndose posiblemente al monasterio de San José.


60. Ibíd., XXV, v. 14.
61. Ibíd., XXVIIL y. 1.
62. Ibíd., XXVIIL v. 14.
63. Ibíd., 1, v.8.
64. Ibid. IL y. 2.
65. Ibíd., TIL v.2.
66. Ibid. IL. y. 8.
6
7. 1bíd., TIL, v.4. Libros de romances.
,

499
Psicología de los eneatipos

fan, * 68
buenas, no lo creían». a
«Para el mal y curiosid ad y vanidad
gran maña y diligencia. El Señor me perdone». “enáa
No se avergonzaba de mostrar su ira,
“Porque Un espírit
desgustado de ira pone el demonio, que pare
.

ce a todos me mn
>
t

rría comer, sin poder hacer más».?”


Resulta llamativo el cuid.el
que ponía para que no se descubrie1 ran sus carencias:
2
N
0
Entre mis faltas tenía esta: que sabía poco de rezado y de lo que hab;
de hacer en el coro y cómo lo regir, de puro descuidada y Pe abía
otras vanidades, y vía a otras novicias que me podían enseñar. Aca tre
me no les preguntar, porque no entendiesen yo sabía poco».”: en

A men udo encontramos un tono jocoso j .


y espontáneo:
«Rompa vuestra merced esto que he dicho, si le pareciere, y tómelo
por carta para sí, y perdóneme, que he estado muy atrevida,7:
«Puede ser imaginación esto, es imposible de toda imposibilidad».

Mentira - autenticidad

«Engañaba a la gente —dice Teresa— porque en lo exterior tenía


buenas apariencias; y ansí no es de culpar a la casa donde estaba,
porque con mi maña procuraba me tuviesen en buena opinión».”
«Cuando pensáis tenéis una voluntad ganada, sigún lo que os
muestra, venís a entender que todo es mentira».?* «¡Oh Grandeza

68. Ibíd., VII, v. 18.


69. Ibíd., VI, v. 7.
70. Ibíd., XXX, v. 13.
71. Ibíd., XXXI, v. 23.
72. Ibíd., XVI, v. 8.
73. Ibíd., XXVI! v. 11.
74. Ibíd., VI, v. 2.
75. Ibíd., XXI, v. 1.

500
Personajes históricos

vajsa d mía! ¿Qué hacéis, Señor mío


, todo poderoso
? ¡Mirad
y ¡én hacéis tan soberanas mercedes! ¿No dái
z da esta
pasido E alma m un abismo de mentiras y pj a
léla: AS :
Y Piélago de vanidades, y
do pos cl culpa, que con eme Vos dado natural de aborre-
ces el mentir, yO mesma me hice tratar en muchas cosas
cgenticalos” «que de puro honosam turbaba tanto, que decía
cuy MENOS de lo que sabía. Femme después por mí,
cuando no
cabía MUY bien, decir que no lo sabía».77
Josep Pérez señala cómo la santa no se resigna a la mediocri-
dad y aspira a una vida interior más auténtica. Lo que la amena-
zaba, dice, era la tentación de mediocridad, contra la que pondrá
en guardia a las carmelitas: «Siempre hay que tener ambición;
creerse incapaz de grandes cosas es falta de humildad».7*
Llama la atención la exigencia perfeccionista que la lleva a
titular otro de sus libros Camino de Perfección, pero la santa se
ve imperfecta: «Y es que estoy hecha una imperfección [...] y las
muchas imperfecciones que veo en mí»,*” porque su aspiración es
llegar a la cúspide de la perfección: «Si el que comienza se esfuer-
za con el favor de Dios a llegar a la cumbre de la perfección, creo
que jamás va solo al cielo; siempre lleva mucha gente tras sí».* «Y
pensé que lo primero era seguir el llamamiento que Su Majestad
me había hecho a religión, guardando mi regla con la mayor per-
fección que pudiese».*”
Mantiene con el dinero una curiosa relación. El primer escrito

76. Ibíd., XL, v. 4.


77. Ybíd., XXXI, v. 23.
78. ). Pérez, op. cit., p . 58-59. ,
7, Encado por AP. Báñez como una continuación de su autobiografía y
consejos sobre la oración.
80. Vida, XXX, v. 17.
81. Ibíd., XI y. 4.
82. Ibíd., XXXII v. 9.

501
Psicología de los eneatipos

que conservamos de Teresa es una orden de Pago de


su última carta con fecha segura se refiere también SU tiem Po, y
a
preciosos, el el oro y orspi los ddiamantes
lespeiciosos y os a
“tiempo
económico.* Usa el sistema monetario de s a
E tema

como términos de
con Dios. Existe una amplia documentación Similitud
sobre las
que Santa Teresa firmó, donde anota al detalle hasta la eta
cantidad de ingresos y gastos, casi con el cuidado de u im
no contable.?:
cocer
Su sentido pragmático la llevó también a SOstener
mon
rios sobre las bases económicas del trabajo y, en
parte, de la
mosnas; rompía con ello una rancia tradición y seadelanta
ba a
curso de los tiempos. Para J. Pérez, la decisión de admitir a Una
nueva postulanta la tomaba el capítulo del convento
. Teresa se
fijaba más en sus cualidades que en su fortuna y los criterios de
selección eran: vocación, salud e inteligencia.*s

Transformación

El proceso espiritual de Teresa transita por una potente «terapia


corporal». Es a través del dolor físico, en ocasiones insoportable,
como la santa accede a un contacto íntimo con su ser. Primero
siente su propio dolor y sus miserias; después, el dolor del mun-
do, el dolor del calvario de Cristo; y desde'esa sensibilización,

83. El primer estudio importante sobre este tema es el de Luis Ruíz Soler: La
personalidad económico-administrativa de la Santa Madre Teresa de Jesús, Zarauz,
1970 (cit. en T. Egido, p. 29). sali
84. T. Egido, «La novedad teresiana de A. Castro», en Revista de Espir p
dad, n* 32, 1973.
85. J. Pérez, op. cit, p.130.
86. Vida, VI, v. 1.

502
Personajes históricos

ningúría
nochey sabidu
artables, que ni día de ni amor «con a dolo e
n sosieo
De. sucompo
| una tristeza muy P rofunda»,*
¡eneb
e
«yra»,
ternu mudó Dios la . que
se da
mi alma
2 en grand ísima
ye tenia s d a
q Tras la vivencia e un instante en el infierno, el Señor le re

vela la gloria:*? «la MO de losdeseos, encomendar a aborrecer el


cundo, el ver muy Cato Su vanidad», «Entiende que la verda-
dera honra nO s mentirosa, sino verdadera, tiniendo en algo lo
se es algo, Y lo que es nada tenerlo en no nada, pues todo es
nada, y Menos que nada lo que se acaba y no contenta a Dios»;
¿[..] y la gloria que entonces en mí sentí no se puede escribir, ni
aun decir, ni la podrá pensar quien no hubiere pasado por esto.
Entendí estar allí junto todo lo que se puede desear, y no vi nada.
Dijéronme, y No se quién, que lo que allí podía hacer era enten-
der que no podía entender nada, y mirar lo nonada que era todo
en comparación de aquello».*; «Muchas veces estaba ansí como
ATA

desatinada, embriagada en este amor»;” «entendiendo la verdad


de cuando niña, de que no era todo nada».* «No me parece otra
ARA

cosa, sino un morir casi del todo a todas las cosas del mundo, y
estar gozando de Dios [...] es un glorioso desatino, una celestial
AAA

locura, adonde se desprende la verdadera sabiduría, y es deleítosi-


sima manera de gozar el alma».?

87. Ibíd., V, v. 7.
88. Ibíd., IV, y. 2.
89. Ibíd.,L y. 1-5, 8.
90. Ibíd., XIX, v. 2.
91. Ibíd., XX, v. 26.
92. Ibíd., XXXIX, v. 23.
93. Ibíd., XVI, v. 2.
94. Ibíd,, TI, y. 5. aría en
95. Ibid, XXVI, v. 1. Recuerda lo que Chógyam Trungpa desarroll
Loca
Sabidurya, Kairós, Barcelona, 2005.
e
r

$03
Psicología de los eneatipos

Vacío

[...] lo que hace su presencia, y que quiene particularmente COMenzar a


obrar en el alma en la gran satisfacción interior y esterior que da y en]
diferencia que, como he dicho, hay de este deleite y contento a los de
acá, que parece hinche el vacío que por nuestros pecados teníamos he.
cho en el alma.*

Los ojos en el verdadero y perpetuo reino que pretendemos ganar, E,


muy gran cosa traer esto siempre delante, especial en los Principios,
que después tanto se ve claro, que antes es menester olvidarlo para vi-
vir, que procurarlo traer a la memoria lo poco que dura todo, y cómo
no es todo nada y en lo nada que se ha de estimar el descanso.

Retrato

Su confesor, Francisco de Rivera, trazó así el retrato de Teresa:

Era de muy buena estatura, y en su mocedad hermosa, y aun después


de vieja parecía harto bien: el cuerpo abultado y muy blanco, el rostro
redondo y lleno, de buen tamaño y proporción; la tez color blanca y
encarnada, y cuando estaba en oración se le encendía y se ponía her-
mosísima, todo él limpio y apacible; el cabello, negro y crespo, y frente
ancha, igual y hermosa; las cejas de un color rubio que tiraba algo a
negro, grandes y algo gruesas, no muy en arco, sino algo llanas; los ojos
negros y redondos y un poco carnosos; no grandes, pero muy bien
puestos, vivos y graciosos, que en riéndose se reían todos y mostraban
alegría, y por otra parte muy graves, cuando ella quería mostrar en el
rostro gravedad; la nariz pequeña y no muy levantada de en medio,
tenía la punta redonda y un poco inclinada para abajo; las ventanas de
ella arqueadas y pequeñas; la boca ni grande ni pequeña; el labio de
arriba delgado y derecho; y el de abajo grueso y un poco caído, de muy

96. Ibíd., XIV , V. 6.

97. Ibíd., XV, v. 11. Parece entroncar con la filosofía budista.

504
Personajes históricos

acia y color; los dientes muy buenos; la barba bien


r hecha; las
puena g
- chicas ni grandes; la garganta ancha y no alta,
. ni Cc sino antes me-
orejas oco; las manos pequeñas y muy lindas. En la cara
da un POr”
¡jida tenía tres
ñ al lado izquierdo, que le daban
ueños mucha gracia, uno
pa eN la mitad de la nariz, otro entre la nariz y la boca, y el ter-
¿s abajo
” o oda
cer debajojunta
de laparec
boca.
ía muy bien y de muy buen aire en el andar, y era
0
ple y apacible, que a todas las personas que la miraban común-
e aplacía
E / mucho. 98
m

Curios ¡dades

cr de Teresa de Jesús está cerrado con nueve llaves. stLa


ulcro
«El sep de Alba tiene tres, las monjas del convento con e
a : .
A
enterrada tienen otras tres y el confesor de dichas monjas, las tres
restantes» nó

Je s%y C3%BASs. Página


Tereressaa__ddee_,Je
/ess.wikipedia.or g/ wi ki /
95.$. CiCiCitado enen h http:/lle
vez el 25 de marzo de 2007. Cs4BAs.
: cada por última
modifi % 3
de_Jes
29. hp: wikipedia org/wiká/Teresa_

505
IO

EJEMPLOS CINEMATOGRÁFICOS

Conociendo a Julia

por Ana Iribas

Título original: Being Julia (2004, 105 minutos)


Basada en la obra de teatro Theatre, de William Somerset
Maugham.
Dirección de István Szabó, con guion de Ronald Hardwood.
Personaje: Julia Lambert, interpretada por Annette Bening.
E3 social, con sexual como segundo subtipo.

según declaraciones del director, la película trata sobre máscaras.


La sociedad nos incita a interpretar papeles, no solo en nuestra
profesión sino también en la vida privada. El largometraje se cen-
tra en cómo Julia, una actriz (ya de por sí, la profesión máscara
Por excelencia), se va «educando» y conociendo a sí misma.
Comienza con la protagonista en un momento de crisis vital,
Durrida, vacía y desmotivada, temiendo que la edad la relegue 4
Papeles teatrales sin importancia. A partir de este impasse, ocur”
la hará
á un cambio en su vida: se enamorará de un joven. Esto

507
Psicología de los eneatipos
ln
experimentar de nuevo la intensidad y la vitalidad, Para lu
decepcionarse, hundirse más aún y, finalmente, resurgir en ED
venganza gloriosa en el escenario, que la catapulta de ny €vo Una
a la
cima como actriz, le devuelve la dignidad como persona y la lleva
a reencontrarse consigo misma y a ser más auténtica.

Situación de partida

Julia es una persona enérgica, carismática, alegre (sonríe Muy a


menudo), atractiva, diva y con un gran talento como actriz, Has-
tío vital, crisis de los cuarenta y cinco, la vida y el teatro le saben a
poco.” Será cada vez menos joven y bella, por lo que no habrá
papeles interesantes, y su fama se apagará.
En el primer diálogo con su marido, tras un brote de ira,
Julia dice: «Estoy cansada. Más que eso: estoy agotada [...] a
punto de derrumbarme. Es todo tan tedioso... Quiero que me
pase algo nuevo».
Dramatiza ante su socia para convencerla de que anulen la
obra que está harta de representar: «Estoy cansada [...]. Me sien-
to como si ya tuviera noventa años. Estoy hastiada. No espero
nada de la vida. [...] Estoy al borde del abismo, como si mi vida

100. Esta sensación de descontento con la vida mediocre, que no se aproxima


al ideal, y la necesidad de construirse una identidad con ayuda de la ficción, es Un
punto de contacto con la Emma de Madame Bovary, la novela de Gustave Flaubert.
Sin embargo Emma, que por su vacío interior y necesidad de construirse de acuet-
do con estándares externos, tiene aspectos de E3 social, sufre también una ansiedad
que le hace desear cosas o identidades que no posee para, cuando las tiene, descu-
brir que no le satisfacen y abandonarlas. En este aspecto, Emma Bovary tiene 12
matiz E4. Nótese, en cambio, que Julia (una verdadera E3) se identifica realmente
con la buena actriz y la mujer atractiva («se las cree»), y lo que quiere es consolidar-
las, y no abandonarlas en pos de otras mejores por venir.

508
|
Ejemplos cinematográfic
os

ca llegando a su fin». Hay,


guvie . . En este momento de su vida ,
i atisbo de vacío exi
stencial,

irupción de la novedad

(na aventura amorosa COn un joven al que dobla la edad.


A]
principio, Julia está radiante, rejuvenecida e ilusiona
da. Todo
acurrió —le cuenta a su amigo Charles, en clave indirecta, como
si hablara de un guion— «por sorpresa para ella. Se ha enamora-
"do locamente del joven, y le ocurre cuando a ella todo le parecía
| monótono, COIMO Si SU vida hubiera terminado. La aventura cam-
pia su existencia. Todos le dicen que parece que tenga diez años
menos».

Desarrollo

Pero Julia ha perdido el control, las defensas y la compostura, y


pasa a ser humillada por su.amanté y luego, también, por:su hijo
(quien denuncia la: falsedad de toda la existencia de su madre) y
por su marido (pues también tiene un affaire con Ávice, la joven
actriz amante de Tom, y vaticina de ella que será «la nueva Julia
Lambert»).

Desenlace

r a
Tras haber tocado fondo, recupera el autocontrol y hace baila
a Tom,
e sonlo,de su coreografía...a.empezando por «follarse»
alvándo
bjeti como despedid Julia: resurge de sus cenizas en

509
Psicología de los eneatipos

una venganza apoteósica, mezcla de cálculo e inspiración : a


visada sobre el escenario, recuperando a su marido,
¡ e] resp Pro- E m
Á
Ñ de
eto
dignidad
.
su hijo y de su amigo,
se .
y
7
reapropiándose de su
> a Par

que arrastra públicamente por los suelos a los jóvenes ar


y Tom. En este acto de autoafirmación, insulto y tale >
SA . Cpas
Avice
¡

Julia se reencuentra a sí misma y, de paso, se confirma como «| ,

«la
mejor actriz de Inglaterra».

La máscara y el entrecruzamiento entre ficción y realidad

«Parecer real: ese es el arte de actuar.» (Jimmy Langton a Julia


Lambert)

La máscara es un falso personaje que se ofrece ante los demás. La


interpretación es, pues, la puesta en acción de la máscara. Cuanto
más real parezca la ficción, más eficaz será, y el actor actuará tan-
to mejor cuanto que llegue a identificarse con su máscara.
Fílmicamente, el entrecruzamiento entre ficción y realidad
está hilado a varios niveles. El más elemental es el de la máscara
literal: en un momento de gran vulnerabilidad, cuando, en sole-
dad, ha llorado de celos y desamor, Julia se cubre la cara con una
mascarilla de belleza. Pintarse significa, también, ponerse la más-
cara social. Así, Julia pasa de momentos sinceros (por lo general,
sin maquillaje) a otros de ocultación y disimulo (por lo general,
maquillada), en los que pone en juego su encanto, talento e inte-
ligencia.
Otro nivel de este juego entre ficción y realidad, esta vez pSt-
cológico, está encarnado por el antiguo maestro de interpreta”
ción de Julia, Jimmy Langton (a quien da vida el actor Michael
. 7 4 ¡oe
Gambon). Langton, aunque ha muerto quince años atrás, sigu

510
“S "AfiCOs

:yo en la consciencia de la acta

ye al púncipi dela peca yrar


mismas iniciales que Julia Lambert 2% “Soifcativamen
.
e, 1> as
QUe viene a
SS por u
ano de ,
“inc S
El maestro aparece, como

Pero Jimmy Langton también simboliza la capacidad


de
verse desde fuera. Comenta las escenas que Julia está' viviendo en
la vida real, en clave de interpretación: si ha sobreactuado, si se ha
quedado corta, si ha habido poca verosimilitud, etc. Langton
viene a ser la mirada del otro internalizada en la consciencia de
Julia, la permanente sensación de estar actuando.
Cuando Julia se encuentra con su amigo platónico Lord
Charles en el museo —significativamente, delante de un retrato
nte sofistica-
de Tamara Lempicka, pintora famosa por su decade
en lug ar de hab lar le abi ert ame nte de su relación con su
ción—,
o, comentándole un
joven amante, lo hace de modo indirect
n el qu e in te rp re ta rí a a una muje! que
papel que le han ofrecido, e
j ven. Charles comp
ren-
mb re mu ch o má s jo
se enamora de un ho sma, Do
ando de ella mi
de, desde luego, que Julia está habl ts od
ro mp e la fic ció n, y sol o le ac on se ja que nO
poco relación,
to ese papel, que es una farsa, que rompa la
fin imiento, y nc
3 O cede en su gl
. , , .
terminara en lágrimas. Julia n

511
Psicología de los eneatipos

de insistir, a pesar de que sabe que ha quedado XPUESta: «y


puede. Se ha enamorado de él, por eso está indefensa... e o
Perso.
naje de la obra».
Hay una obra teatral que Julia representa en tres Ocasiones
que alude a su propia vida. En una escena se despide de su amadoy
«Nadie llegará a saber jamás lo mucho que lo amaba, Éy Era mi
sol, mi luna, todas las estrellas del firmamento. Adiós, amor mío,
declama, como colofón final, antes que caiga el telón. Esta escena
se repite, pero actuada de diferentes maneras,'* porque el estado
de ánimo de la Julia real se refleja en cómo da vida al Personaje
sobre el escenario. |
Resulta creíble la primera vez que Julia recita otro monólogo
trágico, en el que desea evitar la ruptura con su amigo Lord Char.
les. (Julia está maquillada, y la escena tiene lugar en un café) Lo
inquietante es que el mismo monólogo se repite, de manera prác-
ticamente literal cuando, en bata y sin maquillar, con estudiada
pose, intenta retener a su amante Tom. Este bis inesperado causa
una impresión de falsedad y patetismo, que aumentan el impacto
dramático de sus palabras: «No quiero perderte. No tengo mu-
chos amigos, amigos de verdad. Y tú eres la única persona de mi
vida con la que puedo mostrarme tal como soy. Sigamos viéndo-
nos, por favor».
Otro ¿eitmoriv, que podría haber aparecido dos veces en la
película,'” es el texto de la última obra teatral que Julia va a repre-

101. Siempre con una voz potente y grandes gestos; que desde nuestra sensib-
ilidad actual parece forzada y nada naturalista, pero que en los años treinta era el
estilo de actuación deseable y adecuado a los grandes espacios escénicos de entonc-
es.
102. Si una de las escenas no hubiera sido' eliminada de la versión final El
DVD de la película contiene las escenas descartadas y una muy recomendable pista
sonora con comentarios en off de István Szabó, Annette Bening y Jeremy Irons
So”
bre aspectos, anécdotas y reflexiones relacionadas con la película.)

512
porro rva e *"+ermatográjic
os

Hoyen día, y que, en la trama global, alude 14


sen
pe amante, Tom Fennell: «Tendríamos q Citamente ala
ue haberlo vi
pgur Éntonces, N o habría ocurri do. , Visto
js. o , Pero hoy en día solo nos in-
sesan las apariencias. Y él gozaba de la mejor de las apariencias»
ene
, dificultad es en m emorizarla'" 1%
(«me ha escri:to un dis-
mm onstruoso al final; ¡espero poder aprenderlo!») a pesar de

una importante clave temática de su


rarade la mapelícula.
cda y,en Por ende,
que»

Aunque en su vida real Julia finge, en la última escena de


carro (que constituye el clímax dramático de la película), donde
zo seatiene al guion sino que improvisa, por fin expresa sin tapu-
jos lo que siente y lo que es, afirmándose con fuerza. En realidad,
como decía su maestro, está siendo ficticia en la realidad y real en
la ficción.
Después de su apoteósica interpretación improvisada, en la
que se afirma con rotundidad, Julia rompe su compromiso de
seguir el juego social e ir a la fiesta de después del estreno, y acude
a un restaurante («Hoy me apetece cenar sola. Completamente
sola»). Pide una cerveza. La letra de la canción (Smoke Gets in
your Eyes) que suena en esta última escena de la película es signifi-
cativa, y la acompañan las expresiones de la protagonista, encua-
drada en primer plano:

Me preguntaban cómo sabía que mi amor era verdadero. [...] Todos


los que aman están ciegos. [...] Ayer mi amor se fue, estoy sin mi amor.
Julia bebe unos tragos de cerveza.] Ahora, mis amigos se ríen y burlan
Uulia ríe] de las lágrimas que no puedo ocultar [se le humedecen los
ojos], así que sonrío [ya la sonrisa es tenue] y digo: «Cuando muere
una bella llama, el humo te entra en los ojos». [Con la mirada perdida
y el gesto serio, Julia suspira.]

em 103. En una escena eliminada se la ve repitiéndola una y otra vez, siempre Co


ej i n

Ores,

513
A
Psicología de los eneatipos

Incluso los comparsas de la película fingen: cuando la m


y la tía reciben del cartero un telegrama para Julia, quedan o
das porque temen que se cda de una mala noticia. La tía teo,
mienda a la madre: «Solo di “hay un telegrama”, como Si fuera La
cosa más natural del mundo».

El papel del espejo

En la puesta en escena de la psicología y las acciones de Julia, el


espejo tiene, al menos, tres funciones simbólicas: la mirada inter-
nalizada del otro; la mostración superficial, falseando sus verda-
deros sentimientos; y el vehículo de contacto consigo misma, por
el que se produce el autorreconocimiento.
A lo largo de la película Julia aparece con gran frecuencia, o
bien delante del público, actuando, o bien mirándose al espejo,
ante el que a menudo también actúa (si bien de una manera no
histriónica, como en el teatro profesional, sino natural y cercana,
como es su interpretación en la vida misma). Julia le habla al espe-
jo como a un «otro» genérico, y el espejo le devuelve la imagen que
ella ofrece a los demás; es una especie de «público privado». Diría-
se que, en un bucle, Julia se contempla, refina su imagen, se la
devuelve al espejo, el espejo se la vuelve a mostrar... Para cuando
Julia sale al mundo, ya tiene su imagen completamente estudiada.
Acude además al espejo cuando siente que está perdiendo el
control y, ante este conocido aliado, se recompone y se vuelve 2
hacer con las riendas de la situación. Así, por ejemplo, al poco de
besarla en la cama su joven admirador, Julia se incorpora, tapán-
dose la boca, y se va al espejo, diciendo «Oh... ¡qué pelos!... [...] Y
yo que pensaba que eras tímido», y se apresura en abandonar el
apartamento de Tom.

514
Ejemplos cinematográficos

cspenl planta la semilla de


, otra más adelan
Ést » Avice Chrichton, te. Julia ya ha
la joven aspirante a ac
r
pa ve e venganza tras haber he
cho confesar a To triZ, y está ur-
l
mM (asustado y
dende” der) que está enamorado de Ayice. Re
P 0la ira, se Incorp
Movida por el
en su
ora
, alejándose de Tom, y se
dirige a un
dolor Y jo. En un refuerzo incons
ciente de su fingimiento, en
gran 7 hablarle directamente a Tom, cara
a Cara, se sitúade es-
a a él, frente al espejo, y habla en
parte al reflejo de Tom y
su propia imagen:
en pareasu P
Me ha gustado acostarme contigo, y me complace pensar que a ti te
staba. Pero [riendo] admitámoslo: nunca he estado enamorada de
ij y tú nO estás enamorado de mí [risita]. Los dos sabíamos que no
podía durar. Estás enamorado de esa chica, ¿verdad? Reconoce que es-
tás loco por ella.

Tom asiente. Julia emite un sollozo, con el rostro contraído,


siempre de espaldas a él, y rápidamente se recompone. Se vuelve
a mirar a Tom, y con una pequeña sonrisa le dice: «Vete ya, por
favor». Sola, suspira, aborta las incipientes lágrimas y se mira de
nuevo al espejo, con expresión de profunda e íntima tristeza.
El espejo también actúa como una especie de diario, sobre el
que Julia deja correr sus pensamientos. En la primera escena en
que esto ocurre, Julia se ha enamorado. Ríe, mira su reflejo, co-
queta, y se dice:

Caramba, señorita Lambert, no está tan' mal. Aún puede interpretar


a mujeres:de veinticinco, o. de treinta años, durante mucho tiempo. Y
luego, ¿qué? Madres, abuelas y solteronas. ¡Dramaturgos! ¿Qué saben
e mujeres? Son hombres, ese es el problema.

104. Todos la llaman «señorita» Lambert (su apellido de soltera), aunque


está
“sida, No ha renunciado a su nombre artístico al casarse.

$15
Psicología de los encatipos

En otra escena posteri or, Julia, que acaba de dram ati


exi.
.
en su ca Zar
4
con Tom, está
efe .,
iliaci ón no.. .
tosamente Su reconc .
meri aci _
., ,

lándose ante el espejo (poniénd ose o


de nuev la Másc ara) y do
en.
Ni ]

do. Dice, mirándose (y no se sabe si «No hablándose tambié


,

puedo evitar sen a sí


,
.

misma, más que a Evie, su asistenta):


tr...
Ojalá no fuera así, pero no puedo evitar sentir... cierto despre
CIO
Másin.
por ese joven. ¡Es tan transparente!» (Ella, en cambio, es
. . | .

directa y manipuladora.) e las grandes coma


nt e no ta r, si n em ba rg o, qu
Es interesa
contacto consigo misma no requieren del espejo. Podr
ía Pues de-
ducirse que este no hace más que reflejar aspectos superficiales de
su ser, mientras que sus intuiciones y sentimientos más podero.
sos le vienen cuando conecta con su corazón y su instinto, sin
poderse ver y, por tanto, controlar.
Estas aprehensiones están, por lo general, representadas por
la voz de su consciencia, el maestro Jimmy Langton. Una abatida
y humillada Julia se lanza a tramar su venganza cuando Jimmy se
le aparece tras haber roto con Tom, y le infunde coraje: «No pue-
des quedarte ahí clavada como un palo. Por el amor de Dios,
Julia, valórate a ti misma. ¡Eres tú quien importas, solo tú! Todo
vale en el amor y en el teatro, cariño».
Pero también, significativamente en la escena final, des-
pués de la última aparición de Jimmy, Julia manda sus teorías a
paseo diciendo: «¡Bobadas!»** y se reconcilia con la realidad y
consigo misma, bebiendo su codiciada pero hasta entonces re-
primida cerveza; En soledad, sin necesidad de la mirada del
otro (amigos, amantes, sirvientas ni familia), sin que nadie le

105. Ésta es una aportación del guionista, Ronald Hardwood, que no se €l”
cuen e
a tra en la obra de teatro original, ' de
de Somerset Maugham, más pesimista y
NOS COmpasiva con la protagonista.

516
Ejemplos cinematogr
áficos

d eyuelva SUno imagen, o contacto con su deseo y consigo nsmis


hay espejos n1 Público, ni siquiera ya su a.
(No solo

de desdoblada, sino que tampoco hay color: en es ta


escena Juliaa
a enteramente vestida de negro.)

Carencia

Si Julia no está «brillante» y no representa un papel, ¿qué queda


de ella? Queda un vacío, como le dice su hijo con rotunda cruel-
dad: «Creo que en realidad no existes». Es como si Julia no supie-
ra lo que es, y lo tapara haciendo (en su caso, actuando)..A lo
largo de la película, cuando sigue su instinto de venganza y sus
apetencias culinarias (tarta, cerveza), entra más en contacto con-
sigo misma y es más dueña de sí, sin necesidad
de que el otro
(amante o público) le dé lo que necesita.

Pasión (emoción desfigurada)

En primer lugar, la vanidad (como-E3). Como E3 social, el pres-


tígio (ser una actriz aclamada). En. tercer lugar (comio segundo
subtipo E3 sexual), el atractivo: su preocupación por:mantener
Su poder como hembra atraedora de hombres. |
Julia tiene que deslumbrar para reconocerse en la admiración
e despierta en los demás. Prueba de que el talento le resulta más
ante que la belleza es.el diálogo que mantiene, en su habita-
* COn su criada,1os Julia, con la cara lavada, le pregunta si cree

1 . me
películ a, pero incluid a
mn So Escena también eliminada de la versión final de la

$17
A
Psicología de los eneatipos

que es atractiva, a lo que Evie contesta: «No eres


ni NguUna bel
lo sabes». Juliaresponde: «Las mejores actrices nun
ca lo Son»,
lez,

Fijación (idea fija desfigurada)

Engaño (falsedad, autoengaño). El refuerzo cognitivo de la vani- +


dad es que no se puede ser lo que se es, y por eso hay que actuar |
(en el doble sentido de «hacer, interpretando»). A Julia, en tanto *
que actriz, le basta parecer, en vez de ser. Como le dice su maes.
|
tro interior: «Sigues sobreactuando. Tienes que aprender a con. *
tenerte [...] para que parezca real. Parecer real: ese es el arte de *
actuar». Posee, también, una multitud de máscaras, adecuadas a
cada contexto; es la actitud camaleónica que denuncia su hijo: 7
«¡Tienes un papel para cada uno! Para el servicio, para papá, para —
mí, para todos».

Necesidad neurótica

carnar máscaras que despierten admiración. «Desvergonzada fu-


lana engreída... nunca deja de actuar, ni fuera del escenario», dice E
de Julia una vecina de la infancia, que la reconoce en un restau- A
rante. «¿Hablas en serio o actúas? Nunca sé cuándo estás actuan- 3
do...», le reprocha su secretamente enamorada socia, Dolly. Julia |
se vuelca demasiado en el exterior, en la mirada real o fantaseada a
del otro (si la admiran otros, es que vale algo), y se olvida de co- E
nectarse consigo misma en privado, y de darse ella misma lo que
necesita.

518
Ejemplos CiNEMALORr
áficos

psrategias interpersonales

bien peinada, vest


presentar UNa buena cara (maquillada, ida con
estilo) Y derrochando charme.
Competir con Otras Is que entran en su Campo a jugar
con las mismas armas (por ejemplo, con la aspirante a estrella
Avice Crichton). Esta competencia no la hace de modo abierto y
declarado, sino mediante la manipulación indirecta, sin perder la
compostura ni su buena imagen en ningún momento,
Con hombres y mujeres devotos admiradores de su másca-
ra, que no la conocen y por. eso no saben qué hay debajo de la
ficción: usar su personaje habitual de gran actriz, seductora y
encantadora, desde su pedestal. (Seduce incluso a Dolly, la socia,
ofreciéndole la posibilidad de bañarse desnuda en su piscina si
accede a suspender la obra de teatro).
Con las personas que la quieren de verdad (su marido, su
hijo y su amigo Lord Charles —<que se revelará gay, por lo que
con él no será necesaria la máscara de la seducción—), aunque a
ratos finge con todos, puede desvelarse un poco en sus debilida-
des, y comprobar que, aunque las muestre, la quieren —más, in-
duso— y la protegen.
Con su eterna acompañante, su sirvienta y ayudante durante
décadas, Evie, hay el máximo de intimidad, y Julia puede permi-
tirse no falsear nada, y usar un lenguaje duro y chabacano.
Con quienes le han hecho daño, ejecuta una venganza apoteó-
“Ca con forma artística y a mayor gloria de su persona escénica.

519
Psicología de los eneatipos

Emocionalidad

Julia es muy extravertida y alegre,


parece siempre estar EXPresan.
do algo... aunque en realidad está, cas
. , .
i siempre, actuándolo sin(«5;
realmente sintiera todas las emociones que represent “91
o > ¡Estaría *
destrozada!»).
Ello no quiere decir que no sienta emociones o usina ;
muestre, sino que lo que exhibe es lo adecuado
o Conveniente
pero no, necesariamente, un correlato directo de lo que experi. A
menta en su interior. Así, puede manifestar una emoción para, en 3
realidad, tapar otra que no desea revelar. Puede por ello reír y
llorar con autenticidad o falsedad.
Tiene una amplia sonrisa social, y es capaz de reír mientras
dice cosas dolorosas para ella o hirientes para los demás. En cuan-
to al llanto, «todos sabemos que manejas las lágrimas como un —*
grifo», le dice su mentor fantasma. Y su criada Evie le apostilla: ES
«Si me enseñases a llorar con lágrimas de verdad... ¡Las veces que o a
me han hecho falta! [...] Siempre lo digo: “¡Qué suerte llorar sin
que se te hinchen los ojos!”».
Hay pues, como trasfondo de esta actitud de expresividad-
máscara, una contención emocional (necesaria, sobre todo, para
no mostrarse débil y vulnerable en público), que también (aun- | a
que en menos ocasiones) puede tomar la forma de la inexpresivi-
dad (como cuando su 'marido le habla, de modo casual, del
amante, y ella responde con desinterés, enfrascada en la lectura
del periódico, como si el asunto no fuera con ella). |
La última consecuencia de la falsedad es la desconexión emo-
o al menos -
cional, pero eso sería más propio de otros subtipos,
q
otros ejemplos distintos del de Julia. Julia siente mucho,
siempre tiene emociones; la cuestión es, en todo caso, sl il Gene
con quién tl
verdaderas. La ira la puede expresar solamente
520
Ejemplos cinematogr
áficos

cacha intimidad (al menos en dos escenas, grita o abofe


con calm a y sin ea a su
marido, quien recibe tales manifestaciones
¿mor por ella se altere). are

Amor

Aunque desde fuera parecen un matrimonio modélico, Julia y su


marido, Michael, hace tiempo que no mantienen una sexualidad
marital. Pero tienen una relación de genuino afecto, de modo
que son más cómplices y amigos que marido y mujer. Entre ellos
no se confiesan sus aventuras, y fingen. Su matrimonio, es, pues,
falso, aunque su afecto sea verdadero.
En un encuentro en un café con su amigo Lord Charles,
que quiere que se dejen de ver para evitar habladurías, Julia se
justifica: «Michael y yo llevamos vidas separadas. Por eso somos
un matrimonio tan feliz... más o menos». Michael le explica, a
su vez, a la socia, Dolly: «Estamos muy unidos, pero no...
¿cómo lo diría yo? de un modo... posesivo. Somos una pareja
muy moderna». |
Por lo que respecta al amante, Tom, es curioso cómo, en su
primer encuentro, Julia comienza ignorándolo y se podría decir
has-
que hasta despreciándolo (con sus elocuentes expresiones de
to en el ascensor). Es el entusiasmo del joven sín posibles, fan
En el enamora-
"sistente y enardecido, lo que acaba atrayéndola.

dog ne a st
ilusión por vivir y sentirse idolatra

a ay
» del placer físico). | o

Port «e el fantasma de su maestro ice q , order el


mo una puta, y ella asiente), Y le hace P

521
Psicología de los eneatipos

control de la situación (juguete en manos del amante, que


ha A
de ella un uso descarado) y sufrir mal de amores, humil
lac;
(acepta los reproches culpabilizadores de Tom: «Nunca de
aceptar nada de ti») y celos (por la relación de Tom con la joven *
actriz Ávice). ñ
Pero Julia también aprende que quienes la conocen realmep.
te y no necesitan del trato sexual como expresión del afecto (sy
marido de cara a la galería, su amigo homosexual, su hijo y sia
sirvienta) son quienes la quieren, la contienen y la apoyan de ver;
dad. El amor verdadero no pasa, pues, para Julia, por el sexo, 4
Queda de ello constancia cuando el marido, Michael, le ex
plica a la socia, Dolly, que desde que Julia tuvo a su hijo, perdió
el interés por el sexo y «aquellos instintos pasaron a la interpreta:
ción». Más adelante, cuando termina su affaire con Tom, la pro-
tagonista vuelve a sublimar la energía sexual y se vuelca comple»
tamente en la expresión sobre el escenario. Al final de esa genial
improvisación teatral (parafraseando, en realidad, la máxima de
Jimmy Langton de «todo vale en el amor y en el teatro»), Julia
exclama: «Todo vale en la guerra y... la guerra y... ¡oh, diantre, se
me ha ido la palabra!», confundiendo lo que era «amor» (en la
frase de Jimmy) con «guerra» (en la de Julia).

Sombra

Si hacia fuera Julia es brillante y encantadora, su sombra es mal-


hablada, pérfida y malvada. Si ella ha de triunfar, alguien habrá
de salir derrotado. La protagonista es consciente de su lado oscu-
ro, e incluso se enorgullece de él (y no es para menos, porque le
deparará su mayor triunfo escénico). Cobrada la venganza de Ju-
lía, su marido irrumpe en el camerino llamándola «maravilloso y

522
Ejemplos cinematográficos

o», yy la alza en un entusi


joriosO monstruo», , o-
adora lasmado abrazo girat
g julia responde, en ardecida: «¡Por
¡Yor : es!» Y Mich. ael,
eso me quier
Y 10. mismo énfasi
/
s,
:
exclama: «Sl
«¡Síl», y la besa a su casta manera.
00

Virtud

la autenticidad incluye la mostración de la emocionalidad no


políticamente correcta. Y Julia es capaz de esto cuando está con
su marido O SU criada; o cuando, simplemente, se deja llevar por
la emoción y ya no puede controlarse más, cosa que le ocurre al-
guna vez delante de Tom.
La autenticidad requiere contactar con el impulso interno, y
saberlo distinguir de las expectativas de los demás. Y también
precisa asertividad, una vez que se ha producido ese contacto:
manifestar los deseos y opiniones en el mundo exterior y actuar
en consecuencia (por ejemplo, al final, aunque todos la esperan
en la fiesta del estreno, Julia decide irse a cenar sola y tomarse una
«prohibida» cerveza).
En tanto que actriz, Julia está cerca de saberse ese testigo
que no es ninguno de los personajes sino el observador. Se ob-
serva constantemente, incluso en los momentos emocionales
más álgidos, desdoblándose en el personaje de su maestro de
“ctuación, que comenta las escenas de la vida real de la protago-
Nista como si fueran actuaciones. La profesión actoral obliga a

Conectar con las emociones, a expresarlas y a estar a la vez, en


p irte, fuera de ellas para poderlas controlar y ser conscientes de
"SU expresión es verosímil.

523 .
Psicología de los eneatipos

Contraste con los otros subtipos

Comparemos el modo de Julia de estar en el mundo con el de s


marido.Michael Gosselyn es un E3 sexual. Actor de poco talent
retirado, oficia ahora de productor de las obras en que actúa su
mujer. En realidad se limita a ser el hombre más atractivo de In-
glaterra, a cuidarse y a gozar de una vida de placeres, poco ambi-
ciosa.
Julia, en cambio, como buena Ez social es, ante todo, talen-
tosa, brillante, dinámica, activa, ambiciosa y manipuladora. No
le basta, como a su marido, con ser atractiva; tiene que estar siem-
pre «rindiendo», actuando y en control de la situación.
A falta de un personaje E3 conservación en la película con el
que compararla, baste mencionar que Julia necesita un público
TT

para sus acciones, y que por eso es actriz (su ser en el mundo está
en función de la representación frente a otro). Si fuera una Ez
conservación, solo necesitaría sentir que hace bien las cosas, se
esforzaría meticulosamente en cualquier tarea que emprendiera,
por privada y nimia que fuera, y no necesitaría ser tan encantado-
ra, magnética y sonriente.

524
Ejemplos cinematográfic
os

E
1

Eva Harrington (Anne Baxter) en la película Eva al desnudo (All about Eve),
de Joseph L. Mankiewicz (1950). |

Eva al desnudo

Por Juan José Herrera

0) ás
original: All about Eve (195
fi co y di re cc ió n: Jo se ph L. Mankiewicz
? a atográ años que gan
jo ve n de ve in ti cu at ro
im Js Ea Harrington, por Anne Baxter
Interpretada
y E galardón de teatro.
co ns er va ci ón co mo segundo subtipo.
> on
| 525
Psicología de los eneatipos

Otros personajes:""?

- Margo Channing, actriz de teatro consumada, estrella de Bro-


adway.
Interpretada por Bette Davis.
«Margo es una verdadera estrella. Nació, es y siempre será Una
estrella.»

- Lloyd Richards, famoso autor teatral de Broadway: Hugh


Marlowe.
«Siempre en busca de la actriz ideal para sus personajes.»

- Karen Lloyd, su esposa, ama de casa e íntima de Margo Chan-


ning: Celeste Holm.
«La clase baja del famoseo teatral.»

- Bill Sampson, famoso director de Broadway camino de Ho-


llywood, novio enamorado de Margo: Gary Merrill.
«Donde hay ficción hay teatro. Pero tanta tontería en esa to-
rre de marfil me harta»

- Addison DeWitt, ácido crítico teatral: George Sanders.


«Vivo en el teatro como un monje trapense en su celda.»

- Max Fabian, productor teatral emigrado de Europa en busca


de fortuna: Gregory Ratoff.
«Empresario que o se enriquece o se arruina.»

107. Las frases entrecomilladas han sido sacadas de la película para resumir el
carácter de los personajes.

526
Ejemplos cinematográfic
os

miss Casswell, atractiva aspirante


mismo que Eva, pero de otra manera:a actriz que ambiciop a lo
Marilyn Monroe
¿Tu siguiente paso será la televisión»

Birdie Coonan, criada de Margo Channing, también fue a6-


criz hace años: Thelma Ritter.
«Una actriz de vaudeville de quinta categoría.»

No solo el personaje de Eva, sino toda la película y sus demás


compañeros de reparto están impregnados del rasgo Ez social.
Ambientada en el teatro, la película gira en torno a los dramas
ocultos tras el relevo generacional de las grandes actrices y la apari-
ción de las nuevas «promesas» llenas de ambiciones. Las «glorias»
teatrales están rodeadas de quienes mueven diariamente, con una
labor menos vistosa, el engranaje del arte escénico: productores,
críticos, directores y dramaturgos, con sus correspondientes pare-
jas, sirvientes, amigos y ayudantes; muchos de ellos aquejados, en
mayor o menor medida, de las pasiones que el eneagrama recoge
en el flanco de la vanidad (histérico-histriónicos): E3, E4 y E2.
En este enjambre de personajes, el E3 social, encarnado bási-
camente —pero no solo— por Eva, siente la necesidad neurótica
del reconocimiento público, de acaparar una mirada externa a la
que, internalizada, también se somete por dentro. ¿ ué mejor
Metáfora que el teatro para hablar del E3 social; si en ambos es un
Personaje ficticio —una imagen de lo real— lo que se interpone
"tre la persona y los demás? La actriz en la cúspide de la fama
e Ñ e o a

ul , . Y
Mete que la miren como a una mujer, como a UN Ser hurano
Una di sé , , o la prin-
dimensión que abandonó en algúno momento) pero la p o-
Cipj
dr E anhela lo contrario. La confusión entre persona y per
|
dificultad de recupe
rar
JS entre la realidad y su narración, y la
ti
Primera son rasgos básicos del E3 social.

527
Psicología de los eneatipos

Pero la película no gira solo en torno a los celos y arrugas de


una actriz consagrada que se resiste a la madurez, ni al medrar
ingrato de Eva, joven ambiciosa «en ascenso». Numerosas alusio.
nes (tan veloces y agudas que son difíciles de percibir) dejan claro
desde la primera escena que se trata de algo más. La película reco-
ge con ácida ironía un episodio fundamental de la historia de las
artes escénicas: la irrupción del «séptimo arte» (y la «industria del
entretenimiento») y el consiguiente retroceso del teatro que, des-
estabilizado, asumió como pudo la carrera masiva de sus artistas
hacia las cámaras, con el nuevo sueño ideal de las masas: ser una
brillante «estrella».
En Estados Unidos se construyó una industria poderosísima
para el arte más consumido de la historia humana: Hollywood.
Gracias a ella, Joseph L. Mankiewicz pudo hacer esta espléndida
película, donde se ríe, despiadada pero sutilmente, de la vulgari-
dad «americana» de un Hollywood que, a la vez, eleva al cine a las
cumbres de la excelencia con esta obra.
En alguna entrevista, el director manifiesta su predilección
por la tragicomedia ingeniosa y de perfil mordiente, con un
humor vitriólico de «guante blanco» y protagonizada por el
nuevo tipo de mujer que empieza a independizarse en América y
cuyo perfil corresponde al Ez social.
Sin exteriores, con la acción ceñida a salones y escenarios, la
película se inspira en el teatro como «madre» de todas las artes
escénicas. Todo parece anticipar cómo será el «fruto» o la «hija»
del teatro, y que se llame Eva nos pone en la pista de que también
en aquellos años —y desde los días en el Paraíso— un carácter así
se consideraba femenino.
La tragicomedia requiere una locuacidad e ingenio verbal que
el Ez social posee y puede compartir, como ocurre en la película,
con el Es y el E2 sociales. Aunque solo el E3 social con la frialdad

528
Ejemplos cinematográficos

cshumana» y agudeza sibilina de un gángster de «guante blanco.


Como esos personajes que nunca aparecen pero se sienter,
una
jes resentes, Hollywood e el subtexto que sugiere que
omnipcon agallas puede aspirar a algo más
tEMunerado y estelar
y Broadway. Todo vale para llegar a Hol
mantenerse en el Olimpo de la industria...lywood, todo val
Es
Las declaraciones de (falta de) principios van introduciéndo-
se lentamente En los pensamientos de Eva. Son unos motivos muy
¿mericanos: «Que nada te detenga en tu camino», «el éxito está al
¿Jcance de la mano de quien lo lucha», «no te achantes», «consi-
gue lo que quieres»... Formas de aliento ilimitado características
de sociedades que se enriquecen mucho y muy deprisa. La rique-
za y su forma hoy estelar, el éxito y la fama (el prestigio), justifi-
can métodos moralmente dudosos. De hecho, Eva triunfa plena-
mente y solo le marca límites otro desalmado como ella, ambos
con resplandeciente futuro.
Las gradaciones de modelos de conducta y escalas de valor
que plasma la película son muy sutiles; como discreta, por no
decir imperceptible para el espectador es, al principio, cuando se
está gestando, la ambición de Eva.
Eva absorbe enormes cantidades de información con una avi-
dez casi infantil desde el minuto uno cuando, en el callejón, no le
Pregunta a Karen por su admirada heroína, Margo Channing, sino
(ojo al dato) por cómo es su novio, Bill Sampson. Para cumplir la
ambición que se «autogenera» instintivamente en la mente de un
3 social, Eva posee esa típica hipersensibilidad para lo externo (la
ln y las formas, la conveniencia, los modales y otros códigos
sociales), la capacidad de detectar y aquilatar al instante el valor de
Mercado de la apariencia. La imagen es convertida así automática

“Me Primero, en «realidad», y luego en mercancía. ,


“a describir este carácter, que Hollywood ya estaba repre

529
Psicología de los eneatipos

sentando como femenino, Mankiewicz'*% traslada la acción al q,


corado por excelencia de las jerarquías de la vanidad, a su lugar a,
nacimiento: el escenario, con su estrellato. Por definición, es P
«fraude», o «engaño técnico» del actor, en su repre
sentación, lo
que produce el deleite de un público que, a su vez, lo CONSagra
con su reconocimiento.
Eva es el prototipo de la heroína que no sufre, que solo
«logra»: una persona activa, resistente, despierta, discreta y efi-
ciente, que consigue lo.que se propone. El tipo de mujer inde-
pendiente y sin prejuicios que necesita a marchas forzadas el
capitalismo de posguerra, en plena forja del American way of
life, con su: «Do it your way; get a life».
La industria del cine refleja la New Frontier a través de los
sueños de las movies y el star system. Las carreras de los actores y
actrices, como Eva o Margo, se equiparan a las industriales como
Rockefeller o Dale Carnegie, que salieron «de la nada», una ex-
presión favorita del E3 para expresar su valía sin tener que hablar
de unos orígenes engorrosos. Porque para un Ez social lo que se
posee, se posee «naturalmente», como un don único e indiscuti-
ble, y no hay nada peor que tener que describir su origen real, el
lado oscuro de lo que brilla.

108. Mankiewicz era un avezado observador de caracteres femeninos y, espe-


cialmente, del mundo de las actrices, pero le fascinaba sobre todo la mujer E3,
como puede verse en su filmografía. Otros directores de tragicomedias de la época
tomaron a la Eva bíblica como referencia. Es el caso de Preston Sturges y su de-
slumbrante comedia The Lady Eve (en castellano, Las tres noches de Eva), filmada
diez años antes, en 1941, donde la protagonista —otro ejemplo magnífico de E3
social, en clave de alta comedia— tiene dos nombres, según el personaje que quiere
ser: la aristocrática Lady Eve Sidgwick o la vulgar estafadora (¡sorpresa!, con el mis-
mo apellido que nuestra Eva desnuda) Jean Harrington. Es decir, la Eva de SturgsS
es el germen de Eve Harrington. Mankiewicz hizo honor a Sturges porque el perso”
naje empezaba a ser arquetípico.

530
Ejemplos cinematográficos

a era social que AE, a su vez las formas de una


Pre que Sean exit MN E que ve lógicas y perdonables —siem-
reses patológj¡ Sicos95as
Mank y minimamente legales— las conductas de
como ella.
de ambición 40, hace de la Eva Hollywoodiense un compendio
€spiadada, falta de escrúpulos,
intriga y chantaje.

sea ro ha a Hd de una diva.


o
años. Frente a los een er mA
a de Margo Channing. LaUN edad —mejorO
dicho, la apariencia física— es un
tema básico para el Ez. Y el
relevo generacional, en medios escénicos u otros, tema utilizado
hasta el hartazgo en guiones de tragedia y comedia, que incide
de lleno en esta esclavitud básica del Ez social, especialmente el
femenino: No envejecer o, dicho de manera más abstracta, no
perder la apariencia conveniente (recordemos el drama de Do-
rian Gray).
El otro tema clave de Eva como Ez social es —ya lo diji-
mos— la confusión del personaje con el individuo real. Es algo
que les pasa a muchos actores; se diría que es su terreno de elti-
vo. Margo dice una frase muy válida para los E3 sociales: «Ojalá
que alguien me hablara de mí misma».*” En otras palabras: «¿Po-
ref
dría alguien decirme quién soy? Me he perdido entre tantos le-
jos del espejo en que me miro».
lo que este
La atmósfera de la película está impregnada de
rasgo percibe como su medio «natural». . E Eva es
una de sus posi-
bles encarnaciones humanas.

109. «1 wish someone would tell me about me.»

531
Psicología de los eneatipos

El estatus

La percepción de la vida como una escala de logros y Posiciones


que hay que consolidar —y dejar atrás cuanto antes para ir a por
la siguiente— describe muy bien la neurosis del rasgo, y más en e]
subtipo social, de «ser alguien». Que es como decir ser «según los
demás». La película hace tal énfasis en este aspecto que bien po-
dría decirse que es su tema principal.
Por estatus se entiende la posición que una persona Ocupa en
la sociedad o en un grupo concreto. Para quien es sensible al esta.
tus, todo es un signo de su propia posición y la de los demjs:
desde las palabras que usa hasta lo que bebe, con quién habla y
cómo se viste, dónde estudió o qué ha leído y dónde estuvo...
En su infancia, el E3 social se ha sobreadaptado tanto a los
sistemas que otorgan posición o fama, a cambio de una conducta
concreta, que entiende que el mundo es así. Este caracter ha desa-
rrollado un «instinto natural» para saber «lo adecuado» y rara-
mente es estridente. Sabe que su necesidad de estatus será mejor
satisfecha si es discretamente disimulada, por lo que es raro que
se haga notar a causa de esto, por más que esté absolutamente
empleado en la tarea de situarse para ser «alguien», como veremos
que ocurrirá con Eya.

El mundo del teatro

Durante una ceremonia de entrega de premios en la suntuosa sede


de la Sarah Siddon Society, la película se desarrolla como un largo
flashback que narran varios de sus personajes. La acción transcu-
rre entre el último discurso de la ceremonia, pronunciado pal un
anciano actor, y la entrega que hace este del último premio qué

532
Ejemplos cinematográficos

q u eda Por dar, el másás im


i portante. Á Eva Harrington, po
distingu r «sus
idos logros» en el teatro.
Estamos en el corazón del
universo teatral, en la Costa Este,
en Nue va York, en Broadway. Lógicamente
solo al final, entrega-
do ya el galardón, entendemos que ni los gra
ndiosos discursos ni
las «sentidas» palabras de agradecimiento se cor
responden con las
conveniencias que han conducido a él. Cas
i nada de lo que se está
diciendo es verdad, y sin embargo este despiadado fraude
que es
la entrega de premios posee la rutilante apariencia de una
ideali-
zada «autenticidad virtuosa», Porque tampoco es propiamente
una mentira, sino que posee la esencia «inflada, brillante» de una
fábula (como las fotos de monarcas europeos, actores o millona-
rios en las revistas de papel couché).
En la vida de un E3 social, tras la apariencia inmaculada e
«importante» (con tendencia a la «divinización», como se diría en
Hollywood), la cocina humana del premio revela desequilibrios
trágicos y desoladores. Nada se nos dice en la película de la vida
afectiva o sexual de Eva, de cómo se alimenta, de si tiene amigos
o no (ella misma se describe como huérfana aunque, claro, no es
verdad). Y lo más importante: en ningún momento se dice qué
tipo de aproximación o sensibilidad tiene ella respecto a su arte.
¿Es el teatro su vida?, ¿vibra con él?
No. Esa sería otra película. Que seguramente empezaría con
su crisis personal o profesional, a partir de la cual podría empezar
a hacer libremente «su» teatro, en vez de ser una «copia en papel
carbón» de otra actriz... Pero la atención de Eva no está puesta en
ella misma, en sus cualidades o en su sensibilidad. Sino en las de
los demás, de las que desea apropiarse, pensando que así satisfará
su necesidad de ese brillo que ve en Margot, que así «será» al-
guien, y por tanto será feliz. Casi todo se le va, como veremos, en
ese «hacer» que exige su estrategia. Lo que hace da casi igual.

533
Psicología de los eneatipos

Sinopsis

Margo Channing (Es sexual) es una actriz que ha cumplido |,


cuarenta en la cúspide de la fama. Solo tras un proceso Persona
nada fácil para ella —que la película muestra—, llega a es
cuenta de que los papeles de jóvenes heroínas ya no le Van ni le
interesan, y que su madurez pasa por la satisfacción de sus autén.
ticas prioridades: casarse y Crear un hogar con el hombre a] que
ama, Bill Sampson, un director de teatro muy famoso que se
marcha a Hollywood el mismo día en que arranca la acción, Este
mes de ausencia sin su hombre influye en que acoja en su casa, al
volver del aeropuerto, a una joven que parece desprotegida.
Momentos antes, en el teatro, mientras se desmaquilla y se
quita la peluca tras representar por enésima vez la obra, de simbé-
lico título, Aged in Wood,'*” su mejor amiga, Karen Lloyd (posi-
blemente E3 conservación) le ha presentado a esa pertinaz admi-
radora que asegura no haberse perdido una sola función de
Margo Channing en años. Eva Harrington se ha colado en el ca-
merino de la estrella,
Rápidamente Eva seduce con la historia de su vida a todos...
excepto a la criada, Birdie Coonan, que se rebela intuitivamente
ante lo exagerado de lo que está contando: «Qué historia; solo le
faltan sabuesos pisándole los talones». Eva ya ha entrado en el
mundo de Margo, que la toma a su servicio (como hace años hizo
con su amiga Birdie).
Eva irá encargándose progresivamente de casi todo con irreba-
tible eficacia: la agenda, los guiones, los contratos, las llarmadas..

24, Expresión utilizada para los vinos «madurados en barrica de _


con que el director humorísticamente alude desde el principio a la edad de
as :
anticipando un tema crucial, especialmente en el mundo del teatro Y: p aturd”
mente, en Hollywood,

534
Ejemplos cinematográficos

Margo 80 O vivi
ve en el paraísí o, al no tener que ocuparse de la gest
diaria ión
de sus asuntos, pues ha encontra
do a una secretaria y compa-
A na pa mbre Eat que conviene a ambas.
+ Brecadoroda S me sl las necesidades de Margo para acercar-
y claras para el espectador, las de Eva son de
dos tipos: las claras, pues acabaron sus días de vida en precario; y las
ocultas, que el film revelará poco a poco, conforme vaya desplegan-
do su estrategia con la misma delicadeza con que una araña cons-
truye su tela. La armonía dura un par de meses*** hasta que Margo
,
alertada por Birdie, cae en que, si se descuida, le quitarán desde el
novio hasta el nombre.
Eva, la secretaria «perfecta» e indispensable (su segundo sub-
tipo, después del social, es el conservacional), controla, filtra (con
esa sensibilidad más de radar o sónar que de microscopio) y lleva
a cabo todo lo que la actriz ha dejado de hacer, e imita a gran ve-
locidad lo que hace sobre un escenario. Tras el portentoso proce-
so camaleónico de un Ez3 social, llega un momento en que ya
puede no solo imitar, sino suplantar a Margo y usurpar su lugar.
Naturalmente, no hay que ser un Ez social para poder hacer
algo así (profesionalmente se ve a todos los niveles) pero sí de esa
manera: sin ver el contenido de lo que traga sino solo el inmenso
placer que le produce ambicionarlo y ser aprobada por hacerlo.
Hemos dicho camaleónico (versátil), pero hay más animales
en la sombra del Ez social, desde la araña (la tela lenta, silenciosa
e invisible) a la anguila (por cómo se mueve y habla), pasando
por el silencioso buitre de la alturas (el E3 social diría cóndor).
Ahora bien, es la propia película la que clava el más exacto símil
zoológico sobre Eva: la abeja. Hace miel, es laboriosa y, vaya,
tiene aguijón.

111. Se conocen en octubre, y el premio se entrega en junio del año siguiente.


535
Psicología
de los eneatipos

Sin que Margo se entere o se quiera enterar, con la necesa,


colaboración de otros personajes (algunos inocentemente, como
la incauta Karen; otros, no tanto) y con UN 2PTOVEChamiento .,
haustivo de las circunstancias favorables que se le Presentan, Ev
no pierde
el tiempo y logra, efectivamente, ser la understudy q
Margo. Llega
el día en que por fin logra sustituirla en una fun
ción (el único, o uno de los muy pocos en su vida, que Margo no
COmparece... y NO por su causa).
Con esa sola función que Eva se ha ganado con sus tretas,
causa sensación entre la crítica, reunida en su totalidad «casual.
mente» ese día para ver una representación que, de otro modo,
habría pasado desapercibida. Naturalmente, le ayuda también a
«ser alguien» el más poderoso de los críticos de teatro, Addison
DeWitt, halcón de jóvenes y hermosas promesas (entre otras,
Miss Casswell, que parece otro E3 social pero con sexual
de se-
gundo subtipo, en vez del conservación que tiene Eva"). El
halcón queda fascinado por las «artes» de Eva (su «animalidad
escénica») y no se irá
sin su presa. Addison DeWitt será, a la
postre, quien descubra su auténtica historia y desenmascare su
verdadera identidad, la «mentira original» de Eva.
No contenta con triunfar sobre la escena a la estela de Margo
Channing, Eva ambiciona el prestigio absoluto del medio teatral
y olfatea ya las grandezas de Hollywood, más atractivas
aún. En
su delirio, intenta embrollar con estratagemas pseudoamorosas

112. «Suplente» en la función para casos de enfermedad o imposibilidad de los

113. El espectador comprobará, además, que en la escena del oócil, PY


Miss Casswell son personajes Ez simétricos en la obra: ambas son api,
dradoras» (una abiertamente y la otra, en secreto), aunque Marilyn sea Ey so
viva y locuaz. Esta diferencia de expresividad puede deberse a que Eva
cial conservación y Miss Casswell parece más social-sexual.

536
Ejemplos cinematográf
icos

lso a las pp ri de esas Margo y Karen (Bill.


> famoso, y Lloy el direc-
el autor de renombre) que tanto la
han apo-
adoa. par
"ad Imece
pelida por su avidez de posicionarse en el ello
detenerla en la construcción que se
ha hecho de su
cda. Cegada por suscal ansd ias de prestigio y re
, conocimie nto, recu-
» ¿| chantaje con € conseguir un papel destinad.
oa Margo
en una obra de Lloyd.
Viendo que Eva intenta comprometerlo seriamente como
cómplice en una de sus muchas manipulaciones, el despiadado
Addison le para los pies en seco con la amenaza de desenmascarar-
la públicamente, y hundirla así si persiste en su actitud de no so-
meterse a él; recordándole que se daba por sobreentendido que el
«ándem de triunfo» lo crearon para estar los dos juntos... (Este
tipo de tándem entre E3 y E2, especialmente sociales y sexuales,
ha dado muchas parejas prototípicas de gángsters en Hollywood.)
Finalmente, Margo Channing, que no sabe nada del chanta-
je, declina hacer ese papel codiciado por Eva, pues reconoce que es
mejor dejárselo a una actriz más joven, incluso a la misma Eva...
Domesticado el furor de Eva, el crítico la aúpa en su carrera y
consigue para ella el Gran Premio a los «distinguidos logros» de la
Sarah Siddon Society, con cuya ceremonia —recordemos— em-
pezó la película. Eva recibe su galardón al cabo de pomposos dis-
Cursos que, como corresponde a su carácter, describen un escenario
ficticio de logro personal que poco tiene que ver con lo acontecido
(nada se dice o se ve del artístico), y de los que se ríe entre líneas el
crítico DeWitt, que es quien narra vitriólicamente en offla vetusta
hipócrita —pero necesaria— ceremonia de consagración.
En el culmen de ese «auténtico fraude» que es la vivencia de la
realidad del Ez social, Eva Harrington toma la palabra y dedica
“In pestañear el premio a Karen, a Bill, a Lloyd, a Max y a Margo
cionar su nombre €
Ning (es decir, a quienes, con solo men
|


h
537
b
Psicología de los eneatipos

:
insinuar su cercanía, le reportan un inmediato prestigio, Pero que
nunca habrían movido un dedo para que le dieran el premio, e A
conocen ya su otra cara)... dejándose en el tintero a Addison, que y
es el principal artífice de que el galardón recaiga en ella, Margo, 4
presente en la ceremonia, se despide espetándole que no se preo- ;
e siempre podr4
cupe por el vacío que hay en su corazón, porqu
poner el premio en su lugar (perfecta metáfora del Ez social).

Eva y el «pecado original». Una vida falsa

En el encuentro inicial de Eva con Margo en su camerino, pode-


mos ver ya rasgos característicos del E3 social:
* satisfacer una necesidad irrefrenable de atención, captando la
de una audiencia atenta, en la que puede imprimir la imagen
adecuada a la ocasión y a sus objetivos;
* vivir la vida como una actuación, una historia, una película;
* tender a una elaboración fantástica de la propia vida;
* insertar en la conducta esa elaboración de manera fluida y ve-
rosímil, con facilidad para la manipulación por medio de la
palabra.

Empezar por el eslabón más débil

A través de la incauta Karen, Eva ha sabido franquearse el cami-


no, como tantos admiradores hacen con:sus ídolos, hasta el ca-
merino de Margo, donde cuenta:su vida a los presentes. En cada
una de sus palabras puede percibirse el placer que le causa la
atención que recibe y el control, invisible pero incesante, sobre
su discurso (parte de la «frialdad» de este carácter), para segur
obteniendo reconocimiento mientras va dejando caer las dosis

538
Ejemplos cinemato
gráficos

UN 1 han ido teji J1 e ndo, en parale


mentes, la «autenticidad» alello, en sus
que ella les dosifica.
Esta Ez social sabe
además
or ,a
que no conve nce ? hist
cualquier istooria
ri , que debe vender
g e la ima-
.A su discurso no ha de ser estridente
sino construido
sobre ele
a mentos bana
naleles
s pero ampliamente aceptados, que toquen
corazón el
de cualquier simple estadounidense. Y así
lo hace: se hace
pasar por una joven viuda de guerra, con una infanc
ia más o menos
gris,'"* algo mitómana por su adoración a Bill, Lloyd y Mar
e 11 ...
.,

go, y que
.

adora el teatro.

114. Mankiewicz, de familia alemana asentada en Pennsylvania, parece ironi-


zar aquí con la simplicidad del carácter americano. Como ocurre con los Ez, el es-
tadounidense medio adora identificarse rápidamente con una imagen clara y sim-
ple de lo que se debe hacer, a qué se debe aspirar y qué se debe sentir. Con las
falsedades de su relato, Eva sabe que va a generar una «piedad» patriótica favorable,
ante la que ningún buen americano debería resistirse (ella lo sabe, y el director tam-
bién). Lo genial de esta escena es que es puro teatro: Á costa de la típica historia de
la joven viuda de guerra que ya todos se saben pero que les hace llorar igual, una
a la mejor actriz de
aspirante a actriz, ni siquiera principiante, hace entrar en llanto
Broadway. Margo llora con una historia que es sagrada en EE.UU. en ese momen-
to: los caídos en la guerra. Cuando el crítico Addison desenmascara a Eva, se lo re-
cuerda, diciéndole que esa mentira fue indigna porque con ella ofendió el dolor de
muchas familias norteamericanas. La película sucede unos años después de acabar
atómicas en Japón y e un
la Segunda Guerra Mundial, con las bombas
año antes de otra cruentísima guerra para EF.UU.: Corea. Eva ha escogido muy
bien la mentira que toca el corazón y pagará por ello.

539
Psicología de los eneatipos

Ante su relato la gran actriz llora, todos están COMPungid


el teatro ha repartido su magia con generosidad. Incluso la ie
cae seducida por la historia, a pesar de ser la única que muestra y
desaprobación por la presencia de la extraña, pues siente la ame.
naza: Eva podría, en un minuto, interponerse entre ella y sy se-
ñora (lo que de hecho, ocurrirá).

El teatro, metáfora de la vanidad y del personaje


«interpuesto»

Experto en posicionarse en cualquier escala social, la versatilidad


camaleónica del E3 social es como un teatro interior de multi.
ples escenarios, en los que desempeñar el papel que más conven-
ga en cada momento. Mientras Eva narra e inventa su vida, co-
mete, ante un público improvisado, un «fraude artístico» muy
parecido al que todo actor realiza sobre el escenario. Eva está
haciendo «la actuación de su vida», la que la saca del anonimato
y le abre las puertas de su auténtica, oculta y desbordante ambi-
ción: el aplauso del público y el brillo mágico de una gran actriz.
Unas pretensiones que no se atrevería nunca a desvelar a Margo,
pues la harían pasar por otra advenediza más, imagen que —lo
sabe muy bien— está desprestigiada. Si todos la aceptan es por-
que ha hecho y dicho lo correcto.
La escena destaca dos elementos que para el Ez social son de
la mayor importancia: el truco, la mentira, el fraude, la máscara
(comoquiera que le queramos llamar) y el vehículo, narrativo O
no (moda, gustos, vocabulario) con que lo manifiesta. El E3
puede conquistar pero es, básicamente, un atractivo vendedor de
sí mismo, que sabe envolver muy bien esta primera compra:
Margo Channing, llevada por su propia necesidad de compab%
540
Ejemplos cinematográficos

(su pareja se irá a Hollywood en unas horas) la conv


másÁS que su secretaria: en una ierte en algo
compañera.
; Pero retrocedamos al momento justo
antes: Eva no ha entra-
o aún en el camerino. Espera afuera,
vestida con una trinchera
sucia y sombrero de hombre.
Y cuand o Margo se entera de que
tiene que saludar a una fan que la ha visto decena
s de veces, ense-
guida la reconoce y la describe con palabr
as despectivas pero de
una p precisión sor prendente: o«Ah!
¿La ratoncita de la trinchera y
ese sombrero?» ::5 En su inconsciente ya la ha radiografi
ado certe-
ramente pero, aun con todos sus años de actriz, está
cansada y
enamorada, y pasa por alto su intuición primigenia.
Más aún:
Margo acaba de estar hablando malhumorada sobre los fans: «No
son gente. Son animales feroces a mi alrededor en manadas
de
coyotes [...] delincuentes juveniles, público de nadie, retrasados
mentales».
Observemos ahora la escena desde otro punto de vista. Me
refiero a la admiración que Eva siente por Margo: la ha visto ac-
tuar «decenas» de veces (alguna de ellas, en su fantasía, es verdad)
y su admiración parece genuina, de una potencia espectacular...
Pero en realidad no es así. Quien le interesa es el novio, Bill, por-
que sabe que solo un buen director puede encumbrar a una ac-
triz. De hecho, es casi la primera frase que le suelta a Karen: «Bill
Sampson es el mejor». Parecería que hacia Margo sintiera una
«suave» envidia de E3, silenciosa y disimulada al extremo, que no
puede reconocerse a sí misma. Aunque enfermo, parece tratarse
de un amor filial desenfocado entre todos los que, para ella, tie-
nen protagonismo y aplauso: Margo como actriz y Bill, y Lloyd y
Addison... Cuando entra en el camerino los ha leído y releído, los
visto trabajar... en definitiva, los conoce al dedillo.

115. «Ah! The mousy one, in a trench coar with a funny hat?»

541
Psicología de los eneatipos

Su amor admirativo está extraviado POr su nece;


logro profesional: para ella las personas no existen, solo] .
o Perso.
najes. Esta desconexión con las propias emociones yelpr
que a menudo se reconoce en su faceta externa como e a
del social: ¿q ,
es muy característica del E3 y especialmente,
lo que conviene a la idea-objetivo o a los valores aceptado, Mirar
entorno («que es lógico y provechoso valorar»), y cc el
m
que se note mucho, todo lo que le obstruye el camino, y
parece sospechosamente a la vida misma. que se

La acidia

Eva no: se atreve a decir cuáles son sus aspiraciones. Su auténtico


(y no reprobable) anhelo parece culpabilizado de antemano, Se
diría por ello que su admiración se ha tornado en un canibalismo
imperceptible, en un ansia de imitar a la estrella hasta en los más
menudos detalles, de suplantarla, de «ser como», de «apropiarse»
de su arte y de su éxito. Sin utilizar sus propias y evidentes cuali-
dades —una profunda acidia parece impedirle despertarlas y vi-
virlas como propias (E3 dentro del triángulo E6-Eg-E3)— sino
con la rudimentaria docilidad de la «niña buena» que cumple el
ejemplo a seguir.
No es una mujer cuidadora, parece haber rechazado de cuajo
su espíritu maternal y a su niña interior. Su «frialdad infantil» no
es sino la conversión de la vida:en motivos de provecho inmedia-
to, en recompensas debidas. a cambio de un esfuerzo. Su mercan-
tilismo es tan frío y exacto como un cuaderno de contabilidad.
La relación. de conveniente servidumbre mutua es la que mejo!
soporta su anhelo: dos mujeres fálicas competitivas que viven bien
manteniendo la jerarquía entre ambas. Pero el Ez social, expert

542
Ejemplos cinema
tográficos

A O recurría a bajezas),
n
2?

e intuitiva-
.
.

Ccuidadosas, aprovechan
do con porten-
fuerte (a la que, como
Ez social, es

po r al"80 «Incor
recto» o «inade
conflicto directo. cuado»
|

inventada por sí misma

Repasemos la historia que cuenta Eva


de su vida, qué nos dice
de ella y cómo. En un improvisado escenario, observ
ada por
Margo y compañía, conforme habla va inventando más y más
.
Una cosa está clara: cuanta más atención se le preste, la historia
será más y más rocambolesca y ambiciosa. Eva no es aún una
actriz capaz de actuar la subida y la bajada del paraíso al infier-
no (como Margo) pero sí una hábil contadora de cuentos, con
una cabeza formidable.
Ella misma lo confiesa con sinceridad, antes de meterse en las
arenas movedizas de la invención de su vida: «Me gustaba inven-
tarme**% cosas cuando era una chiquilla, era una fantasiosa [...].
l me
No podía distinguir lo real de lo irreal... excepto que lo irrea
parecía más real». En definitiva, una «Antoñita la fantástica».

n,
116. La expresión exacta en inglés es mak.e-believe , «hacer creer», Crear ficció
hal mento de la
inventarse, fantasear... algo así como «mentiras artisticas». Je, A 1
make-believe, hay teatro».
Película se dice claramente: «Ahí donde hay

543
Psicología de los eneatipos

Mientras va diciéndolo, Eva sueña despierta por primera Vez; fic


he pe
monos en su rostro mientras habla: su mirada es humana
se ilumina
mente en esos momentos en que sueña despierta:
transforma, parece que recupera algo de sus raíces y su suelo, e
Solo cuando ha quedado claro que es una «cuentista, nata, la
atención que le prestan la lleva a caer en su pulsión inevitable: es
de Wisconsin, niña única, padres granjeros pobres... Y esto es cier.
to, pero todo lo demás no. Se inventa a un marido, Eddie, técnico
de radio, a quien conoce en el grupo de teatro de la destilería en
que trabaja. Luego vienen la boda, la guerra, el permiso, la viude-
dad, que confirma estando en San Francisco... allí ve teatro, cobra
el seguro y descubre a Margo por primera vez. Miente sin necesi-
dad, porque es casi seguro que si contara su vida de cómo Gertru-
dis Slezyinski llegó a Wisconsin causaría más asombro, aunque tal
vez menos efecto en un corazón americano del momento. Pero ya
se ha dicho en otro lugar que Mankiewicz prefiere que ella aquí
mienta y se invente la típica historia facilona de patriota, porque
así tocará más la fibra de quienes la escuchan.

Sutileza, intrigas, negocios y maldades mundanas

Margo ha descubierto ya que en el celo de Eva hay más que efi-


cacia (por ejemplo, un interés desmedido y peligroso no solo por
ella, sus pelucas y sus trajes sino también por su novio, Bill).
Con ocasión del regreso de este de Hollywood, Margo ofrece un
cóctel que sus celos y desconfianza malogran antes de empezar.
Todos adoran a Eva: tan femenina y dulce, eficaz, educada, co-
rrecta... tan útil y servicial, que ha sabido mantenerse todo el
tiempo cerca de Margo sin rechistar... Y Margo, sin embargo, |
la
hace todo lo que no es «conveniente»: fuma sin para!, levanta

544
Pp Ejemplos cinemato
gráficos


Í E y
t

recordar qué
qué le le hizo
hi merecer la burla d
f sel
e Margo. - Ni N;1 se sed defiende ni
se ofende de cara afuera Tampo co
, se le pas a por la cabeza que sus
ocultas intenciones hayan sido detect 5
: cta as, y es posible que ella
aúna no se las haya formulado a s í mi
ado a sí misma con clarida
; claridad. No se hace
cargo ni de su dolor, ni de la furia de Margo, ni de la of
que
q
eno ensa
"
está sucediendo.
,
all Su
, reacción interi
cacción Interior es hacer «como si no estu-
» y,
y> en to o caso, buscar la culpa de las ofensas de Margo
en ella misma y no en Margo.
Llevados por este diferimiento entre sentir y actuar, los Ez
suelen ser personas de gran resistencia en situaciones difíciles o
que exigen aguante a largo plazo. Resisten hasta llegar al límite
de su propia «incompetencia», como le ocurre a Eva. Pero tam-
bién pueden ser muy impacientes y desarrollar una lengua muy
afilada. Esta cualidad Mankiewicz la atribuye sobre todo al críti-
en realidad al ca-
co Addison de Witt (E2 social), muy cercano
reunidos «tal para cual»
rácter de la misma Eva y, acaso por ello,
en el guion.
da lugar a una revelado ra conversación,
El enfrentamiento
son (acompañado de la debutante Miss
con el crítico Addi
n y Eva sentados en la escalera reflexionando
Caswell), Bill, Kare
so br e el mu nd o d el teatro y el papel que cada uno Bes le
en voz alt a d o de qu e Eva no pier-
ya estái a d v e r t i
ña en él. El es pe ct ad or moral versátil.
empe e de la te su
hay nada aún qu
de el tiempo, pero no
545
— AA
Psicología de los eneatipos

En el dormitorio, que hace las veces de guardarropa, le ha Pediq


a Karen que convenza al productor Fabian para ser la SUStituta de
de memoria e
Margo en la obra de teatro, pero es que se la sabe
no tiene nada de qué ocuparse y los asuntos de la actriz están Ñ
perfecto orden. Entre aparición y aparición de Margo, ligeramen,
te bebida, que humilla a Eva (y a cualquiera que se Ponga a su al.
cance) pueden entreverse aspectos del rasgo muy claros;

« La seducción. Eva ha atrapado la atención de Addi


son
que mostró gran interés por conocerla desde que la vio, Pero no
solo de él: de Karen, de Bill, de Lloyd... Es consciente de la aten-
ción que despierta y de que está siendo obtenida en detrimento
del estatus de la gran actriz, anfitriona cuya conducta, esa noche,
deja mucho que desear. Para seducir no le hace falta hacer nada;
su seducción es pasiva: ser mirada y observada, mientras se mueve
ufana y discreta como una abeja que hace su miel (la metáfora
que Mankiewicz*” utiliza agudamente para referirse a mujeres
como Eva o Karen).

» Mercantilismo. Tras la candidez de Eva se esconde el cál-


culo «mercantil» de lo que gana y lo que pierde conforme a sus
valores. Palabras y gestos están siendo valorados por Eva como
mercancías en el mercado de sus intereses, que se parece mucho a

117. Con gran sutileza, Mankiewicz trae a colación un mito creacional paga-
no, distinto del cristiano al que alude el nombre de «Eva», comparando a los per-
sonajes de la película con un enjambre de melissai, o abejas, constructoras del
mundo para los antiguos griegos mediante su talante afanoso y organizado, y que
requieren siempre de una «reina» a quien sirven pero no ven, y de unos «zánganos”
que obedecen. «Los chicos harán lo que se les diga», le dice Karen a Eva en ñs
momento del film, refiriéndose a su marido Lloyd y a Bill, el novio de Margo. o
una imagen muy acertada y aguda del mundo del Ez social. Como se dice eno!
lugar: «trabajo, miel y aguijón».

546
Ejemplos cineMAtO
gráfcos

a subasta interna para estimar por


qué Pujar O
bio: est eS el escenario inconsciente qué dar a cam-
habit ual del E3. E
pe que la vida pueda ser distinta va no con-
de un trueque, de un
sj; for tar,
de unVivtom
ir acony pe a
Margo la estimula muy
poco, ahora que to
en orden, y ella ya do está
le ha dedicado suficiente lempo. En
tre tanto,
sus aspiraciones se han consolidado y reinici a Su trayectori
viendo a utilizar a Karen (la a vol-
vía más inocente y desprote
gida)
para que la ayude a buscar un nuevo trabajo... Pero es que ahora
aspira nada más ni nada menos que a ser la sustituta de Margo.
El crítico Addison será utilizado también para lograr sus fines
(lo ha invitado a la fiesta, sin ser amigo de Margo y sin que esta se
enterara). Así como el autor de teatro, Lloyd, hacia el que encami-
na su seducción cuando ve que Bill, el novio de Margo, rechaza
sus avances. Incluso el productor, Fabian... Todos los hombres
han pensado en ella durante el cóctel. Y lo ha conseguido sin
mover un dedo, recogiendo el rédito de las torpezas de una Margo
herida de celos. Llegan a defenderla frente a ella, haciendo valer
sus dotes y mortificando a la actriz consagrada. Aún más: queda
en evidencia que la que ha hecho la lista de invitados es Eva, y que
ha convidado a gente que Margo había tachado de «su» lista.
Es decir, Eva ha invitado a quienes le conviene conocer,
aprovechando maravillosamente la ocasión y sacando múltiples y
máximos provechos de una sola acción (facultad especialísima
del Ez social) que, además, es considerada desde fuera como
Parte de «su buen y generoso hacer» al ayudar aMargo. Se trata,
'sual que en la escena final de agradecimientos al premio, de una
Maquinaria de realce propio (autobombo) impecable.
Como ella «no siente», cree que los demás tampoco aa
o, sin escrúpulos de ninguna clase. Acabará por no pia
eficacia
45 y cumplir la regla: apurará su diamantina
547
Psicología de los eneatipos

caer en la grosera incompetencia, caída de la que al


vechará a su vez, como veremos, poniéndole límite
guien se
APro-
s claros.

Ensoñación (daydreaming). Visión «divinizada, de la


anticipación del logro

Ella misma Prase sean estas las Meda que originaron el guion; el
germen a partir del cual se desarrolló la película)"** habla sin dar
se cuenta de su propia pasión, y da una definición bastante exacta
de la vanidad. Con ojos relucientes, como embobada, dice:

Aunque [el teatro] no diera nada, siempre queda el aplauso. He escucha.


do entre bastidores a la gente aplaudir. Es como si olas de amor lle
desde las candilejas y te arroparan. Imaginen: saber que cada noche cien-
tos de personas diferentes te aman. Sonríen, sus ojos brillan: les has gus-
tado, Te quieren. Les perteneces. Ya solo eso vale cualquier cosa.

118. Mankiewicz y el productor Darryl F. Zanuck escribieron el guion de Eva


al desnudo a partir de una historieta publicada en la revista Cosmopolitan, epítome
del mundo Ez social estadounidense (como Vanity Fair, Harpers, Vogue, Condé
Nast o The New Yorker). La desarrollaron en torno a la mujer vista bíblicamente,
como un ser radicalmente diferente del hombre, es decir, en tanto que Eva y su
legendaria intervención en la expulsión del paraíso. No parece desacertado atribuir
al Ez social, sea hombre o mujer, esa parte «malvada» de la Eva pragmática que
consigue lo que se propone a cualquier precio, saltándose los designios divinos. Es,
en realidad, ejemplo general de lo que puede ser y hacer cualquier mujer liberada, y
se da a entender como arquetipo de la mujer americana de la primera mitad del sig-
lo xx que busca el reconocimiento de su valía. Hollywood, que encarna los atribu-
tos básicos del Ez, promociona intensamente sus tres subtipos como variedades de
la conducta «normal» del ciudadano probo y honesto, luchador pero que no da
problemas y es obediente; del que no ve la cara oculta. Para América y Hollywood,
aspirar a un «sueño» es lo mejor de una vida entendida el papel de una película. El
Ez no solo cree que vive un guion sino que ha sido escogido para desempeñar UN
papel preponderante, dadas sus cualidades. Es un carácter al que le cuesta rediseñar
su vida (si llega a tener ocasión) al margen de las pautas «ideales» o indiscutibles qué
se va creando, y que toma por reales y primordiales.

548
Ejemplos cinematográficos

Acaba de describi r la necesi


dad neurótica del E3 social: el
aplauso; el reconocim
iento, es decir, el germen de la fama, bien
sea en la familia,en la profesión, en el vecindario,
en las encicloped en los medios,
las... donde sea, cada cual a su
Esa Onda
medida.
su

ue va pronuncia las citadas palabras, está


al borde de
las lágrimas... y todos la miran con
embeleso. Menos el crítico, que
está valorando
2

sus dotes de actriz, pues aprecia


el «fraude» del que,
en ese momento, ni siquiera ella es consciente. Puede
algo tan frío llorar por
y tan abstracto como imaginarse un
aplauso anónimo.
Conocer ese «fraude» le dará al crítico un poder defini
tivo para so-
meter a Eva. No solo porque descubre su punto débil, su
ambición
oculta, sino además, porque sabe que, para realizarla, ella tend

que pasar, indefectiblemente, por él.
El cuentista del Ez social (make-believe) tiende a vivir entre
«cuentos de la lechera» pero que conforman el marketing de su
producto en venta. El «cuento» interno que se cuenta a sí mismo
acerca de los logros de que es capaz suele poseer un matiz de «en-
tronización divinizada». Y esa será la cara de Eva cuando reciba
el premio, al final. De hecho, si detenemos la película y observa-
mos en qué consiste el premio físicamente, veremos que es la es-
tatuilla de una mujer sentada en una especie de trono, como una
triunfante Judith (que le acaba de cortar la cabeza al general Ho-
lofernes).
Esa Sensación interna de autoengrandecimiento de la ES
propia a través de los logros hace de los E3 sociales es al
tivos, industriosos y competitivos, que se sienten Pa DA
únicos en lo que hacen, en una incesante «abundancia
que es su combustible para no par
ar.

549
Psicología de los eneatipos

Pero nada se dice del contenido, de la vida de Eva mg


su ambición y de su copia en papel carbón de Margo Ch. allá
Por ello, al Tres social, al principio del proceso rape
producirle mucha ansiedad la simple parada de actividades e
de hacer, o hacer dejándose llevar por alguien o por algo . Sar
conoce o no se imagina a priori. Especialmente,
las o .
que no llevan aparejado reconocimiento (financie
1O O NO): crearS
meditar,
,
ayudar a otros desinteresadamente, amar o hacer un
. Arte
propio, al margen de las convenciones. Por ahora, Eva ha hech
,
lo que hacen tantos estadounidenses cuando viajan o hablan d
O

e
cosas que hay que ver en el mundo: «Done ¿tb Lleva un cuaderno
y la vida consiste en ir tachando lo que ha hecho, se SUPOne que
para tener el cuaderno con más tachaduras.
Pueden verse así claramente en el comportamiento de Eya las
dos acepciones del prestigio: la fama, y el embaucamiento, enga-
ño, fraude o «prestidigitación» que emplea para conseguirla y
mantenerla. |

«Lo hago por ti»

El diálogo que mantienen Eva Harrington y Bill Sampson en una


supuesta escena de «transición» revela el profundo conocimiento
psicológico que Mankiewicz tenía de la mujer Ez social, que le
fascinaba y en el que vio al nuevo prototipo de la mujer america-
na: una luchadora que no se arredra ante nada ni nadie.
Eva acaba de hacer su primera representación completa de
Aged in Wood en sustitución de Margo, donde ha revelado su
enfadado
gran potencial de actriz. Bill, el director —que se ha
con su novia, Margo, y no acudió al fin de semana campes
. e) tre con

o. está po satisfech focha.


ella—, la felicita en el camer ino. Pero Eva no

550
Ejemplos iN
eMAtOgráfico s

que quieres serlo.

1: Estoy hablando de ti y de lo que tú auj


Eva: Yo también. A
Bill: Y ¿qué tengo yo que ver en esto?
Eva: “Todo.
Bill: Me han llamado de todo pero nunca Svengali.'*? Buena suerte.
Eva: No te escapes, Bill. -
Bill: ¿De qué tendría yo que escaparme?
Eva: Tú siempre persigues la verdad sobre el escenario pero ¿y fuera
de él?
Bill: También.

ón inglesa para con-


119. La traducción está realizada directamente de la versi
servar los matices. re
e hipnotizador Shue
de una novela de Georg;
120. Svengali es el nombre del ficticio
en su día y creó el estereo-.
du Maurier, Trilby, de 1894. La historia causó sens ación
tipo de ol aprovechado que ha persistido hasta hoy. La sua palabra «svengali
per son a q ue tra ta de per dirir aa otra con
gua je signi cando un a
E d uti liz a par a designar a profesores
intenciones d malvadas.
e HMuy
b frecuentemente se Ue” Auencia en sus pupilos, espe-
en
(coaches) de actuación que ejercen una desmesurada in a endientemente del
cialmente si se trata de una mujer (como es el caso) OnciaSh ñ de o enaah E
¿ solo pueden actuar en prese
género, llegan a creer que

551
Psicología de los eneatipos

Eva: Entonces, enfréntate a ella. Yo lo


che, en este mismo camerino. ac hecho, Desde la Primera no.
Bill: ¿Cuando te dije todo lo que una actriz debería
saber?
Eva: Cuando me dijiste que llegara a ser lo que lle
gara a 'ser, sería gra-
cias a ti...
Bill: Esta fantasía tuya es un poco fuerte. (Make- ups
a little heavy)
. Eva: Y por ti...
Bill: Eres de cuidado.
Eva: ¿De verdad?
Bill: Estoy enamorado de Margo, ¿no te lo han dicho?
Eva: Se dicen todo tipo de cosas...
Bill: Soy humano,, aunque los rumores digan lo contrario,
Y SOy curio-
so como cualquiera...
Eva: Adivínalo.
Bill: Solo una cosa: me gusta ir detrás de lo que quiero y no al revés...
[Eva lloriquea con rabia.]
Bill: No llores; puntúalo como un incompleto paso hacia adelante.

Eva revela, finalmente, que su meta es Bill. La mezcla de am-


bición, manipulación y una capacidad fabuladora donde las con-
vicciones personales son tomadas por realidad acompaña a todo
E3 social hasta que encuentra límites claros. A Eva, es Bill el pri-
mero que se los pone, cuando se da cuenta de que es capaz de
cualquier cosa, aunque él no sabe aún muy bien adónde apunta
pues ignora si la vocación teatral de Eva es sincera.
Tras su insinuación de que entre él y ella hay algo hasta ahora
mantenido oculto, Bill le responde que se pasa de fantasiosa: la
invención, el truco o el maquillaje —que en inglés coinciden en
la misma palabra (make-up)— desfiguran ya tanto la realidad que
hacen saltar por los aires la imagen discreta, silenciosa y dulce de
Eva, mostrando su arácnida estrategia de hilillos invisibles. Es la
primera reacción de rabia, de contrariedad y despecho qué le
vemos (la segunda será la última y definitiva de su desenmascal?
miento), y acaso no sea tanto lo más característico del rasgo €S4

552
Ejemplos ci
neMAtogr4fcos

ión (lo que se ha


conve-
del Ez social), ni
la fabulación
Mmpletamente este as
Mprobamos su nece
pecto del
sidad de «identifica-
orado» por ellos, y su «imi
tación»

escena. Eva (¡no sabe por qué lo hace!) se ofrece a Bill, en una
confluencia repentina, sometida también a sus
últimos objetivos
(mi vida es tu vida): «¿Es eso lo que tú quieres que sea?
[una ac-
triz)». Parece que ella no puede ser por sí misma, que si mira
hacia adentro solo encontrará un mecanismo desalmado para
«ser COMO», pero no para «ser», sin más. En otras palabras, necesi
ta que alguien la mire siempre para poder ser (de ahí la alusión al
hipnotizador Svengali). o
Esta declaración de Eva aturde y sorprende al mismo E
le responde: «Estoy hablando de ti y de lo que tú quieres».
secdada cue nta de que tras ese «animal escénico» ni siquiera hay una
nfo,
búsqueda artística, o de popularidad, o de riqueza, O de triu
el público
sino la necesidad de ser reconocida y aprobada por
, li ]

puede ser él mismo, 0 una parejaja, , loslos ami


-
ro un «público» e
bús que da
da que se ret rot rae a tie mpo s muy lejanos,
sn Es una
y su padre.
j ncia aya
a sus escenas familiil ares de infa
Pos|iblemente
or a de blecida
«ser», pero €s tae
Parece ha be r un a ne ce si da d ar ro ll ad
táneo de la vida,
“omo un trabajo, no como un hecho espon
553
Psicología de los eneatipos

n
ecesidad que ha sido terrible y tem
E

pranamente torcida, y
. .

«caída
| » bien podría representar se por
el despertar brusco 20
guien que ha sido hipnotizado, o de un
sonámbulo, ca
ARO si no estuviera», es decir, sin sentir de verdad pues está
ni lo
dice ni lo que hace; como sombra de sí misma, o com
o un 20.
que emula una existencia en un mundo convertido desd
e Muy>
temprano en un plástico e indoloro escenario.
No es descabellado relacionar el neurótico afán de hacer
cumplir sin «sentirse» de una persona hipnotizada con la vida de
las abejas, cuya similitud con ciertos caracteres humanos, y espe-
cialmente con el Ez social, ya se ha destacado en la escena ante-
rior. Yendo más lejos, podría hablarse de una percepción del
cuerpo y de la vida como la de un robot (del ruso, robotat, «traba-
jar»), en verdad similar al movimiento de una persona hipnotiza-
da. En ambos casos el cuerpo es considerado poco más que una
máquina, mejor dicho, un aparato obediente a una mirada o a
una orden.
Estar interpretando constantemente la mirada externa para
ganarse esa aceptación para la cual el E3 «es» y para la cual «mol-
dea» la imagen de sí mismo es uno de sus mecanismos neuróticos
cruciales (cada subtipo de una manera). Esta escena pone en evi-
dencia hasta qué punto El Ez social necesita no tanto seducir
como gustar, complacer: ese es su invisible y enfermizo apetito.

«Yo no soy nadie», dice Eva. «Pero yo sí», responde Addison


DeWitt. Bill se ha marchado ya, ofuscado por la pretensión de
brevísimo
Eva de verse vinculada a él. En un instante, y tras un
del
lapso de rabia, Eva «desciende» un escalón en las jerarquías
teatro y pasa de pretender al director a dejarse cortejar por el cr
decir, mien”
tico, el taimado Addison DeWitt, que escucha a Eva
tras se ducha en el camerino: «Yo soy menos que nadie».
554
Ejemplos cine
matográficos

canismos que
naturalmente, de una

para el teatro). Pero, vi


ejo zorro, antes de escribir
asegura, y la hace caer en su columna se
su pro pla trampa con pr
centes sobre cosas —falsas-— eguntitas ino-
que ha dicho de su biografía, para
obtener finalmente la confir mación —que
utilizará más tarde
para dominarla— de que la historia de su vida es un
puro cuento
y de que esa función «anómala» que ha hec
ho en lugar de Margo
había sido cuidadosamente planeada.
Sería interesante reproducir en palabras lo que Eva siente
cuando intenta desgarrar la peluca de la función, llena de despe-
cho, antes de que DeWitt entre. En su vertiginoso impulso, de
acción en acción, de propósito en propósito, a cualquier E3 so-
cial —y no tan patológico como Eva— le cuesta, si entrevé la
posibilidad, expresar lo que siente, o lo que quiere, qué es su vida,
no con adversi-
y relacionar lo que le ocurre con ella o él mismo y
dades externas o culpas ajenas. o |
dificul toso le resulta el vómito de la rabia y
Especialmente cto od mos-
que genera la contrariedad inesper ada, ya que no MAN
pe a _
trarla, El Ez social suele concentrar veneno £n altas
brev , P es
corto— dede reaccion
e . -

benque —látigo edad),


»,.

mala idea (los golpes de rebenq


cisa pero hiriente furia), de palabras (mor ao baja), de
áni iggle] o comentarios €n voz
Mecánicas (risas menudas [81281
A
A

555
PP

|
1
Psicología de los eneatipos

llantos de cocodrilo (lágrima fácil sin nada . que la SUStERtE) y q .


una mirada ausente, hueca, que sigue «mirando» con Paren
normalidad, aun cuan5do la mente está a miles de kilóme
4 : Mi te
tros q e
allí (Eva tiene esta mirada en los momentos en que MUEStTA 5
pasión). Algunos psicoterapeutas, al hablar del Ez Mencionan los
«ojos de muñeco» o «de escultura», que miran sin yer, Vacíos
acaso una treta del cine para convertir a sus estrellas en seres in
. s >

mortales sin vida humana.

Desenmascaramiento y humillación

Tras mentiras e intrigas que, finalmente, se arreglan sin que lle-


gue la sangre al río, Eva consigue el papel estelar de Kora en la
nueva obra de Lloyd. La víspera del estreno, Eva intenta un últi-
mo ¿mbroglio, en dos tiempos: lía a Lloyd para que parezca que
tienen un affaire, e intenta mentir a Addison, que la corteja sutil-
mente desde que la conoció.
Addison daba por sobreentendido que él la ayudaba porque
ambos se unirían profesional o pasionalmente. Al ver que Eva no
solo intenta casarse con otro sino que, una vez que lo ha utilizado
para hacerse famosa, intenta además urdir una trama para que
quede él como el culpable de sus maquinaciones, la desenmascara
sin miramientos.
Por su fama de cínico y ácido, Eva sabe que Addison tiene
muchos enemigos y cree que será fácil deshacerse de él. El E3
social no solo detecta con mucha certeza las debilidades de los
demás, sino que presume de una inocencia «angélica» Y
maestro en «escurrir el bulto». Pero Addison la conoce ya mu)
bien, sabe cuál es su estrategia y le enumera la sarta de embus-
tes con los que logró entrar en el mundo del teatro, amenaza”

556
Ejemplos cinemato
gráficos

dola con hacerlos públicos si sigue adelante con su plan n d de


chantajes-
Eva no es la muchacha joven, viuda de guerra
y simple
digna, 2 la que nadie negaría su ayuda yde la que la
3

«p atria ame-
ricana» se siente orgullosa y agradecida, SINO que viene de una
segunda generación de inmigrantes alemanes o polacos!» y se
llama Gertrudis” Sleczynski. Sus padres, pobres (en esto no
mintió) viven aún y la esperan desde que, hace tres años, desapa-
reciera sin dejar rastro. En la destilería donde trabajó le pagaron
quinientos dólares para que se largara: después de que el dueño
fuera investigado por un detective que le puso su esposa. No ha
estado nunca en el teatro Schubert en San Francisco en un estre-
no de Margo, porque el teatro Schubert está en Nueva York,
adonde fue a parar con los quinientos del finiquito y donde se le
ocurrió acercarse a Margo... Todas mentiras de poco fuste que
ideó aquel día en el camerino en que, de repente, vio que podía
captar la atención de Margo y, por fin, salir de ese «anonimato
vital» que el E social íntima y profundamente aborrece, como
corresponde a su ansia de brillo y prestigio.
Addison la somete en una escena violenta y «feudal», que
acaba con ella arrojándose sobre-la cama y mirando .a cámara,
tumbada, en un escorzo muy expresivo, que denota que la revela-
ción de sus orígenes la hace retorcerse como una serpiente. Es el
espectáculo de una Ez social enfrentándose a la realidad de sus
orígenes, O, mejor dicho, a la aceptación de sus orígenes, de los
y que tiende a
que el Es social pocas veces se siente contento

] sn de ral
'21. El mismo Joseph Mankiewicz, nacido en Pennsylvania, era hijo de in

| nom
le es ca pa ba un a, y Gertrudisj es €
se
madre A Mankiewicz no id ad pa ra ocultar sus atrocidades.
ta se ns ib il
Met, que aparen

557
Psicología de los eneatipos

ocultar, si no a alterar, con su fantasía desbordante y su habilidag


para presentarlos mejorados o, simplemente, adecuados,
ant
compradores de su imagen, cuyas ofertas sabe empujar al alan
mediante una manipulación cuidadosa.
Al convertir a Eva en una ciudadana de origen extranjero —
como él—, Mankiewicz parece lanzar la ironía de que cualquier
europeo puede intentar engañar a un norteamericano,'» cuyo
pasado y visión del mundo suelen ser más simples. América es la
tierra de las oportunidades y uno de sus lemas es: «No te detengas
hasta triunfar». En otras palabras: «Por sus logros los reconoce-
réis», es decir, el credo del Ez.
Y el triunfo, como mejor se mide en nuestra época mercantil,
es en dinero. De ahí que al E3 social se lo asocie a menudo con la
avidez crematística, la forma tal vez más vulgar de adquirir presti-
gio, pero que Eva no persigue directa o expresamente. En los
EE.UU. de esa época, Eva es ya el prototipo de la mujer que
triunfa y consigue lo que quiere. Mankiewicz desea desenmasca-
rarla expresamente ante toda la nación. Pese a su sutileza, la pelí-
cula no puede librarse de una visión machista de la mujer «ideal»,
asociando al E3 con la imagen femenina de una Eva correcta,
cándida, resolutiva, discreta y enigmática, de una Eva tentadora
y, hasta cierto punto, peligrosa, que, en el fondo, se parece a toda
una sociedad.

123. Recordemos que, en aquella época, Hollywood era una industria dirigida
por inmigrantes o hijos de inmigrantes europeos. El hermano de J. L. Mankiewicz,
Herman, famoso guionista que le precedió en California (Ciudadano Kane, Los ca-
balleros las prefieren rubias, películas de los Hermanos Marx...) supo consideras,
nada más llegar, las oportunidades de la California de época, y envió este telegrama
a su amigo, el periodista Ben Hecht, de Nueva York: «Puedes pillar aquí millones y
por rivales solo tendrás a idiotas. No te pierdas esta ocasión».

558
r Ejemplos cinematográficos

El Poder y
el desprecio: Ez social y Ez social
La Vio :
el O e s a del desenmascaramiento parece ocupar
Mientos. Como 0 . de Eva, dejan el amor, el sexo o los senti-
zada por sí a a porámbula o un robot, o una mujer hipnoti-
bofetón que le d > 22va parece iniciar un lento despertar tras el
a DeWiet.
En 1 se A
Para Eva el sex xo está en el aire aunque no se trasluzca.
O €s, se, .
tamente natura] EN CRM, Otra moneda de cambio perfec-
dé sexo cuand
ando lo a su visión
.
mercantil de las cosas. Posiblemente
fusión característi que le piden es amor y los confunda (una con-
terística del E3). Y tal vez Addison esté esperando un
.
ce

momento mejor para culminar un proyecto de relación difícil


pero que le fascina y le interesa profesionalmente
también. En
todo caso, está claro que ambos comparten algo. La bofetada
y el
llanto posterior tirada en la cama tienen de alguna manera la
fuerza de un sexo cuanto menos abrupto, de una virginidad final-
mente arrebatada.
Claro que, puesto que Eva va a triunfar gracias a Addison,
ahora Addison la desea, sí, pero para entrar con ella en Hollywood,
que es adonde ella no tardará ni un minuto en marcharse... Esto
sería, al menos, lo que un Ez social pensaría inmediatamente.
¿Cuáles son las semejanzas y diferencias entre un Ez social y
un Ez social, dos subtipos a menudo muy parecidos y difíciles de
distinguir? Esta creación artística contiene genialmente algunas
que son
pistas. Algún espectador podría formular, simplemente,
sol o que uno es ho mb re y la otra , muj er. Pero la energía
iguales;
es muy distinta no solamente por eso.
De Wi tt po dr ía t om ár se le por un E8, si no fuera
A Addison de Os-
finado dandy (parece un remedo
por su presencia de re proclive en el fondo a
los
Wi ld e en pl en o si gl o xXx), poco
car
—a
Psicología de los eneatipos

enfrentamientos que no se lleven a cabo en una


column
Periódico. Y tambien su pasión por
lo histriónico y | _ce
ción-conqqui
ui sta parecen ubicar
j lo mejor
j en el Ez. y amb
En la puerta de su suite de hotel, al ver que Eva es
capaz de |
echarse una siesta dos horas antes del estreno,
Addison le dice.
«Señal de que eres una auténtica asesina» («The mar
k ofa true hi.
dler»), por la sangre fría que demuestra pudiendo dormir justo
antes de un estreno. Ella lo mira asombrada porque no ent
iende
este guiño teatral: «¿Una asesina?» Él enseguida replica: «Perdo-
na, he querido decir “campeona”; supongo que mi vocabulario
de boxeo me confundió». |
La confusión es de Eva, e implica una diferencia muy grande
entre los dos. Eva teje telarañas como pocos pero la violencia física
ya es otro cantar, como también lo es su relación con el cuerpo.
Genialmente, es en este mismo momento cuando el crítico le re-
cuerda algunos de sus defectos físicos (a los que un Ez social es
mucho más sensible que el E2 social). Eva se dispone a abrir la
puerta y conminarle a dejar la habitación tras la bofetada pero él,
admirado por su instinto dramático, le comenta: «Eres demasiado
baja para ese gesto». Entonces ella se lanza sobre el teléfono y él le
recuerda gravemente: «Esa respuesta instintiva vale millones, pero
cuelga el auricular». Sabe que si se pelean sería el fin para los dos
porque las heridas que son capaces de hacerse son de difícil cura.
Ya se ha dicho que no es raro encontrar Ez sociales en pape-
les de gángsters y asesinos refinados (los Ez también, pero más
fuertes, o son dandys locos que apuestan mucho más); aristócra-
tas malvados o ladrones de guante blanco, que adoran y conocen
lo que van a robar (como si ya fuera suyo) más incluso que los
dueños, y que disfrutan de la vida y mienten más que hablan;
croupiers; espías; artistas vanidosos; escritores famosos de voz en-
golada; modistos y modistas; diseñadores y expertos en venenos...
560
tai
ci
Ejemplos cinemato
gráficos

cores y actrices, directores de teatro y G OS O ti


pos del mundo
qe la empresa y las finanzas, donde p ue EN ser aúinn
másmá «duros»,
frjos €implacables.'**
Solo alguien como Addison, que nació y vive por
rearro, ES Ape de desentrañar a Eva y, al mismo tiempo > c
pared > E poder amarla, por ver en ella la fuerza seductorade
¿nas inmensas y asilvestradas cualidades que aporta con naturali-
dad al cultivo de su futuro como actriz. Veamos el
diálogo tras el
desenmascaramiento:

Eva: Tenía que conocer a Margo. Tenía que decirle algo, ser alguien.
Gustarle.
Addison: Que yo te quiera en este momento me resulta de repente al-
tamente improbable. Pero tal vez sea esa la razón [de que te quiera].
Tú y yo somos personas improbables. Tenemos eso en común. El des-
precio por la humanidad y una incapacidad para amar y ser amado.
Talento y ambición insaciables. Nos merecemos el uno al otro.

Eva llora, le invade la vergijenza de haber sido «vista» y des-


enmascarada, de quedar a merced de alguien y de perder toda su
libertad de acción, y se niega a actuar esa tarde. Su orgullo está
roto, pero se repondrá enseguida con la dosis de reconocimiento
que el público le da. Porque, naturalmente, actúa y triunfa, ha-
ciéndose merecedora del premio que está a punto de recibir por
su actuación en una obra en la que, por intereses diversos, todos
están interesados (el teatro está interesado) en que tenga éxito. La
Obra de teatro es de Lloyd, esposo de Karen; la dirige Bill, el me
tido de Margo; la produce Max Fabian y la critica Addisoz
DeWitt. No hay más remedio: la industria teatral y Hollywoo

la) "24 Audrey Hepburn (Breakfast as Tyffany> TippiPP 0Hedren


2 (Marie,
Sureep (Ella
tal vez E3
Dish » Catherine Deneuve (Belle de Jour, esta
viste de Prada)... por poner unos ejemplos.
561
Psicología de los eneatipos

necesitan que la guinda del pastel sea así


de tremenda: y
Joven y avasalladora; en este caso, el modelo es Ez sodal actriz
en América priman la ambición y la independencia de la , Porque
los mitos deben ser cada vez más exagerados, Mujer, y

La entrega del Premio

Narra la ceremonia el crítico Addison DeWitt. Mankiewicz le


concede así cierta prioridad, identificándose subliminalmente
con sus reflexiones y puntos de vista sobre el teatro y los actores
inmunizado como está ante las vanidades de la profesión por ser
crítico.
'?
Finalmente, Eva toma el premio en sus manos, y le llega la
cálida onda de «amor». Vemos sus facciones encenderse, semirrí-
gidas en una ensoñación de «divinización», mientras la mirada se
le difumina y sus ojos parecen convertirse en las órbitas huecas de
cristal de una muñeca. Cuando toma la palabra consigue, con
una naturalidad pasmosa:

+ La autopromoción desde la «humildad». El no ser nadie


para estar ahí, un triunfo tan temprano que no merece, el esfuer-
zo con un aprendizaje escaso... Logra convertirlo todo en mérito,
precisamente por presentarlo como «anómalo» o excepcional.
La autopromoción apropiándose del mérito ajeno.
Cada agradecimiento a quienes la ayudaron y ahora la detestan,

125. En diversos documentales sobre el rodaje, actores y amigos de


Mankiewicz ríen al comprobar que los comentarios incisivos de DeWirt eran los
del propio director en su vida cotidiana. Hay un cierto tipo de cosas que el E3 soci
le interesa,
piensa y escribe con toda libertad y agudeza, pero que no se atreve, O NO
expresar en público, algo ante lo que no se detiene el Ez social.

562
Ejemplos cinematográficos

Jejos de restar valor a su esfuerzo y debut, constituye un crédito


más para su personá, Precisamente por la importancia de quie-
nes son. Pero además le sirven para alimentar su imagen de
mujer buena, trabajadora y agradecida. La imagen del Ez social
es una gran bolsa de valores donde se aprovecha absolutamente
to do, sea SUyO o no.

+ El credo del ego-go, del que nunca para. Eva dice de sí


misma (la sociedad estadounidense, de trasfondo, aplaude) esta
auténtica «joya» descriptiva del carácter Ez social: «Considero
que este gran honor no es tanto un premio por lo que he logrado
como el listón que mantendré ante todo lo que me queda por
hacer».
+ El cambio de talante. Desde la escena en que es desen-
mascarada, Eva es más áspera y amarga. Paradójicamente ya es
famosa e inicia una carrera que se promete triunfal, pero algo ha
tocado DeWitt con la bofetada, como si la hubiera despertado de
un sueño pero aún no viera otro mundo diferente. Ella —aún sin
consciencia de ello— empieza el triste camino—<hollywoodense»,
aunque característico de cualquier E3 social— de la vida bifásica
o, en otras palabras, del desequilibrio entre lo externo y lo inter-
no: lo que vive con más atención se parece cada vez más a una
sombra chinesca de cartón piedra, mientras que lo sentido genui-
namente, su fuero interno, se desdeña como una ilusión de mal
gusto. Este camino llevó a muchas personalidades de Hollywood
Ala bebida o a los barbitúricos aunque, sin llegar a esos extremos,
es cierto que la crisis del E social se manifiesta como una muerte
equivalente a «no ser nada» (lo opuesto a «ser alguien») que puede
conducir a situaciones graves de ansiedad.

ed
126. «l regard this honour not so much as an award for what 1 have achiev
tas a standard to hold against what I have yet to accomplish...»

563
Psicología de los eneatipos

« La avidez de notoriedad. La de Eva es inagotable:


a] 2
hono una gran 0
bar la ceremonia, el productor da en su r
Ella, dentro del cliché de su personaje, se niega a ir, y Addison le
recuerda que es en su honor. Le da igual: si no va, pensarán Aún
más en ella porque su ausencia ahora supera en notoriedad a sy
presencia. Ya se ha empezado a convertir en una estrella y lo sabe.
Minutos después, olvidará el abultado premio en el taxi: lo Obte-
nido pasa a ser fácilmente desechado y desacreditado por el Ez
social (una manera sui generis de que nadie lo aproveche después,
o lo haga valer tras haberlo recibido ella). Es solo un peldaño
más, como cualquier otro de una escalera infinita.

Surge una nueva Eva

Cuando Eva está acomodándose en su apartamento al anoche-


cer, con sus baúles abiertos —se va a Hollywood—, el mito es
recreado. Otra joven le pide, por favor, que le deje trabajar a su
lado. Y, cuando la estrella se ha retirado a descansar, atiende la
puerta y pone luego sobre sus hombros la inmaculada capa
blanca de Eva.
Sosteniendo el premio con las manos y, multiplicada por un
prisma infinito de espejos frente al biombo vestidor de la actriz,
se inclina ante su propia imagen reproducida ad infinitum, prac-
ticando el rito autodivinizador del E3 social, por el cual la actriz
se consagra al tiempo que el ser humano desaparece. Irónicamen-
te, Mankiewicz llama a la nueva aspirante Phoebe, uno de los ti-
tanes o semidioses, relacionada con Selene, la Luna, y encargada
del oráculo de Delfos. (De la bíblica Eva nos vamos al politeísmo
griego).

564
Ejemplos cinematográficos

Fl laberinto de espejos y la reflexión infinita de la imagen


son
, muy plástica descripción del E3: Todo lo que de
e pantallas, en los espejos múltiples él se ve está
del mund O y en las me
en de los demás; pero en el n-
centro, en él mismo,
nadie puede en-
A peras ya al ser que dio lugar a esas imágenes n i distingu
irlo de
ellas.
Mankiewicz describe de manera cinematográficamente bri-
llante los atributos del E3 social de la autoinflación y la autoilu-
minación postiza, junto al premio que la ambición demanda,
mediante la metáfora de los reflejos y los brillos, las proyecciones
infinitas, los espejos y la luz centelleando. Es decir, con recursos
del teatro y del cine (artes de la imagen y la representación) que
son como el fondo de la caverna platónica:"? El individuo no se
siente, no se ve a sí mismo; se pierde en la maraña de sombras
inertes y planas que pululan como atisbos de «ser», proyectadas
sobre el frío muro, pero que él confunde con la realidad y con el
ser. Lo que el E3 social vive patológicamente, mediante el brillo,
es ese muro, esa pantalla plana sin vida pero con extraordinarias
imágenes en movimiento (motion pictures). Y la necesidad de
promoción de esa imagen plana, acorde, que se ha hecho e sí
mismo (desfigurada y distorsionada hasta resultar Irreconoci e),
se introduce en ese «movimiento» que cree ser la vida. _
Tampoco se le escapa al espectador que la ev pie
está ya empezando a codiciar el Óscar, y que ella DON " > o
gará a parecer a la estatuilla que tiene en las manos: e Ñ
su trono, que simboliza; la perfecta iidentificación del E3 con
necesidad, su aspiración y su logro.

: ié i que alel teat


confusión la Rol mde
ro pued
o ta mb por n
esa
127. Por muchas razones, per ideal
> id brohibió Platón la estancia en la ciudad
ca) alos dramaturgos.

565
II

CHISTES Y VIÑETAS

«No me importa que tengas un yate en Acapulco o una mansión


? . .

en Cancún. Lo único que importa es que somos amigos. Por cier-


to, ¿CÓmo te llamas?»

r es «quizá».
Si un político Ez social dice «sí», lo que quiere deci
Si dice «quizá», lo que quiere decir es «no». Si dice «no», entonces
no es un político (o no es Ez social).

O Mark Twohy, 2000

567
Psicología de los eneatipos

pieles. Se lo prueba, la ven


Alguien va a comprarse un abrigo de
ora dic e que le que da bie n. «Sí —r eplica—, es muy bonito
ded
».
pero está por debajo de mis medios

Autor desconocido, sf (izq.)

O Ana Iribas Rudín, 2007

568
12

PROCESO DE TRANSFORMACIÓN
y RECOMENDACIONES TERAPÉUTICAS

Lo que nos ha ayudado a los colaboradores de este capítulo, en el


roceso de acercarnos a nosotros mismos y aliviarnos en parte del
de la neurosis, ha sido una serie de experiencias que creemos
pueden ayudar a personas como nosotros.
El proceso de crecimiento pasa por ver cómo es el ideal que
el Ez social ha creado de sí mismo y con el que se identifica.
Como «yo ideal», es omnipotente, infantil, narcisista e inalcanza-
ble, pero el E3 social cree que tiene que encarnarlo. Este intento
acaba siendo la fuente principal de su neurosis, ya que choca con
el principio de realidad, con la que se tiene que enfrentar: nadie
puede ser ideal.
La persona Ez social tiene una gran dificultad para encarar el
miedo. Cuando este aparece, se contrarresta con el control que
da un poder desde la cabeza; de esta manera niega el miedo y se
defiende. La invitación, por tanto, es a que se deje ir y sentir,
acercándose a lo espontáneo, a lo no controlado. Atreverse a di-
sentir y a ser más asertivo, mantener su posición sin ceder para
“Comodarse y quedar bien.
Es bueno poderse quedar en silencio, poder experimentarlo y
“ompartirlo, ya que ahí hay sobriedad y no hay necesidad de
t nada. Mediante este encuentro silencioso se acerca 2 la

569
Psicología de los eneatipos

aceptación, al encuentro de lo que realmente hay —sintiendo


que todo está bien—, sin control, sin interferencia. Es como vo].
ver a casa, ya que tal encuentro lo ayuda y le permite estar en e]
proceso, no en la obra terminada que se ofrece a la mirada del
otro. De hecho es importante para el Ez social estar-primero con-
sigo mismo antes de poder estar auténticamente con los demás; el
autocentramiento le es esencial para no perderse de forma com-
pulsiva en las relaciones sociales.
Ante la dificultad de estar en contacto con los demás sin
tener que hacer el esfuerzo de adaptarse, es positivo sentir el ma-
lestar interno que se va produciendo, como toma de contacto
con uno mismo. Es la manera de acercarse a su necesidad del
momento, dejando de orientarse en función de la reacción del
Otro.
Al Ez social le viene bien descansar, no hacer y ser ineficaz,
También, mostrar los propios errores sin disimularlos, tomando
consciencia de la angustia y la sensación de debilidad ante los
demás que le genera esta autoexposición.
Trabajar con un paciente E3 social como terapeutas nos re-
mite a cómo trabajaron otros terapeutas primero con nosotros.
Es importante para el paciente sentirse acompañado en lo verda-
dero, pero sin que se le marque ninguna dirección concreta a se-
guir. Lo verdadero tiene que ver con la conexión con el aquí y
ahora. |
En la relación terapéutica, o hay contacto, o no hay nada.
Cuando no hay contacto real con las cosas es cuando vienen las
repuestas automáticas. El Ez social es confluente, se adapta al en-
torno. Para evolucionar, tiene que desidentificarse de las necesida-
des del entorno e identificarse consigo mismo, recuperar su yO.
Al principio, en la terapia, la confrontación despierta todas
las resistencias del paciente Ez social. A la rabia, la tristeza y el

570
tacto con lo certero
> SCON lo autént
auténtiico. Así,í, lala vivi vencia
za, vulnerabilidad Y de vergien-
Ae
sanación,
que es la de spno
rotección se rep:
ha aran verdadera
Como dice Santa Teresa, «sin laahacera

La creatividad, el Jueg
¡ mo
> El oy el teatro ayudan
cial,
Ñ porque lesl permiten ver su teatra
lidad y trarim el su ¡
bajar
riéndose de sí mismo, haciendo el ridícu
lo, perdiendo la an -n
público. Cuando conecta con sus necesidades, puede
hacer de
ello algo creativo y positivo, con entusiasmo. Ana señal
a cómo el
trabajo creativo de la plástica la ayuda a entrar en relación consi-
go misma y a la vez, a abandonar el control:

La acuarela tiene una vida propia y el agua provoca sorpresas; no puedo


controlarla como puedo hacerlo con técnicas secas. Soy testigo contem-
plarivo de lo que va sucediendo (me dejo llevar por ello), hago algún
movimiento, pero sin realmente violentar lo que está sucediendo. Es
más una cocreación con el medio mismo que una imposición desde el
ego-autor sobre el objeto-matería.

-
Para ella es importante mantener la actitud de una aficiona
ar como profesional,
da, que actúa solo para sí misma, y no actu
ent onc es esta ría pro duc ien do para un público, para la
dado que
mirada del otro.
el trab ajo cor por al resu lta bene fici oso, porque des-
También
con ten ció n habi tual es. No debe confun-
bloquea la energía y la
571
Psicología de los eneatipos

dirse con el deporte competitivo, que engancharía de nuevo al Ez


social en su afán por ser el primero.
La meditación, especialmente en su no hacer, permite entrar
en contacto con el vacío y, a base de permanencia en él, habitarlo,
Por la dificultad para estarse quieto, las meditaciones en movi-
miento pueden resultar más sencillas, al menos en un primer mo-
mento (se tiene la sensación de estar haciendo algo, lo cual resulta
tranquilizador).
El E3 social tiene una buena capacidad para trabajar en
grupo, negociar y coordinar tareas, aunque suele asumir el rol de
líder. Adoptar otra posición dentro del grupo, de cooperación
como uno más, sin protagonismo, trabajando en conjunto y sin
perder la autenticidad, podría enseñarle nuevas cosas.
Y sobre el amor, escribe Yolanda:

Darte, no sé qué quiero darte, pero creo que va por darte tregua, tole-
rancia, acercamiento por mi parte en el contacto un poco más vacío de
palabras por mi parte, y esperar a dónde nos lleva. Mis miedos, miedo
a silenciarme y a silenciar mi corazón y a perder el contacto con mi
ternura y mi amor por ti: poder confiar en que eso es fluir y esperar lo
que venga.

Aspectos sanos y tareas útiles para el E3 social son:


+ cansarse de la máscara;
|
* contactar con el vacío, con la sombra;
* contactar con el miedo;
hacer trabajo corporal y contactar con la agresión (propia y
ajena);
corporalmente, vivir el caos y el descontrol;
« ser confrontado en su falsedad;
permanecer y observar las emociones desagradables, en vez de
actuar,

572
Proceso de tr ansformación y recomendaciones terapéuticas

desarrollar y apreciar al observador interior;


darse cuenta del impacto de la propia conducta en las emocio-
nes de los demás;
di agnosticar las ideas locas (creencias). Por ejemplo: «soy lo
que hago»;
reformularlas en ideas sanas. Por ejemplo: «soy lo que soy»;
discriminar entre lo que se es y lo que se hace.;
desarrollar un fuerte marco de referencia interno;
contactar con las propias necesidades;
autonomía emocional;
establecer límites permeables entre el mundo interno y el ex-
terno, y entre las actividades y las emociones;
aprender a valorar el propio mundo interno;
equilibrarse, ralentizar el hacer obsesivo;
validarse por lo que se es, no por lo que se hace;
recuperar de la infancia momentos de ser querido solo por ser
quien se es;
conectar con las emociones negativas, con la sombra, en for-
ma de rabia y agresividad;
contactar con la frustración y el fracaso;
contactar con el dolor;
sanan la verdad y la autenticidad;
parar, detenerse, meditar;
entrar en el vacío;
cultivar el antimimetismo, no copiar modelos externos;
construir una referencia de identidad;
“ontactar con la tristeza: ¿Qué dicen tus ojos?:
“prender a gestionar la agresividad: «ser malo»;
o públicamente los propios errores;
con el amor que nos vincula con la esencia.

573
Psicología de los eneatipos

Indicaciones útiles para la terapia con un E3 social:


* Al paciente le ayuda que el terapeuta se muestre de manera
verdadera.
« El terapeuta debe cuidarse de no convertir la terapia en un
proyecto de solo conseguir resultados, sino utilizarla para que
el paciente aprenda a estar confortablemente siendo él mis-
mo.
« También resulta terapéutico evidenciarle las incongruencias
en su comunicación.
Necesita que se le diga: «No hagas algo sin más; ¡párate ahí!»
En ocasiones, confrontarlo.
Estrategia terapéutica de amigarse con su parte oscura.
* Priorizar la experiencia y reducirle el «rollo mental».
« Trabajar desde la referencia corporal.

574
E3 SOCIAL

UNA BIOGRAFÍA

Por Gloria Casanovas


N ací en Buenos Aire
¡ s, la mayor de tres hermanas.
Tengo ahora
cuarenta y seis años, y vivo en
Italia.

Los recuerdos más antiguos

Tengo cuatro o cinco años, estoy jugando sola, siento a mis pa-
dres cerca que, mirándome, dicen algo tipo: «Qué rica, qué amo-
rosa». Finjo que no me doy cuenta de su comentario y acentuó
un poco más los gestos y actitudes que me parecen de «amorosa»
para obtener un poco más de aquello que deseo y está llegando: el
amor, unido a la admiración. Cuanto más lo represento, más lo
siento y más me creo adorable; una ebriedad interior me llena.
Unos años después. Estamos a la puerta de la casa de mis tíos
ticos. Mamá nos pellizca los cachetes a mi hermana y a mí para
que estemos más «coloridas» —me duele— y nos dice: «Háganme
hacer un buen papel». Sé perfectamente lo que tengo que hacer:
*r simpática y alegre, bien educada pero un poquito rebelde.

577

». 4
Psicología de los eneatipos

Sé que tengo que ayudar a mamá a demostrar que vivir en la peri.


feria (en el centro de la ciudad no se puede; es más Caro) no está
mal. Es más, tenemos jardín y una pileta, que mis primos ricos no
tienen; nos creemos más libres y felices, aunque hemos perdido la
posición económica que ellos aún conservan.
Cada vez que salimos de casa de mis tíos, mi madre me dice:
«Estuviste muy bien». Y yo sé claramente lo que quiere decir: que
he interpretado bien el rol, que he transmitido lo que debía trans-
mitir y que ella está gratamente orgullosa por ello. También yO
me siento orgullosa y un poco una heroína. «Puedo hacer exacta.
mente lo necesario para que las cosas estén en su lugar, ¡He satis.
fecho a mi madre!»
Sucede esto con las visitas a los familiares, en las fiestas y en e]
club, mientras en casa me siento invisible. Papá, absorto en sus
preocupaciones y en el alcohol; mamá, en sus sueños, mirando
por la ventana o leyendo mientras cocina. Los llamo y no me
contestan.
Juego por las tardes a que soy transparente. Paso caminando
y haciendo cosas raras por la casa, para probar si me ven: nadie
me ve. Solo lo hacen si hay alguien más ahí delante, o al menos
así me lo parece a mí. Y entonces, sí que soy importante. Me sien-
to un objeto que puede mejorar, adornar o empeorar el bodegón
que mis padres quieren enseñar. Ahí, sí que me ven, me exigen y
me lo reprochan, si no cumplo con mi cometido. Casi siempre
cumplo. Es una alianza tácita donde yo sé que con la tía solterona
tengo que hacerme la buena y la estudiosa; la deportista y la des-
envuelta con los amigos del club; la fuerte o la linda... según la
ocasión.
Voy viviendo en casa que, cada vez que soy yo misma, NO
está bien, Si lloro cuando:estoy triste,tomo lo que deseo o digo lo
que pienso es siempre inoportuno.

578
E3 social: una biografía

No me siento sostenida por mis padres. Siento que, con lo


ye no saben qué hacer, es sobre todo con el dolor; se angustian
cuando sufro y no me siento contenida. Los brazos de mi madr
e
ciemblan cuando me tiene en alto y yo lloro, Comprendo que es
mejor ocultar lo que siento pues cuando ella se asusta, yo me
asusto más. La buena cara, la alegría, el «no me pasa nada» los
tranquilizan y me tranquilizan.
«Sos mi hijo varón», me dice papá en el máximo del orgullo,
cuando me ve sin miedo. «Sí, soy lo que vos quieras: varón, va-
liente, vencedor, si con ello sos feliz y me decís que todo está
bien, que no hay peligro.»
Hay otro juego que hacía con los demás, pero sin que ellos
supieran que estaba «jugando»: que era una extraterrestre. Había
caído en esa casa un poco por error, otro poco para aprender
cómo era esa gente. Tenía en el armario una repisa con varios
frasquitos, algunos vacíos, que para mí estaban llenos con aire de
mi planeta, y otros llenos con agua y azúcar, el alimento de mi
tierra natal. En distintos momentos del día me acordaba de jugar,
siempre que la situación era insostenible a nivel emocional.
Recuerdo un día específico. Estamos comiendo con mis pa-
dres, hermanas y abuelas. Se pelean sin gritos y con palabras cor-
tantes. Cuando llega el silencio, el aire se corta con un cuchillo. Me
siento mal, mal. Me pongo a «jugar». Los miro como a seres extra-
ños. Me levanto con una excusa y voy a mi cuarto. Mientras me
acerco al ropero, camino como si me estuviera por desmayar. Abro
el frasquito del aire y lo huelo, abro el del agua y lo bebo. Me recu-
pero: «Menos mal que tengo mis provisiones». Vuelvo al comedor
renovada. Jugar a «otra cosa distinta de lo que es» me alivia.
En esos años me recuerdo espontánea delante de los demás
solo cuando me desbordaba. Por las noches tosía y tosía, con una
parece
especie de tos convulsa que no se sabía de dónde venía. Me

579
Pp
Psicología de los eneatipos

que era la angustia de sentirme sola y de que yo realmente NO Con-


taba para nadie; lo que contaba era lo que podía hacer creer a la
gente, lo que representaba. Tenía que hacer creer cosas buenas,
A los doce años hacemos un «juego» entre las amigas y una
catequista: diremos a todas, una por una, lo que no nos gusta de
la otra; se llama «limpieza». Pienso, segura: «A mí nadie me dirá
nada feo». Cuando me llega el turno, la andanada de críticas me
abruma. ¡No lo puedo creer! Siento claramente las dos posibilida-
des de acción: me pongo a llorar o finjo indiferencia. Miro a
todas, debo responder algo; es un momento interiormente sobre-
cogedor que recuerdo perfectamente. Me oigo decir: «A mí no
me importa nada de lo que acaban de decirme». Me siento dura,
fuerte, en la periferia del cuerpo, tipo armadura de metal. Por
dentro siento como una larva blanca que me tiembla en las vísce-
ras. Decido que esta larva no existe. Retiro la consciencia de allí y
me sitúo en la mente, la piel y los músculos.
Algo me dice que ha sido la solución perfecta: negar lo que
sucede si es desagradable e inventar algo mejor en su lugar. Y
hacer que me lo crea yo misma y los demás. En efecto, no siento
ningún dolor sino una nueva fuerza combativa, casi exaltante.
A veces, cuando me aburro porque estoy sola, juego a «la
publicidad». Es decir, convierto cualquier cosa que estoy hacien-
do en un anuncio publicitario. Por ejemplo, mientras me despin-
to de noche frente al espejo, y me paso un algodón con crema en
torno a los ojos, voy pensando, como en off: «Con la crema x, su
piel quedará como la seda...». O, al comer un helado: «Hecho
con las mejores materias primas...», mientras mis ojos «enfocan»
el helado como si fueran la cámara.
Otro juego es imaginarme que me están filmando mientras
hago cualquier cosa: soy la protagonista de una película. Nueva-
mente, una voz en off describe lo que estoy haciendo: 4... Y ella

580
E3 social: una biog
rafía

subió al tren, miraba lánguidamente por la VEntana...», y rea]


re miro con langu idez. En el momento, no me Sd
qué lo hacía,| esto, me parecía normal. Creo que cuando come enza- A
ba a contact ar con algo doloro so, «i nf or me», que temía, esta
de describi r la escena desde fuer forma
a me alejab
a, me calmaba. Y ade-
m 4s me divertía .

Pasé años ocultando lo que sentía: no ten


go miedo ni dolor
al inseguridad ni confusión, Trato de que en mí todo sea
deci-
sión, fuerza, entusiasmo y éxito. Todo para arriba, a la cabeza, y
el diafragma se me contrae, pegado a las costillas. El miedo se me
transforma en enojo y el enojo, en dominio.
Durante años pertenezco a grupos distintos, y en cada
uno
juego, nuevamente, un distinto rol, el mayormente aceptado: bo-
hemia y transgresora con mis compañeros de Bellas Artes, fina y
aristocrática en el mundo de mis padres, intelectual y un poco
torturada con el grupo de gestalt, y superficial y consumista cón
mis compañeros de oficina. |
Recuerdo que no podía hacer reuniones donde:se mezclaran
personas de los distintos grupos porque no sabía cómo compor-
tarme. Eran espacios totalmente separados y. sin 'comunicación
posible, donde yo.me sentía cómoda y segura en cada uno. Basta-
ba con que no se mezclasen. Esto yo lo vivía como lo más natural
del mundo, sin una sombra de cuestionamiento :
Con los novios. y amigas, era posesiva y creaba una especie de
alianza. Con los hombres, siempre en apariencia más.débiles que
yo, el asunto de la mirada cobrauuna importancia vital: «No debes
a
dársela a ninguna otra mujer». Y si por caso se le escapaba rr
Alguna en el club o en el cine, era.capaz de hacer un escándalo, sin
mirada es
saber bien el por qué; solo que estoy desesperada: La
Sinónimo de amor; No puedo perderla. | 40»
Tenía siempre una amiga Íntima a quien contarle «todo», Y

581
Psicología de los eneatipos

recuerdo un momento de lucidez donde me digo: «Si yo no le


cuento a V. lo que me pasa es como si no me hubiera pasado». Es
como una amistad con juramento: «Yo te protejo, te ayudo y te
facilito entrar en el mundo de relación, y a cambio vos me miras,
me reflejas positivamente y me das así la sensación de existir»,
Los roles son claros y fijos.
Con la gente soy el Zelig de sus ideales. Como dice Mina en
una canción, «soy como tú me quieres». Como todos me quie-
ren. Aunque tenga que ser de mil modos diversos. Durante el día
esto me satisface, como si fuera una actriz sobre un escenario y
me aplaudieran. De noche, pero, tengo pesadillas, y la más fre-
cuente es que caigo en un vacío y no tengo de qué agarrarme.
Cuando me despierto me olvido.

A los veintiún años vivo sola, estudio, trabajo y comienzo a hacer


terapia; un poco porque estaba de moda, otro, porque siento la
necesidad de ayuda.
Todas las noches, antes de dormirme, escribo todo lo que hice
durante el día en una detallada lista. El recordar cada noche lo que
fui «capaz» de hacer me da la impresión de que puedo con la vida.
Mi padre solía decirme que la vida era una lucha. ¿Contra ella? Así
me parecía, y el hacer Yo lo que Yo quería me parecía un modo de
evitar que la vida hiciera lo que ella quería, es decir, destruirme.
En ese periodo, el cuerpo y la belleza asumen un rol princi-
pal; me siento deseada y aceptada. Como en terapia van saliendo
mis inseguridades, mi interior no me va pareciendo algo tan
bueno. Mi exterior, en cambio, es mejor. «Lo que se ve (el cuer-
po) es mejor de lo que no (emociones y pensamientos).» Con
fuerza me aferro al cuerpo: soy eso. Empiezo a pensarme solo
como cuerpo, es compulsivo, me consuela. «Si te gusta mi apa-
riencia, te gusto toda yo, porque toda yo soy lo que ves.»

582
E3 social: una biografía

Recuerdo el caminar por la calle como una experienci


al verme ae .cal
ante. Descubría quién giraba la cabeza
mirada que me seguía era como un trofeo interior.
Tengo dieciocho años, un lindo cuerpo, pero no soy esquelé-
dica Como Twiggy, la modelo de moda. Mamá
me acompaña al
médico para adelgazar, que me da anfetaminas. Me doy cuenta
de que al tomarlas soy más feliz, más fácilmente brillante y centro
de la atención. Las siento amigas y las tomo, a veces fuera de
hora, antes de salir.
En el club, un grupo se destaca ante mis ojos como los dioses
del Olimpo. Las envidio y los admiro: chicas rubias con pelos la-
cios (yo, oscura con rizos); chicos morochos con ojos azules. A
ellas las miro de reojo, sin hacerme notar, y copio en el espejo sus
gestos y actitudes. ¡Incluso el defecto de una de las líderes, que
camina con los pies para adentro! Quiero estar entre ellos y no
entre mis amigas, más tímidas, desapercibidas, salidas del colegio
de monjas. Recuerdo aún algún momento donde, mirándolos, el
deseo de estar «allí» es paritario a la intensidad del rechazo de
estar donde estoy. Sufro la exclusión como si me rechazaran acti-
vamente, cuando ni siquiera me conocen. Ahí me prometo que
un día estaré entre los que cuentan.
Se destaca en el grupo M., bello, desinhibido, «cancherito».
Cada noche me voy a la cama una hora antes, a «pensar». Preparo
en sus mínimos detalles una escena donde M. se enamora de mí.
fuera ver-
La «pienso» con increíble constancia y la gozo como si
dad. Cuando miro a mi hermana con los ojos cerrados en la
“ma, estoy convencida de que ella también esta «pensando» lo
liz e. Qu e to do s lo ha ce n antes de dormir.
Jue desea que se rea ada.
Pasa un tiempo y la escena se realiza, pare cida a la imagin
eduzcn a a vez que querré
cub ier to una téc nic a: cad
duzco que he des a,
lizará. Me siento potentísim
80 en el futuro lo pensaré y se rea
583
Psicología de los eneatipos

alguien capaz de dominarlo todo y una «reina» porque M, me


eligió.
Varios años estuvimos de novios, en una relación que tenía
dos vertientes, la privada y la pública. En privado me sentía naty-
ral, nos queríamos y nos peleábamos, nos divertíamos y sufría.
mos. Á veces nos quedábamos mirándonos en silencio y el éxtasis
que alcanzábamos comenzaba con el verse reflejado como alguien
maravilloso en los ojos del otro, el corazón se me abría y sentía en
el pecho una fuerza enorme. Ahora la llamo amor.
En cambio, en público era la apoteosis del show. En ese
tiempo se me acentuó el mirarme desde fuera cuando estaba en la
calle, de tanto gusto por lo que veía cuando estaba con él. M. era
perfecto para la imagen perfecta. Me imaginaba que todos nos
miraban con ojos admirativos. Que en el rugby, nos miraban a
nosotros ¡incluso durante el partido! Yo, por si acaso, estaba po-
sando.
Cinco años más tarde rompí la relación con él, cuando ya
juntos no éramos lo «mejor». M. no estudiaba ni trabajaba, se-
guía haciendo el lindo y vagando por ahí. Y aunque lo quería
mucho, y también lo comprendía, sentí una presión interna y
externa fortísima a dejarlo. No podía tolerar «su» fracaso. Solo
siete años más tarde lloré el dolor que esa separación me había
producido y del cual, en su momento, no fui consciente.

Río Abierto

A los veintiocho años llegué a Río Abierto, una escuela de desarto-


llo interior a través del trabajo con el cuerpo. Me siento fluida y
capaz de danzar. También allí, al inicio, imagino miradas aproba-
torias que me siguen, pero también se me abre un nuevo mundo: |

584
E3 social: una biografía

L07c0 4 OLO tipo de gente, con otros valores. Me desconci


cO
erto
es NO entiendo bien cuál es el personaje aceptado, Comienza
¿pi una Nueva etapa más consciente que la anterior.
En aquel momento yo ya me estaba sintiendo fracasad
a,
aunque NO lo quisiera reconocer. Había estudiado Bellas Artes
con la idea de ser una gran artista, y no era así. La mayor parte de
mis amigas de la infancia se habían casado y tenían hijos, y yo no.
Ya no podía hacerme tan fácilmente «la de que todo iba bien»
Uno de los elementos más relajantes de entrar en Río Abierto
fise que eso de estar casada y mantenida por un hombre no pare-
cía tan bueno como en mi mundo anterior,
Empiezo enseguida a engordar, a comer sin freno, como si
tragara todo lo que me había prohibido en pro de una buena fi-
gura. El cuerpo se deforma; diez kilos más. Yo me miro y no me
reconozco. Me odio. Comienza también un acné fortísimo. Un
día, en el máximo de la desesperación, me cuento los forúnculos
en la cara: treinta y dos.
Empiezo a perder el trabajo como profesora en varias escue-
las. Apenas puedo pagar el alquiler y el curso de formación en
Río Abierto, que se convierte en el eje alrededor del cual girará
mi vida los siguientes años. Casi no tengo para pagarme la comi-
da; amigos nuevos me ayudan.
Mientras lloro todo lo no llorado, me doy cuenta del
miedo, de la inseguridad, de la dependencia y del dolor que
tengo dentro. Durante largas temporadas siento que me estoy
Muriendo.
La gente «de antes» me desconoce. «¿Dónde está mi Clau-
dia?», dice mi madre, y yo me desespero. Todo se desbarranca, se
destruye, Vivo una impresión fortísima: «Lo estoy perdiendo
todo». Cuando María Adela (la directora de Río Abierto) me dice
que estoy pasando por «la noche oscura del alma», me suena a

585
Psicología de los eneasipos

verdad. Todo se me escapa de las manos, no hay nada a que afe.


rrarme. No puedo nada.
Un día, cuando esta vivencia interior está al máximo, escu.
cho en meditación estas palabras: «El hombre ayuda al hombre»,
Primero creo que es una radio, pues estoy sola en el cuarto, Pero
otra vez, la frase «el hombre ayuda al hombre » me resuena den.
tro de la cabeza. El corazón me dice que es verdad, que alguien
me está ayudando a crecer y a atravesar esta etapa tan dura. Es el
inicio de una confianza nueva.
Comienzo así un periodo en el cual empecé a percibir la
energía, a sentir un guía interior y a tener experiencias, en sueños
o despierta, que me hicieron descubrir un mundo nuevo, inmen-
so y sutil: lo transpersonal. Cada experiencia la comentaba con
María Adela, y su guía encuadró toda una explosión interior que
no creo hubiera podido sostener sola.
Recuerdo esos cuatro años como los de una pérdida y un en-
cuentro. Pierdo, con infinito dolor, lo más querido hasta ese mo-
mento, lo que me había sostenido interiormente: la belleza, el
dinero, la aprobación y, sobre todo, la idea: «Soy fuerte, puedo, el
mundo está en mis manos. Yo no sufto».
Por otro lado, recibo y aparecen esos nuevos planos de cons-
ciencia, felicidad y luz nunca antes imaginados; en efecto lo llamé
«el nuevo mundo».
Comencé a leer libros psicoespirituales, a cambiar la alimen-
tación, a meditar. Hacía también mucho trabajo de movimiento
y terapia de grupo. Era como una revolución interior que todo lo
arrasaba.
Yo lo deseaba con toda el alma, algo en mi interior no aguán-
taba más el nivel de falsedad en el que vivía, y me entregué.
Un día, haciendo meditación, descubro «aquello que soy”
por llamarlo de alguna manera. Y eso que soy, que somos, está

586
"e
E3 social: una biografía

fuera de las dimensiones de tiempo y esp


acio. Esa es mi reali-
dad.
Es el punto de rotación en mi vida, Des
de ese momento
aunque todo siguiera igual, nada volvió a ser
como antes. Fue
como decir: «Ya sé quien soy» y, aunque a nivel existencial me
continúo desesperando, hay otro nivel que está siempre ahí, en
copresencia Con la manifestación concreta. En ese nivel esencial
soy algo que no se puede ver, solo se puede Ser.
La vida tomó así una nueva dirección: cómo integrar estos
dos niveles, en apariencia tan lejanos entre sí.
Ahí, otra ilusión me tomó: «¡Ya llegué, o casi! Lo peor ya
pasó, de ahora en adelante todo será fácil».
Luego de un periodo de «gracia», que duró más de un año,
posterior a esa consciencia de «ser», la vivencia de la exclusión,
soledad y angustia existencial por estar separada se me hizo casi
constante. |
Durante los dos años siguientes viví el infierno de la persona-
lidad, donde al sufrimiento por la pérdida de la máscara que me
había «salvado», se agregó esta vivencia de la separación. En dis-
tintas experiencias, y de diferentes maneras, aparecía siempre este
dolor: el corte del cordón umbilical, la pérdida del contacto con
el alma y con todo lo verdadero, el aislamiento interior, la separa-
ción de todo lo esencial. Me pareció que esta separación era la
causa de toda la locura posterior, de la máscara, del autoengaño.
Que, en efecto, el dolor de la separación había sido tan insosteni-
ble que había tenido que desconectarme de él para sobrevivir y
cubrirlo con otra cosa, sin importar su falsedad.
Se me encabalgaban escenas de la infancia: mi llanto deses-
Perado cuando me leían Sin familia, mi tos nocturna llena de
Y Ñ
imágenes de seres malos que me empujaban fuera de casa,
deducción: «Será por mi maldad». Recuerdo la carta a Papá Noe

587
Psicología de los eneatipos

en Navidad: hacerme buena. Yo quería ser buena PErO


no pogí
Recuerdo un momento en que decidí que «buena», no podH, ía,
que el A
nunca, pero lo que sí podía hacer era luchar para
que me correspondía no llegara. 50
Transcribo algo del diario de esos primeros años de Río
Abierto; descubrimientos:

No encuentro «cómo ser». Me agarra un yo, que no soy; luego, otro


que tampoco soy, y así todo el día. No encuentro algo más estable
donde estar. Me siento manejada por seres en mi interior. ¡Y yo que
me creía que era yo quien los manejaba! [...]
Me ponderan. Me di cuenta, por primera vez, de que el ser alabada
o criticada no cambia nada en mí. La opinión del otro me puede hacer
feliz o infeliz pero yo no cambio, ¡no soy mejor o peor por lo que el
otro diga! [...]
Me busco a mí misma en los demás; el otro es fundamental, no por
sí mismo sino porque en sus ojos encuentro mi imagen. Viéndome
allí, me veo. Si no tengo dos ojos donde mirarme, me muero. [...]
Siento una compulsión a contar lo que antes siempre negué. Lo
más humillante, lo que nunca hubiera querido que se supiera. En cam-
bio, ahora se vuelve una liberación. Si se quedan conmigo y me aman,
que sea por lo que soy, no porque me corte en pedacitos y muestre solo
los más aceptables. [...]
No puedo evitar el hacer lo que el otro quiere. Es desesperante.
Hoy, hablando con R., veo que ella organiza la conversación para que
pedido interior
yo la admire, la adule. Hace un silencio, creo sentir su
y me escucho diciendo: «Estuviste genial». [...]
Revivo una escena donde veo el desamor de mamá. Le po
Siento que se '
«¿Qué tengo que hacer para que me quieras?» ,
hacer lo que ella desee. Sin límites. a
puesta a todo por ello, a ser y
Mi lucha es contra el prestigio. Quizá cuando nadie me qu
todos me desprecien, encuentre mi centro. [...)] Loy COn
Lo más importante para mí es el encuentro CoB el ar e
el movimiento. Con el cuerpo no se puede mentir. Es más, ntC...
. ontunde
da a desenmascararme frente a mí misma. Es tan €
¡Finalmente!

588
E3 social: una biografía

Todo ese dolor antiguo se hizo presente así de intensam


ent
vimero, Y luego se fue acallando, como agot
ándose. Fui volvien.
do a interesarme por la vida exterior; un primer ciclo de trabajo
interior estaba terminado.
Conocí en Buenos Aires a quien sería mi marido. Nos vini-
mos con Enzo a vivir en Italia, su país natal. Allí abrimos juntos
yn Río Abierto, en Nápoles.
Otro autoengaño se comenzó a perfilar y tomó cuerpo en los
años SUCesivos. Estaba nuevamente asociado a la omnipotencia;
ya no apoyada en la belleza y el no sentir, sino en el: «Yo salvaré al
mundo, tengo una misión, soy alguien importante, especial».
Esta vez, la vanidad y la importancia personal éra más interior.
Aparecen aquí otras características de la personalidad en pri-
mer plano: la hiperactividad, la eficiencia, la velocidad, la capaci-
dad de vender y venderme, el miedo al fracaso y la férrea voluntad
de triunfar. La ansiedad y la necesidad de controlar.

El eneagrama

Cuando llegué al eneagrama, hacía siete años que vivía en Iralia.


El Instituto Río Abierto que habíamos fundado se había expan-
dido mucho, lo propuesto era aceptado y yo tenía más trabajo del
que podía aceptar.
vivido.
El ser madre me metió en el mayor conflicto jamás
Por un lado el amor a mi hija, lo corporal con ella, momentos
intensos de trascendencia del yo y de encuentro con mi hija en
de pal res-
go total, Por otro, la exigencia interna de trabajar,
Ponsable por lo creado profesionalmente, de seguir teniendo
to, Transcribo, de ese momento:

589
Psicología de los eneatipos

Río Abierto es mi primer hijo y Carolina, la segunda. Oigo los Brit


la necesidad de R. A. y temo que muera si no lo nutro y que me ño a
nutra más. :
Por otro lado Carolina quiere mi presencia, leche y compañía. A
veces voy y vengo tres o cuatro veces al día al instituto. Amamanto, la
dejo dormida, corro al instituto, doy una clase, vuelvo, la amamanto
vuelvo al instituto, doy un masaje, vuelvo a casa. Y así todos los días
>

durante casi un año. :


Me siento cansadísima y desesperada, pero no renuncio. Traté de
mantener vivos ambos, aún a costa de mis otras necesidades, como
paz, reposo, amistades o placer.

Sin dudas daba prevalencia al trabajo sobre la pareja. Cuan-


do Enzo me reclamaba presencia me parecía una injusticia: «¿Es
que no ves que ya no doy más y trato de hacerlo todo bien?»
Con todo esto, llego al eneagrama.
Cuando Claudio Naranjo describe el tipo E3 empiezo a tener
miedo, me contraigo y miro alrededor con disimulo pero asusta-
da. La gente parece tranquila, ríen a veces con él ante la descrip-
ción de los rasgos. Yo no me río.
Me angustio cada vez más, me parece que me habla a mí y de
mí, que me está tomando el pelo. Siento ganas de llorar, una in-
tensa vergilenza me asalta. «Es verdad, soy así, tal cual lo está des-
cribiendo.» Me parece que todo el grupo sabe que esa soy yo y me
quiero ocultar. La razón me dice que casi nadie me conoce, pero
el deseo de desaparecer es enorme. Pasé al enojo con Claudio:
«¿Cómo se permite hablar así? Esto es un secreto, ¡nadie lo debía
saber! Mis motivaciones, mis últimos anhelos, no deben ser co-
nocidos». Me doy cuenta de cuánto los he ocultado y me los he
ocultado, cómo los he revestido de causas mejores y misiones 1”
portantes.
Antes de que terminara de hablar ya sentía UN dolor pa
profundo como pocos recuerdo: era el de comprender la pérdi-

590
E3 social: una biografía

da del Ser Y de ver toda la estructura con la cual se cubrió su


realidad.
Para mí, el Ser er aquello que había descubierto años atrás,
pero lo que nunca había visto era con qué cosa lo había sustituido
en la consciencia: era con todo otro ser, así con minúscula, que
cambié por el Yo Misma sin saberlo. Había antes visto fragmen-
tos de eso, pero no se unían entre sí, no creaban esa estructura
viva. Viva o muerta, si por muerta entiendo la inercia del movi-
miento.
Cuando llegó el momento de pronunciarse dije, con orgullo:
«Soy UN Tres!» Y estaba segura de no equivocarme. Esa seguri-
dad me elevaba sobre los demás, que me parecían inciertos, y me
consolaba de tanta desolación.
Cuando nos tocó hablar entre los Treses, la sorpresa fue
mayor. Mil pequeños detalles de la vida cotidiana coincidían,
sobre todo por la vivencia interior que los acompañaba. Era en-
contrarse con seres de una misma especie y pelaje, con quienes no
era humillante reconocer las propias e idénticas miserias.
Al volver a casa estaba entusiasmada con lo descubierto, pero
luego poco a poco fui sintiendo efectos inesperados. Vista la in-
noble motivación para la acción: el brillo, esta perdió su sentido.
Si todo el trabajo organizando talleres, viajes y conferencias era
solo para brillar, para tener un auditorio que me halagara, y no
por mi «voluntad de servir», ¿que hay de bueno en eso? Me sentí
sin fuerza y sin deseo, apática.
Me descubría, a veces, sentada en la cama sin encontrar un
Motivo válido para hacer lo que antes hacía contenta. Y ya no
Porque todo me iba mal —gorda, fea y pobre como cuando más
J0Ven— sino porque no encontraba nada de valor que me movie-
onada,
*- Durante un tiempo me sentí opaca, cansada y desilusi
Sobre todo de mí,

591
Psicología de los eneatipos

Ahí recuerdo que nos acercamos más con Enzo; en Nuestra


relación me pareció encontrar algo más real. También me sent;
más cerca de la gente y de su necesidad. Ya no como la salvadora,
sino como compañera de infortunio.
Comenzó en mí una especie de compasión, de sentirme en el
mismo barco, que antes no había vivido, salvo en momentos de
gracia. Sentí que estaba acercándome a la gente.
Después de un tiempo, la energía se fue despertando otra
vez, como si hubiera asimilado y digerido parte de lo descubierto.
Seguí observando mi comportamiento bajo esta luz. Transcribo
de esa época:

Hablaba Claudio del compulsivo deseo de éxito y del miedo a fracasar


del Ez. Veo que en mí es fortísimo, sobre todo el terror de que el
«otro» se dé cuenta de que estoy fracasando. Hoy estaba por comenzar
una clase de movimiento. Han venido pocos alumnos. Me angustio,
miro por la ventana del salón, siento que mi importancia y valor de-
caen estrepitosamente en mi interior. Mi atención no se detiene en
ello, se focaliza ansiosamente en que espero que ningún otro instructor
«se dé cuenta que tengo la clase vacía», que ningún alumno de otra
clase, que pasa por ahí, lo note.
En el fondo no me importa tanto fracasar sino el que sepan de mi
«fracaso». ¡Lo insoportable es la imagen de fracasada!
Me pongo muy crítica respecto a mi necesidad de ser vista y reco-
nocida. La descubro como una adicción, una droga sin la cual me os-
curezco y me achico. Cuando me riegan de halagos, me da vergilenza
recibirlos, no los recibo nunca del todo, me siento culpable de haber
manipulado para obtenerlos y siento que no los acabo de merecer.
Seduzco y me arrepiento, pido, obtengo y rechazo. Me siento en
una trampa de la que no puedo escapar. Pienso que quizás el aceptar el
aprecio y reconocimiento del todo, no inventando falsas modestias 4
último momento, sea una posible solución.

lo
Un día, al final de un taller —recuerdo que el tema era
masculino y lo femenino— comienzan a aplaudir, y alos hombres
592
E3 social: una biografía

se les ocurre llevarme en volandas. Nunca me había pasa


do antes,
Algo dentro me dice que lo acepte, que
no he buscado otra cosa en
mi vida que esto y que es el momento de recibirlo. Es como una
apoteosis interior y siento estallidos de felicidad en
el corazón.
Algo se libera y, cuando me bajan y apoyo los pies
en el suelo,
siento una fortísima sensación de renacimiento, y que algo se ha
normalizado en mí. Que, por primera vez, en un nivel estoy sacia-
da. No hay más vacío. Y esta vez, sin desprecio, hastío ni mentira,
digo: «Está bien; ya no quiero más»,
Esta experiencia, como cúmen de un proceso, señaló un
cambio profundo.
Pasó todo un año desde el primer nivel del eneagrama al se-
gundo. Creo que fue en este segundo encuentro donde trabaja-
mos los subtipos, y surgí como Ez social.

El prestigio

Claudio nos da un ejercicio para hacer en parejas: ir para atrás


con la consciencia, permitiendo que aparezcan escenas, en mi
caso donde el prestigio me fuera pesado de mantener. Luego se
:
dimpiaban» con una técnica especial.
La primera escena había sucedido aquel mismo día: Estába-
-

mos en el comedor, entra Claudio, me da alegría verlo y siento el


fingiendo
impulso a ir a saludarlo. Me lo reprimo, paso a su lado
con la
que no lo veo y me siento en una mesa distante. Charlo
udio. Durante el
gente pero no estoy allí, mi interés está en Cla
ejercicio me doy cuenta de cuántas ganas tenía de llorar en ese
Momento.
nes
escenas, con variacio
Voy hacia atrás en el tiempo y las
enen en común el
de lugar y personajes, se parecen todas. Ti

593
Psicología de los eneatipos

ocultamiento de lo que realmente estoy sintiendo, especialmen-


te si eso me baja de un imaginario pedestal a una alegría simple,
a un miedo, un dolor, comunes.
Recuerdo, en el recorrido hacia atrás, un momento en el cual
renuncié a compartir mi dolor e hice un juramento al respecto,
Debía tener siete u ocho años. Me había venido el miedo al fin del
mundo. De noche no me podía dormir ni parar de llorar. Sabía
que todo iba a terminar, que todos íbamos a desaparecer. Creo que
era algún tipo de consciencia de la impermanencia o algo así. Pri-
mero trataron de consolarme diciéndome que no era así. ¡Pero yo
sabía que sí era así! Luego comenzaron a enojarse y me sacaron a la
vereda: «¡Ahora llora si quieres» Estaba aterrorizada, golpeaba y
golpeaba la puerta gritando que me abrieran hasta que lo hicieron,
Me entraron en casa con un «¡qué van a decir los vecinos!»
Aquella noche, en la cama, decidí que nunca, nunca más
iban a conocer mis miedos, que las consecuencias eran atroces y
que nadie iba a aguantar mi dolor, que podía obtener solo recha-
zo. También deduje, y recuerdo el terror que eso me produjo,
que me habían hecho entrar por el «qué dirán» de los vecinos;
que si no, me hubieran dejado toda la noche fuera.
El paso siguiente respecto al dolor es que si no lo puedo ex-
presar, no lo debo tampoco contactar. Me preocupa, de niña,
saber que todo «se me nota». Por un lado mi madre no me veía,
pero por otro a mí me parecía que reaccionaba fuertemente a mis
sentimientos y acciones: se enojaba, se deprimía, se cerraba. Yo
podía
tenía la fantasía de que sabía leerme el pensamiento, que
ver
«adivinar» lo que me pasaba. Me esforcé por disimular y hacer
la
aquello que no me traía problemas: el triunfo y el entusiasmo,
y era respe-
alegría e incluso la ira, ya que está asociada a la fuerza,
me estaba per-
table. Creo que era la única emoción negativa que
mitida sentir.
594
E3 social: una biografía

Vuelvo al ejercicio del prestigio


Y Sus escenas. La últ
¿mbóli ca o no, es de js
tiempo: Soy una mujer
apedrea da. Y llena de odio, no pi que e
diendo perdón no clemencia
pe gritando mi venganza. Ocul
ta la impotencia, el dolor físico,
el deseo de pedir clemencia. Cuando li
mpio la escena de su car a
sjento UNA Paz profunda, una libertad del deber
ocultar tras na
máscara lo que yo siento. Vivo una be
atitud que me nace del
perdón. Pasan unos minutos y siento que los ovarios co
mienzan
a latir, como si volvieran a la vida. Tenue y prof
undo, siento su
renacer.
La transformación energética de los ovarios abrió la puerta a
un lento proceso de reencuentro con la sexualidad; ya no de ma-
nera autoafirmativa, como medio de transgresión o porque «es
bueno ser pasional», como antes, sino más intima, profunda.

Miedo a la vida. El control

Mis padres eran dignos y respetables, refinados y bastante cultos.


La casa, luminosa y con jardín; la pileta, llena de amigos en el
verano. Nosotras, las hijas, lindas y vitales. Detrás de esta ima-
gen, que a mi pareció «ideal» durante muchos años, se ocultaban
sombras y dolores que me costó mucho tiempo de terapia reco-
nocer. Aún habiéndolos sufrido intensamente, era como si no me
hubiera dado cuenta del sufrimiento:

Estoy jugando, es de nochecita. Siento girar la llave en la a de


feliz . na ”
Casa. Es papá, que vuelve del trabajo. Voy corriendo
Lo había esperado todo el día pues, siempre y durante en e a
lo ista
Para mí era el único que me quería. Está bebido. Mamá
desprecio, el hielo se instaura. Yo lo amo pero ahora ps un más.
miedo de acercarme a él; además, si lo hago, mamá me odiará aun

595
Psicología de los eneatipos

No sé qué hacer. Se me derrumba todo. El sostén que esper


aba no
Aparece; es más, se ha convertido en su contrario. Me sient
o sin el piso
bajo los pies,

Luego de vivir repetidamente esta experiencia, recuerdo


haber decidido que no había nada peor que el «desilusionarse»:
esperar algo «bueno» y que no sucediera. Que el estar abierta,
tranquila y sin defensas, y tener un shock en ese estado de vulne-
rabilidad, era lo que había que evitar.
Empecé más tardes yo también a mirarlo con desprecio y a
paralizarme cuando el ruido de la llave indicaba su llegada. Si no
había tomado, todo era alegría, comíamos haciendo chistes,
mamá estaba contenta, los oía charlar hasta tarde en la cocina.
Creo que se querían. Si en cambio estaba bebido, todo se hacía
doloroso, incomprensible. Mi padre, que en general era tierno y
afectuoso, nos reprochaba mil cosas que no entendíamos y se ins-
tauraba una lucha donde nosotras, las hijas, hacíamos de inter-
mediarias entre su deseo de seguir tomando y los intentos de mi
madre por evitarlo. Aprendí a estar en «guardia» desde que co-
menzaba a anochecer, esperando lo peor. Y lo peor era que papá
volviera tomado. Yo no podía hacer nada para evitarlo. Era abso-
lutamente impotente y estaba a merced de eso. Lo único que
podía hacer era estar «preparada» para el golpe; así no me hacía
a pedir
tanto daño. Al día siguiente yo sabía que papá nos iba
hu-
perdón y eso me dolía, me parecía injusto que él tuviera que
millarse ante nosotras.
todas
Por otro lado mi madre vivía oprimida, ya fuera por
un emp e
las mujeres de la familia de mi padre (durante
venta a 5
mos con mi abuela y bisabuela) o por sí misma.
con UA J
respiratorios en que caía al suelo, violeta y
manos paralizados. Corría yo al hospital Cercano a Do
médico, aterrorizada y rezando que no se muriera. L€ P

596
E3 social: una biogra
fía

inyección decalmante y se relajaba. Tambig


lo imprevisto de la experifticia, Porque a mí me
parecía que solo
0 momento antes mamá estaba regando sus pl
ye todo era armónico. La impresión era que todo podía cam-
piar de un momento al otro, no solo sin que yo hubiera hecho
nada para que tal cosa sucediera, sino que
además yo tenía que
estar lista para resolverlo. Mamá me agr
adecía siempre el que la
hubiera «salvado». Y yo me sentía bien de pensar que era
verdad 3

orgullosa de haberla ayudado.


Asocio a este tipo de experiencias el miedo a la vida y, sobre
todo, a lo que sucede sin mi conocimiento. Tengo que saber, que
seguir los eventos para, al menos, manejar lo mejor posible «la
catástrofe que seguramente llegará».
En todo esto, la que se salvaba y me parecía siempre tranqui-
la era mi bisabuela. Anciana y de sabia apariencia, siempre entre
sus libros y traducciones, me decía: «Nada en exceso, Claudia. Es
la clave de la vida». A mí me parecía que tenía razón, que el moti-
vo de la locura de mis padres estaba en la falta de autocontrol. No
me daba cuenta de que los excesos con la bebida de mi padre y los
ataques de mi madre eran justamente válvulas de escape o des-
bordamientos inevitables. |
Me sorprendió cuando Claudio me dijo, durante el tercer
encuentro del eneagrama: «Estás menos controlada». Era el tema
que menos me había mirado, que no estaba lista a ver antes. El
control era «carne de mi carne», y el miedo a dejarme realmente
libre, enorme, inscrito como estaba que todo lo espontaneo, lo
instintivo y natural era un monstruo a encerrat. De ahí que el
trabajo corporal, el movimiento libre y expresivo fuera como una
Panacecesa y sigue siéndolo, una cu
ración gOzoSa. bt ? Una na forma
¿Cómo se ha manifestado
el control en : mi ie
j
SS te Ner que saber siemp re qué es lo que quiero, o al menos creer

597
Psicol
de losogí
eneatip
aos

que lo sé. Y tratar de conseguirlo, de inventar estrategias


tener todo para
bajo mi «dominio».
Creo que fue tan grande la impotencia vivida de niña que me
fue necesario decirme y creerme que puedo tener todo
bajo mis
riendas, que las cosas suceden porque yo lo he planeado y así
lo
quiero. Claro que esta visión se me ha ido revelando como falsa
,
pero solo ahora empiezo a darme cuenta cabalmente de cuán
poco depende de mí. Y a discriminar donde es más real el poder
de acción y transformación, y dónde es más ilusorio y compensa-
torio. ¡Si es que hay tal poder!

Quince años más tarde

Han pasado quince años desde que terminé de escribir estas lí-
neas, y quisiera en pocas palabras describir aquello que me fue
pasando interiormente en estos años: qué es lo que ha cambiado,
qué no, por dónde fui caminando.
Sin duda el carácter es el mismo; esta base que he descrito es
aquello que se agita cuando tengo miedo. Y justamente el miedo
es lo que se ha ido aplacando.
En un acto de síntesis, diría que esta vida ha servido para tra-
bajar principalmente la «confianza». Que nací con una confianza
esencial y la fui perdiendo. Que esa pérdida produjo el deseo del
reencuentro yla aspiración a desarrollarla a través de la vida. Y que
siempre esta confianza ha sido puesta a prueba. Que la prueba era
justamente confiar en la vida, llegar al momento en que Apu lo
que pase», agradable o desagradable, fácil o difícil, yo no pusiera
en duda que la vida es «buena», que Dios lo es, que yo lo soy.
Me parece que esta «bondad esencial» que ahora percibo, y
en la cual puedo apoyarme, ha sido un norte para mí, un punto
598
E3 social: una biografí
a

hacia el cual se orientó la búsqueda, sin saberlo


se aleja, a ciencia cierta
pate norte es el que me atrae y a su vez
el punto mag-
nético que me hace caminar. En mi caso, tiene
que ver con la
confianza que nace del descubrir la bondad divi
na en manifes-
tación.
Justamente para descubrir esta bondad me sirvieron los reve-
ses, que no han sido pocos en estos años: para darme cuenta de
que, pese a ellos, la Vida tiene una fuerza armonizadora, una sa-
biduría que ordena, que crea, disuelve y empuja a la realización.
A mi favor y no en mi contra, como creí durante tanto tiempo.
Qué pasó en estos quince años:
A los cuarenta y seis, comencé a hacer retiros de silencio de
una semana con Claudio. Estos retiros, que fueron cuatro segui-
dos, uno cada año, me dieron un impulso interior de crecimiento
espiritual que cambió nuevamente, y de manera muy profunda,
mi vida. Por un lado, experiencias de niveles internos desconoci-
dos y esenciales durante el tiempo del retiro; nuevamente lo
transpersonal de una manera diferente. Y luego, un efecto que se
E prolongaba y profundizaba durante el año, gracias a la medita-
ción cotidiana y al intento de estar presente en el instante, que no
me abandonó desde aquel momento.
espi-
La meditación, la oración, el silencio, han sido prácticas
ortancia dentro de
rituales que fueron creciendo en espacio e imp
la vida. Al principio, eran como un esfuerzo y UN deber, un pen”
tratar de realizarlo. Casi
sar que eso era «bueno» y, por tanto,
y meditar, probando
siempre agradecía la disciplina de sentarme
O de conexión
y teniendo momentos de felicidad, paz, silencio
mis ma. Ahí me sir vie ron la tenacidad, el autocontrol, la
conmigo
Capacidad de esfuerzo y la obediencia del eneatipo. sera
comenzó a da
Luego dejó de ser algo autoimpuesto y
entos donde dej
Una necesidad: el parar. Eran los únicos mom
599
Psicología de los eneatipos

de estar en actividad, donde la quietud empezó a parecerme una


nutrición, en vez de una pérdida de tiempo o un peligro.
Y más adelante aún, fue siendo una práctica ya no solo for.
mal, es decir: «sentarme a meditar», sino que fue integrándose
con la vida, en una sensación de Presencia ahí donde antes había
sensación de vacío o de ausencia angustiada.
El trabajo con los demás también cambió y se fue orientando
a crear espacios donde encontrarse con la meditación y con nues-
tra presencia interior, silenciosa, se volvió lo más interesante.
Estar sola y en silencio durante el día también se convirtió, ya no
en una necesidad imperiosa de encuentro conmigo misma, sino
también en el gusto de saborear otra dimensión interior pero en
la vida misma.
En efecto, fue después de esos retiros, donde Claudio me
acompañó con una sabiduría y generosidad profundas, que sentí
por primera vez en mi vida el deseo de caminar sola, de irme para
adentro, acompañada por esta confianza de la que he hablado y
que se me fue despertando interiormente, como guía.
Durante estos años pasé nuevamente por dificultades con el
cuerpo y con el trabajo, que son las dos áreas donde parece que
fluyo mejor pero también donde se me dan todos los obstáculos;
más que en lo afectivo personal, por ejemplo. Estando cargados
de expectativas, es ahí donde me esfuerzo, donde exijo y me exijo,
y ahí donde me canso y enfermo.
Desde hace unos años decidí que la única solución para no
ser devorada por el trabajo era a imponerme un límite a la canti-
dad. Me costó mucho, pues me parecía rechazar algo precioso y
tener espacios libres me daba miedo. Como si ellos fueran el pre-
ludio del abandono, del vacío, del olvido y del fracaso.
Junto a esta disminución de la actividad, nos vinimos con mi
marido a vivir en el campo. Una pequeña casa que habíamos
600
E3 social: una biografía

50 prado para las vacaciones resultó ser el espacio necesario para


te cambio. Durante la semana estar aquí y los fines de semana ir
,crabajar afuera. ¡No todos!
La naturaleza se convirtió, y es aún, mi maestra, curadora, el
remanso y nutrición fundamental. Todo es tan natural, tan sim-
ple, tan Como Es, sin máscara, honesto, directo. Y ahí, estando en
Ja naturaleza, he visto que los seres humanos también somos «na-
ruraleza», también esencialmente puros, capaces de volver a fluir
como los arboles o las plantas, o los pequeños animales del bos-
que.
El sentimiento de unidad, que pensaba me iba a ser más fácil
encontrarlo con los seres humanos, en situaciones intensas o
amorosas, me ha sido más fácil encontrarlo en la naturaleza, que
antes no me atraía demasiado.
Me di cuenta de cómo alienarme de la naturaleza era alinear-
me de mí misma y del cuerpo también. Como si los elementos de
la Tierra, el Aire, el Fuego y el Agua del cuerpo se encontraran
con sus amigos en el bosque, más que en los grupos. Hasta hace
pocos años, una persona era increíblemente más significativa
para mí que un árbol. Lo sigue siendo, pero ya no tanto más, y el
árbol, la lagartija, la florecita, comienzan a serme comprensibles y
cercanos.
La amistad tomó en estos últimos años una importancia
mayor; incluso el trabajo interior pasa mucho a través de diálogos
y charlas con amigos, elaboraciones filosóficas o acompañarse en
las dificultades que uno encuentra en la vida.
Así, desde hace unos años, siento que algo se ha calmado
dentro. No sé si es el sistema nervioso, pero hay como una baja-
da, algo que se ha hecho más lento. Y la vida es agradable, «me
trata bien», es gentil conmigo y quizá yo he aprendido a escu-
charla y a ser un poco más gentil con ella.
601
Psicología de los eneatipos

La relación de pareja, viviendo solos aquí, es donde el amor


ha tomado espacio y fluye más fácilmente.
En general, en las relaciones estoy empezando a aceptar las
diferencias de carácter y verlas como riqueza. Pero esto aún Cuesta.
¿Qué más decir? En todo esto «bueno» que pasa, sigo sintien-
do que aquello que altera surge desde lo profundo, y lo que me
altera es el miedo. Siempre él. Y ahora, más focalizado en el
«temor a equivocarme». Como si este trabajo con la confianza no
fuera completo, como si no hubiera la entrega que imagino po-
dría llegar a ser. Y que sigue siendo mi norte.
La diferencia es que ahora percibo, además del miedo, un
espacio interior abierto donde ese miedo puede disolverse, un
poco como una nube se disuelve en el aire. A veces cuesta más, a
veces menos, pero sin duda ha cambiado su consistencia y ya no
es temible.

602
APÉNDICE

EQUIVALENCIAS DEL E3 EN EL MUNDO AC


ADÉMICO:
SUBTIPOS CONSERVACIÓN, SEXUAL Y SOCIAL

En general el eneatipo Tres, la Vanidad, es el gran ausente en el


mundo académico. “Tras investigar diversos autores del mundo
del psicoanálisis y la psicología, a fin de ver las conexiones entre
la definición del E3 en la Psicología de los Eneatipos y otras defi-
niciones en el mundo académico acerca de los tipos psicológicos
o psicopatológicos, la conclusión es que en realidad lo que carac-
teriza a este eneatipo es la falta de referencia a cualquier tipo de
patología o neurosis y, por tanto, la obvia y persistente apariencia
de «normalidad»; hasta tal punto que llega a ser deseable su as-
pecto de adecuación social.
Se podría deducir por tanto que es precisamente ahí donde
radica su posible «patología» o «neuroticismo»: en el llevar hasta
el extremo el exceso de adecuación y adaptación al ambiente, a
los otros. En la evitación del conflicto, buscando la aceptación y
beneplácito de los demás hasta el punto de poder falsearse y caer
en el autoengaño.

603
Psicología de los eneatipos

Trastorno narcisista de la personalidad

La Vanidad no se encuentra reflejada como categoría diagnóstica


en el DSM IV. ! Aun siendo expresión de un narcisismo de fon-
do, en la literatura estadounidense el trastorno narcisista de perso-
nalidad se encuentra más en correlación con el eneatipo Siete,
Como explica Claudio Naranjo en Carácter y neurosis, el hecho
de que el eneatipo Tres no aparezca en el DSM

hace pensar que las patologías reconocidas constituyen una capa de


psicopatología más externa o más visible [...] [El E3] puede llevar vida
muy corriente (y, quizás, incluso tener éxito) sin presentar defectos
interpersonales reconocibles, albergando solo una psicopatología es-
piritual: la pérdida de interioridad y de la verdadera experiencia
espiritual.?

El narcisismo es un aspecto nuclear del carácter Vanidad,


por lo que comenzaremos tomando en consideración algunas ca-
racterísticas diagnósticas descritas en el trastorno narcisista de la
personalidad que, si bien se refieren a alteraciones psiquiátricas
más graves, contienen rasgos específicos de la estructura del E3.
El aspecto principal en la personalidad narcisista es que la
persona no sostiene una regulación adecuada de su autoestima, la
cual pasa a depender de la valoración externa,.con lo que queda
muy vulnerable a la crítica. Ante ello, el narcisista necesita crear
una idea inflada de sí mismo, por lo que se sitúa en una escala
polar de virtudes o defectos, de superioridad o inferioridad res-
pecto a un modelo idealizado, estrategia que le mantiene alejado

1. APA, Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales, DSM-IV-


TR, Masson, Barcelona, 2002.
2. C. Naranjo, Carácter y neurosis, La Llave, Barcelona, 2012, 12* ed.

604
Equivalencias del E3 en el mund
o académico

de lo que realmente es y del sentimiento de fracaso que pudiera


conllevar .
Se trata, en suma, de un carácter que muestra una autoim-
portancia inflada de manera grandiosa. Sobrevalora sus capacida-
des y exagera sus talentos, con una implícita devaluación de los
méritos ajenos. Busca sentirse superior o especial y espera ser re-
conocido como tal, exigiendo una admiración excesiva.
En el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos menta-
les, DSM-IV, esta descripción del trastorno narcisista de la perso-
nalidad se corresponde con el eneatipo Tres: «Pueden estar
preocupados por si están haciendo las cosas suficientemente bien y por
cómo son vistos por los demás. Esto suele manifestarse por una cons-
tante necesidad de admiración».?
Hay una clara tendencia a ocupar una posición social elevada
y propensión a tratar con personas importantes o especiales, con
una situación socialmente valorada (rasgo presente sobre todo en
el subtipo social del E3). Con esa necesidad constante de aten-
ción y admiración que resulta tan pretenciosa, despliega todo un

rd
abanico de atractivos sociales para poder recibir tratos especiales.
En el fondo carece de empatía y sensibilidad hacia los deseos y
necesidades de los demás, lo cual degenera en una explotación
del prójimo en su propio interés. Tiende a exagerar sus propias
preocupaciones con detalles improcedentes y es impaciente. En-
o

vidia los éxitos y posesiones ajenas, a veces con un comporta-


A

miento arrogante, y manifiesta hacia el otro una actitud despecti-


va o condescendiente y, más allá de la aparente disponibilidad,
falta de interés, fría o poco emotiva. Su frágil autoestima la com-
pensa a través de relaciones de amistad que favorecen sus propó-
sitos de sentirse especial.

3. APA, op. cit., 301.81.

605
Psicología de los eneatipos

Manifestaciones y trastornos asociados

La vulnerabilidad de la autoestima hace al individuo con trastor-


no narcisista de la personalidad muy sensible a las «heridas» debi-
das a críticas o a la frustración. Aunque sepan disimularlo de cara
al exterior, la crítica puede atormentarles y dejarlos humillados,
abatidos, frustrados y vacíos. Pueden entonces reaccionar con
desdén o rabia, o contraatacar con descaro, llegando a lastimar e
incluso a dañar a los demás. Tales experiencias a menudo condu-
cen a una retirada social, o a una apariencia de humildad que
puede disfrazar y proteger la grandiosidad. Las relaciones inter-
personales suelen quedar comprometidas por los problemas deri-
vados de sus aires pretenciosos, su exigencia de ser constante-
mente confirmados, su necesidad de ser admirados y el relativo
desinterés por la sensibilidad ajena.
Aunque la ambición arrogante y/o la seguridad puedan llevar
al E3 a conseguir metas elevadas, los resultados pueden venirse
abajo por su intolerancia a la crítica o a la derrota. A veces el ren-
dimiento profesional puede ser muy bajo, como reflejo de su
aversión a asumir el riesgo en situaciones competitivas o en que
ve posible salir derrotado. Los sentimientos persistentes de ver-
giúienza o humillación, y la autocrítica que los acompaña, pueden
asociarse a una retirada social, a un estado de ánimo deprimido o
al trastorno distímico o depresión mayor. Al contrario, periodos
prolongados de grandiosidad pueden asociarse a un estado de
ánimo hipomaniaco.
El trastorno narcisista de la personalidad también puede cur-
sar con anorexia nerviosa y con desórdenes por abuso de sustan-
cias, especialmente cocaína. Y puede estar asociado a trastornos
de personalidad histriónica, límite, antisocial y paranoide.

606

NS
Equivalencias del E3 en el mundo académico

Diagnóstico diferencial

La relativa estabilidad de la autoimagen, así como una mayor au-


sencia de autodestructividad, impulsividad y preocupaciones de
abandono, distinguen el trastorno narcisista del trastorno límite
de personalidad.
El excesivo orgullo por los propios éxitos, una relativa ausen-
cia de manifestaciones emotivas y el desprecio por la sensibilidad
ajena distinguen el trastorno narcisista del trastorno histriónico de
personalidad.
Si bien los individuos con trastornos límite, histriónico y
narcisista de la personalidad pueden, todos ellos, requerir mucha
atención, los narcisistas la reclaman en forma de admiración.
Los individuos con trastornos antisociales y aquellos con trastor-
no narcisista comparten tendencia a ser testarudos, desenvueltos,
superficiales, explotadores y no empáticos. Sin embargo, el trastor-
no narcisista de la personalidad no incluye necesariamente las carac-
terísticas antisociales de impulsividad, agresividad y deshonestidad.
Tanto en el trastorno narcisista como en el trastorno obsesivo-
compulsivo de personalidad, el individuo puede comportarse con
perfeccionismo y creer que los otros no son capaces de hacer las
cosas igual de bien que ellos.
La suspicacia y la retirada social suelen distinguir a las perso-
nas con trastorno esquizotípico o trastorno paranoide de personali-
dad de los narcisistas. Cuando dichas suspicacia y retirada se dan
en individuos con trastorno narcisista de la personalidad, suelen
provenir del temor a aparecer como imperfectos o defectuosos.
La grandiosidad puede emerger como parte de episodios ma-
niacos o hipomaniacos, pero la asociación de estos con la altera-
ción del humor y el compromiso funcional los distinguen del
trastorno narcisista de la personalidad.

607
Psicología de los eneatipos

El narcisismo en la literatura psicológica

Claudio Naranjo ya ha explicado en Carácter y neurosis cómo a


Ez vive para su autoimagen. Esto habla de narcisismo, que és, no
obstante, un término que se ha usado de diferentes maneras y
para clasificar diferentes caracterologías.
Otto Kernberg* delineó un tipo de narcisismo envidioso,
ambicioso, codicioso y que demanda atención y elogio, y este es
el descrito en el DSMIV. Para Kernberg, en un narcisista se com-
binan un excesivo autocentramiento, una adaptación efectiva
pero superficial, una ambición desmedida y fantasías de grandeza
superpuestas a un sentimiento de inferioridad subyacente y de-
pendencia en exceso de la admiración externa. Cuando no se dan
las satisfacciones narcisistas caen en sentimientos de vacío. Pue-
den ser encantadores mientras el otro pueda cubrir la necesidad
neurótica, pero si no lo consiguen acaban mostrando su dureza y
crueldad. Ante la angustia de separación no establecen vínculo y
no consiguen placer en el contacto, dado que el otro es sobre
todo un otorgador de admiración, de manera que son capaces de
pasar de una persona a otra sin lamentar la ruptura del vínculo.
Claudio Naranjo ha explicado cómo la vanidad es la pasión de
vivir para los ojos de los demás. Una necesidad exagerada de ser
confirmado por el otro. A tal fin, la persona se falsifica, amoldán-
dose a lo que se necesita en cada momento. El carácter Tres se olvi-
da muy tempranamente de sí mismo y deja de vivir su experiencia,
reprime sus emociones y necesidades y se desconecta de ellas para
poder «ser» lo que el otro (en un inicio, el padre o la madre) desea
que sea. Se falsifica y cree ser esa fachada que muestra.

4. O. Kernberg, Trastornos graves de personalidad, Manual Moderno, México,


1987.

608
Equivalencias del E3 en el mun
do académico

Así crea una personalidad como si, que Kernberg* describe


en los siguientes términos: «Tienen cualidades camaleónicas,
siempre cambiantes, pseudohiperemocionales y pseudoadaptati-
vas. Estos pacientes recuerdan a Marcel Marceau haciendo la mí-
mica del hombre que se quita una máscara tras otra y por último
descubre con desesperación que no puede arrancar la última.
Cambian de acto sin saber quién es el actor, excepto que se trata
de una suma de imitaciones».
El narcisista queda pues atrapado en su imagen y no puede
distinguir entre las imágenes de quien imagina que es y de quien
es en realidad. Se identifica con la imagen idealizada de sí mismo
y el yo queda perdido. Existe una diferencia entre el yo y su ima-
gen. La perturbación básica de la personalidad narcisista es la ne-
gación del sentimiento.
Es importante, para completar la comprensión del narcisis-
mo, la definición de Winnicott” de falso self, que describe bien el
proceso nuclear del carácter Tres, más que la construcción de
una falsa imagen de uno mismo. Según Winnicott, cuando la
madre no confirma al niño en su exigencia de ser valorado, le
impide la expresión de su natural omnipotencia, adecuada a esa
temprana etapa de su desarrollo. El niño no siente entonces la
libertad de experimentar sus recursos adaptativos al ambiente, ni
tampoco la de expresar su espontaneidad y'sus sentimientos de
rabia. En consecuencia, esa relación materna impide una base
para la autoestima. El niño siente frustración y humillación,
ante las que reacciona construyendo un falso self desprovisto de
energía, hiperadaptado y complaciente; un self que corresponda

5. Descrita por primera vez en 1934 por Helen Deutsch.


6. O. Kernberg, op. cit., p. 175.
,
7. D. W. Winnicott, Los procesos de maduración y el ambiente facilsliitador. Estu-
dios para una teoría del desarrollo emocional, Paidós, Barcelona, 1994-

609
Psicología de los eneatipos

a las exigencias del mundo exterior, sin Contacto con su self


profundo.
Como vemos, el narcisismo no es de ningún modo privativo
del E3, sino que enmarca a varias tipologías caracteriales, siendo
en definitiva un trastorno que corresponde más bien a nuestros
tiempos. Tal como describe este reciente artículo periodístico:*

El narcisismo ya no es considerado en Estados Unidos un trastorno


mental. No puede no amar alguien [refiriéndose a Juan, jardinero, in-
migrante mexicano en Estados Unidos de 53 años, casado y con tres
hijos] que se aleja de los suyos para proporcionarles un futuro mejor,
alguien que pasa seis meses al año encontrándose cada mañana a sí
mismo, solo a sí mismo, que es lo peor que le puede pasar a alguien
que no ha sido atrapado por las garras del narcisismo. El narcisismo
estaría tentada a decir que es «el mal de nuestro tiempo», pero acabo de
leer que en Estados Unidos acaban de eliminarlo como trastorno men-
tal. Es tan común que ha dejado de ser una rareza. [...]
La búsqueda de uno mismo se ha convertido en el reto de la gente
adinerada que durante un tiempo se viste de hippie, se rodea de po-
bres, visita a un chamán, y prueba el bocado más suculento, la vida de
los humildes, para luego volverse a casa fortalecido y aliviado de reen-
contrarse con lo que posee.

Efectivamente, como bien indica Elvira Lindo, el modo de


vida superficial y vacío derivado de la búsqueda insaciable de
éxito para sentirse alguien, de tan frecuente que es en el estilo de
vida americano y, por extensión, moderno-occidental, ha llevado
a que no sea considerado en modo alguno un trastorno; más bien
al contrario: esta forma de vida se ha convertido implícitamente
en la más valorada por la cultura predominante.
Hasta el punto que, como decíamos al comienzo, difícilmente

8. E. Lindo, «Vida de Juan», El País, edición para Andalucía. 12 de diciembre


de 2010.

610
Equivalencias del E3 en el mundo
académico

encontramos ejemplos asimilables al E3 en la producción literaria


psicopatológica del mundo académico. Una notable excepción es
la de Alexander Lowen, quien supo llevar magistralmente a la prác-
tica clínica los principios visionarios de Wilhelm Reich.

Carácter psicopático histérico

Cada etapa del desarrollo infantil presenta diferentes característi-


cas y necesidades importantes a satisfacer. Durante la fase de se-
paración-individuación descrita por Mahler en la subfase de
reaproximación,? aproximadamente a los dos años de edad, el
niño se encuentra entre la dependencia e independencia de la
madre. Esta etapa también se conoce como fase narcisista. El
niño es el centro y busca ser afirmado, pero vive a veces por parte
de los padres el rechazo de sus necesidades y sentimientos, y es
herido en su narcisismo. Cuando en esta fase el niño no se siente
afirmado y reconocido por lo que es, no se siente suficiente y cree
que no es valioso ser quien es, se anula y busca ser como el padre
o la madre quieren que sea. Se construye un sí mismo aprobado y
admirable.
Para Erikson, esta etapa es crucial para el logro de la :identi-
dad. Para las escuelas corporales y.de bioenergética, en esta fase el
niño tiene derecho a ser quien es y cuando hay una respuesta
frustrante del entorno se fija el carácter psicopático.
El tema del carácter psicopático es el narcisismo herido,
donde prevalece el yo falso sobre el yo verdadero y es más impotr-
tante verse bien que sentirse bien. El niño dice: «Seré quien me

s
9. En concreto, de los quince meses a los dos años. Véase M. Mahler, Estudio
1: Psicosis infantiles y otros trabajos, Paidós, Buenos Aires, 1984.

61I
Poitología de
los eneatipos

pides ser para que me ames». Niega la expresión emocional y de


sus necesidades. Algunos de los rasgos que presenta son el cop.
trol, la manipulación y el voluntarismo.
Esto se da en el momento en el que inicia la relación con el
padre, al inicio de la etapa edípica, y el niño se queda triangulado
en esta relación con el padre o la madre, con el anhelo de conse-
guir ser amado y reconocido y recuperar el cuidado no consegui-
do en la primera etapa con la madre.
El trabajo de Juan José Albert"*se basa en los estudios realiza-
dos por Reich** y sobre todo por Lowen,'” en su propia experien-
cia clínica como psiquiatra y psicoterapeuta, y en la aportación
del eneagrama como mapa descriptivo de utilidad psicológica,
caracterial y espiritual. En esta perspectiva integradora, el eneati-
po Tres se corresponde con el carácter psicopático histérico.

Etiología del carácter psicopático

El carácter psicopático se fija en la fase fálica del desarrollo, que


viene a comenzar sobre los dos años y medio. Esta etapa marca
una inflexión puesto que el niño comienza a cambiar su punto de
vista y lo dirige hacia fuera de la madre: hacia el padre y el mun-
do circundante, de donde espera obtener apoyo y satisfacción.

10. Psiquiatra, neurólogo, analista en bioenergética y pionero en España de la


psicoterapia integrativa, Juan
José Albert es coordinador clínico del 1.P.E.T.G
(Instituto de Psicoterapia Emocional
y Técnicas de Grupo).
Ene8
11. Médico: y discípu lo de Freud, Wilhelm Reich nació en la Galitzia austriaca
EE 1934 po A os Unidos en 1957. Fue apartado del psicoanálisis oficial
r sus avanza as ideas.
sexual, y La función del orgasmo Es aut
utor de Análisis
sl. .
del carácter,
Y L
La revolución

fundó el ernational
E re fue for
Institute discípulo de Reich entre 1940 y 1952) En 1956.
Bioenergetic Analysis de Nueva York.

612
Equivalencias del E3 en el mundo acad
émico

Comienza este movimiento buscando su sitio en la familia, su


lugar de poder, con la necesidad de acaparar la atención de los
padres y vencer en la competencia entre los hermanos.
En un momento en que sus necesidades emocionales, afecti-
vas y cognitivas están iniciando su pleno desarrollo, el niño futu-
ro psicopático ve frustrada la genuina proyección de sí mismo al
medio externo, que aprovechará su curiosidad e interés explora-
torio. Tiene que renunciar a lo que él quiere, desea y le produce
satisfacción, y sustituirlo por el deseo narcisista del padre o la
madre, a cambio de su apoyo y afecto.
El psicopático, que correspondería tanto al tipo 3 como al 6
del eneagrama, se encuentra así pues anclado en el centro del
Edipo, es decir, en la seducción por el padre del sexo opuesto.
La actitud que mantiene toda su vida el psicopático histérico
(E3) es una constante necesidad de asegurarse su puesto de poder:
ya sea el poder de mando, el poder de la belleza, de la atracción
sexual o de la eficiencia. Está necesitado de asegurarse su sitio de
poder, y siempre duda de poderlo mantener. Esto le lleva a estar
controlándose y controlando el medio, porque al estructurarse en
función del «otro», sus deseos y sus logros no son suyos, sino del
«otro», de cuya aprobación depende, con lo cual persiste un pro-
fundo sentimiento de inseguridad e insatisfacción.
Los mecanismos básicos de defensa son la proyección (fun-
damentalmente en la estructura obsesiva, que correspondería al
E6) y la identificación (más acusada en la estructura histérica,
que sería la del E3). Además el psicopático presenta, como meca-
nismo de control emocional, la racionalización, la tendencia a
procesar las emociones con la cabeza. Es el típico que piensa que
siente. Esta defensa le sirve, por una parte, para inhibir la acción,
como control de la tendencia a pasar al acto inmediatamente. Y
por otra parte, contiene la angustia ante el juicio y/o el castigo.
m

613
Psicología de los eneatipos

Estructura corporal

El psicopático tiene una mirada inquietante que utiliza para con-


trolar; la usa a modo de escáner, para ver por dónde puede venir
el peligro y mantenerlo a distancia, o para seducir. Los ojos tie-
nen tendencia a mirar solo por una ranura de los párpados, a ha-
cerse pequeños. Mira para saber a quién le interesa, asegurándose
el éxito en la seducción, en la que resulta el «cazador-cazado».
Presenta una gran tensión en la nuca por la necesidad de
mantener siempre en actitud vigilante, de control, la cabeza: el
motor que mueve el periscopio de los ojos.
Con el tórax dispuesto en forma de V, de cintura para arriba
está sobredesarrollado, siendo menor el desarrollo corporal de
diafragma para abajo. Como corresponde a una persona que
tiene retenidos los impulsos tiernos, el pecho y las costillas son
duros; resulta difícil deprimir el pecho con la mano.
El diafragma sufre un bloqueo muy importante, en inspira-
ción forzada (respiración paradójica).'? Este corte del diafragma le
dificulta el contacto con sentimientos, emociones y necesidades.
El vientre es duro, con tensión, por la contención de parte de
las necesidades tiernas.

13. La respiración espontánea de las personas con carácter psicopático no


sigue la dinámica de movimientos naturales, sino que realiza un movimiento
paradójico. Cuando inspiran el trabajo recae casi en exclusiva sobre los músculos
intercostales y de la cintura escapular, como ayuda, al tiempo que: elevan el dia-
fragma y contraen el abdomen. Es decir, inspiran hinchando el pecho y elevando
los hombros mientras elevan el diafragma y contraen el abdomen, con lo que el
aumento de capacidad que se consigue elevando las costillas se pierde al elevar el
diafragma. Con este movimiento, en el que hay una contraposición funcional entre
los músculos costales y el diafragma, la expansión de los pulmones queda muy limi-
tada y la ventilación es escasa; es una respiración poco eficaz desde el punto de vista
de la oxigenación.

614
Equivalencias del E3 en el mun
do académico

La pelvis está ligeramente en retroversión y desconectada del


resto del cuerpo; no hay una percepción sensorial libre
y activa de
la parte inferior del cuerpo. Las nalgas están apretadas.
Una de las tensiones más importantes de las piernas está de-
trás de las rodillas, en las corvas: nos habla del miedo al fracaso, a
la rendición, a dejarse.
El pie tiene tendencia a ser ancho y con un empeine más pro-
nunciado de lo normal, morfología que dispone mejor al salto y
al movimiento.

El subtipo de conservación

La cualidad distintiva del Ez conservación es un pasar inadvertido,


un no llamar la atención por rasgos relativos a aspectos errados.
Afirma Claudio Naranjo:** «En la práctica psicoterapéutica
actual, se suele diagnosticar al eneatipo Tres, de acuerdo con la
Bioenergética, como el rígido de Lowen». En este tipo más bien
podemos reconocer al subtipo conservación. Probablemente, po-
dríamos añadir, con componentes masoquistas y narcisistas.
Alexander Lowen describe diversos casos clínicos que bien
pueden considerarse Ez conservación. Uno de ellos es el de
David:

David luchaba contra sí mismo. En el plano de los sentimientos —en


su interior— no podía estar más asustado. Sin embargo, en el ego —€n
términos de apariencia externa— se veía fuerte y poderoso. Esta era la
imagen que proyectaba con su cuerpo musculado y su éxito profesional
como cirujano. David operaba en casos donde otros na se atrevian a
intervenir. Negaba todo temor y emanaba confianza en sí mismo.

14. C. Naranjo, op. cit.

615
Psicología de los eneatipos

David había desarrollado su imagen durante la época de juventud.


Explicó que había tratado de ser el tipo de chico que un padre amaría,
el hijo modelo: listo, atlético, bien parecido y con buenos modales.

Pero ¿por qué acudió David a terapia? Lowen lo aclara:

David [...] acudió a mi consulta [...] describiendo una reacción suya


de rabia, que se produjo ante la insistencia de su hijo en seguir ha-
ciendo algo cuando él le había pedido que parase de hacerlo. [...] No
pensaba que se hubiera equivocado al ordenar a su hijo que parase,
Lo que le disgustaba era reconocer que su reacción de rabia había
sido excesiva: «Me di cuenta de lo desmesurado de mi reacción de
rabia cuando vi la cara de mi hijo. Pensé que él temía que fuese a
matarle, y me di cuenta de que el tono de mi voz y mi mirada trans-
mitía algo de eso».
David era consciente de que la rabia surgió a consecuencia de la
desobediencia de su hijo. Porque eso le hacía sentirse frustrado.**

Y ¿por qué actuó de una manera tan desproporcionada?


Lowen da una respuesta presentándonos los comentarios al res-
pecto del propio David:

Él [David] dijo: «Vi que le estaba haciendo a mi hijo lo mismo que mi


padre me hizo a mí. De niño, yo estaba aterrorizado, pero hasta hace
muy poco no he reconocido lo asustado que me encontraba entonces.
Tenía momentos de miedo.”

Lowen nos ilustra con este caso clínico cómo alguien que se
muestra al mundo como exitoso, seguro de sí mismo y, por su-
puesto, digno de confianza, no exhibe (incluso ante sí mismo)

15. A. Lowen, El narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, Paidós, Barcelo-


na, 2000, p. 125.
16. Ibíd., pp. 123-124.
17. Ibíd., p. 124.

616
Equivalencias del E3 en el
mundo académico

sino una mera fachada, que no tiene nada que ver


con algo más
profundo que encierra dentro de sí, pudiendo
llegar a convertirse
en una verdadera amenaza para su propio hijo.
Otro de estos casos es el de Ann. De esta mujer Lowen cuen-
ta que

tenía en su rostro una sonrisa permanente para demostrar al mundo lo


feliz y satisfecha que se sentía. No obstante, la tensión de su mandíbula
y de la frente le daba un aspecto ceñudo que contradecía lo anterior. Y
ella no se daba cuenta de tal contradicción. Se identificaba con la ima-
gen de persona sonriente y feliz, y se consideraba responsable, conside-
rada y servicial. Siempre había sido una «buena» chica, cumplía con lo
que se esperaba de ella y se había ocupado de sus hermanos más peque-
ños. Cuando creció siguió con la misma pauta de conducta (se había
convertido en su segunda naturaleza). Con todo, en el fondo se sentía
insatisfecha y vacía.
La sonrisa de Ann era la fachada que había construido para escon-
der lo a disgusto que se encontraba con el mundo y con ella misma. La
imagen de la joven de aspecto risueño guardaba muy poca relación con
la realidad de su ser o de sus sentimientos. ¿Cómo surgió esa imagen?
Ann me explicó que su padre siempre le decía que ella debía poner
buena cara independientemente de cómo se sintiese. Así fue como
Ann empezó a negar sus verdaderos sentimientos y a adoptar una pose
que resultara aceptable para su padre. Este proceso le exigió sacrificar
su yo verdadero.**

Estos casos expuestos por Lowen muestran de forma clara


cómo esa construcción de una imagen idealizada de persona capaz
, que
y válida, expresada a través de logros objetivos y demostrables
caracteriza al Ez conservación, no es sino un modo de disimular,
sí mismo,
ante sí y ante los demás, un dramático desamor hacia
1tir prop 10
forzado a rechazar el senti
consecuencia de haberse visto
j
Ati o es, S i cabe ]
2 dramátic
por otro ajeno más aceptable. Aunque más

18. Ibíd., pp. 54-55.

617
Psicología de los eneatipos

que sea esto lo que nuestra cultura precisamente ensalza como


forma de vida no psicopatológica.
Federico Navarro,'? neuropsiquiatra italiano seguidor de
Wilhelm Reich, comenta a propósito del carácter rígido algunos
apuntes que bien pueden aplicarse al carácter E3 conservación.
Navarro parte de que la ansiedad es una manifestación de agresi-
vidad negativa dirigida contra sí mismo, que depende de una dis-
función respiratoria causada por el bloqueo del diafragma. Toda
rigidez corporal, y por tanto caracterial, está ligada a una tensión
y bloqueo del contacto más profundos, a través de una respira-
ción deficiente. No respirar para no sentir. El E3 es uno de los
más ansiosos del eneagrama de la personalidad, está siempre en
estado de alerta e intenta solucionar su ansiedad de forma equi-
vocada, a través de la acción. Por eso no resuelve la cuestión bási-
ca de falta de contacto interno.
El subtipo de conservación está más ligado a las cuestiones
de supervivencia. De acuerdo con la vegetoterapia, el sueño, el
hambre y el sexo son expresiones del instinto de conservación.
Un instinto que tiene que ver con el anillo cervical, localizado en
el cuello. Sostiene Navarro:

La limitación de los movimientos del cuello disminuye la amplitud


perceptiva y eso hace que la persona pierda de vista el conjunto, privi-
legiando lo personal. Su visión del mundo queda reducida y condicio-
nada por su medio sociocultural y por el ideal de ego propuesto que
esa persona debe alcanzar para no despreciarse. [...] Como nuestra so-
ciedad privilegia lo victorioso, lo competitivo, la actuación y la supe-
rioridad, se refuerza el complejo de Atlas, o sea, la personalidad que lle-
va al mundo sobre sus hombros, asumiendo muchas responsabilidades
y exhibiendo su eficiencia.

19. F. Navarro, Terapia reichiana. Fundamentos médicos. Somatopsicodinámi-


ca, Summus, Sáo Paulo, 1987.

618
Equivalencias del E3 en el mundo aca
démico

Completa así Navarro su descripción del tipo rígido:

En función de la escisión entre la cabeza y el cuerpo (provocada por la


rigidez del cuello) hay un apoyo no racional, con privilegio para el pa-
pel social en detrimento de la función social, la idea de vivir para los
otros y no con los otros [...] acaba bloqueando sus emociones [...] fa-
voreciendo la tecnología contra la ciencia y el arte,

Más allá de estas fragmentarias referencias en la bibliografía


especializada, puede afirmarse que no existe el equivalente en el
mundo académico para el E3 conservación, como consecuencia
de su óptima adaptación social y del hecho de que el criterio con-
vencional de patología en materia de personalidad no puede re-
gistrarlo.

El subtipo sexual

En el carácter E3 sexual la pasión está puesta principalmente en


ser amado. Utilizan la seducción para atraer y gustar, especial-
mente al sexo opuesto. La falsedad consiste en hacer creer al otro
que lo amarán y cuidarán siempre. Esto. también lo creen ellos
mismos y sacrifican la instintividad y el deseo en pro de ser lo que
el otro desea, con la fantasía de que así serán queridos y acepta-
dos. O transforman el deseo en seducción para así ser deseados y
queridos.
Como Claudio Naranjo ha señalado, el E3 coincide con lo
que Fromm llamó la personalidad mercantilista. Las personas con
esta orientación buscan tener éxito en el «mercado de la personali-
dad». Los Ez sexuales buscan tener éxito con la pareja vendiéndo-
iba
se con el sex appeal o atractividad y esto lo hacen ofreciendo
es
midad, ternura, cuidado y un «te amaré siempre», la estrategia
619
Psicología de los eneatipos

la complacencia. Cultivan el atractivo sexual y manipulan su ima.


gen para lograr el objetivo. Aunque pueden mostrarse como per-
sonas alegres, y la actitud pueda ser optimista y parecer que rebo-
san autoconfianza y felicidad, los del carácter E3 sexual son más
bien inseguros y tímidos en comparación con los subtipos social y
conservación.
Karen Horney describe diez patrones de necesidades: la de
reconocimiento, la de prestigio social, la de control... que, al tor-

Gal
narse exageradas o distorsionadas, se vuelven neuróticas. Como

a
tales, pueden dividirse en tres grupos de estrategias de adaptación:
la sumisión, que equivale al movimiento de ¿r hacia; la agresión,
que es un ¿r en contra; y la retracción, que es el alejamiento.
El Ez sexual presenta una necesidad exagerada de afecto y
aprobación, y su movimiento es un ¿r hacía, que se manifiesta en
su comportamiento como seducción y complacencia compulsi-
va, a fin de llenar su insaciable hambre de ser querido, debido a
su falta de amor intrínseco hacia su niña o su niño interno. De
pequeño aprendió que la rebeldía es peligrosa y que complacer es
la mejor estrategia como protección de su corazón: «Si logro que
me ames no me harás daño y me siento valorada».
Los E3 sexuales están dispuestos a pagar cualquier precio, a
aguantar la mayor crueldad para sentirse queridos. La autoex-
presión ya no puede ser espontánea porque pasa por un filtro
inconsciente que está escaneando la situación y a las personas
por si cabe la posibilidad de ser rechazados. Se genera asimismo
la estrategia de adivinar (proceso inconsciente y automático) lo
que se espera de nosotros para ser recibidos.
Todo ello expresa la pérdida de la autoestima sana, donde
uno se toma a sí mismo como referencia. Por un lado hay un ot-
gullo, que se orienta en su ser idealizado como un hombre 0
mujer que no tiene sombra y que necesita evitar todo lo que le

620
Equivalencias del E3 en
el mundo académico

ponga en peligro su imagen autogenerada e idealizada.


Por otro
lado, esta pérdida se experiencia como la necesidad exist encial de
tener una pareja. Todos tienen esta necesidad, pero en
el Ez se-
xual se convierte en la obsesión neurótica de tener a alguien que
les confirme que son queridos y que los esté apoyando a caminar
por la vida. Aquí se incluye la idea de que el amor erótico resolve-
rá todos los problemas.
Cuando la necesidad de ser querido no es satisfecha, se sume
en la ansiedad, se siente perdido y la vida pierde su encanto, por
la resignación y la melancolía que surgen cuando la falta de pareja
o una relación infeliz se vuelven una confirmación de la baja au-
toestima. Se llega a sentir una crisis tan existencial que el suicidio
no es infrecuente en un E3 sexual cuando pierde la esperanza de
encontrar la pareja ideal.
Karen Horney habla de dependencia mórbida para describir a
las personas que dependen de la pareja de una manera neurótica,
y para las cuales el amor erótico equivale a «las llaves del paraíso».
La psicoanalista alemana dedica, en su libro Neurosis y crecimien-
to humano,” un capítulo entero a esta personalidad. Ahí describe
su dependencia, que está esperando el cumplimiento de las ex-
pectativas de amor y cariño en las relaciones, y la anulación de su
esencia como estrategia adaptiva, que es tan profunda que impli-
ca un enorme sufrimiento.
Se trata de una personalidad con un superyó muy controla-
dor, que le ordena constantemente cómo debe ser: amable, sin
sentirse lastimado personalmente, todavía más amoroso y gene-
roso, etc. Pero lo más importante es lograr que la relación sea ar-
moniosa en cada momento y lograr ser amado por la pareja a
través de su belleza en imagen y comportamiento.

e, Buenos Aires, 1955-


20. K. Horney, La neurosis y el desarrollo humano, Psiqu

621
Psicología de los eneatipos

Si la relación se basa en patrones insanos, la persona lo vive


como un fallo, cosa que le motiva aún más a esforzarse en lograr-
lo, lo que le impide separase de las relaciones insatisfactorias, Y

o 5 A
entra aquí una doble estrategia del E3 sexual: No se puede sepa-

e
rar, y esto parece ser una «capacidad de entrega y de amor» (por
supuesto neurótica), la cual por un lado favorece la manipula-
ción, a través del victimismo y la debilidad que siente, y por el
otro ayuda a fortalecer el yo idealizado, con la idea de que simple-
mente merece ser amado por tanta amabilidad (reprimiendo
todos los sentimientos incómodos y censurados en el inconscien-
te, especialmente los que pueden entrar en conflicto con la pareja
o llevar a rebelarse contra expectativas y manipulaciones ajenas) y
una vulnerabilidad que se manifiesta como un orgullo secreto.
Esta personalidad según Horney reprime sus instintos ex-
pansivos, lo cual le genera una debilidad. Debilidad que se com-
pensa con el intento de agradar y de gustar y se manifiesta asi-
mismo en la elección de una pareja que prometa la fuerza
instintiva que le falta y que por ende le proteja. Siendo así que,
para Horney, el problema empieza muchas veces con las parejas
que elige. Pues en sus relaciones, la fuerza proyectada y admira-
da se expresa muchas veces en la persona idealizada como vio-
lencia y una arrogancia agresiva. Ahí el E3 sexual entra en con-
flicto, pues la agresión de la persona arrogante es tan humillante
que le genera un enorme rechazo reprimido en su interior. Este
tipo, afirma Horney, idealiza la capacidad de manejar la vida
con arrogancia y agresión. Como adaptación neurótica trata de
resolver el conflicto interno y la pérdida de sus fuerzas instinti-
vas, buscando en el afuera el amor ideal con una pareja que com-
pense la fuerza que se ha anulado.
Como el Tres sexual es un carácter melancólico, con una
eristeza crónica pero sutil, se puede confundir con el E4 social.
622
Equivalencias del E3 en el mundo académico

Le resulta fácil sentirse una víctima, y manipula por tanto a tra-


vés de la identificación con la timidez, la debilidad y la delica-
deza.
Por esto pensamos que el Ez sexual se encuentra también en
este carácter dependiente igual que el Ex social, tal como Clau-
dio menciona en su libro Carácter y neurosis para el Ey en gene-
ral. A diferencia de los Ex, el E3 sexual evita caer en un estado
interno que podría describirse en ellos como un vivir en un «mar
de lágrimas» o un estado mental adicto a la tristeza, el victimis-
mo y la carencia. Los E3 sexuales compensan en cambio la ca-
rencia interna y la dependencia de la pareja con las imágenes
proyectadas de una vida y familia inmaculadas y de una plenitud
controlada.
Esta sería la manifestación del «AntiEros» de nuestro tiempo,
que le quita al Eros la fuerza que porta justamente porque la
muerte y la vida se abrazan en la entrega de la esencia experien-
ciando la plenitud de la vida a través de la muerte. misma. Un
empobrecimiento vital que se expresa en la idealización de la
mujer perfecta, con esa belleza aséptica y estéril de las estrellas fe-
meninas de Hollywood, que representan el E sexual en el imagi-
nario colectivo. Y así es como la vida del E3 sexual gira alrededor
de la adicción a tener una pareja erótica que le confirme aquello
que más anhela: sentirse vivo y pleno otra vez «cuando por fin
| consiga el amor por sí mismo», creyendo que lo encontrará en la
| actitud amorosa del otro.
Creemos que el carácter 3 sexual es un carácter mixto, por ser
Un rígido histérico que presenta también rasgos orales y psicopáti-
Cos, así como con componentes narcisistas.
Este carácter se va forjando a partir de una herida en la fase
oral, al no haber tenido un maternaje suficientemente bueno. Esa
falta de madre la trata de compensar, al inicio de la etapa edípica,

623
Psicología de los eneatipos

desde el anhelo del padre, deseando lo que no tuvo con la madre,


y ahí quedan fijados aspectos narcisistas y psicopáticos.
En nuestra investigación de la literatura encontramos des-
cripciones que coinciden con el patrón del 3 sexual. Los caracte-
res descritos que más nos coinciden con él son los caracteres fáli-
co-narcisista e histérico descritos por Lowen como subtipos
narcisistas (sistema rígido con importantes componentes psico-
páticos) y la personalidad histérica descrita por Kernberg.
Claudio Naranjo reconoce el patrón del eneatipo 3 en la des-
cripción de personalidad histérica de Kernberg; a nosotros tam-
bién nos lo parece y lo reconocemos como característico del ca-
rácter 3 subtipo sexual. Esta es la descripción de Kernberg, citado
por Naranjo:”

Una característica predominante en las mujeres de personalidad histé-


rica es su inestabilidad emocional. Se relacionan fácilmente con los
demás y son capaces de mantener cálidos compromisos emocionales
(con la importante excepción de una respuesta en su sensibilidad se-
xual). Suelen ser teatrales e incluso histriónicas, pero su manera de
mostrar afecto es controlada y tiene aspectos de adaptación social. El
modo en que teatralizan sus experiencias emocionales puede dar la im-
presión de que sus emociones son superficiales, pero una exploración
revelará lo contrario: sus experiencias emocionales son auténticas. Es-
tas mujeres son emocionalmente inestables, pero no inconsistentes o
impredecibles en sus reacciones emocionales. Pierden el control emo-
cional solo selectivamente, frente a algunas personas íntimas con las
cuales tengan conflictos intensos, sobre todo de tipo sexual y competi-
tivo. [...]
Aunque las mujeres histéricas sean propensas a las crisis emociona-
les, pueden distanciarse de dichas crisis y evaluarlas después con realis-
mo, [...] pueden llorar fácilmente y tender al sentimentalismo y al ro-
manticismo, pero sus capacidades cognitivas están intactas.

21. C. Naranjo, Op. cit, p. 221.


624
Equivalencias del E3 en el mundo
académico

Como mencionamos anteriormente, el


E3 sexual compren
de componentes de la mencionada personalidad hist
érica o ca-
rácter rígido histérico de Lowen, equivalen
te en el hombre a] ca-
rácter fálico-narcisista. Para Johnson, este carácter es un sistema
rígido con importantes componentes psicopáticos (narci-
sismo).””
En la transición del DSM II al DSM II, el trastorno histérico
de la personalidad desapareció de la nomenclatura oficial de la
psiquiatría norteamericana. En su lugar apareció el trastorno his-
triónico de la personalidad, que describe más claramente a nuestro
parecer al Ez. Por tanto en el DSM IV el subtipo Ez sexual no
queda representado.
Glen O. Gabbard** diferencia al trastorno histérico del his-
triónico afirmando que este último presenta una emotividad flo-
rida y generalizada, así como impulsividad y una seducción cruda
e inapropiada, todo ello acompañado de un laxo superyó. En el
carácter histérico, por contra, la emotividad queda, restringida y
circunscrita, hay un exhibicionismo sexualizado y la necesidad de
ser amado, un buen control de los impulsos y una seducción su-
tilmente atractiva. Presenta ambición y competitividad y un su-
peryó estricto con algunas defensas obsesivas. Esta última des-
cripción es la que más coincide con el subtipo E3 sexual.
Se da asimismo un contraste entre el carácter histérico y el
narcisista. Se describe a los histéricos como unos hipersensibles
que exageran los sentimientos, mientras que los narcisistas los
minimizan. Los histéricos sienten culpa y ansiedad mientras que

on: The Hard Work Miracle,


22. S. M. Johnson, Characterological Transformati
W. W. Norton 82 Co., Nueva York, 1985.
23. APA, op. cit. a clínica, ed. Médic
édi a
24. G. O. Gabbard, Psiquiatría psicodinámica en la prácrica
inamericana, Buenos Aires, 2000.

625
Psicología
de los eneatipos

los narcisistas tienden a la depresión y al vacío. Sin embargo,


como señala Lowen, estas distinciones son teóricas, ya que a me-
nudo se dan en la misma persona elementos histéricos y narcisis-
tas, así como ansiedad y depresión a la vez.
En el carácter narcisista histérico que describe Lowen se
observa una estrecha relación entre narcisismo y sexualidad.
Igual que al hombre fálico-narcisista, a la mujer histérica des-
crita por Lowen le preocupa su imagen sexual. El narcisismo se
expresa en este caso siendo seductora y valorándose en función
del atractivo sexual; y siendo mujer es evidente la característica
de la suavidad y receptividad. También puede mostrarse con
confianza en sí misma, arrogante y enérgica, y seducir con sus
encantos femeninos.
En su libro El lenguaje del cuerpo,?* Lowen retoma la rela-
ción que establecen los autores psicoanalíticos del carácter histé-
rico con el conflicto genital que surge como consecuencia del
conflicto edípico. El histérico enfrenta la sexualidad con una ac-
titud inconsciente derivada de dicho conflicto, la cual se mani-
fiesta como una ambivalencia hacia el objeto sexual que se co-
rresponde con la actitud de la niña hacia el padre. Para Lowen la
base de la estructura histérica del carácter está constituida por
una actitud ambivalente hacia el hombre. Por un lado, el deseo
se halla bloqueado por un temor que tiene su origen en el recha-
zo de la sexualidad infantil por parte del padre. Y, por el otro,
hay una ira no expresada hacia el padre a causa de dicho rechazo.
Así, la ira y el orgullo bloquean el deseo, que se reprime. No
obstante, la mujer utiliza gestos sexuales para seducir y atraer al
hombre, al que incita a una acción sexualmente agresiva. Á veces
se da, por parte de la mujer, cierta resistencia aparente que €S

25. A. Lowen, El lenguaje del cuerpo, Herder, Barcelona, 1985.


626
Equivalencias del E3 en el mundo académico

vencida por la fuerza. Muchas veces ella se somete y se siente


abusada e inocente porque no es consciente de su provocación.
Bajo la aparente sumisión se oculta una conducta agresiva que
conduce a la descarga sexual. La persecución, por parte del hom-
bre, satisface a la mujer, que siente ahí una reparación de la
afrenta narcisista sufrida por el rechazo del padre a su sexuali-
dad. El esquema es: provocación, resistencia y sumisión. Un cír-
culo muy bien representado en la película Lujuria y traición,%
donde una mujer seduce a un tirano poderoso con el objetivo de
engañarlo y queda atrapada en una historia de enamoramiento y
sometimiento ante su sádico déspota.
Lowen describe cómo, a pesar de la rigidez de este carácter, la
pelvis es más o menos flexible y sexualmente activa, con un ba-
lanceo de caderas que es el atractivo sexual. Aunque se da en un
cuerpo rígido, donde las tensiones corporales, si bien superficia-
les, son fuertes y limitan la descarga. La personalidad está dividi-
da entre la genitalidad y los sentimientos amorosos y tiernos. Es
típico del carácter rígido, según la bioenergética, la división entre
el corazón y la sexualidad:

El carácter histérico carece de síntomas mientras se mantiene el equili-


brio entre producción y descarga de energía. Pero si este equilibrio se
mantiene a un nivel inferior a la plena capacidad, la vida resulta relati-
vamente poco interesante y carente de sentido.

Los sentimientos de aburrimiento, de llevar una vida rutina-


ria y de insatisfacción son habituales en estas personas, que persi-
guen entonces sentimientos más profundos flirteando, buscando
aventuras y estableciendo relaciones extramaritales.

26. Película de 2007, dirigida


por Ang Lee.
27. A. Lowen, Op.cit, p. 272.

627
Psicología de los eneatipos

Lowen se identifica a sí mismo con el carácter fálico-narcigis.


ta y señala la estrecha relación que tenía con su madre Y cómo él
era los ojos de ella y su trofeo. Esta necesidad materna o paterna
de control y posesión disminuye en el hijo o hija el sentido del
yo. El hijo es visto como un trofeo y no como lo que es, por lo
que desarrolla una personalidad narcisista, confundido entre lo
que es y lo que representa para el otro.
En el narcisista hay una inseguridad e insatisfacción crónica,
algo común en el carácter E3 sexual. Sin embargo, la descripción
de narcisismo que más se acerca al E3 sexual es un tipo de narci-
sismo descrito por Alexander Lowen. El creador del análisis
bioenergético designa al narcisismo como «la enfermedad de
nuestro tiempo»* y describe tres tipos de trastorno narcisista
según el grado de alteración o pérdida del yo:
1. carácter fálico-narcisista,
2. carácter narcisista, y
3. personalidad límite.
El narcisista del primer tipo es el hombre dedicado a la con-
quista. Reich?” lo describe como alguien situado entre la neurosis
compulsiva y la histeria. Específicamente el E3 sexual masculino
coincide con el carácter fálico-narcisista. Reich utilizó el término
«carácter histérico» para describir una estructura de personalidad
femenina que equivaldría a la del hombre fálico-narcisista.
Kohut describió un tipo narcisísticamente vulnerable, pro-
penso a la fragmentación del self. Glen O. Gabbard*” ubica a estos
tipos como dos extremos de un continuo y denomina al primero

28. A. Lowen, El narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, Paidós, Barcelo-


na, 2010.
29. Véase W. Reich, Análisis del carácter, Paidós, Barcelona, 2010.
30. G. O. Gabbard, op. cit.

628
Equivalencias del E3 en el mundo académico

narcisismo no consciente (desaten


to) yal segundo, narcisismo hi-
p ervigi
lante. El carácter E3 sexual corr
esponde más al narcisismo
del segundo tipo, que es alta
mente sensible a las reaccione
s de
otros, inhibido y tímido, dirige la atenci
ón a los demás más que a
sí mismo y cuyos sentimientos son heridos con
facilidad.

El subtipo social

Lo reflejado en las páginas precedentes sobre el narcisismo nu-


clear del Ez nos ha permitido ya recoger algunos rasgos específi-
cos prevalentes de la estructura del E3 social. Ahora bien, desde
un aspecto intrapsíquico, en el subtipo del Ez social se da más
específicamente lo que Bleichmar llama un «narcisismo patológi-
co secundario» (Bleichmar, 1997).** La persona, ante la imposi-
bilidad de hacer frente a determinadas angustias narcisistas
—ue pueden variar en grado, desde pura angustia de desinte-
gración a sentimientos de insatisfacción, envidia, dependencia,
aburrimiento o vacío—, va a desarrollar intentos de compensa-
ción que eleven su autoestima. El sentido grandioso de autoim-
portancia viene pues a ser una defensa compensatoria que le per-
mite salir de dichas angustias. |
Entre los mecanismos intrapsíquicos destaca un superyó exi-
gente y perfeccionista, que demanda sin tregua una provisión de
logros. La persona, así exigida desde dentro, necesita obtener la
admiración de ese superyó. Cuando lo consigue se siente gran-
dioso y cuando no, se siente mal; es ahí: en los fracasos amorosos,
en las crisis de trabajo, cuando acuden a terapla.

31 H. Bleichmar, Avances en psicoterapia analítica, Paidós, Barcelona, 1997» P-


389.

629
Psicología de los eneatipos

Como mecanismo interpersonal, tiende a denigrar o a desca-


lificar al otro para sentirse superior. Cuando no lo consigue se
retrae socialmente, en una retirada de orgullo narcisista de aban-
dono del otro, en forma de «no te necesito».
Las compensaciones más comunes no son tanto las fantasías
y conductas de omnipotencia o megalomanía (que entendemos
más cercanas al eneatipo VIT) sino más bien el uso de objetos,
como los de posesión narcisista (una buena casa, un coche, un
reloj de marca), que simbolizan el estatus idealizado. Los pacien-
tes narcisistas E3 sociales necesitan colocarse como iguales ante el
terapeuta, buscando una alianza en contra de los demás. Tienen
dificultad para la dependencia, contar sus dificultades y estable-
cer contacto con sus propias limitaciones.
El histrionismo, aspecto nuclear del carácter Vanidad, tiene
una expresión particularmente marcada en el subtipo del Ez so-
cial, de manera que el trastorno histriónico de la personalidad defi-
nido por el DSM IV nos permite señalar rasgos específicos del E3
social. La característica diagnóstica más reseñable es el patrón ge-
neral de excesiva emotividad y necesidad de ser el centro de aten-
ción: el E3 social se siente incómodo o incluso rechazado en las
situaciones en que no lo logra. Hará por tanto lo que sea para
impresionar a los demás y mantener la atención sobre él.
Presenta un comportamiento seductor, cuidando su aspecto
físico. Su forma de hablar es básicamente subjetiva y carente de
matices, con expresiones contundentes pero con argumentos es-
casos o difusos. Tiende a la autodramatización y a la teatralidad
exagerada. Suele ser el rey de la fiesta. Su expresión emocionales
superficial y cambiante. Es altamente sugestionable e EnfluenE:
con
ble por los demás, las modas o las circunstancias. En relación
las figuras de autoridad puede ser confiado, en la creencia de que
Estamos,
va a solucionar los problemas de manera extraordinaria.
630
Equivalencias del E3 en el mundo académico

por último, ante alguien que considera las relaciones más íntimas
de lo que en realidad son.
En cuanto a la estructura corporal del subtipo social, tanto
en el hombre como en la mujer es más bien enjuto, con una cara
seca, más austera; por decirlo de alguna manera, una «máscara
bella».
En cuanto a la dinámica emocional, por último, el subtipo
social lleva las características del rasgo a la rigidez: es más exigen-
te, más perfeccionista, más camaleónico, más servicial, más efi-
ciente, más exquisito, más dinámico y emprendedor, más com-
petitivo y más bravo (tiene el impulso agresivo a flor de piel).
Tiene más resistencia a parar y más necesidad de drenar su angus-
tia con la acción, y es el que más miedo siente a quedarse en el
vacío. Usa la literalidad como arma agresiva y es más implacable.
Socialmente es más exitoso y más mercantilista. Tiene más difusa
la imagen que los otros subtipos y esto le produce inseguridad y
una constante necesidad de creación de imagen.

631

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