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Yuval Harari: «El mundo se dividirá en superhumanos mejorados y una masa prescindible»

Enrique Clemente Navarro

ENRIQUE CLEMENTE

MADRID / LA VOZ

SOCIEDAD

BENITO ORDOÑEZ

El autor, alabado por Obama y Zuckerberg, alerta sobre los peligros que conllevan los avances
tecnológicos

15 oct 2016 . Actualizado a las 10:39 h.

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Tras el espectacular éxito de Sapiens, del que ha vendido un millón de ejemplares, el historiador
israelí Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, 1976) se ha convertido en uno de los intelectuales más
importantes del mundo, un gurú que advierte de los peligros que pueden conllevar los avances
científicos y tecnológicos. Ahora vuelve a la carga con Homo Deus. Breve historia del mañana
(Debate).

-¿El hombre se ha convertido en un dios?

-Estamos en el proceso de transformarnos en dioses en sentido literal, no metafórico. Estamos


adquiriendo destrezas divinas, aprendiendo cómo diseñar y fabricar seres humanos. Es probable
que el cuerpo y el cerebro sean el principal producto de la economía del siglo XXI. Incluso puede
que superemos a Dios en la creación de vida, porque vamos a empezar a crear vida inorgánica.
Estamos en el proceso de intentar convertir a los seres humanos en inmortales. No lo veo
imposible, puede que a finales de este siglo al menos los más ricos puedan extender sus vidas de
forma indefinida.

-Pero hace unos días una investigación científica estableció en 125 años el límite de la vida
humana.

-Con el cuerpo humano tal cual es, estoy de acuerdo. Pero gracias a la ingeniería genética y los
cíborg, combinando el cuerpo humano con piezas biónicas, se ampliarán los límites de la vida. En
sitios como Silicon Valley la inmortalidad, el alargamiento de la vida o la creación de vida
inorgánica son los asuntos donde más se invierte.
-Mantiene que la desigualdad va a aumentar exponencialmente en los próximos años.

-La biotecnología va a hacer posible traducir las desigualdades económicas en desigualdades


biológicas. Es decir que los ricos van a ser más listos, más creativos e incluso más morales que el
resto de la población, van a poder diseñar su cerebro y sus cuerpos para lograr nuevas destrezas.
Habrá una élite de humanos mejorados con grandes capacidades y una gran mayoría que será una
casta biológica inferior. El mundo no se dividirá entre ricos y pobres, sino en superhumanos
mejorados, humanos que les sean útiles y una enorme masa de personas prescindibles e
innecesarias.

-Asegura que la libertad individual irá cediendo ante los algoritmos que controlarán nuestras vidas.

-Es muy probable que cada vez más decisiones sobre nuestra vida las tomen los algoritmos y no los
individuos. Para decidir dónde trabajar, qué estudiar e incluso con quién casarnos la gente
confiará cada vez menos en sus sentimientos y se fiará más de algoritmos que continuamente
recaban datos sobre nosotros y quienes nos rodean y analizándolos nos darán consejos sobre lo
que tenemos que hacer. Esto ya pasa por ejemplo cuando nos desplazamos, antes confiábamos en
nuestro instinto para llegar al sitio, mientras ahora lo hacemos en un algoritmo que está en
nuestro móvil, Google Maps, que es mejor que nosotros.

-En la medicina también pueden dar mejores diagnósticos que cualquier médico si conocen al
detalle nuestro historial. ¿Perderemos nuestra privacidad?

-La mayoría de la gente cuando se le dé la posibilidad entre un mejor tratamiento o ceder su


privacidad optará por lo primero. Por ejemplo, si te pones sensores biométricos que estén
continuamente gestionando tu presión arterial, tus niveles de azúcar y transmites esos datos a
Google, Apple o Facebook y te dicen que empiezas a gestar un cáncer puedes solucionar el
problema. Si a cambio de que Google te monitorice las 24 horas del día te salva la vida, la mayoría
de la gente lo hará.

-Sostiene que dentro de un tiempo habrá una masa de personas innecesarias para el sistema.

-Si cada vez dependemos más de los robots y la inteligente artificial, muchas profesiones
terminarán desapareciendo. Por lo que podemos llegar a una situación en la que miles de millones
de personas sean económicamente innecesarias y formen parte de una clase social inútil. Cuando
pierdan su valor económico perderán también el político. Si en un plazo de 15 años no las
necesitan ni como soldados ni como mano de obra puede que el Estado pierda el incentivo para
invertir en la salud y la educación de las masas.

-Pero los seguirán necesitando para que los voten.

-En las democracias el voto cada vez influye menos en las decisiones importantes de nuestras
vidas. Los gobiernos son más gestores que líderes. En los últimos veinte años el cambio más
importante en nuestras vidas lo causó la aparición de Internet. Nunca hemos votado sobre
Internet, nunca ha aparecido en ninguna campaña electoral, las decisiones fundamentales las han
decidido ingenieros y empresarios a los que nadie votó y a nadie representan.

-¿Se puede decir que Google dominará el mundo?

-No necesariamente Google, pero el activo más importante del mundo serán los datos. La
institución o la empresa, ya sea Google o un gobierno, que controle los algoritmos será la más
poderosa del mundo. Por ejemplo, en teoría Facebook puede decidir el resultado de las elecciones
de EE.UU. En Michigan hay 200.000 personas indecisas, saber quiénes son es clave. Facebook
conoce la respuesta, puede identificarlas y trasladar a los candidatos lo que tienen que decir para
les voten.

-¿Los avances tecnológicos harán más feliz al hombre?

-No necesariamente, porque es muy difícil traducir poder en felicidad. Ahora somos mucho más
poderosos que en la Edad de Piedra pero la gente no es significativamente más feliz.

-¿Qué podemos hacer para evitar los peligros que usted pone sobre la mesa?

-La gente y los políticos tienen que conocer mucho mejor los progresos de la tecnología y la
ciencia, no dejarlo solo en manos de los ingenieros y los empresarios. Un primer ministro que no
comprenda lo básico de la inteligencia artificial o la biotecnología no es apto para el trabajo. Lo
segundo es conocerse mejor a sí mismo, saber qué esperas de la vida y no dejarse llevar por las
nuevas tecnologías y permitir que decidan en tu nombre. Hay grandes peligros pero aún estamos a
tiempo de cambiar las cosas.

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