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El documento narra la historia de un hombre y su perro Rocco. Una mañana, el hombre nota que Rocco se ve débil y lastimado. Lleva a Rocco al veterinario, quien dice que probablemente comió demasiado rápido pero que estará bien. Más tarde, el hombre se duerme viendo fotos de él y Rocco a lo largo de los años. Cuando despierta, nota que Rocco ha desaparecido y sale corriendo a buscarlo, encontrándolo muerto debajo de un árbol.
El documento narra la historia de un hombre y su perro Rocco. Una mañana, el hombre nota que Rocco se ve débil y lastimado. Lleva a Rocco al veterinario, quien dice que probablemente comió demasiado rápido pero que estará bien. Más tarde, el hombre se duerme viendo fotos de él y Rocco a lo largo de los años. Cuando despierta, nota que Rocco ha desaparecido y sale corriendo a buscarlo, encontrándolo muerto debajo de un árbol.
El documento narra la historia de un hombre y su perro Rocco. Una mañana, el hombre nota que Rocco se ve débil y lastimado. Lleva a Rocco al veterinario, quien dice que probablemente comió demasiado rápido pero que estará bien. Más tarde, el hombre se duerme viendo fotos de él y Rocco a lo largo de los años. Cuando despierta, nota que Rocco ha desaparecido y sale corriendo a buscarlo, encontrándolo muerto debajo de un árbol.
Siete de la mañana, un golpe seco al reloj que no para
de sonar, casi como todas las mañanas. Se levanta lentamente y suspira, se gira sobre sí para estirar la espalda y estira su brazo hacia donde debería estar Rocco, pero no. Se sobresalta y va hacia la cocina, y lo ve recostado esperando al lado de la puerta, como hace cuando quiere salir al patio. Se relaja y va a abrirle, pero cuando lo hace Rocco no se levanta, es más, apenas lo observa desde el piso y mueve lentamente la cola. Se agacha y lo acaricia, a lo que el perrito mueve la cola con mayor velocidad. Sonríe para sí, tantos años de compañía que ya se olvida exactamente cuántos, y ya olvidó cuando fue la última vez que se tomó un momento para acariciarlo en silencio. Pero ya es demasiado tarde y si se toma un minuto más seguro que vuelve a llegar impuntual al trabajo. Se levanta e intenta levantar a Rocco con ambas manos para que se ponga de pie y salga antes de que él se vaya, así no hace de sus cosas dentro de la casa. Pero cuando sus manos tocan su cuerpo, Rocco lanza un aullido de dolor. El hombre se sobresalta y le pide perdón al animal mientras tantea la zona baja del estómago que parece ser el lugar del dolor. Cuando entiende que Rocco no va a ser capaz de levantarse por sus propios medios , agarra su celular y le escribe a su jefe anunciando que no va a ir a trabajar porque tiene una emergencia, sin importarle su reacción, ni la de él ni la de nadie. Camino a su veterinario de confianza, Rocco parecía animado por volver a viajar en coche como lo hacía hace años, y su dueño se limitaba a sonreír en silencio. Ya en el lugar, el profesional tantea al perrito y realiza todos los chequeos correspondientes, pero parece no encontrar nada. Le dice a su dueño que no se preocupe, que seguramente comió o bebió agua demasiado rápido, que es común en los perros ancianos que cosas cotidianas afecten su sistema, pero que no hay nada de lo que preocuparse. Conformes con el diagnostico, dueño y perro vuelven a casa. No dan más de las 11 de la mañana y las corridas hicieron que el tiempo se pasara mucho más rápido. Aprovecha el día libre para realizar sus actividades mucho más relajado que si estuviera trabajando, y no pierde la oportunidad de incluir a Rocco donde pueda. Sentado en el sillón viendo televisión con el animal a su lado, observa sus fotos sobre el mueble donde, en muchas de ellas, aparece Rocco en varias etapas de su vida: cuando llegó hace unos 13 años, cuando ambos se mudaron a la nueva casa, cuando él conoció a su pareja, y tiempo después, cuando se separaron. Inevitablemente el perrito había sido esa figura crucial que había estado siempre presente, de una forma u otra, y con el tiempo se hacían cada vez menos cotidianas las oportunidades en las que dueño y perro pasaban tiempo juntos sin ninguna razón. Entre tantos pensamientos y recuerdos, se queda dormido. No recuerda si pasaron 2, 5 o 10 horas, pero se despierta sobresaltado, y el ambiente está frío. Afuera llueve y el cielo oscureció de repente. El agua entra por la puerta trasera, que está abierta, así que se levanta a cerrarla. Cuando lo hace, nota la ausencia y empieza a dar vueltas por la casa, llamándolo en voz alta. Pasan los minutos y el perro no aparece, los pasos se vuelven más rápidos y la respiración más agitada, hasta que su mente hace un corto, y como un mecanismo, abre la puerta que acababa de cerrar y sale corriendo hacia el patio. Corre y corre, y el patio se hace interminable. Se frena, sobresaltado, cuando ve una figura negra recostada, como durmiendo sobre el pasto al lado del árbol de manzanas. Se acerca, con la mano en la boca como intentando acallar los sollozos y las lagrimas comienzan a emerger.