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5. Descristianización y laicización
creencias cristianas han dominado verdadera y profundamente
las almas. Formular la hipótesis de la descristianización equivale
Crítica y
Cuando reflexiona sobre la relación que existe entre Revolución y a sostener que Francia ha estado cristianizada antes; ahora bien, Desacralización en
religión, Tocqueville sostiene dos ideas en apariencia contradicto- tal como lo señala Jean Delumeau, "¿acaso no se ha llamado el Siglo XVIII
rias: que la irreligión había pasado a ser una "pasión general y durante mucho tiempo Cristianismo a una mezcla de prácticas y
dominante en los franceses del siglo XVIII" y que, sin embargo, la doctrinas que a veces sólo tenían una relación remota con el men- Roger Chartier
Revolución "ha actuado [...] de la misma manera que las revolu- saje evangélico? Y, de ser así, ¿se debe seguir hablando de
ciones religiosas", definiendo "una suerte de religión nueva" que `descristianización'?143 Tras las apariencias del conformismo
nutría la creencia inédita en "el poder del hombre". Por un lado, respetado, la Francia, del Antiguo Régimen, ¿es realmente un
extendida a todas las clases de la nación, "la incredulidad abso- país cristiano?
luta en materia de religión", propia de Francia, había minado el
poder del cristianismo y por tanto había preparado esta ruptura
brusca con la tradición, la autoridad y las jerarquías antiguas que Una religión de lo estable
caracteriza al acontecimiento en su drasticidad creadora. Pero,
por otro lado, la indiferencia por, la antigua fe no significó en modo Hay que aclarar que los términos "cristianización" y "descristia-
alguno la pérdida de toda referencia religiosa. Al contrario, trans- nización" no están empleados en este texto con referencia a lo
firiendo a nuevos valores (la fe en la virtud, la certidumbre de la que sería el cristianismo en su definición esencial y verdadera
perfectibilidad del hombre) y a expectativas inéditas (la rege- (¿le corresponde al historiador decidir cuál es?), sino que están
neración del género humano, la transformación de la sociedad) el utilizados para designar cambios de gestos y conductas sobre-
"carácter habitual de las religiones", y en particular de la cristiana, venidos dentro de una modalidad particular, histórica y cultural-
la Revolución francesa marcó su singularidad, hecha de proseli- mente determinada, de enseñar, interpretar y vivir la religión del
tismo ardiente y de vocación por lo universal.141 "Cuando la Evangelio. De esta modalidad, el rasgo más espectacular es sin
religión abandonó las almas, no las dejó, como ocurre a menudo, duda la cuasiunanimidad de la práctica. En efecto, con desfasajes
vacías y debilitadas; momentáneamente estuvieron llenas de según las diócesis, el clero de la Reforma católica ha logrado
sentimientos e ideas que por un tiempo ocuparon su lugar, y, ante imponer dos gestos al conjunto de sus fieles: una asistencia a
todo, no les permitieron abatirse":142 el diagnóstico realizado por misa regular y disciplinada y el cumplimiento estricto del deber
Tocqueville plantea dos interrogantes que en este capítulo tratare- pascual.
mos de resolver. En primer lugar, ¿debemos aceptar plenamente
el juicio que sitúa en el siglo XVII la decadencia de la adhesión al
catolicismo, y considerar así que la Francia anterior a la 141. Alexis de Tocqueville: L'Ancien Régime et la Révolution, op. cit. (nota 1,
Revolución es ya un país del todo indiferente e incluso agresiva- pág. 21). Las citas han sido tomadas de los dos capítulos siguientes: libro I,
mente irreligioso? Y luego, ¿debemos considerar como un sur- capítulo III, "Cómo la Revolución ha sido una revolución política", págs. 68-
gimiento absoluto, creado por el acontecimiento revolucionario, la 72, y libro III, capítulo III, "Cómo la irreligión había podido llegar a ser una
transferencia de sacralización que inviste de una fuerte carga reli- pasión general y dominante entre los franceses del siglo XVIII, y qué clase
de influencia tuvo esto en el carácter de la Revolución", págs. 242-253.
giosa las representaciones y las costumbres establecidas fuera
de las enseñanzas de la Iglesia o en contra de ellas?
142. Ibid., pág. 251.
Así formulada, esta doble interrogación plantea la exigencia de 143. Jean Delumeau: Le Catholicisme entre Luther et Voltaire, París,
resolver una cuestión previa. Se supone, en efecto, que antes de Presses universitaires de France, "Nouvelle Clio" 30 bis, 1971, pág. 330. UNTREF VIRTUAL | 1
En ambas prácticas el contraste es grande entre la situación del cuencia de las interrogaciones sobre la práctica de los sacramen- Espacio Público,
siglo XVIII y la de fin de la Edad Media tal como lo revela el ejem- tos y, en primer lugar, el respeto de la comunión pascual.146 Entre
plo de Flandes, sin duda ampliamente generalizable.144 Ahora 1550 y 1610 la pregunta sólo se formula en el 29% de las parro-
Crítica y
bien, la asistencia a la misa dominical no reúne jamás a la totali- quias de las diócesis visitadas; luego la preocupación gana te- Desacralización en
dad de los parroquianos, negligentes por turno, y además varía rreno, llegando al 58% de las parroquias entre 1610 y 1670 y al el Siglo XVIII
enormemente de una temporada a otra, contrastando la asidua 78% entre 1670 y 1730. Pasado ese tiempo de una exagerada
frecuentación de la Cuaresma con las deserciones del período imposición de conductas nuevas, acordes a las prescripciones Roger Chartier
estival. Por otra parte, la obligación anual de la confesión y la eclesiásticas, las preguntas disminuyen (formuladas sólo en el
comunión pascuales, instituida por el concilio de Letrán en 1215, 57% de las parroquias entre 1730 y 1790), como si en muchas
es poco respetada: en la ciudad, probablemente la mitad de los regiones las autoridades religiosas dieran por ganada la partida.
habitantes no la cumple (si se acepta la estimación de Jacques Salvo en algunas diócesis del Norte y del Nordeste, con poste-
Toussaert que calcula un 10% de abstencionistas permanentes, rioridad a las del Mediodía y del Oeste por sugerencia tridentina,
un 40% de cumplidores irregulares, un 40% de regulares y un la Iglesia no duda, al parecer, de que los católicos del reino se han
10% de comulgantes frecuentes que van más allá de la prescrip- adaptado ya al modelo del "buen cristiano", escrupulosos en la
ción mínima); en el campo, la observancia del mandamiento con- asistencia a misa y habituados a cumplir con los deberes pas-
ciliar parece mayor, pero también muy irregular, casi unánime un cuales.
año y seriamente minoritaria al año siguiente.
Estas prácticas compartidas, por elementales que sean, determi-
El resultado más manifiesto de la Reforma católica ha sido impo- nan sin duda alguna una identidad fundamental, donde la repeti-
ner la regularidad y la universalidad de actitudes que, dos o tres ción de los mismos gestos incorpora en cada individuo una
siglos antes, no se respetaban. Como lo prueban las visitas pas- inmediata conciencia de pertenencia y le proporciona una refe-
torales de los siglos XVII y XVIII, los refractarios a la obligación rencia esencial que da sentido al mundo y á la existencia. Tal
pascual son mucho más escasos, constituyendo por lo general
menos del 1% de las comunidades. Pertenecen a las primeras y
últimas clases de la sociedad, puesto que se encuentran entre
144. Jacques Toussaert: Le Sentiment religieux en Flandre à la fin du Moyen
ellos gentilhombres o magistrados, alejados de los sacramentos Age, París, Plon, 1963, en especial págs. 122-204. Para una perspectiva
por su inconducta notoria (en particular su concubinato mani- general de la práctica dominical y pascual en los siglos XIV y XV, véase
fiesto) y aquellos a quienes su ocupación itinerante los mantiene Jacques Chiffoleau: "Les 'banalités' paroissiales", Histoire de la France
alejados de la parroquia, como los marineros, leñadores, bra- religieuse, bajo la dirección de Jacques Le Goff y René Rémond, tomo II, Du
ceros o pastores. La asistencia a la misa del domingo es también christianisme flamboyant à l'aube des Lumières, volumen dirigido por
François Lebrun, París, Éd. du Seuil, 1988, págs. 63-79.
muy respetada y se ve favorecida por la persecución a las taber-
nas abiertas durante el oficio y la denuncia de los parroquianos 145. Dominique Julia: "La Refórme posttridentine en France d'après les
que trabajan pese al descanso obligatorio. 145 procès-verbaux des visites pastorales: ordre et résistances", La Societa reli-
giosa nell'età modernes, op. cit., [nota 1, pág. 29], págs. 311-433, en espe-
La enseñanza regular del clero parroquial, al sustituir a la instruc- cial págs. 351-353. Véase asimismo Robert Sauzet: "L'acculturation des
ción pastoral teatralizada de las misiones, respaldada por la ame- masses populaires", Histoire de la France religieuse, tomo 11, op. cit., págs.
434-443.
naza de la excomunión o del rechazo de sepultura cristiana, obtu-
vo esta importante transformación de las conductas colectivas. 146. Marie-Hélène et Michel Froeschlé-Chopard, Atlas de la Réforme pas-
Los cuestionarios de las visitas episcopales permiten datar este torale en France de 1550 à 1790, Paris, Éd. du Centre national de la
esfuerzo cristianizador y su éxito. Veamos, por ejemplo, la fre- recherche scientifique, 1986, págs. 64-69 y mapa 65, págs. 192-193. UNTREF VIRTUAL | 2
como dice Alphonse Dupront, "primero está la religión de lo coti- En tierra católica, éstas se pueden aprehender gracias a una Espacio Público,
diano, la de lo corriente de todas los días, marcada por una rítmi- fuente a la vez masiva, homogénea y socialmente representativa:
ca fija, la del día del Señor, y estructurada litúrgicamente en una los testamentos. Ahora bien, los estudios en serie de las cláusu-
Crítica y
correspondencia tan cabal que se ha vuelto casi inconsciente, las testamentarias muestran que entre 1730 y 1780, en París y en Desacralización en
entre la dramática de la historia redentora y el ciclo astral a- Provenza, se debilitan poco a poco todos los gestos inculcados en el Siglo XVIII
nual".147 Esta "religión de lo estable" marca la especificidad de el siglo XVII por el clero de la Reforma católica.149 Primero, dis-
una base cultural que no es la de los tiempos que no la conocían minuyen las sumas que los testadores dedican a la celebración de Roger Chartier
aún, ni la posterior, en que la conformidad cristiana se reduce úni- misas destinadas al eterno descanso de su alma, luego sigue la
camente a los grandes ritos de paso: el bautismo, el matrimonio, indiferencia masiva por el lugar de la sepultura que acogerá al
la sepultura. cuerpo muerto. Por fin, se borra el gesto mismo del pedido de
misas para abreviar o atenuar las penas del Purgatorio. En
¿Hay que concluir por eso, que existe un fervor universal? De Provenza, este pedido, formulado en ocho de cada diez testa-
hecho, detrás de los gestos unánimes, observables en todas mentos entre fines del siglo XVII y mediados del siglo XVIII, ya no
partes (desde mediados del siglo XVII en unos casos, a partir del figura sino en un testamento de cada dos en la década de 1780.
primer tercio del siglo XVIII en otros), se marcan profundos con- Y la cantidad de misas solicitadas en los testamentos que formu-
trastes en la relación con la institución de la Iglesia, mediadora lan este pedido cae de 400 a 100. De esta manera se desarticula
primera, si no exclusiva, de la relación con lo sagrado. Entre las un conjunto de prácticas que suponía dos gestos fundamentales:
diócesis y hasta en el interior de una misma diócesis, existen con- la elección de la tierra consagrada de la iglesia o del convento
traposiciones, no en la práctica de la comunión pascual, en gene- como lugar de inhumación, y la deducción de una parte impor-
ral unánime o casi, sino en la existencia o falta de compromisos tante del patrimonio (quizás el 4% en París entre 1670 y 1720)
más libres, más voluntarios. Así sucede con las vocaciones sa- para la celebración de misas y legados de caridad.
cerdotales o con la fundación de cofradías laicas. En la diócesis
de La Rochelle, ejemplo clásico, dos son los criterios que diferen- Claro está que el cambio de actitudes no es siempre igual: se rea-
cian claramente al Norte selvático, donde las vocaciones abun- liza más bien en la capital que en las provincias, es más precoz
dan y las cofradías del Rosario se multiplican, y el Sur, región de en la ciudad que en el campo, más sensible en los hombres que
llanuras y pantanos, con escasez de sacerdotes y pobre en en las mujeres, más marcado en los artesanos, los marinos, los
cofradías.148 Resulta claro pues que, si la Reforma católica cris- trabajadores de la tierra e incluso en los comerciantes, que en las
tianizó en todo el reino las estructuras elementales de la expe- elites tradicionales. Pero lo cierto es que indica la distancia toma-
riencia personal y colectiva, no borró por ello los fuertes con- da, si no por todos, al menos por gran parte de la población frente
trastes geográficos en el celo cristiano.
La indiferencia que, en el siglo XVII, se puede comprender como 148. Louis Perouas: Le Diocèse de La Rochelle de 1648 à 1724. Sociologie
una descristianización, se opera sin que desaparezca el respeto et pastorale, Parfs, SEVPEN, 1964.
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