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Unidad 1
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La formación de los estados nacionales y la construcción del poder político en las sociedades
latinoamericanas y europeas se han dado como parte de un entramado que involucraba la construcción
simultánea de las estructuras estatales, de las formas de representación y de las comunidades
nacionales. Si aquellos que gobiernan basan su autoridad sobre el consentimiento de los gobernados y
sobre las posibilidades de garantizar el éxito de los experimentos políticos enmarcados entre los límites
legales de la acción de los gobiernos y los orígenes de la libertad moderna (en definitiva, la definición de
los límites y características del gobierno representativo), puede afirmarse que la suerte y fracaso de
aquellos experimentos se relacionan con las posibilidades de, en palabras de Raffaele Romanelli, “reducir
a normas comunes la lucha política en una sociedad fuertemente deshomogénea”.(1) En este sentido,
las nuevas formas de representación política intentan ignorar las formas antiguas de representación
(corporativas, municipales) e introducen los conceptos de individuo y nación como valores
fundamentales de la construcción de la representación política moderna. Sin embargo, si el
establecimiento de los fundamentos del gobierno representativo coloca en el centro del debate a la
construcción de la ciudadanía este proceso no se reduce al ámbito de las prácticas de poder restringidas
al espacio de las elites políticas. Es, en ese sentido, necesario superar (desde la perspectiva de los
estudios políticos) miradas restringidas al análisis de los profesionales de la política e incorporar el
estudio de sectores más amplios de la sociedad a partir de un enfoque que incluya un análisis de una
pluralidad de actores con sus prácticas, representaciones y discursos.
Algunas cuestiones han pasado a formar parte del nuevo bagaje de conceptos y
metodologías que han acompañado a la historia política en las últimas décadas.
En lo que se refiere a los procesos de expansión de los electorados, por ejemplo, se ha arribado a
conclusiones que es posible aplicar a diferentes casos de estudio. En ese sentido, se tiende a ver a
aquel proceso de expansión como uno que en general estuvo lejos de reducirse a un concepto de
gradualidad y que al mismo tiempo estuvo lejos de seguir el mismo patrón en todos los países. Por otra
parte, los historiadores políticos han procurado recientemente enmendar la poca atención que las
elecciones y los sistemas electorales de las sociedades consideradas premodernas o predemocráticas
habían alcanzado en las interpretaciones de aquellos estudios que buscaban indagar en torno a los
desarrollos nacionales de los sistemas democráticos. En este último enfoque, llamémoslo tradicional, las
elecciones eran asociadas exclusivamente a prácticas que se reducían a ejemplos de patronazgo y
clientelismo, fraude y coerción electoral, o simplemente eran interpretadas como simples expresiones o
mecanismos de control social concebidas como herramientas que aportaban legitimidad al gobierno de
oligarquías políticas y sus correspondientes sistemas políticos. Por el contrario, en las nuevas
interpretaciones de la vida electoral en los períodos previos a reformas que introdujeron o aseguraron la
vigencia del gobierno representativo y unas bases seguras de desarrollo democrático se presta
particular atención a problemáticas tales como las dimensiones del electorado y su crecimiento; las
dificultades crecientes que los intermediarios electorales podían encontrar en manipular o controlar a los
votantes; las transformaciones en la cultura política; qué lugar ocupaban las campañas electorales y su
influencia sobre los resultados electorales, cuestiones todas que superan a una explicación basada
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Este será el camino que intentaremos recorrer en este curso explorando algunos de los
textos centrales en la renovación de la historiografía política que nos permitan analizar las
modalidades y prácticas que asumió la implantación del principio de la soberanía del pueblo
y del gobierno representativo en el espacio político argentino, desde las guerras de
independencia, a la consolidación del Estado nacional y a la aparición (e institucionalización
relativa) de los partidos políticos modernos en la primera mitad del siglo XX.
(1) Raffaele Romanelli, “Sistemas electorales y estructuras sociales. El siglo XIX europeo”, en Salvador Forner
(coord.), Democracia, elecciones y modernización en Europa. Siglos XIX y XX. Madrid, Cátedra, 1997.
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Metodología de trabajo
Se espera que estas lecturas cumplan el propósito de proveer de herramientas críticas (que
permitan la interpretación de procesos políticos contemporáneos) y de fortalecer el
conocimiento de la historia política argentina.
Presentación y objetivos
Bibliografía correspondiente
Guías de preguntas y actividades
Intercambios en los foros.
A partir de la lectura de la introducción al libro de Bernard Manin, Los principios del gobierno
representativo. Madrid, Alianza Editorial, 1997, responder:
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¿Por qué a finales del S. XVIII el gobierno representativo no era entendido como
sinónimo de gobierno democrático?
Explicite los principios de los regímenes representativos de acuerdo a Bernard Manin.
A partir de la lectura del capítulo 2 del libro de Edmund S. Morgan desarrolle una explicación
de la siguiente frase del autor: “La ficción que reemplazó al derecho divino de los reyes es
nuestra ficción, y en consecuencia nos parece menos ficticia” (Edmund S. Morgan, La
invención del pueblo. El surgimiento de la soberanía popular en Inglaterra y Estados Unidos.
Buenos Aires, Siglo XXI, 2006, p. 39)
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