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Martín y el tren mágico

Grado en Maestro de Educación Infantil


Didáctica de las Ciencias Sociales
Carlota Toledano Rejón, M1
Una mañana de invierno cualquiera, Martín se encontraba dormido en su cama cuando
de repente entro su madre en la habitación despertándole.
-Martín, arriba que te tienes que ir al colegio, vas a llegar tarde como siempre- dijo su
madre
Martín no hizo ni caso y se volvió a recostar en la cama.
-Martín como no te levantes ahora mismo te llevo yo misma de las orejas. Vamos que
hoy tienes excursión- dijo su madre
De repente Martín se acordó de la excursión, se levantó rápidamente de la cama, se
vistió, se lavó los dientes y se fue corriendo con su gran amigo y vecino Tomás.
-Vamos a llegar tarde- dijo Tomás
-No pasa nada, además así tengo tiempo para contarte mi plan de hoy- dijo Martín.
- ¿Qué tramas Martín? - dijo Tomás
-Sabes que hoy vamos a ir a visitar el tren antiguo de la ciudad, ese que tiene tantos
recuerdos y dicen que es mágico, pues me voy a colar en él y tú me vas a cubrir ¿vale? –
Martín
-Ni se te ocurra, como nos pillen verás. Además, a mí me da un poco de miedo- T
-Miedica- M
Una vez que los dos niños llegaron al colegio, la maestra les recordó lo importante que
era esa excursión y que todos se mantendrían juntos para que nadie se perdiese.
Toda la clase junto con la profesora llegaron a la estación de tren más antigua de la
ciudad, y la cual había dejado de funcionar hace años. Mientras un hombre les estaba
explicando la historia, Martín Y Tomás se fueron alejando del grupo para introducirse
en el tren. Cuando Martín ya había subido con la ayuda de Tomás, este le miro con cara
de miedo –Martín, me da miedo y está sucio, yo me voy-
De repente, el tren se estaba poniendo en funcionamiento, y no sabían cómo pues
Martín se encontraba en el sitio del maquinista y no había tocado nada. El tren estaba
fuera de control. Poco a poco, el tren estaba cogiendo más fuerza para salir de la
estación y los dos niños se miraron con cara de pánico.
La profesora corría y gritaba hacia el tren para intentar pararlo, pero ya era demasiado
tarde. El tren salió por las vías como nunca antes lo había hecho.
Martín se asustó mucho e intento pararlo, pero ya era imposible; el tren se había
accionado solo. Sabía que le esperaba mucho tiempo allí dentro, por lo que decidió

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investigar vagón a vagón. Abrió la puerta, y no creyó lo que estaba viendo, todas las
paredes estaban decoradas de letras y signos antiguos, había muchos papeles por el
suelo, y muchas estanterías llenas de hojas y pergaminos.
- ¿Esto qué es? - se dijo así mismo. Apreció las paredes y leyó muchas hojas alucinando
con lo que decían. “La escritura fue uno de los grandes comienzos para el hombre” Poco
a poco entendió todo, antiguamente no existía la escritura por lo que la gente no podía
escribirse ni comunicarse, solo lo hacían a través del habla. Se dio cuenta entonces que
sin este hecho, él no podría escribir a su madre dejándola notas, no podría estudiar ni
leer en la escuela… Sin hecho nada sería igual. Entendió lo importante que era.
Se cansó de leer y mirar cosas así que decidió continuar con su viaje.
Se subió al siguiente vagón con miedo y curiosidad. No creyó lo que se encontraba allí
dentro, un hombre vestido de guerrero, Martín gritó al verlo.
-¡ahhhhhh! Tu quien eres- dijo Martín
El romano que no le había oído entrar se asustó y se puso de pie.
-Yo soy un romano, es que no ves mi capa y mi lanza-
-Pero quien eres- dijo Martín
-Ya te lo he dicho, un gladiador, un romano de Roma Italia, ya sabes lo de los leones,
las luchas y todo eso-
-Ehhh, mejor me voy- Martín
-Nono, espera. Soy Marco y estoy aquí para explicarte lo que fue mi imperio-
- ¿Qué imperio? - -pues el romano, el gran imperio romano- dijo Marco
- El de Gladiador- -Si, oye tú no eres muy pequeño para ver esa película-
-la vi a escondidas de mi madre- -Bueno como sabes nosotros los romanos hace
mucho mucho tiempo gobernábamos todo el mundo, éramos los mejores- Marco
- ¿Erais, ya no? - dijo Martín preguntando
-No, nos invadió una tribu germana. Todo el mundo nos tenía envidia-
-No estés triste, segura que ahora te gusta mucho Italia, a mí me flipan los espaguetis-
Marco se rio y dijo –Mi pueblo tuvo que caer para que la historia continuase y tu
nacieras y aprendieras todo lo que te estoy contando-
Martín abrazó a Marco dándole las gracias por habérselo contando –Sigue el camino, y
entenderás porque has subido al tren- le dijo Marco.
Se abrazaron de nuevo y Martín abrió la siguiente puerta. Se encontró una sala con
muchas columnas y dos tronos al fondo donde se encontraba una mujer y un hombre.
-Ahora vosotros quienes sois- Martín

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-Los reyes- -Dilo bien Isabel, los reyes católicos- -Alaaa, ni idea de quienes
sois- -Es que no te lo han enseñado en clase o qué- -Seguramente, pero no prestó
mucho atención-
-Te suena quien descubrió América-dijo Isabel -Se lo has puesto muy fácil-
-¿Quiénes sois? Decirlo ya que me aburro- -Los reyes católicos muchacho, los más
importante de España y del mundo entero- -el descubrimiento de América fue gracias a
nosotros-
-Venga ya, no me lo creo. Como lo vais a descubrir si es enorme sois ciegos o que- dijo
Martín riéndose.
-Martín antes no existían los mapas como ahora, este hecho fue muy importante para
nosotros y para el mundo entero. América antes no solía en los mapas porque nadie
sabía de su existencia-
-Y como lo hicisteis- -Pues con barcos y mucha tripulación que navegaron por el mar
muchos meses-
-Alaa, a mí me encanta el mar, pero a mi madre le da miedo el agua. Gracias por
explicármelo-
-Ahora sigue el camino Martín, y llegarás al final-
-Adiós- dijo Martín despidiéndose.
Martín llegó al siguiente vagón con entusiasmo por lo que estaba viviendo esa mañana y
todas las cosas que estaba aprendiendo. Sin darse cuenta estaba frente a frente con una
mujer rubia que le miraba muy feliz. –Tu eres Martín ¿verdad? Ay que bien que ya estés
aquí. Mira siéntate ¿estás cansado? -
- ¿Tú quién eres? Dijo Martín sentándose –Soy Amelia, y soy francesa-
Martín abrió la boca alucinando - ¿Y tú que me vas a explicar? - -La revolución
francesa, y lo importante que fue para la humanidad- Martín parecía muy interesado por
lo que Amelia iba a contarle.
-Mi familia y yo éramos muy pobres, no teníamos casi para comer; trabajábamos para
los reyes de Francia que tenían todo lo que pidiesen ¿entiendes Martín? Unos pocos
tenían todo, y la mayoría de Francia era muy pobre-
- ¿Y que hicisteis? Porque eso no es justo- -Entre todos intentamos conseguir algo de
igualdad; y lo conseguimos- dijo Amelia melancólica
-Gracias a ese sacrificio existe el mundo en el que vivo ¿verdad Amelia? - dijo Martín
-Verdad Martín- -Entonces, no estés triste, muchas gracias a tu familia y a ti por todo
lo que hicisteis y por habérmelo contando- dijo Martín abrazándola
Amelia empezó a soltar algunas lágrimas, pero lo ocultó para que Martín no lo viera –
Ahora pequeño, es hora de que sigas el camino, cada vez queda menos. Adiós Martín-
dijo Amelia despidiéndose.

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El pequeño Martín andaba con feliz por lo que le acababa de contar Amelia, iba tan
concentrado pensando que no se dio cuenta que ya estaba en otro vagón, pero muy
diferente a los anteriores. ¡Estaba a oscuras!
- ¡Pero esto que es! Si no hay nada. Si estuviera aquí Tomás se cagaría de miedo- dijo
Martín pensando en su amigo
Martín empezó a asustarse, pues no encontraba el interruptor de la luz cuando de
repente piso algo, lo recogió del suelo y dijo –Ala, si son cerillas- El niño encendió una
enseguida, gracias a la explicación que su abuelo le había dado.
La habitación se iluminó con la luz tenue que despendía la cerilla, se encontró con
muchas vidrieras cada una con un objeto en el suelo; y localizó el interruptor al final de
la sala. -¿Qué tengo que hacer? Se dijo así mismo. De repente se encontró con una vela
que encendió con la cerilla, y por último se encontraba una bombilla en el suelo que
ponía “La luz eléctrica se considera el invento del siglo XIX”, y el niño entendió todo al
pulsar el interruptor. Había pasado por los diferentes objetos de toda la historia hasta
llegar a la luz eléctrica, un gran privilegio para algunos en el siglo XIX, pero que el
pequeño había nacido con ello y no era consciente de lo que significaba.
Cruzó la sala hasta llegar al siguiente vagón pensando en la importancia de aquel viaje –
Cuando le cuente a mi madre todo lo que estoy aprendiendo, no se lo va a creer-
Abrió la siguiente puerta con fuerza ya que hacía mucho aire, la puerta del tren estaba
abierta y un hombre estaba arreglando unas cosas. Cuando vio a Martín cerró la puerta-
Hola Martín, que tal tu viaje yo me llama Antonio, encantado- le dijo sonriendo.
-Hola, ¿tú quién eres? - -Un trabajador de la fábrica, bueno ahora reparo este tren-
- ¿Qué fábrica? -Verás Martín, hace unos años la mayoría de la gente trabajaba en
fábricas sobretodo en Inglaterra como yo y mi familia hasta los niños como tú
trabajaban para poder comer y vestirse-
- ¿Niños trabajando? Pero si eso es imposible, los niños van al colegio con sus amigos y
su profesora ¿a qué sí? -
-Eso es en el mundo que viven tú, desgraciadamente antes no era así. Los niños debían
de trabajar igual que todo el mundo-
- ¿Pero trabajaban todos los niños? - -No, los que eran ricos no trabajaban –
- ¿Y quién eran los ricos? Los que tenían mucho dinero - - Siii, los dueños de las
fábricas, los comercios, los bancos… -
- Entonces solo trabajabais vosotros y ellos no, pues que mal. No es justo, todo el
mundo debe de trabajar para ser alguien en la vida, me lo dice mi madre cuando
suspendo un examen- dijo Martín
- Y qué razón tiene tu madre Martín, tienes que estudiar para luego trabajar ganar un
sueldo y poder vivir ¿entiendes? – dijo Antonio
- Siii, pero para eso me queda mucho ¿no? - - No tanto Martín, no tanto-

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-Sabes Antonio, hoy estoy aprendiendo mucho, pero me siento mal porque yo no
debería estar aquí, me he colado en el tren; y me van a regañar- dijo Martín cabizbajo
Antonio levantó la cabeza de Martín diciéndole – Tu sí debes estar aquí, hoy entre todos
te estamos dando una lección de vida explicándote todas estas cosas ¿entiendes? –
El niño le abrazó con ganas – Muchas gracias, Antonio- -Adiós Martín- dijo
despidiéndose de él.
Martín miro al tren cuando salió del vagón, estaba casi al final. Se le había pasado la
mañana enseguida. Abrió la siguiente puerta y se encontró a dos hombres, uno con la
camisa verde, y otra con la azul. Estaban sentados en el suelo.
-Hola, Martín- dijo el de la camisa azul –Creíamos que ya no ibas a llegar- contesto el
de verde levantándose y saludando a Martín
-Somos Pedro y Paco- dijo el de azul - ¿Vosotros de qué época sois? – dijo el niño
mirándolos
-Tu qué crees- dijo Paco -Por la pinta que tenéis parecéis que venís de luchar o de
pelear-
Los dos hombres se miraron con cara de sorpresa – Venís a explicarme las guerras ¿a
qué sí? Tu eres de un bando dijo mirando al de azul y tu de otro dijo mirando al de
verde
-Venimos a contarte lo importante es que lo conozcas para que no se vuelva a repetir, ni
en España ni en el mundo-
-Mis abuelos dicen que las guerras no traen nada bueno ¿es verdad a que sí? –
-Si Martín, solo traen cosas malas. Nosotros hace años estuvimos enfrentados porque
nos hicieron ver que el otro era el enemigo y no te podías hacer amigo de él, pero ahora
Pedro y yo nos llevamos muy bien y somos muy buenos amigos, bueno siempre lo
hemos sido-
- ¿Tú te imaginas pelearte con tu amigo y no volverte a hablar con él? –
Martín pensó en ese momento en Tomás, y lo importante que era para él su amigo
-Nunca me pelearía con él, aunque es un poco miedica y no quería subir al tren
conmigo, le quiero mucho y siempre será mi amigo pase lo que pase-
Martín fue a abrazar a los dos amigos - ¿Podemos un día Tomás y yo jugar con
vosotros? - -Claro Martín- dijeron los dos a la vez.
De repente el tren empezó a temblar un poco como lo había hecho antes de salir
disparado de la estación. –Corre Martín, Queda poco tiempo para que el tren vuelva a
ser el que era; súbete al último vagón- y el niño obedeció. La aventura estaba a punto de
terminar.
Martín abrió la última puerta y se encontró con una niña sentada en el suelo:
-Hola Martín- le dijo la niña

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-Hola, quien eres-
-Soy Lucía, una niña ucraniana-
- ¿Qué es eso? - -Un país, mi país- -Y entonces ¿Qué haces aquí? -
-Estoy con una familia de acogida aquí en España- - ¿Por qué? Y donde está tu familia-
-Verás Martín, mi país Ucrania está en guerra y mi familia se ha tenido que quedar allí-
-Ostras, y no estás triste- -A veces sí porqué me acuerdo mucho de ellos y de mi país,
pero aquí me cuidan mucho y me quieren como una más de ellos-
De repente el tren estaba empezando a pararse -Martín, ya no queda casi tiempo.
Recuerda lo importante que es la familia y la paz entre todo el mundo-
-Tenemos que conocer la historia para no volver a repetirla, acuérdate siempre de esa
frase-
Martín abrazo a Lucía –Muchas gracias por lo que me has contado, espero que algún día
te encuentres con tu familia y estéis de uno nuevo juntos en vuestro país, Ucrania-
Y de repente sucedió algo, las puertas del tren se abrieron y Lucía desapareció.
-Martín, hoy te has pasado- dijo su madre enfadada mirándole junto con su profesora.
- ¿Y Lucía? - dijo Martín sorprendido porque no había nadie
- ¿Qué Lucía? - Dijo la profesora y toda la clase mirándolo
-Mamá, lo siento por colarme así en el tren, perdóname o no, pero el castigo no va a
olvidar lo que he aprendido y vivido hoy…-
- ¿Qué dices Martín? - -Ya te lo explicaré, mamá-

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