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en las
A l p u j a r r a s
CHO
ELVIRA SAN
S
JORDI SURÍ
PRESENTACIÓN
¡Buena lectura!
5
CAPÍTULO 1
7
Se llama Laura. Es una chica alta y delgada, y lleva unos panta-
lones estrechos y un jersey. Es el mes de agosto, pero en Granada
refresca por la noche.
Los padres de Guillermo se acercan.
—Bueno, Guillermo, nosotros nos vamos.
—Guille, ¿has mirado si tiene batería tu móvil?
—Sí, mamá. ¡Claro!
Cuando sus padres se van, Guillermo pregunta a las chicas:
—¿Habéis venido solas?
—Sí, hemos cogido el autobús.
En aquel momento un autocar entra en la parada. El conductor
abre las puertas y baja a tomar el aire.1
—¿Este es nuestro autocar? —pregunta Mónica.
—Creo que sí.
—¡Hola! —una voz a sus espaldas les saluda.
—¡Sergio! —exclama Laura.
Sergio y Laura se abrazan.
—¡Hola, Mónica! ¡Hola, Guillermo!
—¡Hola!
Sergio lleva una mochila muy grande a sus espaldas.
—¿Y Martín? —pregunta Mónica.
—Ahora viene. Ha ido a buscar una panadería.
—¡Ah!
Las dos chicas, Guillermo, Sergio y Martín son muy buenos ami-
gos. Hoy van a casa del tío de Martín, que vive en un pueblecito de
las Alpujarras2 que se llama Atalbéitar. Los autocares no llegan
hasta allí. Por eso, primero van a ir en autocar a Pitres y después,
andando hasta Atalbéitar.
El tío de Martín se llama José y es una persona muy original. Le
gusta mucho el campo. Quiere mucho a su sobrino y por eso le ha
8
invitado a él y a sus amigos al pueblo. Hace poco Martín y su tío
hablaron3 por teléfono.
3 hablaron: forma del pasado (Pretérito Indefinido) del verbo hablar en tercera
persona. Se refiere a acciones pasadas y terminadas.
4 aficiones: inclinación a hacer una cosa por diversión o entretenimiento, hobbies.
5 menor: de menos edad.
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—No contesta… —dice finalmente.
El conductor sube al autocar.
—¡El autocar va a salir! —exclama Guillermo que está impa-
ciente.
—Pero no nos podemos ir sin Martín… y ya es la hora.
—Voy a hablar con el conductor —dice Sergio.
—¡Vaya! —Guillermo está nervioso— ¿Y qué hacemos si no
llega?
El conductor mira a los chicos.
—¿Subís? —pregunta.
—Un momento, por favor —empieza Sergio—. Es que…
—¡Eh, Laura, Mónica! —alguien se acerca corriendo.
—¡Por fin! —exclama Mónica.
Es Martín. El chico llega corriendo y riendo. Está contento. Lleva
una bolsa pequeña de papel en una mano y un cruasán en la otra y
los enseña a sus amigos.
—He comprado cruasanes —dice.
Los chicos suben al autocar y se sientan. Pronto salen de la ciu-
dad. Martín reparte los cruasanes y Mónica empieza a comer.
—¡Están riquísimos! ¡Además son de chocolate!
Martín saca un mapa de su mochila.
—Aquí es donde nos deja el autocar —explica.
Las chicas miran con curiosidad.
—¿Dónde?, ¿dónde? —pregunta Laura.
—¡Aquí! —Martín señala un punto en el mapa— Pitres.
—¿Y aquí vamos a comer algo? —pregunta Guillermo con la
boca llena de chocolate.
—Sí. Y después de desayunar6 vamos a empezar la excursión.
—¡Mirad! Aquí hay un bosque de castaños —Sergio, que está
mirando el mapa, señala un punto.
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—Sí, y también hay pueblos abandonados.
—Y aquí hay un río —dice Guillermo—. Se llama…, a ver…, río
Trevélez.
—¿Y vamos a pasar el río? —pregunta Mónica.
—Sí, hay un puente, creo.
Mientras sus amigos hablan, Laura empieza a mirar por la ven-
tana. Tiene sueño porque ha dormido en casa de Mónica y han
pasado toda la noche hablando. Después, mira a su amiga, que
ahora pregunta:
—¿Cuántas horas hay que andar para llegar a Atalbéitar?
—Muchas —contesta Martín.
—¡¡¿Muchas horas?!! —pregunta Guillermo asustado.
—Todo el día —dice alegremente Laura, volviéndose7 para
mirarlo.
—No os preocupéis, vamos a andar despacio y a hacer paradas
—les tranquiliza Martín.
Laura mira a Martín y después a Sergio. «Son guapos», piensa.
Últimamente a Laura le interesan mucho los chicos. En el instituto
tiene mucho éxito con ellos, y ella lo sabe.
—Yo he traído la cámara de fotos —dice Sergio. Después, mien-
tras sus amigos miran el mapa, se sienta al lado de Laura.
—¿Cansada? —pregunta.
—Sí, un poco. Mónica y yo no hemos dormido mucho. Hemos
hablado toda la noche.
Ahora el autocar circula por la autopista, al lado de campos de
olivos, y Martín continúa con sus explicaciones.
—Y aquí, en este pueblo abandonado hay una casa que llaman
«la casa del ahorcado». Es una ca…
Mónica le interrumpe.
—No tenemos que pasar por ahí, ¿verdad?
—No —Martín sonríe—. Mi tío vive en este pueblecito, Atalbéitar.
Es muy pequeño, pero muy bonito…
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CAPÍTULO 2
13
Pero Laura no contesta. Está mirando a dos hombres que han
entrado en el bar, vestidos con cazadoras negras.
—¿Qué pasa? —pregunta Martín.
Los dos hombres están mirando a un hombre pequeño y moreno
y se ríen de él. Después le dicen algo, con una risa desagradable. El
hombre pequeño no los mira. Paga su cerveza y se va.
—Esos hombres… —dice Laura.
Los hombres compran un paquete de tabaco y se dirigen a la
puerta, caminando de una manera extraña.
—Parecen gorilas —exclama Martín, y ríe.
—Esta noche vamos a «limpiar» las Alpujarras —dice el más alto
con su risa desagradable. Lleva el pelo corto y gafas de sol.
—Sí, sí… «limpiar»… —contesta el otro.
—¿Qué pasa? —pregunta Mónica.
—No sé…
sss
Cuando pasan al lado de los chicos, el hombre más alto mira a
Martín. Este se calla. El hombre le ha visto imitándole.
—¡Ten cuidado, imbécil! —le dice con odio. Y luego sale del bar,
seguido por su compañero. Hay dos motos delante de la puerta del
bar. Los hombres se suben a ellas. ¡Brummm!, ¡Brrruuuummmm!
Poco después, las motos llenan de ruido la tranquila plaza.
—¿Qué pasa? —pregunta Guillermo— ¿Qué te han dicho?
—Nada… —contesta Martín asustado.
—No me gustan estos hombres —dice Laura después de un
silencio. Martín guarda el plano.
—Bueno, tenemos que irnos —sonríe—. Y mañana vamos a ir
con mi tío a un pueblo abandonado.
—¡Vale! ¡Qué bien! —a Sergio le ha gustado la idea.
—¡Sí! ¡Qué divertido! —dice Laura.
Pero Laura no sabe que un pueblo abandonado puede ser tam-
bién muy peligroso…
3 imitar: hacer una cosa semejante a otra, Martín habla de la misma manera
que el hombre para burlarse de él.
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Poco después, los chicos empiezan la excursión. Al principio van
por un camino hacia las montañas. Los chicos van delante. Laura y
Mónica van detrás, hablando.
—¿Conoces al tío de Martín? —pregunta Laura.
—Martín me ha hablado de él —responde Mónica—. Tiene un
perro que se llama Atlas. Vive en un pueblo muy pequeño. A Martín
le gusta mucho su tío porque es muy original.
—Y la noche de San Lorenzo, ¿qué es?
—No lo sé. Es una sorpresa.
—¡Eh! ¡Mirad! —la voz de Sergio interrumpe su conversación.
—¿Qué pasa?
—Allá.
—¿Allá? ¿Dónde?
—Allá.
—¡Anda! ¿Qué son?
—¿Son cabras?
—Son cabras monteses.4
—¡Anda! —dice Guillermo— ¡Qué guay!5
El camino es muy bonito. Un rato después, Martín, que va delante
con Guillermo, se para y dice:
—Allí está el río.
—¿Dónde? —pregunta Sergio que se acerca con unas plantas
en la mano.
—Allí —señala Martín.
—¿Y por dónde pasamos? —pregunta Guillermo mirando el río.
—Allá hay un puente —señala Martín.
—¡Ah! ¡Vale!
Pero cuando llegan al puente ven que está roto.
—Y ahora, ¿qué hacemos?
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—Nos sacamos los zapatos y pasamos —responde Martín.
—Nos vamos a mojar los pantalones.
—Pues… ¡pantalones fuera! —Sergio deja la mochila en el
suelo y se saca primero los zapatos, luego, los calcetines y después,
los pantalones.
Laura deja su mochila en el suelo y empieza a sacarse las botas.
—¡Ah!, ¡qué fría!, ¡qué fría! ¡Está helada! —grita Sergio desde
el agua, riendo.
Luego sale del agua para coger su mochila y con la ropa en la
mano, empieza a cruzar el río.
—¡Yo no me saco los pantalones! —protesta Mónica.
Guillermo, sentado en el suelo, termina de sacarse los pantalo-
nes.
Martín también se quita la camiseta y empieza a cruzar el río
junto a Laura.
—¡Venga, Mónica, ánimo! —grita Laura desde el agua, movien-
do los brazos— ¡Qué fría! ¡Brrr…!
—¡Qué no!, ¡qué no! —contesta su amiga.
Sergio y Martín han cruzado el río y miran a sus compañeros.
Laura está en la mitad del río. Sergio deja sus cosas en el suelo y
vuelve al agua.
—¡Está rica el agua! —dice riendo.
—Sí. Un poco fría —contesta Laura que anda con cuidado para
no caerse.
Martín vuelve a cruzar el río y se acerca a su amiga.
—¡Ahora tú, Mónica! —dice Martín. Pero ella ni contesta: está
enfadada.
—Venga, venga6 —dice el chico—. ¡Aquí nadie se queda sin
pasar el río! —Martín coge a la chica a caballito.7
—¡No! —grita la chica— ¡Nos vamos a caer! —Mónica se coge
fuerte al cuello del chico.
6 ¡Venga!: expresión informal para animar o dar prisa a alguien para hacer algo.
7 a caballito: montada sobre sus espaldas con las rodillas de Mónica pegadas
a la cadera de Martín y los brazos alrededor del cuello.
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Todos ríen. Martín empieza a cruzar el río con la chica sobre sus
espaldas que grita.
Guillermo entra en el agua.
—¡Está helada! —exclama.
Laura ríe. Sergio se saca la ropa. Deja las gafas sobre la ropa y,
desnudo, entra de nuevo en el río. Va a la parte honda y empieza a
nadar.
—¡Está muy buena! —exclama— ¿Nadie se anima? Laura, ¿no
te vienes?
Laura se vuelve para contestar pero resbala y cae al agua,
mojándose la ropa y las botas.
—¡Ay! —grita.
Guillermo se para a su lado.
—¿Te has hecho daño? —pregunta.
—No. Estoy bien —contesta la chica. Pone las botas a secar,
se acerca a Sergio y empieza a nadar.— Tengo más ropa en la
mochila.
Después de secarse al sol, todos continúan la excursión y empie-
zan a subir un estrecho camino en la montaña. Mónica y Guillermo
están hablando.
—¿Has visto a Sergio? —le pregunta Mónica a Guillermo.
—Sí, se ha desnudado totalmente, pero es que sus padres son
naturistas8 y ya está acostumbrado.
—Sí, es verdad.
—Pero tú no te has sacado ni los pantalones.
—Es que me da vergüenza…
—A mí también me da vergüenza andar en calzoncillos, pero
total, son como un bañador de natación…
Mónica sonríe. Con Guillermo, piensa, se puede hablar de todo.
8 naturista: persona que defiende la vida al aire libre, en contacto con la natu-
raleza y con la mayor naturalidad en el vestir, el comer, etc.
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CAPÍTULO 3
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—Yo.
—No. Yo.
—Pero yo he corrido con la mochila.
—Pero tú has salido antes.
Laura ríe. Después llega Mónica y por último, Guillermo.
—¿Qué pasa, Guillermo? —pregunta Laura divertida, mirando la
cara del chico.
—Nada, es que estos zapatos…
Sus amigos ríen.
—Bueno —dice Martín, que está contento—. Pero… ¿qué? ¿os
gusta este lugar?
Desde allí la vista es espectacular.
—Sí, es precioso —Mónica está encantada. Se sienta al lado
de Martín.
—Aquí los árabes vivieron1 muchos siglos ¿no? —a Sergio le
gusta mucho la historia.
Realmente el lugar es bonito, con sus hermosas montañas y sus
valles. Bajan a buscar sus mochilas. Sacan sus bocadillos y empie-
zan a comer.
—¡Qué excursión más divertida! —dice Laura— ¿Vamos a
hacer más cosas?
—Sí, claro. Tenemos tiempo. Mi tío nos espera a la hora de cenar
y… —de repente Martín se calla— ¿Quiénes son esos?
A lo lejos, un grupo de motos cruza el valle por un camino.
—¡Qué guay! —exclama Guillermo.
—Pues a mí no me gustan las motos en el campo —dice
Sergio.
—Son los hombres del bar —dice Laura—. Los hombres de la
cazadora negra.
—¿Qué hacen aquí? —pregunta Sergio.
—No lo sé —responde Laura—. Pero no me gustan nada.
—A mí tampoco.
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Los chicos continúan la excursión. Ahora el camino pasa cerca
de un bosque.
—¿Por qué no pasamos por el bosque? —propone Sergio.
—Pero vamos a dar mucha vuelta ¿no? —dice Mónica.
—Tenemos tiempo ¿verdad? —pregunta Sergio.
—Sí, tenemos tiempo —contesta Martín.
—¡Vamos, pues!
Los chicos entran en el bosque. Hay un camino estrecho. Cuando
pasan entre los árboles, algunos pájaros salen volando.
—Son palomas torcaces2 —dice Sergio.
Laura y Mónica están hablando mientras caminan entre los
árboles del bosque.
—¿Cuántos días vais a estar en Granada? —pregunta Laura a
Mónica.
—Vamos a estar tres semanas, como todos los años. ¿Y tú vuel-
ves a Barcelona con Martín y Sergio?
—Sí.
—Y Guille vuelve con sus padres que están pasando las vaca-
ciones cerca de Granada, ¿no?
—Sí, creo que después van a la playa…
Guillermo y Sergio, delante de ellas, también están hablando.
—¿Y tus padres te van a comprar una moto como la del hermano
de Martín? —pregunta Guillermo a Sergio.
—Sí, por mi cumpleaños —responde Sergio.
—¿Y tienes el carné?
—Aún no, pero Martín y yo hemos ido con la moto de su her-
mano.
—¡Qué guay! —dice Mónica.
—Sí, pero voy a tener que trabajar para pagar la gasolina y…
De repente la voz de Laura interrumpe la conversación.
—¿Y Martín? —pregunta la chica— ¿Dónde está?
2 paloma torcaz: especie salvaje de paloma, algo más grande que la doméstica,
que habita los bosques de la región. Es azul y tiene manchas blancas en el cuello.
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—No lo sé.
Los chicos miran a su alrededor, pero no lo ven.
—¡Qué raro!
—¡Martín! —grita Mónica.
Pero nadie responde.
—¡Eooo! ¡Martíííín! —gritan los chicos. Algunos pájaros salen
volando.
—¡Otra vez! —dice Mónica, enfadada— Esta mañana en la
parada del autocar…
De repente alguien ríe.
—¡Silencio!
—Es Martín…
—Sí, pero ¿dónde está?
—¡Eooo! —grita Martín.
—¡Eooo! —contesta Mónica— ¿Dónde estás?
—¡Mira, allí! —Guillermo señala la copa de un árbol.
—¡Anda! —exclama Laura— Se ha subido a un pino.
—Vamos a subir nosotros también —propone Sergio.
—¡Vale!
Sergio y Laura dejan sus mochilas en el suelo.
—¡Ayúdame, Mónica! —le pide Laura a su amiga.
Laura empieza a subir al pino donde está Martín. El chico baja un
poco para ayudarla. Laura está muy contenta. Mira a sus amigos
abajo, pequeñitos, junto al tronco. Se siente muy bien, en la rama del
árbol. Martín continúa subiendo. Sergio también ha empezado a
subirse a otro árbol.
—¿Tú no subes? —le pregunta Laura a Mónica.
—No —contesta su amiga.
—Yo tampoco —Guillermo mira a Martín que está en las ramas
más altas.
—¡Venga, arriba! —les anima Laura.
—Bueno —contesta Mónica—, pero ayúdame.
Mónica deja su mochila en el suelo y se acerca al pino.
—Yo vigilo las mochilas —dice Guillermo, y se sienta en el suelo.
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Los otros ríen.
—¡A ver quién sube más alto! —propone Laura después de
ayudar a Mónica a subir.
—¡Vale!
Sergio y Martín empiezan a subir más en sus árboles. Guillermo
mira arriba, asustado. De repente, se oye un ruido seco y Laura da
un grito asustada. Martín se ha apoyado en una rama, y esta se ha
roto y se ha caído al suelo pasando por el lado de las chicas.
—¿Estáis bien? —pregunta Guillermo alarmado.
—No ha sido nada —grita Martín desde lo alto del pino.
Sergio está también muy alto en el árbol. Su árbol es más alto
que el de Martín y es más difícil de subir.
—¡He ganado yo! —grita.
—¡No! —exclama Martín— ¡Yo estoy más alto!
—Pero ¡¿qué dices?! —responde Sergio subiendo un poco
más— ¡Mira! —dice de repente— Allí hay un pueblo.
Martín también sube un poco más.
—Sí, pero no sé si es Atalbéitar…
—¡Uy! —dice Laura mirando su reloj— ¡qué tarde es!
—Sí. Es muy tarde.
Los chicos empiezan a bajar de los árboles.
—¡Qué divertido! —Mónica está contenta.
—Guille ¿por qué no has subido? —le pregunta a su amigo.
—Bueno… no me gusta subir a los árboles.
—¡Eh, muchachos! Tenemos que continuar —dice Martín—. Es
muy tarde ya.
—Y yo tengo hambre —dice Guillermo.
—¿Por dónde seguimos? —pregunta Laura.
—Por aquí —dice Sergio, y señala un camino.
—No, por aquí —corrige Martín.
—No, por aquí volvemos atrás. Y el pueblo está al otro lado
—dice Sergio, que no está de acuerdo con Martín.
—¡Que no…! Yo he hecho este camino antes.
—Sí, pero es la primera vez que pasas por el bosque, ¿no?
23
—replica Sergio defendiendo su opinión.
—Vamos a seguir este camino… —dice Laura, que empieza a
estar cansada.
Los chicos ahora también empiezan a estar cansados. Caminan
en silencio durante un cuarto de hora. Cuando salen del bosque, el
camino se bifurca.3
—¿Y ahora? ¿Por dónde es? ¿Por el camino de la derecha o el
de la izquierda? —pregunta Laura.
—Por aquí… —contesta Martín.
Después de caminar un rato, a lo lejos ven un pueblo.
—¿Es este? —pregunta Sergio.
—No lo sé —contesta Martín preocupado—. Yo creo que no.
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CAPÍTULO 4
25
Los chicos ríen.
—Solo piensas en comer.
—Yo también tengo hambre, la verdad —dice Mónica.
—¡Ehhh! —grita Martín desde la ventana de una de las casas—
Podemos dormir en esta casa.
—¿A ver? —Laura entra en la casa y sube unas escaleras. Los
demás también la siguen.
El primer piso tiene varias habitaciones y un pasillo. Una de las
habitaciones da a la calle. Los chicos empiezan a recorrer la casa.
En algunas habitaciones hay muebles antiguos. Finalmente deciden
dormir en una habitación con una ventana que da a la calle.
—Aquí es perfecto —dice Laura.
—Sí, pero el suelo es muy duro para dormir —dice Sergio—.
¿Qué os parece si hacemos una cama con algunas ramas?
—¡Es una idea genial! —exclama Laura.
—Yo te ayudo —dice Mónica.
—¡Vale!
—¡Y yo! —dice Martín.
—¡Pues vamos todos! —dice Laura.
Los chicos vuelven cargados con ramas de matorrales1 en los
brazos. Cuando terminan de preparar las camas, están cansados.
Guillermo ha dejado su linterna encendida en el suelo.
—¡Qué cansada estoy! —exclama Mónica.
—Yo también.
Los chicos se acuestan en sus camas improvisadas.
—Mañana vamos a mirar el mapa —dice Martín.
—Seguro que estamos muy cerca de Atalbéitar —dice Sergio.
—Sí, no podemos estar muy lejos.
—Bueno ¡a dormir! —dice Laura.
—¡Vale! —Guillermo apaga la linterna.
Ahora es de noche y los chicos, por la ventana, pueden ver la
luna y las estrellas, que brillan en la oscuridad.
26
—¡Buenas noches! —dice Guillermo.
—¡Buenas noches! —responde Sergio dejando sus gafas sobre
su mochila.
27
Después, el hombre llama a su perro y vuelve a su casa. Está
preocupado.
28
De repente, una luz de linterna que viene de detrás los ilumina.
—¡Alguien ha entrado en la habitación! —grita Laura.
Desde la oscuridad se oye una voz medio dormida.
—¿Qué estáis haciendo aquí?
¡Es Martín!
—¡Chiiist…! —Sergio hace señales con la mano a su amigo,
pero es demasiado tarde. Las voces callan. Ahora la casa está
extrañamente en silencio. Pero poco después las personas extrañas
empiezan a gritar. Señalan con el dedo el piso de arriba, donde
están los chicos.
—¿Qué pasa? —pregunta Martín que no entiende nada.
—¡Vamos! ¡Corre! —grita Laura.
Los chicos bajan deprisa la escalera que da a la calle. Martín va
delante iluminando4 la calle con su linterna. Empiezan a correr por la
calle, sin mirar atrás. De repente se paran. Al fondo de la calle hay
una plaza. La plaza está iluminada y hay gente.
—¡Aquí están! —gritan los hombres detrás de ellos.
Los chicos empiezan a correr de nuevo. Se meten en una calle
que hay a la derecha.
—¡Por aquí! —dice Martín señalando una casa que no tiene
puerta.
Los chicos entran y Martín apaga la luz de la linterna. Los hom-
bres pasan corriendo por delante de la casa y se alejan.
—¡Ufff! —exclama Sergio.
—Pero, ¿qué pasa? —pregunta Martín en voz baja.
—Estos hombres… —empieza Laura.
—Me he despertado y he oído ruido, y cuando… —la interrum-
pe Sergio.
—Sí, yo también me…
—¡Chiiist!
De pronto, se vuelve a oír ruido de pasos por la calle. ¡Vuelven
los hombres!
4 iluminando: gerundio del verbo iluminar. Alumbrar. Arrojar luz sobre algo.
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—Tienen que estar en una de estas casas —dice uno de ellos.
Los chicos empiezan a andar a oscuras dentro de la casa. Andan
por un pasillo, al fondo se ve un poco de luz. De repente, la luz de
una linterna les ilumina desde la entrada.
—¡Aquí están! —grita una voz.
—¡Vamos! —grita Laura.
Martín enciende su linterna y los chicos corren hacia el final
del pasillo. Por la ventana entra la luz de la luna. Martín apaga la
linterna.
—¡Por la ventana! —dice en voz baja.
Los pasos de los hombres se acercan.
—¡Allá! —grita uno de ellos.
Los chicos salen por la ventana y empiezan a correr por una
calle muy estrecha. De repente, la calle termina y empieza el
campo. Delante de ellos, a la luz de la luna, se ven algunos árboles
y a lo lejos, una montaña. Junto a los árboles hay dos camionetas.
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CAPÍTULO 5
31
—¡Ummm! —el hombre de la camioneta reflexiona— No he
visto a nadie… ¿Creéis que son «Águilas de la Muerte»?
—Es posible.
—Esta noche pueden atacar —dice el pirata.
—¿Seguro?
—Faustino lo ha oído en el bar.
—¿Ah, sí?
—Sí, este verano esa banda, los «Águilas de la Muerte», han
acampado otra vez cerca de aquí. Acampan en el bosque y hacen
salidas a los pueblos para «divertirse».
—No les gustamos. No les gustan ni los artistas de la calle, ni los
extranjeros, ni los gitanos…
—Nos estamos preparando para defendernos.
—Sí, pero el «Gran Jefe» dice que tenemos que empezar el
espectáculo de todas maneras.
—Sí, y también que tenemos que vigilar.
—¡No hay que perder la cabeza! —dice el hombre sin cabeza.
—Especialmente tú, cielo —dice la mujer con voz de hombre y
ríe. Los chicos escuchan la conversación con mucha atención.
32
—Sí, mi tío me explicó1 un día que hay un grupo de artistas de
circo, o de teatro, no sé, que se reúnen una vez al año, por la noche,
en un pueblo abandonado…
—Vamos a dar la vuelta —dice Laura cuando se acercan a la
plaza—. No quiero pasar por la plaza.
Hay una calle a la derecha. Siguen por esta calle y después giran
por otra calle a la izquierda. La calle da una vuelta y vuelven a salir
a la plaza, pero por otra entrada.
—¿Qué hacemos? —pregunta Sergio.
De pronto se empieza a oír un ruido sordo.
—¿Qué es esto? —pregunta Sergio.
El ruido cada vez es más fuerte.
—¡Son motos!
—¡Vienen por aquí! —grita Laura— ¡Corramos!
Las luces de los faros de las motos aparecen por la calle, a lo
lejos. Ahora el ruido es muy fuerte y las motos están muy cerca.
33
—¿Laura? —pregunta Mónica acercándose.
—¿Laura? ¿Me has llamado Laura? —oye una voz que sale casi
del suelo.
—¡Ah! perdona. ¿Quién eres?
Mónica ilumina con la linterna en su dirección. Una mujer muy
bajita está hablando con un hombre vestido de payaso. Es una
enana.
—Soy la Reina Isabel —responde la mujer.
—¿La Reina Isabel? ¿y quiénes sois?
—¿Nosotros? —pregunta el payaso mirando a su alrededor.
—Sí. Vosotros.
—Charlie Pencas, un pobre payaso, para servirla. Mi compañera
es la Reina…
—…Isabel, sí, ya lo sé —interrumpe Mónica—. ¿Qué hacéis
aquí?
—Trabajamos en el circo —dice la Reina Isabel.
—Ella sí, trabaja en un circo.
—¿Y usted?
—Yo también —dice el payaso sacando un ramo de flores del
bolsillo de su pantalón y dándoselo a la chica.
—Gracias —dice Mónica—. ¿Cuándo habéis llegado? Cuando
nosotros hemos llegado no…
—Sí, ya sé —interrumpe la Reina Isabel—. Hemos llegado hace
poco.
—¿Sí?
—A la una de la madrugada2 —dice la mujer enana.
—¿Tan tarde? —pregunta interesado el payaso a la mujer
enana.
—Sí… o no —contesta la mujer enana.
—Pero hemos llegado. Eso es lo importante.
—Estamos aquí, eso es lo importante —repite el payaso.
—Somos artistas de circo —dice la mujer enana con una sonrisa.
34
—Trabajamos en circos diferentes. Todos los años nos reunimos
aquí.
—Siempre nos reunimos ese día a esa hora, ¿sabes?
«¿Y siempre se repiten tanto?», se pregunta Mónica, «qué raros
son.»
—Hacemos nuestros números de circo —continúa el payaso—
para nuestros amigos, otros artistas de circo.
—Todos hacemos circo.
—Todos los años, la noche del diez de agosto.
—Sí, el diez de agosto.
—¿Sabes por qué la noche del diez de agosto? —pregunta la
mujer enana.
—No, ¿por qué?
—Porque es la noche de San Lorenzo.
—¿La noche de San Lorenzo?
—Sí.
—¡Qué interesante! El tío de Martín también nos ha hablado de
la noche de San Lorenzo.
—¿Y quién es Martín?
—Un amigo mío. Ahora lo estoy buscando.
—¿Dónde? ¿Aquí, en el pueblo?
—Sí, no sé dónde está. ¿Lo habéis visto?
—¿Es artista de circo?
—No, es un chico, como yo.
—¿Cómo tú? ¿Tú eres un chico? —la enana empieza a reír,
divertida.
—No, yo soy una chica. Quiero decir que somos amigos, de la
misma edad y no somos artistas. ¿Lo has visto?
—Pues… no. No lo he visto.
—Yo tampoco. ¿Cómo es?
—Es… ni alto ni bajo, pelo castaño, lleva una camiseta roja.
—¿Una camiseta roja? —pregunta la mujer enana con interés.
—Sí.
—No. No lo he visto. ¿Y tú, Charlie?
35
—Yo tampoco.
—Bueno, voy a buscarlos.
—¿Tu amigo Martín es dos personas? —pregunta Charlie
Pencas, también interesado.
—No, solo es una persona. Es que tampoco sé dónde están
Laura y Sergio.
—¡Ah! Son tres personas, no una.
—Sí, claro —Mónica ya empieza a estar agobiada.3
— Me voy a buscarlos.
—Adiós.
—Adiós.
—¿No quieres saber qué es la noche de San Lorenzo?
—Sí, claro. ¿Qué es?
—Es…
En aquel momento se empieza a oír un fuerte ruido de motos que
se aproxima.
—¿Qué pasa? —pregunta Mónica.
El payaso y la mujer enana se miran, asustados. En aquel
momento, un mago y un domador de leones llegan corriendo por
la calle.
—¡Charlie, Reina Isabel, rápido, ya han llegado!— dice el mago.
—¡Dios mío! —grita el payaso.
—¡Vamos, rápido! —el domador de leones está nervioso.
—Sí, vamos, rápido.
—Adieu, mademoiselle —dice la mujer enana.
Los dos hombres y la mujer enana empiezan a correr. El payaso
le envía un beso a Mónica con la mano y sale corriendo detrás de
sus compañeros.
36
CAPÍTULO 6
38
—¡Arriba! —grita.
Cuando el motorista se levanta, le da un golpe con el bolso en la
cabeza. Un peine y un pintalabios salen volando del bolso.
Ahora el ruido es muy fuerte. Las otras motos luchan por pasar.
El hombre de la tercera moto sale de la plaza, pasando por en medio
de un grupo de artistas. De repente se oye una explosión y la plaza
se ilumina. Una moto arde en medio de la plaza.
—Vámonos —los chicos pasan entre los grupos de artistas y
salen de la plaza por una calle.
39
—¿Y si entramos en una casa para ver? —empieza a decir
Laura. Pero de repente, alguien la coge por el brazo y ella da un
grito, asustada.
—¡Aaaahhh!
—Laura…
—¡Mónica! ¿qué haces tú aquí?
—¿Qué pasa aquí? —pregunta la chica.
—¡Cuidado! —grita Sergio.
—¡Brrruuuummmmm…!
Una moto va hacia ellos. Los chicos se apartan. La moto pasa por
su lado haciendo mucho ruido. De repente la moto para. El motorista,
con su cazadora negra, gira la cabeza y mira hacia los chicos…
¡y da la vuelta!
—¡Viene hacia nosotros! —grita Laura.
—¡Vamos!, ¡por esta calle! —dice Sergio.
Los chicos empiezan a correr. La moto los sigue, iluminándolos
con su luz.
—¡Aquí! ¡en esta casa! —Martín coge de la mano a Mónica y
entran en la casa. Sergio les sigue. La moto pasa por delante de la
puerta sin parar.
—¡Ufff…!
—Lo mejor es salir a la calle y volver atrás —propone Sergio.
—¡Vale! —dice Mónica.
—Sí. Es lo mejor —dice Martín—. ¿Tú que piensas, Laura?
¿Laura…? Y Laura, ¿dónde está?
—¡Laura…!
—Yo no la he visto entrar.
—Entonces…
—¡Rápido! ¡Tenemos que salvarla!
Los chicos empiezan a correr por la calle.
—¡Allá está la moto!
La moto está parada, ilumina con sus faros una casa. Pero el
hombre de la cazadora negra no está. Los chicos se acercan a la
moto.
40
—¡Laura…! —grita Mónica.
Hay un momento de silencio. Después se oye una risa tonta que
sale de algún lado.
—¡Tenemos que hacer algo! —Mónica empieza a llorar.
—Tengo una idea —dice Sergio.
Sergio les explica su idea.
—¡Vale! —contestan sus amigos.
Mónica y Martín se esconden dentro de una casa. Sergio va
hasta la moto y se sube. Empieza a dar gas:
—¡Brrruuummmm! ¡Bruuuuumm…!
De repente se oye una voz:
—¡Eh! ¡imbécil…! ¿qué haces?
Un «Águila de la Muerte» sale de una de las casas con un bate
de béisbol, gritando muy enfadado. Empieza a correr hacia Sergio.
El chico no se mueve.
—¡Bruuummm…!
—¡Es mi moto, imbécil!
Cuando el hombre está cerca, Sergio arranca. La moto empieza
a correr por la calle y el hombre le sigue sin parar de gritar.
—¡Ahora! —dice Martín.
Martín y Mónica salen de detrás de la casa y corren hacia la
casa de donde ha salido el hombre. De repente alguien grita detrás
de ellos.
—¡Laura!
—Estoy aquí.
Mónica y Laura se abrazan…
—¡Mónica…! ¡Qué miedo he pasado…!
—¿Dónde estabas?
—Me he escondido detrás de estos matorrales. El hombre no
me ha visto…
Martín también la abraza.
—Tenemos que irnos —dice el chico.
—¿Y Sergio?
—Chiiist… —dice Mónica.
41
Se oye el ruido de una moto que se acerca.
—¿Es Sergio?
—Creo que sí…
Pero por el otro lado de la calle también se acercan otras motos.
En poco tiempo la calle empieza a llenarse de ruido. Los faros de las
motos iluminan a los chicos. A un lado y a otro de la calle hay motos.
Los chicos no las pueden ver. Tres hombres bajan de las motos. Uno
es alto, otro es bajo y el tercero es un poco gordo. Llevan palos de
béisbol en las manos.
—¡Vaya, vaya…! —dice una voz desagradable— ¿Has visto
eso? Son los muchachitos del bar. «Parecen gorilas», ¿recuerdas?
—«Parecen gorilas…» —repite el hombre bajito, y ríe— ¡Je, je,
je…!
—Y la niñata3 esa… —dice el hombre alto señalando a Laura—
No te gustamos, ¿verdad?
—¡Venga! —interrumpe el tercer hombre, que también lleva una
cazadora negra— Mi bate de béisbol está impaciente.
—Laura, ¡corre! —dice Martín mientras se lanza contra el hombre
alto. El hombre alto cae al suelo. Los otros dos hombres se lanzan
sobre Martín, que también cae al suelo.
El bajito levanta su bate de béisbol.
—¡A él! —grita.
Pero, de repente, un perro salta sobre el hombrecito que grita.
Desde el suelo, Martín ve a un hombre mayor que se acerca y llama
a su perro. El hombre mira a los tres hombres de la cazadora negra,
los tres «Águilas de la Muerte», y les dice algo que Martín no entiende.
Los hombres le miran y bajan la cabeza. Van hasta sus motos y se
van. Martín también ve a Mónica, que mira asustada a su alrededor,
con la boca abierta. «Y Laura, ¿dónde está?» Después Martín ve una
luz blanca, muy blanca…
Una voz muy lejana le llama: «¡Martín…!, ¡Martín…!»
—¡¿Eh?! —exclama el chico.
42
—¡Tranquilo, Martín! Soy yo.
El hombre mayor y Mónica están a su lado.
—Te has desmayado… —le dice el hombre.
En este momento un perro se acerca a Martín y le lame la cara.
—¡Atlas! Tío José…
—¿Estás bien? —le pregunta este.
—¿Y Laura?
—¡Hola! Estoy aquí.
—¿Y Sergio?
—No lo sé. Pero primero os voy a sacar de aquí. Vamos a ir a un
lugar seguro.
Los chicos siguen al tío de Martín. El ruido de las motos y los
gritos de la pelea continúan.
—¡Por aquí! —dice el tío de Martín— Vamos a salir del pueblo.
—¿Qué les ha dicho el tío de Martín a los hombres de la cazadora
negra? —le pregunta Laura a Mónica.
—No lo sé. No lo he…
De repente alguien salta por la ventana de una casa.
—¡Aquí estoy!
—¡Sergio!
Atlas se acerca al chico, moviendo la cola.
—¿Estás bien, muchacho?
—Sí, estoy bien. Señor, ¿usted sabe qué está pasando?
—Luego os lo explico. Primero tenemos que salir de aquí.
El grupo sale del pueblo por una calle solitaria. Fuera del pueblo,
siguen un camino y, después de andar un cuarto de hora, el tío de
Martín se para. A lo lejos se ven las luces del pueblo. Se oye una
explosión. Parece que otra moto está ardiendo. El ruido de las motos
se oye lejano.
—Aquí estamos seguros —dice José—. ¿Y vuestras mochilas?
—Están…
—¡Ahhh! —grita Mónica.
—¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
—¡Guillermo!
44
—¡Anda! ¡Guillermo!
—¿Guillermo? ¿Quién es Guillermo? —pregunta el tío de Martín.
—¡Nos hemos olvidado de Guillermo!
—¡Es verdad!
—Guillermo es amigo nuestro —dice Martín—. Tenemos que ir
a buscarlo.
—Martín, tú y yo vamos a ir a buscarlo. Vosotros nos esperáis
aquí, ¿de acuerdo? Es un lugar seguro.
—¡Vale!
45
CAPÍTULO 7
46
—Estaba muy cansado, ¿sabes?
Todos ríen. Martín y su tío dejan las mochilas en el suelo.
—¡Qué noche, Guillermo, qué noche…!
Los chicos empiezan a explicarle sus aventuras…
—¿Había un pirata en la casa? —interrumpe Guillermo.
—Sí, y un hombre sin cabeza. Pero son artistas de circo.
—…y las motos…
—…y el travesti le dio un golpe con el bolso a un «Águila de la
Muerte»…
—¿Y te has llevado la moto de ese hombre? —Guillermo no se
lo puede creer.
—Sí, ha sido fantástico. ¡De verdad!
—Bueno, chicos tenemos que irnos —interrumpe el tío de
Martín— que ya es muy tarde.
—Señor José, ¿qué les ha dicho usted a los hombres aquellos?
¿Por qué se han ido?
—Les he dicho un código secreto.
—¿Tú sabes códigos secretos de los «Águilas»?
—¿Sabes? —responde José serio— en mi vida he hecho cosas
no muy buenas.
Los chicos le miran sorprendidos.
—Yo también he sido «Águila de la Muerte».
—¡¡¿Tú?!! —Martín no se lo puede creer.
—Sé algunas cosas sobre ellos. Tienen sus ritos, sus secretos…
—¿De verdad ha sido «Águila de la Muerte»? —pregunta Sergio
que no puede ni imaginarlo.
—Pero esto pasó hace mucho tiempo ¿verdad? —añade Martín.
—Sí, Martín. Pasó1 hace mucho, mucho tiempo.
—Anda, vamos. Es tarde y seguro que estáis muy cansados.
1 pasó: Pretérito Indefinido en tercera persona del singular del verbo pasar.
47
—¿Dónde?
—¡Allí!
—¿Qué pasa?
—He visto una estrella fugaz.
El grupo se para.
—Nosotros también hemos visto muchas mientras os esperá-
bamos2 —dice Laura.
—Finalmente habéis descubierto la noche de San Lorenzo
—dice el tío de Martín.
—¿Qué es? —pregunta Guillermo— ¿Un secreto de los «Águilas
de la Muerte»?
Los chicos ríen.
—¡Que no, Guille!
—No, no… —explica el tío de Martín— El diez de agosto es la
noche de San Lorenzo y se pueden ver muchas estrellas fugaces.
Esta era la pequeña sorpresa.
—¡Realmente es espectacular!
Durante un buen rato los chicos admiran el cielo lleno de
estrellas.
—No lo puedo creer. ¡Cuántas estrellas hay en el cielo!
48
DESPUÉS DE LA LECTURA
CAPÍTULO 1
1. ¿Quién es quién?
"
B. Para Martín, ¿quiénes son estas personas?
!
Guillermo
#
José Barroso TqO
Mónica
AMIGOA
Sergio
Laura
conductor del autocar DESCONOCIDOA
49
2. ¿Dónde? ¿Cómo?
50
3. ¿Por qué?
4. Y ahora tú....
CAPÍTULOS 2-3
5. ¿Cómo son?
a. ¿Cómo es Pitres?
b. ¿Cómo es el bar de Pitres?
c. ¿Cómo son los hombres que entran en el bar?
6. ¿Qué significa?
#
A. «Esta noche vamos a “limpiar”» significa que
a. van a sacar a la gente que no les gusta de algún lugar.
b. van a fregar el bar.
c. van a ducharse.
51
B. El hombre alto dice «¡Ten cuidado, imbécil!» a Martín, porque
a. Martín se está riendo de él.
b. Martín está en su paso.
c. el hombre está a punto de caer.
7. ¿Qué es?
animal planta
cabra
orégano
castño
paloma torcaz
árbol
pino
_ 9
52
8. ¿Quién? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cómo?
c. ¿Cómo lo solucionan?
9. Y ahora tú...
53
10. ¿Estás seguro?
54
CAPÍTULO 4
12. ¿Qué significa?
Contesta las siguientes preguntas.
55
14. ¿Cómo es?
15. ¿Dónde?
A. Pon en orden los lugares por donde pasan los niños desde que
se despiertan y salen de su habitación, hasta que llegan al
campo.
ESCALERA VENTANA
D. ¿Por qué crees que los hombres que discuten persiguen a los
chicos?
56
CAPÍTULOS 5-6-7
17. ¿Es verdad?
57
a. Laura, Sergio y Martín de sus perseguidores.
b. Mónica y solo ve a Guillermo durmiendo
en un rincón.
c. Guillermo .
d. Los artistas un ataque de las «Águilas de
la Muerte».
e. Las águilas de la Muerte en el pueblo con sus
motos.
f. Grupos de personas de un lado a otro de la
plaza cuando oyen las motos.
g. Un grupo de artistas dos motos.
h. Una moto en medio de la calle.
58
21. ¿Por qué?
59
PARA ACABAR…
24. ¿Qué es?
a. linterna
b. mochila
c. cuchillo
d. pilas
e. mapa
f. faro de moto
60
SOLUCIONES
1 A Nombres de chico: Guillermo, Sergio, Martín, José
Nombres de chica: Laura, Mónica
1 B amiga: Laura, Mónica; amigo: Guillermo, Sergio, Martín; tío: José
Barroso; desconocido: conductor del autocar.
1C Mónica: morena, curiosa; Guille: pelirrojo, miedoso; José: original;
Laura: alta, delgada
2 A Van a casa del tío de Martín en un pueblo de las Alpujarras.
2 B Primero en autocar y después a pie.
2C Ellas han pasado la noche en casa de Mónica.
2 D En autocar: Granada – Pitres.
Andando: Pitres – bosque de castaños – pueblos abandonados – río
Trévelez – puente – Atalbéitar
3 a. Porque han llegado muy pronto y no le gusta ser el primero.
b. Porque ha ido a la pastelería a buscar cruasanes.
c. Porque ella y Mónica han estado toda la noche hablando.
5 a. Pitreses un hermoso pueblecito de las Alpujarras de casas blan-
cas, con una plaza con bares y una gran iglesia también blanca.
b. Elbar no es muy grande. Hay algunos excursionistas y gente del
pueblo tomando algo.
c. Loshombres van vestidos con cazadoras negras. Tienen una risa
desagradable y caminan de una manera extraña.
6 A, b; B, a; C, a; D, c.
7 Animal: cabra, paloma torcaz.
Planta: orégano, castaño, árbol, pino.
8 a. Sergio cruza primero el río.
b. Porque no quiere quitarse los pantalones.
61
c. Martín la lleva a caballito.
d. Se cae y se moja.
e. Para hacer carreras.
f. A los hombres de las motos que han visto antes en el bar. g. Na-
dan, hacen carreras, comen bocadillos y suben a los árboles.
10 Son inexactas las afirmaciones siguientes:
a. Loschicos pasan por el bosque, pero no para dar una vuelta, sino
porque quieren pasar por él.
b. Mónicava a estar tres semanas en Granada con sus padres, no
con los de Guille.
c. Lospadres de Sergio le van a comprar a una moto por su cum-
pleaños, pero no por haber trabajado mucho.
e. Guillermono sube a los árboles porque no le gusta hacerlo. Dice
que vigila las mochilas como excusa para no subir.
11 a. primero; b. ayudan, c. más, quién, ganado; d. ni Guille ni Mónica,
al final.
12 A, c; B, c; C, b; D, b
14 A Es un hombre alto y delgado de unos 60 años aficionado a la astro-
nomía y ex «Águila de la Muerte».
14 B Una habitación no muy grande, llena de objetos curiosos. Hay
también un telescopio junto a la ventana.
14 C Un hombre sin cabeza, una mujer con voz de hombre y un hombre
vestido de pirata.
15 A pasillo habitación con agujero en el suelo escalera
calle casa sin puerta ventana calle muy estrecha
campo.
15 B Al final de la calle
15 C Sale de su pueblo (Atalbéitar) y va en busca de los chicos.
17 a. V; b. F; c. V; d. F.
62
18 Se pueden agrupar de diferentes maneras. La que proponemos:
Los perseguidos Los artistas Los que atacan Los que están
en casa hasta
el final
Martín, Laura, pirata, travesti, hombre Águilas de la Guillermo
Sergio, Mónica sin cabeza, Faustino, muerte
Gran Jefe, saltimbanqui
63