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Kim Jones
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Contenido
Prologo
Capítulo 1 Capítulo 2
Capítulo 3 Capítulo 4
Capítulo 5 Capítulo 6
Capítulo 7 Capítulo 8
Capítulo 9 Capítulo 10
Capítulo 11 Capítulo 12
Capítulo 13 Capítulo 14
Capítulo 15 Capítulo 16
Capítulo 17 Capítulo 18
Capítulo 19 Capítulo 20
Capítulo 21 Capítulo 22
Capítulo 23 Capítulo 24
Epílogo
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Sinopsis:
Me llamo Marty.
Sargento de Armas de los Devil’s Renegades de Hattiesburg, Mississippi.
Luché como el demonio para llegar a donde estoy. He sacrificado todo para
ser miembro de la mejor hermandad que he conocido. Aparte de ella, este
club es lo único que amo en mi vida.
Incluso cuando me dejó, todavía la quería. Mi amor nunca vaciló. No pudo.
Alguna mierda es demasiado fuerte para romperla. O al menos eso creía.
Mi nombre es Maddie.
Pertenezco al Club de Motociclistas Devil's Renegades.
He sido criada por ellos. Amada por ellos. Protegida por ellos. Ellos son mi
familia. Para todos yo soy una hermana de camada, todos menos él.
Traté de negar su amor, pero aun así lo quería. Lo necesitaba. Hay cosas
que no puedes rechazar. Pero cinco años es mucho tiempo. La gente
cambia. Supongo que soy una de esas personas.
La traeré de vuelta...
Intentará salvarme...
Sólo está perdida....
He encontrado mi camino...
Moriría por ella...
...mataría por mí, y se lo hará.
Esta es una novela de larga duración, independiente, Devil's Renegades
MC. Contiene temas de adultos.
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Prólogo
—¡Prospecto!
Mis músculos se tensan. Mis ojos buscan la voz que me llama. Empiezo a
pararme, pero luego recuerdo que ya no soy un prospecto. Como si
necesitara más confirmación, miro hacia los parches nuevos en mi chaleco.
Trescientos sesenta y ocho días de Prospección, y finalmente tengo lo que
siempre he querido: un asiento en la mesa del Club de Motocicletas Devil’s
Renegades.
—Los viejos hábitos son difíciles de erradicar, ¿eh? —Levanto la vista para
encontrar a Maddie mirándome desde el final del bar. Me sorprende no
haberla visto antes.
El año de prospección ha agudizado mi visión. Hizo que mi atención este
más enfocada. Lo veo todo: parches, damas viejas, signos de peligro ... Y al
igual que mi vista, mi oído ha sido afinado.
Puedo notar la diferencia de las conversaciones de los hombres entre
amistosas y las forzadas. No tengo que mirar a las mujeres mayores para
saber si se están divirtiendo, si están aburridas, irritadas o zumbando.
Entonces, el hecho de que la mujer más hermosa que alguna vez ha
honrado este lugar con su presencia, ha estado de pie a pocos metros de mí
por un tiempo desconocido, me hace sentir que estoy perdiendo mi juego.
Y solo he tenido mi parche por dos días.
—Sí, —le digo, finalmente respondiendo a su pregunta—. Supongo que sí.
—Bien. —Ella fuerza una sonrisa y extiende su vaso hacia mí.
—Felicitaciones, Marty. Te lo mereces. —Le doy un asentimiento y tomo
un trago de mi cerveza. Pero los pensamientos acerca de convertirme en el
nuevo parchado por el episodio de Hattiesburg es ahora un recuerdo lejano.
Todo en lo que puedo pensar es si ella está bien.
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Hace menos de un mes, Maddie y su hermana, Dallas, fueron
secuestradas.
Ahora están en casa y a salvo, pero Maddie no ha sido la misma. Me temo
que todo lo que ha pasado finalmente le está pasando factura.
Está distante. Parece perdida. Se ha separado del mundo. Habiendo
crecido como una hermana pequeña en el club, siempre se sintió segura,
nunca le falto protección. Ahora, esa red de seguridad se ha ido. Como club,
no logramos mantenerla fuera de peligro. Nos decimos a nosotros mismos
que hay algunas cosas que no podemos controlar. Esas palabras tienen el
propósito de ayudar a disminuir la culpa que todos sentimos por no hacer
más para prevenir lo que sucedió. Pero son sólo palabras. Al final,
seguimos siendo responsables. Y llevaremos esa carga por el resto de
nuestras vidas.
La puerta se abre de par en par y Luke, presidente de los Devil’s
Renegades, entra.
Mi presidente.
Mi hermano.
Se detiene para darle a Maddie un beso en la mejilla antes de caminar por
el bar hacia mí. Hace un gesto con su mano para que lo siga mientras entra
en la habitación donde tenemos la capilla. Cierro las puertas detrás de
nosotros y me siento en la tercera silla a su izquierda. Mi asiento.
Tengo poco tiempo para deleitarme en el sentimiento de poder antes de
que Luke hable.
—Estoy preocupado por Maddie —comienza, arrastrando su mano por su
cara. Parece cansado y envejecido—, no está lidiando bien con esta mierda.
Y no sé qué hacer para ayudarla.
Comparto su preocupación, pero sé que la suya está en un nivel mucho
más profundo. Luke no sólo ve a Maddie como su hermana y su
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responsabilidad, sino que ha hecho de su hijo de siete años su preocupación
desde el día en que nació.
—¿Quieres que la vigile? —Me mira un minuto, advirtiéndome de lo que
siempre he sabido. Maddie está fuera de los límites. A todos.
Especialmente del club.
—Puedes confiar en mí, Luke.
—Ya lo sé. —Se ve desgarrado. Estoy seguro de que está relacionado con
el hecho de que tiene una relación seria con Dallas, la hermana de Maddie.
Y siente que está poniendo el bienestar de una por encima de la otra.
—Dime qué hacer.
Miro a este hombre: mi hermano, mi superior, mi amigo. El hombre que es
fuerte cuando nosotros no podemos serlo. El que ha mantenido este club
unido a pesar de la mierda que lo ha alcanzado. Pedirme ayuda no lo
debilita, aunque probablemente se sienta así. Muestra su fuerza. Eso
demuestra que sigue dispuesto entregar su orgullo por su club.
—Eres lo único que tiene Dallas. No tiene una conexión con el club como
Maddie si la tiene. Aún no. Así que haz de ella tu prioridad, y déjanos
manejar a Maddie. La haré mi responsabilidad personal y me asegurare
que este bien cuidada.
Le lleva unos minutos estar de acuerdo, pero finalmente lo hace.
—Voy a llevar a Dallas a Tupelo por un par de semanas. Dale algo de
tiempo para procesar toda esta mierda. Me aseguraré de que se manejen
las cosas con el club. Sólo… —Baja los ojos, pero no antes de que vea la
culpa en ellos—. Cuida a mi chica.
—Considéralo hecho... hermano.
Mi pecho se llena de orgullo ante el sonido de las palabras en mis labios.
Luke me da una sonrisa firme y veo un poco de vida volver a sus ojos. —
Se siente bien, ¿no?
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—No tienes ni idea. —Pero eso es una mentira. Lo sabe. Todos mis
hermanos lo saben. Al igual que yo, se comprometieron y dedicaron su
tiempo a demostrar su valía al club. Fue difícil. Un infierno. Pero valió la
pena. Al final, tenemos la única cosa que sólo pocos experimentarán jamás:
ser miembros de la mayor hermandad del sur.
Los Devil’s Renegades.
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—Manzanas verdes y mantequilla de maní. ¿Cómo lo supiste?
Su sonrisa cae y niega con la cabeza. —Pasará la semana con Red y Regg.
Lo están llevando al rodeo. Y le encanta esa maldita granja de pollos. —
Frunce el labio con disgusto—. No veo cómo soportan el olor.
—Regg me dijo que para él huele a dinero, —le digo, tomando asiento en
uno de los taburetes. Veo como Maddie sumerge una rebanada de manzana
en la mantequilla de maní y luego lo mete entre sus labios. Me siento
incómodamente atraído por el movimiento de su boca cuando se pasa la
lengua por encima del labio inferior.
Habla unos minutos sobre cómo lo agrio de la manzana y el dulce de la
mantequilla de maní juntos hacen el bocadillo perfecto. Luego se dedica a
la cocina, preparando té, enjuagando unas tazas y limpiando los
mostradores sin pensar.
Todo el tiempo, sólo observo y escucho como salta de un tema a otro. Sé lo
que está haciendo, evitando la pregunta que está bastante segura que voy
a hacer. ¿Cómo está?
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—Pensé en salir, pero hay una nueva película en Lifetime esta noche que
me gustaría ver y no tengo cable.
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Lo último que quiero es que se sienta como un caso de caridad. No es por
eso que estoy aquí. Podría haber sido mi intención venir porque le dije a
Luke que lo haría, pero rápidamente me estoy dando cuenta de que no hay
otro lugar en el que quisiera estar.
No es que vaya a ver la maldita cosa de todos modos. No puedo quitarle los
ojos de encima, la forma en que dobla las piernas por debajo de ella. O la
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manera en que se frota el pulgar sobre la rodilla sin pensar. Maldita sea.
¿Quién iba a decir que las rodillas podían ser sexys? Aprieto mis manos en
puños a mis costados para evitar estirarme y tocar esas rodillas. Esa piel.
Esta mujer.
—Perfecto.
Quiero tocarla. Deseo saber si su pierna es tan suave como creo que es.
Nunca he sido el tipo de hombre que no persigue lo que quiere. El problema
con esta mujer es que no puedo tenerla.
A la mierda.
—No tienes mucho tiempo para hacer demasiadas cosas cuando estas
ocupado siendo un prospecto, —admito, sin dejar de trabajar en su talón
mientras sus ojos se entrecierran.
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—¿De verdad? — ¿Con que pedazo de mierda ha estado saliendo en el
pasado? Pensé que eso era obligatorio en una relación Y no solo los masajes
en los pies, también en la espalda, los hombros y el cuello, que a su vez
conducen al sexo.
Después del infierno que el padre de Logan le hizo pasar a Maddie, Luke
se aseguró de mantenerla vigilada cuando ella salía. He estado dando
vueltas por el club durante mucho tiempo lo suficiente como para saber
que dondequiera que fuera, alguien asociado con los Renegades no estaba
muy lejos. Supongo que nunca presté mucha atención a lo protector que
era Luke en realidad.
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Le lanzo una mirada que dice que podría estar mejor.
—Puede que no tenga mucho sexo, pero cuando lo hago es bueno. No todo
el mundo puede tener tanta experiencia como tú, Marty. —Me lanza una
sonrisa juguetona, y espero que no haya sentido el salto de mi polla cuando
dijo mi nombre. Pero no es solo saltar. Esta palpitante. Dura.
—Te lo prometo, cariño. —Mi voz es baja—. Hay un montón de placer que
no puedes conseguir follando en un baño. Placer que requiere que estés
boca arriba, no contra una pared o doblada sobre un lavabo. —Mis ojos se
posan sobre sus muslos y estoy seguro de que guardan un delicioso tesoro
entre ellos. Me tomaría menos de un segundo separar sus rodillas y
enterrar mi cara en su coño.
Lentamente, vuelvo a poner mis ojos en los suyos cuando ella susurra —
Muéstrame. —Está respirando un poco más fuerte. Sus ojos están
entrecerrados. Ella me quiere a mí. Y la quiero. En este sofá. Apoyada en
su espalda. Y si puede pararse cuando hayamos terminado, sobre el lavabo
del baño, solo para demostrar que también puedo hacer esa mierda.
Puede que no haya dicho las palabras, pero hay un acuerdo tácito. Luke
no quiere que sus hermanos la jodan. Nada bueno podría salir de ello. El
MC es su familia. Es mi familia. Y si la mierda entre nosotros no
funcionara, entonces esa familia se desgarraría.
Quiero dejar de pensar, extender la mano y agarrar un puñado de su
cabello, y tirarla hacia mí hasta que sus labios se derritan bajo los míos.
Respiro hondo y toco el parche en mi chaleco. Joder, soy mejor que un
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animal deseándola. No me patearan el trasero y perderlo todo por una
chica.
Apretando mi mandíbula con frustración, me estoy preparando para
disculparme por haberla engañado antes de explicarle que esto no puede
suceder. Ahora no. Nunca jamás. Pero ella no me da la oportunidad.
Parece que está leyendo mi maldita mente.
—No soy una niña pequeña, Marty. Soy una mujer adulta que es lo
suficientemente inteligente para tomar sus propias decisiones. Y tú eres
un hombre adulto.
Se mueve arreglando el dobladillo de su camiseta, girando para estar
frente a la televisión y no a mí.
—Lo entiendo, sin embargo. —Una pizca de tristeza suena en su voz—.
Estoy cansada de estar sola. Especialmente en este momento. —Sus ojos
parecen dilatados, sus párpados pesados, y maldita sea si esa boca no se
mueve de una manera que ruega que la besen.
Joder. ¿A qué coño está jugando conmigo? No tengo ninguna duda de que
sabe que Luke me pidió que la cuidara. Por lo tanto, hay muchas
posibilidades de que lo esté usando eso a su favor, con la esperanza de
romperme hasta que me rinda. Y está funcionando.
—No voy a dejarte sola, Maddie. Voy a estar aquí. Pero eso es todo. Nada
más, —gruño, sonando severo.
No me responde.
Sólo sube el volumen de la tele, rueda de lado y se acuesta como si no
existiera. Siento que mis ojos se dirigen involuntariamente a su trasero.
No haría falta nada para presionarla ahora mismo y tomar lo que quiero.
Lo que ambos queremos.
Quiero decir algo más. Explicarme mejor. Siento como si lo necesitara.
Pero entonces, mueve los dedos de los pies que aún están en mi regazo y
me mira por encima del hombro con una sonrisa.
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—¿Todavía puedo tener ese masaje en los pies?
Y sé que estoy perdonado.
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—¿Adónde vamos? —Su pregunta está teñida de emoción, pero no hace
ningún movimiento para levantarse del sofá.
—Fuera. —En algún lugar con gente. Música. Cerveza. En cualquier otro
lugar que no sea esta casa que parece que se hace cada vez más pequeña,
lo que hace inevitable que acabemos bautizando cada mueble.
¡Maldita sea, soy débil! Sé que he caído en picada porque los malditos
ombligos me excitan.
De la cabeza a los pies está vestida de negro. Botas de caña alta. Vaqueros
ajustados. Chaqueta de cuero. El único color son las letras anaranjadas en
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su cinturón que dicen, PROPIEDAD DE LOS DEVIL’S RENEGADES. No
puedo evitar preguntarme cómo se sentiría ver mi nombre detrás de esas
palabras.
Si.
Es mía.
Tal vez no en todas las formas que quiero que lo sea, pero esta noche, me
pertenece.
—No seas imbécil, Marty —Mi cabeza se gira hacia Maddie, quien me está
disparando una mirada dura—. No han hecho nada malo.
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—Ni siquiera los conoces.
Madie resopla. —¿En serio? Porque creo que les estas poniendo una
etiqueta. —Me estrecha los ojos, pero la sonrisa en sus labios es
juguetona—. Como motociclista, no creo que debas juzgar. Especialmente
desde que todos ustedes se quejan de ese tipo de cosas.
Su risa es tan fuerte y sincera que se gana la atención de casi todas las
personas en la pequeña habitación.
Esa sonrisa que luce es contagiosa, y siento que se me está formando una
en mi propia cara. Me relajo un poco mientras los chicos se mueven a
través de la habitación hacia las mesas de billar.
Levantando mis dedos hacia el camarero, y ordeno otra ronda. Apenas nos
entrega el pedido, brindamos por los campesinos y vaciamos nuestros
tragos hasta el final. Las mejillas de Maddie, que ya están sonrojadas por
el paseo, se oscurecen un poco más cuando el licor comienza a afectarla.
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hábilmente la llevo al ritmo de la melodía de un clásico de Merle Haggard
me hace sonreír.
Riendo, presiona su cuerpo más cerca del mío. Está relajada, feliz... segura.
Una mano está en la mía, la otra en mi hombro. Las pongo alrededor del
cuello antes de agarrar su cintura. Nuestros movimientos son lentos, ya
que me concentro más en abrazarla que en bailar.
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No lo pensé demasiado cuando accidentalmente paseó su sexy trasero por
las mesas de billar buscando el baño. Incluso ignoré la mirada que me dio
cuando me pilló cerrando mis manos en puños y apretando la mandíbula
cuando los hombres la miraron con audacia, una mirada que me desafió a
hacer algo al respecto.
Maldita sea.
—No dije que la tomé. Solo que podría haberlo hecho, —bromea Maddie,
envolviendo su mano alrededor de mi hombro. No se da cuenta, pero su
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posición reduce al mínimo el daño que le puedo hacer a su maldita cara.
Mi gancho de izquierda no es tan fuerte como el de derecha.
—Si estuviese en tu lugar haría lo que te dijo. Por algo lo llaman asesino.
—Dámelo, Maddie.
—Dámelo antes de que me vea obligado a pintar las paredes con su maldita
sangre. —Sus ojos se abren de par en par, pero no con miedo. Está tan
excitada como yo.
Me doy la vuelta para que no me vea luchando con una sonrisa ante la
desilusión en su cara. Es tan desconcertante como divertida. No puedo
decir si está decepcionada porque no me van a dar una paliza, o si cree que
puedo manejar a los seis tipos solo. Un pensamiento me excita. El
otro…todavía estoy elaborando.
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Pero cuando me voy, comete un gran error y dice la única cosa que ya he
decidido no quedará impune.
Con los ojos en Maddie, crujo mi cuello, giro los hombros y le hago un guiño.
Luego, empiezo a entregarle golpes a ese hijo de puta, asegurándome de
reservar energía en caso de que sus amigos también quieran recibir.
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—Mantengamos esta noche entre nosotros. Conozco a algunas personas
que no saben apreciar el humor que hay en esto.
—No estoy cansada —Le levanto una ceja a Maddie mientras lucha con
otro bostezo—. Bueno, no estoy lista para ir a la cama. ¿Quieres ver la
televisión conmigo? Creo que tengo Rocky II en DVR.
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Guardo mi motocicleta, agarro mi bolso y camino hacia adentro para
encontrar a Maddie en pijama y dormida en el sofá. Cuando apago la
televisión, el sonido de sus ronquidos llenan la habitación. Luke me dijo
que no había dormido mucho. Sabiendo que ahora puede hacerlo, tiene a
me pecho hinchándose de orgullo. Tengo un instinto naturalmente
protector, pero se siente aún más poderoso sabiendo que es a Maddie a
quien estoy protegiendo.
No hay ninguno.
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La cama de Logan tiene forma de camión de bomberos y es demasiado
pequeña para mí. Considero dormir en el suelo, pero la cama de Maddie
parece bastante cómoda y no creo que le importe que la use. Si tengo
suerte, tal vez se despierte y se una a mí.
Abriendo un ojo, miro hacia arriba y ahí está. De pie justo al lado de la
cama. Las sombras oscuras de la habitación no me permiten tener una
vista clara de su rostro, pero puedo ver su boca. Esos labios que ruegan ser
besados. Cuando se aprietan sus muslos, mi visión se nubla y es dominada
por la lujuria y el deseo.
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—A la mierda, —gruño, la agarro por la cintura y la tiro hacia abajo
encima de mí. Inmediatamente la volteo para que esté por debajo, y no le
doy tiempo para que recupere el aliento. Tampoco me doy tiempo para
cambiar de opinión. Y sólo la beso.
Sus labios son suaves y cálidos, tal como esperaba que fueran. Me abre la
boca y la reclamo, acariciando suavemente su lengua con la mía. Sabe a
miel. Su cuerpo se siente tan pequeño y vulnerable debajo mío, pero noto
que está ansiosa. Casi desesperada. Gime en mi boca mientras sus uñas
encuentran mis hombros y cavan. Cuando tuerce las caderas para
frotarme el muslo, casi pierdo el control.
—Vamos a ir al infierno por esto, —le digo, con voz baja y gruesa mientras
le bajo los pantalones cortos por las piernas.
Mierda.
Me deslizo por su cuerpo mientras paso mis manos por debajo de su trasero
levantándolo, para acercar su humedad a mi cara, y lentamente arrastro
mi lengua a lo largo de su coño. Sus manos se cierran en puños agarrando
las sabanas mientras suelta un largo y bajo gemido que me hace gruñir
contra su suave carne. Las vibraciones de mi voz envían placer a su cuerpo,
y sus muslos se tensan alrededor de mi cabeza en un intento de acercarme.
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en las paredes húmedas de su coño. Así que encuentro el pequeño e
hinchado clítoris que contiene la promesa de su placer. Y la mía.
—Dime cómo quieres que te folle, Maddie, —exijo, manteniendo mis ojos
en los de ella mientras coloco el condón en mi polla. Todavía está sin
aliento y tambaleándose, tratando de concentrarse en mis palabras—.
Dime, nena, —le digo, en voz baja. Le froto las piernas con las manos de
arriba hacia abajo, tratando de sacarla de ese estado de euforia en el que
todavía parece estar.
Está suplicando. Me gusta eso. Estoy listo para darle lo que pida. Así que
alineo la cabeza de mi polla en la entrada resbaladiza de su coño. —Joder...
—siseo. Esta tan apretada. Realmente estrecha. Me temo que la estoy
lastimando, pero ensancha sus piernas y levanta sus caderas en invitación.
Empujo más lejos, ignorando el impulso de volver, aunque mi cuerpo lo
exija.
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doy. Me entierro por completo, saco casi todo de su cuerpo y vuelvo a
entrar.
—Háblame.
—¿Te gusta sentir esta polla en ese dulce y pequeño coño? —Su respuesta
es un gemido suave. Empujo fuerte en su interior—. Te hice una pregunta.
—Si.
Empujo con fuerza otra vez. —¿Sí qué? —Le toma un momento, pero
finalmente encuentra el aliento para responderme.
Sus ojos se abren y se fijan en los míos. Son anchos y están en estado de
shock. Sus mejillas están rosadas por la vergüenza. Pero su coño se aprieta
mucho a mi alrededor.
—¿Te gusta cuando te digo que te has portado bien? —Me mira fijamente
con la boca abierta. Pero asiente con la cabeza.
La inocencia en su cara es demasiado. Esta chica es una zorra sexual y ni
siquiera lo sabe. Soy su protector. Prometí cuidarla. Y lo estoy haciendo.
Hay algo deliciosamente pervertido en decirle cuando ha hecho algo que
me enorgullece. O hay algo aún más pervertido en su vulnerabilidad que
la hace naturalmente sumisa.
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—Ponte de rodillas, Maddie. —Espero que se someta instantáneamente a
mi demanda, pero me sorprende cuando sacude la cabeza. Le levanto una
ceja—. Alguien quiere ver qué pasa cuando es una chica mala.
Asiente con la cabeza, sus caderas meciéndose contra mí con cada palabra.
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saliendo de su interior, todo junto hace que se venga con fuerza a mi
alrededor.
Reduciendo mis golpes, espero a que baje antes de tirar y voltearla hacia
su espalda. Sus están párpados pesados y eso me hacen sonreír.
—Acabamos de empezar.
Muevo mis labios por su cuello mientras lanza su cabeza hacia atrás con
un gemido. Sus uñas se clavan en mis hombros cuando muevo mis caderas,
provocándola hasta que choca contra mi cuerpo. Mis manos se aprietan en
su cintura, deteniéndola, forzándola a tomar sólo lo que quiero darle.
—Quiero oírte rogar, —le digo, mi boca bajando hasta su pezón fruncido.
Me tomo mi tiempo, lo masajeo con mi lengua y lo muerdo con mis dientes
cuando ella se niega a darme lo que quiero.
—Por favor...
—Vas a tener que hacerlo mejor que eso, Maddie. —Sacudiendo mis
caderas, le doy una muestra de lo que puede tener. Si la chica testaruda e
irritante lo pidiera—. ¿Quieres que te folle contra la pared? ¿Follarte con
fuerza? —Empujo de nuevo.
—Quiero tu boca en mí, —dice. Tiene los ojos cerrados. Se niega a mirarme.
—Más abajo.
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—Ya sabes dónde. —sonrío. Lo único que me impide explotar dentro de
suyo es esa mirada en su cara. Sea lo que sea por lo que haya pasado, no
importa en este momento. Sólo está pensando en mí, en mi boca, mi lengua,
mis manos…. Y por supuesto, mi polla. Saber que tengo el poder de
reemplazar toda la mierda que hay en su vida, me prende fuego.
Con las piernas temblorosas, la conduzco los pocos pasos hasta el baño.
Creo que piensa que nos estamos preparando para una ducha. Esta muy
equivocada. La giro para mirar hacia el espejo, presionando su cuerpo
contra el lavabo. Me mira por el espejo. Parezco un asesino. Se ve deliciosa
y completamente follada con sus mejillas sonrojadas y su mirada
ligeramente cerrada.
Tomo su cabello en un puño con unas de mis manos, pateo sus pies para
separarlas y alineo mi polla hacia los húmedos labios de su coño. —Voy a
mostrarte lo bueno que debería ser el sexo en el baño. —Sus ojos se abren
de par en par y luego se cierran cuando me hundo en su interior.
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No me tomo mi tiempo. No soy suave ni lento. Me la follo duro y crudo,
como si estuviéramos en un bar. Sus gritos se hacen más fuertes y los
amortiguo con mi mano, dándole la experiencia completa de cómo sería el
sexo en público conmigo. Y le encanta.
En el momento en que su coño late con su orgasmo, voy a chocar con ella
por última vez antes de venirme.
Está flácida y sin vida cuando la saco. Sus ojos están cerrados, o me la he
follado hasta la muerte, o está durmiendo de pie. Voy a ir con lo último.
Tiro el condón a la basura y luego la llevo de vuelta a la cama, con un solo
pensamiento mientras la acomodo en mis brazos.
La he cagado.
Yo soy su Diablo.
Y voy a hacer que nos quememos.
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Capítulo 1
Maddie
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estaría más dispuesto a pasar algún tiempo conmigo en lugar de estar con
el club, especialmente ahora que estamos saliendo abiertamente y todo el
mundo es consciente de ello. Pero parece que desde que nos hicimos
oficiales, he pasado a un segundo plano en su vida. Quedar en segundo
lugar es una sensación de mierda.
El camarero me da un Martini con vodka, por cuenta de la casa, hasta que
se cumplan los diez minutos. Incluso me permite beber después de horas
mientras limpian el local. Así que eso es exactamente lo que hago. Bebo,
ignorando todo lo que me rodea y ahogando todas mis penas en vodka
hasta que llego al punto que he estado buscando conocido como
jodidamente mierda. Es en estos momentos de estar en un aturdimiento
por esta borrachera que no me importa lo que Marty haga con su vida y
hago un plan para dejar su lamentable trasero y encontrar otro. Y hago
todo esto sabiendo que esta noche lloraré hasta quedarme dormida. Luego
lo dejaré entrar, me despertaré, me hará el amor y me pedirá perdón, el
cual le daré. Como siempre lo hago.
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—Apuesto a que sí. —El gruñido bajo es depredador. Las manos alrededor
de mi cintura son posesivas. Mi espalda contra mi auto se siente fría. Y el
camarero no está aquí porque está preocupado. Está aquí porque está
buscando un sexo fácil.
Sus manos están en mis vaqueros ahora. Está gimiendo contra mi oído,
escupiendo líneas sucias y explícitas que me niego a procesar. En vez de
eso, bloqueo el sonido de su voz y cierro los ojos, tratando de averiguar
cómo llegué aquí.
He sido malcriada por el MC, protegida por mis hermanos. Cada vez que
algo malo pasa en mi vida, soy consentida. Cuidada. Rodeada por un
ejército de hombres. Asegurada por mis hermanas. Y mientras paso
semanas después de cada incidente acurrucada en una bola y llorando
hasta quedarme dormida, el club está manejando mis problemas.
Tal vez si no hubiera estado tan protegida, podría haber frenado esta noche
antes de que empezara. Pero una vez más, mi debilidad es la ganancia de
otro. Esta noche, ese alguien es el camarero. Mientras me presiona con
fuerza, dejándome sentir su enferma erección, encuentro la fuerza para
susurrar mi propia serie de líneas explícitas en su oído.
—Voy a matarte por esto. Juro por mi vida que pagarás por cada mujer a
la que hayas lastimado.
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Me sonríe, la vista es aún más repulsiva porque estoy viendo a dos de él.
—Me gusta cuando me hablas sucio.
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Capítulo 2
Marty
Un año después.
Mis dedos se deslizan sobre los sucios y naranjas hilos, cada uno de los
cuales representa una parte diferente de mí.
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Pero no hay parche para la parte de mí que sufre por la pérdida de Maddie.
Me rompió el corazón, y este chaleco es la razón por la que me dejó. Una
razón que nunca explicó del todo, porque no sentía que tuviera que hacerlo.
Supongo que nuestro amor era una calle de un solo sentido. Así que ahora,
sólo tengo un propósito en esta vida.
Un Devil’s Renegade.
Se vuelve hacia mí, el fuego ardiendo en sus azules ojos. —Lo hicieron
durante el fin de semana.
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Inhalando, le doy la bienvenida a la sensación que me produce la primera
pitada matutina. Ahora que puedo pensar con más claridad, vuelvo a
prestar atención a mi presidente que está muy cabreado. —¿De dónde
diablos sacan la idea de que pueden montar un negocio donde quieran?
—Déjame ir hoy a ver qué pasa. Les daré un pequeño regalo de bienvenida.
Comienza a decir algo, pero la puerta se abre y ambos nos giramos para
ver quién es. A primera vista, mi cara permanece fría y parece
completamente inalterable. Pero mi cuerpo se detiene.... contengo la
respiración... y mi corazón se acelera. Porque es ella, Maddie.
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físicamente, sino también mentalmente. Después de eso, necesitaba algo
más que sexo. Así que se lo di, quería hacerlo.
Con la bendición de Luke, fuimos más felices que nunca. Tenía mi familia,
mi club y la mujer perfecta. Me volvía loco, y me encantaba. Estar a su
lado fue una emoción constante y una prueba de mi paciencia y fortaleza.
Era como si estuviera viviendo al límite, esperando a que diera el siguiente
paso que finalmente la pondría en peligro, para que luego la pudiera ir a
rescatar.
—No estoy lista, Marty. Creí que sí, pero he estado en el club toda mi vida.
Quiero asegurarme de que lo que tenemos es real, es decir, que no es solo
está en mi cabeza.
Eso fue hace casi un año. Pero sigo sin poder librarme de ella. Cada vez
que la veo tengo esta sensación. Es como la nicotina de un cigarrillo, el
alcohol del whisky. Es una sensación relajada y feliz que tienes cuando
fumas hierba. Todas las cosas que me hacen sentir bien vienen de Maddie.
Y sin esa bondad... Ya no quiero sentir.
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Una parte de mí se pregunta si está pensando sobre nosotros como también
lo hago. Aunque intente ignorarme, sabe que estoy aquí. No hay forma de
que no vea mi cuerpo de doscientas veinte libras en el taburete. Pero, de
todas formas, me pasa completamente por alto y busca a Luke. Cuando
desliza un juego de llaves por la barra, me acerco para detenerlas. Con el
movimiento repentino, finalmente pone esos grandes ojos azules sobre mí.
—Entonces, —dice Luke, y no tengo que mirarlo para saber que lleva esa
sonrisa engreída y tan característica suya. Está claro que le divierte el
efecto que Maddie tiene todavía sobre mí, y el hecho de que prefiero
ahogarme en licor que hacer algo al respecto—. ¿Todavía quieres ir al
norte?
—Jodidamente sí.
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Elvira es el nombre de mi perra, una Harley Street Glide hecha a medida
con un motor de 110 que se pondrá en marcha de primera. Mi chica llega
a 140, y debido a mi mañana de mierda, la estoy pisando a fondo. Con la
velocidad reduzco a la mitad mi tiempo de viaje, y dos horas más tarde a
la ciudad donde pronto sabrán quien soy.
Water Valley es una pequeña ciudad ubicada justo al sur de Oxford, hogar
de Ole Miss College y la granja de marihuana medicinal más grande del
país. Debido a que no tenemos ningún club a menos de cien millas de esta
área, Madness ha elegido este lugar en particular para establecer su
negocio. Por desgracia para ellos, estoy a punto de cerrarlo.
Apagando el motor, puedo sentir sus ojos en mí. No estoy nervioso de que
me superen en número. No temo por mi vida. Tampoco son estúpidos como
para matarme, pero no son tan listos como para mantener la boca cerrada.
—¿Estás perdido, amigo? —Alguien grita desde una distancia segura. Sólo
sonrío y sacudo la cabeza mientras desmonto mi motocicleta. ¿Amigo? ¿En
serio?
Los diez hombres que se alinean en la parte delantera del edificio tampoco
son muy impresionantes. Son jóvenes, arrogantes y tres de ellos ni siquiera
llevan camisa, a pesar de que es un día inusualmente frío por ser octubre.
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Paso de largo, ignorando las miradas y el cuchillo en la mano de un
muchacho. En el interior, la iluminación es tenue, el humo es denso y las
paredes están cubiertas de yeso en todos lados. Carteles, banderas,
calcomanías y fotografías cubren todas y cada una de las superficies.
Incluso las losas del techo están pintadas en blanco y negro. Han trabajado
muy duro en este lugar. Y por eso, será aún más satisfactorio cuando lo
queme hasta los cimientos.
Coloco un billete de diez sobre la barra y le digo que se quede con el cambio.
Soy consciente de los hombres que están detrás de mí. Puedo sentir sus
miradas letales en mi espalda. Están tratando de amedrentarme con su
silencio. Pero no soy tan fácil de intimidar.
Quiero reírme de lo que veo. Incluso con chalecos de cuero, siguen sin
parecerse a unos motociclistas. Sienten que tienen una ventaja porque el
número de personas es mayor. Pero, este no es mi primer rodeo en
solitario. Y además de eso, parecen un montón de tipos recién llegados de
un campo de refugiados. Qué jodida broma.
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años de edad y su parche muestra ser el vicepresidente. Sólo tengo
veintinueve años, pero la inocencia de su cara me hace sentir mucho
mayor.
—Nadie habla con mi vicepresidente sin pasar primero por mí. —Poco a
poco, vuelvo mi mirada hacia uno de los imbéciles sin camisa. Por
supuesto, Sargento de Armas, el hombre responsable de mantener el orden
en el club. Si no tienes la fuerza suficiente para ocupar esa posición, pasas
a ser un estúpido.
—Tú y yo, —dice, señalando entre nosotros. Supongo que en breve estará
recibiendo.
Como el tonto que es, trata de apurarme. Mis pies ni siquiera se mueven
al extender mi brazo derecho y darle un golpe en la mandíbula que lo deja
inconsciente.
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un buen trabajo ocultando sus emociones—. Tú eres el hombre que está a
cargo aquí. ¿Te importaría decirme qué demonios estás haciendo en mi
ciudad?
—Vete. Ahora.
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—Diez, nueve... —Silencio mi cuenta regresiva mientras abro las botellas
con los dientes. Cuando pongo los pañuelos en sus cuellos, golpeo mi
encendedor contra mis vaqueros. Les toma un momento entender mi plan,
y en el momento en que lo hacen, me doy cuenta de que el tipo de antes
pone su mano detrás de su espalda de nuevo.
Tan pronto como sus pies golpeen la grava, lanzo la primera botella por el
aire. Se rompe contra la pared exterior y su bandera en blanco y negro se
enciende inmediatamente.
Tiro la segunda botella y oigo que se rompe por dentro. Pronto, las llamas
se abren paso a través de las paredes. Estoy al lado de los Madness,
deleitándome con la mirada en sus rostros. Están enojados, tristes,
conmocionados.... y no pueden hacer nada al respecto.
—Oye, amigo, —no hablo con nadie en particular—. Anda, llama a tus
secciones de ColdWater y Falkner. —Sacando una tarjeta de contacto de
mi chaleco, la lanzo en su dirección—. Dile a esos hijos de puta que voy
para allá.
48
Capítulo 3
Marty
Esta noche, el cielo está nublado, la luz de la luna no alcanza para iluminar
esta oscura noche. Mis ojos se ajustan para cuando llego al cobertizo que
está al lado de la casa de Luke. La única luz proviene de un cigarrillo. Creo
que la silueta que lo sostiene no es otra que la de Maddie.
49
nocturna. Este es el tipo de efecto que esta mujer tiene sobre mí. En
realidad, es bastante patético.
Me bajo de la moto y me doy cuenta por el rabillo del ojo de que me está
observando, y recordando. Al quitarme los guantes, flexiono mis dedos
entumecidos, los que solían bombear dentro de su cuerpo hasta que se
corría. Luego me saco el chaleco y lo cuelgo del manillar mientras me quito
la chaqueta, la que tantas veces colgué en el poste de su cama todas esas
noches que estuvo envuelta en mis brazos. Después de quitarme la
chaqueta, me deslizo el chaleco nuevamente alrededor de mis hombros,
como lo hacía antes de despedirme de ella. Se paraba en la puerta y me
veía marchar, hasta que ya no era visible. Eran buenos tiempos.
—Fuera.
Tiene los zapatos de Luke en los pies, y una camiseta que le queda
demasiado grande que cuelga por debajo de las rodillas. No hay un par de
pantalones cortos a la vista, y me muerdo la lengua para no quejarme al
pensar que está casi desnuda, a sólo un metro de mí.
Puede evitarme todo lo que quiera, pero sé que también la afecto. Si los
pezones duros que presionan su camisa no son suficientes para delatarla,
el apretar de sus muslos en busca de algún alivio lo es.
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—¿Cuánto tiempo planeas ignorarme, Maddie? —pregunto, de repente
abrumado por la necesidad de detener este estúpido juego que hemos
estado jugando durante casi un año.
—No querías la verdad, Marty. Querías que te dijera solo lo que querías
oír. —Su voz tiembla y evita mi mirada mientras enciende otro cigarrillo,
olvidando el que aún está encendido en el cenicero. Lo que sea que no me
esté diciendo la inquieta. No debería importarme. Ha pasado un año. Pero,
maldita sea, aun así, me mata verla enfadada. Incluso si soy la razón.
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—No trates de engañarme, —dice, la intranquilidad se desvanece y es
reemplazada por la misma Maddie testaruda con la que he estado lidiando
durante años—. Sabes por qué me fui.
Dejo escapar una breve carcajada, más que nada por su ridícula actuación
de mí que por sus palabras, palabras que he oído a repetición durante
meses. —Oh, ¿así que ahora soy un imbécil porque quería demostrar mi
valía al club?
—Le debo todo a mi club, cariño. Tú más que nadie deberías ser capaz de
respetar eso.
La ira que irradia de su cuerpo produce que los nudillos de sus manos se
vuelvan blancos por el agarre de muerte que tiene sobre sus rodillas.
—¿Respetar eso? Crecí en este club, Marty. He sido parte de esta vida
mucho más tiempo que tú. Es más que respetarlo, porque es una parte de
mí.
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enfermizo sentimiento de rechazo parece crecer dentro de mí al momento
de la admisión. Durante un tiempo no estuve seguro de que fuera verdad.
Pero nunca lo negó. Y era la única explicación razonable. Incluso ahora,
parece casi aliviada por mis palabras.
—Mira —deja escapar un largo suspiro, y puedo decir por la forma en que
evita mis ojos que, una vez más, no va a confirmar o negar la verdad sobre
por qué me dejó—. Lo que tuvimos fue genial, pero sabes tan bien como yo
que perdimos la chispa.
Estoy bastante seguro de que aún conservo esa chispa. Puede que no sea
amor, pero es algo, sea lo que sea, estoy seguro que lo echo de menos. He
tratado de encontrarlo en otras mujeres, pero no están a la altura de
Maddie.
—No puedo esperar para siempre, cariño. ¿Estás segura de que esto es lo
que quieres? —Sin dudarlo, casi como si estuviera mentalmente preparada
para este momento, responde.
—Estoy segura.
Así que la dejo ir. No sólo su mano, sino toda ella. Nuestros recuerdos,
nuestro amor y esa chispa que aparentemente sólo yo siento. Y sin siquiera
mirarme a los ojos, se aleja, matando cualquier esperanza que tuviera para
nosotros.
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Son las siete de la mañana. Una perra cuyo nombre no recuerdo está
desnuda a mi lado. Hago un gesto de dolor al sentarme, frotando mis sienes
en un intento de aliviar el latido. Miro alrededor de la habitación, notando
que hay ropa desparramada, botellas de whisky esparcidas y huele a
hierba mezclada con sexo.
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—Recibí una llamada hace unos minutos de un tipo llamado Snake. ¿Lo
conoces?
—Reunión, —oigo decir a Luke detrás de mí. Evito los ojos de mis
hermanos mientras tomo mi café y me dirijo hacia la habitación donde
tenemos la capilla.
55
para encontrar a Regg que me muestra una sonrisa antes de tomar su
asiento a mi lado. —También quemaría a ese hijo de puta, —dice para que
sólo yo lo pueda oír. A pesar de la situación y de la furia de mierda que
siento en mi pecho, sonrío.
—¿Qué pasó? —No tengo que mirar a Luke para saber que me está
hablando. Sin dudarlo, instruyo a mis hermanos, asegurándome de
mirarlos a los ojos a cada uno.
Cuando termino, trato de leer sus caras, pero no revelan nada. Regg, que
nunca ha tenido problemas para decir lo que piensa, es el primero en decir
algo. —Creo que recibieron exactamente lo que se merecían. —Todos los
ojos se vuelven hacia él mientras continúa—. Hemos trabajado demasiado
duro por este parche.
—Es una mierda que puedan entrar y hacer lo que quieran. Digo que los
quememos a todos. —Algunas cabezas asienten en acuerdo con Regg, pero
mantengo mi enfoque en Luke. Puedo ver la vena de su cuello hincharse
con cada latido de su corazón. Lo que sea que esté pensando, lo está
haciendo enojar. Sólo espero que la ira se dirija más hacia los Madness que
hacia mí.
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Finalmente, habla. —Puede ser un policía, pero una vez que se pone ese
chaleco, es considerado un marginal, igual que nosotros. Me importa un
carajo quién dice que es. A los ojos de la ley, él es tan parte de una banda
como nosotros. No es tan estúpido como para entregarnos. Pero incluso si
lo hace, no tiene una base sobre la que apoyarse. —Las palabras de Luke
abren la conversación en la mesa, y pronto el club está construyendo un
plan para eliminar las secciones restantes de los Madness MC que han
invadido nuestro territorio.
Sostiene un papel, pero estoy demasiado lejos para leerlo, y no tengo que
hacerlo.
57
horas para atraparme, Luke sabe que deben tener una buena razón para
estar aquí.
Le diré de una vez por todas cuánto la amo. Lo mucho que significa para
mí. Cuánto lamento no ser el hombre que ella necesitaba que fuera. Le
rogaré que lo entienda. Suplicare por la verdad. Pediré perdón. Hare todo
lo que pueda en estos últimos momentos de libertad para convencerla de
que ningún otro hombre la amará de la manera en que yo lo hice.
Pero no está aquí.
Cuando el coche se aleja, me doy cuenta de que todo lo que quería decirle
y que debería haber dicho hace meses. Tendría que haberme tragado mi
orgullo. No debería haberme rendido tan fácilmente. No quiero nada más
que corregir lo que está mal.
Ahora, es demasiado tarde.
58
Capítulo 4
Marty
—Recluso —dice el ayudante del sheriff, y levanto la vista para ver que
abre mi celda—, el abogado está aquí.
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Me llevan a una pequeña habitación que consiste en una mesa de metal,
unas cuantas sillas y una ventana de doble sentido. El ayudante del sheriff
se va mientras Alan entra. Sólo tiene 30 años, pero es muy bueno. No sé si
es hábil, o si deja que su guapo rostro gane casos. Me importa una mierda,
sólo necesito que me saque de aquí.
Mirando hacia abajo, lo que veo no sólo está en blanco y negro, sino
también en color. Ahí estoy, en carne y hueso. Mueve las imágenes
mientras habla. —Estos son fotogramas tomados cada cinco segundos. Te
acercas al lugar. Vas a tomar una cerveza. Estás golpeando a un hombre.
Vas detrás de la barra. Oh y mira —sostiene una foto frente mío,
sacudiéndola furiosamente en mi cara—, estás lanzando una bomba casera
a un edificio.
—Cálmate, —le digo, encontrando extraño que sea yo quien trate de hacer
que domine su temperamento—. ¿Esto es admisible?
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varios momentos antes de que recupere el control. Pasando sus manos por
las solapas de su traje, respira profundamente. Agarrando el respaldo de
la silla, se mece hacia adelante y hacia atrás sobre sus talones—.
Admisible, —se ríe a carcajadas.
¿Cuarenta años? Sería un hombre viejo. Tenía que haber otra opción. —
No podré soportar tanto tiempo, —digo, sobre todo a mí mismo. Alan no
está escuchando, está al teléfono.
—Bien —dice, mirándome a los ojos—, Pero te voy a cobrar de todos modos.
—Metiéndose el teléfono en el bolsillo, empieza a meter todo en una
carpeta como si estuviera a punto de irse.
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—¿Adónde diablos vas? —Pregunto, un poco más asustado de lo que había
planeado.
—Ese era Luke. Dijo que Punkin está exigiendo que la veas antes de que
vayas a juicio. Intentaré que se aplace el juicio hasta el viernes. Estará
aquí por la mañana. Buena suerte. —Golpea la puerta, esperando a que el
guardia la abra.
—Espera... —Grito, tirando de las esposas que me tienen atado—. ¿Así que
eso es todo?
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—Menos mal que cometí mi crimen el lunes, —sonrío, encontrando en la
conversación fácil una distracción que es bienvenida.
Se ríe. —En serio, hombre. Hago esta mierda a tiempo parcial. No busco
una confesión, sólo trato de no quedarme dormido.
Aburrido, le doy la situación, pero dejo de lado cualquier cosa que pueda
ser usada en mi contra. —¿Alguna vez has trabajado duro por algo? ¿Algo
que significaba el mundo para ti? ¿Qué te dio un propósito y una razón
para vivir?
—Estaría cabreado.
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codos sobre sus rodillas y me lanza una mirada fulminante—. Pero ¿Valió
la pena?
Me pongo de pie, metiendo las manos en los bolsillos mientras paseo por
la habitación. —No es un no, pero tampoco es un sí. Hay pros y contras en
mis acciones.
—Siempre hay una respuesta correcta, pero tal vez estoy haciendo la
pregunta equivocada. —Oigo el ruido de las llaves y miro para ver cómo
abre mi celda—. Creo que la verdadera pregunta es, ¿lo harías de nuevo?
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de él mientras me lleva por el pasillo hacia el patio—. Creo que será mejor
que nos fumemos un cigarrillo. Podría ser el último que consigas en un
tiempo.
A las diez de la mañana del siguiente día, estoy sentado en una silla,
esposado al suelo, esperando a mi visitante. Hay algo en estar fuera de la
celda que me hace sentir humano. Me imagino que estoy en cualquier otro
lugar que no sea este, cuando la puerta se abre y entra el ayudante del
sheriff, revisa mis esposas, le hace señas a mi visitante para que se siente,
y luego nos deja.
—Bueno, voy a por mis cigarrillos. —gritando golpea la puerta para que
alguien la deje salir y eso me reír.
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La jueza simpatizaba con su caso y había recibido una sentencia
sorprendentemente leve por un crimen tan espantoso. La habían liberado
antes por buena conducta y ahora estaba completamente rehabilitada,
aunque de vez en cuando hacía cosas raras y locas que sólo podían
explicarse por el hecho de estar recluida por tanto tiempo.
Sacude su pelo. Esta rubia hoy pero probablemente será de otro color
mañana. —Perdón. Sólo divago cuando estoy nerviosa. No me gusta este
lugar. ¿Qué necesitas?
—¿Vas a hablar o me vas a tomar una foto mental para masturbarte esta
noche? Puedo quitarme la camisa si quieres, —guiña el ojo y mi humor
oscuro se aclara.
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Asiento con la cabeza.
—Sí.
—¿Eran precisas?
—Mucho.
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—Maldita sea, Punkin... —Juro que esta mujer tiene la capacidad de
concentración de una niña de dos años en una sesión de fotos en medio de
Disney World.
—Así que, si consigo una fianza, ¿podría tener un año libre antes de que
tenga que volver?
—Obtendrás treinta por treinta, lo que significa que por cada treinta días
que sirvas, treinta serán eliminados de tu sentencia, reduciendo tu tiempo
a la mitad. El fiscal querrá hacer un trato contigo. Haz que te ofrezcan diez
años. Servirás un año aquí, cuatro en la cárcel y cinco en papeles. Con un
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cargo de incendio provocado, eso es lo mejor que vas a conseguir. —Sus
palabras son agridulces. Puede que no tenga que servir mucho tiempo,
pero aun así tengo que ir a prisión.
Cinco años. Podría cumplir cinco años. Pero eso si el fiscal me da la oferta.
—¿Seguro que recibiré esa oferta? —Recostada en su asiento, se quita el
cigarrillo de la boca y me da una sonrisa confiada y palabras que me
recuerdan por qué la amo.
Me pongo en la fila con los otros prisioneros mientras nos bajamos del
autobús en medio de la nada. El edificio de concreto está rodeado de
guardias armados, alambre de púas y puertas cerradas. En kilómetros a
la redonda no hay nada más que campo abierto. Es la mierda más
deprimente que he visto en mi vida.
Los grilletes en mis tobillos me obligan a arrastrar mis pies hacia mi nuevo
hogar. Desde el momento en que se abre la primera puerta, recuerdo mi
69
realidad. Ya no soy propiedad de los Devil’s Renegades. Ahora soy
propiedad del estado.
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Capítulo 5
Maddie
—No soy idiota, Red —Puedo sentir que mi ira aumenta—. No me llames
así. —Rechaza mi advertencia con un movimiento de su mano.
—Bueno, te comportas como una idiota. Estas así de cerca de decir una
frase de Forrest Gump. —Levantando sus brazos y entrecerrando sus ojos,
me muestra sus manos en puños—. No me obligues a hacerlo.
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——Eres muy madura. ¿lo sabes? ——Mi respuesta es una mierda y me cabrea
más. Así que hago lo de siempre cuando no tengo una respuesta decente,
me voy.
——¡Logan!
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——¡Tienes esa reunión hoy! ——Nunca he estado más agradecida por los
muros que hay entre nosotros mientras murmuro una serie de palabrotas
mientras y me levanto del sofá. Dejo que mi hijo me recuerde que tengo
cosas que hacer aparte de quedarme aquí y sentir lástima por mí misma.
Me cruzo con Red en el pasillo, poniendo los ojos en blanco ante su sonrisa
engreída. Mirando dentro de la habitación de Logan, lo encuentro jugando
a un videojuego. ——Diez minutos, ¿sí?
Deslizándome sobre una falda negra y una blusa de seda a juego, busco en
el fondo de mi armario tacones que se vean menos sexys y más
profesionales. Frustrada y sudando, grito pidiendo ayuda a Red mientras
me arreglo el pelo y me pongo algo de maquillaje.
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——Llegas tarde a todo, ——murmura Red, cayendo de rodillas para hurgar
en mi montaña de zapatos—. Esto es ridículo, Maddie. Nadie debería tener
tanta mierda. —Sigue quejándose, pero la ignoro mientras me tuerzo el
pelo con una pinza, me cubro las pestañas con rímel y luego me aplico un
poco de brillo para labios. Para cuando esté lista, Red ya habrá encontrado
mi par de tacones negros más apropiados.
No tengo que ver su cara para saber que está poniendo los ojos en blanco.
Abriendo la puerta principal, se gira para mirarme. ——Si tuvieras cien
hijos, deberías buscar un nuevo pasatiempo.
Y quieren que se vaya en tres semanas y que se quede allí por el resto del
año escolar. Claro, puede venir a casa en Navidad y en las vacaciones de
primavera, y puedo visitarlo tantas veces como quiera. Pero, no puedo
soportar la idea de que mi hijo esté viviendo en otra parte del país cuando
debería estar aquí... conmigo, su mamá.
——Parece que necesitas esto, ——dice Dallas, dándome el vaso de vino que
había estado bebiendo. Veo la lástima en sus ojos y es suficiente para que
me beba el vaso entero. Al darme una palmadita en el hombro, me ofrece
una sonrisa alentadora antes de sacar algo un poco más fuerte del
refrigerador. Este es uno de esos raros momentos en los que puede lucir
como una hermana mayor.
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Con una botella de Gray Goose y dos vasos en la mano, mueve la cabeza
hacia la puerta. Dudando, la sigo afuera, sin querer dejar a Logan con un
Luke muy animado.
——Pensé que me quedaban por lo menos diez años, ——le digo a Dallas,
cayendo en una de las sillas de jardín debajo del garaje—. No debería tener
que preocuparme de que se vaya a la universidad ahora. Sólo tiene nueve
años. ——Me da un vaso que acepto con impaciencia. Después del primer
trago, no dejo que la quemadura se asiente antes de terminarlo y sostengo
mi vaso para que lo llene de nuevo.
——Es sólo por un tiempo. ——El débil intento de Dallas de hacerme sentir
mejor sólo aumenta mi frustración.
——¿Un tiempo? ——Abro los ojos para mirarla fijamente—. ¿Entonces qué?
¿Vuelvo a inscribirlo en cuarto grado? No hay vuelta atrás una vez que
vaya a la universidad, Dallas. Tú lo sabes. Aunque esto es sólo un
campamento en una universidad, para él es algo real.
Antes de que pueda decir algo, la puerta se abre y Logan llega disparado.
——Voy a la casa club, mamá, ——me grita, doblando la esquina sin siquiera
mirarme a los ojos. No actúa ni suena como un genio. Se comporta y habla
como un niño pequeño, mi niño pequeño. Una vez más, echo la cabeza hacia
atrás y gimoteo.
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que parece estar molesta. Todos los demás, especialmente Luke, son del
equipo Logan.
Miro a Luke con su camisa de vestir blanca con las mangas arremangadas,
sus pantalones caqui y su cara diabólicamente guapa, luciendo como el
CEO de todo lo que es maravilloso y perfecto. Y no quiero nada más que
golpearlo en la cabeza. Necesito al Luke, también conocido como el
presidente de los Devil's Renegades, el intrépido motociclista macho alfa
que miraba a Logan y decía, Escucha a tu mamá. Me importa una mierda
cuál sea tu coeficiente intelectual. Ella es más inteligente que tú. En cambio,
tengo que tratar con el Sr. Apoyo.
—No va a ir. — Trato de sonar firme, pero mi voz tiene un temblor y siento
lágrimas que me pican en la parte posterior de mis ojos.
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No me importa sentarme aquí y enumerarlas a todos para defender mi
caso. Pero Luke me corta, arrodillándose entre mis piernas y acunando mi
cara en sus manos. —Logan no te necesita para hacer sus cereales.
Escoger sus malvaviscos. O ponerse tiritas. ¿Y cuándo ha tenido ese chico
alguna vez una pesadilla?
Haciendo una pausa, respira hondo y sé que está buscando las palabras
adecuadas para decir. Bueno, puedo ayudarlo, no hay ninguna. —
Necesitas todo eso. Él no. Ha sido autosuficiente durante más tiempo del
que puedo recordar. Esta es una oportunidad para que sea un hombre
extraordinario. Merece esta oportunidad. Se merece todo de lo que te
privaron cuando eras una niña.
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hablar con Logan desde la reunión de hoy. Está demasiado excitado para
que diga algo que pueda estropear su estado de ánimo.
En tiempos como estos, extraño más a Marty. Lo había salvado una y otra
vez cuando era prospecto, ofreciéndole aliento, comida, orientación y
prestándole una oreja cuando necesitaba desahogarse, lo cual era bastante
frecuente.
A cambio, él también me había dado algo. Supongo que se puede decir que
me salvó. Tal como Julia Roberts le dijo a Richard Gere en Pretty Woman
cuando le preguntó qué hizo la princesa una vez que el príncipe subió a la
torre para rescatarla. Ella lo rescató también.
Eso es lo que Marty hizo por mí. Cuando yo estaba débil, herida, y frágil,
Marty era el fuerte. Fue la única vez que no me importó que me
protegieran y cuidaran. Porque nunca me hizo sentir débil. En realidad,
me hacía sentir como una mujer. Siempre supo qué decir. Como
sostenerme. Fue mi consuelo desde el primer día que se puso el chaleco de
prospecto.
—Hola, mamá. —Incluso en los ojos de mi hijo, veo lástima. Pero su voz es
fuerte y decidida. Está listo para convencerme de que lo deje ir. Y hasta ha
sacado la mejor munición que puede usar contra mí, helado de crema con
nuez de Blue Bell. Maldito tramposo.
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Sacudiendo mi cabeza, le devuelvo la sonrisa y palmeo el colchón. —Ven.
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—Quiero ir al campamento. —Directo al grano, ese es mi Logan. Con sólo
mencionarlo, su entusiasmo crece—. Tomaré clases universitarias de
verdad. No seré el único niño de mi clase que conozca la raíz cuadrada de
Pi. Lo que es el teorema de Pitágoras. O que el conocimiento matemático
que tenemos hoy está acreditado por un hombre que nació en el año
quinientos setenta a.C.
Me mira fijamente, haciéndome sentir muy, muy estúpida, algo que hace
muy bien y con bastante frecuencia. —Esa es Medusa, mamá. Y no era una
diosa. Era un monstruo.
—Ya lo sé, —le digo, haciéndole señas como si fuera una broma.
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A veces, tienes que dejar que tus hijos tomen sus propias decisiones.
Algunas veces la mejor manera de ser un buen padre es dejarlo ir, y
simplemente estar ahí para atraparlos si se caen. Y otras veces, tienes que
hacerlo antes de tiempo.
Todo lo que puedo hacer es mirarlo y sonreír. Porque, sin que él lo sepa, no
hay mayor grandeza que se pueda lograr que me haga sentir más orgullosa
de lo que estoy en este momento.
82
escapa. La debilidad que una vez me consumió ahora se está apoderando
de los gruesos muros que construí como si no fueran más que papel.
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Capítulo 6
Marty
Mis ojos se abren hacia las mismas paredes de bloques de cemento gris con
las que me he despertado durante los últimos cuatro años. Sentado, miro
a mi alrededor y veo a la celda de ocho por ocho que llamo mi casa. Una
cosa es segura, no echaría de menos este lugar. Mis pies descalzos golpean
el suelo frío, cuando tomo mi sudadera de la cómoda y la pongo sobre mi
cabeza. Durante el verano, aquí hace mucho calor. En invierno, hace un
frío que te congela. Y en el mes de octubre, hace frío, pero es tolerable.
Aunque Maddie no vino, Luke venía todos los domingos, dejando el tiempo
con su familia para pasarla conmigo, manteniéndome al tanto de todo lo
que pasaba, teniendo en cuenta que nuestras conversaciones eran
grabadas. Todos los hombres de mi sección venían a visitarme al menos
una vez al mes. Algunas de las damas vinieron a visitarme, sobre todo Red
y Dallas. Cada vez que lo hicieron, se fueron llorando. Las dos estuvieron
84
allí durante mi período de prospección, y me vieron crecer hasta
convertirme en un hermano al que amaban y en el que confiaban. Siempre
fue agridulce verlas.
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Estoy listo para ver el cielo sin que el alambre de púas bloquee mi vista.
Estoy más que listo para oler algo más que sudor, sangre, orina, vómito o
mierda de rata. Estoy listo para sentir el viento en mi cara a ciento
cuarenta, si es que todavía recuerdo cómo montar.
Sus labios gruesos y rojos forman una sonrisa mientras se mete el dinero
entre sus pechos. —Siempre fuiste mi favorito. —Sacudo la cabeza. La
mujer ni siquiera me ha visto antes.
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un puñetazo en el estómago. Pensé que la había olvidado. Estaba
equivocado. Y si no hubiese tanta distracción, estaría enojado conmigo
mismo por pensar en ella.
Seiscientos dos.
Y así de fácil, ahora soy exactamente quien quiero ser.
Exactamente quién soy.
Un Devil’s Renegade.
No huele mal. No hay hedor a sudor. Tampoco hay olor a sangre. Y mucho
menos huele a orina, vómito o mierda de rata. El aire es limpio y puro con
un toque de gases de escape y cuero. Jodidamente perfecto.
Puedo ver el cielo sin que nada obstruya mi visión. Puedo sentir el sol en
mi piel y si quiero, puedo perseguirlo hasta que se ponga. No tengo que
cuidar mi espalda porque mis hermanos lo están haciendo por mí. Y la
felicidad no es lo único que siento. El código por el que vive mi club está
corriendo por mis venas y me golpea directamente en el corazón, amor,
lealtad y respeto.
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Estar en la carretera es liberador. Tanto es así que voy más despacio para
disfrutarlo todo el tiempo que puedo. Dos horas no es suficiente, pero mi
moto está funcionando a pleno rendimiento. Me veo obligado a detenerme
cuando un prospecto llena mi tanque y comparto el primer cigarrillo en
cinco años con mis hermanos. Tan pronto como termino, estoy de nuevo a
horcajadas sobre el asiento de Elvira, y me dirijo hacia el viento.
Una hora y media después, guío el grupo por la entrada que había visto
por última vez desde la parte trasera de un coche de policía. Se siente como
si fuera hace toda una vida, pero no ha cambiado mucho. Los altos pinos
que bordean el camino han crecido. El asfalto ha sido sellado de nuevo.
Más abajo, noto que el frente de la casa tiene nuevos jardines y la casa club
está cubierta con una capa de pintura fresca.
Tiene los ojos de su madre y el pelo rubio arenoso. Como él, nunca conocí
a su padre que había dejado embarazada a su madre y luego la abandonó,
pero a juzgar por la estatura del niño, era un hombre alto. Caminando
hacia mí, extiende su mano. —Bienvenido a casa, Marty. —Sonrío al
escuchar el tono grave de su voz. La pubertad ha sido buena para este
chico. Con un tono así, conseguirá a todas las chicas.
—Trece.
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—Parece de veinte.
La voz viene desde atrás, y suena orgullosa. Y tan familiar que casi
necesito apretar los ojos y respirar antes de girar. No lo creo, me vuelvo lo
más casualmente posible para ver a Maddie radiante y feliz. Ella se ve
bien. Ha engordado un poco, y ese peso cae en los lugares correctos.
Estudio sus rasgos para tener una idea de algo... Aceptación, tal vez.
Perdón.
Para saber de una maldita vez qué salió mal entre nosotros. En un segundo
me amó y luego simplemente no lo hizo. Y la perdí.
Le doy una sonrisa cálida, y muy frustrado porque la llama que se encendía
cuando la miraba parpadea de nuevo. Maldita sea esta chica. No quería
nada de mí y no quiero nada de ella.
— Lo mismo digo, Marty. —Me ofrece un abrazo de un solo brazo que dura
sólo un segundo.
Red es la mujer que no puedes evitar amar. La hermana que es leal hasta
el infinito. Ella es extrema. Fuerte. A veces odiosa. Pero al final del día,
ella te cubrirá las espaldas. Bien o mal. No tiene que probarlo. No tienes
que pedirlo. Es un hecho. Es algo que tú sólo.... sabes.
89
—Nena... —Regg la llama—. Hace años que no se acuesta con nadie. No
me gusta que estés tan cerca de su polla. —Hay humor en la voz de Regg,
pero no mucho. Me río porque sé que en el fondo no le gusta.
Soy más ancho y fuerte. Mis manos están callosas y ásperas. Tengo más
cicatrices en mi cuerpo y en mi alma. Incluso mis ojos parecen diferentes,
distantes y fríos. Lo único que permanece igual es mi pelo. Todavía está
oscuro, sin canas, y muy corto.
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—Supongo que los viejos hábitos son difíciles de erradicar. ¿Cuántas veces
me lo has dicho?
Su pelo rubio apenas toca sus hombros. La camiseta que lleva baja en la
parte delantera, me permite apreciar sus pechos que han crecido desde la
última vez que las vi. Sus vaqueros acentúan sus caderas que también se
han engrosado, y apuesto a que su culo está fuera de este puto mundo. En
sus pies usa tacones que miden por lo menos cuatro pulgadas de alto. Aun
así, ella es significativamente más baja que yo, la parte superior de su
cabeza sólo me llega a la barbilla.
—Es todo tuyo. —Evito su mirada cuando salgo. Si veo el más mínimo
destello de necesidad en sus ojos, se lo daré. Y ahora mismo no es el
momento ni el lugar.
91
Capítulo 7
Marty
Por primera vez en cinco años, estoy viendo la puesta de sol. Con la espalda
contra el costado de la casa de Luke, estoy solo y fuera de la vista de todos.
Me habían dado mi espacio y no me habían hecho preguntas sobre mi
tiempo fuera, pero, aun así, la risa y la conversación fácil era algo a lo que
tenía que adaptarme.
—Siéntate.
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—¿Me estás dando un discurso, Prez? —Sonrío, y pienso, A la mierda y
tomo un trago de la cerveza. Es mejor de lo que recordaba.
—Nada de discursos, sólo para que lo sepas —Golpea su botella con la mía
en un brindis silencioso y vuelvo a beber—. Maddie está bien.
Me río. —¿De eso se trata todo esto? —Cuando no responde, mis sospechas
se confirman—. Es un recuerdo lejano, Luke. Uno del que no quiero hablar.
Nunca. —Le hago saber que este tema de conversación está cerrado.
Mierda
—Dale a mi chico un poco de ese coño, nena. Y estoy seguro que lo tienes
sobre ti. —Regg sonríe, mostrando todos sus dientes mientras se inclina
sobre la barra y arrastra su mirada por las piernas de la chica hasta sus
pechos—. Mmm-mmm-mmm... —Sacude la cabeza, y cierra sus ojos. Mi
suposición es que se está imaginando cómo sería la vida si no lo tuvieran
agarrado de las pelotas.
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Mantiene los ojos cerrados mientras habla. —Ya lo sé, —dice. Con un
suspiro, me mira—. Pero ella está usando esos zapatos... —El dolor en su
voz es real.
Asiento con la cabeza. —Lo entiendo. —Los tacones que lleva son de color
negro y muy altos con tachuelas y si pudieran hablar, gritarían, Follame—
. ¿No era Red una stripper? —Seguro que tenía un millón de pares como
estos.
—Ahora estamos casados, Marty. —Su voz está muerta mientras sus ojos
se estrechan sobre mí—. Ella me tiene a mí. No tiene sentido seguir usando
esa mierda —Hace un gesto con la mano hacia la chica que está
disfrutando de nuestra atención, seguramente un poco demasiado—.
¿Alguna vez te han excitado un par de zapatillas?
Me río mientras me alejo, pero todavía puedo oír a Regg mientras promete
a la niña una muerte lenta y dolorosa si le dice una palabra de esto a Red.
Me hace reír más fuerte.
Me siento y paso las manos por los apoyabrazos de cuero negro. La silla se
siente más pequeña, pero todavía es mía. Regg toma su silla a mi derecha,
y miro como está revisando su teléfono. —¿Crees en el karma? —me
pregunta, mostrándome una foto en su teléfono—, esta es mi esposa,
juraría que está vigilando cada uno de mis movimientos. —En la pantalla
hay un conjunto de piernas largas y tonificadas que pertenecen a Red. Y
en sus pies hay un par de tacones de aguja color naranja.
94
Luke golpea el martillo contra la mesa y la capilla entra en sesión. Los
primeros quince minutos son negocios como de costumbre, próximos
beneficios, paseos obligatorios, reuniones del CoC y dinero. No me
sorprende que sea tan interesante como parece. Si algo malo estuviera
pasando en el club, Luke habría encontrado la manera de decírmelo. Pero
ahora mismo, las cosas son bastante aburridas y me alegro de ello. Tal vez
tenga tiempo para ordenar mis cosas.
—Marty, ¿tienes alguna pregunta? —Luke dice, y todos los ojos se vuelven
hacia mí.
—Bueno, hoy es un día para celebrar. Y hay una habitación llena de coños
lista para darte la bienvenida a casa.
__________________________________________________
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Sonrío, orgulloso de dar a mis hermanos una excusa para estar rodeado de
mujeres. —¿Qué coño estás esperando prez? Golpea el mazo —Sonriendo,
me dirijo a Regg, sabiendo que mis palabras le sacarán de quicio—. Hay
un par de tacones naranjas diciendo mi nombre.
La canción Living Dead Girl de Rob Zombie está sonando por los altavoces,
bloqueando cualquier otro sonido en el club. Oculto en las sombras, estoy
envuelto en mi propio mundo, en un sofá en la esquina de la habitación.
Estoy flotando en una neblina por la gran cantidad de alcohol que he
consumido en las últimas horas. Y en mi regazo, Linda baila sobre mi polla
con una sonrisa y esos malditos tacones.
—Te quiero en mi boca, —dice, arrastrando sus labios por mi oreja y por
mi cuello. Sus rodillas golpearon el piso entre mis piernas cuando ella
alcanza mi cremallera.
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Pero la verdad es que estoy cansado de la atención. He estado solo
demasiado tiempo. Todo este ruido y la atmósfera son demasiado extraños
para mí. Prefiero estar afuera, donde hay tranquilidad, el aire es claro y el
olor de una vagina desesperada no está invadiendo mis sentidos.
Agarrándola por las caderas, me paro con ella en mis brazos. Comienza a
envolver sus piernas alrededor de mi cintura, pero yo la pongo de pie. —
En otro momento, nena. —No hay quejas ni lloriqueos, sólo me da una
sonrisa antes de unirse a las dos chicas que están haciendo de Scratch un
hombre muy feliz.
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—Marty. —La mala expresión de su voz me hace sonreír—. Te estás
acercando.
—Mucho. —Ahora que mis ojos se han adaptado por completo, me doy
cuenta de que no está nada oscuro. La luna brilla en el cielo, iluminando
todo lo que me rodea, incluyendo la sonrisa en su rostro.
—¿Algo gracioso?
La moto de Buck es una pequeña Sportster, por lo que estoy seguro de que
sí. Pero en vez de mirar, mantengo mis ojos en ella.
—Te va a dar neumonía. —La temperatura no puede ser más alta que
cuatro grados.
—Lo dice el tipo con camiseta de manga corta. Y, de todos modos —me
dice, dándome el cigarrillo—, eso es un mito.
—¿Qué es un mito?
98
—Te ofrecería mi chaqueta, pero no la tengo conmigo.
—¿Qué estás haciendo aquí? —No lo había pensado hasta ahora. Supongo
que se está quedando en la casa de Luke, pero ¿por qué no se estaba
quedando en la suya?
— ¿De verdad?
—He estado fuera durante cinco años, Maddie. Hoy es la primera vez que
te veo desde que me fui. —No estoy enfadado con ella por no venir. Lo
entiendo. Pero no tiene derecho a decirme que me extrañó. Ahora no. No
cinco malditos años después.
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—¿Qué esperabas que hiciera? —Su tono es defensivo. Se siente culpable,
pero es su maldita culpa. Enrollando mi mano alrededor de sus tobillos, y
los empujo fuera de mi abdomen. Los sacude y mete los pies debajo de las
piernas—. Dime, Marty.
—Sí, lo estás.
—No, no lo estoy. Pero es obvio que quieres que lo esté. —Abre la boca para
hablar, pero no sale nada—. Mira, es agua pasada. Olvidemos lo que sea
que teníamos y tratemos de ser amigos.
—Si quieres algo de mí, cariño, todo lo que tienes que hacer es pedirlo. —
Quiero sonreír. Deseaba que mi voz fuera juguetona. Pero no hay nada
gracioso o divertido en este momento. Quiero follárla. Y tan
desesperadamente como lo quiero, ella también lo desea.
100
—No te estoy pidiendo una mierda. —Se da la vuelta para alejarse de mí,
pero le tomo el brazo y le sacudo la espalda. Cuando abre la boca, no sé si
es para gritar o para escupirme en la cara, y jamás lo sabré.
Chocando mis labios contra los de ella, me aprovecho de esa linda boquita
inteligente y meto mi lengua dentro. Ella responde agarrándome por
detrás de la cabeza y acercándome.
Me perdí muchas cosas mientras estaba adentro, pero todo lo que se refiere
a una mujer, fue lo que más extrañé. El calor de su piel, el olor de su pelo
y el sabor de sus labios. La forma en que gime suavemente. La forma en
que pide más. El poder que siento al saber que estoy a punto de llevarla al
límite, empujándola al borde del abismo, y luego atrapándola cuando
caiga. Puede que haya echado de menos a las mujeres en general, pero es
a esta mujer a la que más anhelaba.
Abriendo la puerta de la casa club, las letras de Sad But True de Metallica,
llenan el ahumado y oscuro cuarto. Mirando hacia el pasillo que lleva a los
dormitorios, veo a Scratch y a un grupo de mujeres. Para evitar a la
multitud, camino hacia el bar, mis ojos centrados en Maddie mientras se
masajea sus pechos y trata de apretar sus caderas contra mí.
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—Fuera —gruño a las dos mujeres en el bar e inmediatamente se van.
Empujo a través de la puerta giratoria que conduce a la pequeña cocina y
busco la primera pared contra la que puedo empujarla.
—Si quieres que te folle con esta canción, va a ser duro y rápido. —Le digo,
mientras le pateo los pies con mi bota.
—¿Soy yo el que hace que ese coño esté tan mojado? —Pregunto, colocando
la cabeza de mi polla en su entrada. La oigo gemir con anticipación, pero
quiero una respuesta—. ¿Lo soy?
—¡Tú sabes que sí! —Grita por encima del hombro, su cuerpo se mece
impaciente. Espero hasta el momento adecuado en la canción y luego me
entierro completamente en su interior. Sin darle la oportunidad de
recuperar el aliento, empiezo a follarla fuerte y rápido, tal como le prometí.
Mis ojos giran hacia la parte posterior de mi cabeza mientras lucho por
mantener la concentración y no explotar. Se siente mucho mejor de lo que
recordaba. Está apretada, mojada y caliente. Huele a verano, por la loción
de coco y miel que siempre usa. No sabía que su olor podía ser tan sexy.
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Siento como su coño se aprieta con cada empuje que le doy. Me mantengo
enterrado en ella mientras la muevo hacia la izquierda hasta que se inclina
sobre el fregadero con el trasero en el aire. Me empujo más adentro, mi
polla está tan hinchada y profunda que se queda sin aliento. Por un
momento, temo que le he hecho daño. Pero ella empuja contra mí,
diciéndome que lo quiere y que puede manejarlo.
Salgo casi todo el camino antes de chocar con ella de nuevo, viendo como
su culo perfectamente redondo rebota cuando mi cuerpo choca contra el
suyo. La agarro por las caderas y la tiro hacia atrás para encontrarme,
follándomela más fuerte, más rápido y con el mismo ritmo que me exige la
canción.
Sus gritos de placer son tan fuertes que estoy seguro de que todos en el bar
y en la casa pueden oírlos. Y no me importa un carajo. Aparentemente, a
ella tampoco.
103
vaqueros y me ajusto la ropa antes de sacarla del fregadero. Es un peso
muerto y no puedo evitar preguntarme cuánto tiempo hace que no la follan
así.
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Capítulo 8
Marty
Luke me ha dado tiempo para poner mis cosas en orden y me está buscando
algo mejor que hacer. Mientras tanto, me incluyó en la lista de empleados
de su empresa Carmical Construction. Si el trabajo no fuese ahora tan
lento, estaría construyendo casas y cortando madera. Como no tengo nada
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que hacer, estoy dejando que me pague por estar sentado sobre mi culo, y
el club le está devolviendo el dinero de mi parte. Hermandad.
Mierda.
—Soy Emily. Mi abuela es una señora. —puedo decir por su tono y el acero
en sus ojos que no tolera ninguna mierda. Ella ya me gusta.
Revuelvo los armarios, agradecido de que las damas los hayan abastecidos
justo antes de que saliera. Tomo una caja de galletas y dos tazas mientras
espero a que se termine de preparar el café. Cargando el mío con crema y
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azúcar, dejo el suyo negro, tomo nuestro desayuno y regreso a la sala de
estar.
—No.
Sonrío. —No.
107
—Buen café. —Me levanta la taza, toma otro sorbo antes de anunciar—.
Bueno, me tengo que ir. —Se para y por respeto, yo también. —Llámame
si tienes alguna pregunta. Odio tener que despertarte tan temprano, pero
planeo tener un gran fin de semana.
Durante las próximas horas, mantengo la guardia alta y las armas ocultas
por si acaso ella regresa. Cuando estoy convencido de que no lo hará, me
doy una ducha y me doy cuenta de la falta de presión del agua. Me arrastro
por debajo de la casa para inspeccionar el problema y encuentro varias de
mis tuberías rotas por el frío de anoche. Mierda. Mi descuido me molesta.
Todavía estoy lanzando mierdas cuando suena mi teléfono.
—Nada.
Hay una breve pausa antes de que ella conteste. —Bueno.... —escucho el
sonido de un encendedor y el de una silla raspando el suelo—. Voy a jugar
a las adivinanzas —Considerando que acaba de encender un cigarrillo y
tomó asiento, creo que esta va a ser una larga conversación. Así que
enciendo un cigarrillo para mí—. ¿Te estabas masturbando?
108
—Sí, también yo, —murmuro, temiendo tener que arreglarlas a todas. No
es el trabajo lo que me molesta. Es el pequeño espacio en el que tengo que
trabajar.
—Oh bueno, esto es una mierda para ti —Se ríe, y de repente tengo
visiones de estar estrangulándola—. Voy a cocinar en el club esta noche.
Te llamo para invitarte oficialmente.
— Trataré de ir, —le digo, sabiendo muy bien que voy a ir. Red también lo
debe saber.
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Asiento con la cabeza a la pareja que está sentada en un banco afuera
mientras camino en la oscura y ahumada sala del bar. El lugar está
inusualmente ocupado considerando que ni siquiera es mediodía. Mis ojos
inmediatamente examinan los seiscientos pies cuadrados en busca de
parches. Pero en lugar de un parche, encuentro otra cosa que me llama la
atención. O debería decir alguien.
Maddie.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le sonrío ante sus palabras que no son
torpes, pero sí lentas. Mis ojos se mueven hacia su vaso, preguntando
silenciosamente en qué número de bebida está—. Es mi quinta. ¿Qué estás
haciendo aquí? —Hay algo en la forma en que responde a mi pregunta que
me excita.
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Levanta su vaso. —Para mí también. —Como si no quisiera ir.
—La noche es joven, Sr. Yates. Todavía hay tiempo para el infierno.
—Maddie...
111
—¿Qué? Dije bien. —La inquietud dentro de mí comienza a crecer
rápidamente. Tenemos que irnos. Ahora. No confío en ella. Ni siquiera un
poco.
—¿No qué?
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Mantengo los ojos en Maddie mientras camino lentamente. Su boca está
abierta, su respiración es dura y la mirada de la lujuria se hace más pesada
en sus ojos. —Sólo... no lo hagas.
—No puedo dejarte hacer eso —le digo al hombre que está fumando y que
se encuentra a menos de seis pies de Maddie—, Si alguien merece
estrangular a la perra, soy yo. —Por el rabillo del ojo veo a Maddie
mirarme mal—. ¿Qué hizo? ¿Herir tu ego? ¿Te llamó por un apodo? Está
borracha, hombre, olvídalo.
—Perra mentirosa...
—No tengo miedo a ti ni a esa perra. —Mi adrenalina se dispara con sus
palabras.
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—Llámala perra una vez más. —Nos miramos el uno al otro, él me evalúa
y pienso que está perdiendo el tiempo. No me importa lo malo que crea que
es. Soy peor.
—Oye, hombre —El joven que estaba sentado cerca de Maddie en el bar,
se acerca al hombre que todavía me mira—. Encontré esto en el baño.
Mi sangre hierve en mis venas. Estoy cabreado. Este tipo no sólo acusó a
Maddie de hacer algo que no había hecho, sino que me hizo acusarla a mí
también. Ahora, quiero una pelea.
—Te dije que no la tomé, —dice Maddie, cruzando los brazos sobre su
pecho. Por la mirada del tipo, sé lo que va a decir antes de que lo haga.
Estoy cerrando la distancia justo cuando la palabra se desliza por sus
labios.
—Perra...
Ahora, pagará el precio. Y como dice Hank, los viejos hábitos son difíciles
de romper.
—Oh, Mier...
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En el momento en que arrastraron el cuerpo inconsciente del hombre del
bar, Maddie estaba moviendo su cabeza hacia el baño diciéndome que la
siguiera. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de mí, teníamos
nuestra boca, dientes y lenguas en todas partes. Por la forma en que me
arañaba la piel y se arrastraba por mi cuerpo, me di cuenta de que lo
quería duro, caliente y fuerte como en los viejos tiempos.
Le llevó diez segundos empujar sus pantalones por las piernas, soltar mi
polla de mis vaqueros y empujarla contra la pared. En el momento en que
la cabeza de mi polla rozó sus cálidos, suaves y llenos labios de su coño,
tuve que luchar como el demonio para no venirme.
Quisiera desnudarla del todo para tener una visión completa de lo que me
he estado perdiendo. Deseo poder olerla, probarla y tocarla en lugares con
los que he soñado durante años. Pero no puedo discutir eso en este
momento, porque así está jodidamente bueno también.
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Cuando su cuerpo se calma una fracción de segundo antes de gritar contra
mi mano, sé que ha llegado al punto de felicidad. La dejo contraerse a mi
alrededor, golpeando más fuerte y más profundamente dentro de ella
hasta que esté flácida y temblando con las secuelas de su liberación.
Entonces, con un último empujón, encuentro la mía.
—No lo sé, pero nadie tiene sexo en el baño y peleas en el bar como tú —
Frunzo el ceño ante su admisión. ¿Había hecho esto sin mí? Al notar mi
mirada, pone los ojos en blanco.—. No es que yo lo sepa... —añade, y
aunque está tratando de jugar, sé que está diciendo la verdad.
116
Mirando a Maddie al otro lado de la mesa, no pensarías que ha estado
contra la pared con su cerebro jodido hace menos de una hora. Ha hecho
todo lo posible por ignorarme, y le he devuelto el favor. Si nos prestamos
demasiada atención, las personas podrían tener una idea equivocada.
—No me digas —dice Regg—, y además tenemos que hacer ese viaje de
cuatro horas hasta el lago Charles.
Es la primera vez que oigo hablar del viaje. No me gusta estar al margen.
Luke, al notar mi frustración, interviene para explicarme.
—Deberías quedarte con Maddie —sugiere Red—. Quiero decir, ya que tus
tuberías están rotas y todo eso. —Sus cejas se mueven sugestivamente.
Frunzo el ceño. Pero sorprendentemente, Maddie se encoge de hombros.
117
—Me parece perfecto. Tengo una cama grande. —Guiña un ojo y aunque
no lo demuestre, me sorprende su audacia. No es propio de ella en absoluto.
Me imaginé que lo último que deseaba era animar a las personas. Supongo
que me equivoqué.
—¡No voy a hacer esta mierda otra vez! —grita, caminando por el suelo
delante de Maddie que está sentada en el sofá con una expresión en blanco.
—¿Entonces se supone que debo hacer lo que sea que te haga feliz? ¿Vivir
mi vida según tus normas? —Maddie suena exasperada y un poco
aburrida. Tengo la sensación de que esta conversación ya ha sucedido
antes. Esto debe ser por lo que ella no quería venir. Deja escapar un atisbo
de risa mientras deja caer su cabeza—. Eres increíble.
118
siguen puestos en Maddie. Parece entretenida por el arrebato de Dallas,
pero por lo demás no se ve afectada. Sus ojos sostienen los míos un
momento antes de que mire a Luke.
—Está bien, Luke —Le ofrece una pequeña sonrisa antes de sacar el
teléfono de su bolsillo—. No soy egoísta, Dallas. Sólo estoy cansada de vivir
bajo un microscopio.
Maddie sostiene el móvil para que todo el mundo lo vea. —¿Ves? Llamada
realizada. Cita reprogramada. Ahora todo está bien para el mundo. —Ella
se aleja con calma, dando palmaditas en el hombro de Luke cuando pasa a
su lado. Cuando él dice su nombre en un intento de detenerla, ella sólo
levanta la mano.
—Estuvo desaparecida por casi una semana. Dijo que estaba haciendo
alguna mierda de terapia de grupo. Como un idiota, le creí. Entonces esta
mañana, recibí una llamada de la oficina del doctor, diciéndome que perdió
otra cita... eso fue tres veces seguidas. Lo que significa que ella no ha ido
en tres malditos meses.
119
—Mierda... —Pasando su mano por el cabello, Luke deja escapar un
pesado suspiro.
Siento que hay una pieza del rompecabezas que me falta. —¿Cuál es el
problema? —Pregunto, al sentir en el rostro de Dallas una sombra asesina
mientras me quema con sus ojos—. A mí me parece que lo está haciendo
bien. Tal vez deberías ser más tolerante con ella.
Luke es mi hermano. Por supuesto que confío en él. Pero sólo tengo una
versión de esta historia. Así que me niego a emitir un juicio hasta que lo
sepa todo. No tengo todas las respuestas en este momento, pero las tendré
pronto. Y sé exactamente dónde conseguirlas.
120
Capítulo 9
Marty
Luke se veía demasiado feliz de que yo no fuese. Estoy seguro de que tiene
algo que ver con que espera que Maddie y yo podamos resolver nuestras
diferencias. Eso no va a pasar. Cuando lo miré para confirmarlo, cambió
de tema diciéndome que nos iríamos a Mobile la semana que viene. De
manera indirecta, también me hizo saber cuánto tiempo a solas tendría
con Maddie antes de que mi club me necesitara.
121
encenderlo. Huele a ropa limpia. La camiseta blanca que lleva puesta hace
que su piel ya bronceada parezca aún más oscura.
Manteniendo sus ojos en mí, ella toma un profundo calada antes de soplar
el humo sobre la parte superior de mi cabeza. —Entonces, ¿qué te dijeron?
¿Qué estoy loca?
—No.
—El mismo día que fuiste a prisión fue cuando descubrí que Logan se iba.
Pensé que podía manejarlo, pero fue así —Se encoge de hombros, tirando
las cenizas de su cigarrillo y haciendo algunas caladas antes de finalmente
continuar—. Después de que Logan se fue, me volví loca. Durante semanas
sufrí. Sentía que no tenía nada. Entonces un día conduje hasta el lago,
caminé por el muelle y me tiré de cabeza. Algunos acampantes me vieron,
llamaron a la policía y me llevaron al hospital. Dallas estaba convencida
de que había intentado suicidarme.
Entrecierro los ojos. Maddie siempre ha sido un libro abierto, y por lo que
sé, nunca me ha mentido. Pero esta Maddie parece... diferente. —
Entonces, ¿qué pasó?
122
—Pasé los siguientes dos días en el hospital bajo observación por suicidio
y los últimos cuatro años de mi vida bajo supervisión de un club. Acepté
ver a un terapeuta cada mes para —dice entre comillas—, obtener la ayuda
que necesitaba. Dejé de ir hace un tiempo. No se lo dije a nadie porque no
era asunto de ellos.
Estoy bastante seguro de que algunas de esas razones eran por mi culpa.
Me hace sentir como una mierda. —No lo sabía —digo, esperando
disminuir mi culpa—. Luke nunca dijo una palabra sobre eso.
123
—Maddie, —empiezo, sin querer ir por ese camino.
—Me importa una mierda que creas o no, nena. Te estoy diciendo que no
me ha follado. Y es la verdad.
124
Esta conversación es tan divertida que quiero mentir sólo para ver su
reacción. Pero me apego a la verdad. —No, Maddie. No lo he hecho.
—Abajo chico.
125
Miro hacia abajo a mis manos sobre ella. —Sí. Supongo que sí.
Hay algo en este simple toque que encuentro más placentero que cuando
estaba dentro de ella. Es algo más íntimo que no me había dado cuenta
que deseaba hasta ahora. Echo de menos abrazar a una mujer. Extraño la
oleada constante del instinto de protección que viene con el hecho de salvar
a una mujer. Añoro el conjunto de mi mandíbula, el cierre de mis puños y
el brillo en mis ojos cuando advierto a los depredadores que no deben dañar
a una mujer. Pero no es cualquier mujer la que extraño, sino ésta.
Todavía no creo que haya otra mujer que pueda hacerme sentir como ella.
Y sé que no hay otro hombre en este planeta que pueda manejar a Maddie
como yo. Esa etapa de nuestras vidas nos arruinó para tener la esperanza
de encontrar algo tan especial como lo que teníamos. Tal vez fue sólo la
emoción de un nuevo amor. O quizás fue real. De cualquier manera, no
importa ahora. La prisión tiene una forma de quitarte mucho más que
tiempo. Toma toda tu maldita vida. Tus deseos, sueños, esperanzas... todo.
Y no sólo te afecta a ti, sino también a las personas que te importan.
126
Sonrío levantando su pie a mi boca antes de poner un beso en un dedo del
pie. —Mi culpa. Lo haré mejor, jefa.
—Me preocupé por ti —susurra, sin mirarme a los ojos—. ¿Me extrañaste?
¿Lo hago? Tal vez no en este momento, pero eso no es lo que ella está
preguntando. Así que opto por la verdad. —No lo sé.
Me mira, sus cejas se juntan. —Hay algo que necesito decirte. Algo que
debí haberte dicho hace mucho tiempo.
127
—Te he dejado porque era el momento de dar un paso adelante y cuidar
de mí misma —Mi corazón golpea en mi pecho. Aquí está después de tantos
años. Finalmente estoy obteniendo la verdad. Y no es lo que esperaba—.
Mientras te tuve en mi vida, sentí que no tenía que ser fuerte. Sabía que
te encargarías de todo. No tardé mucho en darme cuenta de que mi
dependencia a ti era mi mayor debilidad. Quería salir de debajo de tu
mirada vigilante... lejos del club y de sus formas sobreprotectoras. Quería
libertad.
Cuando me encuentro con sus azules y tristes ojos, siento un dolor que no
se parece en nada a lo que he observado en ellos. —Pero nunca he conocido
la libertad. Mi vida es una maldita prisión. Las decisiones se toman por
mí. Cada detalle de mi existencia está documentado en un libro. Ni
siquiera puedo ir a ver a mi hijo sin que haya una caravana de motos
detrás de mí. —Se le llenan los ojos de lágrimas al mencionar a Logan—.
Incluso él tiene un instinto protector cuando se trata de mí.
128
siguiente, pensativa. Triste. Enojada. Confundida. Me inclino más para
poder tomar su barbilla con mis dedos.
Sus dedos se curvan alrededor del cigarrillo que está entre mis labios. Lo
toma con calma, la comisura de su labio se levanta con una sonrisa
maliciosa. —He desarrollado mi propia manera de lidiar con la mierda en
mi vida.
129
Capítulo 10
Maddie
—Hace tres meses que no te veo. ¿Fue por alguna razón? —Empieza el
Dr. Yarborough, con un toque de decepción en su tono.
130
—Ves nuestras reuniones como una especie de confesión en vez de como
una terapia. Algo para ayudar a disminuir la culpa de lo que estás
haciendo. Digo esto porque no importa el consejo que te dé, nunca
escuchas. Así que... —Cruza sus piernas y se acomoda, mirándome por
encima de sus gafas—. Confiesa.
—De hecho, creo que hoy necesito un poco de terapia, doc. —Parece
sorprendido. Garabatea en su cuaderno mientras enciendo un cigarrillo—
. Mi ex acaba de salir de la cárcel. Se está quedando en mi casa. Pienso que
podría estar enamorándome de él. —Decirlo en voz alta lo hace sentir aún
más real. Tomo una profunda calada de mi cigarrillo para calmar mi
acelerado corazón.
—Creo que debes decírselo. Después de todo, fue esa noche de hace seis
años cuando comenzó todo esto. Y por lo que me has dicho, él ni siquiera
se ha dado cuenta.
— ¿Acaso no lo es?
131
Mis ojos se estrechan sobre el doctor. No me gusta que piense que Marty
es un villano, aunque lo haya retratado de esa manera. —Marty no es el
malo aquí. Es uno de los buenos. Cualquier resentimiento que tenía hacia
él se ha desvanecido. No soy de su propiedad. Tampoco soy su problema.
Soy la única responsable de mis acciones. Lo que hago es por mí y por nadie
más.
—Pensé que esto era sobre tu salvador. El que apareció cuando Marty no
lo hizo. —Bueno, ya me tiene ahí.
—¿En serio? —Esto captó su atención—. ¿Por qué ahora? ¿Pasó algo?
—Digamos que el final está cerca. En una semana, todo esto habrá
terminado. Y tendremos que encontrar otra cosa de la que hablar.
Pone los ojos en blanco. El movimiento hace que quiera sonreír. —No me
importa si te llamas Maddie, Whitney o Snuffaluffagus. —Arqueo una
ceja—. Al final serás tú quien pague el precio.
132
Tiene razón. Lo sé. Pero me han enseñado a ser leal toda mi vida. Hace
seis años, alguien me salvó. Tres años después de eso, finalmente tuve mi
oportunidad de devolver el favor. Ha llevado tiempo. Estrategia. Días y
noches interminables. Estoy demasiado cerca para echarme atrás ahora.
La Rebelde.
La Vigilante.
La Justa Asesina.
Mi otra mitad, Whitney.
Llegué a casa hace diez minutos desde mi cita, y ya está recopilando toda
la información que necesita para llevársela a Dallas. No me sorprendería
si ella ya lo hubiese llamado cien veces. Así que como está buscando mierda
para decírselo, le cuento lo que ella querría oír.
133
Me mira como si supiese que estoy mintiendo. Pero no hace ningún
comentario. Afortunadamente.
134
Capítulo 11
Maddie
Mis pechos son más grandes, y la gravedad es una mierda. Alguna vez
estuvieron firmes, ahora están ligeramente caídos y sólo se ven bien
cuando uso un sostén que los empuja a su posición correcta. Mi estómago,
que una vez fue plano y tonificado, ahora es regordete. Aprieto la grasa
entre mis dedos, y luego la veo sacudirse cuando la suelto.
Red me dijo que le gustaba cómo me veía con un poco más de peso. Dallas
dijo que una talla doce era la nueva seis. Pero era fácil para ellas decir eso,
pues sus cuerpos no han cambiado nada. He engordado quince kilos desde
que Marty se fue. Y ahora estoy sintiendo cada uno de ellos.
Debido a que las gordas se ven mejor bronceadas que las blancas, me
sometí voluntariamente a una cama solar. Pero ni siquiera el brillo dorado
de mi piel es suficiente para hacerme sentir mejor, considerando que
Marty regresó después de cinco años luciendo con un aspecto como de
pecado y sexo de lo más delicioso. Eso no es justo.
Me ha follado dos veces desde que salió. Y en ninguna de las dos ocasiones
me vio completamente desnuda. Con algo de suerte, tal vez nunca lo haga.
135
Pero no me privaré del sexo sólo porque he aumentado de peso. Tendré que
ser creativa. Hace tiempo que no follamos en un vehículo... tal vez lo
hagamos luego.
—¿Maddie?
—¿Estás bien?
136
vista de mi trasero que le promete más placer del que podría soportar si se
enterrara en él.
—Estoy bien. Sólo estoy viendo una película —digo, logrando mantener mi
voz controlada y no sonar como un idiota—. ¿Qué pasa?
—Desde ahora. —Me mira con preocupación y sé que está pensando que lo
lamentaré—. ¿Así que vas a decirme lo que necesitas? —Pregunto,
alisando mi cabello. No tiene sentido, así que me detengo.
Le lanzo una sonrisa sexy. —¿Para qué? —¿Por qué de repente estoy tan
caliente? ¿Y por qué estoy ronroneando? ¿Por qué, incluso después de todos
estos años, es el único hombre que me ha hecho mojar sólo por... existir?
—¿Qué hora es? —Digo de golpe, con la esperanza de redimirme.
—Por supuesto. —Le ofrezco una sonrisa, y puedo sentir el rubor en mis
mejillas. Se queda. Esta noche. Otra vez. Todo el fin de semana. En mi
casa.
137
¿Estoy bien? Diablos, no. Estoy cachonda y lista para montar mi almohada.
Además, está sentado demasiado cerca de mí. —Estoy bien. —De alguna
manera, me las arreglo para tranquilizarlo con mi mentira y una sonrisa
falsa. Podría decirle que lo deseo. Pero me esfuerzo por no sonar tan
desesperada cómo me siento.
Al recordar que me hizo otra pregunta, sacudo mi cabeza. —No, estoy bien.
—Sólo miento a medias, y siento que él lo sabe. Una parte de mí es
realmente buena. La otra parte, está lista para atacarlo y arrancarle la
ropa.
Con una sonrisa, levanta lo que debe ser el verdadero gesto con la mano
de “Palabra de scout” y sacude la cabeza. —Voy a reparar alguna mierda
en la casa. —Estoy asintiendo con la cabeza antes de que acabe de
convencerlo de que se vaya. Cuando lo que realmente quiero es que se
quede. En mi habitación. Mi cama. Desnuda.
Maldita sea...
Se queda mirándome con curiosidad una última vez antes de salir. Intento
concentrarme en la película, pero estoy demasiada excitada. ÉI me está
haciendo algo que me pone más caliente de lo que he estado en años. Ahora
que lo he tenido, quiero más. Soy insaciable. Y esto es vergonzoso.
138
sacude en anticipación. Al empujar mi ropa interior hacia un lado, gimo
mientras deslizo un dedo dentro de mí imaginando que es él.
—Yo... —comienza, pero cierra la boca cuando no puede hallar las palabras
correctas. No puedo ayudarle ahora mismo. Tampoco sé qué demonios
hacer. Y mi dedo sigue enterrado hasta el nudillo dentro de mi coño que se
ha mojado un poco más al verlo.
Nunca he estado más lista para morir. Quiero que el mundo me trague.
¿Por qué la vida real no puede ser como los dibujos animados donde llevan
una bolsa mágica llena de agujeros negros para poder saltar a cualquier
parte?
Cierra la puerta y mi pulso se acelera con cada paso que da. Estoy
congelada contra las sábanas. La única parte de mi cuerpo que se mueve
son mis ojos que siguen cada uno de sus movimientos y mi corazón que
prácticamente se está saliendo de mi pecho. Ni siquiera estoy respirando.
Trago con fuerza mientras él agarra las sábanas que tengo encima y las
retira lentamente. Con las rodillas abiertas, la mano entre mis piernas y
la camisa sobre el estómago, estoy completamente revelada a él.
139
—¿Puedo? —pregunta, o más bien gruñe. No sé para que pide permiso.
Pero lo tiene. Nunca lo ha pedido, simplemente lo ha tomado y siempre se
lo he dado. Y por el momento, eso no ha cambiado. Aceptaré lo que me
quiera dar.
Agarrándome de las rodillas, me gira para que esté frente a él, haciendo
caer las almohadas al suelo en el proceso. Mi mano se desliza de entre mis
piernas, y la suelto en cualquier lugar que caiga. Mi trasero ahora está en
el borde de la cama. Una pierna está apoyada en su brazo mientras que la
otra cuelga sin vida a un lado.
Veo como sus ojos se acercan a mi coño. Mis labios están mucho más llenos
de lo que solían estar. Sé que la semana pasada no tuvo la misma visión
que tiene ahora. Esta es la primera vez que me ve de cerca y en persona.
Mi cabeza cae hacia atrás mientras cierro los ojos con vergüenza. Por favor,
no digas nada. Por favor, no digas nada.
140
mirarlo, pero su boca se cierra sobre mí y mi espalda se arquea por el
contacto.
Estoy sudando, acercándome, débil, sin vida y justo cuando estoy a punto
de morir, me revive con otro orgasmo que se enciende dentro mío y me hace
gritar. Estoy destrozada. Me siento rota. Sin aliento. Y él es implacable.
141
Mis pezones se endurecen bajo su mirada, y cuando inclina la cabeza
espero que se meta uno en la boca. En cambio, coloca besos en mis pechos
antes de levantarse para mirarme. —Eres hermosa, nena. Más preciosa de
lo que nunca has sido.
Soy todo sonrisas, sol y arco iris cuando me despierto más tarde esa noche.
En parte se debe al hecho de que la humedad entre mis piernas no es
causada por pensamientos de Marty, sino que en realidad proviene de
Marty.
142
La parte delantera de mi casa tiene una superficie abierta, lo que me
permite ver la pequeña cocina, el comedor y la sala de estar a la vez. Mis
ojos escanean una, dos, tres veces y todas las veces termino con el mismo
resultado, no está aquí.
—No estés tan decepcionada, nena. —Mis ojos se mueven hacia la gran
obra de arte que está frente a mí con una sonrisa arrogante.
Está aquí. No sólo está aquí, sino que está sin camisa. Mis ojos se abren
de par en par simplemente para ver todo lo que hay en él. Es tan... grande.
Es como una montaña, su cuello se mueve como si fuera una colina sobre
sus enormes hombros. Él le da una nueva dimensión a la palabra armas.
El arte hermoso, tupido y uniforme que tiene su pecho es amplio y extenso.
Mis ojos se dirigen a su plano y tonificado abdomen que es donde se
encuentran los abdominales más amplios que jamás he visto. Y conducen
a esa V que moja mi ropa interior y que es más visible debido a la
sudoración que se extiende muy, muy abajo de sus caderas, tan abajo que
puedo ver una sombra de vello.
Hijo de puta
—Voy a tomar eso como un cumplido. —Mierda. ¿Dije eso en voz alta?
—Deberías… Es decir —digo agitando mi mano hacia su cuerpo mientras
mis ojos se mueven involuntariamente hacia otro lado—. Eres realmente
genial. —Parezco una estúpida. Y no me importa.
—Tú tampoco estás tan mal, cariño. —Mis ojos buscan los suyos, sólo para
descubrir que me están mirando. Sigo su visión. En otro momento, habría
ladeado mi cadera y le habría dado una sonrisa sexy. Ahora, deseo que esa
bolsa con agujeros mágicos regrese otra vez.
143
—Siempre me pregunté cómo te verías con más curvas. Es mejor de lo que
pensaba. —¿Eso fue un cumplido? porque me lo tomaré como un cumplido.
Necesito ese estímulo de confianza ahora mismo. Especialmente mientras
estoy parada aquí luciendo como un infierno machacado y él está aquí
luciendo como... no un infierno machacado.
Mierda. Tengo que recomponerme. Pero está tan cerca. Y maldita sea...
Huele a jabón, a mi jabón. Quiero lamerle los dedos. No sé por qué, pero
tengo el impulso de chuparle sus gruesos dedos y obligarlo a pensar en mi
boca en otra parte de su anatomía. Entonces, quiero que me diga lo que
quiere.
—¿Tienes hambre?
—Muerta de hambre, —digo, sin aliento y de una manera que sugiere que
no tengo hambre de comida.
Estoy hablando con la chica del otro lado de la línea, que está claramente
aburrida, mientras entro en mi baño y me veo por primera vez desde que
me desperté.
144
—Oh no, —gimo, mirando mi cabello que parece el trasero de un pavo real
antes de contemplar mis duros pezones que se asoman a través de mi
delgada camiseta de tirantes. Para empeorar las cosas, es blanca
exponiendo mis ligeramente caídos pechos.
—Sí, extra de peperoni. —¿Por qué diablos no? Sin duda puedo aprovechar
las pocas calorías extra.
—En lo cual sabes que soy buena, —bromeo. Sus ojos se oscurecen. Doy
otra calada.
145
Juro que puedo oler la pizza incluso antes de que llegue. Marty puede que
huela bien, pero mi amor por la comida supera mi deseo por él. Así que
cuando llega la responsable de la obstrucción de las arterias, la acidez
estomacal y el amor por la pizza, me olvido de que está aquí.
146
Sí, lo estás. Y esta vez, me temo que no podré dejar que se vaya.
147
Capítulo 12
Maddie
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Su abstinencia no significaba dejar el alcohol, sólo la heroína. Este era su
décimo aniversario de estar limpia, y era algo que había que celebrar. Pero
una cena y unas copas nunca significaron sólo eso. Al final de la noche,
estaríamos completamente borradas y tendríamos que hacer que los chicos
nos recogieran.
No es así.
Por el rabillo del ojo, puedo ver la mirada curiosa de Marty. Lo más
probable es que Luke le haya contado que ya no hago nada con las chicas.
Cómo me he alejado del club. Cuánto me extraña Dallas y cómo he herido
sus sentimientos al no acercarme... bla, bla, bla. La verdad es que tengo
mejores cosas que hacer. Pero puedo soportar una noche. ¿Quién sabe?
Podría ser realmente... terapéutico.
149
Las fajas son las mejores amigas de una chica. Mirándome desde otro
ángulo, siento una sensación de satisfacción que se extiende a través de mí
cuando veo que mi vientre se ve tonificado y plano como antes. Hace
demasiado frío para un vestido, así que me pongo mis mejores vaqueros y
un top blanco ajustado que cuelga de mis hombros. Poniéndome un par de
Jimmy Choos rojos en los pies, me siento como la delgada y sexy Maddie
que fui una vez.
—Te ves... caliente, Maddie, —dice Red, arrastrando sus ojos por mi cuerpo
en genuino aprecio. No les digo que es la faja, sólo desestimo su cumplido
con la mano, como si así fuera mi aspecto al despertar cada mañana.
—De ninguna manera, —dice Red, inclinándose hacia atrás y cruzando los
brazos sobre su pecho, sin importarle un carajo su lenguaje soez—. Es un
hombre. Puedo asegurar que ha tenido sexo en más de dos ocasiones.
150
presumido de mi parte—. Él no me mentiría. No tiene motivos para
hacerlo.
—Quizás es porque no quiere que piense que sólo me quiere por mi cuerpo.
—Mi respuesta es débil, pero ellas asienten con la cabeza pensando en esa
opción.
—Ya veo. —Las palabras de Red traen una esperanza que se eleva dentro
de mí una vez más—. Él querría tener cuidado contigo. Y después de cinco
años estoy segura de que la precaución es lo último que lograría conseguir.
Así que está siendo paciente.
151
conductora ebria, está nominada al premio DUI por conducir bajo los
efectos del alcohol.
—Hola, —el camarero dice en voz alta sobre la música, guiñándome un ojo,
un guiño que dice Me acuerdo de ti.
Frunzo el ceño, lista para decirle que tiene a la chica equivocada, pero se
aleja. —¿Oíste a ese tipo? —Le grito a Red encima de la música.
Suspiro con alivio cuando ella mueve la cabeza. —No, estoy demasiado
ocupada mirando a ese. —Señala y sigo su dedo a un hombre al otro lado
de la habitación que está haciendo una imitación de Magic Mike en la pista
de baile.
Es alto, musculoso y está sin camisa. Su pelo claro tiene unos rizos y
algunos mechones se pegan a su cuello y a los lados de su rostro. Como si
pudiera sentir mis ojos fijos en él, mira hacia arriba desde el suelo
apuntando con su dedo directamente a mí. Luego, con un movimiento
suave como el de Patrick Swayze, me hace un gesto para que me acerque.
152
indirecta a través de ti. —Mira a Dallas que dice algo, y asiente con la
cabeza para dar su aprobación.
Me uno al Sr. Sexy en la pista de baile al tiempo que una serie de gritos
resuena por la habitación. Me toma en sus brazos con un poco más de
fuerza de la que creo necesaria, y entierra su rostro en mi cabello.
—Hola, sexy. —Su voz es baja y sucia, rapeando las palabras mientras las
jadea en mi oído. El saludo del camarero me tiene paranoica y busco su
rostro para reconocerlo. Cuando no veo nada, finalmente me permito
relajarme.
Estoy perdida con la música. Es lo único que siento, escucho y veo. El bajo
suena al mismo ritmo constante que mi corazón. He echado de menos esto.
He extrañado el hecho de dejarme llevar. La sensación es tan eufórica
como si estuviese flotando. Pero todo cambia en un instante cuando me
arrancan de una nube, me cortan las alas para estrellarme y caer de nuevo
en el presente.
153
—¿Ella es Whitney? —Mi compañero de baile dice alto sobre la música.
De la nada, Red se lanza como una fiera salvaje, saltando sobre la espalda
del hombre y envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.
Inmediatamente me libera, luchando por quitarle las manos de su
garganta mientras Dallas lo ataca por el frente.
Escucho a alguien decir que saquen a las chicas y reconozco la voz de Luke.
Entonces me doy cuenta de que estoy viendo a todo el club entrar en el bar
mientras me llevan. Antes de que mis pies estén en el suelo, Dallas y Red
154
son sacadas también dando patadas y gritando. Una vez que salen, me
preparo para la verdadera pelea.
—Bueno —comienza Red, burlándose de mí—. Tal vez fue Whitney. —Elijo
ignorar su comentario y morderme el interior de mi mejilla para no
sonreír, a pesar del jodido peligro en el que nos he metido.
155
Luke es el primero en salir, y no hay forma de evitar su mirada de muerte.
Observa directamente a través de Dallas y de Red hacia mí. —Qué.
Mierda. Ha. Pasado. Cada palabra es como un puñetazo en mi estómago,
trago y derramo toda la historia, con una mentira que afirma que no
conocía a ese hombre en absoluto.
Otra vez, soy la tercer rueda. La pobre y solitaria Maddie, suplicando por
un poco de cariño. Busco a Marty, que es lo más parecido a un premio que
obtendré entre esta multitud, pero no lo veo por ninguna parte. Estoy
segura de que le está sacando la verdad a golpes. Si tiene éxito, tendré que
mentir. Eso sí me pregunta. Y sé que lo hará. Esta es exactamente la razón
por la que evité hacer nada con las chicas o el club. Odiaba sentirme, así
como una víctima.
156
Marty, puedo ver que dicen todo lo que no quiere expresa en voz alta.
Tengo miedo, pero siento alivio cuando me doy cuenta de lo que dicen esos
ojos.
Él lo sabe.
157
Capítulos 13
Maddie
Cuando llego a casa, el batido está vacío, todas mis patatas fritas se han
acabado y eso es sólo el principio de mi desesperación. En mi entrada hay
una Harley que conozco muy bien, Elvira. —Aquí vamos, —murmuro para
mí misma, abriendo mi puerta y saliendo de mi coche. La maldita faja
estaba dañando mi capacidad para moverme.
158
No ha hecho nada malo. No puedo culparlo por ser listo o por sacarle la
verdad a golpes a un hombre. Predije que sucedería. Sólo que no tan
pronto.
Mierda. Eso fue un golpe bajo, Maddie. Incluso cuando lo pienso, sé que es
injusto. Estoy enfadada conmigo misma y me desquito con él.
—Esta noche te veías bien —dice con una voz baja y pensativa—. Todavía
lo haces.
159
tan hermoso, perfectamente marcado por las huellas del dolor que ha
soportado.
—¿Así que crees que sabes las respuestas? Bueno —con un movimiento de
mi mano, le ofrezco la palabra, —adelante, ilumíname.
—A menos que quieras decirme algo más. —Mi alivio es de corta duración.
El desafío en sus ojos me pone nerviosa. ¿Lo sabe? Marty no es el tipo de
hombre que se anda con vueltas. ¿Pero podría estar probándome?
—Si estuvieras herida, nena, lo sabría. Mejor que nadie. Porque te he visto
lastimada, Maddie. Y es jodidamente desgarrador. Lo sé, porque cuando
tú sientes dolor, yo también lo siento.
160
¿Qué responde una chica a eso? Nada. Porque no hay suficientes palabras
para expresar lo completa que me hace sentir. Es como si estuviera
besando mi alma. Ahora que lo ha hecho, hay muchos más lugares que se
me ocurren para que me bese.
Puede que no sea la chica que era hace seis años, pero mi atracción por él
es más fuerte que nunca. Sólo porque quiera mantener una parte de mí
escondida un poco más, no significa que ya no quiera que me bese.
Lamerme. Follarme. Y por el tiempo que dure, ayudándome a olvidar este
jodido mundo que he creado para mí.
—Estoy pensando en todos los lugares en los que quiero tener tu boca.
Mi aliento se acelera cuando lleva sus ojos a mi boca. —No sólo quiero
besarte, nena —Dilo. Por favor, dilo. Por favor, por favor, por favor, por
favor, dilo—. Quiero follarte.
Lo dijo. Estoy lista. Y él también. Lo único que hay entre nosotros es aire,
una oportunidad y un metro de distancia. Pero se está acercando
rápidamente, aprovechando la oportunidad y cuando está directamente
delante de mí, el aire es expulsado de mis pulmones.
—Siempre.
161
Conozco esta actuación. Me pregunta cómo lo quiero. ¿Me hace el amor?
¿No lo hace? No hay necesidad de arrancarle los pétalos a una flor con una
pregunta como esta. Sé lo que quiero... y es sólo lo que él me puede dar.
Duro, fuerte y rápido con un estilo propio el cual me ha arruinado para
todos los demás hombres del mundo.
Deslizando sus manos debajo de mis pantalones cortos, me pasa los dedos
por el desnudo trasero. Sin ningún esfuerzo, me levanta hasta que estoy a
horcajadas en su cintura con las piernas trabadas detrás de él. Mantengo
mis manos sobre sus hombros, esperando su orden.
162
Desearía estar borracha. Debí evitar el batido y las patatas fritas que son
en parte responsables de mi estado de sobriedad. Pero ahora que lo pienso,
debería haberme saltado a esos bastardos hace años. Entonces no estaría
en este apuro.
Tirando de mí para estar entre sus piernas, acuna mi rostro con sus manos,
obligándome a mirarlo. Pero en lugar de eso, miro por encima de su cabeza.
—Mírame. —Sin dudarlo, lo hago—. Eres hermosa. No me importa si no
tienes el tamaño que solías tener. Te deseo, Maddie. Y cuanto más de ti
haya, más te deseo. —La sinceridad de su mirada hace que las lágrimas
me quemen la parte posterior de mis ojos.
Tal vez es la culpa que siento por mentirle. O quizás son mis estúpidas
hormonas forzándome a tener una menopausia prematura. O tal vez es
porque sé que, con él, no tengo que contenerme. No tengo que fingir ser
débil o luchar para ser fuerte.
163
siento que el dolor se desvanece mientras la promesa de placer comienza
a recorrer mi cuerpo.
—Me encantan tus muslos, —dice, bajando mi pantalón corto por mis
piernas lentamente—. Me encanta la forma en que se aprietan a mi
alrededor justo antes de que te vengas —Besando mis muslos, pone sus
manos en mis rodillas, extendiéndome para él—. Me encanta tu coño.
No tengo que mirarlo para saber que está sonriendo, pero lo hago y él lo
hace. El cariño en sus ojos es suficiente para que me venga. Pero sé que no
es así. —Y estos, —su atención se centra ahora en mis pechos mientras se
inclina sobre mí con su aliento fresco causando que mis pezones se
endurezcan—. Estos son mejores de los que puedo recordar.
164
un striptease para él cuando quiera. Ahora mismo si lo desea. Sólo lo
necesito dentro de mí.
—Bien.
—No tengo ningún condón. —Le digo de golpe, sin ninguna razón
aparente. Ya me había follado dos veces sin uno.
—No me importa.
—Eso tampoco me importa. —No tiene por qué decirme lo que le importa,
lo sé por el deseo que tiene en sus ojos al acercarse lentamente hacia la
fuerza que ejerce mi coño.
165
Su boca se abre con un gemido y sus ojos se cierran al empujar lentamente
dentro de mí. La sensación cuando me llena es nada menos que increíble.
Me está estirando, y consumiéndome. Nada es tan placentero o gratificante
como él dentro de mí.
Pasando mis manos por su cuello y espalda, me quedo quieta. Cuando mis
músculos se contraen involuntariamente a su alrededor, siento su cuerpo
sacudirse con lo que sólo puede describirse como una sobrecarga de placer.
Si este va a ser todo el sexo que tenga esta noche, ya es suficiente.
Mis brazos rodean su cuello sosteniéndolo sobre mí. Mis piernas se separan
más, dándole la bienvenida. Mi cuerpo comienza a vibrar en anticipación a
lo que me ha prometido. Y finalmente, en perfectos, medidos y deliciosos
golpes, comienza a moverse.
166
Inmediatamente me pierdo en un mundo de placer. Mi vientre está lleno
de mariposas. Mi piel hormiguea en cada lugar que toca. Me consume el no
poder comer, o dormir, o pensar en el sentimiento de un nuevo amor unido
a temblores corporales, hormigueo en la columna, y el aliento que atrapa
múltiples orgasmos. Pero no son sólo los empujes de sus caderas, y su polla
golpeando ese punto dentro de mí que había olvidado que existía, lo que me
hace sentir así. Es una combinación de todo esto.
Levanto mis caderas para encontrarme con las suyas, y siento sus manos
apretando a mi alrededor. Sus labios se introducen más en los míos
mientras me besa con fuerza, sin guardarse nada. Su ritmo se acelera y me
aprieto a su alrededor forzándolo a clavarse más fuerte en mí.
Esa fracción de segundo justo antes de que los fuegos artificiales estallen
dentro de ti, ese momento es siempre la mejor parte de la liberación. Sabes
que está llegando. No hay nada que puedas hacer para detenerlo, aunque
167
quisieras. Tu cuerpo se detiene... El corazón deja de latir. No puedes
respirar. No puedes pensar. Todo lo que puedes hacer es disfrutar de ese
destello de anticipación que se te permite antes de que pierdas
completamente el control. Entonces sucede.
La cama se hunde y siento frío por la pérdida del calor de su cuerpo. Sé que
me está mirando. Estoy segura de que soy un espectáculo. Mi coño
probablemente parezca una pelota de fútbol desinflada, pero mantengo las
piernas abiertas porque no tengo la energía para cerrarlas. Si no quisiera
volver a follarme, a mi chica y a mí nos parecería bien. Nadie debería
experimentar lo que acabo de hacer más de una vez en su vida ya que no
es natural.
168
—Vamos, cariño. —En un segundo estoy siendo arrastrada a su lado y al
siguiente me carga en sus brazos. El acto me despierta ligeramente y
empiezo a luchar para salir de su agarre. Sería realmente humillante si
sus rodillas no fueran lo suficientemente fuertes para sostenernos a ambos.
Pero estamos en el baño antes de que me dé cuenta y no da señales de
debilidad. Ni siquiera se está esforzando.
Oh. Creo que ese es mi trabajo. Me inclino, todavía usando su brazo como
soporte y ajusto el mando. Segundos después, los dos estamos maldiciendo
en señal de protesta por el agua helada. Luego nos estamos quemando.
Finalmente, pensando como un adulto, cierro el grifo de la ducha hasta que
la temperatura del agua sea la adecuada, antes de volver a abrirlo.
—Te he echado de menos, Maddie. —Me tenso por sus palabras—. Pensé
en ti todos los días. —Era la primera vez que realmente decía estas
palabras. Pensé que se sentiría bien al oírlas, pero solamente sentí dolor.
La culpa me da otro mordisco y mi humor lleno de alegría cae en picado
hasta la melancolía.
—Mucho.
169
Insatisfecha con su corta respuesta, empujo aún más con mi voz tranquila
y comprensiva. —Dime.
—Estos son mis recuerdos, Maddie. No los tuyos. —El tono final se refleja
en sus ojos. No quiere hablar de ello. Pero necesito que sepa que estoy aquí
para escuchar.
—No lo hagas. —Me interrumpe con una advertencia. Esto será algo de lo
que nunca hablaremos. Así que hago lo que es mejor. Deslizo mis manos
alrededor de su cintura y lo abrazo contándole todo lo que no me deja decir
con palabras.
Estoy limpia, pero sigo oliendo a él. Cada vez que me muevo, recuerdo el
lugar donde ha estado. Y los recuerdos hacen que una chispa de electricidad
circule a través de mí. O tal vez es que está parado en mi habitación.
Vistiendo nada más que ropa interior. Preparándose para subir a mi cama.
Junto a mí.
—¿Estás bien? —Mis ojos se deslizan desde sus gruesas piernas hasta su
rostro. Su ceja está con una expresión de duda.
170
Era el último hombre con el que dormí en mi cama. Eso fue hace seis años.
Tener sexo con él era una cosa, pero esto lo lleva a otro nivel. Se está
quedando a dormir. En mi cama. Y no estoy segura de cómo me hace sentir
eso.
—Hola. —Me levanta la barbilla con el dedo. Está tan cerca. Huele tan
bien. Se ve aún mejor—. Deja de pensar en todo. Si esto te hace sentir tan
incómoda, puedo dormir en la otra habitación.
Estoy tentada en decirle que lo haga. Pero sólo pensar en lo bien que se
sentirán sus brazos a mi alrededor me hace descartar la idea. Quiero que
me abracen. Deseo que me sostenga con esas grandes manos. Quiero que
me bese cuando esté despierta en medio de la noche, y luego me vuelva a
dormir, como solía hacer.
Sonríe. —Bien.
Me despierto en una cama vacía, pero el olor del café invade mis sentidos
y sé que está aquí. Arrastro mi trasero a la cocina y sirvo una taza tratando
de ignorar a Marty y su alegre voz matutina. No estoy acostumbrada a
171
compartir mis mañanas con nadie, no es que me esté quejando. Tenerlo
aquí no es un inconveniente, sólo deseo que no hable hasta después del
mediodía.
Whitney.
Joder.
172
Si le cuento todo, y lo pongo todo sobre la mesa, las cosas entre nosotros
nunca serán las mismas. Me gusta quiénes hemos sido desde que llegó a
casa. También me gusta saber que, en este momento, todavía me aferro a
esa pequeña independencia por la que he trabajado tan duro. Y no estoy
lista para dejarlo ir todavía. Si eso significa que lo que tenemos ha
terminado, entonces es un sacrificio que estoy dispuesta a hacer.
—Mi vida no es asunto tuyo. —Mi tono de voz está cargado de valor.
No sólo estoy enfadada, sino también herida. Puede que me haya pasado
los últimos tres años arrojando gasolina al fuego pero, como dijo el Dr.
Yarborough, Marty es la chispa que lo inició todo. Ahora, estoy cambiando
de opinión. Creo que es hora de dejar todo por él. Empezando por cómo
llegué aquí en primer lugar.
173
—¿Quieres la verdad? —Le escupo—. Esta es una maldita verdad para ti.
En nuestro aniversario de los tres meses me dejaste en un restaurante
esperándote toda la noche. Y nunca apareciste. —Las lágrimas me
queman en la parte de atrás de mis ojos. Empiezo a luchar contra ellas,
pero sé que será una batalla perdida—. Me drogaron. Casi me violan en el
estacionamiento, y cuando alguien me salvó, pensé que serías tú. Pero no
fue así.
174
—Lo siento mucho, nena, —me dice, dejando caer besos sobre mi cabeza
mientras me abraza en silencio prometiéndome que no me dejará ir. No
pregunta por qué nunca se lo dije. No trata de defenderse. Me dice que lo
siente, algo que nunca le he oído decir. Porque en este momento, sí sé que
lo siente. Lamenta no haber estado allí. Y siente haberme lastimado. Pero
también lamenta no haber sido el hombre que yo necesitaba que fuera.
—Ya no soy una víctima, Marty, —empiezo, cruzando los brazos para
evitar acercarme y tocarlo.
175
brazos y contarle todo. Pero me niego a ser débil en este momento. Así que
pongo los hombros rectos y endurezco la columna.
—Cualquier cosa.
Oculto mis emociones. Al igual que la fachada que he usado durante años,
enmascaro los sentimientos que siento en este momento. Tenerlo de vuelta
en mi vida me ha hecho feliz. Pero esto es más grande de lo que soy. No
seré débil. Ya no puedo.
Mi protector.
Mi confidente.
Mi roca.
Mi amante.
176
Mi hombre.
177
Capítulo 14
Marty
—Tres días.
Asiento con la cabeza, y luego me doy cuenta de que sigue sin mirar.—De
acuerdo.
Luke está esperando afuera, y sacudo la cabeza ante lo que veo. —¿En
serio, Luke? ¿Una maldita máscara de esquí?
178
Sus ojos brillan de diversión. —¿Demasiado? —Lo ignoro mientras me subo
a mi moto y me ajusto el casco al rostro. Nos metemos en el tráfico, y pronto
estamos a menos de medio metro de distancia, viajando a noventa
kilómetros por la carretera principal.
Maddie puede afirmar que es diferente, y en cierto modo podría serlo. Pero
también es la misma. La única diferencia es que no me necesita a la hora
de buscar problemas. Está manejando la mierda por su cuenta. Antes,
siempre sabía que la respaldaba. Quizá ahora no lo sepa, pero yo sí.
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Estamos sentados alrededor de la mesa en la capilla de nuestra filial en
Mobile, y Luke se está cabreando cada vez más. Como él está enfadado,
también lo estoy. —¿Qué coño quieres decir con que no lo entiendes?
Mis ojos se mueven hacia el discurso del Vicepresidente que le habla a Luke
y no me gusta la forma en que mira por encima de su nariz a mi Presidente.
—Digo que no entiendo por qué estás aquí tratando de jugar al héroe.
Tenemos un presidente.
Los miembros de esta filial no están pasando por nada que el resto de
nosotros no hayamos pasado. La diferencia es que lo están manejando mal.
El Presidente está dejando que su Vicepresidente cargue con la culpa por
haberla cagado. La vida en el club es simple para aquellos que lo
entendemos. Pero no puedes follarte a la mujer de tu hermano, y no esperar
una fractura en la mesa. Algunos dicen que el dueño del parche merecía
que le quitaran a su esposa. Otros creen que es un desastre, pero intentan
180
mantener el orden en silencio. Con Luke creemos que la propiedad de un
hermano le pertenece sólo a él. Si les faltas el respeto, habrás roto la regla
de oro.
—El hombre que provocó esto, puso a todos los parches bajo libertad
condicional. Puede que un golpe a nuestro orgullo nos ayude a recordar
quiénes somos y qué representamos.
181
El hombre al que quiere expulsar del club, no está presente. Dio una excusa
de mierda para no estar aquí, probablemente porque sabía lo que se
avecinaba. Tendremos que cazarlo, y estoy deseando que llegue la
oportunidad.
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—Sly... —Llamo, golpeando la puerta otra vez, pero nadie responde.
Mientras Luke revisa las ventanas para ver si hay alguna cortina abierta,
mis ojos se dirigen al columpio en el patio delantero. Me da náuseas al
verlo. Este hombre tenía una esposa, tres hijos y estaba demasiado ocupado
follándose a la dama de su hermano como para cuidar de su propia familia.
—Buscamos a Sly, —digo como saludo. Sus ojos marrones se ponen tristes
al mencionar su nombre. Como soy un imbécil insensible y Luke lo sabe,
interviene.
_________________________________________________
183
—Oh, bueno, un placer conocerte. Pasa.—Abriendo más la puerta, ella
retrocede invitándonos a entrar. La casa es cálida y sorprendentemente
está muy limpia. Todo luce impecable, excepto por los tres niños que se
amontonan en la cocina con nada más que su ropa interior, sus rostros
sucios y los dedos pegajosos—. Trabajo de noche, así que estábamos viendo
una película en la cama. Estaba durmiendo un poco y no los escuché.
—Los encierro con llave para que no puedan salir. Con el fin de
mantenerlos callados, les doy comida y películas. Es la perfecta niñera. —
Frunzo el ceño, sintiendo lástima por ella. ¿Dónde está el pedazo de mierda
de su marido? Oh, es cierto. Se está follando a otra mujer.
—¿Dónde está Sly? —Mi ira no está dirigida hacia ella, pero no puedo
disimularla en mi voz.
—Papá tiene una novia, —un niño canta y pronto todos se ríen. No lo
encuentro divertido. En absoluto. Pero son niños, y no saben lo que es
correcto.
Con una risa corta y avergonzada, se pasa la mano por su largo y castaño
cabello.—¿Quieren un café? —Admiro a esta mujer que ha pasado por un
infierno, pero que aún se las arregla para mantener sus modales y
mostrarnos respeto.
—No señora. —Con una sonrisa, Luke parece calmar sus nervios. ¿Cómo
carajo hace eso?—. Esperábamos atrapar a Sly antes de irnos. ¿Sabes
dónde podemos encontrarlo?
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—Lo hice.
Luchando contra su creciente ira por el dolor que uno de los nuestros le ha
hecho pasar, Luke asiente. —Por supuesto.
Hay una película en la televisión y los niños cantan todas las malditas
canciones, mientras junto a Martha, la dama de Sly, nos sentamos en la
cocina y tomamos café. Las lágrimas corren por su rostro mientras nos
cuenta la mierda que Sly ha estado haciendo.
—Ya no viene a casa, —dice, y noto que sus manos se aprietan alrededor
de su taza para que no tiemblen—. Cuando lo hace, siempre está enfadado.
He tenido que hacer turnos extra sólo para pagar las facturas. No puedo
permitirme una niñera, así que mi madre se ha quedado aquí por la noche
con los niños.
185
—Eres un buen hombre, Luke. Siempre lo he escuchado, pero me alegro de
poder comprobarlo por mí misma.
Incómodo por sus elogios, Luke cambia de tema.—Eres parte de este club,
Martha. Es nuestro trabajo cuidar de ti. Sé que tienes mucho orgullo, pero
no quiero ninguna discusión sobre lo que voy a hacer. ¿Entiendes? —Su
tono no deja lugar a protestas y ella asiente con la cabeza mientras sus ojos
se abren ligeramente con miedo.
Luke mete la mano en su chaleco y cuando veo lo que saca, casi me río. Es
el único hijo de puta que conozco que todavía lleva una chequera. La cuenta
del club de nuestro distrito tiene todos nuestros nombres en ella. Cada
cheque requiere dos firmas. Hasta donde sé, es la primera vez que lo
usamos en algo más que para pagar sueldos o cuentas del club.
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sonrisa. Consigue hacer que los niños lo llamen tío después de conocerlo
sólo por unos minutos. Es un cabrón carismático.
Pero una vez que estamos fuera, la sonrisa y el encanto se desvanecen del
rostro de Luke mientras aprieta los dientes y me mira fijamente.—
Hagámosle una visita a ese hijo de puta. —Estoy más que feliz de
complacerlo. Y ahora, es mi hora de brillar.
Inclinándome más cerca, entrecierro los ojos frente a las putas borrachas
que están a tres segundos de recibir una ira como nunca han visto. —Saca.
Fuera. Tú. jodido. Culo... Ahora. —Mi gruñido parece llegar a ellas y se
tropiezan entre si y se alejan de mí.
Mi mano sobre su garganta lo silencia mientras lo pongo de pie. Lo llevo de
espaldas a través de la barra, mientras la multitud se separa para darnos
espacio. Afuera, lo empujo contra la pared, presionando mi brazo contra su
garganta. —Este es Luke, nuestro Presidente Nacional —Sacudo mi
cabeza en dirección a Luke—. Te hará algunas preguntas. Por cada
mentira que digas, te romperé un dedo.
187
—¿Te follaste a la dama de tu hermano? —Luke pregunta directamente,
con la voz en calma, mientras se mantiene tranquilo a mi lado.
—¿Qué? No.
—Sí, —se las arregla a decir a través de la tos—. Me la follé. Pero fue sólo
una vez. —Supondré que está diciendo la verdad, igual que asumiré que
volverá a mentir. Me recuerdo a mí mismo ser paciente, tiene diez dedos
después de todo.
—Le daré dinero. Haré lo que sea necesario. —Maldito coño. Me avergüenza
incluso pensar que es mi hermano.
Al acercarse, Luke estrecha sus ojos sobre él. —Estás fuera. Hecho. Si te
vuelvo a ver usando un parche, te quemaré la espalda con ese hijo de puta
encima. —Bajando la voz, la amenaza de Luke es lo suficientemente letal
como para matarlo—. Si le pones una mano encima a tu esposa o a esos
niños... Si le levantas la voz a cualquiera de ellos, lo sabré. Y mucho antes
de que termine contigo, rogarás que te mate.
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Sacudiendo la cabeza con asco, Luke vuelve su fría mirada hacia mí. —
Tómalo.
189
Capítulo 15
Marty
El GPS de su teléfono me dice que está aquí, en la casa club, pero llevo aquí
casi dos horas y aún no la he visto. Justo cuando ya no lo soporto más y
estoy a punto de preguntarle a alguien dónde diablos está, entra.
Algo está mal. Puedo notarlo por la mirada en su rostro. Para todos los
demás, parece normal. Pero conozco a Maddie. Sé que la sonrisa que lleva
es forzada, el peso sobre sus hombros es grande y que su cuerpo está muy
apretado por la anticipación y tal vez incluso por el miedo. Y no ayuda el
hecho de que ahora sé que nuestra dulce Maddie, ya no es tan dulce.
—Hola. —Me ofrece la misma sonrisa forzada que ha estado usando y una
inclinación de cabeza que dura más de lo que debería, casi como si estuviese
de acuerdo con algo que está dentro de su cabeza. Ojalá supiese lo que está
pensando.
190
altos como para ser considerados letales. Maddie parece una zorra, una
guerrera y una reina, todo envuelto en una sola pieza.
—Toma lo que necesites. —Sus ojos se estrechan sobre mí. Supongo que
asegurarme de que tenga dinero es mi responsabilidad. Diablos, tal vez lo
sea.
—Gracias, —le dice a Luke, pero me está mirando—. ¿Nos vemos por ahí?
191
Capítulo 16
Maddie
Whitney no permanece en las sombras del MC. Brilla con su propia luz.
Convertirse en ella es más poderoso que ser Maddie. No es su pelo largo y
oscuro, su ropa provocativa y su actitud coqueta lo que usa para llamar la
atención de los hombres. Es lo que les hace cuando la confunden con un
blanco fácil. He estado viviendo dos vidas paralelas durante tres años...
Claire.
Hace seis años, mató a un hombre por mí. Al principio, sus intenciones eran
simplemente noquearlo. Pero algo se rompió dentro en su interior cuando
sus ojos percibieron el desgarro de mi ropa, el estado de embriaguez y mi
completa impotencia. Cuando el camarero gimió de dolor, lo golpeó de
nuevo. Y otra vez. Y una vez más. Le aplastó el cráneo con un ladrillo, y ni
una sola vez mostró signos de remordimiento.
192
No sabía su nombre. Nunca me preguntó el mío. Sólo me limpió. Me llevó
a casa. Y me aseguró que todo estaría bien. Le creí porque pensé que era la
mujer más valiente y heroica en el mundo.
No era así.
Dos años después tuve una cita en Jackson para una consulta a la que mi
psiquiatra insistió en que fuera. Me escapé, y en su lugar encontré un
restaurante con buen vino. Un par de botellas, un río de lágrimas y sentir
lástima por mí misma era justo la terapia que necesitaba. Mi vida era una
mierda. Le pregunté al mundo, al vino y al camarero, "¿Por qué a mí?"
Entonces, por primera vez en esa noche, la vi. Y de repente, mis problemas
ya no eran tan malos.
En realidad, ésta no era la mujer que recordaba. Esta mujer era débil, tenía
un brazo en cabestrillo, y el otro lo sostenía con fuerza el hombre que estaba
a su lado. A pesar de sus heridas, Claire se veía hermosa. El hombre que
la acompañaba era sorprendentemente guapo. Pero pude ver a través de
su encantadora sonrisa. Sabía que era malvado por la forma en que sus
brillantes ojos la miraban con promesas aterradoras. Fue entonces cuando
decidí devolverle el favor que una vez me había hecho.
Para ella, ya no era Maddie la víctima. Era, y sigo siendo Whitney la que
es fuerte cuando ella no puede serlo. La que le dice que es importante
cuando su marido la hace sentir insignificante. La que le recuerda que es
hermosa por debajo de sus moretones. Y le promete que no ha hecho nada
malo, a pesar de que le lavaron el cerebro para que creyera que es la
culpable.
193
Durante tres años, Claire ha creído que soy la mujer más valiente y heroica
que ha conocido.
Y tiene razón.
Le voy a dar la libertad. Abriré sus ojos a una vida que es más de lo que
ella conoce. Voy a eliminar a esa esposa maltratada, amargada, y al hijo de
puta del marido que tiene. Y no hay un alma en esta tierra que pueda
detenerme.
Claire cree que soy diseñadora de interiores. Cuando me acerqué hace tres
años, fue lo primero que se me ocurrió. No sabía una mierda sobre diseño
de interiores, pero había aprendido mucho sobre ello a lo largo de los años.
Dallas me había ayudado un poco después de que le dijera que estaba
pensando en tomarlo como un hobby. Por suerte para mí, Dallas es
bastante buena en eso.
194
Ahora la casa es algo que se ve y se siente como un hogar. Aunque a William
le gusta usar a Claire como su saco de boxeo personal, también disfruta de
hacerla feliz. En su mente enferma, dejar que remodele la casa es una
disculpa más que suficiente.
—William no está muy satisfecho con el diseño, pero le aseguré que una
vez que lo terminaras, lo aprobaría. Pensé en un color amarillo claro para
la pared, pero después de hablar de ello, estoy de acuerdo en que un color
más neutro se vería mejor. Tiene buen ojo para cosas como esas.
Como cada vez que excusa su comportamiento, quiero gritarle. Pero eso no
me llevará a ninguna parte. Aprendí hace mucho tiempo que William le
lavó el cerebro a Claire para que creyera que es estúpida, indigna y que
debería estar agradecida de haberla elegido como su esposa. Tras seis años
de abuso mental, se lo cree porque es todo lo que conoce.
Así que, como siempre, sonrío y estoy de acuerdo, teniendo en cuenta que
no tendrá que soportar esta mierda por mucho más tiempo. Al principio,
traté de ponerla en su contra y convencerla de que se fuera. Cuando me di
cuenta de que eso no funcionaría, me disculpé por sobrepasar mis límites,
prometí no volver a mencionarlo y me esforcé por decirle cada vez que la
veía que era hermosa, inteligente e importante. Y está funcionando.
Se ruboriza y deja caer su mirada.—Oh no, —dice con una pequeña risa—
. Esta es su cuenta más grande. No quisiera arruinarle nada.
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William es un contador independiente que se especializa en la banca
offshore. Sus clientes son multimillonarios y le pagan muy bien para
ocultar su dinero. Me gustaría decirle que tanto si se queda como si se va,
cualquier cosa que no salga bien, seguirá siendo su culpa. Pero la mirada
triste en sus ojos me dice que ya lo sabe.
—Estábamos...
—¿Lo hace? —Sus cejas se levantan en desafío. Espera que diga algo
equivocado. Pero no lo haré.
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Hago un gesto de desprecio con la mano. —Por supuesto. Las mujeres como
Claire y yo somos muy ignorantes en ese tema. No es lugar para una mujer.
Nuestro tiempo está mucho mejor empleado aquí, donde pertenecemos. —
Le muestro una sonrisa y noto el brillo del orgullo en sus ojos. Pero se
desvanece rápidamente cuando añado—. Tengo que agradecerle a Claire
por eso. Me ha enseñado mucho sobre cómo ser una esposa respetuosa y
comprensiva. Cuando decida casarme, tendré un gran comienzo.
—No te cases con un hombre como William —susurra ella, con tristeza y
derrota en sus ojos—. Te mereces algo mucho mejor.
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—Sabes por qué, —susurra, pero voy a hacer que diga las palabras aunque
sea lo último que haga.
—Sólo cálmate.
—¡Claire, por favor! Háblame. Puedo ayudarte. —Mi voz se eleva a través
de la gran casa mientras la sigo.
198
hará ninguna diferencia, le doy una muestra de la Maddie que no es
equilibrada, perfecta y educada como Whitney.
Después de mi primera copa que baja demasiado rápido, opto por una
botella entera sabiendo que hay un motel justo al final del camino. Ahogo
mi fracaso al tomar una copa tras otra. Claire había estropeado mis planes
al no cenar conmigo. Ahora, tendré que esperar hasta que William esté
fuera de la ciudad para verla, si es que así lo quiere.
Estuve tan cerca. Todo estaba funcionando perfectamente. Pero dejé que
mi bocaza sobrepasara los límites, y en lugar de terminar la noche con una
celebración, la acababa con tristeza. Necesitaba una nueva estrategia. Me
había llevado tres años elaborar este plan, ahora estaba de vuelta en el
punto de partida.
Estoy en la botella número dos cuando veo una gran figura por el rabillo
del ojo. No reconozco al hombre, pero si no fuera por el alcohol que afecta a
mis extremidades, saltaría y correría. Nunca he visto un asesino a sueldo,
pero cuando me imagino uno, este hombre encaja en ese perfil. Es grande
y malvado con un rostro inexpresivo y con fríos ojos cargados de odio.
199
No puedo moverme. El miedo me tiene completamente paralizada. No tengo
un arma que me haga sentir poderosa. Tampoco tengo un plan y él no es
parte de mi misión. No importa si soy Whitney o Maddie si no tengo esas
cosas. En este momento, ambas son la misma, sin defensa e inútiles. Y si
quiere que me mueva, tendrá que agarrarme y levantarme él mismo.
200
Sacude su cabeza.—No funciona así. —Al dar un paso hacia adelante, se
extiende y me agarra del cuello. Cuando me tiro hacia atrás, termina
tomando mi camisa en un puñado.
—No...
Marty.
201
Capítulo 17
Marty
No creo que haya otra mujer en el mundo que pueda meterse en más
mierda que Maddie. O Whitney. O quien coño sea. Así que encontrarla
acorralada en un oscuro callejón, detrás de un restaurante propiedad de la
mafia, puede parecer un poco demasiado dramático para la mayoría, pero
para Maddie, es sólo otro día. Estoy bastante irritado con ella que casi
podría volverme loco.
—Tengo negocios con ella. —Lo dice casi como si estuviera haciendo un
pedido. Esto me hace pensar que cree que podría ser alguien importante.
—¿Quién lo dice?
202
Con un movimiento de cabeza, vuelve a prestar atención a Maddie y
murmura, —Última advertencia. —antes de desaparecer en el interior del
local.
—¿Qué?
—El bolso. Tu mierda. ¿Dónde está? —Mi paciencia se está agotando cada
vez más. La tomo del brazo y la llevo a través de la puerta trasera, al
restaurante. Aún no me ha respondido y estoy a punto de volver a agarrarla
cuando se aleja de mi mano y toma su bolso de una mesa de al lado.
Para evitar más preguntas, busco las llaves en su bolso. Justo a tiempo,
llega un parche de una filial de apoyo local, seguido de un coche con dos
prospectos. Le tiro las llaves, le digo que lo lleve a la casa de Maddie y
espero que se vaya antes de hacerlo.
203
Cuelgo, algo más enojado de lo que estaba hace diez minutos. Girando mi
cabeza hacia la fuente de mi ira, mis ojos se posan en el dulce y angelical
rostro de Maddie. Se ha quitado la peluca y su pelo rubio se ha vuelto
rebelde. Sus amplios y azules ojos están tristes mientras mira fijamente el
parabrisas. Al verla, mi ira se desvanece.
¿Era su plan enfrentarse a él? —¿Fallaste? Nena, él era tres veces más
grande que tú.
—No con él. Fue una... inesperada sorpresa. —Las novedades me tienen
aún más confundido. Pero sé hasta dónde presionar a Maddie. Ahora
mismo, es mejor no forzarla a que me cuente todos los detalles. Si la
presiono demasiado fuerte y rápido, me echará completamente fuera.
Mientras esté conmigo, sé que estará a salvo. Pero antes de dejarla fuera
de mi vista, haré que me lo cuente todo.
Como ambos habíamos salido de la casa club con sólo unos minutos de
diferencia, pensarían que estábamos juntos. Y querrían la historia de lo
que pasó entre nosotros. Lo último que necesitaba era a las dos husmeando.
Así que, para evitar cualquier interrupción, reservé una habitación en
Jackson a noventa minutos de casa. No estaba seguro de cómo terminaría
204
esta noche, así que me tomé la libertad de entrar en su casa y empacar algo
de su ropa.
Pasan algunos minutos antes de que arrastre lentamente sus manos por
mis lados y las coloque a mi alrededor. Entonces, finalmente, se rompe.
Comienza como un gemido, pero pronto, mi mano comienza a frotar su
espalda mientras solloza sobre mi camisa.
Me resulta imposible contar las veces que he hecho esto. A lo largo de los
años, he sostenido a Maddie más de lo que jamás he contenido a una mujer
en toda mi vida. Es algo que me enorgullece saber que soy el hombre al que
acude para que la consuele. Pero duele como el infierno. Más esta vez,
porque pensó que no me necesitaba.
Le digo que la tengo. Que está a salvo. Que todo está bien, al igual, que sigo
aquí y que no me voy a ir. Las palabras son una promesa que rompí una
vez, pero juro que no lo volveré a hacer. Cuando grita y se aleja, puedo decir
que está lista para hablar. También estoy preparado para escuchar. Y más
que eso, estoy listo para arreglar lo que sea que tenga a mi chica tan
alterada.
205
—¿Estás bromeando? Ese tipo podría haberte destrozado todo tu rostro de
un golpe.
—Sí —se burla—. ¿Y qué pasará cuando no estés allí? ¿Entonces qué?
—No...
—Esto es lo que soy. Quien, quiero ser —Su voz se reduce a un susurro—.
No me quites eso.
Una vez más, esa mirada en sus ojos me pone de rodillas. Nunca la privaría
de algo que quisiera. Robaría para darle todo lo que pidiera. Pero esto es
algo que no puedo hacer por ella. No puedo quedarme en las sombras
206
mientras se pone en peligro. No está en mí. Esto es lo que soy. Y quién
quiero ser.
—¿Cuánto me amas?
Sus cejas se juntan mientras deja caer sus ojos sobre mis labios. Parece
estar deliberando algo. Finalmente, asiente con la cabeza, encontrándose
207
con mi mirada una vez más. Entonces, me da la oportunidad que he estado
esperando. —Ayúdame a terminar esto.
Pasaron varias horas desde que acepté ayudar a Maddie. Pero mientras
nos sentamos en el otro lado de la habitación, devorando lo que pedí al
servicio de habitaciones, me doy cuenta de que quizás no debería haber
aceptado nada hasta que conociera toda la historia. Cuando le digo esto,
ella asiente y acepta decirme todo lo que quiero saber. Sigo esperando
pacientemente a que empiece. Pero incluso antes de que lo haga, sé que lo
que voy a obtener no va a ser toda la verdad.
208
—No. —Los ojos de Maddie son tan duros como también su voz al
levantarlos hasta mí—. Ella no quiere detalles, Marty. Claire no sabe que
estoy haciendo esto.
—Me he acercado mucho a Claire en los últimos años. Está asustada. Débil.
Indefensa. No puede hacer esto por sí sola. Igual que lo estuve yo hace un
tiempo. Así que voy a mostrarle la misma cortesía que ella me ofreció a mí.
No le pedí que matara a ese camarero. Pero lo hizo. Y el mundo es un lugar
mejor gracias a eso.
No voy a lograr que cambie de opinión sobre esto en este momento. Así que
le dejo creer lo que quiera y cambio de tema. —La otra noche cuando estaba
en el bar con Red y Dallas...
—¿Eso era parte de este plan maestro? Presumo que te haces pasar por
Whitney cuando estás cerca de Claire. ¿La conociste en ese bar, y luego las
cosas se salieron de control?
209
—¿Así que me estás diciendo que has hecho esto antes?
Me sonríe. —Te digo que esa noche en el bar no tuvo nada que ver con
Claire. Mi terapeuta dijo que debía enfrentar mis miedos. Solía entrar en
pánico en lugares como ese. Ya no lo hago más.
—¿Qué tienes en mente para William? ¿Algo bueno? —Se está desviando.
Y eso me inquieta. Me está sonriendo porque lo sabe.
210
Si le digo a Maddie que no podemos hacer esto, nunca me lo perdonará.
Pero esa es la menor de mis preocupaciones. Con todo lo decidida que está
en hacer esto, sé que no hay forma de convencerla de que no lo haga. No
puedo mantenerla encerrada en una jaula. Ni tampoco puedo vigilar cada
uno de sus movimientos. Puede que no sea hoy, mañana o incluso este año,
pero al final Maddie encontrará su oportunidad. Y lo hará, sin lugar a
dudas.
Me quedé despierto casi toda la noche pensando en cómo podría hacer que
esto funcionara. Las acciones de Maddie eran otra cosa que me mantenía
la cabeza dando vueltas. ¿Por qué de repente estaba tan dispuesta a
dejarme ayudarla? Obtuve mi respuesta cuando me desperté por la
mañana con la mitad de la cama fría, la habitación vacía y una nota.
Amigos.
Malditos amigos.
No es sólo mi amiga.
Es mía, toda mía.
Eso significa que sus secretos son míos. Sus preocupaciones son las mías.
Su dolor. Recuerdos. Arrepentimientos. Errores. Logros. Su cuerpo. Mente.
211
Corazón. Alma. Todo lo que la hace ser quien es, me pertenece. Esto no es
una especie de macho alfa, o conversación de cavernícola. Esto es la maldita
realidad. Así que, la mujer que amo me diga que me aleje mientras se pone
en peligro, es algo desconcertante.
Es muy perturbador.
212
Capítulo 18
Marty
No sé quién es él, pero seguro que no soy yo. Y tampoco es William Deets.
Este tipo puede haber sido parte del plan de Maddie todo el tiempo. O tal
vez es sólo un maldito con el que ella decidió reemplazarme. Lo mataré...
213
Cuando se inclina y le susurra al oído, ella asiente y se desplazan. Observo
cómo le guiña el ojo a un amigo suyo que le levanta la botella y se ríe. Mis
manos se aprietan más dentro de mi sudadera en un esfuerzo por evitar
sacar mi arma, y poner una bala en las malditas cabezas de los dos
hombres.
—Bésame. —La voz del hombre es suplicante, pero ella evita sus avances
de nuevo.
—Estoy borracha.
214
—Una borracha muy sexy. —Aprieto los dientes, el deseo de arrancarle la
maldita cabeza se vuelve insoportable.
—Creo que sólo necesito ir a casa. —Se aparta, pero él le agarra el codo y
la tira hacia atrás.
—Te gustará.
—No. —Su voz es más dura esta vez, pero no acepta un no por respuesta.
—Me lo estás poniendo demasiado fácil. —Se han ido sus palabras mal
pronunciadas y su voz de borracha. Ahora, ella suena letal y demasiado
tranquila—. Realmente eres un pedazo de mierda, ¿no?
Al oír mi voz, sus cabezas se mueven hacia mí. Cuando empieza a suplicar,
entrecierro los ojos hacia él. —Cállate. —Se atraganta con mi tono y
asiente con la cabeza. Cuando mi mirada encuentra a Maddie de nuevo, se
ve determinada, un poco enojada y caliente como la mierda.
215
—Nena ... Dame el arma. —No responde porque tiene el arma apuntando
al hombre y sus ojos dirigidos a mí—. Piensa en lo que estás haciendo,
Maddie, —le digo, con un poco más de severidad.
Oh, por el amor de Dios... aquí vamos de nuevo con esta mierda de
Whitney. Me importa un carajo quién dice ser. Esta mujer, que es
increíblemente peligrosa y letal, es Maddie. La conozco mejor de lo que me
conozco a mí mismo o al menos eso creía. Obviamente, me equivoqué.
Ya entiendo.
Cada día me despierto siendo un hombre, y por la noche soy otro. El chaleco
no sólo me cambia, me define. Me recuerda que en el fondo, soy un Devil’s
Renegade. Al igual que en el fondo, Maddie ha encontrado quién es
realmente. Pero en este momento, no importa si es Maddie o Whitney.
Todavía no puedo dejarla hacer esto. No bajo mi supervisión. No esta
noche. Ni nunca.
Sacude la cabeza con el rostro de póquer. —No puedo hacer eso. No lo haré.
216
—No puedo permitir que hagas esto, —digo, luchando por mantener un
tono uniforme y distante que refleje el suyo propio.
Casi me río. Esa mierda no va a pasar. Y está loca si cree que pasará.
Cuando doy un paso hacia ella, saca la otra mano del bolsillo de su
chaqueta. Y me encuentro mirando fijamente el cañón de otra arma.
—Necesito hacer esto. Tengo que hacerlo —Está desesperada. Su voz está
temblorosa y sus ojos nublados—. No te atrevas a quitarme esto. —La miro
fijamente, confundida, tratando de juntar las piezas del rompecabezas.
¿Por qué matar a este hombre es tan importante para ella? Por el rabillo
del ojo, veo que el hombre de rodillas tiene los ojos cerrados y está
murmurando. Estoy bastante seguro de que está rezando. Probablemente
debería estarlo.
217
—Maddie, —empiezo, y el sonido de su nombre en mis labios debilita las
paredes a su alrededor—. Odio lo que te pasó a ti... lo que le sucedió a ella.
Pero ahora mismo, necesito que me des el arma.
Pero no puedo.
Puede que no haya podido salvarla las otras veces, pero ahora estoy aquí.
Así que antes de que sus ojos se vuelvan a enfocar en el hombre que aún
está de rodillas, acepto la carga de acabar con su vida, para que ella no
tenga que hacerlo.
Ella mira al hombre a sus pies, y luego vuelve a mí. —¿Por qué?
218
Me encogí de hombros. Mi respuesta es simple,—Para que no tengas que
hacerlo.
219
Capítulo 19
Maddie
No creí que fuera posible, pero mis ojos se abren al ver la escena que me
rodea. Un hombre yace a mis pies. Su sangre está salpicada en la grava y
en mis zapatos. Sus rodillas aún están dobladas y su cuerpo sin vida está
encorvado.
Por millonésima vez, mi mirada se dirige a Marty. Está ahí de pie, con
aspecto de un dios asesino. Su gran y voluminoso cuerpo se asoma en la
oscuridad. Su gorra negra está baja sobre su cabeza, deteniéndose justo por
encima de sus ojos. Los músculos debajo de su sudadera están bien
definidos, a pesar del material holgado que los cubre. Sus descoloridos
vaqueros cuelgan sueltos alrededor de sus gruesos muslos, pero se ajustan
a su entrepierna. Y al verlo, estoy completamente mojada.
220
directa. Quiero que me folle aquí mismo. Justo ahora. Pero cuando sus ojos
caen hacia el hombre muerto que está a nuestro lado, recuerdo que tenemos
prioridades.
—Abre el baúl, Maddie. —Su voz es tan baja, oscura y prometedora que me
estremezco anticipando lo que sucederá cuando lleguemos a casa.
Buscando mis llaves en el bolsillo, maldigo en silencio al hombre muerto y
lo condeno al infierno por hacerme esperar la deliciosa compañía de Marty.
Bastardo egoísta.
Poniendo ambas manos en la tapa del baúl, la cierra y deja caer la cabeza,
necesitando el apoyo del coche para sostenerse. —¿Tienes algún lugar
especial donde colocar los cuerpos? —Lo miro con confusión. Después de un
momento me mira a los ojos, sonriendo con una arruga en su frente—.
Bien... —Sacude la cabeza—. ¿Tiene Whitney un lugar especial donde poner
los cuerpos?
—Cállate, —digo con disgusto—. Sabes que en realidad no creo que tenga
otra personalidad, ¿verdad? Soy muy consciente de que Whitney es sólo el
nombre que uso cuando no estoy siendo la Maddie que todos esperan.
—Nena. —Su voz es suave, pero hay urgencia en su tono—. Acabo de matar
a un hombre y su cuerpo está en el baúl de tu coche. Estamos a menos de
cien metros de un lugar repleto de sus amigos que han visto tu rostro y el
mío. Me importa una mierda si tienes cien personalidades. Ahora mismo,
mi objetivo es salir de aquí.
221
—Maddie, —me dice, y sacudo la cabeza en un esfuerzo por aclarar mi
mente grosera—. ¿Adónde los llevas?
—¿Por qué eso me haría enojar? —Me da una mirada incrédula que es...
bueno, a falta de una palabra mejor, sexy.
—¿Me estás diciendo que es la primera vez que haces algo así? —Todavía
estoy un poco confundida por su tono si no está enojado.
—No... —Miro hacia otro lado, moviendo las manos—. Quiero decir... he
hecho... cosas.
Se endereza, pasando las manos por su rostro antes de cruzarlas por detrás
de su cabeza. Por alguna razón, lo encuentro divertido. Tal vez me estoy
volviendo loca. ¿Esto es lo que pasa cuando alguien está en shock?
—Maté a este hombre, Maddie. Por ti. Porque pensé que ibas a matarlo.
222
Asiento con la cabeza enérgicamente. —Era... Lo juro. Iba a ser mi
primero—. Un sonido que es una mezcla entre un gruñido y un ladrido
comienza a acumularse detrás de sus labios que son presionados en una
delgada línea. Luego, patea la grava antes de poner sus manos en las
caderas y sacudir la cabeza.
Llego rápidamente al otro lado del coche, casi tropezando con mis pies
mientras miro por encima de mi hombro hacia su espalda en retroceso. Me
deslizo detrás del volante. Mi cuerpo se ruboriza con el calor, pero sin él
tan cerca, comienzo a sentir el aire frío que se filtra en mi piel y me enfría
hasta los huesos. Poniendo la calefacción al máximo, me froto las manos y
espero a que se aleje antes de ponerme detrás de él.
Hago tratos y promesas con el Alfa y el Omega, sabiendo muy bien que
nunca los cumpliré. Pero estoy segura de que él lo sabe. Tengo tanto miedo
de que me detengan, que mis sentidos se agudizan y soy consciente de todo
lo que me rodea. Mis ojos están muy abiertos, mi corazón late fuera de mi
pecho. Si me llegaran a parar, sin duda Marty haría una estupidez sólo
para evitar la posibilidad de que me atraparan.
223
Estatal Big Hill Pond. En algún momento de nuestro corto viaje,
habíamos cruzado la frontera estatal y entrado en Tennessee.
El camino con muchas curvas nos lleva a una entrada cerrada por un poste
de metal con una gran señal de alto centrada en él. Empujando su soporte
con el talón de su bota, Marty deja su motocicleta en marcha mientras
juguetea con una cabina cerca del final de la entrada.
Escucho un golpe en el baúl que casi me hace saltar por los aires, y luego
me doy cuenta de que Marty ya ha desmontado de su motocicleta. Imbécil.
Podría haberme avisado. Apago el motor y abro el baúl, respirando
profundamente antes de salir del auto.
_________________________________________
224
La luna es brillante en el cielo, reflejándose en el agua y proyectando un
extraño brillo en todo lo que nos rodea. El silencio mezclado con el frío y la
noche es el escenario perfecto para una película de terror. Para estar
segura, miro por encima de mi hombro hacia el bosque para ver si Freddy,
Jason o Michael nos han encontrado.
—Marty, —empiezo, pero ¿qué puedo decir? Siento mucho que hayas tenido
que matar a este hombre por mí, pero gracias por la ayuda...
Esta parte del lago parece abandonada. Las mesas de madera para el
picnic, el muelle y el cuarto de baño están viejos y desgastados. Mis pasos
son cautelosos mientras camino hacia el final del tembloroso muelle.
Gruesas telarañas y excrementos de pájaros cubren los lados y los rieles.
Me estremezco al pensar en una araña que de alguna manera se envuelve
en mi pelo.
Miro hacia arriba justo cuando Marty se detiene en el borde donde deja
caer el cuerpo descuidadamente sobre las tablas de madera. Me aparto de
su camino cuando camina de vuelta hacia la orilla, encontrándose con mis
ojos al pasar.
225
Observo confundida cómo cae sobre su estómago y llega hasta el muelle
donde el agua se encuentra con la orilla. Después de unos momentos de
forcejeo, saca un trozo de cuerda y la pone a su lado antes de volver a bajar.
Acercándose al borde, inclina la parte delantera de su cuerpo sobre el
costado. Siento que el destartalado muelle se balancea con sus
movimientos mientras usa ambos brazos para tirar de algo que debe estar
enterrado en el barro.
Justo cuando el muelle está temblando tan violentamente que temo que me
envíe al agua, se detiene. Con lo que parece una maldita roca en su mano,
Marty camina de regreso al final del muelle, con su aliento aún más
irregular que antes. De nuevo, sus ojos están en mí. No sé si está midiendo
mi reacción, tratando de leer mi mente o asegurándome que todo estará
bien.
—Dime, —le exijo, pero mi voz es débil. ¿Realmente quiero saberlo? ¿Acaso
no lo sé ya?
Con un pesado suspiro, se pone de pie y mis ojos caen a los zapatos del
trabajo terminado. Siento sus ojos sobre mí, pero no puedo apartar mi
mirada del cuerpo y de la gran roca atada alrededor de sus tobillos.
226
Doblándose de nuevo, Marty coloca la pesada roca sobre las piernas del
hombre antes de darle un empujón.
No puedo encontrar mi voz. Incluso si pudiera, no hay nada que decir. Así
que hago lo que he querido hacer desde que lo vi por primera vez esta
noche. Con esa necesidad que se me mete en mi interior, me lanzo a él.
227
Capítulo 20
Marty
Sus pezones son tan duros que puedo sentirlos perfectamente a través de
la tela de su sostén. Pero quiero más. La quiero toda. Procesaré la mierda
que pasó esta noche más tarde. Ahora mismo, sólo la quiero a ella. Con un
movimiento de mis dedos, el broche de presión en la parte trasera de su
sostén se afloja y sus perfectos pechos se liberan. Se sienten pesados en mi
mano, suaves como el satén y cuando sumerjo mi cabeza para probarlos,
228
mi lengua recoge el sabor de todo lo que es dulce como la miel y es
embriagador.
Nunca hemos sido del tipo que hace el amor. Me gusta follar. A ella
también. Este momento no es diferente. Mueve su perfectamente firme
trasero contra mí y le pongo la mano encima con fuerza, soltando un
gemido. Gime tan fuerte que hace eco a través de los árboles. Se
interrumpe, probablemente recordando dónde estamos y lo que acabamos
de hacer.
229
vaqueros y me pongo el talón sobre mi hombro antes de arrastrar mi lengua
por el centro de su trasero y por toda su columna vertebral hasta que me
vuelvo a poner de pie. Dando un golpecito a sus pies con mi bota, le doy las
sucias órdenes que sé que está esperando.—Abre ese coño para mí, nena.
Empujo mis propios vaqueros hasta las rodillas, me acaricio la polla una
vez que está libre y me tomo un momento sólo para mirarla. Es perfecta.
No creí que pudiera mejorar. Pero el tiempo ha sido bueno para esta mujer.
Se ha llenado de la manera más sexy en todos mis lugares favoritos.
Los labios llenos de su coño tiemblan con el frío aire de la noche, ansiosos
de tenerme entre ellos. Las largas, gruesas y, por supuesto, bronceadas
piernas de Maddie me hacen sentir más hambre mientras recorro con mis
ojos su cuerpo. Se balancea sobre su único talón que acentúa los músculos
de sus pantorrillas y añade la altura justa para que mi polla se alinee
perfectamente a su coño que sé que está caliente, húmedo y listo para mí.
Un lento empujón de mis caderas hace que ambos cerremos los ojos y nos
perdamos temporalmente en ese mar de éxtasis que sólo ocurre entre
nosotros. Cuando fuerzo mis ojos a abrirlos de nuevo, se cierran con los
suyos. Su boca está ligeramente abierta, sus cejas están juntas y al igual
que sé cuándo está enferma, triste o herida, sé lo que siente en este
momento. Porque yo también lo estoy sintiendo.
230
Me muevo dentro de ella, follándola a un ritmo deliberadamente lento para
que pueda sentir cada centímetro de mí. Las paredes aterciopeladas de su
coño se cierran alrededor de mi polla en un apretado agarre que me absorbe
en el momento en que siente que estoy demasiado lejos. Y desde donde
estoy parado, no sólo lo siento, sino que también lo veo. La vista de mi polla
que brilla con su excitación me hace tirar mi control a la basura y darle a
mi chica la forma en que le gusta.
Mis caderas chocan contra su trasero con un sonido de golpeteo que se une
a sus gritos de placer y sale disparado al otro lado del lago. Deslizo mis
manos hacia arriba, agarro sus caderas y empiezo a follarme a esta dama
como se merece. Suplica, grita y gime constantemente, su voz se rompe
cada vez que mis muslos chocan con su trasero que ahora está rosado por
el impacto.
—Mírame, Maddie.
Gime ante la orden, luchando contra su fatigado cuerpo para darme lo que
pido. Disminuyo mi ritmo y el siguiente gemido que escucho es de
decepción. Levanto su pierna hasta que su rodilla es empujada contra el
231
capó, abriéndola más y permitiéndome golpear un punto diferente que de
repente le da la energía que ha estado buscando. Sonrío cuando me mira.
Me vengo tan duro que tengo que luchar contra la debilidad de mis rodillas
para no caer. Y todo el tiempo que lo hago, lo único en lo que pienso es en
ella. La forma en que me mira. La manera en que habla. El movimiento de
sus caderas cuando camina y el toque de su mano.
232
Mi Maddie.
Le subo los vaqueros por las piernas y los agarra a mitad de los muslos
para que se muevan el resto del camino hacia arriba. Con la mano en la
cabeza, se mete los dedos en el cuero cabelludo antes de quitarse la peluca.
Se la mete bajo el brazo y pasa los dedos por su propio pelo, agitándolo
hasta que el rubio pelo se le cae en el rostro.
233
—Creo que... ¿Tenemos que ir a casa o podemos conseguir una habitación
en algún lugar? —La esperanza en su voz me hace sentir como una mierda
por no darle lo que quiere.
—No puedo hacer eso. Tenemos que ir a casa. Ahora. —Le agarro el codo y
la saco del capó, dándole un golpe en el culo lo suficientemente fuerte como
para que me dé una mirada sobre su hombro y frote la nalga.
234
—Estoy muy cansada, —dice Maddie, mientras abre la puerta y nos lleva
dentro de su casa—. Necesito una ducha, pero no creo que pueda
mantenerme despierta.
235
Podría hacer que me lo dijera. Pero el escudo que la rodea se está
desmoronando. La mujer por la que ha trabajado tan duro está empezando
a fallarle. Ha llegado muy lejos y estoy demasiado orgulloso de ella para
dejar que eso suceda. Ahora mismo, sólo precisa ser Maddie, la Maddie que
necesita la seguridad de que todo va a estar bien.
Inclino su cabeza hacia atrás hasta que me mira. Cuando le doy una
sonrisa fácil, la comisura de su boca se inclina hacia arriba.—No voy a
ninguna parte, —lo prometo. Y todavía no lo sabe, pero tampoco ella.
Dejé un brazo sobre Maddie todo el tiempo mientras dormimos anoche para
asegurarme de que no hiciera su acto de desaparición estilo Houdini. Esta
mañana, me levanté temprano para investigar al hombre que maté anoche.
Contengo la respiración mientras abro la billetera que tomé de su bolsillo
esperando que no haya ninguna foto de hijos o esposa. Afortunadamente,
no hay ninguna.
236
Al principio, asumí que era uno de los objetivos al azar de Maddie. Pero
mientras cavo un poco más profundo, descubro exactamente por qué
insistió tanto en matarlo. Steve Pillsnir es el ex-marido de nada menos que
Claire Deets. Se divorciaron después de estar casados sólo seis meses.
Parece que Claire cambió un pedazo de mierda por otro.
237
—Oh, está bien. Ahora quieres mi ayuda. Ayer mismo querías hacer esta
mierda por tu cuenta. O al menos eso es lo que decía tu maldita nota. —Me
ignora mientras juega con el dobladillo de su camisa. Después de unas
pocas rondas de silencio, me doy cuenta de que no tiene intención de
explicarse. No estoy de humor para discutir, elijo no hacer caso.
—Sobre eso...
238
hubiera seguido? Hay demasiadas cosas que podrían haber salido mal
anoche.
239
Una especie de malestar se apodera de mí cuando pienso en lo que voy a
tener que hacer. Mi plan para mantener a todos protegidos no va a
funcionar. Puedo pedirle ese favor a Demopolis. Y pagarlo por mi cuenta.
Puedo eliminar a William. Y liberar a Claire. También puedo mantener a
Maddie y a mi club a salvo. Pero esa mierda sólo ocurre en un mundo
perfecto. En el mundo real, tienes que lidiar con un dolor en el culo como
Maddie. El resultado es el plan B.
240
Capítulo 21
Maddie
Malditos hombres. Matan por ti, te follan, te preparan café, frotan tus pies,
te mantienen a salvo y creen que eso les da derecho... No es así. No sé qué
cree Marty que sabe que yo no sé, pero no importa. Estoy haciendo esto. Y
si pensó que tirarme el club en mi rostro ayudaría, se equivocó. Todo lo que
hizo fue recordarme por qué nosotros somos una mala idea. El club siempre
será su mayor amor, dejándome con lo que sobre. Bueno, ya no.
—¿Maddie?
—¿Estás segura de que puedes hacer esto? —Todavía me siento rígida ante
sus palabras—. Porque si hay alguna duda...
241
—¿Confías en mí? —Mierda. Sé a dónde va esto—. No me mires así,
Maddie. Necesito saber. Tengo que asegurarme de que me confías tu vida.
¿Lo hago? Por supuesto que sí. Siempre lo he hecho. Pero sé que, si digo
que sí, va a volver con, entonces confía en que puedo manejar o alguna
mierda.—Si esto es alguna táctica... —Empiezo, pero él da un paso
adelante y me agarra de los hombros, bajando la cabeza para que estemos
a la misma altura.
—¡Joder! —grita, haciendo que casi salte de cuerpo mientras pasa sus
manos por su cabeza. Se pasea. Y no me gusta.
—¿Qué te pasa?
Me mira por sobre su hombro y sus manos en sus anchas caderas mientras
me estudia. Siempre pasa antes de que sus cejas se junten y sacuda su
cabeza. En ese momento, sé que cualquier idea que tenía que me
involucraba, ahora no es más que un recuerdo.
242
hacerlo. Lo estoy haciendo porque lo necesito. No sólo por Claire, sino por
mí.
—Siéntate. —Señala el sofá mientras agarra dos vasos del armario. Espero
pacientemente a que termine de servir las bebidas, tratando de ocultar mi
preocupación. Aunque he estado haciendo esto por mi cuenta, añade un
nuevo nivel de emoción al saber que voy a ser entrenada por el mejor. Y
cuando se trata de venganza, el Devil’s Renegades de Marty es
definitivamente el mejor.
243
Estoy asintiendo con la cabeza. Tartamudeo. Poniendo el vaso en mis labios
y tragando. El licor quema, pero me las arreglo para no hacer una mueca.
—Eso estuvo bien, —rechino. Pero no me escucha.
Confianza.
—Te amo Maddie. —Intento decirle que coma mierda, pero no puedo
formar palabras. ¿Qué diablos me dio?—. Recuerda esta promesa —¿Lo
prometes? ¿Qué maldita promesa? No puedo decirlo, pero debe haber
244
confusión en mi rostro. Aunque no puedo sentir una maldita cosa—. Vendré
por ti. Siempre.
Maldito Marty. Me drogó. Abro un ojo para ver si fue tan amable de dejar
un vaso de agua y algunos analgésicos junto al sofá. Podría al menos haber
silenciado la televisión. Pero mientras observo mi entorno, me doy cuenta
de que no estoy en mi sala de estar. Ni siquiera estoy en mi casa. El brillo
de las luces rojas traseras me dice que estoy en un baúl.
Oh, mierda.
245
de mis propios gritos. Ahora, si encuentro un teléfono al azar en mi bolsillo
o puedo enviar un mensaje a través de otra persona, no tendré una mierda
que decirles.
Entrecierro los ojos y lo miro. Es difícil de distinguir a la luz del sol, pero
lo que veo es exactamente igual a lo que recuerdo. Parece un Gran asesino
a sueldo, malo, frío y letal. —Sólo tengo una regla, —dice, su tono un poco
más bajo que antes, pero aun así lo suficientemente alto para que se sienta
en mis huesos—. No lo hagas. Maldita sea. Gritar. —Cada palabra está
llena de una promesa subyacente, te mataré si lo haces.
—No gritaré, —susurro. A menos que vea a alguien...
Su labio sube en las esquinas con una sonrisa malvada. Es casi como si
supiera lo que estoy pensando. Por supuesto que sabe que es un profesional.
—Estás en medio de la nada, chica. Nadie te va a escuchar. Pero como dije...
—Su rostro cae y sus ojos se estrechan—. No voy a escuchar esa mierda.
Me vuelve jodidamente loco, —murmura.
Escucho un clic un segundo antes de que mis ojos se vean atraídos por el
brillante reflejo de su cuchillo. La luz del sol que rebota en la hoja es casi
cegadora. Me tiembla el labio y siento el grito subiendo por mi garganta.
Afortunadamente, me las arreglo para retenerlo cuando se me ocurre que
está cortando las ataduras que me sujetan los tobillos.
246
Cuando miro su cuerpo encorvado, tengo el instinto de tratar de escapar,
pero se endereza y me obliga a caminar detrás de él antes de que pueda
hacer algo. La sensibilidad comienza a correr hacia mis pies, y las
implacables rocas debajo de ellos me tienen siseando entre los dientes a
cada paso.
—¿Tienes que orinar? —Asiento con la cabeza, feliz de que parezca irritarlo
tanto. Abre de nuevo su cuchillo, haciendo que el pelo de mi nuca se erice,
antes de cortarme las ataduras de las muñecas. Dejo escapar un gemido
247
cuando el dolor se dispara a mis codos mientras ruedo mis hombros hacia
adelante. Froto las marcas en mis muñecas, y luego sacudo mis dedos. Todo
el tiempo, el asesino a sueldo me observa. Miro hacia arriba para ver si hay
una pizca de lástima o arrepentimiento en su rostro. No hay nada.
Busco algo para limpiar el asiento del inodoro, pero no hay ni siquiera papel
higiénico. Reviso mis bolsillos en busca de una servilleta o pañuelo de papel
descubriendo por primera vez que todavía llevo la ropa de anoche. O de
esta mañana. O de la semana pasada, si es que no me equivoco. Con un
suspiro, bajo mis pantalones cortos de pijama y me pongo en cuclillas sobre
el inodoro más pequeño de la historia, agradecida de que no es tan
asqueroso como el resto del lugar. En realidad, el baño parece que no se ha
usado en mucho tiempo.
—¡Un minuto!
Doy un salto con el sonido de la voz del asesino a sueldo justo fuera de la
puerta. Empiezo a pedirle un pañuelo de papel, pero creo que lo último que
quiero es que entre conmigo medio desnuda. Al menos llevo una sudadera
con capucha. No hace tanto frío afuera, pero si sigo aquí esta noche, es muy
probable que así sea.
248
razón quiero llorar. Años de enfrentar mis miedos. Meses de
entrenamiento. Semanas de obligarme a ser fuerte e independiente. Y mira
dónde me ha llevado, a estar descalza, sucia y secándome en un inodoro en
medio de la nada. No tuve que ser una genio para saber que estaba en algún
lugar del Delta del Misisipi. Lo que confirma que estoy, en efecto, en el
medio de la nada.
249
—¿Quién te pagó? —No responde—. ¿Por qué me quieren aquí? —Silencio.
Dejo escapar un suspiro de frustración, aunque ya conozco las respuestas
William Deets. Porque me advirtió que me mantuviera alejado de Claire.
Y no lo hice.
Mierda.
—¿Algo divertido? —El rostro del asesino sigue siendo odioso y mezquino,
pero juro que veo un destello de algo en sus ojos. ¡Él debe estar en esto! Y
puede que no sea orgullo lo que veo, pero debe estar impresionado. Al
menos un poco.
—Desnúdate.
—¿Qué has dicho? —Apenas puedo distinguir mi propia voz, así que no
estoy segura de que lo haya oído.
250
—Desnúdate. —Lo he oído. Sus labios ya no están doblados ahora están
rizados en una cruel sonrisa. Se inclina, acercando tanto su rostro al mío
que puedo oler el tabaco en su aliento y ver las manchas en sus dientes—.
Eso es otra cosa por la que me pagaron.
Trago con fuerza. Mis ojos brillan con lágrimas. Sacudo la cabeza. Doy un
paso atrás, sólo para golpear la pared detrás de mí. Cada gramo de
esperanza que tenía se desvanece. No hay manera de que Marty esté en
esto. Nunca permitiría que me lastimaran, mucho menos que me violaran.
Lo cual creo que es exactamente el plan de un asesino a sueldo.
Grito tan fuerte que me retumban los oídos. Incluso cuando el hombre me
golpea con fuerza, sigo gritando. Peleo. Pateo. Golpeo. Empujo. Cae al
suelo. Grito hasta que me arde la garganta. Pero no me hace ningún bien.
Sólo hace que aumente mi ira contra él.
Me arrastra por el sucio suelo por mi pelo. Doy una bofetada a las manos
que me sostienen, clavo mis talones en el barato y agrietado suelo de
linóleo. Mis esfuerzos son inútiles. Cuando estoy en el futón, ya estoy
desnuda, excepto por mis pantalones cortos de pijama que están
amontonados en mis muslos. El asesino mantiene su mano en mi garganta,
presionando lo suficiente para cortar mi suministro de aire y silenciar mis
gritos. Me agarro a sus dedos que se aprietan cuando alcanza algo a cada
lado de mí.
251
Las manchas negras empiezan a aparecer delante de mis ojos antes de que
él finalmente libere su agarre. Estoy demasiado ocupada jadeando como
para recuperar el aliento y luchar contra las ataduras de cada una de mis
muñecas. Con una sacudida, mis pantalones cortos son arrastrados
bruscamente por mis piernas. Algo rodea mis tobillos. Muevo mis pies en
un intento de liberarme, pero sin éxito.
Cadenas.
Siento los ojos de mi captor sobre mí. Ni siquiera debería mirarlo, pero me
niego a darle el beneficio de no tener que mirarme a los ojos mientras
realiza lo que piensa hacer. Cuando me encuentro con su mirada, estoy
aterrorizada, pero trato de que no se note. Levanto mi barbilla, decidida a
no pensar en el hecho de que estoy desnuda, encadenada y completamente
a su merced. Lo cual sé que él no ha hecho.
—Podrías haberme dicho eso, —me ahogo, mi voz está ronca de tanto
gritar. La sangre corre hacia mis extremos haciendo que mi cabeza, cuello
y muñecas palpiten con cada latido de mi corazón.
252
—Podrías haber preguntado. —Su respuesta es inexpresiva. Parece un
poco frustrado por no haberle preguntado. Me aseguro de no confundir esto
con la compasión.
—¿Estás decepcionada?
—Vete a la mierda. —Me muevo para cubrir mis pechos con los brazos, pero
las cadenas lo hacen imposible. Cuando intento cruzar mis piernas, me doy
cuenta de que tampoco puedo hacerlo. Es como si tuviera la cantidad justa
de holgura para evitar que me cubra.
—Exactamente.
Una vez más, estoy un poco sorprendida por su honestidad. Ahora que lo
pienso, ha sido bastante abierto sobre todo esto. Las únicas preguntas que
no ha respondido son las que ya sabía la respuesta. La curiosidad saca lo
253
mejor de mí, y busco una razón. —¿Por qué me cuentas todo esto? ¿Por qué
me hablas?
—Entonces dime qué pasa entonces. —Quería exigirlo. Deseaba que mi voz
fuera fuerte y decidida. En vez de eso, era un susurro lleno de miedo.
Se pone de pie y lentamente se dirige hacia mí. Mis ojos se quedan fijos en
el cigarrillo que tiene entre sus dedos. Cuando se acerca a mí, trato de
alejarme. Pero no hay ningún lugar donde ir. Permanezco tan quieta como
mis temblorosos miembros me permiten mientras apaga el cigarrillo contra
los gruesos brazaletes de metal. Algunas de las brasas caen en mi mano,
pero rápidamente se extinguen. Quema, pero de alguna manera me las
arreglo para no moverme con miedo de que, si lo hago, sólo le servirá para
hacerme más daño.
—Si fuese tú, me daría prisa y acabaría con eso. —Señala el humo que
cuelga de mis labios antes de abrir la puerta y salir.
Sus palabras me confunden hasta que lo veo volver segundos después con
un cubo de cinco litros en sus manos. Antes de que pueda suplicarle que no
lo haga, o prepararme para lo que viene, me empapa con el agua helada.
Hace tanto frío que me quita el aliento. Aún intento encontrarlo cuando me
lanza otro cubo lleno de agua, empapándome a mí y al futón. Esta vez, me
las arreglo para soltar un jadeo seguido de un fuerte grito.
254
No sé si el agua tiene hielo o está congelada, pero se me pone la piel de
gallina y tiemblo sin control. Tengo tanto frío que no me molesto en
sacudirme mientras me quita el pelo húmedo y enmarañado de los ojos. El
calor de su mano se siente demasiado bien.
—Bien, perra. Reúne las fuerzas. —Mi charla para mí misma va seguida
de algunas respiraciones profundas, imágenes de una playa soleada y
advertencias para no entrar en pánico.
255
Intento lo mismo con los grilletes de mis pies. Nada. Estos también no
tienen resistencia. Sólo han pasado unos minutos, y ya he renunciado a
intentar escapar. No hay ninguna posibilidad. Si la hubiese, seguro que no
me habría dejado. Así que eso me deja con una sola cosa en la que pensar.
—Lo que sea, —le digo a las paredes, porque parece que eso me mantiene
cuerda.
—No hay ninguna maldita manera de que él permita que esto suceda.
Quiero decir, seguro que es posible que me secuestren bajo su vigilancia,
pero ¿que él lo arregle? —Sacudo la cabeza. No hay ninguna posibilidad en
el infierno. Lo sé tanto como sé que mi trasero está atascado aquí hasta que
a; alguien aparezca para rescatarme. O b; me muera.
256
Capítulo 22
Maddie
Voy a morir. Lo sé. Está oscuro. Hace frío. Todavía estoy mojada. Aún estoy
temblando. Y todavía estoy sola. Excepto por Bull, que no ha hecho ningún
movimiento.
Mis emociones han estado por todas partes. He estado enfadada, gritando
y golpeando, lo que ha acabado por infligir más dolor hacia mi ya cansado
y dolorido cuerpo. Me he esforzado por convencerme a mí misma de que
todo esto es un sueño y que me despertaré en cualquier momento. Incluso
pasé por un estado temporal de delirio riéndome como una maníaca del
universo mientras me aseguraba que esto era sólo una broma. Alguna
táctica de Marty para convencerme de que deje de ser tan imprudente.
Desde que Marty volvió a mi vida, hice todo lo posible para mantenerlo a
distancia. Quería mi independencia. Me convencí a mí misma de que no
necesitaba un hombre. Tampoco lo precisaba a él ni a nadie más. Daría
cualquier cosa por sentir sus brazos a mi alrededor. Para salvarme. Y para
protegerme.
Claro, podría ser fuerte por mi cuenta. Pero en momentos como éste, lo
necesito. Siempre lo haré. Algunas batallas son suyas para que las pelee.
257
Hay cosas que él puede hacer y que yo nunca seré capaz de hacer. A veces
una chica necesita que la cuiden y la hagan sentir segura. Un hombre de
verdad protege lo que es suyo. Marty es un hombre de verdad. Y yo soy
suya.
William.
258
—Necesito ir al baño, —tartamudeo, me muerdo el interior de la mejilla
para que mis dientes no castañeen.
Mis ojos caen a mis brazos. Por un momento, pensé que podría ser libre.
Me equivoqué. Todavía estoy encadenada. Y me hincharé como un globo
antes de darle la satisfacción de verme orinar encima.
Por alguna razón, sus palabras causan una especie de fuego dentro de mí.
Al menos no sería con Claire. —Qué varonil eres... golpeando a una mujer
que no puede defenderse. ¿Cuál es la c-cuestión, William? ¿Demasiado
grande para elegir a alguien de tu tamaño? —Lo escucho resoplar. Me
259
cabrea. Peleo como un demonio para asegurarme de no tartamudear mi
próxima línea.
—Eres un cobarde sin carácter. Pero supongo que venir de un hogar con
una puta como madre y un padre que ni siquiera conoces puede hacerte
eso. —Un golpe fuerte me hace girar la cabeza tan a la izquierda, que por
un momento me temo que me ha roto el cuello.
Sacrificio.
Lealtad.
Mi palabra.
260
Eso es lo que le estoy dando. Es lo que se merece. Y aunque la tortura que
me espera será definitivamente brutal e implacable, la agonía valdrá la
pena. Porque mientras esté aquí conmigo, estará lejos de ella.
Pero algo no está bien. El aire en la habitación parece casi eléctrico. Hay
una corriente muy dinámica que me rodea, alimentada por una fuerza que
conozco muy bien. Me alimento de ella. Despierta. La llama dentro de mí
se enciende una vez más. Levanto la cabeza y me encuentro con los ojos del
hombre que pensó que podría quebrarme. El que rompió a Claire. Aquel
que no merece vivir. El que pronto morirá.
—Voy a borrar esa sonrisa de tu rostro, —dice. Está impulsado por el poder.
Obsesionado por sus efectos. Golpear a las mujeres es la forma en que se
excita. Inmovilizándolas y debilitándolas las hace fáciles de vencer. Estoy
completamente indefensa frente a él. Aun así, sonrío.
—No lo hagas.
Marty.
261
Capítulo 23
Marty
Sólo había una manera de terminar esto. Matar a William. Pero había dos
problemas. El primero era la constante seguridad de William que lo seguía
a todas partes. Tenía que hacerlo solo. Así que le di un cebo como Maddie
sabiendo que vendría por ella si se acercaba a Claire. Queriendo mantener
a Maddie fuera del plan, la drogué. Hice que le enviara un mensaje a
Claire. Y esperé en las sombras a que vinieran los matones de William.
Cuando lo hicieron, los seguí.
Maddie dijo que podía soportar una lamida. Estaba dispuesto a confiar en
ella en eso. No sé de dónde vino la voluntad, pero la tenía. Pero supe, en el
momento en que se colocó entre sus piernas, que mataría a ese hijo de puta
y dejaría que la mafia me matara a su vez antes de permitirle que la
violara.
—Hazlo.
Ahora, lo haré.
263
cabeza. Mis ojos se posan sobre Maddie rápidamente, empezando por sus
pies. Cuando veo su ojo izquierdo hinchado completamente cerrado, me
odio un poco más. Como no tengo tiempo para el autodesprecio, descarto
mis frustraciones con William.
Dejo caer mi codo y aprieto el gatillo. William llora cuando cae al suelo y se
acuna su destrozado tobillo. Para no perder mi mierda, evito mirar a
Maddie de nuevo. Ella está respirando. Alerta. Sonriendo. Es suficiente
para mí, por ahora.
—Vas a tener que hacerlo mejor que eso. —Escucho el ruido de las cadenas
mientras Maddie lucha contra ellas. Suelta un gruñido de desaprobación.
La negociación no debe estar en su agenda. Ella lo quiere muerto. Ahora...
Tenemos que tener paciencia, nena.
—Te diré todo lo que quieras saber sobre Ruzzio —Se pasa los dedos por el
pelo. Tratando frenéticamente de encontrar algo lo suficientemente valioso
para salvar su vida. No hay nada, pero la información podría ser el pago
perfecto para mi deuda—. Él... está haciendo negocios con los federales.
Collins. Marcus Collins es su contacto. Le da los horarios de los envíos de
los traficantes que entregan a diferentes bandas y familias. A su vez,
Collins pasa por alto la parte de Ruzzio en el comercio.
264
Una rata. Esto es mejor que el dinero. Mucho más interesante que matar.
Mejor que cualquier trabajo que Demopolis me pida que haga algún día.
Maddie está a salvo. Mi deuda será pagada tan pronto como haga la
llamada. Puedo matar a William ahora, pero aún queda una cosa por hacer.
—¿Dónde está tu teléfono? —Le pregunto, sabiendo que tendré que hacer
esto rápido antes de que se desmaye. Sus labios se están volviendo blancos,
haciendo juego con su pálido rostro.
—En mi chaqueta.
—No. —Sacude la cabeza con fuerza—. No hay trato. Como dije, ella me
pertenece. Si tiene la oportunidad de ser una puta, entonces eso es
exactamente en lo que se convertirá. El entrenamiento de esa perra ha
llevado años. No voy a tirar todo eso por la borda sólo porque no me creas.
265
—Marty... —La advertencia ronca viene de una temblorosa Maddie.
Necesito abrigarla. Fuera de aquí. En mis brazos. Pero esa mirada
suplicante en sus azules ojos llenos de lágrimas me pide algo más.
—Dime lo que quieres, nena. No importa lo que sea, lo haré. Sólo asegúrate
de que puedes vivir con ello.
266
Capítulo 24
Maddie
Está muerto.
Se acabó.
Marty está aquí.
Estoy a salvo.
Debería sentir alivio.
Entonces, ¿por qué estoy llorando?
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Como si fuese una niña. Es como si le importara de verdad. Como si su
único trabajo en el mundo fuese abrazarme.
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—Cálmate, nena. No pasa nada. Estoy aquí mismo. Se acabó.
Con pasos largos y fluidos, Marty nos lleva a través de una serie de puertas.
Creo que estamos en el vestíbulo de un hotel, pero mantengo mi rostro
enterrado en su pecho. Queriendo evitar ver a alguien o que cualquiera me
vea. Para sofocar mis gritos. Esto. Sólo. No lo hará. Detenerse.
Estoy agradecida por la sudadera que cubre mi desnudo cuerpo. Los brazos
que me sostienen. Los labios que me besan. Las palabras susurradas que
me aseguran que todo estará bien. Me aferro a esa promesa, a ese toque, a
esos brazos como si fueran un salvavidas.
269
Me seca igual de bien, e imposiblemente más amable. Entonces me pongo
su camiseta. Estoy sentada en una cama. Alguien está tomando mis signos
vitales. Dando unas píldoras a Marty. Diciéndole que estoy bien. Que
necesito descansar. Quiero decir que todo lo que necesito es a Marty. Pero
de alguna manera, creo que él ya lo sabe.
Pero tengo que hacerlo. Tengo que decir esto. Necesita escucharlo. Porque
encadenada a ese futon, sola y con miedo, es la única cosa que me mantuvo
viva aparte de tener esperanza para Claire.
—Te amo, —digo, y las lágrimas llenan mis ojos otra vez.
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Sus labios se curvan en un lado.—Sabes que sí.
—¿Porque mataste por mí? ¿Dos veces? —Añado, haciendo lo mejor que
puedo para igualar su sonrisa.
—¿Qué?
Pero la verdad es que ella ha sido parte de mí todo este tiempo. Ha estado
escondida durante años de dolor y sufrimiento. Miedo y debilidad. No fue
necesario que Marty se fuera para que me diera cuenta de lo fuerte que
soy. Sólo cuando él regresó pude experimentar plenamente lo que implica
ser fuerte.
271
algo. En él. Si tenía alguna duda de que no era el indicado, sólo eso
demostraría que lo es.
El amor de un demonio.
272
Epílogo
Marty
La única razón por la que acepté esta maldita boda es porque... bueno,
porque soy un cobarde. Cuando dijo que quería una gran boda, le dije, —
Entonces eso es lo que tendrás. —Luego sonrió. Y nada más importaba
realmente.
273
Y porque soy un imbécil, cuando probé los aderezos para ensaladas y olí las
flores, les obligué a hacerlo también.
Y lo hicieron.
Sin quejarse.
Por lealtad.
El amor.
Nadie podría sentirlo tanto como yo. Como dice el Salmo 23, Mi copa está
rebosando. Mi corazón está lleno.
O del club.
Hoy cambié el chaleco por un esmoquin. Los parches por un anillo. La vida
de un hombre que lo perdió todo, por uno que lo tiene todo. Merece un
nuevo conteo. Después de todo, este es el primer día del resto de mi vida.
Y es exactamente lo que quiero ser.
Un hermano.
Un esposo.
Un padre.
Fin
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TAMBIÉN POR KIM JONES
Standalone MC novels:
Red
The Devil
Devil’s Love
276
SOBRE EL AUTOR
277
Traducción
P.A.S
Corrección
Pal34
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