Está en la página 1de 190

Annabeth Albert Tejido de punto

1 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

2 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Gracias a los increíbles fans de la Serie Calor de Portland que


exigieron más y que no paraban de preguntarme dónde estaba el libro de
Brady. Espero que ames a Brady tanto como yo lo hago.

Cada libro es un esfuerzo de equipo. Gracias a Katie, Wendy, Edie


y Daisy por tomarme de la mano durante la escritura de este libro. Fue
un viaje emocional para mí, y no podría haberlo hecho sin ti.

Gracias al increíble equipo de producción de Kensington por sus


incansables esfuerzos y a mi maravilloso editor por sus perspicaces
comentarios sobre el viaje de Brady y Ev. Gracias como siempre a mi
valiente agente también!

3 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Nuestras traducciones están hechas para quienes


disfrutan del placer de la lectura. Adoramos muchos
autores pero lamentablemente no podemos acceder a
ellos porque no son traducidos en nuestro idioma.

No pretendemos ser o sustituir el original, ni desvalorizar


el trabajo de los autores, ni el de ninguna editorial.
Apreciamos la creatividad y el tiempo que les llevó
desarrollar una historia para fascinarnos y por eso
queremos que más personas las conozcan y disfruten de
ellas.

Ningún colaborador del foro recibe una retribución por


este libro más que un Gracias y se prohíbe a todos los
miembros el uso de este con fines lucrativos.

Queremos seguir comprando libros en papel porque nada


reemplaza el olor, la textura y la emoción de abrir un
libro nuevo así que encomiamos a todos a seguir
comprando a esos autores que tanto amamos.

¡A disfrutar de la lectura!

¡No compartas este material en redes sociales!No
modifiques el formato ni el título en español

Por favor, respeta nuestro trabajo y cuídanos así podremos


hacerte llegar muchos más.

4 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

No es ningún secreto que Portland, Oregon, tiene algunos de los


mejores restaurantes, tiendas y cafés del país. Pero son los hombres que
trabajan arduamente los que sirven todo lo que nos hace regresar por
más...

Uno de los jóvenes baristas más calientes de Portland, Brady es


famoso por su estilo de coberturas java, convirtiendo una taza regular de
café en una obra de arte. Todos los miércoles, en la ‘Noche de Tejido’,
multitud de mujeres y sus agujas descienden a la cafetería, y Brady está
sintiendo la intensidad.

En la refriega entra un extraño alto, moreno y atractivo de Nueva


York. Su nombre es Evren, y es el sexy sobrino del cliente más dulce de
Brady, la dueña de la tienda de hilados de la calle. También tiene una
sonrisa asesina, un aire de confianza y un encanto masculino que está
atando el estómago de Brady en nudos. El barista enamorado no puede
esperar a verlo en la reunión de la semana que viene. Pero cuando intenta
invitar a salir a Evren, sus planes se desentrañan más rápido que un filo
inacabado.

Si Brady espera calentar más que el café de Evren, tendrá que


encontrar una manera de desentrañar sus sentimientos, salir de la zona
de amigos y formar un vínculo muy unido que durará toda la vida...

5 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Tú eres mi barista favorito —dijo la chica con una risita


tímida. Ella tendría unos dieciocho años, si es que tenía, y me recordaba
a mi hermana, con su cabello rizado y su piel pálida.

—Esta noche soy el único barista. —Tomé un respiro, mantuve mi


tono ligero y no cedí a la necesidad de suspirar pesadamente.

Agarré una taza para conseguir su latte. Los miércoles por la noche
eran los más ocupados de la semana y yo estaba atascado trabajando
solo porque mi compañero había llamado para avisar que estaba enfermo.
Odiaba los miércoles pero no estaba en condiciones de rechazar las
horas. Tal como estaba, nuestro jefe había estado recortando personal
para los turnos de noche citando medidas de reducción de costos, por lo
que no había considerado adecuado proporcionarme un respaldo.

Eres el mejor barista que tengo, Brady. Puedes manejarlo, había


dicho por teléfono, en su actitud habitual y espontánea. No le gustaba
que lo molestaran con lo que consideraba cosas triviales. Así que estaba
solo para enfrentar el infierno del miércoles, mejor conocido como la
Noche de Tejido, el evento semanal en cual una horda de mujeres y sus
canastas de hilos descendían en la cafetería. Pero todas compraban al
menos una bebida y eso significaba propinas en mi jarra.

Y yo era un excelente barista, algo que me recordé a mí mismo


cuando le di un poco de estilo a la bebida de la chica. Ella vino aquí para
esto después de todo: el pequeño espectáculo cuando volteaba la taza y
vaporizaba la leche, la cara sonriente en el latte con la que terminaba la
bebida, la sonrisa ganadora que sacaba a relucir cuando se la entregué.

6 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Por un instante, le hice sentir que ella era el único foco de mi atención
en lugar de la línea detrás de ella. Esa era mi habilidad, la que me iba a
elevar de Brady, el barista a Brady, el campeón nacional barista y aliviar
un montón de problemas.

Zumbido. Desde lo profundo del bolsillo de mi delantal negro, mi


teléfono vibró contra mi muslo. Infiernos. Sin duda, uno de esos
problemas cayó en un estado de crisis, pero no podía arriesgarme a sacar
el teléfono con una línea de clientes. Tendría que esperar que mi hermana
pudiera sostener el fuerte en casa y que lo que fuera pudiera esperar a
que se calmara el apuro.

La siguiente orden fue la amiga de la chica, otro latte, con otra


cara sonriente, pero cometí el error de mirar hacia la puerta mientras
trabajaba. El siguiente cliente que entró era el tipo más sexy que había
visto en mucho tiempo. Tenía el pelo negro, el tipo de corte desordenado
a propósito que probablemente costó tres dígitos y tomó veinte minutos
por la mañana para perfeccionarlo. Sus vaqueros ajustados también
parecían de diseñador, un color rico en algún lugar entre el marrón y el
negro y un brillo sutil. Una extravagantemente bufanda envuelta de
manera elegante terminaba sobre una camisa ajustada de manga larga.
Probablemente sería notado por las damas de la Noche de Tejido, que era
exactamente lo que no quería que sucediera.

Nuestros ojos se encontraron mientras dibujaba el arte del latte


con un palo agitador y él me sonrió ampliamente. Hermosos labios
rosados y dientes blancos perfectos directamente de un anuncio dental
y...

Maldición. Arruiné la cara sonriente, distraído por mis esfuerzos de


memorizar al guapo desconocido. En lugar de entregar un lio retorcido,

7 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

tiré la taza y empecé de nuevo. A la chica no pareció importarle ya que


estaba en una profunda conversación con su amiga al final del bar.

—Lo siento por la espera —dije al tipo cuando finalmente fue su


turno y se movió para hacer un pedido. Su mirada atenta junto con su
aspecto pulido me hizo más consciente de mí barba sin recortar y mi
cola de caballo desaliñada y me hizo desear estar usando algo un poco
más bonito que una camiseta desgastada de People's Cup1.

—No hay problema —dijo el chico. Tenía una voz hermosa,


profunda y pulida, como una pieza brillante de ébano. Tenía el discurso
rápido y las consonantes recortadas de un acento de la costa este, pero
también había una candencia de algo más exótico allí—. Estoy feliz de
esperar. Aquí hay mucha paz.

Ah. Revisé el reloj mientras intentaba pensar en alguna respuesta


coqueta. La pesada puerta de vidrio que llevaba a la calle Alberta se
abrió. Eran las 6:58 y Violet era la primera, como de costumbre,
manteniendo la puerta abierta para la manada de tejedoras. No era el
goteo constante de un desayuno o de un almuerzo rápido, sino más de
veinte mujeres, todas obsesionadas con la puntualidad y adornadas con
sombreros, bufandas y chalecos de punto. Cada una ordenó bebidas con
el tipo de deliberación de alguien que solo pedía un café a la semana.

Violet, una mujer mayor con la apariencia y el comportamiento de


una profesora sensata, se hacía cargo de mantener a sus compañeras
tejedoras en línea. La Noche de Tejido era la creación de Iplik , la tienda
de hilo que se encontraba en la misma calle que nosotros en Alberta,
pero Violet era la anfitriona no oficial del evento semanal. Como de

1
Es el nombre del local.

8 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

costumbre, comenzó a dar órdenes a sus camaradas sobre la


reorganización de las mesas.

El People's Cup no era grande en absoluto y La Noche de Tejido


tendía a llenar el local. El espacio era más largo que ancho, con sofás
frente a la ventana de vidrio, la barra de café corría a lo largo de una
pared, mesas en el centro de la habitación, un largo banco de madera y
una mesa con asientos comunales en la parte trasera de la sala. A las
damas de La Noche de Tejido les gustaba girar los sofás y agrupar las
mesas del centro, creando una disposición propicia para la conversación
pero un riesgo de tropiezo para el resto de los clientes. Y el arreglo daba
lugar a un horrible estruendo, especialmente en las noches cuando sus
filas aumentaban a treinta o más.

—Recuerda mantener el pasillo despejado —le dije a Violet y sus


secuaces. Les había advertido acerca de crear peligros de caídas con su
equipo de tejido, pero era tan inútil como decirles a las gemelas y Jonas
que mantuvieran sus legos en un área. Al igual que mis hermanos, a las
mujeres les encantaba extender sus proyectos.

—¿Qué será? —Volví a la caja registradora, no más cerca de tener


la frase correcta para el extraño, pero ya no estaba en posición de
preocuparme. Sin embargo, se había hecho a un lado para Violet y para
el pedido de té de hierbas.

—Volveré cuando la línea se despeje —dijo con un guiño. Tenía


una bolsa de mensajero de cuero, del tipo destinado a parecerse a algo
que Indiana Jones transportaría, por lo cual uno pagaba por cada arruga
en acabado envejecido. Probablemente vendría en busca de un lugar
tranquilo para trabajar.

9 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Tenía el aspecto y el acento de un neoyorquino desplazado, sin


duda uno con trabajo independiente. Me gustaba pensar en pequeñas
historias sobre mis clientes, pero no me molesté en inventar una larga
para él. No regresaría una vez que viera lo ruidosa que era La noche de
tejido. Y era probable que las damas lo molestaran por su bufanda
intrincadamente tejida con su patrón de hilos entretejidos. Una vez
cometí el error de usar un gorro de lana que encontré por un dólar en la
tienda de segunda mano. Cada tejedora necesitaba dar su observación
sobre su diseño. El tipo iba a correr una vez que la noche de tejido se
pusiera en marcha.

Sin un compañero de trabajo, fui apaleado, teniendo que trabajar


tanto en la caja registradora como en la máquina. Mientras me mantenía
saltando, no perdí el ritmo hasta que aparecieron las trillizas.

No eran realmente trillizas. Así es como las llamaba en mi cabeza:


tres mujeres de mediana edad que aparentemente se enviaban mensajes
de texto cada semana para coordinar sus atuendos. Esta semana eran
cardigans, uno amarillo, uno rosa y otro verde, todo en un patrón de
punto igualmente complejo. Cada mujer tenía el pelo largo de color
marrón grisáceo, todas con idénticas bolsas de tejido de cáñamo y todas
eran incapaces de tomar una decisión.

—Ahora, señoras, ¿qué estamos ordenando esta semana? —


preguntó la primera a las otras dos.

—¿Estaba pensando en mocas?

—Oh, estaba pensando en un chai —dijo la segunda.

—¿No queremos lattes? —preguntó la tercera. No podían pedir


cada una a su preferencia. No, tenían que ponerse de acuerdo sobre la
bebida de esa semana, algo que no podían hacer antes de detener la línea.

10 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Oh, sí —dijo la primera—. Queremos algo del arte de Brady.

Inmediatamente comencé a pensar en qué parte del arte haría


felices a las trillizas. Las caras sonrientes eran más adecuadas para las
chicas adolescentes, pero yo podía subir con alguna cosa especial sólo
para las señoras. Era bueno en eso y el trabajo orientado a los detalles
siempre me tranquilizaba, incluso cuando el lugar estaba ocupado. Pero
lo que me volvía loco era cómo las trillizas eran propensas a cambiar su
orden tan pronto como lo tenía en mi cabeza.

La de amarillo quería descremada.

Rosa se quedaba con la mitad del café.

Verde se volvía exigente.

Me distraje con el extraño enviando mensajes de texto en su


brillante teléfono Smartphone en la parte trasera de la tienda... No había
tiempo para eso. Me moví más rápido, tratando de ignorar el hecho de
que mis globos oculares querían realizar un seguimiento de cada uno de
sus movimientos.

—No, espera. —Cárdigan amarillo me detuvo a mitad de verter


café—. ¿Me acordé de decir descafeinado?

—No. —Dejé la taza, lista para empezar de nuevo.

—Y el mío también libre de azúcar —agregó Rosa.

Zumbido. Mi delantal vibró contra mi muslo otra vez. Detrás de las


trillizas, la línea tenía al menos diez de largo. Maldita sea, Renee. Sólo
maneja a los niños. Por favor.

11 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Finalmente tuve los tres listos. Verde tomó un sorbo, luego extendió
la taza.

—¿Es este de coco?

—¿Dijo no lácteo, ni soya? —Tomé la taza de vuelta.

—Me refería con un poco de almendra. —Ella suspiró, como si yo


hubiera tenido que hacerlo al principio, y si no estuviera distraído por lo
que estaba pasando en casa, me habría acordado de preguntarle qué
opción no láctea y sin soja quería.

—Aquí, déjame intentarlo de nuevo. —Acababa de terminar su


nueva bebida, completa con un diseño de hoja en la espuma, cuando un
fuerte golpe sacudió toda la tienda.

Una mesa de dos asientos se había volcado, lanzando dos cafés


volando y dejando a dos mujeres llorando.

—¡Mi suéter Fair Isle! —La más joven de la dos, un duendecito con
pelo platino y una nariz de gancho, levantó una prenda que goteaba con
media docena de hilos de colores, todavía en largas agujas conectadas
por un cordel—. ¡He trabajado seis meses en esto!

—¡Lo siento! —La joven pelo de arcoíris en una camiseta roller


derby tenía lágrimas corriendo por su cara.

—¡Nunca miras! —La primera no quería ninguna disculpa.

—¡Oye, mi sombrero también se arruinó!

—Señoras. —Salí detrás del mostrador, agarrando la fregona que


escondíamos contra la pared. Me acerqué al lío e intenté inyectar un poco
de paciencia en mi voz cuando dije—: Tal vez si no movieras la mesa...

12 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Y a ti qué te importa? —Oh, la señorita Fair Isle estaba enojada


y nos estaba echando la culpa a mí y a la otra tejedora.

—¡Brady! ¿Podemos ordenar? —Alguien llamó desde la línea en el


mostrador.

—¿Te olvidaste de endulzar este? —Aparentemente la trilliza de


cárdigan verde todavía no estaba satisfecha, pero la ignoré para levantar
las sillas dobles caídas. A medida que me enderezaba, noté un par de
botas de gamuza de aspecto caro: las grapas de cuero marrón de todos
los hombres hipster de Portland. Y mientras mi mirada se movía hacia
arriba, observé al apuesto extraño que de alguna manera había logrado
encontrar el camino correcto en medio del caos de noche de tejido.

—Es esto siempre así... ¿bullicioso? —dijo con una leve curva en
su hermosa boca llena.

—Me temo que sí. Bienvenido a Noche de Tejido. —Finalmente cedí


a ese profundo suspiro que había estado aguantando la última hora.

—No está tan mal. —Sus labios se curvaron cuando su mirada se


clavó en la mía, sin separarse.

Él no se movió y no me apresuré a volver al mostrador como debería


haberlo hecho. El aire se sentía cargado...

—Debbie. ¡Has arruinado mi Fair Isle! ¡Doscientos dólares de hilo!


¡Arruinado! —Enfado. De eso es lo qué estaba cargado el aire. La señorita
Fair Isle no lo estaba dejando pasar y estaba nuevamente en el espacio
personal de la chica del roller derby.

Zumbido. Mi pierna volvió a vibrar otra vez, esta vez el pulso


constante de una llamada perdida. Esta no era mi noche. No tenía idea

13 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

cuando tendría una oportunidad de respirar, sin hablar de comprobar el


último mensaje. La Noche de Tejido en solitario estaba demostrando ser
un tipo especial de infierno. Y, por supuesto, el hombre más atractivo que
había visto en semanas tenía que ser colocado justo en el medio. Le di
cinco minutos más antes de que se escabullera hacia la cadena de café
más abajo en la calle. Estaban robando bastante de nuestro negocio, ¿por
qué no él también?

—Señoras. ¿Puedo ver? —En lugar de huir, el hombre se acercó a


las mujeres que discutían.

Para mi sorpresa, la enojada tejedora le entregó la prenda


empapada.

—¡Evren! pensé que te había visto en la esquina. ¡Deberías haberte


unido a nosotros! ¿Mira está contigo?

—No me lo perdería. —Una de mis clientas favoritas salió de la fila


para tomar un café. La propietaria de Iplik , la tienda de hilados, que era
una institución del barrio en sí misma. Y la había extrañado mucho las
últimas Noches de Tejido. Escuché un rumor sobre algunos problemas
de salud y me alegré mucho de verla, aunque se veía más delgada y frágil,
con un elegante turbante de punto en la cabeza. Ella era una de las pocas
personas que conocía mi situación con los niños y todavía me
emocionaba al recordar los pequeños adornos de punto que me había
dado para ellos en las vacaciones.

—¿Y qué es todo este alboroto? —preguntó.

Me encantaba su acento turco y me di cuenta de que eso era lo que


había oído en la voz del hombre: Nueva York con un toque de turco.

14 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No hay problema —dijo la señorita Fair Isle, moviendo su largo


cabello rubio. Estaba demasiado ocupada haciéndole ojitos a Evren. No
es que la culpara. Él estaba manejando sus bolas de hilo empapadas con
tanta destreza y cuidado que hizo que ciertas partes de mí se dieran
cuenta. Tenía dedos largos y elegantes con puntas romas. Una elegancia
competente.

—Creo que esto se puede arreglar —pronunció Evren y todo el


grupo exhaló—. Ahora, ¿por qué no dejamos que el hombre vuelva a su
café?

—Evren, este es Brady mi barista favorito. —Mira me presentó con


una floreciente túnica esmeralda ondulante—. Brady, este es mi sobrino.
Ha venido a... ayudar con la tienda.

—Eso es genial. —Forcé mi voz para que fuera brillante y alegre, al


igual que la de ella. Pero sabia que su llegada no podría ser algo bueno,
su salud debe haber sido incluso peor que los rumores—. Debes ser el
famoso sobrino del que siempre está hablando.

Sinceramente, me había imaginado a alguien más joven por las


historias de Mira acerca de su pariente favorito. Evren era probablemente
una poco mayor que yo, quizás a finales de los veinte. Y si fuera sincero,
me había imaginado a alguien diminuto y redondo, como Mira estaba
antes de su enfermedad, no alto, seguro y tranquilo. Y caliente como el
infierno.

—Tal vez Hala2 Mira exagera. —Le dio una palmadita en el brazo
antes de dirigir su atención a las tejedoras que se peleaban. Cuando
regresé detrás del mostrador, tenía a las dos mujeres sentadas una junto
a la otra de nuevo, riendo y había guardado el desorden de tejido en una

2
Tía en turco.

15 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

bolsa de compras para arreglarlo más tarde. Ese pronunciamiento me


había sorprendido mucho de la multitud de Noche de Tejido.

Había tenido antes tipos extraños en una Noche de Tejido, tipos


inconformista con pedazos de bufandas de aspecto desaliñado y un ojo
en una novia o potencial novia, pero todavía estaba impresionado cuando
Evren abrió su bolso y sacó un calcetín medio tejido en las agujas y un
calcetín terminado, que pasó alrededor y con exclamaciones de ohhh y
ahhh de las damas. De hecho, era un buen trabajo, al menos tres colores
que pude ver y una especie de patrón complicado que lo hizo sacar tablas
y diagramas.

Sus manos eran tan sexys que seguí espiándolo mientras


terminaba el resto de la carrera inicial de la Noche de Tejido. Me gustó
ver sus largos y elegantes dedos moverse rápidamente con las agujas
pequeñas, me gustó cómo hizo un gesto mientras pasaba su bufanda y
realmente me gustó cuando se quitó su pelo liso y ridículamente grueso
de la frente con un movimiento de la mano. Me pregunto en qué más es
bueno con esas manos...

Con la bufanda sobre la mesa, su largo cuello estaba expuesto y


tenía el tipo prominente de manzana de Adán y un débil vello que nunca
dejaba de excitarme. Tal vez después de la Noche de Tejido, podría decir
algunas palabras...

Zumbido. Infierno. Finalmente, tenía suficiente espacio para


respirar para poder revisar los textos, manteniendo el teléfono oculto
detrás del mostrador.

Descubrí una serie de textos de Renee, cada uno más grave que el
anterior.

El estómago de Madison está mal. ¿Debería cenar?

16 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

¡Ella está vomitando! ¡Por toda la alfombra! ¡Ayuda!

Fiebre en 38!!!! Brady!!! ¿Qué debo hacerrrrrr? :( :( :(

Podía oír el lamento de Renee sólo por el texto. Sí, a los dieciocho
ya no era una bebé y todos podríamos hacerlo con menos histeria, pero
ella seguía siendo del tamaño de una muñeca, con una dulce voz y una
actitud sensible. Era difícil sacar de mi cabeza esos recuerdos de nosotros
como niños pequeños. Tenía cinco años cuando ella nació y fui el tipo de
hermano mayor que se enamoró de la nueva adición a la familia, la
pequeña y rubia niñita que le había rogado a mi mamá que me dejara
empujar en el columpio para bebés. La niña del jardín de infantes
demasiado jodidamente alegre, que me estrechaba la mano con mucha
fuerza en el camino a casa desde la escuela todos los días.

Renee y yo crecimos mucho más rápido de lo hubiéramos querido


cuando nuestra madre y su segundo marido murieron el año pasado y
ahora estábamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para criar juntos a
nuestros medios hermanos más jóvenes.

Tratando de mantener el teléfono bajo y discreto, le escribí


frenéticamente.

Cálmate. Reductor de fiebre para niños en botiquín. Estante


superior. He marcado la dosis en la caja para los gemelos. Dale eso. Pronto
en casa. Promesa.

Tos. Un carraspeo de garganta me hizo mirar hacia arriba. Mierda.


Evren se cernía sobre mí y estaba mirando directamente a mi teléfono.

—Lo siento. —Lo metí en mi bolsillo, sacudiendo mi mano como si


estuviera ardiendo—. Normalmente no...

17 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No te preocupes por eso. —Evren hizo un gesto de barrido. Ya era


un gran fanático de su acento y los pequeños fragmentos de formalidad
que se deslizaban en su discurso solo se sumaron al atractivo de esa voz
melódica—. Parecías muy serio y preocupado. Debes haber tenido una
buena razón. No vi nada.

Me dio una palmadita en el hombro. Un gesto simple y amistoso,


pero no uno que la mayoría de los clientes harían. Especialmente no la
mayoría de los clientes heterosexuales. Mentiría si dijera que no me
había preguntado por dónde iba desde el momento en que entró el
chisporroteo caliente que bajaba por mi brazo sólo intensificaba esos
pensamientos.

—Gracias. —Si corriera la voz a Randy, mi jefe, de que estaba


hablando por teléfono, no iría bien—. ¿Qué puedo conseguirte? Cortesía
de la casa.

—No seas ridículo. —Evren sacó una bonita billetera en relieve y


deslizó afuera su tarjeta débito—. Grande americano. Un tiro extra. Extra
dulce. Y un Chai para Mira, por favor.

Aparté suavemente la tarjeta.

—Mira bebe gratis. Todos los dueños de negocios que nos brindan
eventos especiales y referencias de clientes como este lo hacen. Así es
como le devolvemos a la calle Alberta.

Era una tradición iniciada por mi antiguo jefe, Chris y a


regañadientes mantenido por Randy.

—Está bien. Esta vez. La próxima vez lo pagaré. —Me lanzó una
sonrisa llena de dientes brillantes. Sus labios eran anchos sin ser
demasiado llenos y el tono perfecto de rosa, el mismo tono que el turbante

18 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

de Mira y a diferencia del sombrero, los labios seguramente


protagonizarían mis pensamientos privados esa noche.

—Oh, ¿planeas hacer de esto una cosa regular?

—Ya veremos, Brady. Ya veremos. —Miró a mis labios cuando dijo


las palabras antes de hacer un guiño. Lento y deliberado. Maldita sea.
Juro que sentí el zumbido de su mirada hasta mis Vans.

Tatareó un poco para sí mismo mientras aceptaba las bebidas y se


las llevaba a Mira. Se aseguró que ella se acomodara con la suya,
ajustando un chal alrededor sus hombros Oh, hombre. Estaba frito. El
tipo era la definición de sensualidad masculina con su pelo negro y
grueso, su mandíbula desaliñada y su constitución delgada, ¿y era
amable? ¿Y él podía reñir con una habitación llena de tejedoras? Quería
que volviera todas las semanas y no sólo por ser un caramelo para los
ojos.

Zumbido. Tuve que pretender tomarme un café para echar un


vistazo.

Fiebre baja, pero ella está preguntando por ti.

Mientras tenía la oportunidad, tomé un refresco de jengibre de la


nevera y lo metí en mi bolso de mensajero debajo del mostrador. A
diferencia del caro de Evren el mío era más parches que lona en este
punto. Solo una forma más de ser de diferentes mundos. Con suerte,
tendría tiempo de detenerme para tomar algunas bebidas con electrolitos
y caldo de camino a casa, especialmente si las propinas eran buenas. Si
Madison estaba enferma, Morgan y Jonas seguramente la seguirían.
Andaba en el skate, así que tendría que ser un viaje corto.

19 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

En las mesas de tejido, una carcajada grupal resonó en la cafetería,


con la risa profunda de Evren uniéndose. Un dolor bajo se reunió en mis
entrañas. Debería ser un chico normal de veintitrés años, libre de golpear
al caliente desconocido, quedarme con él y coquetear después del cierre,
pero en cambio, el texto había servido como un recordatorio de por qué
nada de eso sucedía en mi vida, incluso con alguien tan intrigante como
Evren. Tenía tres niños que dependían de mí, una hermana que también
debería ser una niña y absolutamente sin espacio para nada más.

20 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

La fibra y el color deben coincidir con su estado de ánimo. No


subestimes el poder de un algodón cómodo para relajarte o una lana
resistente para vigorizarte. Del mismo modo, busca puntos de color, incluso
en los días más oscuros. —Los hilos de Evren.

La tercera vez que Evren entró en la tienda para comprar un


americano, tiro extra y extra dulce, tenía la taza para llevar esperando
antes que llegara al frente de la fila. Era tarde por la mañana, así que no
era el único de servicio. Milagro de los milagros, no había atrapado la
plaga de las gemelas y había sobrevivido durante toda la semana. Audrey
lo llamó, pero esperé hasta que él estaba justo frente a mi extremo del
mostrador para poner la bebida. Sí, estaba tan mal que me gustaban las
cosas pequeñas como el roce de su mano contra la mía o la forma en que
sonreía con gratitud o cómo siempre tomaba el primer sorbo antes de
salir de la tienda, haciendo una mueca de dolor ante la temperatura, los
músculos de la garganta trabajando...

Mierda. Era sexy como el infierno. Y siempre se tomaba un


momento para saludarme por mi nombre y preguntarme cómo estaba mi
día. La misma pregunta todos los días, pero esa pequeña cortesía era casi
tan sexy como el resto de él.

—Gracias, Brady —dijo mientras tomaba la bebida de ese día.


Como de costumbre, sus ojos se demoraron más de lo estrictamente
necesario en mi cara. El hombre me iba a dar una razón para retomar el
afeitado y el producto para el cabello—. Realmente debería comenzar a
traer una taza reutilizable, ¿verdad?

21 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Vendemos algunas. —Hice un gesto hacia la vitrina cerca de la


entrada—. ¿Podrías tejer una funda para eso, tal vez?

—Tal vez lo haga. —Sus ojos se volvieron pensativos y sus dedos


tamborilearon contra su taza, como si fuera en serio y no bromeando—.
No es una mala idea del todo. En realidad, ¿qué te parece un concurso
de fundas?

—¿Un concurso fundas?

—Para la Noche de Tejido. Pondré un volante. Veremos cómo las


personas creativas pueden llegar a ser. —Algo en la forma en que dijo
creativo hizo que mi mente fuera a lugares sucios. Pero entonces, su voz
casi siempre tenía ese efecto en mí.

—Probablemente pueda conseguir que mi jefe done una taza para


el ganador —dije. Randy era un poco impredecible y no era tan cariñoso
como Chris, ex pareja Randy, que había manejado esta ubicación durante
el tiempo que había estado aquí antes de mudase con su nuevo novio el
año pasado. Sin embargo, Randy era un hombre de negocios entusiasta
y vería el valor de tal promoción—. ¿Así que vas a venir a más eventos de
Noche de Tejido?

—Por supuesto. —Él levantó una ceja. Incluso sus cejas eran
refinadas y elegantes, barras oscuras con un ligero movimiento
ascendente—. Creo que un concurso como este será justo lo que Mira
necesita. Algo para hacerla sonreír.

—¿Una de las señoras dijo que es cáncer? —pregunté. Diablos,


tomaría agujas y ganchos o lo que fuera si pensara que iba a ayudar a
Mira.

Asintió.

22 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Pancreático. Ella ha comenzado el tratamiento, pero... —Se alejó


con un gesto de indefensión.

Incluso yo sabía que era un cáncer fatal.

—Joder —dije, luego recordé que estaba en el trabajo—. Lo siento.


Sólo quiero decir...

—No, eso es exactamente lo que siento. Joder.

—Entonces, ¿estarás alrededor por un rato? —pregunté.

—Todo el tiempo que sea necesario para ponerla de pie


nuevamente. Lo cual haremos. No nos importan las cosas como
probabilidades —dijo con firmeza.

—Ella lo vencerá —dije, forzando algo de convicción en mis


palabras. Y sí, sentí una leve punzada por la noticia de que la estancia
de Evren podría ser temporal... bueno, tales cosas era mejor ignorarlas
de todos modos.

—Eso creo. Tuve que dejar mi trabajo en Brooklyn cuando no me


daban tiempo libre, pero conseguir que mejore es más importante. —Él
sonó un poco nostálgico sobre el trabajo, subrayando aún más que se
mudaría muy pronto—. Ahora soy un diseñador independiente de
prendas de punto, por lo que puedo trabajar en cualquier lugar, pero mi
principal trabajo será mantenerla bien y la tienda en funcionamiento
hasta que esté lista para llevarla de nuevo.

—Buena suerte —dije, porque no estaba realmente seguro de qué


otra cosa podía decir... o hacer. Por impulso, tomé otra taza para llevar—
. Espera un segundo. Déjame hacerle su chai.

23 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Oh, es tan amable de tu parte, Brady, pero hace un momento le


hice un café turco. Su apetito, no es tan bueno esta semana.

Me detuve con la taza todavía en mi mano.

—Espera. Tú hiciste café. ¿Y luego vienes aquí?

—Adiós, Brady. Ten una buena tarde —Me saludó con la mano
mientras salía de la tienda.

Astuto, astuto hombre. Para quién no tenía absolutamente ningún


tiempo, pero quien me tuvo sonriendo toda la tarde.

***

Al siguiente día, Evren trajo unos volantes que colocó en el tablero


de mensajes de la comunidad. En el había una foto de una funda para
taza con una réplica del logotipo de Iplik . Sacó el verdadero de su bolsa
y me lo mostró.

—¿Has hecho esto en un día? —Toqué el suave y grueso hilo.

Se encogió de hombros.

—Mira vio una maratón de un programa de adolescentes


paranormales. Había mucho tiempo para pasar.

Me ríe entre dientes ante la imagen de Mira quien tenía unos


sesenta años, desesperada por captar el siguiente episodio de un drama
de angustia adolescente.

—Agradable. Eres un buen sobrino.

24 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Ella es la mejor tía. —Una tristeza lejana pasó por sus ojos y
luego se fue antes de que yo pudiera descubrirlo—. Puedes mantener la
funda si quieres. Voy a modificar el diseño antes de la próxima semana.

—Gracias. Ya sabes, para un chico que no está planeando


quedarse, pareces más bien... invirtiendo en la Noche de Tejido.

—Es importante para mi tía. —Agitó la mano como si fuera un


asunto sencillo, cuando sabía muy bien que no era fácil poner las
preferencias de otros primero con alegría. Me encantaba cómo se movían
sus manos mientras hablaba, más expresivo que la mayoría de la gente
pero lleno de confianza, no de drama.

—¿Te importa si doy esta a mi hermana? —pregunté. De ser


posible, Renee tomaba más café que yo, lo que en parte era culpa mía,
porque había estado tomado su café gratis desde que estaba en la escuela
secundaria. Y ella era una ecologista intransigente que no soñaría con
usar un vaso de papel. Ella merecía mucho más que una funda después
de una semana de trabajo con niños enfermos, pero sabía que agregarla
a su taza reutilizable favorita la haría sonreír.

—Me encantaría. —Me sonrió, la sonrisa más juguetona que había


visto de él hasta el momento y me acompañó durante todo el fin de
semana.

Tenía un plan cuando la Noche de Tejido llegó la semana siguiente.


Todos estaban sanos, así que le dije a Renee que podría llegar un poco
tarde a casa y ella no se había quejado tanto como lo hacía algunas veces.
También pase un poco más de tiempo poniendo mis pequeños expansores
de madera favoritos en mis orejas y tirando de mi cabello hacia atrás en
una cola de caballo más limpia que mi habitual moño desordenado.
Recorté la barba hacia debajo de hombre de montaña a tranquilamente

25 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

hipster. Puede que no tuviera tiempo para alguien como Evren, pero eso
no impedía que un chico soñara.

Randy me había bendecido con un segundo barista para el turno


de la noche, por una vez, por lo que no estaba tan golpeado por el ajetreo
de las damas y tenía más tiempo para comerme con los ojos a Evren,
quien llevaba una chaqueta de punto blanca suelta. En algún otro tipo
habría parecido delicado y femenino, pero en él parecía tan regio como
un uniforme militar. Admiraba cada funda con el mismo entusiasmo,
incluso las que eran un lío de nudos y brillo.

—Brady, ven juez —gritó después de la carrera inicial y había


colocado todas las fundas de tazas en una mesa.

—¿Cuál es el tuyo? —siseé, acercándome más de lo absolutamente


necesario. No quería declararlo como el ganador accidentalmente, porque
me había dicho antes que lo sacara de la carrera. Pero principalmente
sólo quería la excusa para ver como olía. Su aroma era algo que no
esperaba: acebo y pino. Era principios de la primavera y él olía como
una granja de árboles de Navidad que había visitado hacía mucho tiempo.
Y lana. Era un olor muy reconfortante y tuve que dejar de inclinarme
hacia él.

—Ese —dijo Evren en voz baja y señaló. Debí haberlo adivinado.


Parecía como azulejos marroquí entrelazados, como algo que verías en
un cuarto de baño de lujo de un restaurante. Absolutamente elegante con
una vibra masculina. Completamente él.

—Me encanta —dije.

—Y ese. —Indicó el que estaba al lado, idéntico a la funda que le


había dado a Renee, excepto que había hecho alguna cosa para hacer
que el relieve del logotipo destacara más—. Elige cualquier otro.

26 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Ah —estudié el resto de la mesa—. Mi segundo favorito es ese.


—Señalé uno hecho para parecer una pequeña cebra, con orejas en los
lados y una cola en la espalda.

—Estoy de acuerdo. —Él sonrío y algo paso entre nosotros, alguna


cosa tan palpable que casi podía agarrarlo con ambas manos.

La ganadora fue una joven duendecillo quien llevaba un cardigán,


gorro y mitones sin dedos inspirados en cebra. Al menos ella estaba
comprometida con un tema. Le conseguí una taza y volví al mostrador.

—Estoy tan feliz que Randy me pidió que trabajara esta noche —
dijo Audrey, tocando mi manga. Su pelo púrpura azulado se sacudió
mientras hablaba y tenía esa costumbre de tocarme o rozarme mientras
intercambiaba lugares detrás del mostrador que realmente no me
gustaba—. Fue muy amable y me dio algunas horas extras en la tienda
de Northwest la próxima semana, porque sabe que estoy ahorrando para
mi viaje de verano a Grecia.

Sip. Eso sonaba como Randy. Sabía que necesitaba las horas de la
peor manera, pero a él le gustaba jugar a los favoritos con los baristas de
ambos sexos con los que coqueteaba, así como con los que podían ser
más flexibles con el calendario. No coqueteaba y ya no podía estar tan
disponible como antes.

Sin embargo, era un barista muy bueno y realmente necesitaba


que Evren ordenara algo más que un Americano para que pudiera
mostrar mis habilidades con estilo. Gané un concurso regional con mi
habilidad para hacer imágenes en la espuma del capuchino, así como
otras habilidades y si todo iba bien, me dirigiría al campeonato nacional
de café en unos pocos meses. Nosotros necesitábamos esa victoria,
Renee, los niños y yo estábamos en un pequeño apartamento de dos

27 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

habitaciones. El premio en efectivo del concurso nos permitiría obtener


suficientes fondos en la cuenta bancaria para un alquiler más grande.

Otra razón más por la que no debería soñar despierto con Evren o
volver a trabajar en el plan que se me ocurrió antes. Necesitaba
enfocarme en los niños, el concurso y mantenerlo todo junto. Pero eso
no me impidió sonreír cuando Evren regresó para tomar una segunda
taza y una galleta grande.

—Espero que Mira coma parte de esto —dijo mientras pagaba—.


Dijeron que su apetito vendría y se iría, pero me está costando mucho
conseguir que coma algo.

—¿Tienes que llevarla a casa después de la Noche de tejido? —


pregunté. Ya sabía que Mira vivía arriba de su tienda y que ella era
propietaria de su edificio. El bucle de chismes de Alberta seguía de cerca
quién compraba, quién alquilaba y quién buscaba vender en uno de los
lugares de más alto nivel que se mudaba a medida que el área se iba
aburguesando cada vez más.

—Sí. —Evren se frotó la mandíbula ligeramente sin afeitar—.


Probablemente esté agotada a pesar de que nunca lo admitirá.

—¿Alguna vez vuelves a salir después de que ella se haya


acomodado? —pregunté, metiendo mi dedo del pie en aguas en las que
no tenía que nadar.

—Todavía no lo he hecho. —Evren no sonaba desinteresado y sus


ojos me miraban atentamente. Mi corazón latía al doble del ritmo.

—No has tenido muchas oportunidades de explorar el vecindario.


Me preguntaba Si quieres tomarte una cerveza...

28 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¡Evren! ¿Cómo haces un hilo nuevo? —Una mujer tetona con


medio suéter en agujas gigantes nos interrumpió.

Me dio una expresión de dolor y su boca se movió como si no


estuviera seguro a quién responderle.

—Está bien. Puedes volver conmigo. —Cogí un trapo y empecé a


limpiar el mostrador, liberándolo para responder la pregunta de tejido.
Tenía la sensación de que el zoom eléctrico entre nosotros era mutuo,
pero no tenía forma de saber cuan abiertamente se refería a su
sexualidad y no quería presumir.

Mientras observaba a Evren ayudar a la tejedora, Audrey se acercó


por detrás y envolvió sus brazos alrededor de mí.

—¿Qué diablos? —Me puse a un lado y mantuve mi voz baja.

—Oh, tú. Estaba soñando despierto, pensando en la última vez que


trabajamos hasta tarde juntos. —Me tocó el cuello con una mano que
era demasiado familiar. Su voz no era un susurro, ni era el recuerdo al
que aludía dar la bienvenida—. ¿Estaba pensando en una repetición?

—Tengo planes —dije secamente.

—Bah. Otra vez. —Se alejó. Ella no era una mala persona de
ninguna manera, pero tenía la peor sincronización en la tierra. Evren me
miró y frunció el ceño. Más que sólo irritación, había decepción en su
expresión.

Mierda. Había oído o visto demasiado. Una pesada sensación


descendió sobre mí, una que no se levantó cuando las tejedoras
comenzaron a retirarse. Evren comenzó a enderezar las mesas, que no
era su trabajo, la excusa perfecta para dejar el mostrador y ayudarlo.

29 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No tienes que hacer eso —dije, apartando algunas sillas del
camino—. Las señoras siempre terminan juntando la mayoría de las
mesas y tirando de las sillas en todas direcciones.

—No, está bien —dijo mientras enderezaba una mesa—. Debemos


ser corteses con la tienda.

—Lo aprecio —dije, no me estaba mirando y tenía la sensación que


sabía cuál sería la respuesta, pero tenía que preguntar de todos modos—
. Entonces, ¿una cerveza?

—Gracias, pero... no. Esa expresión de dolor estaba de vuelta. Miró


a Audrey que estaba limpiando las máquinas detrás de la barra.

Infiernos.

—No estoy... —Moví mis manos inquietamente—. No estoy


involucrado con nadie, si eso es lo que te preocupa. Y la invitación fue
totalmente abierta como amigos, también.

—¿Estuviste involucrado, sin embargo? —Evren mantuvo su voz


baja—. ¿Tú y la barista?

—Nosotros... conectamos unos pocos meses atrás. —Esa era la


mejor descripción. Habíamos estado trabajando hasta tarde, ella había
estado coqueteando fuertemente y casi había estado un año sin contacto
de ninguno de los dos sexos. Era vivaz y sabía exactamente lo que quería,
algo que me resultaba difícil de resistir en ambos sexos. Pero ella me
había atrapado en un momento excepcionalmente débil, ya que había
dejado atrás mis días de conexión al azar o eso creía—. Nada que se
repita. Nada serio.

El ceño de Evren se profundizó.

30 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No suelo hacer cosas casuales. O la cosa bisexual.

—¿No haces cosas bi? —Lo miré boquiabierto, mi mandíbula


seriamente colgando abierta. Podría no hacerlo casual, bien por él. Si mi
vida tuviera algún espacio en ella, lo cual ciertamente no tenia, tampoco
lo haría casual. ¿Pero que no hacía cosas bi? ¿Qué carajo? El borrado
Bi3 fue hace cinco años. Ev necesitaba unirse a esta década.

—Digamos que tengo mis razones. Y no quiero ser grosero...

—Pero lo eres. —Metí una silla con más fuerza de la estrictamente


necesaria—. Era solo una cerveza, hombre.

—No, no lo era. —Evren negó con la cabeza tristemente—. Buenas


noches, Brady.

Al carajo con esto. Terminé el resto del cierre con un montón de


patadas y una mínima charla con Audrey. Estaba siendo ridículo.
Realmente no tenía tiempo para alguien como Evren, especialmente
alguien con prejuicios extraños, pero maldita sea si no estaba más que
un poco ofendido.

3
El borrado bisexual es la tendencia a ignorar, eliminar, falsificar o volver a explicar la
evidencia de la bisexualidad en la historia, la academia, los medios de comunicación y
otras fuentes primarias. En su forma más extrema, el borrado bisexual puede incluir
negar que exista la bisexualidad.

31 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Mis amigos, siguen pidiendo actualizaciones sobre cómo me gusta


estar de vuelta en Portland y si extraño a Brooklyn. Extraño Brooklyn y los
ajustes son... complicados, pero mi enfoque ahora está en la salud de mi
querida Hala Mira. Y con ese fin, comparto con ustedes el chal merino y la
seda reconstituyente que he diseñado para ella para las salas de
tratamiento con corrientes de aire del hospital. —Los hilos de Evren.

No era de extrañar que Evren abandonara su hábito de beber café


casi todos los días, no debería haberme deprimido, pero lo hizo.
Significaba que había estado viniendo a verme y mi boca se llenó de un
amargo sabor porque me rechazara por algo sobre lo que no tenía control.
Pero después de unos días de silencio, Mira vino sola.

Incluso si la ausencia de Evren me hizo rechinar un poco mis


dientes, al verla salir con un buen apetito por nuestra sopa, pan y un té
chai me alegró el día. Debido a que ella parecía tan pequeña y frágil,
aproveché el hecho de que estábamos un poco lentos para llevar su
comida a su mesa para ella.

—Gracias cariño. Mi Evren cocina una agradable comida para mí,


pero tuve un antojo por tu guisante hoy.

—Deberías conseguir lo que desees —dije. Ella se estremeció y se


coloco el chal lila a su alrededor—. ¿Estás lo suficientemente caliente?

—Sí, querido. Eres tan malo como Evren con tu revoloteo. Vuelve
al trabajo. —Ella hizo un pequeño movimiento de fuera y volví al
mostrador, pero mantuve un ojo en ella.

32 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Su temblor empeoró, no mejoró y su mano temblaba al sostener la


cuchara sopera. Se quitó los faldones del pañuelo de la cabeza y cuello y
había sudor a lo largo de la línea de su frente. Su color tampoco se veía
tan bien, el habitual tono oscuro de la piel de oliva que compartía con
Evren había sido reemplazado por un gris pálido y enfermizo.

—Mira, ¿estás bien? —Me apresuré hacia ella.

—Estoy bien. Aunque tal vez debería volver a la tienda. —Ella


comenzó a levantarse, luego se tambaleó y se sentó rápidamente—. O tal
vez no. —Ella me dio una sonrisa temblorosa.

—Déjame llamar a Evren por ti.

—No creo que eso sea... —Ella se detuvo, frotándose el cuello.

—Mira. Dame tu teléfono —Ser mandón no era algo natural para


mí, pero usé la voz que siempre conseguía que los gemelos cumplieran
con mis órdenes.

—Realmente no quiero molestarlo —dijo mientras sacaba su


teléfono desde su bolso de punto con dedos temblorosos. Intentó a
marcar, pero sus dedos temblaban, así que tomé el teléfono.

—Es el número de marcación rápida tres —dijo con voz débil.


Golpeé el número sin vacilación. Cualquier problema que tuviera con
Evren era secundario a conseguir su ayuda.

—¿Mira? —la voz de Evren llegó a la línea con el segundo timbre.

—¿Evren? Soy Brady de People’s Cup. Mira no se siente muy bien.


—Hablé rápido para poder transmitir que la situación no era grave pero
aún así obtener su atención.

33 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Oh, gracias por llamar Brady. Estaré ahí.

Me senté con Mira y Evren apareció cinco minutos después, sin


aliento.

—¡Mira! te dije que esperaras a tomar tu hora de almuerzo. —Se


agachó junto a su silla.

—Sí, AsKim. Pero rechazaste venir a People’s Cup y yo quería su


sopa.

Miré hacia otro lado. Sabía exactamente por qué había querido
evitarnos y eso hizo que mi estómago burbujeara como la desagradable
bebida kombucha de comida saludable que manteníamos en el grifo.

—Bueno, te dejaré tomarlo desde aquí. Hazme saber si puedo


ayudarte. —Me levanté de la mesa.

Evren agarró mi manga mientras me levantaba.

—Gracias por llamarme, Brady. Mucho. —Su voz era más insegura
de lo que había escuchado y un débil rubor rosado manchó sus mejillas.

—En cualquier momento —dije y lo decía en serio. Debería haber


sentido placer por su incomodidad, pero no pude. Compartía su
preocupación por Mira y lo observé mientras la guió fuera de la tienda,
dejándola apoyarse pesadamente en su brazo.

Aproximadamente un hora más tarde, cuando estaba terminando


mi turno, un cliente vino al mostrador y sacó un paquete de tejido.

—Encontré esto debajo de una de las mesas.

El chal de Mira.

34 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Gracias. Sé de quién es. Veré que sea devuelto. —Había abierto


esa mañana, así que fue un poco antes de las dos cuando salí trabajo.

Audrey tenía el turno de la noche, así que me registré y me dirigí a


la calle. Tenía tiempo antes que los niños salieran del colegio y de todos
modos quería comprobar a Mira, ver como estaba.

Iplik estaba a dos cuadras de People’s Cup, más allá de la tienda


de jardinería que no vendía plantas, la tienda de mascotas con
contenedores de galletas orgánicas que parecían más sabrosas que los
bocadillos que tenía para la niños y la tienda de regalos vecina.
Cualquiera que sea la incomodidad que existía actualmente entre Evren
y yo no era nada comparado con esos dos propietarios de tiendas que
competían. Mira había estado amenazando con hacer que se abrazaran,
lo cual era algo que pagaría un buen dinero por ver.

Cuando entré en Iplik , una joven mujer estaba trabajando en el


mostrador y no podía ver a Evren o Mira. Mi estómago cayó como una de
las pesadas bolas de lana en la ventana de vidrio. Tal vez mis motivos
eran menos puros de lo que pensaba, dejé a un lado mi irracional
decepción e inspeccioné la tienda porque en realidad nunca había estado
dentro a pesar de que pasaba casi todos los días. Iplik era menos
industrial que el edificio que albergaba a People’s Cup y más como una
casa de gran tamaño de color verde azulado con pequeños detalles
artesanos en el exterior y cortinas con estampados hogareños ondeando
en las ventanas de arriba.

La parte de la tienda era amplia y luminosa, tres o cuatro salas


interconectadas que mostraban diversos tipos de fibra y proyectos de
muestra. Reduje mi caminata hacia el mostrador para tratar de detectar
qué suéteres y bufandas podrían ser la obra de Evren. Un grueso pañuelo
de una pieza adornaba un maniquí. Era un laberinto de hilos pesados y

35 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

nudos entrelazados. Unido a una copia de un artículo de revista: “El


diseñador de tendencias Evren Demir Wows en Expo tejer”. Una rápida
mirada mostró que Evren de hecho, era una gran cosa en el mundo de
los diseñadores de punto. Sí, de ninguna manera se quedaría si Mira se
curara. O si ella...

No iría por allí. Apresuré mis pasos y continúe hacia el frente de la


tienda. La joven se quito las pesadas rastas fuera de su cara mientras
ayudaba a un trío de mujeres que reconocí de la Noche de Tejido.
Mientras esperaba que ella terminara, se escucharon pasos pesados en
las escaleras a la izquierda del mostrador. Evren apareció justo cuando
los clientes se iban.

—¡Brady! ¿Qué estás haciendo aquí? —Me saludó con sorpresa y


un poco de sospecha nerviosa, como lo demostraban sus ojos
entrecerrados y sus manos revoloteando, pero no con una hostilidad
abierta, lo que tomé como una buena señal.

—Mira dejó atrás su chal. —Lo sostuve—. Sabía que ella lo querría
de vuelta. Es demasiado bonito para perderlo.

—Ah. Eres demasiado amable. ¿Te gustaría dárselo? Está


descansando tranquilamente ante su televisor, pero esta avergonzada por
lo de antes. Creo que una rápida palabra tuya podría ser la cosa.

—Por supuesto. —Lo seguí arriba por las escaleras hasta una
pesada puerta de madera con un letrero de Residencia privada colgando
en el frente. Evren entró y me indicó que lo siguiera. Después de un corto
pasillo de entrada, llegamos a una sala de estar, donde la pequeña Mira
casi era tragada por un sillón reclinable gigante, un afgano de punto
sobre ella y una de esas mesas como la que tienen en los hospitales a
través de ella con un control remoto y un gran vaso de agua helada.

36 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Hala, Brady ha venido con tu chal. —Evren fue y se arrodilló ante


ella.

—Oh, Brady querido. Lo siento mucho. Me fui con tanta prisa...


dejé mis cosas en el interior. —Sonaba muy triste y fui a pararme junto
a Evren para que no tuviera que estirarse para verme.

—No hay problema —dije. Mi garganta se sentía espesa—. Eres mi


cliente favorito. Voy a transportar tus cosas cualquier día.

—Estoy tan avergonzada... Pensé que podría manejar una pequeña


salida.

—Te volverás más fuerte, Hala —dijo Evren con firmeza—. Pero la
próxima vez, tal vez iré contigo por la sopa.

La mirada que me dio fue difícil de descifrar. Ahí estaba una


disculpa seguro, pero también algo más.

—Evren, ofrécele a Brady un pedazo del pastel revani que hiciste.


—La voz de Mira era débil pero insistente

—Oh, no, estoy bien. —Levanté mis manos—. Sólo quería devolver
tu chal. Te dejo descansar ahora.

—Yo insisto. Además de... hay algo que he estado deseando que
pruebes. —La voz de Evren era una poco incierta y si no me equivocaba,
la más leve insinuación de un rubor coloreó sus mejillas.

—¿Oh? —Estaba lo suficientemente intrigado como para seguirlo a


una cocina de estilo galera.

37 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Alguna vez has tomado café turco? —preguntó Evren mientras


tomaba una olla con forma curiosa de la estufa—. Acabo de hacer, pero
Mira no estaba de humor.

—En realidad no lo he hecho. —Había probado casi todas las


demás variantes de café que había.

—Ven. Siéntate. —Indicó una pequeña mesa en un extremo de la


cocina con dos sillas de madera. Después de ir a buscar dos tazas
pequeñas del tamaño de café expreso, vertió la infusión
sorprendentemente espesa de la olla. Añadió dos pequeñas rebanadas de
un pastel de aspecto muy húmedo a dos platos y los trajo a la mesa—.
Aquí. Disfruta. Bebe lentamente. Como el brandy.

—Gracias. —Estuve agradecido por el consejo, ya que estaba


caliente y abrumadoramente dulce y fuerte—. Wow, esto es diferente.

—No es sólo el sabor. Es una experiencia. Un ritual, si quieres. —


Las manos elegantes de Evren se movieron mientras hablaba. Podía
mirarlo durante horas. Sin mencionar las cosas que quería hacer con
ellas. Estaba más que un poco obsesionado con sus manos. Se detuvo
unos sorbos antes de hablar de nuevo—. Y en este caso, la oportunidad
de pedir disculpas.

—¿Pedir disculpas?

—Yo fui... duro la otra noche. Nada amable. —Mirando abajo a la


mesa de madera blanca, trazo una grieta en la superficie con la punta de
un dedo.

Me encogí de hombros.

38 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Al menos eres honesto. Pero en serio, ¿qué tienes contra los
chicos bi? —Mantuve mi voz casi en un susurro.

Los labios de Evren se torcieron.

—Está bien. Mira sabe soy gay. No tienes que susurrar. Y no es


tan fácil de explicar.

—Pruébame. —Tomé otro pequeño sorbo de café. Evren tenía razón


había algo en la experiencia de un pequeño sorbo del grueso café entre
la conversación y trozos de pastel.

—He tenido dos relaciones serias. Ambos hombres fueron


bisexuales y yo lo sabía por adelantado Y ambos tenían... indiscreciones.
Uno me dejó por una mujer y el otro por alguien con una mente abierta
lo suficiente como para aceptar... juegos. —Sus dedos tamborilearon
contra la mesa de madera blanca.

—¿Y entonces todos los bisexuales están ahora fuera de los límites?
—Negué con la cabeza—. Mira, nunca he tenido una relación real por...
razones. —No estaba listo para hablarle de mi situación con los niños—.
Pero ya sea con una chica o un chico, no tendría ningún problema con la
monogamia. Bisexual no significa que tengas que ser poli o algo para ser
feliz.

—Ah. Dices eso, Brady pero no es tan fácil. —Él sacudió la cabeza
con tristeza—. En cualquier caso, sin embargo, reprimí tu amable oferta
de amistad. Y por eso realmente lo siento.

Me recosté en mi silla.

—¿Entonces estás diciendo que estás dispuesto a ser amigo del


chico bisexual? —No estaba seguro de si sentirme halagado o insultado.

39 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Él frunció el ceño.

—Dispuesto no es la palabra correcta. Sé que estoy...


sobregeneralizando, tal vez mis prejuicios son... tontos. Pero te veo siendo
todo casual al respecto. —Agitó su mano como para indicarme que estaba
dando vueltas—. Y me acuerdo de alguien más, igualmente indiferente.
Y no soy tal cosa, no importa como deba ser. Y estoy tratando de trabajar
en eso realmente. Todavía no conozco a mucha gente en Portland, pero
eres un verdadero amigo de Mira. Creo que me sentiría honrado de
conocerte también.

—¿Pero no para conectar? —Sólo quería aclarar de qué estábamos


hablando. Los amigos también eran escasos para mí, pero eso no negaba
el hecho de que realmente quería meterme en los ajustados jeans de
diseñador de Evren.

—Odio esa palabra: conectar. No puedo prometer no... olvidarme,


de mí mismo, pero creo que estamos mejor dispuestos como amigos,
¿verdad? —preguntó.

Intenté olvidarme de querer flirtear y me gustó que fuera honesto


al respecto, porque eso es exactamente lo que ambos habíamos estado
haciendo desde el principio, él en su forma más sutil y refinada y yo en
mi ansiosa obviedad de Oregón.

—No estoy prometiendo no coquetear. —Sonreí—. Pero aceptaré


que seamos amigos. ¿Tal vez enseñarte un poco la ciudad si los dos
tenemos tiempo?

Mi vasta, vasta cantidad de tiempo libre consistía en una larga


ducha ininterrumpida ocasional, pero un hombre podía soñar. Como si
se riera de mí, mi teléfono zumbó. Mi alarma para recoger los niños.

40 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Oops. Tengo que irme, Evren. Gracias por el café. Y la amistad.


—Me levanté y le tendí la mano.

La sacudió y una sacudida menos amistosa se deslizó por mi brazo.


Yo tenía razón. Su mano se sentía increíble, sólida, fuerte y cálida. No
importaba lo que dijeramos, teníamos una química extraña.

—Mis amigos usualmente me llaman Ev. Tú también puedes —dijo


esto solemnemente, como concediéndome algún privilegio. Y maldita sea
si no me sentí un poco caliente porque me lo diera.

Ev. Me gustaba. Le quedaba bien. Y mucho más de lo que yo quería


admitir, pero todavía sonreí todo el camino hasta la escuela para recoger
a los niños.

***

Ev reanudó su hábito de un americano y la mayoría de los días si


no me abrumaban charlábamos un poco. Le conté sobre los parques
cercanos a donde Mira recibía sus tratamientos, donde podría caminar
y lugares para comprar comida barata cuando ambos estaban demasiado
cansados para cocinar y traté de enviarlo a casa con sopa y galletas para
Mira tan a menudo como me lo permitió. Por mi parte, los últimos años
de mi vida se habían reducido solamente a los niños y el trabajo. Y amaba
ambos, no me malinterpreten, pero era una bendición tener una
conversación con un adulto que no incluyera horarios de cuidado infantil
o pedidos de café.

Mis hombros parecían ser levantados por hilos invisibles cuando


me informó que consiguió un sándwich en el pequeño antro que conocía
cerca del hospital o cuando preguntó por una florería cerca y le señalé
un mercado al aire libre los miércoles. Jugar al guía turístico me dio una

41 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

extraña satisfacción como si pudiera descubrir un lado útil de mí mismo


que últimamente no había visto mucho aire.

Después de unas tres semanas de esto, un viernes estaba


trabajando al final del almuerzo cuando Ev llegó. Él cambió un poco las
cosas, consiguió un chai grande para él y uno pequeño para Mira.

—Entonces, ¿estás en la mañana o en las tarde hoy? —preguntó


mientras trabajaba en la bebida de Mira.

—Mañana. Estoy fuera alrededor de las dos.

—Excelente. —Sonrió ampliamente, la mano que no sostenía su


chai jugando con las llaves en el bolsillo—. ¿Tienes planes para cenar?

—¿Cena? —Mierda. Mierda. Yo sí tenía planes. René tenía la fiesta


de cumpleaños de una amiga. Eso me dejaba con los niños y sin niñera.

—Violet y algunas de las damas de Noche de Tejido llevan a Mira a


una noche de chicas. —Hizo comillas alrededor del término—. Espero que
ella esté lista para una pequeña cena y diversión, pero eso me deja un
poco suelto porque no se permiten hombres. Así que pensé, como amigos,
si podríamos conseguir esa cerveza. ¿Tal vez podrías mostrarme una
cervecería con comida decente y buena cerveza local?

Sabía exactamente a qué cervecería me encantaría llevarlo. Y


también sabía que no pasaría.

—Lo siento, Ev. Tengo planes.

—Ah. Bueno, fue una idea. —Se encogió de hombros, pero una
sombra pasó por sus ojos oscuros y tuve la sensación de que la oferta no
se repetiría en el corto plazo. Se giró para irse.

42 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Ev, espera. —Tomé una respiración profunda. Disfrutaba siendo


Brady el divertido barista con Ev, pero él merecía saber la verdad acerca
de mi situación—. No tengo una cita, no es ese tipo de planes. Sin
embargo, mi hermana sí y tengo que cuidar a mi hermano menor y mis
hermanas gemelas.

—Ah. —Él se animó un poco—. Tus padres deben estar


agradecidos por tu ayuda.

Hice un sonido seco no estaba seguro de ser una risa o una tos.

—No. Soy sólo yo. Estoy criando a los niños. Mi mamá y padrastro
murieron en un accidente automovilístico.

—Oh, Brady —comenzó y me preparé para la expresión de lástima


que seguramente seguiría—. Es tan triste tu pérdida, pero qué
maravilloso es lo que estás haciendo. Estás manteniendo unida a la
familia, ¿verdad?

—Tratando —dije y miré mis zapatos—. Así que por eso no puedo
salir. Es difícil para mí escapar. —Trata imposible. Y agradable como era
Ev, no estaba seguro de someterlo al caos de los niños hasta que nuestra
tenue amistad fuera un poco más firme. La mayoría de los hombres de
nuestra edad veían a los niños como una enorme carga y no quería
asustarlo tanto todavía.

—Hmm. Aunque tienes tu teléfono, ¿verdad? Quizás me digas


donde puedo obtener una buena hamburguesa y te llamaré o enviaré un
texto cómo va. Ver cómo está progresando la noche.

Era una señal de lo hambriento que estaba por el contacto de


adultos, que sonaba tan bien como un plato de alas y una cerveza helada.
Rápidamente intercambiamos números antes de que llegara el siguiente

43 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

cliente y se fue a casa sonriendo. Tenía una cita. Una especie de cita
telefónica. Una cita telefónica solo de amigos, pero era más emocionante
que lo que mis viernes habían sido en mucho tiempo.

44 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Queridos amigos, la primavera ha llegado a Portland y creo que mi


arreglo también se ha animado. Hoy en día, estoy deseando algo de sabor
local, algo de cerveza artesanal y una hamburguesa orgánica con el tipo
de ingredientes que solamente puedes encontrar en la costa. Mi consejo
para ti es buscar los sabores locales donde quiera que estés y deja que tus
diseños reflejen lo que encuentres. En mi caso creo que estaré tejiendo algo
sustancial con una mezcla de cáñamo más tarde. —Los hilos de Evren.

—¡Brady! Morgan tiene más nuggets de pollo. —Madison se


balanceó sobre la silla azul maltratada que había reclamado como su
lugar en la cena.

—¡Y tú no! ¡Nyah! —Morgan completó su burla moviendo los dedos,


sus orejas y sacando la lengua.

—Madison. Morgan. —Golpeé el tazón con la ensalada pre


envasada sobre la mesa—. Tienen la misma cantidad. Madison, tal vez
mañana te haga hacer el conteo.

—¿Por qué Madison puede contar? ¡Quiero contar! —El cabello de


Morgan escapó de la cola de caballo a medias que Renee le había hecho
esa mañana. Dónde Renee y yo teníamos los ojos azules y el cabello
castaño de mamá, las gemelas tenían los profundos ojos cafés de Greg y
el pelo rizado que desafiaba todos nuestro intentos de mantenerlo
ordenado. No es que los bigotes de ketchup estuvieran ayudando
exactamente al factor pulcritud.

Señor líbrame.

45 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Nos turnaremos ¿de acuerdo? Todo el mundo puede contar la


cena. Pero todos tenemos la misma cantidad. Por favor, no discutas sobre
ello.

—Ojala tuviéramos un trillón de nuggets de pollo. —Los ojos


oscuros de Jonas estaban llenos de anhelo también. A los diez él era un
pozo sin fondo y mi cerebro se estremecía solo de pensar en lo caro que
iba a ser alimentarlo en los próximos años. Sus pies ya eran casi del
tamaño de los míos y seguramente tendría la altura de Greg. Tomé dos
trozos de pollo de mi plato y los puse en el suyo.

—¡No es justo! —chilló Madison, a pesar de no haber tocado una


pieza.

Cerré los ojos y respiré hondo. En otro universo, en otra vida,


estaba saliendo con Ev en este momento, mostrándole mi pub cervecero
favorito, acomodándome para una agradable charla, inclinándome más
cerca, riendo, trabajando en este tonto prejuicio que tenía sobre los
bisexuales...

Pero en lugar de eso, en realidad estaba en un pequeño


departamento de los años 70 que no había sido renovado desde que fue
construido y era notable solamente por el hecho de que estaba fuera de
Alberta, a poca distancia del colegio de los niños y caminando o
patinando a People’s Cup. Y nos habían dado un contrato de
arrendamiento, a diferencia de la casa de mamá y de Greg, que se habían
negado a permitirme que me encargara del alquiler después de su
muerte. Intenté no pensar demasiado en la soleada casa de alquiler de
Killingsworth con el enorme jardín de hierbas que mamá había amado y
el aro de baloncesto dónde Greg y yo jugábamos veintiuno.

46 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Al igual que el apartamento de Ev y Mira, este lugar tenía una


cocina de galera estrecha que terminaba en una pequeña área de
comedor, pero donde Mira era todo de madera blanca, alegre y hogareño,
el nuestro era oscuro, con iluminación inadecuada y gabinetes
desiguales. Sin embargo, hacia todo lo posible para poner una comida
caliente en la mesa todas las noches y hacer que los niños se sentaran
conmigo y comieran en familia las noches en las que no trabajaba hasta
tarde.

Mamá siempre había sido firme en tener la cena juntos, incluso


cuando Renee y yo nos hicimos mayores y más ocupados, se aseguró de
que nos sentáramos con la familia y quería tratar de darles eso a los
niños.

—¡Tomaste mi brócoli! —se quejó Morgan.

—Niña. Solo come. —Intentar ser la palabra clave.

Por lo general, intentaba mostrar un buen comportamiento para


los niños en la cena y no revisar mi teléfono, pero estaban probando mi
paciencia, así que eché un vistazo debajo de la mesa cuando vibró. Había
un nuevo mensaje.

Tenías razón. La hamburguesa de bisonte y tocino es divina. Sin


embargo, sería más delicioso con un poco de conversación. ¿Y cómo es tu
comida? - Ev

Sonreí y le di una respuesta rápida.

Nuggets de Pollo con peleas entre hermanos. No me importaría una


conversación más allá de Bob Esponja.

Más tarde, mientras estaba lavando los platos, entró otro texto.

47 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Ahora estoy en casa con mis nuevas compras de cerveza. ¿Cuál es


tu cerveza favorita?

Nos enviamos mensajes de texto un poco mientras limpiaba,


hablando de cerveza y comida. Teníamos gustos similares en la comida:
mucha carne con sabores fuertes, nada cubierto de queso y ambos
éramos muy quisquillosos con las papas fritas. Me gustó descubrir
pequeños detalles sobre él.

Espera. Tengo que leer el siguiente capítulo de Harry Potter 3 para


los niños. Vuelvo en breve, escribí.

Oh, me encanta esa serie. ¿Haces voces?

Por supuesto. Tengo que hacerlo bien, le envié de vuelta.

Deseo una actuación, entonces.

Sip. Estábamos totalmente coqueteando. Y me encantó. Leí el


capítulo a las chicas y a Jonas. Las chicas compartían la habitación más
grande con Renee, mientras yo compartía la más pequeña con Jonas. No
era lo ideal, pero el trabajador social había rechazado la idea de alguien
durmiendo en la sala de estar, aunque muchas noches termine de todos
modos durmiendo en el sofá. Sin embargo si ganara el concurso de
baristas, podríamos obtener un apartamento de tres habitaciones, así
Renee podría obtener su propia habitación, o tal vez incluso obtener una
casa de alquiler para que yo también tuviera privacidad. Ese era el sueño.

—¿Podemos leer más? —preguntó Madison adormilada.

—Mañana. Espero —dije, besando sus cabezas y guiando a Jonas


a nuestra habitación.

48 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Siempre era una apuesta de si en realidad teníamos tiempo a la


hora de la historia, pero siempre me sentía un poco menos jodido cuando
los acostaba de la manera en que mamá lo había intentado siempre.
Después de que estaban en la cama y la cocina estaba limpia, ordené la
ropa de las cargas que Renee había lavado en la máquina de monedas en
el sótano del edificio. Seguí mirando a mi teléfono. Oh, jóder. Lo recogí y
pulse llamar.

—¡Brady! Estaba pensando en llamar. Pero no quería despertar a


los pequeños. —La voz de Ev sonaba soñolienta y relajada.

Un cálido zumbido me atravesó como si hubiera tomado dos de sus


cervezas.

—Están dormidos ahora. Y mi teléfono siempre está en vibración.


Solo, ya sabes, para futuras referencias.

—De hecho, archivaré eso. —Casi podía escucharlo sonriendo por


el teléfono—. Y estoy disfrutando una agradable cerveza y algunos
capítulos de El precio de la historia4 un descanso agradable de los dramas
de Mira.

—Oh hombre, amo ese espectáculo. Ese y ¿Quién da más?5 —


Encendí la TV, el volumen bajo—. Oye, es el que tiene la espada.

—Sí. Estoy esperando la parte dónde descubren que es una


falsificación. —Ev se rió.

4
Pawn Stars: La familia Harrison y su vista aguda para distinguir entre una pieza real
y una imitación para determinar el valor de los objetos históricos poco conocidos que
llevan a su negocio de antigüedades. Títulos en español: El precio de la historia
(Hispanoamérica) La casa de empeños (España).
5
Storage Wars: ¿Quién da más? Postores compiten al comprar los contenidos
confiscados de unidades de almacenamiento que pueden ser basura o tesoros.

49 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No tengo idea por qué me gusta este programa, pero lo hace. Y
sí, me gusta ¿Quién da más? también. Cualquier cosa con subastas o
antigüedades.

—Ídem. —Me encantó que a ambos nos gustara la misma televisión


de mierda—. ¿Mira, llegó a casa bien?

—Sí, gracias. Estaba un poco cansada, pero no tan mal. La hice ir


directamente a la cama. Sin embargo regresó con unas bonitas uñas, fue
encantador verla sonreír.

—Eres un buen sobrino —dije mientras hacia una bola con los
calcetines—. ¿Alguien más está ayudando con su cuidado?

No era que supiera una tonelada, pero los pocos turcos que había
conocido tenían familias extensas involucradas. Ev hizo pausa durante
mucho tiempo.

—No. Sólo somos nosotros. Así ha sido desde que tenía catorce
años.

—Oh. Lo siento. —Sabía de primera mano lo qué era una expresión


miserable, pero no podía pensar en qué más decir—. ¿También murieron
tus padres?

—No exactamente. —Hubo un sonido chirriante, como si Ev se


estuviera frotando la mandíbula—. Nosotros emigramos a los Estados
unidos cuando tenía doce años. Pero incluso en América, la comunidad
turca puede ser un poco... conservadora. Nuestra familia especialmente,
ya que mis padres son devotos y muy rígidos con respecto a cosas como
la homosexualidad.

—Ah. —La imagen se hizo mucho más clara.

50 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Me encontraron besando a un amigo de la escuela. Y cuando me


negué a disculparme por mis acciones y no acepté... los esfuerzos para
cambiar mi mente, me enviaron con Mira.

—Me alegra que la tuvieras, entonces. ¿Ella no es conservadora


como el resto de la familia?

Ev resopló.

—Apenas. Ya era la oveja negra. Ella emigró dos décadas antes que
mis padres. ¿Sabías que tuvo una novia durante muchos, muchos años?
Habría sido antes de que estuvieras trabajando en People’s Cup. Ella
murió hace unos ocho años. Encantadora, encantadora mujer, mi Hala
Tanya.

—¿Así que te enviaron a ellas? —En la televisión, los compañeros


de trabajo estaban con dimes y diretes sobre quién se había relajado,
pero mi corazón estaba pesado por el yo más joven de Ev.

—Sí. Mi padre quería rechazarme por completo, pero mi madre


suplicó por la opción de la tía Mira.

—Oh Dios mío. Eso es horrible.

—Eh. Era lo que era. ¿Qué hay de ti? ¿Tu madre sabía de tus...
preferencias antes de su fallecimiento?

—Se puede decir bisexual, Ev. Y sí, ella lo hacía. Salí con un chico
en la escuela secundaria por un tiempo. No era un gran problema para
ella. Recibí un sermón sobre sexo seguro y eso fue todo. Ella estaba más
ocupada con las niñas gemelas y Jonas. Besárme con chicos era el menor
de sus preocupaciones.

—¿Y cuántos años tienen tus hermanos ahora?

51 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Renee tiene dieciocho años, casi diecinueve. Las gemelas tienen


siete años y Jonas diez. Técnicamente, podría dejarlo solo, pero tiene
problemas graves de TDAH e impulsividad. —Renee y yo discutíamos
mucho acerca de eso. Ella quería intentar dejar más solos a los niños, o
al menos a Jonas pero yo no estaba dispuesto a dejar que eso pasara.
Podría tener diez años, pero tenía la racionalidad de un niño mucho más
joven.

—Lo entiendo —dijo Ev solemnemente—. Cuidas bien de ellos. ¿Y


también saben que eres bisexual?

—Bueno, nunca ha surgido. No he salido con nadie en los dos años


desde que mamá murió, pero ellos saben que te pueden gustar ambos,
niños y niñas, y no creo que sería una sorpresa si saliera con un chico.

Nunca había sido de pescar, pero mi padrastro me había llevado


al Columbia una vez. Hablar con Ev se sintió un poco como pescar con
Greg. Lanzando un poco de línea, esperando que no se asustara.

—¿Demasiado ocupado para salir? —Ev eludió cuidadosamente la


cosa bisexual—. Me identifico. En este momento, siento que todo en lo
que puedo concentrarme es en Hala Mira y en hacerlo bien. Y antes de
eso estaba la locura con los plazos de diseño. Déjame pensar... ¿tal vez
nueve meses? ¿Un año?

—Eso es un infierno de periodo seco para un tipo como tú. Y


estabas en Nueva York ¿verdad? Pensaría que encontrar citas sería fácil.

—Ah. Me adulas. —La voz de Ev era fácil y relajada y podía


escucharlo toda la noche. Tenía una gran erección solo por su voz,
especialmente cuando estaba todo lánguido—. Y soy difícil... muy
exigente. Y aparentemente no el mejor cuando elijo.

52 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Yo soy exigente, también —admití—. Háblame de tu lista de


deseos. —Por favor, deja chicos desaliñado con barba y pendientes estén
en ella.

—¿Tú? ¿Difícil? —Ev sonó más sorprendido que el jefe en el


programa cuando descubrieron un auténtico tesoro en medio de toda la
porquería.

—¿Qué? ¿Piensas que todos los bisexuales son automáticamente


hombres de sexo? No, tengo muchos requisitos para ambos sexos. No me
atrae todo lo que se mueve. —Dios, ¿por qué me sentía constantemente
como una pancarta contra la marginación bisexual? Ev no fue el primero
en suponer que bisexual significaba que me atornillaba cualquier cosa
con dos piernas.

—Mi error. —Ev parecía realmente disculparse—. Cuéntame acerca


de estos... requisitos.

—Confianza, por ejemplo. Todo está en cómo las personas se


comportan. La postura segura es esencial. Alto es aún mejor. —Ev era
nueve o doce centímetros más alto que yo, lo que me encantaba. También
me gustaban las mujeres que eran más altas—. Una actitud de tomar las
riendas me hace seguir adelante.

—¿Altos, mandones y con columnas rectas? —Ev se rió entre


dientes—. Tú pareces tan... a cargo, como tú mismo dices. Eres muy...
confiado.

Pensé que esa podría ser su forma delicada de preguntarme si yo


era un top.

—Tengo que estar organizado. Incluso cuando mi mamá estaba


viva, su marido trabajaba largas horas en el cementerio y ella siempre

53 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

necesitaba mi ayuda con los niños más pequeños. Y ahora tengo que
estar al tanto de las cosas, ayuda a mantenernos a flote. Pero cuando
estoy con alguien... me gusta dejar ir los detalles. Me gusta alguien que
pueda hacerse cargo y hacerlo para que no tenga que pensar.

Ahí. Si él podía ser delicado, yo también podría serlo.

—¿Incluso con las mujeres? —Ev escupió.

—Sí, Ev, incluso con mujeres. —Realmente podría volarle su mente


y hablar sobre el pegging6 y el porno fem-Domme7, pero me contuve—.
Me gusta... entregar las riendas, sin importar el género.

—Lo siento. Eso es más una cosa cultural de mi parte. A los


hombres turcos... no suele gustarles que sus mujeres... se hagan cargo.

—Me gustan los hombres turcos a cargo. Mucho —dije


descaradamente. Definitivamente nos habíamos movido a la parte
coqueta de esta conversación y la iba a disfrutar. Que era donde me había
equivocado con Audrey, dejando que me llevara a la bodega y todo eso,
pero no se lo mencioné a Ev.

—Ah. —Ev se detuvo un largo momento.

—¿Eso es raro? —pregunté finalmente.

—No, no es raro... Simplemente inesperado.

—¿Un buen inesperado?

6 Cuando una mujer se folla a un hombre con un consolador con correas.


7 Es la abreviatura de dominación femenina; Domme es una mujer Domina,
Dominatrix, hay muchas variaciones en la semántica.

54 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Quizás. —Su voz dijo que de hecho eran buenas noticias, pero
él no iba a darme la satisfacción de una respuesta completa.

—Así que dime tu lista. ¿ Qué es lo que hace por ti? —Me acurruqué
y me recosté en el sofá para dejar que su voz me invadiera.

—Hmm. No me gustan los necesitados. Así que como dices, la


confianza es buena. Sin drama.

Viendo que mi vida tendía a ser una mezcla de drama, eso


prácticamente me descartaba.

—¿Qué más?

Algo en mi tono debe haber mostrado mi decepción.

—No me refiero a los grandes problemas. Quiero decir... los


pequeños errores. No hacer montañas porque alguien llega diez minutos
tarde o la cena está un poco pasada. Me gustan... las cosas sencillas,
naturales.

—¿Tú? Eres un anuncio de moda masculina andante. ¿Te gusta el


aspecto desaliñado? —Estaba pescando seriamente ahora.

—No necesito a alguien que no pueda ser... arrugado —dijo Ev.

Arrúgame por favor. Disfracé el quejido con un pequeño ruido de


aprobación.

—Pero conmigo no se trata tanto como se ven. La gente es


agradable en muchas formas. Se trata de... compatibilidad —La forma
en que dijo la palabra llevó mi mente más allá de que nos gustaban los
mismos programas de televisión y fue al dormitorio.

55 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Oh? ¿Dime más? —Me puse cómodo contra los cojines.


Simplemente disfrutando de esta broma y la profunda voz de Ev, la voz
musical me encendía más que un poco.

—Es personal —dijo Ev.

—Vivo para lo personal. Además somos amigos, ¿verdad? Estaré


encantado de compartir lo que quieras después.

—Hmm.

—No me hagas empezar a adivinar. ¿Necesitas a alguien con un


fetiche por las bufandas? ¿Las alergias a la lana no tienen por qué
aplicarse?

Su risa esta vez fue profunda y verdadera.

—Las alergias pueden ser acomodadas. Y no es tanto que tengo...


gustos especiales como lo que no me gusta.

—Ah. ¿No vas abajo? No lo tomes a mal, Ev, pero estoy bastante
seguro de que ambos Nuevo York y Portland están llenos de chicos que
se mueren por estar en tu parte superior.

Tómame, por ejemplo.

—No lo hago. O la parte superior. Mucho.

Ahora había un matiz interesante. Me senté con las manos en las


rodillas.

—Entonces, ¿no hay chicos bi, no hay drama y no hay anal? Esa
es una buena lista, Ev.

—Como dije, soy... difícil de complacer.

56 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Sólo estoy hablando hipotéticamente aquí... pero que no haya


anal tampoco es un factor decisivo para mí. —Estaba estirando un poco
la verdad. Me encantaba que me jodieran, tanto como al acto en sí... pero
no era como si Ev y yo estuviéramos hablando de algo a largo plazo.
Estábamos coqueteando. Algo que no había hecho en mucho tiempo y el
desagrado de Ev por lo anal no era una razón para detener la diversión.

—¿No lo es? —Ev sonaba sorprendido y podía escucharlo moverse


también.

—Sí. Lo sé. Es difícil de imaginar, pero ser bisexual no significa


que la penetración sea necesaria conmigo. Me encanta estar abajo, claro,
pero hay muchas maneras de follar y ser follado. Mientras consiga todo
eso sin pensar, no soy selectivo.

—Ah.

—Sabes, Ev, realmente tenemos que ampliar tu perspectiva sobre


las personas bi.

—Tal vez tengas razón.

Bombeé mi puño en el aire. Ahora ese era un progreso real.

—¿Qué no te gusté lo anal es una cosa cultural, también? ¿Crees


que es moralmente incorrecto?

—¿Pensé que estaba era tu turno de contar más?

—Por supuesto. Obtienes las siguientes dos preguntas. Pero,


¿respondes a la mía?

57 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No. No es algo cultural per se, obviamente la religión con la que


crecí lo condena, pero es más... que no me gusta. Desordenado.
Enredado. Incómodo.

Ev nunca tendría hijos y todas las variedades de desorden que


traían a la vida de uno si pensaba que el sexo anal era una cantidad
desagradable de disgustos. Pero a cada uno lo suyo y todo eso.

—Lo entiendo. Lo suficientemente justo. ¿Qué te gusta?

—Nuh uh. Tengo una pregunta ahora. ¿Has estado con más
hombres o más mujeres?

No tuve que pensar mucho.

—Tres chicas, cuatro chicos. Te lo dije. No soy exactamente una


puta.

—Y si solo pudieras tener uno...

¿Por qué la gente siempre quiere hacer esta pregunta? Gruñí.

—Elegiría del que estoy enamorado y quiera pasar el resto de mi


vida. No estoy recogiendo un sabor de helado. No es que vaya a suceder
en un futuro cercano, pero escogería un compañero. No un género.

—¿Y por qué no va a pasar? —Ev tragó. Diablos, incluso bebiendo


su cerveza era un sonido sexy.

—Los niños. Todo mi enfoque tiene que estar en ellos ahora mismo.
No tengo tiempo para nada más y no voy a tener un desfile de personas
que entren y salen, ni haré muchas conexiones rápidas.

58 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Sí. Te entiendo. Mi prioridad es Mira. Y parece que compartimos


una aversión a conectar.

Oh, me enrollaría con Ev en un abrir y cerrar de ojos, pero no se lo


diría. Rompería muchas de mis reglas por él.

—Pero es agradable a tener amigos ¿verdad? No puedo tener


demasiados de esos —dije en su lugar.

—Ciertamente. Oh, mira, otro episodio está comenzando. ¿Tienes


que irte o lo vemos juntos?

Agarré la manta de la parte de atrás del sofá.

—Me apunto para quedarme. Trae el episodio de las monedas


coleccionables falsas.

59 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Queridos amigos, recibo tantas preguntas sobre regalos de punto.


Estos pueden ser problemáticos, especialmente cuando se regala a alguien
que no es un artesano. Comience de manera simple: un pequeño proyecto
rápido, uno que puede dar desde el corazón y no sentirse desanimado si
el elogió no es tan abundante como te gustaría. Dar siempre debe ser su
propio placer. —Los hilos de Evren.

Después de eso, Ev y yo nos convertimos en amigos regulares de


texto y teléfono. Parecíamos estar en una situación muy similar en las
noches que no trabajábamos. Renee tenía un nuevo grupo de estudio este
trimestre de primavera y me dejaba con los niños más y más por las
noches, mientras que el dolor de Mira a menudo empeoraba por las
noches, lo que hacía que Ev se mostrara reacio a salir de casa. Ninguno
tenía una manera real de salir de la casa, pero ambos estábamos un
poco hambrientos de contacto de adultos. Mi teléfono zumbaría poco
después de que los niños se acomodaran y mi pulso se aceleraba, con la
boca sonriente al pensar que estaba solo en la habitación. Me acostumbré
a encender el televisor en cuanto decía hola. Nos abrimos paso a través
de la mayoría de los reality shows de subasta juntos, él tejiendo y yo
haciendo la colada u otras cosas de la casa mientras hablamos.

—Hice algo para celebrar la primavera —dijo un día cuando entró


en la tienda para tomar un poco de sopa como un almuerzo tardío—.
Flores.

—¿Flores? —Preparé su sopa y chai tan rápido como pude.

60 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Sacó tres flores de punto de su bolsillo. Cada una estaba fija a un


pequeño clip.

—Estos fueron mis probadores. Para tus chicas.

—Gracias. —Sonreí ampliamente. Los puse en el bolsillo de mi


delantal antes de que los otros baristas se dieran cuenta.

—Y para ti... ¿Volveremos a tomar una cerveza esta noche? —


preguntó, haciendo un gesto con el teléfono cuando un caballero mayor
entró y se puso en fila detrás de él.

—Absolutamente. Trabajando hasta las nueve. Llámame después.

Mi teléfono sonó alrededor de las diez, justo cuando me senté con


una cena de pasta de microonda como un bocadillo tardío. Los niños y
Renee habían comido toda la cena, como de costumbre. Eso estaba bien,
obtener un hogar tranquilo y agradable era su propio tipo de recompensa,
incluso si Renee me dejaba los platos. Oh bien. Los terminaría mientras
conversaba con Ev.

—Hola —dije suavemente en el teléfono.

—Estoy tomando un poco de baklava y pensando en ti —anunció


Ev.

—Oh hombre, eso suena increíble. Creo que está cena congelada
se supone que es lasaña, pero no me cites. —Me reí.

—Ah. Le hice a Mira un agradable cuscús pilaf y un filete a la


parrilla. Ella no comió mucho, de nuevo. Ojalá hubiera sabido que tu
cena iba a ser tan escasa, te habría llevado algunas sobras.

—Y te habría besado —dije sin pensar—. Mi reino por un filete.

61 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Generalmente no exijo... pago por alimentar a mis amigos —dijo


Ev con cuidado—. Pero me gustaría cocinar para ti en algún momento.
Hala Tanya y Hala Mira me enseñaron a cocinar y me resulta muy
relajante.

—El antiguo libro de cocina de Betty Crocker de mi madre y cuatro


hermanos hambrientos me enseñaron a cocinar y lo odio. Ven a cocinar
para mí en cualquier momento. Incluso voy a lavar los platos. Eso es lo
que estoy haciendo ahora. —Abrí el agua caliente para comenzar con los
platos—. Tal vez el próximo apartamento tenga un lavaplatos.

—¿Próximo apartamento?

—Sí —dije y extrañamente, me encontré contándole a Ev acerca


de del concurso nacional de baristas y mis sueños de un mejor lugar
para todos nosotros. Ni siquiera Renee sabía cuánto significaba el
concurso para mí.

—Ese es realmente un bueno objetivo. ¿Así que quieres seguir


siendo barista? —lo dijo tan imparcial que mis defensas no se levantaron
como usualmente lo hacían cuando la gente me preguntaba eso.

—Intenté algunas clases en el colegio comunitario antes de que


muriera mamá. La escuela no es lo mío. Después de su muerte, tomar
préstamos para las clases que apenas aprobé me pareció casi.... egoísta.
Renee va a ir a la escuela ahora. Se está especializando en estudios
ambientales y tiene todo tipo de sueños de salvar el mundo. Pero a mí,
me encanta ser barista. Me encanta el trabajo. Amo a mis clientes. Pero...

—¿Sí? Dime —Ev me hizo sentir que incluso mis sueños más
salvajes no eran estúpidos.

62 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Hay un barista con el que solía trabajar en People’s Cup, Robby.


Él tiene un carrito de café propio en el centro ahora. Eso podría ser
agradable. Algún día. Sin embargo, se necesita efectivo inicial y no estoy
seguro de que alguna vez lo tenga.

—Tal vez vas a ganar más concursos. Y siempre es bueno soñar.

—No piensas que soy un tonto por no querer algo más...


¿Profesional? —Pensaba en eso todo el tiempo, tratar de obtener algo
mejor pagado por el bien de los niños. Pero ser barista era de lo que sabía.
Yo no tenía exactamente una gran cantidad de otras habilidades
empleables.

—Creo que es un trabajo honesto, canim8. Estás haciendo la mejor


vida que puedes. Eso es todo lo que cualquiera de nosotros puede hacer.
—Las palabras de Ev me inundaron como una bendición. Había pasado
tanto tiempo desde que alguien me había dicho que estaba haciendo un
buen trabajo. Ni siquiera necesitaba saber qué significaba la palabra
turca, se sentía bien para mis oídos.

—No estoy exactamente impresionando a la gente que se gana la


vida tejiendo —continuó Ev—. Tuve un gran trabajo por un tiempo en
una gran casa de diseño, haciendo su línea de prendas de punto, pero
elegí renunciar para venir a estar con Mira.

—Siempre puedes volver a eso, conseguir un trabajo en otro lugar


de diseño, ¿tal vez? —Mis manos comenzaron a tensarse, pero obligué a
cada dedo a relajarse. Sabía desde el principio que Ev podría irse de
nuevo y que no podría invertir todo en que él se quedara. Incluso si lo
hiciera.

8
Cariño en turco.

63 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Quizás. Veremos. Mira no tiene sentido que me haga cargo de la


tienda sí...

—¿Lo harás? —Al igual que él, bailé alrededor del espectro del peor
escenario.

—Es un punto discutible. Ella vencerá esta enfermedad. Iplik es


parte de ella, no tanto para mí.

No estaba tan seguro de eso, pero hice un ruido alentador.

—Pero el trabajo que estoy haciendo ahora alimenta mi alma.


Desde que Mira me dio un montón de viejas revistas de tejido para
ordenar, he sabido que quería diseñar tejidos de punto. Y tuve la suerte
de ir a FIT9 y obtener una buena educación. Y sí, podría ganar mucho
más dinero haciendo otras cosas. Todos debemos hacer las paces con la
intersección de nuestros sueños y la realidad.

—Sí. Eso. —Con los platos limpios, me apoyé en el mostrador—. Y


a veces la realidad apesta.

—Sí, sí, lo hace. —Ev gimió y me contó un poco sobre el


tratamiento de ese día para Mira. Me gustó que pudiéramos ser una caja
de resonancia el uno para el otro. Incluso cuando se estaba desahogando,
aún amaba su voz y podía verlo gesticulando con esos dedos largos y
elegantes.

Eventualmente, emigré al sofá, estirándome. Me quejé porque se


sentía muy bien estar finalmente fuera de mis pies.

—¿Esa fue tu columna vertebral? —preguntó Ev.

9
El Fashion Institute of Technology es una universidad pública en Manhattan, Nueva
York.

64 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Sí. Olvida el filete. Mi Reino por un masaje. —Por supuesto, mi


mente se dirigió directamente a sus manos sensuales y lo mucho que las
quería sobre mí.

Ev hizo un sonido a medio camino entre el asco y el interés.

—El masaje es... agradable. Pero no me gustan los aceites. Nada


resbaladizo en las manos.

—Solo la piel es fabulosa. —Joder. El solo pensarlo fue suficiente


para ponerme medio duro.

—Ducharse es agradable —musitó Ev..

—Tienes razón. Eres exigente. —Me reí—. Pero si me das un


masaje, me duchare ahora mismo.

—Tú. —Ev hizo un sonido sordo—. No estás pescando para un


masaje. Quieres la parte del final feliz.

—Culpable. Tan culpable. ¿No podrías hacer un final feliz?

—Quizás. —Ev bostezó—. No me gustan los aceites. Pero el tacto


es agradable.

—Nunca me has dicho en qué estás pensando —insistí un poco.


Este baile cauteloso hacia la conversación sexy que estábamos teniendo,
era lo más emocionante que había hecho en semanas.

—Hmm.

—Venga. Has tenido un largo periodo de sequia. ¿Qué es lo que


más extrañas?

65 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Los besos, hecho de menos besar —suspiró Ev—. Me gustan...


besos entusiastas.

—¿Ese es el código para ti de lengua o es tu forma delicada de decir


que te gusta el tipo de besos en los que prácticamente estas devorando
a la otra persona? —Olvídate medio duro. Estaba todo el camino allí
ahora.

—Ambos. —Hubo un ruido de movimiento y tenía la sensación que


Ev no estaba más cómodo que yo.

—Soy un... besador entusiasta —dije sin falsa modestia. Era


bueno en mi trabajo, bueno con los niños pero era jodidamente fabuloso
en la cama. Particularmente con un chico que quería comerme vivo.
Incluso si no quería admitirlo todavía.

—De eso no tengo ninguna duda. —La voz de Ev fue un poco más
profunda—. ¿Y aparentemente te gustan los besos mandones?

—Sí. Por favor. Toma el control de mi boca. Fóllame con tu lengua


y soy un hombre feliz.

—Qué pasa si yo... la otra persona... ¿quiere besar mucho tiempo?


¿Con la ropa puesta?

—¿Quieres decir frotarse para siempre y no llegar? —gemí, mi


pulso se aceleró—. Eso suena jodidamente fabuloso. No te preocupes por
mi ruego de venirme mientras haces eso. Hazme esperar.

—La mendicidad es... un bono.

—Conociéndote, sin embargo, nadie puede hacer un desastre en


sus ropas, ¿verdad?

66 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Ev hizo el sonido sordo.

—Las toallas son agradables. No me opongo a frotarse...


concluyendo con piel a piel. Simplemente disfruto tomándome mi tiempo.
Además, tragar es una buena manera de minimizar el desorden, lo he
descubierto.

—¿Sí? ¿Quieres sujetarme y chuparme?

El siguiente sonido de Ev estaba lejos de ser un tsk y más como un


sonido de aprobación.

—Eres peligroso, Brady, muy peligroso.

—¿Por qué? ¿Te estoy encendiendo? —Mi mano vagó sobre mi


cremallera. No acariciando, sólo presión firme. Habíamos bailado mas
allá de conversación sexy, lejos de la zona de amigos, ahora serpenteando
dentro de algo oscuro y embriagador. Me presioné con fuerza contra mi
dolorosa erección mientras esperaba a ver qué tan lejos se dejaba llevar
Ev.

—Quizás. Te dije algunas cosas, ahora me cuentas tú. ¿Cuál es tu


cosa favorita?

—Uh. El largo y lento proceso de frotar que acabas de describir


suena increíble y toca muchos de mis botones. Para el registro, estoy
totalmente bien con... ensuciar. Y me gusta dar oral. Me encanta que me
follen la garganta. Estar atrapado mientras me muelen o me joden la
garganta, eso me pone en marcha.

Ev guardó silencio un largo momento. Tal vez lo había empujado


demasiado lejos.

—Háblame sobre esta jodida garganta. ¿Te gusta eso?

67 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Aw sí. Nunca había tenido sexo por teléfono, pero tenía la


sensación de que estábamos a punto de ir en esa dirección.

—¿Dónde estás ahora mismo?

—En mi cama. Con la puerta cerrada. ¿Vas a preguntarme que


estoy usando?

—¿Ropa interior de punto? —Me reí mientras me dirigía al baño, la


única habitación con una cerradura. Mi usual método de mastúrbame
era una puerta cerrada con llave y una ducha más larga de lo necesario.

—Lamento decepcionar. Pantalones de pijama. Me preocupa que


Hala Mira pueda necesitarme en la noche.

—Oye, no tienes que disculparte conmigo. Comparto una


habitación con un niño de diez años. Aunque ahora voy al baño. Y cierro
la puerta con llave.

—¿Necesitas una puerta cerrada con llave para que me cuentes


sobre dar cabezazos10?

—Necesito una puerta cerrada, una casa tranquila y unas tres


horas para mostrarte —respondí—. Joder, Ev. Quiero que me uses.

—Oh, yo podría. No lo dudes, Brady. ¿Quieres que use tu garganta?


¿Te usaría tanto que necesitarías que te dé un poco de helado después?

—Joder, sí —susurré—. Me gustaría si estuvieras en la cama o en


una silla, yo estaría arrodillado frente a ti. O tú de pie delante de mí. De
rodillas es la clave.

10
Dar sexo oral, generalmente se usa para describir el hecho de darlo a un hombre.

68 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Alguna vez intentaste con la cabeza sobre el borde del colchón?


Sucede que esta cama tiene la altura perfecta para eso...

—Oh sí. Dime más. Quiero masturbarme mientras me follas la


garganta así.

—Ah. Pero no quiero eso. Tal vez tengamos que encontrar otra
ocupación para sus manos.

Oh hombre. Ev sabía cómo hacer girar mi manivela en grande.

—Estoy bien con tener mi manos atadas.

Por su inhalación, pude notar que también funcionaba para él.

—¿Qué tan flexible eres?

—Más de lo que parezco. Tuve que hacer ejercicios de estiramiento


de yoga para rehabilitar una lesión de skate. Resulta que me gusta.

—Bonito. Muy bonito. Me gusta mucho tu boca.

—¿Al igual que la barba? Porque si quieres mi boca más...


expuesta, puedo trabajar con eso. La barba es pura pereza del noroeste
por mi parte.

—La barba es... parte del atractivo. Tu boca es muy llena y tu barba
siempre parece que está... provocando. Aunque creo que quiero que te
sueltes el pelo, ¿sí?

—Ve por ello. —Al entrar, me saqué el pelo de la cola de caballo y


lo dejé caer contra mis hombros. Saliva se reunió en mi boca como si
realmente estuviera a punto de probar la polla de Ev. Joder. Sólo el

69 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

pensamiento me hizo palpitar. Me desabroche para tener un poco más


de espacio para respirar—. Quiero...

Golpe. Golpe. Golpe.

—Brady, ¿estás ahí? No me siento muy bien. —Jonas llamó a través


de la puerta.

Mierda, guardé mi maldición para mí mismo.

—Sólo un minuto, amigo —llamé.

—¿Tienes que ir? —dijo Ev en mi oído—. Entiendo.

—Sí, lo siento.

—En otro momento, Brady, en otro momento.

Incluso si se refería a la versión de sexo telefónico de la fantasía,


una parte de mí se emocionó con sus palabras. Y yo estaba jalando fuerte
para la versión en persona. De alguna manera, de alguna manera, iba a
conseguir mi boca, y otras partes, de Ev.

70 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Las provocaciones son una parte esencial de la vida y del diseño. A


medida que el tratamiento debilita la fuerza de Hala Mira, me encuentro
buscando nuevas formas de sorprenderla y deleitarla. Veo que esto sale
también en mis últimos diseños, ese elemento inesperado, caprichoso,
donde uno menos lo espera. Y en cuanto a mí... Sí, también disfruto
provocando y eso es todo lo que voy a decir al respecto. —Los hilos de
Evren.

Mi obsesión con la voz de Ev creció a pasos agigantados después


de nuestro casi sexo telefónico, pero aunque nuestras conversaciones se
mantuvieron coquetas los días siguientes, no volvimos a entrar en el
territorio de la conversación con una sola mano. Lástima.

—¿Estás trabajando mañana por la noche? —preguntó Ev a


medida que terminaba la Noche de Tejido. Violet y las trillizas hacían reír
a Mira, lo que era un gran espectáculo digno de ver. Las trillizas esta
semana estaban combinando chalecos de piel falsa con botones de
plástico llamativos y flecos relucientes.

—No lo estoy. Tendré a los niños hasta las ocho o más, hasta que
Renee llegue a casa. ¿Que estabas pensando?

—Cerveza. Estaba pensando en la cerveza. O vino. ¿Una copa, en


persona, creo? ¿Tal vez a medio camino entre tú y yo?

—Perfecto. Sé exactamente el lugar. Aunque no puedo quedarme


fuera demasiado tarde. Abro a la mañana siguiente. —Y no podía dejar a
los niños durante la noche. No es que estuviera saltando tan lejos, pero

71 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

a mi cuerpo no le importaría si saltáramos directamente, desde podemos


beber en persona a conseguir desnudarnos.

—Igualmente. Tendremos una buena bebida. —Ev asintió


solemnemente, como si lo deseara.

Traté de tener la misma certeza.

Desafortunadamente, justo cuando estaba mirando el refrigerador


tratando de decidir qué podía preparar a los niños para cenar antes de
tomar una ducha rápida, mi teléfono sonó con un mensaje de Renee.

Tarde a casa. Estudiando con amigos. Lo siento :(

No, ella no lo lamentaba. Había estaba haciendo esto mucho


últimamente, saliendo con amigos cuando dijo que estaría en casa para
ayudar. Intenté llamarla, pero fue directamente al correo de voz. Mierda.

Solo una noche. Una cerveza. Tal vez un poco a tientas. ¿Era eso
demasiado pedir al universo? Aparentemente sí.

Mi teléfono sonó por segunda vez, pero era Ev, no Renee, en la


línea.

—Lo siento —ambos dijimos al mismo tiempo.

—Necesito cancelar —dije.

—¿Pase por lluvia11? —dijo y ambos nos reímos.

—Mi hermana no estará en casa para llevarse a los niños —gemí—


. Lo siento mucho.

11
En los partidos de beisbol cuando un partido se suspendía por lluvia los tickets eran
validos para el siguiente partido.

72 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Está bien. El dolor Mira no es tan bueno esta noche. Apenas ha


comido nada en todo el día. Ella sigue hablando de helados. No helado
almacenado. Algunas cosas extrañas con tocino. —Ev dijo tocino de la
forma en que podría decir vello púbico.

—¡Oh, ella quiere Salt & Straw12!

—¿Dónde está eso? —Ev sonaba tan cansado y preocupado por ella
que deseaba poder frotar su cuello.

Miré a los niños haciendo sus deberes en la mesa y en los


contenidos poco inspiradores del refrigerador.

—Está en Alberta. No muy lejos. ¿Puedo llevártelo? Puedo decir


que no quieres dejarla.

—No lo hago. —Ev hizo un ruido de lamento—. No debería hacerte


salir con los niños. Sin embargo, tengo una olla entera de sopa aquí que
Mira no quiere. ¿Podríamos cambiar la sopa por el helado con tocino?

—Absolutamente. Y confía en mí, en el segundo que diga helado,


estos chicos estarán sobre mí. ¿Te veremos dentro de una hora más o
menos?

Me aseguré de que todos tuvieran sus reflectores, cascos y


almohadillas encendidas y luego tomamos los caminos laterales a Salt &
Straw, hogar de algunos de los sabores de helados más extraños de los
Estados Unidos y de la querida Portland. Jonas y yo teníamos patinetas,
mientras que las gemelas tenían las bicicletas que Renee y yo habíamos
conseguido de Santa el año anterior. Encontrar bicicletas que combinen

12
Salt & Straw es una compañía de helados con sede en Portland, Oregon. La compañía
fue lanzada en 2011 por los primos Kim Malek y Tyler Malek.

73 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

a un precio decente fue totalmente mi mejor hallazgo de Craigslist13.


Como se predijo, los niños estaban increíblemente contentos de
conseguir conos. El helado gourmet era un lujo costoso, pero era
agradable ser capaz de complacerlos por una vez.

Madison y Morgan obtuvieron conos balsámicos de lavanda y fresa


respectivamente e intercambiaron lamidas mientras Jonas fue directo al
chocolate. Obtuve para Mira el helado de bourbon y tocino y a Ev un
helado de aceite de oliva artesanal que sabía que el Sr. Calidad sobre
Cantidad disfrutaría. Los niños terminaron sus pequeños conos antes
incluso de llegar a la tienda.

Ev nos encontró en la parte de atrás de Iplik.

—Querrán poner las bicicletas aquí, chicas. Y las patinetas


también, ¿sí? Tengo la sopa preparada arriba.

Guardamos nuestras cosas en la sala de almacenamiento en la


parte trasera de la tienda y luego seguimos a Ev por las escaleras traseras
que salían por la parte posterior del apartamento.

—También te conseguí un sabor, no tocino. Te gustará. —Extendí


las cajas.

—Lo pondré en el congelador, pero primero, sopa. —Nos llevó a un


comedor sorprendentemente grande. Asumí que el rincón de la cocina era
su única área para comer, pero este era un verdadero comedor familiar,
con una mesa redonda cubierta con un paño con estampado floral y
cuencos de sopa humeante y pan. Todas las sillas combinaban y el
espacio tenía una energía tremenda, como si pudieras sentir la alegría

13
Craigslist es un sitio web de anuncios clasificados con secciones dedicadas al empleo,
vivienda, contactos personales, ventas, ítems, servicios, comunidad, conciertos, hojas
de vida, y foros de discusión, entre otras.

74 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

que la habitación había contenido. Casi podía imaginarme a Ev y sus tías


disfrutando de muchas comidas felices allí cuando él era un adolescente.

—Oh, pensé que sólo nos enviarías de vuelta a casa con envases
—dije estúpidamente. Los niños corrieron alrededor, agarrando asientos.

—Tonterías. —Ev negó con la cabeza—. Mira está preparada para


su show. No la molestaremos, pero podemos disfrutar de una comida
juntos.

—Mira no está preparada para su show. —Una Mira de voz débil


se acercó a la puerta del comedor—. Tenemos invitados. Me sentaré un
poco en mi mesa, creo. ¿Traerás mis cojines?

—Ciertamente, Hala. —Ev se escabulló y regresó con dos


almohadas. La acomodó como a una reina, preocupándose de su chal.

—Yo creo... —Ella le guiñó un ojo a los niños—. Seré muy traviesa
y tendré mi helado en lugar de la sopa.

—¡También tuvimos nuestro helado primero! —anunció Madison—


. El mío era lavanda. Brady dice que sabe a jabón. Pero me encanta.

—Es realmente bueno tener las cosas que amas —dijo Mira con
indulgencia. Su voz era débil y un poco confusa.

—Ella ha tomado sus medicamentos para el dolor —susurró Ev en


mi oído—. Ella probablemente va a dormir pronto, pero creo que es bueno
que vea a los niños.

No estaba seguro. Mis hermanos apenas estaban bajo estrés,


atacaron la sopa y el pan como si no hubieran tenido el helado.
Discutieron que pan tenía más mantequilla y se tocaban unos a otros
para intercambiar servilletas basadas en las preferencias de color. La

75 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

sopa estaba realmente buena, una mezcla interesante de cebada,


especias y carne picada. Era abundante y fortificante y compartí la
decepción de Ev de que Mira no pudiera disfrutarla. Comió dos o tres
pequeñas cucharadas de helado, luego dejó su cuchara.

Ella principalmente parecía empaparse de nuestro caos. Siguió


sonriendo a Ev y a mí alentándome. Ella no quiere que Ev este solo.
Mis entrañas se retorcieron porque le di lo que ella quería para él y yo no
podía ser ese tipo. Mi vida era un desastre y no tenía tiempo de darle el
enfoque que merecía. Incluso un rapidito en algún momento parecía un
sueño imposible.

La sopa que no podía comer era un gran peso en mi estómago.


Puede que ella no regrese de esto. Lo sabía, por supuesto, pero esta era
la primera vez que la realidad de su situación realmente me golpeaba.
Ev siempre fue tan positivo por teléfono, otro tratamiento, otro fármaco,
cualquier cosa por la que luchar. Él realmente creía que ella podía vencer
las probabilidades. Incluso ahora, se cernía sobre ella muy dulcemente.

¿Qué pasará con él si ella se va? No quería pensar en eso.

—Y ahora, creo que es hora de mi TV. ¿Una película tal vez? ¿Les
gustaría a los niños elegir por mí? —preguntó ella en voz baja.

—Oh, no necesitamos quedarnos. Necesitas descansar. —Les lance


una mirada a las gemelas para que no me contradijeran.

—Disparates. Dormiré mejor en compañía de estos jóvenes


espíritus. Y ellos pueden escoger algo edificante. Evren me acomodara
muy bien. Y ambos pueden hablar.

Los niños ya estaban corriendo delante de ella a la sala de estar


con la promesa de la televisión, suspiré.

76 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Te ayudaré con los platos. ¿Y nos dirás si te cansan?

—Vamos a ver sobre las princesas. Será encantador. No te


preocupes. —Me dio unas palmaditas en la mejilla mientras se abría
camino lentamente detrás de los niños.

—Ella duerme la mayoría de las noches en el sillón reclinable


ahora, —dijo Ev, siguiéndola para acomodarla en la silla—. Dice que no
puede ponerse cómoda.

—Estoy aquí, Evren AsKim. Mis oídos todavía funcionan. Y ahora


soy una anciana. Me he ganado el derecho de dormir donde deseo... —
Ella se fue adormeciendo.

—Absolutamente, Hala. —Ev besó su mejilla mientras él colocaba


las mantas sobre ella—. ¿Estás abrigada?

—Ve, disfruta de tu amigo. —Ella hizo un movimiento de


ahuyentar.

—Llévame a tus platos —le dije a Ev.

Hicimos un trabajo rápido de limpiar la mesa. Ev sacó el paño y lo


reemplazó con uno amarillo y alegre de un aparador.

—Lo siento, los niños arruinaron el mantel con los derrames de


sopa.

—Tonterías. —Su ruido desdeñoso sonaba exactamente igual a


Mira—. Es por eso que tenemos un mantel. Y ha alegrado tanto a Mira
tenerlos aquí. Mejor que una pastilla para el dolor.

Nos dirigimos a la cocina y lavar platos con Ev era mucho mejor


que hacerlo por mi cuenta. Por un lado, él tenía lavaplatos, por otro, pude

77 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

ver sus manos y experimentar muchos roces y golpes accidentales


mientras trabajábamos. O no tan accidentales. Definitivamente
estábamos alejándonos del territorio estrictamente de amigos, pero no
quería asustarlo hasta que llegáramos a destino.

Ev seguía revisando a Mira y a los niños cada pocos minutos.


Finalmente, se apoyo contra el mostrador a mi lado mientras lavaba la
última olla grande.

—Esto es tan jodidamente difícil —Él casi nunca maldecía, por lo


que debía estar agotado por la preocupación por Mira—. Ella ha perdido
trece kilos. Esta marchitándose. Y la quimio... Lo siento. No quiero
desahogarme.

—Desahógate. —Le froté la espalda. No era un gesto de quiero


seducirte. Solo dos amigos. Necesitaba tocar y necesitaba darlo—. Lo
entiendo. Esto abrumaría a cualquiera.

—¿Cómo lo haces? ¿Con los niños, quiero decir? Cuidarla se siente


un poco como ser padre de alguna manera. Como que nuestros papeles
se han invertido ahora.

—Oh hombre —gemí. Nunca había expresado esto antes—. Pase


de pedir permiso para estar fuera toda la noche a tener tres niños que
me necesitaban para todo y un cuarto quien que tuvo que crecer
demasiado rápido. Apenas dormí el primero año. Aterrorizado de que los
trabajadores sociales los tomarían. Aterrorizado de no estar en
condiciones de hacerlo.

—Me preocupa eso cada noche... —Ev se relajó más en mi toque,


estirándose como un gato. Dios, había pasado tanto tiempo desde que
había tocado a alguien así—. Me preocupa no poder hacer esto. Pero lo
hago. Tengo que.

78 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Un día a la vez —dije —. Eso es lo que me ayuda a superarlo. No


puedo pensar en el futuro. Solo hasta la próxima recogida en la escuela,
la próxima cena.

—La cita del médico a la siguiente. Ese es el espacio en el que vivo


en este momento —dijo Ev en voz baja—. No hay espacio para nada más.

Había un pesado subtexto en ambas palabras. Había una gran


brecha entre lo que queríamos y lo que podíamos tener. Y esa brecha no
hizo nada por disminuir el arco de calor entre nuestros cuerpos. Nos
quedamos parados allí en tranquila conmiseración durante un largo
momento, frotándole la espalda. Poco a poco me di cuenta de él
mirándome fijamente a la boca.

Eché un vistazo a la puerta. Sin niños. Feliz canto viniendo desde


la sala. Lo miré de nuevo. Ev seguía mirándome fijamente. Bien. Dos
podrían jugar a eso. Miré sus labios, sus manos y todos los puntos
intermedios.

¿Lo necesitas? Sigue adelante y tómalo, dije con mis ojos. No iba a
hacer el primer movimiento. Esa no era la dinámica que quería entre
nosotros. Podría empujar, claro, pero quería que él saltara por su cuenta.

Se giró para atraparme contra el mostrador. Sí. Mi exhalación se


hizo eco a través de la pequeña cocina.

—Me parece que sigo pensando en nuestra conversación telefónica


de la otra noche —dijo, con su aliento lo suficientemente cerca como para
cruzar mi rostro.

—¿Sí?

—El entusiasmo... puede que falte en vidas, ¿verdad?

79 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Absolutamente. —Déjame mostrarte lo entusiasta que puedo ser.

— Y no es tan... casual querer sólo una probada...

—Somos amigos. No es una conexión de bar. Amigos. Y tal vez los


dos necesitamos un amigo ahora mismo. —Un amigo entusiasta, que me
dé un beso sin sentido.

—Creo que sí. —Las manos de Ev estaban a ambos lados de mí en


el mostrador y él se inclinó con el cuerpo presionando con firmeza contra
el mío, los labios contra mi oreja—. Muéstrame.

Y luego me estaba besando, con profundos toques de labios y


lengua. Adoró mis labios como si hubiera estado soñando con ellos
durante semanas y yo no estaba mejor, respirándolo. Usualmente era
bueno tomándome el tiempo, aumentando lentamente, jugando con
quien tenía el control del beso, pero con Ev, el beso comenzó en un lugar
desesperado y solo se volvió más frenético.

—Eso es muy... Entusiasta —dijo, retirándose para tomar aire—.


Pero puedes hacerlo mejor.

Oh Mierda sí. Dame ordenes, le mordisquee los labios, invitándolo


a que hiciera lo mismo conmigo. Me abrí para su lengua y chupó con
fuerza hasta que comenzó el tipo de jodida que me hizo arquearme contra
él, esforzándome para acercarme.

Infierno, suficiente de esto y me podría venir, sin problema. Mis


manos se aferraron a sus hombros tratando de jalarlo más fuerte. Y no
se sentía como un simple alivio y liberación se sentía muy parecido a la
comodidad a pesar de la aspereza de nuestras acciones y quería
hundirme en ello.

80 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Una risa ruidosa desde la otra habitación, una de las chicas, se


abrió camino hasta mi cabeza. Mis manos relajaron su agarre y mis labios
se ralentizaron, la cordura volviendo en bocanadas y sorbos.

—Brady, ven a ver —llamó Jonas.

Mierda. Me desplomé contra Ev, mi frente contra su barbilla.

—Eso no fue solo una probada, fue una comida —reflexionó Ev, su
aliento revolviendo mi cabello.

—No, no lo fue —gemí—. Joder, eso fue bueno, Ev. ¿Vamos a hacer
esto otra vez en algún momento?

—Sin una audiencia sería ideal—Todavía no me había soltado.

—Seis horas con una puerta cerrada ahora es el elemento uno en


mi lista de objetivos de vida.

—El mío también y podría añadir atado a la cama por la mitad —


dijo Ev a la ligera.

—Me estás matando, Ev. Tú realmente lo estas.

Finalmente me soltó y sacó dos tazones de un armario cercano.

—Pero en este momento, tenemos helado.

—Eso no es absolutamente ningún consuelo —gruñí, pero acepté


la porción que él sirvió y lo seguí hasta la sala de estar, con el cerebro
aún empañado por los besos. Los niños habían tomado el sofá, así que
tomé el suelo delante de ellos.

Para mi sorpresa, Ev se sentó a mi lado.

81 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

A medida que avanzaba la película, nuestros pies chocaron. Al


principio fue accidental, luego un contacto más deliberado, pequeños
recordatorios de lo que habíamos compartido en la cocina. Nos
sonreímos, el mejor secreto entre nosotros. Frente a nosotros, Mira
dormitaba en su sillón reclinable, respirando lenta y constantemente.
Era... hogareño. Me dio sueño, tanto confort.

Las gemelas también estaban empezando a quedarse dormidas...

— Oh, mierda. —Les di un toque con el pie—. Todavía tenemos que


ir de vuelta, dormilonas.

—No te preocupes —dijo Ev—. Mira está descansando


pacíficamente. Puedo llevarte en su Subaru. Pondremos sus bicicletas en
la parte trasera.

—¿Me llevarás? —Madison estiró los brazos como si tuviera cuatro,


no siete.

—A mí también. —Morgan repitió el gesto.

Y así terminé llevando una gemela y Ev, el mejor de todo el mundo,


se llevó la otra, con Jonas detrás de nosotros. El subaru de Mira estaba
salpicado de pegatinas de parachoques inspiradas en los tejidos y tenía
al menos diez años, pero estaba profundamente agradecido de no tener
que llevar a los niños adormecidos a casa.

Fue un viaje corto, pero los tres niños estaban dormidos en el


asiento trasero cuando nos detuvimos en el complejo de apartamentos.
Ev pasó mucho tiempo mirándolos por el espejo retrovisor,
contemplando.

82 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Sí, podemos arriesgarnos —dije y me incliné para un rápido beso.


Tuve cuidado de no aumentar las cosas como en la cocina, pero incluso
este contacto rápido se sentía lleno de promesas y me hizo querer todo
tipo de cosas que no podía tener.

83 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Queridos amigos, me parece que últimamente estoy obsesionado con


la combinación azul y marrón. Y no cualquier azul: un azul marino
estridente, más turquesa que en colores pastel. El marrón es un marrón
profundo, un tweedy nuez marrón, atravesado con tintes rojos y notas de
caramelo. Así nació mi nuevo proyecto sobre las agujas... —Los hilos de
Evren.

Nos besamos en el coche. Nos besamos en el escalón de mi casa


cuando salí con él después de depositar a los niños en sus camas. Nos
escabullimos para un rápido beso en el pasillo de People’s Cup después
de la Noche de Tejido. Éramos los reyes de las miradas disimuladas y
pausas ponderadas y besos rápidos en esta... amistad que ninguno hizo
una pausa para redefinir como otra cosa. Fuimos amigos. Ahora éramos
amigos que nos besábamos, lo que claramente estaba fuera de los límites
que Ev había establecido para nosotros, pero no estaba dispuesto a
recordarle eso. Todavía no salía casualmente, ni salía con bisexuales,
todavía no tenía tiempo para algo serio. ¿Pero besar? Todo el mundo tenía
tiempo para besarse un poco.

Lo que nos faltaba era tiempo para más que besarnos.

—Mañana no tengo que estar hasta las dos—le dije a Ev por


teléfono una noche—. Extraño turno corto. Pero es Noche de Tejido, así
que te veré allí, ¿verdad?

—Por supuesto Violeta, Mira y las trillizas vendrían a buscarme si


no apareciera. —Había recogido mis apodos para un número de
tejedoras, lo cual era lindo. De manera similar, ocasionalmente me

84 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

encontré haciendo su hábito de formular frases como preguntas. Nos


estábamos frotando el uno al otro. Pero no el tipo de roce que realmente
quería.

—Sí, lo harían. Todas las damas quieren adoptarte.

Ev hizo un ruido desdeñoso. No me creyó que tenía un gran club


de fans, los números de asistencia aumentaron en la Noche de Tejido y a
pesar de lo qué Ev pensara, él era la principal razón. Y como la Noche de
Tejido se hizo aún más popular, un efecto de goteo comenzó cuando los
tejedores aparecían en grupos en otras noches de la semana y viniendo a
tomar su café en la mañana. El negocio se levantó por primera vez desde
que Chris se fue y eso tenía a Randy repartiéndome más horas y yo
agradecido a la Noche de Tejido por una variedad de razones.

—¿Pero, por qué no vienes aquí a almorzar? —preguntó—. Tomaré


mi hora de almuerzo y cocinaré para ti. Mira está teniendo una buena
semana, es una semana de descanso después de la quimioterapia y
estará abajo en la tienda. He movido una mecedora allí para que ella se
siente y haga punto mientras Adele trabaja en el mostrador. Mira es
demasiado social para pasar todo el día con la televisión. Ella toma su
energía de los demás...

—Retrocede. ¿Quieres decir que podríamos estar solos? ¿Cómo


solos, solos? —Una chispa ardiente subió por mi espina dorsal.

—Creo que eso es lo que dije, sí. Mi dormitorio, está sobre las
bodegas. Muy privado —continuó conversando—. Pero dime, ¿eres un
gritón? Porque tal vez tengamos que incitarte a estar callado...

Tragué saliva. Me encantaba un poco el borde pervertido y agresivo


que Ev mostraba de vez en cuando.

85 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Puedes estar tranquilo. Dame algo para morder si no lo soy. No


estoy loco por ser amordazado.

—¿Algo para morder? Oh, Brady, puede que necesitemos más que
una hora de almuerzo.

—Dímelo a mí.

***

Ev se encontró conmigo en la entrada trasera de Iplik , donde


subimos como un par de adolescentes. Era mayor que yo, veintiocho a
mis veintitrés, pero me gustó lo mucho más cómodo que estaba en su
piel que la mayoría de los chicos de mi edad. Aún así, a pesar de nuestra
madurez comparativa, nos reímos y nos empujamos en las escaleras.

Pude haber entrado por la parte delantera de la tienda, sabía que


Ev le había dicho a Mira donde estaría y ella no era nada más que apoyo
para Ev y mi amistad, pero algo acerca de tener una cita secreta para el
almuerzo me hizo besarlo antes que incluso llegáramos a la cima de las
escaleras.

—¿Por qué siento que nos estamos escapando de algo? —reflexionó


Ev mientras se separaba del beso para abrir la puerta.

—Porque lo estamos. —Lo perseguí hacia el apartamento, tratando


de capturarlo para otro beso. En realidad, para ser más precisos, quería
que me capturara. Empujándome contra la pared... sin embargo, para mi
consternación, me llevó a la cocina.

—Quiero mostrarte lo que hice para el almuerzo...

—Ev. ¿De Verdad? ¿Hay comida? —gemí—. Pensé...

86 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Dolma, köfte y cacik. Pensé que te gustaría probar.

—Lo hago. —Estaba intentando desesperadamente ser un buen


jugador y no decepcionarme por no estar familiarizándome íntimamente
con su cama.

—¡Ah! ¿Ves? —Abrió el refrigerador para revelar una ordenada fila


de frascos de vidrio—. Para que lo tomes. Después. Y aquí una bolsa de
almuerzo para ti. —Cogió un pequeño bolso de algodón de punto del
mostrador.

—¿Hiciste esto? —Toqué el grueso hilo esponjoso. Bloques de azul


y marrón formaban el tipo de patrón de mosaico que estaba empezando
a asociar con el aspecto distintivo de Ev.

—Sí. El azul me recordó a tus ojos.

Montón de baba, fiesta de uno. Él notó pequeñas cosas acerca de


mí, como cuando me cambiaba los aretes o si mi cabello estaba recogido
en un día determinado.

—¿Quieres decir que es para mí? ¿No solo prestado?

—Por supuesto que es para ti. ¿Para quién más haría almuerzo
para llevar? —Ev se erizó un poco—. Pero es para después. No te olvides
de agarrarlo si estas... presionado por el tiempo.

—Después. —Me apoyé en el mostrador, contento de que él


orquestara este espectáculo.

—¿Y voy a estar presionado por el tiempo?

—Muy. —Y luego finalmente estuvo sobre mí, presionándome


contra los gabinetes con un duro beso. Sabía a café fuerte y azúcar y un

87 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

montón de lujuria reprimida. Respirando con dificultad, se apartó para


arrastrarme por un pasillo lateral que no había visto antes—. Algún día
te voy a hacer cosas muy inapropiadas en esa cocina.

—Promesas, promesas, Ev. Muéstrame esa habitación con una


puerta.

—Y una cerradura. —Levantó una ceja oscura mientras habría


una puerta—. Después de ti.

El dormitorio era un espacio muy moderno: muchos marrones y


grises se mantenían unidos con toques inesperados de color, como una
almohada verde azulado y un tiro de terracota sobre la silla del rincón.
Una cama de tamaño completo estaba apoyada contra una pared y no me
importaba que no fuera más grande. No necesitábamos mucho espacio
porque planeaba que nos uniéramos lo suficientemente pronto. Era más
alta que las camas normales, con cajones debajo para almacenamiento
adicional, una cabecera y un estribo de madera gruesos.

Como el tiempo era esencial, me quité los zapatos y comencé a


quitarme la camisa, pero Ev volvió a hacer ese ruido de desaprobación.

—Oh, correcto. Ropa puesta. —Me reí de él—. Lo olvidé. Eres un


hombre de gustos particulares.

—Sí, sí, lo soy. Y ahora mismo, mi sabor favorito eres tú.

Ev me besó como si tuviéramos todo el tiempo del mundo lo cual


fue extrañamente relajante. Deslizó sus labios sobre los míos con una
precisión suave como el susurro, pero experto en ángulo para una
máxima provocación. Exhalé alrededor de los besos, la prisa de mi vida
cotidiana desapareció. Nos quedamos al lado de la cama, pero ahora
parecía menos urgente, como si esperara pacientemente a que la fantasía

88 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

de Ev se desarrollara. Había tenido muchos besos a lo largo de los años


de ambos sexos, pero Ev fue el primero en besarme como si fuera precioso
y digno de saborear. Ev me besó como si importara.

Sus ojos se cerraron cuando su lengua finalmente se deslizó dentro


y dominó mi boca, pero me sentí más visto que en años. Cada vez que
intentaba comenzar a moler, las manos de Ev detuvieron mis caderas.
Me acarició la barba y besó mis orejas. Lamió mi cuello, bendijo mis cejas
y mi nariz con besos ligeros y todavía no molía.

—Por favor. Ev —Mi voz ya era más baja y más necesitada de lo


habitual.

Ignorando mis suplicas, hábilmente se defendió de mis manos


errantes mientras soltaba mi cabello, enterrando brevemente su cara en
él como si quisiera memorizar mi champú. Empujando el cuello de mi
camisa hacia abajo, me chupó la clavícula.

—Me estás matando aquí, Ev. —Mi voz sonaba temblorosa incluso
para mis propios oídos—. Necesito tu piel.

—¿Dijiste que te gusta que me hiciera cargo?

—Sí... —Mi respuesta estaba cerca de un gemido.

—¿Abrumado? ¿No estás lo suficientemente abrumado? —su voz


se apoderó de mí, más fuerte y más erótico que cualquier cuerda.

—Bueno... —comencé, pero él me cortó, haciéndonos caer sobre la


cama, él encima—. Sí. Eso. Empújame a la cama.

—¿Te gusta ser dominado? —Él me miró, con el cuerpo ya


moviéndose hacia mí para fijarme en el lugar antes que su boca me
atacara de nuevo.

89 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Me encanta. —Me arqueé contra él, sólo para probar el agarre
que tenía sobre mí. Deliciosamente me empujó con fuerza hacia abajo
con su pelvis. No moliendo, pero su polla era un peso grueso y sólido
contra mí, anclándome.

Ev tomó mis manos y las puso en la cabecera.

—Bueno. Ahora me voy a divertir un buen rato.

—Increíble. Úsame —Me estiré contra él. Necesitaba esto y cada


célula zumbaba con conciencia.

Ev movió mi camisa de nuevo para besarme el cuello y la clavícula.

—Sigue aguantando.

Luego empujo hacia arriba las mangas para besar y lamer


cada muñeca, besando a cada parte de piel que descubrió. Yo llevaba dos
pulseras en mi muñeca izquierda que los gemelos me habían hecho y Ev
apartó suavemente a un lado para lamer el punto del pulso. Era una
simple camiseta de algodón de manga larga, pero resolví usar algo con
botones la próxima vez que hiciéramos esto.

—¿Debería usar una chaqueta de punto para esto? —Me reí,


tratando de distraerme de la posibilidad real de que entrara en mis
pantalones en algún momento.

—Shh. —Ev se movió para poder lamer mi cintura, descubriendo


una estrecha franja de piel y mi siguiente risa murió en mi garganta.
Levantó la camisa milímetros a la vez y cuando sus labios finalmente
encontraron uno de mis pezones perforados, casi acabó en el lugar.

—Ev. Seriamente. No traje pantalones de repuesto.

90 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Tienes muy poco autocontrol. —Hizo un pequeño sonido de


reproche que fue directo a mi polla antes de volver a burlarse de mis
pezones con pequeñas lamidas y gestos. Los tenía perforados por un
capricho desde que tenía diecinueve años, pero Ev los tocaba como un
instrumento afinado y hacía que mi estimulo brillara.

Yo no estaba bromeando, mis bolas se apretaron y tuve que


comenzar a preparar bebidas complicadas en mi cabeza para evitar
explotar. Finalmente, misericordiosamente, Ev regresó a mi cintura y
abrió mi cremallera, pero su técnica de extracción microscópica me hizo
maldecir suavemente y aferrarme la cabecera con fuerza. Me besó en
todas partes, excepto en mi dolorida polla, la parte superior de mis
muslos, alrededor de mi parche de vello, sobre el arco de mi cadera, hasta
que finalmente mis pantalones estaban alrededor de mis muslos y mi
camiseta estaba alrededor de mi cuello. Se sentó sobre sus talones,
examinando su trabajo como si estuviera muy contento consigo mismo
por atraparme con mi propia ropa y volverme loco.

Luego, sin palabras y con un suave movimiento, se tragó mi polla.


Me arqueé, pero sus fuertes antebrazos me encerraron en su lugar.

—Espera. Quiero hacerte correr también —jadeé. Mi cuerpo estaba


acostumbrado a orgasmos muy eficientes: especiales de ducha de cinco
minutos. Sin embargo en muy raras ocasiones, tenía la oportunidad de
practicar el control del orgasmo y Ev me hizo sentir como si hubiera
estado en el borde durante horas y como si estuviera en el tren expreso
rápido y sucio. Su ágil lengua bailaba a través de cualquier restricción
que tenía.

Ev levantó la cabeza el tiempo suficiente para decir.

—Lo harás.

91 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Quiero tocarte. —Gemí, pero mis manos no dejaron la cabecera.

Con mi polla aún en su boca, Ev me sonrió maliciosamente. Dejó


que saliera de su boca con un fuerte plop, un sonido lascivo que hizo que
mis bolas se apretaran.

—He fantaseado con esto por semanas. Tú a mi merced. Tocándote


y probándote hasta que me haya llenado. La próxima vez, te permitiré
tocar. Pero en este momento, voy a vivir mi fantasía, muchas gracias.

—Cuando lo pones de esa manera...

—Hay muchas cosas que quiero hacer contigo, pero si no te quedas


callado… —Se detuvo siniestramente.

—Callado ahora.

Dio una risa oscura antes de tragarme de nuevo. No hizo garganta


profunda, pero eso estaba bien, sus manos diestras se burlaron de la
base de mi eje y mis bolas, trabajando en concierto con su generosa boca
para hacerme jadear y gemir. Recordando lo que Ev había dicho sobre el
ruido, giré la cabeza para morder una de las almohadas mullidas.

—Sí. Muerde la almohada. Una hermosa imagen —elogió Ev entre


más chupadas y lamidas. No lo estaba tocando y ni siquiera estábamos
complemente desnudos, pero todavía me sentía más cerca de él de lo que
había tenido con nadie en años.

—Joder, Ev... voy... —El bastardo lo ralentizo, manteniéndome


montando el borde por lo que se sintió décadas, hasta que sin previo
aviso, apretó su agarre, los dedos sólo un poco demasiado áspero en mis
bolas y eso fue todo. Enterré un grito en la almohada cuando me vine.
Tragó con avidez alrededor mi polla y la sensación fue suficiente para

92 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

sacar unos pocos chorros más. El orgasmo hizo que todo mi cuerpo se
estremeciera y mis manos cayeran lejos de la cabecera.

—Qué hermoso. —Ev se sentó arrodillándose a mi lado. Se secó


la cara con delicadeza con una toalla a los pies de la cama.

—Lo planeaste por adelantado. —Me reí. Palmeé mi pecho y metí


una almohada detrás de mi cabeza. No se movía, pero necesitaba su
polla—. Tu turno ahora.

Ev consideraba mi oferta como si fuera una opción de entradas,


con la cabeza inclinada hacia un lado.

—En mi... fantasía, te disparo en tu estómago. Porque eres bueno


con ser hecho un desastre.

Tan caliente como era la imagen de Ev masturbándose, estaba


desesperado por probarlo.

—Mierda. Eso es caliente. Déjame chuparte hasta que estés cerca,


entonces puedes hacer todo el lío que quieras sobre mí.

Me gustaba su curioso conjunto de caprichos: odiando el lio


húmedo y esas cosas en sus manos. Pero queriendo pintarme con su
semen. El desenvolverme poco a poco había sido kinky, dulce y sucio todo
al mismo tiempo. Mi polla se agitó ante el recuerdo, despertando un poco
más cuando Ev abrió la cremallera y develó una polla gruesa, sin
circuncidar y con una cabeza regordeta

—Mierda. Ev, eres delicioso. Levántate hasta aquí.

A horcajadas sobre mi pecho, me alimentó su polla con la misma


lentitud con la que había explorado mi cuerpo, primero dándome sólo la
cabeza gruesa. Mis manos se colocaron sobre sus caderas, pero no había

93 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

duda de quién conducía este espectáculo. En mi experiencia bastante


limitada, algunos cabezas de pollas eran perfectamente redondas,
mientras que otras eran ovaladas pero Ev tenía un ángulo alargado
interesante, lo que le daba un estilo casi elegante antes de la gruesa
corona y el borde del prepucio.

Mantuvo una mano en su polla, controlando cuanto podía chupar


y ese carácter mandón hizo que mi motor volviera a zumbar a lo grande.
También me motivó a hacer mi mejor trabajo con mis labios y mi lengua,
bromeando y bailando sobre su punta, lamiendo el copioso pre-semen de
su hendidura. El sabor salado del pre-semen siempre me había
encendido y amaba a los tipos como Ev, que hacían un montón para
lamer y embromar. Finalmente, deslizó su mano un poco hacia atrás y
me dio más para jugar. Gemí cuando la gruesa longitud se deslizó sobre
mi lengua. Era lo suficientemente ancho para que tuviera que hacer algo
de gimnasia oral para mantener mis dientes a raya, pero no tanto como
para poner a prueba mi capacidad de tomar todo lo que quería darme.

Encontró un ritmo de joder mi boca lentamente con movimientos


largos y fluidos puntuados por suaves maldiciones. Si no me hubiera
venido minutos antes, sus susurros roncos combinados con el sabor de
su polla podrían haber sido suficientes para acabar. Él no aceleró, pero
su respiración se detuvo y pude notar por la tensión en sus muslos que
se estaba acercando. Comenzó a ir más profundo, pequeños tirones de
sus caderas ahora, sin retroceder todo el camino. Mis ojos se
humedecieron y mi garganta picó y las sensaciones me inundaron en una
ola perfecta cuando mi enfoque se redujo a solo a él y su polla follando
mi boca, él me poseía tan a fondo que lo necesitaba para mi próximo
aliento.

94 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Siktir.14 —Ev gimió la palabra. No tenía que hablar turco para


saber que casi estaba allí. Aflojé el asimiento de sus caderas para que
pudiera deslizarse hacia atrás, se sacudió con un agarre
sorprendentemente suelto sobre mi estómago desnudo. Menos de cinco
golpes y me cubrió con gruesas cuerdas de semen que se acumularon en
mi vientre.

—Mi imaginación claramente no es lo suficiente buena —jadeó Ev


mirando fijamente su obra por un largo momento. Con los ojos fijos en
los suyos, arrastré un dedo por el charco, luego lo llevé a mi boca y lo
lamí.

—Hombre sucio. —Ev se rió con aprobación mientras buscaba a


tientas la toalla, primero frotando suavemente su polla, luego
limpiándome con una delicada minuciosidad antes de colapsar a mi lado.

—La mía tampoco. —Toqué su cara, acercándolo más. Él me sonrió


por un largo momento y tuve la sensación que estaba tratando de
decidir si estaba bien degustarse en mis labios. Justo cuando estaba a
punto de rodar, me sorprendió capturando mi boca en un suave beso.
Así lo hicimos durante largos minutos, intercambiando pequeños besos
y toques.

—Oh, Brady, quiero...

Bip. Bip. Bip. El despertador en la mesita de noche de Ev sonó


furiosamente. Miré la hora e hice una mueca.

—Mierda. ¡Voy a llegar tarde!

14 Palabra turca que significa joder.

95 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—De ahí la alarma. —Ev se sentó y se frotó la cara. Me apresuré a


reorganizar mi ropa y ponerme mis zapatos—. ¡No olvides tu almuerzo!

Mientras me apresuraba por las escaleras, con el almuerzo en la


mano, me di cuenta que Ev nunca terminó su pensamiento. Todas las
posibilidades hicieron que mi estómago se revolviera. En People’s Cup,
me lavé las manos y me puse el delantal con dos minutos de sobra.
Simplemente tenía que esperar que lo que Ev quisiera fuera lo que yo
quería, y que por una vez en nuestras vidas, pudiéramos conseguirlo.

96 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Queridos amigos, Reba un lector de toda la vida escribe: Tienes


tantos patrones de suéter magníficos para los hombres. ¿Cuál sugieres
que teja para mi nuevo novio? No, querida Reba, no. Desafortunadamente,
estoy aquí para decirte que la maldición del suéter del novio es real.
Escucho atentamente a las damas en la tienda y en la Noche de Tejido
y todos, incluso su servidor, tienen una historia de horror sobre el suéter
que regalo demasiado pronto. ¿Puedo sugerirle con cuidado que limite la
cantidad madejas necesarias para su regalo a la cantidad de años que
llevan juntos? Y por el amor de Dios, pon un anillo en él antes que le regales
un suéter. —Los hilos de Evren.

Dada la terquedad general de Renee últimamente, no debería


haberme sorprendido cuando apareció a las seis en la Noche de Tejido
con Jonas a cuestas.

—Trate de ver si la madre de Carlos lo cuidaba —dijo ella evitando


cualquier intento de saludo. Carlos era el mejor amigo de Jonas y su
madre ya me estaba haciendo un gran favor al llevárselo el fin de semana
que tenía el concurso de baristas. Las gemelas también estaban yendo a
la casa de su mejor amiga ese fin de semana. No es que Renee no pudiera
manejar a los niños durante un fin de semana en teoría, pero tenía un
viaje de estudios de geología durante la noche ese fin de semana. E
incluso si no lo hacía... No se podía confiar en Renee para que no hiciera
estas maniobras.

Esa noche, los gemelas iban a una cena de cumpleaños y una cita
de películas infantiles con sus mejor amiga y Renee y yo tuvimos una

97 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

discusión la noche anterior sobre cómo Jonas no podía estar solo en casa
mientras iba a una cita de estudio. Ella había preguntado si podía venir
a pasar el rato en People’s Cup, algo que tuvimos que hacer una vez en
una emergencia extrema, pero no podía tener eso en Noche de Tejido,
cuando estábamos tan llenos.

—Mira, puedo darles algo de sopa y pan para la cena antes de ir a


casa, pero Renee, te dije que cancelaras la cita de estudio. —Mantuve mi
voz firme, pero sabía que mi tono paterno no funcionaba en Renee.
Ninguno de nosotros había firmado para esto, pero éramos un equipo. Y
nuestro equipo tenía reglas, como ningún chico mientras ella tenía los
niños. Tuvimos algunos problemas desde el principio con sus amigos
distrayéndola de las necesidades de los niños—. Mira, me apuraré a casa.
Puedes hacer una cita de estudio tarde por la noche. Y mañana me
encargaré de prepararlos para la escuela.

—¿Por qué no quieres que sea feliz? —Las lágrimas llenaron los
ojos de Renee—. Este es el mejor chico que he conocido y sigo necesitando
dejarlo para cuidar de los niños.

Únete al puto club. Pero claro que no podía decir eso delante de
Jonas. Planeaba llegar más tarde de lo habitual, metiéndome un poco de
mano con Ev. Eso no estaba sucediendo ahora. No importaba si Ev era
el chico más agradable o el más sexy o el más dulce, los niños eran lo
primero, algo que Renee simplemente no podía entender. En las dos
semanas transcurridas desde nuestra cita para comer, Ev y yo habíamos
conseguido exactamente otro rapidito, un montón de llamadas
telefónicas no sexys, una sesión de sexo furtivo, y otro susurró hasta
altas horas de la noche de sexo telefónico. Renee necesitaba tomar un
número en el sorteo de Tengo derecho a ver a mis amigos.

98 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Sus lágrimas se derramaron y mi pecho se apretó. Ella también era


una niña. Sabía que me arrepentiría, pero le froté el brazo.

—Ok. Esta vez, Renee. Esto no puede convertirse en un hábito. Si


alguien se queja, me pueden despedir.

—¡No lo harán! —Ella saludó ya saliendo de la tienda antes que


pudiera cambiar de opinión. Eventualmente, necesitaríamos tener una
larga y dolorosa conversación sobre este nuevo comportamiento de ella.
Yo era apenas funcional como cuidador de los niños pequeños. No tenía
ni idea de cómo criar a un adolescente. Lo intentaba. Establecí las reglas,
pero últimamente ella acabó con todo, como hoy.

No me permitía el lujo de extrañar a mamá muy a menudo, pero en


ese momento, la extrañaba tanto que cerré los ojos y apreté las manos.
Ella sabría que decirle a Renee. ¿Pero yo? No tenía ni idea.

Coloqué a Jonas en la parte trasera de la tienda, en una pequeña


mesa que casi nadie usaba, con instrucciones estrictas de no dejar su
silla.

Sin embargo, subestimé a Violet y a su equipo de reorganización


de muebles, que llegó unos minutos antes. Las trillizas llevaban lo que
parecían ser monederos que se disfrazaban de camisetas sin mangas: un
grueso y voluminoso hilo en un extraño diseño de tapicería con correas
de cuero. Incluso la afición de Portland por lo raro no podía hacer esas
elecciones de moda aceptables, pero yo estaba más preocupado por su
aspecto y cacareo.

—¿Quién le permite a un niño ir a una cafetería por su cuenta?

—¿Ves a un padre, Violet?

99 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Nosotros siempre usamos eso como meza principal. —La trilliza


en la camiseta verde oliva sacudió su cabeza tristemente—. Tal vez
alguien debería informar que está aquí por su cuenta.

Oh, por el amor de Dios. Tendría que confesar que él estaba


conmigo y eso no iba a salir bien.

—Ah ¡joven Jonas! ¿Te dejaron temprano? Que amable de tu parte


de esperarme. —Ev pasó bruscamente a las trillizas y Violet. No estaba
seguro de cuanta de su juiciosa conversación había escuchado pero me
envió una sonrisa mientras me rescataba sin esfuerzo—. Te sentarás a
mi lado, ¿sí?

Jonas estudió su iPod mordiendo su labio inferior. Por favor di que


sí, trate de sonreírle. Si se resistía, esto no iba a funcionar. Finalmente,
él asintió.

—¿Puedo tener un chocolate caliente?

Qué manera de negociar, chico.

—Por supuesto. Déjame ir a ordenar. —Ev le sonrió.

Debido a que Ev el todopoderoso había hablado, las mujeres se


transformaron en otro tipo de gallinas: mimando a Jonas y asegurándose
que estaba todo listo al lado del asiento habitual de Ev.

—¿Todo bien? —preguntó Ev en voz baja mientras se acercaba al


mostrador.

—Sí... —comencé, luego me detuve. Este era Ev, la única persona


que podría entender—. No, no lo está. Renee no podía cuidarlo. No puedo
dejarlo solo en casa...

100 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Por supuesto no. —Ev asintió. Había escuchado suficientes


historias de Jonas por teléfono de mi parte que entendía las necesidades
especiales del niño de una manera que Renee no parecía capaz de hacer—
. Deberías haberme llamado. Estoy pensando acerca de algunas clases y
proyectos para niños en la tienda.

—Eres mi salvavidas —Mi pecho se expandió por lo listo que estaba


para ayudarme. Desde que murió mamá, solo éramos Renee y yo, sin
nadie a quien llamar para pedir ayuda. Ni siquiera se me ocurrió que Ev
y yo éramos ese tipo de amigos, del tipo que te sacan de un aprieto, pero
supongo que sí. Se sentía raro. Había pasado tantas horas tratando
desesperadamente de no necesitar ayuda, para demostrar a los
trabajadores sociales y a los dudan que estaba para la tarea. Pero cada
vez que me desahogaba con Ev, me sentía como si una grúa me quitara
otro trozo de hormigón de los hombros.

—No es nada —desestimó los elogios.

—Lo es. Y estoy seguro que Mira está de acuerdo, apuesto a que
está encantada que estés haciendo más con la tienda. ¿Todo está bien?
—No estaba seguro de cómo preguntar exactamente cómo iban los
tratamientos de Mira. Ev nunca quería hablar de ellos por teléfono. Tenía
la esperanza de que finalmente me dejara corresponder a su disposición
de ayudar y expresar sus preocupaciones acerca de Mira como lo había
hecho esa noche en la cocina.

—Estaré por aquí un poco más. Está bien, aunque sólo algunos
reveses menores. No es que tenga prisa, y he pensado en dar clases por
un tiempo. De hecho, voy a volver corriendo a buscarle unas agujas
grandes e hilo grueso...

—Voy a pagar —dije, mi garganta toda gruesa y apretada.

101 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No seas ridículo. —Ev desestimó la oferta—. Él es mi caso de


prueba. Debemos ver si soy capaz de enseñar a los jóvenes a tejer antes
de comenzar a cobrar por ello. Él me está haciendo un favor. Ya verás.

Quince minutos más tarde, Ev estaba de vuelta con una gran bola
de hilo amarillo, el color favorito de Jonas y algunas gruesas agujas de
madera que parecían caras incluso desde la distancia y una hoja de
inscripción para los miembros de Noche de Tejido que estarían
interesados en una clase para niños. Deja que Ev convierta mi desgracia
en una oportunidad y venda más a las damas de Noche de Tejido por su
brillantez. De hecho, ni una sola persona se quejó de Jonas y Violet y las
trillizas se enamoraron de él. Para mi sorpresa Jonas se pavoneó en
virtud de toda la atención. Era un niño medio típico en casa, soportando
en silencio el caos de las gemelas mientras exigían toda la energía que
Renee y yo teníamos que dar. Pero aquí, él se estaba riendo y en realidad
estaba hablando mientras Mira le deslizaba pedazos de la galleta que se
suponía que no debía estar comiendo.

Parecía cansada y frágil y me sentí mal que Ev se distrajera al


enseñar a Jonas en lugar de centrarse en ella. Se lo dije cuando vino a
buscar más chocolate caliente para Jonas.

—Él es la mejor medicina para ella. No hay mucho más que pueda
hacer. —Ev se encogió de hombros, impotente. Era lo más que había
admitido acerca de su condición y mis dientes se apretaron con fuerza
alrededor de expresiones de lástima que no necesitaba ni quería.

Se volvió hacia la mesa y ambos observamos cómo Mira elogiaba


los esfuerzos de Jonas, enderezando su agarre con sus propias manos
temblorosas. Los ojos de Ev parpadearon con sombras pesadas y anhelé
frotar sus hombros, aliviar un poco la tensión, tal vez regalarle una siesta
para aliviar algunos de los círculos bajo sus hermosos ojos oscuros.

102 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Ev se volvió hacia mí, haciendo un obvio esfuerzo por sonreír.

—Ahora, ¿qué debo pedir para mí?

—Café descafeinado —dije con una sonrisa. Puede que no pudiera


darle una siesta con un final feliz como quisiera, pero podría hacerlo
sonreír.

La prisa inicial de bebidas había terminado, así que podía tomarme


mi tiempo, e hice un cuidadoso arte lattes solo para él: un suéter pequeño
y dos agujas de tejer.

—Me encanta. —La sonrisa de Ev me hizo querer hacerle docenas


de lattes.

—Sin embargo, no estamos del todo en la etapa de los regalos de


suéter —dijo el último trozo como la frase de una broma que debería
conocer.

—¿Humor de tejido? —pregunté.

—Algo así. —Me guiñó un ojo mientras recogía las bebidas y se


dirigía a la mesa.

Cuando terminaba la tarde, salí de detrás del mostrador para


ayudar a acomodar las mesas.

—Entonces, ¿cuál es el veredicto? ¿Es Ev un buen profesor? —le


pregunté a Jonas.

—El mejor. ¿Ves lo que hice? —Jonas extendió un trozo de tejido


de punto grumoso.

—Va a ser una manta para mi conejillo de indias.

103 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No vas a tener un conejillo de indias. —Los tres niños estaban


desesperados por tener una mascota, pero con mis horas y sus horarios,
no estaba sucediendo. Jonas me miró como si hubiera robado la última
barra de chocolate y suspiré—. Lo siento amigo. Tal vez algún día.

—Sería un hermoso posavasos para una taza de té —dijo Mira


débilmente.

—¿Puedo al menos tener una tetera? ¿Una que se enchufa? —


pregunto Jonas. El niño ni siquiera bebía té, pero así era como
funcionaba su cerebro, un comentario errante de Mira y se iba tras ella.
¿Toda esa agua hirviendo y el niño sin control de sus impulsos? Mis
entrañas se tambalearon ante el pensamiento—. ¿Qué tal una jarra de
agua?

—Creo que llevare a Mira a casa, la acomodare mientras tú cierras


—dijo Ev, tocando mi hombro. Incluso ese pequeño contacto me hizo
querer hundirme en él—. ¿Pero entonces puedo venir y llevarte a casa?

—No tienes que hacerlo. —Sería un largo camino sin una patineta
para Jonas, pero lo habíamos hecho antes.

—Quiero hacerlo. —Ev miró directamente a mi boca cuando dijo


las palabras—. Y no trabajas el domingo en la noche ¿verdad? quiero
cocinar para ti otra vez.

Todo mi cuerpo se calentó al recordar la última vez que Ev había


cocinado para mí. Cuando finalmente comí la comida en mi descanso,
cada bocado había sido atado con el recuerdo de sus besos. No estaba
seguro de si quería decir cocinar o cocinarme, pero tuve que negar con la
cabeza.

104 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¡Es el cumpleaños de Brady! —Jonas temblaba de emoción—. Y


vamos a ir al zoológico por la mañana. Como el año pasado. ¡Y luego lo
ayudaremos a hacer el pastel!

—¿Es tu cumpleaños? —Ev emitió un sonido sordo, como si


debería haberle dicho antes.

—Sí. —La verdad era que no necesitaba un gran alboroto. El año


pasado, la muerte de mamá había sido reciente y mi cumpleaños había
consistido más en darles a los niños algo para emocionarse y sentirse
conectados como familia que algo para mí. Pero como había descubierto,
a los niños les encantaba hacer tradiciones de las cosas. Así que el
zoológico y un pastel lo fueron.

—¿Jonas? ¿Crees que tus planes podrían incluir una cena en mi


casa? —Ev habló directamente a Jonas. Manipulador, brillante
bastardo—. Si quieres ayuda para hacer el pastel, podrías venir
temprano. O puedes traer el pastel y yo haré la cena.

Jonas consideró sus opciones con un ceño fruncido muy adulto.

—Traeremos el pastel. ¿Sabes cómo hacer crema batida?

—Sí, de hecho —dijo Ev solemnemente—. Ahora, ¿cuál es la comida


favorita de Brady?

—A Brady le encantan todas las cosas turcas que has hecho —dije
antes que Jonas pudiera pedir pizza o espaguetis, los cuales eran sus
favoritos.

Jonas pensó por un minuto

—Nada demasiado extraño. Y mucho pan. El tipo que tenías con la


sopa.

105 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Considéralo hecho. Un montón de pan. ¿Tal vez kebab? ¿Eso es


carne en palitos?

Jonas asintió.

—Lo llevaremos a la hora de la cena. Él no quiere regalos a menos


que los hagamos nosotros mismos.

—Eso puedo hacerlo con toda seguridad. —Los ojos de Ev


brillaron.

Más tarde, mientras nos llevaba a casa dije en voz baja.

—No tienes que hacerme algo. Y los niños van a agotar Mira. Y no
es como si podamos...

—Uno más y voy a hacerte agua de cebada y tejer algo innombrable


de piel falsa —se quejó Ev—. Es tu cumpleaños. La gente quiere hacer
cosas buenas por ti. Tu trabajo es dejarlos.

—Está bien. Aunque estoy intrigado por la piel falsa...

—Silencio. No hablemos de tales atrocidades. —Ev se estremeció


exageradamente cuando se detuvo junto al edificio de apartamentos.

—Gracias por el viaje —dije, comprobando mi teléfono para ver


un mensaje de que las gemelas también estaban de camino a casa.

—En cualquier momento. —Ev pasó un largo momento mirando


directamente a mi boca, con los ojos fruncidos, como si estuviera
haciendo un cálculo complicado sobre si besarme o no de buenas
noches.

106 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Resolví el problema para él inclinándome para cepillar un rápido


beso en sus labios. Maldita sea. Incluso el contacto más breve con la boca
de Ev tuvo todo el chisporroteo.

—Llámame más tarde. —Le di una mirada ardiente prometiendo


toda la charla sucia y susurrada que podía soportar. Y sí, eso era
totalmente lo qué a mi juego estaba reducido en estos días.

—¿Ev es como tu novio? —preguntó Jonas mientras tomaba mi


patineta de la parte trasera del auto.

Esperé hasta que estuvimos en el camino hacia el apartamento


para contestar.

—No exactamente.

—Pero a los dos les gusta besar a los chicos, ¿verdad? —presionó
Jonas.

—Sí. A los dos nos gusta besas a los chicos. —Oh, sí solo Ev lo viera
simplemente como un chico de diez años.

—No quiero besar a un chico. —Jonas hizo una mueca mientras


consideraba la posibilidad.

—Cuando seas mayor, puedes besar a quien quieras, siempre que


ellos quieran devolverte el beso —dije cuidadosamente, despeinado su
cabello.

—Ev te devolvió el beso. —Jonas me dio una sonrisa maliciosa—.


Creo que deberían ser novios. Me gusta él.

—También me gusta —suspiré mientras abría la puerta del


apartamento. Me gusta mucho, demasiado.

107 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Debido que hemos invertido mucho tiempo en regalos de tejidos de


punto en los últimos meses, queridos amigos, quería compartir mi último
diseño con ustedes. Y sé que voy a tener un centenar de comentarios, todos
preguntándome sobre el destinatario y todo lo que puedo decir es: sin
comentarios. Aún no al menos... —Los hilos de Evren.

El día de mi cumpleaños fue el tipo de día perfecto de primavera en


Portland que hace que todos los meses de lluvia valgan la pena: preciosos
cielos azules, temperaturas suaves y verde por todas partes. La gente
también. Los autobuses y aceras estaban abarrotados de personas
que absorbían el cambio de estaciones. El zoológico estaba lleno, pero los
niños lo pasaron muy bien. No teníamos dinero para hacer muchas
salidas como esta, así que fue bueno complacerlos un poco. Las chicas
llevaban las flores que Ev les había hecho, las posé junto a una estatua
y le envié la foto. Él respondió rápidamente.

Feliz cumpleaños, tatlim. Estoy deseando que llegue más tarde ;)

Ah. Sinceramente dudaba que hubiera algo para guiñar el ojo esta
noche, no con los niños y Mira alrededor y Renee pegada a su teléfono
como si fuera un bebé necesitado, respondiendo al más leve pitido con
un poco de excitación ¡oh! Sí, de ninguna manera conseguiría que ella
cuidara a los niños el tiempo suficiente para que nos escapáramos. Y
también necesitaba descargar una aplicación de traductor turco. Sabía
que a él le gustaba escabullirse con pequeños nombres en turco, pero
realmente quería algún tipo de jerarquía que pudiera revelar
mágicamente lo que él sentía por mí. ¿Era el prejuicio bisexual lo

108 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

suficiente para verme como algo más que un amigo con beneficios?
¿Quería ser visto de esa manera? Estudié la exhibición de flamencos,
como si los pájaros llamativos pudieran tener una pista sobre mis
retorcidos sentimientos.

—¡Vamos, Brady! ¡Las serpientes son las siguientes! —Jonas se


levantó de un salto. Reptiles babosos. Eso era más como él. Nada de
fantasiosas criaturas y pensamientos aún más irreales. Yo podría amar...

Espera. ¿De dónde vino ese pensamiento? Ciertamente no me


estaba enamorando de Ev. Incluso yo no era tan estúpido.

—¡Espera, amigo! Vamos a ir también.

Deja de pensar cosas imposibles. Céntrate en los niños.

Mis pensamientos aún estaban confusos cuando llegamos a casa


de Ev y Mira esa noche, con un pastel lleno de bultos. Se suponía que
era de vainilla con glaseado de chocolate y chips, pero parecía más un
deslizamiento de tierra que pastel en capas. Las gemelas habían tomado
una muy rara siesta cuando regresamos a casa, dejándonos a Jonas y
a mí para preparar el pastel mientras Renee murmuraba cosas dulces en
su teléfono.

Equilibrar el pastel en el viaje en autobús hasta Alberta no ayudó


en nada a su apariencia. Ev nos dejó entrar por la entrada trasera y él
fue sumamente educado con Renee, con quien se encontraba por primera
vez. Cuando llegamos a la parte superior de las escaleras, hizo eso otra
vez donde siguió mirando mi boca. Puede que no sepa exactamente cómo
nos sentíamos el uno por el otro, pero sabía lo que significaba esa señal.

Le di un rápido beso a través de su boca, deleitándome en cómo


todo su cuerpo pareció iluminarse por el contacto.

109 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Eww. —Renee puso los ojos en blanco—. Si logras besarte con tu


novio, ¿eso significa que puedo traer a Indigo cuando tenga a los niños
mañana?

—Absolutamente no. —Tenía reglas con ella sobre tener amigos


cuando estaba cuidando a los niños por una buena razón. Sin embargo,
noté que ni Ev ni yo la corregimos sobre la etiqueta del novio.

—¿En qué puedo ayudarte? —pregunté en la cocina unos minutos


después. Una vez conseguimos que los niños se acomodaran en la sala
con un programa de televisión y una Mira dormida.

—Esto. —Ev me empujó contra la nevera, besándome con avidez.


El lamió mis labios antes de entretenerme con su talentosa lengua. Me
encantaba cuando se hacía cargo de esta manera y estaba agradecido de
la presión fría de la nevera que me mantuvo en posición vertical y me
impidió combustionar.

—Feliz cumpleaños —dijo Ev mientras me alejaba—. Ahora puedes


ayudarme a preparar las cosas.

—No es justo. —Me reí—. ¿Me conviertes en baba y luego me pones


a trabajar?

—Exactamente. —Me guiñó un ojo.

—Lo siento Renee está enojada —dije mientras sostenía la bandeja


para que Ev pusiera los pinchos de carne—. Ella está colgada de un chico.

—Conozco la sensación. —Me lanzó una mirada larga y


escrutadora que me hizo cambiar de un pie a otro—. Esperando el
siguiente texto.

Mi risa se tiñó con el alivio de que no estaba solo en la locura.

110 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Contar las horas hasta que la casa esté lo suficientemente


tranquila como para llamar.

—Tratar de averiguar la cantidad de besos con que puede salirse


con la suya en un momento. —Hecho un puñado de arroz en un tazón.

Eché un vistazo hacia la sala de estar.

—O con gente pequeña alrededor.

—Al menos uno más. —Ev bajó el arroz y me llevó a la esquina


para otro beso abrasador.

—Bueno. Tal vez no pueda ser demasiado duro con ella —dije,
jadeando con fuerza cuando finalmente salimos a tomar aire—. ¿Te
molesta cuando los niños te llaman mi novio?

—¿Debería? —Ev levantó una ceja.

—¡No! Quiero decir, no los estoy alentando, pero no me


importaría... —Mi voz se apagó, no estaba seguro de cuánto de mi interior
queria revelar.

—Sí, ¿no te importaría…? —Me animó Ev, todavía inundando mi


espacio, sin darme espacio para reagruparme.

—No me importaría si fuera... verdad.

—Bueno, soy un hombre. Y somos muy buenos amigos, ¿verdad?

—Sí... —dibujé la palabra—. Si quieres ponerte técnico. Pero hay


otras definiciones...

111 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Y vas a dejar que los kebabs se enfríen mientras descubres cuál
es más exacta? —Ev elevó ambas cejas esta vez, su expresión era pura
alegría. Me tenía contra las cuerdas y lo sabía.

—Estás disfrutando esto demasiado —me quejé.

—Las damas de la Noche de Tejido también te llaman mi novio —


reflexionó Ev—. Al igual que con los niños, extrañamente no me importa.
¿Necesitamos una definición específica? ¿No es suficiente con disfrutar
de esto .... lo que sea? Durante todo el tiempo que me necesitan aquí.

Te necesito aquí siempre. Me di cuenta con la claridad de un


espresso perfecto que no quería lo que sea con Ev. Quería la definición
estándar: no ver a otras personas, abrazarse al final del día, ponerse el
uno al otro primero...

Y allí la fantasía se derrumbó porque eso no estaba sucediendo


para ninguno de los dos. Apenas teníamos tiempo para besos discretos,
mucho menos una relación real. Pero maldita sea si no quería una.

—Sin teléfonos en la mesa —le dije a Renee por tercera vez. Lo


había estado escondiendo en la palma de la mano y debajo del mantel,
pero sabía lo que estaba haciendo.

—Tú le enviaste un mensaje de texto a Ev durante la cena la otra


noche —acusó. No estaba equivocada y resolví acabar con eso, incluso
durante las comidas rápidas.

—Tenía una buena razón —mentí—. Y somos invitados. Guarda el


teléfono.

112 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Está bien. —Mira nos sonrió con indulgencia. Sin embargo su


sonrisa no valía la pena la torpe discusión familiar, sin embargo,
necesitaba que Renee no fuera grosera.

—Bien. Creo que me voy a ir después de cenar de todas formas.


Tengo un enorme examen mañana.

—¿Así te vas a casa a estudiar? —No pude evitar el escepticismo


en mi voz.

—Biblioteca. —Ella estudió su pan plano atentamente negándose


a mirarme a los ojos—. Hay demasiadas distracciones en casa.

Tenía la sensación que había una distracción de un metro ochenta


y dos llamada Indigo en la biblioteca, pero en cambio la miré fijamente.

—Puedo llevarte a ti y a los niños a casa más tarde —dijo Ev.

—Maravilloso. —Renee le dio una sonrisa de medalla de oro—.


¿Ves, Brady? Todo va a funcionar. Tienes la oportunidad de salir con tu
novio y yo... estudiar.

Tosí.

—Invita a Indigo a tomar un café contigo a People’s Cup esta


semana. Creo que necesito poner los ojos en este chico.

—¡No! —Sus ojos se abrieron como platos—. Le vas a asustar.


Además, no le he hablado exactamente acerca de... ti.

No tenía idea si ella quería decir que era bisexual y más o menos
tenía un novio o decirle sobre mí y los niños y sus responsabilidades
domésticas, pero no podíamos tener esta conversación delante de Ev y
Mira. Ev se había puesto nervioso cada vez que surgía la palabra bi y

113 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

además, no necesitábamos ventilar nuestro negocio familiar frente a ellos


cuando tenían problemas más serios que enfrentar.

—Tráelo —dije con severidad—. Y vamos a hablar más tarde.

—Ya sabes, tatlim, siempre es mejor ser honesto —dijo Ev a Renee.


Espera. ¿Ella también era tatlim? Volví a sentirme confundido por lo que
Ev sentía por mí y lo que fuera que significara.

Renee puso los ojos en blanco y no perdió tiempo en escapar tan


pronto su plato estuvo vacío. Ella ni siquiera se quedó para el pastel, lo
que honestamente fue probablemente lo mejor. Su actitud negativa había
extendido vibraciones toxicas durante toda la noche. Ella y yo íbamos a
tener un largo corazón a corazón muy pronto.

Ella me dio una tarjeta IOU15 para una noche de descanso y salir y
mi frustración se suavizó un poco. Ella me conocía mejor que nadie. De
ninguna manera podría criar a estos niños sin su ayuda.

Jonas ofreció tímidamente la cuadrícula de puntos en la que había


estado trabajando toda la semana.

—Es una especie de cruce entre un posavasos, una toalla y una


bufanda —dijo.

—Me encanta —dije y le revolví el pelo.

Las gemelas me hicieron libros con dibujos de figuras de palos y


escritura desigual y mi garganta quemó cuando pensé en lo mucho que
a Mamá le habían encantado regalos como esos.

15
Reconocimiento de deuda.

114 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Puedo llevar esto al trabajo? ¿Mostrarlos? —pregunté, mi voz


un poco más ronca de lo habitual.

—Deberías encuadrarlos —dijo Madison con confianza.

—No quiero que la gente vea la mía —dijo Morgan—. Lo hice solo
para ti.

—Suficientemente justo —dije y dirigí mi atención al último


paquete sobre la mesa.

Estaba envuelto en papel plateado brillante con una cinta de tela


marrón con esquinas ondulada, una cinta perfecta digna de una tienda
por departamentos de alta gama. Y era exactamente el momento
equivocado para que la atención de Ev a los detalles me estuviera
excitando, pero entonces él miró la cinta, y oh tan sutilmente a mis
muñecas, y tuve que cambiar de sitio en la silla.

—Esto es de Mira y de mí —dijo Ev, aclarando su garganta


mientras apartaba la mirada de mis muñecas.

—Oh, AsKim, tú hiciste la mayor parte del trabajo —dijo ella—.


Hice un poco de acabado y bloqueo, eso es todo.

Abrí el paquete para revelar una par de calcetines tejidos a mano y


a diferencia de los tonos tierra suave que Ev prefería para sí mismo, estos
eran un océano sensual de onduladas franjas azules y verdes. Me
recordaron el viaje Seaside que había tomado con algunos amigos de
último año antes de que todo se complicara. Parecían irradiar paz y eran
tan suaves que tuve que resistir la tentación de pasármelas por la cara.

—Hay demasiado negro en tu guardarropa —dijo Ev—. Te vestiría


de azul si pudiera.

115 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Uh. Gracias. —Sabía que me estaba sonrojando. Ev parecía tener


algo con mis ojos, que yo juraba que eran de un tono azul normal, pero
que Ev citaba llamativamente brillante. Le gustaba que lo mirara
mientras nos besábamos. Y allí fui, pensando otra vez en el sexo en la
mesa.

—Me encantan los calcetines —le dije. Sabía que no debía


preguntar cómo había adivinado el tamaño de mi pie, sabiendo lo astuto
que podía ser, probablemente miró los zapatos la última vez que habían
estado en su piso, que no era algo que los niños necesitaran saber.

—No son un suéter —dijo con mucha más gravedad de la


necesaria—. Pero confieso haber compartido el modelo en mi blog anoche.
Lo llamo Barista Blues.

—¿Ha escrito sobre mí? —Oh Ev, maravilloso paquete de


contradicciones.

—He blogueado sobre calcetines. —Ev miró hacia otro lado, sus
mejillas se pusieron rosadas.

—Evren, deberías enseñarle el blog —insistió Mira—. Mi Evren es


uno de los bloggers de punto más populares. A todos sus fans les encanta
el nuevo patrón...

—¿A quién le gustaría ayudarme a traer el pastel? —preguntó a


los niños, terminando la discusión de su blog. Lo que estaba bien. Puede
que no tuviera las habilidades informáticas de Renee o Jonas, pero
podría trabajar algo de Google-fu en su nombre más tarde. Y planeaba
burlarme de él por sus fanáticos también.

—¡Quiero ayudar! —dijo Jonas.

116 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Ciertamente —dijo Ev, sonriéndole. Chico tonto. Podría haber


predicho lo que pasaría después.

—¡No, yo! —Morgan hizo el sonido de los heridos de muerte.

—¡No es justo! —Madison trató de golpear a los otros dos alrededor


de la mesa.

Los tres persiguieron a Ev a la cocina.

—Estoy muy feliz de que tú y Evren sean amigos —dijo Mira,


moviéndose en su silla. Apenas había cenado, un poco de pan y un poco
de salsa de yogur y una pequeña cantidad del cálido plato de humus—.
Él necesita a alguien como tú en su vida.

¿Alguien con tres niños y más equipaje que el PDX16 podía


contener? No lo creía, pero sonreí educadamente.

—Es un gran tipo.

—Y tú también. —Ella me sonrió expectante y no sabía lo que


quería que dijera. ¿Quería que declarara mis sentimientos por Ev cuando
no estaba seguro que se quedara? ¿Un compromiso futuro? Lo que sea
que no era un buen presagio para la longevidad de nuestra amistad.
Toque el suave y fino hilo de los calcetines. Seguramente el cuidado en
ellos reflejaba algo de los sentimientos de Ev, ¿verdad?

Afortunadamente, me salvé de responder a Mira por el regresó de


los niños y Ev. Él se movía sobre Jonas y Morgan, quienes estaban
balanceando la bandeja de pastel entre ellos.

16
Aeropuerto Internacional de Portland.

117 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Oye, ¿por qué Jonas puede llevar más? —Madison golpeó a


Morgan, quien empujó la bandeja.

—¡Cuidado! —dijo Ev cuando la bandeja se inclinó precariamente.


Lo siguiente que supe es que llevaba el pastel en el pelo, en la camisa, en
el regazo, y el resto aterrizó en el bonito mantel azul cielo.

—Ugh —gemí.

—Oops. —Los ojos de Madison se abrieron más que la bandeja de


pastel ahora vacío.

—¿Esto significa que no hay postre? —Jonas sonó cerca de las


lágrimas.

—Tengo unas galletas. Y una toalla —dijo Ev, mucho más


pragmáticamente de lo que podría haberlo hecho. Me sorprendió que no
se enojara ni regañara a los niños por no escucharlo. Dios sabía que aún
respiraba profundamente y contaba hasta cincuenta antes de hablar.

—Necesito una ducha —dije, finalmente encontrando mi voz y


un tono uniforme cuando Ev me tendió una toalla descolorida para
quitarme las migajas. Conseguir que el peor desastre de la torta se fuera,
sin embargo, no hizo nada respecto a todo el glaseado en mi cabello.

—Ya tuviste una. Una ducha de migas. —Ev se rió y una vez que
comenzó a reírse, todos nos unimos. Era muy gracioso una vez que
superabas todo el asunto de no comer pastel.

—Brady cubierto de chocolate —dijo Jonas y nos echamos a reír


de nuevo.

118 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Evren, llevaras al joven Brady y los niños a casa —dijo Mira,


tosiendo entre risas débiles—. Y tómate tu tiempo, AsKim. Quédate y
ayuda a tu amigo.

—¿Estarás bien, Hala ? —preguntó Ev.

—Planeo tomar mis medicamentos, poner mi programa y dormitar


hasta mañana. Estaré bien. Llevaras a tu amigo a casa.

—Está bien. —Ev asintió, luego me dio una sonrisa que nos hizo
reír a los dos de nuevo. Fue una buena risa, limpiadora, un bálsamo en
contra de la torpeza de la partida de Renee en una rabieta, un
amortiguador contra la realidad de la enfermedad de Mira. Nuestros ojos
se encontraron y la risa cambió a algo más caliente, el calor latente entre
nosotros se elevó de nuevo. Le di una sonrisa astuta cuando empecé a
maquinar cómo podía volver a ponerle los labios encima. Que le den a la
torta, era Ev a quien había estado deseando todo el tiempo.

119 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Como nuevo tejedor es fácil caer en ciertas zonas de confort a


medida que adquieres experiencia en cierto tipo proyecto, pilas ordenadas
de bufandas o sombreros o calcetines a la espera de ser bloqueados y
dotados. Y eso es encantador, pero, amigos, de vez en cuando deben pasar
de su zona de confort. Probar un nuevo hilo, un nuevo color, una nueva
técnica o un patrón de costura. Empujarse a sí mismo conlleva a su propio
sentido de satisfacción y recompensa. —Los hilos de Evren.

Ev trajo toallas al Subaru para minimizar la cantidad de chocolate


que deje alrededor. Las galletas turcas aplacaron a los niños y todos
parecían cansados de su gran día.

—Pijamas —ordené tan pronto como llegamos a casa, señalando


hacia sus habitaciones en la parte posterior del apartamento.

—Ducha. —Ev me señaló.

—A lo mejor debería leerles rápidamente para que empiecen a


intentar dormir...

—Voy a hacer la lectura. Ve a limpiarte. —Inflexible Ev era sexy y


me estremecí un poco por su tono de mando. Agarré un par de pantalones
de franela y una camiseta antes de ir a la ducha.

Tomó tres rondas de champú antes de sentir que mi cabello estaba


limpio otra vez, e incluso entonces estaba reconsiderando por completo
el tema de que el cabello largo no requiere mantenimiento. Oí risas
provenientes de la habitación de las gemelas, así que me tomé mi tiempo

120 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

y me recorté la barba. Era un lujo en estos días tener a otro adulto cerca,
no tener que tomar una ducha de tres minutos por la preocupación de lo
que los niños podrían hacer. Por lo general, andaba descalzo por la casa,
pero me puse los calcetines nuevos. Eran tan suaves como se veían y
encajaban perfectamente.

Cuando salí del baño, las risitas de Jonas me saludaron. Ev hizo


un punto en Hagrid e hizo que Jonas se echara a reír junto a Ev en el
piso de la habitación de las gemelas. Las chicas ya estaban dormitando
en sus camas. Mi corazón dio un vuelco extraño a la imagen que todos
formaban en la habitación con poca luz. Ev cerró el libro cuando me vio.

—Creo que dejaremos que Brady termine este capítulo mañana —


dijo Ev con un falso bostezo.

Sin embargo, Jonas cayó por completo con el bostezo, soltando uno
de los suyos.

—Está bien —dijo medio dormido y me dejó llevarlo al otro lado del
pasillo hasta su cama, donde lo metí. Estaba roncando suavemente en el
momento en que cerré la puerta.

Encontré a Ev en la cocina, lavando los últimos platos del pastel.

—Oye. No tenías que hacer eso —dije, envolviendo mi brazo


alrededor de él por detrás.

—Es sólo un tazón para mezclar. Pero aceptaré el abrazo. —Se


inclinó hacia mí—. ¿Te gustan los calcetines? —Miró a mis pies.

—Los amo. —Besé su cuello—. ¿Tienes que irte a casa o crees que
podrías quedarte un poco? ¿Tal vez ver algunos ¿Quién da más? conmigo?

Ev miró el sofá y luego a mí, específicamente a la boca.

121 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Puedo ver un poco de televisión.

Mientras Ev puso el programa con el control remoto, apagué las


luces de la sala y agarré la manta de la parte de atrás del sofá antes de
dar palmaditas al lugar junto a mí en el sofá. Ev me estudió por un largo
segundo, con una pequeña sonrisa tirando de sus labios.

—No tienes intención de ver el programa, ¿verdad? —preguntó.

—Ninguna. Pero es un excelente ruido de fondo. —Le di una sonrisa


que esperaba que fuera más seductora que el cansancio que sentí
repentinamente.

—¿Qué tan profundamente duermen los niños? —preguntó Ev


mientras se acomodaba a mi lado, un poco más lejos de lo que esperaba.

—Bastante profundo. —Y eso es parte de mí malvado plan: la


habitación oscura, el ruido de la televisión, la manta—. Ahora, deja de
preocuparte y diviértete un poco conmigo.

—Si voy allí, entonces tendrás que estar muy, muy callado, de
verdad. —La voz de Ev tomó ese borde dominante que nunca dejaba de
ponerme duro. Y por su sonrisa lobuna, me di cuenta que lo sabía, que
solo iba a hacerme trabajar un poco.

—Voy a estar en silencio. Aunque podrías irte a casa con marcas


de dientes. —Le devolví la sonrisa.

—Estoy contando con ello. —Ev se deslizo más cerca y tiró de la


manta sobre nosotros—. Hueles bien.

—Acabo de agarrar el acondicionador de Renee, pero me alegra que


lo apruebes.

122 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Y tu cabello es casi rizado recién lavado. Muy, muy bien. —Apretó


sus manos en mi cabello, acercándome lo suficiente para besarme.

No importaba si era un beso rápido, astuto o uno más prolongado


como este, el primer roce de la lengua de Ev contra la mía siempre hacía
que la piel de gallina brotara en la parte baja de mi espalda. Y cuando
mantuvo mi cabeza firmemente en su lugar y se hizo cargo, tuve un
hormigueo eléctrico por todas partes, todo mi cuerpo cargado y
esperando para lo que tenía planeado a continuación.

Me presionó de nuevo en el sofá y todo mi cuerpo exhaló, cada


célula dando la bienvenida a su cálido peso. La toalla que tenía alrededor
de mi cuello cayó al suelo y un montón de preocupaciones la siguieron.

Nos besamos largo y lento, con las piernas enredadas, las manos
acariciando lánguidamente. Nadie se estaba desnudando, lo que jugaba
totalmente con todo el asunto de Ev sobre el sexo vestido.

—¿Esta es totalmente tu perversión, no es así? —susurré.

—No tengo una perversión. —Ev prodigó besos a lo largo de mi


cuello, prestando especial atención a la línea donde mi barba se
encontraba con la carne desnuda.

Yo resoplé.

—Ah.

—No me inspires para conseguir una mordaza —dijo severamente


antes de besarme a fondo.

El señor no tengo una perversión por lo general me hacía poner las


manos contra el marco de la cama, por lo que la libertad de explorarlo,
incluso vestido, me hizo sentir un poco mareado. Sus músculos de la

123 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

espalda eran delgados y fibrosos, carne caliente bajo mi mano cuando la


coloqué debajo de su camisa, deleitándome con su inhalación. Pero no
me detuvo, solo me besó más fuerte, así que me puse más audaz con mis
manos, ahuecando su culo firme y tirando de él contra mí. Sus
pantalones ajustados eran demasiado apretados para que pudiera meter
una mano en el interior, pero eso no impidió burlarme a lo largo de su
cintura.

Al parecer, había encontrado una nueva zona erógena mágica de


Ev porque el toque le hizo jadear y pelear contra mí. Mantenía mis uñas
romas y cortas debido a mi trabajo, pero hice lo mejor que pude para
provocar su cintura y costados, arrastrando mis dedos contra él.

—Sé bueno —dijo contra mis labios.

—Lo soy.

Metió una mano debajo de mi camisa y me pellizcó un pezón lo


suficientemente duro que tuve que sofocar un gemido.

—Mierda. Ev. Haz eso de nuevo.

Levantó mi camisa, torturando mis pezones con sus talentosos


dedos mientras su boca trabajaba sobre la mía.

Me balanceé contra él, nuestras pollas duras se frotaban dentro de


nuestros pantalones. Busqué a tientas su cremallera mientras empujaba
mis pantalones lo suficiente bajo para liberar mi polla. Resoplé de
nuevo. Ev tenía una cosa grande con atraparme con mi propia ropa.
Pero no, él no era pervertido. Excepto que lo era totalmente y me
encantaba.

124 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Habíamos hecho oral otra vez en nuestra segunda cita para


almorzar, así que nuestras pollas desnudas tocándose y frotándose era
nuevo e intenso. Por mucho que amara la polla de Ev en mi boca, besarlo
mientras nos molíamos juntos, hizo más que simplemente que mi polla
se sobrecalentara sentí su presencia en lo más profundo de mi pecho. Se
sentía como si me estuviera poseyendo con su boca posesiva y caderas
exigentes.

—Sé que eres muy anti-desorden pero realmente quiero venirme


así —susurré—. Lo necesito.

—Por ti, estoy haciendo una excepción —jadeó. Me encantaba


saber que había afectado su compostura.

—Jódeme —susurré, acercándolo a mí.

Sus caderas tartamudearon y su beso se hizo más lento.

—No literalmente. Solo quiero que me hagas venir. —Odiaba tener


que aclararlo. Esto era suficiente. Esto era todo. Y quería que él también
se sintiera así.

—Tienes una boca sucia. —Ev me besó en los bordes de mis labios,
recuperando un poco de su arrogancia después de mí promesa
tranquilizadora.

—Y te encanta. —Mi beso se volvió más exigente, tratando que


volviera a esa zona dominante donde me abrumaba por completo.

—Lo hace. —Su mano se apretó en mi cabello, inclinando mi cabeza


hacia atrás para que pudiera morderme el cuello, golpeando todos los
puntos que me hicieron necesitar meterme el puño en la boca para evitar
gemir en voz alta.

125 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Ev soltó mi mano y la reemplazó con su antebrazo. Mis dientes


rozaron la carne sensible en la parte inferior de su brazo y él siseó de
placer. Enterré un gemido contra su piel. Él golpeaba todos mis botones.

Mierda. Me encantaba esto. Lo amaba.

No, eso no.

Pero mi cuerpo no escuchó a mi cerebro, precipitándose a toda


velocidad hacia el orgasmo con ese pensamiento. Esto no era un poco de
torpeza con un desconocido en la oscuridad, esto éramos Ev y yo y sus
regalos de punto, él leyendo a los niños, sonrisas secretas sobre platos
jabonosos. Esto era todo lo que nunca había tenido, pero siempre había
deseado y me daba tanto miedo como la fugaz carrera hacia el orgasmo,
no había forma que pudiera durar.

—Vamos —murmuré tratando de escapar de mis pensamientos


inundando mis sentidos con Ev.

—Te quiero tanto —susurró y nuestros ojos se encontraron en la


oscuridad, iluminados por el brillo del televisor. Una potente corriente
pasó entre nosotros y todos los pensamientos que intentaba evitar
estaban allí, libres para tomar, en sus ojos.

Esto significaba algo. Para los dos. Cada empuje, cada jadeó, cada
centímetro de piel que nuestros dedos descubrieron, todo significaba
algo.

Se movió de modo que su hombro estaba al nivel de mi boca, su


polla montando con fuerza contra mis abdominales, eje y bolas se
arrastraban contra mí. Su siguiente empuje raspó perfectamente la
cabeza de mi polla y le mordí el hombro para mantener el gemido.

126 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Sí, muérdeme. Eso es todo —instó Ev.

Mientras obedecía, mi cuerpo se arqueó, mis bolas se apretaron los


músculos se tensaron. Ahora. Ahora mismo. Cada neurona esperaba,
preparada para la caída. Ev murmuró algo más en turco, otra cadena de
palabras de cariño, pero los elogios y el afecto fueron claros y me
empujaron. Todo mi cuerpo se estremeció mientras se agitaba contra mí,
inundando mi vientre de calor.

Ev capturó mi boca en un beso largo, lento y descuidado mientras


se deslizaba por mi cuerpo. En un segundo, tendría que agarrar la toalla,
limpiarnos. En un segundo, habría pies en la escalera y tendríamos que
desenredarnos a toda prisa. En un segundo, ambos tendríamos que
volver a ser adultos responsables. En un segundo, volvería a
preguntarme qué sentía él por mí. Pero en ese momento, todo lo que
quería era sostenerlo un poco más, apretarlo un poco más fuerte, fingir
que todos esos otros segundos y minutos y las confusas horas no estaban
afectando este momento perfecto en el tiempo.

127 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Muy bien, queridos lectores, ha llegado el momento de una disculpa.


Durante años, me he resistido a hacer patrones para niños. He estado
firmemente en contra de los hilos en tonos pastel y patrones de novedad
y he declinado educadamente hacer versiones infantiles de mis suéteres.
Y algunos me han molestado implacablemente sobre esta postura y por
eso, con cautela admito que en los últimos meses mi opinión sobre las
personas pequeñas ha ido... evolucionando. Hay algunos jóvenes
especiales en nuestras vidas en este momento y veo a diario cómo su
alegría enriquece tanto a Hala Mira. Y si soy honesto, mi propia vida
se beneficia de su presencia que no es algo que habría dicho hace un
año. Pero me parece que disfruto mucho de su compañía y la bienvenida
distracción que brindan. Y el sábado, estaré enseñando una clase
especialmente para esos nuevos tejedores de talla pequeña y por lo tanto
ofrezco tres nuevos patrones para disfrutar con o para los niños en sus
vidas. —Los hilos de Evren.

Después de mi cumpleaños, la salud de Mira se deterioró


drásticamente y no vi a Ev más que unos pocos momentos robados
durante la siguiente semana, pero siempre teníamos el teléfono y
nuestras conversaciones nocturnas, algunas de las cuales eran en
realidad sexuales y la mayoría de las cuales fueron acerca de nuestras
respectivas cargas. Pero Mira se estaba recuperando de otra semana de
quimioterapia y tenía grandes planes de ver a Ev después del trabajo la
noche siguiente: iba a canjear el IOU de Renee.

La encontré en el sofá con un montón de tareas, un reality show


sobre adolescentes vírgenes desesperadas por conectar en el mundo.

128 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Oye, cariño, quería preguntarte...

—¡Yo primero! —Ella rebotó en su lugar como una de las gemelas—


. Estaba esperando que terminaras el tiempo de cuentos con los niños.
Mañana necesito un gran favor y sé que vas a decir que no...

—Renee. —Me instalé pesadamente a su lado, la IOU revoloteando


de mi mano al suelo. No me molesté en recuperarlo—. Si sabes que voy a
tener un problema...

—Escúchame ¿de acuerdo? Nuestra clase de estudio ambiental


tiene una conferencia y recepción a la que podemos asistir mañana. Es
un crédito extra y realmente lo necesito porque tuve que faltar a clases
la semana pasada cuando te llamaron para trabajar por Audrey.

Me froté el puente de la nariz.

—Nos hiciste un gran favor y te lo debo en grande, pero


desafortunadamente, tengo que trabajar y no puedo cambiarlo. Ya tuve
que pedir un cambio de horario para la conferencia de maestros de las
gemelas.

—Lo sé. Pero he tenido la mejor idea...

—No. —Ya sabía dónde se dirigía esto—. No pueden estar solos en


casa.

—Jonas puede encargarse por dos horas. Prepararé aperitivos


antes de irme y usaré mi dinero para comprarles una nueva película en
la Xbox y Jonas tiene un teléfono ahora, así que puede llamar a uno de
nosotros...

—No. —Le había dado a Jonas mi viejo teléfono con el único


propósito de tener apoyo de Renee en caso de una emergencia y para

129 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

darle acceso al juego, él siempre estaba sacando el mío para jugar—. El


teléfono no es una niñera.

—¿Qué pasa si les encuentro una cita para jugar? —Me miró con
ojos grandes.

—Estamos pidiendo demasiados favores con sus amigos. —Me


solté el cabello del moño y cambié la televisión al Discovery—. Pero está
bien. Haz algunas llamadas.

Ella llevo su teléfono a la zona de la cocina, pero regresó menos de


diez minutos después, sacudiendo la cabeza.

—Brady, tengo que ir.

—¿Indigo está en esta clase?

—¿Qué importa eso? —Su tono indignado me dijo todo lo quería


saber—. No puedo arriesgar mi GPA. E Indigo consigue eso. Me está
dando tutoría en estadísticas. O al menos lo estaría si lo dejaras venir
aquí.

—Llévalo por el café. Necesito reunirme con él antes que pase


tiempo alrededor los niños y necesitaremos algunas reglas en su lugar —
cedí. Tal vez teniendo a su alrededor a Indigo sería preferible a ella
tratando de deshacerse de los niños todo el tiempo—. Pero no puedo
permitir que dejes a los niños en casa mañana. Llama a Índigo y pídele
que tomé buenas notas para ti.

—¿Por qué eres tan malo? —Las lágrimas corrían por sus mejillas
mientras se alejaba del sofá—. Voy a ir y eso es definitivo. —Se fue a su
habitación, donde las gemelas ya estaban dormidas. No podía seguirla
sin arriesgarme a un doble malhumor y Renee lo sabía.

130 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Infierno. Señor me libre de los adolescentes con derechos. Me dejé


caer en el sofá. Ahora tenía que pasar las siguientes veinticuatro horas
esperando para ver si ella seguía adelante con su amenaza. Lo más
probable es que todavía se presentara a tiempo para conseguir a los niños
y solo se queje de mí más tarde, pero si no lo hacía...

Zumbido. Mi teléfono sonó en mi bolsillo.

Saqué mi teléfono, pero realmente no estaba de humor para mi


llamada nocturna con Ev y temía decirle que nuestros planes tendrían
que esperar una vez más.

—Hola, bebé.

—¿Qué pasa? —preguntó Ev de inmediato.

—Nada —le dije automáticamente. Golpeé mis pies contra el sofá,


deseando que fuera verdad.

—No es nada. ¿No tenemos el tipo de amistad dónde podemos


compartir días infelices? Dime y te sentirás mejor.

—Bien. —le expliqué acerca de la rabieta de Renee y terminé


diciendo—: Y ahora tengo que reportarme enfermo o esperar una llamada
frenética de Jonas.

—Tatlim. —Ev hizo un ruido sordo—. ¿Por qué no me llamaste?


Puedo ayudarte.

—Estás ocupado con Mira y tus nuevas clases y...

—Y los niños son buenos para Mira. Mi primera clase para niños
es el sábado por la tarde. Probaremos mis proyectos juntos en el aula

131 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

de la tienda mientras Mira descansa; luego, cuando ella despierte, les


daré una pequeña cena, ¿sí? ¿Y guardar algo para ti?

—Eso suena genial —dije débilmente, odiando necesitarlo tanto.


No había inscrito a los niños para su clase de sábado porque simplemente
no podía pagar la cuota y no estaba dispuesto a pedirle caridad a Ev.

—Ahora, ¿la escuela necesitará una llamada de ti para avisarles


que los recogeré o Renee me los puede traer a la tienda? —Ev sonaba
tan natural que quería llorar y ni siquiera estaba seguro de por qué mis
ojos ardían.

—Lo resolveré con ella —dije—. Y los recogeré en el momento en


que cerremos y...

—Tatlim. Te vas a agotar a ti mismo nuevamente. —reprendió Ev—


. Esto estará bien.

Realmente no le creí, pero no tuve más remedio que murmurar mi


acuerdo.

Alrededor de las cuatro y media de la tarde siguiente mi teléfono


zumbó, pero no pude verificarlo hasta cerca de las cinco y media,
momento en el que había tres fotos y un texto que me informaba que
Renee los había dejado a tiempo. Las fotos eran dos de los niños que
tejían en la soleada trastienda de Iplik , sonrisas tontas en las tres caras,
luego una imagen de las gemelas cocinando algo que parecía estar hecho
con masa.

¡Guarda algo para mí! Le devolví el mensaje de texto, esperando que


todo fuese comestible después de que los niños terminaran.

132 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

La respuesta de Ev fue casi instantánea. Siempre, tatlim. Las cosas


están bien. No preocupes.

Sin embargo, cuando llegué a recoger a los niños, el Ev, que


normalmente estaba perfectamente arreglado, se veía decididamente
desaliñado en sus pantalones de diseñador, con el pelo despeinado como
si hubiera estado arrastrando una mano a través de ellos, la camisa
medio desabrochada y el tipo de expresión vidriosa alrededor de sus ojos
que yo conocía demasiado bien.

—¿Ellos te destrozaron? —pregunté mientras me dejaba entrar por


la puerta trasera.

—No, por supuesto que no. —Ev me saludó con un cansado beso.

—Mentiroso. —Inhalé su aroma, de repente más encendido que


hambriento y cansado.

—Hay comida para ti. —Comenzó a llevarme por las escaleras, pero
tiré de su mano, deteniéndolo. Tiré de él hacia las sombras en el rellano,
dándole un beso adecuado, uno que nos dejó a ambos jadeando.

—Te necesito más que a la comida. —Me reí entre dientes contra
su cuello.

—Bueno, lahmacun17 es lo que tenemos, es como una versión turca


de pizza. Tus niños lo aprobaron. Lo otro tendrá que esperar.

—Lo sé. —Todavía no lo liberé—. No me impide desear hacerte


explotar aquí mismo.

17
El lahmacun o lehmeyun es un plato característico de la gastronomía de Medio
Oriente, la turca y la armenia. Es un pan plano delgado y redondo, que se unta con una
mezcla de carne picada, cebolla, perejil, morrón y especias y se hornea. La palabra
proviene del árabe lahm ala ajeen, que significa carne con masa.

133 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Ev hizo un sonido sordo que no era completamente desinteresado.

—Ahora debo caminar con esa imagen en mi cabeza. Gracias.

—Ven. Puedo ser rápido y sé que tú también puedes... —Alcancé


su cinturón y él no apartó mis manos.

—¡Brady! ¡Ev! ¡Ven a ver mi dibujo! —La voz de Madison resonó por
las escaleras y nos separamos.

—Mantén ese pensamiento. —Ev besó la parte superior de mi


cabeza—. Porque de hecho era una... idea convincente.

El Lahmacun era realmente delicioso: pan plano cubierto con una


salsa de carne molida, pero comer con los niños saltando alrededor para
contarme sobre sus aventuras con Ev me hizo sentir cada minuto del
largo día. Los niños fueron a recoger sus pertenencias y me hundí contra
Ev en cuanto salieron de la habitación.

—¿Por qué Renee llega a divertirse tanto? —expresé el pequeño


pensamiento que había estado dando vueltas alrededor de mi cabeza todo
el día—. Simplemente no entiendo por qué ella dejó de ayudar y lo dejó
todo en mí.

—Porque ella tiene dieciocho años. —Ev enredó sus manos en mi


pelo, soltándolo del moño descuidado en el que lo tenía—. Y en cierto
punto, tatlim, debes dejar que tenga dieciocho años.

—No estoy seguro de poder hacer esto sin ella. —Algo sobre las
manos tranquilizadoras de Ev me hacía expresar mis dudas más
profundas.

—No lo estas. —Ev besó mi cuello—. No tienes que hacer esto por
tu cuenta.

134 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Sí, lo tengo que hacer. Siempre me preocupa usar demasiado a


otras personas. Los trabajadores sociales no pensaron que podía hacer
esto por mi cuenta y yo... no quiero que tengan razón. —Todavía
recordaba los terribles primeros meses después de la muerte de mamá y
Greg, las interminables reuniones con los trabajadores sociales, la
implicación de que el cuidado temporal podría ser preferible para mí.
Realmente nunca había perdido ese miedo y la sensación de insuficiencia
y el comportamiento de Renee en las últimas semanas había sacado a la
luz todas esas preocupaciones.

—Obtener ayuda no prueba que les das la razón. Prueba que eres
inteligente. —Ev volvió a besar mi frente de nuevo—. Deja que la gente te
ayude.

—¿Ev? Creo que tienes que venir aquí. —Un Jonas muy asustado
interrumpió mi fiesta de autocompasión. Ev y yo corrimos a la sala de
estar. Jonas estaba de pie junto al sillón reclinable de Mira, con el ceño
fruncido—. ¡Estábamos hablando con Mira y luego ella se fue a dormir!
¡En medio de nuestra charla!

Oh no. Mi corazón latía el doble cuando Ev puso sus dedos en la


muñeca de Mira y besó suavemente su cabeza.

—¿AsKim? —murmuró ella.

—Shh. Duerme ahora. —Tranquilizó. A nosotros dijo—: Ella hace


eso ahora a veces. Se desvanece sin previo aviso. Ella debe conservar su
fuerza para su lucha.

Su turbante se había deslizado hacia un lado, revelando su calvo


cuero cabelludo y su color era un rosa pálido grisáceo, nada como la
dama sana, de cabello oscuro y mejillas rosadas que había sido incluso

135 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

seis meses atrás. Ella jadeó un poco mientras dormía, un ruido sordo
sacudiendo su ligero cuerpo.

Acuné a los niños tan silenciosamente como pude y nos dirigimos


hacia el coche. Antes que Ev pudiera entrar, lo hice a un lado.

—¿Qué dicen los médicos? —pregunté. Era la primera vez que veía
a Mira desde mi cumpleaños y el rápido deterioro hizo que mis pulmones
se llenaran de aire frío.

—Bah. —Ev hizo un gesto desdeñoso—. No los escuchamos. Ella


simplemente necesita recuperar algo de fuerza. Ellos están diciendo
tonterías sobre el hospicio y todavía no estamos en ese punto. Le queda
mucha pelea.

—Sí. —No estaba tan seguro, pero le froté el brazo de todos modos.

Se encogió de hombros lejos del contacto.

—Suficiente sobre eso. Vamos a llevarte a casa.

—Ev. —Lo detuve con una mano en su hombro y afortunadamente,


no retiró este contacto, también—. ¿Recuerdas lo que dijiste? Está bien
si necesitas ayuda con esto.

—Pero no lo hacemos. —La cara de Ev era de piedra cuando se


deslizó en el asiento del conductor y el frio en mis pulmones alcanzó
proporciones árticas. Él podría estar ahí para mí cuando lo necesitaba,
pero si no podía dejarme ayudarlo, esta no era una gran asociación.

136 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Verano se acerca con días largos y soleados lleno con un alboroto de


colores. Intento traer tantos de esos colores dentro la tienda y nuestro
hogar como sea posible, llenando de color el mundo de Hala Mira. Muchos
de ustedes han preguntado cómo estamos. Y la verdad es, que no estoy
seguro. Hablando acerca de eso... es difícil, queridos amigos y no lo hago.
Los días se van alargando a nuestro alrededor, mientras estamos aquí, en
casa, las horas se acortan, las voces de los médicos son menos brillantes,
sus apretones de manos se convierten en palmaditas compasivas, las
enfermeras llenas de falsa alegría. Todo el mundo nos conoce allí ahora
y también en Noche de Tejido, nuestros amigos están llenos de grandes
sonrisas y tonos apagados. Y hago lo único que puedo hacer. Tejo este
patrón de calcetines de medias deslizantes en la mezcla de cachemira y
de seda más suave que pude encontrar. —Los hilos de Evren.

Cuanto más enferma se ponía Mira, más se alejaba Ev de mí,


cancelando citas y manteniendo las llamadas telefónicas al mínimo.
Curiosamente, estaba muy feliz de escuchar mis problemas con Renee
u ofrecerles a los niños acudir a la tienda. Le llevamos a él y a Mira helado
un par de veces, pero los niños y yo comimos la mayor parte del tiempo
y lo mejor que Ev y yo obtuvimos fueron algunos besos robados en las
escaleras.

La semana de mi viaje al campeonato de baristas finalmente llegó


y estaba ocupado revisando dos y tres veces los arreglos para los niños
cuando Renee saltó a la mesa de la cocina, donde tenía mis listas de
tareas pendientes extendidas.

137 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Así que cuando ganes...

—Si —la corregí, incluso mientras le sonreía. Amaba su fe en mí.

—¿Tal vez no me necesites tanto? —Tenía una mirada extraña y


astuta en su cara.

—¿Qué quieres decir? —Mi estómago tenía la misma sensación


floja que siempre tenía cuando una de las gemelas decía que no se
sentían muy bien.

—Mira, Indigo, Sierra y Ray están buscando conseguir un lugar


cerca del campus...

—No te vas a mudar con tu novio a los dieciocho años. De ninguna


manera, no hay forma. —Utilicé mi tono más firme posible, pero ella se
limitó a poner los ojos. Su cabello estaba hecho con dos trenzas francesas
y su diminuta camisa rosa la hacía parecer mucho más joven. Puede que
no le guste, pero todavía me necesitaba en su vida, tanto como yo
necesitaba su ayuda. Tal vez era un pésimo sustituto para la orientación
de mamá, pero tampoco iba a dejar que ella arruinara su vida.

—No me estaría mudando con él. Sería un grupo. La universidad


está pidiendo casas temáticas en los apartamentos del campus. Van a
solicitar una ambiental y me pidieron que me uniera a ellos. Estaría
compartiendo una habitación con Sierra. La oficina de ayuda financiera
dice que podría obtener más ayuda para cubrirla y también hay algunas
becas para vivienda.

—Renee. —Agarré mi cabeza sobre la mesa—. No te vas a mudar.


Te necesito demasiado. Toda la familia te necesita.

138 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Sí? Bueno, tal vez estoy cansada de ser necesitada todo el


tiempo, ¿de acuerdo? —Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Por una vez, sus lágrimas no me hicieron apresurarme a


tranquilizarla. En cambio, me sentí cansado. Cansado hasta los huesos
de preocuparme por la razón por la qué Ev me estaba empujando lejos y
con todos los detalles para mi viaje y con el hecho de que Renee hacia
cada vez menos cosas por la casa. Muchas veces en el último mes tuve
que cancelar los planes con Ev o apresurarme para asegurarme que los
niños tuvieran a alguien que los cuidara. ¿De verdad quería hablar de
estar cansado? Estaba jodidamente agotado.

—¿Crees que me gusta esto, Renee? ¿Crees que me gusta calcular


la cantidad de alimentos que cubrirá el cheque de beneficios de la
Seguridad Social este mes? ¿Crees que me gusta rechazar las comidas
con mi novio para supervisar duchas y leer historias?

—Te gusta darme órdenes. —Sus ojos se estrecharon—. Piensas


que puedes culparme por quedarte en casa.

—No. Creo que no te estado culpando lo suficiente. Nosotros


teníamos un acuerdo este año, ¿verdad? ¿Para ir a la escuela y no
tener que trabajar? Pero sigues cancelando...

—Tengo razones. —Golpeó su pie exactamente igual que las


gemelas—. Las clases son difíciles y tengo una vida...

—Y yo también. —Era la primera vez que lo afirmaba con ella y eso


me hizo temblar manos—. Como mañana necesito que llegues a casa a
tiempo y lleves a los niños a tiempo. —Era la última noche antes de mi
viaje y un poco de tiempo con Ev era exactamente lo que necesitaba para
aliviar el sentimiento crudo en mi interior.

139 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Y si no lo hago?

Jugué una de las pocas cartas de triunfo que aún tenía con ella.

—No voy a pagar por tu teléfono el próximo mes. Tienes que dar un
paso adelante, Renee.

—Te odio. —Se marchó y escuché el clic de la ducha unos minutos


después, una señal segura de que estaba llorando en el baño.

Mierda. Necesitaba hablar con Ev. Bien al carajo entonces. Agarré


el teléfono y golpeé su número. La llamada sonó tanto tiempo que estaba
ensayando un mensaje de voz en mi cabeza cuando Ev contestó en el
último minuto.

—Hola, Brady. ¿Está todo bien? —La voz de Ev era demasiado


formal, cargada con algo que no pude identificar, cada palabra parecía
requerir un gran esfuerzo por parte de él.

—Sí. Especialmente ahora que estoy hablando contigo. —Cualquier


pensamiento de confesar la estresante conversación con Renee huyó. No
necesitaba mis pequeñas preocupaciones, solo la única buena noticia
que podía ofrecer—. En realidad, estoy inesperadamente libre mañana
por la noche después de salir del trabajo. Estaba pensando que podría ir,
ayudarte a que Mira se acomodara para pasar la noche, luego tú y yo
podríamos pasar algún tiempo juntos.

—No lo creo. —Más de ese tono pesado de Ev. Me mató escucharlo


tan agobiado y anhelaba envolver mi brazos a su alrededor—. Todavía
estas partiendo el jueves por la noche para tu concurso, ¿verdad?

—Sí. Me iré hasta el domingo por la noche, por lo que realmente


me gustaría verte antes de irme.

140 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Una pausa larga me hizo comprobar el teléfono para asegurarme


que todavía estuviéramos conectados.

—No es un buen momento para mí. Hay... mucho que hacer.

—Así que déjame ayudarte —grité—. Me has ayudado con los


niños un montón, Ev. ¿Por qué no puedes dejarme ayudarte cuando lo
necesitas?

—Nosotros... Yo... No necesito ayuda. Todo está bien. Mira está...


bien. Es sólo... resolver cosas. —Su voz no podía soñar más tensa que si
se balanceara sobre una cuerda floja sobre el Gran Cañón—. Enfócate en
tu viaje.

—No todo está bien. —Utilicé el tono que hacía cuando atrapaba a
los niños en una mentira—. Estás luchando. He visto eso toda la semana.
Pensé que éramos el tipo de...amigos que se ayudaban mutuamente
cuando las cosas se ponen difíciles. ¿No es eso lo que dijiste?

—Amigos no significa que puedas hacer... demandas —espetó Ev.


Se oyó un ruido sordo, como si acabara de golpear su almohada—. Dije
que estoy muy ocupado. ¿Qué no estás entendiendo? Empaca para tu
viaje. Que tengas un excelente fin de semana. Por favor —dijo lo último
un poco como maldición y súplica.

—Ev. ¿Nosotros somos novios o no? Porque si somos novios no


puedes seguir alejándome solo porque estás teniendo una mala semana
de la que no quieres hablar. No tienes que hablar, déjame frotarte los
hombros. Déjame ayudarte a cocinar. Déjame ayudar.

Otra pausa suficientemente larga como para llenar todo el rio


Columbia.

141 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No somos ese tipo de novios.

—¿Oh? ¿Qué tipo de novios somos, entonces? ¿Follamigos? Parece


que no ha pasado nada de eso últimamente...

—¿Todo contigo es sobre sexo? ¿Te molesta que no tengamos


manoseo en la trastienda esta noche? —La voz de Ev era más
condescendiente de lo que nunca lo había escuchado. De repente, supe
exactamente de qué se trataba. Me aparté de la mesa, paseando a lo largo
de la estrecha cocina.

—Es porque soy bisexual, ¿no es así? ¿Soy lo suficientemente


bueno para amigos casuales, pero no suficientemente para ser un
verdadero novio en quien confíes con tus sentimientos y problemas?

—Yo no dije eso.

—No tienes que hacerlo. No quieres una relación real conmigo.


Todavía no confías en que no vaya a perseguir a una chica en lugar de
quedarme a tu lado.

—No se trata de... confianza. —El ruido de crujidos amortiguó las


palabras de Ev, como si se estuviera moviendo en la cama.

—Pruébalo. Déjame ir y ayudarte mañana. Déjame verte cuando


estás abajo, no solo cuando estás disponible para ser mi salvador.

—No puedo. Disfruta tu viaje, Brady —dijo Ev con una resolución


firme que me atravesó el corazón.

—¿Y qué? ¿Hemos terminado? —Me arranqué el cabello del moño.

—Yo no dije eso. Hablaremos cuando vuelvas.

142 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Al carajo con eso. Quiero hablar ahora. Y quiero saber si alguna
vez vas a superar que sea bisexual. —No podía evitar la sensación de que
eso era lo que realmente estaba sucediendo aquí: no me dejaba acercarme
porque no podía confiar en mí—. ¿Podemos tener una relación real o no?

No fue hasta que hice la pregunta que me di cuenta de lo mucho


que quería eso con él; por más complicado e incierto que fuera, lo quería.
Quería los problemas de logística y la falta de ella, las llamadas
telefónicas nocturnas y los besos robados y quería que estuviéramos
envueltos en la vida del otro. No había querido eso hace unos meses, pero
Ev me había cambiado. Cambió lo que estaba dispuesto a alcanzar,
cambió lo que había soñado.

—Brady. Estás exagerando las cosas y yo no puedo... lidiar con el


drama... ahora mismo. Ve a ganar tu concurso y llámame cuando
regreses.

Cada una de las palabras de Ev era más rígida que las últimas,
pequeñas piezas de metralla que golpeaban cada punto inseguro de mi
cuerpo.

—No lo haré. —Mi réplica era digna de un niño que hablaba en voz
alta, pero no pude evitarlo y no pude evitar colgar presionando el botón
de apagado en lugar de finalizar la llamada. Lo volvería a encender en
poco, por supuesto, pero en ese momento quería ser tan infantil como
Renee teniendo una pelea con sus novios. Quería pisar fuerte y declarar
en voz alta que de ninguna manera estaba tomando sus llamadas. Quería
pisotear y declarar en voz alta que de ninguna manera tomaría sus
llamadas. Y tal vez mantuve el teléfono apagado por el temor más realista
de que no llamaría, de que estaba tan harto de mí como yo de él.
Mentiroso. Mentiroso. Mentiroso. Siguiendo con el tema del drama
adolescente, me dejé caer en el sofá. Nunca iba a terminar con Ev.

143 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Y hablando de Renee, abrí los ojos un rato después para


encontrarla suspendida sobre el sofá, los ojos hinchados e inflamados.

—Odio pelear contigo. Tú eres... —Su labio inferior tembló—. Eres


todo lo que tengo y lo odio.

—Yo también lo odio —dije, acercándola a mí. Ella aterrizó a mi


lado en un montón sin gracia. Empujé todos los pensamientos de Ev y
nuestra pelea de mi cabeza. Renee tenía razón. Todos estábamos juntos
y tenía que centrarme en eso. Necesitaba concentrarme en lo que podía
hacer por mi familia, no en lo que no podía hacer por Ev.

—Ninguno de nosotros eligió esta vida, Renee. Ninguno de


nosotros. —Metí la mano en el bolsillo profundo de mis pantalones de
carga y saqué una hoja doblada. No debería haberlo agarrado cuando
andaba en monopatín en casa pero no me había podido resistir—. Mira.
Lo entiendo. Necesitas más privacidad. Si conseguimos el dinero
suficiente, podríamos obtener algo como esto.

Ella dejó de frotarse los ojos el tiempo suficiente para considerar el


folleto. Era para una casa de alquiler; Todavía en nuestro vecindario, pero
más cerca de People’s Cup sin estar demasiado lejos de la escuela para
los niños. Tres dormitorios y... Un sótano parcialmente terminado. Me miró
con tanta esperanza que mis manos temblaron sobre el papel.

—Sí. Ves, podrías tener el sótano. ¿Tu propio pequeño


apartamento, más o menos?

—¿Puedo tener una mini nevera?

—Sí, princesa, puedes tener una mini nevera. —Le froté la cabeza.

144 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Y podría ayudar con los niños un poco, pero principalmente


pasar el rato allí en mi propio espacio?

—Sí. —Quería ese futuro para ella tanto que dolía. Ella merecía
algo de una experiencia adolescente normal.

—¿E Indigo podría venir?

Suspiré pesadamente. Habíamos tenido una charla


extremadamente incómoda sobre el control de la natalidad dos semanas
antes. Estaba perdiendo esta batalla. Ella tenía un novio y ninguna
cantidad de mi siendo todo hermano cavernícola iba a cambiar ese hecho.

—Indigo puede visitar. Con reglas. No hay pernoctaciones.

—Tal vez —se mordió el labio inferior—. ¿Todo el sótano sería mío?
¿Y podría decorar como quisiera? —Su rostro arrugado mostraba la
tensión de vivir con las niñas obsesionadas con princesas de siete años.

—Sí —apreté su mano—. Prométeme que no harás algo como


decirles a tus amigos que sí. Déjame ver si puedo hacer que esto suceda
por nosotros.

—Está bien. —Me devolvió el apretón, pero sus ojos nublados


dijeron que todavía estaba tentada por la idea del alojamiento del grupo.
Y honestamente, ¿quién a los dieciocho años no lo estaría? Mi instinto
se sentía como si un castor enojado lo estuviera mordiendo, como si mi
mejor esfuerzo no fuera suficiente para mantenernos juntos.

—Te amo, Re-Re, lo sabes, ¿verdad?

—Lo sé. —Su risa fue un tintineó infantil cuando se fue a la cama,
un perfecto contrapeso a mi miseria.

145 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Volví a encender mi teléfono, finalmente. Ningún mensaje. Ni


siquiera el Duerme bien, Canim que Ev me había enviado todas las noches
durante un mes consecutivo. Lo que sea. Solo iba a tener que lidiar con
el dolor en mi estómago porque no podía permitirme concentrarme en
alguien que ni siquiera me deseaba.

Esto es lo que pasa cuando los niños pequeños dependen de ti: Uno
se apresura a trabajar hasta el más profundo de los dolores de cabeza,
sigues poniendo mantequilla de maní en los sándwiches, empacando
bolsas de viaje y trabajando un último turno antes de irte, porque no es
posible llamar vida a un corazón destrozado. En apariencia, yo era lo
mismo: despedirme de los niños, aceptar los buenos deseos de mis
compañeros de trabajo y clientes, darle un sermón a Renee sobre la
ausencia de invitados o fiestas durante la noche, pero por dentro era un
desastre. Echaba de menos a Ev, pero no quería ser ese tipo y
bombardearlo con mensajes de texto y también sabía que estaba pasando
un momento muy duro incluso sin nuestra discusión. A mi caja torácica
le dolía pensar que nuestra amistad era un factor estresante más en su
vida. A pesar de su obvio prejuicio contra los bisexuales y su terquedad,
todavía me gustaba muchísimo el chico.

Pero luego me sorprendió al enviar mensajes de texto cuando


estaba en el MAX de camino al Aeropuerto PDX.

Buena suerte en tu vuelo. Ve y gana.

Inmediatamente traté de llamarlo, pero fue directo al correo de voz.


Me conformé con enviar mensajes de texto: Te llamaré el domingo por la
noche, ¿de acuerdo?

Quería creer que esto entre nosotros podía ser salvable. Tenía que
creerlo.

146 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Porque lo amas. Oh, cómo quería que eso no fuera cierto. No quería
sentir que había perdido la mejor parte de mi día, el amanecer en el
monzón que era actualmente mi vida. No quería necesitarlo tanto,
preocuparme tanto por sus estúpidos prejuicios.

Una vez que pasé por seguridad, saqué mi teléfono nuevamente,


tratando de encontrar algún subtexto oculto en su mensaje.

Zumbido.

Otro texto. Mi corazón se aceleró. Tal vez podríamos resolver esto...

Oh espera. El mensaje era de Audrey de todas las personas.

¡Tan, tan, tan triste por tu amiga! :( :( Todas las señoras aquí de
Noche de Tejido están llorando.

Inmediatamente llamé a Audrey al número de la tienda, porque no


quería arriesgarme a que no recogiera su móvil.

—People’s Cup —dijo ella.

—¿Qué hay de mi amigo? ¿Qué le pasó a Ev? —exigí, sin tiempo


para las sutilezas.

—¿Ev? —Prácticamente podía escuchar su ceño—. No él. Mira,


Violet dijo que está en el hospital, ha estado allí unos días y dicen que va
a... —Audrey bajó la voz como si las palabras pudieran ser contagiosas—
. Morir pronto.

—Oh, mierda.

—Bueno, no dejes que te deprima demasiado, ¿de acuerdo? Todos


estamos alentándote para que vayas a ganar en grande. —Puso

147 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

deliberadamente mucha alegría en su voz, como si se supusiera que debía


ignorar la bomba que había dejado caer.

Ve y gana. Dije una excusa insulsa para terminar la llamada con


Audrey mientras ella todavía estaba diciendo locuras sobre sentirse
orgullosos en People’s Cup. Ve y gana. Solo preocúpate por tu viaje. Las
palabras de Ev sonaron en mis oídos.

Oh, Ev, hermoso bastardo.

Me había dejado colgarme en una soga de mis propias


inseguridades. Tal vez no se trataba de mi bisexualidad, tal vez nunca lo
había sido, pero me había dejado usar ese pretexto en lugar de decirme
la jodida verdad. Mira se estaba muriendo y él estaba solo y me había
mentido para que me fuera a este viaje.

Porque me amaba. Esa era la única explicación. ¿Verdad?

—Vuelo 987 Servicio a Los Ángeles comenzara embarque dentro de


poco... —El altavoz crepitó.

Marqué a Ev. Como esperaba, fue directo al correo de voz.

Mierda. Metí el teléfono en el bolsillo, pero golpeé un papel


extrañamente doblado. Lo saqué y vi que tenía mi nombre en la impresión
de bloque. Era la letra de Morgan porque la A era demasiado alta y la D
se inclinaba. Lo desdoblé.

¡LA FAMILIA DICE VE A GANAR! Decía la pancarta mal escrita


en la parte superior y debajo de ella estaban los cinco, no, seis de
nosotros. Ella también había dibujado a Ev, justo a mi lado, sosteniendo
la mano de mi figura de palo. A un lado estaba Renee, su crayón sonreía
tan frágil como la real en estos días. Ella y los niños me necesitaban para

148 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

abordar el avión, intentar ganar y conseguir la casa del volante.


Necesitábamos ese dinero.

Pero el dinero no era familia. Y Ev, era familia, incluso si no quería


serlo. Habría otras oportunidades, otras formas de hacer el dinero.
Encontraría una manera, de alguna forma. Pero solo había una
oportunidad para ayudar a Ev. Y no importaba si él no me quería, yo
sabía lo que iba a hacer, incluso con todas las células lógicas en mi
cuerpo gritando que me pusiera en fila para el avión.

149 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

No he publicado durante toda la semana. Lo siento amigos. No estoy


tejiendo en este momento. —Los hilos de Evren.

Sabía en qué hospital estaría Mira gracias a jugar de guía para Ev


y encontrarle restaurantes y parques en la zona para pasar el tiempo
mientras ella tenía tratamientos. Y el hospital estaba en la línea del tren
MAX, por lo que no fue tan difícil llegar desde el aeropuerto, pero no fue
la logística lo que me golpeó el pecho. Desafortunadamente, conocía muy
bien esta UCI en particular, parte de la pesadilla que fue consecuencia
del accidente de mamá y Greg. No estaba seguro de si Mira estaría allí o
en el piso de oncología, pero enfrentarme a mis propios demonios primero
parecía una buena idea, incluso si tuve que tomar varias respiraciones
profundas cuando salí del ascensor, olores y sonidos familiares me
golpearon.

Justo ahí había estado parado, sosteniendo a Renee sollozando


después que recibimos la mala noticia de que no había esperanza. Allí
estaba la pequeña sala donde nos habíamos reunido con el coordinador
de donantes de órganos. Y allá estaba...

Ev.

Estaba sentado solo en una pequeña sala de espera escondida


detrás de algunos helechos y fuera de la vista del ascensor y la vía pública
principal. Lo sabía bien. También podría tener un cartel que diga Llora
aquí porque era ese tipo de lugar, bien provisto de pañuelos desechables
y un televisor mudo que nadie veía. Él no me había visto todavía. En
cambio, su cabeza estaba inclinada hacia adelante, estudiando su

150 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

teléfono con una expresión que solo podía describirse como


completamente rota.

Sin querer asustarlo, di la vuelta, me senté a su lado y esperé a que


él levantara la vista.

—¡Brady! ¿Qué estás haciendo aquí? —Sus ojos se agrandaron


cuando registró mi apariencia—. No se supone que estés aquí.

— Sí, en realidad, lo estoy.—Lo sabía todo el camino hasta mis


suelas. Aquí era donde necesitaba estar.

—No hay nada que puedas hacer aquí. —Habló con honestidad
brutal—. Nadie puede. Sólo hay que esperar.

—Entonces voy a esperar contigo. Todo el tiempo que sea necesario.


Estoy aquí.

—Ella no te querría aquí. Ella querría que fueras, ganaras tu


concurso, obtuvieras el dinero para tu familia. —Sus palabras deberían
haberme cortado, pero sabía en mis entrañas que estaba mintiendo.

—Mentiroso —dije suavemente—. Ella estaría triste, tuve que


saltarme el concurso, claro, pero me querría aquí para ti, Ev.

No respondió, solo miró el anuncio de medicamentos en la


televisión como si contuviera todas las respuestas.

—La verdadera pregunta, sin embargo, es ¿qué es lo que realmente


quieres? No me siento culpable por perderme el concurso, ¿puedes
admitir que necesitas a alguien aquí?

Ev sacudió la cabeza tristemente.

151 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Debería poder hacer esto por mi cuenta. Ella me cuidó durante


tantos años, solo ella y Hala Tanya. Y mírame. Ni siquiera puedo darle...
el final que ella quería. Ella no está lúcida en este momento, pero odiaría
estar aquí. Me resistí al hospicio cuando supe que ella quería estar en
casa y ahora está aquí. Pensé que era solo un resfriado y la llevé a la sala
de emergencias...

—Oye. —Envolví un brazo alrededor de él—. No estás fallando. Has


hecho lo mejor que puedes. Y a veces todos necesitamos a alguien que
nos apoye.

Me miró fijamente y tuve que sonreír.

—Está bien, está bien, también apesto en eso. Pero me has


demostrado que no es tan malo pedir ayuda de vez en cuando. Me has
enseñado lo bueno que es tener a alguien con quien quejarse al final del
día.

—Es, es... difícil hacer lo mismo —Ev se hundió en mis brazos—.


Esto es lo más difícil que he hecho, Brady. Realmente lo es. Tuve que
dejar la habitación por un rato... Yo solo...

—Lo sé. —Froté sus hombros—. He estado allí. Renee no pudo


quedarse en la habitación más de unos pocos segundos.

—Solo desearía que hubiera algo que pudiera hacer además de


simplemente sentarme a... esperar. Ella firmó anticipadamente todos los
documentos de directrices hace semanas, por lo que no hay grandes
decisiones, pero la espera es horrible.

—Entonces nos sentaremos aquí juntos. No tienes que esperar


solo.

152 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Miró su teléfono de nuevo, una expresión de dolor cruzando su


rostro.

—Traté de llamar a mis padres. Me pidió que llamara. Tal vez


quieran venir, incluso después...

—¿Pero no lo hicieron?

—Dijeron que confiaban en mí para manejarlo. Y luego colgaron. Ni


siquiera una palabra comprensiva...

—Que se jodan. Ellos no merecen a ninguno de ustedes. Y no los


necesitas. —Pensé en mi propia madre, tan completamente
despreocupada sobre mi bisexualidad y cómo le hubiera gustado a ella.
Habría amado cómo estaba el alrededor con los niños. Mi garganta se
apretó.

Ev suspiró fuertemente.

—No me gusta que esté tan sola. Una mujer como ella merece una
familia a su lado.

—Ella no está sola. Te tiene Ev, di la verdad, ¿cuántos mensajes


tienes de las señoras de Noche de Tejido que quieren saber sobre Mira?
Estás rodeado de amor y no te estás permitiendo sentirlo.

—Docenas. —Se encogió de hombros sin poder hacer nada—. Pero


no sé qué decirles.

—Cuando tengas una actualización para ellas, me encargaré de


eso. —Enviar docenas de mensajes de texto y hacer llamadas telefónicas
era lo mínimo que estaba dispuesto a hacer por Ev.

—No vas a ir a Los Ángeles, ¿verdad? —Ev suspiró.

153 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—No. —Apreté su mano. Tenía tanto que quería decirle y las cosas
que necesitábamos resolver, pero en este momento lo único que
importaba era estar aquí para él.

—Sí... —Ev luchó por hablar—. Si ella se despierta lo suficiente


como para preguntar... ¿Le digo que a la familia ni siquiera le importó?

—Miente —dije con la mayor ternura—. ¿Y es por eso que estás


aquí? ¿Por qué no sabes que decir?

—No... Tal vez —murmuró, pateando la alfombra manchada—.


Tienes razón al mentirle sobre mis padres. Pero... No sé cómo decir adiós.

—No lo hagas. —Me puse de pie, alcanzando sus manos—. Vamos


a sentarnos con ella mientras duerme y puedes contarme cuándo viniste
a vivir con ella y con Hala Tanya. Quiero saber cómo aprendiste a tejer.

—Puedo hacer eso —dijo tembloroso.

Así que entramos en la pequeña habitación donde yacía Mira y nos


sentamos uno al lado del otro en sillas de plástico duro que no estaban
diseñadas para este tipo de vigilia. Hace diez años, tenía catorce años
cuando mi única abuela viva falleció de un cáncer en su casa con
cuidados paliativos y mi madre se había sentado con ella los últimos días,
llamándome para despedirme. Eso había sido algo lento, misterioso, casi
pacífico. Con mi madre, las cosas habían sido apresuradas, de alguna
manera una pesadilla borrosa, pero también una danza final lenta y
cuidadosamente escrita con la espera del equipo de trasplante de
órganos. Aquí no había prisa ni guión. Nos sentamos, Ev sosteniendo su
mano y yo sosteniendo la mano de Ev y Ev contaba historias y ella dormía
de forma inestable respirando cada vez menos profundo. Me reí en los
lugares correctos, hice preguntas, sostuve su mano y deseé que hubiera
una forma de evitar esto.

154 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Algo cambió el aire de la habitación, un tirón en su respiración, un


pitido errante de un monitor, no podría haber dicho qué, pero de repente
lo supe.

—Ev —apreté su mano con fuerza—. Ev. Díselo ahora.

—¿Es hora? —Me miró con los ojos muy abiertos.

—Pronto. —Asentí, una certeza nacida no por los monitores sino


por el frío en la base de mi cuello.

—Hala Mira... —Se movió para poder besar su mano, luego su


frente como de papel. Su voz se quebró antes que se convirtiera en turco
cuando los picos en el monitor se hicieron más y más bajos. En un
momento dado, una enfermera entró en la habitación, luego otra y Ev
dejó de hablar y luego solo fui yo quien lo sostuvo en el pasillo, él se
esforzaba tanto en no llorar, yo intentaba mantenerlo, las lágrimas
corrían por mi mejilla.

—Le dije... —Ev trató de hablar, luego se fue apagando.

—Está bien. No tienes que decirme.

—Le dije que ella era la madre de mi alma, pero creo que no me
oyó.

—Ella lo sabía.

—Y le dije que lo haría... me quedaría con la tienda por ella.

—Oh, Ev... —Mis ojos volvieron a picar—. Esa es una gran


promesa.

—Es una que estaba dispuesto hacer.

155 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Ella no te culparía si cambiaras...

—Lo haré —dijo, más firme ahora—. Puedo hacer esto, Brady.
Necesito hacer esto.

—Te amo. —Era el momento equivocado para hacer tal declaración,


pero no pude aguantarlo por más tiempo ante su tremendo coraje.

La cara oscurecida de Ev me dijo que tampoco estaba loco por el


momento, pero eludió ligeramente el problema.

—Mira te amaba mucho, también. Y a los niños.

—Quiero decir te amo, Ev. No a Mira, aunque en realidad yo


también la amaba, pero no como te quiero a ti. Y estoy muy orgulloso de
ti.

Abrió la boca, luego la cerró.

—Está bien. No tienes que decir nada. Vamos a trabajar en ello,


¿de acuerdo? —Le acaricié los brazos. Eso era todo lo que importaba en
este momento, que él supiera que no estaba enojado acerca de sus bien
intencionadas mentiras y que íbamos a descubrir cómo estar juntos—.
Vamos a llevarte a casa, a comer algo y dormir.

—Sin comida. —Se frotó el estómago, que tenía que estar revuelto.

—Ya lo veremos. —Mantuve los movimientos lentos y constantes


en sus brazos—. Ahora dame tus llaves y vamos a llevarte a casa.

Después que Ev manejó el papeleo necesario, lo llevé al auto,


inundado de emoción por él. Ni siquiera importaba si no podía devolver
por completo mis sentimientos. Lo que importaba era lo bien que se
sentía al dejarme entrar, aunque sea un poco, dejándome ayudar.

156 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Fue bien después de las dos de la madrugada cuando regresamos


al lugar de Ev. Estaba inquietantemente silencioso, el aire era rancio y
opresivo, como si no hubiera circulado en días. Como la mayoría de los
edificios en el vecindario, Ev no tenía aire acondicionado, así que empecé
a abrir ventanas incluso cuando Ev estaba allí, sin moverse más allá del
pasillo.

Me sacudió peor que cualquier caída de patineta ver a Ev, alto y


fuerte tan aplastado. Traté de envolver mis brazos alrededor de él, pero
él me empujó lejos.

—No ahora, AsKim. No puedo. —Su voz era áspera y sus manos
apretadas, como si estuviera trabajando dos veces para no llorar delante
de mí.

—Ducha —dije en el mismo tono firme que usó conmigo. Lo dirigí


hacia el gran baño de azulejos blancos del pasillo, abriéndole el agua
mientras él se desnudaba.

Ev era de cocinar, yo no, pero después de empujarlo en la ducha,


encontré un cartón de caldo de pollo, calenté una taza y le hice a Ev un
panecillo inglés tostado con mantequilla. Recordé cómo Ev agregaba
perejil a casi todo, así que corté un poco y lo rocié sobre el caldo. Los llevé
a su habitación para esperar que saliera de la ducha, pero lo encontré
boca abajo en la cama, con la toalla torcida, las cobijas ni siquiera
retiradas, roncando suavemente. No estaba dispuesto a molestarlo, tiré
de la manta extra que tenía a los pies de la cama, en torno a él y devolví
la comida a la cocina.

Estaba demasiado alterado para comer o dormir yo mismo. Saqué


mi teléfono, temiendo la llamada que tenía a hacer. Ya había llamado a
las familias que cuidaban de Jonas y las gemelas desde el hospital,

157 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

haciéndoles saber que estaba en la ciudad y ocupado con una crisis, pero
que recogería a los niños mañana. No habían sido más que
comprensivos, pero no estaba seguro de si esperar esa misma
compasión de Renee.

Ella recogió al primer timbre, a pesar de la hora tardía.

—¡Brady! ¿Cómo está LA?

Sonaba tan alegre como si hubiera tenido un doble disparo de


expreso y podía escuchar el murmullo de voces en el fondo.
Definitivamente no estaba en casa.

—No estoy allí. —Tomé una respiración profunda—. Estoy con Ev.
Mira murió esta noche. Lo siento, cariño, porque sé que contabas
conmigo...

Sus sollozos me interrumpieron, pero no por la razón que estaba


pensando.

—Pobre Ev —ella se ahogó—. Eso es terrible.

—Sé que contabas con el concurso...

—No me importa eso ahora —sollozó. Alguien detrás de ella hizo


ruidos calmantes. Por primera vez, estuve agradecido por el infame
Indigo.

—Él no debería estar solo, Brady. No lo dejes estar solo. —Su voz
estaba ahogada ahora, como si estuviera apoyada en alguien.

—No lo haré. —Mi garganta sentía como si estuviera inhalando


uno de los suéteres Ev. Sabía que, como yo, ella estaba recordando esos
terribles primeros días después del accidente.

158 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Debo saltarme el viaje mañana? ¿Ir a ayudar?

—Ve. Obtiene una A en la clase. Puedes ayudar el domingo cuando


regreses. —Honestamente, no estaba seguro de poder lidiar con sus
problemas de duelo, los míos y aún sostener a Ev.

—Lo haré. Lo prometo. —Ella colgó, prometiendo ayudar más la


próxima semana y llena de disculpas por su comportamiento reciente que
aparté a un lado suavemente. Ahora no era el momento para pensar en
nuestras peleas.

Me guardé mi teléfono en el bolsillo, examiné el apartamento y


limpié las pequeñas cosas que indicaban que Ev se había ido al hospital
a toda prisa: platos en el fregadero, revistas extendidas en la sala de estar
y té en una taza junto a la silla de Mira. Con los ojos ardiendo, limpié esa
zona con una especie de reverencia. Doblé cuidadosamente su chal y
mantas tejidas, luego limpié las filas de botellas de medicamentos y vasos
de agua en su mesa especial antes de mover la mesa al lado de la
habitación. Realmente no ayudó, la habitación todavía parecía llorar por
la ausencia de Mira, cada objeto parecía desolado y solitario.

Finalmente, las horas de vigilia me alcanzaron y volví a la


habitación de Ev. Se había acurrucado contra la pared, bajo el edredón
principal en algún momento. Su forma se veía más pequeña de lo normal,
con los hombros anchos doblados hacia dentro. Desnudándome, me metí
detrás de él. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que había dormido
junto a otro adulto? Viendo a Ev dormir, no pude hacer que mi cerebro
borroso hiciera los cálculos, pero fueron años. Y nunca con Ev. Habíamos
tenido esta... cosa por meses y esta era la primera vez que escuchaba el
suave retumbar de sus ronquidos o veía el abanico perfecto de sus
pestañas.

159 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Necesitaba apagar la luz, pero me di un momento para memorizar


esta versión de Ev. Cuando apagué la lámpara de noche antigua, él rodó
hacia mí, con los brazos rodeándome para abrazarme. Mi corazón
literalmente tartamudeó en mi pecho; sentí que mis músculos se
contraían con la fuerza de la emoción que luchaba por mantener. Ev me
frotó el cuello y me acomodó como si fuera su almohada personal peluda.

Suspiré, toda tensión abandonando mi cuerpo. No importaba lo


horrible que hubiera sido mi día, esto era muy bueno. Aún
principalmente dormido, los labios de Ev se arrastraron torpemente de
mi cuello para encontrar mi boca. Me encontré con él fácilmente, con
impaciencia y su beso torpe se convirtió en algo más urgente, más crudo
y más despierto.

Parpadeando, se apartó.

—En realidad estás aquí.

—Sí. —Lo tiré de vuelta, la polla más comprometida que el cerebro.


Pero no me perdí el momento en que se despertó más, todo lo golpeó de
nuevo. Se dejó caer sobre la almohada, un torrente de maldiciones turcas
procedentes de su boca.

—Oye. —Pasé una mano por su pecho.

—Lo siento. —Él no movió mi mano, así que continué haciendo


movimientos largos y calmantes—. ¿Por qué estás aquí? ¿No te necesitan
los niños?

Me necesitas. Sin embargo, no dije eso porque sabía que iba a


protestar.

160 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Todos piensan que estoy en Los Ángeles. Tengo mi móvil si hay


una emergencia. Mañana arreglaré todo.

—Mañana. Los arreglos. Debería empezar algunas listas... —Ev se


sentó.

Y oh no, no estábamos teniendo nada de eso. Lo empujé hacia


atrás, a horcajadas en su cintura para mantenerlo abajo.

—Mañana, Ev. Mañana es suficiente para todo lo que ambos


tenemos que hacer. En este momento, nos vamos a dormir.

—Esto no está durmiendo —señaló Ev, mirando directamente


hacia nuestras pollas, ninguna de las cuales estaba en lo más mínimo
dormida.

—No. —Dejé que me tirara hacia abajo en busca de un largo beso.


Justo cuando pude sentir las dudas reunidas en su cerebro otra vez, besé
mi camino hacia el sur, acariciando un camino tierno por su pecho y
estómago ligeramente cubierto de pelo. Me encantaba la suavidad de su
estómago, ya que Ev era delgado y suave, su estómago conservaba una
realidad entrañable que disfrutaba mucho más que cualquier paquete de
seis.

—Está mal —susurró Ev—. Desearte tanto... ahora. —Su mano se


deslizó por mi cabello, soltando mi cola de caballo.

—No, es absoluta, perfectamente correcto. —Dejé caer dos besos


cerca de su ombligo—. Esto es lo que ambos necesitamos en este
momento.

—Tal vez, pero todavía se siente... apagado.

161 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Le di una pequeña lamida en el estómago antes de responderle. Yo


sabía exactamente lo que quería decir. El aire se sentía más agudo, mis
sentidos aumentados, como si alguien hubiera arrancado la capa
superior de mi piel y sabía que lo que él sentía era mil veces peor. Pero
también me di cuenta por la tensión en los músculos de Ev que no se iba
a volver a dormir pronto. No podría importarme menos correrme yo
mismo, quería que Ev descansara y el orgasmo era la forma más segura
que conocía para que estuviera deshuesado y con sueño y sacarlo de su
cabeza por un momento. Él necesitaba eso.

—¿Quieres que me detenga? —Le di otro beso antes que pudiera


contestar.

Él bostezo. Una mano se posó sobre mi hombro desnudo.

—Sí. No. Sí. ¿Cómo nunca te he visto completamente desnudo


antes?

Me reí.

—Porque eres un demonio pervertido. —No mencioné que los dos


estábamos demasiado ocupados con la vida para que pasara el tiempo
feliz y desnudo muy a menudo—. ¿Qué tal si piensas en mí como tu
pastilla para dormir de tamaño humano y solo me dejas hacer esto por
ti?

—Joder. —Otra, muy rara maldición de Ev—. No quiero pensar en


este momento.

—Entonces no lo hagas. —Me escabullí hacia atrás y tragué su


polla hasta la raíz.

—Joder . —Su voz era más gutural—. Amo tu boca.

162 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Yo sabía que lo hacía y exploté ese conocimiento, trabajándolo con


mi lengua mientras lo sostenía profundamente. Ev normalmente estaba
a cargo de lo que hiciéramos. Él marcaría el ritmo y la profundidad,
controlando cuánto podía saborear de esa manera autoritaria que tanto
quería, pero esta libertad de profundizar tanto como yo quería también
era bastante emocionante. Me encantó la forma en que su prepucio se
deslizó contra mi lengua, me encantó el sabor de su pre-semen, me
encantó el grueso peso de él en mi lengua.

Hacer esto por él era mejor que una ducha, lavando las mierdas de
los últimos días: la estúpida discusión con él, el hospital, la impotencia
ante el hecho de no poder hacer más por él. Yo podía hacer esto, podría
recordarle lo maravilloso que podían ser nuestros cuerpos, incluso en los
días en que nuestros corazones se rompían. Él necesitaba esto, incluso
si no quería admitirlo. Necesitaba el poder profundo y purificador del
orgasmo y yo podía darle eso.

Jadeó y se quedó sin aliento, no era un gemidor ruidoso, ni siquiera


liberado de la necesidad de estar tranquilo, pero el enganche en su
aliento, la tensión en sus muslos, el apretón de su mano en mi pelo, todo
me decía que se estaba acercando.

—Date la vuelta —ordenó. Era tan bueno escuchar de nuevo la


firmeza en su voz que obedecí, moviéndome para que ambos
estuviéramos de nuestro lado. Sesenta y nueve no era una de mis cosas
favoritas; prefería ir a un estado zen como oral, donde todo se reducía a
mi boca y lo que podía hacer por otra persona, pero Ev se aferró a mi
pene con un entusiasmo casi febril, y reconsideré mi postura.

La energía fluyó entre nosotros. No se trataba solo de pollas y


bocas, se trataba de lo que nos podíamos dar el uno al otro, incluso en
las horas más oscuras de la noche, lo que podríamos ser el uno para el

163 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

otro. Y no importaba quien se vino primero o segundo, o que mi propio


orgasmo se sintió cálido y suave, no la marea habitual de gemidos
jadeantes cuando era arrojado a una costa rocosa. No, este era un ballet
fluido, dejado por los silenciosos murmullos de Ev y las manos gráciles
sobre mi cuerpo y suavemente me depositó sobre un colchón de plumas
de buenos sentimientos. Cuando volví a la tierra, me moví de nuevo,
envolviéndome a mí mismo alrededor de él.

—Duerme —susurré, solo para descubrir que ya lo estaba.

Por favor, déjame ser suficiente para él, recé en su lugar. Quería
más que estar aquí por Ev en su dolor. Quería un futuro real juntos y por
primera vez, estaba cien por ciento listo para luchar por eso.

164 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Queridos amigos, voy a compartir un recuerdo amado, uno que


mantengo cerca de mi corazón. Cuando tenía catorce años y mi Hala Mira
no sabía qué hacer con este niño alto y desgarbado corriendo de ella fuera
de casa y en casa, me puso a trabajar rápidamente, haciendo bolas con la
enrolladora para ella y sus clientes. Ella me hizo poner etiquetas de precio
en la mercancía y mantener la tienda bien barrida, pero me quejé. Oh, cómo
me quejé, amigos. Tejer era un trabajo de mujeres. El trabajo de las
mujeres extravagantes. Estaba rodeado por un bufé de fibras de un rey,
pero todo lo que podía pensar era que los verdaderos hombres no tejían. Y
ciertamente no acariciaban el hilo cuando pensaban que nadie estaba
mirando. Verás, yo ya era un poco sensible acerca de lo que los verdaderos
hombres hacían y no hacían. Siendo gay ya me había rechazado la única
familia que había conocido. Aquí estaba en una ciudad extraña con dos
mujeres excéntricas y sin amigos. ¿Tejido de punto? Me burlé cada vez que
ella me ofrecía enseñarme, en lugar de salir a patear una pelota de fútbol
contra la casa o correr al parque. Cosas de hombres, pensé. Yo la rechacé
una y otra vez, pero ella nunca dejó de ofrecerse a enseñarme.

—Te veo —bromeó—. Te veo tocando ese merino. Quiere ser un


sombrero.

—No lo hace —repliqué, sorprendiéndome a mí mismo—. Quiere ser


un par de guantes.

—Oh mí, Askim, eso es ambicioso. Nadie hace guantes como su


primer proyecto.

165 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Te dibujaré una imagen. Los tejeras para mí —dije con todo lo
imperioso de mi padre al ordenar su té.

—No lo haré. — Hala Mira se rió de mí. Ella se rió en la cara de miles
de años de las normas de género en nuestra cultura. Mi padre y mis tíos
no la intimidaron en lo más mínimo, así que no fue de extrañar que mi
intento de un tono dominante fracasara estrepitosamente—. Pero tienes
razón en tener miedo. Los guantes son demasiado difíciles incluso para
algunos tejedores de larga data. No me gustan inmensamente. Un montón
de cosas complicadas. Probablemente no puedas manejar una bufanda
de esa mezcla gruesa de allí.

Ella me tenía. Ella lo sabía por supuesto. Un poco de psicología


inversa y un poco de desafío y finalmente tomé su cebo y dejé que me
mostrara cómo lanzar. Y así, queridos amigos, cuando escriban y me
pregunten cuál debe ser el primer proyecto de alguien, permítanme tener
claro que hablo por experiencia cuando digo: cualquier cosa menos
guantes.

Hoy envié a Hala Mira a su último viaje, en el que no puedo


acompañarla y me puse esos guantes en el bolsillo, a pesar que son viejos
y están apolillados, con más puntos de los que jamás habría admitido,
queridos amigos. Verán, mi Hala Mira no solo me mostró cómo tejer, ella
me enseñó cómo abrazar la vida. Cómo amarla, vuelta a vuelta, como
hacíamos algo hermoso de las ruinas destrozadas de la infancia. Y ahora,
amigos, debo descubrir cómo hacerlo solo. No sé si pueda. —Los hilos de
Evren.

Temprano en la mañana, fui con Ev a la funeraria para hacer los


arreglos en los que nadie quiere pensar. Estaba mucho menos
conmocionado que con mamá y Greg y mucho más capaz de ayudar a Ev
a tomar decisiones. Es curioso cómo la vida nos obliga a tomar una serie

166 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

de decisiones triviales en un momento en que nos enfrentamos a algunos


de nuestros dilemas más grandes. ¿Me había estado recuperando de las
visitas de los trabajadores sociales y un hombre de oficio con un mal traje
quería que escogiera un ¿color de urna? Jaja. Traté de proteger a Ev de
las cosas tontas, pero principalmente sostuve su mano y desafié a
cualquiera a objetar eso.

Y luego, aún cuando nos agota, la vida nos otorga algunas de sus
más grandes bondades al mismo tiempo. Cuando regresamos a la tienda
después de la funeraria, Ev entró por el frente porque quería contarle a
Adele, la recepcionista, acerca de los arreglos y asegurarse que estaba
bien. Le había ofrecido el día libre y cerrar la tienda ese día, pero ella
insistió en venir para abrirla.

—Ev. —Corrió por la tienda para darle un gran abrazo. Y luego tuvo
uno para mí también, a pesar que apenas nos conocíamos. Sus rastas
rebotaron con sus movimientos y sus largas y elegantes uñas de color
rosa atadas a nuestros cuellos. Afortunadamente, había tenido una
camisa de vestir en la bolsa que había empacado para Los Ángeles. El día
parecía exigir más que una camiseta de People’s Cup.

—Las cosas van bien, ¿verdad? —preguntó Ev a Adele.

—Intenté enviar mensajes de texto, pero eh, Ev, ¿dónde quieres


toda la comida? —Adele hizo un gesto hacia la parte trasera de la tienda.

—¿Comida? —Las cejas de Ev se arrugaron.

—Ha sido un flujo constante de cazuelas desde que abrimos a las


nueve. Creo que he visto a todos nuestros clientes habituales y aún no
son las once. —Nos llevó a la sala de clases en la parte trasera de la
tienda, donde las tres mesas estaban cubiertas de flores y comida. En la
verdadera moda del noroeste, la mayoría estaba etiquetada con sus

167 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

ingredientes, proclamando con orgullo los alérgenos que habían logrado


eliminar.

—Pero... —Ev tartamudeó—. Sólo soy yo.

Mi corazón se estremeció que lo hubiera dicho. Pero no lo corregí


en ese frente en ese momento.

—Ev, dijiste que Mira merecía estar rodeada de familia, ella lo


estaba. Esta era su familia. Su pueblo. Y mira lo querida que era.

La voz de Ev se había roto mucho la noche anterior y sus manos


temblaban y había habido una buena cantidad de lavado de cara, pero
en realidad no lo había visto llorar hasta ese momento. Las lágrimas se
derramaron por su rostro y lo empujé en una silla cercana, agachándome
frente a él, sin decir nada, solo sosteniendo sus manos y dejándolo llorar.

—Crecí aquí —dijo tembloroso—. Pero no lo vi como mi hogar hasta


que fue demasiado tarde. Me quedé mucho tiempo en Nueva York. Pista
perdida...

—Nunca la perdiste. Nunca. No cuando contaba.

—Pero no vi esto... familia antes.

—Tal vez no estabas listo. —Mi propia voz no era demasiado firme.
Pensé en los pequeños regalos que Mira me había dado para las chicas.
Pensé en lo duro que había trabajado para no contarle a muchas
personas lo que pasé para mantener la custodia de los niños. Tal vez yo
también había sido ajeno a esta comunidad. Tal vez, como Ev, había
estado asustado de abrazarla por completo.

168 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Ev y yo permanecimos sentados allí por mucho tiempo hasta que


finalmente parpadeó y miró a su alrededor, como si finalmente hubiera
vuelto a unir su cuerpo.

—¿Brady? ¿Qué vamos a hacer con esta comida?

—Tengo una idea —dije y me levanté para convocar a Adele para


que sucediera. Entonces hice lo que siempre intenté evitar y llamé a mi
jefe para pedirle un favor.

Comenzaron a llegar a People’s Cup a las cinco y media. Primero


Violet, con flores para las mesas y un enorme abrazo para Ev. Ella me
puso a reorganizar mesas y sillas. Porque, por supuesto, cualquier
acuerdo que Audrey y yo habíamos hecho treinta minutos antes no era
lo suficientemente bueno. Unos minutos más tarde, las trillizas siguieron
a Adele, ayudándola a llevar las cazuelas. Detrás de ella, Jonas sacó
nuestra vieja carreta, cargada con más comida. Poco a poco, el resto de
la familia de Noche de Tejido apareció, la mayoría un poco más elegante
de lo habitual, muchos con cardigans fuera de temporada y calcetines de
punto. Raramente esposos e hijos hicieron apariciones, algo que las
gemelas y Jonas celebraron reclamando una mesa trasera para sus
nuevos amigos. Randy estaba allí, ayudando a organizar la comida a lo
largo de la cafetería. Para mi sorpresa, él estuvo de acuerdo con mi plan
de cerrar el negocio. Ni siquiera le había dicho a él ni a Chris cuando
mamá murió porque tenía mucho miedo de perder el trabajo. Tal vez eso
había sido un error. Algunos otros dueños de negocios también habían
cerrado temprano y se habían presentado con comida y condolencias
para Ev, incluyendo a ambos dueños de papelería, quienes estaban
logrando pararse uno al otro sin llamas lanzándose de sus ojos. Quizás
el legado de Mira fue una estela improvisada para el corazón y el alma de
nuestro vecindario y comunidad y fue más sincero que cualquier cosa
formal podría haber sido.

169 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

La gente compartió las historias de Mira y mostró proyectos con los


que había ayudado. Ev estaba rodeado de amor y él no era el único que
había insistido en ser una isla de autosuficiencia durante demasiado
tiempo. Él no había necesitado pasar por el final de Mira solo y yo no
necesitaba estar tan solo con los niños. Esta comunidad siempre había
estado aquí y ambos nos habíamos negado a verla por nuestras propias
y tontas razones. Dos años caminé solo y tal vez ya no tenía que hacerlo.
Tal vez estaba bien envolverme en la trama de la comunidad y unir mi
vida a la de Ev.

A pesar de mi nueva resolución, no estaba seguro de si Ev


realmente se sentía de la misma manera y tuve que esforzarme para no
dejar que las dudas arruinaran este sentimiento agradable y confuso.

Fue asaltado por un flujo constante de personas, así que fui y le


preparé un plato, teniendo cuidado de evitar cualquier cosa que pudiera
tener carne de cerdo, luego le preparé un café, muy dulce y le llevé
ambos.

—Ev necesita comer —le dije a las damas que lo rodeaban,


empujando para poder darle el plato.

—No tengo hambre —dijo Ev con cansancio.

—Y has estado de pie demasiado tiempo —Ignoré sus protestas y


lo llevé a una silla cerca de Violet y las trillizas—. Ahora come.

El suspiro de Ev fue más pesado que nuestra entrega semanal de


granos de café.

—Ella habría amado esto. —Hizo un gesto hacia la reunión que nos
rodeaba.

170 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Y ella te habría amado comiendo, también —insté.

—Ella no podía saborear nada al final. —Ev ignoró mis súplicas.

—Lo hiciste muy bien con ella —interrumpió Violet—. Necesitas


mantener tu fuerza.

—Lo necesitarás —agregó la trilliza rosada, que había traído una


cazuela de quinua y edamame—. ¿He oído que te estás haciendo cargo
de la tienda? ¿No volverás a Nueva York?

Ev hizo una pausa, tragó saliva y me encontré conteniendo la


respiración. Este era el momento de la verdad. Lo que sea que me había
dicho en medio del dolor en el hospital, nadie podía obligarlo a eso. Pero,
¿qué quería realmente Ev? Finalmente, habló.

—Sí. Iplik continuará como ella hubiera querido. Mi vida está aquí
ahora. —Me miró y la luz del sol me atravesó el corazón. Debería haber
sido el día más sombrío, pero esa mirada me tenía listo para bailar.

Un potente murmullo recorrió la sala a medida que se difundían


las noticias sobre el pronunciamiento de Ev y luego hubo una ola de
aplausos que culminó con la palmada de los otros dueños de negocios.
Randy y el resto le dieron la bienvenida a Ev en sus filas y las tejedoras
celebraron incluso mientras lloraban.

—Ahora come —dije mientras el clamor se apagaba.

—Vas a ser el novio más insoportable, ¿verdad? —Él me sonrió,


una débil, pero el afecto genuino todavía estaba allí.

Esperé hasta que Violet y las trillizas volvieron a hablar de patrones


de puntadas antes de responder bajando mi voz.

171 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Depende. ¿Exactamente qué tipo tienes en mente? ¿El amigo


que es hombre de verdad?

—Eso es cierto —su voz era un susurro, pero sus ojos brillaron por
primera vez en todo el día—. Pero también quiero el tipo exclusivo. El tú
y yo por siempre. El tipo de “estás durmiendo conmigo esta noche”.

—No puedo. —El arrepentimiento entrelazó mis palabras. Siempre


iba a ser atenuada por el peso de mis responsabilidades y esa era la
verdad—. Tengo a los niños. Renee está en su viaje de geología todavía.
Ella envía su amor.

Sabía que se lo estaba tomando mal y cuando regresara,


tendríamos una larga conversación y trabajaríamos en un nuevo arreglo,
uno que nos permitiera a los dos tener vidas. Y tal vez, eventualmente,
en el camino, me apoyaría en Ev, no en ella. Porque eso estaba bien y
correcto.

—Tienen sacos de dormir, ¿verdad? Los vi llegar de sus pijamadas.


—Como de costumbre, Ev tenía la solución—. Pueden tener una fiesta de
pijamas en la sala de estar. Llena ese espacio con unas cuantas películas
y palomitas de maíz. Moveremos la silla para que tengan lugar para
extenderse.

—Lo haces sonar tan fácil.

—Porque lo es. —Me dio una sonrisa indulgente.

—Los niños y yo... Somos un paquete, ¿sabes? Esto no es una cosa


temporal, voy a ser su guardián para siempre y con quien quiera que este
tiene que entenderlo.

172 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Lo hago. —Me silenció con un breve y suave beso—. No estoy


hablando de reorganizar por una noche. Son parte de tu vida y los quiero
y a ti en la mía.

—Está bien —dije, un poco inestable.

Otro paso adelante, otro paso, no lejos de Mira pero hacia una
vida donde podríamos llorar y amar juntos.

La sonrisa de Ev se volvió algo más caliente, algo casi salvaje y me


estremecí un poco. Sí, podría comprometerme e ir de acuerdo con el plan
de dormir si significara más sonrisas como esa.

173 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Queridos amigos, estoy absolutamente impresionado por la efusión


de amor y los comentarios. Ayer fue el día más oscuro de mi vida, pero hoy
hay pequeños rayos de sol, uno para cada uno de ustedes y todos nuestros
amigos locales que rompen el cielo gris. Hace poco, mi amigo, el barista y
yo, movimos la silla de Hala de la sala de estar. Hicimos espacio para
risitas y cuentos y peleas de palomitas de maíz. Y eso fue correcto y bueno.
Su casa no se quedará en silencio por mucho tiempo, creo y eso es
exactamente lo que ella hubiera querido. Este lugar sonará con risas y
pasos y su más querido deseo: que se llene con el tipo de amor que
compartió con Hala Tanya también se hará realidad. Yo pienso. Espero.
Rezo. Veo esta imagen resplandeciente que espero sea el futuro y no un
espejismo. Con ese fin, por primera vez en casi una semana, recogí mis
agujas. Mi barista necesita otro par de calcetines. —Los hilos de Evren.

Cuando hice las maletas a los niños para la fiesta de pijamas


improvisada, agarré dos artículos de la caja secreta que guardaba debajo
de mi cama. Planificación esperanzadora, se podría decir. La verdad era
que el sexo, era la única área en la que todavía estaba un poco inseguro.
No solo teníamos muy poco, sino que no estaba seguro de que Ev confiara
completamente en que él era todo lo que siempre necesitaría. Y mientras
estaba siendo honesto, quizás también tenía algunas dudas. Habíamos
tenido relaciones sexuales rápidas y de consuelo llenas de dolor, pero aún
así parecía que no habíamos hecho el amor todavía.

Algo que tenía toda la intención de rectificar. Me aseguré que todos


los niños estuvieran profundamente dormidos después de la película y la
historia, luego dije una oración de gratitud porque la habitación de Ev

174 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

era la más alejada de la sala de estar, en el pasillo largo y estrecho que


también albergaba la habitación de Mira, el baño y una pequeña oficina.
Y su puerta cerrada con llave. Hice a un lado cualquier punzada de culpa
por haber desarraigado a los niños por esta noche. Esta era una gran
aventura para ellos y poco a poco me estaba dando cuenta que a veces
estaba bien poner mis propias necesidades o las de Ev primero. Cuando
abrí la puerta, Ev estaba sentado con las piernas cruzadas en la cama,
con el portátil frente a él y agujas de tejer en las manos.

—Oh, hola. —Miró hacia arriba, dándome una amplia sonrisa—.


Estaba terminando mi blog por hoy.

—¿Alguna vez me vas a dejar ver este misterioso blog de tejido


tuyo? —Me escabullí detrás de él, poniéndome sobre su espalda. En
broma, había amenazado con buscarlo en Google unas cuantas veces,
pero al final no lo había hecho, queriendo que tuviera su privacidad hasta
que estuviera listo para compartir.

—Por supuesto. —Ev pulsó una tecla y Los hilos de Evren apareció
en la pantalla. El blog era tan elegante como uno podría esperar de las
fuentes clásicas de Ev, el diseño simple, y las fotografías más hermosas
y artísticas de los artículos tejidos. Pero fue su prosa la que más me
impresionó.

—¿Estoy recibiendo calcetines? —pregunté, besando su cuello.

Ev levantó la bola de hilo multicolor.

—Sí. No se me ha escapado la frecuencia con que usas los otros.


Estos serán de rayas de colores. Los dos necesitamos un poco de color.

175 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Sí. —Besé el lugar justo debajo de su oreja. En verdad, él podría


tejerme algo en verde vómito y todavía lo usaría con orgullo. Cualquier
cosa que lo hiciera feliz de tejer, estaba completamente a favor.

Ev hizo su ruido cuando le presté más atención a su oído.

—Déjame guardar el portátil, ¿sí?

—Buena idea. No queremos que nadie salga empalado por agujas


tampoco. —Hice un gesto a su tejido de punto.

Dejó sus cosas a un lado, luego me dio una mirada larga,


considerando.

—Ahora, ¿qué haré contigo?

—Si estamos votando, me gustaría molerme contigo por mucho,


mucho tiempo hasta que mis labios estén sensibles por los besos y mi
polla esté a punto de explotar.

—¿Puedo sujetarte? —Los destellos en los ojos oscuros de Ev me


dijeron que esto no era realmente una negociación.

—Por supuesto. Tenemos horas. —Horas hermosas y lujosas—.


Puedes atarme como sigues amenazando.

—Quizás. Pero primero, desnúdate para mí.

—¿Qué es esto? ¿Puedo estar desnudo? —Me reí cuando salté de


la cama, muy feliz de darle un poco de espectáculo.

—Me di cuenta que no pude ver a mi novio anoche. También me


divierte.

176 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Bueno, entonces. —Me desabroché la camisa lentamente,


provocándolo con destellos de mi camiseta en lugar de mi pecho, luego
me quité la camiseta con la misma deliberación. Hice una pausa cuando
llegué a mis pantalones, amando el aspecto de atención absorta en su
rostro. Mi mano rozó los artículos en mi bolsillo. No iba a haber un mejor
momento que ahora para mencionarlo.

—¿Cuánto espectáculo te gustaría? —pregunté, tocando el borde


del bolsillo.

—¿Qué tienes en mente?

Respirando profundamente, retiré el lubricante y el delgado tapón


que había escondido allí.

—¿Te gustaría verme meterme el dedo y poner esto antes de


molernos?

De manera típica Ev, no respondió de inmediato, pensando.


Estrechando los ojos.

—No tenemos que follar. Nunca. Pero a veces me gusta un poco de


penetración. Y pensé que esto podría ser un compromiso sexy.

—No estoy totalmente en contra de follarte. —Una pequeña sonrisa


tiró de las comisuras de la boca de Ev.

—Pero no tienes que hacerlo. —Alcancé su mano—. Quise decir lo


que dije ayer, Ev. Te quiero. Eres todo lo que siempre he querido. Todo.
Y sé que no confías en los bisexuales...

—Pssh. —Ev hizo un gesto despectivo de su mano—. Mi pasado ya


está hecho. Confío en ti. Completamente. Eso es todo lo que realmente
importa.

177 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Si —le dije. Sus palabras me calentaron más que el aire de


principios de verano en mi piel—. Lo eres para mí, Ev. Tú realmente lo
eres.

—Te creo. —Ev lamió su labio inferior—. Ahora, sobre tu petición...


¿Está mal que te estés tocando para mis ojos y me excite más que la idea
de que yo te toque a ti?

—Nada está mal entre nosotros. —Me incliné y lo besé.

Con cuidado, dobló las sábanas sobre la cama y luego palmeó un


punto en la parte inferior.

—Ven entonces. Muéstrame.

Hizo un trabajo rápido y eficiente con su propia ropa antes de volver


a meterse en la cama, con las piernas dobladas debajo de él.

Me sacudí un poco mientras me quitaba los pantalones, luego me


recosté contra el borde, con las piernas abiertas. Sabía que era mejor no
mencionar a compañeros anteriores con Ev, pero esta no era la primera
vez que jugaba así frente a uno. Tenía una ex novia a la que le había
encantado ordenarme que cumpliera sus órdenes mientras miraba y
había descubierto que tenía una perversión real por ser observado por
ojos dominantes.

Moviendo mis anillos de pezón, jadeé, dejando que Ev viera cuánto


me gustaba esto.

—Esos son míos —dijo Ev en su tono más dominante—. Tú te


centraras en tu... tarea.

Mierda. Un pequeño gemido escapó de mi boca. Él sabía


exactamente cómo girar mi manivela.

178 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Bajé mi mano más abajo, arrastrándola sobre mi estómago. Apreté


mi polla pero apenas tuve un golpe antes de que Ev hiciera un ruido de
tsk.

—Nada de eso tampoco. Yo me encargaré de eso. Tus manos tienen


mejores cosas que hacer, ¿verdad?

—Estas matándome, Ev —gemí.

—Lentamente —estuvo de acuerdo con una sonrisa astuta—. Ese


es el punto. Ahora muéstrame tu culo.

Oh, un Ev hablando sucio nunca dejaba de hacer que mi polla


palpitara y goteara pre-semen incluso sin una mano en ella. Exprimí un
poco de lubricante, luego giré mis dedos alrededor de mi borde,
ligeramente pero todavía lo suficiente como para hacerme silbar.

—¿Se siente bien? —preguntó Ev—. Dime.

—Muy bien —jadeé mientras trabajaba un dedo. El músculo estaba


casi dolorosamente apretado, aparte del juego rápido en la ducha, casi
nunca tenía la oportunidad para disfrutar de esto.

—Más profundo —ordenó Ev, sus ojos nunca abandonaron los


míos. Mierda, eso era sexy, estaba leyendo mi placer en mi cara, no mis
manos.

Un sonido gutural retumbó de mi pecho mientras rozaba mi


glándula.

—Eso es. Dos ahora.

O bien Ev había hecho esta jugada antes o era un estudioso de


pornografía, pero a mi polla no le importaba realmente cómo obtuvo esas

179 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

locas habilidades, solo que siguiera hablando. Levanté mis rodillas para
tener un mejor acceso y metí un segundo dedo, silbando un poco por la
quemadura.

—Tan hermoso, tatlim. Tan perfecto. Un poco más duro ahora, solo
para mí.

—Mierda. Mierda. Mierda. —Mis ojos se cerraron y tuve que


trabajar para no venirme solo por sus palabras.

—Ahora tu juguete. Ponlo agradable y profundo. —La mirada


caliente de Ev casi chamuscó mi barba.

El tapón era mi favorito: delgado, con la curva perfecta para


descansar justo contra mi glándula y una base ancha y acampanada que
ejercía una deliciosa presión en mi borde. Lo trabajé lentamente, dando
a Ev tanto espectáculo como pude, gimiendo suavemente cuando
encontró su marca.

Sus labios encontraron mi cuello cuando mi cabeza cayó hacia


atrás y me empujó hacia abajo sobre el colchón, maniobrando hasta que
su largo cuerpo cubrió el mío.

—Manos arriba —murmuró, acariciando mis brazos hasta que


cumplí, encajándolos bajo un listón en el estribo—. Perfecto.

Y él empezó. Me besó, usando su lengua para atacar con avidez la


mía, su polla frotándose contra mi polla que goteaba. Sus golpes eran
mucho más agresivos que antes, sus caderas se clavaron en las mías y
me hicieron jadear. Nuestros movimientos hicieron que el tapón se
moviera dentro de mí y el placer, espeso y embriagador, recorrió todo mi
cuerpo.

180 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Me voy a venir —susurré. Era simplemente demasiado bueno: el


tapón, su boca, su cuerpo sobre el mío, los sucios susurros de aliento se
derramaban de su boca.

—Todavía no —ordenó. Agachó la cabeza para morder mis


piercings, gruñendo ligeramente.

—Eso no ayuda —jadeé.

—Mío —dijo mientras capturaba mi boca de nuevo.

—Tuyo —estuve de acuerdo. Enganché mis piernas alrededor de su


cintura, tanto para mantenerlo increíblemente cerca y porque el ángulo
ejercía una presión tremenda en el tapón.

Ev se movió y entonces sucedió lo más sorprendente: golpeó la base


del tapón. No jodiendome, solo golpeando ligeramente mientras
continuaba meciéndose.

—¿Esto es lo que te gusta? —susurró contra mi oído.

—Esto es perfecto —jadeé y así era.

— Creo que algún día dejaré que te prepares así... entonces lo


sacaré y te follaré. —Ev punteó sus palabras con golpecitos en el tapón
y cuando empezó a joderme, todo mi cuerpo comenzó a temblar. Tensé
los músculos de mis muslos, arqueando el cuerpo cuando el orgasmo
me golpeó como un tren MAX en hora punta: rápido, urgente y ruidoso.

Ev se tragó mis gemidos con un beso. Unos cuantos empujones


más duros contra mi vientre y él también llegó, alternando maldiciones
americanas y ternuras turcas. Me besó durante mucho tiempo mientras
los dos volvíamos a la deriva, y la libertad de no apresurarse era casi más
dulce que el sexo.

181 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—¿Te bañarás conmigo antes de dormir? —preguntó Ev con un


beso en mi sien.

—Por supuesto. —Me volví, encontré su boca, traté de decirle con


mi beso que no importaba las pequeñas peculiaridades que tenía, su cosa
sobre los dedos pegajosos o la limpieza o si alguna vez tendríamos sexo
anal, nada de eso importaba mientras lo tuviera.

En la ducha, nos besamos mientras el agua corría sobre nosotros


y decidí que no amaba a Ev a pesar de las peculiaridades, yo lo amaba
por ellas. Debido a todas las texturas y patrones únicos que conformaban
mi Evren.

—Quiero una vida contigo —susurré contra su pecho—. No me


importa lo difícil que es hacer que eso suceda. Es lo que quiero.

—Vamos a hacer que suceda, AsKim. Ya verás. Ten fe.

Fe. Era una cosa tan divertida y extraña. Durante mucho tiempo,
no había tenido ninguna y él casi había tenido demasiado, pero ahora
ambos habíamos encontrado la única cosa en la que valía la pena
meterse: nosotros. Lo que comenzó como un pequeño hilo, el delgado hilo
que Ev usaba para los calcetines, ahora era una bola de esperanzas,
sueños y un futuro que íbamos a hacer realidad.

182 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Muy bien, amigos, he escuchado las preguntas desde hace un año:


¿cuándo mi barista recibe un suéter? Después de todo, he mantenido al
hombre tan bien calzado con calcetines que mi nuevo libro de patrones de
calcetines estará disponible para el próximo mes. ¿Cuándo consigue un
suéter? No tengo idea de por qué esto se ha convertido en una obsesión
entre todos ustedes y mi grupo de Noche de Tejido, pero la respuesta,
amigos míos, es hoy. Hoy recibe un suéter. O, más precisamente, hoy
recibe un chaleco de boda Fair Isle con botones de madera personalizados.
Como él diría, me involucré en este proyecto en particular y el patrón es mi
regalo para él en el día más feliz. Hoy, no solo estoy ganando un esposo,
sino una familia, la bendición más grande de la vida, una que no esperaba
recibir, sino una que estoy agradecido por todos los días. —Los hilos de
Evren.

—¿El libro está dedicado a mí? —pregunté mientras me inclinaba


sobre el hombro de Ev. Estaba escribiendo en la mesa del comedor.

—Pero por supuesto. —Se estiró para besarme—. El libro de chales


que sale el año que viene, ese es para Mira, pero este... eres tú.

—Gracias. —El beso se volvió más profundo hasta que me vi


obligado a recordar dónde teníamos que estar en media hora.

Me separé e hice una vuelta para él.

—Entonces, ¿estoy modelando lo suficientemente bien? ¿Recibiste


suficientes fotos para el blog anoche? —Mi traje era un gran hallazgo
vintage de un lugar cerca de Hawthorne, la corbata, un regalo de Renee,

183 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

pero el chaleco era la verdadera estrella. Tenía un número ridículo de


matices y un patrón complejo, mostrando el estilo masculino
característico de Ev pero también pequeños toques de matices
inesperados aquí y allá en los patrones de mosaico.

—Sí, pero todavía no estoy acostumbrado a la nueva apariencia. —


Señaló mi cara afeitada. Sabía que la barba volvería en cuestión de
semanas, pero quería algo diferente para la boda. Nuevo comienzo y todo
eso.

—Casi lo olvidó. También tengo algo para ti. —Busqué en mi


bolsillo, saqué un cuadrado lleno de bultos. Nunca sabrías que este era
en realidad el número cuatro. Me hubiera ido por un quinto intento, pero
nos quedamos sin esa bola de hilo y Jonas notó que no estaba
exactamente mejorando—. Es un bolsillo cuadrado. Creo.

—Es encantador. —Ev lo sostuvo como sostenía los esfuerzos de


tejer de los niños.

—¿Jonas te enseñó?

—¿Eso es obvio? —Froté mi barbilla—. Y en su defensa, creo que


soy un aprendiz muy pobre.

—No, eres increíblemente dulce...

—¡Ev! ¡Madison me tocó el pelo! —Morgan entró gritando en la


habitación, seguida rápidamente por una Madison que protestaba.
Ambas niñas tenían trenzas complicadas que rodeaban sus cabezas con
flores entretejidas. Tres suposiciones de qué adulto en la casa era
responsable de ese parte de fantasía.

184 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

—Voz interior, AsKim. Voz interior. Y voy a arreglarlo. —Ev hizo


un poco de magia que colocó la hebra errante en su lugar—. ¿Está tu
habitación hecha? Saldremos para el juzgado en un momento.

—¡Iremos a ver!

No hay necesidad de adivinar quién tenía a las chicas y Jonas en


una nueva fuerza de limpieza. Completa con tablas de tareas codificadas
por colores que parecían sospechosamente como patrones de tejido. Unas
semanas antes, habíamos pintado la antigua habitación de Mira con un
tono de rosa oscuro que nos recordaba a todos y luego mudamos la litera
de las gemelas. Jonas tenía la pequeña habitación que una vez había sido
una oficina. Era pequeño, pero él estaba encantado con la privacidad.

—Jonas, ¿estás listo? —grité por el pasillo.

—Déjame cerrar la jaula de Fluffy y estaré allí. —Fluffy era el


conejillo de indias macho que Jonas había recibido para su cumpleaños
el mes pasado. La criatura estaba llena de mantas y bolas tejidas.

Revisé mi teléfono antes de volver a Ev.

—Renee e Indigo también están en camino.

Renee no tenía una habitación en el apartamento. Ella, para su


deleite y mi eterna preocupación, había recibido una nueva subvención
para vivienda y se mudó a la casa del grupo con sus amigos. Pero como
dijo Ev, era hora de dejar que ella tuviera diecinueve. Y resultó que hacer
eso en realidad nos acercó más, suavizó gran parte de la tensión del año
anterior. Nos reuniríamos con ella y con Indigo en el juzgado. Él también
se había convertido en un elemento fijo en nuestras vidas y le daba
crédito a su naturaleza apacible por compensar algunas de las...
tendencias dramáticas de Renee.

185 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Esto iba a ser un asunto sencillo: un viaje al juzgado con los niños
y Renee, y luego, Violet y el resto de Noche de Tejido organizaron una
gran fiesta en People’s Cup. Gracias en gran parte a los tejedores y sus
amigos, el negocio volvió a estar en nuestra ubicación. Y después de cinco
años de trabajar allí, tuve un nuevo título: ya no era solo Brady, el
barista, sino Brady, el gerente de la sucursal de Alberta. Al parecer,
alguien le había dicho a Randy que estaba investigando los carritos de
café y lo siguiente que supe es que tenía un nuevo título ingenioso y
papeleo que preferiría no hacer. Ev juró que no fue él, al igual que Audrey
y Violet. Alguien se había entrometido, sin embargo y por una vez, todo
lo que sentí fue gratitud. Estuve agradecido de tener una vida llena de
todas estas personas: Ev, los niños, nuestra familia Noche de Tejido y el
resto de la comunidad.

—Gracias. —Ev besó mi sien.

—¿Por qué? —pregunté—. El cuadrado no era nada...

—Por ser tú. Por llenar mi vida en un momento en que parecía estar
vaciándose.

Miró la foto de Mira que teníamos en la pared, junto con las fotos
escolares más recientes de los niños.

—No pensé que tuviera ningún espacio para ti —admití.

—Yo tampoco. Pero estoy muy feliz con lo que unimos juntos. Tú.
Los niños. Esta vida. —Me besó de nuevo, otro de esos besos que me
hicieron desear tener horas y una puerta cerrada.

Cuando nos separamos, me reí.

—Amo locamente la Noche de Tejido.

186 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

187 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

188 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

189 Serie Calor de Portland 4


Annabeth Albert Tejido de punto

Annabeth Albert se crio colando furtivamente novelas románticas debajo de las


cubiertas de la cama. Ahora, ella devora todos los subgéneros de romance al
aire libre donde no necesita linternas! Cuando no está guardando en su
estantería, se encuentra escribiendo romance publicado por Pacific Northwest.
Sus historias favoritas son emocionalmente complejas, sexy y divertidas tanto
para leer y escribir. A Annabeth le encanta encontrar finales felices para una
variedad de parejas y es una apasionada partidaria de los derechos de los
homosexuales. Entre la búsqueda de héroes oscuros para redimir, consigue un
día de trabajo gratificante además de reñirle a dos niños pequeños.

190 Serie Calor de Portland 4

También podría gustarte