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1.

El elevado índice de fracaso y abandono escolar así como


el nivel de paro juvenil. Tremendo.
2. Los resultados de nuestro país en las pruebas
internacionales que evidencian que hace falta un cambio,
una transformación profunda de nuestro sistema educativo
3. Las continuas reformas educativas por parte de los
políticos de turno. Como bien afirma Richard Gerver “los
Gobiernos no tienen el valor necesario para comprender que
el futuro no es una serie de continuas reformas, pequeños
ajustes y nuevas políticas. Se trata de emprender una
transformación radical”.
4. Nuestro sistema condena el error y no lo aprovecha
como una oportunidad de aprender y crecer.
5. La desconfianza de la administración hacia los
profesionales de la educación. Como destaca Ken
Robinson: “la educación no sucede en las salas de comités
de nuestros edificios legislativos sino en salones de clases y
escuelas, y las personas involucradas son los maestros y
alumnos, y si se quita su criterio, deja de funcionar. Hay que
devolvérselo a la comunidad educativa”.
6. El sistema no se adapta a la diversidad sino a la
conformidad, no se individualiza la enseñanza y el
aprendizaje de nuestros alumnos.
7. Existe un recelo y una desconfianza mutua entre familias
y profesorado. Necesitamos formar un auténtico EQUIPO
educativo de calidad. No podemos perder el tiempo en
competir, necesitamos compartir.
8. Una excesiva politización de la educación a todos los
niveles (sindicatos de profesores, AMPAS, etc.). Como afirma
R. Gerver “tenemos que limitar el control que tienen los
políticos para que los educadores puedan educar y los niños
puedan aprender de una forma centrada exclusivamente en
los jóvenes y en el desarrollo de su potencial”. Que nuestros
políticos empiecen a preocuparse más por las generaciones
futuras y menos por las próximas elecciones.
9. La educación actual no fomenta la creatividad y la
curiosidad sino que más bien la reprimen y anulan.
10. Seguimos sin emprender una auténtica transformación
de la educación, esperando a que “alguien lo haga por
nosotros”. No podemos olvidar que TODOS podemos aportar
nuestro granito de arena a este CAMBIO EDUCATIVO.

1. Dificultades de aprendizaje

Se trata de condiciones intrínsecas al alumno


que pueden tener una base orgánica, por ejemplo la dislexia, la
discalculia o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Se
estima que este tipo de problemas escolares afectan a uno de cada diez
niños y jóvenes en edad escolar.

Estas estadísticas son alarmantes cuando consideramos que, aunque


hasta un 10% de nuestros alumnos podría necesitar acompañamiento
especializado, en la práctica son muy pocos los docentes que cuentan
con las competencias necesarias para apoyar a alumnos con necesidades
especiales.

El simple hecho de capacitar a los maestros para que puedan identificar


alumnos con alguna condición o problema de aprendizaje, desplegar
estrategias de enseñanza adaptadas y asesorar a los padres de familia,
puede mejorar mucho el rendimiento y las oportunidades académicas de
una gran parte de la población escolar.

Te puede interesar: 👉 Dislexia en niños: 4 consejos para ayudar a los


padres de familia
2. Familias disfuncionales

De acuerdo con la UNICEF, casi la mitad de


niños, niñas y jóvenes en Latinoamérica están en riesgo de que su núcleo
familiar no cubra adecuadamente sus necesidades básicas, tanto físicas
como emocionales.

Los problemas de disfunción familiar son extremadamente


comunes, al grado de que la violencia, el machismo, el abuso y la
carencia prácticamente se han normalizado en muchas regiones. Estos se
ven reflejados principalmente en problemas escolares de
aprovechamiento y de conducta, acoso y deserción escolar.

Las causas subyacentes a la disfunción familiar pueden tener que ver


con falta de educación, con adicciones, con falta de oportunidades, con
un contexto social hostil o todas las anteriores.

Como instituciones educativas, no solamente podemos ofrecer talleres


de crianza asertiva a los padres de familia, también podemos asesorarlos
en temas personales y de pareja, así como ayudarles a conectar con
programas de apoyo gubernamentales y a desplegar una mejor
participación ciudadana por el bien de toda la comunidad.

3. Falta de inclusión
La diversidad cultural, racial, sexual, religiosa,
socioeconómica y estructural, así como la discapacidad en cualquiera de
sus formas o incluso los diferentes estilos de aprendizaje, están presentes
en todos los estratos de la sociedad, tanto a nivel individual como
familiar.

Sin embargo, la mayoría de los entornos escolares privilegian a los


estudiantes neurotípicos que provienen de familias nucleares y que se
adaptan a un estándar estético y heteronormado muy restrictivo,
mientras que los demás están en riesgo de rezagarse académicamente
por falta de acompañamiento adecuado, o incluso de sufrir
discriminación, tanto de sus compañeros como de la propia institución.

Desplegar políticas genuinamente inclusivas para los estudiantes y para


sus familias, concientizando en la diversidad a todos los implicados,
disminuye sustancialmente el riesgo de acosos escolar, depresión,
ansiedad y bajo aprovechamiento escolar.

Te puede interesar: 👉 Inclusión educativa: un pilar fundamental en la


enseñanza actual

4. Baja competencia docente


Los maestros son los responsables de darle la
máxima relevancia posible al conocimiento, de tal manera que los
estudiantes se sientan realmente motivados a aprender y a desarrollar
nuevas habilidades que luego podrán utilizar a su favor en la vida real.

Para lograrlo, es necesario no solamente dominar el contenido del plan


de estudios, sino metodologías pedagógicas de alto nivel relacionadas
con la empatía, la comunicación, el control de grupo y el aprendizaje
significativo, entre muchas otras.

Cuando nuestros docentes están en capacitación y actualización


continua, nos aseguramos de que puedan detonar la motivación
intrínseca de los estudiantes, para que no dependan tanto de la
motivación extrínseca. Esto conlleva a una mejor autogestión y a un
aumento general en el desempeño académico.

5. Planes de estudio desactualizados

Si bien las estrategias de los docentes tienen


un gran peso combatiendo algunos de los problemas escolares más
comunes, obligarlos a trabajar con materiales y planes de estudio
desactualizados, que ya no presentan relevancia para los estudiantes,
ciertamente dificulta la tarea.

En muchas escuelas de América Latina siguen utilizándose planes


académicos del siglo pasado, que no toman en cuenta las nuevas
corrientes y herramientas pedagógicas, el enfoque posmoderno que
permea actualmente a las humanidades, ni objetivos de aprendizaje
centrados en las necesidades del alumno y de su comunidad.

La actualización y adaptación de los programas académicos a las


realidades de los estudiantes detona la motivación y el sentido de
agencia, y permite construir comunidades estudiantiles más
participativas en la solución de los problemas individuales, escolares y
comunitarios.

6. Rezago tecnológico

Las nuevas tecnologías se están convirtiendo


en uno de los pilares más importantes de la educación, ya que gracias a
ellas podemos enriquecer, facilitar y democratizar el aprendizaje.

Por desgracia, aún es común ver que las metodologías son


extremadamente analógicas en muchas escuelas, especialmente en
instituciones públicas que se encuentran en zonas de bajos recursos. Por
un lado, las escuelas no siempre tienen el presupuesto para invertir en
tecnología, y por otro, muchas familias no pueden costear dispositivos
digitales.

El rezago tecnológico causa una enorme brecha de aprovechamiento y


pone en riesgo a las y los estudiantes de perder muchas oportunidades,
lo cual fomenta la desmotivación y la deserción escolar.

Pareciera que no hay mucho que hacer a este respecto, sin embargo, el
rezago tecnológico puede comenzar a combatirse desde las escuelas
mediante el aprovechamiento del mínimo común denominador
tecnológico de las familias, que suele ser un dispositivo móvil con
conexión a internet intermitente.

7. Uso inadecuado de las tecnologías móviles

Si bien los celulares y las tablets pueden y


deben convertirse en aliado de primera línea para el aprendizaje, no
debemos olvidar que su uso indiscriminado, ya sea consumiendo
contenido, mirando redes sociales o utilizando aplicaciones de todo tipo,
también puede representar una amenaza y convertirse en una verdadera
adicción.

Las nuevas generaciones están más distraídas que nunca por la


inmediatez de estímulos, y es cada vez más difícil mantener su
atención en clase el tiempo suficiente como para que los conocimientos
puedan permear y afianzarse.

En los casos más graves, vemos alumnos que ya son incapaces de


resistirse a la recompensa inmediata que ofrece la tecnología móvil, y
que sencillamente no se despegan de la pantalla.

No basta con controlar y monitorear el uso de estos dispositivos en la


escuela, también es importante crear conciencia entre los padres de
familia para que no permitan que la tecnología se convierta en un factor
de alienación, sino que sus hijos sepan cómo aprovecharla para su
educación y su desarrollo.

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