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El cuervo que no quería ser cuervo.

Esta es una historia Zen dirigida a aquellos que no se sienten satisfechos con sus
vidas y creen que los demás son más felices que ellos.

En tiempos lejanos un cuervo se sentía muy apenado por su vida, sus lágrimas
caían profusamente desde lo alto de un árbol, salpicando el maestro Sun Tzu, que
descansaba bajo su sombra. El maestro al ver al cuervo con esa tristeza, le
pregunta con amabilidad, las razones de esa actitud.

El cuervo le expresa su descontento con la vida, diciéndole que siente que nadie
le ama, porque todos se alejan con desdén, que nadie comparte comida con él y
todos lo perciben con odio.

El maestro al oír estas palabras se siente conmovido y le manifiesta la necesidad


de encontrar la felicidad en cualquier circunstancia en que nos encontremos. El
cuervo no entendió la profundidad de esas palabras por lo que continuó llorando.

En medio de su tristeza el cuervo le dice a Sun Tzu, que él quisiera convertirse en


un cisne, a lo que éste le responde, que él con el poder del mantra podría hacer
que lo lograra, pero que antes quería pedirle que buscara un cisne y en libertad
oyera su opinión.

El cuervo con gran alegría emprende el vuelo, hasta encontrar un cisne en un


hermoso lago, de inmediato le pregunta que debe sentirse el ave más feliz del
mundo, a lo que el cisne le responde, que todo lo contrario, porque el color blanco
es algo insignificante y que según su parecer el ave más feliz debe de ser el
guacamayo por el color reluciente de sus plumas.

El cuervo de inmediato emprende el vuelo en busca de un guacamayo,


encontrándolo en una pequeña jaula y de inmediato le pregunta que si se siente
ser el ave más feliz. El guacamayo le responde que no es feliz porque vive
enjaulado, por lo que consideraba que el ave más feliz es el pavo real, cuyo color
de las plumas eran más relucientes que los de él.

El cuervo de nuevo emprende el vuelo en busca de un pavo real, encontrándolo


en un zoológico rodeado de una gran multitud. El cuervo espera que todos se
hayan retirado, se acerca al pavo real y le dice que sin lugar a dudas es el ave
más feliz sobre la tierra.
El pavo real le responde diciéndole que no es feliz, porque por ser tan hermoso
tiene que vivir prisionero y todas esas personas que van a verlo, le arrancan
plumas para hacer decoraciones, lo cual le producen un gran dolor. El pavo real le
dice al cuervo, que desde hace unos días ha venido observando a todos los que
habitan el zoológico, llegando a la conclusión que el ave más feliz eres tu cuervo.

El cuervo se queda petrificado con ese relato del pavo real y le pregunta la razón
de haber llegado a esa conclusión. El pavo real le dice que el cuervo es la única
ave que no está encerada en una jaula, las personas no tratan de atraparte, ni lo
mantienen prisionero. Por lo que si él fuera un cuervo pudiera volar libremente por
todas partes, tú tienes la libertad que yo he perdido le dice el pavo real al cuervo
con tristeza.

El cuervo al oír este relato, se sintió iluminado y voló lejos, por primera vez en
mucho tiempo experimentó una sensación de felicidad por ser simplemente un
cuervo. Regresó con el maestro Sun Tzu y declaró con sabiduría, no deseo ser
nada más que lo que soy, un cuervo, estoy contento con mi ser.

Al examinar nuestra propia vida podemos reconocer que este también podría ser
nuestro dilema, ya que las comparaciones con los demás, nos llevan a la tristeza y
nos producen infelicidad.

Debemos aprender a encontrar la felicidad en lo que tenemos en lugar de anhelar


lo que no poseemos, porque siempre habrá alguien con más o con menos que
nosotros. Si nos comparamos constantemente, jamás encontraremos la verdadera
felicidad.

Aquel que está satisfecho con lo que tiene, siempre será un gran afortunado,
porque siempre, en cada momento de la vida, debemos recordar que no
necesitamos lo que otros tienen para ser felices.

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