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Pesar, medir y contar son actividades exclusivas de la condición humana.

Cuando el ser humano


se hizo sedentario y se dedicó al cultivo de la tierra y a la ganadería, se encontró con la
necesidad de intercambiar los productos que le pertenecían, los excedentes, y también con la
necesidad de medir las propiedades.

Es el origen de la relación comercial: la necesidad de comprar y vender. A partir de ese momento,


aparecen los pesos y las medidas, diferentes según los sitios y diversos según los productos. A la
hora de contar, medir y pesar, las mejores unidades de mesura eran las derivadas del cuerpo
humano: el dedo, la pulgada, el palmo, el codo, la braza, el pie, el paso... Aun así, la unidad que
finalmente se impondría sería la vara.
Pesos y medidas tradicionales
En la antigüedad se consideraba que el hombre era
la medida de todas las cosas. Por ello, todas estaban
relacionadas con el cuerpo humano. Es el llamado
sistema antropométrico, el cual comportaba una gran
diversidad de medidas. Además, así como pasa con
el hombre, podían tener fines buenos y no tan
buenos, lo que llevaba al abuso de poder y al
pecado. “Las medidas han ayudado a la gente a
relacionarse pero también han ocasionado
numerosas disputas. El poder ha tenido siempre un
especial interés en unificarlas para poder cobrar sus
impuestos mediante el fielato que imponía cada
ayuntamiento”, ha explicado Toni Espinós, gerente
de la Fundación CIRNE.

El valor de la medida tradicional dependía del producto que se pesaba o que se medía. No era la
misma la del pescado que la de la verdura. En València por ejemplo, a mediados del siglo XIX la
libra de carne era de 36 onzas, mientras que el pescado y el aceite eran de 18 y 12
respectivamente.

Para tratar de evitar los fraudes y la diversidad de medidas, los reyes y los señores intentaron
controlarlas tratando de imponer unos patrones objetivos para unificar y fijar el sistema
metrológico. La vara para la longitud, la libra para el peso, la barchilla para los áridos, el cántaro
para el vino o la arroba para el aceite fueron las principales unidades de las cuales derivarían en
mayor o menor proporción las demás.

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