Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
© Bernard Aucouturier
© de la traducción: Miguel Ángel Domínguez Sevillano
© de esta edición: Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
C/ Hurtado, 29. 08022 Barcelona
www.grao.com
1. Un niño satisfecho
El placer de actuar, de crear, de pensar (1994)
Condiciones para que un niño esté satisfecho
El placer de comunicar
Comunicar es una necesidad vital para existir como sujeto
Privilegiar el abordaje corporal de la comunicación
El placer de actuar y de crear
El placer de la actividad operatoria: el placer de pensar
Una cesura disarmónica
La construcción del objeto
Del placer de hacer al placer de pensar
5. Conclusión
Favorecer un desarrollo armonioso del niño es ante todo darle la posibilidad de existir
como persona única en el futuro y ofrecerle entonces las condiciones más favorables
para comunicarse, expresarse, crear y pensar.
El placer de comunicar
Un niño que se comunica es un niño que presta atención a los
demás (a sus compañeros y a los adultos), que escucha, y que
disfruta diciéndose en el intercambio.
Esta apertura a los demás no se obtiene espontáneamente,
es el resultado de toda una acción educativa, iniciada desde hace
mucho tiempo entre los padres y su hijo a partir de la riqueza de sus
intercambios tónico-emocionales y verbales.
Ejemplo:
El niño juega al lobo (identificación con la devoración y el
agresor). El niño se identifica perfectamente, la
representación es perfecta: él es el lobo
Luego, el niño manifiesta su competencia para simbolizar
su experiencia fantasiosa, siendo entonces capaz de
verbalizar «yo juego al lobo»
Finalmente, el niño llega a conceptualizar su experiencia
«Puedo jugar al lobo», dice, o «mañana jugaré al lobo», o
«ya ves que juego al lobo para asustarlo»
Ahora se ve actuar y se mira en el espejo. Se da cuenta de
que está jugando.
Creo en el niño.
Creo en la originalidad de ser del niño.
Creo en las educadoras, en los educadores que respetan esta originalidad
favoreciendo su evolución.
En la escuela maternal
Cuando el niño es acogido en una escuela maternal, la envoltura
maternante protectora creada por los padres, así como la
reunificación del cuerpo, deben perdurar, y son, por supuesto, los
profesionales de la primera infancia quienes tienen esta
responsabilidad, para que el bebé esté ubicado siempre en las
mejores condiciones de desarrollo. Pero se trata de una envoltura
maternante protectora de otra naturaleza.
En efecto, el amor de los padres por el bebé le asegura la
calidad de los cuidados, de las transformaciones recíprocas y de las
interacciones tempranas. Los padres dejan libres sus deseos, sus
afectos de placer y de displacer, sus fantasías, libres para expresar
su personalidad en su relación con su bebé.
Mientras que en la escuela maternal es la calidad de los
cuidados lo que es primordial, es la calidad de los cuidados la que
está en el origen de una relación cálida, de ternura, que permite
entonces al bebé sentir que se «cuida de él», de su persona en
devenir. Actuar con el niño es una exigencia fundacional del
«cuidar» de la persona naciente del bebé, siendo así entonces que
éste vive en su cuerpo la seguridad.
La actitud atenta de la profesional hacia la expresión de las
necesidades y de las emociones expresadas por la vía corporal,
hacen que el bebé se sienta existir en su cuerpo, se hace activo en
el cuidado que recibe, es capaz de cooperar. Todo cuidado debe ser
compartido, todo cuidado es una transformación recíproca. Todo
cuidado es compartido por el placer del niño.
La presencia de la profesional se acompaña de la escucha de
lo que viene del cuerpo del niño, lo que induce a contactos medidos,
de palabras calmantes, gestos sincronizados; esta presencia está
hecha de sensibilidad, susceptible de captar el menor signo del
cuerpo: si el bebé está bien, o al contrario, si el bebé no está bien.
La voz, los contactos, las miradas, las manos de la
profesional están impregnadas de atenciones y delicadeza. La
actitud atenta por parte de la profesional determina la manera de
tomar al bebé, de llevarlo, de sostener sólidamente su espalda para
que no viva el miedo de caer en el vacío y de fragmentarse.
Trasladar al bebé con cuidado tiene por objeto no atentar
contra su integridad psíquica y física incipiente.
Esta actitud atenta al cuerpo del bebé hace que los gestos,
los contactos, las mímicas, las palabras, las miradas que se le
dirigen reflejen lo humano. Así que en el cuerpo del bebé está la
belleza del compartir, y de intercambiar. De ello se deriva para él y
para las profesionales un sentimiento de «bienestar compartido».
Entonces el niño está listo para actuar solo en el espacio.
Siempre tendremos reconocimiento, respeto por aquélla o
aquel que nos ayudó a conquistar nuestra parte de humanidad.
En la escuela maternal, la calidad de los cuidados es la
condición de la acción en libertad: para movilizarse en el espacio
con toda seguridad, el niño ha memorizado en él la acogida, la
escucha, el compartir, el placer, la capacidad de la profesional; no
está solo, puede alejarse para actuar solo porque las cualidades de
la profesional están en él.
En la escuela infantil
Por supuesto, cuando evocamos el juego, siempre evocamos el juego espontáneo que es
imprevisible; es la forma de expresión privilegiada del niño.
El juego es simbólico
El niño vive inevitablemente sensaciones desagradables debidas a
veces a manipulaciones excesivas, a contactos demasiado fuertes o
a causa de la espera demasiado prolongada de la satisfacción de
sus necesidades fisiológicas; el niño vive entonces dolorosamente
en su cuerpo estas sensaciones desagradables, que se registran en
la memoria implícita y máxime porque se repiten.
Estos dolores corporales son la causa de la agresividad
dirigida hacia los padres y del nacimiento de un sentimiento de odio.
Así el niño repite fantasías de acción que animan todos los
juegos espontáneos de profunda.
Son juegos simbólicos de la historia del cuerpo a cuerpo del
niño con el objeto-madre. Cuando el niño juega espontáneamente,
experimenta el placer de representar su propia historia relacional a
través de juegos simbólicos de profunda contra la angustia.
Los juegos de profunda siempre hacen referencia al objeto
maternante, entendiendo además que para que el juego perdure y
se desarrolle, el vínculo inconsciente con el objeto-madre debe ser
indestructible.
Así, el niño, por el placer del juego espontáneo, alejará los dolores
físicos y sufrimientos psíquicos. Él es entonces el creador de su
propia seguridad emocional, pero por desgracia para algunos niños,
no siempre es así.
Sobre todo cuando la ansiedad tiene una intensidad máxima:
entonces este niño no juega sino que permanece en la agitación
motriz.
Cuando el niño juega a varios personajes, él es el personaje,
da forma a una ilusión de omnipotencia, es otro, está en otro lugar.
Sin embargo, se otorga el medio de estar en el mundo afirmando su
omnipotencia y confrontándose a los demás niños que hacen el
mismo recorrido.
Es un otro pero existe en esa transformación de la realidad,
es la manera muy original del niño de apropiarse del entorno.
Él es otro pero se complace en ser él mismo para afirmar su
identidad si bien está en el registro de la identificación. Juega su
identidad entre subjetividad y realidad. El juego espontáneo del niño
es una dialéctica entre la subjetividad y la realidad. Juega la realidad
a veces dura de vivir para apropiarse de ella con seguridad, no la
sufre, la domina y se la apropia a su manera.
Pero:
Si el niño permanece en la omnipotencia mágica, en la
ilusión, la realidad se le escapa.
Si el niño permanece en la realidad, la magia y la ilusión se
le escapan.
El juego y la pre-intelectualización
Todos los niños, todos los individuos viven el miedo, es una reacción
normal que surge en presencia de un objeto peligroso, de una
situación peligrosa o de un pensamiento que evoca el peligro de ser
atacado en su integridad corporal y psíquica. El miedo es una
respuesta vital a un evento amenazante, es una emoción vivida
intensamente que moviliza, como la ira, recursos neurovegetativos
(descarga de adrenalina, aumento de la frecuencia cardiovascular,
ritmo respiratorio, presión arterial, tono muscular, consumo de
glucosa) y provoca una intensa actividad biológica.
El miedo surge por sorpresa, inhibiendo en este caso la
capacidad de pensar o aparece en la espera y entonces estimula las
representaciones mentales relacionadas con este mal objeto que
crea miedo.
El miedo es una descarga tónico-emocional dolorosa que
desestabiliza a la persona en ciernes del niño, y le hace perder su
capacidad de adaptación al entorno. La reacción frente al miedo
para escapar del peligro es la fuga o la inmovilización (el miedo
hiela, petrifica el cuerpo y el pensamiento).
El miedo moviliza acciones de autoprotección alejando un
acontecimiento amenazador. En este sentido, el miedo tiene un
claro aspecto saludable, ¡así que podemos interrogarnos si nos
encontramos frente a un niño que nunca tiene miedo!
Sin miedo, ¿existiría la especie humana hoy?
El niño vive miedos que todos conocemos: el miedo a una
persona desconocida, el miedo a la oscuridad, el miedo a la
novedad que desestabiliza los puntos de referencia de seguridad, el
miedo a estar solo, el miedo al médico, el miedo a los animales, el
miedo a ser atacado. Estos son miedos comunes para cada niño;
sin embargo, los padres atentos y sensibles a las emociones de su
hijo son sin duda los mejores agentes para asegurarlo dándole los
medios para reasegurarse, dándole la oportunidad de segurizarse a
sí mismo incluso a través del descubrimiento del placer de jugar, de
hablar del miedo, incluso de ridiculizarlo.
Es cierto que para segurizarse en situaciones a veces
dolorosas, el niño las juega y las reproduce con insistencia. La
distancia emocional se establece por la representación corporal de
los hechos reales.
Desde una edad temprana, el niño es capaz de transformar la
realidad vivida para protegerse y segurizarse por la magia del placer
del juego. La mayoría de los niños son capaces de hacerlo, pero
otros tardan en encontrar ese proceso de seguridad, así que
permanecen en la emoción del miedo sin poder superarlo.
En el primer espacio:
Tenemos un material duro, fijo o móvil: espalderas, un gran
espejo, una gran mesa, armarios, bandejas para guardar el
material, caballetes de metal que pueden soportar tablones
para construir estructuras más o menos grandes
dependiendo de la edad para escalar, equilibrar, saltar,
deslizar.
Anillos de plástico, palos de madera, cubos, cuencos de
todos los tamaños y timbales de percusión en el suelo.
También tenemos material blando: bloques de
gomaespuma recubiertos de telas de colores (60cm x 40cm
x 30cm) y colchonetas (140cm x 100cm x 10cm). Además,
tenemos a disposición de los niños: telas de colores de
diferentes tamaños, animales de peluche, muñecas de
trapos, cuerdas de algodón, tubos de plástico, pequeñas
bolas de espuma.
Este material se almacena en armarios o contenedores.
El dispositivo temporal
La actitud de la educadora
La actitud atenta de la expresividad del cuerpo hace que la educadora preste toda su
atención a los símbolos del juego de los niños. Pero no hace juicios de valor sobre los
juegos de cada niño.
Por lo tanto, prestando una atención constante al potencial, por pequeño que sea, de
cada niño en el grupo, es importante que:
El equipo educativo tenga una visión común sobre la pedagogía que privilegia la
experiencia de los niños y la investigación colectiva
El equipo educativo coloque al niño en el centro del dispositivo educativo, el niño
sostenido por una educadora con cualidades personales y profesionales
indiscutibles.
«Todo lo que me gusta está allí, para trepar, saltar, luego los bloques de gomaespuma,
las colchonetas, las cuerdas, las telas, los palos, los cromos, las pelotas pequeñas, los
peluches y después todo está allí para dibujar y construir.
No hay balones en la sala como en el patio de recreo [los balones provocan
confusión y agresiones].
En lo alto de las escaleras [se refiere a las espalderas] se diría estar en lo alto de
una torre y se ven a los otros muy pequeños. ¿Cómo lo hacen los pequeños que tienen
miedo a saltar? Los tablones deben ser más bajos» [ajustamos el material a la edad de
los niños].
Dibujan o garabatean, construyen, ¿pero qué?
Me he olvidado, señor Aucout' nos cuenta un cuento antes de las construcciones.
Mi hermana pequeña, en la escuela maternal, me ha dicho, que puede ir libremente
del juego con los bloques de gomaespuma a los dibujos o a las construcciones, pero
para nosotros, el señor Aucout', no quiere, era uno tras otro: primero los bloques de
gomaespuma y después las construcciones y el dibujo.
Ella me dijo, que si se se queda demasiado tiempo en los bloques, el señor Aucout'
le dice: “Me gustaría verte jugar con la madera o dibujar”; para ella es posible, para
nosotros, después de tres años, no es posible, hay que respetar jugar en los bloques y
luego ir a las construcciones.»
Pierre toma la palabra sobre el ritual de
entrada
«A veces llegamos muy emocionados a la sala de “psicomot”, ¡es tan divertido jugar
aquí! Cuando llegamos a la sala, el señor Aucout' nos da la mano, ¡me parece
gracioso! Nunca nos besa, nos llama por nuestro nombre y apellido. Tengo un
compañero, que no sabe el apellido de sus padres porque en casa sus padres siempre
lo llaman por su nombre, ¡no sabe su apellido!
Cada vez que entramos en la sala, el señor Aucout' nos repite que jugaremos
primero con los bloques de gomaespuma, luego con las construcciones, y que
dibujaremos con colores, y luego está la historia. Espero la historia. Me asusta y me
gusta tener miedo.
Siempre nos repite, aquí está prohibido hacer daño o hacerse daño.
Me gusta que el señor Aucout' diga que Paul está ausente, así que me acuerdo de
él, de los juegos que jugamos juntos la última vez.
Hoy somos 12. ¡Eso está bien! Otras veces toda la clase está allí y son muchos y
no tengo suficientes bloques de gomaespuma para construir el castillo del rey.
Hace mucho calor en la sala, y el señor Aucout' nos dijo que podemos quitarnos la
ropa, pero no quiere que estemos desnudos, solo quiere que estemos descalzos.
Cuando llegamos, todo está preparado para nosotros: ¡parece un teatro, lleno de
color, es hermoso!»
«¡En la sala hay una silla roja, no es una silla de bebé, es una silla para adultos! Sabes
que aquí no se hace daño a los demás con golpes o cuando a menudo se rompen las
casas de los demás, al señor Aucout', no le gusta, nos dice “no es jugar”, así que le dijo
a Jean que se sentara en la silla para ver a los demás jugar.
No, Jean no está castigado, porque el señor Aucout' viene a hablar con él. Vino al
lado de Jean para hablarle amablemente: creo que le dijo: “Mira cómo juegan tus
amigos. Cuando estés listo para jugar, me harás una señal”.
Nosotros conocemos bien la silla roja. La primera vez que entramos en la sala, el
señor Aucout' nos habló de la silla.»
«Hay discusiones por bloques de gomaespuma, telas, así que el señor Aucout' ¡nos
hace hablar y se acabó! Dice que es un conciliábulo, pero no entiendo esa palabra. Si
no hablamos, habla por nosotros y siempre se soluciona bien.
El señor Aucout' habla con nosotros, nos pregunta a qué estamos jugando, nos
dice: “¿os gusta zambulliros en la piscina? ¿Es un coche? ¡Qué hermosa casa!”¡Nos
está diciendo cosas falsas! [lenguaje simbólico] pero a veces dice “¿quieres un cojín
rojo o una cuerda azul?” [lenguaje de la realidad].
A veces, el señor Aucout' ha puesto la mano en mi hombro, nos da la mano como si
fuera mi papá, yo crezco, me gusta mucho. Nos dice que le gusta vernos jugar, es feliz
con nosotros, ¡se nota! Está tranquilo. Nunca se enfada.»
«Lo que más me gusta es cuando se destruye lo que el señor Aucout’ ha construido
para nosotros, un muro, un castillo, una pirámide, me encanta destruir. Me siento muy
tranquilo. Me encanta destruir, sobre todo cuando el señor Acucout' resiste y lo hago
caer al suelo, allí me río, soy más fuerte que él. Me gusta empujar fuerte los bloques de
gomaespuma, me siento lleno de fuerza. Y luego quiero construir grandes casas para
jugar con los amigos, o castillos, camiones, coches.»
Jugar a envolverse
«Mi hermana pequeña, que está en la escuela maternal, me dijo que también le gustan
mucho los peluches. A veces los aprieta muy fuerte; le hace pensar en los abrazos de
mamá; al osito le habla muy fuerte para decirle que lo ama como su mamá. El osito
entonces me calienta.»
«Mi hermana me dijo también que le gusta esconderse entre los bloques de
gomaespuma o en el cajón de los globos y el señor Aucout' y las señoras [las
educadoras] nos buscan: “¿Dónde estáis? ¿Dónde estáis?” Y cuando nos encuentran,
nos reímos mucho.»
«Mi hermana pequeña también me dijo que Julien siempre llena los cubos de pelotas y
después los vacía, muchas veces, o mete los unos en los otros y los separa
poniéndolos en línea, y finge que los cuenta. A veces se mete en un recipiente y así el
recipiente está lleno.»
Todos los niños juegan a llenar y vaciar, al igual que juegan a reunir y separar, construir
y destruir. Estos juegos son un símbolo de la unidad perdida y recuperada del cuerpo.
Son juegos universales de la infancia pero también son un símbolo de la presencia y de
la ausencia del objeto maternante con el que el bebé se construye gracias a las
interacciones precoces y se desune en su ausencia.
Por lo tanto, se puede asociar:
Presencia-unidad corporal.
Ausencia-pérdida de la unidad corporal hasta el momento
en que el niño adquiere cierta permanencia de su unidad
corporal, pero que permanece siempre bajo la influencia de
sus angustias de pérdida del cuerpo (angustias arcaicas).
«Mi hermana pequeña, en la escuela maternal, le gusta mucho venir a la sala con
Françoise, su educadora: siempre habla de los bloques de gomaespuma, para
sumergirse en ellos. Me dijo que le hacía bien. Trepar por los tablones a cuatro patas,
siempre quiere subir más alto, saltar y deslizarse, y no tiene miedo.»
«He visto a mi novia Sarah, que venía delante del gran espejo, hace muecas, luego se
va y vuelve y empieza de nuevo. Cuando Jean está frente al espejo, parece que tiene
miedo, que no se reconoce. ¿Y tú entiendes por qué tiene miedo? Entonces Jean se
queda mucho tiempo mirándose, no deja el espejo. Quizás se pregunte quién está allí.»
«Sucede que el señor Aucout' nos deja tocar los tambores con las baquetas, ¡así que
esto es genial! Hacemos mucho ruido, parece una batería, pero a veces nos detiene
porque hacemos demasiado ruido y al final de la sesión, cantamos y bailamos en
círculo todos juntos.»
«A veces el señor Aucout' nos hace pensar en un lobo. ¿No sé por qué? No da miedo,
no es malo, el lobo sigue en mi cabeza y quiero matarlo. Mi hermana pequeña me dijo
que hace el lobo con nosotros: se pone a cuatro patas, pero no quiere que le den
golpes para matar al lobo. Nosotros, los grandes, le decimos “eres un lobo, eres un
lobo” pero él no juega con nosotros. ¿Sabes lo que hace? Con una tela en la mano,
finge mordernos, nos persigue, así que tiramos muy fuerte de la tela, golpeamos el
tejido con los pies en el suelo para matar al lobo. El señor Aucout' está contento de que
derrotemos al lobo pero no hay que tocarlo [derivación simbólica].
En otra ocasión, el lobo se refugió en su casa, así que rompimos la casa del lobo
gritando muy fuerte. El señor Aucout' no quiere que se le toque [derivación simbólica].
A veces la sala está llena de cocodrilos, así que les dice que se vayan a casa y los
encierra para calmarlos, estamos todos encerrados, así que el señor Aucout’ canta “ah
los cocodrilos, los cocodrilos”, así que cantamos también y nos libera [El canto como
una derivación simbólica].»
Jugar al agresor
Se trata de un proceso positivo de reaseguración profunda
llamado juego de identificación con el agresor (A. Freud, 1980)1
frente a las angustias arcaicas: las de ser destruido o devorado.
En efecto, la identificación con el agresor es un mecanismo
psicológico muy poderoso para preservar la integración somato-
psíquica ayudada en ello por fantasías de placer de devoración, de
incorporación y de omnipotencia. El niño se identifica con el
agresor sobre un fondo de placer para dominar y alejar el miedo a
ser devorado.
Este proceso de reaseguración será aún más valioso para el
niño si le ayudamos a poner palabras sobre su agresor y así
liberar la angustia y el miedo a ser devorado.
Ayudar al niño a imaginarse a sí mismo como lobo exorciza
el miedo del lobo tanto más cuanto que se le ridiculiza llevando
gafas, pantalones o sombrero. La representación parte de un
principio, la de atenuar la intensidad emocional del miedo.
«Un día, la educadora hizo una gran ola con la gran tela verde. Pauline se ahogó en la
ola, así que la señora la tomó en brazos y la llevó al hospital. En sus brazos parecía
que estaba realmente muerta... ¡No, eso no era verdad! Luego le tocó la espalda y
mejoró.
En la sala con los mayores, siempre hay un hospital construido con el cofre de los
balones porque hay heridos en los accidentes de coche que chocan, caídas de caballo,
así que se les transporta al hospital para su tratamiento. A veces hay fila para entrar al
hospital. Allí hay médicos, enfermeras. ¡Cierto, nos curan! “¿Dónde le duele,
señor/señora? ¿En la pierna? ¿En el brazo?”. Así que nos tocan rápido y se arregla,
nos curamos, y nos vamos corriendo.»
«Me he olvidado, señor Aucout’, nos cuenta un cuento justo antes de las
construcciones, estamos en círculo, todos esperamos la historia porque lo ha contado
por partes [episodios de 5 minutos[ esperamos la continuación cada vez, es como una
película. Recuerdo bien una historia, es la de Poupoune y Gram-Groum [La Poupoune
et le Gram-Groum de Marie-Odile Dupé y Pierre Denieuil, Ed. Bayard Jeunesse].
Poupoune era una niña pequeña, difícil con su mamá, se enfadaba a menudo y un
día su mamá se enojó con Poupoune y le dijo: “¡Si continúas, llamo a Gram-Groum y te
tirará al río!”. Un día, Gram-Groum abre la puerta, no dice nada, y mete a Poupoune en
una bolsa antes de salir de la casa y se va hacia el río. La madre dice “¡Ouf!” y se lo
agradece a Gram-Groum. En el puente, está René pescando, y Gram-Groum le dice
“Deberías volver a casa” y el pequeño René se va. Así que Gram-Groum tira la bolsa
en el río con Poupoune dentro [Se trata del primer episodio].
Me gustan las historias que el señor Aucout’ nos cuenta porque nos deja buscar
soluciones para salvar a Poupoune, o para escapar del lobo que nos persigue, o de la
bruja que intenta envenenarnos, o porque los padres abandonan a su hijo en el
bosque.»
Y luego, al final de pintar, ponemos todos nuestros dibujos en una carpeta, porque
no quiere que los llevemos a casa. Que son para nosotros. Yo quiero dárselo a mamá,
pero el señor Aucout’ nunca quiso, aún no he comprendido por qué se niega.
Ah, recuerdo una vez que el señor Aucout’ nos dijo “Sacad todos vuestros dibujos
que están en vuestra carpeta, y ponedlos en orden, desde el primero hasta el último”.
No tuve dificultad en ponerlos en orden, tenía el recuerdo, estaba contento de verlos
uno tras otro. Y luego se detuvo cerca de mí, y me dijo: “¡Tienes buena memoria!”. En
ese momento no conocía las fechas ni los meses.
En cada sesión, cuando vienes a la sala del señor Aucout’, dibujas o construyes. Te
deja libre. No es como en la escuela donde la maestra pide que hagamos un dibujo
para mamá, o un dibujo para ponerlo en la pared. A mí no me gusta, porque los amigos
dicen “este no es hermoso, este es hermoso” yo encuentro que todos los dibujos son
hermosos. Cuando dibujo, creo que soy Leonardo da Vinci, ¡lo vi en Amboise! Sí, lo vi
con papá y mamá, ¡incluso inventó máquinas para hacer la guerra, incluso un
helicóptero!».
Ya hemos dicho que cada niño dibuja libremente sobre una mesa
con rotuladores de color, pero a los 5/6 años damos a los niños
lápices de punta de grafito para eliminar el factor estético.
Hemos observado la concentración de los niños y la
precisión aportada en las representaciones del dibujo.
Por último, pedimos al niño que ponga palabras en su
dibujo, pero lo que debe interesar a la educadora es cómo el niño
habla de él, ¿existe un vínculo entre las diferentes
representaciones, una unidad narrativa? Ahora bien, creemos que
existe un vínculo entre esta unidad narrativa y la unidad de sí que
surge de la unidad del cuerpo.
La educadora no se permite ninguna interpretación, aunque
las proyecciones de los niños son bastante evidentes en el dibujo,
pero preferimos recoger las emociones que surgen cuando el niño
habla de su dibujo.
«¡Todas las chicas de la clase de las mayores quieren parecerse a las señoras!
Entonces la maestra les ayuda a disfrazarse y con las telas hacen sombreros, faldas,
vestidos, se creen damas y ya no quieren jugar con los chicos. Están orgullosas, tienen
modales. Las chicas a menudo hacen camas con colchones, se acercan y se abrazan
como mamá y papá en la cama, a mí me gusta ir a la cama de mamá y papá. ¡Me pego
a mamá, y quiero a papá lejos! ¡Y mi hermana no es lo mismo, se pega a papá y mamá
está lejos!
Ya sabes, en la escuela maternal, todos tenemos novios o novias, así que
corremos, nos agarramos, nos tiramos juntos en los bloques de gomaespuma, nos
escondemos bajo una tela. Afortunadamente, el señor Aucout’ no ve nada y en la
siguiente sesión tengo otra novia, así es la vida.
Nosotros, los niños, preferimos jugar a espadear, con bastones de plástico, hay
heridos, y es necesario llevarlos al hospital. Una vez, una chica jugó con nosotros. Una
chica puede jugar con los chicos y también un chico puede jugar con la muñeca con las
chicas, es posible en la sala del señor Aucout’!»
Pierre nos habla del final de la sesión
«Te explico: nos pone en círculo, nos colocamos en el suelo, con las piernas dobladas,
y luego nos pide que sintamos que respiramos, entonces mis costillas se levantan y
bajan, también mi vientre, es el aire que entra y sale de mis pulmones, Y es la primera
vez que siento eso, así que nos llenamos, nos vaciamos más fuerte o menos fuerte, y
luego estiramos las piernas y nos pide que permanezcamos tranquilos en el suelo sin
movernos.
Luego salimos uno por uno para vestirnos y el señor Aucout’ nos da la mano
llamándonos por nuestro nombre y apellidos, como hacen los adultos para decir adiós.
A mí me parece bien, somos alguien.
Después de las sesiones, cuando llego a casa, tengo muchas cosas que contarles
a mis padres.
En clase, la maestra le dijo a Georges “¿qué has hecho hoy con el señor
Aucouturier?”. “¡He jugado, ha estado bien!”. “Ahora te interesas, quieres aprender,
hablas con tus amigos”, me alegré por Georges.
También le dijo a Paul: “Ahora no estás tan emocionado como antes, estás más
tranquilo”. Soy amigo de Paul.»
1. Freud, A. (1980). El yo y los mecanismos de defensa. Paidós.
2. Bettelheim, B. (2006). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Crítica.
5
Conclusión
La escuela maternal es un lugar donde se pone de relieve lo que el niño sabe hacer y
no lo que no sabe hacer.
En la escuela maternal no hay requisitos para lo que es bello o normal.