Está en la página 1de 16

1.

La obesidad: aspectos fisiopatológicos y


clínicos
Introducción
La obesidad es considerada a escala global como la epidemia del siglo XXI (NCD Risk
Factor Collaboration (NCD-RisC) et al. 2016); de acuerdo con la Organización Mundial de
la Salud (OMS), se refiere a la acumulación anormal o excesiva de tejido adiposo en
relación con el peso que puede ser perjudicial para la salud. Esta acumulación excesiva
de tejido adiposo usualmente se acompaña de una inflamación sistémica crónica leve.
Recientemente se ha reconocido como una enfermedad crónica, recurrente, de etiología
multifactorial caracterizada por un desequilibrio de energía debido a un estilo de vida
sedentario, un consumo excesivo de energía, o ambos.

Objetivo
El objetivo del presente documento es presentar el escenario de los aspectos
fisiopatológicos y clínicos más relevantes en la obesidad.

Epidemiología
Aunque ciertamente no tiene un origen infeccioso, se ha insistido en que la
obesidad se contagia en un sentido social y los vectores de transmisión son la
alimentación y la actividad física, que son procesos indispensables para la supervivencia
humana y la interacción social (Kumanyika 2007; Christakis y Fowler 2007). Los cambios
en el estilo de vida que acompañan la urbanización y el desarrollo de las sociedades han
creado las condiciones idóneas para que germine la obesidad y, a su vez, han producido
cambios en los patrones de salud y enfermedad. El sobrepeso y la obesidad han sufrido
un crecimiento rápido en todas las regiones del planeta y afectan tanto a niños como a
adultos. En el caso de México, a través de las distintas encuestas nacionales, se ha
documentado un incremento en la prevalencia de sobrepeso y de obesidad en la
población, y se muestra una tendencia ascendente a partir de 1988 y hasta el 2016,
cuando se levantó la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino
(ENSANUT-MC 2016). Para adultos de 20 años y más, la prevalencia combinada de
sobrepeso y obesidad pasó de 71.2% en 2012 a 72.5% en 2016; este aumento no fue
estadísticamente significativo. Las prevalencias tanto de sobrepeso como de obesidad y
de obesidad mórbida fueron más altas en el sexo femenino.

Definición y clasificación
La obesidad se desarrolla a partir de la interacción de factores genéticos, sociales,
conductuales, psicológicos, metabólicos, celulares y moleculares (Figura 1). La OMS la
define como la acumulación anormal o excesiva de grasa que puede afectar la salud
(WHO 2000 y 2017). El principal motor de la obesidad es un estado de balance de
energía positivo que aparece por una interacción compleja de factores conductuales,
ambientales, fisiológicos, genéticos y sociales que se encuentran influenciados por
interacciones entre individuos, familias, instituciones, organizaciones y comunidades.

Figura 1 Factores involucrados en el desarrollo de la obesidad.


Factores de riesgo para el desarrollo de la obesidad
Se ha descrito que el principal motor de la obesidad es un estado de balance de energía
positivo, es decir, un estado donde la energía que ingresa al organismo supera al gasto.
Esto, en general, es resultado de un aumento en el consumo de alimentos, una
disminución en el gasto de energía (generalmente por escasa actividad física) o ambos.
Un balance positivo incluso pequeño pero sostenido contribuye al desarrollo de obesidad.
Esta ecuación simple de un fenómeno complejo ha señalado al exceso en el comer y al
sedentarismo como los principales factores de riesgo de la obesidad. Sin embargo, debe
quedar claro que la obesidad aparece por una interacción compleja de una multiplicidad
de factores, entre ellos, conductuales, ambientales, fisiológicos, genéticos y sociales
(Bhupathiraju 2016).El consumo y el gasto de energía obedecen tanto a factores
genéticos como ambientales, es decir, no solo los genes tienen un efecto sobre la
conducta alimentaria; también el entorno, la disponibilidad, costo y oportunidades para
consumir alimentos son determinantes de la energía que se consume y de la que se
gasta; todo ello determinado, en gran medida, por factores económicos y socioculturales.
Comorbilidades y mortalidad
Los estudios poblacionales claramente han encontrado que los individuos con obesidad
tienen un mayor riesgo de presentar una serie de complicaciones en su salud, que
contribuyen a una muerte prematura con mayor frecuencia. El sobrepeso y la obesidad
son factores de riesgo de enfermedades del corazón, diabetes, hipertensión, enfermedad
de la vesícula biliar, osteoartritis, apnea del sueño y otros problemas respiratorios y
algunos cánceres. Las personas con obesidad son más susceptibles a presentar
resistencia a la insulina y con frecuencia desarrollan síndrome metabólico (Alberti 2009).
Esta resistencia a la insulina (Canale et al. 2013) se asocia con una serie de
enfermedades metabólicas, dentro de las cuales la diabetes y la hipertensión arterial
merecen especial atención.

Diagnóstico
El diagnóstico de obesidad en el ámbito clínico se realiza mediante la medición del peso y
la estatura para calcular el IMC. Representa tanto la masa grasa, como la masa libre de
grasa, por lo que es un índice de peso (o masa) y no de adiposidad como tal. Existen
criterios para definir obesidad en adultos con base en el IMC (valores iguales o superiores
a 25 indican sobrepeso e iguales o mayores a 30 denotan obesidad).

Tratamiento
El tratamiento de la obesidad debe ir más allá de la búsqueda de la reducción de peso
corporal. La persona con sobrepeso y obesidad debe aceptar la necesidad de un
compromiso de por vida de modificar su estilo de vida. Si bien es necesaria la pérdida de
peso (y es lo que los pacientes buscan y consideran como éxito), el objetivo del
tratamiento de la obesidad debe concentrarse en la mejoría metabólica y de la calidad de
vida. El manejo actual de la obesidad está dirigido a la pérdida de peso mediante
tratamientos de bajo riesgo como son las intervenciones de estilo de vida basadas en
cambios en la dieta y ejercicio, como la opción de primera línea, seguida de fármacos o
cirugía en casos seleccionados. Es importante destacar que aun cuando se requiera
recurrir al tratamiento farmacológico o al quirúrgico, la dieta y el ejercicio seguirán siendo
el centro del manejo para la obesidad (González et al. 2017).
Cambios en el estilo de vida
El centro de cualquier tratamiento para la obesidad es la dieta, esta debe ser
hipoenergética (esto es, baja en calorías) y debe aportar menos energía que la que
requiere la persona para de esta forma promover un balance de energía negativo que
conduzca a una reducción de peso. Lo idóneo es complementar con un aumento en la
actividad física o un programa de ejercicio que, si bien no es central en la fase activa de
pérdida de peso. Otras estrategias útiles en el abordaje dietario de la obesidad es
promover el control de porciones de los alimentos que se van a consumir, pues en los
últimos años el tamaño de las porciones habituales se ha distorsionado hacia el exceso.
En cuanto al número de comidas diarias que se deben realizar, no existe evidencia
científica ni acerca del número idóneo ni sobre la necesidad de colaciones (Chapelot2010)
(Palmer et al. 2011). Es uno más de los aspectos en los que es necesario individualizar.

Prevención.
Los altos costos -tanto personales como sociales- y pobres resultados del tratamiento de
la obesidad llevan a considerar las labores de prevención como fundamentales, y llegan a
ser tanto o más importantes que el tratamiento mismo.

Corolario (Conclusión).
La obesidad es un problema de salud pública que se ha diseminado de manera amplia en
el mundo, y afecta a todos los grupos de edad, sexo o condición social. A escala
individual, es una enfermedad compleja que se va construyendo en el tiempo, más o
menos rápido en unas u otras personas. Por su naturaleza compleja y multicausal, el
abordaje mediante diversas estrategias resulta en un efecto sinérgico a diferencia de
elegir solo una forma de tratamiento (dieta o ejercicio o apoyo conductual o fármacos o
cirugía) para abordarla. Debido a su naturaleza crónica, su abordaje debe ser un proceso
continuo, sostenido y permanente; las opciones de solución rápida no existen y sus
resultados no se sostienen en el tiempo.

2. Consumo de alimentos ultraprocesados y obesidad:


una revisión sistemática
INTRODUCCIÓN

La lucha contra las enfermedades no transmisibles es una de las principales


preocupaciones de la salud pública en la actualidad, y el creciente consumo de alimentos
ultraprocesados representa una nueva línea de batalla. Los denominados alimentos
ultraprocesados son aquellos que, tras este proceso, han adquirido ciertas características
que permiten que se consuman sin apenas preparación. Pasan a ser productos atractivos
y, en ocasiones, más baratos que el alimento original. En la actualidad, el concepto de
alimento ultraprocesado no está definido de manera unívoca y universal. La definición
más utilizada es la propuesta por el equipo de Monteiro (2016) y es la siguiente:
“Formulaciones de varios ingredientes que, además de sal, azúcar, aceites y grasas,
incluyen sustancias alimenticias no utilizadas en las preparaciones culinarias, en
particular, saborizantes, colorantes, edulcorantes, emulgentes y otros aditivos utilizados
para imitar las cualidades sensoriales de los alimentos naturales o poco procesados.

Se trata de alimentos de alta densidad energética y baja calidad nutricional que mantienen
pocas o ninguna de sus características iniciales. Son, muy fáciles de ingerir, pues pueden
consumirse en el momento de su adquisición o con muy poca preparación El ritmo de vida
actual ha modificado notablemente el patrón de consumo de alimentos en las distintas
sociedades. Desde la década de los 80 han aumentado la producción, el márketing y el
acceso a las bebidas y alimentos ultraprocesados. Actualmente, esta clase de alimentos
representan la mayor fuente de ingesta energética en ciertos países, y este patrón de
consumo va unido a un aumento de las tasas de obesidad, favoreciendo la existencia de
entornos obesogénicos.

OBJETIVO

El objetivo de este trabajo es realizar una revisión sistemática para evaluar la posible
asociación entre el consumo de alimentos ultraprocesados y el desarrollo de obesidad.

CLASIFICACIONES DE ALIMENTOS

Para el estudio de este campo es imprescindible que exista una manera de clasificar los
alimentos en función de su grado de procesamiento.

En 2017 propusieron una nueva clasificación para un mejor entendimiento de la conexión


entre la dieta y la salud pública. Se trata de la clasificación NOVA, que tiene en cuenta los
procesos físicos, biológicos y químicos a los que se somete el alimento antes de ser
consumido. Esta clasificación desarrollada en Brasil presenta 4 grupos y se usa en la
actualidad a nivel internacional.

El grupo 1 es el que engloba los alimentos no procesados (semillas, frutas, partes


comestibles de plantas y animales, huevos, leche, hongos, algas, agua) o mínimamente
procesados,

Que son alimentos naturales a los que se les eliminan partes no comestibles o se somete
a procesos de secado, aplastamiento, molienda, fraccionamiento, filtración, tostado,
ebullición, fermentación no alcohólica, pasteurización, refrigeración, enfriamiento,
congelación o empaquetado. El grupo 2 es el que incluye ingredientes culinarios
procesados y derivados del primer grupo. Se utilizan para acompañar alimentos del grupo
1. Entrarían en este grupo los aceites, la mantequilla, el azúcar y la sal.

El grupo 3 incluye comidas procesadas. Se trata de alimentos del grupo 1 modificados


con la intención de acompañar a otros alimentos. Algunos ejemplos son el pan, el queso o
las verduras en conserva el grupo 4 es el de las comidas ultraprocesadas, que suelen
incluir en su composición azúcares, grasas, aceites, sal y aditivos que proceden de otros
alimentos, como maltodextrinas, proteínas de soja, lactosa, caseína, suero y gluten. Los
alimentos ultraprocesados contienen también otros aditivos: saborizantes, colorantes,
edulcorantes, emulsificantes, humectantes, agentes antiapelmazantes, endurecedores.

CONSUMO DE ULTRAPROCESADOS A LARGO PLAZO.

Desde que en 2009 aparece el término “ultraprocesado” no ha cesado de crecer la


evidencia científica que asocia el consumo de estos alimentos con el aumento de
enfermedades cardiovasculares, dislipidemia, cáncer, hipertensión, obesidad, síndrome
metabólico, enfermedades respiratoria, etc. El consumo de alimentos ultraprocesados
suele ir unido a un estilo de vida sedentario en el que se tiende a consumir estos
alimentos de manera continua e inconsciente. La ingesta de sodio se asocia con la
prevalencia de la hipertensión arterial y los eventos cardiovasculares. La principal fuente
de sodio de una dieta basada en ultraprocesados es la sal, que se encuentra en estos
alimentos en cantidades abundantes. Con respecto a la depresión, un estudio llevado a
cabo con individuos de la cohorte del proyecto SUN concluye que existe una asociación
positiva entre el consumo de ultraprocesados y el riesgo de desarrollar depresión.
Además, este riesgo resultó ser mayor entre aquellos sujetos con menor nivel de actividad
física.

¿QUÉ HACE ATRACTIVOS A LOS ALIMENTOS ULTRAPROCESADOS?

Además de la comodidad que ofrecen, los alimentos ultraprocesados se caracterizan


también por ser hiperpalatables. Este término hace referencia a la anulación de los
mecanismos de la saciedad que funcionan habitualmente en el cuerpo y el cerebro. Las
combinaciones sensoriales de estos alimentos los hacen, por tanto, menos saciantes,
llevando a un consumo excesivo de los mismos. El márketing tiene también un importante
papel en este patrón de alimentación: cada vez se tiende a aumentar más el tamaño de la
ración y a ofrecerlo a un precio muy bajo, lo que hace que los alimentos ultraprocesados
sean muy accesibles económicamente.

MÉTODOS

Esta revisión sistemática se llevó a cabo siguiendo los criterios marcados por la
declaración PRISMA. Se revisaron los títulos y resúmenes de los 67 artículos, de manera
que se seleccionaron un total de 12 documentos que se ajustaran al objetivo de este
trabajo y que, por tanto, se han incluido en esta revisión sistemática.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

De esta manera, son 12 trabajos los que se han recogido en esta revisión: 7 estudios
transversales, 3 estudios prospectivos de cohortes y 2 estudios ecológicos. En algunos de
estos trabajos se excluye a las mujeres embarazadas, a las mujeres lactantes, a las
personas con discapacidad, a las personas con enfermedades crónicas como diabetes,
hipertensión arterial y cáncer

La tabla I recoge los estudios que han empleado la clasificación


Tabla I. Resumen de los estudios incluidos en la revisión sistemática que evalúan la
relación entre el consumo de alimentos ultraprocesados y la obesidad utilizando otro
sistema de clasificación de alimentos NOVA.

ESTUDIOS QUE EMPLEAN EL SISTEMA DE CLASIFICACIÓN NOVA.

Los largos tiempos de seguimiento de los dos estudios prospectivos de cohortes


presentados son un punto a favor de los mismos, así como su tamaño muestral. Todos los
trabajos recogidos en esta tabla concluyen que existe una relación entre el consumo de
ultraprocesados y el aumento de peso, y por tanto el desarrollo de sobrepeso y obesidad.

Los estudios de Rico-Campà y cols. (2019) y de Nardocci y cols. (2018) añaden, que
aquellos participantes que más ultraprocesados consumían tendían a tener malos hábitos.
Tenían comportamientos más sedentarios que aquellas personas que consumían menos
cantidad de alimentos ultraprocesados.

CONCLUSIÓN

Son muchos los factores que influyen en el estado nutricional de la población, pero el
patrón de alimentación que se sigue es determinante. Además, el consumo frecuente de
ultraprocesados habitualmente va unido a un estilo de vida sedentario y a hábitos
perjudiciales para la salud.

Dado que la elección de alimentos a consumir es determinante para mantener un buen


estado de salud y evitar la obesidad, parece imprescindible desarrollar estrategias para
educar a la población de manera que puedan elegir con criterio el tipo de alimentos que
consumen. El márketing de los alimentos ultraprocesados, así como en ocasiones su bajo
precio, facilita la compra rápida y dificulta mucho esta tarea.

3. CAUSAS Y CONSECUENCIAS SISTÉMICAS DE LA OBESIDAD Y EL


SOBREPESO

Introducción.
En este trabajo se reúnen algunos datos oficiales y resultados de investigaciones
científicas, sobre la obesidad y el sobrepeso en población: adultos y adultos mayores (mayores a 65
años).
Con el objetivo de plantear desde una perspectiva sistémica la obesidad y sobrepeso se
analizan sus características, causas y factores de incidencia (género, alimentación, nivel
de actividad física y edad) la influencia cultural (tradiciones, costumbres), condiciones económicas.
Definición de obesidad según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de
grasa que puede ser perjudicial para la salud (OMS, 2020).
La Organización Mundial de la Salud define el sobrepeso como un IMC igual o superior
a 25, y la obesidad como un IMC igual o superior a 30. Estos umbrales sirven de
referencia para las evaluaciones individuales de adultos.
¿Qué causa el sobrepeso y la obesidad?
La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre
calorías consumidas y gastadas.
A nivel mundial se ha aumentado la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que
son ricos en grasa, azucares y harinas refinadas; y un descenso en la actividad física.
Principalmente debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de
trabajo, comunicación y diversión, a los nuevos modos de transporte, la promoción de
alimentos chatarra y a la creciente urbanización.
Obesidad en adultos.
Según los datos de la OMS (2020), más de 1900 millones de adultos de 18 o más años
tienen sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones son obesos; lo cual quiere decir
que los adultos comen más energéticos de los que consumen en sus actividades físicas
cotidianas.
Causas y efectos de la obesidad en adultos.
El panorama descrito en los párrafos precedentes, nos remite a tres condiciones en el
desbalance entre energía consumida y la energía gastada por actividades físicas de los
mayores a 18 años.
 La primera condición está asociada al incremento gradual de responsabilidades y
obligaciones sociales, de la vida de los adultos, como estudiar un oficio o profesión, de la vida de los
adultos, como estudiar un oficio o profesión, trabajar, formar una pareja, tener hijos.
 La segunda condición está referida a la promoción de interacciones virtuales
(juegos en consolas, juegos y concursos en línea, video llamadas en Internet),
actividades sedentarias que regularmente son acompañadas por comportamientos alimenticios –
obesogénicos-, consistente en la ingesta de alimentos de forma
irregular y frecuente.
Economía y obesidad.
Si bien el sobrepeso y la obesidad se consideraban antes un problema propio de los países de ingresos
altos, actualmente ambos trastornos aumentan en los países de ingresos bajos y medianos, en particular
en los entornos urbanos.
De esta situación hay que agregar que las personas pobres compran y consumen alimentos baratos,
regularmente grasas, azucares y harinas, además de que adoptan patrones de consumo de alimentos y
bebidas industrializadas. Por ejemplo, México encabeza la lista mundial de consumidores de refrescos
con un promedio de 163 litros por persona al año. El consumo de refresco en el país supera en un 40% a
Estados Unidos quien ocupa la segunda posición en la lista, con 118 litros, según datos de la Universidad
de Yale del 28 octubre de 2019.
En los países de ingresos bajos y medianos, es más probable que la nutrición del lactante y del niño
pequeño sea inadecuada, debido al menos a dos condiciones: 1. bajo poder adquisitivo, que significa
tener poco efectivo para comprar alimentos;se disminuye la variedad y la calidad de los alimentos que se
compran. Es decir, con poco dinero se compra pocos alimentos baratos, regularmente ricos en grasa,
harinas, azucares y sal. Por lo que, al mismo tiempo, los niños están expuestos a alimentos de alto
contenido calórico y pobres en micronutrientes, que suelen costar menos, pero también tienen nutrientes
de calidad inferior.
¿Cuáles son las consecuencias del sobrepeso y la obesidad para la salud?
Como ya mencionamos, un IMC por encima de 25, es un importante factor de riesgo de
enfermedades no transmisibles, como: enfermedades cardiovasculares (principalmente
las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares), la diabetes, los trastornos del
aparato locomotor (en especial la osteoartritis, enfermedad degenerativa de las
articulaciones discapacitante), y algunos tipos de cánceres (endometrio, mama, ovarios,
próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).
En particular, la ingesta excesiva de ‘refrescos o bebidas endulzadas’ se ha comprobado
que se asocia con padecimientos como obesidad, diabetes tipo 2, derrames cerebrales,
gota, asma, cáncer, artritis reumatoide, enfermedades arteriales coronarias y óseas,
problemas dentales y de conducta, trastornos psicológicos, envejecimiento prematuro y
adicción, afirmó en la UNAM Florence L. Théodore, del Instituto Nacional de Salud
Pública (Théodore, 2019)
¿Cómo pueden reducirse el sobrepeso y la obesidad?
En el plano individual, las personas pueden optar por:
 Reducir de la ingesta energética, la grasa y los azúcares.
 Aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos.
 Realizar actividad física frecuente (60 minutos diarios para los jóvenes, 45 para los adultos y 30
minutos para los adultos
mayores a 65 años).
la industria alimentaria puede desempeñar un papel importante en la promoción de dietas sanas,
recordando que vender alimentos sanos también es rentable, del modo siguiente:
 Reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos procesados.
 Asegurando que las opciones saludables y nutritivas estén disponibles y sean asequibles para todos los
consumidores.
 Limitando la comercialización de alimentos ricos en azúcar, sal y grasas, sobre todo los alimentos
destinados a los niños y los adolescentes.
 Garantizando la disponibilidad de opciones alimentarias saludables y apoyando la práctica de
actividades físicas periódicas en el lugar de trabajo.
Población adulta.
En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT, 2018) se reporta un porcentaje del 10.3% de
la población de 20 años y más (8.2 millones personas) con diagnóstico médico de diabetes, enfermedad
que está relacionada directamente con obesidad.
Como ya se argumentó, la actividad física está directamente relacionada con el sobre peso y la obesidad,
en el siguiente gráfico se recupera los datos de ENSANUT (2018) respecto de la actividad física en
población de 20 a 69 años.

Gráfica que constata en general que conforme pasa el tiempo vital personal, hombres y mujeres
disminuyen el tiempo dedicado al ejercicio frecuente; obviamente se asocia al incremento de actividades
de orden social, escolar y laboral. Desafortunadamente, la disminución de la actividad física, también se
asocia al gradual deterioro de capacidades físicas y la aparición de enfermedades asociadas al sobrepeso
y la obesidad.
Conclusiones.
En términos generales hay una gran coincidencia acerca del problema de salud que representa la
obesidad y el sobrepeso en todos los grupos de edad, aun cuando los riesgos de salud guarden ciertas
diferencias, no cabe duda que es un problema que demanda una intervención urgente que aborde los
problemas de salud física, así como los emocionales. A las personas se les conmina a retomar la
mentalidad sana y acciones congruentes para mantener su salud. A los industriales les reiteramos que la
comida sana también es rentable.
4. Definición y clasificación de la obesidad
Introducción.
Pocas enfermedades crónicas han avanzado en forma tan alarmante en la mayoría de los países durante
las últimas décadas como ha ocurrido con la Obesidad, motivo de preocupación para las autoridades de
salud debido a las nefastas consecuencias físicas, psíquicas y sociales.
El sobrepeso y la obesidad constituyen un importante factor de riesgo de defunción, con una mortalidad
de alrededor de 3 millones de adultos al año. La clasificación actual de Obesidad propuesta por la OMS
está basada en el Índice de Masa Corporal (IMC), el cual corresponde a la relación entre el peso
expresado en kilos y el cuadrado de la altura, expresada en metros. De esta manera, las personas cuyo
cálculo de IMC sea igual o superior a 30 kg/m2 se consideran obesas.

Tabla 1. Clasificación de la obesidad según la oms


Clasificación IMC. Riesgo a la salud
Normo Peso - 18.5 − 24.9 Promedio
Exceso de Peso - ≥ 25 En aumento
Sobrepeso o - 25 - 29.9 AUMENTADO
Pre Obeso
Obesidad Grado I - 30 − 34.9 AUMENTO MODERADO
o moderada
Obesidad Grado II - 35 - 39.9 AUMENTO SEVERO
o severa
Obesidad Grado III - ≥ 40 AUMENTO MUY SEVERO
mórbida

A nivel mundial, el sobrepeso y la obesidad están relacionados con un mayor número de defunciones que
el déficit ponderal. Hoy en día, el 65% de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la
obesidad cobran más vidas que el déficit ponderal (estos países incluyen a todos los de ingresos altos y
la mayoría de los de ingresos medianos).
Causas de la obesidad.
La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías
consumidas y calorías gastadas. Se ha visto una tendencia universal a tener una mayor ingesta de
alimentos ricos en grasa, sal y azúcares, pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes. El
otro aspecto de relevancia es la disminución de la actividad física producto del estilo de vida sedentario
debido a la mayor automatización de las actividades laborales, los métodos modernos de transporte y de
la mayor vida urbana.
Sobrepeso o pre-obesidad.
Se considera que pertenecen a esta categoría todas aquellas personas con IMC entre 25 y 29.9 kg. Son
personas en riesgo de desarrollar obesidad. Se consideran en fase estática cuando se mantienen en un
peso estable con un balance energético neutro. Por el contrario, se considera que están en una fase
dinámica de aumento de peso, cuando se está incrementando el peso corporal producto de un balance
energético positivo, es decir, la ingesta calórica es superior al gasto energético.
Obesidad abdominal.
Se ha podido establecer que la acumulación preferencial de grasa en la zona toracoabdominal del cuerpo
se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y metabólica. Por esta razón, se han planteado
desde entonces el empleo de una serie de mediciones e índices para determinar la distribución de la grasa
corporal. Entre los más utilizados se encuentran el índice cintura cadera y la medición exclusiva de la
circunferencia de cintura, que se plantea que estima con la misma exactitud la grasa intraabdominal
como lo hace la relación cintura cadera. Por lo anterior, hoy en día se considera a la medición de la
circunferencia de cintura un buen predictor clínico del riesgo cardiovascular asociado a la obesidad
abdominal.

Tabla 4. Valores de circunferencia abdominal según Instituto Nacional de Salud de los EE.UU. (NIH)
Zona de Alerta Nivel de Acción
Hombres. ≥ 94 cm. - ≥102 cm.
Mujeres. ≥ 80 cm. - ≥ 88 cm.
Conclusiones.
El alarmante crecimiento de la prevalencia de obesidad en nuestra sociedad nos indica que debemos
estar muy alerta, para el diagnóstico precoz de esta patología de alta repercusión en la salud de las
personas y en los costos asociados a ella. El uso de indicadores como el IMC y la medición de la
circunferencia de cintura representan estrategias de detección clínica, que nos permiten una adecuada
clasificación de la severidad de la enfermedad y del riesgo asociada a ésta, para establecer así medidas
de prevención o de manejo tanto de la obesidad como de sus enfermedades asociadas, especialmente en
las poblaciones genéticamente susceptibles.

5. La relación entre la obesidad y estados depresivos.


Introducción

Tanto la depresión como la obesidad son problemas comunes en la población a nivel mundial, siendo por
ello unas de las principales preocupaciones de la salud pública actual. Ambas enfermedades se asocian
con una mayor morbilidad y mortalidad e impactan significativamente en el aspecto económico en
quienes la padecen, por el deterioro funcional que causan y el gasto en salud que conllevan.

Los objetivos de esta revisión son analizar la evidencia existente que relaciona la obesidad con los TDM,
y estudiar cómo influye la obesidad en la respuesta antidepresiva de pacientes depresivos, evaluar si la
presencia de trastornos depresivos influye en el resultado de la obesidad, analizar si el tratamiento de la
obesidad afecta los resultados entre pacientes con trastorno depresivo y definir los trastornos que afectan
los resultados de la obesidad.

El efecto del índice de masa corporal (IMC) sobre la


respuesta a los antidepresivos en pacientes con TDM.
Kloiber et al informó puntajes totales significativamente más bajos de HAMD en individuos
obesos/sobrepeso con TDM comparados con aquellos con IMC normal.

Tabla 1. Antidepresivos disponibles en Chile y su efecto sobre el peso corporal a


corto (4-12 semanas) y largo plazo (> 4 meses)
Antidepresivos Corto plazo Largo plazo
Antidepresivos tricíclicos

Imipramina neutro neutro

Amitripilina aumento (+1,5kg) aumento (+2,2kg)

Clomipramina aumento (NS) desconocido

Desipramina neutro desconocido

Nortriptilina aumento (+2,0kg) aumento (+1,2kg) (N.S)

Inhibidores selectivos recaptación de serotonina

Citalopram disminución (-0,6kg) aumento (NS)

Escitalopram disminución (-0,3kg) aumento (NS)

Fluoxetina disminución (-0,9kg) disminución (NS)

Fluvoxamina neutro desconocido

Paroxetina disminución (-0,9kg) aumento (+2,73 kg)

Sertralina disminución (-0,9kg) disminución (NS)

Inhibidor recaptación Noradrenalina y Serotonina

Venlafaxina disminución (-0,5kg) desconocido

Duloxetina disminución (-0,5kg) aumento (NS)

Antidepresivo noradrenérgico y serotoninérgico específico

Mirtazapina aumento (+1,74kg) aumento (+2,6kg)

Otros

Bupropion disminución (-1,1kg) disminución (-1,9kg)

NS: No significativa.

En términos de mejoría de los síntomas, los estudios confirmaron la importancia del peso e IMC en
tratamiento del TDM.

El impacto de TDM en el estado de obesidad.


Uno de los síntomas de TDM es el cambio en el apetito (aumento o disminución),
por lo que se puede esperar que el TDM pueda afectar el peso corporal. Un meta-
análisis reciente informó que el TDM puede estar asociado con mayor riesgo de
obesidad. considerando la trayectoria crónica y estable de la obesidad es posible
especular que los pacientes con obesidad tienen mayor riesgo de desarrollar TDM
atípico o pacientes con TDM atípico tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad.
El tratamiento de la obesidad mejora los síntomas de la
depresión en pacientes con trastorno del estado de ánimo.
Un mayor IMC se asocia con mayores dificultades para estabilizar los síntomas de
la depresión, por lo tanto es razonable postular que la disminución del peso
corporal ayudaría a mejorar los síntomas depresivos. Dentro de los métodos
efectivos para control de obesidad, tanto el manejo farmacológico específico del
control del apetito como el manejo con cirugía bariátrica han sido estudiados en
pacientes con obesidad y TDM
Un fármaco que destaca en los últimos años es Liraglutida, agonista del receptor
de GLP-1, utilizado en el tratamiento de la DM2, pero que ha demostrado reducir
el peso corporal. Liraglutida produce más saciedad e inhibe el apetito mediante su
acción directa en el sistema nervioso central. demostró que Liraglutida 3 mg no
aumenta los síntomas depresivos ni aumenta el pensamiento suicida. Además, el
uso de Liraglutida 3 mg en pacientes con obesidad y TDM o bipolaridad, se asocia
a una pérdida de peso del 10% a los 6 meses de iniciado el tratamiento, y ningún
paciente empeoró su condición psiquiátrica debido a Liraglutida.
Los candidatos para cirugía bariátrica tienen una mayor prevalencia de trastornos
depresivos en comparación con la población general. Los resultados apoyan
inequívocamente que la pérdida de peso después de la cirugía bariátrica se asocia
con mejora de los síntomas depresivos explicado en parte a factores fisiológicos y
también a la mejora en factores psicosociales . Los estudios han mostrado que los
pacientes que pierden más peso experimentan mayores mejoras en los síntomas
depresivos. El porcentaje de pacientes con trastornos depresivos disminuye
significativamente del 32,7% al 14,3% a los 24-36 meses post-cirugía42, mejorando
la calidad de vida. Sin embargo, a diferencia de lo antes señalado, algunos estudios
han demostrado que algunos individuos sometidos a cirugía bariátrica
experimentan efectos adversos en salud mental como son la autolesión y el suicidio,
así como un aumento en la prescripción de antidepresivo
Esto respalda la hipótesis que la reducción del peso corporal tiene un impacto
positivo en la depresión, en la calidad de vida y pueden llevar a disminuir el uso de
antidepresivos.
El impacto del tratamiento antidepresivo sobre el peso corporal en pacientes
obesos
Como los estudios muestran consistentemente que el tratamiento de la obesidad
mejora los síntomas depresivos y la funcionalidad de esa persona, se esperaría
que el tratamiento de los síntomas depresivos favoreciera el control de la
obesidad. Muchos estudios han informado sobre los efectos de los antidepresivos
en el peso corporal. La mayoría se ha realizado en pacientes con alguna
enfermedad psiquiátrica y en pacientes obesos no psiquiátricos, pero la evidencia
hasta el momento es insuficiente para evaluar la asociación anterior. La
investigación en esto no es suficiente para llegar a una conclusión firme sobre el
efecto de los antidepresivos en todos los parámetros antropométricos y
metabólicos. Se necesitan más estudios controlados, doble ciego que examinen
los parámetros cardiometabólicos y los datos sobre los respondedores y no
respondedores deberían ser particularmente interesantes.

Conclusión.
La obesidad y el TDM son enfermedades de alta prevalencia y poseen una
discreta fisiopatología común, la cual podría corresponder a un efecto directo a
nivel de la toxicidad cerebral que genera la obesidad. La concurrencia de ambos
está altamente asociada con resultados adversos para la salud. Los resultados en
obesidad y trastornos depresivos pueden ser mejorados si se logra un enfoque
más integral y multidisciplinario, que tome a estas dos patologías y su coexistencia
en consideración.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.Martha Kaufer-Horwitz-Juan Fernando Pérez Hernández(dic


16, 2021). Laobesidad: aspectos fisiopatológicos y
clínicos-Vol. 10 Núm. 26 (2022): Obesidad/es.
https://doi.org/10.22201/ceiich.24485705e.2022.26.80973
2.- Amelia Marti-Carmen Calvo-Ana Martínez(2021-02-16)
Consumo de alimentos ultraprocesados y obesidad: una
revisión sistemática-VOL.38, NÚM. 1, PAG. 177-185.
https://dx.doi.org/10.20960/nh.03151

3.- José Trinidad Gómez Herrera(2020-07-22). CAUSAS Y


CONSECUENCIAS SISTÉMICAS DE LA OBESIDAD Y EL SOBREPESO.
Volume I, número 2, jul-dez, 2020, pág.157-178.
https://periodicos.ufam.edu.br/index.php/reh/article/view/7919
4.- Manuel Moreno G Dr. (March 2012). Definición y clasificación de la obesidad
Volume 23, Issue 2 March 2012, Pages 124-128.

https://doi.org/10.1016/S0716-8640(12)70288-2

5.- Rodrigo Alonso, Cristina Olivos(March–April 2020). La


relación entre la obesidad y estados depresivos.
Volume 31, Issue 2, March–April 2020, Pages 130-138.
https://doi.org/10.1016/j.rmclc.2020.02.004

También podría gustarte