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LA RACIONALIDAD ECONÓMICA

Alejandro F. Mercado

Hace más de sesenta años Joan Robinson escribía: “Llevo muchos años trabajando como
profesora de economía teórica. Quisiera creer que me gano honradamente la vida, pero con
frecuencia me asaltan dudas"1. Parafraseando a la destacada profesora de la Universidad de
Cambridge, yo podría decir que toda mi vida he estado dedicado a la enseñanza y la
investigación y que, durante estos largos años de enseñanza de economía, he transmitido a mis
estudiantes que la economía es una ciencia teórica que se asienta en solamente dos axiomas: La
teoría subjetiva del valor y la racionalidad económica, todo lo demás, desde las sencillas
funciones de oferta y demanda que nos enseñan en el primer semestre de la universidad, hasta
los intrincados modelos matemáticos actuales que han hecho de la economía una ciencia
esotérica, no son otra cosa que derivaciones lógicas de esos dos únicos axiomas. Sin embargo,
hoy me asalta la duda de que la segunda proposición sea verdaderamente un axioma.

Respecto a la teoría subjetiva del valor, es decir que el valor de las cosas está determinado
subjetivamente por cada uno de los individuos y que, por tanto, los bienes no tienen un valor
absoluto, a la fecha no existen mayores controversias, tanto su concepción teórica como su
reflejo en la realidad han demostrado que ello es así y que la vieja y errónea teoría del valor
trabajo lo único que generó fue un colosal embrollo, que ha postergado por mucho tiempo el
desarrollo de la ciencia económica.

El segundo axioma, nos dice que los individuos son racionales, es decir que todos los individuos
utilizan de la manera más eficiente posible sus limitados recursos para la toma de decisiones o,
de manera más cotidiana, para elegir aquella alternativa que les proporcione mayor satisfacción.
Lo cierto es que observando el comportamiento de los seres humanos y, a veces, el mío propio,
tengo la duda de que todas nuestras decisiones y elecciones estén basadas en esta regla de
racionalidad. Evidentemente que, en el fondo, si la satisfacción es lo que gobierna nuestras
acciones, pareciera que la racionalidad es verdaderamente un axioma, más allá de los problemas

1
Robinson, Joan. “Economic Weekly”, Bombay, enero 1960
de información y de la interesante discusión que nos propuso el Premio Nobel de Economía del
año 2002, me refiero al psicólogo israelí-estadounidense Daniel Kahneman, cuyas
investigaciones parecen desafiar la racionalidad incorporada en nuestra teoría.

Pues bien, veamos qué es en el fondo este axioma de racionalidad. Bertrand Russel nos dejo
dicho: “El hombre es un animal racional. Eso es al menos lo que nos han contado. En el
transcurso de mi larga vida he buscado diligentemente pruebas en favor de esta afirmación, pero
hasta ahora no he tenido la fortuna de toparme con ellas”2. Lo cierto es que “la racionalidad no
es un poder que un agente posee o no posee, como la visión de rayos X de Superman. Es un
juego de herramientas con el que se puede alcanzar objetivos particulares en mundos
particulares”3. Cuando a Sigmund Freud le preguntaron: “¿Quiere usted decir que la mente
humana es irracional?, el creador del Psicoanálisis respondió: Quiero decir que la razón no es
algo dado, hay que luchar para obtenerla.” 4

Este juego de herramientas o, si se prefiere caja de herramientas, para volver a usar una
expresión de la profesora Robinson, cuenta como su principal herramienta la lógica. La lógica
aristotélica que es uno de los fundamentos de nuestra concepción occidental de la realidad. De
allí se sigue que quienes no han sido formados en esta tradición que viene desde la Grecia
Clásica o cuyos valores responden a otro ámbito civilizatorio, probablemente no actúen en sus
decisiones y elecciones como predice nuestra teoría económica. Las otras herramientas de
nuestra caja, vale decir: la filosofía, la probabilidad, la causalidad y los juegos, dejan de tener
relevancia si la lógica de nuestro razonamiento transita por una vía distinta.

Evidentemente, como economista formado en la tradición neoclásica y últimamente fuertemente


influenciado por la Nueva Macroeconomía Clásica, reconozco que no me siento a gusto al
pensar que habría quienes no responden a la racionalidad económica de nuestra teoría e
intrínsicamente, por mi sesgo de formación en la lógica aristotélica, tengo el deseo de rechazar
estas dudas; sin embargo, como ya destaqué, el comportamiento de los seres humanos me lleva

2
Russell, Bertrand. Unpopular Essays, Filadelfia, Routledge, 2009 (1950).
3
Pinker, Steven. Rationality: What It Is, Why Seems Scarce, Why It Matters. Penguin RandomHouse LLC. 2021.
4
Conferencia de Sigmund Freud en la presentación de su libro “Lo inconciente”, 1912
a dudar del comportamiento racional. Bueno, en fin, creo que debemos aceptar que hay celulares
más inteligentes que sus dueños.

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