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Viacrucis

Lector 1: En el nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo.


Lector 1: Hermanos y hermanas en este viacrucis; acompañamos a nuestro señor
Jesucristo y a la virgen dolorosa, paso a paso en el camino de la cruz hacia el sitio
del Vaticano.

Lector 2: ¿No es acaso nuestra vida diaria, un viacrucis? Este ejercicio no nos
conduce solo a la compasión, a la participación del sufrimiento de Cristo y de
María. Caminando por el camino de la cruz, llegarnos al jubiló desconcertante y
magnífico de la resurrección, columna de nuestra fe, nosotros no creemos en
fábulas, nuestra fe se apoya en un acontecimiento palpitante de amor, pleno de
realidad y de verdad; la resurrección de Cristo.

Lector 1: Si en el camino del calvario no culminara en la resurrección, en el


triunfo sobre el pecado, sobre el sepulcro, sobre la muerte, no tendría sentido el
sufrimiento. Si cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe. Somos los más
miserables entre todos los seres del universo.

Lector 2: Pero cristo, pasando de la muerte a la vida, resucitando entre los


muertos, es el fundamento de nuestra esperanza, presa de alegría. ¡Virgen de los
Dolores, corredentora del humano linaje, concédenos la gracias de sufrir con los
sentimientos de Cristo, para que un día tengamos derecho a compartir el gozo
inmenso y colosal de la resurrección!
Primera estación
(Jesús es condenado a muerte)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecado.
Lector 2: En esta primera estación del vía crucis, asistimos a la casa y pretorio de
Pilato, en donde nuestro amable redentor recibió la sentencia de muerte.

Pueblo. ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de tu
afligidisima madre la virgen María!

(Se presenta Pilato en su balcón y se sienta)

Pilato: ¿Quién es este hombre?


Centurión: Dice que es Jesús, el de Nazaret.

Pilato: (llamando a Jesús con la mano da 2 pasos y lo detiene). ¡Así que tú eres
Jesús, el famoso y gran Jesús! ; (Dirigiéndose a los judíos) ¿Por qué me han
traído a este hombre?

Caifás: Si no fuera un malhechor no te lo hubiéramos traído.


Pilato: Pues llévenselo y júzguenlo según su ley.
Annás: Nosotros no estamos autorizados para dar muerte a nadie.
Pilato: Contéstame, ¿Por qué te traen antes mí, mal golpeado por tu propia
gente?

Saduceo: Hemos encontrado que esté anda amotinando nuestra nación.


Saduceo: Oponiéndose que se pague tributo al César.
Fariseo: ¡Que es el mesías, el rey!
(Pilato se levanta y se dirige a Jesús)
Pilato: Dicen que eres un rey ¿Cuál es tu reino?, ¿acaso eres el rey de los
judíos?, mírame y contéstame.

Jesús: eso lo preguntas tu por tu cuenta o porque te lo han dicho de mí.


Pilato: Acaso soy yo judío, tu pueblo y tus sumos sacerdotes te han entregado
a mí, que has hecho.

Jesús: Mi reino no es de este mundo si mi reino fuera de este mundo mi gente


viera luchado para que yo no callera en manos de los judíos.

Pilato: ¡Ah, con que tú eres rey!


Jesús: Tú lo has dicho, yo no, para esto yo he venido al mundo para dar
testimonio de la verdad, todo aquel que es la verdad escuche mi voz.

Pilato: ¡La verdad!


¿Y qué es la verdad?

(Saliendo hacia donde están los judíos)

Pilato: No encuentro ningún delito en él.


Saduceo: Alborota al pueblo.
Fariseo: Enseñando en toda Judea.
Saduceo: Comenzando desde Galilea hasta aquí.
Pilato: (Mirando a Jesús) ¡vamos háblame! ¡No dices nada! ¿no oyes cuantas
acusaciones dicen contra ti?; (Pilato con una palmada llama a un soldado para
que presente a barrabas y antes de que Pilato vuelva hablar barrabas debe estar
afuera y puesto del lado izquierdo de Pilato, amarrado de las manos y una vez
acabado de hablar Pilato, se mezclan las voces tanto de los sacerdotes, saduceo y
fariseos, como de las mujeres del pueblo, un buen rato); Entre ustedes es
costumbre que por pascua suelte a un prisionero, ¿quieren que les suelte a un
asesino que es barrabas? O Jesús de Nazaret llamado el mesías?
Caifás: ¡ese no es el mesías!, ¡Libera a barrabas!

Annás, saduceo y fariseo: ¡Libéranos a barrabas!, ¡si a barrabas!; etc.


Mujeres del pueblo: ¡a Jesús, a Jesús!
Verónica: ¡Jesús es bueno!

Caifás: ¡Crucifica a Jesús!


Sacerdotes, fariseos y escribas: ¡Si crucifícalo!, ¡crucifícalo!
(Después de un momento Pilato levanta las manos para que se callen).

Pilato: ¡Mírenlo, solo es un soñador y en la calle no debe de andar, mas no


hay razones para matarlo; es un pobre iluso, no es dios, ni rey, ni un ladrón,
ni un criminal!

Sacerdotes, fariseos y saduceo: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!


Pilato: ¡Contémplenlo, no es más que un perdedor!
Saduceo: Nuestro rey es cesar, ¡crucifícalo, ya!

Pilato: ¿Con que motivo? ¡No tengo un crimen, esta indefenso porque os
molestar tanto, no es más que un necio que se cree importante pero para
satisfacerlos que lo azoten.

(El centurión mete a Jesús, se escuchan 39 flagelaciones, mientras tanto se le pone


la ropa manchada de sangre, un manto rojo en la espalda, atado de las manos; en
una parte donde se vea, un soldado le pone la corona de espinas, diciendo "sabe oh
rey de los judíos", dándole una bofetada y haciéndole una reverencias).

Claudia: Pilato, no condenes a ese hombre, es inocente, mira que anoche


sufrí mucho en sueño por él. ¡Sálvalo, protégelo!

Pilato: Me han traído a este hombre alegando que alborota el pueblo, pero yo
lo he interrogado delante de ustedes y no encuentro ningún delito en él, ¡Aquí
está el hombre!
Sacerdotes, saduceo y fariseo: ¡Crucificado! ¡Crucificado!
Mujeres del pueblo: ¡Sálvalo, libéralo, es inocente!
Pilato: ¿No basta con esto? ¡Mírenlo!
Caifás: Crucifícalo...
Sacerdotes, saduceo y fariseo: ¡Crucificado!, ¡Crucificado!
Mujeres del pueblo: ¡Sálvalo, libéralo, es inocente!
Pilato: (Alza las manos para callarlos); pues llévenselo y crucifíquenlo, por qué
yo no encuentro ningún delito en él.

Caifás: Nosotros tenemos una ley y según la ley debe morir por qué se cree
ser hijo de Dios.

Pilato: De dónde has venido, que es lo que pretendes ¿Dime? No te das


cuenta que estás en peligro de muerte y que tu vida está en mis manos ¿Por
qué no contestas?

Jesús: No tuvieras poder sobre mí, si no lo vieras recibido desde lo alto; por
esta razón, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado que tú.

Saduceo: Si lo dejas libre no eres amigo del César.


Caifás: Recuerda al César, es tu obligación, por eso cobras.
Saduceo: Todo aquel que se hace rey se enfrenta al mismo César.
Fariseos: Recuerda al César; es tu trabajo guardar la paz en este pueblo.
Pilato: ¡Aquí tienen a Jesús!
Fariseos: ¡Crucifícalo y suéltanos a Barrabás!
Mujeres del pueblo: ¡No a Jesús, a Jesús!
Pilato: (Levanta la mano, que se callen), ¡Por pascua soltaré a un reo, a Jesús
que se dice rey de los judíos o a Barrabás!

Caifás: Nosotros no tenemos más rey que el César.


Sacerdotes, saduceo y fariseos: ¡A Barrabás, libera a Barrabás!
Pilato: ¿Y que ago con Jesús?
Sacerdotes, saduceo y fariseos: ¡Crucificado!, ¡Crucificado!
Pilato: ¿Pero qué mal ha hecho?
Sacerdotes, saduceo y fariseos: ¡Crucificado!, ¡Crucificado!
(Hasta aquí dejan de apoyar unos a Jesús y otros a Barrabás y Pilato levanta la
mano en signo de silenció).

Pilato: Traedme agua (entra el centurión con agua, una jarra y una toalla, y
mientras se lava las manos dice) "inocente soy yo de la sangre de este justo, allá
ustedes".

Caifás: ¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!


Pilato: Llévenselo.
Pilato: Y suelten a barrabas
Barrabas: ¡soy libre!, ¡soy libre!
Lector 2: "Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que antes
quienes trasquilan esta muda, tampoco el abrió la boca". Tras arresto y juicio fue
arrebatado y de su causa ¿Quién se preocupa?

Lector 1: El complot de la gente envidiosa y malvada, la intriga de los sacerdotes


del templo, la cobardía de un gobernador que simulaba honestidad y condenaba a
un inocente para no tener problemas y el silencio y ausencia de los buenos
Participaban en la sentencia de la muerte. Hoy cristo es condenado nuevamente,
maltratado crucificado en cada uno de nosotros cada vez que pensamos mal,
condenamos.

Lector 2: ¡Jesús, que esté exceso de amor, baste para hacernos aborrecer tantos
deslices de nuestra lengua!, ¡Si señor, detestamos todos nuestros pecados y
lloramos amargamente!, Señor que al recordar la condena injusta que sufriste nos
cuides de no condenar a los demás.

Lector 2: Padre nuestro.... Dios te salve María.... Gloria al padre....


Canto….

Segunda estación
(Jesús con la cruz a cuestas)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 2: En esta segunda estación, contemplamos como cargan sobre la espalda
herida del señor, el pesadísimo madero de la cruz.

Pueblo: ¡Bendito y alabado seas por siempre tan gran señor y los Dolores de tu
afligidisima madre la virgen María!

Lector 1: Los romanos, para que el castigo sirviera de ejemplo, acostumbraban,


que el condenado cargará con su cruz, las principales calles de la ciudad.

Lector 2: La cruz no es fabricada de un modo estándar, como los vestidos y los


zapatos. Existen tantas cruces como cristianos, cruz de pobreza, cruz de viudez,
cruz de la muerte de un ser querido, cruz de enfermedad, cruz de incomprensión.

(Cuando le están entregando la cruz)


Jesús: ¡Con un bautismo de sangre tengo que ser bautizado, y como me
impaciento hasta que se realice!

Dolorosa o María: ¡Hijo mío, tu sufrimiento es mi sufrimiento y tu pasión


mi pasión!

Soldado 1: ¡Miren a su rey! (y le pegan).


Soldado 2: ¿Quieres que te ayudemos con ese madero? (se burlan)
Soldado 3: Con esta cruz no va a aguantar hasta la punta del calvario. (Lo
empujan entre todos y comienzan a insultarlo)

Lector 1: Contemplamos hermanos con cuánto amor abraza Jesucristo el pelo de


su cruz, ¡Con cuánta mansedumbre sufre los golpes y las burlas de las turbas
malvadas que parecen complacerse al torturarlo!, ¿Cuándo comprendemos que sin,
el sufrimiento nadie alcanza la cumbre de la perfección, ni el premio de la gloria?

Lector 2: Jesús tenía poder para quitarse ese cuel instrumento de dolor y
humillación, pero no lo hizo por obedecer al padre que le había encomendado
llevar a cabo la salvación de la humanidad por ese camino, apareciendo como
hombre, se humilló así mismo, obedeciendo hasta la muerte en la cruz. A nosotros
Jesús y no a ti, se debe esa pesada cruz, ¡Oh pesadísimo madero de la cruz, que
fuistes fabricado por tantos y grandes pecados nuestros!

Lector 1: También nosotros recibimos todos los días una cruz que debemos
llevar y nuestra cruz no es de madera, sino de pequeñas cosas que forman nuestros
días, sufrimientos, nerviosismos, etc.

Lector 2: Señor, concédenos ser dignos de ti, aceptar nuestra cruz de cada día
con amor.

Lector 2: Padre nuestro…. Dios te salve María…. Gloria al padre...


Canto….
Tercera estación
(Jesús cae por primera vez)
Lector 2: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 1: Cristo no puede seguir adelante, cargando la cruz por mucho rato. Ya
se acabaron sus fuerzas, y cae agotado.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de tu
afligidisima madre la virgen María!

Soldado 4: ¡Ya no aguanta su rey!, ¡Se nos ha caído!


Soldado 5: ¡Este solo era un impostor!, ¡miren su debilidad!
Soldados 1: ¡Levántate, apúrate, vamos, etc.! (Mientras golpean a Jesús y así
se están hasta que los lectores dejan de hablar).

Lector 2: La caída de Cristo, débil y despreciado vuelve hacerse realidad en


todos los pueblos y en todas las personas que hacen bajo el peso del abuso de los
más fuertes. Jesús cae muchos brazos se extienden hacia él. Pero ninguno para
ayudarlo, son manos de hierro, manos pesadas prontas a golpear. Muchas Veces a
lo largo de nuestro camino nos encontramos con personas que sufren, que están
desalentadas, abatidas por la pobreza, también hoy, lo que triunfa, no es la justicia,
ni mucho menos la caridad y el reconocimiento de que todos los hombres somos
hermanos, hijos del mismo padre dios.

Lector 1: Considera hermanó, como esos hombres perversos lo hieren y golpean


sin piedad y mártir del calvario no abre la boca, padece y calla, como el cordero
que es conducido al matadero; ¿Cuántas Veces? ¡Tu hermano, ante las más leves
contrariedades te quejas, maldices tu suerte o insultas a los demás, arrepiéntete de
tu impaciencia y de tu soberbia y aprende a pedir humildemente perdón!
Lector 2: Señor todo aquel que camina cae, as que sepamos levantarnos y
ayudemos a los demás a seguir caminando.

Lector 1: Padre nuestro…. Dios te salve María…. Gloria al padre….


Canto….

Cuarta estación
(Jesús encuentra a su santísima madre)
Lector 1: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 2: En esta cuarta estación, contemplamos el encuentro de Jesús con su
madre en el camino al calvario.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de tu
afligidisima madre la virgen María!

Lector 1: La Virgen llena de dolor espera a su hijo en un recodo del camino. Al


mirarlo, escupido y abofeteado, sangrando y desgarrado, cansado bajo el peso de la
cruz, fresca todavía su sangre por la flagelación y la coronación de espinas ¡Que
vuelco de angustia invade el corazón de María!

(La dolorosa acompañada de la Martha y de otras mujeres, salen entre la gente y se


acerca a Jesús, la dolorosa se inca con una sola rodilla extendiendo sus manos
hacia Jesús que se detiene, la Martha y las otra mujer también se incan con las
rodillas y quedan en esta posición).

Dolorosa o María: ¿Pero eres tú mi Jesús?, ¿Eres por ventura el niño que
yo he criado tan regaladamente a quien e acariciado siempre con tan tierno y
delicado amor?
Jesús: ¿Que te hizo pecador mi pobre y torturada madre?, ¡Deja ya el pecado,
que ha sido, la única causa de tantas penas sobre tu corazón y sobre el mío!

Soldado 5: ¿Quién es esa?


Soldado 3: ¡Es la madre del nazareno!
Centurión: ¡Quítenla de allí!
Soldado 1: ¡No hay déjala!
Lector 2: Jesús encuentra a su madre en el camino, la sangra y ella tiene el
espíritu traspasado por el color, es el encuentro de dos corazones unidos por la
misma causa., No hay redención, aceptando está espada de dolor.

Lector 1: ¡Oh divino hijo de María!, ¡Oh santísima madre de Jesús!, Míranos
aquí humillados y arrepentidos., Hoy confesamos que somos los traidores que con
nuestros pecados, forjamos el cuchillo de dolor que hoy traspasa sus corazones
heridos.

Lector 2: Posiblemente muy cerca de nosotros, entre lo amigo, en nuestra misma


casa tal vez, alguien necesita de nuestros sacrificios como testimonio de amor
solidario.

Lector 1: Señor, que nosotros seamos para quienes nos rodean una presencia de
paz y testimonio que aliente a seguir caminando.

Lector 2: padre nuestro.... Dios te salve María.... Gloria al padre....


Quinta estación
(El cirineo ayuda a Jesús a cargar la cruz)
Lector 2: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 1: En esta quinta estación, contemplamos como el cirineo ayuda a Jesús a
llevar la cruz

Pueblo: ¡Bendito y alabado seas por siempre tan gran señor y los Dolores de tu
afligidisima madre la virgen María.

(El cirineo debe de estar escondido entre la gente)

Centurión: ¡Eha, tu Simón de Cirene, ayuda a Jesús a llevar la cruz!


Simón de Cirene: Y yo ¿Por qué he de cargar con un crimen que no he
cometido?

Centurión: Recuerda que tengo autoridad para someterte y castigarte.


Centurión: (Empujándolo) calla y hazlo.
Lector 2: El centurión carga con la cruz de Cristo en contra de su voluntad, por
una fuerza superior a la suya, no por amor al señor, y cuántas veces nos ha tocado
cargar con la cruz sin la aceptación, renegando como el cirineo que no quiere
tomar parte de la cruz como su vida.

Lector 1: Si el cirineo, colabora inconscientemente en la obra de la redención del


mundo. Nosotros, cuando ayudamos a nuestros hermanos en sus aprietos y
dificultades, también colaboramos en la obra misteriosa de la redención: somos
corredentores, por cristo, con Cristo y en Cristo.

Lector 1: Padre nuestro.... Dios te salve María.... Gloria al padre....


Canto….
Sexta estación
(La Verónica limpia el rostro de Jesús)

Lector 2: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.


Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 1: En esta sexta estación, contemplamos como la Verónica enjuaga el
rostro ensangrentado del señor.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los dolores dé tu
afligidisima madre la virgen María!

Mujeres del pueblo: ¡Cómo nos duele señor, en carne viva, mirar tu rostro
ensangrentado tan sucio de escupitajos y de polvo!

Lector 2: Jesús sangra por todas partes, una mujer de entre el pueblo sale y
limpia su rostro, es una mujer valiente que afronta la situación. Cueste lo que
cueste, la Verónica se acerca a Jesús y le enjuga el rostro ensangrentado, como el
lienzo.

(La Verónica lleva un vaso de agua en la mano, cuando llega adonde está Jesús lo
deja en el piso y dice)

Verónica: Permíteme mi señor, los discípulos cobardemente te han


abandonado, ¡Pero nosotras las mujeres te seguimos y te acompañamos! (Con
el lienzo frota la cara de Jesús)

(Después de que termina de hablar le quiere dar de tomar agua y llegan los
soldados a quitarle el vaso con una patada y la retiran a Verónica)

Lector 1: Contemplamos hermanos, en este sudario de la Verónica el rostro


extenuado y abatido de Jesús. ¡Dichosos aquellos que pueden vivir con el rostro de
Jesús grabado sobre la tabla de piedra de su corazón!, Y más dichosos todavía, si
con el rostro de Jesús en sus entrañas, pueden sentarse ante el tribunal del gran día
de la cuenta. La muerte.
Verónica: Mirad el sudario, ¡Es un milagro! ¡Es un milagro!
Lector 2: ¡Oh Jesús, mi torturado Salvador!, Imprime de tal manera tu rostro en
el lienzo de nuestro corazón que cada día y noche pensemos en ti, ayúdanos hacer
como la Verónica, cristianos valerosos para solidarizarnos con los que lloran y
sufren.

Lector 2: Padre nuestro.... Dios te salve María.... Gloria al padre....

Canto….

Séptima estación
(Jesús cae por segunda vez)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 2: Jesús, agotadas todas sus fuerzas cae al suelo por segunda vez y queda
bajo la cruz.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de su
afligidisima madre la virgen María!

Caifás: ¡Este farsante está fingiendo debilidad!


Fariseo: ¡Levántenlo a punta pie como, una bestia!
Saduceo: ¡Tiene que llevar la cruz hasta la punta del calvario!
Dolorosa: Hijo mío, una espada de angustia traspasa mi corazón, al
contemplar tu cuerpo desfallecido bajo el peso tremendo de la cruz.

Lector 2: Jesús callo por segunda vez, eran nuestros sufrimientos los que llevaba,
nuestros dolores los que le pesaban, ha sido traspasado por nuestros pecados,
desecho por nuestras inquietudes. Si Jesús cae por segunda vez, es por qué
volveremos a pecar, a hacer más pesada esa cruz. Cada vez que cristo cae
mezclando su sangre y su dolor con el polvo, enlodando sus manos y cara divina,
sintámonos responsables por qué nuestros pecados son la verdad causada de este.

Lector 2: Señor, enséñanos a derribar todos nuestros pensamientos, actitudes y


soberanía de ambición y propia estima, a fin de que viviendo siempre en humildad
abracemos de corazón el desprecio que pudiera venir por nuestros pecados, que no
nos desalentamos frente a los fracasos o debilidades, si no que nos levantemos y
sigamos caminando.

Lector 1: padre nuestro.... Dios te salve María.... Gloria al padre...

Octava estación
(Jesús consuela a las mujeres del Jerusalén)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 2: En el paso del viacrucis, contemplamos como seguían a Jesús una gran
multitud del pueblo y de mujeres que se golpean el pecho y lloran por él.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de su
afligidisima madre la virgen María!

Martha: Jesús, mientras tú sufres en tu carne, nosotros padecemos en


nuestras almas!

Jesús: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, más bien lloren por ustedes y por
sus hijos, por qué llegarán días en que se dirá "dichosas las estériles, dichosas
las entrañas que no concibieron, ni los pechos que no amamantaron y se
pondrán a decir a los montes caigan sobre nosotras, y a las colinas cúbranos,
por qué si del leño verde se hace esto, del seco ¿Que no se hará?

Lector 1: Jesús no quiere que se llore su muerte, él no es un fracasado, sino un


salvador que quiso pasar por el camino doloroso del calvario para liberar a los
oprimidos del pecado.

Lector 2: El quiere que lloremos sobre nuestra mala conducta, que es la


verdadera causa de tantos sufrimientos de la humanidad. Señor, que nosotros
sepamos asumir una actitud de fe, amor esperanza ante nuestros sufrimientos y
ante el dolor de los demás.

Lector 1: padre nuestro... Dios te salve María.... Gloria al padre....

Novena estación
(Jesús cae por tercera vez)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 2: Jesús desfallecido, cae por tercera vez al suelo ante el pecado tremendo
de la cruz.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de su
afligidisima madre la virgen María!

(Los soldados 1 y 2 golpean a Jesús que se encuentra tirado y que no sé levanta


hasta que el lector deje de hablar).

Soldado 2: ¡Miren es su tercera caída, ya no aguanta! (se burlan)


Soldado 6: ¡Y ese se llama rey, mírenlo tan débil esta! ¡Levántate de prisa
que ya pronto llegamos!
Centurión: ¡Basta ya no le peguen! Ya casi llegamos a la punta del calvario.
Lector 1: Fue castigado por nuestros crímenes y abrumado por nuestras
iniquidades. El castigo que nos salva peso sobre él. Por sus llagas fuimos curados.

Lector 2: El viaje más largo del hombre es dentro de su propio Corazón, hasta
descubrir las raíces de su orgullo. El esfuerzo supremo consiste en cortar el árbol
de nuestra propia maldad.

Lector 1: Padre nuestro... Dios te salve María.... Gloria al padre...

Décima estación
(Jesús es despojado de sus vestiduras)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 1: Jesús llega cansado y desgarrado hacia la cima del calvario y es
despojado de sus vestiduras.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de su
afligidisima madre la virgen María!

Lector 2: Jesús termina de recorrer el camino que lo conduce hasta el lugar de su


martirio final, al llegar despojado de sus vestiduras ante la mirada angustiada e
impotente de su madre, Jesús calla, no se queja ni se altera, ha aceptado todo por
amor.

Soldado 1: Rompamos sus vestiduras y nos las repartimos.


Soldado 2. Es mejor que no la dividamos; vamos a sortearla para ver a quien
le toca.

Lector 1: En la vida, absolutamente todos somos ladrones, muchos despojaban a


sus víctimas en las encrucijadas del camino; alguno practicaban un robo más
civilizado y más decente. ¿No roban acaso sin tocar siquiera el dinero, con
máquinas electrónicas y computadoras?

Lector 2: ¿No se despoja a los niños del vientre de su madre, mediante ese
crimen del aborto que hoy, por desgracia y vergüenza de la humanidad tienden a
realizarse. Y ¿No es acaso a Cristo a quien despojamos de las vestiduras, con
nuestras palabras mordaces y nuestras obras perversas?

Lector 1: Señor, perdónanos por haber arrancado la túnica de la fe católica a


todos nuestros hermanos con las falsas interpretaciones de tu palabra evangélica.

Lector 2: padre nuestro... Dios te salve María... Gloria al padre...

Décima primera estación


(Jesús es clavado en la cruz)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 2: En esta décima primera estación, se representa el lugar donde Jesús fue
crucificado en presencia de su santísima madre.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de su
afligidisima madre la virgen María!
Lector 2: El centurión romano da una orden, dos soldados se acercan a Jesús y lo
colocan sobre la cruz y clavan las manos y los pies de nuestro amado redentor. La
sangre en gotas, como hilillos rojos cae lentas mojando el suelo del calvario.

Canto…. (Mientras lo atan a la cruz y lo levantan)

Caifás: ¡Tú que destruyes el templo y en tres días lo redificas, sálvate a ti


mismo!

Saduceo: ¡Si eres hijo de Dios, deciente de la cruz!


Fariseo: ¡Véanlo, a otros salva y no puede salvarse a sí mismo!
Saduceo: ¡Si en Dios confía, que lo libere si tanto lo quiere!
Annás: ¡Tu, que has devuelto la vista a los ciegos y curado enfermos, mírenlo,
No puede salvarse a sí mismo!

Saduceo: ¿Dónde está tu dios padre?, ¿Dónde están esos legados de ángel
para venir a salvarte?, ¡Eres un falso profeta, debes morir!

Fariseo: ¡Si eres el elegido, hijo de Dios, rey de Israel, baja ahora de la cruz y
creeremos en ti!

Saduceo: ¡Por qué se dijo, soy hijo de Dios!


Annás: ¡Ha dicho que venía a dar la vida, y no consigue salvarse de la
muerte!, ¡Se ha vanagloriado de que es el hijo de Dios, pero dios no mueve un
dedo para venir a salvarlo!

Lector 1: No me mueve mi dios para quererte el cielo que me tiene prometido ni


me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte tú me mueves,
señor, muéveme al verte clavado en la cruz y encarnecido muéveme tú al ver tu
cuerpo tan herido muéveme tus afrentas y tú muerte. Muéveme en fin, tu amor en
tal manera que, aunque no hubiera cielo yo te amara y, aunque no hubiera infierno
te temiera no tienes que darme por qué te quiero pues, aunque tanto espero no
esperara lo mismo que te quiero te quisiera.
Lector 2: Mucho habían caminado aquellos pies, para llevar el mensaje de
salvación a los hombres, mucho se había levantado aquellas manos dando mayor
eficacia a la palabra y bendición a todos, pero los hombres no quieren esto y lo
fijan cruelmente con gruesos clavos en la cruz. He aquí un triste cuadro de dos
realidades, la divina y la humana, la primera toda desbordante de amor para los
hombres; la segunda, toda una creación de odio y total agresión.

Lector 1: Muchos de nuestros hermanos y vecinos no pueden escapar del


sufrimiento y la injusticia si hubiéramos estado con Jesús en el calvario, ¿Que
hubiéramos hecho por él? ¿Qué hacemos ahora por aquellos que agonizan
crucificados lentamente?

Lector 2: Señor perdónanos por qué con mucha frecuencia hemos olvidado a
tantos hermanos nuestros pendientes de la cruz de miseria, de la cruz de la
ignorancia, de la cruz de la injusticia.

Lector 2: Padre nuestro... Dios te salve María... Gloria al padre...

Decima segunda estación


(Jesús muere en la cruz)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.

Lector 2: En esta décima segunda estación contemplamos y asistimos al


acontecimiento culminante de todos los siglos, a la muerte del hijo de Dios.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de su
afligidisima madre la virgen María!
Lector 1: Desde casi veinte siglos, los labios de Cristo dejaron caer, desde el
púlpito de la cruz, las últimas 7 palabras, el sermón más sublime de toda la historia.
Y el eco de las palabras lejos de apagarse ha ido creciendo a través de los siglos.
Más veinte siglos no han podido agotar su profundidad inseparable, su amor
indefinido y su misericordia infinita.

Lector 2: Desde lo alto de la cruz, cristo pide perdón, para ti, para mí, para todos
los hombres de todos los tiempos.

Jesús: ¡Padre perdónalos por qué no saben lo que hacen!


Lector 1: ¿Quién es capaz de medir la magnitud del crimen de los crímenes,
crucificar a dios?

Lector 2: Si el grano no muere, no produce fruto. Bajo el eco de la voz de Cristo


que susurra palabras de infinito consuelo: no temas, Yo soy el viviente, yo tengo
las llaves del infierno y de la muerte. ¡Ven al reino de la vida! Desde que cristo
murió olvidado por el pueblo que salvo, nadie debe morir abandonado. El
desciende a los infiernos de nuestros propios males y abre las puertas de la muerte
hacia la vida nueva que él nos regala si morimos con él al mal, al pecado, a la
ceguera, a las tinieblas.

Vayamos con él al reino de la vida activándonos como miembros de su iglesia.

Gestas: ¿Porque no te salvas a ti mismo y nos salvas a nosotros de está


ignominia de la crucifixión?, Eres un farsante, eres un embustero de pueblo,
eres un...

Dimas: ¡Calla Gestas¡ Ni si quiera temes a dios, tu qué te hayas en el mismo


suplicio, pero en cuanto a nosotros es justo lo que padecemos, por qué
recibimos la paga digna de nuestros crímenes, pero el que mal a hecho, Jesús
acuérdate de mí cuando estés en tu reino.

Jesús: En verdad te digo, que hoy estarás con migo en el paraíso.


Lector 1: Desde lo alto de la cruz una nueva palabra del hijo del hombre, que
importante es esta nueva palabra que en cierto sentido encierra todo el evangelio.
Jesús: ¡Madre he ahí a tu hijo!, ¡Hijo he ahí a tu madre!
(María y el apóstol Juan están cerca y frente a la cruz)

Lector 2: En este momento sublime, cristo proclama que ante todos los siglos,
que María la madre de dios es dichosamente madre espiritual nuestra, madre en el
orden de la gracia. Juan representa entonces a todos los hombres y mujeres, sobre
todos los que nos unimos a Cristo por la fe; desde aquel momento ya no estamos
solos ni abandonados, ni huérfanos, María es nuestra madre.

Lector 1: Las tres primeras palabras de Jesús en la cruz fueron dirigidas a los tres
grandes amores predilectos de dios, los enemigos, los pecadores y los santos. La
cuarta y la quinta palabra simbolizan los sufrimientos de dios abandonados por el
hombre.

Jesús: Eloi, Eloi, Samma Sabactani., ¡Dios mío, dios mío! ¿Por qué me has
abandonado?

Caifás: ¡Vean, ese está llamando a Elías!


Annás: ¡Deja! Veamos si viene Elías a salvarlo.
Lector 2: Del abismo insondable de su corazón herido y desgarrado, brotan unas
palabras terribles.

Jesús: ¡Tengo sed!


Lector 1: En ese momento uno de los soldados toman una esponja y la mojan con
una mezcla de agua y vinagre que usaban los soldados romanos y que servía como
anestesia, para que sintiera menos dolor, uno de los soldados clava una esponja en
una caña y la acerca a los labios resecos de Jesús.

Jesús: "Todo está cumplido"


Lector 1: La voz de Jesús potente, llena de amor y confianza infinita en su padre
grita con fuerte voz.

Jesús: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.


Lector 2: En ese momento Jesús muere (Guardemos un momento de silenció).
Lector 1: padre nuestro.... Dios te salve María.... Gloria al padre...

Décima tercera estación


(Jesús es bajado de la cruz)
Lector 1: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Lector 2: En esta décima tercera estación, contemplamos como es bajado el
cuerpo de Jesús de la cruz y es colocado en el regazo de su santísima madre.

Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de su
afligidisima madre la virgen María!

Lector 1: Los soldados quiebran las piernas de los ladrones y después uno de los
soldados con una lanza traspasa el costado divino de Jesús ya muerto y al instante
sale agua y sangra de la herida.

Lector 2: Siendo ya tarde vino un hombre de Arimatea, ciudad de Judea por


nombre: José, que era un miembro del consejo, hombre bueno y justo, quien estaba
esperando también el reino de Dios y era discípulo de Jesús, aunque oculto por
miedo a los judíos, acompañándolos también Nicodemo y bajaron el cuerpo del
señor.

Canto… (Mientras bajan de la cruz el cuerpo de Jesús se canta).

Lector 1: María recibe en sus brazos a Jesús, María sufre por la muerte de su hijo
y por otra parte se alegra por qué la muerte de su hijo da vida a la nueva
humanidad, a la humanidad redimida. El hijo inocente muere para dar vida y salva
al hijo que estaba perdido. Cristo nos salva muriendo por nosotros, María acepta el
dolor de recibir muerto a su hijo. Y es su hijo nacemos o volvemos a vivir todos
nosotros.

Dolorosa: La lanza que atravesó el corazón de mi hijo, ha traspasado mi


alma y mi corazón de madre. ¡Miren y vean hijas de Jerusalén si hay dolor
semejante a mi dolor.

Lector 2: Padre nuestro... Dios te salve María... Gloria al padre... Canto....

Décima cuarta estación


(Jesús es puesto en el sepulcro)
Lector 2: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
Pueblo: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Pueblo: ¡Bendito y alabado sea por siempre tan gran señor y los Dolores de su
afligidisima madre la virgen María!

Lector 1: José de Arimatea tomo el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana


limpia y lo depósito en su propio sepulcro, que había hecho cavar en la roca. Hizo
rodar una piedra grande a la puerta del sepulcro y se retiró.

Canto...

(En este momento los hombres del pueblo y las mujeres retiran el cuerpo de los
brazos de María y las mujeres retiran el cuerpo de los brazos de María y lo
envuelven en una sábana y lo cargan hacia el sepulcro).

Lector 2: Jesús no tuvo ni siquiera un sepulcro donde descansar. Necesito de sus


amigos para que le prestarán una tumba. Ahí fue enterrado esperando la gloriosa
resurrección, el final de todo camino doloroso. Pero Jesús, como lo había
prometido, no se queda en la tumba fría, resucita glorioso, dando así un sentido de
esperanza a la muerte. Cómo Jesús no estamos condenados a permanecer muertos,
si no a vivir para siempre, por qué nosotros también resucitamos con Cristo.

Oración comunitaria
Lector 1: Hermanos, hemos visto cuánto hizo dios por nosotros. Acerquemos,
pues, a él con toda confianza, pidiéndole sinceramente perdón por todos los
pecados que hayamos cometido y renovándole la entrega total de nuestra vida. Él
nos amó y entrego su vida por nosotros; también nosotros, de ahora en adelante,
tratemos de amarle sobre todas las cosas y de vivir conducidos por su mismo
espíritu.

Pueblo: Te rogamos señor.


Lector 1: Por todos nosotros, para que sintamos un verdadero horror al pecado.
Pueblo: te rogamos, señor.
Lector 2: Para que comprendamos que nuestros pecados han sido causa de los
sufrimientos de Cristo.

Pueblo: Te rogamos, señor.


Lector 2: Para que de ahora en adelante, nunca nos separemos de Cristo, nuestro
hermano y salvador.

Pueblo: Te rogamos, señor.

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