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Final La Cuestion Universitaria
Final La Cuestion Universitaria
En la segunda mitad del siglo xx el Estado asume un rol subsidiario. El rol del Estado desde
la primera mitad del siglo XIX con los derechos y leyes propuestos desde la Constitución
Nacional correspondía a“Estado Docente” que se hacía cargo de la educación nacional y la
formación elemental en todo el país. En este sentido, las políticas de transferencias
modifican el rol del Estado a un “Estado Subsidiario”, plasmado en las políticas normativas y
el accionar del mismo.Estado actúa como un complemento o apoyo en el ámbito
educativo, interviniendo de manera complementaria y suplementaria, pero no asume
un papel central o dominante en la provisión de servicios educativos. En este
enfoque, se espera que otras instituciones y actores, como el sector privado,
organizaciones no gubernamentales (ONG) o incluso las familias, también
contribuyan y participen activamente en la prestación y financiamiento de la
educación.el Estado establece normas y reglamentaciones para asegurar la calidad
y equidad de la educación, garantizar el cumplimiento de estándares educativos.
El estado evaluador supone programas y esfuerzos por parte del Estado para evaluar
la calidad educativa y “mejorarla”. A su vez, en el nivel superior la evaluación y la
acreditación se consolidan como mecanismos de control.
En 1967 se sancionó la ley 17.604, segunda ley que reguló las universidades
privadas. Dicha ley expone que la creación y el funcionamiento de los
establecimientos privados requiere el otorgamiento de la autorización pertinente por
decreto del Poder Ejecutivo Nacional.
Esta quedó vigente hasta 1995, cuando se derogó por la Ley de Educación Superior.
Desde hace 90 años en Argentina, referirse a cogobierno universitario está relacionado con
la idea de Reforma Universitaria. La Reforma Universitaria de 1918 fue un movimiento
político estudiantil que modificó la organización institucional y académica de las
universidades argentinas. Este movimiento cuestionó la estructura tradicional de las
universidades y promovió la organización institucional de las universidades basada sobre la
autonomía, el gobierno por parte de los claustro que la componen como medio para
garantizar la libertad de cátedra, la transparencia en los mecanismos de designación de
profesores, y fundamentalmente, el dictado de sus propias normas de gobierno y
organización académica sin intervención del poder político ni las autoridades educativas
nacionales. La reforma de 1918 puso de manifiesto la tensión en este proceso y la
necesidad de inclusión, de participación en la toma de decisiones y de democratización de
la institución, manifestada por los estudiantes. ¿Qué pensaban los jóvenes estudiantes
acerca del gobierno de la universidad? Este gobierno cerrado les era hostil y su burocracia
les dificultaba las posibilidades de formar parte de él. Por eso los reformistas buscaban la
incorporación a ese gobierno, para modificarlo y poder hacerlo también suyo. La inclusión
de los estudiantes estuvo mediada por conflictos. La ciudadanía universitaria no es un
derecho originario de los miembros de las universidades públicas sino una delegación que
la sociedad efectúa a través de sus representantes porque decidió que es el mejor sistema
para lograr una buena gestión del conocimiento, de su producción, enseñanza y
transmisión. La autonomía universitaria no constituye un concepto unívoco. En el mundo
anglosajón se la confunde con libertad académica o de cátedra. La autonomía hace
referencia a las relaciones entre la universidad y el mundo exterior a ella. La libertad
académica es un asunto interno de la institución. La voluntad es autónoma cuando se da su
propia ley. Este principio de autonomía aplicado a la universidad puede tener dos
interpretaciones: a) que la universidad sea autónoma por propia decisión; b) que determine
las formas que la regirán una vez que se le haya otorgado la autonomía por parte de la
autoridad estatal.
La autonomía universitaria es un principio fundamental que garantiza la
independencia y libertad de las instituciones de educación superior para
autogobernarse y tomar decisiones académicas, administrativas y financieras sin
interferencias externas, especialmente del gobierno o de otras entidades políticas o
económicas
Es el derecho de la universidad pública para regirse por las normas que ella misma se dicta
y a disponer de los fondos sin intervención externa. Abarca tres aspectos: académico,
institucional o de gobierno y financiero, que da cuenta de la autarquía. Una
universidad pública al ser estatal está al servicio de todo el país y es el país quien debe
sostenerla como pago del servicio que prestan. Esta concepción de autonomía crea una
obligación. Autonomía y responsabilidad están íntimamente unidas ya que representan dos
aspectos de la libertad. Autonomía como libertad negativa: libre de injerencias externas; y
responsabilidad como libertad positiva: libre de realizar una tarea. Por lo que, podemos
entender a la libertad académica como derecho del profesor que lo protege de toda posible
discriminación.
ARTÍCULO 34: Los estatutos, asi como sus modificaciones, entraran en vigencia a partir de
sus publicación en el Boletin Oficial, debiendo ser comunicados al Ministerio de Cultura y
Educacion a efectos de verificar su adecuacion a la presente ley y ordenar, en su caso,
dicha publicacion. Si el Minsterio considerara que los mismos no se ajustan a la presente
ley, debera plantear sus observaciones dentro de los diez dias a contar de la comunicacion
oficial ante la Camara Fedeeral de Apelaciones, la que decidira en un plazo de veinte dias,
sin mas tramite que una vista a la institucion universitaria. Si el Minsterio no planteara
obsevaciones en la forma indicada dentro del plazo establecido, los estatutos se
consideraran aprobados y deberan ser publicados. Los estatutos deben prever
explicitamente; su sede principal, los objetivos de la institucion, su estructura organizativa, la
integracion y funciones de los distintos organos de gobierno, asi como el regimen de la
docencia y de la investigacion y pautas de administracion economico-financiera
ARTICULO 42. - Los titulos con reconocimiento oficial certificarán la formacion academica
recibida y habilitaran para el ejercicio profesional respectivo en todo el territorio nacional, sin
perjuicio del poder de policia sobre las profesiones que corresponde a las provincias. Los
conocimientos y capacidades que tales titulos certifican, asi como las actividades para las
que tienen competencia sus poseedores, seran fijados y dados a conocer por las
instituciones universitarias, debiendo los respectivos planes de estudio respetar la carga
horaria minima que para ello fije el Ministerio de Cultura y Educacion, en acuerdo con el
consejo de Universidades.
ARTICULO 45. - Las entidades privadas que se constituyan con fines de evaluacion y
acreditacion de instituciones universitarias, deberan contar con el reconocimiento del
Ministerio de Cultura y Educacion, previo dictamen de la Comision Nacional de Evaluacion y
Acreditacion Universitaria. Los patrones y estandares para los procesos de acreditación,
seran los que establezca el Ministerio previa consulta con el Consejo de Universidades.
Otros artículos otorgaron al Poder Ejecutivo Nacional “la formulación de políticas generales
en materia universitaria” (artículo 70), la atribución de la puesta en marcha de una nueva
institución universitaria creada por ley del Congreso Nacional (artículo 49) y lo dispuesto en
los artículos 29 y 34 sobre la aprobación de los estatutos universitarios. Los estatutos
universitarios son las normas que rigen las universidades; y los artículos 29 y 34 de la Ley
de Educación Superior indican que dichos estatutos deben ser comunicados al Ministerio de
Cultura y Educación “a efectos de verificar su adecuación a la presente ley y ordenar, en su
caso, dicha publicación”. Si el Ministerio considera que los mismos no se ajustan a la ley
podrá apelar. Si el Ministerio no planteara observaciones en la forma indicada dentro del
plazo establecido, los estatutos se considerarán aprobados. Es decir, los estatutos
requieren la aprobación del Ministerio de Cultura y Educación. Los mecanismos derivados
de la Ley de Educación Superior dieron lugar a la creación de organismos de coordinación
del sistema universitario (como el Consejo Universitario) y a agencias de evaluación de la
calidad universitaria (como la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria)
que permiten pensar en la promoción de un modelo heterónomo (heterónomo: que está
sometido a un poder externo) para las universidades. Es decir, desde 1994 con las reforma
de la Constitución, las universidades nacionales tienen autonomía (capacidad de
autogobierno; su norma máxima son los estatutos universitarios, autonomía académica para
crear carreras y posgrados, líneas de investigación) y autarquía (capacidad de administrar
sus recursos; deben rendir cuentas). Luego con la LES esto cambió, ya que no respetó eso.
Es anticonstitucional. Esta Ley sigue vigente pero con dos enmiendas: en 2002 y en 2015
Salvo la Universidad de Buenos Aires, amparada por un fallo de la Justicia que declaró la
inconstitucionalidad de este régimen para su ámbito, el resto del sistema universitario
argentino se sometió a este proceso.
Recién a partir del año 2007 la UBA comenzó a presentar, por presión de sus propias
unidades académicas, al proceso de acreditación de la CONEAU las carreras de Farmacia
e Ingeniería.
Aquí el juez de primera instancia Marinelli sostuvo que los artículos que afectan la
autonomía académica de la UBA son inconstitucionales porque el Congreso no puede
delegar funciones académicas sobre las que no tiene competencia, lo cual equivale “a una
verdadera sustracción de competencia” propia de la universidad y se apoya en el artículo 75
inciso 19 de la Constitución Nacional. Ello dió lugar a que esta universidad se encuentre
eximida de someter sus carreras de grado y de posgrado a los procesos de evaluación y
acreditación universitaria a cargo de la CONEAU.
El Consejo de Universidades presupone que hay acciones que se ejecutan desde una cierta
posición de neutralidad, meramente organizando en un nivel no superior sino horizontal a
las instituciones universitarias. Sabemos que la autonomía requiere autogobierno; y éste
supone la ausencia de injerencias externas, sobre todo de parte del Estado.
La constitución del Consejo de Universidades tiene una integración y sobre todo posee
funciones que exceden los alcances de autogobierno de las universidades públicas. La Ley
de Educación Nacional en 2006, redefinió las competencias del otro órgano de coordinación
del sistema educativo: el Consejo Federal de Educación. Éste tiene entre sus
representantes a 3 miembros del Consejo de Universidades y éste último a su vez tiene a 1
representante del CFE. Por ende, se evidencia como ambos organismos tienen una
compleja estructura organizativa y de funcionamiento. Los dos conforman los ámbitos de
definición de la agenda de políticas públicas para la educación. Según la Ley de Educación
Nacional el CFE puede sancionar resoluciones de cumplimiento obligatorio por parte de
todas las jurisdicciones provinciales. Entre los aspectos resueltos por el CFE se encuentran
las cargas horarias, los perfiles profesionales, los alcances de los títulos de nivel medio y
superior, etc.
. Una observación que puede hacerse de esta política de evaluación de carreras de grado
es que tuvo un impacto trascendental en el conjunto del sistema universitario nacional, con
excepción de la universidad más grande del país: la UBA. Esta última, por estar amparada
por la justicia, que declaró la inconstitucionalidad, entre otros, del artículo 43 de la LES,
decidió no presentar sus carreras de grado a las correspondientes convocatorias que
efectuó la CONEAU. Resulta cuestionable sostener una política de evaluación de carreras
de grado para el conjunto del sistema universitario cuando la universidad que posee la
mayor oferta de estas carreras no las presenta a evaluación, debido a un fallo de la justifica
que argumenta a favor de la universidad. Otras universidades nacionales presentaron
oportunamente recursos judiciales en el mismo sentido que la UBA pero estos no
prosperaron. La Corte Suprema falló a favor del Estado Nacional y sostuvo la
constitucionalidad de la LES. Lo que caracterizó al proceso de evaluación de la CONEAU
fue una diversidad de sentidos en el uso de los criterios de evaluación y de los estándares
de calidad. El mayor problema se encontró en el establecimiento de correspondencias
precisas entre la acreditación de las carreras e instituciones y los juicios valorativos que se
pronunciaban en los dictámenes emitidos por los evaluadores de la CONEAU. En términos
generales, la CONEAU operó basándose sobre un principio de autonomía universitaria
restringida, que afecta la libertad de enseñanza y de investigación científica. Los juicios
expresados por los evaluadores (sobre currículum, cuerpo docente, mecanismos de
actualización y evaluación) en algunos de los dictámenes de la CONEAU, parecen
desconocer la existencia de una normativa propia en las universidades en virtud de su
autonomía académica y científica. Los procedimientos aplicados, desde la definición de los
propios estándares hasta la implementación del proceso evaluativo sin criterios definidos
con la precisión requerida, pusieron en evidencia falencias de la tarea de este organismos
en su conjunto. Lo más cuestionable resulta la exigencia sobre las instituciones y carreras
universitarias para que se alcancen determinados estándares de calidad en ausencia de un
apoyo de financiamiento genuino para que estén en condiciones de alcanzar dichos
estándares de calidad. Esta política universitaria contradictoria que, por un lado, exige una
calidad determinada en la formación universitaria, y por otro, no permite que ello ocurra ya
que no solventa los costos de esa formación, resulta lo más llamativo de los mecanismos de
evaluación y acreditación universitaria implementados en la Argentina. El Consejo de
Universidades presupone que hay acciones que se ejecutan desde una cierta posición de
neutralidad, meramente organizando en un nivel no superior sino horizontal a las
instituciones universitarias. Sabemos que la autonomía requiere autogobierno; y éste
supone la ausencia de injerencias externas, sobre todo de parte del Estado. La constitución
del Consejo de Universidades tiene una integración y sobre todo posee funciones que
exceden los alcances de autogobierno de las universidades públicas. La Ley de Educación
Nacional en 2006, redefinió las competencias del otro órgano de coordinación del sistema
educativo: el Consejo Federal de Educación. Éste tiene entre sus representantes a 3
miembros del Consejo de Universidades y éste último a su vez tiene a 1 representante del
CFE. Por ende, se evidencia como ambos organismos tienen una compleja estructura
organizativa y de funcionamiento. Los dos conforman los ámbitos de definición de la agenda
de políticas públicas para la educación. Según la Ley de Educación Nacional el CFE puede
sancionar resoluciones de cumplimiento obligatorio por parte de todas las jurisdicciones
provinciales. Entre los aspectos resueltos por el CFE se encuentran las cargas horarias, los
perfiles profesionales, los alcances de los títulos de nivel medio y superior, etc. Resulta
claro como la coordinación se transformó en gobierno. Entre la coordinación y el gobierno
no parece existir una línea demarcatoria clara. El Estado tiene un genuino interés en ejercer
cierto control sobre las titulaciones que las universidades brindan, sobre todo por las
habilitaciones que comprometen el interés público como la salud, los derechos, la
seguridad, los bienes y la formación de personas. Sin embargo, no se vislumbra que los
mecanismos de coordinación montados hayan ejercido una mejora cualitativa de esas
titulaciones. A su vez, constituido un estándar, se aplica sin ya tener en cuenta las
características especiales de cada institución. Se necesita aquí un principio de equidad, que
requiere que los estándares se tornen flexibles en orden a las divergencias en los objetos
juzgados. Camou sostiene que las instituciones evaluadas satisfactoriamente terminan
como aliados de la CONEAU, mientras que las universidades cuestionadas se tornan
potenciales opositoras. ¿Cómo se redefine la autonomía universitaria en este contexto? El
Estado es hoy muy diferente a aquel que vio nacer las universidades. En las últimas
décadas, su transformación lo tornó más permeable a intereses económicos o corporativos
diversos. Estas transformaciones de las políticas universitarias argentinas cabría ubicarlas
en un contexto global de cambios de la universidad, la cual ve desaparecer las actividades
de investigación sin restricciones ya se trate de países desarrollados y subdesarrollados.
Estos cambios en la producción de conocimiento científico en las universidades deben ser
entendidos a la luz de los nuevos mecanismos de control que sobre ellas se ejerce desde el
exterior. Esto contribuye a disminuir la autonomía de las instituciones universitarias como
centros de producción e investigación científica desinteresada y ámbitos independientes a
las presiones externas. Las universidades marcaron algunos límites ante las presiones de
cambio que provienen del exterior, en cuanto anida en ellas el principio de autonomía. Este
fue revitalizado en el marco de algunas luchas recientes en pos de la fijación de límites al
Estado. La relación entre ellos (Estado y universidades) es difícil porque ambos son
complejos, pero además porque a través de ellos actúan otros actores (organismos
internacionales, colegios profesionales, corporaciones varias) que luchan por la imposición
de sus demandas dentro del desarrollo de las instituciones universitarias contemporáneas.